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El Principio de Razonabilidad como límite del Poder Público Silva Duarte, Federico Título: El Principio de Razonabilidad como límite del Poder Público Autor: Silva Duarte, Federico Cita Online: PY/DOC/16/2014 Voces Silva Duarte, Federico Jorge (1) 1. Introducción El derecho constituye una herramienta fundamental para el orden de la vida en sociedad que busca la justicia y el bien común (2) . Exige una base racional ya que en sí mismo se trata de un juego entre medios y fines: los fines últimos (justicia, bien común), los fines intermedios o mediatos, y los mismos medios a los que se recurre para alcanzar el objetivo (3) . No pertenece al género de los sentimientos, las impresiones o los gustos personales, sino al mundo o realidad del deber ser, de la asignación de valor a las conductas y en tal medida a la razón práctica (4) . Como su ejercicio por el poder público tiene efectos vinculantes, y es capaz de producir importantes consecuencias sobre las personas y sus bienes, el recurso a la razón cobra particular relevancia (5) . Por ello el principio de razonabilidad constituye una pieza clave del estado de derecho, al actuar como un limitador, con carácter operativo, cuya función va más allá de ser un mero criterio de interpretación (6) . Brinda una respuesta a la preocupación común referente a la necesidad de asegurar la supremacía del contenido de los actos públicos concernientes a derechos fundamentales frente a la necesaria regulación estatal. Consecuentemente, los poderes del estado y sus funcionarios se encuentran ante la obligación positiva de que todos los actos que ejecuten en el ejercicio de sus funciones se adecuen al principio de razonabilidad. El Congreso cuando dicta normas generales, el Poder Ejecutivo cuando las reglamenta mediante decretos, los entes administrativos cuando dictan resoluciones en base a dichas normas, y el Poder Judicial, cuando resuelve conflictos en casos concretos. Todos ellos tienen la obligación de no alterar las declaraciones, derechos y garantías de la Constitución Nacional (la "CN"). Por ende se ha resuelto que el control de constitucionalidad alcanza a la razonabilidad de los actos públicos (7) . Ahora, la conceptualización del principio de razonabilidad es un tanto esquiva, por lo cual suelen presentarse complicaciones a la hora de determinar si un acto público lo transgrede o no. Teniendo en cuenta ello, primero se explicará en qué consiste el principio de razonabilidad, conforme doctrina y jurisprudencia. Segundo, se tratará el modo en que éste es capaz de invalidar tanto leyes, como actos administrativos y resoluciones judiciales cuando es transgredido, de modo a ilustrar el adecuado uso de esta herramienta. Por último se expondrán las conclusiones finales, demostrando que toda contravención al principio de razonabilidad por un acto público es susceptible de anularlo.

Principio Razonabilidad Como Limite Poder Publico

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El Principio de Razonabilidad como límite del Poder Público

Silva Duarte, Federico

Título: El Principio de Razonabilidad como límite del Poder Público

Autor: Silva Duarte, Federico

Cita Online: PY/DOC/16/2014

Voces

Silva Duarte, Federico Jorge (1)

1. Introducción

El derecho constituye una herramienta fundamental para el orden de la vida en sociedad

que busca la justicia y el bien común (2). Exige una base racional ya que en sí mismo se

trata de un juego entre medios y fines: los fines últimos (justicia, bien común), los fines

intermedios o mediatos, y los mismos medios a los que se recurre para alcanzar el objetivo

(3). No pertenece al género de los sentimientos, las impresiones o los gustos personales,

sino al mundo o realidad del deber ser, de la asignación de valor a las conductas y en tal

medida a la razón práctica (4). Como su ejercicio por el poder público tiene efectos

vinculantes, y es capaz de producir importantes consecuencias sobre las personas y sus

bienes, el recurso a la razón cobra particular relevancia (5). Por ello el principio de

razonabilidad constituye una pieza clave del estado de derecho, al actuar como un

limitador, con carácter operativo, cuya función va más allá de ser un mero criterio de

interpretación (6). Brinda una respuesta a la preocupación común referente a la necesidad

de asegurar la supremacía del contenido de los actos públicos concernientes a derechos

fundamentales frente a la necesaria regulación estatal. Consecuentemente, los poderes del

estado y sus funcionarios se encuentran ante la obligación positiva de que todos los actos

que ejecuten en el ejercicio de sus funciones se adecuen al principio de razonabilidad. El

Congreso cuando dicta normas generales, el Poder Ejecutivo cuando las reglamenta

mediante decretos, los entes administrativos cuando dictan resoluciones en base a dichas

normas, y el Poder Judicial, cuando resuelve conflictos en casos concretos. Todos ellos

tienen la obligación de no alterar las declaraciones, derechos y garantías de la Constitución

Nacional (la "CN"). Por ende se ha resuelto que el control de constitucionalidad alcanza a

la razonabilidad de los actos públicos (7). Ahora, la conceptualización del principio de

razonabilidad es un tanto esquiva, por lo cual suelen presentarse complicaciones a la hora

de determinar si un acto público lo transgrede o no. Teniendo en cuenta ello, primero se

explicará en qué consiste el principio de razonabilidad, conforme doctrina y jurisprudencia.

Segundo, se tratará el modo en que éste es capaz de invalidar tanto leyes, como actos

administrativos y resoluciones judiciales cuando es transgredido, de modo a ilustrar el

adecuado uso de esta herramienta. Por último se expondrán las conclusiones finales,

demostrando que toda contravención al principio de razonabilidad por un acto público es

susceptible de anularlo.

2. El Principio de Razonabilidad

La doctrina reconoce que es difícil definir, o siquiera conceptuar el principio de

razonabilidad (8). Se lo ha calificado como un concepto amplio cuyo significado preciso se

determina en cada caso, en el momento de su empleo (9). Básicamente, consiste en la

exigencia de que el poder público adecue sus medidas a la obtención de los fines

perseguidos por éstas, a efectos de que los medios no aparezcan como infundados o

arbitrarios, es decir no proporcionados a las circunstancias que los motivan y a los fines que

se persigue alcanzar con ellos (10). Una correspondencia entre los medios propuestos y los

fines que a través de ellos desea alcanzarse.

El derecho se realiza en la sociedad cuando es aplicado por la autoridad competente, y por

constituir un orden humano, su ejercicio requiere recurrir a la razón (11). En éste sesgo, la

razonabilidad se refiere a una cualidad de razonable (12). Lo razonable es lo opuesto a lo

arbitrario, que significa conforme a la razón, justo, moderado, prudente, todo lo cual puede

resumirse en que razonable es aquello que se ajusta a lo que preceptúa el sentido común

(13). En este sentido, el concepto constitucional de constitucionalidad está configurado por

las características generales que deben contener los actos públicos para satisfacer el bien

común, establecidas en el texto constitucional como sistema armónico (14). Esas

características generales configuran el concepto constitucional de razonabilidad. Por ende

en líneas generales se considera razonable todo acto que no se traduzca en la violación de la

constitución, o en la desnaturalizacion de sus preceptos.

Todos los actos públicos deben contar con un fundamento de razonabilidad o justicia, lo

cual rige tanto para la actividad reglada como para la discrecional (15). Ahora, la dinámica

jurídica requiere criterios para establecer lo razonable (16). Esta aserción se intensifica si se

considera a la razonabilidad desde la perspectiva que: la aplicación de las normas, y a

fortiori la vigencia efectiva de los derechos reconocidos por las mismas requieren

interpretación. Esta última no es aplicación mecánica, pues obliga a elecciones valorativas,

brindando razones a favor de la elección que se lleve a cabo. Por ello la razonabilidad

constituye un estándar valorativo que permite elegir entre varias alternativas, más o menos

restrictivas de los derechos, en tanto ella tenga una relación proporcional adecuada entre el

fin perseguido por un acto público (ley o resolución administrativa/judicial), y la restricción

que este impone a determinados derechos (17). La interpretación que llevó a una elección

hecha sin haber brindado razones se funda solo en la autoridad, por lo cual no satisface los

requerimientos del sistema democrático, pues su concepto integro presupone medios para

evaluar con un sentido crítico los puntos de vista interpretativos referentes al orden jurídico.

En base a ello los conceptos de certeza legal, aceptabilidad racional y justificación se

encuentran situados uno junto a otros (18). El proceso de interpretación constituye la faz

normativa del proceso de terminación del derecho, es decir de concreción de la adecuada

solución de una situación mediante un acto del poder público. Este proceso requiere de un

cotejo de los distintos argumentos con las razones a favor de una u otra solución, con miras

a encontrar una solución razonable para el asunto. También se ha dicho que la

razonabilidad consiste en una valoración axiológica de justicia, que nos muestra lo que se

ajusta o es conforme a dicho valor, lo que tiene razón suficiente (19). Consecuentemente, el

principio de razonabilidad constituye un juicio de constitucionalidad sobre la visión o

lectura axiológica que el poder público debe dar a la realidad cuando ejerce sus funciones

(20). Como garantía excluye la arbitrariedad, prohíbe la desproporcionalidad y delimita la

discrecionalidad. Puede calificársele de "requisito material" de validez de los actos

públicos.

