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155 Región, Revista del Centro de Estudios Regionales, Universidad del Valle, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia/ No. 9 / enero - junio 2018 LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA: CAMBIOS EN EL SEGUNDO VIRREINATO, EN LA ÉPOCA DE INDEPENDENCIA Y LA REPÚBLICA DE LA “GRAN COLOMBIA” (1770-1830) María del Carmen Álvarez Domínguez. Juan Alberto Mardach. Stephanie Perdomo Guiral. Andrés Felipe Quibano. María Camila Rodríguez. Angie Melissa Tabares. Hillary Valencia León. Leydy Johana Holguín P. Estudiantes de Licenciatura en Historia Universidad del valle La educación al igual que otros aspectos sociales no permanece estática, es decir cambia con el tiempo. Teniendo en cuenta esto, el presente ensayo propone dar una mirada a los cambios ocurridos en la educación desde las reformas borbónicas, la lucha de independencia y las transformaciones ocurridas con la creación de la república de la “Gran Colombia”. Reconociendo la importancia del proyecto educativo planteado en la época de la primera república de Colombia, pues éste marcó un antes y un después en la historia educativa de este territorio. Procediendo de una instrucción limitada, la cual se trató de mejorar mediante las reformas borbónicas; posteriormente la formación de patriotas y el inicio de un proyecto institucional con respecto a la instrucción pública liberal en la nueva república. Ante esto se debe preguntar ¿Cómo fue el desarrollo de la educación desde la independencia del virreinato de la nueva granada hasta la república de «La Gran Colombia»? Transformación en la educación bajo el régimen colonial. En España durante el siglo XVIII, se presentó un cambio en la sucesión de la corona, la cual paso de la casa de los Habsburgo a la casa de los Borbones. Con ello llega al poder Carlos III, un hombre educado y formado bajo el pensamiento de la ilustración, con ideas para mejorar al Estado y volver más eficiente el gobierno de las colonias. Por lo cual, las reformas fueron la vía que vieron los reyes borbónicos para poder hacer cambios que consideraron pertinentes en cuanto la administración eficiente de los territorios españoles de ultramar. Las reformas de los borbones tocaron varios temas, entre ellos el de la educación. Jaramillo (1998) dice que en la educación del nuevo Reino de Granada se cumplía con los “únicos RECIBIDO: abril 14/18 ACEPTADO: junio 4/18

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Región, Revista del Centro de Estudios Regionales, Universidad del Valle, Universidad

Pedagógica y Tecnológica de Colombia/ No. 9 / enero - junio 2018

LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA: CAMBIOS EN EL SEGUNDO VIRREINATO,

EN LA ÉPOCA DE INDEPENDENCIA Y LA REPÚBLICA DE LA “GRAN

COLOMBIA” (1770-1830)

María del Carmen Álvarez Domínguez.

Juan Alberto Mardach.

Stephanie Perdomo Guiral.

Andrés Felipe Quibano.

María Camila Rodríguez.

Angie Melissa Tabares.

Hillary Valencia León.

Leydy Johana Holguín P.

Estudiantes de Licenciatura en Historia

Universidad del valle

La educación al igual que otros aspectos sociales no permanece estática, es decir cambia con

el tiempo. Teniendo en cuenta esto, el presente ensayo propone dar una mirada a los cambios

ocurridos en la educación desde las reformas borbónicas, la lucha de independencia y las

transformaciones ocurridas con la creación de la república de la “Gran Colombia”.

Reconociendo la importancia del proyecto educativo planteado en la época de la primera

república de Colombia, pues éste marcó un antes y un después en la historia educativa de

este territorio. Procediendo de una instrucción limitada, la cual se trató de mejorar mediante

las reformas borbónicas; posteriormente la formación de patriotas y el inicio de un proyecto

institucional con respecto a la instrucción pública liberal en la nueva república. Ante esto se

debe preguntar ¿Cómo fue el desarrollo de la educación desde la independencia del virreinato

de la nueva granada hasta la república de «La Gran Colombia»?

Transformación en la educación bajo el régimen colonial.

En España durante el siglo XVIII, se presentó un cambio en la sucesión de la corona, la cual

paso de la casa de los Habsburgo a la casa de los Borbones. Con ello llega al poder Carlos

III, un hombre educado y formado bajo el pensamiento de la ilustración, con ideas para

mejorar al Estado y volver más eficiente el gobierno de las colonias. Por lo cual, las reformas

fueron la vía que vieron los reyes borbónicos para poder hacer cambios que consideraron

pertinentes en cuanto la administración eficiente de los territorios españoles de ultramar.

Las reformas de los borbones tocaron varios temas, entre ellos el de la educación. Jaramillo

(1998) dice que en la educación del nuevo Reino de Granada se cumplía con los “únicos

RECIBIDO: abril 14/18 ACEPTADO: junio 4/18

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propósitos sociales del […] mantenimiento del status de las personas educadas y la

preparación para la salvación del alma, bastaba la educación religiosa, el latín y algún

conocimiento de los autores clásicos” (p.15). Esto cambia con las reformas, una de las

medidas hizo que expulsaran a los jesuitas del país, esta organización llevaba a cabo la labor

de instruir, por lo cual el Estado pasó a encargarse de esa función. Ahora es el Estado quien

debe pensar el enfoque que desea dar a la educación y a quienes debe ir dirigida ésta.

