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Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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Problemas en el neolítico. Interpretaciones del proceso de
desarrollo humano
Acercándonos a los primitivos hombres de los llamados Paleolítico superior y Neolítico1,
hace unos 40 y 12 mil años, respectivamente y según la periodización europea, vamos a
encontrar, ahora sí, algunos objetos que, herramientas o no, representan y están
significados de manera evidentemente intencional.
Es en esta época en que hacen su aparición el arte rupestre, las tallas en hueso,
marfil y piedra, luego la cría de animales y el cultivo, en algunos pueblos algunas cosas, en
otros otras; finalmente llegarían la alfarería, el telar. Otra revolución productiva sin duda
que hizo saltar al hombre de las “cavernas” de la historia, hacia el tránsito a la civilización
a través del período llamado por Morgan de la “Barbarie”.
Pero de poco nos ayudan cronologías y teorías. En estos tiempos es que veremos
cómo los conceptos de “evolución” y “desarrollo” son tan arbitrarios y relativos que se
hacen inaplicables en las diversas regiones del globo. ¿Con qué criterios vamos a hablar
de más o menos evolucionado un pueblo? ¿Es más evolucionada una cultura que conoce
la rueda, o una que no la conoce? ¿Una que utiliza cerámica o una que no?
A causa de ello, la división tan tajante y clara para la arqueología, entre paleolítico
y neolítico, se desvanece y se pierde en los diversos desarrollos de las formas sociales, las
1 Etimológicamente: “Nueva piedra” período también llamado “Piedra pulimentada o pulida”
abarca, según la periodización europea entre hace 10.000/7.000 años hasta 5.000/4.000 años. Se
caracteriza también por existir la cría de animales, la agricultura y en algunos casos la alfarería. En la
periodización antropológica comprendería aproximadamente desde el estadio superior del salvajismo hasta
el estadio medio de la barbarie. Curiosamente, en América se extiende hasta la llegada de los españoles.
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tecnologías y el arte. Se hacen sentir las diferencias en las formas de vida, y unos pueblos,
desarrollados en algunos aspectos, no lo son en otros. Ya no existe la linealidad que
caracterizó los avances del paleolítico inferior y medio, la cual se marcaba básicamente
por el gradual perfeccionamiento de las herramientas y la lenta formación de la familia.
Sin embargo, se pretende encasillar el desarrollo, tomando la periodización
arqueológica europea, y las pautas culturales que allí se desarrollaron, como fijo y
constante para todo el planeta, generando distorsiones mayúsculas a la hora de estudiar
y caracterizar diferentes culturas que, pasadas por el rasero de la historiografía oficial, se
vuelven semejantes. Todas estas “confusiones” —que no son tales— tienen su razón y
fundamento, y este se encuentra en la forma de construir la historia.
Para ello fue necesario construir primero al “hombre primitivo”, por oposición al
actual, civilizado, y luego pasar un rasero a todo pueblo que no fuera “civilizado”,
marcando así la rígida oposición civilizado-primitivo. Nada de movimiento y dialéctica, o
es blanco o es negro, ningún gris. Pero ¿Cómo sucedió esto?
Teorías que no “cierran”: el mito del hombre civilizado
Para poder analizar objetivamente los restos prehistóricos y los que no lo son tanto,
tenemos que detenernos un momento a considerar una cuestión: a partir de los hallazgos
arqueológicos y la paulatina conformación de la arqueología, paleontología, antropología,
etc. como ciencias, ya desde el siglo XIX, va a producirse un interesante fenómeno que no
es otro que la necesidad de comenzar a “pensar” a los primitivos hombres. ¿Cómo
vivieron, de que eran capaces? ¿eran ya hombres, o aún primates?
Como luego veremos, el hallazgo de las cuevas de Altamira, en España, suscitó
no pocas polémicas acerca de la capacidad o incapacidad de los primitivos para elaborar
pensamientos abstractos, creencias, representaciones de imágenes más o menos
miméticas, etc. La sociedad europea, y con esto me refiero a los representantes de las
elites, dedicados a estas ciencias, debieron pensar por primera vez, muy ayudados por los
estudios de Darwin, sobre la posibilidad de un paso gradual del primate al humano.
Pensemos que Darwin con su teoría evolucionista, partió aguas, dejando por un lado a
quienes suscribían a sus investigaciones y, por otro, a los más conservadores, que
adherían a la teoría creacionista (al hombre lo creó Dios y no desciende de ningún mono).
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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Entiendo que esto vino a avivar una discusión que ya tenía bastante tiempo, quizá
comenzó con el descubrimiento de América, a partir del cual Europa tuvo que discutir, y
decidir, si nuestros antiguos eran hombres, o qué, si tenían o no alma, etc. Sea como fuere,
la discusión estaba planteada, pero ahí es donde se comienza a poner interesante, porque
tuvieron que elaborar alguna categoría para estos seres prehistóricos capaces del arte y
la elaboración de herramientas, de enterrar a sus muertos, etc., y esa categoría se realizó
por contraste con la sociedad del siglo XIX, la cumbre de la evolución humana… una
sociedad “civilizada”.
Frente a la civilización, se opuso entonces el primitivismo, el salvajismo, la
barbarie. Mucho se discutió sobre este término —civilización— ya desde el siglo XVIII,
pues había que entender y precisar en dónde estaban las diferencias y los límites para
incluir o no, no solo a sus primitivos sino a los aborígenes de las colonias, dentro de la
civilización. ¿Qué legislación les aplicarían? ¿Qué derechos y deberes se les podrían y
debían exigir? ¿Si no estaban civilizados, debían civilizarse? ¿O no valía la pena? ¡Puff! No
puedo imaginar lo que serían esas cabecitas inglesas, alemanas, francesas, ante los cada
vez más vertiginosos descubrimientos y problemas que se les planteaban a cada paso. La
forma más fácil de solucionar la cuestiones religiosas, éticas y legales que todo esto
representaba, fue tener muy en claro quiénes eran ellos mismos. Sabiendo eso, el resto
caía por su propio peso.
