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RECUERDOS LOCOS

RECUERDOS LOCOS · 2019-04-17 · una poética metáfora, mudó su propia piel para renacer, ex-hibiendo su cuerpo desde el interior de una vidriera. Las mencionadas obras fueron

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Con el apoyo de:

Organiza:

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Universidad del SalvadorFacultad de Historia, Geografía y Turismo

DecanoProf. Dr. Pablo Maesrk Nielsen

Secretaria AcadémicaLic. Valeria Buglioni

Prosecretarios AcadémicosLic. Claudia JimenezLic. María Gabriela Barón

Carrera: Gestión e Historia de las Artes

DirectoraDra. María Florencia Rodríguez Giavarini

Cátedra: Formulación y Evaluación de Proyectos CulturalesLic. Ariadna González Naya

RECUERDOS LOCOS

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A lo largo de la historia, artistas e intelectuales detodas las disciplinas se han reunido a discutir ideas einquietudes. Es por ello que lo social en el arte destaca,siempre que buscamos abordar las producciones artísticas,sin importar el momento o movimiento artístico que se estéestudiando. Ya fueran loggias, cafés o bares, estos lugaresse abrían como espacios a otra dimensión donde los artistasy otros agentes del mundo del arte, se congregaban parahacer puestas en común o intercambiar diferencias. Nicolás Bourriaud plantea que el arte es un estadode encuentro, y es por ello que en Recuerdos Re Locosqueremos recorrer la escena artístico-social de los cafésy bares más emblemáticos de la Calle Florida durante losaños sesenta. Particular atención se prestará a la famosaManzana Loca, un hito dentro de la ciudad porteña, ya quese planteó como centro geográfico para la construcción deBuenos Aires como centro cultural, viendo el nacimiento ydesarrollo de las más variadas propuestas artísticas: el Popen el Di Tella (ITDT), la presencia de artistas perfomáticoscomo Federico M. Peralta Ramos y movimientos como laNeo-figuración. Mucho se ha escrito sobre estos movimientos es-téticos y sus artistas, así como del ITDT, pero poco se haescrito de los bares que funcionaron como usinas en laconstrucción del escenario artístico de Buenos Aires. Estosespacios fueron el Florida Garden, el Bárbaro, El Moderno,El Bar del Este, entre muchos otros. Recuerdos Re Locos busca rescatar la historia per-dida en las mesas de estos bares y en la memoria de los ar-

PRÓLOGO Agradecemos la colaboraciónpara la realización de esta revista a:

Ana Martínez QuijanoCecilia MedinaCynthia BritosCorina Bellati

Dalila PuzzovioDaniel AguilarDeni de BiaggiElena Nieves

Enrique CaressaFabián GaldámezFrancisco Salerno

Gonzalo CastagninoHéctor López Moreno

Hugo de MarzianiJorge Maronna

Jorge SchussheimLuis Felipe “Yuyo” Noé

Luis MirandaMatilde Besignor

Natalia RevalePedro Roth

Sabrina NavarroSara FacioVíctor Chab

Archivos Di Tella, Universidad Torcuato Di TellaGalería Vasari

Museo Nacional de Bellas Artes

Dibujantes:

Marina Luna MugnoloFB: /lunamugnolo

Juan Ignacio Digraziawww.juandigrazia.com.ar/

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© 2012 - Derechos Exclusivos de la Edición en Castellanoreservados para todo el mundo por Ana Laura Massetti,

Déborah Bassow, Florencia Reynoso y Mariana Escapa.

Producción: Andrea del Portal BrujićDiseño de tapa e interior: Jacqueline Dominguez

Este libro se terminó de imprimir en los talleres gráficos deEditorial Grupo de Escritores Argentinos - Alsina 1170 - 8º

810 - Ciudad de Buenos Aires el 25 de noviembre de 2016.-

Queda Hecho el depósito que marca la Ley 11.723Impreso en Argentina.-

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, sutransmisión por cualquier medio electrónico, mecánico, fo-tocopia, registro u otros medios sin el permiso previo por

escrito de los titulares del copyright.

tistas, mediante entrevistas a personajes como Luis F. Noé,Pedro Roth, Dalila Puzzovio y Jorge Schussheim, junto conel registro fotográfico de la época y teniendo en cuenta ex-posiciones actuales que reviven esos años. De esta manera se logra reivindicar la relación delos bares con el ambiente artístico que se valió de ellos,generando un centro desde donde irradiar las propuestasde vanguardia de los años sesenta.

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Espejos Un recorrido por las galerías emblemáticas de la“Manzana Loca”.

Testimonios Escenas de los encuentros y costumbres en los ba-res de la “Manzana Loca” contadas por el músico JorgeSchussheim y el dueño del bar Filó, Deni de Biaggi.

Una genial charla de café Encuentro con la artista Dalila Puzzovio, en el quenos cuenta sobre la escena que se vivía en la época.

Ciudad de bares Reseña del libro El blues de la calle 51, de Lalo Pain-ceira. Se evidencia el escenario de los 60 en la ciudad de LaPlata y el rol del bar en los jóvenes artistas informalistas.

Los sesenta en el Di Tella Reseña del Instituto como emblema que dio lugar ala renovación cultural argentina.

Antología de Roberto Plate. Reacción y proceso Reseña sobre la muestra Buenos Aires-París-BuenosAires. Antológica, del Museo de Bellas Artes de BuenosAires.

Menesundas de ayer y de hoy Reseña de la muestra en el Museo de Arte Modernode Buenos Aires, donde se recreó la obra de la artista plás-tica Marta Minujín.

SUMARIO La artista Maja Lascano, através de una performance, enuna poética metáfora, mudó su propia piel para renacer, ex-hibiendo su cuerpo desde el interior de una vidriera. Las mencionadas obras fueron acompañadas porla canción Luna de miel, escrita por Costa para el grupoVirus, tanto en la primera presentación, a través de unaperformance pública del Circuito de la calle Florida elpasado 15 de octubre, como en su segunda presentacióndurante la Noche de los Museos 2015. En ambas ocasionesel fotógrafo Bruno Dubner ofreció una visita guiada por losespacios olvidados de la calle Florida. Para este año se espera la realización de numero-sas Intervenciones, que aún han de ser confirmadas, talescomo performances, muestras de fotografía, e intervencionestanto en la calle Florida, como en sus locales más paradig-máticos. También se espera la organización del ciclo Floriday las letras, una serie de charlas y encuentros sobre Litera-tura que estarán a cargo de escritores, críticos y periodistasen el auditorio de la tradicional librería El Ateneo. Por último, también por confirmar, se estima la realizacióndel ciclo Tertulias en el Florida Garden, donde personali-dades del mundo del arte se encontrarán para discutir yconversar sobre los temas que ocupan al quehacer cultural,reviviendo la tradición porteña del “intelectual de café”,aquél mítico escenario donde eran frecuentes los encuen-tros entre artistas, escritores, intelectuales, para conversarsobre diversos programas culturales y la actualidad que losrodeaba. A 50 años de su vibrante ajetreo, la calle Floridaserá el escenario de un homenaje, no sólo a sí misma, sino atodos aquellos artistas e intelectuales que, con sus eferves-centes ideas y obras rupturistas, pusieron en primera planael término Vanguardia en la ciudad de Buenos Aires.

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perfecta del paraíso del arte que albergó la calle Florida.Eduardo Costa realizó una performance con sus bicicletasDuchamp/Costa, a las que les cambió los rayos por la es-piral del creador del ready-made. Mientras, la artista SilviaGurfein intervino la vidriera de una librería con sus instala-ciones, objetos y esculturas con libros, a la par que AnnaLisa Marjak ocupó una esquina con sus pinturas, que res-cataban el encanto de las mujeres y el clima de los cafés deFlorida. Por su parte, Ana Montecucco logró la unión de lanaturaleza con el escenario urbano mediante la expansióndel verde de los canteros en un celeste que representaba elagua con su fauna marítima, y Ernesto Ballesteros realizó unhomenaje al artista Federico Manuel Peralta Ramos, uno delos personajes más entrañables de la escena artística bo-naerense, mediante la lectura de los célebres Mandamientosgánicos del artista en el café Florida Garden. Otra obra del artista Eduardo Costa fue la proyec-ción de su propia mano sobre los edificios de la calle Florida;se propuso acariciar los edificios, frentes y vidrieras de lapeatonal. Los artistas Cristian Dios y Marula Di Como re-galaron semillas de “Paraíso”, proponiendo al espectadoracceder cada uno a su propio paraíso poniendo a germinarlas semillas recibidas. Flotando entre los edificios, la artista Inés Raiteriinstaló sus banderines de colores, mientras entre los cante-ros ubicados a lo largo de la peatonal, Marcolina Dipierroexpandió los círculos de los tachos de basura. La vidrieradel bar Florida Garden rindió homenaje a la calle Florida confotos actuales e históricas de Horacio Coppola, Anatole Sa-deman, Facundo de Zuviría y Esteban Pastorino, mientras lalente de Alberto Goldestein invitó a los transeúntes a paseara través de sus fotografías realizadas sobre los distintos en-foques de los edificios característicos de la calle Florida.

Los sesenta del XX en los inicios del XXI Reseña sobre la muestra La paradoja en el Cen-tro. Colección del Museo de Arte Moderno de BuenosAires de los 60, del Museo de Arte Moderno de BuenosAires.

El último bastión De la mano de Luis Felipe Noé, recorremos la historiade su bar, desde los comienzos hasta la actualidad.

Una historia de vida con aroma a café El artista plástico y escultor Fabián Galdámez noscuenta su vivencia de los encuentros en los cafés, a travésde su paso por los dos Bárbaros.

Los siempre fieles asistentes al Florida Garden Pedro Roth, Hugo De Marziani, Enrique Caressa,Daniel Aguilar y Héctor López Moreno

Un profeta en la Calle Florida Perfil homenaje al artista Federico Manuel PeraltaRamos.

Luis Miranda: el popular mozo del Florida Garden Reconocimiento al mozo más entrañable del FloridaGarden.

