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Una novela escrita por Sara Romero Reeves
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Capítulo I Sara se despertó sudando, se encontraba rara. Miró a su izquierda, Miguel dormía y sin
hacer ruido, despacio salió de la cama. Se incorporó y notó que algo no iba bien, llevaba
días así y pensaba que había caído enferma. (Estuvo ayudando aquella familia de
campesinos cuya hija pequeña había caído enferma de tifus) Por eso Sara no se lo había
dicho a Miguel, después de todo lo que habían pasado, tras todos los sufrimientos, la
aparición de Lola y el descubrir que ella era en realidad bandolera ahora no le podía decir
que estaba enferma…
Cada vez se mareaba más, tenía que salir de la habitación...descalza y sólo con un camisón
salió tambaleándose por el pasillo. Necesitaba que el aire le diera en la cara.
Consiguió salir de la casona (Chelo no estaba, menos mal que la había mandado a casa
pensó) cuando el fresco le dio en la cara no pudo más…vomitó.
En la habitación, Miguel se había despertado y llamaba a Sara. Al ver que no le
respondía se levantó justo en el momento q vio pasar algo extraño a través de la
ventana…la abrió y allí estaba. Lo q había visto era a Sara pasar corriendo hacia el
primer árbol de la entrada de la casa y estaba vomitando. A miguel le faltó tiempo para
salir corriendo en su busca.
-¡Sara!, ¿estás bien?-gritaba Miguel mientras corría descalzo y en calzones hacia ella.
Sara no se tenía casi en pie, se limpió como pudo y se giró hacia él. Estaba pálida y no
conseguía centrar la mirada. Se intentó incorporar pero no pudo.
Miguel la vio caer, no reaccionó a tiempo. La cogió en brazos mientras gritaba su nombre
una y otra vez. Al ver que Sara no respondía la envolvió en una manta y salió corriendo
hacia la consulta de Marcial con el alma en vilo.
Capítulo II Marcial estaba recogiendo el dispensario. Había sido un día duro, la epidemia de tifus
afectaba a varias familias de campesinos y él no daba abasto. Flor le ayudaba cuando salía
de la escuela pero acababan rendidos.
-Al menos parece que tenemos controlada la enfermedad- dijo Marcial a Flor mientras
ella cambiaba las sabanas a la camilla.
-Sí, espero que con las medicinas y los consejos para evitar el contagio sea suficiente,
Marcial.
-Vámonos a casa, cariño. Son más de las doce…
(TOC-TOC-TOC) La puerta tembló. Quien fuera que estuviera tocando la puerta de la
imprenta lo hacía de manera desesperada casi como si la fuera a tirar abajo.
-¡Marcial!, ¡Marcial!, ¡Flor! Ayudadme por favor-gritó Miguel desesperado mientras
sujetaba el cuerpo inerte de Sara.
Flor no tardó ni un segundo en abrir la puerta. Miguel pasó hacia la consulta y tras él Flor
y Marcial que miraban a Sara con incredulidad. Estaba pálida, muy pálida.
-Marcial lleva así más de media hora y no responde. Me desperté y la vi en el jardín
andaba como mareada, vomitó y se desmayó y no se ha despertado. ¡¿Qué le pasa?!
Miguel explicaba todo sin parar de tartamudear y moviéndose de un lado a otro. Estaba
histérico. Marcial le pidió a Flor que lo sacara del dispensario y que lo tranquilizara
mientras chequeaba a Sara.
Al cabo de unos minutos el Galeno acercó a la nariz de Sara un tarro de la estantería. Y
Sara inmediatamente despertó. Estaba aturdida y seguía sintiéndose muy mal.
-¿Qué ha pasado? ¿Qué hago aquí? ¿y Miguel?-Sara intentó incorporarse pero el
Galeno la frenó y le explicó lo que había pasado. Como era habitual en ella, Sara no dio
rodeos.
-Galeno, ¿tengo tifus, verdad?
Marcial se sorprendió – Sara, no he visto ningún síntoma de tifus. ¿Por qué me preguntas
eso?¿Has tenido contacto con algún enfermo?
Sara le explicó lo de la niña de sus jornaleros y Marcial decidió hacerle una revisión más
completa. Pidió a Sara que se incorporara ara poder auscultarle la espalda pero cuando
Sara se levantó volvió a marearse. Marcial la agarró precisamente en el momento en el que
iba a volver al suelo, aunque esta vez Sara no perdió el conocimiento.
Marcial empezó a sospechar lo que podía pasarle a Sara y no paró de hacerle preguntas sin
que Sara se diera cuenta. Se encontraba tan mal que era incapaz de pensar.
-Veamos Sara, quítate las medias y los pololos-
-Marcial, ¿Qué pasa? No entiendo…
-Sara llevas dos meses sin el periodo, es más que probable que… pero hay algo que no veo
claro y quiero comprobarlo-
Sara obedeció de inmediato. Estaba aturdida pero era cierto que no había estado muy
pendiente de su salud últimamente. Tras ser descubierta por Miguel, lo había pasado tan
mal que solo pensaba en morirse y era desde entonces que le dolía mucho la tripa y sangraba
con relativa frecuencia. Pero, ella pensó que se debía a que su disgusto la había alterado
anímicamente.
-Sara, el día que “El Navajas” casi te mata, te llegó a golpear ¿verdad?
-Sí, me pegó con la culata del Winchester en la tripa- tal como lo estaba diciendo empezó a
pensar…-Marcial, por favor,¡ otra vez no!- sollozó
Miguel escuchó a Sara llorar y entró sin pensarlo. No esperaba ver esa escena.
-Marcial ¿Qué pasa?
Se acercó a Sara y esta le agarró fuerte del brazo mientras Marcial hacia su trabajo sin
levantar la vista.
-Sara, tranquila. Miguel….-los miró a los dos-Sara estás embarazada, no has perdido al
niño pero lo que has tenido hoy es una pérdida y por lo que me cuentas, no es la primera
vez…aunque no sabías lo que te pasaba era esto. El golpe que te dio “El Navajas” te ha
provocado que la placenta se te haya desprendido un poco y si quieres que el bebé sobreviva
tienes que guardar reposo absoluto.
