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PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS RESUMEN: La delincuencia juvenil es uno de los grandes apartados de la Criminología. Normalmente, estas conductas disminuyen con la edad ya que la mayoría de jóvenes que se comportan de forma antisocial no lo hacen en la edad madura. El problema viene cuando estos jóvenes cometen actos extremadamente violentos, sin motivación aparente y/o persistente en el tiempo. Cuando se habla de ellos, las expresiones como frialdad, falta de remordimientos, insensibilidad, etc. son comunes. El objetivo de esta investigación es determinar en qué medida las dimensiones insensibilidad emocional, narcisismo e impulsividad estaban relacionadas con diversas variables de los delincuentes juveniles y, en concreto, con la reincidencia. Los resultados muestran que los menores reincidentes han obtenido puntuaciones mayores en las diferentes dimensiones, sin embargo, no han sido estadísticamente significativas. Se presentan posibles explicaciones, limitaciones y líneas futuras de investigación. PALABRAS CLAVE: Delincuencia juvenil; precursores de psicopatía; reincidencia; instrumentos de evaluación de la psicopatía. Autora: Zoraida Esteve Bañón

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PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES

JUVENILES INTERNADOS RESUMEN: La delincuencia juvenil es uno de los grandes apartados de la Criminología.

Normalmente, estas conductas disminuyen con la edad ya que la mayoría de jóvenes que se

comportan de forma antisocial no lo hacen en la edad madura. El problema viene cuando

estos jóvenes cometen actos extremadamente violentos, sin motivación aparente y/o

persistente en el tiempo. Cuando se habla de ellos, las expresiones como frialdad, falta de

remordimientos, insensibilidad, etc. son comunes. El objetivo de esta investigación es

determinar en qué medida las dimensiones insensibilidad emocional, narcisismo e

impulsividad estaban relacionadas con diversas variables de los delincuentes juveniles y, en

concreto, con la reincidencia. Los resultados muestran que los menores reincidentes han

obtenido puntuaciones mayores en las diferentes dimensiones, sin embargo, no han sido

estadísticamente significativas. Se presentan posibles explicaciones, limitaciones y líneas

futuras de investigación.

PALABRAS CLAVE: Delincuencia juvenil; precursores de psicopatía; reincidencia;

instrumentos de evaluación de la psicopatía.

Autora : Zoraida Esteve Bañón

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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“Nadie se hizo perverso súbitamente”

Juvenal (67-127)

SUMARIO

1. INTRODUCCIÓN

2. CONCEPTO DE PSICOPATÍA

2.1 DESARROLLO HISTÓRICO DEL CONCEPTO DE PSICOPATÍA

2.2 CLASES DE PSICÓPATAS

2.3 TEORÍAS EXPLICATIVAS

3. LA PSICOPATÍA EN LOS JÓVENES.

3.1 ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PSICOPATÍA INFANTIL Y JUVENIL

3.1.1 Egocentrismo Persistente

3.1.2 Coléricos y Agresivos

3.1.3 Incapaces de comprender puntos de vista y emociones ajenas

3.1.4 Crueldad y Reactividad Emocional Anestesiada.

3.1.5 Impulsividad e Irresponsabilidad Permanente

3.1.6 Mentiras y Manipulación

3.1.7 Adolescencia Tiránica y Desconcertante

3.2 LA PSICOPATÍA JUVENIL Y SU RELACIÓN CON OTROS TRASTORNOS

3.3 PSICOPATÍA Y DELINCUENCIA JUVENIL

4. LA EVALUACIÓN DE LA PSICOPATÍA EN LOS JÓVENES

4.1 PSYCHOPATHY CHECKLIST-YOUTH VERSION, PCL-YV

4.2 ANTISOCIAL PROCESS SCREENING DEVICE, APSD

4.3 CHILD PSYCHOPATHY SCALE, CPS

4.4 YOUTH PSYCHOPATHY TRAITS INVENTORY, YPI

5. OBJETIVOS E HIPÓTESIS

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6. LA INVESTIGACIÓN EN EL CENTRO DE MENORES “ELS REIET S”

6.1 MÉTODO

6.1.1 Muestra

6.1.2 Instrumentos

6.1.3 Procedimiento

7. ANÁLISIS DEL CUESTIONARIO DE RECOGIDA DEL MENOR (CR IM)

8. ANÁLISIS DE LA ANTISOCIAL PROCESS SCREENING DEVICE (APSD)

9. CONCLUSIONES

10. BIBLIOGRAFÍA

11. ANEXO: HOJA DE RESPUESTA DE LA APSD DE FRICK Y HARE

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1. INTRODUCCIÓN

Es indiscutible que la delincuencia juvenil es uno de los grandes apartados de la Criminología,

además nos encontramos ante una problemática que está muy extendida a nivel cuantitativo, con

características muy propias, y por ello es necesario que se estudie en profundidad. Normalmente, este

tipo de conductas disminuyen con la edad ya que la mayoría de jóvenes que se comportan de forma

antisocial no lo hacen en la edad madura. El problema viene cuando estos jóvenes delincuentes

cometen actos extremadamente violentos, sádicos, sin motivación aparente y/o persistentes en el

tiempo.

A menudo, en los medios de comunicación, se informa de la cantidad de delitos realizados por

menores en diferentes partes del mundo. En nuestro país existen algunos ejemplos que, en su día,

provocaron conmoción, como el asesinato de Sandra Palo, el asesino de la Catana, el crimen de las

niñas de San Fernando en Cádiz y la desaparición y asesinato de Marta del Castillo. Estos delitos

contra la vida, aunque han causado gran alarma social, suponen un porcentaje del 0,5% del total de

delitos cometidos por menores (según la Memoria de la Fiscalía del Estado de 2007). Cuando se habla

de ellos, las expresiones como frialdad, falta de empatía y remordimientos, ausencia de culpa,

insensibilidad, etc. son comunes. Estas características son algunos de los rasgos propios de la

psicopatía, aunque como es lógico no todos los jóvenes asesinos son psicópatas.

Todavía más: no todos los psicópatas son delincuentes, ni todos los delincuentes son psicópatas,

pero cuando se unen ambos conceptos, nos encontramos ante los sujetos más peligrosos que existen.

Los jóvenes delincuentes deben tener atención por parte de los expertos en la conducta desviada y en

el hecho criminal, pero la atención debe ser todavía más especial en el caso de los menores

delincuentes psicópatas. Por ello, es de vital importancia detectar a estos jóvenes, con evaluaciones

adecuadas realizadas por expertos, antes de que lleguen a la edad adulta y trabajar con ellos desde el

comienzo de su carrera delictiva, aunque sería mucho mejor poder hacerlo antes de que empezaran a

delinquir.

En este estudio buscamos respaldar la importancia de buscar precursores de psicopatía entre los

menores que han entrado en conflicto con la justicia, adoptando una perspectiva empírica y empleando

la cautela necesaria que se debe tener en estos casos.

Para comenzar trataremos el concepto de psicopatía, su evolución desde que se empleó el término

por primera vez en el siglo XIX hasta la actualidad, las clasificaciones de psicopatía más importantes

y las teorías más destacadas que explican este constructo.

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En segundo lugar, trataremos el espinoso tema de la psicopatía infantil y juvenil, ya que algunos

autores son reticentes a hablar de psicopatía en estos casos. Pero la gran mayoría de científicos

afirman que muchas de las características que conforman el constructo de la psicopatía se muestran a

una edad temprana, y son muchos los que apoyan la idea de la existencia de una continuidad entre los

rasgos precoces de la psicopatía infantil y los que posteriormente se solidifican en la edad adulta. Lo

ilustraremos con algunos casos y hablaremos de la importancia que tiene la detección de este trastorno

en los delincuentes juveniles.

Los estudios científicos confirman que los rasgos de personalidad y de conducta que son propios de

la psicopatía empiezan a manifestarse en la infancia, por ello también se pueden medir como en el

caso de los adultos. En el apartado correspondiente mostraremos las herramientas más utilizadas para

medir los rasgos precursores de psicopatía en los niños y jóvenes. Para trabajar con esta clase de

jóvenes es necesario tener un conocimiento previo sobre la problemática a tratar y de los instrumentos

de medición, los cuales deben ser utilizados por profesionales especialmente preparados.

Por último se expondrá la investigación realizada en el centro de menores “Els Reiets” y el análisis

de sus resultados, con una conclusión final.

2. CONCEPTO DE PSICOPATÍA

La psicopatía es un trastorno de la personalidad que se define por una serie de conductas y rasgos

de la personalidad significativos, la mayoría de los cuales son mal vistos por la sociedad. El psicópata

nos presenta una imagen de una persona preocupada por sí misma, cruel y sin remordimientos, con

una profunda carencia de empatía y de la capacidad para relacionarse con los demás de manera

natural. Lo que destaca de él es que están ausentes las cualidades esenciales que permiten a los seres

humanos vivir en sociedad. (Hare, 1999).

Las características que diferencian a los psicópatas del resto de personas son las relacionadas con

los factores interpersonales y afectivos. Cuando manifiestan sus afectos se irritan con facilidad,

carecen de empatía, sentimiento de culpabilidad y remordimientos, además son incapaces de

establecer fuertes vínculos con los demás. A nivel interpersonal, son manipuladores, egocéntricos,

altivos, insensibles, superficiales y dominantes. Estos rasgos se asocian con un estilo de vida antisocial

que contiene comportamientos impulsivos y una tendencia a transgredir las normas sociales y legales.

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Que los psicópatas tengan predisposición a comportarse de manera socialmente desviada no

significa que todos acaben delinquiendo. Como ya se ha comentado en la introducción, la mayoría de

criminales no son psicópatas y no todos los psicópatas son criminales, aunque algunos de los sujetos

que consiguen vivir al margen de la ley evitando la cárcel sí lo son.

Pero tanto los hombres psicópatas como las mujeres psicópatas tienen más probabilidades de

mostrarse violentos y agresivos que el resto de delincuentes. Para ellos, la violencia y las amenazas

son instrumentos útiles cuando tienen ira, sienten que les están retando o están frustrados. No les

importa que sus víctimas sientan dolor o humillación por su actuación (Hare, 2003).

Cuando se fusionan los conceptos delincuencia y psicopatía nos encontramos ante un binomio

capaz de producir el mayor dolor posible a la sociedad.

Theodore Robert Bundy, el asesino en serie psicópata americano más famoso de la época

contemporánea, es un ejemplo de todas las características descritas anteriormente. No se sabe con

precisión a cuántas mujeres mató, debido a que nunca realizó una confesión completa, pero se supone

que mínimo mató a veinte, y se sospecha que pudo llegar a matar hasta cuarenta. En 1989 fue

ejecutado en el Estado de Florida. La falta de empatía, el control, la ausencia de culpa, etc. quedan

patentes en algunas de sus frases: “Quiero dominar la vida y la muerte”; “No me siento culpable de

nada… Me da pena la gente que se siente culpable”; “¿Qué más da, al fin y al cabo, una persona

menos sobre la faz de la Tierra?” (Leyton, 2005).

Pero han pasado muchos años hasta llegar a la definición de psicópata realizada por Robert D.

Hare, máximo experto sobre este tema en la actualidad.

2.1 DESARROLLO HISTÓRICO DEL DIAGNÓSTICO DE PSICOPATÍA

El recorrido por todos los autores que han tratado, de alguna u otra manera, el constructo de la

psicopatía, excedería de lo deseable en la dimensión de un documento de estas características. Por ello,

en este apartado citaremos únicamente a algunos de los autores más significativos.

El psiquiatra francés Philippe Pinel, fue uno de los primeros en escribir sobre psicopatía en el siglo

XIX. En 1812 empleó el término locura sin delirio (manie sans délire) para referirse a personas que

tenían una conducta marcada por la impulsividad y la inestabilidad emocional, pero careciendo de

confusión mental.

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En 1835 el psiquiatra Pritchard definió el concepto de locura moral (moral insanity): “Los

principios activos y morales de la mente se han depravado o pervertido en gran medida; el poder de

autogobierno se ha perdido o ha resultado muy dañado, y el individuo es incapaz, no de razonar a

propósito de cualquier asunto que se le proponga, sino de comportarse con decencia y propiedad en la

vida” citado en (Garrido, Redondo, & Stangeland, 2001).

