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ARQUITECTURA Y TECNOLOGÍA. REVISTA ELECTRÓNICA DE ARQUITECTURA No. 3 JULIO-SEPTIEMBRE

Revista 3

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ARQUITECTURA Y TECNOLOGÍA.

REVISTA ELECTRÓNICA DE ARQUITECTURA

No. 3

JULIO-SEPTIEMBRE

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ARQUITECTURA Y TECNOLOGÍA. REVISTA ELECTRÓNICA DE ARQUITECTURA. Año 1, No. 3, es una publicación

trimestral, Julio-septiembre 2012. Editada y Publicada por José Adolfo Chávez Armengol, Paseo Helsinki 240

Col. Tejeda, Corregidora- Querétaro, C.P. 76904, Tel. 442 239 4578, [email protected]. Editor

responsable: José Adolfo Chávez Armengol. Reserva de Derechos al uso exclusivo No.04-2014-080711041400-102,

ISSN Está en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última

actualización de este Número, José Adolfo Chávez Armengol, Paseo Helsinki 240, Col. Tejeda, Corregidora-

Querétaro, C.P. 76904, fecha de última modificación, 15 de Mayo de 2015.

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa

autorización del Editor. En caso de utilizar la información, imágenes y gráficos deberá citar de manera

inexcusable la fuente, aclarando la fecha de publicación y los datos concernientes a su autor.

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Consejo editorial

Ing. Arq. Juan José Sánchez Díaz

Arq. Salvador Mancera Almanza

Ing. Arq. Ignacio Muñiz Rojas

M. en Ing. Jesús Cortés Ochoa

M. en Arq. Gretchen Heressman Alday

M. Admón. Araceli Ramírez Naranjo

Ing. Arq. Martín Hernández Chavela

M.C. José Adolfo Chávez Armengol

Agradecimientos

A los directivos del Instituto Tecnológico de Querétaro que en su momento apoyaron para el desarrollo de estos

artículos

M.C. JOSÉ LÓPEZ MUÑOZ

ING. CARLOS FERNÁNDEZ PÉREZ

LIC. MARIO ALEMÁN ROSADO

ING. MANUEL VALDELAMAR TAMEZ

ING. JOEL HUERTA RICO

ARQ. CARLOS CUEVAS CRUZ

M. EN ADMÓN. ARACELI RAMÍREZ NARANJO

ING. ARQ. MARTÍN HERNÁNDEZ CHAVELA

ARQ. ARMANDO CASTAÑEDA ARRIAGA

LIC. CLAUDETTE BONIFANT CISNEROS

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EDITORIAL La hacienda es un gran legado arquitectónico para nuestro país, el cual estaba basada en diferentes sistemas de producción –dependiendo de la región del país-, por más de 300 años. La historia de las haciendas es un tema complejo que se inicia posterior a la conquista religiosa de la Nueva España con una práctica originaria de la Europa medieval: la encomienda. Los encomenderos se convierten en una clase privilegiada que recibe tributo en materia y en labor de las comunidades indígenas como pago de excesivos impuestos, convirtiéndolos en intermediarios reales de la corona española. De esta manera, surgen los diferentes tipos haciendas que existieron en nuestro país y que de acuerdo a la ubicación Geográfica se pueden distinguir las haciendas productoras de granos, ranchos ganaderos – ovinos, bovinos, etc. -las plantaciones de azúcar y de algodón; las haciendas productoras de pulque y mezcal o bien las haciendas productoras de frutas tropicales, todas ellas asentadas en el extenso y bello panorama del mosaico mexicano. Estas haciendas contenían una disposición para diferentes usos como la habitación, áreas de maquinaría, bodegas, áreas administrativas, servicios de seguridad y religiosos, lo cual hacía de las haciendas lugares de extrema complejidad y extraordinaria belleza arquitectónica. La infraestructura hidráulica fue un recurso vital para el progreso de las haciendas. La belleza de las haciendas aún la podemos admirar en algunos de los ejemplos de haciendas en diferentes lugares de la República Mexicana y diferentes épocas. Sin embargo, debemos reconocer que muchas de esas haciendas fueron devastadas a lo largo de los 300 años de evolución; muchas haciendas hoy ya no existen, por lo que debemos tratar de revitalizar las que ahora se mantienen en pie. Tenemos el compromiso de preservar este importante legado de nuestro patrimonio cultural, pero también tenemos el compromiso de nuestro tiempo histórico. De igual manera debemos reconocer su importancia histórica-cultural pero tomar en cuenta no caer en la falsificación arquitectónica ni en los historicismos para adecuar a nuevas actividades y funciones esos edificios que representan gran parte de nuestra identidad nacional.

Arq.Juan José Sánchez Díaz.

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INDICE

HACIENDA EL CAZADERO ARQ. MARTÍNEZ FLORES JORGE EDUARDO

EX HACIENDA NAVAJAS

RAMÍREZ OCAMPO JOSÉ RAMÓN

HACIENDA MONTENEGRO

GALVÁN ORTIZ MIGUEL ÁNGEL

HACIENDA CARRETAS

MORALES GARCÍA LETICIA

LA HACIENDA, UNA FORMA DE VIDA

M.C. JOSÉ ADOLFO CHÁVEZ ARMENGOL

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LA HACIENDA EL CAZADERO ARQ. JORGE EDUARDO MARTÍNEZ FLORES

“La identidad y el carácter de una un pueblo están dados por su estructura física y caracteres sociológicos. Se considera necesario preservar el Patrimonio Histórico-Monumental, que es la defensa del patrimonio cultural, conservando los valores que son de trascendente importancia para afirmar la personalidad comunal o nacional y aquellos que tienen un significado para la cultura en general”1

INTRODUCCIÓN. En todas las culturas que ha conocido el hombre, a través de todos los tiempos y principalmente en México, se ha llevado a cabo una vida bien ligada con el mito y la religión, la cual ha quedado plasmada en sus extraordinarias construcciones y que hoy a pesar del tiempo podemos admirar. En el caso de las haciendas conocidas generalmente como símbolo de poder nobleza producto de su producción se cual fuera, nos llama el caso particular esta, ya que la Hacienda el Cazadero desde sus inicios, mas que un símbolo del poder y nobleza de sus propietarios, ha sido un testigo valioso en el tiempo de los principales acontecimientos históricos del país, desde las centurias del virreinato, los turbulentos y difíciles días de independencia, de un efímero imperio, hasta la gesta de la revolución, y posterior hasta la época actual, resultado de toda esta historia que es hoy parte de nosotros. Y se ve plasmada como testigo en la Arquitectura de este monumento. Y lo que resalta precisamente de los usos a través del tiempo es que esta no fue creada como medio de producción y si como un lugar de caza por excelencia ya que en sus extensos llanos acudían los invitados de la nobleza española a cacerías espectaculares de venado. Por esto los cronistas de la época consideran el primer coto de caza en el nuevo mundo. De ahí su nombre.

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ANTECEDENTES Debido a que las haciendas constituyeron el sistema agropecuario de producción vigente por más de 300 años, en el cual se estructuro no solo la vida rural sino también estuvo cimentado gran parte del desarrollo económico de México. Las cuales existieron no como un arquetipo, el cual se identificaran todas de la misma manera todas las de su especie sino como seres independientes, aunque si con características generales que le fueron comunes, estas no fueron tan notables ya que al pasar el tiempo las circunstancias históricas, las condiciones geográficas y los usos a que estuvieran destinadas, determinaban estas características formales. Se sabe entonces que la Hacienda El cazadero formo parte de una clasificación de haciendas nada común y servia como residencia para la nobleza del siglo XVI la cual acudía a este monumento a la practica de la caza y que tuvo como primer propietario al primer virrey de la nueva España. Por esto este monumento se convierte en punto de serio análisis el cual pretendería rescatar esa entrañable historia y sobre todo resaltando el uso primero al que fue evocada pero sin olvidar mencionar los diferentes usos en su historia y los puntos sociales, políticos y económicos que han sido causa del estado actual.

Hacienda el cazadero La hacienda el cazadero tuvo como primer propietario al primer Virrey de la Nueva España Don Antonio de Mendoza, y se puede decir que la hacienda hacia las veces de casa de campo o de juego pues en esta se daba cita para practicar la caza del venado que en abundancia habitaba en sus extensos llanos. Acudían también sus invitados que como es de imaginar fueron españoles. Los cronistas de la época consideran la hacienda como el primer coto de caza del nuevo mundo, de ahí viene el nombre de hacienda el cazadero, y fue el centro de caza predilecto de los posteriores virreyes de la nueva España. En 1540 los indios pobladores de la región organizaban la primera cacería para el virrey Don Antonio De Mendoza, en la cual se utilizaron 15000 indios para formar un cerco humano en torno a los venados y demás animales, con el objeto de evitar su escapatoria. Para los siglos XVI y XVII la hacienda continuó siendo un lugar dedicado a la caza, y su extensión tenía 125,539 hectáreas.

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En los primeros años del siglo XVIII, la época de oro llego al país y a la hacienda la orden religiosa de las hermanas Clarisas, que como regalo de la Corona Hispana habían recibido los terrenos de los extensos llanos de cazadero y el casco de la hacienda, poco tiempo después la congregación construye las trojes que convierten en almacén de granos a la hacienda. Y es en estos años cuando llegan al sitio los primeros habitantes permanentes.

La hacienda Cazadero tuvo una organización laboral, compuesta por los trabajadores eventuales en sus inicios. Las tierras que ocupo se deben a varios factores el principal que estas vastas tierras contaban con una rica fauna compuesta principalmente de venados cola blanca y conejos de varias clases, condiciones que propiciaban la flora y la abundante existencia de arroyos. Como fue lógico el virrey pudo sin problema apropiarse de estas tierras y construirse su casa de campo usada para la caza de venado, cuando paso a formar propiedad de las hermanas Clarisas, ocupo sus primeros dueños permanentes y así sus trabajadores, este factor influyo en gran medida a la explotación mas regular de parte de sus extensas tierras, requiriendo de mano de obra para su explotación y producto de esa explotación fueron los almacenes de grano que se construyeron, y no solo eso si no algunas calpanerias cercanas al casco de la hacienda, estas con el fin de dar alojamiento a parte de sus trabajadores. Durante el siglo XVIII y después de una época de años buenos se suscita una crisis agrícola y de hambruna que fueron acompañadas de las epidemias y las calamidades, pero gracias a algunos factores naturales y jurídicos a finales de el siglo XVIII, en Querétaro y sus haciendas se vivió un auge, y el crecimiento de su población fue tan notable como la expansión económica de los obrajes. Sin embargo en menos de 40 años, y contra el rumbo que había tomado la hacienda queretana en 1810 se inicia la merma de la población y decadencia económica esto debido a la misma guerra de independencia y así como las pestes de 1811 y 1821. Ya para 1910 a principios del siglo XX, durante el épico episodio de la revolución Mexicana, la hacienda se convierte en cuartel general del General Francisco Villa el Centauro del Norte. SISTEMAS DE ILUMINACIÓN Y VENTILACIÓN. Quizás el catalizador de la vida productiva de las haciendas se producía en su patio en este caso jardín virreinal por el cual se accesa y esta enmarcado en el lado norte por la fachada principal de la hacienda. Las habitaciones del propietario o la casa grande deberían tener vista a los dos patios principales, de manera que recibía luz y ventilación necesaria además de una inmejorable vista. La luz que provenía de esta fachada hacia las habitaciones y locales no fue posible calcularla en la medida de los alcances actuales. Antes los vanos y claros de iluminación se diseñaban conforme a las proporciones tradicionales y por regla general, sus dimensiones quedaron sujetas al estudio formal

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de las fachadas. Con esto es clara la apreciación experimentada al contraste de luz en su fachada causa una de sus principales atributos de admiración. FACTOR TIPOLÓGICO

Las haciendas como medio de producción fueron el motor de la producción durante gran parte del desarrollo del México durante mas de tres siglos, y si bien no hay fecha para la fundación de este sistema, dado que se debieron a varios factores si existieron clasificaciones tipológicas de acuerdo a la producción o el uso o la explotación de sus tierras, de las cuales las primeras en conformarse como haciendas fueron las azucareras y las que requerían de instalaciones mas complejas para realizar su proceso productivo. Las hubo: cerealeras, azucareras, henequeneras, ganaderas, agrícolas, mineras entre otras. La hacienda Cazadero no nació de una de estas labores y si fue un caso aislado. En este punto se analiza el estudio compositivo de la planta Cazadero desde su trazo en planta hasta llegar a la fachada, tomando en cuenta el modulo de medida que se uso para su construcción el cual es vara

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castellana que equivale en metros a: 0.14 x 6=0.84 mts. Con lo cual se advierte que este modulo es el recurrido en la mayoría de sus partes más no en todos los elementos existentes del casco. Algunas otras medidas de antaño y sus equivalencias. Caballería 4279 áreas Cuarterón cuarta parte de una libra Vara 0.835 metros Tercio tercera parte de 100 Toro 200 litros En la fachada del Cazadero pertenece dominante la influencia neoclásica. Donde las proporciones están sujetas a las leyes de medidas y cifras usadas en la etapa virreinal, la vara castellana. También presenta intervención con algunas formas como motivos ornamentales, un remate con celosía de barro, y como continuación de las columnas de la arcada están situados sobre esta celosía unos pináculos con formas cilíndricas muy típicas.

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ANÁLISIS DE FORMA Parte de la fisonomía de la hacienda Cazadero y las secuencias espaciales observadas en la fachada principal, presenta ligeras variaciones de alturas, la anomalía a la secuencia de forma se da en la capilla por la altura de la espadaña.

ANÁLISIS DE ESTILO ARQUITECTÓNICO Cada época tiene su estilo y cada estilo sus elementos de identidad es el estilo lo que permite identificar al monumento en alguna época arquitectónica, por eso a medida que se observa esta hacienda acompaña el esfuerzo de la mente a describirla delatando los diferentes estilos que en ella persisten el mas presente es el neoclásico con algunas pequeñas huellas del barroco y claro la sobriedad del siglo XVI, con sus muros perimetrales almenados y sus arcadas de cantera muy discretas. Podríamos decir que es ecléctico con fuerte presencia del clásico. ANÁLISIS DE COLORES Y TEXTURAS. Parte de los valores de la emoción tienen que ver directamente con las sensaciones que captan los sentidos y un elemento que ayuda a estimularlos lo son los colores, en la hacienda el cazadero hay algunos testigos que nos transportan a la idea de que los espacios interiores principalmente de la casa grande tuvieron en su momento ricos decorados multicolores y es muy posible que hallan sido cambiados con el pasar del tiempo y de los gusto, una muestra de esta pintura esta en el interior de una de las habitaciones.

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En la hacienda el color blanco hecho a la cal hoy continúa siendo usado por lo práctico de la aplicación y los beneficios que brinda. Algunas alteraciones al color aplicado a la cal lo dan algunas tierras usadas que van desde los rojos hasta los amarillos. La conjugación de color con la textura despierta el la percepción diferentes sensaciones, los aplanados con morteros cal arena la luz del sol nos da un rico alivio a la vista, y resulta mas romántico cuando parte de la estructura de los muros se deja ver, hecha con las piedras de el lugar y tostadas por el sol, es entonces cuando el tiempo le otorga su sello de distinción con la patina nos resulta la imagen de antiguo. También el tiempo le dejo algunas modificaciones a los muros de el Cazadero incorporando en parte de la fachada una textura vidriada de azulejos en el guardapolvos, el contraste se presenta por textura y color DECORACIÓN Y MOBILIARIO En una edificación convergen varios valores que determinan si el resultado de este es: arquitectura: funcionalidad, estilo y morfología, orientación, iluminación, acústica, estética, y calidad del diseño entre otros, pero parte del todo de la arquitectura engloba algunos símbolos o elementos que por sus características pueden reforzar ideas o conceptos dentro de el edificio o simplemente ayudan a el buen funcionamiento del este, en el caso de la hacienda Cazadero. Nos encontramos con algunos detalles que resaltan por estas características. Parte de la decoración lo conformo la pintura que decoraba los espacios, es muy común que halla sido acompañada de pinturas montadas en cuadros de los cuales hoy no existen testigos originales,

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otra de las partes ejemplo de lo dicho lo son las esculturas, cuenta con un enmarcamiento de una de las puertas que están ubicadas en el patio principal resulta interesante que los bajorrelieves comunican un lenguaje de símbolos del cristianismo, todos hechos en cantera. En la clave del marco de la puerta le leen unas letras IHIS, rodeadas de motivos florales, en las jambas también se pueden ver algunos árboles y a los lados unos felinos quizás gatos montes tratando de trepar por ellos. En la base de las jambas se pueden observar otros felinos. Otro de los motivos decorativos testigo del barroco en la hacienda. Forma de roleo en la clave de un arco, y sobre esta una peana posiblemente soporto una escultura, otras claves de arco con motivos ornamentales. La primera del barroco y la otra de reciente incorporación.

En la iglesia la ventana coral, con su vitral en forma de cruz y colores amarillos y azul. Dos esculturas zoomorfas de gato montes vigilantes a la entrada de la hacienda el cazadero.

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En la entrada a las antiguas caballerías una escultura de recién incorporación. Una nueva escultura escudo rematando el actual acceso y con los nombres de la hacienda y los actuales dueños.

