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CRITICÓN, 84-85, 2002, pp. 277-293. Predicación e Historia. Los sermones como interpretación de los acontecimientos Miguel Ángel Núñez Beltrán CEIRA - Universidad de Sevilla INTRODUCCIÓN La función del historiador de las mentalidades por comprender el utillaje mental, imágenes e ideas, tanto del individuo como de la colectividad, obliga a recurrir a fuentes y técnicas de investigación, olvidadas en muchas ocasiones, que son de una gran riqueza para adentrarse en el mundo de las mentalidades, de las actitudes y de las conductas. En lo que concierne a la España del Siglo de Oro, la literatura religiosa se nos presenta como una fuente de primer orden. No es preciso abundar en su utilidad para transmitir mensajes. El carácter religioso infunde un halo de sacralidad que, por encima de cuestionamientos, provoca la aceptación de los lectores. Dentro de esta literatura, religioso-devocional, adquieren relevancia peculiar los sermonarios, una literatura de cordel, de fácil acceso, apropiada para leer en corros, método vigente en los siglos xvi y XVII. La influencia de la Iglesia Católica en Occidente se hace notoria en el Antiguo Régimen español. Juega un papel decisivo en el control ideológico. En el entramado ideológico, el sermón deviene como uno de los medios más eficaces para configurar mentalidades y dirigir conductas, a tenor de las orientaciones de la Iglesia Católica, en íntima alianza con el poder político. Cientos de sermones se predicaban en parroquias, iglesias y conventos, bien siguiendo el año litúrgico (Adviento, Cuaresma...), bien en fiestas (Santos patronos, Inmaculada, Corpus...), bien con motivo de acontecimientos determinados (catástrofes, muertes...). Una pequeña parte de ellos se imprimían, principal pero no exclusivamente, los llamados «de empeño». Muchos de éstos han

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CRITICÓN, 84-85, 2002, pp. 277-293.

Predicación e Historia.Los sermones como interpretación

de los acontecimientos

Miguel Ángel Núñez BeltránCEIRA - Universidad de Sevilla

I N T R O D U C C I Ó N

La función del historiador de las mentalidades por comprender el utillaje mental,imágenes e ideas, tanto del individuo como de la colectividad, obliga a recurrir a fuentesy técnicas de investigación, olvidadas en muchas ocasiones, que son de una gran riquezapara adentrarse en el mundo de las mentalidades, de las actitudes y de las conductas. Enlo que concierne a la España del Siglo de Oro, la literatura religiosa se nos presentacomo una fuente de primer orden. No es preciso abundar en su utilidad para transmitirmensajes. El carácter religioso infunde un halo de sacralidad que, por encima decuestionamientos, provoca la aceptación de los lectores. Dentro de esta literatura,religioso-devocional, adquieren relevancia peculiar los sermonarios, una literatura decordel, de fácil acceso, apropiada para leer en corros, método vigente en los siglos xvi yXVII.

La influencia de la Iglesia Católica en Occidente se hace notoria en el AntiguoRégimen español. Juega un papel decisivo en el control ideológico. En el entramadoideológico, el sermón deviene como uno de los medios más eficaces para configurarmentalidades y dirigir conductas, a tenor de las orientaciones de la Iglesia Católica, eníntima alianza con el poder político. Cientos de sermones se predicaban en parroquias,iglesias y conventos, bien siguiendo el año litúrgico (Adviento, Cuaresma...), bien enfiestas (Santos patronos, Inmaculada, Corpus...), bien con motivo de acontecimientosdeterminados (catástrofes, muertes...). Una pequeña parte de ellos se imprimían,principal pero no exclusivamente, los llamados «de empeño». Muchos de éstos han

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llegado hasta nuestros días. Son una muestra diáfana del sistema de valores y delmodelo ideológico presente en la sociedad de ese periodo histórico.

El análisis de cientos de sermones para la realización de nuestra tesis doctoral hareforzado nuestra valoración como fuentes de investigación histórica de primer ordenpara el estudio del seiscientos. No vamos a entrar en nuestra exposición en un análisisformal de la predicación (estilo, partes del sermón...). Tampoco en el examen de lapráctica oratoria, tan gesticulante y teatral como efectivista, ni en la predicación comohecho de comunicación, aunque algo habremos de mencionar. Nuestro ensayo va acentrarse en un aspecto de la construcción ideológica, en el universo mental que secorresponde con las explicaciones totalizadoras del mundo que los predicadorestransmiten, y que, como es obvio, mantienen una relación directa con loscomportamientos colectivos de la época. Vamos a ceñirnos a un apartado muyconcreto, la interpretación que los oradores sagrados realizan de los acontecimientos dela sociedad de su tiempo, intentando descifrar algunos mecanismos que utilizan parainterpretar la realidad y que, asumidos por los fieles, ayudan a configurar susconductas. Ayuda en la inteligibilidad de las actitudes del hombre del tiempo delbarroco, ya que implica tal interpretación una cierta subjetividad de lo objetivo,inmersa en el marco de la interrelación existente entre lo que se piensa y lo que se hace,entre ideología y praxis. Para ello, reflexionaremos desde diversos sermones de ocasióno «extravagantes», predicados en situaciones muy puntuales, que tuvieron unarepercusión notable en la sociedad del siglo xvn.

Subrayaremos, como apunte metodológico, la necesidad de acercarse al texto directode los sermones. Si en la historia económica, por citar un ejemplo, se hace preciso laaportación de datos y cifras, en el estudio de la predicación los datos son las mismaspalabras de los predicadores.

PAUTAS DE I N T E R P R E T A C I Ó N DEL DEVENIR H I S T Ó R I C O

Los predicadores son hombres de su tiempo y sus composiciones, llenas de una granriqueza literaria, se hacen eco de los acontecimientos en que se encuentran inmersos. Sia esto se añade el carácter catequético-doctrinal en el que la predicación se enmarca, sededuce su relevancia para conocer no tanto los sucesos que acaecen en sí mismos, sinoel modo como influyen en las gentes de su época, así como la asimilación interpretativaque de ellos se forman. En el período que nos interesa, el siglo xvn, el punto de partidacomún de los oradores sagrados es la conciencia de crisis que envuelve a la sociedadespañola. El siglo xvn es tiempo de crisis en la historia de España. Se sufrencalamidades diversas y las desgracias (sequías, hambres, epidemias, mortandades...)afloran con frecuencia. La imagen de España se deteriora. Crisis política, crisiseconómica y deterioro social se ensamblan entre sí. Son muchos, como afirma J. H.Elliott, los «contratiempos y desastres que golpearon a una sociedad que se habíaacostumbrado a triunfar»1. Los sermones están henchidos de frases alusivas a estaconciencia de crisis:

1 Elliott, 1991, p. 293.

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... y en este siglo no de oro, ni aun de alquimia, sino de hierro2.

