210

Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F
Page 2: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

Revista de

AdministraciónPública

Page 3: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

Revista de Administración Públ icaPropiedad de:Instituto Nacional de Administración PúblicaAve. Country Club Núm. 208. México 21, D.F.Te!.: 5-49-10-19

lmperso y hecho en México I Printed and mede in Mexico

Page 4: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

Revista de

AdministraciónPública

46abril - junio

Ediciones:..... INSTITUTO IIICIDlIll DE IDMIIIISTRICIDII PUBliCAU~. México,1981

Page 5: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

Director

Omar Guerrero

Asistente

Isabel Sánchez

Traducción

Mary LapidusFernanda MerazAraceli CarranzaMaría Eugenia Meraz

Administración editorial

Javier Muñoz Quiroga

Page 6: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACION PUBLICA

CONSEJO DIRECTIVO

Luis García CárdenasPresidente

Ignacio Pichardo PagazaIsauro Cervantes CortésVicepresidentes

Fernando SolanaAlejandro Carrillo CastroJosé Chanes NietoLidia Camarena AdameOsear Reyes Retana, Jr.Adolfo Lugo VerduzcoManuel Uribe CastañedaConsejeros

Yolanda de los ReyesTesorera

Miguel Angel Olgu in S.Secretario Ejecutivo

Coordinación de InvestigaciónCipriano Flores Cruz

Coordinación de DocenciaJosé Luis Calderón A.

Coordinación de Promoción EstatalRené Quintero

Coordinación de Relaciones InternacionalesFernando Sancén

Coordinación de DifusiónJavier Muñoz Quiroga

Coordinación de AdministraciónBlanca Desentis de Zermeño

Page 7: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACION PUBLICA

MIEMBROS FUNDADORES:

Antonio Carrillo Flores

Gilberto Loyo

Rafael Mancera Ortiz

Ricardo Torres Gaytán

Raúl Salinas Lozano

Enrique Caamaño

Daniel Escalante

Raúl Ortiz Mena

Rafael Urrutia Millán

José Attolini

Alfredo Navarrete

Francisco Apodaca

Mario Cordera Pastor

Gabino Fraga

Jorge Gaxiola

José Iturriaga

Antonio Martínez Báez

Lorenzo Mayoral Pardo

Alfonso Noriega. hijo

Manuel Palavicini

Jesús Rodríguez y Rodríguez

Andrés Serra Rojas

Catalina Sierra Casasús

Gustavo R. Velasco

Alvaro Rodríguez Reyes

Gabi no Fraga

CONSEJO DE HONOR:

Gustavo Martínez Cabañas Andrés Caso

Page 8: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

CONTENIDO

Presentación

ESTUDIOS GENERALES

Burocracia, Burocratización y DesburocratizaciónS.N. Eisenstadt

La Formación Histórica de los EstadosOtto Hintze

ESTUDIOS DE CASO

La Organización Colegial de la Administración de la RepúblicaRomana (11)Teodoro Mommsen

La Administración Pública del Imperio OtomanoAlbert Howe Lybyer

La Burocracia Otomana. Modernización y ReformaWalter Weiker

TESTIMONIOS HISTORICOS

El Concepto de la Administración Pública en los ImperiosMusulmanesIbn Jaldún

11

15

23

39

95

167

183

Page 9: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

La revista de administración pública número46 se terminó de imprimir el día 16 de octubrede 1981 en los talleres de Impresiones Esther.S. A. deC. V., en República de Colombia núm.5, México 1, D. F., Tel. 526-29.Q6. El diseño ycuidado de la edición estuvo a cargo de laCoordinación de Difusión del INAP. El tirajefue de 2,000 ejemplares.

Page 10: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

PRESENTACION

La Revista de Administración Pública, número 46, continua la temáticageneral comenzada en la RAP- 45. Inicia la Sección de Estudios Generales conla exposición de dos importantes documentos referidos al desarrollo delEstado y la administración pública. El primero, del notable historiador de lasinstituciones administrativas, Otto Hintze, está dedicado al análisis de las eta­pas que constituyen el desenvolvi miento del Estado, de la Polis griega y laCivitas romana, al moderno Estado representativo. El segundo corresponde auno de los más audaces planteamientos para trazar el monto y la densidad dela burocracia en distintos tipos de organización administrativa, y es obra deS.N. Eisenstadt.

La Sección de Estudios de Caso comprende tres trabajos. Prosigue el tra­tamiento de Mommsen sobre la administración colegial de la República Ro­mana bajo la consideración de las siguientes materias: cooperación y colisiónentre los magistrados, ingreso y remoción de los cargos, derechos honoríficosy emolumentos, luqartenientes. auxiliares y consejeros; y las distintas magis­traturas: monarquía, consulado, tribunado, dictadura, pretura, censura, edi­lidad y cuestura. Le sigue el estudio de Lybyer sobre la Institución CentralOtomana, por primera vez en castellano -como el trabajo antedicho deEisenstadt y subsecuente de Weiker-, que sirve de marco cultural, social yorgánico a una administración pública extraordinariamente burocratizada,aunque también enormemente empapada y penetrada por características cor­tesanas y patrimoniales. Termina con el artículo de Walter Weiker acerca dela reforma administrativa del Imperio Otomano decimonónico, que corres­ponde sucedáneamente con el anterior que trata del siglo XVI y se refiere ala época de esplendor, es decir, la de Solimán El Magnífico, época de conso­lidación de las grandes instituciones administrativas del Estado. El análisis deWeiker señala el esfuerzo de los reformadores otomanos por erradicar otransformar principios de administración precisamente fortalecidos tres siglosantes, durante el despotismo oriental, tomando el camino de la modernidad.

Page 11: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

Sin embargo, el programa histórico de publicaciones de la RAP, quecomprende los números 45 . 48, estaria incompleta sin la incorporación detextos contemporáneos que expresen el sentido de la acción gubernamentalen épocas pretéritas. Con este motivo ha sido creada la sección de Testimo­nios históricos, inaugurada con la reproducción de importantes capítulossobre la administración pública de los imperios musulmanes, de la obramonumental de Ibn Jaldún, Historia universal, tal como aparece en estenúmero. El INAP agradece profundamente al Fondo de Cultura Económicala autorización de la reproducción de esos capítulos.

El Instituto Nacional de Administración Pública tiene la convicción de quemateriales, como los aquí incluidos, podrán servir para robustecer la culturahistórica de la acción gubernamental.

Ornar Guerrero

Page 12: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

BUROCRACIA, BUROCRATIZACION yDESBUROCRATIZACION*

S_N. Eisenstadt

Condiciones del desarrollo de las organizacio­nes burocráticas

Comenzaremos por el análisis de las condicio­nes del desarrollo de las organizaciones buro­cráticas, con el fin de verificar en qué medidatales condiciones pueden explicar la existenciade diferentes tendencias inherentes a su desa­rrollo y a sus patrones de actividad. El mate­rial disponible sugiere que las organizacionesburocráticas tiendan a desarrollarse en las so­ciedades cuando:

1) Ocurre una extensa diferenciación entrelos tipos principales de papeles y esferasinstitucionales: económicas, poi (ticas,religiosas y otras.

2) Los papeles sociales más importantesson asignados, de acuerdo a criterios deafiliación, a grupos básicos particulares(parentesco o territorial), más que deacuerdo a criterios universales de reali­zación o criterios de afiliación, a gruposconstituidos flexiblemente, tales comolos profesionales, vocacionales o nacio­nales.

3) Existen muchos grupos, funcionalmente

* El artículo apareció originalmente en AdministratíveScience Quarterly, número 4, 1959. traducción de RitaGarete.

específicos (económicos, culturales ysocial-integrativos) que no están inclui­dos en grupos particulares básicos,como por ejemplo, organizaciones eco­nómicas y profesionales, diferentes ti­pos de asociaciones voluntarias, clubes,etcétera.

4) La definición de la comunidad totalcomo no idéntica, y consecuentementemás amplia, que cualquier grupo par­ticular básico, como se puede ver, porejemplo, en la definición de la culturahelénica en bizancio o el orden culturalconfusiano.

5) Los grupos y estratos principales de lasociedad desarrollan e intentan realizarnumerosos objetivos discretos, poi íti­cos, económicos y de servicio social,que no pueden ser conseguidos dentrode la estructura limitada de los gruposbásicos particulares.

6) La creciente diferenciación de la estruc­tura social crea complejidades en mu­chas esferas de la vida, tales como elincremento de la interdependencia entregrupos distantes y el crecimiento dedificultades para el suministro de recur­sos y servicios.

7) Estos desarrollos resultan ser, en granmedida, recursos "libremente flotan­tes", por ejemplo, el potencial humano

Page 13: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

16 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

y los recursos económicos, así como loscompromisos de apoyo poi ítico que noestán incluidos ni garantizados en cual­quier grupo primario con característicasparticularistas, tales como el financia­miento, mano de obra relativamentelibre y voto poi ítico libre. Por consi­guiente, las diferentes unidades institu­cionales de la sociedad tienen que com­petir por los recursos, el potencial hu­mano y el apoyo para conseguir sus me­tas y la provisión de servicios; y lasunidades sociales principales se enfren­tan con muchos problemas guberna­mentales y administrativos.

El material existente señala que el desarrollode las organizaciones burocráticas conllevaesas diferenciaciones del sistema social. Lasorganizaciones burocráticas pueden ayudar aenfrentar algunos de los problemas que surgeny realizar funciones importantes en la organi­zación de servicios adecuados y en la coordi­nación de actividades en gran escala, la conse­cución de objetivos, el aprovisionamiento derecursos a distintos grupos y la regulación delos diferentes conflictos y relaciones intergru­pales. Estas organizaciones burocráticas sonusualmente creadas por ciertas élites (gober­nantes, empresarios, etcétera) para lidiar conlos problemas encontrados y asegurarles tantoel suministro de servicios como posicionesestratégicas de poder en la sociedad.

Así, en muchas sociedades históricas lasadministraciones burocráticas fueron creadaspor el Rey,quien deseaba establecer su dominiosobre las fuerzas aristocráticas del feudalismoy, a través de su administración, controlar losrecursos producidos por diferentes grupos so­ciales y económicos, y proveer a esos gruposcon servicios poi íticos, económicos y adminis-

trativos que los hicieran más dependientes delos gobernadores.

En muchas sociedades modernas las organi­zaciones burocráticas son creadas cuando losdetentadores del poder poi ítico o económicose enfrentan con problemas que surgen decausas externas (la guerra, etcétera) o internas(desarrollo económico, demandas poi íticas,etcétera). Para la solución de estos problemas,movilizan recursos adecuados de diferentesgrupos y esferas de la vida. Evidentementeestas conclusiones precisan ser probadas yexplicadas.

Burocratización y desburocratización

A través de su interacción continua con elambiente, es que una organización burocráticapuede tener éxito para mantener aquellas ca­racterísticas que la distinguen de otros grupossociales. Las más importantes de estas carac­terísticas, comunes a la mayoría de las orga­nizaciones burocráticas y frecuentementemencionadas en la literatura, son la especiali­zación de papeles y tareas; la prevalecencia dereglas autónomas, racionales e impersonalesen la organización; y la orientación generalpara la consecución racional y eficiente deobjetivos espec íficos.

Sin embargo, estas características estruc­turales no se desarrollan en un vacío social,sino que están estrechamente relacionadas conlas funciones y actividades de la organizaciónburocrática en el ambiente. La extensión enque ellas pueden desarrollarse y persistir encualquier organización burocrátíca dependedel tipo de equilibrio dinámico que la orga­nización desarrolla en relación a su ambiente.Básicamente, se pueden distinguir tres resul­tados principales de interacción o de equili­brio dinámico, aunque probablemente cada

Page 14: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS GENERALES 17

uno de ellos puede ser subdividido y ocurriralguna superposición.

El primer tipo de equilibrio es aquel en elcual una organización burocrática mantienesu autonom ía y separación. Las característicasestructurales básicas que la diferenc ían deotros grupos sociales, mediante las cuales con­sigue su meta ° metas (sean estas iniciales °posteriores) son supervisadas por aquellos quelegítimamente tienen el derecho: detentadoresdel poder poi ítico, propietarios ° juntas defuncionarios.

La segunda posibilidad principal es la bu ro­cratización. Esta es la extensión de las esferasde actividad de la burocracia y de su poder,sea su propio interés ° el de su élite. Tiende aacrecentar la regulación de diferentes áreas dela vida social y en alguna extensión el despla­zar sus metas de servicio a favor de diferentesorientaciones e intereses de poder. Son lasorganizaciones militares un ejemplo que tien­den a imponer su dominio sobre la vida civil,así como los partidos políticos que ejercenpresión sobre adeptos potenciales en un es­fuerzo de monopolizar su vida ocupacionaly privada, haciéndolos enteramente depen­dientes de él.

El tercer resultado principal es la desburo­cratización. Aquí se verifica una subversión delos objetivos y actividades de la burocracia enel interés de diferentes grupos con los cualesella tiene una estrecha interacción: clientes,patrones y partidos interesados. En la desburo­cratización las características específicas dela burocracia, en términos de su autonom la °reglas y metas específicas, son minimizadas,a la vez que sus funciones y actividades sontomadas por otros grupos u organizaciones.Ejemplos de esto pueden ser encontradoscuando una organización (por ejemplo, unaasociación de padres o, un grupo poi ítico °

religioso) intentan modificar las reglas y eltrabajo de una organización burocrática (es­cuela, empresa económica, etcétera) para supropio uso °de acuerdo a sus valores y metas.Formula demandas a los miembros de lasorganizaciones burocráticas para realizar tareasobviamente fuera del ámbito específico deestas organizaciones.

Se pueden desarrollar muchas superposicio­nes entre esas distintas tendencias y posibili­dades. Las tendencias hacia la burocratizacióny la desburocratización pueden, de hecho, de­sarrollarse de lado a lado. Así, por ejemplo, unuso creciente de la organización burocrática yla extensión de su ámbito de actividades parapropósitos de control poi ítico, puede seracompañada por la desviación de sus reglaspor motivo de conveniencia poi ítica. La posi­bilidad de que estas tendencias ocurran en elmismo caso puede ser explicada por el hechode que una burocracia estable orientada alservicio (el tipo de burocracia imaginado enel tipo ideal de burocrácia weberiana) estábasado en la existencia de algún equilibrio °modus vivendi entre la autonom ía profesionaly el control social ° poi ítico. Una vez que esteequilibrio es severamente avalado, el resultado,con respecto a la organización y actividadesde la burocracia, podrá ser el desarrollo simul­táneo de la burocratización y la desburocrati­zación en diferentes esferas de sus actividades,aunque normalmente una de estas tendenciases más pronunciada.

Algunas variables en el estudio de laburocracia

Es muy difícil proponer cualquier hipótesisdefinitiba y sistemática sobre este problema,pues son pocas las investigaciones específica­mente relacionadas con él.

Page 15: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

18 REVISTA DE ADMtNISTRACION PUBLICA

Lo que puede ser hecho en este momentoes, primero, recalcar algunas variables que te­niendo como base material disponible y dis­cuciones precedentes, parecen ser de ordenprincipal en este problema y despues propo­ner algunas hipótesis preliminares que puedansugerir direcciones en las cuales pueda serintentado el trabajo de investigación.

Con base en esas discuciones proponemosque: a) los objetivos principales de la organi­zación burocrática; b) el lugar de estos objeti­vos en la estructura de la sociedad; y e) el tipode dependencia de la burocracia con fuerzasexternas (clientes, detentadores del poder po­lítico u otros grupos prominentes) son de granimportancia, pues influyen a la estructura in­terna y sus relaciones con el ambiente. Estasvariables diferentes, aunque interdependientesen cierta extensión, no son idénticas. Cadacual realza la interdependencia de la organi­zación burocrática con su conjunto social,desde un punto de vista diferente.

Los objetivos de la burocracia, como re­cientemente lo ha mostrado con gran detalleParsons ("Sugestiones para un enfoque socio­lógico de la teoría de la organización", I y 11.Administrative Science Ousrterlv, 1, 1956),son de importancia estratégica por que cons­tituyen una de las más importantes conexionesentre la organización y la estructura socialtotal en la que ella existe. Lo que desde elpunto de vista de la organización constituye lameta principal es, frecuentemente para todala sociedad, una función de la organización.Por tanto, las distintas interrelaciones entre laorganización burocrática, otros grupos y lasociedad total son en gran parte por la natura­leza de sus objetivos. Esto se aplica a los re­cursos necesitados por la organización y a losproductos que da a la sociedad.

Pero no es meramente los contenidos de las

metas, por ejemplo, poi íticas, económicas,culturales, etcétera, los que influyen la relaciónde la organización con el ambiente, sino ellugar de las metas en la estructura institucionalde la sociedad en cuanto tal. Por el lugar rela­tivo de las metas especificas de cualquier orga­nización burocrática dada dentro de la socie­dad, queremos significar la centralidad o mar­ginalidad de estas metas con respecto a losvalores sociales, el sistema de poder y laextensión de legitimación que les proporciona.Así, podrían haber obviamente muchas dife­rencias entre una gran corporación con pro­ductos en fases crítica y pequeñas organiza­ciones económicas con productos marginales;entre un partido poi ítico relacionado con elgobierno real izando las funciones de una"oposición leal" y un grupo revolucionario;entre iglesias establecidas y minorias de sectasmilitantes; entre instituciones educativas total­mente establecidas y estudios sectarios ogrupos de propaganda.

Una tercera variable que parece influir lascaracterísticas y actividades estructurales de laburocracia, es la extensión y naturaleza de sudependencia con recursos y poder externos.Esta dependencia o relación puede ser defini­da en términos de:

1) La función principal de la organización,por ejemplo, prestación de un servicio,de trabajo en mercados o reclutamientode miembros. (Esta definición está es­trechamente relacionada a sus metas,aunque no es necesariamente identica aellas) .

2) El grado en el cual su clientela es ente­ramente dependiente de sus productoso inversamente, el tipo y extensión dela competencia entre ella y órganosparalelos.

Page 16: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS GENERALES 19

3) La naturaleza y extension del controlinterno (propietario) y externo.

4) El criterio usado para medir el éxito dela organización y de sus miembros, es­pecialmente la extensión de los cambiosen la conducta y la filiación de susmiembros entre clientes, como porejemplo, el caso de un partido poi ítico.

5) Las esferas de vida de su personal, cu­biertas por las actividades de determi­nada organización burocrática.

No se pretende que esta lista sea exaustiva,sino solamente que suministre algunas indica­ciones preliminares en relación con la posibledirección de otra investigación sobre el pro­blema.

Todas estas variables indican la gran inter­dependencia que existe entre la organizaciónburocrática y su ambiente social. Cada variablepuntualiza algunos caminos de acuerdo a loscuales la organización burocrática intenta con­trolar diferentes partes del ambiente y adaptarsus metas al medio cambiante o a diferentesformas, d~ acuerdo a las cuales los grupos ex­ternos de la burocracia controlan y dirigen susactividades. El resultado de esta contínuainteracción varía contínuamente con la cons­telación de las diferentes variables.

Condiciones de la burocratización y la desbu­rocratización

Con base en las consideraciones precedentes yen investigaciones, como la de Janowitz et a/(Pub/ie administration and the publie pers­pectives toward goverment in a metropolitancommunitv, Ann Arbor, 1958), sobre inves­tigaciones históricas que se menciona e inves­tigó sobre las relaciones entre la organizaciónburocrática y los nuevos emigrantes de Israel

(de Katz y el autor), proponemos diversashipótesis generales concernientes a las condi­ciones que promueven la autonomía o contra­riamente, la burocratización o la desburocra­tización.

La primera de estas hipótesis propone queel desarrollo de cualquier organización buro­crática dada, como organo de servicio relati­vamente autónomo, depende de las siguientescondiciones encontradas en su contexto social.

1) Predominio relativo de elementos uni­versales en las orientaciones y las metasde los grupos más estrechamente rela­cionados a la burocracia.

2) Distribución relativamente amplia delpoder y los valores en las esferas econó­rniea, cultural y poi ítica entre muchosgrupos; el mantenimiento de competen­cia y lucha continuas entre ellas o, enotras palabras ningún monopolio de lasprincipales posiciones de poder porcualquier grupo.

3) Una amplia extensión de la diferencia­ción entre distintos tipos de metas.

4) La continua especialización y compe­tencia entre diferentes organizacionesburocráticas y entre ellas y otros tiposde grupos sobre sus lugares relativosconforme a la consecución de sus dife­rentes metas.

5) La existencia de grupos poi íticos fuer­temente articulados y el mantenimientode control sobre la consecución de lasmetas por los detentadores legítimosdel poder poi ítico, comunal o econó­mico.

Así, una burocracia de serVICIO, que man­tiene algún grado de autonom ía y de orienta­ción de servicio, tiende a desarrollarse dentro

Page 17: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

20 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

de una sosiedad clásica corno el ImperioChino o el ImperiD Bizantino de los siglos VIal X, en las cuales existían fuertes líderes poi í­ticos y algunos grupos poi íticamente activos,tales como los grupos urbanos, la aristocraciay la Iglesia en el Imperio Bizantino; o los lite­ratos y la nobleza terrateniente en China,cuyas aspiraciones eran consideradas por losgobernantes. Tienden también a desarrollarseen una sociedad democrática en la cual elpoder poi ítico efectivo está en manos de unejecutivo eficiente, fuerte y representativo. Enambos casos hay una combinación de lideras­go poi ítico relativamente fuerte con algunaarticulación poi ítica y actividades de dife­rentes estratos y grupos (una articulación quetiende necesariamente a ser enteramente dife­rente en expresión, en imperios históricos yendemocracias modernas) que facilitan el manteonimiento de una burocracia de servicio.

El desarrollo de una organización burocrá­tica en la dirección de la desburocratizaciónparece estar relacionado principalmente con elcrecimiento de diferentes tipos de dependen­cia directa de la organización burocrática, departe de su clientela. En esta etapa, se pro­ponen las siguientes hipótesis preliminaressobre la influencia que un tipo de dependenciade la burocracia, en relación con sus cI ientes,ejerce sobre algunos patrones de sus activida­des. Primero, cuanto mayor es la dependenciade su clientela en términos de su capacidadpara competir con otro órgano, tanto más laburocracia tenderá a desarrollar técnicas decomunicación y servicios nuevos para reteneresa clientela, y más sera influida por los dife­rentes tipos de demanda de los clientes, refe­rentes a servicios en esferas que no son direc­tamente relevantes para sus metas principales.En segundo lugar, como la dependencia consus clientes se debe a que sus criterios de rea-

Iización organizativa exitosos se basen en elnúmero y en los patrones de comportamientode los miembros de la organización o clientes(como ocurre frecuentemente en el caso demovimientos semi poi íticos, en orqanizacioneseducativas, etcétera). tenderá a interesarse ennumerosas esferas de actividad de sus clientesy establecer su control sobre ellas o estar su­jeto a su influencia y presión. Finalmente,cuanto mayor es la dependencia directa de di­ferentes participantes en la arena poi ítica ycuanto menores las facilidades económicasbásicas y la seguridad poi ítica dada por losdetentadores del poder poi ítico -tal es el casode algunas organizaciones públicas en EstadosUnidos y en alguna extensión, también en di­ferentes organizaciones como Israel-, tantomayor será la tendencia a sucumbir ante lasdemandas de diferentes grupos poi íticos ygrupos de presión económicos, así como eldesarrollo de sus actividades y la distorsión desus propias reglas.

Como ya se indicó, en casos concretos podráocurrir cierta superposición entre las tenden­cias a la burocratización y la desburocratiza­ción. Así, por ejemplo, cuando un grupo po­Iitico monopolista consique controlar unaorganización burocrática puede distorsionarlas reglas de su organización, con el objeto dedar beneficios especiales a los detentadoresdel poder poi ítico o mantener su dominiosobre diferentes segmentos de la población.Por otra parte, cuando nace un proceso dedesburocratización es porque la presión cre­ciente de diferentes grupos sobre la burocracia;puede también desarrollarse dentro de la orqa­nización burocrática como una defensa mínimacontra estas presiones, es una tendencia a laformalización y la burocratización. Esto indicaque las características distintivas de una orga­nización burocrática específica y su papel,

Page 18: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS GENERALES 21

han sido confudidos por diferentes direccio­nes y, generalmente, se puede discernir queesta tendencia es predominante en diferentes

esferas de actividad de la burocracia. Es tareade otras investigaciones analizar con mayordetalle estas diferentes constelaciones.

Page 19: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

LA fORMACION HISTORICA DE LOS ESTADOS *

Otto Hintze

INTRODUCCION

Muchos están completamente hechos ala ideade que la formación y la modificación de lasconstituciones estatales están condicionadaspor el desarrollo social de la población; esdecir, por las relaciones cambiantes de poderentre las distintas clases sociales que rigen su­cesivamente o, que al menos, influyen sobre elgobierno. Según la concepción de Karl Marx,la lucha de clases es la gran rueda que impulsatodo movimiento histórico; pero incluso quie­nes están lejos de mantener una concepcióntan unilateral no pueden menos que admitircasi siempre que la estructura social de unpueblo es lo que ante todo condiciona suconstitución poi ítica. Esta concepción, quedesde luego tiene sól idos fundamentos, suelepasar por alto una cosa, y es el hecho de laconfiguración externa de los Estados: la forma­ción y delimitación mismas del Estado y delpueblo en los que se efectúa el desarrollo social,las transformaciones en su existencia exterior,las cuales acertadamente no son indiferentes

Este articulo es uno de los mejores escritos de Hintze-publicado en castellano con otros, también importantes,en la antología Historia de las Formas politices, por Re­vista Occidente, en 1968- sobre historia del Estado y laadministración pública. Su titulo original es La Configu­ración de los Estados V el desarrollo constitucional. N.delD.

para su estructura interna. De ah í que, porregla general, el Estado y el pueblo sean con­siderados en su existencia externa como unamagnitud dada e invariable; de ordinario, so­lamente se hace cuestión de las modificacio­nes sociales internas que puedan influir sobrelas formas constitucionales. Con ello se desligaal Estado singular de la conexión poi ítica ex­terior en que se ha formado y se le consideracomo un objeto aislado, puramente en sí, sinpreguntar si su peculiaridad está también con­dicionada por las relaciones en que está con suambiente exterior.

En este modo de ver creo que radica la causaprincipal de que hoy la mayoría de los histo­riadores miren con desconfianza y aversión alas teorías poi íticas. En la historia domina lapoi ítica exterior de los Estados, y en la teoríapoi ítica no suele repararse siquiera en ella.También Treitschke ha colocado al final de susistema las relaciones de los Estados entre sí,sin examinar en otra parte su influencia decisi­va sobre la forma y la constitución de los Es­tados singulares, mientras que Ranke, con unfino instinto poi ítico, ya había vislumbradoque con frecuencia de la poi ítica exterior de­pende no la mera existencia, sino incluso laconstitución de los Estados.

Ahora bien, puede objetarse que la poi íticaexterior no es objeto de la sistemática cientí­fica; que los acontecimientos de la historiauniversal, las luchas por el poder de los pue

Page 20: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

24 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

blos y los Estados, no son susceptibles de so­meterse a una teoría. Pero aqu í no se tratatampoco de eso. Se trata más bien la cuestiónde si la forma exterior de los Estados, que lasmás de las veces está condicionada por mo­mentos de poi ítica exterior, influye sobre suestructura interna, es decir, sobre su constitu­ción, y hasta qué punto influye, y de si talescasos son tan solo esporádicos, incompatiblesentre sí, o bien pueden agruparse y presentarsecomo relaciones regulares típicas.

En el fondo, con las luchas internas de cla­ses y las fricciones sociales sucede algo pareci­do a lo que sucede con las luchas exteriores yde rivalidad de los Estados: estas luchas inter­nas, con sus singularidades, tampoco son depor sí objeto de la teoría del Estado; pero susresultados, la modificación de las relacionesde poder, el aumento o la disminución de laimportancia de las distintas clases para elconjunto estatal, representan desde luegofactores importantes en la formación y trans­formación de las constituciones. Entre talesresultados en la vida exterior de los Estadosestán precisamente los hechos de la confiqu­ración en los mismos. Por tales hechos, enoposición al desarrollo social interno, todo loque atañe a la delimitación exterior, la mag­nitud y la figura, la trabazón apretada o laxa,incluso la composición étnica de un Estado.Para la forma de la constitución, no es indi­ferente que se trate del Estado-ciudad romanoo del imperio universal romano, que tengamosante nosotros un Estado de unidad nacionalcomo Francia o una formación integrada pordiversas nacionalidades como Austria, quetengamos que ver con un Estado feudal me­dieval o con un Estado territorial del siglo XVIo con un gran Estado moderno. La configura­ción de los Estados crea el terreno firmementedelimitado sobre el cual puede desplegarse el

desarrollo social. Pone los Cimientos para lavida estatal y para la forma del gobierno.

Me parece que encontramos determinadostipos de configuración de los Estados ligadoshistóricamente con bastante regularidad adeterminadas formas constitucionales. Todoslos llamados imperios universales de la historiaantigua y de las culturas extraeuropeas mues­tran la forma característica del despotismooriental.' Tanto el Estado-ciudad antiguo co­mo el más moderno, a pesar de todas las varie­dades, posee en todas partes una organizaciónque concuerda con sus rasgos esenciales. Tantoen Francia coma en Alemania, con el Estadoterritorial está ligada la característica consti­tución estamental. Los Estados territorialescompuestos, en su transición al Estado uni­tario, engendran, por lo general, el absolutis­mo. El Estado unitario nacional plenamentedesarrollado tiende finalmente, a su vez, a laconstitución representativa, en la que encuen­tra su forma constitucional adecuada.

Tomo el concepto de imperio universal, como pronto seexpücerá con más detalle, en el antiguo sentido histórico.el cual difiere en una característica esencial del lenguajepoi {neo más moderno o por imperios universales entiendoaquellas configuraciones de Estados de la antigüedad y delas culturas extraeuropees que, dentro de un espacio, queera considerado entonces como el mundo conocido V ha­bitado, establecieron una dominación universal y no re­conocieron junto a ellas ningún Estado con los mismosderechos. En el sistema europeo de Estados y en el sistemamundial de Estados actual, configurado según dicho mo­delo, ya no es posible un imperio universal en este sentido,ya Que para ello habría sido preciso que una potenciauniversal hubiese aniquilado la soberanía de todos losdemás Estados. En todo caso, en la actualidad, Inglaterrano puede ser calificada de imperio universal en estesentido.Hoy se emplea la expresión para designar a Estados Que,por su gran expansión, por sus posesiones coloniales ysus intereses ultramarinos, se han extendido más allá desu base europea, como Inglaterra y Rusia, o bien a grandespotencias exrreeuropees. como los Estados Unidos deAmérica. AQuí no se trata de imperios universalesen estesentido.

Page 21: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS GENERALES 25

En las observaciones siguientes, se examina­rá con más detalle estas curiosas conexiones,que han llevado a comprender estudios com­parativos sobre las formas de las constitu­ciones. Contienen una gran abundancia deproblemas, cuya solución no puede intentarseaqu í. Los intentos de explicación que voy apresentar en este estudio, desde luego tan sóloen breves indicaciones, se basan en la nociónde que en el proceso de la configuración delos Estados radican momentos causales para laestructura de las formas constitucionales. Laconfiguración de los Estados se efectúa a travésde la guerra y la colonización, de la conquistay del asentamiento pacífico, de la fusión y dela segregación de fragmentos, todo ello bajoel cruzamiento y aislamiento alternativos derazas y culturas, de tribus y lenguas entre sí.En este proceso, se ha formado paulatinamen­te la nacionalidad de los pueblos de culturaeuropea, no es un hecho originariamente na­tural, sino en cierto modo un producto de laconfiguración de los Estados. Por importantesque sean estos momentos, incluso para la de­terminación de su contenido ético, para laexplicación de las formas constitucionales nobasta en modo alguno con la alusión a la pecu­liaridad y la usanza nacional. En la considera­ción actual se prescinde premeditadamente dela misma, que sólo podría ser objeto de inves­tigaciones descriptivas singulares para los dis­tintos pueblos. Una investigación comparativade conjunto, como la actual, está destinada,por tanto, a poner en primer plano el ladomorfológico de la cuestión. Y aun siendo tanimportante el espíritu moral nacional de lasinstituciones, para la explicación de las formasestatales se necesitan todavía otros puntos devista. La vida constitucional interna de losEstados se amolda naturalmente a las condi­ciones poi íticas externas de la existencia, y

éstas encuentran su expresión más gráfica enlos mismos hechos de la configuración de losEstados, que representan en sí no simplemen­te el resultado de las luchas por el poder, sinotambién las consecuencias de la situación geo­gráfica y de las relaciones generales de lascomunicaciones entre ellos.

El pensamiento fundamental de la escuelahistórica del derecho, según el cual el derechoy la constitución son un producto del espíritudel pueblo, contiene, sin embargo, una verdadpermanente y fructífera, no simplemente enoposición a las viejas nociones que queríanreducirlo todo al arbitrio individual y al cálculoplanificado, sino también frente a concepcio­nes más modernas, que creen encontrar lafuerza propulsora de los movimientos históri­cos en la modalidad natural de los países, oen las relaciones económicas de la producción.En último extremo, lo que crea o destruye lasinstituciones sociales son siempre fuerzas yacontecimientos espirituales; todas las influen­cias del mundo exterior actúan necesariamentea través del medio psíquico, y sólo cabe pre­guntarse si a éste se le atribuye un poder derefracción más o menos fuerte, un carácter yun efecto antagónico más o menos indepen­diente y poderoso. Con esta salvedad debesubrayarse vigorosamente que el destino y lascondiciones externas de vida de los pueblostienen una influencia decisiva sobre su cons­titución interna. La vida histórica no es undesarrollo espiritual aislado, progresivo de porsí, como tal vez admite Hegel, sino una cons­tante cooperación y contraposición del mun­do interior y del mundo exterior.

Con ello se señala al mismo tiempo la ma­nera de cómo hay que pensar la configuraciónde los Estados y el desarrollo constitucional.No se trata de un mecanismo inerte, medianteel cual una forma actúa sobre otra, sino de

Page 22: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

26 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

fuerzas vivas y movrrruentos. En el procesode la configuración de los Estados surgen, enlos distintos estadios, diversas aspiraciones,costumbres, necesidades y concepciones, queoriginan en los dirigentes y en las masas unadeterminada disposición espiritual, que es ne­cesaria o favorable para la formación de ésta oaquélla figura constitucional. En mostrar estamediatización psicológica consiste el proble­ma fundamental que plantea la expl icaciónde los fenómenos en cuestión; problema queindudablemente sólo puede resolverse aqu í deuna manera somera e incompleta. No es enabsoluto necesario que las personas y corpora­ciones actuantes o, en general, los círculospopulares de los que nace una constitución,tengan conciencia de la conexión de la mismacon la situación de la configuración externadel Estado ni que este hecho sea demostrabledocumentalmente. Ante la conciencia de losactuantes sólo están, casi siempre, las necesi­dades derivadas secundarias y no las causasfundamentales remotas de las que se han ori­ginado. A esto hay que añadir que, por lo ge­neral, en todos los cambios históricos cooperanmuchas causas.

En este sentido, quisiera hacer comprensi­bles las explicaciones siquientes,

LA CIUDAD-ESTADO

Comenzaré con algunas observaciones sobre elEstado-ciudad. Es la única forma de configu­ración de los Estados que Aristóteles tuvo a lavista. Las variedades de constitución ciudadanason para él las formas del Estado en general.De ahí su falta de atención a la monarquía,que es tratada como una institución desapa­recida. de ah í también su predilección por lademocracia, que aparece como la forma deconstitución ciudadana propiamente con ve-

niente, como la politeia. Lo común que pre­senta en todas partes la constitución ciudadanaen la época antigua y en la moderna consiste,a mi entender, en la peculiaridad de esta for­ma especial de configuración del Estado. Pormás que la fundación del Estado-ciudad hayasido muchas veces obra de un poder de domi­nación monárquico, all í donde había existidouna vez esta forma de existencia poi ítica,pronto se ha emancipado de tal poder; envirtud de la estrecha unión espacial de loshombres que trae consigo, en virtud de la in­tensidad de la comunicación entre ellos, hacreado muy pronto, en todas partes, una vigo­rosa conciencia colectiva poi ítica unitaria, queformaciones de Estado más amplias sólo hanadquirido más tarde o no han adquirido nunca.En este espíritu comunal arraiga la decisivapropensión a la forma de Estado republicano,que es común a todos los Estados-ciudades.El principio de organización corporativo pre­domina aquí sobre el de dominación. Lacomunidad de los vecinos es el Estado. En eldesarrollo pleno del Estado-ciudad, el podermonárquico aparece siempre como una situa­ción anormal y las más de las veces transitoria,que suele tener su apoyo en la partición inter­na y en las al ianzas externas. Los órganoscaracterísticos, los alcaldes, los consejos másreducidos y más amplios, el vecindario o susrepresentantes se repiten por todas partes. Lademocracia del Estado-ciudad ateniense es, sinembargo, una forma constitucional completa­mente distinta de la democracia de los EstadosUnidos de América. En Atenas encontramosuna comunidad de ciudadanos completamenteunitaria constituida como Estado, como órga­no del cual actúan de una manera inmediata;en América encontramos un formación com­puesta sumamente complicada, con una estric­ta separación de las funciones estatales, con

Page 23: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS GENERALES 27

instituciones representativas y con un poderejecutivo vigorosamente desarrollado. La de­mocracia directa, según las experiencias hastala fecha, aparece ligada, en general, a forma­ciones estatales muy pequeñas de caráctercomunal, como san aún, tal vez, aparte de losEstados-ciudades, los consejos distritales terri­toriales del tipo de los primitivos cantonessuizos.

Lo que la potiteie es a la polis es el impera­tor al imperium. En tanto que Roma se con­vertía en imperio universal, pasaba de la formaestatal republicana a la imperial. Puede obser­varse claramente cómo la expansión espacialha influido sobre es'te proceso del desarrolloconstitucional. La necesidad de una ocupaciónmilitar permanente de España hizo insosteni­ble el viejo sistema de la estructura del ejércitoa base de milicias cívicas y de la rotación anualen el mando supremo. Los ejércitos perma­nentes y los mandos prolongados aparecencomo precursores de una nueva forma cons­titucional monárquica; y es sabido que enton­ces la conquista de las Galias por César actuóaceleradamente en esta dirección. El final,después de tres siglos de transición, fue laintroducción del despotismo oriental desdeDiocleciano. Puede decirse que todo el desa­rrollo constitucional de la antigüedad semueveentre los extremos del Estado-ciudad y elimperio universal.

LOS IMPERIOS UNIVERSALES

Todos los grandes imperios universales de laantigüedad y del mundo extraeuropeo hantenido formas constitucionales despóticas.Hasta donde alcanza la experiencia histórica,sólo se encuentran constituciones libres all ídonde una mayoría de los Estados están entresí en pie de igualdad, bajo el reconocimiento

recíproco de su independencia. Hoy nos incli­namos a considerar tal relación como la situa­ción normal y natural de la vida estatal. Perono lo es en modo alguno. Si tenemos a la vistatoda la historia de la humanidad, tales socie­dades de Estados han constituido siempre unaexcepción; el fenómeno solamente apareceen gran escala una vez en toda la historia uni­versal, que es en el sistema de Estados euro­peos, el cual debe su nacimiento a un desarrollocompletamente singular. El mundo de losEstados griegos, los Estados latinos del cin­quecento, bajo los cuales existe un sistema deequilibrio similar, sólo se mueven, sin embar­go, en un marco meramente nacional relativa­mente angosto; y los reinos diáconos, en losque podría pensarse por lo demás, apenas handurado dos siglos: no son más que los residuosde un imperio universal destruido, pero nonuevas formaciones propiamente viables. Fuerade este círculo, en todas las partes del mundodonde se ha desarrollado una cultura algo máselevada y una comunicación más expandida,domina la propensión a la formación de nuevosimperios universales, que se esfuerzan por do­minar todo el territorio cultural que abarcala mirada política de la época y no reconocenjunto a ellos, en pie de igualdad, a ningúnEstado independiente. Naturalmente, el con­cepto de imperio universal hay que tomarloen términos relativos: se determina con arregloa la extensión, y el horizonte cultural y decomunicación respectivo. Egipto ten ía unaextensión que alcanzaba tan solo cuatro quin­tos del 1mperio alemán (400.000 Km 2

) ; elImperio asirio-babilónico comprendía 1.5 mi­llones de Km 2 , o sea tres veces la extensiónde Alemania. Pero estos territorios culturalesaislados, rodeados por desiertos, cuya unifica­ción poi ítica ha exigido probablemente siglos,eran en la época de su florecimiento un mun-

Page 24: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

28 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

do en sí, sobre cuyas fronteras apenas alcan­zaba la vista de los habitantes. Un potenteprogreso en la organización poi ítica de mayo­res espacios lo representa el Imperio persa que,con sus 5 millones de Km 2 equivale aproxi­madamente a la Rusia europea. El Imperio deAlejandro 2 comprendía 4 millones, el romano,a la muerte de Augusto, 3.3 millones de Km 2 .

Estos espacios, que menguan de volumen amedida que el escenario de la historia univer­sal avanza desde los espacios del continenteasiático a la dividida Europa, representan puesel orbis terrarum de aquélla época. Otro tantosucede con los Imperios de los incas en el Perúy de los aztecas en México. También Turqu ía,con sus 2 millones de Km2 , la India y la Chinapropiamente dicha, con la extensión del Im­perio de Alejandro (4 millones de Km2 ) hanconstituido durante siglos en cultura yen po­I ítica mundos en sí, partes de la humanidadorganizadas unitariamente, que se considera­ban como el todo y en todo caso no conocíanel concepto de una sociedad de Estados coniguales derechos.

La forma de gobierno característica detodos estos imperios es el llamado despotismooriental, cuya propia esencia consiste, a mientender, en que el poder temporal y el espi­ritual están reunidos en la persona del jefe delEstado. El Faraón egipcio es el dios sobre latierra; el Emperador de China es el Hijo delCielo y el Sacerdote supremo del imperio, elúnico que puede acercarse al dios del cielo; elSultán turco es al mismo tiempo califa y portanto jefe espiritual de todos los creyentesmusulmanes. El gran Rey persa, en virtud deuna poi ítica religiosa consecuente, se convier­te de un jefe tribal patriarcal en un déspota

2 F. Ratzel, Politische Geographie, p. 195 (3.a ed.. 1923.pp. 154 y 212).

teocrático, y goza finalmente de honores divi­nos, como después han reclamado para sí Ale­jandro y los emperadores romanos. Desde laintroducción del cristianismo, el lugar de esteculto divino al Emperador en el Imperio ro­mano lo ocupa el cesaropapismo claramenteperfilado. El mismo sistema, tomado de Bi­zancio, domina todavía hoy en Rusia, cuyaforma de gobierno ha mantenido ininterrum­pidamente una especie de despotismo oriental,a pesar de todas las mezcolanzas europeas oc­cidentales y a pesar de que con la adhesión alsistema de Estados europeos ha palidecidoaqu í la idea del imperio universal en el viejosentido. Originariamente, el imperio universaly el despotismo teocrático son coincidentes.La idea de que el soberano del mundo enterono tiene igual, de que ocupa una posición so­brehumana, de carácter divino, va íntimamenteligada al carácter universal de esta formaciónestatal. Originariamente, al poder monárquicoilimitado resalta siempre en la posición de unjefe supremo de tribu, construida con arregloa la analogía de la constitución familiar pa­triarcal (de la que el princeps romano es unamanifestación singular); pero precisamentecon la extensión de la dominación sobre mu­chas tribus y muchos pueblos, el espíritu pa­triarcal originario de esta dominación se entre­mezcla más y más, la formación del gran reinopersa constituye un ejemplo clásico de ésto.

EL ESTADO FEUDAL

Esta forma imperialista ha sido la herenciapoi ítica que el mundo antiguo ha dejado a losmodernos pueblos romano-germánicos. Laidea universal continúa operante no simple­mente en la formación del Estado germánico,sino ante todo en la organización de la Iglesiaromana. y ahora tiene lugar una transcenden-

Page 25: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS GENERALES 29

tal fisura entre el poder espiritual y el tem­poral. En el lugar del cesaropapismo apareceel dualismo de Estado e Iglesia, de Imperiumy sacerdotium. La causa principal de estecambio radica en el poder moral-poi ítico quela Iglesia romana ha ganado a la caída del im­perio. Los merovingios habían implantadotodavía el viejo sistema cesaropapista; bajo loscarolingios, ya no puede afirmarse esto. Encuanto usurpadores, se les privó de la consa­gración divina, que se confirió a la casa de losmerovingios, y buscaron un sustitutivo de lamisma en la adhesión a la Iglesia. Después deCarlomagno, la Iglesia ha sido también capazde mantener en continua expansión la unidadde su organización, en tanto que se derrum­baba la formación temporal del Estado univer­sal, desde la segunda mitad del siglo IX. Asílogró la Iglesia emanciparse del poder estatal.El vigor organizativo y el arte del gobiernoromano perviven en el lenguaje hablado y es­crito y no sólo le han preservado la indepen­dencia, sino que la ha hecho por siglos la au­téntica portadora de la idea de un imperiouniversal occidental.

Pero con la escisión entre el Emperador y elPapa, que caracteriza toda la Edad Media,estaba dada la posibilidad del nacimiento deun sistema europeo de Estados. Ninguno delos dos poderes, ni el temporal ni el espiritual,ha podido realizar la idea de un imperio uni­versal cristiano, porque siempre se lo imped íael uno al otro. Entre el Emperador y el Papaha podido formarse así un grupo de Estadosindependientes coordinados. El concepto desoberanía, tal como se había configurado enFrancia hasta el siglo XVI, descansa funda­mentalmente en la idea de la independenciadel Emperador y el Papa.3

3 G. Jellinek. Attqemeine Steetstenre. pp. 399 ss. 13'. ed ..1914, p. 444 ss.}.

Esta coexistencia de una pluralidad de Es­tados soberanos, que a pesar de todas lasoposiciones, estaba basada, en el fondo, en unacortesía común y a pesar de las continuasfricciones y luchas ten ían que respetarse mu­tuamente, esta relación fundamental de nues­tro mundo europeo de Estados no solamenteha creado el moderno derecho internacional,sino que también ha influido decisivamentesobre el derecho poi ítico. El sistema de equi­librio, a menudo perturbado, pero siemprerestablecido, no ha permitido a ninguna po­tencia dominadora ejercer duraderamente unpoder completamente ilimitado. A la rivalidadentre los Estados mismos va unida, todavíaen la época temprana, la actuación de la opo­sición entre el Estado y la Iglesia. Las institu­ciones estamentales imperiales llevan en casitodas partes las huellas de este conflicto. EnAlemania, el poder de los príncipes se hizomás visible en virtud del enconamiento dellitigio entre el Emperador y el Papa; en Ingla­terra, la derrota del Rey Juan de Bouvines,frente al partido francés-papal, creó la situa­ción de la que salió la Magna Charta: sin elantagonismo contra la Iglesia victoriosa, conla que en un principio estaban aliados losbarones, no habría sido apremiada la corona aestas concesiones, aun cuando en el últimomomento modificara la situación el someti­miento del Rey Juan al Papa. En Francia, laimportancia poi ítica de los Estados Generalesarrancan del papel que desempeñaron en elaño 1302 en el litigio entre Felipe el Hermosocon el Papa Bonifacio VIII. Con la escisiónentre el Estado y la Iglesia durante la EdadMedia lograron por primera vez los poderessociales una plena significación en la vida pú­blica. Es significativo el hecho de que la teoríade las corporaciones jurídicas haya sido fun­damentada por romanistas y canonistas me-

Page 26: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

30 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

dievales." El Estado y la sociedad se apartanen cierto modo, mientras que en la antigüedadhabían permanecido todavía sin separar; lasfuerzas sociales se organizaron en múltiplesformas y alcanzaron también importanciapoi ítica como corporaciones profesionales ygremios, como ligas municipales y caballeres­cas, como ligas de orden público, como unio­nes estamentales, etcétera. Todas las constitu­ciones estamentales y representativas puedenpresentarse como una reunión de elementosseparados del Estado y la socíeoac."

En las relaciones peculiares de la configura­ción de los Estados que caracterizan la EdadMedia (dualismo entre el poder temporal y elespiritual, formación de un grupo de Estadosen situación de rivalidad) radican condicionesimportantes para el desarrollo de las Constitu­ciones estamentales y representativas. Ni Ru­sia, ni Turqu ía, ni China han producido talesconstituciones; ninguno de estos países poseetampoco una aristocracia poi ítica propiamentedicha. Si Japón constituye en este aspecto unaexcepción entre los imperios orientales, deberecordarse que all í, como consecuencia delpoderio alcanzado por el shogun, el msjordo­mus del Mikado, al que paulatinamente se harestringido su importancia poi ítica, se ha veri­ficado una escisión entre el poder temporal yespiritual, similar a la del Occidente europeo."

Pero en el Occidente el feudalismo se haconvertido en el fundamento apropiado parala formación de poderes aristocráticos y deconstituciones estamentales, explicándose a suvez por una forma especial de configuración

4 Gierke, Das deutscne Genossenscnettsrectu, vol. 3.

5 Esta" una concepción a la que Gneiat siempre vuelve denuevo en sus diferentes obras.

6 Rathqen, en Stsets-und soetstwissenscnetüicne r arschun­gen de Scrnouer. X. p. 13 ss.

de los Estados. Hay que distinguir entre larelación feudal, en cuanto institución esencial­mente militar, tal como se ha configuradobajo circunstancias muy especiales en el Impe­rio franco, y la constitución feudal en general,como forma de organización poi ítica opuestaa la constitución burocrática. Una constituciónestamental en este sentido se encuentra tam­bién en otras partes, además del 1mperio fran­co, por ejemplo, en Turqu ía y Japón. En elImperio otomano esta constitución parececonsistir en que una tribu nómada guerreraque procede a la ocupación permanente deterritorios más desarrollados conserva susviejasinstituciones militar-patriarcales y las empleapara la ordenación de la nueva existencia es­tatal.? En el Japón, el feudalismo ha tenido suorigen en el intento de imitación de la granformación estatal china central izada, en la quela debilidad del poder central ha conducidoa un sistema de dependencia más débil depoderes semísoberanos.P Esun acontecimientocompletamente similar al del desarrollo delImperio franco en Occidente.P Con la cons­titución feudal es manifiesto que, por reglageneral, gira en torno al intento de organizarpoi iticamente espacios relativamente grandescon la ayuda de los medios de una civilizaciónno desarrollada. AII í donde se está todavía porcompleto en la econom ía natural, donde toda­vía no se dispone de medios de comunicación,donde todavía faltan la disciplina espiritual yla técnica de una Administración centralizada,tiene lugar una especie peculiar de descentra-

7 Hanke, S. W. 35/36.

8 Rathgen. Ole Entstehung des modernen Jsoen (conferen­cia). p. 5 J. W. Zmkeisen Geschichte des osmatischenRetenes in Europa, Goma 1840, 1,859. Cf. van Hammer.Des Osman. Reichs Stsetsvertessuna und Staatsverwaltung,1,44 S., 337 s.

9 Hathqen ha aludido esoecratmente a esto.

Page 27: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS GENERALES 31

lización, en la cual los funcionarios a los quese conceden tierras y se les coloca en una rela­ción personal de lealtad se convierten, por logeneral, tras algunas generaciones, en podereslocales independientes. Es una forma de orga­nización basada en el espíritu y lascostumbresde la constitución de las familias patriarcales.Los vasallos son en cierto modo servidoresdomésticos, estratificados, de rango superior;los lazos psicológicos que unen a los miembrosde un Estado feudal son producto de unaordenación familiar doméstica, no de una or­denación estatal bien formada.

Me inclino a ver la causa principal de la quehan surgido las constituciones feudales en ladesproporción entre la magnitud del espacioa dominar y los medios de dominación, mate­riales y psicológicos entonces disponibles,Naturalmente, la organización política de lastribus sedentarias progresa, por lo general,paulatinamente de espacios pequeños a espa­cios rnavores. Pero las circunstancias histórico­universales disponen a veces que se produzcauna transición inmediata de formas de vidapoi íticas primitivas a la formación de Estadoscon amplitud de espacio, las cuales solamentepueden basarse en la herencia o imitación deuna civilización más antigua y más elevada.Así actuaron los francos con respecto al Im­perio romano. El Imperio de Carlomagno fueun intento de restaurar un imperio universalcon los medios de una cultura primitiva. Fue,por asi decirlo, una especie extensiva de for­mación estatal, una formación estatal en laque la extensión del territorio a dominar estabaen una desproporción manifiesta con los me­dios culturales y de dominación disponibles.Faltaba el sistema tributario romano, la dis­ciplina militar de un ejército permanente, elaparato bien organizado para el ejercicio de laautoridad. Esta formación estatal no respondía

a las necesidades internas de las tribus germá­nicas ni se adaptaba a sus aptitudes civilizado­ras. Estaba basada en un acto de imitación, enla idea de los grandes espacios poi íticos, queseguía operante."? Con cuánto vigor operabaesta idea, lo vemos también en el movimientodel mundo de los Estados en torno al Imperiocarolingio. Durante los siglos siguientes, lastribus aisladas y los pequeños imperios seunen en todas partes a las formaciones poi íti­cas mayores, las cuales son, a su vez, irnitacio­nes de la formación del gran Estado de laEuropa occidental: así nace el gran reino mo­ravo de Swatopluk en el siglo IX, el gran reinopolaco de Boleslaw Chrobri en el siglo X, elanglosajón de Alfredo el Grande en el sigloIX. Los reinos eslavos, formaciones estatalesextensivas del tipo más puro, pronto se de­rrumban, a su vez. Pero Inglaterra ha sidocapaz de organizarse unitariamente. En laépoca anglosajona tiene elementos de feuda­lismo, pero en su conjunto no es propiamenteun Estado feudal. La introducción de institu­ciones feudales bien desarrolladas por partede los conquistadores normandos tuvo aqu í elefecto contrario que en el continente. A pesardel feudalismo, que aqu í no era una formacióncompletamente original, y en cierto modoprecisamente en virtud de ello, en virtud de sutransformación en un régimen burocrático mi­litarista-absolutista, tal como la realizada porGuillermo el Conquistador, aquí surgió muypronto un Estado unitario centralizado, el pri­mero de Europa, mientras que en el continentela constitución feudal, propagándose de unamanera incontrolada, condujo a la desintegra­ción de los grandes imperios. La vieja lnglate-

10 Sobre la eficacia de la idea política de espacio, cf. las su­gestivas observaciones de Ratzel en su Politische Geogra­ohie. p. 319 ss. (Sa. ed., p. 245 ss.).

Page 28: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

32 REVISTA DE ADMINtSTRACtON PUBLICA

rra era territorio de unos 150.000 Km 2 .Un espacio semejante podía organizarse yahasta cierto punto con las fuerzas del sigloXI. Francia y Alemania eran, cada una, cuatroo cinco veces mayores, con estos espacios nose pudo lograr esto. Cuál era la especie de for­mación estatal que respondía a las actitudes ynecesidades poi íticas de su población, se pusode manifiesto en el desmoronamiento de estosreinos en los antiguos ducados y después enel restablecimiento de los señoríos territorialesque se produjo en Francia en los siglos X Y XI,en Alemania en los siglos XIII y XIV. Estasson formaciones estatales de naturaleza inten­siva, en las que pudo formarse una Adminis­tración eficaz, ya que los medios culturales yde poder respondían a la extensión del terri­torio. Estos territorios estaban basados enmuchos fragmentos en el sistema feudal; perolo superaron en su organización poi ítica, lomismo que Inglaterra, porque ya no lo necesi­taban, y dieron origen a los inicios de unaconstitución burocrática duradera, y una Ad­ministración intensiva.

Por lo demás, con la configuración típicadel Estado territorial se caracteriza, tanto enFrancia como en Alemania, por la peculiarconstitución estamental. Los Estados Provin­ciales franceses son en su origen exactamentelo mismo que las Landtage alemanas. El na­cimiento de esta peculiar constitución noexplica solamente por referencia a las institu­ciones del Estado feudal. En Alemania, elpapel principal no lo desempeñaban los ele­mentos feudales, sino los ministeriales. Lacorte del señor territorial es el núcleo de cris­talización; pero la posición de los señoreslocales y la relativa independencia de los terra­tenientes es también un momento de impor­tancia. No es casual que en Alemania se crearala expresión Landshft (comarca) para designar

los estamentos territoriales. En su totalidad,representan al país, que se ha consolidado enun territorio estatal. Su formación y su uniónno se basa por lo general en un acuerdo arbi­trario, sino en la fusión paulatina del territo­rio, a partir de sus fragmentos originarios. Laformación de la constitución estamental esper se un fenómeno concomitante de la for­mación del Estado territorial. Tal es, desdeluego, el resultado principal a que han llegadolas nuevas investigaciones sobre este aspectode la hi~toria constitucional."! También eldualismo peculiar el Estado estamental, lafalta de una idea unitaria del Estado, la oposi­ción teórica y práctica del Príncipe y el país,que indudablemente sólo se ha desarrolladoplena y claramente en los Estados territorialesalemanes, se basa en las condiciones peculiaresde la configuración del Estado territorial. Esante todo la concepción patrimonial de losderechos de dominación del Príncipe lo quemueve al país a colocarse como un segundosujeto de la dominación, junto al Príncipe,para no ser un mero objeto de la dominaciónde este último, concepción que aparece todavíaa medias como una justificación de base pri­vada. Falta el claro concepto de un verdaderopoder público; y esta falta hace que los prínci­pes territoriales se sigan considerando comomiembros subordinados de una organizaciónestatal superior, que el compendio del poderpúblico propiamente dicho siga viéndose en elEmperador y el imperio y que estas formacio­nes estatales carezcan del atributo de la sobe­ran ía. Tan pronto como logran una soberan íade hecho, tan pronto como los príncipes terri-

11 Me refiero concretamente a las investigaciones de G. vonBerow resumidas ahora brevemente en Territoríum undStadt (Bibl. Hist., publicada por la Red. de la Hist. Ze­trscnr., 11. 163 SS., 2a. ed., 1923, p. 53 ss.}.

Page 29: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS GENERALES 33

toriales se consideran como titulares de unverdadero poder público, se supera también eldualismo del Estado estamental.

Es sabido que, por lo general, el Príncipereprime los estamentos y alienta el absolutis­mo. La república de los Países Bajos Unidos,en la que, por el contrario, los estamentosderribaron el vértice monárquico, es un casoaislado en Europa, si no queremos hacer re­ferencia a la Confederación Suiza, en la cualno se llegó a una formación de territorios pro­piamente dichos."? En América, los EstadosUnidos ofrecen el ejemplo de un aconteci­miento similar. El Estado federal y la confede­ración de Estados aparecen así como productode un proceso histórico condicionado por laconfiguración de los Estados, no como unaunión jurídico-internacional de Estados acor­dada según una voluntad libre. Un podermonárquico había iniciado la organizaciónpoi ítica de un complejo de países, pero nohabía llegado a la meta de la unidad estatal.La situación de la unión incompleta en quese encontraban los países integrantes de lamisma cuando cayó el poder monárquico, seinclinó hacia las formas constitucionales fede-

12 Los cantones originarios de la Confederación suiza sonconfiguraciones estatales de un tipo mucho más antiguoque los territorios de los siglos XIV y XV. Responden a loque, por otra parte, se ha llamado Land (país) en el len­guaje alemán (por ejemplo. los numerosos países frisios,como Harünqertand. Brokmerland, el país Stargard enMecklenburg, el país Lebus de Brandenburg, etcétera!'A menudo, tales paises, que sol ían tener una constitu­ción especialmente estamental, se fusionaron en Estadosterritoriales mayores. Se les debería llamar Estados distrt­tales (Geusteetenl, En Francia, corresponden a estos losoevs. que se remontan a los antiguos pagi (cbéruet.Oictionnaire ñistor, des institutions, moeurs et coutumesde la Frsnce, artículo Pays).

rativas, que cambiaban poco la organizacióninterna de los Estados rníernbros.P

EL ESTADO ABSOLUTO

El Estado federativo conserva las constitucio­nes antiguas, el Estado unitario las destruye.El ejemplo clásico de esto lo constituyen losEstados continentales absolutistas de los siglosXVII y XVIII. El absolutismo, tal como seformó en Francia desde Richelieu yen Prusiadesde el Gran Elector, puede ser consideradojustamente como un fenómeno concomitantede ese proceso de configuración de los Estados,en virtud del cual de un agregado de territoriosha resultado fundido un Estado unitario. Lasprovincias francesas, con sus estamentos desentimientos particularistas y sus gobernado­res autocráticos, no eran todavía, al igual queKleve y Prusia oriental, provincias en el sentidomoderno, es decir, partes integrantes de unEstado monárquico unitario gobernadas de unmodo uniforme, sino que constituían en sípequeños Estados, cuya unión poi ítica nohabía ido mucho más allá de la relación desimple unión personal, que en parte se basta­ban por completo a sí mismas en cuanto aeconomía, derecho y constitución y que porpoca cosa se apartaban unas de otras. El abso­lutismo moderno tiene sus ra ices en el afándel poder estatal monárquico de administrarestas partes de una manera unitaria, de fundir­las militar y financieramente en un todo capazde actuar con eficacia. El particularismo delas comarcas, su resistencia contra el proyectode disolverse en una formación estatal mayor,que les planteaban exigencias mucho mavores

13 Aquí hay que incluir también la Confederación alemanacreada según el modelo de la Confederación del Rhin, c:u(~perdió con Napoleón su cabeza monárquica.

Page 30: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

34 REVISTA DE ADMINtSTRACION PUBLICA

que su existencia de pequeños Estados, con­dujo en todas partes a conflictos en los que sequebró por completo el poder de los estamen­tos. La idea de la formación estatal mayorestuvo encarnada durante largo tiempo única­mente en el monarca y por ello la forma cons­titucional natural para esta situación poi íticade transición era un régimen burocrático abso­luto. Pero la necesidad histórica de semejantesconfiguraciones estatales mayores se encontra­ba situada en el sistema europeo de Estados.Francia se vio impedida a ello como conse­cuencia de su gran lucha contra la prepotenciade la casa de Habsburgo; y una vez que Fran­cia había dado el ejemplo, los demás Estadoseuropeos se vieron obligados a seguirlo paraconservar su propia independencia. El desplie­gue del poder poi ítico-militar, constantementedispuesto para la guerra, sólo era posible sobrela base de un territorio estatal mayor, gober­nado y administrado unitariamente. El sistemadel militarismo, con todas sus consecuenciaspoi íticas, ha sido originado por las luchas porel poder y rivalidad de los Estados continen­tales, desde las postrimerías de la Edad Media.El que Inglaterra, en su situación aislada yrelativamente asegurada, COn sus aspi racionesmarítimas y comerciales, no haya tenido nece­sariamente esta forma de militarismo constitu­ye un momento importante para la explicaciónde su discrepante desarrollo constitucional.Desde que los Estuardos llegaron al trono,también se hizo valeren Inglaterra la aspiraciónde unir bajo la autoridad predominante de lacarona a los dos pa íses que estaban entoncesen unión personal: Inglaterra y Escocia; losEstuardos creyeron encontrar el medio paraello en el gobierno "eclesiástico anglicano delmonarca: de ahí el intento de extender a Es­cocia la constitución anglicana. Esto habríasido una base eficaz para el establecimiento de

un Estado conjunto gobernado de una maneraabsoluta. El que fracasara el intento en Ingla­terra no se debe meramente al vigor de lasinstituciones existentes, sino concretamentetambién a la situación poi ítico-geográfica delpa (s, que le ahorraba la necesidad de una pre­paración militar más fuerte.

EL ESTADO REPRESENTATIVO

En el continente, además, el absolutismo sehizo, por así decirlo, superfluo, al terminar sucometido históricouniversal, esto es, la forma­ción de Estados nacionales unitarios más gran­des. En la continuación de este proceso deformación de los Estados se han destacadofuerzas que han impulsado a una nueva orde­nación de las cosas. El absolutismo oprimió,como dice Montesquieu, a los poderes inter­medios, pero no eliminó en modo alguno lasdiferencias estamentales; por el contrario,trató de conservar intencional mente la orde­nación estamental de la sociedad, como unabase útil de su sistema de gobierno. Pero laposición preeminente que la nobleza y las cia­ses privilegiadas adoptaban era de carácterjurídico social y no ya de carácter poi ítico.En el aspecto poi ítico, precisamente en virtuddel régimen absolutista y de la unificaciónestatal, prevaleció la idea de una ciudadaníageneral, a la que pronto se asoció también laidea de un derecho general de ciudadan ía. Elhabituamiento a prestaciones estatales fijas, alpago de impuestos y la prestación del serviciomilitar, el contacto diario con una burocraciaestatal centralizada, crearon en la poblaciónel sentimiento de una solidaridad poi ítica, loscomienzos de un interés poi ítico. La idea dela unidad del Estado que el absolutismo reali­za externamente, se la apropia internamente

Page 31: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS GENERALES 35

la población. Surge entonces una concienciaestatal y nacional latente, que sólo necesitamotivos especiales para ponerse de relieve. El"pueblo en su calidad subjetiva,,1. está listo,mientras que antes no había más que unapoblación separada por comarcas y estamen­tos, que era únicamente objeto de dominación.

No debe negarse que este acontecimiento;que condujo finalmente a la constituciónrepresentativa, contiene, entre otras muchascosas, un monumento social de gran impor­tancia: el surgimiento de una burguesía ilus­trada y hacendada. Pero es incorrecto explicarla constitución representativa exclusivamentepor la creación de la'burguesía. En los Estadoscontinentales había una burguesía vigorosadesde mucho antes que se pensara en unaconstitución representativa, por la que el frac­cionamiento local no ofrecía ni siquiera unabase. Y, por otra parte, la constitución repre­sentativa inglesa de la época clásica del parla­mentarismo no descansa en el estamento co­mercial e industrial de las grandes ciudades,sino en los estratos de la aristocracia rural. Elmomento poi ítico del Estado unitario y de laconciencia ciudadana es más importante parala configuración de esta forma constitucionalque el de un determinado estado de desarrolloeconómico-socia. En efecto, este desarrolloeconómico-social se representa de nuevo, a suvez, en cierto sentido, como una consecuenciao fenómeno concomitante de la poi ítica esta­tal centralizadora. Se ha demostrado hacemucho tiempo que la poi itica económica mercantilista, basada en la formación de nuestrosmodernos cuerpos de econom ía nacional, fueun fenómeno de la configuración de los Esta-

14 Jellinek, Staats/ehre, p. 366 s. (Sa. ed., p. 406l.

dOS. 15 Ha superado a las organizaciones loca­les; ha fundado un mercado libre que abarcael territorio del Estado, cerrado frente alextranjero, y en la vida económica ha estable­cido una división del trabajo que ya no es lo­cal sino nacional, estatal. Es sabido de quémanera tan extraordinaria se ha fomentadocon ello la industria. El desarrollo de la bur­guesía sería difícilmente imaginable sin estaépoca de poi ítica económica estatal. Estoatañe también muy especialmente a Inglaterra,donde esta clase alcanzó importancia poi ítica,precisamente al final de una era mercantilistade gran estilo, como la reforma del Parlamentodel año 1832. Pero Inglaterra tuvo una cons­titución representativa mientras fue un Estadounitario nacional consolidado, que se bastabaa sí mismo, esto es, tal vez desde los tres Es­tuardos o, mejor, desde la época de los Tudor.Mientras el reino inglés siguió con un pie enFrancia, la constitución tenía todavía un ca­rácter más estamental, en el sentido de laordenación estamental continental, como con­secuencia de las violentas fluctuaciones en larelación de poder entre la corona y los magna­tes que llevaron consigo los cambios de la po­Iítica exterior. Sólo desde que Inglaterra se hacircunscrito permanentemente a su esfera in­sular, especialmente desde la emancipación dela Iglesia romana, ha realizado plenamente laidea del Estado nacional unitario. El factorpropiamente representativo moderno del par­lamento, la Cámara baja, adquiere por primeravez su importancia decisiva, junto a la Cámaraalta, de carácter estamental-medieval. Estaconstitución representativa ha tenido un matiz

15 Véase Schmoller, en su Jahrbuch 8,15 ss. (Ahora tambiénen Umrissen und Untersuchunqen zur Verfassungs, Ver­wa/tungs una Wirtschaftsgeschichte, p. 1 ssl.

Page 32: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

36 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

monárquico hasta la revolución, aristocráticodesde el año 1688 hasta el año 1832, y demo­crático desde las reformas del siglo XIX. Cons­tituye el rasgo general del desarrollo europeo,que se manifiesta en estos cambios y desdeluego está basado principalmente en las trans­formaciones sociales del cuerpo nacional. Peropara la realidad poi ítico-constitucional, lastendencias que nacen de aqu í s610 llegan a lo­grarse con la ayuda de la poi ítica de partidosrivales: los dos grandes partidos, en su necesi­dad de popularidad y, en última instancia,partiendo del punto de vista de la razón deEstado, han hecho concesiones a las corrientesdemocráticas; y si Disraeli apremió al partidoconservador a la reforma electoral del año1867, se hacía por consideraciones similaresa las que movieron a Bismarck a introducir enel mismo año el derecho general de sufragio,como una base popular para el futuro imperio.El imperialismo moderno tiene una interna

afinidad electiva con los principios democrá­ticos.

Termino aqu í, aun cuando tengo concienciade no haber agotado ni mucho menos el tema.Tampoco es posible hacerlo dentro del marcode un breve artículo. Sólo he tratado de ex­poner la manera como veo la conexión causalentre diversos tipos de configuración de losEstados y ciertas formas constitucionales.Para terminar sólo quisiera indicar expresa­mente que no veo de ninguna manera en lasituación de la configuración de los Estadosla única causa de la estructura de las formasconstitucionales, sino tan solo un principioregulador general, que es coadyuvado o modi­ficado de manera muy esencial por otros mu­chos momentos causales. Por lo general, estasconsideraciones morfológicas sólo han tenidoa la vista los contornos más exteriores, dentrode los cuales y burlándose de toda fórmula sedespliega la vida multicolor y multiforme dela realidad histórica.

Page 33: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

LA ORGANIZACION COLEGIAL DE LA ADMINISTRACION DE LA REPUBLlCA

ROMANA (11)*

Teodoro Mommsen

COLEGIALlDAD y COLlSION ENTRE LOSMAGISTRADOS

Bajo el nombre de colegialidad de los magis­trados y de los sacerdotes, se designaba en elDerecho romano un concepto absolutamentedistinto del que hoy se significa con la mismapalabra, o sea el hecho de que a varias personasse hubiese encomendado por igual el desempe­no de una función poi ítica única. Así comolegatus es el depositario o portador de la lex ,el que recibe una misión polltica, as¡ tambiénaquellos individuos que reciben conjuntamen­te un mandato del Estado son conlegae. Sonrequisitos esenciales para que exista la colegia­lidad, además de los indicados, esto es, quela comisión se reciba del Estado y que los quela reciban sean formalmente iguales, el que lamisma no sea ejecutada por medio de un actocomún de los comisionados, como acontececon relación a las tropas militares, sino poracto de uno solo de ellos, sin cooperación delos demás. El derecho privado no conoció elnombre, pero sí conoció un mandato comúnde la especie de la colegialidad en aquella tu­tela, correlativa en general con la magistratu-

Este articulo comprende los capítulos VI-IX del libro 11y los Capítulos III-X del libro 111 de la obra Compendio deDerecho Público Romano, de Teodoro Momrnsen, publi­cada en Madrid en 1893. Continúa el número anterior dela RAP y concluye la serie,

ra, que tenía lugar cuando existían variostutores, todos ellos con iguales facultades quelos otros. La institución se nos presenta entoda su pureza en la más antigua forma de lamisma, o sea en el gran colegio sacerdotal:cada particular augur verifica en nombre delEstado y para el Estado la inspección delvuelo de las aves, y cada acto de estos puedeser ejecutado igualmente por cada uno de losmiembros del colegio. El concepto de que setrata comenzó bien pronto a aplicarse, singu­larmente a lo religioso, a tribuyéndose la cole­gialidad a aquellas colectividades que, comopor ejemplo, la de los Salios, no funcionabansino en común; pero según el estricto sentidoque oriqinariarnente tuvo la palabra, sólo erancolegios, tanto de magistrados como de sacar,dotes, aquellas colectividades cada uno decuyos miembros ten la derecho a practicar porSI mismo, individualmente, todo acto de lacolectividad, lo que no impedía naturalmenteel que los mismos deliberarán y obraran colec­tivamente en determinadas circunstancias.

La colegialidad fue ajena a las primitivasorganizaciones romanas, en las cuales domi­naba el concepto de la unicidad de las entida­des colectivas. En el interregno es donde se nospresenta con mayor relieve la unicidad delrégimen originario, sobre todo, porque en estosmomentos el Senado patricio se considerabacasi como un Rey colectivo. Esa unicidad exis­tió también en el régimen sacral de la Repúbli-

Page 34: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

4D REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

ca, sobre todo en el pontificado supremo, cargoéste distinto, así por su origen como por sucontenido, de la composición múltiple delcollegium, cargo que continuó ocupando enel régimen republicano el poder monárquicoreligioso, el Rey sacral, También en el derechoprivado el poder propio del jefe de familiasobre las personas libres es unitario, y en latutela, que es una de las 'formas de ese poder,no se admite una verdadera pluralidad depuestos, sino que lo único que sucede es quea los que' concurren a ella se les considera teneriguales atribuciones. Aun cuando encontramosla colegialidad en las instituciones patricias,en las corporaciones de los pontífices y delos augures, en la primitiva jefatura corporati­va de los caballeros, y aun cuando se trata deuna colegialidad antiquísima; no puede consi­cjerarse como originaria; es una colegialidadhija del más antiguo synakismo, o sea de latransformación de la única comunidad de diezcurias en la comunidad trina de treinta curiasun resto, o más bien un recuerdo de estatransformación consiste precisamente en habercontinuado existiendo como comunidades se­paradas e independientes las que compusieronla comunidad única, no en verdad con derechoa regirse y gobernarse como lo creyera conve­niente cada una de ellas, pero sí con derechoa tener todas participación en el desempeñode los más importantes puestos, así religiososcomo militares. En todo caso aqu í tenemos laprueba de por qué los maestros del Derechoromano no exigen absolutamente que la uni­cidad de la representación, así en el campo delderecho poi ítico como en el privado, impli­que unicidad de persona representante; sinoque, por el contrario, admiten la existencia demúltiples representantes con iguales atribucio­nes para una sola representación, no obstanteque esto contradice la idea rigurosamente pri-

mitiva del poder y de que es quizá una simpleconsecuencia de los principios del derechoque una concesión hecha a las exigencias dela realidad.

La aplicación del régimen de la pluralidadde puestos a la magistratura suprema, y luegoa los cargos y funciones públicas, es lo que ge­neralmente se llama abolición de la Monarquíae introducción de la organización republicana.Las dos leyendas relativas a Rómulo, tanto lade los gemelos como la de la doble monarqu íaromano-sabina, han sido inventadas para de­mostrar el principio jurídico sobre que des­cansa la nueva organización, es decir, el prin­cipio de que la multiplicidad de puestos estambién compatible con la magistratura supre­ma; pero una vez admitido este principio, noera posible seguir sosteniendo que el mismono era aplicable teóricamente a los puestosinferiores y auxiliares; lo más que podía per­mitirse es que por motivos puramente prácti­cos dejara de realizarse. Las luchas que parala introducción de la organización nueva pu­dieron tener lugar, tanto con la espada comocon las armas espirituales, terminaron; hastadonde nuestras noticias alcanzan, el principiode la colegialidad constituye un fundamentoreconocidamente inatacable del derecho poi í­tico republicano, aquel principio que por lomenos durante quinientos años influyó en lasuerte del poderoso Estado, sin eficacia apa­rente, pero sin embargo innegable, y cuya totalviolación con el restablecimiento del régimenunitario es lo que se llama dictadura de Césary principado de Augusto, y cuya señal exteriores la caída de la República. De la colegialidaden las organizaciones sacerdotales que hemostratado ya; réstanos ahora exponer cuálesfueron las aplicaciones que de ella se hicierona la magistratura.

En la esfera de esta última no se introdujo

Page 35: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS DE CASO 41

el principio de la colegialidad en aquellas ins­tituciones que tra ían su origen de la organiza­ción antigua y que en la práctica no admitíanoposición ni ingerencia, o sea en el interreg­nado y en la prefectura de la ciudad. Por elcontrario, dicho principio aplicóse por lo re­gular a todos los cargos públicos que nacieroncon la República o dentro de ella, tanto a lamagistratura suprema ordinaria, cuya denomi­nación usual derivaba cabalmente de la col e­gialidad, como a todas lasdemás magistraturas,mayores y menores, ordinarias y extraordina­rias; es más: aun en el nombramiento de aque­llos funcionarios establecidos para realizaractos individuales, que sólo podían ser ejecu­tados por un solo hombre, como el fallo enlos procesos de alta traición, se adoptaba laforma de la colegialidad. De esta rígida suje­ción a las fórmulas consagradas, sólo pudieronescapar, entre todas las magistraturas republi­canas, la dictadura y el cargo de jefe de la ca­ballería, y aun éstas estuvieron quizás someti­das a la colegialidad desigual, cuyo conceptoexaminaremos luego. El principio de que setrata se aplicó aun a los cargos subordinados yauxiliares, cuyos depositarios no se considera­ban como magistrados. En la administraciónde justicia, donde por lo menos se consentíael dicho principio, se conservó siempre elantiguo jurado único, individual, y aun el tri­bunal de los recuperatores, que funcionaba,sin duda, haciendo uso del sistema de la ma­yoría de votos, no estaba sometido tampocoa la colegialidad. Por el contrario, el númerode seis, que eran los jefes destinados a mandarlas legiones, y el establecimiento de un doblecenturionato, no eran otra cosa más que apli­caciones del dicho principio.

Aun cuando es condición esencial de lacolegialidad la pluralidad de puestos, el núme­ro de los que habían de ser éstos era cosa libre,

no existiendo, por tanto, acerca del asunto,ninguna regla general valedera. La colegialidadde tres puestos de las organizaciones patriciasdependía de que la Roma patricia era trina.En la comunidad patricio-plebeya, la colegiali­dad adoptó en un principio su forma más sen­cilla, o sea la de dualidad; por lo que al con­sulado se refiere, esta forma persistió por todoel tiempo de duración del cargo, y en cuantoa los demás cargos públicos patricios ordina­rios afecta, como también a los cargos plebe­yos, hay que decir que todos comenzaron porser duales, si bien es verdad que, posterior­mente, en la mayor parte de ellos se aumentóel número de los puestos. Singularmente enlo que se refiere al colegio de los tribunos delpueblo, el cual no podía invocar en apoyo desu eterna duración ningún fundamento orgá­nico, hubo de asegurarse la persistencia delcargo contra la contingencia de quedar vacan­te, aumentando bastante, y desde bien pronto,el número de los puestos. En los tiempos pos­teriores de la República, a consecuencia de lacreencia en la virtud benéfica de los númerosimpares, predominó en los cargos nuevamenteinstituidos entonces, y en los extraordinarios,la cifra de tres y la de cinco puestos.

Como quiera que, tratándose de cargos pú­blicos que tuvieran varios puestos, cada unade las personas que los desempeñasen podíapor sí sola, sin asistencia de las demás, prac­ticar todos los actos necesarios para el desem­peño del cargo, es claro que, desde el puntodede vista jurídico, el hecho de que faltaseuno o más colegas no ten ía trascendencia. Sidesde un principio no fuese cubierto más queuno de los puesto, o por muerte, o renuncia, ocese de algún colega mientras se hallara enfunciones quedase alguna vacante, el únicocolega que permaneciese en el cargo pod íacubrirla si le parecía oportuno, pero también

Page 36: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

42 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

pod ía quedarse él solo en plena posesión detodo el poder correspondiente a la función deque se tratara.

En principio, la colegialidad exige la igual­dad de derechos entre los funcionarios quedesempeñan un mismo cargo, por lo tantoigual título e iguales atribuciones (par potes­tas); y en efecto, así se aplicaba a los cónsules,ediles, cuestores, tribunos populares, y en ge­neral a la mayoría de los funcionarios ordina­rios y extraordinarios. Una colegialidad conpoderes desiguales o con desigual competenciaera, en rigor, una contradicción en los térmi­nos. Después que el tribunal de los ciudadanosy el de los extranjeros fueron encomendados ados pretores distintos, sólo se pudo hablar deun mandato común para ambos en tanto losdos puestos llevaban consigo otras atribucionescomunes de hecho a ambos, no en cuanto serefiere a la jurisdicción.

Háse admitido también la colegialidad entredepositarios del imperium con diferente poder(maior y minor potestes), por lo menos entreel cónsul y el pretor, y acaso también entreel dictador y el cónsul; pero los doctores delderecho poi ítico romano lo han hecho así conel objeto principalmente de poder atribuirtambién al pretor y al dictador, cuando menosde nombre, las condíciones generales de la co­legialidad, que real y verdaderamente no lescuadraban. la diversidad de títulos que desdeantiguo sirvió para diferenciar al dictador delcónsul, y la variedad de competencia de lospretores, y de éstos con relación a los cónsu­les, establecida desde bien pronto, no puedentampoco caber dentro del círculo de la col e­gialidad. Despuésmostraremos que el conceptode ésta última no se mantuvo en toda su pure­za y rigor originarios.

Como la colegialidad tendía a la vez a con­servar e impedir el pleno poder de los

magistrados, claramente se comprende porsólo esto que la misma no pudiera conseguirsu fin, y que el ideal que con ella se perseguíaen la época republicana sólo aproximadamen­te pudiera realizarse. Así lo demuestra la rna­nera de tratar y despachar los asuntos que conella vino a introducirse. Este despacho podíatener lugar de tres modos: por cooperación,por turno acompañado de sorteo y del derechode intercesión y, finalmente, por distribuciónde los negocios según las varias esferas decompetencia. lo que acerca del asunto cono­cemos se refiere principalmente a la magistra­tura suprema; los preceptos, sin duda esencial­mente análogos a éstos, que rigieron con res­pecto a las funciones inferiores son tan pococonocidos, que no tenemos más remedio queprescindir de ellos.

la cooperación hubiera representado la ex­presión perfecta de la colegialidad, en el casode que hubiera sido posible. Varios magistra­dos podían mandar la misma cosa, pero sólouno era quien podía llevar a ejecución el man­dato; la cooperación, pues, cesaba desde elmomento en que se hacía uso del derecho decoacción que al magistrado compete. Asíhubo de reconocerse en la práctica, como lodemuestra la circunstancia de que la coopera­ción no se admitía en el régimen de la guerranunca, y en el régimen de la ciudad, en lasfunciones más importantes, a saber: en lasjurisdiccionales y en el nombramiento de losmagistrados. Para el edicto, para la proposiciónde ley, para la convocación del Senado, parala leva militar, se congregaban todos o varioscolegas; pero es porque los límites del obrarcolectivo se habían extendido a estos actosde un modo impropio e inconveniente. Ahora,dejando a un lado que por este medio se bus­caba el dar un espectáculo a las gentes seme­jantes palladium de la República, cosa, en

Page 37: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUO lOS DE CASO 43

general, muy propia del derecho poi ítico ro­mano, hemos de advertir que el resultadopráctico que con ello se consiguió fue el dehacer enteramente imposible la intercesiónde los colegas (que pronto estudiaremos), porcuanto, obrando éstos unidos, aquélla no ten íarazón de ser. Por otra parte, las cuestiones deetiqueta, por ejemplo, las relativas al turno enla presidencia del Senado, encontraron unterreno favorabil ísimo para su desarrollo coneste procedimiento.

La expresión verdaderamente práctica de lacolegialidad se encuentra en la regla, según laque los asuntos divisibles eran despachadospor turno, esto es, por el colega a quien letocara funcionar en cada plazo de tiempo, ylos no divisibles eran despachados por aquelcolega a quien le tocaran en suerte; debiendoañadirse que los colegas podían también ten­derse y obrar de acuerdo (comparare), igual­mente que hacer uso de la intercesión, de queluego se hablará.

El turno lo encontramos en el más antiguorégimen militar y en la más antigua jurisdic­ción. Cuando el mando de la guerra se hallabaencomendado a dos jefes que funcionabanjuntos y ten ían las mismas facultades, turna­ban diariamente en el ejercicio del mismo. Deesta regla, a cuya acción entorpecedora y per­judicial debió Roma la derrota de Canas, seharía seguramente poco uso en la práctica. Sepermitía la variación de este turno, acordán­dolo así los colegas, y entre los dos cónsulesaconteció probablemente con frecuencia queel uso estuviera al frente de la caballería, elotro al frente de la infantería, siendo por lotanto éste quien daba las órdenes supremas.Además, el instituto de la dictadura era per­fectísimamente adecuado para impedir la ino­portuna dualidad del mando en el orden mi­litar, y en los antiguos tiempos se hizo uso

del mismo regularmente, con este objeto,siempre que la necesidad lo impon ía. Final­mente, la división de las tropas y del campode la guerra, división que ya estudiaremos,produjo probablemente desde bien pronto elefecto de impedir que fuera fácil que los jefesmilitares con iguales atribuciones ejercieranel mando juntos. Mayor importancia prácticatuvo el turno en el régimen de la ciudad. Lajurisdicción iba correspondiendo sucesivamen­te por plazos o períodos de tiempo propor­cionados al número de los funcionarios queparticipaban en ella, y como los lictores ibantambién turnados con aquélla, este turno debereferise al ejercicio de todas las funciones pú­blicas dentro de la ciudad. La jurisdicción civilfue organizada de otro modo por la ley liciniadel año 387 (367 a. de J. C}: en todo lo demáscontinuó el ·'turno, cuando menos como reglageneral. El convenio y el sorteo de los colegassólo se aplicaron a las funciones públicas de laciudad para establecer el orden de sucesióncon que correspondía actuar a los magistrados.No hay que olvidar los distintos efectos delturno sobre el ejercicio del imperium militar ydel imperium en la ciudad; en el primer casohay que obedecer al magistrado que no ejerzatemporalmente el mando; en el segundo Lasono hay que atenerse más que a la función.Tocante al ejercicio de aquellos actos corres­pondientes a un cargo público, los cuales noconsienten ni cooperación ni turno, v, gr., elnombramiento de sucesor, la suerte es la únicaque decide, a no ser que los concurrentes sepongan de acuerdo sobre el particular.