La mencionada tarea fue encomendada a Francisco Antonio Moreno y Escandón, quien

propone las escuelas para niños, regular el pago de los profesores y sobre todo fijarse en el

maestro, pues en el modelo, es visto como el eje central en la enseñanza (De él depende lo

que aprenden los niños). Moreno y Escandón también habla de unos saberes que se deben

enseñar, en lo que resaltan las ciencias útiles, geografía, filosofía y derecho, este último muy

practicado en el virreinato (Moreno y Escandón, 1774). Moreno y Escandón “se quejaba de

que las ciencias y cualquier otra asignatura secular estuvieran siendo eclipsadas por la

teología” (Lane, 1994: 41)

Del mismo modo, otro hombre que ayudó en términos educativos a finales del siglo XVIII

fue el virrey Antonio Caballero y Góngora, quien propone un plan de estudios enfocado en

las ciencias útiles y la educación civil (Caballero y Góngora, 1787). El virrey Caballero y

Góngora “estaba dispuesto a que todas las artes y ciencias profanas se enseñaran en español.

En su plan, ningún estudiante mayor de 15 años debería estudiar más el latín, a menos que

estuviera estudiando teología o la biblia” (Lane, 1994, p.41)

El contexto económico y de pensamiento que se estaba viviendo en Europa, propició que la

corona española hiciera cambios para lograr competir, seguir en la lucha por la hegemonía,

y no quedar rezagada. Por este motivo, empieza hacer un cambio en la educación para así

sacar un mayor beneficio a lo producido en las colonias. Ejemplo de ello es la expedición

botánica realizada por el interés de investigación científica del territorio de la nueva granada,

dicho cambio de foco hacia el ámbito formativo mostró el interés de seguir por parte de la

corona, de propiciar el uso la razón en la educación; por lo cual, se necesita la educación, la

investigación y la ciencia. Por este motivo se promueven las ciencias útiles, sin dejar de lado

lo espiritual, la filosofía (que ayuda a generar pensamientos) y la jurisprudencia; la educación

civil también es importante, toda esta educación va enfocada a preparar habitantes que sean

capaces de ocupar puestos en el Estado por medio del mérito, estos hombres por medio de su

preparación y experticia puedan hacer crecer el comercio y la economía del reino, volver a

España un competidor en el ámbito científico y comercial en Europa y el mundo.

La educación colonial: la educación como ejercicio del poder y de lucha de intereses.

En el reino de la Nueva Granada ya existían colegios, con el virreinato se crearon algunas

universidades, aunque estas se ubicaban en Santa fe. Según Lane (1994) esas universidades

de órdenes religiosas son las que conceden el derecho a la obtención de títulos. La medicina,

las ciencias eclesiásticas y el derecho “eran las 3 profesiones tradicionales” (Pág.41), aunque

la medicina tenía el inconveniente de que el estudiante debía saber francés porque los textos

estaban en ese idioma.

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Eran muy comunes que los títulos en aquel momento fuera de bachilleres, maestros,

abogados, eclesiásticos, doctores, e idioma; las ciencias eran poco promovidas, éstas vinieron

a ser importantes y ganar su lugar con las reformas borbónicas; durante esas reformas, los

borbones “divulgaron la idea de que la gloria y la prosperidad de un pueblo dependían de la

aplicación del conocimiento útil” (Págs, 40-43)

Como se mencionó anteriormente, había problemas para moldear e innovar la educación.

Después de la dominación hispánica en la nueva granada, solo existe datación de dos colegios

mayores para todo el país, tres seminarios de provincias y aulas privadas de Franciscanos,

Dominicos y Agustinos; asimismo, una fuerte restricción en la lectura de libros impuesta por

la inquisición o por el propio monarca.

Pensar la educación del Reino de Granada durante las reformas borbónicas, es reflexionar

sobre las estructuras de poder que configuran y ejecutan el Plan de Estudios. Con la

coronación de un rey Borbón (nieto de Luis XIV, rey de Francia) en la monarquía española,

las dinámicas del poder a lo largo de América no serán las mismas, ahora tendrán una visión

de tinte ilustrado. De esta forma se introduce el discurso de la fraternidad e igualdad en el

plan educativo. ¿En qué consiste este nuevo paradigma en la educación? ¿Cuáles son los

proyectos que se generan a partir de estas reformas y cómo se ejecutan? ¿Qué tan profundos

son estos cambios?

En la segunda mitad del siglo XVIII se manifiesta la necesidad de un cambio de espíritu que

toma fuerza con la propuesta de reformar los estudios superiores y la creación de una

universidad. (Jaramillo, 1998). Hay que señalar que la educación en el reino se sostiene

primordialmente con los recursos que provienen del clero. Los jesuitas son la orden de mayor

cubrimiento educativo. Carlos III ordena la expulsión de estos del reino de Nueva Granada y

sus bienes pasan a disponerse para el plan de reforma educativa. Muchas veces la educación

era financiada por las rentas propias y eran controladas por los cabildos de villas y ciudades

(Zuluaga, 1999: 24-25).

Francisco Antonio Moreno y Escandón tiene la tarea de la formación de una Universidad en

la capital, el fiscal Escandón choca con la orden examinadora de los dominicos (Lane, 1994:

40), quienes son los que pasan a dominar el panorama educativo y acreditan la titulación,

pero con unos parámetros ambiguos. El fiscal crea la primera biblioteca pública con los libros

de los jesuitas como un intento de promover la ilustración.