No vamos aquí a hacer un estudio de la historia y usos del término civilización,
someramente quisiera mencionar que la cuestión se fue construyendo a partir de unos
pocos ejes: 1. El estado: la legislación escrita fue un punto de inflexión. Si la ley estaba
marcada por la costumbre, no se la consideraba como tal.
2. La religión: Tener un sistema de creencias bien establecido y escrito,
también era fundamental. Aunque cualquier creencia que no fuera cristiana, estaba
influida por el demonio o bien en una etapa primaria de desarrollo (si era europea, griega,
por ejemplo).
3. La policía: se consideró que una sociedad sin policía, no estaba sujeta a
ninguna ley, por lo cual, si no existía este cuerpo, regulado por un estado, tampoco podía
asumirse que existía la civilización.
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4. El conocimiento: la influencia del iluminismo y su culto a lo racional, llevó
también a medir al conocimiento con la vara de lo europeo. Esto implicó que cualquier
forma de ciencia que no siguiera los requisitos del sistema de conocimiento europeo, era
simple superstición o brujería.
5. Las normas sociales: los vestidos, los modales, las etiquetas y protocolos
también caracterizaron, para los europeos, un síntoma de civilización. Por supuesto que
debía seguirse la norma europea, toda otra cosa fue considerada inferior o ignorada.
6. Monarquía, clases sociales: la sujeción del pueblo a un líder absoluto también
fue considerado “evolucionado”. Que los asuntos de estado fueran discutidos por la
sociedad en general, era simplemente “salvaje”. Lo mismo puede decirse de la
estratificación social, considerada como inmanente a cualquier civilización.
Bueno, aquí podemos sacar dos conclusiones: una, ser civilizado fue —y es— ser
europeo, todo lo demás es primitivo, inferior. La otra, los hombres primitivos fueron
designados hombres, pero en un estado inferior, puesto que no eran civilizados ni
conocían al dios verdadero.
Con estas simplezas, se pudo justificar todo lo que justificaron, y aún siguen
justificando. A eso lo vimos en el capítulo anterior. Pero eso no es lo interesante, lo
interesante es la construcción a la que se llegó, no la del hombre primitivo, el salvaje, el
bárbaro, sino la del hombre civilizado.
Pensémoslo un momento, es apasionante. El europeo no midió en ningún
momento los pro y contras de su cultura, de sus pautas culturales, frente a las extrañas,
no se preguntó si Europa era mejor o peor que otras culturas. Simplemente decretó que
eran los mejores. En ningún momento se fijó un criterio de calidad cultural. Y esto no es
algo menor, sino todo lo mayor que se nos ocurra, puesto que se asumió, y así se
transmitió a las “colonias”, que las formas europeas eran superiores, sin haber establecido
que eran superiores, ni mucho menos por qué. Vuelvo a repetir, se decretó. Podemos
pensar que el razonamiento fue así: nosotros somos civilizados, los que no son como
nosotros, no. La civilización es la cúspide de la evolución. Esto nos conduce a dirigir a los
demás pueblos, según nuestros intereses, y llevarlos a adoptar nuestras pautas culturales,
puesto que es el camino natural (aquí a pleno la reificación, el mito) que deberían
recorrer. Y aún podemos escarbar más, dentro de esta construcción.
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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Y entonces, escarbemos. ¿Qué los llevó a decretar que Europa era la cúspide de
la evolución? Como dijimos, no fue una comparación, una evaluación de los pro y contras
de cada cultura, pues ello habría de conducir, necesariamente, a pensar que una mejor
calidad de vida, en la población en general, tenía que ser el criterio para medir todo ¿Cómo
vivía la sociedad en general? ¿Todos o la inmensa mayoría tenían asegurados sus medios
de vida y la posibilidad de desarrollarse como seres humanos? Pues la pregunta se
responde sola: en Europa no.
Y ahí está el centro de la cuestión, pues como ya planteamos, toda esta discusión
se dio hacia el seno de las elites que manejaban a las diversas sociedades europeas; y
estas tenían una vida bastante regalada a costa de las grandes mayorías que, en esos
tiempos eran expulsadas del ámbito rural para hacinarse en las ciudades. Y cuando digo
expulsadas, no me refiero a que los cambios en las formas de producción los hacía buscar
nuevos horizontes en las ciudades, como habitualmente se sostiene. Eran expulsados con
todo lo que ello implica, echados de sus zonas de vivienda, destruidos sus hogares y
despojados de sus tierras.
Así se conformó un sector social totalmente marginal, sin más medios de vida
que sus brazos. Inglaterra nos lo muestra muy bien: estos terminaron apiñados en las
ciudades, sirviendo como baratísima mano de obra en la pujante industrialización de los
siglos XVIII y XIX. Eran los “comunes”, los “de a pie” (no tenían caballos ni podían, por
tanto, ser caballeros). Los otros eran los Lores, los señores. Un brevísimo relato del brutal
proceso de expropiación de la tierra en Inglaterra, y las consecuencias sociales que esto
tuvo se puede observar en ciertas leyes que fueron promulgadas en Inglaterra y que,
como veremos, comienzan mucho antes de la revolución industrial, la que nunca se podría
haber producido si no hubieran estado abonadas las condiciones para ello:
Inicios del siglo XV: los señores feudales transforman las tierras de trabajo en
tierras pastoriles, inicio de las manufacturas laneras. Para ello grandes masas de
campesinos son despojados de sus tierras de labranza y quedan como trabajadores
“libres” vagando por el campo y las ciudades sin medios de vida.
1530: Enrique VIII con el botín expropiado a la iglesia católica (crea la nueva
iglesia anglicana) decreta el impuesto a la pobreza, para “ayudar” a los campesinos
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“libres” y pauperizados. Luego impone la licencia para mendigar. Azote y reclusión para
vagabundos que no trabajan.
1547: Eduardo VI dispone que los holgazanes pueden ser tomados de esclavos y
marcados en el cuerpo.
