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Propuesta educativa catecumenado

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ÍNDICE

1.- INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 5

2.- NUESTROS ADOLESCENTES ......................................................................................................... 7

2.1.- ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE NUESTROS ADOLESCENTES .......................................................... 7

2.1.1.- Adolescentes en busca de su identidad. ................................................................................... 7

2.1.2.- Adolecentes abiertos a su entorno. .......................................................................................... 9

2.1.3.- Qué valoran y qué les preocupa. ............................................................................................ 10

2.2.- EL ÁMBITO DE LO RELIGIOSO ......................................................................................................... 12

3.- LOS PRINCIPIOS Y OPCIONES DE NUESTRA PROPUESTA............................................. 14

3.1.- PRINCIPIOS TEOLÓGICOS ............................................................................................................... 14

3.1.1.- El principio Encarnación. ......................................................................................................... 14

3.1.2.- El Reino y la vida en plenitud. ................................................................................................. 15

3.1.3.- Dios se revela invitando a crecer. ........................................................................................... 16

3.2.- LA OPCIÓN POR UN ITINERARIO EDUCATIVO ................................................................................ 16

3.3.- LA OPCIÓN POR UN MODELO EDUCATIVO: LA ANIMACIÓN ......................................................... 17

4.- LOS OBJETIVOS: SINTONIZAR FE Y VIDA ............................................................................ 18

4.1.- ÁREA DEL CONOCIMIENTO Y ACEPTACIÓN PERSONALES. ............................................................. 19

4.2.- ÁREA DE LA EXPERIENCIA DE GRUPO Y DE COMUNIDAD. ............................................................. 20

4.3.- ÁREA DEL CONOCIMIENTO CRÍTICO DEL MUNDO. ........................................................................ 20

4.4.- ÁREA DE LA EXPERIENCIA DEL ENCUENTRO CON JESUCRISTO Y SU MENSAJE. ............................. 21

5.- CON UN ESTILO PEDAGÓGICO .................................................................................................. 22

5.1.- LA CENTRALIDAD DE LA PERSONA ................................................................................................. 22

5.2.- A TRAVÉS DE LA EXPERIENCIA ........................................................................................................ 23

5.3.- DENTRO DE UN GRUPO .................................................................................................................. 23

5.4.- DENTRO DE UN AMBIENTE MÁS AMPLIO ...................................................................................... 23

6.- LA METODOLOGÍA ....................................................................................................................... 25

6.1. UNA METODOLOGÍA ACTIVA ........................................................................................................... 25

6.2.- EL GRUPO ....................................................................................................................................... 26

6.3.- EL ACOMPAÑAMIENTO PERSONAL. ............................................................................................... 28

7.- PROPUESTA DE CONTENIDOS Y EXPERIENCIAS ............................................................. 29

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8.- LA FIGURA DEL ANIMADOR ..................................................................................................... 31

8.1.- Madurez humana. .............................................................................................................................. 31

8.2.- Experiencia personal de fe. ............................................................................................................ 32

8.3.- Educador. ....................................................................................................................................... 32

8.4.- Un animador en formación. ........................................................................................................... 33

8.5.- Dentro de un equipo, de una comunidad. ..................................................................................... 33

9.- LA ORGANIZACIÓN ....................................................................................................................... 34

9.1. ESTRUCTURA DEL CATECUMENADO. .............................................................................................. 34

9.2.- RITMOS LOCALES E INSPECTORIALES ............................................................................................. 34

9.3.- FIGURAS Y FUNCIONES. .................................................................................................................. 36

9.3.1.- Figuras locales ......................................................................................................................... 36

9.3.2.- Figuras inspectoriales .............................................................................................................. 37

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La historia de los grupos de catecumenado comienza en la década de los 70, en un contexto en el que la pastoral juvenil en España estaba pensando formas nuevas de hacerse. En esa época empezaba a darse una contestación ante un modelo católico oficial y se comenzaba a pedir un modelo distinto de cristiano adulto, no de nombre, sino de opción personal de vida.

Por eso, desde el ambiente salesiano de nuestra inspectoría, algunos comenzaron a pensar algo nuevo, algún tipo de experiencia que permitiera a los jóvenes hacerse un planteamiento de lo que significa ser cristiano y les diese la posibilidad de hacer opciones personales. En ese momento se hablaba en la Iglesia de los procesos en línea catecumenal, retomando el concepto del Catecumenado de los inicios de la Iglesia, que era el proceso que seguían las personas que, habiendo recibido el primer anuncio de Jesucristo, decidían prepararse para recibir el bautismo. De ahí que también en nuestros ambientes se empezase a hablar de un proceso de formación cristiana para jóvenes al que se dio el nombre de Catecumenado.

En el año 1970 hubo una primera reunión en San Martín de Laspra. La experiencia resultó muy positiva y por eso se empezó a pensar en la posibilidad de “institucionalizar” tales reuniones en un encuentro-cursillo de verano de 6 ó 7 días, pensando en Cambados como lugar. Así sucedió a partir de 1971.

En los comienzos se constataron algunas dificultades como por ejemplo la heterogeneidad de los participantes y la falta de continuidad de esta experiencia durante el año. Por eso en 1975 se plantea la posibilidad de hacer cursillos progresivos y para edades más homogéneas, con chicos que se comprometieran a seguir trabajando en grupo durante el curso acompañados por un animador. De este modo en el verano de 1976 ya se realizaron tres cursillos correspondientes a tres niveles. La fórmula tuvo su éxito. Podemos decir que desde este año empieza su marcha el Catecumenado como tal.

A partir de ahí el Catecumenado ha ido repensándose y adaptándose siempre con la idea de ofrecer a los adolescentes un modo de crecer y de plantearse su vida y el modo cristiano de vivirla. Por eso se fueron introduciendo cambios como la presencia de chicas en los grupos (al principio era únicamente masculino). Con el tiempo, se vio que era necesario ampliar

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el número de encuentros y de años, con lo que progresivamente se fueron añadiendo cursillos y configurándolos hasta la estructura que tenemos actualmente.

Es importante resaltar que pronto en nuestra inspectoría se cayó en la cuenta de que no era suficiente con la existencia de los grupos de catecumenado y, a través de diversos caminos y experiencias, fueron apareciendo otros grupos adecuados a edades más tempranas con la misma idea y la misma ilusión de educar en la fe. Así fueron naciendo los grupos de ADS, Andaina y los de más pequeños, y se fue consolidando lo que hoy llamamos el “Itinerario de educación en la fe”.

Otro dato destacable es que la historia del catecumenado va pareja al desarrollo de los centros juveniles en nuestra inspectoría, con una influencia recíproca. Sucedió que a medida que los grupos iban tomando consistencia se planteaba la oportunidad de crear plataformas locales donde comprometerse, de modo que los grupos no fuesen algo teórico, sino que se pudiera dar cauce al componente experiencial. Y a medida que los centros juveniles crecían, se convertían en los ambientes donde proponer la experiencia de los grupos.

Así pues, con los grupos de Catecumenado, y con todo el itinerario, pretendemos ofrecer un camino progresivo de crecimiento y de educación en la fe, con nuestro estilo salesiano particular. Esta Propuesta educativa de los grupos de Catecumenado trata de reflejar en concreto qué nos proponemos en una parte de ese camino más largo en el cual estamos insertados, con las particularidades de la edad a la que van dirigidos.

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Los grupos de Catecumenado van dirigidos a chicos y chicas de entre 15 y 19 años aproximadamente. Estas edades se corresponden más o menos con lo que se considera la adolescencia, con unas características particulares en el desarrollo de la persona.

Las características que aquí resaltamos están tomadas en parte de la experiencia real en la que nos movemos y en gran medida de algunos estudios publicados estos últimos años sobre la adolescencia y la juventud.1

2.1.- ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE NUESTROS ADOLESCENTES

Lo primero que habría que decir, como indican algunos autores, es lo complicado que resulta hablar de adolescencia. Más bien existen adolescentes, muy distintos entre sí dependiendo de la edad, el contexto en el que viven, el nivel socioeconómico, etc. Por eso aquí tratamos de dar unas pinceladas que nos ayuden a comprender a quienes tenemos delante.

2.1.1.- Adolescentes en busca de su identidad.

Los diccionarios definen la adolescencia como un período de la vida entre la infancia y la edad adulta. Biológicamente señalan la pubertad como inicio de esta etapa, colocando como final la referencia de los 18 años más o menos, aunque ésta no sea clara por las distintas condiciones ambientales y socio-culturales. A partir de entonces se habla de jóvenes. En base a

1 Los estudios y libros en los que está basado principalmente este apartado son los siguientes:

CEREZO José Joaquín - GÓMEZ Pedro José, Jóvenes e Iglesia. Caminos para el reencuentro, Madrid, PPC, 2006.

