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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA. - Miraton - [email protected] Pereira -Colombia 2011 http://www.utp.edu.co/educacion/raton/ 1 REFLEXIONES EN TORNO A LA RELACIÓN ENTRE LENGUAJE, FILOSOFÍA Y LITERATURA 1 Docente: LEANDRO ARBEY GIRALDO HENAO 2 [email protected] Licenciatura en Español y Literatura Universidad Tecnológica de Pereira. “De paraje en paraje irían los vagabundos; de abrazo en abrazo, las vagabundas; de sentido en sentido, las palabras.” Julián Serna Arango 1. Introducción En el presente escrito examinamos la relación entre lenguaje, filosofía y literatura fundamentados en las reflexiones realizadas por el maestro Julián Serna Arango en su libro: Ontologías alternativas. “Aperturas de mundo desde el giro lingüístico”. A su vez, a partir de la reflexión teórica y/o la sospecha que tuviera lugar en pensadores como Wittgenstein, 1 El presente artículo hace parte del compendio teórico, reflexivo y crítico que se hace en el libro: Antología inicial: Estudios sobre la forma y el sentido del discurso cotidiano, científico y literario: Categorías conceptuales y aplicaciones a corpora orales y escritos en ámbitos socio-educativos (S.P.I), cuya culminación está en proceso. 2 Profesor de tiempo completo: Área de ciencias del Lenguaje. Universidad Tecnológica de Pereira. Facultad de Educación. Magister en Lingüística. (U.T.P). Licenciado en Educación Español y comunicación audiovisual. (U.T.P). [email protected]

REFLEXIONES EN TORNO A LA RELACIÓN ENTRE … · FILOSOFÍA Y LITERATURA 1 ... ella a través de la lengua indoeuropea y en ella hay muchas categorías de pensamiento ... también

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REFLEXIONES EN TORNO A LA RELACIÓN ENTRE LENGUAJE, FILOSOFÍA Y LITERATURA 1

Docente: LEANDRO ARBEY GIRALDO HENAO2

[email protected] Licenciatura en Español y Literatura Universidad Tecnológica de Pereira.

“De paraje en paraje irían los vagabundos; de abrazo en abrazo, las vagabundas; de sentido en sentido, las palabras.” Julián Serna Arango

1. Introducción

En el presente escrito examinamos la relación entre lenguaje, filosofía y

literatura fundamentados en las reflexiones realizadas por el maestro

Julián Serna Arango en su libro: Ontologías alternativas. “Aperturas de

mundo desde el giro lingüístico”. A su vez, a partir de la reflexión teórica

y/o la sospecha que tuviera lugar en pensadores como Wittgenstein,

1 El presente artículo hace parte del compendio teórico, reflexivo y crítico que se hace en el

libro: Antología inicial: Estudios sobre la forma y el sentido del discurso cotidiano, científico y literario: Categorías conceptuales y aplicaciones a corpora orales y escritos en ámbitos socio-educativos (S.P.I), cuya culminación está en proceso. 2 Profesor de tiempo completo: Área de ciencias del Lenguaje. Universidad Tecnológica de

Pereira. Facultad de Educación. Magister en Lingüística. (U.T.P). Licenciado en Educación Español y comunicación audiovisual. (U.T.P). [email protected]

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Austin, Heidegger, Derrida y Nietzsche. Lo que contribuyera para que el

mundo abriera en múltiples direcciones y para entender el mismo mundo,

su léxico y su gramática. Aquello que nos percatara del giro lingüístico

que registrara la filosofía y nos sensibilizara en cuanto a la no neutralidad

del lenguaje, a la diversidad de léxicos y hábitos lingüísticos. En

particular, se trata de provocar sobre la idea de entender dicha triada de

discursos que entre sí dialogan, cuando no se configuran; de entender

que la verdad eterna sobre el mundo, sobre el tiempo y el espacio, sobre

Dios y la gramática, no es más que un tigre de papel; pues menos

ingenuos con extrañeza y ánimo, nos damos cuenta que no hace daño.

Que ha sido descubierta y que la filosofía tiene en ello gran culpabilidad

brillante, cuando no total. Por ello se sostiene que la filosofía en tal

sentido, contribuye para pensar que no hay verdades absolutas sino

relativas. Que no habitamos la Edad del uno. Que no hay Lingüística sino

lingüísticas, que no existen hechos, sino interpretaciones, como

planteara Nietzsche; que no existen definiciones sino usos, como lo

sospechara Wittgenstein, pues, nos damos cuenta con tal destape

mental, que lo alienante ha pasado y que sin duda es necesario

interpretar, provocar; ya con la ambigüedad, ya con la metáfora.