1572: Isabel I dispone que los niños mayores de 14 años que no trabajan serán
azotados y a la tercera reincidencia, ahorcados.
1660/1688: usurpación de las tierras comunales por los grandes terratenientes.
1688 revolución gloriosa: Inclosures, leyes que permiten el cercado de las ex
tierras comunales, ahora propiedad de terratenientes. Comienzo de la propiedad privada
de la tierra. Reducción del salario en las industrias laneras (se fija un salario máximo con
multas para quien pagase más de lo estipulado). Crecimiento exponencial de la pobreza y
mendicidad.
1750: masacre de campesinos libres y fin de las propiedades comunales.
1814/20: campaña de limpieza de fincas, las familias que quedaban habitando
sus antiguas tierras, son expulsadas. Se crean más tierras para pasturas y se crean cotos
de caza para la elite.
Hasta allí el proceso inglés2, como muestra de las desigualdades.
Ahora bien, esas mismas elites que habían sumido en la miseria y criminalizado
a la mayoría de la población, no podía “suicidarse” como clase social, por tanto, el tema
del bienestar general en tanto parámetro de “civilización” estaba fuera de discusión.
El corolario necesario a todo esto fue que había que reproducir (con formato de
tributarios) estas formas sociales en las colonias. Y lo mismo sucedió en Europa; toda
cultura que no se hubiera ajustado a estas formas, fue considerada “bárbara”, primitiva,
y los hombres de la civilización, que no pertenecían a las elites, ciudadanos de segunda,
también muy salvajes, primitivos, semianimales. Con el paso de las formas feudales a las
burguesas, a la elite noble o eclesiástica, se le sumó la de los grandes terratenientes y los
2 En base a Marx: 1873, TI, Cap. XXIV.
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manufactureros —luego industriales—; el pueblo llano, continuó y continúa aún en la
barbarie.3
Una vez que tenemos la oposición primitivo-civilizado, podemos comenzar a
igualar lo que en realidad es bien diferente. África y América constituyen dos excelentes
ejemplos de “primitivización” de culturas que, en más de un aspecto le llevaban una
incalculable ventaja a la “civilización” europea. Pronto veremos unos cuantos ejemplos de
esto y, por lo demás, algunos ejemplos de cómo, los propios descubrimientos que la
ciencia realiza día a día, van tirando por la borda la construcción oficial del “primitivo”;
quizá los ejemplos mayores se van a encontrar en los recursos tecnológicos de los antiguos
pueblos. En cuanto a las formas sociales, estas son cuidadosamente dejadas de lado o, en
su defecto, promocionados solo aquellos aspectos que refuercen la imagen del
“primitivo”.
Veamos pues, como los científicos europeos del siglo XIX, construyeron a los
primitivos del neolítico.
Teorías que no “cierran”. El mito del hombre primitivo
Me ha resultado francamente apasionante pensar y analizar esta problemática. Cuando
comenzamos a avanzar en la historia, de manera profunda, franca y honesta, tomando en
cuenta los hechos concretos y no las ideas que nos hacemos sobre cómo tendrían —según
nuestras pautas culturales— que haber sido las cosas, sino considerando solamente cómo
fueron las cosas, nos encontramos con toda una ideología armada alrededor del concepto
de evolución humana.
Se puede ver también, situándonos muy alto, para poder observar las
construcciones historiográficas de conjunto y a la distancia, cómo ese concepto de
evolución, lineal y continua, que puede servirnos para determinada región y en
3 No se me van de la memoria unas palabras que me dijera una señora propietaria de una empresa
constructora en Córdoba, lamentándose de que sus obreros le pedían un aumento a sus paupérrimos
salarios: “No sé para que querrán estos negros un aumento; si les pago más dinero, lo que van a hacer es
emborracharse peor los fines de semana, cagar a trompadas a sus esposas y faltar los lunes al trabajo.” Esta
perlita pinta de cuerpo entero el sentimiento de superioridad de las elites.
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determinado período de tiempo, es aplicado sin miramientos a todo el orbe, y quien no
se acople al avance establecido como oficial (el europeo, con su neolítico, su edad de los
metales, los héroes griegos, estado romano, medioevo, renacimiento, etc.) quedará
rezagado, o a un costado de la historia, con la sola esperanza, nos han hecho creer, de
que los “evolucionados” acudan al rescate.
Pero veamos cual es el centro del problema de las periodizaciones “oficiales”. Lo
que a mi criterio está sucediendo, es que la “evolución” de los primeros hombres se basa,
como no podía ser de otra manera, en los hallazgos arqueológicos. Esto está claro, pues
no tenemos otra fuente posible al no existir registro escrito de lo que sucedía en los
primeros tiempos de la humanidad4. La arqueología es una ciencia que ha llevado un largo
proceso de construcción que aún, por supuesto, no termina. Cada día se producen
hallazgos que ponen en entredicho algunas ideas o conceptos que ya estaban “cerrados”,
y hay que volver a revisarlos, repensarlos y reconstruirlos, y ahí está el eje del problema.
¿Por qué decimos que ese es el eje del problema? Pues todo pasa por la
construcción, por la abstracción que hacemos de los procesos históricos a partir de los
datos de que disponemos. En ese proceso juegan mucho las pautas culturales actuales,
las cuales muchas veces nos llevan a “construir” los procesos históricos a partir de
nuestras pautas, o de nuestra realidad, o de nuestros intereses, sin tener en cuenta la
realidad concreta de los antiguos hombres.
Incluso es habitual que se esgriman “teorías” basadas en puras ideologías para
cubrir la falta de información, o bien ante la posibilidad de que se ponga en entredicho
una estructura que ya tenemos armada en nuestra cabeza y en nuestra sociedad, y sobre
la cual vamos construyendo nuestra vida individual y social, sin dejar de mencionar que
esos esquemas van a definir también el “quien soy” por oposición a quienes son y fueron
los “otros” los extraños o los antiguos, de nuevo, a nivel social e individual.5 A finales del
4 El arte primitivo es un registro, dibujado si se quiere, en lugar de escrito. Si no lo podemos decodificar,
debemos asumir el problema y ver de qué modo lo solucionamos —si es que se puede solucionar, de
momento—, pero no sacárnoslo de encima con teorías sobre su estrechez mental o “primitivismo”.
