Recopilatorio Reto San Valentin

8/2/2019 Recopilatorio Reto San Valentin

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Cuando el poder del amor sobrepase el amor

del poder, el mundo conocer la paz

Jimmy Hendrix


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RETO SAN VALENTN

Nueve relatos escritos por:

Patricia O. (Patokata) / Uruguay

Ariuska / Venezuela

Helena Morn-Hayes / VenezuelaAndrea Clunes Velsquez / Chile

Lindastar / Espaa

Mara Jos Cdiz Miren / Espaa

Miranda Eckhardt / Venezuela

Mariana Collins / Costa Rica

Jonaira Campagnuolo / Venezuela

Propuesto por el blog DESDE MI CALDERO

http://desdemicaldero.blogspot.com
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2012 Bubok Publishing S.L.

1 edicin

Safe Creative: 1202281209717 28-feb-2012 3:19 UTC


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ndice

Introduccin

Escuchando a los sueos (Patricia O. Patokata)

Ella (Ariuska)Cadena de amor (Helena Morn-Hayes)

El Hroe (Andrea Clunes Velsquez)

Un regalo especial (Lindastar)

El Duque (Mara Jos Cdiz Miren)

Eres y sers t (Miranda Eckhardt)Arco iris de emociones (Mariana Collins)

Dame una oportunidad (Jonaira Campagnuolo)


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Introduccin

Cuando se habla del Da de San Valentn

enseguida nos imaginamos un ramo de flores, una caja

de chocolates, un manojo de globos coloridos, besos yabrazos. Dejando la celebracin nicamente a los

enamorados.

En un principio, la Iglesia Catlica, institucin que

fund la celebracin, pens en un da especial para

celebrar el verdadero significado de la amistad, del

amor fraternal, de la importancia de la convivencia, el

respeto y la tolerancia. Un da en el que padres e hijos,

hermanos, amigos, vecinos, conocidos, novios y

amantes, celebren y fomenten el amor entre los seres

humanos.

Por ello, desde el blog DESDE MI CALDERO,

promov un RETO que intentara rescatar un poco el

concepto ancestral de la celebracin. Motivando entre

los lectores, la creacin de relatos basados en el amor


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ms all del sentimiento de pareja, del amor que

edifica, que repara, que fortalece. Del amor por la

humanidad, por los semejantes, por los valores que

nutren a la sociedad.

Se lograron nueve maravillosas historias que nos

ayudan a reflexionar sobre diferentes situaciones

cotidianas: el necesario amor al planeta, a los hijos, al

prjimo, a los amigos, cuentos que nos muestran labelleza detrs del dolor, la satisfaccin de ayudar a

otros, la alegra de creer en los milagros o de

enmendar errores antes de la tragedia.

Son nueve historias que celebran el amor desde

diferentes vertientes, dndole una visin ms humana y

menos comercial a ese da tan especial.

Esperamos que las disfruten, pero sobre todo, que

las pongan en prctica gracias por leernos.

Jonaira Campagnuolo


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Escuchando a los sueos

Los planetas del sistema solar, incluidos Gaia, estnreunidos.

Hoy se decidir acerca de un tema de gran importancia queya se haba puesto sobre la mesa en una sesin llevada a cabo hacemillones de aos atrs.

El coloso Jpiter y el hermoso Saturno presiden la sesin:

Ha corrido mucha agua bajo el puente; creo que el tiempopasado ha sido suficiente para deliberar acerca de si la raza

humana que contiene Gea debe ser destruida, para que esta puedacorregir su rbita y mudar de sistema.hizo or su atronadora vozJpiter.

Lleg la hora de la votacin:

3 planetas se abstienen, 5 estn a favor y 1 en contra.

Yo Gaia, Gea, Pachamama, la Tierra, como me quieran

llamar, creo que an no es la hora de actuar. Me opongoterminantemente a esa decisin.

Ests conforme con el dao que te esta causando esacivilizacin perdida?interroga Saturno con suavidad.

No, pero no todos son as. Hay quienes sienten diferente yse contactan conmigo y cada vez son muchos ms los que oyenmis lamentos y mis susurros.


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Entonces, qu dices?apremia Jpiter.

Yo creo en ellosa pesar de todo.

Muy bien-dice Saturno con beneplcito. Entonces, bajola responsabilidad de Gaia, se cierra la sesin hasta nuevoscambios por venir.

****

Despert asombrada por el sueo que acababa de tener. Cuandomire a travs de la ventana me vi a mi misma a travs de la luz del

sol, del canto de los pjaros, de los colores, del aire y de la vida.

Si esos colososrealmente estuvieran al acecho y vigilandonuestro comportamiento- el que no perdonaran segn sedesprendi del sueo- y aun as Gaia apostara por nosotros en unacto de amor y fe haca la humanidad evolucionante; cul deberaser nuestro comportamiento ante los acontecimientos de todos losdas?

Personalmente creo que no estamos solos en el universo.La vida no slo es monopolio de la raza humana, es la esenciacompartida con la Tierra sobre la que vivimos y evolucionamoscada da.

Si somos gentiles con ella lo seremos al mismo tiempo connosotros y con cada ser vivo que camina sobre su superficie.

PATRICIA O. (PATOKATA)Uruguayhttp://mismusascuenteras.blogspot.com
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Ella

Las manos le sudaban profusamente, el olor a habitacinestril le abnegaba las fosas nasales. Haca un calor abrazador,pero tena para congelar su cuerpo, al fro de la incertidumbre. Ensu cabeza repiqueteaba slo una pregunta como un pjarocarpintero clavado en sus sesos, Por qu?, Por qu?, Por qu?,Por qu?

No haba una respuesta, no una que la satisficiera, solohaba una sensacin, dolor. Tan comn para ella, que ya empezabaa creer que a sus diecinueve aos no haba conocido otra cosa. Eraun dolor desgarrador, pero necesario, indispensable para noterminar quebrndose, para no dar paso a la humillacin, porquesi lo haca, si se dejaba cubrir por sta, se derrumbara all. En ese

cuartucho apestoso a desinfectante. En esa habitacin de poderesblancas que la ahogaba a cada minuto que pasaba y la encerrabanan ms en su pequeo mundo.

