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Publicacion 25 Aniversario Hermandad

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Publicacion 25 Aniversario Hermandad

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  • Hermandad de la Resurreccin

    Orihuela 25AOSPublicacin conmemorativa

    del XXV aniversario de la fundacinde la Hermandad.

    ORIHUELA 2012

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  • Hermandad de la Resurreccin

    Orihuela 25AOSPublicacin conmmemorativadel XXV aniversario de la fundacinde la Hermandad.

    Edita:

    Hermandad de la Resurreccin Pl.de la Merced, 1 - 03300 Orihuelawww [email protected]

    Coordinacin: Joaqun N. Almagro Aparicio. Fotografa de portada: Jess Aledo. De los textos: sus autores. Resto de fotografas: Vctor Snchez Balaguer, excepto la de pg. 44,

    de Juan Giner PastorDiseo: Vctor Snchez Balaguer.

    Imprime: SelegrficaD.L. MU-1.068-2012

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  • Contenidos

    7Saludaa la Hermandaddel Resucitado

    Eduardo Ferrndez FelicesExpresidente de la Junta Mayor

    Ignacio Martnez BallesterPresidente de la Junta Mayor

    9Caminamos

    Joaqun N. AlmagroAparicioHermano Presidente dela Hermandad de la Resurreccin

    1125+15=40: Msall de los 25 aos

    Miguel Riquelme PomaresHermano de la Hermandadde la Resurreccin

    15La Primera vez

    Juan Jos SnchezBalaguerPeriodista

    19Ao de la Fe en unao de crisis

    Gins Pardo GarcaPresidente de la ComisinDiocesana para el dilogoentre la Fe y la Cultura

    25Las alternativasde la religion enla poca del declivede la ciudadanaJess MillnProfesor de la Universidadde Valencia

    35Por qu ha muertoJess?

    Xabier PikazaTelogo

    39Sentimientospositivos,qu hacer con ellos?

    Antonio Ros SarriMdico PicoterapeutaDirector del Centro FAYPAde Alicante

    43La Resurreccin

    Juan Giner PastorCatedrticoPresidente de la Asociacinde Belenistas de Alicante

    47Los ngelesde la Resurreccin

    Luis Emilio Pascual MolinaDelegado Episcopal de CritasDiocesana de CartagenaCapelln de la UCAM. Consiliariode la cofrada de Nuestro PadreJess Nazareno de Murcia

    51El CrucificadoResucitado

    Alberto IniestaObispo auxiliar emrito de Madrid

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  • 55Desde la Resurreccin,otra manera de vivires posible. De unahermandad a otraManolo CopMiembro de la ComisinPermanente de la HOAC.Responsa-ble de animacin al compromiso

    6125 aosproclamandola Resurreccin

    Jos Javier CarmonaMster en Doctrina Socialde la Iglesia

    63Resucitar, vivir lavida como un regalo

    P. Nacho BlascoCapelln C.P. FontcalentDirector de Pastoral Penitenciariade Orihuela-Alicante

    67Aleluya, aleluya!

    Gaby (Gabriel Soer)Cantautor cristiano

    69La Hermandadde la Resurreccinpromovi el Comer-cio Justo en OrihuelaAndrs Javaloy EstaAnimador en la Casa de la Caridadde Orihuela

    73Feliz aniversario

    Arturo Picazo BermejoEducador en la Fundacin Dioce-sana San Jos Obrero de Orihuela

    75La puerta de la fe

    Victorio OliverObispo emritode Orihuela-Alicante

    77Descendia los infiernos

    Jos Mara Prez BasantaLicenciado en Sagradas Escrituras

    79Primer Pregn Pascualpronunciado en el SantoEncuentro, el domingode Resurreccin, 8 deabril de 2012Jos Luis SatorreHermano Mayor de la Hermandad

    81En la Eucarista deAccin de Graciaspor el 25 aniversario

    Joaqun N. AlmagroAparicioHermano Presidente

    85Retablo fotogrfico

    Victor Snchez BalaguerDiplomado en Educacin Social.Hermano Honorario

    Contenidos

    91Toque de Gloria

    Pedro Maci CastilloCompositor. Director de la bandade msica Unin Lrica Orcelitana

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  • SALUDA A LA HERMANDAD DEL RESUCITADO

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    Eduardo Ferrndez FelicesIgnacio Martnez Ballester

    Aprovechamos la ocasin que nos brindis, con motivo del 25 Aniver-sario de la constitucin de la Hermandad para manifestaros ennombre propio y en el de la Junta Mayor nuestra felicitacin y agra-decimiento.

    Aquella Hermandad sencilla, que naci en Orihuela con la ilusinde ensalzar el punto culminante que da sentido a todo lo que nos uney hermana: La Resurreccin de Jess; aquella Hermandad, que rom-pa con muchos de los esquemas tradicionales de los que hasta vuestrallegada era el estilo de una gran mayora de nuestras cofradas y her-mandades, hoy es una Hermandad hermosa, motivo de felicitacin,al veros como una realidad plenamente consolidada, sin la que ya noes posible entender la celebracin de la Semana Santa en nuestra ciu-dad.

    Por ste y otros muchos motivos que podramos recordar, -y queconstan en nuestra historia interna-, queremos agradeceros vuestra pre-sencia, colaboracin y la importante cantidad de iniciativas que habisaportado a nuestra Semana Mayor.

    Por todo ello, os reiteramos nuestra felicitacin y agradecimientoal tiempo que os animamos a seguir en el empeo de dar culto y vene-racin a Jess, El Salvador Resucitado, con el esfuerzo, la dedicaciny el empeo que supone organizar y desarrollar vuestro singular pro-grama de actividades y vuestro desfile procesional del Encuentro enOrihuela y para Orihuela.

    Conscientes del valor que tiene todo ello, resumimos nuestrosdeseos en tres palabras: Felicidades!, Gracias! y nimo!.

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  • 01. Saluda.qxp:Maquetacin 1 26/11/12 16:24 Pgina 8

  • CAMINAMOS

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    Joaqun N. Almagro Aparicio

    Este ao 2012 la Hermandad de la Resurreccin est celebrando suveinticinco aniversario, una conmemoracin muy especial.

    Esta publicacin quiere ser distinta a las tradicionales. Hemospretendido combinar el recuerdo de los veinticinco aos que celebra-mos, con artculos llenos de contenido, que nos sirvan tambin para lacontinua formacin humana y cristiana. Para ello, hemos pedido la co-laboracin de personas que han intervenido en estos veinticinco aosen nuestras Jornadas y en otras actividades de la Hermandad. Creemosque el resultado de esta complicada experiencia es muy positivo.

    En la Eucarista de Accin de Gracias por este 25 aniversario, ce-lebrada el Domingo 20 de Mayo en Santa Justa, nuestro Hermano Ma-yor, el P. Satorre, cuando record los inicios de la Hermandad, afirmque la fuerza de la juventud, de los jvenes que iniciaron la Hermandad,pudo con todas las dificultades. Si a esa juventud le aadimos la fe, elestar ilusionados con Jess, con su mensaje, con su doctrina, nada ninadie poda parar este proyecto. Esa fe fue la clave. Eso debe sersiempre lo fundamental, la ilusin por Jess, el amor por Jess.

    Debemos renovar siempre esa ilusin, a nivel personal, de Her-mandad y a nivel general en la Iglesia. A veces da la impresin deque se decae, y es porque no vivimos intensamente el ser seguidoresde Jess; caemos en la dejadez, en la rutina, abandonando a Jess Re-sucitado. Muchas veces da la impresin de que no sabemos transmitirnuestro cristianismo, no sabemos transmitir a Jess Resucitado.

    Es momento de reflexin para toda la Iglesia, para todos los cris-tianos. Momento de reevangelizarnos y evangelizar con alegra y sinmiedos. De hacer una Iglesia de todos, abierta a los pobres, Iglesiacon los pobres. Monseor Ral Berzosa nos deca en el documento de

    A mi hermano Pepe, al que quiero y queremos.10 aos recordndote

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  • apoyo de la Programacin Diocesana de Orihuela-Alicante 2010-2011:Que, en las comunidades cristianas, se imponga la austeridad para hacerposible la solidaridad y poder cumplir lo expresado en Novo Milenio Ineunten. 50: que los pobres se sientan en nuestras comunidades como en sucasa. As mismo, Rafael Prieto Ramiro, en el documento para la Programa-cin Diocesana 2009-2010, nos deca La Iglesia, la parroquia, no solodeben evangelizar a los pobres, sino que deben ser pobres y preguntabacmo evangelizamos a los pobres?, les damos participacin en todoslos mbitos pastorales?. En la Hermandad lo estamos intentando.

    Debemos estar continuamente en camino, con nuestras cadas y dificul-tades, pero de camino.

    La Hermandad de la Resurreccin ha caminado veinticinco aos, es-pero, de corazn, que siga en el camino, sin perder su identidad, que serla identidad de sus hermanos.

    Invitamos a colaborar en esta publicacin a muchas personas, y no to-das han contestado a nuestra peticin, pero al final, un gran grupo la hanhecho posible. Quiero dar las gracias a todos los que han participado, meconsta el gran esfuerzo realizado. Muchsimas gracias.

    Por ltimo, tambin deseo agradecer a los patrocinadores, que hanpuesto su grano de arena para que sea una realidad.

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  • 25+15=40: MS ALL DE LOS 25 AOS

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    Miguel Riquelme Pomares

    Evocar la historia que supone las Bodas de Plata de la Hermandad dela Resurreccin me hace mirar ms all de los 25 aos que esta efe-mrides celebra. He estado con la Hermandad desde el principio,pero mucho antes de 1987, ya en los primeros aos de la dcada delos 70 recuerdo el movimiento de jvenes que haba en torno al ClubDcor, lugar de encuentro de gente joven, y lugar para muchas ini-ciativas y actividades. En aquella poca surge tambin la famosaMisa de la Juventud que se desarrollaba en la capilla del colegio deNtra. Sra del Carmen. Aquellos inicios los recuerdo con cario y cer-cana. Me encontraba estudiando en Alicante, pero este movimientose estaba gestando en mi Orihuela natal, con muchos jvenes a losque yo conoca desde nios y que tenan unos pocos aos menos queyo, amigos de mi hermana y de mi hermano y, por tanto, tambinamigos mos. Adems los curas que acompaaban este movimientotambin los conoca, casi todos haban sido compaeros en el semi-nario: el Padre Satorre, el Padre Enrique Jord, el Padre Arnal, elPadre Navarro, el Padre ngel Bonava, el Padre Gins PardoTodos con el apelativo padre porque as quedan bautizados en Ori-huela los sacerdotes que pasan por Santo Domingo o por San JosObrero. Era una poca de ilusin, de esperanza, de apertura decaminos nuevos Estaba cerca todava el ambiente del Concilio Vati-cano II (finalizado en 1965), del mayo francs (1968) y los aos dela transicin poltica espaola (muerte de Franco en 1975) que crea-ron un caldo de efervescencia social que se traslad tambin a losjvenes y a la Iglesia.

    Mi primera misa fue el 1 de enero de 1978 en la Catedral. El coroque cant fue el coro de la Misa de la Juventud, y el fotgrafo quecapt el momento no fue un profesional sino un aficionado y amigo delmismo grupo: Vctor Snchez Balaguer. Pocos das despus, antes deReyes, me encargasteis una especie de retiro de navidad en el que par-ticipasteis muchos de este grupo y que se desarroll en San JosObrero. Tambin recuerdo que la Misa de la Juventud del da de Reyes

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  • me toc a m: es mi primera homila escrita siendo cura y que todava con-servo.

