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LOS SALMOS DE VENGANZAS “Dios nuestro terapeuta” Cuando leemos textos bíblicos como el salmo 147 (v. 8 Hija de Babilonia, la desolada, bienaventurado el que te dé el pago de lo que tú nos hiciste. v. 9 ¡Dichoso el que tome tus niños y los estrelle contra la peña!) regularmente nos preguntas si el mismo Dios de amor que vemos en el Nuevo Testamento inspiró dichos expresiones en las cuales reflejan tanto deseo de venganza; otras veces llegamos a preguntarnos si esos textos son realmente Palabra de Dios o simplemente palabras humanas. Teniendo en cuenta las anteriores inquietudes, deseo reflexionar sobre los salmos imprecatorios y tratar de ver en ellos la naturaleza humana, expresando esta todas sus emociones, aun con sus deseos de venganza y a Dios como ese terapeuta al cual podemos expresar todos estos deseos, sean malos o buenos. Considero que es aquí donde se encuentra la requisa de los salmos, ya que en ellos podemos ver un ser humano que se presenta a Dios con todas sus cargas (aun emocionales) y encontrar respuestas. Solo así es que podemos vernos nosotros identificados con el pueblo de Israel. Según Brueggeman los salmos imprecatorios deben entenderse como una manera en que el pueblo de Israel expresó y descargó todo su deseo de venganza en Dios, el cual puede hacerse cargo de la situación de injusticia que estaba viviendo. Estos salmos, en palabras de Gordon Fee “guían y canalizan verbalmente nuestro enojo a través de Dios, antes que contra alguna otra persona, en palabras o actos” 1 . Es aquí donde, personalmente cobran valor estos salmos, ya que nos ayudan a canalizar nuestra sed de venganza, nuestro enojo y pensamientos malos, expresarlos a Dios y descargarnos en él, antes de convertir en acción este deseo. 1 FEE, Gordón y STUART, Douglas. Lectura Eficaz de la Biblia. Miami, Florida: Editorial Vida, 1995. Pag. 179

Reflexion Salmos Imprecatorios Anaya Deybis

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LOS SALMOS DE VENGANZAS“Dios nuestro terapeuta”

Cuando leemos textos bíblicos como el salmo 147 (v. 8 Hija de Babilonia, la desolada, bienaventurado el que te dé el pago de lo que tú nos hiciste. v. 9 ¡Dichoso el que tome tus niños y los estrelle contra la peña!) regularmente nos preguntas si el mismo Dios de amor que vemos en el Nuevo Testamento inspiró dichos expresiones en las cuales reflejan tanto deseo de venganza; otras veces llegamos a preguntarnos si esos textos son realmente Palabra de Dios o simplemente palabras humanas. Teniendo en cuenta las anteriores inquietudes, deseo reflexionar sobre los salmos imprecatorios y tratar de ver en ellos la naturaleza humana, expresando esta todas sus emociones, aun con sus deseos de venganza y a Dios como ese terapeuta al cual podemos expresar todos estos deseos, sean malos o buenos. Considero que es aquí donde se encuentra la requisa de los salmos, ya que en ellos podemos ver un ser humano que se presenta a Dios con todas sus cargas (aun emocionales) y encontrar respuestas. Solo así es que podemos vernos nosotros identificados con el pueblo de Israel.

Según Brueggeman los salmos imprecatorios deben entenderse como una manera en que el pueblo de Israel expresó y descargó todo su deseo de venganza en Dios, el cual puede hacerse cargo de la situación de injusticia que estaba viviendo.

Estos salmos, en palabras de Gordon Fee “guían y canalizan verbalmente nuestro enojo a través de Dios, antes que contra alguna otra persona, en palabras o actos”1. Es aquí donde, personalmente cobran valor estos salmos, ya que nos ayudan a canalizar nuestra sed de venganza, nuestro enojo y pensamientos malos, expresarlos a Dios y descargarnos en él, antes de convertir en acción este deseo.

Los salmos a nivel general tienen tres beneficios2, los cuales fueron valorados por la iglesia del primer siglo. El primero es que los salmos en la iglesia primitiva servían como guía en la adoración. Segundo, los salmos nos nuestra que podemos tener una relación intima, personal y sincera con Dios. Es decir, podemos acercarnos a él y expresar nuestra deseo de venganza y colocar la situación que nos aquella en sus manos. El tercero es que los salmos nos nuestra la importancia de reflexionar sobre lo que Dios ha hecho en nuestra vida. Por último tenemos que decir que los salmos imprecatorios nos enseñan que Dios es nuestra mejor terapeuta, y así como el pueblo de Israel acudió a él para descargar todas sus emociones, nosotros también podemos acercarnos a Dios contarle todo lo que nos sucede y lo que sentimos.

1 FEE, Gordón y STUART, Douglas. Lectura Eficaz de la Biblia. Miami, Florida: Editorial Vida, 1995. Pag. 179 2 Tomados de: FEE, Gordon. Pag. 182