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1 Memoria III Foro Colima y su Región Arqueología, antropología e historia Juan Carlos Reyes G. (ed.) Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2007. Presencia, uso e importancia de la planta del mezcal en el Colima prehispánico. Una mirada a través de su representación en los contextos funerarios. Fernando González Zozaya Rafael Platas Ruiz Maritza Cuevas Sagardi Centro INAH-Colima Existe en esta provincia un árbol llamado Mexcatl que los españoles llaman “maguey”, que dél se hace vino, vinagre, miel, ropa, madera p(ar)a casas, agujas, clavos, hilo, bálsamo p(ar)a heridas muy aprobado. Tiene este árbol efectos muy buenos. Es de altor de un estado, tiene las hojas como tejas de casas (y) echa un astil largo de más de tres estados. Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, Relación de Amula. 1580. I.- Introducción. El contexto de la investigación. Dispuestos a trascender nuestra disciplina arqueológica, gustosos aceptamos la invitación del Dr. Daniel Zizumbo Villarreal del Centro de Investigación Científica de Yucatán, para trabajar de manera conjunta, específicamente en lo que se refiere a complementar con evidencia arqueológica sus investigaciones acerca del uso de la planta del mezcal a través del tiempo.

Presencia, uso e importancia de la planta del mezcal en el ... · PDF filerhodacantha Trel y A. hookeri Jacobi, para la obtención de fibra, alimento y licor, mientras que la A. colimana

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Memoria III Foro Colima y su Región

Arqueología, antropología e historia

Juan Carlos Reyes G. (ed.)

Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2007.

Presencia, uso e importancia de la planta del mezcal en el Colima prehispánico. Una mirada a través de su representación en los

contextos funerarios.

Fernando González Zozaya Rafael Platas Ruiz

Maritza Cuevas Sagardi Centro INAH-Colima

Existe en esta provincia un árbol llamado Mexcatl que los españoles llaman “maguey”, que dél se hace vino, vinagre, miel, ropa, madera p(ar)a casas, agujas, clavos, hilo, bálsamo p(ar)a heridas muy aprobado. Tiene este árbol efectos muy buenos. Es de altor de un estado, tiene las hojas como tejas de casas (y) echa un astil largo de más de tres estados.

Relaciones Geográficas del siglo XVI: Nueva Galicia, Relación de Amula. 1580.

I.- Introducción. El contexto de la investigación. Dispuestos a trascender nuestra disciplina arqueológica, gustosos aceptamos la invitación del Dr. Daniel Zizumbo Villarreal del Centro de Investigación Científica de Yucatán, para trabajar de manera conjunta, específicamente en lo que se refiere a complementar con evidencia arqueológica sus investigaciones acerca del uso de la planta del mezcal a través del tiempo.

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Desde un principio, las investigaciones de Zizumbo en Jalisco, Colima y la costa de Michoacán se centraron en corroborar de manera integral la hipótesis de Bruman, el cual propone que las bebidas destiladas de agave pudieron originarse a partir de la tecnología filipina de destilación, aplicada inicialmente al cocotero en Colima.1 Lo cual implica forzosamente rastrear de la mejor manera posible los antecedentes arqueológicos e históricos del aprovechamiento de la planta de mezcal en época prehispánica. Como anotación a este trabajo, hay que recordar que actualmente no se ha encontrado evidencia arqueológica confiable que demuestre el uso de la técnica de la destilación para la época prehispánica, siendo la fermentación la técnica utilizada para obtener bebidas alcohólicas de casi cualquier cosa que contenga azúcares. Sin embargo, dicho método aún no ha sido suficientemente documentado en Occidente, en lo que se refiere al aprovechamiento de los mezcales como bebida embriagante. Así, Daniel Zizumbo y Patricia Colunga en sus investigaciones rastrean los antecedentes del mezcal en el territorio de lo que fue Colima para finales del siglo XVI, valiéndose de las siguientes evidencias: 1) Botánicas 2) Geográficas 3) Lingüísticas 4) Arqueológicas 5) Registro etno-histórico. De lo cual llegan a las siguientes conclusiones, entre muchas otras:2 1.- Utilización actual de poblaciones de Agave angustifolia Haw, A.

rhodacantha Trel y A. hookeri Jacobi, para la obtención de fibra, alimento y licor, mientras que la A. colimana Gentry, no es utilizada.

2.- Doce nombres de asentamientos humanos relacionados al agave. 3.- Información significativa a través de las fuentes históricas, entre otras la de

Lebrón de Quiñones (1554), Relaciones Geográficas de Michoacán, y Nueva Galicia, la obra de Francisco Hernández (1577), los catálogos de fondos de la Villa de Colima de los siglos XVI y XVII, la relación de Ixtlahuacán entre muchos otros documentos.

