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Retos del mundo rural ante la Agenda 2000 Eduardo Ramos * ' Director de la Cátedra de Cooperación al Desan•ollo. Equipo de Desarrollo Rural. Uni- versidad de Córdoba.

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Retos del mundo rural ante laAgenda 2000

Eduardo Ramos *

' Director de la Cátedra de Cooperación al Desan•ollo. Equipo de Desarrollo Rural. Uni-versidad de Córdoba.

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1. INTRODUCCIÓN

No resulta exagerado decir que la ya lejana apertura de las nego-ciaciones de la Ronda Uruguay del GATT destapó la caja de lostruenos y que, desde entonces, ya nada volverá a ser igual en la agri-cultura. Muchos de los debates que se han vivido hasta la firma delAcuerdo de Berlín', con el que culminaron las negociaciones de laAgenda 2000 sobre la última reforma de la Política Agraria Comúny que con alta probabilidad volverán a recrudecerse en los próximosaños, clavan sus raíces en los intereses y posturas expresadas en lasnegociaciones multilaterales sobre comercio mundial.

Efectivamente, con el Acuerdo sobre Agricultura de 1994, que sesolemnizó con la firma del acuerdo de Marraquesh, se establecieronnuevas reglas para el comercio mundial de productos agrarios (reo-rientar la agricultura hacia los mercados reduciendo las medidas deayuda y modificando sus mecanismos), se crearon las condicionespara unas posturas menos divergentes entre las superpotencias agra-rias de Europa y América del Norte y se estableció un calendariopara continuar el proceso de negociación y liberalización (JOS-LING y TANGERMANN, 1997).

Aunque todos los países que pueden hacerlo protegen a su agri-cultura ni todos lo hacen de igual manera ni la forma en que lo rea-lizan provoca éfectos semejantes sobre el mercado internacional.Por ello, la inclusión, por primera vez en la historia del GATT, delcapítulo agrario en una negociación sobre comercio internacionalpuso en evidencia las fuertes contradicciones y las grandes diferen-cias de planteamiento entre los modelos de agricultura y de protec-ción de la misma que tienen los diversos países firmantes del acuer-do. La virulencia con que se defendieron las posturas (los Estados

^ La versión definitiva de la Agenda 2000 fue aprobada con motivo de la Cumbre de Ber-lín, celebrada en marco de 1999.

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Unidos y el Grupo de Cairns por un lado frente a la Unión Europea,por el otro) evidenciaron que no sólo se ponían en juego cuotas demercado y margen comercial. Lo que en realidad se discutió, aun-que de una forma soterrada, fueron los modelos de sociedad quesubyacían detrás de cada postura.

La importancia de la agricultura para la Unión Europea es esen-cial no sólo porque sea una potencia indiscutible en importacionesy exportaciones de productos agrarios. La agricultura es el cementode la experiencia integradora europea, tanto por sus objetivos comopor el volumen de los fondos que utiliza. Los objetivos son el resul-tado de una difícil ingeniería de pactos entre intereses estatales,muchas veces divergentes y a bandas múltiples, mientras que nodebe olvidarse que a la PAC se destina aproximadamente el 50% delpresupuesto comunitario. Por ello, cualquier decisión que amenacea la agricultura puede poner en cuestión los elementos esenciales deesta integración.

Junto al fomento de la producción la Política Agraria Comúnsentó las bases para promover un modelo de explotación familiar,un determinado uso del suelo, una buena calidad de los alimentos,un vehículo eficaz para la distribución de ayudas públicas y, en defi-nitiva, estableció las cláusulas de un pacto o contrato, eminente-mente agrario, entre la sociedad urbana y la sociedad rural. De estamanera la vigencia o legitimidad del pacto tiene mucho que ver consi se mantienen o no los intereses de la sociedad y con los efectosde estos acuerdos, es decir con el papel que cada una de las partesjuega en beneficio del bien común.

La PAC significa un compromiso de quince estados soberanos paradiseñar y aplicar en común una misma política: y por ello constituyeel principal punto de encuentro "visible" de los intereses de los esta-dos miembros de la UE. La gran diversidad de orientaciones produc-tivas, de dimensiones económicas de las explotaciones, de tecnologí-as productivas, de capital incorporado a la producción, de capacidadde los recursos humanos e institucionales, etc provocan inevitablestensiones en el mapa de intereses de los socios lo que equivale a decirque es un pacto que es necesario actualizar continuamente. Mientrasque para unos la producción competitiva es su principal objetivo paraotros el mantenimiento del tejido social centra su preocupación polí-tica y no faltan quienes expresan una mayor sensibilidad por las cues-liones ambientales, por los efectos de los alimentos sobre la salud delos consumidores y por el alto coste de esta politica.

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Las múltiples contradicciones sobre las que se asienta el pactoagrario europeo han venido obligando a que tenga que ser reforma-do (casi podría decirse remendado), a intervalos cada vez más cor-tos. Desde mediados de los años ochenta la Comisión llegó a la con-clusión de que los excedentes agrarios eran ya estructurales y, a par-tir de entonces, se han precipitado y repetido las necesidades deabordar la reforma de la política agraria común. En ocasiones estasreformas se han limitado a modificaciones que afectaban exclusiva-mente a algún sector (modificación de alguna Organización Comúnde Mercado), pero en otras ocasiones se ha abordado la reforma dela PAC en su totalidad.

Desde la adhesión de España a la CEE puede decirse que cadavez que se ha abordado una reforma de la PAC se han repetido loscinco hechos siguientes: a) la necesidad de plantear una reformasiempre ha respondido a algún factor formal -más o menos exter-no-; b) ante la necesidad de una reforma se han expresado opinio-nes internas -principalmente de los países que menos ayudas perci-ben de la PAC- que exigían un cambio de rumbo radical de estapolítica; c) las propuestas de cambio planteadas por los servicios dela Comisión han provocado el rechazo sistemático de los colectivosde agricultores beneficiarios de las ayudas z; d) invariablemente losestados miembros han optado por mantener, en la medida de loposible, los grandes criterios para el reparto con la intención de queesta prudencia política evitase la aparición de posibles grietas en elediiicio comunitario; e) una vez que se ha dispuesto de la informa-ción real de los efectos de la reforma los agricultores han compro-bado que el cambio no les ha perjudicado en su conjunto.

Con modificaciones no sustanciales de sus objetivos iniciales laPAC pretende dar satisfacción a intereses cada vez mas numerososy cada vez mas divergentes. Los efectos negativos de la PAC (unapolítica de la que se ha llegado a decir que es víctima de su propioéxito) son consecuencia, entre otras cosas, de la creciente cantidadde contradicciones que va incorporando a lo largo de sus sucesivasreformas. Y este hecho unido a los cambios profundos que vive lasociedad europea vienen provocando desde hace años una signifi-cativa crisis de legitimidad de la Política Agraria europea. El pacto

z Las reacciones que se produjeron a la propuesta previa a la reforma del 92 (ComisiónEuropea 1991 b) son un claro ejemplo de esta postura de defensa.

