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La responsabilidad (personal) política: ¿un valor abandonado? Laura Muñoz Pérez Bioética y biopolítica Máster en ética y democracia Curso 2013-2014

Responsabilidad (personal) política: ¿un valor abandonado?

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Estudio sobre la responsabilidad personal de los servidores públicos en España, centrada en la ética. Visto desde los poderes públicos y desde la ciudadanía. ÍNDICE:1. INTRODUCCIÓN2. RESPONSABILIDAD Y POLÍTICA: ¿DOS MUNDOS SEPARADOS?2. 1. Principio de responsabilidad2.2. ¿Se ha olvidado la responsabilidad (personal) por parte de / hacia lapolítica?2.3. La responsabilidad (personal) política: política como poder2.4. La responsabilidad en las Constituciones3. EL ¿ABANDONO? DE LA RESPONSABILIDAD POR PARTE DE LACIUDADANÍA:3.1. Responsabilidad política como demanda:3.2. ¿Somos una sociedad responsable? Responsabilidad personal y colectiva3.3. Sociedad civil como cooperación y demanda de responsabilidad4. APLICACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL A LA POLÍTICA5. CONCLUSIÓN

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La responsabilidad (personal) política:

¿un valor abandonado?

Laura Muñoz Pérez

Bioética y biopolítica

Máster en ética y democracia

Curso 2013-2014

ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN

2. RESPONSABILIDAD Y POLÍTICA: ¿DOS MUNDOS SEPARADOS?

2. 1. Principio de responsabilidad

2.2. ¿Se ha olvidado la responsabilidad (personal) por parte de / hacia la

política?

2.3. La responsabilidad (personal) política: política como poder

2.4. La responsabilidad en las Constituciones

3. EL ¿ABANDONO? DE LA RESPONSABILIDAD POR PARTE DE LA

CIUDADANÍA:

3.1. Responsabilidad política como demanda:

3.2. ¿Somos una sociedad responsable? Responsabilidad personal y colectiva

3.3. Sociedad civil como cooperación y demanda de responsabilidad

4. APLICACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL A LA POLÍTICA

5. CONCLUSIÓN

1. INTRODUCCIÓN:

La responsabilidad (personal) política es un principio cada vez más demandado. Pero, la granpregunta es: ¿por qué no ha sido defendida o demandada más a menudo? ¿Es un principio que sólosurge en momentos de crisis? ¿Por qué no se ha desarrollado como otros valores, como son lalibertad, la Justicia, etc? O, mejor dicho, ¿es un principio ya incorporado, pero olvidado?

La responsabilidad es un principio anclado al hombre: desde el momento que actuamos, tenemosuna responsabilidad hacia las personas y el entorno que puedan verse afectadas por esta acción.Muchos autores lo incorporaron en la lista de virtudes de los líderes, príncipes, representantes oreyes1. Aunque, poco a poco, ha ido desapareciendo como un principio principal dentro de losvalores constitucionales. La responsabilidad personal de los/as políticos/as y dirigentes se harelacionado con la responsabilidad política del cargo del que dispone, no de su persona. Setransmutan los papeles y los valores y se considera que la responsabilidad política (legal) es(prácticamente) la misma que la responsabilidad personal, ética. El hecho de dimitir es la uniónentre ambas realidades: muchas veces estas dimisiones se han dado por una mala gestión. Aún así,hay casos en los que se dimite por una cuestión ética, minoritario. Además, en ciertos países comoel nuestro, hablar de la responsabilidad es el inicio de una discusión sobre la no aplicación de esteprincipio, especialmente en los cargos públicos.

Cierto es que, en el ámbito español, se ha intentado mejorar esta opinión vía políticas públicas,aunque no con el resultado que se esperaba. Por ejemplo, la Ley de Transparencia. El hecho dehacer públicos los datos fiscales y económicos de los cargos públicos, de los Ayuntamientos y de lasinstituciones públicas es un ejercicio de responsabilidad: mostrar los datos “en crudo” es cercano aresponder por tu gestión económica, y, por ende, es próximo a estar delante de un Tribunal,respondiendo de ella. Salvando las distancias, el hecho es muy diferente: los datos no seránconsultados por todos/as los/as ciudadanos/as, ni mucho menos entendidos. Además, estos datospueden estar falseados o no mostrar la partida de obligaciones futuras, entre otras cosas.

Los casos de corrupción se han multiplicado durante los años de bonanza, y es ahora, enmomentos de crisis, en los que más se demanda una concepción mucho más amplia de laresponsabilidad política. No solo por la corrupción, también por la constatación de que muchos/asrepresentantes públicos están más centrados en ganar poder personal que en realizar su función. Lopreocupante es que hasta que no hemos llegado a la situación actual, las demandas deresponsabilidad no eran mayoritarias, y se centraban muchas veces en la dimisión de un/a político/ao un cargo de la Administración, y no en una explicación de su actuación (accountability) desde elmomento de llegar al cargo, y mucho menos una demanda completa de servicio público(responsiveness). Aquí es donde entra la confianza: en crecimiento económico confiábamos en lasinstituciones, los pueblos crecían, había empleo, creíamos que los/as alcaldes/esas creaban riqueza.Y se creó, pero a cambio de dinero público, de destrucción del paisaje, de la deuda del municipio.La confianza en la Política, que ya era reducida, disminuyó hasta mínimos históricos2. En estemomento se demandó más transparencia, se buscaban culpables, y en muchos casos, estos/asculpables no cumplieron con las demandas de cárcel o de pago de las deudas de las poblacionesque representaban.

1 Con diferentes nombres, pero presentes en la lista de bondades: Platón, Aristóteles (¿responsabilidad comoaplicación de la prudencia?), Santo Tomás (recuperación de los valores aistotélicos, añadiendo la responsabilidadcomo querer el bien para tus vecinos), Max Weber (es preferible que el goberanante sea responsable y se comporteéticamente frente a sus gobernados), etc.

2 Sólo hay que observar las cifras de las encuestas del CIS: en el último barómetro de octubre, la situación política era“mala” por la mitad de la población, y además, va a seguir “igual” por el mismo porcentaje.

Pero, ¿a qué se debe que ninguna Ley haya desarrollado ampliamente la responsabilidad? ¿Noserá que no se ha demandado desde la sociedad o desde la sociedad civil, como se han demandadoservicios y prestaciones? En gran parte, los cargos públicos son los/as causantes de los delitos y delcrecimiento de la desconfianza entre la ciudadanía, pero ¿no habremos ayudado nosotros/as,ciudadanos/as al no demandarlo desde todos los ámbitos? ¿Tenemos la posibilidad de cambiar algoen el sistema político o somos únicamente unos espectadores?

En este trabajo hablaré de este tema desde los dos puntos de vista. Primero, hablaré de laresponsabilidad como concepto y de su relación con la política como ámbito de actuación; con larelación entre responsabilidad y poder (político), y un pequeño análisis de las Constituciones quedispongan de este principio en su articulado. Posteriormente, me centraré en la responsabilidadcomo demanda ciudadana: ¿somos responsables? ¿Podemos demandar responsabilidad pública?Con esta separación no pretendo afirmar que Estado y sociedad (civil) son dos realidades separadas,sin relación. Justamente pretendo mirar la relación que hay entre ambos, para intentar saber si hayposibilidad de un mayor papel de la responsabilidad o no. Finalmente, incorporaré la metodologíade la Responsabilidad Social de las Organizaciones al análisis de la Política como organización eincorporaré la confianza como base del sistema político y económico.

2. RESPONSABILIDAD Y POLÍTICA: ¿DOS MUNDOS SEPARADOS?

2. 1. Principio de responsabilidad:

La responsabilidad es un sentimiento moral, muchas veces relacionado con la motivación o lanecesidad de proteger a otras personas o grupos, y otras ligada a los actos que realizamos. Éstosestán fuera de nosotros, pero al mismo tiempo dependen de nosotros, ya que son parte de nuestropoder, aplicado al exterior. La responsabilidad está vinculada, también, con la motivación, y con lapresentación de los actos y fines dedicados a buscar el bien, o así lo indica Jonas. Para este autor, enel hecho de que haya efectos derivados de mi acción, o que se busquen determinados fines con ella,puede provocar el surgimiento de un “goce por la responsabilidad”3. La responsabilidad, también,surge de un poder, que empieza del paso del querer al deber.

¿Qué significa ser responsable? Pues bien, ser responsable es utilizar bien el poder del quedisponemos. Si seguimos los fines que nos hemos aplicado, el poder irá dirigido hacia los mismos,y tendrá un deber, siempre moral. Esta posición, puede venir, entonces, de la bondad humana.Suponer esto es por sí mismo optimista: ¿toda la humanidad se guía por la bondad? No, pero sí quees cierto que se puede considerar bondad también el hecho de ser éticos/as, o ciudadanos/ascomprometidos con su comunidad política. Recogiendo el concepto de responsabilidad moral, comoconjunto de responsabilidades específicas de los diferentes ámbitos de la sociedad, deriva de que“toda acción libre es una acción moral y esto significa una elección entre diferentes posibilidades ycon ella un determinado ajuste de realidad”4. ¿Y ser irresponsable? Para Jonas, ser irresponsable esutilizar este poder sin ningún tipo de juicio detrás, ni reflexión sobre el mismo. Es interesante elhecho de unir el juicio con la acción: toda acción debería estar precedida de un juicio, de unavaloración de las consecuencias. Pero, ¿qué es primero: la reflexión sobre y antes de la acción o laacción teniendo en cuenta consecuencias anteriores y/o demandas sociales y éticas?

Arendt, por su parte, se centra en la libertad y en la capacidad de juicio para determinar si unapersona o sistema es responsable o no. Así, muchas veces no juzgamos nuestra responsabilidad o lade los que nos rodean por la sospecha de que no hay libertad en nuestros actos. Unida a esta ideaestá el hecho de que la sociedad está compuesta por gente con defectos morales y que, en algúnmomento, no actuará según su conciencia. Los que así actúen serán considerados/as por la sociedadcomo “santos o hipócritas”5. Puede que la falta de moralidad colectiva (o el no enjuiciar nuestraacción) sea la causa de, en nuestro caso, y salvando las distancias con la Alemania nazi de la queescribe Arendt, la multiplicación de los casos de corrupción.

¿Hay responsabilidad de las instituciones? Recogiendo y traspasando la responsabilidad de laempresa a las instituciones (por ser las dos organizaciones), se puede decir que la tienen:

“porque posee un espacio de libertad desde el que actúa, unos valores y unas normas desde las que decide, una estructura jerárquica y un sistema de reglas que hacen que las decisiones de los individuos no sean sólo eso sino que constituyen más bien acciones institucionales”6.