5 Aquí es importante recordar a Piaget, de quien hablaremos en el anexo I, y su teoría de los esquemas
cognitivos y la necesaria capacidad de adaptarlos y modificarlos a partir de las nuevas experiencias.
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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siglo XIX, cuando se descubren las pinturas rupestres de la cueva de Altamira, en España,
grande fue el escepticismo acerca de la posibilidad de que fueran realizadas por
“cavernícolas” y cito aquí a Juan Francisco Pascua Turrión:
“Aún en el Congreso Antropológico de Paris de 1878, figuras tan destacadas
de la época como Mortillet mostraban desde perspectivas evolucionistas la
desconfianza, e incluso desagrado, en imaginar el que un hombre, para
ellos incompleto en la escala del desarrollo mental e intelectual, hubiese
realizado figuras con tal grado de perfección y belleza como las que se
habían descubierto en Santillana del Mar sólo dos años antes del citado
congreso. Fueron este tipo de desconfianzas, y la creencia en aquellos
momentos de que la capacidad artística e intelectual del hombre primitivo
no era equiparable a la del hombre moderno, lo que no permitió que hasta
1905 fuese reconocida la autenticidad de Altamira.”6
Es este un buen ejemplo de lo que quiero puntualizar. Había un esquema
“evolucionista” ya cerrado: el hombre primitivo tenía “poco cerebro” y por tanto no le
hubiera sido posible realizar estas imágenes.
Pero, ¿por qué no se podía aceptar esto? Seguramente, la cuestión pasa por
tomar períodos arqueológicos, basados en artefactos, para explicar también desarrollos
mentales, cognitivos y sociales. Las herramientas de piedra son primitivas (en relación a
las nuestras, pero en su momento una tecnología revolucionaria), por tanto… los hombres
que las fabricaron también lo eran. Pero no es lo mismo la tecnología que el desarrollo
cognitivo, que el conocimiento. Este podía ser de un gran caudal, aunque no se hubieran
desarrollado el trabajo en metal, por ejemplo. Una cosa no invalida la otra. Pero si
pretendemos poner a todos los gatos en la misma bolsa, sí.
6 Pascua Turrión: 2005
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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Por otro lado, se mide todo a partir de la tecnología actual, sosteniendo que, sin
esta, no sería posible realizar tareas muy complejas o pesadas, olvidando que, si algo
caracteriza a nuestra especie, es la capacidad de darse maña para resolver problemas.
Que hayamos “olvidado” las formas tecnológicas antiguas con el paso del tiempo, no
quiere decir que no hayan existido; ahí están para probarlo los experimentos del español
Hermenio Fernández, un carpintero jubilado que desarrolló un ingenio realizado
totalmente en madera, y con el cual se pueden levantar entre veinte personas unas seis
toneladas de peso a través de una rampa extremadamente inclinada (se pueden ver los
videos en YouTube), también está el americano Wally Wallington, un constructor retirado
quien ha desarrollado varios ingenios para mover, levantar y trasladar grandes bloques
de concreto (también hay videos mostrando su funcionamiento).
Finalmente, la evidencia abrumadora tuvo que llevar a los historiadores,
antropólogos y arqueólogos de la época a reconocer, a regañadientes, que estaban en un
error. Aun así, sus esquemas mentales previos, se resistían a modificarse, veamos otro
párrafo del mismo autor:
“La primera interpretación fue propuesta por E. Lartet, H. Christy (E. Lartet,
H. Christy 1865-1875) y E. Piette (E. Piette 1907), tomando como base el
arte mobiliar en zonas como el Perigord (los dos primeros), y los Pirineos (el
último).
Estos tres investigadores defendían que el hombre prehistórico no estaba
movido por sentimientos de tipo religioso en ninguna de sus acciones,
puesto que como hombre primitivo, y aun siendo considerado simple por
Hermenio Fernández y su mecanismo de leva. W. Wallington y un bloque de concreto que ha levantado solo y sin más ayuda que la de su invento.
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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influencia del evolucionismo, no podía tener unos pensamientos tan
elaborados. Por ello pensaron que el arte paleolítico debía ser considerado
como meramente decorativo y fruto del carácter ocioso de sus autores. Así
el fenómeno artístico se explicaba como una manifestación de los
momentos de ocio, de los que dispondría el hombre cuaternario entre los
períodos de caza.”
¡Vaya!, estos hombres de carne y hueso, con nombre y apellido, tenían una fuerte
resistencia a admitir que su construcción de la evolución estaba más o menos errada, y si
bien aceptaban cierta capacidad de los hombres primitivos, lo hacían a condición de seguir
sosteniendo su incapacidad general para elaborar abstracciones complejas. ¿Por qué?
La construcción del “arte prehistórico” ha seguido y sigue hasta nuestros días;
Siguiendo a Pascua Turrión, posteriormente a las teorías del “arte por el arte” (ociosidad),
siguieron las del totemismo7 (marcador territorial y/o de grupo), luego las de magia y
fecundidad8 (rituales propiciatorios) y, finalmente, a partir de los años ’60 del siglo XX
amparados los arqueólogos y antropólogos en las teorías estructuralistas de Levi-Strauss,
se inclinaron a considerar que podría tratarse también de representaciones relacionadas
al contexto geológico, parental, etc. de sus autores9; proponen fundamentalmente un
enfoque relacionado con cuestiones sociales, especialmente las dicotomías femenino-
masculino,10un sistema simbólico- metafísico de base sexual.
7 FRAZER, J.G. 1965: La rama dorada. Reed. Fondo de Cultura Económica, Madrid.
8 REINACH, S. 1903: “L´art et la magie á propos des peintures et des gravures de l´age du renne”
L´anthropologie, Paris. BREUIL H. 1952: Quatre cents siècles d´ art pariètal . Reed. Max Fourny, París.