-Miguel…-Sara sonrió a Miguel
- Miguel, Sara está de dos meses, enhorabuena!-dijo Marcial sonriendo y estrechando su
mano
La cara de Miguel se iluminó-Sara ¿Por qué no me lo habías dicho?-Con algo así no
habría aguantado ni una hora enfadado contigo-la besó
-No lo sabía, lo pasé tan mal que sólo pensé que había enfermado de tifus. Dijo Sara
todavía muy pálida
-Miguel, el embarazo de Sara es de riesgo. Con el golpe que recibió sino se está quieta puede
perderlo. No debe andar más que lo necesario. Sara, debes de e guardar cama sin
preocuparte por nada más.- les dijo Marcial mientras llamaba a Flor y le contaban entre
todos la noticia.
Pero pese a la alegría Marcial, había visto algo raro en el chequeo. Era demasiado pronto
para decirlo así que decidió ocultar esa información hasta que pudiera confirmarlo.
Capítulo III Miguel ya no era Guardia Civil. Tras descubrir que Sara era Bandolera no encontró otra
opción para ser fiel a sus principios y no desvelar la verdadera identidad de su prometida.
Habían pensado huir a Inglaterra, casarse y empezar de cero pero ahora ese plan se venía
abajo. Miguel sabía que Sara no podría aguantar un viaje tan largo en barco.
La miraba dormir, estaba tranquila aunque seguía muy pálida. ¿Cuánto tiempo llevaba
encontrándose así de mal? ¿Por qué no se había dado cuenta? Se sentía culpable por no
haberse dado cuenta, ayudarla y protegerla. Ella se lo había ocultado para no hacerle
daño y él sentía que le había fallado.
Miguel recordó aquel día en el monte cuando vio al Navajas golpear al bandolero del rifle
con la culata del Winchester, haciendo que este cayera al suelo. En aquel momento, ni se le
pasó por la cabeza el hecho de que aquel bandolero herido era su Sara y, mucho menos que
en aquel momento ya estaba embarazada. Disparó al Navajas antes de que éste disparara
al herido, pero su único objetivo era descubrir al bandolero misterioso y encerrarlo. Sara no
se podía ni levantar y él solo le gritó al descubrirla, le dijo cosas que la hirieron y no la ayudó
ni siquiera a levantarse pese a ser consciente que apenas se tenía en pie. La dejó huir pero su
rabia no le hizo sentir pena por las lágrimas que Sara derramaba mientras se iba
agarrándose a cada árbol...
La miraba dormir y sus lágrimas empezaron a escapar de sus ojos… ¿Cómo había podido
ser tan cruel con ella? El que Sara ahora estuviera así era responsabilidad de él-pensaba-
Si hubiera estado a su lado, si la hubiera escuchado…
En aquel momento Sara se movió haciendo una mueca de dolor…
Capítulo IV Sara no se despertó pero puso su mano sobre su vientre y se enroscó. Miguel enseguida
comprobó que Sara no sangraba e inmediatamente tocó su frente. Tenía fiebre pero no
tanta como durante la noche. La abrazó.
(toc-toc) Miguel se levantó con sumo cuidado y abrió la puerta. Era Chelo.
-Señor, Tobías necesita hablar con Sara sobre los viñedos
-Chelo, dile que espere un momento ya salgo
Tobías esperaba en la sala y se sorprendió al ver a Miguel en lugar de a la señorita Reeves
-Buenos días, Teniente
-¿Qué ocurre?
-Verá tengo que hablar con la patrona porque hay unos empresarios interesados en
comprar gran parte de la producción de esta temporada.
-Tobías, Sara está enferma y no podrá atender a esos señores-Miguel pese a no tener ni
idea asumió que era lo que debía hacer, sabía que a Sara le gustaría- Desde hoy y hasta que
Sara esté mejor, yo me haré cargo de las Bodegas Romero Reeves.
En la habitación Sara se había despertado y se había levantado con suavidad, al abrir la
puerta escuchó lo que Miguel le decía a Tobías. Se sintió orgullosa, Miguel por fin había
aceptado ser parte de las bodegas como ella le había propuesto. Definitivamente su bebé iba
a traer mucha alegría y muchas cosas buenas. Cerró la puerta sin hacer ruido agarró un
libro y se sentó en el diván junto a la ventana.
La luz del día iluminaba su silueta y así la encontró Miguel al entrar al cuarto…
-Sara ¿Qué haces levantada? Deberías de estar en la cama. Reposo absoluto ¿te
acuerdas? ¿Te encuentras bien? ¿Tienes fiebre?
-Miguel calma, estoy bien, me encuentro mejor y creo q me ha bajado la fiebre, solo he
andado dos pasos, de la cama aquí-Le agarró del brazo y tiro hacia ella. Cuando lo tuvo
cerca besó su nariz y luego su boca.
Miguel la miró a los ojos y le dijo con la voz rota-Sara, todo esto es culpa mía. Si yo te
hubiera demostrado lo que te amaba fueras o no Bandolera, no estarías así. Te dejé irte
aquel día cuando el Navajas te golpeó, estabas sangrando y apenas te tenías en pie y yo no
te ayudé. Si lo hubiera hecho y luego no te hubiera hecho padecer, hoy nuestro hijo no
estaría en peligro y tú con él. Lo siento, mi amor.
Miguel agachó la cabeza y lloró. Sara inmediatamente agarró su cara con las manos
-Miguel ninguno de los dos sabíamos que nuestro hijo ya existía y tu reacción fue la
normal. Estabas enfadado y aunque lo pasé muy muy mal, lo entendí. Te sentiste
traicionado.
-Pero cuando te vi herida no te ayudé, te deje ir así. Eso es algo que no me lo podré
perdonar nunca y menos ahora, cuando se que no sólo te estaba dando la espalda a ti sino
que también se lo estaba haciendo a mi hijo.
-¡Miguel ya basta! Eso ya ha quedado atrás. Ahora sólo importa nuestra felicidad y este
pequeño que es de los dos-agarró la mano de Miguel, la besó y la puso sobre su tripa,
sonriéndole como nunca lo había hecho.
Miguel, con las lágrimas aún en los ojos, devolvió la sonrisa. Sentía miles de cosas al notar
que allí donde estaba su mano había un bebé, un bebé de su Sara y de él. Pero…un
momento, Miguel acarició la tripa de Sara, sin que ella notara que no sólo era una simple
caricia, Miguel estaba comprobando algo que no le olía nada bien…
Capítulo V Habían pasado varias semanas y en la taberna, donde si no, el cura había oído que la
señorita Reeves estaba enferma en cama. Casi nadie en el pueblo sabía que Sara estaba
guardando reposo por el embarazo. Miguel y el Galeno habían preferido ser prudentes
dado el delicado estado de Sara.
