Quijano. Colonialidad y Modernidad:Racionalidad

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    Per Indg. 13(29): 11-20, 1992

    COLONIALIDAD Y MODERNIDAD/RACIONALIDAD Anbal Quijano*

    Con la conquista de las sociedades y las culturas que habitaban lo que hoy es nombrado como Amrica Latina, comenz la' formacin de un orden mundial que culmina, 500 aos despus, en un poder global que articula todo el planeta. Ese proceso implic, de una parte, la brutal concentracin de los recursos del mundo, bajo el control y en beneficio de la reducida minora europea de la especie y, ante todo, de sus clases dominantes. Aunque moderado por momentos frente a la revuelta de los dominados, eso no ha cesado< :esde entonces. Pero ahora, durante la crisis en curso, tal concentracin se realiza con nuevo mpetu, de modo quizs aun ms violento y a escala largamente mayor, global. Los dominadores europeos "occidentales" y sus descendientes euro-norteamericanos, son todava los princi-pales beneficiarios, junto con la parte no europea del mundo que, precisamente, no fue antes colonia europea, Japn principalmente. Y en cada caso, sobre todo sus clases dominantes. Los explotados y dominados de Amrica Latina y de Africa, son las principales vctimas.

    De otra parte, fue establecida una relacin de dominacin directa, poltica, social y cultural de los europeos sobre los conquistados de todos los conli11entes. Esa dominacin se conoce como colonialismo. En su aspecto poltico, sobre todo formal y explcito, la dominacin colonial ha sido derrotada en la amplia mayora de los casos. Amrica fue el primer escenario de esa derrota. Posteriormente, desde la II Guerra Mundial, Africa y Asia. As, el colonialismo, en el sentido de un sistema de dominacin poltica formal de unas sociedades sobre otras, parece pues asunto del pasado. El sucesor, el imperialismo, es una asociacin de intereses sociales entre los grupos dominantes (clases sociales y/o "etnias") de paises desigualmente colocados en una articulacin de poder, ms que una imposicin desde el exterior.

    * Anibal Quijano estudi y se doctor en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. Fue funcionario de CEPAL a fmes de los aos 60, poca a la cual pertenecen algunos de sus trabajos ms importantes, entre ellos, "Dependencia, Urbanizacin y cambio social en Amrica Latina" e "Imperialismo y marginalidad en Amrica Latina".

    Bajo la dictadura militar de V elasco Al varado edit y dirigi la revista Sociedad y Politica,locualle vali el exilio en Mxico. De esta poca datan "Nacionalismo, neoimperialismo y militarismo en el J>enj", "Problema agrario y movimientos campesinos", "Crisis imperialista y clase obrera en Amrica Latina" e "Imperialismo, Clases sociales y estado en el Pe".

    Actualmente se desempea como profesor en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de San Marcos y dirige el Centro de estudios e investigacin aocia1 (CEIS). Sus tuloo ms recientes soo "Modernidad, identidad y utopa en Amrica Latina" y una seleccin de texiOS bsicoo de Jos Carlos Maritegui con prlogo y notas a su cargo, editado recientemente en el Fondo de Cullura Ecatmica.

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    Empero, la estructura colonial de poder produjo las discriminaciones sociales que posteriormente fueron codificadas como "raciales", tnicas, "antro-polgicas" o nacionales", segn los momentos, los agentes y las poblaciones implicadas. Esas construcciones intersubjetivas, producto de la dominacin colonial por parte de los europeos, fueron inclusive asumidas como categoras (de pretensin "cientfica" y "objetiva") de significacin ahistrica, es decir como fenmenos naturales y no de la historia del poder. Dicha estructura de poder, fue y t~va es el marco dentro del cual operan las otras relaciones sociales, de tipo clasista ? estamental. En efecto, si se observan las lineas principales de la

    explo~cin y de la dominacin social a escala global, las lneas matrices del poder mundial actual, su distribucin de recursos y de trabajo entre la poblacin del

    mun~o, es imposible no ver que la vasta mayora de los explotados, de los domtnados, de los discriminados, son exactamente los miembros de las "razas" de las_ "etnias", o de las "naciones" en que fueron categorizadas las poblacione~ colomzadas, en el proceso de formacin de ese poder mundial, desde la conquista de Amrica en adelante.

    De la misma manera, no obstante que el colonialismo poltico fue elimina-do, la relacin entre la cultura europea, llamada tambin "occidental", y las otras, sigue siendo una relacin de dominacin colonial. No se trata solamente de una subordinacin de las otras culturas respecto de la europea, en una relacin exterior. Se trata de una colonizacin de las otras culturas, aunque sin duda en diferente intensidad y profundidad segn los casos. Consiste, en primer trmino, en una colonizacin del imaginario de los dominados. Es decir, acta en la interioridad de ese imaginario. En una medida, es parte de l.

    Eso fue producto, al comienzo, de una sistemtica represin no slo de especficas creencias, ideas, imgenes, smbolos o conocimientos que no sirvieran para la dominacin colonial global. La represin recay, ante todo, sobre los

    m~os de conocer, de producir conocimiento, de producir perspectivas, imgenes Y Sistemas de imgenes, smbolos, modos de significacin; sobre los recursos, p~trones e instrumentos de expresin formalizada y objetivada, intelectual o viSual. Fue_ seguida por la imposicin del uso de los propios patrones de expresin de los dommantes, as, como de sus creencias e imgenes referidas a lo sobrena-tural, las cuales sirvieron no solamente para impedir la produccin cultural de los dominados, sino tambin como medios muy eficaces de control social y cultural, cuando la represin inmediata dej de ser constante y sistemtica.