ELZO IMAZ Javier, Los jóvenes y la felicidad, Madrid, PPC, 2006. ELZO IMAZ Javier, La voz de los adolescentes, Madrid, PPC, 2008. GONZÁLEZ-ANLEO Juan (dir.) y otros, Jóvenes 2000 y religión, Madrid, SM, 2004. GONZÁLEZ-ANLEO Juan (dir.) y otros, Jóvenes españoles 2010, Madrid, SM, 2010. GONZÁLEZ BLASCO Pedro (dir.) y otros, Jóvenes españoles 2005, Madrid, SM, 2006. INJUVE, Informe Juventud en España 2004, Madrid, Instituto de la Juventud, 2005.

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un criterio de tipo cognitivo-social, la adolescencia va del momento en que la persona comienza a ser capaz de utilizar con una cierta autonomía el pensamiento lógico, hasta que llega a una plena integración de sus capacidades lógico-cognitivas y tiene la posibilidad de vivir una vida independiente a nivel afectivo y relacional.

Ciertamente que se puede distinguir entre preadolescencia y adolescencia, aunque los límites sean bastante difusos. Cuando nosotros nos referimos a los adolescentes estamos hablando de una etapa en que ya se ha pasado por ese primer momento de la pubertad y nos encontramos con un chico o chica que descubre y desarrolla un nuevo modo de pensar, de posicionarse ante sí mismo, ante los demás y ante la realidad. También es importante caer en la cuenta de que en esta franja de edad hay grandes diferencias y el proceso de desarrollo es tan importante que no podemos identificar un chico/a de 15 años con uno/a de 19. Por eso al hablar de la adolescencia tenemos que hacer referencia a los cambios que se van produciendo y a las capacidades que el adolescente va descubriendo y desarrollando.

La característica principal de la adolescencia es el proceso de búsqueda de su propia identidad, posiblemente más inconsciente al principio, pero que va conduciendo a una autoafirmación cada vez mayor. En esta dinámica en el adolescente se van desarrollando algunas capacidades como:

- Capacidad de percibirse objetivamente, desde fuera y de abrirse al juicio de los demás. La propia imagen que se va haciendo de sí mismo y lo que los demás opinen de él se convierte en un elemento de gran importancia.

- Capacidad de razonar que le lleva a buscar los porqués de todo. No se conforma con lo primero que le dicen. En esta clave también la apertura a la trascendencia tiene una gran dosis de razonamiento intelectual.

- Capacidad de ir conociendo y aceptando sus propios sentimientos. - Capacidad de una gran apertura a los demás, unida a la necesidad de relaciones sociales

que se satisface en el grupo de iguales. Los lazos afectivos que se crean allí llevan a una separación cada vez mayor del rol de los padres.

Es cierto que estas capacidades, en el proceso de crecimiento presentan algunas

dificultades, porque se dan inseguridades y tanteos en el camino. Algunas dificultades pueden ser:

- Dificultad de integrar las tres componentes de su personalidad (cognitiva, afectiva y racional). Sobre todo le cuesta dar una explicación satisfactoria a sus tendencias y sentimientos.

- Dificultad de asumir los cambios de su imagen corporal, no siempre armónicos, y que escapan del control racional.

- Dificultad a veces de distinguir planos de realidad, confundiendo lo posible y lo real.

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- Dificultades en el campo de las relaciones interpersonales. La apertura a los demás va ligada a la imagen que intenta dar de sí, lo que le lleva no pocas veces a construir máscaras que lo protejan de los prejuicios, las etiquetas o de que los demás descubran sus debilidades.

2.1.2.- Adolecentes abiertos a su entorno.

En su proceso de crecimiento, los adolescentes necesitan encontrar unos ejes, unos valores, en torno a los cuales construir esa identidad personal. La realidad del contexto occidental en el que vivimos marcado por pluralidad, fragmentación, subjetivismo, reversibilidad, consumismo, presentismo, etc. hace que esta tarea se vea dificultada.

Viven en medio de una sociedad satisfecha, individualista, permisiva, pragmática, secularizada, donde la socialización está en manos de instancias que no son las tradicionales (se habla de socialización débil porque ya no es la familia o la escuela el principal elemento de socialización, sino los amigos y las nuevas tecnologías). La sociedad abastece de recursos materiales a las nuevas generaciones (a veces incluso los sobreprotege y no les ayuda a comprender el valor de las cosas y del esfuerzo por conseguirlas) pero no de recursos para enfrentarse a la frustración o a la incertidumbre.

Dicen los autores que a los adolescentes les faltan modelos adultos significativos. Esto quiere decir que en la sociedad actual da la sensación de que lo bueno es lo joven y lo adulto es negativo. Todos quieren comportarse como jóvenes y mantenerse como tales. Por eso a veces los modelos que se les presentan en los medios de comunicación son reflejo de esa sociedad adulta pragmática, fragmentada, caracterizada por la relatividad de los valores sin un centro de jerarquización, más preocupada por la satisfacción inmediata que por la responsabilidad o las consecuencias de sus opciones.

Los adolescentes tienen acceso a una gran cantidad de información por los medios con los que cuentan, pero muchas veces no se les ayuda a filtrar o a valorar adecuadamente dicha información, ampliando aún más la idea de que “todo vale”, porque en una sociedad que entiende mal lo que significa pluralidad y tolerancia cualquier idea es válida. Unido a esto percibimos en ellos una cierta falta de crítica (y de autocrítica), a veces por falta de visiones globales o de conjunto, o por falta de capacidad para interpretar adecuadamente la información. Esto también les puede llevar en ocasiones al riesgo de ser manipulables (véase el influjo de los medios de comunicación y del consumismo, así como la influencia de los líderes entre iguales y las presiones del grupo).

Además, en su camino de autoafirmación tienden a librarse de la dependencia y de la sumisión. Esto va unido a una visión negativa de lo que significa imposición o institución. Manifiestan una cierta rebeldía, que refleja muchas veces una visión del mundo y de la vida de los adultos con la que no están de acuerdo.

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Por lo descrito antes, el adolescente busca en el grupo de iguales el lugar donde encontrar relaciones que le permitan sentirse acogido y valorado por otros. De ahí que la amistad sea para ellos uno de los valores que ensalzan. Al mismo tiempo hay una gran necesidad de no sentirse solos, lo que a veces lleva al peligro de transigir con el grupo y aceptar acríticamente lo que éste propone.

Los adolescentes también muestran una gran capacidad de adaptación a su entorno, a la realidad que viven, con una gran carga de creatividad y de expresividad de aquello que les importa. Sus lenguajes son expresión de nuevos modos de interpretar la realidad, con un alto grado de sentido audiovisual.

De igual modo, en el ámbito familiar van apareciendo modelos de familia muy diversos entre sí y del modelo más tradicional. Esto crea la necesidad de nuevos modos de relaciones familiares que también influyen en la manera de vivir todo este ámbito por los adolescentes.

Una atención especial merece el nuevo mundo de relaciones que se les presenta a través de las tecnologías de la información y la comunicación. Las redes sociales, los diferentes chats, blogs, etc. les proporcionan un medio de estar constantemente comunicados con sus amigos en la distancia y de compartir información de todo tipo con gran rapidez. En ellos muestran sus pensamientos, sus experiencias, sus opiniones. Es un medio importante de socialización, aunque hay quien afirma que son relaciones más bien virtuales, donde se pierde gran parte del contacto personal directo, con la contrapartida de que pueden mostrarse identidades igualmente virtuales. Tal vez aparezca el riesgo de que las relaciones más profundas se amparen en estos tipos de comunicación, rehuyendo del contacto y el diálogo directos.

2.1.3.- Qué valoran y qué les preocupa.

Los adolescentes españoles se definen a sí mismos como rebeldes, consumistas, que piensan sólo en el presente e independientes. Las características que menos piensan que los identifican son las de tolerantes, generosos, trabajadores y maduros.

Dada su situación, entre sus principales preocupaciones aparece la de los estudios y después (sobre todo con el avanzar de la edad) el trabajo. Cuando se les pregunta directamente por lo que más valoran dan a entender que es la salud, la familia y los amigos, en este orden y quedan en los últimos lugares, y muy distanciados del resto, la política y la religión. Lo importante es ver qué hay debajo de estos valores proclamados, ya que los estudios sobre adolescentes y jóvenes muestran que hay una dicotomía entre los valores finalistas y los instrumentales, es decir, que pueden proclamar grandes valores ideales pero luego no valoran los instrumentales, los valores necesarios para conseguir aquellos.

Atendiendo a los estudios sobre los adolescentes y al contacto directo con ellos, podemos señalar algunas de sus características en cuanto a lo que valoran:

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- Centrados en lo próximo, lo actual, el pasado es anecdótico y el futuro está lejos (o lo quieren ver lejos)

- Frente al “gran discurso”, la explicación global (que se les escapa conceptualmente) prefieren el “pequeño relato”, la concreción del día a día en sus cosas habituales. Pero están abiertos, con su propio modo de expresarse, a las grandes preguntas.

- Se dicen libres pero están atados a la familia, a los amigos, a la moda, a los artilugios informáticos, al móvil, a las redes sociales, a la publicidad…

- Sienten pavor por la soledad y el aburrimiento, por lo que tienen que estar ocupados, incitados.

