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x RELIGIÓN La religión celtibérica, aunque peor conocida que la ibérica o la del mundo céltico, presenta una serie de rasgos que, como ha señalado Marco (1993a: 478) en relación a la religiosidad de los Celtas hispanos, «se adecúan perfectamente a lo que se conoce como elemen- tos ‘sustanciales’ de la religión céltica en general», cuyos topoi, sin embargo, no se ha considerado oportuno abor- dar aquí, al no estar, en muchos casos, suficientemente documentados en el territorio peninsular (1). Un problema grave al estudiar la religiosidad celtibérica es la necesidad de dotarla de una visión histórica, lo que choca con la falta de información y con el tratamiento con el que a menudo se ha procedido a su estudio, desga- jada del sistema cultural del que constituye un elemento esencial. La mayor parte de la información que se posee sobre la religión de los pueblos celtas de la Península Ibérica se debe a la epigrafía de época romana, siempre en alfabeto latino y generalmente en lengua también latina, aun cuan- do se conozcan inscripciones en lenguas indígenas, como la «inscripción grande» de Peñalba de Villastar, en celtibérico, y la de Cabe9o das Fraguas, en lusitano. Ade- más, resulta de gran interés la iconografía sobre diversos soportes —estelas funerarias, esculturas, cerámicas, etc.— y referida a aspectos tan variados como los rituales fune- rarios, las prácticas sacrificiales, la representación de divinidades o la mitología de estos pueblos que, como (1) Sobre la religión céltica existe una amplia bibliografía, pu- diendo destacar, entre otros, los trabajos de Vendryes (1948), Ross (1967), Duval (1957), Le Roux (1984), Brunaux (1988) y Oreen (1989 y 1995), así como las obras de Piggott (1968) y Le Roux y Guyonvarc’h (1986) sobre los druidas. En cuanto a la religión de los Celtas de la Península Ibérica, vid. Blázquez (1962, 1975a y ¡983, entre otros), de Encariia~áo (1975), Bermejo (1982 y 1986), Marco (1991, 1993a y 1994b) y García Fernández-Albalat (1993). Por su parte, la religiosidad de los Celtiberos ha sido abordada en diferentes ocasiones: Blázquez (1972), Salinas (1982; 1983b; 1984-85, 1985 y 1994) Marco (1986; 1987; 1988; 1989; 1993b y 1993c) y Sopeña (1987 y 1995; Sopeña y Ramón 1994). ocurre con la de los Celtas continentales, está perdida. Únicamente a través de las representaciones iconográficas —cuyo máximo exponente se halla en las producciones vasculares numantinas (Romero 1976a; Olmos 1986; Sopeña 1987: 123 Ss.; ¡dem 1995: 219 ss.) y en una serie de manifestaciones cuyo marco supera el ámbito celtibérico, como las estelas funerarias (Marco 1976; Marco y Baldellou 1976; Marco 1978; Abásolo y Marco 1995: 335 ss.) y una pieza excepcional como la diadema de San Martín de Oscos (Marco 1994a)— es posible vislumbrar un lenguaje mítico, enormemente rico y com- plejo, cuyas claves son difíciles de determinar para el investigador moderno. Apane de estas evidencias, insuficientes para recons- truir la religiosidad de los Celtas hispanos, los escritores grecolatinos dejaron algunas noticias, muy pocas en rela- ción con las que proporcionaron respecto a la Céltica continental, al estar más interesados en los hechos de armas que llenaron los dos siglos previos al cambio de era. Estas noticias, al igual que las que se ocupan de los pueblos celtas del otro lado de los Pirineos, están referi- das más a las prácticas rituales que a la propia naturaleza del sistema de creencias, lo que limita enormemente su valor como fuente de conocimiento de la religión de los Celtas de Hispania. El carácter tardío de estas fuentes refleja el sincretismo de la religiosidad hispano-celta con la romana, de igual forma que ocurre con la gala. A pesar de la presencia romana y de su influencia en la religiosidad de los pue- blos conquistados, el componente indígena de la misma se mantuvo vigente, con modificaciones, durante los pri- meros siglos de su dominio. Las denominaciones seguras de dioses indígenas corresponden a la fase contemporá- nea a la presencia de Roma en el territorio peninsular, aunque no es posible dudar de la existencia de estas mismas divinidades con anterioridad a este momento. Su evolución no resulta fácil de establecer, si bien se advier- te una creciente antropomorfización de las divinidades,

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RELIGIÓN

La religión celtibérica,aunquepeor conocidaque laibérica o la del mundo céltico, presentauna serie derasgosque, como ha señaladoMarco (1993a: 478) enrelación a la religiosidad de los Celtas hispanos,«seadecúanperfectamentea lo queseconocecomoelemen-tos ‘sustanciales’dela religión célticaen general»,cuyostopoi, sin embargo,no se haconsideradooportunoabor-dar aquí,al no estar,en muchoscasos,suficientementedocumentadosen el territoriopeninsular(1).

Unproblemagravealestudiarla religiosidadceltibéricaes lanecesidaddedotarladeunavisión histórica,lo quechocacon la falta de información y con el tratamientoconel quea menudosehaprocedidoa suestudio,desga-jadadel sistemacultural del queconstituyeun elementoesencial.

La mayorpartede la informaciónqueseposeesobrela religióndelos pueblosceltasdela PenínsulaIbéricasedebea la epigrafíadeépocaromana,siempreenalfabetolatinoy generalmenteenlenguatambiénlatina,auncuan-do seconozcaninscripcionesenlenguasindígenas,comola «inscripción grande» de Peñalbade Villastar, enceltibérico,y ladeCabe9odasFraguas,enlusitano.Ade-más,resultadegraninterésla iconografíasobrediversossoportes—estelasfunerarias,esculturas,cerámicas,etc.—y referidaa aspectostan variadoscomo los ritualesfune-rarios, las prácticassacrificiales, la representacióndedivinidadeso la mitología de estospueblos que,como

(1) Sobre la religión céltica existeuna amplia bibliografía, pu-diendo destacar,entreotros, los trabajosde Vendryes(1948), Ross(1967),Duval (1957),Le Roux (1984),Brunaux(1988) y Oreen(1989y 1995),asícomolasobrasdePiggott(1968) y Le Roux y Guyonvarc’h(1986)sobre los druidas.En cuanto a la religión de los Celtas de laPenínsulaIbérica, vid. Blázquez(1962, 1975ay ¡983,entreotros),deEncariia~áo(1975), Bermejo (1982y 1986), Marco (1991, 1993a y1994b)y GarcíaFernández-Albalat(1993). Por su parte,lareligiosidadde los Celtiberosha sido abordadaen diferentesocasiones:Blázquez(1972), Salinas (1982; 1983b; 1984-85, 1985 y 1994) Marco (1986;1987; 1988; 1989; 1993b y 1993c)y Sopeña(1987 y 1995; SopeñayRamón 1994).

ocurre con la de los Celtas continentales,estáperdida.Únicamentea travésde las representacionesiconográficas—cuyo máximoexponentese halla en las produccionesvascularesnumantinas (Romero 1976a; Olmos 1986;Sopeña1987: 123 Ss.; ¡dem 1995:219 ss.)y enunaseriede manifestacionescuyo marco supera el ámbitoceltibérico, como las estelasfunerarias(Marco 1976;Marco y Baldellou 1976;Marco 1978;Abásoloy Marco1995: 335 ss.) y unapiezaexcepcionalcomo ladiademade San Martín de Oscos (Marco 1994a)—es posiblevislumbrarunlenguajemítico, enormementerico y com-plejo, cuyasclavesson difíciles de determinarpara elinvestigadormoderno.

Apanede estasevidencias,insuficientespararecons-truir la religiosidadde losCeltas hispanos,los escritoresgrecolatinosdejaronalgunasnoticias,muypocasenrela-ción con las queproporcionaronrespectoa la Célticacontinental,al estarmás interesadosen los hechosdearmasque llenaronlos dossiglos previos al cambiodeera.Estasnoticias, al igual que las quese ocupande lospueblosceltasdel otro lado delos Pirineos,estánreferi-dasmása las prácticasritualesqueala propianaturalezadel sistemade creencias,lo que limita enormementesuvalor como fuentede conocimientode la religión de losCeltasde Hispania.

El caráctertardío deestasfuentesreflejael sincretismode la religiosidad hispano-celtacon la romana,de igualforma que ocurre con la gala. A pesarde la presenciaromanay de su influenciaen la religiosidadde los pue-blosconquistados,el componenteindígenade la mismase mantuvovigente,conmodificaciones,durantelospri-merossiglosdesudominio.Lasdenominacionessegurasde diosesindígenascorrespondena la fasecontemporá-nea a la presenciade Roma en el territorio peninsular,aunqueno es posible dudar de la existenciade estasmismasdivinidadescon anterioridada estemomento.Suevoluciónnoresultafácil de establecer,si bienseadvier-te unacrecienteantropomorfizaciónde las divinidades,

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en cualquier casomuy escasas,especialmenteevidentebajo el contactocon Roma.

El períodoprevio a lapresenciadeRomaenHispaniaresultade granoscuridadpor lo querespectaal mundodelas creencias,cuyosindicios selimitan engranmedidaalmundofunerariograciasal conocimientode unbuennú-mero denecrópoliscuyacronologíase remontaal sigloVI a.C. (vid, capítulosIV y VII). Sin embargo,la infor-maciónqueproporcionaestetipo deyacimientoestácen-trada, más queen el propio ritual funerariocon toda laparafernaliade que sin duda estuvo rodeadoy del queapenassepuedenimaginarciertosaspectos,en los resul-tados de esteproceso.Tambiéna épocaprerromanaco-rrespondenlos hallazgosdeáreascultualeso deverdade-ros santuarioscomo los documentadosentrelos Cehicidel Suroesteo en la MesetaOccidental,dondedestacaelcasode Ulaca,quecabevincularcon monumentossimi-lares del Noroeste,como Panoias,Vilar de Perdices,Cabe9odas Fraguas,etc,, verdaderosaltares rupestrescaracterizadosporla presenciade grandespeñas,a vecestrabajadasy coninscripciones,fechadosyaconposterio-ridad al cambiode era.En tomo a estemomentopodríasituarseel santuariode Peñalbade Villastar (Untermann1995b: 201).

Desafortunadamente,el conjuntodela documentaciónsobreestecampoes muyescasoy nuncaha sidodebida-menterecopiladoy analizado,lo quepriva de una infor-maciónque,aunqueparcial,seríade enormeinterésparadocumentarlas fasesmás antiguasde la religiosidadceltibérica.

1. DIVINIDADES

A diferenciadelo queocurrió en las Galias,los escn-toresde la AntigUedadapenasdejaroninformaciónsobrela religión delos Celtíberos.Un interesantepasajedeEstra-bén (3, 4, 16) aportaalgunainformaciónal respecto:

«Segúncienosautores,los Galaicossonateos;másno así los Celtíberosy los otros pueblosquelindan con ellos por el Norte, todos los cualestienenciertadivinidadinnominadaa laque,enlasnochesde luna llena, las familias rindenculto dan-zando,hastael amanecer,ante las puertasde suscasas»(traducciónA. Garcíay Bellido 1945: 176).

