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REFORMA EDUCACIONAL, COMO ENFRENTAR UN PROCESO DE CAMBIOS

Es inevitable que en todo proceso de cambios se despierten variados tipos de emociones,

positivas o negativas, pero no solo eso, es el cuerpo mismo el que es impactado y siente diversas

sensaciones.

Ya sea que usted esté de acuerdo o no con las reformas u otros cambios, de igual manera la

razón impactará en su cabeza, el afecto en su corazón, la intuición en su estómago y el deseo

en su abdomen.

No es mi propósito opinar sobre las disposiciones de la reforma, sino que a partir de ella poner

atención en cómo enfrentar de la mejor manera posible cualquier tipo de proceso de cambios.

Para el acelerado mundo actual en que nos tocó vivir, en que ya nada es seguro y prima la

incertidumbre, con una sociedad en constante cambio, se requiere especial y particularmente

de una gran fortaleza mental.

Para lograr esa fortaleza mental, necesitamos mantener un pensamiento positivo para

enfrentar las eventuales dificultades que los cambios generen, problemas que como es natural

afectarán nuestras emociones, presentándose en algunos casos estados de ánimo negativos,

que deberemos aprender a superar.

Por otra parte, las creencias de cada uno y que definen quiénes somos, con quién nos

identificamos, y que son una expresión de nuestros valores, ante los cambios en ciertas

ocasiones nos pueden limitar para continuar progresando.

Si usted siente que los cambios y problemas en ocasiones le abruman, afectando sus emociones

y estados de ánimo, entonces para usted y con mucho afecto, he recolectado conceptos e

historias, extrayendo algunas cosas de apuntes, libros y experiencias personales, que considero

pueden ser útiles para volver a energizarlo y reconectarlo, a fin de enfrentar de la mejor manera

los nuevos desafíos y convertir las posibles amenazas en oportunidades.

1.- Pensamiento positivo

El negativista está lleno de dudas sobre sí mismo, el positivista está lleno de confianza en sí

mismo. El uno se da por vencido cuando se encuentra con una dificultad; el otro se pone a la

altura de las circunstancias cuando las cosas marchan mal, en resumen, el pensador negativo

tiende a ver, y por tanto a producir, fracasos. El pensador positivo imagina lo posible y atrae el

éxito hacia sí mismo y sus proyectos.

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El pensador positivo tiene la cualidad de no caer en trampas del pensamiento, por ejemplo:

-Pensar en blanco o negro: contemplar los sucesos desde un punto de vista extremo que no

admite tonos grises ni matices.

-Magnificar/minimizar: exagerar lo negativo y atenuar lo positivo.

-Personalizar: culparse de sucesos de los que uno no es responsable.

-Razonamiento emocional: creer que algo es cierto porque lo sentimos con fuerza.

-Leer el pensamiento: la capacidad de adivinar los pensamientos ajenos sin usar los medios

normales de comunicación.

-Filtros mentales: fijarse exclusivamente en el aspecto negativo de una situación y juzgar la

situación entera en función de ese aspecto.

-Predecir el futuro: creer que podemos predecir el futuro de una manera sistemática y precisa.

-Generalizar en exceso: extraer conclusiones generales a partir de un solo suceso o de

información insuficiente.

-Catastrofismo: suponer que siempre ocurrirá lo peor y, si ocurre, dar por sentada nuestra

incapacidad para afrontarlo.

En las citadas trampas del pensamiento todos en algún momento caemos, lo importante es

estar cuestionándonos frecuentemente para darnos cuenta de ello.



El árbol de los deseos

Una persona caminaba por el desierto y tenía mucha sed, al no encontrar un manantial, se posa

bajo un árbol y piensa: “Como me gustaría tener una botellita de agua; si tan solo pudiera tener

una botellita de agua”, y de la nada aparece la botella de agua.

Rápidamente se da cuenta que se encuentra bajo el árbol de los deseos, un mito de la India que

plantea que todo lo que uno piense bajo ese árbol, se convierte en realidad. En ese momento,

el hombre se da cuenta que ha encontrado lo más valioso del mundo, y se pone a pensar en

todo lo que quiere tener en la vida. Inmediatamente aparecen tesoros, mujeres, comida,

sirvientes.