    . Los colonizadores impusieron tambin una imagen mistificada de sus propios patrones de produccin de conocimientos y significaciones. Los coloca-ron, primero, lejos del acceso de los dominados. Ms tarde, los ensearon de modo parcial Y selectivo, para cooptar algunos dominados en algunas instancias del poder de lo~ dominadores. Entonces, la cultura europea se convirti, adems, en una seduccin: daba acceso al poder. Despus de todo, ms all de la represin,

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    el instrumento principal de todo poder es su seduccin. La europeizacin cultural se convirti en una aspiracin. Era un modo de participar en el poder colonial pero tambin poda servir para destruirlo y, despus, para alcanzar los mismos benefi-cios materiales y el mismo poder que los europeos; para conquistar la naturaleza. En fin, para el "desarrollo". La cultura europea pas a ser un modelo cultural universal. El imaginario en las culturas no-europeas, hoy difcilmente podra existir y, sobre todo, reproducirse, fuera de esas relaciones.

    Las formas y los efectos de esa colonialidad cultural, han sido diferentes segn los momentos y los casos. En Amrica Latina, la represin cultural y la co-lonizacin del imaginario, fueron acompaadas de un masivo y gigantesco exterminio de los indgenas, principalmente por su uso como mano de obra de-sechable, adems de la violencia de la conquista y de las enfermedades. La escala de ese exterminio (si se considera que entre el rea azteca-maya-caribe y el rea tawantinsuyana fueron exterminados alrededor de 35 millones de habitantes, en un perodo menor de 50 aos) fue tan vasta que implic no solamente una gran catstrofe demogrfica, sino la destruccin de la sociedad y de la cultura. Entre la represin cultural y el genocidio masivo, llevaron a que las previas altas culturas de Amrica fueran convertidas en subculturas campesinas iletradas, condenadas a la oralidad. Esto es, despojadas de patrones propios de expresin formalizada y objetivada, intelectual y plstica o visual. En adelante, los sobrevivientes no tendran otros modos de expresin intelectual o plstica formalizada y objetivada, sino a travs de los patrones culturales de los dominantes, an si subvirtindolos en ciertos casos, para trasmitir otras necesidades de expresin. Amrica Latina es, sin duda, el caso extremo de la colonizcin cultural por Europa.

    En Asia y en el Medio Oriente, las altas culturas no pudieron ser destruidas en esa intensidad y profundidad. Pero fueron colocadas en una relacin de subaltemidad, no solamente ante la mirada europea, sino tambin ante sus propios portadores. La cultura europea u occidental, por el poder poltico-militar y tecnolgico de las sociedades portadoras, impuso su imagen paradigmtica y sus principales elementos cognoscitivos, como norma orientadora de todo desarrollo cultural, especialmente intelectual y artstico. Esa relacin se convirti, por consecuencia, en parte constitutiva de las condiciones de reproduccin de aquellas sociedades y culturas, empujadas hacia la europeizacin en todo o en parte.

    En el Africa, la destruccin cultural fue sin duda mucho ms intensa que en el Asia; pero menor que en Amrica. Los europeos no lograron tampoCO all la destruccin completa de los patrones expresivos, en particular de objetivacin y formalizacin visual. Lo que hicieron fue despojarles de legitimidad y de reconocimiento en el orden cultural mundial dominado por los patrones europeos. Fueron encerrados en la categora de "exticos". Eso es, sin duda, lo que se pone de manifiesto, por ejemplo, en la utilizacin de los productos de la expresin plstica africana como motivo, como punto de partida, como fuente de inspiracin,

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    del arte de los artistas occidentales o africanos europeizados, excepto como un modo propio de expresin artstica, de jerarqua equivalente a la norma europea. Y esa es, exactamente, una mirada colonial.

    La colonialidad, en consecuencia, es an el modo ms general de domina-cin en el mundo actual, una vez que el colonialismo como{)rden poltico explcito fue destruido. Ella no agota, obviamente, las condiciones, ni las formas de explotacin y de dominacin existentes entre las gentes. Pero no ha cesado de ser,

    desd~ hace 500 aos, su marco principal. Las relaciones coloniales de perodos antenores, probablemente no produjeron las mismas secuelas y sobre todo no fueron la piedra angular de ningn poder global.

    Europa, colonialidad cultural y modernidad/racionalidad Durante el mismo perodo en que se consolidaba la dominacin colonial

    europea, se fue constituyendo el complejo cultural conocido como la racionalidad/ modernidad europea, el cual fue establecido como un paradigma universal de conocimiento y de relacin entre la humanidad y el resto del mundo. Tal coeta-neidad entre la colonialidad y la elaboracin de la racionalidad/modernidad no fue de ni~gn modo accidental, como lo revela el modo mismo en que se elabor el par~d.tgma europeo del conocimiento racional. En realidad, tuvo implicaciones decisivas en la constitucin del paradigma, asociada al proceso de emergencia de las relaciones sociales urbanas y capitalistas, las que, a su tumo, no podran ser plenamente explicadas al margen del colonialismo, sobre Amrica Latina en particular.

    La gravitacin decisiva de la colonialidad en la constitucin del paradigma europeo de la racionalidad/modernidad, es revelada con claridad en la crisis actual de ese complejo cultural. Examinar algunas de las cuestiones bsicas de esa crisis ayudar a mostrar ese problema. '

    La cuestin de la produccin del conocimiento Para comenzar, en la crisis actual del paradigma europeo del conocimiento

    racional, est en cuestin su presupuesto fundante, el conocimiento como produc-to de una relacin sujeto-objeto. Aparte de los problemas de validacin del conocimiento en l implicados, ese presupuesto levanta otros que es pertinente aqu presentar, brevemente.