En los tiempos miserables que alcanzamos por nuestras continuadas culpas, lo que vemos esque el año entra, media el año y el año sale con lástimas, dolores, desastres, pérdidasgenerales, aprietos, ahogos, temores por momentos, de el cual ha de ser el último trago demuerte. Y si algún suceso se desmanda que aliente los ánimos, que pida desahogo de larespiración, se oponen a lo que obrara los sustos y azares que le acompañan, y no dejan lugara que entre en provecho3.

¡Oh fiel, y qué abatido te hallas en este infelice siglo de desabrimientos, qué molestado desinrazones, qué ahogado de tristezas, qué oprimido de pesares, qué atormentado demelancolías!4

La conmoción personal y/o social que provocan infortunios y calamidades orienta lavisión del mundo y de la vida. El pesimismo se acentúa. La contemplación de laexistencia se torna lóbrega. La angustia penetra en lo más íntimo del ser. Se potencia elconcepto de la vida como cárcel5, fatalidad, inconsistencia, fugacidad. Se observa desdeesta misma perspectiva el mundo como mero tránsito y su gloria como banalidad6.

Conciencia de crisis y pesimismo existencial, por ende, son dos elementos insertos enla concepción de la vida en el seiscientos. Son el punto de partida desde el que lospredicadores elaboran la respuesta a los interrogantes que plantean los eventosnegativos que acaecen. El hilo conductor interpretativo de la coetaneidad, la respuestaante el devenir histórico se centra en dos premisas:

- Dirigismo divino: Dios, señor de la historia.- Las desgracias como consecuencia del pecado.

Dirigismo divino: Dios, señor de la historia

El carácter personal y dinámico del concepto de Dios en el Barroco se acompaña desu presencia dirigista en el mundo. Lo divino se inmiscuye en lo humano, y ambos, sinconfundirse, discurren por un cauce unitario, en el que Dios manifiesta su poder. Lahistoria de la humanidad se presenta con dos protagonistas: Dios y el hombre; éstedesarrollando su proyecto personal y colectivo, aquél involucrándose en dicho proyectocomo agente dirigista y «controlador». No implica, empero —los predicadores seencargan de recalcarlo— la anulación de la libertad del hombre, sino la aceptación de la

2 Alburquerque, Sermón que predicó ... a los Padres Capitulares, 1614, f. 12.3 Sarmiento de Mendoza, Sermón que predicó ...al recibimiento festivo del Rótulo, 1630, f. 7.4 ibidem, i. 7.5 «Lo que quiero es que me liméis estos grillos y quebréis esta cadena, con que estoy aherrojado y preso

por manos de la vida, pues ella, la carcelera, y vos, muerte, la que dais libertad y descanso perpetuo» (Galán,Sermón ... en la translación de los huessos del llustríssimo Marqués de Ayamonte y de la Marquesa su madre,1608, p. 2).

6 «Lo alegre de aqueste mundo, lo alto, lo próspero y lo que dice la felicidad y fortuna, todo es vano,todo inconstante y caduco; cuesta mucho de alcanzarse y con facilidad se pierde» (Pimentel, Sermón en lasHonras del Cathólico Don Felipe III, 1621, f. 6).

«...Vida de los hombres y bienes del mundo, apenas han comenzado cuando se acaban, sueños y soñadosson, en un punto pasan, queriendo echarles mano desaparecen» (Rivera, Sermón en las honras ... por ...Felipe ¡II, 1623, ff. 7, 12 y 13).

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providencia divina como presidencia del destino de la humanidad, aunque sin forzar supropia naturaleza:

... ¡cuan admirables son las trazas de la divina providencia y cuan incomprehensibles susconsejos! Con los cuales consigue y acaba cosas jamás esperadas de los hombres [...] de modoque, sin violentar su naturaleza ni impedir el curso de ellas, sino dejándoles correr por elmodo ordinario que suelen suceder, se hallen hechos y acabados7.

Es, por tanto, la dependencia de Dios, no la total autonomía humana, la que rige eldevenir histórico. La historia transciende lo mundano para insertarse en un proyectotrazado por Dios. Todos los acontecimientos forman parte del diseño históricopergeñado por Dios para la humanidad. Parece, en ocasiones, que se cae en unreduccionismo histórico fatalista. Para evitarlo, los predicadores tienen muy presente ladoctrina católica sobre la predestinación e intentan establecerse en un puntoequidistante entre libertad del hombre y providencialismo/dirigismo divino.

Las desgracias como consecuencia del pecado

El carácter personal de Dios lleva implícito la creencia en un Dios no indiferenteante el mundo y el hombre, sino con sentimientos, que se irrita y aplaca. Las desgraciasse explican desde la indignación divina por los pecados de los hombres:

Los males de las repúblicas, auditorio mío, ordinariamente nacen de los pecados. Grandesdeben de ser los nuestros, pues ha caído sobre nosotros tan terrible mal.... esta sancta Iglesia, como piadosa y verdadera madre, determina cuantas cosas podíasayudar y servir para aplacar la indignación divina8.

Así mismo los avatares históricos de los pueblos no pueden separarse delcomportamiento de sus gentes y la reacción divina ante ello:

Todas las monarquías del mundo se han perdido en todos los siglos por los vicios infames conque mancharon su gloria y llegaron a irritar la Justicia Divina para su castigo, pasando deunas a otras naciones, con una continua y casi eterna variación y mudanza9.

Como señor del mundo y de la historia, se sirve en ocasiones de un pueblo paracastigar a otro:

Pueden los reyes levantar gente, juntar gruesos ejércitos; y pueden los capitanes ordenar lasbatallas con gran destreza y prepararlas con todo valor, pero la victoria solamente está en lasmanos de Dios, y a él le ha de pedir el pueblo fiel [...] Que si algunas veces y muchas triunfande los cristianos los enemigos de la Fe, nuestras maldades son la culpa, tiranía y opresiones de

7 Manrique, Sermón de la limpia Concepción, 1615, f. 3.8 Juan de San Bernardo Sermón en las honras ... de Don Ambrosio Ignacio Spínola y Guzmán, 1684, pp.

7 y 9. Se refiere a la muerte del arzobispo de Sevilla Ambrosio Ignacio Spínola en 1684, quien muere en olorde santidad. Esta muerte la considera una desgracia para la ciudad, debido a que se cree que, por suintercesión en vida, se libró Sevilla de males diversos.