En el salón de la casona de Sara, Marcial y Miguel charlaban animadamente en el salón
mientras Flor hablaba con Sara. Sara estaba muy animada, pese a que no se encontraba
bien su alegría por el bebé superaba todo lo demás y estaba muy guapa aunque muy
pálida. Flor la ayudó a darse un baño mientras Galeno y Miguel se tomaban una copa.
-Marcial quería hablar contigo a solas…-Miguel arqueó la ceja
-Dime, sabes que puedes confiar en mí ¿qué pasa?
-Marcial ¿hay algo que has visto en el embarazo de Sara que no me has dicho, verdad?
No te voy a mentir Miguel. Noté algo extraño pero para poder confirmarlo necesitaría
hacerle a Sara más pruebas y para ese tipo de pruebas ella tiene que estar más fuerte y el
bebé también. Por eso he preferido no deciros nada. Pero, Miguel ¿Por qué me lo
preguntas? , ¿Has notado algo?
-Dejémoslo pasar, prefiero no hablar del tema hasta que no lo puedas confirmar pero si me
gustaría que chequearas a Sara.
-Claro, a partir de ahora revisaré a Sara a diario. Tiene que estar muy controlada.
Mientras Marcial y Miguel hablaban del estado de salud de Sara, alguien había llamado
al timbre de la casona. Chelo interrumpió en el salón anunciando que el Padre Damián
estaba allí.
-Hazle pasar chelo, gracias-dijo Miguel
El cura entró y se sentó en el sofá mientras oteaba la botella de licor que había sobre la
mesa.
-Lo siento padre, que mal educado soy… ¿quiere una copa?
-Claro hijo, es que con la caminata hasta aquí estoy sediento.
Marcial y Miguel se miraron con recochineo y sonrieron
-Dígame Padre, ¿A qué se debe el placer de su visita?-le dijo Miguel
- Pues verá, Teniente, me han dicho que Sara estaba enferma y quería saber qué es lo que le
ocurre y cómo está.
Miguel miró a Marcial y este con la cabeza le instó a que le contara la verdad al cura.
-Verá, Padre…es que Sara está embarazada y su embarazo es de alto riesgo. Está muy
débil y necesita guardar reposo.-Dijo Miguel agachando la mirada
-ohhhh ya entiendo Teniente. Bueno…creo que lo primero es felicitarle. ¡Enhorabuena!
Estoy convencido de que todo saldrá bien. Se lo merecen y este niño no es sino un regalo del
cielo para bendecirles.
-El padre tiene razón-dijo el Galeno mirando a Miguel que seguía triste de ver a Sara tan
frágil-vamos a vigilar a Sara y ella es una mujer fuerte podrá con esto, Miguel.
-Espero que Dios os oiga-dijo Miguel
El Padre Damián termino su copa y les sonrió- Bueno y cambiando de tema, Miguel si
vais a tener un bebé habrá que ir pensando en pasar por el altar ¿no?
Capítulo VI En el cuarto de baño, Sara se metía en la bañera con la ayuda de Flor. Al despojarse de la
bata que llevaba y entrar en la tina. Flor no pudo evitar mirarle la tripa, era demasiado
abultada para estar de tres meses. La maestra enseguida se quitó su extraño pensamiento de
la cabeza, Sara estaba muy delgada y era normal q se le notara la barriguita enseguida.
-Flor, gracias. El baño me está sentando muy bien y creo q al pequeño también. Aquí
dentro del agua no me duele la tripa.
-El agua calma y relaja y mi sobrino o sobrina debe de haberlo percibido- dijo Flor
sonriendo a Sara- Sara, en serio ¿te encuentras bien? Sabes, que me lo puedes contar.
-Flor, estoy bien. Me duele aquí dijo poniéndose la mano sobre la parte baja del vientre y a
veces mucho pero por lo que me dijo Marcial, es normal es porque tengo la placenta
desprendida. Pero no me importa el dolor ni lo que tenga que hacer, este pequeño vendrá al
mundo como que me llamo Sara Reeves.
-Sara, pero este embarazo es peligroso y no solo para el niño, tu salud también está en
juego. Sé que Marcial te lo ha dicho. Puede que las cosas no salgan…
Sara interrumpe a Flor- Las cosas van a salir bien, Miguel y yo nos lo merecemos. Perdí a
nuestro primer hijo por culpa de Antonio Villa y no volveré a pasar por lo mismo. Miguel
ansia un bebé y yo se lo voy a dar.
-Sara, cielo pero si tu vida peligra….
-Si mi vida peligra nada, mi hijo va a nacer me cueste lo que me cueste-Al alzar la voz,
Sara hizo una mueca de dolor. Flor se levantó y se acercó a ella de inmediato.
- No te preocupes, no ha sido nada, Flor-dijo Sara casi en un susurro- Solo que a este
pequeñín no le gusta nada que grite.
Capítulo VII Miguel estaba preocupado. Sara no demostraba lo mal que se encontraba y cuando él
estaba siempre sonreía pero él la conocía demasiado. Estaba ensimismado con estos
pensamientos en el salón justo cuando Chelo apareció con Marcial por el pasillo.
-Buenas días Marcial-dijo Miguel estrechándole la mano
-Buenas, Miguel, ¿Cómo se encuentra hoy Sara?-Sinceramente, no puedo responderte a
esa pregunta creo que me oculta el dolor que siente. No lo sé, Marcial.-Miguel agachó la
cabeza
-Bueno, no te preocupes vamos a ver qué tal la revisión y te cuento. Estamos en las fechas
límite para tomar decisiones…
Miguel acompañó al Galeno hasta el cuarto de Sara, entró con él y besó a Sara para
volver a salir. El Galeno preparaba el instrumental mientras le pedía a Sara que se quitará
la ropa para hacerle la revisión.
-Sara, ¿Cómo vas? ¿Te duele? ¿Que no notas?
-Galeno me duele aquí (señalándose la parte izquierda del vientre), es un dolor constante
pero no insoportable. Cuando me altero, ahí sí, me dan punzadas incluso a veces durmiendo.
-Todo eso no se lo cuentas a Miguel ¿verdad?
-No, no quiero que se preocupe
-Sara, Miguel no es tonto, lo sabe-Y mientras decía auscultó la tripa de Sara y le tomó el
pulso-Sara, es el momento de hacerte una prueba para comprobar que todo está bien y que
tu cuerpo va a poder aguantar los próximos meses pese a tener el desprendimiento de la
placenta.