    . . ~n pri'!ler trmino, en ese presupuesto, "sujeto" es una categora referida al mdivtduo atslado, porque se constituye en s y ante s mismo, en su discurso y en su capacidad de reflexin. El "cgito, ergo sum" cartesiano, significa exacta-mente eso. En segundo trmino, "objeto" es una categora referida a una entidad no solamente diferente al "sujeto/individuo", sino externo a l por su naturaleza. !erce~o, el "objeto" es tambin idntico a s mismo, pues es constituido de

    propteda~es" que le otorgan esa identidad, lo "definen", esto es, lo deslindan y al mtsmo llempo lo ubican respecto de los otros "objetos".

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    Lo que est en cuestin en ese paradigma, es, primero, el carcter individual e individualista del "su jeto", que como toda verdad a medias falsea el problema al negar la intersubjetividad y la totalidad social, como sedes de la produccin de todo conocimiento. Segundo, la idea de "objeto" no es compatible con el conocimiento a que llega la investigacin cientfica actual, segn el cual las "propiedades" son modos y momentos de un dado campo de relaciones, y en consecuencia no hay mucho lugar para una idea de identidad, de originalidad ontolgicamente irreduc-tible, al margen de un campo de relaciones. Tercero, la exterioridad de las relaciones entre "sujeto" y "objeto", fundada en diferencias de naturaleza, es una exacerbacin arbitraria de las diferencias, puesto que la investigacin actual llega ms bien al descubrimiento de que hay una estructura de comunicacin ms profunda en el universo.

    Se puede, por supuesto, reconocer en la idea de "sujeto" como individuo aislado, un elemento y un momento del proceso de liberacin del individuo respecto de estructuras sociales adscriptivas que lo aprisionaban, pues lo conde-naban a uno y nico lugar y rol social para toda su vida, como ocurre en todas las sociedades de jerarquas rgidamente fijadas y sostenidas por la violencia y por ideologas e imaginarios correspondientes, como era el caso de las sociedades/ culturas europeas pre-modernas. Esa liberacin era una lucha social y cultural, asociada a la emergencia de las relaciones sociales del capital y de la vida urbana. Pero, de otro lado, esa propuesta es hoy inadmisible en el campo actual del conocimiento. La subjetividad individual diferenciada es real; pero no existe solo ante si o por s. Existe como parte diferenciada, ms no separada, de una intersub-jetividad. Todo discurso, o toda reflexin, individual, remite a una estructura de intersubjetividad. Esta constituida en ella y ante ella. El conocimiento, en esta perspectiva, es una relacin intersubjetiva a propsito de algo, no una relacin entre una subjetividad aislada, constituida en s y ante s, y ese algo.

    Probablemente no es un accidente que el conocimiento fuera pensado entonces del mismo modo que la propiedad, como una relacin entre un individuo y algo. El mismo mecanismo mental subyace a ambas ideas, en el momento en que est en emergencia la sociedad moderna. La propiedad, sin embargo, como el co-nocimiento, es una relacin entre las gentes a propsito de algo, no una relacin entre un individuo y algo. Lo que diferencia a tales fenmenos, es que la relacin de propiedad existe tanto de modo material como intersubjetiva. El conocimiento, slo como una relacin intersubjetiva.

    Parece, pues, demostrable la asociacin entre individualismo y los conflic-tos sociales y culturales europeos, en el momento de elaboracin del principal paradigma europeo de racionalidad. Pero en ese individualismo hay otro compo-nente cuya explicacin no se agota en el contexto interno de Europa. La radical ausencia del"otro", no solamente postula una imagen atomstica de la existencia social en general. Esto es, niega la idea de totalidad social. Como lo mostrara la

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    prctica colonial europea, el paradigma hace posible tambin omitir toda referen-cia a todo otro "sujeto" fuera del contexto europeo, esto es hacer invisible el orden colonial como totalidad, en el momento mismo en que la propia idea de Europa est constituyndose por relacin, precisamente, al resto del mundo en colonizacin. La emergencia de la idea de "occidente" o de Europa, es una admisin de identidad, esto es, de relaciones con otras experiencias culturales, de diferencias con las otras culturas. Pero, para esa percepcin "europea" u "occidental" en plena formacin, esas diferencias fueron admitidas ante todo como desigualdades, en el sentido jerrquico. Y tales desigualdades son percibidas como de naturaleza: slo la cultura europea es racional, puede contener "sujetos". Las dems, no son racionales. No pueden ser o cobijar "sujetos". En consecuencia, las otras culturas son diferentes en el sentido de ser desiguales, de hecho inferiores, por naturaleza. Solo pueden ser "objetos" de conocimiento y/o de prcticas de dominacin. En esa perspectiva, la relacin entre la cultura europea y las otras culturas, se estableci y desde entonces se mantiene, como una relacin entre "sujeto" y "objeto". Bloque, en consecuencia, toda relacin de comunicacin y de intercambio de co-nocimientos y de modos de producir conocimientos entre las culturas, ya que el paradigma implica que entre "sujeto" y "objeto" no puede haber sino una relacin de exterioridad. Semejante perspectiva mental, tan perdurable como su prctica durante 500 aos, no poda haber sido sino el producto de una relacin de colonialidad entre Europa y el resto del mundo. En otros trminos, el paradigma europeo de conocimiento racional, no solamente fue elaborado en el contexto de, sino como parte de una estructura de poder que implicaba la dominacin colonial europea sobre el resto del mundo. Ese paradigma expres, en un sentido demostrable, la colonialidad de esa estructura de poder.

