4

Click here to load reader

Prologo

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Prólogo de Carlos Arribas a la quinta edición de Plomo en los Bolsillos (Ander Izagirre, Libros del K.O.)

Citation preview

Page 1: Prologo

5

El otro día una compañera me contó que al salir del Ber-nabéu de madrugada después de un partido del Madrid cogió un taxi, y que el taxista, al ver que ella era periodista deportiva, empezó a contarle su vida. «Yo», le dijo, «fui atleta olímpico en los Juegos de Múnich. Corrí los 800 me-tros y llegué a semifinales, y, mire, 40 años después, aquí es-toy, trabajando de noche en el taxi». «Me dijo su nombre», me contó la compañera, «pero se me olvidó. Supongo que no será difícil encontrarlo». Intrigados y curiosos, y ya con una novela en nuestra cabeza, dimos enseguida en los libros de resultados olím-picos con un tal Antonio Fernández Ortiz, que vivía en Alcalá y que, en efecto, participó en los 800 metros de los Juegos de Múnich, aunque no llegó a semifinales, pues fue eliminado en la primera serie. En la federación, donde lla-mamos para que nos dieran su teléfono, nos dijeron que

PRÓLOGOEL CRONISTA COMO LADRÓN DE MEMORIASCarlos Arribas

Plomo en los bolsillos_5ed.indd 5 07/02/13 22:00

Page 2: Prologo

6

era curioso, pero que justamente el día anterior la amiga de un atleta veterano les había contado la misma historia: que Antonio Fernández la había cogido con el taxi y que le había contado su vida. «La verdad», nos dijo el amigo de la federación de atletismo, «es que aquí nadie tenía ni idea de que Fernández había acabado de taxista». Cuando llamamos a su casa, se puso una mujer. «No, Antonio no está», nos dijo. Y cuando le pedimos el núme-ro del móvil para llamarlo al taxi, nos respondió: «¿Taxi? ¿Por qué piensan que está en un taxi? Yo supongo que es-tará en el instituto dando clases. ¿No se habrán confun-dido de Antonio Fernández, que hay muchos?». Pero no, no nos habíamos confundido. Su marido había sido atleta olímpico en Múnich, en efecto, pero no, que ella supiera su marido no era taxista. «Él es profesor de gimnasia aquí, en un colegio, y la noche que me dice que le cogió estaba conmigo en casa…». Unas cuantas llamadas telefónicas después descubrimos que el taxista era en realidad un atleta popular muy cono-cido por su afición y por las ganas con que se entrena todos los días para correr maratones. Supimos que le llaman el Pegaso porque antes trabajó en la fábrica de Peugeot, pero nunca supimos por qué le había robado el pasado a Anto-nio Fernández, por qué había decidido que su vida verda-dera era otra diferente de la que había vivido. Tampoco queríamos herirle, preguntarle por su mentira. Los escritores, los que vivimos de contar historias, so-mos un poco como el taxista de madrugada. Incapaces de imitar nuestra voz como el imitador de voces de Thomas

Plomo en los bolsillos_5ed.indd 6 07/02/13 22:00

Page 3: Prologo

7

Bernhard, nosotros, ladrones fugaces de memorias, de re-cuerdos, buscamos en las voces de los otros, en sus vidas, la nuestra. Decía el director Robert Bresson, provocador, que era la palabra la que creaba la imagen. Podríamos añadir también que es la mirada la que crea la palabra. La mirada de Ander Izagirre, ladrón fugaz de decenas de vidas de ciclistas, de sus recuerdos, la mirada con la que da vida, palabra, imagen, a decenas de momentos del Tour de Francia, es la mirada voluntariamente ingenua de la fascinación. Es la única mirada que admite el ciclismo considerado como una pasión. Comienza su gran crónica del Tour con la confesión de una revelación vivida en las cunetas de la subida a Luz Ar-diden, la de la aparición de entre la niebla de Perico Delga-do triunfador, y todos sabemos instantáneamente que este Ander es en esos momentos ese Perico, que cuando trans-forma su mirada en palabras, en imágenes, no está dando vida al gran Perico, sino a sí mismo, a su pasión. Y también en ese momento Ander es la vida de Peio, que atacó en el Tourmalet para abrirle la vía a su jefe. Y si hubiera podido, habría sido también Pepe del Ramo, uno que ahora se ha hecho rico fabricando cascos de ciclista, justamente uno de los elementos que más chocan con la visión legendaria del ciclismo, pero que aquel día frío de julio del 85 en los Piri-neos cumplió su misión para Perico atacando en el Aspin. Fue un ataque corto, de unos centenares de metros, pero también Del Ramo tiene derecho a robar a su memoria y cada vez que lo narra lo recuerda diferente, su papel es cada vez más importante.

Plomo en los bolsillos_5ed.indd 7 07/02/13 22:00

Page 4: Prologo

8

Y Ander Izagirre no solo es Perico en este libro, de título de western y subtítulo de novela picaresca. También es la borrachera transitoria del ciclista argelino al que embria-gan desaprensivos espectadores, es Simpson muerto des-pués de llevar su lucha hasta lo más extremo, es Ocaña caído, es Charly Gaul y Jean Robic, Federico Bahamontes y el Tarangu, es, quiere ser, la vida de todos, la vida soña-da, vivida, recordada, leída, de tantos que tanto nos han conmovido.

Plomo en los bolsillos_5ed.indd 8 07/02/13 22:00