-Sé que todo va a estar bien. Dime Galeno, ¿qué tengo que hacer?
-Sara, está prueba es algo desagradable para ti, y puede que te haga algo de daño pero es la
única forma que tengo para comprobar que el bebé está bien.
-Galeno, no te andes con rodeos-dijo Sara arqueando una ceja y mirándole directamente a
los ojos.
- Sara, tienes que tumbarte, relajarte y mantener las piernas separadas. ¿De acuerdo?
-Sí, estoy preparada.
En el salón, Miguel se estaba desesperando, Marcial tardaba más que de costumbre y eso
no podía ser nada bueno. Decidió coger el libro que Sara había dejado por la mañana sobre
la mesa. Era su libro, Recuerdos de Arazana y empezó a leer.
-Ya está, Sara. Vístete y hasta mañana por la noche no quiero que te levantes de la cama.-
La cara de preocupación de Marcial era digna de enmarcar y Sara lo sabía. Estaba
dolorida pero su orgullo y fortaleza le impedían quejarse.
-Galeno, mírame. ¿Qué ocurre? ¿Hay algo mal? ¿Mi bebé está?...
-Sara será mejor que descanses, mañana vuelvo.
-Marcial quiero que me digas la verdad. No quiero que me ocultes nada.-Sara se estaba
enfadando y Marcial lo notaba.
-Sara…..verás….
-¡Marcial, al grano!
-Sara, lo sospeché desde el principio pero hasta hoy no lo he podido confirmar. No hay un
bebé sino dos.-Sara se puso las manos sobre la cara, su sonrisa iluminaba la habitación
aunque de pronto volvió a ponerse seria
-Galeno, pero ¿están bien?
-Los dos bebés están bien pero hay un problema, Sara…
Capítulo VIII -Galeno deja de dar rodeos y explícame ya cual es la situación.
Galeno se sentó en el borde de la cama junto a Sara y comenzó a explicarle.
-El desprendimiento que te provocó El Navajas al golpearte, con un bebé era arriesgado
pero pensé que teniéndote controlada se podría llevar pero…
-Pero, ¿qué? ¡Galeno!
-Pero, dos bebés es demasiado peso, no sé si tu placenta va a aguantar hasta el final. Esta
situación puede ahogar a los bebés aunque teniéndote controlada creo que podríamos
sacarlos a tiempo. El problema es que el mayor riesgo lo corres tú, Sara. No quiero
engañarte, si sigues con este embarazo te puede costar la vida.
En el salón, Miguel había conseguido relejarse leyendo el libro de Sara. Sonreía como un
tonto mientras leía, los sentimientos de Sara cuando se conocieron. No lo soportaba. Miguel
sonreía.
En la habitación, Sara y Galeno seguían hablando de la situación.
-Sara, tienes que pensarlo bien. Es tu vida la que está en peligro.
-Galeno, no hay ninguna decisión que tomar. Son mis hijos, los hijos de Miguel. Tú no
sabes lo que él ansía tener un bebé. Y no puedo hacerle sufrir por tercera vez. Perdimos a
nuestro bebé y luego Miguel perdió a Mateo. Estos niños vendrán al mundo y estarán
bien.
-Sara no te lo discuto pero puede que tú no estés para verlo. ¿Has pensado que quizás a
Miguel eso le dolería mucho más?
Sara se quedó pensativa, se acarició la tripa y le dijo-Si yo no estoy al menos les tendrá a
ellos y ellos a él. Galeno mi decisión está tomada.
Marcial le dio un abrazo y le aseguró que haría todo lo que pudiera para mantenerlos a los
tres con vida. Recogió su instrumental y cuando ya se iba a marchar, Sara le llamó.
-¡Galeno! No quiero que Miguel sepa nada de todo esto. Dile que estoy bien y que sólo tengo
que guardar reposo. Nada más. Prométemelo.
-Sara no me parece bien, él es el padre tiene derecho a opinar…
-¡Prométemelo!
-Está bien Sara, se hará como tú digas. Estate tranquila y duerme.
Capítulo IX Mendoza se la tenía jurada a Sara desde que desveló que había sido él, el autor del asalto al
banco de Arazana y el asesino de varias personas inocentes como el Pirri. Sara no sólo
entregó las pruebas sino que utilizó sus influencias para publicarlo a nivel nacional las
fechorías de él. La intrépida periodista había resurgido con más fuerza y por si faltaba algo,
Sara había demostrado ante Comandancia que Olmedo había contratado a Mendoza bajo
manga y que por tanto, era igual de responsable.
Olmedo estaba a la espera de que sus superiores le llamaran para dar explicaciones y
Mendoza y sus secuaces habían conseguido escapar, obviamente gracias a la ayuda del
Capitán.
Miguel y Morales lo sabían y a ambos se los llevaban los demonios pero no podían hacer
nada y menos ahora que el Teniente había dimitido y estaba centrado en las Bodegas
Romero Reeves y especialmente en su prometida.
Aunque, para Sara y Miguel, Olmedo y Mendoza habían pasado a un tercer plano dadas
sus circunstancias. Los malhechores no se habían olvidado de la pareja y reclamaban
venganza.
No era la primera vez que Olmedo se citaba con Mendoza en el Monte y tampoco era la
primera vez que eran espiados por El chato. Los bandoleros estaban al corriente de cada
paso de estos dos. No querían ver a su jefa volver a sufrir.
-Mendoza dime de una vez que quieres. Estos encuentros me pueden costar un disgusto.
-Tengo un plan para deshacernos de la molesta “inglesita” sin que nadie sospeche de
nosotros.
-Cuente rápido que al final alguien nos va a ver
El chato agudizó el oído-Serán cabrones-pensó al oír que querían matar a Sara
-No sé si ha oído que la rubita está enferma, por lo que no será difícil hacerla enfermar más
sin que nadie sospeche que la molesta inglesita no la ha palmado solita jajajajajaja.
-¡Es usted un estúpido!-gritó Olmedo enfadado-¿Cómo piensa entrar a la casona de la
Reeves? ¿Que se piensa que la rubita está todo el día sola o qué?