1. La reflexión filosófica para personas que se ocupan del lenguaje

Si consideramos que el lenguaje como arquetipo constructor de

cualquier episteme se inserta con ínfulas determinantes en cualquier

ciencia humana, entre ellas la filosofía, tendremos que asumir, también,

que aquél en su dinamismo construye los discursos, cuando no al

hombre.

Al ocuparnos del lenguaje, nos ocupamos del ser humano con todas sus

implicaturas y todas sus desventuras. Entre éstas, la desventura de

constituir en gran medida la cárcel de la lengua, pues indisoluble

cohabitamos con ella en un mundo que lingüísticamente nos agobia. En

tal sentido, lo que uno sabe de uno es la lengua, en tanto estamos

construidos, matizados, modelados por ella. De ahí que al estudiarla se

estudia al hombre en sí mismo.

Por ello al reflexionar desde la filosofía sobre asuntos lingüísticos,

encontramos que sin duda el trabajo de la filosofía no escapa a la

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mediación de signos para asir el mundo del que discurre y para

configurarse en sí misma como discurso; por esto nuestro acuerdo con

Aubenque Pierre Lucien , citado por Serna en Ontologías alternativas

(p.31) cuando refiere: “[…] la filosofía está vinculada a la lengua en la cual

se expresa, lo que no es el caso, por ejemplo, de la física o la matemática,

donde la lengua es poco importante” (Aubenque, 1997) de lo que sí

escapa, es de miradas pretéritas, tradicionales y planas que al parecer

obstaculizan y condicionan nuestra manera de pensar y actuar.

Sin duda la sospecha que tuvo lugar en pensadores como Wittgenstein,

Austin, Heidegger, Derrida y Nietzsche, el mundo abrió en múltiples

direcciones para entender el mismo mundo, su léxico y su gramática;

que con asombro ahora relegan nuestras concepciones pasadas, pues

“si el estilo plano y el pensamiento binario constituían piezas claves del

confinamiento ontológico3 padecido por Occidente, una serie de sesgos

gramaticales (o más exactamente sintácticos si utilizáramos aquella

acepción de “gramática”, que engloba también la fonética, la semántica y

la pragmática) lo determinan de manera más profunda todavía” Serna .

(2007.). Leemos en Ontologías alternativas de Serna:

[…]Con el giro lingüístico operado en filosofía en las últimas décadas, no en su primera acepción limitada a registrar el interés de los filósofos por el lenguaje lógico como el último reducto de la metafísica, sino en la última, cuando se ocupa del lenguaje ordinario, abundan las implicaciones. La palabra, en primer lugar, condiciona el pensamiento, si no es que –en casos puntuales- lo determina. No es posible, en segundo lugar, tender un abismo entre lenguaje y sociedad, como antaño, cuando es menester reconocer, en cambio, una relación dialéctica entre ellos. En el marco de los actos de habla (Austin), por último, no sólo la palabra es acción a través de los efectos perlocucionarios, sino que, además, la reflexión sería contaminada por los estados anímicos. De allí que los efectos perlocucionarios (Austin) constituyan el eslabón perdido entre la emoción y la reflexión. Con la conciencia del multiculturalismo conquistada en el último siglo, después del proceso de descolonización que siguió a la Segunda Guerra Mundial, se hace evidente que no sólo miramos el mundo desde diferentes perspectivas, sino que, además, lo construimos, lo creamos, inclusive, con diferentes énfasis, y cuyo ejemplo paradigmático lo constituye la cultura china, cuya palabra se diferencia de la nuestra en un sentido todavía más radical en comparación a lo acontecido con otras culturas. [Serna, 2007, p. 10]

En concordancia con lo expuesto y en la misma obra citando a Jullien y

su texto Un sabio no tiene ideas, el pensador Colombiano refiere:

3 Según Serna Arango, la tradición académica –en sus líneas más gruesas- ha padecido un cierto

confinamiento ontológico, cuyo eje de coordenadas lo constituyen el objetivismo y el universalismo.