- Rechazan todo principio ético que se proclame absoluto, sostienen un relativismo radical, pero buscan, consciente o inconscientemente, algo que les dé sentido.

- Son más tolerantes que solidarios propiamente hablando. - La noche de los fines de semana, puentes, vacaciones, etc. (especie de fin de semana

prolongado) es su espacio propio, falsamente no normativo, opuesto al tiempo normativo diurno del resto de la semana.

- Aprecian lo que resulta placentero, muchas veces pensando a corto plazo. - El consumismo se convierte en modelo de relaciones: todo se consume, cosas, tiempo

libre, experiencias, amistades… y hay cosas que se consumen cada vez antes con la idea de que tienen derecho a probarlo todo.

- Propugnan con más énfasis las “virtudes públicas” que las “virtudes privadas”. Así la permisividad cívica es cada vez menor (excepto las molestias originadas el fin de semana) mientras que son más tolerantes con ciertas acciones del ámbito privado.

- Están abiertos a valores como la solidaridad, pero su compromiso concreto es escaso. - La política y la religión son para ellos dos de los aspectos menos valorados. - Demuestran un escaso nivel de participación social.

Hay otras posibles clasificaciones de los valores de los adolescentes, dependiendo de

autores, que hacen referencia a aquellos que son importantes y los que menos2.

2 Se puede hacer esta clasificación de los valores de los adolescentes: • Valores que nos aportan: la solidaridad (aunque sea puntual), la sinceridad como actitud que les

lleva a decir lo que piensan (aunque sea a veces poco reflexionado), el diálogo como lugar de encuentro, la libertad que habla de ausencia de condicionantes, el placer (muchas veces confundiendo lo que “me apetece” con lo que me hace feliz).

• Valores que podemos decir que no entienden: la paciencia (buscan lo inmediato), la fidelidad, la comprensión de las cosas fruto de la reflexión (aunque en el encuentro con los demás buscan comprender y ser comprendidos), las opciones claras (pues es posible hacer cosas distintas e incluso incompatibles en distintos momentos).

• Valores que les son indiferentes: el proyecto de futuro. • Valores permanentes, pero muchas veces ambiguos: la religión (aprecian algunos elementos pero

no lo institucional), la sexualidad (saben muchas cosas pero se comprenden poco y no siempre saben gestionar su afectividad) y el dinero.

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2.2.- EL ÁMBITO DE LO RELIGIOSO

En la adolescencia los temas de la fe y la trascendencia están marcados fundamentalmente por las dudas. El modo de razonar que adquieren les hace poner en entredicho todo lo que han recibido. Nada se cree por imposición, sino en cuanto resulta significativo para la propia vida. La religiosidad del adolescente es más de tipo experiencial, tratando de superar las formas institucionales, buscando una expresión más personal no exenta de vínculos afectivos e intimistas. Esta demanda se acompaña de la búsqueda de eventos extraordinarios, de lugares extraordinarios donde se manifieste la tensión religiosa. Además se siente atraído por líderes carismáticos y por figuras que testimonian con la vida los ideales que proclaman.

Los adolescentes españoles tienen serios problemas para tematizar y reflexionar la fe, en parte por su propia condición de adolescentes, por la situación actual de quiebra en la transmisión religiosa y porque la propuesta religiosa con la que se encuentran mayoritariamente tiene poco que ver con sus intereses vitales o se muestra en unos lenguajes y esquemas que les son poco significativos.

Los últimos estudios han ido verificando cinco hipótesis con respecto a este tema:

- La fuerte quiebra de la socialización religiosa. - La creciente secularización de la sociedad - El escaso atractivo del mensaje de la Iglesia para los jóvenes - La ausencia de medios e instrumentos que susciten adhesión - El desvanecimiento de la oferta eclesial ante la oleada de las “religiones de sustitución”

La visión de la Iglesia es de una institución vieja, atrasada en muchos temas, represora, poco acogedora y con demasiado poder y dinero. En las encuestas son muy pocos los que afirman que la Iglesia es de fiar. Si unimos esto a un contexto social que desacredita el valor de la religión, la sensación es que muchos adolescentes viven alejados de la religión con un sentido liberador.

Hay poca sintonía en general con el mensaje institucional, lo cual no quiere decir que no haya sentimiento religioso, sino que éste se vive cada vez más de una forma individualizada. Se generaliza la idea de que se puede creer en Dios y ser buena persona sin la Iglesia. La sensación es que hay cierta sensibilidad hacia elementos que apuntan a un modo distinto de Iglesia (más abierta, más acogedora, más dialogante, más pobre…).

La práctica sacramental no sirve para medir una religiosidad individualista, pero los datos dicen que los adolescentes participan poco y muchas veces es más por razones sociales (fiestas, funerales…) o tradicionales (romerías, peregrinaciones…) que por razones propiamente

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religiosas. Sin embargo se muestran abiertos y sensibles a celebraciones que les resultan cercanas por el lenguaje, los elementos afectivos, simbólicos, etc.

Hay quienes afirman que estamos en nuestra sociedad actual ante adolescentes y jóvenes en situación de primer anuncio. Tienen parte de razón en cuanto que muchos no han recibido una mínima socialización religiosa y hay que partir de cero. Pero al mismo tiempo hay un ambiente que se respira en muchos ámbitos que presenta una visión de la religión y de la Iglesia que hay que desmontar. Seguramente también falten en muchas ocasiones figuras de cristianos adultos, y de comunidades cristianas, que sean cercanos, significativos, que les estimulen a un proceso de crecimiento en la fe.

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Con los grupos de Catecumenado nos situamos en una línea de acción educativo-pastoral muy concreta. Y como toda acción educativo-pastoral, nos colocamos dentro de la acción evangelizadora de la Iglesia. No podemos perder de vista que evangelizar es la principal tarea que tenemos como cristianos. Evangelizar no es otra cosa que anunciar, con palabras y con hechos, que Jesucristo es el Señor de la vida, aquel en quien podemos poner toda nuestra vida y nuestra esperanza, de modo que ayudemos a otros a encontrar razones para vivir y para esperar, comprometiéndonos en la construcción del Reino, es decir, de estructuras de servicio a la vida en la lógica del proyecto de Jesús.

Esta evangelización la llevamos a cabo en el mundo en el que nos toca vivir y entre adolescentes y jóvenes concretos. Por eso, ante la multiplicidad de modelos de evangelización que podemos encontrar, optamos por uno que nos parece adecuado para llevar adelante nuestra tarea en esta realidad que nos toca vivir.

3.1.- PRINCIPIOS TEOLÓGICOS

En este modelo planteamos tres principios inspiradores, que son fruto de la reflexión teológica y que después nos llevan a consecuencias prácticas. Los tres están tomados del modo en que Dios mismo actúa para hacerse presente en nuestras vidas y llevar a cabo la obra de la salvación. El primero de ellos es la perspectiva concreta desde la que contemplamos el acontecimiento Jesucristo, que no es otra que la encarnación. El segundo, derivado en cierto modo del anterior, es el núcleo de la predicación de Jesús, o sea, el modo de entender el Reino como la vida en plenitud. El tercero consiste en descubrir el modo en que Dios se da a conocer invitándonos a crecer.

3.1.1.- El principio Encarnación.

Cuando se habla de la Encarnación, se suele pensar en el momento histórico en que Jesús se ha hecho hombre en el seno de María. Nosotros usamos este término en un sentido más amplio. La encarnación representa la perspectiva desde la que podemos comprender toda

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la vida, todas las palabras y todos los gestos de Jesús para revelar a Dios. Por la Encarnación creemos que en una persona, nacida en un momento concreto de la historia y en un pueblo determinado, Dios se ha hecho presente y ha realizado su salvación en solidaridad con el hombre, tan profundamente unido a él como para hacerse hombre. Gracias a la Encarnación, el Dios misterioso e inaccesible se ha hecho cercano y comprensible en el rostro y la palabra de Jesús de Nazaret.

Con la Encarnación descubrimos una humanidad, la de Jesús, tan plenamente realizada como para poder ser rostro y palabra de Dios de un modo definitivo. Desde ahí podemos entender que también nosotros tenemos la posibilidad de ser personas plenamente realizadas como él.

Una primera conclusión es que lo humano es el lugar en el que Dios se hace presente en nuestra existencia cotidiana. No existe por tanto una barrera que separe lo “sagrado” de lo “profano”, sino que toda la creación se convierte en lugar de la presencia de Dios y capaz de manifestarlo. La creación tiene, por tanto, una dimensión sacramental: la vida cotidiana de cada persona es el lugar donde Dios se manifiesta, el sacramento donde lleva a cabo su plan de salvación. Y cuanto más plena sea esa vida, mejor realizará su función sacramental. De ahí que podamos decir que el plan de salvación de Dios se expresa en la plena humanización, en que “tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).

