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Rebelión contra el mundialismo moderno Carlo Terracciano

Rebelion Contra El Mundialismo Moderno Carlo Terracciano

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Un interesante ensayo sobre el globalismo.

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  • Rebelin contra el mundialismo

    modernoCarlo Terracciano

  • ...Y aunque no se verifique la catstrofe temida por algunos en relacin al uso de las armas atmicas, al cumplirse tal destino, toda esta civilizacin de titanes, de metrpolis de acero, cristal y cemento, de masas pululantes, de lge-bras y mquinas que encadenan las fuerzas de la materia, de los dominadores de los cielos y los ocanos, aparecer como un mundo que oscila de su rbita para perderse definitivamente en los espacios, donde ya no vea ms ninguna luz, fuera de aquella que produce la aceleracin de su propia caducidad...

    ...Solamente podr salvar a Occidente un retorno al espritu Tradicional en una NUEVA CONSCIENCIA UNITARIA EUROPEA...

    (Julius Evola, Rebelin contra el mundo moderno)

    ...Tambin sobre el plano de la accin puede ponerse en evidencia el lado positivo de la superacin de la idea de Patria, sea como mito del perodo romn-tico burgus, sea como hecho naturalista casi irrelevante frente a una unidad de tipo diverso: al ser de una misma patria o tierra, se contrapone entonces el ser o no ser por una misma Causa...

    (Julius Evola, Cabalgar el tigre)

    Conozco mi destino. Un da se pronunciar mi nombre como recordando algo enorme, una crisis como no la hubo tal en la Tierra, el ms formidable hurto de conciencia, una declaracin de guerra a todo aquello que hasta enton-ces era credo y santificado. Es la hora en que el concepto de poltica entra en su plena fase revolucionaria, y todas las formaciones de la vieja sociedad saltarn por los aires, porque todas reposan sobre la mentira: haremos una guerra como no la ha visto el mundo. DESPUS DE M COMENZAR SOBRE LA TIERRA LA GRAN POLTICA.

    (Friedrich Nietzsche, Ecce Homo)

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    Rebelin contra el mundo moderno, la obra fundamental de Julius Evola, vio su primera edicin italiana en 1934, y al ao siguiente ya fue publicada en la Ale-mania Nacionalsocialista. Es un texto revolucionario que ha representado, para hombres de lugares lejanos y de distintas generaciones, una verdadera y propia fulminacin, un cambio radical de perspectivas y expectativas, de Visin del Mundo desde la poca de la decadencia de Occidente hasta el fin del ciclo epo-cal, el Kali-Yuga de la tradicin hinduista, la era del Ragna-Rkkr u Oscure-cimiento de los Dioses de las sagas nrdicas, la Edad del Hierro de la Teogona de los griegos.

    Los aos fatales

    Un ao importante, 1934, mitad de un decenio que represent un vuelco en los destinos de Europa y del planeta entero.

    En Alemania, Hitler, recin nombrado Canciller del Reich, se apresta a gestar las bases de una renovada potencia alemana mitteleuropea, dispuesta a conseguir ese Lebensraum necesario, aun a costa de incendiar de nuevo el continente, esa Europa que todava representaba, geopolticamente hablando, el motor de la poltica mundial.

    Aqu residan todava los centros polticos, militares, econmicos e intelectuales de pequeas naciones que posean grandsimos imperios coloniales: Gran Bre-taa, como siempre ms volcada a los mares abiertos que a los espacios con-tinentales; Francia, que formaba en sus propias escuelas y universidades a las futuras lites revolucionarias de Asia y frica, aquellas que, mediado ya el siglo XX, acaudillarn las luchas de liberacin nacional en sus respectivos pases pre-cisamente en nombre de la Libert y la Egalit (para la Fraternit siempre habra tiempo...), de los Inmortales Principios que hicieron potente a Pars ante los ojos del mundo. Italia, por su parte, bajo el signo del fascio romano, buscaba su espacio en la geopoltica martima, a la bsqueda de un imperio unitario medi-terrneo-africano que le abriese las puertas del Ocano ndico y de las grandes rutas comerciales y polticas.

    Al este, el Hombre de Acero, Stalin, liquidaba, purga tras purga, los residuos cosmopolitas de una revolucin trotskista que haba intentado utilizar el Impe-rio Ruso como trampoln del marxismo mundial, transformando, a la inversa, al bolchevismo en la bandera del patriotismo y el expansionismo poltico y militar de la Rusia Sovitica en Eurasia y otros lugares. Con acero y sangre, el Padrecito

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    de la Santa Rusia Roja daba a luz las bases de la industrializacin y la moderniza-cin de un imperio elevado al rango de co-potencia mundial, capaz de disputar el mundo entero durante medio siglo al vencedor final.

    En el Extremo Oriente era el Imperio Nipn quien elevaba la bandera solar en nombre de la unidad asitica antioccidental, tambin en anttesis con el gigante chino, gravemente enfermo por guerras intestinas y ocupaciones extranjeras de grandes porciones del territorio nacional, mientras Mao, acosado, emprenda una Larga Marcha buscando refugio...

    Pero he aqu que, protegida por la anchura de los dos mayores ocanos del globo, la joven nacin americana observaba y aguardaba, y al final ser ella quien impon-dr al planeta entero el dominio de su propia potencia militar y poltica, de la tec-nologa, de la propia moneda, de la lengua inglesa, del way of life americano, en fin, del control meditico sobre los instrumentos de comunicacin de masas; en una sola palabra condensada: GLOBALIZACIN.

    Amrica, el mito americano del progreso tecnolgico y de la eficiencia fordista, representaba y representa la coronacin de aquel proceso de modernizacin con-tra el cual Julius Evola haba escrito el texto ms completo y exhaustivo del punto de vista de la visin del mundo Tradicional.

    Ya en el prlogo, el autor indicaba que el concepto modernizacin deba ser entendido no solamente en su sentido tcnico-cientfico, sino ante todo como una visin idealtpica de lo real, de la Historia y de la vida. Escriba Julius Evola:

    Mundo moderno y mundo tradicional son aqu considerados como dos tipos universales, dos categoras apriorsticas de la Civilizacin.

    Con esta afirmacin, por inciso, se quera decapitar de golpe toda la polmica sobre las relaciones entre hombre y mquina, entre ser hombres de la Tradicin y usar la tecnologa ms avanzada.

    Con la implosin de la URSS, ltimo anillo de una cadena plurisecular, no slo se despejaba el campo para una ideologa concurrente con sus pretensiones de universalismo y cientificismo, sino que tambin:

    Se afirmaba una nueva filosofa de la Historia: la idea de que el camino de la huma-nidad tena un sentido. A este sentido le fue dado el nombre de globalizacin.

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    Determinismo y globalizacin

    Esta idea de un FATALISMO MONOCNTRICO Y UNIDIRECCIONAL del des-tino de todos los pueblos, en marcha (segn el orden indicado de sus varios nive-les de progreso) hacia una nica meta de redencin, que instaure el paraso en la Tierra, no es ciertamente nueva. Estamos ante la ensima reproposicin de la concepcin bblica lineal-progresista de una historia entendida unitariamente, obviamente sobre el modelo de Occidente.

    En sus lneas generales, esta idea es parte de aquel creacionismo que se mani-fiesta en la perfeccin de un Edn originario, en el cual el Hombre, que es la criatura por antonomasia, pasando por una Cada (en el pecado original, en la divisin del trabajo, en la ruptura del Pacto con Dios etc...), y a travs de una redencin (Cristo, Marx, el Mesas...), accede de nuevo a la perfeccin, mediante el trmite de una catarsis purificadora (del Holocausto, de la Lucha de Clases, del Juicio Universal...).

    Esta ideologa de impronta judeocristiana encontr, laicizada, en Amrica su tierra de mxima arraigo, deviniendo la infraestructura ideolgica portadora, el instrumento propagandista indiscutido e indiscutible para la afirmacin del imperialismo capitalista, del expansionismo econmico y poltico de los EEUU, siguiendo las directrices delineadas de la Geopoltica por la ms grande potencia talasocrtica que jams apareci sobre el orbe terrqueo. El Destino Manifiesto logr que los americanos no duden ni por un instante ser los portavoces y los ejecutores de la Voluntad de Dios en la Tierra.

    Quien se opone a ellos se opone al mismo Dios, y es entonces ms que un crimi-nal, es el Mal personificado, o cuando menos su instrumento en el mundo, en contraste con los predestinados del Segundo Israel: los EEUU. Acusando una vez y otra a los enemigos demonizados de turno, Hitler o Stalin, Mao o Jomeini, Saddam Hussein o Milosevic, nazi-fascismo, comunismo o islamismo, de que-rer conquistar el mundo, las lites econmicas, polticas e intelectuales esta-dounidenses logran precisamente la justificacin de aquello que dicen combatir... CONQUISTAR EL MUNDO.

    Creer que la Globalizacin sea una NECESIDAD INELUDIBLE de la Historia, un proceso natural y automtico impersonal y autogenerado en el camino del Progreso, no solamente es la aceptacin sin crtica de un falso reflejo ideolgico,

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    tambin representa una derrota ideolgica determinada por la asuncin acrtica de la visin del mundo del adversario.

    Quien da por descontado los axiomas que pertenecen al otro, aun cuando se pre-senten laicizados e historizados, ya est preso antes de comenzar a luchar, porque realmente pertenece al otro. Si se implantan mentalmente los axiomas ideol-gicos del enemigo contra el que se quiere combatir, la batalla est perdida de antemano; y el primero de estos axiomas es la utopa igualitaria y absolutamente niveladora, exactamente funcional a los proyectos de globalizacin total del Capi-talismo, al trmino de su proceso expansivo.

    Proceso degenerativo que hoy da se identifica con la destruccin de las econo-mas subalternas, de los recursos energticos y con el ecosistema en su conjunto: etnocidio es igual a genocidio, tout court.

    El mito MOVILIZANTE del Progreso indefinido y necesario, idea-fuerza mayor en la fase de la secularizacin y laicizacin del Pensamiento nico, radicado en el biblismo particular de raz protestante-calvinista, en estos inicios del III Milenio se ha vuelto en su contrario, pero nunca en su opuesto.