    Estando de prroco en La Aparecida, mi primer destino, mantuve tresformas de relacin:

    la Misa de la Juventud en la que participaba de forma rotativa convarios curas (me vienen a la memoria algunos cantos: Si Dios esalegre y joven, o Vamos a cantar, cantemos a plena voz),

    el Movimiento Junior; dado que en las parroquias de Orihuela nohaba en ese momento actividad con jvenes, la iglesia oriolanacanaliz este trabajo a travs de los colegios religiosos en los quese formaron cuatro grupos de educadores (en Jess Mara, en elCarmen, en Santo Domingo y en San Jos Obrero) que trabaja-ban a su vez con nios y que estaban coordinados entre s. Huboun periodo de varios aos que nos reunamos para coordinar estetrabajo en la casa de Chari Bascuana, y uno de los participantesan no haba entrado en el seminario pero ahora es ya un curaveterano: Isidro Hernndez.

    el grupo que se form en San Jos Obrero en torno al PadreNavarro y al Padre Gins que alternaba formacin con la organi-zacin de convivencias y actividades con otros jvenes en elcampamento de La Mata (aqu mi relacin fue pequea pero lorelato porque fui testigo).

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  • Hubo un tiempo en que yo me apart un poco de Orihuela y tambinlos curas que haban sustentado esta realidad fueron a otros destinos, lo queunido al periodo social bautizado como la poca del desencanto apaga-das las ilusiones del concilio, del mayo francs y de la transicin poltica,hizo que este movimiento tuviera un momento de decaimiento. Es uno de losmomentos oscuros para m porque no estaba presente, pero percibo que enmuchos de los que habais vivido esta aventura os resistais a que todo aca-bara sin ms y buscabais dar cauce a esa inquietud de continuidad y denuevos caminos. Algunos ya se haban orientado hacia Cruz Roja, cuandola ocasin se presenta con la vuelta del Padre Satorre a San Jos Obrerodespus de su parntesis en Benidorm, reincorporndose a Orihuela; y nos cmo pero esa inquietud se orienta al nacimiento de la Hermandad dela Resurreccin, con aquellas misas de Vigilia Pascual que se hacan en laIglesia de San Agustn y las primeras procesiones del Resucitado. Al estarde prroco en La Aparecida no poda participar pero estaba al tanto de loque se iba haciendo y del repetido Leit motiv: En la Iglesia tenemosmuchas imgenes de Cristo crucificado y pocas de Cristo Resucitado quees real tanto en lo que dice como en lo que insina.

    En 1991 me toca sustituir al Padre Satorre al frente de San JosObrero. l se va a Callosa de Segura, y yo vengo de La Aparecida. A partirde ese momento ocupo en la Hermandad de la Resurreccin tambin sulugar, hacindome cargo de la responsabilidad como consiliario. Mis doceaos en San Jos Obrero han sido tambin doce aos de relacin intensacon la Hermandad: los ensayos de cantos para la misa de la Vigilia Pascual,los papeles con las moniciones para Manolo Gallud, la misma misa por lanoche en Santa Justa, la procesin del Encuentro, el chocolate al acabar, lacena de Manos Unidas, el da de convivencia anual en las dependenciasde la Obra Social, la relacin diaria con Pepe Almagro, el siclogo de SanJos Obrero y a la vez miembro muy activo de la Hermandad Me quedocon tres cosas de esta etapa:

    1. El grupo de oracin, de formacin y vida que nos reunamos cadaquince das en Santa Justa, a veces en la casa particular dealguno de los componentes del grupo.

    2. El curso de agentes de pastoral para el trabajo en Critas, quedurante dos aos me toc acompaar en Santa Justa, abierto aOrihuela y alrededores, pero en el que de hecho particip ungrupo casi exclusivamente de la Hermandad de la Resurreccin.

    3. La Asociacin de Amigos de San Jos Obrero en la que tambinla participacin de la Hermandad volvi a ser significativa, conla presidencia de Paquele durante el tiempo que permanec en laObra Social.

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  • En 2003 dej San Obrero. Ahora estoy de prroco en Ntra. Sra. deBeln de Crevillent, y aqu, fuera de Orihuela, el recuerdo del Resucitadosigue estando presente. Aqu tambin hay procesin del Encuentro, pero esel Domingo de Resurreccin. La misa de la Vigilia Pascual en Crevillent espobre porque todo se centra en el domingo. En el Encuentro est la Virgen(la Regina Pacis), pero no hay imagen del Resucitado sino el Santsimo enla Custodia. Y eso s: en Orihuela comentamos muchas veces que se cantarael Aleluya de Hndel en el momento del encuentro y no s si al final suenauna grabacin por altavoces. En Crevillent se canta en directo y de formamuy hermosa, con la Banda de Msica y la Coral Crevillentina. Un deseo yuna alegra que he visto cumplido en mi actual parroquia.

    Termino agradeciendo a Joaqui la invitacin para participar en esteacontecimiento conmemorativo, y sobre todo su inmensa paciencia espe-rando que redactara este escrito que al fin aqu est. Deseo lo mejor parala Hermandad y tambin para Orihuela, para nuestra Iglesia y para nuestrasociedad, todos tan necesitados de la Vida Nueva del Resucitado.

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  • LA PRIMERA VEZ

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    Juan Jos Snchez Balaguer

    S, haban pasado dos mil aos y por aqu sin enterarnos. Presumamosde antigedad en los desfiles procesionales ms de cuatrocientosaos documentados- y, llegado el tiempo litrgico, muchos oriolanossufran con la Pasin, lloraban hasta la extenuacin el Viernes Santopor la Muerte e incluso acompaaban el Cuerpo al entierro con todoslos honores, pero costaba mucho ir descubriendo la Vigilia Pascual y,sobre todo, era sorprendente comprobar como, a nivel de manifestacinpopular, Orihuela no resucitaba con el Salvador. Porque -como tantospadres de la Iglesia y telogos nos ensearon a lo largo del tiempo- denada habra servido a los cristianos la Muerte y Resurreccin de Cristosi no llega a nosotros su fruto: El Espritu Santo, del que depende la sal-vacin.

    Dice Olivier Clment en su libro Sobre el hombre que, en la otravida, viviremos El milagro de la primera vez; la primera vez quesentiste que ese hombre sera tu amigo; la primera vez que oste tocar,cuando nio, aquella msica que te marc; la primera vez que tu hijote sonri; la primera vezDespus uno se acostumbra. Pero la eternidades desacostumbrarse.

    Pues bien, aqu, en Orihuela, la primera vez fue en la SemanaSanta de 1988, gracias a la iniciativa y empuje de un grupo dejvenes oriolanos que un ao antes- haban constituido la Hermandadde la Resurreccin. Segn explicaba entonces a los medios informativossu presidente, Joaqun Almagro, no queran ser solo una agrupacinpara las fechas de Semana Santa sino que pretenda desarrollar durantetodo el ao actividades que sirvieran para ayudar a sus componentesa vivir mejor su cristianismo. De hecho, desde su creacin, un aoantes, haban desarrollado ya numerosas actividades: Jornadas sobrela Pasin, Muerte y Resurreccin de Jess, convivencias, reuniones, co-

    Se siembra corrupcin, resucita incorrupcin; se siembra vileza,resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; se siembraun cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual (1 Cor. 15, 42-44).

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  • laboracin con el grupo de Asistencia Social de Santiago, colaboracincon la Asociacin de Padres de Jess-Mara en las misas semanales de laIglesia de San Agustn -ay-, su antigua sede social.

    La Hermandad acord desfilar con una imagen de Salvador Resucitado,talla del siglo XVII que se encontraba en el Museo de Arte Sacro de la Ca-tedral oriolana. Apenas daban algunos un duro por el invento y sus pro-motores tuvieron que vencer desde el primer momento- muchas y poderosasresistencias, algunas realmente inexplicables como no fuera para acreditarel acierto de aquella antigua coplilla popular:

    Vinieron los sarracenos,y nos molieron a palos;que Dios ayuda a los maloscuando son ms que los buenos

    Lleg el gran da y hasta los elementos estuvieron en contra. La lluviaintermitente e inoportuna pudo haber hecho fracasar el estreno, pero elaguacero se convirti finalmente en bautismo vivificador. La expectacin es-taba en la calle y ya no era cosa de retroceder, sino de saltar por encimade los obstculos, como momentos antes, en la vigilia pascual, haba indi-cado el hermano mayor, Jos Luis Satorre. Se redujo el itinerario previsto en

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  • un principio, pero salieron los hermanos y hermanas con sus tnicas albasdesde el templo de San Agustn, portando gruesos cirios los mayores emo-cionados al aparecer la pequea imagen del Salvador en la puerta, saludadapor los tradicionales compases de la Marcha Real-, mientras los ms peque-os hacan sonar sus campanillas y algunos repartan diminutas monas dePascua. Una seccin de la Centuria Romana, con banda de cornetas y tam-bores abra la procesin en la que tambin figuraban clarines de La Convo-catoria, la banda de msica Unin Lrica Orcelitana, as como la de cornetasy tambores Virgen de la Puerta. Y desde la popular Cueva del To Paco, laComisin de Festividades del Ayuntamiento haba dispuesto el disparo deun castillo de fuegos artificiales a cargo de los pirotcnicos oriolanos her-manos Ferrndez.

    Menos de cuarenta y ocho horas despus, el martes 5 de abril de1988, escriba quien esto firma en La Verdad: La Hermandad de la Resu-rreccin ha venido a completar el ciclo. Yo no s si sus promotores se handado cuenta todava de que han entrado ya a formar parte de la historiagrande de la Semana Santa oriolana. Pues eso -Joaqui, Jos Luis, MariCarmen, Paco, Juan Francisco, ngel, Eva, Virginia, Maite y Chari-, uncuarto de siglo os contemplan. Fuisteis, acompaados por otros pocos en laretaguardia, quienes pusisteis la cara y la ilusin para que fuera posibleeste misterio de la primera vez, algo de lo que un intelectual como Miguelde Unamuno se ocupa en su Diario ntimo: Perd mi fe pensando en losdogmas, en los misterios en cuanto dogmas; la recobro meditando en losmisterios; en los dogmas en cuanto misterios. Veinticinco aos ms tarde,la Hermandad de la Resurreccin contina siendo una buena oportunidadsi queremos meditar sobre esta manifestacin popular del misterio funda-mental para todos los cristianos.

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  • AO DE LA FE EN UN AO DE CRISIS

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    Gins Pardo Garca

    En el mismo ao en que la Her-mandad de la Resurreccin cum-ple veinticinco aos de existencia,en una coincidencia que no soloes casual, el papa Benedicto XVIha convocado un AO DE LA FEa partir del once de Octubre de2012, fecha aniversario conme-morativa de la apertura del Con-cilio Vat. II. Sin duda el aconteci-miento eclesial ms relevante deestos ltimos tiempos, y tambinrelevante en la historia de su siglopor los cambios que propici,adems de su influencia en el m-bito de la cultura, de la accinsocial e incluso de la accin pol-tica, poniendo de relieve algoque sabemos, pero que no siem-pre tenemos actualizado: que en-tre Iglesia y Sociedad hay una es-trecha dependencia mutua.

