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En el Evangelio de san Lucas leemos la historia del Buen Pastor que Jesús contó para decirnos cómo Dios Padre nos busca y perdona.
Algunos criticaban a Jesús y decían: «Este recibe a los pecadores y come con ellos». Entonces Jesús les dijo: «¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se ha perdido, hasta hallarla?
Y al hallarla, la pone sobre sus hombros muy contento, y cuando llega a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido”.
Os digo que del mismo modo habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Con esta parábola Jesús nos habla de la misericordia de Dios.
Dios nos ha hecho libres y, por ello, podemos hacer las cosas bien o mal. Si lo hacemos mal nos apartamos de Dios Padre y rompemos su amistad. Eso es pecar.
Dios, que nos ama, siempre nos ofrece su perdón en su Hijo Jesús.La Iglesia nos perdona los pecados en nombre de Jesús.
Jesús mandó a sus apóstoles que en su nombre perdonasen los pecados.Los cristianos recibimos el perdón de nuestros pecados en el sacramento del perdón o de la reconciliación.
El sacerdote, en nombre de la Iglesia, nos bendice y perdona si estamos arrepentidos y decimos nuestros
pecados.
La Iglesia en la Cuaresma, cuarenta días antes de la Pascua, nos invita a convertirnos y a volver a Dios Padre si estamos alejados de Él.
La conversión parte del reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos y tras hacer un examen de conciencia.
El primer día de la Cuaresma es el Miércoles de Ceniza. Cuando el sacerdote nos hace la señal de la cruz con la ceniza en la frente nos dice: «Convertíos y creed en el Evangelio».