    El progreso que mata

    Biotec, clonacin, mutaciones genticas de animales y vegetales, manipulacio-nes del ADN con la excusa de mejorar y prolongar la vida, desastres climticos y ambientales, desaparicin de especies animales y de culturas humanas diferen-ciadas, etc... estn convenciendo cada vez a ms personas que el llamado pro-greso, impuesto por Occidente al resto del mundo, se ha revelado en realidad en la perspectiva de una catstrofe incontrolada y cada vez ms incontrolable. No es un progreso por lo tanto sino un regreso, que tiene determinada una perversa desintegracin de todo tejido social y comunitario, un cncer devastador que cal-cifica toda estructura orgnica de la sociedad hasta en los lugares ms recnditos del planeta, hasta que una autofagocitacin de la especie humana devenga en lo que ha sido definida como la Sexta Extincin, tras la cinco precedentes que las especies que le precedieron en el dominio de la Tierra.

    El modernismo, el progreso tcnico, el maquinismo, pueden ser vistos en pers-pectiva como los elementos destructores del planeta; los cientficos, cada vez ms incontrolables, se han convertido en una casta intocable de aprendices de brujos y agentes de la destruccin: Si esto es el progreso, queremos volver al pasado, dijo

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    el jefe de la tribu de los Masai al contemplar los efectos de la implacable sequa y a la desertificacin que arrasa el frica, causadas por los cambios climticos.

    El periodista y escritor Massimo Fini compar el mundo globalizado con un tren en marcha, cargado de explosivos, que aumenta exponencialmente su velocidad, sin luces en una noche de niebla, destinado fatalmente a descarrilar y hacer pere-cer a sus ocupantes, a extinguir la Tierra misma y todas las formas de vida que cobija.

    Y los maquinistas responsables del futuro desastre preparan las armas para defenderse de la reaccin de los pueblos, pensando ingenuamente que la supuesta inexpugnabilidad de la fortaleza continental norteamericana podr preservarles del desastre.

    A tan lenta y confusa falta de conciencia de los peligros de la globalizacin no corresponde de la otra parte un claro conocimiento de las causas, prximas y remotas, del fenmeno y de sus agentes; ni mucho menos un proyecto realista de resistencia y reconquista.

    A lo mximo se est contra los efectos de la globalizacin, pero nadie se opone a sus verdaderas causas.

    Al contrario, por parte de las miles realidades genricamente etiquetadas como antiglobal (portavoces de los intereses y exigencias ms dispares, desconecta-das y conflictuales entre s), no se propone sino una globalizacin de las bases, que contemple la mejora del nivel de vida de la mayora pobre del planeta, preser-vando contemporneamente el hbitat, que salve las culturas que son la riqueza del mundo pero abatiendo al tiempo los confines y llevando hasta su culminacin el proceso de eliminacin de las diferencias nacionales.

    Todo y lo contrario de todo: definicin aritmtica de la Nada.

    El rostro inhumano de la globalizacin

    Una globalizacin de rostro humano es una absurdidad que se contradice en su misma formulacin de base; la ensima reformulacin de un reformismo interno del Sistema Global que no quiere perpetuar las injusticias, pero que desprecia la instintiva rebelin autodefensiva de los pueblos como vehculo ciego.

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    La Banca, las instituciones financieras, los lobbies industriales y los supergobier-nos mundiales slo de demuestran humanos con aquello en donde ven coinci-dir sus intereses.

    Un solo ejemplo: la anulacin de la deuda es ciertamente una causa justsima, un acto mnimo reparador de los pases depredadores por las riquezas que han sustrado durante decenios.

    El dbito total de las naciones en vas de... subdesarrollo ha superado con lar-gueza la astronmica cifra de 2.500 millardos de dlares, pero... esto no es un don humanitario de los gobiernos sino una necesidad vital de la Banca Mundial que determina las polticas interiores y exteriores. El crdito en verdad, lo sabe la banca, es inexigible, aunque slo sea en sus intereses acumulados, dadas las condiciones desastrosas de las economas al Sur del Mundo.

    Una declaracin general de quiebra de la mayora de los pases de la Tierra pro-vocara el pnico de los mercados y podra determinar la cada de todo el sistema financiero, acelerando la irresistible decadencia del capitalismo, cada vez ms frgil en cuanto ms enorme y global.

    La condonacin humanitaria del dbito no tiene otro fin que evitar escenarios apocalpticos para la Alta Finanza Mundial, y su contrapartida es la aceptacin por parte de los estados deudores de vnculos ulteriores, tambin polticos, y el compromiso de abatir toda defensa contra la liberalizacin de los mercados, que es la causa primera que ha determinado su miseria y sus deudas.

    Es necesario recordar que Ceaucescu fue abandonado a su suerte en Rumana una semana despus de haber saldado hasta el ltimo centavo de la deuda exte-rior rumana. El Fondo Monetario Internacional, la Banca Mundial, los Estados Unidos y los pases ricos no pueden permitir a ningn Estado alcanzar su pro-pia independencia financiera, la nueva forma de esclavitud del capitalismo en los siglos XX y XXI.

    La utopa de la igualdad mundial en el bienestar y en la bonanza, propia de los que pretenden la globalizacin por lo bajo, no est slo en sintona con los intere-ses de las multinacionales en su expandir el mercado en vertical, en profundidad, sino que tambin determinara una nivelacin cultural y poltica total, junto a la destruccin ltima del ecosistema.

    Debe quedar bien claro al Norte del mundo que una ms justa redistribucin de bienes y servicios en el mundo para solamente a travs de un proceso revo-

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    lucionario, local y general, que derribe los parmetros culturales y econmicos de referencia tambin en los pases ricos; revolucin que habr de renunciar a la riqueza en trminos consumistas para dar frmula a modos ms espartanos en el vivir, pero tambin ms libres de los potentados mundiales, bajo el fondo de la renovacin de las relaciones armoniosas con la naturaleza desde las propias comunidades de pertenencia.

    La cura propuesta por los antiglobales comnmente entendidos acabar... por matar al paciente. La astucia de un sistema global que proclama la mejora de las condiciones de vida de las clases y de los pueblos es reducirlos a todos al comn de productores-consumidores del sistema capitalista global, para alargar as el mercado nico de los productos estandarizados, no slo en el sentido horizon-tal y geogrfico, sino tambin vertical interclasista, aumentando en sus mnimos aceptables para el mismo Sistema el crdito y la disponibilidad monetaria para la adquisicin de nuevos bienes y servicios.

    En trminos marxistas: disminuir la pauperizacin absoluta es un imperativo para aumentar la expansin del mercado, y para ello hay que alargar la pauperi-zacin relativa.

    O en trminos informticos: el Digital Divide de los inputs tecnolgicos e infor-mticos permitir a los estratos sociales y populares el acceso o no a la realidad virtual y al telemercado.

    Los antiglobalizadores de la izquierda moderada (por continuar con ciertas definiciones decimonnicas ya hace tiempo superadas), reciclados del interna-cionalismo proletario al liberalistas de mercado, estn de acuerdo en querer y/o aceptar (que es lo mismo desde el lado prctico) la globalizacin.

    Porque lo que proponen es slo una GLOBALIZACIN DE SIGNO CONTRARIO, y no lo CONTRARIO DE LA GLOBALIZACIN.

    En trminos polticos son los reformistas internos del Sistema Global y no los revolucionarios a l opuestos.

    Mundialismo y globalizacin

    La primera batalla del combate es la terminolgica, porque ah es donde se asu-men los valores sustanciales en la eleccin de una contraposicin realmente anta-gonista al Nuevo Orden Mundial.

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    La globalizacin, lejos de ser una fatal necesidad, una etapa irreversible del camino del progreso, no es sino el efecto de una causa, o si se quiere menos genricamente determinista, el instrumento de una estrategia mundial condu-cida, CONSCIENTE Y VOLUNTARIAMENTE durante decenios cuando no por siglos.

    Y si se debe hablar de determinismo, es sobre un plano metapoltico y por lo tanto metafsico donde debe ponerse atencin, como sealaremos cuando toque hablar de la concepcin Cclica de la Historia.

    La globalizacin de los mercados no hubiera podido realizarse sin una obra pre-ventiva preparatoria poltica y cultural, impuesta por el uso de las armas y las invasiones militares: en el pasado se dieron dos guerras mundiales y decenas de decenas de guerras locales, golpes de estado, estragos y genocidios, que termi-naron por realizar el One World americanocntrico.

    Nosotros definimos ya a este proceso de dominio planetario, desde sus inicios con el nombre de MUNDIALISMO.

    Una de las ms completas explicaciones de este trmino es la que ofrece Giuseppe Santoro en su obra Dominio global. Librecambismo y globalizacin, volumen de un centenar de pginas que debiera ser el libro rojo de todos los verdaderos revolucionarios antimundialistas.

    Escribe Santoro:

    El Mundialismo, en sntesis, es una ideologa (y una praxis cultural, social y pol-tica) universalista promovida por instituciones internacionales poltico-militares (principalmente la ONU y la OTAN), por consorcios privados (Council on Foreign Relations, Trilateral, Bilderberg, masonera etc..), asociaciones religiosas (la capilla vaticana del Opus Dei, el Consejo Mundial Judo, las numerosas sectas protestantes...) y por una compleja y amplsima red de lobbies y organizaciones internacionales de presin poltica-social-cultural-massmeditica (agencias de informacin, industria cinematogrfica, etc.), cuya base principal tctica se loca-liza en el territorio de los Estados Unidos.

    Y sigue:

    El objetivo del mundialismo es la creacin de un gobierno o administracin nica (el Nuevo Orden Mundial), de una nica disposicin poltica institucional y social (el liberalismo), un nico sistema de valores (el individualismo igualitario

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    de la doctrina de los Derechos Humanos) y un nico conjunto de costumbres y estilo de vida (el consumismo) extendidos a toda la Tierra sobre el dominio abso-luto de todas las fuerzas polticas, econmicas y culturales que lo encarnan: las lites de la finanza mundial.