Esta divinidad, tradicionalmenteinterpretadacomounadeidadde nombretabúque se identificaconla Luna(Taracena1954:282; Blázquez1962:27ss.;etc.),puederelacionarse,de acuerdocon Marco (1987: 58 5.; 1988:173; l993a: 484 s.) y Sopeña(Sopeñay Ramón 1994;Sopeña1995:32 ss.),conDis ¡‘¿¿ter, diosctónicoreinan-te en el Infierno, del que, como señalaCésar,todoslosGalosse proclamabandescendientes,segúneratransmi-

tido por los druidas,razónpor la cual miden el tiempono por díassino por noches,estoes,por lunas. Por suparte, la existenciade danzasmágico-religiosasestaríaatestiguadaen las cerámicasde Numancia e Izana«‘sg. 125,1-2)(Marco 1987: 68; Sopeña1987:57).

Conindependenciadel texto deEstrabón,las restantesmencionesde dioses indígenasen la Celtiberia se handocumentadoa travésde la epigrafía,tanto latina comoceltibérica, siendo escasaslas representacionesiconográficasdelos mismosy, en ocasiones,discutibles,Estees el casode un fragmentode cerámicanumantinaquereproduceun animalen «perspectivacenital»,carac-terística de la iconografía arévaco-vaccea(Romero1976: 24, n026, flg. 8,26; Romeroy Sanz1992),conlasfaucesabiertas,lo queha llevado a serinterpretadocomouna representacióndel dios cornudo Cernunnos(fig. 102,B,3), aunqueparaello se hayamodificado laposiciónoriginal definidapor las líneas de tomo de lavasija(Blázquez1957b=1958a=1959=1977:361 ss.; Sa-linas 198485:84 y 99; Sopeña1987:49, lám. XI,C) (2).Como iniágenesde diosasse haninterpretado(vid. Sali-nas 1984-85:84s)unafigurafemeninadearcillamode-lada(Taracena1954:285),deunos 15 cm. de altura(flg.125,4),y unapinturavascular(fig. 125,3)quereproducea un personajetambién femenino,tocadopor un velo(Olmos 1986: 219; Sopeña1987: 125, nota44, lám. X),piezasambasprocedentesde Numancia.

Otras dos representacionesantropomorfas,muyestilizadas,procedendel santuarioceltibéricode Peñalbade Villastar (Teruel), habiendosido interpretadasporMarco(1986:749 ss.,lám. 5, fig. 1) comosendasfigura-cionesde Lug. La primera,correspondea una figuramasculinaen la quedestacala cabeza,cuyasimplicidady falta de detalleiconográficopermite relacionarlaconotras representacionessemejantesdel ámbito céltico(Jacobsthal1944: 12; Almagro-Gorbeay Lomo 1992:412 ss.).Muestralosbrazosencruz,conlas manosabier-tas, pudiendo paralelizarsecon el relieve de Lourizán(Pontevedra)que reproduceJa mitad superiorde una fi-gurahumanabarbaday con cuernos,presentandoigual-mentelos brazosabiertos y grandesmanos extendidas,relacionadoconla representacióndeunadeidad,concre-tamenteVestioAlonieco, por el hallazgoen susproximi-dadesde dosarasdedicadasal citadodios, y que LópezCuevillas (¡951: 394) interpretócomo una representa-ción de Lug. En estesentido, resultasignificativo queuno de los epítetos clavesde Lug sea lámflióda, «de

(2) Ademásdel casonumantino,sehapropuesto(Marco 1987: 66s.) la vinculacióncon Ceniunnosde un personajeprovisto decuernosdeciervo reproducidoen un vasodeBronchales(Atrián 1958: Sl ss.),así como las serpientescornudasrepresentadasenotro deArcobriga(fig. 128,1) (Marco 1993b) y en unaestelade Lara de los Infantes(Marco 1978: 52, n’ 119).

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o oF¡g. 125.—1-2, personajes danzando: 1, Numancia; 2, Jza±na.3-4, supuestas representaciones de d,t’¡nzdades procedentes deNumancia. 5, representación bifronte del santuario de Peñalbade Villasrar Representacionespintados(1-3). modeladasenarcí-lía (4) y grabadassobre roca (5). (SegúnWattenberg1963 (1 y 4), Taracen,,1927 (2), RomeroI

976a (3) y Cabré 1910 (5)). Adiferentesescalas,

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largosbrazos».La segundafigura correspondea un per-sonajebifronte muy estilizado,cuyascabezasaparecenprovistasde cuernoso, como ha señaladoMarco, conlaestilizaciónde la «coronade hojas» presenteen variasesculturascélticascentroeuropeas(fig. 125,5).

Se ha sugerido que ciertas representacionesiconográficaso literariaspodríanavalarla existenciadeuna divinidad infernal y funeraria, identificada conSucellus(Blázquez 1983: 275;Marco 1987:66; Sopeña1987: 50; Idem 1995: 109 Ss.; Peralta1990: 56; Idem1991:92 s.).Así seha interpretadoel episodioquenanaApiano (Iber 48), ocurridoel año 152 a.C.,en el quelosnertobrigensesenviarona Marcelo un heraldo vestidoconunapiel de loboen señaldepaz.Iconográficamente,personajescubiertosconpiel deloboaparecenenla este-la de Zurita (fig. 129,2) asociadosa un caballoy, bajoellos, a unaescenadel ritual de exposicióndecadáveresen la que un guerreroyacentees devoradopor un averapaz (vid. mfra) (3). Se ha planteadoqueestetipo depersonajespudieranremitir en última instanciaa cofra-días deguerrero,biendocumentadasen el mundo indo-europeo(Peralta1990y 1991;Marco 1993a:497 s.) (4).A estasevidenciashabríaque unir la identificacióndeSucellus,llevada a cabopor MP. García-Bellido(1985-86), reproducidoocupandoel anversode los cuadrantesde Bilbilis con leyendaBIL, piezasconsideradascomomonedasmineras, proponiendosu vinculación con unposibleasentamientodeGalosen esazona,cuyapresen-cia, por otraparte,pareceestaratestiguadaen el Valle delEbroy, engeneral,enelNorestepeninsular(vid, capitulo11,1. íd).

Hay quehacermención,también,deun relieve proce-dente de Sigúenza(Guadalajara)con una dedicaciónepigráficaa Epona, enla que la diosaaparecemontandode ladounayeguavista de perfil (Marco 1987: 62), ico-nografía que recuerdaa otros dos monumentosde laprovinciade Alava(Elorza 1970).

La mayorpartede los teónimosindígenasdocumenta-dosen la PenínsulaIbéricaprocedendesu zonaocciden-tal, ofreciendo,en buenamedida,unateonimiaexclusiva(Untermann1985b;deHoz1986by 1993a:370 Ss.;GarcíaFemández-Albalat1990;Marco 1991:93ss.;Idem1993a:481 Ss.;Villar 1993-95; Idem 1994-95; Idem 1996) quemuestra—en el ámbitode la Hispaniacéltica—diferen-cias regionalesen lo quea las creenciasse refiere. Con

(3) Marco (1987:66) hacreídover uno de estospersonajesen unvasonumantinoenel queserepresentaunacabezahumanacubiertaporuna piel de lobo (fig. 109,5); segtin Wattenberg (1963: 203, tablaXXXVII, lám. XV, n’ 1041 y 1290)y Romero(1976:28, n 56, fig. 13)setrataríade la cabezade un animal.

(4) Con referenciaal papel del lobo en la religión ibérica, vid.GonzálezAlcalde y Chapa(1993) y Almagro-Gorbea(e.p.c).

todo, el territorio celtibérico ha proporcionadounatreintenade teónimosindígenasdistintos,algunosde loscualesaparecenrepetidosen variasocasiones(5). Deellos, Lug,las Matreso Eponacorrespondena divinidades«pancélticas»,perfectamenteevidenciadasenel restodela Hispaniacéltica.De los restantesdioses,salvo conta-das excepciones,la mayor parte tienen carácterlocal,estandoenocasionesasociadosconla topografía:monta-ñas,bosques,lagos o fuentes.Entre las excepciones,unamenciónaAtaecinay otraa los LaresVialesenSegobriga(Cuenca),aunquepor lo que serefiere a la inscripcióndeAtaecinaexisten dudas sobre su procedenciaoriginal(Almagro-Gorbea1995c: 88 5.; Abascal 1995c: 91,nota 257).

Refiriéndosealas divinidadesromanas,Salinas(1985:327 s.) ha puestode manifiestocómo sudifusión en laCeltiberia se deberíaa la «suplantación»por partedeéstasde los diosesindígenasconlosqueseidentificaríano a los que se asimilarían.Las divinidadesclásicasquecuentanconmás testimoniosen laCeltiberiasonJúpiter,Marte, Hércules~Mercurio y Apolo, justamenteaquéllasconlas queseasimilanlos principalesdiosesceltas(Caes.,B.G. VI, 17). El análisis del panteónveneradoen unaciudadceltibérico-romanacomoSegobrigapuederesul-tar de gran interés,destacandoel carácterindígenadelmismo ya que,aunqueelmayornúmerode dedicacionesrespondena divinidadesromanascomoDiana,Hérculeso Mercurio,debeverseen ellas la interpretatio romanade diosesindígenas,con lo quepuededecirsequebajodenominacioneso interpretacionesromanasse escondeun panteón de tipo céltico (Almagro-Gorbea1995c:88 ss.).

2. LOS LUGARES SAGRADOSY LOS SANTUA-11105

En la religión céltica,muchasde las divinidadesapa-recenvinculadascon espaciosnaturales:fuenteso ma-nantiales, lagos, montañas,bosques,etc. Estoslugares,en su mayoría,no han dejadoconstanciade su caráctersagrado,queúnicamentepuedeserdeterminadocon se-guridadpor su asociacióncon estructurasu otro tipo demanifestacionescultuales(inscripcionesvotivas, exvo-

(5) Para las divinidades indígenasdocumentadasen territorioceltibérico,vid., principalmente,Salinas(1984-85: 89ss.; 1985: 310 ss.),Marco(1987: 57 ss.; asícomootros trabajosdel mismoautordondeseaborda su estudio en el marcode la Hispania céltica, 1991: 93 Ss.;1993a: 481 Ss.; 1994b: 318 ss.) y Sopeña(1987: 31 Ss.).SobreLugus,vid. Tovar (¡981), Salinas(1983b) y el fundamentaltrabajo de Marcosobreestadivinidad y sobreel santuariodePetialbadeVillastar. centroculcual deestedios (1986). Sobreun falso teónimo de la Celtiberiameridional,vid. Abascal1995b.

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tos, cazoletas,etc.).El culto a peñas,árbolesy fuentesesmencionadopor las fuentesliterarias(Prudencio,ContraSimaco2, 1010-1011;Martín Dumiense,De correct. rust.XVI), queevidenciansu prácticahastaépocamedieval(vid. Blázquez 1957a: 231; Idem 1977: 460; Sehulten1963:364; Vives et alil 1963: 399 y 498; Sopeña1987:59 s.). Mención apartemereceel casode los espaciosfunerarios,cuyo valor sacrono debeolvidarse.