    Deca que la coincidenciano es casual pues de una maneramuy real se dio esta relacin en-tre un grupo de jvenes que enel club DACOR canalizaba susinquietudes y actividades juveni-les y la influencia conciliar que

    se abra paso en Orihuela, comoms adelante explicar.

    Fue el mismo Concilio quienen el comienzo de una de lasConstituciones ms conocidas,Sobre la Iglesia en el Mundo ac-tual, afirmaba:

    Los gozos y las esperan-zas, las tristezas y las an-gustias de los hombres denuestro tiempo, sobre todode los pobres y de cuantossufren, son a la vez gozos yesperanzas, tristezas y an-gustias de los discpulos deCristo1.

    El Papa convoca un ao dela Fe mirando, sobre todo, almundo occidental, y ms concre-tamente al europeo, en el que laFe experimenta una situacin di-fcil, una situacin de crisis, queya hace cincuenta aos atisbabael Concilio Vaticano II:

    Por una parte, el espritu cr-tico ms agudizado purifica

    1 Doc. Sobre la Iglesia en el mundo actual, n 1

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  • (a la vida religiosa) de un con-cepto mgico del mundo y deresiduos supersticiosos, y exigecada vez ms una adhesinverdaderamente personal yoperante a la fe. Lo cual haceque muchos alcancen un sen-tido ms vivo de lo divino. Porotra parte, muchedumbrescada vez ms numerosas sealejan prcticamente de la reli-gin. La negacin de Dios o dela religin no constituye, comoen pocas pasadas, un hechoinslito o individual; hoy da,en efecto, se presentan no raravez como exigencia del pro-greso cientfico y de un ciertohumanismo nuevo2.

    Dice el Papa en su carta apos-tlica Porta Fidei:

    En efecto, la fe est sometidams que en el pasado a una seriede interrogantes que provienen deun cambio de mentalidad que, so-bre todo hoy, reduce el mbito delas certezas racionales al de los lo-gros cientficos y tecnolgicos. Perola Iglesia nunca ha tenido miedode mostrar cmo entre la fe y la ver-dadera ciencia no puede haber con-flicto alguno, porque ambas, aun-que por caminos distintos, tiendena la verdad 3.

    Un reciente artculo de la re-vista Vida Nueva, recoge una seriede estudios sobre la Fe y constataque: En los pases occidentales haymenos creyentes y ms ateos quehace veinte aos. Es la principalconclusin de un exhaustivo estudiosobre la fe realizado en treinta pa-ses 4.

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    2 Doc. Sobre la Iglesia en el mundo actua,l n 73 Carta Apostlica: Porta Fidei, n 74 Revista Vida Nueva, junio 2012 n 2.802, pag. 9

    05. Ao de la FE.qxp:Maquetacin 1 26/11/12 16:35 Pgina 20

  • No es la primera crisis globalde la fe en nuestro mundo europeo.A lo largo de su historia han sidovarios los periodos histricos que lahan experimentado, coincidiendocon invasiones y con cambios hist-ricos.

    La penltima a la que se hacereferencia es la que se produjo alfinalizar la II Guerra Mundial, queposiblemente arrastra sus efectoshasta la actual situacin, en que unnuevo rebrote de ateismo comba-tiente ha hecho su aparicin a razde la crisis que provoca en Occi-dente el atentado terrorista de lastorres gemelas de Nueva York 5.

    Aquella guerra es citada, dehecho, como una de las causas de

    la crisis de fe de aquel momento,junto a otras de carcter social,eclesial y cientfico, y que an arras-tra nuestra civilizacin, lo que dejaclaro que la actual crisis de fe deEuropa es de carcter realmentecomplejo y parece que las palabrascitadas anteriormente del Vat II nosvienen como anillo al dedo, tambinhoy.

    En este artculo me quiero ceira esa raz de la crisis actual de lafe, que tiene como referencia aquelacontecimiento histrico, pero quesigue influyendo todava en la sen-sibilidad europea, y que se provocpor la dureza de los acontecimien-tos de aquella II Guerra Mundial.Aquella impresionante calamidadno fue, segn perciben muchos,

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    5 Sobre esta cuestin es muy iluminador el artculo de Francisco Conesa en Scripta Theolo-gica/Vol. 43/2011, de l extraigo estos prrafos:

    Es iluminador preguntarse por qu la cuestin de Dios ha irrumpido de un modo tan sorprendentede nuevo en nuestro tiempo, por qu estas ideas han conseguido tan amplia difusin. Es fcil adivinarque en el trasfondo de este xito hay muchos problemas no resueltos, tanto tericos comoprcticos.(pag. 584)

    Examinados los argumentos, parece que puede sostenerse con fundamento que la finalidad ltimade estos nuevos ateos es poltica y social: promover un laicismo excluyente. El nuevo atesmo tienecomo objetivo eliminar todas las formas de creencia religiosa, incluso aquellas que se presentancomo ms moderadas. No sera demasiado descabellado pensar que la caricatura de la religinque presenta el nuevo atesmo es deliberadamente buscada con una finalidad social y poltica: cri-minalizan a las religiones para que, de esta manera, los estados democrticos tengan una raznpara perseguirlas. Si no fuera as, resultara difcil entender los errores elementales que comentenestos autores, sus simplificaciones, las desfiguraciones constantes de los argumentos del adversario,las descalificaciones y las acusaciones infundadas que repiten. Su intencin es mostrar que las reli-giones generan mal y dao para la sociedad, lo que da a los Estados una razn para intervenir, le-gislar y limitar la actividad de los creyentes.(pag. 583)

    Todo atesmo supone para el creyente el desafo de realizar un mayor esfuerzo para mostrar laracionalidad del creer. La fe no es una creencia ciega ni un acto irracional, como suponen, sinoque dispone de razones. Hay que invitar al creyente a pensar, a que valore la razn. Ayudar a verque la fe religiosa no significa el desprecio de la inteligencia, sino que invita a la reflexin y al cues-tionamiento. Los sentimentalismos y fidesmos no son reacciones adecuadas frente a la ofensiva atea.Muchos cristianos han reaccionado a la secularizacin creciente con un repliegue en los mbitosde la experiencia y de la subjetividad, pero as la fe corre el riego de dejar de ser una propuestauniversal. Una fe firme requiere una razn audaz, como record Fides et Ratio 155. (pag,581)

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  • afrontada con la necesaria firmezapor el conjunto de la Iglesia euro-pea.

    No s si es legtimo pensar quedebi de tener el mismo miedo quelos dems. Lo que est claro, y aveces se ignora, es que tuvo mrti-res y testigos; por citar los ms co-nocidos: Maximiliano Kolbe, en Po-lonia, Tito Brandsma, en Holanda,Edith Stein, en Alemania, MarcelCallo, en Francia, el mismo Po XII,a pesar de los detractores, y tantosotros no conocidos e imposible decuantificar.

    A todos estos mrtires y testigosles movieron, la misma esperanza,la misma caridad y la misma fe.

    Una fe sobre todo en la Resu-rreccin de Jess que, como ncleoesencial de nuestro credo, es capaz

    de generar sentido a los esfuerzosde los hombres y mujeres de nuestrosiglo.

    Sin esa fe no se entienden mu-chas posturas de aquellos mrtiresy testigos que iluminan nuestro ca-minar con el suyo.

    Curiosamente este ao de la fecoincide con un ao de grave crisiseconmica y, claro, social, en todaEuropa, que no es de un ao, y que,todo lo indica, tampoco se va resol-ver en un ao, y adems est provo-cando graves trastornos sociales ygrandes carencias, sobre todo paralos ms pobres de este mundo.Como si de una nueva guerra encu-bierta se tratara, est provocandomillones de muertos por hambrunaen el tercer mundo, y en nuestrocuarto mundo y, como ocurri en lasegunda guerra mundial, est de-mandando de la Iglesia testigos ytambin mrtires si hiciera falta.Gente que con su vida y accin ma-nifiesten que la fe en la Resurreccinde Jess es un elemento valioso paraestos momentos histricos.

    Todas estas constatacionesquieren colaborar a poner de relieveel caldo de cultivo social y eclesial,y a dar la importancia que tiene,que hace 25 aos, en Orihuela, sepusiera en marcha la Hermandadde la Resurreccin y que hacen quehoy sigan siendo de profunda vali-dez aquellos planteamientos.

    No entenderamos su maneratan peculiar de situarse en la Se-

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  • mana Santa oriolana si no tuvira-mos en cuenta ese mbito en el quese desarrolla su puesta en marcha,son jvenes cristianos, inquietos,con conciencia social y amantes deeste nuestro mundo y orgullosos delas tradiciones de su ciudad quienesbuscan una manera nueva y ade-cuada a sus ideas, que les permitasituarse, sin romper, en la vida reli-giosa de Orihuela. Expresin detodo esto es la hermandad quecrean, las maneras de hacer y, so-bre todo, la referencia evanglicaque ellos aportan en los desfiles pro-cesionales. Todas lo anterior era elelemento que faltaba a esa semanaSanta. Sin la Resurreccin de Jess,como ya nos dice S. Pablo en 1Cor., no hay verdadera vida cris-tiana.

    Esta hermandad es la que hoy,zarandeada nuestra fe por tantascircunstancias, incluida la aparicinde ese nuevo ateismo, y puesta encuestin por un mundo autosufi-ciente en sus problemas y en la so-lucin de los mismos, hace creblela verdad cristiana de las tradicio-nes de la Semana Santa. Creblecomo algo que sale a la calle nosolo como recuerdo folklrico, sinocomo pista para entender la verdaddel hombre. Una pista que en elalba del domingo se ofrece por lascalles de Orihuela a quienes nece-siten sentir que sus crisis pueden te-ner una salida; su crisis de fe, sucrisis existencial e incluso los esfuer-

    zos por superar esta sacudida enque nos vemos metidos en toda Eu-ropa y que tantos estragos est cau-sando en la vida de los ms po-bres.

    Como la hermandad ha cui-dado en sus semanas de reflexin,la resurreccin de Jess no solo esun hecho procesionable, sino tam-bin la experiencia histrica de laque brota esa capacidad para lu-char contra todo aquello que, seapor lo que sea, mata la vida y loque las personas hacemos para vi-vir. Lo deca S. Ireneo: la gloriade Dios es que el hombre viva.

    Yo creo que esto es lo que nosquiere transmitir la Hermandad dela Resurreccin.

    Esto, en una Europa con tantascrisis, es una aportacin no pe-quea, pues cuidar la reflexin ycuidar el compromiso social hacialos ms desfavorecidos, forma partede las condiciones que hacen posi-ble que la verdad del evangelio,suene ms que la plvora queacompaa cualquier desfile.

    Son estos testimonios los quepueden, adems, abrir una va dedilogo para un acercamiento sin-cero entre todos aquellos que bus-camos la verdad y el entendimientoentre aquellos que tienen plantea-mientos distintos, lnea que marcel mismo Vat. II.

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    LAS ALTERNATIVAS DE LA RELIGIN EN LA POCADEL DECLIVE DE LA CIUDADANA

    Jess Milln

    ?Hay un futuro para la religin enel mundo contemporneo? De-bera haberlo? Las perspectivaspara responder o plantearse estapregunta pueden variar mucho y,sin duda, estamos ante una cues-tin en la que no sera fcil elconsenso. Sin embargo, entrequienes estudian la trayectoria dela sociedad se ha abierto caminoen los ltimos tiempos la necesi-dad de revisar la relacin, mu-chas veces dada por supuesta,entre el mundo moderno y la pr-dida de significado social de loreligioso.

