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QUIEN FUERON JUAN PICORNELL Y CORTES DE COMPOMANES
Juan Bautista Mariano Picornell y Gomila (* Palma de Mallorca 1759 - † Cuba 1825)
Participó en la Conspiración de San Blas, movimiento encaminado a difundir las ideas republicanas de la Ilustración y que durante su presidio en La Guaira ayudó a organizar la Conspiración de Manuel Gual y José María España que tras fracasar hizo que huyera a las Antillas.
Hizo sus estudios en la Universidad de Salamanca, escribió varios tratados pedagógicos y otros de tinte revolucionario como el "Discurso sobre los mejores medios de excitar y fomentar el patriotismo en una monarquía". Fue el principal artífice de la Conspiración de San Blas del año 1795 en Madrid. Todas estas ideas revolucionarias de esa conspiración fueron tomadas de los textos llegados de Francia y traducidos al español por Picornell y otros líderes de la conspiración que tenían como objetivo derrocar la monarquía española.
Como traductor, Picornell pasará a la historia por su traducción de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que apareció con la Constitución francesa de 1793. Dicha traducción apareció en el documento “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano con varias máximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos”. La importancia de este texto es incalculable ya que sirvió como el ideario político de la Conspiración de Gual y España y fue pieza fundamental para la creación de la primera república en Hispanoamérica. Una vez sofocado el intento revolucionario de la Guaira huye a las Antillas para difundir su ideología republicana e inspirada en los ideales de la Revolución Francesa. El fracaso de la independencia de Venezuela le llevará a Estados Unidos y de allí se trasladará a Cuba donde fallece.
Michelena, Carmen L.,Luces revolucionarias:De la rebelión de Madrid (1795) a la rebelión de La Guaira (1797),Caracas: CELARG, 2010
COMO FUE LA CONDENA DE JOSE LEONARDO CHIRINE
Hace 212 años, es ahorcado Jose Leonardo Chirino quien liderizó un serio
ensayo de liberación de España en las montañas del actual Estado Falcón.
El movimiento reunía una serie de características que lo hacían diferente a los
demás intentos realizados porque preconizaba la libertad de los esclavos, la
adopción de la llama Ley de los Franceses y la proclamación de la República. Al
bajar de la sierra y querer tomar la ciudad de Coro, Chirino es capturado y remitido
a Caracas donde es ahorcado tal día como hoy en 1796. Como canto Ali
Primera:”José Leonardo fue sudor de negro y cacao cuando batía el melao para
echar al español que después se volvió gringo y hasta al español jodió”
El Frente Guerrillero Jose Leonardo Chirino lleva su nombre en honor de ese
negro enmancipador, su Comandante fue Douglas Bravo
En Churuguara (Coro, Edo. Falcón) vivía un labriego de nombre José Leonardo
Chirino, quien, hijo de un esclavo negro perteneciente a familia criolla, recibió de
ésta el apellido conque nació libre por ser hijo de india (Zambo). Se crió como
jornalero y colono aparcero, trabajando para José Tellería, perteneciente a las
familias patricias corianas; como Tellería, hombre de negocios, viajaba con
frecuencia a Curazao y Haití, José Leonardo, casado con negra esclava de aquél,
le acompañó en algunas oportunidades, con lo que tuvo ocasión de cultivarse.
Para 1795, la sociedad coriana se movía en medios intelectuales francamente
capaces de discutir los acontecimientos históricos de la época, de tal modo que
los Tellería, los Chirino, los Manzano y otros personajes de distinción, comentaban
con frecuencia los sucesos e ideas revolucionarias. Los negros esclavos y libres
se contagiaron de las palabras, y emocionados por el sordo mensaje de redención
que ellas significaban --- libertad, igualdad ---, comenzaron a levantar los ánimos,
alimentados en sus esperanzas por José Leonardo, quien decide encabezar una
revuelta para imponer la <>; en realidad, para destruir a sus opresores,
concretados en el amo Tellería, los representantes del fisco y el gobierno en
general.
En Coro había logrado fama el negro José Caridad González, quien acaudillaba a
los loangos, que constituían un barrio de la ciudad con prófugos de Curazao
considerados libres al llegar a tierras corianas. Este González fue y ganó cierto
litigio de tierras a favor de los negros con lo cual aumentó su prestigio; era hombre
culto, que hablaba buen castellano, además de francés y su nativa lengua
africana.