La existenciade lugaresde culto en la Celtiberia esconocidapor las fuentesclásicas,y asíMarcial (1, 49,5-6)se refiere al sacrum (Jadaueronenmontibus,quizás laSierradel Madero,al Estede Numancia(Schulten 1959:253), y aludeigualmentea un bosquesagradocercadeBilbilis (Dol9 1953:232s.),elsanctumBuradonisilicetum(4, 55, 23), por más que los bosquessagradosen elmundo céltico, como entre los griegos y los romanos,seríanen realidad lugaresde culto fijos y estructurados(Scheid 1993; Brunaux 1993), en los que habitaría ladivinidad (vid. Marco 1993a). Comoun locuso bosquesacro puedeconsiderarseel santuariode Diana enSegobrigaque,aunquefechadoconposterioridadalcam-bio de era,pareceprocederde un substratocélticoante-rior (Almagro-Gorbea1995c).

Sin duda,el santuariomásconocidodelquehaqueda-doconstanciaen la Celtiberiaes eldePeñalbadeVillastar(Teruel) (Cabré 1910;Marco 1986; Idem 1996: 88 ss.).Se sitúaen la cima de unamontaña,a cuyo pie discurreel ríoTuria, coronadapor un farallóndecalizablanqueci-na enel que se documentaronmásde veinteinscripcio-nes,enunadelas cualesaparececitadoendosocasiones,en dativo, el dioscéltico Lugu (6), inscripciónen la queademásseharíareferenciaauna«estructuracontechum-bre» (Meid 1993-95: 352; Idem 1994: 37) de la no haquedadoevidenciaalguna, aunquese han identificadounaseriedeoquedades,a vecescomunicadasentresí, enlos salientesde la roca, sobre la partesuperior de lapared,relacionablescon ritos sacrificiales y rituales depurificación,de acuerdoconla interpretaciónde conjun-tos similares en el Noroestepeninsular(Marco 1986:746 ss.). Hay, además,un buennúmerode cazoletasygrabados,que incluyen: motivos geométricosy astrales,representacioneszoomorfas,sobretodo aves,perotam-bién caballosy algún cérvido, y antropomorfas,general-mentemuy estilizadas,entrelas quedestacandos,unadeellas bifronte(fig. 125,5),consideradascomo sendasfi-guracionesdeLug (Marco 1986:749 ss.,lám. 5 y flg. 1).

(6) Por lo que se refiere al estudiolingiifstico del conjunto,queincluye inscripcionesibéricas,latinasy celtibéricas,vid., entreotros,GómezMoreno¡949:326ss.;Tovar1949: 41. 124y201;Idem¡955-56;idem 1959; Idem 1973; Lejeune >955: 7 ss.; Valermana 1977;Schwerteck1979; Kñdderitzsch 1985; Olmsted 1985; Idem 1991:287 Ss.; EsIca ¡990; Meid ¡993-95; Idem 1994: 31 Ss.;Idem 1996: 8sg.; deHoz 1995c: 16 Ss.;PérezVilatela 1996.

El santuariode Peñalbade Villastar ha sidoconsideradocomoel centrocultualmás importantedel dios Lug enlaPenínsulaIbérica(Marco 1986).ParaUntermann(1995c:201), la peregrinacióna la que sedebenlos grafitos tuvolugar hacia el cambio de era y no duró más de unageneración.

Los santuariosen cuevas,bien documentadosen elLevantepeninsular(PérezBallester1992),son tambiénconocidosen la Hispaniacéltica. Éste es el casode lacuevade la Griega(Segovia),delaqueprocedenun buennúmerodeinscripcionesvotivas(Mayer1995),entreellasunadedicadaa unadivinidadindígena,NemedusAugustas(Marco 1993d)o quizásdela CuevadeSanGarcía(San-to DomingodeSilos, Burgos),quehaofrecido unabreveinscripción en escrituraibérica de difícil interpretación(Albertos 1986;de Hoz 1995c: 16).

Ademásdeestoslugaressagrados,localizadosen pa-rajes aislados,sin relación algunacon otros de habita-ción, tambiénse ha evidenciadoen la Hispaniacélticalapresenciadesantuariosenel interior dehábitats,ocupan-do el centroo un lugardestacadodel mismo,bien docu-mentadostanto enel mundoibérico como enla Europacéltica,y de lo quesonbuenejemplo los santuariosenoppida deZávist y Trisóv,enBohemia,LiptovskáMara,enEslovaquia,Entremont,enel SurdeFrancia,Daneburyy Maiden Castle, en Inglaterra, etc. (Cunliffe 1986:113 ss.; Brunaux1988:40s.).

En laMeseta,el casomejorconocidoesel del oppidumvettón de Ulaca (Ávila), en el que se han hallado losrestosde lo que se ha interpretadocomo unaestructuracultual, constituidapor unaestanciarectangulartalladaen la roca,asociadaa unagranpeña—conocidacomoel«Altar de Sacrificios»—en la que una doble escaleraconducea unaplataformaquepresentadosconcavidadescircularescomunicadasentresi, unade las cualesvertíaaunatercera,abiertapor medio deun canal (Martin Valls1985: 116 s.; Alvarez-Sanchis1993:275,fig. 8). Seloca-liza en unazonadestacadadel castro,en las proximida-desde una calle que se dirige haciaunade las puertasprincipales.En el mismosector,a unos 160 m. del san-tuario, se emplazaunaestructura,tradicionalmenteinter-pretadacomo unhornometalúrgico,parala quereciente-mente se ha propuestoun uso termal, en relación conbaños iniciáticos (Almagro-Gorbeay Alvarez-Sanchís1993; Álvarez-Sanchís1993: 275, figs. 8 ss.),vinculán-dola conlos monumentosde la Culturacastreñadel No-roesteconocidos,por susespectacularesfachadas,como«pedrasformosas».

Tambiénse ha sugeridola existenciade una piedrasacrifícial en las proximidadesde Arcobriga (Aguilera1909: 139 Ss.; Diaz 1989: 36, láms. III y IV), en unaexplanadasituadaen la margenizquierda del Jalón,a

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pocomásde un kilómetrode la ciudadceltibérico-roma-na, formandopartede un conjunto de estructurasque,segúnCerralbo,pertenecíana un «campodeAsambleas».

Una estructurasimilar a la registradaen ¡flaca podríadocumentarseen la acrópolisde la ciudadarévacadeTer-mes(Argentey Díaz 1989:56; Argente,coord. 1990a:60),interpretada(Taracena1941:107;Idem1954: 284)comoun posible templo, que para Blázquez (1983: 228) setrataríadeunapiedradesacrificios.En cualquiercaso,lafaltade descripcióny estudiode los restos,generalizablea otrosmonumentosde estetipo, dificulta su interpreta-ción, Tambiénen Termesse hadocumentadoun edificioconstituidopor una graderíalabradatoscamenteen laroca y dividida en varios tramos,unos rectos y otrosligeramentecurvos, que sigue la estructuradel terreno,con unaanchuratotalde 60 m., abiertahaciaunaampliaexplanada(Taracena1941: 107; Salinas1984-85: 86;Argente y Díaz 1989: 26 Ss.; Argente, coord. 1990a:31 ss.). Situadaextramuros,junto a la llamada«Puertadel Sol»,ha sidoobjeto de diversasinterpretaciones:an-fiteatro,teatro,recintosagradoo templo, lugardesacrifi-cios, lugar de reunionespúblicas,etc. Las excavacionesllevadasa cabopor 1. Calvo(1913: 374 ss.)bajola grade-ría permitieron descubriruna cueva en cuyo fondo sehallaron un buen númerode cuernasde bóvido, variaspiedrascon canales,interpretadascomopilas desacrifi-cios, hojasde cuchillo y hachuelascurvas,relacionadascontalesprácticassacrificiales.Lasrecientesexcavacionesllevadasa cabopor J.L.Argentehandadounafechaentrela segundamitad del siglo 1 a.C. y finales del 1 d.C. oinicios del II., documentándosela presenciaderestosdecérvidosy, en menormedida,de bóvidos(Argente 1980:183 Ss.; Argente y Diaz 1989: 26 Ss.; Argente,coord.1990a:31 ss.).

De cualquiermanera,la presenciade lugaresde cultoen el interior de hábitatsen el territorio de la Celtiberiapuededefenderseparael casode Numancia(Taracena1954: 285; Blázquez 1983: 228 5; Salinas1985: 317;Marco 1987: 68), quizásde tipo doméstico,ya que lasantiguasexcavacionessuministraronun buennúmerodeexvotoscerámicos,talescomopies votivos y representa-cionesantropomorfaso zoomorfas(flg. 103), así comounconjuntode simpula,recipientespararealizarlibacionesdurantelos sacrificios,debronce(fig. 96,B) y cerámica(fig. 103,3) (Martín Valls 1990: 148 s.), sin queexistandatossobrela ubicaciónespecíficade estosobjetosden-tro de la ciudad.

La presenciade santuariosen el interior de pobladosestábiendocumentadaentrelos Celtici del Suroeste,dequienesno hay queolvidar que, de acuerdocon Plinio(III, 13), seríanCeltíberos,comolo demuestran,ademásdesu lenguay el nombrede susoppida. susritos. Estossantuariosocupanun lugar prioritario dentrodel pobla-

do, engeneralvinculadoconla acrópolisy conunacallecentral.Comotal seha consideradoun edificio de plantarectangular,localizadoenla acrópolis,bajo los edificioscultuales del Foro romanode Miróbriga dos Célticos(Santiagodo Cacém),atribuyéndoleun supuestoorigenprerromano(Biers 1988:9s.; Berrocal-Rangel1992:193).El hallazgomás interesantecorrespondeal CastrejóndeCapote(Higuerala Real,Badajoz),situadoenel Suroes-te de Extremadura,en los límites conHuelvay Portugal,enplenaBeturiaCéltica(Berrocal-Rangel1989:253 ss.;Idem1992: 194 Ss.; Idem1994).Setratadeunaestructu-ra de piedra, consideradacomo un altar, con un podiosobreel quese levantaunamesay un bancocorrido entorno a ella, situadaenla zonamásaltadel poblado,quees ademásel centrodel mismo, y abiertaa la quepareceserlacallecentralque sedirigiría haciala puertaprincipaldelcastro.Dadaslas ofrendasdediversotipo y los restosdehoguerasque se hallaronen su interior, así como en laszonasaledañas,ha sido interpretadacomoun santuario.

Entre los materialesdiversosaparecidosen el altar yen sus inmediaciones,predominanlos recipientescerámicos,queconstituyenel conjuntodematerialesmásnumerosodel depósito,habiéndoserecogidoen tomo a54.000fragmentos,correspondientesa un númeromíni-mo de 1.000vasijas,con una importanteproporcióndepiezasrealizadasa mano,siendode destacarla variedady complejidaddelas decoraciones,A ellos seañaden127fusayolasque,dadasu dispersióntopográfica,bien pu-dieronhaberestadooriginariamenteagrupadasen algu-nosde estosvasos.Hay quemencionarigualmente:losobjetosmetálicos,entre los quedestacanlos elementosrelacionadosconel banquete,tales como unabadila,unasador,unaparrillay cuchillosdedorsocurvo;las armas,queincluyenunafalcata,un soliferreum,puntasdelanza,regatones,cuchillos curvos,un posibleumbode escudo,espuelasy lo queparecenserrestosde arreosdecaballo;y los objetosornamentales,como cuentasde cuarzoypastavitrea, anillosy pulseras.Tambiénsehandocumen-tado pinzas, dos hachitas, respectivamentede hierro yplomo, un bóvido recortadoen una lámina de plomo,conosbroncíneosy una serie de piezaslíticas. Y porúltimo, se recogieronnumerososrestosfaunísticos,per-tenecientesa unasdos docenasde animales—bóvidos,ovicápridos,suidos, équidos y cérvidos—, que confir-man el carácterculinario y ritual del depósito.

