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Octubre de 2015 · Co-Respondencia Nro. 260 1 REFLEXIONES ALREDEDOR DE LAS HUMANIDADES EN EL PAÍS CONTENIDO Declaración ……………………………………………………….……………..… 2 Asociación de Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales ¿El fin de las humanidades? ……………………………………………..… 4 Pablo Correa y Steven Navarrete Cardona ¡Vivan las humanidades! …………………………………………………..… 8 Santiago Montenegro Cero en sociales y humanidades ……………………………………….… 9 Juan José García Posada Junta Directiva Jaime Rafael Nieto López Presidente José William Cornejo Ochoa Vicepresidente Jorge Aristizábal Ossa Secretario José Joaquín García García Tesorero Marco Antonio Vélez Vélez María Cecilia Plested Álvarez Lucía Stella Tamayo Acevedo Carlos Arturo Morales V. Efraín Oviedo Regino Rafael Darío Aguilar Aguilar Luis Javier Castro Narajo Edwin García Quintero Ángela Chaverra Brand Juan Esteban Pérez Montes Vocales Sara Castro Gutiérrez Comunicadora Responsabilidad: Cada autor es responsable de sus ideas y no compromete a Asoprudea. Se pueden reproducir los artículos si se cita la fuente. Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia Octubre de 2015 Nro. 260

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REFLEXIONES

ALREDEDOR DE LAS HUMANIDADES EN EL PAÍS

CONTENIDO Declaración ……………………………………………………….……………..… 2 Asociación de Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales ¿El fin de las humanidades? ……………………………………………..… 4 Pablo Correa y Steven Navarrete Cardona ¡Vivan las humanidades! …………………………………………………..… 8 Santiago Montenegro Cero en sociales y humanidades ……………………………………….… 9 Juan José García Posada

Junta Directiva Jaime Rafael Nieto López

Presidente

José William Cornejo Ochoa Vicepresidente

Jorge Aristizábal Ossa Secretario

José Joaquín García García Tesorero

Marco Antonio Vélez Vélez María Cecilia Plested Álvarez Lucía Stella Tamayo Acevedo

Carlos Arturo Morales V. Efraín Oviedo Regino

Rafael Darío Aguilar Aguilar Luis Javier Castro Narajo Edwin García Quintero Ángela Chaverra Brand

Juan Esteban Pérez Montes Vocales

Sara Castro Gutiérrez

Comunicadora

Responsabilidad: Cada autor es responsable de sus

ideas y no compromete a Asoprudea. Se pueden reproducir los artículos si

se cita la fuente.

Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia

Octubre de 2015 Nro. 260

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DECLARACIÓN DE LA ASOCIACIÓN DE FACULTADES DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

2 de octubre de 2015

Universidad del Valle, Cali. Las decanas y los decanos de las Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales de universidades públicas, reunidos el 2 de octubre de 2015 en la Universidad del Valle (Cali), manifestamos el propósito de crear la Asociación de Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales con el propósito central de defender y ampliar el papel de nuestros saberes en la universidad colombiana y en la realidad nacional, con una proyección internacional. La asociación jugará el papel de representación de la comunidad académica de las humanidades y las ciencias sociales, respondiendo a la carencia de un organismo que sea reconocido como interlocutor válido que permita responder a la urgencia de generar un programa nacional, con proyección internacional, en humanidades y ciencias sociales y generar espacios de reflexión, discusión, concertación y definición de políticas públicas con el estado, para el desarrollo de las humanidades y las ciencias sociales. En este marco, manifestamos nuestra preocupación, rechazo y diferencias críticas por la política pública en los siguientes puntos. 1) La ley de ciencia y tecnología vigente y el papel que juega COLCIENCIAS en su gestión,

centrada en una visión productivista del conocimiento y de la investigación. 2) Nos oponemos al modelo de medición de COLCIENCIAS de grupos de investigación,

investigadores y revistas, desarrollado desde una perspectiva instrumentalista del conocimiento y la investigación, que más que incentivar y estimular al investigador, lo que hace es distraerlo de su verdadero quehacer. Un modelo en el que, por ejemplo, el valor investigativo y académico del libro ha sido disminuido en su jerarquía e importancia.

