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RECUÉRDALO TÚ Y RECUÉRDALO A OTROS RONALD FRASER

RECUÉRDALO TÚ Y RECUÉRDALO A OTROS - Planos de … · jornalero Castilla V. Juana Alier, esposa de industrial Cataluña Mariano Alquézar, gran propietario rural Aragón *Jesús

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  • RECURDALO TY RECURDALOA OTROS

    RONALD FRASER

  • Hace ahora veintiocho aos se public por primera vez este libro que vena aofrecernos una narracin distinta de la guerra civil espaola. Hasta entonces,habamos dispuesto de memorias personales, testimonios y recuerdos, por un lado,y obras de erudicin y ensayos acadmicos, por otro, que, en su inmensa mayora,estudiaban el conflicto desde la historia poltica y militar. El libro de Fraser, quesignificaba una aproximacin al conflicto desde la historia social, nos brindaba eltestimonio colectivo de quienes participaron en la contienda o la sufrieron en suscarnes. Para el autor, lo que haca sobresalir a su libro de entre la enorme riquezabibliogrfica a que ha dado lugar la guerra civil espaola, era su carcter subjetivo,la recreacion de un ambiente, de un clima, de una memoria personal no siemprecoincidente con la verdad histrica, pero que nos acercaba a la realidad delconflicto con una viveza estremecedora. Esa aproximacin dotaba al libro de unafuerza y un frescor que se mantienen intactos casi treinta aos despus, cuandotantos otros libros sobre la guerra civil nos parecen irremediablemente condenadosal olvido.

  • Ronald Fraser

    Recurdalo t y recurdalo a otros

    Historia oral de la guerra civil espaola

  • Ttulo original: Blood of Spain. The Experience of Civil War, 1936-1939

    Ronald Fraser, 1979

    Traduccin: Jordi Beltran

    https://elsudamericano.wordpress.com

    HIJOSLa red mundial de los hijos de la revolucin social

    http://elsudamericano.wordpress.com/
  • Para RvdB.

  • TOMO I.

  • AGRADECIMIENTOS.

    Deseo expresar mi gratitud a las personas entrevistadas que, en nmerosuperior a 300, han hecho posible el presente libro. Ms an que la ayuda que meprestaron, su amabilidad hizo que la tarea me resultase ms fcil y a la vez msagradable. Contando con su permiso, la mayora aparece con su nombre verdaderoy, por consiguiente, no es necesario darles las gracias individualmente. A los queparticiparon en la guerra civil pero no aparecen en el libro les ofrezco misdisculpas: las exigencias del espacio son las nicas responsables.

    Dada la naturaleza del libro, quiero hacer hincapi en que el hecho deaparecer en l no entraa responsabilidad por la forma definitiva del mismo. Delos posibles errores de hecho o de interpretacin soy yo el nico responsable. Todavez que no aparecen en el libro (por no haber vivido los acontecimientos) losnombres de otras muchas personas que me ayudaron, especialmente sugirindometestigos de inters, me gustara aprovechar esta oportunidad para dar las gracias alas siguientes:

    Rafael Abella, Jess Aguirre, Manuel Andjar, Julin Ariza, Emilio Barbn,Pedro Beltrn, Marta Bizcarrondo, Manuel Blanco Tobo, Francesc Bonamusa,Jaime del Burgo, Asuncin Candna, Eduard Castellet, Carlos Castilla Plaza, MaraClemente, Alfonso Comn, Matilde Escuder, Antonio Elorza, Fernando Estrada,Eloy Fernndez Clemente, Manuel Fernndez Fernndez, Ricardo Fuente, EnriqueFuster, Paulino Garca Moya, Vctor Gmez Aylln, Luis Gmez Llorente, MaraVictoria Goi, Vicente Gonzlez Giner, Miguel Gonzlez Urin, Barn de Gell,Paulino Garagorri, Alfonso Guerra, Susan Harding, Manuel Hidalgo, PedroYbarra, Jos Jimnez Lozano, Carmen Keller, Faustino Lastra, Carmelo Lisn,Csar Lorenzo, Manuel Luna, Flix Maz, Luis Mapelli, Antonio Masip, JuanMartnez Alier, Victoria Martnez, Isidre Molas, Santiago Montero Daz, SaludMoreno, Ricardo Muoz Suay, Jos Naredo, Francisco Nez Larraz, FranciscoPrez Gonzlez, Juan Antonio Prez Mateos, Antonio Pinto, padre Joaqun PitarchCarb, Csar Pontvianne, Javier Pradera, Rafael Pujol, Luis Retolaza, padre JuanJos Rodrguez, Juan Luis Rodrguez-Vigil, Luis Romero, David Ruiz, SilverioRuiz, A. Ruiz de Galarreta, Ramn Ruiz Fornells, Ramn Salas Larrazbal, ngelaSanfrancisco, Francisco Sanmiguel, Luys Santamarina, Gabriel Santullano, ManuelSan Martn, J. A. Saraz, Regina Taya, Santiago Udina, Juan Mara Uriarte, JosVicente, Merc Vilanova, Jos Villar Snchez.

  • He contrado una deuda especial de gratitud con Rosalind van der Beek,quien me ha ayudado a llevar a cabo este proyecto desde el principio al fin, para locual ha transcrito y mecanografiado muchos millones de palabras, hacindomenumerosas sugerencias de gran valor; y con Margarita Jimnez, quien se encargde la transcripcin y traduccin de diversas entrevistas importantes. Asimismo,deseo dejar constancia de que la idea de este libro se la debo a Alastair Reid.

    Finalmente, quiero expresar mi agradecimiento a quienes leyeron partes delborrador o la totalidad del mismo: doctor Michael Alpert, Mark Fraser, SusanGyarmati, Fred Halliday, Mirn Lopategui, Juan Martnez Alier, MaximeMolyneux y Gareth Stedman-Jones. Todos ellos hicieron comentarios crticos devalor incalculable que han mejorado el libro, pero nuevamente debo poner derelieve que en modo alguno son responsables de los errores que puedan quedar enl.

  • PRINCIPALES ORGANIZACIONES

    Y PARTIDOS POLTICOS

    A continuacin se indican los principales partidos y movimientos polticos,as como sindicatos, que se citan en el libro. Los sealados con un asteriscofirmaron el pacto del Frente Popular de 1936; los sealados con dos asteriscos seunieron al Frente Nacional o Contrarrevolucionario que particip en las eleccionesgenerales del mismo ao.

    CENTRO Y DERECHA

    **AP (Accin Popular), denominacin que adopta desde 1932 AccinNacional (constituida en abril de 1931 como un frente poltico de Accin Catlica).Ser el principal partido de entre los integrantes de la CEDA.

    **CEDA (Confederacin Espaola de Derechas Autnomas), catlica,fundada en 1933.

    *Lliga Catalana, partido nacionalista cataln de la gran burguesa, fundadoen 1933 como sucesor de la Lliga Regionalista.

    Partido Agrario, aliado de la CEDA, que representaba principalmente a losterratenientes castellanos.

    Partido Republicano Radical, el ms antiguo de los partidos republicanos(1908) y principal partido gubernamental en 1933-1935. De l se desgajarn en 1929el Partido Radical-Socialista y en 1934 Unin Republicana.

    PNV (Partido Nacionalista Vasco), principal partido de los nacionalistasvascos, fundado en 1895.

    EXTREMA DERECHA

  • **Comunin Tradicionalista, denominacin que adopta el partido polticodel movimiento carlista a partir de 1931.

    FE (Falange Espaola), fascista, fundado en 1933 por Jos Antonio Primo deRivera.

    JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), fascista, fundado en 1931,fusionado con la Falange en 1934.

    **Renovacin Espaola, monrquico, fundado en 1933.

    UME (Unin Militar Espaola), organizacin de militares derechistas.

    IZQUIERDA

    *ANV (Accin Nacionalista Vasca), escisin del PNV, fundado en 1930.

    *Esquerra Republicana de Catalunya, partido nacionalista cataln,republicano y de izquierdas, fundado en 1931.

    Estat Catal, organizacin nacionalista catalana fundada en 1922. Se integren 1931 en Esquerra Republicana de Catalunya pero sigui funcionando de maneraautnoma, dirigido por Badia y por Dencs. En 1931 se separ de l el Estat CatalProletari (ms tarde Partit Catal Proletari) de Jaume Compte.

    *IR (Izquierda Republicana), formado bajo Azaa en 1934 con la fusin deAccin Republicana (1925), Partido Radical-Socialista (1929) y las MAOC (MiliciasAntifascistas Obreras y Campesinas).

    ORGA (Organizacin Republicana Gallega Autnoma).

    *PCE (Partido Comunista de Espaa), partido comunista oficial, fundado en1921.

    *PSOE (Partido Socialista Obrero Espaol), el partido socialista espaolfundado en 1879.

    PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya), formado al estallar la guerracon la fusin de *Uni Socialista de Catalunya, *Federaci Catalana del PSOE,

  • *Partit Comunista de Catalunya y *Partit Catal Proletari, afiliado al Comintern,por lo que era de hecho el partido comunista de Catalua.

    UMRA (Unin Militar Republicana Antifascista), organizacin de militaresopuestos a la UME.

    *UR (Unin Republicana), escisin, encabezada por Martnez Barrio, delPartido Republicano Radical, fundada en 1934.

    EXTREMA IZQUIERDA

    BOC (Bloc Obrer i Camperol), bloque de obreros y campesinos, partidocomunista disidente de Catalua, formado en 1931 tras la escisin del PCE y lafusin con el Partit Comunista Catal, encabezado por Joaqun Maurn.

    FAI (Federacin Anarquista Ibrica), federacin militante de gruposanarquistas, fundada en 1927.

    IC (Izquierda Comunista), escisin trotskista del PCE, dirigida por AndreuNin.

    *POUM (Partido Obrero de Unificacin Marxista), partido comunistadisidente, fusin del BOC y la IC en 1935, dirigido por Maurn y Nin.

    SINDICATOS

    AET (Agrupacin Escolar Tradicionalista), sindicato estudiantil carlista.

    CNT (Confederacin Nacional del Trabajo), anarcosindicalista.

    FNTT (Federacin Nacional de Trabajadores de la Tierra), dirigida por lossocialistas; formaba parte de la UGT.

    FOUS (Federacin Obrera de Unidad Sindical), dirigida por el POUM.

    FUE (Federacin Universitaria de Estudiantes), fundada en los aos veintepara combatir a la dictadura, en los aos treinta se decant progresivamente haciala izquierda.

  • GEPCI (Gremis i Entitats de Petits Comerciants i Industrials), sindicatoorganizado por el PSUC para los artesanos, pequeos comerciantes e industrialescatalanes.

    SEU (Sindicato Espaol Universitario), sindicato estudiantil falangista.

    STV (Solidaridad de Trabajadores Vascos), sindicato nacionalista vasco.

    *UGT (Unin General de Trabajadores), socialista.

    ORGANIZACIONES JUVENILES

    FIJL (Federacin Ibrica de Juventudes Libertarias), juventud anarquista.JAP (Juventudes de Accin Popular), catlica.

    JC (Juventudes Comunistas).

    JCI (Juventud Comunista Ibrica), movimiento juvenil del POUM.

    *JS (Juventudes Socialistas).

    JSU (Juventudes Socialistas Unificadas), formadas en 1936 con la fusin delas JS y las JC.

  • RELACIN DE PERSONAS ENTREVISTADAS

    NOTAS:

    El asterisco indica seudnimo.