-Olmedo, lo tengo todo muy bien pensado. Verá usted sólo tiene que conseguir sacar al
Teniente del cuarto de la Inglesa por la noche y yo y mis hombres nos encargaremos de
entrar en la habitación y administrarle “la medicina”
El Chato escuchaba todo con detalle…tenía que avisar al resto de la Banda y también a
Sara
Capítulo X Los pasos firmes de Miguel hacían eco en la iglesia, pasillo arriba, pasillo abajo. La maruja
que estaba confesando sus pecados al Padre Damián se estaba desesperando mientras el
cura intentaba disimular. Sabía que el causante del alboroto era Miguel, o quizás sus
nervios, no lo tenía muy claro. Al final, la beata no pudo más y sacó la cabeza por la
cortina del confesionario
-¡Teniente! ¿Puede usted dejar de hacer tanto ruido? Siéntese y esté en silencio. No me
concentro para explicarle mis pecados al padre
- Lo Siento Doña Maritrini-dijo Miguel mientras le subían los colores hasta la coronilla.
No se había dado cuenta que estaba molestando. Estaba tan nervioso que le sudaban las
manos y es que el motivo de su visita a la Iglesia no era para menos.
La señora Maritrini por fin había terminado. Miguel la observó marcharse, no había ni
cerrado la puerta de la Iglesia y Miguel ya estaba de pie buscando al Padre Damián.
-A ver Teniente, venga conmigo porque supongo que no viene para confesarse ¿no?
-La verdad es que no-dijo Miguel mientras seguía al cura a la Sacristía.
-Me voy a poner una copito… ¿quiere un poco de vinito, Teniente?
-No, no, gracias. Solo quiero hablar con usted…verá como Sara se encuentra en este
estado pues-el cura interrumpió.
-¿Sara está bien? ¿Ha empeorado?
-No, no Padre. Está bien, bueno sigue igual, descansando. Yo venía por lo que usted dijo el
otro día.
El cura ya iba por el tercer vaso de vino y sin ánimo de parar
-Claro, Teniente se refiere a….que usted y la señorita Reeves están viviendo en pecado.-dijo
sonriendo el Padre
-Si, por eso venía a hablar con usted. He pensado en una boda sorpresa para Sara. Me
gustaría que nuestro bebé naciera estando ya casados.
-Miguel, yo se lo dije porque no me quiero perder la oportunidad de ser yo quien bendiga
vuestra unión. A la primera me interrumpieron pero esta vez quiero que todo salga bien.
-Si yo también quiero que todo sea perfecto pero dado el estado de Sara lo mejor será algo
sencillo. Yo había pensado en el jardín de la casona…
-Teniente, no le digo yo que no sea buena idea pero tengo que decirle que, en mi humilde
opinión, creo que ambos se merecen una boda completa y sin prisas y Sara la disfrutaría
más si estuviera recuperada. Mi consejo sería que esperara a que naciera su hijo. Dios les ha
bendecido más que de sobra con este bebé. Piénselo y cuando tome una decisión,
comuníquemelo.
Miguel se quedó pensativo, en cierto modo sabía que el padre tenía razón.
Capítulo XI El cielo amenazaba tormenta sobre Arazana. Eran casi las dos de la madrugada y Sara y
Miguel dormían abrazados y con sus manos entrelazadas en la abultada tripita de ella. Un
relámpago iluminó la habitación como si fuera de día y a continuación un trueno rugió
feroz. El estruendo hizo que Sara despertara. Con cuidado salió de la cama y lentamente se
acercó al ventanal. La tormenta era muy fuerte, veía las ramas de los árboles moverse con
violencia. Ella miraba pero realmente estaba en otra parte. Acariciaba su tripa y sonreía-
Son dos niños, dos…cuando Miguel se entere será el hombre más feliz-pensaba mientras le
miraba dormir.
De pronto otro sonoro trueno la sacó de su ensimismamiento y le hizo mirar de nuevo por la
ventana.-Quiero conoceros pequeños, quiero ver vuestras caritas. Me conformaría con sólo
eso, poder ver vuestras caras y daros un beso- sin darse cuenta sus lágrimas resbalaban por
sus mejillas mientras sus dos manos se habían posado sobre su vientre.
Decidió ir a por un vaso de agua pero al intentar dar el primer paso un profundo dolor la
hizo retroceder, buscar el diván que estaba junto a la ventana para no caerse al suelo. Ahogó
su grito para no despertar a Miguel pero ya era tarde. El golpe contra el diván había
despertado a Miguel que al notar que Sara no estaba a su lado ya había levantado la
cabeza buscándola…
Un relámpago volvió a iluminar la habitación y fue entonces cuando Miguel vio a Sara
junto a la ventana, apoyada en el diván-Sara!!Sara !!¿Qué te pasa?- Sara no podía
contestar, oía a Miguel pero tenía miedo de que al contestar Miguel se asustara más de lo
que estaba.-Sara!!-Sara iba a responder, sabía que Miguel necesitaba oírla pero en ese
momento otro relámpago iluminó la habitación…
Miguel se dio cuenta de que bajo los pies de Sara había un charco de sangre, su camisón
también estaba manchado…sin demora agarró a Sara en volandas y salió con ella hacia
la casa de Flor y Marcial.
-Sara, háblame ¿Dónde te duele?- le preguntaba Miguel mientras corría con ella en
brazos
Sara no le respondía pero esta vez tampoco le escuchaba, se había desmayado.
Capítulo XII En la cueva, El Chato ya había puesto al corriente a los demás. De nuevo formaban una
gran partida. Todos los bandoleros que quedaban por España, que no eran muchos, habían
decidido unirse a la partida de la Inglesa tras oír sus andanzas. El Chato era el jefe ahora
que ella no podía hacerse cargo.
-Ya sabéis lo que Mendoza, Olmedo y sus secuaces pretender hacer… ¿y ahora qué?-
preguntó el Chato
-Yo creo que mañana mismo habría que avisar a la Jefa-dijo Juan
-Pues yo creo que como está mu goooorditaa y que, que no se pue casi no mover, no
tendríamos que preocuparla. Vamos, digo yo, y mi Mantecao también lo piensa-afirmó el
cuelvo negro de Sierra Morena.
-El cuervo tiene razón Marqués. Quizá lo mejor sería alertar al Galeno y a Miguel y
organizarnos por grupos para vigilar la casona de noche-sentenció el Chato- el problema es
que no sabemos cuándo van a llevar a cabo el golpe. Juan, lo mejor sería que el Marqués
bajara al pueblo a ver de qué se puede enterar.
- Me parece muy bien- respondió Juan Caballero
-Y el cuelvo y el Mantecao también pueden camulfarse, digo camlufiarse para averiguar
tooooooo
-¡Rafaelin!-gritaron todos los bandoleros a la vez- Tu mejor estate quietecito por el
momento, anda.
Capítulo XIII Posada de la Maña. Altas horas de la noche.