La máquina del tiempo Recorrido por el Circuito Florida, con intervencionespúblicas realizadas en el marco del Programa del Gobiernode la Ciudad de Buenos Aires durante 2015 y 2016.

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ESPEJOSPor Ana Laura Massetti

Las galerías de arte siempre fueron reflejo de lasproducciones artísticas, cuáles son los gustos que impe-ran y cuáles las inquietudes estéticas vigentes. Con susvidrieras, funcionan como espejos, devolviendo la miradasobre el arte que bulle en un momento dado. Aquellas quese aventuraron con artistas emergentes, funcionaron comonido para quienes dieron sus primeros pasos en el mundodel arte. Por ello, en esta sección rescatamos las muestrasmás significativas de aquellas galerías que convivieron conlos bares de la Manzana Loca, para revelar el espíritu deépoca que recorría las calles de la peatonal Florida, asícomo de los inicios -en muchos casos- de jóvenes inquietosy rebeldes que, una y otra vez, se decidían a correr los lími-tes de lo que se consideraba arte.

Witcomb, fundada en 1878 en la calle Florida 364,fue una de las primeras galerías de arte en Buenos Aires enmanifestar un rol activo como espacio de arte. Actualmenteestá ubicada en Rodríguez Peña 1050. En la década delos ‘60, donde se desarrollaron nuevas prácticas artísticascomo la nueva figuración, el happening y el pop, se genera-ba un debate estético donde se producía un conflicto entrela abstracción y la figuración. En 1961, con el auspicio delMuseo de Arte Moderno, se llevó a cabo una de las mues-tras más relevantes de la década, con tres óleos y nuevecollage, Antonio Berni presentaba sus trabajos donde elrelato de un niño que vivía en una villa miseria era el pro-tagonista. Este personaje, llamado Juanito laguna, era una

mos durante la muestra We, the outsiders en el MALBA; lamuestra antológica de Roberto Plate y el ciclo A medio siglodel Di Tella en el Museo Nacional de Bellas Artes, durantelos meses de junio, octubre y noviembre del 2015 fue posi-ble caminar por la calle Florida y encontrarse con obras deartistas como Delia Cancela, Juan Stoppani, Eduardo Cos-ta, Hernán Marina, Bruno Dubner, Cristian Dios y Marula Di,entre otros. El trabajo conjunto entre artistas de distintas genera-ciones resultó en obras pensadas específicamente para la ca-lle Florida, proponiendo formas alternativas de experimen-tar el espacio público. Durante 2015 el itinerario contó conobras como Lírica y cambiaria, una obra mitad ensamblemusical, mitad performance, creada por Hernán Marina, enla que cinco cantantes líricos recrearon musicalmente el so-nido generado por los cambistas informales que ya se hanconvertido en un elemento más del paisaje urbano. A loslargo de la calle Florida, también se pudieron apreciar lasgigantescas mariposas de Andrés Paredes, en cuyas alasaparecía grabada la palabra “cambio”, esa palabra que,tanto ser repetida por los populares “arbolitos”, se convirtióen el telón infaltable de la escena cotidiana de la peatonal. También se recreó la obra Love&Life, de Delia Can-cela, quien a su vez realizó otra obra con colores estriden-tes, atravesando la peatonal y plasmando en las vidrierasdel Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA)reproducciones de su tríptico y manifiesto Muchachas yMuchachos. Una tercera obra de la misma artista fue undesfile con las creaciones que realizó en conjunto con sumarido Pablo Mesejean, tal como antes lo hizo en el Di Te-lla y la Galería del Este. En tanto, Juan Stoppani exhibió elfastuoso turbante de seda azul de 200 metros de largo queexhibió en el Instituto Di Tella, junto a 200 manzanas verdesque el público devoró en cuestión de minutos, una metáfora

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LA MÁQUINADEL TIEMPOPASADO, PRESENTE Y FUTUROEN LA CALLE FLORIDAPor Déborah Bassow

A 50 años de su estruendoso movimiento, la calleFlorida vuelve a ser soporte de numerosas propuestas ar-tísticas. Con el afán de recuperar la visibilidad que supo os-tentar durante la década de los 60, sus calles vuelven a serel centro de encuentro entre artistas de diferentes genera-ciones, para entablar diálogos con sus obras expuestas enel espacio público. Y es que 50 años atrás, la calle Floridafue el centro de la Vanguardia artística de Buenos Aires. Gracias a la iniciativa del Gobierno de la Ciudad,junto con la Asociación de Amigos de la Calle Florida, se vienenrealizando numerosas actividades que logran rescatar aquellabulliciosa escena. El presente proyecto se inició el 20 de di-ciembre de 2014, cuando se inauguró la escultura de MartaMinujín titulada Árbol de los deseos, un árbol inflable multico-lor de gran dimensión, que invitaba a los ciudadanos de Bue-nos Aires a expresar sus deseos y anhelos para el año nuevo.Esta escultura, que se instala como símbolo de la alegría, vol-vió a renacer en la Navidad de 2015, para que las personasque habitan la ciudad de Buenos Aires puedan expresar susdeseos para el año entrante. En sintonía con las exposiciones La paradoja en elcentro, Debates en el centro, y la recreación de La Menesunda,de Marta Minujín y Rubén Santantonín, realizadas por el Mu-seo de Arte Moderno de Buenos Aires; la reproducción dela obra Nosotros afuera, de Federico Manuel Peralta Ra-

provocación a través de la técnica empleada. Latas, clavos,arpillera y otros materiales utilizados marcaban el sentidode protesta socio-cultural con una fuerza imperante.Sus tra-bajos de collage dieron lugar a duras críticas pero, a pesarde la opinión encontrada, hubo un público más dispuestoque supo reconocer el valor de la novedad. En estos años, se pueden reconocer las exposicio-nes de Alberto Bruzzone, Benito Quinquela Martín, RicardoSánchez, Juan Batlle Planas, homenaje a Emilio Pettoruti,Luis Centurión, Ramón Gómez Cornet, Mario Mollari, Ce-sario B. de Quirós, César Bustillo, Líbero Badíi, Luis FelipeNoé, Juan Grela, Antonio Seguí, Lino Palacios, Vito Campa-nella, Kasuya Sakai, Clorindo Testa, Carlos Uriarte, VíctorChab, Roberto Aizenberg, Ernesto Deira, Rogelio Polesello,Jorge De la Vega, Mario Pucciarelli, Gyula Kósice, Juan Pa-parella y Jorge Macchi. La diversidad de artistas que transi-taron fue de mucha riqueza.

Van Riel, que estaba ubicada en esos tiempos enla calle Florida 659, abrió sus puertas en Junio de 1924,siendo esta la primera galería dedicada exclusivamente adesempeñarse como centro culttural. Funcionaban en sussalas la Asociación Ver y Estimar, la Asociación Amigos delArte, también el Instituto de Arte Moderno y el primer teatroindependiente de Buenos Aires. Antes de la apertura de lagalería, ya funcionaba Ediciones Van Riel desde 1918, lacual se inició con Augusta, primera revista local especiali-zada en arte. También se publicaron libros como el polémi-

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co Antiestética de Luis Felipe Noé. Se realizaron muestrasretrospectivas de artistas como: Horacio Butler, LeónidasGambartes, Juan Del Prete, Líbero Badíi, Juan Paparella yotros artistas de esta talla. Además, se efectuó el Primer Sa-lón de acuarelistas y grabadores en 1937 y se presentaronlos premios Ver y Estimar (Buenos Aires 1960-1968). Witcomb y Van Riel supieron adaptarse a los cam-bios a lo largo de su trayectoria, pero, a pesar de esto, siem-pre mantuvieron una línea más tradicional. El entusiasmo delos artistas por innovar y la fuerza de los debates que cir-culaban en aquel entonces mantenían un movimiento muyactivo en las galerías.

Bonino, de tendencia contraria a las anteriores, en1971 buscaba una nueva sede en la calle Marcelo T. deAlvear -donde hoy se encuentra la Fundación Klemm-, paradar una percepción más renovada, cuya presencia se im-puso a través del tiempo. En sus comienzos, expusieron ar-tistas relevantes del ámbito local, tales como: Aquiles Badi,Raúl Soldi, Juan Batlle Planas, Juan Del Prete, Jorge Larco,Horacio Butler y Lino Enea Spilimbergo. Muchos de ellosformaban parte de la renovación plástica de la década delos ‘30. Ya en aquella época, la galería presentaba catálo-gos con textos de reconocidos críticos locales e interna-cionales, como el caso de Lionello Venturi, quien dio ase-soramiento a la colección del Di Tella. Gracias a la visión ypersonalidad trascendente de Alfredo Bonino, con el tiempoeste lugar fue de gran aporte a innumerables iniciativas quecontribuyeron a la promoción del arte moderno y contem-poráneo, como prácticas renovadoras de los espacios co-merciales de arte de nuestro país, definiendo así su perfilprofesional.

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LUIS MIRANDAEL POPULAR MOZODEL FLORIDA GARDEN Con tan sólo diecinueve años de edad, llegó de SanLuis a las puertas del Florida Garden. Desde un comienzo,con presencia intachable, se destacó por su servicio, convir-tiéndose entre sus clientes en uno de los mozos predilectos.Para Luis, el contacto con la gente es una de las cosasmás enriquecedoras de su trabajo, ya que como él mismodice, “de quien más se logra aprender es de la gente”. Aellos les debe su conocimiento de francés, alemán, inglésy portugués. En estos últimos años, comenzó un registrofotográfico personal con más de 8000 imágenes que dancuenta de su cercana relación con los clientes, entre ellosartistas, poetas, políticos, periodistas, etc. El Libro de Fir-mas del Café guarda entre sus páginas palabras y dibujosde agradecimiento hacia él.

Luis Miranda por Norberto LorenzoLibro de firmas del Café Florida Garden, 2010.

Luis Miranda por Hugo de MarzianiLibro de firmas del Café Florida Garden, 2007

Bonino siempre iba ampliando sus rumbos y la in-vitación iba más allá de los artistas consagrados. Estaba elgrupo de los informalistas integrado por: José A. Fernán-dez-Muro, Sarah Grilo, Miguel Ocampo, Clorindo Testa, Ka-suya Sakai y Mario Puccarelli. Y por otro lado, los artistasde la Neofiguración: Ernesto Deira, Luis Felipe Noé, RómuloMacció y Jorge De la Vega.

