28
r-- I >,g 11 ..... -- .... lO B ~ .' D . ~ír~~ . ,', ~[;. \\ ' k~ :(1) ñ D It 1:1-' 11 IJ "" a I n 11 ,', 11 (

Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

r--I >,g

11 ..... -- .... lO

B~ .'D .

~ír~~.

,',~[;.

\\ '

k~ :(1)

ñ

D

I t

1:1-'

11

IJ

"" a

In

11

,',

11

(

Page 2: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

REFORMA O REVOLUCIÓN

Prefacio

Quizás el título de la presente obra sorprenda de pri-mera intención. ¿Reforma social o revolución? ¿Es quela socialdemocracia puede estar enfrente de una reformasocial? ¿O puede oponer a la reforma social la revolución,la transformación del orden existente, aquello que cons-tituye su último objetivo? Desde luego, no. Para la social-democracia, la lucha práctica, cotidiana, que tiende a al-canzar una reforma social, a mejorar, aun dentro de loexistente, la situación del pueblo trabajador, a conse-guir instituciones democráticas, constituye más bien elúnico camino por donde el proletariado ha de llevar sulucha de clase, por donde ha de arribar a su últimoobjetivo, a la conquista del poder político, a la abolición

333.- REFORMA o REVOLUCIÓN

---

Page 3: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

del sistema de salario. Para la socialdemocracia, la refor-ma social y la revolución social forman un todo insepa-rable, por cuanto, según su opinión, el camino ha de serla lucha por la reforma, y la revolución social, el fin.

Solamente 1 encontramos una oposición entre ambosmomentos del movimiento, en la teoría de Eduard Berns-tein que queda expuesta en sus artículos «Problemas delSocialismo», publicados en la «Neue Zeit», en los años1897 y 1898, y, muy especialmente, en su libro «Las pre-misas del Socialismo».1 Prácticamente, toda su teoría sereduce a aconsejar el abandono del objetivo final de lasocialdemocracia, la revolución social, y a convertir elmovimiento de reforma, de un medio que es, en el fin dela lucha de clases. El mismo Bernstein ha concretado ma-ravillosamente sus puntos de vista en la frase: «Para mí,el fin, sea cual sea, no es nada; el movimiento lo es todo.»

Pero como quiera que el objetivo final es precisamen-te lo único concreto que establece diferencias entre elmovimiento socialdemócrata, por un lado, y la democra-cia burguesa y el radicalismo burgués, por otro; y comoello es lo que hace que todo el movimiento obrero, de una

1. «Solamente» debe aquí entenderse en el sentido de «por pri-mera vez».

1. Eduard Bernstein (1850-1932), el principal discípulo, juntocon Kautsky, de Marx y Engels, dirigente y teórico de la socialde-mocracia alemana, publicó a principios de 1899 su libro «Die Vo..raussetzungen des Sozialismus und die Aufgabe der Sozialdemo-kratie» (Las premisas del socialismo y las tareas de la socialde-mocracia, publicado en España bajo el título de «Socialismo evo-lucionista», editorial Fontamara, 1975), que representó la primeray más importante tentativa de una formulación sistemática de lasteorías revisionistas en el seno del Partido Socialdemócrata ale-mán. Este libro y los artículos de la Neue Zeit mencionados sonel blanco principal de Rosa Luxemburg en «Reforma o revolu-ción».

34

-----

Page 4: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

,cómoda tarea de remendón encaminada a la salvación delorden capitalista, se convierta en una lucha de clasescontra este orden, buscando la anulación de este orden,tenemos, pues, que este dilema de «reforma o revolu-ción» es, al mismo tiempo, para la socialdemocracia,el de «ser o no ser». Al discutir con Bernstein y sus par-tidarios, no se trata, en último extremo, de esta o deaquella manera de luchar, de esta o de aquella táctica,sino de la vida toda del movimiento socialdemócrata.

y reconocerlo así es doblemente importante para lostrabajadores, porque se trata justamente de ellos mismosy de su influencia en el movimiento en general; porqueson sus barbas las que se van a pelar. La corriente opor-tunista, teóricamente formulada por Bernstein, no es otracosa que una oculta tendencia a asegurar en el partidola supremacía de los advenedizos elementos pequeñobur-gueses, pretendiendo amoldar a sus espíritus la prácticay los fines del partido. La cuestión de reforma social orevolución, de movimiento y de objetivo final, es, porotra parte, la de la conservación del carácter pequeño-burgués o proletario en el movimiento obrero.

Rosa Luxemburg

Berlín, 18 de abril 1899

35

Page 5: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

íNDICE DEL VOLUMEN

IntroducciónNota a la edición .

731

REFORMA O REVOLUCIÓN

Prefacio . . . . . . . . . ., 33

PRIMERAPARTE. . .. 37

1. El métodooportunista . . . . .. 3711. Adaptacióndel capitalismo. . . .. 45111. Implantación del socialismo por medio de

las reformas sociales . . . . .. 59

IV. Militarismo y política aduanera. . ., 69V. Carácter general y consecuencias prácticas del

revisionismo . 77

SEGUNDAPARTE. . 89

1. El desarrollo económico y el socialismo.. 8911. Sindicatos, cooperativas y democracia polí-

tica. . . . . . . . . . . 101UI. La conquista del poder político . .. 115

Page 6: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

'1

,1

I

IV. El derrumbamiento.V. El oportunismo en la teoría y en la práctica

APÉNDICES

El objetivo finalLas gafas inglesas .La libertad de la crítica y de la ciencia.

