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Revista de Historia Económica Año X Otoño N.° 3 Editada en la Universidad Carlos III MARTÍN ACEÑA: LOS precios en Europa en los siglos XVI y XVII - PlNILLA: La producción agraria en Aragón (1850-1935) - LÓPEZ: Los juros de eclesiásticos - NEWLAND-SAN SEGUNDO: Ingresos y capital humano: Buenos Aires s. XIX - POLO: Los grupos de presión y las relaciones co- merciales hispano-británicas NOTAS: Tirado Fabregat; Rodríguez Braun-Alvarez Gonzá- lez; Fernández Clemente RECENSIONES ALIANZA EDITORIAL en colaboración con el Centro de Estudios Constitucionales

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Revista de Historia Económica Año X Otoño N.° 3

Edi tada en la Univers idad Carlos III

MARTÍN ACEÑA: LOS precios en Europa en los siglos XVI y XVII - PlNILLA: La producción agraria en Aragón

(1850-1935) - LÓPEZ: Los juros de eclesiásticos -NEWLAND-SAN SEGUNDO: Ingresos y capital

humano: Buenos Aires s. XIX - POLO: Los grupos de presión y las relaciones co­

merciales hispano-británicas

NOTAS: Tirado Fabregat; Rodríguez Braun-Alvarez Gonzá­lez; Fernández Clemente

RECENSIONES

ALIANZA EDITORIAL

en colaboración con el Centro de Estudios Const i tucionales

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PATRONATO

Gabriel Tortella (Presidente) Felipe Ruiz Martin (Presidente de la Asociación de Historia Económica) Francisco Laporta (Director del Centro de Estudios Constitucionales) Rafael Martínez Ales (Director de Ediciones de Alianza Editorial) Alberto Lafuente Félez (Vocal Comisión Gestora de la Universidad Carlos III)

CONSEJO DE HONOR

Lucas Beltrán (Univ. Complutense) Jordi Nadal (Univ. de Barcelona) Rondo Cameron (Emory Úniversity) Nicolás Sánchez-Albornoz (New York Uni-Antonio Domínguez Ortiz (Real Academia de versity. Instituto Cervantes)

la Historia) Manuel Tuñón de Lara (Univ. País Vasco) Richard Herr (U. California, Berkeley) Pierre Vilar (E.H.E. París)

CONSEJO ASESOR

Rafael Anes (Univ. de Oviedo) Carlos Marichal (Colegio de México) Antonio Miguel Bernal (Univ. de Sevilla) Carlos Martínez Shaw (Univ. de Barcelona) Francisco Bustelo (Univ. Complutense) Manuel Moreno Fraginals (Inst. de Historia, Albert Carreras (Inst. Univ. Europeo/Univ. La Habana)

Pompeu Fabra) José Morilla (Univ. de Alcalá) John Coatsworth (Úniversity of Chicago) Marco Palacios (Univ. of Oxford) Roberto Cortés Conde (Univ. San Andrés) Vicente Pérez Moreda (Univ. Complutense) Fausto Dopico (Univ. de Santiago) Jaime Reis (Universidade de Lisboa) Eloy Fernández Clemente (Univ. de Zaragoza) David Ringrose (Univ. California, San Diego) Josep Fontana (Univ. Pompeu Fabra) Pedro Schwartz (Univ. Autónoma de Madrid) José Luis García Delgado (Univ. Complutense) Julio Segura (Fundación Empresa Pública) Peter Hertner (Inst. Universitario Europeo) Pedro Tedde de Lorca (Banco de España) Herbert Klein (Columbia Úniversity) Gianni Toniolo (Universitá di Venezia) Enrique Llopís (Univ. Complutense) Jaume Torras (Univ. Autónoma de Barcelona) Jordi Maluquer de Motes (Univ. Autónoma Eugene N. White (Rutgers Úniversity)

de Barcelona) Vera Zamagni (Universitá di Cassino)

Director: Leandro Prados de la Escosura Secretario: Pedro Fraile Balbin

CONSEJO DE REDACCIÓN

Carlos Barciela (Univ. de Alicante) Pablo Martín Aceña (Univ. de Alcalá) Mercedes Cabrera (Univ. Complutense) Clara Eugenia Núñez (UNED) Sebastián CoU (Univ. de Cantabria) Jordi Palafox (Univ. de Valencia) Francisco Comín (Univ. de Alcalá) David Reher (Univ. Complutense) Javier Cuenca (Waterloo Úniversity) Carlos Rodríguez Braun (Univ. Complutense) Ángel García Sanz (Univ. de Valladolid) Caries Sudriá (Univ. de Barcelona)

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Revista de Historia Económica

AñoX Otoño N.» 3

Editada en la Universidad Carlos III

ALIANZA EDITORIAL en colaboración con el Centro de Estudios Constitucionales

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La correspondencia con la REVISTA DE HISTORIA ECONÓMICA

debe dirigirse al Director de la misma:

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Compuesto e impreso en Fernández Ciudad, S. L. Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid

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NORMAS PARA EL ENVIÓ DE ORIGINALES

1. La Revista de Historia Económica considerará la publicación de trabajos de muy diversa índole, siempre que demuestren un alto nivel de calidad y se enmarquen dentro de la historia económica entendida en sentido muy amplio. Sea cual sea el tema tratado, sin embargo, deberá hacerse mención explícita de la contribución del trabajo a la historia económica en un ámbito más general, ya sea por un tratamiento distinto o más profundo del problema, ya identificado en la historiografía, por la aportación de datos no conocidos orientada a la solución de un problema histórico concreto, o por las aplicaciones potenciales de una metodología nueva o más refinada en contextos diferentes.

2. El original y dos copias de cada texto se enviarán a Revista de Historia Económica, Departamento de Economía, Despacho 6.13, Teléfono 6249645, c/ Madrid, n.° 126, 28903 GETAFE (Madrid), Fax 6249875. No se devolverán los originales no solicitados.

3. Los trabajos de investigación y demás textos deben ir mecanografiados a doble espacio y no exceder de 30 páginas (10.000 palabras), incluidos cuadros, gráficos, mapas y bibliografía (ésta a un espacio). Cada texto deberá ir precedido de una página que contenga el titulo del trabajo, el nombre del autor o autores, dirección completa, teléfono y número del N.LF., así como un breve resumen del trabajo de aproximadamente 100 palabras, en castellano y en inglés. Así mismo, deberá enviar el autor un breve curriculum vitae, de 40 palabras de extensión aproximadamente

4. El texto y símbolos que se desee aparezcan en cursiva deberán ir subrayados, y los que se desee en negrita, con subrayado doble.

5. Las referencias bibliográficas irán al final del trabajo bajo el epígrafe bibliografía, ordenadas alfabéticamente por autores y siguiendo siempre el orden: apellido (en mayúsculas), nombre (en minúsculas) del autor, año de publicación (entre paréntesis y distinguiendo a, b, c, en caso de que el mismo autor tenga más de una obra citada en el mismo año), título del artículo (entre comillas) o del libro (subrayado), lugar de publicación (en caso de hbro), editorial (en caso de libro), número de la revista y, finalmente, páginas (pp. xxx).

6. Las notas a pie de página irán numeradas correlativamente en caracteres árabes y voladas sobre el texto. Todas las notas se incluirán al final del texto e irán a espacio sencillo. Las referencias bibliográficas se harán citando el apellido del autor o autores (en minúsculas), y entre paréntesis, el año, y, en su caso, la letra que figure en la 'bibliografía, y, en su caso, las páginas de la referencia.

7. Se evitará en los trabajos un número excesivo de citas textuales que, en todo caso, si exceden de dos líneas irán a un solo espacio y con márgenes a ambos lados, distintos a los del texto principal. Por otra parte, en las citas textuales los intercalados que introduzca el autor del trabajo deberán ir entre corchetes, para distinguirlos claramente del texto citado.

8. Los cuadros, gráficos y mapas incluidos en el trabajo deberán ir numerados correlativamen­te y deberán ser originales, evitando reproducir información que sea fácilmente accesible o publicada en obras recientes. Gida cuadro, gráfico o mapa deberá tener un breve título que lo identifique y deberá indicar claramente sus fuentes. Los gráficos y mapas deberán ir en papel vegetal.

9. La Secretaría de Redacción de la Revista de Historia Económica acusará recibo de los originales en el plazo de treinta días hábiles desde la recepción, y el Consejo de Redacción resolverá sobre su publicación en un plazo no superior a seis meses. Esta resolución podrá venir condicionada a la introducción de modifícaciones en el texto original. El no cumplimiento de estas normas puede ser causa de no admisión a examen de un artículo o de un considerable retraso en su tramitación y publicación.

10. Cuando los trabajos sean aceptados para su publicación, el autor enviará la versión definitiva mecanografiada y en diskttte (preferiblemente en WP 5.1).

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NORMAS PARA EL ENVIÓ DE RECENSIONES DE LIBROS

1. Se enviarán dos copias impresas de cada recensión y una en diskette compatible IBM (preferiblemente en WP 5.1) a la Revista de Historia Económica, Departamento de Economía, Despacho 6.13, teléfono: 6249645, c/ Madrid, n.» 126, 28903 GETAFE (Madrid), Fax: 6249875. Al final de la recensión, los autores incluirán su nombre y dirección completos, teléfono y número del N.I.F.

2. Las recensiones se remitirán mecanográficamente a doble espacio y no llevarán notas »pie de página. Cuando se incluyan referencias bibliográficas, éstas irán entre paréntesis en el texto de la recensión.

3. El encabezamiento de las recensiones seguirá el siguiente orden: nombre (en minúsculas) y apellido (en mayúsculas) del autor o autores del libro, título del libro (subrayado), lugar de publicación, editorial y año de publicación. Se hará notar si el libro incluye bibliografía e índice (de autores o materias), asi como el precio, si es posible.

4. La Secretaria de Redacción de la Revista de Historio Económica acusará recibo de la recensión y resolverá sobre su publicación a vuelta de correo.

5. En los demás extremos se observarán las normas que rigen para el envío de artículos originales.

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COLABORAN EN ESTE NUMERO

PABLO MARTÍN ACEÑA. M . A . (Toronto). Doctor en Economía por la Universidad Complutense. Catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Alcalá. Autor de numerosos trabajos de historia monetaria e industrial. Su última publicación (con F. Comín) INI: cincuenta años de indMstria¡i:;ación en España.

VICENTE PINILLA NAVARRO. Doctor en Economía por la Universidad de Zaragoza. Realizó su tesis doctoral sobre La producción agraria en Aragón (1850-1935). Profesor Titular de Historia Económica de la Universidad de Zaragoza.

ANTONIO LUIS LÓPEZ MARTÍNEZ. Doctor en Historia por la Universidad de Sevilla. Es autor de «La economía de las órdenes religiosas en el Antiguo Régimen. Su patrimonio y rentas en el Reino de Sevilla». Premio Archivo Hispalense de monografías sobre temas sevillanos (en prensa).

M." JESÚS SAN SEGUNDO. Doctora en Economía por la Universidad de Princeton. Profesora Titular de Economía en la Universidad Carlos III de Madrid. Autora de varios artículos sobre economía de la educación.

CARLOS L. NEWLAND..Economista; M. Litt. (Oxford). Doctor en Historia por la Universidad de Lciden. Profesor de Historia Económica en la Universidad Carlos III. Es autor de: Buenos Aires no es Pampa. LM educación elemental porteña 1820-1860.

M." TERESA POLO SANCHEZ. Doctora en Filosofía y letras. Sección Historia. Profesora Titular de Universidad. Miembro del Departamento de Filosofía Inglesa de la Universidad Complu­tense de Madrid.

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SUMARIO

PANORAMAS DE HISTORIA ECONÓMICA

PABLO MARTIN ACEÑA (Universidad de Alcalá-Fundación Empresa Públi­ca): hos precios en Europa Jurante los siglos XVI y XVIl: Estudio comparativo. 359

PREMIO RAMÓN CARANDE 1991

VICENTE PINILLA NAVARRO (Universidad de Zaragoza): La producción agraria en Aragón (1850-1935) 399

ARTÍCULOS

ANTONIO LUIS LÓPEZ MARTÍNEZ (Universidad de Sevilla): Usjuros de eclesiásticos. Participación de los conventos andaluces en la Deuda Pública Castellar^. 433

CARLOS NEWLAND Y M.' JESÚS SAN SEGUNDO (Universidad Car­los III): Ingresos y capital humano: El caso de Buenos Aires a mediados del si-

' glo XIX 451

MARÍA TERESA POLO SÁNCHEZ (Universidad Complutense): Los grupos de presión ante las relaciones comerciales hispano-británicasy la prensa inglesa, 1926-1932 467

NOTAS

Modelos de crecimiento económico endógeno e historia económica: ¿Una nueva perspectiva ante el debate protección-librecambio? Por DANIEL A. TIRADO FABREGAT (Universidad de Valencia) 487

Debilidades en la edición de J. Segura de los «Elementos» de Walras. Por CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN y Luis J. ALVAREZ GONZÁLEZ (Universidad Complu­tense) 497

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

Algunas indicaciones bibliográficas sobre la Europa del Sur en los siglos XIX y XX: Grecia y Turquía. Por ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE (Universidad de Zaragoza) 507

RECENSIONES

FRANCO AMATORI y BRUNO BEZZA: Montecatini 1888-1966. Capitoli di storia di una ff-ande impresa. Por Nuria Puig 519

DUDLEY BAINES: Emigration from Europe, 1815-1930. Por Blanca Sánchez Alonso 523

RODERICK FLOUD, KENNETH WACHTER y ANNABEL GREGORY: Height, Health and History. Nutritional Status in the United Kingdom, 1750-1980. Por José Miguel Martínez Carrión 525

G. GOERTZ: The W^orld Chemical Industty around 1910: a Comparative Analysis by Branch and Country. Por Nuria Puig 531

JOSÉ LUIS GARCÍA DELGADO, ed.: Lax ciudades en la modernización de España. Los decenios interseculares. VIII Coloquio de Historia Contemporánea de España dirigido por Manuel Tuñón de Eara. Por Luis Garrido González 533

CHARLES P. KINDLEBERGER; Manías, Panics and Crashes. A History of Financial Crisis. Por J. Ignacio Peña 539

CARLOS ALBERTO MAYO: LOS Betlemítas en Buenos Aires: Convento, Economía y Sociedad (1748-1822). Por Carlos Newland 541

HlLDA SABATO: Agrarian Capitalism and the World Market: Buenos Aires in the Pastoral Age, 1840-1890. Por Julio E. Revilla 544

GABRIEL TORTELLA, ed.: Educación y Desarrollo Económico desde la Revolución Industrial. Por Cecilia Albcrt 547

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PANORAMAS DE

HISTORIA ECONÓMICA

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO*

PABLO MARTIN ACEÑA Universidad de Alcalá

y Fundación Empresa Pública

RESUMEN

El objetivo principal de este trabajo ha sido proporcionar una medición lo más precisa posible del crecimiento de los precios en Europa entre 1500 y 1700. En primer lugar, se calcula un Índice ponderado de precios para Castilla la Nueva homogéneo con el de otras regiones europeas, y asi poder incorporar a nuestro estudio una de las áreas en las que tradicionalmente se ha centrado el examen de la revolución de los precios. A continuación, y empleando los instrumentos que suministra la moderna teoría monetaria, he tratado de ofrecer una interpretación del comportamiento de los precios sustentada en la teoría cuantitativa del dinero que, a mi entender, sigue proporcionando la mejor explicación de los cambios a largo plazo en el nivel absoluto de precios.

ABSTRACT

The main object of this paper is to present as precise a measure as possible of the growth of pnces in Europe between 1500 and 1700. First, I calcúlate a weighted índex of prices for Castilla la Nueva which is consistent with other European regions. This allows me to incorpórate in the study one of the áreas on which the study of the price revolution has traditionally centered. Second, employing the tools of modem monetary theory, I attempt to offer an interpreta-tion of the behavior of prices based on the quantity theory of money. This theory, in my opinión, continúes to offer the best explanation of the long-run changes in the absolute level of prices.

* Este trabajo ha sido presentado en distintos foros. Primero, en el Departamento de Economía de la Universidad de Toronto y, años más tarde, en el IV Congreso de la Asociación de Historia Económica celebrado en Alicante en diciembre de 1989. Ahora es el momento de agradecer los comentarios y observaciones de muchos colegas que lo leyeron y lo discutieron conmigo: Jon S. Cohén, Francisco Comín, Scott M. Eddie, Ángel García Sanz, Enrique Llopis, John H. Munro, Leandro Prados de la Escosura, David Reher, Felipe Ruiz Martin, Caries Sudria, Piero Tedde, Gabriel Tortella y Bartolomé Yun. Empero, ninguno de ellos es responsa­ble de los posibles errores y omisiones.

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PABLO MARTIN ACEÑA

1. INTRODUCCIÓN

La inflación y deflación de precios que se produjo en Europa durante los siglos XVI y XVII ha sido uno de los temas que más ha captado la atención de los historiadores económicos. Su gran interés estriba en la inestimable información que proporcionan los precios acerca de la evolución general del período y en la trascendencia que tuvieron sus variaciones en el crecimiento y distribución de la renta europea entre 1500 y 1700. El elevado número de estudios de que disponemos se ocupan básicamente de determinar la magni­tud y establecer las causas del alza que tuvo lugar en el siglo XVI y del descenso en la centuria que sigue. Otros autores han centrado sus investiga­ciones en las consecuencias económicas de los movimientos de precios, esto es, de sus efectos sobre las tasas de inversión, ahorro y consumo, y sobre la distribución de la renta'.

El presente trabajo estudia la evolución de los precios en Europa durante los siglos XVI y XVII. En primer lugar hemos elaborado un Índice ponderado para Castilla la Nueva, comparable a los que E. H. Phelps Brown y Sheila Hopkins, y Hermán Van der Wee han construido para otras regiones europeas. A continuación se ofrece una medición, utilizando el análisis de regresión, de la inflación y deflación experimentadas por la economía europea entre 1500 y 1700. Las series de precios estudiadas son las correspondientes a Alsacia, Amberes, Augsburgo, Sur de Inglaterra, Valencia, Viena y la elabo­rada por nosotros para Castilla la Nueva. Seguidamente se examinan los resultados obtenidos, se discute la magnitud de la «revolución de los precios» y se plantean diversas hipótesis sobre sus causas. En la última sección se estudia la evolución de los precios relativos en estas mismas regiones, calculando y analizando las relaciones de cambio interseccional. El trabajo se cierra con unas breves conclusiones.

2. CASTILLA LA NUEVA: UN ÍNDICE PONDERADO DE PRECIOS, 1501-1700

En esta sección se ofrece el índice ponderado de precios que hemos calculado para Castilla la Nueva y se explica el procedimiento mediante el cual

' Disponemos ahora de dos excelentes y útilísimos trabajos de síntesis sobre la llegada de metales preciosos americanos y sus efectos en la economía europea: Pieper (1987) y Ruiz Martín (1990a).

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

se ha obtenido 2. Tomamos esta región, por su importancia y porque se dispone de series de precios más o menos completas que cubren un período de doscientos años. De otro lado, puesto que el grado de integración de los mercados de la España de los siglos XVI y XVII era probablemente muy escaso, el ceñirse a una región en lugar de tratar de elaborar un número índice nacional, permite depositar una mayor confianza en la nueva serie que presentemos. Por lo que se refiere al procedimiento seguido para el cálculo del índice ponderado de precios, hemos empleado el mismo método que ya utilizaran hace años Phelps Brown y Hopkins^, y que más tarde ha vuelto a utilizar Hermán Van der Wee*.

Como se recordará, en su primer estudio para Inglaterra, Phelps Brown y Hopkins tomaron las series de precios de un conjunto de productos que agruparon en seis distintas categorías: productos farináceos, carne y pescado, mantequilla y queso, bebidas, alumbrado y combustible, y fibras textiles. Estos mismos grupos de mercancías fueron empleados más tarde por ambos autores al objeto de construir índices ponderados de precios para Alsacia, Augsburgo, Munich, Viena y Valencia ^. El sistema de ponderación empleado para estas últimas regiones, aunque similar al que estos dos autores idearon para Inglaterra, lo modificaron de modo que tuviese en cuenta las peculiarida­des de cada una de las economías para las cuales trataban de construir dichos índices ponderados*.

En nuestro trabajo hemos adoptado los seis grupos de mercancías pro­puestos por Phelps Brown y Hopkins. Los artículos individuales que integran cada uno de los grupos se recogen en el cuadro 1. La selección ique hemos hecho ha estado dictada, esencialmente, por tres consideraciones. En primer lugar, se ha tratado de conservar la homogeneidad con la composición del conjunto de mercancías que sirvió para la elaboración de índices ponderados de precios para otras áreas europeas. En segundo término, hemos supuesto que estos catorce productos son representativos de lo que podríamos denomi­nar la cesta de la compra del trabajador medio de Castilla durante los siglos XVI XVII''. Finalmente, nuestra elección ha estado Umitada por la información de que disponemos sobre los precios. Así, esto último ha determinado, por ejemplo, los artículos que componen el grupo de textiles y también ha sido la

2 Los datos originales han sido tomados de Hamilton (1965, 2.' ed.). 5 Phelps Brown y Hopkins (1956). « Van der Wee (1978). ' Phelps Brown y Hopkins (1957). « Phelps Brown y Hopkins (1959). '' En favor de este argumento, véase Hamilton (1%5).

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PABLO MARTIN ACEÑA

CUADRO 1

Grupos de mercancíasj productos que componen la cesta de artículos de consumo esencial

Grupos Ponderaciones *

48,0

23,5

3,0

14,0

7,5

4,0

Productos

Trigo Cebada

Vaca Cordero Gallinas Sardinas Pescado cecial

Aceite Carbón vegetal Velas de sebo

Bramante Cáñamo

Ponderaciones *

1. Farináceas

2. Carne y pescado

3. Queso

4. Vino

5. Combustible y alumbrado

Textiles

30,0 18,0

7,5 7,5 3,5 2,5 2,5

2,0 3,5 2,0

2,0 2,0

* En porcentajes.

razón por la cual no incluimos la mantequilla entre los productos que integran nuestra muestra.

El índice calculado, y que se presenta en el cuadro 2, comienza en 1501 y termina en 1700. Hemos de advertir que entre 1501 y 1550 no ha sido posible íponderar el índice con el mismo número de productos que aparecen en el 'cuadro 1. La razón es bien simple: Hamilton no ofrece datos sobre los precios de siete de los catorce artículos que forman nuestra muestra. Ante este problema cabían dos soluciones. La primera, no elaborar el índice ponderado para el período 1501-1550. Otra solución era tratar de aprovechar la limitada información disponible y calcular un índice ponderado con aquellos produc­tos para los cuales sí existen precios, cuidando que su composición guardase cierta homogeneidad con el índice elaborado para los ciento cincuenta años siguientes. Optamos por esta última alternativa, utilizando las siguientes ponderaciones: el grupo de farináceas no registra cambios; el grupo de carne y pescado queda reducido a carne de vaca y cordero, con una ponderación de 11,75 cada uno de estos dos productos; los grupos tres y cuatro tampoco experimentan variación; el grupo cinco pasan a componerlo dos productos

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVIL ESTUDIO COMPARATIVO

solamente, aceite y cera, con una ponderación de 5,75 cada uno; por fin el grupo de textiles se reduce a un solo artículo, lienzo, al que damos una ponderación de 4,0.

Otro problema que se planteó al construir el número índice fue la falta de precios para determinados productos de nuestra muestra en diversos años. Una inspección ciudadosa de las series que proporciona Hamilton revela que esta insuficiencia se presenta tanto en los primeros años del período como en los sucesivos. Antes de proceder a la elaboración del índice fue preciso, por tanto, llevar a cabo algunas estimaciones con objeto de completar nuestra información. Para llenar los huecos que teníamos, optamos por aplicar el mismo procedimiento que Phelps Brown y Hopkins emplearon en su trabajo cuando se enfrentaron al mismo problema *. Así, hemos rellenado los huecos mediante interpolaciones o extrapolaciones lineales, partiendo del ajuste de líneas de regresión a los datos conocidos. Este método, aunque simple y no exento de dificultades, es el más apropiado para estos casos y el que se utiliza de modo más frecuente'.