La cancin continuaba, Por qu?, Por qu?, Por qu?..Nunca cesaba, no lo haba hecho desde que la pesadillacomenzara. Llevaba meses haciendo casa en su cabeza, como untatuaje en cada una de sus neuronas, el himno de sus clulasgrises, la insensible letana. Por qu?, Por qu?, Por qu?

Ya no buscaba una respuesta, para qu servira?; su dolorno mitigara, la pena que acompaaba a ese canto ensordecedorque slo ella oa, no desaparecera porque buscase una explicacina una accin que la haba marcado para siempre, nada de lo quehaca en los ltimos tiempos pareca hacerlo.


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Bajo la mirada a sus dedos de uas comidas, extendidossobre su regazo. A sus manos dbiles que no pudieron evitar eldao, que no pudieron defenderla de la vejacin. Cerr los ojostratando de que la pesadilla no apareciera nuevamente; al final de

nada serva, la encontraba y la arrastraba a revivir aquello que,primeramente, no debi vivir.

Poda ver claramente, como en una macabra escena encmara lenta los golpes que venan, la agresividad diseminada enlos ojos de esa bestia que una vez dijo llamarse hombre, podasentir la saliva sobre su cara, la mano que pareca cortar surespiracin a cada apretn brutal de su garganta. Poda escucharlos jadeos corrompidos, los desgarrones de su ropa y luego nada,el vaco. Era peor an que sentir y a la vez una bendicin, unproducto nacido de su desesperacin.

Sabia en lo ms profundo de su ser, en lo pocoincorruptible que quedaba de su alma que se estaba perdiendo enella misma, que esas manos vacas que miraba ahora con ojosnublados e insomnes para cualquiera que la detallara de cerca, nole serviran de nada nuevamente, no la ayudaran a salvarse as

misma, a recuperar a la chica despreocupada y tranquila que unavez crey ser.

Un pequeo eco estaba abrindose paso en elinterrogatorio perpetuo de su cabeza. Era la duda. La pequea vozque le preguntaba si haba hecho lo correcto o no, si haba validola pena al final, el haber venido a este lugar estril a que manosdesconocidas hurgaran nuevamente en ella. Esta vez con menosviolencia pero no por ello, menos insensibles.

Miro hacia la parte baja de su abdomen, saba que ya nohaba nada all. Ella haba estado mirando en todo momento condientes apretados, con una especie de curiosidad morbosa, comosi el espectculo no hubiese tenido que ver con ella.


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No haba querido saber nada despus de que terminasen,ni gnero, ni reconocimiento, nada para la vida que ella no habapedido cultivar en su interior.

Cerr los ojos nuevamente, dejndose arrastrar por elbenemrito cansancio del sueo, que esperaba, quizs no apacible,pero si anestsico.

Pudieron ser minutos como quizs horas los que pasaronantes de que los murmullos se filtraran en su semiinconsciencia.Se mantena en ese estado entre el sopor y la conciencia queaparece poco antes de despertar completamente. No deseabaabrir los ojos, ver nuevamente la realidad, se senta extraa, msen paz de lo que haba estado en meses y no deseaba que laarrancaran de ese dulce momento, ese pequeo e inesperadoregalo.

Un suave peso cubri sus manos vacas y en reposo. Losleves ruidos comenzaron a manifestarse ms altos, repetidos.Saba que ya no estaba sola en la habitacin. An no - querapedir- slo djenme un rato ms pero no lo consigui. Abri los

ojos parpadeantes a la mortecina luz de la tarde que se filtrabapor el cuarto, que ahora senta ella, ms fresco que antes.

Su mirada se aclaro mientras enfocaba el pequeo bulto ensus manos. Pnico filtrndose por sus venas al ver la pequeacarita arrugada de una nia. Una nia muy despierta que no lequitaba los ojos de encima, como si de una extraa manera lareconociese y slo esperaba que ella reparara en su presencia.

Sus manos comenzaron a temblar, vctimas de laincertidumbre. No poda quitar los ojos de ella. Tan diminuta,calva y de ojos oscuros como los suyos. Pasaron los minutoshasta que pudo darse cuenta que a parte de ellas dos no habanadie ms. Quizs ste era el momento que esperaba, quizs ahorapoda irse sin que nadie la viese, poda dejarla en medio de lacama y nadie


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Sus frenticos pensamientos fueron cortados con una hojacertera, al sentir el tacto suave e inesperado. Volvi a ver a la niay se fijo en uno de sus dedos, encerrado en la manita diminuta dela creatura. Su respiracin se corto para dar impulso a un jadeo.

Miro los ojos de la nia tan fijos en ella como pidiendoreconocimiento, soy yo decan - mrame. Y ella lo hizo.

La miro y sinti incredulidad por sus sentimientos. Podasentir que algo muy dentro en su interior se rompa mientras unalagrima gruesa y silenciosa le bajaba por la mejilla, empapando lasuave frazada. Y all, en esa sala estril, de paredes blancas sintilo que nunca crey volver a sentir, amor. Inesperado, fulminante,de la nada, pero an as era amor. Y s dio cuenta, con unaclaridad elocuente de que ste poda ser tan increble, tan mgicoque poda filtrarse por la rendija ms diminuta del pensamientohumano y hacerse casa en un segundo, que poda nacer de algotan ajeno a el mismo, como la violencia. Ella, viendo esa caradiminuta de facciones irreconocibles encontr la respuesta a suporque. Porque ella lo vala, el amor no justificaba lo que habasucedido, nada tena que ver con ello pero al final, vindola atravs de las lagrimas, se dio cuenta que si lo vala.

ARIUSKAVenezuelahttp://hermosalectura.blogspot.com/
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Cadena de Amor

Hace unos aos vi una pelcula que me lleg al corazn. Setrataba de un nio que decide, como proyecto en su colegio, hacerun favor a tres personas con la condicin de que estas tresayudaran a tres ms. Y as la cadena de favores se extendera portodo el mundo.

Yo, decepcionada por una ruptura amorosa bastantetraumtica, decid hace par de aos sacudir mi espritu, y tomesta pelcula de ejemplo.

Me negaba a creer que el amor ya no exista, que ya nohaba bondad en este mundo. No soy una mala persona, pero miconstantes fracasos en el mbito amoroso y ver como la genteestaba llena de hostilidad y odio, me haban dejado con unatristeza infinita en el alma y en el corazn. Decid hacer mi propiacadena, la llam Cadena de Amor.