El hombre no podía creer su gran suerte; había encontrado el árbol de los deseos. Pero luego

toma conciencia de que estaba en el medio del desierto, solo, sin nadie que lo cuidara, que le

podían robar, que lo podían hasta matar. Inmediatamente terminó su pensamiento,

aparecieron ladrones que le robaron y lo mataron. Estaba debajo del árbol de los deseos, todo

lo que pensaba se convertía en realidad.

El libro “El secreto” plantea algo similar con la ley de atracción. Si nos concentramos en lo bueno

de la vida, si tenemos creencias empoderantes, si esperamos lo mejor, entonces atraemos lo

mejor. Pero si, por el contrario tenemos creencias limitantes, nos quejamos de los cambios, los

problemas y las angustias, sólo atraemos más cambios, problemas y angustias.

Sugerencia: Estar siempre conscientes de la existencia de trampas en el pensamiento y

mantener una actitud positiva para enfrentar de mejor manera los problemas, imaginando

las posibles soluciones que atraerán el éxito.



2.- Los problemas

El pensamiento positivo obtiene resultados poderosos por varias razones. No teme ni se

desconcierta por el fenómeno conocido como un problema, sabe que todo problema contiene

la semilla de su propia solución.

Si no hay problemas, no habrá soluciones y el progreso se detendrá.

El pensador positivo sabe que los buenos resultados tienen sus raíces en el fértil terreno de los

problemas difíciles.

¿Qué te pasa Pedro? Durante varios minutos Pedro me informó detalladamente sobre lo mal que se sentía, problemas y más problemas. -Pedro- le dije interrumpiendo su diatriba- me gustaría poder ayudarte, dime en qué forma te puedo ayudar. -¿Ayudarme?-gritó-. Quítame de encima estos problemas. Si puedes quitármelos, serás mi amigo para toda la vida. Como yo no desperdicio la oportunidad de hacer amistades para toda la vida, medité en el caso de Pedro, hasta que encontré una solución que, si no la más agradable, era por lo menos la más realista. -Aclaremos una cosa-le dije-. Tú quieres librarte de tus problemas más difíciles, o tal vez de la mayoría de tus problemas. Pero no me vayas a decir que pretendes verte libre de todos… -Pues sí, eso es precisamente lo que quiero-insistió sombríamente. -Muy bien, si ese es el caso, creo que te podré ayudar. El otro día visité cierto lugar en desempeño de una función profesional. Un funcionario me dijo que en ese lugar había alrededor de diez mil personas y que ninguna de ellas tenía algún problema. Por primera vez brilló en los ojos de Pedro una chispa de entusiasmo que le iluminó la cara y exclamó: -Perfecto. Ese es el lugar para mí. Llévame allá. -Está bien, si me lo pides… Ese lugar es el cementerio.



Y es la verdad. Ni en ese ni en ningún otro camposanto, los que allí reposan tienen problemas,

no les importa lo que se diga en los periódicos, la televisión o en las redes sociales. No tienen

problemas, pero están muertos.

Por tanto, es lógico suponer que los problemas son un síntoma de vida.

Sugerencia: Si los problemas son amenazas, entonces la mejor actitud que podemos asumir

es pensar en cómo convertirlas en oportunidades, para lograrlo necesitaremos comenzar por

reconocer nuestras emociones y aprender a manejar nuestros estados de ánimo.

3.- Emociones y estados de ánimo

Como los problemas afectan nuestras emociones y los estados de ánimo, empezaré por

establecer la diferencia entre una emoción y un estado de ánimo. La emoción es la resultante

de una causa concreta: “nació mi hijo, estoy feliz”. Por otra parte, el estado de ánimo no está

relacionado con el acontecer de algo específico: “me siento angustiado y no puedo especificar

el por qué”.

Empleando una metáfora, las emociones son como un río que fluye y cambia según lo que va

sucediendo en la vida; es agua en movimiento que se transforma, se evapora, se convierte en

nubes. En cambio, el estado de ánimo es como el agua que se encuentra detenida en un

estanque: se pudre porque no tiene salida.