4.- Representaciones en vasijas y figurillas que aluden a esta planta. Contextos de saqueo. Fase Comala.

5.- Sospecha de reutilización de los espacios de tumbas de tiro como hornos de mezcal y destiladores para la época colonial. Identificación de estructuras circulares como hornos prehispánicos para el cocimiento del mezcal como alimento y bebida. Evidencia etnográfica trascendental como el uso actual de fermentadores, hornos, pozos de peña, etcétera. Evidencia biológica sobre la distribución de la especie del mezcal, especialmente en las inmediaciones del Volcán de Colima. Destilación del mezcal: se pudo originar en las cuencas bajas del estado de Colima, pero la selección y el cultivo se desarrolló en las estribaciones de los volcanes.

Es así que a partir de lo anterior, decidimos reforzar y sistematizar parte de la evidencia arqueológica existente y complementarla con nueva información, producto de excavaciones controladas. Por lo que es nuestra intención mostrar a

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través de contextos arqueológicos localizados en la ladera sur del Volcán de Fuego, cómo los habitantes de este espacio natural representaban esta planta suculenta, la usaban y en especial el papel que jugó en los contextos funerarios. Así mismo, pretendemos con este trabajo mostrar la multiplicidad de futuras líneas de investigación a seguir, así como la importancia y persistencia a través del tiempo, del aprovechamiento de esta planta tan significativa hasta nuestros días.

Imagen 1.- Planta adulta de mezcal, fotografiada en la Serranía de Ixtlahuacán, Colima.

II.- Evidencia arqueológica de Colima en torno a la planta de mezcal, antecedentes. Desgraciadamente, en materiales arqueológicos de Colima son pocas las representaciones de la planta de mezcal.3 Sin embargo, algunas muestras de figuras modeladas en barro se han conservado hasta nuestros días, todas ellas proceden de contextos arqueológicos saqueados, por lo se pueden inferir muy pocos datos confiables (como por ejemplo: origen de la pieza, relación contextual, función específica, etcétera), sólo sobre su forma y estilo de representación (sobretodo tomando en cuenta que no tenemos la certeza que algunas de estas figuras sean de manufactura prehispánica). Hasta ahora contamos con sólo dos vasijas difundidas en publicaciones científicas, formas modeladas como recipientes, que asemejan las hojas asadas de mezcal sobre un plato, estos objetos han sido identificados y ubicados por Otto Schöndube, dentro de la tradición Comala (0-500d.C.).4 Así mismo, una magnífica figura humana descrita por Kristi Butterwick como una representación masculina

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que carga a sus espaldas el corazón del agave, siendo un claro indicador del aprovechamiento de esta planta.5 Varias figuras de barro modelado se ubican en los museos, colecciones particulares y acervos del INAH, evidencia de representaciones humanas que aluden a la ingesta de alguna bebida,6 así como cargando vasijas manufacturadas para la transportación de líquidos, suponemos hipotéticamente que algunas de ellas se relacionaban en forma directa con el consumo y transporte de bebidas fermentadas de mezcal. Dichas representaciones dan una prueba inicial, pero no concluyente, sobre el cómo los antiguos habitantes del Valle de Colima conferían un lugar predominante a la planta de mezcal sobre otras plantas, de las cuales se puede obtener bebida alcohólica. Seguramente dichas piezas fueron saqueadas de contextos funerarios, lo que nos hace pensar, obviamente, en la importancia simbólica de éstas, para ser depositadas a los individuos fallecidos al hacer su viaje al más allá.

Imágenes 2 a 5. Representaciones de la planta del mezcal y posible ejemplo de su ingesta como un elemento de uso ceremonial.

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III.- Contextos arqueológicos relacionados con el proceso de consumo y representación de la planta del mezcal. III.1.Presencia de la planta del mezcal en la ladera sur del Volcán de Colima; Las estructuras de combustión; Los hornos. Hace más de 30 años, Otto Schöndube fue el primero en intuir que ciertos hornos en el área de Tuxpan, posiblemente fueron utilizados para la cocción de la planta del mezcal:

No sabemos si realmente todos los hornos que hemos visto en los alrededores de Tuxpan sean posthispánicos (no encontramos dentro de ellos materiales que ayudaran a su ubicación en el tiempo, ya que pudieron haber sido usados para cocer magueyes en épocas prehispánicas, no con el fin de obtener “vino” sino para preparar esta planta como alimento (“mezcal”). No descartamos, claro está, el hecho de que pudieran haberse usado con otras formas para preparar alimentos (v.gr. barbacoa) o con fines totalmente diversos (v.gr. fabricación de cerámica), pero hasta ahora no hay datos que apunten a este tipo de finalidad.7

Años después, al presentar su artículo sobre los recursos naturales y asentamientos humanos en el antiguo Occidente, con base en datos arqueológicos y evidencia etnográfica nos menciona lo siguiente:

Ocasionalmente, se encuentran de manera fortuita otros tipos de evidencia sobre la dieta, como una serie de hornos asociados a los asentamientos tempranos alrededor de la cuenca de Sayula, Jalisco […] Aunque los hornos solamente contenían ceniza y piedras calcinadas, sus formas y dimensiones fueron comparables con las de hornos que se han encontrado en otros lugares y que se describen en la literatura, haciendo posible deducir que son usados para preparar mezcal, tostando los corazones y las hojas suculentas y dulces cactus de agave o maguey.8

Tenemos conocimiento de este tipo de hallazgos arqueológicos en las ladera sur del Volcán de Colima, sin embargo no descartamos la existencia de esta evidencia en el centro y sur del Valle de Colima. Para efectos de este trabajo, tomamos cuatro ejemplos de este tipo de contextos, sabemos de por lo menos otros cinco casos, de los cuales no contamos con información detallada, pues ésta aún no ha sido publicada. A continuación se enumeran y se describen dichos contextos: 1.- Predio Lagunas Cuatas. En este rescate arqueológico se detectaron dos hornos asociados a terrazas habitacionales, las estructuras de combustión tienen un diámetro aproximado de poco más de 1.5 m; en uno de los casos solamente se conservaron dos hiladas (.40cm), en el segundo, el que presentó mejor estado de preservación, se caracterizó por contar con cinco hiladas (1 m de profundidad), con paredes en talud, y sólo en uno de ellos (en el peor conservado) se detectó una piedra al centro. En ambos hornos se identificó en sus paredes restos de barro quemado, así como en sus fondos tierra muy fina mezclada con ceniza. Cerca de esta misma estructura se detectó un área con desechos de cerámica.

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Los dos hornos se relacionan de manera preliminar a la fase Armería (900 d.C. a 1100 d.C.).

Imagen 6.- Segundo horno detectado en el predio de Lagunas Cuatas,

atras la terraza habitacional. Imagen de Laura Almendros.

2.- Predio Tabachines II. Se detectó un sólo horno, relacionado a una unidad habitacional perteneciente a la fase Chanal. Los resultados obtenidos dieron cuenta de un alineamiento de piedras, acomodado de tal suerte que figuraba un círculo, mostrando un diámetro de 1.60 m, su interior contenía un relleno de piedras de pequeñas dimensiones, las cuales fueron retiradas con la finalidad de verificar si resguardaba algún elemento; se excavó hasta una profundidad de 90 cm encontrando sólo el suelo tepetatoso, sin que se hiciera presente alguna evidencia arqueológica.

Imagen 7.- Horno registrado en el predio Tabachines II.

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3.- Predio Potrero de Arriba. En este predio se identificaron dos estructuras de combustión, la primera se encontró asociada a un área habitacional y a dos cistas funerarias, por su parte la segunda fue imposible determinar su asociación contextual. El primer horno midió 1 m de diámetro, alcanzando una profundidad de 40 cm, paredes en talud y una piedra empotrada al centro, en su interior contenía tierra negra quemada y algunos fragmentos cerámicos pertenecientes a las fases Colima-Armería. No se detectó carbón ni se conservó aplanado alguno. El segundo horno tiene 1.40 m de diámetro, presenta cinco hiladas con paredes en talud y profundidad de 80cm; presenta, al igual que el primero, una piedra al centro, se detectaron restos de carbón, los cuales están en espera para fecharse.

Imagen 8.- Segundo horno excavado en el predio Potrero de arriba.

Imagen de Jaime Aguilar.

4.- Prolongación Av. Constitución. En este espacio se registró un sólo horno, el cual se encontró al retirar unos cuantos centímetros de la primera capa de suelo, detectándose un conjunto de piedras que figuraban un semicírculo de 1.20 m de diámetro, aunque no completamente cerrado. Este elemento estuvo conformado por diez piedras de medianas dimensiones, todas careadas hacia su interior, sin mostrar ningún consolidante que las uniera. El acomodo que mostraron nos hizo pensar, en primera instancia, que en su interior podrían existir algunas evidencias que dieran referencias sobre su función, desgraciadamente al explorarse, hasta los 60 cm de profundidad, no se detectó evidencia arqueológica alguna que nos diera pistas para entender mejor la funcionalidad de esta estructura. No se pudo ubicar dicho horno en el tiempo y consideramos que por el estado de conservación de éste, no se preservó carbón alguno.

