Working better together

Sin pretensión de hacer un tratado sobre salud, queremos destacar que hay tres niveles de prevención: primaria, secundaria y terciaria, y tanto instituciones como organizaciones de la salud tienen responsabilidad en cada uno de los niveles descriptos, aunque es sobre todo en la prevención primaria donde el autocuidado juega un gran papel.

El autocuidado tiene que ver con aquellos cuidados que se proporciona la persona para tener una mejor calidad de vida, para evitar enfermedades o conductas de riesgo. Las necesidades de autocuidado están determinadas por aspectos propios de la persona y aspectos externos que no dependen de ella; estos determinantes se relacionan con los factores protectores para la salud, tanto como por factores de riesgo, que generan, según el caso, prácticas favorables o de riesgo para la salud.Si bien fomentar el autocuidado brindando información clara y de calidad es deber de los agentes de salud, la puesta en práctica de estas conductas de cuidado es responsabilidad inherente a cada individuo.

ALIMENTACIÓN- Elegir adecuadamente la alimentación para lograr un equilibrio energético: 50% de hidratos de carbo-no, 30% de proteínas y 20% de grasas, aproximadamente.- Limitar la ingesta energética procedente de grasas, sustituir las grasas saturadas por las poliinsatura-das y eliminar las grasas trans.- Aumentar el consumo de frutas y verduras, legumbres, cereales integrales y fruta seca como fuente de hidrato de carbono.- Limitar la ingesta de azúcares libres (como golosinas o azúcar agregado) y el consumo de sal (sodio) según las recomendaciones de la Sociedad de Cardiología.Debe lograrse un consumo de agua de aproximadamente 2,5 litros por día, contando infusiones, bebi-das, jugos y el agua del alimento. Todo esto influye no solo en un mejoramiento en el peso corporal, sino en la reducción de riesgo de enfermedades cardiovasculares, riesgo de determinados cánceres, y de enfermedades relacionadas con la obesidad.

Autocuidado

Las prácticas saludables pueden aprenderse y practicarse. Reconocer e identificar los propios factores de riesgo en función de nuestra edad o franja etaria a la que pertenecemos, de enfermedades familiares, hábitos de nuestra cultura o de nuestro grupo de pertenencia y de los aspectos de seguridad inherentes a nuestra ocupación laboral son ingredientes indispensables de conducta de autocuidado.Elegir un médico de cabecera que oriente acciones saludables es de suma importancia, pero ciertas suge-rencias y hábitos ayudan a preservar la salud y pueden generalizarse:

Prácticas saludables

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PREVENCIÓN YAUTOCUIDADO EN LA SALUD

Working better together

ACTIVIDAD FÍSICALa actividad física es aconsejable con frecuencia casi diaria y de intensidad moderada de aproximadamente 30 minutos: previene enfermedades cardiovasculares, articulares, dinamiza el metabolismo, ayuda a conservar un peso adecuado y libera endorfinas que producen bienestar emocional.Si incluimos una adecuada alimentación como la antes mencionada, podremos regular y prevenir también cuestiones como la presión arterial, la diabetes, el síndrome metabólico y mantener los valores de colesterol, entre otros beneficios.

Sumado a estas recomendaciones, se agrega la sugerencia de no fumar, limitar la ingesta de alcohol y promover un descanso adecuado. Los trastornos de sueño pueden ser tratados y su carencia es perjudicial para la salud.

CONTROLESLos controles odontológicos y oftalmológicos deberían ser anuales en la juventud (salvo necesidades especiales), una adecuada profilaxis sexual para toda la población pero sobre todo en parejas ocasionales. También es imprescindible tener en cuenta que luego de los 50 años se agregan estudios de mayor complejidad como la realización de colonoscopias, mamografías y estudios prostáticos, entre otros.Según las pautas y calendarios de vacunación sugeridos tanto por el Ministerio de Salud como por el médico personal es fundamental sobre todo en niños, ancianos y poblaciones de riesgo.

Los controles clínicos en la vida adulta deben realizarse como mínimo una vez al año e incluir control de peso, presión arterial, electrocardiograma, radiografía de tórax y laboratorio de rutina con perfil de lípidos. Contar con un buen médico clínico puede orientar necesidades más específicas.

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