La capital del Reino de Granada no obtiene su universidad pública, entonces ¿Qué tan

profundo es el cambio que se propone en el plan educativo? Hay que señalar que son los

Dominicos los que más aportan a la educación y que si bien se da la inclusión de nuevas

disciplinas en el panorama educativo, los valores católicos permanecen. Estas acciones

reformistas suponen una transición en el panorama educativo, que corresponde a las

convulsiones generadas en el poder. No hay una ruptura repentina, sino, una graduación entre

valores que prevalecen y el paradigma moderno que va tomando fuerza en la sociedad.

La incorporación de cambios en la educación pasa en un principio a un segundo plano, por

las fricciones entre lo público y lo clerical, y por la falta de recursos como libros y profesores

para ejecutar las cátedras que estaban establecidas. Con los cambios políticos, la modernidad

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se abrirá paso en los planes educativos e influirá en las prácticas culturales. “Durante la

segunda mitad del siglo XVIII la educación fue apresada por el Estado y declarada objeto

público” (Zuluaga, 1999: 24). Así la enseñanza se fortalece como un ejercicio del poder. Pero

aun así los recursos destinados a lo público siguen siendo muy pocos.

Un nuevo tipo de educación nace, se conforman de las escuelas patrióticas.

En la crucial coyuntura histórica marcada por la declaración de independencia nacional,

precedida por el cambio de régimen y la adopción de las famosas reformas borbónicas, surge

una ruptura considerable de pensamiento y la consecuente adaptación a las nuevas formas de

gobierno y necesidades sociales. Repercutiendo en el nacimiento del modelo de escuela

patriótica.

Tras el vacío dejado por los jesuitas en el ámbito educacional a mediados del siglo XVIII, (la

compañía de Jesús controlaba casi la totalidad de instituciones de índole educativa, como los

colegios mayores y seminarios, enfocados en la formación religiosa) se enfrenta con la

ausencia estatal donde la falta de sólidas decisiones respecto al problema educativo son el

factor común de esos años, tratando de suplir necesidades educacionales con medidas

urgentes que no ayudaban a la consolidación de un modelo educativo nacional, se llega usar

vieja infraestructura abandonada como centros educativos (Martínez, 1986), esto hacía de los

esfuerzos por solucionar las exigencias de la sociedad, poco contundentes y por lo tanto

carecían de una misión ideológica más allá de la instrucción de algunos conocimientos.

Después de establecer la independencia de la nación, se hace preponderante la necesidad de

erigir una idea unificadora dentro de las filas sociales que los identificara a todos como

partícipes y formadores de la naciente patria. La escuela patriótica nace como respuesta a

esta necesidad, debido a que está se fundamenta sobre la proyección de objetivos de índole

moral y ética que busca la formación de hombres puros, virtuosos, de buena moral y

obedientes, que sientan la necesidad y el orgullo de identificarse como partícipes de una

nación (Martínez, 1986).

Para lograr estos objetivos la planta física de la escuela debe representar un espacio para la

prevención y corrección, por ende, su arquitectura debe corresponder a las necesidades de un

aparato de vigilancia con el fin de “organizar a los individuos alrededor de la norma”

(Martínez, 1986: 59). Esta formación de los niños, supervisada por maestros que debían

garantizar el óptimo aprendizaje de buenas costumbres y ciega moral, obediente siempre al

ideal de patria, garantiza que a futuro se convirtieran en hombres siempre fieles a la nación

y sus preceptos éticos. Aunque la instauración de este modelo educativo debía corresponder

a la formación laica de los estudiantes, para hombres como Francisco José de Caldas, por

ejemplo, era inevitable usar apoyo de herramientas que además de apoyar la concepción de

moralidad en los niños desempeñarán funciones ornamentales dentro de la materialidad de la

escuela, estas herramientas eran cuadros representativos de escenas clásicas religiosas

basadas en la biblia y refinados carteles de madera con inscripciones demostrativas, tanto de

la gracia como del castigo divino. Claro, todo esto acompañado de himnos y cantos en honor

a la patria y a los padres de la nación. (Caldas, 1808).

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La conformación de estas escuelas patrióticas repercuten claramente en la consolidación de

la idea de identidad nacional, pues fueron el laboratorio para sustentar las siguientes acciones

a tomar dentro de la carrera por ubicar a todos los grupos sociales dentro de un único concepto

de nacionalidad, acciones reflejadas por ejemplo en el decreto oficial en 1904 que buscaba

que la devoción a los símbolos patrios (escudo, himno, bandera) fuera ese refuerzo necesario

a la idea de patria, demuestran que era necesario para la conformación de la nación, plantar

desde los cimientos, es decir desde niños, esa representación de lo que significaba pertenecer

y estar orgulloso de ello, ser una sola unidad.

Presentándose repercusiones, notables aún en los actuales sistemas educativos, donde el

saludo a la bandera es un momento obligado dentro del desarrollo de las actividades

escolares, o donde los textos escolares enmarcan el heroísmo, gallardía y gracia de los padres

de la patria subiéndolos a un pedestal de honor y justicia. Demuestran que la instrucción del

patriotismo es usando como medio para la institución escolar, representaron una herramienta

indispensable para la consolidación de esa idea de nación y unidad.