Lirolay, ubicada en la calle Esmeralda 869, era unespacio de expresión para los movimientos artísticos no tra-dicionales desde sus comienzos, movimientos que se die-ron en las décadas de los 60 y 70. También cabe mencionarla inclinación hacia la fotografía, algo poco frecuente de eseentonces, sin dejar de fomentar las demás disciplinas comola pintura, escultura, grabados. Para 1969, la galería semudó a la calle Paraguay 794, pero ya para 1981 decidencerrarla, cuando sus dueños se mudan a Nueva York. Algu-nos de los muchos artistas que pasaron por allí y realizaronsus primeras muestras fueron Marta Minujín, Dalila Puzzovioy León Ferrari. También participaron en exposiciones Ro-berto Aizemberg, Antonio Berni, Jorge De la Vega, Luis Fe-lipe Noé, Antonio Seguí, Rogelio Polesello, Pablo Suárez yotros más. Para el año 1955, Jorge Romero Brest logra dar un im-pulso importante al arte moderno, y surgen nuevas galeríasque quedaron asociadas a las décadas de los ‘60 y ‘70. Ga-lerías como Antígona, Rubbers, Pizarro y Galatea, ubicadasentre las calles Florida, Maipú y Esmeralda, establecieronel escenario de lo que quedó configurado como mapa de la“Manzana Loca”, sumando en 1963 al Instituto Di Tella, elgran semillero de talentos, que tanto aporte dio al arte ar-gentino.

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TESTIMONIOSLos bares y cafés de la emblemática calle Florida

han sido testigos de la convergencia de diversos persona-jes de la escena artística e intelectual. Los jóvenes artistas,tanto los estudiantes del Di Tella como aquellos pertene-cientes a otras corrientes artísticas, se reunían, hablaban,intercambian opiniones y pensamientos. Por aquel entonces, distintas instituciones educati-vas, como por ejemplo, el Rectorado y la sede de Filosofíay Letras de la Universidad de Buenos Aires , se hallaban enla zona conocida como la “Manzana Loca”. Un crisol de pensamientos, procedentes de estu-diantes o profesionales que provenían a su vez de distintasdisciplinas, copaban los cafés para debatir. Sin saberlo, poraquel entonces, se encontraban en el centro de un cambioque se venía gestando tanto en el arte argentino como in-ternacional. A continuación rescatamos dichos y anécdotasque nos describen la escena.

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Para no ser un recuerdo...s/d

Marcador s/tela, 50 x 60 cmde la Coleccion David Sheinsohn

Catálogo Federico Manuel Peralta Ramos, RestrospectivaMuseo de Arte Moderno de Buenos Aires, 2003

DENI DE BIAGGIEl barrio como un atelier

D.DB.- Partamos del hecho de que éste era un ba-rrio de puerto, y donde hay puertos hay marineros, dondehay marineros hay prostitutas, y donde hay prostitutas hayun intelectual. Es una ecuación matemática. Acá coexistíandesde escritores hasta pintores y, poco a poco, este barriofue tomando una fisonomía de atelier, parecido a lo quedespués -de alguna manera- se convertiría en San Telmo yotros barrios de Buenos Aires. Romero Brest arma un movimiento artístico en todosentido de la palabra, ya que en el Di Tella se practicaronvarias ramas del arte: danza, teatro, plástica. Dentro de estecontexto es que se transforma el barrio en un lugar suma-mente transgresor. Los artistas de los años sesenta se reu-nían en bares como el Bárbaro, el Florida Garden, o la Gale-ría del Este. También estaba entre otros el Floridita, el SaintJames y el Jamaica, que era un típico lugar para escucharmúsica. No puedo dejar de mencionar al Augustus, que enaquel momento se encontraba al lado del Florida Garden.

Ayer y hoyEn aquel momento estaba en plena ebullición la fi-

gura del Che Guevara en Cuba, y la situación de EstadosUnidos con el país caribeño era muy tensa. Buenos Aires,bien o mal, era un reducto de un pensamiento de lo queera lo latinoamericano, dándose el lujo de tener a los inte-lectuales de avanzada. Uno de los elementos que juntabaa esos pensadores eran justamente los bares. El bar es el

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encuentro con el amigo, el lugar donde te vas a reunir paracambiar ideas, para contar tus intimidades, para compartir.Es buscar un alma gemela con quien intercambiar figuritas,o también el lugar donde descargar la bronca. Es confron-tación. Dentro de los bares, en los años sesenta, comienzaa tener influencia la figura de la mujer, como la Minujín. Dis-cuten las ideas de igual a igual, situación que no se dabacon frecuencia, basta con ver cuántas mujeres y hombrespintores hay en aquel momento. Todavía perduraba el gende la sociedad machista. El Bajo era un barrio especial don-de se generó una situación cultural muy importante y, enparticular, siempre fue un barrio de intelectuales donde sepellizcó muchísimo el arte. Acá se jugaban las ideas, estaes la realidad. Después cada uno, en su intimidad, procesa-ba y plasmaba. En aquella época, dentro de los bares estaban todaslas líneas de pensamiento juntas, tanto los peronistas, comolos radicales y conservadores, defendiendo sus ideales.Viéndolo de lejos hasta podría parecer simpático y románti-co, pero en ese momento, cuando lo vivíamos, no era así…eran verdaderas discusiones las que se presenciaban. Par-ticularmente en el Bárbaro, los sábados a la mañana encon-trabas a todo el mundo. Era lógico que el barrio estuvieralleno de galerías de arte y anticuarios. Ahora está lleno deboliches para turistas.

Deni de BiaggiMarina Luna Mugnolo. Buenos Aires, 2016

Los locos de hoyson los cuerdos del mañana

Este entrañable personaje que iba por la vida pre-gonando tiempos mejores, no perdía oportunidad para reali-zar una de sus performances favoritas: pararse en cualquierpunto y desde allí oficiar como un sacerdote ante su rebaño.Federico, con su extraña pero elocuente sensibilidad, unbuen día notó que el aire empezaba a soplar en otradirección, sería, como tantas veces dijo, el fin de la épocade denunciar, y el comienzo del momento de anunciar. Yanunció, tantas veces como quiso, al recitar en reiteradasocasiones La Hora de los Magos, un poema de Jorge dela Vega, el cual se convertiría en su sermón favorito. En élaugura un tiempo más justo y feliz para todos los hombres.Quizás por eso lo recitó para una película, en la calle y hastaen un prostíbulo. No importaba el lugar, o el público, cuandoFederico reproducía el poema, el tiempo se detenía y todosa su alrededor ponían atención, sólo volvía el sonido con losaplausos que le propiciaban al término de su perfomance. Siempre (pre)ocupado en temas como la vida, Dios,o el libre albedrío, se definía a sí mismo como un pedazo deatmósfera. Literalmente lo logró cuando un ataque al cora-zón se lo llevó un día como cualquiera de 1992. Finalmente,el boomerang que se encontró con Dios ya nunca más volvió.

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Era la mañana de un martes y Federico Manuel salióa cumplir su inquebrantable agenda. Luego de pasar por LaRambla y La Biela, se dirigió a su siguiente destino: el FloridaGarden, la mítica confitería de Florida 899. Ya nomás ponerun pie en la calle, su recorrido se convirtió en una verdaderacaminata de obstáculos. No había amigo, conocido o vecinoque no acaparara la atención de este hombre de alta alcur-nia que, siempre vistiendo uno de sus trajes sobrios, jamás lenegó a nadie una buena charla. Un poema recitado aquí, unatormenta de ideas allá, de a poco se iba acercando hasta lacalle Florida. Finalmente, tras satisfacer sus intercambios verbalesy reflexiones por el camino, Federico Manuel pudo hacersede una mesa en la mítica confitería, que, con él ya presente,pronto pasaría a convertirse en una suerte de ágora en plenoMicrocentro porteño. Allí, se pidió su infaltable café, continuósus diálogos y reflexiones con amigos y artistas y, de la nada,ejecutó alguna de sus intervenciones urbanas para despa-bilar a los almidonados por las reglas y las buenas costum-bres. Cumplida su misión, saldría por la puerta y seguiría sucamino hacia el bar El Moderno, donde se tomaría algunastazas más de café, quizás con alguna medialuna, y continua-ría sus charlas cósmico-filosóficas, siempre en compañía desus amigos y otros artistas que pasaran por allí.

Una mañana cualquiera

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El Bajo fue tomando una dimensión diferente hastallegar a lo que vivimos hoy en día. En la actualidad el barya no es una situación social, es más una moda. Ahora sehabla de happy hour o after office. En definitiva, todo estode lo que estamos hablando no es nada más ni nada menosque el paso impiadoso del tiempo. Muchos de los grandesartistas que vivieron e hicieron el barrio de aquellos años yano están, pero han dejado su impronta. Lo que ocurrió en losaños sesenta es irrepetible. Los sesenta eran arte, arte y arte.

JORGE SCHUSSHEIMLa Galería del Este y un vecino ilustre

J.S.- Vamos a empezar de adentro hacia afuera,¿no? La Galería del Este tenía un café, cerca de la salidade Maipú, que era un café al cual solía asistir mucho Borges,que vivía a la vuelta, a cuarenta metros sobre Charcas (hoyMarcelo T. de Alvear). Borges solía estar ahí dos o tres ve-ces a la semana, se sentaba; Federico Manuel Peralta Ra-mos, que era muy amigo de él, se sentaba; yo me senté enesa mesa algunas veces porque Borges en ese momentono era el mito que es hoy, era un vecino; entonces era fácilacceder a él. Un tipo afable con el cual podías conversar,bah, conversar… ¡oírlo! Él contaba algunas anécdotas y co-sas interesantísimas con su gracia.