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agrario se encuentra maltrecho y resulta urgente su reformulación yadaptación a las necesidades actuales de la sociedad europea y delcontexto internacional.

Por otra parte, la "cláusula de paz", por la que los Estados Uni-dos se comprometieron a no denunciar ante la Organización Mun-dial de Comercio a la UE por su política agraria, vence con el ini-cio de la Ronda del Milenio. La entonces llamada "caja azul" estáen el centro de los nuevos debates y la competitividad de la agri-cultura parece que va a concentrar los argumentos de esos debates.

Europa perdió la guerra de la imagen internacional en los deba-tes de la Ronda Uruguay y, naturalmente, no quiere que le ocurra lomismo en esta ocasión. Estados Unidos pretende volver a ganar lapartida otra vez, para lo que aprobó en 1996 su Ley Agraria (FarmBill) 3 que establece los mecanismos de ayuda a la agricultura y almundo rural que considera admisibles. A modo de aviso a navegan-tes vuelve a repetir la estrategia que tan buenos resultados le dio enla anterior ronda multilateral: establece el marco normativo propioy presiona a la UE para que se dote de unas medidas de apoyo agra-rio-que no perturben al mercado internacional y que se asemejen alas que los EEUU aplican en su territorio. Paralelamente se organi-zan una serie de alianzas estratégicas que apoyen la postura nortea-mericana ante los debates de la OMC.

En esta ocasión la Unión Europea ha mejorado su posición pre-via para los debates: de una parte la Agenda 2000 supone un espa-cio normativo que ha evolucionado fuertemente respecto al demediados de la década de los ochenta, de otra parte su posiciónfrente al comité de agricultura de la OCDE ha logrado apoyos queeran impensables hace algunos meses. Una y otra circunstanciasuponen oportunidades que la agricultura y el espacio rural europeodebe ser capaz de aprovechar adecuadamente.

Con la Agenda 2000 (Comisión Europea 1999) la Unión Europeaha dado varios pasos relevantes. Por una parte pretende recuperar lalegitimidad de la PAC estableciendo como objetivo prioritario laampliación del mercado agrario. Para ello admite la importancia de

3 Farm Bill 1996. FAIR (The Federal Agriculture Improvement and Reform Act 1996).Las leyes agrarias norteamericanas tienen una vigencia de cinco años, pero la FAIR tendrávigencia hasta el 2003. Para una exposición de los programas contenidos en esta Ley puedeconsultarse el anejo de las páginas 355 a 370 del número 176-177 de la Kevista Fspañoia deEconomía Agraria.

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las tesis menos intervensionistas como medio de expandir la capa-cidad de penetración en el mercado internacional de las produccio-nes europeas más competitivas. Pero la cruz de este planteamientoes el futuro de la miríada de explotaciones menos competitivas quepueden ver muy negro su futuro si dejasen de percibir las ayudasactuales. Así se ha llegado a definir el Desarrollo Rural como elsegundo pilar de la PAC, estableciendo con ello que agricultura ymundo rural se encuentran firmemente unidos y con un futurocomún: difícilmente se podrá modernizar la agricultura para ser máscompetitiva si el medio en el que se encuentra situada no se desa-rrolla, como resulta imposible plantear estrategias de desarrollorural sin el concurso de la agricultura..

En un segundo frente la UE ha logrado recientemente que elcomité de agricultura de Ia^OCDE apruebe una sutil formulaciónpresentada como "menor"; el carácter "multifuncional" de la agri-cultura. El éxito de esta propuesta europea se cifra en que países tra-dicionalmente vinculados a las tesis más liberales de la OMC la hansuscrito sin mayor dificultad enténdiendo cada uno de una formadiferente este enunciado.

Con una y otra acción parece que la UE está queriendo dotarsede argumentos frente a la nueva ronda de negociaciones multilate-rales. Estos argumentos le podrían permitir a la UE combinar laapertura de los mercados con el hecho de ofrecer propuestas paraapoyar a aquellas explotaciones que, resultando importantes para elequilibrio del territorio, no sean competitivas "estrictu senso".

Estas circunstancias resultan de un gran interés para la agricultu-ra española ya que presenta importantes limitaciones para la com-petitividad al no haber podido completar su ciclo de modernización.La importancia que mantiene este sector para nuestro país no selimita a su aportación al PIB, lo que obliga a pensar en formas ima-ginativas para poder mantener la actividad aprovechando las opor-tunidades que ofrezcan la PAC, por una parte, y la escena interna-cional, por otra.

Ante la crisis agraria y el declive de muchas zonas rurales eldesarrollo rural surge en las economías avanzadas como una res-puesta necesaria con un enfoque mas orientado a los aspectos terri-toriales que a la problemática meramente sectorial. Así, las activi-dades que se llevan a cabo en un territorio pasan a ser tan impor-tantes como el espacio que las contiene ya que éste es, además, elsoporte de otras actividades y recursos y de la población que en él

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reside. Empleo y territorio constituyen dos objetivos prioritarios denuestra sociedad y por ello las estrategias que se diseñen con estosobjetivos podrán avanzar sin fuertes rechazos internos ni externos.

En definitiva se trata de alcanzar un nuevo contrato social (HER-VIEU 1996) por el que el medio rural asuma funciones que la socie-dad demanda y ésta ofrezca recursos y mecanismos para remunerardichas funciones. Los debates sobre la naturaleza de bien público dela agricultura y la necesidad de reconocer los resultados de los pro-cesos de producción conjunta de bienes agrazios y ambientales seencuentran en el centro de las formas que se proponen hoy en díapara hacer operativo ese nuevo contrato social.

Las nuevas demandas de la sociedad sintonizan bien con estenuevo enfoque, a la vez que la creciente sensibilidad ambientalpuede llevar a que la comunidad internacional acepte sin muchoproblema aquellas formas de ayuda que garanticen la sostenibilidaddel territorio y favorezcan el empleo. La principal limitación resideen profundizar en las formas de lograz que estos planteamientospuedan ser aplicables a realidades concretas. Y este objetivo chocacon dos dificultades. En primer lugar las nuevas soluciones no serángeneralizables a todos los territorios y sistemas rurales, por lo queproblemas diferentes requerirán de soluciones distintas. Y estehecho es contrario a las tendencias de homogeneidad emanadas dela globalización de la economía. En segundo lugar la relación entreagricultura y desarrollo rural no es clara para todos los agentesimplicados en este sector. Las inercias del pasado suponen un ele-mento importante de resistencia a nuevos enfoques aunque pudieranresultar interesantes o incluso necesarios paza la supervivencia delos modelos de explotación agraria menos competitivos.