9 UCKO, P. y ROSENFELD, A. 1967: Arte Paleolítico. Ed. Guadarrama, Madrid.
10 LEROI GOURHAN, A. 1971: Préhistoire de l´art occidental. Ed. Mazenod, Paris.
- 1981: “Les signes parietaux comme marqueurs ethniques“. Altamira Symposium, Santander, 1979, pp.
289-297. y LAMMING EMPERAIRE, A. 1962: La signification de l´art rupestre paléolithique. Ed. Picard, Paris.
- 1972 “Art rupestre et organisation sociale” Santander Santander Symposium, Santander-Madrid pp. 65-
80.
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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A partir de allí, no se ha hecho más que girar en círculos, incluso resucitando
antiguas teorías (como la del arte por el arte).11 Lo interesante, es que a nadie se le ha
ocurrido la posibilidad de que exista una evidente incapacidad, en nuestros días, de
explicar de forma categórica las motivaciones de los primitivos hombres. La verdad
verdadera, es que solo podemos especular, y no sé hasta dónde sirve devanarse el cerebro
con teorías y sistemas que están más bien en las cabezas actuales que en las de los
cavernícolas. En el capítulo VII – Sólo sé que no se nada, veremos la más reciente teoría
sobre las motivaciones de una parte del arte rupestre y, creo yo, la única que, de ser
correcta, tiene bases concretas para darle credibilidad. Y verán que las razones de esta
teoría, nada tienen que ver con la lista de especulaciones recién expuesta.12
Ahora bien, debemos preguntarnos por qué, desde hace más de cien años, se
discute y vuelve a discutir el mismo tema, aceptando cada vez, y muy a regañadientes,
nuevas teorías que ni siquiera reemplazan a las primeras, sino más bien, en la mirada de
la historiografía “oficial”, las complementan. Creo que debemos regresar a lo dicho sobre
la teoría de Piaget, mencionada un poco más arriba, por un lado, y a las pautas culturales
actuales, por otro. Y volvemos a decirlo, son pautas culturales de clase, representaciones
generadas por un cierto sector —o sus empleados— de la clase que detenta el poder
(todos los que hemos mencionado más arriba, entre muchos otros) para justificar y dar
continuidad al sistema de relaciones de producción actual, que está al servicio, huelga
decirlo, de esa misma clase.
Este grupo de gente, socialmente, tiene el rol de estructurar —de forma
consciente o no— una forma de entender el pasado y el presente, que justifique, no
contradiga, o directamente cuestione, las pautas establecidas e impuestas; gracias a estas
elaboraciones, es que gozan de mayor o menor prestigio, y lucran en mayor o menor
medida por su producción de conocimientos. Cuanto mejor se adapten sus teorías a las
11 LORBLANCHET, M. 1995: Les Grottes ornées de la Prehistoire ; noveaux regards. Ed. Errance, Paris.
- 1999: La naissance de l´art. Genèse de l´art préhistorique. Ed. Errance, Paris.
12 Para no ponernos tan misteriosos, adelanto que se trata de establecer una relación entre formas y
disposición de figuras (animales por lo general) en correspondencia con constelaciones, fenómenos
astronómicos de alto impacto (lluvia de meteoritos) movimiento de las estrellas, precesión de los
equinoccios, etc.)
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
13
necesidades del sistema occidental, más propaganda se hará de las mismas, más libros se
les editarán, más cátedras en prestigiosas universidades obtendrán, más investigaciones
se les financiarán y gozarán de mayor prestigio social. Sin mencionar que sus teorías serán
cada vez más difíciles de rebatir, no por su solidez, de la cual muchas veces carecen, sino
porque sus autores obtienen tal prestigio (cátedras, entrevistas en los medios de
comunicación, conferencias, premios, publicaciones, citas permanentes en otros
estudios, etc.) que su palabra se convierte en verdad revelada. Lo de verdad revelada,
está, lamentablemente muy lejos de ser un chiste, y el por qué lo explico a continuación.
Reificación y mito: la verdad per se13
El resultado de la promoción de estas teorías, fue y es, como sabrá quien haya estudiado
historia o arte en la escuela, instituto o universidad, que poco a poco se van naturalizando;
se repiten una y otra vez como si fueran la verdad indiscutible. La causa directa de esto
tiene que ver con una palabra fundamental en antropología: reificación.
Tan importante es esta palabra que Gerd Baumann ha escrito que “conocer lo que
implica este término [reificación] [...] probablemente sea el paso más importante para
convertir a una persona en un científico social.”14
¿Pero qué es la reificación? Ángel Díaz de Rada nos lo explica citando a Berger y
Luckman:
“La reificación es la aprehensión de fenómenos humanos como si fueran
cosas, vale decir, en términos no humanos, o posiblemente supra-humanos.
Se puede expresar de otra manera diciendo que la reificación es la
aprehensión de los productos de la actividad humana como si fueran algo
distinto de los productos humanos, como hechos de la naturaleza, como
resultados de leyes cósmicas, o manifestaciones de la voluntad divina.”15
13 Per se: (Locución latina) Por sí mismo o en sí mismo
14 Citado en Díaz de Rada: 2010, pg. 91.
15 Díaz de Rada, op. cit. Pg.91.
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
14
Es así que estudiamos la historia, no como una construcción de personas
concretas, de carne y hueso, con nombre y apellido, sino como la simple descripción,
realizada por prestigiosos científicos, cuya voz es indubitable, de algo que fue así, porque
así lo ha dictado la naturaleza, o Dios, en el peor de los casos. De cualquier forma, el
resultado de esto es pensar que las cosas simplemente son así, o siempre fueron así, o así
funciona la naturaleza o el plan de Dios (para justificar cualquier cosa). Cuántas veces
escucho decir, desde altos académicos hasta los más llanos iletrados, por ejemplo,
“siempre hubo pobres” eso es una mentira más grande que una casa, pero se ha
naturalizado de tal forma, que no admite el enunciado, ni siquiera lugar para pensarlo
desde la duda, o desde lo fáctico. Funciona tal como una verdad revelada, no se puede
discutir ni analizar, simplemente es.
