2
rabie, de ah í el dicho de " pesas más que un a al mazue la ". Ot ra función especifica de la almazuela era la de serv ir de cobertura a la masa de pan que está fermentando ; de esta forma manten iendo la tem- peratura la masa del pan "venía" más rapidamente. Era corriente, pues, observar estos paños en los hornos comunales o privados, cubriendo las ban- dejas de hogazas y pastas. En la zona de Muro de Aguas , donde encon- tramos abu ndantes almazue las, se observan estos trabajos especialmente en cojin es. Cua ndo los tra bajos de almazuela p ierde n su fun ció n po r desgaste o rotu ra, pasan a cu mp lir otra, en este caso en la act ualidad pode mos obs ervar estos tra bajos util izados para mantas de caballerías o sudaderas y en otros casos para manta s de jer- gón, co locadas entre el som ier y el colchón evitan- do que éste últ imo se oxide. Ot ra fun c ión que cumplian estas labores era la de servir para confeccionar prendas de vestir, con faldas y camisas. Esta ded icación según nues- tro s datos e ra más escasa y no hemos pod ido recoger mu est ras de este tipo. Si hemos o bser- vado al gunas bo lsas pa ra meter d inero y otr os o bjetos, que usaban las ancianas y llevaban col- gadas de la cintura. Los tra bajos de trozos circulares (yo-yo quilt), se han utilizado en nuestra región para almohadas y cojines; y como hemos dicho para manteles y cubrecamas. Los rece les, por su trama de cáñamo, son de una text ura dura yb urda , y su uti lización se cen- tra en alforjas y talegas, o en ot ros usos en los que se necesite tejidos más fuertes y rígidos. Estos usos de tipo domestico se han perdido en la actual util izac ión , por esta razón al per- derse la funcionalidad, se p ierde t amb ién el sen- t ido dentro de la vida total tradicional, quedan- do relegados a simples objetos decorat ivos. Para concluir ésta corta e xpos ición debemos insistir en el sentido de aprovechamiento, autoa- bastecimiento y ausencia de desp ilfarro de la socie- dad tradicional. Buen y bello ejemplo de es to nos lo dan las almazuelas y receles riojanos, en cont ra- posición al actual sent ido consumista de la util iza- ción de tejidos, en el cua l solo int eresa el camb io de modelo y dibujo por razones de prestigio, de- sechando todo lo viejo o trasnochado. Otra bibli ograf ía co nsultada: One Hundred and one patchwork patterns . Ruby S. Mckim. Dover Publications. New York. RECUERDOS DE CARNAVAL José Andres Riofrio Decir que el Carnaval ha muer- to no representa novedad ya para nadie. Los viejos ritos nacidos del paganismo y que du ran te siglos practi caron los pueblos de Euro - pa han quedado atras en el tiem- po. Est udiar hoy el Carnaval, ca- re nt e de ma nifes tació n viva, es em peño dificil. De él so lo queda la estela del recuerdo, de- bilmente mantenida en la me- mor ia popular a través de los ma- yores, aqu ellos cuya época juve- nil vino a co incid ir, en muc hos casos, con la fase fina l y decaden- te de las celebraciones carnava- lescas . Po r todo ello escri bir so bre el tema plantea dificultades, y he- mos de recurrir, fo rzosamente, a las descripciones un tanto irn- 18 prec isas de quienes lo VIVieron. Así conseguimos unas notas ge- nerales del Carnaval rioja no que nos p ermite n trazar algun a de sus ca ra ct erísticas e incluso ob tener con clus ion es. Es bien sabido que la est ruc- tura básica del Carnaval, su tiem - po y significado, han sido practi- camente los mismos en to dos los lugares dónde se celebrara, lo cual no impedia su evolución a escala local ó regional hasta alcanzar distintas versiones, nom - bres y representaciones, en torno a ritos semejantes y muy exten- didos. En nue stro país puede ha- blarse sin duda del Carnaval vas- co, gallego, castellano, madr ile- ño, etc. Resulta mas problemá- tico asegurar que hay existido un Carnaval auténtic ame nte rio- jano, y decimos esto porque la Rioja, como en tantas otras co- sas, se ha mo stra do como una zo- na de tránsito , encrucijada de co- rrientes, que ha aglutinado en sus manifestaciones ca rnavalescas otras provenientes de regiones limítrofes, especialmente Castilla y el país Vasco-navarro. Ante los resultados de una rá- pida encuesta por diversas locali- dades logroñesas acerca de lo que fu eron sus carnavales y la fecha aproximada en que dejaron de celebrarse, puede deducirse que se han man ten ido con espe - cial vigor hasta no hace mu - chos año s en la zona SE de la prov incia, es decir, la parte orien- tal de la serranía de Cameros y com arcas de Enc iso y Cornago,

