Querido Hijo_ Estamos en Huelga - Jordi Sierra i Fabra

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Novela juvenil

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Querido hijo: estamos en huelga

El primer da

En el momento de abrir los ojos, Felipe se qued mirando el techo.

Haba una mancha de humedad desde haca algunas semanas. Cosas de vivir en el ltimo piso. Lo curioso era que la mancha de humedad tena forma de indio, con plumas y todo. Un inmenso penacho. La cara, de perfil, desde luego perteneca a un gran jefe. Nariz grande y poderosa, de patata, labios enormes y ojos penetrantes. l le llamaba guila Negra. guila por las plumas y Negra porque la mancha era oscura, y en la penumbra de la habitacin todava ms.

Jao! salud a su compaero.

guila Negra sigui tal cual.

Felipe se incorpor y mir la hora en el reloj digital de su mesita de noche.

Las nueve y cuarenta.

Las nueve y cuarenta?

Las nueve y cuarenta!

No pudo creerlo. Era tardsimo. Por qu su madre no lo haba despertado? Vale, el cole haba terminado haca tres das, pero ella, como mucho, a las nueve ya le pona en pie con su batera de argumentos: que si se le pegaban las sbanas, que si luego se acostumbraba a dormir y en septiembre le costara volver a coger los hbitos escolares, que si dorma mucho perda demasiadas horas del da, sobre todo las de la maana que eran las mejores, que si se pondra fondn, que si...

Fue hacia la ventana, subi la persiana y se asom al exterior.

Ah, un da precioso.

Todava no era verano. Faltaban dos semanas para irse de vacaciones, pero el da desde luego invitaba a hacer de todo: salir a la calle, divertirse con los amigos, jugar un partido... Bueno, eso si su madre le dejaba, porque despus de las notas...

Cate en mates.

Cate en lengua.

Las dos a la vez, encima.

La bronca que le haban echado sus padres tres das antes fue de campeonato. De rdago. De vuelta a los que si: que si no lo aprovechaba, que si sera un burro, que si as no ira a ninguna parte, que si tendra que recuperar en verano, que si con lo inteligente que era no tena sentido que suspendiera, que si era un gandul y un vago, que si se distraa con el vuelo de una mosca, que si no pona atencin, que si...

Mira, Felipe le haba dicho su padre, estudiar es importante; pero leer, todava ms. Yo no tuve tu suerte, no pude estudiar, pero lea todo lo que pillaba, y gracias a eso soy lo que soy y estoy donde estoy.

Mira, Felipe le haba dicho su madre. O cambias y te pones las pilas o un da te arrepentirs, porque ya no habr vuelta atrs y sers un pobre sin cultura, que es lo peor que hay.

Bueno, faltaban tres meses para los exmenes de septiembre. No iba a ponerse ya a estudiar y leer, nada ms acabar el cole. Necesitaba un descanso.

Desconectar.

Esa era la palabra. Los mayores la usaban mucho, no? Pues l tambin.

A lo mejor por eso su madre no le haba puesto en pie antes, para que desconectara.

Tena que ducharse, lavarse los dientes y vestirse. Cosas que le daban siempre pereza, pero ms en vacaciones. Qu mana con la ducha. Y qu mana con lo de los dichosos dientes. Total, se le caeran con setenta u ochenta aos, como al abuelo Valerio. Si se los lavaba por la noche, para qu volver a lavrselos por la maana? No los haba usado, por lo tanto seguan limpios!

Mientras sala de la habitacin, hizo memoria.

Haba quedado con ngel para jugar al ftbol en el parque!

Vale, ese s era un buen plan.

As que fue a buscar a su madre, que como trabajaba de traductora en casa, no tena un horario riguroso ni se pasaba el da en la calle.

La gimnasta

Su madre estaba en la terraza de la galera haciendo...

Mam, qu haces?

Pues gimnasia.

Felipe abri los ojos.

Gimnasia?

Su madre tena cuarenta aos, era alta, todo el mundo deca que muy guapa, ojos grandes, nariz perfecta, cabello largo y negro, buena figura. Su padre la adoraba. A veces la miraba y le soltaba a l:

Tienes la madre ms preciosa del mundo.

Se queran, claro.

Ahora su madre haca gimnasia.

All, en mitad de la terraza, luciendo un ajustado top y unos pantaloncitos, a la vista de todo el mundo, porque haba casas ms altas que la suya. Se estiraba por aqu, se estiraba por all, brazos, piernas, haca flexiones, inspiraba, soltaba el aire y as una y otra vez.

Agotador.

Y adems tan intil.

l haca lo mismo pero jugando al ftbol, y as se diverta.

Vas a quedarte ah mirndome como un pasmarote? le solt de pronto.

Felipe reaccion.

Sola quedarse absorto.

Por qu haces gimnasia? quiso saber.

Para ponerme en forma, que luego te descuidas y pasa lo que pasa.

Qu es lo que pasa?

Pues que el da menos pensado te empieza a colgar todo.

Y a ti cundo te ha dado por eso?

Anoche. Me dije: Sonia, es el momento de cambiar. Y aqu estoy.

No paraba.

Hablaba y se mova. Estiraba las piernas, doblaba el cuerpo y tocaba el suelo con las palmas de las manos, haca genuflexiones, giraba sobre su cintura.

A su madre le pasaba algo.

Cuarenta aos. Ya era mayor. La pobre.

Eso que te ha dado tiene que ver con lo de la monopausia?

Meno, no mono le corrigi. Menopausia luego le mir de soslayo, frunci el ceo y pregunt: Dnde has odo t esa palabra si no lees nada?

En el cole pas por alto su pulla. Uno dijo que la Florencia suspenda porque estaba monopsica... bueno, menopusica.

Qu tonteras! se enfad ella. Y qu manera de faltar el respeto! Sois tontos y encima les echis la culpa a los dems! se enfad an ms y agreg: Y no, no estoy menopusica! Eso les pasa a las mujeres mayores cuando dejan de menstruar. Les cambia el carcter un poco, solo eso. No pasa nada. Forma parte de la vida el enfado lleg al mximo y grit: No digas palabras que no entiendes! Es insultante!

Entonces ests bien?

Pues claro que estoy bien! Pesado! Quieres dejarme en paz, que me desconcentras!

Vale.

Pero no se movi de donde estaba.

Su madre puso cara de fastidio.

Has desayunado?

No.

Pues hala.

Qu raro. No le rea por haberse levantado tan tarde, ni le echaba la bronca por no haberse duchado. Ms an: no le preparaba el desayuno.

Rarsimo.

Desde luego, los mayores estaban locos. Era imposible entenderlos. Lo que un da era sagrado al otro dejaba de serlo. Se explicaban fatal.

Iba a tener que hacerse el desayuno l.

La pera.

Fue a la cocina, cogi un tazn, lo llen de cereales; luego abri el frigorfico y tom la botella de leche. Casi la derram cuando se le fue la mano. No dejaba de pensar en su madre haciendo gimnasia.

Una vez desayunado, sin devolver la leche a la nevera, meti el tazn en el fregadero pero ni tan solo abri el grifo para remojarlo y evitar que los restos del cereal se pegaran.

Se asom a la galera.

Su madre segua igual.

Qu raro que no le controlara.

Bueno, mejor.

Felipe fue a su habitacin para vestirse, pasando de la ducha y de lavarse los dientes. Con su madre ocupada, seguro que no se daba cuenta. Se puso los pantalones de deporte y busc su camiseta favorita, la de su equipo, para jugar al ftbol con ella.

Pero la camiseta no estaba all.

Primera alarma

Felipe regres a la galera muy enfadado.

Se cruz de brazos y as, en tono amenazador, dijo:

Mam, y mi camiseta de ftbol?

Ah, no lo s respondi ella dando saltitos con las rodillas muy levantadas mientras soltaba aire a pequeos soplidos.

Cmo que no lo sabes?

Su madre era la reina del control. Aquella era una respuesta imposible.

No est en tu cuarto?

No, y la necesito hoy!

Pues qu raro.

Ni se inmutaba. A lo suyo. Salto, estiramiento, pierna por aqu, pierna por all...

Felipe abri la boca.

Volvi a cerrarla.

Su madre pasaba de l!

Alucinante.

Apret los puos y, como un toro furioso, se fue directo al lavadero. Una vez en l revolvi en el cesto de la ropa sucia.

Lo que tema.

Su camiseta estaba all, en el fondo, sucia, arrugada, manchada y oliendo fatal.

No iba a poder ponrsela!

Cmo pretenda ELLA que jugara al ftbol con otra camiseta?

Aaah...! se enfad an ms.

Regres a la galera. Su madre se haba sentado en el suelo. Trataba de tocarse la punta de los pies con los brazos extendidos. Estaba roja por la tensin y el esfuerzo.

Mam! el grito casi la hizo saltar. Mi camiseta est sucia!

Ella le mir. No movi ni un msculo.

Solo puso cara de sorpresa, y tampoco mucha.

Oh, vaya se encogi de hombros.

Cmo que Oh, vaya! Felipe no poda creerlo. Lleva dos das en el cesto!

Ah, s?

No la has lavado! grit exasperado.

Ahora s, su madre puso una cara muy curiosa, como de desconcierto.

Yo? dijo remarcando la o. Pero si la que lava las cosas es la lavadora. Se lo dije a ella. Lo recuerdo perfectamente.

Su madre deba de llevar mucho rato al sol. Se le haba ablandado el cerebro. O eso o estaba enferma.

Cmo que... se lo dijiste a la lavadora? tartamude l, desconcertado.

S, ayer, lo recuerdo perfectamente. Le dije: Lava esto que Felipe lo necesitar para jugar al ftbol.

Mam, que la lavadora no funciona sola.

Por un momento pareci que fuera a echarse a rer. Pero no. Mantuvo el tipo. Es ms, consigui tocarse la punta de los pies haciendo un esfuerzo y luego dej caer los brazos, agotada. Sigui mirando a su hijo con cara de inocente, como si la cosa no fuera con ella.

Ya me pareca a m chasque la lengua.

Mam!

Qu? Ay, Felipe, deja de gritar!

Ests en plan pasota?

Yo? Para nada.

Te pasa algo?

A m? No. T sabes cmo se pone una lavadora?

La pregunta le pill de improviso, desconcertndole.

Bueno... se abre la tapa, se mete la ropa, se le echa jabn y... ya est, digo yo, no s.

Pues hala, prueba le hizo un gesto displicente con la mano para indicarle que ya poda retirarse.

Su madre se haba vuelto loca. Decidida y rematadamente loca. La pobre. Su trabajo, cuidar la casa, sus suspensos... Era fuerte, o lo pareca, mucho ms que otras madres, pero al final, la edad, la mono... menopausia o lo que fuera, haba podido con ella.

Habra que meterla en una residencia para ancianos el da menos pensado.

Mam...

Se qued a medias.

Su madre, tumbada boca abajo, intentaba tocarse el trasero con los pies.

Felipe la dej sola, rendido.

Madres, madres, madres

La prueba final de que algo estaba sucediendo lleg al irse de casa.

Por lo general, haba que discutir, pactar, prometer volver a la hora, jurar portarse bien, no meterse en los, cruzar la calle por el semforo y un largo etctera. Con los dos cates de mochila, el peligro eran los castigos, que no le dejaran salir, una venganza tpicamente adulta.

Por ms que luego dijeran que se pasaba el da en su cuarto jugando con la consola y estaba blanco porque no le tocaba el aire ni haca vida sana y que se iba a poner enfermo en invierno.

Me voy! anunci desde la puerta.

Silencio.

Mam, me voy! grit an ms.