    Santoro es tambin autor de El mito del libremercado, donde profundiza en el estudio de las clases econmicas.

    Es evidente que lo escrito concluye en que el Mundialismo no es un mecanismo annimo, sin cabeza, sin direccin ni motor, que pueda autorreproducirse metas-tticamente, sino un hecho objetivo producto de la intervencin de ideas de unos pocos hombres y unas bien identificadas instituciones, que en conjunto son objeto y no sujeto del mismo proceso globalizador. Quien no lo crea as razona en trminos de un ferviente determinismo mecanicista que no es sino otro de los devastadores efectos de la ms amplia falsificacin histrico-ideolgica de los siglos: el Iluminismo, matriz del liberalismo y del marxismo, filtrados por los hegelianismos de derecha y de izquierda.

    La raza de los amos

    Del resto, daremos un solo ejemplo, tambin en trminos de crdito; pocos son los supercapitalistas que poseen fortunas en mucho superiores a mltiples esta-dos: los americanos Bill Gates, Larry Hallison Warren Buffet y Paul Allen son propietarios de fortunas que equivalen a la de las 42 naciones ms pobres del planeta, y que abarcan una poblacin de 600 millones de almas, un sexto de los habitantes del planeta.

    Los decisin makers de la poltica mundial, poseedores de todos los sistemas bancarios, de completos sectores industriales y comerciales, de las fuentes ener-gticas y estratgicas, son quienes sugieren ms o menos de forma soterrada la poltica de los gobiernos y de las instituciones internacionales. Sucintamente pueden agruparse en 13 clanes familiares. En orden alfabtico: Astor, Bundy, Collins, Dupont, Freeman, Kennedy, Li, Onassis, Rockfeller, Rothschild, Russell, Van Duyn y Windsor.

    La raza mundialista de los amos habita en reductos exclusivos, frecuentados slo por sus propios iguales, salvo cuando debe condescender a escuchar los hosannas populares; se cruzan endogmicamente entre s y deciden por todos.

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    La raza de los amos no tiene patria, slo pasaportes, uno para cada rincn que visitan. Su patria es el mundo.

    Son exhibidores del lujo, cosmopolitas por vocacin e inters, antiguos parias que, en la poca de la cada de las castas, se elevaron a los vrtices de la pirmide poltica y social. Son los anfitriones de las mansiones donde se celebran las reu-niones del Bilderberg, de la Trilateral, del CFR. Algunos han guiado directamente estados y gobiernos, como los Kennedy y los Windsor. Para ellos todo est permi-tido, desde las guerras y las crisis econmicas y financieras provocadas, hasta los ms prosaicos homicidios por motivos de faldas (quin recuerda el caso Palme?).

    Para ellos, la reserva, la mentira y el secreto son los instrumentos absolutamente indispensables de dominio.

    Hablar de la necesidad objetiva y amorfa del proceso de globalizacin es otro de sus mejores instrumentos para esconder la causa, manifestando slo el efecto. En la ms generosas de las hiptesis imponen al mundo los propios parme-tros de referencia, la propia visin cosmopolita de las relaciones internaciona-les. Catlicos, protestantes o judos, pero tambin musulmanes o confucianos o simples agnsticos y ateos, son todos portadores de una nica visin y estilo de vida, exactamente aquella del Mundo Moderno, contra el cual Evola escribi su Rebelin.

    El semilogo judo-americano Noam Chomsky, terico de la antiglobalizacin desde su ctedra del MIT (Massachussets Institute of Technology), ha sido desde siempre uno de los ms feroces crticos del capitalismo y del imperialismo, y a l corresponde la definicin de los padrones de la finanza mundial como un Senado Virtual, al cual los gobiernos del mundo deben rendir cuantas completamente al margen de los ciudadanos que los han elegido:

    El Senado Virtual es un grupo de auto-investidos capaces de gobernar naciones a travs del control de los flujos de capital, las oscilaciones burstiles y las regu-laciones de las tasas de inters. Apenas un estado anuncia la eleccin del inters colectivo, la amenaza de la retirada absoluta de capitales es inmediata. Todos los gobiernos del mundo, incluso los propios EEUU, son fantoches manipulados por estos senadores enmascarados. Pero a diferencia de los ms feroces dictadores, no tienen responsabilidades pblicas.

    Aqu nos encontramos en la buena compaa de un hombre que no ser acusado de conspiracionismo complotista.

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    A nosotros nos toca aadir que el Senado Virtual, para domear a los pueblos y los gobiernos, posee otras armas adems de las financieras: desde los mass media a la informtica, pasando por los golpes palaciegos y militares, hasta la guerra declarada con el uso de armas inteligentes.

    En Serbia, por ejemplo, usaron de todo: revueltas tnicas, guerrillas montae-sas y urbanas, guerra de intervencin humanitaria, trfico de drogas y de blan-cas, uso de sicarios a sueldo, de uranio empobrecido, de difamaciones y mentiras massmediticas, de retoque informtico de fotografas... hasta la compra literal, con dinero contante y sonante, del Jefe de Estado.

    Regresemos de nuevo a Santoro, quien nos ofrece un juicio ms neto sobre la impersonalidad del proceso histrico que estamos viviendo:

    La denominada globalizacin (econmica, poltica, cultural y de modos de vida de todos los pueblos de la Tierra) no es de ningn modo un proceso natural ni necesario, determinado por las leyes internas de un irresistible desarrollo del mundo (desde un punto de partida a uno de llegada: Nuevo Orden Mundial, Fin de la Historia, Reino de Dios, Sociedad sin Clases o cualquier otro delirio apocalptico) y de la lgica de las cosas (qu cosas?... y qu lgica?). La globali-zacin es la condicin objetiva y autnoma a la que debemos adecuarnos como a una irrevocable voluntad divina, sino slo el objetivo prctico y deliberado de un grupo de hombres concretos, objetivo tramitado por organizaciones con nmero de registro leal y que cotizan impuestos, que cuentan con nombre propio, sistemas informativos, massmediticos y editoriales privados, no necesariamente oscuros ni ocultos en las inmensidades del Universo. En estos grupos no se excluye ni la presencia de conflictos internos ni de resistencias externas.

    (Giuseppe Santoro, Banqueros y camareros. Soberana monetaria y soberana poltica).

    Simple, no?...

    Derecha e izquierda en el mundo globalizado

    Sobre el plano prctico de la accin, la pretendida impersonalidad y necesidad del proceso de globalizacin determina voluntariamente en las masas un fata-lismo impotente, camuflado por los intelectuales orgnicos del Sistema liberal-capitalista como una aprehensin metapoltica e intelectual de la realidad. La ensima reproposicin, y con mucho la ms innoble, es la llamada general a la

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    apolitizacin y la desidia (el pasotismo), a la no-accin. Algo que ya denunciara Evola en obras como El arco y la maza y Cabalgar el tigre.

    Si antao los militantes de derecha e izquierda pugnaban por la conquista del Poder para as afirmar sus esperanzas en un Mundo Nuevo, hoy da, mucho ms burguesamente, se contentan con gestionar el poder desde el ocaso de las ideologas.

    El minimalismo y la localizacin devienen las coartadas del desempeo y del refugio en lo privado, hacindolos pasar por el mximo empeo posible contra los poderes fuertes, como si en el mundo moderno hubiese ya lugar para los oasis y las islas de un vivir alternativo, ajeno a la sociedad circundante y alternativa a la misma. Quin recuerda ya las comunas del sesentaiocho?

    Pero en esta nueva versin tenemos el agravante que esta fuga incapacitante del mundo ya no se dirige a los establos ni los pueblos abandonados, sino a los pala-cios de cristal y las torres de marfil de los complejos residenciales del extrarradio: comunitarismo sin comunidad, abierto slo a los pocos elegidos que han podido entenderlo todo (?) y no han hecho nada (!). Aqu crecen y se propagandan las religiones del egosmo y la falsificacin del espritu: desde la new age hasta la contemplacin aptica del Nirvana... sin cojones para entrar en l.

    La izquierda, junto a buena parte de la derecha, que contesta la globalizacin por lo alto, acepta sin embargo apriorsticamente la filosofa de fondo, la nece-sidad de las tesis, los principios filosficos y las utopas niveladoras; son un ala ms del fenmeno globalizador, al que critican errores y horrores... y ni siquiera lo saben.

    El internacionalismo proletario de ayer se llama hoy antiglobal, aun cuando es cierto que es ms global que anti.

    La derecha (1)1, que en su origen posea otros instrumentos conceptuales de com-prensin y oposicin, partiendo de los estudios sobre el Mundialismo, sobre la Geopoltica, sobre las tradiciones, desarrollados en las obras de los maestros como Evola Gunon, Nietzsche Spengler, Sorokin, Lorenz, Sombart, Weber y

    1 Carlo Terracciano escribe aqu, en el original, Destra con mayscula, evidentemente refirindose a la antigua rea misina italiana, y en particular al grupo de Gianfranco Fini, la Alleanza Nazionale, a la que acusa de entreguismo al Sistema. En ocasin semejante, Terrac-ciano ha escrito: Y este es el juicio definitivo y sin apelacin para los postfascistas del neofas-cismo, aquellos que apelan al rea precisamente en cuanto que lanzan palabras al aire .

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    otros muchos, se abandon bien pronto a la NO COMPRESIN del fenmeno y a subirse al barco de los ganadores (siempre fue as su proceder), en una regresin poltica e ideolgica respecto a los anlisis y las acciones polticas anticipadoras de los aos 70 y 80.

    Contra todos los nostlgicos

    El Fascismo, como fenmeno histrico y poltico europeo, muri DEFINITIVA-MENTE en mayo de 1945, cayendo honrosamente con las armas en la mano, a diferencia del comunismo marxista eslavo-europeo que medio siglo despus implotar junto a la URSS y sus satlites.

    Y es un hecho irreversible que estas dos formas de modernizacin y movilizacin de masas sucumbieron en sus pugnas contra Amrica. Es el modelo americano el que ha triunfado en el siglo XX, dando su impronta a todo el Mundialismo globa-lizador que hoy arrasa la Tierra.