La tercera forma de despachar los asuntos,o sea el reparto de los mismos por esferas decompetencia, excluye realmente la colegiali­dad, o la limita por lo menos ni acuerdo mutuoindispensable para determinar el círculo de

Page 38: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

44 REVISTA OE AOMINISTRACION PUBLICA

asuntos propios de cada colega. El acuerdomutuo no era cosa que a éstos se permitiesede una manera incondicional; no por ley, perosí por costumbre con fuerza legal, se prohibíaprobablemente a los cónsules el ponerse deacuerdo para regir uno la ciudad y el otro losnegocios de la guerra. En virtud de lo dichoanteriormente acerca del íntimo enlace quepor la Constitución existía entre ambas formasdel imperium, de la ciudad y el de la guerra,si bien es verdad que los dos cónsules no ejer­cían indistintamente el uno y el otro al mis­mo tiempo, también lo es que por regla generalambos cónsules participaban a la vez, uno allado del otro, así en el imperium de la primeraclase como en el de la segunda. Parece quecon esta limitación se permitía que los colegasse pusieran de acuerdo para repartirse losasuntos y despacharlos contemporáneamente,cada uno los que le hubieran correspondidoen el reparto hecho, lo mismo que se permitíaese acuerdo para variar el turno y no haceruso del sorteo: una vez acordado el reparto delos negocios, se hacia primero la distribuciónde éstos en grupos, y luego se pod ían sortearlos grupos entre los colegas. Sobre todo en elrégimen de la guerra, y por tanto, con relacióna las tropas ya los distritos sometidos al man­do (provincise), hubo de ser frecuente el ejer­cicio simultáneo de varios mandos militaressupremos, si bien parciales. En estas separa­ciones, relacionadas estrech ísimamente conlas medidas militares y poi íticas que anual­mente hab ían de tomarse por acuerdo entrelos magistrados y el Consejo de la comunidad,este último ejerció un influjo decisivo desdeel instante sobre la distribución de los nego­cios, mientras que, por el contrario, una cos­tumbre inveterada y fija no le consentía mezoc1arse en la adjudicación de los grupos o divi­siones de asuntos a talo cual persona, dejando

en esto libertad a los cónsules para convenirsesobre el particular o hacer uso del sorteo.

La partición de los asuntos por mutuoacuerdo no era la expresión más perfecta dela colegialidad, pero sin embargo ésta era laque le servía de base; por el contrario, cuandola ley determinaba la competencia de cadamagistrado, la colegialidad se hacia ilusoria.Esto es lo que ocurrió con la magistraturasuprema, cuando la legislación Iicinia creó untercer puesto en ella, destinado en especial ala administración de justicia, y esto continuóocurriendo en adelante, cuando se fueron su­cesivamente instituyendo otros puestos parael mismo fin en la capital yen Ultramar, sien­do substancialmente indiferente para el casoque esta especial competencia se hubiera otor­gado a los funcionarios en el acto mismo de suelección hecha en los Comicios, el cual acon­teció al instituir el tercer puesto referido, o quela elección se hiciera para las jurisdicciones engeneral y luego cada una de éstas se adjudicaraa aquel de los funcionarios previamente elegi­do a quien le correspondiera por suerte, quees lo que tuvo lugar en muchos casos. El fun­damento de la colegialidad de los magistradossupremos, esto es, el pleno imperium que cadauno de ellos gozaba, se conservó todavía no­minalmente en estas instituciones, en dado casoque a los dos primeros puestos de dicha magis­tratura no les fue negada la jurisdicción misma,sino tan sólo su ejercicio, y al magistrado su­premo añadido posteriormente a los otros dostampoco dejó de pertenecerle el mando mili­tar, lo que hubo fue que el ejercicio de estemando quedó neutralizado o localizado, yaporque al magistrado de que se trata se leprohibía salir de la ciudad mientras durase eltiempo del desempeño de sus funciones, yatambién porque del mando militar sólo podíahacerse uso en los territorios ultramarinos.

Page 39: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS DE CASO 45

Con estas disposiciones quedó, sin embargo,abolida de hecho la colegialidad de la magis­tratura suprema, originándose, por consiguien­te, la llamada colegialidad desigual, antesmencionada, y que con más exactitud deberíallamarse nominal.

Para introducir la pluralidad de puestos enlos cargos públicos, no dejaría de tenerseen cuenta la consideración práctica de que ladualidad servla para hacer improbable la para­lización de los asuntos, paralización que nopod ía menos de acontecer en el caso de queel magistrado estuviese impedido de funcionar,y que debía sentirse grandemente, sobre todocuando se careciera CES; del todo de represen­tación. Pero el motivo capital de semejanteintroducción fue, sin duda alguna, la negativaconsecuencia que la misma produjo, a saber:la debilitación de la extrapotente Monarqu íay la consiguiente posibilidad de quebrantar elimperium, y en general, el poder de los fun­cionarios públicos. De hecho, el régimen anti­guo de la unicidad de persona en la magistra­tura suprema envolvía tal peligro de que fuerandesconocidos los derechos de la comunidad yla segurídad personal de los índividuos, acausadel absoluto poder que correspondía a losreyes, que se veía con evidencia la necesidadde una reforma de principios encaminada ensentido contrario. La pluralidad de puestosdejó intacta la plenitud del poder, pero hizoposible el quebrantarlo. La materia del man­dato mancomunado en el derecho privado noestaba organizada de la misma manera paratodos los casos; así, en la tutela testamenta­ria bastaba con la declaración de un solo tutor,mientras que en la agnaticia se requería la detodos los tutores. En la colegialidad de losmagistrados se siguió la línea media: bastabacon que uno solo de ellos diera el mandato ola orden, pero esa orden quedaba ineficaz con

que uno solo de los colegas se opusiese a ella.De esta manera, sin debilitar cualitativamenteel poder monárquico pleno, se le colocó endisposición de negarse a sí mismo, en disposi­ción de que la injusticia que él mismo podíapreparar fuese evitada por la intervención delcolega.

La colisión entre los mandatos de dos ma­gistrados, o sea el acto de contrarrestar y ha­cerinútil el mandato de uno de ellos por mediodel mandato contrario de otro, que es lo quelos romanos llamaron intercesión, pod ía tenerlugar, bien entre dos funcionarios que se en­contraran entre sí en la posición de superior ainferior (maior V minar po testas) , bien entrelos que se hallaran bajo un pie de igualdad.Ambas formas pertenecen a la época republi­cana.

La superioridad e inferioridad entre las ma­gistraturas era incompatible con la originariaunidad del cargo público; era tan imposibleque un magistrado dejara sin efecto un man­dato dado por un auxiliar o subordinado suyo,como que el mismo magistrado reti rase supropio mandato, porque el derecho de mandarque el auxiliar tenia derivaba de su mandante.La subordinación de un magistrado a otro em­pezó a usarse con el instituto de la dictadura,puesto que el imperium del dictador hac íaineficaz el del cónsul; más tarde, cuando fueinstitu ida la pretura frente al consulado, vol­vió a hacerse uso de una gradación análoga. Lalugartenencia que en el régimen de la guerrase permitió pudo conducir al mismo resultado;pues, en efecto, cuando por excepción conti­nuaba existiendo el lugarteniente al lado delos magistrados efectivos de iguales atribucio­nes, se le consideró como inferior a estos: elprocónsul cedfa ante el cónsul. Por otra víase llegó también a la subordinación, y fuecambiando los auxiliares de la magistratura

Page 40: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

46 REVISTA DE ADMINISTAACION PUBLICA

suprema en magistrados: el cuestor obedecíatanto al cónsul como al tribuno militar; perodespués que empezó a recibir su mandato in­terviniendo la cooperación de los Comicios,esta obediencia se cambió en subordinacióndel magistrado inferior al superior.

La relación entre poderes iguales es precisa­mente la colegialidad que hemos estudiado.Por eso es por lo que al cónsul le correspondela intercesión contra el cónsul, y al cuestorcontra el cuestor; entre poderes de competen­cia desigual no puede existir colegialidad. Ladiferencia de rango no es subordinación; elcensor es antes que el cuestor, pero no le pre­side ni puede anular sus órdenes.

El círculo de los funcionarios con facultadde ejercer la intercesión hubo pe ampliarsepor efecto del derecho especial reconocidodesde muy antiguo por la Constitución a laplebe, esto es, por efecto del derecho de inter­cesión de sus tribunos. Aun cuando al tribunono se le consideró en algún tiempo, y en rigorestricto nunca, como magistrado de la comu­nidad, y por consecuencia careció del derechoque los magistrados ten ían para dar mandatos,sin embargo, se le concedió la facultad deoponer su veto a todo mandato que éstos die­ran y esta intercesión tribunicia fue ejercidacon tal extensión y tanta energía, que real­mente se subrogó a la efectiva de los magistra­dos, condenándola al silencio.

La intercesión se derivaba de la idea, segúnla cual ambos funcionarios nombrados paradesempeñar un cargo eran competentes parael acto en cuestión; y puesto que el no ejerci­cio de la intercesión se interpretaba comaaprobación efectiva, es claro que .la intercesiónde los colegas puede referirse al concepto ge­neral de la cooperación. Queda, sin embargo,por averiguar si era o no considerado comocompetente el magistrado que en aquel mo-

mento no funcionara; ahora, esta concepciónno se compadece en general con la intercesiónejercida por el poder más fuerte. Tambiénel dictador, el cual no ejercía jurisdicción civil,y el cónsul después que se le privó legalmentede ejercerla, ten ían derecho de intercesiónfrente al pretor, lo cual era debido, tanto aque el derecho de los mismos era superior ymás fuerte que el del pretor, como a que elimperium no podía menos de ser siempre vir­tualmente completo. Finalmente, el tribunopopular no ten ía competencia, mientras quesí le correspondía la intercesión.

En el régimen de la guerra se hacía uso dela intercesión de distinto modo que en el régi­men de la ciudad. Existía también en aquelrégimen, y aun más firme que en este último,la gradación de poderes, esto es, la subordina­ción Jel pretor y del cuestor al cónsul; mas noten ían lugar en el mismo ni la intercesión co­legial ni la tribunicia. Aunque es verdad quehabía algunas veces, por excepción, uno allado de otro, dos jefes de la campaña coniguales atribuciones, también lo es que en talcaso ten ía lugar, por precepto constitucional,un turno cualitativamente distinto del de laciudad, turno que no consentía la intercesión.Por consiguiente, esta puede ser consideradacomo una institución privativa del régimen dela ciudad.

También en la ciudad sufrió la intercesiónalgunas limitaciones generales y muchas espe­ciales, en vista. de que su absoluta y puramentenegativa eficacia envolvía graves inconvenien­tes y peligrosos. Al conceder la intercesióntribunicia, quedó excluída la posibilidad deinterponerla frente al dictador, cargo que porsu misma naturaleza no consentía tampoco laintercesión colegial; pero la razón de ello eraante todo impedir los ataques poi íticos, y porotra parte, aun cuando tal privilegio no fue

Page 41: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTÚDIDS DE CASO 47

expresamente abolido, sin embargo, pareceque la dictadura no abusó de él jamás. Mayorimportancia práctica tenía la limitación delcampo sometido a la intercesión. No estabansujetos a ella los actos que no fueran propiosde los magistrados, sobre todo, no lo estabanlas decisiones de los jurados, probablementeni siquiera cuando, según el derecho posterior,éstas eran dadas en el gran tribunal del Juradobajo la presidencia de un magistrado; tampocolo estaban aquellos actos de los magistradosque no causaban gravamen a los particularesciudadanos, como los auspicios, el estableci­miento del interrex y del dictador, y la confir­mación de los actos del pueblo por el Senadopatricio, tampoco lo estaban el registro forma­do por los censores ni las notaciones hechaspor éstos de la conducta de los ciudadanos,por la razón de que uno y otros carecían deeficacia jurídica inmediata. Por el contrario,estaba sometido a intercesión el acuerdo delos magistrados con el Senado y además todaslas acciones preparatorias de las decisiones deéste, sin embargo, había algunos asuntos ex­ceptuados por medio de leyes especiales, v.gr., los acuerdos del Senado relativo a las pro­vincias que habían de ser adjudicadas al mandode los cónsules en funciones de guerra; ade­más, estaban sometidas a intercesión todas lasdisposiciones que dieran los magistrados quedirigían las discusiones de la ciudadanía, ad­virtiendo que en cuanto a la materia relativaa la elección de magistrados se admitía la in­tercesión tribunicia, mas no la colegial. Contralos acuerdos de la ciudadan ía, ya se tratara deuna ley, ya de una elección, no podía interce­derse. Véase en todo esto el esfuerzo, por dara la intercesión la forma de nomophylaquia,pero no menos también la determinación arbi­traria de los límites de la misma provocadapor la lucha de clases. Sobre todo en la inter-

cestón tribunicia, se ve bien marcada la ten­dencia a prevenir por este medio los abusosde poder de los funcionarios públicos, supues­to que al ciudadano oprimido o perjudicadopor un mandato de los magistrados se le con­ced ía el derecho de reclamar (appellatio)auxilio (auxilium). Así sucede en todos losactos de la justicia civil; así también en los ad­ministrativos del reclutamiento militar y de lapercepción de impuestos; así, finalmente, entodo lo que se refiere a la administraciónde justicia criminal dentro de la ciudad y alejercicio del derecho de coercición. Ahorabien, en aquellos casos en los cuales el magis­trado, tratándose del procedimiento admi­nistrativo, hubiera hecho la correspondienteconsulta a los cuerpos nombrados para eva­cuarla (consitium}, aun cuando quizá era per­mitida la intercesión, sin embargo, no era locorriente que se interpusiera, porque entoncesno podía ya suponerse que se tratara de unacto caprichoso del funcionario.

El procedimiento para la intercesión con­sistía sencillamente en privar de fuerza al actorealizado por el magistrado intercedido, Todomagistrado revestido de la facultad de inter­cesión ten ía el derecho de hacerlo asi. La opo­sición de los colegas produc ía efectos jurídicos,era firme, porque el acto de declarar inútil elacto del compañero no podía a su vez ser pri­vado de fuerza y declarado inútil. La interce­sión no necesitaba ser fundamentada, no sepod ía discutir jurídicamente de qué manera elfuncionario que la interponía había podidollegar a convencerse de la oportunidad y con­veniencia de la misma. Por lo que al tiemporespecta, la intercesión tenía que ir inmedia­tamente ligada al acto que la misma declarabasin fuerza, si no por la ley, cuando menospor costumbre debió fijarse un plazo máximo

Page 42: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

48 REVISTA DE ADMINI5TRACrON PUBLICA

dentro del cual hubiera que hacer uso de ellapara que fuese eficaz.

La intercesión no implicaba un constreñi­miento directo al funcionario contra quien seinterponía para que se adhiriese a ella; comola colegialidad es lo que le dió vida, el cónsulintercesor lo único que hacía era quitar fuerzajurídica a la decisión del colega. Es probableque el fin primitivo de la institución fueraprincipalmente hacer que las sentencias judi­ciales injustas se tuvieran sencillamente por nopronunciadas. Tampoco la nomophylaquia delos tribunos populares era otra cosa que unsimple derecho de casación. Pero en el proce­dimiento civil, sobre todo en las cuestionespor deudas, no debía ser ya suficiente, desdeel punto de vista práctico, con la simple casa­ción, y con respecto a la coercición, a la levamilitar y a otros much ísimos actos de los ma­gistrados, los efectos de la casación eran iluso­rios, aun cuando, según es probable, ya desdeantiguo la desobediencia contra la intercesiónfuera punible criminalmente como una viola­ción de las obligaciones oficiales o públicas.Por esto es por lo que, cuando la intercesióntribunicia, obtenida por elementos absoluta­mente revolucionarios, se añadió a la colegial,le fue concedido al tribuno intercesor el dere­cho, o lo que a la plebe le pareció un derecho,de impedir la desobediencia del magistrado, lomismo que éste impedía la del ciudadano. Lopropio se dice de todos aquellos casosen quela intercesión era ejercida por un poder másfuerte contra uno más débil, por cuanto frenteal poder superior, los funcionarios inferioresse equiparan a los particulares individuos. Enel tema dedicado al derecho de coacción ypenal, haremos más indicaciones acerca deeste punto.

INGRESO E~J EL CARGO Y CESACIONEN ELMISMO

El cargo público era en Roma, por su propiaíndole, vitalicio; el interregno establecidojunto a la más antigua magistratura, y cuyaduración fija era de cinco días, tenía el carác­ter de puesto auxiliar, como lo prueba, sobretodo, el hecho de que al interrex no se teníaque prestar palabra de fidelidad. Todos losdemás cargos, tanto de magistrados como sa­cerdotales, que encontramos en la época delos reyes, han de serconsiderados jurídicamen­te como puestos auxiliares, sin una duraciónfijamente determinada por el derecho, perorevocables en cualquier momento. Cargo pro­piamente transitorio, no existía más que el deprefecto de la ciudad, establecido en el casode ausencia del Rey.

La abolición de la Monarqu ía consistióesencialmente, además de la supresión de launicidad de la magistratura, en la de su vitali­dad, y cuando una y otra cosa fueron restable­cidas de nuevo, es cuando sedice que concluyela organización republicana. Era de esenciadel cargo público republicano, así de los altoscomo de los bajos, de los ordinarios como delos extraordinarios, el tener fijados 1ímites detiempo independientes del arbitrio del magis­trado que los ocupara. Es verdad que con re­lación a los cargos públicos extraordinariosrevestidos de poder constituyente -que lofueron, en los tiempos más antiguos, el decen­vi rato establecido para legislar, y en los pos­teriores, la dictadura de Sila con poderes paradar la constitución y la legislación a la comu­nidad, y las instituciones análogas de la épocacesariana y la de los triunviros- es verdadque con relación a estos cargos el magistradoera el que a su arbitrio fijaba la duración delos mismos, o bien no existió absolutamente

Page 43: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD 105 D E CASO 49

para ellos un plazo, al cabo del cual cesaran ensus funciones los que los desempeñaban; perohay que advertir que se trataba de circunstan­cias excepcionales, en las cuales estaba preci­samente suspendida la organización poi íticaexistente a la sazón, y que con ello no se hizomás que confirmar en principio el carácter derelatividad y contingencia de la Repúbl ica, de­pendiente de haber plazos señalados paraejercer las magistraturas.

El plazo señalado a los magistrados extraor­dinarios podía limitarse al desempeño de unnegocio transitorio, como, por ejemplo, laconsagración de un templo, la fundación deuna colonia o el ejercicio de un mando militar.Pero como en este caso la terminación delcargo depend ía, hasta cierto punto, del arbi­trio del magistrado, tal forma se empleó ex­cl usivamente para los mandatos que por sumisma esencia no tuvieran carácter poi ítico,evitando el emplearla, por el contrario, cuandose tratara de comisiones importantes, sobretodo del ejercicio de un mando militar, oempleándola entonces bajo la forma de pro­magistratura, cuyos depositarios podían acualquier hora ser relevados de sus funciones.

El señalamiento de plazo revestía la formade fijación de un día final, siempre que setratara de cargos públicos ordinarios, y lamayor parte de las veces también tratándosede los extraordinarios. Respecto a los ordina­rios no permanentes y a los extraordinarios,el señalamiento del día final iba frecuente­mente unido al mandato transitorio, de maneraque el funcionario dejaba de serlo, o al termi­nar su misión, o al transcurrir el plazo fijado.Así, el interrex cesaba en sus funciones inme­diatamente de hecho el nombramiento delRey, o cuando transcurrieran los cinco días deduración del cargo; el dictador, después decumplida su misión, o pasados seis meses; los

censores, una vez formado el censo, o a losdiez y ocho meses. Se trata, pues, aqu i de lafijación de un 1ímite máximo de tiempo. Porel contrario, los magistrados permanentes se­guían por lo regular en sus cargos hasta quefinalizara el plazo de duración de los mismos,si bien no les estaba prohibido renunciarlosantes de que tal plazo se cumpliera. Ya hemosdicho, que el señalamiento de plazos se apli­caba lo mismo al régimen de la guerra que alde la ciudad, pero que mientras en el régimende la ciudad así el cargo como la función ce­saban sencillamente con la llegada del términofinal de tiempo señalado a las mismas, en elrégimen de la guerra estaba en parte prescrito,y en parte, a lo menos, permitido que se con­tinuara ejerciendo, no el cargo, pero sí la fun­ción aun después de llegado ese término.

Si bien es cierto que no existía una reglageneral relativa a los plazos que habían dedurar los cargos, sin embargo, lo que predo­minaba era la duración anual. Con relación alos cargos permanentes, este principio de laduración anual se aplicaba de manera absoluta,y en los casos en que por excepción se prolon­gaba el poder militar, no era permitido seña­larle un ulterior término final más larqo de unaño. La prolongación del imperium de Pom­peyo y de los posteriores depositarios delpoder más allá de este término señala ya laagonía del régimen republicano.

El año de duración de los cargos públicos ylos plazos señalados a los mismos se compu­taban generalmente con arreglo al calendariooficial, sin tener en cuenta ni el comienzo deese año (10. de marzo) ni la desigualdad realque había entre unos y otros meses y años delcalendario; por consiguiente, todo plazo secontaba desde el día de la toma de posesióndel cargo hasta el día correspondiente del meso año posterior. No obstante, cuando se tra-

Page 44: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

50 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

tara de completar un colegio incompleto, val íacomo término final de duración para el colegaque fuese elegido después el mismo señaladopara el colega nombrado con anterioridad; yel día que los cónsules entraban en funcionesparece que, por regla general, se acomodabanlos demás funcionarios anuales, de suerte queen los casos excepcionales en que los pretores,y también los ediles y los cuestores, no empe­zasen a ejercer sus cargos al mismo tiempoque los cónsules, sino después, se retrotra ía elmomento de empezar a ejercerlos hasta aquelen que hubieren tomado posesión los cónsules.Por el contrario, el día del ingreso en funcionesde los magistrados de la plebe, al menos el delos tribunos, era independientemente de loscónsules, donde vemos conservarse todav ía unasupervivencia de aquel antiguo Estado dentrodel Estado que hemos dicho que los plebeyosformaban. La fijación por el calendario deldía que les correspond ía entrar en funcionesa los tribunos del pueblo empezó a usarsedesde bien pronto; luego que, por los motivosindicados, los tribunos referidos pudieron irsesucediendo sin interrupción, esto es, después,de la caída de los decenviros, el día en que to­maban posesión de sus cargos fue fijado cons­tantemente para ellO de diciembre. Por elcontrario, en lo que atañe a la magistraturasuprema, el cómputo del año de funciones sefue por derecho alargando o acortando a me­dida que cada nueva pareja de cónsules retar­daba su toma de posesión o apresuraba elabandono del cargo, lo cual vino a dar porresultado que ni los años de funciones forma­ban una serie fija, puesto que entre unos yotros se daban plazos de interregno, ni tam­poco una serie de unidades iguales; las fraccio­nes de los dos años del calendario que cadaconsulado abrazaba pod ían ser de diversa ex­tensión, y en cuanto al momento de entrar en

funciones, nada estaba determinado, si se ex­ceptúa que, acaso por costumbre, los cónsulescomenzaban regularmente a funcionar en losprimeros días de mes (kalendae) o a mediadosdel mismo (idus). Esta manera singular decontar el año de duración de los cargos debióproducir una gran confusión cronológica, sobretodo porque los años jur ídicos se iban desig­nando por los nombres de los magistrados, y aveces hasta fue causa de que se produjeransituaciones de verdadero malestar, principal­mente, porque los ejercicios y expedicionesmilitares permanentes de la ciudadanía, veri­ficados en la mejor época del año, apenas con­sentían que el cambio en el mando supremopudiera verificarse durante los meses de vera­no. Parece,sin embargo, que ninguna alteraciónhubo de introducirse en principio sobre esteparticular hasta los comienzos de la guerra deAn íbal, en cuya época se fijó, por lo menos dehecho, para el día de ingreso en los cargos el 15de marzo, pero en el año 601 (153 a. de J. C.)se hizo nuevamente retroceder el momentodicho dos meses y medio, fijándolo en ello.de enero. Desde entonces los interregnos secomputaron en el año de ejercicio del cargo yno se tuvieron en cuenta para hacer el cómputodel tiempo; y si en el curso del año de ejercicioquedaban vacantes ambos, los puestos de cón­sul, para lo que restaba del año, se nombrabapor elección posterior otra pareja de cónsules.En la época republicana, sólo por excepción,se distribuyó el año de duración del cargoconsular entre varios colegios; pero desde loscomienzos del principado, esta fue la regla,abreviándose, por otra parte, cada día más laduración de la función, de una manera irregu­lar, sí, pero constante. Y se hizo esto a fin deaumentar el número de los consulares, o seade las personas que habían sido cónsules, se­ñaladamente el de aquellas a las que habían de

Page 45: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD tOS DE CASO 51

limitarse los nombramientos hechos por losemperadores. No por eso sufrió alteraciónalguna en su esencia el año consular; la men­cionada costumbre de fijar las fechas por loscónsules que ejercieran el cargo hubo de sermuy pronto abandonada, sustituyendo la dellamar a todo el año por el nombre de los cón­sules que lo fuesen el 10. de enero. Primero dehecho, y muy pronto también de derecho, elaño del calendario fue identificándose con elmismo año consular, cuyo comienzo habíasido fijado el 10. de enero, sustituyendo alantiguo modo de empezar a contar el nuevoaño desde marzo. Esta manera de contar elaño la heredaron las generaciones posteriores,y es la que hoy subsiste en todas partes paradar comienzo al año nuevo. La pretura y lacensura siguieron en este particular el ejemplodel consulado. Por el contrario, los cuestores,no sabemos desde cuándo, empezaron a tomarposesión el 5 de diciembre anterior; acaso fuedebido el hecho a que pareciera convenienteque antes que el nuevo magistrado supremoentrase a desempeñar su cargo se hallaran yaen posesión de los suyos respectivos los prin­cipales de sus auxiliares y subordinados, a finde que desde luego pudiera comenzar a utilizarsus servicios. El ingreso de los funcionarios ensus cargos ten ía lugar siempre por derecho,no siendo necesario al efecto acto alguno es­pecial de voluntad de los mismos. En los co­mienzos, este ingreso coincidía siempre y deuna manera absoluta con el nombramiento oinstauración del funcionario; más tarde lacoincidencia ten ía lugar también en principio:según la expresión romana, el ingreso en elcargo partía del acto mismo en que ten ía lu­gar la elección (ex templo). Pero cuando setratara de nombramientos hechos para unplazo determinado, había que esperar a queeste plazo comenzara, lo cual formó la regla

general para los funcionarios ordinarios per­manentes en la época republicana.

Las solemnidades civiles y religiosas de queiba revestida la toma de posesión de los magis­trados supremos, como eran la recepción delas fasces, el cumplimento de los votos y pro­mesas de sacrificios que se hacían año por añoa los dioses por el bien común, la renovaciónde estos votos, la posesión del primer asientodel Senado sobre el Capitolio, el estableci­miento y la ejecución de las fiestas nacionaleslatinas en Lavinium y sobre el monte Albano,no ten ían significación esencial alguna desdeel punto de vista del derecho poi ítico. Perosí deben ser objeto de nuestro examen otrostres actos que también acompañaban al ingresoen funciones de los magistrados, a saber: lainvocación de la aprobación divina para co­menzar a' desempeñar el cargo, la recepciónde la palabra de fidelidad prestada por la ciu­dadanía y el acto de prestar juramento. Todosellos ten ían de común la circunstancia de queel magistrado no entraba en funciones por larealización de semejantes actos, sino que másbien éstos presupon ían ya verificada la pose­sión del cargo, estando el funcionario obligadoúnicamente a ejecutar esos actos tan prontocomo le fuere posible.

El consentimiento de los dioses para darcomienzo al desempeño de un cargo lo invo­caba el magistrado en la ciudad de Roma, alapuntar el alba, por medio de la inspección deciertos signos (auspicia). Este precepto eraaplicable a todos los verdaderos magistrados,sin distinción de rango, y por consiguiente,el acto de que se trata era un criterio o signoexterior que denotaba la magistratura; lossubalternos y auxiliares, los cuales no ten íanauspicios propios, no pod ían hacer la inspec­ción referida, como tampoco los cuasi-magis­trados plebeyos. Según lo exige la misma na-

Page 46: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

52 REVISTA DE ADMINISTRACtON PUBLICA

turaleza del acto, la inspección debía hacerselo más pronto posible, por lo tanto, en aque­llos casos en que el nombramiento y la tomade posesión del magistrado no constitu ían unmismo acto, debía tener lugar la mañana delprimer día de entrar en funciones; y cuandolos dos referidos actos coincidían, debía veri­ficarse probablemente la mañana del siguientedía a aquel en que se entraba en funciones.Hubo de excusarse todo lo posible el deferirpara más adelante la invocación a los dioses; yen los casos en que no se pod ía por menos dehacer uso del aplazamiento, como cuando setrataba, v, gr., del nombramiento de un dic­tador ausente de Roma, no por eso se suspen­día el ejercicio de las funciones propias delcargo. En teoría, la negativa de los auspiciossólo podía dar lugar a una obligación cierta,por parte de los magistrados, a resignar el car­go; en la práctica, sin embargo, no sólo no seconoció ningún ejemplo de esto, sino que labendición divina, en cuanto nosotros sabemosde semejante acto, era de tal manera prodiga­da, que los dioses garantizaban año tras año atodos los magistrados en general los más favo­rables signos, a saber: la luz que en el cielosereno iba de izquierda a derecha, con lo quela inspección de las aves se convirtió jurídica­mente en inspección del cielo (de cae/o ser­vare).

De análoga manera, el magistrado se hallabaobligado a recibir la palabra de fidelidad de laciudadanía a la cual iba a presidir y dirigir.Ten ía lugar este acto en la misma forma depregunta y contestación empleada para ponersede acuerdo en general, o sea para formar la /ex,el magistrado y la ciudadan ía, siendo, alefecto, congregada esta última en la ciudad odentro de los arrabales, ordinariamente conarreglo a las divisiones de los ciudadanos porcurias (lex curietei, pero también excepcio-

nalmente, sobre todo cuando se tratara defuncionarios encargados de formar el censo,con arreglo a las divisiones militares por cenoturias (lex centuriata). Esta palabra de fideli­dad era necesaria, lo mismo que los auspicios,a todo magistrado verdadero, mientras que nose le prestaba ni al interrex, que no funcionabasino interinamente, ni a los sacerdotes, ni a losjefes de la plebe; aquellos magistrados queten ían facultades para interrogar a la ciudada­nía recibían la palabra de fidelidad de ésta,tanto para sí mismos como para los no facul­tados a hacer esta interrogación. Preguntábasesi se prestaba la obediencia exigida por la fun­ción que se iba a desempeñar, no pudiéndosemenos de dar contestación afi rmativa, porcuanto el ciudadano se hallaba ya obligado aesta obediencia por el hecho mismo del nom­bramiento de la magistratura, y esta obedien­cia debía ser prestada tanto al interrex, a quienno se daba palabra de fidelidad, como a losmagistrados facultados para este acto forta­lecedor de sus poderes. Por esto es por lo quetal acto se verificaba regularmente por las cu­rias, aun después que a éstas se les privo de lafacultad legislativa. A la idolatría de las for­mas, a que se llegó poco a poco a medida quefueron corrompiéndose y disgregándose real­mente los antiguos organismos, es a lo queobedeció el que al final de la República sedisputase a los magistrados el derecho de con­vocar la ciudadan ía para elecciones y paraejercer imperium militar y jurisdiccional antesde haber recibido la palabra de fidelidad. Enesta misma época, el acto de que se trata hubode reducirse a ser una mera formalidad, puestoque no solamente se hac ía a la vez para todoslos magistrados anuales, sino que cada una delas divisiones o grupos votantes era represen­tado al efecto por uno de los oficiales perte­necientes a la magistratura.

Page 47: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUO lOS OE CASO 53

En el organismo poi ítico de Roma no exis­tía una verdadera obligación de que los magis­trados prestasen juramento: Era, sí, usual queen las diferentes elecciones, el magistrado quelas dirigía, antes de hacer el nombramientodel elegido, recibiese de éste juramento de quehabía de desempeñar a conciencia y escrupu­losamente el cargo; pero semejante requisitono era jurídicamente necesario. En los dosúltimos siglos de la República se prestaba ju­ramento después de tomar posesión del cargo,pues al efecto, algunos acuerdos del puebloprescribieron al futuro funcionario la obliga­ción de jurar dentro de los cinco días siguien­tes a aquel en que comenzase a ejercer susfunciones, so pena de perder el puesto. Estemodo de jurar por medio de un acto legal laobservancia de cierto número de preceptoslegales llegó poco a poco a adquirir el carácterde juramento de los magistrados, sobre todo,después que en el mismo fueron inclu idos,primero, algunos preceptos de César, y luegolos de los emperadores en general.

Se cesa en el cargo público igual que seentra en él, es decir, por ministerio de la leyen el caso de que el transcurso del plazo deduración del mismo envuelva semejante cesa­ción, por el contrario, cuando el magistradocesa antes de tiempo, por haber despachadoel negocio que le fue encomendado, o porotros motivos, claro está que debe declararpúblicamente que lo resigna También erausual, en el primer caso, que el magistrado,inmediatamente antes de cesar, se despidierasolemnemente de la ciudadan ía y asegurarseante ella, mediante juramento, que no habíaobrado a sabiendas contra las leyes; pero nieste acto era necesario, ni producía ningunaconsecuencia jurídica. Al funcionario no pod íaconstreñírsele a renunciar el cargo contra suvoluntad antes de que llegase el término de

duración del mismo; al menos antes del sigloen que agonizó la República, aunque a menudose excitaba a los magistrados a que abandona­sen su puesto antes de finalizar la duración deéste, no se llegó nunca a privarles formalmen­te del mismo. La originaria igualdad de dere­chos de la magistratura y de la ciudadan íaenvolvía también, en principio, la imposibili­dad de que, cuando menos los magistradossupremos, fuesen destitu ídos_ En los tiemposposteriores de la República, cuando la sobera­nía del Estado pasó a los Comicios, fue sinduda permitido, en teoría, la abrogación delos cargos públicos por el medio indicado, delcual se hizo uso también, en efecto, algunasveces. Los magistrados superiores podían tam­bién impedir a los inferiores el ejercicio delcargo, pero como no eran ellos los que se lohabían concedido, no podían privarles delcargo mismo; sólo el jefe de la caballería, cuyaposición oscilaba generalmente entre la de losmagistrados y la de los subalternos y auxilia­res, era el que pod ía ser removido de su puestopor el dictador.

Con la cuestión del cese del magistrado seenlazan las de saber: 10., si, y hasta dónde,pierden eficacia, con la cesación, los actos quecomo tal magistrado hubiera ejecutado; y 20.,si, y hasta dónde, se halla éste obligado admi­nistrativamente a rendir cuentas y sujeto areponsabilidad judicial por tales actos.

Claro está que el cese del funcionario noafecta en general a los actos válidos que éstehubiere ejecutado como tal, porque dichosactos son, en el sentido jurídico, actos de la

.cornunidad. Están, sin embargo, exceptuadosde esta regla los actos dependientes del arbitriopersonal del magistrado, permitidos jurídica­mente, mas no prescritos. El derecho del ma­gistrado a dar comisiones y el de nombrarlugartenientes no extienden su acción más allá

Page 48: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

54 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

del plazo que duran las funciones del mismo;si el magistrado comitente cesa el día que lecorresponde, la comisión no se transmite a susucesor, y el lugarteniente del magistrado quecesa no es tampoco lugarteniente del que lesucede. De igual manera, las órdenes que elmagistrado' hubiese dado sin atenerse a unprecepto legal (quae imperio continentur)sólo le obligan y comprometen a él, no a susucesor. Toda norma que proceda del arbitriodel magistrado, por consiguiente, todo edicto,para seguir teniendo vigor después que aquélcesa en sus funciones, tiene que ser repetidopor el sucesor. Lo cual tuvo gran importancia,sobre todo en la evolución del procedimientocivil de Roma, por cuanto, según la concepciónde este pueblo, el magistrado que guiaba ydirigía el pleito tenía amplias facultades parafijar lo que era el Derecho, y aun para dar aéste una interpretación extensiva; mas porotra parte, esa amplia competencia encontra­ba una poderosa y esencial limitación en lacircunstancia de que las reglas de derechodadas por un magistrado perd ían su fuerzacuando éste dejaba de serlo y no eran obliga­torias para su sucesor.

La obligación de rendir cuentas es contra­ria a la esencia de la magistratura romana. Niel Rey ni el dictador estaban sometidos a ella,y aun la ordinaria magistratura suprema sólolo estaba de un modo indirecto. Por ministe­rio de la ley estaban obligados a rendir cuen­tas los cuestores, como administradores de lacaja del Estado; en un principio estuvieronsin duda obligados a rendirlas únicamente asus mandantes, es decir, a los magistrados su­premos. Pero desde el momento en que elnombramiento de los cuestores empezó ahacerse, no ya por un acto exclusivo de los

magistrados supremos, sino con la intervencióno cooperación de los Comicios, la rendiciónde cuentas cambió de carácter; desdeentonces,los gerentes de la caja de la ciudad ten ían querendirlas a sus sucesores, y los cuestores en­cargados de administrar la caja de la guerra lasrendían a la caja de la ciudad, con lo que seconsegu ía que las cuentas del año precedentefueran revisadas, en primer término, por losfuncionarios del año siguiente, y después porel Senado. Como el cuestor administraba lacaja en nombre del magistrado supremo, y envirtud de las indicaciones de éste, es claro queaun cuando el cuestor era el que nominalmen­te rendía cuentas, en realidad quien verificabala rendición era el magistrado supremo. Ahora,como la rendición sólo se refería a las sumasrecibidas de la caja de la ciudad, y las quetuvieran otro origen, sobre todo los dinerosprovenientes al magistrado supremo de las ad­quisiciones guerreras, no llegaban forzosamen­te a manos de los cuestores, es claro que lamagistratura suprema, en su calidad de jefemilitar, estaba libre de la obligación dicha.

El funcionario público no era más ni menosresponsable por los actos ejecutados come talfuncionario, ni casi de otra manera, que loera cada particular individuo por sus accionesy omisiones.

El antiguo procedimiento criminal que dióorigen a la provocación, esto es, tanto el pri­mitivo procedimiento esencialmente cuestorialcomo el que hubo de desarrollarse por mediode los tribunos del pueblo, fue el que se aplicólo mismo a los delitos cometidos por los fun­cionarios públicos en el ejercicio de su cargo,que a los actos de los particulares, aun cuandoel último es el que en principio tuvo que serel que ante todo se aplicara con suma frecuen­cia con relación a los individuos que habíandesempeñado funciones públicas. El censor

Page 49: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 55

estaba exento de responsabilidad poi ítica porlos actos ejecutados en el desempeño de sucargo, lo cual, al mismo tiempo que era unaconsecuencia de la índole propia de esta ma­gistratura, puesto que para ejercer aquél debíaproceder el censor discrecionalmente sin suje­ción a preceptos taxativos, no constitu ía unprivilegio legal.

Lo propio se dice del procedimiento civil,en toda su extensión, incluyendo los llamadosdelitos privados; todo ciudadano o no ciuda­dano podía entablar acción aun contra losfuncionarios públicos por furtum e iniuria, enel amplio sentido que en Roma tuvieron estaspalabras; hasta los comienzos del siglo VII dela ciudad, no hubo ninguna diferencia legalen este respecto entre el ladrón de bolsillosy el cónsul concusionario. En algún tiempose hizo uso, para perseguir las concusiones delos funcionarios públicos, de una forma másrigurosa de procedimiento civil, yen la evolu­ción ulterior de esta clase de proceso, quegradualmente fue reemplazando al antiguoprocedimiento criminal, la circunstancia agra­vante constitu ída por desempeñar el delin­cuente funciones públicas, fue un motivo su­ficiente para que aun el procedimiento pordefraudación de caudales públicos (la quaestiopeeulatus), él por traición a la patria y losdemás relacionados con éste (la quaestio mai­estatis) se entablarán preferentemente contralos que abusarán o hicieran mal uso de las fun­ciones públicas.

Unicamente en cuanto hace relación al mo­mento en que puede pedirse la responsabilidad,es en lo que las consecuencias de la jerarqu íade los magistrados produjeron desde luegouna diferencia entre magistrados y particula­res. Al magistrado no pod ía exig írsele en ge­neral responsabilidad alguna, ni ante sí mismo,ni ante un magistrado de poder inferior o igual

al suyo; por consiguiente, al que no ten ía sobresí ningún superior, no podía exigírsele respon­sabilidad antes de que cesara en el desempeñodel cargo. Esto no era aplicable a los funcio­narios inferiores, pero tampoco se pod ía de­ducir regularmente querella contra los mismossino cuando ellos lo consintieran, porque laprotección general que se otorga a laspersonasocupadas en la gestión de los negocios públi­cos, ante los obstáculos que un proceso lescrearía, era también concedida a esos funcio­narios inferiores.

DERECHOS HONORIFICOS y EMOLU­MENTOS DE LOS MAGISTRADOS

En esta breve reseña no podemos hacernoscargo sino- de los tres más importantes distin­tivos y derechos honoríficos de entre todoslos que servían para caracterizar a los magis­trados de la comunidad frente a los simplesciudadanos, a saber: las varas y hachas, la púr­pura del vestido y la silla de magistrado. Yahemos dicho que, aun cuando con algunaslimitaciones, estos honores y distintivos erancomunes a sacerdotes y magistrados.

Las varas y hachas reun idas en haz (fasces)eran la expresión sensible del imperium delos magistrados, del derecho que ten ían a laobediencia, y en caso de que ésta no se lesprestara, de la facultad de constreñir (coerci­tia) a ella, obrando en caso necesario sobre elcuerpo y la vida del desobediente; por eso losportadores de las varas y las hachas (lictoresliban por ministerio de la ley delante del depo­sitario del imperium, y no podían menos de iracompañado a éste cuando se manifestase enpúbl ico. Estas fasces eran al mismo tiempo laseñal que servía para distinguir el imperiummilitar del imperium ordinario de la ciudad;puesto que en la época republicana sólo el

Page 50: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

56 REVISTA DE AOMIN1STRACION PUBLICA

cónsul, cuando estuviera al frente del ejército,y en la ciudad sólo el dictador, eran los quepod ían llevar hachas. Las gradaciones de poderentre los diversos magistrados encontrabantambién su expresión visible en los lictores.El número normal de doce portadores de fas­ces -en estos organismos no tuvo representa­ción el antiguo sistema decimal- expresabael pleno poder tanto del Rey como del cónsul,y en la organización de Augusto se le concediótambién al Príncipe. El número doble era, enlos tiempos de la República, la expresión delpoder eminente del "dictador, y más tarde,según la característica, innovación introducidapor Domiciano, del emperador. La mitad delnúmero normal indicaba el poder del jefe dela caballería, poder en todo caso de magistra­do supremo, pero inferior a los anteriores, yel del pretor que funcionase con imperiummilitar; el número de cinco, en los tiempos delImperio, un mando militar del pretor, atenua­do; el número de dos, el imperium del pretoren la ciudad, y en tiempos del Imperio, el deuna serie de funcionarios entonces creadospara Roma e Italia. Todos los funcionariosauxiliares, aun los censores, y con mayor razóntodavía los cuasi-magistrados plebeyos, asícomo carecía de imperium carecía tambiénde lictores.

El magistrado vestía lo mismo que el ciu­dadano; pero el llevar el vestido color rojo erauna preeminencia y constitu ía el distintivo'de la magistratura. Tenían derecho a este dis­tintivo todos los magistrados autorizados parallevar lictores, y de entre los magistrados infe­riores, lo tenían los censores y los ediles curu­les; no lo ten ían los funcionarios de la comu­nidad que ocuparan rango más bajo que éstos,ni tampoco los jefes o representantes de laplebe. También se revelaba en el traje, en laépoca republicana, la contraposición entre el

imperium militar y el de la ciudad, puesto queel hábito rojo, que el Rey podía usar tanto enel campo de la guerra como en la ciudad, selimitó ahora al imperium militar; el cortovestido de guerra de color rojo hubo de cam­biarse en la banda del general (peludementum},banda que más tarde, cuando el generalatofue un derecho reservado al emperador, vinoa dar orígen a la púrpura imperial. Fuera de laciudad no se permitía el vestido rojo del ma­gistrado; los que de entre éstos ten ían facul­tades para usar la púrpura, no llevaban en laciudad más que una franja roja en el vestidoblanco del ciudadano (toga practexta). Unica­mente cuando el magistrado victorioso eraelevado al Capitolio, es cuando debía usarcomo distintivo dentro de la ciudad el vestidorojo de guerra y todos los ornamentos de laguerra y de la victoria.

Tocante a las relaciones públicas entre elmagistrado y el ciudadano, se hallaba estable­cida la regla de que en general, cuando la ín­dole del acto lo consintiera, el magistradoestuviera sentado y el ciudadano de pie. Locual se hizo extensivo aun a los magistradosauxiliares que tuvieran carácter de públicos,v. gr., a los jurados, y también a los cuasi-ma­gistados de la plebe, pero cuando éstos actua­sen entre la multitud, se sentaban en bancos(subsellia). Por el contrario, el asiento propio,singular, era lo que distinguía a los magistra­dos, concediéndose aun al cuestor cuando es­tuviera ejerciendo oficialmente sus funciones.Los organismos superiores se caracterizabanpor la forma del asiento singular. Verdad esque la silIa respaldada, que acaso se usó comoasiento del Rey, desapareció en la época repu­blicana; pero la silla curul, una silla portátil,de marfil, sin respaldo, de forma especial, lesfue concedida, lo mismo que el borde de púr-

Page 51: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 57

pura, tanto a los magistrados con imperium,como a los censores y a los ediles patricios.

Los derechos honoríficos de los magistra­dos, como por ejemplo el uso del título delempleo, no iban inherentes a la persona, sinoal cargo; en la época republicana, ni a los quehabían sido magistrados y ya no lo eran, sepermitió, por lo general, que continuaran ha­ciendo uso de aquéllos, ni tampoco se consin­tió que los usaran los no magistrados. Bienpronto, sin embargo, se hizo una excepciónsobre el particular, consistente en que en lasfestividades públicas, en las cuales los ciuda­danos llevaban las condecoraciones que leshubieren sido concedidas por servicios a lacomunidad o por causa de ésta, singularmentelas coronas honoríficas, los que hubiesen sidomagistrados pudieran usar en todo caso eltraje de tales o el traje triunfal que anterior­mente les hubiera correspondido, y, por IDtanto, a partir de entonces pudo empezar aser considerado como un derecho honoríficovitalicio el uso de la praetexta. Todavía seconcedió con mayor frecuencia el uso deltraje de magistrado como vestido del cadáveren los funerales. En la época republicana, so­lamente se concedieron los honores de magis­trados a quienes no ID fueran, en el caso deque algún particular diese fiestas popularescomo las que los magistrados ten ían que darpor obligación; en casos tales se sol ía conce­der al particular que diera las fiestas, mientraséstas duraran, no el uso del título propio de lamagistratura, pero sí las insignias de ésta, in­cluso los lictores. En los tiempos del Imperio,los derechos honoríficos que les fueron reco­nocidos a los magistrados después de habercesado en su cargo (por ejemplo, los ornamentapreetorisi, se concedieron también, por ex­cepción, a personas que ni habían desempe­ñado cargos públicos, ni quizá los habrían de

desempeñar nunca.El servicio de subalternos y dependientes

de los magistrados ten ía una reglamentaciónfija, singularmente dentro de la ciudad. Losesclavos se utilizaron para servicios públicos,tales como los de conducción de aguas, incen­dios, servicio doméstico y otros usos; ciertosindividuos libres no ciudadanos, del peor de­recho (Bruttiani) , fueron empleados en losúltimos tiempos de la República como subal­ternos, fuera de Roma. Pero en la materia derelaciones entre los magistrados y los ciudada­nos no se utilizaron hombres no libres niextranjeros; aun el servicio de la caja de lacomunidad estuvo confiado exclusivamente ahombres libres, hasta donde nosotros sabemos,no obstante que la administración de la cajaen las familias romanas de los tiempos histó­ricos se hallaba encomendada a los esclavos,y que el servicio de la comunidad estaba sinduda organizado conforme al modelo de laadministración doméstica de las antiguas casasnobles; la diferencia obedecía a la circunstan­cia de que la administración de la caja de lacomunidad pod ía envolver una responsabil idadmayor que la de las cajas particulares. Cierta­mente, los que hubieran sido esclavos no esta­ban exclu ídos de este servicio de la comuni­dad, que era retribu ído y que por ID mismo seconsideraba como de categoría inferior, igualque todo otro servicio asalariado; pero la mis­ma forma empleada para cubrir los puestosexigía que los libertos de los magistrados enfunciones no pudieran desempeñarlo, si bienal magistrado supremo se le consentía que aun liberto que hubiese él tenido a su serviciodoméstico lo ascendiera a criado o domésticode su cargo público. El contrato que dabaorígen a tal servicio había de celebrarse duran­te el año de ejercicio del cargo, y por IDregularel magistrado que cesaba en sus funciones ce-

Page 52: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

58 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

lebraba tal contrato para el año siguiente; demanera que cuando el nuevo magistrado em­pezaba a obrar como tal, ya se encontraba conlos correspondientes subalternos, quedándolea él sólo la facultad de ascenderlos. No sola­mente estaba permitido el nombramiento porsegunda vez de una misma persona para elservicio, sino que, con relación a los subalter­nos dentro de la ciudad, esta repetición llegódesde bien pronto a convertirse en regla; dedonde resultó. de hecho, la vitalicidad y hastala comercialidad de los oficios de la capital yel espíritu exclusivista de cuerpo de los oficia­les que los desempeñaban. Además de los yamencionados lictores, se nos ofrecen entre lossubalternos especialmente los mensajeros oenviados [vistores}, destinados en un principioa llevar a conocimiento de las particulares per­sonas las órdenes de los magistrados, y lospregoneros (prsecones), destinados principal­

-mente a dar publicidad a los acuerdos y pre­ceptos que los magistrados superiores ordena­ban para el público en general; para las aten­ciones y necesidades religiosas o sacrales habíalos trompeteros (tibictnes], los polleros (pulla­rii), los inspectores de entrañas (haruspices) yotros servidores de diferente especie. retribu í­dos. Pero la categoría más importante y mássaliente de subalternos la formaban los escri­bientes que prestaban sus servicios en el Aera­rium (scribeel, a los cuales se les daba el nom­bre de sus más inmediatos superiores, los cues­tares y los ediles curules; pero de hecho, porlo mismo que no sólo llevaban las cuentas delEstado, sino que además ten ían en su poderlas listas públicas y los documentos públicosen general, a quienes verdaderamente ser­vían y auxiliaban era a los magistrados supe­riores, y en primer término a los cónsules. Lamateria toda de contabilidad pública estabaen manos de estos subalternos, que en reali-

dad eran permanentes, y lo estaban, sobretodo, por la razón de que la cuestura era mi­rada como un cargo de entrada en la carrera, yademás anual, y hasta qué punto es cierto loque se dice, nos lo demuestra la circunstanciade que cuando el Erario anticipaba grandessumas a los gobernadores provinciales, estasautoridades, además de los cuestores que habi­tualmente tenían adjuntos, habían de tener asu lado dos escribientes de cuestor, con el ob­jeto de que vigilasen e inspeccionasen en lasprovincias la distribución y el ejemplo que aese dinero se daba.

La comunidad pagaba las prestaciones quese le hacían, siempre que las mismas arranca­ran de algún contrato especial, como aconte­cía, por ejemplo, con los empresarios de lasobras públicas y con los lictores. Tampocopor el servicio militar se pagaba una compen­sación; este pago se hacía antiguamente porlos distritos, pero bien pronto quedó a cargode la caja de la comunidad. Igualmente, alfuncionario público que prestase al propiotiempo servicio militar, podía concedérseleun sueldo, y aun el alto sueldo del caballero;en Roma no se conocía, sin embargo, un suel­do especial asignado a los oficiales del ejército,y hasta es posible que ocurriera que aquellosoficiales que fueran a la vez magistrados estu­vieran justamente obligados a prestar el servi­cio de las armas gratuitamente. Fuera del suel­do, el servicio de la comunidad no producíaal que lo prestaba ni rendimientos,ni pérdidaspatrimoniales. Esto de derecho, pues en lapráctica ocurrieron muchas veces una y otracosa: pérdidas y desembolsos, principalmenteen el servicio de la ciudad; ventajas y rendi­mientos, en el servicio de fuera de ésta.

Con respecto al desempeño de los cargospúblicos dentro de la ciudad, hubo de estable­cerse en general la siguiente regla: que los de-

Page 53: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD 105 DE CASO 59

sembolsos necesarios para tal desempeño co­rrieran a cuenta de la caja de la comunidad, yque los rendimientos que el cargo produjesese ingresaran en esa misma caja. Esta regla dejó,sin embargo, de aplicarse muy pronto en loconcerniente a las fiestas populares, cuandolas mismas ten ían que ser dadas por los magis­trados. Después hubo de ocurrir, o acaso ven íaestablecida con anterioridad la costumbre deentregar a éstos la caja de la comunidad unasuma fija para tales fiestas, sin exigirles cuentasde su empleo, ni la entrega del sobrante, comotampoco se les reconoció derecho a pedir su­plemento de gastos; por lo tanto, hubiera pér­didas o ganancias, unas u otras eran de cuentapersonal del magistrado que daba la fiesta.Esta suma, a lo menos en los tiempos histó­ricos, era tan insuficiente, que los magistradosno tenían más remedio que suplir la falta conrecursos propios, y aun cuando este suple­mento era considerado legalmente como undonativo gratuito, la verdad es que hubo deconvertirse en algo esencial a la instituciónmisma. Posteriormente, la porfía y el pugilatopor apoderarse de los cargos públicos fueroncada vez mayores; el abuso del suplementodicho, para suplir a expensas propias los gas­tos necesarios a la celebración de las fiestaspopulares, llegó a connaturalizarse con lascostumbres; las elecciones para los puestospúblicos se consideraron en cierto modocomo una puja de ofertas y contraofertas: enesto consistió una de las principales palancasde la plutocracia de los tiempos ulteriores dela República. El Imperio puso fin a esta am­bición insana.

Los magistrados y los comisionados que lacomunidad ten ía fuera de Roma obten ían losfondos necesarios para el desempeño de susfunciones, parte recibiéndolos en dinero de la

caja del Estado, que la mayoría de las veceslos prestaba en forma de anticipo, determi­nando o no, según lascircunstancias,el empleoque se les había de dar, y parte acudiendo alderecho de requisición que a tales funciona­rios se les concedía: con lo Que éstos, en prin­cipio, ni ten ian que pagar nada de su bolsillo,ni tampoco lo recibian. De hecho, no obstan­te, aun prescindiendo de las concusiones yde las coacciones propiamente dichas, los ma­gistrados se aprovecharon de esta última fa­cultad para utilizarla en su propio y exclusivobeneficio. Además, se les permitió, con mayoramplitud aún, el atender a las necesidades pro­pias con una indemnización de dinero, queregularmente redundaba en provecho suyo, yque era muy subida. De esta clase eran lascantidades asignadas para viajes a los embaja­dores de la comunidad [vieticum}, los gastosde equipo concedidos a los gobernadores delas provincias (vasarium) , las pensiones diariasseñaladas a los subordinados y auxiliares porsus superiores (eibaria) , del propio modo quelas análogas, consideradas justamente comogratificaciones, concedidas para sal (salarium)y para vino (eongiarium) , y que el magistradosupremo ten ía derecho a incluir en las cuentasque rindiese. Por esta via principalmente, lanobleza romana de funcionarios utilizó elpoderío y el florecimiento del Estado para suenriquecimiento personal, lo que, unido a laespeculación mercantil introducida en los car­gos, fue la causa de que la nación dominadorase viese sometida a la prepotencia financiera.Pero también aquí penetró vigorosa y diligen­temente la obra del principado, sustituyendopor otro el antiguo sistema, vicioso y degene­rado por los abusos; al efecto, abolió el carác­ter gratuito que en principio correspond ía alos magistrados que funcionaban fuera deRoma y les señaló un elevado sueldo.

Page 54: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

&0 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

LUGARTENIENTES, AUXILIARES YCONSEJEROS

El derecho que los magistrados tienen de darórdenes para los ciudadanos, tanto puedenejercitarlo ellos mismos, de un modo inme­diato, como mediatamente, esto es, por inter­mediarios, por mandatarios. Esta última formada lugar, por un lado a la actividad de losauxiliares y los subalternos de los magistrados,de los magistrados, y por otro a la de los lu­gartenientes de los mismos. En general, no esposible el desempeño de las funciones públi­cas sin servirse al efecto de auxiliares y coope­radores. En Roma se distingu ían, no termino­lógicamente, pero sí en realidad, los auxiliaresde rango superior y los de rango inferior, O

dicho con más propiedad, los auxiliares quefuncionaban sin recibir retribución alguna, elcarácter predominante de cuya actividad erael cumplimiento de una obligación cívica,como por ejemplo, los jurados y los oficialesdel ejército, y los auxiliares pagados, como loeran los apparitores y los soldados. Los orga­nismos de que estos auxiliares formaban partefueron creciendo y desarrollándose a medidaque la comunidad iba adquiriendo su especialestructura, de manera que su estudio no pudotener un lugar aparte en el derecho poi íticogeneral, sino que, por ejemplo, de los juradosdebe tratarse cuando se estudie el procedi­miento, y de los soldados cuando se hable dela guerra. Además, los altos puestos de auxilia­res deben ser también examinados en buenaparte en otros sitios y bajo otros respectos,por cuanto ellos son los que vinieron a darlugar a la magistratura inferior, desprovista deimperium. Con todo, el derecho de dar órde­nes mediatamente no puede menos que figuraren el tratado general consagrado al examen dela magistratura. Entre las más antiguas y fuer-

tes limitaciones del poder de los magistradosse hallan, por un lado, la prohibición legal aéstos de la facultad de dar mandatos o hacerdelegaciones, y por otro, la imposición porla ley de una misma facultad; en esto es en loque principalmente estriba la contraposicióndel poder real y el de la magistratura republica­na, tal y como los romanos lo concebían; y deigual modo, la antítesis entre el imperium dela ciudad y el de la guerra ten ía ante todo suexpresión práctica en la distinta manera de serconsiderados los lugartenientes y los auxiliares.Para conocer las relaciones existentes en lacomunidad romana entre la independencia delos magistrados y el poder de los subalternos yauxiliares, o sea la burocracia, es también ne­cesario que estudiemos, bajo su aspecto másgeneral, el derecho de dar órdenes rnediéta­mente. Si la burocracia no se desarrolló en laépoca republicana, el fenómeno se debe antetodo (aparte de que el servicio doméstico delos libres y semilibres aumentó la fuerza delindividuo) a que a los puestos de auxiliares nose concedió carácter de permanencia, comotampoco a la magistratura, de modo que losconsejeros, los jurados y los oficiales de ejér­cito turnaban continuamente y se confundíancon los magistrados. Tan luego como estamezcla comenzó a desaparecer, según hubo deocurrir ya en los mismos tiempos de la Repú­blica con los escribientes de los magistrados,empezó a desarrollarse el elemento burocrá­tico, y luego que en la época del principadola referida mezcla fue desapareciendo cada vezmás, la burocracia adquirió tal fuerza que con­cluyó por hacer degenerar el régimen caracte­rístico de Roma, convirtiéndolo en un verda­dero bizantinismo.

Durante la época de los reyes era permitidala lugartenencia en el pleno sentido de la pala­bra, por medio de mandato o delegación del

Page 55: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 61

magistrado; es decir, que el Rey, en el caso dehallarse impedido para ejercer sus funciones,singularmente por ausencia o enfermedad, po­día nombrar un representante que las ejercierapor él. En la organización republicana, pareceque sólo era permitido establecer esta lugar­tenencia en un único caso, como se desprendede la contraposición entre el imperium de laciudad y el militar y de la necesaria continui­dad del primero, Cuando él o los magistradossupremos trasponían los límites primitivos delterritorio de la ciudad, y las funciones que lescorrespond ían por razón de su cargo queda­ban vacantes, de hecho, por más de un día, elmagistrado que hubiera salido el. último delterritorio dicho debía nombrar un vicario dela ciudad (praefectus urbi}, para que, durantesu ausencia, ejerciese dentro de ésta las atribu­ciones que a la magistratura suprema corres­podía en general, y principalmente para quetomase a su cargo la jurisdicción y ésta no su­friera interrupción alguna. Esta institución asípor su forma monárquica como por sus co­nexiones con los más antiguos límites delterritorio de la ciudad, debe ser referida a laépoca de los reyes, con lo que se explica tam­bién que el vicario o prefecto de la ciudad, noobstante tener un imperium delegado, se titu­lara magistrado y obrara como tal. En cambio,ni la lugartenencia fundada en un mandatolibre, ni tampoco el ejercicio del poder corres­pondiente a los magistrados por una personanombrada sin la cooperación de los Comicios,eran cosas compatibles con la organización ysistema republicanos, y por eso luego de co­menzar a estar vigente este sistema se prohi­bió el nombramiento de dicho prefecto de laciudad en la forma a que nos referimos, igual­mente que sucedió con la dictadura. Ya al tri­bunado consular se le negó el derecho que loscónsules ten ían de nombrar lugartenientes, y

al ser abolida aquella magistratura se aplicó laprohibición dicha a los cónsules mismos. Lacontinuidad, especialmente de la jurisdicción,hubo de lograrse con respecto a la magistratu­ra suprema por el aumento del número depuestos en la misma, dado caso que de los tri­bunos militares siempre permanecía uno enRoma, y cuando éstos fueron abolidos, a losdos cónsules se añadió un tercer colega, encar­gado especialmente de la administración dejusticia, y el cual había de estar en Roma todoel tiempo que durase su cargo. Sólo durantelas fiestas latinas, celebradas en el antiguocampo de Alba y cuyo ritual exig ía la ausenciade toda la magistratura romana, es cuandotodavía se nombraba, según la antigua cos­tumbre, un prefecto de la ciudad. Fuera deeste caso, desde el momento en que se estable­ció la pretura de la ciudad, quedó constitucio­nalmente abolido en el régimen de esta últimael derecho que originariamente correspond ía ala magistratura suprema y para nombrar libre­mente un representante suyo. Aun en el casoen que la pretura de la ciudad quedara vacantepor haber muerto la persona que ejercía elcargo, o en el caso de que el pretor funcionaseexcepcionalmente fuera de Roma, no se vol"íaal antiguo sistema de la delegación consular,sino que se dejaba el cargo vacante. En cam­bio, en el régimen de la ciudad se permitía ladelegación de los colegas entre s i, pues desdeel momento en que comenzaron a funcionaren ese régimen varios pretores entre los que sedistribu ían los asuntos correspondientes alcargo, aquéllos que no ten ían su residenciapor ministerio de la ley en la capital, como latenía el pretor de la ciudad, encomendaban aéste el desempeño de los negocios que a ellosles correspondían dentro de la ciudad, cosaque podía hacerse, porque si bien por este me­dio se transfería a otra persona el despacho de

Page 56: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

62 REVISTA OE ADMINISTAACION PUBLICA

los asuntos que le correspondían a uno porsu cargo, la transferencia no envolvía una de­legación hecha a persona que no fuese un ma­gistrado. Gracias a estas disposiciones, y alpropio tiempo a la aplicación estricta del prin­cipio de la anualidad y del sistema del interreg­nado en la esfera de los cargos de la ciudad,pudo lograrse en época en que ya estaba desa­rrollada la República, que las funciones públi­cas, tal y como se hallaban determinadas porla Constitución, se ejercieran dentro de la ciu­dad por magistrados verdaderos y efectivos,o lo que es lo mismo, que dentro de la ciudadno funcionase la promagistratura.

Por tanto, en la ciudad no era permitidodelegar el imperium en general por mandato.Ahora, con relación a los actos particularesque en el imperium tienen su base regia dentrode la ciudad misma, la ley, según la cual, losdepositarios del imperium o hab ían de ejecu­tar el acto por sí mismos, o no habían deejecutarlo ellos mismos; es decir, que o sehallaba legalmente excluída la posibilidad deque existieran subalternos y auxiliares para elcargo de que se tratara, o estos subalternoseran legalmente necesarios. Si según la con­cepción jurídica de Roma, fundada segura­mente menos en la tradición que en una cons­trucción artificial, el Rey podía dictar por símismo la sentencia, así en el procedimientocriminal como en el civil, y por consiguiente,hay que pensar que era potestativo en él ser­virse o no servirse de subalternos y auxiliares,en cambio, parece que el régimen o gobiernocon delegación o mandato obligatorio es loque forma la esencia propia del desempeño delos cargos en la época republicana, el imperiumlegitimum o iustum. Era esencial la regulaciónpor la ley, tanto del número como de la espe­cie de auxiliares que hubiera de utilizar el ma­gistrado. Ya se ha dicho que la servidumbre

concedida a éste desde un principio para elcumplimiento y la ayuda de su actividad per­sonal, se hallaba organizada legalmente con­forme a un esquema fijo, sobre todo por loque respecta al círculo de los magistrados quefuncionaban dentro de la ciudad; ahora vere­mos disposiciones análogas con respecto aldespacho de los negocios que, siendo propiosdel cargo, no pod ían ser desempeñados delmodo que acaba de decirse.

Parece necesario ir estudiando por separadola intervención de los funcionarios subalternosy auxiliares en cada uno de los más importan­tes ramos de la actividad que dentro de la ciu­dad desplegaban los magistrados.

Por regla general, no podía ser objeto dedelegación el comercio con los dioses median­te los auspicios, ni tampoco las negociacionesy tratos de los magistrados con la ciudadan íay con el Senado. Debe ser mencionada, sinembargo, ante todo, una excepción que sehace, por lo que a la ciudadan ía se refiere, enmateria de potestad penal.

El poder de coercición contenido en elimperium no podía nunca ser delegado en símismo; pero la ejecución de este poder, porlo mismo que requiere el empleo de la fuerzapara reducir a los desobedientes (coercitio},envolvía la forma jurídicamente organizadade la apparitio. Por el contrario, el poder pe­nal, en el mero hecho de tener que ejercersesobre el cuerpo y la vida de los ciudadanos, sehallaba sometido forzosamente a la delegación,puesto que ni el poseedor del imperium podíadictar por sí mismo la sentencia, ni en el casode apelación (provoeatio) de la misma, la de­fendía él ante la ciudadanía. Al efecto, dichomagistrado ten ía que nombrar mandatariosconforme a reglas fijas, los cuales mandatariosse convirtieron pronto en magistrados subor­dinados a consecuencia de haberse hecho ex-

Page 57: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS DE CASO 63

tensiva también a ellos la elección popular,como se expondrá más adelante, al ocuparnosde la administración de justicia penal. En estecaso estaba permitido y prescrito que la ciu­dadan ía fuese convocada por medio de losmandatarios indicados al efecto, y por su par­te, el cónsul estaba también obligado a con­ceder al tribuno del pueblo, a instancia delmismo, el necesario mandato o delegaciónpara hacer la convocatoria (para la cual noten ía él mismo competencia per se) de las cen­turias, cuando éstas hubieran de ejercer la ju­risdicción que se les había reservado en lascuestiones capitales.

La administración'de justicia en las contien­das entre particulares se divid ía en regulacióndel procedimiento (iuris dictio) y pronuncia­ción de la sentencia (iudicium): en cuanto alo primero, no se admitia en general delega­ción; en cuanto a lo segundo, semejante dele­gación estaba preceptuada. Pero ambas reglasson menester de mayor desarrollo.

La jurisdicción correspondia en el régimende la ciudad al pretor o pretores que funciona­ban en Roma, y a los ediles curules; aquí nose admitía más delegación que la que los co­legas podian hacerse unos a otros. Más, comola regla según la cual, dejando a un lado lasprovincias, fuera de Roma no existía tribunalalguno romano, fue infringida en los tiemposposteriores de la República por aquellas re­soluciones del pueblo que instituyeron encierto número de localidades itálicas vicariosde los tribunales (praefecti iure dicundo}, nohubo más remedio que admitir desde entoncesla delegación obligatoria de la jurisdicción: alefecto, el pretor era quien nombraba estosrepresentantes suyos, en parte también, entiempos posteriores, previ a interrogaciónhecha sobre el particular a los Comicios. Deigual manera, es probable que después que to-

dos los italianos fueron admitidos en la uniónde los ciudadanos romanos, la jurisdicciónlimitada que se concedió a las particularesciudades fuese concebida como un mandatoo delegación pretoria otorgada en unión delos Comicios municipales.

Cosa perteneciente al palladium de la orga­nización republicana era el que la pronuncia­ción de las sentencias fuera atribución deciudadanos no magistrados. Esta regla se hizoextensiva aun a aquellos procesos civiles se­guidos en la capital, en los que ninguna de lasdos partes gozaba del derecho de ciudadano, yposteriormente se extendió también al proce­dimiento criminal que en la época republicanahubo de originarse trayéndolo del derechocivil (quaestiones perpetuee), pues aun cuandotales procesos eran muchas veces, no sóloregulados, sino también dirigidos por el magis­trado, la verdad es que no por eso éste ven ía atener participación alguna en la pronunciaciónde la sentencia. La elección del juez correspon­día al magistrado, y si bien esta elección ten íaque verificarse con el concurso de la ciudada­nía para el tribunal de decemviros que cono­cía de las causas relativas a la libertad (decem­viri litibus iudicandis), para el tribunal detriunviros encargado del conocimiento de loshurtos (tres viri nocturni}, y probablementetambién para el tribunal de centumviros alque se encomendaban las causas de herencias(centumviril, el derecho referido del magistra­do a nombrar los jueces sólo ten ía que atem­perarse a ciertas normas directivas cuando setrataba de procesos que habían de ser falladospor un jurado único (iudex unus) o por uncolegio de jurados (recuperatores). Uno de loshechos que mejor expresan la conclusión de laRepública, es precisamente el haber dejado deser simples particulares quienes pronunciabanlas sentencias y el haber entregado esta facul-

Page 58: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

64 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

tad a los magistrados, que es lo que ocurrió dedía en día más en los tiempos del principado.

En los más antiguos tiempos, la cataloqa­ción de los ciudadanos obligados a prestar elservicio de las armas y el registro de los queestaban sometidos al impuesto, eran actos queten ían forzosamente que ser ejecutados porun magistrado que poseyera imperium. Pos­teriormente, por el contrario, se crearon paraesto funcionarios ad hoc , subordinados, loscuales, por lo mismo que eran designados enlos Comicios, no parece que recibían encargoo comisión de la magistratura suprema, si bienno puede caber duda alguna de que eran con­siderados legalmente como mandatarios for­zosos de los cónsules que los elegían. El primi­tivo sistema hubo de reaparecer de nuevo mástarde, cuando, por no existir ya magistradosespecialmente encargados de hacer el registrode los ciudadanos, los asuntos propios de estafunción les fueron encomendados a los cón­sules, quienes además eran los que supi ían lacoercición que a los censores faltaba, por notomar parte de su competencia.

Así como no se permitía delegar la jurisdic­ción ni la formación del censo, tampoco podíadelegarse la facultad de formar el ejército deciudadanos, pues esta función se verificabadentro del recinto de la ciudad. El magistradoposeedor del imperium era generalmente librepara la elección de los oficiales y de los solda­dos, y aun la intervención de los Comicios enel nombramiento de los primeros fue limitada;dicho depositario del imperium se hallaba noobstante ligado en su actividad por aquellasprescripciones que habían determinado deuna vez el número y los grados de oficiales su­periores y subalternos que debía haber, y aundentro de ciertos 1ímites, el número de solda­dos. De qué manera la costumbre había puestorestricciones al magistrado tocante al particu-

lar que nos ocupa, lo prueba el nombramientode un auxiliar supremo para mandar a la caba­llería, nombramiento que correspond ía al dic­tador, y que ni una vez sola se permitió quelo hiciera el cónsul. Las innovaciones radicalesque en esta materia hubieran de introducirse,por ejemplo, la disolución de la antigua legiónúnica para formar can ella un número variablede cuerpos de ejército con igual denominación,difícilmente quedaban a merced de la simplevoluntad del magistrado.

Poco es lo que sabemos acerca de la maneracomo se percibían los impuestos; es, sin em­bargo, seguro que esta percepción se verifi­caba, análogamente a lo que ocurría con laformación del ejército, en virtud de la ordende un magistrado poseedor del imperium ycon la cooperación de un cuerpo de auxiliares,organizado de una manera fija.

Es probable que desde los primeros tiemposla administración de la caja, juntamente con lajusticia criminal, fuera cosa sustraída al de­sempeño personal del depositario del impe­rium, lográndose tal resultado sometiendodicha administración al sistema de la delega­ción forzosa. Desde los mismos comienzos dela República se puede observar que los cónsu­les dirigían a su arbitrio la caja de la comuni­dad, pero que no la administraban por sí mis­mos, sino que confiaban su administración ados auxiliares de alto rango, para cuya elec­ción se exigió luego, quizá no mucho tiempodespués, el consentimiento de los Comicios.En los casos de vacante de la cuestura, vacan­te que no era, como la de la censura, frecuen­te y ordinaria, sino excepcional, los cónsulespodían confiar libremente el desempeño delos asuntos propios de los cuestores a manda­tarios de su elección, y es posible que estosmandatarios se les concediese, aun dentro dela ciudad, el título de promagistrados.

Page 59: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 65

Para el desempeño de los cargos fuera deRoma regían los mismos principios que acaba­mos de exponer; sin embargo, en las reglas dedetalle había diferencias esenciales.

En general, el mando militar no podía con­fiarse tampoco a lugartenientes. El jefe quetuviera un mando de esta clase y residieradentro del distrito de su jurisdicción no podíadelegarlo a su arbitrio a un mandatario, y aunpara los casos de incapacidad o muerte no ha­bía regla alguna constitucional que determina­se la manera de llenar el vacío: no quedabamás recurso que el mando en estado de necesi­dad, ejercido por aquél que lo detentara ycuya jefatura fuese reconocida por los demás.Pero, así como, según el sistema antiguo,cuando los magistrados supremos marchabanfuera de la ciudad nombraban un prefecto ovicario de ésta, investido de los derechos demagistrado, así también el poseedor del mandomilitar, cuando abandonase el distrito some­tido a su poder, ten ía el derecho y la obligaciónde delegar interinamente su imperiurn en unparticular, quien entonces se equiparaba eneste respecto a los magistrados menores. Esteprocedimiento, que en el régimen de la ciudadfue de hecho abolido, continuó en vigor enel régimen de la guerra. Lo propio ocurrió conla variante de esta misma forma, en virtud dela cual, aquél magistrado poseedor del impe­rium que ten ía que residir dentro de la ciudadencomendaba a un mandatario o lugartenienteel mando militar que le correspond ía y que,sin embargo, no podía ejercitar; mas esto úni­camente era permitido en cuanto no contra­dijera la regla conforme a la que el sucesor enel mando militar debe tomarlo personalmentede su antecesor, y por consecuencia, ésta habíade seguir ejerciéndolo hasta que el sucesorocupara su puesto. De aquí que el cónsul queresida en Roma, o el pretor de la ciudad, sólo

pueden delegar un mando militar que no ejer­cen en un lugarteniente. El nombramiento demandatarios se hallaba sujeto a ciertas limita­ciones cualitativas, por cuanto un delegado,aun cuando lo hubiera instituído un cónsul,no podía nunca tener un imperium más altoque el del pretor.

En general, en el régimen de la guerra pudohacerse poco uso del nombramiento de lugar­tenientes, auxiliares, etcétera, singularmenteen los tiempos más antiguos, antes de cono­cerse las provincias. De las varias clases de fun­ciones públicas que hemos visto se ejercían enel régimen de la ciudad, sólo se conoció en elde la guerra, con carácter permanente, la ad­ministración de la caja. La regla en virtud dela cual esta administración había de ser con­fiada a auxiliares ten ía también aplicación alos jefes del ejército, así como también serequería para el nombramiento de estos cues­tores la aprobación de los Comicios; sin em­bargo, no cabe duda de que en esta esfera elcuestor continuaba ejerciendo sus funciones,lo mismo que el jefe de las tropas y que todooficial del ejército, aun después de haber expi­rado el plazo de duración de su cargo; ahora,si el jefe militar se viese sin cuestor, ten ía de­recho y al propio tiempo obligación ·de nom­brar procuestor a un particular.

Si el establecimiento o formación de lastropas, y señaladamente el nombramiento deoficiales, se ten ía que hacer en la ciudad deRoma con sujeción rigurosa a preceptos fijosy permanentes, en cambio el mando auxiliarefectivo en el campo de la guerra se otorgabade hecho con gran libertad, si bien atenién­dose en apariencia a reglas dadas de antemano.El subordinar un oficial a otro que en la jerar­quía legal fuese, no inferior a él, pero sí igual,y aun el servirse de un no oficial que se hallaseen el campo de la guerra para conferirle la

Page 60: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

66 REVISTA DE ADMINISTRAC/ON PUBLICA

facultad del mando, fueron cosas que desdeantes se consideraron propias de las atribucio­nes del jefe del ejército; en los tiempos pos­teriores se hizo un gran uso de la última detales atribuciones, sobre todo en favor de losenviados del Senado que se encontraran en elejército.

Comenzó la administración de justicia en elterritorio militar tan luego como se atribuyóa las preturas de las provincias una jurisdic­ción especial para los territorios ultramarinos.Aplicóse también a estos tribunales auxiliaresla separación entre la regulación del procedi­miento y la pronunciación de la sentencia, yen general todas las trabas y condiciones esta­blecidas por la ley para los poderes oficiales.Ahora, si en el régimen de la ciudad no se con­sintió que se delegara la jurisdicción, en esteotro régimen militar la delegación parece queno reconoció límite; sobre todo, a los cuesto­res les fue delegada con frecuencia. Es cuandomenos dudoso que en los negocios jurídicosen los que no fuesen en parte ciudadanos ro­manos, el gobernador o presidente estuvieraobligado por la ley a abstenerse de dar élmismo sentencia. Acaso esta forma de admi­nistrar justicia, a la que se fue considerandocada vez más como un acto de carácter admi­nistrativo, no estuviera sometida forzosamenteal procedimiento por jurados.

Ya dejamos dicho en lo esencial cómo sehacía el nombramiento de los auxiliares ysubalternos. Dentro de las reglas establecidasconstitucionalmente para cada particular cate­goría de éstos, el nombramiento de los mismosera libre por parte del magistrado depositariodel imperium, como también él era quien po­día dejar sin efecto aquél, por cuanto el man­dato era revocable en cualquier momento.Muchas veces, sin embargo, había que contarpara este nombramiento con la aprobación de

los Comicios, ya fuera conferida al mismo ma­gistrado que nombraba, ya a otro poseedor deimperium, y claro está quecuandoasísucedía,los auxiliares no podían ser separados de sucargo por sólo la voluntad del poseedor delimperium. La competencia de los auxiliaresresulta del mandato recibido. En el desempeñode los negocios, el auxiliar, haya sido nombra­do con o sin la cooperación de los Comicios,depende de la voluntad del mandante; el cues­tor verifica los pagos y el lictor ejecuta la sen­tencia según las indicaciones del cónsul, peroni uno ni otro son responsables por ello, sinosus mandantes. El superior puede tambiénprohibir la práctica de aquellos actos en loscuales el auxiliar del magistrado tiene facul­tades para proceder como magistrado verda­dero, v. gr., la invocación de los auspicios y lacelebración de una asamblea del pueblo. Elmandante puede también anular o modificarla acción del mandatario cuando se halle auto­rizado para ejecutarla por sí mismo; por esoes por lo que el magistrado de la ciudad notiene facultades para cambiar la sentencia pro­nunciada por el jurado nombrado por él; pero,por lo mismo que se permitía delegar la juris­dicción, de la sentencia dada porel mandatariose podía apelar ante el mandante, lo cual dióorigen con el tiempo al instituto de la apela­ción. En casos extremos, el mandante podíaprohibir al auxiliar la práctica de todos los ac­tos propios de la función de que se tratara;por consiguiente, le podía suspender de em­pleo.

Resulta, pues, que el poder propio del ma­gistrado y la actividad auxiliar se excluyen re­cíprocamente, así bajo el respecto teóricocomo bajo el práctico; aquel que ayuda a ejer­citar un imperium ajeno en virtud de delega­ción hecha por el propietario no puede tenerimperium propio. Mas esta regla difícilmente

Page 61: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD 105 DE CASO 67

pudo aplicarse al poder del Rey, y con toda se­guridad no se aplicó a la dictadura, por cuantoal jefe de la caballería, nombrado por el dic­tador, se le confería imperium propio y tam­bién el título y las insignias de magistrado;por eso, al implantarse la Monarqu ía por se­gunda vez, tal regla perdió su fuerza. En esterespecto, como en otros muchos, la abolicióndel principio republicano hay que referirla alos tiempos de Pompeyo: el derecho que aéste se le concedió por la ley gabinia el año687 (67 a. de J. C.l para conferir imperium einsignias de magistrados a los funcionarios in­feriores o subordinados que el propio Pom­peyo nombró para la '!luerra contra los piratas,fue el primer paso hacia el sistema del gobiernomilitar del Reino por medio de los oficialesque, nombrados por el monarca, eran, sin em­bargo, poseedores de imperium propio (lega tiAugusti pro prsetore); sistema éste que des­pués, en la época del principado, llegó a ad­qui ri r gran desarrollo.

Ahora se tratará una forma especial de acti­vidad auxiliadora de la magistratura, esto es,el consilium.

Hubo en Roma la-costumbre de hacer queaquellas resoluciones importantes dadas a suarbitrio por una sola persona fueran antessometidas El dictamen de otras nombradaspara este fin, tomándose el acuerdo ejecutivoy firme después de invocar el parecer de esteconsilium. De esta manera se pudo manteneren pie la alta y libre posición del padre de fa­milia, al propio tiempo que se establecieronalgunas garantías contra los extravíos a quepudiera conducir la práctica de actos apasio­nados y el capricho sin freno. Y como la ma­gistratura se formó tomando por modelo engeneral el poder del jefe de familia, de este po­der tomó también esta institución, que produjoaqu í efectos análogos a los de all í.

Solamente se pedía consejo cuando hubiesedudas fundadas acerca de la resolución quedebiera tomarse; por eso apenas ten ía lugarcuando se tratase de la aplicación simple delas normas legales, por ejemplo, de admitiruna demanda presentada en forma. Tampocoera por lo menos usual el pedirlo cuando laresolución a tomar no fuera definitiva, como,por ejemplo, acontecía con las sentencias cri­minales contra las que se conced ía el recursojurídico de la provocación, y quizá tampococuando se tratase de decisiones de los magis­trados contra las que pod ía hacerse uso de laintercesión tribunicia. No era tampoco aplica­ble el consejo cuando la resolución se hubierade tomar por mayoría. En el procedimientocivil, el jurado único pod ía tener asesores oconsejeros: no así los recuperatores. Ya poreste motivo, o también porque la congrega­ción de la asamblea que había de ser interro­gado no dependía aquí, de aquel que había deinterrogarla, el senado no pod ía serconsultadopor el magistrado en forma de consejo, comotampoco a dicho cuerpo se le aplicó de unmodo técnico la denominación de consilium.Tampoco ten ían la consideración de tales elgran Jurado del tribunal de herencias ni lasqueestiones criminales, aun cuando se llama­ban consilie, por la razón de que el magistradoque dirigía el proceso estaba obligado a ate­nerse al voto de la mayoría.

Cuanto más dependa la resolución del ar­bitrio de la persona que ha de tomarla, tantomás se impone el procedimiento previo de quetratamos. Lo cual es aplicable a las relacionesentre el magistrado y los ciudadanos: en pri­mer lugar, por lo que se refiere a la formacióndel censo, y en segundo, por lo que toca a lasexigencias o derechos de carácter patrimonialque tenga la comunidad frente al ciudadano, yal contrario, siempre que esas exigencias sean

Page 62: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

68 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

de las que estriban en obligaciones que cojan atodos en general. Como, según la organizaciónprimitiva de Roma, ni el ciudadano ten ía de­recho a demandar a la comunidad sobre crédi­tos o asuntos de derecho civil, ni, por elcontrario, era fácil que una pretensión análogade la comunidad frente al ciudadano dieraorigen a una demanda civil, la resolución desemejantes controversias se encomendaba almagistrado, por lo que era una resolución le­galmente unilateral; por eso es por lo que enesta materia estaba más indicado que en otraalguna el nombramiento de consejeros, ydonde se acostumbraba a hacer uso de él. Laelección de los mismos la hacía, claro es,aquella persona que pedía el consejo; si estapersona era un magistrado, la elección hab íade recaer, ante todo, en otros magistradosiguales o próximamente iguales a él. La con­sulta o interrogación hecha a una sola personaindividual no era un consilium; el concepto deconsilium exigía la congregación de variosindividuos y la discusión oral entre ellos, masno necesariamente el dictamen por mayoría.Claro que la falta del consilium no privaba deeficacia jurídica a la resolución ni aun enaquellos casos en que se hallara indicada yfuera usual la prestación del mismo, comotampoco era obligatorio para el que pedía elconsejo atenerse a éste; el que pide consejo losigue si quiere y cuando quiere, siendo respon­sable de su resolución aun cuando hubieredictado ésta de acuerdo con el consejo.

