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Los objetos tensivos y el objeto a: análisis del espacio visual en un poema de Rodolfo Hinostroza Marcos Mondoñedo Universidad Nacional Mayor de San Marcos A continuación presentaremos, a modo de un escorzo principalmente teórico, una distinción entre los objetos que se despliegan dentro del campo visual y el enigmático objeto a, singular objeto postulado por Jacques Lacan para la explicación de una dimensión crucial en la psique del ser hablante. El interés de esta comparación radica en que, a través de ella –pero de un modo que aquí solo será esbozado—, el discurso como escenario de los procesos de la significación se enlaza con la dimensión ética, aquella indeterminada y propia de las decisiones y los riesgos. Esta dimensión será entendida como algo en el discurso más allá del discurso mismo. 1. ¿Y dónde está el objeto? Desde una perspectiva fenomenológica, toda relación con el objeto es de naturaleza orientada: el sujeto como presencia sensible se dirige intencionalmente y pone en la mira al objeto. Este es concebido como el punto de llegada, la meta o el blanco de la orientación sensible e inteligible que se le dirige. Los desarrollos que de una manera más precisa y

Psicoanálisis de la poesía-objeto (Caso Hinostroza)

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Artículo publicado en Deforma. Revista de difusión literaria. Año I, Número 1, junio 2012; pp. 19 - 24.

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Los objetos tensivos y el objeto a: análisis del espacio visual en un poema de Rodolfo Hinostroza

Marcos MondoñedoUniversidad Nacional Mayor de San Marcos

A continuación presentaremos, a modo de un escorzo principalmente teórico, una

distinción entre los objetos que se despliegan dentro del campo visual y el enigmático

objeto a, singular objeto postulado por Jacques Lacan para la explicación de una dimensión

crucial en la psique del ser hablante. El interés de esta comparación radica en que, a través

de ella –pero de un modo que aquí solo será esbozado—, el discurso como escenario de los

procesos de la significación se enlaza con la dimensión ética, aquella indeterminada y

propia de las decisiones y los riesgos. Esta dimensión será entendida como algo en el

discurso más allá del discurso mismo.

1. ¿Y dónde está el objeto?

Desde una perspectiva fenomenológica, toda relación con el objeto es de naturaleza

orientada: el sujeto como presencia sensible se dirige intencionalmente y pone en la mira al

objeto. Este es concebido como el punto de llegada, la meta o el blanco de la orientación

sensible e inteligible que se le dirige. Los desarrollos que de una manera más precisa y

explícita aprovechan estas coordenadas epistemológicas de la fenomenología es la

semiótica tensiva.

Fontanille, por ejemplo, describe en tal sentido todo proceso de significación como

una estesia orientada desde la dimensión interior y afectiva, propia del plano del contenido,

hacia una dimensión exterior y extensiva propia del plano de la expresión1. De este modo,

lo sensible de intensidades variables puede dirigirse, de manera expresiva, hacia el exterior

extenso y desplegado en los estados de cosas que organizan el mundo. En el sentido

inverso, los objetos del mundo exterior pueden también afectar el interior con diversos

grados de intensidad. Desde este punto de vista, y como es obvio, el objeto está delante del

1 Al respecto Cf. Fontanille, Jacques. “2. Percepción y significación”, en: Semiótica del discurso; pp. 33 – 43.

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sujeto sensible e inteligible que lo asume a partir de diversas lógicas descritas en la

semiótica como narrativas, pasionales o cognitivas2.

Todo esto puede ser aplicado, efectivamente, al campo visual. Las presencias del

mundo, entonces, se organizarán principalmente por medio de los grados de luz, de color,

de nitidez o de difusión; por otro lado, la perspectiva organizará las dimensiones de los

objetos, no en jerarquías sociales o conceptuales, sino en niveles de proximidad o de

lejanía respecto del centro de referencia de la percepción visual.