El principio de razonabilidad se compone de cinco sub principios. En base a ello, todo acto

público debe: (i) ajustarse a la constitución y la ley; (ii) estar debidamente fundamentado;

(iii) cumplir con un juicio de adecuación; (iv) con un principio de necesidad; y, (v) con un

juicio de proporcionalidad, stricto sensu.

En primer lugar, el principio de razonabilidad exige la concordancia de los actos del poder

público con el plexo axiológico de la Carta Magna y con la ley (21). Esto se denomina

también razonabilidad normativa (22). Por ello se considera razonable todo acto que no se

traduzca en una violación de la constitución o la ley, o en la desnaturalizacion de sus

preceptos (23). Nuestra jurisprudencia estima que los actos públicos se presumen

constitucionales en tanto y en cuanto, mediante una interpretación razonable de la

constitución, puedan ser armonizados con ésta (24).

En segundo lugar, los actos públicos deben contar con suficiente fundamentación. Como la

noción de razonabilidad pertenece a la deontología del derecho, impone un determinado

criterio de justificación del mismo (25). La aplicación de las normas no se agota en la

subsunción, sino que exige en gran medida valoración de quienes las aplican (26). Ello es

así pues el derecho en tanto tal no es siempre una razón suficiente (27). Las leyes mismas,

en todas las ramas del derecho, se hallan construidas de modo tal que las autoridades

competentes no encuentran y fundamentan sus decisiones mediante la subsunción bajo

firmes conceptos jurídicos cuyo contenido se revela con certeza a través de la

interpretación, sino que tienen que valorar autónomamente, decidir y disponer.

Consecuentemente el principio de razonabilidad exige que toda decisión de autoridad que

crea, reglamenta o aplica normas jurídicas cuente con suficiente fundamentación, en

términos conceptualmente claros y consistentes, tanto como que observe al mismo tiempo

las reglas de la lógica y las cargas de argumentación, así como las exigencias impuestas por

la con¬sistencia y la coherencia.

En tercer lugar, el sub-principio de adecuación, o de idoneidad, exige que todo acto público

tenga un fin, tanto como que la medida adoptada por el mismo sea adecuada para

alcanzarlo, o en otras palabras, que sea capaz de causar su objetivo (28). Impone la

obligación de que el acto cuente con una debida razonabilidad técnica, al exigir que

contenga una apropiada adecuación entre los fines postulados por éste y los medios que

planifica para conseguirlos (29). Además, el fin debe tener relevancia social y ajustarse a la

ley. El análisis de la adecuación debe hacerse de manera abstracta, si es que en general los

medios no logran el fin, o en el caso concreto, si para tal situación, o para tal sujeto, el acto

resulta inadecuado (30). En este sesgo, por ejemplo fueron declaradas inconstitucionales

leyes en que los medios implementados no se adecuaban a los objetivos cuya realización

procuraban (31); o, en que dichos medios no se adecuaban a los fines que requirieron su

sanción (32); o, cuando no mediaba correspondencia entre las obligaciones que se imponían

y los propósitos que se buscaban alcanzar (33).

La doctrina exige además que toda medida tomada mediante un acto público cumpla con un

juicio de necesidad, llamado también de indispensabilidad (34). Este requiere demostrar

que no exista otra medida que, consiguiendo en términos similares el objeto perseguido,

resulte menos gravosa o restrictiva (35). Es necesario que el medio para alcanzar el objeto

resulte idóneo y menos gravoso en orden a los derechos y libertades que restringe (36).

Consecuentemente, se recomienda la adopción de la alternativa menos gravosa o restrictiva

de los derechos, o al menos aquella igualmente restrictiva que las alternativas. Con ello se

excluyen las medidas que no puedan implementarse por ejemplo ante imposibilidades

técnicas o ante costos excesivos. La jurisprudencia Argentina se opone a la aplicación de

este sub-principio, bajo el argumento de que la elección de los medios convenientes

corresponde a quien ostenta el ejercicio de los poderes constitucionales, y si los mismos son

razonables y no desconocen las garantías o las restricciones contenidas en la constitución,

no pueden ser revisados por el Poder Judicial, el cual carece de competencia para juzgar

sobre el acierto, oportunidad o conveniencia de los actos de otros poderes públicos, sino

solo sobre su legalidad (37). Sin embargo, la doctrina consideró estas conclusiones como

un desacierto (38). En sentido opuesto a la posición Argentina nuestra jurisprudencia

sostiene que los actos públicos deben responder al sub-principio de necesidad (39). En

España también se entiende que los actos públicos deben ser necesarios en el sentido de que

no exista otra medida más moderada para la consecución del propósito perseguido con

igual eficacia (40). En Alemania también se considera que toda medida del poder público

debe ser necesaria o imprescindible al no haber otra medida menos restrictiva de los

derechos afectados, es decir, por ser el medio más suave y moderado de entre todos los

posibles (41). En América Latina otros países siguen un sesgo similar. En Perú se sostiene

que toda injerencia en los derechos fundamentales debe ser necesaria, por lo que no debe

existir otra medida igualmente efectiva y adecuada para alcanzar el objetivo deseado, que

suponga una menor restricción para el derecho fundamental o una menor carga para el

titular (42). Venezuela también mantiene que toda intervención en los derechos

fundamentales debe ser la más benigna con el derecho intervenido, entre todas aquéllas que

revisten por lo menos la misma idoneidad para contribuir a alcanzar el objetivo propuesto

(43).

Por último, debe establecerse si la medida tomada por un acto público es proporcionada

stricto sensu. Para ello debe determinarse si guarda una relación razonable con el fin que se

procura alcanzar (44). De modo a establecer que se estima razonable para este objeto, los

fallos concretan el juicio en un balance entre las ventajas y desventajas de la medida,

considerándola razonable si supone un costo justificado en relación con los beneficios

obtenidos (45). Es necesario cuantificar y calificar, de alguna forma, los medios con

respecto a los fines que se persiguen alcanzar de modo a entrever la proporción que debe

existir entre los costos y los beneficios, y así brindar razones para ello (46). Los beneficios

siempre deben ser superiores a los costos, pues de lo contrario la medida no tiene razón de

ser. No debe llevarse a cabo un simple análisis cuantitativo, sino considerar todos los

factores involucrados, como por ejemplo: costos económicos, sujetos alcanzados y

beneficiados, prolongación de la medida en el tiempo y el espacio, y otros.

También vale mencionar que se considera que el principio de razonabilidad equivale a la

garantía del debido proceso sustantivo (substantive due process of law), del derecho

anglosajón (47). Persigue resguardar el valor justicia en el contenido de todos los actos del

poder. Constituye una garantía constitucional contra la irrazonabilidad y la arbitrariedad en

su ejercicio (48). De allí que todo acto de autoridad requiere para su validez no sólo haber

sido promulgado por órganos competentes y procedimientos debidos, sino también pasar la

revisión de fondo por su concordancia con las normas, principios y valores supremos de la

constitución (formal y material), como orden, paz, seguridad, justicia, libertad, etc., que se

constituyen en patrones de razonabilidad. Es decir, que un acto público, como una ley,

resolución administrativa o judicial, es válido cuando, además de su conformidad formal

con la constitución, esté razonablemente fundado y justificado según su ideología. De esta

forma se procura no sólo que los actos públicos no sean irracionales, arbitrarios o

caprichosos, sino además que los medios escogidos tengan una relación real y sustancial

con su objeto. La razonabilidad se impone como requisito de su propia validez

constitucional (49). Por tanto, el concepto del debido proceso, garantizado por el artículo 17

de la CN, comprende el del principio de razonabilidad, entendido como la concordancia de

todos los actos de autoridades públicas con las normas, principios y valores del derecho de

la ley fundamental.

3. Forma en que la transgresión del principio de razonabilidad invalida actos públicos

Conforme al artículo 137 de la CN, carecen de validez todas las disposiciones o actos de

autoridad opuestos a lo establecido en la Carta Magna. Por ello se exige que el juicio

constitucional de razonabilidad opere solo mediante una disposición iusfunda-mental que le

sirva de base, con lo cual constituye un instrumento metodológico para concretar los límites

que las propias disposiciones constitucionales imponen al poder público (50).

Nuestra ley fundamental no consagra expresamente el principio de razonabilidad como

garantía. Sin embargo, nuestra jurisprudencia ha determinado que dicho principio tiene

como finalidad preservar el valor justicia, incorporado formalmente a la constitución, al

determinar el preámbulo que su promulgación tiende entre otras cosas a asegurar la justicia

(51). Esta última se define como la virtud por la cual las acciones se dirigen hacia el bien

común (52). Por ello la garantía de justicia determina que todo acto público debe ser justo,

o "razonable" en lo que manda y en lo que prohíbe (53).