En su excelente trabajo, Mitologías, en el que analiza, entre otras cosas, el
lenguaje, Roland Barthes afirma que lo que él llama, desde el lenguaje, mito (desde la
antropología, reificación) funciona plenamente cuando lo aceptamos sin siquiera pensar
en ello, no nos llama la atención, está simplemente ahí, siempre lo ha estado y seguirá
estando, porque escapa al tiempo y el espacio, es natural, es una verdad per se.
“El mundo provee al mito de un real histórico, definido —aunque haya que
remontarse muy lejos— por la manera en que los hombres lo han producido
o utilizado; el mito restituye una imagen natural de ese real. De la misma
manera que la ideología burguesa se define por la defección del hombre
burgués, el mito está constituido por la pérdida de la cualidad histórica de
las cosas: las cosas pierden en él el recuerdo de su construcción.
[…] El mito no niega las cosas, su función, por el contrario, es hablar de
ellas; simplemente las purifica, las vuelve inocentes, las funda como
naturaleza y eternidad, les confiere una claridad que no es la de la
explicación, sino de la comprobación: si compruebo la imperialidad
francesa sin explicarla, estoy a un paso de encontrarla natural, que cae por
su peso; me quedo tranquilo. Al pasar de la historia a la naturaleza, el mito
efectúa una economía: consigue abolir la complejidad de los actos
humanos, les otorga la simplicidad de las esencias, suprime la dialéctica,
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
15
cualquier superación que vaya más allá de lo visible inmediato, organiza un
mundo sin contradicciones puesto que no tiene profundidad, un mundo
desplegado en la evidencia, funda una claridad feliz: las cosas parecen
significar por sí mismas.”16
Y este habla mítica, tanto como el desarrollo histórico reificado, tienen serias
consecuencias. Les comparto lo que al respecto opina Ángel Díaz de Rada:
“Reificar es analíticamente improductivo porque no encaja con nuestra
experiencia, que es experiencia del movimiento. Además es éticamente
peligroso y políticamente dañino porque, al reflexionar sobre las
sociedades humanas, lleva a pensar que sus formas regladas de práctica
son esencias detenidas en el tiempo, y puede llevar a concluir que así debe
ser para siempre. Cuando se sostiene esta idea desde la perspectiva de una
«defensa de la cultura» es evidente que lo que se está defendiendo es la
persistencia de los contenidos de la cultura por encima de las personas que,
en definitiva, dan forma a esos contenidos; las personas que los ponen en
práctica de formas variadas en cada nueva acción que emprenden. Esta
idea se encuentra en la base de un conjunto de ideologías que defienden la
pureza de las culturas como cosas ancladas en el tiempo, una imagen que
se resiste a aceptar el movimiento y que lastra a las personas con la carga
de tener que mantenerse fieles a la ficción de una cultura parada. Los
nacionalismos de toda índole (no sólo los que estamos acostumbrados a
considerar como tales, pues siempre parece que los nacionalistas son los
otros), llevados a veces hasta el extremo de la ideología racista, son
consecuentes con esta ficción.”17
16 Barthes: 1999 (1980) pg. 141-142.
17 Díaz de Rada, op. Cit. Pg.91
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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Nuestros analistas nos muestran, claramente, que la reificación del proceso de
desarrollo histórico, o su elevación a la categoría de mito, no son para nada inocentes y
sí, muy peligrosos.
La magia de la historia: los prestidigitadores académicos
A partir de la construcción del mito o la reificación de los procesos históricos, es que se va
a producir un curioso acto de magia histórico-social. Les descubro el truco (perdón).
Hablamos de reificación, con ello se ha establecido que la naturaleza o alguna
deidad han dictaminado que los primitivos hombres hicieran esos cacharros, esas
pinturas, esas herramientas de piedra. Nada más cierto, y ahí están los cacharros, las
pinturas, las herramientas, para dar fe de ello, con dataciones por radiocarbono,
termoluminiscencia y otros métodos que no dejan lugar a dudas. Ahora bien, por
propiedad transitiva —no se me ocurre otro argumento— eso “que fue así”, según la
ciencia, viene a “contagiar” las teorías que nos explican “por qué fue así”. Tan cierto va a
ser entonces que hombres del paleolítico superior realizaron esas pinturas, como va a ser
cierto “por qué” las realizaron. Y va a ser cierto que las realizaron porque creían en esto o
en aquello, o porque sus ideas eran tales o cuales.
Lo mismo va a suceder con las creencias religiosas y las formas sociales, nuestros
primitivos van a ir, lentamente, evolucionando desde no tener, aparentemente ninguna
creencia y ser una horda, a la magia simpática de caza y fecundidad y los primeros
rudimentos de familia (aún no existía el matrimonio monogámico tal como lo practicamos
hoy), luego van a adorar fuerzas de la naturaleza y animales sagrados ( y ya van a tener
sociedad patriarcal, como corresponde), luego van a generar irrisorias mitologías, sin pies
ni cabeza, para finalmente, comenzar a ordenar sus creencias y supersticiones hacia una,
al principio débil, idea del Dios cristiano, o mejor, mosaico18 (Platón casi casi lo descubre,
me contaban los curas de mi colegio), aunque ya con familia monogámica y estado (para
que no nos matemos entre nosotros, según me explicaron en la escuela), como también
debe ser, naturalmente. Esta idea de Dios queda cerrada y formalizada a partir de la
venida de Jesús, que nos aclaró como eran las cosas, y la posterior cristianización del
18 Las religiones mosaicas (cristianismo, judaísmo e islamismo) creen en el mismo dios.
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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imperio romano. ¡Chan, la evolución perfecta, de ser unos pobres primates, hemos
llegado, “naturalmente”, a ser occidentales y cristianos!