9 Alcázar y Zúñiga, Panegyrico Historial y Exhortación, 1683, p. 10.

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pobres y viudas, con otros pecados gravísimos, que claman al cielo y obligan a la divinajusticia a tomar los descreídos por verdugos, para castigar las insolencias y desacato de sushijos desobedientes. Pero, si tuviésemos a Dios propicio, uno de los nuestros pudiera perseguira millo.

A N Á L I S I S DE A L G U N O S A C O N T E C I M I E N T O S C O N C R E T O S

Hemos elegido para estudiar pormenorizadamente el análisis que se hace de losacontecimientos en unos sermones predicados con motivo de dos tipos de sucesos. Losprimeros se refieren a desgracias colectivas, cuales son la presencia de peste en 1679 enlas cercanías de Sevilla y el hundimiento del techo de una iglesia durante un acto deculto en Medina del Campo (Valladolid) en 1629. Los segundos aluden a guerrassufridas, bien por el ejército español (derrota en Tillemón en los Países Bajos en 1635),bien por el ejército católico frente a los musulmanes (el sitio de Viena en 1683).

Actitud ante las desgracias naturales

En 1679 se produjo un importante foco de peste en Málaga, ciudad desde la que sepropagó a diversas partes de Andalucía. Habiendo llegado la epidemia hasta lascercanías de Sevilla —sus efectos se hacen notar a menos de 20 kilómetros—, se llevan acabo una serie de celebraciones litúrgicas en deprecación por la preservación de laciudad hispalense. Conocemos un sermón predicado en una de ellas. Ante la imagen delCristo del Convento de los Agustinos, por cuya milagrosa intercesión se entiende seconcedió la salud en la peste que asoló Sevilla en 1649, el predicador Fray FranciscoSilvestre11 solicita confianza, ya que en él se representa el poder de Dios, único quepuede cambiar el rumbo de los acontecimientos:

Bien se nos significa aquí ser este Señor de quien hemos de conseguir el seguro de la salud;pero el cómo lo hemos de solicitar, con qué confianza y disposición y por qué más de esta quede otra imagen, (p. 2)

Salud que sólo se ha de confiar a este soberano Señor, a quien hizo maravilloso su Padre. Noos fiéis de providencias humanas [...] que este Señor es el Sancto de los Sanctos, a quienengrandeció e hizo admirable el Padre en repetidos milagros obrados en beneficio de estaciudad, (p. 3)

La actitud de los fieles ante el poder divino, manifestado en esta ocasión en ladesgracia de la peste, debe ser la conciencia de las propias culpas con el compromiso decambio:

No malogren su efecto nuestras culpas, enojaos contra vosotros mismos por la pasadas, confirme propósito de no volver a pecar [...]. Y pues el sacrificio más agradable a quien sesacrificó por nosotros es el de la penitencia, degüelle ésta los sentidos animales, quíteles lavida a las pasiones, haciendo justicia de vosotros por nuestros pecados, (p. 3)

1 0 Oliva, Sermón ... día de San Clemente,160&, f- 8.1 1 Nos referimos al sermón de Silvestre, Sermón ... por la preservación de esta Ciudad, 1679. En todas

las citas que a continuación realizamos sobre este sermón nos limitamos a poner la página junto al texto.

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Aprovecha el predicador agustino el momento para transmitir el concepto de la vidadel hombre como lucha, tanto interior contra las pasiones e inclinaciones negativas,como exterior contra tos peligros que le advienen, en este caso el «monstruo» de lapeste:

¿Parécete que me faltará esfuerzo y valor para pelear con ese monstruo gigante, quedesvanecido en su altivez y midiendo en su desmedido cuerpo su soberbia y con temor suarrogancia, nos provoca presumido al desafío, notando de cobardes tus soldados y ofendiendoa nuestro Dios con sus palabras blasfemo? (pp. 7-8)

El interrogante que planea en el ambiente es sobre la causa de tamaño infortunio.No se encuentra sino en los pecados, que son la razón del despliegue de la ira divina:

... no os deis por satisfechos con pedir, que no basta, es necesario acompañar las súplicas conla penitencia y detestación de los pecados, que son el reclamo de estos castigos, (p. 11)

Y nosotros pongámonos de parte del rigor de Dios para huir el rigor de Dios; de parte de lajusticia para evitar el azote pestífero, que nos amenaza; la justicia está contra nosotros;seamos, pues, nosotros contra la justicia [...] aborreceos un poco en cuanto pecadores,castigándoos a vos mismos como juez [...] Habéis de ser los mismos y parecer otros [...] soislos que antes os amabais tiernos [...] otros en la exterioridad, porque degolláis vuestrosapetitos y atormentáis vuestros cuerpos por satisfacer a Dios [...] pues si fuimos unospecando, ya no parece hay tales hombres, pues somos otros contra nosotros mismos pidiendo,(p. 23)

Si la causa está en los pecados, el remedio está en satisfacer a la justicia divina conactos de arrepentimiento. Con gran plasticidad se presenta la situación como una luchaentre Dios y el hombre. Las armas de éste para defenderse del «monstruo» de la peste,que simboliza las armas arrojadizas de la ira de Dios, son la satisfacción y la enmienda.Es el punto álgido del sermón, es el cénit climático que, dentro del efectismo que utilizael orador sagrado, conduce al auditorio al triste recuerdo de la epidemia sufrida en1649, para concentrar su esfuerzo en la necesidad de penitencia y buenas obras con elfin de aplacar el enojo divino:

... la peste que se nos acerca a las murallas, la justicia de Dios irritada con nuestras culpas, elbrazo levantado, la cuchilla desnuda para el golpe, la cuerda del arco tirante para arrojar laflecha, la artillería cargada de desdichas asestada: todo es amenaza del merecido castigo; todovendrá sobre nosotros, si no nos corregimos y nos damos a ayunos, mortificaciones y cilicios.En la ocasión pasada pudisteis acudir a la misericordia, porque estaba satisfecha en mucho lajusticia. Había ensangrentado la cuchilla en más de doscientas mil personas, estaba ya flojo elarco por haber arrojado innumerables saetas envenenadas las puntas; había disparado laartillería y gastado la pólvora de su enojado rigor; y con una justicia satisfecha bien se puedeesperar misericordia y perdón. Mas hoy con una justicia que amenaza, una sentenciafulminada contra nuestras vidas, ¿qué queréis?, ¿hallar piedad sin enmendar costumbres, sinhacer penitencia y emplearos en buenas obras? Quitad allá, que eso es querer que Diosrevoque una sentencia justa sin dejar vos la injusticia que la ocasiona [...] Sacrificaos enpenitencias dolorosas, satisfaced la justicia y hallaréis misericordia que os defienda; queningún juez justo perdona al ladrón que no se quiere enmendar, (pp. 13-14)