Y desde la terraza, en pleno esfuerzo gimnstico, ella le respondi con un simple y lacnico:

Bien!

Ninguna prevencin, adoctrinamiento, nada.

Bueno, ya pensara en ello despus. Ahora...

Ech a correr, cerr la puerta de golpe, salt los escalones de tres en tres, evit llevarse por delante a la seora Elvira, la del tercero, que le tena fobia al ascensor y suba y bajaba a pie, y atraves el vestbulo pisando justo por encima de donde el conserje, el seor Federico, acababa de fregar. Ni los gritos de la seora Elvira, literalmente aplastada contra la pared como una cornucopia, ni los del seor Federico, blandiendo su fregona como una espada, lograron detenerle.

Qu culpa tena l de que la seora Elvira subiera y bajara a pie a sus aos, y de que al seor Federico le diera por ponerse a fregar el vestbulo a esa hora? Qu queran? Que volara?

Desde luego, el mundo estaba majara.

Cuando ngel le vio llegar se qued muy tieso.

Qu es eso? seal su camiseta.

En casa no le haban quedado ms que dos opciones. Ponerse una camiseta cualquiera o sacar la sucia, a pesar de las manchas, el olor y todo lo dems.

Haba escogido la segunda.

Total, volvera a ensuciarla.

Qu va a ser? Mi camiseta.

Huele a un kilmetro.

Porque eres un narizotas. Si tuvieras una nariz normal, como la ma, no oleras nada.

No seas burro.

Y t no seas idiota.

Echaron a andar hacia el campo de ftbol, donde ya se haban reunido algunos de los chicos del barrio. Podan empezar a patear la pelota mientras esperaban al resto para formar los equipos. ngel se dio cuenta de que a su amigo le suceda algo.

Ha habido bronca?

No.

Pues si a m, con un suspenso, casi me condenan a la silla elctrica, a ti, con dos...

Que no es eso.

Vale.

Se rindi. A fin de cuentas, ngel era su mejor amigo.

Es mi madre dijo. Est muy rara hoy.

La ma lo est siempre.

Dice que le ha hablado a la lavadora.

Bueno, la ma le habla a la tele, y hasta le grita.

Estaba haciendo gimnasia.

La ma hace puzles. Es una fantica de los puzles.

Felipe se sinti irritado.

Esto qu es? Un concurso de madres raras?

T has empezado.

No llegaron hasta donde estaban los dems. Felipe tena el ceo fruncido y cara de muy malas pulgas. El comportamiento de su madre era de lo ms inusual, extrao. Se haba levantado tarde, no se haba duchado ni lavado los dientes, haba tenido que prepararse el desayuno. Ningn control. Nada. Y, encima, lo de la lavadora. Y, como guinda, lo de la gimnasia.

Iba a ser as todo el verano?

Le entr un sudor fro.

Siempre?

Venga, hombre le dio un codazo ngel. Ya sabes que los mayores tienen das y das, que no siempre estn igual. Hoy te ren una gracia y maana eso mismo les carga y te sueltan un sermn.

Mi madre no exhal. Va a pin fijo.

Miraron el campo de juego. El da era espectacular. Prometa. Y ms con todo un verano por delante, las vacaciones en dos semanas y septiembre muy, muy lejos.

Tena tiempo de sobra para aprobar mates y lengua.

Total...

Vamos a jugar se decidi Felipe.

Una maana asquerosa

No fue la mejor de las maanas.

Ms bien fue asquerosa.

Los dos que ms saban jugar al ftbol, Javi y Andrs, eran los que siempre escogan, y a l le escogieron el penltimo, como si fuera un torpe o no le quisieran. Encima, ngel estaba en el otro equipo y le dio por marcarle.

A la primera entrada, Felipe se fue al suelo.

Eh, bestia! protest.

Su amigo puso cara de inocente.

A la segunda entrada, ms que irse al suelo vol por los aires.

Se dio un leazo de mucho cuidado en el trasero, y contra la parte ms dura y pedregosa del campo.

Se puede saber de qu vas hoy? se quej Felipe.

En el campo no conozco ni a mi padre le solt ngel.

Eso lo haban odo haca unos das de boca de Pedrinho, la estrella del equipo local.

Todos le haban aplaudido.

Si hubiera rbitro te expulsara dijo Felipe.

Pero como no lo hay...

Decidi irse al otro lado, para que no le marcara ngel. Lo malo es que en el otro lado estaba el bestia de Josema, que le sacaba un palmo y cuando lanzaba la pierna nunca saba si iba a darle a la pelota o al rival.

Felipe lo comprob cuando se la hundi en el estmago.

Tuvo que retirarse a la banda a recuperar el aliento.

Por suerte, cinco minutos despus, la madre de Josema se present en el parque pegando gritos y se lo llev casi a rastras. La madre meda dos palmos menos que Josema, as que la escena fue muy interesante.

Su nuevo marcador era Miguelito, un canijo.

Por fin pudo jugar ms. Ya estaban dos a dos.

Pero sigui siendo una psima maana.

Obdulio, al que todos llamaban Obiuankenobi, le sirvi un gol en bandeja. No tena ms que empujar el baln a la red pero... a un metro de la lnea de gol lo mand a las nubes.

Felipe se qued mirando el suelo, buscando la maldita piedra causante de aquel desaguisado.

A la siguiente jugada pas casi lo mismo. El defensa rival hizo un mal despeje y el baln le cay a los pies. No tena ms que colocarlo a la derecha del portero con un suave toque...

Se le fue ms all del palo.

Te voy a poner de portero! le grit furioso Javi.

Se concentr. Ya perdan por dos a tres cuando hizo su gran jugada. Logr irse del defensa, se meti en el rea, intent driblar al central, lo consigui, y ya encarando al portero, este le plac como si en lugar de jugar al ftbol lo hicieran al rugby.

Penalti.

No pudo ni coger la pelota. Lo hizo Javi.

Quiero tirarlo yo se quej Felipe. El penalti me lo han hecho a m!

Le bast con ver la cara de su capitn para no insistir.

Gol.

Tres a tres.

Y nada ms sacar de centro, el mismo Javi rob la pelota y marc el cuarto gol, en plan figura.

Iban a ganar.

Quedaba poco para acabar el partido, y como los oponentes atacaban en desbandada, hubo que defender. Todos. Era ya el ltimo minuto y la pelota se fue a crner. Felipe se qued bajo los palos. La pelota vol y fue a parar a la cabeza de ngel, que estaba solo. Bajito o no, aunque cerr los ojos, logr impactarla de lleno.

El baln fue directo a Felipe.

Le bastaba con despejarlo y partido ganado!

Lo que sucedi... fue de lo ms extrao e imprevisible. Primero el lo, como si tuviera una pierna de madera, despus el susto, finalmente el miedo. Todo ello en menos de un segundo, lo que dur el vuelo de la pelota tras el remate de ngel.

El gol no lo hizo su amigo, se lo meti l mismo, solito.

Y encima, al caer al suelo, se le rasg la camiseta y se dio con la rodilla en el poste.

Mientras los del equipo rival rodeaban a ngel para abrazarlo, los del suyo lo rodearon a l, que segua en el suelo, poco menos que para matarlo.

Sus caras no eran nada amigables.

Qu malo eres!

No te vuelvo a coger ms, aunque falten jugadores!

Nenaza!

O se peleaba con todos, y llevaba las de perder, o se resignaba y se haca el duro.

Se resign, aunque lo de hacerse el duro...

Qu pasa? Llevaba efecto! Y adems, la culpa es de Mateo! Dnde estaba Mateo, eh? El portero tiene que salir de puos!

Quieres ver mi puo? le amenaz Mateo.

Cuatro a cuatro. Para desempatar tiraron penaltis. Casualmente Javi fall el suyo y perdieron. Pero al contrario que a l, todos fueron a consolarlo.

Qu mala suerte.

Si es que esto es una lotera.

Es culpa del campo, que cada da est peor.

Felipe se cans y sin despedirse emprendi el camino de vuelta a su casa. A los pocos pasos le alcanz ngel, feliz por la victoria y como si no pasara nada.

Qu hacemos esta tarde? le pregunt.

Nada.

Cmo que nada? Te han castigado?

Creo que me quedar a estudiar mates Felipe le fulmin con una mirada tipo rayo lser, aunque con efectos menos mortales. Mejor esto que aguantar segn qu.

Huy, cmo te pones! suspir su amigo. Y eso del ferpley?

El qu?

El ferpley, lo de que cuando uno se cae los rivales echan la pelota fuera o si le da un pasmo al portero no le chutan.

No se dice as.

Ah, no? Y cmo se dice?

No lo s, pero as no.

ngel mir por encima de su cabeza fingiendo buscar algo con el ceo fruncido.

Y ahora qu? se quej Felipe.

Nada, busco la nube que llevas todo el rato encima.

Mira, paso! le dio la espalda y se encamin a su casa con un humor de perros.

Hasta luego, figura! le despidi ngel socarrn.

Luego ech a correr porque Felipe ya se haba agachado para coger una piedra.

Marchando una pizza

Lleg a su casa a una hora ms que decente, con la camiseta rota, la rodilla pelada y su orgullo pisoteado. La rodilla era una herida de guerra. Lo otro no. Su querida camiseta. Su honor.

A ver qu pasa ahora puso cara de circunstancias.

Esperaba tropezarse con el sargento de guardia, o sea, su madre en plan inspector general. Pero nada ms abrir la puerta con lo que se encontr fue con el silencio.

Y si todava estaba con lo de la gimnasia?

Mam?

Nada.

Lo comprob. Terraza, galera, comedor, saln, cocina, el cuarto de bao, habitaciones...

Casi la hora de comer y no estaba en casa.

Increble.

Fue a su cuarto, se quit la camiseta y contempl el roto. Su madre tendra que esmerarse para dejarla bien y que no se notara. Porque comprarle otra... entre los suspensos y lo que costaban... No supo si volver a llevarla al lavadero o ponerla a la vista para que ella misma se diera cuenta del desastre.

La dej en el cesto de la ropa sucia, pero arriba de todo, con el roto por delante.

Faltaban quince minutos para la hora de la comida.

Y entonces oy el ruido de la puerta al abrirse.

Luego una voz.

Hola!

Su padre.

Sali a recibirle. Cuando era pequeo corra por el pasillo y se echaba en sus brazos. Ahora era mayor, y con las broncas de los suspensos...

Mejor la cautela.

Hola, pap.

Hola, Felipe, qu hay?

Mam no est.

Pensaba que su padre se mostrara extraado, o incluso enfadado, aunque por la cuenta que le tocaba no era nada machista.

Pero no.

Ah, s, ya lo s dijo. Me ha llamado. Pedimos unas pizzas?

Felipe abri unos ojos como platos.

Pizzas?

Solo pedan pizzas algunas noches, como algo excepcional, porque sus padres eran de los de comer sano, verduritas y cosas as.

Quieres pedir pizzas... para comer? quiso dejarlo claro.

S, bien no?

S, s Felipe movi la cabeza de arriba abajo un par de veces, vehemente.

Siempre quieres pizzas dijo su padre.

Que s, que s insisti para que no fuera a cambiar de idea.

Pues ya est. De qu la quieres?

Su padre pareca de buen humor. Despus de los dos cates era algo maravilloso, extraordinario. A lo mejor si le peda otra camiseta se la compraba.

Cuatro Estaciones.

Yo la pedir... de carne se sac la cartera del bolsillo y le tendi un billete de cincuenta euros. Los llamo yo, pero como voy a estar ocupado, cuando vengan pagas t, de acuerdo?

S, pap.

Su padre desapareci en su habitacin y l se meti en el bao para hacer pis.