En la puerta del paseo de los pirules. un ángel tocando una trompeta sobre el enmarcamiento Dentro de los espacios con los que cuenta el casco de la hacienda el Cazadero y algunas otras áreas con relación directa a el casco, haremos en lo siguiente una revisión de espacios tratando de mencionar los elementos que signifiquen hoy dadas sus características punto de análisis para nuestro estudio. Es necesario mencionar que se hace un análisis objetivo del monumento despojado de prejuicios particulares que pueden influir en la apreciación de la obra en cuestión, sin tomar partido de alguna modalidad. Nuestro análisis seguirá con el lugar que significo en gran medida el motor mas activo del casco, el patio. Uno de los cuales tiene en sus pasillos una arcada que conserva gran parte de las características de una estructura de claustro muy característico de la arquitectura mexicana, heredada de la española, este no ha sufrido alteraciones de consideración su construcción es del S. XVI.

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El patio tiene forma de rectángulo flanqueado por 5 arcadas al norte y sur, y 6 al este y oeste. No es el la fachada del patio motivo de gran ornamentación, conservando características sobrias del siglo XVI. En el interior los patios se contaban como en algunos conventos con árboles frutales y no podían faltar los cítricos ya que es sabido que después de las jornadas de los viajeros, formaban parte de la dieta por sus propiedades. Como elementos arquitectónicos de gran importancia los patios son de varios tipos, estos son: con corredor perimetral, y el otro con corredor en un solo lado, comunicados por el mismo. Los pisos de los pasillos que estaban expuestos al exterior fueron de canteras, piedras, y losetas de barro, en este espacio tenemos los tres ejemplos, las canteras en los pasillos cubiertos, que además son los originales, las losetas de barro en los caminos del patio no del todo originales debido a que están expuestos a la intemperie y a los cambios de uso del patio. Las circulaciones en los corredores del patio, servían para comunicar los locales para habitaciones de los propietarios con los otros locales, mientras que las circulaciones interiores se hacen a través de los locales ya que unos y otros se comunicaban unos entre si importando rara vez su función, con esto nunca se evitó el proyectar el cruce de una habitación como se si tratase de un hall. Las características formales y la ambientación siempre dependieron de el gusto y la riqueza de los propietarios, hablar de la vegetación o en los jardines de este patio no resultaría aventurado si dijéramos que pudieron ser de tipo francés o ingles al fin de cuentas neoclásicos, el único testigo de esto, es una pequeña fuente al centro en la cual convergen los caminos en forma de cruz. A la hacienda le sucedieron cambios del espíritu del tiempo, y variaciones del gusto de época los cuales dejaron su rastro en la fachada, pero también en sus interiores, como ejemplo de esto se delata la presencia del barroco en testigos de pinturas en interiores.

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Estos cambios de estilo y la corriente a mudar de los tiempos se deben al estatus de preferencia. Lógico encontrar que cuando una sociedad dominante encuentra de que sus símbolos o elementos formales son imitados, esta busca el cambio. Otro de los espacios abiertos de la hacienda y que constituyen por si mismos un eje de circulación, y un paseo digno de disfrutar es el paseo de los pirúes, clara realización de un espacio delimitado por el juego de sombras que incluye la presentación de la fachada, remata por un lado en la iglesia y por el otro en el acceso de la hacienda que da al lago. Es un ejemplo claro de modo de organizar el recinto donde se van dando diversas sensaciones, impresiones y percepciones en el individuo que lo recorre, efectos de consecuencia natural a una solución funcional. Otro de los espacios dentro de el casco son las caballerías que fueron construidas a un costado de la casa grande techadas con tejas y en ellas se encuentra una red de captación de aguas pluviales

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se aprecian los contrafuertes de mampostería y la disposición lineal para el acomodo de los animales. Existe también una iglesia a un costado de la casa grande en el extremo este la cual no fue construida en el S XVI pero conserva algunas de las características formales de ese siglo como la espadaña para la colocación de las campanas y la nave no tiene forma de cruz, y su ábside es recto, la techumbre a base de viguería, se puede acceder al altar desde la hacienda. Entre otros sitios la hacienda cuenta con: 3 trojes, parte de las calpanerías junto con estas algunas construcciones menores donde quizás existieron corrales para crianza de animales pequeños, las caballerías, las áreas para la administración incluyendo la ventana de rayas, y próximo a la hacienda esta un bordo que retiene agua, y por supuesto quedan como testigos los rieles de ferrocarril que pasan a un costado de el casco. ANÁLISIS GENERAL DE ALTERACIONES Algunos de los síntomas o signos de lesión o alteraciones pueden darse por las siguientes manifestaciones: desintegración, corrosión o putrefacción de los materiales, las grietas, las fracturas, las demoliciones y humedades. Las lesiones más notorias a la vista en la hacienda, se encuentran en la techumbre de viguería en la cual ya se ha intervenido, la perdida de resistencia en algunas vigas esta dada por la putrefacción del material el apolillado y la caducidad de algunas vigas de madera causadas por la semi-interperiedad.

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Otra notoria lesión se da en los aplanados de los muros la causa de esta erosión de la mezcla superficial ha sido causada por el tiempo, y por las humedades en las partes expuestas a la intemperie. La putrefacción en algunas partes de cantera como en la arcada del patio central comienza a asomar a causa de la erosión del material y la putrefacción del mismo. La vegetación en el área habitada no ha sido serio problema de deterioro, propiciado por la actividad humana. Pero la misma actividad humana ha sido la causante de la perdida de algunos pisos originales, así como de el cambio de estilo original, parte de la evolución histórica, algunas ventanas se han tapiado consecuencia de la necesidad de habitación, el cambio de época ha acompañado incorporaciones a la estructura muestra de esto se ve en la imagen de la arcada, el choque de poderes también sobrevino en cambios y un descuido al marcharse las Clarisas por la reforma, el vandalismo a veces inconsciente se ha hecho presente por los usuarios y visitantes. CONCLUSIONES Los factores que más influyeron en la construcción de este monumento fueron los históricos y los humanos ya que el primer virrey don Antonio de Mendoza estableció el primer coto de caza de la época virreinal. Estos lógicamente influyeron en la topología formal del edificio. Para consolidación como hacienda influyo el factor económico al respecto que se mantuvo dado que funciono como centro de producción. Es decir los factores generales influenciaron de manera más directa al proyecto. Y de los factores específicos los humanos. Como antecedente que en la conservación de monumentos en este caso haciendas se a recurrido al reciclaje de sus usos, lo cual a llevado a mantenerlas de pie con algunas intervenciones las cuales no deben de tener otro objeto mas que el de adecuarlas para integrarlas al proceso de vida actual, conservando siempre el espíritu de identidad de un pueblo. Sabemos que debido a la dinámica cultural que cada época manifiesta, los programas arquitectónicos están expuestos a cambios constantes, es motivo entonces de pensar en la readecuación para el mantenimiento del monumento. Ahora seria preciso decir que si se quisiera construir un nuevo edificio debe de pasar por un análisis serio para poder establecer su factibilidad de construcción sin que este afecte o compita con el monumento existente.

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El análisis arquitectónico de la hacienda el cazadero nos permitió mostrar una vez mas a la arquitectura hablando de otras épocas, testimonio de la noción cíclica del tiempo presente en la conciencia de la historia y de gente entre piedras, que si bien hoy las haciendas se siguen viendo como símbolo de poder y dado el origen de esta en particular como coto de caza y residencia de campo del virrey, el paso del tiempo ha hecho que este monumento haya adsorbido en el parte de la historia de los mexicanos dándole a este monumento el valor de pertenecía que lo hace tan especial. El papel del arquitecto dentro de la conservación de monumentos se determina a partir la adecuación de estos al proceso actual de vida pero considerando que en la noción cíclica del tiempo esta presente la conciencia de la historia. Con todo este análisis metodológico se plantea el encuentro de los elementos que incitaron a los hombres a presentarnos parte de su forma de vivir, costumbres, técnica y en general cultura, en las piedras que hablan a pesar del tiempo y desentrañar las razones que como arquitectos y sociedad nos mueven. Es meritorio mencionar que la fortuna de conocer el monumento en las condiciones que hoy se encuentra es gracias a los esfuerzos de los propietarios que ha tenido pero seria preciso mencionar también que se deberían de definir objetivos claros los cuales ayuden a conjuntar los esfuerzos para la preservación de este monumento, y pensar en actividades que puedan integrarlo a los procesos de vida actual y con ello no derrochar esfuerzos e intenciones. Actividades que hagan rentable el lugar quizás integrando al pueblo como construir un ruedo, lienzo charro o una plaza. Teniendo cuidado con los espacios reutilizados ejemplo de lo dicho son los baños donde las alturas son muy grandes y la perdida de temperatura en las regaderas causa derroche de energía para el calentado del agua en las regaderas. Es posible entonces pensar en construir arquitectura de nuestros días para no terminar haciendo escenografías y dar paso a la presencia de nuestro tiempo, seguir construyendo armoniosamente las piedras que hablen de una digna historia.

INDICE

BIBLIOGRAFÍA Universidad Nacional Autónoma de México Boletín del Instituto de Geografía UNAM 1971. En este documento muestra estadísticas de las diferentes

haciendas en el estado de Querétaro divididas por municipios, y toca algunos datos comparativos en cuanto a extensiones antes de la Reforma y posterior a ella.

Estado de Querétaro Historia De La Cuestión Agraria Mexicana volumen 1 y 2 Juan Pablos editor, Gobierno del estado de Querétaro, UAQ. CEHAM. Se relata como fue el sistema agrícola y ganadero basado en el sistema caciquismo de encomienda y repartimientos, que culminara en el siglo XVII y XVIII con

el florecimiento de las unidades de producción las Haciendas.

México y su Historia Uthea México DF. Muestra la historia general de México y toca algunos puntos jurídicos interesantes que repercuten en la historia de las haciendas.

García Ugarte Marta Eugenia Hacendados y Rancheros Queretanos (1780-1920) conaculta1992. analiza los cambios registrados en la conformación de la

propiedad rural queretana desde finales del siglo XVIII época del corregimiento novo hispano hasta el proceso de revolución. Ricardo Rendón Garcini Haciendas de México Fomento cultural Banamex. AC Recopila datos interesantes de la historia de la hacienda en México apoyada

en fotografías la mayoría de las haciendas presentadas ya han sufrido algún tipo de intervención y la mayoría son hoteles.

Yánez Salazar Alberto 1988 Análisis Metodológico de los Monumentos Consejo consultivo Internacional de las Américas. Este es un libro de extraordinario

apoyo para el análisis de los monumentos. Habla de no solo analizar los monumentos como espécimen de arquitectura si no también cultural. Y propone una

metodología para efectuar el análisis individual de estos monumentos. Así como el examen colectivo, cuando se trate clasificar a un grupo de inmuebles que

comparten características relevantes similares.

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LA EX HACIENDA NAVAJAS JOSÉ RAMÓN RAMÍREZ OCAMPO

Planteamiento del problema

Dentro del análisis de diseño arquitectónico al que se puede someter un edificio con valor histórico es de destacarse dentro del área de la restauración el rescate histórico, estructural y de diseño que posee el mismo. En el caso de la ex hacienda Navajas es un inmueble con un valor histórico por lo que el rescate y la intervención son aspectos de gran importancia par los fines de esta investigación, ya que se pretende conocer y analizar el edificio en su forma y función originales, las intervenciones que ha sufrido, el grado de deterioro por el paso del tiempo, la falta de mantenimiento, así como la destrucción intencional por cambio de uso y función del mismo, así como los posibles cambios de propietarios y la introducción de elementos ajenos a la construcción original de este inmueble. Así mismo determinar si este puede ser rescatado y llevar acabo un reciclaje. Y determinar hasta donde es factible llevar a acabo el rescate. Actualmente esta ex hacienda pertenece a particulares que la mantienen funcionando con un uso mínimo que se limita a la explotación de algunas de las tierras de cultivo que pertenecen a este inmueble. En cuanto a su estado de conservación se establece que este inmueble cuenta con edificios con gran deterioro y algunos de ellos fuera de uso por el peligro de que el edificio se venga abajo.

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El grado de intervenciones a este edificio es muy alto debido a que el continuo cambio de propietarios y el cambio de uso de los locales de la hacienda para el almacenaje de herramienta y equipo de cultivo

Haciendas Queretanas Las haciendas queretanas son las mas antiguas que se establecieron en el país, ante todo por la ubicación geográfica del estado (la ruta de la plata hacia la ciudad de México), y luego por sus altos rendimientos agrícolas y pecuarios. En muchos casos en razón de su extensión como ejemplos de latifundios que se formaron en la etapa de la colonia. Estos latifundios, disminuyeron en importancia y tamaño debido a la caída del precio de la plata, especialmente en la región del bajío, a principios del siglo XIX y, con la necesidad política que vivía el país, la situación crítica se prolongo durante casi todo el siglo. Con el gobierno de Porfirio Díaz, una vez lograda la paz política del país, se reoriento a la actividad de las haciendas, dando a la producción agrícola una importancia que no había tenido en su etapa anterior, cuando se privilegio la actividad pecuaria. La importancia que tuvo la hacienda como unidad de producción, en el estado de Querétaro, se puede calcular tan solo por los espacios que ocupaba. Prácticamente en todo el territorio queretano, y aun dentro de los centros urbanos, se pueden identificar rasgos de sus construcciones, extensión y sistemas de organización. Las comunidades rurales del estado de Querétaro se establecieron alrededor de las haciendas mas importantes que se dieron durante el porfiriato. Chichimequillas y el Lobo. Se habla también de Amazcala, Santa Cruz, así como La griega y Navajas, estas ultimas mas pequeñas por lo que también se les consideraba como ranchos. Estos poblados se encuentran en la zona de los valles centrales, en la franja sur del estado de Querétaro, donde la hacienda fue la estructura que organizo todo el universo laboral de la población desde la primera etapa de la colonia en que se fundaron mesones, haciendas trigueras y estancias de ganado hasta cerca de 1940. Los cultivos de la actualidad son básicamente de temporal, es decir, dependen de las lluvias de verano, la gente dice que solo hay buena cosecha cada 5 años, a diferencia de la etapa de la hacienda en que funcionaba una infraestructura hidráulica que permitía obtener hasta dos cosechas al año, pero que se rompió al fraccionarse las parcelas.

Los habitantes de los poblados, de entre 500 a 3000 habitantes en promedio son mestizos, aunque reconocen a los chichimecas como sus antepasados. Las familias de las personas que aquí habitan han vivido en la zona por más de cinco o seis generaciones y sus padres, abuelos o ellas mismas, fueron trabajadores de las haciendas. Hacia la década de los 30s, la organización de las haciendas de esta zona aun correspondía a la llamada porfirista del centro del país, que habían reorientado a fines del siglo XIX a abastecer los mercados Nacional y extranjero a través de una enorme diversificación de zonas y actividades agrícolas, pecuarias y artesanales. El doblamiento de la zona y la creación y distribución de las comunidades y la economía del lugar giro en torno a la organización de la hacienda hasta bien entrada la época de los 30s, época en la que se ejecutaban los mayores repartos agrarios en casi todo el país como parte del proyecto de la

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reforma agraria. La revolución en 1910, por lo tanto no determino cambios substanciales en cuanto a la organización económica, política o social en esta región En términos laborales, en la hacienda de esta región queretana, existió un sistema organizativo estratificado y jerárquico, respecto al tipo de actividad, acceso a salarios, vivienda y prestaciones, posibilidad de asenso social, etc. Entre los habitantes de las poblaciones que dependían de esta institución. El aniquilamiento de la hacienda como organizadora de las actividades del ámbito rural se debió fundamentalmente a presiones externas, es decir a una política nacional y a rebeliones locales o conflictos internos que en todo caso, resultaron de la resistencia al cambio, por una parte de los hacendados y por otra parte de los trabajadores. La posición que ocupo la gente, dentro de la estructura de la hacienda fue determinante para las decisiones que tomaron en tiempos de crisis en cuanto a convertirse en cristeros, apatronados y agraristas, en el momento del reparto agrario y contribuye a explicar su situación actual. La estratificación social y laboral es un elemento que explica así mismo, el que algunos trabajadores de la hacienda se refirieran a la etapa anterior al reparto como mejor que el actual. Los grupos de hacendados intentaron impedir los repartos agrarios de la zona participando activamente en el mantenimiento de grupos de bandidos y conflictos violentos, por más de diez años, sin éxito. Ante el inevitable reparto de tierras, intentaron capitalizar al máximo, vendiendo y repartiendo sus bienes entre sus trabajadores de confianza, lo cual solo contribuyo a la creación de nuevos conflictos. Para la década de los 40s sin embargo habrían perdido su posición hegemónica en la organización económica-social y política de la zona. En cuanto al nivel de vida de los antiguos trabajadores de las haciendas, si bien con la reforma agraria adquirieron una nueva posición social y política, que les permite mayores posibilidades de participación, acceso a servicios estatales y mayor movilidad, estos logros no se reflejan en lo económico, y sobre todo, para los que no se convirtieron en ejidatarios en esta región. La hacienda de Navajas correspondía al tipo de haciendas conocidas como porfirianas y era una unidad integrada de producción. La cual luego de un periodo critico, el proyecto de expansión en cultivos y cría de ganado comenzó hacia la sexta década del siglo XIX y principios del XX, cuando con las modificaciones en el panorama nacional las propiedades son adquiridas por nuevos dueños que evidentemente, habían hecho alianzas con personas destacadas en la política, como la familia Gonzáles de Jáuregui Juan Manuel Fernández de Jáuregui y Timoteo Fernández de Jáuregui fueron gobernadores del estado, en las fechas en las que los Mota adquirieron la mayor parte de las

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propiedades 1849-1850 y 1884 respectivamente posteriormente una de las hijas de Don Amado caso con Alfonso Fernández de Jáuregui. Para principios del siglo XX y hasta la época de los 40s cuando comenzó el proceso industrializador, las haciendas en Querétaro eran la mayor fuente de recursos económicos del estado, en tanto que la importancia política de los grupos de hacendados comenzó a disminuir mucho antes, con las transformaciones que a nivel gubernamental se dieron sobre todo a partir del periodo de Obregón. Su actividad productiva era diversa, pero fundamentalmente, se dedicaron a la agricultura cerealera (trigo, maíz, cebada, avena y centeno) y en esta etapa en menor grado, a la ganadería.