Por eso para nosotros evangelizar se traduce inmediatamente en educar, en ayudar a que la persona, en su vida concreta, crezca y madure de modo que viva y exprese cada vez mejor esa sacramentalidad. Lógicamente no se trata de una educación reducida a procesos de formación cultural, sino algo más.

3.1.2.- El Reino y la vida en plenitud.

La categoría principal, la unificadora de toda la vida de Jesús, junto con su idea de un Dios Abba, es la del Reino. En las palabras y obras de Jesús se entiende por el Reino la voluntad de Dios de vencer todo lo que oprime a la persona, lo que no la deja desarrollarse plenamente, ser feliz. En cualquier planteamiento pastoral se debe recoger el mismo desafío: cómo hacer para llevar vida a los adolescentes y jóvenes, y que esta vida sea plena, les resulte meritoria. Se trata de ayudarlos a decidirse por la vida, pero no por cualquier tipo de vida, sino una vida responsable y con sentido, donde la fe permite descubrir a Cristo como el Señor de la vida, experimentado y celebrado en la comunidad cristiana hasta la aceptación de un Dios que apuesta por la vida más allá de la muerte.

Este principio nos recuerda que la vida plena que Dios ofrece no se refiere solamente a la denominada “vida eterna”, sino a esta vida, la terrena, la que también se entremezcla con formas de muerte y limitación, que adquieren una dimensión nueva. Admitir la idea de un Dios Amor lleva necesariamente a creer en un Padre que ama la vida y la felicidad de sus hijos e hijas, una vida que no es una pesada carga, sino que se ve positivamente.

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La comunidad creyente se compromete en todo lo que hace más visible y actual el Reino. Por eso adquiere como destinatarios privilegiados a “los últimos”, es decir, los que están en unas condiciones en las que no pueden vivir plenamente, muchas veces porque no se lo permiten. Desde aquí también se entiende la predilección por los más pobres y el compromiso social.

3.1.3.- Dios se revela invitando a crecer.

Los cristianos afirmamos que podemos acercarnos al misterio de Dios porque Él mismo ha tomado la iniciativa de darse a conocer. A lo largo del tiempo se ha ido comprendiendo mejor el modo en que Dios se revelaba, superando poco a poco imágenes intervencionistas, para llegar a descubrir cómo Dios se hacía presente en los acontecimientos, haciendo que algunas personas tuvieran experiencias comunicables y contagiosas de su presencia. De este modo, sin imponerse, sino respetando plenamente la libertad de las personas, pero tratando siempre de revelarse a todos y lo más posible, en el encuentro de las dos libertades (la de Dios y la de la persona creyente) se fue dando la Revelación.

La respuesta de las personas depende de la capacidad de descubrir y aceptar esa presencia de Dios y por eso muchas veces este proceso se ha visto oscurecido o bloqueado. Y en la medida en que las personas aceptan el ofrecimiento descubren que les ayuda a construirse, a crecer radicalmente. En Jesús reconocemos que este proceso de revelación ha llegado a su punto culminante; en él encontramos una existencia humana en la que están explicitadas y vividas todas las claves por las que el hombre, en comunión con Dios, alcanza su realización última y definitiva.

3.2.- LA OPCIÓN POR UN ITINERARIO EDUCATIVO

La evangelización se traduce en educación, porque es el medio para ayudar a crecer y descubrir esa presencia de Dios en la vida y en la realidad, que invita a una vida más plena. Por eso somos educadores en la fe, evangelizamos educando y educamos evangelizando.

La fe directamente no es educable, puesto que es un don de Dios que se acoge libremente, pero indirectamente podemos ayudar al adolescente a abrirse al don, a acogerlo y a integrarlo en su vida; podemos ayudar a potenciar las claves de una vida en plenitud, capaz de transparentar mejor esa sacramentalidad que posee y para ello utilizamos claves educativas. La evangelización está atenta a los procesos de crecimiento y maduración; la educación inspirada por la fe da una tonalidad a ese proceso.

Sabemos que los procesos educativos son largos. Por eso los grupos de Catecumenado se insertan en un proceso de educación en la fe más amplio en el tiempo. De ahí la opción por trabajar en forma de itinerario, en los que hay unas fases anteriores y donde se continúa con pasos ulteriores. Por eso apostamos por unos ejes vertebradores de todo el itinerario que van

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llevando al niño y al adolescente a desarrollar esas capacidades que nos parecen importantes. Estos ejes tendrán su traducción concreta en cada etapa del trayecto.

3.3.- LA OPCIÓN POR UN MODELO EDUCATIVO: LA ANIMACIÓN

De entre todos los posibles modelos educativos, optamos por uno que corresponda a algo más que una simple metodología, que sea una propuesta global de educación, que recoja los elementos educativos y teológicos que nos permita llevar a cabo un proceso de educación en la fe.

Al hablar del “método de la animación” entendemos un sistema global que tiene en cuenta la realidad actual, con su complejidad y sus desafíos. Cree profundamente en el hombre y en sus posibilidades, como un ser en proyecto, simbólico, unitario, libre, limitado y abierto radicalmente a la trascendencia. Como objetivo se plantea capacitar a la persona para construirse a sí misma desde la libertad y la autonomía personales, conquistando la propia individualidad en la pertenencia a una sociedad, construyendo un sentido social de solidaridad profunda y despertando la conciencia de la apertura a la trascendencia. Para conseguirlo secuencia una serie de pasos a través de diversas estrategias e instrumentos de trabajo.

El método de la animación gira en torno a cuatro ejes: un modo adulto de acercarse y acoger el mundo juvenil; la creación de una relación educativa entre animadores y grupos desde la comunicación auténtica; el grupo como lugar educativo de crecimiento a través de un itinerario; un modelo sistemático de programación y evaluación educativa.

En este modelo, cobra una importancia esencial el animador, que se convierte en educador y acompañante en camino, testigo de una fe y transmisor de una buena noticia para la vida del adolescente. Él tendrá la tarea de acompañar los procesos personales desde la relación individual.

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Propuesta Educativa de los grupos de Catecumenado

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El objetivo fundamental de todo proceso de educación en la fe es ayudar a la persona a construir una identidad en la que la fe se convierta en el eje vertebrador. Esto es sintonizar la fe y la vida, de modo que se llegue a la proclamación de que Jesucristo es el Señor de mi vida, aquel en quien puedo poner mi esperanza, confesado y celebrado dentro de la comunidad eclesial, comprometiéndose en la construcción del Reino.

Se trata de ir ayudando a crear cristianos adultos, que vivan una espiritualidad en armonía con el pensamiento moderno. Este gran objetivo tenemos ahora que traducirlo en otros más concretos, adecuados a los adolescentes con que nos encontramos.

Podemos aglutinar los objetivos que pretendemos conseguir en torno a cuatro áreas, que corresponden a lo que se ha ido convirtiendo en la palabra clave del Catecumenado: MENOSLOLO. De acuerdo con ella, las áreas son:

• Conocer-me: área del conocimiento y la aceptación personales.

• Conocer-nos: área de la experiencia de grupo y de comunidad.

• Conocer-lo: área del conocimiento crítico del mundo y la sociedad que nos rodea para su transformación desde claves evangélicas.

• Conocer-Lo: área de la experiencia del encuentro con Jesucristo y su mensaje, vivido y celebrado en la comunidad eclesial.

Los objetivos que se plantean desde estas áreas son un horizonte al que tendemos. Pero lo más importante es el camino que se va haciendo con los grupos y con cada uno de los chicos y chicas.

Desde aquí podemos plantear los siguientes objetivos generales:

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4.1.- ÁREA DEL CONOCIMIENTO Y ACEPTACIÓN PERSONALES.

• Descubrir la importancia de conocer las propias emociones y aprender modos de darles cauce.

• Conocer los propios límites y las capacidades personales.

• Suscitar experiencias personales positivas, aprendiendo a reflexionar a partir de ellas.

• Valorar el propio cuerpo adquiriendo hábitos de vida saludables.

• Apreciar el tiempo libre con una visión creativa, como lugar de experiencia y crecimiento personal.

• Suscitar las grandes preguntas sobre la propia vida, ayudando a encontrar claves de respuesta.

• Adquirir una visión positiva de la afectividad y la sexualidad, adoptando claves que le permitan expresarlo de un modo constructivo.

• Adquirir un concepto positivo de sí mismo, integrando las diversas dimensiones y dificultades propias de la adolescencia.

• Crecer en autonomía personal, siendo críticos ante las distintas posturas y planteamientos.

• Adquirir herramientas que permitan enfrentarse a situaciones vitales diversas.

• Adquirir valores que permitan el crecimiento personal, descubriendo los que les ayudan a ser más felices y auténticos.

• Desarrollar una capacidad crítica ante los estereotipos y su influencia a la hora de tomar opciones.

• Ser capaz de proyectar el futuro a través de unas líneas básicas, concretada en pequeños compromisos personales.

• Adquirir una visión de la vida como proyecto, con una actitud de superación continua.

