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Desgrabación Dra. Mónica Pinto
En la definición del orden jurídico político que se proponía para regir después de la
Segunda Guerra Mundial, los Derechos Humanos tuvieron un lugar. De hecho, fueron un
punto en la agenda que los Estados cedieron para transformar a la comunidad
internacional en un ente institucionalizado y allí entraron, con ese nombre y apellido,
como un objeto de una política unilateral que se iba a dar a lo largo del mundo. La
realidad es que el objetivo de esa cooperación era el respeto universal de los derechos
humanos y la efectividad. Por universal se suponía que esto iba a ir mas allá de las paredes
mismas que podían llegar a tener la Carta de las Naciones Unidas para poder llegar a todo
ese cúmulo de personas, mujeres y niños que se encontraban en los territorios coloniales
y en los territorios que estaban bajo mandato o bajo fideicomiso desde 1945. Lo cierto es,
entonces, que este respeto universal y la efectividad de los Derechos Humanos como
metas de la cooperación internacional en este tema, permitieron la construcción de un
edificio de normas que, por una lado, garantizaban cuáles eran los derechos protegidos y,
por el otro lado, establecían instancias internacionales de reclamo, de contralor de cómo
los Estados llevaban a cabo la política de respeto de los Derechos Humanos. En realidad, el
primer escalón de esta política es la adopción de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
Allí el 10 de diciembre de 1948 en Paris es que se propone como un gran ideal
respecto de cuáles son los Derechos Humanos que la humanidad debería respetar y los
Estados salen a buscar prácticas culturales, institucionales y legales para tratar de
consagrarlos. A partir de allí los tiempos políticos, históricos demoraron un poco en la
adopción de normas de Derechos Humanos y, básicamente, muy a los inicios de los años
‘60 apareció el gran tema (hasta ahora pendiente), que es el tema de la discriminación
racial. Sólo cuando la Guerra Fría permitió que todos se sentaran alrededor de una mesa
para poder adoptar instrumentos, allí por mediados de la década del 60, aparecieron los
dos grandes monumentos legislativos que tenemos en este tema que son el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos
Económicos Sociales y Culturales, ambos de 1966, destinados a ser un único tratado pero
que la Guerra Fría hizo que fueran dos para que cada uno de ellos pudiera acomodar en
una mejor medida a cada uno de los dos bloques que en ese momento eran mayoritarios
en el mundo.
Lo cierto es que a partir de ahí los Derechos Humanos fueron consagrados en otros
instrumentos y entonces todo un grupo de normas prescriben los Derechos Humanos en
clave de mujer, niño, trabajadores migrantes y personas con discapacidad, porque de la
práctica constata que todos esos sujetos ven menguado sus posibilidades de ejercicios de
Derechos Humanos. También otro grupo de Derechos Humanos, otro grupo de Tratados
consagran y regulan lo que se llaman las grandes violaciones de Derechos Humanos: los
crímenes en materia de Derechos Humanos como la tortura, la desaparición forzada. En
todo caso, al día de hoy, hay un bagaje en el mundo bastante importante en materia de
normas de Derechos Humanos y, además, hay un conjunto de órganos que se encargan de
monitorear este tema. Esos órganos, en el ámbito de Naciones Unidas suelen llamarse
Comités, los cuales están integrados por expertos internacionales, que son personas que
no son delegados de gobierno, ni representantes de organismos ni instituciones de ningún
tipo y que se encargan de examinar las medidas que los Estados adoptan para que los
Derechos Humanos puedan ser ejercidos por todas las personas. De vez en cuando, en
algunos contextos y satisfaciendo determinados requisitos, estos órganos se ocupan
también de los reclamos cuando se produce una violación de los Derechos Humanos en un
país y cuando esa violación no es adecuadamente considerada ni reparada.
En los ámbitos regionales la dinámica tuvo tiempos distintos, lo que califica lo
regional es esa comunidad de cultura, legislación, antecedentes y, entonces, cada uno de
los ámbitos regionales se movió de una manera distinta. Los europeos salieron de una
Segunda Guerra Mundial que los tuvo por escenario predominante y tomaron la gran
decisión política de adoptar límites a las decisiones nacionales y soberanas de los
gobiernos de turno en esta materia y en 1950 adoptaron una convención: la Convención
Europea para la Protección y la Salvaguarda de los Derechos Humanos y las Libertades
Fundamentales. La Convención de Roma, fue donde se dio una estructura orgánica que
todos los otros sistemas salieron a utilizar como modelo. La Convención de Roma tuvo una
Comisión y una Corte Europea de Derechos Humanos y todos los demás sistemas (el
Interamericano y el Africano) utilizaron esto como esquema básico. El Sistema Europeo
fue creciendo con el tiempo, se construyó a partir de Estados que fueron declarados como
violadores de Derechos Humanos en el caso tal y cual, pero en todo caso ese sistema que
evolucionó al punto de que hoy ya no tiene una Comisión sino una Corte a la cual los
individuos acceden directamente, ese sistema no puede entenderse en el aislamiento.
El Sistema Europeo se inserta en la decisión política de los Estados europeos de
armar primero una Comunidad Europea, las Comunidades en plural después y la Unión
Europea hoy. Hay una exigencia de pertenencia del Sistema Europeo de Derechos
Humanos de todos aquellos Estados que ingresan a esta Unión Europea.