Esta cadena no era tan ambiciosa como la del nio de lapelcula, el favor solo se tena que hacerse a una persona, perotena un nivel de dificultad, esta persona a quien ayudara tenaque tener un problema emocional, no econmico o fsico. Tenaque ayudar a una persona emocionalmente.

Tena dos leyes ms adems de ayudar a esa persona, todotena que quedar en secreto, nada de decirle al mundo que tu eresuna persona buena que ayudas a las dems y que retribuyes unfavor, no, no, nada eso. Era totalmente secreto.

Y la tercera regla se me ocurri despus de pensar como lapersona que ayudara dara su palabra. Tom un pequeo dije, uncorazn rojo de cristal de swarovsky que me haba regalado miantigua pareja y lo dispuse como ttem para que la persona que


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ayudara se lo pasara a la ayudada. Una especie de testigo. Aunqueme encantaba el corazn, siempre me traa mucha tristeza porqueme recordaba un amor fracasado. Un sentimiento que no medejaba avanzar. Pens que esa era la mejor manera de liberar

parte de mi tristeza.

La nica desventaja de mi proyecto era que no llevara unrecord de cuantas personas ayudaran a cuantas, adems estaba elhecho que mi dije poda perderse con algn mal intencionado quesupiera su valor real. Supuse que, como lo que haca tena muchoque ver con el amor, tena que tener fe.

Cierto da vena caminando por la calle, tratando de pensar

cmo empezar y cmo mantener mi proyecto de amor. Venaperdida en mis pensamientos cuando un susurro, ms bien unllanto muy callado me sac de mis fantasas.

Una chica de unos 17 aos lloraba en la calzada. Abrazabasus piernas con sus brazos y tena enterrada la cabeza entre susrodillas. No la pude ignorar. El llanto no solo sala de sus ojos, salade su alma. Pens que la vida me estaba dando una oportunidadde empezar mi proyecto.

Me acerqu a ella y puse mi mano en su hombro. La chicapeg un salto del susto. Se llamaba Emily y me cont su problema.Estaba embarazada. Su historia era muy triste, no solo por quetena 17 aos, sino porque no se recordaba como sucedi. Solopudo deducir que haca un poco ms de un mes haba ido a unafiesta y se despert en su cama al otro da sin recordar nada.Supuso que se debi al alcohol, pero no haba sido as. Me contque su novio la haba rechazado despus de haber confesado que

le puso una pastilla en su bebida y haba tenido relaciones con ellainconsciente. Su mejor amiga la juzgaba por lo sucedido ybuenotodava tena que decrselo a sus padres.

Emily me rompi el corazn. Casi como un acto reflejotom el corazn de cristal de mi bolsillo y se lo puse en la manoNada es tan difcil como parece Emily, te rescatar solo pudedecirle.


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Efectivamente no lo fue. Despus de llorar con sus padres,estos la abrazaron y prometieron cuidar de ella y del nio quevena. No necesitara ayuda, ellos la proveeran econmicamente yle daran todo el amor que necesitaran.

Una semana despus Emily me contact y me agradecihaberla ayudado, en ese momento que la encontr ella habadecidido interrumpir su embarazo. Dijo que yo la rescat y quehara cualquier cosa por retribuirme haberla salvado.

Yo le respond que no me deba nada y le expliqu lo de lacadena de amor.

Unos das despus Emily me dijo que le haba dado el dije auna chica que siempre estaba muy callada en su universidad, mecont que la chica con lgrimas en los ojos, le extendi una nota desuicidio que tena planeado dejar esa noche. La rescat me dijofeliz.

Ah le perd el rastro a mi dije y a mi cadena de amor.

Un ao despus fui a tomar un caf con mi mejor amiga, me contque haca una semana la haban despedido de la oficina.

Por qu ests tan feliz? Te despidieron Le preguntsin entender su felicidad.

Porque cuando se te cierra una puerta, se abren mil. Elda que me despidieron solo llor, sabes que tengo la hipoteca dela casa, la deuda del auto y la enfermedad de mam. No saba quehacer, estaba desesperada y en ese segundo Paul Recuerdas, elchico del que siempre estuve enamorada en la oficina? Yoasentme extendi un corazn de cristal y me dijo te rescatary luego me dio una tarjeta de presentacin.

Cuando escuch la historia de mi amiga el corazn me dioun vuelco. Le haba dado el dije, mi dije. Mi cadena de amortodava exista despus de un ao.

Y qu sucedi? Le dije tratando de parecer relajada,pero la realidad era que mi corazn saltaba de la alegra.


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La tarjeta de presentacin era la del gerente de una delas publicidades ms importantes del pas. Por eso te invit el caf,ests hablando con la jefa del departamento de relacionespblicas de la empresa, voy a ganar tres veces ms de lo que

ganaba antes No aguant la emocin y la abrac con lgrimas enlos ojos Eso no es todo Me dijo riendo Tambin tengonovio. Paul se me declar par de das despus, me dijo quesiempre estuvo enamorado de m pero como trabajbamos juntosnunca se atrevi a decirme nada Yo la volv a abrazar LuegoPaul me dijo las reglas del dije, pero no te las puedo decir. Solo tepuedo decir que soy feliz.

No necesitaba escuchar ms. Ella no me tena que decir las

reglas, yo las saba a la perfeccin.

Par de meses despus me encontraba en la fiesta decompromiso de mi amiga y Paul. Ah conoc a David. Un hermosohombre de casi dos metros de alto, con cabello negro algoalborotado, unos ojos azules como dos piedras de aguamarina y lavoz ms sexi que haba escuchado en mi vida. Esa noche habl ybail solo con l. Si hubiese credo en el amor a primera vista,hubiese dicho que me haba enamorado de David.

Una semana despus, David me llam y me invit a cenar. Apesar que poda decir que estaba derretida por l, decid aceptarsu invitacin pero no en plan romntico. Fuimos a cenar, estdems decir que fue una velada perfecta.

David me acompa hasta la puerta de mi casa y ah habl.Le expliqu lo que haba sucedido con mi pareja anterior, que micorazn no estaba preparado para el amor.