Benjamin Rush fue el primer anglo-americano que trató sujetos cuyo trastorno primario se

caracterizaba por la irresponsabilidad, falta de escrúpulos y agresividad. Los definió como alienados

morales y suponía que su comportamiento, moralmente reprochable, era una manifestación de la

enfermedad.

A finales del siglo XIX Koch hablaba de inferioridades psicopáticas cuando hacía referencia a

personas extravagantes, de conducta maliciosa y, en ocasiones, antisociales, pero en ningún momento

se alejaban del contacto con la realidad.

El mismo término fue empleado por Emil Kraepelin en sus primeras publicaciones del clásico

“Psiquiatría”, que apareció por primera vez en 1883. Pero en la séptima edición lo cambió por el de

personalidad psicopática, el cual se conserva en la actualidad.

Kurt Schneider hizo una distinción que dio un giro radical a la definición de psicopatía. Con la

publicación de su libro en 1923 “La personalidad psicopática”, separó el concepto de psicopatía de la

delincuencia, abandonando la creencia de la época. Decía que los psicópatas no sólo se encontraban en

las prisiones y psiquiátricos, sino en toda la sociedad, ya que muchas veces son personas que tienen

éxito en los negocios y en la vida social, ocupando incluso posiciones de poder en la política.

Por el contrario, G.E. Partridge, utilizó el término personalidad sociopática para definir la

incapacidad o falta de voluntad de algunos individuos para ceñirse a las leyes sociales.

La Sociedad Psiquiátrica Americana incluyó el término de “psicópata” en la primera edición del

DSM-I (Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales). Pero en su tercera edición se cambió

por el de personalidad antisocial. En el DSM-III-R y DSM-IV (dos últimas publicaciones) ha pasado

a denominarse trastorno de la personalidad antisocial.

Este término crea confusión porque al centrar la definición de psicopatía única y exclusivamente en

la parte antisocial, se tiende a incluir en el concepto a delincuentes comunes reincidentes, y se

excluyen muchos casos que, tratándose de verdaderos psicópatas, no se muestran con una actividad

marcadamente antisocial.

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Henderson (1939) definió tres estados psicopáticos caracterizados por agresividad, por conductas

inadecuadas o bien por la creatividad. Los tipos inadecuado y agresivo entraron a formar parte de la

casuística anglo-sajona de trastornos de personalidad esencialmente caracterizados por rasgos

antisociales. En esta línea se justifica que el significado de psicopatía prácticamente desde el inicio

englobe cualquier cambio psicopatológico que explica la conducta de sujetos reincidentes agresivos y

antisociales (Silva, 2008).

En el siglo XX, la persona que mejor definió los rasgos esenciales del psicópata, fue el psiquiatra

americano Hervey Cleckley. En 1941 escribió “La máscara de la cordura” (The Mask of Sanity),

donde hablaba de los psicópatas no criminales describiéndolos de este modo (Cleckley, 1976):

“El psicópata muestra la más absoluta indiferencia ante los valores personales, y es incapaz de

comprender cualquier asunto relacionado con ellos. No es capaz de interesarse lo más mínimo en

cuestiones que han sido abordadas por la literatura o el arte, tales como la tragedia, la alegría o el

esfuerzo de la humanidad en progresar. También le tiene sin cuidado todo esto en la vida diaria. La

belleza y la fealdad, excepto en un sentido muy superficial, la bondad, la maldad, el amor, el horror y

el humor no tienen un sentido real, no constituyen ninguna motivación para él. También es incapaz de

apreciar qué es lo que motiva a otras personas. Es como si fuera ciego a los colores, a pesar de su

aguda inteligencia, para estos aspectos de la existencia humana. Por otra parte, es inútil explicarle

dichos aspectos, ya que no hay nada en su conocimiento que le permita cubrir esa laguna con el

auxilio de la comparación. Puede, eso sí, repetir las palabras y decir que lo comprende, pero no hay

ningún modo para que se percate de que realmente no lo comprende.”

Según Cleckley, el psicópata carece de la posibilidad para experimentar emociones, porque no las

tiene, aunque, en apariencia, se exprese de un modo normal. A este hecho lo denominó demencia o

afasia semántica, implicando que los psicópatas son incapaces de expresar y comprender el

significado de las experiencias emocionales, incluso cuando son capaces de comprender el lenguaje.

En el cuadro 1 se enumeran las características principales de los psicópatas, esenciales para la

posterior obra de Hare.

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CUADRO 1: RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA PSICOPATÍA (CLECKLEY)

1. Inexistencia de alucinaciones o de otras manifestaciones de pensamiento irracional

2. Ausencia de nerviosismo o de manifestaciones neuróticas

3. Encanto externo y notable inteligencia

4. Egocentrismo patológico e incapacidad para amar

5. Gran pobreza de reacciones afectivas básicas

6. Sexualidad impersonal, trivial y poco integrada

7. Falta de sentimientos de culpa y vergüenza

8. Indigno de confianza

9. Mentiras e insinceridad

10. Pérdida específica de intuición

11. Incapacidad para seguir cualquier plan de vida

12. Conducta antisocial sin aparente remordimiento

13. Amenazas de suicidio raramente cumplidas

14. Razonamiento insuficiente o falta de capacidad para aprender de la experiencia vivida

15. Irresponsabilidad en las relaciones interpersonales

16. Comportamiento fantástico y abuso de alcohol

2.2 CLASES DE PSICÓPATAS

Según Kurt Schneider, los psicópatas son personalidades anormales que, a causa de su

anormalidad, sufren ellos o hacen sufrir a la sociedad. En función de ello, estableció diez tipos de

psicópatas (citado en Leganés & Ortolá, 1999):

Psicópata con afán de notoriedad. Es el que cambia de personalidad con facilidad, no se

conforma con lo que tiene y quiere aparentar más de lo que es ante sí y ante los demás. Se

muestran hábiles para el engaño y con un acusado egocentrismo, además de mostrar una baja

tolerancia a la frustración.

Psicópata explosivo. Es el que actúa de forma impulsiva, sin planificación y sin pensar en lo

que hace. Ante estímulos pequeños presenta respuestas exageradas y violentas.

Psicópata hipertímico. Se trata de una persona ligera, para la que nada tiene importancia. En

su comportamiento inconstante, no asume los valores sociales. Se muestran fácilmente

irritables, eufóricos e inestables

Psicópata abúlico. Tiene una personalidad inestable, y es incapaz de oponer resistencia a

personalidades más fuertes que la suya. Carece de impulsos o los tiene muy débiles.

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Psicópata lábil del estado de ánimo. Suele beber grandes cantidades de alcohol para luchar

contra sus depresiones. Tiende a huir de su casa y del trabajo.

Psicópata anético o desalmado. Denominado así por carecer de ética. Sus relaciones

personales son escasas y no establece relaciones cálidas y tiernas. Delinque constantemente y

no se arrepiente de sus delitos. Desde pequeños son crueles con sus compañeros del colegio y

con los animales.

Psicópata fanático. Tiene ideas sobrevaloradas que trata de imponer a los demás. Se trata de

un individuo activo, dinámico y luchador por sus ideas. Si adopta una actitud pasiva, se le

denomina psicópata fanático lánguido.

Psicópata asténico. Es el que sufre por su trastorno. Siempre está cansado, se preocupa en

exceso por su salud, y se muestra metódico y obsesivo.

Psicópata depresivo. Nunca ve lo bueno de la vida, mostrándose triste en su relación con todo

lo que le rodea.

Psicópata obsesivo. No delinque nunca. Es una persona escrupulosa y de gran rigor. Duda de

todo y de sí mismo, por lo que tiene que comprobar sus actos una y otra vez. Por ello, es

incapaz de decidir con rapidez.

El profesor Vicente Garrido, por su parte, distingue entre las siguientes clases de psicópatas

(Garrido, 2000):

Psicópatas delincuentes. Que, a su vez, pueden dividirse en dos grupos:

- Antisociales o no integrados. Crecen desde niños en un ambiente marginal y comparten con el

resto de delincuentes comunes unas circunstancias que han propiciado su estilo de vida

antisocial (padres que no les han enseñado un estilo de vida prosocial, tránsito decepcionante

por la escuela, contacto temprano con la droga, asociación precoz con delincuentes…). Son

duros, egocéntricos y violentos. No tienen ninguna vinculación real con nadie, viven para el

delito y sólo buscan el placer más inmediato e intenso.

- Integrados. Son delincuentes, pero se camuflan como personas respetables. Son asesinos,

agresores sexuales, maltratadores, delincuentes socioeconómicos, etc. que tienen una “doble

vida”. Son personas crueles y ambiciosas que se burlan de las leyes y de la sociedad sin reparo

ninguno.

Psicópatas no delincuentes. Aunque no son técnicamente delincuentes, sus actos rayan la

ilegalidad. Pero, en su relación con los demás, sí que exhiben todas sus características de

dominio y humillación. Engañan, hieren e incluso pueden llegar a lograr que dudemos de

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nuestra cordura.

El propio Hare, seguidor de la obra de Cleckley, establece su clasificación de la forma siguiente

(Hare, 2003):

Psicópatas puros o primarios. Son los que cumplen los dieciséis criterios de Cleckley

mencionados anteriormente.

Psicópatas secundarios. Son los que se muestran capaces de sentir culpa y arrepentimiento,

así como de establecer relaciones afectivas. Su conducta está motivada por problemas de

índole neurótica.

Psicópatas disociales. Son los que mantienen una conducta antisocial, y que se mueven en el

mundo marginal y desviado, muchas veces con una subcultura propia. Al tener una

personalidad “normal”, serían capaces de funcionar dentro de su grupo social mostrando

sentimientos de culpa o de afecto.

2.3 TEORÍAS EXPLICATIVAS

El estado reptiliano:

Meloy (1988) emplea la analogía del estado reptiliano para mostrarnos la esencia de la cualidad

emocional del psicópata. Argumenta que los mamíferos tienen la capacidad física de relacionarse de

manera “emotiva” y hacen de la afectividad un aspecto singular en sus pautas de crianza, mientras que

los reptiles no cuentan con un sistema parecido. En el cerebro de estos últimos se ausenta toda

respuesta emotiva hacia sus crías, la conducta de acumular para hacer frente a periodos de escasez, y

la conducta social.

De manera equivalente, el psicópata anticipa de forma deficiente las situaciones hostiles, la

ausencia de impulso paterno está ausente cuando se puede apreciar, a menudo, una habitual historia de

abusos hacia sus hijos, y demuestran gran incapacidad para socializar de un modo afectivo, citado en

(Garrido, Redondo, & Stangeland, 2001).

El profesor Garrido comparte esta analogía cuando afirma que el psicópata dispone de una

capacidad especial, como el camaleón, para pasar desapercibido y mimetizarse con el ambiente, a

pesar de sus rasgos psicopáticos y de su conducta especialmente dañina. Del mismo modo, tiene

capacidad para adaptarse a cualquier situación y de esta manera, manipulando a las personas,

aprovecha cualquier circunstancia para su beneficio.

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La adicción a la violencia:

Hodge (1992) habla de la violencia como un elemento mediatizado por la relación con un proceso

de adicción a la misma, lo que también puede ser utilizado con el constructo de psicopatía. Según este

patrón de comportamiento, los psicópatas, al igual que los adictos a determinadas sustancias, presentan

en ese proceso características semejantes a lo que les ocurre a estos últimos, citado en (Garrido,

Redondo, & Stangeland, 2001):

- Se trata de una experiencia subjetiva buscada reiteradamente por el individuo.

- Buscan sus efectos en forma compulsiva.

- Necesitan sus efectos en forma de gratificación inmediata.

- En muchos casos existe tolerancia. Es decir, necesitan de una “dosis” cada vez mayor, y/o en

menor lapso de tiempo para conseguir unos mismos efectos.

- Es destacable el papel de las fantasías anticipadoras como elementos mantenedores e incitadores

de las conductas asociadas al proceso adictivo.