Pero… siempre hay un pero. En este caso al pero lo constituyen las cientos o miles
de sociedades y culturas que no han seguido la línea evolutiva oficial. Pasemos lista de los
rezagados: Casi todos los pueblos de África y montones de pueblos asiáticos, muchos,
además, hasta hoy en día se empecinan en vivir como hace diez mil años. Las culturas
precolombinas, ni siquiera tuvieron edad de los metales; y no solo eso, ¡hay otras que ni
siquiera tuvieron neolítico! No había piedras en su región ¿en dónde las ponemos? En la
línea evolutiva no, porque nos arruinan todo el proceso evolutivo. Bueno, pongamos que
son casi humanos, les falta evolucionar. Los ayudamos. Les guste o no.
Esto tampoco es un chiste. A sabiendas o no, queriendo hacer lo contrario o no,
hay mucha gente, gobiernos, instituciones también, que adhieren a estas posturas;
aunque los que adhieren a sabiendas, jamás lo van a expresar de forma tan explícita, (sin
embargo, el famoso escritor Mario Vargas Llosa, se acerca bastante, como más adelante
veremos). Y para que quede claro lo repito, esto no es un chiste. Una buena prueba de la
seriedad de toda esta ideología es el análisis realizado en el capítulo III – Arte, magia, mito
y religión, sobre las conclusiones a las que arriba, sin ningún fundamento, D. Ibarra Grasso
sobre el arte rupestre de Cerro Colorado. Para el citado autor, era natural que los
comechingones recurran a la magia, ni siquiera se detuvo a considerar otra opción.
Exactamente lo mismo que Gombrich, a quien también citamos. Y ambos postularon las
raíces mágicas del arte rupestre sin siquiera establecer que podría ser una causa. Lo era,
la única posible, porque naturalmente es así, por lo cual no lo discutimos. Generaciones
han leído ambos libros, ambas teorías, y la mayoría las aceptó naturalmente, no había
nada que pensar, se explicaban por sí mismas, no hay explicación, solo comprobación.
Parafraseando a Barthes: las cosas significan por sí mismas. Claridad feliz, me quedo
tranquilo.
Pero la prestidigitación no termina allí. Tiene otro aspecto. Este consiste en realizar
una especie de antonomasia o sinécdoque cultural, quiero decir con esto, que una parte
se toma por el todo. Veámoslo más detenidamente. En determinada región, los estudios
comprueban que hombres que se encontraban en la edad del bronce, a la vez tenían
ciertas creencias y ciertas tecnologías en otros campos. Pues bien, el truco consiste en
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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postular que esas coincidencias deberán ser iguales para todos y en todos lados, lo que
nos trae a consecuencia que quienes no trabajaban el bronce tampoco podrían hacer esto
o aquello, es como que esa característica particular, abre la puerta al desarrollo en todos
los demás campos tecnológicos y sociales. Verbi gratia, los pueblos precolombinos, que
no trabajaban piedra o metal, tenían que ser, forzosamente primitivos.
También se puede realizar a la inversa, y volvamos con los precolombinos. Para
este caso, se dice que realizaban sacrificios humanos de tipo ritual, algo cruel y bárbaro,
propio de gentes que eran casi animales. De aquí se desprende que todo pueblo que
realiza sacrificios humanos (de tipo ritual) está en una etapa muy inferior de la evolución
humana y eso se traslada a todos los aspectos sociales y tecnológicos.
Si sumamos la ideología por la negativa (no trabajaban el bronce) y por la positiva
(realizaban sacrificios humanos de tipo ritual)19 no hay ninguna posibilidad de que estas
gentes fueran plenamente humanos, sino más bien lo contrario. Esto por supuesto, me
abre la puerta a considerar casi un acto de bien, sacar a esos pobres pueblos de la
primitiva barbarie en que se encontraban y, de paso, evitar que se pierdan de la salvación
eterna. Y esto tampoco es un chiste.
Tristemente esta forma distorsionada y falaz de analizar la historia funciona, y
funciona muy bien. Ha justificado invasiones y matanzas a lo largo y ancho del planeta, y
no porque “antes” se pensaba así, esta ideología sigue vivita y coleando, por ejemplo, en
el “Discurso sobre la cultura” de Mario Vargas Llosa, que analizaremos más adelante;
también en la conferencia de José Antonio Sánchez, presidente de Radio Televisión
Española, quien fue invitado por Casa América de Madrid con ocasión de la suscripción de
un convenio entre la Corporación RTVE y el patronato de la entidad para el intercambio
de conocimientos. Durante su discurso, el 6 de abril de 2017, expresó, sin ponerse
colorado:
19 En algún momento nos detendremos a desmenuzar este asuntito de los sacrificios, pues creo yo, que su
contenido (ritual) nada tiene que ver con el contenido que se le pone desde nuestra cultura actual, asesinato
y pérdida de la vida. Entiendo que los antiguos lo vivían y sentían de modo muy diferente, desde otros
conceptos, incluyendo, por supuesto, al de la “muerte”.
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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"El descubrimiento de América ha sido el acontecimiento más importante
de la Historia de la Humanidad, después del nacimiento de Cristo. Y la obra
de España ha sido de tal magnitud que durante siglos los enemigos del
imperio han dedicado lo mejor de sí para desprestigiarnos. […] Lamentar la
desaparición del imperio azteca es más o menos como sentir pesar por la
derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. La cultura azteca era
un totalitarismo sangriento fundado en los sacrificios humanos. […] ¿En qué
cabeza cabe que los españoles de entonces iban a dedicarse al exterminio
de seres humanos? Los españoles que fueron a América eran los españoles
que tenían unas cortes desde hacía mucho, que tenían sometido al derecho
cualquier poder o arbitrariedad, que vivían en un país lleno de catedrales,
unos españoles que ya sabían de la existencia de Dante y de Petrarca, que
sabían que Miguel Ángel pintaba la Sixtina ¿Cómo los españoles de ese
entorno se iban a dedicar al exterminio de seres humanos? ¿En qué cabeza
cabe? ¿Que se hicieron cosas malas? Qué alguien me diga en qué
conquistas no las hubo. […] Vuelvo a insistir, España nunca fue
colonizadora, fue evangelizadora y civilizadora. Los pueblos bárbaros,
cuando han transitado desde la orilla de la esclavitud hasta la ribera de la
libertad, lo han hecho tras haber sido civilizados […] ¿Cómo vamos a
avergonzarnos de haber inundado América de escuelas y de Iglesias?”