129135

147157177

Page 7: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

r ...

III

IMPLANTACIÚN DEL SOCIALISMO POR MEDIODE LAS REFORMAS SOCIALES

Bernstein desechaba la «teoría del derrumbamiento»o catastrófica como el camino histórico que ha de llevara la realización de un mundo socialista. ¿Cuál será en-tonces la ruta que, desde el punto de vista de la «teo-ría de adaptación del capitalismo», puede llevarnos aesa socialización? Bernstein no ha hecho más que insi-nuar la contestación a esta pregunta, y el intento de ex-plicada al detalle, en el sentido en que él lo hubiera he-cho, le ha correspondido a Conrad Schmidt 1 (Ver el Vor-warts del 20 de febrero de 1898, Reseña de libros). Segúnéste, «las luchas políticas y sindicales en pro de reformasde carácter social posibilitarían un control social cadavez más amplio sobre las condiciones de producción», y

1. Socialdemócrata alemán, economista y sociólogo, muertoen 1932.Situado, en 1891, tras la abolición de la ley contra lossocialistas, en el ala izquierda del Partido (grupo de los «Jóvenes»,o «ala anarquista»), evolucionó rápidamente hacia posiciones re-formistas. Sus posiciones teóricas y políticas coincidieron con el~l!lm!ldo «pensami~n~~ n~v¡siQn.ista»! ., . . .

59

Page 8: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

por medio de leyes «se limitarían los derechos del pro-pietario capitalista, convirtiendo a éste poco a poco ensimple administrador», hasta que, finalmente, «el ya ma-duro y baqueteado capitalista vería disminuir para sí elvalor de su propiedad, una vez apartado de la direccióny administración de su empresa», que se convierte final-mente en empresa social.

Tenemos, pues, que los sindicatos, las reformas socia-les y, aun más -como afirma Bernstein-, la democra-tización política del Estado, han de ser los medios parala gradual implantación del socialismo.

Empezando por los sindicatos, vemos que su funciónmás importante -y nadie ha demostrado esto mejor queBernstein en la Neue Zeit en 1891- consiste en posibili-tar a los obreros el medio de hacer respetar en toda suvalidez la ley capitalista del salario; esto es, en conseguirque la venta de la fuerza de trabajo se cotice al preciomayor que las circunstancias del mercado consientan.El verdadero servicio que los sindicatos hacen al prole-tariado es permitirles aprovechar todas las posibilidadesque el mercado ofrezca en determinado momento. Sien-do, por un lado, la demanda de la fuerza de trabajo con-secuencia de una situación más o menos próspera de laproducción; determinando, por otro, la proletarizaciónde las clases medias y la natural propagación de la claseobrera, la mayor o menor oferta de trabajo, y siendo, porúltimo, variable el grado de productividad de la fuerzade trabajo, vemos que las posibilidades que el mercadopuede ofrecer son circunstancias que escapan, por susorígenes, a la esfera de influencia de los sindicatos. Porello no les será nunca posible derrocar la ley del salario,pudiendo, en el mejor de los casos, reducir la explotacióncapitalista a los límites que en \In mQmento dado se con.

60

Page 9: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

sideren normales; pero de ninguna manera estarán encondiciones de anular, ni aun gradualmente, la explo-tación.

Bien es verdad que Conrad Schmidt llama al actualmovimiento sindical «leves estadios iniciales», prometién-dose para el futuro que «los sindicatos conseguirán unainfluencia mayor en la regularización de la producción».Esta regularización se puede entender de dos modos: yacomo intervención en el aspecto técnico del proceso deproducción, o ya como determinación del volumen mismode la producción. ¿De qué naturaleza puede ser esa in-fluencia sindical en cada uno de estos dos aspectos?

Es cierto que, en lo que a la técnica de la producciónimporta, el interés del capitalista coincide en ciertos lími-tes con el progreso y el desarrollo de la economía capi-talista. La propia necesidad es la que le obliga a implan-tar mejoras técnicas. La postura de cada trabajador porsí con respecto a estos progresos ha de ser, por el con-trario, completamente adversa, puesto que toda revolu-ción técnica ataca los intereses del obrero afectado di-rectamente por la mejora, y empeora su situación inme-diata al desvalorizar la fuerza de trabajo y hacer la tareamás monótona, intensa y torturante.

Si el sindicato logra influir en el progreso técnico dela producción, lo hará en sentido negativo, es decir,obrando como si fuera un grupo particular de trabaja-dores afectados directamente, y oponiéndose, por tanto,a todo perfeccionamiento. Pero en este caso el sindicatono actúa en interés de la clase trabajadora en general yde la emancipación de ésta -interés que más bien coin-cide con el progreso, es decir, con el interés de los capita-listas particulares-, sino justamente en oposición atoda renovación y en sentido reaccionario porque esta

61

Page 10: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

tendencia a influir en el aspecto técnico de la producciónno pertenece al futuro -como pretende Schmidt-, sinoal pasado del movimiento sindical. Esta tendencia inter-vencionista caracteriza la fase más antigua del tradeunio-nismo inglés (hasta 1860), cuando todavía conservaba res-tos de tradiciones gremiales de origen medieval, cuyafuente hay que buscar en el anticuado principio del «de-recho adquirido al trabajo conveniente», según expresiónde los Webb 1 en su Teoría y práctica de los sindicatosingleses (tomo II).

