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Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible
Reducción De Desastres
2
“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento de Educación”
Instituto de Educación Superior Tecnológico Público
"Argentina"
Trabajo Monográfico:
“Reducción De Desastres”
Carrera Técnica: Computación e Informática
Alumno: Lozano Aguilar, Luís
Curso: Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible
Docente: Sanz Signori, Luis Eduardo
Semestre Académico: III-B
Turno: Diurno
3
EPIGRAFE
Dios, siempre perdona; el hombre, a veces, pero la naturaleza
nunca…
4
DEDICATORIA
Esta pequeña monografía se la
dedico a todos mis compañeros de
estudio y a las personas lectoras para
que conozcan un poco más sobre el
tema “Reducción de Desastres” y
como poder cuidar nuestro Planeta
Tierra.
El Autor.
5
AGRADECIMIENTO
Agradezco principalmente a mis
padres, por el amor, incentivo y apoyo
incondicional. Al Profesor del curso
por la enseñanza brindada y a mis
compañeros que me ayudaron con
unas cuantas pautas y así poder
concluir la monografía.
El Autor.
INDICE
EPIGRAFE ......................................................................................................... 3
DEDICATORIA ................................................................................................... 4
AGRADECIMIENTO ........................................................................................... 5
INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 7
REDUCCIÓN DE DESASTRES ......................................................................... 8
Catástrofes anunciadas .................................................................................. 8
Necesidad de una estrategia internacional para la prevención y reducción de
desastres ...................................................................................................... 15
CONCLUCIÓN ................................................................................................. 18
BIBLIOGRAFIA ................................................................................................ 19
WEBGRAFIA .................................................................................................... 20
ANEXOS .......................................................................................................... 21
Reducción de Desastres
7
INTRODUCCIÓN
Año tras año se superan los récords en desastres. Y aunque hasta hace poco
tiempo han venido afectando muy particularmente a quienes, víctimas de una
pobreza extrema, ocupan zonas de riesgo en viviendas sin protección alguna,
inundaciones como las que sufre el centro de Europa o huracanes como el
Katrina muestran que no queda libre ninguna región del planeta, que nos
enfrentamos, de nuevo, a un problema planetario. Pero no debemos hablar de
desastres naturales: al destruir los bosques, desecar las zonas húmedas o
desestabilizar el clima –señalan los expertos- estamos atacando un sistema
ecológico que nos protege de tormentas, grandes sequías, huracanes y otras
calamidades. No se trata, pues, de accidentes sino de “destrucciones
anunciadas”, perfectamente previsibles y cuya reducción exige la aplicación
sistemática del Principio de Precaución y que la búsqueda de mayores beneficios
económicos a corto plazo deje de primar sobre la seguridad de personas y
ecosistemas.
Reducción de Desastres
8
Reducción de desastres
Catástrofes anunciadas.
Nos referimos a algunos “accidentes”, como el que supuso la explosión en
1986 del reactor nuclear de Chernobyl, auténtico desastre ambiental y
humano que ha vuelto a repetirse en 2011 en la central de Fukushima,
construida “a prueba de terremotos y de tsunamis”, y desde la que continúan
todavía en 2013 los vertidos de aguas radiactivas al mar y sin resolver la
limpieza y el desmantelamiento de la central. Una tarea que se prevé que cueste
alrededor de 40 años.
Y señalamos que, a menudo, no se trata de hechos accidentales, sino de
auténticas catástrofes anunciadas.
Fundamentaremos aquí más ampliamente esta tesis y mostraremos su validez
general en todo tipo de desastres, incluidos los considerados “naturales”.
Solo esta comprensión nos permitirá hacer frente a los mismos y adoptar
medidas efectivas para su reducción.
Reducción de Desastres
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Las tormentas, inundaciones, erupciones volcánicas, etc., son fenómenos
que aparecen ligados a las “potentes fuerzas de la naturaleza”, por lo que son
denominados “desastres naturales”. Sin embargo, el hecho de que dichos
desastres estén experimentando un fuertísimo incremento y se haya más que
triplicado su número desde los años 70 llevó a Janet Abramovitz (1999) y a
muchos otros investigadores a reconocer el papel de la acción humana en este
incremento y a hablar de “desastres antinaturales”.