    Geopolticamente es Eurasia (+ frica y Amrica Latina) quien ha perdido, por ahora, en sus confrontaciones contra el Nuevo Mundo por un Nuevo Orden Mundial.

    El llamado neofascismo o neonazismo de la segunda posguerra ha sido un gran equvoco, unas veces heroico, otras trgico, y otras tambin cmico, alimen-tado en sus puntos ms oscuros por los intereses de sus enemigos.

    Aquellos que comnmente viene definido como extrema derecha no es sino la expresin del trauma de la derrota militar, de sus caudillos muertos y/o masacra-dos, abandonados por todos a la orga del Apocalipsis. La imagen de Mussolini junto a sus jerarcas con los pies hacia el cielo ha pesado como losa en ms de una generacin poltica. El 8 de septiembre no slo represent un vuelco epocal, sino tambin el fin de Italia como Nacin, pasando a ser una simple expresin geogr-fica ocupada por el atlantismo donde unas pocas decenas de millones de personas hablan ms o menos la misma lengua.

    La propaganda martilleante de los vencedores seal a los fascismos como el Mal personificado, hasta el punto que ha hecho a muchos identificarse en este rol invertido, como forma extrema de contestacin y auto-reproduccin.

    La nostalgia, las formalidad exterior, la castrante exaltacin de la derrota, los cul-tos necrfilos del pasado, el caudillismo sin Caudillo unido al expontaneismo

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    anarcoide (armado y desarmado), son la expresin de diferentes factores de impotencia poltica y social, mientras el mundo cambiaba vertiginosamente mar-ginalizando cada vez ms a la extrema derecha en los ghettos construidos por sus propias manos. El nostalgismo neofascista es la NEGACIN MISMA DEL FAS-CISMO histrico como movimiento de movilizacin revolucionaria de las masas, trampoln de las juventudes revolucionarias de toda Europa, basado en el mpetu vitalista de la mirada puesta en el futuro, en la fantica determinacin de morir o vencer en su COMPETENCIA REVOLUCIONARIA con el comunismo bolchevi-que tambin revolucionario.

    Ambos tienen como referencia el mundo de la primera mitad del siglo pasado. Y consideremos tambin que estamos hablando de las mejores partes de la derecha y de la izquierda, de aquellas minoras que jams aceptaron tout court alinearse junto al Sistema, convertirse en los guardias de la porra del orden constituido.

    Pero aqu y ahora, en los inicios del III Milenio, derecha e izquierda han enten-dido perfectamente en qu direccin marcha el mundo, y simplemente han aban-donado toda batalla histrica y cultural para pasarse al campo del adversario, del Liberal-Capitalismo, de Amrica, del Sionismo y del Mundialismo.

    Estos arribistas no son ciertamente el enemigo principal, pero s el ms cercano, a quienes es tpica la mxima ambicin de los nefitos mercenarios que desean demostrar al nuevo amo la plena fidelidad del siervo adquirido recientemente.

    Las recientes jornadas de Gnova, la exaltacin de la ms bestial represin poli-caca, de esos policas cobardes y nocturnos que no tienen el coraje suficiente de descender a la plaza para la batalla directa, el anticomunismo sin comunistas, la alineacin acrtica de todas las iniciativas antipopulares y la perfecta identifi-cacin en la poltica exterior americana y sionista, son hechos claros y evidentes de la mentalidad subyacente al gobierno Berlusconi y sus aliados de la Alianza Nacional, los postfascistas del neofascismo.

    En otros casos es la representacin operstica de la accin nostlgica e integrista del mantel y la sacrista, de las cenas y los homenajes cada vez ms escondidos para evitar los encuentros con las extrema izquierda parapolicial del Rgimen y del Sistema, una confrontacin que bien pudiera ser funcional al Sistema si no fuese tan anacrnica e inutilizable por los servicios que la gestan dentro y fuera de Italia. Ridculo ese antifascismo de cierta izquierda en tanto que tambin rid-culo el nostalgismo (pero a qu demonios se refieren con el anticomunismo?) de la derecha ms o menos extrema.

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    Todo a mayor gloria de la raza de los amos que traza los destinos de Italia y de Europa, del mundo entero.

    Actualidad de Julius Evola

    Habamos recordado que Julius Evola escribe su Rebelin contra el mundo moderno hacia la mitad de los aos 30, en un mundo que era bien diferente de nuestros inicios del III Milenio: no exista la energa nuclear y todava era una hiptesis el uso de la ms devastadora ara de ingenio humano; no haba televi-sin, ni ordenadores, ni internet era siquiera imaginado. La aventura del espacio exterior, el hecho de pisadas humanas sobre la Luna o las misiones exploradoras a Marte slo eran fruto de la imaginacin ferviente de los escritores de fantacien-cia. No se conoca la estructura helicoidal del ADN, ni podan imaginarse tecno-ciencias como la biotecnologa. La etologa estaba por nacer, y los estudios sobre ecologa eran cosa de marginales ociosos.

    La era de la industrializacin avanzaba con pasos de gigante slo en Amrica y Europa Occidental, donde todava la mayor parte de la poblacin viva de la agri-cultura y habitaba e ciudades a la medida del hombre.

    Europa, orgullosa, ocupaba el centro del mundo, con sus imperios coloniales, su cultura decadente, su burguesa.

    La globalizacin estaba en sus inicios, frenada por la existencia de polticas deci-didas y economas vitales. Amrica todava estaba lejos de realizar su proyecto de dominio mundial, aunque sus lneas esenciales ya fueron trazadas ideolgica y geopolticamente en los inicios del siglo XIX.

    La Iglesia Romana, aunque ya daba los primeros pasos de su irresistible deca-dencia, era aun un formidable dique de contencin detrs del cual se refugiaban pueblos enteros de millones y millones de almas devotas. La economa estaba dominada por los estados totalitarios ms importantes: Rusia, Alemania, Japn e Italia. Son 70 aos de distancia en lo temporal, pero centurias enteras en lejana mental, organizacin social, tecnologa, relaciones entre economa y poltica.

    Pero aquellos que se atrevan a releer las pginas de Evola descubrirn de golpe la actualidad de sus anlisis, especialmente los apuntados en la segunda parte de la obra, la titulada Gnesis y rostro del mundo moderno.

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    Sus conclusiones sobre la decadencia de Occidente, al igual que aquellas de Spengler, sus juicios categricos sobre Rusia como patria del capitalismo de Estado y Amrica como hogar del marxismo social realizado, simplemente, apa-recen ms como profecas que como aserciones, ms si tenemos en cuenta que sus profecas no tienen nada de mgico en el sentido banal del trmino, pero son fruto de un Conocimiento que se funda en los solas cimientos de la Tradicin, en la concepcin cclica de la historia.

    Esa concepcin segn la cual nuestro futuro ya est escrito en el ms remoto pasado, segn la cual nuestras espaldas no estn detrs, sino DELANTE de noso-tros, en un a-venir ms prximo al fin que al inicio de nuestro actual ciclo de exis-tencia, cuya conclusin y cierre determinar un nuevo y radical Inicio.

    Como sabemos, Tradicin significa tradere, transmisin de aquellos Valores que son eternos en cuanto que no son simplemente humanos, que el hombre no ha inventado, sino que ha recibido; Tradicin que se actualiza en la historia en forma de manifestaciones diversas, pero muy fcilmente identificables en toda poca y en todo lugar. Tradicin que es el opuesto metafsico a toda especie de tradicionalismo.

    Tradicin y revolucin

    LA TRADICIN ES REVOLUCIN, etimolgica y realmente. Revolucin es re-volver, es decir regresar a los Orgenes, pero no antes de haber completado su Ciclo, su rotacin su astronmica re-evolucin.

    La verdadera Tradicin no tiene nada que conservar, sino que desea destruirlo todo para dar a s cumplimiento revolucionario del ciclo, para preparar un nuevo inicio, una nueva Edad de Oro.

    La Conservacin es el contrario de la Tradicin/Revolucin, si es entendida no en el sentido de los Valores sino en aquel del mantenimiento, de la defensa de las estructuras del pasado, de las formas ya superadas, de los reductos vacos y banales, de las frmulas y las formas que el tiempo ha reducido a cenizas. Y esto tambin es vlido para las frmulas polticas y sociales como para las religiones y las culturas que una vez vueltas residuales e intiles se perpetan en vanos simu-lacros. Repetimos: en el mundo moderno no hay nada que conservar, sino todo que destruir.

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    Comenzando por cuanto de fosilizado hay en instituciones de un pasado ape-nas distante, que no fueron sino frutos del modernismo de su tiempo: desde los nacionalismos gestados por la Revolucin Francesa y por los Inmortales Prin-cipios del 89.

    Si la conservacin es el contrario de la Tradicin revolucionaria, la SUBVERSIN, como todos los fenmenos de revuelta en el mundo moderno, es una revolucin de signo contrario, una CONTRA-REVOLUCIN, siempre en el sentido tradicio-nal del trmino.

    La subversin, en el mismo momento que pretende destruir las formas del pre-sente (y este es su aspecto ms positivo), lo hace en nombre y bajo el signo de la modernidad, como categora mental y espiritual.

    Esto se traduce no en una aceleracin hacia el fin de la presente decadencia y por lo tanto en la precipitacin del punto catrquico que seala el paso revoluciona-rio cclico, sino en un perpetuarse bajo nuevas formas de decadencia, que ten-dern naturalmente a cristalizarse en la ensima conservacin, hasta la llegada de una ulterior honda subversiva. La subversin tiende a borrar las formas del pasado para conservar la esencia del presente, esto es, el modernismo antitra-dicional, tratando as de detener el verdadero proceso revolucionario que pueda cerrar el ciclo para abrir uno nuevo. La subversin es, en definitiva, otra forma de conservacin.

    Una serpiente que contina mordindose la cola

    Conservacin y Subversin son funcionales la una con la otra en la actual fase del ciclo; tambin cuando desde un elevado punto de vista metahistrico, el cumpli-miento revolucionario de la ltima fase cclica est escrito en el Destino: como siempre, fata volentes ducunt, nolestes trahunt.

