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Georges B. Dertilis Universidad de Atenas. REFORMA AGRARIA Y PODER POLBTICO EN GRECIA Esta comunicación de síntesis se ha centrado en dos tenias. Primero, una descripción de los principales rasgos de la agri- cultura y la sociedad rural en Grecia durante los períodos mo- derno y contemporáneo, rasgos a la vez mediterráneos y balkánicos, europeos y propios de Oriente Medio. Segiindo, una breve presentación de la condición económica y social del campesinado en los siglos XIX y XX. Tercero y último, un in- tento de relacionar dicha condición con la evolución de las es- tructuras sociales y de los conflictos políticos en este país durante el mismo período. La diferencia entre los caracteres europeos y medio-orien- tales de la sociedad rural griega procede del origen más o nie- nos otomano de las estructuras sociales, aspecto al que volve- remos reiteradamente a lo largo de estas páginas. Y en cuanto a la distinción entre caracteres mediterráneos y balkánicos, su causa debe buscarse en la variadas condiciones físicas de la península y de las islas helénicas. Durante siglos, por no decir milenios, y hasta por lo menos la segunda guerra mundial, existió en Grecia una mezcla de autoconsumo, producción para el mercado y poliactividad, ya se trate del litoral, del hinterland montañoso o de las llaiiuras. Los ingredientes varían infinitamente, por supuesto, en el es- pacio y en el tiempo. La poliactividad se manifiesta en la variedad de los cultivos en la alternancia entre la agricultura y la ganadería, en la im- portancia de la emigración y la transhumancia, en la presen- cia de trabajo asalariado estacional. El fenómeno se ha visto favorecido, además de las condiciones físicas, por la estructu- ra social. Las necesidades funcionales del sistenia de pequeña unidad familiar de cultivo imponeri, de hecho, una poliactivi- dad intensa; esta última, a su vez, no podría mantenerse a lar- go plazo sin la gran flexibilidad económica y social del sistema en cuestión. Lo cual nos lleva otra vez a la distinción entre los rasgos europeos de la sociedad rural y los niedio-orientales, cuyo origen más o menos otomano ya henios señalado. Así po- denlos pasar de lo que podría denominarse la larga duración .física. a la socio-política, generada por los cuatro siglos de ocupación otomana qiie han dado su fisonomía a la estructura social heredada, en 1830, por la Grecia independiente. Una primera especificidad a examinar es la ausencia de una nobleza antigua apoyada en la tierra. En el siglo XV, la con- quista otomana eliminó la propiedad privada de aquélla y, a la vez. las noblezas bizantina e indígena. En el plano institu- cional, el hecho se vio consagrado por el derecho islámico, que no reconocía el derecho de propiedad en el sentido liberal del término. Ello constituye uri fenómeno muy particular del ca- so helénico, ya que no se encuentra en ningún otro sitio de Europa una destrucción definitiva de la nobleza local de tal 17 alcance a raíz de una conquista extranjera. Ahora bien, la ausencia de este grupo social, cristiano de religión, tuvo dos consecuencias importantes en la estructu- ración social del país. Por una parte, coiidujo a una liberacióii de hecho de los campesinos griegos, lo que les permiticí esta- blecer una relación directa y estrecha con la tierra e imponer, asistidos por las condiciones geográficas y demográficas del contexto, a la pequeña explotación familiar como célula de base de la sociedad y la economía rural. Más adelante volveremos a este punto en lo que concierne al campesinado. Pero la ausencia de nobleza no impidió a las clases superio- res instituir cierto control sobre la tierra. En el siglo XVIII y sobre todo, en el XIX, varios negociantes y notables cristia- nos consiguieron ocupar grandes espacios territoriales. Sin ein- bargo, las diferencias con Occidente a este respecto son sustanciales. En primer lugar, en el caso otoniano, la relación establecida con la tierra no es la misma, como ya se ha dicho, a la definida por la propiedad privada. Además, los nuevos .pro- pietarios~ cristianos, poco numerosos y desprovistos de tradi- ción y simples ~infielesn subordinados al Sultiín, sólo poseían una fracción de la legitimidad, la autoridad y el poder político del que gozaban las noblezas tradicionales de Occidente. Ello explica, entre otras cosas, su debilidad relativa en el aspecto institucional, en especial la precariedad de su posición en tanto que poseedores de grandes fincas. El pasado otomano y su influencia sobre la posesión de la tierra determinaron igualmente la condición del canipesina- do, tanto antes como después de la independencia. Tanto mas cuanto que el régimen territorial evoluciona desde 1830 bajo la influencia de un nuevo agente, el Estado griego. EII efecto, si por un lado se convierte en propietario de la tierra ocupada hasta entorices por los otomanos, por otro va a interponerse, en adelante, entre notables y canipesinos al estallar el conflic- to sobre el estatuto de la tierra. Las raniificaciones de esta nueva estructura socio-política se hicieron sentir desde la guerra de emai~cipacióii. Antes y después de la revolución, los notables intentaron concentrar la tierra por medio de compras sucesivas. Pero sus esf~ierzos fracasaron pronto (Karouzou), lo que demuestra su debilidad relativa, dejando libre por este lado el camino a la pequeiia propiedad, que puede en adelante consolidar su liberación y extender sus bases material y social. Pues el nuevo orden es- tatal y social va a permitir a los campesinos conservar las ex- plotaciones que cultivaban desde siempre y hasta extender sus campos de cultivo sobre las .tierras nacionales.. Adeniás, el Estado les reconoce un conjunto de derechos sobre la tierra

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Georges B. Dertilis Universidad de Atenas.

REFORMA AGRARIA Y PODER POLBTICO EN GRECIA

Esta comunicación de síntesis se ha centrado en dos tenias. Primero, una descripción de los principales rasgos de la agri- cultura y la sociedad rural en Grecia durante los períodos mo- derno y contemporáneo, rasgos a la vez mediterráneos y balkánicos, europeos y propios de Oriente Medio. Segiindo, una breve presentación de la condición económica y social del campesinado en los siglos XIX y XX. Tercero y último, un in- tento de relacionar dicha condición con la evolución de las es- tructuras sociales y de los conflictos políticos en este país durante el mismo período.

La diferencia entre los caracteres europeos y medio-orien- tales de la sociedad rural griega procede del origen más o nie- nos otomano de las estructuras sociales, aspecto al que volve- remos reiteradamente a lo largo de estas páginas. Y en cuanto a la distinción entre caracteres mediterráneos y balkánicos, su causa debe buscarse en la variadas condiciones físicas de la península y de las islas helénicas.

Durante siglos, por no decir milenios, y hasta por lo menos la segunda guerra mundial, existió en Grecia una mezcla de autoconsumo, producción para el mercado y poliactividad, ya se trate del litoral, del hinterland montañoso o de las llaiiuras. Los ingredientes varían infinitamente, por supuesto, en el es- pacio y en el tiempo.

La poliactividad se manifiesta en la variedad de los cultivos en la alternancia entre la agricultura y la ganadería, en la im- portancia de la emigración y la transhumancia, en la presen- cia de trabajo asalariado estacional. El fenómeno se ha visto favorecido, además de las condiciones físicas, por la estructu- ra social. Las necesidades funcionales del sistenia de pequeña unidad familiar de cultivo imponeri, de hecho, una poliactivi- dad intensa; esta última, a su vez, no podría mantenerse a lar- go plazo sin la gran flexibilidad económica y social del sistema en cuestión. Lo cual nos lleva otra vez a la distinción entre los rasgos europeos de la sociedad rural y los niedio-orientales, cuyo origen más o menos otomano ya henios señalado. Así po- denlos pasar de lo que podría denominarse la larga duración .física. a la socio-política, generada por los cuatro siglos de ocupación otomana qiie han dado su fisonomía a la estructura social heredada, en 1830, por la Grecia independiente.

Una primera especificidad a examinar es la ausencia de una nobleza antigua apoyada en la tierra. En el siglo XV, la con- quista otomana eliminó la propiedad privada de aquélla y, a la vez. las noblezas bizantina e indígena. En el plano institu- cional, el hecho se vio consagrado por el derecho islámico, que no reconocía el derecho de propiedad en el sentido liberal del término. Ello constituye uri fenómeno muy particular del ca- so helénico, ya que no se encuentra en ningún otro sitio de

Europa una destrucción definitiva de la nobleza local de tal 17

alcance a raíz de una conquista extranjera. Ahora bien, la ausencia de este grupo social, cristiano de

religión, tuvo dos consecuencias importantes en la estructu- ración social del país. Por una parte, coiidujo a una liberacióii de hecho de los campesinos griegos, lo que les permiticí esta- blecer una relación directa y estrecha con la tierra e imponer, asistidos por las condiciones geográficas y demográficas del contexto, a la pequeña explotación familiar como célula de base de la sociedad y la economía rural. Más adelante volveremos a este punto en lo que concierne al campesinado.

Pero la ausencia de nobleza no impidió a las clases superio- res instituir cierto control sobre la tierra. En el siglo XVIII y sobre todo, en el XIX, varios negociantes y notables cristia- nos consiguieron ocupar grandes espacios territoriales. Sin ein- bargo, las diferencias con Occidente a este respecto son sustanciales. En primer lugar, en el caso otoniano, la relación establecida con la tierra no es la misma, como ya se ha dicho, a la definida por la propiedad privada. Además, los nuevos .pro- pietarios~ cristianos, poco numerosos y desprovistos de tradi- ción y simples ~infielesn subordinados al Sultiín, sólo poseían una fracción de la legitimidad, la autoridad y el poder político del que gozaban las noblezas tradicionales de Occidente. Ello explica, entre otras cosas, su debilidad relativa en el aspecto institucional, en especial la precariedad de su posición en tanto que poseedores de grandes fincas.

El pasado otomano y su influencia sobre la posesión de la tierra determinaron igualmente la condición del canipesina- do, tanto antes como después de la independencia. Tanto mas cuanto que el régimen territorial evoluciona desde 1830 bajo la influencia de un nuevo agente, el Estado griego. EII efecto, si por un lado se convierte en propietario de la tierra ocupada hasta entorices por los otomanos, por otro va a interponerse, en adelante, entre notables y canipesinos al estallar el conflic- to sobre el estatuto de la tierra.

Las raniificaciones de esta nueva estructura socio-política se hicieron sentir desde la guerra de emai~cipacióii. Antes y después de la revolución, los notables intentaron concentrar la tierra por medio de compras sucesivas. Pero sus esf~ierzos fracasaron pronto (Karouzou), lo que demuestra su debilidad relativa, dejando libre por este lado el camino a la pequeiia propiedad, que puede en adelante consolidar su liberación y extender sus bases material y social. Pues el nuevo orden es- tatal y social va a permitir a los campesinos conservar las ex- plotaciones que cultivaban desde siempre y hasta extender sus campos de cultivo sobre las .tierras nacionales.. Adeniás, el Estado les reconoce un conjunto de derechos sobre la tierra

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i s clue aproximan los efectos de la posesión a los de la propie- dad. Es esta circunstancia la que anima a los campesinos cul- tivadores a desarrollar .una relación de quasi-propietarios con la tierra. A estas condiciones legales y a esta ideología de la quasi-propiedad, viene a añadirse finalmente la práctica de la ocupación ilegal de las tierras nacionales y comunales por los campesinos, muy extendida durantelos siglos XIX y XX, y fa- cilitada por la falta de catastro. Así, las relaciones legales, las mentalidades cambiantes y las prácticas cotidianas relanzan una política del Estado favorable al campesinado.

Estas realidades se trasladan inevitablemente al plano ins- titucional. Los puntos culminantes de la precitada política fue- ron las dos reformas agrarias: la primera se llevó a cabo pacíficamente en 1871, y en 1917 será ratificada la segunda, mediante la cual se distribuyeron a los campesinos las tierras de los grandes propietarios. Ambas convirtieron a aquéllos en pequeños propietarios de pleno derecho, siendo preciso aña- dir una tercera más silenciosa pero igualmente importante: la larga y gradual reforma fiscal. La abolición del diezmo mile- nario solo constituye un símbolo, ya que lo que ocurre de he- cho es la disminución sustancial, primero, y la desaparición después de las cargas que gravaban la producción agrícola. Di- cho retroceso se acelera desde finales del XIX hasta llegar a la abolición total, ya en el siglo XX, del impuesto sobre la tie- rra, empezando por los directos hasta llegar a casi todos los gravámenes indirectos, con alguna excepción como la tasa so- bre el consuIno del tabaco.

En el seno de esta argumentación sobre la mejora gradual de la condición campesina, conviene recordar la desecación del lago Copais y su explotación ulterior. Esta experiencia ca- pitalista, aislada en la Grecia de los pequeños propietarios y sellada con un fracaso, .demuestra claramente los inmovilis- mos y las resistencias sociales y políticas que encontró en Gre- cia cualquier política agraria distinta de la realizada por las dos grandes reforinas» (Melios). En efecto, durante más de uii si- glo, d o s sistemas de explotación se oponen en Copaisn, el de la pequeña explotación familiar y el de la explotación directa a cuenta de una sociedad anónima, con ayuda de mano de obra asalariada. Pero, mientras que el primer sistema, tradicional, será defendido por las poblaciones rurales durante sesenta años, el segundo, moderno y capitalista, solo se impondrá tardía, par- cial y temporalmente, justo durante una veinteiia de aiios: en 1953, las tierras de la sociedad serán también distribuidas en- tre los cultivadores.

2Cuáles son las razones profundas de esta política territo- rial, agraria y fiscal favorable a los campesinos, política que el Estado griego siguió unas veces con resignación y otras con

fuerza y convicción, antes y sobre todo después de la reforma de 1871?

Se trata, por supuesto, de la preocupación de los primeros gobiernos después de la liberación por establecer su autori- dad, su legitimidad y un poder centralizador apoyándose so- bre los cultivadores y los pequeños propietarios». Ciertamente, «el crecimiento de los ingresos es considerado como una vál- vula de seguridad que ~ u e d e atenuar las presiones roced den- tes del descontento de las capas más pobres de la población. (Karouzou). Pero, tras la apariencia demasiado esquemática de un Estado autónomo y omnipotente, que sigue con volun- tad de hierro su política agrícola, definida de antemano y bien ~lanificada, conviene discernir las fuerzas sociales y políticas, enfrentadas en la arena del Estado, que han participado en la legislación y en la ejecución de las leyes. Vista desde este án- gulo, la política territorial, agraria y fiscal del Estado helénico aparece como el resultado de dos confrontaciones: una, entre el campesinado y las demás clases sociales; otra entre el cam- pesinado y los grandes propietarios.

La primera se libra sobre el frente de la política fiscal, en el cual los campesinos resultaron vencedores en todos los pun- tos. El Estado distribuyó las tierras a precios moderados y per- dió los ingresos procedentes del usufructo, sin reemplazarlos por otros impuestos sobre la producción o la población rural; el diezmo fue abolido y los impuestos directos sobre las ren- tas y los productos agrícolas se redujeron casi a cero hasta 1930.

En lo relativo a las tierras nacionales, la confrontación to- ma la forma de una quasi-negociación conflictiva entre el cam- pesinado y las demás clases sociales, hecha de alguna manera «por mediación. del Estado. Esta lucha de clases sobre la cues- tión de las tierras nacionales tenía diversos objetivos. Eii pri- mer lugar, la reforma tuvo como consecuencia, a largo plazo e incluso a corto, una reducción de la riqueza territorial del Estado así como de sus ingresos fiscales. Por consiguiente, es- tos ingresos debían ser reemplazados por otras entradas de foil- dos, que los gobiernos no podían buscar sino entre las capas más acomodadas de la población o entre las pequeño- burgueses. Además, la distribución gratuita de dichas tierras a los campesinos podía casi excluir su adquisicióii por otros grupos sociales, sobre todo los notables, pero también los gran- des burgueses, que hubieran querido seguir el ejemplo de la burguesía ascendente española de la misma época al adquirir los Bienes Nacionales.

Los campesinos consiguieron también salir más o menos ven- cedores de esta ~iegociación conflictiva. Sobre la cuestión de saber si la distribución de las tierras fue o no gratuita, hubo un conipromiso: los plazos de los pagos fueran largos y las tasas

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AREAS Rrvizla de Cienciar Sor"!+,

de interés, razonables. Por otra parte, la concentración de las grandes propiedades por compra fue impedida por el Estado. Incluso en las regiones vitícolas e incluso durante la espan- sión del viiiedo, en condiciones muy atractivas para la coloca- ción de fondos y hasta para la inversión capitalista, más de la mitad de las tierras fue finalmente adquirida por el campesi- nado (Franghiadis). Adernás, los notables y los cornerciantes nunca pudieron imponer el modo de explotación capitalista caracterizado por la explotación directa y el uso de rnano de obra asalariada. Sobre siis propiedades, fuesen antiguas o i-e- cién adquiridas, la pequeiia unidad de produccióii familiar se mantuvo como modo de explotación dominante, casi exclusivo.

La segunda confrontación importante fue la que opuso el campesinado a los grandes propietarios entre 1871 y 1924, es decir, entre las dos reformas. Su objetivo era la reivindicación por el primero de la extensas fincas de los últimos. Ciertarneii- te, la última reforma concernió esencialmente a los 700.000 refugiados griegos que, tras las guerras greco-turcas, se insta- laron en las regiones recibii conquistadas por Grecia en el norte del país, recibiendo las tierras adquiridas a costa de los oto- manos. Pero el proceso afectó también a los campesiiios de Grecia central y meridional, que se vieron atribuir las tierras de los grandes propietarios, antiguos notables o bien burgue- ses que habían conseguido coiicentrar por compra considera- bles extensiones territoriales. En este conflicto mayor, los cariipesiiios salieron también vencedores. La gran propiedad desaparece definitivamente con la segunda reforma.

Pero, pese a la clarificación aportada por los hechos, la ciies- tióii planteada previamente no se ha respondido: zde dónde procede esta fuerza discreta del campesinado?

Uiia de sus fuentes, según parece, no es otra siiio la .larga duración física.: se trata de la débil densidad demográfica del país, rasgo estructural de la peiiínsula helénica y niás específi- camente del Peloponeso, región vitícola por excelencia. En conjunción con las crecientes necesidades de maiio de obra -y liasta de mano de obra cualificada-, características de 111 viticultura, la baja densidad demográfica ha casi irnpuesto la forma de explotación eii pequeiias uiiidades familiares. Las mis- mas condiciones, o muy parecidas, se obseil~aii en el caso del tabaco cuya exigencia de fuerza de trabajo es aúii miís impor- taiite que en el caso de la pasa, sobre todo si se toriia en coiisi- deracióri las primeras etapas de elaboración de la planta como materia prima industrial: secado de las liojas, clasificacióri por categorías, embalaje (Prontzizas). Estos dos productos, uva y tabaco, ocuparon ellos solos, durante más de un siglo, una gran parte de la superficie de la Grcci;i agrícola y representan apro- xirnadamente la mitad (!:-1 valol. totiti (It. la pr~!íiiic~cicíii :iqraria

del país. 19

De esta forma, el caiiipesinado pudo compartir los benefi- cios de los cultivos comercializados con una burguesía que no quería ni podía reclamar la totalidad de esos beneficios. Pero el reparto no se produjo de acuerdo con iin reparto análogo de las tierras. Los negociantes no podían impulsar rnás allá de ciertos límites sus inversiones en la coriipra de tierras a fin de reclamar un mayor porcentaje del beneficio coiiiercial o, me- jor aún, uiia participación en las ganancias de la producción; en primer lugar, porque los beneficios de la pasa eran coyiin- turales y, además, porque las condiciones demográficas y la poliactividad no permitían a largo plazo el funcionamiento pro- ductivo de las explotaciones con trabajo asalariado. Sin olvi- dar que el colectivo no tenía gran interés en ocuparse de la gestión agrícola directa, sobre todo en periodos prolongados y a gran escala. Pues los mecanismos del negocio y del crédito les permitía el coiitrol de la producción agrícola aun cuando no ejercieran ningún control sobre la tierra, ni directo ni indi- recto.

Los principales mecanismos al respecto estaban constitui- dos por las compras y los créditos adelantados, la organización más o menos oligopolística de los mercados y la estructura- ción jerárquica de las redes de crédito y del negocio. En la base de la pirámide se situaban los comerciantes de pueblo; en los escaloiies medios, los negociantes de las ciudades y los puertos y, en la cumbre, los grandes negociantes internacio- iiales: alemanes, en el caso del tabaco, ingleses en el de la pa- sa, griegos para la diáspora de estos rriismos productos y también para todos los que eran importantes en el coriiercio exterior. Obviamente, en algún caso existieron negociantes que inviertieroii también en la tierra y hasta en sociedades por ac- ciones, teniendo por finalidad la explotación de fincas y de vi- iiedos. Pero estas inversiones estuvieron apoyadas casi siernpre en el sistema de la aparcería y, por coiisiguiente, en la peque- iia explotación fariiiliar.

Idos pai-ámetros evocados hasta este momeiito se iiiscribtm en la larga duracicín de las condiciones físicas y de las estruc- turas sociales. Pero existe un factor igiialmente decisivo, esta vez de naturaleza política. Grecia es uno de los primeros paí- ses del mundo en establecer, desde el periodo 1843-1864, el sufragio universal de los electores masculinos. El desarrollo demográfico del campesinado hacia fines del XIX reforzó aúii más el peso electoral de esta clase, y, por consiguiente, su parte del poder político. Así, la democratización .precoz. del país contribuyó también a uiia relacióii de fuerzas bastante equili- brada entre las clases snperiores y las capas populares de la sociedad griega. Tal equilibrio, basado más bien en la fuerza

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20 relativa del campesinado que en la debilidad de las clases su- D. ZOGRAFOS (1976). Histoire de I'Agriculture grecque. Ran- periores, de los propietarios y la burguesía local, no se encuen- co Agrícola de Atenas, Reed. tra en ningún otro país de Europa en estas fechas.

