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FLACSO Biblioteca , ICONOS REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES No. 36, Enero 20 1 O ISSN 1390-1249 CDD 300.5 1 CDU 3 1 LC HB .58 F53 Vol 14, lssue 1, January, 20 1 O Quito- Ecuador FLACSO ECUA.DC)R Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales S.ede Ecuador

REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES - FLACSOANDES · Sobre medios, masa, cultura popular en las crónicas de Carlos Monsiváis María Ángela (¡fuentes Resumen Este artículo aborda el

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FLACSO ~ Biblioteca , ICONOS REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

No. 36, Enero 20 1 O ISSN 1390-1249

CDD 300.5 1 CDU 3 1 LC HB .58 F53 Vol 14, lssue 1, January, 20 1 O

Quito- Ecuador

FLACSO ECUA.DC)R

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales S.ede Ecuador

ÍCONOS. Revista de Ciencias Sociales Número 36, enero 2010 Quito-Ecuador

FLACSO ECUADOR

ISSN: 1390-1249 1 CDD: 300.5 1 CDU: 3 1 LC: H8 .SS F53 (Vol. 14, Issue 1, January 20 10)

Iconos, Rt":Vista tÚ! Cinzcias Sociales es una publicación de Flacso-Ecuador. Fue fundada en 1997 con el fin de estimular una reflexión crítica desde las ciencias sociales sobre temas de debate social, político, cultural y económico del país, la región andina y América Latina en general. La revista está dirigida a la comunidad científica y a quienes se interesen por conocer, ampliar y profundizar, desde perspec­tivas académicas, estos temas. Iconos se publica cuatrimestralmente en los meses de enero, mayo y septiembre.

Para la selección de artículos se utiliza un arbitraje bajo el sistema de doble ciego (peff rt'Vinv).

Intkxacíón Iconos está incluida en los siguientes índices ciendficos: CLASE (Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales), EBSCO-Fuente Académica, Hispanic American Periodical Index (HAPI), Latindex-Catálogo, REDALyC (Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe), Sociological Abstracts, Thompson Gale (Informe Académico), Ulrich's.

Iconos On Line Los contenidos de Iconos son accesibles on !in( en texto completo a través de los portales de CLACSO (www.biblioreca.clacso.edu.ar/), DOAJ (www.doaj.org), FLACSO-Ecuador (www.flacso.org.eclhtmll iconos.html), REDALyC (www.redalyc.org), y CSJC-CINDOC e­revist@s.

Los artículos que se publican en la revista son de responsabilidad exclusiva de sus autores; no reflejan necesariamente el pensamiento de Iconos. Se autoriza la reproducción total o parcial de los contenidos siempre que se cite expresamente como fuente a Iconos, Rroista dL Cimcías Sociales

Director de Flacso-Ecuador: Adrián Bonilla Director de Íconos: Mauro Cerbino Editora de fconos: María Pía Vera T. Asistente editorial: C'..amilo Mangua C.

Coruité editorial Felipe Burbano, Mauro Cerbino, Liset Coba, Gioconda Herrera, Edison Hurtado, Hugo Jácome, Eduardo Kingman, Franklin Ramírez, Alicia Torres, María Pía Vera.

Comité ase.•or internacional: Andrés Guerrero (España), Blanca Muratorio (U. Vancouver, Canadá), Bolívar Echeverría (UNAM, México), Bruce Bagley (U. Miami, EEUU), Carlos de Macros {PUC, Chile), Flavia Freidenberg {U. Salamanca, España), Francisco Rojas (Flacso, Cosra Rica), Javier Auyero (UT- Ausrin, EEUU), Joan Mardnez Alier (U. Barcelona, España), Joan Pujadas (U. Rovira i Virgili, España), Liisa Notth (U. York, Canadá), Magdalena León (U. Nacional, Colombia), Rob Vos (ISS, Holanda), Robeno Follari (U. Cuyo, Argentina), Víctor Bretón (U. Lleida, España), Lorraine Nencel (CEDLA, Holanda), Cecilia Méndez (U. California, Santa Bárbara, EEUu).

Coordinadora del dossier "Naturaleza y crisis del capitalismo" Franklin Ramírez y Hugo Jácome

Ensayo gráflco e imagen de porrada: Ana Luda Garcés

Diseño y diagramación: Antonio Mena Impresión: Rispergraph

Envío de artículos, información, solicírud de canje: [email protected] Suscripciones, pedidos y distribución: [email protected]

© FLACSO-Ecuador Casilla: 17-11-06362 Dirección: Calle La Pradera E7-174 y Av. Diego de Almagro, Quito-Ecuador www.flacso.org.edhtmlliconos.html Teléfonos: +593-2 323-S888 Fax: +593-2 323-7960

CDD 300.5, CDU 3. LC: HS .SS F53 Iconos: revista de ciencias sociales. -Quito: Flac.~o-Ecuador, 1997-v. : iL ; 28 cm. Ene-Abr. 1997-Cuatrimestral- enero-mayo-septiembre ISSN: 1390-1249 l. Ciencias Sociales. 2. Ciencias Sociales-Ecuador. I. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Ecuador)

'"···~· -~-----------

FlACSO- Biblioteca

Sumario

Doss1er

ÍCONOS REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

No 36, Enero 201 O ISSN 1390-1249

CDD 3005 1 CDU 3 1 LC H8 58 F53 Vol 14, lssue 1, january, 201 O

QUJto- Ecuador

Naturaleza y crisis del capitalismo Presentación del dossier Franklm Ramírez y Hugo jócome

Una crisis financiera estructural P1erre Saloma

Resumen

El amor sostiene que la crisis econÓmica que estalló a mediados del 2008 en los países industnaliza­

dos y que rápidamente contagiÓ a todas las economías del mundo, no tiene un origen exclustvo en

las desregulac10nes del mercado finanCiero.

Palabras clave crms econónucn, de.;regullaón finanaem. globaÜZtWÓn fi nannem, globa!tzac:ón comer­na!, Latinoamérica

La crisis estructural del capitalismo y sus repercusiones ............ . FranCisco Lwz Corst

Resumen

Se analtza la cns1s como producto de la sobreacumulac1ón del capttal de los años setenta que generó

las condiciones para el dominio del capttal financiero y una nueva frontera de acumulaciÓn del capi­

tal en el Este asiánco, sobre rodo en Chma.

Palabras dave- cmis estructural, capital financiao, globali:uwón del capttal, multipokmdad, pmftria,

desarrollo económ:co, eco11omía naaonaL

Las nuevas violencias en la crisis global José Moría Tortoso

Resumen

Este artículo aborda la cnsis económica como un camb1o en la correlación de fuerzas a escala global

como un aspecto que podría desembocar en un aumento de expresiOnes de vtolencia.

Palabras clave. v10lencra, hegemonía, crms, pobreza, guerra, crimtntllu.lad, bancos, economÍtl.

13-17

19-28

29-39

41-52

La ecología política de la crisis global y los límites del capitalismo benévolo Eduardo Gudynas

Resumen

Aunque la actual CriSIS ambiemal cambta la 1nrens1dad de la presión en los recursos de Aménca del

Sur, persisten las estrategias de desarrollo donde la dimensiÓn ambtental es asumtda como un ajuste

mstrumcntal que genera b tlustón de un capitalismo benévolo.

I'lz!.zbms d,we Impactos ambumtales, crms global, capital:smo, amropocentrrsmo, biocenrnsmo.

Crisis ecológica y subsunción real de la naturaleza al capital lgnaoo Sabbotellu

Resumen

Esre ardculo exanuna la crisiS ccológtca como una cns1s estructural del modo de producción y repro­

ducciÓn cap•talísra, en tanto propone una línea de reflexión para entender como esto se relaciona con

la crtsts c:conómtca.

Pttlabras cltwe. crms econórmca .. cmrs ecológzm, subprodtiCCJÓil, subsrmaón real de la natumleut al mpr­ra!, dmgUttldtul ,¡m/J/e11fal, conjltcto ambzmta!

Más allá de la crisis económica: C021onialismo y geografías de esperanza jullanne A Hazlewood

Resumen

HaCiendo uso de los vínculos teóncos entre camb1o climático, colonialtsmo y capitalismo, el presen­

te artículo mvesuga a San Lorenzo como una frontera agrícola en la que el "C02lomaltsmo" se mani­

fiesta a mn•és del cultivo de palma acettera y la producción de agrommbusnbles

Pttlalnw d,¡¡,e cttmbw dtmdttco, agrocombusttble.<. palma aceitera, deudtt ecológzc:a. geogmflas de espe­lllllZil, mmtJk kawS!l)\ derechos de/,¡ mtturale:w, Fmtemldas.