Desde este punto de vista –y aplicando estas generalidades a un escenario concreto

—, resulta factible la descripción de la visibilidad discursivo-textual prescindiendo de su

dimensión semántica. Propongamos, a modo de ejemplo, un fragmento del poema “Dentro

& fuera” que forma parte del poemario Contra Natura de Rodolfo Hinostroza. Destacamos

este pasaje3 porque en él se ubica el momento inicial en el libro de la concurrencia

problemática de dos o más sistemas de significación:

la meditación sobre la armonia

y el contraste la Videncia

es el estado natural del hombre

En este caso, resulta evidente el uso de la página en blanco en nítido contraste con

la linealidad estándar de la escritura. También resulta obvia la adjunción de grafismos no

alfabéticos en un aparente intento de introducir una redundancia visual con respecto de la

semántica de las palabras; de este modo, la armonia es repetida por el círculo y el

contraste, por el signo de diferencia. En otro lugar, propusimos un análisis de estas

operaciones con el modelo de la retórica del grupo Mi4. En esta ocasión, y en consonancia

con la semiótica tensiva, queremos describir este tratamiento espacial de los versos de

Hinostroza en los términos de grados de intensidad y de extensión propios del campo

visual como uno de los posibles campos de presencia.

De este modo, la dispersión espacial de los versos escritos con grafismos

alfabéticos comporta una extensionalidad difusa y de baja intensidad; poseen esta

2 Cf. Fontanille, Jacques. “Capítulo V. Acción, pasión, cognición”, en: Semiótica del discurso; pp. 161 -216.3 Hinostroza, Rodolfo. Contra Natura; p. 41. 4 Cf. Mondoñedo, Marcos. “Grafismos retóricos en Contra Natura de Rodolfo Hinostroza”, en Escritura y pensamiento. Número 5; pp. 109 - 120.

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tensividad debido a que su disposición dispersa ocupa la mayor cantidad de espacio en las

páginas del poema en un aspecto de “flotación” aparentemente desorganizada. Por su parte,

la presencia de los dibujos (el círculo y el signo matemático de diferencia) poseen, en

contraste, una intensidad alta aunque una extensión concentrada. Esto es así debido a que

no forman parte del horizonte de expectativas visuales propias de la escritura occidental y

se imponen en el poema como, en principio, presencias puramente afectivas y sin

significado. Por otro lado, resultan concentradas en la extensión debido al carácter inicial y

puntual de su presencia en el poema “Dentro & fuera”. Sintéticamente, podríamos describir

la tensividad de la relación con el siguiente esquema:

2. El objeto a no está presente en el espacio tridimensional

Todo este despliegue –aunque aquí breve— de la analítica tensiva de lo visual ubica a los

objetos en el escenario constituido por la implícita diferencia entre el espacio interior y el

espacio exterior; entre lo propio y lo ajeno. De este modo, la presencia del observador-

lector no comparte el mismo espacio de las presencias observadas y siempre se consignara,

su presencia, como una falta en el campo de la escena contemplada.

Empero, desde el punto de vista psicoanalítico, el hecho de que el observador se

olvide de ubicar su posición en la escena contemplada no es un impedimento para que su

presencia este, de todas maneras, inscrita en ella, aunque de una manera que resulta

enigmática, y solo descriptible en una topología diferente a la que resulta propia del

sentido común. Esta posibilidad, dentro del campo de lo visual, resulta factible a través de

la postulación lacaniana del objeto a.

Para decirlo de manera rápida, el objeto a designa la pertinencia tenaz de la

intuición, en el ser hablante, de la relación de causa más allá de toda destitución propia del

Intensidad

Extensión(+)

(+)

(–)

(–)

Grafismos no alfabéticos

Escritura alfabética

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trabajo de la ciencia. Al respecto, Lacan plantea que, en el progreso de la epistemología,

dicha relación ha ido perdiendo su hegemonía clásica y, por una serie de sucesivas

reducciones, ha terminado como “una de las nociones más tenues y más equívocas”5. Sin

embargo, pese a todas las destituciones sufridas, no puede, simplemente, ser difuminada

hasta el punto de constituir una mera “sombra metafísica”. ¿Por qué persiste entonces?