La tendencia de los sindicatos a determinar el volu-

men de la producción y el precio de la mercancía, es, porel contrario, un fenómeno de fecha muy reciente. Sóloen tiempos muy modernos -y también en Inglaterra-se aprecian intentos de este orden (ibid., tomo II). Peroestos esfuerzos son, dado su carácter y tendencia, perfec-tamente equivalentes a aquéllos. Pues al participar activa-mente el sindicato en la determinación de los precios y vo-lumen de la producción de mercancías, ¿qué otra cosahace sino formar un cartel de trabajadores y empresariosen contra de los consumidores, haciendo uso, en su luchacontra los empresarios competidores, de medidas que noceden en nada a los métodos de las legales coalicionesde empresas? Al fin y al cabo, esto ya no es una luchaentre capital y trabajo, sino una lucha solidaria de capi-tal y trabajo contra la s.ociedad consumidora. Según suvaloración social, esto es un principio reaccionario que,

1. Sidney James Webb (1859-1947) y su mujer, Beatrice Potter-Webb (1858-1943). Economistas e historiadores, de tendencia ideo-lógica laborista, principales historiadores del sindicalismo britá-nico (The History of Trade-Unionism, 1894). Sidney Webb fue unode los fundadores de la Pabian Society (1889), y el fundador delsemanario laborista New Statesman (1913).

62

Page 11: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

por serlo, no puede ya constituir etapa alguna en la luchade emancipación que lleva el proletariado, puesto quemás bien representa lo más contrario a una lucha declases. Según su valor práctico, es también una utopíaque nunca podrá extenderse a ramas de mayor importan-cia y que concurran en el mercado mundial, como puedeapreciarse después de una pequeña reflexión.

La actividad de los sindicatos limítase, pues, en logeneral, a la lucha de salarios y a la disminución deltiempo de trabajo, es decir, a regular simplemente la ex-plotación capitalista dentro de las condiciones del mer-cado. En cambio, la naturaleza de las cosas les impideinfluir abiertamente en el proceso de la producción. Aúnmás: incluso toda la marcha del desarrollo sindical serealiza en el sentido -completamente opuesto a lo queacepta Conrad Schmidt- de liberarse completamente elmercado de trabajo, de romper toda relación inmediatacon el resto del mercado de productos. Y su mejor carac-terística es el hecho de que hasta la tendencia a poner enrelación inmediata, siquiera pasivamente, el contrato detrabajo con el estado general de la producción por mediodel sistema de las llamadas listas oscilativas de salarios,!ha sido rebasado por el desarrollo mismo, apartándosede ella las trade-unions cada vez más. (Webb, obra citada.)

Pero ni aun dentro de su influencia efectiva, el movi-miento sindical lleva la marcha que supone la teoría dela adaptación del capital, que afirma que el progresosindical no reconocerá límites. Muy al contrario, si abar-camos grandes sectores del desarrollo social habremosde reconocer el hecho de que, en general, no son épocasde triunfos las que en el desarrollo de nuestras fuerzas

1. Entiéndase: escala móvil de salarios.

63

Page 12: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

se vislumbran, sino de dificultades cada vez mayores parael movimiento sindical.

Cuando el desarrollo de la industria haya alcanzado supunto máximo y empiece, por tanto, el «declive» capi-talista en el mercado mundial; cuando tienda a bajar lacuesta, la lucha sindical será entonces doblemente difícil:primero, porque empeorarán las posibilidades objetivasque el mercado ofrezca a la fuerza de trabajo, puesto quela demanda será más lenta y la oferta más rápida, comoactualmente ya ocurre, y segundo, porque el capital, pararesarcirse de las pérdidas, nos discutirá cada vez con másencono la porción del producto correspondiente a lamano de obra. No en balde la reducción de salario es unode los más importantes medios para defender la caídade la cuota de beneficios. (Karl Marx: El Capital, to-rno nI, cap. XIV, 2). Inglaterra nos ofrece ya la imagende lo que será el segundo estadio del movimiento sindi-cal. Los sindicatos vense obligados, por la necesidad, alimitarse simplemente a defender lo ya conseguido, y elloa fuerza de luchar en condiciones cada vez más desventa-josas. Así es el curso de los acontecimientos, cuya contra-partida debe ser el desarrollo de una lucha de clasespolítica y social!

Debido a una apreciación falsa de la perspectiva histó-rica, Schmidt comete el mismo error con respecto a lasreformas sociales, de las cuales espera que «del brazo

1. Areste invirtió en su traducción el sentido de la frase,escribiendo: "Como vemos, el curso de los acontecimientos esjustamente el menos favorable para una lucha de clases políticay social».

No nos atrevemosa indicar una relación,aunque sí a insinuarla posibilidadde su existencia,entre esta grave confusióndel tra-ductor y la posible dificultad conceptual, para un militante socia-lista en la España de 1931,de desvincular y contraponer la «luchade clases política y social» y la lucha sindical.

64

Page 13: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

de las asociaciones obreras impongan a la clase capita-lista las condiciones únicas en que pueda emplearse lafuerza de trabajo». El interpretar así el sentido de lareforma social lleva a Bernstein a llamar a la ley de fá-bricas I pieza de «control socia!», y como taI..., un trozode socialismo. También Conrad Schmidt, cuando hablade la protección oficial de los trabajadores, llama a lasreformas sociales en general «control socia!», convirtien-do a capricho el Estado en sociedad; y luego, al referirsea ésta, añade con el mayor desparpajo: «es decir, la clasetrabajadora en auge», haciendo por esta operación delos inofensivos acuerdos sobre protección obrera dadospor el Consejo Federal alemán medidas de tránsito alsocialismo conseguidas por el proletariado germano.