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Imagen 9.- Horno excavado en el predio Av. Constitución.

Síntesis de las estructuras de combustión. A pesar de la poca evidencia material para determinar la función específica de dichas estructuras arquitectónicas (¿qué es lo que se quema en éstas?), es innegable la estrecha relación de estos elementos constructivos con fines de combustión, a pesar de que en algunas ellas no se detectó carbón (por lo degradado de los contextos, por la particularidad de los suelos en el valle de Colima, el cual es especialmente dañino para la conservación de material orgánico y muy posiblemente porque fueron limpiados constantemente), por su forma y los antecedentes de otros hornos (arqueológicos y etnográficos), aluden innegablemente a dicha función: la combustión. Intuimos, con base en la evidencia arqueológica, a reserva de estudios químicos precisos, que las estructuras de combustión presentadas tenían multiplicidad de funciones. Al igual que actualmente en muchas comunidades indígenas del país, éstas son usadas para la cocción de la planta del mezcal (sus pencas y/o corazón), y cualquier otro alimento (tamales, cocimiento cárnico, etcétera), así como para la elaboración de cerámica. Respecto a la manufactura de la cerámica, consideremos que la poca presencia de este material cerca de los hornos, excepto en el caso de Lagunas Cuatas, se puede deber a que dichos deshechos son limpiados periódicamente, al ser reutilizados como material de construcción. Para lograr cierta flexibilidad en el diseño del horno, dependiendo lo que se debiera cocer, se pudieron realizar adecuaciones tecnológicas básicas, por ejemplo, al cocer cerámica, para obtener mejor control y alcanzar mayor temperatura (manifestado en la relación oxígeno-combustible), seguramente los hornos se cubrieron con material perecedero, así como el acomodo interno del material para conseguir un cocimiento homogéneo (de allí la utilidad de la piedra central del horno.).

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Para corroborar lo anterior, proponemos que ciertas aseveraciones serán mejor documentadas al realizar arqueología experimental, por medio de la reconstrucción de los procesos técnicos de dichos hornos. III.2. Resultados del Programa Arqueológico Santa Bárbara. Entre los meses de mayo y junio del año 2007, se llevó a cabo la exploración arqueológica del predio Santa Bárbara, ubicado al norte de la ciudad de Colima, el cual se encuentra situado sobre las estribaciones de la ladera sur del Volcán de Fuego; escenario geográfico que se caracteriza por ser una terraza aluvial, de superficie accidentada por antiguos eventos volcánicos, que se eleva gradualmente de sur a norte. El predio está delimitado por los cauces del arroyo Campos o Santa Gertrudis al este y por el río Colima al oeste, formando parte de los antiguos terrenos que conformaron la hacienda Santa Bárbara, de ahí el nombre del trabajo arqueológico. Los referentes culturales en torno a nuestra área de estudio, de inicio nos remiten a importantes contextos arqueológicos que representan vestigios que van desde áreas de enterramiento, donde se han identificado tumbas de tiro y de bóveda, por mencionar algunas, pertenecientes a las fases cerámicas Ortices y Comala (400 a.C al 400 d.C), pasando por un sinnúmero de elementos arquitectónicos que principalmente representaban unidades habitacionales, erigidas durante las fases subsecuentes Colima, Armería y Chanal (500-1460 d.C.), dando cuenta de una constante ocupación y reocupación de este espacio en diferentes momentos. Consideraciones generales sobre el sitio arqueológico. -Se identificaron unidades habitacionales y funerarias bien definidas. -Patrón de asentamiento semidisperso. -Diferentes fases culturales Ortices, Comala, Colima, Armería y Chanal. (400 a.C.-150 d.C.). -Unidad arqueológica inmersa en un área de vestigios arqueológicos mayor. Los resultados obtenidos en el área intervenida pusieron nuevamente de manifiesto la importancia que jugó el entorno natural para el florecimiento humano, al registrarse en diferentes sectores del predio vestigios que aludían a las fases culturales antes mencionadas. Sin duda la presencia y apropiación de estos grupos de un mismo escenario geográfico, es el reflejo de un medio que contó con los recursos necesarios para el desarrollo de estos pueblos; en gran medida proporcionado por las corrientes hidráulicas del río Colima y el arroyo Campos y el microclima adyacente a estos ecosistemas hídricos. Uno de los contextos arqueológicos identificados en esta investigación nos situó en un espacio donde pocas veces los arqueólogos tenemos la fortuna de encontrar sin mayor alteración humana, una serie de vestigios culturales que por

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sus características y elementos depositados, fue y es un botín para los saqueadores de piezas con el fin de comercializarlos: los contextos funerarios.