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No os contentéis, pues, con dejar la culpa para evitar la peste que amenaza [...] Añadid sobreel aborrecimiento del pecado oraciones, cilicios, limosnas, ayunos y disciplinas, (p. 18)

Subyace la cuestión, hábilmente planteada, sobre quién pueda vencer. La respuestaexplícita es que sólo puede derrotar a este «intratable monstruo» aquel que domina ydirige el mundo, el señor de la historia y del universo, que se manifiesta no sólo comoomnipresente, irradiando temor, sino también como misericordioso:

¿Quién nos ha de librar del contagio que a toda priesa viene sitiando a Sevilla? ¿Quién ha dedefender que se nos entre por las puertas, o nos asalte las murallas de la ciudad? Es la divinaprovidencia. Pero esto será después de satisfecha por nosotros la justicia, poniéndonos de suparte, (p. 20)

Las últimas páginas del sermón presentan el objetivo final que el autor pretende:ante la presencia de la peste, confianza en Dios, señor del mundo, expresada con obrasy penitencias. Reincide en el pesimismo antropológico latente: una parte del hombre, elcuerpo, es la cárcel de la otra, el alma; la carne, símbolo de lo negativo. Por eso, sesolicita la aniquilación de sus tendencias y apetitos para de esta forma seguir los trazosmarcados por Dios como señor de la historia, que tornará su ira en misericordia.

El desplome de la techumbre de una iglesia en Medina del Campo (Valladolid) elViernes Santo de 1629 causa una patética turbación entre la población. Es significativo,empero, que la Octava de Resurrección del mismo año se celebre una liturgia para «dargracias a la Santísima Virgen del Rosario y pedirla favor y consuelo»12. No parecerazonable si no se entiende desde el señorío de Dios, cuyos planes son «juiciossecretos», que nadie conoce. Implica la aceptación sin más de los acontecimientos quesupone en el fondo la aceptación del sistema establecido, también querido por Dios. Lamatanza que el desplome ocasionó no es óbice para que el predicador eluda ladescripción del repugnante suceso:

... se desplomaron las bóvedas del cuerpo de la Iglesia (si bien muy recién hechas) yamenazando con el polvo que cayó horas antes el fracaso. Y con repentino estruendo (¡ohjuicios secretos!), dando en los andamios, los desbarató y deshizo bajando a un tiempo sobrelas cabezas de los presentes, que eran innumerables, ladrillos quebrantados y desclavadostablones, ejecutores de la divina ira, sepultando con piedad a los mismos que con rigor habíanquitado la vida (¡oh tremendo infortunio!), más para celebrarle con asombros que paradescribirle con palabras. Así se vieron muertas las tiernas criaturas sobre los maternalesregazos, causando tan vivos sentimientos en las madres, que a los que murieron entre eldestrozo de tanta máquina desgajada y desasida les sobró cuchillo en el dolor de ver a lasprendas de sus entrañas ya sin vida. Allí perecieron, los brazos y pies divididos de sus suerpos.Y allí dellos las cabezas tan distantes que se dudaban cuyas fuesen. Allí por salir de tantoaprieto pisa el hijo a su madre y ahoga a la misma que le dio el ser. Todo llantos, voces ygemidos, porque cuanto se encuentra es muertes y cuanto se ve, si era posible con el polvoverse algo, es horrores, (pp. 8-9)

1 2 Las citas que se refieren pertenecen a Mata, Sermón ... a dar gracias a la Santíssima Virgen del Rosarioy pedirla favor y consuelo, 1629.

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Supone un alarde escalofriante y sentimental, con una cierta complacencia en lanarración del dolor por las muertes. La pretensión no es otra que trasladar, a fuer deremover el dolor, la mente y el corazón, a la consideración de la causa de todoinfortunio: acción de la ira de Dios como castigo de los pecados. No menciona lanecesidad de arrepentimiento. Tal vez fuese excesivo hurgar más en la herida ante lapregunta presente en el ambiente sobre el castigo (muerte) de los inocentes (niños). Elmismo orador es consciente («¡oh juicios secretos!», «¡oh tremendo infortunio!») y sinduda ha conseguido, con la detallada descripción de los hechos, mover al auditoriohacia una dirección, aun sin mencionarla: es preciso el arrepentimiento, aborrecer elpecado, ajustar la vida a los planes y mandatos de Dios. Por eso, se desliza delescalofrío de la terrorífica visión de lo sucedido a la apacible misericordia de Dios:

Pero, si vino de Dios este azote, en Él veo envuelta misericordia, que cuando castiga, la unamano da al rigor y la otra al consuelo, que lo es grande el entender gozar de Dios los muertos,muriendo a la vista de sus llagas, (p. 9)

El resto del sermón se centra en el consuelo que la fe otorga a los creyentes en laesperanza de otra vida con Jesucristo:

Pues, si mueren día de Juicio, aunque sus cuerpos se vean hechos pedazos y que casi no sepuede dar sepultura, no importa, que la de Cristo (muriendo con Él) tienen por suya. (p. 11)

Puede imaginarse la utilización de la palabra, unida a dosis de escenificación, comorecurso psicológico, para transmitir al auditorio primero la sensación de angustia ydolor, fruto de esta vida como valle de lágrimas —expresado en la desgracia sucedi-da—, para conducirlo posteriormente al campo de la misericordia divina. En estesermón el mero recuerdo de la desgracia zarandea las voluntades. No es precisoexponer el plan de vida que ha de seguirse. Éste supone un mensaje subliminal, en estemomento, que activa el recuerdo del proyecto ético, que en tantas ocasiones, ennumerosos sermones que el mismo público ha escuchado, se ha recalcado.

Inteligencia de los conflictos entre los pueblos

Analizamos a continuación dos enfrentamientos de los católicos con protestantes einfieles. En ellos se apreciará la actitud atribuida a Dios ante los acontecimientoshistóricos. En ambos se manifiesta como el señor que maneja los hilos de la historia.