CASA DEL HACENDADO Este tipo de haciendas consistía materialmente de un casco central bordeado aunque dependiendo de su extensión, algunas podían distribuir espacios de manera diversa o, incluso, duplicarlos; donde se encontraba la casa grande del hacendado y sus familiares, casas para el personal de confianza y trabajadores de la casa grande, trojes, corrales para caballos, reses, borregos, gallinas y cerdos, un área donde trabajaban los especialistas, calpanería, panadería, herrería, molinos (trilladores y desgranadoras) de trigo y maíz, era, capilla patios, huertas, albercas y pozos. Todos los cascos de la zona están rodeados por un poblado, algunos de los cuales se asentaron en los alrededores a causa de la seguridad laboral que la hacienda les proporcionaba, pero en otros casos como Chichimequilla o Alfajayucan y Amazcala, existen evidencias de que fueron asentamientos prehispánicos y el casco se construyo en el sitio por esa razón. Los terrenos de la hacienda incluían cerros, campos de cultivo, manantiales y bosques, donde se establecieron cuadrillas de trabajadores que a la postre, se convirtieron en varias de las actuales comunidades, de donde surgieron, así mismo algunas otras del reparto ejidal.

En la hacienda se organizaba todo cuanto concernía a cuestiones de producción, comercialización y cultivo, mercadeo y transporte y sobre todo, la división del trabajo, la contratación y pago de salarios, habitación y dotación de tierras en mediería y aparcería así como de solares para vivir, cambios de adscripción entre los trabajadores o asignación de labores temporales en otros sitios, y en fin todo lo relativo a los trabajadores del complejo, es decir, la mayor parte de los habitantes de las comunidades aledañas.

Es importante mencionar que para haciendas como la de Navajas esta organización centralizada incluía, desde luego, una compleja infraestructura que contribuía a su buen funcionamiento que consistía hacia el exterior en sólidas relaciones con el estado e importantes redes comerciales, caminos y medios de transporte incluidos. Por ejemplo había un tren que comunicaba directamente los cascos de las haciendas con la estación la Griega, de donde se enviaban carne, harina, animales y productos agrícolas hacia la ciudad de México y, en lo interno, fundamentalmente, de equipo,

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maquinaria y enormes obras hidráulicas (bordos, presas, albercas y una red de canales que transportaban agua desde los bordos, presas y albercas y una red de canales que transportaban agua desde los pozos o manantiales mas abundantes hasta la casa de los hacendados.) que garantizaran el riego a los valles y el abastecimiento de agua a comunidades, corrales y abrevaderos.

Esta organización se mantuvo en toda la zona, con la supervisión constante de caporales, mayordomos, administradores y, sobre todo, de los patrones que en esa etapa, como en ninguna antes, se establecieron permanentemente en la casa grande por mas de 50 años, hasta el periodo de Cárdenas, la nueva orientación económica del país modifica drásticamente la situación del campo mexicano, y desapareció la Hacienda.

COCINA DE EMPLEADOS Dentro de los factores humanos con que se contaba dentro del grupo de haciendas de las que formaba parte la hacienda de Navajas se nombran los tipos de empleados que se podían encontrar laborando dentro de estas: Trabajadores permanentes que residían dentro del casco de la hacienda.

Administrador de adentro o secretario particular del patrón. Normalmente un familiar del hacendado o bien un amigo muy cercano a este. Empleados (ayudantes de caja, dependientes de la tienda de raya, escribanos de los libros de ingresos y egresos).

Portero, jardinero, caballerango o mozo de estribo y semillero. (también encargado de cuidar la capilla, de ayudar al ama de llaves o a la cocinera en actividades domesticas, matando animales o preparando barbacoa.

Jardinero o huertero; con excepción de Santa Cruz, y Navajas, en Chichimequillas, Amazcala y El lobo había un jardinero que se encargaba de los árboles frutales, la hortaliza y el jardín de ornato. Todos eran parientes de uno de los empleados de confianza.

Mozo de estribo o caballerango. Estaba a cargo de los caballos del patrón, era quien se encargaba de cuidarlos y a veces fabricar sillas y riendas, etc. el mozo de estribo podía ser un pariente cercano del potrero o de alguno de los empleados.

Semanerillos. Se les llamaba semanerillos a los trabajadores muy jóvenes que ayudaban a diversas actividades en la hacienda, al trojero, al gavillero, al tinacalero, pero que formaban parte del personal de confianza, principalmente por lazos familiares.

Personal femenino:

Ama de llaves. Era quien se encargaba de toda la organización domestica de la casa del hacendado, era quien contrataba a todo el personal femenino y distribuía sus actividades, también

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organizaba grupos de mujeres semanalmente para preparar la habitación o llevar el almuerzo a los trabajadores.

Cocinera y ayudantes de cocina; recamareras, lavanderas y planchadoras. la cocinera principal y sus ayudantes se encargaban de preparar los alimentos de la familia, de echar tortillas y desgranar el maíz, poner el nixtamal, frijoles etc.

Trabajadoras domesticas eran también las recamareras, lavanderas y planchadoras. Por ejemplo en Chichimequillas y El Lobo había personal para cada una de estas actividades, pero en Amazcala, Navajas y Santa Cruz eran las mismas.

Trabajadores permanentes que no residían en el casco de la hacienda.

Administrador de afuera, mayordomo o caporal.

Carpintero, panadero, mecánicos y herreros. Este grupo de trabajadores eran parte del personal de confianza y habían aprendido el oficio de padres a hijos. El carpintero fabricaba carretas, puertas, bancos, camas y mesas excepto muebles de la casa del hacendado.

El panadero elaboraba el pan para las tiendas de raya. (en Navajas no había tienda de raya)

El herrero fabricaba rejas, timones y rastras, trillas, machetes y palas.

El mecánico se encargaba de todos los aparatos de motor que había en la hacienda; bombas, molinos trilladoras y tractores.

Trojeros, molenderos y gavilleros; en realidad la misma persona se encargaba de estas actividades, aunque se dice que antes había una persona que desarrollaba cada actividad.

Tinacalero y tlachiqueros; el tinacalero estaba casi exclusivamente dedicado al tinacal y los tlachiqueros se encargaban del cuidado de los magueyes pulqueros y la recolección del aguamiel. A Navajas se llevaba el pulque de Chichimequillas.

Capadores y amansadores; este grupo trabajaba intensamente una vez al año preparando a los animales de tiro, (yuntas) hasta mediados de los 40s se ocuparon principalmente bueyes y tras una fuerte epidemia se empezó a trabajar con mulas.

Medieros y jornaleros; en este grupo se distinguen dos categorías, en la primera se podían citar practícamele todos los que desempeñaban oficios especializados como los descritos anteriormente, siempre y cuando no fueran medieros, ya que entonces significaba que solo se contrataban por temporadas.

Desafortunadamente se carece de evidencia suficiente para asegurar cual fue el momento de origen de la hacienda de Navajas y quienes fueron los primeros propietarios que tuvo este inmueble: En cuanto a la familia Noriega de Chichimequillas se haba que Don Remigio tenia otra hacienda en le estado de México y una casa donde vivía parte de la familia un la cuidad de México, el cual además de ser accionista del banco Nacional y amigo muy cercano de don Porfirio Díaz. La organización de su hacienda incluía a un administrador general esto entre los años 20s a 30s. el administrador general fue Don Pancho de origen español. Cerca de los años 30s don pancho rento la hacienda de Santa Cruz, de donde fue adquiriendo riqueza y poder. La familia Noriega adquirió la hacienda de Navajas y le dio la administración de esta a Don Pancho Borbolla, el cual se convirtió en patrón de Santa Cruz, se instalo en la hacienda permanentemente y al casarse sus hijas siguieron viviendo en la hacienda, al parecer ni siquiera acudía por negocios a la ciudad, eran los yernos los que acudían realizar estas diligencias.

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Para Chichimequillas y Santa Cruz Don Pancho Borbolla llego de España expresamente a trabajar con la familia Noriega y después el mismo contrato a Pepe también de origen español. Sin embargo la familia Noriega perdió el control de la hacienda de Navajas por endeudamiento y por malos manejos por parte del administrador y esta paso a manos Del general Antonio G. Maldonado y la Sra. Maria Duran de Maldonado aunque estos solo pudieron comprar parte la hacienda, las fracciones 4ta y 5ta debido a que otras partes habían sido vendidas a otros dueños. Entre 1930 y 1940.

En 1942 el 8 de enero, venden a las Sras. Juana peralta de Borbolla y Josefina Borbolla de Avendaño Borbolla, comprando de forma mancomunada y en partes iguales La fracción 3ª de la ex hacienda de Navajas pertenecía al Sr. José Luis de Benito Rodríguez. El cual hereda esta parte de la propiedad a su familiar la Srita. Julia Rodríguez Sánchez. Quedando este ultimo como su Albacea. Posteriormente comparecen los señores. Ignacio Borbolla Borbolla, Josefina Borbolla de Avendaño ante la notaria no. 7, acompañados de Ignacio, Enrique Francisco, Alfonso y Gil Borbolla Peralta, todos como herederos en la sucesión de bienes de la Sra. Juana Peralta de Borbolla y la Sra. Josefina Peralta de Avendaño en agosto de 1965 para realizar la sucesión e derechos por medio de compra-venta al Sr. Carlos Pacheco Parra de las dos fracciones que eran de su propiedad con todo lo que esta poseía el casco con toda la maquinaria y equipo así como implementos agrícolas. El Sr. Carlos Pacheco Téllez era entonces el dueño de La panadería La Vienesa ubicada en la calle de guerrero de esta ciudad. Posteriormente cuando este fallece deja los derechos de esta a su hijo el Ingeniero agrónomo Salvador Pacheco Parra quien desde entonces se hizo cargo de la ex hacienda Navajas, el que posterior mente en 1967 compra la fracción 3ª que pertenecía a la Srita. Julia Rodríguez Sánchez, con lo que logro rearmar la ex hacienda y quien vio su ultima etapa de apogeo trabajando como una hacienda en la que se sembraron una gran variedad de productos, maíz, cebada trigo y reactivaron la crianza de ganado vacuno por lo que en una época de los años 70s hasta su muerte en el año 2001. Como una hacienda lechera muy productiva y en la que se vivió su última etapa de apogeo y mantenimiento, además su dueño siempre vivo dentro de la casa dentro del casco desde la muerte de su padre.

ACCESO PRINCIPAL Y DE LA CASA CALPANERIA

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Entonces los derechos sobre la misma pasaron a manos de los hijos del Sr. Pacheco Parra, por lo que a la fecha esta pertenece al Lic. Salvador Pacheco Grotewohl. Y su hermano. Quienes sacaron el ganado y solo explotaron medianamente las tierras. Sin embargo este patrimonio heredado esta tratando de ser aprovechado pero con un nuevo giro ya que la parte de la hacienda que estuvo dedicada al cultivo fue descuidada y los sitios de almacenamiento de grano sufrieron cambios de acuerdo a las necesidades de esta familia quien construyo dentro de las trojes elementos para convertirlas en una casa mas grande. Y otras de las áreas como la calpanería se volvieron bodegas de almacenamiento de herramienta e implementos agrícolas, por lo que sufrió tremendamente la falta de mantenimiento y constantes cambios para transformarla en hacienda ganadera.

CARACTERÍSTICAS DE LA HACIENDA DE NAVAJAS

Desafortunadamente se carece de evidencia suficiente para asegurar cual fue el momento de origen de la hacienda de Navajas y quienes fueron los primeros propietarios que tuvo este inmueble, por lo que se establece la siguiente teoría: La hacienda de “Navajas” nace como un pequeño rancho que controlaba las tierras cercanas a este lugar, teniendo como propietario a uno de los terratenientes que eran dueños de otras haciendas como la griega antes de el porfiriato y que por necesidad de establecer un punto de control sobre una de las principales rutas que existían en el país; el camino real, decide establecer un rancho de control al que se le denomino “Navajas” probablemente en razón de que en la localidad se encuentra un cerro en el cual las rocas se encuentran desgajadas y erosionadas. De tal manera que en su superficie presentan una serie de hendiduras paralelas, como si se hubieran tallado con navajas metálicas, por lo que se le dio a conocer como “el paso de navajas” a esa zona en especial. Sin embargo de un sistema de haciendas al que pertenecía la hacienda de Chichimequillas como la principal y de el que formaban parte Santa Cruz, El Lobo y Amazcala Hasta la década de los 30s de una región que abarcaba cerca de 65000 hectáreas, donde se encontraban además las haciendas de Alfajayucan y el Zamorano, algunas de las estancias de ordeña (como la del puerto de Tepozán, entre la puerta de en medio y el Zamorano). y de descanso como el Molino de carboneras y Puerto San Antonio; trojes del centro de los valles entre la presa de Rayas y Alfajayucan. Y una serie de comunidades encargadas de cada una de ellas

Se establece que esta hacienda cuenta con un estilo arquitectónico neo-clásico porfirista del siglo XIX y su composición gira en torno a su ubicación sobre el camino real que funge como eje compositivo de la misma y forma parte fundamental en su diseño y funcionamiento.

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Su decoración no es la mas rica en cuanto a elementos ornamentales, ya que por mucho tiempo fue dedicada a la explotación de tierras para el beneficio de haciendas mas grandes, y aquí solo se concretó a tener un funcionamiento productivo y con un nivel de vida muy austero y sencillo, pero quizá en la limpieza de su arquitectura se expresan las verdaderas condiciones que se vivieron en esta hacienda durante esa época, lo cual evoca a un sistema opresor y dominante que sostuvo grandes conflictos agrarios y muestra que el mayor valor representado aquí es el esfuerzo de las miles de hombres que dedicaron su vida a la construcción de un México mas sólido y supieron sacarle fruto a la tierra y a las condiciones de vida con las que contaron. Quizá este sea el mayor valor histórico que posee esta hacienda

Acceso principal sobre el camino real, Casa del mozo en la actualidad, y corrales porcinos

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En estas fotos interiores se aprecia la austeridad de su arquitectura

GRADO DE DETERIORO DE LOS EDIFICIOS PRINCIPALES.

El grado de deterioro de los principales edificios es considerable y requiere de una amplia labor de mantenimiento y de reconstrucción para darle un nuevo uso adecuado a las nuevas necesidades que se generaran dentro de esta región con la aparición de el aeropuerto, pero definitivamente requiere de una reestructuración en varios de ellos así como trabajo en las fachadas y el cambio de enlucidos y una gran variedad de elementos.

Trojes de la hacienda, lugar donde se guarda la maquinaria de la hacienda y de los sistemas de riego

Cocina lugar donde se preparan los alimentos para servicio de la casa principal de la hacienda, oficina del hacendado dentro de la casa principal del casco de la hacienda. Cuenta con un acceso desde el patio de acceso y otra por el interior de la casa. Se aprecia en la casa principal la zona de la estancia y la sala la cual carece de un valor arquitectónico considerable ni tampoco de valor histórico ya que las innumerables intervenciones.

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El acceso del patio de ganado vacuno en esta también se aprecia parte de la arquería, y su nivel de deterioro.

En las siguientes imágenes se aprecia el mesón donde los arrieros que recorrían el camino real paraban a reabastecer a sus animales, a descansar o pasar la noche así como el herraje de los caballos o mulas que traían sus cargas, también se observa la arquería y la parte posterior de las trojes y el grado de deterioro por el desuso y la falta de mantenimiento La fachada de las trojes de la ex hacienda de Navajas, con alto valor histórico donde son de apreciar las proporciones así como detalles en puertas y vanos que son originales de la construcción, así como la cornisa que genera remate de la el fachada, el patio frontal de la hacienda el cual funcionaba como área de almacenamiento y de trabajo, desde donde se aprecia la fachada que daba hacia este patio de la casa del patrón al centro de la foto y la ventana de la oficina del administrador de la hacienda. Y al fondo a la izquierda la fachada principal de las trojes que daban al camino real.