Las explicaciones neurobiológicas:

Phineas Gage en 1848 trabajaba como dinamitero en el tendido de una vía férrea en Vermont

(USA). A consecuencia de una explosión, una barra de hierro de un metro de largo y más de cinco

kilos de peso le atravesó el cerebro, (ver cuadro 2). Aunque pudiera parecer increíble, en menos de dos

meses estaba recuperado.

Pero algo cambió en su carácter. Antes de aquel accidente era una

persona de hábitos moderados, persistente, prudente, planificador y

resuelto. Después del suceso, se convirtió en un individuo irregular,

irreverente, blasfemo, obstinado y caprichoso (Garrido, 2000). Con el

caso de Phineas Gage, la neurobiología descubrió que el cerebro

humano dispone de sistemas dedicados a las dimensiones personales y

sociales del razonamiento. En su caso, la región cerebral afectada

había sido el lóbulo prefrontal, zona que la investigación neurológica

considera crítica para la toma de decisiones.

La investigación en pacientes que han sufrido lesiones similares señala que se dan, en la práctica

totalidad de casos, una serie de síntomas similares:

CUADRO 2: PHINEAS GAGE

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- Incapacidad de llevar a la práctica decisiones eficaces y positivas en sus vidas.

- Dificultad de desarrollar una conducta adecuada a una opción correcta que, sin embargo, sí son

capaces de evaluar adecuadamente.

- Reducción drástica de la capacidad de sentir emociones.

- Impide que el sujeto tenga la posibilidad de disponer de lo que llamaríamos un “proyecto de vida”

ya que la persona se desinteresa por las consecuencias de sus actos para sí mismo y para los

demás.

En experimentos realizados mediante escáneres para poder observar la actividad del cerebro, se

pudo constatar que los cerebros de los psicópatas mostraron mayor actividad que los de los no

psicópatas ante la exposición a palabras e imágenes, tanto neutras como de alto contenido emocional.

Es decir, los psicópatas mostraron que tenían que esforzarse más en reconocer y procesar palabras que

tenían una carga emocional, tal como puede verse en el gráfico siguiente (Raine, 2000).

Para ello se utilizó la tomografía de emisión de positrones (TEP) para medir el metabolismo de

diversas regiones del cerebro, entre las que figuraba la corteza prefrontal, ver cuadro 3:

A la izquierda puede observarse la neuroimagen de una persona normal; En el centro la de un

asesino que se ha criado en un hogar desestructurado, problemático y con factores que potencian la

inclinación a la delincuencia. A la derecha, la de un asesino procedente de un hogar adecuado. La

corteza prefrontal de este último presenta baja actividad. Los colores rojo y amarillo indican un alto

metabolismo de la glucosa y de actividad cerebral. Los colores azul y verde indican las zonas de baja

actividad. La nota llamativa es la del último caso. Puede observarse un funcionamiento prefrontal muy

bajo (la parte prefrontal es la superior de cada imagen).

Raine y su equipo de investigadores (Raine, 2000) argumentan que una baja actividad de la corteza

prefrontal predispone a la violencia por una serie de razones:

CUADRO 3: TOMOGRAFÍA DE EMISIÓN DE POSITRONES

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En el plano neuropsicológico, un funcionamiento prefontal reducido puede traducirse en una

pérdida de la inhibición o control de estructuras subcorticales, filogenéticamente más

primitivas, como la amígdala, que se piensa que está en la base de los sentimientos agresivos.

En el plano neurocomportamental se ha visto que lesiones prefrontales en pacientes

neurológicos se asocian con impulsividad, pérdida del autocontrol, inmadurez, falta de tacto,

incapacidad para modificar e inhibir el comportamiento de forma adecuada, cosas que pueden

predisponer a la violencia.

En el plano social, la pérdida de flexibilidad intelectual y de las habilidades para resolver

problemas, así como la merma de capacidad para usar la información suministrada por

indicaciones verbales que nacen del mal funcionamiento prefrontal, pueden deteriorar

seriamente habilidades sociales necesarias para plantear soluciones no agresivas a los

conflictos.

En el plano cognitivo, las lesiones prefrontales causan una reducción de la capacidad de

razonar y de pensar que pueden traducirse en fracaso escolar, paro y problemas económicos,

predisponiendo así a una forma de vida criminal y violenta.

Para finalizar este apartado hemos de comentar que los factores individuales (y, entre ellos, los

genéticos y biológicos) parecen tener una gran importancia en lo referente al constructo de psicopatía,

pero tal vez no sean determinantes para su aparición al exterior. Los comportamientos psicopáticos

graves posiblemente tendrán una mayor probabilidad de mostrarse cuando estos se combinen con

diferentes factores sociales y ambientales problemáticos.

Así, el individuo con rasgos psicopáticos que crece en una familia estable y tiene acceso a fuentes

sociales y educacionales positivas puede convertirse en un estafador o en un criminal de cuello blanco

o quizás en un empresario o profesional sombrío. Y otro, con muchos de los mismos rasgos de

personalidad, pero en un ambiente trastornado, puede convertirse en un criminal violento (Hare,

2003).

3. LA PSICOPATÍA EN LOS JÓVENES

Para Cleckley (1996), el trastorno emocional típico de la psicopatía está presente desde el

nacimiento, si bien puede darse en distinto grado en personas diferentes (Patrick, 2002).

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Está demostrado que la psicopatía no aparece en la adolescencia sin haberse pronunciado

previamente, debido a que los síntomas comienzan pronto a ser evidentes. Asimismo, este trastorno se

puede diagnosticar con una cierta fiabilidad en la adolescencia empleando diferentes herramientas,

como veremos en el apartado número 4.

Para muchas personas, utilizar el concepto “psicopatía infantil” es inconcebible, se sienten

incómodas aplicando este término a niños pequeños. Se habla de conflictos prácticos y éticos,

haciendo hincapié en lo que significa para un niño llevar tal etiqueta. Pero la evidencia científica y

clínica indica que la mayor parte de las personas diagnosticadas como psicópatas comienzan a

manifestar rasgos de personalidad característicos de este trastorno a una edad muy temprana. La

psicopatía no surge de repente, sin “avisar”, en la edad adulta. Las características que la definen,

descritas en anteriores apartados, se muestran en los primeros años de vida (Hare, 2003).

Para los incrédulos sobre la existencia de la psicopatía en niños, se podrían comentar algunos

estudios, como el realizado por dos clínicas de orientación infantil en Alabama y California (EE.UU).

Los niños de esta investigación fueron ingresados debido a problemas emocionales, comportamentales

y de aprendizaje, la mayoría eran varones con edades entre 6 y 13 años (citado en Hare, 2003).

Basando su trabajo en el PCL, los investigadores, dirigidos por Paul Frick (1994) evaluaron a cada

niño a partir de la existencia de los rasgos de la personalidad y de los comportamientos característicos

de la psicopatía. Los científicos identificaron a un subgrupo de niños con rasgos característicos de los

psicópatas adultos.

Estamos de acuerdo en que aplicar etiquetas a niños o a adultos no es algo baladí. Quizá, lo peor de

todo esto sea la cuestión de la “profecía autocumplida”, a través de la cual el niño que ha sido

etiquetado se convierte en aquello que se le sugirió que era. Las personas que tiene en su entorno

pueden reforzar ese proceso transfiriendo inconscientemente sus expectativas negativas.

Pero aunque no lo queramos ver, estos niños son diferentes al resto, más complicados en sus

relaciones interpersonales, traviesos, mentirosos, agresivos, susceptibles a las órdenes y, a menudo,

desafían los límites de la tolerancia social.

En sus primeros años de colegio existen determinados indicios que nos muestran ese desarrollo

social defectuoso, tales como (Hare, 2003):

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

16

2010

* Mentiras repetitivas, despreocupadas y aparentemente inconsistentes,

* indiferencia aparente frente a los sentimientos, esperanzas y dolor de los demás,

* desafían a los padres, profesores y, en general, a las normas,

* están continuamente metidos en problemas y no se responsabilizan frente a las reprimendas y amenazas de castigos,

* roban a otros niños y a los padres,

* llevan a cabo agresiones continuadas, intimidaciones y peleas,

* tienen un expediente inacabable de ausencias en la escuela, permanecen en la calle hasta tarde y se ausentan de casa,

* tienen la costumbre de dañar o matar a animales,

* suelen tener experiencia sexuales muy pronto,

* presentan actitudes vandálicas e incendiarias.

3.1 ASPECTOS GENERALES SOBRE LA PSICOPATÍA INFANTIL Y JUVENIL:

Es de gran importancia que los padres aprendan a detectar este fenómeno, ya que pensamos que

una educación especializada puede, al menos, paliar las manifestaciones más graves de su desarrollo.

Aunque ya hemos nombrado algunas de las conductas características que presentan los niños con este

trastorno, vamos a comentarlas más extensamente (Garrido, López, Silva, López, & Molina, 2006;

Garrido, 2000 y Hare, 2003).

3.1.1 Egocentrismo Persistente:

Aunque todos los niños son egoístas, los que tienen predisposición a desarrollar una psicopatía

adulta se mostrarán más egocéntricos, inflexibles en sus exigencias ante sus padres o el resto de

personas. No cederán porque sí, lo harán presionados por una amenaza de castigo, aunque siempre

intentarán salirse con la suya. Este egocentrismo se incrementará conforme crezcan.

3.1.2 Coléricos y agresivos

A causa del destacado interés en su propia persona, estos niños tienen cantidad de explosiones

coléricas y ataques de rabia. No soportan que les contradigan, de hecho, cualquier oposición que les

hagan se la tomarán como una amenaza intolerable hacia ellos. Cuando su fuerza sea mayor, no

dudarán en enfrentarse a su opositor sin importarles que éste, posteriormente, quiera venganza.

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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2010

3.1.3 Incapaces de comprender puntos de vista y emociones ajenas:

Conforme a las teorías actuales, las emociones innatas o primarias como la sorpresa, la ira, el

miedo, la curiosidad, etc. son evidentes desde el nacimiento (Plutchick, 1980). Los niños más

pequeños son capaces de mostrar sus emociones; de este modo, la ausencia de éstas puede

interpretarse como una predisposición al desarrollo de la psicopatía.

Los niños aprenden la empatía a través del proceso de socialización. Los padres y otros adultos

hacen que el menor vaya observando de qué modo sus acciones afectan a los demás. No obstante,

estos niños parece que tienen muchas dificultades para admitir que los sentimientos ajenos deben de

tomarse en cuenta. Cuando se les reprocha la ausencia de estos sentimientos no logran entender dicha

amonestación.

3.1.4 Crueldad y Reactividad Emocional Anestesiada.

Esta falta de empatía de la que hemos hablado en el apartado anterior es la puerta hacia la crueldad.

Pueden torturar a los animales domésticos, y molestar a sus amigos y/o hermanos menores. Se

entiende que, realmente, no les importa lo que les pueda suceder a los demás, incluyendo a sus “seres

queridos”. Así, si están frustrados, pueden pagarlo con sus madres, sin que les importe que hayan

estado trabajando todo el día y ellas no sean responsables la situación. Por otro lado, si en alguna

ocasión los descubrieran mintiendo, carecerían de nerviosismo e incluso lo negarían todo.

3.1.5 Impulsividad e Irresponsabilidad permanente:

Las personas con bajos niveles de activación, normalmente se sienten insatisfechos, aburridos y

buscan estimulación para alcanzar el nivel adecuado de sus sensaciones. La impulsividad, la evitación

de la monotonía y la búsqueda de estímulos son síntomas asociados con el comportamiento delictivo y

antisocial. Esta impulsividad se puede detectar a edades tempranas y es posible evaluarla en la infancia

(Farrington, 1995; Russo, Lahey, Christ y Frick, 1991). La investigación criminológica ha demostrado

que las puntuaciones de “osadía” y “baja ansiedad” en los niños son buenos predictores de

delincuencia a la edad de 14-16 años (Farrington y Hawkins, 1991).