Los principios educativos liberales y la instrucción Pública según Bolívar y Santander.

Lograda la independencia, se piensa en una educación impregnada por los principios

liberales; dado que los radicales mantenían la idea de que la educación era la herramienta

más útil para unificar la nación, formar ciudadanos con valores republicanos y poner al país

en el camino de las naciones civilizadas. Desde el mandato del general Santander se marcó

la diferencia, pues éste buscaba hacer todo un cambio en el sistema educativo.

El analfabetismo preocupaba en gran medida al general Santander, así lo demuestra la carta

que dirigió en 1819 a don Guillermo White: "la educación forma al hombre moral, y para

formar un legislador, se necesita ciertamente de educarlo en una escuela moral, de justicia y

de leyes" (Gonzalo, 1945: 4). Santander sabía que sin educación iba a ser muy difícil, por no

decir imposible, afianzar la independencia y como vicepresidente encargado de las funciones

presidenciales se preocupó por la fundación de colegios, escuelas y universidades. Fue así

como creo un plan de estudios que pedía que cada parroquia mantuviera una escuela, cada

provincia un colegio y cada departamento una universidad. Pero, la inestabilidad del reciente

gobierno y los incipientes recursos con el que éste contaba, no permitieron que este plan se

consumara a cabalidad. Sólo quedó el imaginario de lo que debía ser la educación popular en

la nueva república independiente.

Vemos que Santander proponía que la educación debía ser radical y laica, basada en el

modelo europeo o norteamericano. El objetivo era que se instruyera a los individuos en

aritmética, ciencias útiles y se despertará en ellos un gusto por la buena literatura, para así

formar ciudadanos capaces de hacer por su patria lo que otros hombres habían hecho en los

países desarrollados.

Él fijo un reto enorme, puesto que, el cambio en la educación incluía también la

responsabilidad de generar una transformación en los valores que permitieran fundamentar

el ideal educativo, así como también implicaba toda una renovación cultural que no olvidara

las raíces, pero tampoco descuidara el futuro.

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Una educación gratuita, más el establecimiento de escuelas en todos los distritos y colegios

en todas las capitales de provincias, era la forma como el general Santander pretendía sacar

adelante la naciente república. Sin embargo, estos deseos se vieron prontamente frustrados

por varios motivos, el más complejo de ellos radicaba en la difícil situación económica por

la que pasaba el país, el cual tenía otras urgencias como la tarea de construir un Estado

republicano, el desconocimiento de su geografía, la carencia de vías y las enfermedades en

muchas zonas. Sin duda la realidad superaba el imaginario. Sumado a esto estaba la falta de

maestros lo suficientemente capacitados.

Una de las cosas más llamativas sobre la creación de la primera república liberal de

Colombia, es que se pensó en la educación como uno de los pilares para transformar la

sociedad, la educación se convirtió en poder, junto con otros poderes como el de los grupos

y logrando poder sobre el territorio. El aspecto educativo se apoyó en una variable de

enseñanza representada bajo la figura de la Instrucción Pública, cuya finalidad era educar al

hombre con un carácter individualista, por medio de instituciones del Estado, e instituciones

particulares. (Quiceno, 2003)

Lo que se buscaba era una organización de carácter formal para la educación en la cual, tanto

los individuos como los grupos se vieran acompañados y vislumbrados por la ley, el derecho

y la distribución del poder. Anclado a la construcción de una figura de ciudadano que se ve

a sí mismo como representante de lo que significaba el aparato republicano y el poder

conjunto.

Para el nuevo gobierno la instrucción pública se percibe como la base primigenia del devenir

social y sin la cual la República no es más que un concepto vano, sin un trasfondo claro el

cual pueda perpetuarse y arraigarse efectivamente en la sociedad; Santander busca fortalecer

nuevas lealtades de los ciudadanos al Estado en formación; implantar nuevos valores civiles

sobre las empobrecidas instituciones educativas y políticas del régimen colonial.

La instauración de la instrucción pública en la formación de la República fue caracterizada

en sus primeras instancias por una serie de divergencias y discrepancias ideológicas

protagonizadas por sus fundadores Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar. Quienes

estaban infundidos profundamente por las corrientes ilustradas de la época, lo cual les

concedió la oportunidad de ver la educación de una manera muy distinta a la del imperio

español. (Báquiro, 2017). Estos dos personajes imaginaron el modelo de educación que

necesitaba la naciente juventud neogranadina, pensaron el diseño de planes de estudio que

solo se verían plasmados una vez fuera concluida la campaña de liberación que estaba en

curso. Permitiendo entrever no solo una inquietud de carácter político y social esencial de

dicho período, sino también las aspiraciones ideológicas que debían identificar a la nueva

élite.