    La N, detrs de la filiacin poltica o sindical de algunos personajes, indicaMILITANCIAS, esto es, que la opinin de dicho individuo es expuesta de formams extensa en un apartado del libro.

    La ocupacin profesional se refiere a la que el entrevistado ejerca al estallarla guerra. La filiacin poltica y sindical corresponde a antes de la guerra y duranteella.

    JSU-S y JSU-C indica pertenencia a las JSU (Juventudes SocialistasUnificadas) tras pertenecer antes a las Juventudes Socialistas y a las JuventudesComunistas, respectivamente.

    PSUC-S indica que el individuo en cuestin perteneca antes o bien a la UniSocialista de Catalunya (USC) o a la Federaci Catalana del PSOE; PSUC-C indicaque previamente perteneca o bien al Partit Catal Proletari o al Partit Comunistade Catalunya.

    Dos puntos entre distintas filiaciones de partido indican cambio de partidodurante la guerra. As, JSU-S: PCE significa miembro de las Juventudes SocialistasUnificadas, que antes lo era de las Juventudes Socialistas y que posteriormenteingresa en el Partido Comunista de Espaa.

    Los topnimos se refieren al lugar donde se halla el entrevistado cuandoaparece en el libro.

    Francisco Abad, soldado (PCE) Madrid / Catalua Ana Mara Adarraga,hija de pagador de la marina mercante Vizcaya Koni Aguirre, hija de herreroVizcaya Manolita Aguirre, hija de herrero Vizcaya *Paulino Aguirre, estudianteMadrid / Castilla V. Juan Ajuriaguerra, ingeniero (PNV) Vizcaya *Jos Alfaro,jornalero Castilla V. Juana Alier, esposa de industrial Catalua Mariano Alquzar,gran propietario rural Aragn *Jess lvarez, farmacutico Castilla V. Jos

  • lvarez, repartidor de colmado (UGT) Asturias Ramn lvarez, panadero (CNT-FAI) Asturias Juan Andrade, funcionario y periodista (POUM). (M) Madrid /Catalua Josep Andreu Abell, diputado de la Generalitat (Esquerra) CataluaIsidro Antua, farmacutico (radical-socialista) Andaluca *Fernando Aragn,jornalero (CNT) Aragn *Francisca de Aragn, ama de casa Aragn Pere Ardiaca,director de peridico (PSUC-C) Catalua Jordi Arquer, empleado de comercio(POUM) Catalua *Concha Arrazola (Emakume-PNV) Vizcaya *Jaime vila,mediano propietario rural Aragn *Jos vila, labrador Andaluca *Padre DionisioAxnguiz Vizcaya *Padre Jos Antonio Axnguiz Vizcaya *Margarita Balaguer,costurera Catalua Dolores Baleztena (carlista) Navarra Jos Bardasano, pintor ygrafista (PSOE) Madrid *Padre Jos Mara Basabilotra Vizcaya *Pedro Basabilotra,jefe de oficina (PNV) Vizcaya *Jos Besaibar, mecnico Castilla V. Jacinto Borrs,periodista (CNT) Catalua *Carlos Bravo, teniente de la guardia civil AndalucaAdolfo Bueso, impresor (POUM) Catalua Toms Bulnes, abogado (FE-JONS)Castilla V. Carmen Caamao, archivera (PCE) Madrid *Francisco Cabrera, hijo deaparcero (JSU-C) Andaluca Ramn Calopa, maestro (CNT-FIJL) Catalua EugenioCalvo, minero (PCE) Vizcaya Saturnino Calvo, minero (JSU-C) Vizcaya JuanCampos, ebanista (PSOE) Andaluca *Alfredo Cancer, maestro Aragn *MarcelCanet, fabricante textil (Esquerra) Catalua Ignacio Caal, abogado (FE) AndalucaAndreu Capdevila, obrero textil (CNT). (M) Catalua Manuel Carabao,estudiante (FIJL) Madrid *Miguel Caravaca, jornalero Andaluca Asuncin Caro,(hija de capitn de marina mercante) Vizcaya Saturnino Carod, delegado depropaganda de la CNT (M) Aragn Flix Carrasquer maestro (CNT-FAI)Catalua / Aragn Jess-Evaristo Casariego, estudiante (carlista) Asturias *PetraCasas, obrera de la confeccin (PCE) Madrid Ernesto Castao, diputadoparlamentario (CEDA) (M) Salamanca Carlos Castilla del Pino, estudianteAndaluca *Manuel Castro, hijo de panadero Andaluca Florentn Cebrin,jornalero Aragn Josep Cercos, metalrgico (CNT-FIJL) Catalua / AragnSebasti Clara, funcionario (CNT) Catalua Pedro Clavijo, estudiante (JSU-C)Andaluca Jos Mara Codn, estudiante (carlista) Castilla V. *Miquel Coll, obrerotextil (POUM) Catalua Josep Costa, contramaestre textil (CNT) Catalua JuanCrespo, estudiante (monrquico). (M) Salamanca Manuel Cruells, estudiante (EstatCatal) Catalua lvaro Delgado, recadero y estudiante de arte Madrid *MaraDaz, estudiante (IR: PCE) Madrid Fulgencio Diez Pastor, diputado parlamentario(UR) Madrid Josep J. Domnech, secretario del sindicato de trabajadores del vidrio(CNT) Catalua * Padre Luis Echebarra Vizcaya Juan Manuel Epalza, ingenieroindustrial (PNV) (M) Vizcaya Mariano Escudero, abogado (CEDA) Castilla V.*Trifn Etarte, estudiante (Jagi-Jagi) Vizcaya Eladio Fanjul, obrero siderrgico(CNT-FAI) Asturias Alberto Fernndez, panadero (UGT-PSOE) Asturias *PadreJos Fernndez Castilla V. Nicols Fernndez, joven Asturias Progreso Fernndez,fabricante de cedazos (CNT-FAI) Valencia Ramn Fernndez, carpintero (POUM)Catalua Federico Fernndez de Castillejo, diputado parlamentario (Derecha

  • Liberal Republicana) Andaluca Joan Ferrer, secretario del sindicato de empleadosde comercio (CNT) Catalua Mariano Franco, pequeo propietario rural (CNT)Aragn *Paulino Garca, estudiante (PCE) Madrid Pedro Garca, hijo de veterinarioToledo Salvador Garca, agente de publicidad Asturias Trinidad Garca, jornalero(PCE) Toledo Carmen Garca-Falces, obrera de panadera (carlista) Navarra RafaelGarca Serrano, estudiante (FE) Navarra *Antonio Giner, gran propietario ruralCastilla V. Pedro Gmez, tornero (UGT) Madrid Scrates Gmez, periodista (JSU-S) Madrid *Rafael Gonzlez, estudiante Andaluca Miguel Gonzlez Inestal,funcionario sindical (CNT-FAI) Guipzcoa / Madrid Joan Grijalbo, empleado debanca (UGT) Catalua Francisco Gutirrez del Castillo, estudiante (FE) Castilla V.Eduardo de Guzmn, periodista (CNT) Madrid Mario Guzmn, fogonero (POUM-CNT) Asturias *Ignacio Hernndez, estudiante Castilla V. Rafael Hernndez,ferroviario (UGT-PSOE). (M) Asturias / Catalua Arturo del Hoyo, estudiante(FUE) Madrid Ignacio Iglesias, estudiante (POUM) Asturias / Catalua JuanIglesias, dependiente (JSU-S) Vizcaya Lorenzo igo, secretario del sindicatocenetista de metalrgicos (FAI-FIJL) Madrid Antonio Izu, campesino (carlista). (M)Navarra David Jato, estudiante (SEU-FE) Madrid *Pedro Jurez, funcionario (FE)Castilla V. Narciso Julin, ferroviario (PCE) Madrid / Catalua Laura Keller,esposa de militar Madrid Francisca de Len, obrera del vidrio (JSU-C) Andaluca*Pepa Lpez, esposa de diputado parlamentario Andaluca * Salvador Lpez,funcionario (UGT) Madrid Jos Lpez Rey, historiador del arte (PSOE) Madrid /Catalua Eugenio Lortn, estudiante (FE) Madrid Csar Lozas, estudianteSalamanca *Alfredo Luna, director de peridico (UR) Madrid *Juan Mlzaga,industrial Vizcaya Joan Manent, fabricante de leja (CNT) Catalua Marqus deMarchelina, militar retirado (carlista) Andaluca *Ernesto Margeli, ebanista (CNT)Aragn Juan Marn, obrero de la construccin (CNT-FAI) Andaluca AndrsMrquez, funcionario (Juventud de IR) Madrid Lzaro Martn, medianopropietario rural Aragn *Len Martn, mecnico (CNT) Andaluca PadreAlejandro Martnez (M) Madrid / Asturias Doctor Carlos Martnez, exdiputadoparlamentario (radical-socialista) Asturias *Juan Martnez, mediano propietariorural Aragn Misael Martnez, minero (UGT-PSOE) Asturias Rgulo Martnez,maestro (IR). (M) Madrid *Eulalia de Masribera, estudiante de bibliotecariaCatalua Jos Mata, minero (UGT-PSOE) Asturias *Jon Maururi, estudiante (PNV)Vizcaya Rafael Medina, duque de Medinaceli, industrial (FE) Andaluca Jos Mera,maestro (UGT: PCE) Madrid Luis Mrida, abogado (CEDA: FE) Andaluca *JoanMestres, subdirector de compaa de seguros (CEDA) Catalua Luis Michelena,oficinista (PNV) Guipzcoa / Vizcaya *lvaro Milln, agente de ventas (PSOE)Andaluca Jos Milln, pequeo propietario rural (UGT-PSOE) Castilla N. JaumeMiravitlles, diputado de la Generalitat (Esquerra) Catalua Enrique MiretMagdalena, estudiante (Juventud Catlica) Madrid Toms Mora, ayudante defarmacia (UGT-PSOE) (M) Madrid *Josefa Morales, secretaria Madrid *AnitaMoreno, costurera (JSU-C) Andaluca *Fernando Moreno, fiscal Madrid Juan