Para 1790 llegó a Coro el recaudador de rentas Juan Manuel Iturbe, <>. Iturbe
cometió muchos atropellos, que exasperaron especialmente a las clases
labradoras. De modo que esta situación, aunada a las nuevas libertarias
importadas de las islas y oídas en las conversaciones de los señores, así como la
natural enemiga a los amos, hicieron que hubiera un ambiente propicio para una
revuelta.
Chirino se valió del nombre José Caridad González para ganar partidarios a su
causa, que el 10 de mayo de 1795 se concreta en una revuelta armada desde una
hacienda llamada Macanillas. Esa misma noche, unidos los negros y mulatos,
encabezados por Chirino, se declaran alzados, proclamando la libertad de los
esclavos y la supresión de las alcabalas. Los alzados matan al hacendado José
Nicolás Martínez, saquean su casa y pasan a otros lugares con intención de
invadir a Coro, como lo hacen en efecto bajo el mando de un Juan Cristóbal
Acosta, pues Chirino se queda para organizar otro grupo. Animaba éste a su gente
con la prédica de que el dirigente de los loangos se alzaría en la ciudad en cuanto
ellos se acercaran. Pero el plan fracasó, pues organizada la defensa por el Justicia
Mayor Remírez Valderraín, con ayuda de los vecinos, fueron derrotados los
invasores, muerto en Coro González, sin haberse probado su intervención, y
perseguido Chirino, fue hecho preso por traición de un amigo. Hubo numerosos
decapitados, presos, y el caudillo condenado a la horca y descuartizamiento en
Caracas, adonde fue trasladado con otros cómplices y todo el proceso.
La sentencia de la Real Audiencia fue dictada el 10 de diciembre de 1796.
La revuelta de Chirino en Coro comprometió solo a la clase esclava y a negros y
mulatos libres, que deseaban su redención y se acogieron a ideas confusas de
libertad y modificaciones políticas que estaban en el ambiente.
Insurrección de los negros de Coro
El movimiento insurreccional de José Leonardo Chirino en Curimagua, pueblo de
la serranía de Coro, constituye uno de los más tempranos intentos
independentistas registrados en nuestros anales históricos. Distintas causas
dieron origen a este movimiento. Sociales unas, económicas y políticas otras. La
variable condición en que se encontraban los negros, que eran unos libres y otros
esclavos; la de los indios, que eran respecto a los tributos, unos exentos (los
caquetíos) y otros demorados (los jiraharas y ajaguas), representa un motivo de
importancia, pues todos los negros aspiraban a ser libres y todos los indios a ser
exentos.
En el trato de los unos con los otros, tanto los negros esclavos como los indios
demorados, se daban cuenta de lo injusto de su situación. Así estaban las cosas
cuando circuló la conseja de que el Rey de España había acordado la libertad de
los esclavos; se decía que la cédula que esto ordenaba habría llegado a
Venezuela, pero las autoridades coloniales y especialmente el Cabildo de Caracas
se oponían a darle cumplimiento, por ser atentatoria a los derechos de los
propietarios. Para 1790 ésta era una verdad aceptada por los negros de la
serranía, pues un hechicero llamado Cocofio se había encargado de propagarla
por todas las haciendas.
Tratábase en verdad del llamado Código Negro promulgado por cédula real en
1789, el que, si bien no tenía el alcance que le daban los esclavos, pues en
absoluto se refería a la concesión de libertad, sí establecía un régimen de mejor
consideración para ellos. Para el tiempo en que se propagaban estos rumores
llegó a Coro como recaudador de los derechos reales Juan Manuel Iturbe, quien
puso todo su empeño en cobrar formalmente las contribuciones. Luis Bárcenas,
administrador del puesto de alcabala de Caujarao, recibió órdenes de cobrar
anticipadamente y en efectivo, el derecho de alcabala a todos los que bajaran de
la sierra.