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Fachada principal de la calpanería donde se aprecia el deterioro de esta y el trabajo elaborado de los marcos de las puertas, también se aprecia un edificio (troje) con gran valor arquitectónico presentando sobriedad y limpieza y un excelente trabajo en su cornisa La vista de la fachada principal de la casa del hacendado, claramente perteneciente a una época más actual. Quizá de mediados de siglo, vista de la fachada de la cocina de la casa del hacendado sobre el camino real.

En esta vista del mesón se aprecian los materiales utilizados en su construcción así como las columnas de tabique rojo y travesaños a base de vigas de madera.

Vista del interior del techo del mesón. Se aprecia el grado de deterioro dadas las características de sus materiales

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CONCLUSIONES El cambio de necesidades dentro de la hacienda fue generando nuevos usos y la construcción de adaptaciones que carecen de valor y la evaluación de este trabajo trata de deslindar los edificios de valor con las estructuras e instalaciones que requieren de ser eliminadas para dar paso a otra función de este inmueble El grado de intervenciones que presenta el inmueble es amplio por lo que antes de pensar en la construcción de cualquier tipo requiere de un rescate y de una liberación de las construcciones con un valor arquitectónico, tipológico e histórico. Por lo que el trabajo de rescate seria arduo y cuidadoso, pero tomando en cuenta el número de beneficios que esto podría generar hacer costeable un trabajo de esta naturaleza y desde el cual pueda partirse un amplio e interesante proyecto de desarrollo turístico que ofrezca servicios a los viajantes del aeropuerto.

INDICE

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HACIENDA MONTENEGRO GALVAN ORTIZ MIGUEL ANGEL

Introducción Las haciendas no surgieron en un momento dado o en una fecha especifica, tampoco fue un sistema de producción preconcebido teóricamente, al cual se le diera existencia práctica a partir de un decreto legal. Las haciendas fueron tomando forma a partir de una serie de circunstancias históricas, de la conjunción de varios instrumentos legales y como respuesta a una variedad de necesidades, principalmente alimentarias de la sociedad novohispana. Transcurrió un largo lapso, casi cien años, entre el momento en que se dieron las primeras condiciones y el tiempo en que acabaron de articularse en una misma unidad los demás elementos de lo que posteriormente se conocería como hacienda. Los ritmos en que fueron conjuntándose los diferentes factores, así como los momentos en que las haciendas ya estaban constituidas como tales, fueron variables en las distintas regiones del territorio nacional, debido a las igualmente variables características geográficas, productivas, demográficas y de colonización. Las dotaciones de mercedes reales y las ventas de propiedades indígenas habían proporcionado el terreno inicial; las composiciones vinieron a dar la legitimidad de su posesión, aun de lo adquirido de modo irregular. La crisis demográfica redujo la cantidad de trabajadores disponibles, pero amplió el mercado de tierras y facilita la apropiación de las mismas aprovechando los abandonos que provocaron las congregaciones; aunque al mismo tiempo ofreció a los labradores la posibilidad de incrementar su producción para sustituir las demandas alimentarias de la población urbana, que ya no alcanzaban a satisfacer las comunidades indígenas disminuidas. No obstante los diferentes tipos de haciendas existieron, es importante indicar aquellos elementos que les fueron comunes, y gracias a los cuales es posible hablar de haciendas de un género. Con esa consideración se puede decir, entonces, que la

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hacienda era una propiedad cuya actividad económica se realizaba dentro del sector agrario, con diversificaciones en la agricultura, la ganadería, la extracción, la manufactura y el comercio.

Mercedes Reales En 1550 a 1580 por lo menos 22 personas adquirieron propiedades cerca de Querétaro. Entre 1590 y 1630, 62 personas que eran dueñas de fincas rústicas aparecieron en los documentos locales. En 1743, Villaseñor y Sánchez contó con 96 haciendas den la jurisdicción de Querétaro.

El censo de 1791 se registra 63 haciendas en esa jurisdicción. En 1800 el corregidor Miguel Domínguez dijo que había la provincia 82 haciendas. Después de la Independencia, en el nuevo estado de Querétaro había 124 haciendas y 329 ranchos. Un documento de principios del siglo XVII permite elaborar una lista de propietarios que tenían labores, haciendas, ranchos y otro tipo de negocios, como obrajes, curtidurías y molinos, así como nombres de propiedades fijadas para el años de 1716. Se elaboro una mapa sobre la antigua provincia de Querétaro, en el cual señala las que se identifico como grandes haciendas del siglo XVII: Jofre, Buenavista, Atongo, Chichimequillas, La Griega, Jurica, El Batan, Los Cues, Vigil, El Sauz, Galindo y La Llave.

Santa Rosa

En la municipalidad de Santa Rosa estaban situadas nueve haciendas que fueron orgullo de sus propietarios. Algunas de las mas conocidas, como Santa Rosa y Juriquilla, a fines del siglo XVII fueron de don Pedro Antonio Septién Montero y Austri, hijo de Agustín de Septién y Montero, comerciante y minero peninsular de león, Guanajuato, quien a su muerte había dejado una fortuna de mas de doscientos mil pesos. Pedro Antonio se traslado a Querétaro a la edad de 18 años. Aquí se caso con doña Dolores Primo, hija de Pedro de Primo y Jordán, quien llevo el matrimonio una fuerte dote. Por la familia de la esposa, don Pedro se convirtió en regidor alférez real de Querétaro, puesto que conservo por dilatados 37 años. Don Pedro Antonio falleció en diciembre de 1814, reputado como un ilustre caballero de enorme fortuna, generoso y gran protector de la ciudad de Querétaro, gestor de la Real fabrica de Tabacos. Para mediados del siglo XIX estas haciendas eran propiedad de Timoteo Fernández de Jáuregui, quien se había casado con doña Dolores Septién, heredera de don Pedro. De ellas, Juriquilla, La Solana y San Isidro, pasaron a poder del administrador de Juriquilla, Bernabé Loyola, por los bienes de su esposa, quien era hija de don Timoteo. De la Solana, hacienda rica y productiva, no quedan ni las ruina s. Aun cuando la destrucción de la hacienda se arrastra desde 1912, los vecinos de mayor edad siguen recordando al viejo propietario don Timoteo Fernández de Jáuregui. En sus recuerdos no se ha borrado que fue el patrón que dono las tierras para el establecimiento del poblado de Santa Rosa, después llamado Santa Rosa Jáuregui en su memoria. Tampoco olvidas que regalo las viejas campanas de la iglesia de Santa Rosa, “para todos sus trabajadores.

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La consolidación y primer apogeo de las haciendas transcurrió entre mediados del siglo XVII y el final de la época colonial. Durante ese tiempo, gran parte de la organización económica y social del país, y no solo la del sector agrario, giro en torno de las haciendas, constituyendo toda una forma de vida que integraba elementos rurales y urbanos, individuales y colectivos, civiles y religiosos. Las haciendas nunca dominaron del todo a las comunidades indígenas, ni tampoco dejaron pasar por momentos críticos, aunque estos jamás en peligro el sistema como tal.

La falta de capital y de liquidez desemboco en constantes hipotecas y la abundancia de estas, aunadas a administraciones deficientes y a los múltiples pagos entregados a la Iglesia (diezmos, censos, capellanías, obras pías), provocaron la quiebra de muchas haciendas o un frecuente cambio de propietarios. Sus espacios comerciales se ampliaron cada vez más, y fueron especialmente lucrativos los de aquellas haciendas que abastecían los centros urbanos y mineros. Sin embargo, lo precario de los caminos y de los medios de transporte, así como las fuertes restricciones a las explotaciones novohispanas impuestas por la Corona, les impidieron llegar más allá de un mercado regional. La inseguridad de los caminos incremento la dificultad de transportar las mercancías, produciendo una contracción de su comercio. Muchos hacendados tuvieron que invertir parte de sus recursos en la adquisición de armas para sus trabajadores y en la fortificación de los cascos para poder defenderlos de los fuertes asedios, en los cuales a veces se incluía el rapto del patrón o de su administrador para obtener jugosos rescates. Todos estos riesgos propiciaron, entre otras cosas, el ausentismo de los hacendados de sus propiedades y su reclusión en las ciudades, donde además de tener mayor seguridad contaban con mayores condiciones para llevar a cabo sus contratos comerciales.

Importación de maquinaria y tecnología agrícola

Por otra parte, la “maquinación” del campo, fue uno de los termómetros de la modernización, en general fue tardía y bastante reducida. Las maquinas eran costosas, difíciles de reparar y su manejo exigía de personal especializado, por lo que su adquisición no siempre era rentable, sobre todo frente a una abundante y barata mano de obra. Solo las haciendas con gran capital fueron capaces de vencer estos problemas, con lo cual se agrando la distancia que los separaba de las fincas tradicionales, que continuaron siendo mayoría. Estas también tuvieron dificultad para obtener créditos a largo plazo y con bajos intereses de parte

de los bancos.

Las inclemencias del tiempo, la insuficiente estructura de riego y la fuerte demanda de otros productos, hicieron riesgosa o poco rentable para muchos hacendados la producción de alimentos básicos, por lo que éstos fueron deficitarios y hubo necesidad de importarlos, sobre todo en épocas de crisis agrícolas, que no fueron pocas. La modernización de las haciendas generó desempleo o cambio en las relaciones laborales, dejando desprotegidos a los trabajadores del tradicional patriotismo. La explotación intensiva de los

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terrenos de la hacienda provocó el desplazamiento de arrendatarios y medieros que ahí cultivaban, muchos de los cuales, tiempo después, volverían armados a reconquistar sus espacios perdidos. Muy pocos extranjeros se arraigaron como colonos, no obstante las grandes facilidades que para ello les otorgaba el gobierno mexicano, de ahí que hayan sido insignificantes la modernización agrícola y la competitividad frente a los latifundios que se esperaba llegarían por ese conducto. Los terrenos baldíos fueron acaparados por pocas familias de hacendados y por las mismas compañías deslindadoras.

Los pueblos continuaron una fuerte resistencia para evitar que sus tierras fueran desmembradas, aunque muchos las perdieron en manos de haciendas y de compañías deslindadoras; los pleitos por tierras, aguas y montes se multiplicaron, aunque no solo con los pueblos sino también entre las haciendas mismas y con los aguerridos pequeños y medianos propietarios que trataban de defender a toda costa sus reducidos espacios de desarrollo económico.

En realidad, muy pocas haciendas fueron mono-productoras de modo absoluto, pues aun aquellas que realizaban alguna actividad de manera predominante, procuraron reservar algunos espacios para hacer cultivos básicos, sobre todo de maíz, que por lo menos les permitieran garantizar su auto abastos. También hubo haciendas que transitaron de una especialidad a otra de acuerdo con las demandas del mercado, los cambios en las costumbres alimentarias, los procesos de industrialización y otros factores históricos. No fueron pocas las haciendas que combinaron simultáneamente, con un cierto equilibrio cuantitativo, más de una actividad productiva. A este se le podría denominar haciendas mixtas mejor que especializadas. Con frecuencia pertenecieron a órdenes religiosas, ya que estas requerían de una gran variedad de productos para sostener sus conventos, colegios y hospitales. Algunas también fueron propiedad de familias de nobleza novohispana, que le solían vincular bajo el mayorazgo fundado por ellas mismas.

En el años de 1808, Diego Narciso de Chávez, cura de la parroquia del Espíritu Santo y José Buenaventura Araujo, establecieron compañía como arrendatarios, con el fin de sembrar trigo y chile en terrenos ubicados en la hacienda de Jurica el segundo y en la hacienda de Montenegro el primero. De Enrique Velazco, la segunda, se pagara a medias, poniendo las yuntas necesarias entre ambos contratantes. A principios del siglo XIX, las fincas mas ricas del corregimiento de Querétaro fueron gravadas con capitales que se reconocían a la Iglesia o que se establecían en beneficio de los herederos de los antiguos dueños. En la venta de la hacienda de Santa Catarina, Montenegro y Buenavista, muy conocida por la infraestructura de riego levantada por su propietario, Francisco de Velasco y Bolio, también se puede apreciar el carácter que asumían estas ventas convencionales. Ante la magnitud del descalabro económico, la hacienda perdió su esplendor productivo, amen de que sus propietarios la habían abandonado. Sin cuidados y sin inversión alguna, se deterioro el antiguo acueducto que conducía el agua a las tierras de Montenegro. En esta situación la propiedad se desprecio en mas de un 50 por ciento y fue traspasada a Manuel Gabriel Lagarreta, bajo el supuesto que el asumiría la deuda acumulada. No solo los prestamistas, los industriales y los comerciantes aprovecharon las ventas de oportunidad que proliferaron en la época.

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A semejanza de aquellos sacerdotes que por su origen social eran dueños de haciendas, como el presbítero Manuel López de Ecala que era propietario de Patehe, los presbíteros y los curas de las parroquias en Querétaro se convirtieron en importantes compradores de los bienes de las testamentarias. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la proliferación de los ranchos y de las haciendas fraccionadas se asociaba a la pobreza productiva y a la decadencia social que consumía a la entidad. Las dificultades financieras de la Iglesia fueron evidentes, como el acuerdo firmado por el prior del convento del Carmen de Querétaro con José María Brillante.

Se daba el caso de que los dueños de las haciendas, no solamente no podían pagar los montos estipulados a los adjudicatarios del capital sino que, se habían atrasado en el pago de los réditos, obligación que cumplían con religiosidad los hacendados de vieja cepa. Una vez vendida las haciendas, los nuevos dueños no pertenecían a la aristocracia y que no habían tenido experiencia en el manejo agrícola, no se sentían obligados a pagar los réditos de los capitales piadosos. Este fue el caso de Manuel Gabriel Lagarreta, comprador de la hacienda de Montenegro y Buenavista en 1854. Finalmente, estaban San Miguelito y las grandes de Buenavista, Santa Catarina, Monte del Negro, Jofre, Puerto de pinto y San Antonio, que desde a finales del siglo XVIII pertenecieron a la familia de don Francisco Velazco y Bolio. Estas últimas haciendas eran muy afamadas en el Querétaro de 1840, por la infraestructura de riego levantada por don francisco en la de Santa Catarina. Las obras hidráulicas construidas a fines del siglo XVII admiraban y sorprendían por su riqueza y eran símbolo

del poder económico adquirido.

La presa de Santa Catarina jurisdicción de Santa Rosa, abastecía de agua a las labores de Montenegro y las tierras de Santa Catarina. En esta obra utilísima brillan con emulación el genio, el buen gusto y el poder. En 1854 los herederos de don Francisco Velazco y Bolio no pudieron hacer frente al adeudo del aseguramiento de propiedades. Ante la magnitud del descalabro económico, las haciendas perdieron su esplendor productivo, amen de que sus propietarios las habían abandonado. Sin cuidados y sin inversión alguna, el acueducto que conducía el agua a las tierras de Montenegro se había deteriorado. Bajo estas circunstancias las propiedades son adquiridas por los hermanos Luis y Manuel Gabriel Lagarreta. A la muerte de su hermano José Luis, Gabriel Manuel Legarreta que do como dueño de todas las fincas, ya había arreglado el casco de Montenegro y también los acueductos. En sus manos las haciendas recobraron su esplendor que las habían caracterizado. Montenegro y Buenavista empezaron su decadencia durante la Revolución. Los Legarreta sufrieron muchos durante esos años. En 1917, con el reparto agrario en puerta, se fraccionaron las haciendas entre los nietos de los que habían sido compradores a mediados del siglo XIX. Jofre paso a manos de Alberto; a Manuel Legarreta le quedo Buenavista, a las Madrazo Legarreta les toco Montenegro y

a las Quijano Legarreta les quedo San Antonio, propiedades todas que controlaba la señora

hacendada doña Josefa Legarreta de Legarreta. La familia Legarreta fue perdiendo las haciendas que por tantos años les habían pertenecido. Los cascos de Montenegro y Jofre fueron adquiridos por Policarpio Vargas y el de Buenavista fue legado para uso del poblado.

Población La sociedad local, mostraba un esquema de relaciones estructurales, cuyos patrones era en lo esencial. Los mismos que se encontraban en las otras ciudades novohispanas. Al comenzar el siglo

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XVIII, el número de habitantes que eran vecinos de la ciudad de Santiago de Querétaro, debe haber andado entre 12000 y 15000 personas.

La inexistencia de documentos, derivados de algún censo, padrón u otro registro de utilidad demográfica, determinan que se tenga que acudir a fuentes menos rigurosas, como son los relatos y crónicas de viajeros, u otras referencias, cuyas estimaciones no están extensas de una alta cuota de subjetividad. Como sea, para 1746, la descripción de Villaseñor y Sánchez fijaba en un número de alrededor de 26 mil residentes fijos en la ciudad. Los sectores sociales dominantes de Santiago de Querétaro, habían crecido con cierta celeridad, al correr del siglo XVIII. Este proceso había generado una renovación parcial, pero sostenida, de las elites urbanas, al incorporarse nuevos apellidos a los de la añeja clase privilegiada que se había configurado desde el siglo XVI. Así, junto con el alto clero y el reducido grupo hegemónico de autoridades político – administrativas, fue creciendo el núcleo de los comerciantes y / o terratenientes adinerados, junto con los propietarios de obrajes. Aunque, con frecuencia, dos o más de estas diferentes procedencias sociales, se entrecruzaban en un sola persona o grupo familiar.