RECUERDOS DE CARNAVAL - UAM

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: RECUERDOS DE CARNAVAL - UAM

rabie, de ah í el dicho de " pesas más que un aalmazuela ".

Otra función especifica de la almazuela era lade serv ir de cobertura a la masa de pan que estáfermentando ; de esta forma manten iendo la tem­peratura la masa de l pan " venía" más rapidamente.Era corriente, pues, observar estos paños en loshornos comunales o pr ivados, cubriendo las ban­de jas de hogazas y pastas.

En la zona de Muro de Aguas , donde encon­tramos abund antes almazuelas, se observan estost rabajos especialmente en cojin es. Cuando lostra bajos de almazu ela p ierde n su fun ció n po rdesgaste o rotu ra, pasan a cu mp lir otra, en estecaso en la actualidad podemos observar estostra bajos util izados para ma ntas de caballer ías osudaderas y en otros casos para mantas de je r­gón, co locadas entre el som ier y el colchón evitan­do que éste último se oxide.

Otra fun ción que cumplian estas labore s erala de servir para confecc ionar prendas de vestir,con fa ldas y camisas. Esta ded icación según nues­tros datos era más escasa y no hemos pod idorecoger mu est ras de este tipo . Si hemos obser­vado algunas bo lsas pa ra meter d inero y otrosobjetos, que usaban las ancianas y llevaban col­gadas de la cin tu ra.

Los trabajo s de tr ozos circulares (yo-yo qui lt),

se ha n util izado en nuest ra región para almohadasy cojines; y como hemos dicho para mantelesy cubrecamas.

Los rece les, por su trama de cáñamo , son deuna textura dura y burda, y su uti lización se cen­tra en alforjas y ta legas, o en otros usos en losque se necesite tej idos más fuertes y r ígidos.

Estos usos de tipo domestico se han perdidoen la actual util izac ión , por esta razón al per­derse la func ionalidad , se pierde también el sen­t ido dentro de la vida total trad icional , quedan­do relegados a simples ob jetos decorativos.

Para concluir ésta co rta exposición debemosinsist ir en el sent ido de aprovechamien to, autoa­bastecimiento y ausencia de desp ilfarro de la socie ­dad trad icional. Buen y bello ejemplo de esto noslo dan las almazuelas y rece les rio janos, en contra­pos ición al actual sentido consumista de la util iza­ción de tejidos, en el cual so lo interesa el cambiode mode lo y dibu jo por razones de prestigio, de­sechando todo lo viejo o t rasnochado.

Otra bibliograf ía co nsu ltada:One Hundred and one patchwork patterns.Rub y S. Mckim.Dover Publicat ions. New York.

RECUERDOS DE CARNAVALJosé Andres Riofrio

Decir qu e el Carnaval ha muer­to no representa novedad ya paranadie . Los viejos ritos nacidos de lpagani smo y que du ran te siglospract icaron los pueb los de Euro­pa han quedado atras en el t iem­po. Estudiar hoy el Carnaval, ca­rente de manifes tació n viva, esem peño dificil. De él yá so loqueda la estela del recuerdo, de­bilmente mantenida en la me­moria popula r a través de los ma­yores, aqu ellos cuya época juve­nil vino a co incid ir, en muc hoscasos, con la fase fina l y decaden­te de las ce lebraciones carnava­lescas .