Con motivo de ]a aprobación de la Agenda 2000 la normativaeuropea ofrece algunas posibilidades de trabajaz en esta dirección yde encontrar fórmulas de colaboración entre la agricultura y el terri-torio que la contiene. Los nuevos reglamentos horizontales y las ini-ciativas comunitarias presentan oportunidades de recursos hacia elterritorio que permitan mejoraz sus rentas y reforzar su papel en lasociedad.

El reto del mundo rural español y europeo es doble. Por una partemejorar la competitividad de la agricultura, aprovechando los espa-cios comerciales que la liberalización comercial puede provocar, y,en segundo lugaz, encontrando su nuevo papeí en la sociedad asu-miendo nuevas funciones y sirviendo de "coartada" para el mante-

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nimiento de una agricultura más débil, que no siendo competitiva siresulte viable desde un punto de vista social y ambiental. Parecemás que probable que sólo así se podría garantizar el mantenimien-to de los volúmenes actuales de ayuda agraria de la PAC, más orien-tados a los territorios y sujetos a compromisos que garanticen elmantenimiento de la población, del medio natural, de la calidad delos productos y unos determinados niveles de empleo.

La forma en que se aprovechen las oportunidades que, para estepropósito, ofrece la Agenda 2000 y la manera en que avancen lasnegociaciones de la nueva ronda de la OMC dirán si se está avan-zando o no en la consolidación del espacio rural europeo y, portanto, en el modelo de sociedad que lo sustenta.

2. LAS DIFICULTADES DEL CAMPO ESPAÑOL

Si la Política Agraria Común presenta problemas de legitimidady la agricultura europea se enfrenta a una crisis de papel social estoshechos son aún más importantes en lo que a la agricultura españolase refiere. El volumen de las ayudas que recibe nuestra agriculturaes tan elevado que resulta difícil no tenerlo presente. Además ladiferencia entre la productividad agraria española y europea planteala espinosa cuestión de que el apoyo no sólo es esencial sino difí-cilmente reducible a medio plazo sin un alto coste social y político.Una y otra cuestión llevan periódicamente a que algunos de nues-tros socios europeos se muestren especialmente críticos al uso quese da al dinero agrario en España y expresen, coincidiendo conmomentos de especial sensibilidad política, su deseo de no mante-ner el actual sistema de apoyo.

Es cierto que España recibe más de 750.000 Mpta/año en PagosDirectos', lo que supone la cuarta parte de la Renta Agraria, y queen el período comprendido entre los años ] 986 y 1997 España hapasado de ser el décimo a ser el cuarto beneficiario de la PAC. Estoshechos justifican que los países que más contribuyen al presupuestode la UE y aquellos que tienen un sector mas competitivo prestenespecial atención a los fondos que obtiene la agricultura española.

^ Para un análisis de la forrna en yue se distribuye esta cantidad en las Comunidades Autó-nomas españolas y de la potencialidad de la agricultura de cada una de ellas puede consul[az-se el trabajo de Ramos y Gallardo (1999).

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Pero no es menos cierto que cuando nuestro país firmó el Trata-do de Adhesión se enfrentó a dos hechos que limitaron que el sec-tor se beneficiase de todos los fondos que percibían y percibieronotros países: por una parte la imposición de un periodo transitorioinusualmente largo y, por otra parte, el inicio de una serie de medi-das dirigidas a controlar la oferta agraria que no han facilitado lamodernización del sector. Por ello las distintas limitaciones del sec-tor agrario español siguen actuando como factores de bloqueo y esnecesario hacer frente a este importante problema para poder hablarde competitividad en plano de igualdad con los otros socios de laUnión. Como se detalla a continuación estas diferencias afectantanto a la agricultura española, en relación con la media europea,como a la capacidad y potencialidad de la agricultura de las distin-tas Comunidades Autónomas.

Las limitaciones a las que se enfrenta históricamente la agricul-tura española son de diversa índole (ATIENZA, 1993): de carácternatural, elevada edad de los titulares de explotación, insuficientemodernización tecnológica, grave problema de erosión, fuerte des-poblamiento del medio rural, y escasa dimensión física y económi-ca de las explotaciones agrarias. De entre ellas. se justifica tratarespeeialmente las que tienen que ver con la dimensión física y eco-nómica de las explotaciones y con la productividad de los factorestierra y trabajo. La importancia de ambos tipos de elementos seexplica por sí sola.

La dimensión de las explotaciones agrarias españolas constituyeuna limitación estructural de gran importancia 5: la explotaciónmedia española tiene una superficie total que no llega a las 20 hec-táreas (de las que sólo 14 pueden considerarse útiles), y emplea 0,6UTAs 6. Dicho en otras palabras, la explotación media nacionaltiene una superficie que no es suficiente ni siquiera para emplear atiempo completo a una persona y obtiené unos resultados econó-micos que equivalen a poco más de 5 Unidades de Dimensión Eco-nómica (UDE)'. Si se compara esta situación con la de las explota-ciones de los países de la Europa más rica el referente de las fran-

5 Estos datos se basan en la información que ofrece el Informe Anual de la ComisiónEuropea sobre la Situación de la Agricultura así como en el Censo Agrario de 1989.

6 UTA = Unidad de Trabajo Agrario. Se utiliza para identificar el trabajo de un adulto atiempo completo duranle talo el año.

^ 1 UDE = 1.000 ECUs de margen bruto standard. Con posterioridad al Censo de 1989este valor se elevó hasta 1.200 ECUs, en determinadas circunstancias.

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cesas es superior a 21 UDEs y el de las holandesas se acerca a las52 UDEs, por poner sólo dos ejemplos. Pero éstos no son más quedatos medios (y por tanto no reales) ya que lo cierto es que más del75% de las explotaciones españolas (equivalente a un millón ymedio en número y al 20% de la SAU 8 eri territorio) no superan las4 UDEs. Continuando en el plano de la realidad la dispersión es,además, muy significativa: poco más de 5.500 explotaciones (las demayor tamaño) abarcan casi el 10% de la superficie disponible y, enel extremo opuesto, las casi 900.000 explotaciones menores utilizanuna superficie sólo algo mayor a la del grupo anterior (l 1%) con loque no logran generar ni el 9% del margen bruto total del sector.