LAS DISTINTAS MAGISTRATURAS

Después de haber estudiado la magistratura engeneral, se estudiará en este capítulo las variasmagistraturas particulares, incluso las de laplebe, en el siguiente nos haremos cargo de losdistintos servicios encomendados por la comu-

nidad a los magistrados. Como todo cargo pú­blico es una institución que tiene su evoluciónpropia y su propia historia, sin embargo de locual la competencia de cada particular magis­trado le da derecho para intervenir con mayoro menor intensidad en varias esferas de fun­ciones, es claro que sólo podemos darnoscuenta de esta incongruencia en la marcha dela historia del derecho poi ítico, exponiendopor separado cada uno de ambos puntos devista, lo cual no podrá menos de originar re­peticiones, si bien hemos de procurar evitarlastodo lo posible. En adelante trataremos deexponer, siempre que no nos baste con refe­rirnos a la doctrina general desarrollada en elprecedente, la denominación de cada cargopúblico; su origen y desarrollo; el número depuestos que en él había; las condiciones per­manentes de capacidad para ocuparlo; el lugardel mismo en la jerarqu ía de los magistrados;la forma del nombramiento; la duración delcargo; la extensión territorial de las funcionesa él anexas, y los derechos honoríficos que elcargo llevaba consigo. Acerca de la competen­cia de los magistrados que desempeñaban cadauno de los cargos, haremos al final de cadacapítulo un breve esbozo, anticipación de loque se expondrá más adelante.

La división de la magistratura, tal y comonosotros vamos a exponerla, era cosa ajena ala primitiva esencia de la misma: en un prin­cipio no había sino un magistrado y muchosauxiliares. Esa división fue producida, de unlado, por las modificaciones introducidas enel imperium, las cuales aconsejan estudiar se­paradamente el consulado, la dictadura y lapretura, si bien todos los que desempeñabanestos cargos podrían también, y acaso conmás exactitud, ser considerados como posee­dores de un solo y mismo imperium, esencial­mente iguales entre sí; de otro lado, por la

Page 63: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 69

evolución de los cargos desprovistos de impe­rium, o sea de los que nos ha parecido bienllamar cargos subordinados, evolución debida,en primer término, al cambio de los puestosque originariamente eran auxiliares en magis­traturas de la misma índole, lo cual aconteció,v. gr., con la cuestura, y en segundo lugar, a ladelegación de algunos ramos de la actividadprivativa de la magistratura suprema en magis­trados desprovistos de imperium, que es, v,gr., el camino por donde vino a la vida la cen­sura. Es verdad que tales cargos subordinadosno perdieron su carácter de puestos auxiliarespor el hecho de ser inclu ídos entre las magis­traturas, y que, al menos en teoría, no porhaber adquirido esta última cualidad dejaronde estar en dependencia de los puestos superio­res: como se ve con toda claridad que acontececon los tribunos militares y con los vicariosdel pretor para administrar justicia (prafectiiure dicundo), pues los había entre ellos queeran magistrados, y otros que no lo eran. Noobstante, el carácter de magistrados que ad­quirieron también los cargos inferiores o su­bordinados es cosa que no puede ponerse enduda. El nombramiento del magistrado conla cooperación de los Comicios colocaba alelegido, a lo menos según la posterior concep­ción de la época republicana, entre los deposi­tarios del soberano poder de la comunidad,por humildes que fueran sus atribuciones; ypor consecuencia, el que desempeñaba uncargo subordinado ten ía también auspiciospropios, y, si bien no propio imperium, sí pro­pia potestas. Además, si el superior podía a suarbitrio nombrar y separar por sí sólo a susauxiliares y subalternos, no podía hacer lomismo con respecto a los magistrados quefuncionasen por debajo de él y a sus órdenes.En esta reseña, pues, iremos pasando revista atodos los magistrados, superiores e inferiores,

siempre que tengan suficiente importanciapara tener cabida en una ojeada general.

Tocante a la extensión de las funciones pro­pias de los cargos públicos, originariamente nohabía diferencias entre los superiores y lossubordinados; así como en la originaria magis­tratura suprema, esto es, en la Monarqu ía y enel antiqu ísimo consulado, no se conoció divi­sión, tampoco se conoció en el primitivo cargopúblico subordinado, o sea en la cuestura.Pero con el tiempo fue reduciéndose la comopetencia de ambas clases de cargos, superioresy subordinados, a un círculo especial de atri­buciones, acentuándose la especialidad conmás rigor en los segundos que en los primeros;pues, en efecto, si la división de la magistratu­ra suprema en consulado y pretura, sólodentro de reducidos límites puede considerar­se como separación entre el imperium military el jurisdiccional, en cambio a la cuestura sele señaló un horizonte de competencia propia,y a los demás cargos subordinados, de origenmás reciente que ella, se les señaló igualmente

-esa esfera especial al ser creados.

LA MONAROUIA

En los informes que hasta nosotros han llegadorespecto a la Monarqu ía originaria, predomi­na ya, según todas las apariencias, la construc­ción jurídica artificial, la tradición histórica, ynuestras investigaciones tienen por fuerza queseguir este mismo camino. La denominaciónrex, que no expresa ninguna función especialdel imperium, sino el concepto total del mis­mo, el carácter originario del cargo, que latradición hace más antiguo que la ciudad mis­ma, la unicidad de dicho cargo, con exclusión,no sólo de la colegialidad, sino también de laexistencia de magistrados subordinados, unici­dad que llegó hasta los últimos tiempos de la

Page 64: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

70 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

República mediante el interregno; el nombra­miento del Rey por el interrex que le preced ía;sin someterlo a la elección de los ciudadanos;la igualdad de atribuciones y funciones delcargo de que se trata, dentro y fuera de losarrabales de la ciudad; la vitalidad del mismo;el palacio morada del Rey, que se hallaba en elmercado o foro, y el uso de vestido rojo,ambas cosas pueden ser consideradas comoderechos honoríficos del Rey ... todo ellopodemos pensarlo en los nombres Rómuloy Numa. Por lo que a las atribuciones delcargo se refiere, el poder del Rey debió tener amayores, sobre el imperium correspondiente alas supremas magistraturas republicanas, la so­beranía en el orden religioso, la facultad ili­mitada de nombrar auxiliares y subordinadossuyos, concediéndoles el derecho de ejercitarel imperium como si lo tuvieran propio, almenos cuando se tratara del lugarteniente ovicario del Rey; el ejercicio libre del procedi­miento criminal, lo propio que la decisiónarbitral de los negocios civiles, sin más queadmitir, si lo ten ía por conveniente, la provo­cación a la ciudadan ía en el primer procedi­miento y la consulta a los jurados en el segun­do, finalmente, la libre facultad de disponerde los bienes inmuebles de la comunidad.

EL CONSULADO Y EL TRIBUNADOCOr~SULAR

El modo más frecuente con que era denomina­da la magistratura que vino a ocupar el puestode la Monarquía, esto es, cónsules, coselts­dores , hubo de tomarse de aquel elementoque más parecía diferenciarla de la magistratu­ra antigua, o sea la colegialidad. Y así comocon la palabra rex se designaba la totalidad delimperium, todo el imperium abarcaba tambiénel concepto de los cónsules. Además, se llamó

a éstos, por razón de los dos aspectos princi­pales del imperium, prsetores, probablementelos gu ías o jefes, y iudices, los administradoresde la justicia; pero estas dos últimas denomi­naciones dejaron bien pronto de usarse y sólosiguió empleándose la primera. El uso del títu­lo de imperator solamente lo conced ía la cos­tumbre al poseedor del imperium cuando lossoldados le aclamaran en el lugar de la eleccióno el Senado le saludase como vencedor; ental caso sol la el imperator no hacer uso deltítulo propio del cargo.

El número de dos, que es con el que co­rnenzó el consulado, se mantuvo hasta lostiempos más avanzados.

Al cargo de que se trata, reservado al prin­cipio a los patricios, se admitió desde el año387 (367 a. de J. C.) a patricios ya plebeyos,dándose un puesto a cada clase; luego en elaño 412 (342 a. de J. C.) ambos puestos lesfueron abiertos a los plebeyos, pero hasta elaño 582 (172 a. de J. C.) no los vemos dehecho ocupados ambos por éstos. En la pri­mitiva época republicana no era requisito parapoder aspirar a este puesto supremo de la co­munidad el haber ocupado antes otros infe­riores O el tener una edad determinada, y aunla primera de estas condiciones quedaba, desdeluego, exclu ída por el motivo de ser distintoel número de los diferentes cargos públicos:sólo después que, conservándose el número dedos para los cónsules, el de los puestos de pre­tores y cuestores pasó del triplo o del cuádru­plo de este número, es cuando, en la sequndamitad del siglo VI de la ciudad, hubo de fijarselegalmente el orden de procedencia con quehabían de ser desempeñados los cargos de lacomunidad.

El nombramiento del cónsul, y posterior­mente la dirección de las elecciones consula­res, no pod ían realizarlos sino el cónsul o el

Page 65: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 71

dictador, y en caso de vacante de estos pues­tos, el interrex; ese nombramiento no podíatener lugar sino en los Comicios centuriados.

La extensión territorial del imperium delcónsul era diferente según se tratara del régi­men de la ciudad o del de la guerra; pero bienpuede considerarse como general ese impe­rium, en primer término, porque cada uno delos cónsules ejercia su poder sucesivamente enlas dos esferas dichas, o sea primero en la ciu­dad y luego en el campo de la querra. y ensegundo término, y sobre todo, porque elimperium militar de los magistrados de quese trata revestía de derecho y carácter de gene­ralidad por lo que al territorio se refiere, nosiéndole aplicables las limitaciones que porrazón de lugar se impon ían por ministerio dela ley al imperium de los pretores, análogo porlo demás al consular. Este último se extendiapor igual a Italia y las provincias, así comotambién al extranjero, y aunque esverdad que,de hecho, semejante imperium no se ejercia,por regla general, sino dentro de un distritodeterminado, que es lo que se llamaba provin­cia consular, debe advertirse que esta limita­ción de poderes era hija, en los tiempos ante­riores a Sila, de una resolución libre del pro­pio magistrado supremo de que se trate, aun­que tomada de acuerdo con su colega y conla intervención del Senado.

La duración del consulado estuvo sujeta enun principio a la ley de la anualidad, segúnlas reglas que anteriormente dejamos explica­das para saber cuándo se comienza a contar elplazo, pero durante el principado se fue acor­tando cada vez más este, hasta el punto deque los cónsules no llegaron a funcionar a me­nudo más que algunos meses. Por otra parte,en determinarlas circunstancias, pero desdebien pronto y con frecuencia tratándose delimperium militar, se solía prolongar la dura-

ción del cargo, conforme a las reglas de laprorogatio. Sila convirtió esta última en reglageneral, y por consecuencia, el cargo se hizobienal, durante el primer año, o sea el de ver­dadero consulado, el cónsul despachaba losasuntos en Roma como tal cónsul, y el añosiguiente mandaba en calidad de procónsul unterritorio provincial de I imites determinados.Desde los tiempos de Augusto quedó suprirni­da la continuidad entre las funciones de la ciu­dad y las provinciales, tomando por base unaIIl:illlUl.jl~;11 ~~! arn 703 (51 a. de J. C.L pres­cribiéndose que entre c'_·J~sulado y el pro­consulado mediara un intervalo cuando menosde cinco años, y que regularmente era mayor.Una vez que quedaron fijados legalmente asíla prorrogación como el intervalo, ambas ins­tituciones fueron por igual aplicables al con­sulado y a la pretura, el gobierno o presidenciade las provincias, a cuyo desempeño se desti­naba el segundo plazo de las funciones con­sulares, empezó a adquirir un carácter queen un principio no tuvo, es decir, el carácterde cargo independiente y sustantivo; y comola administración de las provincias pretoriasoriginó un aumento de títulos para nombrara los que la desempeñaban, hubo de emplearsela denominación general de procónsu! parallamar a los magistrados que tenian confiadodicho gobierno provincial.

Por lo que respecta a los derechos honorí­ficos del cónsul, de usar fasces, púrpura en elvestido y silla curul, nos remitimos al capítuloen que hemos tratado en general de esta ma­teria. A estos derechos honoríficos hay queagregar el de triunfo, el de ser elevado solem­nemente al Capitolio el magistrado victoriosoy la eponimia. En el Estado romano no habíauna manera oficial valedera para todo el mun­do y para todos los casos de designar los años;en las relaciones privadas se acostumbraba a

Page 66: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

72 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

llamarles por el nombre del cónsul que a lasazón estuviera funcionando, y después queel cargo consular empezó a tener menos dura­ción de un año, por el nombre de los cónsulesque funcionasen ello. de enero de cada año(consules ordinsrii), razón por la cual el catá­logo de tales nombres de los años hubo deagregarse a los nombres de los días en el calen­dario de la comunidad, formando la segundaparte del mismo (testi).

No puede decirse que los cónsules tuviesenuna cornpetencia determinada, pues excep­tuando el orden religioso, el consulado abar­caba, como abarcó la Monarquía, la totalidaddel poder propio de los magistrados; es decir,que el consulado significaba, igual que la Mo­narqu ía, la concentración de los derechos so­beranos en una sola y la misma persona. Elcónsul primitivo era, lo mismo que el ReY,elsoberano de la comunidad, así en los tribuna­les como en la campaña, y era igualmente elúnico magistrado, no existiendo al lado suyosino auxiliares nombrados por él y obligadosa prestarle obediencia. Esta plenitud de pode­res no experimentó teóricamente ataque al­guno, aun cuando realmente sí sufrió merma,cuando, en el andar del tiempo, se encomendóa auxiliares el desempeño de importantes ne­gocios correspondientes al cargo consular,como, por ejemplo, a los cuestores los proce­sos capitales y la administración de la caja, yel censo a los censores, ni siquiera dejó deexistir tal plenitud de poder cuando se crea­ron colegas menores de los cónsules para des­pachar determinados negocios, v. gr., los pre­tores para ejercer la jurisdicción: pues talesrestricciones -la última de las cuales, por lodemás, dejó de existir desde el momento enque los cónsules y los consulares empezaron afuncionar de gobernadores o presidentes deuna provincia fija-, eran, con respecto al im-

perium de los cónsules, lo que en la esfera delderecho civil eran las servidumbres con respec­to a la propiedad; el cónsul conservó siemprela plenitud del poder, en cuanto que le corres­pond ía el desempeño de todos y cada uno delos asuntos propios de las funciones públicasque una ley especial no autorizarse para despa­char de otra manera o por otra persona. Dehecho pertenecía el cónsul sobre todo la di­rección de la administración y de la policía enel régimen de la ciudad, igualmente que las ne­gociaciones y tratos con el Senado y con laciudadan ía; además, ejercía sus funciones enItalia, menos la jurisdicción, y era tambiénatribución suya todo lo referente a la guerra,siempre que ésta no pudiera ser dirigida den­tro de una provincia por la autoridad corres­pondiente. Según ya sedijo, desde los primerostiempos de la República los mismos cónsules,de mutuo acuerdo y con la intervención delSenado, señalaban circunscripciones territo­riales fijas, en las que cada uno de ellos habíade ejercer el mando militar; en los tiemposposteriores de fa misma República, y el Sena­do era el que elegía, de entre las provincias,las que habían de encomendarse al mandomilitar consular. En la época del Imperio elSenado perdió tal facultad de elección, y lasdos provincias de Asia y Africa, así llamadaspor razón de las partes del mundo a que per­tenecían, fueron señaladas de una vez parasiempre como las que hab ían de ejercer sumando los cónsules después de haberlo ejerci­do en Roma. Para la adjudicación de estas dosprovincias a los dos consulares que iban amandarlas, se pon ían ellos de acuerdo, y deno, se echaban suertes.

En los primeros tiempos de la República,acaso desde la época del decenvirato, fue fre­cuente, aun cuando en todo caso excepcio­nal, el que la magistratura suprema se conce-

Page 67: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 73

diese, en lugar de los dos cónsules ordinarios,a los seis oficiales que a la sazón ten ían elmando de todo el ejército, no siendo entonceséstos nombrados, como por regla general ocu­rría, por los cónsules del año corriente, sinoque lo eran el año anterior, con la cooperaciónde los Comicios; esos oficiales eran los quedespachaban, en tal caso, los asuntos propiosde la magistratura suprema, juntamente consus funciones militares si era preciso, en con­cepto de tribuni militum pro consulibus oconsulari imperio. No raras veces funcionaban,en vez de los seis jefes, sólo tres o cuatro, pro­bablemente no por otra razón, sino porquecon menor número era más fácil obtener lanecesaria mayoría de votos, y porque estostribunos carecían del derecho que los cónsulesgozaban de cubrir por sí mismos las vacantesde los colegas, cuando las hubiere. Siempre,sin embargo, fueron más de dos los tribunosmilitares, razón por la que con esta forma dejefatura suprema no cabía que existiese pre­fecto de la ciudad, aparte de que uno de lostribunos permanecía siempre en Roma parael despacho de los asuntos de justicia, habien­do sido indudablemente este uno, por lomenos, de los fines a que obedeció el estable­cimiento de tal institución. El cual estableci­miento, sin embargo, fue un efecto de lasluchas de clase, como lo demuestra la circuns­tancia de que también a los plebeyos se lespermitía ocupar el tribunado militar, habiendosido este el camino por donde la plebe escalóla magistratura suprema. y de esta manera seexplica que a los tribunos no se les concedie­ra, como se les concedía a los cónsules, elmás alto derecho honorífico, el de triunfo, yque las demás preeminencias que iban anexasal desempeño de la magistratura suprema,sobre todo en las votaciones del Senado, no seles reconocieran tampoco a los que hubieran

sido tribunos. Así se explica también, que lainstitución de que se trata desapareciera tanluego como los plebeyos fueron admitidos aldesempeño del consulado.

LA DICTADURA

Es probable que ya al ser abolida la unidad enla soberan ía, quedara prevista la posibilidadde su restablecimiento transitorio, puesto quea todo jefe de la comunidad, lo mismo al cón­sul que al tribuno consular, le fue concedidoel derecho de nombrar a su arbitrio, sin quecupiera aquí la intercesión de los colegas, unmagistrado supremo, superior tanto al que lenombraba como a su o a sus colegas, y de su­primir de este modo, provisionalmente, lacolegialidad. La denominación que a este ma­gistrado se daba era la de magister populi, osea el maestro del ejército; posteriormente seacostumbraba llamarle dictador, sin que poda­mos dar una explicación satisfactoria de porqué.

Incuestionablemente, este cargo, lo mismoque el de cónsul, les estuvo reservado en unprincipio a los patricios, pero los plebeyostuvieron acceso también a él más tarde, pro­bablemente desde el mismo momento en queconquistaron el derecho de ser nombradoscónsules.

Que la dictadura era el más alto puesto enla jerarquía de los magistrados, lo demuestrasu posición de superioridad con respecto alconsulado; por eso es por lo que en los tiemposposteriores, el que no hubiera sido cónsul nopodía fácilmente llegar a ser dictador, si bienno debió establecerse legalmente la consula­ridad como condición indispensable para as­pirar a la dictadura.

Para el nombramiento del dictador no eranpreviamente interrogados los Comicios; esta

Page 68: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

74 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

fue la principal causa por la que la lucha dela ciudadan ía por conquistar una posición ver­daderamente soberana y superior a la magis­tratura, se concentró especialmente en el cargode que se trata. En tiempo de la guerra deAn íbal se sometió la dictadura a la elecciónde los Comicios, con lo que se precipitó el finde la institución, porque con ello fue despo­seída de la significación política que tenía, yno conservó más que su odiosidad. Los pode­res extraordinarios que posteriormente sol íanintroducirse bajo el mismo nombre de dicta­dura no ten ían relación verdadera con ésta.

La dictadura pod ía extender su acción te­rritorialmente tanto al círculo donde funcio­naban los magistrados de la ciudad como alde la guerra.

Como ya se ha dicho, los Hmites de la dura­ción de este cargo estaban fijados de una ma­nera más estricta que los de la magistraturasuprema regular; el dictador, una vez desem­peñada la misión que se le hubiese encomen­dado, había de resignar su cargo, el cual seextinguía por ministerio de la ley, tanto cuan­do cesaba en sus funciones el cónsul que lehubiera nombrado, como también una vezque hubiesen transcurrido seis meses desdeque se hiciera el nombramiento.

No sólo los derechos honoríficos del dicta­dor eran los mismos que los del cónsul, sinoque el primero llevaba doble número de fas­ces que el segundo; más, por consiguiente, delas que en su día llevaba el Rey.

Ten ía la dictadura una particularidad, quese explica, no obstante, por el mismo carácterextraordinario que revestía el cargo; esa par­ticularidad consistía en corresponder por de­recho poi ítico al dictador la plenitud del po­der, y, sin embargo, limitarse de hecho a ejer­cer facultades determinadas. Pues, mientraspor derecho pod ía el dictador desempeñar

cualesquiera y todos los asuntos propios delcargo consular (desde el momento que el dic­tador existía por el cónsul, carecía, como éste,de atribuciones jurisdiccionales), en cada casoconcreto se le nombraba para que desempe­ñara un negocio determinado, Es muy verosí­mil que el nombramiento se hiciera predomi­nante para la dirección y práctica de la guerra,pues principalmente en ésta es donde se nota­rían del modo más sensible, en el rigurososistema antiguo, las desventajas de la colegia­Iidad, y por eso el remedio que al efecto ofre­cía la dictadura es seguro que hubo de aplicar­se con mayor frecuencia de lo que nos dice latradición. Así lo indica ya la misma denomi­nación magister populi, singularmente com­parándola con su correlativa msqisterequitum,y más todavía la particularidad de que tododictador estaba obligado a nombrar a este je­fe de la caballería, cargo que no exist ía con elconsulado. Por lo que a la competencia se re­fiere, adviértese la tendencia a librar al dicta­dor, el cual desde luego no estaba sometidoa la colegialidad, de todas las demás trabaslegales que se habían puesto a las magistratu­ras republicanas, y aproximarle al Rey; así, aljefe de la caballería, a pesar de ser nombradopor el dictador sin la cooperación de los Co­micios, se le consideraba como poseedor deun imperium propio igual al del prefecto dela ciudad; el dictador estaba exento de la ren­dición mediata de cuentas a que daba lugar lainstitución de la cuestura; originariamente, nose reconoc ía provocación ni tampoco interce­sión tribunicia contra el derecho de coaccióny penal ejercido por el dictador dentro de laciudad; la intercesión de los tribunos del pue­blo con respecto al dictador fue abolida luego,según parece a mediados del siglo V de la ciu­dad. La dictadura fue considerada siempre, yno sin razón, como una institución monár-

Page 69: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS DE CASO 75

quica dentro del sistema republicano, y envol­vía el retorno a la Monarqu ía, si bien más denombre que de hecho.

LA PRETURA

No fue en un principio introducida la preturacon el carácter legal de un cargo independien­te y sustantivo, sino como una ampliación delconsulado, consistente en añadir a los dospuestos de cónsules, que ya existían, otro condiferente competencia que éstos. En realidad,sin embargo, los pretores fueron verdaderosmagistrados independientes, más que colegasmenores (ca//egae minores) de los cónsules,que era la consideración legal que se les daba.Así lo indica la misma manera como se lesdenominaba; pues si hasta el establecimientode la pretura, los cónsules, además de llamar­se así, se sol ían también llamar prsetores, unavez creada la nueva institución, el uso fue ha­ciendo que a los magistrados superiores se lesdiera exclusivamente el nombre de consules ,que no cuadraba al magistrado de categoríainferior, puesto que éste no era más que uno,es decir, estaba organizado monárquicamente,y para este magistrado de inferior categoría espara el que quedó reservada la denominaciónde praetor. Hemos visto que los cónsules noten ían señalada una esfera especial de compe­tencia, sino que les correspondía la plenituddel poder; pues bien, al instituirse la pretura,se origina legalmente esa competencia especial,manifestándose en los títulos mismos que sedan a los magistrados, pues desde que la pre­tura fue establecida se llamó preetor urbanus,para diferenciarlo de sus otros colegas mayo­res que llevaban el mismo título que él, a aquelmagistrado el cual estaba destinado a prestarsus servicios dentro de la ciudad; y cuando

después se instituyeron nuevos puestos, elnombre que se les daba era el que les corres­pondía por razón de la competencia que seles confería, esto es, por el género de asuntoscuyo desempeño se encomendaba a los magis­trados que los ocupaban.

La pretura comenzó a existir cuando la ju­risdicción constituyó una esfera independien­te de negocios. En los primitivos tiempos, lajurisdicción se contaba entre las atribucionesdel Rey y de los cónsules, y ella fue, probable­mente, el punto de partida y la piedra angulardel poder de éstos. Pero la unión de la juris­dicción con el cargo de jefe del ejército enuna misma persona hubo de originar bienpronto graves inconvenientes, que no pudieronobviarse de manera satisfactoria ni con la ins­titución del prefecto de la ciudad ni con la nopermanente de los tribunos consulares. Tam­poco la colegialidad pudo apenas producirventaja alguna en la administración de la jus­ticia civil. A consecuencia de esto, la ley liciniadel año 387 (367 a. de J. C.l introdujo un ter­cer puesto en la magistratura suprema, al quese encomendó, desde luego, el despacho delos asuntos pertinentes a la jurisdicción, y deconformidad con ello se obligó al magistradoque lo desempeñase, por lo mismo que noestaba ligado por la colegialidad y porque ha­bía de ejercitar sus funciones de un modocontinuo, a permanecer constantemente enRoma. Este tribunal fue el único existentesobre cosa de un siglo; mas luego, en los dossiglos últimos de la República, fueron insti­tu idos otros análogos, ya por haberse divididolos asuntos judiciales de la capital entre variospretores, ya también por haber sido institu ídosciertos tribunales superiores que ejercían sujurisdicción en los territorios ultramarinos.Así tenemos que, poco después de la primeraguerra con Cartaqo, hacia el año 512 (242 a.

Page 70: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

76 REVISTA DE ADMINrSTRACION PUBLICA

de J. C}, los pleitos civiles seguidos entre ciu­dadanos se encomendaron a diferente tribunalque aquellos otros en que una o ambas partescarecían del derecho de ciudadano (praetorintercives etpereqnnos, abusivamente llamadopraetor peregrinus); luego, en el último siglode la República fueron institu idos una por­ción de tribunales, distintos según las variasclases de delitos (praetor repeiundis, etcétera),para el conocimiento de los procesos seguidosa instancia de parte, que son los que vinierona ocupar el lugar del anterior procedimientocriminal: en esos tribunales, el pretor nombra­do para el desempeño de los asuntos corres­pondientes, además de ejercer la jurisdicciónque propiamente le estaba atribu ido, a menu­do se convert ía también en director o gu ia delproceso. Como en Italia, fuera de los pretoresque funcionaban en Roma, sólo administrabanjusticia los lugartenientes del pretor en los mu­nicipios, mas no magistrados con propio im­perium, la administración de justicia de losterritorios ultramarinos dependientes se halla­ba confiada a un tribunal propio, bastanteantiguo, a saber: el tribunal siciliano (praetorSicitieel, el cual fue institu ido poco despuésque la pretura para los extranjeros, hacia elaño 527 (227 a. de J. C}, luego de haber fra­casado una tentativa hecha para extender aSicilia el régimen consular-cuestorio que exis­tía en Italia; este tribunal se aplicó principal­mente a los asuntos civiles en que estaban in­teresados ciudadanos romanos y los cuales nopodían ser todos fácilmente llevados a Roma,ni tampoco era conveniente entregarlos a lostribunales locales. A medida que aumentabanlas posesiones ultramarinas, hubieron de irsecreando nuevas preturas; sin embargo, en laépoca republicana, el número de puestos quehabía que cubrir fue casi siempre mayor queel de los pretores nombrados anualmente, y,

por lo mismo, se hacía 'indispensable estaracudiendo continuamente a reglas cornple­mentarias. El número varió much ísimo. Antesde Sila se nombraban anualmente seis preto­res; según la organización de Sila, ocho; entiempo de César, hasta dieciséis; bajo el prin­cipado, hasta dieciocho; a menudo se nombra­ron también menos. Mas este aumento depuestos no mermó en nada el carácter monár­quico que a la pretura le daba la misma na­turaleza de la jurisdicción; hubo, sí, en lostiempos posteriores numerosos tribunales su­periores, pero ninguno de ellos admitió lacolegialidad para el ejercicio de las funcionesjurisdiccionales.

Como la pretura nació cuando se dió accesoa los plebeyos a la magistratura suprema, esposible que desde su origen no fuese necesarioel patriciado para aspirar a ella; en el año 417(337 a. 'de J. C,l ocupó este puesto un ple­beyo.

Al nombramiento de pretores son aplicableslas mismas reglas expuestas para el de los cón­sules; de modo que la elección de aquéllossólo pod ían hacerla éstos, no los pretoresmismos. Tampoco el interrex pod ía nombrarpretores, por cuanto el nombramiento de loscónsules por el interrex daba fin al interregno,y la elección de los pretores, que era siempreposterior a la de los cónsules, no podía, porlo tanto, ser hecha más que por éstos, En lajerarqu ía de magistrados, el pretor ocupabael último puesto de los pertenecientes a la ma­gistratura suprema, pero era superior a todoslos funcionarios desprovistos de imperíum.

Según se desprende de lo dicho, esta formade la magistratura suprema tenía legalmentelimitada su jurisdicción, o al distrito de la ciu­dad, o a otra alguna circunscripción de con­tornos territoriales fijos.

Tocante al tiempo de duración de la pre-

Page 71: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 77

tura, rigen las mismas normas del consulado.El plazo de dos años que Sila estableció parala duración de la magistratura suprema seaplicó a la pretura de la manera siguiente: elmagistrado que la ocupaba, ejerc ía jurisdiccióncomo pretor dentro de la ciudad durante elprimer año de funciones, y el año siguiente sele encomendaba un gobierno de provincia encalidad de propretor o en calidad de procónsul(pretoria) con el alto rango que esto implica­ba, como fue ya usual en la época republicanay luego ocurría siempre. Bajo el principado sereguló la materia del intervalo que había demediar entre el desempeño del cargo de pre­tor en la ciudad y el del gobierno de provin­cia, igual que hemos dicho que se hizo con elconsulado.

Los derechos honoríficos del pretor eran,en general, los mismos que los del cónsul, pu­diendo ser, como éste, elevado en triunfo ytener participación en la eponimia. Pero envez de llevar doce fasces, como el cónsul, sólollevaba seis, sin que hubiera ninguna diferen­cia en favor de los pretores que ten ían el títulode procónsules; por su parte, la eponimia nosolamente se aplicó tan sólo a las dos preturasmás antiguas, sino que, aun con respecto aéstas, cayó bien pronto en desuso.

Cuando el pretor funcionaba al lado delcónsul, su competencia se hallaba subordinadaa la de éste; de suerte que entonces, no obs­tante poseer imperium propio, ejercía su ac­tividad como auxiliar de su superior colega.Por lo demás, esa competencia era jurídica­mente igual a la de los cónsules, en cuantoque, si se exceptúa la facultad de dirigir laselecciones comiciales de cónsules y de preto­res, estos últimos no carecían de ninguna delas atribuciones consulares, y hasta se fue másallá, puesto que al pretor se le dió la jurisdic­ción, y el cónsul fue privado de ella. Lo cual

trajo consigo lo siguiente: cuando los cónsulesno se hallaban en Roma -y esto, antes de Sila,era la regla general durante la segunda mitaddel plazo de funciones del cargo~ la presiden­cia del Senado y el desempeño de los demásasuntos propios del cónsul correspondían alpretor, mejor aun, al praetor urbenus, puespod ían funcionar en Roma al mismo tiempovarios pretores; y no es que entonces el pretorse considerase propiamente como un represen­tante del cónsul, sino como un magistradoque ejercía atribuciones propias, sólo queéstas, mientras el pretor se hallaba al lado delcónsul, estaban de hecho suspendidas, ya quelos colegas menores o más débiles ten ían queestar sometidos a los más fuertes o mayores,pero tan luego como éstos se ausentaban,cobraban vigor las facultades de los primeros.Como los pretores no extendían su poder sinodentro de ciertos límites territoriales legal­mente fijados, es claro que el carácter de to­talidad o integridad de atribuciones jurídicasy de universalidad en el espacio que corres­pondía por su propia naturaleza a la magistra­tura suprema hubo de sufrir restricciones, porlo que a la pretura concierne, mas no quedócompletamente suprimido. En semejante con­cepto fundamental estriba el hecho de quecada particular pretor puede administrar su­cesivamente diversas circunscripciones, y quepor excepción, mas no rara vez, ocurra queél mismo, antes de tomar posesión de la esferade los asuntos de su particular competencia,haya funcionado en esfera distinta, o que des­pués de estar ejerciendo una la cambie porotra. Pero singularmente depende del concep­to de la totalidad dicha el que, si bien el pre­tor fue desde luego creado y destinado parael ejercicio de la jurisdicción, no hay pretoralguno que no tenga mando militar. A los pre­tores provinciales les correspond ía de derecho

Page 72: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

78 REVISTA DE ADMINISTRAClüN PUBLICA

este mando en su respectiva circunscripción,si bien en casos importantes podía tambiénejercelo en ésta el funcionario consular quetuviera la dirección de la campaña; y aun lospretores a quienes no se consentía salir deRoma pod ían ejercer desde aqu í aquellas fa­cultades del imperium militar que fuesen com­patibles con la residencia en la ciudad. Contodo, la diferencia más esencial entre el con­sulado y la pretura consiste en que el primeroexcluya de derecho el concepto de competen­cia y la segunda lo implica. Es indiscutible que,desde el momento en que hubo varios preto­res, los Comicios no hicieron otra cosa quenombrar las personas que deb ían ocupar lospuestos en general, sin señalar a cada una sucompetencia; ésta hubo de ser distribu idaluego entre los distintos pretores elegidos sor­teando entre ellos, después de entrar en fun­ciones, los asuntos, lo cual dió facilidades alSenado, durante un largo período de tiempo,para distribuir los puestos a su arbitrio, bajoel pretexto de fijar las reglas para el sorteo.Pero la libre disposición y distribución de lascompetencias pretorias, por parte del Senadono fue otra cosa que un abuso, el cual, en laépoca antigua, antes de que los puestos depretor fueran varios, no pudo cometerse, y enel último siglo de la República fue esencial­mente suprimido; en cambio, en el siglo VIfue muy general y frecuente. En un principiolos cónsules no formaban en el número de losmagistrados entre quienes se repart ía el man­do de las provincias pretorias, sino que se lesreservó el mando militar en Italia y el derechode dirigir la guerra en el exterior; pero poste­riormente, el Senado pretendió y consiguió elderecho de incluir los territorios de mandoconsular entre aquéllos que él distribuía a suarbitrio, y desde entonces los gobiernos omandos militares asignados a los cónsules se

sometieron al sorteo, como los de los preto­res. Según ya queda dicho, Augusto atribuyóde una vez para siempre el carácter de provin­cias consulares en Asia y Africa, de modo quepara las restantes se sacaban los pretores porsuerte, a no ser con respecto a aquéllas que,según la organización de la época imperial,pertenecían a la administración exclusiva delPríncipe.

EL TRIBUNADO DE LA PLEBE

Surgió esta institución como resultado de lasluchas entre patricios y plebeyos, y forma elmomento inicial de la constitución de unaciudadan ía no noble como un Estado dentrodel Estado. La tradición, según la cual el esta­blecimiento de los primeros tribunos tuvolugar en el año décimosexto de la República,no tiene ningún fundamento histórico; peroel nacimiento de esta jefatura se remonta másallá de donde alcanza nuestra tradición: a laprimitiva época de las luchas de clase referidas.La denominación de tribunos no parece quehubo de derivarse inmediatamente de las tri­bus, pues aquéllos no ten ían ninguna relaciónpróxima con éstas, sino que se tomó delantiguo modo de titular a los oficiales del ejér­cito de ciudadanos, a cuyos cargos pudieronaspirar los plebeyos tan luego como fueronconsiderados como ciudadanos.

La jefatura de la plebe, tomando por modelola de la ciudadan ía, se formó por dos personasque ocupaban puestos iguales entre sí, cole­giadamente, lo propio que acontecía con loscónsules; pero como la protección jurídicaque de estas personas se esperaba era, o pare­cía que había de ser tanto mayor cuanto ma­yor fuese el número de puestos, este númerose elevó muy pronto a cuatro, y después, antes

Page 73: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 79

de la ley de las Doce Tablas, a diez, del queno se pasó.

Desde que se creó el tribunado estuvieronesencialmente exclu idos de este cargo los pa­tricios, y tal prohibición no fue nunca dero­gada. Ni los que hubieran sido esclavos, niaquellos otros ciudadanos que ocupaban unasituación inferior a los demás podían ser tri­bunos del pueblo, y esta exclusión formaba elpunto de partida de la desigualdad de derechoque acompañaba a tales individuos.

La elección de los tribunos se hacía por lostribunos mismos ante la colectividad de losplebeyos, con exclusión de los patricios; alprincipio por curias y más tarde por tribus, yen lo demás siguiendo el modelo de la elecciónde los cónsules. La libre cooptación, que tuvolugar en los comienzos del tribunado cuandono estuviera enteramente completo el númerode los que componían el collegium, hubo deser muy pronto abolida, y también en el tri­bunado se introdujo la elección posterior. Nose conoció aquí medio alguno que hiciera lasveces del interregno, pero hasta donde noso­tros sabemos, después del decenvirato, duran­te el cual quedó en suspenso el tribunado delpueblo, la continuidad de este cargo no volvióa experimentar interrupción alguna.

No puede decirse que los tribunos del pue­blo ocupasen un lugar en la jerarquía de losfuncionarios sino en tanto se les considerabacomo superiores a los jefes plebeyos de menorderecho, esto es, a los ediles. Aun después quea los plebeyos les fue concedido el derecho desufragio pasivo, el tribunado continuó siendoun cargo no perteneciente a la serie jerárquicade los puestos de la comunidad, pudiendo de­sempeñarlo o no desempeñarlo el plebeyopara entrar en la carrera poi ítica. De hecho,sin embargo, luego que terminó la lucha declases, el tribunado hubo de ser considerado

como un cargo subordinado de esta carrera;la mayor parte de las veces se le considerócomo uno de los primeros grados de la misma,desempeñándose por regla general antes de lapretura, y hasta antes de la edilidad plebeya.Augusto fue el primero que hizo obligatoriala aceptación del tribunado del pueblo y queseñaló a este cargo un lugar fijo en la jerarqu ía;desde entonces empezó a considerársele comointermedio entre la cuestura y la pretura, jun­tamente con las tres edil idades, siendo elegidoslos plebeyos para ocuparlo al mismo tiempoque para estos.

El tribuno del pueblo no funcionaba másque dentro del ámbito territorial de la ciudad;el imperium militar no le fue jamás concedi­do.

Para la duración del tribunado se tomó pormodelo la del consulado; mas, como ya hemosadvertido, desde que desapareció el decenvi­rato, el ingreso en el cargo se fijó, no por leypropiamente, pero sí de hecho, sin interrup­ción, el día 10 de diciembre.

Al tribuno de la plebe no le correspondíanlos derechos honoríficos de los magistrados,fasces, preetexte y silla curul, por cuanto nofue institu ido con el carácter de magistradode la comunidad, ni llegó a adquirirlo tampo­co después de un modo legal. Tan sólo se leconcedió el derecho de asiento: el banco tri­bunicio.

Ni al ser institu ído el cargo se otorgó al tri­buno competencia de magistrado, ni despuésla alcanzó tampoco legalmente. Tuvo, sin em­bargo, cierta participación en la actividad queejercían los magistrados, mediante la facultadque le correspond ía de privar de fuerza, porsu intervención (intercessio}, y dentro de los1imites ya indicados con otro motivo, al im­perium de los cónsules, con tanta eficaciacomo cuando uno de los dos cónsules sepon ía

Page 74: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

80 REVISTA DE ADMINISTRAC10N PUBLICA

frente al otro. Además, con respecto a la fa­cultad de provocar acuerdos del pueblo y delSenado, el tribuno hubo de equipararse en elcurso del tiempo a los magistrados supremos,pues aunque semejantes acuerdos no ten íanvalor sino excepcionalmente, sin embargoeran tan legítimos como los regulares, y cadavez se fueron haciendo más frecuentes. Altribuno no se le reconoció la facultad de ne­gociar y discutir con la ciudadanía patricio­plebeya, pero el derecho que desde luego lefue concedido de convocar a los plebeyos paraelecciones, para constituirse en tribunal opara tomar acuerdos de otra índole, fue equi­parado al derecho de los cónsules a convocary presidir los Comicios, por cuanto a losacuerdos de la plebe se les dió -probablemen­te por la ley hortensia, hacia el año 465-68(289-86 a de J. C.)- la misma fuerza jurídicaque a los de la comunidad patricio-plebeya.Poco más o menos hacia esta época, se conce­dió también al tribuno el derecho de convocarel Senado y de tomar acuerdos en unión conél. A lo cual se añadió, finalmente, la facultadde juzgar negocios criminales, facultad pro­veniente de la antigua y jamás abandonadaautodefensa de la plebe por los tribunos ydel derecho de coacción y penal, ligado conella y aplicado aun al imperium de los cón­sules. Ya se ha dicho que la substanciacióndel procedimiento poi ítico para exigir cuentasa los magistrados estaba esencialmente enco­mendada a los tribunos de la plebe, y hastala magistratura suprema se hallaba obligada afacilitar a éstos, dándoles mandato para con­vocar la ciudadan ía patricio-plebeya, la subs­tanciación de los procesos de pena capital,reservados legalmente a las centurias. Durantela época de las luchas de clase, el procedimien­to criminal tribunicio tuvo por principal objetoabolir la soberanía de los patricios; pero des-

pués sirvió, juntamente con el derecho deintercesión que los tribunos ten ían, para so­meter a los magistrados al poder del Senado ypara plegar la resistencia de los mismos, justao injusta, al dominio de una oligarquía. Eltribunado del pueblo, entregado en manos delSenado, siguió siendo un arma revolucionaria,arma de la cual se hizo uso aun contra la so­beran ía de la nobleza, conforme cambiabanlos partidos poi (ticos, Sila abolió, al menos enlo esencial, los peligrosos procesos capitalesque seguían los tribunos, puesto que enco­mendó a uno de los grandes tribunales del ju­rado el conocimiento de las causas poi íticas(quaestio maiestatis). A pesar de que aun eltribunado de épocas posteriores, realmenteincrustado en la nueva organización, continuóen teoría. teniendo importancia poi ítica, laverdad es que este cargo, primer escalón de lacarrera de los magistrados, sólo por excepcióntuvo de hecho tal importancia, sobre todoporque no le estaban señalados negocios quedespachar de un modo regular, y porque esteColegio de magistrados, el mayor de todos losde Roma por el número de puestos, o funcio­naba únicamente en casos extraordinarios, ono funcionaba en absoluto. Por esta causa espor lo que a los tribunos del pueblo se les en­comendó, por medio de leyes especiales, lainstauración o nombramiento de tutores, ladistribución de trigo al pueblo y otros muchosasuntos ajenos a su propia misión.

LA CENSURA

El census, etimológicamente "juicio", "exa­men", esto es, la fijación de las personas queen un momento determinado pertenecen a lacomunidad y de sus bienes, al intento de regu­lar las prestaciones con qué cada una de ellasestá obligada a contribuir; acto preparatorio,

Page 75: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 81

por consiguiente, de la formación del ejércitoy de la lista de ciudadanos, fue consideradoentre los romanos, y con razón, como un atri­buto originario de la magistratura suprema.Más tarde, sin embargo -según la tradición, elaño 311 (443 a. de J. C.), pero probablemen­te algunos años después, o sea el año 319 (435a. de J. C.)- la facultad de formar el censo lesfue quitada a los cónsules, encomendándoselaa un funcionario ad hoc, al censor; habiendosido, quizás, el principal motivo de este cambiola circunstancia de que los cónsules no pudie­ran, durante el plazo que duraban sus funcio­nes, despachar con la prontitud y esmerodebidos, a la vez que los demás asuntos quetenían a su cargo, el de la formación del cen­so, acto complicado y largo que requería,además, unidad de dirección. En las comuni­dades latinas, el censo estuvo siempre enco­mendado a la magistratura suprema.

Para la forma dada al cargo se tomó pormodelo esencialmente al consulado; así que,los censores fueron siempre dos, elegidos, lomismo que los cónsules, en los Comicios cen­tu riadas y bajo la dirección consular. Comola instauración de la censura fue anterior a laépoca en que los plebeyos pudieron optar aldesempeño de las magistraturas, dicha insti­tución tuvo en su origen el carácter de institu­ción patricia. No se sabe si a la vez que consi­guieron los plebeyos el acceso al consulado enel año 387 (367 a. de J. C.), conseguiríantambién el acceso a la censura; de hecho, elprimer censor plebeyo lo vemos funcionar elaño 403 (351 a. de J. C.l, habiéndose prescrito,además que uno de los dos censores hab ía deser plebeyo. El acto religioso con que se ter­minaba el censo, esto es, el/ustrum, lo realizópor vez primera un censor plebeyo el año 474(280 a. de J. C.), en el año 623 (131 a.de J.

C.) funcionaron ya justos dos censores ple­beyos.

En la jerarqu ía de los magistrados, la cen­sura sólo ocupó en un principio el más altopuesto de los correspondientes a funcionariosdesprovistos de imperium, y no pocas vecesfue el cargo que desempeñaron los cónsulesantes de pasar al consulado; gradualmente, sinembargo, fue elevándose el valor público deesta función correspondiéndole desde antes,cubrir los puestos de caballeros; bien prontotambién se le confió la facultad de cubrir lospuestos de senadores; además, el censor eraquien resolvía realmente, sin apelación, acercade los derechos poi íticos y de los honoríficosde los ciudadanos; de manera que poco a pocoel cargo de censor fue considerado como elgrado más alto de la carrera de los magistrados,no siendo fácil el acceso al mismo sino a aqué­llos que ya hubieran sido cónsules.

El censo no podía practicarse más que den­tro del distrito de la ciudad; la actividad de loscensores estaba encadenada a Roma, lo mismoque la del pretor urbano. Pero no les estabaprohibido dar disposiciones de índole finan­ciera relativas aun a los bienes de la comu­nidad situados fuera de Roma.

Respecto a la duración del cargo de censor,regían reglas particulares. La misión de loscensores era fijar la situación personal y patri­monial de los ciudadanos y tenerla fijada parael momento en que uno de ellos terminaba ycerraba el censo, ante la ciudadan ía congrega­da en asamblea, mediante la expiación o lus­tración (lustrum), inmolando al efecto cerdos,carneros y toros (suovetaurília). De tal manerase exigía la celebración de este acto, que todaslas operaciones que por derecho implicaba elcenso depend ían jurídicamente de él, y si talacto no se realizara, aquéllas no adquiríanvalidez. En rigor, los censores no funcionaban,

Page 76: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

82 REVISTA DE ADMtNISTRACION PUBLICA

pues, de un modo continuo, según ocurría engeneral con los magistrados, sino que tan sóloten ían que realizar un acto único, fijado paraun determinado momento. Este concepto dela función censoria era seguramente contra­dictorio con la esencia de la misma, puestoque la comunidad existe, de hecho, necesaria­mente sin sufrir interrupción, y al verificar eliustrum no se tenían en cuenta las variacionesocurridas entre el momento de fijar los censo­res la situación de las personas y bienes de losciudadanos y aquel en que el lustrum se cele­braba, y con mayor razón hay que decir estode las variaciones que hubieren acontecidoentre el lustrum y el momento en que se apli­cara prácticamente el censo. Por consecuenciade lo cual, el censo vino a ser considerado engeneral meramente como un acto preparato­rio, y jamás pudo ser aplicado sino tomandoen consideración las modificaciones aludidas.Ya se comprende también que cada censo nose aplicaba más que hasta que empezaba aregir el siguiente. Entre los varios censos ha­bría de transcurrir por tanto, necesariamente,un intervalo, que, dado lo complicado del ne­gocio, no podía ser muy breve. En Roma esteintervalo, en cuanto nosotros sabemos, no fuenunca fijado legalmente; mas, a lo que parece,la duración normal del mismo fue de cuatroaños en un principio, y de cinco después. Eldeterminar en cada caso particular cuándo ha­bía de procederse a ia formación de un censonuevo, correspondió en los más antiguos tiem­pos a la magistratura suprema, puesto que ellaera la que hacía listas nuevas cuando las quehasta el presente hab ían servido no sejuzgabanutilizables por más tiempo; después, quienresolvía de hecho acerca de este particular fueel Senado. Por el contrario, lo que sí estabafijado por la leyera el plazo concedido para lapráctica de las operaciones preparatorias al

colegium encargado del desempeño de estenegocio; mientras él mismo formó parte de lasatribuciones de los cónsules, estos magistra­dos, cuando proced ían a formar el censo, ha­bían, sin duda, de formarlo por sí mismos ydejarlo conclu ído, y en caso de no ocurriresto, sus sucesores no podían continuarlo,sino que ten (an que comenzar uno nuevo;después que se creó el cargo independiente decensor, los censores, igual que el dictador,ten ían que abandonar su cargo una vez prac­ticado el lustrum, o a lo más a los dieciochomeses de haber entrado en el cargo, de maneraque entre las funciones de unos y otros cen­sores fue cada vez existiendo mayor plazo deaños de intervalo. No estaba jurídicamentedeterminado el día en que había de tomarseposesión del cargo, pero de hecho se realizabaésta, la mayoría de las veces, en la primavera,y el lustrum en el verano del año siguiente.

Los derechos honoríficos del censor estabansometidos al influjo de la diferente maneracomo era apreciado el cargo, tanto jerárquica­mente como por la costumbre. No se le con­cedían fasces, ni tampoco de derecho la sillacurul; en cambio, él fue el único de todos losfuncionarios al que se le concedió el uso detodo el vestido de púrpura, cuando menos enlos funerales.

La competencia de los censores era de máslimitada intensidad que la concedida a la ma­gistratura suprema para la formación delcenso. Al ciudadano que descuidase cumplircon sus obl igaciones relativas a esta formación,o que diere informes falsos, podía el cónsulcastigarle por sí mismo con penas sobre elcuerpo y la vida, en tanto que el censor, elcual careeía del derecho de coercición plena,sólo pod ía exigir responsabilidad por mediodel cónsul; por tanto, la institución de este

Page 77: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS DE CASO 83

cargo público no fue una mera segregación dela magistratura suprema, como sucedió conla pretura, sino una debilitación de la intensi­dad de aquélla. También se advierte la diferen­cia existente entre la formación del censo porlos cónsules como una de sus atribuciones y lafacultad concedida a los censores como cargoindependiente, considerando que el censorcarecía, sí, de imperium, pero, sin embargo,convocaba al ejército de ciudadanos para veri­ficar la lustración. De lo ya dicho resulta quetodo acto realizado por los censores, comotales, revestía por fuerza un carácter provi­sional. Ellos eran los que conced (an o negabanel derecho de ciudadano y el derecho de sufra­gio, los que regulaban de esta o de la otra ma­nera la obligación del servicio militar y la delos impuestos, pero todas sus disposicionesno eran otra cosa, en el sentido jurídico, sinoproposiciones hechas a aquellos magistrados aquienes tocaba decidir sobre ellas por razónde su cargo. Como las variaciones producidasrealmente después de la formación y acepta­ción de las listas censoriales habían de serapreciadas por los censores mismos, éstos po­d ían, so pretexto de tomarlas en cuenta, apar­tarse, aun por otros motivos, de los hechoscensorialmente consignados, sin que por esoinfringir el derecho, y menos todavía estabanobligados los censores posteriores a atenerseal "juicio" de sus predecesores.

La competencia de los censores no se limi­taba a la práctica del negocio del cual recibíansu denominación, o sea a la catalogación delos ciudadanos obligados al servicio de lasarmas y al pago de los impuestos, parte inte­grante de lo cual era la formación de la caba­llería de ciudadanos, y posteriormente delorden de los caballeros; sino que además lescorrespondía dar reglas sobre la vida econó­mica de la comunidad, así en lo relativo a los

ingresos como a los gastos, en tanto pudierahacerse esta regulación para largos plazos. Masaquellas facultades que para este último efectoera preciso estar ejercitando de un modo con­tinuo, no le fueron quitadas a la magistraturasuprema, como se le quitó la de formar el cen­so; antes bien, en los momentos en que nofuncionaba la censura, esas facultades eranejercitadas por los cónsules. De todo lo antesdicho, trataremos más adelante sobre la cualnos remitimos, al ocuparnos de la adminis­tración del patrimonio de la comunidad. Delderecho de confirmar o de nombrar a los se­nadores, concedido a la censura por la leyovinia en el siglo V, trataremos con más dete­nimiento en el capítulo consagrado al Senado.

El tribunal de honor de los censores mereceser examinado aparte. Fue este tribunal underivado de la facultad que los censores ten íanpara organizar el ejército de ciudadanos, pueslas personas infamadas eran exclu ídas de lascenturias de caballeros y de la ciudadan íaobligada a prestar el servicio militar ordinariode a pie; y como quiera que las votaciones dela ciudadan ía se verificaban conforme a estaorganización militar, las personas dichas per­dían, por consecuencia, su derecho de sufra­gio. Este tribunal de honor adquirió mayorimportancia cuando los cargos senatorialesdejaron de ser vitalicios y se encomendó a loscensores la formación de la lista de los sena­dores, pues a partir de este instante, los cen­sores estuvieron obligados a no incluir en lanueva lista de senadores a las personas infa­madas. De conformidad con su propia natura­leza político-militar, este tribunal de honor seaplicó únicamente a los varones. Las conse­cuencias jurídicas que la existencia de ese tri­bunal trajo consigo se proyectaron, ante todo,en las clases privilegiadas, porque las personassobre quienes hubiera recaído nota de infamia

Page 78: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

84 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

no podían seguir perteneciendo a la caballeríani al Senado; a los demás ciudadanos, el cen­sor sólo podía privarles del derecho de sufra­gio, o mermárselo, y postergarles en el ejército;mas tampoco en este respecto se hallaba obli­gado el magistrado poseedor de imperium arespetar lo que el censor hubiera hecho.

Lo que desde luego estaba sometido altribunal de honor era la conducta del ciuda­dano en el cumplimiento de sus obligacionespolíticas, pero también dependía de la apre­ciación de los censores la honorabil idad de lavida privada. Tanto la determinación de cuálesacciones habían de considerarse deshonrosas,como la clase de pruebas que hab ía de ser su­ficiente para juzgarlas tales, fueron cosas en­tregadas a la conciencia del magistrado; dehecho, sin embargo, hubieron de aplicarse confrecuencia a esta materia algunas formalidadesprocesales. Este tribunal de honor, cuyo órga­no se nombraba en atención tan sólo a la con­sideración moral y poi ítica que gozaba la per­sona en quien recaía el nombramiento, y queaun en los mejores tiempos de la Repúblicaen este sentido fue en el que se hizo uso de él,ese tribunal de honor, repetimos, sólo puededecirse que tuviera limitaciones legales en suobrar en cuanto que para privar de la honra auna persona debía hacerse constar en la listalos fundamentos de ello, y en cuanto era in­dispensable además el consentimiento expresode ambos colegas. La resolución dictada to­cante al particular no era tampoco definitiva,como hemos dicho que no lo era ningún otroacto censorial; antes bien, todas las decisionesanteriormente pronunciadas perdían su fuerzaal formarse cada nuevo censo, y para seguirteniéndola en lo sucesivo, era necesario quelas repitiesen expresamente los nuevos censo­res.

El cargo de censor romano, especialmente

en la forma de cargo en cierto modo superioral Senado que con el tiempo hubo de adoptar,pertenecía al número de los órganos más pro­pios y privativos de la comunidad romana,pero también fue de aquéllos que más prontodesaparecieron. Después de Síla, la censura,aun cuando no fue propiamente abolida, sólofuncionó en casos excepcionales. A este re­sultado cooperaron distintas causas: la supre­sión de hecho del impuesto de ciudadano; lavariación en la manera de formar el ejército,empleándose, en lugar de la antigua leva, pre­dominantemente el alistamiento voluntario;la antipatía del estricto gobierno de los op­timates contra la facultad que los censoresten ían de disponer libremente de los puestosde senadores, que en realidad sólo de hechoeran vitalicios; y sobre todo la circunstanciade haber encomendado la formación del censoa los municipios que constituían la unión detodos los ciudadanos del Reino, circunstanciaque fue la necesaria secuela de la transforma­ción del antiguo derecho de ciudadano de laciudad romana en el derecho de ciudadano delReino. El censo del Reino desde entonces nopudo ser nada más que una reunión de estosparticulares registros municipales, y al aflo­jarse la administración imperial y faltarle launidad en lo penal, la reunión dicha, que nodejaba de reportar alguna utilidad práctica,hubo de interrumpirse; por otra parte, laintervención que en la administración delpatrimonio de la comunidad correspondía ala censura en la época republ icana fue tras­ladada a un cargo especial que funcionabaconstantemente, y la composición del Senadoy del orden de los caballeros se apoyó enbases distintas de aquéllas en que se apoyabamientras los censores funcionaron.

Page 79: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 85

LA EDILIDAD

La palabra aedi/is no puede significar otracosa sino el maestro doméstico y dueño de losedificios; ahora, nosotros no sabemos con se­guridad cual fuera el valor jurídico de estadenominación, ni el género de asuntos cuyodesempeño se encomendara originariamentea los funcionarios a los que se aplicaba. Habíatres categorías de ediles, que no deben serconsiderados, según sucede con las diversaspreturas, como miembros de una misma ma­gistratura con distinta competencia, sino comofuncionarios diferentes, elegidos ya con estecarácter en los Comicios, a saber: los aedilesprebis O plebis, los cuales se originaron, jun­tamente con el tribunado de la plebe, de lasluchas de clase; los aedi/es curu/es,instituídoscomo magistrados de la comunidad patricio­plebeya, juntamente con los pretores, el año387 (367 a. de J. C.l, y los cuales recibieronsu nombre de la silla curul o jurisdiccionalque se les concedió y que no ten ían sus cole­gas, los aedi/es p/ebis Ceria/es, institu ídos porel dictador César, que funcionaron desde elaño 711 143 a. de J_ C.l, y cuya denominaciónprovino de la inspección oficial que los mis­mos estaban obligados a verificar sobre lasdistribuciones de grano al pueblo.

Cada una de estas clases de ediles compren­día dos de ellos, número que continuó inva­riable. Tanto los ediles plebeyos como losceriales fueron siempre tomados de la plebe.La edilidad curul, si la tradición no miente,fue en un principio institu ída como cargo pa­tricio; sin embargo, ya en el segundo año sepermitió también a los plebeyos el acceso aella, pero a fin, seguramente, de no turbar laconcordia dentro del col/egium, se dispusoque los años impares de Varron fuesen edilesdos patricios, y los años pares dos plebeyos,

hasta que en el siglo V 11 de la ciudad fue acce­sible el cargo a las dos clases por igual; entiempo de Augusto, los patricios fueron ex­cluídos, o más bien exentos, de la edilidad deque se trata.

En la jerarqu ía, los ediles plebeyos, mientrasexistieron ellos solos, ocupaban un puestodetrás de los tribunos del pueblo, y eran conrelación a éstos lo que los cuestores con res­pecto a los cónsules. Al establecerse la edili­dad curul, se le dió un puesto fijo en la seriede los magistrados de la comunidad, entre lacuestura y la pretura, por bajo de esta y porencima de aquélla, lo cual se hizo extensivo,aun cuando acaso gradualmente, a la edilidadplebeya, ambas clases de funciones fueron, sinembargo, potestativas en la época republicana,de manera que el que las ocupaba entraba aformar parte de la serie jerárquica en el lugarindicado, pero también pod ía no aceptarse elcargo. Por ley, la posición de la edilidad ple­beya era inferior al tribunado del pueblo;pero con el tiempo esta relación hubo de cam­biarse siendo considerada la dicha edilidadcomo alta que el tribunado; y, en efecto, loregular era que cuando alguno desempeñabasucesivamente ambos cargos, el desempeño dela edilidad viniera en pos del tribunado, cosaque pod ía hacerse perfectamente, porque am­bos cargos eran potestativos, no obligatorios.Ya hemos dicho que Augusto dió este últimocarácter tanto a los puestos de edil como alos de tribuno del pueblo; de suerte que unavez que los plebeyos consiguieron el acceso ala pretura, fue requisito para desempeñarlael haber ocupado antes alguno de los seispuestos de edila alguno de los diez de tribuno.

Los dos ediles curules eran elegidos en losComicios patricio-plebeyos por tribus, bajo ladirección de un cónsul o de un pretor, y losediles plebeyos, al menos los dos másantiguos,

Page 80: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

86 REVISTA DE ADMINrSTRACION PUBLICA

eran elegidos en la asamblea plebeya reunidapor tribus, bajo la dirección de un tribuno delpueblo.

Ninguna de las tres edilidades ejercía susfunciones más que dentro del distrito de laciudad.

La duración anual era aplicable a las edilida­des, lo mismo que al consulado y al tribunadodel pueblo. Los ediles curules, y orobablernen­te también los cuatro plebeyos, al menos enlos tiempos posteriores, entraban en funcio­nes el mismo día que los cónsules.

De los derechos honoríficos correspondien­tes a los magistrados, se concedieron a los edi­les curules el uso de silla jurisdiccional o curuly la preetexte, mas difícilmente se les permi­tieron lictores. Los ediles plebeyos estuvieronprivados de los derechos de referencia, iqual­mente que los tribunos de la plebe.

No tenemos datos suficientes para conocercuál fue la competencia originaria de la edili­dad. Es de presumir que los ediles sirvieran engeneral de auxiliares a los tribunos; que en unprincipio protegieran y defendieran a los ple­beyos contra las injusticias de que fueran víc­timas, quizá principalmente en materia deprestaciones personales, y que luego les co­rrespondiera custodiar en el templo de Ceres,bajo la inspección de los tribunos, los docu­mentos escritos que garantizaban los derechosde la plebe, prestar auxilio con sus manos enlas acciones de pena capital a los tribunos, loscuales no dispon ían de cuestores ni de lictores,y aun prestar por sí mismos, ante la asambleade los plebeyos, las acciones en que se recla­masen multas o expiaciones pecuniarias. Elmismo juramento por el cual garantizaban losplebeyos la inviolabilidad de sus tribunos ser­vía también de escudo a la inviolabilidad delos ediles. Mas la edilidad originaria pudo des­pués convertirse en un cargo de inspección y

policía, y por eso es por lo que, cuando mástarde se añadió a ella la edilidad patricio-ple­beya, empezó a tener existencia la doblefunción de la policía de mercados y vías, deun modo análogo sin la menor duda a lo queera la agoranomía helénica. Aquella parte dedicha poi ítica que implicaba ejercicio de ju­risdicción debió reservarse a los ediles curules,pues los cuasi-colegas plebeyos no ten ían legal­mente carácter de magistrados. La jurisdicciónconcedida a los ediles que eran magistrados dela comunidad, del propio modo que las insig­nias otorgadas a los mismos, están demostran­do que esos ediles participaban del imperium,y por tanto, que en cierto sentido se les con­ceptuaba como colegas menores de los magis­trados supremos: esta posición jurídica de losmismos se ve bien claramente en la organiza­ción municipal, donde los dos magistradossupremos y los dos ediles se consideran comocolegas, si bien de desigual rango, bajo la formadel quatorvirato. Mas en las organizacionespropiamente romanas, probablemente por larazón de que aquí aliado de los ediles curulesestaban los ediles plebeyos, la edilidad nollegó a adquirir la consideración a que acaba­mos de referirnos, sino que continuó formandoparte de la serie de las funciones subordinadas.A la inspección de las fiestas populares, ma­teria comprendida necesariamente en la com­petencia de policía de los ediles, se añadiódespués la delegación o encargo hecho a estospara que ejecutaran ellos mismos tales fiestasy la concesión a los propios ediles del dineropúblico destinado a ellas; así se explica queambas edilidades llegaran a adquirir posterior­mente gran importancia poi ítica y que fueranmuy codiciadas, dado caso que este era el ca­mino legal para hacer gastos en provecho dela multitud y atraérsela para las elecciones. Nopodemos decir cuál fue el fundamento de la

Page 81: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUO lOS O E CASO 87

facultad que todos los ediles ten ían, no sola­mente de imponer multas y hacer embargos,sino también de ejercitar el derecho de convo­car la ciudadan ía, propio de los magistradossupremos, y defender ante ella sus sentenciaso decisiones en el caso de que, en la materiadicha, hubiese el edil traspasado los límitesde su competencia y se hubiese interpuestoprovocación; pues los ediles, en ninguna otraocasión sino en ésta podían convocar ni losComicios ni el Senado. Acaso lo que produjerael resultado de que se trata fuera la partici­pación de los ediles originarios en la justiciaplebeya; pero más veros ímil es que esta acciónpara defender ante los Comicios las multasimpuestas no tuviera su base en una compe­tencia especial concedida a los ediles, sino enla cláusula añadida a numerosas leyes penalesde la época republicana, en virtud de la cual,todo magistrado que tuviese atribuciones parahacer uso de la coercición debía ser, en general,competente para exigi r las penas pecuniarias aque hubiera condenado y para defender susentencia condenatoria ante la ciudadan ía,facultad de que luego hicieron uso preferen­temente los cuatro ediles, que fueron los lla­mados a ello por ser la más baja de las catego­rías de los magistrados.

LA CUESTURA

La denominación dada a los cuestores nopuede ser explicada léxicamente sino refirién­dola a la función penal que los mismos hubie­ron de desempeñar (quaerere); y como estafunción adquirió su particular carácter despuésde abolida la Monarqu ía, claro está que elorígen de la cuestura difícilmente se remontamás allá de la República, lo probable es quenaciera cuando ésta, y precisamente por ha­berse mermado las facultades de la realeza el

cambiarla en consulado. La tradición enlazatambién no en verdad el origen de la cuestura,pero sí ~I de la provocación obligatoria en elprocedimiento criminal que la cuestura impli­ca, con la supresión de la Monarquía, y la cir­cunstancia de que no existieran cuestores allado del dictador, demuestra que aquélloseran incompatibles con los magistrados queposeían pleno imperium, y que si nacieron fuecomo una limitación de éste.

El número de los cuestores dependía de sucondición de auxiliares de la magistraturasuprema, si bien no era este número entera­mente igual al de los funcionarios que ocupa­ban aquella magistratura. Esa igualdad única­mente podría aplicarse a los tiempos más an­tiguos, pues en los posteriores, por una parte,a cada cónsul le fueron dados varios auxilia­res de los que nos ocupan, y por otra parte,los pretores que ten ían limitado el ejerciciode su función al distrito de la ciudad carecie­ron de cuestores. Así, en el año 333 (421 a.de J. C.l se concedieron a cada cónsul doscuestores, uno para el desempeño de su cargoen la ciudad y otro para el desempeño de susfunciones militares, y luego, en el año 487(267 a. de J. C.l, fueron institu ídos cuatropuestos más de cuestores para ayudar a loscónsules a administrar la Italia; de suerte queel número total de cuestores se elevó a ocho.Cuando poco tiempo después se instituyeronmagistrados supremos para regir los territoriosultramarinos, se dispuso que al lado de cadauno de esos magistrados había de funcionarun cuestor, sin embargo, lo probable es queéste principio no se respetara sino en parte alintroducir nuevos puestos de cuestor, suce­diendo más bien por eso que los magistradoshicieran uso de la facultad que les daba suimperium militar para crear, a falta de cuesto­res elegidos por los Comicios, procuestores

Page 82: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

88 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

con iguales funciones que aquéllos. Sila ordenóque el número de los cuestores que anualmen­te habían de ser nombrados fuera de veinte;el dictador César autorizó para doblarlo; Au­gusto abolió nuevamente esta autorización,conservándose durante el principado el númeroantes dicho: pero todas estas disposiciones sedieron más bien que con el objeto de quehubiera cuestores suficientes para el desem­peño de las varias atribuciones inherentesal cargo, con el propósito de que, una vez quela cuestura se consideró legalmente como elpuesto que daba ingreso en el Senado, fuerancubriéndose por semejante procedimiento lasvacantes que en éste existieran.

Como la cuestura tuvo desde un principio,lo mismo que el tribunado militar, el carácterde puesto auxiliar, es claro que desde antesse permitió a los plebeyos ocuparla. Esta per­misión fue aplicable aun a los puestos de cues­tor magistrado, probablemente desde loscomienzos, y con toda seguridad después queel número de los cuestores se duplicó.

Del mismo carácter de función auxiliar quedesde su origen tuvo la cuestura, se desprendeque el lugar que ésta ocupara en la jerarqu íade los magistrados había de ser el último;luego que se formó una serie fija de magistra­turas, el cargo de cuestor era el primer pasode la carrera poi ítica, de donde provino pos­teriormente la importante consecuencia deque los cuestores adquirían derecho a ser se­nadores vitalicios.

Ya se ha advertido que la cuestura naciócomo un cargo auxiliar de la magistratura, porlo que en un principio los cuestores eran nom­brados libremente por los cónsules, o sea porlos magistrados a quienes habían de prestarsu auxilio. No sabemos cuándo comenzaría aser limitado este libre nombramiento por laobligación de interrogar previamente a la ciu-

dadan ía, lo probable es que a la época deldecenvirato los cuestores se convirtieron depuestos auxiliares en magistrados. La interro­gación para el nombramiento se dirigía a losComicios patricio-plebeyos congregados portribus, y claro está que quien la hacía eranlos cónsules, y por excepción los pretores.

Bajo el respecto de la extensión territorial,las funciones de los más antiguos auxiliaresde los magistrados eran tan ilimitadas comolas de la misma magistratura suprema; el cues­tor funcionaba en un principio, lo mismo queel cónsul, primero en el distrito de la ciudad yluego en el campo de la querrá. Pero cuandoel número de los cuestores aumentó, los pues­tos de los que funcionaban en la ciudad fueronencomendados a personas distintas de las quefuncionaban en el campo militar. A partir deeste momento, los dos cuestores encargadosdel desempeño de los negocios de la ciudad sedenominaron quaestores urbeni, para distin­guirlos de los demás.

Con respecto a la duración del cargo, sontambién aplicables a los cuestores las mismasreglas que se han dado para la duración de lamagistratura suprema, advirtiendo sólo que enla época en que los cónsules entraban en fun­ciones ello. de enero los cuestores tomabanposesión de su cargo el 5 de diciembre anterior,y claro está que a los cuestores que funciona­ban fuera de Roma les eran aplicables lasreglas relativas a la prorrogación del cargo.

El cuestor no disfrutaba de ninguno de losderechos honoríficos concedidos a los magis­trados; ni siquiera ten ía imperium propio nipotestad coercitiva, como los magistrados; encierto sentido, aun en los tiempos posterioresse le consideró más como auxiliar que comorepresentante de la comunidad,

Tocante a la competencia, es preciso, antetodo, examinar la cuestión de si a cada uno

Page 83: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 89

de los magistrados supremos le pertenecían ono cuestores propios, y después hay que de­terminar la esfera de asuntos encomendados ala gestión de éstos.

La misma esencia de puesto auxiliar que co­rresponde al que nos ocupa, está diciendo quecada particular cuestor se hallaba estrecha­mente ligado a un particular magistrado su­premo; teniendo en cuenta esta maner de serla cuestura en sus orígenes, es como podemosexplicarnos que el cuestor provincial estuvieracomo adherido al gobernador o presidente dela provincia, adherencia que únicamente exis­tía en los organismos romanos, y que hastaestuvo reconocida legalmente. Mas debe ad·vertirse que no sucedía esto sino cuando lamagistratura suprema funcionaba sin las tra­bas de la colegialidad, así, en el régimen de laciudad, y hasta en el itálico, aun cuando escierto que los cuestores funcionaban comomagistrados subordinados de los cónsules,también lo es que en los tiempos históricosno se ve que cada cuestor fuera el subalternode cada particular cónsul; es más: aun en elrégimen de la ciudad, la tendencia a hacer quelos cuestores limitaran en el ejercicio de susfunciones a la magistratura suprema se mani­fiesta sobre todo por la circunstancia de que,así como cuando los cónsules se ausentabande Roma desaparecía por fuerza su superio­ridad personal inmediata sobre los cuestores,así también la sumisión personal de estos aaquellos fue suprimida, bien de derecho, biende hecho, aun mientras los referidos cónsulespermanecían en la capital.

La esencia de puesto auxiliar que corres­ponde al de cuestor parece exigir que la comopetencia de éstos fuera tan amplia, a lo menosoriginariamente, cama la de los cónsules; sinembargo, sólo en cierta medida puede decirseque la realidad respondió a esta exigencia. El

cuestor intervino, sí, desde su origen, en unagran variedad de asuntos, mas en maneraalguna en todos los consulares; por el contra­rio, aun en el régimen de la ciudad, los cues­tares fueron ajenos a las funciones de los cón­sules y éstos a las de aquellos. En la jurisdicciónpara resolver asuntos privados, que fue en unprincipio la función más esencial de los eón­sules dentro de la ciudad y que luego pasó alos pretores, no tuvieron jamás los cuestoresintervención alguna; S1 la tuvieron, en cambio,en el ejercicio de la coercición y en los juicioscriminales, en tanto estos se hallaran someti­dos a la provocación de los Comicios, del pro­pio modo que la tuvieron en la administraciónde la caja de la comunidad: es por la ley misrnahabían sido exceptuadas estas dos funcionesde ser desempeñadas directamente por los rna­gistrados supremos. En las demás funcionesdel régimen de la ciudad, se ve clara la índoleauxiliar de la actividad de los cuestores; sobretodo se sirvieron de éstos los magistrados su­premos para cumplir las obligaciones que sobreellos pasaban con respecto a los extranjeroshuéspedes de la comunidad. Los mismos prin­cipios se aplican al imperium militar; perocomo aquí no estaba admitida la provocación,para lo que más servía el cuestor al jefe delejército era para administrar la caja de la que­rra, para lo cual era hasta jurídicamente indis­pensable. Pero, además, en este orden se hizolibre y discrecionalmente un gran uso de laactividad auxiliar, funcionando de hecho re­gularmente el cuestor como el más elevado detodos los oficiales sometidos al jefe de la cam­paña; también pod ía encomendársele por de·legación o mandato el desempeño de otrosasuntos, aun el ejercicio de la jurisdicción. Enlos siguientes capítulos hablaremos de todaslas demás materias confiadas a los cuestores:del juicio criminal cuestorio, cuyos funciona-

Page 84: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

90 REVISTA DE ADMINISTRAC10N PUBLICA

ríos, que eran los dos cuesto res más antiguos,se llamaban queestores parricidii; de la admi­nistración de la caja de la comunidad; de laparticipación de los cuestores en la adminis­tración de Italia y de las provincias. Sobre elempleo de los cuestores como auxiliares delpríncipe, de los queestores Augusti, no a losasuntos provinciales, pero sí a los de la ciudad,puede verse el cap ítulo consagrado al estudiode los subalternos del emperador."

LOS DEMAS MAGISTRADOSORDINARIOS DE LA REPUBLlCA

Además de las magistraturas de la Repúblicahasta ahora examinadas, hubo, sobre todo alfinal de aquella, una serie de cargos de rangoinferior y de subordinada importancia poi íti­ca, cuyo estudio detenido no corresponde a lapresente exposición. La actividad auxiliar fuela que dió origen predominantemente a losmismos. Parece que al finalizar la Repúblicaera costumbre, y aun acaso precepto legal,exigir que antes de ser nombrado cuestor unindividuo hubiera ocupado, tanto uno de lospuestos de oficiales militares pertenecientes aesta clase de auxiliares, como un cargo civil dela misma especie. En la época del principadose distinguieron, desde luego, estos puestos deoficiales de los cargos públicos de eleccióncomercial, por el contrario, los funcionariosciviles de esta categoría, llamados con el nom­bre común de vigintisexviros, y posteriormen­te, después de la supresión de algunos de ellos,con el de vigintiviros, se consideraron como elgrado precedente a la cuestura que daba de­recho a ser senador.

Vid número siguiente de RAP., artículo dedicado al Prin­cipado Val Imperio.

Los puestos de que se trata eran los siguien­tes;

En la esfera del mundo militar se prescri­bió, desde el año 392 (362 a, de J. C.), queuna parte de los tribunos 'militares fuerannombrados por los Comicios. El número deestos puestos fue en un principio de seis, yposteriormente de veinticuatro; pero, por unlado, esta cifra hubo de sufrir variaciones; porotro, y principalmente, el número total detribunos militares varió también, según varióel de las legiones mandadas por cada seis deaquéllos. Al comenzar el principado, pareceque estos tribunos militares nombrados enlos Comicios dejaron primeramente de prestarservicios efectivos, y luego fueron, en general,abolidos.

Para la jurisdicción criminal hubo tres fun­cionarios (tres viricapitales), encargados, desdeluego, de la inspección de las prisiones y de laejecución de las sentencias de muerte cuandoéstas se ejecutaban dentro de la cárcel, a locual se añadió después cierto servicio de segu­ridad, sobre todo nocturna. La instituciónmisma se remonta al siglo V, pero la elecciónen los Comicios no se extendió a estos puestosquizá hasta un siglo después.

Con respecto a la jurisdicción en general,de los lugartenientes que al pretor le corres­pondía instituir en Italia, los cuatro destina­dos a Capua y la Campania fueron nombra­dos en los tiempos posteriores por los Comi­cios. Augusto suprimió este quatuorviratocuando la lugartenencia pretorial llegó a ha­cerse inútil por haber adquirido los municipiosfacultades jurisdiccionales.

Para lo tocante a la judicación, ya desdebien pronto se había establecido para las cau­sas relativas a la libertad un collegium perma­nente de decenviros [aecenviri litibus iudi­csndis}, que realmente hacía el servicio de

Page 85: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 91

Jurado; pero después que en la época repu­blicana se hizo extensiva a los miembros deeste co/legium la elección en los Comicios, seles consideró como magistrados, consideraciónque siguieron teniendo durante el principado,si bien su competencia fue distinta ahora dela que tenlan antes, pues ahora se convirtieronen qufas o directores de las causas de heren­cias, cuyo conocimiento se hallaba encomen­dado al alto tribunal de los centunviros. Ade­más, los triunviros capitales antes menciona­dos se aplicaron también a los pleitos civiles,por un lado, como auxiliares para la percep­ción de las multas e indemnizaciones proce­sales, y por otro, para conocer en funcionesde jurados de ciertas demandas que, aun cuan­do ten (an por la ley la consideración de civi­les, en realidad eran penales.

La limpieza de las calles estaba encomen­dada, bajo la superior dirección de los ediles,en la ciudad a cuatro, y en los arrabales a dosfuncionarios, estos dos últimos fueron supri­midos por Augusto, a consecuencia de lanueva organización dada a las vtas itálicas.

La acuñación de moneda en la ciudad, queen la primitiva República parece haber estadosustraída a la competencia de los magistradosordinarios y haberse verificado siempre envirtud de disposiciones extraordinarias, hubode encomendarse en la última época republi­cana a' tres funcionarios especiales (tres viriaere argento aura fiando feriundo).

LOS MAGISTRADOS EXTRAORDINARIOSDE LA REPUBLlCA

Magistrados extraordinarios, o sea, magistra­dos nombrados por el procedimiento corrien­te, de cooperación y concurso entre la magis­tratura y la ciudadan ía, pero sólo en casos

particulares, podfa haberlos por tres concep­tos: primero, los nombrados para el desem­peño de asuntos que no entraban en la compe­tencia de ningún magistrado ordinario, y que,por lo mismo, se conceptuaban como derechosreservados a la comunidad; segundo, los nom­brados para el desempeño de negocios ordina­rios, pero que, por alguna causa fundada, nopodían desempeñar los magistrados a quienesestos negocios estaban atribu Idos, y tercero,los nombrados para modificar la constituciónde la comunidad en general. La primera deestas categorías de magistrados, es de índoleextraordinaria, pero, en principio y teórica­mente, se halla contenida en la misma esenciade la organización de la comunidad; la segundasupone una violación, y la tercera una suspen­sión del orden existente en la comunidad.

Los cargos públicos extraordinarios de laprimer categoría se refieren a aquellas funcio­nes que la comunidad no ha delegado en ge­neral en ninguno de sus representantes, y paracuyo desempeño se necesita, en cada caso par­ticular, un acuerdo de la comunidad misma.Puede ocurrir que al tomarse este acuerdo decrear una magistratura extraordinaria se de­signe también la persona o personas que hande ocuparla, lo regular era, sin embargo, queno coincidiese aquel acuerdo con el acto dela elección del correspondiente magistrado,sino que se limitara a ordenar que tal elecciónse verificase. En el más antiguo sistema repu­blicano -pues para el monarca difícilmenteexistió esta limitación- el procedimientoexcepcional de que se trata hubo de aplicarse:por un lado, a los procesos por motivos poi 1­ticos (perduel/ío); por otro lado, a las dona­ciones gratuitas de terrenos de la comunidad,ora se hicieran estas donaciones a un dios(duovíri acedi dedícandae), ora a los ciudada­nos o a las agrupaciones que formaban la con-

Page 86: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

92 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

federación (magistrados agris dandis adsignan­dis}. También sol ían acordar los Comicios laelección de magistrados especiales para eldesempeño de algunos otros importantesasuntos que excedían de la competencia dela magistratura, v. gr., para la celebración detratados de paz, para garantizar los préstamoshechos por la caja del Estado a los particula­res, y aun para la acuñación de la monedaantes de que se crearan magistrados perma­nentes al efecto: a todos estos magistradosextraordinarios les daba reglas el poder sobe­rano sobre el modo de desempeñar sus cargos.

Si el establecimiento de magistraturas ex­traordinarias para el desempeño de los asuntossustraídos a la competencia de los magistra­dos ordinarios era conforme a la Constitución,y los Comicios, al crearlas no hacían más queusar de las atribuciones que les correspondían,en cambio, la comisión de negocios propios deuna magistratura ordinaria a magistrados ex­traordinarios era una violación cm¡ derecho,supuesto que de esta suerte se mermaba y re­ducía el derecho de una magistratura ordina­ria, y esto, en rigor, no podía hacerlo ni si­quiera la misma comunidad popular. Sin em­bargo, lo que se acaba de decir sólo es aplica­ble, en verdad, a los magistrados supremos,pues para el desempeño de aquellos negociosque corresponden a la competencia de loscensores y de los ediles, como son las grandesconstituciones, las medidas relativas a los mer­cados de grano y a las distribuciones del mis­mo, y en general todos los asuntos encomen­dados a auxiliares y subalternos, se elegíancon frecuencia curadores especiales, sin queen tal determinación del pueblo se viera unaviolación de la Constitución. Pero cuando setrataba de actos fundados en el imperium delmagistrado, no se consentía que se encomen­dara la ejecución de los mismos sino a otro

magistrado a quien, por la Constitución, le es­tuviera reconocida la facultad de desempeñar­lo. Con respecto al imperium de la ciudad, elúnico acto en contrario de lo que se dice fueel establecimiento de diunviros, dotados depoder consular, y que, como los cónsules,tenían facultades para elegir a los cónsules:tal sucedió el año después del asesinato deldictador César; pero esto, que fue una excep­ción, tanto por la época en que se hizo comopor la manera de verificarse, confirma la reglageneral. En el régimen de la guerra se mani­festó también el gran rigor de la disciplina po­Iítica a que Roma debió exclusivamente sugrandeza y su poder, respetando el principiodicho, si bien en este orden era difícil, y a me­nudo hasta peligoso, respetarlo como se respe­taba en el régimen de la ciudad. La vez primeraque nosotros sepamos se faltó a tal principio,y es de presumir que la primera que en reali­dad fue infringido, fue el año 538 (216 a. deJ. C.), durante la guerra de Anibal, cuandoen circunstancias poi íticas verdaderamentesingulares, se confió el poder consular a M.Marcelo. Esta delegación fue, por lo demás,sólo parcial, por cuanto el funcionario de quese trata poseía ya, adquirido por la vía ordina­ria, el imperium pretorio; a partir de este mo­mento, fue frecuente conceder al pretor eltítulo, y en parte también las insionias de lamás alta magistratura suprema, dado caso quelos dos cargos de cónsul y pretor eran esen­cialmente iguales. El prsetor pro consute nose opon ía, pues, al principio referido más queformalmente; ahora, la violación efectiva deese principio, mediante la concesión del im­perium militar a un ciudadano privado, unavez solamente tuvo lugar en la época propia­mente republicana, y también durante la gue­rra de Anibal, cuando el año 543 (211 a. deJ. C.l. bajo impresiones personales y poi íticas

Page 87: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 93

más graves que las del caso anterior, confiaronlos Comicios el mando militar en España alhijo del caudillo militar que en la mismaEspaña yen guerra contra los cartaginesesacababa de morir, esto es, al joven P. Scipion,que no ejercía cargo público alguno. Pasó másde un Siglo antes de que se volviera a concederun mandato semejante, como se hizo durantela oligarquía de Sila con el joven Pompeyo, elaño 673 (81 a. de J. C.j. La carencia, origina­da por la torpe organización de Sila, de unmando militar ordinario cuya competenciafuera de carácter general, según lo había sidola de los antiguos cónsules, hizo inevitable lainstitución de magistrados extraordinariosencargados de perseguir a los piratas; el impe­rium de esta clase, establecido el año 687(67 a. de J. C.l. le fue también confiado a unsimple particular, al mismo Pompeyo. Estosmandos militares extraordinarios, conferidospor los Comicios y fundados legalmente enel pleno poder de estos últimos, fueron losque, por su propia índole y por la época enque de ellos se hizo uso, sirvieron de intro­ducción al principado, cuya esencia consisteprecisamente, como se verá más adelante, * enser un mando militar que no conoce I imites ydesligado de la magistratura ordinaria.