Cuando algo sucede –por ejemplo, un colaborador o colega llega atrasado casi todos los días-,

se puede sentir enojo y esta es una emoción que invita a tener una conversación donde se

pueda hacer ver la falta. Si no se hace y se prefiere embotellar el enojo, es muy probable que

se convierta en un estado de ánimo de resentimiento.



Estados de ánimo negativos Los principales estados de ánimo negativos derivan de emociones no tenidas en cuenta o mal encausadas, por ejemplo: Si su estado de ánimo es de pesimismo, melancolía o depresión, su origen está en una emoción de tristeza que aún no es atendida. Si su estado de ánimo es de ansiedad, angustia o desesperanza, su origen está en una emoción de temor que aún no es atendido. Si su estado de ánimo es de resentimiento, rencor, desprecio o propensión a la ira, su origen está en una emoción de enojo que aún no es atendido. Si su estado de ánimo es de remordimiento, su origen está en una emoción de culpa que aún no es atendida. Finalmente, si su estado de ánimo es de desinterés, apatía o desconexión, su origen está en una emoción de aburrimiento que aún no es atendido.

Para modificar los estados de ánimo es necesario:

1) Detectar la raíz emocional que subyace bajo la emoción no expresada. Supongamos que

nuestro estado de ánimo es de angustia, bueno, entonces descubrimos que la emoción que lo

origina es el temor.

2) Es importante poder descubrir el bloqueo emocional. Puede estar relacionado con un

momento traumático de la vida o con formas aprendidas en la cultura familiar. Algunas

preguntas para producir el desbloqueo emocional pueden ser: ¿Desde cuándo te sientes así?

¿Qué haces o no haces para permanecer en este estado de ánimo? ¿Qué beneficios obtienes al

estar así? ¿Qué costos pagas al estar así?

3) Una vez que la emoción que subyace debajo del estado de ánimo es desbloqueada, es

fundamental ponerse en acción.

Los estados de ánimo negativos son, por lo general, el resultado de una falta de compromiso

con la acción y de usar el pensamiento en forma distorsionada.



En el mundo y desde siempre, los seres humanos nos hemos enfrentado en posturas muchas

veces antagónicas, no todos pensamos igual, cada individuo, grupo u organización, puede tener

sus particulares creencias y por las que se llega incluso a situaciones extremas, desatándose

todo tipo de emociones negativas.

Sugerencia: Estar alertas ante estados de ánimo negativos que afecten su vida, al

reconocerlos, seguir los 3 pasos anteriormente recomendados para desbloquear la emoción

causante del problema.

4.- Las creencias

Las creencias son ideas que asumimos como realidad y terminan normando nuestra vida.

Una creencia es como una mesa o un banquillo que es sustentado por las patas, que son las

referencias con las que contamos para tener esa determinada creencia.

Las creencias son muy poderosas, pueden hacernos bien o también dañarnos.

Una característica de las creencias es que no las cuestionamos, asumimos que son ciertas y que

nunca cambian.

Cuando tenemos creencias instaladas, nos gusta que éstas se confirmen, que se hagan realidad.

Nos agrada tener la razón y se convierten en parte de nuestra identidad.

Por ejemplo, hay personas que tienen la creencia de que la inversión privada es negativa para

sus comunidades y por ejemplo, se oponen a toda iniciativa privada educacional, eléctrica,

minera o de turismo. Posiblemente hayan generado esta creencia en el pasado, con alguna

iniciativa privada que no tuvo buenos resultados. Pero ahora esta creencia es parte de su

identidad, regula sus conductas y les genera un sentido de pertenencia a un grupo social.

Un cuestionamiento a sus creencias es un ataque a su identidad y por eso las defienden con

tanta intensidad.

A la inversa, para otras personas puede ocurrir lo mismo con iniciativas de inversión pública y

en estos mismos rubros u otros.



Otro caso, hay quienes creen que las tradiciones son importantes y que se deben respetar como

se hicieron las cosas en el pasado. Otros más bien sienten que la tradición es un freno a la

creatividad y que uno debe encontrar siempre formas nuevas de hacer las cosas.