Le habrn subido el sueldo murmur Felipe. Y adems ya hace buen tiempo, y llega el verano...

Sali del cuarto de bao y fue a su habitacin a jugar con la consola mientras esperaba la llegada de las pizzas. Nada ms sentarse en su mesa de estudio se dio cuenta de algo.

La consola no estaba all.

Busc bien: la mesa, los cajones, el armario...

Luego se estremeci.

Y si se la haban requisado por culpa de los dos suspensos?

Le entr un sudor fro.

Todo el verano sin jugar.

Ay suspir mientras senta un nuevo escalofro.

Sali de la habitacin dispuesto a todo. A pelearse con quien fuera si haca falta. Los cates eran los cates y los derechos humanos los derechos humanos! Lleg al saln y cuando se dispona a hablar con su padre, se qued paralizado y con la boca abierta.

La consola, su estupenda M-Box 97 Flash-up, estaba all.

La tena su padre.

Estaba jugando a matar marcianos con ella.

Matando marcianitos

Se qued mirando a su desconocido padre como si fuera la primera vez que le vea. Aunque desde luego era la primera vez que le vea as.

Despeinado, descompuesto, haciendo muecas, agitndose en la butaca mientras sus manos le daban a los resortes del mando.

As, as!... Bien!... Toma ya, asqueroso mutante, bicho repelente!... Huy!... Quieres caa? Toma caa!... Yeeeeppp-aaa!

Pap!

Ni caso.

Vamos, venid, venid a por m, marcianos de las narices!

Pap!

Cllate, Felipe, no me distraigas, que voy a batir el rcord! dijo mientras casi saltaba de la butaca sin dejar de disparar con el mando.

Aquel era su padre?

Felipe estaba seguro de que ya nunca podra olvidar su expresin de locura.

Esper un minuto. Dos.

Acab la partida, pero se qued en la butaca, jadeando, sudoroso, con el pelo de punta y la misma expresin de locura de un par de minutos antes.

Qu pasada! grit por fin, emocionado, cerrando un puo en seal de victoria.

Felipe decidi tener calma.

No saba que te gustaba la consola dijo.

Gustarme? Es genial!

Ah.

Han trado las pizzas?

No.

Entonces vete. Avsame cuando lleguen. Voy a batir el rcord otra vez!

Pap, que la consola es ma.

La mirada que le lanz su progenitor no auguraba nada bueno.

No seas plasta, venga. Djame jugar se dispuso a comenzar de nuevo.

Que quiero jugar yo!

Lo siento pero me toca. Anda, estudia o lee o haz algo, pero no molestes.

Molestar?

Primero su madre y la gimnasia. Ahora su padre y la consola. All estaba pasando algo muy raro.

Jugamos juntos? propuso el chico indeciso.

No.

Fue tan categrico que Felipe alucin todava ms. Por lo general, era su padre el que quera jugar con l, pero l se negaba porque se crea muy mayor para ello.

Por qu?

Porque cuando te gano te enfadas.

No vas a ganarme.

Ja, ja! se ri y aadi: Largo!

La consola es ma! se desesper Felipe.

Eso s hizo que su padre le mirara fijamente.

La pagaste t?

Fue un regalo.

El hombre hizo memoria.

Oh, s, ya me acuerdo! alz las cejas. Bueno, pues queda confiscada.

Cmo que...?

Requisada por la autoridad competente debi de parecerle gracioso el apelativo porque sonri con sadismo. Mira qu bien.

Bueno, ya vale, no?

No, no vala.

Su padre se puso serio.

Felipe, largo!

Conoca el tono. Vaya si lo conoca. Era el mismo que haba empleado el da de los suspensos.

No poda creerlo.

La consola... confiscada.

El peor de los cataclismos.

Una vida sin consola era...

Nada!

Apret los puos y le lanz una mirada fulminante, aunque su padre, que ya haba empezado la nueva partida, ni se enter, y camin hacia su cuarto igual que si pisara uvas, con toda su desolacin por bandera.

Una vez a solas, se sinti desesperado.

Tanto, pero tanto, que cogi un libro.

Queran un robot, una mquina, un listillo-todo-matrculas, era eso?

Intent concentrarse en la lectura.

No pudo.

Estaba sucediendo algo. Lo tena claro. Algo extrao y... siniestro. Record una pelcula en la que unos extraterrestres se apoderaban de la voluntad de la gente. Era eso? Estaban posedos sus padres? Tanto como para que ella hiciera gimnasia, le hablara a la lavadora, no estuviera a la hora de comer, y a l le diera por matar marcianitos?

Intent leer.

Lo intent.

Y pese a la furia y la desazn, al final lo consigui.

Veinte minutos despus, cuando el repartidor de pizzas llam al timbre, Felipe estaba verdaderamente inmerso en la lectura del libro, que era estupendo.

Fue a abrir la puerta y oy la voz de su padre, que segua jugando en el saln.

S!... Muere, guarro!... Toma ya!... Setecientos noventa mil!... Bang, bang, bang!

El gran misterio

La pizza estaba muy rica, pero por una vez Felipe no la disfrutaba.

Sus peores sospechas se confirmaron cuando su padre, sin hablarle de las mates o la lengua, le pregunt muy feliz:

Has ido a jugar al ftbol esta maana?

S respondi con el bocado a medio masticar.

Qu bien asinti el cabeza de familia.

Felipe casi se trag el trozo entero.

Efta pizza eft buesima... farfull el hombre con la boca llena.

Otro silencio breve.

Has marcado algn gol?

Me han hecho un penalti cuando iba a hacerlo.

Lo has tirado t?

No, el capitn del equipo.

Muy bien asinti su padre. As me gusta. Solidario y respetando los galones.

Le hablaba de la camiseta rota, inventndose una prodigiosa jugada, para que estuviera orgulloso de l?

No, mejor no.

De un momento a otro le dira lo habitual: que estudiara, que no dejara pasar los das, que no lo hiciera todo a ltima hora, que el verano se iba en un abrir y cerrar de ojos y bla-bla-bla.

Lo de todos los aos pero agravado por los dos suspensos.

S, se haba apalancado un poco durante el curso, la verdad.

Pap

S?

En qu piensas?

Yo? En nada. Estoy contento, eso es todo. He batido mi rcord!

Ests contento... porque has batido tu rcord con la mquina?

S, te parece poco? Cul es el tuyo?

Novecientos cincuenta y siete mil.

Bueno, no est mal se hizo el chulo. Eres joven. Yo, un milln noventa y dos mil.

Has hecho... un milln noventa y dos mil?

S.

Y cundo juegas t con la consola para tener tanta prctica?

Oh, he empezado hoy. Engancha mucho, sabes? No me extraa que no hagas nada ms que jugar con ella.

Yo no hago eso se defendi Felipe.

No, si est bien coment su padre encogindose de hombros. No todo el mundo puede ser arquitecto o mdico. A lo mejor te conviertes en campen mundial de matar marcianitos.

Aquello era el colmo.

Pap, te encuentras bien?

De fbula le dio un enorme bocado a la pizza y mastic con energa. Ya tengo ganas de acabar de comer para volver a jugar. Seguro que llego al milln y cuarto!

Pap!

Qu?

No vas a trabajar?

No, hoy no. Tengo la tarde libre, por qu?

Podramos ir a alguna parte.

Huy, no, no puedo.

Era la misma conversacin que haban mantenido una semana antes, solo que al revs.

Aquello tena cada vez ms mala espina.

Felipe se levant y pas por detrs de su padre buscando el lugar por el que los marcianos de verdad se haban apoderado de su cerebro. No vio nada. A lo mejor eran esporas y las haba respirado. O como el bicho de Alien, que sala por el pecho.

Recoge t la mesa orden el hombre y se puso en pie todava masticando el ltimo bocado de pizza. Vamos all!

Lo vio caminar en busca de su butaca y del mando de la consola.

Se sinti muy solo.

Muy mal.

Hizo lo que le deca, porque no tena ni fuerzas para discutir. Recogi la mesa, puso los platos en el fregadero y se meti otra vez en su habitacin. Tuvo que cerrar la puerta porque el entusiasmo de su padre rayaba en la locura. Cada vez gritaba ms.

Puso msica para no escucharle.

Ley un poco ms.

Una hora.

Cuando sali, los gritos seguan.

Aaah!... No podrs conmigo!... Vamos, ven, bicho peludo!... Ah, s, ah, s, t y quin ms? Toma ya!

Era insoportable.

Y su madre sin volver.

Lleg al saln e hizo una ltima tentativa.

Pap, salgo!

Mmm...

Pap, que me voy!

Esperaba el no vuelvas tarde o peor, el adnde vas? preliminar al recordatorio de los suspensos.

Pero ni por esas.

Vale!

Felipe camin hasta la puerta, la abri, sali, cerr despacio y baj la escalera peldao a peldao, pensativo, sin creerse lo que estaba sucediendo, porque desde luego suceda algo y muy grave, con o sin marcianos de verdad apoderndose de la voluntad de sus padres.

Cuando lleg a la calle no supo adnde ir, porque era demasiado temprano para reunirse con ngel.

Jo! resopl abatido, sentndose en el bordillo, frente a su casa.

Y la guinda nocturna

No lleg muy tarde, y por si acaso, fue a darle un beso a su madre, que ya estaba en casa.

Hola, mam.

Hola, cario, lo has pasado bien?

S.

Me alegro.

Eso fue todo.

Crea que su padre habra acabado con la consola pero se equivoc. A un par de pasos del saln, oy ya sus comentarios y suspiros:

Ya, ya...! Un milln y cuarto, s, bien!

Se asom por la puerta. Su padre estaba desencajado, rojo, con los ojos fuera de las rbitas. Disfrutando como un nio, eso s.

Mam, has visto a pap?

S, como un cro, verdad?

No estar enfermo?

Qu va, es que le ha cogido el tranquillo a eso. Ya puedes despedirte de la consola!

Y se ech a rer alegremente.

Fue de vuelta a su habitacin, al libro. Se senta hundido, sin ganas de nada, aunque reconoca que la novela era muy buena, la mejor de las que haba ledo en los ltimos tiempos. Era lo nico que le evitaba pensar en lo que suceda en casa y le apartaba de las preocupaciones. Su madre en plan pasota y su padre...

Y si los extraterrestres eran ellos?

Felipe comprendi que estaba realmente asustado.

Se puso a leer y esta vez le cost ms concentrarse. Un sexto sentido le adverta del peligro. Conoca muy bien a sus padres, desde que haba nacido, y aquello no era normal; todo lo contrario, era anormalsimo.

Esper la hora de la cena con un nudo en el estmago y la cabeza llena de malos presagios.

Pero al menos, como antes, el libro logr capturar su atencin y se volc en l, sumergindose en la historia. Tanto que de pronto mir la hora y se qued a cuadros.

Las nueve y veinte!

En su casa se cenaba muy puntual, porque su madre era una manitica de las comidas-a-su-hora. Eso permita hacer bien las digestiones, acostarse sin tener la cena como quien dice todava en la garganta, no sufrir pesadillas a causa de un estmago repleto. Ah, y comer sano, siempre sano.

Las nueve y veinte y no le haban llamado para cenar.

Dej el libro y asom la cabeza al pasillo.

Aguz el odo.

Seguira su padre jugando como un loco?

Se arm de valor y fue al saln.

No, su padre ya no jugaba. l y su madre estaban viendo una peli en la tele, tan ricamente. Deba de ser divertida porque se rean como bobos, muy juntitos, abrazados en el sof como una pareja de novios.

Y a ambos lados tenan sendos platos vacos.