En la Tabla N° 1 se recogen los datos básicos de las diferenciasde dimensión económica entre las explotaciones de las Comunida-des Autónomas. En ella se observa que la mayoría de las regionespresentan unos rasgos estructurales semejantes al perfil medionacional (regiones sombreadas) pero otras muestran significativasdesviaciones con ese pe^l. Las Comunidades de Aragón, Castilla-León, Cantabria, Navarra y Cataluña disfrutan de una mejor estruc-tura que la media nacional. Por el contrario Asturias, Galicia y lasdos Comunidades insulares destacan por una estructura peor queesa media. Del resto de Comunidades puede decirse que su estruc-tura es más o menos semejante a la media nacional.

Según Sumpsi (1994) sólo el 16,5% de las explotaciones agrariasson capaces de retribuir el factor trabajo por encima de la renta dereferencia (RR) de los salarios de otros sectores. Este dato medionacional presenta también manifestaciones diferentes en las CCAA.Así en Comunidades con las peores dimensiones (Canarias, Galicia,Asturias) se presentan los porcentajes de remuneración más bajos(nunca superiores al 4,5% de la RR) mientras que en regiones conmejores estructuras se produce una mejor remuneración del factor(entre el 50 y el 60% de la RR). Finalmente sólo explotaciones conuna dimensión económica superior a 16 UDEs pueden llegar a retri-buir el trabajo a un nivel equivalente al de otros sectores al igualaro superar la renta de referencia. Sólo 50.000 explotaciones, de lasmás de dos millones que recogía el Censo del 89, son capaces deremunerar al factor trabajo a un nivel igual o superior a la renta dereferencia. Naturalmente estas explotaciones son viables porque

$ SAU = Superficie Agraria Útil.

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TABLA IV-1: Estructura de las explotaciones por CC.AA. (%)

CC.AA. > 4 UDE 4-16 UDE < l6 UDE

Total Nacional 75,8 19,45 4,75Andalucía 80,13 15,14 4,73

Aragón 64,89 27,20 7,91Asturias 71,13 26,87 2,00Baleares 84,95 11,82 3,23Canarias 90,44 7,86 1,70Cantabria 57,33 36,82 5,89Cataluña 50,22 34,13 15,65Castilla-León 60,62 29,59 9,79

Castilla-La Mancha 79,00 16,29 4,71C. Valenciana 74,11 23,27 2,22Extremadura 78,53 16,25 5,22

Galicia 86,42 12,67 0,91

Madrid 78,63 16,10 5,27Murcia 78,13 15,97 5,90

Navarra 64,14 27,44 8,42

País Vasco 69,75 23,62 6,63La Rioja 74,17 20,53 5,30

Fuettte: SUMPSI (1994) con datos del Censo.

son competitivas y, en general, no se encuentran amenazadas por elproceso de internacionalización de la economía. Pero del casi 85%que no remuneran el factor trabajo no puede decirse lo mismo. Laestrategia de subsistencia en que se encuentran se explica (PÉREZDÍAZ, 1994) por motivos ajenos a los criterios de racionalidad eco-nómica. Como se verá más adelante el futuro de la mayoría de estasexplotaciones constituye un problema económico y político consi-derable.

El problema del ajuste estructural de las explotaciones cobraespecial importancia si se observa en un intervalo más amplio.Desde 1962 hasta el Censo del 89 la dimensión territorial mediaespañola ha crecido poco más de 4 ha, a pesar del éxodo rural y dela fuerte caída de la población activa agraria en el período. Estainmovilidad estructural parece una característica específica de nues-tro país ya que no se han producido los ajustes espontáneos que síse han dado en otros países de la Unión. Además la Reforma de laPAC del 92 supone un factor adicional de bloqueo estructural_ en lamedida en que "incentiva" la actividad no profesional, facilitando

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MAPA N° 1: Eticien^^ra de las exp[otaciones (VAB/exp/ot)

Fuenre: ATIENLA 1993.

con los pagos directos (desconectados de la producción) las estrate-gias de viabilidad y subsistencia. Hay que señalar aquí que el tama-ño medio se ha incrementado a un ritmo inferior al 1^Io anual frentea] ritmo del 2% al 3% común en los países continentales.

Por otra parte, el ritmo del ajuste en el periodo 1962-1989 ha sidomuy distinto en las regiones españolas (ARNALTE, 1996), lo queconstituye otro elemento importante de diferenciación interregio-nal. Algunas Comunidades presentan tasas de ajuste semejantes alas de los países centroeuropeos mientras que en otras regiones se

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asiste a un proceso de disminución del tamaño medio de sus explo-taciones 9.

Una característica interesante del escaso ajuste estructuralproducido en el período entre los dos últimos censos es que ladistribución de la tierra se ha hecho más injusta. Las curvas deLorenz de ambos momentos demuestran esta modificación en ladistribución (BARCELÓ, 1994). Desde una perspectiva de equi-dad cabría concluir que la nueva distribución genera más desi-gualdad, pero desde el objetivo de la eficiencia ya no está claroque genere disparidad con las tendencias dominantes en Europa.De hecho se podría concluir que este ajuste es deseable siempreque mejore la retribución de los factores de producción y reduz-ca el precio de los productos, como reclaman las nuevas exigen-cias de competitividad. Pero estos extremos no han podido serdemostrados.

En lo que respecta al régimen de tenencia la propiedad se hamantenido estable en torno al 75% durante el período 1962-1989.Esto significa que el arrendamiento como instrumento de ajusteestructural no ha operado como podría haberlo hecho, para mejo-rar la competitividad de las explotaciones (ARNALTE yRAMOS, 1988). Pero es que la compraventa de tierras tampocoha permitido el ajuste por la vía de la adquisición directa debidoa los altos precios de la tierra y a otros factores de tipo no mera-mente económico. Como ocurre con la venta de tierras tampocoel arrendamiento fue favorecido por la Reforma MacSharry. Dehecho los pagos a la hectárea han significado una elevación de loscánones de arrendamiento en esa misma cuantía, de forma que laayuda se dirija al propietario y no al arrendatario. El concepto decompensación de rentas por bajadas de precios se vacía así decontenido.

Por otra parte, las diferencias de productividad, y por tanto derenta, entre las explotaciones tiene que ver tanto con la productivi-dad de la tierra como con la combinación entre los factores tierra ytrabajo. El proceso de transformación y ajuste seguido en las dife-rentes regiones ha sido distinto pudiéndose hablar de diferentes

9 El trabajo de referencia ofrece los valores de tasas del proceso de ajuste siguientes: Cas-iilla-Lcón (2,3), Cantabria (2,1), Cataluña (2,01 y Aragón (1,9). Las Comunidades en las quese ha producido una reducción del tamaño más significativo presentan las tasas negativassiguientes: Comunidad Valenciana (-0,7) y Canarias (-0,5).