El recuerdo de algunos ejemplos nos ayudará a comprender la gravedad y las
causas de este incremento de desastres, que caracteriza la actual situación de
emergencia planetaria:
Los archivos históricos señalan que durante siglos hubo inundaciones
del río Yangtze en la provincia china de Hunau uno de cada veinte años,
mientras que ahora ¡se repiten 9 de cada 10 años!
Reducción de Desastres
10
En la zona del Caribe y Centroamérica siempre hubo huracanes, pero en
1998, el huracán Mitch barrió Centroamérica durante más de una
semana, dejando más de 10000 muertos. Fue el huracán más devastador
de cuantos habían afectado al Atlántico en los últimos 200 años. Después
vinieron otros, como el Katrina, de efectos igualmente destructivos y en
número siempre en aumento.
Las olas de calor en la Europa húmeda se repiten a un ritmo desconocido
hasta aquí, intercalando graves sequías e inundaciones…
Reducción de Desastres
11
Año tras año se superan los récords en desastres. Y aunque hasta ahora han
venido afectando muy particularmente a quienes, víctimas de una pobreza
extrema, ocupan zonas de riesgo en viviendas sin protección alguna,
inundaciones como las que sufre el centro de Europa o huracanes como el
Katrina muestran que no queda libre ninguna región del planeta, que nos
enfrentamos, de nuevo, a un problema planetario.
Durante 2010, por ejemplo, se registraron más de 750
fenómenos meteorológicos extremos en el planeta,
marcándose así un nuevo record de magnitud, frecuencia
y alcance de estos fenómenos. De hecho, según los
informes del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente) su número e intensidad no han
hecho más que crecer estas últimas décadas.
¿Hasta cuándo vamos a aceptar que son fenómenos “naturales”… que los
miles de muertos, los millones de personas sin hogar y las graves pérdidas
económicas son fruto de un destino inevitable, provocado por las meras
fuerzas de la naturaleza?
No se trata de desastres naturales: al destruir los bosques, desecar las zonas
húmedas o desestabilizar el clima –señalan los expertos- estamos atacando un
sistema ecológico que nos protege de tormentas, grandes sequías, huracanes
y otras calamidades. Con otras palabras, las acciones humanas guiadas por
intereses a corto plazo –contaminación, deforestación, destrucción de
humedales…- que están contribuyendo al cambio climático, son responsables
de la amplificación de los fenómenos extremos (Delibes y Delibes, 2005).
Centroamérica, por ejemplo, tiene las tasas mundiales de deforestación más
altas. Cada año la región pierde entre el 2 y el 4% de su superficie forestal. Sin
esa protección necesaria, el Mitch se llevó por delante las desnudas laderas,
puentes, casas, personas... Y el aumento de las inundaciones del Yangtze ha
sido paralelo a la deforestación de su cuenca. Lo mismo sucedió en Bangladesh
por la deforestación en la cuenca alta del Himalaya que causó la peor
inundación del siglo también en el verano del 98.
Reducción de Desastres
12
El cambio climático ejerce presiones adicionales por las consecuencias del
deshielo, lo que provocará –está provocando ya- condiciones de avalanchas y
desprendimiento de lodos y desechos. Pero los desastres del deshielo van
mucho más allá: el continente de la Antártida constituye el 10 por ciento de la
superficie emergida de la Tierra, la mayor parte de ella cubierta por una enorme
capa de hielo que si se fundiera haría ascender el nivel de los océanos cubriendo
las zonas costeras en las que concentra hoy la mayor parte de la población. Un
desastre, de consecuencias inimaginables, que ya ha empezado a anunciarse
con la desaparición de algunas islas del Índico.