Por otro lado, la irresponsabilidad tiene que ver con la responsabilidad: sólo quien tieneresponsabilidad puede ser irresponsable7. Sobre esta concepción se ha construido el sistema

3 JONAS, H., El principio de la responsabilidad, p. 163.4 GARCÍA-MARZA, D., Ética empresarial: del diálogo a la confianza, Trotta, Madrid, 2004, p. 1765 ARENDT, H., Responsabilidad y juicio, Paidós básica, 2007, p. 516 GARCÍA-MARZA, D., Ética empresarial: del diálogo a la confianza, Trotta, Madrid, 2004, p. 1787 JONAS, H., El principio de la responsabilidad, p. 165

jurídico: son responsables de sus actos las personas con ciertas características psicológicas y físicas.Por lo tanto, también se puede juzgar su omisión de ayuda, o las consecuencias de una actuaciónnegligente. La irresponsabilidad está unida al ejercicio del poder sin un deber relativo al mismo, ytambién a una libertad.

Y, según Jonas, sólo gracias a la responsabilidad se pueden salvaguardar la convivencia entre loshombres y sus relaciones. Es hablando con nosotros/as mismos/as (juicio) y teniendo en cuenta lasconsecuencias de nuestras acciones que se puede aceptar vivir en sociedad. En el segundo hechoestá basado el sistema jurídico y de Derecho: en la valoración de los hechos cometidos por unadeterminada persona. En el juicio está basado el sistema ético. Ambas tienen relación, pero no sonexactamente lo mismo.

Es la búsqueda de la responsabilidad, y de las consecuencias éticas de la acción de lo que seencargan las éticas aplicadas. Entre ellas la ética pública, de la que hablaré dos puntos más adelante.

2. 2. ¿Se ha olvidado la responsabilidad (personal) por parte de / hacia la política?

Para conocer por qué la responsabilidad política no se ha desarrollado como otros valores oprincipios, podemos acudir a Jonas. Él afirma que, hasta ahora la ética se ha centrado en elmomento actual, y esto siguiendo la tradición de los pensadores anteriores (y clásicos), que insistíanen el hecho de que la virtud fuera el valor imperante. Esta virtud era y es individual y no tiene quever con otras realidades, seres y tiempos. Además de ser individual, se centraba en lo actual y en elactuar recto de la sociedad del momento. De ahí que la responsabilidad (como sentimiento e ideacentrada no sólo en lo que nos rodea sino también por los que puedan ser afectados por nuestrasacciones) haya sido olvidada. La responsabilidad es, pues, una virtud individual, pero con unaproyección hacia el exterior que, muchas veces, es olvidada por la ciudadanía (a la hora dedemandar y votar hacia ciertos/as candidatos/as) y por la propia Política (que no incorporainstrumentos de seguimiento de los programas electorales, entre otras cosas).

Pasando al sistema político, las Constituciones estaban pensadas para durar y mantener la libertady el orden en equilibrio. La virtud, así, era una condición básica para que la Carta Magna durara, ypor ello tenía que ser valorada y colocada en una situación preferente. Pero, claro, ¿esta virtud es dela ciudadanía o de los/as dirigentes? En muchos casos, se hablaba de la sociedad comomultiplicadora de esta virtud, dejando fuera a las personas que debían organizar este ámbito común.Y, dentro de estas virtudes podemos incorporar el valor, la ambición, la prudencia, la mesura, lasabiduría, y la Justicia. En el último caso, si la Justicia es justa (valga la redundancia) y proporcionael mayor bien posible en un momento dado, seguirá siéndolo en el futuro. Por ello, hay quecentrarse en la bondad del estado presente. Como consecuencia de esta concepción del sistema, enmuchos casos ni el Derecho ni las Constituciones (como orden jurídico superior) no se hanactualizado, y las demandas de responsabilidad, que no fueron incorporadas en un principio en lasnormas, no se han añadido en las mismas en la actualidad. Hablo de responsabilidad personal, y node responsabilidad política: la segunda está incoporada como responder ante el Parlamento de lagestión pública.

Siguiendo con los Parlamentos, sedes de la soberanía popular, afirmar que los propios gruposparlamentarios no demandan responsabilidad más que la política. Si buscas “responsabilidad” en elbuscador de iniciativas parlamentarias del Congreso de los Diputados, por ejemplo, aparecenmuchos resultados, sí, pero muchos enlazados con cargos de “responsabilidad”, o con las garantías

de la Administración frente a sus administrados/as, muchas de la reciente norma sobreResponsabilidad Social Corporativa y únicamente una que se acerca: la pregunta 080/000625, o¿Considera el Gobierno que debe asumir algún tipo de responsabilidad política ante esta Cámara?Recogeré el debate y la transcripción del debate en el Congreso, para que conste la concepción y laimportancia del valor responsabilidad en esta cámara:

- La señora VICEPRESIDENTA DEL GOBIERNO (Sáenz de Santamaría Antón): El Gobierno no solo asume sus responsabilidades, sino que las ejerce. Ahí están las reformas que hemos hecho y ahí empiezan

a verse los resultados. Usted ha elegido hablar hoy de responsabilidades políticas en esta Cámara, y aquí responsabilidades tenemos todos y políticos lo somos todos también. Convendría saber si están

dispuestos ustedes a asumir las suyas.

- La señora RODRÍGUEZ RAMOS: El Gobierno está a disposición de este Parlamento, es nuestra obligación. (…) Este Parlamento lleva casi tres meses sin realizar una sesión de control al Gobierno, y

hoy, en la primera sesión de control, ustedes vetan dos interpelaciones del Grupo Socialista y de La Izquierda Plural. (…) La verdad es que ustedes gobiernan de espaldas al Parlamento, pero, lo que es

peor, gobiernan a escondidas de los ciudadanos.

La señora VICEPRESIDENTA DEL GOBIERNO (Sáenz de Santamaría Antón): Viene usted a pedir responsabilidades cuando el método en el Partido Socialista es sacar a la gente de las responsabilidadesde los puestos para buscarles un refugio en las Cortes, señoría. (...) Viene a pedir responsabilidades y es

curioso, cuando hay una decisión judicial, piden ustedes prudencia; y cuando no la hay, señoría, usted juzga y condena. (...) Pero para hacer eso que quieren los ciudadanos, devolver la confianza en las

instituciones, que el país vuelva a crecer y vuelva a confiar en sí mismo, todos tenemos que trabajar.

Además del hecho de utilizar la responsabilidad como un ataque hacia la otra persona, cosa queindica que se ha olvidado todo el trasfondo ético de este principio, la frase de “responsabilidades lastenemos todos y todos somos políticos”, nos indica lo que en el apartado de ciudadanía explicaré,esto es, como todos somos políticos, todos somos responsables. Por lo tanto, nadie lo es. Es por estopor lo que se puede utilizar como arma. Con la última frase, que también desarrollaré en el siguientepunto, está la diferencia entre la Justicia (Derecho) y la Ética. Me centraré ahora en la segundafrase: el hecho de gobernar a espaldas de los/as ciudadanos/as. El Parlamento es el centro de laresponsabilidad, pero en muchos casos, ni se informa de la actuación del Gobierno en el mismo, nilas normas que de ahí surgen son consensuadas en su totalidad, ni siquiera son en muchos casosLeyes, sino decretos8. Y menos en Parlamentos con mayorías absolutas y con pocas posibilidades dellegar a modificar (se han llegado a paralizar Leyes impopulares) o incorporar nuevas Leyes. Delprincipio de rendir cuentas surge la base de la responsabilidad en nuestro sistema.

También hay que indicar que dejar la “investigación” sobre la responsabilidad del Gobierno enmanos del Parlamento es un buen instrumento (teóricamente), pero deja poco espacio a laparticipación ciudadana, y mucho menos cumple del todo con las expectativas tanto de laciudadanía como de los medios de comunicación. Además, las preguntas que la Oposición puedeenviar al Gobierno tienen que ser presentadas con anterioridad9, con lo que, gracias a la preparaciónde las respuestas, será más probable que no se responda exactamente a lo que se pregunta. Y, por

8 Recordar que los decretos fueron creados para legislar sobre asuntos de extrema necesidad y de urgencia, por unevento o una situación de excepción: un ataque, una catástrofe natural, etc. Como consecuencia de estaexcepcionalidad, su proceso de aprobación es más rápido y no pasa por el control parlamentario. En la actualidadson aplicados sin tener en cuenta ninguno de estos supuestos.

9 En el reglamento del Congreso se establece que las preguntas escritas (interpelaciones) han de ser presentadas en la Mesa del Congreso y se incorporará en el orden del día 15 días después de su aceptación; las preguntas en el pleno con siete días de antelación. Ver el Título IX, capítulo I.

supuesto, el hecho de que nuestros representantes necesiten de tiempo para prepararse las respuestasconsigue reducir las expectativas que tenemos de ellos/as. Y no únicamente esto, sino que tampocodisponemos de la libertad de preguntar de manera rápida, en el momento en que es interesantesaber, por criterios de relevancia pública o de interés nacional.

El principio de publicidad o la transparencia es un punto fundamental de la doctrina liberal, acambio del poder de representación, tendrían que rendir cuentas ante el resto de representantes, enel Parlamento, centro de la soberanía nacional. En su origen, este era un mecanismo para, ademásde para controlar a otros poderes, mantener la confianza con los representados. Si éstos tenían todala información (o casi toda) de su Estado, así como las Leyes y sus condiciones, las posibilidades dedesobediencia ante las mismas serían mínimas, ya que la desconfianza “natural” hacia la política(que se mantiene en nuestro días) se vería reducida. Eso sí, no hay que confundir publicidad con elcuidado de la opinión, del que habla Habermas: es proporcionar la información porque se cree enello, no hacerlo para obtener un rédito o ser descrito por ciertos medios o por la opinión públicacomo “responsable”.

La transparencia es, pues, el hecho de hacer público todos los datos que sean considerados comointeresantes por el público, grupos de interés o por la institución u organización de que se trate(mínimo) o presentar todos los datos en su conjunto (máximo). Si es considerada como una políticapública, la transparencia “se manifestaría como un conjunto de decisiones y acciones del gobiernoque tendrían por objeto dar a los ciudadanos (y a los funcionarios) información clara, precisa,accesible, abundante sobre diferentes dimensiones del desempeño gubernamental”10. Eso sí, losdatos han de ser comprensibles para los públicos, y ser tomadas por el remitente como unacomunicación, y no una obligación. Se puede afirmar que la transparencia es un ahuyentador de loscomportamientos privados en el servicio público, ya que puede servir para disuadir la malaconducta de los mismos y ayuda a los/as ciudadanos/as a detectarla. Pero, si es así (teóricamente),¿cómo es posible que continúen estos actos privados dentro del servicio público?