El artículo 45 de la CN, que asegura el reconocimiento de derechos y garantías no

enunciados, también permite el reconocimiento de la garantía de razonabilidad de los actos

del poder público (54). La doctrina es clara en cuanto a que el plexo de derechos y garantías

no enumerados en el texto constitucional que emanan de la soberanía del pueblo y de la

forma republicana de gobierno respaldan el principio de razonabilidad (55).

Además, según doctrina la libertad, como uno de los valores superiores del estado de

derecho, garantizada en el artículo 9 de la CN, reclama la prohibición de exceso respecto de

las injerencias o intervenciones estatales, y por ende exige los actos públicos se ajusten a un

juicio de razonabilidad (56). La jurisprudencia comparte esta posición al sostener que la

libertad implica ausencia de restricciones arbitrarias (57). Como la arbitrariedad es lo

opuesto a la razonabilidad, se interpreta que el respeto a la libertad también requiere una

ausencia de restricciones irracionales.

Asimismo, la jurisprudencia es clara en cuanto a que la defensa en juicio, garantizada por el

artículo 16 de la CN, comprende la posibilidad de obtener en el proceso una sentencia que

sea derivación razonada del derecho vigente (58).

Además, el principio de razonabilidad se considera un elemento del debido proceso,

garantizado por el artículo 17 de la CN (59). La doctrina es clara al determinar que los

órganos jurisdiccionales deben preservar las garantías del proceso, y aplicar el principio de

razonabilidad en cada una de las decisiones que adopten (60).

Por ello tanto el Congreso como el Presidente de la República, tanto los funcionarios

administrativos como los integrantes del Poder Judicial, están constitucionalmente

obligados a cumplir sus conductas mediante actos razonables, que resistan una estimativa

axiológica y capaces de ser compartidos por el hombre común (61).

En base a lo expuesto, como el principio de razonabilidad cuenta con suficiente respaldo

constitucional, la jurisprudencia considera que el control de constitucionalidad alcanza a la

razonabilidad de los actos públicos (62). Para determinar y decidir la conformidad y

adecuación de los actos del Estado con la Carta Magna, ésta, en su letra y espíritu impone

la regla de la razonabilidad (63). Toda actividad estatal para ser constitucional debe ser

razonable. Precisamente, el principio de razonabilidad se reconoce por la posibilidad de

extinguir por motivos de ilegitimidad actos públicos adoptados de manera irrazonable (64).

El principio de razonabilidad junto con el de legalidad sustentan la estructura de limitación

del poder (65).

Seguidamente veremos como la transgresión del principio de razonabilidad es capaz de

invalidar leyes, actos administrativos y resoluciones judiciales.

3.1 Control de Razonabilidad de Leyes

Nuestra constitución incorpora diversos tipos de normas a nuestro ordenamiento positivo.

Normas declarativas, son aquellas que formulan simples proclamaciones (66). Por ejemplo

"...La República del Paraguay es para siempre libre e independiente..."(67). Normas

operativas son aquellas reglas constitucionales cuya redacción permite la aplicación

inmediata de sus principios sin necesidad de una ley reglamentaria (68). Las normas

programáticas, también denominadas imperfectas o incompletas, son reglas no

autoaplicativas o no autooperativas, pues requieren el dictado de leyes o reglas ordinarias

complementarias o reglamentarias para operar (69). Algunas veces la constitución define

claramente a la norma programática, ya que condiciona su eficacia al dictado de una norma

ordinaria. Siempre que el Congreso dicta leyes ordinarias de rango inferior a la constitución

está obligado a interpretarla, ajustándose a la misma de modo razonable (70). En éste sesgo,

la jurisprudencia es clara al determinar que el Congreso puede establecer la legislación que

considere conveniente, con el límite de que la misma sea razonable y no desconozca las

garantías individuales o las restricciones que la misma constitución contiene para proteger

los derechos fundamentales (71).

La corriente continúa sosteniendo que toda ley que reglamente derechos reconocidos por la

constitución debe ser razonable (72). La reglamentación o limitación del ejercicio de los

derechos individuales constituye una necesidad que deriva de la conveniencia social.

Reglamentar un derecho equivale a limitarlo, en el sentido de hacerlo compatible con el

derecho de los demás dentro de la comunidad y con los intereses de la sociedad.

Reglamentar o limitar necesariamente trae consigo establecer determinadas condiciones

para el ejercicio del derecho constitucional involucrado. Esto en realidad implica una

reducción en el número de individuos que pueden acceder al mismo, o bien una restricción

general al ejercicio de determinados derechos. De allí que toda reglamentación de los

derechos constitucionales mediante una ley inferior debe respetar el principio de

razonabilidad, que a su vez le sirve de límite (73).

Los fallos son claros al determinar que las leyes son susceptibles de cuestionamiento

constitucional cuando resultan irrazonables o sea, cuando los medios que arbitran no se

adecuan a los fines cuya realización procuran, o cuando consagran una manifiesta iniquidad

(74). Precisamente, el principio de razonabilidad debe cuidar especialmente que las normas

legales mantengan coherencia con las reglas constitucionales durante su lapso de vigencia,

de modo que su aplicación concreta no contravenga lo establecido en la ley fundamental.

Ahora, debe tenerse presente que la declaración de inconstitucionalidad de una disposición

legal es un acto de suma gravedad institucional, ya que las leyes debidamente sancionadas

y promulgadas, esto es, dictadas de acuerdo con los mecanismos previstos en la

constitución, gozan de una presunción de legitimidad que opera plenamente, y que obliga a

ejercer dicha atribución con sobriedad y prudencia, únicamente cuando la repugnancia de la

norma con la clausula constitucional sea manifiesta, clara e indudable (75). El Poder

Judicial, al ejercer el elevado control de constitucionalidad, debe imponerse la mayor

mesura, mostrándose tan celoso en el uso de sus facultades como del respeto que la

constitución le asigna, con carácter privativo, a los otros poderes.

Por ello la jurisprudencia es pacifica al determinar que para que una ley debidamente

sancionada y promulgada sea declarada ineficaz por razón de inconstitucionalidad, se

requiere que las disposiciones de la primera sean absolutamente incompatibles con las de la

constitución, pues lo contrario implica desequilibrar el sistema institucional de los tres

poderes, fundado, no en la posibilidad de que cada uno de ellos actué obstruyendo la

función de los otros, sino que lo haga con la armonía que exige el cumplimiento de los fines

del Estado (76). Ninguna ley debidamente sancionada y promulgada puede ser declarada

ineficaz por razón de inconstitucionalidad, salvo que sus disposiciones sean absolutamente

incompatibles con la constitución (77). Así lo exige el respeto que se debe a los altos

poderes que concurren a la formación de las leyes. Solo cabe formular la declaración de

inconstitucionalidad de un precepto de jerarquía legal cuando un acabado examen del

mismo conduce a la convicción cierta de que su aplicación conculca los derechos o

garantías comprometidos (78).

El pronunciamiento que se dicte como consecuencia de una acción de inconstitucionalidad

contra una ley en base a su contravención al principio de razonabilidad produce la

inaplicabilidad de la norma para el recurrente, negando su aplicación al caso concreto, pero

no deroga la disposición cuestionada (79). Sus efectos no son erga omnes sino limitados a

las partes, conservando la norma su vigencia formal, pues por aplicación de la doctrina de

la división de poderes solo puede ser dejada sin efecto por el Congreso, quien la sancionó

(80). Según doctrina en nuestro país, en base al artículo 137 de la CN, que establece todas

las disposiciones contrarias a la constitución carecen de validez, hubieron fallos que

determinaron la declaración de inconstitucionalidad tiene efectos derogatorios de la ley

(erga omnes) (81). Sin embargo, se estima que ello viola el principio de separación e

independencia de los poderes del Estado. Este reparte las atribuciones de la autoridad y

regula su acción en función de la preservación de la libertad, atribuyendo a los distintos

órganos facultades determinadas, necesarias para la efectividad de las funciones que les

asigna, y asegura una relación de equilibrio, fijando órbitas de actividad y límites de

autonomía, que al margen de su separación externa, no dejan de estar vinculados por su

natural interrelación funcional (82). Equilibra y armoniza las fuerzas mediante una serie de

frenos y contrapesos, sin que por ello deje de existir entre ellas una necesaria coordinación.

Se trata de una distribución de funciones que impide la concentración del ejercicio del

poder (83).

Teniendo en cuenta los principios enunciados, en nuestro país por ejemplo se declaró

inconstitucional e inaplicable la obligación de que las entidades bancarias y financieras

absorban los costos y gastos del funcionamiento de las tarjetas de crédito en el mercado,

impuesta por la última parte del artículo 1 de la Ley 1.940/02 "Que establece las Tasas de

Interés por la Utilización de las Tarjetas de Crédito", pues como los mismos son generados

en el marco de la prestación de dicho servicios, de carácter oneroso, es irracional impedir

que el prestador no pueda resarcirse de ellos (84).

