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  • QUE ES LA ECONOMIA SOCIALISTA?: UNA ECONOMIA PLENAMENTE EMANCIPADORA Ernest Mandel

    l. EL PROBLEMA

    En el curso del siglo xx la humanidad ha experimentado con dos sistemas econmicos fundamentalmente diferentes: la economa capitalista/imperialista y la economa basada en la semi

    planificacin ( cuasiplanificacin) burocrtica, ha

    bindose mostrado ambos inadecuados desde el punto de vista de la emancipacin humana.

    Podramos objetar que la frmula desde el

    punto de vista de la emancipacin humana refleja una cuestin previa axiomtica. El libre de

    sarrollo de todos los individuos, es decir, la supresin de todas las situaciones de alienacin, de explotacin y de opresin se plantea como si fuera el nico objetivo vlido de la organizacin econmica. Y esto es exacto. Pero no hace falta ser marxista ni socialista ni hegeliano para reconocer que esta postura tiene una base slida. Ya Kant afirm claramente que el ser humano es la nica finalidad suprema del hombre. Cualquier punto de partida diferente transforma al hombre y a la mujer en medios y los degrada inevitablemente.

    Se podra objetar, tambin, que tender hacia una organizacin social de la economa, en la cual, para citar el Manifiesto Comunista, el desarrollo libre de todos tiene como condicin el desarrollo libre de cada uno, es perseguir un imposible, una utopa, y que esto se opone a la realizacin de fi-

    nes ms limitados y ms razonables. Esta objecin no es vlida.

    Nosotros, los socialistas/comunistas democrticos y marxistas de ningn modo tenemos en mente una sociedad ideal, sin problemas, el fin de la historia o de otros mitos que se nos atribuyen. A lo que aspiramos, con ms modestia, es a alcanzar seis o siete metas emancipadoras bsicas. Su consecucin significar el fin de la prehistoria humana, del drama de la lucha de todos contra todos por el pan cotidiano. A partir de ah comenzar la verdadera historia humana. El drama humano vendr a sustituir a los dramas inhumanos. Muchos problemas quedarn sin solucin inmediata. Surgirn otros nuevos. Pero difcilmente se podr negar que el mundo en el cual se puedan resolver estos seis o siete problemas clave ser un mundo cualitativamente mejor que el mundo actual.

    Decir que esto es imposible no es ms que reiterar el dogma del pecado original bajo una forma un poco modernizada. Es condenar a la humanidad a un destino basado en los sufrimientos humanos permanentes.

    Nosotros consideramos que esta resignacin es inmoral e irracional. Preconizamos una lucha continua contra toda situacin alienante y alienada. Slo la experiencia prctica podr demostrar a la larga hasta qu punto y en qu plazo este combate ser o no victorioso.

    EL SOCIALISMO DEL FUTURO N 5, 1992 79

  • Ernest Mande[

    Mientras tanto, la tesis de Goethe y de todos los conservadores, segn la cual la injusticia existente es preferible a la lucha por su eliminacin ya que esta lucha provoca inevitablemente el desorden y el desorden provoca ms injusticia todava, no resiste un examen histrico por poco objetivo que sea.

    La lucha contra la esclavitud no ha provocado ms injusticia que la esclavitud. La lucha contra la servidumbre no ha provocado ms injusticia que la servidumbre. La lucha contra la Inquisicin, la tortura, la muerte en la hoguera de presuntas brujas no ha provocado ms injusticias que estas abominaciones. Podramos prolongar la lista sin dificultad.

    El fin emancipador que nosotros formulamos no es un fin abstracto, al margen de la historia real. Es un fin que corresponde a un movimiento histrico real, aun cuando aparezca en cierto modo en el entramado de la historia de una manera intermitente, a largo plazo, a menudo de manera contradictoria, con progresos a veces graduales, a veces repentinos, seguidos de retrocesos a veces pequeos, otros importantes. Pero el movimiento a largo plazo ha dado resultados indiscutibles. Los ejemplos que acabamos de mencionar nos remiten a ellos. No hay razn alguna para suponer que no pudiese ocurrir lo mismo en el futuro, por ms que la decepcin, el desconcierto y la desmoralizacin no sean consideradas razones.

    Finalmente, y sta es, con mucho, la razn ms importante a favor del intento de luchar por la emancipacin generalizada: el mal menor se considera cada vez menos como un bien, cada vez engloba situaciones no slo alienadas, sino tambin alienantes. Cada vez se asocia ms con una barbarie creciente, con catstrofes que asoman en

    el horizonte, que constituyen una amenaza para la supervivencia del gnero humano.

    Es mucho ms utpico cerrar los ojos ante estas amenazas que tratar de combatirlas cuando todava se est a tiempo. Nada ms inhumano que cultivar el propio huerto y decir a los/las desheredados/as (millones de seres humanos): Id a sufrir a otra parte 1. Nada ms irracional que esperar que la lluvia radiactiva o las consecuencias del efecto invernadero den un rodeo para no pasar por mi huerto.