Asimismo vive en el enojo con que, solo por poner dos ejemplos, el escritor
español Arturo Pérez Reverte20 y el líder de “Ciudadanos” Albert Rivera21 han respondido
al pedido del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien ha enviado
sendas cartas, una al Rey de España, Felipe VI, y otra al Papa Francisco, solicitando "se
haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a
20 Escritor y periodista español, nacido en 1951.
21 Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, es un partido político español, de derecha, opositor a los
nacionalismos independentistas, fundado en 2006 en la ciudad de Barcelona, actualmente (2019) presidido
por Albert Rivera.
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
20
los Derechos Humanos" [durante la conquista de América]. Estos “agravios y violaciones”,
desde otro ángulo de visión, también fueron sacrificios humanos, no hacia los dioses
precolombinos, sino frente a la simple codicia de poder y dinero, diferentes dioses,
diferentes sacrificios.
Todo depende de dónde ponga uno el acento, las cosas serán de una forma o de
otra. Vargas Llosa, hablando de griegos y romanos, pone el acento (y reifica) su filosofía y
su derecho, respectivamente, olvidando las piraterías, los sojuzgamientos y, por supuesto,
los sacrificios humanos que también hacían griegos y romanos.
Es así que la historiografía oficial ha “construido” un cavernícola, un hombre
primitivo, por oposición al hombre civilizado occidental europeo, en donde todas las malas
van hacia el primitivo africano, americano o asiático, y las buenas hacia el europeo
civilizado. Es así, como se fueron configurando las características que definían a un
hombre o sociedad como “primitivos” (salvajes/bárbaros): creencia en fuerzas naturales;
construcciones míticas - ausencia del verdadero Dios; falta de tecnologías “modernas”;
costumbres “crueles” (sacrificios humanos), etc.
Pero como los hombres reales pueden más que los imaginarios, al barco del
hombre civilizado, cada día le aparece un nuevo agujero y, esperemos que, la historia
próxima lo hunda, de una vez y para siempre, en el mar de su militarismo, su colonialismo,
su fascismo y su racismo.
En otro capítulo, el VII – Solo sé que no se nada, veremos los problemas que nos
sigue trayendo cada nuevo descubrimiento arqueológico. Por lo pronto, debemos
meternos finalmente en el paleolítico superior y el neolítico, que no son tan fáciles de
separar cuando pasamos de las piedras a las personas. Quizá nos va a resultar mejor,
guiarnos por las formas sociales, las que, hasta cierto punto, han tenido una evolución con
formas muy similares en todo el globo, a diferentes tiempos por supuesto, hasta ir
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
21
quedando todas, y cada vez más, ancladas en la monogámica patriarcal, aunque en estos
tiempos está ciertamente muy cuestionada por la emergencia de nuevas formas
familiares que incluyen, además, sexos no previstos por Dios, como alguien escribió.
Conclusión: el neolítico, descartado
Bueno, dicho así parece un poco exagerado. No podemos descartar un período
arqueológico, pero sí evitar tomarlo como parámetro para todo lo social. Y sobre todo si
ese neolítico toma como base Europa. Y esto es importantísimo, porque los constructores
de la historia, no toman en cuenta las formas que van adquiriendo las pautas culturales.
Como veremos en el siguiente capítulo, las sociedades primitivas se fueron haciendo, a la
par que desarrollaban su dominio sobre la naturaleza, que crecían y crecían sus fuerzas
productivas, mucho más complejas; esa complejidad adquirió muy variadas maneras de
expresarse, y muy variadas maneras de relacionarse entre los hombres.
Esta falta de profundidad en el análisis, como veremos en el capítulo IX, tendrá
como consecuencia el hecho de que se va a asumir que las formas de relación social, y
relaciones de la sociedad con las fuerzas productivas, se va a sostener en los mismos
parámetros europeos, y eso no ha sido, ni es, así —mal que les pese a los globalizadores.
Vamos a bajarlo a tierra con un par de ejemplos.
El concepto de comercio: que en Europa tuvo particulares características y fines,
resulta inapropiado para analizar las relaciones de intercambio en América. Se equipara
el intercambio con el comercio, y no son lo mismo, ni tienen las mismas consecuencias a
nivel social.
Las capacidades tecnológicas: fueron en Europa bastante pobres, salvo en lo
militar, pues debido a sus relaciones de producción, hasta el fin del feudalismo no hubo
prácticamente interés en desarrollarlas. Téngase en cuenta que la cultura y estados
teocráticos no veían con buenos ojos la socialización del conocimiento, así como tampoco
la investigación, y ni hablar del método experimental. De esto resultó que cualquier
tecnología y conocimientos, no comprendida o ajustada a los parámetros europeos del
período de la invasión a América, fueron consideradas supersticiones o cuestiones del
demonio –en realidad, me parece, el fondo de esta concepción tiene más que ver con que
cuestionaba, punto por punto la superioridad europea y, por tanto, su derecho a invadir
Arte, cultura y sociedad | José Cardoso
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y saquear; en épocas posteriores, siglos XVIII, XIX y XX, las evidencias de capacidades
técnicas precolombinas equiparables o superiores a las europeas fueron, o bien
desacreditadas, o bien ignoradas, o bien se las atribuyó a “culturas” superiores venidas
hace una —felizmente— ignota antigüedad, de otros planetas.
Si queremos ser justos, casi que preferiría hablar de “los neolíticos” antes que de
“el neolítico”. Sigamos adelante, que veremos unos cuantos.