El agujerito del rockEnfrente de ese café hay una disquería que se hizo

muy famosa en la época; yo le puse el nombre, era unadisquería especializada en rock de Roly y Gaby Epstein, los

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UN PROFETA ENLA CALLE FLORIDAPor Déborah Bassow

Sus constantes apariciones lo convirtieron en unafigura infaltable del paisaje urbano de la Ciudad, y en par-ticular, de la calle Florida. Podría decirse que FedericoManuel es el resultado de mezclar en una licuadora a MarcelDuchamp, Aberto Greco y Benjamín Solari Parravicini. Cier-tamente, fue influenciado por los primeros dos, a quienessiempre tuvo como referencia, y aunque el tercero nuncafiguró oficialmente como musa inspiradora, bien podríanotarse que ambos estaban en sintonía con un estado delser, que difícilmente pueda explicarse con palabras. Mezcla de performer, artista plástico, poeta, cantor,filósofo y místico, Federico Manuel Peralta Ramos se propusoaportar su granito de arena al proyecto que afloró a comien-zos del Siglo XX: unir arte con vida.

Federico Peralta RamosJuan Ignacio Digrazia. Buenos Aires, 2016

hijos de mi querido amigo Julio Epstein, que era el dueñodel Club Internacional del Disco en Viamonte entre Florida yMaipú, y director de Radio Nacional; un melómano. La verdad es que fue una disquería mítica, a mí seme ocurrió ponerle “El aujerito”, pero Julio, que era muy pu-rista, no me dejó, así que quedó “El Agujerito”. Lolo Amen-gual, arquitecto, notable dibujante y caricaturista, hizo elfamoso isotipo de los deditos y yo lancé esa discoteca en elaño 69 o 70, no me acuerdo, pero era en pleno Onganiato,con una cacería del tesoro donde había un premio, con pis-tas. Hicimos una invitación que se repartió por toda la zonay que decía “Venga a buscar el último agujerito virgen de laArgentina”; hubo una denuncia y terminé corriendo por lossótanos y las terrazas, escondido en una buhardilla porquela policía me vino a buscar por inmoral.

La fauna en el jardín El Di Tella no tenía adentro una cafetería. En las prime-ras épocas, el café donde nos juntábamos todos los que inte-grábamos el Di Tella fue el Augustus, que estaba pegado alFlorida Garden, en la esquina de Florida y Paraguay, pero durómuy poco y automáticamente nos pasamos al Florida Garden,que era un lugar de encuentro de toda la fauna junta posible.Por ejemplo, había una mesa que era la de los espías, des-pués estaba la mesa de los arquitectos, nuestra mesa que erala de Cícero [agencia publicitaria a la que Schussheim perte-necía y que tenía sus oficinas en el edificio de enfrente], todaslas modelos, intelectuales. Generalmente uno se sentaba enuna mesa cualquiera con alguien pero los comensales iban ro-tando y podía pasar que uno se sentara con cinco conocidosy terminara con tres desconocidos o desconocidas.

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El Jockey Club y el Moderno En el Jockey se juntaba la gente de alcurnia, solíaestar Victoria Ocampo, era un lugar al cual nosotros no en-trábamos, mirábamos de afuera con cierto desdén que eraen realidad el mismo desdén con el que nos miraban Victo-ria Ocampo y su gente de todo el grupo Florida y de Sur alos que merodeábamos por la zona, porque ahí en Viamonteentre Florida y Maipú había otro gran café que se llamaba ElModerno. El Moderno era un café adonde se juntaba una fau-na que no era del Di Tella, pero que tenían un perfil muy inte-resante. Ahí estaba Ricardo Becher, Alberto Fisherman, eragente del cine básicamente. Claudia Sanchez, Gioia Fioren-tino, la vestuarista, que también era del Di Tella. La poetaAlejandra Pizarnik solía entrar allá. Había un famoso poetamaldito, Julio Huasi, un tipo muy ascético, retorcido, sucio,un gran poeta que tenía su mesa fija, a nadie le gustabasentarse con él porque no se duchaba. Se juntaba toda esabarra, yo solía ir al Moderno a veces, porque de repente losintereses te llevaban de un lado a otro.

Jorge SchussheimMarina Luna Mugnolo. Buenos Aires, 2016

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Es una de esas personas que asisten desde haceaños diariamente al Café. Su interés por el arte lo llevó a forjaruna gran amistad con el artista Federico Peralta Ramos, sobreel cual, en 2015, organizó una muestra en el bar Filo. Losmomentos vividos en el Florida Garden entre Aguliar yPeralta Ramos le dejaron ocurrentes anécdotas:“Aburridísimos, desde una mesa del Florida Garden, ob-servábamos con Federico las travesuras de un chico quecorría entre los que estábamos sentados. Desde una mesavecina, la madre lo llamaba permanentemente y el pibe ni lerespondía. -A usted le parece, lo llamo y no viene, lo llamoy no viene- dice la señora dirigiéndose a nosotros. -Cuandosea grande va a ser mozo- le respondió Federico”.

DANIEL AGUILAR

El gordo Peralta Ramos es una cuenta de Facebook creadapara recordar y homenajear al artista.

Daniel AguilarJuan Ignacio Digrazia. Buenos Aires, 2016.

La Asociación Amigos del Bajo se centra en promover yfomentar el desarrollo cultural, urbano, artístico, comer-cial y turístico de la zona.

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Estaba el Dora, que mucha gente después lo llamó elDorá y hoy es un bodegón de los más caros que hay; estabaen la bajada, en la recova de Alem y Charcas, hoy Marcelo T.de Alvear, y era el bodegón de los pintores. Ahí se juntaban el “Oso” Smoje, Demirjian, la gentede la nueva figuración, “Yuyo” Noé, todos los pintores mo-dernos de la zona. Nosotros también como músicos íbamos,pero hacíamos “rancho aparte”, nos conocíamos, nos saludá-bamos. Se juntaban al mediodía a comer, el menú era siem-pre el mismo, no había otra cosa: Bife de chorizo extraordi-nario, jamón crudo extraordinario y morrones asados y vinotinto suelto en pingüino, de esos que te marcaban el mantel,que era de papel. Manolo, el mozo, era un viejo pelado con una narizcomo bulbosa con una especie de promontorio y pies planos,típico mozo gallego de Buenos Aires. Cuando uno le decía“Manolo, la cuenta”, venía y en un ángulo del papel de lamesa, con un lapicito que medía 3 centímetros pero queno se acababa nunca, te hacía la cuenta, te arrancaba esepedazo de papel y te lo daba. Esa era la cuenta y se pa-gaba. El Dora funcionó mucho tiempo como refugio de lospintores, eran decenas de pintores todos los mediodías, sealmorzaba allá.

El Dora: alimento de los artistas

El Bárbaro. Ahora sí que estamos todosEl bar de los bares, el bar histórico más famoso, es

el Bárbaro. El nombre fue un invento de Jorge de la Vega yel dueño era “Yuyo” Noé, otro de los del grupo Nueva Figu-

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Presidente de la Asociación Amigos de la calleFlorida, es otro de los fieles clientes del Café. Hoy en día,gracias a su trabajo, la calle Florida cuenta con un granreservorio de documentación y registros de su historia. Desdehace años esta emblemática calle porteña se ha convertido enverdadero foco de interés turístico. Tanto es así, que LópezMoreno, como presidente de la Asociación, viajó a un en-cuentro en China en el año 2002 para presentar a la calleFlorida como una de las catorce más importantes del mundo.

HÉCTOR LÓPEZ MORENO

La Asociación Amigos de la calle Florida es una asocia-ción civil conformada por comerciantes y vecinos. Su fi-nalidad es promover la actividad comercial, colaborar conlas autoridades municipales para su cuidado y el embelle-cimiento de la calle. Cuentan con información histórica ypromueven actividades.www.amigosdeflorida.com.ar

Héctor López MorenoMarina Luna Mugnolo. Buenos Aires, 2016

ración (Macció, Deira, Noé, de la Vega).La noche de la inau-guración estuvimos invitados todos, pero todos, había tantagente que recuerdo que yo tenía mi vaso de whisky (porqueen esa época se tomaba whisky) en alto y no podía tomarporque la presión de la gente no me dejaba bajar el brazo;era como una masa compacta, no entraba un alfiler entrela gente. Tanto, que en un momento una de esas vidrieraspintadas por Jorge de la Vega explotó y cayeron como 10personas hacia la calle. El Bárbaro era el lugar de cita, sabías que te ibasa encontrar con alguien, así que el Di Tella se extendía casihasta el bajo, hasta la calle Reconquista. Todo era en esazona y, sí, funcionaban como centros culturales.

“Qué lindo es sentarse en la puerta de unbar y ver a Buenos Aires pasar y pasar…”

Jorge Schussheim desde su discoNo todo va mejor con Jorge Schussheim.

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UNA GENIALCHARLA DE CAFÉPor Mariana Escapa

A comienzos de los ‘60, por las calles de BuenosAires, se comenzaba a percibir los aires de vanguardia. Laartista Dalila Puzzovio sería protagonista de ello. Hoy,con más de cincuenta años de trayectoria y siendo unaartista polifacética mantiene, en su imagen caracterizadacon el POP, la frescura y el encanto de la época. En un caféde Palermo nos encontramos con ella y su marido, el artistaCharly Squirru, quien le dio chispa a la charla y con relatoselocuentes, la pareja nos transportó a aquella época, en laque lo único que importaba era el arte.

¿Por qué son tan geniales? Póster panel de Carlos Squirru,Dalila Puzzovio y Edgardo Giménez. Instalado en la esquina de

Florida y Viamonte. Buenos Aires, 1965.

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Nació en 1936, en el Barrio de Barracas. Desde lossiete años empezó a pintar y según sus propias palabras:“Mis primeras pinturas fueron los crayones sobre los pizarrones,y quizás eso influyó a que todo soporte que aparezca enmis manos lo quiera pintar”. En el Colegio Nacional ManuelBelgrano estudió pintura con el maestro Onofrio Pacenza. En una mesa del centro del Café, teniendo la lectu-ra como fiel aliada -siempre con diario o libro en mano-,Caressa nos cuenta por qué es un hincha de los bares. Lafrase “Cuando me casé, mi madre le advirtió a mi novia queel único problema que tendría serían mis salidas diarias albar”, presenta al artista como hombre de bar. Siendo un gran admirador de Borges, del cualcuenta con una gran colección de carpetas de materialperiodístico desde 1931 y primeras ediciones de libros, fueel Florida Garden el Café que le dio la oportunidad deencontrar frecuentemente al gran escritor argentino.