Eso lo s desde que habl contigo en la fiesta, s quetienes muchas heridas que sanar Me dijo con su sonrisa quepoda derretir corazones y meti la mano en su bolsillo Yo terescatar me dijo en un susurro tom mi mano, me coloc undije de cristal rojo en forma de corazn en ella y me dio un besolleno de dulzura. La cadena de amor haba llegado a mi otra vez.


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Sent mi corazn llenarse de una alegra que jams habasentido. Todas las tristezas, todas las dudas, todos los temores sedesvanecieron cuando David me entreg el corazn y me mir consus ojos llenos de amor.

Hoy un ao despus, escribo esta carta desde la habitacinde la casa de mis padres. Mi madre est buscando mi traje denovia. Me caso en tres horas con el hombre que me rescat, el queme entreg el corazn, el de cristal y el real.

David nunca me dijo de quien recibi el corazn ni porqu.Me dijo que era un secreto. Que lo importante era que l habasido rescatado y me rescat a m.

No s donde estar mi corazn de cristal. Segu las reglasque me dio David y se lo di a una amiga que haba perdido a supadre. Tambin la rescat.

Con esta carta solo quiero reafirmar que el amor si existe, yexiste en una cantidad de formas infinitas. Desde la madre quebusca el traje de novia a su hija hasta el extrao que regala unpedazo de pan. El amor existe, solo tenemos que abrir un poco

nuestros ojos y nuestras almas.Dicen que nada se esparce ms rpido que un chisme, pero

yo rebato esa teora, hay algo que se esparce mucho ms rpido yes el amor.

HELENA MORN-HAYESVenezuelahttp://letrasmusicayamor.blogspot.com/
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El Hroe

Cuando la tierra comenz a temblar aquella noche, nuncame imagin que terminara as. Quiero decir que uno sabe que, sitiene la mala suerte de vivir en pas activo ssmicamente, de vezen cuando, se te mover el piso. Ms o menos fuerte, a una horams o menos conveniente, pero ocurrir. An as, cuando llega el

momento, no te imaginas que esa ser la ocasin; que esa vez nose quedar en un simple temblorcito; que ser entonces cuando lanaturaleza desate todo su poder.

Como deca, esa noche no me imagin que viviramos unode los terremotos ms grandes en la historia moderna. Y por eso,cuando todo empez a venirse abajo y la seriedad del caso se hizoevidente, no pude evitar que se me apretara el estmago y que seme escapara un grito inconsciente, mientras corra paraabandonar el edificio.

Por supuesto, todo era caos. El terremoto an segua y, porende, las luces se haban cortado y slo brillaban las tmidasbombillas de emergencia de los pasillos. Afuera sonaban alarmasde autos pero adentro el ruido era mucho peor. Podas escucharcmo el edificio se estremeca desde sus cimientos, balancendosegracias a la construccin anti-ssmica que, se supona, mantendra

el edificio en pie a pesar del desastre que estaba ocurriendo.

Yo sal corriendo de mi apartamento en el noveno piso yme dirig hacia la escalera. En mi piso, casi todos losdepartamentos estaban vacos pues todava era verano y muchagente no regresaba an de sus vacaciones. As que no me encontra nadie hasta que hube bajado al piso 8. All, en el rellano de laescalera, haba dos o tres personas sujetndose como podan de


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las barandas, que crujan y empezaban a retorcerse, amenazandocon romperse.

- Deben soltarse! exclam, hacindoles seas Tenemos

que seguir bajando antes de que el edificio se caiga!

No me dijeron nada. Uno de ellos, un joven de unosdieciocho aos, me mir fijamente por unos segundos y luego,apretando los labios, ech a correr escaleras abajo. Las otras dospersonas siguieron donde estaban. Slo entonces me fij en ellos:un hombre de mediana edad, en pijama y descalzo, sujetando confuerza del brazo a una anciana de unos setenta u ochenta aos, encamisn y con zapatillas de noche, que se haba dejado caer sobreuno de los escalones, aferrndose a la baranda.

- Puede caminar? pregunt, haciendo un esfuerzo porconservar la calma.

El edificio segua movindose sin parar, cada vez msfuerte y, aunque yo no saba cunto rato haba pasado desde queempezara el terremoto, tena la sensacin de que llevaba horas

all, intentando alejarles de la baranda y sintiendo cmo todo sedesplomaba a mi alrededor.

El hombre neg con la cabeza y dijo algo que no escuchporque, justo en ese momento, un enorme trozo de concreto cayentre nosotros. No alcanz a hacernos dao, pero sirvi paraespabilar a la anciana, que procur incorporarse, soltando unsollozo.

Entonces no s qu me pas. Hasta ese momento, yo sloestaba preocupado de que siguieran bajando, entre otras cosasporque estorbaban en medio de la escalera. Pero, cuando vi a esapobre mujer intentando levantarse, al hombre tratando desostenerla con unas fuerzas que no tena y que el edificioempezaba a soltar, cada vez con ms frecuencia, trozos de suestructura, sent una especie de ola de energa que me impuls a


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saltar por encima del obstculo que me separaba de ellos, altiempo que gritaba:

-No se preocupe, seor, yo la ayudo! Siga bajando!-Pero Es mi madre!-No discuta y baje! Yo me encargo de ella!

El hombre dud un instante pero, al ver que yo coga a lamujer, se anim. Solt al fin la baranda, que se torca cada vezms, y empez a bajar.

Bajamos y bajamos lo ms rpido que pudimos,estrellndonos contra las paredes y tropezndonos conescombros y escalones que empezaban ya a agrietarse. Mientras,el terremoto segua arrasndolo todo, interminablemente, como siestuviera decidido a borrarnos de la faz de la tierra. Mi coraznlata a mil por hora y la respiracin se me entrecortaba por elesfuerzo fsico, el polvo y el miedo. Pero segu bajando lo mejorque pude, intentando salir de aquel infierno con la abuelita

intacta.

Afortunadamente, ya estbamos casi en el primer piso, oeso me pareca a m. El hombre gesticulaba delante de m y lamujer empez a gritar que la bajara, que ya estaba bien, que podaseguir por sus propios medios. As que empec a bajarla,detenindome por un momento en el rellano del primer piso, quellevaba a la salida de emergencia. Apenas la puse en el suelo, laseora corri como pudo hacia su hijo quien, inmediatamente laabraz y, volvindose un instante, me dedic una sonrisaagradecida. Mis ojos se encontraron con los suyos y yo le sonre devuelta, contento de haber ayudado a la anciana.