Ya sabemos que las conductas irresponsables en los psicópatas adultos hacen referencia al fracaso

del cumplimiento de las obligaciones en el ámbito profesional, familiar, social, etc. y, aunque es

difícil, no es imposible identificar estos comportamientos en los niños. Además, es factible que esta

variable funcione como un marcador temprano de la psicopatía, dado que la asistencia a la escuela y el

esfuerzo por hacer bien las cosas puede ser medido en los niños (Hare, 2003).

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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2010

En los adultos no psicópatas se suelen corregir las acciones erróneas que desarrollamos cuando

vemos las reacciones de los demás. Pero los psicópatas deben fingir que saben actuar de buena

manera, debido a su carencia para detectar las emociones y sentimientos reales (Garrido, López, Silva,

López, & Molina, 2006).

3.1.6 Mentiras y Manipulación:

Desde muy pequeños comienzan a mentir, engañar y manipular. Además realizan estas conductas

con mucha convicción.

En una revisión de diversas publicaciones Stouthamer-Loeber (1986) analizó los estudios

empíricos sobre la mentira infantil. El resultado fue que el 75% de los padres y profesores informaban

como mínimo de un incidente relacionado con la mentira cuando los niños tenían 4 años de edad. La

mayoría de instrumentos que evalúan la psicopatía consideran la mentira persistente, a lo largo de todo

el desarrollo infantil, como un síntoma importante de este constructo.

Desde muy pequeños estos niños comienzan a manipular a sus compañeros, gracias a la

inteligencia adecuada y picardía que poseen.

3.1.7 Adolescencia Tiránica y Desconcertante:

La situación se complica conforme crecen. No soportan el colegio, copian en los exámenes y se

sienten encarcelados en su propio hogar.

La adolescencia es el periodo de manifestación de la psicopatía. Aquí, los padres comienzan a

comprender que a su hijo le pasa algo ya que no se comporta como los demás. Es indudable que los

progenitores, sin ser conscientes, pueden influir en el carácter y personalidad de su hijo. Aunque los

psicópatas no son el resultado de una mala educación o de experiencias traumáticas en la infancia,

Hare (2003) cree que éstas juegan un importante papel en el desarrollo de determinadas disposiciones

naturales claves. Los factores sociales y la actuación de los padres influyen en la forma en que el

trastorno se desarrolla y se expresa en forma de comportamiento.

Así, los sujetos con rasgos psicopáticos que crecen en una familia estable y además les rodea un

ambiente social y educacional positivo pueden convertirse en estafadores o en criminales de cuello

blanco o quizás financieros o profesionales peculiares. Y otros, con muchos de los mismos rasgos de

personalidad pero, en un ambiente trastornado, pueden convertirse en criminales violentos.

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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3.2 LA PSICOPATÍA JUVENIL Y SU RELACIÓN CON OTROS TRASTORNOS

La diferencia entre el Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP) y la Psicopatía:

Antes de la publicación del DSM-III (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos

Mentales) en 1980, el diagnóstico de la psicopatía era muy similar a las características que describió

Cleckley en “La Máscara de la Cordura”. Pero, a partir del DSM-III los patrones de conducta cobran

especial importancia, dejando en un segundo plano los aspectos de la personalidad que, a nuestro

entender, son los que en realidad recogen la esencia del concepto de psicopatía (Garrido, 2003).

El diagnóstico que utiliza el DSM-IV para referirse a la psicopatía es el “trastorno antisocial de la

personalidad” (en adelante TAP), pero no es difícil que determinados individuos reúnan muchas de las

características que se enumeran y sin embargo no presenten una personalidad psicopática (ver cuadro

4).

CUADRO 4: DIAGNÓSTICO DEL TAP SEGÚN EL DSM-IV

A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más)de los siguientes ítems:

1. fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención.

2. deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer.

3. impulsividad o incapacidad para planificar el futuro

4. irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones

5. despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás 6. irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con

constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas 7. falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber

dañado, maltratado o robado a otros.

B. El sujeto tiene al menos 18 años

C. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad de 15 años D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una

esquizofrenia o un episodio maníaco

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

20

2010

Farrington (2000) considera que la clasificación del TAP muestra criterios que se centran más en la

conducta antisocial que en el rasgo de personalidad, cuando debería ser al contrario. Hare (2003)

afirma que la psicopatía es un trastorno de la personalidad definido por unas conductas determinadas y

unos rasgos de personalidad característicos que socialmente no se consideran positivos. La psicopatía

y el TAP no son constructos semejantes. La diferencia reside en que la psicopatía es definida por un

conjunto de rasgos de personalidad y conductas socialmente desviadas, mientras que el TAP se refiere

principalmente a un grupo de conductas delictivas y antisociales, con lo que muchos delincuentes no

psicópatas podrían incluirse en este último. La relación entre psicopatía y TAP es asimétrica (López &

Nuñez, 2008), ver cuadro 5.

CUADRO 5: RELACIÓN ENTRE PSICOPATÍA Y TAP EN UNA MUESTRA DE PENADOS VARONES

Mientras que la mayoría de los psicópatas cumplen criterios de TAP, únicamente una parte de los

individuos que cumplen criterios de este trastorno son psicópatas. Gran cantidad de delincuentes

encarcelados tendrían un diagnóstico de TAP, sin embargo, menos de la tercera parte de ellos podrían

ser diagnosticados de psicópatas. El resto de psicópatas que no están en prisión son los delincuentes de

“cuello blanco”1 y los psicópatas con éxito. Estos quizás sean los más peligrosos, porque son capaces

1 Aunque en el cuadro se habla de delincuentes de “guante blanco” en realidad se refiere a delincuentes de

“cuello blanco”; personas de elevado status socioeconómico que transgreden las leyes, engañan y manipulan a

aquellos que pueden facilitarles dinero o poder.

*Torrubia & Cuquerella, 2008

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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2010

de relacionarse con naturalidad en su entorno; además cuanta más inteligencia posean más

probabilidades tendrán de no entrar en prisión. El cuadro también nos hace ver que los psicópatas

constituyen un subgrupo característico de personalidades antisociales caracterizado por un riesgo muy

alto de violencia y reincidencia delictiva.

Como se ha comentado anteriormente, el TAP ha sido erróneamente utilizado como sinónimo de

psicopatía en los adultos. De forma paralela, el Trastorno Disocial (en adelante TD) y el Trastorno

Negativista Desafiante (en adelante TND) en ocasiones se emplean como sinónimos de la psicopatía

juvenil (Silva, 2008). No obstante, estos trastornos se diferencian de la psicopatía en aspectos muy

importantes (Salekin, Rogers, Machin, 2001). Es decir, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los

Trastornos Mentales (DSM-IV) no establece ninguna categoría que recoja todos los detalles de la

personalidad psicopática en niños y adolescentes. Básicamente describe una clase de Trastornos de la

Alteración de la Conducta, que se caracterizan por comportamientos socialmente disruptivos. Existen

categorías superpuestas (Hare, 2003), como se aprecia en el cuadro 6.

- Trastorno Negativista Desafiante (TND): es un patrón de conducta negativa, hostil y desafiante sin

graves violaciones de los derechos de los demás, pero inscrito en un trastorno de conducta. Su relación

con la psicopatía todavía no ha sido definida claramente.

- Trastorno Disocial (TD): un patrón de conducta antisocial persistente en el cual las conductas tienen

un grado elevado de gravedad, debido al nivel de desarrollo que se alcanza a esa determinada edad.

En definitiva, ninguna de estas categorías diagnósticas logra con precisión la categoría de la

psicopatía juvenil. Quizás el trastorno más parecido es el TD, pero carece de los rasgos emocionales,

interpersonales y cognitivos de la personalidad, tan característicos en el diagnóstico de la psicopatía.

La mayor parte de los psicópatas adultos presentan de jóvenes las características esenciales del

trastorno de la conducta, pero a la inversa, es decir, la mayoría de los niños con un trastorno de la

conducta no llegarán a ser psicópatas adultos (Hare, 2003).

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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2010

CUADRO 6: CRITERIOS DE PSICOPATÍA SEGÚN CLECKLEY Y CRITERIOS DEL DSM-IV PARA EL TND Y TD*

EL PSICÓPATA (CLECKLEY) TND TD 1. Encanto superficial e inteligencia normal

1. A menudo se encoleriza e incurre en pataletas

1. A menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros.

2. Ausencia de alucinaciones o síntomas de patología del pensamiento.

2. A menudo discute con adultos 2. A menudo inicia peleas físicas.

3.Ausencia de ansiedad o manifestaciones psiconeuróticas

3. A menudo desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus demandas.

3. Ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras personas.

4. Persona en la que no se puede confiar.

4. A menudo molesta deliberadamente a otras personas

4. Ha manifestado crueldad física con personas.

5. Falta de sinceridad, miente con frecuencia.

5. A menudo acusa a otros de sus errores o mal comportamiento.

5. Ha manifestado crueldad física con los animales.

6. Falta de remordimiento o culpa

6. A menudo es susceptible o fácilmente molestado por otros.

36. Ha robado enfrentándose a la víctima.

7. Comportamiento antisocial inmotivado.

7. A menudo es colérico y resentido.

7. Ha forzado a alguien a una relación sexual.

8. Aprendizaje conductual deficiente, incapaz de pensar en sus acciones.

8. A menudo es rencoroso o vengativo

8. Ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños graves.

9. Egocentrismo patológico, incapacidad para amar.

9. Ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas.

10. Incapacidad para la experiencia afectiva plena.

10. Ha violentado el hogar, casa o automóvil de otra persona.

11. Bajo insight

11. A menudo miente para obtener bienes o favores o evitar obligaciones

12. Insensible a las relaciones interpersonales.

12. Ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima.

13. Comportamiento fantasioso no motivado, aun cuando no está bajo los efectos del alcohol.

13. A menudo permanece fuera de casa de noche a pesar de las prohibiciones paternas.

14. Difícilmente desarrolla comportamientos autolíticos.

14. Se ha escapado de casa durante la noche por lo menos dos veces

15. Comportamiento sexual impersonal, trivial.

15. Suele hacer novillos en la escuela.

16. Fracaso en el seguimiento de cualquier plan de vida.

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3.3 PSICOPATÍA Y DELINCUENCIA JUVENIL

La delincuencia juvenil ha existido desde siempre, pero quizá en esta última década ciertos delitos

violentos cometidos por menores se han incrementado de manera preocupante, dando paso a una

realidad muy trágica. Angustia la forma de cometerlos, equiparables a criminales adultos.

No nos podemos olvidar de aquel 12 de febrero de 1993 cuando el pequeño James Bulger de

dos años, fue secuestrado por Robert Thomson y Jon Venebles (ambos tenían 10 años),

cuando estaba en un supermercado de las afueras de Liverpool con sus padres. James fue

salvajemente torturado, lo hallaron muerto y destrozado en las vías del tren.

Apenas un año después de este suceso, otros dos niños de 6 años mataron a uno de 5 en

Noruega y en marzo de 2003, en Nueva Jersey (EE.UU), otro niño de 10 raptó, violó, golpeó y

mató a Ami Beeks, de apenas tres años, que había quedado al cuidado de su hermana pequeña

en una biblioteca mientras su madre iba al lavabo.

Más recientemente, exactamente el 18 de mayo del año 2008, dos niños de siete y nueve años,

Cesar y Ezequiel, mataron a Mili Balizan -de dos- en el barrio de los arrabales de Buenos

Aires. Los agentes quedaron asombrados en el interrogatorio a los presuntos asesinos, ya que

explicaron los detalles de las sádicas torturas y del brutal asesinato sin ningún problema

(Pérez, 2008).

En nuestro país, por desgracia, también tenemos algunos ejemplos:

José Rabadán conmocionó a la sociedad española cuando, con 16 años decidió matar a sus

padres y a su hermana de 9 años con una catana. Todo sucedió mientras dormían, en la

madrugada del 1 de abril de 2000, en la ciudad de Murcia. Confesó que fantaseaba con la idea

de matar a su familia una semana antes. Se preguntaba qué pasaría si lo hiciera, y poco a poco

la idea fue adoptando tintes positivos.