óó

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modelos de ajuste que explican la diferente capacidad de remunerarlos factores y, por tanto, sus perspectivas de futuro10.

La necesidad de distinguir entre estrategias de competitividad,estrategias de viabilidad y estrategias de subsistencia" presenta enestos momentos una especial importancia. En una situación de mer-cado abierto se consideran explotaciones competitivas aquellas quepueden ofrecer sus productos al precio del mercado mundial y soncapaces de remunerar los factores de producción al precio de mer-cado. La productividad de los factores alcanza una gran importan-cia por lo tanto. Se consideran estrategias de viabilidad aquellas quemanteniendo el capital productivo no remuneran el factor trabajo 0no lo hacen al nivel de un cierto porcentaje de la renta de referen-cia. Finalmente se consideran estrategias de subsistencia las quemantienen la actividad a costa de irse descapitalizando progresiva-mente, mientras que se produce una explotación del factor trabajo(principalmente de tipo familiar).

La subsistencia de las explotaciones hay que plantearla tanto ensu incapacidad para remunerar el factor trabajo como en los costesde producción en los que incurren. Por todo ello puede hablarse deuna baja eficiencia productiva que contrasta con las productividadespor hectárea y unidad de trabajo que consiguen otros socios de laUnión Europea. Una comparación entre las eficiencias de las agri-culturas europeas fue realizada poco después de la última reformade la PAC (ATIENZA, 1993) comparando los ratios de Valor Aña-dido Bruto por hectárea, por UTA y por explotación entre los paísesde la Unión. Holanda es el país que logra una mayor eficiencia enlos tres indicadores (más de 2,5 a 4 veces la media europea); segui-da de Bélgica (más de 2 veces la media europea); Alemania, Dina-marca, Italia y Luxemburgo forman el grupo siguiente si se atiendeprincipalmente a la productividad del trabajo (en torno al 20% porencima de la media); finalmente España presenta valores la 50% dela media que sólo son algo mejores en la productividad de la tierra

^o Para un estudio de estas diferencias a nivel regional puede consultarse el trabajo deBOTE GÓMEZ (1975).

'^ El autor de este trabajo forman parte de un equipo de investigación compuesto porcinco universidades europeas que han abordando este problema a escala de los países medite-rráneos de la Unión, en el ámbito del Programa FAIR. Una metodología para identificaz ycazacterizar estos tres [ipos de estra[egias puede consultarse en el trabajo de Gallardo et a/.(1998), mientras que una valoración en términos de dinámicas contra la racionalidad econó-mica se ofrece en el trabajo de GALLARDO et aL (2000).

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(64%). El carácter mediterráneo de buena parte de las produccionesespañolas no explica este hecho ya que Italia y Grecia multiplicanpor cuatro y por dos, respectivamente, la productividad española deltrabajo. Es evidente que estas fuertes diferencias (explicadas por laslimitaciones de las que se ha hablado en lo anterior) dejan claro elcamino que debe seguir nuestra agricultura, o por lo menos un partede ella.

EI excesivo envejecimiento de los titulares de explotación y suinsuficiente nivel de formación son otras limitaciones significativasdel sector que justifican los esfuerzos por favorecer la jubilaciónanticipada y la incorporación de jóvenes. Aunque este tema no se vaa desarrollar aquí conviene decir que ninguna de estas medidas halogrado resultados relevantes en nuestro país hasta el momento.

Si en las estructuras de producción existen significativas diferen-cias entre las regiones españolas, la diversidad de las orientacionesproductivas es, cuando menos, igual de marcada. Dado que el siste-ma de protección de la PAC, hasta la reforma de 1992, se ha orga-nizado por productos la relación que existe entre aprovechamientose ingresos provenientes del FEOGA puede considerarse automática.Aunque desde la última reforma se asiste a una creciente descone-xión entre las ayudas y las producciones, no es menos verdad quelos sectores continentales siguen manteniendo un importante nivelde ayudas (encubiertas en forma de pagos directos) y de protecciónen frontera, hasta que la próxima ronda de la Organización Mundialdel Comercio exija su modificación. Por ello revisar las especiali-zaciones productivas parece un elemento necesario para avanzar enel análisis de las disparidades agrarias.

En términos de disparidades los aprovechamientos menos prote-gidos representarán un activo regional sólo en los casos en los queel aparato productivo sea realmente competitivo. En los subsectorescontinentales las disparidades deben referirse al espacio europeodado su aun alto nivel de protección y apoyo real. Para aquellos pro-ductos de calidad en los que se observan importantes espacioscomerciales la calidad y la organización del sector comercial cons-tituyen los principales retos y las disparidades deben identificarseen ese contexto. La producción extensiva y los enfoques de protec-ción ambiental son las pistas de nuevos modos de producción queofrecen interesantes oportunidades a ciertas zonas con menor capa-cidad competitiva. En cualquier caso, y por encima de las dispari-dades propiamente agrarias, el efecto de la PAC sobre las diferentes

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regiones debe considerarse en el marco del proceso general de desa-rrollo de cada zona.

Es desde esta perspectiva como cobra especial relevancia la rela-ción entre actividad agraria y territorio. Los diferentes espaciosrurales ofrecen características muy heterogéneas que van desde lascondiciones naturales a las institucionales y tecnológicas. Por ellola superación de las diiicultades concretas implica procesos dife-rentes que deben adaptarse a las posibilidades de cada zona y res-ponder a demandas reales de los agentes locales. Esta compatibili-dad entre el proceso de desarrollo de una zona y las decisiones indi-viduales de los diferentes actores (agricultores incluidos) es la pie-dra angular del nuevo contrato social del que se ha hablado en elapartado anterior.

3. EL MEDIO RURAL Y EL DESARROLLO RURAL

La definición del espacio rural es siempre ŭna dificultad concep-tual y metodológica. Aunque desde el punto de vista práctico no esdifícil distinguir lo rural de lo urbano se hace necesario acotar estosespacios a los efectos analíticos y de aplicación de politicas.

Cuando la Unión Europea hizo pública la Comunicación a losEstados Miembros, con la que ponía en marcha la primera Iniciati-va Comunitaria de Desarrollo Rural (LEADER I) no entró en pro-poner metodologías de definición del medio rural, sino que optó porun criterio de exclusión a] no considerar elegibles aquellos territo-rios que presentasen una población superior a un límite dado. Esdecir, se optó por evitar los problemas que la definición de áreasrurales pudiese haber provocado en el seno de la UE.