ENRIQUE CARESSA

Las obras del artista se pueden ver en Ciudad Caressa porFacebook o Youtube.

Enrique CaressaJuan Ignacio Digrazia. Buenos Aires, 2016

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Dalila, siendo una estudiante de secundaria, fue in-vitada a participar en las últimas muestras del grupo ArteNuevo. Para aquellos tiempos los jóvenes artistas solíanreunirse los viernes por la noche en el Moderno. Para algu-nos era un antro, pero para otros era el punto de encuentrode la gente obsesionada por el arte. Dalila recuerda cómocada mesa del bar era un volcán de artistas en ebullición.La marcada competencia y las diferencias artísticas entrelos concurrentes definían los territorios de las mesas. Cadauno se quedaba en la mesa que le correspondía, solo Al-berto Greco, sin importar lo que se dijera de él, se atrevíaa ir de mesa en mesa: “tenía un ingenio especial que dabavuelta cualquier situación”. De todas maneras se trataba deuna sana competencia que ayudaba a crecer. El talento,la honestidad, la integridad en las ideas plásticas eran lasvirtudes más altas y envidiables.

Plan de viernes por la noche

Muchos de los artistas que asistían el viernes porla noche al Moderno también se encontraban los sábadosal mediodía en la Galería Van Riel, donde funcionaba laAsociación Ver y Estimar, y en la que su director, Jorge RomeroBrest, daba charlas que captaban a gran cantidad de gente,y concentraban la mirada de las jovencitas. De todas las galerías de la zona, Lirolay fue la quebrindó a los jóvenes artistas la libertad de presentar obrascon una estética renovadora. El matrimonio Fano, dueñosde la galería, les daba toda la confianza y generaban unlindo clima de libertad que dio como fruto algunas de las“cosas más geniales”. En 1961, buscando su opinión, Dalila

Las galerías: otro punto de encuentro

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Nació en el año 1941, en la ciudad de La Plata. Enla Escuela Superior de Bellas Artes de la UniversidadNacional de La Plata, estudió dibujo y grabado. Para 1974se trasladó a Europa, y al año siguiente obtuvo la Beca dePintura Francesco Romero, otorgada por el Fondo Nacionalde las Artes y el Gobierno de Italia, lo que lo llevó a radi-carse en Milán. En 1984 le otorgaron el Premio-Beca de laGuggenheim Memorial Foundation, para Pintura Latinoame-ricana, y en 1985 se instaló en Nueva York. Cinco años mástarde, obtuvo del LXXIX Salón Nacional de Artes Plásticasel Gran Premio de Honor de Pintura. Entre los años 1996 y2001, dictó cursos de dibujo y pintura en la Escuela Supe-rior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. Sentado en la misma mesa individual del fondodel Café, es fácil reconocerlo por su sombrero, gafas y sussiempre ganas de compartir su trabajo. A lo largo de estosaños, ha dejado sus dibujos en el Libro de firmas del FloridaGarden, retratando no solo al personal del lugar, sino tambiéna otros de los artistas que frecuentan el Café.

HUGO DE MARZIANI

Hugo de MarzianiJuan Ignacio Digrazia. Buenos Aires, 2016.

Edición vigésimo quinta ArteBA 2016

Exposición en la Galería Palatina del 1 al 24 de Junio de2016.

llevó sus obras a Germaine Derbecq, gran crítica de arte,francesa y curadora de la galería Lirolay. Debrecq, al versu trabajo, fue tajante: “¡basta de maestros, que te vanarruinar!”, y para mayo de ese año obtuvo el lugar para suprimera muestra individual. Juan Battle Planas, maestro deDalila, quería que ella fuera su discípula, pero, al ver aquellamuestra, con desilusión exclamó: “cría cuervos, que te sa-carán los ojos”.

En 1963 Rafael Squirru fue nombrado Director deCultura de la Organización de Estados Americanos (OAS),con sede en Washington. Tuvo ese cargo hasta 1970, porlo que estuvo ausente en la cotidianidad de la “ManzanaLoca”. Pero, antes de su partida, convocó en una muestraa varios jóvenes que luego pasarían a ser los artistas del DiTella. La muestra se llamó El hombre antes del hombre, yera la primera solamente de objetos. La muestra se realizóen 1962 en Galería Florida, en un piso tipo loft, de cementoy sin ventanas, en un edificio en Florida y Paraguay, frenteal Florida Garden. Allí se albergó el primer yeso de Dalila, elprimer colchón de Marta, el primer atado de Santantonín.

La conglomeración de Rafael Squirru

Desde 1957, luego de pasar por Europa, CharlySquirru se instaló en Nueva York, donde participó en variasexposiciones realizadas en galerías de esa ciudad. En losaños ‘60, la zona del Village fue el refugio de la cultura ar-tística y bohemia. Los bares, como en todas las grandesciudades, cumplían un papel fundamental como lugar deencuentro para la vida social. Charly eligió para todas susnoches el bar en el que se encontraban los máximos expo-

Mientras tanto, en un bar de NY…

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nentes del movimiento expresionista abstracto. Las bebidaseran baratas y el lugar estaba fuera del circuito turístico. Ensu mesa se sentaban Willem de Kooning y Fernando Maza.Hablaban de todo, pero más que nada de arte. En muchasde esas noches, tras tomar varias copas, De Kooning quedabaen un estado en el que no podía moverse. Charly y Maza sedaban a la tarea de llevarlo a las rastras hasta la puerta desu casa donde lo recibía su novia mulata que, al ver el esta-do de De Kooning, retaba injustamente a los argentinos porhacerlo beber de esa manera. Lo que ella no sabía era loque les costaba convencerlo, sobre todo cuando se poníaviolento, de volver a casa.

La buena relación entre artistas con un mismo pen-samiento inquietante dio novedosas obras colectivas, mues-tra de ello es la obra ¿Por qué son tan geniales?, realizadapor Charly Squirru, Dalila y Edgardo Giménez. La idea surgióen el taller de Charly, que también era un lugar de encuentroy donde, además, se comía muy bien. Con los conocimientosde publicidad de Giménez, realizaron un cartel publicitarioque permaneció expuesto 40 días y 40 noches y que causógran sensación. No les temían a las críticas de Mujica Láinezni a nada; seguros de su idea, buscaron patrocinantes entrelas empresas de la época. La idea era ir más allá de una solaintervención en el espacio público, tenían pensado poner elmismo cartel en los colectivos y provocar así que los críticosde arte tuvieran que salir a la calle y pararse en las esquinaspara poder ver pasar la obra. Por falta de presupuesto, final-mente no se pudo hacer, pero el cartel bastó para llamar laatención de muchos, incluso de algunos envidiosos.

Ideas colectivas

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Nació en el año 1938 en Budapest, Hungría. En laUniversidad Nacional de La Plata obtuvo su título de Licen-ciado en Realización Cinematográfica, y estudió fotografíacon Esteban Sandor. Se especializó en retratos con NicolásSchonfeld, y luego en el MOMA, Met y Sotheby New York, seespecializó en fotografía de obra de arte. Este cineasta, fotógrafo y pintor ocupa siempre lasmismas mesas dobles que dan a la vidriera de la calleParaguay del Café. Estando siempre acompañado, lascharlas sobre arte son una constante. Indagando en losaños sesenta, Roth hace mención a “la vuelta del perro delos intelectuales”, un rito que consistía en salir del Bárbaro alas 19:30, hablar y recorrer librerías por horas y, finalmente,terminar comiendo en Pippo a las dos de la mañana.

PEDRO ROTH

El colectivo de arte Estrella del oriente, al cual Roth per-tenece junto con Daniel Santoro, Juan Carlos Capurro,Juan Cedrón y Marcelo Céspedes, presentó la películaLa ballena va llena. Estos artistas plásticos, músicos,escritores y poetas, con esta obra, proponen una suertede juego en donde las fronteras son quebrantadas por laballena transatlántica.

Durante el mes de octubre de 2015, el espacio de artedel Banco Ciudad realizó una muestra retrospectiva conmás de cien obras del artista.

Pedro Roth.Marina Luna Mugnolo. Buenos Aires, 2016

CIUDADDE BARESPor Mariana Escapa

El rol social que cumplieron los bares en el escenarioartístico de los ‘60 se dio en cada gran ciudad. En el libroEl blues de la calle 51, de Lalo Painceira, el autor nossumerge en el escenario de la ciudad de La Plata y nos daun testimonio valioso de un artista, su grupo y el entorno.Con una descripción precisa, da a conocer las calles, lagente, las costumbres y los lugares. Bajo el subtítulo Collagedel Grupo Sí, vanguardia informalista y los comienzos delos años 60 en La Plata, el panorama general de la ciu-dad se vuelve particular1. El comienzo se dio en octubrede 1960, en el Museo Provincial de Bellas Artes, donde sellevó a cabo el IV Salón Estímulo de la Provincia de BuenosAires. Era la primera vez que en La Plata se permitía exhi-bir pinturas informalistas y los curadores agruparon a todasellas en un mismo panel. Los artistas de dichas obras, trasagobiarse por los cuestionamientos hacia sus pinturas, de-cidieron retirarse del salón y seguir la charla, sin presiones,en el bar de la vuelta. El Capitol no era de esos bares quedeslumbraba por su diseño, pero sus puertas abiertas todala noche, el ritmo del jazz de músicos amigos, las mezclasde gente y los precios bajos, lo hacían perfecto para que

1 Grupo Sí. El nombre para denominar a la agrupación de jóvenes infor-malistas surgió de Rafael Squirru. Estaba formado por: César Ambrossi-ni, César Blanco, Nelson Blanco, Horacio Elena, Omar Gancedo, CarlosPacheco, Eduardo “Lalo” Painceira, César Paternoso, Alejandro Puente,Horacio Ramírez, Carlos Sánchez Vaca, Saúl Sarralde, Dalmiro Sirabo,Antonio Sitro, Mario Stafrorini, Hugo Souvielle, Antonio Trotta. Realizaronvarias exposiciones. El grupo se mantuvo activo de 1960 a 1962.