  • Moreno, jornalero (CNT). (M) Andaluca Jos Mara Moutas, diputadoparlamentario (CEDA) Asturias *Pablo Moya, tornero (UGT) Madrid *Juan Narcea,hijo de ingeniero de minas Asturias Gonzalo Nrdiz, poltico (ANV) Vizcayangel Navarro, pequeo propietario rural (CNT) Aragn Miguel Nez,estudiante (FUE: JSU: PCE). (M) Madrid Mara Ochoa, hija de sastre CataluaUrbano Orad de la Torre, militar retirado (PSOE) Madrid Ignacia Ozamiz, ama decasa Vizcaya Mario Ozcoidi, funcionario (carlista) Navarra *Justina Palma,fabricante de pastas (JSU-C) Madrid Anselmo Paeda, minero (UGT-PSOE)Asturias Francisco Partaloa, fiscal Madrid / Andaluca Alberto Pastor, agricultor(FE-JONS). (M) Castilla V. *Sevilla Pastor, mediano propietario rural (CNT-FIJL)Aragn Antonio Prez, estudiante (JSU-S: PCE). (M) Madrid / Levante JosAntonio Prez, hijo de funcionario Valencia Albert Prez Bar, funcionarioCatalua Encarnacin Plaza, hija de mdico Madrid Jess de Polanco, hijo dedirector empresa productos lcteos Madrid Eduardo Pons Prades, hijo demaderero (CNT) Catalua Luis Portela, impresor (POUM) Madrid / Valencia*Felipe Posadas, hijo de arrendatario Andaluca *Juan Posadas, panaderoAndaluca *Maximiano Prada, impresor (JAP) Castilla V. Marqus de Puebla deParga, estudiante (monrquico) Madrid Prudencio Pumar, abogado Andaluca*Mara del Carmen Quero, hija de diputado parlamentario Andaluca *PedroQuintanar, industrial Andaluca Mario Rey, carpintero (FE-JONS) Madrid *PereRiba, funcionario (PSUC-S) Catalua Antonio Ribas, obrero (UGT-PSUC) CataluaDionisio Ridruejo, estudiante (FE). (M) Castilla V. Manuel Robles, impresor (STV-PNV) Vizcaya Josep Robust, tenedor de libros (Partido Sindicalista) Catalua*Paulino Rodrguez, minero (UGT-PSOE) Asturias Ricardo Rodrguez, estudiante(PCE) Madrid / Levante Juan Rodrguez Ania, hijo de polica Asturias *Joan Roig,gerente de fbrica Catalua Toms Roig Llop, abogado (Lliga Catalana). (M)Catalua *Victoria Romn, estudiante (FUE) Madrid Antonio Rosado, cantero(CNT) Andaluca Antonio Rosel, fundidor (PCE) Aragn Macario Royo, pequeopropietario rural (CNT) Aragn Ramn Rubial, tornero (UGT-PSOE) VizcayaTimoteo Ruiz, hijo de pequeo propietario rural (JSU-S: PCE). (M) Toledo /Madrid Pedro Sinz Rodrguez, diputado parlamentario (monrquico) Madrid /Castilla V. Pedro Salazar, militar (monrquico) Castilla V. *Ricardo Saler,estudiante (JSU-C) Madrid Juan Saa, mecnico ajustador (CNT) Catalua*Faustino Snchez, estudiante (FE) Asturias *Fernando Snchez, labrador CastillaV. *Juana Snchez, esposa de ferroviario Andaluca Manuel Snchez, ebanista(PCE) Asturias Rafael Snchez, profesor de arte Madrid Jos Sandoval, delineante(PCE) Madrid *Juana Sangroniz (carlista) Vizcaya *Francisco Sampedro, estudiante(FUE) Madrid *Luis Santacana, obrero textil (CNT) Catalua Ricardo Sanz, obrerotextil (CNT-FAI) Catalua *Emilio Segovia, fabricante de sandalias (PSOE) AragnMaurici Serrahima, abogado (Uni Democrtica) Catalua *Mara Solana,herbolaria (JSU-C) Madrid Wilebaldo Solano, estudiante (POUM) Catalua JosepSol Barber, abogado (PSUC) Catalua *Marisa Soler, maestra (PCE) Madrid

  • *Jaime Solera, comandante de estado mayor Madrid *Roberto Sols, estudianteAndaluca *Pedro Surez, oficinista (JSU-C, MAOC) Madrid Joaqun Suer, hijo deabacero (FE) Castilla V. *Fernando Tafalla, estudiante (PCE) Madrid Julio de laTorre, teniente de la Legin Melilla *Doctor Antonio Torres Catalua ProfesorJosep Trueta, cirujano Catalua *Carmen Tudela, secretaria (PCE) Castilla N. FelisaUnamuno Salamanca Rafael Unamuno Salamanca Ricardo Valgan, fundidor(PCE) Vizcaya Edmon Valls, estudiante Catalua Julin Vzquez, sastre (PCE)Madrid Ricardo Vzquez-Prada, periodista (FE) Asturias *Rosa Vega, maestra(PCE) Madrid Eugenio Vegas Latapi, director de Accin Espaola (monrquico)Madrid / Castilla V. Dionisio Venegas, maestro (UGT) Andaluca Jos Vergara,delegado del IRA, funcionario del Ministerio de Agricultura Toledo / Madrid*Alejandro Vitoria, funcionario (JSU-S: PSUC) Catalua Pilar de Vivancos, hija depequeo propietario rural (CNT) Aragn Juan Zafn, agente de publicidad (CNT)Aragn

  • Recurdalo t y recurdalo a otros,

    Cuando asqueados de la bajeza humana,

    Cuando iracundos de la dureza humana:

    Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.

    Recurdalo t y recurdalo a otros.

    LUIS CERNUDA, 1936, Desolacin de la quimera

    La historia procede de tal modo que el resultado final nace siempre de losconflictos entre muchas voluntades individuales y stas, a su vez, son lo que son acausa de un gran nmero de condiciones particulares de la vida. As, hayinnumerables fuerzas que se entrecruzan, una serie infinita de paralelogramos defuerzas, que dan origen al nico resultado: el acontecimiento histrico. Tambin aste cabe considerarlo como el producto de una fuerza que acta como un todoinconscientemente y sin volicin. Porque lo que cada individuo desea es obstruidopor todos los dems y lo que surge es algo que nadie quera.

    ENGELS a JOSEP H BLOCH

    (Londres, septiembre de 1890).

  • PREFACIO

    El aspecto subjetivo, el ambiente de los acontecimientos es tambin unacondicin de la realizacin de la Historia. Dejaremos el monopolio a losnovelistas? Esto sera, por parte del historiador, una manera de renunciar.

    PIERRE VILAR[1]

    La aparicin hoy da de un libro sobre la guerra civil espaola de 1936-1939requiere una explicacin. Durante los ltimos quince aos una serie de importantes obrashistricas han estudiado las caractersticas principales de dicho conflicto, por lo queresultara vana la esperanza de aadir algo nuevo a lo que se sabe sobre el tema. Sinembargo, dentro de los conocimientos generales e incluso detallados que sobre dicha guerrase poseen, un aspecto ha quedado indito. Me refiero al aspecto subjetivo, a la experienciavivida por las personas que participaron en los hechos. ste es el propsito del presentelibro.

    La historia oral, tal como aqu se concibe, constituye un intento de revelar elambiente intangible de los acontecimientos, de descubrir el punto de vista y lasmotivaciones de los participantes, voluntarios o involuntarios, de describir cmo sintieronla guerra civil, la revolucin y la contrarrevolucin quienes la vivieron desde amboscampos. Las causas de la guerra civil tenan races profundas en la configuracin de lasociedad espaola. Aunque se internacionaliz rpidamente, fueron las clases y sectores dedicha sociedad los protagonistas principales de la guerra. As, pues, este libro se basa en laexperiencia espaola. En las pocas de aguda crisis social es cuando el ambiente cobra todasu fuerza como factor determinante de la reaccin de la gente ante los acontecimientos. Enefecto, por muy intangible que sea, el ambiente nunca es abstracto o distante. Es lo quesiente la gente. Y este sentir constituye la base de sus actos.

    Lo que acabo de decir resulta especialmente constatable en una guerra civil.Adaptando a las circunstancias la famosa mxima sobre la guerra, cabra decir que laguerra civil es la continuacin de la poltica la poltica interna de clases por otrosmedios. Una de sus condiciones es la movilizacin poltica de grandes masas de gentecorriente (o bien el ensanchamiento de una movilizacin previa ocasionada por la crisissocial que provoc la guerra).

  • Esta observacin es lo que ha dado forma a la pauta esencial que sigue el presentelibro. Slo de esta forma podemos utilizar la disposicin del individuo para luchar y morirpor una causa con vistas a comprender algunas de las realidades y contradicciones de losmovimientos histricos, ms amplios e impersonales. En este contexto, el ambiente no esalgo que flota sobre los acontecimientos, al igual que el ter, sino que es una emanacinsocial, el resultado de luchas terrestres.

    Es en este clima (ideolgico), ms que en la articulacin no mediada de los interesesclasistas, donde se encuentran muchas de las claves de la conducta social e individual eneste conflicto. Es en l donde, al parecer, se halla la explicacin de, por ejemplo, por quindividuos pertenecientes a una misma clase social lucharon en bandos opuestos; por quun hombre empu las armas en un campo que estaba asesinando y encarcelando a susfamiliares; por qu el hermano luch contra el hermano.

    La creacin de un mosaico inteligible partiendo de ms de trescientos relatospersonales ha trascendido esta esfera, como era inevitable. Recurriendo a las narraciones detestigos oculares, he tratado de describir los principales contornos de la guerra. A su vez,esto ha requerido una estructura narrativa y analtica especial. Por consiguiente, hay queponer de relieve las limitaciones de este tipo de historia oral, especialmente de este libroconcreto. Nombrar las ms importantes. Tal como aqu se aplica, la historia oral nosustituye a la historiografa tradicional, sino que la complementa y llena sus intersticios [2].Por s misma, la suma de microexperiencias no da por resultado una macrototalidadobjetiva Tal como he indicado, el ambiente no explica el subsuelo, sino que es ms bien alcontrario.

    Por este motivo, adems del ya expuesto, el presente libro no se propone ser unahistoria general de la repblica y la guerra civil en Espaa. Sin embargo, s se concentra enlo que, con la perspectiva de cuarenta aos, vemos que fueron algunos de sus aspectosprincipales. Otra serie de limitaciones especficas se nos presenta dentro de este marco. Laprimera es de ndole territorial. Deliberadamente busqu a los testigos presenciales en cincoregiones: dos del bando republicano, dos del nacional y una (que en realidad eran dos)correspondiente a ambos bandos[3]. Por consiguiente, quedan excluidas del libro dos zonasimportantes: Galicia en la nacional y Levante en la retaguardia republicana.

    En segundo lugar, el libro no se ocupa exclusivamente de la guerra en el frente.Transcurridos los primeros meses, durante los cuales fue importantsima la participacindirecta de los milicianos, la lucha se sigue preferentemente desde retaguardia. Puede que,dadas las circunstancias, ello resulte curioso. Lo cierto es que se basa en el convencimientode que la guerra civil se gan tanto en la retaguardia como en el frente, y que fue en aqulladonde con mayor claridad se expresaron las cuestiones sociales y polticas en liza.

  • En tercer lugar, la dimensin internacional del conflicto queda excluida en granparte. De ello es responsable la decisin de presentar la guerra en sus races espaolas y talcomo la vivieron los espaoles. Dejando aparte el anatema rutinario sobre laintervencin de las potencias fascistas y la no-intervencin anglofrancesa, la gente delbando republicano con la que habl recordaba pocas cosas sobre la situacin internacional:la ayuda sovitica, los espectaculares procesos de Mosc y, en algunos casos, Munich. Lasituacin no era muy distinta en el bando opuesto, a pesar de la presencia de los italianos ylos alemanes. Aunque en ningn momento fue posible olvidarse por completo de losaspectos internacionales la propaganda cuidaba de que as fuese, para la mayora de losespaoles la guerra era algo que a ellos les tocaba resolver.

    En cuarto lugar, el libro no concentra su atencin en la poltica a nivel degobernantes o lderes. Cabe decir, en este sentido, que es un ejemplo de la historia vistadesde la base. Sin embargo, s se ocupa de las principales fuerzas sociopolticas queactuaban en las zonas seleccionadas. Puede que por esto el libro parezca excesivamentepoltico. As, pues, repetir que la guerra civil tuvo sus orgenes en cuestionesprofundamente polticas, y la crisis que la precedi haba polarizado y politizado aamplsimos sectores de la opinin pblica.