Ellos s haban cenado.

Bocadillos! Nada de comida sana y-en-la-mesa!

Cada vez le costaba ms digerir todo aquello, as que volvi a vacilar. Pero tena hambre. Mucha hambre. Por lo tanto se acerc a su madre y...

Mam.

Ahora no, Felipe, que est muy interesante. Esprate a que pongan los anuncios.

Pero...

Chissst...

Los dos rieron de nuevo cuando a la protagonista se le cay todo por el suelo.

No tuvo ms remedio que hacer lo que le deca ella. Una voz interior le aconsejaba que mantuviera la calma, que no gritara, que no se enfadara. Por lo menos hasta saber qu estaba pasando.

Tuvo suerte. A los dos minutos empezaron los anuncios.

Voy a hacer pis! dijo su padre.

Felipe se qued solo con su madre.

Mam le record que estaba all.

Qu quieres?

Cenar.

Su madre alz las cejas. Igual que si le pidiera algo muy raro.

No has cenado?

No.

Y eso?

Bueno... si no me has llamado.

Llamado? Para qu?

Pues para cenar.

Veamos... ella se puso de cara a l sin cambiar de posicin, las piernas dobladas sobre el sof. Quieres cenar?

S.

Ella le cogi el brazo derecho.

Qu es esto? pregunt.

Mi brazo.

Y esto? sostuvo su mano.

Mi mano dijo l sin entender nada.

Y a ver... se puso a contarle los dedos. Uno, dos, tres, cuatro... y cinco. Correcto?

S.

Le cogi el otro brazo, el izquierdo.

Te parece a ti que este es igual?

S.

O sea que tienes dos brazos, dos manos y veinte dedos, y todo funciona correctamente?

S Felipe trag saliva, empezaba a comprender por dnde iban los tiros.

Pues mira t la mujer hizo un gesto de lo ms evidente. Tienes lo necesario para hacer de todo, como por ejemplo la cena.

Mam!

Ay, Felipe, que te has pasado el da gastndome el nombre, hijo! Hala, vete a la cocina! Hay pan, embutidos en el tupper azul y zumo en la nevera la pelcula iba a continuar, porque la cadena puso un ltimo anuncio de autopropaganda que ya conocan. Entonces ella grit: Quique, la peli!

Su padre reapareci en el saln a la carrera.

Se sent en el sof, volvieron a cogerse de las manos como cros, ella se recost sobre l y pasaron de todo menos de la pelcula.

Imposible decirles ya nada ms.

Y mucho menos preguntarles de una buena vez qu estaba pasando all.

Felipe los dej solos.

Se rean.

Tan panchos.

Fue a la cocina, se prepar un bocata, se lo zamp con apetito, y como no haba vigilancia materna, incluso se pas con el chocolate de postre, aun sabiendo que luego poda tener una mala noche y pesadillas. Era una venganza tonta, porque el que lo pasaba mal era l, pero es que estaba furioso.

Tanto como preocupado.

Cuando se meti en la cama, a la hora que quiso, porque ni su padre ni su madre lo apremiaron para que lo hiciera y apagara la luz, le dola el estmago y por su cabeza solo volaban malos presagios.

El segundo da

Durmi muy inquieto y tuvo tantas pesadillas que al abrir los ojos al da siguiente, tarde aunque no tanto como la maana anterior, pas de guila Negra y salt de la cama dispuesto a enfrentarse a la verdad. Y si sus padres eran extraterrestres o haban sido abducidos por ellos, buscara un antdoto o algo as.

Porque, desde luego, normales no estaban.

Vaya que no.

Sali de su habitacin para ir primero al cuarto de bao, pero apenas si pudo dar un paso. El pasillo, siempre inmaculado, estaba ahora lleno de carteles pegados a la pared y a las puertas con cinta adhesiva. Carteles con enormes letras de colores, chillonas, espectaculares.

Se le doblaron las rodillas cuando empez a leerlos:

Padres unidos jams sern vencidos, Padres al poder, Dad una oportunidad a los padres, Resistiremos!, No nos movern, A las barricadas!, Abajo la dictadura de los insolidarios, Mayo del 68 revisado, Somos espritus libres...

El de su puerta deca Peligro!.

Porque se estaba haciendo pis, que si no...

Se meti en el cuarto de bao. En el espejo haba una pintada en rojo: Huelga!. Y al subir la tapa del inodoro, descubri otra escrita en el interior: Caca!.

Orin a la velocidad del rayo y todava sin acabar de soltar la ltima gota sali a la carrera con el alma en vilo, el corazn encogido y la mente a cuadros.

Su madre estaba en la terraza. No haca gimnasia. Tomaba el sol en biquini.

Un biquini ajustadsimo, de color verde botella brillante.

Mam? dijo completamente paralizado.

Ah, hola! ella ni se movi, como si por hacerlo fuera a quedarse sin algn rayo solar.

Mam repiti casi bloqueado.

Me ests gastando el nombre, cielo.

Qu... haces?

Huy, qu pregunta! No lo ves? Tomar el sol tan ricamente suspir con profundidad y solt un reivindicativo: Lo que me he perdido estos aos!

Felipe tema hacer la gran pregunta, sobre todo despus de ver aquellos carteles pegados a las paredes.

Es que... hoy es... sbado tartamude.

Sbado? Ni me acordaba. Bien, bien.

Padres al poder.

Huelga!.

Abajo la dictadura de los insolidarios.

All el nico insolidario se supona que era l.

Mam...

Mira, Felipe ahora s su madre movi la cabeza para verle, pero sin alterarse, sin enfadarse, con toda naturalidad. Haz lo que quieras, no tienes que pedir permiso para nada.

Ah, s?

Lo que t quieras.

Todo?

Todo.

Pareca un regalo de los dioses, el sueo de todo nio, y sin embargo sonaba a catstrofe. Un mundo sin leyes ni autoridad paterna.

O sea... el caos.

Despertar a cualquier hora, tener que hacerse el desayuno, la comida y la cena, no encontrar la camiseta limpia en el armario, olvidarse de la consola...

Bueno, ya vale se rindi. Vas a decirme de una vez qu est pasando aqu?

La mirada de su madre se hizo de lo ms evidente.

Ay, Felipe, hijo, pareces tonto. No has visto los carteles?

S.

Creamos que ayer ya haba quedado claro, pero como no te dabas por enterado hemos hecho todos esos letreros para reivindicar nuestros derechos y entonces le solt la bomba tan alegremente, porque lo hizo sonriendo feliz: Estamos en huelga!

En... huelga?

No lo repitas todo como un loro, que pareces un disco rayado! Quieres dejarme tomar el sol? Estamos en huel-ga, huel-ga! levant un puo al cielo y se puso a cantar: No, no, no nos movern. No, no, no nos movern.

Felipe ya no pudo abrir la boca.

Su madre alarg la mano, cogi el iPod que tena a su lado, se encasquet los auriculares y lo puso en marcha.

Rock duro, a toda potencia.

Ella.

Guao! grit enardecida.

Hora de irse.

Huelga!

Su padre segua con la consola.

Ms y ms alucinante.

No se atrevi a interrumpirle. Despeinado, feliz, medio histrico, movindose como si tuviera un ataque de epilepsia, su progenitor le daba febril a los mandos. Dej que superara una vez ms su rcord. Ya estaba en un milln y medio de puntos. Una pasada. Jams hubiera imaginado que un adulto consiguiera algo as. Crea que no tenan bastantes neuronas, o reflejos, o las dos cosas a la vez. Pero s. Ah estaba la prueba.

Un milln quinientos nueve mil doscientos setenta y cinco! cant el hombre, feliz como un nio con zapatos nuevos.

Pap meti baza Felipe antes de que empezara otra partida.

Qu? No ves que estoy jugando?

De qu le sonaba eso a l?

Lo mismo que deca cuando sus padres le interrumpan.

Se dio cuenta de lo desagradable que era.

Pap, oye, que esto ya... Bueno, quiero decir que... Es que vers... no haba forma de que encontrara las palabras adecuadas, y mientras, su padre le miraba con cara de fastidio y aburrimiento. Yo... finalmente se vino abajo. Pap, qu pasa?

No has visto los carteles?

S.

No te lo ha contado tu madre?

S.

Pues ya est, es eso: que estamos en huelga.

T tambin?

S, s, claro.

No podis hacer huelga.

Ah, no? le observ perplejo.

En huelga de qu, a ver?

Pues de padres asinti el hombre con toda naturalidad. Estamos en huelga de padres.

Felipe saba lo que era una huelga.

Pero de padres...

Era la primera vez que oa algo semejante.

Eso es absurdo dijo.

Por qu?

Porque siempre seris padres.

Ya, pero podemos dejarlo en suspenso por unos das, o unas semanas, o unos meses. Tomarnos un respiro. Y eso es lo que hemos decidido hacer se llen los pulmones de aire. Sabes algo? Es fantstico. No s cmo no lo hemos pensado antes.

El chico busc argumentos y el nico que se le ocurri fue:

Es un juego?

No.

No entiendo nada.

Pues es muy sencillo su padre dej el mando de la consola y se puso serio. Somos tus padres, no tus esclavos, as que desde hoy... Esto es una democracia: el poder del pueblo para el pueblo. Todos somos iguales. Quieres comer? Te lo haces t. La nevera estar llena, descuida, eso queda claro porque no tienes dinero para comprar nada. Quieres ropa limpia? Te la lavas. Quieres salir? Sales, pero eso s, asumiendo tu responsabilidad. Nosotros ya no vamos a discutir ms.

Pero no es justo.

Por qu no es justo, a ver?

Soy un nio.

Ah, y eso te da licencia para todo? Suspender, no estudiar, quejarte, poner mala cara, enfadarte, no hacer caso, pasar olmpicamente, ensuciar, no recoger nada de tu cuarto o de la mesa, quedarte ciego con la consola, tomarnos el pelo como si furamos tontos... Sigo?

No, no lo dicho y ms se lo saba de memoria. Pero no es justo repiti.

Vaya con qu me sales.

Quiero decir que yo no hago todo eso adrede, es que...

Su padre cruz los brazos.

Te has duchado? pregunt.

No.

Te has lavado los dientes?

No.

Has llamado a la abuela como quedamos, al menos una vez a la semana?

No.

Has estudiado matemticas o lengua?

No, pero he ledo un libro.

Oooh...! pareci darle un ataque de xtasis. Quieres que lo grite por la ventana? Doy la exclusiva en Internet? Me desmayo?

No Felipe baj la cabeza contrariado.

Y dices que no nos tomas el pelo? Hijo: haces siempre lo que te da la real gana. Por lo tanto... levant las manos con las palmas hacia afuera y dijo: Nosotros tambin.

Vale, y si...?

No es hora de negociaciones volvi a coger el mando de la consola. Anda, djame continuar que quiero seguir batiendo mi rcord, pardillo.

Jo!

Felipe...

Ya vale!, no?

El hombre le mir por ltima vez. Luego se lo deletre:

Hache, u, e, ele, ge, a. Huelga. Lo pillas? Pues vale. Chao.

Volvi a poner en marcha la consola e inici una nueva partida.

Primero su madre, ahora su padre. Aquello iba en serio.

Vaya que si iba en serio.

Abatido, como un general derrotado, Felipe fue a su cuarto pasando de ducharse y lavarse los dientes ya que nadie iba a controlarle, y tras tomarse otra racin de cereales con leche sali a la calle igual que un preso con la libertad condicional recin conseguida tras haber estado treinta aos en una prisin.

Porque aquella maana, el mundo era diferente.

Caminos sin salida

ngel abri unos ojos como platos cuando se lo cont.