Ensayo gráfico

Reciclaje de formas: hacia un diseño renovable Ano Ludo Garcés

Debate

Sobre ciudadanía(s) Susona Wappenstem

Resumen

Este arrículo mEm7¿1 la nccestdad de especttlc1dad de la categoría "ciudadanía" para entender los

alcances y lut:has de una Ciudadanía sexual.

f{¡{,J/mis dm•e mulatlmuit, Sl.'xtudrdad. rlJimmcw

¿Ciudadanías y sexualidades en América Latinar Andrea Agwrrc Salas

Resumen

Esre rexto crínca la noc1ón de diverst~lad sexual como noctón liberal que no logra mcorporar el aml­

hSIS y d1scusión polínca de la desigu;lldad.

f'lz!dbms daiJe t111•ersulnd sexual. clmgualdad, cmtÜtlania, difermcta.

53-67

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FlACSO · Biblioteca

Las posibilidades de la historia Intelectual en América Latina Un d1álogo con Elías José Palt1 Rafael Polo Bonilla

Temas

José Medlna Echavarría y la sociología del desarrollo Juan jesús Morales Martín

Resumen

E~ re :mículo presenta un recorndo por el pensamiento del soCJólogo español José Medma Echavarría,

cuya obra ha mantemdo un senndo de permanencia dentro de las Ciencias SOCiales lannoamencanas

Rtlabms clave: soczologla del desarrollo. democracul, teoría de la dependenCia, sociología wehenana, maderm:uiCIÓn t.lemocrtlttw, cambw soda/

Sobre medios, masa, cultura popular en las crónicas de Carlos Monsiváis María Ángela (¡fuentes

Resumen

Este artículo aborda el traba¡o penodísnco-llterano de los ltbros de crómca de Carlos MorlSlváis desde

los años sctema hasta los novema, en los que los conceptos de masa, medios y cultura popular son

cennales

Palabras clrive· masa, med1os mastvos, cultura popular, ilzte, multitud. móvd, heterogéneo.

Las rivalidades futbolísticas y la construcción de la nación. Una comparación entre México y Ecuador Roger MogaLme, jacques Romírez y Samuel Morcínez

Resumen

Se emplea una comparaci<)n entre Ecuador y Méx1co para explorar la relac1Ón entre la configuraciÓn

de la.~ rivalidades de lc>s equipos de fútbol a nivel nactonal y la distribución espacial de poder entre las

reg1ones y ciudades.

Palitbras clave. aficwnados. fritbol, centralmno, molenaa, regtóll, namín, zdentu:lad, Méxzco, .Ecuador

Reseñas

Luctano Marrínez Valle y Lusa L Nonh.

"Vamos dando la vuelta". lniciattvas endógenas de desarrollo

local en b Sierra ecua ro nana Hugo .fticome . , , ...... .

Eduardo Kmgman, compilador,

Histona social urbana: espacios y flu¡os - A1,tría Augusm Espín

Francisco S:ínchez,

¿Dcmocracb no lograda o democracia malograda'

Un análisis del SIStema políttco del Ecuador: 1979-2002 - léodoro Verdugo SzltNl .

119-129

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Summary

Nature and crisis of capltallsm lntroductton .

Fmnklm Romírez y Hugo jócome

A Structural Financia! Crisis Pterre Solomo

Abstraer

ÍCONOS REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

No 36. Ene.-o 201 O ISSN 1390-1249

CDD 3005 1 CDU 3 1 LC H8 SS F53 Vol 14, lssue l. january, 20 1 O

Qu1to-Ecuador

The aurhor mainrains l"hal" l"he economic crisis thar broke our in nllll-2008 in industri;~lized counrries

and quickly spread ro economies rhruughuur the world does nor have its origins solely in deregula­

non of rhe financwl marker.

Ke:y words economrc crrsrs. finam:ral daegulatron, finmrcral globalrzatron, commercral globalrmtum.

Latr11 A menea

The Structural Crisis of Capitalism and its Repercusslons Fronosco Lwz Corst

Abstraer

This arricle argues that the crisis is rhe out come of a processes unleashed as a rcsult of rhe ovcraccu­

mularwn of capnal in rhe 1970s, whtch gcncrated rhe condmons for finanoal capnal's dommance

and a new fronncr for rhe accumulanon of capttal lll Easr Asta.

Key words structuml crrsrs. jhwnce <."<lf/.t,d. globaf¡zatr.on of caprt.ll. multrpolarrty. penphe1:_y. ecmwnuc

del!e!opment. ntiiiOIItl! economy

New Forms of Violence in the Global Crisis JosP Moría Tortoso

Abstraer

TlliS amele prcscnts rhe econonuc cnsts as a shtft of forces ar global scale as well as an addmon of

dtversc rypc of cnsts. wluch could in crease vanous forms of vwlence

Key wm~ls molence .. hegemony, cnS/s. pol!erty, cnmm,¡lzty, bmrks, ecrmomy

13-17

19-28

29-39

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FlACSO · Biblioteca

The Polltical Ecology of the Global Crisis and the Limits of Benevolent Capltallsm Eduardo Gudynas

Abstraer

Whtle che currem global cnsts ts changmg che balance and inrenmy of rhe prcssure on Somh

Amcnca's ecosystems, development srrategtes based on thc m tense appropnation of natural resources,

pers~st

Key words- mmronmenral impacts, global crms, mp11almn, mubropoamtnsm, !JJocentrmn

Ecologlcal Crisis and nature subsumed to capital lgnac1o Sabbatella

Abstraer

Thts artide examines the ecologtcal cnsts as a structural cnsis of rhe mode of capHahst producnon

and reproducnon, while proposmg lincs of reflecnon ro undcrstand thc mode m wh~eh thts is relat­

ed co cconom1c cr1ses.

Key words eco11omic criSis, ecologtcnl crms, underproductwn. nature subsumed to mpttal, envrromnmtal

mequaiifJ'· eJwtromnental conjlu·t.

Beyond the Economic Crisis: C021oniallsm and Geographies of Hope julwnne A Hazlewood

Abstraer

Drawmg on thcorencal lmkages berween chmate change, colomaltsm, and cap!tahsm, thts amele

invesngates San Loremo as an agnculrural frontter whcrc "C02lomaltsm" mamfests ttsclf through

agrofuel producnon.

Key words· Cfm¡,¡fe cbange mttrgatiolt, agrofiul<, otl palm, ecologtcal debt, geographies of !Jope, suma k kawsay rzgbts ofNature, Esmmddas

Recycling Forms: toward a Renewable Desing Ano Lucía Garcés

Debate

About Citizenshlp(s) Susana Wappenstem

Absrract

Thts reflecnon 111Slsts on thc need to be more concrete as regards the speCificlty of rhe "cmzenship"

category 111 order ro understand progrcss and lm11tattons 111 processcs of struggle, proposals and rhc

crea non of a sexual cinzenshtp.

Key words· cmzenslnp, sexualtty. difjerence.

Citizenshlps and Sexuallties in Latin Americar Andrea Agwrre Salas

Abstraer

Thts commenmry ts based on a cnnque of rhc nonon of sexual dtverslt)' as a l1beral not1on, wh1ch

does nor ach1eve mcorporanon of an analyttc and polmcal dtscussJon of rhe mcqualtry.

Key words: sexual dn,emry. meqwzbry, at¡zensiNp, diffi:rcnce.

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81-95

96-106

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113-115

The possibilities of an intellectual history in Latin America An mtervrew wrth Elías José Paltr Rafoel Polo Bonilla

Temas

José Medina Echavarría and the sociology of development Juan Morales Martín

Abstract

Thrs amele presems a JOurney through rhe thoughr of Spamsh soc10log1St José Mcdina Echavarría,

whose work has mamramcd a sensc of permanence wrrhm Lmn Amencan socral scrcnces

Key words socwlogy of development. demoCrt~C)\ dependence tbeory, Weherum soCio/ogy. democrat1c mod­

t>nu:umon. socwl rbange

On the media, mass and popular culture in the chronicles of Carlos Monsiváls Maria Ángela Crfuentes

Abstrae e Thts amele approachcs rhe ¡ournaltsnc-lrrerary work of Carlos Monsrv;írs. hrs collecrions of chrom­

des from rhe stxries ro rhe nmenes. wirhm whrch the conccprs of mass, mass medra and popular cul­

ture are central

Kty words mas.<, mass med1a, popul11r mlrun·. eftte. mu.lmude. mobde, bererogeneous

Soccer rivalries and nation building. A comparison of Mexico and Ecuador Roger Magazrne, jacques Ramírez y Samuel Martínez

Abstract

Thrs amele uses a companson of Ecuador and Mexrco w explore rhe rdanon berwecn rhe conHgura­

non of nvalncs among socccr reams ar rhe nanonallcvd and rhc spanal drsrnburron of power among

regrons and cines.