    La formacin y el desarrollo de ciertas disciplinas como la Etnologa y la Antropologa, como ha sido ya largamente debatido, sobre todo desde la II Guerra Mundial, han demostrado siempre esa clase de relaciones "sujeto" -"objeto" entre la cultura "occidental" y las dems. Por definicin, son las otras culturas el "objeto" de estudio. Estudios de ese carcter sobre las sociedades y las culturas occidentales son virtualmente inexistentes, salvo como irnica parodia ("The Ritual among the Nacirema"- anagrama de American- es un tpico ejemplo). La cuestin de la totalidad en el conocimiento

    A pesar de su ausencia en el paradigma cartesiano, la necesidad intelectual de la idea o de la perspectiva de totalidad, especialmente en referencia a la realidad social, estuvo presente en el debate europeo. En los pases ibricos, d~e temprano (Victoria. Surez) y al servicio de la preservacin del poder defendtdo entre la Iglesia y la Corona. En Francia bastante ms tarde desde el siglo XVIII, y entonces ya como uno de los elementos claves de la crtica social y de propues-tas sociales alternativas. Sobre todo a partir de Saint-Simon, la idea de totalidad social fue difundida junto con las propuestas de cambio social revolucionario, en

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    confrontacin con la perspectiva atomstica de la existencia social que, entonces, era predominante entre los empiristas y entre los partidarios del orden social y poltico vigente. Y en el siglo XX, la totalidad lleg a ser una perspectiva y una categora generalmente admitidas en la investigacin cientfica, en especial sobre la sociedad.

    No obstante, la racionalidad/modernidad europeo-occidental se constituye no solamente en conflictivo dilogo con la Iglesia y con la religin, sino tambin en el mismo proceso de reestructuracin del poder, de una parte, en relaciones sociales urbanas y capitalistas y estados-nacin; y al mismo tiempo, de coloniza-cin del resto del mundo. Ese hecho no fue, probablemente, ajeno a que la perspectiva de totalidad social fuera elaborada segn una imagen organicista, que termin prohijando una visin reduccionista de la realidad.

    En efecto, aquella perspectiva fue, sin duda, til para introducir y fijar la idea de totalidad social, esto es, de sociedad. Pero fue tambin instrumental para hacer lo mismo con dos otras ideas: una, la sociedad como estructura de relaciones funcionales entre todas y cada una de las panes y en consecuencia, vinculadas a la accin de una y nica lgica. En consecuencia, una totalidad cerrada. Llev, ms tarde, a la idea sistmica de la totalidad, en el estructural-funcionalismo. Otra, la sociedad como una estructura en que las partes se relacionan segn las mismas reglas de jerarqua entre los rganos, de acuerdo con la imagen que tenemos de todo organismo y en particular del humano. Es decir, donde existe una parte que rige a las dems (el cerebro), aunque no pueda prescindir de ellas para existir; as como estas (en particular las extremidades) no podran existir sin relacionarse subordinadamente a esa parte rectora del organismo (es la imagen que se difunde sobre la empresa y las relaciones entre empresarios y trabajadores, que prolonga la leyenda del ingenioso discurso de Menenio Agripa, en los comienzos de la repblica romana, para disuadir a los primeros huelguistas de la historia: los propietarios son el cerebro y los trabajadores son los brazos, que forman con el resto del cuerpo la sociedad. Sin el cerebro, los brazos no tendran sentido, as como sin stos el cerebro no podra existir. Ambos son necesarios para que el resto del cuerpo viva y se mantenga sano, sin lo cual ni el cerebro, ni los brazos, a su vez, podran vivir. As, los poderosos son el cerebro; los trabajadores, los brazos. La propuesta de Kautsky, adoptada por Lenin, segn la cual los proletarios no son capaces por s mismos de elaborar su conciencia de clase y la inteligencia burguesa y/o de la pequea burguesa es la que debe ensersela, es una variante de la misma imagen. Y no por accidente: Len in sostena, explcitamente, ya en su polmica con los populistas rusos ("Quienes son los Amigos del Pueblo"), que la sociedad es una totalidad orgnica. En Amrica Latina, esa figura ha sido usada reiteradamente. Por ejemplo, Jaime Paz Zamora, en una entrevista periodstica, para referirse a la relacin entre los partidos polticos y los sindicatos, entre los intelectuales y los obreros, en Bolivia: los partidos son la cabeza, los sindicatos son los pies. Esa idea impregna, con frecuencia, las prcticas de la generalidad de los partidos polticos y sus "bases" populares).

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    Esa idea organicista de totalidad social, de sociedad, no es incompatible r.on el paradigma general del conocimiento como una relacin sujeto-objeto. Tampoco la variante sistmica. Son una opcin alternativa frente a la perspectiva atomstica de la realidad, pero se sustentan en el mismo paradigma. Con todo, durante el siglo XIX y buena parte del XX, la crtica social y las propuestas de cambio social pudieron apoyarse en esa imagen organicista, porque pona de manifiesto la existencia del poder como articulador de la sociedad. Contribuy, de ese modo, a establecer y debatir la cuestin del poder en la sociedad.

    De otro lado, esas ideas implican el presupuesto de una totalidad histrica-mente homognea, a pesar de que el orden articulado por el colonialismo no lo era. Por lo tanto, la parte colonizada no estaba, en el fondo, incluida en esa totalidad. Como es conocido, en la Europa de la Ilustracin las categoras humanidad y sociedad no se extendan a los pueblos no "occidentales" o solamente de manera formal, en el sentido de que tal reconocimiento no tena efectos prcticos. Y en todo caso, de acuerdo con la imagen organicista de la totalidad, la parte rectora, el cerebro del organismo total, era Europa. Y en cada parte colonizada del mundo, los europeos. La conocida monserga de que los pueblos colonizados eran el "white mans burden", est directamente asociada a esa imagen.