El primer suceso tiene lugar en Tirlemont (Países Bajos). Las Provincias flamencas sereincorporan a la monarquía española en 1633 tras la muerte sin sucesión de la infantaIsabel Clara Eugenia. El rey Felipe IV nombra gobernador a su hermano el cardenal-infante don Fernando quien al ir a tomar posesión de su cargo consigue la victoria deNórdlingen frente a los suecos y a los protestantes alemanes. Las ansiasindependentistas de los Países Bajos, sobre todo en las provincias de mayoríaprotestante, se manifiestan en un enfrentamiento abierto con España. Un hecho, singran trascendencia histórica —que no suele aparecer en los manuales de historia—,

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pero magnificado, sucedido en la ciudad de Tirlemont13, adquiere en los sermones unaimportancia interesada. El asalto a esta ciudad (denominada en los sermones Tillimón,Tirlemón o Terlimón) por parte de los protestantes, constituye una advertencia a laconciencia político-religiosa de los católicos españoles. Estudiamos tres sermones, dospredicados en 1636 y uno en 1635, que tratan este asunto.

El incidente alude fundamentalmente al desprecio de los asaltantes a los signos de fecatólica. El predicador Antonio Ruiz de Cabrera lo relata brevemente:

... execrandos sacrilegios que el ejército de herejes obró en Tillimón, profanando los templos,arrastrando entre los pies de los brutos el sustento de los ángeles y poniendo las sacrilegasmanos en el rostro de la purísima María.

Más adelante profundiza sobre el hecho aduciendo la causa por la que Dios permitesemejante ultraje: los pecados de los católicos:

Mas, ¡ay!, que juzgo que amenaza no sólo a los autores de estos desacatos, sino que están losmismos oprobios dando voces a nuestras culpas, y la paciencia infinita de Dios lo sufre, y elamor inmenso de María lo tolera. Y pienso que el permitirlo, pudiendo estorbarlo con sóloquerer, no es para otra cosa sino para que España abra los ojos y advierta que son culpasnuestras el permitirlo así Dios. Los hugonotes se desvergüenzen a hollar el Sacramento; loscalvinistas y luteros se descomiden a herir a María Señora nuestra. Si tales desacatos sonefectos de nuestras culpas, ¿por qué, Señor, permitís que aún permanezcamos en ellas?14

Se exige restitución. Dios conmina a los católicos para que tomen venganza. Si bienél puede por sí solo hacerlo, desea realizarlo por medio de los ejércitos católicos, ya quede lo contrario peligra la auténtica fe. Éste es el planteamiento del franciscano JerónimoPardo.

Pues hago yo el argumento de Gélboe [1 Sam 38, 8-10] a Terlimón. Si aquél fue malditoporque en él se ofendió con acero fatal la púrpura real y majestad humana, ¡con cuánta mayorrazón es digno Terlimón de la maldición divina, pues en el se injurió y se agravió a un reydivino! Empero, quiere Dios no tomar por sí solo la venganza. Gusta que en nombre suyo latomen los que le siguen, no quiere jugar el rayo, ni espada de su justicia, sino que en militaresejercicios tengan los suyos vencimientos prodigiosos, haciendo ruina obscura de cadáveresfríos de los enemigos de Dios ese mismo lugar, donde se cometieron tan desusados delitos.

... pues si Sacramentado ahora le maltrata la herejía, y no se opone la cristiana piedad, sevendrá a deshacer lo sabido y lo fuerte de tan firme edificio15.

1 3 Tirlemont es una ciudad de Bélgica, del distrito de Lovaina, que en la actualidad ronda los 25.000habitantes y que tiene como nombre Tienen.

1 4 Ruiz de Cabrera, Desagravios, 1636, fol. 2 y 7. La crisis del siglo xvn hace al hombre proclive abuscar respuesta a todo tipo de desastres en los pecados. «La convinción, dice Julio Caro Baroja, de que lospecados públicos de la sociedad hacen que Dios se irrite, de suerte que castiga a la misma sociedad conderrotas bélicas y fracasos políticos aparece patente en multitud de textos del mismo tiempo de Felipe IV»,Caro Baroja, 1981, p. 185.

1 5 Pardo, Sermón en desagravio del Santissimo Sacramento, 1635, ff. 5-6 y 12.

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Por todo esto, el predicador Juan de Alfaro saca la conclusión: Dios permite elsaqueo, podría decirse inicial victoria, de los protestantes, para conseguirposteriormente mayor gloria reflejada en la posterior victoria del ejército católico y losactos de desagravio y alabanza de los fieles:

Y de vuestros vituperios se recrearán tantas glorias, que la menor que ostente Sevilla ha de serbastante a destruir vuestras presunciones locas, y os saldrá tan mal vuestro desafuero, cual sevio en pocos días, pues mueren sin número destos herejes, pisados de los mesmos caballos conquien quisieron alcanzar triunfos de agravios hechos a Cristo Sacramentado16.

Se aprecia claramente el mensaje a transmitir: Dios controla los acontecimientoshistóricos y extiende su favor a los católicos. Si permite derrotas de éstos tiene comofinalidad aleccionarlos, indicar malestar por sus faltas, invitarles a la destrucción de losherejes e infieles y obtener a posteriori mayor gloria. Encaja plenamente en la idea deque la unidad política sólo es posible con unidad religiosa.

Gran significado adquiere en la conciencia colectiva el asedio de Viena por el ejércitoturco de Kara Mustafá en 1683. Un ejército europeo al mando del rey de Polonia JuanSobieski y de Carlos V de Lorena acude en auxilio de la ciudad, defendida por el condeVon Starhemberg. Vence al ejército turco en Kahlenberg. El hecho de ser infiel elagresor y católico ejército europeo, reunido para tal ocasión, el vencedor, provoca en lamentalidad popular una actitud de reverencia sublime ante Dios, autor de la victoria, yrespeto a la autoridad establecida, representante de Dios y agentes de sus planes. Laspredicaciones son un importante resorte en la transmisión de este mensaje. Cuatrosermones, predicados en acción de gracias por la victoria, ilustran el acontecimiento.

Aparece tan evidente la causa del ataque turco que no se entretienen lospredicadores excesivamente en ello. Es producto del pecado de los católicos:

Miraba a Dios que, irritado por nuestras culpas, nos castigaba con el azote de su justicia, quelo son de la cristiandad los turcos, como en la ley escrita de los fieles hebreos los idólatrasbabilonios17.