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4.2.- ÁREA DE LA EXPERIENCIA DE GRUPO Y DE COMUNIDAD.

• Aprender habilidades sociales que permitan una adecuada comunicación interpersonal, potenciando la empatía y la asertividad.

• Adoptar actitudes de respeto a las opiniones diversas, de diálogo y participación.

• Desarrollar un sentimiento de gratuidad.

• Descubrir y aceptar al grupo como lugar de crecimiento personal y de los demás.

• Aprender a recibir la crítica y las alabanzas de los demás como ayuda al propio crecimiento.

• Potenciar experiencias positivas de relación en el propio grupo y de apertura más allá del mismo.

• Proporcionar momentos y medios para aprender a programar juntos, a crear experiencias en común.

• Crecer en el sentimiento de ser miembros activos de una sociedad a la que pertenecen, a la que agradecer cosas y con la que comprometerse.

• Crecer en el conocimiento y el sentido de pertenencia a una comunidad eclesial, que tiene unas características particulares.

4.3.- ÁREA DEL CONOCIMIENTO CRÍTICO DEL MUNDO.

• Aprender las claves de una crítica constructiva de la sociedad que me rodea.

• Potenciar experiencias concretas de compromiso social y de voluntariado en el propio ambiente, evaluándolas con criterio evangélico.

• Valorar la herencia cultural a la que pertenecemos.

• Aprender a hacer una lectura evangélica de la realidad.

• Aprender a acoger, respetar, valorar y convivir con otras culturas y religiones, destacando lo que nos une y enriqueciéndonos con lo que nos diferencia.

• Adquirir una visión general de la doctrina social de la Iglesia.

• Conocer las claves básicas por las que se mueve nuestra sociedad y nuestro mundo.

• Adquirir un compromiso con el cuidado del medio ambiente.

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4.4.- ÁREA DE LA EXPERIENCIA DEL ENCUENTRO CON JESUCRISTO Y SU MENSAJE.

• Reconocer y aceptar a Jesucristo como modelo de persona, que nos muestra el verdadero rostro de Dios y de la persona humana.

• Poner al adolescente en disposición de hacer una opción personal por Jesucristo y su mensaje.

• Descubrir y aceptar la presencia del Dios Padre que nos anuncia Jesús.

• Proporcionar claves y herramientas que permitan la relación con Dios y con Jesucristo en la oración y los sacramentos.

• Adquirir una visión positiva de la Palabra de Dios, descubriendo las claves básicas de su lectura e interpretación.

• Descubrir y aceptar el mensaje del Evangelio como propuesta positiva para la propia vida.

• Potenciar un sentido positivo de la Iglesia como comunidad de los creyentes.

• Suscitar la inquietud vocacional como pregunta por el sentido de la propia vida.

• Descubrir la figura de María como modelo de creyente y de escucha de la Palabra.

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Nuestro estilo salesiano, el Sistema Preventivo de Don Bosco, tiñe toda nuestra acción educativo-pastoral. Se basa en tres elementos claves: la razón (la capacidad de hacer entender las cosas, de reflexionar con ellos, de interiorizar, la fuerza educativa del diálogo), la religión (la capacidad de la fe de convertirse en motor y sentido de la vida, llegando a experimentar a Dios como presencia salvadora) y el amor (la capacidad de una relación auténtica hecha confianza y amistad, que mira al otro en positivo).

De cara a los grupos de catecumenado queremos destacar algunos aspectos del estilo pedagógico con los que nos sentimos más identificados para el trabajo con los adolescentes.

5.1.- LA CENTRALIDAD DE LA PERSONA

Las Ciencias de la Educación nos enseñan que la finalidad de ésta va en línea de la promoción de la persona, haciéndola capaz de tomar decisiones responsables, de ser y sentirse autora de sus actos, de rendir cuentas a los demás y a sí mismos. Educar consiste en la promoción de la autonomía personal. Por ello nos parece importante el aprendizaje significativo y el apelo a la subjetividad. Desde los principios teológicos hemos hablado de la importancia de la vida concreta.

Además, los adolescentes están en el momento en que rompen con lo institucional y buscan su autoafirmación.

Así pues el desafío es una acción educativo-pastoral centrada en la construcción de la identidad personal, desde la convicción de que toda persona tiene capacidades que desarrollar. No se trata de transmitir unos conceptos, sino de acompañar al adolescente de modo que sea y se sienta protagonista de su propio crecimiento. El animador acoge y se “hace cargo” de la vida del adolescente, ayudando a que él mismo descubra y potencie todas sus posibilidades. Por ello es importante la tarea del acompañamiento personal, donde el animador o animadora ayudan al adolescente a ir personalizando la propuesta que se le hace.

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5.2.- A TRAVÉS DE LA EXPERIENCIA

Frente a un estilo academicista, usado en otro tipo de acciones pastorales, donde se trata de que el adolescente adquiera una serie de conocimientos sobre las cosas y la religión, optamos por un estilo basado en la experiencia. No menospreciamos la transmisión de conceptos y datos de fe, pero esto no se convierte en lo más importante.

Hacer experiencia es un modo de enfrentarse a la realidad, conjugando de modo armónico la acción y lo que me provoca con la reflexión y la interiorización. No es una simple vivencia subjetiva, sino una apropiación reflexiva de lo vivido. Los adolescentes consumen vivencias, pero pocas veces hacen verdadera experiencia de ellas. La experiencia engancha con lo subjetivo, con lo emotivo, pero va más allá. Tratamos de que los momentos vividos, las acciones realizadas, no se queden en lo afectivo, sino que, tomando conciencia de ello, adquieran la capacidad de transformar la vida y construir la identidad de modo significativo.

Por eso proponemos experiencias significativas de diverso tipo y también ayudamos a leer las propias experiencias vitales.

En este punto, sobre todo cuando proponemos experiencias religiosas, cobra especial importancia el mundo simbólico. Ponemos atención en los elementos que puedan provocar estas experiencias y damos claves de interpretación.

5.3.- DENTRO DE UN GRUPO

Creemos que las personas no crecemos solas y sabemos la importancia del grupo de iguales para el adolescente. El grupo se convierte entonces en lugar privilegiado de crecimiento por los papeles que cumple de lugar de acogida, lugar de toma de decisiones con otros, de socialización. En el grupo se establece un sistema de relaciones entre los miembros y con el animador que hay que conocer y aprender a gestionar para que se desarrolle adecuadamente.

La apuesta por un grupo más bien pequeño y estable es fundamental, no solamente por las propias reglas que entran en juego en la vida de un grupo, sino porque allí se van a dar las posibilidades de crecimiento en todas las dimensiones.

5.4.- DENTRO DE UN AMBIENTE MÁS AMPLIO

La apuesta por el grupo no significa que se conviertan en grupos aislados. El ambiente más amplio cumple también un papel importante para que el grupo no se cierre en sí mismo y

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se condene a la esterilidad. Un ambiente educativo propone otra serie de elementos en los que el adolescente y el grupo pueden encontrar claves para su crecimiento.

Es importante la relación entre los diversos grupos dentro del propio centro juvenil, donde todos se sientan parte de algo más grande. El centro juvenil puede ofrecer espacios de actuación y de compromiso personal y para el grupo, momentos para interactuar, lugar de relaciones, etc.

Igualmente los momentos de encuentro con otros grupos de distintos lugares favorece la creación de espacios de relación y de experiencias educativas muy interesantes. No habría que perder de vista tampoco la relación con otros grupos y realidades eclesiales, que siempre resultarán enriquecedores desde el conocimiento de otras inquietudes y modos de hacer y para todo lo que significa crecer en sentido de Iglesia.

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Para conseguir los objetivos planteados debemos usar una metodología apropiada, que nos permita ser fieles a lo que queremos conseguir y a los adolescentes con los que trabajamos. Por esa razón debemos pensar en un estilo experiencial y participativo, donde los propios chicos y chicas se sientan protagonistas del proceso. Desde esta premisa planteamos algunos aspectos metodológicos para nuestra propuesta.

6.1. UNA METODOLOGÍA ACTIVA

Cuando hablamos de una metodología activa nos referimos a aquella que se basa en la ruptura con un modo tradicional de concebir la enseñanza, entendida como una transmisión de saberes por parte de un docente (el que sabe) a un alumno. Nosotros optamos por una metodología en la que se busca la participación de todos en la construcción del conocimiento y en la búsqueda de la verdad. De esta manera los adolescentes con sus animadores entran en una dinámica donde se camina juntos, cada uno desde su experiencia y su realidad, para crecer y alcanzar los objetivos propuestos.