La mixtificación se presenta bien a las claras. En elsentido de la «clase trabajadora en auge», el Estado ac-tual no puede ser concebido como «sociedad», sino comorepresentante de la sociedad capitalista, es decir, comoEstado capitalista. Por ello, la reforma social con quemanipula no es un producto del «control socia!», es de-cir, del control de la libre sociedad obrera sobre elproceso del trabajo, sino el control de la organizaciónde clase del capital sobre el proceso de producción capi-talista. En esto, es decir, en el interés del capital, las re-formas sociales encontrarán asimismo sus naturales lí-mites. Por esta razón, Bernstein y Conrad Schmidt sóloaprecian en el presente «débiles estadios iniciales», pro-metiéndose para el futuro una progresión infinita en lasreformas sociales a conseguir. Pero en ello cometen lamisma falta que cuando aseguran un aumento ilimitadoen la fuerza sindical.

II

II

i

1. Entiéndase por «ley de fábricas», aquí y en lo sucesivo,legislación obrera.

65

5. - REFORMA o REVOLUCIÓN

Page 14: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

La teoría de la implantación gradual del socialismopor medio de reformas sociales supone, desde luego -yen esto radica su principal importancia-, un determina-do desenvolvimiento objetivo, tanto de la propiedad ca-pitalista corno del Estado. En relación a lo primero, Sch-midt cree que, «en el futuro, los propietarios capitalistasse verán más y más reducidos al papel de administrado-res, debido a una limitación de sus derechos». Creyendoimposible una expropiación tan general corno rápida delos medios de producción, Schmidt se forja una teoría deexpropiación progresiva. Para ello, se imagina cornocondición preliminar y necesaria un fraccionamiento delderecho de propiedad en favor de una «superpropiedad»,de mayor importancia cada vez, y que adjudica a la «so-ciedad», creando asimismo un derecho de usufructo queirá reduciéndose en manos de los capitalistas hasta que-dar en la simple administración de sus empresas.

Ahora bien; o este edificio intelectual es un juego depalabras sin trascendencia ninguna -y entonces la teo-ría de la expropiación cae por los suelos-, o es un es-quema de desarrollo jurídico seriamente pensado, y eneste caso es completamente falso. El fraccionamientode las distintas diferencias apreciables en el derecho depropiedad -argumento a que recurre Schmidt para su«gradual expropiación» del capital-, es la característicade la sociedad feudal con economía natural, sociedad enla cual la división del producto se efectuaba in naturaentre las diversas sociedades y sobre la base de relacio-nes personales entre los señores feudales y sus siervos.La descomposición de la propiedad en diversos derechosparciales fue consecuencia de hallarse organizada de an-temano la división de la riqueza social. Con el tránsito ala producción de mercancías y la disolución de los lazos

66

Page 15: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

-personales existentes entre todos los que aisladamenteparticipaban en el proceso de producción, afirmóse, porel contrario, la relación entre hombre y cosa; advino lapropiedad privada. Al no realizarse la partición por mediode relaciones personales, sino valiéndose del cambio, lasdiversas pretensiones a participar en la riqueza social yano se miden descomponiendo en partes el derecho depropiedad que existe sobre un objeto determinado, sinosobre el valor llevado al mercado por alguien.

La primera novedad en las relaciones jurídicas queacompañan la aparición de la producción de mercan-cías en las comunas de las ciudades medievales fue la

formación de un derecho cerrado y absoluto en el seno deestas relaciones jurídicas a base de la partición de lapropiedad. Pero en la producción capitalista continúaeste desarrollo. A medida que el proceso de producciónse socializa, más descansa sobre el cambio el proceso dedivisión o reparto; y cuanto más cerrada e inasequiblese hace la propiedad privada capitalista, tanto más estapropiedad se convierte, de un derecho al producto delpropio trabajo, en un simple derecho de apropiación res-pecto al trabajo extraño. Mientras el capitalista dirige lafábrica, la división está todavía en cierto grado ligada ala participación personal en el proceso de producción.Pero a medida que la dirección personal del empresariose hace superflua -cosa que ocurre completamente en lasociedad por acciones-, la propiedad del capital, comotítulo de pretensión al reparto, se separa absolutamentede toda relación personal con la producción, y apareceen su forma más cruda y rigurosa. En el capital por accio-nes y en el que sirve de crédito o préstamo industrial, elderecho capitalista de propiedad alcanza por vez prime-ra su completa formación y desarrollo.

67

Page 16: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

El esquema histórico de la transformación del capita-lista, como dice Conrad Schmidt, «de propietario ensimple administrador», se presenta, por tanto, como elreal y verdadero desarrollo, sólo que interpretado al re-vés y haciendo del que es propietario y administradorun simple propietario. A Conrad Schmidt le ocurre comoa Goethe:

«Lo que posee lo ve en la lejanía;mas lo que pierde, eso sí que lo palpa.»

y como el esquema que él imagina para el futuro re-trocede económicamente de las modernas sociedades anó-nimas a la manufactura e incluso al taller, parece no pre-tender otra cosa sino hacer entrar jurídicamente al mun-do capitalista actual en el cascarón feudal de la economíanatural.