A propósito de los trabajadores, cabe aquí indicar que todos los llamados “permanentes” también vivían dentro del casco de la hacienda, aunque el tipo y calidad de la habitación variaba según el nivel de su cargo. Generalmente los de mayor rango contaban con espacios más amplios y cómodos, pero sin lujos, ubicados en la planta baja de la casa principal. En las haciendas en donde el dueño fue un ausente perpetuo, el administrador (muchas veces su pariente) estaba autorizado a ocupar las habitaciones centrales de dicha casa, con lo cual aquél solía adoptar un estilo de vida muy cercano al de patrón. Los demás trabajadores tenían su vivienda en otra sección, cuya fisonomía varió según la época, la región y las condiciones económicas del hacendado. Conjunto de actividades, hábitos y creencias cuya practica periódica proporcionaba cohesión social e identidad cultural a los que vivían, a la vez que enlazaban a sus familias a lo largo de generaciones.

Puede afirmarse que en las haciendas, y en particular en las casas de los patrones, se manifestaron todos los estilos artísticos que recorrieron la historia de México hasta casi mediados del siglo XX. Los trabajos constructivos corrieron a cargo de arquitectos o ingenieros extranjeros, o de algunos de los hijos del dueño que había adquirido esa profesión durante su estancia en Europa.

En el peor de los casos, de algún hábil maestro de obras que copiaba los modelos con más o menos buen acierto, de litografías importadas. Los materiales de construcción pasaron del adobe a la piedra, el tabique, el hierro, el mármol y las maderas preciosas.

Propietario del proyecto Fue el propio dueño de la hacienda el que la construyo el señor Francisco Velasco Bolio. Desde su construcción nunca existieron planos para llevar acabo la realización de la hacienda, se construyo esta obra de acuerdo al conocimiento que tenia sobre este tipo de construcción y aplicado en las Arquitectura civil y fue llevado a las haciendas de la Nueva España, El proyectista

La hacienda se construyo en el siglo XVIII, por el propio patrón, desconociendo quienes fueron sus constructores. Así como la remodelación y ampliación que hicieron los hermanos José Luis y Manuel Gabriel Legarreta después de adquirirla en 1854 y la terminaron en 1865. Teniendo

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conocimiento de la arquitectura civil de la planta conventual que se empleaban desde el siglo XVI en México. Los usuarios Fueron el administrador las personas de confianza y los sirvientes del casco de la hacienda así como algunos trabajadores permanentes. Los Legarreta pocas veces venían a la hacienda, ellos vivían en Querétaro, y cuando venían era a la hacienda de Buenavista y tardaba cinco días a caballo recorriendo sus tierras, el que estaba a cargo de la hacienda de Montenegro era: El administrador Fulgencio Jaime

El mayordomo: Francisco González

El trojero : Jesús El herrero : Isabel Pimentel Cocineras : Juana Vega Rafa y Pimentel. Estora Pacheco.

Después fue adquirida por el Señor Policarpo Vargas, que era originario de San José Iturbide, el también nada mas se daba sus vueltas a la hacienda, en cuanto al administrador no pude saber nada acerca de el

.Mayordomos: León Díaz, Evaristo Pimentel, Gonzalo Guerrero.

Trabajadores: Joaquín Álvarez, Jesús Piña, José María Vega, Juan García, Leobardo García, Mónico Guerrero.

A la muerte de don Policarpo se quedo de heredero su hijo José Luis Vargas el cual vendió la hacienda al Arq. Gerardo Vega. El cual hizo algunas remodelaciones en el interior de la hacienda, El cual tampoco no viene a la hacienda, nada mas tiene un velador que se llama Mónico Guerrero. Esta hacienda se encuentra en total abandono y en ruinas por la falta de mantenimiento adecuado.

La hacienda

Se encuentra situada a dos km. de Santa Rosa Jáuregui a un costado de la Escuela y jardín ya que formaban parte de la hacienda, y es el centro de la población de Montenegro, por que fue la primera construcción del siglo XVIII, remodelada y ampliada en el siglo XIX. Los peones que trabajaban en la hacienda algunos vivían en ella y otros en la falda del cerro. Es una propiedad rural que cuenta con un conjunto de construcciones permanentes cuya economía esta basada en actividades agrícolas, ganaderas, manufactureras, enfatizando la importancia de la producción dedicada tanto al mercado como al auto abasto y a satisfacer las necesidades de otras empresas a la cual estaba articulada. Cuenta con una administración y una contabilidad relativamente compleja, manejada por una persona de confianza de los dueños.

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El trazado de la comunidad se realizo de acuerdo a la división de la hacienda por que se fracciono en pequeñas propiedades. La calle se encuentra desde su inicio es la calle “real”, se le conoce así por ser el único camino para ir a San José Iturbide el cual pasaba por la hacienda de San Antonio, Jofre, Jofrito, Ojo de Agua, etc.

En la actualidad la comunidad de Montenegro pelea por la Iglesia ya que la comunidad no cuenta con una, y hay personas que se han apropiado de terrenos de la hacienda, como los que ahora están a los costados de la misma.

Secuencias Formales El perfil del edificio no presenta variante alguna creándose perfiles rectos. En la fachada interior de la hacienda se encuentra la fachada de la capilla que se encuentra interrumpida por una cornisa a pie de las ventanas donde se encuentra el coro y al final en la parte superior de la capilla, por otra cornisa en lo que respecta a la casa del hacendado en la esquina por que el acceso s encuentra remetido, la esquina tiene una cornisa en la parte superior así como una espadaña.

En la fachada de la Iglesia predomina la cantera rosa, así con la torre y los elementos que se encuentran a un costado, como parte del interior, lo que son las columnas, las cornisas, el altar y los nichos, así como el guardapolvo.

La Percepción Visual. La percepción visual que proporciono, la hacienda crea una sensación de amplitud debido a la longitud y ancho así como su altura de la misma. La calle independencia que forma esquina contraria a la hacienda presentan un entorno visual diferente por las características que tienen en su mayoría las edificaciones por los nuevos materiales empleados en ellas, además las calles son amplias en toda la comunidad. Existe una percepción visual de la calle principal por que a los costados se están construyendo casas de dos niveles y no permiten una percepción visual de otros ángulos.

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Programa Arquitectónico identificado: Recamara principal Salón de juegos Patio Oficina del Administrador Vestíbulo Jardines Biblioteca. Sala Cocina Cuarto de guardado. Comedor Caballerizas Recamaras. Cuarto de montar Corrales Iglesia. La era Cuarto de máquinas. Machero. Cochera. Bodegas Trojes.

Programa arquitectónico original Vestíbulo Oficina del hacendado Tienda Bodega Escalera Recamara principal Recamaras (6) Comedor Cocina Cocina humo Cuarto de guardado Sala Biblioteca Salón de juegos Cuarto de montar Cuarto de caporal Oficina Administrador Capilla Coro Altar Sacristía Jardín Trojes (6) Patio Caballerizas Macheros Corrales Patio de maniobras Era

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Cuarto de maquinas Cochera

Morfología Urbana La forma que presente la comunidad es de traza de malla desordenada o plato roto, así como lineal. Anteriormente no se encontraba nada de calles solamente la hacienda, que era el sitio más importante ya que cuenta con una capilla y un gran atrio. Fisonomía Urbana Secuencias Espaciales Las fachadas del edificio presentan una variación de alturas, en las interiores sobresalen la capilla de la hacienda misma, y algunas casa de menor altura aun que son de dos niveles, y una casa de las que tienen una altura de 5m de un nivel La fachada principal presenta una variación de altura debido a lo grande de los muros en comparación con las otras que existen a los costados.

Percepción Sensorial En el transcurso del día la luz solar no le da a la frada principal en todo el día por lo tanto en el interior se encuentra uno muy agradable por que la temperatura es fresca.

Imagen Urbana Sendas o Vías La principal vía que existe es el camino “real” que viene de Santa Rosa y conduce a otras comunidades como Chichimequillas, Pintillo, Pinto, La Estancia, San Miguel de Allende, San Luis Potosí, etc. La gente que existía estaba parte concentrada en la hacienda y otra en a falda del cerro en barricadas.

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Nodo El nodo principal que se distingue es la hacienda ya que aquí se realizaban las actividades agrícolas, administrativas, religiosas y sociales.

Hitos La hacienda y la capilla son los elementos que identifican a la comunidad y es visible desde cualquier

punto, por su altura de los muros y la esbeltez de la torre de la capilla.

El Jardín Era antes parte de la hacienda, la cual se quedo como esto ya que la comunidad no cuenta con un espacio para realizar actividades sociales Comparación tipología La comparación se realizó con la hacienda de Buenavista existiendo similitud de áreas de vivienda como de patio central, trojes, arquerías (pasillo), oficinas, caballerizas, vestíbulo, etc. con la de Montenegro. Las funciones de la hacienda eran de tipo claustral ya que se organizaba a través del patrio central donde tenía mayor proporción la cual tenía la función de circulación, asoleamiento y ventilación de la casa, así como modelo productivo para las labores complementarias de la plantación agrícola.

Materiales Los materiales utilizados en la construcción de uso común de la época, en la cimentación se utilizo mampostería por ser la mas utilizada. Los muros son de piedra junteados con cal y arena con espesores diferentes en algunos muros, se utilizo el adobe en la parte posterior de la hacienda, en los pisos se utilizo ladrillo de barro rojo cuatrapeado así como el empedrado en el exterior, en la cubierta se utilizo vigas de madera con una separación de 30 a 50 cm con ladrillo rojo y tejas, en parte del techo se utilizo un entortado de materiales comunes, también se utilizo en puertas y ventanas la madera y el enrejado de acero como protección y la cantera en los marcos algunas las cerraron cuando vivieron la ampliación y modificación de la hacienda.. De una proporción dos a uno.

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En la casa principal en algunas bardas perimetrales varía el grosor del muro en donde también se utilizo el adobe en la parte del jardín. En la Iglesia el muro era más grueso que los demás por su altura. Los muros exteriores en gran parte se presentan al natural no cuentan con aplanado

Estilo El estilo empleado era austero y la forma es de fortaleza por los peligros que estaban expuestos los patrones después de la revolución.

Decoración En los muros de la vivienda, principal interior presentan aplanados con pintura para decorarla. Los

colores utilizados en los muros era el blanco así como en sus

interiores, también se utilizaban cintillas o cenefas de colores que

van del ocre al naranja así como del azul fuerte

Iluminación En cuanto a la iluminación se utilizaba la bombilla de queroseno por que no se encontraron vestigios de ningún tipo de sistema de iluminación. Hasta hace poco tiempo se encuentra cable de luz eléctrica en algunas áreas de la hacienda. Iconografía Existen dos elementos simbólicos que representan cada uno su época de construcción como el mascaron burlesco el cual es una gárgola para bajada de aguas pluviales, como las gárgolas de media caña, que fueron colocadas en la ampliación que se realizo en la hacienda.

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CONCLUSIONES

Los componentes espaciales ratifican la concepción de la forma de vida, y no obstante algunos espacios no son muy claros respecto a su función, en base a la comparación tipológica pueden hacerse las suposiciones que permiten completar el programa arquitectónico original La hacienda de Montenegro, es un claro ejemplo del interés que guardan algunos espacios arquitectónicos respecto del uso o valor que presentan para sus propietarios o para la sociedad, si bien muestra la forma de vivir de los propietarios, que denotaba poder económico y social ha sido desvirtuada hasta llegar a ser peleada por su actual posesión a veces solo con fines de especulación, que a su vez no permiten los involucrados su restauración, en donde ganen todos. En la hacienda podemos identificar también una muestra de estilo arquitectónico y sus diferentes componentes que confirman las costumbres y tradiciones, sistemas de construcción percepción espacial, artes y cultura de toda una época.

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Bibliografía

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HACIENDA CARRETAS

LETICIA MORALES GARCÍA

INTRODUCCIÓN

Antes de que el inmueble se considerara como Hacienda, éste funcionaba como un paradero intermedio establecido por Fray Sebastián de Aparicio en el año de 1547, para sus carretas tiradas por bueyes en las que transportaba la plata de los minerales de Zacatecas para que fueran fundidas en México. Después en el año de 1562 Don Diego de Saldívar construyó una venta en el paradero con alojamiento para pasajeros, con descargaderos, corrales y todo lo necesario para dar servicio a las carretas. Mas tarde en ese lugar y con tierras cercanas se fundo la “Hacienda de Carretas”. El casco de la hacienda de Carretas se encuentra situada frente a los Arcos, a una altura con la Avenida Bernardo Quintana.

Aproximadamente por los años de 1588 y 1604 el dueño de carretas (García Urbano) se dedicaba a trasladar grandes volúmenes de lana, desde Querétaro a las ciudades de México y Texcoco, esto indica que la hacienda era prácticamente ganadera dedicada a la crianza de borregos, ovejas, carneros, yeguas, burros y vacas, entre otros. La hacienda se empezó a construir a finales del siglo XVII y su construcción termina en el siglo XVIII, por el propio patrón, desconociendo quienes fueron sus constructores.

En el año de 1791 el propietario era Don Juan Antonio del Castillo y Llata poco tiempo permanecía en la Hacienda ya que en esa época tenia su residencia particular en el lado Norte de la Plaza Mayor, hoy plaza de la independencia. (No se encontró el nombre de las personas que permanecían en la hacienda 1791). El último dueño del casco de la hacienda (Antonio Urquiza) por los años de 1930 él también se dedicaba a la crianza de ganado, (mulas, becerros, caballos, vacas...); y es de aquí donde se producía la mejor leche de Querétaro, además de que él y un socio fueron los que empezaron las primeras exposiciones de ganado en la feria de Querétaro.

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Ahora una parte del casco de la Ex – Hacienda de Carretas pertenece a la orden de los Padres Opus Day, ya que fue un regalo hecho por Don Antonio Urquiza; esta orden readapto los espacios para la fundación del ahora Jardín de Niños.

Morfología Urbana La forma que presenta la comunidad es la de una traza con forma de juego de ajedrez. Anteriormente se encontraba con pocos caminos que se fueron formando por las necesidades que se tenían en ese tiempo, originando la construcción de la hacienda. La hacienda se integra a la zona por que se adapta al tiempo histórico determinado, por la utilización de materiales de la región como la piedra y la cantera, formas, colores y alturas, que van de acuerdo con las construcciones cercanas. Revela su función básica en cuanto historia y cultura.

Fisonomía del inmueble Secuencias Espaciales Solo una de las fachadas del edificio presenta variación de altura con respecto a las demás, en el interior sobresale la capilla de la misma hacienda.

Calle de la escondida

Capilla

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ANÁLISIS DE LA FACHADA Presenta su acceso en la parte central de su construcción, regida por un ritmo y proporción en la alternación de muro – ventana a ambos costados de este, tiene enmarcamientos de cantera en puertas y ventanas. Carece de elementos decorativos.

ANÁLISIS DE FORMAS Maneja formas rectas en la mayor parte del edificio, en la parte donde se encuentra la arquería las columnas son circulares y los arcos son rebajados teniendo forma de media elipse, el acceso principal por su parte interior tiene un arco de medio punto.

ACCESO INTERIOR

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ANÁLISIS DEL ESTILO ARQUITECTÓNICO, COLOR Y TEXTURAS

El inmueble en general carece de estilo, pero podría decirse que es colonial por el simple hecho de haberse construido en la época de la Colonia. En cuanto al color hay el predominio del blanco en el interior de sus áreas y el terracota en algunos muros exteriores, ya que algunas partes esta en acabado aparente, tiene texturas lisas en la parte donde hay la aplicación de pintura y rugosa en la parte de el muros es aparentes.

FORMAS Manejan formas geométricas principalmente rectangulares en lo que son puertas y ventanas. Referente a la hacienda de Carretas cuenta con columnas circulares, la de Galindo maneja tanto circulares como cuadradas y la del cazadero tiene columnas cuadradas. La hacienda de carretas y la del cazadero manejan arcos rebajados y la de Galindo arcos de medio punto; presentan una diferencia de distancia entre la parte más alta del arco y la cornisa, siendo las de menor distancia la de carretas

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ICONOGRAFÍA

La Hacienda de Carretas cuenta con una cruz por la parte interior de su acceso, reflejando la creencia católica, la hacienda el Cazadero en el remate de una de sus puertas presenta símbolos cristianos que fueron colocados por las clarisas.

Sistemas y Procedimientos Constructivos

A mediados del siglo XVI época en que se inicia la construcción de la Hacienda de Carretas, los materiales básicos que se utilizaron fueron: La piedra o cantera utilizados en la fabricación de sillares para enmarcamientos de puertas y ventanas, columnas y decoraciones; otro material que es empleado en la elaboración de morteros es la cal utilizada para asentar la mampostería así como en los aplanados y pinturas al fresco, que en la mayoría de las ocasiones servia para protección o en su defecto para la ornamentación. Los materiales con los cuales se hacía la combinación para dar la pigmentación o los colores a emplear son: la arena, baba de nopal y tierras vegetales. En lo que respecta a la techumbre la madera fue básica para la elaboración de la misma, se empleaba en forma de viguería, cerramientos de vanos (puertas y ventanas) muebles y elementos decorativos. El ladrillo fue elemento esencial para la elaboración del recubrimiento de azoteas, además de que también se empleaba en mamposterías para muros y arquerías, en pisos interiores y exteriores en forma de petatillo.