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[…] esa otra palabra no la encontraremos en la India: puesto que estamos vinculados a ella a través de la lengua indoeuropea y en ella hay muchas categorías de pensamiento emparentadas […]Tampoco en el mundo árabe: también bebió de la fuente griega y su “Oriente” siempre ha estado ligado a nuestro “Occidente” […] Otras palabras del origen aparecidas en época remota, en un pensamiento elaborado y sin relación histórica con nosotros[…] sólo se encuentran en China [Jullien, 2001, p. 62]

No en vano, en relación con este panorama de cambio, de apertura y de

giro, hasta 1960 aproximadamente la resistencia de la semántica, como

estudio lingüístico, al estructuralismo, era señal de prudencia. Ya

Bloomfield desde 1933 había demostrado sólidamente que < el significado

de una forma lingüística es la situación en que el hablante la enuncia, y la

respuesta lingüística y/o de comportamiento que obtiene del oyente>4

Desde el momento en que entramos en el reino de los lexemas, anota

Mounin, que no tienen referente concreto, como concepto, idea, tomamos

conciencia del hecho de que la prudencia de los lingüistas en materia de

semántica, entre 1930 y 1960, no era pusilanimidad, ni dogmatismo. <El

estudio del significado es la parte más difícil de la lingüística>, escribía

Buyssens en 1960. <Hay que precaverse contra los peligros a que nos

exponemos, cuando abordamos sin precaución el dominio semántico>.

Para el lingüista, dichos peligros, dice Buyssens, son esencialmente los

que resultan del hecho de que una costumbre inveterada nos conduce

siempre a intentar delimitar el sentido recurriendo a la introspección: ese

fue el peligro que encontró Saussure cuando intentaba aclarar su

concepto de significado por los de <concepto> o de <imagen mental>5

Podría pensarse que tal resistencia ¿constituyó una sospecha que no

abordaron los lingüistas con rigurosidad?. Aún más, podríamos decir que

¿el significado se sigue resistiendo al estructuralismo?. Tan complejo

análisis de la lengua, sólo es factible desde la filosofía (no tradicional); al

entrañarnos en la unidad indisoluble entre pensamiento y lenguaje, que

por décadas se pretendió aislado.

4 MOUNIN, George.(1974). Claves para la semántica. Editorial Anagrama. Barcelona. España. Pág. 15

5 Ibidem. Págs. 16-17.

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Pues siendo la filosofía un trabajo lingüístico, con su enfoque no

absolutista sino relativista, nos posibilita construir nuevos conceptos o lo

que se denomina un mundo interino y descentralizado.6

De hecho, consideramos que la reflexión filosófica contribuye para abrir

el mundo físico y lingüístico. Para abrir lo estructural y desentrañar lo que

ello implica. Lo que guarda en su interior y calla en su cárcel: el hombre.

Puesto que la verdad eterna sobre el mundo, sobre el tiempo y el espacio,

sobre Dios y la gramática, no es más que un tigre de papel, carece de

movimiento desgarrador; pues menos ingenuos con extrañeza y ánimo,

nos damos cuenta que no hace daño. Que ha sido descubierta y que la

filosofía tiene en ello gran culpabilidad brillante, cuando no total. A pesar,

hemos de saber que occidente cree verlo mover y en consecuencia deja

devorarse.

De esta manera asumimos que los problemas del mundo son lingüísticos,

en tanto todo nace en la lengua y por la lengua. No obstante, el canon

gramatical “supuesto” con el que es usada en cada contexto socio-

geográfico, nos engaña al creer que nos provee una visión verdadera del

mundo. La filosofía en tal sentido, contribuye para pensar que no hay

verdades absolutas sino relativas. Que no habitamos la Edad del uno.

Que no hay Lingüística sino lingüísticas, que no existen hechos, sino

interpretaciones, como planteara Nietzsche; que no existen definiciones

sino usos, como lo sospechara Wittgenstein. Aún más, la reflexión

filosófica en cuestiones del lenguaje, nos proporciona una visión más que

singular, plural; más que lineal, bifurcada, saltante y ocupante de

espacios diversos y de especificidades en tal diversidad, mas no una

visión objetiva y universalista. Nos da a entender que las palabras no sólo

deben usarse lapidarias, planas, como lo propuesto en su momento por

teólogos y lingüistas de la Edad Media y el estructuralismo,

respectivamente. Pues, nos damos cuenta con tal destape mental, que lo

alienante ha pasado y que sin duda es necesario interpretar, provocar; ya

con la ambigüedad, ya con la metáfora. Lo que sin duda es reafirmado

cuando leemos en Serna:

6 SERNA ARANGO, Julián. Ontologías alternativas. “Aperturas de mundo desde el giro lingüístico.2007.

Pág. 17

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[…] La polisemia de las palabras, su diversidad de usos, la recuperación de la unidad perdida entre conocimiento y acción, así como la no neutralidad de léxicos y gramáticas constituyen otros tantos corolarios del giro lingüístico. [Serna, 2007, p. 16]

Sólo al considerar las palabras como el ropaje que le colocamos a las

cosas, en tanto no las cosas, sino el habitáculo en el que viven, nos

enteramos que al igual que el cangrejo, las palabras buscan su mejor

refugio desplazándose de una casa a otra. Ya el lenguaje además de ser

vagabundo con sus múltiples engranajes, es coqueto, provocador con su

ropaje; cuando no auspiciador de intenciones, intereses y propósitos.

Consideramos la filosofía preponderante, además, en asuntos del

lenguaje, en tanto contextualiza y difumina la objetividad sobre el mundo

y las cosas que en él fluctúan. En tanto nos ubica sobre la idea de un

pensamiento no tan puro, no tan razonable y organizado. Más bien

transgresor y desordenado. Y en la misma medida, comprendemos que el

lenguaje plano aquieta y que el metafórico o polisémico, si se quiere,

otorga un plus que impacta, que transforma, que libera y hasta conduce a

la metamorfosis de ideas, pensamientos y conceptos asumidos

incólumes por siglos sin el beneficio de la duda o la refutación. Aquello

que nos lleva a pensar al responder la pregunta que nos ocupa, en otra

que sin olvidar el pasado, nos aviva el espíritu renovador: ¿Es la aleteia

aquella huella o recuerdo de lo transformado en el cairos del pretérito? En

otras palabras, es la pragmalingüística lo que nos alienta en los

momentos oportunos a olvidarnos un poco de estructuras lingüísticas

descriptivistas y comprender la relación entre la filosofía, la literatura y el

lenguaje?

De ahí, que entendamos que la función de la filosofía es mantener el

tiempo abierto desde una simultaneidad de ideas, pensamientos,

sensibilidades, recuerdos en contingencia, pues el tiempo abierto es

conocimiento y al igual provocación. Provocación por entender lo oculto,

por persuadirnos por lo no-dicho, por las implicaturas conversacionales

(Grice: 1975) e interesarnos por lo [otro] que no nos dice el lenguaje ni

explícitamente la ciencia humana. En otros términos la reflexión

filosófica nos provee la mirada abierta a múltiples verdades, nos vuelve

menos ingenuos y más perspicaces.

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Al entender que no somos uno sino muchos, comprendemos la

naturaleza humana y su capacidad prevaricativa e impredecible. De ahí

que la verdad es que seamos capaces de comprometernos con diversidad

de cosas e intereses sobre ellas. Que seamos plurisignificativos. Y en la

medida, el lenguaje nos ausculta, nos esconde. La reflexión filosófica

nos hace comprender que no todo lo que separamos desde el laboratorio

del lenguaje, es distante en nosotros; pues nos encontramos entre la

razón y el sentimiento, las creencias y los deseos, lo ortodoxo y lo

transgresor, la seguridad y el sentido, el orden y el desorden, que al ser

proferidos por el lenguaje simultáneamente se evidencia; tanto en el

cuerpo de las palabras, como en el armazón teórico que las sustenta y

con extrañeza las taxonomiza.

Y al ser multitud, el yo, tal como lo expresa el maestro Serna Arango,

“tenemos la ilusión de que al decir “yo”, y a pesar de Freud,

comprometiéramos la existencia toda”. Acción que cae cuando somos

conscientes de ciertos procesos anímicos que se confabulan para

hacernos ver identidad donde hay diversidad. A través de los años hemos

desempeñado distintos roles, actuamos en múltiples escenarios,

comprometidos con variados libretos, de los cuales heredamos prejuicios

y expectativas diferentes. Antes que hablar de un yo, lo haríamos de

múltiples [yoes] que, si bien no permanecen de planta, emergen con

irregular frecuencia en el horizonte de nuestras pre-ocupaciones” (Serna,

2007, p. 81) Leemos en la psicología de la posible evolución del hombre

de Ouspensky, citado por Serna (2007, p. 81-82):