Imagen 10.- Vista del predio tomada desde el sur. Imagen Google Earth 2007.

Las áreas de enterramiento de los grupos mesoamericanos jugaron un papel central dentro de su concepción religiosa, siendo espacios sagrados donde la comunidad depositaba a sus miembros, plasmando un simbolismo que puede ir de lo tangible a lo intangible y cuya finalidad era la de proporcionar a los difuntos los elementos necesarios para su viaje a la región del Mictlan, y así mismo el punto donde los vivos comulgaban con sus antepasados. En Mesoamérica, los lugares y formas de enterramiento fueron diversas, tanto espacial como temporalmente, en cualquiera de sus subregiones, donde se han encontrado distintos patrones en el depósito de las osamentas, así como las ofrendas que solían colocar, las cuales muchas veces están determinadas por el rango y rol social del individuo ante el grupo. El contexto arqueológico al que nos enfrentamos, bien podríamos decir que se encontró y formó parte de un espacio sacro, donde la cosmovisión y simbolismo de un grupo se reflejó a través del patrón funerario y las ofrendas asociadas a los restos óseos. El panteón identificado en este predio, término que se empleó debido a las evidencias registradas, fue más que un lugar en donde se depositaron las ofrendas, en él se hallaron elementos que nos hablan de las costumbres y las posibles actividades desempeñadas por quienes lo ocuparon. Fue en un área de aproximadamente 280 m², donde se recuperaron treinta y dos osamentas, cuyas características de inhumación mostraron un patrón común, al encontrarse depositados directamente en fosas excavadas sobre un estrato o suelo tepetatoso, a una profundidad que varió entre 1.5 y 2 m, de la actual topografía del terreno. Sin embargo, en el arreglo dado al recinto funerario en donde se colocaron los restos óseos (es decir a las fosas excavadas en el tepetate), encontramos dos variantes: una realizada de manera circular y otra

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alargada, la cual, en algunos casos presentó en uno de sus extremos muros de piedra de tres a seis hiladas, elemento arquitectónico que delimitó las osamentas.

Imagen 11.- Vista general del área de enterramiento.

De las fosas circulares se registraron siete, las cuales se caracterizaron por contener entierros secundarios, sin ningún orden anatómico, excepto el denominado “entierro dos”, el cual mostró una posición flexionada, en decúbito lateral derecho. Por su parte, los entierros depositados en fosas alargadas se detectaron en su mayoría extendidos, tanto en decúbito lateral derecho como izquierdo, así como en posición dorsal (boca arriba) y ventral (boca abajo). De este tipo de tumbas se evidenciaron veinticuatro, de las que sólo once fueron mostraron el peculiar acomodo de piedras figurando una especie de muro. Consideraciones generales sobre los contextos funerarios. Espacio de enterramiento exclusivamente, bien diferenciado. Patrón de enterramiento:

- Entierros primarios y secundarios. - Individuos adultos directamente enterrados en fosas circulares (los entierros secundarios) y/o alargadas (los primarios). - Algunas fosas presentan muros de piedra como límites. - Posición extendida, preferentemente decúbito lateral, ventral y dorsal. - Sin patrón de orientación. - Ofrendas cerámicas (vasijas y figurillas) y líticas (metates, escultura y pulidores), sólo en algunos entierros en donde se preservó los testigos de las fosas.

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Imágenes 12 y 13.- Imágenes que ejemplifican el patrón de enterramiento (entierro primario y

secundario respectivamente). En la imagen 13 se aprecia la colocación de la ofrenda cerámica.