Al mismo tiempo, que el hecho de rendir cuentas sea un principio fundamental en cualquierdemocracia, también desde los inicios de la democracia en Grecia, muestra que la responsabilidadno está del todo abandonada. Explicar tus actos delante de un Tribunal, o delante de un Parlamento(la equivalencia política del primero) más tarde era una de las primeras demandas políticas de losatenienses. Este hecho es, por lo tanto, político en sí mismo11. Por un lado, está el componente deinformación o justificación de las decisiones de los/as representantes y/o servidores públicos. Porotro lado, está la capacidad de sancionarlos si no han cumplido con sus obligaciones. Rendircuentas es correlato de la responsabilidad: de ahí surgen los conceptos de moción de confianza ymoción de censura, únicas aplicaciones prácticas y políticas puras del concepto de responsabilidad,aunque limitadas y reducidas en sistemas parlamentarios mayoritarios como el nuestro. A esto hayque añadir el debate del estado de la Nación (por otro lado, este debate es visto como “interesante,pero con poca utilidad” por la ciudadanía consultada por el CIS12). Pero, más que unaresponsabilidad personal, se debate una responsabilidad política y de gestión.

Además de estos puntos, la rendición de cuentas es correlato de la deliberación con otros gruposde intereses: el diálogo necesita de la recepción, análisis y contraste de toda la informaciónnecesaria. Gracias a la presentación de estos datos, se fomenta la reciprocidad, que fomenta laconfianza y afianza la reputación de una administración determinada. Las deliberaciones son, para

10 NAESSENS, H., “Ética pública y transparencia”, en Congreso Internacional 1810-2010: 200 años de Iberoamérica. ,p. 2121. Disponible en: http://halshs.archives-ouvertes.fr/docs/00/53/15/32/PDF/AT15_Naessens.pdf

11 ARENDT, H., Conferencias sobre la filosofía política de Kant, Barcelona, Paidós, 2003, p. 8212 Debate sobre el Estado de la Nación, 2980/2013, pregunta 4.

autores como Barber el instrumento gracias a los que se pueden transformar los conflictos encooperación13. Responsabilidad, información y diálogo tienen, por lo tanto, cierta relación.

A esto hay que añadir, que el futuro no se observaba como peligroso para la humanidad, por ellono se centraban en él para legislar, actuar, consumir... Es en este momento en el que nos damoscuenta de que el futuro (y no únicamente el lejano) no es solo una idea vaga, sino que depende engran medida de nosotros y es un tema del que podemos y debemos preocuparnos. El hecho de creargrandes infraestructuras, polideportivos de lujo y grandes urbanizaciones que endeudan a pequeñaspoblaciones no es un conflicto actual. La deuda pasará de mano en mano a las siguientesgeneraciones y condicionará los servicios y los presupuestos de esa población en un futuro, por nohablar de las consecuencias ecológicas.

Tampoco se puede afirmar que la responsabilidad se haya olvidado por parte de los teóricos.Muchas veces, ésta aparece como una de las virtudes de los hombres políticos. Como ejemplo,tenemos a Weber que, cuando habla del hombre político (no se pensaba en la mujer política) en susobras, entre las virtudes deseables estaba, junto con el respeto y la mesura, la responsabilidad. Pero,de ello hablaré en el siguiente punto. Además, la responsabilidad política es uno de los fundamentosde los sistemas políticos tal como los conocemos y siguiendo con los preceptos de la separación depoderes del liberalismo. Además, en el Libro Blanco sobre la Gobernanza Europea se establecencinco principios para la buena gobernanza: apertura, participación, eficiencia, coherencia yresponsabilidad14. Por lo tanto, no es un principio caduco, sino que está “promocionado”. Laresponsabilidad política está presente en todas las Constituciones, eso sí, es a la hora de enlazarlacon la responsabilidad personal de la persona que ocupa el cargo es donde encontramos lascomplicaciones.

2.3. La responsabilidad (personal) política: política como poder:

Cuando creamos un sistema político nos centramos en la libertad (¡la felicidad!), la participaciónpolítica, pero la responsabilidad personal (que no política) de las personas que forman parte delsistema y los/as que lo hacen funcionar pasa desapercibida, no se considera importante. Con losmecanismos dedicados a la responsabilidad política (cuestiones de confianza, mociones de censura,preguntas en los plenos, presentación de los presupuestos en el Parlamento, etc) damos por cerradoslos cauces de control y se mantiene este principio centrado en la actividad de Parlamentos y, en casode delitos mayores, en los Tribunales de Justicia.

Muchas veces, se relaciona la responsabilidad con los hombres políticos, por ejemplo en la figurade Churchill. Eso sí, muchas veces pensamos en el dúo responsabilidad y política en momentos decrisis: una guerra en el caso de Churchill, en sistemas totalitarios como un hecho personal o en elcaso de cargos intermedios, etc. La responsabilidad política puede ser considerada como una tomade partido por parte de los políticos (estos primeros autores que citaré no incorporan mujeres,también por la época histórica) del cuidado de los/as ciudadanos/as. Para Jonas hay un claropaternalismo, derivado de su concepción de la política y del poder. Recogiendo este oficio, el

13 CORTINA, A., Ética aplicada y democracia radical, Trotta, Madrid, , cap. 7. 14 GONZÁLEZ ESTEBAN, E. (ed), Ética y gobernanza: un cosmopolitismo para el siglo XXI, Comares, Granada,

2013, p. 17

político carga sobre su conciencia los posibles errores de sus acciones, pasando de unaresponsabilidad política a una personal15.

Como se puede observar, Jonas es un optimista cuando habla de los dirigentes y, especialmente,de los líderes. Según sus palabras, el hecho de sentir solidaridad frente a una población dada, porconsiderarla como una “hija”, anima a que el deber surja y, así, anima a afrontar la responsabilidad.Es un elemento natural en el buen dirigente16. A esto hay que añadirle también la capacidad de sabersi con su acción puede afectar a las generaciones futuras: además de ser responsable ha de conservary promocionar la responsabilidad futura17. Pero, ¿qué pasará con los líderes que no se prestan a esta“obligación” por responsabilidad sino por simple deseo de poder? Ante estos líderes, los/asciudadanos/as son, para este autor, dependientes o vulnerables, incapaces de llegar a un pacto, yaque están abocados al sentimiento. Sin embargo, si observamos el número de dimisiones demiembros del Gobierno en todos los años de democracia, que en este caso, son únicamente nueve.¿Por qué recoger este dato? Porque las dimisiones son una demostración política clara de una uniónentre las responsabilidades políticas y éticas, muchas veces ligada esta dimisión con el hecho dehaber realizado una actuación guiada por el propio interés y alejada del bien común y delcompromiso de servidor público, fuera de la ética pública (de la que hablaré a continuación). En elcaso español, por lo menos, ese sentimiento de solidaridad no se ha despertado en los líderes (o nomayoritariamente).

Frente a esta idea, está el recurso de la ética pública, a partir de la cual podemos observar odilucidar los valores y principios deseables para ser aplicados en la conducta del hombre quedesempeña una función pública. Esta ética es un proceso en el que tanto la comunidad como losindividuos pueden realizar pautas de conducta que consiguen un mayor desarrollo de laconvivencia, de la autonomía y una mayor libertad. Además de este punto, esta ética puede llegar aser un control de la arbitrariedad del poder público. En principio, asumir un cargo público implicavocación y compromiso, unas condiciones cercanas a lo que decía Jonas, pero más reducido.Además, debería ser capaz de defender sus convicciones y no dejarse influir por otros “poderes”.Con esta concepción, los poderes públicos, y las personas que lo detentan, deben buscar el serviciohacia la ciudadanía. Es también una garantía para los/as ciudadanos/as hacia los poderes, que tienenasí un límite en su actuación. Pero, claro, ¿esto es aplicable a todos los cargos públicos? En laactualidad no es así. Esto no implica que la existencia de una ética pública no haga de contrapesoético a la corrupción y a la búsqueda del propio interés de los poderes del Estado, en todas susformas.

Esta ética es, pues, un mecanismo de control de las arbitrariedades en el uso del poder público.Ésta se convierte, pues, en un factor básico para la generación y el mantenimiento de la confianzaen las instituciones. Y esto gracias al hecho de generar condiciones de diálogo con susadministrados, tratándolos como ciudadanos/as y no como menores de edad. Estos, a su vez,aceptan este hecho y, por su parte, analizan los datos y responden ante ellos, multiplicando así lasresponsabilidades de ambos sectores y reduciendo la posibilidad de corrupciones. Al menosteóricamente.

La ética pública es una ética aplicada, que se basa en la recuperación de la confianza, en relacióncon las expectativas garantizadas18, siguiendo las palabras de McIntyre. Gracias a este apartado dela ética podemos aplicar los principios éticos en instituciones, contextos y situaciones en un

15 JONAS, H., El principio de la responsabilidad, p. 16916 Íbidem, p. 18117 Íbidem, p. 19918 GARCÍA-MARZA, D., Ética empresarial: del diálogo a la confianza, Trotta, Madrid, 2004, p. 116.

momento dado. Es por ello que la ética pública puede ayudar a mejorar el sistema tanto desde lasbases como desde el propio poder político. De esta manera, la política estaría más cercana a lo quees: una realidad social, construida sobre valores y normas, sobre relaciones de confianza. Un hechoque pasa desapercibido en el círculo político.

Desde el punto de vista de la ética de las instituciones, no es necesario abandonar laresponsabilidad individual, ni diluirla dentro de la responsabilidad de la institución como tal. Sepuede tener en cuenta ambas: tanto la obligación o “delito ético” de la institución (conjunto depersonas, con unas normas, valores, procedimientos para unos determinados fines), como de lacabeza o de las partes de la misma (aceptar o no las normas, proceder según el reglamento, outilizar el poder del organismo público, empresa, etc para sacar beneficio personal). También setendrá en cuenta la influencia mutua de estas dos partes.