    La historia oral, a mi modo de ver, debe brindar una va de expresin para lasexperiencias de personas que de lo contrario histricamente hablando no dispondrande ella, personas a las que slo en este sentido cabe calificar de corrientes. En principio,por tanto, busqu personas que no hubiesen ocupado puestos dirigentes, que no hubiesenescrito sus memorias y que no tuvieran una reputacin pblica o poltica que defender. Malque bien, pens que esta clase de personas daran una idea ms directa e inmediata de cmofueron los acontecimientos. Por regla general, si pertenecan a algn partido poltico osindicato, eran militantes de nivel intermedio. A veces, cediendo ante las posibilidades oacuciado por la lectura de material testimonial, hice caso omiso de mis propias reglas, comoel lector podr ver. Casi siempre me alegr de haberlo hecho. Pero, por lo general, preferatenerme al concepto inicial.

    En poco menos de dos aos de entrevistas grab alrededor de 2.750 000 palabras. Alrecoger el material para este libro (en el que he utilizado menos del 10 por ciento delmaterial recogido) y posteriormente al seleccionarlo, di preferencia a la experiencia personalconcreta sobre la opinin global, desech la difamacin y con un par de excepciones losrumores, y solicit una autocrtica poltica ms que la crtica dirigida a otros partidos uorganizaciones. Cito esto ltimo porque es la fuente de otra deficiencia. Con frecuencia lapolmica poltica adquira un tono de aspereza que, ahora lo veo, no queda fielmentereproducido en el libro. Para hacerse una idea de ello, el lector no tiene ms que consultarlas citas de peridicos y otras fuentes que jalonan el libro. Ello se debe en parte a que el tonose ha suavizado con el paso de los aos, pero tambin obedece a que a la sazn (por motivos

  • que ms adelante se harn evidentes) cre que poco se ganara volviendo a entablarpolmicas de un estilo que confiaba que ya hubiese quedado superado. Sigo creyendo que ases, pero he querido sealar su ausencia del libro[4]

    Sin duda el lector se formular otra pregunta que viene muy al caso: cmo sabemosque los entrevistados dicen la verdad? La pregunta est justificada y es posible contestarlasin impugnar la buena fe de los participantes: no siempre podemos saberlo. A veces lamemoria gasta jugarretas y, adems, ha transcurrido mucho tiempo. Result imposiblecomprobar cada afirmacin, cada experiencia, a menos que existiera evidencia documental.En los casos que despertaron mis dudas y cuando tena alguna fuente documental paraapoyarlas, volv a entrevistar al testigo. Si el asunto segua siendo dudoso despus de ello,por lo general lo exclua. Sin embargo, a veces una afirmacin palpablemente falsaconstituye parte del ambiente. En tales casos, no la he suprimido, pero su veracidad espuesta en entredicho poco despus de aparecer. En otros casos, he respetado afirmacionesque no entran en ninguna de estas categoras. Lo hice guiado por la impresin de que,aunque la duda tuviera cierta cabida, la afirmacin responda a un clima general desentimientos que era importante captar en estas pginas. Como he dicho anteriormente, mipropsito no fue escribir otra historia de la guerra civil, sino hacer un libro sobre cmo lagente vivi la guerra. Era su verdad, la verdad de la gente, lo que deseaba reflejar. Y lo quela gente pensaba o pensaba que pensaba tambin constituye un hecho histrico[5].

    Finalmente, con toda justicia, el lector puede preguntarse si un extranjero era el msindicado para indagar en asuntos tan hondamente espaoles. A menudo me preguntaba lomismo, especialmente en vista de que mucho de lo que se ha escrito sobre la guerra civil hasido, por fuerza, obra de extranjeros. La respuesta, a mi juicio, hay que buscarla en lasdesigualdades del desarrollo: a la sazn un editor espaol no poda permitirse el riesgocomercial y poltico que entraaba el dar su apoyo a un proyecto que, tras cuatro aos ymedio de dedicacin plena, tal vez no obtuviera permiso para su publicacin. El carcterms avanzado de las economas norteamericana y britnica, as como el hecho de que miseditores en ambos pases estuvieran dispuestos a correr el riesgo, me permitieron llevarlo atrmino. Confo que en la Espaa de hoy esta situacin ya no exista, ya que en el nterin seha producido el fin de una poca y el comienzo de otra nueva.

    Estas entrevistas se grabaron en el crepsculo de la era franquista, entre junio de1973 y mayo de 1975. El 95 por ciento de ellas se registraron en Espaa, el resto enFrancia. No me pusieron obstculos. Dejando aparte cierta cautela en las zonas rurales,especialmente en Andaluca, donde todava haba miedo, la gente me habl abiertamente.Era un momento privilegiado para captar recuerdos de un perodo lo bastante lejano comopara ser historia y, pese a ello, tambin lo bastante cercano como para que lo recordasevvidamente una seccin representativa de los participantes. A los seis meses de grabarse laltima entrevista Franco mora y empezaba a desmantelarse el rgimen dictatorial creado

  • por el vencedor de la guerra civil. Una nueva era se abra para Espaa.

    R. F.

    Londres, septiembre de 1978.

  • PRLOGO

    DESARROLLO DESIGUAL

    La guerra civil de 1936-1939 fue la tercera (algunos dirn la cuarta) habidaen Espaa en el transcurso de un siglo. Las luchas del siglo XIX giraron en torno aproblemas fundamentales de la sociedad espaola que, en gran parte, fueron losmismos que llevaron al estallido del conflicto a mediados de los aos treinta. As,pues, daremos un breve repaso a los citados problemas con el fin de comprendermejor la ltima y ms total de estas guerras civiles.

    No hay duda de que el principal de estos problemas subyacentes era laprecariedad del desarrollo capitalista. Las guerras civiles que en el siglo XIXenfrentaron a carlistas y liberales formaban parte de la larga lucha por elderrocamiento del absolutismo y la consolidacin de un estado burgus. De lafuerza relativa de los dos bandos sociales opuestos nos dar una idea el hecho deque estas guerras se libraron de modo intermitente durante un perodo de ms decuarenta aos, de los cuales se luch con mayor o menor intensidad en diecisis.En nombre de la pasada unidad catlica de Espaa en contraposicin a unafutura unificacin capitalista del mercado nacional y en nombre de unamonarqua catlica tradicional en contraposicin a una monarqua constitucional, la resistencia de las zonas rurales del norte dio pbulo a la contrarrevolucincarlista ante el avance del liberalismo. Resulta significativo que la primera de estasguerras, la de 1833-1840, despertase la conciencia de Europa, que crey, comovolvera a hacerlo en 1936, que en los campos de batalla de Espaa se estabandirimiendo las grandes cuestiones de la civilizacin europea. Tal como ha sealadoRaymond Carr, en ambos casos la proyeccin europea del conflicto hizo que setergiversara y simplificara en exceso lo que estaba en juego[1].

    El liberalismo result ser ms fuerte (inicialmente y en no poca medidagracias a la ayuda britnica y francesa, incluyendo el envo de fuerzas devoluntarios) y la causa carlista fue vencida. Pero no se resolvieron del todo losproblemas de fondo. En la vida poltica espaola sigui siendo un factorimportante la resistencia a los conceptos liberalizadores de una democracia

  • burguesa plenamente desarrollada. As volvi a verse en la dcada de los treinta,cuando no slo resurgieron con renovada fuerza los carlistas, sino que tambinaparecieron otras fuerzas antidemocrticas. Adems, esta resistencia infect a losque haban ganado las guerras, la nueva clase dirigente del siglo XIX.

    La desigualdad del desarrollo capitalista hizo que, en el mejor de los casos,resultase problemtica la introduccin de una democracia burguesa avanzada.Impidi, por ejemplo, que una burguesa nacional llevase el timn del estadodecimonnico. A su vez, ello fue una de las causas que obstaculizaron la creacinde un estado burgus moderno partiendo de una nacin que, desde su nacimientoen el siglo XV, haba sido propensa a las tendencias centrfugas. stas se vieronreforzadas por el avance del desarrollo industrial en la periferia geogrficarepresentada por las regiones del norte y nordeste del pas, avance que coincidicon el crecimiento de los sentimientos nacionalistas de catalanes y vascos dirigidoscontra la clase dirigente, agraria y centralista, de Madrid.

    Tres instituciones nacionales espaolas intentaron compensar estadeficiencia de desarrollo: todas fracasaron. La monarqua nunca logr granjearse elrespeto de las masas, nunca se convirti en un smbolo til de la comunidad,como dice Pierre Vilar[2]. Tampoco la iglesia se hallaba en mejor situacin paradesempear este papel al terminar el primer tercio del siglo XIX. La identificacinde la ortodoxia catlica con la cohesin nacional espaola, forjada en el siglo XVcon el fin de la Reconquista, ya no resultaba vlida para nadie salvo para loscarlistas (aunque ms adelante la clase dirigente, a falta de otra ideologa, volveraa renovarla). Habiendo ocupado una posicin dominante econmica, pero sobretodo ideolgica bajo el ancien rgime, la iglesia adopt una postura inmovilista yreaccionaria ante el liberalismo que la amenazaba por ambos lados. A partir de esteperodo, el anticlericalismo declarado se repetira peridicamente en la historia deEspaa. En 1835 tuvieron lugar las primeras masacres de curas y quemas deiglesias, motivadas por los rumores de que los frailes haban envenenado el aguapotable, provocando con ello una epidemia de clera. (La persistencia delanticlericalsmo nos la demuestra el hecho de que, cien aos ms tarde, el rumor deque los frailes haban dado caramelos envenenados a los nios todava fue capazde empujar a las turbas a quemar iglesias).

    La ltima de estas tres instituciones, el ejrcito, empez el siglo XIX siendouna fuerza liberal. Su importancia como poder poltico se deba en gran parte alpapel que desempe en la derrota de la contrarrevolucin carlista. Sin embargo, amedida que transcurri el siglo, fue hacindose cada vez ms conservador. Seconvirti en un estado dentro de otro estado y lleg a considerarse laencarnacin de la voluntad nacional, el baluarte del orden moral y social, eldefensor de la unidad territorial. Como tal, no era la expresin de la voluntad

  • popular, sino una fuerza centralizadora dispuesta a sustituir a una clase dirigenteque todava no estaba definida. La presencia del oficial del ejrcito en la polticareflejaba la ausencia en ella del hombre de negocios. Cuando en el ltimo cuartodel siglo los militares abandonaron su intervencin directa en la poltica, lohicieron con el fin de ocupar la posicin de poder ltimo detrs de la nueva alianzapoltica que se adue del control del estado: la formada por la antigua claseterrateniente y la alta burguesa. De hecho fue un pronunciamiento lo queintrodujo esta nueva alianza, tras derrocar a la inestable repblica que durescasamente doce meses (1873-1874). Anteriormente, al derrocar a la monarquaborbnica en 1868, el ejrcito haba desencadenado un proceso revolucionario. Elgeneral Prim intent contenerlo instaurando una nueva monarqua constitucional,pero fracas. Tambin fracas el subsiguiente rgimen republicano, cuyos lderespertenecan a la pequea burguesa. Durante las ltimas etapas de la revolucin ydebido en gran medida a la influencia anarquista, en varias ciudades seproclamaron cantones soberanos, lo que representaba una amenaza tanto para launidad nacional como para el dominio de la clase dirigente. La alta burguesa seasust y para poner fin a todo ello sell su pacto con la antigua clase terrateniente.El ejrcito restaur la monarqua borbnica en la persona de Alfonso XII.