    Las consecuencias de estas dos actitudes mentales son diversas y comunes, para los que no quieren ser simples espectadores comunes de los eventos, quienes observan en su misma naturaleza la marca de una impersonalidad activa, la fie-reza del guerrero de la Tradicin que hoy no puede sino manifestarse en el com-batiente poltico revolucionario.

    Valores a parte, lo repetiremos por tercera vez: en el mundo moderno no ha nada que salvar y todo est por destruir. En el mundo moderno, a este final de ciclo,

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    toda destruccin del pasado y del presente es propedutica al cumplirse el mismo ciclo histrico.

    Dos frentes, muchas trincheras

    Bajo este punto de vista es consecuente que un verdadero revolucionario vea en todo joven contestatario de la actual situacin mundial y nacional un aliado tc-tico en la obra de destruccin de las instituciones mundialistas, en el asalto con-tra los gobiernos colaboracionistas del ocupante americano; de derecha o de izquierda, poco importa en el desenmascaramiento de todo engao sobre la piel de los pueblos, de TODOS los pueblos.

    Motivaciones y fines pueden ser divergentes, pero el Enemigo es nico y supera toda barrera ideolgica. Slo quien as razona es un verdadero revolucionario, al prescindir de la revolucin que tienen en mente, sin fingir, sin saltos de campo para agradar a quien nos considerar siempre un extrao o un nefito convertido.

    Es la teorizacin de los DOS FRENTES Y MUCHAS TRINCHERAS.

    Que cada uno combata al Mundialismo, la globalizacin, tambin si tiene una visin limitada de los problemas globales, de aspectos parciales, desde el pro-pio punto de vista ideolgico, ideal o existencial: desde la propia trinchera. Pero teniendo al menos bien clara la identificacin de mismo Enemigo, que es el ene-migo global.

    Quien tenga ms claros los trminos polticos y metapolticos del combate pla-netario es tambin quien tendr una mayor panormica del campo de batalla y sabr mejor conducir una lucha ms radical y determinada.

    Y el primer paso consiste en dar un nombre y un rostro a un fenmeno que no es annimo ni hijo de nadie, como quieren hacernos creer los teorizadores del desempeo poltico, de la retirada a lo privado, entre los inputs metapolticos y prosaicos de la vida del pequeo burgus.

    El nombre de la mundializacin: Amerika

    El Mundialismo moderno es la fase extrema del imperialismo capitalista ameri-canocntrico en su manifestacin ms degenerativa, antitradicional, conserva-dora y subversiva al mismo tiempo.

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    Los Imperios tradicionales de Europa, despus de haber sido la mxima expresin de las formas poltico-sociales del mundo tradicional, manifestacin de la metaf-sica en el plano fsico, se transformaron al final de su ciclo vital en imperialismos y nacionalismos coloniales, invadiendo e infectando el mundo. Ahora, la ley del contrapeso ha querido que sea Europa la vencida y sometida por un veneno que se ha instalado en su seno: Amrica ha vencido a Europa, a toda Europa, tambin a la de los aliados de ayer, la ha privado de su poder y sus colonias, sustituyendo un neoimperialismo poltico, econmico y meditico.

    En trminos geopolticos, el Mar ha vencido a la Tierra, y contina avanzando en su interior.

    Amrica, en efecto, se ha impuesto tambin a su rival, Rusia, y los confines de la OTAN avanzan cada vez ms hacia el corazn de Eurasia, el HEARTLAND logs-tico de ex-potencia antagonista.

    El Mundialismo, y su manifestacin econmica y mental, la globalizacin no podran existir sin el dominio de una y sola superpotencia que ha impuesto al mundo su predominio militar sobre la tierra, sobre todos los mares, sobre los cielos y sobre el espacio exterior. No existira sin una moneda nica vlida en todos los pagos internacionales, sin una lengua comn de comunicacin, de la diplomacia y de los ordenadores, sin una pseudocultura aceptada y asumida por todos, sin un dominio total de la televisin, el cine, la prensa, internet, etc., por los altos lobbies y las multinacionales con base en los EEUU, fortaleza continen-tal aislada por dos ocanos de vasta extensin, brazo armado mundial del SIM, el Superestado Imperialista de las Multinacionales.

    Los Estados Unidos son los grandes defensores de la globalizacin, y all donde sta se ha puesto en prctica, como en las relaciones con Mxico, han aportado un gran bien (...) Pienso que los Estados Unidos son los primeros en beneficiarse de la globalizacin, desde el punto de vista de la concurrencia, desde una posicin ms fuerte respecto a los dems.

    Son palabras de Henry Kissinger, el judo errante de las administraciones repu-blicanas, premio Nbel de la paz (despus de haber provocado la guerra Irn-Iraq, con un milln de muertos; o la invasin de Timor Oriental, con el exterminio de un tercio de la poblacin local), autor del reciente libro Tiene Amrica necesi-dad de una poltica exterior?, y sponsor del actual ministro de exteriores italiano en el gobierno Berlusconi.

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    En el fondo son un eco de las manifestaciones de su compadre literal, George Soros, judo de origen hngaro, especulador capaz de hundir en una sola opera-cin burstil la economa de pases enteros (en el 92 le cost a Italia una prdida de 40 millardos de liras) y actual co-presidente del World Economic Forum di Salsburgo (hermano menos estival del Foro de Davos):

    Creo que la globalizacin traer grandes beneficios a un gran nmero de hom-bres y mujeres... La liberalizacin de los mercados y del movimiento de los capi-tales produce sobre todo beneficios privados a los privados. No se preocupa de quien no puede hacerlo per se, de los beneficios colectivos.

    (De su artculo: La globalizzazione un bene, i governi imparino a usarla, Repubblica, 3.07.2001).

    Viva la sinceridad !!!

    Para el seor Soros y sus afines la globalizacin, ciertamente, es un verdadero man del cielo. ltimamente anuncia que desea abandonar las finanzas y dedi-carse a los problemas de la democracia en la Europa del Este. Pobres Eslavos !!!

    Del resto, es preciso anotar que uno de los instrumentos que tiene Amrica para imponer su poltica econmica al mundo, adems del dlar, es la llamada GLO-BALIZACIN ASIMTRICA, que mientras impone a las economas ms dbi-les (comprendidas tambin las de los partners ricos del Norte del mundo) el liberalismo absoluto en los intercambios internacionales, aplica por el contrario fortsimas tarifas a las mercancas extranjeras ms competitivas en el mercado interno estadounidense, en defensa de los intereses lobbisticos de los producto-res americanos. Una poltica econmica que aplicada a los productos del Tercer y Cuarto Mundo resulta devastadora para las economas ms dbiles, obligndolas a importar productos made in USA sobre los cuales Amrica se niega a pagar impuestos.

    Los alegres muchachos de Robin Hood robaban a los ricos para drselo a los pobres. Amerika roba a los pobres para drselo a los ricos.

    Cmo prepara Amrica la III Guerra Mundial

    Pero existe un nuevo peligro, que viene acentundose en los hechos recientes de la nueva Administracin republicana de Bush II: el relanzamiento de la carrera

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    armamentista para sostener el gigantesco complejo militar-industrial de los EEUU.

    Esta es una deuda que busca sobre todo favorecer a los lobbies blicos y al Pent-gono, que han abastecido de personal al nuevo Bush con el viejo staff republicano del padre y otros predecesores.

    Se busca as prescindir de los riesgos evidentes de una poltica de paz y estabili-dad internacional, el riesgo de hacer colapsar una economa que estaba en plena crisis, con la creacin de un arsenal costossimo e hipertrfico, a ms de comple-tamente intil en un sistema internacional que ve en los EEUU al da de hoy la nica superpotencia mundial.

    Esta es la tesis de Chalmers Johnson en su obra Los ltimos das del imperio americano.

    En este libro se proyecta un posible fin de los Estados Unidos muy similar al colapso implosivo de la URSS, en el momento en que se hizo evidente que su esfuerzo militar no era compatible con las estructuras econmicas internas y se haba demostrado inadaptado a la estrategia contempornea (derrota en Afganis-tn, Polonia, Medio Oriente, etc.).

    La cada del imperio americano no sera ciertamente una prdida para el resto del mundo, sino al contrario el inicio de un nuevo renacimiento de los pueblos y de las naciones, si no fuese por el hecho que la globalizacin americanocntrica lo ha vinculado todo a la economa y a la poltica estadounidense, hasta el punto que la crisis general del capitalismo USA representara contemporneamente LA Crisis Mundial por antonomasia, frente a la cual aquella del 29 sera una tempestad en un vaso de agua.

    Es seguro que Amrica, frente a la perspectiva del desastre econmico interno que, simplemente, en aquel tipo de sociedad representara el fin de los EEUU como entidad poltica unitaria, estara dispuesta a desencadenar un conflicto mundial sobre el cual descargar las tensiones internas y en el cual desgastar los armamentos cuya construccin habra determinado la misma crisis 2.

    El libro de Johnson haba anticipado la crisis con China por la cuestin crucial de Taiwn y el control del Pacfico Nororiental.

    2 Proftico, si se considera que este artculo tiene una fecha de redaccin de pocos meses antes de los sucesos del 11 de septiembre.

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    En estos momentos, una vuelta al imperialismo militarista e intervensionista sera la vlvula de escape del capitalismo en su fase extrema y ms agresiva, con la variante que esta vez sera la Alta Finanza quien conducira el juego y el teatro sera ms o menos todo el planeta en su conjunto, planeta que amenaza con la cada en el completo caos seguido de la cada del imperio americano.

    Si el Mundialismo es tambin fruto degenerado del nacionalismo, del imperia-lismo colonial vuelto en su aparente opuesto, pero en realidad interno a la lgica mercantilista antitradicional que presidi el nacimiento y la afirmacin de los imperios coloniales europeos, la solucin al problema no puede sino regresar a su lugar de partida: EUROPA.