La tercera categoría de magistrados extra­ordinarios la forman los que poseen poderconstituyente. Bajo este concepto compren­demos. el decenvirato, que formó la legislaciónde las Doce Tablas; la dictadura de Sila y lade César, que no ten tan de común con la dic­tadura antigua más que el nombre, y el triun­virato, que gobernó después del asesinato deCésar. El estudio de tales magistraturas nocorresponde al derecho poi ítico, en cuantoéste sólo tiene por objeto el examen de las

.. Vid asterisco precedente.

instituciones ya organizadas, y las funcionesde que se trata tienen su origen, si no en unanegación, por lo menos en una suspensióndel orden legal vigente, y su misión es dar laley (Ieges seribere) y organizar la comunidad(rem publieam eonstituere)' El fundamentojurídico de las magistraturas en cuestión sehallaba menos en el acuerdo de los Comiciosque les daba vida -pues, según la concepciónque en Roma dominaba de un modo absoluto,la Constitución estaba aún por encima de losComicios y ligaba a que éstos, en la necesidad,la cual legitima ciertamente toda ilegalidad ytoda revolución. No es posible dar una defi­nición del poder constituyente, ilimitado porsu propia esencia; únicamente podemos ejem­plificar la carencia de todo límite en el mismo,ya por lo relativo a las atribuciones, ya por loque respecto al tiempo. De lo primero tene­mos ejemplos bien claros en la facultad de darleyes y nombrar magistrados aun sin el con­sentimiento de la ciudadan ia; en la facultad,de que carecía la magistratura ordinaria, paradisponer del patrimonio inmueble de la co­munidad, facultad que fue la que dió origena las llamadas colonias militares del tiempo deSila y del de César; en el ejercicio de la facul­tad de coercición y de sentenciar las causasde pena capital, sin que contra tales senten­cias cupiera el derecho de provocación, yhasta sin que hubiera obligación de guardaren ellas ninguna formalidad jurídica, de locual fueron consecuencia inatacable, desdeel punto de vista legal, las proscripciones deSila y las de la época de los triunviratos. Elpoder constituyente era tan ilimitado legal­mente, con relación al tiempo, como acabamosde ver que lo era por su contenido; pues sies verdad que la posesión y ejercicio del mis­mo tenía un término final, lo es también queel señalamiento de este término lo hacía el

Page 88: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

94 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

propio poseedor de tal poder, y en sus facul­tades está bién el cambiarlo. El poder consti­tuyente era, sin duda, por su propia naturale­za, efímero, puesto que los organizadores delEstado estaban obligados a resignar sus fun­ciones y a dejar obrar la nueva organizacióncreada, una vez que creyeran haber cumplidosuficiente y satisfactoriamente su cometido;así lo debieron hacer los decenviros, y así lohicieron efectivamente Sila y Augusto. Esdifícil que también César concibiese de esta

manera la dictadura, puesto que la tomó paratoda su vida, sin embargo, aun cuando, comoes probable, quisiera él convertir este cargopúblico en permanente, como quiera que nodispuso nada para después de su muerte, supropia dictadura no puede ser consideradasino como una institución efímera desde elpunto de vista del derecho poi ítico, no comouna transformación duradera de la organiza­ción vigente.

Page 89: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

LA ADMINISTRACION PUBLICA DELIMPERIO OTOMANO *

Alber Howe Lybyer

EL ESTADO OTOMANO

Introducción

El Estado otomano del siglo XV 1 fue despó­tico, limitado y sostenido por la ley Sagradamahometana. Gobernaba un vasto territorioque había sido reunido por la progresiva con­quista de diversas regiones, las cuales, conse­cuentemente mantuvieron distintas relaciones.Regía sobre muchos pueblos, algunas de lascuales fueron favorecidas a medida que apo­yaban la religión del Estado; otra, en una po­sición inferior, ten ían el derecho, por mediode pactos sagrados, de practicar otras religio­nes y obedecer otras leyes.

Esta descripción revela en un principio elcarácter complejo y multicolor del ImperioOtomano en su periodo de máximo poder yprestigio, cuando su ejército aterrizó en lacosta del Océano Germánico y las orillas deIndia, y sus flotillas en Gibraltar a Bornbav:cuando su protección y reputación fue busca-

El presente trabajo fue integrado con los caps. 1,2,3.5 y6 de la obra The government ot ottomsn empire in thetime ot Su/iman the magnificent, el cual apareció origi­nalmente en versión mecanográfica en la Universidad deCambridge, Mass. El trabajo trata. como lo señala su tí­tulo original, de la administración pública en la época deSolimán El Magnífico, es decir, a principios del siglo XVI.Traducción de María Eugenia Meraz y Araceli ContrerasCarranza.

da por grandes y pequeñas autoridades enAsia, Africa y Europa. El inconveniente de lagrandeza, tanto para el Estado, como para elindividuo, es el aumento de responsabilidadesy cuidados. En cualquier nación victoriosa elcrecimiento de instituciones gubernamentalesdebe mantener su marcha con el incrementode territorios y población, o el avance serásuprimido por la confusión. El crecimientoserá, de cualquier modo, muy rápido para serdirigido inteligentemente. La mayoría de lasinstituciones, de hecho, tienden a desarrollaruna vida ajena a sí mismas, lo cual puede con­verti rlas demasiado vastas y poderosas para lacomprensión y el control humano; las fuerzaspoi íticas, religiosas, económicas y socialesproceden fuera de ellas en numerosas e ines­peradas formas. En el caso del Imperiootomano la situación se volvla más difícil porla presencia en su territorio de institucionesseculares estables y vigorosas, más antiguasque las suyas. Estas fueron profundamentehostiles con su espíritu interior, demásiadopoderosas e individuales para ser destruidas oabsorbidas; un eterno obstáculo para la uni­dad. En suma, las dos instituciones otomanascrecieron por sí mismas, más y más apartadas,dentro de dos grupos unificados, pero connotables contrastes; residiendo juntas actua­ban una sobre la otra, constantemente, y desa­fortunadamente estaban tan inte jradas que su

Page 90: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

96 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

influencia recíproca era perjudicial para am­bas. Una explicación más amplia hará másclara tan complicada situación.

Las limitaciones del despotismo

Se puede observar una contradicción en cuan­to a hablar de un despotismo limitado. Sinembargo, una breve reflexión revelará quenunca ha existido y nunca podrá existir undespotismo que no sea limitado. ¿En qué re­gión la voluntad de un hombre no ha sidoabolida instantáneamente, en todos los lugares,y por todos? ¿En qué región no ha habidotradiciones inquebrantables, prejuicios irradi­cables y organizaciones poderosas que hayanbloqueado el camino del déspota? Es comotener elevadas montañas y canales tormento­sos. La gran limitación del poder del Sultánotomano fue el Sheri o ley Sagrada del Islam,que reclamaba estuviera todo a su alrededor ymás allá de su alteración. El podía, por actode violencia, quebrantar sus provisiones, perono había hecho ningún daño; seguía siendolo que siempre hab ía sido. Sabía bien que susatentados no serían muchos y no podrían, deltodo, tocar ciertas situaciones, además, podríaser obligado a perder el derecho del trono. Laley compart ía con él la lealtad de sussúbditosmahometanos; demandaba ser consultada antesde cortarle la cabeza a un criminal o de ir a laguerra contra un enemigo; tomó por su cuentalas rentas públicas de gran parte de sus tierrasy así controló la imposición de la tributacióngeneral, como para perturbar seriamente lasfinanzas. Protegía incluso a sus súbditos cris­tianos de todos sus esfuerzos para atraerlosfuertemente bajo su mandó; penetraba en suespíritu y los persuadía a renunciar placente­ra e inocentemente, mientras se apoyaba enla administración de hermanos e hijos pode-

rosos e jlustres. El Sheri era una forma deconstitución rígida, por la cual sus provisioneseran incapaces de enmendar. Propon ía regularpor siempre las situaciones a su alcance. Abier­to en pequeña medida a modificaciones porinterpretación jurídica, probablemente era enconjunto un sistema inmutable como nuncapredominó entre los hombres. el Soberano noten ía derecho de modificarlo ni en el mínimoaspecto.

Tampoco era la ley Sagrada la única limi­tación real del poder del Sultán. Mientras noestuviera sujeto a observar la legislación de susantecesores o mantener sus instituciones, nopodía destruir lo que debía reemplazar inme­diatamente. Algunas de sus leyes debía obser­varlas, algunas instituciones ten ía que abando­nar, improvisar o reformar; pero la esenciaprincipal de su trabajo fue demasiado útil ybien establecida para ser deshecha.

Solimán tiene el nombre de El Legislador(El Kenuni), pero en este caso fue más ver­dadero que en situaciones similares en otrastierras, donde no se impuso y creó tanto unnuevo esquema e impuso el orden; más bienreorganizó y reguló.

Por otra parte, pocos pueblos en el mundohan estado tan sometidos al poder de la cos­tumbre como lo estuvo la nación otomana, lacual ha sido y será certera; o, al menos eso secree. La inactividad del pueblo era tan marcadaque el soberano pocas veces lo tomaba encuenta y soto cuando era impulsado por lanecesidad de hacer público su gran esfuerzopara hacer un cambio en el orden establecido.

Porque más que restringido por una consti­tución inalterable, lo estaba por la presenciade leyes e instituciones arraigadas, y por cos­tumbres grandemente conservadoras de loshabitantes. El poder del Sultán otomano pod íaejercerse libremente sólo en ciertas direcciones.

Page 91: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 97

Los dominios territoriales

Una característica fundamental del Estadomoderno es considerar que su poder es terri­torial; ejerce igual autoridad en todas las partesde cierto territorio y sobre todo ser humano yobjeto material: sobre, encima o bajo la super­ficie de dicho territorio. Esta aplicación even­tual de autoridad ya no existe actualmente enningún Estado particular, si bien es teórica­mente posible; leyes y órdenes especialessiempre modifican la situación. Por ejemplo,tierras y propiedades dedicadas a usos religio­sos y educativos, o concedidas por una naciónextranjera para su embajador, están regular­mente exentas de impuestos. En este sentido,el gobierno de los Estados Unidos de Norte­américa sostiene diferentes relaciones con elespacio geográfico en el Distrito de Columbia,el Estado de Massachusetts, las Islas Filipinasy la Zona del Canal de Panamá.

Por las leyes del Islam el territorio de unaregión conquistada es concedida por Dioscomo una posesión absoluta del Imam o delpríncipe divino que comanda el ejército con­quistador. Con exclusión de la cuestión dedonde descansa la soberan ía, esta teoría de lapropiedad no existe en el Estado moderno.Los territorios del Imperio otomano llegarona complejas relaciones con el gobierno, notanto por fundamentos teóricos diferentescomo por un gran número de convenios espe­ciales basados en circunstancias y en las carac­terísticas de la religión y el derecho.

El Imperio otomano consistía, primero, deun gran cuerpo de territorios que eran admi­nistrados de acuerdo a un sistema de grancomplejidad, pero relativamente uniforme;segundo, de un número de regiones menosadministradas por regulaciones especiales; ter­cero, de un número de provincias tributarias;

y cuarto, de varios protectorados o Estadostributarios. En el margen del pa ís, salvo dondelas fronteras eran naturales, había un cinturónneutral o territorio en disputa que tend ía aestar despoblado por continuas invasiones deambas partes, sólo menos frecuentes y terriblesen tiempo de paz que en tiempo de guerra. Elmayor significado de esta franja para los habi­tantes y gobiernos otomanos era que cubr íauna continua sustitución de cautivos para elenorme trato de esclavos del Imperio. Fueradel cinturón invadido se encuentra el Dar uiharb, o región de guerra, habitada por puebloscuya religión era rezagada como inferior, opor herencia de quienes era deuda conquistaral menos cuando fuera practicable. El ordenen que estas diferentes regiones han sido men­cionadas, basado en la progresiva disminuciónde control, corresponde en general a una dis­tancia creciente de Constantinopla. Mientrasel Imperio otomano crecía, cada territoriotendía a absorber el siguiente procedimientodel centro al exterior.

Esas regiones deben considerarse rápida­mente en orden regresivo. Las fajas de territo­rio en donde las invasiones eran frecuentesconstitu ían una banda extendida a través deAustria, desde lo alto del Adriático en direc­ción noreste, y otra a través del sur de Poloniay Rusia con dirección al este, en la región to­resta\. La más reciente fue la separación de laCrimea tártara y la región de estepas, que lostártaros manten ían deshabitada con el fin deofrecer paso libre a su caballería. La fronterapersa también se encontraba en ruina y el paísestaba tan decaído que fue presa de una fácilinvasión. Por otra parte, los mahometanos nopodían legalmente ser esclavizados. Los bu­ques cristianos en el Mar Mediterráneo y enlas islas y costas del Este, tan alejados para serapoyados por cristianos, podían propiamente

Page 92: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

98 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

ser considerados como otra de las regionesinvadidas, de donde los esclavos y presos eranreclutados. Marruecos, Crimea Tártara, Geor­gia, Mingrelia y partes de Arabia fueron terri­torios tributarios levemente invadidos quepagaban impuestos irregulares. La isla vene­ciana de Chipre, las posesiones del ImperioFernandino en Hungría y los territorios deRagusa, Transilvania, Moldavia y Valaquiapagaban tributos regulares con presentes oca­sionales por el privilegio de mantener su propiaadministración. Egipto estaba bajo un gobier­no especial, adoptado con ligeros cambiosdel de los Mamelucos, encabezada por un Ba­já (Pasha) nombrado ,en Constantinopla porel término de tres años y remitido gran partede su ingreso anual al tesoro imperial. Lasciudades sagradas de La Meca y Medina, lejosde pagar tributo, recibían un gran subsidioanual a costa de Egipto, Africa del Norte, con­quistada por los corsarios, fue incorporada alImperio por Khaireddin Barbarroja principal­mente en obsequio de prestigio y tolerancia, ymientras en su organización limitaba a su go­bierno de origen, ciertamente nunca estuvocercana de ser obediente.

Las regiones administradas directamentefueron divididas en distritos (sanjaks) cadauno con una legislación diferente, o kanun­nameh, de impuestos basados en términos dis­puestos durante la conquista. Parte de la regiónmontañosa de Albania y Curdistán, y el de­sierto de Arabia, si bien estaban nominalmen­te bajo administración directa, eran poco con­trolados y conservaban su ancestral organiza­ción de tribu bajo comandancia hereditariaque era impuesta con títulos otomanos enpago por servicios militares y cuyo séquitopod ía o no ser sometido a impuesto. Los san­jaks restantes, bajo mayor control, ya estabanorganizados de manera sencilla.

Las parcelas de la gran reqron central delImperio otomano eran de tres tipos: las tierrasde diezmo (ersi esbrive], las tierras tributarias(ersi si kharajiye) y las tierras estatales tersimemleket}, Las tierras de diezmo fueron con­cedidas en propiedad simple [mulk} a losmahometanos en la época de la conquista, acondición de pagar una parte relativa de suproducción, no mayor de un décimo, al Esta­do. Las tierras tributarias hab ían sido otorga­das o abandonadas a los cristianos en propie­dad simple durante la conquista; éstas paga­ban dos impuestos, uno por la tierra en sí yotra como parte de su producción: el últimopodía ser de cualquier valor, desde un décimohasta un medio. Las tierras estatales eran lasque no habían sido cedidas en propiedad sim­ple y por tanto su título pertenecía al Sultán.El recibía renta, de cualquier manera, de sólouna parte de ellas. Una gran cantidad fue otor­gada a mezquitas como dotación (yakf) parasu manutención, el sustento de su séquito ypara las escuelas, hospitales y otras construc­ciones vinculadas a ellos. Otra gran porciónfue concedida en feudo a mahometanos, quie­nes, en respuesta, prestaban servicio militaren caballería. El pequeño remanente de lastierras estatales fue tomado como patrimoniode la corona, administrado en forma especialpor el Sultán como propietario. Los terrate­nientes de predios estatales acogían títulossólo por arriendo (tepu} y ambos pagaban ren­ta en dinero y cosecha a la Iglesia, al señorfeudal o a la corona. Todo el territorio euro­peo era considerado como tierra estatal, don­de los otomanos otorgaron en propiedadsimple algunas regiones que fueron conquis­tadas a los cristianos. Asia Menor también eratierra estatal, pero Siria, Mesopotamia y Egip­to estaban acogidos por viejos tratados y fue­ron en su mayor parte tierras tributarias.

Page 93: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 99

Arabia y Bosra fueron casi totalmente tierrasde diezmo, por ser las posesiones más antiguasde Arabia. La cualidad fundamental de todaslas tierras tributarias era invariable. Sin embar­go, tierras originales de diezmo que habíanllegado a manos de cristianos fueron ternpo­ralmente consideradas como tierras tributa­rias y tierras en propiedad simple (diezma lesy estatales I podían ser dedicadas por su po­seedor a dotes religiosas. Originalmente pe­queños feudos podían ser parte de uno mayormientras determinado número de personas pu­diera acoger un feudo sin ser dividido, prove­yendo su requerido servicio militar conjunta­mente. Para realizar algunas dotaciones porparticulares para diversos propósitos públicos,así como para atribuir pensiones provisionalesy otros servicios, fue construido un sistemacon base en varios lineamientos de empleosimilares a la legislación inglesa.

Cantidades no pequeñas de tierra de todostipos estuvieron fuera de cultivo y despuésde cierto tiempo convertidos, si el propietarioera desconocido, en tierras estatales. Si ésta ocualquier otra tierra desocupada era labradade nuevo, pod ía ser concedida a su nuevolabrador.

Este rápido estudio es suficiente para perocibir la confusa naturaleza del sistema terri­torial otomano en sus mayores aspectos. Larazón se esclarece si observamos una admi­nistración marcada y crecientemente burocrá­tica. La misma multiplicación de relacionesactuaron poderosamente alrededor de la des­centralización, a partir de la regulación deinnumerables detalles que podían ser atendi­dos mejor al estar al alcance de la mano. Laenorme cantidad de ajustes en los que los ofi­ciales y clérigos ocupaban la mayor parte de sutiempo, producían inumerables oportunidadespara la corrupción y la extorsión. Solimán

realiza una serie de esfuerzos en su legislaciónpara simplificar y sistematizar la situación,con algún éxito. Pero no pudo suprimir lascausas de las complicaciones, ni modificarsituaciones para que éstas no fueran eventual­mente peores que las anteriores.

Los habitantes

El ancho territorio otomano conten ía un grannúmero de pueblos distinguidos por razas,lengua, religión y costumbres. La faja de inva­sión era habitada principalmente por esclavos,germanos, polacos y rusos, y las costas e islascristianas del Mediterráneo por griegos, ita­lianos, franceses y españoles. Esclavos de estospueblos eran enviados permanentemente alcentro y distribuidos ampliamente en el servi­cio del Sultán como servidumbre de señores ycomo propiedad de la nobleza del campo.Eran tratados, sin prejuicios, de acuerdo consus habilidades; muchos de ellos al final se in­corporaban a la congregación musulmana yalgunos ascendían a las más altas posiciones.Los habitantes de los estados tributarios erandejados en posesión de sus propias institucio­nes. Ellos eran explotados por sus propiosmonarcas e indirectamente por los turcos, entanto que casi no partici paban en el trabajo yla vida del Imperio. Los mingrelianos y geor­gianos ced ían niños para la trata de esclavosdel propio Imperio y de Egipto. Los labriegos(fellahs) de Egipto, como lo han hecho a travésde los años, se afanaban en producir riquezapara sus amos. Estos ahora comprend ian doscuerpos, los Mamelucos, constituidos princi­palmente por cristianos y esclavos de Nubia, yel cuerpo de oficiales y Jen izaros quienesapoyaban y defend ían al Bajá otomano. Losbereberes de Africa del Norte destinaban su­ficientes servicios gubernamentales a sus so-

Page 94: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

100 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

beranos, consistentes en un cuerpo de oficialesv Jenízaros reclutados entre cautivos, turcos yotros habitantes del suroeste de Asia Menor,pero tan sólo conectados al gobierno centraldel Imperio con su jerarqu ía superior.

La región que estaba más o menos bajoadministración directa comprendía albanos,servíos, croatas, búlgaros y griegos. En general,los súbditos cristianos de la pen ínsula de losBalcanes proporcionaban la mayor parte deltributo de menores. Curdos y árabes, siendomusulmanes, no podían ser esclavizados siluchaban a favor del Imperio en la fronteradel este. Armenios y judíos, por antiguo pri­vilegio, estaban exentos de tributo sanguíneoy servicio militar.

El principio de individualidad de ley y re­ligión es más visible cuando separticipa dentrodel corazón del Imperio. Prevaleciente enOriente del esplendor asirio hasta el momen­to, no es fácil ser malentendido en una regióncon leyes y religiones totalmente alejadas.Donde estas dos ideas se unifican, los hombresque acogen diferentes creencias deben forzo­samente vivir bajo reyes diferentes. El Islamheredó su nación de individualidad de ley delos persas Sasánidas e intentó aplicarla trazan­do simplemente una línea entre los ciudadanosmusulmanes (Muslim) y los no musulmanes(Zimmí). Los otomanos adoptaron la idea sinreservas y la aplicaron dentro de un complicadosistema. A cada corporación de no-musulma­nes, griegos ortodoxos, griegos unidos, arme­nios, jud íos, les era permitido no sólo conser­var su propia religión, sino su propia ley yadministración de éstas en todos los asuntosno concernientes a los musulmanes. Proce­diendo aun más allá del mismo orincipio, aúneran concedidos grandes privilegios a losextranjeros que deseaban residir dentro delImperio. Excepto por el impuesto sobre la

tierra que ocuparían y la necesidad de cum­plir con obligaciones tradicionales, así comola responsabilidad de las cortes de justicia civilotomanas concernientes a súbditos otomanos,tales extranjeros eran casi totalmente libresdel control, más libres de hacer su voluntadque cuando estaban en sus tierras de origen.

Existían regiones donde todos sus habitan­tes se sometían estrechamente a una sola ley.En Bulgaria y Grecia algunos no eran griegosortodoxos. En el interior de Asia Menor algu­nos no eran mahometanos. Pero en las grandesciudades del Imperio, especialmente en la ca­pital, había una inmensa variedad de acota­mientos. No sólo las colonias de extranjeros yla variedad de nacionalidad ten ían diferentesderechos bajo distintos sistemas, sino particu­lares entre ellos, tales como embajadores yclérigos, que ten ían privilegios e inmunidadesespeciales. Aun entre los musulmanes habíavarias distinciones. Algunas clases eran privi­legiadas, en diferente forma, incluyendo atodas las personas de la corte y la iglesia, delejército y la justicia, del gobierno y la educa­ción. La estructura social y legal era muchomás complicada que la del Estado medievaleuropeo, con sus trabas a privilegios feudales,oficiales, reales, eclesiásticos y, nobiliarios yciudades libres.

Instituciones del gobierno

Asentado en tan vasto territorio y entre tantoshabitantes que disfrutaban de diferentes dere­chos, ¿qué instituciones unificadas poseía elImperio otomano? En amplio sentido, el go­bierno inclu ía toda organización que tuvieracualquier carácter público. Todas debían,realmente, ser presentadas a inspección parallegar a un completo entendimiento. Es nece­sario descubrir y comprender la genuinidad y

Page 95: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 101

poderío de las instituciones. Estas eran dos, yno una, como es esencial en la concepciónmoderna del Estado. Cada una era compuestapor varias partes que debían ser consideradascomo instituciones distintas en sí mismas. Sinembargo la situación no puede ser entendidaa menos que la unidad esencial de cada insti­tución sea sostenida y tomada firmemente.

Si debieran asignarse nombres a estas dosgrandes instituciones compuestas, las más cer­cana aproximación sería quizás llamarlas Es­tado e Iglesia.' Pero estas palabras no dan unaidea adecuada de ellas. en tanto cada unaabarca un poco menos y al mismo tiempo másde lo que incluye la concepción de las institu­ciones correspondientes en Occidente. Ellasserán entonces descritas y discutidas como laInstitución Central Otomana y la InstituciónMahometana del Imperio Otomano. El carác­ter de cada una y la distinción entre ellasserán más claras al irse explicando en detalle.Por ahora un breve planteo de la composiciónde cada una y su función en el gobierno delImperio será suficiente.

La Institución Central Otomana inclu ía alSultán y su familia, los oficiales de su palacio.los 'funcionarios ejecutivos del gobierno, elejército permanente compuesto por caballeríae infantería y un gran cuerpo de hombres jó­venes educados para servir en el ejército per­manente. la corte y el gobierno. Estos hombresmanejaban la espada. la pluma y el cetro. Ellosconducían todo el gobierno, salvo la ejecuciónde la justicia y aquellas limitadas funcionesque eran dejadas en manos de súbditos ygrupos extranjeros de no-musulmanes. Losmás vitales-y característicos lineamientos deesta institución era que su personal consistía.con algunas excepciones, de hombres con ori­genes cristianos.

La Institución Mahometana del Imperio

Otomano incluía educadores, sacerdotes, juris­consultos, jueces del Imperio y aquellos quie­nes tuvieran la preparación para ejercer algúncargo, junto a ciertos grupos aliados, talescomo santones o monjes y emires o descen­dientes del Profeta Mahoma. Estos hombresformulaban y manten ian la sustancia y estruc­tura de la enseñanza, religión y legislaciónmahometana en el Imperio. Tomaban parte enel gobierno como jueces asistidos por juris­consultos y en estas capacidades igualaban laestructura global de administración en el rin­cón más remoto del Imperio. De hecho, susistema se extendió a regiones donde la ad­ministración directa no era ejercida, como enCrimea, donde la ejecución de la justicia estu­vo en sus manos. mientras que las funcionesdel gobierno eran ejecutadas por un Estadovasallo de confiable obediencia. La situaciónen Arabia y en Africa del Norte era similar.En constante directo a la Institución Central,el personal de la institución Mahometana. condifíciles excepciones, consistía en hombresde padres musulmanes.

Ambas instituciones, si bien igualmente po­derosas e independientes dentro del Imperio.eran copiadas por instituciones más pequeñas,en formas diversas. La Institución' Centralestaba rigurosamente calcada por el gobiernode Egipto y Africa del Norte. yen forma me­nos estricta por los gobiernos de Estados va­sallos y tributarios. Sin embargo. todos esta­ban estrictamente subordinados y ejercían suautoridad tan sólo dentro de límites territo­riales definidos. La Institución Mahometanaera calcada por las instituciones nacionalesgriegas, armenias y jud (as, y en cierto gradopor la organización de las colonias de extran­jeros. Cada una de estas instituciones fueronfundadas sobre una organización o teoría re­ligiosa, a cargo de la enseñanza, la religión y

Page 96: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

102 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

la legislación de su pueblo, que impartía lajusticia en asuntos no atribuidos a la adminis­tración otomana. Más todas eran totalmenteindependientes de la Institución Mahometana,ya partir de que estaban basadas en individua­lidad, en lugar del territorio, ejercieron juris­dicción co-extensiva con su ámbito y a menu­do con la jurisdicción de cada uno.

Las dos grandes -instituciones, as í como laspequeñas instituciones paralelas, prácticamen­te constitu ían todo el gobierno del Imperioconsiderado en su sentido más amplio. En lostiempos de Solimán la Institución Central po­siblemente era de mayor poder e influenciaque la Institución Mahometana. pero latendencia de ésta era predominar sobre aque­llos notables progresos que en esa direcciónfueron hechos a través de su individualidad.La poi ítica de ambas sobre las pequeñas ins­tituciones era la de prevenir el ascenso de supoder; y tan pronto como fuera posible, de­bilitarlas. Más las dos grandes institucionesestaban limitadas por circunstancias, por suestructura inherente, por instituciones para­lelas. El mayor peligro para el sistema otoma­no era la rivalidad entre las dos grandes ins­tituciones, así como la tendencia de la Insti­tución Central hacia la descentralización ydivisión de sus partes integrantes.

LA INSTITUCION CENTRAL OTOMANA.UNA FAMILIA DE ESCLAVOS

Análisis general

Quizás no más emprendedor experimento engran escala se ha desarrollado sobre la super­ficie de la tierra, que la 1nstitución CentralOtomana. Su más próxima analogía ideal se

encuentra en la República del Platón. Su máscercano paralelo actual es el sistema Mame­luco de Egipto. Los Estados Unidos de Amé­rica han visto hombres elevarse del rudo tra­bajo en regiones apartadas, hasta la silla pre­sidencial, más lo han hecho por su propioesfuerzo y no a través de graduaciones de unsistema cuidadosamente organizado para lle­varlos adelante. La iglesia católica romana aúnpuede adiestrar un campesino para convertir­lo en Papa y sin embargo nunca comenzabapor escoger a sus candidatos exclusivamenteentre familias que profesaban una religiónhostil. El sistema otomano deliberadamentetomaba esclavos y los hacía ministros de Es­tado; escogía niños de la dehesa de ovejas yterrenos de arado, y los convertía en cortesa­nos y esposos de princesas; seleccionaba hom­bres jóvenes cuyos ancestros habían conser­vado el nombre cristiano por siglos y los hacíasoberanos en los mejores estados mahometa­nos, y soldados y generales de ejércitos inven­cibles cuyo goce principal era abatir la Cruz yelevar la Media Luna; nunca preguntaban a susnovatos" ¿quién fue su padre?" "o ¿qué es loque sabes?" o, incluso, "¿puedes hablar nues­tra lengua?" _ En cambio, estudiaban sus ras­gos y constitución, y decían "Tú debes sersoldado y si te muestras merecedor, un gene­ral,", o "Tú debes ser un escolarouncaballeroy si posees habilidad un gobernador o primerministro." Descuidaban enormemente la for­mación de aquellas costumbres elementalesllamadas "naturaleza humana", es decir, losprejuicios sociales y religiosos que son consi­derados casi tan profundos como la vida mis­ma. El sistema otomano separaba para siem­pre a menores de sus padres. Familias desani­madas se interesaban por sus miembros duran­te sus años más activos, sin concederles, comocontraparte ningún sustento en propiedad, les

Page 97: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 103

daban promesas no definidas de que sus hijose hijas se beneficiarían por su fortuna y sacri­ficio, ascendiéndolos y rebajándolos sin ningúnmiramiento por distinciones previas o ances­trales; les impartían una ley, una ética, unareligión extrañas y se les manten ía siempreconscientes de que la espada elevada entresus cabezas pod ía poner fin en cualquier mo­mento a una carrera brillante a lo largo de unaincomparable trayectoria de gloria humana.

Los miembros de este sistema eran, en for­ma general, mientras vivan, esclavos, proséli­tos, letrados, soldados, nobles, cortesanos yoficiales de gobierno. Para entender plena­mente a la Institución, ella debe ser conside­rada en todos estos aspectos. Se debe teneren mente, sin embargo, que los aspectos decentral importancia eran los de guerra y elgobierno. Los demás eran preparatorios o ac­cesorios. Y por encima de todo se deberá re­cardar que el Sultán era la cabeza y el centrode la Institución en cada uno de sus aspectos.El le daba unidad, vigor y fuerza propulsora.Mientras su poder despótico era limitado enalgunas direcciones, en consideración de losmiembros y el mecanismo de esta Instituciónno conocía límites. La persona, la fortuna, lapropiedad y la vida de todo miembro estabaen su mano. El carácter absoluto de su autori­dad era un elemento de gran fuerza para laInstitución, pero canten ía también la posibi­lidad de un gran peligro. Para un buen ma­nejo del sistema, era necesaria una inteligenciacasi sobrehumana. El Sultán escogía la posiciónde Dios entre sus esclavos y necesitaba de laomnisciencia y benevolencia de deidad paraejercitar su poder sabia y justamente. Desa­fortunadamente la posición del Sultán, quecontrolaba todo el sistema, era la única queestaba determinada por la parte incierta de laherencia. Mientras hombres fuertes ascendían

al trono, el sistema trabajaba con resultadosmaravillosos. Cuando hombres débiles se en­tronizaban, como pasó inmediatamente des­pués de Solimán, el sistema se divid ía en frag­mentos peligrosos. Pero su vitalidad fue tanfuerte, que el Imperio vivió cerca de tres siglosde declives y rehabilitaciones alternados, y suespíritu se mantuvo.

La Institución Central canten ía ciertaspartes que eran capaces de existir separadas yalgunas de ellas, a veces, tendían a escapar delcontrol. Entre las más conocidas, pero no lamás intrínsecamente importante, estaba elcuerpo permanente de infantería conocidocomo los Jen ízaros. Este representaba la fuerzabruta del sistema y su elemento más pel igroso.Otra institución integrante era la caballería,los Espahis de la Puerta.' Estos eran más nu­merosos que los Jenízaros, pero como habíansido mejor educados y alentados por la pre­sencia de más oportunidades, no eran tan peli­grosos. Una tercera subinstitución importanteera la jerarqu ía de funcionarios qubernarnen­tales. Mientras estos tuvieran gran poder, erantratados con individualidad, pero su espadanunca estuvo lejos de sus cuellos. Subinstitu­ciones de influencia secundaria era la Ajem­oglans, o candidatos a Jen ízaros, y los apren­dices de pajes de los cuales se reclutaban mu­chos de los Espahis de la Puerta y otros muchosde los oficiales del gobierno. Teóricamente,salvo en ciertas ocasiones, estas institucionesestaban prácticamente subordinadas y comple­tamente incorporadas a la Institución Central.La Ir:stitución Central, como una totalidad,era al mismo tiempo familia de esclavos, insti­tución misionera, sistema educativo, ejército,corte, nobleza y gobierno.

Los Espahis de la Puerta no deben ser confundidos con elcuerpo de Espahis feudales.

Page 98: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

104

La familia de esclavos

REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

Métodos de reclutamiento

Todos los miembros de la Institución Central,en cualquier condición, de jardinero a GranVisir, excepto los miembros de la familia real,llevaban el título de Kul o esclavo del Sultán.No era este título mero formalismo. Todos losmiembros, con pocas excepciones, ingresabanen el sistema como esclavos y no hab ía otracondición a lo largo de la 1ínea de promoción,ni proceso alguno de emancipación. El poderdel Sultán sobre vidas, personas y propiedadesde los miembros de la Institución y su dere­cho a su absoluta obediencia implicaba la se­ñal de haber sido derivado de la idea de escla­vitud. La misma palabra déspota significa, porderivación, el amo de esclavos y sólo sobre loskullars el poder del Sultán era despótico ensu esencia total.

El ingreso al sistema ocurría por la puertade la esclavitud, abierta regularmente sólo paracristianos de diez a veinte años de edad. Es unerror, encontrado en algunos escritores, aúnúltimamente, dar ocho años como la edadusual. Los límites correctos han sido dados enforma aproximada por distintos escritoresconternporáneos.é Es probable que las edadespreferidas estuvieran entre los catorce y die­ciocho, y que sólo en casos excepcionales fue­ran niños tomados entre diez y doce o entredieciocho y veinte años.

2 Los Trectatos. Cap. VIII, dicen simplemente. 20 años paraabajo; Zenón 128. dice, mayores de 10 años; Junis Bey de8 a 20 años de edad; Navacero dice. entre 12 y 15 años;Trevisano dice que eran tornados a la edad de 6 a 7 añosformalmente, pero de 10 a 12 años realmente; Pos telseñala entre 12 e 14 Y 18 Ó 20. Hicaut opina que es a los10 Ó 12 años.

Cuatro métodos fueron empleados para obte­ner reclutas para el sistema: captura, compra,obsequio y tributo. De éstos sólo el último escomunmente considerado; el tributo era, sinembargo original y probablemente rneramen­te suplementario de los otros. Los cuatro mé·todos, finalmente, fueron reducidos a dos.Los esclavos que eran comprados por el Sultánu obsequiados a él, eran casi todos tomadoscomo cautivos o ilegalmente reclutados conel tributo de infantes; no había otro camino,ya que los esclavos pasaban rápidamente a lacongregación musulmana para engendrar hijosdisponibles para el sistema. Las cifras compa­rativas obtenidas por diferentes métodos, danpocos datos para calcular el tributo de hijos.Probablemente cerca de dos mil quinientosinfantes fue el promedio anual en el sigloXVL3 Pero no hay razón para pensar que estofuera el número de reclutados por año. El nú­mero total en el sistema debe ser estimado porlo menos en cinco mil seisclentos." A partirde que las pérdidas en la guerra fueron enor­mes, es probable que la reanudación requeridafuera tanto como un décimo o entre cinco yseis mil. Con estas bases el tributo de infantessuministraba algo menos de la mitad del nú­mero total. Estos cálculos son desde luegoun poco arbitrarios. Debe ser mencionado que

3 Junis Bey estima Que 10.000 a 12.000 eren tomeoos cadacuatro años. Ceuffroy y Posret. dan la misma cifra. Ricautmenciona estar "dado a entender que alrededor de 2.000eran colectados anualmente a mediados de la década delos setenta".

4 20,000 Ajem-oglans, 12,000 a 14,000 Jenízaros, 10,000de los cuerpos auxiliares, mozos, etcétera, 12,000 Spahisde la Puerta, 2,000 escuderos V altos oficiales.

Page 99: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO lD5

los hijos de los Spehis de la Puerta podían seradmitidos en el colegio de pajes si al Sultán leplacía, más sus nietos y los hijos de otros mu­sulmanes eran excluidos por reglas rígidas.Estas reglas comenzaron a ser modificadas ha­cia el reinado de Solimán con la admisión delos hijos de Jen ízaros, un comienzo que fuefatal al sistema. Cierto número de adultostambién fueron recibidos dentro del sistema yalgunos de ellos eran hijos de musulmanes.Excepcionales individuos de las tropas irregu­lares fueron admitidos como Spahis de laPuerta, a manera de recompensa y este cuerpocanten ía una Legión Extranjera de aproxima­damente dos mil integrantes, compuesta decristianos, árabes, nubios, etcétera. Sólo unocasional alto oficial del gobierno de Solimánhabía nacido rnusulménP Pero estas excepcio­nes eran tan raras, que más de un observadorcontemporáneo las desconectó."

Los lugares de origen de los cautivos hansido descritos. El Sultán ten ía derecho, por laley Sagrada, a una quinta parte de todos loscautivos obtenidos en la guerra; escogía a suinterés hombres tan jóvenes como se vieranaptos para un puesto en su sistema. A partirde una regulación otomana especial, la quintaparte del Sultán pasó a pertenecer a la Iglesiay fue acostumbrado a pagar veinticinco asprospor cada esclavo que tomaba. Los oficiales delSultán también adquirían en el mercado pú­blico de esclavos de la capital tantos jóvenescomo fuera posible. Estos proven ían de loscautivos que los tártaros de Crimea tomaban,gran número, de las haciendas de esclavos delCáucaso, de las irregulares invasiones en Aus-

5 Se treta de Pir¡ Mahoma. descendiente del poeta del sigloXIII .Jelal-ad-din RumL

6 Junis Bey dice: "Nadie puede ser un Bajá, excepto un re­negado cristiano."

tria y de las expediciones corsarias. El Sultánrecibía un gran número de niños como obse­quio, a partir de que fue bien sabido que otrosregalos no eran tan bien aceptados. Aquellosque deseaban su favor se manten ían vigilantespara poder complacerlo al respecto.

El Principado de Wallacia aportaba seis­cientos niños anualmente como parte de sutributo, un sacrificio de los minotauros queno sumaba una pequeña parte a la magnitudnumérica de la familia de esclavos. Desde queéstos fueron seleccionados por el gobiernotributario, no eran probablemente los másfuertes y capaces; tal conjetura está apoyadaen el hecho de que pocos se hab ían visto ele­vados a altas posiciones.

El tributo de infantes

Sin embargo, el enlistamiento de niños comotributo en las provincias cristianas del Imperioparece no haber producido la mayoría de no­vicios para el sistema. Esto descansa en unaúnica e inigualable idea que envuelve una ex­traordinaria desatención a la afectividad hu­mana y a los generalmente reconocidos dere­chos de los padres para guiar a sus hijos dentrode sus leyes y religión; pero esto producía losmás altos y capaces oficiales del sisterna.?

El enlistamiento estaba complementadopor un proceso regular, el devaschurmeh. Nor­malmente cada cuatro años, o con mayor fre­cuencia, en caso necesario." un cuerpo de

7 Un estudio de la nacionalidad de los altos oficiales delsiglo XVI proporciona evidencia de esto. Por ejemplo,Rustem Pasha era un croata; Ferbad, húngaro; El GranVisir Ali, a quien Buscbecq llama "un perfecto caballero",era dálmata; Ayos era albano; Kassim croata.

8 Trattatus, dice cada cinco años; Spanduqinc, una vez encinco años o con mayor frecuencia; Zeno, cada año; Jun¡sBey, cada cuatro años.

Page 100: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

106 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

oficiales más experi mentados en juzgar meno­res que los chalanes adiestrados en juzgarpotros, eran enviados por el gobierno a lasregiones de donde proven ía el tributo. La pe­n ínsula de los Balcanes y Hungría eran inclui­das, aunque los jóvenes más fuertes y aptosproced ían de la región montañosa habitadapor Albanos, así como pueblos esclavos del sur.Los oficiales encargados del reclutamientoeran comisionados cada uno a traer un ciertonúmero que habían sido repartidos entre ellosfuera del número total determinado para lacapital. No había principio de diezmo, ni pro­porciones estables de número de niños exigi­dos a cada villa o familia. El número deseadode cada distrito era obtenido por el gobiernoseleccionando los jóvenes más aprovechables.Los oficiales de reclutamiento frecuentemen­te colectaban mayor número del que se lesped ía y vend ían su excedente por su cuenta aaltos oficiales o a ciudadanos ricos. Era segui­do un procedimiento regular. Los oficialesobten ían de los sacerdotes cristianos de lavilla una lista de los menores que habían bau­tizado; y quienes estaban entre las edades dedoce y catorce y entre los dieciocho y veinte.Todos éstos eran traídos ante los oficiales yellos seleccionaban los mejores. Los padresque ten ían hijos fuertes y bien parecidos de­bían perderlos, mientras que los que ten íandébiles conservaban a todos. Los oficiales, alir abandonando cada villa, llevaban consigolos menores que habían seleccionado y cuandosu cuota había sido reunida, los llevaban a lacapital.

Evaluación del sistema

Este reclutamiento de infantes por tributosiempre despertó grandes indignaciones mora­les al representar una opresión extrema, des-

corazonada y cruel. El factor religioso habíaincrementado el odio a esta costumbre. Cier­tamente ningún argumento puede ser encon­trado para justificarlo por parte de aquellosque creen en la libertad individual, el derechoabsol uto de los padres sobre sus hijos meno­res y un completo aislamiento de los seres hu­manos como categoría de propiedad. Estosprincipios no tenían cabida en la filosofía dela jurisprudencia otomanas. Puede ser dicho,por principio, que esta costumbre no podíaestar en armon ía con las ideas del Occidente.

En medio de testimonios conflictivos derefutables pruebas, es evidente que los padresdel tributo de infantes no se sentían todos dela misma manera. El sentimiento era frecuen­temente doloroso para el testigo. La madrecuyo hijo era tomado por la fuerza para unavida desconocida entre enemigos podría tenermás tolerancia que la muerte de su hijo. Almismo tiempo, también pod ía esperar un díala posesión de gran riqueza y poder. No es desuponerse que jóvenes tomados entre doce yveinte años de edad siempre podrían olvidar asus padres, y si vivieran y prosperaran, deb íande buscarlos, como hizo Ibrahim, pensandoque no probarían su desafortunada experien­cia al ser tra ídos a la capital. Los padres po­dían apreciar las oportunidades que se lespresentaban a sus hijos. Podían estar más omenos renuentes de dejarlos partir, de acuer­do a si sus convicciones religiosas cristianaseran profundas o superficiales. Los padres quedeseaban mantener a sus hijos pod ían a vecescasarlos a tierna edad, habida cuenta que losjóvenes casados eran ineligibles. Otros habíancomprado inmunidad para sus hijos a los ofi­ciales reclutadores, quienes de este modo ob­ten ían grandes recompensas. En contraste,muchos padres eran complacidos al ser sushijos seleccionados, sabiendo que ellos podían

Page 101: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 107

así escapar de la demoledora pobreza, recibiruna primera educación apropiada a sus habi­lidades e ingresar a la posibilidad de una grancarrera. Algunos padres, de hecho, conside­raban el proceso como un privilegio, más quecarga; y ten ían razones para hacerlo, porquelos padres turcos les envidiaban tal oportuni­dad y a veces trataban de evadir las regulacio­nes pagando a los cristianos para tomar a sushijos musulmanes y declararlos como hijoscristianos, para así ser enrolados como escla­vos del Sultán. Separado, entonces, de teoríaspoi íticas y proposiciones religiosas, el reclu­tamiento de tributo de infantes no era porsignificado una mera maldad a los padres.

La situación de los propios niños era casisiempre plenamente favorable. Eran tomadosa una edad en la cual no sentían la separacióncomo ocurriría en una más temprana, o a ma­yor edad, cuando su vinculación con las cosasy lugares podía ser por su propia solución, yantes de que sus convicciones religiosas nofueran aptas para ser modificadas. Eran toma­dos ellos de estrechos valles de las montañas yde las humildes clases hambrientas. Eran to­mados a la edad cuando el pulso exuberantey la creciente fortaleza de la juventud sugieregrandes esperanzas y grandes promesas a reali­zar. Eran llevados a oportunidades tan grandescomo sus más grandes habilidades; mayores delas que ellos hubieran imaginado. Ellos toda­vía debían trabajar por cierto tiempo, másuna carrera distinta se elevaba adelante. Lamejor educación militar en el mundo, cierta­mente, era la suya. Si sus habilidades se situa­ban en esadirección, podían tener una perfectay completa educación mental. Podían vislum­brar viajes, riquezas, poder y todo lo que laambición humana puede desear. En esa tierray en aquellas épocas las cuestiones religiosas ydel sistema social era desechadas; un observa-

dar imparcial difícilmente podría imaginaruna oportunidad más brillante que la implan­tada antes del tributo de menores.

El status del esclavo

De donde hubieran sido capturados, compra­dos o vivido, los hombres jóvenes que ingresa­ban al sistema eran esclavos del Sultán, pro­piedad personal del déspota. Eran sus esclavosde por vida y a pesar de eso se sentían hon­rados por el título y nunca les era permitidoolvidar las responsabilidades de su condición.Ellos debían el final de sus días, ir donde elSultán escogiera mandarlos, obedecer susmínimos deseos, someterse a la deshonra tande buena gana como si fueran ascendidos almás alto oficio del Estado; aceptar, incluso,la muerte por sus órdenes a manos de sus máshumildes y afectos esclavos. Si uno era ejecu­tado, todas sus propiedades pasaban a su amo.Aun no había llegado la época en que fueranejecutados los jefes de familia por motivo delas posesiones del propietario. Solimán sebenefició grandemente por la muerte de variosde sus esclavos, en particular de los bienes delDefterdar Iskender Chelebi y del Gran VisirIbrahim.

Cuando uno de los esclavos del Sultán moría,dejando hijos e hijas, el amo cerraba su pro­piedad y tomaba una décima parte de todoslos bienes para él. Los nueve décimos quedebían ser transferidos a los hijos eran cedidosmás por el favor del generoso y rico amo, quepor derecho. Vendrían los días cuando elvacío tesoro del Sultán podría demandar todaslas propiedades bajo cualquier circunstancia.Así en todos los atributos esenciales, los qui­nientos o seiscientos Kullar .del Sultán constitu ían una gran familia de esclavos.

Page 102: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

loa REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

El harem

Dos menos numerosos, pero muy importantes,grupos deben ser discutidos ahora. El haremimperial y la familia imperial misma eran virotualmente partes del mismo sistema de escla­vos. El harem de Solimán no fue la más grandey costosa institución mantenida por algunosde sus sucesores; como su padre Sel im, no eradado a la sensualidad. Es reconocido por habersido devoto a Khurrem durante el tiempo quela hizo su esposa. El carácter de un harem realoriental ha sido frecuentemente explicado in­correctamente. Mientras que pod ían contenercientos y aun miles de mujeres, muy pocas deéstas son las cónyuges reales del monarca. Ungran número son sirvientas personales y anfi­trionas del monarca, e incluye a su madre,cónyuges, hijas e hijos menores. Otro grupoha sido educado por los mismos servidorespersonales. Una última sección, probablementela mayor de todas, son puros sirvientes domés­ticos que atienden todos los quehaceres do­mésticos del harem y raramente son promovi­dos a posiciones más honorables; estaba aliadode un grupo de mujeres viejas que preservabanel orden y la paz, enseñaban, llevaban lascuentas y manejaban la institución general.

El harem de Solimán canten ía cerca detrescientas mujeres, que se manten ían en unpalacio separado, bien fortificado y resguar­dado. Su harem es plenamente consideradocomo parte de la gran familia de esclavos,donde todos sus residentes, excepto los hijosdel Sultán, son adquiridos o presentadoscomo esclavos.? Estas mujeres, traídas la

9 Spandugino es probablemente erróneo en su propuesta deque las niñas de los haréms eran reclutadas como obse­quios. diezmos y tributo. El pequeño número de mujeresen el harém hacia del elaborado proceso de tomar tri­buto. algo innecesario.

mayor parte de la reglan del Cáucaso dondelos padres expon ían a sus hijos como ganadofino para el mercado, que inclu ía en ese nú­mero algunas de las más bellas hembras cap­turadas en varias regiones, eran casi todashijas de cristianos. Khurrem misma era rusa,mientras que su rival de juventud era circa­ciana. En otro aspecto, el harem merece serconsiderado con respecto a la Institución Cen­tral; en su seno sus residentes, hasta alcanzarlos veinticinco años, si no han atraído al Sultánen forma especial, era norma darla en casa­miento a distinguidos Spshis de la Puerta.

Los eunucos

Los eunucos son un grupo comparativamentepequeño -hasta ahora no mencionado- desirvientes del palacio del Sultán y su harem,procedentes de la familia de esclavos. Aunquela ley Sagrada desaprobaba estrictamente eluso de eunucos, esa clase desafortunada erausada tan comúnmente que era dispensad.enteramente. Algunos eran blancos traídospor lo común de la región del Cáucaso. Eltributo de menores raramente era convertidoen eunucos. La gran mayoría eran negros traí­dos de Africa. Esta clase merece ser mencio­nada porque varios de los oficiales importantesdel Estado, entre los "hombres de la pluma",fueron reclutados como eunucos y despuésocuparon altas posiciones en el ejército y laadministración.

La familia real

La familia real también puede justamente serincluida en la familia de esclavos. Las madresde los hijos del Sultán eran esclavas y el mismoSultán era hijo de una esclava. Las hijas delSultán eran casadas con hombres quienes,

Page 103: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS DE CASO 109

aunque debían ser llamados Visir y Bajá,tenían semejantes títulos por deseo del Sultán,llevando también indeleblemente el título dekul o esclavo. Los hijos del Sultán, aunquepodían sentarse en el trono, no podían sinoser consortes de esclavas. Mucho antes de laépoca de Solimán, los sultanes habían cesadode tener novias de rango real y dejado de darel título de esposa a las madres de sus hijos.Solimán, dado a la legitimidad y observacionesreligiosas, y grandemente devoto de Roxelana,hizo de ella su esposa legal. Desde que por laley Sagrada el status de la madre como esposao esclava no afectaba la legitimidad de loshijos si el padre lo reconocía, todos los naci­dos en el harém eran de igual legitimidad yrango.

Otras familias otomanas de esclavos

La institución central de cualquier Estado escapaz de ser copiada, en miniatura, por mu­chas organizaciones dentro del propio Estado.Las municipalidades de Roma, los gobiernosde la ciudad y los estados de Norteamérica,fueron modelados con base en el gobiernocentral. En forma similar, cada gran oficial dela corte otomana creaba una familia de escla­vos fundado en el modelo de la InstituciónCentral. El Gran Visir ten ía un grande estable­cimiento; los Visires ten ían algunas veces unosmás pequeños; los gobernadores de provinciastambién tenían familias en proporción de susinqresos:"? cada príncipe adulto manten ía ungobierno en miniatura. No sólo los lineamien­tos de familia de esclavos, sino de todos los de

10 Junte Bey. en 1537, dice que Ayas tenía seiscientos escla­vos, Mustafá doscientos. Kassim ciento cincuenta y Barbaracien, los Beylerbianos de Rumania, Anatol la y Cararnaniamil cada uno, el Bevlerbieno de Siria dos mn. el Beyler­biano del Cairo cuatro mil, etcétera, Iskender Chelebitenía seis mil esclavos.

la Institución Central, era limitados. Todosestimulados a adquirir cristianos y convertir­los en musulmanes. Iskender Chelebi ten ía unelevado y exitoso sistema de educación." El,y poco tiempo después, Rustem, tuvieron unpequeño ejército permanente. Cada granoficial protegía a sus esclavos, los manten íacerca de él como una corte, y los usaba comoun pequeño gobierno para ordenar sus asuntos.Tal imitación podía fácilmente convertirse enun peligro para el Estado. Mas, ordinariamen­te, un pronto remedio pod ía ser aplicado.Todas las familias eran estrictamente perso­nales; eran concentradas cerca de un hombrey ese hombre era él mismo, generalmente, unesclavo del Sultán. Dejando sentir el menormovimiento cercano a la traición, su cabezasería cortada: sus bienes pertenecerían a suamo; su familia sería incorporada a la familiacentral. El Sultán era el más fuerte. Más allá,la salvaguardia descansaba en las estrechasrelaciones de los jefes de cada familia de escla­vos con el Sultán y en el hecho de que algunosSpahis de la Corte y otros ku/lar imperiales deposición inferior, parecían haber sido adheri­dos a la habitación de cada gran oficial.

Ciudadanos particulares musulmanes tam­bién manten ían familias de esclavos tan nume­rosas como pudieran sostener. Estas difícil­mente pod ían convertirse en peligrosas bajoninguna circunstancia. Ellas debían imitar elcarácter misionero y educativo de la mayor,mas no podían atreverse a intentar ningunaimitación de los lineamientos militares. Másallá, el sistema otomano como un todo generatal acumulación de riqueza que ciudadanosparticulares nunca pueden esperar competi rcon el poder de los oficiales y del Sultán.

11 Siete de sus esclavos se Convirtieron en visires y gran vi­sires,entre ellos Mahommed Sokolli.

Page 104: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

110 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

La naturaleza de la esclavitud otomana

La esclavitud otomana era una instituciónmuy diferente a la que los anglosajones habíanpracticado. Podía no haber ordinariamenteuna línea de demarcación y así ninguna dis­tinción imborrable. Donde existía diferenciaen color, ésta no contaba para nada, debido ala vieja costumbre islárnica. Tampoco hizo laesclavitud impregnar mancha imborrable. Elislám sabía de la esclavitud y de la libertad,pero no sabía de hombres libres. El Sultánnunca tuvo la necesidad de emancipar a susesclavos, probablemente a causade una antiguateoría oriental, ajena al manornettsrno.J? deque todos los súbditos eran sus esclavos. Ciu­dadanos particulares ten ían el poder de eman­cipación; era un acto meritorio y lo ejecutabanfrecuentemente. El que era libre estaba inme­diatamente en posesión de todos los derechos.La esclavitud no tenía, así, cualidades inhe­rentes. Era meramente un accidental infortu­nio para quienes era posible una recuperacióncompleta. La idea de Aristóteles, que algunoshombres nacen para ser esclavos, estaba total­mente ausente.

Donde no existía un muro permanente deseparación, los naturales afectos humanospodían tener campo libre. La religión musul­mana enseña amabilidad y benevolencia atodos; pero también armas para los enemigosde la fe. Los amos musulmanes, en constanteasociación particular con personas cuya con­dición los motivaba a esforzarse en agradar,eran aptos a convertirse muy amigables conellos. Tal amigabilidad frecuentemente permi­tía una cálida afección y la dádiva de benefi­cios. La emancipación era uno de éstos; y

12 Ningún musulmán nacido libre podía convertirse enesclavo.

más allá, no sólo el Sultán, sino muchos desus súbditos, no titubeaban en dar a sus hijasen matrimonio a ilustres esclavos. Un esclavoera con frecuencia estimado como un hijo; eraconsiderado que, mientras un hijo poseía uncarácter que era más o menos una cuestión deoportunidad, un esclavo había sido seleccio­nado. El título de kul era altamente preciado.Solimán era un severo, y a veces padre cruel,para con su gran familia, pero era tan justo enrecompensar como en castigar, y no es sor­prendente que todos sus esclavos fueran fielesa él.

Así fue forjado lo que Ricaut llamó "unamaravillosa fábrica de esclavos". La historiapudo haber conocido otra familia de esclavosmás grande, pero ciertamente ninguna quefuera más poderosa y honorable, mejor pre­vista y resguardada, más obediente y satisfe­cha.

LA INSTITUCION CENTRAL. UNAEMPRESA MISIONERA Y UN SISTEMA

EDUCATIVO

El móvil misionero

En tanto casi todos los miembros del grupogobernante del Imperio otomano habían naci­do cristianos, era absolutamente necesario,para su ascenso, que profesaran la fe musul­mana. Un astuto observador contemporáneosabía de sólo un cristiano que había sido do­tado de gran poder; Alvise Gritti fue nombra­do jefe especial en Hungría; sin embargo, estofue una excepción en el sistema por acuerdopersonal del Gran Visir lbrahim, sin la aproba­ción del Sultán. Varios cristianos eran emplea­dos, como los superintendentes de los cons­tructores de buques y como canónigos de la

Page 105: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 111

fundación; pero esto era una relación pura­mente comercial yesos hombres no ten íanlugar en el cursus honorum. La regla funda­mental, abierta a las pocas excepciones, pre­viamente descritas, era muy sencilla. Cadamiembro de la Institución Central ten ia quehaber nacido cristiano y debía convertirse enmahometano.

Un número de preguntas surgen primera­mente. ¿Por qué no eran sino hijos de cristia­nos los admitidos? ¿Por qué era la conversiónesencial para la programación? ¿Cuál era elproceso para efectuar la conversión? zOué tanverdadera era la conversión? ¿Por qué los hijosde la mayor parte ~ los convertidos y susnietos eran cuidadosamente expulsados delsistema?

La primera de estas preguntas deberá sercontestada en términos de la poi ítica del Es­tado. A partir de que el pensamiento musul­mán, la Iglesia, el Estado y la sociedad formanun todo indivisible, tal respuesta será inade­cuada, La conversión al mahometismo signi­ficaba mucho más que un cambio interno yuna asociación exterior, para propósitos reli­giosos, con un nuevo grupo de devotos. Sig­nificaba la adopción de una nueva ley para lavida, comenzando con la religiosa y la ética,pero incluyendo como porciones esencialesiguales a la regulación de lo social, comercial,militar y las relaciones poi iticas. Esto significóel ingreso a un nuevo orden social, naturaliza­ción en una nueva nación, la entera separaciónde la vida pasada en todos sus aspectos y lacompleta incorporación a la nueva. La admi­sión de miembros fue siempre un principiocardinal de mahometismo y la expansión erahecha no sólo con el apoyo de la espada, sinotambién por el significado de la paz. La espadatoma la tierra y algunas veces el cuerpo del nocreyente. Pero su alma ten ia que ser atraída

por los beneficios del sistema, primero religio­sos, después sociales, económicos y poi íticos.Toda nación que ha alcanzado eminenciatiene que creer firmemente que su sistema ge­neral es inmensamente superior a los de todoslos demás del mundo; y ninguna nación haestado más verdaderamente convencida deesto, que aquellas de fe musulmana. En con­cordancia, su deseo de convertir al no creyenteestá fundado primeramente en la benevolen­cia. Cercanamente relacionada con este motivoestá un encendido interés en la grandeza delIslam como un militante y expansivo sistema.El incremento de la riqueza, número y poderíodel Estado se considera un motivo subordina­do al primero,

La actitud otomana

El sistema otomano incorporaba jóvenes cris­tianos no meramente por obtener másdevotos,más obedientes y más ingenuos sirvientes, sinoantes y superior a esto, para conseguir nuevoscreyentes en la fe musulmana y nuevos guerre­ros para el Imperio como representantes delIslam. Este propósito misionero resalta muyclaramente en las palabras atribuidas a '<araKhalil Chenderelli, el tradicional fundador delcuerpo de Jen izaros, por un poeta e historia­dor de principios del siglo XVI:

"Los conquistados son esclavos de los con­quistadores, a quienes sus bienes, sus mujeresy sus hijos les pertenecen como posesión legal;al convertir a los hijos al Islam por fuerza yenrolarlos como soldados en el servicio de lafe, se está trabajando para su felicidad en estemundo y su salvación eterna. De acuerdo a laspalabras del Profeta, todo infante viene almundo con los principios del Islam, quienes,desarrollados en un ejército de niños cristia­nos, se fortalecerán aún en los infieles el fervor

Page 106: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

112 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

de conversión; y la nueva tropa se reclutaráella misma, no meramente con los hijos de losconquistados, sino también con la masa dedesertores del enemigo, unidos a los creyentespor origen común o pretendidas opiniones."

El sentimiento de esta declaración está for­jada de dos propósitos, ambos religiosos: eldeseo de convertir gran número al Islam y elafán de consolidar el ejército que luchaba porla fe.

Mahoma al Conquistador sosten ía la mismaidea poéticamente en una carta a Uzun Hassan:"Nuestro imperio es la casa del Islam, de pa­dres a hijos la luz de nuestro imperio se man­tiene encendido con la esencia de los corazonesde los infieles."

Esta declaración parece revelar dos cuestio­nes: primero, a partir de que por la teoríamusulmana no podía haber más que una Darui Islam o tierra del Islam, el Conquistadorasegura que su Imperio es el solar legal del Es­tado musulmán; segundo, declara que por lapoi ítica de su casa, el Imperio deriva su forta­leza de la continua conversión de cristianos.Aunque esta exégesis o no sea exacta, el hechoes indisputable: el espíritu misionero funda­mental del Islam era fuerte en los otomanosdel siglo XVI; y la Institución Central era de­liberadamente conducida para el propósito,entre otros, de transferir los más aptos y útilesde los súbditos cristianos en cada generacióndentro de la nación dominante. Tractatur, elprimer observador occidental que comprendióel sistema, remarcaba: "Esto viene no de unoccidente, sino de cierto fundamento y causainterior esencial, la cual --él sentía su deuda

o cristiana, a decir con irremediable admira­ción-, es desesperación de buenos y obstina­ción en malos, y ... esel trabajo del demonio."No sólo el mahometano fortaleció la prácticade acoger fuereños para servir, luchar y auxí-

liar el gobierno; más esta práctica está verda­deramente en armon ía con el antiguo espírituturco el cual prevalació en las tierras estepa­rias. El Imperio bizantino siguió una poi íticasimilar. Así, al incrementar la incorporaciónde extranjeros, las tres grandes influencias deencontraban en el Estado otomano ejerciendouna actividad combinada, como quizá nuncaen otra dirección. La Institución Central actuópor siglos como una gran máquina en constan­te trabajo para la conversión.

Otros motivos para la incorporación decristianos

Junto al combinado propósito religioso y na­cional, el cual se encauzaba a la introducciónde jóvenes cristianos dentro del sistema, otrosmotivos ayudaron a darle la figura definitiva.Ese propósito por sí solo difícilmente podríahaber causado un rígido mandato para serobedecido, el cual excluiría a los mahometa­nos. La bien conocida tendencia de los gober­nantes que se apoyaban en la fuerza confiadade los sirvientes, persuadidos de su altivez ytodos siendo deudores de su apoyo, vinieronfuertemente a recrearse aqu í. Los kullar delSultán era uniformemente devotos a la manoque los había ascendido de la pobreza a ele­vadas posiciones. Habiendo esperado un maltrato del enemigo de su nación, el sorpresivocontraste los condujo a una profunda gratitudy una ilimitada devoción. No estaban vincula­dos por intereses y tradiciones familiares y depropiedad, los cuales preven ían una total yleal obediencia. Ellos aprendieron lo que lesfue enseñado por su gobierno y no fueron po­seídos por ideas y prejuicios que los haríanindependientes e intratables. Los musulmanesnacían y se criaban orgullosos de su religión ysu nacionalidad, que no podía fácilmente ser

Page 107: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 113

amoldada a la figura deseada. El título de kulno estaba en arman ía con sus creencias. Losmusulmanes eran inminentemente inaprove­chables por el sistema y el reconocimiento deeste hecho los indujo a su estricta exclusión.Otra importante razón para desechar a loshijos de los renegados del sistema fue que laherencia de privilegio y oficio estaba en con­tra de la poi ítica otomana. La inmunidad delos impuestos que era disfrutada por los ofi­ciales del Sultán tend ía a la formación degrandes fortunas, que podían estar más alla'de/ alcance de la tributación pública. El poderde grandes familias atrincherado en fuertesintereses de propiedad pondrían en peligrola supremac ía del trono.

Los requerimientos de la conversión

Las preguntas restantes, que fueron plantea­das anteriormente, han sido parcialmentecontestadas. La conversión era un objetivoprincipal del sistema y el aprecio y promociónesperaban como recompensa por la aceptaciónde la fe musulmana. Tampoco un hombre jo­ven estaba preparado a participar en el sistemaa partir de que se había tornado musulmán. Elno pod ía ser un guerrero otomano u hombrede Estado y concedido a ser profesor y prac­ticar, a cualquier precio en todos los aspectos,el sistema que inspiraba su lucha y en quienesdescansaban los principios del Estado. La ves­tidura era sin costura y pod ía ser también ono usada.

Al mismo tiempo, la conversión de noviciosde la Institución Central parecía nunca habersido forzada. Los otomanos fueron muy listospara no creer que un resultado real pod ía seralcanzado de esta manera. Toda dificultadestaba implicada en la condición de permane-

cer cristiano y todo aliciente era ofrecido parahacer de la fe musulmana y su sistema algoatractivo. El programa educativo ayudabagrandemente en esta dirección. Este envolvíacompleto aislamiento de ideas cristianas detoda clase y total saturación de todas las ideasdel mahometismo: religiosas, morales, socialesy poi ítlcas. Aun aquellos de quienes su educa­ción era principalmente física eran aisladosde los cristianos en un estricto ambiente mu­sulmán. No había ninguna duda de júbiloespecial o recompensa cuando un kul estabalisto a declarar. "No hay Dios sino Alá y Ma­homa es su Profeta." Pero ninguno parecíahaber sido acosado para cambiar sus creencias.Una actitud de aparente indiferencia era algu­nas veces tomada. Probablemente pocos delos que permanecían largamente en el sistemala abandonaban, tarde o temprano. Prejuiciosde niñez serían vencidos, con tiempo. Lo quehace la mayoría actuaba poderosamente sobreel individuo. La recompensa para una brillan­te carrera tomaría mayor claridad y formamás tentadora. La verdad real y el valor de lareligión mahometana, en la ausencia de todaslas sugestiones contrarias, haría verse con eltiempo como único sistema con riqueza. Noes sorprendente que el proyecto pareciera alos cristianos de diabólica ingenuidad.

Debe ser hecha la observación de lo que su­cedía en la familia de esclavos del Sultán, enconsideración a la conversión de esclavos, pa­saba en todas las familias mahometanas. Laconversión era esperada, pero no forzada, yesperada con apremio. Incluso entre mujeresesclavas, aún en el harém imperial, era em­pleado el mismo procedimiento. No solamen­te la familia de esclavos imperial, sino el sis­tema entero de esclavitud que exist ía en elImperio otomano era una gran máquina parala conversión de cristianos a turcos.

Page 108: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

114

Sinceridad de la conversión

REVISTA DE ADMtNISTRACION PUBLICA

cuando ellos necesariamente seguían en sumayor parte el modo de vida musulmán.

No es fácil asimilar lo que sucedía en los cora­zones de los miembros de la Institución Cen­tral. Lo suficiente está registrado, como sea,para mostrar que no todos los convertidos enmusulmanes lo habían hecho sin reserva men­tal y que era posible acoger con rapidez unacreencia interior en la superioridad del cris­tianismo a través de muchos años dedicados alservicio del Sultán. Fue dicho con frecuenciaque los cristianos convertidos eran más seve­ros que los musulmanes, con los hermanosque habían permanecido inmutables. Estopuede ser natural en ambos casos, debido alfervor de la nueva conversión y puesto que lacristianidad es intrínsecamente menos tole­rante que el mahometismo. Sin embargo, laacusación no parecía ser permitida como con­traria a los miembros de la Institución Central.Una distinción debía ser delineada entre elcomportamiento en tiempo de guerra y entiempo de paz. Los Jen ízaros eran ferocesguerreros y terribles enemigos, pero religiosa­mente pertenecían a una secta que era tan li­beral que fueron acusados de herej ía y dehaber negado el nombre de verdaderos creyen­tes. Tampoco los miembros del sistema eranobedientes a las estrictas reglas de la éticamahometana. Los Jen ízaros forzaron a BayezidII a reabrir las tabernas de la capital, las cua­les, en el fervor religioso de sus últimos años,había ordenado cerrar. A los miembros delgobierno se les permitió, por afecto, extendery gastar en descaradas vanalidades; la causa yel efecto fueron igualmente contrarias a la en­señanza y los ejemplos de Mahoma. La pro­babilidad de que gran número de los esclavosdel Sultán fueran mahometanos solamente denombre en sus creencias religiosas existió, aun

Efectos del proceso

A los hijos de los Jen ízaros no se les permitíaseguir las carreras de sus padres; a pesar deesto, la norma comenzó a ser in.rinqida alfinal del reinado de Solimán. Los hijos de losSpah is de la Puerta deb ían ser admitidos comopajes y en el cuerpo de Spahiog/ans, pero susnietos eran rígidamente excluidos. A los hijosde grandes oficiales se les asignaban feudos opensiones y usualmente pasaban de la Institu­ción Central al ejército territorial. De estemodo, a pocos se les admitía en el proyectomás allá de la primera generación en la fe mu­sulmana y casi ninguno después de la segunda.La explicación a esto ha sido dada: descen­diendo de renegados eran musulmanes y suje­tos a la misma descalificación como miembrosde las familias mahometanas de largo existen­cia. Tampoco todos los musulmanes del lrnpe­rio se consideraban otomanos, o como ellosse autonombraban, asma/ies, o como son lla­mados comúnmente hoy día, turcos. Arabes,curdos, u otros mahometanos, quienes nohabían adoptado el lenguaje turco, no llevabanese nombre. Mas todos los descendientes delos miembros de la Institución Central se su­maron a la nacionalidad turca otomana. Elnúmero total de Jen ízaros durante los tressiglos en que fueron reclutados de hijos cris­tianos, han sido estimados en quinientos mil.Sin embargo Jen ízaros y Ajem-og/ans juntosconstitu ían la mitad del sistema, y el sistemade pajes persistió en su forma original despuésde que los Jen ízaros se convirtieron en here­ditarios. De uno a dos millones de la flor de lapoblación cristiana debía ser incorporada a la

Page 109: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIDS DE CASO 115

nación otomana por vía de la Institución Cen­tral.

Los Jen ízaros no estaban obligados al ma­trimonio, aun cuando la norma no era estric­tamente observada.P y cien años después lamayoría no se habían casado. Los Spetus dela Puerta probablemente se casaron más tarde,si acaso. Todo el sistema ten ía algo de un as­pecto monástico. Altos oficiales eran capacesde mantener haréms de cierta talla. Así, aun,los hijos de éstos eran ordinariamente pocosen número. Las frecuentes y feroces guerrasacarreabanmuchos de los esclavos del Sultán.El peligro de la ejecución o de la confiscaciónde la propiedad puso un obstáculo a los esta­blecimientos de familias. Por consiguiente, esprobable que la Institución Central, como lamayoría de las grandes familias de esclavos,estaba malgastando la vida humana. Un cuida­doso observador pensó que esto debía ser ver­dad para toda la nación otomana. Pero mien­tras los miembros nacidos cristianos de laInstitución Central no hubieran perpetuadosu cantidad, ellos, no obstante, incrementaríanla nación otomana con la adición de aquellosniños que nacieran por ellos; y los descendien­tes musulmanes de éstos, navegando en aguassilenciosas, se convirtieron sin duda, numéri­camente y de otra manera, en una gran fuerzapara la nación.

El programa educativo

Platón pudo haber sido deslumbrado por laformación de la gran familia del Sultán, sibien su naturaleza se había rebelado por suhumildad. El hubiera aprobado la educación

13 Spanduqino dice que: a los Jenízaros no se les permitíacasarse. Probablemente estaba equivocado. Ciertamentealgunos eran casados poco después de su época.

vitalicia la cuidadosa e igualitaria disciplinade cuerpo y alma, y la separación en soldadosy soberanos; incluso, aun cuando no fuesecompleta, la relativa libertad de lazos familia­res, el rígido control de los individuos por elsistema, y sobre todo, la dominación por unerudito. De cualquier manera, los fundadoresdel sistema otomano estaban familiarizadoscon Platón, aunque nunca lo conocieron; peroparecían haberse acercado a su plan tantocomo fuera posible en un programa factible.Improvisaron sobre la marcha de varias mane­ras: abolieron las incertidumbres de la heren­cia, suplieron el poder personal directivo, ase­guraron su permanencia por la balanza de lasfuerzas e hicieron de su sistema un soberanocapacitado para el vasto Imperio.

En el más amplio sentido, la InstituciónCentral era una escuela en la cual los alumnoseran enrolados de por vida. Constantemente,bajo cuidadosas instrucciones y disciplina,avanzando de grado en grado en el transcursode todos sus días, gratificados sistemáticamen­te de acuerdo con sus méritos por promocio­nes, honores y obsequios; y castigados riguro­samente por infracciones a las normas. Ambas,recompensas y castigos, se incrementaban encada etapa hasta que las primeras inclu íantoda su vida bajo el plan musulmán y losúltimos amenazaban alejar la vida misma. Elsistema, incluso, cuidaba de todas las facetasde la naturaleza de sus alumnos, sujeto a lalimitación de que era especialmente una es"cuela de guerra y gobierno.

Mientras que todos recibían un entrena­miento mental considerable, incluyendo porlo menos un conocimiento del modo de vidamusulmán, los más aptos se inscribían en rigu­rosos cursos de idiomas y derecho, los cualesinclu ían las materias de ética y teología. Deesta manera tanto el cuerpo como la mente,

Page 110: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

116 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

sin olvidar su naturaleza religiosa, eran perfec­cionadas sistemáticamente para toda la vida.Tenemos entonces que el esquema de educa­ción otomano era más comprensivo que nin­guna otra institución educativa de Occidente.Los oficiales de un ejército occidental eraneducados y organizados en un sistema vitalicioque formaba para el cuerpo y la mente; perono aprendían teología ni tampoco goberna­ban a la nación. Los grandes ferrocarriles nor­teamericanos y las corporaciones manufactu­reras parecen esquemas de educación y otrosadelantos que se pueden comparar con elsistema otomano en términos de extensión ypromoción por el mérito, y con la posibilidadde ascender desde la base hasta la cima; sinembargo el entrenamiento mental que ellos lesdaban, aún a sus auxiliares más aptos, es deuna clase altamente técnica, la cual no guardacomparación posible con el aprendizaje com­prensivo y de cultura depurada que se le confe­ría a los más estudiosos en el esquema oto­mano. En lo que respecta a las universidadesoccidentales y los sistemas educativos engeneral, mientras éstos sobrepasaban pormucho el esquema otomano en entrenamientointelectual que ofrecían, éstos no proveían unentrenamiento cabal sobre el cuerpo y el ma­nejo sobre las vidas de sus estudiantes. El en­tendimiento integral del sistema otomanoestaba, por supuesto, basado en el hecho deque sus miembros eran esclavos. Sus amospodían mantenerlos en la escuela toda su vidapara que estuvieran mejor entrenados paraservirles. Al mismo tiempo, esta recompensase consideraba más estimulante que el linaje.La desigualdad en los premios que se ofrecíanen esta escuela, tan hábilmente arreglada yclasificada, era para seleccionar a los más es­forzados y a los trabajos más sobresalientesde cada alumno.

Las primeras etapas del extenso programa,las cuales constitu ían el sistema educativo ensu más genuina esencia, eran una adecuadaintroducción a las restantes. Todos los recluta­dos para la familia de esclavos del Sultán, dedonde hubieran sido capturados, traídos, pre­sentados o exigidos como tributo, en un nú­mero de dos o tres mil anuales, con un sumen­to de diez o doce mil en los años del devshur­men,": eran tra ídos por un proceso regularantes de ser entrenados como oficiales y cui­dadosamente registrados y divididos en dosclases. Aquellos que más satisfacían a los cen­sores por perfección corporal, fortaleza mus­cular y habilidad intelectual, tanto que podíanser juzgados sin una larga prueba -cerca deuno en cada diez del número total-, eranescogidos para una categoría superior deadiestramiento, especialmente en el aspectointelectual. Los restantes eran destinados auna educación diferente, la cual era princi­palmente física. Los primeros, regularmente,se convertían en pajes y Spahis de la Puerta ylos más aptos de éstos ascend ían a los grandespuestos del ejército y el gobierno. Los demásregularmente se convertían en Ajem-oglans yJenízaros; sin embargo, los más capaces deéstos, incluso, podían ascender también a laposición como Spahis de la Puerta y aun gene­rales y oficiales de Estado. El fracaso de nohaber sido elegidos para la escuela más alta noera una restricción final para posiciones infe­riores. El mérito era reconocido en todaspartes y regularmente encauzado a la promo­ción. Al mismo tiempo, era una distinguidaventaja para un hombre joven ser escogidopara el más alto adiestramiento, pues recibiríamejores cuidados, adquiriría mayor aprendiza-

14 Ver capítulo precedente.

Page 111: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS DE CASO 117

je, práctica y cultura, y se asociaría con losgrandes y quizás con el propio Sultán.

El colegio de pajes

De aquellos seleccionados para el más elevadoentrenamiento, una porción era distribu Idaentre las familias de los gobernadores de pro­vincia y altos oficiales de la capital. Estos eranprobablemente encauzados en la misma formacomo los que permanecían con el Sultán. Losmás selectos de todos, quizás en un número dedoscientos anualmente, a mil doscientos o milquinientos en total, eran conducidos a trespalacios del Sultán como Irch-oglans O pajes.Trescientos o cuatrocientos se encontraban enel palacio de Adrianópolis, un número similaren Galata y de quinientos a ochocientos en elpalacio principal de Estambul. Estos eran niñosbien parecidos, físicamente perfectos y de unintelecto prometedor. Una excelente idea delcarácter internacional del colegio fue dada porel escritor veneciano Navagero, quien dijo quelos pajes del palacio inclu ían búlgaros, hún­garos, transilvanios, algunos franceses y variosalbanos, esclavos, griegos, circasianos y rusos.

Los Irch-oglans eran vestidos con finos ro­pajes y bien cuidados. El Sultán tomaba par­ticular interés en la llegada de excelentes es­pecímenes, como es evidente por la recepciónque recibió Menavino.

Que el objeto primario del sistema de pajesfuera educativo aparece en todas las observa­ciones contemporáneas. Aunque sus palaciosno eran llamados meramente "lugares paranutrir jóvenes", Menavino llama el lugar dondefue llevado "el Palacio Escolar". Otro escritor,Ricaut, brinda capítulos en La educación dehombres jóvenes en el desarrollo V los estu­dios y el Aprendizaje en el Seraglio, y hablade hombres jóvenes como "designados para

los grandes oficios del Imperio". Por su parte,Saobdugino dice: "y el dicho Emperador hacíaeste bien para el lucro de su alma y cuandoéstos crecían los tomaban de ah í y les dabadignidad y oficios, de acuerdo como parecie­ran ante el emperador merecedores". Algunosde los pajes eran sirvientes personales del Sul­tán y unos treinta y nueve constitu ían los Ca­balleros de su Alcoba o Khas Dia. Todos éstoseran la élite, escogidos por selección tras se­lección, y aun cuando eran jóvenes se coloca­ban en grados muy altos en el sistema. Comosólo unos pocos podían alcanzar este honor,el resto iba a la escuela para servicio exterior.J"

Al lado de muchas menos descripcionesdirectas de los cursos de adiestramiento, exis­ten dos que son derivadas de hombres quepasaron por el palacio escolar. Menavinocuenta su propia historia 16 y Ricaut mencionaque él aprendió de un polaco cautivo que habíaestado diecinueve años al servicio del Sultán yquien había alcanzado una alta posición.Aunque estos actos ocupan un lapso de milquinientos años, esencialmente concuerdan.Menavino no se refiere al adiestramiento físicoen armas y equitación, pero en la época de suescape se probó a s í mismo si no su fortaleza,

15 Von Hemmer. por una singular perversión de la verdad,aserta en que el sistema de pajes tuvo su origen y propó­sito primario en la satisfacción de los anhelos no naturalesde 8ayezid I Y sus sucesores. No sólo la total estructura yorganización del sistema desaprobaba esto, sino tambiénla ausencia de referencia de tal propósito en todos losescritores contemporáneos es suficiente para asentar elasunto. El vicio denominado sodomía era muy comúnentre los otomanos, especialmente en aquellos en altasposiciones, según opinión de Spandugino, Busbecq, Ri­caut y D'Ohsson. Los pajes sufrieron por esto y erancuidadosamente observados para prevenirlos y castípartosterriblemente si eran descubiertos. Ocasionalmente unSultán se enamoraba de un paje, pero Solimán parecehaber estado libre de este vicio.

16 Menavino fue paje entre 1505 y 1514. aproximadamente.

Page 112: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

118 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

si su perfección como jinete. Postel, unoscincuenta años después de la época de Menavi­no, describe este adiestramiento con algúndetalle. Obtuvo su información probablemen­te de un paje francés llamado Cabasolles, aquien cita con autoridad.

Los pajes eran adiestrados en el arte bélicoel uso de toda clase de armas y como buenosjinetes. Sulimán sentía especial deleite enobservar los adelantos de su caballería y oca­sionalmente intimaba con un paje que le pla­cía, conversaba con él y lo despedía con rega­los. Incluso, por costumbre oriental, a cadapaje se le enseñaba algún oficio útil en el ser­vicio de su amo y también, sin duda, para pro­veer su propio mantenimiento en caso necesa­rio.!?

Menavino describe los cursos de estudio enla llamada yeni oda, o "nueva habitación", lacual conten ía de ochenta a cien niños. "Cuan­do un niño ha permanecido en la escuela cincoo seis días, se le hace aprender el alfabeto.Hay cuatro maestros en la escuela. Uno instru­ye a los niños en la lectura durante su primeraño. Otro enseña El Corán en árabe, dandoexplicaciones de los diferentes artículos de sufe. Después de esto, un tercer maestro enseñalibros en lengua persa y algunos escriben unpoco, aunque enseñaban a escribir voluntaria­mente. Un cuarto enseñaba libros árabes, tantovulgares como literarios." Es interesante notarque los primeros merecimientos eran dadospor el trabajo. "Estos niños tenían una men­sualidad de dos aspros durante su primer año,tres durante el segundo, cuatro durante el ter­cero y, de este modo, su mensualidad se incre-

17 La misma costumbre fue observada en la educación de lospríncipes y de todos los hijos de grandes oficiales.

mentaba cada año. Ellos recibían vestidurasescarlata dos veces por año y algún manto devestimenta blanca para el verano." Pastel des­cribe como aprendían con gran diligencia letrasárabigas y turcas, así como las leyes. Ricautexplica con más detalle que el objeto principaldel programa de estudio es el de enseñar a leery escribir con el propósito de incursionar loslibros y las leyes religiosas, especialmente ElCorán. Ellos aprendían árabe para capacitarlosa leer los escritos de los jueces y para tenerconocimiento de la religión y el persa para darexquisitas palabras y debidos y gentiles proce­deres. Ambas lenguas podían ser necesarias algobernar regiones del oeste. Una lista de suslibros de prueba es dada. Aquellos que desea­ran convertirse en hombres de letras estudia­ban con mayor fidelidad. No les era enseñadalógica, física, metafísica, matemáticas o geo­grafía. Su conocimiento de historia ancestrales muy mezclado. Esto prueba que los escude­ros eran instru idos en historia turca y en losdistintos Kanum-namehs o leyes imperiales.Los maestros eran casi siempre turcos anato­lianos.