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los jóvenes rebeldes lo tomaran como su espacio. Duranteel día sus actividades transcurrían en clases y talleres y, porlas noches, no faltaban al bar. El Capitol fue “(…)nuestrocafetín dicepoliano; allí aprendimos, filosofamos, amamos,debatimos, creamos, compartimos y crecimos”. El bar seconvirtió en el punto de encuentro de la bohemia de la ciu-dad, allí entre la gente se encontraban los artistas, los músi-cos, los actores, los bailarines y los poetas. En 1961 llegó albar Víctor Grippo y se sumó diariamente a las tertulias. Conuna mente sin límites, sus ideas influenciaron a varios de losjóvenes artistas. “Compartía nuestras mesas, hablaba deInformalismo y nos defendía ante algunos ataques ideológi-cos sectarios. Porque era un contundente polemista que nun-ca necesitó levantar la voz para ser escuchado. Siempre consu sonrisa, matizaba sus posturas con comentarios agudos, aveces ácidos y otros recurriendo a un sentido del humor”. Si bien para la publicación nos centramos en lo su-cedido en la “Manzana Loca”, el libro brinda una miradaparalela de lo que pasaba en la ciudad de La Plata y, enél, también se evocan sus vivencias en Buenos Aires. Dosveces al mes, priorizando el arte, se aventuraban por lascalles porteñas. El recorrido incluía visitar galerías, museosy a Rafael Squirru. El nombre de los lugares con presionesde calles, nombres de artistas, de galerías, de muestrasmemorables, se menciona con el sentimiento del flujo queprovocaban estos viajes. Con todos los sentidos despiertos,los recuerdos van surgiendo; así es como al nombrar loscuadros de Sara Grilo y Miguel Ocampo lo llevan a Pain-ceira a las visitas en Galería Bonino: “percibo el perfumede aquella sala coqueta, elegante, que presentaba los cua-dros con marcos uniformados con un fondo negro y doradofrontal”. Antes de retornar a su ciudad, se daban una vueltapor el Moderno. Al igual que en el Capitol, cuando llegabael atardecer llegaban al bar los pintores desde sus talleres

LOS SIEMPREFIELES ASISTENTESAL FLORIDA GARDEN

Desde que pensamos Recuerdos Re Locos comouna publicación donde se pudieran aunar las experienciasde los artistas en los bares de Buenos Aires, el Café FloridaGarden se transformó en uno de los primeros lugares defuente de información. Nuestra primera reunión como equipo detrabajo se llevó a cabo en septiembre de 2014 en el segundopiso del Café, precisamente en el mismo lugar en que, enel año 1969, Jorge Luis Borges diera entrevista a la presti-giosa cadena BBC. Desde ese entonces, cada sábado ala mañana, el Florida se ha transformado en nuestro puntode encuentro, donde vivimos personalmente el espíritu delbar de aquella época. Pedro Roth, Hugo de Marziani, EnriqueCaressa, Daniel Aguilar y Héctor López Moreno fueronalgunos de los artistas y personalidades que, gracias a suinterés por esta publicación, nos brindaron su testimonio.

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UNA HISTORIADE VIDA CONAROMA A CAFÉPor Ana Laura Massetti

Una tarde nos sentamos a hablar con FranciscoSalerno, el actual dueño del Bárbaro, y nos dijo: “les voya presentar a un artista excepcional, del cual su obra for-ma parte de la exhibición permanente que se encuentra eneste local”. Nos acercamos a su mesa; Fabián Galdamez,un artista mendocino pero ya radicado en Buenos Airesdesde hace muchos años, estaba con su típica gorra que lodistingue sentado en un rinconcito del bar. Enseguida nosubicamos en su área de cafetero habitué y charlamos porhoras de mil anécdotas, cuentos y chistes de por medio.Nos contó que frecuentaba dos veces por semana el bar, yadesde la época en que el Bárbaro se ubicaba en su antiguadirección, y desde muy joven, recién llegado de su provin-cia natal, se juntaban en El Globo o El Rey Di Vini, restau-rantes que aglomeraban a muchos artistas como Alonso,Deira, Seoane, Noé, Líbero Badíi, Presas, De la Vega, entreotros. “Prestaba atención a todo lo que hablaban, discutíane intercambiaban, eso me enriquecía mucho, aprendí mu-chas cosas referidas al arte, y de la vida”. Desde 1969, con dirección en calle Reconquista874 y su actual dirección en Pasaje Tres Sargentos 415, sigueeligiendo este lugar de encuentro y, capaz, es uno de lospocos de su generación -por no decir el único- que frecuentóambos Bárbaros y compartió tantas charlas de ese ambienteartístico que se generaba en este café.

y comenzaban las charlas. El libro contiene un análisis crítico que va desde los‘50, en que se hace mención del panorama mundial y separticulariza en el contexto de la Argentina. Lalo Painceirada otra mirada de los lúdicos ‘60: “los sesenta no fueronaños de jolgorio, de feliz irresponsabilidad y de gigantescosy liberales recitales de música. No. Los sesenta fueron tiem-pos de rebeldía, militancia, protesta, resistencia y, sobretodo, de formación”.

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LOS SESENTAEN EL DI TELLAPor Florencia Reynoso

La década del sesenta invita a iniciar un recorridosignado por una serie de acontecimientos que marcaron lahistoria de la humanidad. Durante estos años fueron nume-rosas las iniciativas que cambiaron la visión que el mundotenía en relación a determinados temas: el Papa Juan XXIII yel ecumenismo, el magnetismo de los Kennedy, la guerra deVietnam, el fulgor mundial por los Beatles, el rol de la mujeren la sociedad, la figura del Che Guevara en Latinoamérica,etc. Todos estos sucesos fueron manifestaciones de unmomento histórico en donde la experimentación y la aper-tura a nuevas expresiones estaban en pleno auge. El arte senutrió de ello y se constituyó no sólo en un testimonio, sinotambién en vivencia. Como plantea John King, cuando enla Argentina los golpes militares restringían las libertades,se desarrollaron dos fenómenos culturales que permitieronque el país “respirara algunas brisas de la vanguardia”. Porun lado, la aparición de la revista Primera Plana que, desdemediados de 1964 hasta su clausura en 1969, dio lugar anuevos hábitos y prácticas donde el lugar al cambio era vis-to como renovación y fomento de nuevas iniciativas. Y porel otro, el Instituto Di Tella, que de una forma u otra canalizótodos los pensamientos de la época, llevando a cabo un pa-pel decisivo en el proceso de modernización de la sociedadargentina de aquellos años. En el año 1958, los hermanos Guido y Torcuato Di Tella

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Fabián GaldamezJuan Ignacio Digrazia. Buenos Aires, 2016

Yuyo siempre consideró que la palabra happeningrefiere a “lo que acontece”. Y allí estaba puesto el foco. Elbar era un espacio creado para provocar ese acontecimientoque era el encuentro entre numerosos personajes famososdel cine, la televisión, la literatura, las artes plásticas, talescomo Tato Bores, Bergara Leumann, Pérez Celis, MartaMinujín, Dolina y Jorge Luis Borges, entre muchos otros.Para Noé el bar es un escenario, según sus propias palabras,un lugar para el happening natural de la vida. Después de una mudanza a su actual ubicación enla calle Tres Sargentos 415, el Bárbaro sigue funcionando,aunque quizás no con el mismo espíritu de reunión que ledio origen. Aun así, hoy es posible encontrar varios artistas,que desde hace 15 a 20 años fueron conformando el grupoconocido como “Los Bárbaros”, quienes pueden ser halladoslos sábados al mediodía, reunidos ya sea para charlar o paraconvertir el bar en un atelier, aunque sea por unas horas.

impulsaron la Fundación Torcuato Di Tella y el Instituto quellevaba su mismo nombre, con el objetivo de “promover elestudio y la investigación de alto nivel, en cuanto atañe aldesarrollo científico, cultural y artístico del país; sin perderde vista el contexto latinoamericano donde está ubicada laArgentina”. Localizado en la denominada “Manzana Loca”,en un edificio de la emblemática calle Florida al 936, el Ins-tituto estaba integrado por tres centros de investigación es-pecializados: el CLAEM (Centro Latinoamericano de AltosEstudios Musicales), el CEA (Centro de ExperimentaciónAudiovisual) y el CAV (Centro de Artes Visuales). Cada unode estos centros fue creado individualmente y con metasespecíficas. El CLAEM contó con Mariano Etkin como be-cario, Gerardo Gandini como docente y Francisco Kröpflcomo director del laboratorio de música electrónica. EsteCentro organizaba el Festival de música contemporánea yel Concierto de becarios, los dos principales conciertos quese desarrollaban cada año. Se extendían por cuatro díasy conjugaban obras latinoamericanas con piezas de artis-tas internacionales. Por su parte, el CEA tuvo como directoral gran maestro de teatro argentino Roberto Villanueva. Lacooperación interdisciplinaria entre los Centros llevó a queen el año 1966 el CEA y el CAV desarrollaran en conjuntoCiruela Chata, acerca de Happening y Simultaneidad enSimultaneidad. Éste último formaba parte del proyecto in-ternacional Three Countries Happening integrado por Mi-chel Kaprow desde New York, Wolf Vostell desde Colonia

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El Centro de Artes Visuales del Instituto Di Tella tuvoa su cabeza a una de las más emblemáticas entidadesnacionales en materia de arte, que con su experiencia dio lu-gar al desarrollo de una crítica de arte moderno, no solo enla Argentina sino también en Latinoamérica: Jorge RomeroBrest. Durante seis años (1963-1969), en ocasiones su trabajodentro del Di Tella generó posturas encontradas, pero másallá de los enfrentamientos que pudieron haber surgido, locertero es que su labor en el Instituto dejó una huella sinprecedentes. Desde el año 1960, el CAV otorgaba el Premio Insti-tuto Torcuato Di Tella destinado a artistas argentinos. Hacia1963 se crea un premio dedicado exclusivamente a artistasextranjeros, por lo que los premios pasaron a denominar-se Premio Nacional y Premio Internacional. El galardón erala exhibición de las obras seleccionadas, una determina-da cantidad de dinero y becas de formación, además deque las obras escogidas podían ser adquiridas por partedel Instituto para pasar a formar parte de su colección. La

El CAV

y Marta Minujín desde Buenos Aires. Los artistas pretendíanrealizar, cada uno al mismo tiempo desde sus respectivasciudades, una acción específica recurriendo a llamadas te-lefónicas y telegramas, como medios por los cuales emitíanlas instrucciones necesarias para que los happening se eje-cutaran exactamente al mismo tiempo. En aquel entonces,los medios de comunicación desempeñaron un papel clavepara la obra, y podríamos considerarlo como un preludio alo que con posteridad y específicamente hoy en día esta-mos viviendo: un mundo completamente tecnologizado quese ha impregnado en todas las áreas de la vida cotidiana,incluido el arte.