    Europa, Imperio y geopoltica

    Es decir, en un IMPERIO EUROPEO autocrtico, autrquico, armado. En una concepcin imperial, tradicional, revolucionaria y geopoltica como respuesta al imperialismo del mundo unipolar, modernista, conservador del estado global actual.

    Recordemos las palabras de Evola:

    Despus, los imperios seran suplantados por los imperialismos, y ya no sabrn nada del Estado si no fuera como organizacin temporal particular, nacional y despus plebeya.

    Una Europa Unida que retorne a sus races ms profundas, a sus orgenes pola-res, que encuentre en su Tradicin las fuerzas para levantar la bandera de la libe-racin continental y planetaria contra el Mundialismo. Y que tenga en la visin GEOPOLTICA, es decir, en la conciencia histrica y geogrfica de sus lites y de sus pueblos, el arma con la que combatir las utopas del mundo moderno y las amenazas de los potentados mundiales.

    Una Europa similar ciertamente no tiene nada que compartir con la actual Unin Europea, apndice atlntico de la talasocracia americana; la geopoltica, la histo-ria, la ideologa de nuestros actuales ocupantes son necesariamente conflictivas y antagonistas con las de Europa.

    En trminos geogrficos, histricos y culturales, la unidad del continente Europa abarca tambin su parte oriental, especialmente con Rusia, quien representa en la perspectiva geopoltica las garantas necesarias en trminos militares y la

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    complementariedad en los aspectos econmicos: la potencialidad del ESPACIO VITAL.

    La Europa desde Brest, desde Lisboa y desde Reykiavik hasta Vladivostok, Desde Thule, en Groenlandia, hasta Bering, en la punta extrema oriental de Siberia, con eventuales bases avanzadas ms all del estrecho, no es una Utopa, sino una simple necesidad para garantizar nuestra misma existencia.

    Slo entonces tendremos la ocasin de verificar una reaccin vital de los pueblos europeos. Y ciertamente no es quizs de Occidente, sino de Oriente y de Rusia de donde puede llegar la esperanza; y por la otra parte Rusia es impotente sin el concurso de Europa Occidental, nica salida a los mares clidos de la potencia del Heartland continental. Estamos unidos en una misma suerte.

    Si, como hemos dicho, el Mundialismo actual se identifica total y completamente con el imperialismo americano, hasta el punto de hacer conmutativa la ecua-cin Mundialismo = Americanismo, loa respuesta POSIBLE no puede sino ser una Europa Unida e Independiente, soberana y autrquica en sus necesidades primarias.

    El One World que se proyecta como el mejor de los mundos posibles tiene un centro: el ombligo del mundo unificado est en los EEUU. En particular, el finan-ciero y poltico en la franja costera que va desde Nueva York a Washington; el cultural entre Los Angeles y San Francisco; y el econmico-industrial en la regin de los Grandes Lagos de Chicago y el Texas.

    Si la amenaza destructiva de la superpotencia USA, como instrumento del plan mundialista de dominio, es global, tambin global debe ser la lucha de los pueblos libres, reunidos en reas geopolticas y culturales afines.

    La nueva Tricontinental

    Europa, para ser libre, deber ponerse a la vanguardia de las luchas de liberacin del Sur del mundo: de Amrica Latina, hoy reducida a patio trasero del imperia-lismo gringo; del frica negra Subsahariana; del Asia Exterior amarilla, con China a la cabeza; del Subcontinente Indoario; de la Umma Islmica.

    Por lo tanto es tambin nuestra la lucha del pueblo palestino, rabe, contra la presencia sionista en Palestina y en Medio Oriente.

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    Israel es el portaviones armado del imperialismo talasocrtico USA en el mismo corazn de la masa continental eurasitico-africana, en la confluencia de los estrechos de los mares internos y de las rutas del oro negro de la energa mundial.

    La misma existencia de Israel representa un peligro mortal para la Unidad Euro-pea, igual que para la rabe, la Indoaria o la Africana.

    La eliminacin del bastin sionista en el Mediterrneo es y ser una prioridad estratgica para todo gobierno y estado que pretenda combatir contra el Mundia-lismo, por la unidad continental geopoltica.

    En el mundo global no pueden ignorarse situaciones geoestratgicas aberrantes tambin en las antpodas del planeta.

    Pero las pequeas naciones siete-ochocentistas no pueden ciertamente competir con las grandes potencias continentales.

    Mario Vargas Llosa, por otra parte uno de los grandes intelectuales orgnicos apologistas de la globalizacin, ha afirmado recientemente:

    La realidad de nuestro tiempo es la de un mundo en el cual las antiguas fronteras nacionales se han difuminado gradualmente hasta establecer en los pases de los cinco continentes unas interdependencias que se oponen frontalmente a la vieja idea del Estado-nacin y a sus prerrogativas tradicionales.

    (De su artculo: Quello che rester del nuovo Sessantotto Repubblica, 7/8/2001)

    El escritor politicastro no se olvida de anotar que el sistema democrtico (es decir: los EEUU) ha derrotado a los grandes regmenes totalitarios del siglo XX, el Fascismo y el Comunismo, sealados aqu como las nicas serias tentativas antimundialistas, respecto a las utpicas veleidades del pueblo de Seattle, des-tinado a ser reabsorbido en el Sistema como ya lo fueron los contestatarios del 68. Un Sistema del cual Vargas Llosa se reconoce como componente interna aun disintiendo de los medios.

    Aadiremos por nuestra parte que los mismos fascismos y comunismos deben en gran parte su derrota al hecho de nunca haber comprendido en su plena tota-lidad la globalidad de la lucha, ni las intenciones reales de la potencia americana en el mundo. Acabaron destruyndose entre s, permitiendo al imperialismo USA

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    batirse, en tiempos separados y con instrumentos diversos, con el nico objetivo histrico de dominar la tierra.

    Que las unidades geopolticas y culturales en el futuro de la poltica mundial no son una mera hiptesis de estudio, fruto de un academicismo politolgico o una utopa incapacitante, son los mismos tericos de la supremaca americana quie-nes vienen a decirlo. El trilaterista Samuel P. Huntington es el portavoz de varias asociaciones americanas que trazan las lneas estratgicas generales de las barras y las estrellas para el siglo XXI.

    En su celebrrimo ensayo El choque de las civilizaciones y el Nuevo Orden Mun-dial, el autor disea el cuadro de un mundo futuro dividido en grandes reas geogrfico-culturales, en cuyo mbito prima el principio de no ingerencia por parte de las potencias externas. Escribe Huntington:

    Bajo el empuje de la modernizacin, la poltica planetaria se est reestructu-rando segn el modelo de la lneas culturales. Los pueblos y los pases con cultu-ras similares se avecinan. Las alianzas determinadas por motivos ideolgicos o por las relaciones entre las superpotencias dejarn el campo a las alianzas defini-das segn culturas y civilizaciones.

    Los lmites polticos sern rediseados afn de que coincidan con las grandes reas de civilizacin. Las comunidades culturales sustituirn a los bloques de la Guerra Fra y las puntos donde se intercepten las lneas entre las civilizaciones estarn los puntos conflictivos de la poltica global.

    Ciertamente Hungtinton escribe como un americano, y su concepto de Civiliza-cin tiene muy poco que ver con aquel de la tradicin europea o sinojaponesa o rabe-islmica etc. Es ms, segn la lgica geopoltica atlantista de sus patrocina-dores, Europa debe estar unida a los EEUU y separada de su Hinterland natural oriental del mundo eslavo-ortodoxo.

    Por lo dems, ya la escuela geopoltica de Haushofer haba previsto un mundo de unidades continentales (en el sentido que la geopoltica da al trmino conti-nente, que no coincide necesariamente con la subdivisin escolstica en la cual fuimos todos adoctrinados en la enseanza primaria); pero Huntington, obvia-mente, no menciona este hecho en ninguna palabra.

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    Geopoltica y lucha de liberacin

    Las unidades geopolticas y culturales de tipo imperial son pues la realidad de la subdivisin planetaria del futuro, y responden a una exigencia real de la Historia y de la Geografa.

    La geopoltica, criminalizada durante aos como pseudociencia nazi ha cono-cido un nuevo auge tras el fin del bipolarismo USA-URSS y el nacimiento de nue-vas naciones y nuevas realidades supranacionales, como el Islam Revolucionario, el despertar de China o la nueva y asombrosa vitalidad del Hinduismo.

    En el momento actual, a la inversa, Europa, englobada en la OTAN, no es otra cosa que un territorio de ocupacin, tercera orilla ocenica de la potencia areo-martima dominante, frente avanzado del imperialismo talasocrtico ame-ricano en su penetracin hacia el corazn continental de Eurasia: el Heartlan rusosiberiano.

    En un contexto tal, TODOS los ejrcitos y policas, TODOS los servicios y las estructuras polticas de las naciones europeas estn al servicio de Washington, estructurados y armados en funcin de los intereses estratgicos de intervencin rpida del imperialismo americano en todos los ngulos del mundo.

    Y como tal deben ser considerados por todo verdadero revolucionario y patriota europeo: como COLABORACIONISTAS DEL ENEMOGO OCUPANTE; y trata-dos como tales.

    En el fondo, la guerra contra Europa aun est por concluir.

    La OTAN, lejos de ser una garanta de defensa, es la materializacin del instru-mento de dominio americano sobre Europa, en particular ahora que ya no tiene justificacin el baluarte anticomunista y antisovitico.

    La experiencia de las guerras balcnicas y el ataque criminal a Serbia son slo los ltimos trgicos hechos expuestos a los ojos de todos. Y la vergenza del Tribunal Internacional que La Haya consiste en procesar a los vencidos en nombre de los verdaderos criminales de guerra mundiales, como no otra cosa represent la otra vergenza histrica de los tribunales de Nuremberg y Tokio.

    Con la teorizacin de las intervenciones humanitarias, los Estados Unidos se han autoproclamado policas mundiales contra los criminales internacionales de turno, elegidos sobre la base de los intereses de la estrategia militar y poltica

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    del Pentgono: ayer fueron Hitler, Mussolini, Stalin y el Japn; hoy son Irn, Libia, Corea o ms simplemente Saddam Husein, Milosevic o Bin Laden.