3) Nos preocupa la desfinanciación de la investigación por parte de COLCIENCIAS en todos los

saberes, pero de manera especial en las humanidades y las ciencias sociales, que ha sido una constante, pero que en los últimos años se ha agudizado.

4) En razón de esto, solicitamos a COLCIENCIAS que no haga la convocatoria de medición de

grupos e investigadores el próximo 15 de octubre y que, por el contrario, acoja la propuesta y los criterios de las universidades reunidas en el Segundo Encuentro “Cultura e investigación: Estados del arte”, organizado por la Facultad de Ciencias Humanas y Artes, de la Universidad del Tolima, los días 8, 9 y 10 de octubre próximo, en Ibagué.

5) Ante la situación crítica del sistema nacional de ciencia y tecnología, la deslegitimidad de la ley

y las normas que lo rigen, los problemas que aquejan a COLCIENCIAS en la gestión de sus políticas y ante la necesidad de una nueva política pública en ciencia y en tecnología, estamos proponiendo la elaboración de una nueva Ley de Ciencias, Saberes y Tecnologías, en la que se reordenen las funciones y el papel de COLCIENCIAS en el fomento de la investigación en torno a estas actividades. Esta nueva ley reconocerá la autonomía de la universidad y tanto su construcción como su ejecución se concertarán entre COLCIENCIAS y las Universidades.

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6) En cuanto a las políticas del Ministerio de Educación Nacional, pedimos a la Señora Ministra de Educación, Gina Parody, que en relación con el Proyecto de resolución por la cual se establecen las características específicas de calidad de los programas de licenciatura en el marco de las condiciones de calidad para obtener el registro calificado, acoja la clamorosa exigencia de construir una mesa nacional para discutir y concertar este tema y que haya respeto por la autonomía universitaria, que se ha desconocido por completo.

7) Manifestamos, además, nuestra sorpresa, preocupación y rechazo por el nuevo modelo MIDE,

Modelo de Indicadores del Desempeño de la Educación y consideramos que debe ser discutido y concertado con las universidades, pues este también lesiona la autonomía universitaria.

Finalmente, en esta reunión estamos convocando al Segundo Encuentro “Cultura e investigación: Estados del arte”, organizado por Facultad de Ciencias Humanas y Artes de la Universidad del Tolima, los días 8, 9 y 10 de octubre próximo, en Ibagué, en el que haremos pública esta declaración. También estamos invitando a la reunión del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), del 9 al 13 de noviembre en Medellín, en el que también presentaremos esta declaración, buscando el apoyo de la comunidad latinoamericana. Por último, la asociación ha propuesto, como una actividad clave, la realización periódica de encuentros, de modo que convocamos para el próximo año, en el mes de marzo o abril, al Encuentro de Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales, que se realizará en la Universidad del Valle (Cali), para lo cual se ha conformado un comité organizador con representación de las Facultades presentes en esta reunión. Firman esta declaración: Gabriel Gallego Montes - Decano Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Caldas. Orlando Londoño Betancourth - Decano Facultad de Artes y Humanidades, Universidad de Caldas. Juan Humberto Gallego Ramos - Decano Facultad de Bellas Artes y Humanidades, Universidad Tecnológica de Pereira. Alfonso Torres Carrillo - Decano Facultad de Humanidades, Universidad Pedagógica Nacional. Carlos Mario Lozano Medina - Decano Facultad de Humanidades, Universidad del Magdalena. Ricardo Sánchez Ángel - Decano Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. Rosy Eugenia Reyes Pinilla - Decana Facultad de Artes y Humanidades, Universidad de Pamplona. Yobenj Aucardo Chicangana Bayona Decano Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Universidad Nacional, sede Medellín. Gloria Patricia Pelaéz Jaramillo - Decana Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Antioquia. Gabriel Jaime Vélez Cuartas - Jefe Centro de Investigación - Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Antioquia. Luís Carlos Castillo - Decano Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Universidad del Valle. Gladys Stella López Jiménez - Decana Facultad de Humanidades, Universidad del Valle.

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¿EL FIN DE LAS HUMANIDADES? El debate que sacude a las universidades colombianas

Pablo Correa y Steven Navarrete Cardona

El Espectador, Bogotá. 10 de octubre de 2015

De los 189 programas de doctorado que concursaron para recibir becas de Colciencias que permitan financiar a sus estudiantes, sólo 40 pasaron la evaluación preliminar. Ninguno corresponde a ciencias humanas. ¿Está Colombia apostando por un modelo donde abogados, educadores, sociólogos y psicólogos les ceden el liderazgo a biólogos, químicos, ingenieros y físicos?