    De ese modo, en fin, aquellas ideas de totalidad que elaboraban una imagen de la sociedad como estructura cerrada, articulada en un orden jerrquico, con relaciones funcionales entre las partes, presuponan una lgica histrica nica para la totalidad histrica, y una racionalidad que consista en la sujecin de cada parte a esa lgica nica de la totalidad. Esa idea lleva a concebir la sociedad como un macro sujeto histrico, dotado de una racionalidad histrica, de una legalidad que permita prever el comportamiento de la totalidad y de cada parte y la direccin y la finalidad de su desenvolvimiento en el tiempo. La parte rectora de la totalidad encamaba, de algn modo, esa lgica histrica. En este caso, respecto del mundo colonial, Europa. Nada sorprendente, en consecuencia, que la historia fuera concebida como un continuum evolutivo desde lo primitivo a lo civilizado; de lo tradicional a lo moderno; de lo salvaje a lo racional; del precapitalismo al capitalismo, cte. Y que Europa se pensara a s misma como espejo del futuro de todas las dems sociedades y culturas; como el modo avanzado de la historia de toda la especie. Lo que no deja de ser sorprendente, de todos modos, es que Europa lograra imponer ese espejismo a la prctica totalidad de la culturas que coloniz. Y mucho ms, que semejante quimera sea an hoy tan atractiva y para tantos.

    La reconstitucin epistemolgica: la descolonizacin

    La idea de totalidad, en general, est hoy cuestionada y negada en Europa, ya no solamente por los empiristas de siempre, sino por toda una corriente intelec-tual que se denomina postmodemista. En efecto, la idea de totalidad es un producto, en Europa, de la modernidad. Y es demostrable, como acaba de verse,

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    que las ideas europeas de la totalidad llevaron al reduccionismo terico y a la metafsica de un macro sujeto histrico. Tales ideas han estado, adems, asociadas a prcticas polticas indeseables, detrs del sueo de racionalizacin total de la sociedad.

    No es necesario, sin embargo, recusar toda idea de totalidad, para despren-derse de las ideas e imgenes con las cuales se elabor esa categora dentro de la modernidad europea. Lo que hay que hacer es algo muy distinto: liberar la produccin del conocimiento, de la reflexin y de la comunicacin, de los baches de la racionalidad/modernidad europea.

    Fuera de "Occidente", en virtualmente todas las culturas conocidas, toda cosmovisin, todo imaginario, toda produccin sistemtica de conocimiento, estn asociadas a una perspectiva de totalidad. Pero en esas culturas, la perspectiva de totalidad en el conocimiento, incluye el reconocimiento de la heterogeneidad de toda realidad; de su irreductible carcter contradictorio; de la legitimidad, esto es, la deseabilidad, del carcter diverso de los componentes de toda realidad, y de la social en consecuencia. Por lo tanto, la idea de totalidad social, en particular, no solamente no niega, sino que se apoya en la diversidad y en la heterogeneidad histricas de la sociedad, de toda sociedad. En otros trminos, no solamente no niega, sino requiere la idea del "otro", diverso, diferente. Y esa diferencia no implica, necesariamente, ni la naturaleza desigual del otro y por eso la exterioridad absoluta de las relaciones; ni la desigualdad jerrquica o la inferioridad social del otro. Las diferencias no son, necesariamente, el fundamento de la dominacin. Al mismo tiempo y por eso mismo, all la heterogeneidad histrico-estructural, implica la copresencia y la articulacin de diversas "lgicas" histricas en tomo de alguna de ellas, hegemnica, pero de ningn modo nica. De esa manera, cierra el paso a todo reduccionismo, as como a la metafsica de un macro sujeto histrico capaz de racionalidad propia y de teleologa histrica, de la cual los individuos y los grupos especficos, las clases por ejemplo, seran apenas portadores o ... misioneros.

    La crtica del paradigma europeo de la racionalidad/modernidad es indis-pensable, Ms an, urgente. Pero es dudoso que el camino consista en la negacin simple de todas sus categoras; en la disolucin de la realidad en el discurso; en la pura negacin de la idea y de la perspectiva de totalidad en el conocimiento. Lejos de eso, es necesario desprenderse de las vinculaciones de la racionalidad/ modernidad con la colonialidad, en primer trmino, y en d.efinitiva con todo poder no constitudo en la decisin libre de gentes libres. Es la instrumentalizacin de la razn por el poder, colonial en primer lugar, lo que produjo paradigmas distor-sionados de conocimiento y malogr las promesas liberadoras de la modernidad. La alternativa, en consecuencia, es clara: la destruccin de la colonialidad del poder mundial. En primer trmino, la descolonizacin epistemolgica para dar paso a una nueva comunicacin intercultural, a un intercambio de experiencias y

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    de significaciones, como la base de una otra racionalidad que pueda pretender, con legitimidad, alguna universalidad. Pues nada menos racional, finalmente, que la pretensin de que la especfica cosmovisin de una etnia particular sea impuesta como la racionalidad universal, aunque tal etnia se llame Europa Occidental. Porque eso, en verdad, es pretender para un provincianismo el ttulo de universa-lidad.

    La liberacin de las relaciones interculturales de la prisin de la coloniali-dad, entraa tambin la libertad de todas las gentes, de optar individual o,colecti-vamente en tales relaciones; una libertad de opcin entre las diversas orientaciones culturales. Y, sobre todo, la libertad para producir, criticar y cambiar e intercam-biar cultura y sociedad. Es parte, en fin, del proceso de liberacin social de todo poder organizado como desigualdad, como discriminacin, como explotacin, como dominacin.

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    Per lndg. 13(29): 21-32, 1992

    V CENTENARIO: DE LA INTEGRACION A LA FRACTURA DEL ESPACIO ANDINO

    Hugo Wiener Fresco*

    En la sierra andina se encuentra la mayor rea de uso agropecuario del pas, y vive en ella, la mayor poblacin rural con dedicacin principal a la labranza de la tierra y crianza de animales.