Todos los órdenes socio-económicos no tienen el progreso en el centro de su acción. Estosórdenes son en sí morales, ya que se pretende mejorar la vida de sus habitantes. o al menos ese es elcometido que las personas que hemos pactado este orden hemos establecido o querido. Igualmente,aunque sean morales, pueden dar unas condiciones mejores o peores para sus habitantes. En lossistemas políticos se pretende que la ciudadanía siga la virtud, según Jonas, pero no se les “puedeanimar al vicio”19. El sistema político también altera otros órdenes como el económico, y puedellegar a provocar una maldad (o una falta de virtud) no deseada en su ciudadanía.

Esta concepción de Jonas está muy relacionada con el hecho que la legalidad y la moralidad estánunidas, tienen cierta afinidad, aunque no son las mismas ni tratan sobre los mismos temas, ni conlos mismos medios. Porque, ¿qué sucede cuando el sistema político es totalitario? ¿Qué tipo deresponsabilidad hay que demandar entonces? En este tipo de sistemas, la legalidad es transformadaen criminalidad hacia personas, mayoritariamente inocentes (también algunos enemigos políticos yexteriores). Para Arendt, en estos momentos no es la responsabilidad individual, sino el juicio de laspersonas que forman una sociedad la que consigue que no aumente este poder. Pero, no se puedeesperar ningún tipo de responsabilidad propiamente dicha para los gobernantes, excepto conposterioridad, en el caso de que sean juzgados ante las víctimas de sus actos o ante los vencedores.Esta autora se centra en la responsabilidad individual, incluso colectiva ante la aceptación de estossistemas.

El poder, por su lado, se ha vuelto en contra de los humanos (y también de las personas éticas).Recogeré la concepción de poder de Weber: es la probabilidad de imponer la propia voluntaddentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esaprobabilidad. ¿Quién va a conseguir dominar al poder, en cualquiera de sus formas (conocimiento,político, etc)? Este poder puede provenir desde la política, como Estado; desde los mercados, laeconomía internacional; o, incluso, de parte de los/as ciudadanos/as. ¿Hemos sido capaces degestionar nuestra libertad? Centrándonos en el Estado y la política (sobre la ciudadanía hablaré en elsiguiente punto), de todos es sabido la idea del poder coercitivo del Estado, de la utilización delmonopolio de la fuerza física (también recogido de Weber) por el mismo para garantizar el ordencolectivo. Y no sólo eso: otros autores hablan del concepto de poder como una relación social, que“funciona articulando y seleccionando los conflictos sociales, evitando la toma de decisionesmediante la creación de valores y de prácticas institucionales”20. Teniendo esto en cuenta, ¿hastaqué punto los/as ciudadanos/as pueden conseguir que su acción individual modifique un sistemapolítico determinado?

19 JONAS, H., El principio de la responsabilidad, p. 27420 GARCÍA-MARZA, D., Ética empresarial: del diálogo a la confianza, Trotta, Madrid, 2004, p. 199.

Hay que añadir a esto que las acciones de los Estados están protegidas por el DerechoInternacional y, en muchos casos, pueden ser consideradas legítimas, en aras de garantizar el ordeninterno y evitar la amenaza externa. Incluso se puede permitir la utilización de medios criminales,eso sí, de manera extraordinaria. No está libre de toda responsabilidad, ya que disponemos deTribunales Internacionales, Cartas de Derechos, Tratados Internacionales y demás para reducir ladiscrecionalidad del Estado, las propias Constituciones... Sin embargo, es preocupante que sejustifique la razón de Estado como el motivo consolidador del Estado como tal, incluso si en sumaterialización es necesario que se pase por encima de normas legales o éticas.

Con todo lo anterior, podemos suponer que habrá acciones legales, pero no éticas; y accionesilegales en regímenes totalitarios (o no), pero éticas. Para dar explicaciones sobre este tipo deacciones y sobre asuntos tanto políticos como de responsabilidad ética, está el Parlamento y susdebates del Estado de la Nación. En principio, es en este ámbito en el que se da promoción ydivulgación a la actuación política de los Gobiernos. También de la moral, aunque en menormedida, ya que depende del político/a responder a las preguntas de los/as representantes a eserespecto. En la actualidad, esta herramienta no es utilizada o está reducida al mínimo, ya que, porcultura política y por tradición parlamentaria, el hecho de declarar o explicar una actuaciónéticamente comprometida es mínima.

Al mismo tiempo, no se puede afirmar que el Estado sea libre al cien por cien de su capacidad: yano es el Estado el centro de la actividad política, y, en algunos casos, ni siquiera de la accióneconómica. En un mundo globalizado como el actual, se genera una gran interdependencia deactores locales y globales de diferentes ámbitos. Por ejemplo, la economía y la ecología, que sonaspectos que no dependen (o no pueden ser controlados) por un único Estado, sino que vienendados por la regulación internacional y generados por múltiples acciones en diferentes países.

Para dar cuenta de este hecho, junto con otros puntos posibles, está el concepto de gobernanza.Pero, ¿qué es la gobernanza? Es “la estructura o pauta que emerge en un sistema sociopolíticocomo resultado común de los esfuerzos de interacción de todos los actores involucrados”21. Entrelas muchas caracterizaciones de este concepto está, por ejemplo, la gobernanza de políticas dedesarrollo22 (centrada en la buena gestión pública para evitar la corrupción en la administración yde las clases políticas), la gobernanza como auto-organización (centrada en las condiciones quehacen posibles los acuerdos de gobernanza y los convierten en efectivos, eficientes y estables) y lagobernanza en y a través de redes (la gobernanza puede desarrollar sus propias políticas y moldearsus entornos, independientemente del gobierno de turno), incluso la gobernanza multinivel (condiferentes niveles de gobierno, como las autonomías, por ejemplo). ¿Por qué incorporar lagobernanza en este trabajo? Porque entre sus características encontramos que necesitamos crearinstituciones para intentar minimizar las incertidumbres en las relaciones entre actores. Tambiénporque, en su aplicación, se produce una difumación de la frontera entre Estado (que ya he tratado)y la sociedad civil (siguiente punto). Además, acercarnos a la gobernanza significa un traspaso depoder del Estado a los actores con los que se relaciona, cosa que implica un mayor papel de losmismos.

21 PRATS I CATALÀ, J., De la burocracia al management. Del management a la gobernanza. Las transformacionesde las Administraciones públicas de nuestro tiempo, Madird: Instituto Nacional de Administraciones Públicas, 2005.citado en: GONZÁLEZ ESTEBAN, E., Ética y gobernanza: un cosmopolitismo para el siglo XXI, Comares,Granada, 2013, Introducción.

22 Para ver la caracterización completa, ver: GONZÁLEZ ESTEBAN, E., Ética y gobernanza: un cosmopolitismopara el siglo XXI, Comares, Granada, 2013.

2.4. La responsabilidad en las Constituciones:

¿Es el principio de responsabilidad un bien constitucionalmente protegido, esto es, de nivelsuperior para la convivencia? Para ello, podemos observar las Constituciones, dentro de los valoresconstitucionales y saber, de esta manera, si de verdad este principio es tenido en cuenta desde elsistema político. En el caso de la Constitución Española, la responsabilidad de la que se habla es dela del Gobierno frente al Parlamento, en el artículo 108. En contraste con ésta, incorporaré otrosejemplos que van más allá de este hecho.

La responsabilidad personal (o incluso social en algunos textos) como tal es un principio que se haplasmado en Constituciones más bien actuales. De ahí que observemos las diferencias entre lasCartas Magnas de renovación reciente (finales del siglo XX), en las que se incorporan (en algunoscasos) los derechos sociales y una concepción más amplia de las responsabilidades públicas; y lasque son del siglo anterior.

Constitución de: Articulado Aplicación / justificaciónMéxico (2009) 108: “[los servidores públicos de

los tres poderes] seránresponsables por los actos uomisiones en que incurran en elejercicio de sus funciones”

Hacer lo posible para que laactuación pública sea creíble por

la ciudadanía y que losservidores públicos tengan esa

obligación ética. España (1979) 108: “El Gobierno responde

solidariamente en su gestiónpolítica ante el Congreso de losDiputados”

Aplicación rápida y directa de laseparación de poderes.

Proyecto de Constitución Europea (2004)

En multitud de artículos, peromayoritariamente relacionadocon los Estados y con lasinstituciones de la Unión.

Relacionado con el derechocomunitario y para conseguir la

aplicación de las normascomunitarias para los Estados

Constitución francesa (1958 ) Art. 49: responsabilidad delGobierno ante el Parlamento;Título X: la responsabilidadpenal de los miembros delGobierno.

Recuperación de los principiosclásicos del Estado liberal tipo.

Concepto de repsonsabilidad“tradicional” ante el Parlamento

Constitución venezolana (1999)Título 1: responsabilidad (social)como principio rector de lapolítica; responsabilidad ante lasopiniones realizadas (art. 57);como obligaación departicipación política (art. 132);incorporación de laresponsabilidad individual del SP(art. 139);

Incorporación de obligacionescívicas, derivadas de una nuevasituación política de un nuevosistema político que demanda

más obligaciones “cívicas” y unconcepto de ciudadanía más

amplio, llegando incluso a serdemasiado intrusivo en la vida

privada.

3. EL ¿ABANDONO? DE LA RESPONSABILIDAD POR PARTE DE LA CIUDADANÍA:

3.1. ¿Responsabilidad política como demanda ciudadana?

Hasta ahora he estado hablando de la responsabilidad política, desde las instituciones y personalde los/as propios/as políticos/as. Pero, ¿la ciudadanía está demandando la responsabilidad política ypública en las Constituciones, en las Leyes, etc? ¿Hasta qué punto depende de nosotros/as que estevalor tenga más relevancia en el ámbito público? En un primer momento, hablaré de la relaciónentre Estado – ciudadanía, para observar qué posibilidades tienen de modificar / mejorar lascaracterísticas del otro componente. Después, me centraré en las valoraciones que realizamos de lamisma y en los hechos que han podido provocar cambios en ésta.