Y entonces ocurri. La estructura de acero y concreto, quedebera haber sido capaz de resistir un terremoto, nunca habasido construida con esa idea en mente. Las medidas anti-ssmicasque todo edificio del pas deba tener, haban sido ignoradas por la


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constructora, con el fin de ahorrar dinero, por lo que la fuerzaarrolladora liberada por las placas tectnicas fue ms de lo quepudo soportar. Y el enorme gigante de cemento colaps sobre smismo y se vino abajo, aplastando todo lo que encontr a su paso.

Machacando la primera planta. Triturndome a m.

Por fortuna, la torre se desplom hacia el lado opuesto dela salida de emergencia, as que el hombre y la anciana y todos losdems habitantes que lograron salir antes del derrumbe, estabana salvo. Slo unos pocos perecimos.

La sensacin fue curiosa. En un principio, no me di cuentade lo que haba sucedido. Tard unos segundos en comprenderque aquel extrao apagn de un segundo que habaexperimentado significaba que mi vida haba acabado, que micuerpo yaca desfigurado bajo toneladas de escombros. Cuandome vi a m mismo, lo comprend. Pero ya era demasiado tardepara preocuparme.

- As que, despus de todo, no lo consegu me dije, algoincrdulo.

Y, luego, me elev. Mi alma, ms liviana de lo que jams lahabra imaginado, vol sin ms hacia el alto cielo, dejando atrs latierra y sus movimientos y a los hombres y su mezquindad.

FIN

ANDREA CLUNES VELSQUEZChilehttp://hiyokonojinsei.dreamwidth.org
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Un Regalo Especial

Dos calles ms all nos esperaba una gran sorpresa.

Conocerla a ella iba a suponer el ms grato descubrimientodel da. Esa leccin de vida y de superacin tena nombre propio:Marisa.

Probablemente veramos en apenas cinco minutos aaquella joven de edad indeterminada, pelo corto y anchsimascaderas que, apoyada en el cristal de la parada del autobs -comocada maana- sujetara entre sus manos lo que parece unbocadillo. Casi con toda seguridad estara acompaada por ese parde muchachos que, al menos en apariencia, son incapaces deinterrumpir aquel su particular monlogo; y tambin como cadada, ella estara muy atenta a la carretera, impaciente por vernospasar... por verle a l, mejor dicho. Sus ojos buscaran condesesperacin los de su amor platnico, ese que, sentado en elasiento del copiloto, se ruboriza e incmoda al pasar por su ladoporque, esos ojos redondos y no excesivamente bonitos, no secorresponden con los de Mara, su preciosa novia desde el cursopasado.

Cada da ocurra lo mismo, nunca haba cambios.

-Pap, vamos tarde y ya vers como la puerta del institutoest cerrada. Me pondrn falta, eh?... Te lo advierto!- me hareprochado Daniel despus de dejar en el asiento trasero delcoche su pesadsima mochila.

-Lo siento, lo siento... De todos modos, jovencito, tengo querecordarte que t tampoco has estado especialmente rpido a lahora de levantarte esta maana; as que la culpa est repartida:


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cincuenta por ciento tuya, cincuenta por ciento ma- he dicho unpoco enfadado porque empezaba a incomodarme el tono queempleaba mi hijo al dirigirse a m.

Casualidades de la vida, todos los semforos -absolutamente todos- los hemos encontrado en rojo... Como diraCarmen, mi esposa: Vsteme despacio que tengo prisa! Parecaevidente que hoy iba a ser un da, cuando menos, distinto.

Estbamos an parados, esperando a que cambiase el discode color, cuando he reparado en ella. La muchachita especial era lanica persona que haba en la parada. Me ha extraado. Daniel,creo que -bueno, estoy seguro- no la visto...Nunca la ve, ni aunquela mire.

-Buenos das, necesitas que te llevemos a algn sitio?- lehe preguntado a travs de la ventanilla de mi ruborizado yadolescente copiloto.

-No, no, gracias. A pap no le gustara que lo hiciese...Siempre deca que no subiese en coches con desconocidos- nos ha

explicado con una amabilidad que me sorprendido.

-Tu padre tiene mucha razn, no hay que fiarse decualquiera, pero nosotros somos casi conocidos, no te parece?Nos vemos todas las maanas... Venga, sube que te acercamos adonde nos digas- he dicho mientras le guiaba el ojo.

-Uhmm, vale, vale...pero slo porque somos casi amigos! Je,je- Y despus de dudarlo un poco, ha abierto la puerta, ha movidola mochila, y se instalado justo detrs de Daniel. .

Nada ms subir en el coche -y tras presentarse comoMarisa- nos ha explicado que por primera vez en ocho aos, habaperdido el autobs. Por lo visto su madre, ya mayor, empezaba aolvidar muchas cosas y la noche anterior no se acord de poner eldespertador. Pap, sin embargo, tena muy buena memoria, eh?,pero claro, se fue al cielo y se llev la memoria de mam con l.


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Hoy hace justo tres meses de aquello. Le echo muchisissimo demenos. Me quera tanto..., nos ha contado con una voz que a puntoha estado de quebrarse. Tambin nos ha dicho que estaba muycontenta por tener un trabajo en el taller ocupacional de la cuidad

y que, aunque ganaba muy poco dinero al mes, le serva: tantopara tener las neuronas despiertas como para volver locos amonitores y compaeros, segn sus propias palabras. Luego hahecho referencia a sus aspiraciones en la vida y ah es donde msme ha sorprendido. Y s que a mi hijo tambin porque comenzabaa prestar atencin a las palabras de una Marisa que, poco a poco,se iba abriendo a nosotros. Ha seguido hablando, hablando, yhablando de todo lo que se le ha pasado por la cabeza, hasta llegaral tema de los amores. Yo pienso casarme con un chico que mequiera y que me respete. Tendremos dos hijos...No, no, mejor tres.Ahhh, y quiero que sea muy guapo, tan guapo como l!, ha dichomientras, agarrada al reposacabezas de Daniel e inclinando sucuerpo para verle mejor, ha dicho: Es que me tienes enamorada,chaval!