Consecuentemente: si una ley desnaturaliza preceptos constitucionales, vulnerando por

ejemplo el derecho a la propiedad privada (art. 109 CN); o, carece de motivación o

fundamentos suficientes; o, no contiene una debida adecuación entre los fines que persigue

y los medios establecidos para alcanzarlos, yendo a un extremo, por ejemplo de buscar una

ley erradicar la tuberculosis e imponer el sacrificio de las personas enfermas, lo cual a su

vez contraviene el derecho a la vida (art. 4 CN); o, si el objeto perseguido puede alcanzarse

a través de una alternativa menos gravosa o restrictiva, por ejemplo si implementa un

impuesto temporal, pero faculta sine die a la autoridad tributaria a acceder a información de

los contribuyentes protegida por el secreto bancario, cuando que es suficiente limitar esto al

tiempo de vigencia del impuesto (85); o, si no guarda una relación razonable con el objeto

que persigue, imponiendo un costo excesivo en relación a los beneficios que pueden

obtenerse, por ejemplo de restringir la autonomía territorial de un municipio sin que en

contraprestación se generen beneficios como consecuencia de proyectos concurrentes

implementados por la medida, con lo cual transgrede el principio de razonabilidad, la

persona afectada puede cuestionar su constitucionalidad, de modo a que sea declarada

inaplicable en su beneficio.

3.2 Control de Razonabilidad de Actos Administrativos

Compete al Poder Ejecutivo la reglamentación de las leyes junto con su ejecución, y la

administración que tiene ese mismo objeto (86). Ello es así conforme a los incisos (3) y (1)

del artículo 238 de la CN.

La administración constituye la actividad permanente, concreta y práctica del Estado que

tiende a la satisfacción inmediata de las necesidades de los ciudadanos (87). En éste marco,

actos administrativos son todos los actos dictados por el poder público en el ejercicio de la

administración, dentro de las facultades que la ley le confiere, debidamente motivados,

respetando las formalidades legales establecidas para el efecto (88). Aquellos dictados en el

ejercicio de la función administrativa, sin interesar que órgano la ejerce (89). Tienen

sustancia administrativa, y crean situaciones generales, sean ellas abstractas, impersonales,

individuales, subjetivas o concretas (90).

Los actos administrativos abarcan actuaciones y declaraciones administrativas unilaterales

y bilaterales, individuales y generales, con efectos directos e indirectos (91). Es decir que

todo el obrar jurídico administrativo se considera acto administrativo. En un sentido amplio

se entiende además que pueden existir actuaciones materiales denominadas actos

administrativos, como actuaciones interadministrativas o meros actos, reglamentos y

contratos. Ello también se extiende a hechos o acciones materiales que traducen la voluntad

de la administración en ejercicio de sus atribuciones. En éste supuesto, los hechos o

acciones materiales involucrados se rigen por las mismas reglas que aplican a los actos

administrativos, de ser ello posible.

El poder público debe ejercerse de modo que satisfaga las necesidades e intereses de la

población, por ser éste el fin de la actividad del Estado (92). Por eso es que al derecho le

interesa siempre cómo actúa la administración para alcanzar sus fines. Entre las normas

legales que disciplinan y regulan todo lo atinente a la actividad de la administración, se

encuentran las denominadas normas referentes al contenido del acto. Estas se refieren y

consideran lo relativo a la voluntad administrativa y más precisamente a la correlación

requerida entre la voluntad expresada y la finalidad perseguida con el acto emitido. La

violación de éste tipo de normas implica para la administración haber excedido los

respectivos límites puestos a su actividad. En éste sesgo, la doctrina es clara en cuanto a

que todos los actos administrativos deben contar con un fundamento de legalidad, y a la vez

de razonabilidad o justicia, fundamento este último que rige tanto para la actividad reglada

como para la discrecional (93). En este sentido, la teoría del estado de derecho requiere que

los actos administrativos, como los decretos del Poder Ejecutivo, y las resoluciones y los

actos discrecionales de los entes públicos, sean objeto de control jurisdiccional, de modo a

determinar si su contenido se ajusta a los lineamientos del principio de razonabilidad (94).

Este, al exigir que los actos estatales cuenten con un contenido justo, razonable y valioso,

completa e integra la legitimidad, dejando la ley formal de ser así el único fundamento de

validez de los actos estatales (95). A continuación explicaremos como la transgresión del

principio es capaz de afectar cada uno de los actos referidos.

Mediante decretos y resoluciones administrativas se ejercen facultades reglamentarias.

Reglamentar el ejercicio de los derechos conlleva siempre la imposición de límites, bajo

forma de obligaciones y prohibiciones, que deben estar establecidas o autorizadas por ley

(96). La administración solo actúa secundum legem, aún en ejercicio de su actividad

discrecional (97).

El Presidente de la Republica puede reglamentar leyes mediante decretos (98). La

jurisprudencia es clara en cuanto a que cuando se ejerce esta potestad no puede alterarse el

espíritu de las leyes (99). La reglamentación legislativa está condicionada por la necesidad

de armonía y orden con el ejercicio de los derechos, de defender y fomentar la salud, la

moralidad, la seguridad, la conveniencia publica y el bienestar general. La medida de los

intereses y principios de carácter público a tutelar debe determinar la medida de las

regulaciones en cada caso. Asimismo, la reglamentación legislativa no debe ser infundada o

arbitraria sino razonable, es decir, justificada por los hechos y las circunstancias que le

dieron origen y por la necesidad de salvaguardar el interés público comprometido (100).

Asimismo, debe tener una adecuada proporción en relación a los fines que se busca

alcanzar con ella.

En cuanto a la fundamentación legal requerida para los decretos y actos administrativos

formales, que constituye un elemento del principio de razonabilidad, el considerando debe

exponer las disposiciones legales y constitucionales en los que se basan (101). Si la cita es

obvia, basta una referencia vaga, o incluso puede ser omitida.

Los actos administrativos además deben estar motivados. La motivación consiste en la

exteriorización de las razones que justifican y fundamentan la emisión de un acto,

referentes tanto a las circunstancias de hecho y de derecho (causa) como al interés público

que se busca mediante el acto (finalidad) (102). Aparece como una necesidad tendiente a la

observancia del principio de legalidad en el obrar público. Desde el punto del administrado

traduce una exigencia fundada en la idea de una mayor protección de los derechos

individuales, ya que de su cumplimiento depende que las personas puedan conocer de

manera efectiva y clara los antecedentes y razones que justifiquen la emisión del acto. En

los actos formales debe constar en su propio texto.

Dentro del concepto de administración también está comprendida la actividad discrecional

(103). Existen supuestos en los que la ley autoriza a quien debe aplicar concretamente la

norma a los casos concretos a llevar a cabo una estimación subjetiva que completa el

cuadro legal y condiciona el ejercicio para ese supuesto de la potestad atribuida

previamente o de su contenido particular, al no imponerle anticipadamente la conducta que

debe seguirse (104). La estimación subjetiva o discrecional por parte de la administración

sólo puede resultar consecuencia de la ley, que configura una potestad y la atribuye a la

administración con ese carácter, presentándose así siempre como libertad de apreciación

legal, nunca extralegal o autónoma.

Cuando se ejercen facultades discrecionales los actos también deben estar debidamente

motivados, es decir, la autoridad debe apreciar aunque sea sucintamente los hechos que le

llevan a tomar la medida confiada por ley a su arbitrio, a fin de que las personas afectadas,

o en su caso los tribunales, no tengan dudas respecto a la razonabilidad y juridicidad de la

medida adoptada (105). El principio de razonabilidad delimita la discrecionalidad de los

poderes públicos (106).

Consecuentemente: cualquier acto administrativo, como un decreto o una resolución, que

carezca de una debida fundamentación o motivación; o, que carezca de una apropiada

adecuación entre los fines que persigue y los medios a través de los cuales pretende

alcanzarlos; o de existir otra medida capaz de alcanzar el objeto que el acto persigue

causando menos gravámenes o restricciones, por ejemplo si con el fin de proteger al

consumidor prohíbe la venta de productos con ciertos componentes que pueden causar

alergias, como maíz, lácteos o gluten, cuando que obligar a que las etiquetas indiquen sus

componentes es igualmente idóneo para brindar protección; o, si no existe una debida

proporción entre las ventajas y desventajas de la medida que un acto adopta, éste puede ser

anulado a pedido de la persona afectada ante la transgresión del principio de razonabilidad.

3.3 Control de Razonabilidad de Resoluciones Judiciales

Resoluciones judiciales, en sentido lato, son todas aquellas declaraciones emanadas de los

órganos judiciales (y excepcionalmente de los secretarios) que producen una determinada

consecuencia jurídica a los restantes sujetos del proceso (107). Estas se dictan en forma de

providencias, autos interlocutorios y sentencias definitivas (108). Su idoneidad y

posibilidad jurídica constituyen requisitos objetivos de su validez. Se consideran idóneas si

su contenido se adecua a la petición o al tema considerado por el órgano judicial y resultan,

además, coherentes (no autocontradictorias) en sus declaraciones (109). Se estiman

jurídicamente posibles cuando su pronunciamiento, en el caso concreto, no está vedado por

ley (razonabilidad normativa). La doctrina es clara en cuanto a que los órganos del Poder

Judicial deben aplicar el principio de razonabilidad en cada una de las decisiones que

adopten (110). Nuestra jurisprudencia sigue un sesgo similar al determinar que toda

actividad estatal, como la judicial, para ser constitucional debe ser razonable (111). Ahora,

como puede una transgresión al principio de razonabilidad invalidar una resolución judicial.