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ubicado en San Martín y Córdoba- había corrido la mismasuerte. El tercer bar que atraía la concurrencia del ambien-te -el Jockey Club, de Florida y Viamonte- también estabapor encontrar el mismo destino. Era el bar al que los artistasiban –particularmente los sábados al mediodía- siguiendoun ritual que se había iniciado a la salida de las discusionesde Ver y Estimar. Ante la progresiva desaparición de sus lu-gares de reunión, Yuyo cayó en la cuenta de que su proyectode abrir un bar era oportuno. Junto a un grupo de amigos yconocidos, dieron origen al nuevo nido que daría cobijo alos artistas. El Bárbaro recogía el guante de los movimientosartísticos de la época, apelando a la impronta de la juventud.Se sucedían discusiones de toda índole: artísticas, políticas yliterarias. El bar entraba en estado de ebullición a las 18:00y se mantenía así hasta las 4:00. Sus creadores buscabanun espacio informal, en el que -por ejemplo- nadie se pre-ocupase por la cáscara de maní que cayera en el suelo.De hecho, el barril del maní -del que uno podía agarrar unpuñado y llevárselo consigo a la mesa- se convirtió en unade las atracciones del bar, e incluso hoy, ya es toda unainstitución. Hay quienes cada tanto visitan el bar sólo paraconstatar que el barril sigue allí. También es posible percibiruna pizca de la escena que vio nacer al bar en su menú,con ítems tales como: “Pizzeta Vanguardista”, “Picada Pop”,o la tabla “Menesunda”.

Luis Felipe Noé con “Poni” Micharvegas,en la caja junto a clientes de la época.

selección la realizó un jurado integrado por críticos, tanto dela Argentina como del extranjero. Para 1967, se deja de lado la modalidad de los premiosy se da lugar a las tan recordadas Experiencias Visuales.De las tres ediciones que se llevaron a cabo -1967, 1968 y1969-, la del año 1968 es la que más sobresalió. Llevó elnombre de Experiencia ‘68 y en ella el arte conceptual seelevó a la máxima potencia. Las propuestas presentadasacarreaban un marcado sentido de compromiso y denun-cia, por lo que la tensión dominaba el ambiente de aquellosaños finales de la década. La obra que mayor controversiageneró fue El Baño, de Roberto Plate. Simulando un bañopúblico presentado con pulcras paredes blancas, la gentegarabateaba sobre ellas dejando mensajes. Una de lasinscripciones hacía referencia al presidente Onganía, porlo que se presentó una queja a la policía, y el 22 de Mayose cerró la exposición. Enrique Oteiza salió en defensa deltrabajo de Plate planteando que no podían clausurar toda lamuestra por una única obra, por lo que la policía cerró solola estructura y montó guardia frente a ella. La medida im-plementada agudizó el descontento y frustración entre losdemás artistas que integraban la exposición. Entre ellos seencontraban: Pablo Suárez con Carta, Jorge Carballa y suspalomas embalsamadas en El poder de las llaves, Margari-ta Paksa con Comunicaciones, Oscar Bony y Familia obre-ra, Delia Cancela y Pablo Mesejean con Revista, AntonioTrotta y su obra Verificación esquemática, Juan Stoppani yTodo lo que Juan Stoppani no se pudo poner, entre otrosartistas. Tan solo un día después de la clausura de El Bañode Roberto Plate, el 23 de Mayo a modo de protesta, todoslos artistas desmontaron sus obras del Di Tella y las destru-yeron, para luego tirar sus restos a la calle. Evidentemente,el arte como provocación abrió caminos hacia una nuevaforma de percibir y vivir las propuestas de los artistas, pero

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Detalle del momento en que los artistas sacaronsus obras a la calle a modo de protesta.

Fuente: Archivos Di Tella, Universidad Torcuato Di Tella.

EL ÚLTIMOBASTIÓNPor Déborah Bassow

Corría el año 1968, y a Buenos Aires llegaba unhombre que se paraba ante una encrucijada: continuarcomo artista plástico, o abandonar el término “plástico” enel camino, para dar lugar a ese espíritu creador, que aúnhoy lo acompaña. Luis Felipe Noé optó por esto último. Vueltode su viaje a Nueva York durante los años oscuros de ladictadura militar y después de atravesar su divorcio con lapintura, llegó a Buenos Aires con una necesidad, una idea:crear un nuevo bar que pudiera albergar a artistas y escri-tores, tal como había visto en Nueva York y, más especial-mente, en un escenario donde el famoso Instituto Di Tella, suefervescencia, y el Bar El Moderno -donde se congregabanlos creativos de la época- habían cerrado recientementesus puertas. Será el nacimiento del mítico Bárbaro, bau-tizado así por Jorge de la Vega, aunque con los años elnombre devendría en una o dos acepciones más: Bar Bárbaro,Bar o Bar, Baro Bar, como se lo conoce también hoy. El Barsurgió como un respiro, casi como un milagro. Yuyo noscuenta que la movida del sesenta era tan fuerte, que susactores todavía buscaban un lugar donde encontrarse. ElBar Moderno, en la calle Maipú no sólo se había mudado ala calle Paraguay, sino que la nueva dirección, casi como unconjuro de bruja, dejó de tener la impronta que atraía a losartistas a reunirse alrededor de sus mesas. Ese bar, que atoda hora acogía a la juventud de los sesenta, a los artistasde izquierda por un lado, y a los ditellianos por el otro, seencontró con la decisión de su dueño de cerrar sus puer-tas. Por otra parte el Chambery -bar de pintores y actores

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Los cuestionamientos sobre los esquemas tradiciona-les de presentación de las obras de arte se hacen cada vezmás intensos entre los artistas, siendo ejemplo de ello la obraVerificación Esquemática, de Antonio Trotta, donde el artistacuestiona el marco como soporte de la imagen. La obra estáconstituida por una sucesión de marcos que se reflejan en es-pejos, en donde cada espectador puede ubicarse en el centrode ellos y verse multiplicado hasta el infinito (el original del año1968 fue destruido y, en 1998, Fundación Proa, con curaduríade Patricia Rizzo, la recreó para conmemorar los treinta añosde las Experiencias ´68 del Centro de Artes Visuales del DiTella). La paradoja en el centro es una muestra que se pre-senta como una gran conjunción de pinturas y esculturas quese interrelacionan con otras formas de arte. Como ejemplo sepuede mencionar el cortometraje titulado Submarino Amarillo,de Oscar Bony; la grabación del Gusanito, de Jorge de laVega y el registro fotográfico de la instalación Nosotros afuera,de Federico Peralta Ramos. Entre los artistas que completanel recorrido de la muestra se encuentran: Alberto Greco, LuisFelipe Noé, Marta Minujín, Mario Pucciarelli, Noemí Di Benede-tto y Rubén Santantonín. La muestra mantendrá sus puertasabiertas al público hasta el 1 de Enero del 2017, e invita al es-pectador a realizar un recorrido por una época que significó unquiebre en la escena artística local, donde los modos habitua-les de trabajar los materiales se hacen a un lado, para iniciarun camino dirigido a quebrantar los esquemas tradicionalesque estaban vigentes hasta el momento.

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al mismo tiempo encontró en su método obstáculos. Pocoa poco se fue abriendo paso al fin de una época en donde,para muchos, el exilio fue una solución. En la década de los sesenta, el Di Tella se constituyócomo uno de los centros más activos y dinámicos, no solo deproducción, sino también de difusión del arte de vanguardia.Afortunadamente, en nuestros días sus ecos siguen resonandode la mano de algunos artistas, curadores e historiadores delarte que han decidido sacar a relucir obras que dieron vida alDi Tella en aquellos años.

y traslación. Sus cuestionamientos se centraban en lasposibilidades que aportaban los denominados marcos re-cortados, por medio de los cuales se rompía con los sopor-tes tradicionales pictóricos, conjugando sencillas estructu-ras geométricas. Asimismo, prestaban especial atención alas posibilidades que les brindaban el diseño gráfico y losmateriales industriales. Artistas concretos también formanparte de la muestra, tal es el caso de Tomás Maldonado yAlfredo Hlito, quienes, durante los años cuarenta, veían enla invención de nuevas formas el camino a seguir. En la gran sala del primer piso del museo, el recorridoprosigue con obras de Fontana: Passa un jet, che voglia dipartire per infinito (1962), donde se aprecia como la materia secorrompe por los tagli (tajos) y bucchi (agujeros o perforacio-nes) que se ejercieron sobre el lienzo. Con ello, lo destacadode la producción no radica únicamente en la obra resultante,sino en el proceso o en la nueva propuesta de acción comoparte de la obra de arte misma. Centrar la mirada del espectador en la idea de des-trucción y negación, incitándolo a pensar en los procesosde generación, es decir, en aquellos gestos que dieron vidaa las obras, se potencia en las producciones de KennethKemble y Emilio Renart. Con Gran Pintura Negra (1960),Kemble presenta grandes signos negros inscriptos sobreun fondo blanco, que podrían remitirnos a la obra del nor-teamericano Robert Motherwell. De resaltar es el hecho deque los trazos son el resultado de bocetos cuidadosamen-te estudiados y preparados para ser luego traspasados allienzo. Por su parte, Emilio Renart con Bio cosmos N 1 (c.1961), genera una simbiosis entre pintura y escultura brin-dándole a la obra una impronta biológica, recurriendo a to-nalidades que remiten a la degradación de los materiales.El objeto emerge de la obra apoderándose del espacio deexposición.