El peso político del campesinado se va a convertir en un fac- tor decisivo en la promoción de sus intereses económicos y de su posición social. Ni la reforma agraria ni la fiscal se hu- bieran instituido tan rápida y ~acíficamente sin la participa- ción indirecta, pero real, en el poder que el sistema democrá- tico parlamentario pudo ofrecer a los campesinos griegos. Y estas reformas se aplicaron a pesar de cortas interrupciones de la democracia por dictaduras sucesivas, a pesar de las dis- torsiones que le inflingieron el clientelismo o el autoritaris- mo. De hecho, lejos de frenar las reformas, los precitados fenómenos las aceleraron a causa de su tendencia natural ha- cia el populismo y la demagogia. La suerte de los pequeños propietarios griegos fue, de esta manera, mejor que la del cam- pesinado de la mayor parte de los países europeos, con excep- ción de Francia. Es cierto que iiumerosos miembros de este grupo social han ido descalzos hasta fines del siglo XX. Pero basta con evocar las vicisitudes de la reforma agraria en Espa- ña o las experiencias de la segunda servidumbre de la gleba en Europa Oriental para comprender que la imagen misera- bilista del campesino griego, pintada por una etnografía lite- raria o una historiografía moralizante, no contribuye en absoluto a la comprensión de la sociedad helénica.

En conclusión, en el proceso de liberación económica y so- cial de los campesinos griegos durante los siglos XIX y XX, el factor político ha desempeñado un papel decisivo y compa- rable al de otros factores de más larga duración, como las coii- diciones físicas y la estructura social. En toda interpretación de este proceso histórico, por consiguiente, las relaciones en- tre los campesinos, el mundo político y el poder deben ser es- tudiadas a fondo.

BIBLIOGRAFIA

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Alexis Frai~ghiadis Instituto Universitario Europeo. Florencia.

ECONOMIA CAMPESINA Y COMERCIO DE EXPORTACION: EL CULTIVO DE LA PASA E N EL SUR DE GRECIA, 1830-1 893

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Alexis Franghiadis Instituto Universitario Europeo. Florencia.

ECONOMIA CAMPESINA Y COMERCIO DE EXPORTACION: EL CULTIVO DE LA PASA EN EL SUR DE GRECIA, 1830-1 893

La producción de pasa en el Peloponeso se multiplica por cien en 63 años, evolucionando desde un volumen de 2.400 toneladas eri 1830 a otro de 157.000 En 1893. En ausencia de mejoras sustanciales de la tierra o de la productividad del trabajo, este creciniiento continuo no tiene otro origen que la expanrión del viñedo y del número de cultivadores. Entre 1860 y 1888, que es cuando los datos comienzan a ser fiables, las cifras concernientes a la producción y a la superficie ocu- pada por las vides evperimentan la misma tasa de increnien- to: el volumen de la coseckia un 4,50% anual y los viñedos un 4,56%.

Pero el aspecto niás característico de esta forma de cultivo fue el aumento del trabajo invertido por unidad de superficie, tanto en la plantación como en el cuidado de las cepas. Siguien- do el modelo de progresiones, la cosecha de 1860 necesitó el 16% de la población de la provincias productoras de pasa, in- cliiyendo los habitantes de las ciudades, mientras que la de 1888 exigió no menos del 35%, empleada full time. En otras palabras, el porcentaje de los efectivos demográficos requeri- do se duplicó en menos de 28 años. A ello debemos añadir el hecho de que la población de las tierras costeras del Norte, Este y Sur del Peloponeso se iiicrementó entre 1861 y 1888 en u11 1,87% mientras que la existente en las provincias no productoras sólo lo hizo en un 0,9%.

La principal cuestióri planteada por la investigación que es- toy llevando a cabo sobre este tema es la siguiente: de qué manera puede asociarse un fenómeno como la difusión inasi- va de la viticultura de pasa -fenómeno que implica a la vez un crecimiento cuantitativo impresionante y un proceso de especialización- con el carácter tradicional de la economía y la sociedad griegas en el siglo XIX? Tal cuestión es perti- nente porque, en efecto, parece que el nuevo tipo de explota- ción estaba conectado con una serie de cambios estructurales: difusión de la propiedad privada plena, tendencia hacia la con- solidación de las haciendas, intensificación del cultivo de la tierra, acumulación de capital fijo en la agricultura, etc.

Sin embargo, tal vez sea más impresionante lo limitado de las transformaciones, pese a las apariencias. El cambio estriic- tural no fue tan profundo como para afectar las relaciones pri- marias de producción. .Aún en el caso de las grandes explo- taciones, de propietarios no campesinos, las pasas coiitinua- ron siendo prodiicidas por explotadores campesinos median- te contratos de aparcería. Es decir, donde podría esperarse la aparición de relaciones de producción capitalista o, en gene- ral, de procesos niis sólidos de acumulación de capital, acaba por descubrirse que ambas tendencias faltan por completo.

La obtención de uva pasa era una actividad cara, especial-

mente en términos de capital fijo. La plantación de cepas, en 23

primer lugar, representaba una inversión a largo plazo: supo- nía la disponibilidad de considerables cantidades de inputs de tierra, trabajo y capital, las cuales solo se remuneraban des- pués de bastantes años. La vid no comenzaba a dar fruto sino cinco años después de sil plantación, pero dicho fruto solo era aprovechable a los siete y no alcanzaba el pleno rendimiento antes de los diez o doce.

Estos requerimientos de capital eran muy pesados para una agricultura que solo disponía de formas rudimentarias de cré- dito. Los préstamos a largo plazo no estaban disponibles. La forma más difundida eran los anticipos sobre el cultivo, con- cedidos por comerciantes, casas de exportación y por el Ban- co Nacional, cuya duración solía ser de nueve meses, de noviembre a agosto. Su objetivo exclusivo consistía en propor- cionar liquideces para financiar el cultivo de un año. Tanto los comerciantes como el Banco insistían en ser totalmente reem- bolsados (en especie o en dinero) inmediatamente después de la cosecha y, si era posible, a principios de agosto. La razón era clara: cuando las pasas estaban secas y listas para ser ein- barcadas, había gran necesidad de capital para comprar la ma- yor cantidad de fruto posible. Sin embargo, los explotadores no podían devolver con facilidad a sus acreedores el dinero recibido, especialmente si lo habían invertido en plantar nue- vas cepas, que solo serían rentables bastantes años después.

Esta seria coiitradicción entre las exigencias de crédito a lar- go plazo y la oferta exclusiva de dinero a corto plazo pesaba sobre las fortunas del sector y acabó inspirando soluciones fi- nancieras no siempre sólidas ni económicamente racionales. En primer lugar, los beneficiarios exclusivos del tipo de prés- tamos descritos, concedidos por el Banco y los conierciantes de Patras, eran los notables locales que constituían familias ri- cas y poderosas. Solo los individuos de este grupo social, cuya riqueza y prestigio despertaba confianza, recibían créditos, lo que constituía una ventaja importante sobre el campesino, cul- tivador directo del suelo. El rico local, pues, poseía el control del mercado de dinero interno y obtenía términos extremada- mente favorables para la utilización de sus fondos, fuesen pro- pios o prestados.

Pero, por otro lado, estos notables se veían obligados a con- vertir los anticipos a corto plazo concedidos por el Banco y la casas de exportación en créditos de larga duración, debido a las necesidades del cultivo de la pasa. Esta conversión se Ile- vaba a cabo de diversas formas. Por ejemplo, el dinero se pro- porcionaba para facilitar capital circulante a los vinateros, por lo general ricos, pero éstos lo comprometían a largo plazo al prestarlo a los campesinos. Incluso, en ocasiones, ellos mis-

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ECONOMIA CAMPESINA Y COMERCIO DE EXPORTACION: EL CULTIVO DE LA PASA EN EL SUR DE GRECIA, 1 8 3 0 - 1 893

24 inos lo gastaban, esperando que los beneficios de la inmediata cosecha les permitiría devolverlo, sobre todo si era abundan- te y los precios tendían al alza. Sin embargo, el mecanismo principal de conversión no era otro que la proclividad del Ban- co y los precitados comerciantes a renovar los créditos de cul- tivo varios años sucesivos. Muchos propietarios se limitaban así a pagar anualmente los intereses y a incrementar las hipo- tecas que garantizaban sus deudas.

Soluciones similares a las descritas acabaron por hacer muy vulnerable la posición de los notables locales ante las vicisitu- des de la coyuntura. Mientras los precios fueron altos y el co- mercio vivió en un ambiente de euforia, los acreedores no fueron estrictos en la demanda de devolución de los fondos anticipados. Sin embargo, en las coyunturas depresivas, ciiaii- to todos corrían riesgos y habían pérdidas, los embargos de propiedades -habitualmente explotaciones vitícolas o inmue- bles urbanos- constituían una grave amenaza.

Para emplear de manera provechosa el capital en el cultivo de la pasa, los notables locales tenían que montar explotacio- nes sólidas y bien organizadas. Esto no significa que abando- nen su querida ociipación tradicional, consistente en el tráfico de dinero y la usura. Lo que hacen es construir sus propias redes de crédito y entregar sus fincas a un arrendatario segu- ro e incondicional, el cual supervisaba los trabajos en los cam- pos y permitía combinar el beneficio con la renta.

La venta de los <<Bienes Nacionales. proporcionó a los ricos locales y a las familias poderosas una excelente oportunidad para colmar su ambición de establecer explotaciones vitícolas grandes y sólidas. En la pequeña ciudad de Amalias, el 60% de la fincas distribuidas fueron adquiridas por miembros de los indicados grupos sociales. Y si tomamos en corisideración las coinpras de segunda mano, que según todas las aparien- cias constituyeron una práctica muy extendida, dicho porcen- taje puede alcanzar niveles extremadamente altos. Así, algunos individuos importantes del pueblo reunieron hasta 80 Has. en lotes de 3 Has. y a menudo de 20 ó 30.

La forma más extendida de comenzar la explotación consis- tía en la conclusión de una serie de acuerdos de plantación con familias campesinas: los propietarios cedían la tierra y con- tribuían monetariamente a los gastos. Dicha contribución to- maba a menudo la forma de préstamo sin interés o con uno muy bajo. En cuanto al canipesino, asumía la responsabilidad de la plantación y del cuidado de las cepas, así como de los tratamientos especiales, durante cinco años, hasta el momen- to en que alcanzaba un nivel determinado de desarrollo. Una vez llegado ese inomento, se procedía a dividir el viñedo en dos partes iguales: una pertenecía al propietario original y la

otra al explotador directo. Si éste no había reembolsado a aquel del anticipo recibido inicialmente, su parte permanecía como prenda en manos del acreedor hasta que se procediera a la devolución total del dinero.

Este sistema ha constituido la principal vía de acceso a la propiedad vitícola por parte del canipesino. Las cifras dispo- nibles sobre la proporción de viñedos pertenecientes a pro- pietarios no campesinos apuntan a algo más de la mitad de la superficie plantada de viñas, estimación que roce de de las realizadas por las siicursales del Banco Nacional de Grecia.

El hecho de dividir las nuevas plantaciones en dos partes puede ser considerado también como un paso adelante en el camino hacia la propiedad plena, sobre todo si se compara con el viejo sistema de la enfiteusis, aún existente en las Islas Jó- nicas. Tal práctica comportaba múltiples derechos sobre la tie- rra, y en consecuencia una relación permanente, estricta y compleja entre el propietario original, el plantador y el viñe- do. Por el contrario, los contratos de plantación predominan- tes en el siglo XIX en el Peloponeso occidental desembocaban en unos derechos de propiedad plenos e incondicionales. Los propietarios podrán elegir libremente al cultivador y la forma de cultivo de sus viñedos.

Sin embargo, el procedimiento de transformación coiiecta- do con la rápida expansión del monocultivo de la pasa no alte- ró su carácter predominantemente campesino. La explotación de las haciendas de gentes de la ciudad se hacía por medio de aparceros y se empleaban jornaleros solo durante los pe- riodos de mayor trabajo, la cava al final del invierno y la ven- dimia en agosto.

Desde el punto de vista de los propietarios de esplotacio- nes individuales, los contratos de aparcería eran la solución más razonable para el problema de una oferta de trabajo de- fectiiosa y cara. Los asalariados eran muy escasos, excepto en los periodos en que acudían migraciones estacionales desde otras regiones; las remuneraciones eran altas y tenían tenden- cia a subir. En una palabra, no existía un mercado real de tra- bajo en el moderno sentido del término.

'

Por otra parte, la verdadera estructura del cultivo vitícola tal como se practicaba en el Peloponeso durante el siglo XIX estaba calcada sobre las características y las ventajas compa- rativas de la explotación campesina. Una evolución hacia la agricultura capitalista apoyada en el trabajo asalariado hubie- ra requerido cambios radicales en las técnicas de cultivo e in- versiones más altas en términos de capital. Sin olvidar que la economía campesina familiar estaba mejor adaptada a la ines- tabilidad característica del comercio de la pasa. Sus costes de reproducción podían ser .reducidos. en los periodos de pre-

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ARE AS a e ~ i ~ r e de cienciu solin*s

cios bajos por medio del repliegue hacia el autoconsumo. A pesina y el capitalismo mercantil en sil versión griega del si- 25

la inversa, la ausencia de un mercado de trabajo unificado ha- glo XIX. Ambos eran capaces de sufrir las cownturas más cia los salarios altamente inelásticos. Resultado: los propieta- adversas, desempeñando su función en condiciones de alta rios evitaban asumir el riesgo de los inflexibles costes de cultivo, inestabilidad y riesgo. Con la diferencia de que el capital mer- prefiriendo llegar a un acuerdo con los campesinos aparceros. cantil, al buscar el beneficio, contribuyó a la creación de un

El campesinado del Peloponeso no tenía razones particula- contexto económico inestable, mientras que las familias cam- res para buscar los empleos en dinero -salvo si los salarios pesinas concentraron simplemente sus esfiierzos en sobrevivir. eran lo suficientemente altos. Los miembros de dicho grupo social preferían con frecuencia no verse obligados a vender su fuerza de trabajo en el mercado para vivir, lo cual era posible porque había tierra disponible y la población era escasa. Ello les permitía acceder a una explotación propia, especialmente en el caso del viñedo, por lo que no se veían motivados a aban- donar la seguridad que ofrecía la posesión de sus propios me- dios de producción.

Por consiguiente, solo una mayor estabilidad del mercado de pasas y la disponibilidad de crédito a largo plazo, con tasas de interés bajas hubieran podido facilitar el establecimiento de un proceso más sólido de acumulación de capital producti- vo. Ahora bien, estos factores estaban ligados esencialmente a las elecciones estratégicas del capital mercantil.

En efecto, la estabilización del comercio fue hecha posible porque la viticultura especializada era un monopolio natural del Peloponeso y porque su comercialización había sido la obra de una red altamente estructurada y jerarquizada de merca- deres. Pero estos intermediarios no estaban interesados en la racionalización del mercado del fruto en cuestión. La forma de ejercer su actividad era muy oportunista y estaba domina- da por el deseo de obtener grandes beneficios. Es decir, sus elecciones en lo concerniente a riesgos consistían pura y sim- plemente en traspasarlos a los propietarios y cultivadores.

En 1893, tras casi seis décadas de expansión ininterrumpi- da, la actividad económica que nos ocupa atravesó una severa crisis de sobreproducción. Posteriormente el sector no se re- cobró, y las provincias dedicadas al monocultivo conocieron un prolongado declive. Es decir, el proceso de acumulación de capital productivo en la agricultura se revela, en este caso como en otros, extremadamente vulnerable a las circunstan- cias cambiantes. La sociedad campesina proporcionó, por el contrario las bases más sólidas y duraderas del proceso de trans- formación incitado por el crecimiento vitícola, Sin olvidar que las redes de comerciantes oligopolistas, aunque sufrieran pér- didas sustanciales, sobrevivieron a la crisis y conservaron in- tacto su liderazgo, perpetuando su estricto control sobre la economía local.

Como conclusión de este breve trabajo, me gustaría sugerir la existencia de un extraño paralelismo entre la economía cam-

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SISTEMA DE PROPIEDAD Y ((TIERRA NACIONAL>>: REFORMA Y REALIDADES (GRECIA, 1 830- 1930)

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Evi Karouzou

SISTEMA DE PROPIEDAD Y «TIERRA NACIONAL»: REFORMA Y REALIDADES (GRECIA, 1 830- 1 930)

'4ntes de la revolución griega de 1821 y según el derecho islámico, el sultán monopolizaba la propiedad de la tierra, que era considerada como un bien público. Su uso se concedía a particulares que ejercían sobre ella el derecho real del tasa- rruf, parecido pero no igual a la propiedad plena. Además, en- tre las concesiones y sus titulares estaban frecuentemente los aparceros, pertenecientes por lo general a la población cris- tiana (1).

Estas condiciones institucionales cambiaron radicalmente después de la Revolución. La tierra, poseída hasta entonces por los otomanos, se devolvió al Estado griego como derecho de guerra y fue calificada de .tierra nacional.. El derecho ro- mano, que sustituye al otomano, asimiló el tesarruf a la pro- piedad privada para todos los detentadores de títulos, especialmente la Iglesia, los notables y algunos pocos campe- sinos (2). Los que no los tenían fueron calificados de *cultiva- dores de la tierra nacional), y debían pagar al Estado, además del impuesto territorial, un derecho de usufructo (3).

La evolución de las estructuras de la propiedad entre 1821 y 1871 debe ser examinada a la luz de tres enfoques distintos, según quienes sean los partenaires en las relaciones anuda- das en torno a la tierra: los cultivadores, los notables o el Es- tado (4).

Los primeros desarrollaron con gran rapidez una relación muy estrecha con la tierra, tanto que ~ u e d e calificarse de quasi- propiedad, tanto en el lan no real como en el ideológico. Por una parte, se desarrolla un conjunto de vínculos materiales, una especie de .posesión extensas, que se asemeja a la pro- piedad en lo relativo a los derechos ejercidos. Por otra, estos vínculos materiales evolucionad os* eran considerados por los campesinos como una justa recompensa por su participación en la Revolución y como una recuperación de la tierra de sus

1. I é r 11' II hlC CREII: 1985. pp. 22-35; G.P SAKOS. 1984. pp. 54-60, Pdrd elPelopoiiesu. ,$l. L: S,IKfi;I,I,AHIOC', 1939. AdrinL. /JS rrsj~irest~~s drlpohrriiador Kdpodiítrias a /dS 28 ci ie<~

tio,ies I>l.ii~teadi.s j>or /.,S tres poteiiciJr eoro[>e.lr (Iiig/dterrd, Fmiici.~, Hiisid) eii 1825. drrt>jdil i i i i predoiiiiiiio de L pohlcióii cristidi8.l e,? el espdcici grzepo desde diitel de 1881. Archives de la Rriiahsunce grecque. .4tcii.i<. 1973. t II; pj> 244-248 9 11:11'. 11C GRELI, <,p. cit.. V.S. STEI'HHA.VI.4VlS. 1948. 3 D ZOCR4FOS. 1Y7fi: 1>11 23-3; Taliihiéri, hs lecer /i~c;ilea .i i~ria/e~ delpei-iodo 1833-1871 4. C. LECONTE. 1847, pp 55-56; 11'. II: MC GREI.1: op cit., p 1882; \.: P.4N.4GIOTOPOL'- LOS. 1980. 11. 928; K. TSOUK.IL.IS, 1979, pp. 7fi-77. Ver /.is actas not.iriales del periodo 1840-ISYO rrldti\.i< a Ls tra,irnii~ioi~r~ de tierr.is ridcioiia1e.s Archives historiques de /a Banque ~Vationaie. .Serie: l>enidll</d dr ~>rr4t;liliol. Sobre, /J dirneiisióii idroldpicd d r /J j>osrsióii d r /J tieri;i ii.icioii.if. i er /.J /e? </el26 de in.iio de 1835 sobre 1.8 dot.iciói~ de /.ir í;~niilia.sgriegas (.irticti- /o 2). .iliconio / o 5 drh;itn b. ¡J ¿:.ínidrd eii 1871 ?, eii pdr-tkiihr, e/ dilcuno de/ ~Wiiiirtro de Fi,i,iii,d<. S. S<itirol>oiili~<, e/ 12 dr frl>rero <Ir 1876. Vidrio de Semmeh de 1.3 Cimara, periodo (,', Sesióii B. Ateii.i.5. IIiipreiit~ A'.~cioii.il. 1871. Tamhini. 1.1 cnrtii del 14 de iioi ieiiibre de 1884 rle K.iii<.llo< Drli! . I I I , I , < . ~~otdl>le c(>nlhi~ti~ o c i!>!pol.td!ltr, dii-ipic1.1 d/ Bdl~co .h-~cloi~i~/ 4.H.B.N

Sei-,e. Pirrt.iirio$ der iie/to.s, dohhier 1.1. 1I:lI' MC CREII: op. cit.. p 1511~ sips. Firidlnieiite, 1.8 i.esj>ue,t;i de/ Seiiado el28 de febrero 'le 1830 a/ rrscripto ,iiiinrro 683 delpol>erii.i<ior K.il>o- <lirtri.i<. cit.id.i rii D Z0CR:RAFOS. ol>. cit., t. 2. pp 633-634

antepasados (5). 29

Los notables, por su parte, se lanzarán en los años revolu- cionarios a una lucha de conservación de la supremacía social, de la que disfrutaban ya durante la ocupación otomana, apo- yándose en el arrendamiento de los impuestos, las redes tra- dicionales de usura y la explotación de la tierra (6). Las dos primeras formas de actividad económica confirieron al grupo una base de sustentación muy sólida. Tendrá que pasar la ma- yor parte del XIX para que se disgregue el sistema de arren- damiento fiscal y para que la usura atenúe su peso en la vida rural, lo que no se logrará hasta la creación del Banco Agríco- la en 1929 (7). En cuanto a la explotación de las tierras, el es- fuerzo de los notables para conservar y reforzar su hegemonía prerevolucionaria fracasó desde los primeros años, ya en el rei- no helénico. La tentativa frustrada de concentración de la tie- rra nacional, sobre todo por compra, se integra igualmente en este tercer objetivo (8).