Huelga? se sorprendi.

Eso dicen.

Pero eso no es cuando los de abajo piden algo a los de arriba? O sea... los mandados a los que mandan?

S, no?

Y cmo van a hacer huelga los que mandan?

El mundo al revs respondi Felipe, exteriorizando sus pensamientos.

Y cmo vas a arreglarlo? se preocup ngel.

Los que negocian no son siempre los sindicatos?

S, pero que yo sepa no hay un sindicato de nios.

Pues debera haberlo sigui sumido en su confusin Felipe.

No est ese...? Cmo se llama...? El que defiende... El defensor del pueblo!

Y t crees que ese seor me hara caso a m?

Eres parte del pueblo, no? Bueno, quiero decir que todos lo somos.

No haba una oficina del menor o algo parecido?

Ni idea.

Estaban en un callejn sin salida. Podan darle vueltas y ms vueltas y la nica realidad era que Enrique Puig Bellacasa y Sonia Brunell Martnez se haban declarado en huelga.

Ni siquiera saban si existan precedentes.

Hace poco hubo una huelga de pilotos y no volaba ningn avin dijo ngel. Luego, se declararon en huelga en una fbrica, y nadie hizo nada en dos semanas. Lo s porque mi to Agustn era uno de los que estuvieron en huelga de brazos cados.

Cmo lo arreglaron?

Pactando.

Ya, pero cmo?

Lo de los aviones, no s, pero en la fbrica, s. Ellos pedan cien y los mandamases ofrecieron veinte. Luego unos dijeron que noventa y los jefazos que treinta. Las negociaciones se rompieron a lo bestia cuando unos dijeron que no bajaban de ochenta y los mandamases dijeron que no pasaban de cuarenta. Despus de ms das de huelga, volvieron a sentarse a dialogar y entonces todo se qued en un cincuenta-cincuenta, que era lo que en el fondo queran todos desde el principio.

Pues si era lo que queran desde el principio, por qu no empezaron por ah y todo se habra acabado antes? se extra Felipe.

Supongo que si se ponen de acuerdo de buenas a primeras, no tiene gracia. Cada bando debe demostrar su fuerza y de paso ver si el otro cede. Luego todos dicen que han ganado, los de abajo sonren porque habran bajado a cuarenta y los de arriba suspiran porque habran llegado a sesenta, pero en el fondo cincuenta-cincuenta es lo justo.

Estn locos.

Como cabras se solidariz ngel.

Se hundieron en sus pensamientos, sin salir a flote.

Qu asco todo eso de la diplomacia suspir Felipe.

No es diplomacia. Es otra cosa. La diplomacia es para los pases. En el caso del trabajo y las huelgas se llama pactar.

Felipe estaba impresionado por lo mucho que saba su amigo.

No le serva de nada, pero por lo menos se enteraba.

Estoy perdido dijo y dej caer la cabeza sobre el pecho.

Negociarn, tranqui.

Ya, me exigirn todo y yo no podr pedir nada a cambio. Ser una rendicin total.

Ah, no. Pactar significa que cada cual da algo y renuncia a algo.

Qu quieres que les pida a ellos?

No s, si t cumples... ms paga semanal, ms horas de jugar a la consola, ms...

Dej de hablar porque Felipe le miraba con incredulidad.

Eso los volvi a sumir en el silencio.

Abatidos.

Jo! se quej uno.

Ya corrobor el otro.

Si es que... rezong uno.

Y que lo digas le secund el otro.

Puf!

Pfff...!

Despus de tan grficas y lcidas expresiones, se quedaron en silencio durante un buen montn de segundos.

Ni siquiera tenan ganas de jugar.

ngel lo remach diciendo:

Lo tienes chungo.

Tope.

Pero se cansarn.

T crees?

Si no comes, adelgazars y todo eso, y si encima te pones enfermo... Huy, eso seguro que les desbarata todo el tinglado.

Pillo algo, en pleno verano?

No s dnde podras contagiarte la gripe, o un simple resfriado. Ahora mismo no conocemos a nadie enfermo.

Anda que como se lo cuenten a tus padres...

ngel se qued blanco.

Como la cera.

Ay, Dios! se estremeci con los ojos desorbitados.

Qu te pasa?

Su amigo se lo solt igual que una bomba:

Tu madre y la ma se vean hoy para no s qu cosa!

Ahora s, el mundo acab de hundirse bajo sus pies.

Solo en casa

Cuando lleg a su casa sus padres no estaban.

El silencio era absoluto.

Felipe atraves el pasillo como un explorador perdido en el desierto atraviesa las dunas ardientes que le envuelven por todas partes. No quiso mirar los carteles. Ni tocarlos. Se meti en la cocina y all, en la nevera, vio el mensaje.

Querido hijo, hemos salido a comer fuera y pasarlo bien. No sufras si llegamos tarde. A lo mejor vamos al cine, o a bailar, o las dos cosas. Ja, ja, ja! Besos. Te queremos.

Encima cachondeo.

Ja, ja, ja.

Besos.

Te queremos.

Pues qu bien!

Ni siquiera una palabra con relacin a que comiera, estudiara... Nada, nada! Pasaban de l olmpicamente.

Estaban en huelga!

Felipe mir la cocina con amargura. Abri la nevera y fue como si mirara un programa de la tele sin voz. O peor, uno del Plus sin descodificar. Toda la vida insistiendo en lo de que comiera bien y ahora dejaban que se las apaara. No era justo. Se le quit el hambre de golpe y fue a su habitacin. La cama por hacer, la ropa por el suelo, exactamente donde la haba tirado o dejado caer l la noche anterior. Lo mismo el pijama al levantarse. No faltaban sus olorosas zapatillas deportivas, que nunca se acordaba de airear en la repisa de la ventana para no perfumar el ambiente. Se pona un da unas y al otro otras para alternar, porque sus pies eran una fbrica de aromas ptridos.

Un desastre.

Encima, con la moral tan baja y el humor de perros, no tena ni ganas de aprovecharse de las circunstancias. Se senta la mar de raro. No era l. Podra coger la consola y pasarse toda la tarde disfrutndola. O conectarse a Internet y lo mismo, navegar de un lado a otro. Tambin podra ver la tele, escuchar msica a todo volumen, llamar a ngel y que fuera a su casa para jugar juntos sin miedo a broncas...

Es como si yo ya no formara parte de esto se dijo de pronto.

El mundo no era perfecto. Se haba convertido en un lugar extrao, inhspito. Una selva.

Acab comprendiendo que tena hambre, as que regres a la cocina y volvi a abrir la nevera. Tampoco deba de ser tan difcil prepararse algo que no fuera un bocadillo. Sac un brik de caldo y de la parte baja, el refrigerador, un filete congelado. En la despensa encontr un bote de cristal con fideos. Llen un cazo con el caldo, le aadi los fideos y lo puso todo a calentar. Lo del filete era ms complicado, pero en el microondas haba un programa de descongelacin. Meti el filete dentro, en un plato, le dio a la tecla correspondiente y luego lo puso en marcha.

Se sent en una silla a esperar con la cabeza dndole vueltas.

Se imagin toda su vida de nio teniendo que prepararse cada da el desayuno, la comida y la cena.

Otro estremecimiento.

No, ngel le haba dicho que los huelguistas, primero, presionaban, para reivindicar sus derechos, y que luego acababan negociando.

Cundo sera eso?

Aunque solo fueran unos das, lo de cocinar, lavarse la ropa... todo se le antojaba una montaa.

Cuando la sopa de fideos se puso a hervir, la sac del fuego. El filete ya estaba bastante descongelado, as que lo puso en una sartn. Faltaba algo? S, aceite. Lo prepar todo y, hala, a esperar que se hiciera. No fue al comedor. Se qued en la cocina y dispuso la mesa en la que solan comer o cenar a veces, cuando lo hacan de manera frugal o solo estaban l y su madre o l y su padre. La sopa estaba ardiendo y se quem la lengua, pero fue un mal menor. El filete casi se le puso negro por uno de los lados, y encima, por haber utilizado demasiado aceite, una llamarada rojsima envolvi la sartn por unos segundos. Se asust. Si encima le prenda fuego a la casa...

Al final todo sali mejor de lo que esperaba.

Comi sumido en sus pensamientos y de postre se tom un yogur. Luego dej los platos y los cubiertos en el fregadero y se los qued mirando absorto.

Iba a tener que lavarlos.

Los lav.

Despus fue a su cuarto, recogi la ropa, coloc las zapatillas en la ventana y estir las sbanas para dar apariencia de que se haba hecho la cama.

No era mucho, pero al menos le pona buena voluntad.

Ellos tendran que valorarlo.

Ellos.

Ya los vea como marcianos, con antenitas y todo.

Y ahora qu?

La tarde era suya. Poda hacer cualquier cosa. Fue al telfono para llamar a ngel y, justo cuando iba a coger el auricular del inalmbrico, el aparato se puso a sonar.

Sus padres, seguro, preocupados por saber si haba comido, si estaba bien...

S?

Felipe!

No eran sus padres, era ngel, y por el tono de voz, ms bien un grito...

Qu te pasa? se alarm.

Y su amigo le solt la bomba.

Mis padres tambin se han puesto en huelga!

La plaga se extiende

Se reunieron en el parque, lejos de los dems, para evaluar la situacin. Teman que los telfonos estuvieran pinchados. La situacin era grave, extrema, nica...

La situacin era dramtica.

Lo mismo que t le dijo ngel. Carteles por toda la casa, hasta en los armarios, tipo Si te quedas sin calzoncillos limpios, all t, hay que lavar los sucios; y se han ido al cine con tus padres, tan ricamente. Y sabes lo peor?

Puede haber algo peor?

No van a darme paga semanal! Dicen que comida no faltar, porque no trabajo, pero eso es todo! No van a darme nada salvo un techo, cama, algn beso...! Lo pone as mismo, te lo juro! Tienes derecho a comida, cama y algn beso, que por algo eres nuestro hijo, pero nada ms. Te lo puedes creer?

Felipe ya se lo crea todo.

Era casi un veterano.

Se han vuelto locos suspir abatido.

Y eso que la teora de la abduccin y la conspiracin extraterrestre le gustaba ms.

Tiene que haber leyes contra lo de la huelga de los padres, seguro dijo ngel cruzndose de brazos.

Cmo lo averiguamos?

Por Internet, hombre.

No hablamos el ao pasado en clase de algo llamado Los derechos del nio o Los derechos de la infancia...?

S! grit su amigo. Decan que tenamos derecho a muchas cosas.

Vamos a mirarlo.

A tu casa o a la ma?

Da lo mismo. No hay nadie en ninguna de las dos.

La casa de Felipe estaba ms cerca, as que fueron a ella. Nada ms entrar, ngel se top con los carteles reivindicativos. Cuando se metieron en la habitacin, el chico abri los ojos.

Quin te ha hecho la cama y ha recogido la ropa?

Yo respondi Felipe bajando la mirada.

Vaya no supo qu decir su amigo.

Pens que...

No, no, si es una buena tctica. Por qu no se me habr ocurrido a m?

Lo tuyo es reciente. Yo ya llevo ms que t con esto.

Se sentaron delante del ordenador, y cuando estuvieron en Internet teclearon Derechos del nio. Al momento aparecieron tropecientas pginas hablando de ello.

Lo ves? se anim ngel. Tenemos derechos!

Abrieron la primera.

Los leyeron uno por uno, con mucho cuidado.

Aquello era sin duda genial, pero por ninguna parte se deca qu hacer en caso de que los padres se declararan en huelga.

Podemos exigir nuestros derechos propuso ngel.