La posición de Bolívar frente a la educación se oponía a la de Santander, no en lo que tiene

que ver con la escuela, pues ambos rivales decidieron apoyar la escuela mutua. (Zuluaga,

1984). Se distanciaban en su concepción de educación necesaria para la sociedad, en donde

el discurso de Bolívar era ampliamente moral, mientras que el de Santander era legal, lo cual

evidenciaba que pensaban en dos tipos de hombre para educar. Bolívar concebía que la moral

estaba por encima de lo legal, de la norma, de lo que se proponía como civil. Hay que aclarar

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que para Bolívar no perdía validez lo legal, sino que esto era secundario y se formaba después

de lo moral y natural. Esta forma de pensar era una clara identificación con Rousseau. Por el

contrario, Santander creía que la ley humana era la encargada de educar la conciencia, el

cuerpo, la que brindaba los valores y creaba el ser. Esta posición era claramente Utilitarista,

fundada en el derecho y en el orden de la civilización, reconocido y apoyado en las doctrinas

de Bentham, Say y Tracy. (Quiceno, 2003: 36)

Bolívar pensaba en un orden naturalista que sirviera para la vigilancia de las acciones

humanas. Pensaba más en ejercer el control, en el orden común de las cosas, en la coerción

de los instintos, ya que consideraba que el hombre es por la educación que se le imparte y no

por sí mismo. Santander pensaba más en un buen plan de estudios, en leyes que ordenen

efectivamente las cosas y en unos administradores que pudieran cuidar de ese orden. El

pensamiento de Santander era el plan de estudios, no la ley natural, no la conciencia

ínfimamente natural de considerarse hombre. Las tres piezas claves de la educación fueron

pensadas por Santander y de este modo el método adquirió la calidad de Plan. El ser hombre

se vio transformado en una sola conciencia que era basada en las leyes y en el estado de

derecho y la naturaleza se fue transformando en civilización, en un orden de carácter civil.

Bolívar y Santander protagonizan un amplio progreso en el señorío y control de la educación,

entre 1819 y 1821 efectuando el fomento de ideales que para el momento resultan irreales;

como el querer ofrecer educación a todos los niveles de forma conjunta, igualitaria y gratuita.

Se propusieron, como razón de Estado, el asunto de la instrucción pública. El libertador se

planteó: la educación primaria debería ser la base desde la cual se formarán las futuras

generaciones, encargándose ésta de la instrucción física y moral de los niños desde su

nacimiento hasta los doce años y de esta manera las naciones se encaminan hacia el término

de su honor con el mismo paso que marcha la educación.

Los dirigentes de la República jamás titubearon en expresar que todas las formas de

educación deberían estar reglamentadas y bajo la vigilancia del Estado para terminar con el

pasado colonial. Santander extendió la tarea del libertador y dictó varias normas respecto a

la educación primaria por medio del Decreto General sobre la Instrucción Pública de 1820,

el cual dictaba: conocimiento de los derechos y deberes para ser mejores ciudadanos, y

batallar contra el analfabetismo, tomando en cuenta que después de 1830 quien no supiera

leer ni escribir no podía tener el derecho al voto, convirtiéndose en una imposición para las

escuelas públicas tanto en las ciudades como en las villas del territorio, las nociones de

aritmética, primeras letras y saber militar. Es así cómo se decide optar por una orientación de

carácter regalista y un control tangible del Estado sobre la instrucción pública, dicho asunto

incluye a los denominados colegios seminarios.

Las leyes de Instrucción Pública que fueron consignadas por el Congreso de 1821 dieron

cimiento y camino libre a las medidas de Santander. Se trata entonces de un plan sigiloso de

implantación, más que de una revolución catastrófica que derrumbe todo lo que llevaba a

cuestas la educación colonial. Dicho de otra forma, Santander no se lanza instantáneamente

a una regeneración radical, para no causar agitaciones en las más profundas raíces del alma

popular, prefiere hacerlo de manera moderada y consensuada.

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A la supresión de los bienes conventuales le acompañaría la incursión ideológica, la cual se

llevó a cabo con una amplia expansión de autores destacados como contradictorios a la

rectitud católica. Cuando Santander da vía libre a algunos colegios para impartir el español,

se da una coyuntura bastante importante en la concesión del latín como una lengua

académica. Se abre un mundo de posibilidades y la instrucción política se alterna con la

religiosa, definiéndose los catecismos políticos con la ordenación de preguntas y respuestas.

Referente a la educación superior, se cumplió la utopía del arzobispo Caballero y Góngora

de crear una Universidad General, con dicha Universidad Central se pretendía realizar una

unificación de las labores ejercidas por los colegios mayores. Como resultado de esta serie

de acontecimientos que dieron la forma y el concepto de Nación y de República, se abre el

camino a un nuevo individuo, el cual se identifica como un ciudadano que es capaz de leer y

escribir, el cual posee un sin número de cualidades y de costumbres rectas y virtuosas que le

permiten poseer un trato social adecuado, así como un perfil religioso estructurado. Aunque

cabe aclarar que paralelo a esto se introducen temas como la legitimidad del Estado y las

relaciones de la iglesia con el Estado.

A partir de 1823 se amplían las importaciones de obras literarias y se ve en aumento la

cantidad y variedad de cátedras. Pero se analiza que desde 1826 se ve agudizado el ambiente

político con las latentes corrientes del proyecto que promovía el Libertador. El alzamiento

que tiene lugar en Valencia (1826) provoca un distanciamiento perceptible entre Bolívar y

Santander lo cual acelera el progreso de sus ya citadas discrepancias.

Cuando Bolívar asume el poder absoluto, tras el fracaso de la Convención De Ocaña, suprime

la Vicepresidencia y concede a Santander el puesto de embajador ante los Estados Unidos.