De esta manera, el esfuerzo del mencionado colectivo se sal- da con un fracaso, sobre todo a largo plazo. Una de las razo- nes más importantes del hecho fue el afán de los primeros gobiernos por establecer su autoridad, su legitimidad y un po- der centralizador apoyándose en los cultivadores y pequeños propietarios (9). También debemos tener en cuenta la reduci- da densidad de la población, que no favorecía el funcionamien- to de las grandes explotaciones agncolas (10). Finalmente, hubo de contar el atractivo que las tierras nacionales ejercían sobre los cultivadores en comparación con la aparcería en las gran- des fincas privadas. En efecto, las condiciones económicas de

.j. Ld frllt,~ de i i i i c.it~stro iidcroii.11 es oiid de Ls c~us.is prii~cip;iles de L gr.iii dii ergeiicia dr L s <{ir ersdl estiiii.icroiier, t.iiito coiiteiiipor.íiie,ir coino ii/teriorer. .sobre h superficie de 1.1 tierr,~ i~;lcioii;il Adeilii~, Iii i-ehcióii tierra iiacioiial-tierra prii dda canibió coi] cl tiempo, <fado yiie pdr- t<, </r 1.1 ~>rirnrra l>ds<i ;i I;i otr.1 c.itcporia, I~ieii por rnrdio dr crsiorir5 de/ Estddo bieii por /.,S

ociipacioiiec e.íl>oi~tiiie;ir de los c~nipe~irios A titiilo iiidicatii o, ver 121s i.rsj>iirstas de Kdporlis- triar dl i t~s citadas, p 2fi2. Tarnl>iéii FR. THIERSCH, 1972, t. 1, PP. 268-269 j 272; S.11. SPI- LIOT.4KI.S. 1864. pp .í6~.í9! 84-8.7, D.K. PSYCHOYOS, 1987. pp. 61-64: 11:11: MCGRE11: op. cit., p j ~ . 83-87 6. FR. THIERSCH. <,p. cit., t. 1, p. 232: t. 2, pp. 35-36; D. ZOGRAFOS, ol> cit., t. 2, p. 656 i <igs; 11: II' iWCGREI1: op. cit., pp. 220-221. Taiiil~iéii K TSOUKALAS, 1981, 11. 276, CHH. LOLIKOS, 1980-82, p j ~ . 370-371 1 [oliii A. I'ETROPOLJLOS. 1985. p. 210. i CHR. LOCKOS. <,p. cit., p. ,378; 11'. 11' MC GREII: oli cit., p. 921 Tarr~biiii G. B. VERTI- LIS, 1989, pp 5 5 % j P. PIZA.\I4S. 1983. j pp. .?S-5fi. 8 K. TSOLJKALIS. op. cit . p 276; 11' II' MC CREII', iip cit., pj>. 221-22. 9 [.PETROPOLlLOS. 011. cit.. t. 1, pp. 271-272 > 274. 10. Lii f;r/t., de iiidiio de ohci eii e/ ep;icio rural est5 :itestigiidda 110'. di! wsas firnites del siglo XIX. Eii h ni.iyorp~rte de /os cdws, /d coe.sti<ii~ íe p/:iiitea hajo e / asl>ecto geTWrd/ de /d despro- porción entre 1.i pobf~ció,i y L tierrd criltiiiible, sir, tomar eri coii~ider.ici<i~i ~>dr;ímetror Iiist<iri- col, geopritico~ o rcoiidmico~ conio. p.e., e/ drípla/~niiento de p<>h/acid,~ de/ e~p.irio mo,itdiioro o la //aiiiir;i, 1.1 cali<id<l de/ si~e/o. 1.) poricióii j,/.i distii~~ciii de /os campos cori rehpeito .i/ iilri-cddo c i e/ p.ir ir de relidel~ua etc. .i titiilo iiidicdtii o, !n /.II obrdh coetinea.7 de AL. C. TOMB.ISIS, La Gréce snus /e point de vue agricnle, .4teiiar, 1848. p 49 y GR. PALEOLOGOS, Eronomie agricole et domestique, Nauplia, 1833, p. 21. Ver taml>iéii el j ~ l m de 1.1 propiediid teisitorid/

K:irellos Dr/iy.iiiiiií r i ~ C;ortjiii;i eii r l que 1.1 niitad dr siis dorniiiios fiyiiraii corno ii~cii/toh J ciiilía d~ id G/t;i dc iii,iiio de ubrd. -1.H.B N Serie- Pré~tiirnoí </e/<.i~iieito~, dos 4.4

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SISTEMA DE PROPIEDAD Y «TIERRA NACIONAL»: REFORMA Y REALIDADES (GRECIA, 1 8 3 0 - 1 9 3 0 )

30 explotación de aquéllas por los campesiiios se revelaron co- mo más ventajosas para ellos que el arrendamiento o aparce- ría de la parcelas de terratenientes irnportaiites, debido a la relación privilegiada que mantenían con la tierra y a pesar de la nueva obligación de pagar el usufructo. Las tierras nacioria- les se convierten así, de alguna manera, en un concurrente con- tinuo de los propietarios de fincas en el mercado de trabajo

(11). El tercer agente a examinar es el Estado. Desde los años

1830, los primeros gobiernos del rey Otón iiiteritaron consoli- dar un poder centralizador. Con este fin, hubieron de debili- tar la influencia local de los notables, apoyándose esencial- mente en la pequeña popiedad (12). Pero el Estado iba a tro- pezar con dificultades para llegar a la elaboración de un pro- yecto apropiado de distribución de las tierras nacionales: la única solución posible, dados los problemas de las finanzas pú- blicas, era su reparto a cierto precio pagable al Estado. Esta decisión se hizo esperar durante 40 años. Así, a lo largo del periodo 1833-1871, el Estado protegió los derechos de los cul- tivadores a dichos bienes, siempre según las normas de la pe- queña popiedad, determinando. por ejemplo, un límite máximo a la extensión ocupada por los cultivadores (13). Mien- tras tanto, como acabamos de ver, los notables fracasaron en su intento de lograr la hegemonía en la atribución de dicho tipo de tierras ya que la no distribución les impidió obtener- las mediante compraventa. De esta forma se promovió una po- lítica de apoyo al poder centralizador y de reducción de las tensiones sociales. Además, la rnisrna tendencia se encuentra en la base de los repartos parciales de la partes no ocupadas de las tierras nacionales a los aiitiguos cornbatiei~tes, a los je- fes militares de la revolución y a los refugiados procedente de territorios aún ocupados por Turquía. Es por este medio co- rno el Estado iiide~niiiza o asiste financierameiite, de vez en cuando, a las capas iio privilegiadas de la población.

Vistas eii conjunto, estas condiciones tuvieroii dos efectos mayores: uno, que la pequeña propiedad se vea netamente fa- vorecida incluso antes de la reforma de 1871; otro, que la ex- plotación familiar se convierta en el sistema predominaiite de organización de los cultivos, tanto en el marco de la pequeña como de la gran propiedad (14). ,4sí, cuando el Estado proce-

11. 1.1 PETHOPOl!l.OS dlK. KOl~.\~f.4HI.IOLi 1982. p. 270, K. TSOlIK,41,,4S. cit.. p. 27,j 12. 1 rr iiot;~ Y. 11: II: MC GHEll tidinite q11e el Estiido 1i.i rr>st<,riido 1.i ~><qtirii;i I>i.oq>ir<l.i<L pero coiisidrra que rytc . i p o ~ t ~ c .n i iri;ir Ijir~i i i i ~ <wrnproriii.si> qrir teiií.i por ol>lr.to poiirr ni i.r>i l -

corc&iii<,i;r 10.7 Iir<~/ii,.< i.c..i/rs (l>osrsió,i ). c~i/tiir> de, 1;)s titrriis ,i;icioii;ile, lioi. 10s <.;,iiil>rsi~ii>r) i-

1.1 Irgisliicidii. !!:\l.. MC GHEII: ojp cit.. {>p. 161-182 ! 2lfi-212 C. EICHTIL. 1974, p. 43. 13 L;I pmtrcciiiir de los cciltri ;i<lores por el Estnilo se Irgaliiii poi- 1.4 Ir, del 2-l <Ir jiiiiiu <Ir 1843. l'er D;W;II i~ficial, reimp .Ate!~a.~, ln~p,-ei~ta V~<,ir,,~.>l, 184, 1 2 (1843-1654). 11 20 14. 1 .~4 I'ETtlOPOLrLOS. o~p (.ir., t l . PP. 271-271: P. I'IZA.\'I\S. 1989, (1. IGO: .4 h l 4 \'SO- LAS, 18-5. p. 1.28; .ALG. C. TOMBAZIS. Ib7l. !>. 37.

dió a la primera reforma agraria, en 1871, la legislación jugó el papel de consagración de una realidad ya adquirida más que de reglamentación de una realidad futura.

Este efecto de confirmación se demuestra por el contenido y la evolución de la reforma. En primera lugar, las leyes de esta última confirman y legalizan las ventas de tierras nacio- nales hechas hasta entonces, así como las hipotecas contraí- das antes de 1815 (15). Al mismo tiempo, por la puesta en vigor de dos tipos de disposiciones, la tierra nacional es distribuida a sus ocupantes (16), los cultivadores, a cambio de cierta can- tidad. Pero los precios son modestos, el plazo de pago es con- fortablemente largo (18-24 años) y la tasa de interés relativa- mente débil (2-4%). Por otra parte, la falta de catastro permi- tió a los campesinos continuar sus prácticas de antaño, consis- tentes en la ocupación de tierras públicas. Finalmente, en la cornpra de las parcelas que cultivaban, los campesinos se mos- traron muy vacilantes y siguieron un ritmo muy lento (17). SU actitud revela las ventajas que tenía para ellos el antiguo régi- men de simple apropiación de las tierras; a la propiedad abso- luta ofrecida por la reforma a un precio determinado, incluso modesto, parecía siempre preferible la posesión gratuita y su- ficientemente segura que habían ejercido hasta entonces.

Conviene ahora examinar los objetivos de la reforma vistos desde el lado del Estado, de los gobiernos y de las élites. Es- tos objetivos pueden deducirse por medio de un estudio aten- to de la fuentes, sobre todo a través de la lectura de los discursos políticos sobre este tema, muy abundantes en esa época (18). Nosotros vamos a distinguir entre fines institucio- nales, económicos y socio-políticos.

Para el Estado y las élites, los primeros consistían esericial- mente, por una parte, en el establecimieiito jurídico del dere- cho de propiedad plena, y por otra, en la afirmación de la pequeña propiedad como estructura de base de la organiza- ción territorial y económica de la sociedad rural (19).

En cuanto a los económicos, estaban ligados a largo plazo a la agricultura del país. Según los protagonistas de la refor- ma, la sustitución de los derechos de posesión, ejercidos has-

1.5. C.'ert. 7 <le, 1') le! Y.4~4 (1871). 11i.trio Ol~ci~zl, o l ~ , c ~ t . . ,, 25 1:er Lz,,tl~ic;,j c./ </e/,.~tv </<, /,, Ciíiliirr;, 1 m i l ,771 i 10.5 di.v<,iir.sos de .S. Sr>tiropoiilo~ y Elt. I;ecli;i!ar rl 1 Jilll ,S;[. Viiirio dr. 1)c.~ /,dter rlr /ii Cít~riira. .lJ" y 11" ~c.$io,jes, ol>. i.it. 16. Sr,yríii Iii ;ii~tc~rioi- le!. los <.iilti! iidoi-<.S <le tiri-riic ria<,ioii;iles t c ~ i í ~ i i pi-ioi-i<l.i<l cii 1.i di\ti-il~ii- ckiri. 17. ll 1l' i f (2 CHEll', olj. cjt., 11. 211 Ih. 1.er lr,~ d ~ ~ / , ~ ~ t e s ~ I P 1'1 C X ~ I . ~ ~ ; I e18 ~ n e r o ,rfi,l,re,-c, de 1,571. V~,,-ic cl,, I l ~ ~ l ~ ~ ~ t e s , q ~ . <,¡t. 7-.,,jt-

I>it'ii el <liiíloyo rliii S< . <lrc;irrollii <vi lo\ I>riiri<lico.s Paligueriessia. .!fellou > EA-lektik~i dicie,ii 1,i.c d<. IhiO? i,ie>-i> ck 1871. 19. k'?r 105 de /~~t , , s de 1 , ~ ( : : í , , ~ ! r , ~ e!, ?r~?ro ! lk/?rero 1871. el, i1art!~~~1/.4r /,,.S cli.~< ru-s,>> de/ Miziistrr~ de Fiiiaiiias S. Sotiri~~>riiil,i< eii la 30 srsidii <Ir1 1.1!2/1,571 lo\ <Ir Elt. ki.Ii.ii;i\! 4lr.v. Koiiriioiiii<loiir<,r a lo 1: <Ir/ IY/l/lti7l. Diiii-io </t. Ueh;itrs. r,,> cit

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ARE AS Rrihls de Ciencias Smisler

ta entonces por los culti\,adores de la tierra, por la precitada propiedad plena tendría una serie de efectos benéficos sobre el funcionamiento de la economía rural: ampliación del mer- cado de la tierra, desarrollo del crédito agrícola y acrecenta- miento de las inversiones. Además, la distribución de prce las suprimiría el pago del derecho de usufructo, lo que facilitaría la transforrnación del sistema fiscal (20).

Por últiriio, las finalidades socio-políticas son aún más evi- dentes. La consagración de la pequeña propiedad se proyecta como una recompensa para la población rural que había par- ticipado eii la Revolucióii. Desde el punto de vista funcional, se la considera coriio tina forma de explotaciói~ de la tierra riie- 110s provocadora socialriiente y, por tanto, más racional. Por otra parte, el increineiito de la productividad y de los ingre- sos que la pequeña propiedad puede asegurar, se considera como una válvula de seguridad que puede atenuar las presio- nes procedentes del descontento de las capas más pobres de la población (21).

Hemos va mencionado el hecho de que varios de estos ob- jetivos se hubiesen alcanzado antes de la reforma, durante el

182 1- 187 1. La relación material e ideológica de los campesiiios con los campos que cultivaban, relación privile- giada de quasi-propiedad, había integrado las tierras naciona- les en el circuito de las transacciones territoriales (22), fenó- ineno en el que cooperó la escasez del factor productivo en ciiestión. En efecto, la idea según la cual había abundancia de tierras constituye solamente una geiieralización. En realidad, lo que existía era tina situación de penuria atribuible en parte al sistema de barbecho bienal o trienal, que requiere exteri- siones importantes, pero en parte también a la racionalización y comercialización progresivas de la producciói~ a siiperficies cada vez mayores. La penuria era aún mayor en el caso de las tierras de primera calidad, las que estaban regadas o las pró- ximas a los mercados (23). Este fenómeno, así como la rela-

20 I l i ; ~ I ~ ~ i ~ Di~rz rv>\ c/c- S S o t r r ~ ~ p ~ ~ t ~ l o ~ e,! la .30 hrsrc j ,~ , NI 1.) 31. ~1 1,7/2/18TI, : ~ ~ t < ~ o , r ~ o lo\ (Ir D Z ~ K x ~ l ~ . ~ .$ 1.) ,13 < I d 17/2/1571 \ '1 1.1 111 ,Ir/ 12/1/1~71, ~ I . Í s la5 <Ir Et't h ~ ~ c 1 1 ~ 1 ~ ~ 1 s ! 41vt Koiiiiioiii~<lo~~ro.~ .i i., 16 1S1. I<)/l/18;1 21 Il,i<lc~iir 11rs<iiiri>, S. .Sot~i-,,l><itiloi eii 1.8 251 sr,cidii <I<.I 12/2/lh7l. di. Eft h.~ch.>!.,s e,, 14 21 d<.l 1,7/2/1571 > 11,. 11 Zcqgrli, e?? 1'1 ,3,1 del l7,2,18;1 22, En 1,15 'dct,~> t,ot~~r,:tle~ ~ / e / ~ ~ r r i o ~ l ~ , 1640-1680, re5rrIt.t ( 1 ~ /,,S t w r r . ~ ~ ~ ~ ~ c i o r ~ t l e s se <,,,t~j

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cióri especial entre los cultivadores y sus explotaciones eran los factores priiicipales que habían integrado precozmente las tierras nacionales en el mercado, en las riiismas condiciones que las poseídas privadamente. Ello alcanzaba tal nivel que los cainpesinos llegaron hasta el punto de cambiar las parce- las que poseían por otras de origen .nacional».

Otro objetivo de la reforma alcanzado antes de su ~ u e s t a en vigor fue el acrecentamiento de las inversiones agrícolas, que adoptaron la forma de plantaciones de productos comer- cializables, consecuencia natural del desarrollo de la pasa. Estas plantaciones constituían una parte importante del conjunto de la tierra nacional cultivada (24).

La tercera finalidad, el fomento del crédito agrícola. se ha iniciado también antes de 1871, a despecho de los problenias jurídicos originados en las particularidades del régiriien terri- torial. Esta es la raz6n ilor la cual la refoma no contribuvó al desarrollo del crédito hasta el punto que se había previsto. El Banco Nacioiial de Crecia no incrementó de riianera signifi- cativa el financiamiento directo de la producción agrícola, pues- to que esta última estaba integrada desde siempre en las redes tradicionales de la usura, cuyas tasas de interés no de~end ían de la seguridad hipotecaria que solo podía ofrecer la propie- dad plena sino de otros factores ( 2 5 ) . Así, una de las formas más corrientes de préstamo agrícola era el adelanto de fondos por la coriipra anticipada de la próxima cosecha. Lo que inci- taba al acreedor a seguir esta práctica crediticia era el mante- nimiento e incluso el aumento del beneficio comercial v, a menudo también, la explotacióii política del voto de los cam- pesinos endeudados (26). En conclusión el don ofrecido a los cultivadores por la reforma, la propiedad de la tierra, ni afec- tó a las redes de crédito tradicionales ni contribuyó al desa- rrollo rápido del crédito bancario agrícola. El Banco Agrícola de Grecia no será creado hasta 1929.

24 Srpriri c.1 i i l i í i i i i ir $r,inrtid<i .i 1.8 C:irriaci por c.1 .liiirstro <le Firi;i,i/~r. .5 .5i,tiiolioiiloa el 13/1/lh71. 1.15 I,/~ilt.icioii~~~ l,crtc,,ec,e11te1 ;d Esiddo sr. c/t,i dh.18, .r 2.221. ;59rlreiilin~s (22. 17.5. 9 11,uj \ ?r DIJ~KI de D<,l>.~tt.<, W A K Í , , 11, o11 c ~ t Sin eri111.1rgo. 1.1s ~ s t ! ~ ~ ~ . t v ~ o ~ w ~ ~ I J I das ILIC LI!? ~ i i I > i i - bi siipriIi<.ir (Ir <Iicli.ic Iil.iiit.icioric~r .i 300-400 000 stremmas 1101 IU IIIF,IO' (30-40 000 H2r )

io111~. r.,t<, trii>,r. iIiri,iir~<i <Ir i. iotii-ol>oiil~>s ri, Id se\idii 12 el 14/1/1871. 1Ig.irio <Ir Drh.itr\. op c ~ t . .~nG,i </t. 1.2 c .!rt.t ( 1 ~ h ~ ~ , ~ ~ e l l o ~ Deli!.a,11115 dc.1 1411 1/1844 ~ . > I I I I > , ~ I <11.1d.t ! Agrict,llt,r.z Gvecque. 1 (91. j t r r ~ ~ o 1t3ln, 1856, pp ,553-554 2,T. 11~,r,~z1tt. 1~15 ptrnwrm . t , to i ,jrn ~,qu~<~ro,z ,i l ~ , fi,,~d.zcr<í,, del B.IZJ<.O Y.ICJWI,J/ ~164I~l~Y42j. Y<. ri,.iriilr<tii iiii., fiwr tr ri! ~lididriittr. VI I>.iiico?-1.i~ rrcler igriii.iri.ij. Ilt.~J~jild<ise ;i riri coiiiproini~ V I Ello lx,,nzlr~i .i las i-rdrs rii ciir~tkiri liiii<,iuii,ir.i todo lo I.rgo drl 5,510 YIS. C B. DERTILIS. ol'. crt I>.[> .55~,76. l;iiiil~iGii 1'. PIZ.4'146. IYhJ. pp 4i-78 i D L. ZOGR4FOS. 1925 t. 1. ~ I I 1,j- 16 por .S,! p.arte, .> 11Jrtir 1871. e/ 8ij~1co .\:lr~<11j~/ ?$td/,/ec!O 103 C!.@d¡tOs ' 1 /OS ~g,-ic~!/tOr?.$ ! ~~rup~ct.trios ,obi-r qar:iiiti;ls prrsoii.~Ir>. q ~ , r J I O s f r~npr~ 1r.1t1 <ic~il~;icf~i r i i r l u g ~ r iinl~ortmjlt. rii

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SISTEMA DE PROPIEDAD Y «TIERRA NACIONAL»: REFORMA Y REALIDADES (GRECIA, 1 8 3 0 - 1 9 3 0 )

32 Un último objetivo de la reforrna, más bien indirecto, fue la transformación del sistema fiscal, sobre todo por la aboli- ción del usufructo, que sería reeiiiplazado por impuestos. En efecto, el diezmo otomano fue abolido un año después de la emisión de los primeros nuevos títulos de propiedad. Pero, tam- bién en el caso de la fiscalidad, las condiciones de cambio se encontraban reunidas antes de 1871. Durante los años 1833- 1871, el arrendaniierito de los impuestos había pasado desde las manos de los grarides notables a las de los .medios. y a los patrones locales de los ~a r t idos . El resultado fue la atenua- ción de las reacciones ante la reforma fiscal (27).