En un primer momento, en Grecia, el ciudadano que no participaba en política, no era persona.Centrarse en los asuntos públicos era una cuestión de voluntad, no una obligación. Estado yciudadano eran, pues, uno solo: si mejoraba uno era porque el otro participaba; y si el segundomejoraba era porque el Estado estaba siendo bien dirigido hacia el bien común. El Estado “bueno”(participativo, democrátivo, social...) en principio es bueno para sus ciudadanos. Recogemos la ideade Kant del buen Estado tanto para buenos ciudadanos como para delincuentes, o a Platón y elEstado ideal separado por estamentos según las cualidades de cada uno, formando un todo ideal.Los teóricos del contrato social nos informan que este contrato se realiza para que nuestra situaciónmejore respecto a la anterior, y que los papeles de cada una de las partes de la sociedad estén en suposición adecuada y consensuada por las partes. Se pretende que el Estado mantenga el orden y laspropiedades de sus ciudadanos, y los preserve de los ataques exteriores. En este caso, la política espara los representantes. Se les supone responsabilidad, aunque se confía mucho en la misma. Con ladivisión de poderes se solucionaba el hecho de que los ciudadanos (burgueses, propietarios,minoritarios y en masculino) no participasen en política, más allá que el día de la votación. Arendt,por su parte, afirma que la libertad humana es la razón de ser de la política, y por ende, del Estado.Y, por otro lado, esta autonomía no nos viene gracias al respeto de las Leyes, sino de laincorporación del trasfondo moral de las leyes dentro de la personalidad de la ciudadanía.

Eso sí, esta concepción de Estado “moral” se ha ido reduciendo hasta el Estado protector o social(hoy en crisis). En este Estado, el reconocimiento de los derechos sociales y sus obligacionesdependen de los poderes públicos, y no de la demanda de la sociedad civil. En medio de estos dostenemos el Estado Moderno centrado en la seguridad interna y externa; el liberal, garante de laslibertades y derechos individuales y de la seguridad. ¿Qué esperan los ciudadanos de este nuevoEstado? ¿Que promueva la virtud? ¿Que nos dé cuentas de su actividad? ¿Que únicamente nospreste servicios? Camps responde a estas preguntas: la ciudadanía, además de pagar con impuestospor los servicios prestados, no quiere contribuir de ninguna otra manera a la mejora del Estado, desus servicios y de su eficiencia23. Un concepto muy alejado de lo que Barber pregonizaba: laciudadanía le da al hombre una mayor moralidad, ya que es realizando esta actividad que serelaciona con otros y adapta su ideal de vida buena con el de los demás, con lo que “la ciudadaníaes la identidad moral por excelencia”24, idea cercana a la participación política de los griegos.

Los/as ciudadanos/as a partir y gracias a la acción conseguirán realizar cambios en la sociedadque los envuelve, y también a las instituciones que los estructuran. Con su acción se consiguematerializar ciertos principios, entre los cuales pueden estar la responsabilidad y la rendición decuentas. Para Arendt, la acción es mucho más importante que la “voluntad” de hacer algo. Aunquela primera dependa en cierta medida de la segunda, es la primera la que conseguirá cambios

23 CAMPS, V., El declive de la ciudadanía: la construcción de una ética pública, PPC, Madrid, 2010, p. 6924 CORTINA, A., Ética aplicada y democracia radical, Trotta, Madrid, , p. 106.

significativos. Es gracias al juicio y a la acción que la sociedad puede, gracias a la responsabilidadtanto hacia las políticas públicas como a la realidad que se pretendía modificar, llegar a alterar lasnormas actuales. Pero, claro, esto no servirá de nada sin la colaboración de los servidores públicos,con una ética del trabajo centrada en la eficiencia administrativa y en defender los derechos de laspersonas.

Volviendo a las instituciones y a la relación con la sociedad, las primeras son las encargadas deestructurar la acción social (y la sociedad en su conjunto), centrándose en la reducción de los costesde transacción delante de las acciones posibles y de sus expectativas. Las instituciones tambiénestán reguladas (formadas) por valores: son un sistema encargado de organizar y movilizar la accióncolectiva, a través de procedimientos formales e informales. Estas normas son aceptadas por todosnosotros porque las consideramos válidas, correctas o justas. Es gracias a nuestra aceptación y a laaceptación moral de las normas que podemos entender el papel de la responsabilidad de cadaposición25. Puede que en la actualidad haya fallado esta aceptación de ciertas normas, y por ello, nosestemos centrando en los resultados de la institución y no en sus valores; en su capacidad de presiónexterna y no en la de respuesta de la misma. Es en el diseño institucional en el que tenemos laposibilidad de hacer cambios en los acuerdos iniciales, orígenes de las instituciones, o inclusopodemos modificar del todo las mismas.

En resumen, las instituciones estructuran la convivencia y también el poder gracias a un acuerdo,por el que disponen de respaldo social. Sin este respaldo social, la confianza en la institución sedestruye y su credibilidad queda reducida al mínimo. La institución ya no es un proceso a través delcual las prácticas sociales adquieren sentido y estabilidad, sino otro objeto del poder, no diferente delos otros, con sus propias reglas, y al que hay que aceptar por Ley, pero no por convicción.

Respecto a la responsabilidad (y de la libertad) de la propia ciudadanía, Victoria Camps resume latesis de su libro El declive de la ciudadanía26 en tres puntos: el ciudadano es sujeto de derechos y dedeberes; ésta consiste en ejercer la libertad responsablemente; y la responsabilidad es el momentoafectivo de la formación de la voluntad moral. Respondiendo a las preguntas de dos párrafos másarriba, durante demasiado tiempo de la ciudadanía sólo se ha demandado y ella ha demandado másderechos, más libertades. Pero, en muchos casos, las obligaciones se han olvidado o dejado en unsegundo lugar. Dentro de estas obligaciones podemos hablar de la responsabilidad, pero con otroconcepto: autonomía y ética cívica. La ética cívica es la que nos indica cómo hacer posible la vidaen común. La responsabilidad es uno de los valores que han sido ignorados o cambiados por otros,más fácilmente constitucionalizables. Otros principios son bienes externos, según McIntyre, y sonlos bienes internos los que más complicación presentan a la hora de “promocionarlos”.

La ética cívica, es relacionada con la moral cívica27 como los “mínimos compartidos entreciudadanos que tienen distintas concepciones de hombre, distintos ideales de vida buena; mínimosque les llevan a considerar como fecunda su convivencia”. La ética cívica es, pues, el intento defundamentación de la moral, en este caso, cívica. Esta moral es de mínimos, y por lo tantofundamenta la solidaridad y la emancipación, pero no la fraternidad ni la salvación, conceptosreligiosos. Estos mínimos son las normas compartidas e interiorizadas por un colectivo, a partir delos cuales se pueden realizar unos máximos y donde se pueden tomar decisiones en cuestiones deética. Es un deber ser. Pero, esta ética puede fundamentar la responsabilidad personal, política, ¿o esesto un máximo que debe ser tratado por la Religión? Podría parecer así, pero la responsabilidad es

25 GARCÍA-MARZA, D., “La dimensión ética del diseño institucional”, p.31 a 57, en GONZÁLEZ ESTEBAN, E. (ed), Ética y gobernanza: un cosmopolitismo para el siglo XXI, Comares, Granada, 2013.

26 CORTINA, A., Ética aplicada y democracia radical, Trotta, Madrid, , p. 30.27 Íbid., p. 197

un principio civil, relacionado en muchas ocasiones con contratos, ya sean comerciales comopolíticos, con los que está conectada.

Lo cierto es que la responsabilidad está presente en la sociedad, ya que, por mucho que puedaparecer un hecho menor, en la encuesta del CIS (que tiene en cuenta variables interesantes y nomenores sobre el comportamiento de la sociedad española) sobre Opinión pública y política fiscalde julio de 2013, cuando se pregunta sobre qué es importante para ser un buen ciudadano28, lavariable que se vota con una importancia máxima es “ser una persona responsable y honesta”,seguido de “Respetar las opiniones de los demás aunque no sean iguales a las nuestras”. De ahí queel hecho que haya corrupción no agrade. Y menos que haya fraude fiscal. Eso sí, lo que sorprendepor otro lado es el hecho de que “La falta de honradez y conciencia ciudadana” es el segundoprincipal motivo de que no se declare el IVA, por debajo de la aceptación de condiciones de trabajopoco “legales”29. Como segunda opción, se justifica la falta de pago del IVA por buscar algún extrapor culpa de los bajos salarios. Por lo tanto, ser responsable es muy importante para ser buenciudadano, pero, eso sí, no hay buenos ciudadanos: por eso hay fraude fiscal, corrupción, etc.

Las instituciones sociales son también capaces de movilizar personas, recursos y estructuras.Disponen de poder, y por lo tanto, de responsabilidad, aunque no dispongan de poder político opúblico. Estas asociaciones deberían prestar parte de sus servicios a un Estado que, en momentos deglobalización (y de privatización de los servicios que presta), solo dispone ya de poder de coaccióny no de moralidad pública. Las asociaciones pueden, por lo tanto, ser las canalizadoras de lossentimientos morales y de cierta parte de educación cívica para contrastar la falta de referentespúblicos. En vez de la coacción externa del derecho, estas organizaciones pretenden respondergracias a una serie de recursos morales, entre los que se encuentra la reciprocidad y la libertad yautonomía como principales ejes30. Eso sí, las asociaciones en nuestro país tienen una importanciamínima para la población cuando se pregunta: es muy importante únicamente para el 7,4% de losencuestados31.

El principio de responsabilidad, en definitiva, ha de “poner freno al desbocado impulso haciaadelante”32. Es lo contrario al principio de esperanza, según Jonas. Es ir más allá de tu propio temora actuar; es cuidado por otro ser, una preocupación por su vulnerabilidad. ¿Somos los ciudadanosvulnerables? ¿Nos hemos convertido en ello? Es más, ¿está dentro de nuestros intereses demandarresponsabilidad? Recordar que los intereses son articulaciones de deseos y necesidades que tienenen cuenta a los demás. Deseos y necesidades pasadas por el filtro de la razón y del cálculo.

3.2. ¿Somos una sociedad responsable? Responsabilidad personal ycolectiva:

Según Hannah Arendt, está en nosotros ser una sociedad responsable. Desde el momento en el quenos olvidamos de las consecuencias de nuestros actos, tanto como individuos como sociedad, se

28 Ver encuesta 2994/2013 del CIS, pregunta 10. Disponible en: http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/2980_2999/2994/e299400.html

29 Íbid., pregunta 18. 30 GARCÍA-MARZA, D., “La dimensión ética del diseño institucional”, p.31 a 57, en GONZÁLEZ ESTEBAN, E.

(ed), Ética y gobernanza: un cosmopolitismo para el siglo XXI, Comares, Granada, 2013. 31 Barómetro 3001/2013, octubre de 2013, pregunta 10. Disponible en: http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-

Archivos/Marginales/3000_3019/3001/e300100.html A destacar el hecho que la política está delante de lasasociaciones, pero por medio punto.