-Ven aquí guapa que te voy a hacer mujer esta noche-dijo el asqueroso de Mendoza
mientras toqueteaba a Lupe. Intentaba arrastrarla hacia lo alto de las escaleras que
conducían a las habitaciones de La Posada.
-¡Mendoza! ¿Dónde se cree que va?-Gritó el Capitán Olmedo que, recién había entrado en
el local-¿No habíamos quedado en jugar una timba?-el capitán clavó sus ojos en el carlista.
Con la cara que le había puesto, Mendoza tenía muy claro que no podía darle la espalda al
civil.
Comenzó la timba y también la breve conversación…
-De momento tendrá que estar quietecito y dejar a la Inglesa tranquilita. Comandancia
vigila todos mis pasos y están informados de que te contraté para que me ayudaras a
capturar a los malditos bandoleros. Ahora mismo cualquier paso en falso supondría mi
ruina.- Dejó claro Olmedo.
-Bien, entonces habrá que esperar unos meses para ir a por esa putita británica-le susurró
Mendoza y añadió-cuando las aguas de los civiles estén más tranquilas-
El marqués de Benamazahara sonrió se puso su sombrero de copa, agarró su capa y se fue.
Lo había oído todo.
Capítulo XIV Las calles de Arazana no estaban preparadas para tanta lluvia. Miguel corría como alma
que lleva el diablo con Sara entre sus brazos, envuelta en tres mantas. Detrás de él y
también empapada estaba Chelo. Estaba asustada por su patrona y si podía ser de ayuda a
los señores quería estar ahí. Además llevaba ropa para los señores limpia y seca y a buen
recaudo bajo sus ropajes.
Flor y Marcial tomaban una manzanilla pegados a la chimenea de su salón mientras
comentaban la fuerza con que la tormenta estaba azotando el pueblo.
-Espero que todo el mundo esté a cubierto y no tenga que atender ninguna urgencia-
aseguró Marcial a Flor
-¿Qué te parece si…?- POM POM POM POM la puerta tembló
-¡Marcial! ¡Flor!-gritaba Miguel desesperado
Marcial no tardó ni dos segundos en abrir la puerta.
-Sabía que esto iba a pasar- dijo Marcial en voz alta-¿Está sangrando verdad?
-Si…la encontré apoyada contra el sofá, con un charco a sus pies y se desmayó. Marcial
dime que va a estar bien, por favor.
- Flor, pon agua a calentar y trae mi maletín; Miguel deja a Sara aquí frente al fuego.
Necesito que traigáis del dispensario varias plantas que están en el estante.
- Yo voy señor- dijo Chelo-Dígame donde están-
-Gracias Chelo, de verdad.
Galeno explicó lo que necesitaba a Chelo y esta salió rauda hacia el dispensario. No tardó ni
cinco minutos.
Galeno subió el camisón de Sara dejando sus piernas al aire mientras le pedía a Miguel que
sujetara su cabeza. Con la ayuda de Flor pararon la hemorragia. Miguel miraba sin poder
creerse la cantidad de sangre que estaba perdiendo su Sara.
- Marcial… ¿ha perdido al bebé?
Sara parpadeo lánguidamente.
- No, Miguel. No lo ha perdido. La placenta se ha desprendido más y eso le ha provocado
la hemorragia. A partir de ahora no podrá ni tan siquiera levantarse de la cama sin ayuda.
- Marcial, noto que hay algo que no me dices… ¿me ocultas algo, verdad?
-Miguel verás…el problema de Sara es que este embarazo es muy peligroso porque,
porque vienen…
- Miguel…-susurró Sara interrumpiendo al Galeno antes de que le contara todo a
Miguel
-Sara!! ¿Cómo te sientes?- le dijo Miguel mientras la besaba. Sara notó que se había
asustado mucho.
- Miguel, túmbala sobre el sofá. Sara tienes que dormir y procurar moverte lo menos
posible. Se te ha desprendido más la placenta…por el peso de los…del bebé
Miguel no se dio ni cuenta de la metida de pata de Marcial. Se sentó en el sofá, sujetando a
Sara y luego colocó la cabeza de su chica sobre su regazo.
Capítulo XV Las primeras luces del amanecer hacían su entrada en el salón de la humilde casa de Flor y
Marcial. Un tímido rayo de sol iluminó la cara de Miguel que se despertó. Lo primero que
vieron sus preciosos ojos azules fue a su querida Sara tumbada sobre él. Parecía estar
cansada, realmente agotada.
Miguel acaricio con suavidad el pelo de su amada y apartó con cuidado un mechón de pelo
que le caía sobre la mejilla.-Escúchame Sara-le dijo casi como en un susurro y continuó- sé
que te insistí muchas veces en que quería ser padre pero lo que no te dije fue que este no era mi
deseo sobre todas las cosas. No quiero ser padre a costa de perderte a ti. Te conozco
demasiado y sé que me ocultas algo, lo sé. Respeto tu decisión pero espero que no me estés
ocultando lo que más temo en este mundo.
Sara le estaba escuchando pero creyó que lo mejor era hacerse la dormida. Lo difícil era
aguantar sus lágrimas. Lo último que quería era hacerle daño a Miguel pero ahora había
otra prioridad…sus hijos, sus bebés.
Se oía ruido en la cocina y una mezcla de aromas llegaba hasta el sofá donde dormían Sara
y Miguel. (Estaban allí porque Marcial aseguró que lo mejor era no mover a Sara y
mantenerla lo más caliente posible así aquel sofá junto a la chimenea parecía haber sido la
mejor opción.)
Flor salió de la cocina con una taza en la mano, había visto que Miguel se había
despertado.
-Miguel-dijo muy bajito-te he preparado café supongo que lo necesitarás
-Gracias Flor, ¿y Marcial? ¿Va a revisar a Sara?
-Si está preparando el instrumental. Quiere comprobar con la luz del día si puede hacer
algo para ayudar a Sara y a….al bebé.
Sara abrió lentamente los ojos. Estaba muy pálida y tenía muchas ojeras bajo sus preciosos
ojos. Pese a todo llevo sus manos hasta su vientre y se encontró allí con la mano derecha de
Miguel. Sólo le bastó ese gesto para poner una preciosa sonrisa que iluminaron los ojos del
Teniente.
-Hola, mi amor. Buenos Días- le dijo con una voz muy débil
-Hola preciosa-respondió Miguel
-Bueno, eso de preciosa….ahora mismo es discutible-dijo Sara en tono burlón
Miguel la miró fijamente y le dijo firmemente- Tú siempre eres preciosa, eres la mujer más
bella que ha pisado este mundo y la besó suavemente en los labios.