Concluyendo, aunque los fines de la reforma de 1871 de- muestren la disposición dirigista del Estado, su puesta en pie desempeñó un papel más confirmativo que organizativo. Co- rno hemos visto, se trata de una confirmación tanto de las pre- rrogativas adquiridas por los cultivadores como del dirigismo del Estado. Estas condiciones abren el camino para la segiin- da reforma agraria, la de 1917-1924. En efecto, durante 1890, después del cumplimierito casi total de la distribución de tie- rras nacionales, se inicia el proceso que conduce a las men- cionadas disposiciones (28). Pero en esta ocasión se repartieron a los cultivadores no solo los nuevos bienes territoriales, con- quistados en ocasión de las guerras contra Turquía de 19 12-1922, sino igualmente las grandes propiedades privadas, bien las poseídas por antiguos notables y otros terratenientes desde la ocupación otomana, bien las que fueran adquiridas por ellos entre 1820 y 1916, sobre todo por compra.

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EL LAGO COPAIS Y LA AGRICULTURA HELENICA, 1 8 3 0 m 1 9 3 6

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Nicolás Melios Universidad de Atenas.

EL LAGO COPAIS Y LA AGRICULTURA HELENKA, 1830- 1 936

La cuestión del lago Copais se planteó por vez primera en 1833 ( l ) , justo después de la guerra de independencia. El in- terés por su desecamiento, que suponía la puesta en valor de 24.000 Has. de tierra cultivable se manifiesta en el contexto de los esfuerzos en pro de la recuperación económica de Gre- cia (2). Los gobiernos de la época deseaban la creación de tina unidad agrícola piloto, que introduciría la tecnología moder- na y nuevos métodos de explotación (3). La posición del lago y el paludismo que diezmaba las poblaciones inmediatas inci- taban también a la desecación.

Aunque el espacio en cuestión estuviese calificado como .tie- rra nacional., será protegido de las reivindicaciones campesi- nos por el estado. Sistemáticamente, se le va a exceptuar de todas las distribuciones de tierras habidas hasta los años 1870, amén de la reforma agraria de 1871 (4).

El cultivo en las orillas de la masa de agua se había empren- dido hasta 1871 -fecha del inicio de la primera reforma agra- ria- por medio de dos grandes categorías de ciiltivadores (5): los que poseían títulos de propiedad otomanos o cualquier ti- po de certificado y los que carecían de ellos. Después de la reforma de 1871, también estos últimos se convierten en pio- pietarios (6).

Como la calidad del suelo se prestaba al cultivo del algo- dón. la región evolucionó rápidamente hacia la especialización, convirtiéndose en la primera productora nacional de dicha ma- teria prima (7). Pese a su importancia, el cultivo no constituía la parte fundamental de los ingresos de la región, ya que la planta desempeñaba un papel compleinentario (8). Los cerea- les, en especial el trigo y el maíz, seguían predominando (9).

l . Sr tr.itd <Ii.I H;ii-<iii ! I>.iii~iirro Ci>st.ii o d'Eicht.~l. iiiia de /;ti ~>ersoii.~li<l;idr~ i r i i sol~i.c~s.ilirii- tt.5 rlrliiioiiiriiriilo s;aiiit-,inioiiia,io de (;recia. L'ii .liios dcspirl>, rii 1834, los inpcuieros /,di ~1.0s P;IW Firdler ! 1'. Fon.lili.ime>- redact~i-oii los primeros rrtiidios p.ir.# L <ksrcaciiiiz del IJRO. Lr s i p ~ r e1 i,~~porti~nte t r ~ l ~ j o dc l J i ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ t i . s ~ ' J ~ ~ - . V ~ I I U ~ I .v el del in~enirro lk;~ncF.s, S.~L>! a ~ r , e,, l,T46. ,?.$te ~íltinzo <,o!,stit~,ir:i. dt,ri~nte nm<~l~os iuios, la 6a.w p ~ r z c t~a lq tz~r ~c~,ílisis de [,,>e>- tióii. LOE triihi!jns F? rfecttiab;in /lJ6i<~.llr11<.iit duitliite /os pei.iu<los poco //ii\ ios<is. ciiiliidu <./ ,~i t el de 1;~s agtr.ts del lago I~ji16;t < ~ ~ i ~ ~ s ~ ~ l e r a l ~ I c ~ , ~ ~ e ~ ~ t e : era j~osil~lr IJ luupiezi~ (le 1;) zoua rnlwre- 1i.i los tr:ib;!~or r i i i i iiiiport.iiites sr :j<.ciil.iru,i rii 1856. ciiio eii el ciial el I.iro rstab.i c:isi $eco .i raiisii <le L rrc;is<., de //i~ii:is. \'id C. EK.'IIT.iL. 1974 K. .IOSKO\. 1972. 1. .1 D S1DEXI.S. 1W4: T. ILiPI'AS 1983. 3. . MELIOS-iP. P,iY41>OPOLrLOS. 1986; Tiiinl>i@ii. rliiifoniir ccwt'íiiro dc D. P.iPA(;EOR~ C1I' Exlrait de rilppori sur le derréchement du Iae Copaii redigé a París .itrii;is, 186Ti. 4. L0i ' 1'OP- .Siti- le <le.ssFclieiiiriit dii Iac <:o,ji;iisr. Journal Oficies. ti'' In. S!fi.hiri-o!ló67. X .Y ,\.fEl.lf>S~dP f'IP.4DOPOL;LOS. 1<188. 6. E. LiXOL%f>L'. 19S9: 11p. l.í7~l>S. ; El <,ri/tri i > drl .ilgod<iii f i i \ < i i i i i desdrro//i> coiisicleiiihlr rii 1.1 re~ióii diiciiitr <./periodo <Ir1 ;ilr.i irit<,ili;,ciori.il <Ir preniior rl<.l prodiicto (l860~1867). E ~ I ISfi,?. 1.2 prodiicciriii </e Lii-id¡;) J

Lo<.>-id;, ;ilc;irizir ~ i i rr<.<iirl. coii 8 rnilloiies de oeques. 6. LJ ~~on~~>le~~~r~~tririr~ii~d <ir/ ciihti o del ii/pod~iii pernlitid ii 1.1 ecorioiní.~ ;~gi.i<,olii l o c ~ l riicoii~

ti.ir, siti ~r:iiidr, s.icii<lid:,h. .si, r<jiiilihrio tr;is 1.1 c;iíd;i de prrci<i, rlrlprodir<,t<i Vc.i 103 ircbii-os Hiat<irkoc <le 1.1 B2iic.1 \:ici<iii.i/ de Grecia. rerir .Y.YI. (:orrrspi>iide,iri.i, D.. Dociiiiirritos </e I.ri \~iciir.?dlr,r </irigid.nr JI <en icio </e/ coiitriiciosn drl h.iiiro. Dosrirr: 1.7 (Teha, 1,577~1900). 38 (1.iiadi.i. li;fiR-lhí7). :19 ( L ~ I ~diii. 1 878-ii;,?.3). 40 (Li, .rdi;i. 1.S8-l-1XSL)). J1 (Lii adi?i.i. 1890-1900). 51. S. PEl',\IL;Z \S Zoiies apricoler en Gréce: iiiie premiére etudr sur les s>rtéines iigricalrs

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El rico régimen hidrológico de la zona asegura a estos aprove- 37

chamientos buenas cosechas y rendimientos elevados (10). En este cuadro. se presentará en 1880 una sociedad france-

sa (11) que consigue obtener la concesión del lago por el Es- tado en condiciones particularmente favorables. Una gran parte de los trabajos efectuados hasta entonces solo habían tenido por objetivo la protección de los habitantes ribereños contra las inundaciones (12). En 1886, la sociedad quiebra y cede sus derechos a la Lake Copais Co. Ltd, inglesa, que explotará las tierras hasta 1953, año de su compra por el Estado griego.

Las principales condiciones del contrato de concesión pre- veían (13):

A. La cesión de 80.000 stremmas (de las 210.000 deseca- das) en plena propiedad a la sociedad, mientras que el resto se concede en usufructo durante 99 años.

B. La opción a 1111 préstamo de 1.500.000 francos-oro más o menos, eventualmente otorgado por la sociedad al Es- tado griego.

C. Rechazo de toda reivindicación de reparto en las tierras situadas en el interior de la zona de inundación habitual, delimitada según la ley.

La sociedad inglesa hereda de su predecesor francés los de- rechos con respecto a los cultivadores de la región (14), así como los dos problemas que aquél no había conseguido resol- ver. Primero, la delimitación de su propiedad y la garantía ins- titucional frente a los diversos ocupadores, usurpadores y reivindicadores; después, la elección de un modo de explota- ción eficaz y productivo, elección que concernía tanto a las tierras ribereñas cultivadas de manera abusiva por los habi- tantes de las regiones veciilas desde hacía años como a las zo- nas desecadas progresivamente.

10. En c.1 j ~ r i n d o de Krm 11e~11~nd;i (le t d ~ o d d ~ ~ , dura~ite el CUJI la ~ ~ ~ J J S L I dr la lpo<,:~ pl i~~~tvri eoir\ta,itcnieilte 1.1 <.iiesti<in <Ir 1.1 drsc~c.iii6~1 del I.*Ko Cupij1.5 Eii 1 8 8 7 ~ realizii IJ priliiei-ii rol,- c~si~írv c n , ~ v.ste /;n a .S,,rritsit~ 2Wc>,~t/~rrier en rirtttd dr uua le!,. ,Sipvo despu6s U U J serir <le irl. tr,i tos pana h~,i<l;~r iiii;i rrx ird.idl>ur Moiifeñer (1867) 1, Bi~iilidir (1 869). que fi~r".swo,~. El rsliierio ,yri<.qo .oiiií.s inil>ort;iiit<. se oi~iiifirrt.~ rii 187.3 11,". medio <le un griipo dr liaii~ os (Banco Xiicioii~l de Crrci;i. Haiico dr ('rlditr~ Iiidustrial. Banco (;?iirr.il <le Cirdito. Banco Jriliicu Ltd. j el h;iii-

<Iuei-o ,Sk~iliitos-Sc,iitsou)) <jue r.re;i ii i i siiidic;ito p r J riiiprriidrr /os tmh~jos. Este pliili tiiinl>iPii f;.acas.i. !l>oci, tiriirj~o drrl>,ir,. eri 1879, aparece otro iiitri>t<i </e 10s beiiqirei.os fiiiiicrses B.ii-ori dv Fo, f;czhrrir ! Eoiiii. 2W;~iiit~ki. represriiwiite d r bs capit~listiis g i i e~or Arclii~ os Hi.stóri- cor del Biiiico .Vacioii.il dr Creciii. Serie XSV, Ohi.a, PdhIic~s, C. Obras klidr.íiilicJa. Dossier 22: Socic.il.id fia,iceh;i par2 1.1 <Irirciici<iii d ~ l IJg<> C c p i i h (1884) I'hje del iiigt.<.iiiero Reiol (1876) 11. I'oi- el Decrrr<i rcd. &'i>l>i-c L dr.srciiri<iii r ri1tii.o <kl lago Cul~ais-. Jouri~iil ofic;eriel. t i .

72. 1 I:li~iiio~l8,56, CH. TXIYOL'WS cede. en rl iii.irco de 31: politiu d r ii~r ersioiirr. 1.i dehrcd- cidii ! ril~lr~tac i~iri ii l. \iiiii.os. rrprr\rittiiltr del siiidicato de ba~i<~iirros fkaiicesrs Sr crr;i eii- t<iiicer 1:) roinpagnie franeaise pour le desséehement et I'elploitstion du liie Copa&. 12. Vrr los dos trJlI.Ij0.5 de .Y. AfELIOS-AP YiPiDOPOLILOS aiiter ~iliidos. 13. Red/ Decreto -.Sobre 1.1 d<>secariórl : riiltiio.. - .itites citiido. Sui,iltr .Aiioiijni<. <lo Lac ( : o ~

1x1". Conveiiiiori. Lois. Drri.etus, Arbrilage et Docuinenls Diners. Atni~s. 19.72. pp. 1.53-1.76. 4 I,.ir deutbis de 105 c!i/ti\ iidorrs coi] 1.1 so<~ird~dfr.iiict5a. drspii6s de 1.i ct~nij~ra. /iiero,i tr;iiis- t ~ r i ~ 1 . i ~ ii 1.1 b k e Copa;, Co Ltd. LCi- .Arcliii o s de la r.;iL-e Cop;us (:o Ltd Libros de ctiltii o., (1 894-19,7:;1.

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EL LAGO COPAIS Y LA AGRICULTURA HELEMICA, 1830-1 936

38 Duruiite la fase de rotui-acioiies, las pobliicioiies riirales ve- cinas tlescoiifia1)aii de la sociedad y vacilabiiii en toniar en arrendarnieiito la parcelas por temor de sufrir rii~ís l)trdidas que beiieficios. Ida restitiicicíii de la tierra al ciiltivo se efectucí por etapas y los carnpesiiios a los que se dirigía la sociedad eii cada una de ellas eraii siempre los liabitaiites de Iiis aglo- ineracioiies iiiás próximas (15). Ya eiitoiices se foriniilan las ~>sitneras coiisideracioiies sobre dos cuestiones eseiiciales: el tipo tle coiitrato de arreridamieiito y de cesióii de las tierras, 1,iiscaiido la forma iiiis eficiente para 1;i sociedad, y el mejor sisteriia de cultivo.

En 1889, la sociedad iii\.ita a1 agróiioino especialista E. de Chirico a estudiar este iíltiino aspecto. Eii su iiiforirie, Cliiri- co inaiitieiie qiie: «...El siste~iia niis apropiado dellería prever 113 como cainpo, 113 dedicado a cereales, 1/10 a iiiaíz, 2150 ri plantas iiidiistriales como el cáiiaino u otras, 1130 a habas o patatas, 1130 a tabaco y 1130 a legurriinosas~ (16).

Pero, pese a las observaciones qiie apareceii en los iiifor- ines, la realidad difería de lo que allí se pretendía, dado que los ciiltivadores de la regióii a los qiie la sociedad cedía tie- rras, tiivieroii qiie luc1i;ir durante muclios aiios para roturar unos espacios ciil~iertos de juncos (17). De ello resiiltcí uiia falta de iiiterts iiiduda1)le por parte de los Iiabitaiites de la región para solicitar diclias tierras. En coiiseciieiicia, la sociedad se veía obligada a ofi-ecer sin cesar nuevos estímulos para arii- iiiarl«s a limpiar y ciiltivar exterisiones cada vez más \-astas (18), política clue conieiizó ;i siirtir efecto poco a poco. La prosecii- cióii de las teiisioiies, seguida de numerosas reivindicaciones sobre las tierras y de contiiiiios reciirsos aiite los tribunales locales (19) iio inipidió a la sociedad siiperar los prol)leiiias inas gra\.esy coiisegiiii- extender los arreiidarnientos a porcioiies crecieiites de terreno. Eii el traiisciirso de los años 1888-1889,

su superficie se decuplica (ver cuatlro 11). Duraiite el periodo 1886-1936, dos sistemas de eplotacióii

se oponen eii el lago Kopriis (20): el de la pequelia explota- cióii familiar y el de gestión directa por la sociedutl, coi1 ayu- da de mano de obra asalariada. El primero, tradicional, era defeiidido por las p«blaciories rurales que opoiiían uiiii resis- tencia teiiaz al caiiiliio de las condicioiies de cultivo. El se- giiiido, nioderiio y capitiilistii, se impoiidrá fiiialmeiite despues de 1930, pero a escala mu).iiiterior a la iiiicialnieiite prevista.

Eii lo que concierne ri la extensicíii de los precitados siste- mas (cuadro II), desde 1895 la sociedad coiiienzcí a cultivar por SUS propios medios en las tierras que le perteriecíaii iiiia parte modestri pero creciente, a la (lile denomiiió Model Farm (ll), continiiaiido de este modo hrista 1915. Eii diclio espiicio la explotación se llevaba a cabo de dos formas, o bieii por me- dio de la aparcería o bieii directamente coi1 la ayiida de joriia- leros; en el resto, en cambio, se aplicó el sistema de arreii- damieiito (22).

En las partes del dominio donde se iitilizal~aii aparceríns y arreiidainieiitos, las relaciones eiitre la sociedad y ciilti\~~ido- i-es se expresal~an esencialmente a través de la política de ceii- sos. Ciiando eniprendían el ciilti\,o de una parcela coi1 uii coiitrato a largo plazo, los ciiltivadores estaban obligados a eii- tregar un porceirtaje de sil produccióii qiie dependía del pro- ducto ciiltivado (por ejemplo, si se trataba de trigo, iiii t:iiito por ciento detemiliado de la coseclia, iiiieritras qiie en el caso del algotl(jii, i i r i peso fijo). El contrato era prorrogable a título hereditario (23): aproximadamente 6000 ciiltivaclores trabaja- bar1 cori este rtgimeri iiiia parte de las tierras de la sociedad.

La peiiuria de la inversiones, el débil reiidiriiieiito del sue- lo, las fluctiiacioiies coyunturales de los precios y el dthil vo- liiineri de la produ<:cióii total lio satisfacían las exigeiicins, si11 cesar crecientes: de la sociedad con respecto a los ciiltivado- res. Ello se conipreiide fiícilineiite observando el ciiadro l . (lile presenta la evoliicicíii del porceiitaje del ceiiso en las tlistiiitas categorías de prodiictos. En efecto, su ~notlificación, asociada a los difereiites rendimientos de los ciiltivos en las varias zo- nas del lago. pertiirbaha la continuidad de los ingresos en la pecluekwxplotacicíii familiar. Ciiaiido rio llegaba a cul>rir sus g~istos aiiiiales tenía dos opciones: « se desplazaba a otra parte ciilti\-able del lago o caiiibiaba el producto objeto de ciilti\-o. De esta forma, el censo constituía un medio de redistri1)ucicíii

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ARE AS Revisla da rieneinr ,k,.1.s

de la población y de los cultivos eii el espacio y en el tieiiipo (21).

r\demás de los caint~ios en el iiiodo de esplotacicín de las tierras, la sociedad se esforzaba igualiiieiite en conseguir una reestructuracicíii óptima de los cultivos. .\sí, mientras que la cerealic~iltiira predoinincí durante los primeros años, u11 .pro- (Iiicto de guerra., el maíz, ocupa el primer puesto en el perio- do conflictivo 1910-1922 (25). A lo largo de esta etapa el desarrollo tlel algodón se limita a las tierras ribereñas y a las regadas con este fin. E11 la Granja Modelo, se realizaba el ciil- ti\.o de las distintas prodiiccioiies (cobra, alfalfa, plantas forra- jeras) o incluso el culti\« niodelo del algodón procurando ahorrar tra1)ajo (26). Pero, durante los años 1930 estas tenden- cias se invierten. La rápida eupansión de los trabajos de boiii- ficación contribuye al desarrollo algotloiiero, que ocupa una eutensicín cada vez iiiayor eii la llanura de Copais, yendo a la pilr u ) i~ el alza del precio del producto. El auiiieiito de los cen- sos al hilo de los años refleja estas ocupaciones.

.iparte del sisteiiia de explotación, los cultivadores resisten tainbiéii a esta i.ec~«iiversióii de los cultivos que la sociedad intenta iiiipoiierles. Sin embargo, tales actitudes se suavizan también en el siglo XX, cuando los tral~ajos de boiiificación de las tierras auinentan corisiderableiiieiite la reiital~ilidad (26).

.\ lo largo de todo el periodo, la sociedad iiitentará moder- nizar la explotacicíri (le1 tloiniiiio sin tener en cuenta casi nuii- cala cuestión de la tierra y las aspiracioiies de las poblacioiies rurales de la región. Sin olvidar, además, que se veía apoyada por losgobiernos sucesivos. Las tierras del lago ser~íii excliii- das de la segiiiida reforma agraria, en la etapa de eiiti-e-giierras. pese a las iiiovilizacioiies c;iinpesinas (27). La exención de la reforma, a pesar del coste político c4ue ello suponía a los go- biernos de la época, se explica por la voluntad del Estarlo de- iiiaiiteiier esta iiiiidad agrícola piloto, a fin de promover una experiencia de explotación agrícola capitalista moderna, apo- yada eii la tecnología avanzada y el trabqo asalariado (28).

Examiiieinos aliora el desarrollo de las reivindicacioiies cam- pesinas, sus iiiovilizaciones y las reaccioiies de 121 sociedad y del Estado. El increnieiito de los censos en el transcurso de los aíios 1C)10-1929 y la exclusióii del Copais del proceso re- foriiiista, eiigeiidraráii eii 1929 violeiitos trastornos sociales en la regicíii La perspectiva de la generalización y la iiiteiisifica-

2J l <,, 1.8, do, < ~ , , ~ I ~ ~ ! J ~ I < ~ . ~ C ~ ~ O ~ ! < ~ - <le, \ \fk,1,10,5- i l ' / ' ~ P 4 1 1 0 1 ' 0 k ' 1 ~ 0 , 5 c,rt,,do$ i j c l ~ n o, </?