También desde este punto de vista se presenta el «con-trol social» bajo una faz distinta a la vista por Schmidt.Lo que hoy funciona como «control social» -protecciónal obrero, inspección sobre sociedades anónimas, etc.-no tiene nada que ver con una participación en el derechode propiedad, con esa «superpropiedad» que él inventa.Este control no actúa como limitación de la propiedadcapitalista, sino, por el contrario, como su protección.0, económicamente hablando, no constituye una interven-ción en la explotación capitalista, sino un sometimientoa normas, una ordenación de esta explotación. Y cuandoBernstein quiere adivinar la cantidad de socialismo quehay en una ley de fábricas podemos asegurarle que, enla mejor ley fábricas, cabe el mismo socialismo que enlas disposiciones municipales sobre la limpieza de lascalles y el alumbrado público, que también son, induda-blemente, «control social».

68

Page 17: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

SEGUNDA PARTE

1

EL DESARROLLO ECONÚMICO y EL SOCIALISMO

La más grande conquista de la lucha obrera de clasedurante el curso de su desarrollo fue el descubrir que larealización del socialismo nace de las relaciones econó-micas de la sociedad capitalista. He aquí por qué el socia-lismo, que para la Humanidad fue durante miles de añosun «ideal» irrealizable, ha llegado a constituir una necesi-dad histórica.

Bernstein combate la creencia de que en la sociedadactual se estén dando las condiciones económicas que sonpreliminares del socialismo. Por ello, en vías de demos-tración, fórjase un interesante desarrollo para el capita-lismo. En la Neue Zeit combatió ya la rapidez de la con-centración en la industria, apoyando sus argumentos enuna comparación de los datos sacados de la estadísticade fábricas en Alemania ~n Jos ~ños t8~2 y 1~9~. Enton-

Page 18: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

1

ces, con el fin de aprovechar para sus fines estos datos,hubo de recurrir a experimentos tan mecánicos como su-perficiales. Pero ni aun en el caso más favorable, a pesarde aludir a la consistencia apreciable en la clase media,pudo destruir en lo más mínimo el análisis marxista.Marx no señala un compás o ritmo determinado para laconcentración de la industria, es decir, un plazo calculadopara la realización de los fines socialistas, y menos aúnconsidera -como ya hemos demostrado- la desapari-ción absoluta del pequeño capital y, por lo tanto, la dela pequeña burguesía como condición precisa para la rea-lización del socialismo.

Al desarrollar sus puntos de vista, Bernstein nos ofre-ce en su libro un mayor caudal demostrativo, como, porejemplo, la estadística de las sociedades anónimas, quetiene como fin probar que la cifra de los accionistas au-menta sin cesar; es decir, que la clase capitalista no dis-minuve, sino que, por el contrario, se hace cada vez ma-yor. Asombra verdaderamente el poco conocimiento queBernstein demuestra tener del material que maneja y elpoco partido que saca de él para sus fines.

Si con las sociedades anónimas quiso demostrar algocontra la ley marxista del desarrollo industrial, hubieradebido presentar otras cifras. Tenemos, por ejemplo, quetodo el que conozca la historia de las sociedades anóni-mas en Alemania sabe que el capital inicial medio corres-pondiente a una industria se halla en disminución cons-tante. Así, pues, el importe de este capital en Alemaniafue de cerca de 10,8 millones de marcos antes de 1871;sólo de 4,01 millones en 1871; en 1873; 3,8 millones; de1882 a 1887, menos de un millón; en 1890, 0,56 millones;en 1892,0,62 millones. Desde entonces las cifras fluctúanen torno al millón de marcos, aunque el año 1895volvieran

90

Page 19: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

a subir a 1,78 millones, para descender nuevamente a 1,19

lmillones en el primer semestre de 1897 (Van der Borght:Handwi:irterbuch der Staatswissenschaften, 1) *

¡Oh, el poder de los números! A este paso Bemsteinllegaría incluso a deducir de ellos una completa tenden-cia anti-marxista, y hablaría del retroceso de la gran fá-brica a la pequeña. Pero entonces se le podría contestarque si COnesta estadística pretende demostrar algo, ha deconvencernos previamente de que se refiere a una mismarama de la producción y de que las empresas más peque-ñas ocupan el lugar de las grandes ya existentes, y nOvan allí donde hasta ahora vivió el capital particular, eltaller o la industria enana. Mas no llegará a probar nada;puesto que si tras las grandes asociaciones anónimashan venido las medias y las pequeñas, es fenómeno quesólo puede explicarse por el hecho de que el capital enacciones nutre continuamente nuevas ramas, y que si alprincipio sólo tuvo aplicación para la formación de em-presas gigantescas, hoyes adoptado en todas partes, tan-to para la media como para la pequeña industria. (Hay yasociedades anónimas con mil marcos de capital, y aUncon menos.)

¿Pero qué importancia tiene, desde el punto de vistade la economía política, esta extensión cada vez mayordel capital en acciones? Significa la progresiva socializa-ción de la producción en su forma capitalista; la sociali-zación, no sólo de la gran producción, sino de la media yhasta de la pequeña; es decir, algo que nO se opone a lateoría marxista, sino que le presta una mayor validez.

En efecto, ¿en qué consiste el fenómeno económicode las sociedades en acciones? Por una parte, en la reu-

* Diccionario de economía política.

91

t

Page 20: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

nión de muchas pequeñas fortunas en dinero en un capi-tal de producción. Por otra parte, en separar de la propie-dad del capital la producción; es decir, en una doble su-peración de la manera de producir capitalista -siempre,claro, sobre una base capitalista-o En vista de ello, ¿quésignifica la estadística, mentada por Bernstein, que ex-presa el gran número de accionistas interesados en unaempresa? No prueba sino que, actualmente, una empre-sa capitalista no pertenece a un propietario de capital,como antes, sino a toda una multitud, a un número cadavez mayor de propietarios de capital; que, por consiguien-te, el concepto económico «capitalista» ya no coincidecon el individuo particular; que el actual capitalista in-dustrial es una personalidad compleja compuesta de cien-tos y hasta de miles de personas; que el concepto «capi-talista», incluso en el marco de la economía capitalista,se convirtió en una categoría social al socializarse aquélla.