A Clara García Casado la apuñalaron en un descampado de San Fernando (Cádiz), en mayo de

2000. Las autoras de los hechos, seguidoras de Rabadán, fueron sus compañeras de instituto y

supuestas amigas, Iria y Raquel, 16 y 17 años respectivamente. Sus razones: probar el placer

de matar. Se dijo que tenían una personalidad difícil, desconexión del entorno, pobre

autoestima y ausencia de empatía. Las dos habían protagonizado pequeños episodios de

crueldad hacia sus hermanos menores. Raquel le había clavado un bolígrafo a su hermana y

había aplastado con sus manos un pollito para fastidiarle. Iria había echado a su hermano

pequeño al cubo de la basura cuando tenía siete años (Marlasca & Rendueles, 2002).

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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3.4 LA IMPORTANCIA DE DETECTAR LA PSICOPATÍA EN EL JOVEN DELINCUENTE

La incidencia media de la psicopatía en los delincuentes adolescentes es, como mínimo, tan alta

como en sus homólogos adultos. De ahí que los psicópatas adolescentes presenten mayor riesgo de

reincidir violentamente que el resto de delincuentes adolescentes. (Hare, 1999).

Existen estudios en jóvenes delincuentes que apuntan a la importancia de la psicopatía como

predictor de la reincidencia. En la investigación de Forth et al. (1990), se encontró que las

puntuaciones totales de la PCL-R (se explicará en el apartado siguiente), en su versión modificada

para los jóvenes, eran predictoras de la violencia y de la frecuencia de la reincidencia después de un

periodo de seguimiento de 2 años. Por otro lado, Gretton (1998) llevó a cabo un estudio retrospectivo

con 157 delincuentes juveniles. Los jóvenes que dieron alto en psicopatía reincidieron de forma

violenta en un 84%, los de psicopatía moderada en un 70% y, en un 50% lo hicieron los de baja

psicopatía. Los jóvenes de psicopatía elevada cometieron los delitos violentos mucho antes que los

otros dos grupos (Garrido, 2003).

En cuanto a la edad de comienzo de la carrera delictiva, Forth (1996), encontró que en el PCL-YV

(lo estudiaremos en el apartado siguiente) se relacionaba de forma negativa. Es decir, los jóvenes no

psicópatas comenzaron a cometer delitos no violentos a los 11 años y 9 meses de media, mientras que

los psicópatas lo hicieron a los 9 años y 3 meses. Los delitos violentos fueron cometidos con una

media de edad de 14,5 en el caso de los no psicópatas y 12,1 los psicópatas (Garrido, 2003)

La comisión de delitos violentos parece incrementarse desde la adolescencia hasta la edad adulta

(de 19 a 21 años) para los adolescentes que puntúan alto en las escalas de psicopatía, pero decrecen

para los adultos que puntúan bajo.

En definitiva, se puede afirmar que aquellos jóvenes que presentan rasgos psicopáticos tienen

patrones delictivos más severos y una posibilidad mayor de comportarse de forma violenta en la

adolescencia, además de protagonizar una historia de delitos violentos, cometer actos de violencia

institucional e implicarse en actos de violencia instrumental. (Garrido, López, Silva, López, & Molina,

2006).

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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Por todo lo explicado a lo largo de este trabajo, nos gustaría comentar que, aunque mucha gente se

pueda sentir incómoda aplicando la etiqueta diagnóstica a estos jóvenes, no se debe perder de vista la

realidad; existe un síndrome con unos rasgos de personalidad y unas conductas características que

advierten problemas a largo plazo, independientemente de cómo lo llamemos.

4. LA EVALUACIÓN DE LA PSICOPATÍA EN LOS JÓVENES

La psicopatía es un tipo de trastorno de la personalidad con unas características muy determinadas

y, hoy en día, se puede afirmar que poseemos instrumentos capaces de evaluarlas. Es muy importante

la precisión en su diagnóstico porque debemos identificar a los psicópatas de manera correcta.

Pero antes de hablar de la evaluación de la psicopatía juvenil, es necesario hablar del instrumento

empleado en la evaluación de la psicopatía en los adultos.

Gracias al científico Robert Hare tenemos una herramienta clínica, muy compleja, que permite

reconocer a los psicópatas con bajo riesgo de equivocarnos y distinguirlos de la delincuencia común o

de simples desviaciones sociales. Esta herramienta tan valiosa es la Psychopathy Checklist- Revised

(Escala de valoración de la psicopatía revisada, PCL-R).

Los criterios que empleó Hare para evaluar la psicopatía, fueron el resultado de los 16 rasgos

originales que enumeró Cleckley en su definición de este trastorno. La primera escala que creó fue la

Psychopathy Checklist (Escala de valoración de la psicopatía, PCL) y consiste en 22 ítems, la cual se

empleó durante numerosos estudios con resultados interesantes. A mediados de los ochenta se refinó,

eliminándose 2 ítems. Estos criterios se publicaron en la Psychopathy Checklist-Revised (Escala de

valoración de la psicopatía revisada, PCL-R), manteniéndose hasta la actualidad, ver cuadro 7.

La PCL-R describe el constructo de psicopatía a partir de un conjunto de síntomas interpersonales,

afectivos y conductuales. Además, es muy utilizada por la confirmación de su fiabilidad.

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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CUADRO 7: ÍTEMS DE LA PCL-R DE HARE

FACTOR 1: PERSONALIDAD FACTOR 2: DESVIACIÓN SOCIAL

1. Locuacidad/Encanto superficial 3. Necesidad de estimulación

2. Grandioso sentido de autovalía 9. Estilo de vida parásito

4. Mentira patológica 10. Escaso autocontrol

5. Manipulador 12. Precocidad en mala conducta

6. Falta de remordimiento/culpa 13. Sin metas realistas

7. Aspecto superficial 14. Impulsividad

8. Crueldad/falta de empatía 15. Irresponsabilidad 16. No acepta la responsabilidad de sus actos 18. Delincuencia juvenil

19. Revocación de la libertad condicional

ÍTEMS ADICIONALES, NO PERTENECEN A LOS FACTORES

11. Conducta sexual promiscua

17. Muchas relaciones maritales breves

20. Versatilidad delictiva

El primero de estos factores, denominado personalidad o desapego emocional (Patrick, 2000),

incluye aquellos ítems que hacen referencia a características interpersonales y afectivas; el factor de

desviación social, por su parte, abarca aquellos elementos relacionados con problemas de conducta,

irresponsabilidad e impulsividad y con un déficit en la socialización del individuo (Stalenhein, 2001);

es decir, cada factor alude a cuestiones emocionales y comportamentales, respectivamente (López &

Nuñez, 2008).

La PCL-R consta de 20 ítems que se puntúan de forma independiente en una escala ordinal de tres

categorías. Se puntuaría un 2 si el ítem es aplicable al sujeto; el 1 si el ítem se aplica en ciertos

aspectos pero no en el grado requerido para puntuar 2; y el 0 cuando el ítem no es aplicable al sujeto,

es decir, el sujeto carece del rasgo o conducta en cuestión. Para realizar la valoración se utiliza la

información obtenida mediante una entrevista semiestructurada y datos procedentes de información

colateral, ésta permite contrastar la información recogida en la entrevista y controlar la predisposición

a la mentira y manipulación, tan característica en estos sujetos (Torrubia & Cuquerella, 2008).

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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A lo largo de este trabajo, ya se ha comentado que la mayoría de los psicópatas comienzan a

manifestar problemas de comportamiento a una edad temprana.

De hecho, como hemos visto, la PCL-R incluye como criterio diagnóstico la presencia de

problemas de conducta antes de los 12 años y la delincuencia juvenil. Así, el constructo evaluado por

este instrumento considera de forma explícita que la presencia de determinadas conductas durante la

infancia o la adolescencia nos pueden indicar la posibilidad de que se desarrolle una psicopatía adulta.

Estos problemas pueden ser de cualquier tipo, desde la mentira patológica, abuso de sustancias,

vandalismo, sexualidad precoz, robo, absentismo escolar, etc. Es cierto que muchos niños, educados

en familias con problemas, muestran algunas de estas conductas en algún momento pero esto no

significa que sean psicópatas. Debemos ser conscientes que la historia de estos comportamientos, en

los psicópatas, es mucho más seria y dilatada que en el resto de niños (Hare, 2003). Lo importante es

poder identificar a estos niños y adolescentes.

Por todo esto, se pensó que era fundamental crear instrumentos que fueran capaces de medir los

rasgos precursores de la psicopatía en niños y adolescentes. También influyó, en la presión para

crearlos, el incremento de los índices de delincuencia juvenil, especialmente de tipo violento. Esta

tendencia comenzó a mitad de los años 80, mostrando su pico más alto a mitad de los años 90, sobre

todo en los Estados Unidos (Pardo, 2007).

El resultado fue una serie de instrumentos derivados de la escala PCL de adultos y otros sugeridos

por diversos autores. A continuación se describen algunos de los instrumentos más importantes para la

detección de los rasgos psicopáticos en niños y adolescentes.

4.1 PSYCHOPATHY CHECKLIST-YOUTH VERSION (PCL-YV; Forth, Kosson y Hare, 2003)

La Versión Juvenil de la Escala de Evaluación de Psicopatía (Psychopathy Checklist-Youth

Versión, PCL-YV) es un instrumento que consta de 20 ítems para la evaluación de los rasgos

psicopáticos en los adolescentes (ver cuadro 8). Fue creada a partir de la PCL-R, adaptándola a la

población de jóvenes entre los 14 y los 21 años.

Para ello, se eliminaron los ítems 9 (estilo de vida parásito) y 17 (muchas relaciones maritales de

breve duración), debido a que los jóvenes tienen una historia laboral más corta y pocas relaciones

carnales.

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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Además, se modificaron los ítems 18 (delincuencia juvenil) y 20 (versatilidad criminal), ya que los

delincuentes juveniles tienen menos ocasiones que los adultos de tomar contacto con el sistema

judicial. Finalmente se reintrodujeron los ítems 9 y 17, indicando instrucciones precisas de cómo se

debían interpretar (Garrido, Psicópatas y otros delincuentes violentos, 2003).

Como en la versión para adultos, este instrumento debe ser administrado por evaluadores

entrenados para aplicarlo, debido a su complejidad. Conserva su estructura de entrevista

semiestructurada y recogida de datos de forma colateral, para que el evaluador pueda valorar los 20

ítems de la mejor manera posible.

La forma de puntuar no difiere, en absoluto, de la PCL-R: cada criterio diagnóstico se puede

puntuar de 0 a 2, dependiendo si el ítem no es aplicable al joven (0), si es aplicable en cierta medida

(1), o es totalmente aplicable (2). Éstas no son las únicas similitudes entre ambas escalas, ya que tanto

la PCL-R como la PCL-YV miden características antisociales, afectivas, interpersonales y

conductuales de la psicopatía.

También existen diferencias, por ejemplo, la PCL-YV carece de punto de corte para el diagnóstico

clínico, a diferencia de la PCL-R y la PCL-SV que sí lo tienen. Los autores no han considerado

adecuado estipular un punto de corte determinado, debido a la problemática que suscita el hablar de

psicopatía en la adolescencia. Por otra parte, se carece de evidencia empírica sólida sobre la

estabilidad de este constructo desde la adolescencia hasta la edad adulta. Aunque algunos

investigadores (Gretton et al., 2001) aventuraron un significado teórico para sus resultados con puntos

de corte en 30, el mismo que se utiliza en delincuentes adultos.

La PCL-YV ha revelado tener buena capacidad predictiva para conductas violentas. La profesora

Teresa Silva, en su tesis doctoral (Silva, 2008), habla de un estudio retrospectivo, donde Gretton, Hare

y Catchpole (2004) emplearon esta escala, y utilizaron información de expedientes recogida durante

un periodo de 10 años, a un grupo de 157 chicos entre los 12 y los 18 años, enviados para evaluación a

un servicio de psiquiatría forense. El riesgo de violencia en la edad adulta fue mayor entre aquellos

que obtuvieron puntuaciones elevadas, incluso después de estratificar por trastorno de conducta, edad

del primer delito e historia de delincuencia violenta y no violenta. Silva también comenta que, aunque

concurran muchos factores de riesgo para la violencia y la delincuencia, los resultados obtenidos nos

revelan que dentro de muestras de poblacionales de este tipo, la psicopatía es, en sí misma, un factor

de riesgo potencial, tal como se ha demostrado en otras poblaciones, como las de delincuentes adultos

y en las evaluaciones psiquiátricas forenses (Hemphill et al., 1998; Salekin et al., 1996).