Así, la principal cuestión para la elegibilidad de territorios fue supoblación. Esta debía ser suficiente como para garantizar una masacrítica mínima, que permitiese contar con diversidad de recursos yde intereses. La Comisión pretendió con ello que las zonas LEA-DER no fueran ni tan pequeñas que sufrieran los efectos negativosde un "localismo" esterilizante, ni tan grandes que les hicieran per-der las ventajas de la acción local 12. Respecto a los Grupos de

12 Aunque el límite inferior no quedó claro en la convocatoria del programa el extremosuperior se limitó a 100.000 habitantes.

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Acción " se pretendió que fuesen suficientemente representativosde los intereses existentes en la zona de actuación. Las diferentesformas en que se han resuelto ambas cuestiones en cada caso apor-tan enseñanzas interesantes para el futuro. Especialmente en lo rela-tivo al papel de los distintos agentes implicados en los procesos yen lo referente a los mecanismos de delimitación de las zonas deactuación.

El denominado "método LEADER" resume y aplica todas estascuestiones de manera práctica: experiencia piloto, carácter demos-trativo, enfoque ascendente, participación de la población, gestiónlocal, partenariado público y privado e intercambio de experiencias.Y sus resultados han sido excelentes. En muchas zonas rurales euro-peas se ha conseguido frenar el proceso de declive y en algunas,incluso, se ha logrado invertir la tendencia de desactivación. Aun-que estos efectos positivos no pueden generalizarse sí se han logra-do en la mayoría de los casos una serie de efectos inmateriales degran importancia. La recuperación de la ilusión por el futuro y ladisposición de instrumentos que permitan reconectar a las zonas endeclive con los principales centros de actividad económica y tomade decisiones son algunos de estos resultados. Los numerosos inter-cambios de experiencias entre técnicos y responsables de los Gru-pos de Acción o las frecuentes reuniones con servicios de las admi-nistraciones central y autonómica son algunos hechos de granimportancia cualitativa.

Con carácter internacional la metodología más comúnmenteaceptada para delimitar las zonas rurales ha sido formulada por laOCDE, sobre la base de la densidad de población y distinguiendoentre el nivel municipal y el nivel provincial. Aunque este métodoofrece claras limitaciones, al no plantear otras cuestiones igualmen-te necesarias como la actividad económica o el nivel de equipa-mientos sociales, presenta la ventaja de ser fácilmente objetivable yaplicable a realidades muy diferentes. Partiendo de este método untrabajo reciente14 (CEÑA et al. 2000) ha realizado una clasificacióninédita de las zonas rurales españolas incorporando criterios de cla-

13 Con este nombre se denominó a los gtvpos responsables de la puesta en mazcha en maz-cha y gestión de la ejecución del programa de desarrollo rural. La representatividad real deestos grupos se considera una cucstión esencial para el éxitn del programa.

^^ En este [rabajo, realizado como actividad de la red RAFAC, se ha diseñado una metodo-logía común para clasificaz y analizar las áreas rurales de los países de la cuenca mediterránea.

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sificación que mejoran la capacidad explicativa del método origi-nario. Según este trabajo se distinguen cinco tipos de provincias enEspaña, que de mayor a menor grado de ruralidad son las siguien-tes: esencialmente rurales dispersas, esencialmente rurales con-centradas, relativamente rurales polarizadas, relativamer2te ruralesequilibradas y urbanas.

Según los resultados del trabajo citado casi el 35% de la pobla-ción española reside en provincias que pueden definirse de esen-cialmente urbanas, mientras que el 48% habita en provincias relati-vamente rurales y el 18% lo hace en provincias esencialmente rura-les. Estos resultados podrían llevar a pensar que España es un paísfuertemente rural, cuando no es así ya que el método empleado con-tabiliza en las provincias rurales una parte importante de poblaciónurbana. Corrigiendo estas desviaciones se llega a que el porcentajede población rural real en España es del 29%, cifra que sin ser tanalta como la que cabría suponer inicialmente no es en nada despre-ciable.

Aunque no es fácil plantear las relaciones causales que existenentre grado de ruralidad y potencialidad de la agricultura no esmenos cierto que las provinciás de esencialmente rurales dispersasse encuentran en la mitad septentrional de la península y que, concarácter casi general, puede decirse que en esas provincias existenfuertes limitaciones para la agricultura. Naturalmente que otros fac-tores (como la atracción urbana, en algunos casos, y las dificultadesde accesibilidad, en otros) pueden asociarse para explicar el bajonivel de población. Los procesos de desarrollo rural en estas pro-vincias deberán dirigirse a la diversificación de actividades y apro-vechar las oportunidades de carácter ambiental que ofrezca el terri-torio. La producción de artículos de excelente calidad es una prác-tica que ya se viene Ilevando a cabo en algunas de estas zonas, conmuy buenos resultados comerciales.

Las provincias esencialmente rurales concentrada.r aparecen enla mitad sur peninsular (a excepción de Orense y Lugo) situadas enlas comunidades de Castilla - La Mancha, Andalucía y Extremadu-ra. Estos resultados confirman el carácter rural de estas zonas, algoque ha sido muchas veces cuestionado por visitantes de países delnorte europeo que sólo consideran como rural los territorios de rura-lidad profunda. En esta segunda categoría de provincias rurales laagricultura es una actividad esencial porque presenta oportunidadesclaras tanto por su potencialidad natural como por la dimensión de

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MAPA N° 2: L,os grados de rurali^/ud en Espuña

Océano Atlántico ^

^^ ^ ^Fuente: CEIV.A et aL (2000)

u Esencialmente rurales dispersas

^ Esencialmente rurales concentradas

^ Relativamente rurales polarizadas

^ Relativamente rurales equilibradas

; n Esencialmente urbanas

sus explotaciones y cuenta con un nivel de población activa muyrelevante. Así pues el desarcollo rural de estas zonas debería contarcon una fuerte componente agraria y agroalimentaria que absorbie-se la mano de obra desempleada.

En tereer lugar las provincias relativamente rurales polarizada.cse sitúan en la mitad norte peninsular y, como sucede con la cate-goría anterior, vienen asociadas a la existencia de núcleos de pobla-ción de mediano tamaño. Esta forma de localización de la poblaciónconstituye una clara fortaleza por cuanto facilita la dotación deniveles aceptable^ de equipamientos y servicios sociales, que difí-

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cilmente pueden ofrecerse a las áreas más despobladas y dispersas.Estas zonas presentan, por tanto, un aceptable grado de viabilidad amedio plazo y se caracterizan por ser relativamente dinámicas o porcontener subzonas o sectores de actividad que lo son. Los progra-mas de desarrollo deban aprovechar estas ventajas y esta mayorcapacidad relativa para poner en marcha actividades de alto valorañadido.