Jams pens que estas personas fuesen tan interesantes,tan como nosotros; para lo bueno y para lo malo. S,

efectivamente, son especiales. Ella lo es y nos lo ha demostrado.

Hoy, por fin!, ha habido un cambio en la vida de mi hijo yen la ma. Gracias Marisa.

LINDASTAREspaahttp://lamedores.wordpress.com/https://www.facebook.com/amparo2000
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El Duque

Si algo tengo que agradecer a mi trabajo, un trabajo al queme vi abocado ms por necesidad que por vocacin, es laoportunidad que me da de conocer a la gente y, sobre todo, lascircunstancias que les rodean.

Nunca pens que la labor de un camarero fuese tancompleja, pues lo es, desde que perd mi anterior trabajo y tuveque meterme a trabajar en este bar, no tendra tiempo suficientepara contar la cantidad de historias y situaciones que he llegado aconocer, ver e incluso vivir; muchas han sido surrealistas, otrashilarantes hasta rozar el lmite de lo absurdo. Aqu tambin teenteras de cosas horribles y vives muchos momentos tensos ydesagradables, pero tengo que reconocer que esos son los menos,en general, el balance es positivo; afortunadamente la gente es

mucho mejor de lo que parece y todo el mundo es bueno o, almenos, la gran mayora; lo malo, felizmente, aun es excepcin.

Quiz de todas las historias que he conocido la que ms meha enternecido es la historia de El Duque. Y, quin es este seor?Pues uno de nuestros clientes habituales. Cada maana, llueva,truene, granice, o haga un calor de justicia; como un reloj demecanismo suizo aparece en el bar puntual a su cita con eldesayuno; invariablemente, aparece todos los das a las nueve de

la maana, ni un minuto ms, ni un minuto menos. A pesar de sercliente del local desde hace ms de diez aos, nadie, ni siquiera elempleado ms antiguo conoce su nombre; as que todos leapodamos as por su pose envarada y altiva.

El Duque es un anciano enjuto, flaco de carnes y muy alto,de una estatura fuera de lo comn para su edad, estirado eimpecablemente vestido a la moda de los aos 50, sombreroincluido, siempre aparece con su chfer, un hombre ya entrado en


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aos pero bastante ms joven, que luce un uniforme tambinpasado de moda, pero impoluto.

El anciano nunca se dirige a nosotros, se limita a mirar con

lejana todo lo que le rodea, no es normal, pero algunas vecesparece indicar con su gesto la extraeza de que alguien de suposicin pueda acudir a un sitio tan vulgar, pero eso es en rarasocasiones. Debe ser parco en palabras y slo se dirige a suempleado, que es quien hace de intermediario, aunque no esnecesario, ya que El Duque siempre toma lo mismo: un vaso deleche tibia ni caliente, ni fra, haga fro o calor la leche siempretiene que estar tibia y una trenza que no tenga apenas azcar,as que hay que sacudirla antes de llevrsela a la mesa.

El chfer nunca toma nada, ni siquiera en la barra, se limitaa permanecer muy firme junto a la mesa de su seor paraatenderle en caso de necesidad. Y es l, quien cuando, el ancianotermina su desayuno abona la pequea cuenta.

Hoy cuando ha terminado su bollo, se ha dirigido de formaimperiosa a su chfer.

Vamos Mario, ya sabe que me esperan a las once enpunto en El Ateneo para la tertulia de los martes. De verdad, no scmo se empea en traerme siempre a este sitio tan desagradabley con tan poca clase. Maana tenemos que ir a desayunar al Ritz,ese s es un sitio con la distincin que me merezco, y hace tiempoque no vamos, no s porque esa mana de ir a lugares como este espet el anciano con voz agra e imperativa.

Pero ni era martes, y El Ateneo, por cierto un lugar que

estaba muy cerca del bar, estaba cerrado por obras desde hacameses.

Mario cruz una mirada triste y cargada de vergenzaajena conmigo.

Disculpe a don Eusebio, l no suele comportarse as,bueno ya lo sabe, porque venimos cada da. El pobre cada vez estpeor, la enfermedad le est consumiendo; esa enfermedad mental,

que no fsica, que no sabemos si nos tocar pasar alguna vez a los


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dems, ni cmo, ni cundo nos vendr. Aun vive en el pasado,todava cree que es un gran hombre de negocios querido,respetado y sobre todo rico. Piensa que vive en su palacete yapenas se da cuenta que vive en un piso de sesenta metros. Hace

varios aos que vio como su fortuna iba mermando cada da; lossirvientes se iban ante los impagos, perdi su negocio, su casa, susamigos La vida le dio la espalda, slo le quedamos Sofa miesposa y, quien fue su ama de llaves durante toda la vida y yo.No podamos dejarle solo con su infortunio, no tuvimos coraznpara que se le llevasen los de asuntos sociales a un centro decaridad. l no habra resistido esa situacin, entonces an lequedaba la lucidez suficiente para darse cuenta de las cosas.Desde entonces, vive con nosotros, en nuestra humilde casa y denuestras escasas pensiones de jubilacin. Intentamos hacer lo quepodemos, siempre fue bueno y justo con nosotros y, ahora, se locompensamos devolvindole el cario que l nos dio. Por lomenos sabemos que se siente protegido entre gente conocida, quetiene un techo que aunque no le pertenezca puede llamarsuyo y un desayuno cada da en un lugar, que aunque alguna raravez se d cuenta del engao, habitualmente piensa que es el Ritz.

Una especie de congoja tonta, mezcla de pena y a la vez dealegra, me subi por la garganta. Haba visto muchos actos deamor y lealtad, pero pocos como los de aquel matrimonio con suantiguo seor. Las horas pasaron lentamente el resto del da, sloesperaba la hora del final de la jornada para volver a casa y dar ami familia lo mejor que poda darles, todo mi amor.

MARA JOS CDIZ MIRENEspaahttp://delpapiroaintenet.blogspot.com/http://lamedores.wordpress.com/
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Eres y Ser T

En ocasiones, el amor entre dos personas puede ser tanfuerte que traspasa las fronteras de lo inimaginable.

Son las 2:00 de la maana, suena un tono persistente queaturde en los odos de aquellos quienes duermen. En la penumbra

de la habitacin y tan solo con la luz que se filtra por la ventanadesde los faroles de la calle, me esfuerzo por alcanzar el telfonoy contestar.