Key words soccer. jám, rentmlwn, t'wlence, reg1a11, nat1011. tdemtry, Mextco, Ecuttdor

Reseñas

Lue~ano .Marrínez Valle y Lusa L Norrh,

''V.m10s dando la vuelta" lmctatrvas endógenas de desarrollo

local en la Sr erra ecuatoriana - Hugo }deo me

Eduardo Kmgman, comptlador,

Hrsrorra social urbana esp<KIOS y Hu¡os- Mttría Augusta Erpín

Francrsco S,ínchez.

(D..:mocracra no lograda o dcmocracra malograda?

Un análrsrs del srstcma políuco del Ecuador 1979-2002 - Teodtml Verdugo Sdtllt

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La ecología política de la crisis global y los límites del capitalismo benévolo*The political ecology of the global crisis and the limits of benevolent capitalism

Eduardo GudynasInvestigador principal en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES), Montevideo,Uruguay.

Correo electrónico: [email protected]

Fecha de recepción: agosto 2009Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2009

ResumenSi bien la actual crisis global cambia el balance e intensidad de la presión ambiental en los ecosiste-mas de América del Sur, persisten las estrategias de desarrollo bajo una intensa apropiación de losrecursos naturales, una inserción primarizada en el mercado global y la externalización de los impac-tos ambientales. Primero, se han negado o minimizado los efectos de la crisis (apelando a imágenescomo el desacople o blindaje de las economías), y cuando fueron reconocidos, se ha postulado una“reparación” o “reforma” del capitalismo, pero manteniendo su esencia. Esto expresa una base ideo-lógica que se caracteriza, entre otros aspectos, por su antropocentrismo y fe en el progreso material.La dimensión ambiental es apenas asumida como un ajuste instrumental que termina generando lailusión de un capitalismo benévolo, defendido incluso por los gobiernos progresistas sudamericanos.

Palabras clave: impactos ambientales, crisis global, capitalismo, antropocentrismo, biocentrismo.

AbstractWhile the current global crisis is changing the balance and intensity of the pressure on SouthAmerica’s ecosystems, development strategies based on the intense appropriation of naturalresources, an insertion in the global market based on primary resources and the externalization ofenvironmental impacts persist. First, the effects of the crisis were denied or minimized (with anappeal to images such as the uncoupling or shielding of economies), and now that they have beenrecognized, a “repair” or “reform” of capitalism has been proposed while maintaining its essence.This expresses an ideological base characterized, among other aspects, by anthropocentrism andfaith in material progress. The environmental dimension is assumed merely as an instrumentaladjustment that results in generating the illusion of a benevolent capitalism, which is defended evenby progressive South American governments.

Key words: environmental impacts, global crisis, capitalism, anthropocentrism, biocentrism.

* El presente artículo resulta de las líneas de investigación del CLAES, que cuenta con el apoyo de la Fundación F.Mott y la Fundación Ford. Agradezco la revisión de Mariela Buonomo (Uruguay), Alberto Acosta (Ecuador), JoséM. Tortosa (España) y Joachim Becker (Austria).

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 36, Quito, enero 2010, pp. 53-67© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

Introducción

La actual crisis económica encierra pro-fundas implicaciones sobre las articula-ciones entre las estrategias de desarrollo

y su contexto ambiental en América Latina.Las exportaciones de la región siguen descan-sando, sobre todo, en recursos naturales y, porlo tanto, la inserción comercial es uno de losfactores claves para explicar las presiones quesufren distintos ecosistemas. La inversión ex-tranjera también está detrás de muchos em-prendimientos de alto impacto. Sea por éstas uotras vías, los vaivenes internacionales jueganun papel clave en los estilos de apropiación dela naturaleza.

En el presente artículo se examinan algunosde estos aspectos en América del Sur. Se resu-men los impactos ambientales y se evalúan lasrespuestas en el entorno de la actual crisis in-ternacional. Estas últimas se describen comointentos de reparación o reformas del capitalis-mo1, desde el punto de vista de la ecología po-lítica, en el entorno de la actual crisis interna-cional. Se subraya que, a pesar de la crisis, per-siste el énfasis en estilos de desarrollo conven-cionales y no sustentables desde el punto devista ecológico, incluso bajo gobiernos “pro-gresistas” o de la nueva izquierda. Esto desem-boca en un “capitalismo benévolo”, dentro delcual se aceptan algunas cuestiones ambienta-les, pero se las maneja manteniendo la fe en elcrecimiento económico y la apropiación de lanaturaleza. Por lo tanto, persiste una posturaantropocéntrica sobre la naturaleza, postura

enfocada en la idea de progreso. Se concluyeque las contradicciones ecológicas del capitalis-mo contemporáneo exigen cambios que vanmás allá de reformas o reparaciones económi-cas, y que residen en el terreno de los valores,donde es indispensable una transición desde elantropocentrismo al biocentrismo.

La dimensión ecológica de la crisis

Buena parte de la presión sobre los ecosistemaslatinoamericanos se debe a la apropiación delos recursos naturales para nutrir corrientes ex-portadoras. En efecto, del total de exportacio-nes, un 92,3% son productos primarios en laComunidad Andina y un 63,1%, en el MER-COSUR, Chile y Bolivia (datos del año 2006;CEPAL 2008). En la misma línea, la inversiónextranjera directa con destino extractivista au-mentó más que la destinada al sector manufac-turero (CEPAL 2009a). Eso esclarece proble-mas que van desde el avance de la fronteraagropecuaria a los impactos de la minería.

El alto precio de las materias primas y labonanza económica que ello generó explica laprofundización de esa estrategia en los añospre crisis. Por ejemplo, considerando algunosproductos clave por sus implicaciones ambien-tales, se observa que la soja alcanzó picos en elorden de 600 USD/tonelada; el petróleo, 140USD/barril; y el cobre, 4 USD/libra.

La crisis económica iniciada en 2007, y evi-dente en 2008, quebró esa tendencia. Sus efec-tos fueron más allá de las finanzas, abarcandootras esferas económicas y comerciales, e in-cluso políticas; y desde algunos países indus-trializados terminó por convertirse en global(Foster y Magdoff 2009; Fullbrook 2009;Ugarteche 2009; Estay 2009; CEPAL 2009b y2009c). Los precios de las materias primas ca-yeron rápidamente, tanto por la retracción delconsumo en los países importadores como porla escasez del crédito y la salida de fondos espe-culativos que operaban en muchos rubros. Si-guiendo con los ejemplos anteriores, la soja

Eduardo Gudynas

dossier

54ÍCONOS 36, 2010, pp. 53-67

1 Existen por lo menos tres usos del término “ecologíapolítica”: aplicado a un conjunto de preceptos, valoreso a una agenda política sobre cuestiones ambientales, yque se presenta como modelo a seguir; utilizado parael análisis de las interacciones entre sociedad y natura-leza y, por lo tanto, ampliamente superpuesto con laecología humana, ecología social y otras disciplinas; yutilizado para el análisis desde las llamadas cienciaspolíticas de los procesos y actores involucrados en lostemas ambientales, como asunto propio de la política,y que se expresa en los espacios públicos. En el presen-te artículo se sigue especialmente esta tercera postura.

cayó a niveles de 340 USD/tonelada, el petró-leo, 40 USD/barril, aproximadamente, y elcobre llegó apenas por arriba de un dólar porlibra. Si bien los precios de las materias primaspermanecen en niveles inferiores a los registra-dos en los últimos años, en varios de ellos hayuna recuperación.

Estos cambios en los flujos de exportacióny capital afectan directamente la presión sobrelos ecosistemas e, incluso, la institucionalidadambiental. Ese vínculo es tanto directo comoindirecto: el primer caso corresponde a las ex-portaciones de recursos (como puede ser el co-bre, maderas preciosas o granos), mientras quelos efectos indirectos se deben a intervencionesecosistémicas que se realizan para permitiraquellas exportaciones (por ejemplo, construiruna hidroeléctrica para brindar energía a em-presas mineras)2. Este tipo de apropiación dedichos recursos naturales siempre implica laexternalización de impactos sociales y ambien-tales no incorporados en los precios finales.Sus efectos negativos son socializados y trans-feridos a las comunidades locales, gobiernosmunicipales y al Estado en general.