Puede sostenerse que esta tenacidad demuestra la pertinencia de la postulación del objeto a

en su relación con el deseo.

Efectivamente, de lo que se trata con el asunto de la causa irreductible es de la

inclusión no reconocida del deseo en el campo discursivo. Y para ubicarlo Lacan se verá

obligado a construir una topología óptica completamente distinta de la que se constituye

para la relación fenomenológica. Dicho con las palabras de Lacan, “el objeto está detrás

del deseo”6. Luego de operar una reducción sistemática de un antiguo esquema óptico lleno

de complejidades, el psicoanalista presenta un esquema mínimo en el cual un espejo plano

y otro convexo permiten observar el carácter fundamentalmente imaginario del yo (i(a)),

del otro (i’(a)), y distinguirlo del sujeto (S) y del gran Otro (A):

Como se puede apreciar,

el florero de la izquierda y arriba

soporta el objeto a y se ubica del

lado contrario al de las imágenes.

Se trata del cuerpo y es el

receptáculo de lo que Freud

llamaba libido, una especie de energía que circula entre el yo y el otro. Esta dimensión se

encuentra fuera de la escena, es decir, de aquella que se observa delante y dentro del marco

imaginario que el gran Otro (A) de la cultura provee. En esta escena y en el lugar

correspondiente al objeto a, encontramos un (– φ) sobre la imagen reflejada del cuerpo.

Este (– φ) es el matema del falo que es resultado de la castración simbólica; se trata, en

síntesis, del falo como un significante que designa la falta. Dentro del campo de lo

imaginario, esa posición no debe ser ocupada por nada. Aunque toda imagen siempre la

rodea y sin mostrarla la alude constantemente, Lacan sostiene que si algo ocupa ese lugar

en la imagen, el efecto correlativo en el sujeto es la angustia.

En nuestro poema, y específicamente en el pasaje seleccionado –pero hay varios

momentos semejantes en el poemario en cuestión—, podemos postular que algo en él

5 Lacan, Jacques. El seminario. Libro 10. La angustia; p. 114. 6 Ibídem.

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diluye la diferencia entre las posiciones del lector-espectador y el texto-escena o, más

precisamente, ese algo permite ubicar la posición del sujeto en la escena del discurso. Al

ubicarse entre enunciados de escritura alfabética, los dibujos del círculo y del signo de

diferencia irrumpen con su silencio, con su intraductibilidad fonológica, y hacen

trastabillar la lectura. Podríamos decir que, en la escena representada o enmarcada por A,

algo ocupa el lugar del (– φ) y genera una especie de angustia de lectura, una castración

decodificadora: la lógica de la significación lingüística solo hipotéticamente pueden

trasladarse a la figura del círculo y la del signo de diferencia; en consecuencia, del otro

lado del espejo, en la posición de la enunciación se proyecta el objeto a.

Podríamos decir, entonces, que algo en el poema más que el poema mismo hace las

veces de su causa no significativa la cual, no obstante, funda la significación del poema

“Dentro & fuera”: desde dentro de sí mismo, el afuera se pronuncia como un deseo

enigmático, perturbador y enmarcado por los límites de la versificación y del espacio de la

página en blanco. En este punto se detiene el sentido, no hay pues sino un vacío como

territorio en el que cohabitan el lector y el autor unidos por la superficie del texto. Quizás,

ese sea, si alguno tiene, el sentido del sinsentido deseante y éxtimo –exterior e íntimo— en

el poema. Y este sería, precisamente…

Bibliografía

Fontanille, Jacques. Semiótica del discurso. 1ª. Reimpresión. Lima, Fondo Editorial de la U. de Lima, 2006.

Hinostroza, Rodolfo. Contra Natura. Barcelona: Barral Editores, 1971.

Lacan, Jacques. El seminario. Libro 10. La angustia. Buenos Aires, Paidós, 2007.

Mondoñedo, Marcos. “Grafismos retóricos en Contra Natura de Rodolfo Hinostroza”, en:

Escritura y pensamiento. Lima, UNMSM, Año III, Número 5, 2000: pp. 109 - 120.