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

29

2010

CUADRO 8: PCL-YV de Forth, Kosson y Hare, 2003 Adaptación de Enrique López, Vicente Garrido y Teresa Silva

NO A VECES SI OMISIÓN

1. Imagen personal falsa 0 1 2 x

0 1 2

2. Grandioso sentido de valía personal x

0 1 2

3. Búsqueda de estimulación x

0 1 2

4. Mentira patológica x

0 1 2

5. Manipulación para obtener una ganancia personal x

0 1 2

6. Falta de remordimientos x

0 1 2

7. Afecto superficial x

0 1 2

8. Insensibilidad y falta de empatía x

0 1 2

9. Orientación parásita x

0 1 2

10. Pobre control de la ira x

0 1 2

11. Conducta sexual impersonal x

0 1 2

12. Problemas tempranos de conducta x

0 1 2

13. Falta de metas x

0 1 2

14. Impulsividad x

0 1 2

15. Irresponsabilidad x

0 1 2

16. Fracaso para aceptar la responsabilidad x

0 1 2

17. Relaciones interpersonales inestables x

0 1 2

18. Conducta delictiva grave x

0 1 2

19. Violación grave de la libertad condicional x

0 1 2

20. Versatilidad delictiva x

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

30

2010

4.2 ANTISOCIAL PROCESS SCREENING DEVICE (APSD; Frick y Hare, 2001).

La Escala de Diagnóstico de Desarrollo Antisocial (Antisocial Process Screening Device, APSD),

es otro instrumento constituido a partir de la PCL-R que, considera aquellos criterios característicos de

la psicopatía que podrían presentarse durante la infancia/adolescencia. También consta de 20 ítems

(ver el anexo I donde se muestra la plantilla a cumplimentar). Los ítems miden tres dimensiones

conductuales: La primera es la insensibilidad emocional (IE); la segunda es el Narcisismo (NAR) y la

tercera es la Impulsividad (IMP), como se muestra en el cuadro 9.

Esta escala está pensada para ser utilizada en niños de entre 6 y 13 años y contestada por el

padre/madre y un educador/profesor del niño. A pesar de que la APSD se creó de forma concreta para

evaluar los rasgos precursores de la psicopatía previos a la adolescencia (Garrido, López, Silva, López,

& Molina, 2006), también se utiliza de forma extensa en adolescentes.

Se necesitó realizar cambios en los ítems para adecuar su contenido al grupo de edad al que se

aplica y se utiliza un método que no exige el autoinforme, pues éste tiende a tener baja fiabilidad en

niños (Kamphaus y Frick, 2005).

CUADRO 9: FACTORES DE LA PSICOPATÍA QUE DEFINEN LA APSD

INSENSIBILIDAD EMOCIONAL (IE)

3. Se preocupa por los resultados escolares*

7. Mantiene las promesas que hace*

12. Se siente mal o culpable cuando hace algo que no debería haber hecho*

18. Se preocupa por los sentimientos de los demás*

19. No demuestra tener sentimientos o emociones

20. Le gusta mantener los mismos amigos*

NARCISISMO (NAR)

5. Sus emociones parecen superficiales y poco duraderas

8. Alardea excesivamente sobre sus habilidades, proezas o posesiones

10. Utiliza o manipula a las personas para conseguir lo que quiere

11. Provoca a otras personas o se ríe de ellas 14. A veces puede ser encantador, pero de forma que parece poco sincero o superficial

15. Se enfada en caso de corregírsele o ser castigado

16. Piensa que es mejor que nadie

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

31

2010

IMPULSIVIDAD (IMP)

1. Culpabiliza a los otros de sus errores

4. Actúa sin pensar en las consecuencias

9. Se aburre fácilmente

13. Participa en actividades que entrañan riesgo o son peligrosas

17. No planifica lo que va a hacer o deja las cosas para el último minuto

* ítems que puntúan inversamente

Los ítems que la componen son calificados en una escala de 3 puntos: Totalmente Falso (TF),

Algunas veces Verdadero (AV) y Siempre Verdadero (SV), contestados por personas del entorno del

adolescente, quienes conocen su actividad psicosocial, en la mayoría de los casos padres y profesores

(Loeber, Green Lahey y Stouthamer-Loeber, 1991).

Los autores advierten que la puntuación que se obtenga no debe ser el único criterio utilizado para

evaluar a un niño, para diagnosticarlo o para tomar decisiones sobre medidas terapéuticas. La

interpretación de los resultados debe basarse en la respuesta a cada ítem en particular, en las

puntuaciones de los diferentes factores y en los datos obtenidos a través de otras fuentes de

información adicionales. Si procedemos así tendremos una visión más válida y comprensiva del niño

que aquella que se puede obtener solamente con la puntuación de la escala.

Asimismo, debemos tener en cuenta cualquier otro factor que pueda sesgar los resultados, como el

levantamiento de barreras psicológicas a la situación de evaluación, deseabilidad social en la

respuesta, etc. (Silva, 2008).

La profesora Teresa Silva (2008) también indica que la normalización de la APSD se realizó en una

muestra poblacional amplia de 1.120 niños de tercer, cuarto, quinto, sexto y séptimo cursos del

sistema escolar estadounidense con una media de edad de 10,6 años (DT=1,57) (Frick, Bodin y Barry,

2000). Basándose en el análisis factorial, los ítems se agrupaban en las tres dimensiones señaladas

anteriormente, resultado que difería de la estructura de 2 factores encontrada por Frick, O´Brien et al.,

(1994) en una versión inicial, la PSD (Psychopathy screening device). Ésta poseía dos dimensiones:

Insensibilidad Emocional (IE) y pobre control del Impulso/Conductas Perturbadoras (I/CP), (Garrido,

Psicópatas y otros delincuentes violentos, 2003). En la PSD los ítems de Narcisismo e Impulsividad

estaban altamente correlacionados y no formaban factores separados. Sin embargo, Frick, Barry et al.,

(2000) encontraron que una estructura tri-factorial describía mejor los rasgos psicopáticos en esta

franja de edad. Asimismo, las dimensiones de Narcisismo e Impulsividad parecen tener algunas

diferencias importantes en sus correlaciones con otras variables. Por ejemplo, Narcisismo parece estar

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

32

2010

más correlacionado con los criterios del diagnóstico de TND, mientras que Impulsividad parece

asociarse fuertemente con los criterios de TDAH (Frick, Bodin et al., 2000).

4.3 CHILD PSYCHOPATHY SCALE (CPS; Lynam, 1997)

La Escala de Psicopatía Infantil (Child Psychopathy Scale, CPS), tiene la base teórica de la PCL-R

y considera los ítems del Child Behavior Checklist (CBCL; Achenbach, 1991) y del California Child

Q-Test (CQS, Block y Block, 1980) para construir las 13 escalas que conforman el cuestionario

(Pardo, 2007). Contrariamente a la PCL-YV y a la APSD, la CPS fue creada para aplicarse a

poblaciones infantiles. Por ello, Lynam eliminó cinco de las dimensiones de la PCL-R, quizá porque

no tenían equivalencia en la infancia o porque no parecían tener una representación clara en un

conjunto de datos obtenidos con anterioridad y combinó “delincuencia juvenil” y “versatilidad

delictiva” en una dimensión única. Descartó los ítems que disminuían la consistencia interna o la

correlación ítem-puntuación total.

Finalmente logró un instrumento de 41 ítems, cuyas puntuaciones se suman para proporcionar un

índice único de psicopatía infantil para cada individuo (Garrido, López, Silva, López, & Molina,

2006).

Lynam (1997, 1998) informó que el análisis factorial confirmatorio revelaba una estructura

bifactorial similar a la encontrada para la PCL-R aunque se requería precaución al considerar el grado

de similitud entre los factores de ambos instrumentos dado que los ítems de la CPS no muestrean con

regularidad los rasgos de la PCL-R. La CPS no contiene expresiones que midan tres de los nueve

ítems que contribuyen para constituir el Factor 2 (ítems 3, 12 y 19) ni uno de los ocho que componen

el Factor 1 (ítem 2). Además, Lynam obtuvo una correlación de 0,95 entre los dos factores, frente a un

valor de correlación de 0,6 de la PCL-R (Hare 1991a), (Silva, 2008).

4.4 YOUTH PSYCHOPATHY TRAITS INVENTORY (YPI; Andershed, Kerr, Stattin y Levander,

2002)

El Youth Psychopathy Traits Inventory (YPS) se desarrolló con el objetivo de evitar que las

puntuaciones estuvieran sesgadas por la tendencia a la mentira y la manipulación propias de la

personalidad psicopática. Por este motivo, los autores se centraron en elaborar un conjunto de ítems

que valorasen las dimensiones afectivas e interpersonales de la psicopatía con ítems que mostraran

aspectos de estas dimensiones. Así surgió un autoinforme con 10 escalas que mide los rasgos de

personalidad centrales de la psicopatía: Encanto superficial, Grandiosidad, Mentira, Manipulación,

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

33

2010

Falta de Remordimientos, Insensibilidad Emocional, Frialdad, Impulsividad, Irresponsabilidad y

Búsqueda de Sensaciones. Los datos de validación indican propiedades psicométricas adecuadas y

también correlación con el número de infracciones en aquellos que muestran puntuaciones más altas

en este instrumento (Silva, 2008).

Como hemos visto, el núcleo del YPI lo componen rasgos interpersonales y afectivos y, de forma

más periférica, el estilo de vida, eliminando los aspectos conductuales. Tiene la forma de inventario

para ser auto-contestado y está especialmente concebido para evaluar muestras procedentes de la

comunidad.

Otra característica del YPI es que los ítems evalúan los rasgos de una manera relativamente

indirecta y poco transparente para la persona que lo rellena. En vez de utilizar expresiones que

implican connotaciones socialmente reprochables (p.ej., “Mis emociones son más superficiales que las

de otros”), utiliza frases que parecen neutrales o que incluso resultan atractivas para aquellos con

personalidades psicopáticas (p.ej., “Habitualmente me siento calmo en situaciones en que otras

personas se asustan”). Con ello se intenta reducir la probabilidad de que el joven con tales rasgos

niegue que los posea por ser obviamente indeseables socialmente (Silva, 2008).

5. OBJETIVOS E HIPÓTESIS

El objetivo de esta investigación es determinar en qué medida la escala APSD está relacionada con

diversas variables biográficas (sexo y edad) y delictivas de los delincuentes juveniles. En concreto, se

busca analizar su relación con la reincidencia. El fundamento de este objetivo se encuentra en la

literatura revisada anteriormente, donde se señala que los jóvenes que presentan rasgos propios de la

psicopatía tienen mayores indicadores de riesgo en el ámbito de la carrera delictiva. De modo

complementario también estudiaremos la relación existente entre esas variables biográficas y

delictivas y la reincidencia.

Dado que se plantea un estudio transversal con una muestra de elección en un centro de menores,

se plantea la hipótesis de que los jóvenes con mayores puntuaciones en los factores de la APSD

tendrán de manera significativa una mayor reincidencia.

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

34

2010

6. LA INVESTIGACIÓN EN EL CENTRO DE MENORES “ELS RE IETS” DE ALICANTE.

6.1 MÉTODO

6.1.1 Muestra:

En la investigación, hemos trabajado con una muestra constituida por 40 sujetos, de los cuales 32

eran chicos (un 80%) y 8 chicas (un 20%), con una media de edad de 17,38 años (en un rango entre 15

y 20 años: 20 sujetos menores de 18 años - un 50% - y 20 con 18 años o más – el 50% restante -).