En cuanto a las ofrendas funerarias, materia de este artículo, presentaremos a continuación el material cerámico, que evidentemente por sus características fue el que más nos interesó, por tener pintadas representaciones de la planta del mezcal (que se describirán más adelante). De los treinta y dos individuos depositados en este espacio, sólo siete presentaron evidencia cerámica con la representación de la planta del mezcal. Se localizaron depositadas en cada uno de los individuos, nunca se presentan dos vasijas juntas, se situaron en diferentes alturas del cuerpo del fallecido y se colocaron boca abajo o de lado. Pareciera que la intencionalidad de colocarlas de esta manera, fue darle importancia a los motivos pintados en su parte inferior. En ninguna vasija se preservó su contenido, encontrándose vacías (con base en análisis macroscópicos). A continuación consideramos que, para facilitar la descripción de las siete vasijas con representaciones que aluden a dicha planta, por lo parecido de sus diseños y formas, es necesario unificarlos en una sola descripción: Contamos con dos vasijas de silueta compuesta y cinco globulares, todas de cuello corto, ligeramente divergente continuo, de labio y fondo redondeados; tres muestran desgaste en su base. Es interesante notar que dos de las vasijas se encuentran matadas (inutilización de su uso por carácter ritual), otra más quizá fue inutilizada por defecto de la cocción. Las dimensiones de las piezas varían de 10 cm a 22.4 cm de alto, por 15 cm a 27 cm de diámetro. Todas las vasijas tienen un diámetro similar en la boca, alrededor de 9 a 10 cm, lo que podría corresponder a aspectos técnico-funcionales, como por ejemplo utilización de las mismas tapaderas, las cuales quizá debieron ser de cuero o de cerámica (los llamados tejos), mismas que evitarían que se llenaran de insectos atraídos por los azúcares de la bebida al fermentarse. La pasta de las vasijas es heterogénea, con diferentes grados de granulometría, de componentes arenosos y desgrasante de mica, bajo cocción completa por oxidación (vasijas cocidas en hornos abiertos, en los cuales alcanzan una temperatura suficiente para lograr una cocción homogénea y la

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dureza suficiente). Manufacturadas con una pasta cuya paleta de color varia de rojo a rojo oscuro (Munsell 2.5YR 4/8 y 3/6). En cuanto a los acabados de superficie, estas vasijas son alisadas en ambos lados (interior y exterior), sin embargo al exterior tienen una base de pintura cuya variedad cromática oscila del color blanquecino, pasando por el crema, hasta el rosado y el naranja rojizo (Munsell 5YR 8/2, 5YR 7/3, 2.5YR 8/2 y 2.5 8/3). Sobre este baño se aplicaron diseños geométricos y fitomorfos; la decoración final se realizó con pintura roja y roja oscura (Munsell 2.5YR4/6, 2.5YR 3/3). En cuanto a los diseños, todas las vasijas presentan un patrón semejante, se caracterizan por tener líneas delgadas, rectas, onduladas, triangulares y grecas, que circundan intercalándose en todo el cuello y el cuerpo de la pieza, exceptuando el fondo, donde se presentan diseños fitomorfos. Estos diseños fitomorfos son los que particularmente nos interesan, son los que hemos interpretado como representaciones esquemáticas de plantas de mezcal. La representación de las plantas varían de 4.3 cm de largo por 6 cm de ancho, hasta 8.9 cm de largo por 8.2 cm de ancho. Tres vasijas presentan plantas de mezcal de seis pencas, dos más de cuatro, una de ellas con pencas individuales y por último, la vasija del entierro 17, en la cual no se aprecia el número de ellas.

Imágenes 14 y 15.- Las siete vasijas con representaciones del mezcal en su base.

Los grafismos se observan como diseños bien delineados, distribuidos en cada uno de los cuadrantes del fondo de la vasija de manera equidistante y armónica. El diseño de los mezcales se presenta en números que van de cuatro, nueve, once y diecinueve. Es interesante remarcar que la vasija del entierro 20, tiene diseños que podrían semejar a la planta del mezcal fragmentada (sólo sus pencas). Para concluir la descripción, consideramos que este grupo de vasijas corresponde a un tipo cerámico conocido para el Valle de Colima como “rojo sobre crema”, perteneciente a la fase Colima (400 d.C-600 d.C.).