A las mujeres les embargaban, en garantía del impuesto, sus rosarios, zarcillos y
hasta los pañuelos con que se cubrían la cabeza. Estos hechos perjudicaban
principalmente a los esclavos y labradores libres de la sierra, quienes no
disimulaban su descontento. Como desde el inicio de la Revolución Francesa
llegaban a Coro noticias de ella a través de Curazao y de los corsarios que
durante la guerra franco-española aparecían frecuentemente en las cercanías de
La Vela, los terratenientes corianos comentaban los sucesos, entre ellos José
Tellería, el que tenía como huésped en su hacienda de Curimagua al mexicano
José Nicolás Martínez, con quien en sus tertulias hablaba de los acontecimientos
de Francia, del derrumbamiento del antiguo orden social, de la proclamación de la
República y la igualdad para todos, de la ejecución del rey Luis XVI y de la guerra
entre Francia y España.
Estas conversaciones, que comentaban los criados y esclavos, las escuchaba
también José Leonardo Chirino, un zambo que estaba al servicio de Tellería, que
había acompañado a éste en sus viajes de negocios a Haití. Ahora el zambo había
sabido que los negros de esta isla se habían sublevado bajo las órdenes de
Toussaint L'Ouverture para hacer valer sus derechos y abolir la esclavitud. A
hacer algo semejante, invitaba la agitación en que para aquellos momentos se
encontraban los esclavos de la sierra. Por eso, a fines de marzo de 1795, José
Leonardo empezó a tramar la conspiración, de acuerdo con los negros Cristóbal
Acosta y Juan Bernardo Chiquito. El 10 de mayo promovieron un baile en la
hacienda Macanilla y por la noche pasaron a la hacienda El Socorro, donde dieron
el grito de rebelión. Allí José Leonardo proclamó la «ley de los franceses», la
libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos.
Todos eran libres, iguales a los blancos, dueños de su voluntad; asaltaron la casa
de la hacienda, mataron al mexicano Martínez e hirieron al joven Ildefonso
Tellería; pasaron a la hacienda Varón, donde mataron a José María Manzanos e
hirieron a Nicolasa Acosta; las casas de La Magdalena y Sabana Redonda fueron
incendiadas; al día siguiente nombraron comisiones para que fueran a levantar a
los negros de Canire y El Naranjal; a Curimagua, donde dieron muerte a José
Tellería y Pedro Francisco Rosillo; a San Luis, población que saquearon y en la
que apresaron al alcalde. Esa tarde, reunidos otra vez en Macanilla, acordaron la
marcha hacia Coro; al frente iría Cristóbal Acosta, mientras José Leonardo
avanzaría por vía diferente para solicitar el concurso de otros grupos.
A media noche llegaron los negros a la aldea de Caujarao y ultimaron a los
guardias del puesto de alcabala. En la ciudad ya sabían la proximidad de los
insurrectos; enteradas las autoridades de que las armas que traían, no eran otras
que palos y machetes, se organizaron en milicias y salieron a su encuentro. En el
llano, al sur de Coro, tomaron posiciones; llevaban, además de otras armas de
fuego, 2 cañones pedreros. Cuando los negros acometieron desordenadamente,
sus columnas fueron destrozadas. En la corta refriega murieron 25 negros y
quedaron 24 heridos.El teniente justicia de Coro, Mariano Remírez Valderraín
mandó decapitar a los heridos y a los prisioneros. José Leonardo, quien no llegó a
tiempo para participar en el combate, al saber la derrota se internó en la serranía.
Tres meses después, apresado en Baragua, fue trasladado de Coro a Caracas. La
Real Audiencia, el 10 de diciembre de 1796, lo condenó a muerte en la horca y
dispuso que su cabeza, en jaula de hierro y montada en un poste de 20 pies de
altura, se colocara en el camino que va hacia los valles de Aragua y sus manos,
remitidas a Coro, se fijaran, una en la entrada de Caujarao y la otra en Curimagua,
en el sitio donde dieron muerte a José Tellería
REBELIÓN DE ANDRESOTE
Andresote era el apodo del zambo Andrés López del Rosario, quien se alzó en
armas entre 1730 y 1733 contra las autoridades españolas.
A pesar de que su insurrección en el valle del Yaracuy iba dirigida contra los
funcionarios de la Compañía Guipuzcoana que ponían obstáculos al contrabando
entre la costa y la isla de Curazao; su levantamiento tuvo éxito al principio pero se
vio obligado a abandonar la lucha. Con algunos seguidores, se embarcó en una
balandra holandesa y nunca regresó a Venezuela. Pero en las montañas del
Yaracuy quedó el foco de la sublevación que sólo llegó a ser dominada gracias a
la colaboración que misioneros capuchinos prestaron a las autoridades.