Los efectos de la crisis internacional(CEPAL 2009b) generan un nuevo balanceen la apropiación de los recursos naturales. Apartir del seguimiento en temas de ambientey desarrollo que realiza el CLAES (CentroLatino Americano de Ecología Social), seobservan las siguientes tendencias en Américadel Sur: a) La escasez en capital, la caída en losprecios y la reducción en el comercio globaldeterminaron una reducción de la presiónambiental en sectores como minería, hidrocar-

buros, petroquímica, celulosa, entre otros.b) La exploración y prospección minera y pe-trolera se ha aminorado, pero en algunos casosse intenta compensar la caída de los preciospor un aumento del volumen extraído. Estotambién se observa en el sector minero, y de-semboca en mayores problemas de contamina-ción. c) La intensificación agrícola aminoró,debido al mayor costo de los agroquímicos ylas maquinarias. Pero persiste el avance de lafrontera agrícola sobre áreas silvestres, espe-cialmente en sitios tropicales. Sectores quehasta hace poco eran muy dinámicos se redu-jeron drásticamente. Por ejemplo, del total de200 proyectos de agrocombustibles a partir decaña de azúcar en Brasil, solo unos 100 co-menzaron a implementarse, y de ellos al me-nos 50 están en venta (Valor, 10/06/2009).

De esta manera, la crisis actual genera cam-bios en la presión sobre los ecosistemas. Po-siblemente predominará la ampliación hori-zontal sobre la intensificación. Bajo una ex-pansión horizontal, la producción agropecua-ria y forestal crece al incorporar nuevas tierras,mientras que, bajo la intensificación, el mayorcrecimiento productivo se explica por aumen-tos de rendimientos en cosechas o extraccionesen una misma superficie. Por lo tanto, persis-tirá la deforestación en los bosques tropicalesamazónicos (especialmente en Bolivia, Ecua-dor y Perú, y en el llamado “arco de deforesta-ción” brasileño) y en áreas subtropicales (comolas tierras bajas de Bolivia, oriente de Paraguayy norte de Argentina). El Cerrado de Brasilcontinuará deteriorándose, y corre el riesgo deser la primera gran región ecológica en desapa-recer en el siglo XXI. Pero ese avance de lafrontera agropecuaria está limitado por la in-fraestructura de transporte disponible. La cri-sis ha lentificado ese tipo de proyectos de co-nectividad de transporte (especialmente los dela Iniciativa en Infraestructura Regional Sura-mericana, IIRSA). En el caso del sector extrac-tivo, persistirán los impactos en la región andi-no-amazónica, y en enclaves mineros de Ar-gentina, Chile y Brasil.

La ecología política de la crisis global y los límites del capitalismo benévolo

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2 En muchos casos, se exporta tanto un producto comouna serie de servicios y recursos ambientales asociadosa éste, y cuyos impactos ambientales son de enverga-dura. Un caso ilustrativo es la exportación de aluminiodesde Brasil, que incluye la extracción de bauxita ytambién un enorme aporte de energía eléctrica con susimpactos ambientales asociados (i.e. construcción derepresas). Es así que podría sostenerse que Brasil real-mente exporta sobre todo energía barata, y que esoexplica que ese tipo de actividades extractivas florezcanen países del Sur y hayan sido abandonadas en elNorte.

La gestión ambiental, incluyendo la evalua-ción, monitoreo y fiscalización, están siendoafectadas negativamente. Esto se debe tanto amayores restricciones en personal, equipa-miento y gastos corrientes en las agencias am-bientales, como a los intentos de flexibilizarlos requerimientos ambientales para atraer in-versiones, ahora más escasas. Los gobiernosbuscan acelerar el otorgamiento de permisosambientales, conceden excepciones o debilitanla aplicación de las normas. No sólo persiste laexternalización de los impactos ambientales,sino que los intentos de internalizar esos efec-tos son vistos como potenciales trabas a larecuperación o como pérdidas de competitivi-dad. En algunos casos, se usa el argumento dela crisis para promover todavía más la exporta-ción de materias primas, tales como la mineríaa pequeña escala en Costa Rica y El Salvador;minería a cielo abierto, a gran escala, en Ecua-dor; minería de litio en Bolivia. El argumentode la crisis también se usa como justificativoen el veto presidencial de la ley de protecciónde glaciares en Argentina para permitir un em-prendimiento minero conjuntamente conChile. Se afecta la consolidación institucional,en especial la de los nuevos ministerios del am-biente creados en Chile y Perú. Las restriccio-nes presupuestarias también limitan avancesen saneamiento, manejo de residuos sólidosurbanos, eficiencia energética o implementa-ción de áreas protegidas.

En la integración regional, dado que la crisisacentúa la competencia entre los países pormaximizar sus exportaciones y atraer inversio-nes, aparecen disputas sobre el manejo de recur-sos compartidos o en áreas de frontera, y haylimitaciones mayores para acuerdos ambientalesregionales vinculantes (tanto en la ComunidadAndina como en el MERCOSUR). El Tratadode Cooperación Amazónica, donde el manda-to ambiental es mucho más claro, será segura-mente afectado. En algunos países se destinanrecursos estatales para sostener algunos secto-res productivos basados en recursos naturales.El caso más destacado es el apoyo financiero a

la agroindustria en Brasil, con lo cual se man-tienen las presiones ambientales generadas porlos monocultivos. Entretanto, otros paísesapelan a medidas convencionales para atraerinversores (exoneraciones tributarias, reduc-ciones en el cobro de regalías, apoyo en ener-gía o caminería, etc.), con lo cual se subven-cionan indirectamente actividades de alto im-pacto ambiental.

La ecología política de las respuestas frente a la crisis

Esas consecuencias ambientales se suman a losefectos económicos y políticos en casi todoslos países latinoamericanos. Por ejemplo, re-cientemente CEPAL (2009c) afirmó que losactuales impactos son más agudos a los obser-vados durante la crisis de la deuda y han impli-cado una retracción económica, el desplomedel comercio internacional y la escasez delcapital.

Pero a pesar de esa gravedad, la respuestapredominante en Sudamérica ha oscilado en-tre la negación, la minimización y el optimis-mo. En un primer momento, en 2008, casitodos los gobiernos y muchos analistas con-vencionales insistieron en la idea del “desaco-ple” de las economías nacionales frente a la cri-sis en los países industrializados. Asumían quela crisis sería temporal, que los mercadosemergentes eran más independientes de laseconomías industrializadas, y que la persisten-cia de la demanda desde otras regiones (espe-cialmente China) permitiría mantener el flujodel comercio exterior.

Pocos meses después se reconoció la grave-dad de la situación, y entonces se pasó a la pos-tura del “blindaje”: las economías nacionalesestarían blindadas y lograrían sostenerse porsus propios medios, pues contaban con gran-des reservas acumuladas durante el boom ex-portador de commodities (por ejemplo, Chile).Finalmente, al promediar 2009, los gobiernoscomienzan a admitir que la crisis golpeaba sus

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economías; se redujeron las proyecciones decrecimiento económico y expectativas expor-tadoras, y se hicieron evidentes problemas enel empleo y el consumo. Las respuestas de lospaíses se resumen en CEPAL (2009a).

Más allá de los detalles, un punto llamati-vo es la resistencia a admitir los efectos de estacrisis por parte de casi todos los gobiernos ymuchos analistas, incluso desde tiendas políti-cas opuestas. Entre los gobiernos, las declara-ciones más fuertes sobre el pretendido “desa-cople” o “blindaje” procedieron, por ejemplo,de los presidentes Cristina Fernández de Kir-chner (Argentina) y Lula da Silva (Brasil). Nopuede sorprender que analistas económicosconvencionales insistieran que la crisis no gol-pearía a la región, pero es llamativo que desdeotras tiendas ideológicas se afirmara lo mismo.Por ejemplo, Emir Sader (2008) sostenía quela crisis no tendría efectos “directos y devasta-dores sobre el sistema económico mundial”, yque los menos afectados serían Brasil y enparte Argentina –todas esas predicciones fue-ron refutadas por la realidad a los pocosmeses–.

Por lo tanto, se suceden reportes que mini-mizan los efectos de la crisis, presentándolacomo un fenómeno externo, y se redobla ladefensa de una estrategia de desarrollo basadaen exportar recursos naturales, la que inclusodebería ser acentuada para poder salir de losproblemas. Esto explica medidas estatales deapoyo a sectores exportadores, como la agroin-dustria en Brasil, la insistencia en flexibilizar yagilizar los permisos mineros en Perú, o abrirnuevos rubros mineros en Bolivia.

Como la ecología política de esa respuestaes mantener o profundizar la inserción globala partir de la venta de commodities, se insisteen evitar trabas o restricciones en la apropia-ción de la naturaleza. La protección del am-biente pierde frente a esa racionalidad econó-mica, convirtiéndose en una variable de ajustey flexibilizándola para mejorar la competitivi-dad en el capitalismo global. Se niega que exis-ta una contradicción entre el capitalismo con-

temporáneo y su base ecológica3. Esta es unaposición que está a tono con los dos principa-les tipos de respuestas frente a la crisis: su “re-paración” y su “reforma”. Éstas se analizan se-guidamente.