ILUMINACIÓN

La iluminación se recibía a través del patio central, ésta pasaba por los vanos de los muros hacia el interior de los espacios. La iluminación por la noche se daba medio de lámparas de aceite, velas, antorchas. Elaborándose las velas en la propia hacienda con el sebo de los animales.

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ESTADO ACTUAL DE LA HACIENDA DE CARRETAS

El casco de la hacienda ha sufrido algunas remodelaciones, se construyeron la arquería de la parte que se encuentra en abandono, se construyó el establo y acondiciono un lugar para la venta de leche en la parte donde ahora esta en abandono, por el año de 1930 se la escalera que se encuentra cerca de la cúpula, además de la instalación de luz.

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Actualmente el casco de la ex hacienda esta dividida en dos partes, la cual donde ahora se encuentra el jardín de niños si ha tenido remodelaciones, su estructura esta en un 90 % en buen estado, ya que presenta problemas de humedad en algunos de sus techos y algunas vigas apolilladas; pero la otra parte donde anteriormente era la venta de leche, esta totalmente descuidada, su estructura esta en un 20 % en buen estado, ya que tanto techos como paredes casi en su totalidad están derrumbados, además de que esta llena de ramas de gran tamaño.

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BIBLIOGRAFÍA

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LA HACIENDA, UNA FORMA DE VIDA.

M.C. JOSÉ ADOLFO CHÁVEZ ARMENGOL

Las haciendas representan un sistema de producción vigente por más de 300 años, en torno al cual giró no sólo la vida rural sino también gran parte del desarrollo económico de México. Su historia es polémica, sobre todo a sus efectos sociales.

Durante los primeros años de la conquista española, los excedentes producidos por las comunidades indígenas bastaron para cubrir por medio de tributos los requerimientos alimenticios de los nuevos colonizadores. Sin embargo, una vez establecido el predominio de los españoles, surgió la necesidad de satisfacer tales abastos y el de otros bienes de consumo de manera permanente, tanto como el deseo de obtener ingresos y servicios señoriales que les aseguraran una categoría aristocrática a la que se sentían con derecho como recompensa por su hegemonía. En 1522 Hernán Cortés cumplió con estas exigencias de ingresos y de prestigios, implantando la encomienda en la nueva España sin pleno consentimiento de la corona castellana (institución ya empleada en las islas del caribe con la llegada de Colón, la Corona aceptó la encomienda a su pesar pues obstaculizaba su hegemonía de Estado absoluto). Aún cuando la encomienda tenia fundamentos feudales europeos, también se encontró de manera muy semejante en la organización tributario del mundo indígena; ya que antes de la llegada de los hispanos, la mayoría de los pueblos indios entregaba contribuciones en especie y en servicios a sus gobernantes y a los señoríos a los que estaban sujetos y con la conquista los indígenas debieron dar tributo al rey de España a través de sus funcionarios reales.

Parte de estos tributos los conservaron sus más destacados soldados como premio a su labor en la empresa de conquista y como una forma de empezar a arraigar a los nuevos colonizadores. Los encomenderos tenia derecho a recibir tributos en especie y servicio de mano de obra de parte de las comunidades indígenas que les eran asignadas o “encomendadas” a cambio de lo cual los beneficiados se obligaban a proteger y a evangelizar a esos mismos indios. Esta institución que fue hereditaria inicialmente, no incluía en ningún caso la concesión de tierras, ni de indios, para los

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encomenderos, aunque estos podían adquirirlas por otra vía como de hecho lo hicieron y no obstante las limitaciones legales que impulso el gobierno español para evitar abusos de cualquier tipo, pronto la mayoría de los encomenderos exigieron mas atributos de los pactados, semi esclavizaron a los indígenas y se apropiaron de parte de sus bienes y sus tierras. Tales arbitrariedades propiciaron que la corona suspendiera el otorgamiento de nuevas encomiendas y limitó el tipo de tributos a dinero, alimentos, y algunas mercancías y la recaudación a funcionarios reales, además, prohibió las prestaciones gratuitas de servicios personales de los indios. El sistema de la encomienda fué abolido hasta principios del XVIII. De esta forma quedaron las condiciones básicas de capital, trabajo y tierra, que con nuevos elementos, constituiría el sistema de haciendas.

La merced real surgió de manera paralela a la encomienda, como forma legal de adquirir la tierra: Los españoles y los indios que recibían una merced de tierra quedaban comprometidos, a empezar antes de un año, a cultivarla o explotarla para la crianza de ganado, a poblarla, a no ponerla en venta o enajenación, nunca venderla a órdenes religiosas ni a los clérigos, pero no siempre se cumplieron estas disposiciones, propiciando un imparable latifundismo.

La nomenclatura que se empleo para definir calidad y extensión, fueron:

Las labores que eran unidades empleadas para los cultivos agrícolas,

Las caballerías de 43 hectáreas,

Las estancias para sitios de ganado o ganado mayor (aprox. 1750 hectáreas) Para el repartimiento de la mano de obra cuando la corona prohibió el trabajo gratuito de los indígenas, los labradores se vieron en dificultades para obtener la mano de obra que requerían, pues aquellos no sentían la necesidad de buscar voluntariamente un trabajo asalariado. Para remediar esto se creo el sistema laboral pagado pero forzoso, conocido como repartimiento. Los indígenas tributarios quedaron obligados no solo a trabajar de manera rotativa y temporal en las labores agrícolas sino también en sus obras urbanas y mineras. Este sistema estuvo plagado de irregularidades y con frecuencia se pagaba poco o nada.

Consolidación de las Haciendas

La consolidación de las haciendas fué a mediados del siglo XVII y final de la etapa colonial. Durante ese tiempo, gran parte de la organización económica y social del país, y no solo del sector agrario, giró en torno de las haciendas, constituyendo toda una forma de vida que integraba elementos rurales urbanos, individuales y colectivos, civiles y religiosos. La falta de capital y de liquidez desemboca en constantes hipotecas, y la abundancia de estas, aunadas a administraciones deficientes y a los múltiples pagos entregados a la iglesia (diezmos, censos, capellanías, obras país) provocaron la quiebra de muchas haciendas o un frecuente cambio de propietarios. Eventuales crisis agrícolas y de mercado (como el de la minería) orillaron a muchas de ellas a poner sus tierras menos productivas bajo el sistema de arrendamiento y aparcería, o bien vivir momentos de involución o autarquía, sobre todo en la región norte. No obstante las limitaciones establecidas por el gobierno español respecto de las propiedades agrícolas de la iglesia, la mayoría de las órdenes religiosas y numerosos clérigos llegaron a poseer gran cantidad de haciendas. Estas adquisiciones fueron por medio de la compra, pero más comúnmente por las donaciones testamentarias hechas por devotos feligreses, y a través de embargos por hipotecas vencidas, ya que entonces las instituciones eclesiásticas eran la principal fuente de crédito. Al decretarse en 1767 la expulsión de los jesuitas, sus vienes fueron incautados y puestos en remate, con lo cual sus latifundios quedaron desmembrados y pasaron a manos de ricos hacendados seglares. Una real

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cedula ordeno entonces entregar a la Real Hacienda el capital que se extrajera de la venta de los bienes raíces de la iglesia, así como el capital líquido que está poseía. Como dicho circundante estaba invertido en préstamos hipotecarios a miles de haciendas, además de mineros, obrajeros y comerciantes, estos quedaban obligados a redimirlos en un plazo menor al estipulado originalmente. La aplicación de esta cedula, conocida cono “la consolidación de los reales”, no pudo ser radicada y se prolongo hasta 1809. El sistema crediticio se derrumbo y el sector agrícola entró en una grave crisis, y junto con él, las relaciones entre la iglesia y el estado, y las de la colonia con la metrópoli. La crisis demográfica redujo la cantidad de trabajadores disponibles, pero amplio el mercado de tierras o facilito la apropiación de las mismas aprovechando los abandonos que provocaron las congregaciones; aunque al mismo tiempo ofreció a los labradores la posibilidad de incrementar su producción para sustituir las demandas alimentarías de la población urbana, que ya no alcanzaban a satisfacer las comunidades indígenas disminuidas. Al abolirse oficialmente el repartimiento de indios, se propicio una liberación del mercado laboral asalariado, aunque al principio escaso por la crisis demográfica. Entonces, las nacientes haciendas idearon sus propios mecanismos para reclutar, retener y reponer esa limitada fuerza de trabajo, único medio para incrementar su producción. Los indígenas sin tierra o con muy poca, se encontraron ahora voluntariamente empujados por las necesidades y atraídos por los ofrecimientos: salario, prestamos de dinero, raciones de alimentos y casa dentro de la finca, lo que significaba la permanencia y seguridades. Así, cuando corría la primera mitad del siglo XVII quedaron asentadas las características básicas y estables de lo que serian las haciendas.

Apogeo de las Haciendas Con el régimen de Porfirio Díaz, las haciendas vivieron su último apogeo, quizá el más intenso, al conjuntarse una serie de factores económicos, políticos y sociales que fueron muy favorables a su desarrollo. Durante esa época la población creció considerablemente, y por lo tanto la demanda de productos y de oferta de mano de obra. La multiplicación de vías ferrocarrileras permitió que el transporte de las mercancías fuera más rápido, más distante y de mayor volumen, a la vez que se amplio el alcance de los mercados, que de regionales pasaron a nacionales e internacionales. Mejoró la fuerza motriz con la introducción de la electricidad, y las comunicaciones con el tendido de líneas telegráficas y telefónicas, y de estas, así como las de ferrocarril, los hacendados fueron usufructuarios, pero también muchos se colocaron como dueños o accionistas. Creció como nunca la demanda mundial de productos tropicales, como el café, el azúcar, el henequén y las maderas preciosas. Hubo un incremento en la inversión de capitales foráneos en el sector agrario, y algunos extranjeros se convirtieron en prósperos hacendados. Se importaron maquinaria, animales semillas y tecnología agrícola, con lo que se amplio para muchas haciendas la posibilidad de mejorar sus niveles de productividad y rentabilidad. Se multiplico el número de bancos, aumento el dinero circundante y se reabrieron las líneas de crédito financiero.

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FACTORES ECONOMICOS

Como ya se mencionó, la hacienda era una propiedad cuya actividad económica se realizaba dentro del sector agrario con diversificaciones en la agricultura, la ganadería, la extracción la manufactura y el comercio, poseía una amplia infraestructura material concentrada en su mayor parte en el casco destinada a la producción administración almacenamiento y vivienda y comunicación a los servicios religiosos todo lo cual le proporcionaba una relativa autonomía económica y social.

Estas características proporcionaban las diferencias en las tipificaciones de las haciendas: la clase y el volumen de producción, la ubicación geográfica y los modos de acceso a los recursos naturales, la amplitud de su mercado y las respuestas a las variaciones de demanda de sus productos y de sus precios, el origen del capital invertido y el destino de ganancias, la adquisición y el manejo de créditos financieros, el nivel de rentabilidad como unidad productiva, la existencia de terrenos dados en arrendamiento y en aparcería o mediación, el grado de autosuficiencia o de dependencia económica con otros centros productivos y comerciales, la capacidad y el reclutamiento y de retención de mano de obra, el nivel de complejidad en la organización laboral y las relaciones de trabajo las dimensiones y el valor de la propiedad y de su infraestructura material, la capacidad de almacenamiento y del manejo de los excedentes, la vinculación de los dueños con redes familiares, clientelistas o institucionales, técnicas de explotación, producción, manufactura y transporte.

Por medio de las haciendas los españoles pobres contaban con fuente de trabajo, muchos de ellos eran administradores de los caciques indios y para los maceguales. Los de las haciendas obtenían alimentos para consumir y comercio, lana para los obrajes entre otras cosas. Pero con todo esto para finales del siglo XVI muchas estancias habían cambiado de propietario.

La Ganadería y la Agricultura fueron dos de las condiciones de la economía que se desarrollaron teniendo una mayor productividad, además de la dificultad de emprender tares secundarias. La región Queretana fue siempre fértil. Se advinieron maravillosamente los cultivos europeos y la nueva fauna (uvas, granadas e higos y otras frutas de Castilla, crían mucho ganado mayor y menor, y trigo); los indios cultivaban además de la vid y árboles frutales, calabacillas, chilacayotes, tomates, jitomates y chile, para su vestido los indios cultivaban el algodón.

Desde 1540, la ganadería en Querétaro fue explotada y prueba de esto son las numerosas mercedes para sitios de ganado mayor y menor que se otorgaron en la región desde entonces y hasta fines del siglo XVI. En Querétaro se da a conocer que en la región que abarca de San Juan del Río a Querétaro pastaban mas de 100 mil vacas, 200 mil ovejas y 10 mil yeguas. La actividad terciaria o de producción fabril estaba representada por los obrajes, los cuales se establecieron como consecuencia de la abundancia del ganado lanar. Así que gran parte de los españoles se dedicaban al comercio producto de sus tierras, y comerciando con semillas, chiles, lanas, y vinos. Pero para comienzos del siglo XVII los comerciantes ya no eran representantes locales de la red de comercio hacia España.

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Por lo anterior en el siglo XVII hubo profundas transformaciones sociales y económicas en la Nueva España. Dándose una marcada crisis comercial entre España y sus colonias americanas, junto con una depresión de la minería, condiciones que llevaron a una relativa autosuficiencia en la economía novo hispana. La hacienda se consolidó como centro productor agropecuario, y con ella, nació el peonaje por endeudamiento.

Surgió una jerarquía de comerciantes, dominada por un grupo de peninsulares, quienes se aprovechaban del monopolio comercial impuesto por la metrópoli. La Iglesia perdió su antigua importancia misionera, convirtiéndose en una de las mayores potencias en la economía, comprando tierras productivas y fincas urbanas y acumulando capital, con el cual hacia préstamos a las empresas de los españoles. En fin, se definieron los principales rasgos socio-económicos de la Nueva España que prevalecieron hasta los cambios impuestos por el rey Borbón Carlos III en la etapa final de la época Barroca.

Para fines del siglo XVI y comienzos del XVII, Querétaro presentaba una concentración de ganado menor, con rebaños que podían agrupar desde 500 hasta más de 20,000 cabezas. Las condiciones locales, con un estío prolongado, hacían difícil mantener esta concentración durante todo y hasta parte del año. Una buena parte de los ganaderos locales, movían los ganados desde Querétaro hacia la laguna de Chapala en áreas de los estados actuales de Michoacán y Jalisco, por un periodo cercano a los 9 meses La agricultura cubrió un renglón decisivo en las necesidades productivas locales. Hacia 1700 este rubro continuaba siendo una de los ejes básicos, en torno a los cuales gravitaba pare de la economía de la ciudad. Así a los alrededores de la misma, estaban varias haciendas, que producían no solo para satisfacer las necesidades locales, sino incluso para el mercado regional. La comercialización de ganado y sus derivados, también se torno en una fluorescente fuente de ingresos para la localidad. La colocación de esos excedentes productivos en le mercado interno colonial, favoreció el desenvolvimiento de la ciudad, circunstancias que a su vez contribuyo al despliegue de la actividad arquitectónica local. El auge esplendor de toda la economía en todos sus giros, antecedido por el fenómeno de las ciencias y artes, propios del siglo XVIII, fue acompañado de un notable crecimiento demográfico y de una nueva distribución política del territorio en 1779. En Querétaro, el auge a finales del siglo XVIII fue espectacular. Las haciendas agrícolas y ganaderas en las zonas de los valles de San Juan del Río y Querétaro, alcanzaron una alta productividad, el comercio, la agricultura y los obrajes se beneficiaron de los continuos flujos poblacionales que transitaban por Querétaro. El esplendor alcanzado por la agricultura a fines del siglo XVIII, y con todo el sistema de prohibiciones que imponía la corona Española a las colonias fue un ejemplo de la gran producción obtenida. La hacienda Queretana de fines del siglo XVIII era, más que un símbolo del poder de la nobleza de sus propietarios, una actividad económica con fuertes intercambios comerciales, fue así como los señores, hacendados y los dueños de los obrajes a su vez prósperos comerciantes, concentraron sus esfuerzos en expandir y consolidar el sistema de la hacienda basados en la gran extensión territorial y en las innovaciones tecnológicas, racionalmente introducidas de acuerdo con la calidad del suelo. Es a partir de 1810 que se inicia la decadencia económica y la merma de la población en más de la mitad de la que existía en 1790, tanto por las convulsiones como por las pestes que hubo entre 1811 y 1821. El deterioro de la economía queretana de 1810 a 1830 fue intensivo e impresionante.

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TIPOLOGÍA DE LAS HACIENDAS.

La clasificación de las haciendas y sus características, dependen básicamente del tipo de producción realizada en ellas, las mas comunes eran: azucareras, minerías o de beneficio, pulqueras y mezcaleras, henequéneras, algodoneras, y ganaderas.