Cuando una persona tradicional discute con una persona creativa, vemos que en realidad no

debaten sobre argumentos lógicos, más bien defienden su identidad. La suma de nuestras

creencias define quiénes somos, con quién nos identificamos, y son una expresión de nuestros

valores.

Las creencias también son filtros con los que percibimos la realidad.

El fanfarrón

Una vez estaba en una reunión social y una persona se acercó a conversar a mi grupo. Yo no lo

conocía, pero como primera impresión me parecía bastante culto, inteligente y con sentido del

humor. Cuando la persona dejó nuestro grupo, uno de mis amigos comentó que la persona que

se alejaba era un fanfarrón, que hablaba mucho y hacía poco, y que había sido despedido de

una organización por incompetente.

Apenas terminó de hablar mi amigo, se me instaló la creencia “ese tipo es un fanfarrón e

incompetente”. Cuando lo volví a ver, eso es lo que veía; la creencia estaba filtrando la realidad.

Ya no percibía a una persona inteligente y graciosa; ahora era un fanfarrón incompetente.

Nunca supe si realmente esa persona era como decía mi amigo, o si había un problema entre

ambos. Sin embargo, mi creencia se instaló, y luego cuando me volví a cruzar nuevamente con

él, lo escuchaba y no creía ninguna palabra de lo que decía.

En política, por ejemplo, se puede observar claramente cómo las creencias filtran la realidad.

Manifieste sus preferencias por un determinado sector y verá cómo se transforma el debate en

un campo de batalla, como si la vida estuviera en juego, nadie quiere escuchar razones o

argumentos, la creencia política en muchos casos es parte de la identidad de algunas personas.

Extremando el poder de las creencias, veamos el siguiente caso.



El frigorífico

Un día como cualquier otro, Nick Sitzman estaba trabajando en un tren y entró a uno de sus

vagones frigoríficos. Cuando cerró la puerta, intentó abrirla desde dentro y encontró que era

imposible, que estaba atrapado. Empezó a gritar con todas sus fuerzas para que alguien le

abriera, pero no había una persona lo suficientemente cerca para escuchar sus gritos de

desesperación. Se sentó en el piso del vagón y con impotencia, se rindió ante el frío y empezó

a congelarse.

Al día siguiente, cuando entraron al vagón, lo encontraron muerto.

Se percataron que con un cuchillo había escrito en el suelo “es tan frío que mi cuerpo se congela,

si tan sólo pudiera dormir”. La autopsia del cuerpo confirmó la muerte por congelamiento. Lo

increíble de la historia es que el vagón frigorífico estaba apagado y la temperatura mínima esa

noche fue de 13 grados centígrados. Nick pensaba que el frigorífico estaba funcionando y fue

su propia creencia, la de pensar que estaba congelándose, la que terminó matándolo.

Para la historia anterior, el siguiente dicho es muy sabio:

“Yo nunca moriré por mis creencias, porque podría estar equivocado”

Bertrand Russell

Las creencias nos simplifican en muchos casos nuestra vida, por ejemplo, para bajar una

escalera.

Cuando descendemos, normalmente no pensamos de manera consciente cómo hacerlo,

simplemente bajamos, pues ya tenemos una serie de creencias inconscientes que nos ayudan

a bajar, es mejor agarrarse de la baranda, para no caerse es mejor inclinarse hacia atrás, es

mejor bajar peldaño a peldaño…, si no tuviéramos creencias preestablecidas, tendríamos que

pensar conscientemente todo lo que hacemos y nos sería imposible funcionar.



Las creencias programan nuestro inconsciente para liberar recursos mentales que nos permitan

funcionar con eficiencia.

Como sabemos, el ser humano tiene dos mentes: la consciente y la inconsciente.

La mente consciente puede procesar máximo entre uno y tres eventos simultáneos, el

equivalente a dos mil bits por segundo. La mente consciente se encarga de lo no rutinario, de

evaluar lo que nos pasa en el momento, de juzgar, de pensar en el futuro o reflexionar sobre el

pasado. Esta mente nos ayuda a cambiar, a decidir y a innovar.