La dispersiónde los hallazgosy de las hogueras,tantoen el propio santuariocomo en la calle a la que se abredichaestructura,hasugeridosuvinculaciónconactosdecaráctercolectivo. El conjunto seha fechadoentreme-diados del siglo IV e inicios del II a.C.,momentoen elquela estanciadel altarfue cubiertaconpiedrasy cerra-da medianteun muro de malaconstrucciónque inclusollegó a taparpartedel depósitoritual.

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Las característicasde las ofrendaspermitenponerenrelaciónel santuariodeCapoteconel depósitovotivodeGarváo(Reja)(Beiráoesalii 1985;Berrocal-Rangel1992:193 s.), localizadoenunafosa, abiertaenla laderasures-te del castro,quehabíasidopavimentadamediantelosasdepizarraensu zonacentral,sobrelas quesedocumen-taronrestosde fauna y un cráneohumano,La fosa serellenócon numerososrecipientescerámicos,depositán-doseen el interior de otros de mayoresdimensionesobienocupandoloshuecosdejadosentreellos. Ademásdelos materialescerámicos—de tiposvariados,destacandopor su númeroy homogeneidadlas escudillasoxidantes,los vasoscalados,un aspergyllusy algunasfiguras decaballos—sobresaleun conjuntodeplacasdeoro y platacondecoraciónrepujada,y sobretodolas representacio-nesoculares,asícomounacabezay unafigurahumanas.El conjunto,fechadoen el siglo 111 a.C.,ha sidointerpre-tadocomo un depósitovotivo secundario.

3. EL SACRIFICIO

El sacrificio,consideradocomoun medio depropiciara la divinidad (Woodward1992: 66 Ss.),se materializapor la muertede la víctima, quepuedeserexcepcional-menteun serhumano,aunquepor lo común se tratedeun animale inclusoun objeto.Las fuentesliterariasseña-laron suexistenciasin ofrecermayoresdetallessobrelaspeculiaridadesritualesde estetipo deprácticas.Tambiénla iconografíaofrecealgunainformaciónal respecto,nofaltandola evidenciaarqueológica,especialmentepor loqueserefiere a los sacrificiosanimales.La existenciadesacrificios colectivosestádocumentadaen la Celtiberiapues,de acuerdocon Frontino (Strateg. III, 11, 4), lavictoria deViriato sobrelos segobricensesel 145 a.C. seprodujoaprovechandoqueéstosestabanocupados«enlaofrendade sacrificios».

3.1. El sacrificio humano

La existenciade sacrificioshumanospor partede di-versospueblosde la AntigUedadestáatestiguadapor lasfuentesliterarias(Diod., 5,31,2-5;Str., 4,4,5 y 7,2,3;Caes.,B.G. VI, 16; Tac,,Ann. XIV, 30 y Genn.XXXIX;Lucano,Puar III, 399-452;Dio Cass.,LXII, 7, 2-3; etc.).quese hicieronecoasimismode suprácticapor lospue-blos prerromanosde la Hispaniacéltica,sin hacerrefe-renciaalgunaa los Celtiberos.Estrabón(3, 3, 6) narralarealizacióndetalesprácticassacrificialesporpartedelosLusitanos(GarcíaQuintela 1991 y 1992),relacionándo-las con la adivinación:

«Sonmuy aficionadoslos Lusitanosa sacrifi-cios [humanos],y examinanlas entrañas,perosin

sacarlas.Examinantambiénlas venasdel pechoydanoráculospalpándolas.Vaticinantambién porlas entrañasde prisioneros,cubriéndoloscon ca-pas. Después,cuandoel sacerdotedaun golpe enlas entrañasvaticinanprimeropor la caída.Tam-biéncortana los prisioneroslas manosy dedicana susdioseslas manosderechas»,

Estetipo de sacrificiosse llevaríana caboigualmenteen relación con eventosexcepcionales,y, así, Livio(per 49) mencionacómo los Lusitanos inmolaron unhombrey un caballoen señalde paz.TambiénEstrabón(3, 3, 7) serefiere a prácticasde estetipo por los pueblosmontañeses:

«,,,sacrificanal Ares machoscabríosy caballosyprisioneros.Hacentambién hecatombesde cadaclasecomolos griegos,comodicePíndaro‘sacri-ficar todopor centenares’».

Plutarco (Quaest.Rom. 83) comentala realizacióndesacrificios humanospor los bletonenses,cuya prácticales habíasidoprohibida.

La prácticadesacrificioshumanosentrelosCeltíberosse ha sugeridoa partir del hallazgode los restosde almenosdosesqueletoshumanospertenecientesa indivi-duosadultosencontradosformandopartedel rellenodeuna de las torres de la murallade la Bilbilis romana,consideradoscomo sacrificiosfundacionalesa losqueseasociabanrestosde fauna y dos piezascerámicasfrag-mentadas(Martin Bueno 1975b; Idem 1982; Salinas1983b; Sopeña1995:214) (7).

El hallazgomássuperficialcorrespondíaa un esquele-to completosituadobocaabajo,en unaposturaviolenta,conlos brazosy las piernasseparados.Juntoa la cabezasehallaronlosrestosde un cráneoconmandíbuladeunagarduña.Tambiénse recogieronotrosrestosfaunísticos,pertenecientesa cerdo o jabalí y a oveja o cabra. ElcadáverpresentabaunaorientaciónNoreste-Suroeste,se-guramenteno intencionada,pues más bien parecíaquehubierasido arrojadoal interior del torreón.El segundoindividuo presentabaunascaracterísticascompletamentediferentes,pueséstese halló en posición fetal, con unaorientaciónEste-Oeste.Peseahaberseinterpretadocomoun enterramientosecundario,que habríasidodepositadoenel interior del torreón«atadoslosrestosde aquél,unavezdescamadoparcialmente,perocontandodesdeluegocon tendonesy ligamentos,ya que los restosaparecenperfectamenteligados», lo cieno es que a partir de la

(7) En la publicación que daba a conocerel hallazgo se haciareferenciaa losrestosde un tercerindividuo degranestatura,muy malconservado(Martin Bueno 1975b: 704), en tanto que, con posteriori-dad,sehablade «al menosdos individuos>,,sin menciónningunade losrestoscomentados(Martín Bueno 1982: 100).

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descripciónofrecidabien pudieratratarsede un enterra-miento primario. Junto a su cabeza,los restos de uncuervo, y asociadoa su mano un córvido (una chovapiquirroja). Las característicasdel rellenoy la presenciade los restos de una misma vasija asociadaa los doscadáverespermiteplantearla homogeneidaddel conjun-to, queha sido puestoen relacióncon el dios celtaLug(Martín Bueno 1982: 103 5.; Salinas 1983b: 305 ss.),aunquede acuerdocon Marco (1987: 68; 1988: 175;1993a: 493),habríaqueserprudentesrespectoatal aso-ciación.

El indigenismode estosenterramientoshasido cues-tionadopor Burillo (1990a:376 5.; Idem 1991a:575 s.),teniendoencuentaquela fundacióndelaBilbilis romanatuvo lugarseguramentea inicios de la segundamitaddelsiglo 1 a.C.,planteandosuadscripción,almenos,a épocaimperial; asílo confirmarlala tipologíade algunade laspiezascerámicasy la posiciónestratigráficadel conjun-to, formandopartedel rellenodeun torreónque,a tenordelo registradoenel cercanoyacimientode SanEstebandel Poyo del Cid (Burillo 1981), dondese excavó untorreónsemejantealbilbilitano, seríadeobrahueca,cuyacolinatacióncorresponderíaa un momentoposteriora suabandono,lo quenegaríael carácterritual de estehallaz-go, en relaciónconprácticasfundacionales.

Se ha planteado,sin embargo,un carácterritual rela-cionado con sacrificios fundacionalespara lasinhumacionesinfantiles en poblado(Guerín y Martínez1987-88; Barrial 1989),de las quese conocenalgunosejemplosen el territorio celtibérico (vid. mfra), si bien,como señalaBurillo (199la: 574),los datosdisponiblesno sonsuficientespararatificar laexistenciade estetipode prácticasentre losCeltiberos(8).

Característicode los pueblosceltases el rito de las«cabezascortadas»,cuya prácticaestádocumentadaatravésde las fuentesclásicas,la Arqueología,la icono-grafíadediversotipoy laépicacélticadeIrlanday Gales(vid., con bibliografíasobreel tema,Green1992: 78 s. y116-118;Sopeña1987:99 Ss.; Idem1995: 149 ss.). Se-gún los autoresclásicos(Liv., X, 26, 11; XXIII, 24,6-13;XXXVIII, 24; Diod., V, 29, 4; XIY 115; Str. 4, 4, 5;JustinoXXIV, 5), los Galos cortabanla cabezade susenemigosmuertosencombatey las colgabandel cuellode sus caballoso las ensartabanen lanzas.Llevándolasconsigo,las clavabanenlos vestíbulosde suscasasy, enel casodepersonajesilustres,las conservabany exhibíancon gran orgullo, utilizándolasincluso, como seríaelcasode los CeltasEscordicios(AmmianoMarcelinoXVII,

(8) Diferente esel hallazgo de un cadáverde un niño de 5 a 7años,con la cabezadestrozada,enelCabezode lasMinas deBotorrita(Beltrán e! allí 1987: 95), que hasido vinculadoconel ataquedel quelasabundantesbolasdecatapultadejaríanconstancia.

4, 4), como copasparabeber.En opiniónde Estrabón,talcostumbreera practicadapor la mayoríade los pueblosdel Norte, y así se indica al referirse a los Escitas(Herodoto 4, 64) o a los Germanos(Tac., Ann. 1, 61).Entre los puebloshispanos,la prácticade la amputaciónde las manosy la de clavaren lanzaslas cabezasde losenemigosmuertosera conocidaen fechatan tempranacomoel 409 a.C. (Diod. xm, 5, 77).

Este rito céltico de las cabezascortadasdebeinterpretarsecomo «unacostumbreguerrerarelacionadacon la concepciónapotropaicade la cabezade enemigovencido»(Le Roux 1977: 144).Su conexióncon prácti-cassacrificialesresultadifícil dedeterminar,a pesardeque en ocasionesse haya interpretadoen ese sentido(Blázquez1958b;Diaz 1989),puesno existendatosso-bre si la decapitaciónse realizaríaanteso despuésde lamuertede la víctima; de acuerdocon las fuenteslitera-rias, tanto las clásicas como las irlandesasy galesas,pareceque se practicaríaunavezmuertoel enemigo.

La evidenciaarqueológicaofrecealgunosejemplosalrespecto,entrelos quedestacanloshallazgosde cráneospertenecientesa hombresjóvenes,algunoscon señalesinequívocasde haberrecibidoheridasimportantes,apa-recidos en los santuarioscelto-liguresde Entremont yRoquepertuse(Gérin-Ricard 1927; Benoit 1957; Idem1981), confirmandoasí la noticia segúnla cual los crá-neos eran ofrendadosen santuariosa los diosesde laGuerra(Liv., XXIII, 24, 6-13).