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III.3 Consideraciones sobre las ofrendas con representaciones de mezcal asociadas a entierros. Es conocido que los restos culturales que han sobrevivido en su contexto a través del tiempo, son los medios más próximos que tiene la arqueología para adentrarnos a las sociedades extintas; a través de éstos podemos identificar aspectos de su organización política, religiosa, económica, comercial, tecnológica e ideológica, así como la interrelación que establece el hombre con su medio natural. Esta evidencia claramente se expresa en las vasijas y representaciones de la planta del mezcal localizadas en excavación, así, con base en comparaciones, analogías e inducciones, apuntamos nuestras primeras impresiones sobre este material y algunos de los procesos de consumo de dicha planta. Consideramos que las siete vasijas, al observar el tipo de pasta y la diferente tonalidad de los acabados de superficie, fueron elaboradas en distintos momentos, en espacios de tiempo muy cortos entre ellas, dentro del mismo periodo cultural y la misma tradición cerámica. La totalidad de las vasijas presentan huellas de desgaste por uso, lo que nos hace pensar que dichos recipientes no fueron elaborados exclusivamente para el ritual funerario, como suele presentarse en otro tipo de contextos mortuorios. Al contrario, las vasijas fueron usadas frecuentemente, pensamos que en ciertas festividades rituales, evidentemente asociados a la ingesta del vino de mezcal. Todas las vasijas, aunque únicas en tamaño, coloración, y diseños, presentan un patrón común: boca del mismo diámetro, fondo cóncavo y el separar los diseños lineales en la parte media y superior de las vasijas, de los diseños fitomorfos en la parte baja de éstas. Al comparar los diseños fitomorfos y proponer una línea de interpretación de ellos, coincidimos que al estar enmarcados dentro de una dos o tres líneas rojas, y bajo un arreglo organizado en el fondo de las piezas, podrían estar representado dos aspectos de la cotidianidad de las sociedades que los produjeron: a) un arreglo espacial en el territorio real, representado campos de cultivo, en líneas a manera de terrazas; b) el acomodo de las plantas de mezcal dentro de un horno. Dos vasijas, las asociadas al entierro 25 y la ofrenda 10, presentan una división cuatripartita del espacio. La primera está dividida en el cuerpo por cuatro grafismos, configurados por seis líneas en forma de “V” invertida, de diferente grosor, elemento figurativo que identificamos como una hoja de mezcal. La segunda, de la ofrenda 10, su fondo está dividido en cuatro partes equidistantes con diseños que semejan la silueta de plantas de mezcales. La división cuatripartita del espacio en las vasijas, muchas veces se ha relacionado a los cuatro rumbos, elemento fundamental como componente en los rituales funerarios. En síntesis, es muy probable que la distribución de los diseños sobre el cuerpo y fondo de las vasijas tenga la intención de representar, por aquellos individuos, aspectos sobre su entorno, quizás campos de cultivo establecidos en este escenario geográfico.

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Este hecho cobra mayor sentido al haberse registrado, a través de otras investigaciones efectuadas en predios aledaños, ubicados relativamente cerca de este contexto, las peculiares construcciones circulares mencionadas en párrafos anteriores, que dada sus características y conformación es posible que hayan fungido como hornos donde se cocía y procesaba esta planta.

Imágenes 16 a 22.- Dibujos de las siete vasijas donde se representan los grafismos de mezcales.

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IV.- Consideraciones finales sobre la presencia, el uso e importancia de planta de mezcal. Es nuestra intención llegar mas allá de la mera descripción de las formas y diseños que presentan los recipientes arqueológicos aquí mencionados. Así mostramos una primera aproximación sobre los contextos arqueológicos y su ubicación dentro de un espacio natural, en donde se desarrolló el consumo y se simbolizó la planta del mezcal. A sabiendas de que existen muchas otras formas de interpretar los mismos datos, y conscientes de que se requieren análisis más profundos de dichos contextos (antropología física, aspectos químicos del contenido de las vasijas, identificación biológica de las especies de mezcal), proponemos las siguientes hipótesis como un primer acercamiento a la evidencia registrada en la ladera sur del Volcán de Fuego: Al ser representada simbólicamente en los contextos funerarios, la planta del mezcal adquiere trascendencia y significación ritual funeraria. Su uso y aprovechamiento traspasa lo meramente utilitario, al ser considerada una planta sagrada. Observamos que la mayor presencia (por la correspondencia cronológica) de esta planta se ubica entre el final de las fases Comala e inicios de la fase Colima (200 d.C.-600 d.C.) y continúa hasta las fases Armería y Chanal (600 d.C.-1460 d.C.). El aprovechamiento masivo de este cultivo, nos refiere a un cambio tecnológico, reflejado en agricultura intensiva (visto a través de la representación iconográfica de la planta del mezcal como parte del paisaje), y en la diversificación de sus usos, con impacto en otras siembras así como en la mayoría de las actividades de índole productiva. El aprovechamiento extensivo e intensivo de la planta del mezcal se conformó en las sociedades prehispánicas de Colima, especialmente dentro de las