La disciplina era severa, pero se manteníadentro de límites. Un escudero podía ser gol­peado en la planta de sus pies con no más dediez golpes y no más de unoal día. Los jóvenesorganizados en grupos de diez eran observadosestrictamente por eunucos, tanto en el díacomo en la noche. Obediencia absoluta, com­portamiento y decoro modestos, y buenasmaneras eran enseñadas con gran esmero. Lasdos secciones, u adatar, del palacio parec íantener el mismo rango, mientras que las escue­las en Pera y en Adrianópol is ten ían un rangoinferior. Jóvenes selectos que habían termina­do sus estudios eran promovidos a través delas diferentes cámaras del servicio personal del

Page 113: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DI: CASO 119

Sultán 18 hacia la Cámara Principal, dondedoce o quince de los treinta y nueve acogíanoficios titulares. Al alcanzar la edad de veinti­cinco años, cada escudero era enviado fuerade la escuela. Aquellos de la Cámara Principalpasaban en un principio a cargos de la GuardiaNoble (MuteferrikaJ o a los poblados sujetos aun gobernador. lbrahim pasó casi directamen­te al puesto de Gran Visir. Pero fue el primeroen romper el orden regulador de promoción y,en tiempos posteriores, mucha malicia fue to­mada para citar la precedencia. La mayor íapasaba a la caballería regular o Spahis de laPuerta. Aquellos que dejaban la escuela eranhonorados en una ceremonia de despedida. ElSultán encomendaba personalmente a cadauno y les brindaba fortaleza para una buenaconducta en su nueva posición. El daba a cadauno un abrigo bordado y uno de sus más belloscaballos, y hasta un regalo en dinero. El hom­bre jóven, con todos los regalos que habíarecibido durante su estancia, era escoltado algran portón donde montaba su caballo triun­falmente y partía del palacio para siempre.

El harem

Probablemente a causa de la tendencia de lamente humana construir a lo largo 1ineas para­lelas, el harem imperial ten ía algunas de lascaracterísticas de las escuelas de escuderos.Había dos oda/ar, o habitaciones, de las reclu­tas del harem, donde les era enseñado trabajodoméstico, costura y bordado, modelos ycomportamiento. Aquellas con gusto en esadirección aprendían música y baile. Tal comofueran de estudiosas aprend ían a leer y escri-

18 Estas cámaras eran las Seter-oaesst, o Cámara de Campa­ña; la Ktter-oaeest , o de Despensa; la Keztnen-oaessi, oCámara del Tesoro; la Khas·odassi, o Cámara Principal.

bir. Todas eran cuidadosamente instru idas enel sistema del Islam. Ellas, además, sal ían delpalacio a la edad de veinticinco años, siendodadas en matrimonio a Speb!« de la Puerta.As í, el harem pod ía ser considerado unaescuela formadora de esposas esclavas para losmás homenajeados de los kullar del Sultán.

Los Ajem-oglans

El término Ajem-oglans significa "joven ex­tranjero" y algunas veces era aplicada a todoslos jóvenes reclutas. Ordinariamente era apli­cado sólo a los que no habían sido selecciona­dos como pajes. En su mayoría destinados aser Jen izaros. se contaba en unos veinte mil.Su adiestramiento era físico, industrial y mi­litar, con clases orales en turco y los principiosdel sistema mahometano. Los Ajem-oglanscursaban usualmente dos o tres grados. Cuandosab ían turco y un poco de su modo de vida,eran, en un principio, enviados a Asia Menoral servicio de caballeros musulmanes de la pro­vincia. Ah i eran destinados a duras labores delcampo para fortalecer sus cuerpos, entender ellenguaje turco y asimilar sus creencias, sus le­yes y sus costumbres. El Sultán no les otorga­ba ningún pago. Los caballeros a quienes ser­vían, responsables de ellos ante el Sultán, lessurtían comida y vestimenta, y cualquier otracosa más que les complaciera dar. El númerode Ajem-og/ans en el primer grado puede serestimado en diez mil. Al término de dos o tresaños, o quizá por el tiempo del nuevo devsd­hurmeh, los oficiales ven ían para examinarlos.

19 Junis Bey dice que despuésde tres o cuatro años; Geuffroydespués de cuatro años; Nevaqero opina que cada dos otres años un oficial tomaba aquellos que estuvieran listos;algunos habían servido dos o tres, otros cuatro o cinco;para Treviseno. son dejados seiso siete años.

Page 114: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

120 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

Si sabían suficiente turco y eran fuertes y biendesarrollados pasaban al siguiente grado.

Habiendo sido tra ídos a Constantinopla, enun principio inscritos y evaluados con muchocuidado. Los Ajem-oglans volvían a ser distri­buidos, pero ahora en grupo. Alrededor dedos mil eran asignados para servir en la armadaen Gal (poli. Otros dos mil, probablemente, losmás inteligentes, eran asignados a cargos dejardineros o bostanjílar los palacios del Sultánen Estambul, Adrianópolis, Brusa y Magnesia.Quinientos o más Ajem-oglans servían en otraslabores referentes del palacio, como cortado­res de madera, ayudantes en la cocina y simi­lares. Cinco o seis mil eran mantenidos enConstantinopla y empleados en los arsenales oen obras públicas, o eran alquilados en bandasde cien o más, a ciudadanos particulares paratrabajos pesados de diferentes tipos. Otroseran alquilados en forma similar a otras ciu­dades. En medio de tal variedad de ocupacio­nes, dos objetos parecen siempre permaneceren mente: los Ajem-oglans estaban para desa­rrollar al máximo la fortaleza de su cuerpo yaprender algunos oficios prácticos de la guerra.En esta etapa eran normalmente organizadosen grupos o secciones de diez. Los jardineroseran organizados bajo el mando de un oficialde alto rango y gran autoridad, quien sosten íael humilde título de Bostanjibashi, o Jardineroen Jefe. El era asistido por oficiales menores yun equipo administrativo. Los que estaban enConstantinopla estuvieron bajo las órdenes dedos Aghas, u oficiales generales, con un grupode oficiales menores, clérigos y contadores.No eran en ningún sentido fáciles de manipu­lar, estando llenos del espíritu de la juventud,conscientes de su fortaleza física superior yposición privilegiada, congregados en un grupoe ilimitados por una substancial educaciónintelectual. Frecuentemente incitaban grandes

disturbios en la ciudad, quizá en emulación delos Jen ízaros. Tales como lo deseaban, se lespermitía aprender a escribir y leer, pero noeran obligados a hacerlo.2o Se les concedía unpequeño paga, con alimentos y vestrmentas.i"

Después de cierto tiempo dedicado a estegrado de desarrollo, la mayoría de los Ajem·oglans eran asignados, uno por uno como pa­recieran estar listos, al servicio del odalar oalgunas secciones de los Jen ízaros. Estos eranresponsables de su entrenamiento en el artebélico y desempeñaban su labor con muchoahínco. Con el transcurso del tiempo, comofueran adquiriendo suficiente habilidad, eranenrolados como todo un Jenízaro maduro. 22

Los jardineros del palacio del Sultán y lossivientes de palacio parecían no tener queconvertirse en Jen izaros, pero ascendian a ladirección de servicios de transporte, comisario,artillero, supervisor de los establos del Sultány posiciones similares en la administración delejército y la gran familia. Sin duda algunos delos asignados a la armada eran promovidos ala marina, pero la mayoría de estos probable­mente se convert ían en Jen izaros. De este mo­do, un gran número y una gran variedad deoportunidades se les presentaban a los Ajem­oglans y progresaban en ellas conforme estaban

20 Poste! menciona que sólo a aquellos que teman especialesprivilegios de parte del Sultán se les permitía aprender le­tras. Ricaut dice que algunos de los del servicio del palacioeran enseñados a leer y escribir. En la epoca de D'obsson.cada oda ten ¡a un hoja para enseñar él leer y escribí r aaquellos que lo deseaban.

21 Junis Bey dice dos o tres aspros por día en un principio ymás como fueran avanzando. A su jefe se le concedíacien mil espros al año para sus al tmentos y su vestimentaPoste! opina que al jefe se le asignaban diez mil uspros aldía para mantenerlos V pagarles, V otra cantidad para suvestimenta.

22 Spandugino V Trevisano opina que a partir de los 20 a 25años de edad. de acuerdo con su mente, valor o favor.

Page 115: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 121

capacitados. La edad ordinaria de graduaciónera de veinticinco años, la cual puede conside­rarse como la edad máxima de todos los escla­vos del Sultán. En ocasiones la guerra causabatal agotamiento del servicio superior, que losAjem-oglans eran promovidos antes de alcan­zar la edad requerida o antes de estar comple­tamente preparados.

El ascenso basado en méritos

El sistema entero de principio a fin estabaorientado a recompensar el mérito y satisfacercompletamente toda ambición respaldada porhabi Iidad, esfuerzo y preparación suficiente.Fueron establecidas dos 1íneas paralelas derecompensa, la honoraria y la financiera. Enla escuela de pajes de primera estaba represen­tado por la promoción de clase a clase y, en elcaso de aquellos calificados de satisfactorios,por ascenso a las cámaras de servicio personalde las Khas-oda. En esta oda eran promovidosen orden regular a los doce o más oficios es­peciales. Entre los Ajem-oglans el procesoparece haber sido llevado por cuidadosas ob­servaciones y exámenes individuales para as­cenderlos de grado en grado con estas bases, yadmitirlos· en el último grado con mayoresresponsabilidades. La recompensa financieracomenzaba para los pajes de inmediato con laadmisión a la escuela. Entonces era probablecierta igualdad en el paso diario de un peóninexperto. El pago era incrementado regular­mente año con año y en el Khas-oda alcanza­ron proporciones de salarios bien vistos. LosAjem-oglans depend ían durante el primergrado de las gratificaciones asignadas por susamos temporales. Después de ese nivel comen­zaba a recibir un pequeño monto en pago departe del Sultán, que era gradualmente incre­mentado. Todos eran provistos de alimentos y

vivienda, una parte de su vestido y algunospodrían esperar obtener obsequios personales.

Este sistema doble fue extendido sin cam­bios a la Institución entera. Los Jen (zares másbajos pod ían aspirar a la promoción a travésde la jerarqu ía de oficios de su propio cuerpoo por haber sido escogidos en ella para serviren la caballería o en la administración activa.Los escuderos que habían salido de la escuelase encontraban ya bien colocados en la escaladel progreso y todo lugar, excepto el del mis­mo Sultán, estaba en su puño. En verdad, elGran Visir podía, inclusive, manejar el podertotal del Sultán; Ibrahim, poco antes de sucaída, lo hacía por completo tanto que a sutítulo de Sereskier le aumentó la palabra Sul­tán, Las pérdidas ocasionadas por feroces yfrecuentes guerras, no por distantes disposi­ciones y ejecuciones, daba abundantes oportu­nidades de ascender. La conquista aumentabacontinuamente el número de oficiales y co­mandantes. Toda la Institución Central estaba,por así decirlo, en constante estado de ebulli­ción en el cual las partículas humanas ascen­dían rápidamente a la cima y desaparecían,mientras otros ascendían rápido tras elias.Esta figura es aplicable, de cualquier manera,sólo al fenómeno de ascenso.

El movimiento ascendente no era accidentalo automático. Era conducido con astucia engrado. En ese entonces, como ahora, la prefe­rencia turbaba el programa, como en el casode Ibrahim, pero esto sucedía con muy pocafrecuencia antes del final del reinado de Soli­mán. En ocasiones se producían confusionestemporales debido a las extraordinarias pérdi­das en la guerra, pero el orden era restablecidoprontamente. Hay una razón para creer quela historia humana nunca ha conocido una Ins­titución poi ítica que durante un largo perladofuese tan enteramente dominada por inteli-

Page 116: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

tZZ REVISTA DE ADMINlSTRACION PUBLICA

gencias tan completas y tan infaliblementeapegada a su plan y propósito originales,como lo fue la Institución Central Otomana.La democracia de Atenas alcanzó un nivel deinteligencia sin precedente, pero bajo su pre­dominio la mente excepcional recibía fortale­cimiento más que adiestramiento. Las demo­cracias libres de la era actual permiten elotorgar oportunidades personales para alcanzarel ascenso, aun en contra de obstáculos queen ocasiones eran insuperables. Su sistema essin duda superior en todo al del programaotomano, inclusive por su libertad individual,pero en cuanto a su plena eficiencia, libreoportunidad y lo certero de las recompensas,su operación era destructiva, torpe y confusaal ser comparada.

Algunos testimonios de observadores con­temporáneos mostrarán como consideraban elprograma de promoción otomano por sí mis­mo, en comparación con formas de Occidente.El inteligente autor del Tractatus quedó impre­sionado por la unificación y el control delprograma: "Fuera de los esclavos mencionadoslas promociones son hechas a los oficiales delreino de acuerdo a las virtudes encontradasen ellos. De ah í que todos los magnates ypríncipes del reino se comportaran como sifuesen oficiales nombrados por el Rey y nolores o poseedores, y como administradoresde justicia, distribuidores y gobernadoreslegales de todo el reino; y los demás fueransólo distribuidores de justicia, oficiales y ad­ministradores de acuerdo a su voluntad ymando ... A esto le sigue en su reino, auncuando conten ía una innumerable multitud,ninguna contradicción u oposición podía sur­gir; pues unificados como un solo hombre encualquier aspecto y para cualquier propósito,acogían su mando en forma personal, obede­cían y servían infatigablemente."

Postel menciona: "el Señor o Sultán teníacuatro o más personajes principales para todoslos negocios de su Imperio, tanto en la guerracomo en la justicia; eran promovidos a su ho­nor por la degradación de oficiales inferiores,siempre manteniendo y dando buen ejemplode vida, al menos que por algún favor extra­ordinario el príncipe los ascendiera de unajerarquía inferior, lo cual era demasiadoarriesgado". Refiriéndose a los pajes en el pa­lacio, dice: "cuando habían vivido ahí pormucho tiempo y comportado bien, era coloca­dos en puestos donde recib ían pago y eranhechos castellanos y concedidos algunos ofi­cios comunes entre ellos. Si hubiera algunoque tuviera la habilidad de darse a conocer,pod ían tener la mejor fortuna del mundo yconvertirse en gobernadores regionales o Bajás:para esto, ellos juzgaban la nobleza por la es­pada que veían aparecer en un hombre y dabanhonores de acuerdo con las evidencias de supasado".

Entre todos los observadores, Busbecq pa­rece haber sido el más impresionado por elsistema de ascenso por méritos: "Los turcosno valuaban a su propia gente con otra reglaque no fuera la del mérito personal. La únicaexcepción es la casa otomana; en este caso, ysolamente en éste, el nacimiento conferíacierta distinción." "No había -cuando Bus­becq fue recibido en audiencia por Solimán­en toda la gran asamblea un solo hombre queno debiera suposición más que a su valor y asu mérito. Ninguna distinción está vinculadaal nacimiento entre los turcos; la diferencia apagar a un hombre está medida por la posiciónque acogía en el servicio público. No habíalucha por la procedencia; la posición de unhombre está marcada por las deudas que cu­bría. Para la formación de su séquito el Sultánno ten ía ningún miramiento para toda preten-

Page 117: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 123

sión en la escala de riquezas y rango, tampocoacogía consideraciones, recomendaciones opopularidad; consideraba cada caso con suspropios méritos y examinaba cuidadosamenteel carácter, habilidad y disposición de loshombres cuya promoción está en juego. Espor méritos que los hombres ascienden en elservicio, un sistema cuyas garantías aseguradassólo podían ser asignadas al competir. Cadahombre en Turquía cargaba entre sus manossus antecedentes y su posición en la vida, lacuel podía hacer o deshacer según lo deseara.Aquellos que recibían los máximos oficios delSultán eran en su mayoría hijos de párrocos opastores, y muy lejos de estar avergonzados desu parentesco ID glorificaban y considerabancomo una cuestión de ostentación el hecho deno deberle nada a su nacimiento; puesto queellos no creían que grandes cualidades son na­turales o heredadas, tampoco cre ían quepodían ser transmitidas de padres a hijos, queson en parte regalo de Dios V parte el resulta­do de un buen entrenamiento, gran laboriosi­dad y un infatigable ahínco; argumentandoque las cualidades no descendían de padres ahijos ni eran heredadas, ninguna más que eltalento musical, matemático o similares; y quela mente no deriva su origen del padre, por loque el hijo no debería necesariamente ser pa­recido 'al padre en su carácter, sino que emanadel cielo y es all í fusionada dentro del cuerpohumano. Entre los turcos, por tanto, honores,altos puestos y magistraturas son las recom­pensas de gran habilidad y buen servicio. Siun hombre era deshonesto, tonto o descui­dado, termina en el fondo de la escala comoobjeto de desprecio. iPor tales cualidades nohay honores en Turqu íal Esta es la razón deque ellos estén satisfechos en su empresa, queimpusieron a otros, y que diariamente seanextendidos los límites de su Imperio. Estas no

son nuestras ideas, con nosotros no quedanada abierto por mérito; el nacimiento es lamedida de todo; el prestigio del nacimiento esla única llave para el ascenso en el serviciopúblico."

La gratificación financiera avanzaba parcial­mente junto al oficio, con gran precisión.Cuando un hombre llegaba a altas posicionesera provisto de los medios para vivir espléndi­damente en proporción de su rango. En adicióna su, salario, muchas oportunidades de incre­mentar su ingreso se les presentaban y mientrasa algunos de éstos se les consideraba indignosante los ojos de Occidente y otros eran indu­dablemente difamados con capacidad y extor­sión, a ellos se les permitía disfrutar bajo cir­cunstancias ordinarias. Los más altos oficialesdel Sultán no sólo vivían con gran esplendor,en una gran corte, un amplio harem y muycostosos trajes, vajillas y similares, sino quecon frecuencia acumulaban gran riqueza endinero, casas, tierras, molinos, caballos, gana­do, ovejas y todo lo que es considerado comoriqueza acumulable.

Castigos

El sistema no procuraba atenerse totalmente alas resplandecientes atracciones de infinitaspromociones y enormes incrementos en lariqueza. No todos los hombres pod ían seratra idos a permanecer dentro de una trayec­toria limitada de estricta obediencia y serviciosincero. Pajes y Ajem-oglans estaban sujetos auna severa disciplina por suficientes y certeroscastigos. Sus maestros y amos eunucos eranrequeridos a mantener tal castigo dentro delos 1imites. con la certeza de, por lo menos, laseveridad del castigo. Los Ajem-oglans pod íanpermanecer o ser despedidos del servicio delSultán. Después de la terminación del periodo

Page 118: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

124 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

de estricta educación, tanto el castigo como larecompensa constantemente se apegaban a laley para proporcionar incremento. El castigopor pasar sobre la promoción, y por su degra­dación, cargaba más peso. Las multas y lasconfiscaciones aumentaban con el rango. Loscastigos personales llegaban a la muerte comolo más alto en la escala; y la muerte siempreestaba muy cercana de los más altos oficiales.Cualquier tendencia cercana a la traición o arebelión, cualquier acto de desobediencia, enocasiones un complot contra altos oficiales, yalgunas veces hasta desacuerdos con el Sultánen asuntos poi íticos,23 provocaban la ejecucióninmediata. Los Visires de Selim I llevaban susdeseos en su seno y bien pod ían, desde que sedijo que las cabezas de siete hab ían caído alfallar en sus órdenes. Así, el sistema se mante­n ía claro acerca de todos los asuntos humanosque parecían no poner en peligro su trabajo oamenazar su unidad. No existía simpatía porla debilidad, la aceptación de excusas, la sus­pensión de sentencias y la compasión. Solimánno siempre tuvo corazón para la pronta eje­cución. Mas al final no ten ía alternativa, tancruel era el sistema. Su mejor amigo, lbrahim,fue demasiado lejos y tuvo que ser expulsado.Sus dos hijos mayores y los más capaces ame­nazaron al sistema en turno y uno, despuésdel otro, padecieron la horca. Pocos esperaronque el clima de Solimán no se llenará de gloriaen la victoria de Jerbé.

"Aquellos que vieron el rostro de Solimánen esta hora de triunfo -dice Busbecq- pare­cieron detectar la más brillante huella de Júbiloextensivo. Yo mismo puedo declarar de manerapositiva que cuando lo vi dos días después ensu camino a la mezquita, la expresión de su

23 Fue la causa de la ejecución de Junis Pasha, por SelIrn 1.

cara no hab ía cambiado; sus duras faccionesno hab ían perdido nada de su tenebrosidadhabitual; uno hubiera pensado que la victoriano le concern ía y que este alarmante éxito desu armada no le había causado ninguna sor­presa. Tan completo era el corazón de estegran viejo, tan educado para conocer cadacambio de fortuna de cualquier manera gran­de, que todos los aplausos y triunfos de aqueldía no fueron para él signo de satisfacción."

Arbitro del destino de tantos hombres, for­zado a ser cruel a su fortuna, Solimán nopudo alojar regocijo en su alma. El que empeñael cetro tan severamente como todo hombredominante, debe mantener sobre sí mismo lafirme disciplina de todos.

LA CORTE Y LA ADMINISTRACIONDEL PALACIO

Los privilegios de los Kullar

Ninguna deshonra se vinculaba a la condiciónde ser esclavo del Sultán; al contrario, el títulode Kul era tenido como un honor. Los jóveneslo anhelaban asumir. No había ninguno queestuviera exento de esto. Conlleva marcadadistinción y asegura respeto en cualquier lugar.Aquellos que se daban a conocer por sus cos­tumbres, su rendimiento o su aceptación deser propiedad del Sultán, eran tratados con laconsideración siempre concedida en todas lasmonarqu ías a la propiedad y las personas rela­cionadas estrechamente con el soberano.

Este honor de los kullar descansaba, decualquier manera, no en el mero vínculo deservicio al. Sultán ni en el temor al déspotaoriental. Los esclavos del Sultán, desde losmás bajos a los más altos, eran distinguidos delos súbditos por un conjunto de privilegiosque en las mentes de Occidente eran asociados

Page 119: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 125

sólo con la nobleza. Anexo a la protecciongeneral sobre ellos, con base en cuidadososregistros y organizaciones de espionaje, elSultán concede a todos sus kullar los derechospersonales de inmunidad de impuestos y serresponsables únicamente de sus propios oficia­les y cortes. Al mismo tiempo, los libera de laansiedad de las necesidades de vida y capacitaa la mayoría para disfrutar de sus lujos porpagos regulares del tesoro o, en el caso de altosoficiales, por rentas de amplios dominios.

En respuesta de estos privilegios, estabantodos ellos severamente obligados a rendirleservicio honorable, usualmente de caráctermilitar. Este servicio no siempre era de la na­turaleza de los que en Occidente se considera­ban honorables. Las labores de los Ajem-oglansy el servicio de infantería de los Jenízaros ycuerpos auxiliares no eran nobles en el feudalismo cristiano, el cual conocía no más irnple­mentas que la espada y la lanza, así como elcombate a lomo de caballo. Más estos humil­des esclavos del Sultán poseían los mismosprivilegios que los más altos y no era honorableel servicio que no hiciera más fuertes susmúsculos para luchar y les enseñara a contri­buir en la empresa militar del Sultán, tanto entierra como en el mar. Todos los miembros dela familia del Sultán supuestamente estabanobligados a usar sus ingresos en el fortaleci­miento de sus fuerzas militares. Los Jen ízarospagaban sólo por ellos mismos. Los Churebaseran capaces sólo de mantenerse ellos mismosy un caballo por cada hombre. Los Spehis dela Puerta ten ían jinetes adicionales, de acuerdocon su pago. Los altos oficiales podían manotener una familia armada tan grande como susrentas se lo permitieran. Después del modelode la familia del Sultán, cada kul , de acuerdocon sus medios, formaba una compañía militarla cual lo seguía como su amo a la guerra.

La inmunidad en impuestos se extendió,como es natural, fuera del status de esclavos.No había ninguna ventaja para el Sultán elrecibir impuestos de personas a quienes soste­nía y que estaban obligadas a brindar todassus energías a su servicio y emplear todos susingresos en él. En la medida en que la Institu­ción Central manten ía firmemente su propó­sito, la presión fue aplicada no tanto a queexitosos kullar donaran parte de sus ingresosal amo, sino que dieran el mayor de sus es·fuerzos como fuera posible para ganar lasbatallas. El Gran Visir de Solimán, Rustem,siguiendo un antiguo precedente del tiempode Bayezid I -un reino que tuvo, en distintasformas, maldades prefiguradas- estableció unimpuesto sobre los más grandes oficios delImperio. Dado que el Sultán no recibía el totalde tales cargos, el costo se agregaba al sueldode los oficiales. Esto no sólo era una prácticafuera de armonía con la teoría de la lnstitu­ción Central, sino que canten ía mucha injuriaen la práctica y fue una de las causas de la de­cadencia del Imperio. El Sultán hacía pagarlos privilegios de un oficial, tan rápidamentecomo lo hacían todos los oficiales con loshombres subordinados a él. En cierto tiemposu práctica se hizo tan sistemática, que se es·tableció una tarifa regular usada en todos loscompromisos. Aquellos que además cubrieronun gran costo al llegar al oficio, sintieron lanecesidad de recuperarse de todo recurso conbase en su poder. De ah í que fuera levantadano solamente la opresión de los súbditos delSultán, tanto cristianos y musulmanes, sinotambién la recuperación parcial de las pérdi­das a expensas del propio Sultán. Los sirvienteseran forzados a dedicar en sus asuntos personales gran parte de la atención que debía perotenecerles totalmente y reducir varios de susdeseos por la cuenta que debían suministrar a

Page 120: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

126 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

su servicio militar. Cuando los miembros de laInstitución Central comenzaron a oprimirseentre ellos, el Gran Visir, en nombre del Sul­tán, tomó el mando y la solidaridad de la Ins­titución empezó a quebrantarse. Puede sercierto que en Occidente, como dijo Montes­quieu, el honor del monarca no se debilitabacon la liquidación de oficiales, pero en el Im­perio otomano esto abrió la puerta a la fatalcorrupción.

Los miembros de la Institución Central nosiempre han tenido su propio sistema de jus­ticia. Estuvieron mucho tiempo bajo la juris­dicción de las cortes ordinarias musulmanas.Esto les provocó una esencial dificultad. Lostribunales ordinarios eran parte de otra Insti­tución y reclutaba en una forma totalmentediferente. Sus jueces ascendían a través de unsistema de educación distinto al de ellos y eranhombres de letras más que de guerra. Loskullar favorecidos por el Sultán comenzabana sentirse opuestos a obedecerlos y Bayezid 1Iordenó que los miembros de su familia debíanser juzgados por sus propios oficiales. Esto eraun cambio radical, desde que llegó a una pro­minente dístinción entre las dos instituciones.Este tuvo el efecto adicional de separar loskullar del resto de la población del Imperio yde constituirles, además, una nacionalidadseparada. Su posición se convirtió de magná­nima, que fue entonces deseada. La poblaciónde musulmanes por nacimiento empezaron asentir que había una gran injusticia. Aquelloscuyos ancestros habían derramado su sangre,por la fe les era, en las tierras que esos hab íanconquistado, negada la admisión de la claseque no sólo conten ía a los oficiales de guerray Estado, sino que también compartía altosprivilegios. Los hijos de los habitantes con­quistados, nacidos paganos, podían convertir­se en nobles, más pagados por el Estado que

obligados a darle contribuciones para sus gas­tos, no sujetos al trato de los jueces capacita­dos desde su niñez en la ley Sagrada. Al tiempoque sus propios hijos musulmanes eran rígida­mente exclu idos de la clase honorable, eranobligados a tomar parte en la carga del Estadocon pocas esperanzas de compartir su gloria;y se esperaba que llevaran sus casos ante lasmismas cortes que los cristianos y jud íos lasllevaban para casos civiles y criminales. Lostan extendidos privilegios de los kullar hacíanpropicia la caída del sistema.

Nobleza, no herencia

En los tempranos días otomanos, muchos delos altos oficios del Estado se convirtieron enpropiedad de familias particulares. La familiaKara Khalil Chendereli poseyó oficio de GranVisir continuamente por un siglo y asumió laocupación de tal oficio, también, más tarde.Los descendientes de Miguel de la Barba Pun­tiaguda encabezaron a los Akin¡;s hasta la época del primer sitio de Viena. La familia deSamsamat Chaush poseyó el oficio de Maestrode Ceremonias por generaciones. Un descen­diente del siglo XIII, el poeta Jelal ad-dinRumi, ocupó un oficio bajo Solimán. Algunosescritores de principios del siglo XVI dicen"que en vista de que Osman había sido ayu­dado a ganar sus dominios por dos griegos re­negados, Miguel el de la Barba Puntiaguda yMaleo, y por Aurami de Eurcasi", había pro­metido que "nunca pondría la mano en susangre o dejaría de darles una magistratura".La promesa fue cumplida y en 1537 uno delos descendientes de Miguel era Sanjak en Bas­nia y uno de los de Malco era Sanjak en Gre­cia. La otra familia, para entonces, ya estabaextinta. Se dijo que fueron consideradas comoposeedores de sangre real y que en caso de

Page 121: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

REVISTA DE ADMINtSTRACtON PUBLICA 127

fracaso en la línea de Osrnan, la sucesión altrono caería de sus manos.

Salvo estas excepciones, el principio de he­rencia había sido excluido del sistema otoma­no en época de Solimán. Los otomanos, porviejas reglas turcas probablemente derivadasde los chinos, no conocían nobleza fuera deloficio y del servicio público. Una excepciónfue introducida por el Islám en el caso de losSeids o Emires, descendientes del Profeta, peroesto no. era totalmente respetado por los oto­manos. Por convención la nobleza otomana sehac ía oficial y personal. Los miembros de laInstitución Mahometana estaban exentos deimpuestos, eran sostenidos por las rentas pú­blicas y gozaban de su propia jurisdiccióncomo una parte de su jurisdicción general enel Imperio. Ten ían una ventaja sobre loskuller , pues sus bienes no estaban sujetos aconfiscación.

La poi ítica de abolir la herencia en la no­bleza conven ía precisamente a la InstituciónCentral y su sistema de esclavos, al programaeducativo y el ejército, a partir de la idea deque todo hombre era considerado como "supropio ancestro" 'y que el incremento de suhonor y sus privilegios dependía de sus logrospersonales, haciendo de cada miembro arnbi­cioso un esclavo devoto, un infatigable apren­diz y un intrépido guerrero. Las razones paraesta política, el método de aplicarlo por avan­ces a través de méritos y la viva impresiónhecha por los eruditos observadores de Occi­dente, ya ha sido descrlta.i" Una razón adi­cional de gran peso puede ser mencionada. Nosólo era la acumulación de propiedades ypoder en manos de los miembros de una tarni­lia, sino también que ninguna influencia debíaintentarse sobre los oficiales del gobierno,

24 Ver capítulo precedente.

tanto centrales como regionales. Ni los Berler­bey o Senkek-Bev podían esperar rebelarseexitosamente. Todos eran, dice Ricaut, "sóloextraños y extranjeros en las regiones queellos gobernaban" y asum ían su posición porencima de la insegura posesión. El Imperiootomano no estaba destinado a seguir el cami­no de Carlomagno o de los turcos de Seljuk.

Dos tendencias diferentes conspiraron juntasdentro de esta poi ítica, ambas basadas en la"naturaleza humana": la rivalidad del favor yel mérito, y el deseo del rechazo a participaren privilegios. La primera tendía a irrumpir enel orden de promoción y la segunda a abri r elsistema a los hijos y descendientes de los ofi­ciales y a otros musulmanes. Nadie, sino Sel imel inflexible, estaba correspondido a manteneruna poi ítica rígidamente contra tal presión.Solimán coincidía un poco con la primera, enasuntos tales como la promoción de Ibrahim yRustem; la segunda comenzó, en su época, aganar terreno en los niveles bajos de la pobla­ción por la admisión de los hijos de Jen (zarosen los. rangos de los Aiem-oolens, Dentro dela generación posterior a su muerte, las viasde la abundancia serían abiertas. El cuerpo deJen izaros y de Spahis de la Puerta fueron gra­dualmente, aunque con rapidez, hechos musul­manes y desligados de la Institución Central;la edad en la cual los pajes salían del palaciosería pospuesta y, en momentos, la divididaInstitución Central dejaría de ser la admiraciónde Occidente para convertirse en su burla". Sinembargo, Solimán no logró prever tal deca­dencia. Cerca del fin de su reinado, después deque Rustem y Roxelana habían cesado deperturbar: el sistema brindaría a la cima uno

Lvbver se refiere a ~a crisis poi ütca desatada por su es­posa, Roxelana, y su yerno, Rustem, por la sucesión altrono. Ver sección final de este capítulo.

Page 122: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

128 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

de los mejores estadistas otomanos: Maho­mmed Sokolli. Casi al mismo tiempo, la Insti­tución Mahometana también hizo surgir ungran jurista, Ebu-sutud. Ambas sostuvieron lasInstituciones y el Imperio en la plenitud desu gloria cerca de treinta años, de los cualesquince acontecieron después de la muerte deSolimán.

Carácter de la corte del Sultán

En las primeras etapas de todas las monarqu íasla corte del Príncipe y el gobierno del Estadoprobablemente hayan sido idénticas. Despuésde que el periodo de establecimiento ha lle­gado a su fin y determinadas instituciones hansido organizadas, la corte y el gobierno hantendido a seguir 1íneas separadas y distintossistemas bajo oficiales distintos. Cuál de losdos se convirtió en la de mayor importancia alos ojos del soberano y con mayor ¡nfluenciaen la poi ítica y el destino de la nación, depen­dió de las circunstancias y, particularmente,del carácter del monarca. Mientras tal situaciónha ocurrido en un periodo de desarrollo desu poder y su influencia, el gobierno ha sidoregularmente el más prominente. Hombrescon experiencia práctica en estas relaciones yambientes han protegido al servicio del pala­cio. Cuando la decadencia llegó, la corte partea manera de causa y parte a manera de efecto,había alcanzado la supremacía. Individuos devida más o menos solitaria, pero poseedoresde la oportunidad de trato personal con elmonarca: -favoritos, sirvientes personales,mujeres y eunucos- fueron hechos los hom­bres de negocios y de guerra, dependiendo deellos el territorio y la autoridad. El Imperiootomano entró claramente en una etapa dediferenciación entre la corte y el gobierno apartir de la conquista de Constantinopla du-

rante el reinado de Mahommed 11. En la épocade Solimán el Imperio estaba aun en el periodoen el cual el gobierno era más grande que lacorte; sin embargo, estaban apareciendo clarossignos de que un soberano formativo y unamenor actividad cambiaría esta escala.

La corte del Sultán otomano estaba curio­samente dividida y limitada. Una diferenciaesencial entre la corte de cristianos y de mo­narcas musulmanes fue creada porel aislamien­to de las mujeres en la sociedad mahometana.En tanto que en Occidente las mujeres apare­cían con los hombres de la corte no sólo enocasiones de entretenimiento y diversión, sinotambién en los desfiles públicos y en ceremo­nias de mayor o menor importancia, las damasde la familia real formaban la sociedad elegantedel lugar; en Oriente la corte visible y la co­mitiva del monarca se mostraban incómodospor la presencia de las mujeres. Todas las gran­des ceremonias y las cabalgatas eran formadassólo por hombres. Ninguna mujer estaba pre­sente en el palacio donde el Sultán pasaba lamayoría del tiempo. Las mujeres de su cortese encontraban en otro lugar, cuidadosamenteresguardadas en habitaciones en las cuales,con muy pocas excepciones, ningún otrohombre podía pasar, salvo el Sultán. Los hom­bres y las mujeres que se asociaban con el Sul­tán constitu ían dos mundos separados, entrelos cuales el único vínculo era el propio Sultán.

La corte del Sultán estaba dividida tambiénen otra forma. Las máximas del gobierno des­pótico prohiben que el soberano se asocie, entérminos de íntima amistad, con aquellos queson sus oficiales de Estado. Para abolir esto yproveer a su amo con compañeros inteligen­tes y agradables, el Nizam-almulk aconsejó alSultán Slyuk Melik Shah escoger como com­pañeros un grupo de cortesanos a quienes nose les permitiera participar de todo tipo de re-

Page 123: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 129

laciones. 25 Esta resolución fue difícilmenteabierta a los sultanes otomanos. La dignidady la independencia de los súbditos nacidosmusulmanes les impedía de la flexibilidad es­perada de los cortesanos. Los esclavos del Sul­tán, nacidos cristianos al final de su educación,estaban listos a convertirse en hombres denegocios; guiados por la progresiva ambicióndesde que entraban al servicio, no estabandispuestos a converti rse en meros cortesanos.Las dificultades se hicieron mayores despuésde Mahommed 11, quien empapado de lanoción bizantina de imperio sagrado, ordenóque nadie debía sentarse con él a la mesa. ElSultán estaba prácticamente forzado por unacombinación de principios y circunstancias adedicar sus horas libres a los niños, eunucos ymujeres. Los únicos hombres maduros con losque podía conversar libremente integraban unpequeño y selecto grupo de consejeros religio­sos, astrólogos y médicos, Los demás hombresde su corte lo conocían sólo formalmente ypor medio de la transacción de algún negocio.Tan gran limitación de sus acompañantes nodejaría de influir su carácter y en el curso devarias generaciones se tendió grandementehacia el predominio de la corte sobre el go­bierno.

Para finalizar la descripción de la corte deSolimán, cabe mencionar que a su corte in­mediata podía limitarse la discusión. Los ofi­ciales en jefe del gobierno formaban una partede su comitiva en todas las ocasiones cere­moniales y no habían dejado de ser considera­dos como seguidores personales. De hecho,todos los miembros de la Institución Central,excepto los Ajem-oglans y los jóvenes pajes,

25 El viejo noieter. o maestro de los jovenes pr(ncipes, losasesores religiosos de la Reina Madre y los médicos, sonexcepciones.

podían ser considerados como pertenecientesa la corte del Sultán en el amplio sentido deltérmino, el cual incluye a todos aquellos indi­viduos que estaban vinculados a la personadel monarca como los socios cotidianos, loscancilleres, los oficiales y miembros de su cor­te, sus guardias palatinos y guardias personales,y su comitiva de recepciones ceremoniales yen el campo. La espléndida corte de Solimánel Magn ífico es digna de ser tratada separada­mente y en forma especial, para lo cual nohay lugar aquí. En cuanto a su ejército, sóloaquellos aspectos de naturaleza gubernamen­tal pueden ser considerados, Los tópicos quereclaman atención son las subdivisiones de sufamilia y los principales lineamientos de suorganización, la importancia dada a ceremoniaspersonales y públicas, el esplendor de su cortey la influencia de éstaen el destino del Imperio,

Organización de la corte

La corte del Sultán debe ser considerada entres subdivisiones principales, cada una de lascuales estaba compuesta de cierto número departes: el servicio externo del palacio, el ser­vicio interior del palacio y el harem. El servi­cio externo estaba compuesto por hombres yAjem-oglans; el servicio interior por eunucosblancos y pajes; el harem por eunucos negrosy mujeres. Las dos primeras subdivisiones eran,en tiempo de paz, las que atend ían el palacioprincipal el cual había sido constru ido por elConquistador en el sitio de la acrópolis de laantigua Byzantium. Las tierras de este palacioeran muy extensas. Dentro del primer portónestaba un amplio espacio abierto usado en ce­remonias públicas como plaza de armas. Den­tro de una segunda entrada estaba el edificiodel palacio, un hermoso jard ín y un campo deejercicio para los pajes. Los miembros del ser-

Page 124: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

130 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

vicio externo, salvo los jardineros, no pasabanordinariamente a través de la segunda puertade este palacio. El harem estaba permanente ylocalizado a cierta distancia, alejado del cenotro de la ciudad, en el primer palacio ocupadodespués de la conquista, conocido en el sigloXVI como el Viejo Palacio. En tiempo de gue­rra, prácticamente todo el servicio externo,los oficiales principales y el personal encarga­do del servicio interno acompañaban al Sultán.Ninguna de las mujeres del harem eran llevadascon el ejército, porque iba en contra de lascostumbres otomanas, pero era permitido porla ley Sagrada. En excursiones durante tiempode paz algunas de las damas pod ían acompañara sus señores. Las tres subdivisiones de la corteserán consideradas en orden regresivo.

El harem

Este era muy distinto en la época de Solimándel resto de las cortes; fue tan poco visto yconocido, y su función tan personal, que pare­ciera escasamente, demanda su atención enconsideración de la corte. La importancia desus oficiales y sus personajes fue pequeña encomparación con lasépocas siguientes, despuésde que el harem había sido transferido al pala­cio principal y el Sultán había comenzado adestinar una mayor porción de su tiempo ensu sociedad. Sin embargo, la influencia de dosde sus mujeres sobre Solimán fue suficiente­mente grande como para obtener un lugar enla historia y relacionarlas con el destino de lanación. Su organización ya ha sido descrita encuanto al reclutamiento, conversión yeduca­cíón de las mujeres. Sus agrupaciones y susprincipales personajes reclaman ser analizados.

La guardia y el orden del harem del palacioera conferida a cuarenta o máseunucos negros,bajo un oficial como Kizler Aghasi, o literal-

mente, "General de las Muchachas." 26 EsteAgha era tenido en gran honor y se le nombra­ba administrador de varias dotes religiosaspara el beneficio de algunas mezquitas, parti­cularmente de los vakfs de las ciudades Santasde La Meca y Medina. Su importancia en eltiempo de Solimán no guarda comparacióncon lo que vendría después. Otros eunucosnegros asumían posiciones oficiales en el ser­vicio de cada una de las damas principales yen la vigilancia de la educación de los príncipesjóvenes.

La dama principal del harem era la madredel Sultán, la Sultana Valideh.No sólo recibía gran respeto y condescen­dencia de su hijo, sino que ten ía cuidado ge­neral y autoridad sobre todas sus mujeres. Lasiguiente dama en importancia era la madredel primer hijo varón del Sultán; y tras ella sesitúan las madres de los otros hijos. Lasmadresde mujeres disfrutaban de muchas menos con­sideraciones. Cada una de estas damas favo­recidas tenían su propia habitación, su equipode asistentes bajo una mujer conocida comosu Kiaya, la cual aqu í puede ser traducidacomo "sobrecargo", y un grupo de sirvientespersonales y domésticos. La Kiaya de la ReinaMadre gozaba de gran importancia. El grupode muchachas esclavas que eran las sirvientespersonales y domésticas del Sultán cuando élvisitaba el harem, también estaban bajo unaKiaya con asistentes. Los hijos del Sultán vi­vían con sus madres durante sus años tiernos.Eran cuidadosamente educados en letras yarmas, tanto como los pajes, pero con grandesdiferencias. A una edad propicia eran manda­dos con un selecto y pequeño séquito a losgobiernos de las provincias. Las hijas eran ca-

26 Junis Bey menciona veinte, un número dificil mente su­ficiente. Menavino. veinte años antes, habla de alrededorde cuarenta.

Page 125: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 131

sadas a temprana edad con altos oficiales delSultán. En épocas posteriores, a los hijos me­nores que pudieran nacer de las esposas delSultán no les era permitido vivir por miedo aque se convirtieran en pel igro para el trono.Esto no parece haber sido el caso en el reinadode Solimán; el peligro era abolido por la cui­dadosa remoción del oficio de ellos. 27

La información sobre el harem y la carta deSolimán está preservada por la explicación dela dificultad de obtener reportes confiables.Algunos hechos son conocidos, como en otrosexisten posibilidades. La madre de Solimánvivió durante mucho tiempo en su reino. Lamadre de su hijo mayor, Mustafá, acogió, deacuerdo a las costumbres, el siguiente lugar enel harem. Después del año 1534 élla dividió sutiempo entre el palacio de Magnesia, donde es­taba su hijo Ssnjsk-bev , y el harem del palaciode Constantinopla. Roxelana le había suplido,en favor, a ciertos compromisos previos, sien­do la esposa legal del Sultán, y ocupó una po­sición superior en algunos aspectos. Sol imánparece no haber visitado su harem con frecuen­cia. Mihrmah, hija de Roxelana, convertida enla esposa de Rustem, fue muy amada por supadre.

El servicio interno

Las cinco cámaras de pajes, bajo el control deeunucos blancos, y los porteros, conformabanel servicio interno del palacio principal. El jefede este servicio era el Kapu Agha, o Generaldel Portón. El era un eunuco blanco que con­trolaba todo el servicio y, a la vez, se encarga­ba del manejo de muchas dotes religosas. Ten ía

27 Hammer dice que la costumbre de dar muerte a hijos ehijas del Sultán data de Mahommed 11. Pero ninguna auto­ridad contemporánea parece mencionar tal cosa comouna costumbre, D'Ohsson opina que esto fue institu Idoen el tiempo de Achmet r.

derecho a hablar con el Sultán cuando lo de­seara y por ello era altamente respetado. ElKapuji-bashi, o Portero en Jefe, era tambiénun eunuco blanco que se hacía cargo perma­nentemente de la segunda puerta del palacioprincipal, con una compañ ía de doce o máseunucos blancos que eran guardias subordina­dos a él. Los pajes ya han recibido atenciónrespecto a su educación 28

Los más cercanos a la persona del Sultáneran los pajes de la Khas Oda, o Cámara Prin­cipal. Eran treinta y nueve, entre quienes elpropio Sultán era considerado como el númerocuarentaj" algunos de ellos, después, tuvieronel título de Agha, mas parece no haber ocurri­do esto en el tiempo de Sulimán. Su oficial enjefe era el Khas Ode-bsshi, o Jefe de la CámaraPrincipal, un eunuco blanco. Los pajes de másalto rango eran los Silihdar que llevaban lasarmas del Sultán, los Chocadar que manteníansus prendas de vestir y los Sharabdar o cope­ros, Los demás sehac ían cargo de su habitacióny guardarropa, y se encargaban de sus alimen­tos. El segundo grupo de pajes constitu ían elKhasineh Oda, o tesorer ía, bajo un muy buenpagado eunuco blanco, el Khazinehdar-bashi.Estos, en un número de sesenta o setenta,cuidaban de todas las riquezas en el palaciodel Sultán, hacían todos los pagos y llevabanlas cuentas. El Kiler Oda, o Despensa, bajo uneunuco blanco, el Kilerji-bashi, cuidaba del

28 Ver capítulo precedente.

29 A . h id if¡ .unque este numero aya SI o madi Icaco en la epoca deSolimán no aparece en los récords. Hammer consideraque Mahommed 11 ten Ia treintaidos oficiales de la KhasOda; Menavino ncrnbra tres oficiales especiales y quincede segundo grado, antes de mencionar la Tesoreria; .Jur.isBey suma cuatro oficiales principales y menciona ocho,más no distingue las Odas más allá: Navaqero considera aveinticinco o treinta en la Khas Oda: Ricaut habla decuarenta.

Page 126: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

132 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

pan, pastelería, juegos y golosinas del Sultán.Los pajes de esta cámara parecen no haber ter­minado todavía su educación.P? Ellos, juntocon los pajes de la Cámara Principal, cabalga­ban con el Sultán cuando abandonaba el pala­cio. Las dos cámaras restantes, la Grande y laPequeña, o Vieja y Nueva, estaban dedicadastotalmente a la educación de pajes,31 ellosestaban bajo la dirección general de un IkinjiKepu-oglan, o eunuco de la segunda puerta.32

El personal total del Servicio Interno se esti­maba en seiscientas u ochocientas personas.Los oficiales eunucos manten ían severa disci­plina, exacta obediencia y orden perfecto entreellos. El grupo de eunucos que hab ian sidoinstru Idos en el colegio de pajes en Pera oAdrianópolis también pod ían ser acogidospara el servicio interno.

El servicio externo

Los miembros de la corte que no permanecíanen el interior del palacio o cerca de la personadel Sultán, eran mucho más numerosos. Mu­chos sosten ían cercanas relaciones con losmiembros del servicio interno al estar bajo su

30 El número de veinticinco pajes del Kiler Oda es dado porMenavino y todos entre 20 y 22 años de edad; Neveqerodice que se numeraban entre trescientos o cuatrocientos.Estos es increíble. no de tales números para la exclusivaeducación de Odas y probablemente los haya contado atodos en el Kiler Oda.

31 Hammer dice erróneamente que los pajes de estas Odasse dedicaban a las tareas más bajas del palacio y eranreclutados de tres escuelas extramuros; afirmación con laque no concuerda Navagero.

32 Una cámara adicional, la Seferli Odassi, o Cámara de Cam­paña. fue instituida por Murad IV para atender su trabajode lavandería y otras labores especiales en tiempo de gue­rra. Los miembros eran escogidos fuera de la Odas educa­tivas y poseían un rango después del Kiler Oda.

autoridad y por tener vínculos regulares conellos. Todos, por supuesto, servían al Sultándirectamente o indirectamente a través de lamediación de uno o más oficiales. Describirdetalladamente sus subdivisiones, responsabi­lidades y oficios no tiene cabida en esta obra.Sólo una descripción general será aquí inten­tada al distinguir los distintos grupos delservicio, comenzando con aquellas que tienenrelaciones más cercanas con el Sultán. Estosson los aprendices asociados al Sultán, el ser­vicio de cocina y los guardias personales, losguardias del palacio, los jardineros, el serviciode establo, el cuerpo de lanceros, los maestrosde caza y los intendentes.

Los aprendices asociados con el Sultán per­tenecían casi siempre al cuerpo de los Ulema.Ellos representaban la Institución Mahometa­na cerca de la persona del monarca en cual­quier lugar. El jefe de ellos era el Hoja o Profe­sor, confesor o consejero en asuntos religiosos,que se ten ía en alta estimación y frecuente­mente ascend ía a altos cargos judiciales. Enseguida vienen dos Imams o Predicadores delSultán, asociados que eran almuecines o can­tores. Después de este rango estaban losHekim-bsshi, o Jefe de Físicos, que ten ía diezo más asociados; el Munejim'bashi, o Jefe deAstrólogos, cuyos servicios se creía eran dereal valor; y el Jerrah-bashi, o Jefe de Médicos,con diez o más ayudantes.

El servicio de cocina, bajo la vigilancia deKiterji-bashi, comprend ía catadores, reposte­ros, galopines, cocineros, decoradores y músi­cos cada uno en un número de cincuenta acien. Vinculados a ellos estaban los sastres,zapateros, peleteros, orfebres y similares, queeran empleados exclusivamente en el serviciodel palacio. Cada grupo ten ía su jefe corres­pondiente y una inteligente vigilancia, porquetales asuntos bajo el cuidado de la Institución

Page 127: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUD lOS OE CASO 133

Central otomana, fueron reguladas y origina­das con gran precisión. Gran número de estossirvientes, tales como los galopines, cortadoresde madera y cargadores de agua, eran Ajem­oglans.

Los cuerpos de guardias personales erantres, los Muteferrika, los Solaks y los Peiks.Los Muteferrika, o Guardia Noble, consistíanen doscientos de los graduados elegidos de laescuela de pajes y proven ían de hijos de altosoficiales,33 entre ellos había, en 1575, her­manos de los voivodes de Wallasia y Moldavia.Los Muteferrika segu ían a caballo, inmediata­mente después al Sultán y en momentos debatalla estaban listos a defenderlo hasta el fi­nal. Los Solsks eran arqueros veteranos de losJen (zaros. en un número aproximado de cin­cuenta a cien, quienes marchaban a pie juntoal Sultán donde éste fuera, con las armas listaspara usarse. Los Poiks eran una compañíapintoresca de alabarderos de cerca de cienhombres, que hab ían retomado armas, costum­bres, todo de los emperadores bizantinos.P"Ellos marchaban frente al Sultán durante elviaje.

Los guardias del palacio eran los Kapujis,los Chaushes y los Bostanjis. Los Kapujis, o

33 Zinkcsen afirma erróneamente. basado en la autoridad deTrevisano. que eran todos turcos y de sangre noble. Elhecho que Menavíno les llama schiani es demostraciónsuficiente. Zinkeisen cita también Spanduqtno. al efectoque los Muteferrika eran todos señores o hijos de prínci­pes o de lores. Mas Spandugino dice que los pajes pasabande los Cuatro más altos oficios al menos, al oficio deMuteferrica. Trevisano, dice "l¡ quali sano qiovani natiTurchi e figliuJi d'uomtní' de sutorite", Pero "los hom­bres de autoridad" eran, prácticamente, todos renegados.El hecho parece ser que la mayoría de los Muteferrikaeran otomanos de la segunda generación (v. gr., hijos derenegados) y el resto había sido ennoblecido por haberpasado a través de los altos oficios de los Khas Oda.

34 Menavino considera que eran persas.

Porteros, Ajem-oglans en un número de tres­cientos o cuatroclentos.P'' vigilaban los porta­les exteriores del palacio principal y del palaciodel harem. Como todos los demás guardias,ellos acompañaban al Sultán a la guerra, don­de eran los guardias de su tienda. Los Cheu­shes, en un número aproximado de cien, eranconserjes que actuaban como maestros de ce­remonias en las sesiones del Diván 36 y enceremonias públicas, y en tiempo de guerraasum ían el rango de tropas, éstos, tambiénactuaban como mensajeros de Estado dentrodel Imperio. Cuando un oficial distante habíasido condenado a muerte, un Chaush era en­viado a ejecutar la sentencia y devolver la ca­beza como prueba; como entre los Chausheshabía muchos renegados que hablaban variaslenguas europeas, fueron empleados comointérpretes y eran en ocasiones enviados comorepresentantes en misiones ímoortantes.VLos Bostanjis o Jardineros también eranAjem-oglans y, como tales, ya han sido men­cionados anteriormente, en un número decuatrocientos, ellos cuidaban del jardín y delas áreas principales del palacio, y conducíanlos calques del Sultán cuando él deseaba dis­frutar la incomparable escena del Bosforo. Susjefes, los Bostsnji-bsshi, quienes se habíanelevado de rango, parecen haber sido los únicoshombres adultos junto al Sultán que residíandentro del área principal del Palacio. Su cus­todia general sobre todos los jardineros delSultán, donde fuera que estuvieran, inclu íavigilancia de los bancos y orillas del Bosforo,

35 Spenduqlnc da el número de trescientos y dice que con­virtieron en Jenízaros; Menavino menciona quinientos;Junis Bey suma doscientos cincuenta en el palacio prin­cipal y cien en el palacio de harem, a los que le llamaJenizaros.

36 Ver capitulo siguiente.

37 Según Hlcaut, sumaban de quinientos a seiscientos.

Page 128: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

134 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

el Mar de Mármora y los Dardanelos.38 Estoles daba gran poder y su favor era muy soli­citado.

El servicio del establo era extraordinaria­mente importante en una nación en la quecontaba tanto la equitación, y la cual estabaaún bajo la influencia de las tradiciones de lasregiones esteparias. El Sultán manten ía parasu propio uso un establo de doscientos caba­llos atendidos por cien hombres, y para el usode su séquito cuatrocientos caballos cuidadospor doscientos hombres. Conjuntamente, unmillar o más de cristianos búlgaros, conocidoscomo Voinaks, mantenían; manadas de caba­llos en las grandes pasturas dominadas.39Todos

ellos seguían al ejército a la guerra, como laca­yos, y estaban bajo el control de un muy altooficial, el Emir-a/-Akhor 40 o Gran Palafreneroquien, con el segundo Caballerizo, tambiénten ía vigilados a los numerosos talabarteros,guías de camellos y los arrieros del servicioimperial, y controlaba todos los pastizales ybosques del Imperio.

El Jefe de Jardineros, el Jefe de Porteros, elGran Palafrenero, el segundo Caballerizo yelMir-a/em, constituían un grupo especial deoficiales conocidos como los Rekiab-aghatario Generales de la Estirpe Imperial. El Mir­etem, o Portaestandarte, llevaba las banderasimperiales y las seis colas de caballo que habíansido usadas antes que el Sultán. El distribuía

38 Estos oficiales estuvieron, en la época D'Ohsson. junto alcarcelero y el ejecutor de palacio. el inspector del surtidorde agua y del bosque cerca de la capital, el inspector decaza y pesca, y el del comercio de vino y lima. Cuantas deestas funciones, que él ejercitaba bajo Solimán, parecenno haberse registrado. En época de Spandugino, el JefeKapuji fue convertido en ejecutor.

39 Ellos no eran kutter.

40 Algunas veces se usa Miri·akhor, Imprakhor, Imbrahor,etcétera.

estandartes y colas de caballo a los Bey/erbeysy a los niños Sanjak, quienes en cierta manerarecibían investidura de sus manos. Como con­secuencia, estuvo primero en el rango de ofi­ciales de la corte, como en sus relaciones conel gobierno. Incluso tuvo control superior so­bre los porteros y comandaba la música militar.

El cuerpo de lanceros, bajo el Mecter·bashicuidaba de las tiendas del Sultán en la guerray la paz. Grupos similares fueron los Vezne­dars, quienes pesaban el dinero recibido porel Sultán, los guardias del tesoro externo, losagentes compradores de ropa y muselina parael palacio, y los guardianes de los obsequlos.""

Los maestros de caza fueron oficiales im­portantes en el reinado de Solimán, quienpracticaba la vieja costumbre real, acompañadocon muchos bienes y numerosa servidumbre,ir a cazar a grandes regiones. Los jefes de losencargados de los perros, as í como los halco­neros, buitreros, gerifaltes y buhoneros, te­n ían posiciones honorables. Un número deescuderos de las más altas Odas ten ían subsi­diarios como halconeros; lbrahim era Halco­nero en Jefe en el momento de su promociónal cargo de Gran Visir. Una parte del ejércitoregular ayudaba en las cacerías. Los Jen ízarosmuestran por los nombres de algunos de susoficiales en jefe, que sus cuerpos crecieronindependientes de las organizaciones de cace­ría de los primeros sultanes.4z

Los intendentes, o Umena, estaban adscritosa varios departamentos de apoyo y adminis­tración. Ellos eran el Sheher-emini o lnten-

41 En la época de D'Ohosson estosservidores estaban bajo eljefe de los eunucos negros. No aparece quien los contro­laba bajo Solimán.

42 Spandugino describe la organización de caza bajo Bavesid11. Junis Bey menciona que doscientos Jen Izaros servíanbajo el Segban·bashi y el Zagarji-bashi, en el cuidado delos perros.

Page 129: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 135

dente del Edificio Imperial, El Zarabkhaneh­emini o Intendente de Casa de Moneda yMinas, el Mutbakh-emini o Intendente de laCocina y Pastelería, el Arpa-emini o Intenden­te del Forraje de los Establos del Palacio yelMasraf-shehrivari o Sustituto del Intendentede las Cocinas.

Este rápido estudio, el cual no es completo,muestra la complicada organización, el nume­roso personal y las distintas funciones de losgrupos de la corte del Sultán. El número delos individuos conectados con ella puede serestimado entre diez milo quince mil. Un grannúmero de éstos no eran esclavos del Sultán,sino sus sirvientes y empleados en diferentescapacidades, todos, de cualquier manera, ex­cepto los pocos miembros del Ulema, estabanbajo el completo control y comando de losmiembros de la Institución Central. Ningunaconfusión resulta de tan grande complejidad;para cada grupo de sirvientes hab ía laboresdefinitivas y éstos sabían exacta menté de quiénrecibían órdenes y a quién reportar su cumpli­miento.

Es claro que las funciones de muchos de losoficiales de la corte, especialmente aquellasdel Jardinero en Jefe, el Gran Palafrenero y elPortaestandarte, invadieron el ámbito del go­bierno. El jefe de eunucos blancos y el jefe deeunucos negros colectaban y .adrninistrabanlas rentas de varias parcelas de tierra que ha­bían sido destinadas a propósitos especiales.Los Ulemas eran tan claramente reconocidoscomo ejecutores de las funciones gubernamen­tales, que eran considerados como cancilleres,una excepción de la regla de separación entreoficiales de la corte y del gobierno. Resultaque en tanto el orden era mantenido con faci­lidad dentro del mecanismo de la corte y,como será visto, del gobierno, dificultad yconfusión se acumulaban en las relaciones de

la Institución Central y el resto del Imperio.La espléndida organización trabajaba admira­blemente a cierta distancia del mando. Sinembargo, como la energía individual se media­tizaba en muchos oficiales, y conforme losmúltiples hacendados y la variada poblacióndel Imperio se aproximaban el desorden, elgrado de ser imposible manejarlos, el Imperioera constantemente amenazado y sólo reajus­tes más o menos convulsivos se usaban de vezen cuando, para que las instituciones del lrn­perio siguieran existiendo.

Las ceremonias de la corte

La ley Sagrada, basada en las prácticas deMahoma y los cuatro primeros Califas, seopone a la manifestación de cualquier clase.Ninguno de los turcos Seljuk tomaron rápida­mente esta magnificencia, la cual bajo la in­fluencia persa había prevalecido en la cortedel Califato de Bagdad. Los primeros sobera­nos otomanos manten ían una vida sencillahasta el tiempo de Murad 11.

La captura de la ciudad imperial parecehaber incluido, en el entendimiento de Ma­hommed 11, la apropiación de formas y cere­monias imperiales. Por el tiempo de Solimánla Kanuni Teshrifat, o ley de Ceremonias, seconvirtió en una colección de considerablemagnitud. Es significativo que las regulacionesconcernientes a tales asuntos, como el coloro el modelo y el material de la ropa y los tur­bantes, el orden de precedencia en pequeñasy grandes ocasiones, fueron hechas asuntos deley. Fueron dadas normas de etiqueta para lacorte, las cuales en Occidente incl uso no estánescritas y ciertamente no tienen un sitio similarcon los actos legislativos, el rango y la autori­dad de las leyes imperiales. La ley de Ceremo­nias estaba a la par con la ley de los Súbditos,

Page 130: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

13& REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

la ley de los Fieles, la ley de Agipto y la ley deMultas y Castigos. De hecho, esta ley fue ob­servada aun con mayor cuidado que las otras,a partir de que los asuntos que incluía estabanusualmente bajo los ojos del propio Sultán.Era tanta la obligación de un oficial de vestirel ropaje apropiado y de aparecer en el lugarcorrecto y a la hora correcta en las ceremoniaspúblicas, como la de atender a los negociosrelacionados con su posición.

Todas las clases de miembros de la corte delSultán, todos los altos oficiales del gobiernoy todos los cuerpos de tropas en el ejércitopermanente, estaban claramente distinguidosunos de otros por su vestimenta o tocado, opor ambos. Cada grupo y todos los oficialesde cada grupo ten ía un lugar exacto en cadaasamblea ceremonial y su rango exacto encada procesión. Cada gran oficial, comenzan­do con el Sultán, tenía un título para usarloen documentos públicos, el cual, mientras noestuviera claramente determinado, variaba unpoco de tiempo en tiempo.

Las ocasiones ceremoniales eran numerosasy espléndidas. Todos participaban como re­presentantes de cada división de la InstituciónCentral y en las grandes ocasiones práctica­mente todos sus miembros estaban presentes.Las ceremonias pod ían ser agrupadas comoocasiones simples, festivales religiosos y cere­monias extraordinarias. Entre las más simplesestaban las juntas regulares del Diván, el cualten ía lugar cuatro veces a la semana en tiempode paz, en sábado, domingo, lunes y martes.Los viernes el Sultán viajaba públicamente ala mezquita. En otros días algunos de los ofi­ciales cumpl ían con visita de Estado a sus su­periores. Cada tres meses los Jenízaros eranpagados con ceremonias en la plaza de armasentre la primera y la segunda puerta del pala­cio. Tales ocasiones, en obsequio de una im-

presionante riqueza y magnificencia, eranfrecuentemente seleccionados para la recep­ción de embajadores.

Las grandes festividades religiosas del Islam,en las cuales todos los musulmanes del Imperioparticipaban, era celebrada por la corte congran pompa; éstas eran las dos fiestas de Bai­rarn, una de las cuales llegaba al final del ayunodel mes de Ramazan y la otra setenta díasdespués 4 3 En el gran día de Bairam la cere­monia del beso de la mano del Sultán erapracticada por todos los oficiales de la familiay del gobierno.

Las ceremonias principales y extraordinariaseran aquellas celebraciones de los cumpleañosde los hijos e hijas del Sultán, la circuncisiónde príncipes, los matrimonios de las princesas,las coronaciones y las partidas del Sultán, a laguerra. Las mejores de todas las celebracionesde Solimán fue probablemente la de la circun­cisión de sus hijos Mustafá, Mahommed ySel irn, en 1530. Veintiún días sucesivos deostentación, festejos, juegos y presentaciónformal de obsequios que contri bu ían a la ini­gualable y grandiosa ocasión.

Es posible obtener una idea de la corte deSolimán y de su comitiva en esta época delmayor esplendor del Imperio.

Busbecq, embajador de Carlos V ante Soli­mán ha descrito con toda extensión la partidadel Sultán a la guerra, acompañado por losJen Izaros, los Spahis de la Puerta, los guardiaspersonales,44 los pajes,45 los escuadrones es­peciales de caballería.46

43 El festival del Cumpleaños del Profeta no estuvo institui­do sino hasta el reinado de Murad 111. Las visitas anualesdel Sultán a los restos del Profeta también se convirtieronen una gran ceremonia.

44 Son los Solaks.

45 Ellos son los Sharabdar, los Silihdar, y los Chocadar.

46 Los Muteferrika.

Page 131: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIDS DE CASO 137

Influencia de la corte

La influencia de la corte otomana puede serpercibida en tres formas: como impacto alSultán, a la Institución Central o al destinodel Imperio. Las tres, en última instancia, sereducen a la última. El Sultán estaba influen­ciado por sus relaciones personales con dife­rentes individuos o grupos que llegaban a tenerun contacto cercano con él. Ya han sido he­chas referencias de Roxelana, indudablementeella tenía influencia sobre su esposo imperial,pero hasta qué punto lo empujaba hacia par­ticulares decisiones y acciones, no puede sa­berse. Es probable que ella no hubiera tenidonada que ver con la muerte de Ibrahim, aunquesus propias acciones habían creado una situa­ción de peligro para el trono. Además, la in­fluencia de Roxelana parece no haberse hechogrande en los asuntos públicos. Algunos escri­tores de la época no la mencionan, a pesar deque había ganado ya la afección suprema deSolimán y ten ía, por así decirlo, una posiciónsuperior a la de la madre de su primer hijovarón, por ser hecha la esposa legal.4 7 Dieci­siete años rnas tarde la situación era clara.Roxelana había triunfado completamentesobre la madre de Mustafá. Su yerno, Rustem,se casó con la hija de Solimán, Mihrmah, y

47 Habla de la madre de Mustafá, como si aun tuviera autori­dad en 1537; ella residiendo en Magnesia, aunque Poste!no habla de Hoxetena. Pero Ludovtsi señala que Boxetanaera en 1534 la esposa de Solimán y que la madre de Mus­tafá residía entonces, con su hijo, en Magnesia. El nom­bra a la madre de Mustafá como una albana. Busbecq diceQue provenía de Crirnea. Navacero la IJama circasiana.Las dos últimas autoridades no están en conflicto. a partirde que jos tártaros de Crimea fueron esclavos mercantes.

asurruo el cargo supremo de Gran Visir pornueve años. Su concorvado hijo Jehangir erael niño favorito de Solimán, no obstante, Soli­mán aparece, tan tarde como al principio de1553, haber intentado que Mustafá ocupara eltrono. Mustafá se convirtió en una víctimamenor de Roxelana y Rustem, por la indeter­minada y peligrosa condición de las reglas desucesión del trono.

La Institución Central fue afectada fuerte­mente por el esplendor y el lujo de la corte deSolimán. El Sultán tenía un establecimientotan grande y era tan aficionado a la ostenta­ción y a las ceremonias, que un espíritu simi­lar se desarrolló en todos sus Kullar. Cadaoficial se hizo extraordinariamente ambiciosopara tener una gran corte, muchos caballos,riqueza y un espléndido equipo para sus caba­llos y sus sirvientes en ceremonias de Estado yen tiempo de guerra. Así como el esplendorde Solimán pon ía en aprieto sus finanzas,también gustaba de que Rustem requiriera depagos para oficios de los recién nombradosaltos oficiales y a la mayoría de sus kullar,con el fin de mantener la ostentación, les fuepermitido procedimientos indignos y la extor­sión.

Ese anhelo de riqueza que Spandugino re­procha a los turcos sólo empeoró bajo el ejem­plo del Magnífico Sultán. Los miembros de laInstitución Central pod ían predicar entre ellos,hasta cierto punto, por la demanda de oficios.Más el último efecto maligno se asentaba enlos súbditos externos. Ellos, al final, debíanpagar por todos los lujos y el esplendor de lagran corte y de las cortes pequeñas. La presiónejercida sobre ellos tendía a hacerse cada díapeor, las tierras comenzaban a hacerse menosproductivas y abandonar los cultivos, la plagarepentina descendió a la agricultura y al co­mercio, lo cual persiste en la Turquía de los

Page 132: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

138 ESTUDIOS DE CASO

días presentes.t" Aún as í, en el reinado deSolimán este declive no apareció. Aun cuandosus dos mejores hijos fueron llevados a cruelesmuertes, aun cuando veinte mil soldados ha­bían muerto en vano en Malta, él continuó suúltima campaña con una comitiva que sobre­pasaba todas las anteriores por su pompa yesplendor.

LA BUROCRACIA Y LAADMINISTRACION GUBERNAMENTAL

Introducción

La Institución Central Otomana ha sido con­siderada ya en todos sus aspectos, menos comogobierno. El reclutamiento de sus miembrosentre los súbditos cristianos y enemigos, suconversión al mahometismo y su entrenamien­to para los deberes de la guerra y del gobierno,fueron explicados anteriormente. Se describie­ron las obligaciones militares y la organizaciónde los Kullar del Sultán, su status privilegiadoy noble, y su organización y actividad comofamilia y corte. De los siete aspectos en quepuede considerarse la Institución Central sólofalta uno, el gobierno en sentido estricto.

La Institución Central constituía el gobiernodel Imperio Otomano, con algunas excepcio­nes, la administración de justicia pertenecía ala Institución Mahometana y muchos asuntosinternos eran regulados por los grupos nacio­nalistas, organizados como iglesias, y por las

48 Spandugino también relata cómo en su época los campe­sinos eran devorados todo el año por diezmos. presentes,tributos sobre la tierra y extorsión, los escritores de prin­cipios del siglo XVI parecen no haber observado que lossúbditos del Sultán era especialmente miserables. Gerlachencontró a aquellos que habitaban regiones distantes deConstantinopla en un detestable estado de opresión. Enel tiempo de Hicaut descendió la agricultura, acompañadade miseria y despoblación.

colonias extranjeras a las cuales se les dejababajo sus propias leyes. Sobre estas institucio­nes, es verdad, la Institución Central mante­n ían la espada y en el caso de las institucionesmahometanas ejercía un control más directo,salvo estas excepciones, la Institución Centralatendía todas las funciones del gobierno quese realizaban dentro del Imperio. Como podráobservarse, éstas no eran de ninguna maneratan numerosas ni extensas como en el Estadodel siglo XX_

Las secciones previas han mostrado algunasde las funciones del gobierno de las que estabaencargada la Institución, en los aspectos des­critos anteriormente. La dirección de su sis­tema educacional, el manejo del ejército delImperio, la conducción del gobierno local, lavigilancia del mantenimiento del palacio, elmantenimiento de los jardines, los campos depastura y los bosques del Sultán, así como laregulación de las ceremonias de la corte, pue­den considerarse como tareas del gobierno_ Elhecho que ya han sido descritas simplifica elproblema de explicar el plan del gobierno ensu sentido más estricto.

Funciones del gobierno otomano

Todos los gobiernos deben mantenerse, de al­guna manera, en su lugar y operando; debenobtener medios para hacer frente a los gastosy, deben llevar alguna clase de registro de susingresos y egresos, as í como de sus actos, de­ben modificar y ampliar las reglas escritas yno escritas bajo las cuales operan, por lo me­nos lo necesario para conservar su sistema encondiciones viables, deben proteger a sus súb­ditos lo necesario para que produzcan su sus­tento y los medios para pagar los impuestos,deben encarar los esfuerzos de otros gobier­nos, ya sean de carácter diplomático o militar.

Page 133: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 139

Todas estas cosas hacía el gobierno otomano,a su manera. Además,conservaba aún en el sigloXV I el fuerte impulso antiguo tenido para ex­pandi r sus fronteras e incrementar el númerode sus súbditos, particularmente a costa de loscristianos y de los shiitas, en el nombre delinterés del Islam.

E/ gobierno otomano no inclu ía dentro desus funciones las construcciones y manteni­miento de los sistemas de carreteras, puentesy transportes marítimos; ni la dirección delservicio postal público, el fomento de la agri­cultura, la industria, el comercio O la organiza­ción de un sistema de educación pública ygeneral; ni el ajuste de los impuestos o de losderechos aduanales en favor del bienestar desus súbditos, tampoco la extensión de las acti­vidades y libertades de los mismos. No surgióen la conciencia de ninqún Estado del sigloXVI, la idea de la benevolencia hacia los ple­beyos. Se manten ían así mismos en el poderpor los medios más accesibles, que eran gene­ralmente los de la fuerza militar. El incrementodel poder, la autoridad y territorio se lograbanpor los mismos medios e incidentalmente laprotección de las personas privilegiadas queestaban relacionadas con el gobierno se hacíaen proporción a su importancia: tales eran losobjetivos principales perseguidos por los go­biernos de aquellos días, tanto en Orientecomo en Occidente.

Por tanto, los principales esfuerzos de laInstitución Central Otomana, en su calidad degobierno, estaban encaminados a facilitar elfuncionamiento de la maquinaria administra­tiva. Para este propósito obten ía a los mejoresy más leales hombres, y se les entrenaba, ellos,junto a todos aquellos hombres que era posibleconseguir de nacionalidad otomana, se orga­nizaban en un ejército magn ífico que, prime­ro, defendía y mantenía al gobierno contra

los ataques de los enemigos internos y exter­nos y, segundo, aumentaba sus dominios ygrandeza mediante campañas victoriosas en la"Tierra de la Guerra." Los motivos religiososse mezclaban aquí profundamente, puestoque el poder y las conquistas de la naciónotomana eran consideradas como el poder yla satisfacción de los miembros del gobierno,comenzando por el soberano, eran aseguradospor privilegios exclusivos tanto por una ela­borada organización de servicio personal ypor ceremonias en las cuales eran lisonjeados,como por la oportunidad para exhibirse yrepresentarse en el escalonamiento de honores.

Quedaban como funciones especiales delgobierno, primero, la cuidadosa elaboración yvigilante mejora de las reglas bajo las cualesestaban organizados el Estado y la InstituciónCentral, segundo, la conservación del orden ydel funcionamiento de la maquinaria admi­nistrativa, tercero, la adquisición de suficientedinero y medios para llevar a cabo los propó­sitos del gobierno, y el suministro de estedinero y medios en la cantidad conveniente,en el tiempo y lugar necesarios y a las personasadecuadas, y, cuarto, la preparación y registrode todas las actas necesariaspara la tramitaciónde los negocios del gobierno. Una funciónadicional era el arreglo de las disputas entresúbditos el Imperio que no estaban relaciona­dos con el gobierno. Esto era atendido porotra Institución, aunque era respaldada porlos miembros del gobierno mismo.

La primera de estas funciones, la de legislar,era realizada principalmente por el Sultán; lasegunda, de administración, era controladapor sus Visires; la tercera, de finanzas, era ma­nejada por los Defterdars a través de veinti­cinco departamentos; la cuarta, de Cancillería,estaba bajo el control de 10sNishanjis. La jus­ticia entre los individuos era impartida por el

Page 134: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

140 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

concilio de los Ulemas, los hombres cultos dela Institución Mahometana, bajo la jefatura delos Kedieskers, Estas cinco funciones no esta­ban claramente separadas como lo estaban losgrupos de oficiales relacionados con ellas, Unaclasificación lógica de las obligaciones habríarequerido de muchas readaptaciones,

La forma sorprendente en que la InstituciónCentral Otomana, cuando actuaba como go­bierno, limitaba sus operaciones casi exclusi­vamente a sus propios asuntos parece haberresultado de su carácter de familia esclavistaúnica, Los hechos de que fuera por mucho lamás grande familia esclavista en el Imperio quetuviera autoridad para gobernar y que algunosde sus miembros ejercieran funciones guberna­mentales generales, tienden a ocultar su carác­ter esencial. Pero la legislación de los sultanesy de Solimán estaba dirigida esencialmente ala regulación de la Institución misma, ya quela mayoría de las leyes principales estaban in­c1u idas en la casi inalterable ley Sagrada. Elcampo de acción de los Visires era principal­mente el de la Institución, además del hechode que el Gran Visir, como representante delSultán, encabezaba también la Justicia del im­perio. La Tesorería estaba encargada, en pri­mer lugar, de obtener las rentas debidas alSultán; algunas de ellas no proven ían de susderechos personales como propietario de lastierras, sino que eran cedidas a consignación,de manera que el gobierno ni siquiera en estotocaba a la gente directamente. En segundolugar, las rentas o ingresos públicos eran paga­dos a los miembros de la Institución, comosoldados, sirvientes, oficiales y miembros dela familia real. Todos los que segu ían al Sultána la guerra y no pertenecían a su familia, pro­porcionaban su propio sostén. Aún los oficia­les del gobierno local, a pesar de haber sidoequipados por sus Kullar, eran mantenidos

por la asignación de tierras que ellos adminls­traban por medio de una representación aescala del gobierno central. La Cancillería delSultán estaba igualmente limitada en sus ope­raciones a la preparación y registro de actas,decretos, comisiones y similares, la mayoríade los cuales estaban relacionados con el ajustey operación de la Institución Central. En unsentido muy amplio, entonces, el gobierno delSultán era el de una gran familia esclavista queaseguraba sus intereses y manejaba, con lamayor ventaja, sus propios asuntos, que sepreocupaba muy poco por el bienestar de lagran mayoría de la población del Imperio yque ten ía trato con ella y atend ía sus asuntossólo cuando así lo requería la consecución desus propios propósitos,

El Sultán: cabeza del Estado y del gobierno

El gobierno de los Estados Unidos de Américapuede considerarse como una pirámide cons­tru ída por la elección popular, con una baseterritorial. En el amplio cimiento permanecenpequeñas pirámides, los gobiernos de los es­tados, cada una de las cuales incluye en suinterior a gobiernos menores, los de la ciudady 'al condado, El gobierno nacional se erigesobre todos ellos; el Senado en los altos nive­les de las pirámides estatales, la Cámara deRepresentantes apoyada en la base original yel Presidente recibiendo apoyo independien­tes de toda la base. El Poder Judicial en losEstados Unidos depende del nombramientooriginal y directo de la Presidencia y del Sena­do, pero debido al carácter vitalicio del puestode Juez, tiene una existencia permanente ysemi independiente que ninguna otra parte delgobierno posee. La característica fundamentalde toda la estructura es que descansa directa eindirectamente sobre la voluntad expresa detoda la población.

Page 135: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS OE CASO 141

El gobierno del Imperio Otomano del sigloXVI puede ser pensado también como unapirámide que descansa sobre una amplia baseterritorial. Su cima era individual y no triple.El Sultán se encontraba solo, en la cúspide, yla voluntad del pueblo consentía que él per­maneciera ah í; no, sin embargo, como su ele­gido, sino como su jefe nombrado por el cielo.Los musulmanes consideraban que Alá se loshabía enviado para la gloria del Islam, loscristianos pensaban que Dios se los había en­viado como castigo por sus pecados; perotodos lo aceptaban igualmente como su legí­timo soberano. Siendo el Sultán Supremo,todas las grandes instituciones deben enten­derse en el Imperio Otomano no como cons­tru idas sobre una base territorial, sino comodependientes de la cima. Hasta qué punto laInstitución Central mantenía esta relación queya ha sido indicado. El gobierno central y lo­cal, la administración de la familia y de lacorte, la posición, el ejército permanente yel irregular, todo depend ía del Sultán. La Insti­tución Mahometana lo reconoce como su ca­beza y los altos oficiales del poder judicial,seleccionados entre el grupo de sus allegados,que eran nombrados por él y podían ser des­tituídos a su voluntad. Así también el Mufti,Presidente de los juristas, era nombrado por elSultán. Aun las organizaciones eclesiásticas delos súbditos cristianos y judíos dependíantotalmente de la autoridad del Sultán, ya quecon la toma de Constantinopla el conquistadorhabía asumido de inmediato la jefatura de lasiglesias católicas que habían sido sostenidaspor los emperadores bizantinos. El patriarcagriego recibió del Sultán nombramiento e in­vestidura, incluyendo autoridad sobre obispos,clérigos y gente de su fe para que le rindieranobediencia en los asuntos dentro de su provin­cia. Los otros grupos cristianos y los jud íos

eran igualmente dependientes. Finalmente, losprivilegios que disfrutaban las colonias extran­jeras depend ían completamente de las conce­siones del Sultán y de los tratados o conveniosrealizados con él en su calidad de soberano.Por lo que respecta a los oficiales de la Institu­ción Central, todos ellos eran directa o indi­rectamente personas nombradas por el Sultán.El Gran Visir, los Visires, los Tesoreros, elCanciller, los generales del servicio interior ylos generales del servicio exterior y del ejérci­to, los Beylerbeys, los Senjek-beys, todos ocu­paban sus lugares a una palabra del Sultán y auna segunda palabra los abandonaba sin unmurmullo.

Funciones Illgislativas del Sultán

Hasta donde era posible legislar bajo el sistemaotomano, el único poder de hacerlo descansabaen el Sultán. La ley que exigía obedienciadentro del Imperio Otomano era cuádruple osea que constaba de cuatro partes: el Sheri oley Sagrada del Islam, los Kanuns o decretosexpedidos de los sultanes, el Adet o costum­bre establecida y el Urf o voluntad del Sultánreinante. El Sheri estaba por encima del Sul­tán y no podía alterarse. Los Kanuns y el Adetestaban subordinados al Urf. Cuando el Urf seexpresaba y era escrito, se convertía en unKanun y anulaba a todos los Kanun y Adetcontrarios a él.

El Sheri era el cuerpo de la ley Islámica ycomo tal era aceptado por toda la nación oto­mana. Su larga historia no puede detallarseaqu í. Basado originalmente en El Corán, secomplementó con las tradiciones de las de­cisiones legales y lo que predicó Mahoma, conlas decisiones de los primeros Califas y las in-

Page 136: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

142 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

terpretaciones de los antiguos jueces. Fue for­mulado inicialmente por Abu Hanifa, el pri­mero de los cuatro grandes doctores musul­manes ortodoxos que llegó a ser aceptadocomo maestro por todos los turcos. Su códigofue alterado una y otra vez en el curso de seissiglos, a medida que se acumularon nuevas de­cisiones de los jueces y nuevas interpretacionesde los juristas. Mahommed II encontró nece­sario hacer preparar un nuevo código y paraesta tarea seleccionó a Khosrew Pasha, quien,muy si"ngularmente, cristiano renegado, eracasi el único que parece haber alcanzado unaposición destacada en la Institución Mahome­tana. Este trabajo, terminado en 1470, no fuesuficientemente en los días de Solimán. En eltiempo de la preparación del Sheri el Imperiootomano estaba aún dentro' del territorio quehabía sido cristiano durante todo el primerbrillante período del Islam. Desde entonceslos sultanes habían conquistado tres locali­dades del Califato posterior: Damasco, Bagdady el Cairo, y habían asumido el protectoradode las ciudades sagradas donde Mohammed ylos primeros Califas habían gobernado. Eranecesario un nuevo código legal, mejor adap­tado al más amplio carácter musulmán queel Imperio había asumido. Solimán encargó alSheri, Ibrahim de Alepo la tarea de preparartal código y el resultado, concluido antes de1549, fue el Multeka, la "Confluencia de losMares", que conservó los cimientos de la leyotomana hasta las reformas del siglo XIX.'Sin embargo, el Multeka no reemplazó com­pletamente los códigos previos ni las coleccio­nes de fetvas u opiniones jurídicas autorizadasque siguieron usándose como libros legales demenos peso.

Se estimaba que la ley Sagrada era suficien-

Ver artículo siguiente de esta revista.

te para todo el gobierno del Estado Islámico,del que se supone que no hay sino uno en latierra, así como para la regulación minuciosade la vida religiosa, étnica y social de todossus miembros. Dos circunstancias hicieron quela ley rápidamente fuera obsoleta como cons­titución poi ítica: la primera fue la expansiónde la sencilla sociedad Islámica original, hastaconvertirse en un gran poder mundial conintereses y relaciones mucho más complejasque las señaladas alguna vez por sus fundado­res. La segunda fue la inalterabilidad con quefue proclamada la ley dentro de sus propiasprevisiones; de ah í que cualquier adaptación anuevos tiempos y responsabilidades se hacíaextremadamente difícil. Los jueces y juristastrabajaron arduamente para darle elasticidadmediante la interpretación, pero la tarea erademasiado grande para ser completamenteexitosa. Se hizo entonces necesario que lospríncipes completaran la ley Sagrada bajo di­'fsrentes aspectos y con diversos grados deobligación. Algunos aspectos estaban prohi­bidos, otros se aconsejaban que no hicieran,algunos eran considerados indiferentes, algunosse consideraban recomendables y otros seordenaban rígidamente. Los príncipes eranobligados a mantener sus manos fuera de losasuntos prohibidos y ordenados, esto es, no po­dían hacer ningún cambio sobre ellos, peroen el campo medio de intervención había mu­cho que pod ían hacer y aun era mayor elcampo que quedaba abierto en los asuntosque la ley Sagrada no mencionaba en absoluto,porque se referían a puntos que estaban fuerade la experiencia de los padres del Islam o quese habían desarrollado desde aquel tiempo.En caso de indudable trasgresión a la ley Sa­grada, la sociedad musulmana, dirigida por losUlema, se consideraba absuelta del deber deser fiel al soberano, justificándolo como el

Page 137: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 143

ejercicio del derecho a la revolución. El Sheriera así una constitución escrita para el ImperioOtomano que no estaba sujeta a enmiendas,pero, que podía ser modificada ligeramentepor decisiones judiciales e interpretación. ElSultán no ten ía poder sobre ella, exceptocomo guardián, intérprete y traductor ejecu­tor. El consentimiento popular que le permitíaconservarse en el poder no le reconocía ningúnderecho para enmendar o abolir ninguna partede la ley Sagrada.