Al otro lado del telfono, una voz susurrante, femenina,con cierto aire de misterio y un acento que se esfuerza porexpresarse en espaol, insiste en identificarme: Habl conOrnella Petrasky?, repite constantemente.

Respondo afirmativamente a su pregunta, an aturdida porel sueo y el abrupto despertar, Quin habla? Qu desea?Interrogo tratando de organizar mis ideas para descifrar el motivode su llamada.

La voz susurrante y con cierta timidez contesta: Ornella,estoy muy agradecida de encontrarte, mi nombre es TeresaHampton, soy la esposa de Michael Hampton, concluy

esforzndose an por exponer cada palabra en espaol con unmarcado acento de Europa del Este.

No pude evitar mi sorpresa, quizs mis ojos parecieron msgrandes que de costumbre y resonaba en mi cabeza aquel nombreMichael Hampton. Mi incertidumbre creca ms an al tratar deencajar las ideas y procurar entender el motivo de la llamada deTeresa Hapmtonesposa de Michael Hampton? Porqullamarme?, porqu esforzarse en tratar de comunicarse conmigo?


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Aun en la oscuridad, sentndome a la orilla de la cama, recogiendomi cabello con una mano, para evitar que estorbe en unaconversacin trascendental que predije estaba por ocurrir,respondo nuevamente: -Si, soy Ornella Petrasky, a que se debe la

llamada?

Mi interlocutora se disculpa primeramente, excusndosepor la hora, pero el motivo de su llamada era urgente. Escuchandoaquella voz y sin evitar que el nombre de Michael Hamptonsiguiera rebotando en mi cabeza. Cientos de recuerdos empezarona invadirme, Cunto tiempo haba pasado? 20 o 25 aos? En esemomento sent una necesidad de saber ms de l, Que estabapasando? Esta extraa llamada en medio de la noche eraindicativo de que algo estaba por pasar. Inmediatamente, vino ami mente de manera muy clara el rostro de Michael, hace 25 aos,era un encantador hombre de unos 31 aos de edad, joven deespritu, cuerpo y alma. Unos ojos vivaces, de un profundo colorgrisceo adornaban una cara de facciones fuertes, muy masculinaenmarcadas por un cabello rizado color castao y una sonrisa quedefin como perfecta hace 25 aos atrs. Pude verlo claramente,sonriente, caminando a mi lado con su 1,90 de estatura en una

playa veraniega del sur de europa. Fuimos felices, es as quepodra afirmar que el 99% de mis recuerdos con Michael erandignos de hacerte sonreir. Fuimos jvenes amantes, recorrimos elmundo juntos, compartimos das buenos y das malos, remos ylloramos sin juzgarnos, simplemente sobamos con un mundomejor.

Como por una interrupcin abrupta a mis recuerdos, tratode concentrarme en la conversacin con mi interlocutora a travsdel telfono, quien empez a narrar el motivo de su llamada.Dentro del cmulo de palabras que se esforzaba en hablar espaolalcance a descifrar l est muriendo.Inmediatamente pensmuriendo? Insist en saber un poco ms y hablandopausadamente trate de obtener informacin de la Sra. TeresaHampton, quin me indic: -Estamos hablando de unaenfermedad grave, yo quiero saber si usted est dispuesta avisitarlo en Houston-.replico la Sra. Hampton.


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An abismada por toda la informacin que me expresa, micorazn sinti la imperiosa necesidad de decir Si, si ir-. Pero laconciencia de una mujer de ms de 40 aos, me refresco que todo

debe ser con cautela ms cuando obtienes nuevas de alguien quedesde hace muchos aos no tienes noticia alguna. Al concluir laexposicin de la Sra. Hampton, pude comprender, lo grave de lasituacin y acced a trasladarme al Memorial Hermann Hospital deHouston a visitar al amor de mi vida, mi inolvidable MichaelHampton

Continuar.

MIRANDA ECKHARDTVenezuela@grendysg


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Arco iris de emociones

Amanda suspir al contemplar a su amiga en el umbral dela capilla esperando por la marcha nupcial y no pudo evitaresconder las rebeldes lgrimas entre sus pestaas cargadas derimel Cunto tiempo haba pasado! Aquel rostro infantil dueode un cabello alborotado dio paso a una mujer radiante y

agraciada.

Bianca, desfilaba al lado de sus padres con elegancia sinocultar las risillas nerviosas que brotaban de sus labios. Una brisaa flores primaverales acompaada de mariposas revoloteando portodo el lugar, sellaron ese momento mgico, nico e irrepetible.

El corazn de Amanda dio un respingo cuando Bianca laencontr entre los invitados mirndola a los ojos; descubriendoque aquella nia tan risuea, divertida y llena de vitalidadpermaneca en el corazn de su amiga. Record las tardes dechocolate y galletas, los das nublados jugando bajo la lluvia, lastravesuras consumadas y las infaltables conversaciones demajestuosas bodas, soando algn da cruzar el altar.

La invitada alz con orgullo su antebrazo dejando ver unbrazalete de cilindros metlicos cubiertos de hilos opacos, el

smbolo que representaba su lealtad en las aflicciones ycomplicidad en las alegras, testimonio valioso del paso deltiempo.

Bianca le devolvi el gesto con una gran sonrisa y asinticon lentitud, al mismo tiempo que reptaba la vista y caminabahacia su prometido.


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Amanda, percibi el centello de plata barata en la muecade la novia. Tampoco haba olvidado aquella vieja pulsera!

Un arco iris se filtr por la ventana de la capilla y sinti

aquella ceremonia como si fuera suya. Amanda comprendi, que elsueo de su camarada estaba por cumplirse, que la verdaderaamistad es inquebrantable y traspasa barreras desafiandodistancias.

Aprendi que se llora de felicidad, que la amistad es unafuente inagotable de afecto, que los amigos son capaces de retenerel pasado y traerlo al presente.

Y jur, cumplir las promesas suspendidas en el espacio,plasmar aquellos sueos que parecan esfumarse al ritmo de unreloj de arena y, disfrutar de cada momento al lado de los mejoresregalos de la vida: la familia y los amigos.