1.i I . . i i r ( 'r~~>.tj \ ( 'o I , l < / . \l.il>.>> <Ir Ior ~~roi'i.iiii.i\ .u~i,.ilr\ <Ir c i i l l r i o i ( l 9 J O ~ . í , l )

2.i E \ l \ I / '1150i 11P:HOS. 1 9 1 V 1). I J 2 1 1'1. \ f . i 1 ~ 7 ' 1 \ , 191.3, 11, 2 6 9 ,

26 I L E í ' l l \ l P 3 D E 4 \ . 1<)3;

37 \ \ 1 1 ~ 1 . 1 0 5 ~ i l ' 1 ' i 1 ' 4 1 1 0 1 ' 0 ~ ~ 1 . 0 5 , o ~ ~ r r , 01

2,s / H 1 . 4 \ 1 1 ' ~ \ 1 H. / l ( ' A 5 0 \ . IOV. 11 1 5 7

cióii de estos conflictos obligó al gobierno de Vei~izelos a pro- 39

poner la compra del dominio por el Banco Nacional o el Agi-í- cola (29). El fracaso de las negociaciones condujo a la explosión de 1930: los cultivadores estiivieroii en huelga durante dos años (1930-1931), al~steiiiéiidose de todo trabajo en la tierra. El pre- citado gobierno, bajo la presicíii del problema ... y de los ingle- ses, intenta encontrar una solución intermedia, pero excluyeii- do desde el principio cualquier idea de expropiación y redis- trit>ución de las tierras. En 1933 se encuentra un comproiiii- so gracias a una pequeña concesión de la sociedad, coiisisteiite en la reducción del 2% de los censos, y a una subvención su- plementaria del 2% concedida por el Estado griego para dos temporadas de ciilti\,o (30).

Tanto para e1 Estado como para la sociedad existía una sola solución: la explotación directa del dominio por la primera con la ayuda de campesinos asalariados y con la introducción de tina tecnología moderna. El Estado ayudó a la sociedad a rea- lizar ese ohjetivo por medio de exenciones fiscales para la im- portación de maquinaria y por la coiicesión de un préstamo. Sin eiiit>argo, su principal contribución fue la neutralidad en las relaciones entre el organismo en cuestión y los cultivado- res a continuación de la huelga de 1930. A partir de eiitonces, la sociedad intentó la expulsión de los cultivadores que tenían en arriendo tierras fértiles, desplazándolos hacia otras iiieiios productivas, auiiientaiiclo coiitiiiuamente el censo, que alcan- za el nivel de antes de la huelga e incluso más y vigilándolos cada vez más estrecliaiiiente, sobre todo tras la interrupcióri de la subvencicín del censo por el Estado. En adelante, al ele- gir ella misma a los ciiltivadores, la seriedad se lanza progresi- varnente liacia la explotación directa.

Estas actuaciones obtuvieron un doble resultado. Por una parte, los campesinos siguen produciendo de la manera tradi- cional, en las iiiisrnas o incluso peores coiidiciones ecoriómi- cas y sociales. Por otra, la sociedad desarrolla la explotación directa eii las tierras de rentabilidad elevada, consiguiendo be- neficios crecientes.

Pero, a despecho de estos esfiierzos dirigidos a extender la explotacióii directa y en el momento en que la modernizaci61i coiiieiizaba a rendir frutos, la evolucicíii de los acontecimieii- tos eii Grecia después de 1936 (inestat>ilidad política, dicta- dura de Metascas, ocupación, resistencia y guerra civil) blo- q u e : ~ ~ el cambio en Copais y van a mantener el modo tradi- cional de cultivo en una parte considerable de estas tierras.

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EL L A 6 0 COPAIS Y LA AGRICULTURA HELEMICA, 1830-1936

40 La coyuntiira refuerza el movimiento de reivindicacioiies so- ~ S o m e social-anthr~~ological aspects of Beotiaii rural SO- ciales que existía en la región desde hacía largo tiempo. Y3 en ciety: a field report.. Byzantine and Modern Greek Stu- los primeros años de la postguerra, los cultivadores comieri- dies, vol. 10, Rirmirigham, pp. 103-160. zan a ejercer presiones para conseguir iin arreglo radical de EMM. J. TSOUDEROS (1919). Le relevement economique la cuestión de Copais y de la distribución de las tierras. La in- de la Gréce, París-Nancy. tervención estatal se convierte en realidad en 1959, apoyán- dose desde el piinto de vista institucional en la (:onstitución de 1952, y materializándose en la compra del dominio y su distribucióri parcial a la poblacióii rural de la región.

Concliivendo, el caso del lago Copais, experiencia capita- lista fracasada, demuestra claramente el inmovilismo y las re- sistencias sociales >] políticas con que tropezcí en Grecia toda política agraria que fuera diferente a la realizada por las dos grandes reformas.

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AREAS Rrrirls de Ciemii Saislcr

Cuadro 1. Tierras cultivables del Lago Copais (en stremmas) 4 1

Modo de explotación agrícola

Sobre la tierra de la unidad agrícola piloto Sobre el resto

Años Aparcería Gestión Directa Total Arrendamiento Total

1888 6.955 1889 9.899 1890 13.655 1891 12.277 1892 25.016 1893 39.570 1894 59.217 1895 1.189 65.956 1896 5.397 91.163 1897 2.063 73.558 1898 3.636 76.413 1899 3.115 101.035 1900 3.465 11 1.762 1907 121.465 1908 131.586 1909 135.432 1910 132.396 1912 1913 1914 1915 1916 1917 1918 1925 1926 1927 117.214,035 1928 134,328,415 1929 150.634,705 1930 121,981,960 1931 21.837 21.837 70,669,895 92,506,893 1932 22.023 22.023 81.017 103.040 1933 31.735 31.735 103,855 135,590 1934 38.688 38.688 11 7.6,55 1.56.343 193.5 37.702 37.702 120.066 157.768 1936 40.215 40.215 129.431 169.646 1937 41.220 41.220 129.383 170.603 1950 48.065 48.065 86.435 134.500

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EL LAGO COPAIS Y LA AGRICULTURA HELENICA, 1 8 3 0 - 1 936

42 C u a d r o 2. La evolucióii del ageomoroii>> (1) segúri el producto (1882-1952)

Aiio Trigo Cebada Centeno Maíz Garbanzos Habas Judías Lentejas Verse Orobe Cobra hiostaza Guijas ---- ------

1882-189"j" 16% 16% 16% 16% 16% 16% 1893 (2) 16% 16% 16% 16% 16% 16% 1893-1898 (3) 15-18% 15-18% 4 drslstr 16% 18% 18% 18% 3 drslstr 4 drslstr -1 drslstr 4 drs l~tr 1899-1900 (3) 18-20% 18-20% 4 drslstr 18% 20% 20% 18% 3 drslstr 4 drslstr 4 drslstr 18% 18% 4 drsistr 1901-1915 (3) 20% 204 6 drslstr 18% 2 2 9 "% -- 18% 6 drsisti 6 drslstr 6 drslstr 18% 18% 6 drsistr 1916-1918 (2) 21-239 21-234 6 drslstr 20% 21% 23% 33 drslstr 6 drslstr 6 drslstr 6 drslstr 20% 36(7t 1919-1924 (3) 3 5 9 35% 8 drslstr 21.24% 26% 264 43 drslstr 8 drslstr 8 drslstr S drslstr 8 drslstr 8 drslstr 15125-1929 (3) 33% 35% 8 drslstr 35% 26% 26% 43 drslstr 8 drslstr 8 drslsti- 8 drslstr 8 drslstr 8 di.s!str 1930-1931 (3) 35% 33% 8 drsistr 33% 26% 2 6 43 drslstr 8 drslstr 8 drslstr 8 drrlstr 8 drslstr 8 drslsti. 1932-1937 (3) 30"r 30% 20-30% 30% 21 % 21% 4Ti drslstr 20% 20% 204 20 % 1938-19-10 (3) 26.27% 26.27% 20.50% 26-27% 21% 214 45 r s t 20% 2 0 9 20% 20 % 1931-1943 (3) 30% 30% 20-50% 30% 21-24% 21-24% 30% 30% 30% 30% 30 % 1934 (3) 27-29% 27-29% 20-50% 27-29% 2123% 21-2396 30% 30% 30% 30% 30 % 19-13-1940 (3) 27.32% 27.32% 20-30% 27-32?; 24-27% 21-21% 30% 30% 30% 30% 30 % 1949-1932 (3) 27.32% 27.32% 20-50% 27.32% 24.27% 24.27% 30% 30% 30% 3 0 4 30 %

Año Trébol Sésamo Mimbre Algodón 110 regado Algodón regado Cebolla Ajo Verduras Diversos

1882-1892 (2) 10 ocqlstr 15 occllstr 10 drslsti- 1893 (2) 13 occllstr 20 occl/str 10 drslstr 1893-1898 (3) 10 drslsti- 10 drslstr 10 drslstr 6 ocqlstr 10 ocqistr 10 drslstr 10 drslstr 10 di-slstr 1899-1900 (3) 10 drslstr 10 drslstr 10 drslstr 6 oc(11str 10 occllstr 10 drslstr 10 drslstr 10 drslstr 3 drslstr 1901-1915 (3) 10 drslstr 10 drslsti- 10 drslsti- 13 oc.c]Istr 20 occllstr 1 5 drslstr 15 drslstr 13 occlisti- 3 drslstr 1916-1918 (2) 4S drslsti. 33 drslstr 13 occllstr 20 ocqlstr 45 drslstr 4J drslsti. 13 occl!str 6 drsistr 1919-1921 (3) 93 drslstr 43 drslstr 18 occllstr 30-32 ocqlstr 35 clrslstr 35 drslstr 18 occllstr 6 drslstr 1923-1929 (3) 45 drslstr 43 drslstr 18 ocqistt. 30-32 ocqlstr 35 drslstr 35 drslstr 1s ocqlstr 6 drslstr 1030-1931 (3) 45 drslstr 33 drslstr 18 occllstr 30-32 ocqlstr 15 drslstr 43 drsistr 18 occllstr 6 <lrs/str 1932-1037 (3) 30% 30 9 13 occllstr 23-30 ocqlstr 30% 30% 13 occlistr 1938-1910 (3) 30% 30 % 13 occllstr 25-30 occllstr 30 % 30% 13 ocqlstr 1944 (3) 30% 30 9 13 occllstr 23-30 occllstr 30% 30% 13 occl/str 1943-1948 (3) 30% 30 % 13 ocqlstr 32-33 ocqlstr 28% 3% 13 occlistr 1939-1952 (3) 30% 30 4' 13 occllstr 30-32 occllstr 30 drslstr 3 0 drsistr 13 ocqlstr

Fuerites: Archivos de la Lake Copiis Co. Ltd. L,ihros de coirtal)ilitlatl, 1890-1933. Meinorándum adicional de la Lake Copais Co. Ltd. .iteiias, 1930, p. 2-4 N. h#lEL,IOS - Ap. PAP,iDOPOULOS. .La cluestiori dii I~ic Copais daiis le cadre de 121 riioderiiisatioi~ bourgeoise et de la réfoiiiie agrairev, Op. cit. P. CIIIOTIS. ~~Reclierclre agricole et écoiioiiiicliie d ~ i lac C;ol>~iis.. .irt. Cit.

Notas: ( 1 ) El geomoron es la fraccicíii de la cosecha agrícola cliir se eiitrega al propietario. Puede ser: - % sobre la cosecha. - caiitidad fija de la coseclia. es1)resada en ~iiiitlad de peso ocque l>or streinma. - Montaiite fijo en dracmas (drs) I)or streiiiiiia.

(2) Meiiioriiiduin .idicioiial. 011. cit. (3) L,it)ros de coiitahilidad. (3) Eii este aiio se ei~cueiitraii algiiii~is difereiicias eiitre la coiitat)ilidacl !. otras fiieiites.

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Evangelos Pi-on tzas. Universid~jd Pantios de Ciencia Políticas y Sociales. Atenas.

EL ((TIEMPO DEL TABACO» EN TESALIA A FINES DEL SIGLO XIX, UNA CONTRIBUCION A LA CARTOGRAFIA DE LOS CULTIVOS COMERCIALES,

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Evangelos Pron tzas. Universidad Pantios de Ciencia Políticas y Sociales. Atenas.

EL «TIEMPO DEL TABACO» EN TESALIA A FINES DEL SIGLO XIX. UNA CONTRIBUCION A LA CARTOGRAFIA DE LOS CULTIVOS COMERCIALES.

1. La cuestión regional y los cultivos comerciales. El caso del tabaco

En un artículo célebre, el historiador pionero de la protoin- dustria, Frankliri Mendels, escribía: ....en los Ralkanes, la pro- ducci6n comercial de tabaco representaba una alternativa a las manufacturas rurales. Como estas últimas, [ofrecía] un su- plemento de empleo y de producción que se añadía al cultivo de los cereales. (1). Tal afirmación, que obviamente suscribi- mos, necesita ser verificada, lo cual exige la utilización de un universo de análisis de tamaño adecuado.

En efecto, hasta fechas recientes (2), numerosos historiado- res del crecimiento económico compartían la opinión de S. Kuznets, según la cual .el nivel nacional era el mejor adapta- do al proceso de industrialización y, por tanto, el más prome- tedor, por sil aptitud para revelar similitudes y diferencias significativas, sin ocultar irremediablemente las otras. (3). Eii los años 1950-1960, los conceptos de .retraso relativo» de Gers- chenkron y de despegue. de Rostow, así como los numero- sos estudios cuantitativos inspirados en los métodos y los análisis de Kuznets, cuando fueron presentados y, más tarde, discutidos y confrontados a casos nuevos, lo fueron en tanto que teorías del crecimiento económico de los estados (4).

Sin embargo, desde hace algunos años, determinados análi- sis lian vuelto a poner sobre el tapete la cuestión de qué con- texto geográfico (5) es más pertinente para captar y englobar el proceso de industrialización (6). P. Leon y F. Crouzet coin- cidían, ya en 1970, señalando que .la industrialización euro- pea debe concebirse como el hecho de un número limitado de pequeñas regiones. (7).

Dentro de este espíritu, han aparecido en fechas recientes bastantes trabajos (lile tienen como objeto de estudio a cier- tas regiones no muy grandes de la peníiisula balkánica. En es- tas iiivestigaciones el paisaje rural se descompone en sus diversos elementos, los cuales son explicados según una expo- sición retrospectiva, pasando después a reunirlos para recons- truir las regiories (8). Gracias a estos esfuerzos, la historia econcímica de Grecia ha conocido una auténtica renovación y el análisis de los mecanismos económicos alcanza dimensio- nes nuevas.

En esta comiinicación, el campo cubierto por la investiga- 45

ción ha sido optimizado: ni demasiado vasto (nivel nacional) ni demasiado restringido (algunos índices económicos ligados a un producto rural). De cualquier forma, la cuestión clue se plantea a priori consiste en considerar la aproximación regio- nal como la norma óptima, siempre y cuando se estudie en el marco de los países del Mediterráneo.

La elección de la Tesalia ha sido dictada por el hecho de que esta provincia de la península balkánica pertenece a un orden económico y social en el cual las estructuras profiindas del Imperio Otomano conocieron un pleno desarrollo. La gran explotación agrícola, el ciftlik, domina las sociedades rurales (9) del mundo siidoriental europeo. Pero el ciftlik (10) es el término usual turco utilizado para designar una explotación agrícola en la época otomana: inicialmente se aplicó a ciertas unidades de tierra agrícola dentro del sistema de tenencia y, después, a un gran dominio. El vocablo se compone de <;ift («par de bueyes.) ( l l ) , del persa djuft y del subo lik. Así, eii sus orígenes, un ciftlik significaba la superficie que se podía cultivar con un par de bueyes en una jornada: cift y ciftlik eran empleados indistintamente. Después de la anexión de Tesalia a Grecia en 1881, la cues- tión agraria se planteó de manera aguda (12). El problema de los cereales (13), la gran depresión de los mercados europeos en el periodo 1873-1896 y la situación política de los estados balkánicos (14), acentuaron el peso económico y social de los sistemas de cultivo. Los caracteres distintivos del entorno van a verse transformados en doble sentido. Por un lado, los cam- bios en el estatuto jurídico de la tierra harán cambiar a su vez la estructura del campesinado; por otro, la expansión de los cultivos comerciales se hará en detrimento del cultivo cerea- lero tradicional. Estos son los elementos que dominan la des- cripción, juntamente con dos componentes de la economía rural: a) El reparto del derecho de uso (es decir, el derecho

Y F. BR.iCrUEI., 1982. T 2.pp 67-by: T STOI.4VOL11TC,H. lY53. H. 011E1. 1981: Ir, I.V:LL- (:IK IYXZ B. UC COII:t\. lY8l 10, H . I.\'il,('~IK. 1977. 11 Sohrr rl l>q>r/ u'? r$t;i 1;irri.a </e tracci<iii I~riiicil~;il cii /J rcu,i~iiii;i i, 13 <ocird;id .~~r~r. i . i , . E BOSERL'P, lY70 i d GERHARUS, 1986 12 :L 4 L'L., 1983 13. A Iiiir* <Ir1 XIY. 1.i ~~ro<liicci<ki iiirdin aiiiial? c.1 <,oilsiliriu <Ir crrr.ilrr rrtiri los ri,g~i<.i,tc.s:

1 L' \IE.VDEI.5. 1 Yh 1 : 11. 31. 2 Il>i<lr,i>. p1, 21-22 3. Ibi<l<,i~i, S. K(rZ\E'rS. 1966 4. Il,i<lt.i~i. <) CEHSCHESKHO\, /Y62 11'11. ROSi'OII. 1961 .í S.I'.S HO. 196.1 li .\1E\DELS. O/> Cir 7 Il~idriii: P VERLEl: 1SS.i: (' DES.IV1. 1981: p 1-19. 5 L.,d 11 RIBIZOI.- 4 1~TOI~IiUOII 1Yfi.i L: 1'4 V.ii'OTOPOl'I.OS. l Y8l; 11 4 VOY.4 TlS PELE. 1%;: \f SI\ I(>O\. /Y;;

- l'ro</iicciói, tot.11 de precio' (1888-l8Y.í) - l ' r ~ ~ ~ l ~ ~ c c ~ ~ ~ ~ ~ ( 1 ~ TP.S.III.I - )>i.odiicci<iii dc los ciftliks t?s;ili;iiio* - I'ro<liicci<ki dt.1 rrrto <Ir í;rrci:i - (<>11511111<> d? (;T?C~J

- Iiiiport;ici<iii ~ i i i i ~ l

14 .V LIOI'ZELIS, IShfi.

4filloiies de kilos

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EL «TIEMPO DEL TABACO» E N TESALIA A FINES DEL SIGLO X I X . U N A CONTRIBUCION A LA CARTOGRAFIA DE LOS CULTIVOS COMERCIALES.

46 de propiedad y el de explotacicíii) así como la participaci6ii del diieíio de la tierra y del cultivador en los niedios de produc- ci6ii (el suelo, el utillaje etc); b) el sistenia de clistribiicióii del 1xod~icto agrícola entre el propietario el aparcero.

..ilguiias precisioiies se iriiponen. Los dos aspectos del de- recho de iiso, el de propiedad y el de explotación liaii coiisti- tuido la manzana de la discordia de la cieiicia jurídica y de la j~r is~rudei ic ia en los tribunales griegos. Ida iii\~estigacióri re- vela que 1;i relaci61i eiitre la nocicíii de ~duef io de la tierra* ! el térrnino jurídico «propietario» en las ~aiitiguas tierras pú- blicas otomanas. ha tenido coiiio resultado el desmoronamien- to de la convicci611 sec~ilar (manifestacicíii de la supervi\-eiicia del derecho griego a través del orden jurídico otomano (15) por parte de los aplirceros del carácter vitalicio y liei-editario de sus derechos de uso.

El ariálisis del estatuto jurídico de la tierra tropieza igual- nieiite coi1 las formas de explotación, bien 1140 la foriiia de gesti6ii directa, bien iiidirecta (16). Eii este últirno caso, en- tre los elenieiitos que describeii el mecaiiisriio ecoiicímico de los ciftliks se piiede enumerar los siguientes: predoiniiiio de los cereales, reparto eii dinero y eii especie de la pi-odiiccióii; esisteiicia de distintos grados de con~~leinentariedad ~gaiiade- ría-agricultura. según la forma asumida por dicho reparto (me- dias, tercio etc); diferencias teciiol6gicas (arado en madera o eii liierro) etc.

Es bien s a l d a (17) la importancia del ciiltivo de los cerea- les eii el inodo de vida en la organización del inundo campe- siiio en Eiiropa desde los tiempos iiiis reniotos. Conviene recordar aquí que, en oposicióii a los sisteni;~~ ecoiiómicos pri- rnitivos (caza, pesca, coseclia salvaje), en los q u e el trabajo apor- ta iiiinediataniente sus frutos, la vida agrícola apoyada eii la cerealicultiira está condicionada por el tleshse entre la siem- h a y la coseclia, es decir, por el tienipo cle espera eiitre tra- I)ajo y producto. Ello supone un lapso bastante irnportarite diiraiite el cual el agricultor tiene que esperar a que la eiier- gía solar obre. Las consecuencias de este asiiicroiiismo ol~li- gatorio eiitre input y output son tanto niayores ciiarito que las exigeiicias aliinenticias del agricultor (y de sus ;~iiiinales do- iiibsticos) siguen uri ciclo muy diferente, puesto que cotitlia- iio. Es, por consigiiiente, el ritmo del sol, del clima y de las estaciones lo (lile determina el fliijo de los iiiedios de siibsis- teiicia, y la cadeiicia del trabajo Iiiiniaiio debe ajustarse a ellos.