En cambio, la mente inconsciente puede procesar miles de eventos simultáneos o cuatro

billones de bits por segundo. La mente inconsciente se encarga de lo rutinario; por ejemplo, de

procesar las instrucciones cuando caminas, manejas, bajas escaleras, comes o conversas.

De seguro a más de alguien le ha pasado que cuando camina o maneja rumbo a casa no se dio

cuenta cómo llegó. Estuvo usando su mente consciente para pensar diferentes temas sobre el

pasado o el futuro, pero su inconsciente procesó las instrucciones para llevarlo a casa. En esta

mente es donde se instalan las creencias para encargarse que se tomen decisiones automáticas,

sin usar recursos de la mente consciente.

En resumen, las creencias nos ayudan a liberar nuestra mente consciente para el manejo de

situaciones no rutinarias. Sin embargo, el lado negativo de las creencias es que radican en el

inconsciente, asumimos que son ciertas, que no cambian y tomamos algunas como parte de

nuestra identidad.

Hay dos tipos de creencias, las empoderantes y las limitantes.

Creencias empoderantes

Son las que nos ayudan a alcanzar nuestros logros. Por ejemplo:

Yo sí puedo.

Me siento capaz de…

Si me esfuerzo, yo sé que lo consigo.

Si persevero, alcanzo mis metas.

Fallar es aprender.

Los problemas son oportunidades.

Yo creo mi propio éxito.



Creencias limitantes

Son las que nos quitan oportunidades y nos restan motivación para emprender nuevos retos y

proyectos. Por ejemplo:

Yo no puedo.

Me siento incapaz de …

Por más que me esfuerce, no lo voy a conseguir.

Por más que persevere, no alcanzaré mis metas.

Fallar es fracasar.

Los problemas son amenazas.

El éxito no depende de mí.

Cuando las creencias que guardamos son limitantes, funcionan como el virus de una

computadora. Estos no aparecen en el directorio del disco duro: “son inconscientes”. Sin

embargo, sin darnos cuenta, pueden destruir nuestros archivos, es decir, perjudicarnos en la

vida y restarnos oportunidades.

Las fuentes de las creencias son tres, la niñez, el entorno y las expectativas de los demás.

En ocasiones, las creencias o prejuicios nos pueden llevar al fracaso, ya que todo lo que

sentimos y hacemos obedece a nuestra mente.

Sugerencia: Si se detectan creencias limitantes, hacer el esfuerzo de cambiarlas, para así

adaptarnos, lo que nos permitirá un mayor éxito y felicidad. En un próximo documento

veremos más en detalle técnicas y metodologías para lograrlo.



5.- En conclusión

He intentado invitarlo a enfrentar las dificultades de cualquier tipo de cambios, con un

pensamiento positivo, a descubrir e identificar las emociones que podría sentir y reconocer sus

estados de ánimo, los que, en el supuesto de ser en algún momento negativos, es posible

modificarlos y finalmente, estar atentos a ser flexibles, cuando se pueda, con determinadas

creencias que nos identifican y que, en algunos casos, tal vez podrían ser limitantes para nuestro

desarrollo.

Agradezco su tiempo y espero que este modesto aporte le sea útil y contribuya al proceso

mental que necesariamente deberemos vivir para enfrentar con éxito los cambios que se

avecinan, para bien de nuestros niños y niñas.

Próximos temas

- Cómo modificar algunas creencias limitantes

-Ganadores y perdedores

-Distinguir los tres tipos de problemas que existen y cómo enfrentarlos

-Nuevos sueños, nuevas energías

-Los hábitos marcan la diferencia

-El éxito y la felicidad

-Nuevas competencias

-Creatividad e innovación

-Descubriendo nuevas oportunidades

Si estos temas han sido para usted de utilidad o si desea formular comentarios al respecto,

estaré muy agradecido de recibir sus aportes en [email protected]

Un cordial saludo,

Gerardo Navarrete Karachón

Director ejecutivo

ATE Reimagina Educación Limitada

www.reimagina.cl



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