32 JONAS, H., El principio de la responsabilidad, p. 344

olvida lo que “llamamos moral”. Para Arendt, se necesitaría un nuevo término para aquella realidadque tiene que ver con el rechazo de los malos gobiernos, de resistencia a los regímenes corruptos...por parte de toda la sociedad. Una especie de moral colectiva, que se podría traducir comoresponsabilidad / conciencia colectiva (interpretación personal). Eso sí, esta idea no tiene que vercon la moral (religiosa), sino que va dirigido hacia los valores consensuados en un régimen político.

En este punto se puede hablar de la culpa colectiva, como contrario (y relacionado) a laresponsabilidad colectiva. Cuando no hay una personalidad a la cual podemos inculpar de todos loserrores de la situación, es como si nadie fuera responsable de su parte de acción dentro de unsistema determinado. Cuando hay culpa colectiva, no hay nadie responsable. Para Arendt, no puedehaber una culpabilidad ni una inocencia colectiva, sino culpabilidad (responabilidad) individual. Porsupuesto, la unión de cada una de las acciones de estos individuos puede causar un cambio, al igualque su inacción puede producir que ellos y su sistema se vean envueltos en una multiplicación del“mal”, la banalidad del mal. Eso sí, el Gobierno puede utilizar el hecho de reducir el “mal” a unhecho menor para que la ciudadanía piense y acepte su acción como normal, como ética.

La responsabilidad personal tiene mucho que ver con el juicio y la conciencia, en la interrelacióncon los otros y con el sistema. Es el hecho de no aceptar realizar una acción éticamente contraria asus principios, no por fortaleza moral, sino por no tener que estar juzgándose a sí mismos/as comoladrones/as, asesinos/as, corruptos/as, etc. Es en el diálogo consigo donde se fomenta este principio,y por lo tanto, mientras más gente haya “dubitativos y escépticos”33 ante las normas morales ylegales, mayor probabilidad habrá de que un sistema no salga de las fronteras éticas que queramosestablecer. Pero, ¿somos responsables incluso sin poder de ningún tipo? Para Arendt, es justamenteen esas situaciones, cando somos conscientes de nuestra impotencia, cuando podemos disponer demás fuerza y de más poder para decidir ser éticos.

La responsabilidad colectiva vendría, por su parte, si se cumplen dos condiciones: a) yo seréconsiderada/o culpable por un acto que no he realizado; y b) se dará en casos en los que yo nopueda disolverme del “pacto” de pertenencia a una comunidad. Como somos seres sociales, esto esigual a cambiar de comunidad política, y cambiar esa posible responsabilidad por otra menor o nula.Esta aceptación de las consecuencias, es política y la individual es moral y/o legal. La tradiciónfilosófica (Grecia y Roma) se centra en si la conducta de una persona es buena para la sociedad enla que vive34. Es claramente política o pública. Con la Religión, la atención está colocada en labúsqueda personal de la salvación, dejando de lado los aspectos públicos y políticos. Lo cierto esque la no participación en el mundo político puede ser considerada, dependiendo de en qué casos,una forma de resistencia, que mientras pretenda o desee cambios en el ámbito político (qué políticaspúblicas se están llevando a cabo y a quién están beneficiando, cómo afectan éstas a la Nación y alos objetivos personales o colectivos, etc), es política. Sin embargo, este principio colectivo nosseguirá allá donde vayamos, ya que es el precio que hay que pagar para disponer, por otro lado, dela capacidad de actuar, únicamente disponible en comunidades políticas.

Como plasmación de estas demandas, podríamos recoger la concepción de ética cívica. Esta éticarecoge “los valores sin los que es impensable una convivencia pacífica y justa en nuestrassociedades democráticas, así como en las organizaciones”35. Uniéndolo al principio moral de lasorganizaciones, implica la concepción de éstas desde el acuerdo o consenso de los grupos de

33 ARENDT, H., Responsabilidad y juicio, Paidós Básica, 2007, p. 71. 34 Recogido del estudio del CIS citado en las primeras páginas (2994/2013), los encuestados consideran que los

españoles son o “bastante conscientes y responsables” (36,8%) o “poco conscientes y responsables” (38%) pagandoimpuestos, considerada una manera de medir las obligaciones con la comunidad.

35 GARCÍA-MARZA, D., Ética empresarial: del diálogo a la confianza, Trotta, Madrid, 2004, p. 138.

intereses afectados por su actividad.

Independientemente de la ética cívica, que en la enseñanza se estudie y se eduque laresponsabilidad (también los valores de convivencia, el mínimo del sistema político, a participar) esuna demanda que ha sido recogida, y de manera limitada, por la LOU y la asignatura Educaciónpara la ciudadanía. Sin embargo, y para ejemplificar la falta de voluntad de la Política hacia estaasignatura, fue eliminada nada más cambiar el partido en el Gobierno. Fuera del ámbito educativo,estos valores pueden ser también desarrollados por las familias, las empresas y la propia política. Laeducación cívica se incluye dentro de los tres elementos que conforman la participación en unademocracia fuerte según Barber, junto con: comunidad y bienes públicos36. Recordemos que laparticipación es uno de los centros de este tipo de sistemas, que necesita de la misma para resolverlos conflictos políticos de un determinado Estado o comunidad. Este tipo de educación puedefavorecer la conciencia cívica, o el hecho de querer (y preferir) la participación y la deliberación enlos asuntos públicos, ya que es la forma de vida “más humana”37, la prioridad del bien común porencima del bien individual y aumentar la posibilidad de formar ciudadanos y prepararlos para susobligaciones cívicas. Para el desarrollo de la responsabilidad cívica se debe actuar en dosdirecciones, por un lado, potenciar la conciencia democrática y por otro centrarse en el compromisocolectivo de mejora de la realidad.

Sin embargo encontramos otro punto que podría cortar con estas aspiraciones: los españoles (enmasculino genérico), aunque nos auto-consideremos interesados por los temas de actualidad (el82%), y también pensemos que la política nos influye (el 80%), también pensamos que sabemospoco de la misma o que no estamos seguros de nuestro conocimiento38. Por lo tanto: falta deeducacion cívica (o de interés en la política, sin más). Por el lado del compromiso, las asociacionesen las que más se participa activamente (aunque sólo con un 8%) son las culturales o de ocio,dejando a partidos políticos, colegios profesionales y grupos estudiantiles y juveniles con las peorestasas de participación. La participación política que más se realiza además de los votos, es firmarpeticiones, aunque es mucho mayor el hecho de no haber participado en ningún acto político deningún tipo. ¿Esto significa falta de conciencia cívica?

Finalmente, añadir que, el consentimiento a un sistema determinado, a una Constitución, a unasnormas... no significa la obediencia ciega a las mismas. La responsabilidad no es obediencia, y nose es irresponsable cuando no nos doblegamos ante una orden contraria a nuestra ética. Lo querealizamos ante un sistema determinado es un apoyo, que puede verse truncado gracias a ladesobediencia civil (activa o pasiva). Por lo tanto, se puede hacer frente a un sistema, siempre quetengamos la facultad de juicio desarrollada.

3.3. Sociedad civil como cooperación y demanda de responsabilidad:

Anteriormente, he estado hablando de la sociedad como una demandante de responsabilidadpública. Pero, en el seno de esa sociedad, está incorporado otro ámbito: la sociedad civil. A mediocamino entre la sociedad y el Estado, la sociedad civil es:

“aquella esfera de interacciones sociales no-estatal y no-económica, de base voluntaria, que se

36 BARBER, B., Strong Democracy, p. 131. citado en CORTINA, A., Ética aplicada y democracia radical, Trotta,Madrid, p. 104.

37 FERRETE SARRIA, C., “Dimensión cívica de la gobernanza: praxis educativa cosmopolita”, en GONZÁLEZESTEBAN, E. (ed), Ética y gobernanza: un cosmopolitismo para el siglo XXI, Comares, Granada, 2013.

38 Barómetro del CIS 3001/2013, pregunta 12.

compone de las asociaciones, organizaciones y movimientos surgidos de forma más o menos espontánea, cuyo núcleo institucionaliza los discursos que permiten solucionar problemas concernientes a cuestiones de interés general, en el marco de espacios públicos más o menos organizados”39.

Según esta definición, la sociedad civil tiene puntos en común no sólo con el Estado (del quedepende tanto en la legislación como en el ámbito de actuación), sino con el mercado(maximización de los intereses personales o de grupo como lobby) y con el concepto de comunidad(utilización de consensos, de la acción comunicativa y de los valores sociales compartidos). Almismo tiempo, no es ninguno de los dos primeros puntos, sino una mezcla de los mismos.

Es desde este ámbito que la ciudadanía puede actuar y realizar demandas a los poderes públicosde manera más rápida que de manera individual o desde las demandas políticas expresadas vía votoo participación convencional. La sociedad civil dispone de una característica diferenciadora: lacapacidad para promover y exigir orientaciones morales, que siguen la satisfacción de interesesgenerales, compartida con la empresa40. Sin estas orientaciones morales no habría suficientesmecanismos para regular los comportamientos organizativos. Y sin el diálogo no hay posibilidad deresolución de conflictos. Las asociaciones que forman parte de la sociedad civil son las quecanalizan la discusión sobre temas y valores relevantes, y pueden influir en las decisiones políticas.Son, así, el centro de, y las que pueden llegar a conseguir, los resultados racionales del diálogo entrelos individuos tanto en las esferas institucionales como en los procesos informales de formación devoluntad política, según Habermas41.

Aunque haya ciertas oportunidades y opciones de realizar cambios en el sistema político desde lasociedad, también se tiene que tener en cuenta que la ciudadanía está influenciada por diferentesámbitos: por un lado, el poder mediático, que conforma si no la totalidad de la información queobtenemos, la gran mayoría de la misma. Habermas, en la frase anterior, afirma que la influencia delas asociaciones en la política es indirecta, esto es, desplazando los parámetros de la formación dela voluntad institucionalizada a través del cambio de actitudes y valores42. Por otro lado, estardentro de un sistema capitalista de consumo que nos obliga a consumir y a ir al mismo ritmo que lasdemandas crecientes de bienes, a la idea de estar en un grupo social solo si se dispone de los bienesde consumo que van acorde con ese grupo. Con esto tampoco pretendo afirmar que no haya ningunaposibilidad de influencia frente al poder, ni mucho menos que no se haya conseguido ciertoscambios gracias, tanto a asociaciones, como individuos. Las asociaciones son un intento de hacerllegar las demandas ciudadanas, los intereses generales, a los/as políticos/as, de hacer participar a laciudadanía en el ámbito público.