Podríamos multiplicar los ejemplos que vinculan claramente el incremento
de los desastres con la actividad humana: baste referirse a la crisis de los
arrecifes de coral, que están perdiéndose por efecto directo de actividades
humanas que incluyen los vertidos de petróleo, de residuos, el desarrollo
costero, la colisión de barcos, la deforestación y los cultivos de tierra
adentro que ocasionan la descarga de sustancias dañinas, etc., amén de la
extracción del coral y la sobreexplotación pesquera. Se pierde así la
protección que estos arrecifes de coral ejercen de las tormentas, la erosión y las
inundaciones: los efectos de los recientes “tsunamis”, con centenares de miles
de muertos, han sido muy superiores debido a la degradación y destrucción
de las barreras coralinas.
Reducción de Desastres
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Otro ejemplo paradigmático de desastre erróneamente considerado natural
lo constituye la destrucción provocada por el terremoto de Haití en 2010:
un terremoto de magnitud 7.0 provoca decenas de miles de muertos y millones
de afectados… mientras que en Japón, en 2005, un terremoto de la misma
magnitud y próximo a una zona densamente poblada causó tan solo un muerto…
a causa de un infarto. Como señaló Miguel Ángel Herrero, director de
Intermón-Oxfam para Centroamérica y Caribe, el terremoto contó con la
enorme ayuda del dumping que obliga a los campesinos a abandonar sus
campos de arroz y desplazarse a la capital, donde se hacinan cientos de miles
de personas en viviendas precarias incapaces de resistir el menor temblor… “La
pobreza atrae al desastre”.
Reducción de Desastres
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De nuevo hemos de insistir en que no se trata de “desastres naturales”: al
destruir los bosques (Haití tiene una de las tasas de deforestación más
altas del planeta), desecar las zonas húmedas o desestabilizar el clima,
estamos atacando un sistema ecológico que nos protege de tormentas, grandes
sequías, huracanes y otras calamidades. Con otras palabras, las acciones
humanas guiadas por intereses a corto plazo, son responsables de la
amplificación de los fenómenos extremos. No se puede evitar un terremoto
pero si se puede hacer, y mucho, para reducir la vulnerabilidad (entendida como
la incapacidad de resistencia cuando se presenta un fenómeno
amenazante, o la incapacidad para reponerse después de que ha ocurrido
un desastre) de quienes viven en esa situación de alto riesgo.
Reducción de Desastres
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Necesidad de una estrategia internacional para la prevención y
reducción de desastres.
Consideraciones como estas llevaron a Naciones Unidas a instituir el Decenio
Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (1990-1999), con el
propósito de concienciar acerca de la importancia de las consecuencias de
todo tipo de desastres y la necesidad de su reducción. Así, entre otras
iniciativas, se puso en marcha el GOOS (Sistema Global de Observatorios
de los Océanos) para poder anticipar tsunamis y denunciar a los
transportistas de petróleo que lavan en alta mar los fondos de los tanques en
lugar de utilizar las instalaciones portuarias apropiadas. La experiencia
adquirida en dicho tiempo y el hecho de que en la década de los noventa se
observara un incremento significativo en la frecuencia, impacto y amplitud de
los desastres, impulsaron a considerar el papel esencial que juega la acción
humana y comprender la necesidad de la gestión del riesgo en la perspectiva
del Desarrollo Sostenible.
La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó por ello en 2004 la
Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres ISDR y en
2008 la Unión Europea puso en marcha el proyecto GAP (Guard, Anticipation
and Prediction) sobre las amenazas a la “salud global”, que une a los
desastres naturales los nucleares, grandes epidemias, catástrofes industriales
y terrorismo.
Reducción de Desastres
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En el año 2005 tuvo lugar en Japón la Conferencia Mundial sobre la Reducción
de los Desastres Naturales, en la que se aprobó un plan de acción decenal
para el periodo 2005-2015, se creó un sistema de alerta mundial contra los
riesgos y se adoptó la declaración de Hyogo que recomienda fomentar una
cultura de prevención de desastres, señalando los vínculos entre su reducción,
la mitigación de la pobreza y el Desarrollo Sostenible. No será posible, en
efecto, combatir el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos –
cuyos efectos devastadores acabaremos sufriendo todos- si ignoramos los
problemas medioambientales y las desigualdades sociales.