1.7. 11 . \ \ \ l ( . ( ~ l ~ l ~ ~ l l ' , 111,5 j

IIi \l. 0 E H H I ' ~ l L . i q 7 h . P CliOltCF. 1Y7h. 1 ; . \I. 1 l t l 1111>. I<)7C 11. 1.7.5. Eii I<i i r l r r < , i i t r ;t rrii.i iiio<h,li,;iciiiii r ~ < , i i i i i i i r ~ i r i < i i <L. l;i pr, ,~ ( / t i < < i r i , i <I<.l t i i q o i. . i , l i i < . to<lo. (Ir 1.19 ~t , l . ,c io i i<,% riiirc, , i . i i i I i i i i i <~ i i t~ i \ , l>ir,i,i>\. ,.ii;ii-ii>, 5 oti-rfi

u ~ s t < , \ c l c , /,# j l ~ O < / ~ l c ' < K J , ? , 1j.e 1. HbXFEH. l$Ic56. J . 1'. I ~ . l I l ~ ~ ! ~ ~ l l . lY5'!.

Se puede adinitir que la posición final de equi1il)rio es el resultado de las fuerzas económicas eri acción. .%sí, la vial~ili- dad económica del ciftlik dependía de la energía disl>oiiible por el aparcero [)ajo la forrna del par de biie!.es e1 reparto de maiio de obra a lo largo del año agrícola, y de su relaci6ri coi1 el reparto de parcelas, regido por la clasificacitjn (le las tierras según sus reiidiniieritos iiatui-ales (18). Las tierras niar- giiiales le obligaban -sobre todo eii el caso del trigo- a tra- bqar uiia parcela iiiás extensa que las ubicadas en tierras fértiles (19). Aquí, el auinento de trabajo, iiii resultado del cre- ciinierito deinogrrífico eii las grandes explotacioiies situadas en dicho espacio (en la región occideiital de Tesalia duraiite los últiinos deceiiios del siglo XIX), tom6 la forina de iiiia rediic- ción de los periodos vacíos. La diferenciación de los cultivos. en tina econoriiía esencialnielite cerealera, tuvo el iiiisnio re- sultado: .repartir mqor el trabajo durante el aiio re(1ucieiido la ociosidad de la estacicíil muerta. (20).

11. El tabaco griego como producto y el control del Estado

La disciisicíri sobre la plantación de tabaco se lia visto eiiri- cliiecida por cierto riúniero de inforiilacioiies relativ~is al culti- \,o y a las obligaciones de la comercializacicíir del producto final. Uii iiiforme de filiales del XIS (21) rios ha proporcionatlo 1111-

merosos datos que resumimos a continuacicín. Idas variedades del tabaco cultivado en Grecia perteneceii

todas al género Nicotiana tabacurn, coii excepcióii de la utili- zada por el toubeki la cual, importada eri la segiinda mitad del siglo. perteiiece al género Nicotiana Persica . Segúii lu clasifi- cacióii \vigente eii el sector, los productos clue 61-ecia conier- cializaba figuraban en la categoría de Tabacos Orientales, divididos eii Persa, Sanisouin de Siria, hlucedoiiia y Grecia (22). Ida picadura de la Iioja y la c»rifeccicíii tle cigarrillos <,oiisti- tuíaii un iiioiiopolio del Estado: la inatei-ia prima se traiispor- taba a las inaiiiif'acturas de este últiino, doiide se pesaba '- procedía al pago, por el propietario, del iriipuesto (le coiisii- nio establecido por uiia ley. Además, la legislacicíii griega so- bre el tabaco solo coriceriiía a las regiones cuya produccicíii

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AREAS Ri,riilr dr Ciencias 5msfr.r

aii~ial so l~re~asaba L I I ~ techo determiiirldo (23). En 1982, diez y seis eparchias liieron clasificadas según Iri inedia de la pro- ducción por iiiiidad cle superficie.

De acuerdo con cliclias disposiciones, el cultivo era libre pero la posesicíii y transporte de las hojas necesitaba un permiso, co~iceclido por el i'igilaiite de Fiiianzas (éforo), con iiiia caii- ción pre\li;i. Idos productores de las 16 eparchias indicadas f~ie- roii exeiitos de esa obligación (entre ellas, cuatro de las diez existeiites eii Tesalia), siempre y cuaiido sil tabaco se deposi- tara eii la comiiiia donde se l>roducía y que los agricultores no se dedicaran al comercio del no I>rodiicido en siis explota- cioiies. En cuaiito a las plantaciones, solo podían llevarse a cabo deiitro de los límites impuestos por el Estado. Pero también existía otro iiiedio de control, coiiio inás aclelaiite veremos, en el caso de las grandes propiedades.

<,Cómo se I~rodi~cía el tabaco y cómo se repartía11 los traba- jos agrícolas ! la obtención del prodiicto en estas regiories? La respuesta es muy importante, pues ayiida a explicar el coii- trol de los ciftliks por el diieño de la tierra; el reparto, eii el tiemlx). de 1;i mano de obra agrícola, la coniposicicíii de los cul- tivos en las explotacio~ies y los modos de financiacióii.

III. El tiempo de plantación y los mecanismos de financiación

Cada año, el tabaco era seiiibrado eii noviembre y diciein- ])re eii los viveros, donde crecía hasta el mes de marzo. Des- pués era tra~isplantado. (I~irriiite casi todo el mes de abril, en los siircos. IIacia fiiies de iiiriyo o a coinienzos de jiiiiio, las Iioias a1caiizal)aii su desarrollo conipleto, y, aproxiinadameii- te seis seiiiaiias mrís tarde (en el mes de agosto) se verifica1)a la coseclia. Las liojas se ataban entonces separadamente con Iiilos !. se secaban en ciertos liigares, al al)rigo de toda liiinie- drid y expiiestas a los rayos del sol. C:iiand« esta1)aii completa- iiieiite secos, se po~iíaii en capas muy apretadas reuiiiclas eii pacl~ietes (24).

Es lx~siljle explicar la expansióii del producto en iiiia regicíii tradiciorialmeiite cerealera. Mi hipcítesis se apoya en uiia se- rie de razoiies: las coiidicioiies iiatiirales y cliiiilíticas hvora- bles, la mejora de la fertilidad del siielo gracias al ciiltivo de los cereales, la truiist'ormacióii del estatuto jurídico de la tie-

rra \- . 1. a f iagineiitricióii .. tle esta última debido a las leyes de Iie- reiicias etc. Estas teiitleiicias seriíii beiiéficas para los ciiltivos c.ii!os precios de venta son siiperiores a los cereales.

Ciertas cifras nos iiiformaii de que a fiiies del XIX los eif- tliks c»iiceiitrat)aii el 70% de las plantaciones de Tesalia (25). Su reparto eiitre los dos grandes departanieiitos de la regióii, el litoral y el hinterland (al Este y al Oeste), riiiiestra cliie la gran propiedad territorial del segundo agrupaba más clel9O% de la siiperficie ocupada por el tabaco. Ello iba acompañado de unos rendiniientos siiperiores (26) 1. tlel aiige del cultivo del iiiaíz. Se observará. sohi-e todo, qiie la extensióri del eift aqiií correspoiide solaniente al tercio de los cift de tierras mar- ginadas en el litoral (27). Además, en los ciftliks del hinter- land el creciinierito deniográfico fue más intenso que eii los otros, a pesar del rápido aumento de los habitaiites en los piie- 1110s lihres (le la costa (28). Siii olvidar qiie la expaiisióii tuba- quera, diiraiite los últimos años del XIX, fiie niás estable en acluellos (29).

Lri iiiterpretacióii del mecanismo (pie hizo desarrollarse el ii~it>\.o cultivo se ve fiicilitada por el empleo de iiii criterio ciiaii- titritivo: el equivaleiite de exteiisióii eiitre el tal~aco y los ce- reales. Este criterio coristituye un modo de verificacicí~i de la Iiipótesis precedente. Pero antes de al)«rdarlo, es preciso se- halar las reglas fiiiidaineiitales del culti\.« de los cereales eii los eiftliks. Cii ejenll>lo del arreglo de las relaciones rurales en este departaineiit« ~ u e d e resultar miiy útil (30).

El dueiio de la tierra cedía al aparcero iiiia parcela de su1)- sistencia durante tres alios (con el derecho a reiiovarlo durari- te iiii igual) si poseía por lo menos iiii par de ljue!-es y los iri.striiiiieiitos agrícolas necesarios; si no, no era admitido en la explotacicíii. Es el amo (o sil iiiteridente) el qiie reparte las tierras en parcelas coiitigiias (meria), previendo uiia peiia- lizacióii de 2 Kiles de Constantinopla (50 kgr) de trigo por ca- da stremme (1110 Has) de siiperficie no lat~rada. El aprircero podía solicitar tierras suplenieiitarias y el propietario corice- derlas .al lado de las parcelas ya repartidas* (damka).

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EL «TIEMPO DEL TABACO» EN TESALIA A FINES DEL SIGLO XIX. U N A CONTRIBUCION A LA CARTOORAFIA DE LOS CULTIVOS COMERCIALES.

48 La extensión mínima que el explotador estaba obligado a cultivar correspoiidía a una cantidad de semilla fija, distinta según la clase de cereal concernido:

Clase de Cantidad (Kiles) Extensión (stremmes) Semillas (29,76 Kg.) (1110 Ha.)

Trigo 25 56 Cebada 5 10 Avena 3 3

Total 33 69

Si el aparcero aceptaba estas condiciones, le era permitido plantar una extensión de tabaco calciilada a tarito alzado por el propietario. Ello implicaba, a su vez, una serie de obliga- ciones, como utilizar el tipo de planta preferido por la d i r ec - ción. de la explotación, transportar el abono y verificar el secado de las hojas.

Las diferencias con otros cultivos tanibién de plantación eran considerables. ..\sí, en el caso de la viña, el aparcero debía po- ner cepas, como mínimo, en una extensión de 1 a 3 stremrnes (0,l-0,3 Has.) siendo él quien disfrutaba del producto, pero a condición de residir en la propiedad; además, si se iba en iin plazo de 3 a 10 arios, debía ser indemnizado con 40 drac- inas por stremmes (unos 320 francos la Hectárea). En cain- bio. el reparto del producto del tabaco obedecía a otras reglas, estipulándose de manera específica que no se permitía su rea- lización en especie sino sobre la base del valor de la cosecha y del dinero que se cobraba cada ario después de la venta. Pe- ro sólo el propietario tenía derecho a negociar esta última a través de un contrato, siendo él mismo el que recibía la caiiti- dad acordada (31).

Así pues, si queremos estimar la equivalencia de extensión entre el tabaco y los cereales, necesitamos averiguar la rela- ción existente entre la siiperficie ocupada por cada uno de ellos y el capital invertido en ambas. Según numerosas observacio- nes recogidas a coinienzos del siglo XIX sobre las plaiitacio- ries de tabaco, se puede afirmar que, para un valor idéntico del prodiicto, su extensión era quince veces menor que la de- dicada a cerealicultiira.

Por otra parte, también es necesario saber a qué carga de capital obedecían las precitadas plantaciones o, dicho eii otras palabras, cuál era la equivalencia en capital entre los dos pro- diictos. La cornparacicíii entre los gastos que exigen ambos per- niite establecerla, ayudándonos a conocer el iricremerito de

capital que el cultivo del trabajo exigía con relación al del tri- go: según parece, los gastos del priniero eraii 3,2 veces más altos que los del segundo (en 1889). Además, no solo dichos desembolsos permanecieron constantes durante el primer de- cenio del XS, sino que la horquilla de la carga de capital se abre más: mientras que el precio de veiita de los tabacos grie- gos entre 1880 y 1910 casi dobló, los gastos de su produccióri en relación con el trigo aumentaron un 45,5% (32).

Los factores niencionados debieron influir en la tendencia a cambiar el tipo de plantas. Por ejemplo, se abandonó el ta- baco de grandes hojas que, pese a sil elevado precio, exigía inás salarios durante el cultivo y el embalaje. En este riiomeii- to se encuentran algunas descripciones interesantes sol~re la extensión geográfica de las mejores (3.3): «El tabaco del géiie- ro sari de la eparchia de Alinyros (Sudeste de Tesalia) ha avan- zado hasta Revenia (en el centro de la llanura) y progresa hasta la llanura vecina de Karditsa (al Oeste de Tesalia), reempla- zando diversas especies locales. Fuera de estas zoiias, ha su- bido también al monte Othrys y se ha repartido en Phtliiotida (una región inás al Sur que la Tesalia), es decii-, exteiidiéndo- se como una mancha de aceite debido a su carácter progresivo)).

Una niejor explicacióii de estos factores se encuentra ob- servando lo qiie sucede en los pi~eblos libres de las dos regio- nes de la Tesalia: el iinpulso demográfico precede en ambas a la expansión del cultivo del tabaco. La población aiiinentó allí, a lo largo del decenio 1880, más de un 30% (34). Pero ello no nos aclara nada sobre la ciiestióri de la inversión ni so- bre la prosecución de las plantaciones. En este sentido se piie- den distinguir diversos modos de financiación, caracterizados por un tipo de relaciones distinto:

A. Entrega de un anticipo de los comerciantes a los cultiva- dores.

R. Participación del dueño de la tierra en los gastos de la plantación en los qiftliks dados en aparcería.

C. Siibasta de una extensióii de tierra de los qiftliks para cam- po de tabaco.

D. Concesión de un crédito agrícola al cultivador o al co- inerciante que disponían de una plaiitacióii, lo que de- bía demostrarse.

La entrega de un anticipo se verificaba cuando el cultiva- dor proporcionaba tabaco de buena calidad. De esta forma, se consideraba que el préstamo quedaba garantizado, pues solo en los raros casos de acusadas bajas los precios descendían an- tes de la comercialización. Las condiciones eraii de iisiira in-

32 E. PI1017-1.U. 0j1. (:¡t. 7 11. l i , ~ . dd-d; 3.7. 11. DIIIIi7il i l>lS. 1900. 34 \'er :z,,c~,o 5.

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ARE AS Hriirla dr Ciencias Srrislpr

directa, segúii las ciiales el cornerciaiite-prestamista teiiía de- recho a fijar los precios y a ser preferido por el agriciiltor coi1 iliia reducción del 5 % . Esta condición, segiín los coinerciaii- tes de tabaco, iio era respetada por los productores que reem- 1)olsabaii el anticipo pero carializal)an la prodiicción hacia otro iiiteriiiediario (35). Por otra parte, el fiiianciaiiiieiito del culti- vador poi- el coiiierciante se hacía sin obligacióii de einbiilar la produccióii por parte del primero, qrie ofrecía las hojas en bruto (sal\ o las que eraii iniitilizables), coi1 lo que evitaba nu- merosos gastos. Así, los segiiiidos se hacían cargo del embala- je, pero deducíaii uii 10% del precio de compra, iiicluyendo en esa suma el coste del traiisporte hasta siis depósitos, de doii- de el tal~aco salía hacia los niercados exteriores.

Otra inaiiera de desarrollar el cultivo era la efectuada eii la gran esplotacicíii agrícola, bieii en aparcería, bieii en arreiida- niierito: -1. En el priiner caso, el pi-opietario preparaba el campo qiie

iba a ser plantado. Además, proporcional)a los materia- les necesarios para el cultivo y pagaba los gastos iiidis- peiisat~les iiiieritras se llevaba a cabo. El aparcero, por sil parte. estaba obligaclo a pi-?parar las semillas, traiis- I~laiitarlas, sesuir su crecimit.nto >., por últirno, recoger las licjas y secarlas. De esta fornia, el reparto de los gas- tos de l~roducción por hectárea, en porceiitajes, es el 34% para e1 terrateniente y el 60% para el aparcero (36). Des- piiés de la venta de la produccióii, efectiiada exclusiva- ineiite por el ~~r i ine ro , la rnitad de sil valoi- era entregada al segriiido. Pero ciiaiido a(liiél concedía a éste el dere- c\io a plaiitacicíri sin participar eii los gastos, solo perci- I)e 113 de la coseclia.

R. El segundo caso coiistitiiye iiiia forma de inaiiteriiniierito (le la plaritacióii de tabaco. El propietario reciirre a esta sol,icicíii ciiaiido no dispoiie del trabajo de joriialeros o cuariclo se trata de canipos de reiidirnieiito elevado. Es

preciso añadir (pie el plazo de diiracióii del arreiidainieiito 49

era de seis meses, despiiés de la siibasta \-erific;icla en los priiiieros días de marzo (37).

Fiiialrrieiite, la fiiiaiiciacióii de la plaiitwióii podía verificarse, conio se Iia dic~lio, inediante la coiicesi611 de iiii crbclito agrí- cola. Este sistema aportal~a un elemento nuevo: los préstainos, tanto al ciiltivador conio al comerciante, se liacían iitilizando como preiida el tabaco einbalado. Los bultos se dejabaii en los almaceiies del Raiico, cii>-o acceso aiitoriz;iba el prestamista. Pero esta peiietracicíii del crédito agrícola en los cultivos co- inerciales harA aparecer, poco a poco, tina fiierte concurreii- ciii entre los graiides coinerciaiites y los baiicos (38).

A coiiiieiizos del siglo XS, la política del Banco Nacioiial (le Grecia eii lo coiiceriiiente al comercio del tabaco se rnaiiifies- ta en el tipo de prodiicto dejado eIi preiida -sienipre de cali- dad siiperior y l~ieii enibiilado (39)- y eii la solveiicia de los deiidores. La foriiia de elat)oracióii y eiribalaje era rniiy iiri- portaiite, > a que se reflejaba en los precios; sil calidad depeii- día de la especinlizacióii de la mano de o l~ra y de los caracteres de las plaiitas (40). Es e\ ideiite que la distrihucióii de los prbs- tainos priiella (pie los caml~ios eii el trataniieiito de las hojas y eii la plaiitacicíii van a la par coi1 las negociacioiies para oh- tener ci.éditos. Eii el producto que doniina el coinercio exte- rior de Grecia algiiiios años inis tarde eiicoiitranios las coiise- ciieiicias de la política agrícola segiiida en lo relativo al tabaco.

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ARE AS H<,,*i<i <Ir ( irnc;ar hliil<..

ANEXO 1. La descripción d e I:is condiciories d e los sisteiiias d e aparcer ía .

E L T R A B A J O D E L A F A M I L I A D E L A P A R C E R O

R E N D I M I E N T O D E L T R I G O

5,OO 6.00

r l ' ? l

____P. - ..--.- .--------7-# 100 - 9 + * _ . _ _ _ . - - - - - - - - . - _ _ -.... F -<--.

.y-- -- - ----- . --. --.

1 1 3 1 - 200 -

- - -

300 - o 3 1

400 -

4

1 1 1 1

5.00 6,00 7 .O0 8 ,O0 \ / \ / v v

Tierras marginales Tierras fértiles

- Parcela de subsistencia de cada familia aparcera. -.- Exterisión cultivada de cereales por familia. ( : Días de trabajo: 1 qift = 1 stremma )

Número de miembros de la familia del aparcero en el cultivo del qift. ( 1 : 2 ) Sistema de explotación n rnedias ( : reparto del producto del trigo ) ( 1 : 3 ) Sistema de explotación al tercio ( : reparto del producto del trigo )

.4%EXO 11. El repa r to d e la plantacihn d c talmco e n 1895 e n t r e los ciftlik y los piicblos libres.

E\;plotaciones agrícolas Siiperficie de pIaiit;ició~~ Litoral Hinterland

Pueblos Hectáreas % Has. % Has. 'i

Ciftlik, O 6 Y ' l 661 43'*5 1,,36:3 97'0 (Ci.;iii ezl)lotaci<íii)

Pueblos libres 893 O ' rjfi0 5(j'5 :3:3 3fj ( l~uluei ia ciplotaciiiii)

Total 9 1 100'0 1..581 53'1 1.BCJli 47'9

ANEXO VI. Tabaco dejado eri prerida e n los depósitos d e la sucursal d e Volos d e l a Banca Nacional d e Greci;i e n 1910. E l iiiodo d e trütainieiito (peso d e las balas), participacihn d e cada modo ( 9 ) y precios.

Región d c Peso d e Amplitud <le precio Valor producción las Lalas % ( f r i ~ ~ ~ c o s ) - -- ineclio

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EL «TIEMPO DEL TABACO» EN TESALIA A FINES DEL SlOLO XIX. UNA CONTRIBUCION A LA CARTOORAFIA DE LOS CULTIVOS COMERCIALES.

ANEXO 111. La evolución demográfica d e los hábitat d e Tesalia

ANEXO V. La evolución demográfica y el priiner ano

d e la extensión del tabaco en las dos comunas d e Tesalia

Evolución 1" aiio

Régimen deinogrifica de

Comiina Pueblo territorial 1881 1889 % cultivo

Ag. Onoufrios 3.053 4.014 31'4 1.693

.4nakasia

All i hlaria

Fuente: E. PKONTZAS. La monetarisation et la diffkreiiciation des cul-

tiires en Thessalie (1883-1912). Tesis. Univ. de París. 1, t. 2, 1987, p. 49.

ANEXO IV. La expansión del cultivo del tabaco y sil prodiicción en los departamentos d e Tesalia.

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LA AGRICULTURA EN EL DESARROLLO DE UNA GRAN REGION INDUSTRIAL ITALIANA: EL VALLE DEL P O (S. XVIII-XX)

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Franco C:izzola Universidad de Bolonia

LA AGRICULTURA EN EL DESARROLLO DE UNA GRAN REGION INDUSTRIAL ITALIANA: EL VALLE DEL P O (S. XVIII-XX)

1. El Valle Padano, una regibn agrícola

[,u vasta Ilaiiiira creada por el río Pó y sus iilirnerosos afliien- tes eii la parte aepteritrioiial de la peiiíiisiila itálica, Iia sido des- de fiiia1t.s de la Edad Media la región agrícola más importante de Italia !- adeiiiAs, iiiia de las inás ricas eii iilícleos urbanos y vías de coiiiuiiicacióii terrestres y acuáticas. Las ciiatro re- gioiie5 kitliiiiiiistrativas qiie s r asoman a las orillas del ciirso flii- \-¡al iio son sólo las primeras tlel paí5 desde el puiito tle \~ista iiid~isti,ial, siiio que atleiiiás se Iia ceiitrado eii ellas una parte relevante de I k i prodiiccióii agrícola (1). Para coriipreiider eri profiiiitlitlad r.1 papel jugado por la agricultiira eii el pi-oceso de (lesarrollo (lile tia llevado a Italia del Norte a uii i i i~e l avaii- zado de renta !- de hieiiestar y que la Iia ti-aiisformado eii uiia gran regicíii inaiiufactlirera, iio es t i fiiera de liigar evocar cle iiikiiiera l)rclii~iinar alguiios datos coiiceriiieiites a la realidatl agrícola coiiteinporinea, de por sí iii~iy elocuentes.