    Un momento simblico deese cambio de perspectiva fue el19 de enero de 2004, cuandoen la Academia Catlica de Ba-viera (Katholische Akademie inBayern) tuvo lugar un debate en-tre el filsofo laico Jrgen Haber-mas y el entonces cardenal Jo-seph Ratzinger1. En mi opinin,la trascendencia de la discusinderiva de su alejamiento de las

    interrogantes ms usuales sobreel papel de lo religioso en las so-ciedades desarrolladas. Como re-sultado de pocas precedentes,a menudo an se ve la religincomo fuente de un sentido segurodel mundo, en el que el infortuniono debiera tener cabida o no de-biera hacerse presente en la vidade los fieles. Pero la religin nodispone de explicaciones racio-nalmente satisfactorias para loque reconoce ella misma como elmisterio del mal. En la tradicinjuda y cristiana dan prueba deello el Libro de Job o las reflexio-nes que escenifica el Salmo 73:Para los malvados no hay sinsa-bores, estn sanos y orondos; nopasan las fatigas humanas ni su-fren como los dems (). Ellosdicen: Es que Dios lo va a sa-ber, se va a enterar el Altsimo?As son los malvados: siempre se-guros, acumulan riquezas. Enton-ces, para qu he conservado laconciencia limpia? () para qu

    1 Jrgen Habermas, Joseph Ratzinger, Dialctica de la secularizacin. Sobre la razn y lareligin. Encuentro, Madrid, 2006.

    Vicente Rojo Lluch (La Font de la Figuera,1894 - Madrid, 1966), in memoriam

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  • aguanto yo todo el da y me corrijocada maana?2: Frente a la impo-sibilidad de explicar el mal, las cues-tiones prcticas que se plantean, enmi opinin, son otras: vale la penahacer el bien?, cmo justificar lanecesidad de hacer un bien que, amenudo, no surte efecto y, adems,queda sin recompensa visible?

    Tanto Habermas como quiendespus sera Benedicto XVI coinci-dan en que no es fcil definir un re-ferente aceptable de lo que se con-sidere el bien. El creciente plura-lismo del mundo actual y el prestigiopoco discutible del mbito de lo pri-vado han cuestionado la existenciade cdigos ticos que se tenan porms o menos compartibles en po-cas pasadas. Desde la segunda mi-tad del siglo XX, las sociedades de-mocrticas y desarrolladas delmundo occidental han relajado o,simplemente, han abandonado al-gunas escalas que se tenan comonormas de vida respetable, aunquefuera con la consabida dosis de con-vencionalismo poco autntico. Losprincipios de la responsabilidadpblica o la ejemplaridad bur-guesa, los valores del patriotismo yel sacrificio pueden ser ejemplos deesa situacin que, evidentemente,no debe contemplarse sin una pers-pectiva crtica.

    A la hora de apreciar la fun-cin de esos valores no pueden to-

    marse en serio ni las declaracionesformales ni las apariencias. Estoafecta tambin a la religin, ya que,como cualquier otro principio orien-tado al bien, no est inmune frentea los usos degenerados. En estecaso, es necesario reconocer la exis-tencia de patologas altamente pe-ligrosas: la frmula no procede deninguna figura ajena al universo re-ligioso, sino de quien en 2004 diri-ga la Congregacin para la Doc-trina de la Fe, el cardenal Ratzinger.En su dilogo con Habermas, am-bos partan adems de la base deque la razn secular de hoy tam-poco est libre de aberraciones.Por qu debera distanciarse laconducta individual de sacar partidode actividades legales, que le favo-recen como particular y a cortoplazo, aunque resulten imposiblesde generalizar o generen costes in-calculables al conjunto de la socie-dad? Hace mucho, el socilogoMax Weber plante que el desarro-llo del conocimiento cientfico mejo-

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    2 Como en otras citas, la versin es de la Nueva Biblia espaola., dirigida por L.A. Schckel y J.Mateos. Cristiandad, Madrid.

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  • raba nuestros instrumentos de inter-vencin en diversos campos, perono poda asentar una jerarqua devalores. Es posible destacar ventajase inconvenientes de desarrollar unaprioridad de actuacin u otra, perono puede esperarse del conoci-miento que establezca esa jerar-qua. Al esfumarse de ese modo elbien general, la ciencia giraba laespalda al monotesmo e imponael regreso a una pluralidad de dio-ses, vena a decir Weber. En los usosblicos de la ciencia como sucedecon la energa atmica- se ha vistoun ejemplo de las limitaciones de laracionalidad secular. Quizs -cabrainsistir hoy-, el desarrollo de una eco-noma cada vez ms alejada de lalgica y las necesidades humanasmuestra tanto o ms la dificultad deestablecer una racionalidad ticaque pueda justificarse a s misma yque sirva de referencia para la con-ducta individual. La vida poltica ac-tual, como se ha observado en lasociedad valenciana o en la Italiade Berlusconi, ofrece repetidamenteestas situaciones: si identificamos laconducta moral con la permisibledentro de la legalidad, esta-blecida democrticamente, puedensurgir panoramas alarmantes parala ciudadana o, incluso, llevarnos aun deterioro colectivo desde el puntode vista econmico y de la fortalezade las instituciones que habran degarantizar la libertad y la cohesinde la vida en comn. Un cdigo pe-nal no puede cumplir en solitarioesas funciones. Sin la eficacia socialde las normas iguales para todos, elimperio de la ley de la selva avanza

    incontenible. Como recordaba Ha-bermas, unos irreales mercados eco-nmicos y el declinante poder de lasdemocracias excluyen a la solidari-dad social cada vez de ms mbitosde la vida.

    En este escenario, coincidanlos dos interlocutores en 2004, nosaproximamos a una etapa nueva delas relaciones entre razn secular yfe religiosa. Esto no puede confun-dirse con un retorno a situacionesanteriores. Habermas planteabaque, una vez asentada la neutrali-dad del Estado ante las religiones,habra que admitir que nos diriga-mos hacia una sociedad postsecu-lar. En sta, despus de alcanzarcomo un bien compartido la sepa-racin entre el Estado y cualquierconfesin, adquirira un nuevo inte-rs la implicacin en la vida pblicaa partir de valores religiosos. Esecamino, en todo caso, no carece deequvocos. No se trata de supeditarel declinante poder civil del Estadoal dirigismo por parte de la fe reli-giosa, atribuyndole a sta una pre-via superioridad moral. La adverten-cia sobre las patologas religiosasno puede dejarse de lado y portanto, como ha sealado repetida-mente Ratzinger, es preciso situar alcristianismo en el campo de la raznilustrada, lo que dara nueva vigen-cia a la frmula de Tertuliano: Cristose consider a s mismo la verdad;no la costumbre, ni la tradicin. Enla lnea cristiana que, desde la EdadMedia, distingue entre poltica y re-ligin, esa inspiracin de la verdadno puede confundirse con una gua

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  • para configurar la sociedad ni unapremisa para tutelarla. Si el cristia-nismo se diferencia de las religionesmticas y no se identifica con unacompaamiento ritual, entoncesdebe pasar al primer plano el im-pulso para el debate moral que sereclama ante el camino que sigueel mundo de nuestros das. La utili-dad de ese impulso no puede venirde una adhesin incontestable a uncanon establecido. Para ser viable,debe basarse en el desarrollo delprincipio reivindicado por Pablo deTarso, frente a la experiencia de uncanon independientemente de su va-lidez para la vida3: La letra mata,pero el Espritu da vida. Los cristia-nos, deca, deben considerarseagentes vitales que difunden la fra-gancia del conocimiento de Dios.Tal vez por cumplir un cdigo de-terminado y preestablecido? SegnS. Pablo, ese fue el caso del ritua-lismo del antiguo testamento, al quedenomina agente de muerte, letrasgrabadas en piedra. El cristianismoaspirara, en cambio, a movilizaragentes para el servicio no de uncdigo, sino del Espritu. De caraa la sociedad, el programa cristianoquedaba claro: nos recomendamosa la ntima conciencia que tienetodo hombre ante Dios.

    Bajo esa perspectiva coinci-dan Ratzinger y Habermas: habaque contrastar recprocamente la re-ligin y la razn, a fin de mostrarse

    una a otra los respectivos lmites yayudarse a encontrar el camino.Ante ese programa hay dos matiza-ciones importantes. Por un lado, losvalores religiosos no son evidentesni necesarios para todos, ni puedenimponerse como base de la socie-dad. Corresponde a la poltica laresponsabilidad de mantener viablela cohesin social, desarrollandopara ello las normas generales4. Lospostulados religiosos en una socie-dad democrtica tienen el alcanceque les prescriba Pablo de Tarso:nos recomendamos a la ntima con-ciencia de cada individuo anteDios. El discurso dogmtico carece,pues, de sentido.

    Otra matizacin se refiere almbito cvico. Habermas detectabael riesgo de que una modernidaddescarrilada de la sociedad en suconjunto podra quebrar con segu-ridad el lazo democrtico y agotarel tipo de solidaridad en el que seapoya la sociedad democrtica,que no puede exigirse por va le-gal. De ah que al Estado constitu-cional le interese cuidar la relacincon todas las fuentes culturales delas que se alimenta la conciencianormativa y la solidaridad de losciudadanos. Sin embargo, ese Es-tado constitucional es una fuerzaacosada y en declive. La forma enque se ha desarrollado la globali-zacin econmica ha contribuido arecortar seriamente el alcance de

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    3 Segunda epstola a los Corintios, II-16 a IV,2.4 Jos A. Marina, Por qu soy cristiano. Teora de la doble verdad. Anagrama, Barcelona, 2005.

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  • las competencias de los poderes p-blicos que, a menudo, se han depo-sitado en instancias superiores paraque no se ejerzan5. La concienciaindividual del ciudadano se encuen-tra hoy en una situacin novedosa,que no era fcil de sospechar enpocas anteriores. Por un lado, unasdemocracias con capacidad de in-tervencin recortada (o, tal vez, au-toamputada) se enfrentan a proble-mas que las superan, el origen delos cuales es difcil de asignar aunos agentes determinados y reco-nocibles. Muchas de las causas delos riesgos que planean sobre el fu-turo y amenazan el presente nos im-plican como protagonistas a todoso a la gran mayora: requieren lacomplicidad masiva de las accioneso las omisiones o, cuando menos,se benefician de la inmunidad o elprestigio de que disponen los con-sensos que favorecen ese desarrolloenvolvente. Frente a ese anoni-

    mato de un riesgo de fronteras di-fusas, el sujeto colectivo que podrapedir responsabilidades o poner l-mites aparece, cuando menos, faltode vigor. La ciudadana vigilante,que se halla en la base terica dela democracia, resulta demasiadasveces un ideal imposible de alcan-zar. No puede suplirla ni la reticen-cia hacia la poltica institucional, nilas muestras ms o menos episdi-cas de irritacin, cuando el mal fun-cionamiento alcanza de forma cla-morosa a una mayora antes pasivao aparentemente complacida. Frentea la lgica de un sistema englobantey que parece avanzar a la derivahacia los escollos, lo nico que amenudo se encuentra es el lugar ins-titucional, casi vaco, de una ciuda-dana sin rostro.