Los soberanos otomanos al principio elabo­raban sus nuevas legislaciones con el carácterde reglamentos. Con el transcurso del Kanun,que se aplicó luego a todas las leyes generales.Esta palabra, en su aplicación a la ley, adquirióasí un sentido diferente en Oriente y en Occi­dente. Al Derecho canónigo de Occidentecorrespond ía el Sheri y a la ley nacional ocivil de Occidente, los Kanuns. Puede subra­yarse que el Sheri tuvo mayor influencia enTurquía en el siglo XVI, que la que tuvo elcódigo legal en Occidente. Abarcaba un campomucho más amplio, sus jueces administrabantambién los Kanuns, ten ían el apoyo del go­bierno nacional y las cortes rivales de losgrandes oficiales limitaban su jurisdicción apequeñas porciones de la población. La posi­ción de las cortes eclesiásticas de los súbditoscristianos era mucha más parecida a la de lascortes similares en Occidente.4 9

Los Kanuns se redactaban de acuerdo a unafórmula general: "el Iman tiene el derecho ahacer todas las regulaciones civiles y poi íticasque demanda la prudencia, las ci rcunstanciasy el bienestar público, de la administración y

49 En el transcurso del tiempo, el desarrollo de cortes civi­les en el Imperio Otomano ha relegado a los antiguossistemas judiciales a la posición de cortes eclesiásticas conuna jurisdicción similar a la de la iglesia cristiana de laEdad Media.

el más alto poder ejecutivo", Los Kanuns desultanes anteriores no eran obligatorios parael Sultán reinante, salvo que él decidieraponerlos en vigor. La necesidad de una admi­nistración continua conducía ordinariamentea la conservación de todos los Kanuns queestuvieran verdaderamente en uso. Las refor­mas y reajustes a menudo se completabancon el restablecimiento o modificación de losviejos Kanuns, en vez de hacerlo con legisla­ciones completamente nuevas.

Los Kanuns se referían a asuntos legales decarácter militar, financiero, feudal, criminal,poi ítico y ceremonial. Todo esto era cubiertotambién por la ley Sagrada, excepto lo querespecta a las leyes feudales y ceremoniales,que ten ían que ver con asuntos inexistentesen el antiguo Estado islámico. Dentro de estosdos campos, los sultanes ten ían manos libres.En todo lo demás, sus Kanuns eran estricta­mente suplementarios y administrativos.

Los Kanuns se emitían esporádicamentepara enfrentarse a ci rcunstancias especiales.Cuando se juntaba un número de ellos deacuerdo al asunto que se tratara o bajo elnombre del Sultán que los había emitido, seconstitu ía un Kanun Nameh o Libro de leyes.Cada departamento del gobierno ten ía su pro­pio Kanun Nameh y las leyes fiscales paracada Sanjak se coleccionaban en un KanunNameh separado. Es incorrecto pensar que unKanun Nameh de Mohamed 11 o de Solimánguardaba alguna semejanza con los códigos deTeodosio o Justiniano. Ni en magnitud, alcan­ce, carácter de contenido o unidad de autori­dad no puede hacerse ninguna comparación. ElKanun Nameh de Mohamed 11 parece, desdelas palabras de su introducción, haber tenidoel carácter de una antolog ía: "éste es el Kanunde mis padres y ancestros, de acuerdo con elcual mis sucesores actuarán en su oportuni-

Page 138: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

144 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

dad". Estas palabras demuestran que el conte­nido no constitu ía un cuerpo homogéneo, sinouna colección de Kanuns elaborados en dife­rentes épocas por sultanes anteriores, así comopor el que estaba reinando; un examen delcontenido confirma esta aceveración_ La co­lección tampoco posee integridad en ningúnsentido. La primera de las tres partes se refiereprincipalmente al rango relativo de los oficiales,la segunda trata de muchas y variadas costum­bres, principalmente ceremoniales, y la tercerase refiere a las multas para algunos delitosserios y a los salarios para algunos de los gran­des oficiales. El conjunto es breve y manifiestauna gran econom ía de la legislación.

La legislación de Solimán

Las leyes de Solimán no están contenidas enun solo Kanun-nameh. Se le conoce acertada­mente como el legislador, en comparación conlos sultanes otomanos anteriores. Eran hom­bres de espada y no de pluma; diciendo poco,pero haciendo mucho, construyeron un granlrnperio. Las instituciones que empezaron conpequeños principios crecieron enormementecon el Imperio. Descansando en pocas leyesescritas u ordenanzas, eran capaces de alcanzaruna condición complicada y confusa. La Insti­tución Central, reunida íntimamente alrededorde los Sultanes y rectificada constantementepor ellos, se conservaba en excelente orden.No necesitaba ningún Kanun-nameh y en con­junto nunca tuvo uno, a pesar de que muchosKanuns se referían a rango, ceremonia, salario,herencia y patrimonio. Otros asuntos másapartados no pod ían tener tanta atención.Durante el tiempo en que Solimán subió altrono el sistema feudal y la flexibilidad delas diferentes formas de determinación delImperio y la tenencia de la tierra sobre los

súbditos habían caído en gran desorden. Elderecho penal también necesitaba un impulsoadicional y las regulaciones gremiales y demercado en las ciudades del Imperio exigíanmayor atención. Los asuntos con Egipto tam­bién estaban muy confusos; ya había desordenbajo el reinado de los últimos sultanes mame­lucos y los muchos muertos y confiscacionesen la guerra de conquista, así como el esta­blecimiento de una nueva autoridad guberna­mental, habían hecho imperiosa la necesidadde establecer una colonia. De acuerdo con lasnecesidades del momento. Solimán dictó ungran número de Kanuns que se referían prin­cipalmente a los Timars o feudos, a los Ravahso súbditos y a las regulaciones penales y mer­cantiles, que comprendían una constituciónpara Egipto, el Kanun-nameh Hisr. Este últimoparece ser el único cuerpo de Kanuns que unlegislador redactó como todo y que formabaun sistema completo. Editado en 1532, proba­blemente fue inspirado por Ibrahim, siguiendoa su visita a Egipto en 1524. La Colección delGran Mufti-Enu-su'ud, que se conoce como elKanun-nameh de Solimán, contiene principal­mente sus ordenanzas en relación con la tenen­cia de la tierra y los impuestos de los súbditoscristianos, junto a otras leyes diseñadas pararegular los sistemas feudales y unas pocas rela­tivas a los procesos legales y a los jueces. Lagrandeza de Solimán como legislador no loes sólo por la comparación con sus predeceso­res. Sin embargo, no puso nada en orden final­mente y la tierra tuvo que revisarse nuevamentea los cincuenta años de su muerte, en el rei­nado de Achmet.5o Su legislación fue doble­mente obstaculizada, primero, por el carácter

50 El Kanun-nameh de Acbmet 1. elaborado en 1619, con­tenía colecciones de leyes 1) feudales. 2) del ejército, lamarina, el servicio externo e interno, y 3) leyes de policfa.finanzas y feudos.

Page 139: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 145

conservador del pueblo y la religión, queigualmente creían que las viejas maneras dehacer las cosas eran las mejores y que hicieronlos cambios radicales prácticamente imposi­bles; y segundo por la debilidad inherente a lalegislación despótica, en la cual la distanciaentre quien emite la ley y los súbditos afecta­dos hace que la adaptación real a las circuns­tancias y la completa aplicación de la ley seaimposible de lograr. Debido al primer obstácu­lo, las leyes de Solimán constituyeron princi­palmente un esfuerzo para restaurar un anteriory mejor estado de cosas. De hecho, probable­mente no canten ían mucho más que una ex­posición en blanco y negro de un cuerpo deprácticas confusas que había crecido gradual­mente, formulado en parte por las ordenanzasde sus predecesores. Debido al segundo obs­táculo para la legislación, Solimán no pudoconsiderar asuntos tales COmo los sistemasfinancieros y feudales, especialmente, en unorden satisfactorio y perdurable. Consultandosólo con unos pocos hombres religiosos y unnúmero reducido de altos oficiales, aparte delos miembros de su servicio inferior que noten ían mucho contacto con el exterior, no leera posible conocer los efectos de sus regula­ciones sobre los pequeños señores feudales,losarrendatarios cristianos y los contribuyentesen las partes remotas del Imperio. Los oficialesque redactaban para él los Kenuns, eran sóloun poco más capaces que él para juzgar a eserespecto. Las personas afectadas primordial­mente por la ley no eran consultadas en abso­luto. Después de que sus leyes habían sidopublicadas, el Sultán no podía seguirlas paraobservar su ejecución. En los últimos tiempos,se hicieron ordenanzas para reajustar títulosde propiedad de la tierra, con un resultadopoco mayor que el enriquecer a los oficialespor los sobornos que aceptaban para declarar

los títulos como buenos, o por las confiscacio­nes que hacían de las propiedades cuyos due­ños no pod ían pagar lo suficiente.

Mientras que bajo el reinado de Solimán lacorrupción indudablemente no fue tan grave,conforme pasó al tiempo la riqueza sospecho­samente enorme de los grandes oficiales,como Ibrahim y Rustem, y el hecho de quelos feudos y las finanzas estaban en un desor­den peor que el anterior, después de que nohabía pasado mucho tiempo, pone en eviden­cia que sus leyes no eran cumplidas fielmente.

No es necesario decir mucho acerca de losAdet y de los Urf. Adet O costumbre es elnombre por el que los turcos de las tierras es­teparias conocían el cuerpo de regulacionesno escritas bajo las cuales vivían. Como en lamayoría de las sociedades semicivilizadas, eraal mismo tiempo más amplio, más rígido ymás coercitivo debido a que estaba obligadapor el poder de la opinión popular, de lo quees generalmente el caso con las leyes escritasen las sociedades más avanzadas. Algo de estascaracterísticas primitivas se conservó en lanación otomana, con la incorporación de nue­vos miembros y la adquisición de ideas útiles.El carácter conservador del lslám reforzaba latendencia a perpetuar la costumbre estableci­da. Se ha comentado, respecto al Califato, queen ningún otro Estado las pequeñas causashan producido tan grandes efectos, debido ala tendencia a seguir con lo que siempre se hahecho minuciosamente. Lo que ha sido,era el precepto observado por el pueblo oto­mano en asuntos grandes y pequeños. Losprincipios de la ley Sagrada, los Kanuns acepotados y los Adets locales de los pueblos, dis­tritos y señoríos, ten ían casi la misma fuerzacoercitiva. De hecho, para el ciudadano anal­fabeto probablemente conformaban un todoindistinguible que parecía casi un rasgo de lo

Page 140: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

146 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

establecidD por la naturaleza. Mientras quetales sentimientos tendían fuertemente a pre­servar la estabilidad, eran un obstáculo parael progreso. Los primeros otomanos hab íanadoptado muchas ideas e instituciones nuevascon gran prontitud, pero se aferraron a ellascon igual tenacidad. La fusión y la combi­nación eran procesos poco comprendidos yse tendía el estancamiento, violentamenteinterrumpido durante cortos periodos cuandolas desgracias eran demasiado grandes parasoportarse, pero mientras la disposición aacatar el orden establecido era excesivamentefuerte entre los otomanos, el Urf, la voluntaddel soberano, era reconocido como superioral Adet, porque se le consideraba creador su­perior a las operaciones normales de la natu­raleza. La voluntad del Sultán, sin embargo,llegaba sólo rara vez hasta las masas de la po­blación.

Los Adets complementaban a la ley Sagra­da y a los Kanuns en los asuntos que no cu­brían. Diferían de distrito en distrito, comoen Occidente. El Urf era la voluntad del Sultánreinante y la sede y órgano de la soberan ía,siendo absolutos en toda su extensión, ya que,de acuerdo con la ley Sagrada, Dios ha rele­gado el derecho de legislar y gobernar en losseres humanos. La voluntad de un Sultánanterior podía prevalecer solamente si estabaexpresada en un Kanun y el soberano pod íahacerla cumplir. Debido a io expresado porlos Urf, se dictaban o anulaban los Kanuns olos Adets se reemplazaban por Kanuns. El Urfpod ía ejercerse opresiva, cruel o indignamentesin darle a nadie el derecho a resistir, en tantoque la ley Sagrada no fuera tocada. Contra elSheri, sin embargo, no ten ía ninguna fuerza, ycualquier intento de ejercerla así era una in­vitación al desastre.

Solimán nunca estuvo en peligro de contra-

venir la ley Sagrada. Era un musulmán devo­to, cuya piedad se incrementó en su vejez, yasumió seriamente su responsabilidad de hacercumplir sus mandatos sin vacilar aun en aque­llos que eran impopulares, como la prohibi­ción de beber vino o los que demandabansacrificios de él mismo, como el rechazo a losinstrumentos musicales y a los utensilios deplata. Si bien no estableció medidas paraaumentar el bienestar de la población, susintentos para regular los impuestos y losarrendamientos tendieron a aligerar su condi­ción, y además puso en práctica severas me­didas para acabar con la extorsión y se esforzómediante disposiciones poi íticas y comercialespor mantener la justicia, la imparcialidad yelorden.

Los ministros superiores: los Visires

Los escritores otomanos representaban a sugobierno bajo la figura de un pabellón soste­nido por cuatro altos pilares. Estos eran losVisires, los Kadiaskers, los Defterdars y losMishanjis. No estaba soportando pesos iguales,por lo que no es muy seguro llevar las compa­raciones muy lejos. Los cuatro grupos deoficiales eran necesarios, pero no eran de igualimportancia. Los Mishanjis eran mucho menosapreciados que los otros. El Gran Visir, porotra parte, soportaba una carga mucho máspesada que ningún otro y pod ía comparárselecon un pilar central que cargaba todo el pa­bellón.

Los Visires eran los consejeros principalesdel Sultán para la paz y la guerra, la adminis­tración y la justicia, y discutían todas lascuestiones importantes en las reuniones delDiván, mismas que serán descritas después. Lapalabra Visir significa "portador de la carga",lo cual da idea de que ellos relevaban de los

Page 141: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 147

hombros del soberano la carga del Estado yla portaban sobre sus propios hombros. Elnúmero de cuatro no estaba establecido tanrígidamente, pero era el número ordinariodurante el reinado de Solimán, además de quecuatro era un número sagrado tanto para losturcos como para los musulmanes. Todosllevaban el título de Pasha, que se usaba limi­tadamente en el siglo XVI. Los Visires ordina­rios no tenían responsabilidades regulares,además de su función como consejeros. Ten íangrandes ingresos de fuentes regulares o irregu­lares y conservaban grandes establecimientosinspirados en los de su señor. El Gran Visirmerecía absolutamente el título de Portadorde la Carga, puesto que aún un soberano tanactivo como Solimán parece haber tenido unavida suficientemente tranquila en tiempo depaz, a pesar de sus grandes responsabilidadescomo jefe del gobierno despótico; sus grandesVisires deben haber estado sumamente ocu­pados.

El Gran Visir representaba al Sultán comocabeza de la administración civil y militar, ycomo juez supremo, nombraba a los más altosoficiales en estos ministerios. Preside largassesiones del Diván cuatro días a la semana.Algunas de sus otras obligaciones, deberes yceremonias ineludibles aparecen en el catálogode sus diez prerrogativas especiales:

1. Estaba a cargo del Sello Imperial, conel que, en las sesiones del Diván, laspuertas del Tesoro y de la Cancillería sesellaban. La entrega del Sello en el sím­bolo de investidura del cargo del GranVisir.

2. Ten ía derecho a ser escoltado por elChush Bashi y por todos los Chaushesde su Palacio, al Palacio del Sultán yviceversa.

3. Ten ía prerrogativa a celebrar su propio

Diván en su Palacio, por la tarde. Estaera una sesion muy importante de lacorte en la cual se decidían muchosasuntos.

4. Recibía visitas de Estado de los Kadia­skers y los Deiterders, cada miércoles.

5. Se le honraba con la visita en el Divánde los oficiales del Estribo Imperial,cada lunes.

6. Iba en procesión solemne los viernes ala mezquita, escoltado por los Chaushes,los Muteferrika Y otros miembros delservicio externo que lucían turbantesde ceremonia.

7. Recibía una visita semanal del Agha delos Jen ízaros y una visita mensual delos otros Visires.

8. Inspeccionaba la ciudad de Constanti­nopla y sus mercados escoltado por eljuez de Constantinopla, el Agha de losJen izaros, el di rector de los mercados yel prefecto de la ciudad.

9. Recibía una visita semanal de Estarlo devarios magistrados y Sanjak-beys.

10. Recibía felicitaciones oficiales de losdos Bairams y de los otros Visires, losDefterdars, los Bevs, los magistrados ylos generales del ejército.

Las ceremonias de rutina eran evidentementesuficientes para absorber una gran parte deltiempo del Gran Visir, pero constitu ían unsimple incidente en la gran cantidad de pro­blemas administrativos y judiciales que exigíansu atención. No es de extrañarse que el per iodode servicio en este cargo fuera corto, en pro­medio. Era peligroso ocupar este puesto, yaque quien lo ocupaba, con toda su grandeza,era el Kul del Sultán y estaba expuesto a unarápida ejecución si no lo satisfacía. En eltranscurso de quinientos años, al rededor de

Page 142: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

148 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

doscientos fueron ejecutados en el momentode su destitución.

Los grandes Visires de Solimán se mantu­vieron en el cargo por periodos relativamentemás largos; le sirvieron durante cuarenta años:Mohammed Piri Pasha, a quien ya encontró enel cargo cuando ascendió al trono, sirvió entotal seis años y Mohammed Sokolli, a quiendejó en el puesto a su muerte, sirvió durantequince años. Nueve Visires desmpeñaron susfunciones durante sesenta y dos años. Tresmerecen ser llamados grandes: Ibrahim por suesplendor y continuidad en el favor del Sultán;Rustem por su perspicacia financiera y Moham­med Sokolli por su calidad de hombre de Esta­do, fueron ellos también quienes se mantuvie­ron por más tiempo: Ibrahim trece años,Rustem quince años en dos periodos y Moham­med Sokolli quince, sin interrupciones. Cuatrode los nueve terminaron sus funciones a sumuerte, dos fueron destitu idos y ejecutados,tres simplemente destitu idos. Todos, exceptoMohammed Piri Pasha, fueron cristianos rene­gados y habian ascendido desde la esclavitudpara el mayor honor del Imperio.

Los Kadiaskers estaban subordinados alSultán y al Gran Visir y eran las cabezas delpoder judicial del Imperio. Ten ían un asientoen el Diván y su rango era próximo al GranVisir.

Los ministros financieros: los Defterdars

La gran labor de llevar la contabilidad de losingresos y gastos de la Institución Central porprácticamente todos sus conceptos, estaba alcuidado de los dos Defterdars principales oTesoreros, uno para Rumelia y otro para Ana­tolia, ayudados por dos de menor rango, unopara Aleppo y el Suroeste, y otro para los pa í-

ses del Danubio. Los Defterdars principaleseran hombres de gran posición, con cuantiososingresos y casas, que poseían el derecho a teneraudiencia con el Sultán para tratar los asuntosrelacionados con los ingresos públicos. Bajosus órdenes había veinticinco departamentoso despachos, tal como los instituyó El Con­quistador, cada uno con un jefe o Khojagan,que dirigía a un número de empleados de dife­rentes grados. Entre éstos y los Defterdars ha­bía varios oficiales intermedios, de los cualeslos más importantes eran los Rusnameji otenedores de libros. El personal total del De­partamento de Tesorería sumaba no menos deochocientos oficiales.v'

Una lista de los veinticinco despachos oKalemi, con la mención de la provincia de cadauno dará una excelente idea de los complica­dos arreglos financieros del gobierno otomano.Tomándose en conjunto, muestran en resumenla subestructura económica de la InstituciónCentral, así como de la Institución Mahome­tana, con la excepción del Tesoro Privado delSultán, del cual se pagaba la mayoría de losgastos del servicio interior y de las provisionespara los oficiales y jueces del gobierno local.

1. El Buyuk Rusnameh Kalemi, despachode los más importantes Tenedores deLibros, era la oficina central a la cual seenviaban las cuentas de las otras ofici­nas. Una o dos veces al año redactaba

51 La descripción de Junis Bey no es clara. Dice que losDefterdars tienen doscientos esclavos cada uno para sucorte; después, los Defrerdars tienen cincuenta escribanos,cada uno con quince o veinte esclavos. Luego habla deveinticinco secretarios que deben haber sido las cabezasde los despachos y dice Que sus esclavos son dos Rusos­mejis y que tienen veinte o veinticinco acompañantes.El número total, sin incluir a las casas de los Defterdars,seria entonces de ochocientos a mil quinientos, de acuer­do con esta interpretación. Pastel menciona sólo un Rus­nemaji y especifica claramente que está por encima delos jefes de los veinticinco despachos.

Page 143: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 149

un informe del estado financiero delgobierno. El ingreso de este despachoparece haber sido el más cuantioso detodos.

2. El Bash Mahasebeh Ka/emi, despachoprincipal de contabilidad, era el mayorde todos en poder numérico y el segun­do en ingresos. Llevaba las cuentas delos diezmos e impuestos de los Sanjaksy municiones de guerra de todas clases,del pago de las guarniciones de Rumeliay Anatolia, de los recibos y gastos delos intendentes de edificios, del almi­rantazgo, la cocina, el forraje de la ca­sa de moneda y de las tres fábricas depólvora en Constantinopla, Salónica yCal ípoli, así como del Inspector de Ar­tillería. Este despacho recibía copias detodos los contratos hechos en el serviciopúblico. Registraba y autorizaba la vastatotalidad de órdenes en la tesorería.

3. El Anato/i Muhasebesi Ka/emi, despa­cho de Asuntos para Anatolia, que deninguna manera se limitaba a Anatoliacomo su único campo de acción; con­servaba las cuentas de ciertas tierras do­minadas, de las guarniciones en las islasdel mar Egeo y de las pensiones de lossoldados veteranos.

4. El Suvari Mukabe/esi Ka/emi, despachode control para la caballería, llevaba lacontabilidad de los salarios de los ofi­ciales del servicio interior, los Kapujis,los establos imperiales y los Spahis dela Puerta.

5. E/ Spshis Ka/emi, despacho de los Spa­his, elaboraba órdenes para el pago delos propios Spsbis , que requerían de au­torización del jefe del cuarto despacho.

6. El Si/ihdar Ka/emi, despacho de los Si­/ihdars. Era similar al quinto despacho,

pero estaba relacionado con los Silih­dars.

7. E/ Haremein Muhasebeh Ka/emi, despa­cho de la contabilidad de las ciudadessagradas de La Meca y Mediana, conser­vaba los libros de las donaciones religio­sas en Constantinopla o vakis de lasmezquitas imperiales, de los salarios detodas las personas relacionadas con esasmezquitas de las otras donaciones enRumelia y de las propiedades Rumeliadedicada a las Ciudades Sagradas. Todoslos certificados de nominación paraservicios con relación a las mezquitasen Rumelia se preparaban aqu í, parapresentarse al décimo despacho para ladistribución de títulos y diplomas.

8. E/ Jizyeh Musasebesi Ka/emi, despachode contabilidad del impuesto personal,elaboraba órdenes anuales para el pagode este impuesto de acuerdo con el nú­mero estimado de súbditos cristianosvarones adultos. Un número específicode estas órdenes se enviaba a cada dis­trito, que se hacía responsable por elcorrespondiente ingreso. Los ingresosde este despacho eran sólo un poco me­nores que los del segundo despacho.

9. E/ Mevkufat Ka/eki, despacho de lostributos, conservaba los registros de losimpuestos pagados en especie, de lacantidad de granos en los depósitos pú­blicos de Constantinopla y en las forta­lezas fronterizas, y de las concesionesde abastecimientos de estas tiendas alos diferentes cuerpos del ejército y alos de los Kullars civiles y militares quese requerían para seguir al ejército.

10. E/ Ma/iyeh Ka/emi, despacho de Canci­llería del Departamento de Tesorería,emitía títulos a todos los empleados de

Page 144: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

150 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

las mezquitas que trajeran certificadosde nominación de los despachos séptimoy vigésimo, a todos los administradoresde donaciones religiosas y a los pensio­nistas cuyo ingreso se pagaba de talesfondos, también redactaba para quefueran aprobados por el Sultán y re­frendados por los Defterdars, todos losfirmans u órdenes administrativas quese relacionaban con el Departamento dela Tesorer ía.

11_ El Piadeh Mukabelesi Kalemi, despachode control para la infantería, guardabalos libros de los Jen ízaros y los cuerposauxiliares del ejército permanente.

12_ El Kuchuk Rusnameh Kalemi, despachomenor de Tenedores de Libros, llevabala contabilidad de los principales Kspu­jis, los administradores y los marinos.

13_ El Kuchuk Evkaf Muhasebesi Kalemi,despacho menor de contabilidad de do­naciones religiosas, manejaba la conta­bilidad de todos los pensionistas y sir­vientes de los hospitales públicos, de lascocinas, de los asilos de enfermos y si­milares.

14. El Buvuk Kalaa Kalemi, despachomayor de las fortalezas, manten ía elregistro de las guarniciones y de la mili­cia que estaban destinadas al servicio delas regiones del Danubio.

15_ El Kuchuk Kalaa Kalemi, despacho me­nor de las fortalezas, guardaba IDs mis­mos registros para las fortalezas enAlbania y Morea_

16. El Maaden Mukataasi Kalemi, despachodel arrendamiento de minas, llevaba losregistros de los tributos exigidos a losgitanos, de los ingresos de las minas deoro y plata en Europa y Asia, de lostributos de Moldavia y Wallachia, y de

los impuestos aduanales de Constanti­nopla, Smirna, Gal ípoli, Ch íos y otroslugares. 5 2

17. El Saliyaneh Mukataasi Kslemi, despa­cho de los salarios, determinaba la pagaanual de los capitales de la armada y deel Khan de Crimea con algunos de susoficiales.

18. El Khaslar Mukataasi Kalemi, despachode las contribuciones de las tierras domi­nadas, manejaba los libros de las tierrassometidas cuyos ingresos eran asignadosa las damas principales del harem, inclu­yendo a la sultana Valideh y las hijasdel Sultán, así como a los altos oficialesdel gobierno.s;,

19. El Bash Mukataasi Kalemi, despachoprincipal de arrendamientos, se encarga­ba de los ingresos provenientes de losdominios en algunas tierras del Danubio,de los campos de arroz de RumeliaOriental, de varias salinas, de los pesca­dores de los Mares Egeo y Negro y delos bosq ues.

20. El Haremein Mukataasi Kalemi, despa­cho de arrendamientos de las ciudadesSantas, se encargaba con respecto aAnatolia de los mismos asuntos que elnoveno despacho con respecto a Rume­Iia.

21. Ellstambol Mukataasi Kalemi, despachode arrendamientos para Constantinopla,llevaba las cuentas de las tierras domi­nadas de Salónica, Tirhala y Brusa, losimpuestos mercantiles de Constantino-

52Los cargos por el derecho de plantar y transportar tabacose asignaron posteriormente a este despacho.

53 En una fecha posterior, cuando tos gastos del harem cre­cieron, los impuestos aduanales de ciertas regiones. elingreso por el tabaco de Siria y Arabia y el impuesto sobrelana e hilaza fueron asignados también a este despacho.

Page 145: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 151

pia, los ingresos por la seda y los artícu­los manufacturados en oro y plata.

22. El Brusa Mukataasi Kalemi, despachode los arrendamientos de Bursa, llevabala contabilidad de las contribuciones delas tierras dominadas en las inrnediacio­nes de esa ciudad.

23. El Avlona Mukataasi Kalemi, llevaba unregistro similar para la isla de Eurobea oNogropont.

24. El Kaffa Mukataasi Kalemi, llevaba lamisma contabilidad para Kaffa y ciertastierras conquistadas de Anatolia.

25. El Tarishji Kalemi, despacho de citas,fechaba todos los documentos públicosque ven ían de otros despachos y, por lomenos en los últimos tiempos, preparabalas asignaciones y los ingresos públicosa favor de los acreedores del gobierno.

Había despachos suplementarios, unidos aalgunos de los otros y eran:26. Despacho de confiscaciones y reversión

de bienes a la corona;27. Despacho de los impuestos sobre los

animales y;28. Despacho de las iglesias y monasterios

cristianos.

Una oficina adicional, llamada la Oda delDepartamento de la Tesorería, tenía gran im­portancia y atendía la correspondencia de losDefterdars, sus reportes al Gran Visir y al Sul­tán y a los comisionistas de arriendos por sec­ciones de las tierras de la Corona. Unida aldepartamento de la Tesorería, había una corteespecial bajo las órdenes de un juez nombradopor el Kadiasker, de Rumelia, quien era desig­nado para ajustar las disputas entre el Depar­tamento y los ciudadanos particulares.

Un Defter Emini, Intendente Tenedor deLibros, llevaba los registros de los señores feu-

dales y administraba sus estados durante eltiempo que estaban vacantes. Era bien pagadoy ten ía un grupo de empleados de apoyo;54parece haber sido independiente de los Detter­dars. El Sultán ten ía dos tesoreros privadosque se hacían cargo de sus fondos personales:el eunuco Khasinedar-bashi, ya mencionadocomo Jefe de la Cámara Llana de la Tesorería,guardaba el tesoro conservado all í y pagabaa los miembros del servicio interior; el segundooficial, llamado tal vez de la misma manera,estaba bajo la autoridad del primero y atend íalos negocios exteriores de la fortuna privadadel Sultán.55 El Sultán tenía en el Castillo delas Siete Torres o Yedi Kuleh, otro depósitopara un tesoro que se cree era muy grande.56

Las características del esquema de la Teso­rería dan evidencia de que se desarrolló porun crecimiento gradual, sin tener nunca unarevisión sistemática. Conforme aparecíannuevos motivos de gasto, se encomendaban avarios despachos; conforme otras provincias ofuentes nuevas de ingreso que aparecían seasignaban a despachos existentes o se creabanotros nuevos. El despacho de Estambul, Avlo­nia y Kaffa evidentemente data del tiempo delos conquistadores. La mayoría de los otrosdeben haber sido posteriores. Esto es evidentea partir de un estudio de los despachos y laenumeración separada de los ingresos de Siria,Mesopotamia y Egipto en los cálculos contem-

54 Junis Bey y Pastel llaman a este oficial Detrerder-Ernini .Su departamento, dividido en tres despachos, llegó a seruna oficina de registro y titulas de tierra. Pudo habertenido esta función más amplia en el siglo XVI,

55 Jun¡s Bey habla de un Cesmenasr-oessi en el Palacio y unCasmandar-bassi en el exterior.

56 La palabra Khazineh o tesoro tal ve? está relacionada conlas pal abras cash (efectivo), Cesse scnete.

Page 146: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

152 REVISTA DE ADMtN15TRACIDN PUBLICA

poráneos. Puesto que las autoridades no danla fuente de ingreso del primer despacho, quede cualquier manera parece haber tenido elmás cuantioso ingreso de todo, es probableque el tributo de las últimas conquistas sepagara a este despacho para que lo distribuyeraa los despachos encargados de los pagos, comoel cuarto, el onceavo y el doceavo. Es dignode atención hasta que punto las fuentes de in­greso estaban predestinadas para los gastos. Elsegundo despacho recibia los décimos e im­puestos de los Sanjaks y los utilizaba para pa­gar municiones de guerra, las guarniciones ylos gastos de los intendentes del servicio exter­no de la corte. El tercer despacho recibia eltributo de ciertas tierras sometidas y manten íalos regimientos de las islas del mar egeo, asícomo a los soldados que habían sido pensio­nados.

El décimoctavo administraba las tierrassometidas para el mantenimiento del harem yde los altos oficiales. El noveno despacho reci­bía y entregaba al ejército los impuestos paga­dos en especie. El séptimo, treceavo y vigésimodespachos recib ían los ingresos de las tierrasotorgadas como donaciones religiosas para elmantenimiento de la Institución Mahometanay de ciertos beneficiarios, y hacía los pagoscomo lo habían estipulado los donantes.

En lugar de una tesoreria unica a la cualtodos los ingresos llegaran y de la cual se efec­tuaran todos los pagos, había quince o másdespachos que recibian y pagaban; eran,excepto por la vigilancia que ejercia sobre ellos'el primer despacho, instituciones prácticamen­te independientes. Se observa una tendenciadiferente hacia la descentralización de la ad­ministración. Todo lo que podía ponerse enorden por sí mismo se hacía tan independien­te como fuera posible y se le sujetaba sólo ainspección y supervisión. Esto resultaba in-

dudable mente del carácter despótico del go­bierno. Un hombre, el fundador del Estadodespótico, sólo puede atender un número deobligaciones y conforme su poder crece, másy más responsabilidades deben asignarse a lossubordinados. El método que más emplea laadministración central es delegar responsabi­lidades a grupos definidos de hombres, mante­ner esto con suficientes ingresos y dejarlossolos. Si las cosas no funcionan en algún de­partamento, interviene la autoridad central,castiga severamente a todos los responsables,impone el orden nuevamente y deja el depar­tamento solo. El sistema es muy peligroso amenos que la administración central puedamantener su fuerza constantemente y seacapaz de asumir el control absoluto rápida yefectivamente. Este era el caso del ImperioOtomano en los tiempos de Solimán y tambiéndespués.

Una tendencia aún más fuerte hacia la des­centralización apareció en relación con el go­bierno local. Cada Beylerbey ten ia su propiolugarteniente y Defterdar, con un cuerpo con­siderable de empleados que se hacían cargo delas contribuciones de los estados asignadospara el mantenimiento de su jurisdicción yllevaban la contabilidad de los señores feuda­les en dorntnío.P? Cada Sanjak bey ten ia tam­bién su Tesoreria, con deberes similares peroen escala. Algunas generaciones después, laextensión de esta descentralización se volveríasumamente perjudicial.

Las obligaciones de los despachos del de­partamento de la Tesorería revelan claramentelos propósitos y actividades tan limitados delImperio Otomano. El mantenimiento de laInstitución Central era proporcionado por el

57 Junis Bey dice que el Beylerbey de Rumelia tenia cienescribas.

Page 147: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 153

ejército permanente, la corte y el gobierno.Las contribuciones asignadas por sultanes an­teriores y por individuos para el mantenimientode la Institución Mahometana en sus aspectosreligiosos y caritativos, eran supervisadas. Lamarina era provista de lo necesario y el Khande Crimea era pensionado. No se hacía nadapor la gran masa de la población. Se esperabade ellos que proporcionaran los medios paraestas actividades y el deber del soberano másconsciente estaba completamente cumplido sigarantizaba que impuestos superiores a su ca­pacidad de pago. Bajo un gobierno de manodura el sistema otomano manten ía el ordenfácilmente a través de los ejércitos permanentey feudal, pero no regulaba tan fácilmente elpeso de los impuestos. Este tema merece unaconsideración especial.

Las finanzas imperiales

Había una distinción entre los impuestos queestaban autorizados por la ley Sagrada, quese llamaban legales, y el resto que se llamabanarbitrarios porque dependían de la voluntaddel soberano. El primer sistema islámico dedeterminación de impuestos, tomado del Im­perio persa sasánida, era extremadamente sim­ple. No había más impuesto que sobre la tierray las personas. Las tierras de Arabia y Bosra segravaban con un décimo o 'sshr de su produc­ción. Otras tierras conquistadas ten ían unacarga más pesada, gravándoseles con un Kharajo impuesto pagadero en dinero y una porciónde la producción, que pod ia ser el décimo o lamitad, de acuerdo con la fertilidad de la tie­rra. El impuesto sobre personas, el jizyeh, selimitaba a una cuota que pagaban los súbditosadultos varones que no fueran musulmanes.

El 'sshr, el kharaj y el jizyeh eran los únicosimpuestos reconocidos por la ley Sagrada.

Otros métodos de determinación de im­puestos se utilizaron casi desde el principio.Con la conquista de Siria y Egipto, el Impe­rio bizantino fue invadido y no pareció muyconveniente acabar con los derechos de peaje,los impuestos aduanales y otras imposicionesque rendían beneficios económicos del co­mercio. Tales impuestos no descansaban enningún fundamento constitucional y fueronacreditados por algunos legistas. Se hicieronmás y más necesarios conforme se desarrollóel gobierno y conforme los ingresos de unagran parte de las tierras fueron marginadascomo fundaciones religiosas.

El primer Estado islámico ten ía una vastafuente de ingresos de que valerse. Cuatroquintos de éstos iban a los generales y soldadosrealmente involucrados en ltl conquista. Elquinto restante se enviaba a Mediana. Despuésde que la capital fue trasladada de Arabia, el"Quinto del Profeta" siguió reclamándosepara mantener a los legisladores y jueces.

El sistema islámico, con su distinción entreimpuestos legales y tributos arbitrarios, consus reglas para regular la distribución de losbotines y su costumbre de dedicar los ingre­sos a las funciones religiosas, fue asumido porel Estado Otomano. Al mismo tiempo, el sis­tema feudal, basado en el ejemplo bizantino yde Seljuk, se aplicaba a una gran parte de lastierras conquistadas a los cristianos, por loque mucho del ingreso se asignó para el man­teniemiento de algunos individuos, y una mul­titud de impuestos bizantinos y de Seljukalargaron la lista de tributos arbitrarios. Seretuvo mucha tierra en calidad de dominioImperial. Puede conjeturarse que en muchoscasos tales tierras eran ya dominio de los em­peradores bizantinos y de otros gobernantes

Page 148: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

154 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

a quienes los otomanos despojaron. Las con­quistas de Cilicia, Siria, Mesopotamia y Egiptose mantuvieron bajo las viejas regulaciones,con algunas aclaraciones respecto de los im­puestos arbitrarios, y se levantaron catastros oregistros de la propiedad en idioma turco. EnHungría estos catastros se levantaron cuidado­samente para ser administrada así durante sigloy medio. Los colonos extranjeros ten ían pro­cedimiento y exenciones especiales, cuyo ca­rácter era similar al de los viejos tratados yacuerdos sarracenos y bizantinos.

El sistema fiscal del Imperio bizantino eramuy complejo. Canten ía una gran variedad deimpuestos sobre personas, tierras, comercio,animales producción, minas, mercados y simi­lares; variaba de Sanjak a Sanajk y de ciudaden ciudad. Reunía sus ingresos por diversosmétodos y a través de distintos organismos.Los detalles del sistema no pueden considerar­se aqu í y sólo se harán algunas observacionesgenerales.

Hasta el tiempo de Mohammed II las con­tribuciones eran administradas directamentepor el Departamento del Tesoro. Esto condu­cía a muchas malversaciones y obligó al go­bierno a cambiar el sistema por el de arrenda­miento de contribuciones. Por este medio, elgobierno pudo estar tranquilo respecto a sudinero. Las malversaciones no cesaron, perode todas maneras ahora el costo de la mismaera .absorbido por los contribuyentes. Los im­puestos de las regiones muy extensas eran en­comendados generalmente por la tesorería alos altos oficiales entre los Kullar. Estos nointentaban cobrar los impuestos por sí mismos,sino que los encomendaban a su vez por sec­ciones. El proceso pod ía repetirse varias veces.Al final, no eran los otomanos, sino los cristia­nos y lOS jud íos, quienes exprim ían a los in-

fortunados súbditos.P'' La cantidad extraídapodía ser fácilmente el doble de lo que el go­bierno recibía.

La tendencia fuertemente conservadora dela población otomana se mostraba marcada­mente en relación con los impuestos. Aquellosque habían sido acordados desde la antigüe­dad se pagaban, pero una revisión del sistemaa fin de uniformarlo nunca fue pensado. Losingresos del Imperio eran extremadamenterígidos. Podía establecerse una contribuciónde guerra, como lo hizo Solimán antes deMohacs,59 podían hacerse peticiones a los ha­bitantes de las regiones a través de las cualespasaría el ejército, pero un aumento perma­nente de las contribuciones era prácticamenteimposible. La tendencia apuntaba hacia la di­rección contraria. Conforme el valor del dine­ro declinaba, no sin ayuda de los sultanes,todas las contribuciones pagaderas en canti­dades previamente acordadas disminuían len­tamente. Los pagos en especie de productosagrícolas pueden haber aumentado por algúntiempo bajo condiciones de paz y seguridadlocal, pero eran tan favorables comercialmen­te para éstas que no permit ían ingresos con­siderables por concepto de impuestos y al fi­nal también disminuyeron. Los tratados conlas naciones occidentales eran tan favorablescomercialmente para éstas, que no había unarecabación considerable por concepto de in­gresos aduanales. Tal comercio debe haber au­mentado con el crecimiento del Imperio y el

58 Spandugino dice que los décimos o diezmos, aparente­mente no incluidos en la suma total o que eran dejadospara ser cobrados individualmente, estaban a cargo derecaudadores cristianos quienes los entregaban a los Kadis,éstos a los Sanjak y éstos al Bev1erbey, quien lo daban alos Defterdars.

59 Probablemente era un impuesto individual de quinceaspros por cada habitante varón.

Page 149: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 155

constante aumento del lujo en la corte. Peroen conjunto, lo que el Sultán recibía de losimpuestos, además del efecto de las nuevasconquistas, y teniendo en cuenta las fluctua­ciones en los diezmos debido a las buenas ymalas cosechas, probablemente no estaba lejosde ser un ingreso fijo.

Los ingresos por el quinto que correspond íaal Sultán del botín tomado en la guerra, queincluía esclavos, deben haber sido considera­bles hacia fines del reinado de Solimán. Todosse destinaban, sin embargo, al mantenimientode la Institución Mahometana. Se recibíantributos de varios países, como Moldavia, Wa­lIachia, Transilvania, Regusa y Venecia, porChipre y después de 1547, por Austria y Hun­gría. Estos tri butos se impon ían a la fuerzasiempre que fuera posible, como castigo porlas sublevaciones. El Sultán los compartía conlos altos oficiales. Las confiscaciones de lapropiedad de las personas ejecutadas propor­cionaban sumas considerables a Solimán. Losestados de los Kullar, que morían sin hijos, ylos diezmos de los estados de aquellos que de­jaban sucesor, constitu ían un ingreso valiosoaunque irregular. El Gran Tesoro del príncipede Gujarat pasó a manos de Solimán despuésde su muerte. Se obten ía algún dinero porla administración de los estados de 105 se­ñores feudales que morían sin hijos, perosus tierras ten ían que ser otorgadas otra vezantes de que pasara mucho tiempo, a fin demantener el poder del ejército feudal.

Las cuotas relacionadas con la administra­ción de la justicia iban directamente al mante­nimiento de los jueces y otros oficiales invo­lucrados. Siendo la recaudación fiscal casi es­tacionaria, el ingreso de fuentes extraordina­rias no equilibrada la situación de los gastoscrecientes.

Los gastos de Solimán crecieron rápidamen-

te, particularmente en relación con la armaday la administración del palacio. Algunos escri­tores occidentales señalaban que el Sultán noten ía ningún gasto extra por la guerra, ya quesu ejército permanente debía pagarse tanto entiempos de guerra como de paz, y debido aque el resto de sus tropas pagaban sus propiosgastos. Es verdad que su egreso adicional erapequeño en comparación con el del ejércitooccidental, que se construye a partir de un pe­queño grupo permanente, por la contrataciónde mercenarios y por la leva de tropas nacio­nales que deben ser pagadas por el ministeriode hacienda. Pero el Sultán ten ía que reponerenormes cantidades de municiones de guerraque se usaban o eran destru idas, y un grannúmero de animales de transporte. Los Jen í­zaras y 105 Spehis ten ían a veces que ser apa­ciguados por medio de regalos y era más caroalimentar al ejército en el campo que en lasbarracas. La armada era un gasto enorme ycreciente, a pesar de que hasta cierto puntose manten ía de lo que se tomaba en las inva­siones y por las contribuciones del Norte deAfrica. El lujo y esplendor de la magn íficacorte del Sultán crecía aceleradamente. Envez de tener nuevas conquistas y grandes con­fiscaciones, Solimán aprendió a sentir la ne­cesidad del dinero. Le fue necesario obligar asus grandes oficiales a ayudarlo, exigiéndolessumas de dinero en el momento de su nom­bramiento. Estas sumas eran moderadas, peroconstituyeron un ejemplo nocivo.

Los ingresos de Solimán han sido calculadosen formas distintas. El cálculo más bajo y pro­bablemente más exacto para la zona que com­prende los años entre 1530 y 1537 lo propor­cionan Junis Bey, intérprete principal de lacorte otomana, y Alvise Critti, hijo natural delDuque de Venecia y socio de negocios del GranVisir lbrahim. Junis Bey dice: "el ingreso de la

Page 150: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

156 REVISTA DE AOMINtSTRACION PUBLICA

Gran Turquía de Khsrej, o tributos. alcanza lacantidad de 1,3000,000 ducados de Anatoliay Grecia, 1,000,000 ducados de Egipto,700,000 ducados de Siria, 150,000 ducadosde Mesopotamia y 250,000 de sus granjas, lasislas que están subordinadas a ella y los im­puestos aduanales de Constantinopla y Pera.El señor Alvise Critti dice que el ingreso essuperior a lo que ya se ha indicado, por esolos gastos de la Puerta o de la corte del señorconsume todo el ingreso o un poco menos."

El ingreso total regular de Solimán sería,así, de alrededor de cuatro millones de duca­dos.so Dos cálculos hechos veinticinco otreinta años después difieren notablemente.Esti man en alrededor de cincuenta por cientomás el ingreso proveniente de Siria y Egipto ycalculan en varias veces más la cantidad obte­nida de los terrenos agrícolas y de los impues­tos aduanales; además, incluyen los impuestossobre las minas y salinas, los diezmos pagadosen especie, los impuestos por animales, lostributos, las confiscaciones y reversiones debienes, y las cuotas en docurnentos.P ' Secalculan un total de siete u ocho millones deducados. Parecería que deberían agregarse unmillón de ducados al cálculo de Junis Bey, porlas minas, las salinas y los tributos, y otro mi­llón por las contribuciones mencionadas. Esto

60 En 1496 Alvise Sagudino estimó los ingresos en 3.300,000ducados; Andrés Crttti. padre de Alviso, lo consideró en5,000,000 en 1503. El cálculo de Spanduqino, bajo Ba­vezid, era de 3,600,000; Giovio, habla de 6.000.000 delos cuales, 4,000,000 d 5,000,000 se gastaban; Poste! da4,000,000 sobre la autoridad de Alvise Critti, aunquehace aportaciones diferentes a las de Junis Bey. D'ohssonasegura que los ingresos de Solimán se elevaban a26,000,000 de piastras. A 40 aspros por la piastra y 50aspera el ducado, da alrededor de 20,000,000 de ducados,lo cual es mucho más.

61 Nevaqero. 1553, calcula 7,166,000 ducados; Trevlsano.1554, estima en 8,196.00 ducados.

daría una aproximación de seis millones deducados como ingreso público en la primeraparte del reinado de Solimán. Hacia el final desu reinado, cuando se habían incorporadograndes territorios de Europa y Asia y despuésde que Rustem había hecho nuevos tratados,la cantidad total probablemente era de siete uocho millones de ducados. El valor metálicode seis millones de ducados es menor que elde catorce millones de dólares. Si ese estimael poder adquisitivo en cinco veces lo que esahora, el ingreso regular del gobierno de So­limán era equivalente a menos de setenta mi­Hones de dólares actuales,62 suma no grandepara un imperio tan vasto. Es necesario recor­dar, sin embargo, que esto de ninguna maneraincluye todos los gastos para propósitos pú­blicos dentro del Imperio. Probablemente noconsidera ninguna de las contribuciones de­dicadas a la Institución Mahometana, ni otrasa las específicamente asignadas a los oficialesdel gobierno local. Ciertamente no incluye losingresos recabados por los señores feudales yempleados para su propio mantenimiento;éstos sumaban probablemente la misma can­tidad. Teniendo en cuenta todo esto, la sumototal era muy pequeña en relación con la po­blación, de acuerdo con las normas modernas.Si no hubiera habido extorsión, la gente delImperio no habría tenido que soportar unacarga tan pesada. Aun con esto, como se haindicado ya, probablemente no sufrían tantoen los tiempos de Solimán.

La cancillería

El Departamento de Cancillería del gobiernootomano no parece haber alcanzado un nivel

62 Albert Howe Lvbver se refiere a 1909, época en que es­cribe esta obra. N. del O.

Page 151: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 157

de desarrollo semejante al del Departamentode la Tesorería, durante el siglo dieciséis. Cier­tamente no fue tan notable. Los escritorescontemporáneos dan tan poca informaciónacerca de él, que difícílmente se puede dar uncuadro razonablemente completo. Varios delos oficiales que eran prominentes en los últi­mos tiempos se mencionan, pero evidente­mente no manten ían la misma relación entreellos. El Nisbenjibeshi, a menudo llamado sim­plemente el Nishanji, era evidentemente elmás importante. Parece necesario describir laCancillería otomana tal como era dos siglosdespués de la muerte de Solimán, para despuésconjeturar como funcionaba en su época6 3

En la última parte del siglo XVIII el gobier­no otomano ten ía tres ministros de Estado yseis secretarios de Estado subalternos. Los tresministros eran el Kieve-Bev, el Chaush-Bashi yel Reis-Effendi. Entre estos, el Reis-Effendiera con mucho el más importante. El Kiaya­Bey era el sustituto o lugarteniente del GranVisir y atendía especialmente los asuntos delinterior y de la guerra. Subordinados a élhabían oficiales que formaban lazos de uniónentre el Gran Visir y los distintos grupos delos Kullar en la administración del palacio yel ejercito. El Chaush-Bashi; era al mismo tiem­po segundo oficial en la Corte de Justicia delGran Visir, ministro de Policía, introductor deembajadores, gran Mariscal de la Corte y Jefede los Chaushes. Para auxiliarse en la ejecuciónde sus variadas funciones, contaba con ungran número de oficiales menores y emplea­dos. El Reis-Effendi, cuyo título completo eraReis ul-kuttsb, Jefe de los hombres de la Plu-

63 Pastel habla de un Teskereji-bashi, dando una descripciónque se aplica exactamente al Nishnji, tal como lo represen­tan los contemporáneos. Puesto que la palabra significaprecisamente jefe de los escritores de documentos, serefiere sin duda al Nishanji.

ma, era Ministro de los Asuntos Exteriores,Secretario de Estado y Canciller. En el desem­peño de su primer cargo, era muy importanteen las relaciones internacionales; en el segundo,era el responsable de la preparación de losmembretes y reportes que el Gran Visir envia­ba al Sultán; en el tercero fungía como cabezade los tres despachos de la Cancillería, encabe­zados por el Beylikji, secretario general de lostres despachos; el Divani Humayun Terjimani,intérprete principal; y el Ameji, redactor delos reportes del Gran Visir para el SultánReis Effendi. Por su parte, el Beylik Kalemipreparaba, registraba y transmitía de maneraadecuada, para cada caso, los Kenuns, tratadosy todas las órdenes que no concern ían al De­partamento del Tesoro. El Tahvil Kalemi pre­paraba los títulos de los gobernadores, juecesde grandes ciudades y de los señores feudales.El Ruus Kalemi elaboraba los certificadospara los empleados de todos los despachos,para los Kapuji-bashis, profesores en colegiossostenidos por donaciones, los administrado­res de las aportaciones religiosas y los soldadosde los cuerpos auxiliares del ejército regular.Los tres despachos mantenían empleados,alrededor de ciento cincuenta escribientes detres grados, provistos por los feudos. El Ni­shanji sólo ten ía la obligación de autorizar losfirmans enviados a las provincias trazando, enel encabezado del documento la tughra delSultán o firma oficial. No tenía influencia enel desarrollo de los negocios, pero como evi­dencia de su pasada grandeza, su rango erasuperior aun al del Reis-Effendi en las ocasio­nes ceremoniales.

Los secretarios inferiores estaban subordi­nados, por pares, a los ministros. El Toshritet­ji o Maestro de Ceremonias y el Kiaya Katibio secretario privado del Kieve-Bev, estabanunidos a éste último. Los Teskerejis mayor y

Page 152: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

158 REVISTA OE AOMINISTRACION PUBLICA

menor, o Maestros de Solicitudes, estabanunidos al Chaush-Bashi. El Beylikji, mencio­nado arriba como secretario de los tres despa­chos de la Cancillería, y el Mektubji, o secre­tario privado del Gran Visir, en cuyo cargo eraayudado por un despacho de treinta emplea­dos, estaban unidos al Reis-Effendi.

Es evidente que todas la funciones de losoficiales y despachos descritos arriba debenhaber sido realizadas de alguna manera en laépoca de Solimán. El carácter conservador delas instituciones turcas simplificaba la tarea dedeterminar cómo fueron realizadas. Se ha vistoparcialmente, por evidencias externas e inter­nas, que los despachos del Departamento dela Tesorería persistieron desde el tiempo deMohammed II hasta el final del siglo XVIII conmuy pocos cambios. Puede inferirse fácilmenteque lo mismo fue verdad para el Departamentode la Cancillería. Los principales oficiales deesta "'tima fecha se mencionan en los escritosdel siglo XVI. Entre éstos están el Kiaya delGran Visir, el Chaush-Bashi y el Reis-Effendi.Junis Bey desempeñó el cargo de intérpreteprincipal; las obligaciones del Maestro de Ce­remonias de Solimán deben haber sido impor­tantes. El gran cambio en el departamentodurante este intervalo fue la declinación delMishanji, desde la posición más elevada hastaotra de poca importancia, y el ascenso delReis-Effendi de un lugar subordinado a lacima. El Nishanji ten ía desde la antigüedad laobligación de poner la firma del Sultán a losdocumentos. En los primeros tiempos en elImoerio Otomano, cuando la pluma ten ía muypoca importancia en comparación con la espa­da, se le había tenido en muy poca estima. Elera responsable, sin embargo, de la formulaciónexacta y legal de los papeles que firmaba, yconforme la nación creció, su importanciaaumentó. Hacia el siglo XVI ya era un oficial

de gran importancia como el titular del Depar­tamento de Cancillería y estaba recompensadocon un gran salario.

El Reis-Effendi podría parecer, más bien,un secretario a cargo de registrar los acuerdosen el Diván.55 Las razones para su posteriorcambio de importancia relativa de estos dosoficiales probablemente estriba en el reti ro delSultán a su palacio interior y al desarrollo delas relaciones con el extranjero.

Conforme el Sultán estaba más alejado, surelación personal con el Nishanji fue desvane­ciéndose gradualmente. El Gran Visir, por lamisma razón, tuvo mayores responsabilidadesy delegó más obligaciones en el Reis-Effendi.Con el comienzo del reinado de Solimán, lasrelaciones con las naciones Europeas occiden­tales se hicieron más estrechas y complicadas.Estas, que habían sido responsabilidad de losGrandes Visires lbrsbim, Rustem y Alí, du­rante el reinado de Solimán, fueron encomen­dados gradualmente al Reis-Effendi, quepronto desplazó al Nishanji de la jefatura dela Cancillería, reduciéndolo gradualmente aser un funcionario solamente nominal. Debidoa esta importante diferencia, a la situacióngeneral de que los asuntos de la Cancillería noeran tan extensos en tiempo de Solimán comose volvieron después y que las funciones de losdiferentes oficiales no se habían definido contoda precisión, puede inferirse que la descrip­ción hecha en el siglo XVIII puede seguiraplicándose generalmente a la Cancillería oto­mana del siglo XVI.

Hay pocas evidencias del status del personalde los departamentos de la Tesorería y la Can­cillería. Los oficiales superiores eran seleccio-

65 El primer Reis-Effendi conocido fue Haider Effendi, eje­cutado en 1525 por el cargo de promover una insurrec­ción de los Jeruaaros. El cargo se menciona en el Kanun­nameh de Mohammed 11.

Page 153: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 159

nadas entre los miembros más discretos yestudiosos de la Escuela de Pajes. El Nishanjipodía. en época de Mohammed 11, ser selec­cionado entre los rangos de las Ulema. JunisBey se refiere a los empleados de los despachosdiciendo que algunas vece, eran esclavos yotros compañeros o escribas. No se les pagabacon dinero, sino con feudos. En consecuencia,no es claro que fueran Kul/ar. Cerca del finaldel reinado de Solimán se decía que los em­pleados de la Cancillería eran turcos, mientrasque hab ían sido cristianos y griegos no muchotiempo atrás, habiendo escrito sus documentosen griego. Si esto es o no verdad, los libros delDepartamento de la Tesorería se habían lleva­do en turco en un principio. Esto no implica,por supuesto, que los empleados de este de­partamento fueran necesariamente otomanos,musulmanes de nacimiento o renegados. Lasmismas razones generales, sin embargo, quellevaron al Sultán a construir la InstituciónCentral con esclavos, en sus otros aspectos,funcionaría también aqu i.

Se ha dicho que cuando los turcos desmon­tan sus caballos se convierten en burócratas ymalos escritores de papel. Indudablemente elgobierno otomano pone en evidencia la verdadde esta afirmación. Los veinticinco despachosde la Tesorería y despachos anexos, los tresdespachos de la Cancillería, las tesorerías y laCancillería de los Bevterbeve y los Ssnje­beys, las oficinas de los generales de caballeríae infantería, el Ulema y otros oficiales de leadministración del palacio dentro y fuera,integraban a miles de hombres cuyo tiempocompleto se ocupaba en escribir, registrar, ytransmitir leyes, ordenanzas, diplomas, nomi­naciones, proyectos, hechos, concesiones,órdenes de pago, recibos, reportes, membretes,peticiones, respuestas y similares. La existenciade tantas instituciones unidas sólo por la cima,

con actividades paralelas tanto cerca comolejos, juntas en la costumbre de verificar, au­tentificar y registrar muchos papeles en dife­rentes despachos y por oficiales distintos, creóun vasto y creciente papeleo que con el tiempoiba a obstaculizar enormemente los asuntosgubernamentales. La práctica por cada acto deescribir, firmar, poner estampillas, registrar,aprobar e inspeccionar, parece prevalecer aún.En los tiempos de prosperidad esta prácticadifícilmente pudo haber sido tan lenta y mo­lesta, como lo fue después. La tendencia buro­crática indudablemente estaba basada en eldeseo de mantener todo el orden mediante lavigilancia y el registro cruzado; pero al finaldestruyó su objetivo por el uso de tal multi­plicidad de disposiciones y el orden se perdióen la confusión.

El consejo imperial: el Diván

En una tierra donde la leyera casi inamovibley el poder de legislar que estaba permitido sedepositaba en un solo hombre, la única fuenteposible de liberación eran los asuntos adminis­trativos y judiciales. El cuidado de esto le fueencomendado a un consejo, el Diván, que sos­ten ía largas sesiones cuatro veces a la semana,sin interrupción, a lo largo de todo el año entiempo de paz, tal vez a excepción del mes deayuno; estaba compuesto por sol ícitos miem­bros que representaban, cuando los que ven íansólo en días especiales se sumaban a los queasistían diariamente como representantes delas grandes organizaciones de la InstituciónCentral. La Institución Mahometana tambiénestaba representada con los Kadiaskers, puestoque el Gran Visir y el Diván constitu ian nosólo el supremo consejo de administración,sino la suprema corte del Imperio.

En épocas anteriores, el Sultán presid ía el

Page 154: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

160 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

Diván. Solimán no lo hacia y le fue grande­mente censurado por contravenir la costum­bre. No es imposible simpatizar con él. Se li­beró así de una gran carga. puesto que pasarvarias horas en deliberación cuatro días decada semana durante toda una vida, es unaperspectiva de la que cualquier hombre esca­paría. Sin embargo, provocó una seria fisuraen la Institución Central, en un lugar muypeligroso, y su efecto iba a acelerar decidida­mente la desintegración de la Institución. Soli­mán manten ía el Diván bajo control medianteuna ventana enrejada en la pared del salóndonde se reun ía. No sabiendo cuándo pod íaestar el Sultán all í, su. consejero.s siempre te­nían que hablar como si él estuviera con ellos.

La llegada de los consejeros al salón delDiván, su entrada, su colocación para sentarseo permanecer de pie, su rango en la sencillacomida de la que tomaban parte mientrasestaban all í, el orden en que sal ían de la au­diencia con el Sultán y la manera en que par­tían, todo se hacía de acuerdo a un Kanun oa una costumbre igualmente rígida. Probable­mente no eran tan elaboradas en el tiempo deSolimán, pero escritos contemporáneos losdescriben como muy desarrollados.

Las sesiones del Diván han sido descritastan a menudo que no es necesario entrar endetalles aquí. Sábados, domingos, lunes ymartes, poco después del amanecer, los ofi­ciales que iban a participar llegaban al palacioacompañados de sus secretarios, ujieres, guar­dianes y sirvientes. Pasaban la segunda puertadel Palacio en orden inverso al rango y espera­ban en lugares predeterminados en el salón delDiván hasta que el Gran Visir llegara acompa­ñado de su comitiva. Todos sal ían y tomabansus lugares de acuerdo con el rango en dos Ií­neas, entre las cuales pasaba el Gran Visir. Losque ten ían derecho a hacerlo, lo segu ían al

interior en parejas y una vez más tomaban suslugares.se Los oficiales que podían ser llama­dos esperaban en las antecámaras cercanas ylos funcionarios, sirvientes, guardias y soldadospermanecían a distancia convenientes.

El Gran Visir se sentaba al estilo turco enel centro de un largo sofá que se extend íaalrededor de tres lados del salón. A su derechase sentaban los otros Visires, a menos que al­gunos estuvieran ausentes por una misión es­pecial, y más allá de ellos, en el sofá al finaldel salón, el Nishanji. A la izquierda del GranVisir estaban los dos Kadias-Kers y después deellos los Defterdars. Los Bevlerbevs de Ana­tolia y Grecia, y el Kapudan Pasha, despuésdel nombramiento de Barbarrroja, se sentabana la derecha junto a los Visires. El Agha delos Jen (zaros también ten ía un lugar. El intér­prete principal era a menudo llamado. Otrosgenerales y altos oficiales podían ser citados;los encargados, oficiales y empleados de losdespachos estaban cerca y los Chsushes, Ka­muji-Bashis y Kapujis estaban listos para serenviados a mandados y misiones. Frente delGran Visir, cuando se iban a considerar asuntosjudiciales, permanecían los Teskerejis o Maes­tros de Peticiones. En el piso a su izquierda sesentaba el Reis-Effendi. El Kapujilar-kiayasi, oGran Chambelán de la casa, estaba presente yel Chaush-Bashi, como gran Mariscal de laCorte, detentando aquí un título adicional delBey del Diván, vigilaba que todo fuera deacuerdo con las reglas. Después de los saludosy otras formalidades, se abordaban los asuntos

66 En el reinado de Mohammed 11, se formaba una procesiónde los miembros del Diván: los hombres del rango menoral frente y el Gran Visir al fijtal. Al llegar a la puerta delsalón, los oficiales menores se detenían y se separaban endos líneas, entre las cuales el Gren Visir avanzaba. Losoficiales más importantes lo sequían, de manera que seentraba al salón por orden de rango.

Page 155: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 161

por orden de importancia. Las cuestiones rele­vantes, como las propuestas de los embajado­res, la situación de las provincias y la posibi­lidad o conveniencia de la guerra se discutíanbrevemente entre los Visires, en tanto que alos otros presentes se le ped ía que hablaransi se deseaba conocer su opinión, El Gran Visirpodía declarar la decisión de tales asuntoscomo sujeta a la aprobación del Sultán o reser­vaba la decisión para que la tornara. Los asun­tos menores los decidían individualmente losVisires o los referían a otros oficiales presen­tes o a un oficial en servicio. La mayor partedel' tiempo no había deliberación, sino quedistintos asuntos pod ian ser considerados pormiembros diferentes del Diván simultánea­mente. Los asuntos legales eran presentados alGran Visir por los maestros de peticiones y laspartes pod ían comparecer para defender suspropios casos, presentando testigos. El GranVisir turnaba muchos asuntos a los Kadiaskers.Todos los asuntos se atend ían con prontitud yse despachaban una gran cantidad de ellos.Las decisiones se formulaban brevemente, sindiscusión de las razones para actuar de una uotra manera. El Reis-Effendi y los secretariosy empleados menores escribían cuidadosa­mente todo lo que se decidía. Después de queSolimán había firmado la aprobación final delas decisiones del Diván, éstas eran irrevoca­bles.

En el transcurso, y también al final de lasesión, que pod ía durar siete u ocho horas, seservía una comida sencilla de pan, carne, arroz,frutas yagua a todos los que estaban presen­tes dentro y fuera del salón del Diván. Parapagar el gasto de esto, se retenían cuatro díasde pago de los salarios de todos aquellos quese suponía asistirían al Diván. Entre los queestaban presentes dentro y fuera del Diván seguardaba cuidadosamente el orden y se man-

ten ía un silencio absoluto, excepto por losmovimientos y conversaciones que fueran ne­cesarios para la realización de los negocios.Cualquiera que perturbara el orden y silencioera retirado y apaleado inmediatamente.

Después que se hacía el trabajo del día, quepodía ser alrededor del mediodía en veranoo a la puerta del sol en invierno, los oficialesdel Diván que ten ían derecho a audiencia ibanal salón correspondiente para entrevistarsecon el Sultán. Ellos eran los Visires, los Kadias­Kers y los Defterdars, regularmente; y losBeylerbeys y el Agha de Jen ízaros cuando te­nían algún asunto. Los Defterdars recibíanaudiencia sólo los domingos y martes. LosKadiaskers entraban primero, y cuando susasuntos habían sido aprobados, iban a la puer­ta y se un ían al séquito. Los Beylerbeys, losDefterdars y los Visires entraban juntos a lacámara de audiencia. Los Beylerbeys tratabansus asuntos y partían. Los Defterdars hacíanlo mismo y se iban a la puerta de la Tesoreríaa dar audiencia. Los Visires ordinarios, quese manten ían atrás en presencia del Sultán,generalmente no decían nada a menos que seles preguntara. el Gran Visir presentaba sólolas decisiones del día. El Sultán generalmentelas aprobaba como estaban, algunas veces ali­geraba alguna decisión o dictaba él mismo unarespuesta a algún embajador. Solimán estabasiempre deseoso de dar manos libres a Ibrahimy a Rustem durante sus largos periodos deservicio.

El tiempo de guerra, el Diván se celebrabaen la tienda del Gran Visir, que generalmentese levantaba cerca de la del Sultán. Todos losaltos oficiales y las cabezas de los despachos,y parte, por lo menos, de sus empleados, esta­ban presentes en el ejército, así que podíallevarse a cabo mucho de la misma ceremoniatanto en el campo como en la capital. Mientras

Page 156: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

162 REVISTA DE ADMINI5TRACION PUBLICA

que el Sultán estaba ausente de la ciudad, encampaña, los pocos oficiales que quedabancelebraban un Diván secundario los sábados ydomingos. En caso de emergencia durante eltiempo de guerra o por alguna razón especial,podía reunirse el Diván estando montados acaballo.

El Diván de Solimán implicaba una ceremo­nia espléndida y se trataban en él una grancantidad de asuntos administrativos y judicia­les. Un buen número de las obligaciones delos principales oficiales se resolvía aquí, no ensus oficinas específicas. Se examinaba conmucho cuidado una cantidad considerable deasuntos particulares, aunque los otomanos noeran gente de muchas palabras. El Diván noera de ninguna manera una cámara legislativa.Era en cierto modo una combinación de gabi­nete y corte suprema, aunque era diferente aambos. El oficial que la presidía era nombrado,todas sus decisiones requerían la aprobacióndel Sultán, que no estaba presente en sus se­siones, y todos los miembros debían responderante él de su buen comportamiento, bajo penade muerte. Era el tribunal más importante enel Imperio, aunque no era tanto un tribunalde apelaciones como un tribunal de primerainstancia; no ten ía poder para juzgar la validezde las leyes, aunque no estaba restringido ensu jurisdicción puesto que ten ía conocimientode todos los casos civiles y militares que pu­dieran presentarse en cualquier parte del Im­perio. En su aspecto judicial, sus decisiones notenían validez sin la aprobación del Sultán.Con todas su limitaciones, era sin embargo degran valor para el gobierno otomano. Por de­bajo del Sultán, pero por encima de las insti­tuciones del Imperio, conectaba en la cima ala Institución Central y la Institución Maho­metana, unían similarmente a todos los orga­nismos que integraban a ambas; era el pibote

de donde estaban suspendidas todas las partesseparadas de un gobierno despóticamenteconstru ido. En él se encontraban los hombresmás capaces del Imperio, escogidos después desucesivas selecciones, responsabilizado a cadauno con grandes obligaciones y con poder su­ficientes para ejecutar sin demora lo que sehubiera acordado. El Diván estaba excelente­mente adaptado al sistema otomano general.Permitía al gobernante, con un mínimo decuidado, conservar el control más estrechosobre cada parte del Imperio a través de agen­tes extremadamente inteligentes y capaces,que estaban atados a él por gratitud, interéspropio, ambición y temor. Era una escuela deentrenamiento para jueces, administradores yestadistas, puesto que los hombres normal­mente se elevaban de escalón a escalón con­forme adquirían experiencia; aqu í unos a otrosse impartían ideas y métodos, y daban a cono­cer sus habilidades a los más altos oficiales, alGran Visir y al Sultán, quienes ten ían el poderde promoverlos. No estaba el Diván comple­tamente despojado de influencia legislativa.Todos los Kanuns se redactaban en nombredel Sultán y después recibían su aprobacióndefinitiva; con todo, la información en que sebasaba, generalmente proven ía de los miem­bros del Diván, quienes ten ían la obligaciónde haberla revisado y confirmado. Controlandola administración de justicia e influenciando lalegislación, el Diván, bajo el liderazgo del GranVisir, gobernaba el Imperio otomano para elSultán.

La Institución Central como conjunto

Eso, que por desear un mejor nombre, ha sidodominado en este escrito la Institución Cen­tral Otomana, ha sido explicado ya en todos

Page 157: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO t63

sus aspectos generales. Ha faltado espacio parapresentar muchos detalles. aunque se ha inten­tado considerar todos los que pudieran apor­tar una evidencia necesaria o en ejemplo útil.Unos pocos juicios que pretenden resumir eintegrar lo que se ha dicho, completarán ladiscusión acerca de la Institución.

La Institución Central Otomana era en suaspecto más esencial el gobierno del ImperioOtomano. A este respecto su forma era el des­potismo, centrado en un hombre, el Sultán.Aún el despotismo estaba grandemente limi­tado por una ley constitucional muy rígida,que ha enraizado firmemente en una fuertecreencia religiosa y en un nacionalismo con­servador intenso. Esta ley manten ía al Sultándentro de funciones limitadas, pero al mismotiempo le daba derecho a gobernar. Como go­bierno bajo esta ley, subordinado a ella, laInstitución Central Otomana manten ía él ordenpúblico, defendía al Imperio contra sus ene­migos y se' esforzaba por extender el Imperiodentro de los límites de la ley, mediante laconquista. Una gran parte de sus energías esta­ban dedicadas a obtener y distribuir los mediospara su propio mantenimiento, conservar lamaquinaria en orden y mantener su autoridaddentro del Imperio. Las ideas de trabajar porel bienestar público y esforzarse por el progresono estaban presentes. Los cambios se presen­taban con el crecimiento, desarrollo y decli­nación, cuyos efectos se ajustaban cuando eranecesario, pero no por un esfuerzo conscientehacia la superación. En el siglo XVI, dentrode tales límites, había un deseo distinto fun­dado en la conciencia de la grandeza, el orgu­llo del poder y la lealtad al Islam; el tener ungobierno bien organizado y dirigido inteligen­temente, encaminándolo a conducir a sussúbditos tan democrática y ligeramente comofuera posible. Solimán se enfrentó a muchos

problemas que habían surgido y a través desus mejores asistentes se esforzó por reinsta­lar el orden en su familia. Aunque no hayatenido éxito en lograr resultados permanentes,esto se debió al hecho de que la tarea fue de­masiado grande para cualquier hombre.

La Institución era demasiado artificial pararesistir indefinidamente. Toda la Institución semanten ía en el poder y defend ía y engrande­cía al Imperio por estar oganizada a imagendel ejército. Con pocas excepciones, todos susoficiales de gobierno eran soldados y todos losoficiales del ejército ten ía obligaciones guber­namentales. Constitu ía un ejército permanentede caballería e infantería, ayudado por la ar­tillería, la comisaría y servicio de transporte.Controlaba un ejército feudal irregular muchomayor. A través del ejército feudal manten íael control en el campo. Con las guarnicionesconservaba a las ciudades en calma. En casode rebelión enviaba una gran fuerza sobre losinsurgentes y los derrotaba con una energíacruel e irresistible. Para las guerras con el ex­tranjero reun ía un enorme pero bien contro­lado ejército que resultó victorioso en casitodas las batallas, durante todo el reinado deSolimán. Sitió y venció a Belgrado y Rodesia,pero fracasó en Viena y Malta. La gran debi­lidad de la Institución como ejército radicabaen su indivisibilidad esencial. Sólo podía em­prenderse una guerra, mientras que hubierangrandes enemigos en dos direcciones. Unaderrota abrumadora del ejército principal ha­bría sido un desastre irreparable. Pero el ejér­cito fue suficiente por un periodo muy largoy por generaciones sus peores enemigos nofueron los ejércitos extranjeros, sino las riva­lidades internas y las divergencias de sus prin­cipales constitutivos.

Para mantener la pompa y ceremonia queestán relacionados con la idea de un Imperio,

Page 158: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

164 REVISTA OE AOMINISTRACION PUBLICA

especialmente en el Oriente, y para proporcio­nar al Sultán los placeres en gran escala que seconsideraban obligatorios de su estado, la Ins­titución Central Otomana era en otro aspectouna gran corte y familia. Casi todos sus miem­bros participaban en la exhibición de las gran­desdes ocasiones, muchos iban a la caceríacon el Sultán y una parte de ellos ten ía obli­gaciones constantes de servicio personal ycerernonral. Solimán era conocido como elconquistador y el legislador, pero, más allá deestos dos títulos como el Magnífico. Brillabacomo cabeza del gobierno y del ejército, pero,aún más, como cabeza de la corte. El esplen­dor y el lujo, sin embatgo, son caros y al finalesto iba a ser desastroso.

Todos los miembros de la Institución Cen­tral eran distinguidos, como nobleza, por laexención de impuestos y una jurisdicciónespecial. Pero, debido a que pudieran consti­tuir un peligro para la Institución, no se lespermitia heredar la nobleza a sus descendien­tes. Al final su privilegio especial sería tanenvidiado que las paredes de separación serianinvadidas y la Institución destrozada.

La Institución Central Otomana, así comoel gobierno, el ejército y la nobleza de una grannación era al mismo tiempo una genuina fa­milia esclavista. Casi todos sus miembros eranreclutados como esclavos y permanecían es­clavos toda su vida. Sus vidas y su propiedadestaban a disposición del Sultán. Debían obe­decer sin vacilar, como deben obedecer todoslos esclavos. Aún así, su condición estaba lejosde ser miserable. Su esclavitud no constitu íaninguna mancha. Uno de ellos podía casarsecon una protegida o aun con una hija del GranSeñor. Sus hijos nunca serían señalados por elstatus del padre; era un honor ser un Kul delSultán. Ellos podían tener una vasta riqueza yun poder casi real. Aun más, cada miembro de

la Institución Central realmente era un esclavo.El rasgo más característico de esta Institu­

ción era que sus miembros habían sidoseleccio­nados, casi todos, entre niños nacidos, dentroo fuera del Imperio, de padres cristianos; antesde que se les diera una oportunidad de ascensose esperaba que se convirtieran al mohame­tismo. Hay un doble motivo detrás de esto:obtener ayudantes de corazón sencillo e incre­mentarel número de creyentes en la fe maho­metana. Los hijos de estos convertidos algunasveces eran admitidos en la Institución Central,pero sus nietos prácticamente nunca. Así, seenviaba una cantidad permanente de los niñosmás capaces y útiles nacidos dentro o cercadel Imperio otomano a la Institución Central,la nación Otomano y la Congregación Maho­metana.

El siguiente rasgo característico y sobresa­liente de la Institución Central Otomana erasu carácter educativo. Los esclavos cristianoseran reclutados cuando pequeños y se les en­trenaba con el mayor cuidado para que llegarana ser miembros útiles para la Institución en laejecución de la actividad para que la naturale­za los hubiera dotado mejor. Se les daba unaeducación que, si no muy avanzada, era com­pleta hasta donde lo permitían los tiempos. Elcuerpo y la mente, la naturaleza social, moraly religiosa, todo recibía atención. El principalobjeto de esta educación era capacitarlos paraservir al Sultán en la guerra y el gobierno,pero también se les entrenaba para adornar suceremonia y su corte, y vivir por los principiosy en la fe de Mahoma. Cuando eran admitidosinicialmente su entrenamiento era más omenos como el de las escuelas de carácter cul­tural. El ejército, la administración de la fami­lia, los despachos, el gobierne: local, el Diván,todo, estaban organizados muy similarmente alas escuelas. Constantemente se obserbaba una

Page 159: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA 165

disciplina estricta y la flojera era castigadaseveramente mientras que la habilidad y lapresteza para el trabajo se recompensaba pró­digamente. Los resultados eran poco menosque incre íbles; constitu ían una maravillosademostración de cuán poco se limita el espírituhumano por la ignorancia o la vida limitada yhumilde de los padres. Con pocas excepcioneslos hombres que guiaron el Imperio de Soli­mán, hasta una altura de gloria sin precedentes,eran hijos de labriegos y pastores, de sujetosmiserables y oprimidos, de hombres y mujeresanalfabetas y medio civilizados. No es fácildecir que merecen más admiración, la habili­dad con que estos jóvenes ascendieron a laconfianza con que se les escogió y se esperóde ellos que ascendieran. Si estos hombres nohubieran progresado, realmente, si hubieranpermanecido campesinos ignorantes y cerradosa pesar de habérseles colocado en una alta po­sición de autoridad, los hechos habrían sidomenos notables. La evidencia es que ellos real­mente llegaron a ser hombres educados, cultosy amables. Sus descendientes hoy en día tienenun encanto y una forma de ser que difícilmen­te pueden encontrarse entre los occidentales.

La Institución Central Otomana fue, desdeun principio hasta el final, ingeniosamente tra­mada para lograr el desarrollo de sus miembrosdentro de los 1ímites de sus propósitos, hastasu capacidad máxima. Se ofrecía mucha auto­ridad, una gran posición, cuantiosas recom­pensas financieras. Sin embargo, los grandescastigos no estaban alejados de aquellos quedemostraran ser peligrosos, traidores o pococooperativos e ineficientes.

Como resultado de la cuidadosa selección yentrenamiento de los hombres para la socie­dad, la guerra y el gobierno, la InstituciónCentral Otomana, teniendo en cuenta todaslas imperfecciones de estructura, era una enti-

dad muy eficaz y permanente. Posteriormenteiba a soportar golpes y pérdidas terribles sindestruirse. Sufriría la separación parcial de lasinstituciones que las campan ían hasta formarcuerpos hostiles, así como serias discrepanciasen sus reglas y principios. Pero permaneciófi rme mucho tiempo a pesar del ataque exter­no, la desintegración y decadencia internas.Junto a su compañera, la Institución Mahome­tana, la chispa vital de ese Imperio por más dedoscientos años, después de que la extinciónempezara a creerse inminente. Aún hoy día'su espíritu de permanencia promete encenderuna antorcha muy diferente que, habiendoquemado las limitaciones e imperfeccionesque causaron la ruina de la vieja Institución,será todavía más brillante para preservar unafe democrática en la capacidad del individuovalioso y, una disposición para ayudarlo en elcamino de la educación y confiarle toda laresponsabilidad que fuera capaz de soportar.La mayoría de los rasgos de la InstituciónCentral Otomana no pueden sobrevivir en elsiglo veinte. El despotismo, el gobierno militar,los privilegios, el excesivo esplendor imperial,el proselitismo y la esclavitud, han sido des­tronados en favor de la libertad, igualdad, fra­ternidad, separación de la Iglesia Y el Estado,y el gobierno por el pueblo. Pero la idea deuna educación que desarrolle al individuohasta su máxima capacidad es cabalmente mo­derna; la disposición de confiar altos cargos aaquellos que, sin pensar en sus ancestros, sonlos mejores, y que por sus propios esfuerzos ypor una educación supervisada cuidadosamentehan llegado a ser los más capaces, está a lavanguardia de lo que acontece en las democra­cias occidentales. Aqu ( descansa una de lasmás fuertes indulgencias de esperanza para el

... Albert Howe Lvbver se refiere a 1909, N. del O.

Page 160: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

166 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

futuro de la nueva Turqu ía, que puede preser­var de esta manera la continuidad con el pa­sado.

La Institución Central Otomana, capaz aúnde esta manera para impartir ideas valiosas,era en sus días apacibles de inmensa importan­cia en el mundo. Con materiales cuidadosa­mente seleccionados, pero muy heterogéneos,se construyó a sí misma como una estructura

firme, fuerte y sencilla que reunió a una mul­titud caótica de Estados insignificantes y gentehostil, en un gran y, por comparación, biengobernado y durable Imperio. Durante elreinado del Gran Solimán no existía ningunaestructura humana que igualara a esta Institu­ción en riqueza, esplendor, poder, sencillez yrapidez de acción, tanto en el interior comoen el extranjero.

BIBLlOGRAFIA CONSULTADA

BUSBEca OG IER, GHISELIN. Life and tetters. 1881.

D'OHOSSON, MOURADGEA. Tableauxg'enereledef'empireottomen. 1788.

HAMER, JOSEPH VQN. Des osmanischen reichs staatsverfassung und staatus verwaltung, 1815.

JUNIS BEY. Opera nova la quale dechiara turto il gobernodel gran turco. Venecia. 1537.

MENAVINO, GIOVANNr ANTONIO Tretteto di costumi evira de turcñi. Florencia, 1548.

NAVAGERO, BERNARDO, BARBARO, MARCO ANTO·NIO e DOMENICO TREVISANO. Relazioni degli Stat;

ottomsni, Docurnent¡ di stor¡a ot tomana del socolo XVI.Florencia, 1842.

RICAUT, PAUL, The historv of the present stete of theottomen emoire, 1886.

POSTEL, GUILLAUME. De la reoubuque des turques.

POSTEl, GUlllAUME. De la republique des turaues.Poitiers, 1570.

SPANDUGINO CANTACUSENO, TEODORO. Petit treictede I'origine des Turque. París, 1519.

TRACT ATUS. De vita et moribus turcerum, 1509.

Page 161: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

LA BUROCRACIA OTOMANA:MODERNIZACION y REFORMA *

Walter Weiker

De 1826 a 1877, el Gobierno otomano enEstambul hizo un gran esfuerzo para revita­lizar su Imperio, que había estado progresivay rápidamente declinando desde que su expan­ción fue detenida en Viena a fines del SigloXVII. Este esfuerzo buscaba revitalizar al Im­perio adoptando algunas instituciones tecno­lógicas, poi íticas y sociales de Occidente. lasreformas serían realizadas por una burocraciacivil modernizada. El esfuerzo fracasó en suprincipal objetivo de detener la declinacióndel Imperio, aunque los otomanos 1 retrasa­ron el eclipse de su Estado por casi cien años yen el proceso se sentaron los cimientos sobrelos cuales los modernizadores turcos del SigloXX habrían de construir. Este artículo explo­ra algunas de las razones de su fracaso entanto se refieran a los problemas de estabili­dad y cambio, y de algunos problemas de laburocracia modernizadora en un marco tradi­cional.i'

* El artículo apareció originalmente, con este titulo, enAdministrative Science Quartehly, vol. 13, núm. 3. 1968.Traducción de Arecetf.

El término "otomano", como se usa en este artículo. serefiere a los miembros de un pequeño grupo gobernantecaracterizado por la religión musulmana. por la lealtad ala dinastía otomana y la "Cultura otomana". un fuertesentido de pertenencia a una clase superior exclusiva (amenudo incluía la convicción de que sólo ellos eran capa;ces de gobernad y una aguda separación social, cultural eintelectual del resto de la población.

la hipótesis principal es que los reforma­dores otomanos se enfrentaban a la necesidadde provocar cambios, pero no podían empren­der más que precisamente reformas. A pesarde que unos pocos burócratas exceocionales.Ireconocían que las posibilidades de un remo­zamiento interno del Imperio se acrecentaríanenormemente por las prácticas administrativasmodernas -la ejecución, orientación, recluta­miento y promoción sobre la base del méritoprofesional, de la organización racional, dela racionalización de la autoridad y apuntala­mientos poi íticos tales como la igualdad delos ciudadanos ante la ley, en la práctica comoen la doctrina>, aún los reformadores másdecididos, de hecho no podían, no se empe­ñaron más que en reformar, esto es, la reor­ganización de las unidades estructurales delgobierno o el mejoramiento de las prácticascomunes, sin hacer alteraciones poi íticas osociales fundamentales.

Tal empeño no duró mucho, por varias ra­zones. Primero, cuando un burócrata llegaba

2 Una primera versión de este trabajo fue presentada en laReunión Anual de la Asociación Norteamericana de Cien­cia Política, en 1004. La investigación Para este trabajofue apoyada en perte. Por el Consejo de Investigación dela Universidad de Butqers.

3 Un burócrata en el término del Imperio otomano tnctu Iaa cualquiera que hubiera sido educado en las escuelas ycargos de la organización administrativa. que era comple­tamente diferente de las jerarquías militares y eclesiásticasaún a pesar de que ambas eran también instituciones delEstado.

Page 162: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

168 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

a los rangos más altos, desde los cuales podíahacer un esfuerzo por una reforma real, esta­ba ya profundamente comprometido con losvalores otomanos y no estaba dispuesto adejar de lado las bases fundamentales del sis­tema otomano, tales como el Estado Islámicoy las ventajas derivadas de su status. Segundo,puesto que la estructura del Imperio era alta­mente elitista, si un burócrata hubiera tratadode ser un servidor público en el sentido mo­derno del término, probablemente habría sidoridiculizado por otros de su clase y desprecia­do por los campesinos y la población urbana,sujetos de clase inferior. Tercero, los reforma­dores otomanos no podían esperar la satisfac­ción de ver los resultados de sus reformas,puesto que la sociedad era de tal forma, quelas posibilidades de realizar metas como laidentificación nacional, la prosperidad y laeficiencia, eran muy remotas.