    Sin embargo, la produccin total agropecuaria de la sierra andina no alcanza para alimentar satisfactoriamente, a su propia poblacin rural. Su produc-tividad hombre/tierra es bajsima y parte significativa de su alimentacin la constituyen productos provenientes de otras zonas del pas o del exterior.

    Este mismo espacio fue el centro de desarrollo y esplendor de altas y originales culturas hasta el siglo XVI en que se produjo su violenta destruccin a manos de los conquistadores espaoles. Los historiadores que ms se han interesado en comprender el impacto de la presencia hispana, definieron la con-quista como un cataclismo para el hombre andino (Wachtel, 1971, Flores 1987).

    A partir de entonces, la historia tom un curso distinto, construyndose esta vez, sobre los huesos de los conquistados hombres del Ande. Los descendientes de los antiguos habitantes de estos territorios pasaron a ser el problema indgena, an cuando esquizofrnicamente la descendencia de los migran tes europeos que han dominado este pas se inflame de orgullo al reconocer que el territorio del Per actual fue el centro del pueblo ms poderoso del territorio americano prehispnico.

    En las siguientes lneas se intenta explicar porqu la sierra andina que fue el escenario central de altas culturaS de base agropecuaria hasta el primer tercio del siglo XVI, pas a ser en los siglos siguientes, un espacio agropecuario cada vez ms marginal y empobrecido.

    Una digresin conceptual necesaria. Al emplear el concepto desarrollo con referencia a las formaciones sociales, no se asume un paradigma de sociedad, un concepto de desarrollo-meta, sino una relacin dinmica del hombre en sociedad con su medio y para su tiempo. Por ello, la historia social del hombre no es una lnea ascendente continua, sino un curso accidentado con saltos y cadas. Son

    l Hugo Wiener Fresco, economista con estudios de Historia. Expeencia en periodismo especializado, autor 1 de ensayos y crnicas. Trabaj en promocin rural digiendo un proyecto en Canas-Cusco. Entre otros trabajos ha ! publicado "Cambios en la Estructura Social del Campo Peruano" (IAA 1987). Actual subdirector y jefe de ! Planificacin y Proyectos del Instituto de Apoyo Agrao.

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    muchas las culturas que habiendo alcanzado un nivel de magnificencia, pasaron luego a recorrer el camino de la decadencia y el derrumbe. Son muchos los CJemplos de culturas y altas civilizaciones, que tras dominar su medio y proclamar el fm de la historia, se han desmoronado.

    El historiador acertaba cuando comparaba a los organismos sociales con la vida de los hombres. Si un pueblo no alcanza a alimentarse morir o ser escla-vizado. Hay algunos pueblos que logran sobrevivir en una agona sin fin. Otros en cambio, logran satisfacer sus necesidades bsica y pueden empinarse y ver ms leJOS, pr~tender mayores objetivos. Pero incluso a esas culturas les puede sob~evemr los achaques de la vejez o los estragos de la lujuria. Finalmente, hay soCiedades que sucumben solo por accidente, sin haber dado todo de s, como aquellas vidas que se extinguen inesperadamente. Esto es lo que ocurri con el Tahuantinsuyo.

    . Estos criterios nos permitirn interpretar con relacin a su tiempo, el Impacto especfico de la presencia espaola en la base productiva agropecuaria que era la que ordenaba el conjunto de la vida y cosmovisin de los pueblos andinos.

    La matriz organizativa andina

    Al inicio nos hemos referido a la sierra andina. Este concepto adelanta la visin d.e la desin-tegracin del espacio andino que es contrapuesta a la percepcin que tuvieron .de ellas altas culturas prehispnicas.

    Las culturas que se sucedieron en el espacio andino no tuvieron relacin con el viejo mundo, y escasa relacin con mesoamrica. Ellas debieron emprender un desarrollo totalmente original, domesticando sus propias plantas y animales, y e~frentando un espacio muy heterogneo como que reune 80 por ciento de los climas del mundo en un abigarrado mosaico (Dollfus, 1981).

    En el planeta slo la cadena montaosa del Himalaya en el Asia Central, guarda alguna similitud con el espacio andino. Pero, mientras los Andes se des-pliegan ror zona~ Ic~mpladas y tropicales, e! Himalaya se sita en una altitud que hace Imposble la produccin agropecuaria en las partes altas. De ah que no existan en el mundo pastores.;gricul!ores de altura como los del altiplano.

    Es a partir del reto del medio ambiente que los andinos desarrollaron una matriz de uso intensivo y complementario del espacio que involucra desde el mar hasta las estribaciones orientales de los Andes.

    , La percepcin transversal del espacio y el dominio de distintos pisos ecologicos se encuentm en los distintos horizontes histricos (Murra). Los ayllus asentados Y consolidados, se agrupaban en macroetnias que cubran extensas superficies y que mvolucraban diversidad de rnicroclima

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    El territorio plano y continuo favoreci la divisin del trabajo y la especializacin dentro de unidades sociales mayores que organizaban y regulaban el intercambio.

    Los serranos en cambio, se plantearon como un objetivo central, acceder a la costa y a travs de ella a ciertos productos. Es interesante anotar, por ejemplo, que la mayor produccin de la coca se hizo en los pisos bajos y ridos occidentales. De la costa se obtena adems, el pescado, el algodn y del norte, el mullu, una concha roja muy apreciada para el uso ceremonial.

    En la sierra andina no se desarroll una diferenciacin entre los artesanos y los hatun r:1nas. Todos era de algn modo artesanos adems de ser agricultores. Mientras el riego en la costa permita un uso ms intensivo de la tierra, en la sierra los agricultores seguan el ciclo de las lluvias y aprovechaban los perodos fros para producir otros bienes. Se anota por ejemplo, que en los meses de mayo a agosto los ayllus se concentraban para ejecutar trabajos en textilera. Adems de esta divisin del trabajo basada en el ciclo agrcola, haban algunas ideas que estaban asociadas a trabajos ms artesanales.