En un alarde de sentimentalismo el orador Juan Antonio Alcázar y Zúñiga trasladaal auditorio a una tenebrosa visión imaginaria de Viena si los turcos hubieran salidovencedores. Sirve ello a un doble fin: potenciar la magnitud del suceso y mover a losfieles hacia un objetivo, arrancar lágrimas de arrepentimiento:

Y para que salgas en este día con algún horror a tus pecados deste templo, has de atender,católico, aunque te canses, a una breve imagen de lo que pasara en aquella hoy dichosísimaciudad de Viena, si ella hubiera sido tan infeliz, y nosotros tan desdichados, que se hubieraperdido. Ea, mira, por atención, aunque sea desde este sagrado templo, penetrando esasmurallas, en los campos de Viena. Mira si despreciado, por no decir deshecho el ejércitocatólico, hubiera entrado el bárbaro infiel a viva fuerza de armas las murallas de aquellanobilísima ciudad. ¡Qué desdichas! ¡Qué horribles consecuencias no se siguieran destetemerosísimo azote! ¿Qué sería ver aquellas calles y plazas hechos ríos y mares de sangre

16 Alfaro Cavallero, Sermón ... en desagravio del Santíssimo Sacramento, 1636, f. 7.17 Carmona, Oración Panegírica y Historial,16%3, p. 5.

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católica, naufragando entre sus bermejas ondas la vida de todos? ¿Quién tuviera corazón paraver la honestidad de vírgenes y religiosas hechas presa infame de herejes y bárbaros? ¿Quiéntuviera ánimo para ver muertos los sacerdotes, martirizados los religiosos y quemados lossagrados libros? ¿Quién pudiera con vida mirar unos templos arruinados, otros hechosmesones, los altares sirviendo de pesebres a los brutos, las reliquias de los santos y susimágenes despreciadas por los suelos, o arrojadas en los ríos? ¿Quién pudiera, ¡oh, cómotiembla la voz y el corazón al pronunciarlo!, quién pudiera, digo, si no es muriendo de dolor,ver las imagines de María Santísima, nuestra Madre y Señora, que nosotros veneramos sobrenuestros corazones, hechas pasto miserable de las llamas? ¿Quién pudiera mirar, ¡qué horror!,no sé si lo diga, pero es menester que lo oigas, católico, que lo oigas y que lo pese y consideretu atención, quién pudiera, digo, mirar hollado y pisado este Augustísimo y VenerableSacramento del Altar y el mismo Dios en él de bárbaros infieles arrojado...? Pero calle la voz,no lo pronuncie el labio. ¿Ves todo esto, católico? ¿Te parece mucho? Pues todo lo habíanocasionado justísimamente nuestros delitos. En este peligro pusieron tus pecados la religión,la cristiandad, el mundo. Mira con qué horror, con qué sentimiento, con qué dolor debes salirhoy de ellos, como una causa justísima de tan miserable desdicha.

Más adelante, amparado en la imagen anterior, certifica la importancia de la victoria:

¡Oh, católicos!, hemos estado pendientes de un hilo, naufragando entre huracanes dedesdichas la Iglesia, la Religión, la Fe, todos nosotros, para anegarse el mundo de males18.

Esta transcendencia es avalada por otro predicador, el jesuíta Juan de Gámiz:

No sólo peligraba Viena, el Imperio, Alemania, peligraba Italia, peligraba España, y peligrabala Cristiandad toda [...] a nosotros, pues, y a todos hizo Dios este singularísimo beneficio19.

Tamaña relevancia lleva a la consideración de la involucración de Dios en elacontecimiento. Se presenta como la única razón posible de haberse logrado la victoria:

... el mismo Dios salió a campaña, gobernaba las armas y era el capitán general del ejércitocontra los turcos, que muchos siglos antes lo tenía así prometido. ¿A quién? Al padre de loscreyentes, Abraham20.

¿Quién habrá que niegue que, en el suceso feliz de esta victoria que celebra nuestra gratitud,han consumido tales y tan maravillosas circunstancias, que publican a voces ser Dios a quienúnicamente debemos la gloria, la religión, la libertad, la quietud que en ella todos hemosconseguido?21

El predicador ve la mano milagrosa de Dios en la concordia de las distintas nacionesque, unidas en un mismo ejército, participan; en el empeño de los jefes para pelear yexponerse al peligro, y no para desear el mando; en la oración unida de la cristiandad

1 8 Alcázar y Zúñiga, Panegyrico Historial y Exhortación, 1683, pp. 15-17 y 24-25.1 9 Gámíz, Aclamación Panegírica, 1684, p. 34.20 Pardo, Sermón ... en acción de gracias, 1683, p. 14.2 1 Alcázar y Zúñiga, Panegyrico Historial y Exhortación, 1683 p. 19.

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confiando la batalla a Dios. Será el citado Juan de Gámiz quien exponga ampliamentelas pruebas que lo definen como hecho milagroso, fruto de la asistencia divina:

La grandeza del peligro es argumento de la presencia y favor de Dios y su Santísima Madre.¿Que crezca el asombro de Alemania, que se aumente el susto de Italia, que los ecos tristes ylamentables, que los temores justos y graves ocupen a todo el orbe cristiano con el amago sólode aquella bárbara Luna? ¿Para qué? Para que se acabe toda la esperanza divina; para que seolviden de sí y sólo confíen en Dios [...]. Porque ninguna criatura entre a la parte de tantagloria, es blasón de Cristo y de María librar con ostentativo poder del más desesperadopeligro22.

El poderoso ejército turco es una amenaza segura para Viena y desde ella para lacristiana Europa. He aquí el peligro.

Fue, pues, ostentación grande de que Dios tomaba por suyo el empeño, dejar llegase Viena atan estremado peligro y ése es el primer argumento de su presencia [...] El segundo, y nomenor, es la junta de circunstancias, todas maravillosas, que hicieron este suceso singular yacreditaron la providencia altísima de Dios, que así quiso obligarse a favorecernos.Reparemos con ligera, pero advertida atención, las más graves y más auténticas noticias:hallaremos que de parte del sumo pastor de la Iglesia, de parte del señor emperador, y departe del ejército mismo hubo especialísimas circunstancias del agrado de Dios [...] NuestroSantísimo Padre Inocencio XI [...] añadió la oración pública de toda la Iglesia. Despachó unjubileo universal, lleno de espirituales gracias que, sirviendo a la enmienda y perdón de lasculpas, quitasen a Dios el azote de su justicia y le obligasen a usar de misericordia.

Salida del emperador [...] como quien huye [...] Y esta salida del señor emperador fueconvocatoria de bárbaros, de saxones y polacos.

Religiosa demostración del señor emperador [...] Recibió el señor emperador el Jubileo de suSantidad; cumplió rigurosamente los ayunos y demás diligencias para ganarle, y queriendoobligar más a Dios con el rendimiento, salió los pies descalzos, llevando al hombro elestandarte de la Cruz de Jesucristo.