En el ámbito interamericano por el contrario lo tiempos fueron distintos. El
Sistema Interamericano es un conjunto de republicas democráticas las cuales surgieron de
la emancipación del poder colonial, fundamentalmente español, francés, portugués, y en
algunas colonias de América Central, francés, o ingles, pero básicamente fueron republicas
que abrevaron en el bagaje del iluminismo que estuvo en Europa en el siglo XIX. La
mayoría de las constituciones tenían derechos civiles y políticos previstos para los
ciudadanos y cuando se juntaron para darle forma legal al sistema interamericano, allí por
la década del ‘40, decidieron proteger con un sistema de derechos a sus ciudadanos, un
sistema de derecho internacional. De allí la Declaración Americana de Derechos y Deberes
del Hombre. De allí (como pasó en el Sistema Universal) el Sistema Interamericano sale a
la búsqueda de un tratado de Derechos Humanos por lo cual trabajan las democracias que
tiene América Latina a los inicios de la década del ‘60. El tratado se logra en el ‘69, es la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, pero el camino hacia la ratificación y la
puesta en vigor es más lento porque la mayoría de esas democracias habían sido
reemplazadas por dictaduras, las cuales fueron realmente costosas en términos de vidas
humanas y de libertades individuales.
El Sistema Interamericano entonces tiene una Convención, que es el Pacto de José
de Costa Rica, que es su columna vertebral y a partir de allí aparecen una serie de otros
instrumentos, todos los cuales tienen tratamientos por la Comisión Interamericana (que
fue creada por exigencias del pragmatismo de la urgencia a fines de la década del ‘50) y
que son también consideradas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El mundo africano se da hacia los inicio de los 80, también con su modelo, una
Comisión y Corte, con una Convención que se ocupa de los derechos de los individuos y
pueblos. El mundo asiático intenta ir construyendo un sistema normativo en diversas
variantes. Lo real es que en el sistema en el cual nosotros nos movemos, en el Sistema
Universal, las repúblicas de América Latina intentaron entrar lo más pronto posible al
sistema de Derechos Humanos. Algunas ratificaron tratados antes de que los gobiernos de
derechos fueran reemplazados por dictaduras y, entonces, los mecanismos que fueron
surgiendo con el correr de los tiempos pudieron aplicarse. El caso paradigmático es
Uruguay respecto del cual el Comité de Derechos Humanos del Pacto de Derechos Civiles y
Políticos pudo atender reclamos. Por otro lado, en el Sistema Interamericano la
Convención no estaba en vigor sino cuando la mayoría de las democracias del Cono Sur
habían desaparecido y hubo que esperar al reestablecimiento democrático. Entonces los
inicios de los ‘80 van a ser el momento en que los Estados ingresen casi masivamente uno
tras otro al Sistema Interamericano y comienzan a implementar, por un lado, los derechos
protegidos y aceptar, por el otro, las competencias de los órganos. La Argentina
puntualmente había ratificado antes del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, la
Convención sobre el Genocidio, la Convención sobre Eliminación de la Discriminación
Racial , sin aceptar las competencias del Comité para la Discriminación Racial, pero en rigor
lo que se verifica a la luz de los tiempos es que a partir del reestablecimiento democrático
(el gobierno de Raúl Alfonsin en ese momento y todos los demás siguieron la misma
política) de que la Argentina estuviera involucrada por todos los tratados de Derechos
Humanos. Que estuvieran disponibles para toda la región y el país y que aceptara todas las
competencias de todos los órganos de control en esta materia. Esto hace que básicamente
el Sistema Interamericano tenga, no sólo por el pasado, un carácter de acreedor de
gratitud de los argentinos, sino que también sea acreedor con miras a futuro. El
tratamiento que estas normas internacionales de Derechos Humanos. que han tenido en
nuestro país, han variado con los tiempos, la realidad es que casi a inicios de los ‘90 lo que
se aplicaba era la Doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el caso de
Martín y compañía en contra de la administración general de puertos, en el sentido de
que los tratados internacionales son cuerpos autónomos y que la realidad es que cuando
uno aplica un tratado que tiene igual rango que una ley y la ley queda postergada esto se
puede dividir en términos de constitucionalidades o inconstitucionalidades. Sin embargo,
cuando la ley resulta la norma aplicable y el Tratado queda postergado, hay un planteo de
responsabilidad internacional. Este planteo, la corte de los ‘60 lo conoce pero sostiene
este no es mi tema, es de otros, de los políticos.
El cambio se produce en la década del ‘90, cuando en julio de 1992 la Corte adopta
el fallo contra Sofovich, caso caratulado aun prontamente como con derecho a replica y
llega a la conclusión (y así esta dicho en el fallo) que cuando la Nación se compromete con
un Tratado esto significa que todos sus órganos deben respetarlo y aplicarlo. A partir de
allí el salto es a la Convención Constituyente de 1994, entonces surge una reformulación
de la normativa y de la escala normativa en la Argentina. Ciertos instrumentos de
Derechos Humanos tienen un arraigo constitucional, se trata de 8 Convenciones y 2
Declaraciones (la Universal y la Americana) y el resto de los Tratados en general tienen
rango superior a la ley, de forma tal que toda la normativa que se elabore en el país, que
sea de generación nacional va a tener que tomar en cuenta estos parámetros.
Promediando la década de los ‘90, es cuando la Corte Suprema de Justicia da un fallo en el
caso Giroldi y dice que además la generación de órganos de control debe servir de guía
para la interpretación de los derechos protegidos. De Giroldi en adelante no solamente
tenemos normas, sino que también le damos atención a las decisiones de los órganos del
sistema.
La jurisprudencia argentina, la patología de la violación de el derecho, tal como es
conocida por los jueces, va a seguir evolucionando y va a haber una serie de
pronunciamientos internacionales, respecto de los cuales probablemente la causa Simón
sea una de las paradigmáticas, en las cual la Argentina va a ser mérito de los criterios de
los tratados internacionales e incluso de la incorporación de los Derechos Humanos al
orden público como normas de ius cogens para hacer avanzar la protección de los
derechos de las mujeres, hombres y niños en este país.