Un elemento clave para esta metodología es la experiencia. Los adolescentes interiorizan

lo que viven, no tanto lo que se les dice. Por eso es fundamental trabajar desde las experiencias personales y suscitar experiencias nuevas en la línea de lo que pretendemos. Cuando hablamos de la experiencia no nos referimos a “consumir” momentos de una cierta carga emotiva (que también tendrán su lugar), sino a provocar en el adolescente una vivencia que vaya calando en su vida. Por eso no queremos confundir las experiencias de las que hablamos con actividades. La metodología de la experiencia tiene el momento de la actividad, de la dinámica, del contacto con lo que se quiere experimentar y el momento de la lectura personal y grupal de la misma. Sin la reflexión sobre la experiencia ésta se puede quedar en un elemento que pasa sin dejar huella. En esa misma línea es importante enseñar a leer las propias experiencias vitales, con las que conviven ordinariamente (las más positivas como la amistad, la fiesta, el amor, y las más negativas como la frustración, la impotencia o la muerte), y provocar otras nuevas que son más difíciles de encontrar de ordinario, tratando de integrar todas ellas de un modo coherente y unitario.

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En una metodología así, el adolescente se convierte en el protagonista de su crecimiento. Es él quien descubre en su vida las claves para interpretarla y quién va dándole el sentido a lo que vive. El animador sugiere, abre a nuevas perspectivas, da pistas de lectura, pero es cada uno quien integra todos los elementos en la propia existencia. Este protagonismo también se hace efectivo porque son los intereses del adolescente, sus modos de entender, sus lenguajes, etc. lo que cobra importancia. Las actividades realizadas no son tanto el desarrollo de una programación lineal claramente estructurada, cuanto el fruto de las aportaciones y las iniciativas de los miembros del grupo. Si en etapas anteriores han trabajado según la dinámica de la aventura, aquí se debe dar un paso más en esta línea.

Creemos que la educación en la fe no consiste en enseñar una doctrina, sino en abrir a la

persona a la invocación, es decir, a la experiencia de descubrir la presencia de Dios en la propia vida y abrirse a ella con plena confianza. Esto nos pide un modo de trabajar que nos permita potenciar en el adolescente todas aquellas capacidades que le permitan madurar y acoger en su vida la presencia de un Dios Amor. Desde ahí debemos ayudar a desarrollar capacidades como la actitud crítica ante la realidad, que les permita hacer una lectura distinta de la misma y abrirse a lo que trasciende la realidad que percibimos, el uso adecuado de su libertad, la capacidad de relación auténtica, la responsabilidad personal y hacia los demás, el compromiso y la justicia social, etc.

Algunas experiencias particulares que habría que proponer son las que hacen referencia

al ámbito del compromiso, de la gratuidad y al celebrativo. No son experiencias del todo ajenas a la vida de los adolescentes y son piezas fundamentales en la educación en la fe.

En este tipo de metodología el animador se convierte en compañero de camino como el

que orienta, guía, aporta su experiencia y sus claves de lectura, así como las claves evangélicas. Para lograr esto es fundamental crear una relación educativa adecuada entre animador y adolescentes. Una idea fundamental en la animación es que el animador es un acompañante, camina con ellos, pero no es uno de ellos, es un educador.

6.2.- EL GRUPO

Hacemos una apuesta por la educación en la fe dentro de un grupo porque éste nos aporta algunos elementos fundamentales.

A la base está la importancia que tiene para el adolescente el grupo de iguales, donde se

desarrolla una especial capacidad de socialización y que se convierte en referencia fundamental a la hora de la construcción de su identidad personal. El grupo es capaz de asegurar una implicación personal relacional y emotiva para que el adolescente adquiera convicciones, actitudes y comportamientos.

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La teoría sobre la dinámica de grupos habla de cómo tratar de conseguir que no sea un mero agregado de personas, sino que se puedan dar los lazos internos que permitan cierta cohesión (número adecuado de miembros, roles que se dan, relaciones internas, fases en la vida de los grupos…). Son elementos que debemos cuidar en los grupos de catecumenado para que sean el cauce adecuado de la propuesta. Sin embargo la realidad nos indica que debemos tener en cuenta una cierta flexibilidad en la creación y el desarrollo de los grupos.

Algunos elementos que aporta la experiencia del grupo al adolescente son: - Es lugar de confrontación, donde el adolescente toma conciencia de su propia imagen

y la pone en crisis al relacionarse con los demás. - Satisface la necesidad de sentirse acogido y valorado. - En el grupo se discute, se debate, se maduran decisiones, se aprende a gestionar el

sentido de la colaboración y también de la competición y el liderazgo. - Se asegura el sustento emotivo al alcanzar los objetivos comunes y los proyectos

personales en un clima de menor ansiedad que el que deriva de las exigencias sociales.

- Se refuerza el sentido de pertenencia, así como la identificación con figuras significativas y modelos de vida.

- Para la identidad cristiana, el grupo se convierte en una primera experiencia de Iglesia, por todo lo dicho anteriormente y porque abre al sentido de pertenencia también a un grupo más amplio.

El grupo se convierte en el elemento principal de realización de nuestra propuesta. El

encuentro o la actividad periódica del grupo con su animador o animadores es el eje en torno al que gira todo el proceso de crecimiento en la fe. Dentro del ritmo de cada grupo, marcado por la realidad de sus miembros, hay aspectos que nos parece importante cuidar. Sin perder de vista el protagonismo del que hablábamos antes, podemos buscar un equilibrio entre algunos elementos que se pueden destacar más en algunos encuentros o en otros:

- Contenidos: habrá momentos en que el grupo se centre en tratar algunos temas, en el diálogo, en la búsqueda y aportación de información, en el sentarse juntos a hablar y a aportar sus ideas y pensamientos, etc.

- Realización de actividades: otros momentos serán más de ejecución de cosas, de proyectar, de elaborar, de trabajo más manual (de muy diversos tipos).

- Momentos informales: porque la vida del grupo va más allá de momentos de actividad son importantes otros de mayor espontaneidad, de juego, etc.

- Momentos celebrativos: celebrar la vida y las cosas que pasan favorece la dinámica de concentrar las vivencias en gestos y momentos fuertes. También los momentos de celebración explícita de la fe entran en esa dinámica.

No en todos los encuentros del grupo tienen que estar presentes todos esos elementos,

pero sí en la marcha del mismo es importante que vayan apareciendo y se cuiden todos.

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Para que el grupo tampoco se convierta en una burbuja, en nuestra propuesta no perdemos de vista el ambiente más amplio en el que se desarrolla la propuesta. Aquí entran en juego todas las posibilidades de participación como grupo en actividades, campañas, encuentros, servicios, etc. que los centros juveniles, donde los haya, pueden ofrecer.

6.3.- EL ACOMPAÑAMIENTO PERSONAL.

El grupo es el elemento principal de la propuesta, pero el objetivo es el crecimiento personal en la fe. Por eso, junto a la dinámica del grupo, debe cuidarse la personalización de cada uno de los adolescentes. Para ello es fundamental cuidar el acompañamiento personal.

Este acompañamiento se puede realizar de múltiples maneras, pero cada animador

debería cuidar el hecho de charlar personalmente con cada uno de los chicos y chicas del grupo, de manera que le ayude a interiorizar mejor y a personalizar el camino que está recorriendo.

Si el protagonista de la propuesta es el adolescente, hay que respetar los ritmos

personales, siendo conscientes de que no se trata de un camino lineal, sino más bien reticular, con idas y venidas y múltiples caminos para llegar al horizonte.

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Teniendo en cuenta los objetivos propuestos para Catecumenado, podemos hacer una referencia al conjunto de contenidos y experiencias que se deberían ir tratando a lo largo de la vida de los grupos. No se puede hacer un planteamiento “curricular” que todos los grupos deban seguir, puesto que la realidad local y la de cada grupo en particular es la que va marcando el ritmo y los temas que es necesario abordar. De acuerdo con los objetivos planteados en el apartado 4, podemos hacer un elenco de temas y experiencias para ir trabajando con los grupos. ÁREA DEL CONOCIMIENTO Y ACEPTACIÓN PERSONALES

- Me conozco. Dinámicas y experiencias de conocimiento personal y de los demás. - La autoestima. Juegos y experiencias para trabajarla. - Mis capacidades y cualidades - Mi cuerpo - Las emociones y sentimientos: poniéndoles nombre. - Afectividad y sexualidad: un don, una capacidad. - Libertad de / libertad para. A qué llamamos libertad. - Mis esclavitudes - Problemas personales - Yo elijo - Mi vida es un proyecto. Qué es eso de la vocación personal. - Qué es eso de la madurez - Ser persona - Qué es lo que valoro

ÁREA DE LA EXPERIENCIA DE GRUPO Y DE COMUNIDAD

- Confianza en los demás. - Aprender a comunicarse. Dinámicas y experiencias de comunicación.