Las providencias son resoluciones que tienden al desarrollo del proceso o a ordenar actos

de mera ejecución, por lo cual no necesitan formalidades especiales ni sustanciación previa

(112). Se dictan sin necesidad de contradicción anterior (efectiva o legalmente prevista)

entre las partes o entre cualquiera de éstas y un tercero (113). Solo requieren

fundamentación cuando causan gravamen irreparable (114). Esto último sucede cuando

generan un perjuicio no susceptible de repararse por los medios de impugnación en el curso

posterior del proceso o en la sentencia, por ejemplo cuando impiden o extinguen el

ejercicio de una facultad o derecho procesal, imponen el cumplimiento de un deber, o

aplican una sanción. A modo de ilustración, las providencias, entre otras cosas, tienen por

interpuestas acciones y confieren traslado a la adversa, disponen la apertura de una causa a

prueba o el diligenciamiento o agregación de una prueba, o fijan fechas para audiencias. Se

trata de resoluciones que el órgano jurisdiccional puede dictar de oficio o proveyendo a

peticiones que no requieren vista o traslado a la adversa.

Consecuentemente, cualquier providencia que no requiera fundamentación que:

contravenga la constitución, por ejemplo violando el derecho a la defensa (art. 16 CN) o el

debido proceso (art. 17 CN), o la ley, citando por ejemplo a declarar a testigos excluidos

por el artículo 315 del Código Procesal Civil ("CPC"); o, que se estime no apta para causar

su objetivo, ordenando por ejemplo un reconocimiento corporal compulsivo; o, que resulte

demasiado gravosa o restrictiva, cuando que el mismo objeto puede alcanzarse por otro

medio, por ejemplo de exigir un testigo comparezca a declarar aún estando imposibilitado,

cuando puede tomársele la declaración en su domicilio (art. 324 CPC), puede ser anulada

por arbitraria, ante la transgresión del principio de razonabilidad. La jurisprudencia es clara

en cuanto a que la arbitrariedad de las providencias trae consigo su nulidad (115).

Las mismas causales aplican a las providencias que requieren fundamentación, pero a ellas

se suma que la falta de la misma también trae consigo su nulidad, ante su arbitrariedad.

Nuestra jurisprudencia es terminante al establecer que la doctrina de la arbitrariedad

persigue proteger a quienes recurren al Poder Judicial ante decisiones que no tienen otro

fundamento que la voluntad de sus autores (116). El sustento de la declaración de

arbitrariedad está en la gravedad de la lesión al servicio de justicia por la magnitud del

desacierto de una decisión. Toda resolución judicial debe ser una derivación razonada que

respete los hechos y el derecho debatidos en la causa. Es una obligación fundamental en un

sistema jurisdiccional democrático. La motivación adecuada de las resoluciones es la mayor

garantía de que la administración de justicia cumple con los postulados del Estado de

Derecho. La doctrina de la arbitrariedad tiende a resguardar la garantía de la defensa en

juicio (art. 16 CN) y el debido proceso (art. 17 CN), exigiendo que las resoluciones

judiciales sean fundadas y constituyan una derivación razonada del derecho vigente, con

aplicación a las circunstancias comprobadas de la causa. Atiende a supuestos en los que se

verifica un apartamiento evidente de la solución prevista por la ley o una absoluta carencia

de fundamentación, con vulneración de garantías constitucionales (117). Se sostuvo por

ejemplo que una providencia que rechazó un pedido de embargo preventivo sin

fundamentación era nula (118). El fallo citado consideró también que la resolución era

arbitraria por privar al titular de un crédito de las garantías para cobrarlo en su momento.

En cuanto a los autos interlocutorios, estos resuelven conflictos suscitados en el marco del

proceso, por lo cual requieren sustanciación y fundamentos (119). Su pronunciamiento

debe precederse de una contradicción (efectiva o legalmente prevista) entre los partícipes

del pleito (120). La doctrina es clara en cuanto a la obligación de que enuncien sus

fundamentos, es decir que invoquen las normas o principios jurídicos que aplican a la

controversia resuelta, tanto como que justifiquen porque lo hacen (121). No es necesario

que refieran los denominados resultandos, o sea la relación de las cuestiones planteadas por

las partes y sometidas a pronunciamiento. Entre otras cosas, su validez está condicionada a

que guarden conformidad con las cuestiones articuladas por ambas partes en sus escritos

referentes a la controversia incidental involucrada, y a una adecuada congruencia interna.

Este tipo de resoluciones, por ejemplo, resuelven excepciones previas, recusaciones con

causa, acuses de negligencia en la producción de pruebas, e incidentes suscitados en el

marco del proceso en general.

Consecuentemente, cualquier auto interlocutorio: que contravenga principios

constitucionales, como la defensa en juicio (art. 16 CN), o el debido proceso (art. 17 CN), o

la ley; o que carezca de una adecuada fundamentación, omitiendo referir sucinta pero

concisamente los hechos del incidente y por que aplica las normas empleadas a los mismos;

o que resulte inadecuado para lograr su objeto, por ejemplo si ordena un embargo sobre

bienes de un deudor por un monto superior a la deuda que se le reclama; o que arbitre un

fin que hubiere podido alcanzarse mediante una alternativa parecida pero menos gravosa,

por ejemplo ordenando el secuestro de un bien cuando su embargo hubiere bastado, puede

ser anulado por transgredir el principio de razonabilidad.

En cuanto a las sentencias, la ley exige que estas consideren las cuestiones de hecho y de

derecho referentes al objeto del juicio, y que estén debidamente fundamentadas (122). En el

sesgo de que irrazonabilidad equivale a arbitrariedad, la jurisprudencia ha determinado que

una sentencia arbitraria importa un desconocimiento del orden constitucional (123). Si bien

no existen parámetros legales u objetivos que permitan precisar la tipificación de una

sentencia arbitraria ante su irrazonabilidad, se otorga éste carácter a aquellas: que

prescinden de la ley aplicable al caso sin razón valedera; cuya fundamentación argumental

o de derecho es autocontradictoria; que deciden en contra de lo que expresamente establece

la ley; que carecen de fundamento legal; que se basan sobre afirmaciones dogmáticas sin

respaldo normativo; que se basan sobre criterios excesivamente genéricos cuando están en

vigencia normas específicamente aplicables al caso; que se basan sobre una interpretación

arbitraria de las normas aplicables al caso; y, sentencias en las cuales no se efectuó una

interpretación razonable y global del ordenamiento legal (124).

En este sentido, nuestra jurisprudencia es clara en cuanto a que la doctrina de la

arbitrariedad por irracionalidad no ha sido concebida para corregir sentencias equivocadas

o que se estimen como tal por el recurrente (125). Atiende solo a supuestos de gravedad

extrema en los que se verifica un apartamiento evidente de la solución prevista por la ley

(razonabilidad normativa) o una absoluta carencia de fundamentación, con vulneración de

garantías constitucionales (126).

Toda sentencia en la cual el órgano jurisdiccional no da una razón valedera para concluir

como lo hizo y aún más si prescinde de las demás constancias de autos para la solución

legal y propicia de un juicio, es arbitraria (127). La violación del deber de fundamentación

suficiente, coherente y racional de la sentencia constituye un vicio in cogitando que trae

consigo su nulidad.

Los fallos son pacíficos al determinar que el incumplimiento del deber jurisdiccional de

cumplir con los principios de razonabilidad, coherencia y sana crítica trae consigo la

descalificación de una sentencia como acto judicial por ser arbitraria (128). Si el análisis de

los diversos elementos de juicio presentados en una causa se lleva a cabo de modo parcial e

incompleto, el fallo consecuente es nulo.

La jurisprudencia también considera que la defensa en juicio y el debido proceso,

garantizados respectivamente por los artículos 16 y 17 de la CN, incluyen la posibilidad de

obtener en una causa una sentencia que sea derivación razonada del derecho vigente, por lo

cual de no tener ello lugar, la sentencia resulta arbitraria y por ende nula (129). La

necesidad de fundamentar toda sentencia tiene su raíz en la constitución, resultando su falta

la principal fuente de arbitrariedad (130).

Según revela la corriente jurisprudencial expuesta, los fallos centran la declaración de

nulidad de sentencias ante su irrazonabilidad en la ausencia o deficiencia de sus

fundamentos de hecho y de derecho. Precisamente, la motivación como actividad actúa

como mecanismo de autocontrol a través del cual el Poder Judicial no debe dictar

sentencias que no pueda justificar (131). Esto significa que en la práctica las decisiones

adoptadas vienen condicionadas por las posibilidades de justificación que presenten.