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fases Comala y Colima, como un indicador de trasformación tecnológica y explosión demográfica. El mezcal y sus productos se constituyen como un elemento de vinculación con otras áreas mesoamericanas. Como por ejemplo: del comercio textil, técnica agrícola de aprovechamiento de terrazas y nexo ideológico y de identidad. Agradecimientos: A los arqueólogos Laura Almendros y Jaime Aguilar, por todo su apoyo al compartirnos sus datos arqueológicos respecto a los hornos. A la Dra. Ma. de los Ángeles Olay, por su inmensa paciencia para con nosotros y al mismo tiempo por su gran pasión como investigadora en la discusión de las interpretaciones de este trabajo, a la Maestra Socorro Arce García y a la memoria del Ing. Horacio Cervantes, por todo su apoyo e interés en la conservación, investigación y difusión del patrimonio arqueológico colimense. Y de una manera especial al Dr. Daniel Zizumbo, colega y amigo, con él, sólo bastaron pocas correrías por el campo michoacano y colimote y una “enmezcalada” para contagiarnos del apasionante mundo de la biología cultural. Notas 1.- Bruman H.J. 1944. “The Asiatic Origin of the Huichol Still”, en Geographical Review

25:301-314. 2.- Zizumbo Villarreal, Daniel y Patricia Colunga. “Destilación temprana del cocotero en el occidente de México y el origen de los Mezcales”, en Agaves de importancia económica en México, P. Colunga García Marín, et al (eds). Centro de Investigación Científica de

Yucatán. México 2006. 3.- Para referencias arqueológicas, biológicas e históricas en el área de Jalisco, ver el trabajo de Samuel Ojeda Gastelúm, Bruce F. Benz y Lorenza López Mestas. “La tradición Teuchilán, el maguey y el tequila. Un debate acerca de la confluencia espacial, histórica y cultural. ¿Integración o destrucción?” Mecanoscrito (en prensa). Es sumamente significativo el resaltar la evidencia de fibras de agave encontradas por la arqueóloga Lorenza López en la tumba de tiro de Huitzilapa, Plaza Oeste. 4.- La primera vasija es una imagen tomada del artículo de Otto Schöndube: “Recursos naturales y asentamientos humanos en el antiguo occidente”, en El antiguo Occidente de México. Arte y arqueología de un pasado desconocido. The Art Institute of Chicago,

Gobierno del Estado de Colima. 1998. México. Fig. 14 del texto: “Vasija con hojas asadas de maguey (mezcal) estilo Comala. Colima, barro cocido. Museo de arte del condado de Los Angeles, regalo de la Sra. Constante McCormic Fearing. Cat. No. 80”. Pág. 214. La segunda vasija corresponde a una pieza de exposición en el Museo Universitario de Nogueras, Colección Alejandro Rangel Hidalgo, Imagen INAH. 5.- La imagen de la figura fue tomada de: Buttrewick, Kristi. “Comida para los muertos: el arte de los banquetes en el Occidente”, en El antiguo Occidente de México. Arte y arqueología de un pasado desconocido. The Art Institute of Chicago, Gobierno del Estado

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de Colima. 1998. México. Fig. 26 del texto: “Figura masculina que carga con su mecapal un corazón de agave, estilo Comala, Colima, barro cocido, Colección privada Cat. no. 28”. Pág. 107. 6.- Para ejemplo de este tipo de representaciones se tomó la figura 32. “Pareja matrimonial, sentada, estilo Ameca-Etzatlàn, barro cocido, Colección privada. Cat. No. 129.”, de Townsend, Richard F. “Antes de los Dioses, antes de los reyes”, en El antiguo Occidente de México. Arte y arqueología de un pasado desconocido. The Art Institute of Chicago, Gobierno del Estado de Colima. 1998. México. Pág.132-134. 7.- Schöndube, Otto: El pasado de tres pueblos: Tamazula, Tuxpan y Zapotlan. Unidad de

Guadalajara. México.1994. 8.- En: Schöndube, Otto: “Recursos naturales y asentamientos humanos en el antiguo occidente”, en El antiguo Occidente de México. Arte y arqueología de un pasado desconocido. The Art Institute of Chicago, Gobierno del Estado de Colima. 1998. México.

Pág. 213. En estos mismos párrafos Schöndube nos remite al trabajo de Francisco Valdez, el cual menciona lo siguiente sobre tres hornos: “Los hornos son estructuras de forma cónica excavados en el subsuelo a una profundidad de un metro. El diámetro de la apertura del horno oscila entre 90 y 150 cm. En el interior se encontró un grueso relleno de piedra mezclado con abundante ceniza y carbón. La forma y tamaño de estas estructuras recuerda a los hornos actualmente usados en esta región para procesar el corazón de la planta del maguey”. Valdez, Francisco, ibid., pág.233.