Azucareras

El cultivo de la caña de azúcar fue llevado a la península Ibérica por los árabes en el siglo VIII, más tarde los españoles lo trajeron a América. A partir del siglo XVI su aparición mundial fue rápida debido a que otras potencias europeas también lo implantaron como uno de los productos más importantes. De las producciones que se que se desarrollaron en México, la del azúcar fue, la más vinculada en el sistema colonista. Las primeras grandes plantaciones se dieron en la región de Cuernavaca – Cuautla estado de Morelos, en que los indios del periodo Virreinal pertenecientes al Marquesado de Hernán Cortes y a otros destacados conquistadores. Las azucareras fueron las primeras haciendas en conformarse como tales, en las postrimerías del siglo XVI. Más tarde también se desarrollaron importantes haciendas azucareras en algunas zonas de Veracruz, Puebla, Michoacán y Yucatán, llegando a sumar un total cercano a 1,600 para inicios del siglo XX.

SANTA ANA TENANGO MUNICIPIO JANTETELCO MORELOS

Minerías o de Beneficio

El deseo de los conquistadores hispanos por encontrar en México metales preciosos origino, una rápida y amplia búsqueda de los mismos por diferentes zonas del territorio. Ya que para mediados del siglo XVI había sido descubierta y estaban en explotación muchas minas de plata. Las primeras se localizaban dentro de la región central del país, y después vinieron las de Zacatecas, San Luis Potosí, otras de la zona Norte y las del bajío. En poco tiempo la minería se convirtió en la actividad económica más importante. Las haciendas mineras además de realizar sus actividades comunes a las cerealeras y ganaderas, se llevo a cabo una tarea muy peculiar que era la del “beneficio” de los metales, de ahí también conocidas como haciendas de beneficio. Los centros mineros dieron paso también a una producción de las haciendas basada en el abastecimiento de estas sedes.

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SAN MIGUEL REGLA, HIDALGO

Pulqueras y Mezcaleras

Debido a que el pulque era una bebida tradicional consumida exclusivamente por los indígenas de la época prehispánica, su producción se mantuvo por largo tiempo en sus manos. No fue sino hasta la primera mitad del siglo XVIII cuando algunos españoles por medio de sus haciendas, empezaron a dedicarse al cultivo extensivo del maguey y de la elaboración del pulque. De ahí que las haciendas hayan sido, dentro del periodo colonial, las ultimas en agregarse al sistema. Las plantaciones de maguey pulquero se desarrollaron en una región bastante limitada, que era una especie de corredor natural que iba desde la parte oriental de Puebla cruzaba por el norte de Tlaxcala, continuaba por la zona sur del actual estado de Hidalgo y norte del Estado de México, y terminaba en el sur de Querétaro.

SAN JUAN TLACATECPAN

MUNICIPIO OTUMBA, EDO. MEXICO

Henequéneras

El agave henequenero es originario de la península de Yucatán, en donde fue cultivado desde la época prehispánica con el objeto de extraer de sus pencas fibras para múltiples usos. No fue hasta los años treinta del siglo XIX cuando este agave empezó a ser sembrado en forma masiva y regular en las haciendas del noroeste yucateco, para obtener cantidades de fibra en gran escala.

La creciente demanda, en los mercados nacionales e internacionales, de la fibra de henequén y de sus múltiples manufacturas derivadas – hilos, cuerdas, redes, costales, escaleras, cortinajes, etc.-, provoco que gran parte de las haciendas yucatecas desplazaran de manera sustancial los otros cultivos de agrícolas y la cría de ganado, a la vez que volcaban su producción hacia un mercado en gran escala, con el apoyo de una fuerte inversión de capital; esto es se convirtieron en autenticas plantaciones.

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SANTO DOMINGO

MUNICIPIO MAXCANU, YUCATAN

Algodoneras

El algodón ya era utilizado por los indígenas mesoamericanos para confeccionar prendas de vestir, pero defensivos y como artículo de tributación, antes de que llegaran los conquistadores españoles; sin embargo su cultivo fue limitado durante casi todo el periodo virreinal, y su producción en gran escala no se dio sino hasta el siglo XIX. Para finales de la época colonial la comarca lagunera estaba ocupada por tres enormes latifundios. Después de la guerra de independencia, estas grandes propiedades rurales sufrieron diversos fraccionamientos y varios cambios de dueños, aunque finalmente el poder hegemónico de la región queda en manos de solo tres familias de hacendados.

EL BURRO

MUNICIPIO TORREÓN, COAHUILA

Ganaderas

Por lo general, las haciendas ganaderas requirieron de menor inversión de capital que las otras, pero que su necesidad fundamental estaba en tener una gran extensión con buenos pastizales y corrientes o depósitos naturales de agua, y estos terrenos eran mucho menos caros y más abundantes que los dedicados al cultivo. Dado que los animales se mantenían libremente en medio de aquellas tierras, su cuidado no exigía de abundante mano de obra, bastaba con unos cuantos pastores y vaqueros. Estos trabajadores se encargaban también de marcar el ganado con hierro que distinguía a sus propietarios, así como de realizar la trasquila, separar a loa animales enfermos y a las hembras preñadas, y agrupar a los que serían vendidos o sacrificados. Este tipo de haciendas eran las que surtían de animales en pie a las otras fincas rurales, a las minas y a los arrieros.

Las haciendas ganaderas vendían carne, leche y mantequilla a los centros urbanos y mercados locales, pero no a los lejanos por falta de vagones frigoríficos. La venta de lana estuvo muy ligada, primero a los obrajes coloniales, y posteriormente a las crecientes fábricas textiles de los siglos XIX y XX.

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FACTORES SOCIALES

Por o general las haciendas estuvieron rodeadas por un numero indeterminado de ranchos que reconocían la administración general, quienes se dedicaban a sembrar maíz, cebada y otras cosechas de temporal.

Las grandes propiedades eran casi siempre demasiado grandes para ser administradas como unidades y debido a esta, fueron divididas en ranchos. Cada rancho tenía mayordomo subordinado al administrador general. Las tierras de esos ranchos se dividían en cinco clases; las que se cultivaban al cuidado de la administración, las que se daban en apariencia, las que eran rentadas, las que se facilitaban a los peones encasillados y las que daban labradores que las desmantelaban para hacerlas cultivables.

Toda hacienda había de sostenerse por si mismas. El núcleo de la hacienda lo formaban las tierras laborales de los valles, en los que se cultivaba maíz. La economía de la hacienda reclamaba el uso de los productos forestales y de las tierras de pasto, así como de las corrientes para riego. A los propietarios se les denominaba hacendados, los cuales eran en su mayoría de ascendencia europea y constituían el estrato más elevado de la sociedad. No habitaban en la hacienda, efectuaban visitas ocasionales que generalmente se hacían durante la siembra o la cosecha. A lo largo de más de tres siglos, entre ellos hubo nobles y plebeyos, aristócratas y burgueses, clérigos y laicos, mineros y comerciantes, esclavistas y empresarios, hombres de campo y advenedizos, explotadores y filántropos, extranjeros y mexicanos, hombres y mujeres. En la hacienda se llevaban a cabo fiestas, juegos, pasatiempos, doctrina cristiana, corridas y peleas de gallos, consumían los platillos y bebidas, surgidas en el seno mismo de la hacienda como consecuencia de sus peculiaridades actividades agrícolas y ganaderas, tradiciones adoptadas de la vida pueblerina, lugar de procedencia de sus trabajadores indígenas; tradiciones advenedizas traídas de las ciudades, en un intento de extender los avances, comodidades y gustos de la vida urbana; tradiciones híbridas fruto del mestizaje étnico y cultural y del sincretismo religioso

Se disfrutaban las huertas, los jardines y las puestas de sol; se compraban mercancías en la tienda y se conversaba con el tendero y con otros parroquianos; se escondía el escaso o abundante dinero, que luego diera pie a la búsqueda de supuestos tesoros; se recibían regaños y castigos o felicitaciones y regalos; se practicaban ritos propios de la vida privada, como bañarse, dormir, amar, llorar; se paría a los hijos, se les bautizaba y más tarde se les entregaba al matrimonio; se recibían auxilios médicos y espirituales; y, finalmente, era donde se sepultaba a los difuntos.

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El cuidado y manejo de la hacienda se encomendaba a un administrador que tenía varios capataces a sus órdenes los que llamaban mayordomos.

Dentro del casco de la hacienda, la casa principal o casa grande a la residencia de sus propietarios. La elevada condición económica que poseían les permitía disfrutar de una considerable cantidad de horas de ocio, así como de tener un abundante número de sirvientes que los sustituían o apoyaban en múltiples quehaceres: Institutrices, amas de llaves, nanas, cocineras, recamareras, lavanderas, mozos, cocheros, porteros, jardineros y demás. Todos ellos, adiestrados para estar al alcance de la mano por medio de una señal o un toque de campanilla, pero no tan presentes como para romper la intimidad familiar; aunque muchas veces estos sirvientes eran los más conocedores de los supuestos secretos de sus patrones. Cabe destacar el papel de las nanas, debido a la cercanía e influencia que solían guardar con sus amos, al haberlos cuidado desde la infancia. Casi siempre eran negras, indias o mestizas que entraban al servicio de la casa des pequeñas y en ella estaba hasta su muerte. Como todas las manifestaciones de su vida cotidiana, dependían del grupo social al que pertenecieron; esto era lo que regia su cosmovisión, sus intereses y su escala de valores, dentro y fuera de latifundio. Los hacendados no fueron de un solo tipo. Se afirma que algunos hacendados, especialmente aquellos que provenían de una estirpe vinculada por siglos a la tierra, llegaron a manifestar sincero aprecio por sus trabajadores mas fieles, el que estos fueron enterrados a su muerte en la cripta familiar, quedándose al cuidado de sus viudas y huérfanos.

Las haciendas tenían una complicada organización laboral, compuesta por los trabajadores eventuales y permanentes, estos últimos, retenidos generalmente por medio del endeudamiento peonaje o por esclavistas. Los trabajadores sobre todo los peones, era muy prolongada y se les ocupaba seis días de la semana y a veces hasta siete. La llamada faena de sol a sol, comenzaba de hecho varias horas antes de que dicho saliera, especialmente en los climas muy cálidos, donde había que ganar tiempo antes de que el sentir del calor hiciera insoportable cualquier trabajo bajo cielo abierto. En algunas haciendas el trabajo en el casco se prolongaba por varias horas de la noche. La familia de los pobladores locales estaba representada a la cabeza por el padre el cual trabajaba la tierra para conseguir el sostén necesario era apoyado por los hijos varones mientras que la madre se ocupaba de las labores en la casa la comida y la crianza de los hijos las hijas ayudaban a estas tareas, gran parte de la actividad se realizaba en dos espacios uno que era cubierto y hecho con materiales semi perecederos, adobes, maderas y cubiertas de palmas o bajareques. Donde se cocinaba y dormía y en el exterior se realizaban las actividades complementarias las familias fueron numerosas y eran comunes las muertes en la niñez.

Los trabajadores llamados “permanentes” también vivían dentro del casco de la hacienda, aunque el tipo y calidad de la habitación variaba según el nivel de su cargo. Generalmente los de mayor rango contaban con espacios más amplios y cómodos, pero sin lujos, ubicados en la planta baja de la casa principal. Estaban los empleados de confianza o dependientes, que se dedicaban a funciones administrativas, seguidos de un conjunto de hombres encargados de supervisar las faenas del campo y los procesos productivos y de manufacturera, como eran los mayordomos, capataces, caporales, vaqueros, pastores, trojeros, tracaleros, maestros del azúcar, artesanos, albañiles, leñadores, mecánicos, sirvientes y en algunos casos el profesor, el cura y otros. Por otro lado, hay quienes opinan que en muchas haciendas las relaciones entre trabajadores y patrones eran cordiales; dentro, claro, de las normas propias del sistema patriarcal y paternalista prevaleciente. En las haciendas en donde el dueño fue un ausente perpetuo, el administrador (muchas veces su pariente) estaba autorizado a ocupar las habitaciones centrales de dicha casa, con lo cual aquél solía adoptar un estilo de vida muy cercano al de patrón. Los demás trabajadores tenían su vivienda en otra sección, cuya fisonomía varió según la época, la región y las condiciones económicas del

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hacendado. Conjunto de actividades, hábitos y creencias cuya práctica periódica proporcionaba cohesión social e identidad cultural a los que vivían, a la vez que enlazaban a sus familias a lo largo de generaciones.

La educación estaba a cargo de la iglesia, y los oficios eran parte de esta educación, la escultura y artesanía en general formaban parte de la educación heredada por los padres, la educación religiosa se inicio en los ya conocidos atrios de las iglesias donde surge la costumbre mexicana de las piñatas y los aguinaldos en su forma mas primera. Los habitantes precolombinos o naturales de estas tierras, alterados por estos sucesos se ven envueltos en un cambio drástico en su estructura social, su religión, y lógicamente las técnicas constructivas materiales, que da por resultado una nueva

arquitectura.

En ese esquema de abismales contrastes en las relaciones sociales, el papel de la iglesia y de las autoridades civiles y militares estaba ante todo encaminado a garantizar la cohesión social. Y puede decirse que, al menos en la región, lo desempeñaron con gran efectividad hasta fines del siglo XVIII.

No debe perderse de vista la decisiva presencia de las instituciones religiosas en el desenvolvimiento

de la vida socio – cultural de la época. Así, en Querétaro, como en el resto del mundo novohispano, el papel de la iglesia como instancia rectora de las conductas individuales y colectivas, era equivalente a su peso dentro de las relaciones de poder político real. Del mismo modo en que figuraba como la entidad con mayores recursos económicos y con más propiedades tanto rurales, como urbanas de la región.

PARTES DE LA HACIENDA

La tecnología aplicada a las edificaciones del siglo XVI esta basada en una estructura trabajando a compresión, las incorporaciones traídas y practicadas en el XVI por los españoles y realizadas por la mano de obra indígena, fueron cimientos de piedra, muros de adobe, piedra y el tabique usado en muy pocos casos, pisos de barro o canteras, techos de madera o piedra aligerados con tezontle, o cantaros huecos de barro, recubrimientos de estuco liso, los esfuerzos laterales se contrarrestan con contrafuertes, y muros de carga de secciones anchas y pocas aberturas.

En realidad esta variable de la mano de obra indígena aplicada a estas construcciones es el resultado de un medio social con características especiales, recordando que una sociedad puede influir en las obras arquitectónicas de formas diferentes.

A través de la mano de obra

Con la aportación de motivos decorativos

Con la introducción de materiales regionales

Con el de técnicas propias o autóctonas para la realización

Con la utilización de la obra de arte como medio de expresión para lograr un objetivo dentro de la propia sociedad.

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Los materiales constructivos en suma con las actividades ya mencionadas anteriormente dieron origen a un a tipología espacial característica de las haciendas, que a continuación se resumen.

El casco

En suma, el casco era el sitio donde se concretaban numerosas actividades que daban cohesión e identidad a todas las personas que vivían en la hacienda, reproducían sus valores y costumbres, y daban sustento y forma a una comunidad, un pequeño pueblo, un microcosmos rural con su propia dinámica, esporádicamente afectada por la que se vivía extramuros. Por todo ello, el casco no sólo era el centro productivo y arquitectónico de la hacienda, sino también era el corazón de su vida cotidiana. Aun ausentes, muchos hacendados de la época virreinal mandaron labrar su escudo de armas en la fachada del casco o de la casa principal, como una marca de identidad y de propiedad y como una prueba de su noble estirpe o la de sus antepasados.

Durante la primera etapa formativa de las haciendas, su infraestructura material fue mínima y muy austera, haciendas azucares, fueron éstas las primeras en consolidarse como tales y las que requerían de instalaciones más complejas para realizar su proceso productivo. El casco de dimensiones variadas. La mayoría de las veces en él se llevaba a cabo una parte del proceso productivo constituía el corazón de la hacienda, se concentraban la residencia del dueño y de los trabajadores, las funciones administrativas y de servicio, así como el almacenamiento de las cosechas, los implementos para la producción y los animales de trabajo. El casco resumía y simbolizaba el grado de prestigio y de poder alcanzado por el propietario de la hacienda.

Los cascos se encontraban delimitados y protegidos por una elevada y extensa muralla interrumpida por unos cuantos accesos resguardados por grandes portones de madera, con frecuencia flaqueados por un par de garitotes con sus respectivas troneras o pequeños vanos alargados verticalmente, vigilar y disparar proyectiles en caso necesario. Permitía un control las entradas y salidas de productos, animales, ásperos y trabajadores, algunos torreones coronados de almenas, se podía observar lo que acontecía en las tierras de hacienda y aún más allá, estos elementos defensivos daban al caso una fisonomía de fortaleza, fueron útiles durante la etapa primera comunes del norte como Nueva España. La mayoría de los casos de las rutas mineras, surgieron a partir de edificaciones defensivas, como eran los presidios, estaciones, ventas y casas-fuertes, hechas precisamente para proteger a los viajeros. Fueron adoptadas por otras haciendas como un estilo arquitectónico que simbolizaba un status señorial, hubo haciendas cuyos cascos no estaban amurallados.