    La globalizacin

    Para retornar a las proposiciones de la unidad geopoltica autocentrada, seala-mos que sta tambin representa la respuesta al falso problema de la dicotoma entre GLOBALIZACIN y LOCALIZACIN.

    El mundo moderno siempre ha tendido a abatir toda barrera nacional (interna-cionalismo, gobierno nico mundial...) cultural (uniformismo de las costumbres, de las modas, de la msica, de la comida, de internet, etc.), econmica (globali-zacin de los mercados, liberalismo absoluto) religiosa (sincretismo, fraternidad universal, modelo monotesta nico), etc...; y en tal sentido se expresa el proyecto mundialista de una cultura unipolar, modelada bajo el american way of life.

    Por otra parte, la natural resistencia de los hombre sanos y de los pueblos todava vitales va en el sentido aparentemente opuesto: el localismo, el retorno a los valo-res de la tierra, cuando no de la sangre.

    Se recomponen usos y costumbres, tradiciones locales o recetas, se restablecen los modos vivenciales de relaciones armnicas con la naturaleza propias del precristianismo.

    Hasta acabar con las reivindicaciones de autonoma o independencia de las patrias chicas, con el renacimiento de lenguas perdidas, el estudio de la historia perdida y de los smbolos y las banderas olvidada.

    Un fenmeno en gran parte positivo, pero en muchsimas ocasiones instrumen-talizado por los lobbies mundialistas, unas veces siendo utilizado como simple folklore pasadista y otras como instrumentos de debilitacin interna de la poltica nacional, cuando sta no se pliega completamente a los deseos y valores de los autonombrados patrones del mundo.

    El terico de esta tendencia localista, junto a los varios Ivn Illich, Vandana Shiva o Bov, es el ecologista ingls Edward Goldsmith, autor del ensayo Gloca-lismo, donde apunta la tendencia global al localismo en el mundo.

  • 31

    En una reciente entrevista (La Stampa, 15/7/2001), el teorizador de las comu-nidades estables, territoriales, tradicionalistas, autorreguladas y con tendencia al crecimiento cero, afirma:

    Se quiere crear un paraso para las multinacionales, disolviendo las reglas y leyes que protegen a los pobres y a las comunidades locales. El G8 lo hace sistemtica-mente... Creo en los deberes hacia la familia y hacia la comunidad de pertenencia, el las ideas de religin y de tradicin. Me parece Horrible la sociedad individua-lista, atomizada, masificada. No existe libertad que pueda oponerse al consumo de Coca-Cola, a los organismo genticamente modificados, al MacDonalds.

    Y sigue:

    La globalizacin es un fenmeno temporal, que no puede durar... La poltica de Bus avanza hasta la extincin de la humanidad; pero en tal caso no quedar ni siquiera la economa... no quedar nada... Debemos preparar a las gentes para el colapso de este Sistema, porque ste llegar inevitablemente segn su propia lgica.

    Palabras donde nos identificamos completamente y que lanzamos a quienes nos acusan de catastrofismo apocalptico.

    Habr que ver cmo conciliar las ideas de Goldsmith con las de los globalizado-res de lo bajo, los postmarxistas, los internacionalistas y los cristianos de base, es decir, con las ideologas internacionalistas y mundialistas por excelencia... Y tambin con las de Bov o del subcomandante Marcos, llegado como revolucio-nario desde la selva lacandona de Chiapas con El Capital bajo el brazo... para convertirse a las visiones del Popol-Vuh, el texto sagrado de los mayas.

    Es noto que, entre los padres nobles del movimiento antiglobal, se insertan tam-bin nombres bastardos, viejos y nuevos, en un totum revolutum de Marx a Key-nes, de Rousseau a Russell, de Morel a Marcuse, de Tolstoi a Trostki, hasta acabar con los ms actuales McLuhan y Jeremy Rifkin, quien ha popularizado el trmino Ecocidio, Vandana Shiva Luther Blisset y, obviamente Noam Chomsky y Naomi Klein, la iluminada autora del libro y de la campaa contra los copyrights, No Logo.

    No podemos olvidar a los religiosos y telogos, desde la Madre Teresa de Cal-cuta (inolvidable, por cierto, en todas las salsas) a Hans Kng y Leonardo Boff. Extrao que... no se hable mucho de Hakim Bey (alias de Peter Lamborn Wilson), teorizador de las TAZ (Zonas Temporalmente Autnomas), una de las lectu-

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    ras preferidas en las franjas duras del anarco-insurreccionismo del movimiento antagonista; un suf que propone una lectura anarco-nihilita del materialismo marxista pero tambin de... la diosa Kali, bajo el signo de la destruccin total de todo aquello que el pensamioento tradicional define como el Kali-Yuga la Era de Kali, esposa de Shiva, destructora pero tambin restauradora3.

    Y nos queda el hecho que el DIFERENCIALISMO IDENTITARIO, la locali-zacin, el particularismo etnogeogrfico no puede contrastar la Globalizacin impuesta, el proyecto Mundialista, slo recluyndose en lo particular, oponiendo las pequeas comunidades y las economas aldeanas al extrapoder econmico y poltico, por no decir militar del mundialismo y de sus siervos. Slo proyectando una obra de destruccin total (absolutamente necesaria, y prioritariamente indis-pensable) de las estructuras del mundo moderno, se podr proyectar y preparar la alternativa a la globalizacin, y no la globalizacin alternativa.

    Comunidad, nacin, Imperio

    Ni, al contrario, podemos quedarnos en la espera de la crisis estructural del Sis-tema mundialista, que, ciertamente, ES el destino del Capitalismo Financiero Internacional, el cual tiende por su propia lgica al colapso, como justamente dice Goldsmith.

    Las naciones nacidas de la Revolucin Francesa y de la descolonizacin de la posguerra son instrumentos polticos inadecuados para afrontar el fenmeno; por cuanto menos lo son entonces las microcomunidades de cualquier gnero, si no se insertan en una unidad orgnica ms grande, ms compleja y completa, garante de las especificidades locales y de la defensa comn.

    Sobre el problema de las relaciones entre nacionalidad, nacionalismo e imperio, es necesario regresar a la obra de Evola Rebelin contra el mundo moderno, que tambin en este campo anticipaba en decenios las crticas al nacio-nalismo que, entre el histerismo de las masas y de las guerras civiles europeas, ya excavaba la fosa del siglo en curso.

    Y sobre esa fosa, el Mundialismo ha colocado su lpida.

    3 Carlo Terracciano nos relata que estos datos han sido extrados del forum telemtico de Luigi Leonini, donde se dio nota de las crticas del izquierdista Blisset a Hakim Bey, considerado casi un nazifascista.

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    La solucin al problema de superar la Globalizacin Mundialista, de la defensa de las particularidades locales frente a la homologacin planetaria final del capi-talismo, no puede ser otra sino la Europa Unida del Atlntico al Pacfico, del Polo Norte al Mediterrneo, de Brest a Vladivostok y de Narvik a Gibraltar; la Europa de las cien banderas y de las estructuras sistmicas de las comunidades particula-res, de la familia a la ciudad, de la ciudad a la regin, de la regin a la nacin y de la nacin al Imperio, en una Europa unitaria en sus races tnicas y espirituales, ocupando un vasto espacio geopoltico delineado y econmicamente autrquico, dotada de los medios de defensa necesarios para garantizar su soberana.

    Esta es la esencia del IMPERIUM tradicional, descrito por Evola y conocido por todas las autnticas Civilizaciones.

    Porque la unidad del Imperio viene ante todo dada por las lites espirituales, polticas y militares de los pueblos componentes del mismo Imperio, portadoras de una visin anaggica, espiritual, geopoltica, metapoltica y metafsica, que compenetra y supera los intereses de los pueblos comprendidos en los confines imperiales, cada uno dotado de su propio DOMINIUM, de sus modos y vidas y de su propio espacio geogrfico particular subsidiario.

    La solucin ms realista del drama de nuestro tiempo reside en la sabidura de los principios de la Tradicin que, en cuanto tal, no es ni antigua ni moderna, porque es eterna. No sigo a los antiguos, busco lo que ellos buscaron, es el lema del hombre de la Tradicin.

    El retorno de la Gran Poltica

    Se habla mucho del retorno de la poltica, de su reconquista del puesto que le corresponde sobre la economa.

    Pero slo si se comprende la verdadera naturaleza del Mundialismo, que no es slo ni mucho menos sobretodo un fenmeno de naturaleza econmica, podr oponerse una alternativa vlida, poltica y socioeconmica, al proyecto de domi-nio de una restringida, electa oligarqua plutocrtica, pero tambin portadora de una bien especfica contra-tradicin religiosa y cultural: una visin del mundo global y globalmente antagonista a la de los pueblos.

    Sobre el tipo de lucha a contraponer nos permitimos aconsejar al lector a otros trabajos precedentes, en particular al titulado Doctrina de las Tres Liberacio-nes : Liberacin Nacional Liberacin Social Liberacin Cultural en el cuadro

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    geopoltico europeo y en una perspectiva de guerra total Mundial-Tricontinental de los pueblos contra el imperialismo americano.

    Pero antes de toda accin en el campo prctico ser necesario aclarar inequvo-camente los trminos del problema, los actores reales sobre la escena nacional y mundial diferencindolos de los ficticios, los hombres y las instituciones, los partidos y movimientos que estn al servicio del proyecto mundialista.

    Y para este anlisis las viejas y abusivas terminologas ya no tienen sentido, no sirven para el fin que un da sirvieron: derecha, izquierda fascismo/antifas-cismo, comunismo - anticomunismo, democracia - totalitarismo, nacionalsimo - internacionalismo, son todas palabras que pertenecen a una poca y a una pol-tica del siglo pasado.

    El que ahora se utilicen con fines polmicos y/o apologticos, slo tienen la finali-dad de desviar la atencin de la realidad actual, de las perspectivas de agregacin y de la lucha del maana.