El problema más serio lo encontramos en el período 1601-1650, para el que no existen precios de tres de los productos que forman la muestra: carne de vaca, sardinas y queso. Con objeto de paliar esta falta, en la medida de lo posible, se adoptaron diversos expedientes. En el caso de la carne de vaca se utilizó la información indirecta que proporcionan los precios que tenemos sobre productos similares. En primer lugar elaboramos un índice de precios compuesto a partir de las series de precios de otros productos cárnicos que pueden ser considerados como sustitutivos de la carne de vaca: manos de cordero, cordero, carne de cordero, manteca y tocino salado. Una vez obtenido este índice calculamos su tendencia lineal y utilizamos los coeficien­tes obtenidos, es decir, el valor de la ordenada en el origen y de la pendiente, para extrapolar la serie original de precios de carne de vaca para el período que nos falta'". El procedimiento seguido para cubrir las observaciones sobre precios de sardinas entre 1600 y 1650 fue similar al anterior, sólo que empleando en este caso la serie de precios de pescado cecial. Por último, en el caso del queso las soluciones posibles eran dos: la primera, extrapolar la serie a partir de los coeficientes de la ecuación de ajuste a un nuevo número índice representativo de los precios de un conjunto de productos de granja; la segunda, hacer uso de la serie de precios del queso que Hamilton da para

8 Phelps Brown y Hopkins (1956), p. 28. ' Hamilton, (1965), p. 273; y Van der Wee (1978), p. 62. '" Un método alternativo hubiese sido utilizar la serie de precios de la carne de vaca de

Castilla la Vieja.

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PABLO MARTIN ACEÑA

CUADRO 2

índice de precios ponderado de Castilla la Nueva, 1551-1700 (Base: media 1601-1625=100)

1551 37,04 1601 80,26 1651 162,01 1552 38,11 1602 77,20 1652 164,72 1553 36,95 1603 78,04 1653 158,81 1554 36,58 1604 85,46 1654 160,21 1555 37,65 1605 101,27 1655 155,69 1556 41,12 1606 124,21 1656 161,68 1557 47,54 1607 124,13 1657 136,98 1558 53,72 1608 106,39 1658 149,43 1559 53,48 1609 96,29 1659 158,91 1560 53,69 1610 80,95 1660 170,34

1561 58,73 1611 80,25 1661 159,70 1562 58,37 1612 93,69 1662 155,39 1563 49,89 1613 90,49 1663 188,07 1564 53,16 1614 108,18 1664 249,85 1565 53,01 1615 107,71 1665 245,78 1566 55,93 1616 115,34 1666 238,35 1567 62,78 1617 119,97 1667 215,45 1568 60,91 1618 107,95 1668 255,37 1569 54,30 1619 99,05 1669 206,68 1570 60,27 1620 91,52 1670 187,44

1571 63,19 1621 95,67 1671 199,73 1572 50,05 1622 96,36 1672 204,34 1573 58,45 1623 116,79 1673 190,88 1574 57,23 1624 113,49 1674 198,19 1575 61,69 1625 109,78 1675 211,98 1576 70,20 1626 115,01 1676 220,77 1577 63,71 1627 123,15 1677 255,63 1578 68,08 1628 129,93 1678 281,86 1579 70,37 1629 131,49 1679 261,31 1580 71,61 1630 131,28 1680 232,93

1581 67,11 1631 142,79 1681 159,77 1582 72,12 1632 123,74 1682 128,01 1583 81,67 1633 116,80 1683 170,39 1584 76,61 1634 112,94 1684 177,18 1585 76,46 1635 111,50 1685 151,14 1586 67,84 1636 116,88 1686 132,01 1587 74,89 1637 ........ 123,50 1687 121,65 1588 73,74 1638 128,56 1688 125,97 1589 83,44 1639 119,50 1689 121,09 1590 87,38 1640 106,96 1690 122,83

1591 74,95 1641 136,50 1691 132,53 1592 74,83 1642 164,02 1692 144,52 1593 75,46 1643 120,89 1693 119,71 1594 90,59 1644 131,00 1694 135,53 1595 65,59 1645 137,68 1695 141,67 1596 75,68 1646 154,20 1696 138,03 1597 73,66 1647 147,80 1697 118,88 1598 88,86 1648 150,05 1698 153,83 1599 112,56 1649 151,54 1699 164,02 1600 93,34 1650 187,35 1700 139,78

1501 .... 1502 .... 1503 .... 1504 .... 1505 .... 1506 .... 1507 .... 1508 .... 1509 .... 1510 ....

1511 .... 1512 .... 1513 .... 1514 .... 1515 .... 1516 .... 1517 .... 1518 .... 1519 .... 1520 ....

1521 .... 1522 .... 1523 1524 1525 1526 1527 1528 1529 1530

1531 1532 1533 1534 1535 1536 1537 1538 1539 1540

1541 1542 1543 1544 1545 1546 1547 1548 1549 1550

.... 18,75

.... 20,72

.... 20,13

.... 20,00

.... 23,05

.... 30,99

.... 31,00

.... 25,83

.... 17,97

.... 20,05

.... 21,98

.... 18,35

.... 22,56

.... 22,75

.... 25,82

.... 21,37

.... 20,38

.... 22,31

.... 22,95

.... 20,51

.... 25,72

.... 31,22

.... 25,92

.... 26,06

.... 27,46

.... 29,23

.... 26,35

.... 25,47

.... 28,45

.... 23,24

.... 34,66

.... 25,48

.... 26,81

.... 35,51 ... 28,05 ... 30,85 .... 25,93 ... 30,59 ... 31,26 ... 33,39

... 29,92

... 38,92

... 34,53

... 34,66

... 31,08

... 40,67

... 43,37

... 43,01

... 54,05

... 43,97

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

Castilla la Vieja, calcular su ecuación de ajuste lineal y utilizar los coeficientes para extrapolar la serie de precios del queso de Castilla la Nueva. Puesto que una inspección de los precios del queso en ambas regiones, entre 1551 y 1700, revela que su tendencia y fluctuaciones fueron muy similares, optamos por seguir el último de los procedimientos.

Una vez concluidos estos ejercicios procedimos a elaborar el índice ponderado de precios objeto de nuestro interés. En primer lugar asignamos las correspondientes ponderaciones a cada uno de los grupos de mercancías seleccionados, así como a cada uno de los productos integrantes de cada grupo. Los porcentajes que utilizamos son, para el período 1551-1700, los que aparecen en el cuadro 1, y para el período 1501-1550, los indicados en el texto. El cálculo del índice ponderado fue sencillo: el número índice que obtenemos para cada una de las series lo multiplicamos por su ponderación y el resultado lo dividimos por la suma total de las ponderaciones. El número índice final al que hemos llegado es el que se presenta en el cuadro 2, que es precisamente el nuevo índice ponderado de precios para Castilla la Nueva.

Las ponderaciones que hemos utilizado en nuestros cálculos no distan mucho de las que Phelps Brown y Hopkins emplearon para los suyos, especialmente aquellas que aplicaron en el cómputo del índice ponderado de precios para Valencia •'. En nuestra decisión final tuvimos en cuenta, además, la información que sobre este tema proporciona el propio Hamilton ^^. Así, siguiendo su recomendación asignamos a los grupos tercero y sexto un bajo nivel de ponderación mientras que al grupo de farináceas le asignamos una ponderación alta. En 1959, cuando Phelps Brown y Hopkins reelaboraron el índice que habían construido para Inglaterra años antes, también dieron al grupo de farináceas una ponderación bastante elevada i . Por lo que se refiere a la elección de 1061-1625 como período base, ésta ha sido una elección arbitraria del autor, aunque se ha tratado de seleccionar un período medio entre 1501 y 1700, tal y como el propio Hamilton sugirió y adoptó en sus trabajos.

" Phelps Brown y Hopkins (1959), p. 20, y Apéndice. '2 Hamilton (1965), p. 276. >3 Phelps Brown y Hopkins (1959), p. 29.

36S

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3. INFLACIÓN Y DEFLACIÓN EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ANÁLISIS ESTADÍSTICO

Con este nuevo índice ponderado de precios que hemos elaborado para Castilla la Nueva disponemos, por tanto, de siete índices agregados de precios de características similares '*. Todos los índices son de precios corrientes, los únicos que por otra parte eran de significación para los contemporáneos'', y posiblemente proporcionan la mejor medida que en la actualidad se posee para estimar las variaciones en el coste de la vida en los siglos XVI y XVII. El propósito que perseguimos en esta sección es utilizar estos índices pondera­dos con objeto de llevar a cabo una medición, lo más precisa posible, de los cambios que experimentaron los precios en Europa entre 1501 y 1700.

Antes de realizar el análisis estadístico todos los índices fueron trasladados a una base común, la media de los años 1601-25. Concluido este ejercicio procedimos a dividir cada uno de los índices en períodos de veinticinco años, comenzando en 1501. Inmediatamente después, calculamos las ecuaciones de regresión para cada número índice y para cada uno de los períodos. Inicial-mente se experimentó tanto con regresiones lineales como con regresiones exponenciales, estimadas en uno y otro caso empleando el método de mínimos cuadrados. A la vista de los resultados que obtuvimos nos queda­mos con las regresiones exponenciales, pues comprobamos que eran las que mejor se ajustaban a los datos. El método utilizado, aparte de su elegancia matemática, nos permite describir el crecimiento a largo plazo de cada una de estas series, teniendo presente en dicha descripción cada uno de los valores individuales.

La tasa de crecimiento que se obtiene a partir de la ecuación de ajuste es, por tanto, la tasa de crecimiento a largo plazo. No existe ningún otro procedimiento que permita el cálculo de esta magnitud cuando las series están caracterizadas, como lo están las nuestras, por variaciones anuales tan violen­tas. Por otro lado, el coeficiente de ajuste calculado refleja la influencia que sobre las series ejercen los factores a largo plazo, aislando aquellos que pueden ser considerados como cíclicos o coyunturales. Así, si suponemos que a largo plazo tanto la inflación como la deflación son simples fenómenos monetarios'*, es decir, son el resultado del aumento o disminución de la

'* Los índices corresponden a las siguientes regiones europeas: Alsacia, Amberes, Augsbur-go, Castilla la Nueva, Sur de Inglaterra, Valencia y Viena.

15 Vide, Outhwaite (1969). " Esta es una posición doctrinal que también comparten los keynesianos.

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

cantidad de dinero, las tasas de inñación o deflación estimadas a partir de las ecuaciones de regresión, reflejarán esencialmente el aumento de precios que resulte del crecimiento de la oferta monetaria por encima del crecimiento que registre la demanda monetaria en términos reales.

Los cuadros Al y A7 en el Apéndice resumen los resultados del ejercicio estadístico. Con objeto de facilitar el estudio comparativo que sigue, también se incluyen en el Apéndice siete gráficos que se corresponden con cada uno de los índices de precios regionales. Las tasas de crecimiento porcentuales de cada una de las series, correspondientes a cada uno de los periodos de veinticinco años, se obtuvieron directamente de las ecuaciones de regresión estimadas, y para su mejor estudio se han reunido en el cuadro 3. Los valores R^ (coeficiente de determinación) se ofrecen en los cuadros A1-A7, e indican la bondad del ajuste de cada una de las curvas de regresión. El nivel de significación se calculó de acuerdo con la tabla de posibilidades de la distribución «t». El bajo valor de R^ que se registra en algunos casos no debe ser motivo de extrañeza. Este hecho significa, o bien que la función de ajuste no era la más apropiada, o bien que la línea de regresión muestral es casi horizontal. Una observación cuidadosa de la muestra (véanse los gráficos)

CUADRO 3

Tasas de variación media anual acumulativa de los precios en diversas regiones europeas

durante los siglos XVI j XVII

(en porcentajes)

1Í01- 1526- 1551- 1576- 1601- 1626- 1651- 1676-1525 1550 1575 1600 1625 1650 1675 1700

Alsacia 0,872 Ambcrcs 1,904 Augsburgo — 0,245 Castilla la Nueva" ... 0,794 Castilla la Nueva'' ... 0,728 Sur de Inglaterra .... 1,379 Valencia 0,475 Viena 0,420

NOTAS: ... No disponible ' Calculado a partir del índice de precios ponderado. '' Calculado a partir del índice de precios simples de Hamilton. FUENTES: Apéndice A.

367

1,300 0,855 0,886 2,276 1,360 1,710 0,837 1,094

2,803 1,972 2,686 2,101 1,910 0,224 1,528 2,224

2,190 1,117 1,365 1,102 1,181 2,123 1,175 2,355

2,640 1,117 3,178 0,915 0,409 0,647

-0,150 4,026

-0,124 0,571

-0 ,163 1,084 0,373 1,168 0,352 0,613

0,153 -0,625 -0,327

1,617 1,022

-0 ,053

-0,189

0,136 1,103 1,665

-2,408 -1,834

0,555

2,890

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sugiere que, en la mayoría de los casos, la última de las interpretaciones es probablemente la más acertada. Esto es, cuando el valor R'' es bajo significa que en comparación con la influencia que pudieran ejercer otras causas, los factores seculares proporcionaron una influencia débil en la evolución general de los precios. El análisis que hemos realizado dividiendo los doscientos años en períodos de veinticinco años tiene precisamente la virtud de aislar aquellos períodos en los que las perturbaciones aleatorias ejercieron una influencia más significativa que los factores seculares.

Analicemos ahora los datos reunidos en el cuadro 3 y en el Apéndice. Dos son las notas más destacadas que se desprenden de la observación de las cifras. Por un lado confirmamos la concordancia que se produjo en la evolución de los precios europeos, particularmente entre 1501 y 1625. El cuadro 3 pone de relieve que el alza de los precios fue un fenómeno general y que las discrepancias registradas en el ritmo de variación de las diferentes regiones fueron mínimas " . Por lo que se refiere al crecimiento anual de los índices, constatamos lo moderado de las tasas de inflación que caracterizó la llamada «revolución de los precios». En general las tasas más altas se registraron durante la segunda mitad del siglo XVI y el primer cuarto del siglo XVII, aunque sólo en dos ocasiones fueron superiores al 3 por ciento. La inflación media europea pudo situarse, de acuerdo con nuestras estimaciones, en tomo al 2 por ciento medio anual entre 1551 y 1575, y alrededor de 1,5 por ciento anual de 1576 a 1625. Antes y después, el crecimiento de los precios estuvo por debajo de este porcentaje. Así, si algún período merece ser distinguido con el nombre de «revolución de los precios», éste sería sin duda el comprendido entre 1550 y 1625. A la vista de estos datos creo que está plenamente justificado hablar de un siglo XVI «largo», como hacen Braudel y Spooner, puesto que la subida de los precios no se interrumpe en 1600, sino que se prolonga de forma generalizada hasta bien entrado el siglo XVII •*.

La moderada inflación que claramente revela nuestro análisis estadístico no es, sin embargo, algo que se descubre aquí por primera vez. Cario M. Cipolla ya tuvo ocasión de restar dramatismo al término «revolución de los precios» cuando llamó la atención sobre el hecho de que entre 1552 y 1600, la tasa de crecimiento de los precios itahanos apenas fue superior al 2 por ciento medio anual •'. Ahora bien, llegados a este punto quizá convenga hacer una

" Esta conclusión no es, por supuesto, novedosa, sino que ha sido destacada con anteriori­dad por distintos autores; véanse, por ejemplo, los trabajos de Braudel y Spooner {1967), pasiin; Wallerstein (1974), p. 70 et sig.

•» Braudel y Spooner (1967). " Cipolla (1972). p. 44.

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

puntuali2ación; aunque ciertamente las tasas de crecimiento que hemos calculado son muy moderadas y pueda, por tanto, parecer un exceso verbal calificar el alza del siglo XVI como revolucionario, es preciso tener en cuenta dos argumentos a favor del valor y eficacia del término. Primero, para los contemporáneos un aumento de los precios en torno al 2 por ciento fiíe verdaderamente revolucionario, a pesar de que no lo sea para nosotros, acostumbrados a una inflación de dos dígitos. Hemos de recordar, además, que el aumento de los precios estuvo precedido de un largo período de deflación y estabilidad. Lo que esencialmente da el carácter revolucionario a la subida del siglo XVI es su persistencia a lo largo de casi un siglo y medio. Este fue el fenómeno que posiblemente más llamó la atención de los observadores contemporáneos y al que trataron de buscar una explicación ^. Su duración fue lo que provocó, por otra parte, el que hacia 1625 los precios se hubiesen multiplicado por cinco con respecto a 1500.

Por lo que se refiere al periodo del siglo XVII comprendido entre 1626 y 1700, la evolución de los precios europeos no parece que mostrase tanta uniformidad como en el período anterior. De 1626 a 1650 la inflación remitió en la mayoría de las áreas que abarca nuestro estudio, excepto en Inglaterra y en las dos regiones españolas. Alsacia y Augsburgo, por su parte, registran deflación. De 1651 a 1675, la deflación se generaliza, con la salvedad de Castilla la Nueva y Alsacia. Finalmente, y de modo contrario a la tendencia europea, los precios castellanos registraron una persistente caída en el último cuarto de siglo.

El cuadro 3 muestra, además, que el índice de Castilla la Nueva, uno de los centros hamiltonianos de la revolución de los precios del siglo XVI2', no experimentó una tasa de crecimiento superior a la registrada en el resto de Europa. Nuestros cálculos confirman, por tanto, la opinión de Georg Wiebe, quien en 1895 sostuvo que el aumento de los precios en Alemania y Francia había sido más pronunciado que en España^. Para entender esto se ha de recordar que Hamilton hizo sus comparaciones no con los precios corrientes, sino en términos de precios plata, lo cual le llevaba a ocultar la inflación que se producía a consecuencia de la depreciación de la moneda ^, fenómeno que fue muy intenso en la Europa del siglo XVI ^*, aunque no lo fuese en Castilla durante los reinados de Carlos-1 y Felipe II. La estabilidad de la moneda

2» Vidt, Mauro (1970); Van der Wee y Peeters (1970). 2' Hamilton (1965), pp. 205-10. " Wicbe (1895), citado por Hamilton (1965), p. 207, n. 1. ^ El propio Hamilton (1965, p. 207, n. 1) reconoció este punto. " Braudel y Spooner (1967), p. 458; Gould (1970), passim.

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castellana quebró con la llegada del tercero de los Austrias y fue precisamente a partir de entonces, y por dicho motivo, cuando los precios en Castilla la Nueva siguieron una pauta diferente de la de los precios europeos. Existe otra razón por la cual los precios castellanos no tenían por qué subir necesaria­mente más que en el resto del continente, a pesar de ser la primera región receptora del Tesoro americano. Sabemos, por ejemplo, que no toda la plata que llegaba a Sevilla acudía a las cecas españolas, sino que era exportada directamente 25. Además, tenemos evidencia, tanto para el siglo XVI como para la primera década del siglo XVII, de que a pesar de la abundancia de las llegadas del metal, existió escasez de dinero ^, y que ni siquiera el desarrollo de otros medios de pago fue suficiente para satisfacer adecuadamente las necesidades de caja de las ferias castellanas 2 .

4. PRECIOS Y CANTIDAD DE DINERO

Nuestro ejercicio estadístico también nos permite adentrarnos en el debatido tema de las causas por las cuales subieron los precios. Como es bien sabido, Hamilton en sus trabajos defendió una interpretación monetarista pura, muy similar a la que ofrecieron los buUonistas españoles del siglo XVI ^. El ascenso del keynesianismo en las décadas que siguieron a la segunda guerra mundial sustituyó la explicación monetarista por otra basada en factores demográficos ^9. Empero, la mayoría de las objeciones que los historiadores económicos keynesianos hicieron a la interpretación de los monetaristas han sido ya replicadas.

Diversos autores han señalado, por ejemplo, que un aumento de la población si no va acompañado de un aumento en la cantidad de dinero tiene efectos deflacionistas, por lo que la expansión demográfica por sí sola no pudo haber sido la causa del crecimiento de los precios^. Estos mismos

25 Véase Phillips y Phillips (1977), pp. 413-430, y UUoa (1975), pp. 459-479. "• ViJe, Garande (1965), p. 227, 248 y pp. 337-40, y Taylor (1968), passim. También, Flynn

(1978). ^ Vidí, Ramón Garande (1965) pp. 337-40, y Vicens Vives, (1965), pp. 340-42. ^ Sobre el debate y la postura de los buUonistas, véase, por ejemplo, el resumen que ofrece

Outhwaite (1969). ^ La interpretación monetaria ha sido atacada en un conjunto de trabajos editados por

Ramsey (1971). Entre nosotros la explicación monetarista ha sido puesta en duda por J. Nadal (1959), pp. 503-29.

3* E)e hecho, un aumento de la población sin que paralelamente se produzca un incremento de la cantidad de dinero tiene efectos deflacionistas sobre el nivel de precios. Véase McGloskey

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autores mantienen que la teoría cuantitativa tan sólo trata de proporcionar una explicación de las variaciones del nivel absoluto de precios, y que las diferencias que se observan en el ritmo de crecimiento de los precios de los productos agrarios vis á vis el precio de los productos no agrarios, reflejan variaciones en los precios relativos, por lo que no desacreditan en lo más mínimo la interpretación monetarista. Cambios en los precios relativos suelen ser el producto de cambios en el tamaño de la población y en la productividad de los factores, y confundir sus variaciones con aquellas que se producen en los precios absolutos supone incurrir en un grave error teórico. Por su parte, Harry Miskimin sostiene que la falta de correspondencia que se observa en algunos casos entre las importaciones de plata y la evolución de los precios, tampoco desautoriza la tesis de Hamilton y de los monetaristas^*. En primer lugar, se ha de tener presente que el aumento de los precios en el primer tercio del siglo XVI reflejó no sólo las llegadas de metal americano, sino también el notable aumento de la producción de plata de las minas europeas. Por otra parte, el argumento de la falta de correspondencia entre incrementos de precios e incrementos en las importaciones de metales preciosos está basado en el supuesto de que la demanda de dinero permaneció invariable. Ahora bien, puesto que parece razonable pensar que el aumento del volumen en las necesidades financieras de los Estados afectasen la cantidad de dinero demandada, la tasa de inflación a largo plazo reflejaría no sólo el incremento en la oferta de metales, sino también el aumento de la demanda de saldos reales 2.

En el caso de España sabemos que en la primera mitad del siglo XVI las importaciones totales de metal fueron poco importantes, y que sólo a partir de 1551 parecen haberse incrementado sustancialmente. De hecho, entre este último año y 1575, la cantidad de oro y plata importada y registrada en la Casa de Contratación fue tres veces superior a la registrada en los veinticinco años anteriores. De acuerdo con la teoría cuantitativa, los precios deberían haber acelerado su crecimiento a partir de 1551, y, según muestra el cuadro 3, eso fue precisamente lo que ocurrió. Es cierto, sin embargo, que la tasa de inflación en el último cuarto de siglo se desacelera, mientras las importaciones de plata siguen aumentando. Esta falta de concordia no invalida, a mi entender, la explicación hamiltoniana. Las referencias que se tienen sobre

(1972), pp. 1332-35; Gadiel y Falkus (1969), pp. 9-16; Flynn (1978), p. 389. La última defensa de la interpretación monetarista la ha realizado Fisher (1989), pp. 884-902, y la contraofensiva la ha llevado a cabo Goldstone (1991), pp. 176-181.

3' H. A. Miskimin (1977), pp. 38-40. " Flynn (1978), passim.

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«escasez» de numerario en los últimos decenios del siglo XVI dan pie a pensar que posiblemente al finalizar la centuria la demanda de dinero, por diveros motivos, crecía a un ritmo mayor que la oferta monetaria. Si esto es cierto, lo lógico era esperar que la inflación remitiese, y eso fue, según muestran nuestras estimaciones, lo que sucedió.

Volviendo a la información que proporciona el cuadro 3 sobre las tasas de inflación del siglo XVI, la pregunta que a mi modo de ver debemos hacernos no es tanto «¿por qué subieron los precios?», sino «¿por qué subieron tan moderadamente?». La respuesta a esta pregunta se ha de buscar no en aquellas causas que tradicionalmente se ofrecen para explicar la inflación, sino que debemos fijarnos más en los factores que pudieron ejercer presiones deflacio-nistas al tiempo que se producía la avalancha de metales preciosos. En la próximas páginas examinamos dos de estos factores.