El pasado 2 de octubre se reunieron en la Universidad del Valle decanos de varias facultades de humanidades y ciencias sociales del país. El asunto a discutir era: cómo hacer frente a unas políticas educativas que parecen estar acorralándolos. En la última convocatoria de Colciencias, por ejemplo, a la que todos se refieren como la “727” y con la que se pretende elegir los programas de doctorado que recibirán becas para financiar sus estudiantes, no clasificó ni uno solo de los programas relacionados con humanidades de todo Colombia. Después de varias horas de debate, y conscientes de que el camino será culebrero, los decanos de las facultades que agrupan carreras como psicología, antropología, filosofía, economía y sociología decidieron crear la Asociación de Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales. En siete puntos resumieron sus desacuerdos con el Gobierno. Los primeros cinco son dardos directos a Colciencias. Los dos restantes van al Ministerio de Educación. Los decanos creen que el país está dando un giro en sus políticas educativas de ciencia y tecnología, para favorecer unas áreas de conocimiento y restarles importancia a otras. “Es una visión productivista del conocimiento y de la investigación”, se quejaron los doce decanos que

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firman la carta, entre los que figuran académicos de la Universidad Nacional, Univalle, Unimagdalena, U. de Caldas, U. Tecnológica de Pereira y U. de Antioquia. Eso por el lado de las universidades públicas, porque entre las privadas el alboroto por las recientes decisiones de Colciencias no es menor. Correos van y vienen entre profesores y decanos de universidades como los Andes, Javeriana, Rosario y Externado. Si no logran convencer a las directivas de Colciencias de que hay fallas en la “convocatoria 727”, estarán en problemas. De los 189 programas de doctorado del país que se presentaron, sólo 40 pasaron la evaluación que realizaron 23 académicos internacionales. Todos los “elegidos preliminares” corresponden a áreas como matemáticas, química, ingenierías, ciencias biomédicas y ciencias biológicas. No haber clasificado significa que tendrán que buscar dinero para financiar a sus estudiantes en otro lugar. “Vamos a revisar el tema y mandar solicitud de reclasificación, pero tengo pocas esperanzas. Pensaremos soluciones para proponerles”, escribió una decana de la Universidad de los Andes a sus profesores. “Sí hay una política” La Convocatoria 727 es la más grande que ofrece Colciencias para financiar doctorados en Colombia. En el país existen 330 programas de doctorado. Unos 3.500 estudiantes ya están matriculados en ellos. La “727” ofrece becas por 240 millones de pesos para cubrir los gastos de cada estudiante. En total estarán disponibles 700 becas. La mala noticia para los humanistas colombianos coincidió con una polémica similar que se desarrolla en las universidades japonesas luego de que el ministro de Educación japonés pidiera a 60 universidades cerrar carreras de ciencias sociales y abrir “áreas que respondan mejor a necesidades de la sociedad”. ¿Está Colombia apostando por un modelo de desarrollo en el que las ciencias humanas pasen a un segundo plano y las ciencias básicas e ingenierías asuman el liderazgo? “Sí hay una política. No es velada. Es explícita. Está en los criterios de evaluación de la convocatoria. Ahí declaramos que el 70 % de las becas irían para ciencias básicas e ingenierías y 30 % para otras disciplinas”, es lo primero que aclara Alejandro Olaya, subdirector de Colciencias. Pero eso no significa, insiste, en que no serán flexibles en la revisión de los reclamos de las universidades. Para Olaya, este es un asunto que exige una “lectura cuidadosa”. Por un lado, argumenta, está la autonomía universitaria para crear los programas que ellas crean que el país necesita. Por otro, argumenta, al gobierno le corresponde priorizar la investigación científica, crear instrumentos para romper asimetrías en los mercados y apoyar programas que son necesarios pero menos atractivos para los estudiantes, como química, matemáticas o física. “En la primera evaluación no está ningún programa de ciencias humanas. Eso es verdad. Y hay que decirlo. Para nosotros es más un llamado para que las universidades revisen la producción en esas áreas, el trabajo de los investigadores. Lo único que buscamos en Colciencias es que los recursos públicos se entreguen a los programas de mejor desempeño”, apunta Olaya. Lo que dicen los números Carolina Rivera, investigadora del Observatorio de Ciencia y Tecnología, aclara un punto en este debate. En los últimos años los programas de doctorado comenzaron a concentrarse en ciencias