    Se haba desaprovechado la oportunidad de lograr una democraciaburguesa plenamente desarrollada. El nuevo bloque gobernante, que en esencia sebasaba en los intereses agrarios, controlara el estado espaol durante lossiguientes cuarenta y ocho aos, de 1875 a 1923. Durante la anterior lucha de losliberales contra los cimientos econmicos del ancien rgime, se haban producidocambios fundamentales en las pautas de propiedad de la tierra. Tras sudesamortizacin, se pusieron a la venta las tierras propiedad de la iglesia, de losnobles y tambin las comunales. Los principales compradores de estas tierrasfueron la burguesa y parte de la antigua clase terrateniente. Durante este perodose crearon muchos de los latifundios del sur y del sudoeste. Durante un siglo laburguesa sigui aumentando sus propiedades hasta que, al llegar la dcada de lostreinta, aproximadamente el 90 por ciento de la tierra cultivable de Espaa sehallaba en sus manos. El resto era propiedad de la alta nobleza. La esperanza delos liberales de mediados del XIX (que no fue la nica motivacin de sus leyes dedesamortizacin), en el sentido de que poda crearse una clase nueva formada porpequeos y prsperos campesinos, se vio frustrada.

    En vista de que la burguesa era propietaria de gran parte de la tierra, no erade extraar que el nuevo bloque gobernante estuviera dominado por unaoligarqua agraria. La manipulacin del sistema electoral la mantuvo en el poderbajo la monarqua restaurada, a la vez que privaba de representacin alcampesinado y al proletariado. Dado que el Parlamento no expresaba siquieraformalmente la voluntad de la nacin, la clase gobernante no poda apoyarse ni

  • siquiera en una forma atenuada de consenso, como medio de evitar las gravescrisis relacionadas con aquellos que se hallaban polticamente excluidos. En sulugar, tena que recurrir a mtodos ms directos y policacos. Como es lgico, noconsigui proponer una ideologa que integrase a estas clases marginadas. Engran medida, la actitud apoltica tan extendida entre la clase trabajadora y a laque apelaba el anarquismo naca de esta exclusin o era reforzada por ella.

    Esta democracia pseudoparlamentaria compr una paz social temporal parala clase gobernante, pero tuvo que pagar un precio por ella. El dominio de losintereses agrarios y su negativa a modernizar la agricultura fueron un obstculopara el desarrollo industrial. Siguiendo la pauta de sus predecesores, los nuevosterratenientes capitalistas no invertan en sus fincas. La psicologa del rgimenseorial sobrevivi a su desaparicin jurdica[3]. La falta de inversin y los bajosjornales que se pagaban en las fincas del sur y del sudoeste, donde las masas dejornaleros sin tierra propia pasaban meses y meses sin trabajo, no facilitaban laexpansin del mercado para las manufacturas nacionales. Los latifundios y elmalestar social se hicieron sinnimos. Fuera de la regin latifundista, laagricultura, en su mayor parte, no pasaba de ser una bsqueda secular y precariade autosuficiencia. [] Slo en la periferia norte y mediterrnea de la pennsulaexisten condiciones geogrficas y sociales favorables para la agricultura. [] Estasregiones favorecidas constituyen menos del 10 por ciento de la superficie delpas[4].

    As, pues, Espaa entr en el siglo XX sin haber dejado de ser una nacinpredominantemente atrasada y agraria, una nacin que, por si fuera poco, habaperdido sus colonias y que, en no poca medida, ella misma se vea colonizadapor el capital extranjero. El desarrollo segua siendo desigual y dbil. Esto sereflejaba en las diferencias de desarrollo cultural y social entre la ciudad y elcampo, entre las regiones y entre las clases[5]. Espaa no era un pas, sino una seriede pases y regiones sealados por su desigual desarrollo histrico.

    Sin embargo, durante la siguiente generacin se produjo un avancesignificativo del desarrollo industrial. Dicho avance se vio ayudado por laprosperidad econmica que se registr durante la primera guerra mundial, en laque Espaa se mantuvo neutral, y por el alza de la economa mundial durante losaos veinte. En 1930 Espaa haba recorrido la mitad del camino hacia eldesarrollo capitalista[6]. Un nuevo factor comenz a hacer que se notase supresencia en la poltica: el proletariado. Entre 1910 y 1930 la clase obrera industrialaument en ms del doble, alcanzando ms de dos millones y medio de personas.(Ello representaba un poco ms del 26 por ciento de la poblacin trabajadora encomparacin con el 16 por ciento de veinte aos antes. Durante el mismo perodo,el porcentaje de trabajadores agrcolas baj del 66 al 45 por ciento). Al mismo

  • tiempo, la burguesa industrial, concentrada especialmente en Catalua, demostrsu pretensin de hacerse cargo del estado y renovarlo, utilizando para sus finesla fuerza que le daba el nacionalismo cataln.

    Bajo estas presiones empez a desintegrarse el sistema poltico forjado en1875 con el fin de mantener en el poder a una oligarqua agraria. La clasegobernante monrquica fue incapaz de encontrar nuevas frmulas polticas ysociales que le permitieran integrar al proletariado (as como a ciertos sectores,principalmente nacionalistas, de la pequea burguesa) en un sistema poltico quelegitimizara su poder y le asegurara la continuidad de su dominio. Es decir, lacontinuidad del capitalismo sin la amenaza de la revolucin (o de la secesinnacionalista).

    El ao 1917 seal el comienzo de la crisis. A los cinco meses de larevolucin de febrero en Rusia, los socialistas y los anarcosindicalistas convocaronuna huelga general de carcter revolucionario. Aunque la huelga fue aplastada porel ejrcito, durante los seis meses siguientes el viejo sistema poco ms pudo hacerque ir dando traspis de una crisis a otra. Durante el mismo perodo Andaluca sevio sacudida por el trienio bolchevista, tres aos de agitacin revolucionariaanarcosindicalista que pareca amenazar el orden social existente en el sur.

    Cabe recordar que el anarquismo lleg a Espaa en 1868, antes que elsocialismo. (En sus orgenes y durante varios aos despus, la Federacin Espaolade la Primera Internacional fue anarquista). Su xito fue inmediato en lo que serefiere al reclutamiento de seguidores. Desde el principio Catalua y Andalucafueron los dos polos de mximo reclutamiento; es decir, la regin industrial msavanzada y la ms atrasada de las agrarias respectivamente. En el resto de laEuropa occidental, con la excepcin de Portugal, el anarquismo como fenmeno demasas desapareci despus de la primera guerra mundial. En Espaa creci[7]. En1911 se fund en Barcelona la Confederacin Nacional del Trabajo (CNT), que eraanarcosindicalista. La emancipacin de los trabajadores debe ser obra de lostrabajadores mismos. El sindicalismo era la lucha entre dos clases antagnicas.Las huelgas generales tenan que ser revolucionarias. Ocho aos ms tarde, en1919, la CNT, tras paralizar Barcelona durante una quincena con una huelgageneral, se declar abiertamente en favor del comunismo libertario, la abolicin dela propiedad privada y del estado, y la organizacin de la produccin medianteasociaciones libres de productores. Por aquella poca afirmaba tener 700 000miembros, de los cuales ms de la mitad estaban en Catalua.

    En un pas predominantemente agrario, donde la clase media tenga pocopeso social y la clase gobernante padezca una crisis poltica, un proletariado que, sibien numricamente sea reducido, est concentrado en una serie de ncleos

  • especficos puede jugar un papel decisivo. En 1917 esto haba sido demostrado enRusia. Lenin vea en Espaa a un pas destinado a la revolucin.

    La clase dirigente espaola no ignoraba los paralelos existentes entre su pasy Rusia. La respuesta ante el miedo a la revolucin y ante la crisis poltica generalfue que, por primera vez en cincuenta aos, el ejrcito acto decisivamente. Con laaprobacin del rey, el general Primo de Rivera tom el poder.

    Siendo cual era el problema fundamental, no es de extraar que el programasocial del general se basara en la supresin de la lucha de clases. La CNT fuedeclarada ilegal. El sindicato socialista Unin General de Trabajadores (UGT), quecontaba con unos 200 000 miembros, fue tolerado, sin embargo, y su secretariogeneral, Largo Caballero, colabor con la dictadura (aunque durante poco tiempo).El antiguo cisma entre anarquismo y socialismo se vio reforzado, con lo que semantuvo la escisin de la clase trabajadora. En estas circunstancias se constituy laFederacin Anarquista Ibrica (FAI) en 1927. Su objetivo fundacional consista enfederar a los grupos anarquistas que hasta entonces se hallaban esparcidos portoda Espaa. Siendo una federacin anarquista (cuya existencia como organizacinclandestina no fue anunciada durante dos aos) no poda tener una lnea polticageneral. Pero, especialmente en Catalua, durante los aos treinta sigui unapoltica ultraizquierdista e insurreccional.

    El general Primo de Rivera imit el fascismo superficialmente. La dictaduramedr con el auge de la economa en los aos veinte y se derrumb con ella en1930, despachada en gran parte por las fuerzas conservadoras que se habapropuesto defender. Durante quince meses se hicieron esfuerzos por salvar el viejosistema, a la cabeza del cual se hallaba el rey.

    Mientras tanto, en el verano de 1930, republicanos representantes de todoslos matices de la opinin se reunieron y formaron un comit revolucionario con elobjeto de derrocar la monarqua. Dos miembros del Partido Socialista ObreroEspaol (PSOE) asistieron, a ttulo personal, a la reunin de San Sebastin y dosmeses despus el ejecutivo del partido socialista acord participar en un futurogobierno republicano. El mayor de los partidos polticos de clase obrera (hay quetener en cuenta que el movimiento anarquista no era un partido) se dispona a unirsu suerte a la de los republicanos de la pequea burguesa.

    En diciembre de 1930 fracas un levantamiento republicano, pero hubohuelgas generales en la mayora de las principales ciudades, a excepcin deBarcelona y Madrid, donde las huelgas generales haban tenido lugar un mesantes[8].

  • Con la esperanza de poder gestionar un regreso a la constitucin de antes dela dictadura y para comprobar de qu lado soplaba el viento, en abril de 1931 secelebraron elecciones municipales. El voto de las grandes ciudades pero no el delas zonas rurales se decant abrumadoramente por los candidatos republicanos.Las elecciones se interpretaron como un plebiscito contrario a la monarqua. Dosdas despus, el 14 de abril, el rey al que el jefe de la guardia civil, el generalSanjurjo, haba advertido de que sus fuerzas no le apoyaran abandon el pas yse proclam la segunda repblica.

    Al caer la tarde las multitudes se congregaron en la Puerta del Sol, en elcorazn de Madrid. Entre la gente estaba una joven de 15 aos, estudiante de laescuela secundaria, que se llamaba Victoria Romn. Haba acudido a la Puerta delSol en compaa de numerosos condiscpulos y maestros suyos, con el propsitode presenciar el histrico momento. Como por arte de magia, las banderasrepublicanas haban aparecido por toda la ciudad. En otras partes la repblica yahaba sido proclamada, a menudo mientras sonaban los compases de La Marsellesa.Desde lejos vio cmo los lderes de los partidos se acercaban a la puerta delMinisterio de Gobernacin. Entre ellos estaban Largo Caballero, Azaa, AlcalZamora. Los polticos entraron en el edificio. Victoria vio cmo la barbuda figurade Fernando de los Ros se acercaba a otra puerta y llamaba a ella con su bastn. Lapuerta se abri y Fernando de los Ros la cruz. Por lo visto, bastaba con llamar a lapuerta para hacerse con el poder.