En la PenínsulaIbérica se handocumentadoalgunoshallazgosrelacionadoscon el ritual de las cabezascorta-das,sobretodoen elNorestepeninsular(Sanmartí1994:344 ss.,fig. 12), dondepareceatestiguarsela existenciareal de esterito, en estrechaconexiónconel documenta-do entrelas poblacionesgalasde la Provenza(Chassalng1976).En el Puig de SantAndreu(Ullastret,Gerona)sehallarondoscráneosatravesadosconun clavo(Campillo1977-78;Pujol 1989: 301 ss.,lám. 112); en la lila d’enReixac (Ullastret. Gerona),un cráneocon una perfora-ción producidapor un clavo y otro másconevidenciadehaber sido decapitado(Campillo 1977-78; Pujol 1989:301 ss.,láms. 109 y 111); enPuigCastellar(SantaColomade Gramanet,Barcelona),un cráneocon clavo y otroposible (Bosch Gimpera 1915-20: 595, fig. 368; Balil1956: 877, fig. 1); y en Molí de Espigol (Tornabous,Lérida),un cráneo(Sanmartí1994:344, fig. 12). Lapre-senciade Galosenel Norestepeninsularestáconfirmadapor las fuenteshistóricas (Caes.,heil. ciu. 1, 51), latoponimia (vid, capítulo 11,1.2), las representacion~esiconográficas(Almagro-Gorbeay Lomo 1992:412 ss.),entrelasquedestacael monumentode SantMartí Sarroca(Barcelona) (Guitart 1975) relacionablecon los monu-mentossimilaresdel Sur de Francia,comoel santuariodeEntremont,y por el registroarqueológico,atravésde

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algunassepulturasde Ampurias(Almagro Basch 1953:251 ss.) o de la importantepresenciaen estazonadearmasde tipología lateniense(Sanmartí1994: 336 ss.,figs. 1 ss.).

Ademásde loshallazgosdel Noreste,el territorio pe-ninsularha proporcionadootros ejemplosde esteritual,que se concretanen un cráneoprocedentedel depósitovotivo de Garváo(9) (Beiráo eta/ii 1985:60;AntunesySantinho1986),entre los Celtici del Suroeste,y cuatromás,sin maxilar inferior, descubiertosen el interior deuna casade Numancia(fig. 130,2), formandopartedelrelleno de unabodegay procedentesal parecerdel pisosuperior,comodenotaelqueaparecierana diferentepro-fundidad(Taracena1943: 164, fig. 6).

La representaciónde la cabezahumanaconstituyeuno de los motivos másrepetidosen el artecéltico pe-ninsular (vid, capitulo VI,7,2 y 8), estandoreproducidasobrediversostipos desoportesy materiales(flgs. 81,3-5, 82,5-7y 105 y láms. III y IV,3) y conunacronologíavariada(Almagro-Gorbeay Lomo 1992y 1993),lo queimpide su interpretacióndesdeuna única perspectiva.Consideradasa veces como representacionesdedivinidades, rostros de difuntos, amuletos,o con unafinalidad puramentedecorativa,han sido relacionadascon el rito de las cabezascortadas,y comopruebade laveracidadde los textosclásicos(Taracena1943; Balil1954). En este sentido,merecencitarse especialmentelas fíbulaszoomorfas,entrelas quedestacanlas decaba-llito, algunosdecuyosejemplarespresentanunacabezacortadadebajodel hocicodel animal(flg. 81,3-5y lám.IV,3), ejemplificandola prácticade colgar del caballolas cabezasdelosenemigosmuertos,costumbrereferidapor Livio, Diodoro y Estrabón.

Lasfuentesliterariasserefierentambiéna otrotipo demutilación,quedebióserrelativamentefrecuente:la am-putaciónritual delas manos(Sopeña1987:96 Ss.;GarcíaQuintela 1992:350; Marco 1993a:nota50), documenta-da entre los pueblospeninsularesprerromanos(Diod.,XIII 5, 77 y 56, 5 Ss.; Str. 3, 3, 6), y que fue adoptadaasimismopor los romanos(Caes.B.G. VIII, 44; Diod.,XIII, 57,3; App., Iber LXIX y XCIII). Aunquetal prác-tica no está directamentedocumentadaentre losCeltíberos,éstosconsideran,en relacióncon losaconte-cimientosdel 154-153a.C. quedieronlugar a la GuerraNumantina(flor. 1, 34, 3),quela peticióndelosromanosde queentregasenlas annasera como si les ordenasencortarselas manos(vid. Sopeña1987:98).La representa-ción iconográficade esterito tiene su expresiónen el

(9) Formandoparte de estedepósito selocalizó un bachita depiedrapulimentadaque, al parecer, fue usadaparala decapitación(Antunesy Santinho1986; Mota 1986).

monumentode Binéfar (fig. 129,4) (Marco y Baldellou1976) y en una de las estelasdel Palau de Alcañiz(flg. 129,3) (Marco 1976), adscribiblesuno y otra alámbitoibérico del Valle del Ebro (vid. mfra).

3.2. El sacrificio animal

Muchomás frecuentedebióde sersindudael sacrifi-cio deanimales,del queexistenabundantesnoticiasrefe-ridas a los territorios más occidentalesde la Hispaniacéltica (de Hoz 1986b: 46 ss.; García Quintela 1992:337 ss.) proporcionadaspor las fuentesliterarias(vid. supra), por documentosepigráficos,como las ins-cripcionesdel Cabe9odas Fráguasy Marecos(Tovar1985),o por diversoshallazgosbroncíneos,comoel ca-nito de Vilela, el mangodel puñal del Instituto Valenciade D. Juan,o el broncede CastelodeMoreira(Blázquez1975a: 62 Ss.; Tovar 1985: 247 5.; Silva 1986: 294 5.;Almagro-Gorbeay Lomo1992:424;Marco1993a:496).

La realizaciónde tales prácticasestáperfectamentedocumentadaen el pobladocéltico de Capote(Berrocal-Rangel 1992: 197 Ss.; Idem 1994: 245 ss.,266 5.; Mora-les y Liesau 1994). Sobre el altar o en susaledañosseidentificaronlos restosde unasdosdocenasde animales—seis bóvidos, cinco ovicápridos,cinco suidos, dos otreséquidos,identificadoscomoasnos,dosciervosy dosjabalíes—,al menosseis de los cualesseríanindividuosjóvenes,conmuestrasde habersido tratadoscon fuego.Los restosdocumentadoscorrespondena las partesdemenoraprovechamientocárnico:cráneos,mandíbulasylas partesinferioresdelas extremidades,pertenecientesalos desechosdel despieceinicial. Según las evidencias,sobrela mesase habríaprocedidoal descuartizamientoinicial delos animales,separandolas cabezasy losextre-mos de los miembroslocomotoresparaserdepositadossobreel podio, mientrasque las partesde mayoraportecárnico,como las vértebras,las paletillas o los fémures,habríansidotrasladadasa lacalle central,lo queexplica-ría los restosfaunísticosy las hoguerasallí localizadas,procediéndosea su asado.

En la Celtiberia,su prácticaes conocidaa travésdeunaescenavascularnumantina(fig. 126,1,c) enla queunpersonajetocadocon un gorro cónicoaparecesujetandoconsu manoderechaunajarra,y no «unafigurita huma-nadebarro,simulacrodedivinidacb>comoquisoTaracena(1954: 285; Salinas1984-85:84),y, conla izquierda,laspatasde lo quepareceserun ave,situadaencimade unara. Otro personaje,no conservado,sujeta también alanimal, portandoasimismo un gran cuchillo curvo, oquizásunahoz, quepuedeinterpretarsecomo el instru-mentode inmolación.

Los sacrificios animalesse vincularían a vecescon

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actosperiódicos, existiendola constanciade estaranteprácticasexcepcionales,como el casode los ritualesdefundación.No cabedudaen considerarcomo tal el ha-llazgo deun pequeñoovicáprido,prácticamentecomple-to, depositadoen un hoyo excavadoen la parteNorte,bajo el suelo,deunaviviendacircularpertenecientea losinicios de la ocupacióndel pobladode Fuensaúco,en elsectorNorte de la misma, fechadaen el siglo VII a.C.(Romeroy Jimeno1993:208; Romeroy Misiego 1995b:132) (10).

Una mayorinformaciónsobrelos sacrificiosanimalesesofrecidaporlas necrópolis(fig. 126,2),dadalapresen-cia de restosde faunainterpretadosgeneralmentecomoofrendaso evidenciasdel banquetefunerario.En el casode la Celtiberia los ejemplos no son muy numerosos,debidoen granmedidaa queestetipo de restostan sólohanempezadoa servaloradosrecientemente(CerdeñoyGarcíaHuerta 1990: 89; García-Soto1990: 26; Jimeno1996:60; Jimenoeta/ii 1996:38).El procesodecrema-ción al quees sometidoel cadáverconciernetambiénalas ofrendasanimalesque,en ocasiones,aparecenmez-cladasenel interior dela urnaconlos restosdel difunto.Se documentanen sepulturasy necrópolisde cronologíaantigua—las adscritasa las fasesiniciales de Molina deAragón, Siglienzao Aragoncillo—, o en enterramientosevolucionados—comoesel casodeNumancia,LaYuntao de la fasemásrecientedeAragoncillo—.

En la necrópolisdeMolinadeAragón,enlas proximi-dadesde la tumba2, un enterramientofemeninocarentede ajuar, se hallé una mandíbulacompletade bóvido,pertenecientea un ejemplarjoven. Un buen númerodepiezasdentariasy grancantidadde pequeñosfragmentosde huesosno identificados,también de bóvido, sehalla-ron dentrode una de las estructurasinterpretadascomoustrina. Asimismosedocumentaronrestoscalcinadosdeovicápridos,algunode conejo o liebre y otros pertene-cientesa bóvido, sin asociaciónconningúnconjuntoenconcreto(Cerdeñoeta/ii 1981: 15;Alberdi 1981).

En Sigilenza,selocalizarondosmandíbulascompletasde bóvido, una de elias de un ejemplarmuy viejo, y unacostilla de corderolechal, junto a la tumba 2 —enterra-

(lO) La realizaciónde ritos de fundaciónnonecesariamenteim-plicanel sacrificioanimalo, al menos,no su deposiciónen lavivienda.En estesentido,puedevalorarseel hallazgodelo queseha interpretadocomo sendasofrendasaparecidasen otras tantascasasdel pobladovetiónde El RasodeCandeleda,de lasquesólohaquedadoconstanciaa travésde lasevidenciascerámicas:un vasito bitroncocónicoa tomo.queseguramentedebióestartapadocon un discodecerámicaaparecidojunto a él, y sobre ellos unagran laja degranito, depositadosenunacavidadlabradaenel suelo,sobrela cual sehabíaconstruidoel hogar(casaA-4), y un soportecaladoaparecidodirectamentesobre la roca,cuyosfragmentossehallarondispersosocupandodos habitacionescon-tiguas,sin comunicaciónentresi.por lo quedebiódepositarseallí antesde la construccióndel muro (FernándezGómez 1986, 1: 492 ss.).

mientofemeninoprovisto deun importanteajuar—;enel interior dela urnacinerariade la sepultura3. mezcla-dosconlos restosdel difuntoy con evidenciasde habersidocremados,serecogieronresiduosdefauna,entrelosque se identificaron un molar de cápridoy restosde unconejo;junto a la tumba33 se hallaronnumerososrestosdeovicápridojovencremadoy por los alrededoresalgu-nosdientesde caballo. Fueradecontextose recogieronrestos de ovicápridocremado(Cerdeñoy Pérez deYnestrosa1993: 64; VV.AA. 1993).