El primero que ha de tomarse en consideración es el déficit persistente de la balanza de pagos de Europa Occidental con el Báltico y con el Lejano Oriente. Miskimin ha señalado el carácter de «hard currency» que tenían estas dos regiones y que exigían, por tanto, que Europa Occidental liquidase sus saldos comerciales negativos en oro y plata ^ . De este modo cabe suponer que una gran parte del stock de metales europeos faese aminorado para satisfacer estos déficit. Las políticas mercantilistas adoptadas por los diversos Estados nacionales y las leyes aprobadas con objeto de prohibir las exporta­ciones de efectivo sugieren que la reducción del stock metálico se producía a ritmos alarmantes. El impacto de esta disminución constante de la reserva de oro y de plata tuvo que ser necesariamente deflacionista, y sin duda sirvió para establecer un techo más allá del cual los precios no podían aumentar.

Para explicar el segundo factor se han de considerar las relaciones entre los incrementos de la cantidad de dinero, los aumentos de la población y las variaciones de la demanda de dinero en términos reales^. Con objeto de llegar a una comprensión más fácil de estas relaciones hacemos uso del modelo de análisis macroeconómico IS-LM.

Comenzamos por suponer que estamos en una posición de equilibrio tal y como la que señala el punto E, del gráfico 1 ^^. Examinemos cuál es el efecto

'3 Miskimin (1977), p. 149, y de la misma opinión, Parker (1974), pp. 527-30. Sobre los «destinos» de la plata americana, véase el reciente estudio de Ruiz Martín (1990a).

''* Para un análisis similar, véanse Flynn (1978) y Fisher (1989). Entre nosotros, Ruiz Martín (1973) fue el primero en llamar la atención sobre la necesidad de considerar la demanda y la oferta monetarias de forma conjunta.

'5 Podemos suponer que las condiciones de equilibrio representadas por el punto E eran las que caracterizaban a las distintas economías europeas de mediados del siglo xvi. Esto es, la curva

372

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

GRÁFICO 1

•p

(c)

sobre el nivel de precios de un aumento de la oferta monetaria (M*) . Como consecuencia del aumento de la cantidad de dinero (de Aí¿ a Mf) la curva LM

de demanda agregada de la economía había alcanzado la pane ascendente de la curva de oferta a corto plazo (zona de costes marginales crecientes). Véase Mauro (1970), p. 218, y Van der Wee y Peeters (1970), p. 100 it seq.

^ El análisis y los resultados son los mismos si en lugar de comenzar con una alteración monetaria comenzamos con un cambio real; por ejemplo, con un aumento del gasto autónomo debido a un incremento de población.

i 7 i

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experimenta un desplazamiento hacia la derecha (de LM, a LMj), lo que determina que la curva de demanda agregada Y'^ también experimente un desplazamiento hacia Y^. A corto plazo y al nivel de precios inicial PQ, hará su aparición un exceso de demanda. Esto último estimulará, a su vez, una expansión del volumen de producción y también probablemente un aumento en el nivel de precios ^ . En el nuevo punto de equilibrio Ej, el output corriente excede al nivel de producción potencial o de pleno empleo de los recursos. A menos que la economía experimente un aumento en el volumen de recursos disponibles o se registre un incremento en la productividad de los factores, el punto Ej es sólo un punto de equilibrio temporal. A largo plazo, el incremento en el coste de los factores hará que la curva de demanda agregada se desplace hacia arriba y ello irá acompañado de un aumento en el nivel de precios. Este aumento disminuirá el volumen total de saldos monetarios en términos reales a disposición de la economía, lo que hará que aumenten los tipos de interés y, en última instancia, se reduzca la demanda agregada. En El, la economía alcanza su punto final de equilibrio.

En toda esta descripción, la macromagnitud que ha quedado relegada a un segundo plano es la demanda de dinero. Es evidente, sin embargo, que el incremento en el nivel de renta ha traído consigo un aumento de la demanda de dinero, y ha servido además para establecer un límite superior a los incrementos que pudieran producirse en el nivel de precios. En nuestro gráfico, el aumento de la demanda de dinero derivado del aumento del output está ya incorporado en la naturaleza de la curva LM, cuya pendiente es positiva. Empero, existe un aumento del volumen de saldos reales demanda­dos por las unidades económicas diferente del que se genera a consecuencia del incremento del nivel de renta, y que va a originar que la curva LM se desplace hacia la izquierda, hasta LMj. Este aumento de la demanda de dinero está asociado a lo que en la literatura económica se conoce como «efecto riqueza». Para entender su importancia y poder incorporarlo a nuestro análisis es preciso definir una demanda de dinero que no sea únicamente función de la renta corriente del período, sino que entre sus argumentos estén todas las fuentes posibles de ingreso ^. Tal función debería incluir al menos cuatro de

" La división entre precios y putput es un punto crucial en la literatura económica. Véase, por ejemplo, Friedman (1970), pp. 193-238. En nuestro caso, dadas las rigideces institucionales y los límites impuestos por la tecnología renacentista, lo más probable es que la división viniera determinada por las condiciones de oferta, esto es, por las elasticidades de la curva de oferta a corto plazo. Cuanto menos elástica fuese dicha curva, mayor sería el aumento de los precios y menor el incremento de la producción.

58 Véase Friedman (1956), pp. 3-21.

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

las varias formas en que una economía puede mantener riqueza: dinero, deuda pública y privadas; capital y bienes físicos, y capital humano. Un incremento en cualquiera de estos componentes determina un aumento de la demanda de dinero, lo cual se traduce, en nuestro modelo, en un desplazamiento hacia la izquierda de la curva LM. Lo que el análisis tradicional sobre la revolución de los precios del siglo XVI ha relegado es precisamente el efecto autónomo que se produjo en la cantidad de dinero demandada, como consecuencia del incremento en capital humano y en activos financieros registrado entre 1500 y 1600.

Con objeto de comprender lo primero, el incremento del capital humano, es necesario considerar el aumento de la población no sólo por el lado del consumo, es decir, como una fuente de demanda de nuevos bienes y servicios, sino también por el lado de la oferta, es decir, como incremento neto al volumen total de bienes de capital intermedio disponibles. Por lo que se refiere al incremento de los activos financieros de la comunidad económica del siglo XVI, sabemos que fue el resultado directo del aumento de la deuda pública, ya que si algún acontecimiento caracterizaba la vida financiera del siglo XVI era precisamente el creciente endeudamiento de las Coronas eu­ropeas y demás instituciones públicas 3'.

Si se aceptan nuestros argumentos, parece necesario, por tanto, tener en cuenta el aumento paralelo experimentado por los saldos reales demandados como consecuencia del «efecto riqueza», al analizar el impacto que tuvo la llegada del Tesoro americano sobre los precios europeos. El gráfico muestra que en la posición final de la curva LM, en LMj, el nivel de precios de equilibrio final P, está por debajo de Pj, punto que se hubiese alcanzado de no haber existido un incremento adicional de la demanda de dinero. La inflación en lugar de ser PQPJ ha quedado reducida a PQPJ-

5. RELACIONES DE CAMBIO INTERSECTORIAL

En las secciones anteriores nuestro estudio se ha centrado en la evolución de los precios absolutos en siete regiones europeas. En esta parte pasamos a ocuparnos del comportamiento de los precios relativos. Nuestro objetivo es analizar y comparar las relaciones de cambio intersectorial de cuatro regiones

3' Véase Miskimin (1977), pp. 155-82; también, Ruiz Martín (1968), pp. 109-173, y Ruiz Martín (1990b), passim.

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(Alsacia, Brabante, Inglaterra y Castilla la Nueva), que pueden considerarse representativas de tipos diferentes de economía.

Es bien sabido que en el siglo XVI los precios de los productos agrarios aumentaron en una proporción mayor que los precios de las manufacturas. Obviamente, las diferencias variaron de una región a otra, dependiendo de las peculiaridades económicas de cada una de ellas. Cabe afirmar, sin embargo, que la razón por la cual el comportamiento de los precios de los bienes primarios y de los productos manufacturados fue distinto es en todos los casos la misma. Las variaciones de los precios relativos reflejaron, esencial­mente, la existencia de elasticidades (renta y precio) de oferta y demanda de bienes intermedios y finales diferentes en cada uno de los sectores. En otras palabras, la respuesta del sector agrario y del sector manufacturero al aumento de la población varió dependiendo de las características técnicas de la producción en cada uno de los dos sectores y de las peculiaridades de las funciones de demanda correspondientes. En general, el aumento de la producción agraria se produjo sin transformaciones tecnológicas; en termino­logía económica diríamos que se produjo sin cambios en la función de

I producción*', mientras que el sector manufacturero experimentó notables 'cambios en la productividad de los factores*•. Peter Bowden ha sugerido, además, que las variaciones registradas en el nivel y distribución de la renta en el siglo XVI trajeron consigo cambios notables en las pautas de consumo de la población, alterándose la proporción del gasto que los individuos destinaban a cada uno de los bienes, lo cual influía a su vez en la estructura de precios *^.

Para estudiar las relaciones de cambio intersectorial ha sido preciso construir los correspondientes números índices. Como representativo del índice general de precios de los productos agrarios, se ha tomado un índice de precios compuesto a partir de los precios de mercado de los principales granos. El índice de precios representativos de los productos manufacturados

*• Podría argumentarse que en algunas áreas de Europa, particularmente en los Países Bajos e Inglaterra, se produjeron ganancias de productividad, lo que habría desplazado la curva de oferta hacia la derecha. Véase, por ejemplo, Slicher van Bath (1963), y Davis (1973). Para los Países Bajos, puede consultarse Slicher van Bath (1960), pp. 130-53. Para Inglaterra, Thirsk (1967), pp. 161-199, y Bowden (1967), pp. 593-695.

*' Por supuesto el argumento no sería de aplicación a las regiones mediterráneas, pero sí al caso de Inglaterra. Véanse, por ejemplo, los trabajos de Nef (1965a y 1965b), pp. 240-67 y pp. 144-212.

« Bowden (1967a), p. 601. En términos de la ecuación de Slutsky significa que un elevado número de bienes son «bienes inferiores», y que el efecto renta que se produce al disminuir los ingresos fue lo suficientemente fuerte para compensar el signo negativo del efecto sustitución.

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

CUADRO 4

Ke¡aciones de cambio intersectoriales, 1551-1640 (Números índice)

Period

1551-60 1561-70

1571-80 1581-90 1591-1600 ...

1601-10 1611-20

1621-30 1631-40

Variación

1551-60/1631-1551-60/1591-

1601-10/1631-

'o

-40

1600 .,

•40

Alsacia'

índice

.. 158,0 . 179,0

,. 205,0

. 222,0

,. 219,0 ,. 182,0

,. 171,0 . 249,0

,. 336,0

Variación

%

13,3

14,5 8,3

- 1,4 -16 ,9

- 6,0 45,6 34,9

112,7

38,6

84,6

Brabante*"

Índice

101,4

91,6

100,8 123,9 100,0

113,3

100,3 123,6 126.3

Variación

%

- 9,7

10,0

22,9 -19 ,3

-11 ,5 23,2

2,2

- 1,4

11,5

Castilla la Nueva'

índice

71,1

77,2 71,7 82,1

84,4 96,9

101,7

102,8

86,6

Variación

%

8,6 - 7,1

14,5

2,8 14,8 5,0

1,1 -15 ,8

44,6' 18,7

-10 ,6

Inglaterra''

índice

85,6 67,7

79,9 91,4

104,3 91,1

102,3 109,3

108,1

Variación

%

-20 ,5 18,0 14,4 14,1

-12 ,7

12,3 6,8

- 1,1

26,3 22,4 18,7

NOTAS: ' Pata Alsacia, véase explicación en el texto. " De 1551 a 1600, Base 1551-60 = 100; de 1601 a 1640, Base 1601-10=100. • Base 1601-25 = 100. '' Base 1601-25 = 100. ' Variación porcentual correspondiente al período 1551-60/1621-30. FUENTE: Apéndice B.

se ha elaborado a partir de una pequeña muestra con los precios de las principales mercancías no agrarias para las cuales se dispone de información.

Afortunadamente para Castilla la Nueva e Inglaterra ha sido posible emplear los índices de precios de granos que proporcionan los trabajos de Hamilton y Bowdcn, respectivamente*^. Los índices son homogéneos y la única transformación ha sido su reducción a una base común (1601-25 = 100). La elaboración del índice de precios de manufacturas para Castilla la Nueva ha sido algo más laboriosa y su composición se expone en el Apéndice B. En el caso de Inglaterra tal índice no ha presentado mayor

« Hamilton (1965), pp. 390 y ss.; Bowden (1967b), pp. 814-870.

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problema, pues hemos tomado el índice de precios industriales que ha elaborado R. Doughty ^ . Para Brabante los números índices correspondientes se han construido a partir de los datos publicados por Hermán Van der Wee *', y su composición también se expone en el Apéndice. Finalmente, para analizar las relaciones de intercambio en Alsacia nos hemos limitado a hacer uso de los índices desagregados que presentan Phelps Brown y Hopkins"*'. Todos los índices y relaciones de cambio intersectorial han sido calculados anualmente, excepto para Alsacia, y se ofrecen en el Apéndice B. Por su parte, el cuadro 4 resume la información y muestra la evolución de las relaciones de cambio intersectorial en medias decenales.

Como puede comprobarse, los resultados que se presentan confirman la hipótesis más generalmente aceptada de que las relaciones de cambio intersec­toriales fueron favorables al sector agrario. Lógicamente esto significa que en el período comprendido entre 1551 y 1640 se produjo una transferencia neta de renta hacia la agricultura. Los porcentajes de variación que observamos sugieren que la magnitud de esta transferencia difiere de un área a otra, y que aparentemente fue más intensa en regiones de economía más atrasada (Alsacia y Castilla la Nueva) que en regiones con una economía más diversificada (Bravante e Inglaterra).

A largo plazo se produjo, por tanto, una transferencia de recursos hacia la agricultura, especialmente durante el siglo XVI, lo cual significó un incremen­to de la capacidad de gasto del sector. El efecto último que esta transferencia ejerció sobre la producción agraria y sobre las manufacturas locales es difícil de precisar, pero en todo caso tuvo que depender de la estructura social, esto es, de qué grupos sociales recibieron los beneficios del aumento de los precios, así como de la mayor o menor movilidad de los factores productivos. En Inglaterra, donde las ganancias no fueron capturadas exclusivamente por los «señores», sino que parte parecen haber sido recibidas por una nueva clase de propietarios (the gentry) y por labradores acomodados, cuyos derechos sobre la tierra estaban establecidos desde siglos anteriores, la transferencia de renta del sector urbano al rural tendió a crear un amplio mercado para las manufacturas locales y permitió una tasa de ahorro e inversión mayor. El progreso de la agricultura y de la manufactura inglesa en los siglos XVI y XVII así lo atestigua. Por el contrario, en otras regiones europeas en las cuales la tendencia de los precios relativos fue similar no se registró un desarrollo

+• Doughty (1975), pp. 188-191; en medias decenales también podemos utilizar los índices utilizados por Phelps Brown y Hopkins y el de Bowden.

« Var der Wee (1978), pp. 169-326, y Van der Wee (1975), pp. 436-447. *s Phelps Brown y Hopkins (1957), pp. 306.

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I.ÜS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVÜ: ESTUDIO COMPARATIVO

paralelo de su economía, en parte porque, dada la estructura de propiedad, el reparto de los beneficios tuvo que ser muy desigual. Nuestros cálculos también revelan otro rasgo importante. Observamos que las ganancias a largo plazo del sector rural no se manifiestan tan claramente si contemplamos los datos anuales o por períodos decenales. Así, el cuadro 4 pone de relieve que hubo determinadas décadas en las cuales las relaciones de cambio intersecto­rial se inclinaron a favor del sector manufacturero.

Otro rasgo que merece ser destacado es la existencia de notables diferen­cias en el comportamiento de las relaciones de cambio en cada una de las regiones. Mientras los precios relativos, entre 1551-1600, evolucionaron de modo favorable al sector agrario en Alsacia, Inglaterra y Castilla la Nueva, en Brabante lo hicieron a favor de las manufacturas. En el período siguiente, 1601-40, las diferencias también son destacables. En Alsacia, Brabante e Inglaterra, el comportamiento de los precios favoreció al sector agrario, mientras que en Castilla la Nueva favorecieron a la agricultura hasta 1630 y a partir de entonces se inclinaron en favor del sector manufacturero. Obvia­mente, estas diferencias de los precios relativos a medio y corto plazo sugiere que las condiciones de oferta y demanda sectoriales eran diferentes en cada una de las regiones que estamos analizando. Estos resultados confirman, por otra parte, ideas avanzadas por Van der Wee acerca de la existencia de estructuras económicas diferentes en la Europa preindustrial de los siglos XVI y XVII'•7.

Por último, también debemos resaltar que una inspección cuidadosa del Apéndice muestra que, a corto plazo, las relaciones de cambio intersectoriales registraron violentas fluctuaciones anuales, cuya influencia macroeconómica es preciso tener en consideración. Podría argüirse, por ejemplo, que las oscilaciones que observamos en las relaciones de cambio intersectorial intro­dujeron notables dosis de incertidumbre, tanto en el sector rural como en el sector urbano, que afectó al nivel y evolución de la «renta permanente» de los distintos agentes económicos. Esta incertidumbre, lejos de ser totalmente perjudicial, posiblemente fomentó un volumen de ahorro mayor que si las relaciones de cambio hubiesen seguido una senda más estable. Si esto fuese cierto, cabría sugerir que las fluctuaciones en los términos de intercambio favorecieron la acumulación de capital, lo cual a su vez permitió una tasa de inversión más elevada en las décadas siguientes y, por consiguiente, un ritmo de crecimiento mayor.

" Van der Wee (1978), p. 67 et seq.

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6. CONCLUSIONES

El objetivo principal de este trabajo ha sido proporcionar una medición lo más precisa posible del crecimiento de los precios en Europa entre 1500 y 1700. En la sección II calculamos para Castilla la Nueva un índice ponderado de precios que fuese homogéneo con el de otras regiones europeas, y así poder incorporar a nuestro estudio una de las áreas en las que tradicionalmen-te se ha centrado el examen de la revolución de los precios. En la sección III hemos estimado las tasas de inflación para períodos de veinticinco años en siete regiones europeas y hemos confirmado que el crecimiento o decreci­miento de los precios fue, en todos los casos, muy moderado. A continua­ción, y empleando los instrumentos que suministra la moderna teoría moneta­ria, hemos tratado de ofrecer una interpretación del comportamiento de los precios durante el siglo XVI. A mi entender, la teoría cuantitativa del dinero sigue proporcionando la mejor explicación de los cambios a largo plazo en el nivel absoluto de precios, aunque es preciso advertir que la nueva interpreta­ción monetarista se fundamenta no en términos de la tautonómica ecuación de Fisher, sino en las recientes formulaciones de la teoría cuantitativa. Añadamos, por último, que a pesar del fuerte significado que tiene el concepto «revolución de los precios» parece conveniente que conservemos el término. De un lado, respetamos la visión que tenían los contemporáneos del fenómeno, y, de otro, reconocemos el hecho de que aunque las tasas de inflación del siglo XVI no fueron excepcionalmente altas, el aumento de los precios se mantuvo durante más de diez décadas consecutivas. Finalmente, en la última sección hemos examinado las relaciones de cambio intersectorial para cuatro regiones europeas; la principal conclusión es que se produjo una transferencia de recurso del sector urbano al rural, que tuvo importantes efectos macroeconómicos.

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

APÉNDICE A. Análisis de regresión de los índices ponderados de precios de consumo en varias regiones europeas

CUADRO A l Alsacia: Análisis ele Regresión del índice Ponderado

de Precios de Consumo, 1501-1700 Base, media 1601-25 = 100 Y = a • b"

Coeficiente Tasa de Desviación de crecimiento

Años Media estándar variación anual (%)

1501-1525 19,5 2,98 15,56 0,872 1526-1550 26,33 4,71 17,89 1,300 1551-1575 44,28 12,96 29,27 2,803 1576-1600 69,30 14,87 21,46 2,190 1601-1625 100,06 69,99 69,94 2,640 1626-1650 130,75 57,47 43,95 -0 ,124 1651-1675 69,55 15,82 22,75 0,153 1676-1700 109,36 28,47 26,03 0,136

FUENTE: Phelps Brown y Hopkins (1957), pp. 303-05.

«K'»

Nivel de

significoíión

0,422 0,530 0,773 0,686 0,467 0,226 0,055 0,387

0,178 0,281 0,597 0,470. 0,218 0,051 0,003 0,150

0,025 0,005 0,005 0,005 0,010 0,100 0.100 0,050

GRÁFICO A l

381

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CUADRO A-2

Amberes: Análisis de Regresión del índice Ponderado de Precios de Consumo, 1501-1700

Base, media 1601 -25 = 100 Y = a • b"

Años Media

Desviación estándar

4,02 3,28 9,74

30,40 17,30

12,26 18,93

23,03

Coeficiente de

variación

18,85 11,63 19,89

30,12 17,30 8,45

14,92 18,85

Tasa de crecimiento

anual (%)

1,904

0,855 2,052

2,008 1,117

0,571 -0,625

1,103

«R»

0,792

0,548 0,794

0,541

0,512 0,513 0,330 0,453

«R'»

0,628 0,300

0,630 0,293 0,263 0,263 0,109

0,205

Nivel de

significación

0,005

0,005 0,005

0,005 0,005 0,005

0,100 0,025

1501-1525 21,32

1526-1550 28,20 1551-1575 48,96 1576-1600 100,92 1601-1625 100,00

1626-1650 145,8 1651-1675 126,88 1676-1700 122,20

FUENTE: Van dcr Wee (1975), pp. 436-47.

GRÁFICO A-2

IM» 10 90 1700

382

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

CUADRO A-3

Augsburgo: Análisis de Regresión del índice Ponderado de Precios de Consumo, 1501-1700

Base, media 1601 -25 = 100 Y = a • b '

Años Media

Coeficiente Tasa de Desviación de crecimiento estándar variación anual (%)

1501-1525 22,51 2,20 9,77 1526-1550 34,90 5,20 14,90

1551-1575 51,64 14,40 27,89 1576-1600 63,96 9,14 14,29

1601-1625 100,08 57,55 57,50 1626-1650 120,11 47,55 39,59

1651-1675 70,06 8,59 12,26 1676-1700 83,69 16,28 19,45

FUENTE: Phelps Brown y Hopkins (1959), pp. 35-37.

0,245 0,886 2,682 1,365 3,178

•0,163 •0,327 1,665

«R»

0,195 0,410 0,772 0,683 0,641 0,369 0,197 0,659

«R'»

Nivel de

significación

0,038 0,168 0,596 0,446 0,411 0,136 0,039 0,434

0,100 0,025 0,005 0,005 0,005 0,050 0,100 0,005

GRÁFICO A-3

1500 10 20 30 40 50 60 70 80 90 1000 10 2 0 3 0 4 0 5 0 6 0 70 8 0 9 0 1700

383

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PABLO MARTIN ACEÑA

CUADRO A-4

Castilla la Nueva: Análisis de Regresión del índice Ponderado de Precios de Consumo, 1501-1700

Base, media 1601 -25 = 100 Y = a • b '

Años

1501-1525 1526-1550 1551-1575 1576-1600 1601-1625 1626-1650 1651-1675 1676-1700

Media

... 23,35 33,13

... 52,10

... 77,3 .. 100,0 .. 132,60

... 187,40 162,00

Desviaría» estándar

3,83 7,26 8,80

10,50 14,40 18,40 33,54 47,80

Coefiríente de

variación

16,40 21,91 16,89 13,59 14,40 13,88 17,90 29,51

Tasa de creámietito anual (%)

0,794 2,276 2,101 1,102 0,915 1,084 0,162

-2,410

«K»

0,362 0,798 0,851 0,629 0,451 0,596 0,671 0,666

«K'»

0,131 0,637 0,724 0,396 0,203 0,355 0,450 0,444

Nivel de

significaríón

0,005 0,005 0,005 0,005 0,025 0,005 0,005 0,005

FUENTE: Cuadro 2.