Y si ellos exigen los suyos?

Mira a ver si tambin hay Derechos de los padres.

Teclearon las cuatro palabras y nada. Muchas pginas de diversa ndole, blogs, tonteras y dems historias, pero ninguna tan clara y precisa como la que hablaba de la infancia.

Los padres no tienen derechos dijo ngel. No sonaba muy convincente. Volvamos al parque sugiri despus de unos segundos.

Otra vez?

S ngel pase una mirada cejijunta por las cuatro paredes de la habitacin.

Qu miras?

Su amigo baj la voz, se acerc a su odo y le pregunt:

Cmo sabes que no te han puesto una cmara?

Ests paranoico!

Chissst! le cogi por el brazo y tir de l. Anda, vmonos.

No tuvo ms remedio que seguirle. Apag el ordenador y regresaron a la calle discutiendo sobre aquella locura de la cmara espa.

Cmo te crees que pillan a los polticos y les graban sus conversaciones telefnicas? insista ngel. Les ponen cmaras hasta en el retrete!

Nada ms entrar en el parque apareci uno de sus compaeros de escuela y de juegos. Se llamaba Iker y era un autntico peligro.

Un puro destroyer.

Se les cruz por delante y los aplast con la mirada.

Se puede saber en qu los os habis metido? les solt sin andarse por las ramas.

Nosotros? exclamaron al unsono.

S! Vuestros padres estn llamando a todos los del barrio y el cole! Quieren que se sumen a una huelga! Incluso han amenazado con hacer piquetes si alguna madre no cumple y se ablanda! Esto es... como una guerra!

Felipe y ngel abrieron y cerraron la boca sin decir nada.

No podan.

Queris hablar! los amenaz Iker con un puo cerrado que ms pareca una maza.

Nosotros...

... no tenemos...

... ni idea...

Algo habris hecho! tron Iker deteniendo su tartamudeo a dos voces. Los padres no se levantan un da y piensan Voy a ver de qu forma fastidio hoy a mi hijo se enfureci an ms. Una huelga de padres es lo ms gilipollas que nunca haba odo!

Una seora que caminaba cerca le mir disgustada por su lenguaje.

Todo empez con l ngel seal a Felipe.

Mal amigo se enfad sintindose acorralado.

Es la verdad! Fueron tus padres los promotores de este desaguisado! Y es porque t siempre te pasas un montn!

Eso no es cierto.

Si hasta t mismo lo dices a veces, y te res!

Felipe iba a estallar.

Si encima le fallaba su mejor amigo...

Ahora eso ya da igual reflexion Iker cediendo en su agresividad pero sin perder el mal humor.

Se quedaron pensativos.

La situacin era grave. Demasiado. Ponerse a discutir resultaba de lo ms absurdo cuando lo que se les avecinaba iba a requerir de toda su energa.

Iker casi peg su nariz a la de ellos.

Maana por la maana todos aqu, a las diez. Que corra la voz dijo en plan conspirador.

El tercer da

Por la maana se despert a las nueve y veinte. Record la asamblea de nios del parque y salt de la cama muy rpido. En el techo, la mancha que representaba a guila Negra empezaba a sentirse muy sola. La esperanza de que las aguas hubieran vuelto a su cauce se disip de inmediato cuando vio los mismos carteles en el pasillo y encontr a su madre en la terraza... pintando.

Pintando!

Se le acerc por detrs y desencaj el rostro. Se supona que pintaba la escena urbana que se vea desde all: las casas, las calles, la montaa al fondo, el mar a lo lejos... Pero, suponiendo que aquellas manchas informes reflejaran mnimamente el panorama, en el cuadro el cielo era rojo, las casas verdes, el mar violeta y la montaa naranja. Su madre deba de ser seguidora de aquel tipo que se haba cortado la oreja por no vender nunca un cuadro. Haban hablado de l en clase de literatura al ver algunas de sus obras. Van... Van... Van Gogh!

Primero la gimnasia, luego tomar el sol en biquini, ahora pintar.

Qu hara al da siguiente?

Mam?

Ah, hola cielo, buenos das. Bonito, eh?

Bonito...? Eso?

Su madre hizo un gesto de pasar de l.

T no tienes gusto dijo. Ni lo tendrs, claro. Suspendiendo como suspendes se encogi de hombros. Una pena, pero a m me da lo mismo, all t.

Felipe se sinti herido en su amor propio.

Te da lo mismo que suspenda?

Ahora s. Para eso estamos en huelga. Luchamos por una vida mejor y ms digna.

Ellos luchaban por una vida mejor y ms digna.

Cada da era peor.

Y pap?

Los domingos su padre siempre le insista en ir de paseo, jugar al ftbol juntos, visitar museos... y l le deca que no, que tena partido, o haba quedado con ngel, o cualquier cosa, como si en el fondo le diera vergenza ir con su padre siendo... tan mayor?

Ahora no se senta especialmente mayor.

Sino muy, muy nio.

Est haciendo footing le anunci su madre.

Pap...? Haciendo footing?

Para ponerse en forma. Ahora que podremos viajar...

Iban a dejarle solo.

Se iran a China, o a Colombia, o a Kenia, y le dejaran solo.

Ya no pudo decir nada ms. Le faltaban palabras. Cuanto ms abra la boca era peor. Y tampoco quera escuchar los planes de sus nuevos padres.

Se duch, se lav los dientes, llev la ropa sucia a la lavadora, arregl su cama, desayun, se visti mientras se daba cuenta de que en el armario cada vez quedaba menos ropa limpia y a las diez menos cinco sali de casa.

Se despidi solo por educacin.

Me voy!

Muy bien, que te diviertas! le dese su madre.

Lleg al parque ms y ms alucinado, con el cerebro del revs, incapaz de razonar. Nada ms divisar la zona de la reunin comprendi que aquello iba a ser peor de lo que imaginaba, cien por cien tempestuoso. All se haban congregado ya dos docenas de nios y nias.

Y llegaban ms.

La discusin estaba en su apogeo. Gritos, exclamaciones.

Mi madre se ha ido a bucear!

La ma se ha comprado un saxo!

Mi padre ha decidido volver a actuar y se pasa el rato recitando poesas con una pose de lo ms ridcula!

El mo dice que quiere ser escultor!

Mis padres se pasan el da dndose besitos y arrullndose como si fueran novios, y parecen TAN felices...!

Esta ltima afirmacin hizo que todos los chicos y chicas mirasen impresionadsimos a la nia que lo haba dicho.

El silencio dur por lo menos tres segundos.

Luego volvieron a hablar todos a la vez, en voz alta, tratando de hacerse or unos a otros.

Los mos ya no discuten por m, para nada!

Los mos ni se enfadan, se ren por todo!

Yo anoche romp un jarrn y ni me gritaron! Como si nada! Y cuando les dije que lo senta me contestaron: Tranquilo, hijo, lo apuntamos en el debe.

Y eso qu es?

Que el da menos pensado nos hacen pagar todo lo que hemos roto, cuando seamos mayores y trabajemos, digo yo!

El horror llegaba cada vez a lmites ms insospechados. Cada declaracin superaba la anterior. Era como ver en directo una pelcula de terror en la que el psicpata de turno va matando al personal uno por uno, a sangre fra, y con deliberado sadismo.

Eh, eh! impuso su voz Iker, que por momentos se converta en el lder de todos ellos. Ya est bien de quejarnos y lloriquear! Es hora de pasar a la accin, que nosotros no somos mancos!, vale?

Y qu hacemos? pregunt Mariv, una que meda ya tanto que jugaba al baloncesto de pvot.

S, ellos tienen el poder dijo Antonio remarcando esa ltima palabra con pnico.

Nos aplastarn! se puso apocalptica Teresa, la ms sensible de todo el grupo.

No perdamos la calma Iker extendi las dos manos con las palmas hacia abajo para dar mayor nfasis a sus palabras. Las huelgas se hacen para conseguir algo, no duran siempre. Ahora nos estn poniendo a prueba. Nos dicen: Veis lo que pasar si esto dura?. Vale, pues ya lo sabemos.

Pero por qu lo hacen? pregunt una nia llamada Carlota. Qu tiene que ver lo de la huelga con que, de pronto, se pongan a hacer cosas raras?

Como pasan de nosotros, tienen ms tiempo para hacer lo que nunca pueden hacer y querran hacer, o aquello a lo que renunciaron al casarse y ser padres explic Mariasun.

Otra nia se ech a llorar. Se llamaba Perla y era de las ms pequeas.

Pero... nos quieren, no?

Todos le echaron un cable.

Claro que s, ta.

Por eso nos tuvieron.

Exacto. Se supone que lo hacen por nuestro bien. Nos estn educando.

La nia se qued momentneamente tranquila.

Aunque la palabra educar hizo estremecer a ms de uno.

Felipe y ngel, por si acaso, no abran la boca. Despus de lo que haba dicho Iker de que la culpa era del primero, porque sus padres haban iniciado el movimiento de los indignados huelguistas paternos... mejor callar.

Escuchad volvi a tomar la palabra Iker. Os repito que es mejor no perder la calma. Los primeros das son los ms crticos porque las posiciones se radicalizan. Luego llega la hora de la razn y todo el mundo se sienta a negociar.

Y qu es lo que quieren, que nos portemos bien SIEMPRE? exclam Berto.

Para eso no hace falta negociar dijo Elisenda. Nos lo exigirn, pegarn cuatro gritos y ya est.

No, no, no insisti Iker. No van por ah los tiros. Cada uno de vosotros preguntar a sus padres qu es exactamente lo que quieren, y entonces, a cambio, les propondremos contrapartidas.

Contra qu? pregunt el burro de Fernando.

Contrapartidas, cosas que cada cual tambin quiera mejorar, como llegar ms tarde a casa, jugar ms tiempo con la videoconsola o tomar dos helados en lugar de uno en verano. Hay que pactar. Por eso la negociacin no puede ser colectiva en este caso. No somos una fbrica con un comit, como me cuenta mi padre que pasa donde l trabaja. Cada cual es su propia empresa, as que tendris que negociar uno por uno. Un padre querr que su hijo no diga tacos, y el otro que estudie, pero el que tiene un hijo que ya aprueba lo que querr es que sea puntual o... yo qu s, cosas as. Lo pillis?

Lo pillaban, lo pillaban.

Vaya si lo pillaban.

Y la sola idea de negociar con los padres se les haca una montaa.

Mis padres lo querrn TODO suspir Josema.

Pues anda que el mo...

Y el mo.

Y el mo.

Los murmullos de abatimiento y desnimo se expandieron por doquier.

Pero ya estaba todo dicho.

No haba otra opcin.

Negociad repiti Iker. Maana nos contaremos lo que hemos conseguido, para tomar nota unos de otros, vale?

Asintieron con la cabeza muy poco convencidos.

Menudo verano nos espera musit ngel.

Felipe pens que si solo fuera el verano...

La leccin de Laureano

La asamblea del parque termin y los atribulados asistentes se marcharon en todas direcciones. Unos a casa, otros se quedaron por all formando grupos. Felipe y ngel se apartaron y se ocultaron detrs de unos matorrales.

Por lo menos nadie les haba echado las culpas.

Menudo marrn.

Y que lo digas.

Si es que la vida te da cada susto...

No queran ponerse filosficos, ni fatalistas, pero cuanto ms pensaban en el asunto ms les caa la moral a plomo. Se sentaron en el suelo en silencio y a los pocos segundos apareci Laureano, el jardinero.

Era un buen tipo, afable y carioso, bonachn y simptico. Otros jardineros crean que el parque era suyo y les soltaban gritos a la ms mnima, como si cada piedra tuviera que quedarse donde estaba y cada matorral tuviese que conservar todas sus hojas y no caer ni en otoo. Puras furias. Laureano no. Viva y dejaba vivir.