En La Yunta, las tumbas52 y 93 proporcionaronmolaresdeovicápridosdepositadosjunto a la bocade laurna;al lado de la tumba 92 —enterramientofemeninoconsideradocomo el másrico del cementerio—se reco-gierondos molaresde ternero; y en la 107, un enterra-mientomasculino,sedocumentóun astadeciervo deposi-tadoencimadel bordede laurna.Ademássehallaron,enelinterior de las urnasde 28sepulturas,numerososastrágalosde ovicápridosquemados,alcanzandoa vecesmásde 50ejemplares(GarcíaHuertay Antona 1992: 148 s.).

Mas, si la mayorpartede los restosdeberíancorres-pondera ofrendasalimentarias,resultasignificativa,porsu repetición,la colocaciónde mandíbulascompletasode piezas dentariassueltaspertenecientesa bóvidos,ovicápridosy équidos,interpretablesquizáscomo depó-sitos simbólicos. En la necrópolisde Numanciase hanlocalizadojunto a unade las tumbasvariasmandíbulasde cordero,consideradascomo los restosdel banquetefunerario(Jimeno1994b:58).Los astrágalosdeovicápridodocumentadosen gtan númeroen La Yunta, podríaninterpretarsecomo objetosdecarácterlúdico o de ador-no, dadoqueen bastantescasospresentabanunaperfora-ción,por lo quesupresenciaenlas sepulturasno implicaquela muertedel animal se hayaproducidoconla oca-sión del deceso(Cerdeñoy GarcíaHuerta1990: 89).

En Aragoncillo —necrópolisaún en fase de estudiopero queestáproporcionandouna interesanteinforma-ción enrelaciónconlos ritualesfunerariosceltibéricos—los restosfaunísticosresultanrelativamentefrecuentes;corresponden,engeneral,a individuosadultos,formandopartedediversostiposdedepósitos,entrelosquedestacaunagranestructurapétrea,conabundantescenizas,en laquesedocumentóuna importanteacumulaciónde resi-duos no cremadosde grandeshervíboros(oveja, toro,caballoy cieno),y en la quefaltanpor completolos desereshumanos(Arenasy Cortése.p.).

En la necrópolis de Numancia (Jimeno 1996: 60;Jimenoeta/ii 1996:38) es frecuentela presenciajunto alos restosdel cadáverdehuesosdefauna,correspondien-tesa zonasapendiculares,costillaresy mandíbulas,queavecesaparecencremados.Junto a estoshallazgoshayquehacermencióna la elevadaproporción(31,8%)de

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Fig. 126.—J,escenasdesacrificiossobrecerámicagriega(a-b)ysobreun vasodeNumancia(e); 2, presenciaderestosfauní’sticosenvariasnecrópolisceltibéricas,<SegúnMeniel1992 (a-b) yWattenberg1963 Cc)).

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conjuntosque únicamenteconteníanrestos de fauna,interpretándosecomoenterramientossimbólicos(Jimeno1996:60; Jimenoela/ii 1996:42; vid, capituloIV,3).

Porsu parte,enUcero se ha señaladola presenciadeanimalesdomésticos,como vaca,oveja, cabra, caballo,etc. (García-Soto1990: 26).

Comopuedecomprobarse,la granmayoríadelas es-peciesque formanpartede las ofrendasfunerariassonanimalesdomésticos,generalmentebóvidosy ovicápridos,sin que tampocofalte el caballo(11), resultandosignifi-cativaen cambio la ausenciadel cerdo,que sí se hallabien documentadoen otros ámbitosfunerarios,como elvacceoo el céltico lateniense(Sanz1990a: 166; Meniel1992: 111 ss.).Entre las especiessalvajesdestacala pre-senciadeciervoy conejo.La ausenciadejabalícontrastacon las numerosasrepresentacionesiconográficasen elámbito céltico peninsular(Esparza1991-92; CerdeñoyCabanes1994).La composicióndelas ofrendasfunerariasanimalesvienepor tantoa coincidir, en lo quea las espe-cies se refiere,con los datosprocedentesde los lugaresdehabitación—conlaexcepciónseñaladadel cerdo—,dondelos ovicápridos, seguidosde los bóvidos, constituyenlasespeciesdominantes,con unamenorrepresentatividaddelcaballo,el cerdo,el ciervo,elconejoy la liebre,el gallo,elgato y elperro,siendofrecuentelapresenciade abundantesrestosde aves(viet capítuloVIII,1 .2).

Unainteresanteinformaciónsobreelparticularhasidoofrecidapor la necrópolisvacceade Padilla de Duero(Sanz1990a: 166), enla quelas ofrendasanimalesestánpresentesen 20 de las 65 sepulturasidentificadas,sinevidenciasen la mayoríade los casosde haberestadosometidasa la acción del fuego, y con una diferenterepresentatividaden lo quea especiesy númerode indi-viduosse refiere.En estanecrópolis,las especiesdeme-nores dimensionesestán representadasen general poresqueletosenteroso casicompletos(gallo/gallina,conejoy liebre), fácilmente transportables,mientrasque los demayoresdimensioneslo estánpor partesde su anatomía(caderaso cuartostraserosdecerdo,patatraseradecabrao vértebrascervicalesdeovicápridosy bóvidos),no apa-reciendoenningúncasoel cráneodel animalo fragmen-tos del mismo.Comoen el casoceltibérico,las sepultu-ras de Padillarecibiríanseguramenteunapequeñapartede los animalesimplicadosen la ceremonia,pudiendodarseel casodela sustitucióndel sacrificio por el aportede ciertaspartesdel animal que,en el casodel cerdo,losovicápridosy seguramentelos bóvidos,secorrespondencon las de mayoraportecárnico.

(11) A este respecto,baste recordarla referenciade Cenalbo(1916:48) en relaciónal hallazgode «bastantesrestoscaballares»enlas sepulturasde Aguilar de Anguita, señalando«que resultanmuynumerososlos dientesde caballo que suelenencontrarsejunto a lasurnascinerariasenmis necrópolis»(Aguilera 1916: 97).

Podríatambiéndestacarseel hallazgo,formandopartede conjuntosfunerarios,de unaseriede objetosrelacio-nadoscon el usodel fuego, queenel casoceltibéricoseconcretanenvariosasadores,dosparrillasy unastrébedes,interpretadoscomo elementosde banquete,en relaciónconla preparaciónde las ofrendasanimales,cuyo valorritual y simbólicopareceindudable(vid, capítuloVL4).Su presenciase haidentificadoenel altardeCapoteo ensusinmediaciones,dondesehallóun asador,unabadilayunaparrilla, así como doscuchillos curvos y unapuntade lanzautilizadacomotal, instrumentosquecaberelacio-narconlas evidenciasdedescuartizamientodocumentadasen los restosfaunísticos(Berrocal-Rangel1994:235 ss.).

Un casoapartees el de uninstrumentocuyapresenciaenlas sepulturasresultadedifícil justificación(vid, capí-tulo VI,5:3): la hoz.Dada su reiteradaapariciónen ajua-res militares y su representacióniconográficamonetal,en la que un jinete apareceportandouna hoz o fa/x,podríaplantearseen cuantoa los hallazgosprocedentesde necrópolisla posibilidad de estarantealgún tipo dearma,quizásde tipo ritual, sobre todo considerandosudiferentemorfologíarespectoa losejemplaresproceden-tes de pobladosy el hallazgode piezassimilaresen elsantuariode los Belgas Bellovacos de Gournay-sur-Aronde,dondepudieronhabersidoutilizadas,juntoconotros instrumentos,en actividadesde culto (Brunauxela/ii 1985: fig. 76;Brunaux1988:63),quizássacrificiales.

3,3. La destrucciónritual delarmamento

Un aspectointeresanteesel de la inutilizacióndelibe-radadel annamento,segúnla cual determinadasannasdepositadasen las necrópolis,especialmenteespadas,puñales,puntasdelanzay so/(ferrea,aparecenenocasio-nesdobladasintencionadamente(flg. 127). Estaprácticaincluiría la destrucciónen la pira o fuerade ella de loselementosperecederosde lanzasy escudos,sin que pue-da valorarse, por falta de datos,la intencionalidaddedeterminadasfracturas.Tal prácticapareceprocederdelaCultura de los Camposde Urnas (Kimmig 1940: 155,lám. 8B; Reitinger1968: 50), y sueleasociarsea élitesaristocráticasmilitares (Alniagro-Gorbea1991a:44, nota15), estandoperfectamentedocumentadaenel áreaibéri-ca peninsular(Quesada1989a,1: 227 ss.),en la Hispaniacéltica, siendo buen ejemplo de ello las necrópolisceltibéricas(vid. mfra) y vettonas(12), así como entrelos Celtasde la Cultura de La Téne(Brunauxy Lambot

(12) Esteesel casodeLa Osera(zonaVI). dondesedocumenta-ron algunas armas dobladas—espadas,puntasde lanza y unsol(ferreum— (Cabr¿a chi 1950: fig. 9, láms.XXXVII, XLV, XLVI,LXII y LXVIII), y de El RasodeCandeleda,si bienenestaúltima, entodos loscasossetrata de sol~ferrea(FernándezGómez 1986, II: flgs.326. 350. 415, 425.429, 434y 442).

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FASE 1

2FASE líA

FASE lIB III

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Fig 127—Inutihizaciónintencionadadearmas(espadas,puñales,puntasdelanza,soliferruray pilura)yotms objetos,comotijeras

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1987: 14; Brunaux 1988: 125 ss.; Green1992: 176 Ss.;Rapin1993).

Su carácterselectivodificulta la interpretaciónquededicha prácticapuedahacerse,al no afectar a todas lasarmaspor igual,y, así,piezaspertenecientesa unmismotipo puedeno no haber sido objeto de inutilización, in-clusodentrode un mismocementerio.Tal sucedeconlospuñalesdefrontóny biglobularesque,comopruebanloscasosde Osmay Quintanasde Gormaz,no suelenverseafectadospor procesosdestructivos,aunquelas necrópo-lis deUcero y Numanciahayanproporcionadoejempla-res claramenteinutilizados. Por ello, resulta difícil devalorar, al menos en ocasiones,si la destruccióndeli-beradade las armasse debea condicionantesrituales—segúnlos cuales la «muerteritual» del armaseríalaforma de enviarestosobjetosal MásAllá— o a aspectospuramentefuncionales,comopuedaserel espaciodispo-nible parael enterramiento.

La inutilización o destruccióndel armamentoaparecereflejada en las necrópolis celtibéricas (vid. Aguilera1916: 27) desdesus fasesmás antiguas,afectandoengenerala las piezasde mayoresdimensiones,por másquetalesprácticasnuncaserealicende formasistemática(flgs. 61 ss. y 127).Así, las tumbas9 y 14 (fig. 127,2)dela necrópolisde Sigtienza(Cerdefloy PérezdeYnestrosa1993), adscribiblesa la fase inicial de la CulturaCeltibérica,en la queaúnno estánpresenteslas espadas,proporcionaronlargaspuntas de lanza dobladaspor lamitad, lo que también se ha documentadoen algunastumbasde la fase inicial de Carratiermes(fig. 127,1)(v.gr tumbas302, 319 y 327). Sin embargo,en la sepul-turaSigilenza-1, solamenteunade las dospuntasde lan-za de grandesdimensionesdocumentadaspresentabain-diciosde habersido flexionada.En la sepultura14, lasarmasparece quedebieronhaberestadoclavadasen elsuelo,lo quesinningún generode dudapudodocumen-tarseen la tumba 15, en la que las doslargaspuntasdelanzay losdosregatonesque formabanesteconjuntonopresentabanevidenciasdehabersido inutilizadas.

