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Autora : Laiseca Estevez
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RAMAS SECAS
Laiseca Estévez
Octubre 2011
Para ti
por qué también se puede vivir
amando las ramas secas.
Laiseca Estévez
Tu amor es una cosa suave y caliente
el lugar donde me perdería para siempre.
Miriam Reyes
Llegó el otoño rojo
todo era movimiento migratorio
Ventiocho años sin viento
separan el borde de la orilla
de este calculado encuentro
en el cual, sería imposible
articular una mísera y sola palabra.
Solo quiero cerrar los ojos
para no sentir el frío
¡tenía que haberme negado a vivir!
¡tenías que haberte negado a vivir!
¡teníamos que habernos negado a vivir!
Fuimos tierra mojada
silencio perforado cristalizado sobre las ventanas
La mañana abrió sus labios exudando ternura
paseó la herida tensando la piel
en una ceremonia íntima recuperada
acariciando cada surco de su cuerpo
viajando colinas
ciudades
sin salir del territorio
recordó caminos
atajos autovías
rincones ángostos
donde nunca entró la luz
empezó a amar
en un ejercicico cruel
sangriento y desesperado
amanecieron pájaros dormidos en su boca
con los primeros rayos de sol
Las raíces se alimentan de la buena tierra
se secan
nacen otras nuevas
injertadas a un saludable y sano tronco
ahogado en ceniza
brotando yemas frondosas
luciendo nuevas semillas
Se disiparon nieblas
empezarón comtemplando
las faltas de ortografía de la piel
y alguna nueva cicatriz
apestando a caridad
domésticando ese sentimiento
que avanza oblicuo
cuando todo esta perdido
trasgediendo la madera abierta
temblando como niños
sobre raíces segadas
después del sueño
le entró hambre de morir
ella dijo en voz muy baja
no te mueras aquí amor
o no podré enterrarte
Habitámos cada rincón del cuarto
hasta que la sombra recorrió los muebles
la mesa de cristal, el polvo de las paredes enteladas
los besos, las sábanas,desparramando veneno en el techo.
Calamos la profundidad
hasta llegar a tocar el miedo
empezamos a recorrer la savia lentamente
subir a las ramas
brotar
¡fue como una liberación!
a un paso de llorar la vida.
Nos amamos con uñas y dientes
absolviendo la niebla y la luz
sobre una hoja de templado acero
mostrando uno a uno
los lugares del dolor adulto.
Un campo de concentración en horas
con el tiempo
los muros agrietan y terminan cediendo.
Era dolor
sólo era un sintoma
El río de la sangre fluye leve
sufre condenada axfisia
ahogándonos hasta perecer estrangulados
dime que no quema retenido a tus pies
dime que no es verdad
dime que todavía puede ser peor.
La lluvia incesante se hizo visible
nos recorrió despacio
en una descomposición lenta y azul
adivinó nuestras manos
sintió su peso
desnudándonos ingravidos
quisimos proteger a la humedad del frío
Al principio no fue más que un comienzo
barro sin modelar
para recreo de sus ojos
para cuidarla acariciarla amarla
-y ocupó todo el espacio de su estrecho firmamento-
hasta el día que el universo quebró
hecho pedazos.
Los cometas son caprichosos
ahora
cada una de las noches que espera
cierra la puerta
para no tener que desearla.
Etér para rociar cuánto queda en la herida
diluirnos en el caudal
resistiendo todo tipo de plagas
Tuvimos que esperar tanto tiempo
para cauterizar la henmorragia
qué aún después
de sacar brillo a sus letras de hielo
esculpimos una muralla
en el lugar menos visible del tronco
sangro
trago
escupo
hojas doradas
Levantarse
entre aguas negras de sal
Ahogarse
sobre el limo del desierto
Volver a morir
una y mil veces
Masticamos un minuto de felicidad
amarilla como el mes de octubre
Hecho jirones
destruido ante tanta desidia
te esfumaste junto a la mañana
desgastado como una pastilla de jabón
y mientras atravesámos
la espesura del bosque
los árboles mecian el aire
para besarnos de cerca la soledad
Fue el cuerpo
recóndito lugar de reposo
a esa profundidades
donde no llegarías jamás
-Seis mil euros-
¡el amor siempre esta de saldo!
-¿cómo no aprovechar una ocasión así?
-tan sólo pagáste seil mil euros...
-por todo un bosque talado.
Encontré entre tus dedos
un lugar en la hierba
la verdad nunca es bella
te atraviesa punzante la espina dorsal
y te crees qué te pertenece para siempre
tuve que aprender
a soldarme las venas desde dentro
caminar de puntillas
sobre el hilo qué iba tejiendo la ira
estuve débil
hambrienta
malherida
navegé océanos de dolor inmundo
vomité hasta la desolación
(cuando la desolación es lo único que te queda)
me arrastré como la serpiente
te busqué en todos los vertederod del extraradio
en todos los lugares oscuros
arañé mi piel hasta hacer sangre
supliqué entre los vivos
y al fin
estas aquí...
Tardé en reacionar
era algo tan esperado como inalcanzable
tuve que clavarme un cutex en el pecho
para sentir
qué era yo, aquél tempano que te miraba
La hojarasca
tiene un crujir carasterístico
a veces suena igual
que todo un bosque incendiado
Me permití pensar que sólo había escombro
tal vez era un sueño, dulce, profundo
de donde no saldíamos
pero la realidad
es presente
de alma atravesada
Hacía ese frío que te deja vencido sobre el mármol
con esa habilidad que tiene el hielo indomable
cuando te atraviesa la piel
fundiéndose a la altura del estomago
para regurgitar el hambre
sentí vergüenza
lloré parques enteros
jardines, ciudades
museos, estanques
estaciones de metro
pero tú
-sombra insoldable-
me acompañabas eternamente
estabas allí
bajo el cielo raso
a escasos metros de mis bajos fondos
¡ni un sólo reconocimiento!
¡ni una sola caricia!
Hubiera gritado hasta desangrarme
te había necesitado tanto amor.
Solo necesitaba ese abrazo cálido
saber que nunca había marchado de tu vida.
Vomité el fuego
la rabia, el dolor
empecé a vivir de nuevo
quebrada tras un bosque encantado
en medio de hojas muertas con pronunciados nervios
sin luz
entre restos de lluvia
frío, raíces, nieve, tierra...
Ya entonces amaba cada tramo de tu piel
y todo cuánto ella había vivido
las ramas secas se alimentan
de oxígeno devastado
donde el aire siempre es limpio
Quizá algún día aprendamos a amar de nuevo.