GRÁFICO A-4

1530 60 70 90 1000 10 2 0 3 0 4 0 3 0 6 0 7 0 8 0 9 0 1700

m

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

CUADRO A-5

Sur de Inglaterra: Análisis de Regresión del índice Ponderado de Precios de Consumo, 1501-1700

Base, media 1601-25 =100 Y = a • b '

Años Media

Coeficiente Tasa de Desviación de crecimiento estándar variación anual (%) «R»

1501-1525 23,02 3,64 1526-1550 34,27 6,52 1551-1575 56,87 7,71 1576-1600 79,51 18,02 1601-1625 100,10 9,11 1626-1650 119,65 18,09 1651-1675 123,10 11,52 1676-1700 122,03 14,40

FUENTE: Phelps Brown y Hopkins (1956)

15,81 19,03 13,56 22,66

9,10 15,12 9,36

11,80

1,379 1,710 0,224 2,123 0,647 1,168

-0,053 0,555

0,671 0,698 0,134 0,753 0,504 0,591 0,316 0,341

NiveJ de

«R'» significación

0,450 0,487 0,018 0,567 0,254 0,349 0,100 0,116

0,005 0,005 0,100 0,005 0,010 0,005 0,100 0,050

GRÁFICO A-5

90 1700 ISOO 10

385

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PABLO MARTIN ACEÑA

C U A D R O A-6

Valencia: Análisis de Regresión del índice Ponderado

de Precios de Consumo, 1501-1700

Base, media 1601 -25 = 100 Y = a • b '

Años

1501-1525

1526-1550 1551-1575 1576-1600

1601-1625 1626-1650

1651-1675 1676-1700

Media

32,7

.. 39,5 62,13

86,22 .. 100,06 .. 115,93

Desviación estándar

4,00

3,33 7,87 9,34

6,04 9,14

Coeficiente de

variación

12,23 8,43

12,67

10,83 6,04

7,88

Tasa de crecimiento anual (%)

0,475 0,837

1,518 1,175

-0,150

0,352

«R«

0,300 0,748 0,882

0,801 0,190

0,330

«R'»

0,090

0,560 0,778 0,641

0,036 0,109

Nivel de

siffiificación

0,100

0,005 0,005

0,005 0,100 0,100

... No disponible. FUENTE: Phelps Brown y Hopkins (1959), pp. 35-37.

G R Á F I C O A-6

90 1700

386

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

CUADRO A-7

Viena: Análisis de Regresión del índice Ponderado de Precios de Consumo, 1501-1700

Base, media 1601-25 =100 Y = a • b"

Coeficiente Tasa de

Desviación de crecimiento

Años Media estándar variación anual (%)

1501-1525 18,56 1,16 6,25 0,420 1526-1550 27,36 3,47 12,68 1,090 1551-1575 40,31 8,31 20,61 2,224 1576-1600 49,80 10,74 21,57 2,355 1601-1625 99,97 71,74 71,76 4,026 1626-1650 88,13 8,93 10,13 0,613 1651-1675 80,88 13,74 16,99 -0,189 1676-1700 109,93 25,61 23,30 2,890

FUENTE: Pheips Brown y Hopkins (1959), pp. 35-37.

<rR»

0,500 0,622 0,822 0,878 0,668 0,427 0,089 0,844

«K'»

0,250 0,387 0,676 0,771 0,446 0,182 0,008 0,712

Nivel de

significación

0,025 0,005 0,005 0,005 0,005 0,025 0,100 0,005

GRÁFICO A-7

1300 10 80 90 1700

387

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PABLO MARTIN ACEÑA

APÉNDICE B. Relaciones de cambio intersectorial (Precios agrarios / Precios de manufacturas)

CUADRO B-1

Castilla la Nueva: Relaciones de cambio intersectorial, 1551-1640 (Base, 1601-1625 = 100)

Años K.C.I. Años

1551 n.d 1581 1552 n.d 1582 1553 n.d 1583 1554 42 1584 1555 54 1585 1556 - 67 1586 1557 85 1587 1558 90 1588 1559 87 1589 1560 73 1590

1561 83 1591 1562 119 1592 1563 54 1593 1564 60 1594 1565 57 1595 1566 79 1596 1567 89 1597 1568 86 1598 1569 70 1599 1570 75 1600

1571 74 1601 1572 71 1602 1573 58 1603 1574 63 1604 1575 71 1605 1576 79 1606 1577 71 1607 1578 76 1608 1579 78 1609 1580 76 1610

K.C.I.

. 78

. 89

. 116

. 91

. 82

. 66

. 59

. 71

. 94

. 75

. 84

. 61

. 81

. 101

. 70

. 73

. 80

. 95

. 112

. 84

. 72

. 64

. 63

. 76

. 104

. 139

. 155

. 122

. 104

. 70

Años K.C.I.

1611 63 1612 86 1613 76 1614 96 1615 113 1616 119 1617 186 1618 108 1619 92 1620 78

1621 92 1622 90 1623 109 1624 124 1625 106 1626 103 1627 93 1628 112 1629 95 1630 104

1631 103 1632 93 1633 86 1634 87 1635 78 1636 86 1637 85 1638 89 1639 81 1640 78

n.d.: no disponible. FUENTES: Hamilton (1965), pp. 391-92, y Cuadro B-2.

388

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I.ÜS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

CUADRO B-2

Castilla la Nueva: Índice de precios de manufacturas (Base, 1601-1625 = 100)

Años Índice Años /»</'« ^»»^ ^'«^'«

1551 n.d 1581 77 1611 101

1552 n.d 1582 71 1612 98

1553 52 1583 81 1613 95

1554 52 1584 77 1614 94

1555 52 1585 78 1615 98

1556 52 1586 87 1616 106

1557 53 1587 87 1617 100

1558 51 1588 83 1618 99

1559 53 1589 85 1619 98

1560 64 1590 84 1620 97

1561 66 1591 81 1621 96

1562 63 1592 88 1622 91

1563 65 1593 86 1623 106

1564 63 1594 91 1624 92

1565 63 1595 86 1625 106

1566 57 1596 82 1626 106

1567 61 1597 83 1627 116

1568 63 1598 86 1628 117

1569 .... 60 1599 90 1629 125

1570 60 1600 108 1630 119

1571 65 1601 110 1631 148

1572 73 1602 108 1632 119

1573 . 73 1603 106 1633 118

1574 64 1604 100 1634 114

1575 66 1605 100 1635 125

1576 70 1606 102 1636 126

1577 ... 78 1607 96 1637 128

1578 .... 76 1608 99 1638 124

1579 . 80 1609 93 1639 127

1580 . 74 1610 106 1640 125

n.d.: no disponible. FUENTE: Hamilton (1965), Apéndices IV y V. Composición: UdriUos. velas, carbón vegetal, algodón, cáñamo, cal, clavos, papel, yeso,

almidón, azúcar, hilo, cera.

389

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PABLO MARTIN ACEÑA

CUADRO B-3

Sur de Inglaterra: Relaciones de cambio intersectorial, 1551-1649 (Base, 1601-1625 = 100)

Años K.C.I. Años K.C.l. Años K.C.l.

1551 82 1581 89 1611 110

1552 72 1582 88 1612 117

1553 74 1583 77 1613 113

1554 82 1584 65 1614 100

1555 131 1585 107 1615 118

1556 142 1586 127 1616 107

1557 58 1587 69 1617 107

1558 68 1588 70 1618 97

1559 71 1589 100 1619 87

1560 72 1590 116 1620 70

1561 64 1591 84 1621 108

1562 80 1592 55 1622 121

1563 72 1593 65 1623 105

1564 54 1594 112 1624 104

1565 72 1595 114 1625 121

1566 59 1596 170 1626 99

1567 73 1597 131 1627 77

1568 79 1598 85 1628 104

1569 59 1599 96 1629 102

1570 65 1600 131 1630 154

1571 65 1601 99 1631 96

1572 76 1602 83 1632 116

1573 100 1603 73 1633 120

1574 71 1604 87 1634 111

1575 81 1605 95 1635 98

1576 73 1606 84 1636 107

1577 80 1607 93 1637 146

1578 78 1608 106 1638 107

1579 84 1609 103 1639 81

1580 91 1610 88 1640 99

FUENTES: Bowden (1967b), cuadro XI, y Donghty (1975), Appendix.

390

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

CUADRO B-4

Brabante: Relaciones de cambio Ínter sectorial, 1551-1600 (Base: media 1551-1600=100)

ImUce pmios Judia precios Años de cereales' industriales' K.C.l.

1551 . 103 79 134 1952 % 91 '05 1553 102 94 109 1554 81 101 80 1555 97 103 94 1556 174 102 171 1557 84 91 92 1558 .... 89 112 79 1559 91 116 78

1560 .... 82 114 72 1561 87 107 81 1562 130 99 131 1563 . 93 104 89 1564 ... 91 133 68 1565 163 128 127 1566 104 118 88 1567 . 103 133 77 1568 . 110 125 88 1569 110 134 82 1570 116 137 85

1571 . : : : ;;;.::: 149 131 j i * 1572 177 139 127 1573 192 173 111 1574 157 180 89 1575 130 181 72 1576:;:;:;::::;:::::::::::;:::::::;::::::;:::: m ¡si m 1577 173 65 05 1578 171 171 110 1579 187 202 93

1 5 8 0 ; : ; : ; : : : : : : : : : : : . . . . ^ m «,

Issl :;;;;;;;;:::;;;;;;;;:;:;;;;;;;;;;;;:;;;;;; ^^ ^, I 1583 167 205 81 1584 202 215 94 1585 480 263 183 1586 736 330 223 1587 625 296 211 1588 170 259 66 1589 . 2 0 6 254 81

1590..;:::::::::::::::::;::;: 261 214 122 1591 175 227 77 1592 179 231 74 1593 243 255 95

1 9 4 : ; : ; ; ::;:;;:::::;;;::::::: 337 268 26 1595 . . . . 398 273 46 1596 345 281 123 1597 :::;;;:::::::::;:::::::::;;:::::;::::::::: 314 318 99 1598 263 307 86 1599 236 «? % 1600 325 337 ^6 N O T A S : • Incluye: Cebada, avena y centeno, en Amberes. , , , - i „ " Incluye: Velas dé cera, carbón vegetal, ladrillos, cal, te|idos de lana, arenque, azúcar, sal y cera. FUENTE: Van der Wee (1963), Part II: «Statistical Data», pp. 169-333.

391

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PABLO MARTIN ACEÑA

CUADRO B-5

Brabante Occidental: Re/aciones de cambio intersectorial, 1601-1640 (Base: media 1601-1610=100)

Años índice precios de cereales'

índice precios industriales^ R.C.I.

1601 1602 1603 1604 1605 1606 1607 1608 1609

1610 1611 1612 1613 1614 1615 1616 1617 1618 1619

1620 1621 1622 1623 1624 1625 1626 1627 1628 1629

1630 1631 1632 1633 1634 1635 1636 1637 1638 1639 1640

114 83 90 114 90 80 85 155 97

93 160 102 84 92 112 121 114 100 75

73 118 120 120 128 193 197 128 127 149

214 170 140 149 147 157 175 163 162 160 176

103 94 98 102 104 99 99 101 102

98 98 102 97 96 106 104 105 107 111

112 109 116 120 110 125 127 137 134 126

111 115 126 137 138 132 95 129 139 140 140

110 88 92 112 86 81 85 154 95

95 164 100 87 96 105 117 109 93 67

65 108 104 100 116 154 155 93 95 118

193 148 111 109 107 119 184 127 117 115 126

NOTAS: ' Incluye: Cebada y centeno. '' Incluye: Arenque, carbón vegetal, velas y tejidos de algodón. FUENTE: Van det Wee (1975), pp. 436-447.

392

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LOS PRECIOS EN EUROPA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: ESTUDIO COMPARATIVO

BIBLIOGRAFÍA

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PREMIO RAMÓN GARANDE 1991

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

VICENTE PINILLA NAVARRO Universidad de Zaragoza

RESUMEN

El trabajo sintetiza la evolución de la agricultura aragonesa, disungu.endo dos periodos separados por la depresión agraria que tuvo lugar a finales del siglo XIX y que afectó seriamente al conjunto de la agricultura aragonesa.

Se pone especial énfasis en establecer las características de la expansión agraria en el segundo período, el primer tercio del siglo »c, tanto en las zona, de secano como de regadío, dedicándose especial atención a las importantes diferencias geográficas que tuvieron lugar en términos de crecimiento »«^oy a la imporuncia para éste del cambio tecnológico y la evolución de la producti­vidad del trabajo y de la tierra.

ABSTRACT

An attempt is made to describe main developments of ^f^gonese agricultu-re. distinguishing two different periods separated by the f«««»í*74 ff'""**" which occurred at the end of the 19th century. The mam part of * « »" 1« " dedicated to the first third of the 20th century, with •P«="^/«*""°".'^ * * importante that technological change had on labour and land producavity.

La economía aragonesa era a finales del siglo XVIII de base esencialmente agraria, articulándose en torno a los productos característicos de la tnlog«i mediterránea c e r e a l e s , vino y a c e i t a y a la ganadería ovina trashumante i. Sus principales exportaciones las constituían precisamente el trigo, vino,

- ^ l i ü ^ c n c o n t r a r s c caracterizaciones de la ^o^^^^^^ ' ^ ^ \ t l £ Í l ^ l en las obras de autores contemporáneos como Asso (1798-1^8:); o ^rtew 6

(1783-1985).

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aceite o lana, teniendo por otra parte la entrada de productos manufactura­dos, y entre ellos de textiles, una importancia significativa^.

El siglo XVIII había venido marcado por un crecimiento de la producción agraria como consecuencia de las roturaciones que habían tenido lugar y de la extensión de la superficie regada, debiendo destacarse en este sentido la construcción del Canal Imperial de Aragón 3. En la primera mitad del si­glo XIX es necesario referirse por su importancia trascendental a las transfor­maciones institucionales que tuvieron lugar en la agricultura, que iban a posibilitar el crecimiento agrario posterior*.

En la evolución del sector agrario aragonés, entre 1850 y 1935, pueden distinguirse con nitidez dos periodos diferenciados y con características propias. Ambos vinieron separados por la depresión agraria de fin de siglo, que afectó gravemente al conjunto de la agricultura aragonesa.

LA EXPANSIÓN AGRARIA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

El primero de dichos períodos, caracterizado por el crecimiento agrario que tuvo lugar, abarcó desde mediados del siglo XIX hasta la década de los ochenta del mismo, cuando la crisis finisecular incidió seriamente en España.

La expansión agraria se polarizó en Aragón en torno a los cereales y el viñedo. El incremento de la producción de cereales vino impulsado por el de la población y por el proceso de formación desde 1820 de un mercado interior protegido frente a la competencia exterior. De esta forma, la producción cerealista creció en Aragón por encima de su población hasta la década de los ochenta del siglo XIX. El destino de aquélla fue, por un lado, el propio mercado regional, y, por otro, la ciudad de Barcelona, de la que Aragón fue uno de sus proveedores, junto al propio interior catalán, Castilla-León o el sur peninsular.

El crecimiento de la producción cerealista estuvo asociado también al surgimiento en Zaragoza de un núcleo de industrias harineras que aprovecha­ron su ubicación en una zona productora como era Aragón y su proximidad

^ Sobre el tema de los intercambios comerciales de Aragón, sus direcciones e importancia en su economía puede verse Torras (1982) y (1991), Peiró (1987) y (1990) y Germán y PiniUa (1991).

' Peiró (1988) y Pérez Sardón (1984). ^ La reforma agraria liberal en Aragón está todavía insuficientemente estudiada. Algunos de

los trabajos más interesantes disponibles son los de Franco de Espés (1989), sobre la disolución señorial, y Marteles (1990), sobre la desamortización eclesiástica.

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al mercado catalán. Las primeras fábricas comenzaron a instalarse en la década de los cincuenta y una vez que existió la posibilidad, desde comienzos de los sesenta, de transportar por ferrocarril la harina, el número de ellas aumentó de forma considerable'.

En el caso de la viticultura el motor de su expansión fue la demanda exterior generada por la plaga filoxérica que arrasó el viñedo de Francia. Las oportunidades exportadoras que surgieron no fueron desaprovechadas por un territorio que contaba con varias ventajas: la proximidad a aquel país y su relativamente buena comunicación ferroviaria, la tradición vitícola de algunas de sus comarcas y las posibilidades ecológicas que existían para extender dicho cultivo. De esta forma a fines del siglo en algunas comarcas aragonesas el vino era un elemento clave de su producción agrícola, como pone de relieve su fuerte peso en la producción agrícola zaragozana y oscense (28,1 /o y 16,2%, respectivamente, a precios corrientes) y la importante cuantía que alcanzaron las salidas de vino por ferrocarril, sobre todo en la primera mitad de la década de los ochenta. .

La consecuencia de todo ello fue un fuerte crecimiento de la superficie agrícola, como consecuencia de la de los cereales y el viñedo, procediendo de antiguos pastizales la mayor parte de las nuevas tierras a ellos dedicadas. h,n este sentido hay que señalar la significativa importancia que tuvo el proceso desamortizador de los montes de titularidad pública, especialmente en Zara­goza. En esta provincia la superficie forestal pública se redujo <^^yj^^^'¡^ entre 1859 y 1926. Pueden cifrarse en ella en aproximadamente 600.000 as hectáreas que pasaron a manos privadas bien fuera como consecuencia de las desamortizaciones en el siglo XIX o de las roturaciones en el primer tercio de siglo XX, lo que permite entender de dónde salieron gran parte de las tierras que fueron puestas en cultivo entre mediados del siglo XIX y IJi^.

La presio^n roturadora y los cambios jurídicos en la propiedad de la tierra afectaron de forma desfavorable a la ganadería trashumante, que se enfrento con el problema de la obtención de pastos de invierno y la elevación de sus precios El arriendo de las hierbas de invierno constituía la primera partida de gastos para los ganaderos trashumantes. Así, para uno de ellos de la localidad pirenaica de Aragüés del Puerto y en el período 1868-1877, aquellas suponían el 80 % de sus costes totales. La contabilidad de este mismo ganadero muestra para dichos años una rentabilidad negativa de su explotación, una cabana de unas 1.000 ovejas^ Otros datos avalan la grave crisis de la trashumancia.

5 Germán (1990), pp. 188-190. ' Pallaruelo (1988).

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como la fuerte disminución entre 1836 y 1900 de la cabana de los socios de la Casa de Ganaderos de Zaragoza a casi una cuarta parte , estando aquélla claramenente ligada al fin de sus privilegios (derecho de pastura universal en todo el Reino) tras la revolución liberal, con el consecuente encarecimiento que supuso tener que arrendar en el mercado los pastos invernales.

Por el contrario, nuestro análisis de la contabilidad de una cabana estante, la del Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza entre 1856 y 1868, muestra una tasa de rentabilidad bastante alta en aquellos años y unos costes de alimentación que no superaban nunca el 50 % del total. A la vista de los resultados de esta explotación en el período mencionado, parece que la ganadería estante no era una actividad con graves problemas en Aragón, a condición de disponer de pastos propios y no ser necesario en consecuencia su arrendamiento como en el caso del ganado trashumante.

La expansión agrícola de la segunda mitad del siglo XIX no se basó en la utilización de nuevas técnicas, sino que se realizó sobre todo mediante la roturación de más tierras. Estas provinieron en su gran mayoría de las sucesivas desamortizaciones que tuvieron lugar en España, que permitieron que tierras aprovechadas hasta entonces como pastos pudieran ser dedicadas a los cultivos para los que existió una demanda más importante. Sí que fueron elementos relevantes, a la hora de explicar la expansión, la nueva organización de la producción que se derivó de la consolidación en el campo de relaciones de producción capitalistas y la especialización que la formación del mercado nacional propició.

El crecimiento agrícola tendió a localizarse en las zonas con mayores posibilidades para ello. Esto implicó que se situaran en el Valle del Ebro, y también en los Somontanos gracias al viñedo, las comarcas que más crecie­ron, mientras las áreas de montaña atravesaron graves dificultades, conse­cuencia tanto de la crisis de su importante sector ganadero como de sus escasas posibilidades ecológicas para los cultivos que más demanda estaban teniendo. A ello deben unirse los problemas que tenían para acceder a los principales mercados urbanos, como consecuencia de su aislamiento y defi­cientes comunicaciones.

LA DEPRESIÓN FINISECULAR

La onda expansiva de la agricultura aragonesa se vio cortada bruscamente en los años ochenta como consecuencia de la fuerte incidencia en España de la

' Fernández (1986), pp. 105-106.

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depresión agraria finisecular que afectó a los países europeos en las decadas finales del siglo XIX. La crisis, que no era sino uno de los efectos del proceso de formación de un mercado mundial de productos agrarios, vino caracteriza­da por un notable incremento de la oferta de aquéllos y un descenso, importante también, de sus precios. Las repercusiones en el sector agrario aragonés fueron muy graves, ya que aquélla alcanzó a todas sus producciones principales y muy especialmente a los cereales.

En este último caso las dificultades provinieron tanto de la competencia de los granos extranjeros como de la consolidación en la costa de Barcelona de un centro harinero que rivalizó con notable éxito con el zaragozano o castellano, gracias a sus posibilidades de comprar trigos más baratos del exterior y de adoptar tecnologías más modernas. A este respecto es mteresan-te señalar cómo en 1900 de las fábricas «antiguas» de harina existentes en España, un 4,16 % se localizaba en Aragón, frente a un 7,31 % en Cataluña. Las dos Castillas y Andalucía eran las regiones con mayor capacidad moltura-dora en este tipo de fábricas. Ahora bien, de las fábricas que habían adoptado la más moderna tecnología austrohúngara un 35,69% se locahzaba en Cataluña, frente a un 4,14% en Aragón 8. ^ , . .

Si la crisis cercenó las posibilidades exportadoras hacia Cataluña tanto de industriales harineros como de comerciantes de granos, el debüitamiento de la demanda de grano nacional afectó de forma indudable a los productores. En primer lugar las expectativas favorables que habían empujado el impulso roturador desde al menos la década de los cuarenta cesaron y de esta manera finalizó un período claramente expansivo para la agricultura aragonesa.

Además, si bien no hubo problemas de competencia de cereales extranje­ros en el propio mercado aragonés por cuanto el coste de transporte no podía ser superado por el diferencial de precios entre ambos, surgió el de la propia rentabilidad de las explotaciones cerealistas. La caída de precios de los cereales, y específicamente del trigo, reducía de inmediato los margenes obtenidos por los agricultores. Esta caída de precios viene confirmada por todas las series de precios de que disponemos, tanto las tres senes provincia­les publicadas por Sánchez-Albornoz y el G.E.H.R. como la - " e fe Precios del trigo vendido en la ciudad de Zaragoza publicada por Peiro'. El hecho de que desde mediados de los sesenta hubiera tenido lugar un crecimiento mayor de los costes de producción que de los ingresos hacía que se partiera de

» Nadal (1987), pp. 27-30. . . ' Sánchez-Albornoz (1975), G.E.H.R. (1980) y Peiro (1987).

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márgenes de beneficios estrechos, que una bajada de los precios podía reducir más todavía o incluso eliminar completamente'°.

La hipótesis que mantenemos es que probablemente la reacción a corto plazo de la agricultura frente a una caída tanto de la demanda como de los precios y los beneficios fue la reducción de la superficie cultivada, y por lo tanto de la producción y de la demanda de trabajo; una reducción también de las atenciones dedicadas a los cultivos que amplificaba lógicamente las caídas de producción y demanda de trabajo; y finalmente consecuencia de ello una caída de los salarios agrícolas ante la falta de demanda. La ruina de muchos pequeños campesinos, una fuerte caída de los beneficios de grandes y medianos, el descenso también de la renta de la tierra y el fuerte incremento del paro fueron consecuencias directas de dicha situación.