Durante la primera etapa formativa de las haciendas, su infraestructura material fue mínima y muy austera, puesto que sus necesidades y alcances también eran reducidos. Solo una casa de adobe y en los mejores de los casos de piedra, algunos corrales y quizá un pozo, sino estaba cerca de una corriente de agua, constituían los espacios constructivos indispensables para vivir, administrar y guardar las crías, las cosechas y los implementos de trabajo. Con el correr del tiempo y con el incremento de las demandas, fueron surgiendo espacios arquitectónicos más complejos, a los que se les pueden denominar cascos. El casco estaba conformado por una serie de construcciones con destinos diferentes y, por ende, de dimensiones variadas. El casco era el sitio donde se concretaban numerosas actividades que daban cohesión e identidad a todas las personas que vivían en la hacienda, reproducían sus valores y costumbres y daban sustentos y forma a una comunidad, un pequeño pueblo, un microcosmos rural con su propia dinámica, esporádicamente afectada por la que se vivía extramuros. Por todo ello, el casco no solo era el centro productivo y arquitectónico de la hacienda, sino también era el corazón de su vida cotidiana.

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En la composición del casco también influyo en forma sustancial, la región del país en donde se encontraba la hacienda, debido a las variaciones en la topografía, el clima, la vegetación, los recursos naturales y los materiales de construcción. Otro factor que condiciono las dimensiones y a la orientación del casco fue el poder y la riqueza que cada hacendado poseía.

La Finca Durante la primera parte del periodo colonial, estas casas fueron de un solo piso con techos altos y abovedados, de buenos materiales pero con ornamentaciones sobrias y escasas; tenían pocas habitaciones, una cocina y otros servicios indispensables pero de comodidad precaria y conforme a las costumbres de la época. Tales características reunían especialmente las que pertenecieron a las órdenes religiosas y a los hacendados menos pudientes. Pero en general, conforme creció la fortuna de los terratenientes y se fueron imponiendo en las zonas rurales estilos arquitectónicos y decorativos más suntuosos, la casa grande de la hacienda incorporó estos elementos, antes y por encima del resto de las construcciones de la misma finca. Si el caso reflejaba el poder del hacendado, su residencia debía ser la perla más preciada de esa corona. Desde finales del siglo XVIII, pero sobre todo una centuria después, las haciendas más ricas agrandaron y embellecieron de manera considerable sus casas principales. La mayoría de las veces se hicieron remodelaciones y reconstrucciones sobre la edificación anterior, pero en otras, de plano, se demolió lo que existía y se construyó algo nuevo.

De ahí que hoy en día casi no queden testimonios del primer periodo constructivo, y de que muchas veces sea difícil distinguir en lo que todavía continúa en pie, las diferencias precisas de os otros periodos, peor aún cuando las remodelaciones hechas en años recientes han sido muy poco afortunadas.

La costumbre ya presente en las iglesias y en los conventos ubicados en las zonas rurales de hacer obras con gran valor artístico fue seguida por las haciendas. Incluso, muchos patios interiores de las casas grandes, no sólo de hacendados religiosos sino también de civiles, fueron una copia del modelo de los claustros conventuales. Aunque por supuesto, estas influencias y las de las casas señoriales de los centros urbanos fueron adaptadas a las necesidades, gustos y recursos de los nuevos “señores” del campo. Sus fachadas, así como las de las pequeñas iglesias edificadas en el interior de las haciendas se llenaron de molduras, roleos, cornisas, entablamentos copetes, pilastras, capiteles, gárgolas, escudos, esculturas, balcones y una interminable serie de elementos decorativos que respondían a los cambios de estilos artísticos de diferente épocas, y en los cuales ya no sólo estaría la influencia de la metrópoli hispana sino también las aportaciones mexicanas y aun las regionales. Del estilo austero propio de los cascos – fortaleza levantados al inicio de la vida de las haciendas, se pasó al plateresco y al mudéjar, y luego a las múltiples expresiones del barroco, hasta llegar al churrigueresco y el afrancesado rococó. Después se adoptó, hacia finales del periodo virreinal, el neoclásico, y finalmente el ecléctico cuando el país ya tenía varias décadas de vida independiente.

Este último, muy en boga durante el Porfiriato, tenía la peculiaridad de recuperar diferentes estilos de otras épocas y los combinaba armónicamente en una misma edificación. Así, fueron creados el neogótico, el neo bizantino, el neo renacimiento, el neo mudéjar o neo morisco, el neo plateresco, sin faltar el más nuevo y moderno de los estilos en el último cambio del siglo, el art nouveau, cuya denominación ya reflejaba el afrancesamiento de las artes y de la cultura de aquel entonces.

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Puede afirmarse que en las haciendas, y en particular en las casas de los patrones, se manifestaron todos los estilos artísticos que recorrieron la historia de México hasta casi mediados del siglo XX. Los trabajos constructivos corrieron a cargo de arquitectos o ingenieros extranjeros, o de algunos de los hijos del dueño que había adquirido esa profesión durante su estancia en Europa.

En el peor de los casos, de algún hábil maestro de obras que copiaba los modelos con más o menos buen acierto, de litografías importadas. Los materiales de construcción pasaron del adobe a la piedra, el tabique, el hierro, el mármol y las maderas preciosas.

Entonces, la casa grande o “del amo” creció en cantidad de habitaciones, mejoró sus servicios y comodidades y fue decorada ricamente con muebles, tapices, cortinajes, cuadros, espejos, candelabros, alfombras, esculturas, vajillas y múltiples objetos decorativos, generalmente traídos de Europa o de Estados Unidos.

Los patios estaban rodeados por amplios y vistosos corredores, en ocasiones de un solo piso y techados con tejas o láminas acanaladas con columnas de hierro o de madera, pero en otras, de dos pisos con arquería, balaustradas y escaleras de múltiples estilos y tamaños. En estos patios o cerca de ellos se encontraban las cocheras y los cuartos de monturas, donde siempre estaban listos los transportes que requerían los hacendados y sus familias.

La mayoría de las haciendas sólo contaban con un solo baño en la casa grande, y en ciertos lugares éste no pasó de ser una letrina o “común de pozo” colocado sobre una fosa o sobre un arroyo, cuya lejanía de las habitaciones hacia que sus usuarios con frecuencia fueron armados (aunque fuese de una tranca), sobre todo en las lúgubres noches propensas al encuentro de animales y de almas en pena. La limpieza del cuerpo se realizaba dentro de los dormitorios por medio de aguamaniles (o jarra y palangana) de diferentes facturas y calidades, o de bañeras de madera o hierro, móviles, hasta que se instalaron – en época tardía – cuartos de baño con mobiliario fijo y tuberías para el agua corriente, en regiones bastante cálidas y con costumbres de mucha limpieza, llegó a existir un lavabo con llave de agua corriente en cada habitación, generalmente importados de Estados Unidos o Europa. Mientras tanto, los trabajadores se bañaban en el río, cuando lo había, o acarreando agua de la noria. También hicieron uso del curativo temascal, aunque éste sólo se acostumbraba en ciertas zonas del centro del país. De cualquier manera, el baño corporal era esporádico para todos los que vivían en la hacienda (salvo excepciones como la de los indios mayas), pues su hábito diario, junto con la lucha, es una costumbre de higiene relativamente reciente, y aún hoy restringida a las áreas urbanas.

CASA GRANDE

Residencia del dueño de la hacienda, durante la primera parte fueron de un solo piso con techos altos y abovedados, de buenos materiales pero con ornamentaciones sobrias y escasas; tenían pocas

habitaciones, una cocina y otros servicios, conforme creció la fortuna terratenientes y se fueron imponiendo en las zonas rurales estilos arquitectónicos y decorativos más suntuosos, la casa grande de la hacienda incorporó estos elementos, antes y por encima del resto de las construcciones de la misma finca. Si el

casco reflejaba el poder del hacendado, su residencia debía ser la perla

Casa de la Hacienda Navajas Casa de la hacienda Cazadero

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más preciada de esa corona. Desde finales del siglo XVIII, las haciendas más ricas se agrandaron y embellecieron, se hicieron remodelaciones y reconstrucciones sobre la edificación anterior, pero en otras, de plano, se demolió lo que existía y se construyo algo nuevo. Del estilo austero propio de los casco fortaleza, se pasó al plateresco y al mudéjar, y luego a las múltiples expresiones del barroco, hasta llegar al churrigueresco y al afrancesado rococó más tarde el neoclásico y finalmente el ecléctico.

Era frecuente que las múltiples habitaciones se comunicaran entre si una tras otra, a manera de vagones de ferrocarril, y que a su vez dieran hacia un patio interior para recibir la luz y la ventilación necesarias, además de los balcones con vista al campo. Conforme la casa principal fue agrandada y plagada de comodidades – sobre hacia finales del siglo XIX -, se destinaron varios salones para uso exclusivo de a recreación de sus propietarios; en uno se jugaba billar, en otro se escuchaba música o se jugaba a las cartas, en el principal recibían visita, y normalmente en el más acogedor y con buena visitas e iluminación, la familia convivía y conservaba en intimidad. Entonces, la casa grande o “del amo” crecieron en cantidad de habitaciones, mejoró sus servicios y comodidades y fue decorada ricamente con muebles, tapices, cortinajes, cuadros, espejos, candelabros, alfombras, esculturas, vajillas y múltiples objetos decorativos, generalmente traídos de Europa o de Estados Unidos. Jardines interiores y exteriores tipo francés o inglés, con fuentes, andadores, bancas, esculturas, pérgolas y kioscos completaban la lujosa y bucólica ambientación de las mejores casa principales, cuyas características dependieron de la riqueza y gusto del propietario, y eventualmente del clima de la región, más del tipo de producción al que estaba destinada la hacienda.

Calpanería

En ocasiones, dicho lugar se limitaba a un galerón donde dormían hacinados los esclavos y los gañanes o peones, y en la mayoría de los casos consistía en una serie de chozas o pequeños cuartos o “casillas” (de donde derivó el apelativo de “acasillado”) construidas de materiales diversos (como cañas, pencas, varas, barro, palmas, y en el mejor de los casos, adobe y tejamanil, según los materiales de la región. Para finales del S. XIX, estas se construían mas grandes, organizadas y sólidas, con piedra o tabique, madera y tejas), y cuyo conjunto conocido como “calpanería”. Sólo en las inmensas haciendas ganaderas, los vaqueros y pastores habitaban fuera del casco, pues la lejanía en la que se hallaban para proveer de alimento a las grandes manadas les exigía pernoctar en alguna choza improvisada en medio del campo. Una vivienda similar tenía los arrendatarios con permiso de vivir en la hacienda y los cuidadores de los predios apartados del casco pero que eran propiedad de la misma hacienda, conocidos como “ranchos anexos”.

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Calpanería de la hacienda Navajas

Cada casita unifamiliar tenía un solo cuarto, cuando había dos, uno era usado como cocina y el otro como dormitorio. En la parte de afuera existía un diminuto patio donde los peones podían criar algunos animales de corral para su provecho, también se compartían algunos servicios de lavaderos, letrinas, pozo de agua y ocasionalmente un temascal.

IGLESIA

Además del oratorio o pequeña capilla que algunas casa grandes tenían en su interior, todas las haciendas construyeron una iglesia dentro de los límites del casco, generalmente a un costado de la residencia de los dueños, a veces, existía una comunicación directa. Con proporciones reducidas, la mayoría poseía los componentes tradicionales de una iglesia urbana, nave abovedada o con artesonado, presbiterio con retablo, coro, púlpito, sacristía, confesionario, pila bautismal, imágenes sagradas, candelabros, bancas, torre con campanario, cúpula, fachada y atrio. Este último fue usado como panteón familiar de los dueños hasta antes de la reforma liberal de mediados del siglo. Los servicios corrían a cargo de los curas residentes en los pueblos vecinos.

INFRAESTRUCTURA HIDRÁULICA

Las obras hidráulicas destinadas a la irrigación de las tierras del cultivo, obras se pueden agrupar en torno a dos fenómenos: el de la condición del agua y el de su almacenamiento. Una vez controlado el preciado líquido servía para regar, pero también como fuerza motriz y, por supuesto, para consumo de hombres y animales. Se hicieron zanjas o acequias, también había receptáculos para recoger y aprovechar el agua de lluvia de los escurrimientos naturales, éstos eran los aljibes, los jagüeyes y las presas. Para llevar a cabo parte de los procesos productivos, en las haciendas cerealeras destaca la construcción de eras y molinos; en las azucareras, el trapiche o ingenio; mineras, el patio de beneficio y los hornos de fundición; en las pulqueras, el tinacal; en las henequéneras, la desfibradora y los asoleaderos; en las algodoneras, el despepitadero; en las forestales, el aserradero; y en las de productos tropicales como el cacao, tabaco y café, zonas para asolear, secar y empacar. En todas las haciendas había dentro del casco, trabajos de apoyo a los procesos productivos, carpinterías, herrerías, alfarerías, tejedurías o batanes, talleres para reparación de maquinaria, caleras, plantas eléctricas, etc. Concedía a la hacienda mayor autonomía, eficiencia y rentabilidad.

SITIOS PARA EL ALMACENAMIENTO

Para guardar los granos y forrajes cosechados en la hacienda, trojes, silos, graneros, espigueros, y parajes; Las trojes eran el tipo de almacén más común y casi siempre la edificación de mayor tamaño en las haciendas. Para resguardar y criar a los animales también se hicieron una gran variedad de construcciones dentro del casco. Establos para el ganado vacuno, caballerizas para los equinos,

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macheros para las mulas, corrales para el ganado menor, zahúrdas o pocilgas para los cerdos, gallineros y palomares. Algunas eran de materiales sólidos, muros gruesos, techos altos, pórticos anchos, numerosos pilares y pisos empedrados, gozaban de buena ventilación.

Hacienda Carretas

LUGARES PARA LA ADMINISTRACIÓN Y LOS SERVICIOS

Se crearon, espacios exclusivamente como lo fue oficina o despacho del administrador de la finca. Se encontraba instalado dentro del casco, casi siempre a la entrada de la casa grande, Por regla general, un mostrador enrejado separaba la oficina en dos partes; trabajaban el administrador, el contador o escribiente y tal vez algún secretario, y otra muy reducida en la que se atendía a los trabajadores a través de una ventanilla. Ahí los peones, jornaleros y empleados acudían a recibir sus pagos y préstamos. Las fincas apartadas de otras poblaciones, se hizo necesaria la instalación de una pequeña tienda en el interior de las fincas, la tienda consistía en un espacio destinado a la venta. Este lugar comercial fue conocido como “tienda de raya”, porque en un cuaderno se llevaban las cuentas o rayas de los trabajadores que compraban a crédito.

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Otro de los espacios, era el de la escuela, se limitaba a un gran cuarto dentro del casco, profesor contratado por el hacendado, alfabetizaba conocimientos elementales. Esta especie de escuela rural sólo existió en algunas haciendas, sólo después de la Revolución iniciada en 1910, se volvió obligatorio para las haciendas el proporcionar este servicio educativo.

Hacienda Cazadero Hacienda Navajas

VÍAS DE COMUNICACIÓN

Construyeron los caminos que necesitaban para poder introducir insumos y sacar los productos que deseaban comercializar, hubo necesidad de edificar puentes, primero de piedra y más tarde de hierro. Los caminos de herradura subsistieron durante varios siglos, aun con la llegada a México de los ferrocarriles. En la construcción de este nuevo medio de transporte, algunos hacendados intervinieron como acciones de las empresas. En el extremo de este sistema que llegaba a la línea de ferrocarril se construyó una estación, y en el que entraba al casco de la hacienda se adaptaron andenes cerca de las trojes y tinacales para facilitar la carga y descarga de los productos.

CONCLUSIONES Se puede afirmar que efectivamente las haciendas fueron una representación de un modelo económico y de relaciones sociales de producción, además es interesante reconocer la intima relación entre actividad económica y nivel social, aunque en este período los hacendados limitaban las condiciones sociales de manera absoluta. Las condiciones naturales de la región determinaron de manera absoluta el tipo de hacienda y su extensión y por ende el programa arquitectónico. Fue interesante apreciar el vínculo de los trabajadores de confianza al grado de llegar a tener aprecio de los patrones como componentes de la familia, esto al sustituir lazos de tipo familiar. Otro aspecto interesante fue el cambio de estilo arquitectónico básicamente en la casa Grande, en base a la influencia cultural de moda, y esto siendo condicionado a su vez por los sistemas de construcción existentes y al desarrollo tanto tecnológico como artesanal de los artesanos constructores. Además las plantas arquitectónicas que datan de siglos XVI y XVII, por lo regular

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están orientadas hacia una misma dirección; a los ejes Norte – Sur, contando con un solo nivel, respecto a las alturas presentan uniformidad en la mayor parte sus fachadas, las plantas son asimétricas, rigiéndose por un patio central con arquerías. También el cambio en la relación espacial de la casa grande con los jardines y áreas ornamentales a partir de los cambios de cultura respecto a la seguridad de los hacendados dentro de su área vital y el entorno social, las características de las haciendas dependían al capital con que contara el dueño. Por último el apreciar como dentro de la hacienda se desenvolvía un mundo independiente donde habitaban personas de diferentes clases sociales pero que las relaciones de producción unían, por medio de espacios de integración social reservados para actividades de interés común, como las fiestas patronales, misas, cumpleaños, etc.

INDICE

BIBLIOGRAFÍA

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