La última y más admirable circunstancia fue la suma unión y conformidad de los generales, lacual es más de reparar, por haber concurrido tan grandes señores, príncipes, reyes,acostumbrados a mandar, y no a obedecer, hechos a gobernar ejércitos y provincias [...] Esteceder uno a otro el mando, este mandar cada uno, cuando lo pedía la utilidad pública yobedecer cuando convenía, es gravísimo argumento, como más dificultoso de conseguir entrepríncipes, de la divina asistencia23.

Marcado por un fuerte sentido providencial todo se considera milagroso: la unión dela cristiandad en una especie de cruzada contra el infiel, patrocinada por el papaInocencio XI, la ayuda solicitada por el emperador que huye y que apela a la oración ymortificación, la coordinación de los ejérciros católicos, etc. Se asienta la idea de que esDios quien dirige los movimientos de defensa.

2 2 Gámiz, Aclamación Panegírica, 1684, p. 15.2 3 Ibidem, pp. 22,24-25, 25 y 27-28.

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El tercero y último argumento de la asistencia de Dios en este caso es la misma felicidad de elsuceso y su importancia grande.

El Señor venció, pues a vista del felicísimo suceso de la batalla, sólo a Dios presente se puedehacer autor de la victoria.

¡Oh victoria dada de la mano de Dios, restitución de los ánimos caídos, crédito de la Fe, ruinade la infidelidad, alivio de Viena, desahogo del Imperio, gozo de Alemania, sosiego de Italia,de España, de Europa, de la Cristiandad!24

Se retrotae el predicación en su interpretación a prefiguraciones de la victoria en laBiblia. Se asemeja al triunfo de Abraham sobre los cuatro reyes2S. En ella se cumple laprofecía de Ap 20, 8-9 respecto a la salvación de la ciudad amada26. La lucha estásimbolizada en la carroza de Ezequiel27. Añade el predicador para aumentar más losaspectos milagrosos una diferencia de efectivos, que obviamente no tiene por qué serreal: 500.000 hombres el ejército turco frente a los solos 80.000 del católico. Lapretensión de los predicadores es aglutinar datos, magnificarlos, orientarlos en unsentido predeterminado para dar una interpretación interesada del acontecimiento. Suobjetivo es hacer patente la providencia de Dios en favor de católicos para orientar elánimo de los creyentes hacia el temor confiado y reverente de Dios, que comportaencaminar la vida de acuerdo a los mandatos divinos:

... al primer tiro desta gloriosa victoria hemos postrado y rendido en tierra ese soberbiogigante otomano, que es oprobio de la cristiandad, desprecio de nuestra religión y descréditode todos nosotros [...J puede ser que sea desmayo y no mortal el golpe que recibió [...] Nodejemos las armas de la mano hasta acabarle [...] Ahora, fieles, es cuando más se necesita delauxilio divino; y así ahora deben ser más fervorosas nuestras oraciones [...] solicitando conmayor ansia la defensa de la Fe y Religión en la protección divina, principalmenteapartándonos de nuestros vicios, de nuestros deleites, de nuestros pecados, pues ellos [...] hansido la causa de tanto peligro [...], conociendo con todo rendimiento que Dios por su infinitamisericordia ha sido quien únicamente nos ha librado del temeroso castigo que justamentemerecía nuestra ingratitud28.

La afirmación de Dios como Señor de la Historia no desea expresar dependenciaservil a él y sus designios, sino confianza respetuosa de la que se deriva la seguridadprecisa en este mundo catalogado como mar borrascoso. Su dirigismo providente seenlaza con la necesidad de ajustar la existencia a sus planes para evitar el castigo yconseguir la protección deseada.

2 4 Ibidem, pp. 30, 32 y 35.2 5 Aunque el sermón no cita el texto bíblico, se refiere a la victoria de Abraham frente a los cuatro

graneles reyes narrada en Gen 14, 1-16.2 6 «Subieron por toda la anchura de la tierra y cercaron el campamento de los santos y de la Ciudad

Amada. Pero bajó fuego del cielo y los devoró» (Ap 20, 9).2 7 Alude a la visión del carro de Yahveh (Ez 1,4-28). En los versículos 26 y 28 se señala la gloria de Dios

que prevalece ante todo.2 8 Alcázar y Zúñiga, Panegyrico Historial y Exhortación, 1683, p. 28.

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C O N C L U S I O N

La triple finalidad que los tratadistas otorgan a la predicación, enseñar, deleitar ymover, la envuelve en todo momento, sea cual sea la temática del sermón y lascircunstancias en las que se desarrolla. No obstante, hay que entender este tripleobjetivo de manera unitaria. La enseñanza no se refiere al mero aumento deconocimientos, sino a la capacidad de orientar los nuevos conocimientos hacia actitudesde vida, que transmite el predicador con la habilidad de entretenimiento. En el estudioque hemos realizado se han destacado aspectos relacionados más directamente concategorías cognitivo-volitivas. Esto es, hemos resaltado el carácter dirigista de lapredicación en aras de una orientación de la conducta y de las mentalidades, partiendode hechos concretos conocidos del auditorio. Esta pretensión se hace más patente en losoradores sagrados en épocas de crisis, cual es el siglo xvn, con la firmeza de sacudir lasconciencias y modelar comportamientos, adaptándolos a verdades consideradasincuestionables, absolutas, que parece como si se ensombreciesen en estos críticostiempos.

El acercamiento a las predicaciones por parte del historiador favorece múltiples yestimulantes enfoques alusivos a mentalidades y cultura. Nosotros nos hemos«deleitado», utilizando uno de los vocablos de los tratadistas para definir la finalidadde la predicación, en el análisis de diversos sermones desde el prisma de lainterpretación de la coetaneidad. Hemos intentado adentrarnos en una especie demetahistoria, pues hemos ido, más allá del acontecimiento, a la prospección del mismo.Ha implicado penetrar en la filosofía de la historia con el propósito de conocer losarquetipos mentales que orientan en la interpretación de los hechos.

La asunción de los acontecimientos por parte de las gentes del Siglo de Oro, no en símismos sino desde el significado más profundo que los predicadores les conceden, seinserta en la aceptación de la naturalidad de lo sobrenatural. Natural y sobrenatural secomprenden como dos planos de una misma realidad, no como realidades superpuestaso paralelas. Dios, agente de lo sobrenatural, se mueve en el mismo plano que el hombre.Se confiere a la historia «natural» un halo de sobrenaturalidad y a la historia de lahumanidad un dirigismo no fatalista, en el que el intervencionismo divino se hacepalmario. El carácter de superioridad de lo sobrenatural transfiere a la mentalidad delos creyentes una actitud de sumisión a la providencia divina, que en el ámbito de lafilosofía de la historia conlleva la intelección de la historia, individual y colectiva, comoun devenir con dos agentes en desigualdad de condiciones: el hombre, su agente natural,subordinado a los designios de Dios, quien en definitiva mueve los hilos de la historia.No es una interpretación aséptica ni desinteresada, ya que subyace en la presentacióndel segundo agente, Dios, el mensaje de sumisión a quienes a él en la tierra lerepresentan; esto es, a la Iglesia. Y ello en una cultura en la que no se distinguen losplanos sacro y profano, religioso y civil, la adhesión al orden establecido, elacatamiento del poder civil y religioso, con todo lo que significa. Ésta es una de las másimportantes enseñanzas civiles de los sermones.