6.1.2 Instrumentos:

En el desarrollo de la investigación, hemos pasado el Cuestionario de Recogida de Información del

Menor (CRIM) junto con la APSD a los jóvenes con, al menos, una medida judicial impuesta por los

Juzgados de Menores de la ciudad de Alicante al amparo de la Ley Orgánica 5/2000 y que se

encuentran internados en el centro de reeducación social “Els Reiets”, en Alicante.

Aunque la APSD ya se ha explicado de forma extensa en la parte teórica, simplemente

recordaremos que es una prueba que utiliza los contenidos de los ítems de la PCL, para adultos y

jóvenes, como guía para definir el constructo de la psicopatía e incluye tres factores: Insensibilidad

emocional, Narcisismo e Impulsividad.

En el CRIM se han obtenido los datos referentes a la historia delictiva, personal y social de los

jóvenes evaluados. Los apartados que componen el CRIM son los siguientes: datos sociales del menor,

datos escolares y/o ocupacionales, conductas adictivas e historia diagnóstica. Su estructura se asemeja

bastante al tipo de información que, de forma rutinaria se recoge en la evaluación inicial que se realiza

cuando el menor entra en el centro a cumplir su medida (ver Garrido et al., 2006).

6.1.3 Procedimiento:

Para poder acceder a este centro de menores, se solicitó autorización previa a la Dirección

Territorial de Justicia y Administraciones Públicas de Alicante, ya que al tratarse de menores se exige

una protección especial de los datos documentales. Se firmó un escrito donde hubo un compromiso

para garantizar la confidencialidad de los datos personales de los jóvenes y de sus familias. Una vez

obtenido el permiso, la directora del centro nos facilitó la lista con todos los menores internados, de

los cuales se seleccionaron 40 al azar. Seguidamente, nos proporcionaron los expedientes de todos los

jóvenes y de ahí se obtuvo información para rellenar el CRIM. También contamos con la

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

35

2010

colaboración fundamental de las trabajadoras sociales, jurista, psicólogas y el resto de empleados del

centro que nos dieron información inexistente en los informes. Aún así, todavía faltaban apartados por

cumplimentar, por lo que decidimos entrevistar a cada uno de los sujetos. Las entrevistas tuvieron una

duración media de 90 minutos.

El APSD, como se comenta en la parte teórica, debe ser cumplimentado por los educadores y por

los padres/madres de los sujetos, para finalmente hacer una comparativa. En este caso, solamente se

cumplimentó por los educadores del centro que han convivido con los sujetos de la muestra. Localizar

a los padres/madres de los menores era muy complicado, de manera que se prescindió de ellos.

7. ANÁLISIS DEL CUESTIONARIO DE RECOGIDA DE INFORMA CIÓN DEL MENOR

(CRIM)

A modo de resumen comentaremos los datos más característicos de la muestra (n=40),

comprendida por 32 chicos (80%) y 8 chicas (20%). Como se puede observar, existe un claro

desequilibrio en la delincuencia protagonizada por hombres y mujeres jóvenes. Pero este hecho es de

sobra conocido gracias a la literatura criminológica. Por ejemplo: Rutter, Giller y Hagell, afirmaron

que la proporción de varones que desarrollan conductas delictivas era muy superior a la de mujeres y

esta circunstancia sucedía en todo el mundo. Además citaban la importancia de ser varón, porque es

uno de los predictores más fuertes de la delincuencia (Rutter, Giller, & Hegell, 2000).

En estudios españoles recientes también se puede observar de forma clara este desequilibrio entre

sexos: En la Comunidad de Madrid se llevó a cabo una evaluación de las características delictivas de

menores infractores cuya muestra tenía un 83,2% de chicos y un 16,8% de chicas, (Graña, Garrido, &

González, 2007). En otra investigación realizada en la Comunidad de Murcia sobre delincuencia

juvenil, el porcentaje de chicos era casi total, un 93,7%, mientras que las chicas estaban representadas

en un 6,3% de la muestra (Garrido, López, Silva, López, & Molina, 2006).

Continuando con nuestra investigación, el 40% de los jóvenes procede de la ciudad de Alicante y el

22% tiene nacionalidad extranjera (Latinoamérica, Norte de África e Inglaterra). Uno de estos

inmigrantes llegó sólo a nuestro país y otros dos españoles están desamparados. Únicamente un menor

(2,5%) es hijo único. Un 47,5% tiene cuatro hermanos o más, y criarse en una familia con al menos 4

hijos se ha observado desde hace mucho tiempo como un importante factor de riesgo de delincuencia

(Rutter y Giller, 1983); la investigación reciente ha tendido a confirmar esta relación (Farrington y

Loeber, en prensa), (Rutter, Giller, & Hegell, 2000). El 75% del total de la muestra no tiene

expediente en el servicio de protección y tutela. Sin embargo, el 75,5% sí lo tiene en el de familia.

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

36

2010

En la investigación de Madrid, citada anteriormente, el 84% de los menores no tenían expediente en el

servicio de protección y tutela.

Respecto al número de delitos de la medida firme actual que están cumpliendo, la mayoría (72,5%)

tiene un único delito, el 7,5% está en cautelar y no se ha tenido en cuenta para estos análisis y un 2,5%

tiene refundición de medidas y se desconoce el número de delitos cometidos. Más de la mitad de

nuestros sujetos están internados actualmente (tanto en medida firme como cautelar) por delitos de

robo; el 52,5% con violencia o intimidación y el 12,5% con fuerza en las cosas. El 17,5% cumple

medida por haber cometido delitos de abuso y agresión sexual y el 5% por tentativa de homicidio.

Del total de la muestra, solamente un 27,5% está cumpliendo la medida más drástica, el

internamiento en régimen cerrado. La duración más corta de esta medida es de 8 meses y la cumple

un menor (2,5%). Las más largas las están cumpliendo dos menores (10%) por delitos de agresión

sexual; 3 y 5 años. La mayoría de los sujetos de nuestra investigación (72,5%) está cumpliendo la

medida de régimen semiabierto. El 5% supera los dos años de internamiento y la duración media es

de 12,17 meses.

El 90% de la muestra tendrá que cumplir una medida de libertad vigilada cuando finalice su

internamiento. Únicamente el 5% tiene medidas de PSBC (prestación de servicios en beneficio de la

comunidad). La mitad de los jóvenes (50%) cometió delitos en años anteriores, pero en los últimos

seis meses la reincidencia es del 45%.

En relación a los datos escolares del CRIM, los resultados ponen de manifiesto el tradicional

fracaso escolar de los jóvenes delincuentes: en el momento de la intervención penal, el 62,5% no

estaba escolarizado (en el estudio de Murcia el porcentaje fue del 53%) y casi el total (97,5%) ha

tenido periodos de absentismo escolar y más de la mitad (67,5%) presenta, en su historial, situaciones

de abandono escolar. La mayoría (82,5%) ha repetido curso alguna vez en su trayectoria escolar y un

10% no ha llegado a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Es indiscutible que el bajo

rendimiento cognitivo y educativo constituye un importante factor de riesgo para la delincuencia, y el

efecto de la escuela sobre el absentismo escolar un mecanismo de riesgo para la delincuencia (Rutter,

Giller, & Hegell, 2000).

En lo referente a las conductas adictivas, el 85% fuma tabaco; el 92,5% ha probado alguna vez la

marihuana, el cannabis o similares. El 52% de los menores consumiría porros si no estuviera

internado. El 80% ha tomado en alguna ocasión cocaína, LSD, éxtasis, etc. Pero, en la actualidad, la

mitad (50%) no consume. El 100% de la muestra ha bebido alcohol alguna vez en su vida y el 57,5%

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

37

2010

consumiría habitualmente si no estuviera internado. Estudios que han relacionado las drogas con la

delincuencia argumentan que el consumo y abuso de drogas aumenta en frecuencia en el mismo

período de edad de la adolescencia en el que se manifiesta el incremento de la delincuencia (Rutter,

Giller, & Hegell, 2000).

Existen 4 chicos del estudio (10%) que han sido diagnosticados de trastornos y déficit intelectual y

por lo tanto, son tratados en el centro. Se debe apuntar que, en el pasado, dos de ellos (5%) no

recibieron tratamiento. Aunque en nuestra investigación únicamente tenemos un sujeto con déficit

intelectual, se ha de comentar que la inteligencia es un factor tradicional del análisis criminológico. El

mismo padre de la Criminología, Lombroso, analizó esta cuestión en 1876.

ANÁLISIS DE LA RELACIÓN DE LAS VARIABLES DEL CRIM CON EL FACTOR

REINCIDENCIA

En la tabla 1 se han agrupado las pruebas de significación de todos los análisis realizados entre las

variables del CRIM y la variable reincidencia. Como se puede observar, únicamente en tres casos la

relación es significativa.

La relación entre la variable “medidas aplicadas en los últimos seis meses” y reincidencia es

lógicamente significativa. El 100% de los no reincidentes no tiene ninguna medida en estos últimos

seis meses, mientras que el 88,9% de los reincidentes sí la tiene.

La siguiente relación significativa es la que comprende el abandono escolar y la reincidencia. El

85% de reincidentes ha estado más de seis meses seguidos sin asistir al colegio/instituto. Por el

contrario, “sólo” tenemos a un 50% de no reincidentes con abandono escolar en su historial.

Por último, se encuentra la variable “¿Ha consumido alguna vez cocaína, LSD, éxtasis, etc.?”. En

este caso tenemos que el 95% de reincidentes sí la ha probado alguna vez las drogas duras, mientras

que el 35% de no reincidentes nunca ha consumido.

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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2010

Tabla 1: RESUMEN RELACIÓN DE LA REINCIDENCIA CHI-CUADRADO

p=1,00 SEXO*REINCIDENCIA

p=0,233 Nº TOTAL DE HERMANOS*REINCIDENCIA+

p=0,650 LUGAR QUE OCUPA*REINCIDENCIA

p=1,00 EXP. SERVICIO PROCTECCIÓN*REINCIDENCIA

p=0,77 EXP. SERVICIO DE FAMILIA

p=0,000 Nº DE MEDIDAS APLICADAS ÚLTIMOS 6 MESES*REINCIDENCIA

P=0,214 REGIMEN TENENCIA DE LA VIVIENDA*REINCIDENCIA

P=0,426 Nº PERSONAS VIVIENDA*REINCIDENCIA

P=0,834 CLASIFICACIÓN DE LA VIVIENDA*REINCIDENCIA

p=0,936 ¿MENOR ESCOLARIZADO EN LA INTERVENCIÓN?*REINCIDENCIA

p=0,311 ABSENTISMO ESCOLAR*REINCIDENCIA

p=0,044 ABANDONO ESCOLAR*REINCIDENCIA

p=0,328 ¿REPITIÓ CURSO?*REINCIDENCIA

P=0,596 ¿CUÁNTAS VECES HA REPETIDO?*REINCIDENCIA

p=0,195 ÚLTIMO CURSO MATRICULADO*REINCIDENCIA

p=0,555 CONSUMO DE TABACO*REINCIDENCIA

p=0,548 ALGUNA VEZ CANNABIS*REINCIDENCIA

p=0,616 EN LA ACTUALIDAD CANNABIS*REINCIDENCIA

p=0,018 ALGUNA VEZ COCAÍNA*REINCIDENCIA

p=0,560 EN LA ACTUALIDAD COCAÍNA*REINCIDENCIA

p=0,946 EN LA ACTUALIDAD ALCOHOL*REINCIDENCIA

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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2010

8. ANÁLISIS DE LA ANSTISOCIAL PROCESS SCREENING DEV ICE (APSD)

DATOS DESCRIPTIVOS DE LA APSD

Como observamos en la tabla 2, en esta muestra de 40 sujetos, la edad media es de 17,38 años (dt=

1,5). La media de la puntuación total de la APSD es de 21,8 (dt=8,34), siendo 40 la puntuación

máxima que se puede obtener en esta escala.

Si analizamos cada uno de estos factores, concretamente la impulsividad tiene una media de 5,78

(dt=2,12), el narcisismo ha obtenido una puntuación media de 7,15 (dt=4,07) y la insensibilidad

emocional tiene un 6,53 de media (dt=2,58).