Lo que crea en el hombre la ilusión de su unidad o de su integralidad es, por una parte, la sensación que tiene de su cuerpo físico, por otra parte su nombre, que en general no cambia, y por último una serie de hábitos mecánicos implantados en él por la educación, o adquiridos por imitación [Ouspensky, s.f., p.18]

A su vez refiere:

Cuando el hombre dice “yo”, se tiene la impresión de que habla de él en su totalidad pero, en realidad, hasta cuando cree que es así, no es sino un pensamiento pasajero, un humor pasajero o un deseo pasajero. Una hora después puede haberlo olvidado completamente y expresar con la misma convicción una opinión, un punto de vista o intereses opuestos. Lo peor es que el hombre no recuerda tal cosa. En la mayoría de los casos da crédito al último “yo” [Ouspensky, s.f., p.19]

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En definitiva, la reflexión filosófica en cuestiones del lenguaje, nos

percata, nos disuade, nos pervierte, para entender que aunque

necesitemos de la seguridad del lenguaje, de la lengua y su particular

comportamiento, también requerimos de la provocación, lo profano, el

desorden, ¡la dialéctica!7, que nos invita a despojarnos la venda y adoptar

posiciones crítico-sociales. Entonces, nos damos cuenta que el giro es

contundente, que el ánimo anima y que la gramática no es neutral, pues

no sólo decodificamos, también ajustamos e inventamos sobre lo

inventado. Lo que sin duda, emerge del sustrato oculto en el que se

encontraba el lenguaje con su esencialismo como joya falsa8.

Aún así, ha de advertirse el pasado como un montón de construcción

lingüística, pues deja ver que los problemas del ser humano han sido, a

su vez, constante cúmulo de palabras, pues “[…] hay términos que nos

hacen señas, guiños, hacen inevitable una sonrisa cómplice, ironizan

para nosotros, como cuando un autor proclive a las ideas posmodernas o

pos metafísicas se encuentra en un texto con “epistemología”, con

“historia universal”. Las palabras, en fin, pueden ser muchas cosas.

Pretextos, acuerdos, signos de puntuación, atajos, provocaciones,

indicios y, como señalara Nietzsche alguna vez…, escondites. ¿No se

oculta el cobarde detrás de la palabra “prudencia”? ¿No disimula el

término “realidad” una profesión de fe? (Serna 2007. p. 18), palabras,

palabras…, palabras a las que se les adhiere el tiempo y sus avatares,

que paulatinamente se desplazan de individuo en individuo, de pueblo en

pueblo, de cultura en cultura con marcada obstinación gramatical y

transpolación de modos de ver que se encuentran, difieren, que luchan

por superponerse sirviéndose del lenguaje acólito, persuasivo, culpable,

pero quizás, en simultánea, ¿lapidario e inocente?

2. Consideraciones en torno a la relación lenguaje, filosofía y literatura.

7 De acuerdo con el maestro Serna Arango, la dialéctica en su condición de discurso apodíctico, se

presume exenta de malabarismos o pirotecnias verbales tendientes a sobornar la razón por el atajo de la

emoción, cuando el interlocutor, el lector también, no tendrían opción diferente a la de rendirse ante la

lógica de sus inferencias 8 La explicación de esta metáfora es inteligentemente explicada por el maestro Serna en Ontologías

alternativas, p. 21 cuando refiere: “En <joya falsa> resuenan “espejismo”, “castillo de naipes”. Que al

acercarnos al objeto se desmientan las expectativas que habíamos construido alrededor suyo, es una

experiencia consuetudinaria. Al aproximarnos a un rostro, al arribar a una ciudad, al obtener un ascenso,

las ideas previas podrían ser falsadas. La metáfora <joya falsa> participa, en consecuencia, de una

ambigüedad esencial.

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Ahora bien, considerando que la gramática no es neutral, que contamina

el discurso. Idea que se encuentra con las concepciones que a nuestro

juicio y a juicio de los autores que en sus conversaciones estructuralistas

nos habían fijado, asumimos que la relación entre lenguaje, literatura y

filosofía está dada por la provocación, por el descubrimiento de otras

formas de ver los asuntos del lenguaje. […] A partir del giro lingüístico, se

impone una reconsideración del sentido de filosofar, del que haría eco

Deleuze, cuando en Qu’ est-ce que la philosophie? Responde así a la

pregunta por la filosofía: “[…] philosophie est l’art de former, d’inventer,

de fabriquer des concepts” (Deleuze, 1990) Pues ideas tan arraigadas

como las binarias de Humboldt (1767-1835), Saussure (1916), Jakobson

(1926), Trubetzkoy (1926), Hjelmslev (1931) y otros abanderados del

estructuralismo del siglo XX, que hacían mella en nuestras creencias, se

han desequilibrado, por no aceptar su ruptura.