El Libertador Presidente consigna entre 1828 y 1829 una serie de decretos contra reformistas

que suspenden el código de 1826, restableciendo los conventos no ocupados por colegios,

eliminando las cátedras de ciencias políticas y restableciendo el latín como exigencia para

poder avanzar a cátedras que se inscriben en las facultades de educación superior.

La Institucionalización de la educación y el modelo educativo

Podría creerse que durante este periodo se innovo al crear una institución que se encargará

del saber, pero, las instituciones educativas ya venían existiendo y era la Iglesia quien se

encargaba de ellas, lo que se dio durante el periodo de la “Gran Colombia” con respecto a

esto fue un cambio en quien controlaría la educación además por primera vez se hablaría de

instrucción pública, por otra parte veremos en este momento cambios, continuidades,

adaptaciones y transformaciones del proceso educativo, que se dará desde políticas estatales

en la institucionalización que involucró a diferentes actores que intervienen en las reformas

a la educación.

En la época de la conquista es donde nacen las primeras instituciones donde se orientan las

primeras letras y la catequización de la religión católica, más adelante durante la colonia la

educación es orientada por la influencia del renacimiento y nacen escuelas por mandato real,

la instrucción se convirtió en una necesidad, y los primeros profesores eran los curas

doctrinarios, sin embargo la escuela era sólo para los hijos de personas pudientes (los

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hombres estudiaban en el colegio de San Bartolomé y las mujeres de alcurnia en la escuela

del rosario).

La educación estuvo agraviada por los conflictos entre partidos políticos conservistas y

progresivos, reaccionarios y liberales por apoderarse de la educación y de la escuela para sus

intenciones, sumándose al conflicto ya presenté con la Iglesia. Todo concluye con el dominio

del Estado sobre el saber. Al entregarse la educación al Estado, se consideró la necesidad de

construir un sistema educativo que estuviese acorde con la condición de la nación, que llegase

a todos los ciudadanos y que fuese capaz de transmitir el ideario republicano (para ello se

tuvo en cuenta el método de enseñanza mutua).

En el proceso de institucionalización se desarrolla una doble naturaleza, la del poder y la del

saber, el sistema que se diseñó entonces pretendía dar solución al problema de la baja

cobertura, ya que únicamente llegaba a los sectores privilegiados de la sociedad, el fin era

llegar con las primeras letras y con las matemáticas al mayor número que fuese posible de

los jóvenes y niños en la sociedad, el proceso comienza con lo que se conoce como

instrucción pública organización que garantizara la instrucción elemental para el pueblo a

través de la escuela primaria y algunos colegios provinciales, las casas de educación y los

conventos.

Justamente en el Congreso de Angosturas de 1819 y la Constitución de Cúcuta de 1821 se

sentaron las bases de la educación colombiana, dejando definida la organización de la

instrucción pública que reformaba las viejas costumbres coloniales.

Para llevar a cabo el objetivo de la cobertura y bajar de la tasa de alfabetismo entre los

jóvenes, el Estado empezó con la determinación de construir y dotar escuelas primarias o de

primeras letras en cada pueblo que tuviera cien o más habitantes. Así quedó consagrado en

el artículo primero de la ley del 6 de agosto de 1821: “Habrá por lo menos una escuela de

primeras letras en todas las ciudades, villas, parroquias y pueblos que tuvieren cien vecinos

y de ahí arriba” (Ocampo & Soler, 2012: 194). Y también en 1821, el Congreso de Cúcuta

dictó una serie de normas tendientes a la creación de colegios en algunas ciudades, donde se

enseña a varones y mujeres, lectura, escritura, aritmética, geometría, religión, moral e

instrucción cívica. La educación secundaria igualmente contó con gran apoyo, fundándose

colegios en Ibagué, Medellín, Cali, Pamplona, San Gil y Tunja.

Hemos dicho que el proceso se inició con la instrucción pública, la cual empieza con el

gobierno del general Francisco de Paula Santander, además que, se le otorgó al sistema

educativo, la facultad de ser responsable de la formación de los ciudadanos. Aunque

existieron propuestas en el siglo XVIII, como las de Francisco Moreno y Escandón.

Sin embargo, la instrucción y la educación en los primeros años no se dirigía a darle respuesta

a las necesidades del pueblo, o a desarrollar las potencialidades, haciendo visible el

predominio de un modelo controlado por el Estado central, que se basa en el poder del

derecho y el orden legal administrativo, la instrucción se asume como una herramienta para

formar al nuevo ciudadano de la república, es decir, pretendía convertir al individuo en

ciudadano y hacerlo parte de la república.

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El proyecto educativo se materializó cuando en el Congreso de Cúcuta, el 6 de agosto de

1821, se aprobó la Ley de Educación, que contempló crear colegios o casas de educación en

las capitales de las provincias, con planes provisionales de estudio similares a los de los

colegios de la capital, los cuales habían sido reformados mediante el decreto de 26 de octubre

de 1820 (Restrepo, 1835: 16).