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- Conocimiento de los otros. - Los demás también merecen la pena. - Qué es un grupo, qué grupo quiero. - Qué nos une; qué nos separa. - Afectividad y sexualidad: un regalo para otros. - las tres reglas de la vida: sólo no puedo; necesito de los demás; pido ayuda. - Elaboración de un proyecto: aprender a trabajar juntos, a colaborar cada uno desde lo

suyo. - Convivimos y jugamos juntos: momentos de ocio, de esparcimiento

ÁREA DEL CONOCIMIENTO CRÍTICO DEL MUNDO

- Cómo funciona el mundo: valores que mueven este mundo - Análisis de actualidad. Qué está pasando en el mundo, a mi alrededor - Compromisos por los demás (pequeños compromisos del grupo, campañas, acciones

solidarias…) - Experiencias de contacto con realidades duras (visitas a entidades, hospitales, etc) - Situaciones de injusticia, de pobreza y acciones para remediarlo que existen

(conocimiento de instituciones e iniciativas locales…) - Personas que han cambiado el mundo

ÁREA DE LA EXPERIENCIA DEL ENCUENTRO CON JESUCRISTO Y SU MENSAJE

- El mensaje del Reino, los signos y las parábolas del Reino - Qué es eso del Evangelio - ¿Quién es Jesús de Nazaret? - En qué Dios creía Jesús - Imágenes verdaderas y falsas de Jesús - Qué es eso de la fe - Modelos de personas creyentes (actuales y pasados, María de Nazaret) - Qué significa ser cristiano hoy. - Iglesia: qué es, qué tiene que ser. - Seguidores y testigos de Jesús. - La oración - Lectura creyente de la realidad

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Para llevar adelante esta propuesta son fundamentales los animadores y animadoras que

acompañen el proceso de los adolescentes. Nadie puede acompañar en un camino si antes no ha hecho el suyo personal y si no se

siente en camino. Por ello, la primera condición para un animador de Catecumenado debería ser la de haber hecho un camino personal de crecimiento en la fe, una apuesta consciente por Jesús y su evangelio, y sentirse en camino constante de maduración en esa fe. Solamente desde aquí se puede entender la figura de referencia que es el animador para los adolescentes con los que trabajamos.

Como persona en camino, el animador avanza hacia un horizonte, sabiendo de sus

propios límites y de sus virtudes. Desde aquí podemos concretar algunas características que debería tener el animador de Catecumenado.

8.1.- Madurez humana.

Al animador en la fe se le pide en primer lugar una suficiente madurez humana para poder educar a otros y ayudarles a crecer. Dado que tiene que gestionar un grupo y las relaciones que en él se establecen, es necesario un cierto equilibrio personal. Un adolescente no tiene nada que aportar de madurez a un grupo de adolescentes. Un animador se convierte en referente para los chicos y chicas y por eso tiene que mostrar coherencia en su vida personal con aquello que transmite de palabra. El equilibrio afectivo es fundamental cuando se trabaja con adolescentes, ya que es una etapa crucial de sus vidas donde el ámbito de la afectividad está tan a flor de piel.

Necesita capacidad de razonar con los adolescentes y presentarles nuevas visiones y

criterios en sus vidas, alternativas que les ayuden a confrontarse. Dentro de la madurez, el animador también se conoce a sí mismo y sabe que no tiene

todas las respuestas ni es capaz de solucionar todos los problemas.

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8.2.- Experiencia personal de fe.

En la misma línea del punto anterior, para educar en la fe es necesaria una experiencia de fe. Los adolescentes saben distinguir bien quién les habla desde teorías y quién transmite lo que cree. Por eso quien ha hecho una opción creyente en su vida es capaz de transmitir que esa opción tiene sentido, con todas las ambigüedades y elementos de nuestra vida que puedan oscurecerla. El animador en la fe es un testigo de que merece la pena orientar la propia vida desde Dios y de que el proyecto de Jesús es una buena noticia para el mundo. Pero también es alguien que sigue haciendo un camino de fe, que continúa aprendiendo a ser cristiano.

El animador sigue profundizando en su experiencia personal, convencido de que requiere

seguir avanzando con la formación adecuada y cultivando experiencias personales y comunitarias de celebración de su fe.

La propia experiencia de fe hace que el animador haga una lectura creyente de la realidad

que le rodea, de modo que la fe se convierte en motor de compromiso por la transformación del mundo y de la sociedad según el proyecto del Reino.

8.3.- Educador.

El animador entiende que su actitud de educador en la fe le lleva a una relación especial con los adolescentes, en quienes cree porque los acoge como son, con su capacidad de crecer. Tiene una visión positiva de los adolescentes, valorando sus vidas y conociendo sus limitaciones. Es la acogida lo que crea una relación educativa que permite que el adolescente se sienta valorado y se abra a la propuesta del animador.

Como educador tiene claro que es compañero de camino, pero desde un plano diferente

al del adolescente, porque su intención no es hacerse su colega, sino sacar de él lo mejor. A él le toca acompañar, dinamizar, pero para lograr sacar del adolescente lo mejor de sí mismo. Podríamos decir que hace una alianza con el adolescente porque cree en él y en sus posibilidades de crecimiento, le acoge incondicionalmente, de modo que el adolescente se sienta invitado a poner esas potencialidades en práctica, movido por la confianza depositada en él. El animador sabe que debe respetar la autonomía y los ritmos de crecimiento de cada chico, y que no siempre va a responder como a uno le gustaría, pero aprende a esperar y a dar nuevas oportunidades. El animador trata de ayudar al adolescente a elevar la mirada para descubrir nuevos horizontes hacia los que caminar, haciéndole ver que está llamado a mayor calidad de vida.

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Entendiendo cuál es su papel en el grupo, el animador no realiza las dinámicas como los adolescentes, sino que mantiene una cierta distancia que le permite, al mismo tiempo, ser suficientemente cercano y comprensivo y ofrecer una visión de contraste y confrontación.

8.4.- Un animador en formación.

El animador sabe que no basta con la buena intención o las dotes personales para ser educador en la fe. Por eso se interesa por formarse adecuadamente de forma constante. Su formación se mueve en la triple línea del ser, del saber y del saber hacer.

Se forma y crece en los aspectos que le hacen ser educador (sus motivaciones, su propio

crecimiento y maduración, su experiencia de fe…). Se prepara y adquiere conocimientos en los temas que se mueven en torno a la labor que realiza (la condición juvenil, elementos de pedagogía, psicología y dinámica de grupos, aspectos teológicos, catequéticos y bíblicos…). Aprende estrategias y técnicas de actuación apropiadas a las edades con las que trabaja (técnicas de animación, dinámicas de tiempo libre, de acompañamiento…).

Si la clave está en una dinámica experiencial, el propio animador hace experiencia de

aquello que transmite. Por eso aprovecha las oportunidades que están a su alcance para formarse, compartir, comprometerse, celebrar, etc.

8.5.- Dentro de un equipo, de una comunidad.

Para este tipo de propuestas no sirven personas que van por libre, individualistas o

francotiradores. El animador de Catecumenado se sabe miembro de un equipo de animadores con los que programa, ejecuta y evalúa su actuación, con quienes se forma y se contrasta en la tarea que juntos llevan a cabo.

El animador se siente perteneciente a un itinerario más amplio, por lo que trabaja en

coordinación con los demás animadores de Catecumenado y de los otros niveles. Con ellos también tiene momentos de compartir su ser animador y su experiencia de fe. Con el equipo de animadores (de Catecumenado, del Itinerario, del centro juvenil…) se siente Iglesia.

En ese grupo el animador también se sabe acompañado y encuentra los momentos de

confrontación personal. Se deja acompañar, de modo que luego es capaz de acompañar a otros.

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Propuesta Educativa de los grupos de Catecumenado

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9.1. ESTRUCTURA DEL CATECUMENADO.

Dentro de todo el itinerario de educación en la fe inspectorial, la etapa de Catecumenado se organiza en cinco años, desde los 14 a los 19.

Para una mejor organización y para que el proceso sea progresivo, estos cinco años están distribuidos en dos niveles: Iniciación (los dos primeros) y Catecumenado propiamente dicho (los tres siguientes).

Los dos años de Iniciación quieren ser una etapa de transición, desde la experiencia de ADS a la dinámica más específica de los grupos de Catecumenado. Corresponden a las edades de entre 14 y 16 años, y se entienden como dos años en los que los grupos se van formando y ganando en aspectos como la confianza, el compromiso con el grupo, etc. La ventaja de esta etapa es que los grupos son relativamente flexibles, pudiendo darse el caso de personas que se van incorporando a lo largo de este primer momento a los grupos.

Los siguientes tres años de Catecumenado son ya de profundización y de dar consistencia al grupo en su dinámica interna y en su vida hacia fuera. Corresponden a las edades entre 16 y 19 años. Aunque en esta etapa (especialmente el inicio de la misma) aún puede darse una cierta flexibilidad en la incorporación de nuevos miembros o en la reestructuración de grupos, según las necesidades locales, hay que buscar una estabilidad suficiente como para que el grupo no esté siempre empezando de nuevo, sino que se afiance en algunas características que le permitan crecer.

9.2.- RITMOS LOCALES E INSPECTORIALES

La marcha ordinaria de los grupos de Catecumenado compagina distintos ritmos, donde se cuida la vida ordinaria del grupo (con sus encuentros y actividades particulares) y en su centro juvenil y los momentos especiales de encuentro y experiencia con grupos de otros lugares. Es importante compaginarlos bien todos para que la propuesta sea coherente y no se caiga en la tentación de que los momentos extraordinarios sean los más importantes y la vida ordinaria sea un paréntesis entre ellos.