Resulta particularmente chocante que las consecuencias de estos desastres
dependan de inciertas ayudas humanitarias y que no exista un seguro mundial
contra las catástrofes (naturales o no), que ponga fin a la vergüenza que
supone la lentitud y precariedad de la ayuda internacional tras las / catástrofes,
mientras disponemos de costosísimos sistemas militares de intervención
ultrarrápida. La reciente creación de los “cascos verdes”, el cuerpo de
protección medio ambiental de la ONU que se despliega en tiempos de
conflicto y en situaciones post conflicto, para operaciones de limpieza y
reparación medio ambiental, podría y debería jugar también un papel más
importante en las situaciones de graves desastres ambientales, junto a un
nuevo cuerpo de “cascos rojos” de protección civil internacional, todavía
inexistente, pero cuya creación se reclama con creciente insistencia, para
organizar y coordinar los socorros a la población afectada por cualquier tipo de
desastre.
Reflexiones similares son aplicables a los grandes incendios y a los llamados
impropiamente “accidentes”, como señalábamos al principio, asociados a la
producción, transporte y almacenaje de materias peligrosas (radiactivas,
metales pesados, petróleo...): “accidente” es aquello que no forma parte de
la esencia o naturaleza de las cosas, mientras que los escapes de petróleo
durante su extracción, la ruptura de los oleoductos, las explosiones, las
“mareas negras”… son estadísticamente inevitables, dadas las condiciones en
que se realizan esas operaciones de extracción, transporte o almacenaje de los
recursos energéticos. Y, de hecho, se están produciendo continuamente en el
Ártico siberiano; o en Brasil, donde en julio del 2000 una mancha de crudo de
más de 20 km cubrió el río Iguazú, amenazando sus maravillosas cataratas. Es
también el caso del naufragio de los grandes petroleros, como el “Exxon
Valdez”, que naufragó en las costas de Alaska, o el “Prestige”, que se partió
frente a las costas gallegas.
Reducción de Desastres
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Vertidos como el provocado en 2010 por la plataforma de British Petroleum en
el Golfo de México no se pueden considerar accidentes: son catástrofes
anunciadas y ya habituales.
Cada año (¡desde 1958!) la Shell viene vertiendo 40 millones de petróleo en el
Delta del Niger. El equivalente a un Exxon Valdés anual durante más de 50
años.
En el Mediterráneo, un mar que agoniza, Repsol está provocando con sus
prospecciones petrolíferas vertidos que ha ocultado sistemáticamente y que
solo ahora han empezado a denunciarse. Las causas de estos vertidos, o de
los hundimientos en las minas, como el que mantuvo prisioneros durante
meses a decenas de trabajadores en Chile, o las de un larguísimo etcétera, son
siempre las mismas: ausencia de medidas de seguridad conocidas y
disponibles; medidas que no se adoptan, aun conociendo las consecuencias,
porque se antepone el beneficio a corto plazo. No son accidentes: son
catástrofes anunciadas…y aceptadas por poderes públicos y empresas
(que saben que las pérdidas provocadas por los “accidentes” serán
socializadas).
Y lo mismo puede decirse de la tragedia de Seveso, en 1976: se habló de un
fatal accidente, pero la enorme explosión era previsible por la gran cantidad de
dioxina almacenada procedente de la purificación de los compuestos que se
obtenían en una planta del norte de Italia.
No se trata, pues, de accidentes sino de “destrucciones anunciadas”,
perfectamente previsibles y cuya reducción exige la aplicación sistemática del
Principio de Precaución y que la búsqueda de mayores beneficios económicos
a corto plazo deje de primar sobre la seguridad de personas y ecosistemas.