No tenemos datos que nos permita comparar la superficie cerealista antes y después de la crisis. Sin embargo, para 1890 una estimación de la Cámara de Comercio e Industria de Zaragoza cuantificaba el descenso de la producción de trigo y el resto de los cereales entre el período de 1874-82 y 1882-90 en un 25 %, lo que puede parecer exagerado para un período tan corto, pero constata la tendencia señalada". Sobre los intentos de los agricultores de reducir sus costes de producción contamos con el estimable trabajo del ingeniero Julián Rivera en el que se refería tanto a cómo éstos tratataban de reducir los gastos de cultivo, prescindiendo si era necesario de los abonos, para compensar el descenso de los precios, cuanto al hecho de que los propietarios habían disminuido todo lo posible su demanda de trabajo, reduciendo también los salarios pagados. De esta forma afirmaba que:

El precio de los jornales ha bajado y disminuido el número de éstos, porque los propietarios restringen todo lo posible la mano de obra, concretándose a las operaciones más indispensables del cultivo, en atención a que los productos obtenidos alcanzan precios bajos. De aqui que tanto los propietarios como los cultivadores, escatimen y reduzcan los gastos de cultivo para no saldar en pérdida su explotación '2.

El viñedo, que en la década de los ochenta vivió una coyuntura extraordi­nariamente favorable, alcanzando cifras muy altas de producción y de expor­tación en Aragón y contando también con una favorable coyuntura de precios, vio finalmente interrumpida aquélla al finalizar en 1891 el acuerdo

"> G.E.H.R. (1988) y Sanz (1983). " Informe de la Cámara sobre la reforma arancelaria y tratados de comercio, BoUtin dt la

Cámara de Comercio e Industria de Zarago:^a, año III, n.° 3, marzo de 1890, p. 3. '2 Ibídem, p. 51.

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

comercial con Francia y producirse la consiguiente caída de las exportaciones. La caída de la demanda francesa no se compensó con un desplazamiento de las ventas españolas hacia otros países. El fin de la época dorada de las exportaciones a Francia ocasionó en consecuencia una profunda crisis en el viñedo español ante la imposibilidad de dar salida a la producción de un sector hiperdesarrollado al calor de aquella coyuntura. La crisis, que llegaba con retraso con respecto a otros productos agrícolas, respondió a causas similares a las de éstos, es decir, a la tendencia a la sobreproducción derivada de la articulación de un mercado mundial con una pluralidad de oferentes dispuestos a competir fuertemente entre sí. Una diferencia significativa en el caso del viñedo sería el papel ocupado por España. En esta ocasión la crisis tenía un carácter radicalmente distinto de la sufrida por ejemplo por los productores cerealistas, al no tratarse de una invasión del mercado español por caldos extranjeros, sino de una caída de las exportaciones españolas de este producto. En definitiva, si en el caso de los cereales España se enfrento a los problemas de un país importador neto, aquí la posición española era la contraria, la de exportadora, siendo los precios del vino español perfectamen­te competitivos en el mercado mundial. Ello restringía en defimtiva la posibilidad de adoptar soluciones como en aquel caso, estando por lo tanto limitada la capacidad de maniobra institucional para solventar los problemas

surgidos. . La ganadería no escapó a los problemas que afectaron al con)unto del

sector agrario. Los descensos en los precios de los principales productos, primero lana y lueg¿ la carne, y las dificultades para venderlos en los mercados tradicionales incidieron sobre el conjunto del sector, que debió enfrentarse a una fuerte competencia exterior.

CRECIMIENTO AGRARIO Y CAMBIO TÉCNICO

El segundo período al que nos referíamos al comenzar este trabajo corresponde al prVmer tercio del siglo XX. En él, y ya desde mediados de la última década del siglo anterior, tuvo lugar primero la salida de la crisis agraria finisecular y posteriormente un crecimiento agrario significativo en España y Aragón >3. La salida de la crisis se apoyó en tres pilares básicos: un reforzamiento del proteccionismo, un intenso proceso de modernización y una recomposición de la producción hacia un mayor peso de aquellos

" Sobre España, puede verse G.E.H.R. (1983) y Jiménez (1986a).

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productos más rentables y con una demanda más solvente, como eran las plantas intensivas y los árboles frutales.

El proteccionismo, claramente perceptible a partir del arancel de 1891, dio a corto plazo un respiro al sector agrario frente a la competencia exterior, mientras se iniciaban cambios más importantes '*. En el caso de Aragón la política proteccionista es un elemento básico a la hora de entender el crecimiento del primer tercio del siglo XX, ya que su agricultura orientó sus principales producciones hacia el mercado interior, siendo aquélla por lo tanto clave en su evolución. Ello además limitaba las posibilidades de crecimiento de la producción, por cuanto ésta debía limitarse a ser comerciali­zada en el mercado interior.

Con el cambio técnico se pretendió conseguir una agricultura más compe­titiva en el nuevo marco internacional configurado a partir de la crisis. Aquél ha sido considerado como un elemento esencial en el crecimiento de la producción y de la productividad agraria en aquellos países que han experi­mentado profundos procesos de desarrollo y crecimiento económico''. En cualquier país el modelo de cambio tecnológico en la agricultura ha venido estrechamente condicionado por la dotación inicial de recursos, y en conse­cuencia por el precio relativo de los factores productivos y su evolución, así como por los precios de aquellos factores con respecto a los productos. Históricamente, y especialmente en los siglos XIX y XX, la escasez de tierra o de trabajo han sido los dos principales problemas que se han tratado de solucionar en el sector agrario. En ocasiones la necesidad de adecuar la producción a los requerimientos del mercado y ciertos cambios que han tenido lugar en el uso del suelo también han impulsado importantes transfor­maciones técnicas. Generalmente el ahorro de trabajo se ha conseguido a través de la mecanización y el de tierra gracias a innovaciones biológicas o químicas.

La mecanización agraria, en cuyo desarrollo y aplicación fueron pioneros los Estados Unidos, ha estado condicionada por la disposición relativa de factor trabajo, su precio y lógicamente también el del resto de los factores productivos'*. En el caso de Aragón destaca el grado de mecanización alcanzado en Huesca y Zaragoza, importante en el conjunto español aunque

'* Vid. G.E.H.R. (1980) y Serrano (1987). '5 Hayami y Ruttan (1971), pp. 26 y ss. "> Ha sido señalado hasta qué punto la disposición de tierra y escasez de trabajo en los

Estados Unidos determinó el tipo de mecanización agraria que tuvo lugar. Es decir, cómo ésta respondió a las características concretas de dicho país. Vid. Parker y Klein (1966:1984) y Habakkuk (1962-1977).

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

CUADRO 1

Uso de abonos, arados y máquinas agrícolas en 1930-35

(1) (2) (^) Abonos inorgánicos Total abonos Has. de superftce

por hectárea por hectárea cultivada por arado

Huesca 18,7 55.7 1,0 Teruel 12,1 40,6 7,2 Z - 8 0 - 33,6 59.2 .0

Aragón 22.9 52,2 A" España 17J 51 9 '

(4) (^) (^^ Has. de superficie Has. superficie Tm. cereales

cultivada por sembrada di cereales por máquina arado por máquina (seg.) (trilladoras)

Huesca 2.0 33.6 676,6 Teruel 11.2 36,5 6.9 9.6 Zaragoza 4.2 26.5 439.3 Aragón 3.9 31.0 684.3 España 17,4 111^2 '•'^''

M\ A . 1 j xí D n „ lí n nrocedente de abonos inorgánicos, por hectárea.

S fc™ : Í r ¿ d f N , ^ S 5 : y & . T Í t e de abonos orgánicos e inorgánicos,

por hectárea. (3) Hectáreas de superficie cultivada por "ado^ vertedera, polisurco, subsuelo y (4) Hectáreas de superficie cultivada por arado moderno (de verteaera, p

'"("^Hectáreas de superficie sembrada de cereales por -^^^Z^t^^'y^co^^^^-(6) Toneladas métriSs de cereales, excepto maíz, por maquina (trilladoras y )

FUENTE: Anuarios Estadísticos de las Producciones Agrícolas 1929-1935.

pequeño comparado con otros países europeos más avanzados. Dicha mecar^ -zación tuvo gran importancia en el caso de la siega y menos en la trilla aunque t a m b L en esta labor era superior lo logrado en A - g o n que en el resto de España. En el caso de la tractorización, ésta era todavía incipiente, aunque se marchaba también a la cabeza de España.

7 V ; ¡ ; ¡ ; ¡ 7 ; Klem han puesto de ^ ^ ^ « ^ ^ ^ ^ t E ^ r ^ Í l i S o : ^ "

mente en la segadora y en la trilladora no es erróneo», cfr. Parker y Klem (1966.1984). p. 126.

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Zaragoza y Huesca, por este orden, eran las provincias que más intensa­mente habían mecanizado su agricultura, mientras que lo conseguido por Teruel solió estar por debajo de la media española. Dicha mecanización, que tuvo lugar en las llanuras cerealistas de Zaragoza y en la mitad meridional de Huesca, se desarrolló fundamentalmente en el primer tercio del siglo XX, sin que podamos establecer su calendario exacto. La evolución de los salarios y la escasez de mano de obra en ciertos momentos cruciales de las labores agrícolas tuvieron que ser los factores determinantes de la mecanización, que sólo fue posible una vez que concurrieron otra serie de elementos, como fueron la expansión de la producción de cereales a partir de la segunda década del siglo, el proceso de industrialización que tuvo lugar en España en aquellos años y cuyos focos más próximos eran Barcelona y Zaragoza, la capacidad de esta última ciudad para producir ciertas máquinas agrícolas, ensamblarlas y repararlas, y la propia disposición favorable a la mecanización del terreno. El tamaño de las explotaciones y la potencialidad económica de los agricultores debieron determinar en una misma zona las posibilidades de adquisición de la nueva maquinaria.

En cuanto a las innovaciones biológicas y químicas que mejoraron la producción y rendimientos de la tierra, éstas se pueden reunir siguiendo el esquema propuesto por Hayami y Ruttan en tres grupos'*:

a) Las referidas al desarrollo de los recursos de agua y tierra para proporcionar a las plantas un medio satisfactorio para su crecimiento.

En nuestro caso aquí hay que destacar la intensificación del regadío, especialmente por la posibilidad que brindaba para poder cultivar ciertas

CUADRO 2

Superficie regada en Aragón en 1916

Regad/o permanente (has.) %

13.900 36.928 93.669

Regadío permanente sj total regadío

22,0 93,1 80,9

FUENTE: Elaboración a partir de Junta Consultiva Agronómica (1918).

18 Hayami y Ruttan (1971), pp. 136 y ss.

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

plantas una vez que dichos regadíos eran transformados de eventuales en permanentes, como tendió a ocurrir en el conjunto aragonés en el primer tercio del siglo XX, especialmente en la provincia de Zaragoza, y sin la cual no hubiera sido posible el desarrollo del cultivo de la remolacha. La puesta en regadío eventual de nuevas tierras, como ocurrió en Huesca, aunque no implicaba un sustancial cambio en su agricultura, al menos permitía un incremento de los rendimientos en las nuevas tierras irrigadas.

También encajarían perfectamente en este tipo de innovaciones las nuevas rotaciones que permitían un cultivo más intensivo o el uso de algunos aperos cuya utilización tenía como consecuencia un aumento de los rendimientos al perfeccionarse las labores dadas a la tierra. Este último era particularmente el caso de los arados modernos que desde finales del siglo XIX se difundieron de forma extraordinaria por Aragón, que en 1932 contaba con una de las mejores ratios de hectáreas cultivadas por arado moderno de España.

b) Las destinadas a la modificación del medio, añadiendo nutrientes orgánicos o inorgánicos para estimular el rendimiento de las plantas, asi como el uso de medios químicos o biológicos para proteger las plantas de las plagas

y enfermedades. En este apartado lo más notable fue la difusión del empleo de abonos

inorgánicos. Si a comienzos del siglo XX éstos apenas se habían comenzado a usar, en la década de los treinta había experimentado un notable crecimiento su adición a la tierra, especialmente en la provincia de Zaragoza, y en mucha menor medida en Huesca y Teruel. Su importancia como elemento fertilizan­te en la agricultura aragonesa fue realzada por el bajo crecimiento en el uso de abonos orgánicos como consecuencia del pobre aumento de la cabana ganade­ra aragonesa. , „ ,

c) Por último hay que referirse a la selección y desarrollo de nuevas

variedades adaptadas al medio, más productivas, inmunes o resistentes a

ciertas enfermedades.

Son significativos en este sentido los procesos de selección d^ semillas que tuvieron alguna importancia en el trigo, destacando en esta actividad la labor de los centros públicos de investigación. Además hay que poner de relieve el interés de los agricultores por seleccionar sus propias semillas o adquirirlas de la mejor clase posible, donde jugaron un papel importante asociaciones agrarias como la Asociación de Labradores de Zaragoza al facihtar la compra colectiva a mejores precios o la asistencia técnica que proporcionaba a sus asociados. También en otros cultivos hubo cambios en las variedades, como en el viñedo con la difusión de la garnacha, variedad de U vid mas resistente

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al oidium, o los portainjertos americanos inmunes a la filoxera. En este último caso hay que destacar el hecho de que el mencionado cambio era la única posibilidad para los viticultores de continuar con esa actividad.

Muchos de los cambios que se han estudiado vinieron impulsados o favorecidos desde el sector público. En nuestro caso, la adaptación del cultivo de la remolacha azucarera al valle del Ebro, la obtención de portainjertos para la reconstitución del viñedo y la enseñanza de las técnicas que llevaba aparejada aquélla, la contribución a la difusión del uso racional de los abonos químicos y minerales, la ayuda en la transformación del secano en regadío, la selección de semillas y la introducción de nuevas rotaciones, serían algunos de los casos que se han visto que podrían incluirse en esta aportación del sector público. En el mismo sentido habría que entender la contribución pública a la lucha contra las plagas y enfermedades, como por ejemplo la langosta o la filoxera. Dentro del sector público el papel más destacado correspondió sin ninguna duda a la Granja Escuela Experimental de Zaragoza.

Parece intuitivamente claro que pese a la escasez de los recursos dedica­dos, el beneficio social fue alto. En otros casos en los que ha podido ser medido el rendimiento de la inversión pública en la investigación agraria, como es el caso de la experimentación y difusión del maíz híbrido en los Estados Unidos, los resultados han mostrado precisamente una alta tasa de rendimiento, lo que no quiere decir que siempre haya ocurrido así ' ' . En todo caso, la experiencia de diversos lugares muestra que la inversión pública en investigación agraria, en aquellos países que experimentaron una profunda modernización de su agricultura, fue un claro instrumento para conseguir ésta 20.

Es necesario destacar cómo en casi todos los aspectos señalados la provincia de Zaragoza destacó notoriamente sobre las otras dos aragonesas y cómo muchos de los avances que en éstas se lograron tendieron a concentrar­se en sus mejores zonas. Puede decirse por ello que el cambio tecnológico tendió a concentrarse en las comarcas más avanzadas, acentuando en conse­cuencia los desequilibrios territoriales ^^, y aunque ello no ha sido analizado, no parece extraño pensar que también los agricultores económicamente más fuertes tendieron a beneficiarse en mayor medida del proceso de transforma­ciones técnicas.

19 Grjliches (1958). 2" Hayami y Ruttan (1971), pp. 136 y ss. 2) Esta influencia del cambio tecnológico en el incremento de los desequilibrios territoriales

había sido señalada hace bastantes años para otros lugares, como por ejemplo en el caso de los Estados Unidos por Griliches (1960), pp. 212-213.

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

En la recomposición de la producción tuvo gran importancia el fuerte crecimiento de los cultivos intensivos. En el conjunto de Aragón si en 1900 éstos suponían el 24 % del producto agrícola, a precios corrientes, en 1930-35 habían ascendido hasta un 34 %. En el caso en que más profundidad tuvo dicha recomposición, en Zaragoza, se había pasado en el mismo período de un 21 % al 38 %. En este crecimiento el lugar más destacado correspondió a la remolacha azucarera, aunque también otros cultivos intensivos como la alfalfa o los árboles frutales son dignos de mención.

De la comparación de las cifras de Aragón con las del conjunto de España se aprecia en primer lugar un serio contraste entre el fuerte crecimiento que tuvo el sector agrario español entre 1900 y 1935 frente al escaso del aragonés. Este último es sin embargo poco representativo del conjunto de Aragón, ya que encierra comportamientos tan dispares como el más dinámico de Zarago­za frente al estancamiento de Huesca y Teruel, que analizaremos más ade­lante.

EVOLUCIÓN DE LA PRODUCTIVIDAD DEL TRABAJO

Y DE LA TIERRA

La productividad del trabajo agrario, medida en términos de producto agrario a precios constantes de 1910 por activo masculino^^, experimento un incremento importante en el primer tercio del siglo XX, tanto en el con,unto de Aragón como en cada una de sus tres provincias. Este incremento cobro especial intensidad a partir de la segunda década del siglo ^^ El mayor crecimiento, con diferencia, correspondió a la provincia de Zaragoza, tratán­dose en este caso de un aumento de la productividad resultado del crecimien­to del producto y disminución paralela del número de activos agrarios tnasculinos. En los casos de Huesca y Teruel, los menores aumentos en la productividad del trabajo combinaron un estancamiento en la producción con un descenso en el número de activos.

~~^li:^rcao seria sustituir en el denominador el número de ' ™ - ^ [ ^ j ^ ' ^ ' ^ ^ ^ ^ horas-hombre empleadas en la generación del producto. Sm ^"^^'«"'''^^^"¡¿¡^".¿d estos datos, por lo que de hecho estamos calculando sólo " " » / P ' ° « ' ^ " ° " / 1 " P / X : » t S del trabajo! Debe también tenerse en cuenta que el numerador no es smo el producto agrario, lo que introduce todavU nuevas distorsiones. cuanto a

" Las cifras de Huesca y Teruel de 1930 de pobUción acuva °(''^l^¡^\^l^^ZTc^ su fiabilidad. Reflejan un exagerado crecimiento de la población •"<»"f ' ° \"= Z Z S l Sue el incremento de U productividad del trabajo en U agricultura seru mfenor en la realidad lo mostrado por dichos cuadros.

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Considerando el producto agrícola, en vez del agrario, por activo masculi­no, las pautas seguidas fueron similares, duplicando también en este caso el crecimiento de la productividad en Zaragoza al de las otras dos provincias.

Con objeto de descomponer la productividad del trabajo, a efecto de facilitar su análisis, podemos utilizar una fórmula que nos permite agrupar, por un lado, los factores que tienen que ver con los rendimientos físicos de la tierra, y, por otro, los referidos a la cantidad de tierra que puede trabajar cada activo. De esta forma, si consideramos que Y es el producto agrícola, L el número de activos masculinos 2* y A la superficie agrícola, la productividad del trabajo Y/L será igual a

Y/L = Y/A • A/L

De esta forma la productividad del trabajo será resultado de la producción por hectárea y de las hectáreas cultivadas por activo. Si existen variaciones en la productividad del trabajo, éstas podrían ser consecuencia o bien de cambios en los rendimientos físicos de la tierra motivados por un mayor abonado, puesta en regadío, éxito en el control de las plagas, rotaciones más intensas, mejores labores dadas a la tierra, semillas de mejor cahdad, e t c . , o bien deberse al hecho de que a igualdad de rendimientos físicos las hectáreas por activo han aumentado. Para que ello fuera posible sería necesario que existieran avances en la mecanización, que se utilizasen nuevas técnicas ahorradoras de trabajo, etc.

Cambios en los cultivos podrían afectar a ambos términos de la fórmula, ya que además de ser, por ejemplo, más productivos, podrían exigir una distinta cantidad de trabajo.

Los rendimientos físicos de la tierra dependen lógicamente de la cantidad y calidad de los factores productivos empleados, y muy especialmente de la propia tierra, su calidad y características; del capital disponible por trabajador y por hectárea; de las técnicas de cultivo utilizadas; del capital humano; y de los sistemas de propiedad y tenencia de la tierra ^5.

Comenzando ya nuestro análisis por lo más general, es decir, la evolución del producto agrícola por hectárea, se observa (ver cuadro 3) que éste descendió entre 1900 y 1935 tanto en Huesca como en Teruel, mientras que

2< No es posible separar los activos empleados en el subsector agrícola de los del conjunto del sector agrario.

» Griliches (1963-1979), O'Brien y Keyder (1978), pp. 102-104. A corto plazo también hay que tener en cuenta un factor de máxima importancia como es el clima.

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en Zaragoza se mantuvo prácticamente constante, experimentando una ligeri-sima pérdida. En Huesca y Teruel se vio cómo el impacto del cambio técnico en lo relativo a innovaciones biológicas o químicas que mejorasen los rendimientos de la tierra fue relativamente pequeño, en contraste con el caso de Zaragoza, donde por el contrario se realizaron esfuerzos en varios campos en este sentido. La razón de que dichos cambios no llevaran a un fuerte incremento de los rendimientos físicos en esta última provincia en este período residiría en la expansión paralela de la superficie cultivada que actuó finalmente como contrapeso de aquellas mejoras, si bien en los años anterio­res se habían conseguido importantes incrementos en los rendimientos físicos por hectárea.

La estabilidad de los rendimientos físicos no es necesariamente un signo de un comportamiento poco innovador o retardatario. Un mcremento de éstos no es necesariamente la prueba de encontrarnos ante una agricultura en progreso, y viceversa 2*. En este sentido la opción elegida fue muy razonable desde el punto de vista de los productores.

Frente a la posibilidad de lograr importantes incrementos de la produc­ción por hectárea con una superficie estabilizada y haciendo en consecuencia mucho más intensiva la agricultura, se impuso la de incrementar U produc­ción mediante el recurso a la propia expansión de la superficie aun a costa de unos rendimientos medios inferiores. La coherencia de aqueUa opción radico en que el medio físico aragonés presentaba importantes limitaciones para una amplia variedad de cultivos de cara a una fuerte intensificación. Por el contrario, sumar más tierra pareció la opción lógica, aunque a medio plazo tuviera lugar un descenso de los rendimientos. Este comportamiento, genera­lizado para el secano, vino sin embargo acompañado por un proceso fuerte­mente intensificador en el regadío. . • -

Es necesario destacar también las diferencias en los niveles de producción por hectárea en las tres provincias, con importantes distancias miciales entre los más altos de Zaragoza frente a los más bajos de Teruel, ocupando Huesca un lugar intermedio. Estas diferencias se habían incrementado considerable­mente en la década de los treinta como consecuencia de las diferentes evoluciones antes señaladas. ,

En conclusión, podemos decir que los rendimientos evolucionaron de forma negativa entre 1900 y 1930 en Huesca y Teruel y se m«ituvieron estables en Zaragoza, por lo que si hubo un crecimiento de la productividad

" Bennett (1937-1938), p. 86.

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del trabajo éste tendría su origen en un cambio técnico que hizo posible una disminución de la cantidad de trabajo en la agricultura.

Si estudiamos ahora conjuntamente la evolución de la población activa y del suelo agrícola, dispondremos de una serie de las hectáreas cultivadas por activo agrario. Esta ratio no indica obviamente una mayor eficiencia en aquellas agriculturas en las que un trabajador cultive un mayor número de hectáreas, por cuanto diferentes cultivos implican distintas dotaciones de fuerza de trabajo. En este sentido es lógico que en Aragón, donde existía una agricultura.

EL DUALISMO AGRARIO ARAGONÉS

El crecimiento agrario no fue similar en el primer tercio del siglo XX en todas las comarcas aragonesas. Al contrario, tendió a polarizarse en algunas zonas, mientras otras quedaban bastante al margen de él. En términos generales el Valle del Ebro creció de forma importante, mientras las áreas montañosas del norte y sur de Aragón experimentaron un serio estancamien­to, cuando no retroceso, de su producción agraria. Así, el 19 % que creció la producción agraria zaragozana, a precios constantes de 1910, contrasta con los descensos de un 4 % y un 8 % de Huesca y Teruel. Si bien estas cifras oponen el crecimiento de Zaragoza al de Huesca y Teruel, puede entenderse muy bien que algunas comarcas de estas dos provincias compartieron las pautas de crecimiento zaragozanas. En el caso de Zaragoza su crecimiento, muy inferior al medio español si utilizamos precios constantes de 1910, debe matizarse por cuanto los productos que más crecieron fueron precisamente aquellos cuyos precios se comportaron de forma mejor, lo que implica que el incremento del poder adquisitivo con respecto al conjunto de la economía de la agricultura zaragozana fuera muy similar al medio español.