Las provincias de las categorías segunda y tercera contienen lamayoría de sistemas agrarios que podrían considerarse viables endeterminadas condiciones y para los que la compatibilidad entre losprocesos de desarrollo y las medidas de apoyo sectoriales y territo-riales van a resultar esenciales. La evolución de las explotacionesagrarias de estas zonas debería considerarse un testigo importantede la capacidad de complementación entre los enfoques sectorialesy las nuevas tendencias territoriales.

En cuarto lugar las provincias relativamente rurales equilibradasofrecen espacios muy dinámicos que conviven con zonas relativa-mente atrasadas (el caso de Asturias es particularmente significati-vo en este grupo). Esta dualidad constituye a la vez una oportunidady una debilidad para sus zonas rurales. La tendencia a emigrar a laspoblaciones más dinámicas es difícil de evitar, especialmente paralos jóvenes. Sin embargo esta convivencia de realidades significa laexistencia de mercados de proximidad de relativamente alto poderadquisitivo que pueden favorecer los procesos de desarrollo de lasáreas rurales mas atrasadas. Por igual motivo la elaboración de pro-ductos de alta calidad presenta unas oportunidades en estas zonasque son superiores a priori de las que pueden tener otros ámbitos.

Estos hechos podrían apoyar uno de los resultados del trabajo deCEÑA et al. (2000): que las provincias relativamente rurales pre-sentan el mayor crecimiento demográfico de todas las categoríasestudiadas en el período 1970-1996. La adecuada combinaciónentre la calidad de vida, que se asocia con las zonas rurales, y elmayor grado de equipamientos sociales y de oferta cultural, quecaracteriza a las zonas urbanas, son una posible explicación de talhecho.

El desarrollo rural de hoy se concibe con una amplia gama depropósitos que van desde explicar los problemas y sus causas, a pro-poner criterios para entender y evaluar el cambio rural o a incorpo-ra las dimensiones espaciales en los procesos de acumulación y dereestructuración económica en procesos sostenibles. Así pues una

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caracterización de espacios como la reseñada facilita en buenamedida estos objetivos y permite prever el carácter que deberíanadoptar los procesos de desarrollo rural en las diferentes áreas.Claro que este es el reto y la realidad puede ser otra.

El nuevo papel de los espacios rurales no sólo va a tener que vercon su actividad económica tradicional, sino también con las nue-vas formas en que se organicen sus diferentes intereses, con ladiversificación de las actividades y con, su creciente conexión conlas múltiples redes europeas. Y esto no es casual ya que los proce-sos de integración europea, por un lado, y los de mundialización delas economías nacionales, por otro, están provocando profundoscambios en los tejidos productivos y, por tanto, en los objetivos, ins-trumentos y medidas de las políticas económicas nacionales.

La sociedad del siglo veintiuno, que ya asoma a la vuelta de laesquina, viene preparándose desde hace años para estos cambios conun doble proceso de transferencia de competencias en sus adminis-traciones. Este desplazamiento centrífugo de responsabilidades con-templa el creciente cometido de las políticas comunitarias, concen-tradas y contenidas en Organismos Supranacionales, mientras que laaplicación de esas grandes políticas en el territorio exige de vehícu-los más próximos a los ciudadanos y a sus problemas, que sean capa-ces de atender a la corrección cercana de desequilibrios y necesida-des concretas. La aparición de nuevos actores intermedios y la absor-ción de nuevas competencias por parte de los municipios son dosrespuestas simultáneas a estas nuevas necesidades y oportunidades.

Aunque los cambios aportados por la Agenda 2.000 han sido sig-nificativamente menores que los que algunos sectores de la socie-dad europea reclamaban, no es menos cierto que incorpora ciertoselementos significativamente innovadores que. de alguna manera seinspiran en la iniciativa legislativa francesa basada en los llamadoscontratos de territorio15.

4. NUEVOS TIEMPOS, NUEVOS RETOS

Con todos los antecedentes descritos se llega al momento actualen el que está reciente la aprobación de la Agenda 2000. Este

15 Sobre el reciente deba[e del proyecto de Ley de Orienración francesa puede consultar-se el trabajo de RAMOS et al. (2000).

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importante documento contiene, entre otras cosas, un nuevo paso enel proceso de reformas de la PAC, que ofrece interpretaciones con-tradictorias desde el punto de vista de la política rural. Como ya seha dicho, diversos trabajos habían venido cuestionando la PAC clá-sica y abogaban por una política integrada de componente rural1óque sería muy útil para iniciaz las nuevas negociáciones en la Orga-nización Mundial del Comercio. Pero nunca los grandes cambios sehan producido de una manera fácil y rápida desde que la Uniónexiste. La disparidad de intereses entre los países, la necesidad dellegar a acuerdos en un plazo limitado por la inmediatez de las elec-ciones al Parlamento europeo y los objetivos impuestos por la pre-sidencia alemana del Consejo obligaron a acelerar el proceso denegociación de la reforma. Como resultado de todo ello se llegó auna situación que tiene mucho de continuista pero introduce ele-mentos de novedad.

La nueva política que encierra la Agenda 2000 tiene como unode sus objetivos principales "acabar con el dualismo entre agri-cultura y territorio integrando ambos planteamientos" por lo queplantea una serie de medidas que se dirigen a la agricultura y otrasque se dirigen al territorio ". Estas últimas se resumen en las cincosiguientes: a) infraestructuras adecuadas para mejorar la viabili-dad de las actuaciones; b) renovación de los pueblos, ampliandolas experiencias realizadas al respecto; c) fomento de las nuevasposibilidades de obtención de renta, incluida la agricultura, yteniendo en cuenta el proceso liberalizador y las exigencias decompetitividad; d) considerar la función recreativa de los espaciosrurales como alternativa de fundamento y no sólo paza actividadesmarginales; e) introducir la consideración del medio ambientecomo una medida horizontal respondiendo a esta demanda dé lasociedad.

Por ello, aunque el documento aprobado en Berlín está muy lejosde dar el salto cualitativo, desde una política agraria a una políticarural, al introducir elementos de territorialidad en la aplicación de laPAC, reconoce la importancia del desarrollo rural definiéndolo tex-tualmente como segundo pilaz de la PAC. En consonancia con este

16 A modo de botón de muesva sobre la literatura publicada en este sentido pueden con-sultarse los vabajos de BUCKWELL (1996), KAYSER (1994) y MASSOT (1996).

'^ Cf. SII,VA (1998) y el Acuerdo de la Cumbre de Berlín.

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objetivo la aprobación de una nueva Iniciativa Comunitaria'g y deun nuevo Reglamento Horizontal de Desarrollo Rural son dosexpresiones de este deseo de superar la dualidad entre agricultura yterritorio.

