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Es sabido que la escritura poética, con su carga de subjetividad, entra muchas veces en conflicto con las normas elementales de ortografía, gramática y sintaxis del español, que rigen gran parte del trabajo del corrector. El lenguaje poético (al menos el de las corrientes más transgresoras, cuyo caso emblemático podría ser César Vallejo con Trilce) tiene la potestad de romper todas las reglas del lenguaje, en busca de caminos de expresión que reflejen la subjetividad, el “yo” del poeta. Como dice Octavio Paz en su ensayo El arco y la lira, “la actividad poética es revolucionaria por naturaleza”.Frente a este panorama de “absoluta libertad” de escritura, las preguntas que surgen son: 1. ¿Considera que es necesaria o que es posible la corrección de poesía? Si distinguimos entre diversas formas de corrección, la ortotipográfica es tan posible como necesaria; siempre puede haber errores y erratas, en cualquiera de las fases de la edición. Pero supongo que la pregunta se dirige, sobre todo, a la corrección llamada “literaria” o “de estilo”, y sin duda en este caso la poesía plantea cuestiones particulares, como cualquier otro género discursivo. Creo que en este caso la corrección linda con la edición (aunque siempre las fronteras son lábiles); es decir, un poeta, como cualquier escritor, necesita un lector atento que pueda hacerle sugerencias, darle una opinión, hacerle notar un ripio, una falla en la métrica o en la melodía, etc. 2. De considerarlo así, ¿qué lugar le cabe al corrector a la hora de enfrentarse a la corrección de textos poéticos? ¿Cuáles serían sus alcances o limitaciones?

Preguntas

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Page 1: Preguntas

Es sabido que la escritura poética, con su carga de subjetividad, entra muchas veces en conflicto con las normas elementales de ortografía, gramática y sintaxis del español, que rigen gran parte del trabajo del corrector. El lenguaje poético (al menos el de las corrientes más transgresoras, cuyo caso emblemático podría ser César Vallejo con Trilce) tiene la potestad de romper todas las reglas del lenguaje, en busca de caminos de expresión que reflejen la subjetividad, el “yo” del poeta. Como dice Octavio Paz en su ensayo El arco y la lira, “la actividad poética es revolucionaria por naturaleza”.Frente a este panorama de “absoluta libertad” de escritura, las preguntas que surgen son:

1. ¿Considera que es necesaria o que es posible la corrección de poesía?

Si distinguimos entre diversas formas de corrección, la ortotipográfica es tan posible como necesaria; siempre puede haber errores y erratas, en cualquiera de las fases de la edición. Pero supongo que la pregunta se dirige, sobre todo, a la corrección llamada “literaria” o “de estilo”, y sin duda en este caso la poesía plantea cuestiones particulares, como cualquier otro género discursivo. Creo que en este caso la corrección linda con la edición (aunque siempre las fronteras son lábiles); es decir, un poeta, como cualquier escritor, necesita un lector atento que pueda hacerle sugerencias, darle una opinión, hacerle notar un ripio, una falla en la métrica o en la melodía, etc.

2. De considerarlo así, ¿qué lugar le cabe al corrector a la hora de enfrentarse a la corrección de textos poéticos? ¿Cuáles serían sus alcances o limitaciones?

Lo dicho en la anterior respuesta: el corrector es un “oído” privilegiado que el poeta haría bien en desafiar y requerir. Dada la absoluta libertad formal de la poesía (contemporánea), en este caso, la forma en que debe proceder el corrector es exclusivamente por el método de sugerir. Nunca corregir directamente, sin consultar al autor.

3. ¿Considera que un corrector debería reunir competencias especiales para corregir poesía? De ser así, ¿cuáles?

Puede admitirse que los correctores se especialicen en diversos géneros discursivos (narrativo, académico, periodístico). Especializarse en poesía no parece muy provechoso. Dicho esto, claro que alguien que se aboque a corregir poesía debe tener un “oído” especial para la melodía y un gran caudal de lecturas afines. Lo ideal, también, es conocer al autor a quien se está asesorando. Leer varias veces sus obras, para captar las constantes y las desviaciones de su estilo, y entender qué quiso hacer en cada caso.

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4. La bibliografía específica acerca de corrección de textos poéticos (ya no solamente poesía, sino también prosa poética o creativa) es prácticamente nula, y en las instituciones donde se enseña la carrera de Corrección literaria no se incluyen materias específicas sobre esto. ¿Qué razones podría atribuir para este “vacío”?

Creo que se debe, justamente, a la idea de que la poesía es un género solamente “inspirado” y, por lo tanto, intocable. Como dije antes, no es así. Lo que pasa es que plantea una exigencia relativamente mayor. Si la consulta que más oye un profesor de corrección, de parte de sus alumnos, es “hasta dónde corrijo”, en el caso de la poesía esta pregunta quizás tiene una respuesta mucho más compleja y ambigua que cualquier otro género, y no puede liquidarse fácilmente.

5. ¿Cree que sería útil para los futuros correctores que hubiera bibliografía específica sobre corrección de poesía, que ahonde por ejemplo en las posibilidades y alcances según las corrientes o tradiciones, o en una clasificación según las diferentes agramaticales o desvíos de la lengua que pueden encontrarse en el lenguaje poético?

Por supuesto que sería útil una bibliografía de esa naturaleza. Lamentablemente, aún faltan textos dedicados a la práctica de la corrección en general, desde un punto de vista eminentemente práctico. Se le da más importancia a la normativa que a su aplicación (o no). En este contexto, parece difícil llegar a contar un día con esa bibliografía tan específica.Algo que querría agregar al respecto: se traduce bastante poesía. En este caso, la labor del corrector literario se potencia, al tener que contrastar la versión original con su traducción. Este es otro terreno fértil y muy poco explorado.