Reparación y reforma del capitalismo

La postura de la “reparación” sostiene que lacrisis actual no se debe a problemas en la esen-cia del capitalismo o en las prácticas del mun-do financiero, sino que resultaron de fallas enprocesos de control y vigilancia, y de prácticasde algunos inescrupulosos (como el financistade Wall Street, Bernard Madoff ). Bajo estaperspectiva, la estructura, funcionamiento einstitucionalidad del capitalismo contemporá-neo, incluyendo su componente financiariza-do-globalizado, es correcto y adecuado. Perocomo su autorregulación falló, se aceptan me-didas de reparación: ajustar los controles y lavigilancia, permitir la quiebra de empresas,aplicar una mayor flexibilización laboral, etc.Por otro lado, se rechazan intervenciones en laregulación estatal, se considera el desempleocomo una consecuencia insalvable pero pasaje-ra, y así sucesivamente. Estas son tesis más cer-canas a corrientes neoconservadoras y neolibe-rales (Cato Institute en Washington; White2008; Miron 2009), pero que tienen actual-mente una penetración más bien limitada enAmérica Latina en algunos círculos académi-cos, empresariales y políticos conservadores.

En cambio, la postura de la “reforma”cuenta con un número mayor de adeptos,aunque es más heterogénea. Se afirma que elcapitalismo actual (y en especial, su dimensiónfinanciera y global) encierra contradicciones ydeformaciones que deben ser modificadas. Serechazan los dogmas neoliberales y se planteauna mayor presencia estatal –incluyendo la

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3 En la caracterización del capitalismo se siguen, enespecial, algunos de los aportes en Heilbroner (1990),y Boltanski y Chiapello (2002).

nacionalización de grandes empresas o secto-res, si es necesario–, sostener el empleo o apli-car regulaciones más profundas sobre las fi-nanzas, etc. Se recomiendan reformas, perodentro del régimen capitalista. Se defiende en-tonces un capitalismo con “mayor concienciasocial” según Amartya Sen (2009); no se rom-pe con la globalización, pero se apela a otrotipo de relaciones internacionales, como lo ha-ce Joseph Stiglitz (por ejemplo, en UnitedNations 2009); y se buscan otros balances en-tre la inserción comercial global y las agendassociales y productivas (es el “capitalismo 3.0”del economista Dani Rodrik).

Estas son posturas mucho más cercanas avarios gobiernos en América Latina, y cuentancon un mayor número de seguidores. Incluso laCEPAL, en un informe reciente (CEPAL2009c), no reclama transformaciones profun-das, sino que postula una solución, basada enuna mayor presencia estatal, especialmenteenfocada en un rescate financiero de los secto-res más afectados para volver a impulsar el cre-cimiento.

Cada una de estas opciones tiene distintasimplicancias para una ecología política de lanaturaleza y el desarrollo. En el caso de la“reparación” se mantendría el énfasis extracti-vista de los recursos naturales, y las novedadesestarían enfocadas, por ejemplo, en combatirla corrupción en la adjudicación de permisosambientales. La opción “reformista” no contra-dice el extractivismo, pero lo matiza con algu-nas medidas, como pueden ser una mejor regu-lación ambiental o el uso de la responsabilidadsocial empresarial, y no rechazaría los códigosde conducta ambiental en ámbitos como laOrganización Mundial de Comercio (OMC).Se mantendría la inserción internacional basa-da en recursos naturales, aunque se aceptaríanestándares ambientales y sanitarios consensua-dos a nivel global.

Más allá de las diferencias y semejanzasentre esas opciones, lo importante para el pre-sente análisis es que ninguna de ellas planteacambios sustanciales en la lógica de la apropia-

ción de los recursos naturales, ni en la meta deldesarrollo como crecimiento económico. Aun-que reformistas como Rodrik (2009) alertansobre la idea de que en un mundo postcrisis esinadecuado insistir en un “modelo de desarro-llo” basado en altos precios de los commodities,los gobiernos sudamericanos insisten en esecamino para retomar el crecimiento económi-co. Países como Argentina y Brasil intentan se-guir liberalizando el comercio mundial en laOMC y redoblan su rechazo a los estándaresambientales; la CEPAL (2009c) llama a “resis-tir” el proteccionismo verde y defiende la pri-marización exportadora, advirtiendo que es un“error subestimar el potencial de las activida-des basadas en recursos naturales para originaraltos crecimientos de la productividad”.

Las posturas del desacople y el blindajeante la crisis hacen que las posibilidades pararepensar la estructura y funcionamiento delcapitalismo sean muy pocas. Las verdaderastensiones entre la naturaleza y los usos produc-tivos no se abordan, y muchos se entretienencon la ecología del cambio climático global(como hace CEPAL), perdiendo las vincula-ciones directas con los problemas ambientaleslocales y nacionales (un punto que se analiza-rá más adelante). Se insiste en seguir el mismoritmo de apropiación de los recursos naturales,y se olvidan sus impactos ambientales.

De este breve repaso, resulta por demás lla-mativo que esta crisis no esté generando unefecto más fuerte y deje en clara evidencia lascontradicciones ambientales del capitalismo.Mientras que en las naciones industrializadasestallaron las polémicas sobre esos aspectos, enlos países del Sur el debate es más tímido (co-mo, por ejemplo, ilustra Subramanian (2009)para la India), y no se intentan mayores regula-ciones sobre la inversión externa, dadas las res-ponsabilidades de los inversores especuladores.En América Latina la situación es similar, y sibien algunos anunciaron el desplome del capi-talismo, hay que admitir que los debates no sehan extendido ni profundizado. Es especial-mente impactante que bajo los gobiernos

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progresistas no ocurriesen discusiones másprofundas sobre el capitalismo, y entre ellas,sobre sus contradicciones ecológicas.

Contradicciones ecológicas en el capitalismo y la ideología del progreso

Las contradicciones ambientales en el capita-lismo contemporáneo han sido señaladas repe-tidamente. Entre ellas se encuentra la imposi-bilidad del crecimiento económico continua-do en un mundo con recursos finitos, la per-sistente generación de impactos ambientales(contaminantes y residuos, entre otros), la de-saparición de áreas silvestres e incluso los cam-bios ambientales a escala global (Assadourian2007 y UNEP 2007). Este deterioro ambientala su vez socava las propias bases productivas delcapitalismo (Smith 1990; O’Connor 1998;Altvater 1993; Kovel 2005).

Si bien desde hace décadas se suman esasdenuncias y alertas, una y otra vez han sidominimizadas en América Latina, donde persis-te la idea de que se pueden seguir explotandosus recursos naturales. Se cree que disfrutamosde un “balance” donde los beneficios econó-micos superan los efectos ambientales y que,de todas maneras, dado que América del Surposee recursos naturales muy abundantes,enormes áreas supuestamente “vacías” y am-plias capacidades ecosistémicas para absorber yamortiguar los impactos ambientales, todavíano debemos preocuparnos. El estilo de desa-rrollo actual, basado en recursos naturales, sedefiende entonces como posible y necesario,técnicamente manejable, y como resultado deun acuerdo supuestamente democrático decontrol soberano sobre el ambiente.

Sin embargo, ideas como las mencionadascarecen de buen sustento, y el supuesto “ba-lance” es un eufemismo que busca legitimarlos daños ambientales. En realidad, el deterio-ro ambiental continúa avanzando en AméricaLatina, aumenta el número de especies amena-zadas, y los problemas por contaminación si-

guen escalando (PNUMA 2003; UNEP 2007;Kareiva y otros 2007). El desarrollo capitalistaha hecho que las medidas de protecciónambiental siempre vayan por detrás de esosimpactos negativos y que, en muchos casos,hayan sido insuficientes para impedirlos. Asi-mismo, los cambios ambientales a escala glo-bal se suman a la misma tendencia. La crisiseconómica global no ha cambiado la esenciade esta problemática, sino que ha alterado rit-mos o énfasis en sus componentes.

Pero a pesar de la aplastante acumulaciónde evidencia sobre los impactos ambientales, semantiene la defensa en los estilos de desarrolloactuales. Esa actitud no es nueva y se ha repe-tido desde el mismo inicio de los debates sobrelas contradicciones entre crecimiento econó-mico y conservación ambiental, en la décadade 1970. A lo largo de los años, esa defensa hatomado distintos énfasis, con la participaciónde las élites político-partidarias, sectores acadé-micos y el apoyo de buena parte de la opiniónpública. Por lo tanto, esas ideas no son reflejode unos pocos sectores, sino que expresan pos-turas y sensibilidades profundamente arraiga-das. Es una ideología en la que la sociedad estáseparada de la naturaleza y, por lo tanto, éstadebe ser apropiada y manipulada para asegurarel progreso. Desde esa ideología se generan di-ferentes paradigmas sobre el orden capitalistaen América Latina, aunque obviamente uno yotro se determinan mutuamente4.