Flor que había vuelto a la cocina salió nuevamente con otra taza en la mano
-Sara, esto es para ti. Es una infusión a base de manzanilla. Me ha dicho Marcial que te
la tomes antes de comer lo que te hemos preparado.
-Está bien Flor, me la tomaré.
Marcial se asomó desde las escaleras- Buenos días chicos!, Sara, ¿alguna molestia?
-Ahora mismo no, Marcial-Me siento bien pero la verdad es que no me he movido.
Marcial se dirigió a Miguel-Miguel por favor sube a Sara aquí arriba tengo que
revisarla.
Sara hizo el amago de levantarse- Marcial pero voy yo sola, me encuentro bien, puedo ir
despacio…
-Noooooo! El grito al unísono de Marcial y Miguel hizo que Sara se quedara inmóvil.
-Sara a partir de ahora lo que te diga tómatelo la pie de la letra. Por tu bien y por el de
él…-dijo señalando la tripa de Sara
Marcial le explicó a Sara lo que le había pasado y que por muy cabezota que fuera si quería
que sus hijos vinieran al mundo no debía de andar sola nunca. No podría levantarse hasta
que diera a luz y le recordó el riesgo q corría su propia vida.
Sara lo tenía claro. Como también tenía claro que Miguel no podía saber toda la verdad
porque sufriría más y eso era lo último que quería.
Capítulo XVI
Mendoza estaba con sus secuaces en un lugar apartado de la sierra. Rafalin había avisado
al Chato y allí estaban los bandoleros vigilando a esa pandilla de sinvergüenzas cuando de
pronto apareció Olmedo.
-Toma ya…ya estamos todos-dijo burlonamente el Chato
-chssssss- le recriminó el Marqués
Olmedo se acercó a Mendoza-Le he citado aquí porque el agente que me mandaron para
vigilarme desde Comandancia se ha ido y parece que todo está muy tranquilo, quizás sea el
momento de emprender aquel asunto que dejamos a medias.
-El asunto de la rubita dice ¿no?
-¿Qué asunto va a ser?, tonto de las narices-dijo Olmedo subiéndose al Caballo- cuando me
entere de la noche oportuna, le haré llamar.
-Ahora sí que no nos podemos despegar de estos desalmados. Le dijo Juan al Chato- van a
por Sara y te aseguro que la Jefa ahora mismo no podría defenderse. Tendríamos que tener
un infiltrado entre ellos, aunque ahora es demasiado tarde…
- o no!- el chato miró a uno de los chavales más jóvenes que habían llegado a la banda.
El chato le explicó a Juan su plan. A Mendoza y a Olmedo les hace falta un “corre ve y
dile” para que no les pillen juntos y les relacionen con el plan. Así que. ..¿Por qué no
ponérselo en bandeja?
Así lo hicieron y resultó. José entró en la banda de Mendoza casi sin esfuerzo.
Capítulo XVII
No se veía los pies. La tripa de Sara había crecido tanto que era incapaz tan siquiera de
abrocharse los zapatos. Pero, a ella le daba igual. Estaba feliz pese a los graves dolores que
tenía que soportar y lo más difícil…ocultar para que Miguel no lo supiera.
Se había portado muy bien y durante todos estos meses se había estado quietecita…todo un
sacrificio para ella. Se había leído toda su biblioteca y había escrito la segunda parte de su
novela y se la había enviado a su editor sin que Miguel lo supiera. Quería darle una
sorpresa.
Estaba mirando desde la cama hacia la ventana, pensando en lo mucho que le apetecía
volver a montar a caballo, libre por el campo, paseando por sus viñedos. Su mirada se
entristeció pero enseguida recordó porque estaba haciendo ese sacrificio y no le importó. Su
mirada se llenó de esperanza al ver aquella tripa tan enorme…
En ese momento entró Miguel con una gran sonrisa
-Sara hoy te voy a dar una sorpresa!!! ¿Qué vestido quieres?
-¿En serio voy a poder salir?
-Sí, cielo-le dijo mientras le daba un beso enorme
- Pues en ese caso Teniente Romero, no hay mucho de donde escoger. Solo tengo dos
vestidos en los que me entre este enorme barrigón.
El teniente y Sara se rieron y Miguel volvió a besarla. Se levantó y sacó un vestido azul del
armario. Tenía corte imperio de forma que la tripa de Sara no era problema. Nada que
ver con sus antiguos vestidos ceñidos a la cintura.
Sara se miró en el espejo-Dios, estoy horrible-Tras ella apareció en el reflejo Miguel que la
abrazó con las dos manos rodeando su enorme barriga.
-A mí me parece que estás guapísima y que esta cosita que hay aquí dentro va a ser igual de
preciosa que tú.
-¿Y si es un niño?-preguntó ella
- Pues entonces será guapísimo. Sonrió picaron Miguel. Vamos mi vida, tu sorpresa te
espera.
La agarró en brazos y salieron del cuarto.
Capítulo XVIII
Olía al río, a los olivos y a los caballos que les transportaban. Esa era la percepción de Sara
que llevaba los ojos cerrados. Sabía que iba en un coche de caballos por el sonido pero jamás
los hubiera dicho por lo cómoda que iba. Casi no notaba el traqueteo en su cuerpo y no tenía
frio. ¿Hacía donde se dirigirían? y ¿por qué Miguel le había vendado los ojos?
El traqueteo paró y escuchó a los caballos relinchar. De pronto notó las manos de Miguel
bajo su cuerpo y sintió como la alzaba en el aire.
-eiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-gritó- No sé cómo puedes conmigo, soy como un elefante.
-Venga ya Sara, eres una escuálida y solo añado ¿qué?¿ los dos kilos que pesan nuestro
bebé? No pesas nada.
Sara pensó- Dos….más dos porque aquí dentro mi amor hay dos niños, un regalo de Dios
por todo lo que hemos sufrido-
Miguel caminaba con ella en brazos pero Sara no veía nada.
Al rato paró la dejó de pie y le dijo que esperara un momento. Luego volvió a agarrarla
pero esta vez solo para posarla sobre una manta. Sara reconoció la tela al contacto con su
mano. Miguel le quitó la venda de los ojos.
-¡¡¡Dios mío!!! Miguel me has traído al mismo lugar donde te dije por primera vez que te
quería-Sara miraba todo, los árboles, la hierba…levaba tanto tiempo sin salir de casa-
¿Y eso que es?-dijo mientras señalaba algo que el Teniente intentaba esconder tras él.