Entendido así, dicha relación nos ha hecho comprender cómo el mundo

se ha abierto al igual que el lenguaje y sus prácticas socio-académicas.

No es lo mismo ahora, enfrentarse a universalismos que creíamos

sostenibles en la ciencia lingüística. Pues la distancia entre la lingüística

y la pragmalingüística que acaba con la concepción binaria del lenguaje,

suscitan en esta reflexión lo que de cierta forma ya se ha expresado al

inicio: la idea de considerar los recuerdos como la aleteia de lo obtenido

en el cairos del pasado. Es decir, la mirada lingüística ha girado en

nuestras concepciones. Se ha volcado para considerarlas más plurales y

menos objetivas. Parece ser, también, que la relación nos ha inducido a

lo transgresor, a lo profano, a la apertura, a la idea de un mundo al revés,

al desorden conceptual. Que como dijera Nietzsche y Cioran, “la finalidad

no sería siempre la de comunicar ideas, sino la de provocar al lector”9 Sin

duda nos han provocado. Hasta el punto de ser, si se quiere, infieles a la

lingüística tradicional. Tal vez, como aquel amante que observa en otro

dorso fémino la lujuria que no es proveída por su acompañante eterna.

Asumir que el sentido es vagabundo, que hay algo más allá del

significado proposicional: “resonancias semánticas”10, que la palabra

9 SERNA ARANGO, Juian. Ontologías alternativas. Apertura de mundo desde el giro lingüístico. 2007.

Pág. 28 10

De acuerdo con el Maestro Julián Serna las resonancias semánticas antes que limitar el sentido del

discurso al significado proposicional de los enunciados considerados en fila india, aquellas implicadas en

el evento de su recepción lo desbordan. Según el autor, abundan los enunciados que desde el punto de

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desde otra mirada, se transmuta en ánimo en “los discursos ricos en

figuras retóricas, no sólo se traduce en el “descubrimiento “ del sentido

recóndito del giro literario sino, además, en una serie de reacciones

anímicas inducidas por esas resonancias semánticas” (Serna, 2007, p.

24);compartir, así mismo, que las mutaciones del léxico me indican la no-

neutralidad de la gramática, es entender que el romanticismo tradicional

ha muerto y que en ese orden, la luna tiene cráteres y no es redonda ni

blanca como se ve.

“[…] A través del acontecer histórico una misma palabra se casa con un

determinado significado, luego con otro, con otro más, y así

sucesivamente, en lo que sería una especie de monogamia en serie. De

allí surgen las acepciones acumuladas por el diccionario. No obstante, no

todos los usos de la misma palabra son legitimados (bendecidos) por el

diccionario, no todos alcanzan la categoría de acepción. Por medio de la

metáfora, la palabra interactúa con sentidos ajenos, es decir, con

sentidos procedentes de campos semánticos diversos. En ocasiones, el

significado propio de la palabra es sólo una fachada y su verdadero

sentido opera de manera subterránea, como acontece con la ironía; otras

veces la palabra induce resonancias semánticas diametralmente opuestas

de las que se le reconocen como propias, como sucede en la paradoja, lo

que la haría sospechosa de bigamia. En definitiva, la palabra es coqueta y

sugiere más de lo que dice.(Serna, 2007, p. 17) Aún más, “La palabra es

un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo

realiza empresas absolutamente divinas. En efecto, puede eliminar el

temor, suprimir la tristeza, infundir la alegría, aumentar la compasión”

(Gorgias, 1966, p. 87). Pues no hacemos los mismos juicios estando

tristes que estando alegres, o bien cuando amamos que cuando odiamos”

(Aristóteles, 1990, p. 177)