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humanas. “Hay una asimetría”, dice, y respalda su argumento con cifras. En Colombia existen 82 programas de doctorado en ciencias humanas, frente a 46 en ciencias naturales y exactas y 44 en ingeniería. Rivera dice que a partir de 2009 las universidades comenzaron a abrir más programas y el énfasis se puso en humanidades. Uno de los factores que explicarían este crecimiento es que, ante la presión de fortalecer el máximo nivel de formación, apostaron por los más fáciles de crear y los que exigen menos recursos de inversión. “No se trata de decir que unas áreas son mejores que otras –plantea Rivera–, desde literatura académica y sistemas de países industrializados sí hay evidencia de que áreas como ingenierías y ciencias básicas tienen mayor potencial de fortalecer el crecimiento económico. Las ciencias sociales actúan por lo general sobre problemas más locales. Es más rentable trabajar en energías alternativas que en mecanismos de diálogo en una vereda de un municipio recóndito”. Alejandro Venegas, quien dirigió por varios años el Observatorio Laboral del Ministerio de Educación, afirma que el debate que ha provocado la convocatoria de Colciencias no debería sorprender a los colombianos, “esa no es una política de ahora. Hace rato se ha tratado de dirigir los doctorados hacia esas áreas. En las convocatorias priman las áreas que puedan impactar los sectores de la economía”. Y añade un elemento al debate. Cree que es hora de cambiar la lógica de los doctorados en Colombia. “La filosofía de la gente es que los doctores se vayan a la academia, cuando los doctores deben estar en departamentos de innovación y desarrollo de las empresas”. Las humanidades se defienden Ricardo Sánchez, decano de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, tiene una respuesta para los argumentos económicos: “Vivimos una hora muy mala de crisis, de autoritarismos contra las ciencias humanas, pero no es algo que decidieron hacerlo actualmente, sino que lo han venido aplicando de hace tiempo y que se conecta con todas las transformaciones reverdecidas en el mundo de la imposición de un pensamiento único, de la predominancia de saberes tecnológicos sobre saberes científicos y críticos, cuya expresión máxima y grotesca es la del ministro de Educación de Japón”. Sánchez, representando la voz de algunos de sus colegas, cree que es necesario “plantear una nueva ley de ciencias (en plural), saberes en plural y tecnologías en plural para un sistema nacional, que reestructure la función de Colciencias y que articule este organismo con las universidades”. Sánchez aprovecha la pregunta sobre la convocatoria 727 para apuntar los reflectores hacia la política de Colciencias: “tienen una visión y definición de ciencia que es productivista y que ahora se llama innovación. Todos los saberes deben ser innovadores para la producción. Lo que el ministro japonés reclama se haga de manera total uniformada. Y toda la política de Colciencias es a espaldas de la universidad”. Hernán Jaramillo, asesor de la Universidad del Rosario en ciencia y tecnología y ex decano de Economía, coincide con esta visión. Cree que la convocatoria 727 hace evidente una “inconsistencia entre las políticas del Ministerio de Educación, que impulsa programas en ciencias sociales pero luego Colciencias no los reconoce en su convocatoria”. Para Jaramillo, el Gobierno no debería privilegiar áreas de conocimiento, sino destinar los recursos sobre un criterio de calidad, apoyar a los mejores. Y añade: “lo peor que le puede pasar al país es la inconsistencia en política pública. Mañana se le ocurre a alguien decir que la física no