En el plan de estudios del 3 de octubre de 1826 ordenó la creación de las escuelas de

enseñanza mutua en todas las capitales de provincia y parroquia, y el establecimiento de las

siguientes materias en el plan de estudios: escritura, moral, religión, constitución del Estado,

urbanidad, principios de gramática y ortografía castellana, aritmética, geografía,

agrimensura, geometría, veterinaria y agricultura. La principal escuela normal lancasteriana

fue organizada por el vicepresidente Santander en Bogotá, y de la cual los maestros que se

proyectaron a todo el país. (Ocampo & Soler, 2012: 36), el vicepresidente Santander ordenó

la creación de escuelas de enseñanza mutua en Bogotá, Tunja, Popayán, Medellín, Socorro,

Santa Marta, Cartagena, Villa de Leiva, Ramiriquí, Chiquinquirá, Cali, Buga, Cartago,

Mompós, Maracaibo y otros pueblos. El mayor número de escuelas lancasterianas fueron

fundadas en las provincias de Bogotá y Tunja.

Entre los intentos de creación de escuelas primarias encontramos el Colegio de Boyacá

(fundado por el vicepresidente Santander en el año 1822), fue el primer colegio que se

consolidó en Colombia como institución educativa pública y oficial. En el artículo 4º del

Decreto 55 del 17 de mayo de 1822, con el cual se fundó este colegio oficial se estableció lo

siguiente: “Por ahora se establece en el Colegio de Boyacá una escuela de primeras letras,

bajo el método lancasteriano, una cátedra de gramática castellana latina y retórica, y otra de

filosofía, debiéndose ocupar estas cátedras por oposición o indistintamente por seculares,

eclesiásticos o regulares” (Castillo, 1985: 63-65).

Por otra parte, “El problema primordial después de la independencia era el de cómo educar

a los hombres, a cada individuo y a toda la población” (Quiceno, 2003: 23), como se

mencionó anteriormente, debido a la alta tasa de analfabetismo que había en todo el territorio.

Movidos por la doctrina utilitarista de Bentham necesitaban ciudadanos letrados que

sirvieran al florecimiento de la nación, por ende, se consideró la necesidad de implantar un

modelo educativo acorde a los recursos y necesidades que se tenían en ese momento; de esta

manera se tuvo en cuenta el método de enseñanza mutua de Joseph Lancaster.

Este método es introducido en Colombia por Fray Sebastián Mora, perteneciente a la orden

franciscana. El Fray había sido deportado a España por su participación en las luchas

revolucionarias y durante su estadía aprendió este método. A su regreso a Colombia en 1820,

fundó una escuela en Capacho, Venezuela. Santander lo invito a Bogotá con el fin de que

abriese una escuela lancasteriana en la Nueva Granada, convirtiéndose así en la primera de

las tres escuelas normales del método lancasteriano que Santander ordenó fundar en Bogotá,

Caracas y Quito; las cuales recibirían estudiantes de provincias cercanas con el fin de que

aprendieran este método y lo difundieran por todo el territorio nacional (García, 2007).

Método de la escuela Lancasteriana

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El método lancasteriano se caracterizaba por una enseñanza simultánea o mutua en la cual,

los estudiantes aprendían en forma grupal y el maestro se apoyaba en alumnos destacados o

que eran más grandes que sus compañeros los cuales recibían el título de monitores. Estos

monitores eran los encargados de dar a conocer los temas y enseñarle al resto de sus

compañeros; era además un intermediario ya que este informaba al maestro de cualquier

situación que se presentará en las clases. En el aula se acomodaban según sus conocimientos

y el grado que estaban cursando, en las primeras filas se encontraban los grupos de los más

pequeños y a medida en que iban adquiriendo nuevos conocimientos se iban sentando en las

filas posteriores. El maestro era quien daba las instrucciones de lo que se debía realizar

durante la jornada; su lugar se encontraba al frente del aula tras un escritorio el cual, estaba

ubicado en una plataforma que lo hacía estar más arriba que el resto y desde donde podía

observar toda el aula.

La ventaja de este método reside en que fomenta la propagación de las escuelas de instrucción

pública a muy bajo costo y con un reducido número de maestro ya que se necesitaba uno por

establecimiento; formando así a un gran número de ciudadanos que era el fin de las reformas

liberales. Su éxito se debió en gran parte a los adelantos técnicos que presentaban como signo

de progreso con respecto a la enseñanza colonial.

Esta escuela permitía resolver el problema sobre la formación moral del hombre: orden,

control interno y externo, reglas de comportamiento, autoridad y técnica. Sus contenidos de

enseñanza eran la lectura, la escritura, la gramática, el dibujo, la costura y el canto; su

didáctica era mecánica, repetitiva y memorística.

Una educación no oficial, el accionar de las sociedades educativas.

El paso del sistema educativo colonial al planteado por la república dirigida por Bolívar y

Santander no significó el fin de las antiguas asociaciones formadas por los cuerpos

coloniales, sólo representó su pervivencia bajo otros órdenes. Estas sociedades educativas no

estaban incluidas dentro del plan educativo oficial de la república, sin embargo, esto no les

impidió existir y actuar.

Por tanto, podemos mencionar a varias como son: las sociedades de amigos del país, las

sociedades filantrópicas, de beneficencia, de ayuda, de moralidad, católicas e incluso logias

masónicas. (Quiceno, 2003: 41). Cada una de estas ejercía como organización educativa y

actuaban en distintos niveles, unas tenían su foco de atención en sectores populares, otras en

las elites y en grupos religiosos. Así estas organizaciones presentaban objetivos y

motivaciones variados según el grupo social o político del cual dependieran.