    Sin duda, el balance del siglo XX no es un balance de fracaso puro y simple de la economa capitalista y de la economa burocrticamente dirigida. Ambos sistemas pueden atribuirse algunas realizaciones importantes. El primero, en lo fundamental, la satisfaccin de las necesidades de consumo de calidad para una minora que podra estimarse entre un 15-20 por 100 de los habitantes del planeta. El segundo, en lo fundamental, hasta fines de la dcada de 1970, la satisfaccin de las necesidades alimentarias de aproximadamente otro 15-20 por 100 de los habitantes que antes no podan satisfacerlas bajo el rgimen capitalista 2.

    Pero es preciso sealar que en el curso de los ltimos quince aos estas realizaciones comenzaron a ser cada vez ms dudosas por la poltica de austeridad impuesta en los pases capitalistas y por la crisis sistmica del Este. Numerosos ndices permiten prever que esto se agravar todava ms en la dcada que tenemos por delante.

    Sobre todo, los dos sistemas se muestran incapaces, desde el punto de vista estructural, de hacer frente a las catstrofes que se preparan: amenazas de armas nucleares, biolgicas y qumicas; amenazas de contaminacin nuclear; amenaza ecolgica; aumento del hambre y de las epidemias, primero en el Tercer Mundo y de una manera progresiva y creciente en el hemisferio norte.

    1 En un hermoso ensayo dedicado al cuadro del pintor Gricault

  • Qu es la economa socialista?: Una economa plenamente emancipadora

    Igualmente indudable es que ni la economa capitalista ni la economa llamada dirigida funcionan hoy en da en estado puro. La economa capitalista realmente existente est lejos de ser una economa de mercado tal como se la describe en los manuales. Es una economa en cuyo seno se combinan monopolios y oligopolios, mecanismos de atenuacin de las crisis por la intervencin de los poderes pblicos, fuerza relativa del movimiento obrero organizado y del movimiento de liberacin en los pases del Tercer Mundo para determinar la dinmica econmica inmediata y a medio plazo, muchas veces en contradiccin con las leyes del mercado.

    De manera anloga, en el seno de la economa dirigida, los mecanismos de planificacin se combinan con la supervivencia de mecanismos de mercado y del papel del dinero, y sobre todo con el poder que tienen los altos cargos burocrticos para defender y ampliar sus privilegios, independientemente de los costes que esto acarrea para la sociedad en su conjunto. De este modo, la semiplanificacin societaria se ha caracterizado desde el comienzo por desproporciones colosales, especialmente por el subdesarrollo crnico del sector llamado de servicios que ha terminado por estrangular en gran medida los efectos estimulantes de la utilizacin centralizada de los recursos.

    Pero al examinar los problemas del desarrollo socioeconmico a largo plazo, la cuestin de la pureza del sistema cede el paso al asunto de su lgica inmanente, es decir, de sus leyes de desarrollo (laws of motion, Bewegungsgesetze, para utilizar palabras de Marx).

    A este respecto, hay datos suficientes de carcter emprico para demostrar que la economa capitalista realmente existente sigue dominada por el imperativo del beneficio de las empresas individuales y, por tanto, de la competencia. Esto desemboca inevitablemente en fluctuaciones econmicas peridicas y en el empobrecimiento peridico de todos/todas aquellos/aquellas que no deciden las inversiones importantes porque no controlan los principales medios de produccin y de intercambio.

    Tambin se caracteriza por una tendencia a la concentracin y a la centralizacin progresivas del gran capital. Setecientas multinacionales dominan una parte considerable del mercado mundial 3. Su nmero se reducir an ms en los aos venideros. Es ilusorio creer que no hay interferencias entre este poder econmico colosal concentrado en unas cuantas manos y la esfera poltica, y son interferencias que se pueden situar principalmente en el mbito de los medios de comunicacin.

    Hay una paradoja evidente en esto de sealar un punto de coincidencia entre la economa socialista y la economa capitalista. No podemos sustraernos a ella afirmando que no hay ya una economa capitalista pura, sino una economa llamada mixta. Si se la examina atentamente se observa que es una economa que evoluciona segn las leyes del desarrollo del capitalismo, aunque slo sea de manera un tanto atenuada.

    Los que estn convencidos de que no hay una solucin que pueda reemplazar a la economa de mercado generalizada deberan tener el valor de reconocer que ya no hay alternativa capitalismo o socialismo, que el modo de produccin capitalista constituye de ahora en adelante el nico sistema econmico posible, tal como lo proclaman avoz en cuello los neoconservadores. La nica funcin de los socialistas sera la gestin acertada deeste capitalismo que es el nico posible, ascomo un reparto ms equitativo de sus frutos 4. Esta paradoja tiene implicaciones polticas muypeligrosas tanto para el por