A un momentoposteriorcorrespondenlas sepulturasprovistasde espadadeAguilar de Anguita,Alpanseque,Sigilenza,Carabiaso Carratiermes(vid, capítulosV yVII). En ellas,elsolíferreum(fig. 127,5)aparecesiempreplegadoe inclusoenrollado,mientrasquela espadao laspuntasde lanzasólo ocasionalmentepresentanmuestrasdehabersidoinutilizadas(fig. 127,6-8).A mododeejem-pío, de las 20 tumbasdeAguilar de Anguita con espadade las quehaquedadoconstancia,sólo en tresestearmaestádoblada,y algosemejantepuededecirseen el casodeAlpanseque,puesúnicamenteen la tumba10 sedocu-mentó un puñal doblado (fig. 127,8), mientrasque laespadaconla quealparecerseasociabaenesteconjuntono mostrabaseñalalgunade inutilización.

El cementeriodeAtienza proporcionauna imagensi-milar: sólo uno de los 15 conjuntosidentificadosofreceunapiezaconseñalesdeinutiización,unapuntadelanzaconsu extremoligeramentecurvado(tumba 4). Resultasignificativoqueningunade las seis tumbascon espadamuestresignoalgunode dichapráctica,aunquealgunasarmas, generalmentepuntas de lanza, puedanmostrarroturasen suextremodistal. Más difícil de valorar es elcasode La Mercadera,pues si era usual encontrarelmaterialdoblado,muchasvecessehareproducidodevol-viéndolo a su posiciónoriginaria (Taracena1932: 8),quedando,únicamente,constanciagráficadetal destruc-ción enla tumba68 (fig. 127,9-10),enlaqueaparecieronunaespadade antenas,unastijerasy unahozdobladas,yenla87, dondelas piezasafectadassonun cuchillo y unapuntade lanza,

Conla incorporaciónalajuarfunerariode las espadasde LaTéne,lo queseproduceal menosdesdefinalesdelsiglo IV a.C.,tal prácticase generaliza,siendoéstaslaspiezasquecon mayor intensidadvan a verse afectadas(flg. 127,14,16,17y 22). Los ejemplosson numerosos,pudiendoseñalarseunamayorcomplejidaddel proceso,conla multiplicacióndel númerodedoblecesendetermi-nadoscasos.Unamuestradeestaevoluciónla proporcio-nala necrópolisde Numancia,dondeseobservala des-trucciónsistemáticadetodaslas annas,quesonobjetodevariasflexiones(fig. 127,18-21),afectandoa piezasque,como los puñalesde frontón, no eran objeto de talesactuacionesen otras necrópolis próximas,así como amuchos de los objetosmetálicosde adorno(Jimeno yMorales1993: 153,flg. 5.; Idem1994:256,flg. 7; Jimeno1994b: 56; Idem 1996: 62; Jimenoa alii 1996: 36).

4. LOS DEPÓSITOS Y LOS HALLAZGOS DE AR-MAS EN LAS AGUAS

El descubrimientodurantela Edaddel Hierro en laHispaniacéltica de depósitosformadospor diversosob-jetas,entrelosquedestacael armamento,o dehallazgosde armasaisladas,noconstituyeun hechomuy frecuente,estandoporlo comúnmal documentados,loquesindudaha dificultado su interpretación(Lorrio 1993a: 297 ss.,figs. 1,3 y 8,A). Comoun tesorillo puedeconsiderarseelya citadodepósitosorianodeQuintanaRedonda,fecha-do enépocasertoriana(vid, capítulosV y VI,l) y consti-tuido por un casco(fig. 78,D) que cubría dos tazasargénteas,encuyointerior se localizaronun buennúme-ro de denariosibéricosy, al parecer,romanos(Taracena1941: 137; Raddatz1969: 242 s., lám. 98; Villaronga1993: 52, n0 109, quién únicamenteseñalala presenciade denariosde Bolskan).

Un interésespecial tiene el hallazgoen Graccurris(Alfaro, La Rioja) de lo quese hainterpretadocomo un

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depósitoritual de épocasertorianaformadopor un con-junto de armas, de tipología latenienseen su mayoría,depositadassin ningún orden aparenteen el interior deuna fosadetendenciacircular de30 cm. de profundidady algo másdeun metrodediámetro,cubiertaconcantosrodados(MarcosPous1996: 148s.y figs. 11-13; Iriartea alii 1996).El conjuntoincluía,al menos,treceespadasde tipo La Téne,restosde vainas, la hoja de un puñal,posiblementedel tipo biglobular,puntasy regatonesdelanza,cincoumbosdeescudolateniensesdealetasy unocircular y tres fragmentosde uno o dos cascosde tipoMontefortino, Los umbos aparecieronencajadosunosdentrodeotros,lasespadasy el puñal,deformados,y loscascos,fracturados.

Mayores dificultadesde interpretaciónsuscitan loshallazgosaisladosde armas,cuyaintencionalidadal serdepositadasresultadifícil de determinar.Entreellosme-recenespecialatención,debido a susevidentesconnota-cionesrituales,aquelloscasosen los que las armasfue-ron depositadasenlas aguas(Lomo 1993a:300, flgs. 1,4y 8,B). Se trata por lo común de piezasen perfectascondicionesde uso,sin muestrasde habersidoinutiliza-das,cuya dispersiónse circunscribe,por lo que a loshallazgosde la Edaddel Hierro se refiere,al Noroestepeninsular(Lomo l993a: 300). La tradiciónde arrojararmasa las aguasse remontaal final de la Edad delBronce (López Cuevillas 1955; Ruiz-Gálvez 1982;Meijide 1988: 78 Ss.; Idem 1994: 215 ss.), momentoalqueseadscribenlas espadasdeCarboneraso las apareci-dasentreSigtienzay Calatayud,cuyaexcelenteconser-vación únicamentepuedeexplicarsepor procederdede-pósitos fluviales (Aluiagro-Gorbeae.p.a).PorSuetonio(Galba 8, 3) se sabequetal prácticaaúnseguíaen vigoren territoriocántabrodurantela segundamitaddel siglo1 d.C. Más que tratarsede piezasperdidasaccidental-mente,hay quepensaren su colocacióndeliberada,se-guramentepor razonesvotivas,quequizáshayaquepo-neren relacióncon prácticasfunerarias(Bradley1990:180; Torbrtigge 1970-71: 103).

5, EL SACERDOCIO

Lasevidenciassobrela existenciade un sacerdocioenla Hispaniacéltica son ciertamenteparcas, lo que hallevado a que una partede los investigadoresque hanabordadoestetema hayannegadosu existencia(Costa1917; Urruela 1981:255 Ss.;Blázquez1983:227 sj. Sinembargo,existen argumentossuficientesque avalan laexistenciade un sacerdocioorganizado,probablementeconlas característicasdel druídico,peroquizáscon unamenor organizaciónqueéste(Marco 1987: 69 Ss.; Ideml993a: 498 ss.; GarcíaQuintela1991).

cialesesmencionadapor Estrabón(3, 3, 6), segúnel cualel hiemskóposseríael responsablederealizarel sacrificoadivinatoriolusitano,SegúncuentaSilio Itálico (III, 344-345), en la Gallaeciaexistía una juventud expertaenprácticasadivinatorias,

Sehaqueridoveren la figuradeOlindico (OlónicoenLiv., per 46), protagonistade una revuelta contra losromanos,a uno de estospersonajes:

«Hubiesesurgido una guerra, y contra todoslos celtíberos,si no hubieseperecidoel jefe deesta rebelión al principiar la lucha; era ésteOlindico,varónquehubierallegadomuy alto porsuastuciay audacia;blandiendounalanzadepla-ta que decía enviada del cielo, y adoptandolaposturade un profeta,habíaseatraídotodos losespíritus;perosu mismatemeridadle hizo pene-trar de nocheen el campamentodel cónsul, yjunto a sutiendafue abatidopor la jabalinade uncentinela»(Floro, 1, 33, 13).

Su actividad profética, la posesión de una lanzaargéntea,al igual queocurrecon Lug, la presenciadelradicalal-, o!- en el nombrede Olindico, queapareceasu vez en el epíteto fundamentaldel dios druidaDagda—Ollaihir, «Padrepoderoso»—,así como el queFlorolo denominesummusuir —quepodríainterpretarsecomola traducción latina del celtibérico uiros ueramosdePeñalbadeVillastar— hanpermitidoa Marco (1987: 69Ss.; Idem1989: 126;Idem l993a:499),al quehan segui-do otros investigadores(Sopeña1987:63 s.; Idem 1995:43 Ss.;GarcíaQuintela1991: 33 5.; vid., asimismo,Sali-nas 1985: 317), defenderel caráctersacerdotalde estepersonaje.Sin embargo,GarcfaMoreno(1993: 352 ss.),consimilares argumentos,ve en Olindico unjefe de unaMánnerbunderceltibérica,

Iconográficamente,la cerámica numantinaofrece larepresentacióndelo quepareceser,sin ningunaduda,unsacerdote(fig. 126,1,c). El personaje,queestáoficiandoun sacrificio animal (vid. supra),debió formarconjuntoconotro,apenasconservado,provistodeun cuchillo cur-vo.Aparecetocadopor un gorrocónico,al igual queotrafigurarepresentadaen otro vasonumantino(Wattenberg1963:lám. X,9-1244).Similar interpretaciónhanmereci-do lospersonajescoronadospor un árbol(fig. 128,1),delos que únicamenteuno se ha conservadocompleto,emnarcadospor lo quese hainterpretadocomoun tem-plo, queaparecenreproducidosen un vasodeArcobriga(Marco 1987:70; Idem 1993a:500; Idem 1993b).

Marco (1987: 71; Idem 1988: 176; Idem 1993a:500)ha planteadola hipótesisde quedeterminadosvocablospresentesen algunosdocumentosceltibéricos,entre losquedestacael broncedeBotorrita 1, o en la«inscripcióngrande»de Peñalbade Villastar (vid, capítulo XI,3.5),La existenciade especialistasen las prácticassacrifi-

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estaríanreferidos«afuncionesjurídicaso institucionalesllevadasa cabopor personaspertenecientesal ámbitosacerdotal».Se ha planteado,asimismo,un caráctersa-cerdotalparael dedicantedeun araprocedentedeQuciriz(FomosdeAlgodres,BeiraAlta), llamadoOuatius,inter-pretadoa travésdel latín uates,‘adivino, profeta,poeta’,identificándolocon el término Ouatesutilizadopor Es-trabón (4, 4, 4) para referirse a los «sacrificadoreseintérpretesde la naturaleza»galos (GarcíaFernández-

Albalat 1990: 45 s.; GarcíaQuintela 1991: 34s.;Marco1993a:nota 56).

Segúnsesabepor Suetonio(Galba IX, 2), la adivi-nación seríapracticadaigualmentepor las mujeres,como la fatídica puella que hablaprofetizado, dos-cientos años antes de que ocurriera, el imperio deGalba,profecíacuyo texto era conservadoen el tem-Pío de Júpiteren Clunia.