No podemos acabar sin aludir a una cuestión que siempre debe preocuparnos, sobretodo cuando se habla del sermón como modelador de ideologías y conductas. Nosreferimos a la influencia real que los predicadores ejercen sobre el pueblo. Escomplicada una repuesta taxativa. Otras ciencias sociales (psicología, sociología...) han

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de ayudarnos, máxime cuando se trata de responder desde la distancia histórica. Apesar de la confusión de los ámbitos sacro y profano en el siglo xvn, la referencia aDios en los comportamientos populares queda relegada a momentos críticos denecesidad. La religión es un elemento más de la vida del pueblo, en el que existengrandes carencias espirituales suplidas con ceremonias y ritos. Podemos afirmar,empero, huyendo de posturas maximalistas y minimalistas, que el influjo de lospredicadores, que apoyan su oratoria en importantes recursos psicológicos, es un factormuy relevante, aunque no determinante, en la conformación de mentalidades en el Siglode Oro español.

Bibliografía

Fuentes

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Armas Imperiales, Polacas y Católicas, contra las Lunas Otomanas en el Sitio de Viena [...][...]. Sevilla, en la oficina de Juan Antonio Tarazona, 1683.

PIMENTEL, Domingo, op, Sermón que predicó a la muy noble y leal Villa de Madrid el muyReverendo [...] en las Honras del Cathólico Don Felipe III nuestro Señor, en el Convento de

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RIVERA, Francisco, Sermón que predicó Don [...] en las honras que aquella Santa Iglesia hizo por

el Rey N. S. Don Felipe III, que sea en gloria, Madrid, 1623.

Ruiz DE CABRERA, Fray Antonio, op, Desagravios de el Sacramento del altar y de MaríaSantíssima Señora Nuestra, predicados en el Novenario, que el Convento de ReginaAngelorum de Sevilla hizo en las fiestas de la Puríssima Concepción de la Reyna de losAngeles, este año de 1635, por el muy Rdo P.—, Granada, Antonio René, 1636.

SARMIENTO DE MENDOZA, Manuel, Sermón que predicó Don [...] al recibimiento festivo delRótulo para las pruebas últimas de la Santidad del ínclito Rey Don Fernando el III, lunes 23

setiembre 1630 [...], Sevilla, por Fancisco de Lyra 1630.

SAN BERNARDO, Juan de, tor, Sermón en las honras, que la Santa Iglesia Metropolitana yPatriarcal de Sevilla consagró a la inmortal memoria del llustríssimo y Reverendissimo Señor,el Señor Don Ambrosio Ignacio Spínola y Guzmán su Venerable Arzobispo. Predicólo elM.R.P.M. [...], Sevilla, por Tomás López de Haro, 1684.

SILVESTRE, Francisco, osa, Sermón que predicó el M.R.P.M.[...] en la Fiesta que hizo la muyilustre Hermandad de el Santíssimo Christo en su Convento, en la deprecación a su Magestadpor la preservación de esta Ciudad y salud de la de Málaga y demás lugares que estánpadeciendo la epidemia de el contagio [...] [...j. Sevilla, por Thomás López de Haro, 1679.

Estudios

CARO BAROJA, Julio, Las formas complejas de la vida religiosa. Religión, sociedad y carácter enla España de los siglos XV! y X vu, Madrid, Ed. Sarpe, 1981.

ELLIOTT, John H., España y su mundo, Madrid, Alianza Editorial, 1991.

NÚÑEZ BELTRÁN, Miguel Ángel. «Predicación e Historia. Los sermones como interpretaciónde los acontecimientos». En Criticón (Toulouse), 84-85, 2002, pp. 277-293.

Resumen. Este ensayo, cuyas fuentes son sermones del siglo xvn, se centra en la interpretación que losoradores sagrados realizan de los acontecimientos de la sociedad de su tiempo, intentando descifrar algunosmecanismos que utilizan para interpretar la realidad y que ayudan a configurar sus conductas. El hiloconductor interpretativo lo marcan dos premisas: dirigismo divino y comprensión de las desgracias comoconsecuencia del pecado. Se estudia el análisis que realizan sermones predicados con motivo de dos tipos desucesos: o bien se refieren a desgracias colectivas (peste en 1679 en las cercanías de Sevilla y hundimiento deltecho de una iglesia en 1629), o bien aluden a conflictos bélicos (derrota del ejército español en Tiliemon—Países Bajos— en 1635 y victoria del ejército frente a los musulmanes en el sitio de Viena en 1683).

Résumé. Cet essai, dont les sources sont quelques sermons du XVIIe siècle, est centré sur l'interprétation queles orateurs sacrés donnent des événements de la société de leur époque, essayant de déchiffrer quelquesmécanismes qu'ils utilisent pour interpréter la réalité et qui les aident à configurer leurs conduites. Le filconducteur interprétatif est marqué par deux prémisses: le dirigisme divin et la compréhension des malheurscomme conséquence des péchés. Sont examinés les sermons prêches à l'occasion de deux sortes d'événements:

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soit des malheurs collectifs (la peste en 1676 aux alentours de Séville et l'effondrement du toit d'une église en1629) soit des conflits militaires (défaite de l'armée espagnole à Tirlemont —aux Pays-Bas— en 1635 etvictoire de l'armée catholique face aux musulmans au siège de Vienne en 1683).

Summary. This essay, whose sources are 17thcentury sermons, is focused on the interprétation that the sacredpreachers make of de events of their time society, trying to decipher some devices that they use in orator tointerpret reality and that help to shape their behaviour. The interprétative leading thread is marked by twopremises: divine control an understanding of the misfortunes as conséquences of sin. The analysis thatsermons preached because of two différent kinds of events are studied and thèse two kinds are eithercollective misfortunes (as some cases of Black Death near Seville in 1679) or warlike conflicts (as the defeatof the Spanish Army in Tirlemont —The Netherlands— in 1637 and the Muslims in the Vienna Siège in1683).

Palabras clave. Conducta. Interpretación de la historia. Predicación.

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