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Descargado en http://www.Psi-Foros.com/ FETICHISMO Freud observó que en muchos varones la elección de objeto era regida por un fetiche. Éste es discernido como una anormalidad por sus adictos, pero rara vez lo sienten como un síntoma que provoque padecimiento; lo alaban por las facilidades que les brinda en su vida amorosa. La respuesta que el análisis arrojó acerca del sentido y el propósito del fetiche es que éste es un sustituto del pene, de un pene determinado que ha tenido gran significatividad en la primera infancia, pero que se perdió más tarde. Esto es: normalmente debiera ser resignado, pero justamente el fetiche está destinado a preservarlo de su sepultamiento. El fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre) en el que el varoncito ha creído y al que no quiere renunciar. El proceso: el varoncito rehusó darse por enterado de un hecho de su percepción, a saber, que la mujer no posee pene. No, eso no puede ser cierto, pues si la mujer está castrada, su propia posesión de pene corre peligro, y en contra de ello se resuelve la porción de narcisismo que con la naturaleza, providente, ha dotado justamente a ese órgano. Acaso el adulto vivenciará luego un pánico semejante si se proclama que el trono y el altar peligran, y lo llevará a parecidas consecuencias ilógicas. La palabra “represión” se refiere a este proceso patológico. Tras su observación de la mujer, el niño conserva su creencia en falo, pero también la ha resignado; en el conflicto entre el peso de la percepción indeseada y la intensidad del deseo contrario se ha llegado a un compromiso como sólo es posible bajo el imperio de las leyes del pensamiento icc (de los procesos primarios). Si; en lo psíquico la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que antes era. Algo otro lo ha reemplazado; fue designado su sustituto, que hereda el interés que se había dirigido al primero. Ese interés incrementa debido a que el horror a la castración se ha erigido un monumento recordatorio con la creación de este sustituto. Como estigma de la represión sobrevenida permanece la enajenación respecto de los reales genitales femeninos, que no falta en ningún fetichista. Perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de castración y de la protección contra ella, y le ahorra al fetichista el devenir homosexual, en tanto presta a la mujer aquel carácter por el cual se vuelve soportable como objeto sexual. Los otros no disciernen la significación del fetiche, y por eso no lo rehúsan; es accesible con facilidad, y resulta cómodo obtener la satisfacción ligada con él.

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FETICHISMO

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FETICHISMO

Freud observ que en muchos varones la eleccin de objeto era regida por un fetiche. ste es discernido como una anormalidad por sus adictos, pero rara vez lo sienten como un sntoma que provoque padecimiento; lo alaban por las facilidades que les brinda en su vida amorosa.

La respuesta que el anlisis arroj acerca del sentido y el propsito del fetiche es que ste es un sustituto del pene, de un pene determinado que ha tenido gran significatividad en la primera infancia, pero que se perdi ms tarde. Esto es: normalmente debiera ser resignado, pero justamente el fetiche est destinado a preservarlo de su sepultamiento. El fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre) en el que el varoncito ha credo y al que no quiere renunciar.

El proceso: el varoncito rehus darse por enterado de un hecho de su percepcin, a saber, que la mujer no posee pene. No, eso no puede ser cierto, pues si la mujer est castrada, su propia posesin de pene corre peligro, y en contra de ello se resuelve la porcin de narcisismo que con la naturaleza, providente, ha dotado justamente a ese rgano. Acaso el adulto vivenciar luego un pnico semejante si se proclama que el trono y el altar peligran, y lo llevar a parecidas consecuencias ilgicas.

La palabra represin se refiere a este proceso patolgico.

Tras su observacin de la mujer, el nio conserva su creencia en falo, pero tambin la ha resignado; en el conflicto entre el peso de la percepcin indeseada y la intensidad del deseo contrario se ha llegado a un compromiso como slo es posible bajo el imperio de las leyes del pensamiento icc (de los procesos primarios). Si; en lo psquico la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que antes era. Algo otro lo ha reemplazado; fue designado su sustituto, que hereda el inters que se haba dirigido al primero. Ese inters incrementa debido a que el horror a la castracin se ha erigido un monumento recordatorio con la creacin de este sustituto. Como estigma de la represin sobrevenida permanece la enajenacin respecto de los reales genitales femeninos, que no falta en ningn fetichista.Perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de castracin y de la proteccin contra ella, y le ahorra al fetichista el devenir homosexual, en tanto presta a la mujer aquel carcter por el cual se vuelve soportable como objeto sexual.Los otros no disciernen la significacin del fetiche, y por eso no lo rehsan; es accesible con facilidad, y resulta cmodo obtener la satisfaccin ligada con l.

Cabra esperar que, en sustitucin del falo femenino que se ech de menos, se escogieran aquellos rganos u objetos que tambin en otros casos subrogan al pene en calidad de smbolos. Eso ocurre con bastante frecuencia, pero no es lo decisivo. En la instauracin del fetiche parece serlo, ms bien, la suspensin de un proceso, semejante a la detencin del recuerdo en la amnesia traumtica. Se retiene como fetiche la ltima impresin anterior a la traumtica, la ominosa.

La diferencia esencial entre neurosis y psicosis reside en que en la primera el yo sofoca, al servicio de la realidad, un fragmento del ello, mientras que en la psicosis se deja arrastrar por el ello a desasirse de un fragmento de la realidad. La actitud del fetichista es bi-escindida frente al problema de la castracin de la mujer. En casos muy refinados, es la construccin del fetiche mismo donde han encontrado cabida tanto la desmentida como la aseveracin de la castracin.La bi-escisin se muestra en lo que el fetichista hace (en la realidad o en la fantasa) con su fetiche. El fetichista venera la figuracin de la castracin. Esto acontece, en particular, cuando se ha desarrollado una fuerte identificacin con el padre, el fetichista desempea entonces el papel de padre, a quien el nio, en efecto, haba atribuido la castracin de la mujer. La ternura y la hostilidad en el tratamiento del fetiche, que respectivamente corren en igual sentido que la desmentida y la admisin de la castracin, se mezclan en diferentes casos en proporciones desiguales.

Su accin rene en s las dos aseveraciones recprocamente inconciliables: la mujer ha conservado su pene, y el padre ha castrado a la mujer.

El modelo normal del fetiche es el pene del varn, as como ese rgano inferior, el pequeo pene real de la mujer, el cltoris.