    Las caractersticas geomorfolgicas y climticas indujeron en el viejo mundo, una divisin del trabajo por actividad y una gran especializacin y unifor-mizacin en la produccin agropecuaria. En el mundo andino, propici una gran diversificacin productiva agropecuaria que oblig, a falta de un sistema libre de intercambio, a constituir unidades productivas de escalas mayores que actuaban como centros redistributivos.

    Esta matriz productiva andina no fue alterada en lo esencial, por la sucesin de formaciones sociales y al parecer, fue suficiente para provisionar a toda la poblacin de medios de vida en relativa abundancia.

    Cierto es sin embargo, que parte de la vida andina prehispnica, fue la recurrencia a guerras entre las macroetnias por controlar territorios y en buena medida, regular los movimientos poblacionales y el acceso a los recursos produc-tivos.

    El Estado Panandino Inca Uno de los grandes misterios que no ha logrado despejar la arqueologa, es

    la desaparicin o disolucin del Estado Wari. Se ha sugerido desde la presencia de grandes alteraciones climticas, hasta su agotamiento y derrumbe frente al acoso persistente de grupos tnicos menos organizados pero ms guerreros. Lo cierto es que otro intento de crear un estado panandino no se presentara hasta la formacin del Tahuantinsuyo tres siglo despus.

    La rpida expansin territorial del curacazgo Inca que sigui a su exitosa resistencia a la confederacin chanca, forz la construccin de un enorme aparato estatal para el rea andina que intentaba reproducir en gran escala, el sistema redistributivo de los seoros tnicos (Rostworowski).

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    De la integracin a la fractura del espacio andino 25

    Al llegar los espaftoles a las costas del Per, el dominio Inca alcanzaba apenas una centuria, tiempo relativamente breve para las esealas de vida de las sociedades preindustriales.

    Para explicar el rpido desmoronamiento de este Estado frente a las huestes de Pizarra, se ha argumentado el desarrollo de una guerra civil por la sucesin de Huayna Capac, muerto sorpresivamente de viruela en Tunipampa, y los dbiles lazos entre la aristocracia cusquefta y las etnias sometidas, muchas de las cuales, optaron por plegarse a los hispanos tomndolos por libertadores (Espinoza, 198la).

    Las crnicas dan cuenta de cruentas guerras, feroces aplastamientos a sublevaciones y diversas conspiraciones que se habran producido en los aos an-teriores a la conquista, lo que puede sugerir la imagen de un Estado expansionista en crisis y carcomido internamente, imagen que serva adems para legitimar la accin de los conquistadores.

    Es razonable pensar que en 1532, el Estado Inca vena de enfrentar una grave crisis en la disputa por la mascaypacha, smbolo del poder incaico, por dos hijos de Huayna Capac, Huscar y Atahualpa. Esta disputa expresaba tambin, el desajuste entre las tradiciones de sucesin andinas y la naturaleza del nuevo Estado.

    Pero muchos estados han enfrentado peores crisis sin por ello caerse a pedazos. Sin la presencia externa, es casi seguro que los inca habran continuado existiendo como estad panandino por muchas dcadas ms. De modo que la crisis del primer tercio del siglo XVI fue ms bien, una crisis de crecimiento que forzaba modificaciones en las relaciones internas y que vena transformando las relaciones sociales y productivas.

    En resumen, tiene sentido pensar que estaba acabando un tiempo y empezaba otro, proceso que fue truncado por la invasin europea. Y si los Wari fueron un centro capaz de forjar la matriz andina, una sntesis de las etapas de desarrollo temprano que se reprodujo en la dispora subsiguiente de curacazgos y seftoros, los Incas deban terminar con las particularidades regionales para producir una sola, nueva y superior identidad panandina.

    Cierto que las comparaciones con la antigedad clsica europea son riesgosas y discutibles, pero no es del todo atrevido atribuirle a los Wari el papel difusor de Grecia y a los Incas, una versin frustrada de la grandeza romana.

    En el perodo anterior a la expansin incaica, algunos grupos trashumaban por el espacio andino en busca de mejores tierras y otros desarrollaban feroces gue-rras de rapia para hacerse de un sitio. Esto se deduce de las leyendas y mitos fundacionales como de la informacin recogida por los cronistas espaoles.

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    Slo los curacazgos slidamente establecidos podian emp~ender g_randes obras para el mejor aprovechamiento de la tierra disponible. Los chimor, chi?~has, guarcos (Caete) entre otros pueblos yungas, emprendieron la construcc10n de grandes obras de riego para ampliar los estrechos valles.

    En las laderas andinas, otros curacazgos edificaron extensas anden~~as que adems de ganar espacio para la producci~ agrc~la, permitieron estabilizar zonas con alta erosin, prdida de tierra de cultivo Y nesgo de huaycos.

    Pero estas obras no representaban aumentos sustanciales de la ~ro~tera agrcola. Su impacto era marginal, mantenindose una dinmi~a d_e crecimiento extensiva que demandaba mayores tierras y mayor control temtonal.

    Para la expansin incaica fue muy til apelar a la institucin de la reciprocidad con los jefes tnicos. Pero ~ta no tuvo fuerza par~ ~onvencer ha:'ta que los curacas vecinos no se convencieron de la fuerza mihtar que podian desplegar los Incas. Los beneficios obtenidos d~l ~nca por los cura~~s, er~ ?o~oriamente menores que los servicios que se les soliCitaban. Esta relac10n asimetnca slo poda explicarse por el sometimiento y el temor.

    En el desarrollo de los grandes imperios de la edad antigu~, _muchos p~eblos tambin se sometieron al conquistador para evitar su destrucciOn. Este tipo de adhesin no es una originalidad andina.