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El ritmo ideal dentro de la vida ordinaria es el encuentro semanal. Cada semana los miembros del grupo de encuentran para la actividad que toque. Es fundamental crear conciencia de que este encuentro semanal es un compromiso personal y con el grupo, de modo que cada uno se sienta responsable de asistir y de avisar en caso de ausencia. No obstante la realidad local es la que marca las posibilidades de encuentro. Lo que sí hay que cuidar es que haya un cierto ritmo local que permita al grupo ir avanzando.

Además de este momento semanal, la propuesta es que haya alguna actividad especial

local trimestralmente: - En el primer trimestre se propone una convivencia local de todos los grupos de

Catecumenado, al inicio del curso, donde haya momentos comunes y momentos propios de cada grupo para programar el curso, poner en marcha las cosas, recordar el cursillo del verano…

- En el segundo trimestre se propone alguna convivencia o salida del propio grupo.

- En el tercer trimestre se propone alguna actividad o convivencia de final de curso, bien solos o bien con los demás grupos del centro, donde se evalúa el curso y se prepara el cursillo de verano.

Junto al ritmo local, desde la Inspectoría se proponen otros encuentros a los grupos de

Catecumenado: - En el primer trimestre está el “donbosco.com-tigo” para los grupos de Iniciación y el

“Campobosco” para los demás grupos (ambos de fin de semana).

- El segundo trimestre comienza con el encuentro de los grupos de catecumenado por zonas. Es un día para todos los niveles.

- En Semana Santa está la pascua juvenil para los grupos de 1º en adelante y en torno a la pascua, el encuentro de un día para los de Iniciación.

- En verano está el cursillo, por niveles, de 7 días de duración (más los de viajes). Este cursillo es una pieza fundamental en el esquema de la propuesta de Catecumenado. Se proponen tres cursillos por niveles:

o Uno para los grupos de Iniciación, alternando cada verano entre dos esquemas.

o Uno para los grupos de 1º y 2º, alternando igualmente entre dos esquemas.

o Uno para los grupos de 3º, en clave más experiencial, donde se compaginan los temas con la vivencia del camino de Santiago u otra modalidad que se pueda ver oportuna.

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Propuesta Educativa de los grupos de Catecumenado

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9.3.- FIGURAS Y FUNCIONES.

9.3.1.- Figuras locales

El animador del grupo

Es el responsable inmediato del grupo de adolescentes que forman un grupo de Catecumenado. Su figura viene descrita en el punto 7 de esta propuesta educativa. Su función principal es la de acompañar al grupo en su maduración humana y en la fe, acompañado del equipo de animadores del centro.

El equipo de animación

Está formado por los animadores y animadoras de los distintos grupos que existen en el centro local. Juntos programan los elementos que atañen a todos los grupos y evalúan la marcha de los mismos. Todos se sienten responsables de todos los grupos. Se reúnen periódicamente para programar, evaluar, formarse juntos, reflexionar sobre distintos temas, celebrar, convivir…

El coordinador/es local/es

Es la persona (dentro de lo posible dos personas, un salesiano y un laico/a), responsable último de la marcha de los grupos y del equipo de animadores. Como tal se le pide ser una persona que conozca bien el Itinerario y tenga una suficiente experiencia en la animación de los grupos. Debe ser una persona cercana a los animadores y con capacidad de organización y trabajo en equipo.

Entre sus funciones están: coordinar el trabajo del equipo de animación; convocar y dinamizar las reuniones del mismo y hacer el acta de las mismas; fijar con los demás animadores unos objetivos para el curso y hacer el seguimiento de los mismos; cuidar la formación de los animadores; estar atento a las necesidades de los grupos y de los animadores; velar porque todo grupo tenga animador y promover nuevos animadores junto con el resto del equipo; dinamizar la elaboración de memorias del curso y de carpetas de recursos; acompañar a los animadores en su tarea y en su proceso de crecimiento; convocar las reuniones de padres y ser la figura visible de Catecumenado ante ellos; ser cauce de coordinación con la Junta Directiva del centro juvenil y con los demás ámbitos de la obra; coordinar la presentación de catecumenado a los nuevos grupos; participar en la coordinadora local del Itinerario donde exista; coordinar en lo local lo que corresponda a la gestión de viajes, encuentros, cursillos, etc.; ser transmisor de información del equipo a los órganos inspectoriales y viceversa; participar en los momentos comunes e inspectoriales donde sea necesaria su presencia.

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Propuesta Educativa de los grupos de Catecumenado

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La Coordinadora local del Itinerario

Es el órgano de coordinación local de todos los grupos del Itinerario de Educación en la Fe. Lo forman los coordinadores de los distintos grupos junto con el Director/Coordinador del centro Juvenil.

Su función principal es coordinar todos los aspectos comunes para que se trabaje como itinerario, tanto de cara a los destinatarios como a los propios animadores. Se preocupa por la marcha general de todos los grupos, de la formación y el acompañamiento de los animadores y vela por la identidad de los grupos y animadores.

El Director / Coordinador del centro juvenil

Es la persona nombrada por la Inspectoría como responsable de la marcha del centro juvenil. Está atento a las necesidades de los distintos grupos en estrecha colaboración con el coordinador/es local de Catecumenado, de manera que se sigan los objetivos marcados.

Vela por la identidad salesiana de todo el centro juvenil, y por ello de los grupos y los animadores de Catecumenado, preocupándose de que se sientan acompañados convenientemente.

9.3.2.- Figuras inspectoriales

El Coordinador inspectorial

Es una persona nombrada por la Inspectoría como responsable de los grupos de Catecumenado de toda la Inspectoría. Como tal pertenece a la Coordinadora Inspectorial del Itinerario y al Equipo Inspectorial de Pastoral Juvenil.

Entre sus funciones podemos señalar: coordinar a nivel global la marcha del Catecumenado en la Inspectoría, preocupándose de las necesidades que haya en cada centro local; servir de nexo de unión entre los distintos centros locales; tomar decisiones, junto con el Delegado Inspectorial de Pastoral Juvenil y el Coordinador Inspectorial del Itinerario, en lo que concierne a participación de animadores o grupos en los distintos encuentros y cursillos; convocar las reuniones del Equipo Coordinador inspectorial; convocar y dinamizar las asambleas inspectoriales propias y responsabilizarse de la redacción y el envío del acta correspondiente; promover que se compartan materiales, experiencias, etc. entre los distintos centros.

El Equipo Coordinador inspectorial

Es un equipo reducido de personas formado por Coordinador inspectorial y algunos animadores de distintos centros, de modo que esté lo mejor representada toda la realidad. Participan en la Coordinadora Inspectorial del Itinerario.

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Propuesta Educativa de los grupos de Catecumenado

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Como equipo se encargan de coordinar la marcha de Catecumenado en la Inspectoría, de preparar las asambleas inspectoriales y de promover la reflexión sobre diversos temas que atañen a los grupos, a los destinatarios o a los animadores de Catecumenado. Se preocupan de la coordinación de los cursillos así como de los equipos de coordinación de los mismos.

La Coordinadora inspectorial del Itinerario

Es el grupo de personas que forman los distintos equipos de coordinación de los grupos del Itinerario en la Inspectoría. Se reúnen dos veces al año, convocados por el Delegado Inspectorial de Pastoral Juvenil o el Coordinador inspectorial del Itinerario, para coordinar los aspectos generales del Itinerario y reflexionar juntos sobre los temas que le afecte. También preparan las asambleas conjuntas de animadores.

Los equipos coordinadores de los cursillos

Son los equipos encargados de coordinar cada cursillo.

Sus funciones son la de organizar, junto al Delegado Inspectorial y al Coordinador Inspectorial, todo lo necesario para la realización del cursillo (materiales, infraestructuras, etc.) Son ellos los que diseñan el cursillo, de acuerdo con lo establecido en las asambleas, lo programan, lo coordinan en su realización y lo evalúan con los animadores participantes. Envían la evaluación al Delegado Inspectorial y al Equipo Coordinador inspectorial.

La asamblea inspectorial de animadores

Es la reunión de todos los animadores y animadoras de los grupos de Catecumenado de la inspectoría que se realiza anualmente. Es un foro de reflexión, formación, decisión y convivencia.

En la asamblea se planifica el curso, se evalúan los cursillos y se toman las decisiones necesarias para la marcha de los distintos grupos.

Como últimos responsables de la pastoral en la Inspectoría y del Itinerario de educación en la fe en particular se encuentran el Delegado de Pastoral Juvenil, ayudado por el Coordinador inspectorial del Itinerario, que velan por la marcha de los distintos aspectos mencionados y el Inspector con su Consejo, que como responsable último de la animación y el gobierno de la Inspectoría, aprueba el nombramiento de los distintos coordinadores inspectoriales de los grupos del Itinerario, así como la Propuesta Educativa.