Teniendo en cuenta el concepto y las características de este ámbito, ¿puede o quiere demandarresponsabilidad? En primer lugar, esta sociedad civil (los implicados en la acción) aceptalibremente (y con las condiciones de igualdad de participación) el conjunto de las normas y de losintereses en juego. Estos intereses serán generalizables y vendrán precedidos de un acuerdo. Estehecho consigue dar buenas razones y garantizar la validez o la justicia de las normas. Es a partir deeste proceso por el que se puede poner en valor la responsabilidad como valor principal en laconvivencia, tanto en el aspecto personal como en el de las instituciones. En el caso de lasinstituciones, estos mecanismos son anónimos, pero siguen unas pautas cercanas al ámbitoindividual: también hay reconocimiento mutuo y existe la figura del contrato moral (además del

39 HABERMAS, J., Facticidad y validez, Trotta, Madrid, 2001, p. 447. 40 GARCÍA-MARZA, D., Ética empresarial:del diálogo a la confianza, Trotta, Madrid, 2004, p. 4341 CORTINA, A., Ética aplicada y democracia radical, Trotta, Madrid, , p. 117. 42 Íbid.

civil).

En principio, pueden actuar como un lobby ciudadano, demandando ciertas medidas y expresandolas necesidades al Estado, Comunidad Autónoma o ayuntamiento. Estaría negando la realidad sidijera que este hecho se ha abandonado. Lo máximo que pasa es que estas demandas o no llegan aun cambio legislativo o no tienen el apoyo necesario para realizar alguna modificación. España noes un país que disponga de muchas facilidades para proponer una Ley (la Iniciativa LegislativaPopular) que sea votada en el Congreso, el camino más directo para que una demanda seatransformada en norma general. Como se puede observar en la norma que regula esta petición43, sonnecesarias, como condición mínima, 500.000 firmas, con un plazo de nueve meses prorrogables encasos limitados. Las condiciones no son fáciles. De todas las iniciativas presentadas, por elmomento han sido todas rechazadas en sede parlamentaria, excepto la iniciativa de regulación de ladación en pago, de paralización de los desahucios y de alquiler social, rechazada en un primermomento, pero admitido en una segunda oportunidad. Eso sí, modificando el centro fundamental delas demandas ciudadanas. También es verdad que, sin la ayuda de la presión popular después delprimer rechazo a la Ley, ésta no habría vuelto, con lo que la actividad ciudadana sí que influye,aunque sea ligeramente, en la política.

Por lo tanto, no es de extrañar que no se acceda a la política por el camino institucional. Tambiénhay que decir que, por este medio, sólo se han tratado temas relacionados con el trabajo, laeducación, las deudas de varias Administraciones, pero nada de responsabilidad política ni personalde los/as representantes públicos. Este tipo de demandas vienen más en relación con catástrofes, deltipo Prestige; o con graves casos de corrupción (Gürtel, UGT, etc.). Siendo así, la respuesta se dadesde las calles: manifestaciones, escraches, carteles en las ventanas (no a los recortes, porejemplo), burlas vía redes sociales, etc. Es otra manera de participación política, llamada noconvencional. También es cierto que, aunque la participación en asociaciones cívicas no seamayoritaria en el país44, gracias a fenómenos como el 15-M, las existentes han obtenido unempujón. Hablo, por ejemplo, de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, premiados por elParlamento Europeo (premio Ciudadano Europeo) como símbolo de defensa de derechosciudadanos45.

Es aquí cuando hablaré de cambio institucional. El diseño institucional tiene que ver con el hechode “señalar aquellos principios capaces de convertirse en buenas razones para argumentar quétipo de acuerdos sociales, o sistema de normas preferimos mantener y reproducir y cuálescambiar”46. Es en un posible cambio institucional en el que podemos tener cierta esperanza en laincorporación o la ampliación de la responsabilidad, más allá de la política o la de los órganos delEstado. Es en este punto en el que se planteó una nueva Constitución47. O, lo que es lo mismo, unaConstitución que no fuera afectada por las políticas de los partidos en el Gobierno, que defienda losderechos de manera efectiva, que evite las interferencias entre los poderes del Estado. La preguntaes: ¿se tendría que cambiar (“fortificar”) la Constitución o centrarse en las Leyes que no estánacorde con la misma? Del descontento generalizado se pasó poco a poco a una petición derenovación constitucional, de carácter personal y, también vía la sociedad civil.

Estoy hablando de “Pro-constituyentes”48, por ejemplo. Voy a repasar de manera rápida sus

43 Artículo 87.3 de la CE y desarrollado en la Ley Orgánica 3/1984. 44 CIS45 Ver en: http://www.eldiario.es/internacional/Parlamento-Europeo-PAH-Premio-Ciudadano_0_140336381.html 46 GARCÍA-MARZA, D., “La dimensión ética del diseño institucional”, en GONZÁLEZ ESTEBAN, E., Ética y

gobernanza, Comares, Granada, 2013, p. 41. 47 Mirar, por ejemplo, esta noticia a modo de resumen. 48 Ver en la página: http://constituyentes.org

motivaciones y si en algún lugar se habla de responsabilidad. No se habla directamente deresponsabilidad, pero al mismo tiempo, muchos de los temas que he tratado en el presente trabajoestán presentes en las ideas de los promotores de esta plataforma. Por ejemplo, el hecho de sentirque el poder está fuera de control, y se está volviendo en contra de la ciudadanía. Por otro lado, elhecho de recuperar el poder de ser constituyentes y que no sean los poderes constituidos los querealicen esas tareas por nosotros. En definitiva, volver a ser una ciudadanía comprometida yresponsable con nuestro entorno, y que hagamos posible un cambio positivo en nuestro sistemapolítico. Eso sí, ¿cuántos adheridos hay formalmente a esta plataforma? Individuales 7536 (a 4 deenero) y 125 colectivos. ¿Son suficientes para realizar y demandar un proceso constituyente?

La desconfianza, por lo tanto, se ha multiplicado: ni siquiera creemos ya en la Constitución. O porlo menos no en la actual o cómo la estamos aplicando. De ahí concluyo que sí que se estánbuscando cambios por parte de la ciudadanía, puede que no con todo el apoyo que merecerían (ono), pero tampoco se puede afirmar que estemos en contra de la participación ni mucho menos encontra de la responsabilidad. Únicamente que estamos perdidos/as. Y la apatía política tampocoayuda.

4. APLICACIÓN DE LA RSO A LA POLÍTICA:

La política, en este caso aplicado a la gestión de los asuntos públicos, podría ser considerada unainstitución. Y, como tal, podría tener una responsabilidad, llamada de las organizaciones, que noestá muy desarrollada en nuestros días. Como ya he indicado en los puntos anteriores, muchas vecesse habla de la responsabilidad de las administraciones en su conjunto, del Estado, pero no degobernante, de los políticos. Sí que existe la figura de la responsabilidad patrimonial de lasadministraciones, junto con algún tipo de compensación por los errores de la misma.

Pero, ¿se puede decir que el Estado, la Política aplican los principios de la responsabilidad socialde las organizaciones? La Responsabilidad Social es aquel diálogo y rendición de cuentas a losactores que están en relación con la empresa, institución, organización, etc. Pues bien, en lasConstituciones no se observa este principio, al menos no muy desarrollado, y, aunque haya habidointentos de desarrollo vía Leyes (la ley sobre Transparencia), no está presente en ningún principiofundamental de nuestro sistema político. Al mismo tiempo, se puede decir que no se habla deresponsabilidad personal, más allá de la responsabilidad política, de gestión... derivada de sermiembro de una institución determinada.

Según la responsabilidad social, la idea debe venir de la dirección de la organización que se trate,para conseguir una mejor aplicación. Los diferentes grupos de intereses demandarán lo mismo,aunque no dependerá de ellos que se aplique esta idea. ¿La ciudadanía está pidiendo una mayorresponsabilidad? ¿Los proveedores de servicios a la administración lo están demandando? ¿Lamilitancia hace lo propio con sus respectivos partidos?

Recogeré ahora otro punto central de la teoría sobre la Responsabilidad Social: la confianza. Laconfianza tiene que ver con el hecho de vincular nuestra conducta gracias al reconocimientorecíproco de los individuos como sujetos autónomos capaces de comprometerse49. Con esto sepretende decir que la confianza es la base de cualquier interacción humana. Es gracias a este hechoque es el centro del sistema político y económico. Confiamos en que la autoridad es la máspreparada para organizar nuestra vida en común; confiamos en que el médico nos curará; confiamosen que la policía perseguirá y atrapará a los/as delincuentes; confiamos que las empresas cumplancon toda la normativa; confiamos en que podamos caminar tranquilamente por la calle... Laconfianza, de esta manera, posibilita que una serie de actuaciones sean posibles, que de otra maneraserían imposibles.

La confianza está ligada a la responsabilidad: confiamos en que la acción futura de otro/a actor /actriz sea conforme a nuestra supervivencia y/o a nuestro bien. Esto es, si confiamos, creemos quealguien actuará “mal” en una probabilidad mínima. De esta confianza, surge una obligación: laresponsabilidad. Ésta está incorporada en las expectativas de una acción positiva de los actores. Sialguien confía en otro, el segundo se verá obligado a actuar de acuerdo a esa confianza, siguiendolas relaciones de reconocimiento mutuo en el diálogo, a no ser que se guíe por su egoísmo. Aquíincorporamos el hecho de la buena voluntad de las partes, concepto jurídico indeterminado, peromedida de la capacidad para responder ante nuestras obligaciones: tenemos la obligación de actuar,por convicción interna.

Cuando la confianza deja de funcionar, los sistemas se tambalean, y ya no hay un cumplimientopor convencimiento de las normas, sino por obligación. Este hecho multiplica los posiblesconflictos y la valoración que la ciudadanía tiene de las instituciones, que, otra vez, se ven afectadaspor la desconfianza. Esto provoca que los procesos (administrativos, judiciales, políticos) vayan

49 Íbidem, p. 46

más lentamente, por la incorporación de trabas o de mayores condiciones y documentos a aportar encualquier demanda o solicitud.

5. CONCLUSIÓN:

Es en esta parte en la que responderé a las preguntas que han quedado abiertas en los diferentespuntos de este trabajo. En primer lugar, la responsabilidad política. Ésta está desarrollada tanto enlos textos constitucionales como en las Leyes. El hecho negativo es que este concepto deresponsabilidad es muy “tradicional” y, como ya he indicado a lo largo del presente trabajo, deja delado las responsabilidades personales o éticas de la persona que está ocupando un cargo público. Laresponsabilidad también está relacionada con la actuación de las Administraciones en su conjunto:la patrimonial, la penal, la civil, etc. Por lo tanto, la concreción de este principio está anclada a larendición de cuentas en los Parlamentos. Sólo en los casos en los que ha habido cambios en elsistema político (Venezuela) o se ha visto la necesidad de incorporar una responsabilidad másamplia por el aumento de la corrupción (México) vemos un concepto “ampliado” de este valor.