FIN

MARIANA COLLINSCosta Ricahttp://siannycollins.wordpress.com/
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Dame una oportunidad

Ismael intentaba mirar un poco de televisin en medio delcaos que se desat en su casa. Los gemelos de su pareja atraparonun pjaro y gritaban emocionados buscando a su madre paramostrrselo. Los chicos, con apenas siete aos, eran muyinquietos. Sobre todo para el gusto de Ismael, un devoto amante

de la calma.

An no senta que tena la potestad de callarlos y correrlosa otro lugar, hace apenas dos semanas se mud con Olivia yaunque se conocan desde hace un ao, disciplinar a sus muyindependientes hijos era un derecho que se ganaba con msconvivencia.

Respir llenndose de abnegacin, escuchando la

apresurada entrada de Samuel, su hijo.Pap, los gemelos atraparon un pichn! le dijo el nio

de unos diez aos, agitado.

Baja la voz Samuel lo reprendi con severidad,logrando que el chico perdiera instantneamente la alegra.

Los gemelos entraron en la sala como un vendaval,vociferando su hazaa. Ismael arrug el ceo, mordindose loslabios para no decirles nada, sintiendo cmo la sangre se lecalentaba en las venas. Samuel sonrea mirndolos saltar entre losasientos, sacudiendo al pobre pjaro que apretaban con fuerzaentre las manos.

El nio se angusti. Not que el animal abra el pico condesesperacin, luchando por no morir asfixiado. Corri hacia elchico que lo apresaba y comenz a forcejear con l para que lo

soltara. El gemelo peleaba furioso, gritndole improperios para


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que no le quitara el pjaro. Su hermano se uni a la combate,halndolo por la camisa y solicitando ayuda.

Olivia entr en la sala e intent calmar los nimos de los

nios, procurando gritar ms alto que ellos para ser escuchada. Lasituacin se sali de control, Ismael no poda seguir ignorando elproblema.

Se levant del silln tomando con rudeza a su hijo por elbrazo, apartndolo del conflicto. Lo abofete para que se calmara,ya que la angustia lo haba enloquecido, luego lo reprendiduramente amenazndolo con castigarlo si continuaba con elescndalo.

Los gemelos lloraban desconsolados. En algn momento dela lucha el animal escap y por ms que Olivia intentabaserenarlos los chicos chillaban como cros malcriados, alterandoms los nervios de Ismael.

Iban a matarlo intent explicar Samuel a su colricopadre en medio de sus sollozos, ocultando su enrojecido rostro ensus manos.

CLLATE! orden Ismael. Aunque se diriga a su hijocon intensin de disciplinarlo, levantndole la mano en seal deamenaza, se refera a todos los presentes. La rabia se adue de l,lo nico que quera era un momento de paz para descansardespus de una ardua jornada de trabajo, olvidndose que laangustia de su hijo naca de amargos recuerdos del pasado.

Hace un par de aos el nio fue el nico testigo de la

muerte de su madre, que cay sin vida frente a l a causa de unparo cardiaco, con el cuerpo estremecindose por el fuerte dolorque la agobi, mirndolo con terror una experiencia que jamsolvidara y que haba revivido al observar al pobre animalasfixindose en las manos de sus hermanos.

Samuel se encogi ante la intimidacin de su padre,escuchando los insultos de los gemelos que lo inculpaban porhaber perdido al pjaro. Se senta humillado y herido.


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Pap al nio no le importaba lo que decan losgemelos, le dola la furia de su padre y quiso suplicarlecomprensin. Pero Ismael ya estaba en el lmite de su paciencia.

DJAME EN PAZ! le dijo. Aunque nuevamente serefera a todos los presentes.

Samuel sinti una punzada de dolor en el corazn que pudocalmar corriendo con todas sus fuerzas hacia la calle. Su padre legritaba que se detuviera, pero el chico no escuchaba a nadie. En sumente pasaban una y mil veces los recuerdos del rostro aterradode su madre al morir, la angustia del pjaro asfixiado, los insultosde los gemelos y el doloroso golpe que su padre le propin. Corri

y corri alejndose de todo.Lleg a una zona apartada cerca de una colina, donde

nicamente solitarios y altos rboles lo acompaaban. Se detuvojadeante apoyado de un tronco, tratando de respirar y llorar almismo tiempo. El trinar de unos pequeos pichones llam suatencin.

El nio alz la mirada al ramaje notando la presencia de un

nido. Sonri esperanzado, lo nico que necesitaba era unasegunda oportunidad para volver a alegrar a su padre y a sushermanos. Trep hasta llegar a una alta rama sacando con sumocuidado a un pichn. Se lo llevara a sus hermanos para que loperdonaran, pero cuando comenz a bajar, el sonido del crujir deramas lo alarm

Ismael se paseaba angustiado por la sala, reprimiendo laslgrimas. Hace una hora su hijo sali en carrera, llorando por el

mal trato que le dio. No saba nada de l, lo haban buscado portoda la zona con ayuda de los vecinos, sin encontrar ningn rastro.

El hombre estaba arrepentido. La furia lo domin y no lepermiti pensar en las verdaderas causas de la atribuladaactuacin de su hijo. Ahora, quizs era muy tarde para rectificarcualquier error. Con el pasar de las horas Ismael se desesperaba,si algo le suceda a Samuel, l jams se lo perdonara. No podravivir con esa culpa en el alma.


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Los gritos de un vecino lo sacaron de sus angustiadospensamientos. Se dirigi con prontitud a la entrada mirando a suhijo acercarse con dificultad. Corri a su encuentro abrazndoloemocionado, dejando que decenas de lgrimas brotaran de sus

aliviados ojos.

El nio estaba cubierto de tierra, hojas, araazos, golpes ysangre. Ismael lo acarici con cuidado embriagndose con la dulcesonrisa que se dibujaba en su rostro.

Samuel estir las manos abriendo lentamente el abultadopuo permitiendo que saliera la cabeza de un pequeo pichn,que chillaba picotendole la piel.

Dame una oportunidad le dijo el nio casi en susurros,arrancando ms lgrimas en su padre.

Ismael lo volvi a abrazar, alzndolo en sus brazos para llevarlo alinterior de su casa.

Dmela t a m le dijo. Recibiendo una sonrisa comoaprobacin.

PD: No espere que la fatalidad sea lo nico que te motive arectificar

JONAIRA CAMPAGNUOLOVenezuela

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