    Quizs lo caracterstico en la expansin Inca fue su velocidad y la velocidad con que se pas de la asociacin a crecientes exigencias en fa~or.~el pod~r central. Dicho de otro modo, lo que pudo comenzar como una asoci~c~on relativamente forzada con un miembro hegemnico, se transform muy rapidamente, en una relacin de dominio y exaccin.

    La expansin Inca requera de Estado y e! Estad_o ~equera de ms gente a su servicio. Fue esta dinmica la que comenzo a asfixiar a muchos curacas Y seflores que haban comprometido su lealtad al Cusco.

    Las instituciones andinas haban sido desarrolladas en rela~i~ a ~queos reinos autosuficientes. El Estado Inca pretendi que estas _mstitu.ciOnes le sirvieran, dejando cada vez menor espacio a los jefes locales e Impome~d~ una organizacin desde el centro. La centralizacin de la mano de obra especia~ Izada de los artesanos, la formacin de grandes almacenes estatales, los desplaza~u~ntos de poblaciones enteras de una regin a otra, la formacin de centros admmistra-tivos monumentales como Hunuco Pampa, evidencian que el Estado Inc~ pas a controlar y redistribuir el excedente a lo largo Y ancho del Ta~~ntinsuyo, debilitando las pequeas economas de los grupos Y macrogrupos etmcos Y los privilegios de sus seores.

    Esto ocurri adems, en un momento de definicin de las hegemonas internas y donde era preciso del mismo modo que se reduca el poder de las

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    De la integracin a la fractura del espacio andino 27

    curacazgos regionales, se redujera el poder de las panacas, forjando un solo centro de poder con claras reglas de sucesin (Pease 1981).

    Cuando Pizarro lleg a Cajamarca, los Incas intentaban edificar un Estado desptico supercentralizado, con un control estatal total sobre los excedentes de produccin, la produccin especializada, la tierra y la fuerza de trabajo. Es muy probable que tuvieran an un techo muy alto para aprovechar en su beneficio, los excedentes que por entonces produca el hombre andino, y las cruentas guerras debieron ser de algn modo, tambin un medio para mantener un equilibrio entre los hombres y el medio.

    La inadecuacin de la tecnologa espaola al espacio andino

    Existe consenso en sealar que en los dos decenios siguientes a la llegada de los espaoles, la poblacin indgena disminuy dramticamente. Tres seran las principales causas: la primera, la mortandad en las guerras, pues si bien el episodio de Cajamarca permiti la captura de Atahualpa, no termin con toda resistencia. Muchas guerras se sucedieron, la principal de ellas acaudillada por Manco Inca e incluso las guerras entre los conquistadores comprometieron a miles de indgenas.

    La segunda causa fue el trabajo extenuante al que fueron sometidos los indgenas principalmente en la explotacin minera. Esto sin embargo, sera una constante a lo largo del Virreynato.

    La tercera refiere a las epidemias por enfermedades que eran portadas por los conquistadores y para las cuales los antiguos peruanos no tenan ningn nivel de inmunizacin. Al parecer sta sera la principal causa de mortandad en los aos siguientes a la conquista.

    De cualquier modo, la poblacin se redujo considerablemente y quedaron extensas zonas deshabitadas. All se encuentran dos curvas, la poblacin que des-ciende y sus espacios que son ocupados por el ganado ovino trado masivamente por los espaoles (Rores, 1987). Con el ganado se conforman las primeras haciendas, principalmente en tomo a los grandes asientos mineros donde se establece una demanda muy fuerte por alimentos.

    Las reducciones toledanas o comunidad de indios, fueron la organizacin forzada de los vencidos y no el agrupamiento libre de los pueblos campesinos contra el absolutismo como ocurri en Espaa (Arguedas). Las reducciones-comunidades solo plidamente, constituyeron continuidad de los ayllus prehisp-nicos.

    Las reducciones formadas no se vincularon con otras de modo de desarro-llar lazos de reciprocidad que les dieran una identidad superior. La abigarrada con-formacin tnica prehispnica que los incas pretendieron desaparecer, fue corro-da ms rpidamente por los espafloles al fracturar y pulverizar el mosaico hasta

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    hacerlo indistinguible. Los hombres del ande pasaron a ser solo indios aunque se siguieron alentando las rivalidades de cacicazgos para debilitar su resistencia. Esto fue particularmente claro con motivo de la gran rebelin tupacamarista de 1780.

    La tecnologa hispana trasplantada al espacio andino, tuvo efectos devas-tadores en la produccin y productividad. El control y complementariedad de pisos ecolgicos que era la base de polticas redistributivas desde los curacazgos hasta el Estado Inca, fue reemplazada por el comercio de los arrieros; la diversi-ficacin de cultivos que haba permitido seleccionar cientos de germoplasmas, fue reemplazada por unos pocos productos y unas pocas variedades, la mayora exticas; microlimas que haban tenido utilidad en la estrategia andina, perdieron importancia cuando lo prioritario pas a ser el manejo in extenso de Jos cultivos; la produccin agrcola perdi inters frente a una ganader.-:1 depredadora.

    Las ventajas naturales del espacio andino para la proJuccin agropecuaria, devinieron en desventajas muy grandes para la economa colonial y ms adelan-te la republicana (Caballero, 1981). Las regiones se fracturaron; los valles costeos se desvincularon de la sierra; las zonas altas y las quebradas perdieron inters; los andenes sin uso se desmoronaron o fueron cubiertos por los matorrales.

    Las reducciones-comunidades fueron organizadas para facilitar el adoctri-namiento cristiano, para controlar los tributos y la mano de obra para la mita minera, en las haciendas o los obrajes. El objetivo de las comunidades no era proveer de alimentos a las ciudades ni a