Eso sí, también es verdad que lo que se busca es una responsabilidad personal, no se puedeobligar desde las normas, ya que ética y derecho están relacionados, pero no son los mismos.También es cierto que, de aplicar estrictamente la responsabilidad personal de los cargos públicos,al menos a corto plazo, tendríamos un serio problema, tanto de Gobierno, como en el resto deinstituciones. En muchos casos, las dimisiones serían masivas, por ejemplo, dentro de las CortesValencianas, donde la gran mayoría de los/as Síndics están imputados. Para resumirlo, “la ética dela responsabilidad nunca puede exigir una aplicación inmediata de su principio ético; el defensorde una ética de la responsabilidad ha de contar siempre con las consecuencias y los contextos”50.¿Esto sigifica que no se deba demandar responsabilidad personal derivada de una actuaciónpolítica? No. es únicamente aplicar este principio unido a la conservación de la comunidad y delsistema político.

Lo cierto es que otras tendencias nos hablan del “desfase” del Estado frente a la situación deglobalización actual. Por mucho que haya responsabilidad política nacional, ¿eso es suficiente paraproblemáticas que tienen que afectan a otros países e, inlcuso, otros continentes? ¿No tendría quehaber más mecanismos e instituciones que nos permitieran participar y controlar los deberes a nivelsupra-nacional? En el caso europeo, no hay más que el Defensor del Pueblo Europeo, ante el que sepuede anteponer una queja hacia un Estado o hacia alguna aplicación de la normativa comunitaria,pero su decisión no es vinculante hacia los mismos. Además, la participación en la Unión Europeaes mediante representación política, con lo que ello conlleva. En parte esto es lo que provoca, juntocon el desconocimiento de la institución, el aumento de la desconfianza. Si esto sucede con laUnión Europea, en la que votamos de manera directa por un órgano (por lo menos), se puedecomprender que instituciones como la ONU se consideren como una utopía y otra manera decontrolar el destino del mundo por parte de las grandes potencias presentes en el Consejo deSeguridad. De ahí la necesidad de una gobernanza, donde se permita mayor participación y másimplicación por parte de unos Estados sobrepasados por la realidad mundial. Eso sí, unaparticipación que vaya más allá de una representación de los intereses propios, y de lobbies de

50 CORTINA, A., Ética aplicada y democracia radical, Trotta, Madrid, 2001, p. 114 ss.

opinión.

Pasamos ahora a la sociedad civil: ¿demanda ésta responsabilidad? Sí, pero no de manera directa:las asociaciones de consumidores exigen que nos acercamos a las condiciones de competenciaperfecta (responsabilidad empresarial) para disponer de una situación más justa de los/asconsumidores/as; la PAH demanda que los bancos no ejecuten las hipotecas no pagadas, y seancambiadas por un alquiler social, como una parte de la responsabilidad de los bancos ante lasfamilias que no disponen de los recursos en este momento; las asociaciones cívicas51 demandan mástransparencia en los datos públicos, y analizan el BOE para “fiscalizar” al Gobierno (ya que no hayotro organismo que lo haga), etc.

Es más, a la sociedad también se le demandan responsabilidades, ya que, como ejemplo, podemosencontrar la Declaración de responsabilidades y deberes humanos, dentro de la actuación de laUNESCO y fomentada por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Promulgada en el1998, recoge las obligaciones demandadas y necesarias para que los Derechos Humanos puedan seraplicados en su totalidad. Aquí está incorporada (y fomentada) la idea de que si hay unos Derechos,debe haber unas Obligacciones. Es más, para que las futuras generaciones dispongan de ciertosDerechos, es necesario que nosotros tengamos unas obligaciones. En este caso, es el deber el quetiene un componente ético y moral, y la responsabilidad por su parte, es una “obligación que tienefuerza legal”52. Respecto a Jonas, esta Declaración también recoge, en su artículo 3, la protección dela vida y de las generaciones futuras. Y lo que es más sorprendente (al menos para mí): en elartículo 16 se centra en fomentar la participación en los asuntos públicos. La gran pregunta es: ¿porqué no se ha realizado una promoción más amplia de esta Declaración? Todos/as conocemos laDeclaración de Derechos Humanos, pero la de Deberes, pensada para ir al lado de la primera yfomentarla, ha quedado escondida. ¿Será verdad que aún consideramos que sólo disponemos deDerechos pero que no debemos aportar nada para mejorar su aplicación?

Por mucho que no deseemos aceptar la responsabilidad (el deber) como parte nuestra, actuamostambién sin darnos cuenta en la fundamentación de las instituciones actuales y de los sistemas devalores que imperan, gracias a la confianza, o en muchos casos la desconfianza. La confianza es esafuerza invisible que hace que los sistemas funcionen. La desconfianza consigue que las Bolsascaigan, los bancos cierren e impere el desorden. Así, hay autores que indican que el poder no es lacapacidad de alguien para modificar el comportamiento de otra persona, con o sin su conocimiento,sino que es la creación de valores y de políticas institucionales para evitar la toma de decisiones53.Se podría decir que la confianza es un poder que dispone la ciudadanía, aunque uno muy difícil deaplicar y de observar sus consecuencias. Sabemos que un sistema no es eficaz, pero ¿qué parte esaplicable a la confianza? ¿Una parte, toda? Según la Responsabilidad Social, gran parte: sin laconfianza los costes de transacción aumentan, por no hablar de los costes sociales que eso implica:es preferible tener a ciudadanos/as convvencidos de sus obligaciones y derechos que una ciudadaníaque actúa por obligación. La motivación no es la misma, y tampoco se puede demandar que hayauna mayor implicación de ciudadanos/as descontentos y desconfiados.

Porque, ¿cómo se va a pedir responsabilidad personal si no conocemos a la gran mayoría decabezas de lista de los partidos presentes en el Congreso54? De un desconocimiento parte ladesconfianza, que hace que el primero se multiplique, y se entre en un círculo en el que se incorpora

51 Hablo, por ejemplo, de la asociación Civio. 52 Capítulo 1 de la declaración de responsabilidades y deberes humanos. Disponible en:

http://www.cic.gva.es/images/stories/declaracion_de_valencia.pdf 53 GARCÍA-MARZA, D., Ética empresarial: del diálogo a la confianza, 54 Ver último barómetro del CIS: 3001/2013.

la desafección hacia la política, la crítica hacia organismos o mecanismos que no lo eran en muchotiempo, la demanda de mayor transparencia, la indignación de que no se aplique (o por los datosque se reflejan), más desafección y, finalmente, centrarse en el ámbito privado, ya que el públicosolo proporciona disgustos y “pesambre”, recogiendo la expresión de la gente mayor.

Por ello es interesante promover la educación cívica, junto con una ética civil, para intentarromper con ese círculo en el que quedan atrapados cada vez más personas. Gracias a la misma sepodría recoger las peticiones y deseos y transformarlas en demandas públicas estructuradas y conposibilidades de llegar a transformarse en Leyes. Y no únicamente esto, sino también encontrar unbien o unos bienes deseados por todos/as y fomentarlos como objetivo colectivo. La concienciacívica, por su lado, puede evitar entrar en un proceso constituyente, o en el caso de que se realicepor obligación de actualización del texto y por demanda ciudadana, estar en condiciones deconstruir una Constitución de la que estemos todos/as orgullosos/as y que consiga generar máscompromiso. Si a esto le añadimos unas políticas públicas que acepten y busquen a la ciudadaníapara recuperar su confianza, se conseguiría volver a una senda de participación y del/la ciudadano/acomo parte de la sociedad. El hecho de formar parte de un grupo, también ayuda a cubrir lasnecesidades de pertenencia, y a estar más cerca de la auto-realización personal. Ante ciudadanos/ascontentos/as, sistema económico y político próspero y legitimado.

Porque, ¿qué tiene que ser antes? ¿Una ciudadanía participativa y “cultivada” o un Estado (unconjunto de Estados, el mundo) que fomente esta participación? Es por ambos extremos por los quese puede mantener un sistema participativo. Pero, para esto también son necesarias una serie decaracterísticas y condiciones previas que, en el caso español, no se cumplen55, por mucho que el 15-M haya ayudado al fomento de la participación política no convencional, a dar fuerza a algunasagrupaciones de la sociedad civil y a romper un poco con la apatía hacia la política. Así, seríanecesario un cambio sustancial, tanto en el acceso de los/as ciudadanos/as a la política y un cambiohacia la misma, motivada, eso sí, vía educación, y otros mecanismos públicos para recoger y“aprovechar” el sentimiento de pertenencia tan fuerte que sentimos los/as españoles/as tanto por elpaís como por las Comunidades Autónomas56.

Como conclusión, afirmar que la responsabilidad no está abandonada, ni por las Leyes ni por laciudadanía. Esto es así ya que la responsabilidad forma parte de otros principios y valores, comopuede ser la rendición de cuentas, la transparencia, la publicidad, etc. La responsabilidad es la basede la convivencia humana, aunque lo cierto es que está en un lugar poco conocido. También influyeque la responsabilidad es un valor personal, que tiene que ver mucho con la ética, con lo que no esun hecho que sea “perceptible”o “cuantificable” como podrían ser otros valores. A causa de esto, seha intentado medir políticamente gracias a los debates en el Parlamento, y administrativamentemediante la responsabilidad patrimonial, civil y penal de las Administraciones. A mi modo de ver,este hecho es positivo, ya que pretende “proteger” frente a la actuación de poder del Gobierno, peroal mismo tiempo, deja fuera muchos aspectos que también son demandados: como las dimisiones olas explicaciones claras en sede parlamentaria o ante los medios de comunicación.

La responsabilidad es una cualidad personal, y por lo tanto, depende mucho de las personas quedetentan el poder, y también de los/as que los/as tendríamos que controlar. De nosotros depende queno caiga en el olvido, y que se desarrolle más allá de la responsabilidad puramente “política”.

55 Para más información, leer BOHMAN, J., Public Deliberation: Pluralism, complexity and Democracy, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1996.

56 Ver cualquiera de los barómetros del CIS, especialmente los del grupo “Estado, Constitución e instituciones”, en: http://www.cis.es/cis/opencm/ES/1_encuestas/estudios/listaTematico.jsp?tema=2&todos=si