Ya que los reformadores no se..~mpeñaron

en la modernización, los cambios se dirigieronal mejoramiento de la estructura burocrática yno lograron los efectos buscados." Tal buro­cracia no pod ía transformar una sociedad yla mayoría de los esquemas de reforma -elotornanisrno. como una contra-ideológica parael Nacionalismo, las reformas en la adminis­tración provincial y una constitución otoma­na- , fracasaron.

4 Para una exposición mas detallada de la modernización yla moderna administración ver Joseph La Palombera Ied.).8ureaucracy and Political Development fPrincenton, N,J.,Princernon tmtversttv, 1963), Hay muy poca informacióndisponible acerca de la burocracia otomana como lnstttu­ción. Esta escasez de datos se debe tanto a los intereses deestudiosos y escritores otomanos (que a menudo erancronistas), como a la orientación que la rnavcne de losestudiantes occidentales de! Imperio otomano han asumi­do. Por ejemplo, es extremadamente dificil encontrarsiquiera un cálculo aproximado de la burocracia en susdiferentes épocas.

RESUMEN HISrORICO

El Imperio otomano de esta época era unaagrupación de provincias que se extendía des­de el Norte de Africa hasta los Estados arabesy los Balcanes. Las muchas nacionalidades es­taban integradas sólo administrativamente;cultural y económicamente continuaban sien­do autónomas. El desarrollo económico sedejaba a cargo de las poblaciones locales, conel resultado que muchas áreas, particularmen­te aquellas al este de los Balcanes, continua­ban siendo extremadamente pobres, rurales ydominadas por la tradición. Desde el sigloXVII, la jurisdicción del gobierno otomanohabía sido usurpada por el nacionalismo se­paratista (particularmente en los Balcanes) ypor el imperialismo poi ítico, económico y mi­litar de Europa. En el siglo XVII, la influenciaotomana en los Balcanes era muy débil; lasincursiones europeas como las Capitulaciones.fhabían convertido a los no musulmanes delImperio en virtuales independientes; además,Mohamed Al í de Egipto casi capturó al mismoEstambul. El problema de salvar al Imperioera extremadamente urgente.

Luchando contra la decadencia llegó altrono después de 1789 una línea de sultanesfuertes que buscaban llevar al Imperio de re­greso a las alturas de los reinos de los grandesprimeros sultanes; como Mehmed el conquis­tador (1451-14811 y Solimán el magnífico(1520-1 566). Selim 111 cayó víctima de la reac­ción y fue derrocado en 1807, pero Mahmud(1808-1839) continuó con la tarea y, con ladisolución del cuerpo de los Jen (zaros en 1826introdujo medio siglo de reformas conocido

5 Las concesiones especiales otorgadas por el gobierno oto­mano, a menudo bajo presión, él los gobiernos y compa­ñías extranjeras.

Page 163: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 169

como el Tanzimat o era de la renovación." Apesar de que Mahmud vaciló en su fervor porla reforma y los sultanes' Abdülaziz (1839­1861) Y Abdülaziz (1861-1876) ciertas veceseran reformistas, otras conservadores y a me­nudo caprichosos, los intentos de reformacontinuaron con pocas interrupciones hastaque Abdülhamid 11 terminó con ellas en 1877al suspender la Constitución otomana de1876 y retroceder al gobierno despótico.

Aquéllos mayormente responsables de laejecución de las reformas, al cooperar con elSultán, así como al presionarlo para conseguircambios más rápidos, fueron un pequeño gru­po de miembros extraordinariamente compe­tentes de la burocracia civil otomana. Cuatrohombres en particular utilizaron el puesto deGran Visir (análogo al del Primer Ministro)para iniciar e implementar casi todas las re­formas importantes. Reshid Pasha elaboró en1839 la primera declaración ampliamentereformista conocida como el Edicto de la Cá­mara Rosa e introdujo numerosas reformasadministrativas y experimentos, y fue el pri­mero en ejercer presión por la idea de un tratoigual para los no musulmanes como clave paraincrementar la estabilidad poi ítica. El Duun­virato de los Pashas Fuad y Ali, que contro­laron los asuntos otomanos desde 1856 hasta1871, buscaba hacer reformas fundamentalesen la administración provincial y en los cam­pos de la ley y la educación, así como mejorarconsiderablemente la posición del Imperio enel extranjero. Midhat Pasha, el administradormás competente del Imperio, tuvo éxito al

6 Los Jenízaros, una fuerza militar elitista al servicio per-sonal del Sultán, se volvieron irresponsables, negligentesV extremadamente reaccionarios en el siglo XIX.

implantar reformas bajo las circunstanciasmás adversas, y posteriormente fue el promo­tor principal del movimiento constitucionalde 1876.

Finalmente, en los bordes de la verdaderaadministración reformadora había un qrupo­conocido como los "Jóvenes otomanos"(Sherif Mardin se refiere a ellos como la "In­teligencia Burocrática"}," Eran hombres pre­parados como burócratas, pero que pasaron lamayor parte del periodo de Tanzimat, ya enel exilio porque eran demasiado radicales paraque el Sultán los tolerara, ya al margen delejercicio administrativo porque preferían tra­bajar como escritores, periodistas o publicis­tas. A pesar de ser intelectualmente sobresa­lientes y enormemente talentosos en las artesliterarias, su limitada experiencia administra­tiva y su ocasionalmente estrecha apreciaciónde los problemas poi íticos, hicieron de elloscríticos o reformadores de poco valor. Sinembargo, agitaron poi íticamente e hicieronpropaganda a las ideas de reforma, actividadesque se complementaban eficazmente con eltrabajo de los administradores, y su labor ycríticas continuas manten ían encendida lachispa en el periodo despótico posterior a1877_

En la exposición de la burocracia otomanaque sigue, los cambios en el estado interno deella, son examinados primero en relación conla capacidad del personal y la racionalizaciónde las estructuras organizativas y de toma dedecisiones. Segundo, se hace un intento de re­lacionar los datos sobre el estado de la buro­cracia y las ideas y prácticas administrativasa través de las cuales los reformadores busca­ban lograr la estabilidad y el cambio.

7Serit Merdln, The Genesis of Young Ottemsn Thought(Princentcn. N.J. Princenton, 1962.>.

Page 164: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

170 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

LA POSICION DE LOS BUROCRATASEN LA SOCIEDAD OTOMANA

No es soprendente que muchos de los 1íderesde la reforma hayan surgido de la burocraciaotomana. Esto tiene su base en la vinculaciónhistórica entre el poder poi ítico y administra­tivo otomano, la experiencia de los burócratasotomanos con Occidente y la ausencia deotros elementos reformistas en la estructurasocial del Imperio.

El grupo militar y el clero (Ulema) ten íanbases independientes de poder: el ejércitoen su número y sus armas, los eclesiásticoscomo intérpretes de la ley Islámica. Sin em­bargo, los controles estrictos sobre el reclu­tamiento y la herencia de la propiedad habíanconservado a la burocracia corno algo más queun brazo del Sultán. A través de toda la histo­ria del Estado otomano, la burocracia disfru­tó de poder y elevada posición durante losperiodos de la administración centralizada,equitativa y fuerte, pero era eclipsada porfuerza centrífugas cuando sultanes débilesreinaban en Estambul. La burocracia estuvoen las alturas de su poder durante el reinadode Sulimán el magnifico, quien, cuando ascen­dió al trono se convirtió en el señor de unamáquina perfecta de gobierno absolutista,sobre un Imperio que se extendía desde Hun­gría hasta las fronteras de Persia, del Mar Ne­gro al Océano lndíco." La sucesión por unalínea de sultanes débiles erosionó el poder dela burocracia. Bajo los sultanes débiles laburocracia era afectada por el detrimento enla calidad del personal, debido a una selecciónmenos rigurosa de los estudiantes para la Es-

8 üerneru t.ew¡s, The Emergency o, Modern Turkev, Lon­dres, Oxford, 1961, p. 439.

cuela del Palacio y por el crecimiento de lasfamilias notables por herencia, que estabanprontas a descentralizar el poder.

El poder de la burocracia aumentó otra vezen el Tanzimat, cuando Mahmud 11 se dió a latarea de hacerla su agencia de reforma median­te el debilitamiento de los grupos rivales depoder y la reforma de la burocracia misma.Los Jenízaros fueron desbaratados en 1826.Los poderes de los Ulema se redujeron gra­dualmente mediante la introducción de códi­gos legales y Cortes Seculares, por el comien­zo de la secularización de la educación y pormedidas tendientes a la burocratización, comoel nombramiento del Shevhulislam,9 un oficialdel gobierno, y la creación de departamentosgubernamentales separados para el control delas fundaciones piadosas. te Frecuentementese intentaba someter a los notables provin­ciales (avans) por medio de la fuerza militar,pero no siempre con mucho éxito, especial­mente cuando los burócratas que habían alcan­zado el poder recientemente empezaban aexplotarlo y a permitir a los syen, mostrarseante la pasiva población local como protecto­res en contra de los gobernantes opresivos yla autoridad central arbitraria.' 1 Los burócra­tas tendían a ser reformistas porque la refor­ma promovía la centralización de ésta incre­mentaba la fuerza de la burocracia.

Los burócratas habían sido los más frecuen­temente expuestos al contacto con Europa, elprincipal rival de los otomanos y fuente even­tual de ideas reformistas. Desde que los oto-

9 El jefe de la jerarqu ia islámica del Imperio.

10 Para estas creaciones, ver Mardin,op. ctt., p. 150

11 Halil Inelctk, "Naturaleza de la sociedad tradicional enTurquía", R. E. Ward y D. A. Rustow. ed, Political Mo­demtsstton in Jspan and Turkev, Princenton, N.J.• 1964.p.54.

Page 165: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 171

manos inauguraron relaciones diplomáticasregulares en el siglo XVII, los burócratashabían servido en las capitales europeas yestaban expuestos a la revolución poi ítica,social, industrial y económica en Occidente,incluyendo eventualmente ideas como la so­beran ía popular y el gobierno parlamentario.Hacia el siglo X IX era ya costumbre otomanacopiar una institución occidental tras otra, demanera que el conocimiento de los idiomasoccidentales y de Europa se convirtieron enuna importante cualidad para los altos cargosburocráticos. Los burócratas no entend ían elcontexto social en el cual era efectiva la mo­dernización europea y por lo tanto no podíanaplicar correctamente las modificaciones en lasociedad otomana.

Finalmente, los burócratas eran casi el únicogrupo en el que podían surgir los reformado­res. La mayoría de los grupos económicos ysociales que pod ían haber tenido fuertes in­tereses en la reforma (por ejemplo, la clasecomercial, los intereses industriales, las profe­siones independientes), eran minorías no mu­sulmanas que no estaban particularmenteinteresadas en reforzar la posición de la dinas­tía otomana. Los griegos, por ejemplo, quecontrolaban gran parte de la actividad comer­cial de Estambul, tenían grandes ambicionesseparatistas. Sin embargo, estas eran másdébiles en los judíos y los armenios y podríanhaber apoyado las reformas del Imperio, peroeran considerados ciudadanos de segundaclase con muy poco acceso real a las fuentesde poder como para que los reformadoreshubieran podido considerarlos. Los otomanosmismos permanecían apartados de las transac­ciones comerciales, consideradas como unaactividad degradante.

Aunque algunos burócratas se volvieron re­formistas, la pregunta sigue siendo por qué la

burocracia produjo tan pocos. Puede concluirseque la burocracia, en sus estrechos vínculoscon el Sultán, sevolvfaconservadora conformeganaba poder. También, tal vez la importanciade las divisiones ocupacionales mencionadasarriba era no sólo que la burocracia era negli­gente frente a la responsabilidad de la reforma,sino que las minorías se le oponían activamen­te para que sus posiciones no peligraran, ycomo los otomanos ten ían poco interés en eldesarrollo económico, esta combinación decircunstancias se traducla en que los reformis­tas se detuvieran en medidas inadecuadas.

EL ESTADO INTERNO DE LABUROCRACIA

Los cambios introducidos en la estructurainterna de la burocracia otomana en el periodode Tanzimat no condujeron al mejoramientoque pod ía haberse logrado con una organi­zación diferente. La confianza en el empleoconducía a la inercia, más que a la actividad.La profesionalización y la especialización pro­ducían fragmentación de funciones, y legalis­tas más que generalistas. La racionalización dela autoridad reducía, en vez de incrementar,la buena disposición a hacerse responsable porla acción. Una investigación más amplia puededirigirse provechosamente a la tarea de tratarde especificar las condiciones bajo las cualesestos cambios ocasionaban la eficiencia buro­crática.V Sólo dos aspectos de la eficiencia

12 La aplicabilidad de una de las definiciones más popularesde la burocracia moderna (el tipo ideal de Max Weber) alas zonas desarrolladas ha sido seriamente cuestionadarecientemente y se ha sugerido que los ideales weberianospueden ser disfuncionates en tales zonas. Varios autores,en una obra moderna, han "llegado a asegurar que la co­rrupción o su equ ivalen te funcional puede ser críticamenteimportante para las naciones en desarrollo" y parecenpensar Que "la burocracia clásica no es necesariamenteuna orecondiclón para el desarrollo". La Palombara, op,cit., p. '1.

Page 166: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

172 REVISTA OE AOMINISTRACION PUBLICA

burocrática se consideran aqu í: la competen­cia del personal y la racionalización de la or­ganización y la autoridad.

La eficiencia del personal

El mayor obstáculo para reclutar personalcompetente era la adscripción característicade la estructura social otomana. La estructuraadministrativa estaba dividida en tres 1íneasprofesionales: militar, eclesiástica y burocrá­tica. Cada una ten ía sus propios procedimien­tos de preparación, que controlaba muy rigu­rosamente. El famoso sistema Devshrirme deselección estrictamente meritoria para puestosmilitares y administrativos se abolió poco des­pués del reinado de Sulimán y surgió "unatendencia ya distinguible a principios delsiglo XVII, que se volvió completamente evi­dente en el siglo XVIII, a que las carreras, sino los puestos, se volvieran hereditarias. Ha­bría sido poco común y muy difícil para unhijo entrar a una carrera diferente a la de supadre, de manera que cada una de las institu­ciones, burocrática, militar y eclesiástica eracompletamente autoperpetuable, aunque noestaba necesariamente cerrada al ingreso degente nueva" .13

El requisito básico para ingresar a la buro­cracia era la capacidad de leer y escribir, quedurante mucho tiempo constituyó el mono­polio de una pequeña élite, a pesar de la even­tual expansión de las oportunidades de educa­ción en la mayoría de las ciudades del Imperio.Después de esto estaban los requisitos de serviral Estado, a la fe y comportarse "a la manera

13 Richard Chembers, "Tñe civil bureaucraey and ootitioetmodernizatían in Turkey", en Ward V Rustow. oo. oñ.,p. 303. También observa que había poco movimientoentre los despachos dentro de la burocracia misma.

otomana". La "manera otomana" significabaser absolutamente fiel a la dinastía, vivir dentrode la cultura otomana y compartir una seriede actitudes y valores que les hagan en su pro­pia estima las únicas personas en el Imperioque merezcan el nombre de otomanos,14 ytener capacidad para gobernar. La educacióndel siglo XVIII constaba de una enseñanzaformal, entrenamiento en el trabajo y asimi­lación cultural al estilo otomano por víascomo las conferencias del Ulema dirigente. 15

El control de la burocracia sobre sus miem­bros facilitaba el ascenso a puestos adminis­trativos más altos y a posiciones de alta poi í­tica. Parece haber surgido generalmente dela burocracia misma. Aunque significaba unaútil profesionalización de los más altos rangosde la burocracia, la mayoría de los observa­dores y estudiosos del desarrollo otomanoestán de acuerdo en que el "Padrinazgo" eraun criterio mucho más determinante para elascenso, que el mérito. Los oficiales, particu­larmente en los más altos niveles, a menudosubían y caían rápidamente y los hombres derangos inferiores generalmente se acercabana los candidatos más promisorios para losaltos cargos, quienes luego instalarían a susseguidores en puestos clave. Esto hacía de lacarrera burocrática algo sumamente inseguro,por lo cual un buen hombre dudaría antes deemprenderla.

Un intento de la reforma fue tratar de ele­var el status social de la burocracia y la segu­ridad en el trabajo de sus miembros mediantemedidas como uniformes para burócratas y un

14 Peter F. Sugar "Economtc and polítical modernizarían inTurkey" en Ward y RustCMI,op. ctt .• p. 150.

15 Norman Itzkowitz, "Mehmed Raghib Pasha, The makingof an ottoman Gnmd vu«: (Disertación, Depto. de Es­tudios Orientales. Princenton Univ., 1959. inédito) pp.35-37.

Page 167: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 173

distintivo como el de los militares y el Ulema;nuevas tablas .de rango, prioridad y títulos;revisión de la escala de salarios y del grado deapego a [as reglas, que haría posible evaluarla eficiencia de estas medidas. Los estudiososestán de acuerdo en que los efectos de las mis­mas fueron insatisfactorios y tendieron a ren­dir resultados contrarios a los esperados. Unescritor moderno ha observado que "dar a losfuncionarios públicos seguridad en su propie­dad e inmunidad a la destitución ... aunquepretend ía mejorar la moral y la eficiencia enel servicio ... de hecho aumentaba la tranqui­lidad de los funcionarios más que su eficien­cia".16

Otra reforma reforzó aún más el recluta­miento hereditario. En 1839 Mahmud pusofin a la tradición de embargar las fortunas delos burócratas de altos rangos y devolver, a sumuerte, sus fondos a la Tesorería.

En vez de atraer al servicio a hombres queanteriormente hab ían estado renuentes aingresar a la burocracia, porque esto podríasignificar el sacrificio de la fortuna que espe­raban dejar a sus familias y preferían escogerotras 1ineas profesionales, la reforma permitió"a los hijos de los afortunados privilegiadosdetentar privilegios que los pondrían delantede otros funcionarios del Estado"."? Así, ladistancia entre los que gozaban de la adscrip­ción y los que buscaban concentrarse en suslogros como base para ascender, se hizo másgrande que nunca.

Una reforma más exitosa fue el establecí­miento de escuelas nuevas, más "occidenta-

16 Chembers. op. cit., p. 305. También Mardln, oo. cit .. pp.150-151.

17 Franz Van Werner, Türktsche Skizzen, Leipzig, 1878.citado en Mardin, op. cit., p. 122.

les" y, por tanto, en términos otomanos, más"modernas" para los burócratas, como elMekteb-i Maarif-i Adliye en 1839 y el Mekteb­i Mülkiye (Escuela de servicio social) en 1859.Estas escuelas no rindieron beneficios hastadespués del periodo Tsruimet.t'' Tal vez la"escuela" más digna de atención era un depar­tamento gubernamental establecido para de­terminar el fin del monopolio que los griegosphanariote ten ían en los puestos de intérpre­tes, puntos clave de contacto entre el gobier­no otomano y el Oeste. La Oficina de Traduc­ciones (Tercüme Odesi], abierta en 1833, pro­porcionaba a sus empleados capacitación es­pecial en francés, historia, aritmética y otrasmaterias no tradicionales, así como un contac­to sistemático y concentrado con Occidente.Casi todos los burócratas reformistas y losjóvenes otomanos eran graduados de estedepartamento.

En relación con el problema central decombatir el nacionalismo y el imperialismoeuropeo, las medidas que el gobierno tomópara mejorar la capacidad de sus borócratasfueron infructuosas. Los burócratas segu íanatendiendo sus propios intereses antes que elinterés público y las reformas que en diferen­tes contextos podrían haber llevado a unaburocracia más eficiente sólo condujeron enla sociedad tradicional otomana. a la intensi­ficación del abuso de atribuciones. La buro­cracia segu ía siendo una carrera atractiva paraalgunos hombres excepcionalmente capacescomo los reformadores del Tanzimat, pero encantidad no mayor que antes.

18 Mardin,op. ctr., p. 208; Lewis,oo. cit., pp. 120-368.

Page 168: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

114 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

Racionalización de la organización y laautoridad.

La burocracia otomana necesitaba raciona­lizar la organización y la autoridad para lograrsu participación en la revitalización del Impe­rio. Lo que se necesitaba era una división ra­cional de funciones dentro de la burocracia ymecanismos que permitieran al Gran Visirexigir el acatamiento de las poi íticas oficiales,así como para mejorar la coordinación y laplaneación poi ítica.

Organizativamente el problema era quedurante varios siglos se habían creado despa­chos 'y subdespachos desorganizadamente,conforme se agregaba un nuevo territorio alImperio o cuando la administración asum íauna nueva función. Al principio del periodoTanzimat había gran confusión por jurisdic­ciones mal definidas y traslapadas; despachoscon obligaciones que la administración nuncacumplió o dominios sobre territorios que elgobierno de Estambul ya no controlaba. Enlo tocante al procedimiento, se ha consideradoque una petición presentada a la administra­ción financiera ten ía que pasar por lo menospor veintidós etapas formales antes de que setomara alguna rnedida.l? La reorganizaciónde funciones parece haber sido relativamentefácil, porque se refería a la distribución bási­ca del poder sólo periféricamente. A fines delsiglo XIX había grupos de ministros especia­lizados en lugar de enormes despachos aglo­rnerados.I?

La jerarqu ía y la distribución de autoridad,sin embargo, se realizaban mucho menos fá-

19 ltzkcwi tz, oo. ctr.. pp. 73·74. También H.A.R. Gibb yHatcld Bowen , Islamic Societv and the West. London,Oxford, 1950-1957, VoL 1. Parte 1, p. 130.

20 hzkowitz oo. cit. Lewls. oo. cít., pp. 94·95, 365-367.

cilmente debido a que el poder en el sistemaotomano se obten ía en su mayor parte por lainfluencia personal con el Sultán y el GranVisir ten ía muchos competidores sagaces envarios puestos administrativos superiores, yen el numeroso séquito personal del Sultán yen el Palacio. 2 1 Se introdujo un Consejo deMinistros y otros cuerpos más especializados,como el Consejo de Ordenes Judiciales, yjuntas para la instrucción pública y asuntosmilitares; ellas coordinaban más que dictar,las poi íticas a seguir y sólo funcionaban ade­cuadamente cuando las personalidades pode­rosas decid ían usarlos, situación relativamen­terara.22 Las relaciones de autoridad podríanhaberse mejorado reduciendo el poder quetenían los burócratas dentro de la jerarquía,para acudir a las fuerzas poi íticas exterioresy derrocar a sus superiores. En vez de dar alGran Visir poderes adicionales para nombrar ydestituír, los sultanes reforzaban su propiocontrol, sobre los nombramientos y reafirma­ban la doctrina de que todos los funcionariosdel gobierno eran de hecho sirvientes perso­nales del Sultán. En consecuencia, la eficien­cia de los administradores reformistas era fre­cuentemente anulada por intereses privados yoficiales capaces de introducir su influenciaen numerosos niveles de la burocracia. Lossultanes conservadores como Abdülaziz con­virtieron en costumbre el cambiar a los gober­nadores y ministros caprichosa y frecuente­mente, refrenándose sólo durante las épocas

21 Gibb y 8owen, oo. cit .. pp. 76-126; Itzkowitz, op. cit.,pp. 150-156.

22 Mardin, oo. cit., p. 152; Roderic Davison, Reform in rheOttomen Empire 1856-1876, Princenton, N.J. Princenton,1963. p. 239.

Page 169: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 115

de graves crisis con el extranjero.23 Sólo hastala Constitución de 1876 el Gran Visir recibiópor lo menos una participación formal en losnombramientos y no consiguió controlarloscompletamente hasta después de la revoluciónde los jóvenes Turcos en 1908. Los reformis­tas no efectuaron tantos cambios para mejorarlas relaciones internas de la autoridad en laburocracia, como lo hicieron para aumentarla capacidad del personal.

PROYECTOS DE REFORMA

Los burócratas reformistas buscaban: 1) con­vertir el otomanismo en una ideología contrael nacionalismo; 2) reformar la administraciónprovincial; y 3) elaborar una Constituciónotomana.

Otomanismo

Cuando los estadistas otomanos se dieroncuenta de que la superioridad militar de Occi­dente se debía a la tecnología y la educación,comenzaron (en el siglo XVIII) a importarequipo, técnicas e instructores militaresextranjeros. En el siglo XIX los burócratasotomanos que conocían Occidente se perca­taron, por un lado, de la relación entre lafuerza poi ítica occidental y su organizacióncon base en los Estados nacionales y, por elotro, del separatismo de las provincias bal­cánicas del Imperio y buscaron combatir elnacionalismo con una ideología igualmenteatractiva. Esta era el concepto de otomanismoo identificación con el Imperio de todos sussúbditos. Lo atractivo del otomanismo eraque descansaba sobre reformas que qaranti­zaban absoluta igualdad de palabra para los

23 Para algunos ejemplos ver Davison. op. cit .. p. 168.

súbditos no musulmanes del Imperio y sobreuna administración muy mejorada de las pro­vincias.

Fue básico para el otomanismo en su luchacontra el nacionalismo balcánico, abolir ladiscriminación legal de los no musulmanes. En1839, al principio del periodo de Tanzimat,el Gran Visir reformista Reshid Pasha persua­dió al Sultán Abdülmecid de incluir variasdisposiciones en este sentido en el Edictode la Cámara Rosa. "Se esperaba ... que esasgarantías generales de protección igual bajo laley reforzarían la independencia e integridaddel Imperio otomano, aumentando la lealtadde sus súbditos tanto cristianos como musul­manos y disminuyendo las tendencias sepa­ratistas ."24 Las reformas específicas que sedelinearon inclu ían la secularización de leyescomo las relacionadas con el status personal,la secularización de la educación, la aperturadel empleo gubernamental y el servicio militara los no musulmanes, así como revisiones enla estructura fiscal.

En el nivel formal, hubo un progreso notablea lo largo de estas líneas durante el periodo deTanzimat. En el campo legal, los logros inclu­yeron la promulgación de códigos territoria­les, penales y comerciales, el establecimientode tribunales mixtos en estos campos y uncódigo civil completamente nuevo, el Meje//een 1869 y la secularización del poder judicialbajo un Ministro de Justicia apoyado por Ins­tituciones educativas para jueces y abogados.En la educación, las facilidades se extendieronsignificativamente y se abolieron las restric­ciones contra los no musulmanes. En el cam­po fiscal, en 1855 el gobierno suprimió losdos tributos más discriminatorios, el impuestoindividual, . "que se había exigido a los súb-

24 tbid.. p. 40.

Page 170: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

176 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

ditos no musulmanes protegidos por el Estadodesde los principios del gobierno islámico"­y el impuesto de exención militar que los nomusulmanes estaban obligados a pagar enlugar de servir en las fuerzas armadas, de lascuales eran excluidos en todo caso.25 En elempleo gubernamental no se lograron avancessignificativos.

Estos esfuerzos eran grandemente utópicos.Del lado musulmán, como Bernard Lewis haobservado, la tolerancia de los no musulmanesestaba profundamente arraigada en las leyes ytradiciones del Islam y el sistema otomano,"basado en el supuesto de que las comunidadestoleradas estaban separadas y eran inferio­res"26 Del lado cristiano había también unagran resistencia, ya que el sistema millet delgobierno otomano había dado durante muchotiempo a las comunidades no musulmanas ya sus líderes ml'cha autonom ía y poder tem­poral, que fue reforzado por su larga domi­nación de la actividad comercial y posterior­mente por la protección de los poderososeuropeos.F?

Probablemente el otomanismo como con­cepto nunca tuvo la capacidad real de compe­tir exitosamente con el nacionalismo y a estosimportantes obstáculos prácticos e ideológicosse agregó la ampliamente difundida suposiciónde que el gobierno difícilmente deseaba -o

25 lewis,op. cit., p. 114.

26lbid., p. 105 Davison, op. cit .. p, 43. cita un incidentedonde "un musulmán, llevado a la estación de policía porun Cristiano por haberlo insultado con el epíterc deGavur [inffell, es regañado por el Capitán de Policía: 'oh,hijo. éno lo explicamos? Ahora existe el Tanzimat: unGavur ya no es un gavur: ",

27 Bajo el sistema Mil/et varias comunidades religiosas apli­caban sus propias leyes a los asuntos de posición personalV se administraban solos, Cf. Lewls. oo. cit., p. 328. yneveco.ce. cit; cap. IV.

no podía- realizar realmente las reformas.Esta suposición se confirmó y la ineficienteburocracia administró aquellas reformas quefueron inauguradas, menos que exitosamente.

Reforma de la administración provincial

Un "dilema constante del periodo Tanzimatfue como mantener un control centralizadosobre el Imperio permitiéndo suficiente hol­gura y autoridad a los oficiales locales paraque la administración fuera eficiente y expe­dita".28 La centralización se consideraba de­seable por dos razones: 1) El gobierno central;que promovía las reformas, detendría la explo­tación de la población por los terratenientes ydemostraría los beneficios de permanecer bajola protección otomana, 2) el reestablecimientodel control central aumentaría los ingresosgubernamentales. La descentralización, porotra parte, podría apaciguar a los nacionalistasseparatistas y sería un paso hacia la antigua yrelativamente fructífera costumbre de permi­tir a la población conservar su propia cultura einstituciones mientras pagaran sus impuestosy se abstuvieran de iniciar revoluciones arma­das.

La administración provincial, como otrosaspectos del gobierno otomano, había dejadode ser eficiente. Se dieron algunos pasos haciala reforma al principio del periodo de Tsrui­mat bajo el sultán Mahmud 11. Las campañasmilitares contra los Ayahs eran parcialmenteefectivas. La promesa del Edicto de la CámaraRosa de abolir el arrendamiento de contribu­ciones se cumplió en 1840, aunque la drásticacaída en los ingresos públicos provocó que sereintrodujera en dos años.29 Reshid Pasha

28 Davison,op. cit.• p. 136.

29 na«. p. 44.

Page 171: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 177

experimentó el otorgar diferentes grados deautoridad a los gobernadores de acuerdo conlas necesidades de las provincias e inauguróalgunas juntas locales. Estas inspiraron despuésun esfuerzo individual más comprensible, elVi/ayet (ley provincial) de 1864, que buscabahacer a la administración provincial, más fuertey equitativa.

En algunos aspectos la ley Vi/ayet era muysimilar al sistema francés del Pretet. Los Iími­tes de las provincias fueron señalados nueva­mente para hacer unidades mayores y cadauna se subdividió jerárquicamente en Ssnjsks,Kazas, Nahiyes, comunas y villas. La oficinadel gobernador se reorganizó en departamen­tos de asuntos civiles, financieros, de policía;poi íticos y legales. Se le dió autoridad al go­bernador sobre todos los oficiales de la pro­vincia, aunque parece que su autoridad fueentorpecida por el poder del Sultán para nom­brar oficiales de Sanjak y Kaza y por la res­ponsabilidad que varios jefes de departamentoten ían para con sus respectivos ministros,además de las que ten ían con el gobernador.3o

A fin de acercar al gobierno con la gente yestablecer un puente entre las divisiones reli­giosas, la estructura ejecutiva se complementócon un sistema de juntas mixtas y asambleasgenerales, as í como consejos administrativos anivel de provincias, Sanjak y Kaza, consisten­tes de varias combinaciones de funcionarios,jefes de comunidades religiosas y "represen­tantes de la población".31

Las reformas realmente logradas sobre labase de la ley Vi/ayer fueron m ínimas, porqueni la reorganización ejecutiva ni el sistema dejuntas eran eficientes. De hecho, la ley sólotuvo éxitos notables dos veces, ambas princi-

30 Ibid., pp. 146-147; Lewis , op. cit ., pp. 381-382.

31 Davison,op, cit., pp. 146-147.

palmente por el trabajo de un burócrata ex­traordinariamente capaz, Midhat Pasha.Conocido como el más eficiente administradordel Imperio, que fue nombrado en 1864 paragobernar una provincia modelo en Tuna oprovincia del Danubio, una zona extensa queinclu ía la región de Sofía. Sus principales ven­tajas eran su creatividad y su poder para selec­cionar y proteger a algunos de sus subordina­dos más competentes. Davison observa queMidhat parece haber sido capaz de influir enla selección de los nombrados para Estam­bul. 32 Sin embargo, en la mayoría de los casoslos burócratas no estaban ansiosos de dirigirsea lugares remotos, ni estaban capacitados paraenfrentarse con problemas completamentediferentes a su trabajo en las oficinas de lacapital. Los pocos administradores eficientesque sí llegaron a las provincias eran hundidosrápidamente por las intrigas poi íticas, algunasveces hasta el punto de que exigía que el poderfuera devuelto a los hombres notables de lalocalidad. Estos, al menos, tenían sus raícesen las provincias, no hab ían llegado por elcapricho del Sultán y, por lo tanto, estabaninteresados en mantener la estabilidad y laprosperidad.

El sistema de consejos o juntas no fue muyeficiente porque el gobierno realmente nuncafue capaz de lograr instituciones representati­vas. No se pedía, por supuesto, representacióndirecta, ya que pocos habrían estado prepa­rados para ello, pero por medio de un sistemacomplicado y muy restringido de elección, losmiembros de las juntas o consejos administra­tivos eran efectivamente nombrados por lapuerta. En algunos casos esto pudo haber sidojustificable, como en algunos consejos provin­ciales con los que Rashid Pasha había expe-

32 tbta.. p. 153.

Page 172: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

178 REVISTA OE AOMINISTRACION PUeLlCA

rimentado en 1840, que eran extremadamentecorruptos, pero el nuevo sistema hizo pocomás que sustitu ir una institución no represen­tativa por otra. Los consejos parecen habersido generalmente veh ículos de dominacióndel gobernador o de dominación de las élitesno representativas locales; o ambos lo usabanal mismo tiempo para disimular sus malos ma­nejos o para confirmar sobre el papel lo queno ocurría de hecho, proporcionando una"administración que, a menudo, tenía éxitosólo en obstaculizar la eficiencia de la admi­nistración, y se puso de moda entre los gober­nadores, decir que sus manos estaban atadaspor el Tanzimat." JJ

Bajo estas circunstancias, el éxito de MidhatPasha en la provincia del Danubio se repitiócinco años después en la zona más difícil deBagdad, por lo que fue extraordinario. Por unlado, demostró la importancia de los indivi­duos excepcionales. En dos años, Midhat había"restaurado el orden, introducido una nuevajerarqu ía, proporcionando créditos agrícolas,constru ido caminos, puentes y vías acuáticas,iniciado industrias, abierto escuelas y orfana­tos, fundado un periódico e incrementado losingresos de la provincia de 26,000 a 300,000talegas".J4 Por otro lado, el poco tiempo deduración del cargo (tres años en cada lugar)revelaba nuevamente serios problemas poi íti­cos y administrativos. También la escasez deadministradores de nivel medio y bajo com­petentes, sumada a las circunstancias, facilita­ban la posibilidad de que los tradicionalistasde Estambul y las provincias arruinaran la ad­ministración de las reformas. Por ejemplo, no

33 tbid., p. 137. También se acostumbraba que tos inspecto­res se enviaran desde Estambul y esto aparentemente re­frenaba los peores excesos.

34 Lewis.op. cit., p. 384.

es posible decir si los experimentos adminis­trativos ten ían efectos diferentes en las pro­vincias musulmanes y no musulmanas, evalua­ción ésta que tendría que hacerse antes dellegar a conclusiones más firmes en cuestionescomo el grado en el que estaba deshauciada lareforma en lugares como las provincias balcá­nicas, donde había propensión al separatismo.

La constitución otomana

Durante todo el periodo de Tanzímat, los bu­rócratas reformistas se preocuparon por elproblema de limitar la autocracia. Probable­mente el conflicto poi ítico más grande serefería a la Constitución otomana de 1876.Los reformadores encabezados por MidhatPasha lograron que fuera promulgada, pero suvictoria sólo duró un año, antes de que elSultán Abdülhamid la suspendiera y no fuerestaurada hasta la revolución de los jóvenesturcos en 1908.

Los intentos de institucionalizar los 1ímitesde la autocracia se hab ían hecho antes, en elperiodo de Tanzímat, cuando los burócratasreformistas trataban de hacer los Edictos Im­periales de 1839 Y 1856, limitando en loposible al Sultán, sin resultados notables. Lasconstituciones más formales se habían usadoen la reorganización de algunos de los Mílletsno musulmanes y en la reforma de la organi­zación administrativa provincial. La limitaciónformal a la autoridad del Sultán era muchomás que un paso momentáneo. Hab ía un grandesacuerdo sobre esto entre los reformadoresque reflejaba su rango de experiencia en laspoi íticas relacionadas con la administración.

Los Pashas, AIi y Fuad, que ten ían la mayorexperiencia en los problemas administrativosy poi íticos referentes al 1mperio como con­junto, se opon ían fuertemente al proyecto,

Page 173: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

ESTUDIOS DE CASO 179

asegurando que las muchas nacionalidadesnunca podrían unirse y que "la mayoría de lapoblación era completamente incapaz de de­cidir su propio destino".35 Abogaban por lareforma impuesta desde la cima. La perspec­tiva puramente administrativa de MidhatPasha, aunada a su candidez poi ítica, le hacían'más optimista, hasta el punto de ver panaceasen muchas de las mecánicas de las institucionesparlamentarias.36 Los jóvenes otomanos, másalejados de la experiencia administrativa ypoi ítica, insistían en limitar el poder del Sul­tán dentro de un principio mayor. Llevabaneste principio tan lejos, que de hecho se opo­nían a toda autoridad absoluta, incluyendo lade los mismos reformadores y Grandes Visires,irritándose particularmente por la gran fuerzade los Pashas, AIi y Fuad.

Todos los reformadores segu ían siendobásicamente 'otomanos y continuaban enreda­dos en las paradojas básicas, lo cual hacía quesu propósito de Constitucionalismo carecierafinalmente de un significado real. Los jóvenesotomanos, que apoyaban más firmemente lareforma, eran también quienes insistían másen que el Islam conten ía todas las bases nece­sarias, no sólo para la democracia sino tam­bién para la justicia, la civilización y el progre­so, pero no se dieron cuenta de que estos idea­les sólo raramente se habían llevado a la prác­tica. Los jóvenes otomanos eran tambiénquienes propon ían principalmente que elSultán siguiera siendo el 1íder del sistema gu­bernamental, ofreciendo una variedad de fór­mulas por las que el Sultán podría "promul­gar" la constitución o bien el Sultán podríaser considerado como "responsable de sus

35 Mardin, op, cit.. p. 20.

36 Davison, oo. cít . p. 363.

propias acciones" y, por tanto, al menos par­cialmente al margen del sistema Constitucio­nal. 37

No es sorprendente que el Sultán no tuvieradificultad en ver que la Constitución que habíapromulgado le daba predominancia contínuade poder. No se le negaban atribuciones espe­cíficas y sí se le concedían muchas.38 Apenasun año después de la promulgación de laConstitución, El Sultán Abdülahmid usó lospoderes que le concedía el artículo 113 paradeclarar a Midhat Pasha persona peligrosa yjunto con otros reformadores exiliarlo y di­solver el Parlamento, que durante treinta yun años no volvió a reunirse.

El fracaso de la Constitución otomana,como otros proyectos de reforma, reflejabanla insuficiencia de los reformadores; la desu­nión entre los burócratas, su inadecuada apre­ciación de la poi ítica; su fracaso para reformara la burocracia, su limitada comprensión decómo y por qué las constituciones funciona­ban en el Oeste y lo que la occidentalizaciónsignificaba realmente.

CONCLUSION

El fracaso de la reforma en el Imperio oto­mano de ninguna manera fue total. En la erade Tanzimat hubieron mejoras en la educa­ción y la administración de la justicia, el go­bierno provincial y la manera de tratar a losno musulmanes y por lo menos aparecieronalgunas instituciones representativas para mu­chos grupos del Imperio. Todas estas fueron

37 Mardin, op. cit .. pp. 312, 375-376.

38 Para una relación completa. ver Davlson, oo. cit .• pp.386-387.

Page 174: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

'80 REVISTA OE AOMINISTRACION PUBLICA

piezas constructivas muy importantes en lamodernización de Turquía en el siglo XX. Apesar de que los reformistas no pudieron ex­pulsar al imperialismo ni vencer al separatismonacionalista, lograron posponer el fin inevi­table del Imperio durante todo un siglo, des­pués de que la mayoría de los observadoreslo habían anunciado.

El caso otomano es útil para enfocar algu­nos problemas acerca del papel de las institu­ciones tradicionales en el cambio poi íticodirigido. Se ha hecho un esfuerzo para demos­trar que la modernización difiere radicalmentede la re.forma (siendo ésta una reorganizaciónde la estructura social, sin cambios básicos enlos supuestos sobre los que descansa el sistemapoi ítico) y cuando se ofrecen reformas parauna situación que requiere de modernización(reorientación fundamental de la sociedad).las prácticas tradicionales pueden arraigarsemás profundamente que antes. En el casootomano, la modernización necesaria paraenfrentarse a las amenazas del imperialismo yel nacionalismo probablemente requería aban­donar el Estado Islámico y la monarquía ab­soluta. La insistencia en conservarlas estabaíntimamente relacionada con el fracaso al

desarrollar una burocracia adecuada para latarea de revitalizar el Imperio, aunque eramucho menos tradicional al final del periodoTanzímat que al principio. El fracaso de laburocracia condujo al fracaso de varios pro­yectos de reforma. Un empeño poi ítico in­suficiente para cambiar la sociedad produjoun comportamiento burocrático incompatiblecon la modernización.

Por supuesto, la base de un caso único, espe­cialmente en el que hay tan poca información,es insuficiente para hacer otra cosa que sugeriruna tentativa de hipótesis. Las relaciones entrelos objetivos poi íticos y la modernizacióntanto de instituciones específicas como lasburocracias y las sociedades en su conjunto,merecen una investigación más amplia. El casootomano parece respaldar la aseveración deManfred Halpern de que "antes de que las bu­rocracias en el Medio Oriente puedan jugarpapeles importantes en la modernización desu sociedad, deben surgir poi íticos emprende­dores y constantes." 39

39 Manfred Hetoem, The Politics of Social Change in TheMiddle East and North Atrtce. Princenton. N.J. Pnncen­ton, 1963, p. 348.

Page 175: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

EL CONCEPTO DE LA ADMINISTRACIONPUBLICA EN LOS IMPERIOS

MUSULMANES *

lbn Jaldún

COMO SE FORMAN LOS IMPERIOS

Los imperios que se inician mientras que elimperio ya establecido se halla en su periodode decadencia se forman de dos maneras.Cuando los gobernadores de las provinciaslejanas ven que la autoridad del gobierno cesade alcanzarles, cada uno de ellos se arroga elmando supremo en su jurisdicción, y consti­tuye para su pueblo un nuevo imperio, un rei­no que lega a su familia, y que se convierte enherencia de sus hijos o de sus libertos, y au­menta gradualmente en potencia. En ocasioneséstos se disputan la autoridad soberana, y, ensu lucha, el caudillo más fuerte la arrebata asus rivales. En la época en que el imperioabasida iniciaba su decadencia y ya no podíahacer senti r su autoridad en las comarcas re­motas, la dinastía de los Samanidas se estable­ció en la Transoxian, la de los Hamdanida seadueñó de Mosul y Siria, y la de los Tulunidase apoderó de Egipto. Por otra parte, cuandoel imperio de los Omeya españoles cayó en ladeclinación, los gobernadores de las provinciasque repartieron los restos, y se formaron reinos

Este articulo ha sido integrado con los capitulas X. XIV,XVII. XXXIV. XXXV. XLI, XLII V XLVIII, de la obraIntroducción a la historia universal, de lbn Jaldún. publi­cada por el Fondo de Cultura Económica en 1977; al cualagradecemos la gentil autorización de la publicación deestas páginas.

que pasaron a sus parientes o sus libertos. Enparecidos casos, estos jefes establecen su inde­pendencia sin hacer la guerra a la vieja dinastía;dueños de sus entidades, no intentan apode­rarse del imperio, que aún se mantiene, (obtie­ne el poder) de una forma muy sencilla: eseimperio, estando en plena decadencia, nopuede ya extender su brazo hasta las regioneslejanas, y no posee suficiente fuerza para hacersentir all í la acción de su potestad.

La segunda manera de formar un imperioconsiste en que, de los pueblos o tribus que seubican en las cercan ías del imperio estableci­do, surja un individuo que tome las armas paraatacarle, ya sea con el pretexto de hacer triun­far una causa poi ítica o religiosa, en tomo dela cual ha logrado reunir a su pueblo, asícomo ya habíamos indicado; o bien, viéndosesostenido por un poderoso partido, y ocupan­do un alto rango entre los suyos, se sientemuy fuerte y aspira a fundar un reino con elconcurso de sus partidarios. Estos, por suparte, nutren la esperanza de establecer su do­minio en el territorio de dicho imperio cuyodecaimiento ya han advertido y desafían suautoridad. Este pretendiente y su pueblo,viendo que el imperio se les ofrece como unapresa fácil, lo fustigan sin cesar y acaban porapoderarse de él. Así fue como los Selyúcidasdespojaron a los descendientes de Sebokteguin(los Gaznevides], y los Benimerines reempla­zaron a los Almohades.

Page 176: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

184 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

LOS IMPERIOS, ASI COMO LASPERSONAS, TIENEN SU PROPIA VIDA

Según los médicos y los astrólogos, la vida na­tural del hombre es de ciento veinte años, osea de la especie que éstos llaman grandesaños lunares. La vida, en cada raza de hom­bres, está sujeta a variaciones, siendo su dura­ción determinada por las conjunciones (de loscuerpos celestes). A veces excede de esta cifrade años y otras veces no la alcanza; así, loshombres nacidos bajo ciertas conjuncionesviven hasta cien años, otros hasta cincuenta yotros hasta ochenta o setenta. Según los ob­servadores (de cuerpos celestes), todo ello de­pende de las indicaciones suministradas porlas conjunciones. Para la raza actual de loshombres, la duración de la vida oscila entrelos sesenta y setenta años: tal como se encuen­tra mencionado en una de las tradiciones delProfeta. La vida natural del hombre, cuya du­ración es de ciento veinte años, raramente seprolonga más allá de esos límites; eso dependede ciertas posiciones extraordinarias de la es­fera celeste. Vemos un ejemplo de ello en elcaso de Noé, así como en un pequeño númerode aditas y thamuditas. En cuanto se refiere ala vida de los imperios cuya duración asimismovaría bajo la influencia de las conjunciones,pero, en general, no pasa de tres generaciones.La vida de una generación es de la misma pro­longación que la edad promedio del hombre;es decir, cuarenta años, periodo en que el de­sarrollo del cuerpo alcanza su plenitud. Diosha dicho: "Cuando alcanza la pubertad y luegollega a los cuarenta años, etcétera." (Corán,sura XLVI, verso 15). He aquí por qué había­mos dicho que la vida de una generación esigual a la -edad promedio de un hombre, que­dando nuestra aserción justificada con lo quese infiere de la sapiencia divina que fijó en

cuarenta años, el espacio de tiempo que losisraelitas debían permanecer en el desierto.Ese término fue señalado con el fin de hacerdesaparecer de la existencia a la generaciónque vivía entonces y reemplazarla por otra ala cual la humillación de la esclavitud le eradesconocida. De all í se infiere que el lapso decuarenta años, promedio de vida de un hom­bre, es igual a la vida de una generación.

Decíamos que la duración de un imperio nopasa ordinariamente de tres generaciones. Enefecto, la primera generación conserva sucarácter nómada, los rudos hábitos del vivirsalvaje, la sobriedad, la bravura, la pasión delpillaje y la coparticipación de la autoridad; poreso el espíritu de asabiya en esta generaciónpermanece en vigor; su acero constantementeafilado, su vecindad temible, y los demáshombres se reconocen vencidos ante su ímpe­tu. La posesión de un imperio y la abundanciaconcomitante transforman el carácter de lasegunda; para ésta, las costumbres del desiertose sustituyen con las de la vida sedentaria, laspenurias se trocan por el bienestar y la comu­nidad del poder por la autocracia. Un sólo in­dividuo acapara toda la autoridad; el pueblo,demasiado indolente para intentar recuperarla,cambia el esplendor del poder por la abyecciónde la incuria. El vigor de la asabiya se que­branta un tanto; pero, a pesar de su abatimien­to, se percibe que esta generación conservaaún una porción considerable de aquellas cua­lidades ostentadas por la generación preceden­te. Ella ha podido conocer sus costumbres, sualtivez, sus afanes por la gloria, su ardor enrechazar al enemigo y en defenderse; por tantono puede perder ese espíritu completamente.Espera incluso recuperar aquellos rasgos carac­terísticos; o quizá piense que aún los posee.

La tercera generación olvida totalmente lavida del desierto y las costumbres agrestes del

Page 177: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 185

beduinismo; desconoce la dulzura del esplen­dor y de la solidaridad de la asabiya, habituadaya al régimen coercitivo, a sufrir la dominaciónde un amo y sumergida, por los imperativosdel lujo, en cuanta delicia mundana. Los hom­bres de esta especie se convierten en una cargapara el Estado; al modo de las mujeres y losniños, han menester de protección; entre ellosni idea existe de la asabiya, el coraje de defen­derse, de rechazar a un enemigo o de exigir underecho, les falta completamente, y, a pesar deello, tratan de engañar al público con sus em­blemas (militares). sus atavíos, sus aires dehábiles jinetes y su tono petulante. Un falsotoque de barniz, para alucinar a la gente; por­que, en general, son más cobardes que las mu­jeres, y si alguien les ataca, son incapaces deresisti r. El soberano se apoya entonces en losextraños de valor reconocido, y se rodea delibertos y clientes en número más o menos su­ficiente para la defensa del país. FinalmenteDios dispone que tal imperio sucumba contodo el lastre que arrastraba. Lo anterior noshace ver que, en el espacio de tres generacio­nes, los imperios llegan a la decrepitud y mu­dan enteramente de naturaleza. En la cuartageneración, el lustre del que la nación estabarodeada desaparece completamente, tal comose ha indicado. Una tribu debe su gloria y sudistinción a cuatro generaciones de ilustresabuelos, y habíamos dado una prueba sacadade la naturaleza de las cosas, prueba perfec­tamente clara y basada sobre los principios yaestablecidos.

La duración de tres generaciones es de cientoveinte años, lapso que la dinastía ordinaria­mente no exceden. Esto es un término aproxi­mado que puede sin embargo llegar más pron­to o más tarde. Si la existencia del reino seprolonga mayor tiempo, sería porque no se hapensado atacarle; mas esto es un caso pura-

mente accidental: la senilidad le sobrevieneinevitablemente, aunque nadie le hubiere ame­nazado. En tal caso si el agresor se hubierapresentado, el reino habría sido incapaz deresistirle. Al fin llega la hora de su ocaso, mo­mento que nadie podría adelantar ni atrasar.Así pues, los imperios, como los individuos,tienen una existencia, una vida determinadaque les es propia; crecen, llegan a la edad de lamadurez, luego comienzan a declinar. De aquíse comprende lo atinado del dicho popularque asigna a los imperios una vida de cienaños.

El lector que haya apreciado nuestras obser­vaciones poseerá una regla mediante la cualpodrá reconocer el número de abuelos queconstituyen una cadena genealógica durantecierto intervalo, con tal que sepa el número deaños de que dicho intervalo se compone. Estaregla es para los casos en que se duda de laexactitud del número de abuelos. Pues porcada cien años, se cuentan tres generaciones;esta proporción establece que, si el número deabuelos que de all í resulta concuerda con elque da el árbol genealógico, se consideran lasindicaciones de este árbol como verídicas. Siel cálculo da una generación de menos que elárbol, eso muestra que se ha intercalado elnombre de un abuelo de más en la lista genea­lógica. Si, por el contrario, el cálculo propor­ciona un abuelo de más, se debe concluir queun nombre ha sido omitido de la lista. Elmismo procedimiento puede emplearse paraobtener el número de años cuando se conocecon certeza el de los abuelos. iY Dios regulalos días y las noches!

LAS FASES POR LAS QUE TODO IMPERIODEBE PASAR Y LAS MUTACIONES QUEELLAS PRODUCEN EN EL CARACTER

DEL PUEBLOTodo imperio atraviesa por distintas fases y su

Page 178: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

186 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA

estado padece diversas alteraciones. Talescambios influyen en el carácter de los compo­nentes del imperio y les comunican sentimien­tos antes desconocidos para ellos. En efecto,el carácter de un pueblo depende naturalmen­te de la índole del estado en que se encuentra.Las fases o transmutaciones que tienen lugaren el estado de los imperios pueden reducirsecomúnmente a cinco. En la primera, la tribuobtiene sus anhelos, vence a los defensores,abate la resistencia, conquista un reino y arre­bata el poder a la antigua dinastía. Duranteesta fase, el soberano comparte la autoridadcon los miembros de la tribu; los asocia a supoder y procura con ellos la recaudación delos impuestos y la defensa de la integridad delreino. No se arroga exclusivamente ventajaalguna, porque el espíritu de asabiya, quehabía conducido al pueblo a la supremacía yque aún lo mantiene, así determina y le obligaa limitar sus ambiciones. En la segunda fase, elsoberano usurpa toda la autoridad, priva deella al pueblo y desbarata las tentativas de losque querrían participar del poder con él. Porotra parte, se ocupa en ganar a base de favoresel apoyo de los hombres de influencia, en alle­garse protegidos, tomar clientes y partidariosen crecido número, con el fin de poder repri­mir el espíritu de insubordinación que animaa los integrantes de su asabiya y su parentela.Pues a pesar de que todas esas gentes son des­cendientes de un mismo ancestro que el delsoberano y de que hayan aportado su contin­gente por igual a la erección del imperio, ter­mina por excluirlos totalmente del mando yrechazarlos, a efecto de reservárselo entera-•mente para sí. La alta posición de que se hace,da a su familia una influencia excepcional; poreso se ve en la necesidad de refrenar las ambi­ciones de sus parientes, incluso mediante elempleo de la fuerza. Tal tarea es a menudo

más ardua que la de sus predecesores, cuyosesfuerzos se limitaban a la conquista de unreino. Pues éstos sólo ten ían que combatir aun pueblo extraño contando con el respaldode toda una población alentada por un mismoespíritu de asabiya, mientras que ahora el so­berano en cuestión debe luchar contra sus cerocanos parientes sin tener más auxiliares queun pequeño número de elementos extraños.Por tanto, se halla embarcado en difícil em­presa con grandes dificultades por vencer paralograr el designio que lleva trazado. La tercerafase es un periodo de ociosidad y sosiego. Elsoberano goza ahora de los frutos del poder;amo absoluto del imperio, se entrega a la pa­sión que impulsa a los hombres en pos de lariqueza, la perpetuación de vestigios y elamplio renombre. Consagra sus esfuerzos a larecaudación de los impuestos, al control delos ingresos y egresos, tomando cuenta de to­dos los presupuestos y del empleo de su dinerocon previsión. Hace construir vastos edificios,grandes obras, importantes ciudades, enormesmonumentos. Colma de dones a los jefes detribus y los grandes personajes extranjeros quellegan a complementarle, enriquece a sus pa­rientes y prodiga el dinero y los honores a susprotegidos y sus servidores. Tiene el cuidadode hacer revista de sus tropas y de pagarlesregularmente, cada nueva luna, un sueldoequitativo. De tal suerte se muestran, en losdías de fiesta, los buenos resultados de esaconducta: el atavío del soldado, su equipo ysus armas; todo en excelente estado. Con esebello aspecto de sus tropas, se ufana ante lasnaciones amigas e infunde temor a las queguardan hacia él sentimientos belicosos. Estafase marca el fin del absolutismo ejercido porlos jefes del Estado, porque hasta entoncesprocedían independientemente conforme asus propias inspiraciones, cuyas realizaciones

Page 179: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTOR ICOS 187

todas se circunscribían a su propia gloria, tra­zando el camino a seguir para sus sucesores.

La cuarta fase es una etapa de conformidady concordia, el soberano se muestra satisfechodel esplendor fincado por sus predecesores;vive en paz con sus padres, reyes rivales en po­tencia; imita escrupulosamente la conducta desus antecesores, y bien persuadido de la ha­bilidad que hab ían desplegado en laborar lagrandeza de la nación, piensa que sería adversosi se apartara de su buen ejemplo. La quintafase trae consigo el carácter del despilfarro yla dilapidación. El soberano derrocha en fies­tas y placeres los tesoros amasados por suspredecesores; distribuye parte de ellos entresus palatinos a títulos de liberalidad, emplean­do el resto en mantener el resplandor de susrecepciones y rodearse de falsos amigos y deelementos intrigantes, a quienes confía cargosque sobrepasan su competencia y en los cualesno saben cómo conduci rse. Lastima de esamanera el amor propio de los principales de lanación; ofende a los antiguos protegidos, y sehace de enemigos que sólo esperan, para trai­cionarle, el momento oportuno. Mina el áni­mo de las tropas derrochando en sus deleitesel dinero que deber ía servi r para pagarles susgajes; jamás procura contacto con sus soldados,nunca les interroga acerca de sus menesteres ycondiciones. De tal modo, destruye la obraque sus antepasados fundaron. Durante esteperiodo, el imperio cae en decadencia y resien­te las acometidas de un mal crónico que debearrebatarlo y que no admite remedio alguno.Finalmente la dinastía sucumbe. iY Dios es elmejor de los herederos!

EN UN IMPERIO, EL SOBERANO ESNATURALMENTE LLEVADO A

RESERVARSE TODA LA AUTORIDAD

Todo imperio, como dejamos asentado, es el

fruto de la asabiya. La asabiya se compone denumerosos núcleos, formados de otro tantode tribus de las cuales una prevalece sobre lasdemás, dominándolas al punto de reunirlas yabsorberlas. Es así como se forma la unifica­ción capaz de someter a otros pueblos y alcan­zar el imperio. Para esclarecer este principio,hacemos observar que el espíritu de asabiyaen una tribu es equiparable al temperamentodel ser creado. El temperamento es la mes­colanza de los cuatro elementos. Ahora unamezcla de elementos que se neutraliza no po­dría formar un temperamento: para que esteefecto se produzca, se precisa absolutamenteque uno de los elementos predomine sobrelos otros. Igual ocurre para con un número defamilias reunidas en tribu y animadas por unamisma solidaridad de agnación, pues una dedichas familias debe ser lo bastante fuerte parajuntar a las demás, absorberlas, combinarlasen un sólo cuerpo y concentrar en s í mismatodos los sentimientos patrióticos y afectivosque las alentaban. Esta asabiya común, llevadade esta manera a su más alto grado de intensi­dad, no es asequible sino para familias ilustreshabituadas al mando o a la administración.De esa suerte se desarrolla el amor propiopoder de imponer su voluntad a los demás.Ese individuo ocuparía la jefatura del conjuntode familias y asabiyas coligadas debido a lasuperioridad de su linaje. Como la soberbia yel orgullo son de la naturaleza animal que per­siste en la especie humana, dicho jefe, comotal, jamás consentiría en compartir su podercon los demás, ni permitirles la participaciónen el mando o en la administración. De esasuerte se desarrolla el amor propio hasta laautodeificación, carácter propio de la natura­leza humana, así establecen los principios quela necesidad de gobernar hace indispensables.El jefe, v. gr., debe ser único; porque con

Page 180: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

188 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA

varios sobrevendrían conflictos muy nocivosa la comunidad. "Si hubiera en el universootras deidades, además de Dios, ya se habríadesorbitado." (Corán, sura XXI, verso 22.)

Un jefe supremo reprime la ambición de lasfamilias o partidos puestos bajo sus órdenes;doblega la audacia de otros jefes desvanecién­doles toda esperanza de participar en el poderCDn él. Domeña el anhelo de cuanto núcleo oasabiya que aspiren al mando impidiéndolespor cuanto medio llegar a ello: en cuanto po­sible, él se reserva toda la autoridad no dejan­do a nadie la menor porción. Singularizado enla totalidad del poder, no tolera nunca partl­cipe alguno. Tal acaparamiento es asequiblepara el fundador de un reino; su sucesor nolo logrará probablemente en sentido cabal,o ese será el tercer soberano de la dinast ía.Ello dependerá del espíritu de independenciaque anima a sus subordinados y de sus mediosde resistencia. LD que acabamos de indicardebe, necesariamente, ocurrir en todos IDS irn­perios: "ley de Dios para CDn sus siervos".(Corán, sura XI., verso 85.) iY Dios, enalte­cido sea, más sapiente!

SOBRE LAS DIGNIDADES Y TITULOSPROPIOS DE UN GOBIERNO

MONARQUICO O SULTANATO

Un Sultán, por sí mismo, es un débil individuocargado de un pesado fardo; por eso debe neocesariamente valerse de la ayuda de otros horn­bres. Si ya había tenido menester de su recuroso cuando estaba obliqado a proporcionarselos medios de subsistencia y proveerse de losdemás menesteres de la vida; juzgad pues concuanta mayor razón dicho concurso le es in­dispensable cuando emprende la tarea de regira sus semejantes.

Aquel que Dios ha escogido para gobernar asus criaturas y sus siervos se obliga a defender

a sus súbditos contra cuanto enemigD, a repelerlejos de ellos IDs peligros que pudieran amena­zarles, y a poner en ejecución las leyes coercí­tivas a efecto de impedir que los unos aqredie­ran a los otros. Debe asimismo protegerles susbienes, proporcionar la seguridad a los viajerosy encauzar a los hombres hacía sus beneficios.Como ellos están Dbligados a suministrarse lasubsistencia, y efectuar neqocios entre sí, éldebe vigilar esos neqocios, inspeccionar loscomestibles, verificar las pesas y las medidas, afin de evitar el fraude; vigilar la ley de la mo­neda usada en el comercio, con el objeto deque no sufra alteraciones. Debe aún gobernara sus súbditos de modo que le sean sumisos,resignados a su voluntad y conformes en de­jerle la gloria de toda la autoridad. Pues aquelque se echa a cuestas tal fardo se impone pe­nas innúmeras, porque está obligado a dome­ñar las pasiones. Un sabio muy distinguidD hadicho: "Me sería menos penoso cambiar unamontaña de su lugar que lidiar CDn las pasionesde los hombres."

Si el Su Itán se hace asisti r por uno de susparientes, D un compañero de crianza, o poruno de IDS antiquos protegidos de su familia,tal asistencia suele ser eficaz, debido a la afionidad de sus sentimientos CDn IDs del Príncipe.

El Altísimo mismo ha dicho: "Y desígnameun Visir, de entre los m íos, que sea mi herrna­no Aarón, fortalezco mi reino con su apovo yasóciole a mi misión." (Corán, sura XX, verso29·32.)

Cuando un Sultán se sirve de un Visir, es conel fin de que este funcionario colabore con élpor medio de la espada, o de la pluma, o desus consejos y sus luces; D bien para impediral público penetrar en su privado e interrurn­pirle en sus serias ocupaciones; o bien todavíapara entregarle la administración general delEstado, tanto CDmD aprecie la habilidad de ese

Page 181: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 189

hombre y cuanto desee tener una persona enquien pudiera descargar el peso de los negociosgubernamentales. Por ello vemos esas funcio­nes a veces reunidas en manos de un solohombre y otras veces repartidas entre varios.En ocasiones las funciones de cada ramo sedividen entre distintos individuos: las de lapluma se distribuyen entre la dirección de lacorrespondencia, la de los diplomas y títulosde concesiones, y la de la contabilidad, queabarca dentro de sus atribuciones los impues­tos, los pagos y el diván de las tropas. Igualocurre respecto a la espada cuyas funciones sereparten entre el general en jefe, el jefe de lapolicía judicial, el director de correo y los ge­nerales encargados del resguardo de las fron­teras.

Entre los pueblos musulmanes, los empleosque dependen del sultanato se in61l.uyen en lasclases de los que se conexionan al califato,cuya autoridad comprende por igual lo espiri­tual y lo temporal. La ley religiosa domina aesos oficios en todas sus atribuciones, porqueella se aplica a todas las acciones del hombre.Corresponde, por tanto, a los fagihes (legistas)examinar la índole de la función del Rey o delSultán, y precisar las condiciones bajo las cua­les puede hacerse la investidura de un indivi­duo que se encargue del poder supremo, yasea arrebatándolo al califa, como suelen hacerlos sultanes, u obteniéndole por delegación,como los visires. Más adelante, volveremossobre el punto. El jurisconsulto fija los límites(que el Sultán no podría exceder) en la aplica­ción de la ley y en el empleo de los dinerospúblicos; especifica también las demás funcio­nes gubernamentales que el Sultán puede ejer­cer con autoridad, sea absoluta, sea restringida.Designa los actos que deben ocasionar la depo­sición (de un soberano). y se ocupa de todo lonue concierne al cargo del Rey o del Sultán.

Pertenécele igualmente examinar bajo quécondiciones se pueden llenar los cargos quedependen del sultanato o de la monarqu ía,tales como el visirato, la recaudación de im­puestos y el mando militar. Todo eso corres­ponde a la jurisdicción de los jurisconsultos,así como acabamos de indicar, porque la auto­ridad del califa, siendo de derecho divino entrelos musulmanes, predomina sobre la del Reyy del Sultán.

En cuanto a nosotros, que dejamos estascuestiones a los doctores de la ley, es sólodesde el punto de vista de la organización so­cial y de la naturaleza del hombre que quisi­mas enfocar el asunto de los cargos que de­penden del régimen temporal, sea sultanato omonarquía, no pensamos ocuparnos de lasleyes que les rigen, porque eso, como dejamosaclarado, no forma parte de nuestro tema. Porello, no tenemos menester de entraren detallesacerca de esas ordenanzas, las cuales, además,se encuentran ampliamente expuestas en lostratados que varios jurisconsultos de grandesméritos han elaborado bajo el título de AI­Ahkam-es-Sultaniya, siendo autor de uno deellos el cadí Abul Hasan al Mauardi. Quiéndesee tomar conocimientos de las leyes concer­nientes a dicha materia podrá consultar a losmencionados tratados. Hablaremos por sepa­rado de los cargos que dependen del califato,a efecto de que no se confundan con los rela­cionados al sultanato, pero tampoco tenemosla intención de determinar las leyes que lesrigen, porque ello nos apartaría del tema denuestra obra. Queremos solamente enfocaresos cargos como producto de la civilizaciónactuante sobre la especie humana.

El visirato es la cepa de donde derivan losdiversos cargos del sultanato y las dignidadesreales. En efecto, el solo nombre de visiratoindica, de una manera general, la idea de "asis-

Page 182: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

190 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

tencia", pues deriva, ya sea de la tercera for­ma del verbo uezere, que significa "ayudar",o de uazir vos que significa "carga". Se de­duce de la última derivación que el uazir (ori­gen de Visir) lleva, simultáneamente con elsoberano, el "peso" y la "carga" de los nego­cios del Estado. De ah í pues resulta la simpleidea de "asistencia".

Al principio de este capítulo dejamos ex­puesto que los actos resultantes del ejerciciode la soberanía pueden resumirse en cuatrocategorías. 10. Tomar las medidas necesariaspara la protección de la comunidad, haciendoentre tanto la inspección de las tropas y de suarmamento, y ocuparse de cuanto atañe a laguerra y de todo lo conducente a la defensade los súbditos y el logro de sus aspiraciones.He aquí las funciones del visirato tal como eraantaño en los imperios del Oriente, y comopersiste todavía en los países del Occidente;20. Mantener correspondencia a nombre delSultán con aquellos empleados que residenlejos y con los recaudadores de rentas, comu­nicando asimismo sus órdenes a las personasque carecen de facilidad de acercarse a él. Eloficial que desempeña estas funciones es elsecretario (katib); 30. Hacer la recaudación delos impuestos, vigilar el empleo de los dinerospúblicos y llevar un registro exacto y detalla­do, a fin de evitar el despilfarro. El encargadode esta dependencia se llama receptor-tesorero,funcionario que, en nuestros días, porta enOriente el título de Visir; 40. Impedir. a lossolicitantes importunar al soberano y moles­tarlo en sus importantes ocupaciones. La per­sona que llena este puesto se titulan chambe­lán, ujier o hadjib.

Todo lo que concierne al Sultán, en el ejer­cicio de su autoridad, se comprende dentro deuna u otra de estas categorías, y todos los car­gos y empleos que puedan existi r en una

monarquía o sultanato están igualmente in­c1u ídos all í. El cargo que abarca (dentro desus atribuciones) la totalidad de lo que depen­de inmediatamente del Sultán es también elmás elevado, porque coloca a quien lo ejerceen contacto directo y continuo con el sobera­no, hace incluso a veces de la persona que loocupe la asociada al Príncipe en el gobiernodel reino. Por debajo de este cargo se colocanlos puestos cuyas atribuciones están restringi­das a la administración de cierta clase de genteso a la dirección de ciertas partes del serviciopúblico, tales como el mando de una fronteradel imperio, la administración de un ramo delas recaudaciones, la inspección de mercados,la de las monedas, y los otros oficios institui­dos para un objeto especial. Dado que cadauno de estos puestos consiste en la direcciónde una sola clase de asuntos, los que los de­sempeñan se hallan subordinados a funciona­rios de atribuciones más amplias, y de rangosuperior al suyo.

Tal fue el sistema practicado en los diferen­tes reinos hasta la eclosión del Islam; mas, alestablecerse el califato, dichos cargos desapa­recieron con los imperios que les habían ins­tituido, no quedando más que uno solo, cuyasupresión era imposible asistir (al jefe del po­der) en dictámenes y consejos, función dema­siado conforme a la naturaleza del hombre,demasiado necesaria, para dejar de existir. ElProfeta mismo consultaba a sus Compañeros ytomaba sus pareceres sobre todos los asuntosde interés generala particular, y, de entre susconsejeros, distingu ía a Abu Bakr de una ma­nera tan notable que los árabes (paganos) queconocían los usos establecidos en los reinosde los Cosroes, los Césares, y los Negus, desig­naban a este fiel monitor con el título de Vi­sir. El vocablo Visir no era familiar a los mus­limes, porque, en la época de la conquista,

Page 183: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 191

la dignidad real, entre los persas, había sidoreemplazada por el régimen islámico, el cual,en esa época, conservaba todavía su rudeza ysu sencillez primitiva. Omar servía de conse­jero a Abu Bakr; Alí y Othmán eran consejerosde Omar.

En cuanto a la recaudación de impuestos,erogaciones públicas y la contabilidad, eso noformaba, entre los primeros musulmanes, uncargo particular, pues eran árabes, es decir,beduinos, bastos, analfabetos, ajenos al artede la escritura y del cálculo; por eso emplea­ban, para llevarles sus cuentas, a cristianos,judíos o libertos extranjeros de cierta capaci­dad como contadores. Entre los árabes apenashabía un corto número que practicaba bieneste arte; sus nobles lo desconocían casi, puesentre ellos la falta de instrucción era el carácterdistintivo.

La redacción de la correspondencia y laexpedición de los negocios públicos tampococonstituían entre ellos una administraciónespecial, ya que, si bien eran analfabetos, sedistinguían todos por su fidelidad para guardarun secreto o llevar una orden verbal. Su formaadministrativa no les obligaba a instituir unasecretaría, su gobierno era un califato, régimenpuramente religioso, ajeno totalmente a losmedios administrativos que se emplean en ungobierno temporal. Por lo demás, la escriturano era de esas artes cuya belleza pod ía serapreciada bajo los primeros califas; toda lagente sabía a la sazón expresar su pensamientoen los términos más correctos; la escritura eralo único que les faltaba (para transmitir susideas), por ello, cuando el Califa tenía necesi­dad de poner por escrito alguna comunicación,se val ía del primero que se presentaba, con talque supiera trazar los signos de un modo pa­sable.

El cargo cuyas funciones consisten en guar-

dar la puerta del soberano, impidiendo el ac­ceso a las personas que vienen a someterle susreclamaciones no existía entre los primerosmuslimes, porque semejante práctica es prohi­bida por la ley divina. Pero cuando el califatose transformó en imperio temporal, y los títu­los honor íficos fueron introducidos con lasinstituciones de la realeza, la primera cosa enque se ocupó fue impedir al público penetrara presencia del soberano. Tal medida fue to­mada a efecto de asegurarle contra las tenta­tivas homicidas de los Jaridjitas (disidentes) yde otros fanáticos, y evitar la reanudación delo que había sucedido a Omar, a Al í, a Moha­wia, Amr lbn-el-Ass, Además, esa medidaeludía la aglomeración de los solicitantes queimposibilitaban al jefe de Estado atender im­portantes asuntos. El oficial que designaronpara llenar esa tarea recibió el título de hadjib(hagib, ujier). Se refiere que Abd-el-Melik (ibnMeruán, quinto califa omeyada) dijo a su hadojib, en el momento de confiarle esas funciones:"Te hago hadjib de mi puerta; tú no admitirás(sin autorización) sino a tres personas: el mue­cín, cuando venga a anunciar la hora de la ple­garia, porque nos llama a nombre de Dios; elcorreo, que por algo llega presuroso, y el ujierde la vianda, porque los manjares podrían da­fiarse."

Mas al cobrar su auge las costumbres de lamonarquía, adoptóse el uso de un consejeroauxiliar en los asuntos tribales, a efecto deasegurar la cohesión de las tribus y los pueblos,que integraban el imperio. Este funcionariorecibió el título de Visir. La oficina de con­tabilidad permaneció, no obstante, en manosde jud íos, cristianos y horras, pero la necesi­dad de reservar los secretos del Sultán y preve­nir el perjuicio que su divulgación pudieraocasionar a la buena marcha de la administra­ción del imperio, condujo al establecimiento

Page 184: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

192 REVISTA OE AOMINISTRACION PUBLICA

de un escribano (katib] especial, encargado deregistrar las órdenes del soberano. Este em­pleado no ocupaba un rango tan elevado comoel de Visir, porque no había otro menester deél que escribir lo que se le dictaba. No se letomaba por su conocimiento del léxico, puestoque en aquella época la lengua árabe conser­vaba aún su pureza genuina. El visirato era portanto el más elevado de todos los cargos delEstado.

Durante la dinastía omeyada ningún cam­bio hubo en ese estado de cosas: el Visir llevabala dirección general de todos los negocios; ensu calidad de mandatario del Sultán, tenía lafacultad de conferenciar con él, vigilar la segu­ridad del Estado y tomar todas las medidasnecesarias para combatir al enemigo; dentrode sus atribuciones se incluía asimismo la di­rección del diván militar, el reglamento de loshaberes y los pagos mensuales.

Bajo los abbasidas, la potencia del imperioadquirió mayor apogeo y las funciones delVisir alcanzaron gran importancia. Este minis­tro, ya convertido en lugarteniente (náib) delSultán, ten ía la autorización de nombrar atodos los funcionarios del gobiemo y desti­tuirlos a voluntad; ocupaba en el imperio muyprominente posición: todas las miradas se di­rigían a él, y todas las cervices se inclinaban ensu presencia. Encargado de la distribución dehaberes de las tropas, obtuvo el control de laoficina de contabilidad, a fin de reunir y repar­tir las sumas requeridas al efecto. En seguidase acordó añadir a su jurisdicción la direcciónde la oficina de correspondencia y comunica­ciones, con el objeto de proteger mejor los se­cretos contenidos en las órdenes dimanadasdel Sultán, y vigilar la conservación del buenestilo (en la redacción de esos documentos).Tal precaución habíase vuelto una necesidad,debido a que, entre la masa del pueblo, la len-

gua ya se había corrompido. El Visir obtuvotambién el derecho de sellar los documentosemanentes del soberano, a fin de impedir quesu contenido fuera conocido y divulgado. Deesa suerte reun ía las dos administraciones, lacivil y la militar, dentro de sus atribucionesordinarias como colaborador y consejero delSultán.

Por la misma razón, bajo el reinado de HarúnAr-Rashid, se dio el título de Sultán a Djafar,hijo de Yahya (el Bermecidal, para aludir a suomn ímodo poder sobre la dirección generaldel gobierno y la integral administración delimperio. Pues todas las funciones de cuantadependencia del sultanato eran arrogadas porél, excepto las de hadjib, cargo que desdeñabaejercer.

Luego vino la época en que los califas abba­sidas se dejaban arrebatar el poder. Duranteeste periodo, la autoridad pasaba alternativa­mente del Sultán (califa) al Visir y viceversa.Para ejercer de una manera legítima esta auto­ridad usurpada, el Visir se hacía otorgar un di­ploma por el cual el califa lo constitu ía lugar­teniente suyo; ya que de otro modo los juiciospronunciados en virtud de la ley no habríanpodido ser ejecutados de una manera legal. seformaron entonces dos especies de visiratos: siel soberano gozaba de plena independencia,el Visir se limitaba a ejecutar las órdenes deaquél, del cual era, por decirlo así, el manda­tario, y, en este caso, su cargo se denominaba"visirato de ejecución" (uizarat tanfidz).Cuando el Visir ejercía la autoridad aexclusióndel califa, designábase su cargo con el términode "visirato de delegación" (uizarat tafuid),

En este último caso, el califa le entregabatodos los asuntos del gobierno con la autori­zación de dirigirlos conforme a su propia com­petencia. En dicha época tuvo lugar la grancontroversia a causa de la institución de dos

Page 185: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 193

visires ejerciendo simultáneamente su autori­dad por delegación: (discut íase la legalidad deesta innovación) igualmente como se habíaimpugnado la legalidad de instituir dos irna­mes. Véase a continuación, el capítulo quetrata de los principios que forman la base delcalifato.

Más tarde, el poder temporal escapó defini­tivamente de manos de los califas y pasó a lospríncipes persas; todas las instituciones admi­nistrativas que eran peculiares del califatocayeron en desuso. Esos reyes, no osandoarrogarse los títulos privativos de la dignidadcalifal, y demasiado orgullosos para adoptarlos que pertenecían al visirato. cargo ejercidoentonces por sus propios servidores, se deci­dieron hacerse llamar emir y Sultán. El quede entre ellos ejercía la autoridad supremaostentaba el título de "emir de los emires"(emir-el omará), o bien el de Sultán, al cualagregaba los títulos honoríficos que el califale confería. En cuanto al título de Visir, lodejaban al funcionario que administraba eldominio privado del califa. Tales usos se man­tuvieron hasta el fin de su dominación.

Durante ese tiempo, la lengua árabe se al­teraba de más en más, y cuya enseñanza seconvirtió en la ocupación de ciertas personasque hacían de ella un oficio. Los visires desde­ñaban esta lengua porque eran persas, y la ele­gante precisión que se admira en el árabe noes de las cualidades que se procuran en la len­gua persa. De ah í el por qué se escogía indis­tintamente las funciones de secretario de Es­tado. Esto sólo se hacía en relación a estecargo, los demás recaían dentro de la depen­dencia del visirato.

Dábase el título de emir al funcionario quese ocupaba de los asuntos de la guerra, delejército y de lo que a ellos se relacionaba.Todos los demás funcionarios estaban subor-

dinados a la autoridad de este título. Ejercíael derecho de mando sobre todos ellos, seapor delegación como náib (o lugarteniente),o por usurpación.

Tal estado de cosas se mantuvo hasta el es­tablecimiento del imperio de los turcos (ma­melucos) en Egipto. Este cuerpo, viendo ladegradación en quese hallaba ca ído el visirato,debido a la desestimación que se mostrabahacia la. persona que lo desempeñaba ante uncalifa despojado de su autoridad y recluido,muy poco caso hizo de él. Dicho cargo, some­tido entonces al control del emir, ocupaba unrango inferior, por eso los grandes funcionariosde este imperio desdeñaron a su vez el títulode Visir. El funcionario encargado del poderejecutivo y de la administración del ejércitoporta, entre 'ellos, el título de náib (lugarte­niente, vicesultán) hasta la fecha. Emplean eltítulo de Visir para designar al director de lascontri buci ones.

Bajo los Omeya de España, la palabra Visirconservó al principio el sentido que ten ía desdela fundación del imperio musulmán, peroluego se dividieron las atribuciones del visiratoen varias clases, designando a cada una un Visirparticular. De tal modo instituyeron un Visirpara la contabilidad, otro para la correspon­dencia, un tercero para la reparación de agra­vios, un cuarto para vigilar el estado de laspoblaciones fronterizas. Asignóseles una salade audiencia, donde se sentaban en estradoscubiertos con almohadones, y all í exped ían,cada cual en lo que le incumb ía, las órdenesdimanadas del soberano. Dichas órdenes re­cibían por conducto de un colega suyo, quien,debido al privilegio que gozaba de tratar conel Príncipe a todas horas, pose ía sobre ellos elderecho de precedencia y ostentaba el títulode hadjib. Esa organización persistió hasta elocaso de la dinastía. Como la dignidad de had-

Page 186: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

194 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

jib superaba entonces a todas las demás, losreyes de Taifas se apresuraron a tomar estetítulo, y en su mayor parte, como lo mencio­naremos después, lo ostentaron efectivamen­te.

Luego surge el imperio de los Shiitas (Fati­mistas) en Ifrikiya y Kairuan. Los príncipesde esta dinastía se hallaban al principio taninveterados en los hábitos de la vida nómadaque desconocían por completo la importanciade esos cargos administrativos e ignoraban in­cluso los nombres. Empero cuando la influen­cia de la vida sedentaria empezó a hacersesentir en ellos, comenzaron a adoptar las de­nominaciones para designar esas dependencias,imitando el ejemplo de las dos dinastías queles habían precedido. El lector que desee podráver ese proceso en la historia de su imperio.

La dinastía de los Almohades aparece mástarde. Ocurre con este pueblo análogo caso alanterior, por igual causa, para llegar a la mismaconclusión. Adoptando en seguida los nombresy los títulos, al Visir le señalaron las atribucio­nes indicadas por ese nombre; luego, tomandopor modelo la dinastía omeyada española enlo que concierne a las instituciones de la so­beran ía, dieron el nombre de Visir al hadjib.Las funciones de este ministro consistían enguardar la puerta de la sala donde el Sultándaba audiencias, introducir a emisarios y otraspersonas, hacerles observar las formalidadesprescritas por la etiqueta tocante a la manerade saludar al soberano, de dirigirle la palabra yde conducirse en la presencia real. Entre losAlmohades, el hadjib ocupaba un rango muysuperior al de los otros ministros. Este estadode cosas se ha mantenido en Túnez hasta lafecha.

En Oriente, bajo la dinastía de los turcos(mamelucos), se da el título de dauidar alfuncionario que introduce a los embajadores y

demás personas a las audiencias del Sultán, yhace observar (en esas recepciones) las reglasde la etiqueta en lo que atañe al modo de pre­sentarse ante el soberano y saludarle. Se leincluye por oficiales subalternos el secretariode Estado (katib-es-sirr) y los directores decorreos, encargados de ejecutar las comisionesdel Sultán tanto en la capital como en las pro­vincias. Norma que continúa en práctica hastael presente.

Del hidjaba (u oficio de hadjib}, ya hemosexpuesto que, bajo las dinastías omeyada yabbasida, el título de hadjib pertenecía al fun­cionario encargado de impedir al pueblo pene­trar en los privados del Sultán. El cerraba lapuerta a las gentes del vulgo o la abría a deter­minadas horas. Este oficio era de carácter infe­rior, puesto que el titular respectivo se hallababajo el control del Visir. Durante el tiempo dela dinastía abbasida, nada cambió en la condi­ción del hadjib. En el Egipto de nuestros días,el hadjib está subordinado al alto funcionariollamado el náib (vicesultán). En el imperio delas Omeya españoles, las funciones de hadjibconsistían en impedir la entrada, no solamentea las gentes del pueblo, sino a los principalestambién; el hadjib servía asimismo de inter­mediario entre el soberano y las personasinvestidas de visiratos o de cargos menores;por consiguiente, el cargo de hadjib, en esteimperio, ten ía la más elevada posición. Estose ve en la historia de esta dinastía. Entre sushádjibes, descolló Ibu Hadid.

Tiempo después, cuando los soberanosomeyadas se dejaron despojar de toda la auto­ridad por sus ministros, éstos se atribuyeronel título de hadjib, por considerarlo el máshonoroso de todos. Así procedió Al Mansur(Almanzor) Ibn Abi Amer y sus hijos, fueronellos los primeros en darse los aires y modali­dades de la realeza; por ello los régulos de Tai-

Page 187: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 195

fas, que vinieron después, no desperdiciaron laoportunidad para adoptar el título de hadjib,que conceptuaban como un gran honor paraellos, Los más poderosos entre estos reyezue­los, además de ostentar los títulos privativosde la autoridad soberana, les parecía indispen­sable añadir los de hadjib y de "dzuluizaratain"(poseedor de dos visiratos). Con este últimotítulo, se designaba al funcionario que desem­peñaba simultáneamente el visirato de la espa­da y el de la pluma, El título de hadjib se dabaal oficial que impedía a quien quiera quefuere, grande o plebeyo, penetrar en los priva­dos del Sultán.

En las dinastías del Magreb e Ifrikiya, elnombre de hadjib permanecía desconocido,debido a que estas dinastías conservaron siem­pre la índole de la vida nómada, Fue usado,pero muy raramente, por los Fatimitas deEgipto, en la época de su grandeza, cuando lascostumbres de la vida sedentaria ya habíanllevado a este pueblo a un alto grado de civi­lización,

Los Almohades, en el momento de fundarsu imperio, no estaban bastante avanzados encivilización para procurar los títulos ni parainstituir cargos designados con nombres espe­ciales. Entre ellos no se ocupó de esas cosassino más tarde. La única dignidad que institu­yeron de inmediato fue la de Visir. Comenza­ron por dar este título al secretario adjunto alSultán para la expedición de sus asuntos pri­vados. Tales fueron Ibn Atía y Abd-es-SalamAl Kum í. El Visir ten ía, además, el control dela contabilidad y la dirección de finanzas. Mástarde, el título de Visir ya no se dio más que alos miembros de la familia reinante, talescomo Ibn Djamé. En aquella época, el nombrede hadjib no era conocido de los Almohades.