Consecuentemente, toda sentencia que carezca de adecuados fundamentos de hecho y de

derecho, o que viole garantías constitucionales como la propiedad privada (art. 109 CN), la

defensa en juicio (art. 16 CN), o el debido proceso (art. 17 CN), o la ley, puede ser anulada

ante su irrazonabilidad. Sin embargo, consideramos la misma medida puede aplicarse a:

sentencias que no sean capaces de cumplir su objetivo, como por ejemplo de exigir

reincorporar a un cargo a una persona fallecida; o, si existe otra medida similar a la

condena impuesta en una sentencia que en términos menos gravosos es capaz de conseguir

en términos parecidos el objeto perseguido, puede ser anulada por contravenir el principio

de razonabilidad.

4. Conclusión

Según se ha visto, el principio de razonabilidad consiste en la exigencia de que el poder

público adecue sus actos a la obtención de los fines perseguidos por éstos, de modo a que

los medios no aparezcan como infundados o arbitrarios, es decir no proporcionados a las

circunstancias que los motivan y a los fines que se persigue alcanzar con ellos. La

razonabilidad equivale a un estándar valorativo, que requiere interpretación fundamentada,

y permite escoger entre varias posibilidades, más o menos restrictivas de los derechos, en

tanto exista una adecuada proporción entre el objeto de un acto público, como una ley, un

decreto o resolución administrativa o judicial, y la restricción que el mismo impone a los

derechos involucrados. Constituye un juicio de constitucionalidad, con suficiente respaldo

en varias disposiciones de la Carta Magna, sobre la visión o lectura axiológica que el poder

público debe dar a la realidad cuando ejerce sus funciones.

En la práctica, el principio de razonabilidad, dividido en cinco sub principios, explicados en

el presente trabajo, opera como un control de constitucionalidad de toda la actuación del

Estado sobre la base de la exigencia de razonabilidad que los actos del poder público deben

guardar. Se trata no ya de un juicio de competencia o de legitimidad de origen, sino de

legitimidad del contenido de los actos públicos. Tiene el efecto de moderar y limitar estos

actos, de manera a que sean razonables y justos, pues el poder del Estado no es ilimitado,

debiendo respetar la constitución, tanto en los fines buscados como en los medios

escogidos, y deben guardar, unos y otros, una relación de razonabilidad.

Consecuentemente, como el principio de razonabilidad cuenta con suficiente respaldo

constitucional para sustentar la estructura de limitación de poder, el control de

constitucionalidad alcanza a la razonabilidad de los actos públicos, como leyes, decretos y

resoluciones administrativas y judiciales, y puede extinguirlos por motivos de ilegitimidad

en caso de haber sido dictados en contravención a cualquiera de los elementos que

componen el principio.

5. Bibliografía

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(6) "Retamoso Manuel c/ Banco Frances del Rio de la Plata S.A. y/o quien resulte

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Argentina, citando: Gelli, M. A. "La Selección de los Jueces bajo el Parámetro de la

Razonabilidad (El caso del juez Allioto)", en La Ley, suplemento de Derecho

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(7) "Acción de Inconstitucionalidad: Vicente Barreto Oviedo c/ arts. 5, 8 y 18 de la Ley

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(10) Marienhoff, M.S. "Tratado de Derecho Administrativo" Abeledo—Perrot: Buenos

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(11) Aarnius, A. "Lo Racional como Razonable. Un tratado sobre la justificación jurídica"

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Suprema de Justicia, en pleno; publicado en: LLP 2009 (abril), 325.

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(15) Cassagne, J. C. "Derecho Administrativo" Abeledo-Perrot: Buenos Aires (7ª ed.;

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(16) Cianciardo,J. "El principio de razonabilidad. Del debido proceso sustantivo al

moderno juicio deProporcionalidad" Abaco: Buenos Aires (2004), p. 115.

(17) Ekmekdjian, M. "Tratado de Derecho Constitucional" Depalma: Buenos Aires (1995),

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(18) Cianciardo,J. "El principio de razonabilidad. Del debido proceso sustantivo al

moderno juicio de Proporcionalidad" Abaco: Buenos Aires (2004), p. 116.

(19) Bidart Campos, G "Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino" Ediar:

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(20) Piza Escalante, R. y otros "Principios Constitucionales" Investigaciones Juridicas: San

Jose (2008), p. 65.

(21) Ibidem, p. 64.

(22) Sagues, NP "Manual de Derecho Constitucional" Astrea: Buenos Aires (2007), p. 918.

(23) Badeni, G. "Tratado de Derecho Constitucional" La Ley: Buenos Aires (2ª ed.: 2006),

T. I, p. 120

(24) "Acción de Inconstitucionalidad: Vicente Barreto Oviedo c/ arts. 5, 8 y 18 de la Ley

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(25) Fernandez Cruz, J.A. "El Juicio Constitucional de Proporcionalidad de las Leyes

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(26) Alexy, R. "Teoría de la Argumentación Jurídica" Centro de Estudios Constitucionales:

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(27) Aarnius, A. "Lo Racional como Razonable. Un tratado sobre la justificación jurídica"

Centro de Estudios Constitucionales: Madrid (1991), p. 15.

(28) Cianciardo,J. "El principio de razonabilidad. Del debido proceso sustantivo al

moderno juicio de Proporcionalidad" Abaco: Buenos Aires (2004), p. 62/3.

(29) Sagues, NP "Manual de Derecho Constitucional" Astrea: Buenos Aires (2007), p. 918.

(30) Sapag, M. "El principio de Proporcionalidad y de Razonabilidad como Límite

Constitucional al Poder del Estado: un Estudio Comparado" [2008] 17 Díkaion, Revista de

Fundamentación Jurídica, 157, p. 191.

(31) "Maria Leonor Flores y otros v. Argentina Televisora Color L.S. 82 Canal 7 S.A."

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(32) "Ferreri, Irma Nieves v. Altamirano, Restituta." Sentencia del 28/06/88, Corte

Suprema de Justicia de La Nación, Argentina (Fallos 311:1176).

(33) "Callao (Cine) s/ Interposición de Recurso Jerárquico c/ resolución dictada por la

Dirección Nacional del Servicio de Empleo" Sentencia del 22/06/60, Corte Suprema de

Justicia de la Nación, Argentina (Fallos 247:121).

(34) Cianciardo,J. "El principio de razonabilidad. Del debido proceso sustantivo al

moderno juicio de Proporcionalidad" Abaco: Buenos Aires (2004), p. 79.

(35) Fernandez Cruz, J.A. "El Juicio Constitucional de Proporcionalidad de las Leyes

Penales: ¿La Legitimación Democrática como medio para Mitigar su Inherente

Irracionalidad?" [2010] 17:1 Revista de Derecho Universidad Católica del Norte, p. 51/99.

(36) Badeni, G. "Tratado de Derecho Constitucional" La Ley: Buenos Aires (2ª ed.: 2006),

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1998, 544 - LLBA 1999 , 419. "Recurso de hecho deducido por Ricardo G. Rongo, Fiscal

ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Fiscalía Nº 1

en la causa Pupelis, Maria Cristina y otros s/ Robo con Armas — Causa Nº 6.491"

Sentencia del 14/05/91, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Argentina (Fallos 314:

424).

(38) Cianciardo,J. "El principio de razonabilidad. Del debido proceso sustantivo al

moderno juicio de Proporcionalidad" Abaco: Buenos Aires (2004), p. 81.

(39) "Miguel Ángel Mereles Portillo s/ Habeas Corpus Genérico" Ac. y Sent. Nº 793,

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Decoud, Ivanna R. c. Cooperativa de Producción, Consumo, Ahorro, Crédito y Servicio de

Profesionales de la Salud Ltda. (COOMECIPAR LTDA.) s/ Cobro de Guaraníes." Ac. y

Sent. N° 29, 24/04/2012, Tribunal de Apelaciones del Trabajo de Asunción, Sala 1;

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(40) "Recurso de amparo 1.693/1992. Federación de Banca. Seguros y Oficinas de la Unión

General de Trabajadores (FEBASo-UGT) contra Sentencia de la Sala de lo Contencioso-

Administrativo del T.S.J. de Madrid, confirmatoria de resolución de la Delegación del

Gobierno, sobre prohibición de concentración. Supuesta vulneración del derecho de

reunión: prohibición extemporánea no lesiva del derecho." Sentencia 66, 8/5/95, Supremo

Tribunal Constitucional, Sala Segunda, España; publicado en "BOE" Nº 140, 13/6/95, p.

13.

(41) Barnes, J. "Introducción al Principio de Proporcionalidad en el Derecho Comparado y

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(42) "Proceso de Inconstitucionalidad Adolfo Urbina Nizama y Pedro Carrasco Narváez, en

representación de más de cinco mil ciudadanos c/ Congreso de la República" Sentencia del

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(43) "Expediente N° 06-0299" Sentencia del 20/02/06, Tribunal Supremo de Justicia, Sala

Constitucional, Venezuela.