    El marco institucional muestrahoy los lmites de la ciudadana ac-tiva, como haban previsto las teoras

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    5 Referencias tiles son Joaqun Estefana, La economa del miedo. Galaxia Gutenberg, Barcelona,2011; Tony Judt, Algo va mal. Taurus, Madrid, 2010; Santiago Nio-Becerra, Ms all del crash. Apuntespara una crisis. Libros del Lince, Barcelona, 2011 y Dani Rodrik, La paradoja de la globalizacin. Democraciay el futuro de la economa mundial. Antoni Bosch, Barcelona, 2012.

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  • sociolgicas. La imparable diversidadde lo social hace inabarcable los pro-blemas y coloca a cualquier observa-dor en posiciones irremediablementeespeciales, cuyos intereses y criteriosno pueden agregarse fcilmente a lasdems. El ritmo de una vida individualo circunscrita en pequeos grupos,que se concibe sobre todo en tornoal tiempo de ocio, dificulta la visinde conjunto. En ese panorama, lasestrategias efectistas y a corto plazo,acompaadas de los halagos excul-patorios hacia una ciudadana cuyacomplicidad se requiere, suelen des-embocar en el xito de quienes andanescasos de escrpulos cuando con-viene instrumentalizar la autosatisfac-cin de una identidad determinada.

    En el mundo que hemos cons-truido, los riesgos son de carcterglobal y suprageneracional, mientrasque las plataformas colectivas pre-vistas para el control de la respon-sabilidad se diluyen en la prctica.Con un lenguaje que podra recor-dar el episodio de la pesca evang-lica (Lucas, 5), el socilogo ZygmuntBauman ha expuesto la necesidadde sostener alternativas personal-mente, incluso contra la pobreza delas expectativas raciona-les: El op-timista analiza la situacin, hace undiagnstico y dice: hay un 25 % deposibilidades. Yo no digo eso, sinoque tengo esperanza en la razn yen la conciencia humanas, en la de-

    cencia (). No hay razones slidaspara ser optimista. sta es nuestraplegaria. No soy un profeta. Si per-demos la esperanza ser el fin, peroDios nos libre de perder la espe-ranza6.

    La democracia cvica necesitauna motivacin que supere la com-plicidad que procede de la indife-rencia o del egosmo y que, almismo tiempo, vaya ms all de lassimples fases de irritacin. La con-ciencia moral del individuo adquierede esta forma un papel fundamental,si se trata de volver a llenar de vidael cuerpo inerte de la ciudadana.De ah que, desde puntos de vistalaicos como sucede con Habermas,Bauman o el excanciller socialde-mcrata Helmut Schmidt- se insistaen la funcin significativa que in-cumbe a la inspiracin religiosa den-tro de una sociedad que trate de lu-char conscientemente por su futuro.No es casualidad que, al mismotiempo, cada vez ms historiadoresy socilogos propongan un estudiodistinto de la sociedad contempor-nea, donde la permanencia de lareligin no se vea como un simpleresiduo, a menudo retardatario, delpasado. Ni la poca del progresocientfico, ni el Estado nacional ydemocrtico, ni la era de los gran-des movimientos sociales han elimi-nado la dimensin religiosa de lassociedades actuales7.

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    6 Zygmunt Bauman, Mltiples culturas, una sola humanidad. Katz, Buenos Aires, 2008, p. 60.7 Heinz-Gerhard Haupt y Dieter Langewiesche, eds., Nacin y religin en Europa. Sociedades multicon-

    fesionales en los siglos XIX y XX. Inst. Fernando el Catlico, Zaragoza, 2010. Javier Martnez Corts, Decimea m mismo quin soy, El Pas, 26-III-2012, p. 33.

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  • Cmo valorar esa herenciatan dispar? Las voces que salen alencuentro del desarrollo futuro re-claman, a la vez, un examen cons-ciente. En el debate celebrado a co-mienzos de 2004, Joseph Ratzingerse preguntaba si la religin no serms bien un poder arcaico y peli-groso, que construye falsos univer-salismos, induciendo as a la into-lerancia y al error. Es importante,precisamente por eso, mirar conojos crticos las funciones de ese im-pulso religioso, sabiendo que nopuede estar libre de aberracionesni patologas.

    En los inicios del mundo con-temporneo, el cristianismo occiden-tal busc su futuro, mayoritaria-mente, dentro de un marco que hoypodemos ver sobre todo por el ladode sus inconvenientes. Para algunos,era posible buscar una compatibili-dad entre la fe y las manifestacionescientficas y polticas que desarro-llaban la Ilustracin y la ciudadanadentro de los Estados que reempla-zaban al antiguo rgimen. A veces,como suceda con el liberalismo ra-dical en Espaa, los movimientos deprotesta popular se apoyaban enfuertes y sinceras concepciones reli-giosas, aunque fuesen crticos conla Iglesia. A largo plazo, sin em-bargo, predomin otra concepcin.Esta otra perspectiva no era de pro-cedencia exclusivamente religiosa,sino que se alimentaba de ciertosdebates internos dentro del mundoilustrado. El problema de fondo erahasta qu punto poda ser estableun orden social basado en la razn

    individual, dentro de un mundo,adems, marcado por las dispari-dades sociales y las alternativascambiantes de la economa de mer-cado. El ataque al dogmatismo y eldesarrollo del espritu crtico habanabierto grandes perspectivas de pro-greso y, adems, permitan un modonuevo de explicar el mundo. Perobajo el individualismo econmicoque presida las sociedades moder-nas, hasta dnde deba extenderseese ejercicio de la razn crtica?Sera posible o deseable aspirar aque todas las personas abandona-ran la inercia de lo irracional y pa-saran a ejercer su espritu crtico?O no sera preferible combinar eldesarrollo de la razn ilustrada, enciertos campos y ciertos sectores di-rigentes, con el mantenimiento dog-mtico, para la gran mayora, deunas creencias que los ms perspi-caces consideraban necesarias parala estabilidad social?

    El debate sobre la posible uti-lidad social de la supersticin semantuvo larvado entre los ilustradosdel siglo XVIII. Mientras Adam Fer-guson, Voltaire o Federico II se incli-naban por integrar un cierto oscu-rantismo til en el mundo delprogreso, Immanuel Kant defendila universalizacin del sapere aude,de la autonoma personal para atre-ver a formarse un juicio propio. Trasla Revolucin francesa, un sector delcatolicismo romntico vio en este te-rreno una oportunidad. Una de susmayores figuras, Chateaubriandpudo escribir, ante la perspectivaagitada de su tiempo, que las enor-

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  • mes disparidades sociales no seransoportables si finalizaba la pocade la credulidad y la sumisin: Tra-tad de persuadir al pobre cuandosepa leer y se haya vuelto incrdulo!() En ltimo recurso, os ser pre-ciso matarlo8.

    Desde entonces, la pretensinde utilizar como un plus de ventajael indiscutible arraigo socioculturaldel catolicismo no ha dejado de seruna controvertida arma de doblefilo. En el ltimo cuarto del Ocho-cientos, el pluralismo en la prcticareligiosa se vio reconocido en Es-paa y eso promovi los consiguien-tes problemas, especialmente impor-tantes en una sociedad comoaquella, que haba eliminado, siglosatrs, toda minora religiosa. El re-publicano Benito Prez Galds, sin-ceramente interesado en el mensajedel Evangelio pero crtico con laIglesia, tom de aqu el asunto paraalgunas de sus novelas, como Gloriay Doa Perfecta. En ellas, las suspi-cacias y los intereses cierran el paso

    a una relacin amorosa, a base deacentuar el rechazo del ambientelocal contra un representante delmundo moderno, en la figura deun pretendiente de origen forneoy de formacin cientfica y cosmo-polita. Jos M de Pereda, el literatocatlico y tradicionalista, escribiDe tal palo, tal astilla como rplicaa su amigo Galds. En la novela dePereda, un pretendiente falto de for-macin religiosa, Fernando, se vehostigado por una agresiva masapopular, precisamente cuando elfrustrado novio se dirige a reanudarel dilogo sobre religin que habasolicitado del prroco. La densaidentidad catlica colectiva se re-vuelve contra lo que se consideracomo una oportunista alteracin dela escala social del lugar. Si esasgentes le miran hoy de mal ojo, y lemaltratan de palabra, y maana leapedrean (que todo podra ser), leexplica al malogrado galn un ve-cino irritado, es motivado a que seasegura que no querindole a ustla seorita doa gueda por hereje,

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    8 Franois R. de Chateubriand, Memorias de ultratumba, ed. de A. Ramoneda. Alianza, Madrid, 2,2005, p. 509.

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  • hace ust la pamema de que se con-vierte, porque no se le escapende entre las uas las riquezas deesta casa9. Sin duda, un cristianosincero como Pereda era conscientede la irracionalidad cruel que podagenerar el sentimiento religioso.Pero lo que condensaba el intersdel final novelesco fue el posteriorsuicidio de Fernando, a quien sepresenta incapaz de hallar por me-dios racionales la manera de hacerfrente a la calumnia de todo un pue-blo que se abate sobre l. Vala lapena destacar la fragilidad ante lavida del pensamiento laico, en vezdel comportamiento agresivo quesurga de aquel pueblo de intransi-gente identidad cristiana?

    En el corolario de la novela lasuperioridad imprescindible de lareligin pareca evidente. Desde esengulo, fue posible sostener que laautonoma del individuo en la so-

    ciedad moderna era un extravo quedeba desaparecer. De conclusionesde ese tipo pudo nutrirse la compli-cada historia del catolicismo espa-ol del siglo XX. Pero, en la actuali-dad, el dilogo sobre el declive dela ciudadana muestra unas priori-dades diferentes, ante las cualesconviene no repetir viejos errores.La valoracin social de lo religiosoaconseja desarrollar aspectos que,en cambio, pongan el acento en laautonoma moral del individuo y noen el peso de la presencia socialde lo religioso: buscar la vida delespritu, ms all del esplendor apa-rentemente slido de un mensaje depiedra. Vince in bono malum: comoseal S. Pablo, es con el bien comodebe vencerse al mal.

    Valencia y Orihuela,primavera de 2012

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    9 Jos M de Pereda, De tal palo, tal astilla, ed. de J. Casalduero. Ctedra, Madrid, 5, p. 288.

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    POR QU HA MUERTO JESS?

    Xabier Pikaza

    Ciertamente, si no le hubieran ma-tado aquellos romanos, en plenajuventud, habra muerto de viejo,o por achaques e infecciones pro-pias de un tiempo de poca sani-dad, o por hambre (el pan eraescaso!), o le habran matadoquiz unos guerrilleros, en la gue-rra del 67-70, siendo ya viejito.Pensemos un momento, imagine-mos, pues la experiencia cristianaest relacionada tambin con unclculo de imaginaciones.

    1. Muri como mueren losseres humanos. Era un hombre,la condicin actual del hombrees morir, como dice la Biblia (estestablecido que los hombres mue-ran: Heb 9, 27). No es super-man, apariencia de Dios que ca-mina sobre el mundo, sino unhombre concreto, nacido de mu-jer, sometido a la ley de la vida yla muerte normal de la tierra (cf.Gen 4, 4). En ese sentido, su de-funcin se inscribe en el gran des-pliegue de los ritmos de la natu-raleza, como las plantas quenacen y mueren, como las esta-ciones del ao que pasan y vuel-ven. Ciertamente, los cristianossaben que Jess muri en la cruz

    y fue enterrado (1 Cor 15, 3-7).Pero si no hubiera muerto en lacruz, humanamente hablando, hu-biera muerto de otra forma. lpudo morir porque era humano,salido del humus o polvo mortalde la tierra.