Por todo ello escri bir so bre eltema plantea difi cultades, y he­mos de recurrir, fo rzosamente,a las descripciones un tanto irn-

18

prec isas de quienes lo VIVieron.As í con seguimos una s notas ge­ne rales del Carnaval rioja no quenos permiten trazar algun a de susca racter íst icas e incluso ob tenerconclus ion es.

Es bien sabido que la est ruc­tura básica del Carnaval, su tiem ­po y significado, han sido pract i­camente los mismos en todos loslugares dónde se celebrara, locual no impedia su evolucióna escala local ó regional hastaalcanzar distintas vers iones, nom ­bres y representaciones, en tornoa ritos semejantes y muy exten­d idos. En nuestro pa ís pue de ha­blarse sin duda del Carnaval vas­co, gallego, castellano, madrile­ño, etc. Resulta mas problemá­tico asegurar que hay existido

un Carnaval auténticame nte rio­jano, y decimos esto po rque laRioja, com o en tantas otras co­sas, se ha mostrado como un a zo­na de tránsi to , e ncrucijada de co­rrien tes, que ha aglutinado en susmanifestaciones ca rnavalescasotras provenien tes de regioneslim ítrofes, especialmente Castillay el pa ís Vasco-navarro.

Ante los resultados de una rá­pida encuesta por diversas locali­dades logroñesas acerca de lo quefueron sus carnavales y la fechaaproximada en que dejaron decelebrarse, puede deducirse quese han man ten ido con espe ­cial vigor hasta no hace mu ­chos años en la zona SE de laprov incia , es decir, la parte orien­tal de la serranía de Camerosy com arcas de Enc iso y Cornago,

Page 2: RECUERDOS DE CARNAVAL - UAM

colindantes con el Valle deYanguas, ya en tierra soriana.El aislamiento de estas zonasserranas, carentes de grandesnúcleos de población, les ha im­pedido evolucionar de forma pa­ralela a otras de la ribera delEbro, lo que sin duda contribuyóa preservar el Carnaval hastatiempos más recientes.

EL CARNAVAL EN CAMEROS

La celebración carnavalesca enesta serranía, limítrofe con Soriay cercana a Burgos, guarda evi­dentes paralelismos con la caste­llana. Eran corrientes los disfra­ces representando la inversión desexo, así cornó otros cuya únicafinalidad era ocultar la identidaddel disfrazado, lo que se conse­guia mediante sayas, pañuelos,caretas, etc. Estaba muy exten­dida la costumbre de arrojar ha­rina y otras sustancias a todo elque se ponia por medio, que notenia otro recurso que la resigna­ción ante tales actos de un "des­conocido" que hu ía . En algunospueblos, como Almarza de Came­ros, las cuadrillas de mozos y mo­zas pedian dinero por las casas ycon lo recaudado celebraban unamerienda.

Como en toda zona de econo­m ía ganadera, era frecuente enCameros el empleo de disfracesy/ máscaras elaborados con pielesde animales, así como la exhibi­ción de grandes cencerros y otrosmotivos alusivos a la vida pasto­ril. Dentro de este !ipo de Carna­val merece destacarse el de Larri­ba, pequeño pueblo del Camerooriental, de cuya pasada existen­cia nos llega noticia a través deltestimonio recogido por Lu is Vi­cente El ías Pastor en 1975, pu­blicado en la Revista de Dalec­tología y Tradiciones Populares.