Los contrastes entre ambas zonas de Aragón son bastante importantes en casi todos los terrenos, no limitándose al descrito para el crecimiento de la producción agraria total. Así, el crecimiento de la producción por activo masculino duplicó en Zaragoza al de Huesca y Teruel. El descenso de la producción por hectárea de estas dos últimas provincias, en torno a un 7 %, poco tenía que ver con el aumento del 15 % de Zaragoza. Algo similar ocurre con el grado de mecanización alcanzado o el uso de abonos por hectárea. En definitiva, es importante insistir en que el crecimiento agrario se limitó por lo tanto a una zona de Aragón, mientras en la otra el estancamiento fue la nota predominante.

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Los diferentes medios naturales de ambas zonas explican en buena medida lo ocurrido. El alto porcentaje de superficie que tanto en Huesca (29 % de la superficie provincial) como en Teruel (62%) se encuentra por encima de los 1.000 metros, y sus climas y suelos menos adecuados, implicaban condiciones muy difíciles para el desarrollo de la agricultura.

Las economías de las zonas de montaña habían sido tradicionalmente ganaderas, pero contaban con el problema de no disponer durante todo el ano de alimentos suficientes para el ganado, lo que exigía desplazarlo en invierno hacia el Valle. La competencia con la agricultura por el uso del suelo y la tendencia regresiva de la ganadería trashumante supusieron un nulo creci­miento de la cabana en Huesca, mientras en Teruel descendieron los efectivos de ésta.

En definitiva, en el primer tercio del siglo XX las economías de montana no se adaptaron en Aragón a las nuevas condiciones existentes. Sus obstácu­los naturales y su economía, basada en la ganadería ovina trashumante y en el autoabastecimiento de productos agrícolas, lo impidieron. Su localizacion y graves problemas de comunicaciones sin duda no son factores a,enos a la hora de explicar las dificultades de estas áreas en el período estudiado. La consecuencia fue una tremenda sangría humana de emigrantes que de)aron aquellas tierras.

LAS COYUNTURAS ^ A G R Í C O L A S

Aunque he caracterizado el primer tercio del siglo XX como un período de crecimiento agrario para una parte de Aragón, creo que pueden distinguir­se dentro de él dos subperíodos claramente diferenciados que los mdices de producción agraria nos muestran con claridad 2 .

El primero iría desde comienzos de siglo hasta aproximadamente 1920. En Aragón fueron años de fuerte crecimiento de casi todas las partidas agrícolas En las dos primeras décadas del siglo el aumento de la población y de la cabana ganadera fueron un estímulo para los productores nacionales de cereales, contando con que las importaciones no aumentaron en una propor­ción similar a la población y que de esta forma les pudo corresponder satisfacer el incremento de la demanda, como muestran las evidencias disponi-

:;—' • - ^^Cf,, AF los índices de producción agraria de " Se ofrece al fmal del texto la representación gráfica de los md.ce p « ^^ , ^

Aragón. Han sido realizados a precios constantes ' l ' ! ! ."^ ' ¡ ^ ^ ^ " . d ^ pueden verse en diferentes producciones en ambos periodos a los que me refiero en este apart p el cuadro 8.

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bles. Así, hasta 1920 los productores nacionales se vieron claramente estimu­lados para garantizar aquella demanda con el grado de protección existente. A la vez, la protección variable con que funcionó el sistema no impidió que en los años de cosechas insuficientes se recurriera al exterior para cubrir los déficit que hubo. En las condiciones anteriormente explicadas la producción cerealista española respondió experimentando hasta 1920 un importante crecimiento. De la misma forma la producción aragonesa creció de forma importante, alcanzando precisamente al final de la segunda década del siglo su valor más alto. Este crecimiento de la producción vino impulsado tanto por el crecimiento de la demanda regional como por la posibilidad de exportar excedentes a otras zonas, especialmente al área barcelonesa. Así lo confirman los datos que tenemos sobre tráfico ferroviario, que muestran una recupera­ción de las exportaciones a Cataluña de trigo desde fines de la primera década del siglo y de harinas desde inicios de la segunda.

La industria harinera barcelonesa, que había crecido de forma muy importante en la segunda mitad del siglo XIX, estaba en 1900, como ha afirmado Jordi Nadal, «cerca de tocar techo» . Así ocurrió efectivamente, pues el giro proteccionista y la no existencia de un régimen de admisiones temporales que permitiera importar grano para luego ser reexportado limitó las nuevas posibilidades de crecimiento para aquella industria, mientras los núcleos harineros del interior localizados en las regiones productoras adqui­rieron ahora un mayor ritmo de expansión.

De esta forma, si bien no tuvo lugar un derrumbe de la industria harinera catalana, sí que es cierto que al favorecer las condiciones del mercado al interior, industrias como la zaragozana tuvieron nuevas oportunidades. Creo que la fuerte especialización de Zaragoza en la producción de trigo frente al resto de los cereales estuvo claramente condicionada por la fuerte demanda de este cereal por el sector transformador.

Si Nadal explicaba que «la afirmación de la industria harinera catalana ha coincidido con la crisis de la producción triguera castellana» (y por extensión se puede decir con la de la aragonesa), y que «el factor de estas dos trayectorias de signo antagónico ha sido único: la entrada de granos extranje­ros, ruinosa para las regiones excedentarias y beneficiosa para las regiones deficitarias» 2', de la misma forma se podría afirmar que la expansión triguera del interior y, en nuestro caso, de Aragón, vino asociada con el florecimiento de su industria harinera. También en este caso el factor eran los granos

2« Nadal (1987), p. 30. " Ibidem, p. 28.

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extranjeros, aunque no su entrada, sino precisamente la limitación de ésta. La tendencia alcista de los precios de los cereales impulsó un fuerte crecimiento de la producción en las tres provincias, pero mucho más en Zaragoza que en

el resto. El olivar vivió también unos años muy favorables, en los que destaca, tras

la mejora del proceso de elaboración, sobre todo en la molienda y prensado, el incremento de las exportaciones de aceites de alta calidad procedentes del Bajo Aragón. En el regadío, la expansión se basó sobre todo en la mtroduc-ción y difusión de una nueva planta, la remolacha azucarera, pero también otros cultivos intensivos y árboles frutales aumentaron su superficie. Paralela­mente, los cereales se vieron desplazados de aquél, especialmente en Zarago­za. El crecimiento de la producción de cultivos intensivos y arboles frutajes superó al de todo el resto de la agricultura. Ello exigió que gran parte del regadío, que tenía carácter eventual, se convirtiera en permanente, que se ampliara también la superficie de regadío - p a r a lo que se realizaron impor­tantes obras públicas, que en muchos casos no dieron sus frutos sino después de la gue r r a - , que se incorporaran también algunos aperos imprescindibles para el cultivo de aquellas plantas y que se usasen abonos inorgánicos, por ser éstas muy esquilmantes para la tierra. El modelo dinámico del regadío - p o r cuanto se podría hablar de otro tradicional que continuaba con el cultivo de cereales en regadíos eventuales- se basó por lo tanto en el uso intensivo tanto de capital como de trabajo.

En el caso de la remolacha azucarera su cultivo surgió en la búsqueda por parte de la Granja Escuela Experimental de Zai^goza de - í ; " » " - ' ; ; ^ 1 -cereales en el regadío durante la crisis finisecular. Entre 1900 y 1935 la producción de remolacha azucarera creció ininterrumpidamente, llegando a producirse en Aragón casi un 50% de la remolacha y azúcar «Panol. Es importante consecuentemente aclarar las razones que exphcan el extraordina­rio desarrollo de este cultivo hasta configurar la primera zona producto a de ü - c «I »«álUi« He la oroducción remolachera es imposible de España. En este caso, el análisis ae la prouui-i. redizar sin la referencia permanente a la industria transformadora por no ser rentable el transporte a larga distancia de la materia prima.

De esta forma puede explicarse el desarrollo del ^-^Pon.nt.nu^ remolachero-azucarero del Valle del Ebro fundamentalmente por su dotación inicial de recursos naturales y su adecuación a la coyuntura económica y la organización de la producción y el mercado de la remolacha.

A partir de 1920 las cosas experimentaron, sin embargo, un profundo cambio' El principal factor que había impulsado e aumento de la producción cerealista, eí c recLento de la población española no solo no ralentizo su

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ritmo, sino que en la década de los veinte su tasa de crecimiento anual fue la más alta de los primeros treinta años del siglo. De la misma forma, las importaciones de trigo no sólo no aumentaron, sino que descendieron de forma notable. Por lo tanto, si la población siguió aumentando y los productores nacionales no perdieron cuota de mercado en favor de los extranjeros, sino más bien al contrario, ¿cómo se explica que no continuase creciendo la producción?

Puede decirse que en los años veinte el mercado de cereales en España comenzaba a mostrar signos inequívocos de saturación. Dos eran las razones que justificaban aquélla: por un lado, el crecimiento de la producción aseguraba un suministro más regular que veinte años antes, cubriéndose por lo tanto ya casi totalmente las necesidades interiores y reduciéndose de esta forma las importaciones del exterior; por otra parte, el crecimiento de la población ya no implicaba crecimientos proporcionales de la demanda de cereales, porque el consumo per cápita de aquéllos iniciaba una pauta decreciente.

En los años anteriores a la primera guerra mundial y en su transcurso, la producción nacional no habia sido capaz de abastecer con regularidad el mercado nacional de trigo, siendo frecuente el recurso a las importaciones. Como se expuso anteriormente, el sistema arancelario había girado en torno a un arancel base completado con recargos o reducciones según cuál fuera el precio en los mercados reguladores castellanos. Durante los años de la guerra, de fuerte crecimiento de los precios de las subsistencias, aquel sistema se había completado con franquicias temporales a la importación de trigo ^. El cambio de la situación se percibe con claridad al inicio de la década de los veinte no sólo porque en el arancel de 1922 se elevara el gravamen para trigos y harinas, sino porque en junio de aquel año se prohibían las importaciones de trigo mientras el precio en los mercados reguladores no superase un determinado límite ^i. Esta prohibición no fue episódica. A partir de aquel año en 1923, 1924, 1933 y 1934 hubo prohibición absoluta de realizar importaciones de trigo. Otros años las prohibiciones sólo afectaron a algunos meses, pudiéndose decir que en general existió una intervención permanente del gobierno, que en función de los precios, cosechas y existencias, levantaba o no la prohibición.

La intervención del Estado se extendía también al establecimiento de tasas al precio del trigo, harina y pan con objeto de intentar mantener los precios

* Montojo (1945), pp. 15-28. 3' Ibídem, p. 27.

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(que debían ser incumplidas de forma bastante generalizada), a la regulación en la creación de nuevas fábricas harineras o a la compra de excedentes de trigo luego destinados a piensos 2

En el caso del trigo se puede hablar en consecuencia del paso de un régimen proteccionista a otro cuasi prohibicionista, complementado con importaciones temporales destinadas a cubrir déficit de producción y evitar en consecuencia subidas fuertes de precios 33_

Y no es que la política prohibicionista fomentara la producción nacional como pensara Larraz^^, sino que más bien a contrario era consecuencia del crecimiento previo de ésta hasta un punto en que el país casi era autosuficien-te. El prohibicionismo, por lo tanto, buscaba la protección de los productores nacionales en un momento en el que el mercado mundial del trigo registraba importantes tensiones como consecuencia del exceso de oferta y en el que los precios de éste eran netamente inferiores a los españoles, como consecuencia de sus también inferiores costes de producción.

La respuesta fue diferente a la que tuvo lugar tras la crisis fimsecular. Ahora, el cierre del mercado exterior, siempre que éste no fuera imprescmdi-ble, fue la vía para salvar a una producción nacional, que había crecido de forma considerable, de una crisis inevitable en un contexto más competitivo. Por otra parte, la respuesta española en nada difirió de la llevada a cabo en la práctica totalidad de los países importadores europeos.

Todo indica por lo tanto que la oferta fue capaz generalmente de atender la demanda, lo que dada la imposibilidad de convertir a España en un pais exportador por los cíesfavorables costes de producción interiores, imphco una falta de estímulos para un mayor incremento de la producción. El mayor crecimiento de la producción de cereales-pienso perceptible desde prmcipios de siglo, y más todavía a partir de 1920, confirmaba las tesis de Flores de Lemus en el sentido de que «apenas la producción se fuera acercando al hmite del consumo interior, quedaría refrenada por el precio, y la explotación de nuestros campos habría de orientarse hasta la transformación de la produc­ción vegetal en carne y sangre, en cantidades cada vez mayores, absoluta y relativamente» ^^.

" Ibidem, pp. 28-49. feralmente por U ley de Cortes de lO-VI-1922 33 Este cuasi prohibicon.smo fue ^°^^^J^^^^^^^^J^, ,q„éLs no superasen el limite

que prohibía la entrada de trigos y harmas mientras el precio ac ^ , _ „ V : , di,rrecional-de 53 pesetas el quintal. Entre 1926 y 1930 el gobierno f ' 7 ° ™ ; ^ ° V a j T o j í mente dicha prohibición. En 1930 se derogó esta facultad, cfr. Larraz (1935), p. 10.

^ Ibidem. 35 Flores de Lemus (1926:1976), p. 472.

419

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VICENTE PINILLA NAVARRO

La segunda cuestión a la que hacíamos referencia era el hecho de que el fuerte incremento de la población a partir de 1920 no se tradujera automática­mente en incrementos similares de la demanda de cereales-alimento. A este respecto la hipótesis que sustentamos es que España puede situarse entre el grupo de países europeos importadores netos y con gran importancia del trigo en sus dietas, que mostraban una pauta de consumo per cápita descen­dente. Según los cálculos de Malembaun^, desde 1919 el consumo per cápita descendió en España. Tenemos otros datos que confirman esta aseveración, como son las disponibilidades de trigo per cápita. Al final de la guerra mundial se alcanzó el valor más alto de éstas, que luego descendieron para estabilizarse en cifras similares a las de comienzos de siglo.

La creciente urbanización de la sociedad española en el primer tercio del siglo XX y el que el trigo se comportara como un bien inferior a partir de 1920, con una elasticidad-renta inferior a 1 y probablemente negativa, justifica dicha pauta descendente en el consumo.

De esta forma, aun cuando la población incrementó todavía más su ritmo de crecimiento, el mercado de cereales mostró claros síntomas de saturación, consecuencia tanto del aumento de la producción que había tenido lugar como del inicio de una pauta descendente en el consumo de trigo per cápita, con lo que finalizaron los estímulos para su expansión. Similares problemas existieron en otros paises europeos en los que también había crecido hasta entonces de forma notable la producción cerealista. El descenso de los precios del trigo y otros cereales, debido al incremento de la producción procedente de Ultramar, fue contestado con políticas fuertemente proteccionistas.

En el sector oleícola la fuerte competencia de los aceites refinados también tendió a desplazar a los aceites aragoneses de los mercados exteriores. La producción de remolacha azucarera creció a un ritmo notablemente inferior al precedente, como resultado del incremento de la producción en otras zonas de España y de los intentos por parte de la industria, que adquiría progresiva­mente un auténtico carácter oligopolista, de evitar los crónicos problemas de superproducción. En el mercado de Barcelona los cultivos forrajeros sufrie­ron la fuerte competencia de Lérida, donde su producción había crecido de manera muy notable. En general, para la expansión del conjunto de los cultivos intensivos pudo existir también el problema de la limitación en la oferta de agua, por cuanto algunas de las obras públicas en construcción o en vías de finalización no entraron en servicio sino años más tarde.

^ Malembaun (1953).

420

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

El estallido de la guerra civil, en la que se iban a poner de manifiesto las graves tensiones sociales que persistían en el campo, interrumpió de forma brusca las importantes transformaciones que en la agricultura aragonesa estaban teniendo lugar. La breve pausa de la guerra iría seguida de una más larga como consecuencia del estancamiento que la economía española experi­mentó en la década de los cuarenta.

CUADRO 3

Productividad del trabajo

1886-1890 1900 1910 1917-1921 1930-1935

Producto agrícola (a precios de 1910) por activo masculino

Huesca 1375 1.371 1-364 1-499 1.688 ír:r.;:::::;::::: I:^ 1-174 u^ ¡-i ¡.«s Zaragoza 1.276 1-173 M H -488 -63 Aragón 1.247 1.230 1-195 1-390 1-596

Superficie agrícola por activo masculino

Huesca 5,57 5,28 5.49 5.48 7,36 Teruel 6,71 6.71 6.58 6,88 9,60 Zaragoza 4.49 4,17 3,36 4.80 5.91 Aragón 5,40 5,20 4.85 5,57 7.27

Productos agrícola (a precios de 1910) por Ha. de superficie agrícola

Huesca 247 260 249 273 229 Teruel 157 175 175 165 149 7 Z 281 331 310 277

A::^:'.:::::::::: 2. _ _ J 3 ^ _ '^ Números índices (Base 100=1900) .

FUHNTB: V. Pinina (1990). p. 447 Una ^ ^ ^ f ^ . ' ^ f l ^ t ^ T . ^ T l ^ ' ^ ^ ^ ^ ' l ^ ^

pp. 865-871, 875-876 y syi-SVf °«= *^"J Agronómica hasta 1928, Ministerio de Econo-

de Población.

421

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VICENTE PlNIl.l.A NAVARRO

CUADRO 4

España importaciones (M), exportaciones (X) j disponibilidades de trigo

5=113 6=1 + 3 9=618

Saldo ruto (M-X) Producción de trigo Disponibilidades

Disponihi-lidades

(Miles Nüm. (Miles Niím. Saldo neto (Miles Núm. Población per cápita de Qm.) índices de Qm.) índices producción de Qm.) índices (miles) (f^¿-)

1880-1884 .

1885-1889 .

1890-1894 .

1895-1899 .

1900-1904 .

1905-1909 .

1910-1914 .

1915-1919 .

1920-1924 .

1925-1929 .

1930-1935 .

1.009

1.956

2.492

1.538

1.522

1.605

1.839

2.350

2.046

1.246

482

40 78 100 62 61 145 74 94 82 50 19

23.138

25.423 32.291

32.552

33.872

37.722

37.355

39.788

43.018

100 110 140 141 146 163 161 172 186

10,77

6,05 4,71

11,07

5,43

6,23

5,48

3,13

1,12

25.630

26.960

33.812

36.157

35.711

40.072

39.401

41.034

43.501

100 105 132 141 139 156 154 160 170

17.916

18.320

18.796

19.441

20.128

20.812

21.637

22.749

24.011

143 147 180 186 177 193 182 180 181

(•) La harina importada o exportada ha sido convertida en trigo.

FUENTE: Saldo neto del comercio exterior 1880-1914: G.E.H.R. (1980), pp. 104-105. Saldo neto del comercio exterior 1915-1935: G.E.H.R. (1989), pp. 111-114. (Los datos de las importaciones de harina han sido tomados directamente de las Estadísticas del Comercio Exterior di España). Producción de trigo: J. L Jiménez Blanco (1986b), p. 885. Población: Promedios de los datos anuales obtenidos de R. Nicolau (1989), pp. 70-71.

422

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

CUADRO 5

Tasas de crecimiento medio anual de la producción agraria (en %)

Huesca Teruel Zaragoza Aragón España

1896-1900 a 1916-1920

r 1 1.47 1.11 Cereales ' „ „„ , • 1,99 0,89 Leguminosas ' Viñedo -3 .67 . - 4 . 2 Olivar _0.50 _J62 Frutales+ c. intensivos ^'-'^ „ , • - . , 047 0,42 Producción aerícola ' „ , , D . - • 0 42 0,22 Producción agraria ' 1916-1920 a 1931-193S r , 0,03 -0 ,31 Cereales , „, T -2 ,72 -1 ,81 Leguminosas ' „ __ \r- A -3 ,50 0,77 Viñedo ' , _ o r -3 ,80 -1 .47 Olivar ' „ - ,

— O 34 — 0,23 Frutales+ c. intensivos "••"

rt ¿"I Q AA

Producción agrícola ' „' . D j • • -0 ,47 -0 ,41 Producción agraria ' 1896-1900 a 1931-1935 r , 0,85 0,50 ^ " * ' " - 0 0 6 -0 ,39 ^ ^ 7 " ° " ^ -3,60 -2,29 Viñedo •"' „ Olivar -1-36 - ° ' ? ;

- 0 3 3 - 0 , 1 1 Frutales+ c. intensivos • „ „ . o . . . . , 0,00 0,04 Producción agrícola • . . . p j • 0,04 -0 ,05 Producción agraria '

FUENTE: Aragón, cuadro 9; España, G.E.H.R. (1987), p. 416.

1,98 9,69 3,65 6,94 3,88 1,68 1,53

0,95 •3,45 0,87

•1,12 0,15

•0,47 •0,48

0,71 3,85

-1,74 3,41 2,26 0,75 0,66

1,60 2,70

-3 ,76 2,15 1,47 0,99 0,83

-0 ,48 -2 ,56

0,14 -1 ,96 -0 ,06 -0 ,51 -0 ,46

0,70 0,41

-2 ,11 0,36 0,81 0,34 0,28

1,97 2,41 1.10 3,31 3,77 2,46 2,53

0,94 -0 ,19 -1 ,13

0,89 2,49 1,19 1,06

1.53 1,29 0,14 2,26 3,22 1,92 1,90

423

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VICENTE PINILLA NAVARRO

CUADRO 6

Producción agraria por provincias a precios de 1910 (miles de pesetas)

1886-90 1900 1910 1917-21 1930-35

HUESCA Agricultura 102.320 Sistema cereal 54.168

Trigo 33.983 Cebada 12.266

Viñedo 18.116 Olivar 2.801 Frutales — Raíces, tubérculos y bulbos —

Patata — Plantas industríales —

Remolacha azucarera O Plantas hortícolas Praderas artificíales — Montes 4.400 Ganadería 12.678 Total general 119.398

TERUEL AgricKltKra 68.554 Sistema cereal 39.525

Trigo 15.234 Viñedo 5.475 Olivar 4.625 Frutales — Raíces, tubérculos y bulbos —

Patata — Plantas industriales —

Remolacha azucarera — Azafrán —

Plantas hortícolas — Praderas artificiales — Montes 10.040 Ganadería 17.721 Total general 96.314

ZARAGOZA Agricultura 136.802 Sistema cereal 73.202

Trigo 42.319 Cebada 21.263

Viñedo 43.468 Olivar 2.550 Frutales — Raices, tubérculos y bulbos —

Patata — Plantas industriales —

Remolacha azucarera O Plantas hortícolas — Praderas artificiales — Montes 2.070 Ganadería 17.815 Total general 156.686

97.752 47.884 34.156 6.722

13.910 8.724 — 4.165 2.957

322 0

— — 4.560

12.678 114.990

81.128 47.332 21.068 7.714 7.154 — 7.863 7.192 4.627

0 3.603 — — 9.742

17.721 108.591

126.697 64.659 40.299 15.185 34.192 3.494 — 4.461 3.623 6.212 5.932 — — 2.125

17.815 146.637

97.234 56.728 39.971 8.881 8.493 5.078

586 3.896 2.610

291 160

9.713 12.448 4.498

12.149 113.881

80.041 47.305 19.610 3.948 9.777 1.278 8.733 7.857 3.840

655 2.940 2.723 2.437 9.807

16.743 106.591

124.133 80.833 43.869 20.616 6.349 5.253 3.056 7.510 6.126

11.791 10.282 4.283 5.059 2.262

18.492 144.888

99.215 59.564 42.654 7.597 4.927 9.935

744 3.301 2.392

990 872

11.225 8.529 4.619

13.858 117.692

82.070 51.182 21.563 2.817 9.309 1.324 6.766 6.009 5.075 1.954 2.937 3.022 2.575 9.185

15.879 107.134

171.177 88.086 62.650 13.329 14.982 13.717 2.405 6.967 5.886

30.219 27.911 3.748

11.052 1.941

20.815 193.932

91.889 58.350 42.230 8.065 3.176 6.152 3.823 3.807 2.914 1.951 1.906 6.425 8.205 4.181

13.078 110.448

75.236 46.201 21.498

3.137 7.715 1.001 3.972 2.862 5.906 3.925 1.852 3.335 3.970 8.976

15.620 99.832

153.673 77.210 53.205 13.652 18.463 10.226 4.086 6.228 4.188

23.111 22.293 5.532 8.816 1.906

18.449 174.028

FUENTE: V. Pinilla (1990), pp. 713-715.