En los primeros tiempos de los Hafsidas deIfrikiya, el ministro que asistía al Sultán con

sus luces y consejos, y que gobernaba el reinoten ía el rango más elevado en el Estado y por­taba el título de "jefe de los Almohades".Nombraba a todos los empleados, destitu ía,mandaba a las tropas y dirigía las operacionesmilitares. Otro funcionario, denominado"sahib-el-ashgal" (jefe de negocios o econo­mía), administraba la contabilidad y el diván(oficial de hacienda). Controlaba, de un modoabsoluto, los ingresos y egresos del Estado;exigía a los receptores de rentas rendir suscuentas con regularidad; confiscaba los bienes(a los aprovechados del tesoro público) y lesinfligía castigos corporales en casos de negli­gencia. Para desempeñar estas funciones, debíaser almohade. Entre los Hafsida, el puesto desecretario de Estado se encomendaba a quiensupiera redactar los despachos, a condiciónque fuere de una discreción probada. Tal seprocedía porque la escritura no era un arteque se cultivaba entre los Almohades, y la co­rrespondencia tampoco se hacía en su lengua(la berberisca). Por tanto el linaje almohadeno era un requisito necesario.

El Sultán (hafsida), viendo el gran desarrollode su imperio así como el número de la genteque trabajaba a su servicio particular, optó portomar un "cahrarnán" para organizar y dirigirla administración del palacio. Este oficial ten íadentro de sus atribuciones las raciones, lossueldos y la vestimenta; abastecía las despen­sas de las cocinas, de las cuadras, etcétera, ydebía tener constantemente almacenes llenosde víveres y armamentos, y cuando había me­nester de provisiones, giraba órdenes reem­bolsables a los receptores de recaudaciones.Dábase a este funcionario la denominación dehadjib. Si dominaba el arte de la escritura, sele encargaba además de trazar la rúbrica (ala­ma) imperial en los documentos emanantesdel Sultán; de lo contrario, se confiaba esta

Page 188: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

196 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

tarea a otro. Ese estado de cosas se mantuvodurante algún tiempo. Luego nombró el sobe­rano su propio hadjib, que servía de interme­diario entre el Sultán y las personas de todacondición, funcionarios públicos u otros. Enlos últimos tiempos de la dinastía, se añadió alas funciones del hadjib la administración dela oficina de guerra y la dirección de las ope­raciones militares; en seguida se le nombróconsejero privado del Sultán; por tanto estecargo se convirtió en el más importante y demayor campo de acción del sistema adminis­trativo. Luego vino la época en que los minis­tros usurpan el poder y mantienen al soberanoen reclusión. Esto tuvo lugar después de lamuerte del duodécimo Sultán de la dinastía;pero Abul Abbas, nieto de éste, hizo desapa­recer todo rastro de esas usurpaciones supri­miendo el cargo de hadjib, que había servidode peldaño a la ambición de los ministros. Apartir de entonces el nuevo soberano dirigiópor sí mismo todos los asuntos del imperiosin quererse valer de la colaboración de nadie.Tal permanecen las cosas (entre los Hafsida)hasta la fecha.

En el régimen del más grande imperio delos Zanata, constituido por los Beni Morain(Benimerines). no hay el menor vestigio de unhadjib. La dirección ele guerra y el mando delas tropas pertenecen al Visir; las funciones decontabilidad y de la correspondencia se con­fían a la persona más competente en ambosramos, que se escoge de entre las familias pro­tegidas por la casa real. Dichas funciones comoa veces son reunidas en una misma dirección,otras veces suelen formar dos distintas depen­dencias. El oficial que guarda la puerta delsoberano para impedir al público la entrada sellama mizuar. Es, en realidad, el prebostede los djandar (o djanádira). empleados quese tienen en la puerta del Sultán para ejecutar

sus órdenes, infligir las puniciones que él pres­cribe, aplicar su vindicta y guardar las personasdetenidas en las prisiones del Estado. Las atri­buciones de su preboste comprenden la guardiade la puerta del Sultán; hacer observar la eti­queta usual en las audiencias que da el Sultánen la "casa común". Este cargo parece ser, pordecirlo así, un visirato (ministerio) en pequeño.

En cuanto a la otra dinastía zanatí, la delos Beni Abd-el-Uad, tampoco hay vestigioalguno de esos empleos. No existen, incluso,cargos especiales, debido a la .Indole nómada yla consiguiente deficiencia que predomina eneste pueblo. A veces usan el título de hadjibpara designar al intendente del palacio delsoberano, tal como se practicaba en el impe­rio hafsida. En ciertas ocasiones agregan a lasatribuciones de este empleado la contabilidady el registro con el derecho de rubricar losdocumentos oficiales, imitando el ejemplo delos hafsida. Trataban de emular a este puebloporque, desde la iniciación de su reino, reco­nocían la soberan ía de la dinastía hafsida,cuya causa habían abrazado.

En la España actual, el encargado de la con­tabilidad privada del Sultán y del erario públi­co se llama uakil (apoderado). El Visir ejerceall í las funciones ordinarias de su oficio; mas aveces se ve encargado también de la corres­pondencia. El Sultán traza personalmente larúbrica en todos los documentos oficiales,porque el empleo de escribano de la rúbrica,que se acostumbra en los demás reinos, noexiste en este pa ís.

En Egipto, bajo la dinastía turca, el títulode hadjib se da a un funcionario (hakim) per­teneciente al linaje que posee el poder, esdecir, los turcos, el cual, en la ciudad, haceejecutar los juicios pronunciados sobre lasdisputas entre particulares. Los hádjibes en elrégimen turco son numerosos. Este cargo está

Page 189: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 197

subordinado al del náib, cuya autoridad seextiende por igual sobre los miembros de lacasta dominante como sobre la totalidad delos súbditos, sin ninguna excepción.

El náib tiene en ocasiones la facultad denombrar y destituir a ciertos empleados;acuerda o confirma las pensiones de pocamonta, y sus órdenes son ejecutadas igual quelos decretos del Sultán. Prácticamente es ellugarteniente del soberano, en tanto que loshádjibes sólo sustituyen al Príncipe en el ejer­cicio de la justicia entre las diferentes capasdel pueblo y entre los militares, cuando suslitigios son llevados entre ellos, y en forzara los contumaces a someterse a los juicios pro­nunciados en su contra. Su rango es por tantoinferior al del náib.

Por lo que respecta al Visir, bajo esta dinas­tía turca, está encargado de las recaudacionesde impuestos de toda especie, ya sea Jaradj(contribuciones territoriales)' ya sea meks(aduanas y alcabalas) o ya sea capitación. Conestos ingresos subviene a las erogaciones delgobierno y el pago de los sueldos fijos. Nombray destituye a los empleados comisionados paracobrar los impuestos, y todos ellos se sujetana sus órdenes, cualquiera que sean sus catego­rías. Lo usual es que este Visir sea escogido deentre los captas que dirigen las oficinas decontabilidad y la receptoría de rentas porque,desde tiempo inmemorial, han estado particu­larmente encargados de esta administración enEgipto. En ocasiones, no obstante, cuando lascircunstancias lo exigen, el Sultán confía esteministerio a una persona de la nación domi­nante, un turco de alto rango o un descen­diente de turco.

Oficina de hacienda y recaudaciones

El cargo de administrador de la hacienda pú­blica es uno de los más esenciales en todo régi-

men monárquico o temporal. Este funcionariodirige los diversos servicios que encauzan larecaudación de las rentas del listado y vigilalos intereses del gobierno en lo que atañe aingresos y egresos; formula la lista nominativade los soldados que integran el ejército, fijala cuota de sus raciones y manda pagar sushaberes a su debido tiempo. En todas estasoperaciones, procede conforme a ciertas tablascompuestas por los jefes de esos servicios ylos intendentes del Estado.

Dichas tablas se encuentran en un libro queencierra todos los detalles del ramo de ingresosy egresos, y contiene muchos cálculos quesólo los peritos en esta administración son ca­paces de ejecutar. Este libro se llama diván(registro). El mismo nombre se da también allocal. donde Ips empleados de la propia depen­dencia trabajan. He aquí cómo se explica elorigen de este vocablo: "Cosroes (Rey de Per­sia), al ver un día a los empleados de la oficinade contabilidad hacer cálculos de memoria yque parecían, cada uno, hablar consigo mismo,exclamó, en lengua persa, !divané!, es decir,locos." Desde entonces el nombre de "diva­né" se dio al local donde esos empleados tra­bajaban, y, como el término se volvió de muvfrecuente uso, se suprimió la letra final paraaligerar la pronunciación. En seguida dichotérmino fue empleado para designar al libroque trataba de los servicios hacend!sticos yque encierra las citadas tablas con los modelosde cálculo. Según, diván significa "demonio"en persa: los empleados de la administracióndicen, fueron llamados as í a causa de su pres­teza en desembrollar las operaciones más in­trincadas y juntar (los indicios) irregulares ydispersos. Más tarde la palabra diván sirviópara designar la oficina de la correspondenciasiendo a la entrada del palacio real. Más ade­lante volveremos sobre el punto.

La administración de la hacienda pública

Page 190: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

198 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

suele tener un inspector general, que vigila lamarcha de las distintas dependencias del ramo.Pero en ocasiones cada una de esas dependen­cias tiene su inspector particular, tal como seacostumbra en algunos reinos, donde asignanun inspector del ejército, otro de las pensionesmilitares, otro de la contabilidad y los salarios,etcétera. Eso depende del uso de cada reino yde las decisiones tomadas por los jefes del Es­tado.

La administración en cuestión se introduceen todos los imperios tan pronto como losvencedores, ya aseguradas sus conquistas, co­mienzan a vigilar la marcha del gobierno y atomar las medidas pertinentes para estabilizarel buen orden. El primero que la introdujo enel imperio islámico fue, el califa Ornar, debi­do, según se dice, a una fuerte suma de dineroque Abu Horaira había tra ído de Bahrein yque no sabían cómo dividirla para hacer elreparto (entre los muslimes). Eso les hizo de­sear un medio para controlar los ingresos, re­gistrar los pagos de salarios y salvaguardar losderechos del Estado. Entonces Jalid lbn-el­Ualid recomendó la institución de un diván,tal como lo había visto funcionar en el siste­ma administrativo de los reyes de Siria, yOmar acogió ese consejo. Según otro relato,las cosas ocurrieron de otra manera: fue Her­mozán quien, viendo a Omar expedir un cuerpode tropas sin haber tomado la lista nominati­va (diván), le dijo: "Si un soldado desaparece,écórno se notaría su ausencia? todo soldadoque se ausente, dejaría un vacío en su fila. Sólolos escribanos podrán poner eso en orden,estableced pues un diván." Omar preguntó loque esa palabra indicaba y' cuando se le explicóel significado, dio órdenes a Agil Ibn AbiTeleb, a Májrama Ibn Naufel, y a Djobair IbnMataam para organizar un diván. Estos treshombres, que eran del corto número de los

qoraishitas que sabían escribir, redactaron undiván (registro) de todas las tropas musulma­nas, observando el orden genealógico y tribial.Empezaron por los parientes del Profeta, luegopasaron a los parientes de éstos, y así sucesi­vamente. Tal fue el origen del diván militar.Refiere Az-Zuhrí, apoyado en la autoridad deSaíd Ibn-el-Mosayab, que eso tuvo lugar en elmes de moharram del año 20 (diciembre-enerode 640-641 de J.C.)

En cuanto al diván de la contribución terri­torial y de las recaudaciones, permaneció, des­pués del advenimiento del Islam, tal como eraanteriormente. En las oficinas del Iraq, se em­pleaba el idioma persa, y en las de Siria, elgriego; los escribanos eran de los súbditos tri­butarios, pertenecientes a una u otra de estasnaciones. Cuando el ascenso de Abd-el-MelikIbn Meruán y la transformación del califatoen monarquía, habiendo el pueblo renunciadoya al carácter rudimentario del beduinismopara rodearse del esplendor de la civilización,que se desenvuelve en la vida urbana, los ára­bes, salidos de su estado de ignorancia primi­tiva, ya se hallaban ejercitados en el arte de laescritura; de suerte que, tamo entre ellos comoentre sus libertos, surgían hábiles cal ígrafos ybuenos contadores. Por tanto, el califa Abd-el­Melik giró a Solimán Ibn Saad, gobernadorde la provincia de Jordania, la orden de hacertrasladar del griego al árabe el catastro (diván)de Siria. Esa tarea fue llevada a cabo en eltranscurso de un año. Al imponerse de ese tra­bajo Sarhún, secretario de Abd-el-Melik, dijo alos escribanos griegos: "Buscad la vida poralgún otro medio, porque Dios os acaba deprivar de este arte."

En el diván de Iraq el mismo cambio tuvolugar, habiendo Al Haddjadj confiado estaoperación a su secretario Saleh Ibn Abderrah­mán, quien escribía el árabe y el persa. Saleh

Page 191: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 199

había aprendido su arte de Zadan Faruj o Fa­rru], antiguo secretario de Al Haddjadj, y,cuando Zadan fue muerto en la guerra de Ab­derrahmán Ibn-el-Ashaath, él le sucedió en lasecretaría. Fue entonces que Al Haddjadj ledio la orden de traducir del persa al árabe elcatastro (diván) del Iraq. Tales medidas cau­saron gran disgusto a los escribanos persas.Abdel Hamid Ibn Yahya sol ía decir: "Diospremie a Saleh iqué gran servicio ha rendido alos escribanos árabes!"

Bajo los abbasidas, el diván fue incluido enlas instituciones dependientes de la direccióndel visir; por ello los Barmecida, los hijos deSahl Ibn Nubajt y los demás visires de esta di­nastía lo contaban en el número de sus atri­buciones.

En cuanto a los reglamentos que concier­nen al diván y que se fundan en la ley divina,como los que se relacionan al salario delejército, a los ingresos y egresos del erario pú­blico, a la distinción debida entre los paísessometidos por capitulación o a viva fuerza, alas personas que pueden legalmente ser nom­bradas para la dirección de este diván, a lascualidades requeridas en el director y en losempleados, y a los principios que deben con­servarse en la oficina de contabilidad, todoesto está fuera de nuestro tema, y forma partede las materias que los libros intitulados "AlAhkam-es-Sulataniya" deben tratar y, enefecto, se encuentra detallado en esas obras.Por la misma razón, nosotros examinamosesta materia tan sólo desde el punto de vistade una simple institución conforme a la natu­raleza de la monarqu ía, de que nos ocupamosaqu í.

Pues el diván significa un gran puesto en laorganización de un gobierno monárquico, o,mejor dicho, constituye una de las tres colum­nas sobre las que este régimen se apoya. De

hecho, un reino no podría mantenerse sinejército, sin dinero, sin el servicio de corres­pondencia con los que se hallan lejos. El sobe­rano por tanto tiene menester de colaborado­res eficientes en la dirección de los asuntos deespada, de pluma y de hacienda. Por consi­guiente, el jefe del diván toma a su cargo unagran parte de la administración del reino. Talfue el caso en el imperio de los Omeya espa­ñoles y en los Estados de Taifas, sus sucesores.Bajo los Almohades, el jefe del diván debíapertenecer a la estirpe dominante. Dirigía conautoridad absoluta la recaudación de impues­tos, reun ía los ingresos en una caja central, yasentaba las partidas en un registro particular;revisaba el estado de sus subalternos y sus re­ceptores, y ejecutaba la distribución en lasépocas determinadas y por las sumas previa­mente especificadas. Se le designaba con elnombre de sahib-el-ashgal. A veces, en laslocalidades retiradas de la capital, los jefesde la propia dependencia eran ajenos al linajede los Almohades, siempre y cuando fuerancapaces de llenar debidamente el empleo.

Cuando los Hafsida establecieron su dominioen Ifrikiya y la gran emigración de musulma­nes españoles dejó volcar sobre este pa ís nu­merosas familias distinguidas, se encontraban,entre esos refugiados, algunos que habían de­sempeñado en España las funciones de admi­nistrador de !a hacienda pública. Tales comolos Beni Said, señores de AI-Calá (castillo fuer­te), adyacente a Granada, y conocidos ordina­riamente por Beni Abil Hosain. El gobierno,notando en ellos un gran talento administrati­vo, les confio las mismas funciones que habíanllenado en España. Ejercían esos cargos alter­nativamente con los funcionarios almohades.Más tarde, la administración de hacienda esca­pó de éstos para caer en manos de los emplea­dos de la contabilidad y la correspondencia.

Page 192: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

200 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

Luego, al adquirir el oficio de hadjib unagran importancia, la persona que lo desempe­ñaba tuvo la dirección absoluta de todas lasdependencias del reino. A partir de entoncesla administración de hacienda ha perdido suconsideración, y cuyo jefe, se convirtió ensubalterno del hadjib, como cualquier receptorordinario y despojado de la prominente posi­ción que antes ocupaba en el gobierno delimperio.

Bajo la dinastía de los Benimerines la con­tabilidad del impuesto territorial y la de loshaberes militares se encuentran reunidas enmanos de un solo administrador. Todas lascuentas públicas pasan por sus oficinas paraser sometidas a su revisión y aprobación, massus decisiones deben ser sancionadas por elSultán o el Visi r. Su asignatura es necesariapara la validez de las cuentas suministradaspor los pagadores militares y los receptores derecaudaciones territoriales.

Tales son los fundamentos sobre los que sehan establecido los cargos y empleos adminis­trativos en un Estado regido por un Sultán.Las personas que desempeñan estos oficiosocupan un rango muy elevado, porque cadauna de ellas maneja la dirección general (de surespectiva administración) y tiene el honor detratar directamente con el soberano.

En el imperio de los turcos (mamelucos). ladirección de la hacienda pública comprendevarias dependencias distintas. El funcionariollamado nadhir-el-djaish (director militar) es­tá encargado de la oficina de los salarios; elque se designa con el título de Visir administralas rentas públicas, y, en su calidad de directorgeneral de las recaudaciones, ocupa el primerrango entre los administradores de la haciendapública. El gobierno turco ha dividido la direc­ción general de la hacienda en varias depen-

dencias, debido a que su imperio, al cobraruna gran extensión, las rentas y contribucionesque suministra son tan abundantes que unsolo hombre, por más competente que fuere,no podría cumplir con tan vasta administra­ción. El personaje denominado Visir tiene ladirección general (de dichas dependencias);mas con todo se subordina a uno de los horrasdel Sultán, un hombre de gran influencia poi í­tica, y que goza de alta posición entre los jefesmilitares. En todos sus actos, el Visir debesujetarse a los designios de su superior, y apli­carse con todo celo a obedecerle. Este perso­naje, que ostenta el título de ostadz-ed-daula(intendente del imperio). es uno de los máspoderosos emires del ejército.

Subordinados al cargo ejercido por el Visir,hay otros varios, tanto de hacienda como decontabilidad, que han sido instituidos paraadministraciones especiales. Tal es, por ejem­plo, el del nadhir-el-jass (intendente del do­minio privado). que se ocupa de los asuntosconcernientes al tesoro particular del Sultán,como sus patrimonios y la parte que le corres­ponde de los impuestos territoriales y de lasrecaudaciones, parte independiente de lo quepertenece a la comunidad musulmana. Actúabajo la di recci ón de ostadz-ed-dar (inten­dente del palacio). Si el Visir pertenece al ejér­cito, no depende de este intendente. El inten­dente del dominio privado se subordina ajazin-ed-dar (tesorero de palacio). mamelu­co encargado del tesoro privado del soberano,se llama así por la índole de su oficio, que es­triba en ocuparse particularmente de las rentasprivadas del Sultán.

Estas indicaciones bastarán para dar a cono­cer el carácter de este cargo, tal como existeen la actualidad en el imperio turco de Orien­te. ya hemos señalado las atribuciones que lecaracterizan en los reinos de Occidente.

Page 193: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORrcoS 201

El diván de correspondencia y la secretaría

Esta dirección no es absolutamente necesariaen un régimen monárquico, algunos reinos hanpodido prescindirse de ella completamente.Tales fueron las dinastías bajo las cuales loshábitos de la vida nómada se mantuvieron largotiempo, sin que la vida urbana les hubiera co­rregido por la influencia de la civilización(que le es propia), y sin que la cultura de lasartes y oficios hubiese tomado arraigo en elpaís. Bajo el imperio musulmán el empleo dela lengua árabe (en la administración) y lanecesidad (en que se hallaban los jefes) deexpresar sus órdenes con nitidez. y precisiónhicieron indispensable una institución de esaíndole, ya que en general se indica mejor porescrito que verbalmente lo que uno tiene me­nester dar a conocer. En un principio, cadaemir tomaba por secretario a uno de sus pa­rientes, de alta categoría en la tribu. Así pro­cedieron los primeros califas, y los emires delos Compañeros del Profeta en Siriae Iraq.(Escogían el secretario de entre los suyos) de­bido a su plena fidelidad y discreción; mas,cuando la lengua fue alterada y (el dominiode un estilo correcto) se volvió un arte, enton­ces se tomó por secretario a cualquiera quesabía bien redactar.

En tiempos de los Abbasida, este puestoera muy honroso; el secretario expedía losdecretos del soberano sin estar controlado pornadie, trazaba su signatura al pie de esos do­cumentos, y estampaba el sello del Sultán. Di­cho sello era un cuño en el que se hallaba gra­bado el nombre del soberano o su emblemadistintivo; el secretario lo humedecía previa­mente con arcilIa roja 11 amada "tierra parasellar", diluida en agua; ya doblado y cerradoel documento, lo sellaba sobre el pliegue dondelos dos bordes se juntaban.

Más tarde, los documentos oficiales seredactaban en nombre del Sultán, y el secre­tario asentaba al principio, o bien al final,según su voluntad, las palabras que ten íaadoptadas para formar su rúbrica. Este funcio­nario ocupaba primero un alto rango en el Es­tado, pero terminó en estar puesto bajo elcontrol de uno de los prominentes dignatariosdel imperio o subordinado del Visir. En estoscasos la rúbrica del secretario perd ía su valor,y otra firma, que se delineaba aliado, indicabaque este empleado laboraba bajo la direcciónde un jefe. Trazaba sin embargo su rúbricahabitual; mas era la firma del jefe la que dabavalidez al documento. Tal fue en los últimostiempos del reino hafsida, cuando el cargo dehadjib adquirió toda su importancia, y estefuncionario !\ierció la autoridad administrati­va, primero por delegación, y después porusurpación. En esta dinastía, la rúbrica delsecretario carecía de todo valor, aunque seseguía usando en todos los instrumentos ofi­ciales, conforme a la antigua costumbre. Paraser válida, debía estar acompañada de unaformal aprobación adoptada por el hadjib einscrita por él en el documento. Por eso el se­cretario debía siempre tomar las órdenes t:elhadjib antes de asentar la rúbrica usual. ElSultán mientras se encontraba libre de tutela yen posesión de la autoridad suprema, estam­paba en los instrumentos oficiales su propiafirma, y ordenaba al secretario trazar allí lasuya.

Entre las funciones de la secretaría se inclu­ye la del teuoii. Esto es: cada vez que elSultán tiene una sesión pública a fin de escu­char las reclamaciones y hacer justicia a losdemandantes, un secretario permanece sentadoante él para asentar, en un estilo conciso yclaro, en cada memorial que se presente alsoberano, la decisión pronunciada por éste. El

Page 194: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

202 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

documento provisto del teuqi! es expedido(en la forma ordinaria), o bien el secretariotranscribe una copia de la-decisión de un du­plicado del memorial que el peticionario debetener siempre a la mano. Para redactar correc­tamente esas decisiones, se precisa que el se­cretario tenga el talento suficiente de expresarsus ideas de una manera elocuente y precisa.Djafar Ibn Yahya (el 8armecida) desempeñabaesta función ante Harún Ar-Rashid; anotabalas decisiones en los memoriales y los pasabainstantáneamente a los interesados. Lostauqiaat (pI. de tauqíi) escritos por él erandisputados por los amantes del bello estiloy la elocuencia, porque ofrecían verdaderosejemplos de las diversas maneras de expresarel pensamiento con elegancia y precisión. Serefiere incluso que dichas tauqiaat se ven­dían cada ejemplar al precio de un dinar deoro. He ah í lo que se practicaba en los impe­rios de antaño.

Para desempeñar un puesto de esa impor­tancia se precisa necesariamente una personaperteneciente a una de las capas más elevadasde la sociedad, un varón grave y honesto, do­tado de un gran saber y de talento ingnioso yexpresión persuasiva. En efecto, un secretarioes conceptuado apto de mostrarse versado enlos fundamentos de cuanta ciencia, puestoque son materias que a menudo constituyenel tema de las reuniones que se efectúan enel palacio del Sultán; y en las audiencias queéste tiene para administrar justicia. El secre­tario, estando obligado por la índole de sucargo a frecuentar el círculo del Príncipe, debetambién distinguirse por sus prendas persona­les y sus maneras agradables. Añadamos que,para redactar la correspondencia y exponeren buen orden las cosas que se le encarga co­municar por escrito, debe penetrarse perfec­tamente de los secretos del bello lenguaje.

En algunos imperios, el cargo de secretariose confiaba a un hombre de espada. Tal exigíala naturaleza misma de esos imperios; la sen­cillez de la vida nómada predominaba aun all íy alejaba los espíritus del cultivo de las cien­cias. El Sultán reservaba para los miembros desu asabiya todos los puestos, todos los cargos,tanto de espada como de hacienda y de pluma.Ciertamente se puede desempeñar el puestode espada sin haber recibido instrucción, peroes indispensable estudiar si se quiere manejarla hacienda pública o la secretarfa. En la una,el dominio del arte de calcular es imprescin­dible, y, en la otra, el de la elocuencia. Esosgobiernos fueron por consecuencia obligadosa confiar estos puestos a individuos competen­tes en ambos ramos, aunque pertenecientes aotra clase social, pero siempre sujetos al con­trol de un jefe vinculado a la familia del sobe­rano, de tal modo que sólo podían procedermediante la autorización suya. Tal se practicatodavía en el imperio de los turcos (mamelu­cos) en Oriente; el funcionario llamado sahib­el-inshá (redactor en jefe) es el que dirige lasecretaría, pero está colocado bajo las órdenesde un emir allegado a la estirpe del Sultán ygoza de toda la confianza del soberano, quiense apoya en él para casi todas las atencionesde la administración. Por su parte sshib-el­inshá, llena todos los servicios concernientesa la redacción (de instrumentos oficiales) enun estilo preciso y correcto.

Las cualidades que un soberano exige enun secretario, cuando se trata de escogerlo defuera de la casta dominante, son numerosas.El katib Abdel Hamid nos ha proporcionadoal respecto un magn ífico resumen en una misi­va que dirige a los escribanos (secretarios) yque reproducimos aquí; "Después de haberofrecido nuestras alabanzas al Todopoderoso,i1e rogamos os tenga en su santa guarda, a

Page 195: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 203

vosotros, pléyade profesan te de la escritura!iOuiera Dios rodearos de su gracia, de su asis­

tencia y orientaros hacia el bien! El Señor,ique su nombre sea glorificado y exaltado!,

ha colocado a los hombres después de sus pro­fetas y sus apóstoles, y, aun cuando todossean iguales ante él, los ha ordenado por clasesconsecutivas a la de los reyes, que deben hon­rarse. Los ha dirigido hacia la práctica de di­versos oficios, hacia los medios de ganar lasubsistencia y el mantenimiento. Por lo quetoca a vosotros, escribanos, os ha instalado enla más noble de las posiciones: vosotros sois'literatos, verdaderos varones, gente de saber yde instrucción; vosotros constituís el orna­mento del califato; por vosotros y por vuestraprudencia se mantiene la prosperidad del im­perio. Por vuestra abnegación y vuestros sabiosconsejos. Dios dispone la buena administracióndel Sultán y el progreso material y demográ­fico de la nación. El gobierno no podría pres­cindirse de vuestro concurso, porque sóloentre vosotros encuentra personas capaces derendirle verdaderos servicios; por tanto voso­tros sois, respecto del soberano, los oídos conque oye, los ojos con que ve, la lengua conque habla y las manos con que actúa. iDios osconceda gozar largo tiempo de las prerrogati­vas del noble arte con que os ha distinguido!iOjalá que jamás os prive de los favores con

que os ha colmado! De todas las personas queejercen profesiones, vosotros principalmentedebéis reunir en sí mismos las cualidades másloables y todo género de los méritos que acre­ditan a su poseedor la estimación y que seconsideran peculiares de vosotros, siempre ycuando pudierais responder a la descripciónque vaya hacer del perfecto secretario. Porsu propio interés y por interés del jefe que leha confiado la atención de sus importantesnegocios, el secretario debe mostrarse afable

cuando la afabilidad es necesaria, perspicazcuando se trata de tomar una decisión, osadocuando el momento lo requiere, presto a cejarsi las circunstancias lo exigen, moderado ensus deseos, amante de la justicia y la equidad,capaz de guardar fielmente el secreto que se leconfía, leal en las adversidades, hábil para pre­veer los reveses, apto para asignar a cada cosasu valor real y a cada acontecimiento su ver­dadera importancia. Debe haber estudiadotodas las ramas de los conocimientos y adqui­rirlo una sólida erudición. Si tal no le ha sidoposible, debe a lo menos haber aprendido losuficiente para los menesteres de su servicio:mediante su inteligencia nata, su buena educa­ción y su gran experiencia, sabrá preveer loque va a acontecer y juzgar las consecuenciasque cada cosa pudiera originar; de esta suertetomaría, para cada asunto, las medidas perti­nentes y las precauciones necesarias, mante­niéndose presto a dar a los sucesos el giro y ladirección convenientes. iPugnad pues, oh se­cretarios! por la superación en los diversosgéneros de la literatura y esforzad vuestroingenio para dominar las ciencias religiosas,empezando por el Libro de Dios y las pres­cripciones de la ley divina. Cultivad la lenguaárabe a efecto de poderos expresar correcta­mente, esmerad luego por lograr la bella cali­grafía, porque es la gema que debe adornarvuestros escritos, aprended de memoria y re­citad los poemas; familiarizaos con las ideasrebuscadas y las expresiones insólitas que ellosencierran; leed la historia de los árabes y delos extranjeros, y retened en la memoria losrelatos de sus hechos sobresalientes; todo esoos servirá de buena ayuda en la consecuciónde vuestras aspiraciones. Guardad bien de des­cuidar el arte del cálculo; sin este arte el con­trol de los impuestos no sería posible. Apartadvuestro ánimo de todo lo que podría excitar

Page 196: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

204 REVISTA DE ADM1NISTRAC10N PUBLICA

la ambición y la codicia; no os ocupéis demezquindades ni de actos despreciables, por­que estos degradan al hombre y desdoran alescritor. En el ejercicio de vuestra profesión,evitad toda vileza; que una noble altivez osimpida siempre tener recurso a la delación, lacalumnia y los procedimientos deshonestos.Guardad del orgullo, la soberbia y la petulan­cia, a efecto de no atraeros gratuitamente elodio general. Amaos los unos a los otros enDios a causa de vuestro arte; en cuyo ejercicio,proponed mutuamente por modelo a aquellosantecesores vuestros que merecieron ser mi­rados como hombres virtuosos y amantes dela justicia. Si la fortuna traicionara a algunode vuestros colegas, mostradle los testimoniosde vuestra simpatía, prodigándole lenitivos yestímulos hasta que recupere su bienestar y serestablezca de su infortunio. Cuando el unode vosotros se vea obligado por la vejez a dejarsu empleo y a no frecuentar más a sus colegas,id a visitarle, a ofrecerle vuestros respetos ypedirle sus consejos, frutos de una larga expe­riencia y amplia práctica. Que cada uno devosotros aprecie más que a su hermano o suhijo al patrón que le ha protegido y ayudadoen sus menesteres. Si vuestro trabajo obtieneelogios, atribuid los méritos cada quien a sucompañero; en caso contrario, aceptad cadauno para sí la responsabilidad y la censura. Siun cambio opera en vuestra posición, tenedcuidado de los falsos pasos, los yerros y el en­fado, pues un secretario está más expuestoque un sarnoso a ser despreciado, con las con­secuencias más graves para él. Si tenéis porjefe a un hombre que os trate con justas con­sideraciones, mostradle una cabal lealtad y unprofundo reconocimiento; soportad sus capri­chos con paciencia y amabilidad; servidle confidelidad, discreción y habilidad a lo que tienejustificado derecho. Demostradle vuestro agra-

decimiento con vuestros actos, todas las vecesque tenga recurso a vuestros servicios. Queeste sentimiento de gratitud - i Dios os asis­te- , sea espontáneo en vuestro corazón, ya enla abundancia o en la penuria, ya en la alegríao en la tristeza, ya frustrados en vuestras es­peranzas o colmados de beneficios!

"Tales son las cualidades más admirables enun profesante de vuestro noble arte. Si unode vosotros obtuviera un alto mando, o si seviera encargado de gobernar a una fracción delas criaturas de Dios, que tenga siempre pre­sente el temor al Señor y que sacrifique todaotra consideración al deber de obedecerle.Debe mostrarse benévolo para con los pobres,justos con los oprimidos. Pues los hombresson las criaturas de Dios, y el más amado paraél es el más benévolo para con sus criaturas.El secretario-escritor convertido en autoridadha de gobernar con justicia y tratar con defe­rencia a los nobles; debe fomentar el bienestardel pueblo, impulsar el progreso del país, tratarcon bondad a los súbditos, estimular su con­cordia y evitarles todo mal. En sus audiencias,mostrarse amable y modesto; en la nómina,que determine los impuestos a fin de verificarel cobro de sus derechos, usar la indulgencia.Debe estudiar el carácter de sus subalternos,y, al advertir sus buenas cualidades y sus de­fectos, ha de orientarlos hacia el bien y loconveniente, recurriendo al tacto más sutil ytoda su destreza a efecto de apartarlos de susinclinaciones viciosas. Sabido es que el caba­lIerango que conoce su oficio procura antetodo estudiar el carácter de la cabalgadura, y,si ésta tiene el hábito de cocear, se cuida deno excitarla en el momento de montarla; sitiene la man ía de encabritarse, evita ponersedelante de ella; si teme sus desboques, la suje­ta bien por la cabeza; si es reacia, trata de do­meñar su testarudez suavemente; y, si persiste

Page 197: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 205

en su man ía, le da media vuelta y le afloja labrida. En esta descripción de los procedimien­tos que se emplean para dirigir a una cabalga­dura, tenemos las premisas de la administraciónque el hombre debe adoptar para regir a sussemejantes, sostener relaciones constantes conellos y mantenerlos en la obediencia. El secre­tario escritor, gracias a su instrucción, a la no­bleza de su oficio, a la fineza y habilidad de suconducta para con las personas que tratan conél, y los que se presentan a hablarle y discutiralgunos asuntos con cierto temor a su severi­dad, dicho secretario tiene mayores motivospara proceder con indulgencia y cordura paracon sus subalternos, a fin de ganar su voluntad,que el caballerango que trata de domeñar losímpetus de un irracional incapaz de respon­derle, de saber distinguir el bien del mal y decomprender nada de lo que se le dice, exceptoaquellas palabras que cuyo jinete le ha hechosentir su significado. Administrad pues, iohsecretarios!, con benevolencia, ique Dios ossea misericordioso! Obrad con toda la previsióny deliberación posibles; evitaréis así el descon­tento de vuestro jefe, el serie molestos y eldistanciamiento consiguiente; obtendréis encambio su correlación y cohesión fraterna ydiligente. Que nadie de vosotros exceda susmedios en lo que respecta a mobiliario, ves­tidos, monturas, manjares, bebidas, residencia,criados y otras cosas por el estilo. Pues a pesarde la nobleza del arte conque Dios, en su bon­dad, os ha distinguido, no sois más que sim­ples servidores del gobierno, a quienes no setolera deficiencia en los servicios, y confiden­tes de quienes no se consienten los actos dedespilfarro. Conservad, por tanto, vuestro re­cato en la moderación, siguiendo los consejosque os he dado, Guardaos de las consecuenciasnocivas de la disipación y el lujo; ambos aca­rrean la pobreza, la vergüenza y la humilla-

ción; tal ocurre sobre todo cuando las personasque contraen esos vicios pertenecen a la clasede los secretarios y gente de letras. Todas lascosas tienen entre sí ciertas analogías median­te las cuales un administrador sabrá siempreencauzarse; por ello, cuando se os presenta uncaso, comenzad por tomar las medidas que laexperiencia os habrá dictado; adoptad enseguida el procedimiento más simple y seguro,aquel que ha de incluir el mejor resultado.Sabed que la prodigalidad conduce a quien seentrega a ella a las consecuencias más perjudi­ciales, condición que preocupa tanto a su afi­cionado que descuida las ventajas que pudierasacar de sus conoci mientas y meditaciones.Cuando uno de vosotros da audiencia, que selimite, en sus palabras, a lo esencial; que pro­cure la concisión en sus preguntas y sus res­puestas, y que trate de reunir en un solo haztodos sus argumentos. De esta manera, harámarchar los asuntos y se garantizará contrala fatiga de su aliento que la multiplicidadpodría causarle. Recomendámosle humillarseante el Altísimo a fin de obtener el don de sugracia y asistencia para poder seguir por elrecto camino. Eso debe hacer por temor acaer en el error que daña la salud, la inteligen­cia y los frutos de la instrucción. Si alguno devosotros cree o dice que sus éxitos en el ejer­cicio de su profesión y la eficacia de sus pre­venciones provienen de su gran habilidad enlos negocios, se expondrá a verse abandonadode Dios y dejado a sus pobres recursos. Pueses evidente, para quien quiera reflexionar, queesos recursos no le bastarán por s í solos. Quenadie de vosotros diga que él es más apto enla dirección de los asuntos, más capaz de so­portar el peso de una administración que untal colega suyo o un compañero en el mismoservicio, pues a ojos de los prudentes, el másinteligente de ambos es aquel que repudia la

Page 198: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

2D6 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

presunción y que se cree inferior a sus caigasen destreza y en talento. Por nuestra parte,diremos a uno y a otro: reconoced altamentelas bondades de Dios; ienaltecida sea su gloriay su poder! Que no muestren ni petulancia, niconfianza en sus propios méritos; que no tratende despreciar ni a sus colegas, ni a sus rivales,ni a sus compañeros de trabajo, ni a sus jefes.Para todos ellos existe la obligación de loarconstantemente al Altísimo humillándose antesu omnipotencia y alabando su majestad yrecordando sus infinitos dones. Añado a estaepístola un proverbio justificado por la expe­riencia: 'El que recibe los consejos debe ob­servarlos.' He ahí la esencia de la presentecomunicación, la más bella de sus frases, a ex­cepción desde luego de las que encierran lasalabanzas al Todopoderoso; por tanto, parafinalizar dignamente mi carta, he puesto esamáxima al final. iQue Dios nos ampare, jun­tamente con vosotros, hombres de estudio ygente de pluma, en todo lo que, dentro de su­previsión, juzque necesario para orientarnoshacia la dicha eternal Lo cual depende sola­mente de él, estando nuestro destino en susdivinas manos. iLa paz sea sobre vosotros,con la misericordia del Señor y su bendición!"

La shorta (policía judicial). El que ennuestros días ejerce, en Ifrikiya, las funcionesde saheb (jefe) de la shorts, lleva el títulode hakem (comandante). En el reino de An­dalucía se le llama saheb-el-madina (jefe dela ciudad). y en el imperio de los turcos (ma­melucos). se le denomina uali. Este cargo esinferior en categoría al del jefe del ejército,por ello el oficial que lo desempeña se ve aveces puesto bajo las órdenes de este jefe.

Fue en la dinastía abbasida que se instituyóel puesto de ssbeb-esh-shorte, El que loejercía tenía por misión castigar los crímenes:pon ía primero al inculpado en requerimiento

de justificarse; luego, si consegu ía comprobarel crimen, hacía aplicar la pena legal. Essabidoque la ley divina no toma conocimiento de loscr ímenes cuya existencia es solamente sospe­chada, ella únicamente castiga los crímenescomprobados. Corresponde más bien a la ad­ministración civil ocuparse de los crímenescuya existencia se sospecha; el hakem debeproceder, dentro del interés común, a su com­probación y, abundando las pruebas indicia­rias, puede constreñir al inculpado a la confe­sión. Se designa con el nombre de ssheb-esh­shorta al funcionario que, en el caso de abs­tención de parte del cadí, se encarga de instruirlos procesos y de aplicar las penas. En ocasio­nes se ha restado al cadí el derecho de conocerde muertes y de aplicar las penas establecidaspor la ley, para atribuirlo exClusivamente assheb-esh-shorte, Los gobiernos de antañorodeaban a este cargo de una alta considera­ción, y sólo confiaban a uno de los grandesjefes miIita res o bien a uno de los principalesallegados del Sultán. La autoridad de saheb­esh-snorts no se extend ía sobre todas las cia­ses de la población; se limitaba a infligir casti­gos a las gentes del pueblo, a los individuos demala reputación y a los sujetos depravados.

En el imperio de los Omeya españoles, estecargo adquirió prominente importancia, y for­mÓ dos administraciones distintas: la grande yla pequeña shorta. La autoridad de la pri­mera se extend ía por igual sobre grandes yplebeyos; el que la ejercía tenía el poder decastigar incluso a los funcionarios públicosque oprimían al pueblo, así como a sus pa­rientes y a los personajes que les protegían. Lapequeña shorta poseía la autoridad sola­mente sobre el vulgo. El jefe de la grande re­sidía junto a la puerta del palacio imperial,con un cuerpo de esbirros que se manteníansentados ante él y sólo abandonaban sus sitios

Page 199: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 207

para ejecutar sus órdenes. Como las funcionesde este puesto deb ían ser ejercidas por uno delos grandes del ímperio, formaron parte por loregular de las atribuciones del Visir o del hadjib.

En el imperio almohade del Magreb, el jefede la shorta gozaba de limitada autoridad:su jurisdicción no abarcaba a todas las clasesde la sociedad, y menos aún a los funcionariospúblicos. Este puesto no se confiaba al prin­cipio más que a un Almohade de elevado ran­go, pero, hoy día, ha perdido su importancia,y ha salido de manos de los Almohade paracaer en las de los protegidos de la familia real.

Al presente, entre los Benimerines del Ma­greb, se escoge el jefe de la shorta de entrelas familias de antiguos clientes del soberano,y de los protegidos de la casa reinante.

En Oriente, en el imperio de los turcos (ma­melucos). este cargo se confía a uno de losgrandes dignatarios turcos o a un descendientede las familias kurdas que habían gobernadoEgipto antes que ellos. Para e j e rce rl o, seescoge indistintamente, de una u otra de esasdos categorías, un individuo de carácter rígidoy bastante poderoso para hacer ejecutar todaslas decisiones. Entre otras extirpar el mal, ex­tinguir los gérmenes del vicio, destruir losfocos del libertinaje y dispersar las reunionesde sus elementos. Aplica asimismo las penasprescritas por la ley divina y las emanentes dela administración civil, tal como lo determinael orden público en toda ciudad.

El mando de la flota (asati!)

El mando de la flota constituye una de las dig­nidades del imperio musulmán. En los reinosde Magreb y de Ifrikiya, el oficial que desem­peña este cargo es inferior en categoría al jefedel ejército, y, en muchos casos, ten ía queobedecerle. Su título, en el lenguaje de los

marinos, es "balarnand" o "almiland" vocablocuya letra ''1'' se pronuncia con énfasis, y hasido tomado de la lengua de los francos, queusan con el mismo significado. Este cargo espropio de Magreb e Ifrikiya. He aqu í la razón:estos dos países están situados sobre el litoralmeridional del mar Romano (Mediterráneo).

Del lado Sur, este mar, desde Ceuta hasta Ale·jandría y Siria, confina con las comarcas ocu­padas por los bereberes; del lado norte, limitacon España, el pa ís de los francos, el de losesclavos, el de los griegos y una parte de Siria.Se le denomina "el mar Romano" y "el marde Siria", a causa de las naciones que ocupa­ban sus riberas. De todos los pueblos que ha­bitan en los litorales del mar, los que se en­cuentran sobre las dos costas del mar Romanosoportan con el mayor brío los avatares de lavida marítima.

Los romanos, los francos y los godos habi­taban con anterioridad en las costas septen­trional de este mar, y como sus guerras, lomismo que sus expediciones comerciales, sehacían principalmente por medio de navíos,se habían vuelto muy hábiles en el arte de lanavegación y de combatir con las flotas. Algu­nas de estas naciones pretendieron la posesiónde las costas meridionales de este mar: los ro­manos dirigieron sus miradas hacía Ifrikiya;los godos codiciaron el Magreb, y ambos pue­blos se transportaron a estas comarcas pormedio de sus respectivas flotas y se apoderaronde ellas, al cabo de vencer a los bereberes yquitarles todo el poder. Posesionáronse de lasciudades más pobladas, tales como Cartago,Shaitla (Suffetula), Djelula (Oppidum Usali­tanurn), Mornac, Cherchel (Cesarea) y Tánger.Con anterioridad el soberano de Cartago habíahecho la guerra al de Roma, enviando contraél flotas bien aprovisionadas y llenas de tropas.Es bien sabido que, desde los tiempos más re-

Page 200: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

2D8 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

motos, tal era la costumbre de los pueblos queocupan los dos litorales del Mar Romano.

Cuando los ejércitos musulmanes se adue­ñaron de Egipto, el califa amar Ibn Al Jattabescribió a (su general) Amr Ibn Al Ass paraque le describiera el mar. Amr le contestó porescrito en estos términos: "Es un ser inmensoque lleva sobre su lomo a seres endebles, gu­sanos hacinados sobre trozos de madera."(impresionado de esa descripción) amar pro­hibió a los muslimes aventurarse en ese ele­mento, y al saber que Arfadja Ibn HarthamaAl Azdí, jefe de la tribu de Bedjila, a quienhabía enviado contra la provincia de Omman,acababa de realizar su expedición por mar apesar de sus órdenes, la reprendió duramente.Dicha prohibición subsistió hasta el adveni­miento de Mohawia. Esta califa autorizó a losmusul manes embarcarse para hacer la guerrasanta por mar.

He aqu í la causa de ese cambio en la poi íti­ca de los califas. Al comienzo del islamismo,los árabes se hallaban todavía demasiado im­buidos de' la vida nómada para convertirse enmarinos tan hábiles y tan emprendedores comolos romanos y los francos, pueblos que, yaacostumbrados a luchar contra el mar y a viviren las naves que los transportaban de país enpaís, se habían hecho a ese género de vida yadquirido el hábito de afrontar los peligrosconsiguientes. Cuando los árabes hubieronafirmado su imperio y alcanzaron una vastapotencialidad, sometiendo a su dominio unamultitud de pueblos extranjeros, se vieronrodeados de toda clase de técnicos de los ven­cidos, procurando cada quien, por medio desu arte, ganarse mérito ante ellos. Entoncestomaron a su servicio un gran número de ma­rineros para cubrir sus menesteres náuticos.Habiéndose afrontado al mar reiteradamente,y ya con cierta destreza en la lucha contra él

mismo, cambiaron de opinión respecto de esteelemento. Anhelando con entusiasmo llevarla guerra santa por este medio, construyeronnavíos y galeras, equiparon los buques, losarmaron y cargaron de tropas con el fin decombatir a los pueblos infieles de ultramar.

(Para establecer sus astilleros), escogieron lasprovincias más próximas al mar y las plazasfuertes ubicadas sobre los litorales. Dichasprovincias eran Siria, Ifrikiya, el Magreb yEspaña. El califa Abd-el-Melik (lbn Meruán),animado por un celo vehemente para mantenerla guerra santa, envió a Hassan Ibn An-Namán,gobernador de Ifrikiya, la orden de fundar enTúnez una atarazana marítima. Fue all í que,bajo el gobierno de Ziadat-Allah 1, hijo deIbrahim Ibn-el-Aglab, una flota, al mando deAsab Ibn-el-Forat, gran mufti de Ifrikiya, par­tió para conquistar Sicilia. La isla de Quesarrao Cossura (Pantellaria) fue tomada tambiéndurante la administración del propio régimen.Anteriormente, Mohawia Ibn Hadijd habíaconducido una expedición contra Sicilia, perosu tentativa no tuvo éxito. Esto ocurrió bajoel reinado de Mohawia Ibn Abi Sofyan. Tiem­po después, durante la guerra que tuvo lugarentre los fati mitas de Ifrikiya y los Omeva deEspaña, las flotas de ambas dinastías atacaronrepetida y mutuamente sus respectivos terri­torios y devastaron los litorales de los dospaíses. Bajo el reinado de Abderralmán An­Naser, la flota española (de los Omeya) secompon ía de unas doscientas unidades, y lade Ifrikiya era aproximadamente de igual nú­mero. El comandante caíd de la flota espa­ñola se llamaba Ibn Domahes o Romahes.Los puertos donde esta flota ten ía sus fon­deaderos y en donde se pon ía a la vela eranBedjaia y Almería. Se formaba de navíos quese hacían venir de todos los reinos donde seconstru ían buques. Cada unidad estaba bajo

Page 201: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 209

el mando de un marinero, que portaba el títu­lo de caíd, quien se ocupaba únicamente delo que concern ía al armamento, los combatesy la guerra; otro oficial, llamado raís, diri­gía la marcha del navío a la ayuda de las velaso de los remos y conducía las maniobras delanclaje. Cuando se reun ían los buques paraefectuar una expedición contra el enemigo opor cualquier otro objeto importante que elSultán ten ía en proyecto, se concentraban enel puerto determinado como punto de citaordinario. El soberano ordenaba el embarquede sus hombres, sus tropas selectas y algunosde sus libertos, poniéndoles a todos bajo lasórdenes de un soloemir'perteneciente a la clasemás elevada de los dignatarios del reino. Luegolos hacía partir a su destino, con la esperanzade retornar victoriosos y cargados de botín.

Cuando el islamismo fue constituido enimperio, los muslimes subyugaron a todos lospa íses que bordean este mar y, debido al po­derío de sus flotas, los cristianos de estospaíses se veían en la imposibilidad de resistir­les. Durante un largo espacio de tiempo, todassus expediciones fueron coronadas por el éxito.Sus victorias y sus grandes hazañas, son bienconocidas, as ímismo sus conquistas y las gran­des riquezas que arrebataron al adversario.Apoderáronse de la totalidad de las islas delmismo mar. Mallorca, Menorca, Ibiza, Cerde­ña, Sicilia, Cossura, Malta, Creta y Chipre,todas cayeron en su poder, así como otras co­marcas pertenecientes a los reinos de romanosy francos. Abul Qasim el Shiita y sus hijosexpedían desde Almahdiya sus flotas contraGénova y regresaban victoriosos y cargados debotín. En el año 405 (1014-1015 de J.C.)Modjahed-el-Amirí, soberano de Denia, y unode los régulos de Taifas, se apoderó de Cerde­ña mediante su flota, pero los cristianos recu­peraron esta isla bien pronto. Durante todo

aquel periodo, las armas musulmanas triun­faron en casi todos los parajes del mar Roma­no; sus navíos lo recorrían en todas direccio­nes, y sus tropas, partiendo de Sicilia, reali­zaban desembarcos en tierra firme frente a lacosta septentrional de esta isla. Atacaban all ía los príncipes francos y devastaban sus Esta­dos. Esto tuvo lugar en tiempo de los Beni-el­Hosain, reyes de Sicilia, que reconocían lasoberan ía de los fati mitas. Los cristianos sevieron obligados a pasar sus flotas a la partenoreste del propio mar, con el objeto deaproximarse a los países marítimos de losfrancos y esclavos; y a las islas romanas, sinaventurarse para nada a salir de all í. En efecto,las escuadras islámicas acechaban a las cristia­nas como el león encarnizado acecha a su presa;sus buques, tan numerosos como bien equi­pados, cubrían la faz del mar, recorriéndoloen todos los sentidos, ya sea con fines pacífi­cos, o ya en son de guerra. De suerte que, delos cristianos, no se veía flotar ni una tabla;pero, tiempo después, el abatimiento y ladebilidad de los imperios fati mita y omeyadapermitiéronles apoderarse de Sicilia, de Creta,de Malta y de otras islas orientales. Aprove­chada luego de extensión del poderío islámico,se precipitaron sobre el litoral de Siria (esdecir, de Líbano) y se adueñaron de Trípoli,Asacalán, Tvro y Akka (San Juan de Acre).Ya dueños de las plazas fuertes de este litoral,tomaron en seguida la ciudad de Jerusalén yconstruyeron all í una iglesia para practicarlas ceremonias de su culto. (Las tropas de Ro­gelio 1, Rey de Sicilia), quitaron Trípoli (deAfrica) a los Beni Jazrún, se apoderaron acontinuación de Cabes y de Sfax, y sometierona los musulmanes de estas ciudades a la capi­tación. Luego obtuvieron posesión de Almah­diva, antigua sede del imperio fati mita, ha­biéndola arrebatado a los descendientes de

Page 202: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

210 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

Bologguin Ibn Ziri. De tal modo, desde el Vsiglo, la fortuna se había inclinado al lado delos cristianos en el mar Romano. A partir deentonces la potencia marítima de Egipto ySiria comenzó a caer en el aniquilamiento. Na­die, hasta nuestros días, ha tratado de restable­cerla, a pesar de que con anterioridad, en estosmismos países, el gobierno fati mita había des­plegado esfuerzos extraordinarios para manotener el poderío de la marina. Hecho que lahistoria de esta dinastía no permite descono­cero Se encuentra all í más de un vestigio delcargo de comandante de la flota; cargo queaún persiste en los reinos de Ifriklya y Magrebparticularmente, en donde siempre se ha con­servado.

En la época que hemos indicado, los paísesque forman el límite occidental de este marposeían un gran número de buques y desple­gaban una potencia marítima tal que ningúnenemigo era capaz de vulnerar, ni siquiera pre­tender una agresión. Bajo la dinastía lemtuna(almoravide), el mando de la flota era patriomonio de los Beni Meimun, señores de Cádiz;mas esta familia, al reconocer después la sobe­ranía de Abd-el-Mumen (Almohade), le cediósus derechos. Dicha flota se campan ía de uncentenar de navíos pertenecientes a los puer­tos de España y del Africa. En el siglo VI,cuando la dinastía almohade conquistó estosdos países, el cargo de comandante de la flotacobró mayor importancia que nunca. AhmadAs-Siqilli (el siciliano), que lo ejercía a la sazón,pertenecía a la familia de los Sadguian, frac­ción de la tribu de los Seduikich, establecidaen la isla de Djerba. Secuestrado de su paísnatal por los cristianos, que habían realizadoall í un desembarco, fue Criado entre ellos yentró al servicio de Rogelio 11, soberano deSicilia. Supo ganar la confianza y el aprecio deeste Príncipe; pero, habiendo sido atraído,

por ciertas tendencias, la inquina del hijo ysucesor de éste, y temiendo por su vida, huyóa Túnez y se alojó en casa del señor de la ciu­dad, miembro de la familia de Abd-el-Murnen.De all í siguió a Marruecos, donde el califaYusof-el-Ashiri, hijo de Abd-el-Murnen (y so­berano de los Almohade), lo recibió con aten­ciones y distinción. Colmado de dones poreste Príncipe, e investido del mando de la flo­ta, desplegó una gran bravura en su lucha con­tra los cristianos. Sus señalados hechos ocupanun sitio honroso en la historia del imperio al­mohade. Bajo su dirección, la escuadra musul­mana alcanzó, en número y organización unasuperioridad que, según nuestras noticias, fuejamás antes lograda, ni tampoco después igua·lada.

Cuando Salah-ed-Din (Saladino) Yusof IbnAiyub, Rey de Egipto y Siria, emprendió lareconquista de las plazas fuertes que los cristia­nos ocupaban en este último país, y la depura­ción de Jerusalén de sus máculas, las escuadrascristianas no cesaron de traer refuerzos y pro­visiones a todas las fortalezas marítimas cerocanas a esta ciudad. La flota de Alejandría nose hallaba en condiciones para oponérseles,habiendo sufrido una serie de reveses en laparte oriental del mar Romano. Además, losnavíos cristianos eran muy numerosos, y,desde largo tiempo, los musulmanes, comodejamos indicado, se hallaban demasiado débi­les para repeler al enemigo. Salah-ed-Din tomópor tanto la decisión de expedir una embajadaa Yaaqub Almansur, Sultán de los Almohadesde Magreb, con el objeto de obtener el envíode la flota magrebita (aliado de Siria) a efectode impedir a los cristianos abastecer sus forotalezas. La persona a quien encargó de esa mi­sión fue (Abu-el-Harith] Abd-el-Karirn IbnMonqidz, de la familia de Beni Monqidz, seño­res de Cheizar. Acababa de quitarles esta foro

Page 203: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORrcOS 211

taleza y de asegurarles, en compensación, unaposición respetable en el imperio. El docu­mento del que el embajador fue encargado, yque había sido redactado por Al Fadl-el-Bei­san í, se encuentra reproducido por Imad-ed­Din Al Asfahaní o Isbahaní, en su Al hath­el-Codci. Comenzaba así: "jQuiera Dios abrira nuestro señor las puertas de la prosperidad ylos éxitos!" Almansur se sintió ofendido, por­que no le había dado el título de emir-el­muminin (que él ostentaba), pero disimulósu descontento, Habiendo colmado de honoresa los miembros de la embajada, los despidiósin satisfacer su petición.

De ah í se desprende que el reino de Magrebse distinguía de los demás por la posesión deuna flota; que los cristianos ten ían una gransuperioridad en la parte oriental de este mar;que el qobierno de Egipto y Siria había des­cuidado, en aquel entonces y aun después, laatención a su marina, y que los imperios debentener siempre flotas disponibles, en estado deservir.

Después de la muerte de Yaaqub Almansur,la potencia de los Almohades inició su decli­nación; los pueblos de Galicia se apoderaronde una gran parte de España, empujaron a losmusulmanes a las comarcas del litoral, ocupa­ron las islas de la parte occidental del marRomano, y se volvieron muy temibles en esazona. Mas, a pesar del crecido número de susbuques, los muslimes pudieron al fin comba­ti rles con fuerzas niveladas. Esto ocurrió bajoel reinado de Abul Hassan, Sultán zanatí delMagreb. Cuando este monarca concibió laintención de atacar a los infieles, su flota eratan numerosa y bien equipada como la de loscristianos; mas en seguida la marina musulma­na perdió su importancia a consecuencia de ladebilidad continuamente creciente de los rei­nos magrebitas. En esta región, la influencia

del nomadismo, estando todavía bastantefuerte, hizo olvidar las costumbres de la civi­lización más avanzada que se había divulgadoen España, y quitó a las poblaciones el hábitode las cuestiones marítimas. Los cristianosvolvieron entonces a sus antiguas prácticas;formados a la vida del mar y diestros en lasartes y técnicas que atañen a la navegación,así como en las tácticas de los combates marí­timos, concluyeron por vencer a las flotas islá­micas en todo encuentro. Los muslimes yaconvertidos en extraños a la vida del mar, ape­nas un corto número de los que habitan en lascostas y experimentados en la navegación con­tinúan sus faenas. Sería muy de desear queestos marinos hallasen gentes que les ayuden ysostengan, o un qobierno que les proporcionecombatientes, y les trace un plan determinadoque quizá conduciría a un buen resultado.

Persiste hasta la fecha el cargo de coman­dante de la flota en el reino del Magreb; seobservan al! í todavía los reglamentos referen­tes a la construcción y armamento de navíos,con el objeto de estar prestos a secundar losdesignios del Sultán, cuando el caso lo requie­re, respecto a los países del litoral. Los mu­sulmanes procuran todavía incitar el viento(de la victoria) contra los infieles. Los librosde predicciones encierran un vaticinio quecircula entre los pueblos del Magreb, y que in­sertamos aqu í: "Ciertamente, los musulmanestomarán su revancha de los cristianos y haránla conquista de los países de los francos deallende el mar; eso ha de efectuarse por mediode una flota." iDios es el auxiliador de losverdaderos creyentesl

SOBRE LA DIFERENCIA QUE EXISTEENTRE LOS CARGOS DE LA

ESPADA Y DE LA PLUMA

La espada y la pluma son dos instrumentos

Page 204: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

212 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

de que el soberano se sirve en la conducción desus asuntos. Todos los imperios, durante laprimera etapa de su existencia, y mientras seocupan en su consolidación definitiva, tienenmás menester de la espada que de la pluma.En dicha etapa, la espada es el coadjutor delSultán,en tanto la pluma no es sino la sirvientaencargada de transmitir sus órdenes. Igual­mente es cuando el reino inicia su decadencia:el espíritu de coligación se halla entonces biendébil, así como lo hemos explicado anterior­mente, y la decrepitud que acomete a la di­nastía hace disminuir la población.

En semejantes casos, lo mismo que en elprimer periodo, el gobierno se ve precisado aapoyarse en las gentes de espada cuyo concursole es indispensable, a efecto de hacerse respetary defenderse. Para obtener ese doble resultado,hallará la espada más útil que la pluma. En lasdos épocas que acabamos se señalar, los hom­bres de espada gozan de alta consideración, debienestar y de copiosas pensiones: más, cuan­do el reino se halla a la mitad de su carrera, elSultán ya no tiene tanta necesidad de sus ser­vicios: su autoridad ya se encuentra afirmaday ya no tiene otra preocupación que recogerlos frutos de la soberan ía. Para él lo esencialahora es recaudar los impuestos, controlarlos ingresos y egresos, rivalizar en magnifi­cencia con las otras dinastías y transmitir atodas partes sus disposiciones. Para esto, sumejor auxiliar es la pluma, de la cual tiene porel momento el mayor menester. Durante estetiempo, las espadas permanecen ociosas repo­sando en sus vainas, a menos que un graveacontecimiento sobrevenga y que precise re­parar las brechas que pudieran comprometerla salud del reino. Las gentes de la pluma go­zan entonces de las mayores prerrogativas, detoda comodidad y de riquezas. En las audien­cias públicas ocupan los sitios más próximos

al soberano; lo visitan frecuentemente, y soninclusive admitidos en intimidad.

Tal sucede porque la pluma es, a la sazón, el-instrurnento mediante el cual el Príncipe ob­tiene los frutos de su reino, encauza la marchade la administración, mantiene el orden en susEstados y rivaliza (en dignidad) con los demássoberanos. En esta época, los vísires y los jefesmilitares son relegados a segundo término:por ello se ven excluídos de la privanza delSultán y recelosos de ser víctimas de su cóleracuando menos se espera.

De ah í lo que Abu Moslem expresó en sucarta a Al Mansur, cuando recibió la orden depresentarse en la corte. En dicha carta decía,previos los cumplimientos de rigor: "Una delas máximas que aprendimos de los persas yque aún recordamos es ésta: 'Los vísires sien­ten el mayor temor cuando las revueltas delimperio se han aplacado'."

DE TODOS LOS HOMBRES, LOS SABIOSSON LOS QUE MENOS ENTIENDEN DE LA

ADMINISTRACION POLITICA y SUSPROCEDIMIENTOS

La causa de ello es que los sabios tienen porcostumbre aplicar su intelecto a elevadas es­peculaciones, ahondarse (en el abismo de lareflexión) en busca de ideas (abstractas), re­coger las ideas que ofrecen los objetos sensibles,y despojarlas en el entendimiento, a fin dereducirlas a universalidades comunes (a todoslos individuos del mismo género) y tener elmedio de alcanzar sobre esos individuos unjuicio que sea aplicable a todos. Dichas ideasno han de contener ningún matiz especial deuna sustancia, o de un individuo, o de unaraza, o de un pueblo, o de una clase particularde la especie humana. Los sabios aplican lue­go a las cosas externas las universalidades queobtienen por esa operación, y, dada su cos-

Page 205: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 213

tumbre a la deducción científica, juzgan de lascosas comparándolas con sus semejantes oanálogas. Su entendimiento se ocupa siempreen juicios y especulaciones; mas las opinionesformadas así no pueden aplicarse (a cosas ex­ternas) antes de que la labor de investigacióny éxamen esté completamente terminada, einclusive, a veces, no se aplican del todo. Lascosas del exterior (el objetivo) son ramifica­ciones de aquellas cuyas ideas se hallan en elentendimiento. Así, las máximas de la ley re­velada son otro tanto de ramas que procedende pruebas conservadas en la memoria y saca­das del Corán y la Sunna. Por tanto, cuandose procura comprobar la concordancia quepuede existir entre las cosas externas y losjuicios del entendimiento, es necesario recurrira un procedimiento inverso a aquel del cualse sirve en las especulaciones que tienen porobjeto las ciencias racionales; solamente en talcaso pueden aplicarse estos juicios, en toda suveracidad, a las cosas externas. De ah í se infie­re que los sabios, habituados como lo están aocuparse exclusivamente en las cosas del en­tendimiento y de especulaciones intelectuales,desconocen todo lo ajeno a estas materias.

En cambio, aquel que dirige el gobierno deun Estado está obligado a prestar su atencióna las cosas externas, a observar con cuidado lascircunstancias que se relacionan con ellas ylas que pudieran sobrevenirles, porque estaspeculiaridades a menudo escapan a la atención.Quizá estas cosas no presenten ningún rasgoque permitiera asimilarlas a otras, y se mues­tren rebeldes al principio general que se pre­tendiera aplicarles. Ninguna de las circunstan­cias que se conexionan a la civilización se dejaapreciar en el caso en que se la compare conotra circunstancia análoga; porque, aun cuandohubiere entre ambas algún punto de semejan­za, puedan diferirse en varios otros.

Los sabios están habituados a generalizarsus juicios y fundar sus opiniones en las ana­logías que existen entre las cosas: por eso,cuando se ocupan en la administración poi í­tica, vierten sus ideas en el mismo molde quesirve a sus especulaciones, y las ordenan dentrode la misma clase a que pertenecen sus argu­mentos. De ah í resulta que incurran en errorescon mucha frecuencia y que inspiren pocaconfianza en su dirección. Podríamos decirotro tanto de aquellos hombres que, en lassociedades civilizadas, se distinguen por sufineza y su inteligencia; penetran tanto en susespeculaciones que, al igual que los sabios, sedejan arrastrar por la vivacidad de su espíritual grado de basar sus juicios en las analogías ylas semejanzas. Por consiguiente, se equivocancomo aquéllos. No ocurre lo mismo con elhombre común, de naturaleza sana y vivacidadmediana: su facultad reflexiva al ser escasa yno habituada a abordar las abstracciones, selimita a enfocar cada materia desde su puntode vista ordinario y a apreciar cada cosa o cadaindividuo según su carácter particular. Al for­mar sus juicios no acude al uso de la deducciónanalógica y la generalización. En el examende las cuestiones, no se aparta casi nunca delo que cae bajo los sentidos; no va más lejos,igual que el nadador que no se separa de lacosta cuando el mar está agitado. El poeta hadicho: "No nadéis demasiado lejos; la salud seencuentra en la costa."

Esto hace que, en los asuntos administrati­vos, este tipo de hombre no esté expuesto aerrar, y que proceda con mucha cordura ensus relaciones con los demás hombres. Tal rec­titud de espíritu les asegura los medios de viviren un bienestar, y aleja todo motivo que pu­diera perjudicar su prosperidad; mas "porencima de todos los sabios está el Ser sapien­tísimo".

Page 206: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

214 REVISTA DE ADMINJSTRACION PUBLICA

Estas observaciones dan a reconocer que elarte de la lógica no es infalible; se ocupa de­masiado de ideas abstractas, y con frecuenciase aparta de lo que es del dominio de los sen­tidos. La lógica consiste en especulaciones quetienen por objeto los segundos inteligibles, yquizá las materias a las que se aplican no sepresten y se rehusen, cuando se intenta esta­blecer entre ellas yesos juicios abstractos unaconcordancia real. No sería así si se hubierarecurrido a los primeros inteligibles, lo que seobtienen fácilmente por una primera abstrae­ción, porque pertenecen a la facultad imagina­tiva, y las formas percibidas por los sentidos(y conservadas en esta facultad) mantienen yanuncian la realídad de la concordancia quepueda existir entre los primeros inteligibles ylas cosas externas. Mas, en todo caso. Diosmejor lo sabe.

EL SULTAN y SUS FUNCIONARIOS NOVIVEN EN LA OPULENCIA SINO EN

EL PERIODO INTERMEDIO DE LAEXISTENCIA DE LA DINASTIA

En un reino que comienza, las rentas del Esta­do se reparten entre las tribus y los jefes delos partidos, que han contribuido a su funda­ción, en proporción a la potencia de cadapartido y los servicios que puede prestar. Enesa época, como ya hemos dicho, su concursoes necesario para el establecimiento de la pro­pia dinastía y el buen orden. El Príncipe quelos acaudilla no se opone a sus deseos de par­ticipar en las sumas proporcionadas por losimpuestos, porque espera obtener, en cambiode esta concesión, el derecho de regirlos conabsoluta autoridad, pues tiene de ellos neceosidad y as í dispone sobre ellos de preerninen­cía, por tanto se conforma con una parte delos ingresos que apenas es para lo mínimo

de sus gastos. Durante ese tiempo los visires.los empleados de la administración, los clien­tes y demás funcionarios y dependientes delSultán permanecen en la pobreza, sin gloria,ya que la suya proviene de su señor, quien élmismo se halla en un estado bien escaso porlas exigencias de los jefes de su asabiya. Mascuando el reino haya desarrollado sus fuerzasnaturales, el soberano hace plegar a todos lospartidos bajo su férula, y les impide participarde las rentas del Estado, salvo indirectamente.Las tribus, devenidas ahora menos útiles algobierno, deben contentarse con porcionesque el Sultán quiera designarles. Mientras lastiene por la rienda, los libertos y clientes de lafamilia real participan con ellas en la tarea desostener al reino y de mantener el orden. Elsoberano, teniendo entonces a su disposiciónla totalidad, o mayor parte de los ingresos,acumula el dinero a fin de poder subvenir aasuntos importantes del gobierno. Sus riquezasse multiplican, sus arcas se repletan, el radiode su gloria se ensancha, y su preeminencia,en fin, sobrepuja al conjunto de su pueblo.Las personas agregadas a su servicio, vísires,empleados civiles, hadjibes, libertos, hasta lossoldados de su guardia, se convierten en perosonajes importantes; adquieren amplio renorn­bre, ganan y amasan grandes fortunas.

Más tarde, al caer la dinastía en la decrepi­tud a consecuencia del aniquilamiento delespíritu de asabiya y la extinción de las tribusque habían instituido a dicha dinastía, el nú­mero de sublevados e insurrectos crece a ungrado que hace temer una catástrofe. El jefedel Estado, teniendo necesidad de apoyo y dedefensores, prodiga su dinero para asegurarlos servicios de hombres de espada y de jefesde partidos. Agota sus caudales y medios aefecto de reparar las brechas abiertas en laintegridad del reino. Los ingresos no bastan ya

Page 207: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 215

para cubrir los haberes de los soldados y de­más erogaciones, como quedó apuntado ante­riormente, el producto de las contribucionesterritoriales disminuye en tanto los rneneste­res del gobierno aumentan; el bienestar y ellujo cesan de derramar su sombra sobre loscortesanos y demás funcionarios; el radio dela fama se estrecha para ellos lo mismo quepara el amo del reino. La necesidad monetariadel soberano va agravándose día a día, mien­tras que los hijos de los antiguos cortesanos yservidores del Estado gastan las fortunas quesus abuelos habían amasado en cuanto medio,menos en socorrer al Sultán mostrando ten­dencias que desdicen de la devoción de susantepasados. Por consiguiente el soberano secree con mayor derecho que ellos a esas for­tunas, porque se habían ganado bajo el reinadoy la reputación de sus mayores. De tal suerteprocede a despojárselas a esos individuos su­cesivamente, según su rango y el resentimientodel gobierno hacia cada uno de ellos, quitan­doselas poco a poco, sin testimoniarles el me­nor reconocimiento. Mas las funestas conse­cuencias de semejantes determinaciones reper­cuten invariablemente en la salud del reino,puesto que ello significa la desintegración desus elementos constitutivos, de sus grandesfuncionarios, sus palatinos y los representati­vos de su riqueza y bienestar, y así muchas delas realizaciones gloriosas de que habían sidoautores y sostenes, se vienen abajo. Véase, porejemplo, lo que sucedió a los vísires de la di­nastía abbasida, los Seni Oahtaba, los Barrne­cida, los Seni Sahl, los Seni Taher y otros.Asimismo los Seni Shoheid, los Seni Abi Abda,los Seni Hodair, los Seni Bord, y otras familiasque ocuparon el visirato en el imperio orne­yada de España (cómo sus fortunas se derrum­baron), cuando España fue dividida en variosreinos independientes. He ah í igualmente lo

que acontece en los reinos de nuestos días."Tal fue la ley de Dios para con quienes lesprecedieron. i Nunca hallarás mudanza en laley de Dios!" (Corán, sura XXXIII, verso 62.)

Muchos funcionarios públicos, previendoese peligro, desearían abandonar sus puestos ysustraerse de la autoridad del Sultán, a fin derefugiarse en cualquier otro pa ís, con las ri­quezas que han acumulado al servicio de! go­bierno. Piensan que all í pudieran disfrutar desu dinero más tranquilamente y gastarlo conmenos riesgo que en su propio pa ís. Esto esun grave error y una ilusión nociva, tanto parasu fortuna como para ellos mismos. Se sabedesde luego cuán difíciles, por no decir impo­sible, abandonar una alta posición después dehaberse estado establecido en ella. Si es unRey el que forja ese proyecto, sus súbditos seránel principal obstáculo, igualmente sus rivales,los jefes del partido, y no podría sustraerse asu vigilancia, ni por un solo instante. Es más.Un simple rumor de semejante intención, lecostaría el trono y aun la vida, tal como ocurrecomúnmente en parecidos casos, pues es muydifícil liberarse del fardo de la soberan ía, sobretodo cuando el reino, después de haber vividola fase de su grandeza, ve reducirse sus límites,y que los hábitos del vicio han ahogado, enlos corazones, los sentimientos del honor, dela moral y la virtud. Si es un hombre de lacorte, un allegado del Príncipe, un importantefuncionario del Estado quien forja ese proyec­to, apenas tendrá oportunidad para iniciarlo:los reyes miran a sus allegados, a las gentes desu séquito y a todos los súbditos como escla­vos suyos; acechan sus pensamientos y no lespermiten desatar la coyunda que les sujeta alservicio, recelosos de que revelen a los extrañoslos secretos del gobierno y el estado del reino;les impiden, por celo, pasar al servicio de otrossoberanos.

Page 208: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

216 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

Los Omeya de España prohibían a los habi­tantes de su imperio dejar el país para hacer laperegrinación, porque tem ían que esos viaje­ros cayeran en manos de los Abbasida. Poreso, durante toda su dinastía, ningún funcio­nario del Estado obtuvo la autorización devisitar la Meca. Solamente después de la caídade su imperio y el establecimiento de los ré­gulos de Taifas que dicha prohibición fue de­rogada. En segundo término, si el soberanoconsintiera en desligar a alguno de sus funcio­narios, no sería tan descuidado para permitirla fuga del dinero que ese hombre tendría ensu posesión. A sus ojos, ese dinero forma partedé su propia fortuna, igual que el individuoque lo posee hace parte de los súbditos delimperio; puesto que al servicio del Estado ybajo el renombre de la dinastía dicho oficialse ha enriquecido, por ello, el soberano no va­cilaría en apropiarse de ese dinero o no dejarlosalir del país; pues, según él, es una parte delos fondos del Estado, cuyo usufructo le co­rresponde aprovechar. Inclusive supongamosque logre trasladarse con su fortuna a otropaís, casos sumamente raros, pues el monarcade este territorio no tardará en fijar su miradasobre los tesoros llevados por el extranjero yapoderarse de ellos, sea por la vía de intimida­ción, o abiertamente, por medio de la fuerza.Para justificar su conducta, dirá que ese dine­ro, habiendo sido extraído de los impuestos,pertenece realmente al gobierno, y su mejorempleo sería en obras de utilidad pública.

Por lo demás, puesto que los soberanos co­dician generalmente los bienes de quienes sehan enriquecido en los diversos medios nor­males, como el comercio, o ejerciendo unaprofesión cualquiera, con más razón, tratán­dose del dinero proveniente de las contribu­ciones, dinero público, del cual pueden siempreapoderarse en virtud de un texto de la ley o

apoyándose en la costumbre del país. Ejemplode ello es el caso del Sultán Abu Yahya Za­kariya Ibn Ahmad Al Lihyan í, noveno o déci­mo soberano hafsida de Ifrikiya, queriendoabandonar el trono y trasladarse a Egipto, afin de escapar del señor de las provincias oc­cidentales, que se preparaba para marcharsobre Túnez, partió para Tr ípoli con el pretex­to de restablecer all í el orden, y, embarcándoseen éste puerto, se fue a Alejandría, llevandoconsigo todo el dinero y los objetos de valorque se encontraban en las arcas del tesoropúblico. Había incluso todos los efectos con­servados en los almacenes del gobierno, asícomo los inmuebles pertenecientes al Estado,las pedrerías y aun los libros. Llegado a Egip­to, el año 719 (1319 de J.C.) fue a alojarse enla residencia del Sultán Al Malek-en-Naser Mo­hammad Ibn Calaoun.

Este Príncipe lo acogió con grandes hono­res, pero no cesó de estarle sacando dinerohasta que lo dejó sin una blanca. De al1 í enadelante Ibn Al Lihyan í vivió de la pensiónque el gobierno egipcio le había asignado.Murió en esa situación el año 728 (1327-1328de J.C.) tal como lo mencionaremos en la his­toria de su reinado. La idea de expatriarse deesa manera es una de esas sugestiones que pa­decen los hombres de alta posición cuandosospechan que el Sultán quiere hundirlos. Silogran evadirse, apenas salvan a sí mismos. Encuanto a su temor de encontrarse necesitados,es una imaginación mal fundada; su simplereputación de hombres de estado bastaríasiempre para asegurarles los medios de subsis­tencia; no les faltaría una pensión del sobera­no en cuyo país se refugien, o bien harán unavida honesta y cómoda dedicándose al comer­cio o a la agricultura. Los reinos son afines(unos de otros, y los hombres de Estado noson allí jamás extraños); pero:

Page 209: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

TESTIMONIOS HISTORICOS 217

"La ambición es insaciable si se alienta; re­ducida a lo mínimo, con poco se contenta"(en verso).

"Y Dios es el sustentador por excelencia,fortísimo, inquebrantable." (Corán, sura U,vers.58.)

LA DISMINUCION DE LASREMUNERACIONES OCASIONALA DISMINUCION DE LA RENTA

El qobierno y el Sultán constituyen el mercadoprincipal de la nación, mercado del cual pro­cede toda la materia de la prosperidad pública.Por tanto, si el Sultán careciera de dinero, oamasara los tesoros o las rentas del Estado sinintentar darles a esas sumas un empleo conve­niente, las gentes de su corte y las guarnicionesdel reino estarían bien escasas; ya no podríansuministrar a sus dependientes ni a sus fami­lias, y todos se verían obligados a disminuirsus gastos. Ahora la multitud que afluye a losmercados se compone, en gran parte, de esaspersonas, y son ellas las que, por sus compras,más contribuyen a las actividades del comercio.Por eso, cuando menguan sus gastos, los mer­cados languidecen, la utilidad de los negociosdecrece, dada la escasez de dinero, causandopor secuela una merma sensible en el rendi­miento de los impuestos territoriales. En efec­to, los impuestos en general y todas las fuentesde las rentas públicas, se nutren del incrementodel dinero, de su inversión en cuanto desarrollo,de las transacciones comerciales, de la actividadde operaciones mercantiles, y los esfuerzos delos que trabajan con el aliciente de ganar ymedrar. El mal que produce el estancamientode esas actividades recae inevitablemente sobreel Estado, porque el Sultán recibe menos dine­ro cuando la renta sufre una disminución. Elgobierno, habíamos dicho, es el mercado prin-

cipal, la fuente de prosperidad de todos losdemás mercados, es el que les suministra lamateria de ingresos y egresos, de suerte que, sise inmoviliza o bajan sus erogaciones, los mer­cados que de él dependen han de resentirsenecesariamente y aun en mayor grado. Por lodemás, el dinero no se ha hecho sino para estarpasando del Sultán a sus súbditos y de los súb­ditos al Sultán; si éste lo retiene en sus arcas,los súbditos carecerían de ese dinero, Iley deDios para con sus siervos!

SOBRE LA CAUSA QUE HACEAUMENTAR O DISMINUIR LAS RENTAS

DE UN ESTADO

En un reino recién fundado los impuestossuelen ser reducidos pero rinden mucho; más,cuando propende hacia su fin, se multiplicanesos impuestos con poco rendimiento. He aqu íla razón; si los componentes del reino proce­den conforme a las reglas de la religión, seajustan a las imposiciones autorizadas por laley divina, es decir, el diezmo de caridad, elimpuesto territorial jaradj y la capitación(pagada por los judíos y los cristianos). Puesel diezmo del dinero acuñado es de poca mon­ta, como todos sabemos, el de granos y gana­dos tampoco es pesado; igualmente es el de lacapitación y el impuesto territorial. Así es,puesto que la tasa de estos impuestos está fija­da por la ley y nadie puede excederla. Si elreino ha sido fundado sobre el esp íritu deasabiya y del predominio, se hace inevitable laprevalecencia del carácter nómada en la ini­ciación, tal como ya se ha visto. Ahora bien,tal carácter tiene por efecto necesario condu­cir al gobierno a la indulgencia, la condescen­dencia, la modestia, el respeto a los bienes delpueblo y la indiferencia a la adquisición deriquezas, excepto casos raros. Por tanto las

Page 210: Revista de Administración Pública · Revista de Administración Pública Propiedad de: Instituto Nacional de Administración Pública Ave. Country Club Núm. 208. México 21, D.F

218 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA

contribuciones y los impuestos individuales,cuyo monto formaría las rentas del Estado,son bastante ligeros, y, por ende, los súbditosse entregarían a sus actividades con ánimo yplacer el cultivo de las tierras toma grandesextensiones, yéndose en aumento a efecto deaprovechar las ventajas que los reducidos im­puestos aseguran a los agricultores. Al incre­mentarse la producción aumenta el número delos contribuyentes en igual medida y por con­siguiente los ingresos del Estado. Si la dinastíapersiste por algún tiempo, sucediéndose sussoberanos el uno al otro, caracterizados porla prudencia, y ya quedándose atrás el carácterdel beduinismo, la sencillez de costumbres, lamodestia y el desinterés que les distingu íanhasta entonces, para dejar paso a la soberan íaabsoluta; la administración se vuelve severa yexigente; la civilización de la vida urbana, querequiere habilidad, desarrolla la inteligenciade los funcionarios públicos; entonces surge lapretensión de la habilidad y, como se entregana los goces del bienestar, adquieren los hábitosdel lujo y sus propias exigencias, lo cual losinduce a aumentar la tasa de los impuestos atrabajadores, agricultores y demás contribu­yentes; procurando que cada tributo, cadaimpuesto rindieran lo máximo, a fin de acre­centar las rentas del Estado. Imponen asimismocargas sobre las operaciones de ventas e instalanperceptores en las puertas de la ciudad;deestohablaremos más adelante. Los hábitos del lujoy el dispendio aumentan gradualmente en elEstado, y, como los menesteres del gobiernose multiplican, los impuestos se elevan en lamisma proporción gravitando pesadamentesobre el pueblo. Esta carga toma el carácterde obligatoriedad permanente, debido a que elaumento de impuestos ha sido hecho gradual-

mente, sin que se hubiera notado con precisiónquién lo había llevado más allá de la tasa an­tiguamente establecida y sin saber quién habíasido el autor. De hecho esta nueva tasa per­menece vigente entre el pueblo ya desmora­lizado ante el raqu ítico beneficio que le qudaen cambio de sus trabajos. Cuando comparael costo y las cargas que debe soportar con elprovecho y las ventajas que puede esperar, veperdidas sus esperanzas, y muchos de los ele­mentos laborantes renuncian a sus actividades.El producto de los impuestos disminuye y,por consecuencia necesaria, mengua la rentadel Estado. A veces, al notar los jefes del reinoesa merma, creen poderla subsanar con nuevoaumento de los impuestos, y rebasan así loslímites de toda moderación, hasta el punto deque la tasa de contribuciones alcance un tér­mino más allá del cual no queda provecho al­guno para los laborantes. Los costos de manode obra y los impuestos ya absorben todo yhacen desvanecer toda ventaja que pudieraesperarse. Como la renta no cesa de disminuir,el gobierno continúa en sus medidas aumenta­tivas con el ánimo de nivelar su hacienda: eldesarrollo del país se detiene porque definiti­vamente se pierden las esperanzas en la utilidaddel trabajo, y todo el mal resultante de ellorecae sobre el Estado. En efecto, el beneficiode todo progreso redunda en provecho delgobierno. Al comprender el lector lo que aca­bamos de exponer reconocerá que el mediomás eficaz para la prosperidad de un pa ís es­triba en aminorar, en cuanto sea posible, lascargas que el Estado impone a los laborantes;de esta suerte se entregarían con ánimo y gustoal trabajo, confiados en recoger la utilidad co­rrespondiente. iDios exaltado se dispone detodas Ias cosas!