Pero en vista de ello, ¿cómo se explica que Berns-tein conciba el fenómeno de las sociedades por accionesjustamente corno un fraccionamiento y no corno una reu-nión del capital? ¿Cómo se explica que vea una difusiónde la propiedad capitalista allí donde Marx aprecia unestrechamiento de esta propiedad? Se explica por unerror muy sencillo, propio de la economía vulgar. PorqueBernstein entiende por capitalista, no una categoría de laproducción, sino un derecho de propiedad; no una unidadeconómica, sino una unidad político-contributiva, y el ca-pital no lo ve corno un factor de la producción, sino úni-camente corno capitales pecuniarios, fortunas en dinero.Por ello ve en su trust inglés de las hilaturas, no la com-pleja soldadura de doce mil trescientas personas en una,sino a doce mil trescientos capitalistas de cuerpo entero,siendo ésta la razón de por qué considera capitalista in-

,-,j'

Page 21: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

cluso a su ingeniero Schulze, luego de haber recibidocorno dote de la esposa «una gran cantidad de acciones»,razón por la que se imagina que el mundo está plagado de«capitalistas»!

Pero, en todo momento, el error de economía vulgarcometido por Bernstein es, simplemente, la base teóricaque sirve para toda una vulgarización del socialismo.Cuando Bernstein traslada el concepto «capitalista» delas relaciones de producción a las de propiedad, y cuandohabla «de hombres en vez de empresarios», lleva tambiénla cuestión del socialismo desde el terreno de la produc-ción hasta el de las relaciones pecuniarias; de la relaciónde capital y trabajo a la de rico y pobre.

y aquí nos encontramos con que hemos retrocedido,desde Marx y Engels, al autor del Evangelio del pobrepecador, con la sola diferencia de que Weitling,2 con acer-

1. Bernstein cree ver, en esta multitud de pequeños accionis-tas, una demostración de que la riqueza social empieza ya a de-rramar su bendición en forma de acciones sobre las gentes mo-destas. En efecto, ¿habrá pequeñoburgués u obrero que renunciea comprar acciones por la módica suma de una libra esterlina?Claro que no. Pero ello se debe a un error de cálculo, puesto queno hay que operar con el valor nominal, sino con el efectivo.Ejemplo: en el mercado minero se cotizan las acciones de lasminas sudafricanas del Rand. El precio de estas acciones es,como el de casi todos los valores mineros, de una libra, es decir,de veinte marcos papel. Pero su precio, en 1899, era ya, segúncotización del mes de marzo, de 43 libras, o sea 860marcos. Y estoes lo que suele ocurrir por regla general. Las «pequeñas» accio-nes, por muy democráticas que parezcan, sólo suelen estar alalcance de la gran burguesía y pocas veces al de la pequeña;pero en cuanto al proletariado, bien puede despedirse de estosbonos de participación en la riqueza social, pues son contadísi-mos los accionistas que las adquieren en su valor nominal. (Notade Rosa Luxemburg).

2. Wilhelm Weitling (1808-1871).Obrero sastre, destacado diri-gente en los inicios del movimiento obrero alemán. Fue partida-

!III

"11

93

Page 22: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

r

tado instinto proletario, reconocía, aun en forma primi-tiva, en esta contradicción de rico y pobre, los antagonis-mos de clase, y pretendía convertirla en palanca del mo-vimiento social en tanto que Bernstein, por el contrario,ve el socialismo en la transformación de los pobres enricos, es decir, en la lenta desaparición de los antagonis-mos de clase, y adivina el futuro socialista al final de unproceso pequeñoburgués.

Desde luego, Bernstein no se limita a la estadística deingresos. Nos da también la estadística de fábricas, e in-cluso de distintos países: de Alemania, Francia, Inglate-rra, Suiza, Austria y los Estados Unidos. Pero, ¿qué es-tadística nos muestra? No creamos que son datos dediversos momentos, pero iguales para todos los países,sino que toma para cada país un momento distinto. Nocompara, por ejemplo -si exceptuamos a Alemania, enque repite su antigua comparación de 1882 y 1895-, elestado de la división de las fábricas en un país y en de-terminados momentos, sino solamente cifras absolutaspara los diversos países. (De Inglaterra, el año 1891; deFrancia, el de 1894; de los Estados Unidos, el de 1890,etc.)La deducción que saca es la de que «si en la industria,hoy, la gran fábrica ha alcanzado el predominio, aun su-mándole las pequeñas fábricas que de ella puedan depen-der, no representa, en países tan progresivos como Pru-sia, más de la mitad de la población que toma parte ac-tiva en la producción», y lo mismo ocurre en Alemaniaen general, Inglaterra, Bélgica, etc.

rio de un radical igualitarismo comunista. Organizó, entre losobreros alemanes emigrados a Suiza, la «Liga de los Justos». Es-tuvo influenciado primero por Fourier, luego por Lamennais. Es-cribió su «Evangelio del pobre pecador» en 1845.

94

Page 23: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

Lo que con ello se demuestra no es, ciertamente, estao aquella tendencia del desenvolvimiento económico, sino,simplemente, la relación absoluta de fuerzas de las di-versas formas de empresas o de las diversas clases pro-fesionales. Si con ello ha de demostrarse la carencia deposibilidades socialistas, también se manifiesta, en elfondo de toda esta demostración, una teoría según lacual la relación física y numérica de las fuerzas en lucha,es decir, el simple momento de la violencia será lo quedetermine el resultado de las dos tendencias sociales: ca-pitalismo y socialismo.