Según este autor, al llegar elCarnaval, los mozos de Larriba ,agrupados en cuadrillas ó moce­rías, se d isfrazaban cubriéndosecon sayas de color blanco, colo­cando sobre la chaqueta dosgrandes pañuelos cruzados. Tapa­ban los tobillos con las fa jas detela utilizadas por los pastores.De la c intura colgab-an de se isa ocho cencerros, dos sobre

pecho y otros dos sobre la es­palda. A menudo utilizaban pie­les de oveja para cubrir la partesuperior del cuerpo. Ocultabanla cara con caretas y pinturas,empleando también la piel dela cabeza de una cabra sin des­pojarla de los cuernos.

Con tales disfraces recorrian elpueblo durante los tres días deCarnaval, naciendo sonar los cen­cerros a su paso. Con tierra negrahacian una cruz en la cara decuantos encontraban en sus co­rrerias, lo que muestra el carac­ter fustigador de esta mascaraday la relaciona con otras muchas.

El atuendo descrito guarda evi­dentes semejanzas con el de "za­marrones" y "guirrios" asturia­nos, así como con otras masca­radas gallegas y castellanas. Decorte parecido lo encontramostambién en el Pirineo Aragonésy desde luego 'en el Carnavalvasco. Caro Baraja señala que enOyarzun, el día de la Candelaria,loz mozos se disfrazan con unamáscara que consiste en un tro­zo de cuero de oveja con dos ori­ficios para los ojos, todo dispues­to de tal forma que figure unmorro de animal. Siguiendo nues­tras comparaciones podemos re­lacionarla incluso con la masca­rada roja suletina y las de Tracia,donde igualmente aparecen hom­bres vestidos de animales concencerros a la cintura.

EL CARNAVAL EN ENCISO YCORNAGO

Enciso ha sido tradicionalmen­te el centro de la comarca conti­gua al soriano valle de Yanguas.Núcleo relativamente importanteen aquel entorno, llegó a contarcon varias fábricas y talleres,hasta hace unas décadas, por loque su Carnaval se aparta ostensi­blemente del que hemos encon­trado en los pequeños pueblosde Cameros.

Podnarnos decir que fue másurbano. Aqui los motivos pasto­riles t ienen un papel secunda rio,resa ltando en pr imer térm inolos disfraces propios de la másclásica inversión del Carnaval , es

decir, la del hombre que se dis­fraza de mujer y la de mujer queviste" de hombre. Se disfrazabatodo el mundo, y algunos dis­fraces llegaban a tal perfecciónque era dificil conocer a la genteaún sin careta. Su esmerada con­fección y preparación convertiaa sus autores en verdaderos ar­tistas.

También se empleaban care­tas de cartón que cubrian la na­riz y ojos. De la nariz para abajocolgaba una tela que cubria laboca y barbilla. Como en tantosotros pueblos de la Rioja y Ca­meros, en Enciso se hacia la que­ma de los"judas, ya que eran dos,"el judas" y "la judas", ambosdenominados "los [udeses", Per­manecian colgados durante losdías de Carnaval, siendo quema­dos al finalizar éste. La costum­bre se extendía también al vallede Yanguas.

Cornago es otro pueblo, no le­jano del anterior, donde el Car­naval alcanzó gran esplendor, yen la actualidad uno de los po­cos de España donde se sigue ce­lebrando, aunque haya quedadomuy por debajo de lo que fueraen otro tiempo.

Confeccionaban sus propiostrajes, empleando también más­caras de cartón o tela semejan­tes a las de Enciso. Aquí encon­tramos de nuevo la costumbre dearroja r harina, ceniza y paja, tanpropia de esos días.

EI..d ía de Pascua se quemabanvarios judas, que eran colocadosen la calle y quemados de inme­diato. Los fabr icaban rellenandode pa ja trajes destinados al efec­to. Actualmente todav ía quemanuno, lo que confirma el granapego que este pueblo siente ha­cia su Carnaval.

BIBLlOGRAFIA

Ju lio Caro Baroja, " El Carnaval".Madrid, Tau rus , 1965.Luis Vicente Elias Pastor , "Uncarnaval inédi to en la sierra deCameros". Revista de Dialectolo­gía y T radiciones Populares ,XXXI (1975) pago 95-96.

19