(44) Cianciardo,J. "El principio de razonabilidad. Del debido proceso sustantivo al

moderno juicio de Proporcionalidad" Abaco: Buenos Aires (2004), p. 93/4.

(45) "Pedro Inchauspe Hnos. v. Junta Nacional de Carnes" Sentencia del 1/09/44, Corte

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(48) Sapag, M. "El principio de Proporcionalidad y de Razonabilidad como Límite

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Suprema de Justicia, Sala Constitucional; publicado en: La Ley Online.

(52) Santo Tomás de Aquino "Summa Theologiae" Biblioteca de Autores Cristianos:

Madrid (1990), T. II-II (a), Cuestión 58, a.1, p. 475/6.

(53) Bidart Campos, G.J. "Compendio de Derecho Constitucional" Ediar: Buenos Aires

(2004), p. 70.

(54) Sapag, M. "El Principio de Proporcionalidad y de razonabilidad como Límite

Constitucional al Poder del Estado: un Estudio Comparado" [2008] 22:17 Díkaion 157, p.

178.

(55) Palacio, L. E. "El recurso extraordinario Federal. Teoría y Técnica" Abeledo-Perrot:

Buenos Aires (2ª ed.: 1997), p. 299.

(56) Fernandez Cruz, J.A. "El Juicio Constitucional de Proporcionalidad de las Leyes

Penales: ¿La Legitimación Democrática como medio para Mitigar su Inherente

Irracionalidad?" [2010] 17:1 Revista de Derecho Universidad Católica del Norte, p. 51/99.

(57) "Chicago, B & Q R. Co. v. Mcguire" 219 U.S. 549 (1911), citado con aprobación en:

"Pedro Inchauspe Hnos. v. Junta Nacional de Carnes" Sentencia del 1/09/44, Corte

Suprema de Justicia de la Nación, Argentina (Fallos 199:483).

(58) "Diglio, Betina E. c. Estado Nacional y otro" Cámara Federal de Apelaciones de Mar

del Plata, 19/12/2002; publicado en: LA LEY 2003-B, 256, con nota de Pablo L. Manili;

LLBA 2003, 94.

(59) "Acción de Inconstitucionalidad en el juicio: Ledesma, Norma Isabel c/ González,

Catalina s/ Indemnización de daños y perjuicios." Ac. y Sent. N° 2.124, 06/12/2012, Corte

Suprema de Justicia, Sala Constitucional; publicado en: La Ley Online.

(60) Gozáini, O.A. "El debido proceso en la actualidad" [2004] 4 Revista Iberoamericana

de Derecho Procesal Constitucional 57, p. 60.

(61) Bidart Campos, G. J. "Derecho Constitucional" Ediar: Buenos Aires (1969), T. II, p.

119.

(62) "Acción de Inconstitucionalidad: Vicente Barreto Oviedo c/ arts. 5, 8 y 18 de la Ley

2.345/03". Ac. y Sent. Nº 43 24/02/09, Corte Suprema de Justicia; publicado en:

leyes.com.py.

(63) Linares Quintana, S. "Tratado de Interpretación Constitucional" Abeledo-Perrot:

Buenos Aires (2ª ed.: 2007), T. I, p. 519. Citado con aprobación en: "Fernández Almada,

Arturo" Ac. y Sent. N° 28, 13/02/2009, Corte Suprema de Justicia, en pleno; publicado en:

LLP 2009 (abril), 325.

(64) Cassagne, J. C. "Derecho Administrativo" Abeledo-Perrot: Buenos Aires (7ª ed.;

2002), T. II, p. 29.

(65) "Acción de Inconstitucionalidad: Lugo Méndez, Fernando Armindo c. la Res. N° 881

de fecha 22/06/2012." Ac. y Sent. N° 1.323 20/09/2012, Corte Suprema de Justicia, Sala

Constitucional; publicado en: La Ley Online.

(66) Sagues, NP "Manual de Derecho Constitucional" Astrea: Buenos Aires (2007), p. 61/2.

(67) Artículo 1 CN.

(68) Badeni, G. "Tratado de Derecho Constitucional" La Ley: Buenos Aires (2ª ed.: 2006),

T. I, p. 880/1.

(69) Sagues, NP "Manual de Derecho Constitucional" Astrea: Buenos Aires (2007), p. 62.

(70) Artículo 202 CN.

(71) "Perón, Juan Domingo (Interdicto) — comunica bienes patrimoniales por intermedio

de apoderado" Sentencia del 21/06/57, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Argentina

(Fallos 238:76).

(72) "Montoya Fernandez, Marcos y otros s/ Trata de personas" A. I. Nº 391, 30/12/2010,

Tribunal de Apelaciones en lo Criminal de Asunción, Sala 1, publicado en: La Ley Online.

(73) "Recurso de hecho deducido por Ricardo G. Rongo, Fiscal ante la Camara Nacional de

Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Fiscalía Nº 1 en la causa Pupelis, Maria

Cristina y otros s/ Robo con Armas — Causa Nº 6.491" Sentencia del 14/05/91, Corte

Suprema de Justicia de la Nación, Argentina (Fallos 314: 424).

(74) "Fisco de la Provincia de Buenos Aires c. Ashira S.A." 06/09/2.010, Juzgado de 1ra.

Instancia en lo Contencioso Administrativo Nro. 1 de La Plata; publicado en: La Ley

Online.

(75) "Recurso de hecho deducido por Ricardo G. Rongo, Fiscal ante la Cámara Nacional de

Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Fiscalía Nº 1 en la causa Pupelis, Maria

Cristina y otros s/ Robo con Armas — Causa Nº 6.491" Sentencia del 14/05/91, Corte

Suprema de Justicia de la Nación, Argentina (Fallos 314: 424).

(76) "Colmán Cardozo, Darío Rubén s/ Acción de Inconstitucionalidad." Ac. y Sent. N°

458, 17/06/2009, Corte Suprema de Justicia, Sala Constitucional; publicado en: LLP 2009

(agosto), 809. "Acción de Inconstitucionalidad: "Jesús Miguel Riquelme González c/ Art.

60 de la Ley N° 1626/2000". Ac. y Sent. Nº 305, 2/06/11, Corte Suprema de Justicia, Sala

Constitucional; publicado en: leyes.com.py. "Acción de Inconstitucionalidad c/. Ley N°

1642/2000, presentada por Gunter Weitz, Thomas y otros" Ac. y Sent. Nº 1.192/08,

1/12/08, Corte Suprema de Justicia, Sala Constitucional; publicado en: leyes.com.py.

"Acción de Inconstitucionalidad: "Financiera Itacua SAECA c/ Ley Nº 1.940/03, "Que

establece las Tasas de Interés por la Utilización de Tarjetas de Crédito" Ac. y Sent. Nº 716,

2/08/07, Corte Suprema de Justicia, Sala Constitucional; publicado en: leyes.com.py.

(77) "Avegno, Jose Leonardo c/ Provincia de Buenos Aires s/ Reivindicación" Sentencia

del 11/04/1874, Suprema Corte de Justicia de la Nación, Argentina (Fallos 14:425).

(78) "Bruno Hnos. SC. y otro v. Administración Nacional de Aduanas s/ recurso de

apelación" Sentencia del 12/05/92, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Argentina

(Fallos 315:923).

(79) Artículo 555 Código Procesal Civil ("CPC").

(80) Badeni, G. "Tratado de derecho constitucional" La Ley: Buenos Aires (2ª ed.: 2006), T

II, p. 1.231.

(81) Casco Pagano, H. "Código Procesal Civil. Comentado y Concordado" La Ley

Paraguaya: Asunción (4ª ed.: 2000), T II, p. 555.

(82) "Peralta, Luis A. y otro c. Estado nacional (Ministerio de Economía --Banco Central--

)" Sentencia del 27/12/1990, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Argentina; publicado

en: LA LEY 1991-C, 158, con nota de Alberto B. Bianchi - LLC 1991, 666 - DJ 1991-2,

219 - ED 141, 523.

(83) Marienhoff, M.S. "Tratado de Derecho Administrativo" Abeledo—Perrot: Buenos

Aires (4ª ed.: 1998), T. I, p. 39.

(84) "Acción de inconstitucionalidad c. la Ley Nº 1940/02, que establece las tasas de interés

por la utilización de tarjetas de crédito." Ac. y Sent. Nº 652, 16/07/2007, Corte Suprema de

Justicia, Sala Constitucional; publicado en: LLP 2007 (octubre), 1.149. "Acción de

Inconstitucionalidad: "Financiera Itacua S.A.E.C.A. c/ Ley Nº 1.940/03 "Que Establece las

Tasas de Interés por la Utilización de Tarjetas de Crédito" Ac. y Sent. Nº 716/07, 14/08/07,

Corte Suprema de Justicia, Sala Constitucional.

(85) "Colegio de Abogados del Cusco y otros c/ artículos 3°, 4°, 5°, 6°, 7°, 8°, 9°, 10°, 11°,

12°, 13°, 14°, 15°, 16°, 17°, 18° y 19° de la Ley N.° 28194" Sentencia del 21/09/04,

Tribunal Constitucional de Perú.