No cejando un solo momento en sus sospechas blan-quistas,1 Bernstein incurre aquí, para no pecar de monó-tono, en la más torpe equivocación del blanquismo -cla-ro que siempre con la diferencia de que, representandolos partidarios de Blanqui 2 una tendencia revolucionariay socialista, suponían natural la realización del socialis-

1. Entiéndase: Bernstein, a pesar de sus constantes ataquescontra el blanquismo, incurre...

2. Louis Auguste Blanqui (1805-1881),revolucionario francésde ideología comunista. Protagonizó un dilatadísimo ascendientesobre el movimiento obrero de su época, y fue uno de los princi-pales dirigentes de la revolución de 1848 y de la Commune deParís (1871). Trató reiteradamente de conquistar el poder polí-tico mediante audaces golpes de mano realizados por p.equeñosgrupos de revolucionarios conjurados, siendo encarcelado despuésde todos y cada uno de estos intentos y cumpliendo en totaltreinta.y tres añ?s.?e cárcel.~. pesar .-d~u obstina~~eroís~Q,BlanoUl se convlrt e to e atIvo

os marxIstas, ue e em arizaron en él el necesario ca o. ~ po revo UClOnan a ar I e n-

'tITentemente cuf' s mas .' sm ornar en cuen a a:;conCIíClOnesobletIvas.,;o' cIerto es qúe anqw-conhaoa en que

1a accIón decI(tlda de un pequeño grupo arastrara a la acción alpueblo, pero parece preciso admitir que sus reiterados fracasosy su apar.ente resistencia a sacar consecuencias de ellos puedenexplicar en buena medida el juicio marxista.

95

Page 24: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

mú, y, por tanto, fundaban sus ~speranzas en una podero-sa revolución, aun hecha por una pequeña minoría, entanto que Bernstein deduce la imposibilidad socialistade la insuficiencia numérica de la mayoría del pueblo-oLa socialdemocracia no cree llegar a su meta ni por laviolencia triunfante de la minoría ni por la ventaja nu-mérica de la mayoría, sino por la necesidad económicay la reflexión sobre esta necesidad, la cual exige la anula-ción del capitalismo por la masa del pueblo, luego dehacerla necesaria, ante todo, la anarquía capitalista.

En cuanto a esta última y decisiva cuestión de la anar-quía, Bernstein llega a negar las grandes crisis de caráctermás o menos general, si bien no las crisis nacionales yparciales. Hasta pone en duda la anarquía, aunque aceptaal propio tiempo la existencia de un algo de anarquía.Á Bernstein le ocurre -y usemos palabras de Marx-como a aquella doncella alocada que tuvo un niño y quese disculpaba diciendo que «sí; pero es muy pequeñito».

Lo malo del asunto está en que en ciertas cosas, comola anarquía, lo poco es tan malo como lo mucho. Si Berns-tein acepta un tanto de anarquía, ya se cuidará por sí elmecanismo de la economía mercantil de llevar esta anar-quía hasta... el derrumbamiento.

Pero si Bernstein espera que, conservando la produc-ción mercantil, ese poquillo de anarquía se convierta,poco a poco, en armonía y orden, caerá nuevamente enuno de los errores más fundamentales de la economíavulgar burguesa, al considerar independientes entre sí lasmaneras de producir y cambiar.

Éste no es el lugar más oportuno para mostrar en suconjunto la sorprendente confusión en que, en relacióncon los más elementales principios de la economía polí-tica, incurre Bernstein en su libro. Pero hay un punto, al

96

Page 25: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

cual nos llevan los orígenes de la anarquía capitalista,que debe ser aclarado.

Bernstein asegura que la teoría del valor-trabajo, deMarx, es una abstracción, lo cual, según él, en economíapolítica supone claramente un insulto. Pero si el valor-trabajo no es más que una abstracción, una «quimera»,según Bernstein, tendremos que todo honrado ciudadanoque haya cumplido su servicio militar y pague religiosa-mente todos los impuestos, tendrá el mismo derecho queKarl Marx para hacer de cualquier estupidez una «qui-mera», como, por ejemplo, la de la teoría del valor. «Marx-dice Bernstein- tiene un perfecto derecho a hacer casoomiso de las propiedades de las mercancías, por cuanto,en último extremo, siempre serán materializaciones decantidades de simple trabajo humano- así como a la es-cuela de Bohm-Jevons 1 le está permitido hacer abstrac-ción de las cualidades todas de las cosas, a excepción desu utilidad-.» Entre el trabajo social marxista y la uti-lidad abstracta de Menger,2 no parece que Bernstein apre-cie diferencia alguna: para él, todo es pura abstracción.Parece, pues, haber olvidado que la abstracción marxis-ta no es un invento, sino un descubrimiento; que ésteno estaba en la cabeza de Marx, sino en la economíamercantil; que, socialmente, implica un algo real, tan

1. Eugen von Bohm-Bawerk (1851-1914).Economista austría-co, fundador de la llamada «escuela marginalista», caracterizadapor el recurso sistemático a métodos matemáticos. Autor de Ka-pital und Kapitalzins (1884-1889),Macht oder okonomisches Gesetz(publicada en 1924-1926).WiIUam Stanley Jevons (1835-1882):tíló-sofo y economista inglés, encuadrado en la escuela marginalista.

