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Revestidos por gracia
1.- Contexto del rey Joaquín. El rey Joaquín es llevado a Babilonia junto con toda su familia. Solo
reinó por tres meses y lo llevaron cativo. Estuvo cautivo 37 años, se perdió toda su etapa de adultez
en la que regularmente tenemos todos nuestros logros personales, familia, trabajo, etc.
2.- Lo saca de la cárcel. La cárcel simboliza nuestro estado de pecado, de oscuridad. Lo primero que
ocurre en nuestra vida es que somos regenerados. Algo que sólo puede hacer Dios es quitarnos la
venda, sólo él nos puede hacer nacer de nuevo.
Nosotros estábamos aprisionados en nuestros delitos y pecados y de esa cárcel nadie nos podía
sacar.
3.- Le habló con benevolencia. (Lucas 22:15)
Después de que somos regenerados viene un llamado que Jesús nos hace. Así como les habló a sus
discípulos nos habla a nosotros. Aunque éramos pecadores, él nos trata con amor.
No hay ningún reclamo.
El llamado que Jesús nos hace es similar, Jesús nos dice: ¡Ey! Sal de ahí, eres libre!. El mensaje de
salvación es un mensaje de libertad.
Cuando Jesús se sienta con sus discípulos a su mesa les dice: cuánto he deseado comer con vosotros!
El maestro de Maestros, el Hijo de Dios, el sabio Jesús, al que todos seguían, deseando sentarse a
comer con nosotros. Qué privilegio!
Así el rey le habla al esclavo, qué privilegio.
4.- Le quita sus ropas de prisionero.
Lo que simbolizaban para Joaquín esos vestidos., tantos años de opresión, de humillación.
Para los hombres del A.T eran muy importantes las vestiduras, les daban identidad. Como en Lucas
15:22 cuando el padre redime al hijo lo primero que hace es pedir que le traigan los mejores
vestidos. Los vestidos les permitían estar en una posición distinta.
Revestirnos es justificarnos. Jesús nos justifica. Nos quita nuestros vestidos de injusticia y de pecado
y nos da unos nuevos, nos reviste, nos da vestidos de justicia, estos vestidos nos hacen poder estar
frente al Rey, nos da identidad.
En Col. 3:5-14 Pablo nos invita a despojarnos de aquello que es nuestra vieja vestidura. A veces se
nos olvida que hemos sido revestidos. Todo lo que era del viejo hombre debe quedarse atrás: Ira,
enojo, palabras deshonestas, impureza.
Y debemos vestirnos de misericordia, amor entrañable, paciencia, humildad.
Dios nos ve no con nuestra ropa de prisionero, sino con la ropa de justicia de Jesús, Jesús nos presta
su uniforme de justicia.
5.- Sentarse a la mesa.
Jesús en Lucas 22:13-20 invita a sus discípulos a su mesa, para darles el pan que era él y su sangre
que simbolizaba el nuevo pacto.
El rey le dio al rey Joaquín comida todos los días de su vida.
Todos nuestros días transcurren delante del rey y él nos suple en todo. Dios nos da también
santidad, a través de su palabra, de los acontecimientos, agradables y adversos., él nos da el
alimento espiritual que necesitamos.
Conclusión...
El rey ahora se enfrentaba a la difícil tarea de reinar al lado del máximo rey. Seguramente el
recordaba sus tiempos de prisión. Cada día tuvo que mejorar y dejar de vivir como esclavo, ahora
debía vivir a la altura de rey. Nuestro reto es estar frete a Dios, a su mesa a la que nos invita a comer
y estar en santidad con una vida digna del hijo de un rey.
Cada día al sentarse a la mesa seguramente el rey recordaría ese acto de gracia.
Al igual nosotros, cada vez que estamos frente a la mesa del señor y comemos su carne y bebemos
su sangre, estamos recordando que… por gracia sois salvos. Ese es el corazón del evangelio, un
llamado de libertad y de gracia.