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es importante. Esto muestra el riesgo de decidir burocráticamente que es lo pertinente para un país”. El antropólogo Marc Augé, director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París –de la que también fue rector–, a propósito del debate colombiano comentó a El Espectador que “la finalidad de las ciencias sociales no es necesariamente hoy, una intervención inmediata, pero si resultan en una apuesta por entender todo lo que está en juego en lo que llamamos crisis, en todas las acepciones de la palabra. Sin este esfuerzo intelectual, el futuro nos escapara”. Entretanto, Arturo Escobar, ingeniero químico de la Universidad del Valle y profesor distinguido en la Universidad de Carolina del Norte, quien ha enfocado su carrera académica hacia las ciencias sociales, considera que “Colombia, como tantos otros países del planeta, enfrenta un conjunto de situaciones muy dramáticas. Estos problemas, mucho más que problemas científicos y técnicos, son problemas sociales, culturales, y del imaginario de país y sociedad que queremos”. En esa lógica añade que “sería por demás ingenuo pensar que solo los llamados ‘expertos’ de las ciencias duras y económicas tienen la respuesta a las inusitadas preguntas y situaciones del posacuerdo”. ¿Y el posconflicto? El debate se complica si se firma la paz y Colombia entra a una etapa de posconflicto. De hecho, quien entre a la página virtual de Colciencias lo primero que encontrará es una frase que dice “Colciencias será protagonista en la era del posconflicto y de la paz”. Al respecto, Saskia Sassen, profesora de Columbia University, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2013, comentó que “las ciencias sociales son importantes, especialmente cuando hay inestabilidades en las formaciones sociales, cuando una sociedad y su economía están en transición a nuevos escenarios, como se puede apreciar en la actualidad”. A lo que Yuri Jack Gómez, coordinador de la Maestría en Estudios Sociales de la Ciencia en la U. Nacional, añade que “la importancia de las ciencias humanas para cualquier sociedad es su valor como matriz de conservación y de reproducción cultural con base en las cuales construir una sociedad más tolerante y democrática”. El debate apenas comienza. Hay argumentos fuertes en ambos lados de la mesa. Tomado de: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/el-fin-de-humanidades-articulo-591959 Este artículo se refiere a la convocatoria de Colciencias para el apoyo a los programas de doctorado, Convocatoria 727 de 2015. Para consultar los resultados preliminares: http://www.colciencias.gov.co/sites/default/files/upload/documents/banco_preliminar_de_programas_elegibles_para_becarios_doctorales_colciencias_consulta_1.pdf

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¡VIVAN LAS HUMANIDADES! En muchas partes existe una tendencia contra la enseñanza de las humanidades

Santiago Montenegro

El Espectador, Bogotá. 11 de octubre de 2015 En España, la última reforma del bachillerato, LOMCE, ha establecido que historia de la filosofía pase de obligatoria a optativa. En América Latina, analistas, como Andrés Oppenheimer, han argumentado que estamos preparando demasiados humanistas y afirman que, para crecer, lo que necesitamos es mas MBAs, matemáticos o ingenieros. Esta es una posición equivocada por varias razones. Primero, porque las humanidades nos enseñan a pensar críticamente, y en el pensamiento crítico es que se sustenta la calidad de la democracia. Segundo, porque el pensamiento crítico presupone a seres humanos autónomos con la capacidad de enfrentar y adoptar posiciones frente a dilemas éticos, que siempre se presentarán a lo largo de nuestras vidas. Tercero, porque necesitamos más, no menos, humanidades, también para que nuestro producto interno bruto pueda crecer a tasas más altas. Porque muchos de quienes argumentan reducir o acabar el estudio de las humanidades no han entendido que un mayor crecimiento pasa, necesariamente, por una mayor capacidad de innovación de los países. Y, ¿qué es la innovación? Son ideas frescas que generan productos, procesos y servicios novedosos, nuevos métodos de administración, nuevos diseños e inventos que generan ganancias para las empresas, las industrias, regiones y países. Y, como lo he aprendido de los grandes gurús de la innovación —y lo he ya planteado en columnas anteriores— no hay recetas listas para enseñar a innovar, pero sí es posible crear condiciones en las cuales es más probable que la innovación florezca. La innovación tiende a florecer en ambientes que estimulan la libertad individual, la creatividad y la crítica constructiva, donde es posible desafiar constructivamente las restricciones y la autoridad, en ambientes donde las personas puedan ignorar convenciones y tradiciones sin miedo a ser castigados y reprimidos; donde la mezcla de ideas, culturas y gente sea permitida y estimulada; y en ambientes abiertos al mundo de las ideas y al mundo físico. En pocas palabras, la innovación requiere de la interacción de muchas personas, no sólo bien instruidas en gerencia, matemáticas e ingeniería, sino con excelente expresión oral y escrita, capaces de trabajar en grupo, tolerantes y abiertos a las ideas de otros, y que sepan escuchar argumentos y aceptar la crítica. Así, la innovación, como todo proceso de conocimiento, es parecida a la creación artística y requiere también de personas sensibles, soñadoras y con formación integral. Para eso también necesitamos humanistas, historiadores, sociólogos, filósofos y literatos. Y esto es, precisamente, lo que han aprendido y practicado los grandes líderes empresariales del mundo. En sus centros de investigación alrededor del mundo, Google, Microsoft y otros gigantes tecnológicos, han reunido a sus MBAs, matemáticos e ingenieros con sociólogos, antropólogos, historiadores y filósofos para que interactúan unos con otros. Así, más que expertos seguros de sí mismos y que ya lo saben todo, las empresas triunfadoras han entendido que lo que necesitan son profesionales abiertos, tolerantes y que entiendan el entorno y la variabilidad del mundo. Para estas razones, necesitamos no sólo entender bien la innovación, sino defender la enseñanza de las humanidades en nuestros colegios y universidades.