    2. Muri por violencia y pe-cado. La Biblia dice tambin que"Dios cre al hombre para la in-mortalidad y lo hizo imagen desu propio ser; pero la muerte en-tr en el mundo por la envidiadel Diablo y los de su partido pa-sarn por ella" (Sab 2, 24-25).Eso significa que la muerte estunida de alguna manera al pe-cado (cf. Gen 2-3). Eso es claroen el caso de Jess: Muri porquemoran y siguen muriendo milesde personas cada da. (Se calculaque son unos 40.000 los quemueren de hambre cada da, porculpa de un tipo de desorden so-cial y econmico extendido porel mundo). En ese sentido, pode-mos decir que muri por el pe-cado de otros.

    3. Muri por amor. Porquepuso su vida al servicio de losmarginados, enfermos y oprimi-

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  • dos, para ayudarles. Por mantenerese mensaje hasta el final le mataronaquellos que no queran escucharlo que deca, ni hacer lo que peda.As podemos decir que muri porgracia, para extender un mensajede amor a todos, un mensaje quepuede abrirse desde los perseguidosy oprimidos a todos los seres de latierra. Muri en defensa de su pro-yecto de Reino: le quitaron la vidaque l haba regalado ya y seguaregalando en amor hacia los pobresy expulsados. Esta reflexin sobrela muerte bendita de Jess slo sepuede realizar plenamente desde elotro lado, es decir, desde el do-mingo de pascua. En el fondo, quienla hace as empieza a ser cristiano.

    4. Le han matado en nombrede Dios, del Dios de Roma, del Diosdel templo, aquellos que rechaza-ban al Dios de Jess. Por eso, antela cruz se plantea la gran preguntaCon quin est Dios: con Jess quemuere o con aquellos que le matan?Le matan porque se haba presen-tado como mensajero de un Dios deamor universal, al servicio de los ex-pulsados y enfermos. Jess habaactuado como mensajero de eseDios, pero los defensores del Diosdel sistema social y religioso delmundo (de aquellos soldados, deaquellos sacerdotes) le han matado,porque pensaban (en contra de Je-ss) que Dios estaba con ellos, comoprotector y defensor del orden esta-blecido, que se expresa por el tem-plo de Jerusaln y el imperio deRoma. Le han matado por blasfemo,por contrario al orden del Dios del

    imperio y del templo (que es Diosdel sistema). Le han matado con larazn de la ley, apelando a las ra-zones de la Biblia, que manda ani-quilar a los herejes (cf. Dt 13).

    5. La muerte de Jess apareceas es un juicio teolgico, es decir,como un juicio en el que vendr asaberse quien es Dios (con quinest Dios). Aquellos que le matanoptan por el Dios de sus propias ins-tituciones, optan por su seguridad,en contra de Jess, queriendo asque se cumpla la justicia de Dios,que estara de su parte. Pues bien,Jess no acepta el veredicto teol-gico de aquellos que le condenan,sino que Jess muere llamando a su

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  • Dios desde la suprema debilidad(por qu me has abandonado?: Mc15, 34). Jess no acepta la justiciade su muerte (no muere declarandoque est bien que le maten) y poreso protesta y llama a Dios. Mi-rando as las cosas, el proceso ymuerte de Jess viene a presentarsecomo lugar donde se plantea el sen-tido de Dios. No se trata de sabersi hay Dios o no, en abstracto, sinode saber dnde acta. Acta y sehace presente por aquellos que ma-taron a Jess, acusndole de ser unfalso Mesas? Est Dios con el Jessque muere, como ha formulado Pa-blo, resumiendo as la fe cristiana:Dios estaba all, reconciliando alos hombres consigo mismo ? (cf.2 Cor 5, 19).

    5. Ha muerto con todos. La tra-dicin cristiana sabe que la muertede Jess condensa y consuma 'todala sangre derramada desde el co-mienzo del mundo" (Mt 23, 35), de

    manera que en esa muerte culminany se condensan todos los pecados.Ciertamente, la historia de los hom-bres contiene tambin muchos valo-res, pero este pasaje dice que enella se resumen una serie de asesi-natos que se van multiplicando y en-cadenando, hasta que culminan enJess, que aparece representante detodos los asesinados. Su muerte re-capitula as todas las muertes. Ennombre del orden social y religiosole mataron, como han matado a mi-llones de hombres y mujeres a lolargo de la historia. Como uno msha muerto, asumiendo en nombrede Dios el destino de todos los sa-crificados, preguntando: Por qunos has abandonado? Tras esa pa-labra se extiende el gran silencio,la inmensa oscuridad. Pero ms alldel silencio y de la noche, en la vi-gilia de Pascua, los cristianos hanodo y siguen oyendo la respuestade Dios: Ha resucitado, resucitare-mos!

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    SENTIMIENTOS POSITIVOSQU HACER CON ELLOS?

    Antonio Ros Sarri

    Resulta llamativo preguntarse quhacer con los sentimientos positi-vos que tenemos dentro de cadauno/a de nosotros respecto a loshijos, pareja, amigos, familia deorigen, familiares, compaerosde trabajo. Y es que con fre-cuencia creemos que al sentiremociones o sentimientos positi-vos van a ser fcilmente comuni-cados o explicitados hacia aque-llos por quienes los sentimos, yfrecuentemente nos encontramoscon que nos cuesta expresar ycomunicar aquello que sentimospositivo, cayendo en el error decreer que no es necesario comu-nicarlo o que ya se dan cuenta oque no vale la pena o que parececursi decirlo o, incluso, que re-sulta vanidoso o pretencioso.Qu tremendo error!! el noaprender o el no arriesgarse acomunicar aquello que sentimospositivo por aquellos que nos soncercanos. En este intento de ani-maros a comunicar, al menos, avuestros hijos y a vuestra parejalos sentimientos y emociones quefluyen por dentro de vuestro co-razn, van encaminadas estas l-neas.

    Venimos de culturas y estilos edu-cativos en los que decir lo posi-tivo resultaba pretencioso, ego-cntrico, vanidoso, e incluso nohumilde. Y con esto hemos decontar en nuestro bagaje culturalpersonal. Cada uno/a se ha edu-cado en una familia de origen yen unos contextos escolares y so-ciales en los que se ha podidoprodigar la comunicacin de sen-timientos y emociones positivas opor el contrario se ha podido vermermada, cercenada o repri-mida esta posibilidad. Es porello, que hemos de estar atentosy conocer nuestra capacidad co-municativa al respecto.

    PARA QU SIRVEN LOSSENTIMIENTOS POSITIVOS?(Fredrickson,B.L. 2004)

    * Ayudan a progresar interna-mente y a prepararse paratiempos ms duros.

    * Propician nuevas ideas y po-sibilidades de accin.

    * Pueden crear modificacionespersistentes y arraigadas.

    * Provocan un efecto genera-dor de recursos.

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  • * Neutralizan el miedo. Quiense siente bien, experimenta, enmayor medida, la ausencia delpeligro.

    * Cambian a las personaspara mejor, les abren la espe-ranza hacia el futuro, aumentanla resistencia y refuerzan los vn-culos sociales.

    * Multiplican los recursos denuestros ancestros y, por ende,las posibilidades de superviven-cia y de reproduccin en las si-tuaciones de conflicto.

    * Las personas que, de ordinario,se hallan de buen humor alcan-zan con ms facilidad una si-tuacin anmica positiva yestable.

    * No slo cambian a la persona,sino que tambin se contagian.

    QUE HAY QUE HACER CONLOS SENTIMIENTOS POSITI-VOS?

    Sin lugar a duda, hay que comu-nicarlos, bien sea verbalmente, y/opor escrito y/o gestualmente, y/oconductualmente. Pero no hay quedejar de comunicarlos. Si no los co-municamos no producen efectos no-civos sobre nuestro cuerpo, no pro-ducen dao fsico ni emocional,pero s producen un empobreci-miento PERSONAL y de la RELA-CIN, tanto si es con los hijos comosin es con la pareja, amigos, etc

    CMO EXPRESAR LOS SEN-TIMIENTOS POSITIVOS?

    * Verbalmente: Sin miedo, sinfreno, directamente: - Me en-

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  • canta estar contigo. - Es muyagradable pasar la tarde juntos,tranquilamente, en tu compaa. Me siento orgulloso/a de ti yde tus cualidades....

    * Autorrevelacin: Expresandosentimientos y pensamientos pro-pios, implicndose personal-mente: - Me siento muy agrade-cida por haberte quedado conpap. - Eres adorable, no s quehara sin ti. - Es una suerte param tenerte como amigo/a, com-paero/a, esposo/a. - Me hacessentir de un modo especial,nico/a, significativo/a.

    * Por expresin fsica deamor: Abrazar, besar, tocar,acariciar, masajear, arrumacos,abrazo de ternura,.

    * Por evidencia material deafecto, agradecimiento: Regalos,hacer tareas por el otro/a, ade-lantarte en una tarea, descargaral otro/a de responsabilidades,facilitarle la vida, etc.

    * Por evidencia no materialdel amor: dar apoyo emocionalo moral, mostrar inters en lasactividades del otro, respetar susopiniones, sus gustos, sus crite-rios. Valorar y validar al otro/a.

    CONDICIONES PARA LA EX-PRESIN DE SENTIMIENTOSPOSITIVOS:

    * Han de ser mensajes cargadosde autenticidad y honesti-dad.

    * Con sinceridad.* Buscando el momento idneo.

    RIESGOS ASOCIADOS A LAEXPRESIN DE SENTIMIENTOSPOSITIVOS:

    * Han de ser mensajes sin mani-pulaciones instrumentales enca-minadas a conseguir algn obje-tivo por parte de la otra personapor pequeo/a que sea.

    * No son compatibles con lasadulaciones.

    * La comunicacin de sentimientoso emociones positivas no es unrecurso para.

    Quien no manifiesta escomo quien no siente (Cam-pos Herrero, J. 2003).

    Al comienzo de la cuaresma2012 os animo a que intentemosentrenarnos en la prctica de la co-municacin de los sentimientos po-sitivos hacia aquellas personas quelos sintamos, especialmente haciala pareja y los hijos. Al comienzoproduce una sensacin de inexpe-riencia, pero conforme se va prac-ticando vas experimentando comoel amor, el cario, la amistad, lacercana, la complicidad y la inti-midad van hacindose cada vezms fuertes y consistentes en la re-lacin con los destinatarios de nues-tra comunicacin positiva. Atr-vete!! Feliz Pascua de Resurreccin.

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    LA RESURRECCIN

    Juan Giner Pastor

    Cuando los apstoles se enterarony convencieron de la Resurrec-cin de Jess, tras su Pasin yMuerte, salieron a predicar estaincreble noticia. Era algo tan su-blime, tan maravilloso, tan inau-dito, que se convirti en el nicomensaje que les importaba co-municar a la gente. De todas lasformas buscaban convencer asus oyentes de este gran prodi-gio, nunca antes ocurrido, y queahora Dios haba hecho con Je-ss.