Tabla 2: VALORES MEDIOS DE LAS PUNTUACIONES OBTENIDAS EN LOS DIFERENTES FACTORES DE LA APSD, PUNTUACIÓN TOTAL DEL APSD Y LA EDAD DE LA MUESTRA

N MEDIA DT

Puntuación total APSD 40 21,8 8,34

Impulsividad 40 5,78 2,12

Narcisismo 40 7,15 4,07

Insensibilidad Emocional 40 6,53 2,58

Edad 40 17,38 1,5

La profesora Silva (2008), llevó a cabo una investigación con una muestra de 250 delincuentes

juveniles, en las ciudades de Madrid y Murcia, entre los años 2006 y 2007. Si comparamos nuestros

resultados con los suyos (ver tabla 3), observamos que su muestra obtiene puntuaciones más elevadas,

en particular las diferencias son más notorias en la puntuación total con dos puntos, y casi un punto en

la impulsividad.

Tabla 3: VALORES MEDIOS DE LAS PUNTUACIONES OBTENIDAS EN LOS DIFERENTES FACTORES DE LA APSD, PUNTUACIÓN TOTAL DEL APSD Y LA EDAD DE LA MUESTRA (SILVA, 2008)

N MEDIA DT

Puntuación total APSD 250 23,83 7,4

Impulsividad 250 6,86 2,06

Narcisismo 250 7,24 3,84

Insensibilidad Emocional 250 7,41 1,84

Edad 250 17 1,24

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

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2010

VALORES MEDIOS DE LAS PUNTUACIONES EN LOS DIFERENTES FACTORES DE LA

APSD EN FUNCIÓN DEL SEXO Y LA EDAD

Analizamos ahora la diferencia de los factores del APSD en función del sexo y la edad; para ello

se realizó un contraste con el estadístico t de Student. Como se puede observar en la tabla 4, todas las

puntuaciones medias han sido superiores en los chicos respecto de las chicas, salvo en el factor

narcisismo. No obstante, las diferencias entre las puntuaciones no son significativas.

Tabla 4: COMPARATIVA DE MEDIAS ENTRE SEXO

Chicos Chicas

(n=32) (n=8) t p

Puntuación total APSD 21,94 dt=8,64 21,25 dt=7,52 0,21 0,83

Impulsividad 5,78 dt=2,11 5,75 dt=2,32 0,37 0,97

Narcisismo 7,00 dt=4,29 7,75 dt=3,196 -0,55 0,59

Insensibilidad Emocional 6,75 dt=2,68 5,62 dt=2,07 1,11 0,28

En la tabla 4 destaca la puntuación media de la insensibilidad emocional en las chicas (5,62), que

es menor que en los chicos (5.62 versus 6,75). Quizás al estar ante una muestra tan pequeña no se

observan diferencias significativas estadísticas entre el sexo y los factores del APSD y puntuación

total.

Tabla 5: COMPARATIVA DE MEDIAS POR EDADES

Edad >= 18 Edad <18 (n=20) (n=20) t p

Puntuación total APSD 23,20 dt=7,87

1,06 0,29 20,40dt=8,76

5,80 dt=2,61 5,75 dt=1,55 0,07 0,94 Impulsividad

8,20 dt=3,68 6,10 dt=4,25 1,67 0,1 Narcisismo

6,85 dt=2,16 6,20 dt=2,97 0,79 0,43 Insensibilidad Emocional

PRECURSORES DE PSICOPATÍA EN UNA MUESTRA DE DELINCUENTES JUVENILES INTERNADOS

41

2010

La media de la puntuación total del APSD en jóvenes con 18 años o más es de 23,20 (dt=7,87), en

el caso de menores de 18 años es de 20,40 (dt=8,76). Se diferencian en 2,80 puntos, (ver tabla 5). Con

el factor del narcisismo ocurre algo parecido; entre ambos grupos tenemos una diferencia de medias de

2,10. Pero nos sucede lo mismo que en la tabla anterior, los resultados siguen sin ser significativos

estadísticamente, pensamos que es debido al tamaño de la muestra.

ASOCIACIONES DE LA APSD CON LA REINCIDENCIA

Estos análisis tienen como objetivo ver cuál es la relación existente entre la APSD y la

reincidencia. El primer análisis realizado ha sido la comparación de medias entre reincidentes y no

reincidentes, obteniendo los siguientes datos (ver tabla 6):

Tabla 6: VALORES MEDIOS DE LAS PUNTUACIONES EN LOS DIFERENTES FACTORES DE LA APSD EN FUNCIÓN DE LA REINCIDENCIA

REINCIDENTES NO REINCIDENTES

(n=20) (n=20) t p

Puntuación total APSD 22,95 dt=8,64 20,65 dt=8,09 -0,87 0,39

Impulsividad 5,70 dt=2,36 5,85 dt=1,90 0,22 0,83

Narcisismo 8,20 dt=4,26 6,10 dt=3,67 -1,67 0,1

Insensibilidad Emocional 6,65 dt=2,62 6,40 dt=2,20 -0,3 0,76

Al comparar las medias, obtenemos datos destacables: existe una diferencia de más de 2 puntos

entre los reincidentes y no reincidentes en el factor narcisismo y en la puntuación total de la escala,

pero no existen diferencias estadísticas significativas entre las medias de los dos grupos, en ninguna de

las dimensiones. La profesora Silva, en su investigación, tampoco obtuvo diferencias significativas en

este análisis (ver tabla 7).

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Tabla 7: VALORES MEDIOS DE LAS PUNTUACIONES EN LOS DIFERENTES FACTORES DE LA APSD EN FUNCIÓN DE LA REINCIDENCIA (SILVA, 2008)

REINCIDENTES NO REINCIDENTES (n=20) (n=20) t p

Puntuación total APSD 24,50 dt=7,40 23,62 dt=7,45 n.s n.s

6,80 dt=1,99 6,88 dt=2,08

n.s n.s

Impulsividad n.s n.s

7,12 dt=3,79 7,12 dt=3,79

n.s n.s

Narcisismo n.s n.s

7,61 dt=2,02 7,35 dt=1,79

n.s n.s

Insensibilidad Emocional n.s n.s

Por último, queríamos saber si estableciendo un grupo más estricto de reincidencia existirían

diferencias significativas. Para ello, se tomó la decisión de llevar a cabo la comparación con un grupo

de multirreincidentes (eliminando de la muestra los 7 sujetos que tenían una sola medida anterior) y no

reincidentes, los resultados tampoco fueron estadísticamente significativos, como se observa en la

tabla 8.

Tabla 8: VALORES MEDIOS DE LAS PUNTUACIONES EN LOS DIFERENTES FACTORES DE LA APSD EN FUNCIÓN DE LA MULTIRREINCIDENCIA (ELIMINANDO 7 SUJETOS DE LA MUESTRA CON UNA MEDIDA ANTERIOR)

NO

MULTIRREINCIDENTES MULTIRREINCIDENTES (n=20) (n=13) t p

Puntuación total APSD 20,65 dt=8,09 23,08 dt=8,82 -0,81 0,42

5,85 dt=1,90 5,77 dt=2,84 0,09 0,93 Impulsividad

6,10 dt=3,67 7,92 dt=4,17 -2,15 0,19 Narcisismo

6,40 dt=2,50 6,92 dt=2,39 -0,6 0,55 Insensibilidad Emocional

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9. CONCLUSIONES

En nuestra investigación hemos querido examinar en una muestra de 40 jóvenes residentes en un

centro de menores la presencia de precursores de la psicopatía en la edad adulta. Para ello empleamos

la escala APSD, elaborada por Paul Frick y Robert Hare, cuyos estudios previos la habían presentado

como un instrumento prometedor para dicha tarea, teniendo en cuenta que la teoría subyacente a la

misma se apoyaba en los rasgos que tanto éxito han tenido con la PCL-R, a saber, insensibilidad

emocional y narcisismo para medir el factor 1 de la psicopatía (aspecto interpersonal-afectivo), y

conducta antisocial e irresponsabilidad (impulsividad).

Sin embargo, la capacidad de relacionarse con la reincidencia no fue estadísticamente significativa,

a pesar de que el total (y cuando se empleó la división por multirreincidencia) los factores de

narcisismo e insensibilidad emocional mostraron una mayor puntuación.

Hay varias razones para explicar esto. La primera es que el número escaso de la muestra impide

que la significación obtenida sea estadísticamente significativa. La segunda es que la muestra

empleada sea muy homogénea, es decir, que realmente los sujetos sean parecidos en sus condiciones

ambientales y en su personalidad, de modo tal que no se haya producido una diferenciación importante

en términos de las dimensiones que evalúa la APSD. Apoya esta hipótesis el hecho de que en realidad

hay pocas diferencias entre reincidentes y no reincidentes en las variables que evaluó el CRIM.

Recordemos que tan sólo en abandono escolar y consumo de drogas los reincidentes se destacaron del

resto (otra variable: número de medidas en los últimos seis meses era claramente un indicador que

estaba incluido en el propio criterio de la reincidencia). La tipología delictiva de reincidentes y no

reincidentes es similar, ya que la muestra es muy homogénea: el 65% es responsable de delitos contra

la propiedad.

Otra posibilidad es, de hecho, que la APSD no sea capaz de discriminar adecuadamente entre

reincidentes y no reincidentes, lo que en estos momentos no podemos descartar, habida cuenta los

resultados obtenidos. Esto sería un problema, ya que el constructo de psicopatía se asocia a la mayor

implicación en la actividad delictiva, como vimos en la parte teórica de esta investigación.

No obstante, creemos que los datos obtenidos por la APSD pueden tener valor en sí mismos, si

consideramos que merecen tenerse en cuenta a la hora de definir programas educativos

individualizados. En este caso conocer la puntuación de un sujeto (por encima o por debajo de la

media, más o menos una desviación típica, por ejemplo) puede ser información valiosa para

determinadas actividades de reeducación particularmente idóneas para el sujeto en particular.

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Esta investigación podría completarse mediante estudios de validez de constructo de esta escala,

donde viéramos en qué medida sus factores correlacionan o no con otras pruebas validadas, y con un

análisis longitudinal donde prestáramos atención a la reincidencia en un futuro, contando con una

muestra más ampliada.

Por consiguiente, podríamos concluir diciendo que hay indicios de que la escala APSD puede

llegar a discriminar entre menores con una mayor carrera delictiva, como lo demuestra la mayor

puntuación total obtenida por los reincidentes y multirreincidentes, pero que en la actualidad esa

capacidad todavía necesita de mayores estudios para poder afirmarse.

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10. BIBLIOGRAFÍA

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11. ANEXO: HOJA DE RESPUESTA DE LA APSD DE FRICK Y HARE

TOTALMENTE

FALSO ALGUNAS VECES

VERDADERO SIEMPRE

VERDADERO

1. Culpabiliza a los otros de sus errores TF AV SV 2. Participa en actividades ilegales TF AV SV 3. Se preocupa por los resultados que obtiene en la escuela TF AV SV 4. Actúa sin pensar en las consecuencias TF AV SV 5. Sus emociones parecen superficiales TF AV SV 6. Miente fácilmente y con habilidad TF AV SV 7. Mantiene las promesas que hace TF AV SV 8. Alardea excesivamente sobre sus habilidades, proezas o posesiones. TF AV SV 9. Se aburre fácilmente TF AV SV 10. Utiliza o manipula a las personas para conseguir lo que quiere TF AV SV 11. Provoca a otras personas o se ríe de ellas TF AV SV 12. Se siente mal o culpable cuando hace algo que no debería haber hecho TF AV SV 13. Participa en actividades que entrañan riesgo o son peligrosas TF AV SV 14. A veces puede ser encantador, pero de forma que parece poco sincero o superficial TF AV SV 15. Se enfada en caso de corregírsele o ser castigado TF AV SV 16. Piensa que es mejor que nadie TF AV SV 17. No planifica lo que va a hacer o deja las cosas para el último minuto TF AV SV 18. Se preocupa por los sentimientos de los demás TF AV SV 19. No demuestra sentimientos o emociones TF AV SV 20. Le gusta mantener los mismos amigos TF AV SV