(86) Villagra Maffiodo, S. "Principios de Derecho Administrativo" Servilibro: Asunción

(2007), p. 62.

(87) Marienhoff, M.S. "Tratado de Derecho Administrativo" Abeledo—Perrot: Buenos

Aires (4ª ed.: 1998), T. I, p. 48.

(88) Villagra Maffiodo, S. "Principios de Derecho Administrativo" Servilibro: Asunción

(2007), p. 59/74.

(89) Gordillo, A. "El Acto Administrativo" Abeledo Perrot: Buenos Aires (2ª ed.: 1969), p.

40. Gordillo, A. "Tratado de Derecho Administrativo" Fundación Derecho Administrativo:

Buenos Aires (8ª ed.: 2003), T. III, p. 10/11.

(90) Santofimio, J.O. "Acto Administrativo.Procedimiento, eficacia y validez" Universidad

Externado de Colombia: Bogotá (2ª ed.: 1994), p. 58.

(91) Dromi. J.R. "El Acto Administrativo" Ciudad Argentina: Buenos Aires (3ª ed.: 1997),

p. 32/3.

(92) Marienhoff, M.S. "Tratado de Derecho Administrativo" Abeledo—Perrot: Buenos

Aires (4ª ed.: 1998), T. I, p. 53/54.

(93) Cassagne, J. C. "Derecho Administrativo" Abeledo-Perrot: Buenos Aires (7ª ed.;

2002), T. II, p. 28.

(94) Marienhoff, M.S. "Tratado de Derecho Administrativo" Abeledo—Perrot: Buenos

Aires (4ª ed.: 1998), T. I, p. 50.

(95) Cassagne, J. C. "Derecho Administrativo" Abeledo-Perrot: Buenos Aires (7ª ed.;

2002), T. II, p. 28.

(96) Villagra Maffiodo, S. "Principios de Derecho Administrativo" Servilibro: Asunción

(2007), p. 60.

(97) Marienhoff, M.S. "Tratado de Derecho Administrativo" Abeledo—Perrot: Buenos

Aires (4ª ed.: 1998), T. I, p. 52.

(98) Artículo 238 (3) CN.

(99) "Peralta, Luis A. y otro c. Estado nacional (Ministerio de Economía --Banco Central--

)" Sentencia del 27/12/1990, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Argentina; publicado

en: LA LEY 1991-C, 158, con nota de Alberto B. Bianchi - LLC 1991, 666 - DJ 1991-2,

219 - ED 141, 523.

(100) "Pedro Inchauspe Hnos. v. Junta Nacional de Carnes" Sentencia del 1/09/44, Corte

Suprema de Justicia de la Nación, Argentina (Fallos 199:483).

(101) Villagra Maffiodo, S. "Principios de Derecho Administrativo" Servilibro: Asunción

(2007), p. 60.

(102) Cassagne, J. C. "Derecho Administrativo" Abeledo-Perrot: Buenos Aires (7ª ed.;

2002), T. II, p. 113/4.

(103) Marienhoff, M.S. "Tratado de Derecho Administrativo" Abeledo—Perrot: Buenos

Aires (4ª ed.: 1998), T. I, p. 59.

(104) "Consejo de Presidencia de la Delegación Bahía Blanca de la Asamblea Permanente

por los Derechos Humanos s/ acción de amparo.", 23/06/1992, Corte Suprema de Justicia

de la Nación, Argentina (Fallos 315:1.361).

(105) Villagra Maffiodo, S. "Principios de Derecho Administrativo" Servilibro: Asunción

(2007), p. 65.

(106) Piza Escalante, R. y otros "Principios Constitucionales" Investigaciones Jurídicas:

San Jose (2008), p. 65.

(107) Palacio, L. - Alvarado Velloso, A. "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,

Explicado y Anotado, Jurisprudencial y Bibliográficamente" Rubinzal-Culzoni: Buenos

Aires (1995), T. IV, p. 373/4.

(108) Artículo 156 Código Procesal Civil ("CPC").

(109) Palacio, L. - Alvarado Velloso, A. "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,

Explicado y Anotado, Jurisprudencial y Bibliográficamente" Rubinzal-Culzoni: Buenos

Aires (1995), T. IV, p. 374/5.

(110) Gozáini, O.A. "El debido proceso en la actualidad" [2004] 4 Revista Iberoamericana

de Derecho Procesal Constitucional 57, p. 60.

(111) "Fernández Almada, Arturo" Ac. y Sent. N° 28, 13/02/2009, Corte Suprema de

Justicia, en pleno; publicado en: LLP 2009 (abril), 325; cita online: PY/JUR/19/2009.

(112) Artículo 157 CPC.

(113) Palacio, L. - Alvarado Velloso, A. "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,

Explicado y Anotado, Jurisprudencial y Bibliográficamente" Rubinzal-Culzoni: Buenos

Aires (1995), T. IV, p. 378.

(114) Casco Pagano, H. "Código Procesal Civil. Comentado y Concordado" La Ley

Paraguaya: Asunción (4ª ed.: 2000), T I, p. 315/6.

(115) "Acción de Inconstitucionalidad en el Juicio: Regulación de honorarios profesionales

en la causa: Ministerio Público contra Rodas, Dionisio y otros s/ Abigeato en esa

jurisdicción." Ac. y Sent. Nº 492, 02/06/2011, Corte Suprema de Justicia, Sala

Constitucional; publicado en: La Ley Online. "Gauto Martínez, Ramona Aparecida" Ac. y

Sent. N° 1200, 01/12/2008, Corte Suprema de Justicia, Sala Constitucional; publicado en:

La Ley Online.

(116) "Acción de Inconstitucionalidad en el juicio: Ledesma, Norma Isabel c/ González,

Catalina s/ Indemnización de daños y perjuicios." Ac. y Sent. N° 2.124, 06/12/2012, Corte

Suprema de Justicia, Sala Constitucional; publicado en: La Ley Online.

(117) Guastavino, E. P. "Recuso Extraordinario de Inconstitucionalidad" Ed. La Roca:

Buenos Aires (1992), p. 490.

(118) "Reg. de Hon. del Abog. José Soljancic Mora en los autos: José Soljancic Mora c.

Weinssensse Hetter" 04/05/1993, Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial de

Asunción, Sala 3; publicado en: LLP 1993, 01/01/1993, 351.

(119) Artículo 158 CPC.

(120) Palacio, L. - Alvarado Velloso, A. "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,

Explicado y Anotado, Jurisprudencial y Bibliográficamente" Rubinzal-Culzoni: Buenos

Aires (1995), T. IV, p. 385.

(121) Palacio, L. - Alvarado Velloso, A. "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,

Explicado y Anotado, Jurisprudencial y Bibliográficamente" Rubinzal-Culzoni: Buenos

Aires (1995), T. IV, p. 386/7.

(122) Artículo 159 CPC.

(123) Badeni, G. "Tratado de Derecho Constitucional" La Ley: Buenos Aires (2ª ed.: 2006),

T II, p. 1246.

(124) Ibídem, p. 1247/8.

(125) "Acción de Inconstitucionalidad en el Juicio: "Regulación de honorarios

profesionales en la causa: Ministerio Público contra Rodas, Dionisio y otros s/ Abigeato en

esa jurisdicción." Ac. y Sent. Nº 492, 02/06/2011, Corte Suprema de Justicia, Sala

Constitucional; publicado en: La Ley Online.

(126) "Acción de Inconstitucionalidad en el juicio: Escobar Genes, Rosa M. c. Escobar,

José B. Escobar G., Jorge P. s/ Partición de condominio." Ac. y Sent. N° 956, 21/12/2011,

Corte Suprema de Justicia del Paraguay, Sala Constitucional; publicado en: La Ley Online.

(127) "Acción de Inconstitucionalidad en el juicio: Escobar Genes, Rosa M. c. Escobar,

José B. Escobar G., Jorge P. s/ Partición de condominio." Ac. y Sent. N° 956, 21/12/2011,

Corte Suprema de Justicia del Paraguay, Sala Constitucional; publicado en: La Ley Online.

(128) "Acción de Inconstitucionalidad en el juicio: Laran Ozuna, Juan Carlos c. Portillo

Rojas, Celia Elizabeth s/ Divorcio Vincular." Ac. y Sent. N° 913, 06/08/2013, Corte

Suprema de Justicia, Sala Constitucional; publicado en: La Ley Online.

(129) "Diglio, Betina E. c. Estado Nacional y otro" Cámara Federal de Apelaciones de Mar

del Plata, 19/12/2002; publicado en: LA LEY 2003-B, 256, con nota de Pablo L. Manili;

LLBA 2003, 94.

(130) Alsina, H. "Tratado Teórico-Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial" Ediar

Editores: Buenos Aires (1961), t IV, p. 297.

(131) Gozaini, O.A. "El Debido Proceso" Rubinzal-Culzoni: Buenos Aires (2004), p. 154.