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En pocas palabras, necesitamos las humanidades, no sólo para preparar mejores seres humanos, sino para tener más y mejores empresas y para poder crecer más. Tomado de: http://www.elespectador.com/opinion/vivan-humanidades

CERO EN SOCIALES Y HUMANIDADES

Juan José García Posada El Colombiano, Medellín. 12 de octubre de 2015

La discusión que está notándose en el entorno universitario sobre la minimización de sociales y humanidades me parece demasiado tardía. Desde hace tiempos son saberes marginales de los programas educativos. Se ha concluido que no contribuyen al mejoramiento del Producto Interno Bruto. El argumento de la elevación de la calidad de vida no es demostrable mediante indicadores evaluables. Ni la historia, ni la filosofía, ni la pedagogía, ni la comunicación permiten obtener patentes internacionales. Las publicaciones de tales áreas se descalifican como entretenimientos tan superfluos como la novela y la poesía. No causan visibilidad. Si Colciencias reincide en su visión disparatada y privilegia las ciencias puras y exactas (es obvio que son importantísimas, no lo niego) y descarta las del espíritu (como está debatiéndose en el caso de la clasificación de doctorados), no es porque acepte el criterio de Lacan cuando las señalaba como conjeturales, sino porque se mantiene consecuente con la antigua tradición de un país que les ha rendido culto a la ignorancia (el quinto jinete apocalíptico), a la malicia y la mala fe y al pensar y proceder torticeros como patrones institucionales y ha mandado la cultura al sanalejo de las dedicaciones ociosas que no causan utilidades ni dividendos. Aquí, donde no se respeta la educación, porque, por ejemplo, se aprueban cantinas cerca de colegios y universidades, es demasiado esperar que las reflexiones humanas y sociales merezcan siquiera mínimo puntaje en los ránquines oficiales y en la repartición de becas para estudiantes. Si de ciertos funcionarios gubernamentales y educativos dependiera, ya mismo imitarían la recomendación del ministro japonés de asuntos educativos y mandarían cerrar las escuelas y facultades de sociales y humanidades, porque representarían un lastre incosteable cuando de lo que se trata es de garantizar que el ánimo de lucro sea exitoso. Nunca los tecnócratas admitirán que en la educación de cualquier nivel se defienda la primacía del humanismo. Lo utilizarán apenas como un adorno semántico para decorar los anuncios publicitarios. Para ellos, el estudiante, el profesor, el egresado, seguirán siendo simples clientes de “nuestra marca”. Y no dejarán de preguntar: ¿Cuánto dinero ha producido la idea de la libertad? ¿Ha tenido utilidad práctica y concreta el valor de la paz? ¿Ha producido resultados medibles el concepto de justicia? ¿Los ensayos acerca de la tolerancia le han generado beneficios económicos a la sociedad? Martha Nussbaum ha predicado en el desierto al defender el cultivo de la humanidad. Pierre Hadot parece un estulto al enfatizar en la utilidad de “lo inútil” en nuestro tiempo. Y no nos engañemos: En este país las ciencias acreditables como útiles no han recibido el justo respaldo estatal y los programas de sociales y humanidades no han pasado de cero en calificación. Tomado de: http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/cero-en-sociales-y-humanidades-CL2863756