Y eso que adoraba el parque, la naturaleza, los rboles. Por algo era el jardinero.

Menudas caras les dijo rastrillo en ristre. Qu os pasa?

Nada se encogi de hombros Felipe.

Pues para no pasar nada...

Tenemos problemas en casa dijo ngel.

Y quin no? Laureano chasque la lengua con un deje de ternura. Adems, estis en la edad.

Ya.

Los padres nunca lo entienden. Se olvidan de que un da fueron nios, posiblemente peores que vosotros. Y si lo recuerdan, quieren que todo sea distinto.

Daba gusto hablar con alguien que los comprenda.

Los nuestros se han puesto en huelga confes Felipe.

Vaya el jardinero movi la cabeza de arriba abajo y su cara denot expectacin. Deben de estar hasta el gorro para llegar a eso.

Tampoco es para tanto refunfu ngel.

Todo depende del punto de vista matiz Laureano.

Somos nios, t lo has dicho le record Felipe.

Pero no tenis licencia para matar, como el 007 ese de las pelculas. O sea, que no tenis licencia para hacer lo que os d la gana, y menos en una colectividad familiar.

Ya te pones de su parte.

No, solo soy racional.

Felipe y ngel volvieron a hundirse en s mismos.

Bueno, lo siento dijo Laureano. De todas formas todos hemos pasado por esto, no sois los primeros ni los ltimos, y mucho menos los nicos.

Dio un paso para alejarse de su lado.

Oye, espera le detuvo Felipe. Cmo que todos hemos pasado por esto? Qu quieres decir?

Pues que lo que me contis no es ninguna novedad.

Ah, no?

Qua! el jardinero solt una risa. Yo tambin tuve padres y un da... Zas, como los vuestros!

Se pusieron en huelga?

S.

Y qu pas?

Que me lo tom a chunga su rostro se ensombreci un poco. Pens que ya aflojaran, que a fin de cuentas era su hijo y me queran... As que segu con mi rollo y... bueno, ya me veis puso cara de resignacin. No me quejo, me gusta ser jardinero. Me gusta mucho. Pero de nio lo que soaba era con ser reportero del National Geographic y viajar por todos los rincones del mundo, saboreando la vida salvaje y la naturaleza. Eso me lo perd por cabezn.

Felipe y ngel volvan a estar plidos.

Qu... te perdiste?

No pude estudiar por las malas notas, tuve que trabajar desde los diecisis aos, me despist por completo, y cuando quise darme cuenta ya era tarde. Entonces aprend a cocinar, a poner una lavadora, a ser responsable, y me vi obligado a la fuerza, por necesidad. Me puse al da en las cosas ms sencillas, que antes me parecan absurdas. As que fue bastante duro.

Dejaron de quererte? balbuce Felipe.

No, eso no. Mis padres me adoraban.

Entonces...?

Decan que era por mi bien.

S, ya refunfu ngel.

No seas escptico. Todos los padres se vuelven locos por sus hijos, y en los dos sentidos sonri con ternura. Locos de amor por un lado y locos a causa de lo que hacis por el otro. Mirad, yo al menos no sal tonto, y aunque tarde, comprend eso de que no todo el monte es organo, que es una frase hecha y no s de dnde sale pero es muy cierta.

Y por qu no pactaste con ellos? pregunt Felipe.

Cre que se cansaran.

Y no se cansaron.

No el jardinero movi una mano arriba y abajo en seal de admiracin. Huy, lo bien que se lo pasaron sin tener que estar pendientes de m! Mi madre se apunt a una escuela de ballet y hasta actu varias veces, y mi padre estudi aeronutica.

Y si estabas enfermo?

Hombre, entonces s me cuidaban, que para algo ramos una familia. Pero lo de ser mis criados o aguantrmelo todo... se acab.

Les sobrevino un denso silencio.

No se oa nada, ni a los ms pequeos jugando en la zona infantil.

Bueno, ahora s os dejo, que he de rastrillar el parque entero. Chao!

Se lo quedaron mirando mientras caminaba de espaldas, con su paso cansino y paciente.

Por eso no vieron cmo Laureano sonrea de forma misteriosa.

La cita

Lleg a casa y, lo mismo que el da anterior, no haba nadie. Y tampoco una nota. La vida no solo empezaba a ser pesada, sino aburrida. Por si acaso las negociaciones eran largas y lentas, comenz a poner de su parte. Habitacin, ropa, lavadora...

Aunque, cmo iba a negociar, si ellos ya no estaban nunca en casa?

No tena ni idea de cmo poner una lavadora, pero oh, casualidad!, el libro de instrucciones se hallaba justamente al lado. Se sinti tentado de probarlo.

Pero al final desisti.

Eso eran palabras mayores.

Si la rompa, o si provocaba una inundacin y suba la vecina de abajo, que bastante mosca estaba con l...

A la hora de comer se prepar la comida.

Otra vez lo mismo, porque era lo ms fcil: sopa y carne descongelada. Acabara odiando ambas cosas como siguiera as, porque encima no le quedaba igual que a su madre. El sabor, sobre todo, era distinto.

Cmo lo lograba ella? Experiencia?

Despus de comer baj al parque, pero no haba nadie. Imagin a todos los nios y nias negociando ya con sus padres. Y l... nada. Regres a casa y primero pens en jugar con la consola, pero no quera que sus padres volvieran y lo encontraran con ella. Ver la tele? Lo mismo. El ordenador? Ms. As que si quera empezar con buen pie tena que poner algo de su parte.

Mal que le pesara, abri el libro de matemticas y se pas una hora con l.

Luego ley otra hora.

Las seis de la tarde.

Faltaba la tira para la cena y no saba ya qu ms hacer.

Increble.

A los diez minutos son el telfono. Cuando vio en la pantallita el nmero del que llamaba, se alegr un montn.

Era su madre.

Descolg de inmediato.

S?

No era una llamada de control, de esas que hacen los padres para saber si uno est en casa y no le ha pegado fuego. Era una llamada de...

Ah, hola, Felipe, soy mam.

Ya.

Mira, que nos vamos al cine y llegaremos tarde. Te lo digo solo para que no te inquietes, porque como no me he acordado de dejarte una nota... T, tranquilo, eh?

Ni una pregunta acerca de si estaba bien, si haba comido...

Nada.

Mam...

Su madre haba colgado.

Se iban al cine.

Fantstico.

Volvi a estudiar un poco de matemticas. Volvi a leer otro poco. Baj al parque. Nadie. Regres a casa y telefone a ngel para ver cmo le haba ido. Comunicaba. Esper diez minutos y cuando lo intent de nuevo no le devolvi la llamada. Empez a ponerse nervioso.

Con ganas de gritar.

A las ocho y treinta y cinco son de nuevo el telfono.

Su madre.

Oye, mam! trat de protestar.

Ni caso.

Felipe, mira, que nos hemos encontrado a los Prez y nos vamos a cenar con ellos, de acuerdo?

Y cundo llegaris?

Ni idea, por qu?

Es que tengo que hablar con vosotros se rindi.

Hablar? el tono fue ms bien de sorpresa. Oh, bueno... Un momento que saco mi agenda... A ver...

La agenda?

Casi se puso a gritar.

Pero...

S, qu tal pasado maana a las diez? le cort su madre.

Pasado maana! Y a las diez! Ni que fuera una cita!

Mam!

Ay, Felipe, hijo, no grites. Pasa algo?

Es que... se sinti desesperado.

Se trata de algo urgente?

S!

Dice que es urgente la oy decir en voz algo ms baja, sin duda contndoselo a su padre. Luego volvi a dirigirse a l: Vale, pues intentaremos llegar pronto a casa.

Bueno suspir Felipe.

Ve cualquier cosa en la tele y espranos, vale? Chao!

Cualquier cosa... en la tele?

Le dejaban ver cualquier cosa, programas basura, pelculas que no entenda...?

Dej el telfono en su lugar y se derrumb sobre el sof.

Ya no poda ms.

Los minutos siguientes se le hicieron eternos.

La lista

Por lo menos sus padres llegaron pronto. O lo de la cena era mentira o haban aligerado. Le pillaron leyendo en su habitacin, como un buen chico. Cuando se asomaron por la puerta, porque no les oy abrir la del piso seal de que, pese a todo, lo hicieron muy silenciosamente para ver si le pescaban haciendo algo malo, los dos parecan las personas ms felices del universo.

Incluso daban la impresin de haber rejuvenecido.

Su madre estaba guapsima, y su padre, cachas.

Hola, qu lees? le pregunt l.

Deseaba saltar de la cama y empezar la negociacin cuanto antes, pero no quiso que creyeran que estaba desesperado.

Una novela respondi con calma. Y agreg: La segunda de hoy.

Esperaba un gesto de sorpresa por parte de su padre, pero ni eso.

Es buena?

S.

Queras hablarnos de algo... urgente? manifest su madre as como de pasada.

S, mam.

Vale. Nos ponemos cmodos y te esperamos en el comedor en cinco minutos.

Lo dejaron solo.

Cinco minutos.

Ponerse cmodos.

Cont los trescientos segundos, reloj en mano. No perdi ni uno ms. Fue al comedor y se sent a la mesa. La primera que apareci fue su madre, con la bata de estar por casa. Luego lo hizo su padre, con los pantalones viejos y las pantuflas. Se sentaron y le miraron.

Felipe hizo acopio de valor.

Haban sido los tres das ms espantosos de toda su vida, as que ya no vacil. Cualquier cosa era mejor que seguir de aquella forma.

Vale asinti, qu queris?

Bueno, ahora mismo... acostarnos y dormir dijo ella.

Me refiero a m trat de no perder la paciencia. Se trata de que me porte bien, y estudie, y lea, y arregle mi habitacin y todo eso?

Bueno... su madre mir a su padre.

Si solo fuera eso... su padre mir a su madre.

Hay ms? vacil l.

Intercambiaron la ltima mirada y, entonces s, como por arte de magia apareci en manos del cabeza de familia un papel pulcramente escrito a mano.

Se lo puso a Felipe sobre la mesa.

No dijo una palabra.

El chico tom el papel y empez a leer las condiciones de sus padres para que todo volviera a la normalidad.

Cosas que queremos:

No debes pelearte.

La videoconsola, media hora al da y una hora los festivos.

Leers al menos una novela a la semana. Si es gorda, de ms de 300 pginas, dos semanas.

Comers a tus horas.

No te hartars de chucheras a escondidas.

Te lavars los dientes por la maana al levantarte, al medioda despus de comer y por la noche al acostarte.

Llevars la ropa sucia a la lavadora.

Pondrs el calzado en la ventana (aun a riesgo de asfixiar a los vecinos).

Al llegar a casa no lo tirars todo por el suelo. La chaqueta en la percha, la mochila en tu mesa.

Comers despacio.

Masticars bien.

Te acostars a tu hora sin protestar.

Bebers agua, ni colas con burbujas ni refrescos llenos de azcar.

Veremos la tele en familia un rato cada da y comentaremos las cosas que pasan, para explicarte lo que no entiendas.

No te tirars pedos como si tal cosa.

No eructars, dem de dem.

Llamars a la abuela al menos una vez a la semana sin necesidad de recordrtelo y, si puedes, irs a verla.

Sers educado con los vecinos (con todos).

No bajars por la escalera como si fueras una manada de caballos desbocados.

Dirs buenos das, buenas tardes, buenas noches cuando se dirijan a ti o cuando te encuentres a alguien.