La postura dualista se expresa en un fuerteantropocentrismo, en el cual la naturaleza es unconjunto de recursos que deben ser utilizadospara alimentar el desarrollo –entendido comoprogreso continuado–. Este progreso se expresa

4 La discusión sobre bases ideológicas tiene una largahistoria, comenzando por los aportes clásicos de MaxWeber sobre el “espíritu” del capitalismo (Heilbroner1990; Boltanski y Chiapello 2002). En el presentetexto se diverge de esas posturas, en tanto se sostieneque existe una ideología del progreso y que, desde ella,se derivan diferentes paradigmas de desarrollo, inclu-yendo el capitalismo en sus diferentes expresiones. Enotras palabras, existen ideas básicas que preceden y ex-plican el capitalismo.

como crecimiento económico no solo posiblesino perpetuo, bajo una mirada histórica lineal.

El ambiente es valorado en tanto reviste uti-lidad, y se expande el concepto de mercancíapara englobar la naturaleza; la valoración eco-nómica se vuelve, pues, dominante. El bienes-tar humano y la felicidad se lograrían por lapropiedad y consumo de bienes materiales, y lacommodification se expresa tanto en la esferaambiental como social (Williams 2005). Seconfía en una ciencia que tiene un énfasis ins-trumental y manipulador, y la moral aparecedisociada de la ética y es antiutopista. Se des-pliega una cultura del beneficio propio, el lucroy el éxito personal; se acepta (y a veces se feste-ja) la acumulación, jerarquizando la libertadeconómica en detrimento de otras libertadas.

Pero incluso la esfera económica es simpli-ficada, y desaparece la heterogeneidad de mer-cados que existen en América Latina, desde lasferias campesinas basadas en el trueque y reci-procidad, hasta las transacciones con los bro-kers internacionales de commodities. Unosmercados son invisibilizados y otros son coop-tados, apuntándose a difundir un único tipode mercado capitalista. Los procesos producti-vos se acoplan a redes globales económicas ycomerciales –en varios casos, parte de la globa-lización financiera–, las mismas que son trans-nacionalizadas, no localizadas, y con fuertesimpactos en la gestión territorial. Finalmente,se deriva hacia democracias formales con unafuerte delegación, y cuestiones como la justiciasocial y ambiental siguen acorraladas.

La actual crisis encierra el potencial de po-ner en discusión muchos de estos aspectos,sean los del presente paradigma de desarrollo,sean sus bases ideológicas. Esta oportunidadresultaba especialmente atractiva para las co-rrientes políticas de izquierda o progresistassudamericanas, ya que podrían promover re-formas más sustanciales tanto dentro del or-den capitalista como fuera de él, buscar alter-nativas que lo trasciendan y, en el caso de la te-mática ambiental, intentar otra política y ges-tión de la naturaleza.

Pero esto no ha ocurrido bajo los gobiernosprogresistas en Argentina, Brasil, Bolivia, Chi-le, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela.En esos países se ha abordado la crisis oscilan-do entre su negación, el desacople y el blinda-je, o medidas puntuales, intercaladas con algu-nas críticas al papel de los países industrializa-dos. A pesar de las diferencias entre los gobier-nos, todos ellos siguen defendiendo las estrate-gias de desarrollo extractivistas y convenciona-les. No se discute la esencia de su inserción glo-bal ni el propósito de promover las exportacio-nes de productos básicos. En algunos casos(Ecuador y Venezuela), se han cuestionado as-pectos como la arquitectura financiera global,pero, más allá de eso, se mantiene la misma feen el crecimiento económico, motorizado porel aprovechamiento de las riquezas ecológicas.Puede concluirse que los gobiernos progresistasofrecen otra prueba del profundo arraigo de es-ta ideología del progreso. Más allá de sus mati-ces, sostienen que las medidas ambientales sonrestricciones o trabas a las exportaciones y a sucrecimiento económico (en las secciones ante-riores, constan varios ejemplos de esto).

Al ser una ideología, va mucho más allá deun cierto orden económico, invadiendo la tra-ma cultural de nuestras sociedades. Se expresaen sus líderes políticos, alcanzando a la izquier-da, a sectores académicos y a varios movimien-tos sociales (como los sindicatos de base indus-trial). La apuesta por el crecimiento se convier-te en un mandato para asegurar un más eficien-te e intenso aprovechamiento de los recursos(una riqueza que no puede ser desperdiciada).En ese contexto, la opción de una crítica radi-cal al desarrollo, en general, y el capitalismo, enparticular, queda muy constreñida, es miradacon desconfianza por amplios sectores de la po-blación, recibe hostilidad académica y es acusa-da de representar debates pasados de moda.

Esto también se debe a que los gobiernosprogresistas, y su base social de apoyo, hanquedado satisfechos con los cambios instru-mentales que han introducido, tales como unamayor presencia del Estado. A cambio de los

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beneficios que eso pudiera generar, se acepta-ron las reglas y estructuras capitalistas conven-cionales. Esto desemboca en que no se discu-tan las esencias del problema, sino cuestionesinstrumentales: así, el grado de participacióndel Estado en la apropiación de la naturaleza(por ejemplo, explotación petrolera en manosde empresas estatales o privadas, pero no sobrela dependencia petrolera) o la captación deexcedentes (aplicar tasas a las exportaciones degranos, como lo hace Argentina, o no hacerlo,como en Brasil, pero no sobre los monoculti-vos). En lugar de aprovechar la crisis pararenovar la búsqueda de alternativas, se la hapresentado como excusa para sostener que nohay otras opciones, y que ella genera restric-ciones e imposiciones que vienen desde fuera.

Factores de este tipo explican que las res-puestas a la crisis hayan consistido, mayormen-te, en profundizar el estilo de desarrollo haciauna vertiente extractivista. El Estado la apoya,sea por medidas directas como el crédito (porejemplo, financiar la agroindustria exportadoraen Brasil), o indirectas (por ejemplo, otorga-mientos de permisos ambientales para nuevasplantas de celulosa en Uruguay o la aprobaciónde una nueva ley minera en Ecuador). Algunosviejos líderes de la izquierda incluso afirmanque actualmente nos encontramos en la etapadel “crecimiento” o “despegue”, y que los temasambientales son un “lujo” que debe dejarse pa-ra después. “Primero se necesitan las chimene-as, y después se considerarán los temas ambien-tales”, se ha sostenido en más de una ocasión5.

Es evidente que un gobierno progresistareviste diferencias con otros de tipo conserva-dor, tales como un mayor papel del Estado ypolíticas sociales más enérgicas. En particular,se implantaron y extendieron medidas de asis-

tencia social focalizadas y, en casi todos loscasos, basadas en pagos en efectivo a cambiode ciertas exigencias (concurrir a la escuela, re-visiones médicas, vacunaciones, etc.). Sin du-da, programas de este tipo conllevan muchosaspectos positivos. Pero desde la ecología polí-tica se debe alertar que si solo se hiciera aque-llo, se cae en una paradoja: los gobiernos pro-gresistas promueven un tipo de desarrollo quegenera impactos sociales y ambientales negati-vos, pero utilizan parte de los excedentes deesos emprendimientos para financiar progra-mas sociales que compensan o amortiguan di-chos efectos negativos. El estilo de desarrollobasado en el extractivismo no se pone en dis-cusión, ya que se convierte en una de las fuen-tes claves de captación de recursos financierospara el Estado. Esas acciones sociales tambiénsirven para ganar legitimidad, apoyo electoraly apaciguar la protesta ciudadana.

Los programas sociales no pueden ser abor-dados en forma aislada, sea de las cuestionesambientales o de las propias estrategias de de-sarrollo. Muchos de ellos, son valiosos paleati-vos, explicados por la necesidad y urgencia,pero no pueden ser excusas para suspender undebate más sustancial sobre la propia esenciade los estilos de desarrollo y el papel del capi-talismo actual.