2. KarI Menger (1840-1921).Economista austríaco, encuadradoen la «escuela psicológica austríaca», cuyas teorías se relacionanestrechamente con las de la escuela marginalista. Ideó el princi-pio del «disfrute mínimo» (Principios de economía política, 1871).

977. - REFORMA o REVOLUCI6N

Page 26: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

,fI

real que puede cortarse, unirse, pegarse o marcarse. Eltrabajo humano abstracto, descubierto por Marx, no esprecisamente, en su forma desdoblada, otra cosa que...dinero. Y esto es uno de los más grandes descubrimien-tos de Marx, en tanto que para la economía burguesa engeneral, desde el primer mercantilista hasta el último delos clásicos, la esencia mística del dinero sigue siendo ellibro cerrado con siete sellos.

Por el contrario, la utilidad abstracta de Bohm-Jevonses simplemente una quimera o, más bien, un producto desu calenturienta fantasía; una estupidez de la cual nopuede hacerse responsable a una sociedad mercantil ni acualquier otra sociedad humana, sino únicamente a laeconomía vulgar burguesa. Dueños de esta «quimera»,tanto Bernstein, como Bohm, como Jevons, pueden man-tenerse todavía una veintena de años, al frente de la co-munidad subjetiva de fieles, ante el divino misterio deloro, sin que lleguen a ninguna otra solución que a la quecualquiera tiene olvidada por archisabida: que el dineroes también una cosa «útil».

Ante la teoría del valor de Marx, Bernstein llega aperder por completo la cabeza. Pero todo el que tengaalgún conocimiento del sistema económico marxista com-prende claramente que, sin la teoría del valor, el siste-ma, en su totalidad, se hace incomprensible; o, hablandomás concretamente, si no se comprende la esencia de lamercancía y de su cambio, la economía capitalista en ge-neral y su mecanismo todo, quedarán en las tinieblas.

Pero, ¿cuál es la llave mágica que a Marx permiteviolar hasta los secretos más íntimos de todos los pro-blemas capitalistas; que le llevó a resolver, con ligerezade maravilla, problemas cuya existencia ni aun las másgrandes inteligencias de la economía clásica capitalista,

98

Page 27: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

..

como Smith y Ricardo, acertaron siquiera a sospechar?Esta clave no fue otra que el concebir la economía capi-talista en su conjunto como un fenómeno histórico, y nociertamente en relación con el pretérito -como fue cos-tumbre, incluso en los más felices momentos de la eco-nomía clásica-, sino en marcha progresiva, y no sólocon respecto a la economía feudal, sino, sobre todo, enrelación con un futuro socialista. Aquello que la teoríamarxista del valor, el análisis del dinero, las teorías delcapital y de la cuota de beneficio encierran en sí, es... elcarácter efímero y temporal de la economía capitalista, suderrumbe, es decir -y he aquí su reverso-, el objetivofinal socialista. Justamente sólo debido a que Marx exa-minó, de antemano y como socialista, la economía actualbajo un punto de vista histórico, pudo descifrar sus jero-glíficos, y si pudo dar una base científica al socialismofue porque hizo, del punto de vista socialista, el de lapartida para el análisis científico de la sociedad burguesa.

En ello está la piedra de toque de las observacionesde Bernstein hechas al final de su libro, cuando en él selamenta del «dualismo», de «un dualismo que se apreciaen toda la obra monumental de Marx», de «un dualismoconsistente en que esta obra pretende ser científica explo-ración y, sin embargo, trata de demostrar una tesis yadada antes de la concepción de la obra misma; fundán-dose sobre una fórmula en la cual el resultado a que sudesarrollo hubiera de conducir se halla fijado de ante-mano. El retroceso al Manifiesto comunista [es decir, alobjetivo final socialista] demuestra la persistencia, en laconciencia de Marx, de restos efectivos de utopismo».

Pero el «dualismo» marxista no es más que el dualis-mo existente entre el porvenir socialista y el presentecapitalista; el de capital y trabajo, de proletariado y bur-

99

Page 28: Reforma o Revolucion Rosa Luxemburg

guesía: es el reflejo monumental y científico del dualis-mo existente en la sociedad burguesa, de sus propias con-tradicciones.

Al apreciar Bernstein este dualismo teórico de Marxcomo «una reminiscencia del utopismo», enjuicia de unamanera infantil, negando el dualismo histórico en la so-ciedad burguesa y las contradicciones capitalistas de cla-se, hasta el punto de que, para él, el socialismo ha lle-gado a ser una «reminiscencia utópica». El «monismo»,esto es, la ordenación dada por Bernstein, es la ordena-ción de un socialista que ha olvidado su objetivo finalpara adivinar el fin del desenvolvimiento humano den-tro de una sociedad burguesa única e invariable.

Pero si Bernstein ve en la estructura económica delcapitalismo incluso la dualidad, pero no el desenvolvi-miento hacia el socialismo, con el fin de salvar -al me-nos en su forma- el programa socialista, ha de recurrira una construcción idealista al margen del desarrolloeconómico, transformando el propio socialismo, de unafase histórica determinada del desarrollo económico, enun «principio» abstracto.

El «principio cooperativista», de Bernstein, que ha deser disfraz y adorno de la economía capitalista; esa finí-sima «quintaesencia» del objetivo final socialista, se pre-senta ante nosotros, no como un testimonio de su teoríaburguesa sobre el futuro socialista de la sociedad, sinocomo prueba irrecusable del pasado socialista... de Berns-tein.

100