De todo cl c.orijiiiito, voy a referirme íiiiicarneiite a las ciia- tro regioiir's iiiites seiialatl¿is. Pianioiite, I,oinl)arclía, Ybiieto y Eiiiilia-Roinilria. Quedaii así excluitlas otras igiialniente impor- taiitt.s desde el piirito de vista agrícola coiiio el Friuli y teri-i- torios coiiio el Treiitiiio y el \.~ille de A\osta, caracterizados por uiia ecoiioiiiíu de tipo alpino )-, sobre todos, ajei io~ liasta te- clias iiiii!- tartlías al coiiteuto del estado italiaiio.

I,a posicicíii ociipada por la ;igriciiltiira eii los precitados es- pacios regiori~les eii relacicíii a la iiacioiiul aparece eii el si- giiieiite ciiadi-o:

Cuadro 1. Valor porccntual de algunas producciones agrícolas de la regióii podaiia sobre el total nacional. Año 1987.

Kegioiies Trigo Maíz Arroz Kemolacha Uva Tomate Miel --- ---

Piaiiioiite 6'6 13'5 57'8 9'- , ,5'6 0'1 8'0 Loiiil>artlí;i 5'5 21'1 36'3 9's "6 2'9 2'1 \iiieto ' 1 57'9 0'9 18'8 13'0 1'1 1:3'6 Eiiiiliii-Roriia6;i 18'5 1'9 2'6 32'3 12'1 15'1 19'9 Total 31'6 69'8 97'6 63'7 33'6 23'8 43'9 --- --- T ~ ~ l l i ' ~ 100 100 100 100 100 100 100

Fueiite: Iiistituto Ceiiti-al Estadístico. Compeiidio Estadístico Italiano, 1988

],as ciiatro regiones del valle tlel Pó. que coinpi-eiideii solo t.1 43 C/c tle terreiios calificatlos como de Ilaniira, l~rodiijei-oii, pircs. rii 1987 la casi totalitlatl del arroz, iiii tercio del trigo y de 1:i uv;i dc \,iiio, tlos t<,rci«s <le1 maíz y de la rernolaclia azli-

1 i',ii:i i i i i i~ i i /o< /o<, vi,rit,i.il 1. f'IFI(. '\ 1 (.iciii;,<lrl. l'iW

carera, casi la rriitad de la niiel y cuarto de los toinates ohteiii- 55

dos eii toda la peiiíiisula italiana. Pese a ello, aúii resulta11 más sigiiificativos los datos coiiceriiieiites a la dotación ganadera:

Cuadro 2. La Ganadería eii 1986 (millares de cabezas)

Regiones Bovino 8 Cerdo % Ovino % ------ Piaiiioiitc, 1.318 11'8 761 2 1:33 1'2 Loinh~irdía 2.118 23'1 2.903 31'3 162 1'1 \'éiieio 1.303 11'6 660 7'1 10 0'3 Eiiiilia-lioiiiaiia 1.093 12'2 2.208 33'8 181 1'6

Total 5.834 65'4 6.531 70'4 518 4'5 ------ Italia 8.921 100'0 9.278 100'0 11.131 100'0

Fueiite: Iiistitiito C:eiitr~l E~stadístico. Compeiidio Estadístico Italiano, 1988

Es fk i l ol>servar (pie aiiiiclue gran parte del patriinoiiio zoo- t6criico italiaiio aparece coiiceiitrado eii el área o1)jeto tle es- tiidio, la difiisicíii de los motores agrícolas .. de los tractores Iiaii casi sustituido al ganado bovino conio fuerza rnotriz para las opei-aciories agríco1:is (2).

Dos tercios de este tipo de gaiiaclo y 7110 del de cerda se críaii acliií, deiltro de uii sistema qiie iiitegra estrechanieiite coii la agriciiltiii-a a la zooteciiia, la produccióri lecliera y el ce11ad0 (le cerdos.

Para valoriir en tbriniiios ecoiiórnicos el peso tle la agriciil- tiira eii el coiijiiiito [le las actividatles productivas y deiitro del propio sector, a escala iiacioiial, he toinado eii coiisideracióri los datos coiiceriiieiites al valor ariadido en el coste (le füctores:

Cuadro 3. Valor añadido al coste de factores. Año 1981. (millones de liras)

V.A. Agrario Regiones Agricultura % V.A. Total % XVA Total u 100

Pi;iiiioiite 1.600'8 ' 1 37.185'1 9'6 1'3 Loiii\)ardíti 2.111'0 8'1 80.331'5 20'6 2'6 \'biieto 2.157'1 8'6 30,582'7 7'8 7'0 Eiiiilia- Roriiaiia 3.169'2 12'6 31.263'0 8'8 9'2 Total 9.041'1 36'0 152.664'3 46'8 4'9

ltalia 25.037'0 100'0 389.951'0 100'0 6'1

Fiieiite: Tiistitiito C:eiitr;il de Estadística. Le regioni in cifre. ed. 1981

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LA AGRICULTURA EN EL DESARROLLO DE U N A GRAN REGION INDUSTRIAL ITALIANA: EL VALLE DEL P O (S. XVI I I -XX)

56 Es decir, las cuatro regioiies en cuestión prodojeroii en 1981 iiias tle la tercera parte del valor añadido del sector agrícola it;iliiiiio. En esa fecha, Emilia-Koinaña y el Véiieto hal~íaii sii- prrado a la Lombardía en lo referente a dicha inagiiitiitl, des- ~x),júiidola [le su preeminencia incoiitestada diiraiite siglos (3). Pero es necesario destacar, sobre todo, (lile adeinás de prodii- cir casi la iiiitad del valor aliadido agrícola, aportaii el 56.6% del iiidustrial. En lo referente al peso del sector iiitlicado eii prinier lugar, auiiyiie relevante eii cifras absoliitas !. eii rela- ción a la iiaci«iiiil, es inferior eii iiii 5% a1 valor aiiatlido total de las ciinti-o regioiies e incluso al valor medio iiacioiial (6,1%). Esta péi-dida 1-elativa perteiiece al proceso que acoinpaíia al crecimiento de los sectores iiidiistrial !; tercia- rio. Eii el valle del P(í estamos ante ~ i r i caso de desarrollo eco- iicímico que si, por iina parte ha conocido un éxodo 1)astaiite iiiteiiso de la fuerza de tralialo agrícola, por otro no ha coin- ~or ta t lo feiióineiios rele\.aiites de abandono de la agricultura coino sector I)rod~~cti\.o. o de paso a formas de ciiltivo exten- si\-as (4). Sobre graii parte de la Ilriiiura podana se ha nianteiii- do iiiia actividad agrícola altamente productiva, fuertemente capitalizada y de tipo prevalentemeiite inteiisi\,o, con una iin- portante expansión de las wocacioiies~ productivas que esta regicíii tiistcírica comeiizó a poner en evidencia desde filiales tlel inetlievo. Para valorar el nivel de inteiisidad de la explota- ción <le la tierra 1)astará con recordar eii 1986 la zona acotatla 1ial)ía coiisuniido el 4 6 3 % de todos los abonos cliiíinicos tlis- tri1)uidos eii Italia (5).

.\ partir de estas constataciones referentes al iiioiiieiito ac- tual es posible desarrollar algunas reflexiones sobre el papel de la agriciiltiira en la creación de una 11ase industrial, en el desarrollo del iiiei-cado capitalista y eii el proceso de creciiiiieii- to econóinico qiir Iiaii Iieclio de estas cuatro regiones tino de los centros más drsai-i-ollados del coiitiiieiite eiiropeo.

2. Agricultura, desarrollo capitalista y dualismo económico en Italia: una cuestión abierta

particular los esquenias de tipo dualístico, cuya al)licacióii al caso italiaiio estaba condicioiiada por la asisteiicia tle una fiierte oposicióii norte-sur y por el debate sobre la liistórica (ccues- tióii meridioiial» (6).

Las interpretaciones mas importantes coiiicideii, pese a la coiitraposicióri de las postiiras ideol(ígicas, rii la iiecesidacl de detenerse en el análisis de las relacioiies existriites eiitre las coiidicioiies de la agricultura y el desarrollo iiidiistrial ); capi- talista (7). La mayoría ha destacado la accicín (le freno ejerci- da por el retraso del campo italiano en la e\,«lucicíii de los di\,ersos componentes del desarrollo capitalist;i, eii especial so- bre el consumo y la profuiidización del iiiercado iiacioiial (8).

Estas Iiipótesis se han visto revisadas por iiiievas coiitribu- cioiies, qiie recieiiteriieiite Iiaii cuestioiiado el esqueiiia iiiter- pretativo general (9) y los aspectos territoriales del diialisrno econóinico esisteiite diirante el medio siglo postuiiitario (10). Sin embargo, cliiedan todavía muchas cuestiones sin respoii- der. Así, el pro1,leina de la iiiterrelacicín entre la ecoiioniía agra- ria y el sisteiii~i rnaiiufacturero en las diversas regioiies tlel Norte, la \.al«racicíii del nivel de coinplementariedad de sus produccioiies. el tipo de relaciones qiie el valle del P6 lia nian- tenido y desarrollado con el inercado italiano unificado y con el internacional, considei-anclo separadamente los distintos sec- tores agrícolas y manufactureros, etc.

La divisicín política de la peiiínsula italiana hasta fines (le 1861, particularmente acentuada en rl caso que estamos es- tudiaiido, ha favorecido el análisis Iiistcíi-ico-agi-ario, cii>,o uiii- verso óptimo es el coinarcal y todo 10 riiiís el regioiial en el periodo 1750-1850. Dicho periodo coiistitiiye una etapa crii- cial en la forinación de un mercado capitalista nacional e iii- teriiacional para los prodiictos agrícolas italianos (11). Pese a ello, en los últimos veinte anos la iii\~estigacióii sobre el desa- rrollo de la agriciiltura eiitre la época de las refi~rnias y la i i r i i -

diid parece no haber hecho riirigúii progreso sustaiicial. El disciii-so sobi-e los pro1)lemas del desarrollo ecoiicíinico

del I\íezz«gi«i-ii« y sobre la historia de la agriciiltiira nieridio-

Eii la 1iistoriografí;l it;lliaiia que se ocupa de los pro1)lenias del desiirrollo capitalista e industrial post-unitario, llaii tenido cierto peso desde el final de los años 1950 uiia serie de liipó- tesis y iriotlelos iriterpretativos del desarrollo ela1)orados a partir (le la teoría econcímica. Entre ellos han gozado de uiia fortuna

h 1.. ( ' i F i ( ; \ 1 1971 Olio> c$t i ich~$ <.rt<, .iiiti,i. li.iij <id<> ii.<,<qi<lo> < v i i i i i i i,Iiiiii<~ii l>iilzli- <.i</o r i i l ' lh4 <Ir./ cii.iI 5 , . ii.8 t<,iii<lo ,m,.<.,jtc, x > I ~ e toclo 1.1 liitrr><l~i<<.ii,ri ( ~ J I 1-1-1 1 ri.i \ i i i i r , \ i r

r ~ c ~ ~ ~ ~ l c ~ w l ~ r e 1,) ct,<,\t ,<,t~ 1)') 5ido ~ c ~ r r t ~ c ~ , ~ d ~ , por 1- Z l\f.L(;\I. 1$1,5; ; 11 1051 lL161. 1,; 51,~HI~~Yl. 15)65, Z Z.4.Sf;HEHI. 1!)7.i, 5 IIi.lii<l<i .i 1.1 iri1liirixi.i <.,vi-< ic1.i wi 1'1 hi*t<>i-r<,,yi,ill., it',li.iii.i poi-1.) o1,i.i <Ir. 5r.i-riii 11 511111<\1. 1'147. 1 ~ i r ~ ~ o I ~ L ~ ~ i i . i ~ <Iclp.il~rl <le\eiiiprii.idol~r>i.l.i .i~ri<,iiltiii.i i,ii <.I<I<.<.ii-irillo iii<lii,rii.iI ir.ili.iiii> Ii.iii 1 1 ~ li!,.i!l<.<,<l<) 1 1 1 1 1 ~ 1 1 0 t1<.1111>0 e11 e l ccl,ltrO <l<,I <I<~l~.ctil. \ 1<1 H 110\160. 19.79, 1 ('LII lí '~

('/O/,(). IS)f>5)! (; 7'( J.\ l ( J l . 0 ('1 c t , r . ~ ~ l ~ ~ 1973. T.z,i~I~i@~i. r , ,~ /,'21.8,1< <, w o t c ~ (; l O \ l O l O

I'hh 9 1' HOSELLI. 1iI;S. (;.

10 \. Z.i.\l.t(.'\I, 15)7,T! I Y X 1 1 I'oreje,i~pI~~. \ l 13EliE\f,'O, I~lf71, 1. H l I,Fb;Hb,'7'-H 1,l.H t(.'lll. 1906. \ / tlO\l LYI ,q> i i t . I'L SI'4CCI.tHI. IVhh

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ARE AS Rciis, i d. <,enr,rr $m,rl<r

iial italiana suele ser diverso. En el pliino liistoriogrifico, esta- inos lioy eii el buen caiiiiiio para superar las posiciones tradi- cioiialineiite filom meridional es», que siistentat>aii la hipótesis de iiiia pariclad sustancial entre las condicioiies socio-ecoii(í- iiiicas tlel Norte !. el Sur en el moriieiito de la uriificacióii tica. tleiiuiiciaiido la subsiguieiite iriiposición por parte del pri- mero de uii régiriien de esplotacióii de tipo colonial sobre el seguiido (12). Gracias al trabajo de iin numeroso griipo tle jó- \.enes historiadores meritlioiiales se es t i dibujando una posi- cicíii iiicior articulada de 1ii geografía y la cronología del desa- rrollo agrícola de las regiones del Mezzogiorno, contri1)iiyen- do así a uria iiueva impostacióii de los probleiiias generales del creciiriieiito italiano (13). Estas investigacioiies parecen con- firmar la tesis de la existencia de fuertes diferencias eiitre el Norte y el Sur desde el pinito de partida, tesis avaiizada a co- inierizos de los años 1960 por diversos ecoiiomistas (14).

El Iiistoriadoi- 1,uciaiio Cafagna, eri un priiner iiiteiito de síii- tesis sobre la revoliicióii industrial en Italia (1.5), así corno en otras put)licacioiies (16), ha destacado acertadamente la ne- cesidad (le aiializar por separado los inicios del desarrollo in- (liistiial de los «pequeños países. constitiiidos por las regiones iioroccideiitales (Piamorite, Ligiiria, Loinl>ardía), cuyas diinen- sioiies ecoiióniicas y demográficas a comienzos del siglo XX iio er;iii iiiiiy distintas, y en algunos casos casi superiores, a 1;i de a lg~~ i~ospa í ses iiidustrializados (Bélgica, Suiza, etc). Eii su opiiiióii, durante los decenios ulteriores a la unidad iio se crecí el de~ec~uilibrio entre el Norte y el Sur, sino que se aceii- tu6 el qiie existía previaiiierite. Eii cambio, queda fuera de sil canipo de observación la valoracióii del papel econcímico de- s e i r i p e ~ d o por los espacios iior-orientales (Véneto y Emilia- Roinaíía), cuya preseiicia en el sector iiidustrial s<ílo se hará evideiite niedio siglo más tarde, pero que a comieiizos del XX ~ ~ ) ~ ~ o r c i o i i a b a i i !.a a la rnoderna ecoiioniía italiaiia dos presu- p~iestos de \)ase que el propio Cafagna coiisidera fundariieii- tales: por iiiia parte, los recursos ecoiióinicos procedentes de la eiiiigracióii, que equilibrara la balanza tle pagos (U), por otra, el seiisible iiicrriiieiito de la produccicín agroalimeiitaria y de la producti\jidad agrícola que acoiiipaña el traspaso de

niaiio tle obra del caiiipo a la ciudad y de la agricultura a la 57

iridustria. Es decir, se estaba operaiido una división espacial del tra-

bajo eri la fase de despegiie de la revolucióii industrial. .I las regiones orieiitales del valle del Pó les fiie asignado uii papel ecoiióinico bieri preciso, no de sector agrícola atrasado. sino de área eii la cual el desarrollo capitalista de la agricultura de- bía servir para producir uri consistente stock de l~ieiies agroa- limeritarios con destino a la poblacicíri agrícola y urbana eii etapa de fuerte exp;liisión. La elevadísiiiia tasa de ruralidad de los activos del \'éiieto, Emilia-Romaña 1. la haja Loinbar- día (Creinoiiii, hilantua) hasta fines de los arios 1950 no debe ocultar el hecho de que en estas regiones el nuevo siglo 1ial)ía traído coiisigo imporieiites feiióiiieiios tle iiioderriizacióii de la agriciiltiira (por ejemplo, la mecaiiizacicíii). Simultáneameiite se Iial~íuii coriceiitrado eri ellas, eii pocos años, riiia parte ini- port~iiite tle la industria agroaliineiitaria (azucarera, alcoliole- ra, coiiseilas de toniate, quesos) (18), niieiitras coiisei-\-alla toda su importaiicia la producci(ín de determinadas materias pri- mas vegetales destiiiadas a la industria o a la exportacióii (ci- fiaino, capiillo de seda, tejido de mimbre etc). El Iiecho tlr que esta producccióii agro-iiid~istrial fuera obteiiida en la parte oriental del Valle del Prí eii coiidiciones de extrema iiiiseria y desespei-acicíii de la masa joriialera v de asalariatlos fijos, co- iiio indican las eiicuestas sobre paro agrícola a coinierizos del siglo XX (19), no debe iiiduciriios a pensar clue la agriciiltura era uii sector atrasada y en condiciones de subdesarrollo. Se trataba. según parece . de unas condiciones iriiiy p;irticulares y escepcioiialineiite f:,i\.orables para el capitalisiiio agrario: dis- ponibilidad de grantles recursos de trabajo humano a bajo coste y movilidad tclrritorial considerable (piénsese en las riiigracio- iies internas generadas por la ricicultiira) (ZO) , por lo que una parte podía ser .exportada. al exterior (einigración) o, aúri ine- jor, empleatla eri los rneses de desocupacicíii agrícola eri las grandes obras de mejora corisisteiites en la prosecucióii de los trut)ajos de hoiiificacióii hidriulica iniciados eii el delta del P6 inediaclos del XIX, y que conduciráii a la creación de ceiite- iiares de iiiiles de Iiectáreas de nueva tierra cultivable (21).

Después de tres deceiiios de intenso desarrollo ecoiicíiiiico, desde riiecliados de los arios 50 a iiuestros días, tal coiiio Iia-

1 7 \ i i i i i <~ io i . i ~ i i i i <,\tiy.i< io,ic\ < o i i < t . i . i8i<. i i f i , i .z 1.i iiiiri .i ,,III>~J, t." i o i i de lo\ I>i-oi>l<.iii.i$ rlt.1 </c

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,,t ( 1 , ) 01, ('nt 1) 1'0,SI. / I , J ~ / ~ ~ ~ I ~ , iia c Rsi riiiid l:'l.ilii,i.i</i> l>oi 1.i )oi.ir</.id I ~ ~ ~ ~ ~ ~ . ~ ~ ~ ~ t . ~ ~ i . ~ . \I,l.í,,. /$)O4 Solut. t./ rt.~~,,ni<.z~to </VI

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1 ; I'.ii.i iiii l,.il.iii<i~ hirl<i,i<iri.il!< <i rI<. 1.1 <.i8iizici<.ro,i rt.11i.iii.i. E S01t1 /);$).. ~ I>i i , IJ i k . < i ~ iqr,ii 20 1~ b i ( ' ( ' l \ l , IciF(i

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bi.iiiiii c .di', f.,

1 t ~ w , ~ r ~ , J r J JC f J ~ d m t ~

LA AGRICULTURA EN EL DESARROLLO DE U N A GRAN REGION INDUSTRIAL ITALIANA: EL VALLE DEL P O (C. XVI I I -XX)

58 11íaii atl\-ei-titlo los ecoiioinistas, parece iiidutla1)le la iiecesidatl de s i i~erar eii el ~tnálisis econcíinico el esqiieina diialístico, se- iialaiido la existeiicia de uiia .tercera Itali~w, ciiya caracterís- tica itiás iniportaiite sería la de siisteiitar iiiia ecoiioiiiía «peri- te,.icu. con respecto a la ceiiti-al del ~~triáiigiilo iiitlustrial~ Xliláii- Tiiríii-Céiiovu (22). De este iiiodo se ui)aiitloiia la idea iiii po- co tosca de las etapas del creciiiiieiito ecoiitiiiiico y del dualis- iiio siiiiplista Korte-Sur, iiiteiitiíiitlose, por el coiiti-ario. esbozar la articiilacióii territoi-ial del desai-rollo ecoiióiiiico italiuiio eii fuiicicíii de los diversos y tipología prodiicti\-ii del [Cceii- tro», la «~eriferiiin >. las .áreas niargiiiales~, es decir, tlel siil)- sisteiiia de la ecoiiomía capitalista. Segúii esta iiiterpretacióii iiiás recieiite. iiiia ecoiioiiiía q~eriférica*, caracterizada por el predoiiiiiiio tle 111 pequetia einpi-esa, se coiiserva1)u eii las re- giones del Ceiitro y del Nordeste, es decir, Eiiiilio-Roiiiaiia, el \'éiieto, la Toscaiia !- otras. excluidas durante iiiiiclio tieiri- PO del área de espaiisicíri de la graii iiidustria localizada eii el ceiitro, coiistituido por el ~triáiigulo iiitliistri~il~. Eii cuaiito a 1. .is aieas ., . iiiargiiiales respecto a estr iiltiiiio, estáii iiitegi-atlas por las regioiies del Mezzogioriio. Se trata de iiii tAscliieiria i i i -

tt,rl)retativo de la ecoiiomía italiana coiiteiiiporáiiea qiie pre- seiita cicrta aiialogía con el de 1. IVallei-steiii, relativa a la foriiiacitjii cle uiia world-econorny europea en la época inocler- iia, articulad~i eii toriio a un ceiitro, iiiia periteriii y uiia seiiii- periferia (23).