Así, aunque la Agenda 2000 no puede considerarse totalmentenovedosa, avanza algunos pasos para articular la nueva PAC conherramientas que profundicen en el Proceso de Desarrollo Ruralemprendido desde e192. De esta manera, la política que se ha apro-bado se basa en los principios de simplificación, flexibilidad y des-centralización, que responden a las corrientes modernas de desarro-llo rural y a la vez que son exigencias del propio sector agrario.

En primer lugar la simplificación se traduce en la actualizacióny convergencia de los diferentes reglamentos que regulan áspectostales como la modernización de las estructuras agrarias (objetivon° Sa), el desarrollo y ajuste estructural de las zonas rurales (obje-tivo n° Sb) y las medidas de acompañamiento en la reforma de laPAC del 92, en un solo reglamento y que podrá dar lugar a Pro-gramas Operativos de Desarrollo Rural en el futuro. Además, enla nueva Iniciativa de desarrollo rural se financiarán todas lasacciones con el mismo fondo, el FEOGA-O, superándose así lasdificultades de imputación que han caracterizado el periodo LEA-DER II.

Por su parte, la flexibilidad significa que la programación debehacerse en función de las potencialidades de cada territorio. Esteprincipio se sustancia en la posibilidad de que los Estados miem-bros (a través de diferentes niveles de sus administraciones) elabo-ren y apliquen. planes de desarrollo rural que, en aplicación de lasmedidas contenidas en el Reglamento horizontal se ajusten conve-nientemente a las condiciones y circunstancias locales. La impor-tancia que cada Estado puede dar a las cuestiones ambientales pre-senta también un significativo grado de opcionalidad y, por tanto, deflexibilidad. El principio de subsidiariedad significa que los progra-mas deben ser elaborados por quienes se encuentren más cerca delterreno de actuación. La aplicación de este principio debe llevar a la

18 Es interesante conocer el debate que sobre el nombre de la nueva Iniciativa de desa-rrollo rural se produjo en los servicios de la Comisión. Mientras algunos sectores propugnabanmantener el nombre LEADER de las dos versiones anteriores, otros sectores deseaban unnuevo nombre que simbolizase un nuevo avance en [érminos de innovación. Finalmente seoptó por una síntesis de ambas posturas eligiendo el nombre de LEADER+.

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descentralización y a la implicación de las diferentes Administra-ciones a la vez que se garantiza la máxima participación de la pobla-ción rural en los procesos de planificación que les afecten.

En relación con estas dos últimas cuestiones los criterios para laaprobación de los Grupos de Acción seguirán siendo competenciade los diferentes Estados miembros, aunque siempre cumpliendocon los dictámenes comúnmente aceptados por la Comisión. En esteaspecto convendría resaltar la actual discusión acerca de las com-petencias que deberán ejercer los Fstados, las Regiones, las Admi-nistraciones locales y los diferentes grupos encargados de la pro-gramación y gestión del desarrollo rural.

Otra novedad importante introducida por la Agenda 2000 tieneque ver con la cobertura territorial de los programas de desarrollorural. Naturalmente, el Reglamento horizontal es de aplicación uni-versal en el territorio de la Unión , como indica su mismo nombre.Pero, a la vez, la nueva Iniciativa LEADER+ no se verá restringidaexclusivamente a las zonas más retrasadas (zonas Objetivo 1 y 2,atendiendo a la definición utilizada en la última reforma de los Fon-dos Estructurales). Ambas circunstancias abonan la idea de que lasmodernas tesis del desarrollo rural, y sus indiscutibles ventajas parael conjunto de la sociedad, se van abriendo camino de una formalenta pero firme en todas las instancias de la UE.

5. LOS RETOS DEL MEDIO RURAL ESPAÑOL

Los retos a los que se enfrentan las zonas rurales españolas tie-nen que ver tanto con los cambios yue se están produciendo en laescena internacional como con ciertas características nacionales quepueden dificultar la adopción de las estrategias adecuadas en elmomento oportuno. El reconocimiento de estas especificidadesresulta crucial para evitar que el medio rural español sea receptor depolíticas diseñadas para otros entornos perdiendo así oportunidadesnecesarias para su desarrollo19.

Entre las características propias o internas del medio rural espa-ñol destacan su gran diversidad rural, las limitaciones naturales ytecnológicas, su fuerte componente agraria, la despoblación inte-

19 Cf. SOTO y GÓMEZ (1995).

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rior, el déficit de formación, su ancestral falta de vertebración, suproceso de descentralización, etc.

La rica variedad agroclimática y cultural de España implica unmayor grádo de contraste y diversidad rural de lo que, siendo ya depor si relevante, aparece como heterogeneidad rural en la Europacomunitaria. Los frenos y obstáculos que han venido impidiendo eldesarrollo de muchas zonas rurales españolas son de mayor dimen-sión cuantitativa que los que enfrentan nuestros vecinos del norte.El escaso grado de inversión y acumulación en algunas de estaszonas contrasta con los procesos que se han estado viviendo enzonas de otros países de la Europa continental. La agricultura esaún un sector esencial para garantizar procesos de desarrollo sos-tenible en muchas zonas, mientras que los agricultores juegan yhan de seguir jugando un papel básico para el mantenimiento delpatrimonio ambiental. La baja densidad de población de las zonasinteriores comporta un riesgo de punto de no retorno que es vitalno superar. La escasa tendencia a compartir proyectos comunesmarca una dificultad añadida para el desarrollo del medio ruralespañol.

Sin embargo, aunque las dificultades no son pocas, las estrategiasde desarrollo rural significan una posibilidad que aparece hoy tími-damente y que se podría fortalecer en los próximos procesos dereforma de la PAC si los actores del medio rural español consiguie-ran sacar a este tipo de mecanismos de ayuda toda la potencialidadque pueden llegar a tener.

A modo de conclusión: si el medio rural es en España muyimportante y buena parte de la agricultura de nuestro país presentafuertes limitaciones a su desarrollo, no existiendo alternativa claraa esta actividad en muchas zonas rurales del interior, parece perti-nente formularse las siguientes preguntas: ^no debería jugar Españaun papel primordial en que la política rural europea se definiese aimagen de las necesidades de nuestro medio rural? ^no podría Espa-ña establecer la forma en que la política rural jugase un papel acti-vo de apoyo al mantenimiento del tejido social y la actividad en elcampo? ^,no debería fomentarse la investigación y la reflexión sobreel particular? ^no se debería aprovechar el periodo de negociacionescon la OMC para ofrecer en el desarrollo rural medidas de apoyoque, siendo aceptables para las exigencias internacionales de libe-ralización comercial, permitiesen mejorar las condicio_n_es de vidaen el campo?

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Mesa Redonda

SOBRE EL FUTURO DE LA PAC

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