Abrirs la puerta a las personas mayores y las dejars pasar primero.

Ahorrars para tus gastos sin esperar a que con solo abrir la boca todo te caiga del cielo.

No pedirs una videoconsola nueva cada ao ni todos los juegos habidos y por haber.

Estudiars ms y no suspenders.

Nota: esta lista est sujeta a posibles cambios o aadidos, segn se tercie.

Se haba ido poniendo blanco, y enfermo, a medida que lea. Cuando acab la lista, que devor sin respirar, lo primero fue llenar los pulmones de aire para no ahogarse.

Haba puntos de cajn, pero otros...

Como si aprobar fuera fcil!

Y lo de que estaba sujeta a posibles cambios o aadidos. Los mir como el condenado a muerte mira al verdugo que ya afila el hacha para rebanarle el pescuezo.

Vaya suspir.

Sus padres le miraron impvidos.

Esto es... largusimo gimi. Largusimo y abusivo.

La misma cara de pquer.

Vale ya!, no? coment conteniendo las lgrimas.

Aunque una buena llorera siempre ayudaba.

No, mejor no.

Ya no me queris dijo.

Te queremos ms que nunca, porque nos rompe el corazn hacerte esto dijo su padre. Pero no hay ms remedio, por el bien de todos. Tu madre no para, va todo el da detrs de ti, y yo, dado que me estren como padre el mismo da que t te estrenaste como hijo, y no venas con manual de instrucciones, ya no s qu hacer. Los castigos no te hacen mella.

Esto es una familia, hijo repuso su madre. Todos somos uno. Lo que le pasa a uno repercute en los otros dos. O aprendemos a vivir juntos o... es el caos.

Y qu queris que haga?

Se levantaron al unsono.

Su padre seal la lista.

Letela bien y maana hablamos respondi directo al grano. Nos expones tus propias quejas, discutimos lo que haya que discutir, planteas tus reivindicaciones si las tienes, porque quizs nosotros tambin nos hayamos equivocado en algo, y as, como personas razonables, llegaremos a un acuerdo de convivencia.

Te parece? quiso dejarlo claro su madre.

No tena escapatoria.

Y ya era tarde para ponerse a discutir sin ms.

S estuvo de acuerdo.

Pues buenas noches, hijo.

El primer beso se lo dio ella en la mejilla izquierda. El segundo l en la derecha. A Felipe le supieron a gloria.

Los mejores besos de toda su vida.

Luego salieron del comedor y le dejaron solo.

Solo con aquella barbaridad.

Volvi a leerla despacio, con el corazn a mil.

El cuarto da

Le cost dormirse, porque ley la lista varias veces. Cuando se meti en la cama todava revoloteaba por su cabeza. Y por supuesto so con ella. Estaba atado a una silla y sus padres, los abuelos, los profesores, los amigos, incluso ngel, le torturaban con nuevas propuestas. La lista creca y creca. Al final era como un largo rollo de papel higinico enteramente escrito. Miles y miles de peticiones, reivindicaciones, exigencias...

Se despert agobiado, dando un bote, y se qued sentado en la cama con el corazn a mil.

En ese momento, en el sueo su madre le persegua exigindole que estudiara nueve carreras universitarias, todas a la vez, y con nota!

Sopla! respir profundamente.

Esta vez s mir la mancha de humedad del techo.

Necesitaba de todo el apoyo, aunque guila Negra no fuera ms que eso: una mancha y un personaje de su imaginacin.

Jao, to suspir.

Ya no haba nadie en casa. Volvan a dejarle solo. Su padre estara en el trabajo y su madre, aparentemente, ni pintaba ni haca gimnasia ni tomaba el sol en biquini. La reunin se celebrara a la hora de comer, as que tena toda la maana para prepararse a conciencia.

Lo primero, llam a ngel.

Soy yo, puedes hablar?

Yo tambin soy yo respondi su amigo en plan conspirador. Estoy solo.

Anoche me dieron una lista de peticiones dijo Felipe.

A m tambin.

Las compararon, y ms o menos decan lo mismo. Era increble lo monotemticos que podan llegar a ser los padres con determinados asuntos. Una vez analizadas y discutidas, lleg la gran pregunta.

Qu hacemos? puso el dedo en la llaga Felipe.

No s, discutir punto por punto, supongo. Es lo que se llama negociar.

Pero si solo hablamos de lo que piden ellos...

No, no, tambin tenemos que negociar lo que vamos a pedir nosotros. Yo tambin har mi lista.

Es lo que pensaba.

Qu pedirs?

Felipe lo medit.

En realidad no tena ni idea. Estaba perfectamente antes de que comenzara aquella locura de la huelga.

Para empezar, que entiendan que soy un nio y estoy aprendiendo.

No colar.

Pero si es la verdad!

Dirn que es una excusa.

Mira, si no te han dicho nunca que un cristal se rompe con el choque de algo, una pelota, por ejemplo, t cmo vas a saberlo? Cuando tienes dos, tres o cuatro aos no tienes ni idea de nada, y vas y, pum!, rompes el cristal. Pues luego ya lo sabes, pero primero tienes que romperlo.

S, supongo que a eso lo llamaramos experiencia convino ngel.

A m me basta con que entiendan eso.

De todas formas yo voy a hacer una lista. A ver qu me sale.

Yo tambin.

Vale, luego nos llamamos o nos vemos, para intercambiar ideas.

Perfecto.

Cortaron a la vez y Felipe se fue a su cuarto. Cogi un papel, un boli, y pas los siguientes treinta minutos estrujndose el cerebro en busca de cosas que pedir a sus padres. Primero no le sala nada, al menos nada que fuera lgico, coherente y racional. Luego s, se le encendi la bombillita y empez a tomar notas, apuntes, para perfeccionarlo poco a poco. Una hora despus ya pas a limpio las primeras reivindicaciones propias.

Soy un nio y estoy aprendiendo. Tengo derecho a equivocarme. Para educarme ya estis vosotros.

Si rompo algo, no lo hago queriendo. Y para saber que las cosas pueden romperse, primero debe haber un accidente, que se rompan, y as s que no tengo que volver a hacerlo.

Cuando me tuvisteis sabais muy bien en qu lo os metais, as que no me echis la culpa de todo.

No quiero que me gritis sin ms y por todo.

Si estis de mal humor, no lo paguis conmigo.

Quiero que pap juegue ms conmigo.

Quiero escoger la ropa que me pongo cada da.

Si he de ahorrar, necesito ms paga semanal.

No quiero ir ms a cumpleaos que no me interesan ni pasarme dos horas sentado en una silla sin poder moverme para que no rompa nada.

No se le ocurri nada ms.

Al menos nada que fuera interesante.

Iba a llamar a ngel cuando son el telfono. Era l. Discutieron las listas y su amigo le copi lo de los cumpleaos. Felipe a su vez us una de sus peticiones.

Una vez a la semana, al menos, quiero escoger yo la cena, para ir a una hamburguesera o una pizzera o un lugar divertido de verdad.

Listos? suspir Felipe.

Listos dijo ngel.

Vamos a cruzar los dedos a ver qu pasa.

Hasta luego!

Las siguientes dos horas, mientras lea otro libro tan bueno como los ltimos que acababa de leer durante aquellos das, Felipe aguard el regreso de sus padres a casa para celebrar la tan esperada reunin.

El momento decisivo.

El momento decisivo

La primera en llegar fue su madre. No tocaron el tema hasta que, media hora despus, aterriz en casa su padre. Entonces s, con su lista entre las manos, Felipe se qued en la puerta del comedor esperando que ellos aparecieran.

Primero temblaba como un flan.

Luego no. Los nervios desaparecieron.

Por lo menos aquella pesadilla acabara ya mismo.

Vaya dijo ella. Tienes ganas de que acabe la huelga, eh? Con lo bien que me lo estaba pasando yo.

Puedes seguir pasndotelo bien le dijo Felipe. Nadie te impide que hagas gimnasia, pintes o tomes el sol en la terraza obvi el biquini. Ni que todo fuera culpa ma.

Su madre le revolvi el pelo con cario.

Ya estoy aqu anunci su padre. Nos sentamos?

Se sentaron en el comedor, en sus respectivas sillas. Felipe no saba qu hacer, pero ellos s.

Primero tu lista le pidi el cabeza de familia.

Se la dio.

La leyeron.

En silencio.

Cuando acabaron, se miraron, asintieron, y entonces su padre dijo:

Aceptado todo.

Felipe bizque.

Todo?

S, son peticiones lgicas. Nosotros estamos abiertos al dilogo.

Ah.

Ahora las nuestras dijo su madre.

La lista era tan larga que Felipe pens que se pasaran el resto del da all.

Empieza pidi su padre.

Bueno, a ver... busc de nuevo la calma. Lo de que no me pelee, no me tire pedos y no eructe... Qu pasa si me provocan o me dan primero? Y si el pedo se me escapa? Eructar puedo controlarlo pero lo otro...

Si te dan primero, te defiendes. Pero t no vayas repartiendo estopa sin ms.

Yo nunca reparto estopa sin ms se quej con acritud. Ms bien soy de los que reciben.

Lo de los pedos...

Prometo aguantarme o irme corriendo al cuarto de bao... si es que llego.

Vale, aceptado.

Los miraba y pareca que se lo estuvieran pasando en grande. A veces incluso era como si contuvieran sus ganas de rer.

Quin era capaz de entenderlos?

Lo de comer a mis horas, vale. Lo de no hartarme de chucheras a escondidas, vale. Lo de llevar la ropa sucia a la lavadora, vale. Lo de sacar los zapatos fuera, vale. Lo de colgar la cazadora y la mochila, vale. Lo de los dientes... Es que a veces no me acuerdo!

Te lo recordaremos dijo ella.

Aunque cuando lo hagamos, no queremos ni un pero de los tuyos ni ninguna excusa tipo ms tarde o cuando me acueste dijo l.

Bueno concedi Felipe.

Sigue. Vamos bien.

Sigui mirando la lista. Llegaban los puntos conflictivos.

Lo de comer despacio y masticar bien es complicado.

Por qu es complicado?

Es que no me sale!

Lo intentars?

Eso s.

Con esto nos basta, verdad, Quique?

S, Sonia.

Ves como hablando se entiende la gente? Sigue volvi a decir su madre.

Llamar a la abuela, ir a verla, ser educado con la gente, les abrir la puerta y dir todo eso de buenos das y buenas tardes y buenas noches, no bajar por la escalera a lo bestia... pero me niego a dar besos a todo el mundo!

Los nios...

Mam! El to Pepe huele mal, y la seora Carmen pica, como si tuviera barba!

Son mayores y te quieren.

Ah!, y por eso me he de fastidiar yo? No es justo!

Intercambiaron otra mirada y, sin decir nada, asintieron.

De acuerdo dijo su madre. Nada de besos si no quieres.

Vaya, un xito.

Decidi aprovecharlo y enfilar uno de los temas gordos.

Lo de la videoconsola me parece muy duro. Media hora al da y una hora los festivos es poco.

Qu propones?

Una hora al da.

Innegociable.

Tres cuartos.

Los das de diario innegociable. Los festivos puede.

Los festivos dos horas.

Una y cuarto.

Una y tres cuartos.

Una y media.

Nueva mirada entre ellos dos.

De acuerdo, media hora al da los laborables y una hora y media los festivos.

Cuando se ponan... eran negociadores duros. Abord otro punto conflictivo.

Lo de estudiar y no suspender... No es tan fcil. A veces en un examen te cae algo que te mata.

Irrenunciable fue categrico l.

Pap!

Es tu futuro. Te lo juegas durante estos aos. Puedes tener un accide