Siii einl~argo, uiiii \ ez niás eii los aiiálisis ecoiióinicos d<. cv- ta clase, no se resalta siificieiiteirierite el iin1)ortaiite peso (lile c,ii las regioiies de 1ii .tercera Italia. ha inaiiteiiitlo !- iiiaiitiriie la agricultura. Pero iio como sector atrasado -como ya se lia tliclio- siiio capaz (le proclucir beiieficios !7 aciiiiiiiliici(íii, de ti-aiisfcrir al sistema productivo rnaiiutlictiirero > coiiiercial no solo inaiio de ol>ra siiio tainhiéii uii iiigriite fliijo de reciirsos.

(:oiiclii>.eiitlo. las traiisformacioiies de la agriciilturu !. sil iii- diisti.i;ilizacicíii eii las regioiies del Norte (le Italiit coiistitiiyeii, txii i i i i ol,iiiicíii. iiiia clave de lectura iiecesiiria para to[la espli- cac,icíii del tnke off del \lalle del Pó occit1eiit;il entre 1896 !- 191 4. siiiiisino, para la compreiisióii del pi-oceso de difiisióii clrl (lesarrollo iiidiistrial eii las priricipules lireas agrícolas (le1 valle padaiio orieiital eii 1:i segriiitla posguerra y cle la foriiia- cicíii de uiia nueva Italia iiicliistrial ~ipoy~itla eii la riiaiiufactiira clisl)ersa !; eii la einpi-esa artesiiiia, >. car:icterizada iio solo por i i i i cic~ciiiiieiito iinitati\lo siiio por la ciipacidad iiiiio\-adora eii el plaiio teciiol6gico y eii la coiicliiist:~ cle iriercados (24). Es

iiiia ciiriosidad que merece ser seiialada el Iieclio (le (liif. este lwculiar pais~ije iiidustrial italiano, desarrolla(1o (le foriiia 1-isi- 1)le eii loi iíltiiiios treinta aiios, tieiitla a coiiicidir eii lo refereii- te al \ alle tlel P(í coi1 el área agrícola ocul>uda por la inczzadria \ In peqiie~ia l~~.opiedad fiiniliai-, inieiitras que está iiiiiclio ine- nos difundido eii el corazón del precitado valle, donde pretlo- niiiia la graii l~acieiicla agrícola capitalista ( 2 5 ) .

3. Agricultura del Norte ?. agricultura del Sur

Ida ~cuestióii agraria., (pie caracteriza la Iiistoria ecoiicíiiii- ea y social de i i i i país coino Italia, se pi-eseiita en el Norte coii rasgos muy diversos a los del Siir. Soii 1)astaiite e\ ideiites las pi-ofi~iidas tlifereiicias estructurales que eii e1 cui.so de los s i - glos Iinii acallado por inaiiteiier la agricultura (le1 Xlrzzo~ior- iio eii iiii~is coiidicioiies tle retraso relativo rcXsl)ecto :i la (le1 \'alle del P(í rii el iiioineiito de la uiiificacicíii ii;icioii;il. Entre los eleiiit~iitos de iiiayor relieve que Iiaii sitlo aislados para es- l~licar el kiicíineiio, potleinos retener los siguieiitrs: iiii regi- meii teri-itorial doniinatlo por el latifiiiidio 1)ol)i.e eii las zoiias del interior, coii la po1)lacióii coiiceiiti~aclu eii graiides 1)iirgos riirules, la relevancia del biiioiiii« cerealicultiira-pastortto: la prewiicia freiiaiite del paludisiiio >. la iiialaria eii las zoiias lla- iias (26); la persistencia de prácticas cle ciilti\-o priiiiiti\-as; la ciireiicia de crédito y de iii\ ersioiies; el peso dt, la rriita ff,ii-

da1 y parasitaria so1)i.e la tierra y las filrinas coiitractiiales atra- sadas coii escaso empleo del diiiero (27).

Adeinás, se preseiita de iiiaiiera siistaiicialiiieiite distinta. eii las dos áreas tlr la peiiíiis~il:~ italiana, la relacicíii eiitrtJ ;igriciil- tura de siisbsisteiicia. siisteiitada geiieraliiieiite cii f.1 ciilti\-o promiscuo y In propiaiiieiite inei-caiitil (28). Eii el Siir. 1ti pro- diiccióii agrícola para el iiiercado se tlesarrolló eseiicialiiieiite eii toriio a los ciilti\los arbóreos (vid. oli\-o, agrios, etc) friito de fatigosas iii\.ersioiies en tralnjo >- coii reiidiiiiieiitos diferi- dos eii el tieinpo (2cI). Ida produccicíii agrícola iiiei.itlioiia1 apa- rece fiierteineiite orieiitada Iiacia los iiirrcados e\teriores eii la priii1ei.a iriitad del siglo XIX y eii los priiiieros tit,iiipos del estado iiiiiturio. Eii efecto, para la pol~lacicíii (le Italia del Nor- te la huta iiieritlioiial segiiía sieiido iii i artíciilo de 1140 ) , eii c~iitiito a1 \.iiio, las regioiies septeiitrioiiales eriiii gi.aiidtxs pro- tliictoras tain1)ilii. .ideiiiás, la oferta de los prodiictos arbóreos

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ARE AS Xi.iiilr dr 1 ienoas b < ~ u l n

iiieridioiiales p;i(lecíu iio solo uiia crecieiite coinpeteiici;i (le las deriiis agric~iiltiiius iiiecliterráiieas (eii especial de EsPiiña y Ckecia) siiio clue se enc~ii t i~iha coi1 uiia deiriaiida fiierteiiieiite eldstica. coirio demiiestra la experiencia de las exportaciones agrícolas italianas eii los aíios de la crisis agrariti (1882-1806) !- s o l w todo en los de la guerra adiiaiiria coi1 Fraiicin (30).

Eii el \-alle del Pó, por el contrario. t.1 prrdoiiiiiiio de los ciilti\.os liert~áceos y de los forrajes ha rii;i~itr~~ido lii oferta agrí- cola teiideiicialiiieiite iiilís elástica respecto a las vai.i:icioiies de 1;) tleiii~iiicla iiiterna e iriteriiaciorial. 6raii pi.oductorri de tri- go y iii-ro~. cereales cluo estaba11 en la base .de 1;i aliinei1t;icióii l i i i i i i i i i i i i , lu agriciil tiira padaiia podía coiitar, adeiiiás, con u11 iiitxrcado iiiteriio estriictiiralinente deficitario en lo qiie res- pecta a la oferta de estos prodiictos. Por taiito, el inercado iia- cioiial estaha disl>oiiil~le aiiii ciiiiiido el iiicreiiieiito de la pro- ~ l i i c t i ~ i ~ l a ~ l Iiiibiese coiiseiiticlo la forniacióii de excedentes.

Tal circiiiistaiicia ti]\ o Iiigar, eii efecto, eri las grandes úreas cerealícolas de la Ilaiiiira padaria orieiital al tbriiiiiio de la cri- sis agraria fiiiis(-'ciilar. El priniado de la produccióii iiiiitaria <1(, trigo l~ag'í, (:11 vfecto, eii los iiiicios del siglo XX, drstle las pro\-iiicias lonil~ardas, las de la ~revolucicíii tigi.oiicíiiiica~ (31) ;i las einiliaiius >. véiietas (Feirara, Roloiiia. R«\.igo) (32). Idas f'iíl)ricas clr ;il)oiios (luíiiiicos qiie surgen i i i i poco por todas par- tes siiiiiiiiistraioii a ia cerealicult~ira el iiistriiiiieiito cliive pura i i i i salto adelaiite tle la pi-odiiccióii, prol,al,lriiieiite ti\-oreci- (lo por el iiigrttso eii la rotacicíii de iiiia iiiiev;i plaiitii, la renio- 1;iclia nziic;irer;i (33). L,a reciiperacióii de los precios actucí, ;ideiiilis, coiiio acelei-atlor, debido al seiisi1)le y ripido auineii- to de la reiita agi-ícol~i.

Taiiil)ibii e11 otros piiiitos de la Ilaiiiira teiiíaii Iiigui- cainhios sigiiificativos de la l~rodiictivi(lacl. .hí. eii la zoiia ricícola oc- cicleiital (Novara, Vert.elli, Pavíii) 10s iiiievos y inis elevados reiidiiiiieiitos cle la ricicultura fiieroii coiiseciieiicia del abaii- cloiio d r sii prictica coiitinii~i >. la geiieralizacióii de las alter- iiaiicias, a las (lile sigiie, eii el deceiiio iiiiiiediato, la tlifiisióii <le la tbciiica del traiisplaiite (31). Por íiltiiiio. eii la zoiiii crii- tral (l'arinii, Keggio Einilia, (:reiiioria, Miiitiia) aparece Liiia iiiie\ n \'ocaci<íii prodiictiva (le la agriciiltiira 1io)- coii\-erticla eii doiiiiii~iiite: 1;i cri~iiiza integrada de gaiiado bol-iiio !- de cerda coii iiirdiacicíii dt. h iiidiistria lecliera y de cliiesos (1,arinegiaiio-

reggiiuio, graiia padaiio) y la liorticultiira destiiiada a la iiidus- 59

tri;i (el toiiiate) (3.7). Es iic:cesario aiiadir que la extraordiiiaria deiisidad de la rrd

iirbaiia (pie c~iractt~riza el \.alle del P6, la estreclin relacicíii de iiiterdepeiideiicia coiisigiiieiite eiitre ciiidad y canipo, t.11- tre iiiiiiido caiiipesiiio y artesiiiiado url>aiio, hari coiivertido al iriercado ciiidadaiio eii el piiiito de referencia fiiiiclaiiieiital para la protliiccicíii agrícolii. Tuiito eii esta regióii coriio, eii geiiel-al eii el Ceiitro-Norte (le Italia, la ciiidad y los propietarios (lile resideii eii ella dirigieron y iiiaiitiivieroii bajo su coiiti.ol el de- sarrollo del caiiipo; pririiero, para garaiitiziir el tliijo cle l~ieiies de siibsibteiicia y tle iiiaterias priiiias iiidispeiisahles a1 artesa- iitido, clespiiés, para reorieiitar liacia el iiiercndo iiiia piirte cre- cieiite cle la prodiiccicíii agraria.

.iiiiicliie t'altaii todavía tra1,ajos (lile sitiíeii el ceiitro de 1;i iii- dagiicióii eii la relacioiies iriteriias de la ecoiioiníii agi-icola !. iiiaiiiif,ictiirera de los estados preiiiiitarios ril>(,reños tlel P<í, y eii particular cii el iiitercambio coniercial que se verificaba eiitre ellos pese a la existeiiciu de divisiones políticas y adua- neras. iio parece arriesgada 1ii tiipcítesis de la existeiicia cle iiiia crecieiite coiiipleiiieiitnried:icI ecoiicíiiiica eiitre las dos partes tlel valle desde fiiinles del XI.111. El ciirso del río, iiavep~ble para las gi-ancles ein1);ircacioiies desde Plasericia, se coiivirticí eii iiii iinportaiite eje tle coiniinic~icioiies conierciales aiites cle la coiistriiccióii del ferrocari-il, verificada eii el cleceiiio siit)si- giiieiite a la iiiiificacióii (36). Siii einl~argo. segúii aritoi.rs co- ino L. Calkigiia (37). Vera Zainagiii (38) y Frarico Roiielli (39) la taltii de coiiipleineritariedad ecoiióiiiica coiistitiiíu i~iio de los elenieiitos (lile inipedíaii eii Italia la cre;icicíii de i i i i iiier- cutlo iiucioiial capitalista con siificieiite iii\-el tle iiitegrncicíii. Eii la celel~r:icicíii del prinier ceiiteiiario (le la Ciiitlatl Nacio- 1131 (196l), el econoinista Pasqiiale Sai-aceiio, tbii i i i i coiiocido tr;il)ajo, p~ux'cí~i estar (le acuerdo coii Iti coiicliisicíii dtl qiie el l>aís11o podí~i coiisideraise aúii ecoiicíiiiicaineiite iinificaclo, eii- coiitriiidose los factores tle prodiiccicíii reriiuiierados de for- riia diversa y, vil paiticiilar, el fiictor trabajo (10).

En fiiiicicíii del desai-rollo del iiieicatlo y, eii particiilar, cltll inei-cado de esportacicíii, qiie Cafiigiia (1971) había ya icleiiti- ficado coirio iiiio de los I)i.iiicipales apoyos d r la .larga. re\.()- liicióii iiidiistrial italiaiia (11), algiiiias iiiatei-ias priiiias agroiii-

10 (. IY~I)I~'l:II 'O i ! l : L I 1 '1 lililil:\l> (; li l \ A l . 1YO. 1111 .i;O 71 1:u.i iiii i , \ . i r i i r , i i coiii-

i , , , , , , t J , c , (1, I , , o,,,I,,lG,~ ,,i,, C I , ~ c.o,17vr~~,, t,,tt,,3c3r C,,,O<. I ~ ' , I ~ , ~ , ~ ~ , l ~ . t , ~ , ~ , i n, I M. ino. 15150.

11 ; /o 711 i l 1 ( ' l l , ' l ( ; \ L. lí!l,fl 2 (, 1 ~ ~ 1 1 ~ 1 5 1 \ 1 1071 j ; \ h.'\ i \( , ' l 1.15~1~1. 1 ~ ~ < 5 0 . l Z l \ L l( , ' \ l lcl;h 0 1 1 1 nt iJ l ~ t ~ l t , r o \ . 3 / r r n , , t / ~ , (11 l ~co~~~!~~í .~ Ir!,,!!,! C ~ . ~ r . ~ l l ~ ~ ~ ~ i ~ ~ ~ r ~ ~ l ~ l ~ ~ ~ ~ ~ i ~ / ~ / l . ~ ri$ico/lur:8 in 1l;alid Iiot!!,~ I í!?i 1~1, 2111 \,r L / /<( )L/ t \ I /MI. 0 1 , (.rt

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LA AGRICULTURA EN EL DESARROLLO DE U N A GRAN REGION INDUSTRIAL ITALIANA: EL VALLE DEL P O (S. XVI I I -XX)

60 dustriales (secla, clííiamo, liiio) ;isuinieroii eii lo relatibo ~il Norte uii paljel de excepcioiial relevaiicia. Estas produccioiies da- baii trabajo a cientos cle miles de ciinipesinos y piiedeii coiisi- derarse decisivas taiito eii la preparación de la iiiaiio de olxa que se ti-aiisferirlí al naciente sector iridustriiil coiiio en la crea- cióii de una fasr económica <~protoindustrial*. Las iiivestiga- cioiies de C . Federico (42) !. las iiilís recientes de S. Feiioaltea (43) Iiaii deiiiostrado soljre bases estadísticas refiiiadas el pa- pel de la seda en el áinbito de las exportacioiies italiaiias de prodiictos priiiiarios !. sii consiguiente fuiicióii de iipoyo a la 1,alaiiza coiiiercial eii la delicada etapa de la traiisforniacióii iiidiistrial.

;\laiii Dewerpe, eii uiia obra de aiiiplio alcaiice (44), Iia 111.0- puesto iio Iiace iniiclio tiempo una iiiterpi.etacicíii del creci- inieiito económico del valle del Pó a tiaves de la iiiclividua- lizacióii de iiiia amplia iírea ~l~rotoir idustr ial~, asiiiiiieiido co- iiio eleiiiriito decisivo el problema de la integración de los es- pacios productivos, Según esta óptica, el proceso geiittico del *trilíiigulo iiidiistriiil. italiano dehe colocarse iircesarianieiite rii el campo y en la prodiiccióii y elaboracióii de la seda. riun- qiie sea preciso renioiitar eii el tienipo los Iíiiiites croiiológi- cos la traiisforiiiación indiistrial de este Al-ea e iiicluso de iiiu- chas partes localizadas en la iiiitad oriental se inició, se,~úii De- \ v e r ~ e , con la coiistitiicióii de .nebulosas protoiiidiistriales~~ eii toriio a las ciiales se fiie orgaiiizando. desde filiales clel XL'III, eii Itnliii de la inaiiuf:,ictiira. Si acept~iinos este eiikxliie, la pre- citada Area protoiiiclustrial se situaría eii la salida de los \-alles alpiiios a la llanura y apeiias incluiría el 6rea de agriciiltiira ckipitalista de esta última, iii tainpoco la inoiitafia. Soii los pe- que" )~ y iiiiedianos ceiitros iirbaiios los qiie coiistituyeii el ceii- tro de la coiliunción eiitre iiiontaña \i llaiiura, los núcleos en torno a los ciiales se densiticó la iiehiilosa protoiiidiistriiil (45).

Taiito los grupos iirbaiios de griiiides propietarios de la tie- rra y e1 capital inercantil coino los i-urales constituidos por pe- cpeiios terrateiiieiitrs, explotadores directos de to& clase (ni-i-eiidainientos, mezzadria) y hasta asalariatlos agrícolas, es- tahaii iiiteresados en el crecimiento de las iii<lica<las pr«(luc- cioiies y en la elaboración (loiiiéstica y ni~1iiufacturczi-3 de la seda, el clífiaino y el liiio. Los campesinos eiicoiitra1)aii eii la criaiiza del gusaiio o en el cultivo (le susodiclias til)ras una fiieii- te (le iiigresos inoiietarios y, adeniás, verlíii en siis tlistiiitas fa- ses de traiisforinacióii iiii vilido ieiiiedio a la siil>ociip;icióii que

car;icterizal)a las populosas campiiias del \;alle del P6 eii la se- guricla mitad del XL'III.

&4 este respecto, la cuestióii de la superI)ol)lacii>ii relativa del carnpo italiano constituye un triii~i inuy iinportaiite de la historia agraria, eii geiieral, !. de 1;i piidinia, eii l~articiilar. La existencia de uiia gran iiiasa de cainpesiiios sin tierra, de l)role- tariatlo rural y de trabajaclorrs iigrícolas li,qados al siielo por relacioiies seiiiifeudales o ~ircaicas lia coiidicioiiado profuiida- ineiite la Iiistori;~ social de la Peníiisiila y el dellate Iiistorio- grifico de los últimos deceiiios en toriio a los caracteres de 1. a ie~olilcicíii - . 1)urguesa !. del progreso de unidad iiucioiial ita- lianos. La ilota poléinica de la tesis (le Aiitoiiio C;riiiiisci acer- ca de la rivoluzione mancata agraria en el seno de la re\-oliicióii liberal (46) 1ia teiiido el mérito de atraer la ateiicicíii de los liis- toriadores sobre la capacidad de la agriciilt~ira italiaiia para g;i- raiitizar uii proceso de aciim~ilacióii capitalista y seiitar las \)uses de la revolucióii iiidustrial (47). Pero iculíles eraii los presii- puestos iirdispeiisa1)les para la acuiniilacióii en el c;iiiipo y, so- 111-e todo, dóiide era posible desarroll;ir el capitalisiiio agrario. la produccióii para el inei-cado ii graii escala y el paso (le la iiiaiio de obra de la agricultura a la ecoiioiiiía 11rb;iiiaP N o cii- be duda que, desde todos los p~iiitos de vista, el \,alle del Pó se encoiitra1,a en una posicicíii iiiuy veiitajosa y (pie jiigal~aii a sil favor (le iiiiiiierosas circiiiistaiicias de caricter anil,ieiit;il cuyo 11em no 1)uede ser (lescuidado.

4. El componente ambiental

I,a íiiiica griiii Ilaiiura de la peiiíiisula italiaiia es la doiiiiiia- da por el Pó, cliiiilítica e liidrlíulicanieiite coii(1icioiiada por la cadena de los Alpes, con sil gran abun(1:iiicia de agua y coi1 iiii clima iiivei.iia1 de tipo continental. Siii embargo. la iiitliieiicia del Mecliteriarieo llega tam1)iGii liasta aquí, sobre todo en lo relativo 3 las teniperaturas estivales, lo que Iia coiisriitido la acliinatacicíii de (los cereales inuy iinportaiites eii la historia (le la aliineritacióii: el iiiaíz y el arroz. Taiito eii Iiis tierras ar- cillos;is y aluviales de la baja Ilaniira coino en los \.astos dep(>- sitos niorréiiicos (le grava qlie circiiiidaii la plaiiicie eii la desembocadiira de los valles alpiiios, se 1i;iii producido secii- larineiite iiitervencioiies humanas para (:rteiider los ciiltivos. Carlo Cattaneo coiisider~iL)a por ello, acertatlkiiiieiite, a la Loiii- bardía coiiio uii ~iiiiiienso depósito de esfiierzos* (18). Así, ha sido eiioriiie el capital social fijo ac~iinulado en los ciiiiipos (le

12 (. l - '1~~111~li l ( 'O. 15J7J

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