    El cuadro del conflicto y sus protagonistas

    Evola ha mostrado cmo, al contrario, tambin los trminos exactos pertenecen a la Tradicin Una, en cuanto desvinculados de las contingencias de lo temporal y lo pasajero, de lo provisorio y lo inesencial, que pueden transmutarse de poca en poca en palabras de orden para la lucha, en Mitos de referencia capacitantes en las perspectivas reales de lucha, para aquellos que quieran ser protagonistas de su propio tiempo, tambin en la poca de la disolucin y del fin de ciclo, cuya duracin, por otra parte, no podemos determinar.

    Estemos siempre atentos frente a aquellos que niegan la existencia de los mitos capacitantes, como anuncian los hombres incapaces de actualizar una Reali-dad precisamente por su propia naturaleza atemporal y metapoltica, aquellos cuyo limitado horizonte mental les resguarda en un estril nostalgismo y en la impotencia poltica, cuando en la defensa de las instituciones del pasado. Estas limaduras de hierro preceden a la calamidad cuando no saben ejercitar su fuerza natural atractiva.

    Y aqu hay que incluir a todos los que exaltan un pasado lejano del cual son indig-nos representantes, pues lo niegan en los hechos llevando agua y energas al molino de un enemigo secular, el mismo de ayer, de hoy del prximo maana.

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    No son tiles los partidarios de una contestacin humanista, reformista cristiano-laico-progresista, en cuyos ltimos principios ya se manifiestan claramente los grmenes y las patologas del mal que se quiere combatir.

    No son tiles los partidarios de la lucha simplemente destructiva de los cas-seurs, de los anarquistas y nihilistas de toda especie, cuyo verdadero lmite no est en la modalidad de accin (Qu son y qu cuentan, respondemos a los que se escandalizan, cuatro cristales rotos de oficinas de banca o de dos MacDonalds en el conjunto de los crmenes de la banca y las entidades financieras?), sino en la falta de perspectivas revolucionarias y en la fisiolgica negacin de una alter-nativa posible.

    Tambin si, en este casi, las convergencias tcticas son posibles y auspiciadles, pero sin retar la propia identidad poltica y Cultural en sentido lato.

    Si las derechas del Sistema forman parte del frente enemigo del Mundialismo en el poder, los antiglobalizadores, en sus variantes de todos los colores del arcoiris, representan una contestacin INTERNA al Sistema globalista, lo cual no es pro-piamente una contestacin.

    En el esquema ideal de los dos frentes muchas trincheras mientras la derecha reaccionaria se coloca claramente en el frente opuesto, los jvenes contestatarios lo hacen en nuestras trincheras vecinas, pero carecen de un cuadro claro y gene-ral de las fuerzas en lucha y de las estrategias a emplear. Esto lo saben muy bien los estrategas del enemigo mundialista y lo usan para desviar las energas revolu-cionarias positivas hacia falsos objetivos.

    Para los que son conscientes de todo esto se trata ahora de asumir una posicin lo ms firme y RADICAL contra todas las expresiones polticas, sociales, cientficas, espirituales... del moderno mundo globalizado. Un tradicionalista revoluciona-rio, lo repetiremos hasta la nausea, no tiene nada que salvar del mundo moderno, sino todo que destruir, comenzando por los residuos y las ruinas de un pasado que no pertenece al mundo de la Tradicin sino a una fase precendente y ya supe-rada de la decadencia.

    Fuertes en una recta Doctrina y en un anlisis racional histrico y geopoltico, conscientes de saberse en batalla por la justa causa de los pueblos, en una visin global del mundo y de la historia ofrecida en las enseanzas tradicionales de los maestros como Evola, Gunon, Bla Hamvas (el autor de Scientia Sacra), y tan-tos otros, los jvenes revolucionarios antimundialistas del maana deben colo-

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    carse a la vanguardia y no en la cola de la guerra contra la globalizacin, en todas sus formas de manifestacin, que obviamente no son slo econmicas y polticas, sino tambin existenciales, espirituales y naturales.

    Hemos de dar respuestas y propuestas a todas las protestas, en todos los cam-pos: en la salud ambiental, en el mundo laboral, en la inmigracin y en el dbito mundial, en la alimentacin y en el comercio, en la gentica y en la ecologa, en la informtica y en la etologa, en el animalismo y en mil campos ms... en todos en su conjunto y en la visin del mundo en general. Sin seguir histricamente al ltimo capitoste que aparezca en escena, porque los lderes deben ser pasar los firmes y frreos procesos de seleccin antes de ser reconocidos como portadores de la potestas.

    De cualquier forma que se lo quiera llamar, debe nacer una COORDINADORA ANTAGONISTA REVOLUCIONARIA entre todos aquellos que coincidan en una visin tradicional, anaggica de la vida y del mundo, y que tengan la voluntad de aplicarla en la lucha cotidiana; una cotidianidad que sea vivida bajo el sello de lo Absoluto, no el empeo de un da o de un ao, sino la determinacin de toda una vida.

    Quien sepa portar en s mismo tal determinacin puede estar seguro de verse acompaado de un nmero siempre creciente de jvenes y menos jvenes, que vern en l un signo, un impulso, una bandera por la cual lanzarse a la batalla.

    Evola como maestro de lucha y victoria

    Evola no fue el idelogo de la retirada estratgica, del olvido, de la reclusin monstica, del gesto desesperado, valeroso, pero sin fin en s mismo, no fue nin-gn anarquista mstico. Toda su vida y su obra, antes y despus de las Guerra Mundiales, son un testimonio de empeo, sin exaltaciones improvisadas.

    Evola fue un verdadero revolucionario, tambin mientras estuvo inmvil, inca-pacitado en su silla de ruedas, y lo demuestra el hecho que supo mirar a lo lejos y prever la realidad en la cual estamos hoy inmersos. Prever y prevenir, ofre-cindonos los instrumentos tericos para combatir el mundo y el mundialismo modernos.

    El Sistema mundial es mucho ms frgil de lo que pretende hacernos creer. Su cada no ser prolongada en el tiempo, no ser una larga decadencia, sino un

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    derrumbarse inmediato, ms veloz que ese gigante con pies de barro que fue la extinta URSS al finalizar el pasado milenio.

    Se trata ahora de acelerar en lo posible las contradicciones internas del Sis-tema, contradicciones que siempre se presentan en todo fenmeno de mutacin histrica.

    Exponer las contradicciones, aportar las contraposiciones, trasladar las contra-posiciones EN el Sistema a oposiciones AL sistema. Mostrar a los pueblos toda la fragilidad estructural de este mundo globalizado y asqueroso.

    Primer imperativo: cambiar el signo de la movilizacin; del - de una globaliza-cin al negativo, a lo bajo, al +, positivo, de una lucha sin tregua al Mundialismo, empezando POR la Liberacin Nacional, Social, Cultural, europea y mundial.

    Y no antes de haber hecho limpieza general en la plaza de todo presente y pasado.

    Este es el verdadero nihilismo activo.

    Siempre Evola, en las conclusiones de Rebelin contra el mundo moderno afirmaba:

    Se tratara de asumir, con una especial orientacin interior, los procesos ms destructivos de la era moderna para usarlos a los fines de una liberacin, como en una accin de retorcer el veneno en contra de s mismo o en un cabalgar el tigre.

    Y qu puede ser ms radical y toral en la lucha contra el mundialismo moderno que tener un firme punto de referencia, bien diferente de las contingencias hist-ricas del momento?

    Aquel que no se resguarda entre los confines del espacio y del tiempo, sino que se percibe como un anillo de la cadena ininterrumpida de la una concepcin circular de la Historia, se sabr siempre ser la VANGUARDIA de las nuevas generacio-nes que, justo en el momento de las mayores tinieblas de la homologacin y de la aniquilacin, sientan ahora la llamada de la Rebelin..., la necesidad tica del empeo en la defensa de los oprimidos, la necesidad fsica de vivir para luchar y luchar para vivir.

    Ezra Pound defini al comunismo como una tica y al fascismo como una est-tica, y al capitalismo como una prctica.

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    Ahora sen trata de fundir tica y esttica en la lucha contra el capitalismo, redefi-nido como una prctica suicida para todos, tambin para aquellos que lo defien-den, sea consciente o inconscientemente.

    Como bien dijo uno de los verdaderos revolucionarios del siglo XX, Ernesto Che Guevara:

    Necesitamos sentir como si fuese en el propio rostro el bofetn dado a todos los hombres, y obrar en consecuencia.

    Para el resto, quieran o no quieran, la generalidad de los problemas y los peli-gros ahora globales, har intil que se refugien en su msero egosmo, en su vivir pequeoburgus ideolgico y social, porque el suicidio colectivo a todos incumbe, y las grandes revoluciones a todos dividen en dos categoras: los revolucionarios y los contrarrevolucionarios.

    Hombres como Julius Evola, como Friedrich Nietzsche y tantos otros que nos han dado los instrumentos de estudio, de anlisis del mundo actual, pueden ser transformados en armas vlidas de lucha y victoria.

    Quin sabr asumir su legado con verdadera IMPERSONALIDAD ACTIVA, con nimo noble y voluntad adamantina, en comunin con otros tantos hombres y pueblos del planeta que en todos los rincones alzan la cabeza, elevan la vos y levantan el puo al cielo?

    La posibilidad, tambin la necesidad, de un nuevo calarse en Lo Poltico, en el empeo militante total, en la guerra contra el mundialismo moderno, traspasa los lmites geogrficos y mentales, asumiendo el dicho que all donde se com-bate por la idea, all est la Patria, con firmeza y coraje, en el convencimiento de vencer al burgus que se anida en cada uno y que es preciso exorcizar rechazando todas las poses retricas, los herosmos de opereta, los escenarios de juego de rol.

    Propiciar escriba Evola- experiencias de una vida superior, una superior liber-tad... Es la prueba.

    Y que ella sea completa, resolutiva, es lo propio de una vocacin heroica, capaz de afrontar la ola ms alta sabiendo que dos destinos posibles estn a igual dis-tancia: el de los que terminarn con la misma disolucin del mundo moderno, y el de quienes vern el surgir de la nueva corriente.

    Y ahora, dejemos las palabras y vayamos a los hechos.

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