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6. LOS RITUALES FUNERARIOS

Aunqueel rito de la incineraciónfue el másextendi-do entrelos Celtíberos(vid. capitulo IV,3), las fuentesliterarias, las representacionespintadasnumantinasy laausenciadeevidenciasfunerariasen determinadasáreasde la Celtiberia sugierenqueno fue el único utilizado(fig. 128,2)(Ruiz Zapateroy Lomo 1995:235 s.).Algu-nos gruposceltibéricos,como es el casode la Culturacastreñasoriana,no handejadoevidenciaarqueológicasegurade susenterramientos,pueshande servaloradascon precauciónlo quese ha interpretadocomo dos su-puestastumbas,aparecidasenel interior, aunqueen unasituaciónmarginal,del castrodeEl Castillo deEl Royo(Eiroa1984-85: 201, fig. 1). SegúnEiroa se trataríadedos encachados,de forma próxima al circulo, en cuyocentrodebiódedepositarsela urnaconlascenizas,de laque tan sólo se conservanalgunos fragmentos.Sinembargo,habráqueesperara la publicaciónmásdeta-lIada de las estructurasy el material asociadoparavalorar en su justa medidael hallazgo,que,en cual-quier caso,resultaexcepcional,puestoque los inten-tos realizadosen los últimos añospor identificar lasnecrópolisde estegrupo, a partir del examende unaserie de estructurastumuliformes localizadasen lasproximidadesde algunosde estos castros—El Altodel Arenal de San Leonardo o el Castro delZarranzano—,han proporcionadoresultadosdesalen-tadores(Romeroy Ruiz Zapatero1992: 112; Romeroy Jimeno 1993:205).

En estoscasos,podríaasumirseel empleode ritua-les talescomo la descarnacióno la exposiciónde loscadáveres(Aldhouse-Green1993: 464;Sopeña1995:198),cuyaprácticaentre los Celtíberoses conocidaatravésde las fuentesclásicasy la iconografíavascular,Silio Itálico (3, 340-343),refiriéndosea los Celtíberos,señala:

«Paraéstoses un honor caer en el combateysacrilegioincineraruncuerpomuertodeestemodo.Puescreenquesonretomadosal cielo,juntoa losdiosesde lo alto, si el buitre hambrientodevorasus miembros yacentes»(traducciónJ.M. Diaz-Regañón1984: 61 s.).

Por su parte, Claudio Eliano (X, 22) se refiere entérminossemejantesa losVacceos:

«Los Vacceosultrajanlos cuerposde los cadá-veresde los muertospor enfermedadya quecon-sideranque hanmuertocobardey afeminadamente,y losentreganal fuego;peroa losquehanperdidola vida enla guerralosconsiderannobles,valien-tes y dotados de valor y, en consecuencia,losentregana losbuitresporquecreenqueéstosson

animalessagrados»(traducciónR. Olmos 1986:218, nota 15) (13).

Tal costumbretiene suconfirmacióniconográficaendosrepresentacionesvascularesnumantinasquereprodu-cenla escenanarradapor Silio Itálico. En unade ellas(flg. 129,1,a),un buitreselanzasobreun guerreroyacen-te, mientrasque,en la otra(fig. 129,1,by lám. VI,3), elbuitrefigura posadosobreel cadáverdel guerrero.EstaiconografíaaparecereproducidatambiénenunaesteladeLarade los Infantes,en la queun grifo sedirige haciaunguerreroarmado(Marco 1978: 144, n0 134), y en laestelagigantede Zurita (Marco 1978: 108, n073), dondeun guerrerocaído está siendo devoradopor un ave(fig. 129,2).En el ámbitoibéricodelValle del Ebro(Burillo1991a: 576 ss.) se recogeestaiconografíaen una de lasestelasdel PalaodeAlcafliz (Marco 1976:85),en la queentomo a un guerreroyacenteaparecentres avesrapaces,uncánido,un guerreroa caballoy una mano(fig. 129,3), asícomoenel monumentodeBinéfar(Beltrán1970;Marco yBaldellou1976),dondelos cuerposmutiladossevinculanaun grifo, incluyendo asimismoel escudo, la lanza y lasmanoscortadas(hg. 129,4), piezasfechadasgeneralmenteenel IbéricoTardío (ca. siglo II-primera mitaddell a.C.).

La infructuosabúsquedadela necrópolisdeNumanciallevó a relacionarsu ausenciacon la existenciadeun ritode exposiciónde cadáveres,interpretándoseinclusounaserie de círculos de grandespiedras, localizadosen lavertientemeridionaldel cerrodondeseasientalaciudad,como el lugar donde se llevaría a cabo dicho ritual(Taracena1954: 257). El recientedescubrimientode lanecrópolisceltibérica—de incineración—de Numancia(Jimenoy Morales 1993 y 1994;Jimeno 1994a: 126 Ss.;1994b: 50 ss.),unadelas variasquetuvoa lo largode suexistencia,fechadaentrelos siglos III y II a.C.,estoes,conanterioridada ladestrucciónde laciudadel 133 a.C.,permiteal menosplantearlaposibledualidadritual men-cionadapor Silio Itálico y ClaudioEliano. Ahorabien, lapresenciadearmamentoen la necrópolisde Numanciaysu posiblevinculación con entenan’ñentosmasculinos,confirmadaen otros cementeriosmeseteilos,no iría encontralo queenprincipio las fuentesclásicasy la icono-grafíaparecenconfirmar,pues segúnéstasel ritual de laexposiciónestaríareservadoa los combatientesmuertosenel campode batalla.

El pasajede Silio Itálico ha sido interpretadocomounapruebade la creenciade los Celtíberos,al igual quelosdemáspuebloscélticos,enel MásAllá y enla inmor-talidadde las almas(Sopeña1987:77ss.,117 ss.,126s.

(¶3) Paratos CeltO,eros,la muertepor enfermedaderaunatriste-za, considerandocomo indignala muerteen la cama, mientrasque laguerra era consideradacomo una diversión (Cic., Tusc. Dís. II, 65;Val. Max. 11,6, II).

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Mg. ¡29.—], escenadeun vasonumantinoconguerrerosmuertosdevoradosporbuitres;2, esteladeZurita; .3, estelade«ElPalau»deAlcañiz; 4, monumentodeBinefar; 5, friso decabezashumanasaplicadasyavesrapacespintadasde unaurna dela necrópolisde Uxama. (SegúnWattenberg1963 <1), Peralta 1990 (2), Marco 1976 (3-4)y Cabré¡915-20(5)).

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Fig. ¡30.—Numancia:1, localizaciónde restoshumanosenla ciudad;2, planodelas excavacionesllevadasa caboenel ángulodela manzanaXXIII (a) y secciónvertical de la habitaciónn

0 4 (b). (SegúnJimenoyMorales ¡993 <1) yTaracena¡943 (2)).

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y 141 ss.), razónpor la cual los guerrerosceltasno sen-tían miedo antela muerte,llegando inclusoa provocaría(Le Roux 1984: 149).De estaforma, loscaldosen com-bateerantransportadosal MásAllá por un buitre,animalsagradoy psicopompo,que en ciertas representacionesiconográficasaparecesustituido(vid. supra),consimilarfunción, por el grifo (Sopeña1987: 118 s.).

Sin embargo,elMásAllá no estaríareservadoexclusi-vamentea los muertosen combate,objeto de la prácticaritual de la exposicióndel cadáver.La existenciade unbanquetefunerarioo la inutilización ritual decienosele-mentosdel ajuar, prácticasambasdocumentadasen lasnecrópolis,parecenapuntaren estesentido.Comoprue-bade lo dicho,seha sugeridola iconografíareproducidaen una urna cineraria de la necrópolisde Uxama

(flg. 105,2 y 129,5), paralelizablecon una piezatam-bién funerariadeCarratiermes(hg. 105,4)y conotra dela ciudadde Uxama (fig. 105,3),en la quevariascabe-zas humanasaplicadasaparecenlocalizadasen el inte-rior de unaestructuracuadrangularflanqueadapor aves,quecabeconsiderarcomo unavarianteiconográficadeesteritual (Sopeña1987: 111 y 143 ss.,lám VII,B; Mar-co 1993a: 502).

Cabereferirse,finalmente,a las inhumacionesinfanti-les documentadasen el interior de los poblados,ritualcaracterísticodel ámbitoibérico,al queexcede(GuerínyMartínez 1987-88; VV.AA. 1989b; Burillo 1991a:570 ss.), y del quese conocenalgunosejemplosen elmundoceltibéricoy vacceo.En el pobladode Fuensaúco(Romeroy Jimeno1993:208 5.; Romeroy Misiego 1995b:136 s.), se halló un enterramientode un niño, apoyadosobresu costadoizquierdo,en posiciónfetal, depositadobajoelsuelodeunacasacircularadscribiblea lasegundaocupacióndel poblado,fechadaca. siglos VI-V a.C. Es-tabasituadobajounapiedraplana,protegidopor un frag-mentocerámico,y como ajuar, lo que no constituyeun

hechofrecuente,presentabaalgunosrestosde bordesdevasoscerámicos,un colgantede conchay otro de hueso,dosbrazaletesde broncede secciónrectangular,enrolla-dos,y unaarandelita,también de bronce.En La Coroni-lía se localizó, en unahendidurabajoel suelodel porchedeunavivienda adscritaa la ocupaciónceltibérico-roma-nadel castro(fechadaentrefines del II y el siglo I a.C.),unainhumaciónde un feto a término o un reciénnacidoen posición fetal, con la cabezaorientadahaciael No-roeste,sin restoalgunodeajuar(Cerdeñoy GarcíaHuer-ta 1992:27 y 77;BermúdezdeCastro1992).A unafechaavanzadacorrespondentambién el cráneoinfantil halla-do enel Alto Chacón(Atrián eta/ii 1980:221),pertene-cienteseguramentea uno de estosenterramientos,o elenterramientode un lactanteprocedentedel Cabezodelas Minas de Botorrita (Beltrán et a/ii 1987: 96). SupresenciatambiénestáregistradaenNumancia(MélidayTaracena1921: 4-5), así como en los asentamientosvacceosde Roa (Burgos) (Sacristán1986a: 62 s.) yLa Mota de Medina del Campo(Valladolid) (GarcíaAlonso y Urteaga1985: flg. 41, lám. 11-2).

La ciudadde Numanciaha proporcionado,asimismo,algunosrestoshumanos(hg. 130,1)(VV.AA. 1912:24 5.;

Sopeña1987: 72; Jimenoy Morales 1993: 151, hg. 3;Idem 1994: 252 s., flg. 4), no necesariamentede épocaceltibérica,entrelosquecabedestacarun grupo de cua-tro cráneoshallados en el interior de una vivienda(flg. 130,2),quehansidorelacionadosconel rito célticodelas cabezas-trofeo(Taracena1943;Almagro-GorbeayLomo 1992:435 y 438),aunquequizáspudieranvincu-larseconlaconservacióndelcráneodel ancestro(Bn¡naux1986: 325). Además habría que recordar aquí lasinhumacionesdocumentadasen unade las torres de lamurallade la ciudadromanade Bulbilis, quecomose hacomentadofueron interpretadascomo sacrificiosfundacionales(vid. supra).