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Pontificia Universidad Javeriana Maestría en psicología clínica – énfasis comportamental Análisis funcional y formulación de caso Andrés Lasso Báez Causalidad cognitiva o causalidad contextual: implicaciones distintas para el ejercicio clínico y la predicción y control de la conducta. En el día a día es común escuchar frases como: “me quede en la casa porque estaba triste” o “piensa positivo y te va a ir bien”. Estas expresiones reflejan una concepción de causalidad presente en el sentido común y en uno de los muchos conductismos existentes en la actualidad, la perspectiva cognitivo-conductual. ¿Es esta explicación útil para la predicción y el control de la conducta como un todo? La explicaciones causales desde una perspectiva cognitiva se presentan como un modelo lineal y secuencial, en un sentido metafórico podría ejemplificarse como una cadena (Chiesa, 1994) en donde la historia y las relaciones con el contexto tienen una importancia baja y limitada, y son sustituidas por la contigüidad en la presentación de los eventos (Forsyth, Lejuez, Hawkins & Eifert, 1996). Por otro lado desde la orilla contextual, la conducta es entendida como un todo, como una interacción entre el individuo y su ambiente, por lo que las emociones y los pensamientos, aunque de carácter privado, no son de una naturaleza distinta a la conducta pública o abierta, por lo que se encuentran sujetos a la misma determinación ambiental y hacen parte de lo que debe ser explicado y no de lo que explica (Freixa, 2003). Es importante señalar que desde la perspectiva contextual, las emociones y los pensamientos no son ignorados y no constituyen simples efectos colaterales de la conducta pública. Por el contrario, son explicados en relación a un ambiente y una historia de aprendizaje, sin negar la existencia de relaciones conducta-conducta pero siempre apelando a su relación con variables ambientales (Hayes & Brownstein, 1986). Este cambio en la concepción de la conducta lleva a la búsqueda de causas en términos de las relaciones funcionales entre esta y el ambiente, teniendo en cuenta los proceso de selección filogenética y ontogenética de la conducta del organismo y que constituyen un modo causal (Chiesa, 1994). Algunas de las implicaciones clínicas para la compresión e intervención de los casos pueden articularse en términos de la historia del sujeto y la tensión entre la modificación de la función vs. la topografía. Asumiendo una postura contextual, la historia de aprendizaje del individuo cobra un papel central puesto que corresponde a un modo

Primer Trabjo Ensayo Causalidad

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Page 1: Primer Trabjo Ensayo Causalidad

Pontificia Universidad JaverianaMaestría en psicología clínica – énfasis comportamentalAnálisis funcional y formulación de casoAndrés Lasso Báez

Causalidad cognitiva o causalidad contextual: implicaciones distintas para el ejercicio clínico y la predicción y control de la conducta.

En el día a día es común escuchar frases como: “me quede en la casa porque estaba triste” o “piensa positivo y te va a ir bien”. Estas expresiones reflejan una concepción de causalidad presente en el sentido común y en uno de los muchos conductismos existentes en la actualidad, la perspectiva cognitivo-conductual. ¿Es esta explicación útil para la predicción y el control de la conducta como un todo?

La explicaciones causales desde una perspectiva cognitiva se presentan como un modelo lineal y secuencial, en un sentido metafórico podría ejemplificarse como una cadena (Chiesa, 1994) en donde la historia y las relaciones con el contexto tienen una importancia baja y limitada, y son sustituidas por la contigüidad en la presentación de los eventos (Forsyth, Lejuez, Hawkins & Eifert, 1996).

Por otro lado desde la orilla contextual, la conducta es entendida como un todo, como una interacción entre el individuo y su ambiente, por lo que las emociones y los pensamientos, aunque de carácter privado, no son de una naturaleza distinta a la conducta pública o abierta, por lo que se encuentran sujetos a la misma determinación ambiental y hacen parte de lo que debe ser explicado y no de lo que explica (Freixa, 2003).

Es importante señalar que desde la perspectiva contextual, las emociones y los pensamientos no son ignorados y no constituyen simples efectos colaterales de la conducta pública. Por el contrario, son explicados en relación a un ambiente y una historia de aprendizaje, sin negar la existencia de relaciones conducta-conducta pero siempre apelando a su relación con variables ambientales (Hayes & Brownstein, 1986).

Este cambio en la concepción de la conducta lleva a la búsqueda de causas en términos de las relaciones funcionales entre esta y el ambiente, teniendo en cuenta los proceso de selección filogenética y ontogenética de la conducta del organismo y que constituyen un modo causal (Chiesa, 1994).

Algunas de las implicaciones clínicas para la compresión e intervención de los casos pueden articularse en términos de la historia del sujeto y la tensión entre la modificación de la función vs. la topografía.

Asumiendo una postura contextual, la historia de aprendizaje del individuo cobra un papel central puesto que corresponde a un modo causal (Chiesa, 1994) que al actualizarse con las contingencias presentes permite determinar las variables que controlan el comportamiento. En este sentido cada individuo, al ser poseedor de una historia única, demanda del clínico una labor activa de observación y análisis para encontrar las variables que controlan la conducta, alejándolo de la aplicación de la misma terapia con todos los consultantes y llevándolo a una construcción terapéutica singular y ajustada a cada individuo.

A su vez, este acento en el contexto en el que se presenta el comportamiento lleva a un entendimiento de las variables que afectan la conducta más allá de la mera intensidad, frecuencia y duración (topografía), puesto que no se busca modificar formas de conducta sino funciones, dejando de lado procedimientos de cambio como la reestructuración cognitiva o el control del pensamiento y dando prelación a la modificación de las relaciones funcionales entre la conducta y el ambiente.

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A manera de conclusión es importante traer a colación las palabras de Hayes y Wilson respecto a la determinación ambiental de la conducta, que resumen la postura argumentada en el escrito: “solo las causas ambientales pueden, en principio, llevar directamente tanto a la predicción como la influencia sobre los fenómenos psicológicos de interés. Las causas conductuales (o cognitivas, o emocionales) no pueden” (1995, P.242 citado por Forsyth, Lejuez, Hawkins & Eifert, 1996).

Referencias:

Chiesa, M. (1994). El concepto de la causa. Radical behaviorism: the philosophy and the science. Boston: Authors Cooperative.

Forsyth, J.P., Lejuez, C.W., Hawkins, R.P. & Eifert, G.H. (1996). Cognitive vs. contextual causation: different world views but perhaps not irreconcilable. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 27(4), 369-376.

Freixa, E. (2003). ¿Qué es conducta?. Psicothema, 3, 595-613.

Hayes, S. C. & Brownstein, A. J. (1986). Mentalism, Behavior-Behavior Relations, and a Behavior-Analytic View of the Purposes of Science. The behavior analyst, 9(2), 175-190.