La instrucción ofrecida por estas tenía un carácter no oficial, no correspondía a los intereses

institucionales de la república respecto a la educación y en este sentido estarían por fuera de

la ley. Por tanto, estas organizaciones privadas de educación actuaban a voluntad y sin más

restricción que las propias para impartir una educación a medida de sus propios intereses.

Los cuales a veces chocaban con el plan institucional, por ejemplo, en las sociedades

católicas las cuales se oponen a una educación sin los principios católicos, es decir a una

educación laica. Sin embargo, otras se preocupaban por el avance de los conocimientos

científicos en el país, caso de las sociedades de amigos del país (Quiceno, 2003).

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La formación ofrecida por estas sociedades era de primeras letras, moral y técnico para los

sectores populares cubiertos por estas. Sin embargo, para los miembros de la elite esta

educación tenía un mayor peso, pues se les educaba para gobernar y al hacerlo defender sus

intereses, así su educación era profesional (Quiceno, 2003). Por tal razón estas sociedades

amasaron influencia y poder social, lo que sumado a los intereses propios de esta se formó

en poder político ya sea para afianzar el proceso institucional de educación o ser un foco de

oposición para el mismo en regiones de la república (Echeverry, 1989). Pugnas que expresan

el espíritu de la lucha entre una república centralizada y otra en defensa de la determinación

regional.

Así pese al aparente y bien intencionado actuar de las sociedades, estas no propenden a una

educación para la libertad de los hombres, no son tan bien intencionadas, estas buscan hacer

de sus afectos a estos hombres, hacerlos instrumentos y participes de sus causas políticas o

ideológicas. Las cuales llegan a corresponder al sostenimiento del estatus colonial en la

república. Como es el caso de las sociedades católicas que luchaban por mantener su lugar

de rectora moral y educativa, hasta ser reconocida por el estado como responsable de velar

por la educación y moral de los ciudadanos (Quiceno, 2003).

Otro tipo de sociedad y cuyo papel debe resaltarse fue el de las logias masónicas cuyos

miembros están altamente educados y capacitados. Los cuales se piensan el régimen

republicano y la importancia de tener un estado independiente a los intereses eclesiales

(Quiceno, 2003). Es un tipo de sociedad que si bien no fue abierta al público en general contó

con miembros inmersos en los estamentos de poder. En su interior se pensaban y discutían

ideas que posteriormente algunos de sus miembros llegaban a aplicar institucionalmente, su

importancia radica en la fuerte influencia ideológica del libre pensamiento, en la promoción

y discusión de ideas liberales para la transformación de los estamentos heredados de la

colonia. Se constituye en una escuela de dirigentes políticos para la república, la elite política

de la nación se reunía en ellas.

A manera de conclusión, podríamos sacar varias conclusiones acerca de la educación durante

la Gran Colombia, con base en todo lo expuesto a lo largo de este ensayo.

En primer lugar, se puede expresar que el desarrollo de la educación desde las reformas

borbónicas en el virreinato hasta la primera república liberal de Colombia podría decirse que

está marcado por el interés, el poder que confiere, pues en los primeros años se ve enfocado

por promover las ciencias, ya que España requiere de ellas, durante la independencia se

desean hombres patriotas, que se identifiquen con la causa americana, después, en la

república liberal se necesitaran ciudadanos capaces de llevar a cabo lo mejor posible los

ideales de los liberales, así que para esto el Estado asumirá la responsabilidad de educar, para

poder formar los ciudadanos que necesita y desea según las condiciones del momento. Esta

instrumentalización de la educación para el control social perdura hasta nuestros días,

evidenciada en la sociedad actual con la carencia de pensamiento crítico en la mayoría de la

población con respecto al actuar de las elites políticas.

Por otra parte, en la “Gran Colombia”, la realidad de la educación era frágil, escasa y precaria;

se podía apreciar una escasez de escuelas, ausencia de población letrada que pudiese ocuparse

como docente y, sobre todo, ausencia de recursos educativos que contribuyeran a que el

proyecto fuese exitoso. La educación está mediada por los intereses de la élite ya que, por

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medio de ésta se hace posible la coerción del otro, pues en ella es donde se forman las virtudes

del ser en relación con su papel dentro de la sociedad.

Otra conclusión sería que la educación pasó a ser sinónimo de progreso y construcción de

identidad en la medida en que, para ser un considerado un “ciudadano” tenía que ser una

persona letrada. El método Lancasteriano o de enseñanza mutua se adoptó porque se

consideraba que con él se iban a requerir menos escuelas, menos docentes, y, menos gasto

en el erario público. En la enseñanza mutua se mostraría una fuerte presencia de discursos

sobre el trabajo, la moral, la disciplina, la vigilancia y las facultades; discursos que toman

forma en la manera de enseñar (repetición, memorización, imitación, control y castigo).

Por último, en paralelo y en cierta manera al margen de la ley pervivieron organizaciones

que ofrecían en mayor o menor medida, según el sector social, una educación estructurada y

con la cual podían tener influencia, así como poder político sobre sectores sociales y/o

regiones del país, lo cual constituyó en el germen de conflictos sociales y civiles. Tal es el

caso de la iglesia católica, que aún determina ciertos aspectos de la educación pública del

país. Pues pese a ser un estado laico existe cátedra de religión católica en escuelas y colegios

públicos del país.

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