    La repblica ha llegado sin derramamiento de sangre!, dijo uno de mismaestros. S, replic otro, sin derramamiento de sangre y viviremos paralamentarlo. Me escandalic al orle hablar as, pero luego habra de preguntarmesi acaso no tena razn

    En Barcelona hubo una parecida concentracin multitudinaria en la plaza deSan Jaime. Un nuevo partido cataln, republicano y de izquierdas, EsquerraRepublicana de Catalunya, haba ganado las elecciones, pese a que su formacinapenas databa de un mes antes. Su lder, Francesc Maci, proclam la RepblicaCatalana[9]. En la plaza la gente alentaba a un prominente miembro de la CNT paraque dirigiese la palabra a la multitud. Subindose a los hombros de un par dehombres, Josep Robust pronunci un discurso sealando que la repblica no erams que una palabra. Nadie le hizo caso.

    Estaban borrachos con la idea de la repblica. Crean que era un milagro,una panacea para todos los problemas del pasado incluida la dictadura, quehaba desencadenado una represin brutal en Barcelona. Me baj de miimprovisada tarima. No me hubiese extraado que me hubieran atacado de haberseguido hablando

  • El entusiasmo popular de los grandes centros urbanos no se repiti en todoslos lugares de provincias. Juan Crespo, por ejemplo, recuerda que en el colegioreligioso donde estudiaba, en Salamanca, el da de la proclamacin de la repblicafue declarado da de luto. El director del colegio predic un sermn sobre latragedia que representaba la partida del rey.

    Critic la ingratitud de los espaoles para con el rey, alab el servicio quela monarqua haba prestado al pas, record el ejemplo de los Reyes Catlicos, quehaban unido a la nacin. Al final casi lloraba, y nosotros tambin

    Las lgrimas de alegra que se derramaban en pblico se mezclaban con lasde tristeza que se vertan en privado. Ni unas ni otras servan como medidaadecuada de la envergadura de la tarea con que se enfrentaba el nuevo rgimenrepublicano. Se trataba, ni ms ni menos, de dar a luz a lo que en cien aos dehistoria no se haba logrado jams, a pesar de los esfuerzos hechos con tal fin: unestado democrtico, burgus y avanzado. Dado que la burguesa haba fracasadoen la tarea (o, mejor dicho, ni siquiera lo haba intentado), sta se hallaba ahora enmanos de los dirigentes de lo que un historiador ha llamado una entidad frgilpero muy activa polticamente: la clase media baja de las ciudades[10]. Losrepublicanos de la pequea burguesa contaban con las simpatas de la mayorparte de las clases profesionales, intelectuales, maestros de escuela y periodistas delas ciudades. Era la clase que haba llevado la iniciativa en todas las revolucioneshabidas durante los pasados setenta y cinco aos, pero que jams haba retenido elpoder, dejando aparte algunos breves perodos revolucionarios. Al proclamarse larepblica, los republicanos liberales se hallaban organizados en agrupamientospolticos inconexos cuya lealtad iba dirigida ms hacia una figura polticadeterminada Manuel Azaa, Alcal Zamora, Marcelino Domingo que a uncomplicado programa poltico e ideolgico. La creacin de un partido polticocoherente no tuvo lugar hasta abril de 1934, fecha en que se form IzquierdaRepublicana, cuyo jefe era Azaa.

    En esencia, la tarea del nuevo rgimen consista en reformar las estructurassocioeconmicas del estado espaol con una dualidad de objetivos que, enrealidad, se complementaban mutuamente: modernizar el capitalismo y, almismo tiempo, impedir la revolucin proletaria (o la secesin nacionalista). Elloentraaba la bsqueda de nuevas formas para legitimizar la acumulacincapitalista que gracias a las reformas que se haran servira para integrar alproletariado (y a la pequea burguesa nacionalista) en el nuevo sistema poltico.La coalicin republicano-socialista esperaba conseguirlo concentrando susprincipales reformas en tres sectores: la aristocracia latifundista, la iglesia y elejrcito. Por si la tarea no comportase ya grandes dificultades, iba a emprenderseen plena crisis econmica mundial, cuando, a escala internacional, pareca que la

  • democracia parlamentaria se bata en retirada ante el avance del fascismo. Qu sepoda conseguir en tales circunstancias? Cunto se haba hecho?

    El rgimen republicano cometi un error capital de buen principio, a juiciode Juan Andrade, miembro fundador del partido comunista espaol y ms tardelder de los comunistas disidentes del Partido Obrero de Unificacin Marxista(POUM). Andrade opinaba que al rgimen se le haba escapado la iniciativa, queno haba sabido aprovechar el entusiasmo popular con el fin de consolidarse.

    Slo de una manera puede consolidarse un movimiento revolucionario quesuba al poder mediante las elecciones y que se vea empujado hacia delante por lasmasas: tomando medidas radicales inmediatamente. Fue esto lo que no se hizo. Lasfuerzas burguesas estaban desmoralizadas y habran podido tomarse en seguidamedidas para reformar las estructuras bsicas del estado, el ejrcito, la tierra. Al nohacerse as, la burguesa tuvo tiempo de reorganizarse, de iniciar elcontraataque

    Si bien la coalicin posea el poder poltico, se le escap el poder econmico.Es cierto que la Asamblea Constituyente adopt las clsicas medidas de todarevolucin burguesa avanzada: separacin de la iglesia y el estado, implantacinde un sufragio verdaderamente universal (incluyendo a las mujeres y a lossoldados), de un gabinete responsable ante el Parlamento (de una sola cmara),secularizacin del sistema de enseanza Sin embargo, es significativo el hechode que se hallase ausente de la asamblea la clase obrera revolucionaria,representada por la CNT, y tambin, casi sin excepcin, la anterior clasegobernante, esto es, los representantes del capital. Por consiguiente, la nuevaconstitucin tena pocas probabilidades de satisfacer a una y a otra. Con todo,puede que esto no tuviera tanta importancia como el hecho de que la coalicin nollevase a cabo las reformas bsicas citadas anteriormente. La reforma agrariaamenaz en grado considerable la propiedad privada de la importante burguesarural, es decir, la tierra. Pero no pas de la amenaza, lo que dej insatisfechos a losque no tenan tierras. La poltica religiosa atac con aspereza innecesaria a uncampo importante del dominio ideolgico de la burguesa la educacin religiosa y obsequi a la reaccin con un terreno frtil que le sirvi para reclutar yreorganizar sus fuerzas. La reforma militar permiti que muchos oficialesabandonasen el ejrcito cobrando la paga completa, pero no afect de formafundamental la estructura del poder militar ni la posicin de los militaresmonrquicos (y despus falangistas) incluidos en ella. De forma parecida, pocohizo la coalicin por cambiar el viejo aparato del estado monrquico a travs delcual tena que gobernar y, mientras respet la ortodoxia financiera, poco o nadapudo hacer ante el poder econmico de la burguesa (fuga de capitales, negativa alas inversiones). De forma temporal integr a la mitad de la clase obrera, gracias a

  • la colaboracin de los socialistas, dejando de hecho fuera de la ley a la otra mitad:la CNT, que estaba decidida a proseguir la guerra abierta contra el estado y queen menos de dos aos fue protagonista de tres insurrecciones. Concedi unestatuto de autonoma a Catalua, pero no al Pas Vasco. Como tantos otros antesy despus, dice Hugh Thomas, Azaa haba asustado a la clase media sinsatisfacer a los trabajadores[11]. Finalmente, tras dos aos en el poder, la coalicinse disolvi en 1933.

    Saltaba a la vista que la consecuencia de una democracia burguesa avanzadaiba a tener que llevarse a cabo sin la burguesa, si es que se llevaba a cabo de algnmodo. Quizs esto no tuviese nada de extrao. Lo que s resulta ms inslito, alparecer, es que tuviera que llevarse a trmino contra la burguesa.

    La reaccin no tard mucho en reorganizarse. Respuesta del golpe que paraella represent la cada de la monarqua, reorganizada en la oposicin a las leyesanticlericales y separatistas de la coalicin, la derecha inici el contraataque. Unaoleada de quema de iglesias que desde Madrid se extendi al sur, transcurridoapenas un mes desde la proclamacin de la repblica, moviliz a gran parte de laopinin catlica. Sin embargo, antes de que transcurriese un ao, un levantamientomilitar de cariz monrquico encontr poco apoyo, quedando as demostrado quelas soluciones extraparlamentarias an no estaban a la orden del da.

    Antes bien, fue una organizacin catlica de masas que acababa de fundarse,la Confederacin Espaola de Derechas Autnomas (CEDA), la que durante losdos aos siguientes constituy la primera lnea de la derecha dentro del marco dela repblica parlamentaria. Sus lneas maestras eran la defensa de la religin, de lafamilia, de la propiedad, del orden social al servicio de Espaa[12]. Bajo el liderazgode Gil Robles, joven y dinmico abogado, la CEDA obtuvo una importante victoriaen las segundas elecciones generales, celebradas en noviembre de 1933, pasando aser el partido con mayor representacin parlamentaria. Su negativa inicial adeclararse abiertamente republicana y su poltica antiizquierdista la hicieron muysospechosa a ojos de la anterior coalicin gobernante. Con su apoyo en las Cortes,un gobierno de centro baj los salarios e hizo caso omiso, o deshizo, las reformasllevadas a trmino durante los primeros dos aos de la repblica.

    El partido socialista emprendi un marcado viraje hacia la izquierda. Lacreciente militancia obrera 1933 fue el ao en que la depresin alcanz su mayordureza en Espaa y la desilusin causada por su experiencia en el poder sehallaban entre las causas del viraje a escala nacional. A nivel internacional, lasuerte que poco antes haba corrido su partido hermano de Austria, en manos deun rgimen corporativo catlico que se pareca sospechosamente a la CEDA, fueun factor importante entre los que llevaron a los socialistas a organizar un

  • levantamiento sin contar con la preparacin adecuada. La eleccin del momentofue motivada por el deseo de impedir que la CEDA entrase en el gobierno. Ellevantamiento arraig solamente en Asturias, donde, durante una quincena, laclase obrera ocup el poder en las cuencas mineras. El mes de octubre de 1934marc una lnea divisoria. Se rompi el inestable equilibrio social que haba sido larazn fundamental de la crisis de la monarqua y al que la repblica haba dadoexpresin poltica. La derecha obtuvo una victoria temporal sobre la izquierda,pero la desaprovech al mostrarse incapaz de aportar soluciones coherentes paralos problemas del pas. La izquierda sufri un revs temporal, aunque sangriento,que muy pronto pudo aprovechar. La crisis no se haba resuelto, sino que tan slose haba anunciado.

    Despus de octubre, la cruel represin que se desencaden, especialmenteen Asturias, radicaliz a la clase obrera y a la pequea burguesa liberal. Siguiendoel reciente ejemplo francs (y el cambio de postura del Comintern), llev a laformacin del Frente Popular, alianza entre los partidos polticos con base en laclase obrera y los republicanos de izquierdas[13], y a su victoria en las elecciones.(Bajo la ley electoral existente a la sazn, nicamente las alianzas tenanprobabilidades de ganar las elecciones.)