-Esto es … mmmm… ¿Cómo era?, Ah sí…esto es un Picnic y ahora futura señora
Romero puede usted proceder-Sara no paraba de reírse.
-¿A qué debo proceder?-dijo con curiosidad
-Kiss me- le dijo Miguel con una sonrisa que hacía que brillaran más todavía esos ojos
azules.
Ambos se besaron como si fuera la primera vez. Miguel tumbó a Sara, con mucho cuidado
mientras la acariciaba y besaba. De pronto- Ay!!!!!- Sara dio un grito seco aunque luego
sonrió, lo que tranquilizó a Miguel.
-¿te he hecho daño?-dijo Miguel preocupado
-No, es que al parecer tus, digo tu niño está juguetón.
-¿Tus?, Sara, ¿Por qué has dicho “tus”?
Capítulo XIX
Sara sabía que había metido la pata y esta vez hasta el fondo. Miguel ya sospechaba y con
esto…
-No he dicho nada Miguel, simplemente me he equivocado.
-Sara, no estoy sordo ni soy tonto. Has dicho tus, ¿tus bebes? Dime la verdad-le recriminó
Sara no sabía qué hacer si se lo decía toda la verdad Miguel se iba a enfadar y mucho pero
ya no tenía sentido ocultarle por más tiempo la situación. En poco más de un mes lo iba a
comprobar él mismo así que…
-Sí, Miguel-Dijo Sara mirando al suelo
-Si ¿Qué?- le espetó Miguel histérico.
- Vamos a tener dos bebés-mientras se lo decía levantó la cara y con una dulce mirada le
acarició la cara.
- Ahora no!-le apartó la mano de la cara- ¡¿Sabes lo que esto supone?! Eres una
inconsciente. Con un bebé ya te arriesgabas pero dos…no soy médico pero hasta un tonto se
daría cuenta que con el peso de dos bebés tu placenta no va a resistir!!
-Miguel, Marcial me lo explicó todo y sí, no te lo voy a negar, hay riesgo pero… ¿Qué
podía hacer? No podía quitarlos de en medio y ya está. Son un regalo, Miguel.
-Miguel estaba rojo de rabia- Pero me puedes explicar porque no me lo has contado antes.
Yo también tenía derecho a opinar. Son mis hijos y tú, tu, tu eres mi mujer Sara y lo que
más quiero en este mundo…
-Yo no quería ponerte en ese brete. Vi la ilusión que te hacia ser padre y cómo sufriste
cuando perdí al bebé y luego lo de Mateo…Entiéndeme Miguel, no te quería hacer pasar
de nuevo por una así.
-Sara, estoy seguro de que esto te puede costar la vida. ¿Es por eso que no me lo dijiste,
verdad?
Sara guardó silencio unos segundos-Miguel, no va a pasar.
-¡No quiero verte morir!-sentenció Miguel
Capítulo XX
Los dos habían pasado la tarde sin hablarse y no habían pegado ojo en toda la noche. Sara
había estado pensando y haciendo gala de su carácter impulsivo y cabezón había tomado
una decisión. Si moría en el intento, no quería que Miguel lo viera, pensaba que así le
dolería menos. ..
-Chelo, haz una maleta pequeña con lo mínimo para mí y para ti. Esta tarde partimos de
viaje-
-Pero señorita Reeves… ¿A dónde vamos?
-A Oxford. Daré a luz allí con el médico de la familia. Además, allí hay más adelantos
médicos que podrán ayudar a mis niños.
- No se preocupe. En una hora lo tengo todo listo.
-Chelo, Miguel no puede saber nada de todo esto. ¿Me has entendido?
-sí, señora
-Chelo necesito que llames a Tobías y a Jairo. Diles que vengan con premura.
Lo que hizo Sara después es pedir a Jairo que la acompañara en su viaje. Era joven pero
era fuerte e inteligente la podría ayudar si tuviera algún contratiempo y además sabía que
al chico le encantaría viajar y aprender un nuevo idioma.
Todo estaba preparado Jairo y Chelo acompañarían a Sara en su locura.
Mientras, Miguel estaba en la consulta de Marcial.
-Explícame bien todos los riesgos que corre Sara y los niños- Le instó Miguel
- Antes que nada siento no habértelo dicho antes pero ya sabes cómo es Sara…
- Eso no importa ya-dime claramente cuál es la situación.
Marcial le explicó con toda clase de detalles el estado de Sara y de los niños y además le
explicó con todo lujo de detalles lo que podría pasar en el peor de los casos. Peor de los casos sí
pero con más alta probabilidad de ocurrir.
Miguel creía estar preparado para escucharlo pero no lo estaba-¿Me estás diciendo que es
muy probable que mis hijos se ahoguen en el parto y que Sara no lo logre sobrevivir?
-Sí. Contestó Marcial.
Capítulo XXI
Jadeaba y casi ni veía por donde iba. Las ramas le golpeaban la cara y se sentía desfallecer
pero no podía parar de correr monte arriba. José, el bandolero más jovenzuelo de la partida
corría como alma que lleva el diablo hacia la cueva. Llegó casi sin aliento y sin silbar, lo que
casi le cuesta un navajazo del Chato.
-José ¿Qué pasa?, ¿qué haces aquí?
- Van…a atacar…a la jefa…
El marqués se levantó de golpe-¡¡¡¿Cómo?!!!- Juan hizo un gesto con la mano a otro
bandolero y este le entrego un botijo al muchacho.
-José, toma aire, bebe agua y cuéntanos todo.
El chico les explico que el plan era envenenar a Sara. Sabían que apenas salía del cuarto así
que habían estado vigilando sus movimientos. Pensaban echarle el veneno en el agua en su
hora de baño. Momento en el que la criada la ayudaba y en el que Miguel revisaba los
viñedos.
-¿A qué hora es eso?, ¿Mañana?-preguntó el Chato
- No, no por eso he corrido tanto. Lo van a hacer esta misma tarde-dijo el chico
añadiendo- lo han decidido ahora porque Olmedo ha visto a Miguel en la consulta de
Marcial y así se quita que esté rondando la casa.
- ¡¡Me cago en mi estampa!!-grito el Chato- ¡Vamos todos para la casa de la jefa cagando
leches!!
-Chato, ¿no hay plan?- preguntó el Marqués
-No hay tiempo, improvisaremos sobre la marcha…