Desde el accidente de Seveso, la Unión Europea introdujo unas “Normas
Seveso” que constituyen un estricto régimen de seguridad en las instalaciones
industriales peligrosas, pero que se aplican únicamente en Europa (Bovet et al.,
2008, pp. 28-29).
Un último e importante ejemplo: el Informe Especial del IPCC sobre la gestión
de los riesgos de fenómenos meteorológicos extremos y desastres para
mejorar la adaptación al cambio climático, de 2012, muestra la estrecha
relación entre el cambio climático y los fenómenos meteorológicos y climáticos
extremos, detallando los impactos de tales fenómenos y las estrategias para
gestionar los riesgos conexos.
Reducción de Desastres
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CONCLUCIÓN
En el trabajo monográfico de “Reducción de Desastres” he llegado a la
conclusión que todos somos participes directa o indirectamente de la
aparición de un desastre, seamos conscientes de lo que hacemos día a
día y no dañemos nuestro entorno, formemos un entorno seguro.
Lo más común en la sociedad es que somos espectadores de aquellos
desastres que no solo generan pérdidas económicas sino también
humanas.
Siempre van a existir desastres de cualquier tipo que intenten transgredir
nuestra tranquilidad. Y no solo eso, ahora el hombre genera sus propios
desastres. Debemos de concienciar acerca de la importancia de las
consecuencias de todo tipo de desastres y la necesidad de su reducción.
Reducción de Desastres
19
BIBLIOGRAFIA
ABRAMOVITZ, J. (1999). Desastres antinaturales, World·Watch, 9, 48-53.
BOVET, P., REKACEWICZ, P, SINAÏ, A. y VIDAL, A. (Eds.) (2008). Atlas
Medioambiental de Le Monde Diplomatique,
París: Cybermonde.
DELIBES, M. y DELIBES DE CASTRO, M. (2005). La Tierra herida. ¿Qué
mundo heredarán nuestros hijos?
Barcelona: Destino.
VILCHES, A. Y GIL, D. (2003). Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de
supervivencia.
Madrid: Cambridge University Presss. Capítulo 4.
Reducción de Desastres
20
WEBGRAFIA
http://tiempoyclimasv.blogspot.com/2013/11/15-anos-del-huracan-
mitch.html
http://www.absolut-china.com/china-teme-el-desbordamiento-del-rio-
yangtze/
http://planetafeliz.cl/2014/04/gran-barrera-de-coral-en-peligro-por-alza-
de-temperaturas-y-puerto-de-carbon/
http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Delibes
http://www.msf.es/gracias/accionhumanitaria.php - blockTimeline
https://www.youtube.com/watch?v=7rLqROGmM2Q
http://www.viajesyturistas.com/kiribati-y-tuvalu-dos-paraisos-en-peligro/
Reducción de Desastres
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ANEXOS
El deshielo de la Antártida
El llamado Continente Blanco llegó a un nivel donde el deshielo de sus
glaciares no puede detenerse, según los últimos estudios científicos.
Estas serían las consecuencias de su derretimiento.
1
Reducción de Desastres
22
Un Mapa del Mundo que revela Zonas Calientes de Desastres Naturales
2
Reducción de Desastres
23
El mapa y la infografía fue desarrollado por Michael Ann Dobbs y Stephanie
Fox, y la misma muestra con útiles referencias geo localizadas regiones donde
existe riesgo potencial de desastres de cinco categorías: volcanes, tsunamis,
terremotos, tormentas o accidentes químicos. Así, el mapa referencia la
existencia de un elemento potencialmente destructivo y lo relaciona con sus
zonas circundantes.
Además, abajo en la infografía, vemos dos mapas más. Uno señala las
regiones costeras proclives a catástrofes naturales, mientras que el otro
destaca el potencial destructivo de los océanos en su totalidad.
¿Quiere saber dónde deberías vivir si usted espera evitar el siguiente terremoto
catastrófico, la inundación, el megavolcán, o la tormenta? Consulte al mapa de
desastres de las zonas calientes del mundo.
Fuente: http://io9.com/