    El pacto del Frente Popular fue un programa mnimo de orientacinrepublicana destinado a continuar las reformas emprendidas cinco aos antes, alnacer la repblica. En l se haca mencin de los socialistas, y los republicanos deizquierda rechazaron explcitamente las llamadas de los socialistas para que senacionalizasen la tierra y los bancos, se instaurase el subsidio de paro y el controlde la industria por parte de los obreros. En vez de ello, contrapusieron unarepblica dirigida no por motivos de clase sociales o econmicos, sino ms bienun rgimen de libertad democrtica impulsado por motivos de progreso pblico ysocial. La victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936 ante la coalicinantirrevolucionaria derechista encabezada por la CEDA fue mnima en trminos devotos populares[14]; cinco aos de rgimen republicano haban polarizado al pas. Eltemor y la angustia cundieron en la derecha despus de su derrota. Ante ellaapareca el espectro de la revolucin.

    Todava me acuerdo, aunque slo tena seis aos. Mi madre oblig a mipadre a que fuese a votar. l era director de una compaa de productos lcteos deMadrid y no estaba de acuerdo ni con la derecha ni con la izquierda. Pero ella dijoque todo el mundo deba votar, as que l vot por la derecha recordaba Jess dePolanco. Al perder, fue como si el mundo se nos hubiera cado encima

    Para la otra mitad del electorado, la que apoy al Frente Popular, la victoriasignificaba la esperanza de que por fin se abordasen seriamente los problemas que

  • se le planteaban a la repblica desde su nacimiento.

    Si bien ninguna de las organizaciones de izquierda planeaba una revolucin,hacia sta se encaminaban las masas, a juicio de Luis Portela, otro de los miembrosfundadores del partido comunista espaol que haba ingresado en el POUM deMadrid.

    Queran ir hacia delante, no se daban por satisfechos simplemente con quese pusiera en libertad a los presos polticos y se readmitiera a todos los que habansido despedidos a resultas de la insurreccin revolucionaria de octubre de 1934.Avanzaban instintivamente, no necesariamente para conquistar el poder o paracrear soviets, sino para que prosiguiera la revolucin que haba empezado alproclamarse la repblica

    Y en verdad que as pareca. Se produjeron huelgas en casi todas lasindustrias y comercios. En el campo, la Federacin Nacional de Trabajadores de laTierra (FNTT) organiz la apropiacin por parte de las masas de grandesextensiones de terreno, con el fin de instalar en ellas a decenas de millares detrabajadores agrcolas. En los dos meses y medio que precedieron al estallido de laguerra civil el 17-18 de julio, las huelgas en el campo alcanzaron casi la mitad delas habidas en 1933, uno de los peores aos en este sentido[15]. En Madrid y en elsur la violencia callejera y el asesinato poltico se convirtieron en algo corriente. Enestos hechos jug un papel destacado la Falange, variante espaola del fascismo,fundada en 1933. Las Juventudes Socialistas (JS) y las Juventudes Comunistas (JC),que se hallaban en proceso de fusin en las Juventudes Socialistas Unificadas(JSU), eran los principales antagonistas de la Falange en la calle. Bajo la presin desu ala izquierda, encabezada por Largo Caballero, el partido socialista se neg arenovar su experiencia de participacin en el gobierno. Ello dej al gobierno enmanos de Izquierda Republicana. Azaa pas a ocupar el puesto de presidente dela repblica. Pareca como si su presidencia ofreciera una garanta doble: contra lareaccin y contra la revolucin[16].

    Con la excepcin del reducido espectro que formaban las clases mediasurbanas y nacionalistas, la burguesa no tena fe en ninguna garanta y dudaba dela capacidad del gobierno para contener la avalancha de la clase obrera. Tenapuesta su confianza en el ejrcito, su constante defensor durante los pasadossetenta y cinco aos, y en el ejrcito de reserva que formaban los falangistas,carlistas y monrquicos. Gran nmero de los militantes del movimiento juvenil dela CEDA Juventudes de Accin Popular (JAP) se pasaron a la Falange.

    En el otro campo, amplios sectores del proletariado rechazaban los lmitesestrictos impuestos por el pacto del Frente Popular y ejercan presin con el fin de

  • lograr lo que les haban negado cinco aos de rgimen republicano. El gobierno deIzquierda Republicana no fue capaz de satisfacer los intereses de ninguno de losdos campos, a los que en vano trat de contener.

    Al producirse la victoria electoral del Frente Popular, el general Franco, jefedel estado mayor, haba tratado, sin xito, de hacer que el gobierno declarase elestado de excepcin. El nuevo rgimen lo relev de su puesto, al mismo tiempoque relevaba del suyo a otra amenaza en potencia: el general Mola, que ostentabael mando en Marruecos. Franco fue destinado a las islas Canarias, donde estabams cerca del ejrcito de frica, en cuyas filas haba ganado su fama. Mola, a cuyasmanos varios generales confiaron los planes para un levantamiento militar, fueenviado a Pamplona, capital de la carlista Navarra y centro de ferviente oposicinal rgimen. El desacierto de estas disposiciones se vio agravado al negarse elgobierno, en los meses siguientes, a tomar medidas concretas contra el alzamientomilitar, de cuya inminencia era alertado constantemente.

    Ningn pronunciamiento del siglo XIX haba dado por resultado una guerracivil (como tampoco la haba producido el del general Primo de Rivera en el sigloXX). Otras haban sido las causas de las guerras civiles. Pero ahora la situacinhaba cambiado radicalmente. En poco ms de un ao, desde el desorganizado ydesorientado intento de conquistar el poder en octubre de 1934, la clase obrerahaba pasado a una actitud defensiva en espera del estallido de unacontrarrevolucin que la victoria del Frente Popular haba hecho absolutamentecierta. Se hallaba en grave desventaja, pero las cosas haban ido demasiado lejospara esperar de ella que aceptase pasivamente un golpe militar. Si una crisissociopoltica no poda resolverse polticamente, habra que resolverla por otrosmedios, del mismo modo que la lucha de clases debera resolverla una guerracivil[17].

  • JULIO DE 1936.

  • La calle es la que manda. Ahora s que puede decirse que Espaa se haechado a la calle Todos los das una manifestacin. Y a gritar todos los gritos quese quieran Viva esto! Viva lo otro! Pero qu significan esos vivas? Todo el quetiene el odo del alma bien despierto comprende que, al gritar viva!, la multitudquiere decir muera! Muerte para el adversario, ultraje y persecucin para elcontrincante.

    Editorial de ABC, monrquico

    (Sevilla, 4 de marzo de 1936).

    La CNT, siguiendo las orientaciones de la Primera Internacional, dice hoynuevamente a las masas insurrectas: No confiis en la accin de nadie; loscaudillos, en las horas supremas de la historia, aconsejaron siempre templanza ydisciplina Al fascismo, que es el crimen de las castas poderosas elevado asistema, slo podris abatirlo destruyendo en sus fundamentos la sociedadcapitalista

    Solidaridad Obrera, CNT

    (Barcelona, 2 de junio de 1936).

    El gobernador civil dijo a los periodistas que no tena noticias de inters quecomunicar.

    Respecto a la publicacin de noticias sobre movimientos militares, no seautorizan ningunas.

    Tan slo se pueden publicar las notas que el ministro d por radio.

    Defensor de Crdoba, catlico

    (Crdoba, 17 de julio de 1936).

  • Viernes, 17 de julio

    MADRID

    El telegrama, conteniendo palabras banales felicitando el santo, acababa dellegar de Tetun, Marruecos espaol, e iba firmado por Fernando Gutirrez.

    Cont las palabras diecisiete y se apresur a transmitir el mensaje algeneral Mola, que se hallaba en Pamplona: el ejrcito de frica se sublevara a las17.00 horas.

    MELILLA (Marruecos espaol).

    El teniente Julio de la Torre, de la Legin, mir a sus compaeros de armas yobserv que tambin ellos haban visto a los policas armados que estaban fuera. Elteniente coronel Segu, jefe de los conspiradores en Marruecos, estaba dando lasltimas rdenes, pero se interrumpi a media frase. Se produjo un breve silenciodurante el cual los conspiradores se dieron cuenta de que los haban traicionado.

    Los oficiales cargaron las pistolas y prepararon las granadas de mano.Mientras el coronel Gazapo hablaba con el teniente de la polica en la puerta de lasala de mapas, el teniente De la Torre se abalanz hacia el telfono.

    Presntese inmediatamente con algunos legionarios en la Comisin deLmites, le dije a un sargento, que se encontraba en el puesto cercano. Estamosen peligro

    El temor a la traicin ya les haba empujado a adelantar la hora delalzamiento, fijndola para aquella noche. Pero ahora?

    En unos pocos minutos el sargento y unos ocho legionarios irrumpieron enel patio, donde slo vieron a los policas armados. Durante unos momentos sequedaron indecisos.

    Sal corriendo y de un empujn apart a los que estaban en la puerta. El

  • corazn me lata con violencia y not que me temblaba todo el cuerpo. Tened feen m! Carguen! Apunten!, grit, mirando a mis hombres. En momentos as lasrdenes se dan ms con los ojos que con la voz. Los legionarios apuntaron a lospolicas; mi pistola encaonaba directamente el corazn del teniente de la polica.Los agentes vieron la determinacin reflejada en nuestros ojos. Cuando medispona a dar la orden de hacer fuego, uno de los policas, con el terror pintado enel rostro, dej caer su fusil. No disparen, teniente! Que tenemos familia!Rendos! Tirad las armas! Las tiraron. Ni nosotros ni ellos podamosimaginarnos todas las consecuencias de nuestra primera victoria. Despus deaquello, no tardamos mucho en capturar la ciudad. Hubo cierta resistencia, pero lagente huy cuando trajimos ms tropas

    MADRID

    En pleno calor de media tarde, un calor tan opresivo como la situacinpoltica durante la semana anterior, los informadores fueron a buscar noticias a lasCortes, que a la sazn estaban de vacaciones. De pronto, mientras los periodistasconversaban, apareci la figura de Indalecio Prieto, el lder socialista. Se hasublevado la guarnicin de Melilla, dijo escuetamente. Estn haciendo unamatanza de obreros Los periodistas echaron a correr hacia las cabinastelefnicas. Algunos trataron de poner conferencia con Melilla. La lnea nofunciona, les contestaron.

    Alfredo Luna, director de un peridico republicano moderado, escuch consorpresa las palabras de uno de sus periodistas, que acababa de llamarle a sudespacho. La gravedad de la situacin se le haba escapado. Qu error! Peor an!Qu metedura de pata del gobierno! Mira que no haberse dado cuenta y no habertomado las medidas oportunas!

    A medida que los lugares de trabajo iban cerrando, grupos de jvenescomunistas y socialistas, unidos ahora en las JSU, se presentaban en sus seccioneslocales. Pedro Surez, oficinista de 25 aos, llevaba muchas semanas sin dormir ensu casa. l y los dems miembros de las Milicias Antifascistas Obreras yCampesinas (MAOC) fueron movilizados. Todo el mundo saba que iba aproducirse el levantamiento. Tenan unas cuantas pistolas, pero nada ms. Sinembargo, aunque estuviesen desarmados, deban permanecer alerta, noche trasnoche, durmiendo sobre los bancos de sus secciones locales.

    En la casa del pueblo, Toms Mora, miembro del comit nacional de la UGT,dio la noticia a los otros lderes sindicales y del partido socialista. Pero decidieron

  • no comunicarla a los asistentes al acto cultural que Mora se dispona a iniciar. Noqueran alarmar a la gente.