    S, es cierto que ellos ha-ban presenciado otras resurrec-ciones, la de Lzaro, por ejemplo(Jn 11), o la de la hija de Jairo(Mc 5, 21-43), o la del hijo deuna pobre viuda en el pueblo deNan (Lc 7, 11-17), pero todasestas personas, al resucitar, ha-ban vuelto a la tierra y despustenan que morir otra vez. Encambio, Jess era la primera per-sona que haba resucitado parano morir nunca ms; que habalogrado vencer a la muerte parasiempre. Era una noticia extraor-dinaria, muy buena, por eso lallamaron evangelio (que en

    griego significa la buena noti-cia). Adems, la Resurreccinde Jess daba sentido a las ense-anzas que l le haba referidoy, convirtindose en el funda-mento de nuestra fe, abra el ca-mino de todos hacia la vidaeterna. Como dice San Pablo ensu primera Carta a los CorintiosSi los muertos no resucitan, tam-poco Cristo resucit. Y si Cristono resucit vana es nuestra fe(Cor I. 15, 16-17).

    Recuerdo que un amigo sa-cerdote cuyas homilas son siem-pre una aleccionadora cateque-sis, al comentar ese prrafo deSan Pablo pregunt a varios delos nios que se encontraban enla misa dominical junto a sus pa-dres si crean que iban a resuci-tar. Y su respuesta no pudo serms rotunda y sincera: no!

    Muchos de los adultos quellenaban el templo se rieron, peroel sacerdote nos invit a todos areflexionar y a considerar sobrela enseanza que tantos nios re-ciben en un pas que, aunque noes oficialmente catlico, las en-

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  • cuestas sealan como de mayoracristiana. Pero cristiano de nombreo cristiano de hechos? Acaso nose valoran hoy como nunca todasaquellas conductas que ms se ale-jan de la doctrina de las bienaven-turanzas? Cuntos reflexionamossinceramente, profundamente, sobrela profesin de fe que rezamos tan-tas veces en el Credo, afirmandoque creemos en la resurreccin delos muertos y en la vida del mundofuturo?

    Precisamente, ese mismo do-mingo, en un programa de radioescuch a un cientfico, que se con-fesaba ateo, decir claramente quetras la muerte, nada; porque nin-guna evidencia poda afirmar locontrario Es posible, pues, que

    tanto sufrimiento, tanto dolor, tantainjusticia como sufren millones deinocentes es este planeta no tenganninguna recompensa? Acaso so-mos slo carne y sangre, destinadosa desaparecer y no tambin pensa-miento y espritu que no vemos nitocamos, pero cuyo aliento nos dicea muchos que existe una dimensininvisible, distinta a aquella en laque transcurre nuestro caminar te-rrestre?

    Desde la Prehistoria el ser hu-mano ha pensado en el ms all.Un ms all en el que todas las ci-vilizaciones han basado sus cultos,ritos y actuaciones, atendiendo aun deseo innato de pervivencia porencima del tiempo y el espacio visi-bles que aqu ocupamos. Aunque

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  • Dios siempre pareca absolutamentelejano en su esencia eterna e in-comprensible. Por lo que, precisa-mente, quiso hacerse presente, visi-ble, palabra y cuerpo comonosotros, hacindose hombre y na-ciendo en el establo de una cuevade Beln. Para muchos la Historiacambi entonces, porque Dios yaestaba con nosotros, junto a nos-otros. Es el Emmanuel, Jess, el Me-sas Redentor que nos convierte enhijos de Dios y nos libera de la es-clavitud del pecado y de la muerte.

    La muerte... El absoluto finalde todo para quienes no tienen fe.El principio de la vida nueva paraquienes la fe es aliento y confianza.El tema de la resurreccin de losmuertos ha sido objeto de predica-cin constante por la Iglesia; apa-rece desde los primeros tiempos enlos smbolos de la fe y, a partir deah, en exposiciones catequticas,definiciones sobre aspectos concre-tos, declaraciones y documentos.Segn esta doctrina, despus de la

    muerte no hay un estado de aletar-gamiento o desvanecimiento de loshumanos, sino que las almas, encuanto que inmortales por natura-leza, entran ya, aunque separadasde sus cuerpos, a participar de susuerte eterna. Siendo, no obstante,almas humanas, es decir, hechaspara informar un cuerpo, conservanla relacin a ste, que as como es-tuvo unido a ellas durante la vidaterrena, deber participar de la si-tuacin eterna.

    Habr, pues, una resurreccinde los muertos, es decir, un volvera tomar el propio cuerpo que en lamuerte haba sido dejado, no tra-tndose de una reencarnacin, sinode una resurreccin.

    La doctrina de la resurreccinimplica el presupuesto antropol-gico de que para un existir plenode la persona se requiere el cuerpo,pues la unidad total del ser humanoest formada por el alma espiritualy el cuerpo a la que sta anima. El

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  • fin ltimo de la resurreccin se al-canza con la resurreccin delcuerpo, la Redencin debe expre-sarse tambin en el cuerpo y stetiene, por tanto, que llegar a unaforma de existencia diferente a laactual. Resucitar no significa, pues,comienzo de una repeticin de lavida terrena, sino de una vidanueva. En la resurreccin se daruna transformacin radical de lavida humana, sobrepasando las for-mas actuales de existir.

    Pero cmo ser este cuerpo?Es dogma de fe que el cuerpo resu-citado ser idntico al que ahoratenemos, aunque los telogos sehan dividido en dos corrientes, se-gn sostengan que para que elcuerpo sea el mismo se requiereque, al menos en parte, se com-

    ponga de la misma materia queahora; o que piensen que basta unaidentidad formal, ya que, cual-quiera que sea la materia de queest formado un cuerpo, ste es micuerpo por el hecho de estar infor-mado por mi alma. De todos mo-dos, el cuerpo resucitado gozarde unas cualidades ms all de loque los conocimientos fsicos y bio-lgicos nos permiten intuir. La resu-rreccin es un acontecimiento esca-tolgico, un acto de omnipotenciadivina, por el que se realizar laconsumacin de la Humanidad y,con ella, del mundo entero para darlugar a una tierra nueva y a un cielonuevo. Para los cristianos sta esnuestra fe, porque Jess lo dijo cla-ramente: Yo soy la resurrec-cin y la vida; el que cree enm, aunque muera vivir.

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    LOS NGELES DE LA RESURRECCIN

    Luis Emilio Pascual Molina

    Nos narran los evangelios que cuando las piadosas mujeres en el albade aqul domingo llegan al sepulcro y esperan encontrar un cadverpara embalsamar, se ven sorprendidas por la presencia de unos ngelesque con vestidos blancos les anuncian la noticia que cambiar lahistoria de la humanidad: No est aqu, ha resucitado!.

    Un ngel es un enviado, un mensajero. Los ngeles de la maanade resurreccin cumplan una misin y as lo hicieron. Pero una noti-cia, por muy importante que parezca, no es noticia, o no adquiere ver-dadera importancia, si aquel que la recibe no la hace propia, no la es-pera, no le da valor o no la necesita escuchar. No es importante elmensajero; puede ser un completo desconocido, puede ser la personams cruel o sucia que conozcamos; lo que importa es que esa noticiame cambie la vida. As ocurri en Atenas cuando un soldado extenuadomorir a las puertas de la ciudad tras anunciar, despus de 42 km. co-rriendo, que han vencido en la batalla de Maratn, y la ciudad de Ate-nas est a salvo; as ocurri en Normanda cuando, de casa en casa,una viejecita avisa del desembarco aliado y pone en movimiento atodo el mundo (colaboracionista o de la resistencia), unos para huir,otros para suspirar gozosos y salir a las calles con nuevos nimos; asocurre para muchos cada 22 de Diciembre con los nios de San Ilde-fonso, etc. Quin era el soldado, quin la viejecita, quines los niosque cantaron el primer premio...? Nadie les recuerda, salvo aquellos aquienes la noticia, el anuncio, les cambi la vida. Y los recuerdanagradecidos an sin saber sus nombres o su procedencia; eso s,fueron unos ngeles para ellos.

    Y todo esto, por qu lo digo? Pues porque tambin en Orihuela,en las primeras horas del Domingo de Resurreccin, un ngel -silen-cioso- nos trae un mensaje, una noticia, que no por repetida cada aodeja de ser totalmente nueva; tras l un cirio, el Cirio Pascual encendidopoco antes en la Gran Vigilia Pascual. Ambos anuncian que detrsviene glorioso y resucitado quien rein en la Cruz, quien dio la vida

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  • por amor y fue glorificado en la muerte para resucitar y resucitarnos a lavida: Jesucristo, el Seor, vencedor de la muerte. Ya en la maana una tam-borada ruidosa terminar por despertar conciencias dormidas y anunciarla novedad que surge.

    Y la pregunta clave para m -y que os invito a haceros a todos los quepodis leer esta colaboracin- es sta: cundo este ao contemple esta ima-gen, este ngel y este cirio, y me hablen desde el silencio, ser para m no-ticia, ser Buena Noticia?, me interesar?, cambiar mi vida? Es decir,estar necesitado, vido, de encontrarme con el Resucitado, como los dosde Emas, como Mara Magdalena, como los desanimados discpulos,como el incrdulo Toms?, habr descubierto durante la Cuaresma el dolor,el sufrimiento, el vaco o sin sentido de tantos momentos de mi vida, lasganas de tirar la toalla, la desgana en la lucha cotidiana de la casa, del es-tudio o del trabajo, el fracaso, la enfermedad, en definitiva, la muerte diariaque me acompaa en mi vida, y que me hunde en el pozo de la angustia?.

    Gracias, hermanos cofrades, por invitarme a que os dirija unas palabrasdesde el corazn. Hace algunos aos me invitasteis a hablaros de losJvenes en la Iglesia y la sociedad en una charla-tertulia que recuerdo con

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  • cario. Vivid intensamente el gozo de la Resurreccin y transmitidlo con va-lenta y audacia a los jvenes. No temis la abulia, el rechazo o la indife-rencia por su parte estn ansiosos de una palabra que les ponga enmarcha! Lo hemos podido contemplar en Agosto pasado durante las JornadasMundiales de la Juventud en Madrid. Escuchad, como dirigidas a vosotros,las palabras con las que el Papa Benedicto XVI se despidi en el aeropuertode Barajas: Los jvenes responden con diligencia cuando se les proponecon sinceridad y verdad el encuentro con Jesucristo Os encomiendo elcuidado de la juventud, que desea responder con ilusin a la llamada delSeor. No hay que desanimarse ante las contrariedades. No temis presentara los jvenes el mensaje de Jesucristo en toda su integridad e invitarlos a losSacramentos, por los cuales nos hace partcipes de su propia vida.

    Felicidades por estos primeros veinticinco aos de historia.

    nimo y adelante!

    Concluyo con una splica, que es oracin confiada: Bienvenido ngelde la resurreccin si puedo escuchar existencialmente tu anuncio, y bienve-nido tambin si me haces presente siempre mi cruz gloriosa vencida en Je-sucristo.

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    EL CRUCIFICADO RESUCITADO

    Alberto Iiesta

    El que come mi carne y bebe mi sangre, mora en m y yoen l, dijo el Seor a sus discpulos. Es lo que luego seha llamado la teologa del Cuerpo Mstico deCristo.