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5 Para dejar en claro cuán profundamente arraigada seencuentra esta visión de la naturaleza, es oportunorepasar recientes declaraciones del presidente Lula daSilva. A propósito de la oposición de ambientalistas aconstruir represas hidroeléctricas en el Río Madeira,Lula afirmó: “La pelea, ustedes no quieran imaginar,

no quieran imaginar los meses que perdimos discu-tiendo sobre los granos de arena que estaban en elfondo del río. No quieran imaginar. Precisamos con-tratar al mejor profesor del mundo en esa materia […]Cuando resolvimos el problema de la arena, me llegóotro y me hablan de los peces, que había un bagre, yque los bagrecitos no podían nadar por la represa allíen los Andes y todo ese asunto. Yo me comprometíque cuando deje la presidencia compraría una canoa,agarraría los bagrecitos, los colocaría en la canoa, y losllevaría al otro lado y los traería de vuelta” (declaracio-nes del 22/06/2009; traducción del autor). Las refe-rencias despectivas a los peces (bagres) del Río Madeirase repiten por lo menos desde fines de 2006. De simi-lar manera criticó a ambientalistas, indios y comunida-des afrobrasileñas por “trabar” el crecimiento de Brasil,y sostuvo que si fuera por él, desmembraría la agenciaambiental de su gobierno.

El inevitable ajuste ecológico del capitalismo

A pesar del vigor de la ideología del progreso,la acumulación de evidencia ecológica e im-pactos ambientales obliga a realizar ajustesdentro del capitalismo. Dentro de la perspec-tiva de la “reparación” del capitalismo o el “ca-pitalismo 3.0” se acepta la temática ambientaly ésta aparece casi siempre bajo dos expresio-nes: por un lado, la preocupación por el cam-bio climático global, y por el otro, la profun-dización de la inclusión de la naturaleza den-tro del mercado. Es un inevitable “ajuste” quebrinda una cara verde al capitalismo, pero nopermite solucionar los desencadenantes de lacrisis ambiental. Aunque se han vuelto muycomunes, es necesario precisar algunas de suscaracterísticas.

El cambio climático es abordado en Amé-rica Latina de manera distorsionada. Más alláde la insistencia en reclamar compensacionesfinancieras o asistencia tecnológica a los paísesindustrializados, los gobiernos latinoamerica-nos enfocan sus acciones y discursos en un ti-po de emisiones que, en realidad, correspon-den a las prioridades de los países industriali-zados y no a las propias. En efecto, las nacio-nes ricas deben reducir sus gases invernaderooriginados en sectores como transporte, gene-ración eléctrica o industria, ya que estos repre-sentan la parte sustancial de sus emisiones (enla Unión Europea alcanzan el 90% del total).Sin embargo, en América del Sur, el mayoraporte (75,2%) proviene de los cambios en eluso de la tierra, deforestación y agricultura(datos de emisiones de CO2 equivalentes, pa-ra el año 2000, CAIT del World ResourcesInstitute). Por lo tanto, el problema más ur-gente y grave acerca del cambio climático enAmérica del Sur se origina en las políticasagropecuarias, los usos de la tierra y las expor-taciones agroalimentarias –justamente temasque estos países evitan discutir–. Es evidenteque ésta es una temática mucho más urticanteque mantener campañas de publicidad a favor

de automóviles híbridos o el recambio de lám-paras de bajo consumo.

La mercantilización (commodification) de lanaturaleza avanza al fragmentarla en los llama-dos “bienes y servicios ambientales” y en dis-tintas mercaderías para insertarla en los proce-sos productivos. Los componentes de los eco-sistemas, sean especies de fauna o flora o, in-cluso, sus genes o sus ciclos ecológicos, se con-vierten en mercancías sujetas a las reglas delcomercio, que pueden tener dueños y valoreconómico. Países como Brasil o Argentina seencuentran, por ejemplo, entre los más enérgi-cos defensores de incorporar esos bienes y ser-vicios ambientales al régimen de la Organiza-ción Mundial de Comercio. Esta postura llegaa extremos, como en la propuesta de Conser-vation International para la Amazonia, dondese sostiene que las áreas protegidas deberíanautofinanciarse por medios como la venta debienes y servicios ambientales o los derechosde captación de carbono (Killeen 2007). Esuna postura pesimista extrema que renuncia aintentar cambiar el capitalismo global, aceptaque se destruirá gran parte de los bosques tro-picales y apenas espera salvar un puñado deáreas protegidas, insertándolas en las mismasredes económicas que explican la devastaciónambiental. Incluso genera un nuevo conceptode “naturaleza” como agregado de bienes y ser-vicios que ya son internos a los sistemas eco-nómicos (Smith 1990).

Estos y otros elementos nos dan a entenderque bajo la ideología del progreso solo es posi-ble incorporar algunos temas ambientales conuna “reparación” del capitalismo. Pero la for-ma bajo la cual se estructuran los procesosproductivos no podría revertirse, ya que esoimplicaría discutir cuestiones que cualquierideología siempre evita: sus bases conceptualesmás profundas.

A su vez, la crisis económica actual (aguda)oculta en parte la crisis ecológica (crónica).Además el capitalismo al externalizar los im-pactos ambientales, los oculta invisibilizandola contaminación o degradación ambiental. El

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capitalismo siempre empuja la frontera deldaño ambiental “aceptable”.

El capitalismo benévolo

El “ajuste” verde del capitalismo, junto a otrasmedidas similares en el plano social, que sonfuncionales a la ideología del progreso, termi-nan en lo que podría llamarse un “capitalismobenévolo”. No se niegan muchos de los impac-tos del capitalismo ni de las desigualdades queencierra, y se acepta que se deben incorporaraspectos ambientales o sociales, incluyendo re-gulaciones e instrumentos económicos. Perotodo ello está adaptado a la propia estructuray dinámica del capitalismo.

En la temática ambiental esta reacción sedebe a varios factores: por un lado, la acepta-ción de encarar algunos problemas ambienta-les que son cada vez más graves y que puedenponer en riesgo la propia acumulación capita-lista, tal como sucede con el cambio climáticoo la energía; las expectativas de generar nego-cios con los bienes y servicios ambientales,incluyendo nuevas fuentes de energía o algu-nos nichos de mercado basados en la calidadambiental; y finalmente, una crisis de legiti-mación, en la que las protestas sociales porimpactos ambientales ponen en riesgo la pro-ducción y los entramados políticos que ampa-ran dicha legitimización.

Bajo esta postura, el ambiente se podríamanejar tecnocráticamente, reduciendo losimpactos ambientales, minimizando el consu-mo de energía, otorgando derechos de propie-dad y precios a los bienes y servicios ambien-tales, cobrando prominencia el concepto de“capital natural”, y así sucesivamente. Se po-drían sumar acciones de responsabilidad em-presarial, protección del consumidor y códigosde conducta. Los temas ambientales son con-siderados como oportunidades para nuevosnegocios –“portafolios de negocios sustenta-bles” (Hart 2006)–; se defienden las “indus-trias verdes” y el “marketing ecológico” (World

Bank 1999; Calomarde 2000); y se concluyeen un “capitalismo natural” que desencadena-rá la próxima “revolución industrial” (Hawkeny otros 1999).

Uno de los aspectos claves en este capitalis-mo benévolo es intentar presentar la naturale-za como un conjunto de bienes y servicios queson objeto de valor económico, tal como se in-dicó arriba. Convertida en capital natural, sedefiende una substitución posible, y a vecesperfecta, entre ella y otras formas de capital.Este tipo de valoración ha sido muy cuestiona-da, pero persiste como uno de los núcleos cen-trales de la problemática entre ambiente ydesarrollo (Gudynas 2004). Incluso en la crisisactual, en la que se han puesto en duda las for-mas convencionales de valoración del capital,se sigue insistiendo, de todos modos, en mer-cantilizar la naturaleza6.

El capitalismo benévolo puede llegar a te-ner una moral ambiental (con la que se prote-gen algunos recursos naturales por su potencialutilidad productiva o goce estético), pero care-ce de una ética ecológica, dado que el ambien-te es valorado desde el antropocentrismo (porsu utilidad para los seres humanos). Tampocose pone en discusión su obsesión con una acu-mulación perpetua. Esto significa que paratrascender esa problemática no basta con in-tentar aplicar instrumentos económicos ni re-gular el mercado respecto a temas ambientales(así, tasas por contaminación o mercados depermisos de emisión), sino que se debe abor-dar la propia dinámica del capitalismo.

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6 En este análisis se ha evitado usar el término desarro-llo sustentable (o sostenible), pues en sentido estrictoexisten en su interior muy diversas corrientes(Gudynas 2004). Como el rótulo se aplica a la ligera,termina siendo usado por variantes del “capitalismobenévolo”, eso explica los ataques que recibe por partede muchos analistas. Si bien las posturas del desarrollosustentable débil son compatibles con un “capitalismobenévolo”, también debe señalarse que la sustentabili-dad fuerte implica un distanciamiento mayor, y la másfuerte sin duda está por fuera del capitalismo e impli-ca transformaciones radicales.