    Tampoco apareci la noticia en los peridicos del da siguiente. El gobiernorepublicano impuso una censura absoluta. Los lectores creern que vivimos en elmejor de los mundos posibles, gru un periodista. Eso no se lo va a creer nadie.Y ya se sabe, a falta de noticias oficiales, la gente da crdito a cualquier rumor,replic otro.

    Sbado, 18 de julio

    SEVILLA

    Al amanecer el calor cedi un poco. Del este soplaba una brisa querefrescaba las calles mientras Rafael Medina se encaminaba hacia el caf Sport de lacalle de Tetun. Su cuado, capitn de aviacin, haba sido enviado a casa bajoarresto domiciliario unas horas antes por haber hecho fuego contra un avinenviado desde Madrid para bombardear a los militares insurgentes de Marruecos;l y el capitn Vara del Rey lo haban inutilizado a golpes en tierra. Dispuesto amorir por sus ideales, su cuado acababa de escaparse para volver al campo deaviacin de Tablada.

    Las calles estaban casi desiertas. La calma de antes de la tormenta queinevitablemente estallar, pens. Las cosas no podan seguir as. El asesinato deCalvo Sotelo al comenzar la semana, en el que el gobierno del Frente Popularhaba tenido que ver, haba sido la gota que desborda el vaso[1]. El ejrcito noesperara ms.

    Al doblar la esquina, record lo que su padre le haba dicho poco tiempoantes, al pasar junto a un grupo de jornaleros en el campo. Al ver las miradas derencor y desprecio que lanzaban hacia el coche, su padre coment: Por desgracia,Rafael, esto no hay quien lo remedie.

    Y as era. Los de arriba, los terratenientes, no haban sabido entenderlo y senegaban a seguir el ejemplo que diera su padre al montar industrias en el pueblo yrepartir tierras entre los jornaleros del lugar. Los de abajo estaban llenos de

  • envidia. Era comprensible.

    Y el resultado de todo ello era el mayor odio de clases que cupiera imaginar,una ruptura total entre aquellos que se autocalificaban de derechas y los que sedecan de izquierdas. En ninguna parte las diferencias sociales eran tan grandescomo aqu, en Andaluca. La izquierda estaba preparando una revolucin y, segntena entendido, entraban en el pas lderes comunistas extranjeros. En el otrobando, los que podan se marchaban del pas. Estaban al borde de la guerra declases.

    Entr en el caf. Su amigo Pepe El Algabeo, el rejoneador, le estabaesperando. El alzamiento en Sevilla tena que empezar aquella noche o al dasiguiente, por la maana. El general Queipo de Llano se pondra a la cabeza delmismo.

    Queipo! Un republicano, un hombre que haba conspirado contra el rey,que haba luchado contra Jos Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange,a la que yo perteneca desde la victoria del Frente Popular en las recienteselecciones. Qu cariz tomara el golpe si l era su jefe? No me gustaba la idea, y aPepe tampoco

    SAN SEBASTIN

    El gobernador civil alz los ojos al entrar l en el despacho. Cmo! Otravez por aqu? Pues claro, replic el funcionario de la CNT. Se supone que esusted el mediador en la huelga de los pescadores, as que he venido a ver qu hacaal respecto.

    Miguel Gonzlez Inestal, uno de los pocos funcionarios a sueldo y plenadedicacin que tena el sindicato anarcosindicalista, era secretario de la federacinregional del norte de sindicatos de pescadores de la CNT. Sus afiliados de Pasajes,el gran puerto pesquero prximo a San Sebastin, estaban en huelga desde mayopara conseguir jornales ms altos y mejores condiciones de trabajo. l y elgobernador Artola, republicano de izquierdas, hablaron de la huelga durante unrato. Al ver la expresin del gobernador, Gonzlez empez a comprender quetodava no lo saba

    Me parece que no est usted al tanto de lo que acaba de pasar. Cmo?Qu ha pasado? Los militares de Marruecos se han sublevado y se ha declaradoel estado de excepcin. No lo creo!, exclam el gobernador. Por qu no llama

  • por telfono y lo comprueba?

    El gobernador alarg la mano para coger el aparato. En aquel instanteanunciaron la llegada del comandante militar de San Sebastin; los dosconferenciaron. Se present un comandante de estado mayor, que estaba pasandolas vacaciones en San Sebastin, e inst al gobernador a que inmediatamentetomase medidas para impedir que se sublevasen los militares del cercano cuartelde Loyola. Yo soy de derechas, pero he jurado lealtad a la repblica

    Luego ese oficial, el comandante Garmendia, se volvi hacia m. De qulado est la CNT? De quienquiera que se oponga al levantamiento, repliqu.Y la huelga de los pescadores? Se desconvocar inmediatamente. Seorgobernador civil, dije, volvindome hacia Artola, lo primero que debera haceres retener al comandante militar aqu en calidad de rehn. Vi que la idea no lehaca gracia; era un hombre dbil. Le volv la espalda. Su esposa se me acerc.Debe usted animarlo para que resista. Haga todo lo que pueda, que mi marido esmuy pasivo y no se da cuenta de la gravedad de la situacin. Hizo una pausa.Usted es hombre decidido. Se le nota. Coja el telfono y llame desde aqu, hagatodo lo que sea necesario. Cog el aparato y llam a la central de mi sindicato. Lesdije a los compaeros que se preparasen para lo que se nos vena encima. Las vocesdel otro extremo del hilo parecan complacidas

    SEVILLA

    La noticia se extendi por la ciudad como un reguero de plvora. LenMartn, mecnico y afiliado a la CNT, la oy en el garaje mientras trabajaba. Elclima era tenso desde haca semanas y todo el mundo saba que iba a ocurrir algo.Pero cuando ocurri, fue tan aprisa que nos pill a todos por sorpresa. Intentreunir a los noventa hombres que formaban la seccin de la CNT a la que lperteneca y de la que era secretario. Slo se present una docena ms o menos.Todos juntos, con el propsito de asaltarlo, se encaminaron hacia el cuartel que losguardias de asalto tenan en la Alameda[2].

    Armas! Armas!, gritaba la gente. ramos varios centenares loscongregados delante del cuartel, pero no conseguimos las armas. En las calleshaba algunas patrullas de guardias de asalto, acompaados por unos cuantosciviles armados con pistolas. Pero qu podan hacer?

    Despus de almorzar en un hotel del centro, el general Queipo de Llano sepuso el uniforme y se dirigi en automvil al cuartel general de su divisin. Sin

  • ms oposicin que la verbal, arrest al general Villa-Abrille y asumi el mando.Luego hizo lo mismo en el cuartel de infantera que haba al lado. Orden queformase el regimiento y vio que tena bajo su mando a 130 hombres. Al igual queen todas partes, los cuarteles sevillanos estaban semivacos a causa de los permisosde verano. El general dio orden a un capitn para que se trasladase al centro de laciudad, a la cabeza de sus hombres, y proclamase el estado de guerra.

    En el barrio de la Ciudad Jardn, el ebanista Juan Campos oy tiros. Noestaba seguro de quin era el que disparaba ni de por qu lo haca. Se encaminhacia el centro. Tena tiempo de sobra, ya que la fbrica de muebles donde estabaempleado trabajaba solamente tres das a la semana. Mis patronos, al igual quetantos otros, le estaban haciendo el boicot a la repblica. Daban trabajo slocuando queran. Ante el edificio del gobierno civil se encontr con una multitudque clamaba pidiendo armas. Pero nadie se las suministraba. Alguien empez agritar diciendo a la gente que fuesen al parque de artillera, que estaba en el paseode Coln, a la orilla del ro.

    Nos pusimos en marcha. Por lo menos ramos 2000. Ya no contaban lasantiguas divisiones entre las organizaciones obreras de Sevilla relataba FranciscoCabrera, hijo de un aparcero y afiliado a la juventud comunista. Si no nos dabanarmas era porque las autoridades republicanas tenan ms miedo a la clase obreraque a los militares. Nosotros, los comunistas, no compartamos la confianza delgobierno en el sentido de que el levantamiento sera sofocado en veinticuatrohoras. El partido haba ordenado que todos los militantes furamos a Sevilla

    Queipo haba actuado con rapidez: un capitn de ingenieros al frente de 60hombres se haba apoderado del parque de artillera, donde se guardaban 25 000fusiles. Los obreros fueron recibidos a tiros. Varios hombres cayeron al suelo,heridos o muertos. Los dems se dispersaron.

    El ebanista, que era del partido socialista, emprendi la retirada hacia la casadel pueblo, sede central de su partido. La encontr desierta. Lleg un capitn deguardias de asalto en busca de los dos diputados socialistas. Dijo que se habaconvocado una huelga general y que los necesitaban. Pero no aparecieron.

    Se quedaron en sus casas y all los encontraron los militares. Cuando llegel momento de la verdad, no hubo ningn lder poltico o sindical que dieramuestras de poseer dotes de mando

    Regres a la Plaza Nueva, en el centro de la ciudad, y se cruz con gruposque gritaban: Que todos los obreros vuelvan a sus barrios!. Qu equivocacinreflexion. La gente debera quedarse en el centro de la ciudad, para

  • defenderlo. Pero la gente, obedeciendo la orden, empezaba a regresar a los barriosobreros del oeste y del sur, al otro lado del ro.

    La clase obrera sevillana no era el proletariado organizado de Barcelona se lamentaba Len Martn. Le faltaba cohesin, le faltaba conciencia. Sevilla erauna ciudad subdesarrollada y su clase obrera inclua un nmero enorme desubproletarios. De haber tenido la piel de otro color, nosotros habramos sido losnegros

    La escasez de soldados la supli Queipo de Llano a base de caones. Sinninguna dificultad instal una pieza de campaa en el centro. Bastaron unoscuantos caonazos para que se rindiesen los guardias de asalto que ocupaban laTelefnica, en la Plaza Mayor. Luego volvieron el can hacia el hotel Inglaterra,detrs del cual se alzaba el edificio del gobierno civil.

    El abogado falangista Ignacio Caal cruz la plaza en direccin al hotel.Observ que muy pocos civiles se haban unido al levantamiento, a lo sumo 25 o 30en las primeras seis horas. Claro que la mayora de sus camaradas falangistasseguan en la crcel, pero haba pensado que tendran ms voluntarios Un obspas silbando por encima de su cabeza, rasg la pantalla del cine al aire libreinstalado en la plaza, entr por una ventana del hotel y estall en el gobiernocivil

    Mandados por un comandante de artillera, penetramos corriendo en eledificio. El gobernador y otras autoridades bajaron con las manos en alto.Resultaba extraordinario lo normal que pareca todo aquello que estabasucediendo, lo provinciano que pareca

    De vez en cuando tena que frotarme los ojos para convencerme de que noestaba soando, dira ms adelante Queipo. En unas pocas horas se habaapoderado del centro de la ciudad que, por su importancia, era la cuarta deEspaa, la roja Sevilla, mediante un golpe dado sin ms apoyo previo que el dedos comandantes y un puado de capitanes, con quienes ni siquiera haba hablado.A la media hora de tomarse la emisora de radio, Queipo daba su primera charlaradiofnica:

    Sevillanos: A las armas! La patria est en peligro y, para salvarla, unoshombres de corazn, unos cuantos generales, hemos asumido la responsabilidadde ponernos al frente de un movimiento salvador que triunfa por todas partes. Elejrcito de frica se apresta a trasladarse a Espaa para tomar parte en la tarea deaplastar a e