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LOS SESENTADEL XXEN LOS INICIOSDEL XXIPor Florencia Reynoso

El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, que ac-tualmente se encuentra ubicado en el barrio porteño de SanTelmo, inauguró en Agosto de 2015 la muestra titulada Laparadoja en el centro. Colección del Museo de Arte Modernode Buenos Aires: Ritmos de la materia en el arte argentino delos años 60. Curada por Javier Villa, en colaboración con elequipo de Patrimonio del Museo, la exposición presenta cientotreinta obras que ofrecen una lectura contemporánea alterna-tiva sobre uno de los momentos históricos más emblemáticosdel arte argentino. Organizada en base a las obras de dos artistasreferentes del país, Emilio Pettoruti y Lucio Fontana, la expo-sición permite que el espectador se sumerja en el universodel arte argentino, colocando el punto de partida en el lenguajeabstracto y en el peso de la materia. Al iniciar el recorrido por la muestra, es posibleapreciar que en Pettoruti la problemática de la abstracciónha sido una constante de su producción, aun habiendo ensus obras referencia al mundo exterior como ocurre en Miflorero (1944). Junto a obras del artista nacido en La Plata,se cita al denominado grupo Madí, quienes incorporaron asus creaciones un enfoque lúdico, generando planos arti-culados con movimientos, tanto lineales, como de rotación

ANTOLOGÍA DEROBERTO PLATEREACCIÓN Y PROCESOPor Florencia Reynoso

Roberto Plate es, sin lugar a dudas, uno de losgrandes maestros del arte argentino que con su obra ca-racterizó la época. El Museo Nacional de Bellas Artes diocuenta de ello en la muestra Buenos Aires- París- BuenosAires. Antológica. Al ingresar al museo, lo primero que sepresentaba frente a los ojos del visitante era la obra tituladaLos ascensores, que Plate había instalado, en el año 1967,en la muestra Ver y Estimar del Museo de Arte Moderno.Aquel año el artista nacido en la ciudad de Buenos Airesel 9 de septiembre de 1940, añadió en el noveno piso delmuseo dos falsas puertas que simulaban ser ascensores, einstaló un dispositivo que indicaba que el ascensor subía ybajaba sin parar. Al no colocar ningún cartel que revelaraque se trataba de una obra de arte, el público se parabafrente a las puertas esperando poder utilizarlas. Casi cin-cuenta años después, la recreación que se hizo en el MuseoNacional de Bellas Artes de Los ascensores, a pesar decontar con una nota que indicaba que se trataba de unaobra, generó una suerte de choque entre el público queacudía con frecuencia al museo (en el lugar que ocupó laobra era habitual encontrase con trabajos que respondena formatos tradicionales). Gran parte de las personas queacudieron a la muestra recién se enteraban de que se trata-ba de una obra cuando la guía del museo daba cuenta de suhistoria. “Pensé que eran ascensores de verdad”, una señora

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le murmuraba a su marido. La instalación abre el interrogan-te sobre qué pasa con el estatus de obra de arte tradicional,cuestionando asimismo el rol del público. El mismo artistamanifestó en relación a su obra: “Cuando mi padre me dijoque no había podido encontrar mi obra en la muestra Ver yEstimar me alegré. Significaba que mi propuesta había sidoun éxito”. Al recorrer la muestra que contó con la curaduría deRaúl Santana y el apoyo de la Embajada de Francia en la Ar-gentina, se aprecia el trabajo que el artista ha desarrolladoa lo largo de su vasta trayectoria. Al ingresar a la sala, so-bre el lado izquierdo, el espectador se encontraba con unade las obras más importantes no solo de la muestra, sinotambién de la historia del arte argentino: El Baño Simulandoser un baño real, con típicas figuras de dama y caballeroinscriptas en la puerta, la obra confundía al espectador por-que en su interior no presentaba sanitarios (cada visitantese veía expuesto a tener que redefinir su sexualidad), sinoparedes blancas que se prestaban a las típicas escrituras ygarabateados de esos lugares.

Roberto Plate en la inauguración de la muestraBuenos Aires - París - Buenos Aires. Antológica

del Museo Nacional de Bellas Artes, 2016

La Menesunda de 1965 fue realizada enteramentepor los artistas y duró tan solo quince días, tiempo suficientepara que el gran número de espectadores, que realizabalargas horas de cola a la intemperie sobre la calle Florida,dejara marcados los materiales de la obra con tal deterioroque finalmente llevara a desmantelar la obra. El MAMBApensó en la nueva Menesunda con una durabilidad mayory, además, fácil de transportar para la posibilidad de que laobra sea itinerante. El trabajo conjunto entre el equipo dearquitectos, el equipo del MAMBA y Marta Minujín dieron a laMenesunda una estructura más sólida y de fácil armado y,sin perder la estética de aquella primera, cuenta con los ele-mentos de seguridad obligatorios, como cámaras y salidasde emergencia, que se camuflan entre los materiales. En los 50 años que separan la primer Menesundade la de hoy, se han producido grandes cambios. El contextode 1965 en el que se manifiesta la obra hoy, a la distancia,permite una mirada crítica que la vuelve más compleja.Podemos encontrar similitudes y diferencias entre las dosMenesundas, pero la prevalencia en los medios de comu-nicación y la experiencia del espectador siguen intactas,dando como resultado una sensación alegre de quien laatraviesa.

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MENESUNDASDE AYER Y HOYPor Mariana Escapa

A mediados de mayo de 1965, el Instituto Di Tellainauguraba La Menesunda. Con el apoyo de Jorge RomeroBrest, los jóvenes artistas Marta Minujín y Rubén Santan-tonín, en colaboración con los artistas Floreal Amor, DavidLamelas, Leopoldo Maler, Rodolfo Prayón y Pablo Suárez,daban a conocer la propuesta innovadora que convertiríaa La Menesunda en una obra mítica del escenario porteñode los ‘60. No se trataba de un happening ni de una perfo-mance. “La Menesunda es un capricho, un disparate, unmodo de ponerse en situaciones extrañas, difíciles y em-barazosas intensificando el existir”, decía el folleto que sedaba en sala en 1965, y que firmaron Marta Minujín, RubénSantantonín y Jorge Romero Brest. En Octubre del 2015 el Museo de Arte Modernode Buenos Aires (MAMBA) decidió reconstruir la obra: unainstalación que invita al espectador a atravesar once habi-táculos, comunicados por escaleras y pasadizos, pensa-dos para despertar los sentidos y sorprender. Para lograruna recreación lo más fiel posible a la de 1965, el equipodel MAMBA relizo un exhaustivo trabajo. Al no contar conlos planos de la estructura de la obra, ni las indicacionesprecisas para el armado, ni los materiales utilizados de laépoca, se dieron a la profunda búsqueda de informaciónen medios gráficos de la época, en los archivos de artistas yaudiovisuales, pero la presencia y el compromiso en cadapaso en la construcción por parte de uno de sus creadoresfue fundamental y dio el nombre a la muestra: La Menesundasegún Marta Minujín.

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Fue la acción del público por medio de las inscrip-ciones la que provocó la clausura de la obra. Al colocar unpolicía al lado de las puertas como custodia, fue interesan-te ver como el guardia se transformó, sin buscarlo, en unelemento más de la propuesta de Plate. Dejar de lado el arte por el arte e inscribirse dentrode un proceso de búsqueda donde el arte se vinculaba conla praxis vital -ArteVida- se transformó en un compromisopara los artistas de la década de los sesenta en la Argen-tina. Lo que esperaban los artistas de vanguardia era quea quien iba dirigida la obra reaccionara. En cierto sentidopodría decirse que la meta se cumplió, pero los costos paramuchos de ellos fueron muy altos. Ese camino de búsquedaen el que se inscribieron muchos de los artistas que domi-naban la escena artística local, llevó a que una gran canti-dad de ellos iniciaran nuevos rumbos. Algunos se volcaronhacia nuevas formas de expresión a cientos de kilómetros deBuenos Aires, tal y como lo hizo Roberto Plate, quien con-tinuó su carrera en París. En la capital francesa, junto conAlfredo Arias y el grupo TSE, adquirió una fama incalculable. Las pinturas que la muestra presentó plasman lasbúsquedas constantes que han signado la carrera del ar-tista. Plate, a lo largo de más de veinte años, ha pintadoel mismo marco en cuadros como Detalle (1997), Espejo(1997) y Vernissage (2015). Ese mismo marco se hizo pre-sente en otra de las instalaciones que dominó la exposición:Reflejos. Una gran superficie rectangular de agua enmarcada(oscura como consecuencia de la anilina negra) presentabaun pincel de grandes dimensiones en el centro, que con suscerdas hacia arriba, pintaba con rojos, amarillos, anaranjados,verdes y azules el lienzo que se extendía en el techo. Losmismos colores que se reflejaban en el agua. La obra sepresentó de forma tal, que el visitante podía caminar alrede-dor de la gran superficie rectangular, sintiéndose abordado

por una sensación de que si daba un mal paso, caería den-tro del agua. Otras de las pinturas que se presentaron en lamuestra se exhibían sin bastidor, y podría decirse que elloresponde a la idea de proceso que atraviesa el trabajo dePlate. Obras no como algo definido ni acabado, sino comopinturas en proceso de construcción. Además de las obras mencionadas, en un sectorde la sala se instaló una suerte de microcine, en donde elvisitante podía sentarse y mirar un documental que compila-ba el trabajo del artista como uno de los escenógrafos másdestacados e influyentes, tanto de la Argentina como delmundo entero. Buenos Aires-París-Buenos Aires. Antológica,al reunir pinturas, performances, instalaciones y hasta unvideo documental, dio cuenta de Roberto Plate como unode los artistas más completos dentro de la historia del arteargentino.