Por tanto y en acuerdo con Serna: “[…] lejos de ser un lujo, de reducirse a

ornato, el lenguaje literario constituye, en síntesis, un elemento

indispensable para la construcción y reconstrucción del mundo, un

mundo interino y descentrado, interactivo, además” (Serna, 2007, p. 19), y

que nos provee de entendimiento aislado y en simultanea correlacionado

entre lenguaje, literatura y filosofía. Ya lo advertimos también cuando

leemos en Serna (p.16) refiriéndose a Scheffler en Más allá de la letra:

vista proposicional son equivalentes, pero que en el evento de su recepción no inducen las mismas

resonancias semánticas. Pág. 19

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“Los filósofos […] son proclives a minimizar los giros del lenguaje

predominantes en los contextos cotidianos, e intensificados en los

discursos literarios y poéticos” (Schefller, 1991, p. 61)

Claro está, no sólo los filósofos se inclinan hacia los giros del lenguaje o

se sirven de éstos para interiorizar y seducir ideas, también los literatos

son provocados por los tropos, las figuras constitutivas de esta

dimensión estética del lenguaje. A través de cuyo ejercicio literario, el

sentido es transmutado en ánimo. Leemos en Beatriz Sarlo, citada por

Serna Arango (p.9): “Borges trabaja básicamente con la paradoja, los

escándalos lógicos y los dilemas, presentados en situación filosófico-

narrativa” (Sarlo, 2003, p. 116). En relación con el escritor argentino, el

pensador colombiano destaca:

[…] A partir de sus licencias poéticas, sin necesidad de abonar el peaje de la argumentación, las audacias intelectuales de Borges no tienen límite. Que la filosofía sea un pretexto para hacer literatura, que así lo haya dicho y repetido el escritor argentino en diversas entrevistas; que las páginas suyas más fatigadas por la crítica correspondan a poemas como “Everness” y a relatos como “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, que más allá de sus virtudes literarias dan que pensar, no son aseveraciones que se excluyan, cuando la obra de Borges transgrede las prohibiciones de la academia, cuando invita a recuperar la unidad perdida entre poetizar y pensar, entre saber y placer, cuando no entre conocimiento y acción. [Serna, 2007, p.9]

Lo que nos lleva a declarar en concordancia con el Maestro: “que las

resonancias semánticas inducidas por el enunciado trasciendan su

significado proposicional, resulta todavía más evidente en el ámbito

literario”. Tal como también acontece en la <Segunda “Balada del

abominario” para reir de aprestgiadas cosas y entidades o aprestigiar

otras, risibles según “ellos”>, incluido en el segundo libro de las baladas,

de León de Greiff, en la que sin duda la palabra se transmuta en ánimo y

el significado más allá del proposicional se hace evidente cuando se

desentraña, cuando salta con sus tropos y sus juegos simétricos y

asimétricos, consonánticos y disonantes que albergan todo un sentido,

todo un escondite para su autor y todo un abanico dialéctico y apodíctico

para su válido interpretante. Diríamos, ¿aquel sujeto que comulgue con la

idea de un mundo descentrado? O por el contrario, aquel que su

pensamiento lo obligue a constatar un mundo secuencial? Lo cierto es

que todo su sentido literario lo encontramos cuando la relación entre

lenguaje, filosofía y literatura salta a la vista hacia saberes previos

encontrados en el “yo” cuando es muchos.

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Mejor, lo leemos en Serna cuando sostiene:

[…] el término <abominario> nos sugiere un catálogo de anatemas, de los que son objeto <cosas o entidades>. Al colocar <entidades> al lado de <cosas>, el poeta sugiere que las entidades – uno de los términos grandilocuentes de la tradición metafísica- sólo serían cosas, término anodino, trivial, que las relativiza. Y nada mejor que la ironía, en virtud de su acción desestabilizadora (Nietzsche, Bajtín, Eco), para tal fin. No sólo serían risibles las <cosas o entidades> previamente sacralizadas, sino también su relevo.[Serna, 2007, p. 20]

En sintonía con su estilo para desentrañar el sentido de todo aquello que

sería fraude literario y académico; en consecuencia finito para el hombre

actual, Serna en ontologías alternativas muy bien desglosa y descubre el

ánimo de lo que en De Greiff leemos en su libro de las baladas:

<Segunda “Balada del abominario” para reir de aprestgiadas cosas y entidades o aprestigiar otras, risibles según “ellos”>

Adios a todo cuanto es joya falsa

Adiós!Abur! caquéctica Retórica,

Metafísica –dócil Celestina,

Gramática hipertrófica si inane,

Y tú, obsoleta, inofensiva Métrica!