424

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

CUADRO 7

Producción agraria por provincias a precios corrientes (miles de pesetas)

1S86-90 1900 1910 1917-21 1930-35

H U E S C A , „ , , Agricultura 87.140 97.031 Sistema cereal 49.984 50.566

Trieo 31.306 37.712 Viñedo.::::.: ^ . i s s 8.567 Olivar 2.174 8^23 Frutales Raices, tubérculos y bulbos ... I7A Plantas industriales ^ Z^

Remolacha azucarera O Plantas hortícolas Praderas artificiales 7^01 Montes, dehesas y pastos 3-333 4.4J1 Ganadería .. 9.665 10.216 Total general 100.139 111.738

TERUEL Agricultura 54.884 80.739 Siftema cereal 33.860 47.258

Trieo 14.045 20.800 Viñedo.:::::::::::::: 3.249 8.710 Olivar 3.123 5J28 Frutales — Raíces, tubérculos y bulbos ... — '-2°° Plantas industriales n

Remolacha azucarera Plantas hortícolas Praderas artificiales cT OA Montes, dehesas y pastos 7.606 9.5^4 Ganadiría .. 13-725 14.481 Total general 76.216 104.813

ZARAGOZA , , n í n o Agricultura 107.576 119.308 Siíema cereal 60.609 67.977

Trieo 34.290 42.082 viLr.::::::::::::: 30.213 23.765 Olivar 2^20 2J50 Frutal" __ , j 3 4 Raíces, tubérculos y bulbos ... 7417 Plantas industriales 7 118

Remolacha azucarera O j ^ Plantas hortícolas Praderas artificiales Montes, dehesas y pastos 1-568 Ganadería 13-958 Total general 123-102

F U E N T E : V. Pinilla (1990), pp. 1019, 1022 y 1025.

2.093 15.156

136.556

97.234 56.728 39.971 8.493 5.078 586

3.896 291 160

9.713 12.448 4.498 12.149 113.881

80.041 47.305 19.610 3.948 9.777 1.278 8.733 3.840 655

2.723 2.437 9.807 16.743 106.591

124.133 80.833 43.869 6.349 5.253 3.056 7.510 11.791 10.282 4.283 5.059 2.262 18.492 144.888

190.533 121.957 88.513 11.041 16.797 1.868 5.514 1.997 1.871

23.171 8.187 4.366 22.985 217.884

164.302 101.196 41.024 8.628 16.306 4.279 10.266 12.756 5.057 6.489 4.382 12.113 25.784 202.199

301.722 159.647 115.250 18.223 22.627 5.987 12.329 52.487 47.847 6.143 24.281 6.686 35.536

343.945

169.209 97.092 70.113 7.249 7.438 14.411 11.299 4.104 4.040 16.706 10.910 5.180

24.073 198.461

145.025 87.454 39.882 7.587 8.377 3.427 8.444 12.664 8.528 9.275 7.797 9.730

26.278 181.034

299.174 146.031 100.392 27.536 11.462 17.804 14.595 49.977 48.347 13.371 18.398 4.728 32.503

336.405

425

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VICENTE PINILLA NAVARRO

GRÁFICO 1

Aragón. Índice de la Producción Agraria

(100=1891-99)

1890 • ' ' ' ' • • I l i l i l í I I I I I I I

1895 1900 1905 1910 1915 1920 1925 1930 1935

IPA (anual) IPA (m. móvil)

GRÁFICO 2

Huesca. índice de la Producción Agraria

(100 = 1891-99)

1890 1895 1900 1905 1910 1915 1920 1925 1930 1935

IPA (anual) IPA (m. móvil)

426

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LA PRODUCCIÓN AGRARIA EN ARAGÓN (1850-1935)

GRÁFICO 3

Teruel. Índice de la Producción Agraria (100=1891-99)

1890 1895 1900 1905 1910 1915 1920 1925 1930 1935

IPA (anual) IPA (m. móvil)

G R Á F I C O 4

Zarago:(a. Índice de la Producción Agraria (100=1891-99)

. l i l i

l i l i

1890 1895 1900 1905 1910 1915 1920 1925 1930 1935

IPA (anual) IPA (m. móvil)

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ARTÍCULOS

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LOS JUROS DE ECLESIÁSTICOS. PARTICIPACIÓN DE LOS CONVENTOS ANDALUCES EN LA DEUDA PUBLICA CASTELLANA

A N T O N I O LUIS LÓPEZ MARTÍNEZ Universidad de Sevilla

«... que en adelante se mire el recato y madurez con que otra vez se ha de tratar con la Hacienda Real».

RINCÓN: Protocolo del Monasterio de Santa María de las Cuevas'.

RESUMEN

Durante los siglos XVI y xvn en la Iglesia española predominó una mentali­dad de carácter marcadamente rentista. Sus inversiones iban dirigidas a la adquisición de propiedades inmobiliarias, para ser cedidas en arrendamiento, o a la concesión de créditos, tanto privados (censos consignativos) como públicos (iuros) A lo largo del siglo xvn, las instituciones eclesiásticas terminaron por convertirse en las principales acaparadoras de títulos de deuda pública. Los privilegios concedidos por la Corona permitieron a los eclesiásticos situarse en una posición venujosa a la hora de adquirir nuevos títulos mediante operacio­nes especulativas que rozaban lo fraudulento. Sin embargo, la quiebra de la monarquía española acabó por afectar también a la Iglesia, situando algunas instituciones en graves dificultades financieras.

ABSTRACT

A strongly rentUr mentality prevailed in the Spanish Catholic church during the XVlth and xvnth centuries. Investments were applied to the acquisi-tion of real estáte properties to be rented for long periods of ume or used to gram credits, either prívate ones (censos consignativos) or public credits (juros). ChurÁ institutions finally became during the xvnth century the mam rnonopolizers of public debt bonds. The advantages granted b y j h e Crown allowed the clerey a propitious position for the acquisition of new bonds by means orsp^cufatíve o,í«^^^^^ were nearly fraudulent. However, the UnkmptcyTf the^^^^^^ eventually affected the Church itself, and it placed some institutions in a diflicult financial position.

Citado por Cuartero Huerta (1950), v. 2, p. 194.

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ANTONIO I.UIS I.OPEZ MARTÍNEZ

INTRODUCCIÓN

La bibliografía sobre los juros, aunque no copiosa, es lo suficientemente importante como para que su origen, funcionamiento y diversas vicisitudes nos sean bastante bien conocidos 2. Sin embargo, dicha bibliografía presenta un marcado carácter oficial, ya que se basa, en casi su totalidad, en documen­tación emanada de la Hacienda Real, habiéndose prestado poca atención, tal vez por el carácter macroeconómico que ha revestido el análisis de los juros, a las fuentes privadas, es decir, la documentación procedente de los tenedores de juros y que, a nuestro entender, permite conocer mejor cuáles fueron las motivaciones de la inversión en juros, asi como las repercusiones que los continuos valimientos, descuentos y anulaciones tuvieron sobre las econo­mías domésticas de los juristas.

Para el estudio de los juristas hemos escogido la Iglesia, que se constituyó en el primer tenedor de juros del reino. La imposibilidad de abarcar toda la documentación eclesiástica y la falta de estadísticas generales que delimiten el papel de los juristas eclesiásticos nos lleva a acotar aún más nuestro estudio, tanto geográfica como cuantitativamente. Andalucía fue, por diversos moti­vos, riqueza agraria, desarrollo del comercio interior y cabecera del tráfico a Indias, región en que se desarrolló una intensa circulación monetaria, lo que la convierte en privilegiado observatorio para estudiar las repercusiones que tuvieron las emisiones de la deuda pública. Dentro de la Iglesia, se ha prestado una mayor atención al clero regular, tanto por su destacado papel como poseedor de juros como por cuestiones metodológicas, la conservación de sus archivos.

El presente estudio se encuadra en un proyecto más amplio que sobre la economía del clero regular andaluz iniciamos hace ya varios años 3. Hipótesis básica en el mismo era el tratar de demostrar que la pretendida idea de pasividad y desidia de la Iglesia en la administración de sus propiedades, que de manera intencionada se había ido gestando en el siglo XVIII y, posterior­mente había sido asumida por otros estudiosos hasta casi nuestros días, carecía del más mínimo respaldo documental y que, por el contrario, la gestión económica de la Iglesia no se diferenciaba, sustancialmente, de las actitudes más innovadoras de los estamentos laicos.

Nuestro objetivo en este estudio es analizar las causas del interés de la

2 Principalmente, Artola Gallego (1982), Castillo Pintado (1963 a y b), Domínguez Ortiz (1960), Toboso Sánchez (1987), Torres López y Pérez-Prendes (1967) y Ulloa (1977).

3 López Martínez, A. L. (1992).

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LOS JUROS DE ECLESIÁSTICOS. PARTICIPACIÓN DE LOS CONVENTOS ANDALUCES

Iglesia hacia este tipo de inversión, la deuda pública*, y tratar de demostrar que aquél no respondió, exclusivamente, a criterios de seguridad en la inversión y comodidad a la hora de percibir una renta anual, sino que, además, obedeció a la búsqueda de una racionalización en la inversión, que trataba de conseguir mayores beneficios económicos.

ADQUISICIÓN DE JUROS POR LOS CONVENTOS

Para estudiar la actitud de las comunidades eclesiásticas ante los juros contamos con varios tipos de documentos. En primer lugar, los libros de protocolos conventuales, que informan sobre su adquisición; en segundo lugar, diferentes relaciones de juristas que indican cuál fue el alcance de la participación de los eclesiásticos en esta modalidad de la deuda pública; finalmente, los libros de contabihdad monástica, que reflejan las fluctuaciones que experimentaron los abonos de los réditos de los juros.

Del análisis de algunos libros de protocolos conventuales 5 se desprende que los primeros juros adquiridos por los conventos estudiados datan del siglo XV, figurando como primeros propietarios la Cartuja de las Cuevas, con tres juro¡ con 35.000 maravedíes de rédito, dos recibidos por donación y uno por compra 6, y el convento de monjas agustinas de S. Leandro, que recibió la donación de un juro de 34.000 ms. de rédito. No se puede, realmente, hablar de deuda pública al referirnos a estos primitivos juros, los juros «de merced», que consisten en el derecho, concedido por la Corona, a percibir una pensión anuaF. La mayoría de estos juros «de merced», vitalicios y perpetuos, recayeron en manos de las instituciones eclesiásticas».

Durante la primera mitad del siglo XVI la documentación manejada confirma que los conventos continuaron beneficiándose de los juros perpe-

" . . :A_ j - u Toli-cia en los iuros ha sido tratado, entre otros, por

Sánchez (1987), pp. 211-212 _ j^„ ^ ,„, conventos de Sta. Paula, S. Leandro, S.

C l e l ^ : r a r ^ i r ^ r í r u r u " ; cuevas de Sevilla y carmelitas descalzas de Sanlücar .a

" T L e s t r a de, Ínter. a c . s i n s t e s ^ ^ - J ^ ^ ^ ^ ^ ' n " - ! ^

r r C a r d T t m r e ^ r í ¿ V n 4 7 " 3 ^ V 6 1 4 . ^ Cuartero Huerta (1950). v. 1.

p. 211. ' Toboso Sánchez (1987), p. 37. 8 Toboso Sánchez (1987), p- 32.

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ANTONIO LUIS LÓPEZ MARTÍNEZ

tuos, algunos de ellos en especie, que la Corona les hacía merced, destacando en este sentido los donados a la Cartuja sevillana por D. Manuel I de Portugal (atunes y especias orientales) y por D. Carlos I de Castilla (atunes)'. Todavía, hasta 1560, se puede afirmar que la mayor parte de los juros en circulación estaban en poder del clero Í". Por el contrario, la participación del clero regular en la nueva modalidad de la deuda pública, los juros al quitar, no parece que tuviese importancia hasta las últimas décadas del siglo XVI.

A través de los libros de protocolos se observa cómo los conventos adquieren numerosos juros redimibles en las útimas décadas del siglo XVI mediante variados procedimientos, que comprenden herencias de religiosos, dotes de monjas, donaciones en retribución por servicios religiosos y com­pras. En total, los libros de protocolos estudiados registran la adquisición de 12 títulos de deuda pública, de los cuales 6 corresponden a títulos de juros, mientras que los otros 6 se trata de imposiciones de censos sobre juros de mayor cuantía, propiedad de particulares, modalidad que, a la vista de los datos, debió de ser bastante corriente. Hay que tener en cuenta que, en todo momento, los juros fueron considerados como un valor plenamente negocia­ble, pudiendo ser objeto de cualquier tipo de operación comercial no sólo entre la Corona y un particular, sino también entre particulares. Podía ser objeto de compra-venta, de traspaso, utihzarse para pagar deudas o usarse como fianza en operaciones comerciales y, finalmente, ser utilizado como garantía en la constitución de un censo ^^ Entre las adquisiciones hay registradas tres compras por un importe de 2.500.000 maravedíes.

Los réditos de los juros adquiridos durante el siglo XVI por las institucio­nes regulares eran superiores a los 600.000 maravedíes anuales de renta, estando el interés de estos juros comprendido entre los 14.000 y los 20.000 maravedíes el millar, que es el predominante para la época, siendo la tipología de los mismos muy amplia, ya que van desde los 5.357 hasta 319.090 maravedíes de renta, el mayor de ellos.

Además de los protocolos monásticos, se cuenta para el siglo XVI con una serie de relaciones de titulares de distintas deudas públicas que permiten aproximarse a una evaluación de la participación de los conventos en dicho tipo de rentas. Para los años comprendidos entre 1586 y 1589 se dispone de cuatro relaciones de titulares de juros sobre alcabalas de Sevilla 12. Entre las

' Cuartera Huerta (1950), p. 405. 1° Castillo Pintado (1963 b), p. 259. " Toboso Sánchez (1987), p. 60. '2 Archivo Municipal de Sevilla (AMS), sección 1, Carpeta 173, n. 26, contiene las relaciones

de 1586, 1587 y 1588; la de 1589 figura en la sección 3, t. 2, n. 4.

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LOS JUROS DE ECLESIÁSTICOS. PARTICIPACIÓN DE LOS CONVENTOS ANDALUCES

mismas las diferencias son mínimas, por lo que hemos decidido analizar la de 1589. Los juros aparecen clasificados según tres categorías: perpetuos, al quitar y vitalicios. De éstos, los juros pertenecientes al clero regular eran los siguientes:

25 juros perpetuos cuya renta anual se eleva a 213.206 ms., variando las rentas entre los 500 y 55.555 maravedíes, aunque la mayoría se encuentra entre 4.000 y 12.000 maravedíes, siendo la media de 8.528. Entre ellos hay tres cuyos réditos aparecen consignados en especie, 300 fanegas de trigo, aunque aparece su equivalencia en metáhco. Los titulares de éstos eran 17 conventos, de los que 9 son de la ciudad, 3 son de otras localidades del Reino de Sevilla y 5 conventos son de fuera de Andalucía.

— 4 juros vitalicios con 28.000 maravedíes de renta anual y pertenecen a 4 conventos de la ciudad. Tanto en los juros perpetuos como en los vitalicios el interés es reducido, probablemente debido a su antigüe­dad, al tratarse de juros medievales.

— 20 juros al quitar, cuya renta es de 1.165.749 maravedíes annales y su renta media de 58.287, oscilando las rentas entre 4.000, para los más bajos, y 175.000 maravedíes, los más altos. Los titulares son 16 conventos, de los que 8 son sevillanos y los restantes pertenecen a locaüdades de fuera de Andalucía, lo que da una idea de lo atractivo que resultaba la inversión en las alcabalas sevillanas, debido, sin duda, al rápido crecimiento de la ciudad.

En total en esta relación figuran 49 títulos de juros en manos de instituciones'monásticas, con unos réditos anuales de 1.406.955 maravedíes. Aunque se trata de una sola de las numerosas rentas de la Corona sobre la que se situaban los juros, dada su importancia, permite realizar un muestreo de la inversión del clero regular andaluz en la deuda pública. Lo primero que sa^ta a la vista es, a pesar del elevado volumen de la renta de los pros de los regulares, el escaso peso de éstos en el conjunto de los juros puestos en circulación i .

.3 De un carácter similar al de los juros son los censos situados sobre las rentas municipales de la ciudad de Sevilla. También se trata de deuda P " f " ~ 7 ^ ' ' » ' í » ^ ^ ' . tv i l i raTnt reTsTZ carácter municipal y no estatal. Entre los compradores de la deuda ^-''¡^fJT^Í'^'^^''']l y 1596 figuran instituciones e individuos eclesiásticos que adquieren 42.575.213 maravedíes, lo y ovo riguran in» municipal emitida, porcenta)c muy ba)o, pareado al que supone solo el 2,7 "/o de la acuaa niumi^íp . r - \dq • 71 estudiado en el caso de las alcabalas de la ciudad. Martínez Ruiz, J. I. (1992), pp. 349-371.

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ANTONIO LUIS LÓPEZ MARTÍNEZ

— Total de juros impuestos sobre las alcabalas de Sevilla 976 — Juros de regulares impuestos sobre ídem 49 — Porcentaje de los segundos sobre los primeros 5 — Importe del situado sobre alcabalas de SeviUa .. 155.301.896 maravedíes — Importe de los réditos de los juros de los regulares impuestos sobre

jjgj^ 1.406.955 maravedíes

— Porcentaje del 2° respecto del 1.° 0,9

Como se ve, la participación de los conventos en la Deuda Pública es en el siglo XVI bastante reducida. Las causas son variadas; por una parte, la legislación civil, que prohibía la adquisición de juros redimibles por parte de eclesiásticos y extranjeros, que se mantuvo hasta ser abolida por Felipe II »t. Pero también, por motivos económicos, en otro estudio hemos demostrado que en esta época se desarrolla una gran actividad de los conventos en la compra de tierras, que, además de ser tradicional en las economías monásticas andaluzas, desde la Edad Medíais, resultaba, posiblemente, más atractiva, ya que el incremento de la demanda inelástica motivaría una subida de los precios de los artículos de primera necesidad que traería consigo la subida de la renta de la tierra. La generalización de la institución del mayorazgo a lo largo del siglo XVI limitó considerablemente el mercado de la tierra '*, a lo que hay que añadir la aparición de otros competidores, la burguesía urbana " , lo que terminó encareciendo, apreciablemente, las propiedades rústicas, en un momento en que se comenzaban a apreciar los primeros síntomas del cambio de coyuntura, reflejados en el descenso de los precios de los productos

agrarios '*. Durante el siglo XVII el interés de las órdenes religiosas por los juros se

acentuó, como lo muestran las 24 adquisiciones que recogen los libros de protocolos para esta época. De estas adquisiciones 12 fueron por compra, también en 9 casos los conventos adquirieron tributos situados sobre juros de mayor cuantía. Las adquisiciones se realizaron con anterioridad a 1672, no registrándose ninguna adquisición con posterioridad. Los réditos de los juros y tributos situados sobre juros adquiridos suman 636.820 maravedíes anuales, lo que supone una media de 26.534 anuales, aunque el abanico resulta muy amplio, siendo el mayor de 374.000 maravedíes de rédito anual. Los 12 títulos

i« Toboso Sánchez (1987), pp. 57-58. 15 Collantes de Terán (1979), pp. 137-138. 16 López Martínez, A. L. (1992), pp. 176-178. n Berna] (1988), pp. 54-59. 18 Ponsot (1986), p. XXII.

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LOS JUROS DE ECLESIÁSTICOS. PARTICIPACIÓN DE LOS CONVENTOS ANDALUCES

comprados en el siglo XVII importaron 23.000.000 de maravedíes de nominal, que supone más de 10 veces la cantidad invertida por los conventos estudia­dos en este mismo tipo de operaciones durante el siglo anterior.

De todo lo anteriormentít expuesto se desprende que la mayor parte de las adquisiciones, así como el mayor volumen de inversión en deuda pública consolidada, se sitúa entre las últimas décadas del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, en que los conventos adquirieron la mayor parte de sus títulos. Este interés de la Iglesia no decayó cuando comenzaron a producirse las primeras muestras del indudable agotamiento de las rentas públicas sobre las que se situaban los juros, lo que hi20 que muchos títulos quedasen sin cabimiento al superar los situados el montante total de dicha renta; al mismo tiempo los monarcas comienzan a llevar a cabo los primeros descuentos de los réditos de dichos juros. Sin embargo, a partir de 1635, fecha en que se puede decir que se institucionaliza el descuento de las medias annatas, todavía se registran 7 adquisiciones de juros, de las que 4 corresponden a compras por más de 11.000.000 de maravedíes, que supone casi la mitad de todo lo adquirido en compras de juros durante el siglo XVII. Por otra parte, si bien otras adquisiciones de juros tienen que ver con donaciones por servicios religiosos, dotes y herencias, no hay que ver en estas operaciones una actitud pasiva de las instituciones regulares, puesto que al tratarse en numerosas ocasiones de pagos por servicios religiosos concertados o por dotes de monjas al profesar, la comunidad tenía libertad para rechazar los títulos de juros y exigir otro tipo de bienes como medio de pago.

Es decir, que el interés de la Iglesia por los juros se prolongó algunas décadas masque el de los seglares. La Iglesia seguía adquiriendo juros cuando era público y notorio el descrédito de tales títulos. ¿Cuál pudo ser la causa de este prolongado interés de la Iglesia por los juros a pesar de su evidente deterioro? Sin duda alguna, fueron las reservas otorgadas por los monarcas, buena parte de las cuales recayeron sobre diversas instituciones eclesiásticas, que se convirtieron en entidades privilegiadas, parcial o totalmente, libres de los descuentos realizados sobre los réditos de los juros. En 1649 se institucio­nalizaron las reservas que los monarcas habían ido aphcando con anteriori­dad resultando principalmente beneficiados los conventos de monjas y colegios de jesuítas. Así, al adquirir una de estas instituciones un juro, aunque estuviese depreciado, automáticamente pasaban a aplicársele los privilegios de que disfrutaban, lo que permitía la revalorización del mismo. Como di)imos anteriormente, la situación se prestaba a todo tipo de manipulaciones fraudu­lentas. Determinados propietarios de juros, dada la devaluación que éstos experimentaban, pudieron cederlos a la Iglesia, librándose de este modo de

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ANTONIO LUIS LÓPEZ MARTÍNEZ

los descuentos, gracias a las reservas de que gozaban los juristas eclesiásticos, a cambio de percibir vitaliciamente las rentas de sus antiguos juros ^'. También debió ser frecuente la compra, por las comunidades, de títulos devaluados por menor valor que el de su nominal, aunque no hemos podido contrastar este último aspecto documentalmente.

Una buena parte de las adquisiciones de juros por la Iglesia se efectuaron a particulares, lo que confirmaría lo que anteriormente hemos expuesto respecto a la transferencia de juros de particulares a la Iglesia. Toboso afirma que la Iglesia sólo adquirió de primera imposición algo más del 11 % de los juros emitidos 20; sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XVllI diversos testimonios nos sitúan los réditos de los juros percibidos por los eclesiásticos en cerca de un 75 % del total de los intereses devengados por los

juros:

Eclesiásticos Total %

Corona de Castilla 1750 9.998.082 13.335.960 74,97 21 Reino de Sevilla 1773 1.000.000 1.339.000 74,68^2

En este sentido, hay que destacar que de los 8 juros que pertenecían al colegio jesuíta de S. Hermenegildo de Sevilla en 1645, sólo 3 están encabeza­dos en dicho colegio 23, mientras que ninguno de los 11 juros que poseía el convento de S. Francisco de Sevilla estaba encabezado en él, según unas relaciones de 1764-81».

Durante la segunda mitad del siglo XVII el papel de la Iglesia como propietaria de juros subió considerablemente, al mismo tiempo que bajaba el de otros sectores sociales, que ante la caída de los réditos de los juros trataron de desprenderse de ellos, o bien vieron cómo los perdían al quedar sin cabimiento. Una prueba de la mayor participación de la Iglesia en la deuda

1' Toboso Sánchez (1987), pp. 211-212. 20 Domínguez Ortiz (1960), p. 325; Torres López y Pérez-Prendes (1967), p. 30; Herrera

García (1988), p. 97 y Toboso Sánchez (1987), p. 182. 2) Grupo'75 (1977), p. 201. 22 Re lac ión de juristas del R e i n o de Sevil la e laborada p o r Herrera García (1988) , p p . 104-117 ,

en base a una certificación del contador D . Antonio de Domezaín. 23 AMS Papeles del Conde del Águila, folio, t. 12, 1-2. 2* Archivo Provincia Bética Franciscana (APBF), carpeta 43, leg. 45.