    Esto supone como una especie de encarnacincontinuada. Por la gracia del Espritu Santo, Jesucristose sigue engendrando en la Iglesia. El Verbo nose limit a vivir en aquella tierra y en aquel tiempo, sinoque tiene que vivir y salvar la humanidad de todos lostiempos y lugares.

    Por eso, aunque siempre debemos mantenernos enlo substancial de la vida y el mensaje de Jess, no po-demos limitarnos a copiar literalmente aquellas circuns-tancias pasajeras, sino que debemos buscar formasnuevas de vivir a Cristo y en Cristo, preguntn-donos cmo actuara el Seor en nuestro caso y ennuestras coordenadas.

    Una pista fundamental la encontramos en el hechode que Jess fue un hombre de su tiempo, supueblo y su cultura, y ahora se inculturara en losnuestros. Es algo as como las diversas interpretacionesde un mismo personaje. Los santos bien pudieronser llamados otros cristos, idnticos en lo substan-cial, pero diferentes en lo circunstancial, desde sanPablo o san Agustin hasta la madre Teresa de Calcuta oJuan Pablo II, pasando por san Francisco o santa Clarade Asis, san Isidro Labrador o san Ignacio de Loyola,etc.

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  • Cmo re-presentar un papel tan difcil? El EsprituSanto nos ayuda si nos dejamos llevar por su inspi-racin, nunca mejor dicho. Continuamente necesitamosnos insufle su fuerza y nos oriente en nuestra interpreta-cin de Jess.

    Es siempre el Verbo encarnado, el mismo Cristo,pero adems es tambin el misionero, la monja de clau-sura, la madre de familia, el cura de parroquia, el cate-quista, el enfermo y el enfermero, el minero, el perio-dista, etc., siempre que se quiera vivir el Evangelio enel propio ambiente. O sea, poder decir como san Pablo:Ya no soy yo quien vive. Es Cristo quien viveen m.

    En este aspecto, convendra renovar la imaginerade la Iglesia sobre la figura del Seor. El crucificadosiempre ser clave en la vida cristiana, porque Jesspas por la cruz para salvarnos, y nosotros debemosseguir sus huellas, aunque cada uno a su manera, segnel don de Dios. El que quiera ser mi discpulo quetome cada da su cruz, y que me siga.

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  • Sin embargo, desde el domingo de Resurreccinel Cristo que vive es el Resucitado, ahora, siempre ypara siempre. Por eso, es necesario estimular la creati-vidad de los artistas y la devocin de los cristianos enla re-presentacin y presencia del Viviente, del hombrenuevo, divino y glorificado, como sucede, por ejemplo,en la sala de audiencias de la Santa Sede, la parroquiade la Resurreccin, de Albacete, o la Hermandad de laResurreccin, de Orihuela.

    Del rbol de la Cruz sali una flor que no se mar-chita y un fruto que no se corromper nunca jams. ElResucitado es nuestra alegra y nuestra esperanza.

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    DESDE LA RESURRECCIN, OTRA MANERADE VIVIR ES POSIBLE... De una hermandad a otra

    Manolo Cop

    En primer lugar una felicitacinsincera! 25 aos de vida, ennuestra Iglesia, es una cantidadde aos lo bastante considerablecomo para que sea una alegracompartida la que tenis. Pero siadems se le suma a esta circuns-tancia el hecho de que habissido Hermandad, intentando sercoherentes, intentando aquellotan manido, pero tan poco vi-vido: unir la fe y la vida, me pa-rece que la felicitacin debe serdoble.

    No s si lograr acertarcon lo que los hermanos y her-manas de la Hermandad de laResurreccin (valga la redundan-cia!), me piden con motivo deeste 25 aniversario de la Her-mandad de Orihuela.

    As que ponindome a es-cribir invitado por la Hermandadde la Resurreccin, he credoadecuado hacerlo partiendodesde mis breves, pero intensosencuentros con ellos.

    Parto de su segundo geni-tivo, de Orihuela. El primero, de

    la Resurreccin, lo dejo para msadelante.

    Decir Orihuela para m esevocar a muchas personas, peroprincipalmente dos entidades: elSeminario y la Fundacin Dioce-sana San Jos Obrero.

    En la primera pas partede mi infancia, mi adolescenciay parte de mi juventud. Nueveaos en total. En esta etapa demi vida descubr a la Herman-dad, gracias a sus jornadas so-bre Jess de Nazaret. Siendo unjoven seminarista me llamaba po-derosamente la atencin que unacofrada de Semana Santa se in-teresara por convocar a este tipode jornadas, en las que siemprehaba un componente sobre ladimensin social de la fe. Eran,en cierto modo, convocatorias at-picas ya que no sola ser lo co-mn ni mucho menos. Pero erany son un referente, sin duda, parala gente que intenta que su viday su fe vayan de la mano.

    Y decir Orihuela es decirSan Jos Obrero. Sin duda, una

    Si Cristo no ha resucitado, vana es vuestra predicacin, vana es nuestra fe, 1 Cor 15:14.

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  • institucin que es referente de unafe comprometida, una fe que sehace servicio atendiendo y promo-cionando a los menores en riesgo yexclusin. All tambin tuve la suertede compartir muchos veranos enaquellas quincenas de campamen-tos en La Mata y una temporadade mi vida con algunos sacerdotes,Jos Luis Azorn, y sobre todo Mi-guel Riquelme, que ha sido consi-liario de vuestra Hermandad, incan-sable y siempre optimista. No esningn secreto vuestra cercana ycompromiso con esta entidad, quees un claro ejemplo y una muestradel compromiso de la Iglesia conlos menores empobrecidos porqueproceden de familias que sufren lasconsecuencias de una sociedad enla que vamos dejando a muchaspersonas en la cuneta.

    Siempre habis sido un refe-rente, para la gente creyente quetambin nos planteamos las impli-caciones sociales de nuestra fe,aunque tal vez no hayis sido cons-cientes. Una fe que se hace viva yse hace vida porque se comparte,se forma, se celebra, se compro-mete, se hace hermana. En defini-tiva, conocer para creer y creerpara conocer.

    Mis experiencias concretas deencuentro con vosotros han sido va-rias por las presencias en las Jorna-das anuales sobre Jess de Naza-ret, pero las centrar en dos. Unconcierto junto a Gaby, en las jor-nadas sobre Jess de Nazaret y unconato de participacin en unamesa redonda sobre el comercio

    justo en el da en que se cometieronlos atentados del 11-M en Madrid,motivo por el cual esa mesa re-donda se suspendi. As que mecentrar en los dos motivos que pro-piciaron esos encuentros. La msicay el comercio justo.

    Respecto a la msicasiempre la he considerado un medioprivilegiado de expresar. Cantar lafe, ponerle msica a los anhelos delalma, dejar que Dios te susurre pormedio de unos acordes Personal-mente la msica me ha ayudadomucho a encontrarme con Dios,desde la oracin, desde el compro-miso, en las celebraciones, en miformacin, en los encuentros comu-nitarios

    Ha sido la msica un ele-mento adecuado para canalizar mimanera de pensar, de sentir y ac-tuar frente a una situacin concreta,frente a la sociedad de consumo,para expresar mis sensaciones yemociones ante una situacin, unapersona, un momento...

    Pero es que adems, la m-sica es intrprete de los conocimien-tos, valores culturales y espiritualesque se generan a travs del tiempo.Vamos! que cantamos sobre lo quesuele preocupar y preocuparnos yla msica es una buena experta enhumanidad, en este sentido. Creoque la msica es un medio para laevangelizacin, para esa nuevaEvangelizacin que nuestra Iglesianos reclama como creyentes.

    Evangelizar es empapar lacultura de los valores del Evangelio.

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  • As que ojal caigamos en la cuentade que la msica es un arma car-gada de futuro, parafraseando aGabriel Celaya. Es otra herramientams para colocar un ladrillo en laedificacin de un mundo distinto.Nos debe servir como una llamadaal compromiso, y participar en labanda sonora de unos cielos nue-vos, y de una tierra nueva.

    Respecto al comerciojusto siempre he consideradoque este tipo de comercio es unarespuesta concreta y una propuestadecidida frente a la sociedad de

    consumo. Un consumo irracionalporque vivimos e interpretamos larealidad desde los valores consu-mistas. Esta sociedad de consumonos despersonaliza y pretende queseamos productores y consumido-res en lugar de personas. Por esofrente a esta manera de pensar, devivir, de actuar, el comercio justoaparece como una alternativa realde otra manera de hacer las cosas.Ms que nunca, hoy, contra la crisisque tanto afecta nuestras vidas, hayque decir que otra economa y otraforma de vivir es posible. Y muchoms como seguidores de Jess deNazaret, ya que sus criterios debenguiar los nuestros. Por eso frente aese consumismo que nos hace pen-sar que todo es elegible, flexible,sustituible y prescindible, tenemosuna propuesta alternativa concretade comercio y de consumo. El co-mercio justo que nos ayuda a des-cubrir la elocuencia del sufrimientode las personas de los pases envas de desarrollo. Esta sociedadde consumo y sus valores, se nosvan colando de manera casi des-apercibida, pero van empapandonuestra manera de pensar y sobretodo nuestra manera de actuar.Nos ayuda a optar por un tipo decomercio que garantiza las condi-ciones de vida digna de las perso-nas trabajadoras y sus derechos la-borales y que respeta el entorno. Yes que slo un mundo construidodesde la justica, puede ser sosteni-ble para siempre, slo as vamosaportando un poco a ese mundoque Dios so para todos y todas.

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  • Y comparto ahora lo que esms importante en estos momentosen mi vida: mi militancia en otraHermandad: la Hermandad obrerade Accin Catlica (HOAC).

    Lo que ahora mismo estoy lle-vando entre manos, entre mente ycorazn. En lo que me va la vida.Mi familia y un servidor estamos vi-viendo, temporalmente en Madrid.Desde all escribo estas letras. Enestos momentos formo parte de laComisin Permanente de esta Her-mandad, un rgano del que se hadotado la propia HOAC para di-namizar la vida del movimiento anivel nacional. Somos un grupo deseis personas que hemos dejadonuestras ciudades de origen paratrabajar en Madrid y coordinar lastareas que el movimiento requiere.Somos un movimiento que formaparte de la Accin Catlica, asam-bleario y autogestionario y quetiene como finalidad llevar el evan-gelio al mundo obrero empobrecidoy llevar a la Iglesia las preocupa-ciones de este mundo obrero.

    Mi responsabilidad, bsica-mente, es la animacin del compro-miso de los militantes, que formanel movimiento en toda Espaa y en-cargarme de todas las relacionesinternacionales de la HOAC, en dosvertientes:

    Por un lado, las relacionesinternacionales con otros movimien-tos de trabajadores cristianos y conla coordinacin con el MTCE (Mo-vimiento de trabajadores cristianosde Europa) y el MMTC (Movi-

    miento mundial de trabajadorescristianos).

    Por otro lado, gestionar elFondo de solidaridad internacional.Un fondo al que aportan los mili-tantes para apoyar proyectos deformacin en pases del Sur.

    En la HOAC estamos conven-cidos de que el Evangelio y la Doc-trina Social de la Iglesia nos apor-tan un proyecto de humanizacin,de ser y vivir desde Jesucristo, yotra manera de comprender y cons-truir las relaciones sociales la eco-noma, el trabajo, la poltica, la cul-tura que ponen a la persona enel centro de la realidad y, especial-mente, a las personas empobreci-das. La tarea de promocin de lajust