Adiós! Adiós!Mil veces a los antros

Donde bostezan egipciacas momias,

Donde la plebe literaria rumia:

Antros de apolilldas academias.

[de Greiff, 1980, v. 1. p. 147]

Con todo, cabe agregar que las ontologías alternativas, no euclidianas,

como las denomina Serna, que nos han servido de soporte para entender

la relación entre lenguaje, filosofía y literatura, nos ha llevado a entender

que el mundo ha abierto en múltiples direcciones, pluralidades; que la

necesidad de desmantelar los más recónditos prejuicios, nos incita a la

posibilidad de construir mundo, de gestar sentido, sentido que no sólo es

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significado, sino, además, ánimo, en contravía con el recorte de mundo

experimentado a partir de la ontología euclidiana, o aquella que

simplemente nos muestra el mundo parco, aquietado, callado, sumiso y

condenado a la tradición que enmarca. Leemos en Provocaciones

filosóficas de Feyeraben, citado por Serna (p.54-55):

Hasta ahora, el realismo unitario que afirma poseer conocimiento positivo acerca de la Realidad Primordial, ha tenido éxito solamente al precio de excluir grandes áreas de fenómenos o declarando, sin ninguna prueba, que podrían ser reducidos a la teoría básica identificada, en este caso, con la física de partículas elementales. Un pluralismo ontológico[…]parece más cercano a los hechos y a la naturaleza humana [Feyerabend, 2003, pp. 164-165]

Y en esta medida según Serna, no se trataría de reemplazar un concepto

de realidad por otro, una ontología por otra, sino de reivindicar su

multiplicidad, en contravía con una academia que la ha solapado en

beneficio de sus taxonomías. Lo que demuestra que el entramado que

surge entre lenguaje, filosofía y literatura cunde sólido cuando

entendemos que en el marco de una filosofía prelingüística, heredado un

lenguaje sin beneficio de inventario, se debe advertir: 1) los prejuicios y

las expectativas que comprometen las palabras; 2) el sentido y el ánimo

inducido por ellas; 3) el léxico y la gramática que las soportan y 4) la

ontología que las rige.

Lo que traduce puntualmente en que el uso de las palabras trasciende su

hipotético significado propio; que el sentido del discurso desborda el

significado proposicional de los enunciados considerados en fila india;

que las palabras no sólo dicen sino que, además, hacen (Austin); que las

parcelaciones del horizonte de sentido adelantadas a partir de diferentes

léxicos estarían comprometidas con diferentes prejuicios y expectativas

y, finalmente, que las gramáticas no son neutrales, cuando prefiguran

nuestra construcción de mundo en determinada dirección.(Serna, 2007,

p.37)

De ahí, que entendamos el valor semántico de las palabras en los

diferentes discursos que entre sí dialogan, cuando no se configuran. […]

Y es justamente esa plusvalía semántica (Derrida) la que permite superar

las limitaciones del estilo plano y la lectura literal para abordar, para

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gestar aquellos fenómenos que participan de ontologías no euclidianas,

como lo examina Serna. De allí la concepción de la metáfora como

artificio potencialmente subversivo para quienes están comprometidos

con la ontología euclidiana. A diferencia de otros que abrieron mundo,

entendieron que significa significar y gestaron sentido al sentido, ya que,

según el maestro Serna Arango…, “Porque el sabio reconoce que las

circunstancias varían, no se compromete con unas ideas, no coloca

punto final a la conversación…..”

Por tanto, este viraje de filósofos y literatos, a propósito, nos genera

como lo ha hecho hasta ahora, en esta Antología, una nueva y paradójica

reflexión: ¿Dice todo la filosofía sobre el lenguaje? o al contrario, ¿abarca

el lenguaje todo sobre la filosofía?. Como no es el propósito responderlo

ahora, es preciso dejar que el devenir y el azar académico lo respondan,

ya con rigor, ya con herejía…

4. Referencias

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SERNA ARANGO, Julián. Ontologías alternativas. Aperturas de mundo desde el giro lingüístico: Anthropos. 2007. ULLMAN, Stephen. SEMÁNTICA. Introducción a la ciencia del significado. Edit. Aguilar. Madrid.1962. WILSON Deirdre y SPERBER, Dan. (1990). La teoría de la relevancia. Revista de investigación Lingüística. Vol. VII- 2004. p.p. 237 – 286.