Las alternativas de desarrollo que actual-mente se discuten en América Latina en sumayoría son reformas –de distinta profundi-dad, pero dentro del capitalismo–. Varias sonmínimas (en el caso de las mencionadas recetasde la CEPAL); otras están inspiradas en refor-mas moderadas (como las propuestas porStiglitz); algunas dan un paso más (siguiendo elejemplo de Rodrik), pero ninguna de ellas po-ne en cuestión aspectos esenciales del capitalis-mo. Incluso con algunas novedades, como el“nuevo desarrollo” propuesto en Brasil, ocurrealgo similar, ya que a pesar de apuntar a otrobalance entre Estado y mercado y a otra ges-tión macroeconómica, no se discute la natura-leza del desarrollo y la dimensión ambiental nisiquiera es abordada (Sicsú y otros 2007).

En el “capitalismo benévolo” también seintenta que las contradicciones y tensiones de-saparezcan o sean “administradas”, ya sea pormedios de gobernanza, ya sea por medios tec-nocrácticos o mercantiles. Se apunta a generaracciones ambientales y sociales que asegurencierta estabilidad social, apacigüen protestassociales y reciban legitimidad política. Peroesas acciones, a su vez, están tensionadas conmedidas que se toman en sentido contrario, yaque el propio Estado debe mantener, protegery alentar la acumulación capitalista en los sec-tores que se apropian de los recursos naturales.Debe hacerlo para asegurarse, por ejemplo,una recaudación fiscal que permita la manu-tención del Estado, así como para competirinternacionalmente frente a otros mercados einversores. O sea que el Estado mantiene,alienta y hasta subvenciona una estrategia deapropiación de la naturaleza, al mismo tiempoque debe tomar medidas para protegerse y legi-timarse frente a los daños que esto origina. Estees, entonces, un desempeño frágil e inestable.

La implantación de medidas sociales, seanregulatorias (por ejemplo, protegiendo los de-rechos de los trabajadores) o asistencialistas(los programas Bolsa Familia en Brasil, Plan deEmergencia en Uruguay o Jefes y Jefas deHogar en Argentina), sin duda tiene impor-

tancia. De alguna manera, se intenta generaruna suerte de Estado benefactor, y ese propó-sito no es menor. Pero una vez aceptado eso,también es necesario señalar que esos intentossiempre están oscilando entre el logro de bene-ficios sociales y la legitimación política frentea la necesidad de asegurar la presencia y repro-ducción del capital; entre amortiguar la socia-lización de muchos impactos negativos gene-rados por ese capital y la dependencia econó-mica frente a ellos; entre la defensa de dere-chos ciudadanos y la defensa de los inversores,y así, sucesivamente. Esa tensión se agravacuando buena parte del capital que está detrásde la apropiación de los recursos naturales esdeslocalizada y, por lo tanto, el Estado debe li-diar no solo con élites empresariales naciona-les, sino con actores corporativos transnacio-nalizados. En ese flanco se origina otra ten-sión, ya que el Estado, por un lado, promuevesu inserción global apelando a aumentar susexportaciones, mejorando su competitividad yatrayendo inversiones; y, por otro lado, esomismo lo hace crecientemente dependiente deesas condiciones externas, las que no tienenvínculos genuinos con las urgencias nacionalesni los intereses de protección de los ecosiste-mas locales. Los gobiernos se enfrentan aldrama de tener que competir hacia abajo,donde las referencias son los irrisorios salariosque se pagan en China, o a aceptar la devasta-ción ambiental.

La crisis actual agrava estas contradiccio-nes, ya que se estrechan los márgenes para cap-tar mayores excedentes, generados a través dela extracción de recursos naturales y; por lotanto, las finanzas estatales disponibles paramedidas de compensación social y ambientalson más limitadas.

Más allá del capitalismo benévolo:romper con el antropocentrismo

Los puntos considerados a lo largo del presen-te artículo dejan en claro que es necesario

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ampliar y profundizar las discusiones sobre ladimensión ambiental de la presente crisis delcapitalismo. No es posible seguir minimizan-do sus impactos ecológicos ni las contradiccio-nes fundamentales entre el capitalismo y elambiente.

En ese contexto, una primer conclusión delpresente análisis es que la “reforma” o la “repa-ración” del capitalismo son posturas insuficien-tes. En algunos casos podrán ser necesarias paraatender urgencias y problemas puntuales, perono permiten cambiar, por ejemplo, las formasde apropiación de la naturaleza, la externaliza-ción y socialización de los impactos ambienta-les, o la inserción subordinada en la economíaglobal. Las alternativas que el “capitalismo be-névolo” puede ensayar en el plano instrumen-tal, tales como aplicar tecnologías ecoeficienteso ingresar nuevos bienes naturales al mercado,tienen utilidad acotada, pero a costa de su fun-cionalidad con el estilo de desarrollo contem-poráneo. Por lo tanto, no son suficientes parasolucionar el origen de las contradicciones eco-lógicas, sino que navegan con ellas.

Un segundo punto es que esa necesariatransformación debe abordar la base ideológi-ca del capitalismo. En otras palabras, la salidaa la crisis actual no es solamente una cuestiónde cambios económicos, a pesar de la relevan-cia de esa temática, sino que debe ser más pro-funda, abarcando otras dimensiones, como lacultural y la política.

Como tercer aspecto a destacar en este de-bate ideológico, se debe prestar especial aten-ción a las perspectivas de valoración. Es necesa-ria una crítica desde el campo de la ética, puesallí está uno de los pilares de la ideología delprogreso. Recordemos que los tempranos abor-dajes sobre el “espíritu” del capitalismo de M.Weber señalaban que la perspectiva ética legiti-maba su validez, generando justificaciones,adhesiones y el concurso de las mayorías. Para-fraseando un análisis más reciente por Boltans-ki y Chiapello (2002), la mayor parte de laspersonas, tanto los dominantes como los domi-nados, se apoyan en ese “espíritu” del capitalis-

mo para representar su funcionamiento, susventajas y servidumbres. Lo mismo ocurre conlas posturas sobre la naturaleza. Modificar esarelación requiere un cambio ético sustancial.

En efecto, una crítica desde la ecología po-lítica debe abordar el reduccionismo de las va-loraciones económicas sobre la sociedad y lanaturaleza. Por esa vía se expresa y refuerza laperspectiva antropocéntrica –uno de los ejesvertebrales de la ideología del progreso–, bajola cual la naturaleza es un objeto de valor quedebe ser explotado y aprovechado para ali-mentar los procesos productivos. Podría soste-nerse que una opción socialista convencionalque prioriza el valor de uso sobre el valor decambio es un paso adelante (Riechmann2006). Pero ésta sigue atrapada en una visiónantropocéntrica de la naturaleza; ese es uno delos problemas con la tradición marxista. Por lotanto, no basta con nuevas metodologías devaloración económica. La tarea es romper conel antropocentrismo y la dualidad naturaleza-sociedad.

La elaboración detallada de estos y otrospuntos excede al presente texto, pero es indis-pensable ofrecer algunos elementos claves. Enese camino es necesario abrirse a otras miradaséticas, en las cuales la naturaleza pasa a ser su-jeto de derechos, reconociéndosele valorespropios. Es necesario abonar el camino parauna transición desde el antropocentrismo albiocentrismo, donde las especies de animales yplantas y los ecosistemas posean derechos pro-pios independientes de la utilidad o valoraciónpara los seres humanos. En otras palabras, da-do que el biocentrismo valora todas las formasde vida, destruir la naturaleza es también da-ñarse a uno mismo. Felizmente, existen algu-nos avances, como, por ejemplo, el reconoci-miento de los derechos de la naturaleza en lanueva Constitución de Ecuador de 2008 (Gu-dynas 2009).

Romper con el antropocentrismo tambiéngenera otros derroteros para concebir la cali-dad de vida, la economía y hasta la propia po-lítica, todo lo cual deriva en un camino muy

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distinto al del capitalismo actual, en cualquie-ra de sus variedades. Se apunta a un desarrolloverdaderamente enfocado en la calidad de vidade las personas y menos enfocado en la pose-sión y la acumulación; es decir, más austero yde tipo postmaterial (reduciendo drásticamen-te el consumo de materia y energía). Esta posi-ción genera diversas consecuencias: la reconfi-guración de los sujetos políticos hacia posturasrelacionales y no necesariamente dualistas; unapolítica con mayor deliberación y participa-ción; una inserción internacional volcada a unregionalismo autónomo; y una desvinculaciónselectiva de la globalización, entre otras. En es-te derrotero, la ética biocéntrica hace que vuel-va a quedar en evidencia la contradicción en-tre capitalismo y ambiente, contradicción enla que cualquier medida de reparación serámeramente paliativa o tan sólo servirá paraocultar la gravedad de la crisis ecológica trans-firiéndola al futuro.

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