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LOS JUROS DE ECLESIÁSTICOS. PARTICIPACIÓN DE LOS CONVENTOS ANDALUCES

pública lo tenemos en las nuevas adquisiciones de deuda pública consolidada municipal para los años comprendidos entre 1665 y 173625;

Deuda municipal vendida 11.333.393 rs. ídem, adquirida por la Iglesia 6.823.741 rs. Porcentaje de la 2.» respecto a la 1.» 60,21

El predominio de la Iglesia en estas adquisiciones de deuda municipal contrasta con las relaciones del siglo XVI en que la proporción encontrada era mínima. También llama la atención el elevado volumen de deuda municipal adquirida por la Iglesia, que es 6 veces mayor que la invertida en la relación del siglo XVI. Hay que suponer que al cesar la adquisición de juros a mediados del siglo XVII, los eclesiásticos fijaron su atención en la adquisición de deuda pública del Ayuntamiento sevillano.

Por último, durante el siglo XVIII, si bien no se produjeron nuevas adquisiciones de juros, debido al acaparamiento de los mismos durante el siglo anterior, la Iglesia, según las diversas relaciones de la época, aparece convertida en la principal acaparadora de juros, beneficiándose con los 3/4 de los réditos de los juros en la Corona de Castilla. Sin embargo, como a continuación veremos, se trataba de títulos muy devaluados, cuya incidencia en la economía conventual es mínima, menos de un 5 % de todos sus ingresos en la corona de Castilla 2*.

INCIDENCIAS DE LOS DESCUENTOS EN LOS JUROS

DE ECLESIÁSTICOS

Aunque la mayor parte de las instituciones eclesiásticas se vieron benefi­ciadas con las reservas concedidas por la Corona, que las excluían de los descuentos y valimientos, sin embargo, la ruina de la Hacienda Real y las sucesivas operaciones de saneamiento de la misma, entre las que las más importantes eran la extinción de los juros, lógicamente, termmaron afectando a los juros de los eclesiásticos, que sufrieron una brusca caída de sus réditos desde comienzos del siglo XVIII como consecuencia de la Guerra de Sucesión y del caos hacendístico subsiguiente. Muchos de los cuales quedaron anulados y el resto terminaron siendo afectados por los mismos descuentos que se aplicaron a los de los restantes juristas.

2s Martínez Ruiz, J. I. (1992), pp. 373-380. 26 Grupo'75 (1977), p. 201.

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Al principio, los valimientos de los réditos de los juros se hicieron de forma provisional, como muestran las restituciones que en forma de nuevos juros, por importe de los réditos de que se había valido la Corona, se llevaron a cabo 27. En este sentido, tenemos el caso de los juros propiedad de los colegios jesuítas andaluces a mediados del siglo XVII. Para ello nos hemos basado en un borrador de cuentas realizado para calcular las cantidades de que se había valido S.M. de los réditos de los colegios de los jesuítas andaluces durante algunos años a mediados del siglo XVII^. En los años 1639, 1640, 1643, 1644, 1645 y 1646, la Corona se valió de las medias annatas de la totalidad de los juros situados sobre la Hacienda Pública; para los años 1641 y 1642 no se aplicó el descuento de las medias annatas. Si bien los juros propiedad de los jesuítas se vieron afectados por tal medida, se beneficiaron de ciertas compensaciones, lo que les dio una posición de privilegio respecto al resto de los juristas. En primer lugar, se beneficiaron de ciertas exenciones en el descuento de la media annata, de modo que en lugar de descontarles la mitad de los réditos de los juros, hemos calculado que el monarca sólo se valió del 22% de los réditos de los colegios jesuítas andaluces para estos 6 años, aunque en proporciones variables para cada colegio y cada año, ya que en algunas ocasiones alguno de los colegios se vio obligado a vender la totalidad o parte de la carta de pago de sus juros y en este caso no se benefició de la exención.

En segundo lugar, los colegios jesuítas se vieron compensados de estos descuentos en los réditos de sus juros con la entrega de otros nuevos por valor equivalente a las cantidades de que se había valido S.M. Los descuentos de 1639, 1640 y 1643 fueron compensados por juros de un nominal equivalen­te a los descuentos y unos réditos de 416.874 maravedíes situados sobre las Salinas de Andalucía Tierra Adentro, para ser abonados desde principios de 1645. Mientras que los valimientos correspondientes a los años 1644, 1645 y 1646 lo fueron con juros de 395.087 maravedíes de renta sobre el primer 1 % de Sevilla en tercera situación, pagaderos a partir de 1647.

Pero la situación de los juros eclesiásticos terminó viéndose abocada a la misma crisis experimentada por los restantes juros, especialmente desde las primeras décadas del siglo XVIII. La mejor muestra de este deterioro la encontramos reflejada en la relación de las propiedades eclesiásticas del

27 Artola Gallego (1982), p. 152. 2« Archivo Histórico Nacional (AHN), sección clero, jesuítas, carpeta 134, legajo 3. Es una

relación de los juros que poseían los colegios jesuítas de la provincia de Andalucía elaborada con el fin de obtener compensaciones por los descuentos que habían sufrido y de la que, por la reserva que disfrutaban, estaban excluidos.

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Arzobispado sevillano elaborada en 171529. De los 271 juros que se mencio­nan en dicha relación, a los que corresponden 15.933.216 maravedíes de rédito, propiedad de 44 conventos, 211 juros, casi el 80% de los mismos aparecen sin cabimiento, sin percibir nada de sus réditos. En cuanto a los réditos que se cobraban, sólo se perciben 2.138.226 maravedíes, que significa­ban el 13,42 % de los réditos nominales de dichos juros. Algunos conventos vieron cómo los ingresos de sus juros desaparecían totalmente, mientras que otros que basaban sus ingresos en los réditos de sus juros, su caída Uevó a estas comunidades a situaciones auténticamente dramáticas, dando lugar, junto a la caída de los intereses de los censos que poseían, a una de las mayores crisis conocida por los conventos andaluces ^o. Esta situación queda reflejada en las visitas de los vicarios y visitadores a los conventos de monjas, en que a la vista del grave deterioro de la economía monástica imponen drásticas reducciones en los gastos de la comunidad y nuevas orientaciones en la administración de sus propiedades 3i.

EVOLUCIÓN COMPARADA DE LOS INGRESOS PROCURADOS POR LOS JUROS RESPECTO A LOS INGRESOS PROCURADOS POR OTRAS FUENTES

Los libros de contabihdad monásticos permiten conocer cuál fue la evolución real de los juros de su propiedad. Los libros de cuentas del monasterio de monjas cistercienses de S. Clemente en Sevilla abarcan desde 1623 hasta 182332, período que comprende los momentos decisivos de la historia de los juros. El citado monasterio llegó a contar entre sus bienes con 13 títulos de juros y un tributo impuesto sobre un juro. Había 6 juros sobre alcabalas de Sevilla, 3 sobre el Almojarifazgo mayor de Sevilla, 1 sobre el

2' Archivo Catedral de Sevilla (ACS), Mesa Capitular, 1116, corresponde a utu «lición de las propiedades de las instituciones eclesiásticas del arzobispado de Sevilla para la distribuaon del

'"''ti'*Aguilar Piñal (1982), p. 293, recoge el caso de las monjas agustinas del convento de la Encarnación de Sevilla, que el 29 de septiembre de 1710, a las cinco de la mañana abmdonaron el convento y se dirigieron procesionalmente a la catedral para implorar =1 s ^ o « o del cabildo. Según la relación de 1715, sus ingresos por réditos de juros ascendían a 42.676 reales anuales, pefo sólo percibían 91 reales por este concepto, al estar sin cabimiento '^'^-^^IJ-^^^^^'l^J^ uno, por i fque únicamente les quedaba la renta de las otras posesiones, que ascendían a 2.750 reales anuales para alimentar a la comunidad de monjas.

31 López Martínez, Antonio Luis (1992), pp. 284-285. 32 En d Archivo del Monasterio de S. Clemente existen 54 hbros de cuentas con numeración

propia, del 1 al 38, estando el resto sin numerar, que abarcan dicho periodo.

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Almojarifazgo de Indias y otro, éste en especie, sobre las Salinas de Andalu­cía. Aunque en ningún tnomento llegaron a estar todos los tributos al corriente, sus réditos montaban 448.447 maravedíes y 120 arrobas de sal.

Hasta 1635 los libros no registran ningún tipo de pérdidas en el cobro de los juros, lo que da a entender que los réditos eran cobrados de forma regular sin que se viesen afectados por descuentos o valimientos en sus réditos. Entre 1635 y 1701 el capítulo de gastos registra una partida de perdidas en el cobro de juros, es decir, en los ingresos se recoge el rédito teórico de cada juro, y en los gastos, las pérdidas ocasionadas por venta de cartas de pago, descuentos

CUADRO 1

Evolución de los ingresos por juros del Monasterio de S. Clemente de Sevilla (1623-1823)

(medias anuales por decenio)

Fecha Réditos índice

1623-29 1630-39 1640-49 1650-59 1660-69 1670-79 1680-89 1690-99 1700-09 1710-19 1720-29 1730-39 1740-49 , 1750-59 . 1760-69 . 1770-79 , 1780-89 , 1790-99 . 1800-09 . 1819 . . . . 1820-23 .

Datos: reales de vellón Base (1623-1823) = 100.

FUENTES: Libros de contabilidad del Monasterio de S. Clemente

200.592

284.326

235.130

252.797

394.055

331.148

319.863

291.944

76.448

29.179

69.109

124.230

87.245

99.813

112.516

154.456

156.629

157.476

62.783

47.818

55.294

118,90

168,53

139,37

149,84

233,57

196,29

189,60

173,05

45,31

17,30

40,96

73,64

51,71

59,16

66,69

91,55

92,84

93,34

37,21

28,34

32,78

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aplicados por el monarca a los réditos de los juros, atrasos en la percepción de los réditos, etc. En estos casos, el cálculo de la anualidad correspondiente a cada juro se ha hecho restando a lo que corresponde a los réditos teóricos las perdidas consignadas para tal periodo. A partir de 1701 ya no se consignan las pérdidas, sino que en cada juro se consigna lo que ingresó realmente por

dicho concepto. El número de juros propiedad del monasterio experimentó una evolución

durante el periodo estudiado. En 1623 el convento poseía 7 títulos de juro y la fluctuación de sus réditos se debió, por una parte, a la adquisición de nuevos juros y, por otra parte, a la falta de cabimiento provisional que tuvieron varios juros del monasterio. Durante la mayor parte del siglo esta falta de cabimiento fue transitoria, ya que al cabo de algunos años se volvían a percibir los réditos correspondientes a dichos juros. Desde 1623 a 1647 el número de juros creció hasta 12 al adquirirse nuevos juros y no quedar ninguno sin cabimiento. Desde 1666 el número de juros comenzó a disminuir por falta de pago de algunos de ellos. Durante el siglo XVIII el número de los juros corrientes se llegó a reducir hasta sólo 2, oscilando durante todo el siglo dicho número entre 2 y 5, quedando fijado en 5 el número de juros corrientes desde 1769. Finalmente, durante el siglo XIX el número de juros corrientes volvió a sufrir numerosas irregularidades, llegando incluso a no cobrarse ninguno durante algunos años.

La evolución seguida por los réditos de juros percibidos por el convento de S. Clemente queda recogida en el cuadro 1.

La comparación de esta serie con la de los ingresos totales del monasterio permitirá, por una parte, conocer el peso específico de los réditos de los juros en la economía monástica y, en segundo lugar, comprobar si en relación con las restantes partidas de ingresos la inversión en juros fue o no rentable.

Período Porcentaje de los juros sobre los ingresos del monasterio

6-11 % 2-4 % < 1 %

En el primer caso, los réditos de los juros nunca tuvieron una parücipa-ción destacada en la economía del Monasterio de S. Clemente, que fundado en las décadas siguientes a la conquista de la ciudad a expensas del rey. fue

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dotado con un importante patrimonio rústico, cerca de las 3.000 has., y con numerosas casas y solares de la ciudad, todo lo cual constituía la base de sus ingresos. Los réditos de los juros fueron perdiendo importancia conforme los descuentos y la falta de cabimiento iba deteriorándolos, al mismo tiempo que las rentas de los inmuebles se revalorizaban.

El mejor sistema para comprobar si la inversión en juros fue más rentable que otras partidas del convento estriba en la utilización de una técnica estadística eficaz. Nos ha parecido como más adecuada la tendencia lineal; sin embargo, dada la longitud de la serie, 200 años, en la que se han sucedido diversas vicisitudes en las series es necesario fragmentarlas para calcular las diferentes fluctuaciones atravesadas. El cuadro 2 ofrece la tendencia central de la serie en sucesivos períodos.

CUADRO 2

Comparación de las series de ingresos por juros e ingresos totales del Monasterio de S. Clemente de Sevilla (1623-1823)

(tendencias lineales de los números índices. Base 1623-1823 = 100)

Período Concepto Ecuación de ¡a tendencia

Y =127,559 +0,953 X 1623-1649 Ingresos )uros Ingresos totales Y = 107,865 + 0,328 X

1650-1674 Ingresos juros Y =146,822 + 3,661 X Ingresos totales Y = 107,579 - 0,876 X

1675-1699 Ingresos juros Y= 195,343-1,118 X Ingresos totales Y = 95,336-1,784 X

1700-1724 Ingresos juros Y= 51,260-1,721 X Ingresos toUles Y = 62,672-0,749 X

1725-1749 Ingresos juros Y= 64,911-0,373 X Ingresos totales Y = 87,490 + 0,030 X

1750-1774 Ingresos juros Y= 51.468+1,476 X Ingresos totales Y = 93,012 + 0,233 X

1775-1799 Ingresos juros Y= 92,005 + 0,042 X Ingresos totales Y = 87,672 + 2,802 X

1800-1823 Ingresos juros Y= 41,307-1,693 X Ingresos totales Y = 165,766-0,683 X

El siglo XVII fue el período durante el cual los juros eclesiásticos produjeron una mayor rentabilidad, especialmente en la segunda mitad. El crecimiento experimentado por los ingresos procedentes de los juros del

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Monasterio de S. Clemente entre 1650-1674 superaron ampliamente el creci­miento de los ingresos de las restantes partidas, que, a su vez, acusan una tendencia decreciente. En el incremento de los ingresos por juros se apuntan, de una parte, la adquisición de nuevos juros por el monasterio favorecida por las circunstancias que señalábamos con anterioridad; de otra, por las ventajas derivadas de sus posición privilegiada al quedar excluida, desde 1649, de los descuentos aplicados a los réditos de los juros. La tendencia decreciente de las restantes partidas de ingresos del monasterio se explica por la caída de la renta de la tierra", así como de la renta urbana3'». Posteriormente, cuando en las últimas décadas del siglo los ingresos de los juros también tienden a descen­der, la caída será bastante menos pronunciada que la de los ingresos derivados de las restantes partidas.

A partir de 1700 las circunstancias cambian, la Guerra de Sucesión dificulta el abono de los intereses de los juros, incluso en el caso de los juristas privilegiados. Muchos de los juros quedan sin cabimiento y en los corrientes se atrasan los pagos y los descuentos comienzan a afectar a los juros reservados. Durante la primera mitad del siglo asistimos a los intentos por parte de la Real Hacienda de liberarse de la hipoteca de los juros, pero la dificultad de disponer de numerario para la amortización llevan a las autorida­des hacendísticas a buscar otros procedimientos más drásticos basados en la anulación de los títulos de los juros y, con ello, de sus intereses. Todo ello dio lugar a que los ingresos de los juros descendiesen y su cobro fuese bastante más irregular. Por contra, los ingresos generales del monasterio tendieron en este período a estabilizarse, lo que da lugar a un comportamiento divergente

de ambas partidas. . , , Durante la segunda mitad del siglo XVIII se produce una mejoría en la

situación de los juros gracias a las operaciones de saneamiento de las autoridades hacendísticas castellanas, se normaliza el abono de los intereses de los juros, llegándose, incluso, a pagar algunos que habían quedado sin cabimiento en períodos anteriores. Todo lo cual permite una notable subida de los ingresos por este concepto, si bien no vuelven a alcanzar los niveles existentes a mediados del siglo anterior. A su vez, los ingresos totales del monasterio experimentan una fuerte subida, especialmente durante el ultimo cuarto del siglo, lo que evidencia, aún más, los divergentes comportamientos de las dos series estudiadas. Los datos que poseemos de 11 ,uros que pertenecían al Convento de S. Francisco de SeviUa ofrecen esta misma imagen

33 Ponsot (1986), p. XXV. 3 López Martínez, A. L. (1992), p. 326.

U7

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de regularidad en su percepción. Entre 1764 y 1781 la diferencia entre los años en que se pagan más réditos y los que menos son de sólo un 7 % ^.

Finalmente, en las primeras décadas del siglo XIX se produce la definitiva desaparición del patrimonio económico de la Iglesia. También aquí las diferencias entre los juros y las restantes partidas de ingresos fueron notables. Los juros sufrieron duramente los efectos de la guerra, dejándose de percibir desde 1810 hasta 1819; finalmente, a partir de 1823, dejan de consignarse partidas de juros en las cuentas del monasterio. Por su parte, la comunidad siguió percibiendo las rentas procedentes del resto de sus propiedades con toda normalidad hasta el momento mismo de su expropiación por el gobierno liberal.

CONCLUSIÓN

El papel inmovilista que tradicionalmente se le ha venido atribuyendo a la Iglesia española en la gestión de su patrimonio dista mucho de ser realidad. Por el contrario, los eclesiásticos supieron dotar a la administración de sus bienes de una cierta flexibilidad que les permitía adecuarse con facilidad a las diversas fluctuaciones de la coyuntura económica. Para ello contaron con un importante y rico patrimonio, en el que la diversificación era una de las notas dominantes. En segundo lugar, utilizaron el recurso a la condición de privilegiados cuando se trató de conseguir mayores ventajas de sus bienes; finalmente, las exacciones de carácter extraeconómico, limosnas, donativos, mandas testamentarias... a que sometieron a buena parte de la sociedad de la época les permitió disponer de un flujo constante de capital del que hacer uso cuando la ocasión se tornara favorable y empujaba a la compra de determina­dos bienes que por diferentes circunstancias salían al mercado.

Una vez que el mercado inmobiliario rústico comenzó a cerrarse como consecuencia de la generalización de la institución del mayorazgo y cuando las elevadas inversiones que requerían se volvieron menos rentables como consecuencia del decremento de la demanda inelástica, la Iglesia vio en la inversión en valores mobiliarios una salida al capital que la mentalidad de la época iba transfiriendo del sector laico hacia las arcas eclesiásticas. El crédito ya había sido utilizado con anterioridad por la Iglesia con diferentes fines pero ahora aparece como la opción más rentable. El censo consignativo y los juros al quitar fueron mecanismos que la Iglesia utilizará para invertir sus

35 APBF, carp. 43, leg. 45.

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bienes, pero lejos de buscar sólo una inversión segura y que proporcionase un abono'cómodo y regular, la Iglesia buscó en esta inversión una rentabilidad que otros sectores no le ofrecían. Por una parte, la elevada rentabilidad de estos títulos, superior al 5 % en el siglo XVI y del 5 % después de 1621 y, por otra parte, la posición de privilegio conferida a determinadas instituciones eclesiásticas por la Corona a la hora de aplicarles descuentos y valimientos a los réditos de los juros, hicieron que la Iglesia con la adquisición de juros intentase efectuar la mejor inversión que dadas las circunstancias se le ofrecía para su dinero. Si, a medio plazo, la situación se tornó desfavorable habrá que atribuirlo a un error de cálculo de los eclesiásticos y no a una desidia en la gestión de sus bienes.

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INGRESOS Y CAPITAL HUMANO: EL CASO DE BUENOS AIRES A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

CARLOS N E W L A N D y

MARÍA JESÚS SAN S E G U N D O Universidad Carlos III

RESUMEN

En este trabajo 8e efectúa una contrastación de la teoría del capital humano, utilizando para ello una muestra correspondiente a la ciudad de Buenos Aires en 1852 Este es uno de los raros casos en que para el siglo xix se ha obtenido la información necesaria para consttuir ecuaciones de ingresos. Entre las conclu­siones del análisis desuca la ausencia de una relación entre salarios y alfabeti­zación. En cambio, para los propietarios se observa una relación significativa

entre educación y rentas. , ^ -j Estos resultados son interpretados y comparados con los obtenidos en

estudios referidos a otras regiones de la misma época.

ABSTRACT

In this paper a sample which gives Information on niales from Buenos Aires in 1852 is ¿sed to estímate eamings equations. Some of these empmcal results deserve special attention. N o statistical correlation is found between salaries and literacy. but there is a significant correlation between capiud owners and literacy. Thése results are interpreted using human capital theory. Then. they are compared with similar studies for other countnes m the same period.

Numerosos estudios han analizado en los últimos años los rendimientos

de las inversiones en educación, expresados en la elevación de las rentas

percibidas por los individuos i. Cuando se quiere realizar ese mismo tipo de

análisis para épocas anteriores se presenta la dificultad de la escasez de

muestras que recojan al mismo tiempo la educación y los ingresos de la

, Eneeneral se han obtenido rendimientos bastante elevados. Psacharopoulus (1985) obtiene tasas del I d 10 % pa« los países desartoUados y del 12 al 18 % pata los pa.ses en desarrollo.

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población. El conjunto de datos que se utiliza en este trabajo es uno de los raros casos en que se ha obtenido esa información. La muestra se origina en un cuestionario que tuvieron que responder en enero de 1852 más de un centenar de miembros de la milicia urbana de Buenos Aires, con el objetivo de tratar reclasificarlos para cambiar su destino a las fuerzas activas 2. Esta acción se veía motivada por la necesidad de reforzar a las tropas bonaerenses que debían enfrentarse en forma inminente con el ejército aliado, comandado por Justo J. de Urquiza^. El cuestionario no sólo incluyó preguntas pertinen­tes a lo militar —como edad, estado de salud o habilidad para montar a caballo—, sino también alfabetismo, ocupación, ingresos (por salarios, hono­rarios o rentas), embriaguez, color de piel y vestimenta.

Este trabajo presenta en primer lugar una breve introducción a la realidad económica, laboral y educativa porteña, que servirá de marco a la informa­ción brindada por los encuestados. Más adelante se analiza la representativi-dad de la muestra respecto de la población de la ciudad. Tras una breve formulación de las ecuaciones de ingresos, se estima el rendimiento de la alfabetización y se dan algunas posibles interpretaciones de los valores obtenidos. Finalmente, se comparan los resultados con los correspondientes a otras regiones a mediados del siglo XIX.

ECONOMÍA Y EDUCACIÓN PORTEÑA

Desde la época colonial, la economía de Buenos Aires se basó fuertemente en el comercio exterior; las actividades más importantes incluían el contraban­do de bienes europeos y la exportación de plata, cueros, carne salada y trigo. Ya a fines de la dominación española comenzaron a relajarse las restricciones imperiales al comercio y luego de la independencia —iniciada de facto en 1810— se adoptaría oficialmente el librecambismo. La década del veinte fue de crecimiento económico, con una notable expansión de los saladeros, que procesaban los productos locales para su exportación. Gran Bretaña descolló enormemente en esta apertura económica: las importaciones de ese país representaban alrededor de la mitad del total registrado. En los años siguien-

2 Los casos corresponden a individuos de la milicia de la parroquia de San Telmo, junto con unos pocos de la parroquia de Catedral al Sur. Muchos de ellos hasta ese momento habían evitado el enrolamiento por sufrir alguna dolencia. Los cuestionarios se encuentran en el Archivo General de la Nación (Argentina), x 18-5-6.

5 El enfrentamiento se produjo el 3 de febrero (batalla de Caseros), siendo vencidas las fuerzas bonaerenses y derrocado el gobernador Juan Manuel de Rosas.

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tes se prosiguió con ese desarrollo, que se traducía en un incremento de las construcciones y de la actividad ganadera. En la década del cuarenta se sumó una gran expansión lanera, también destinada a la exportación a centros industriales europeos y estadounidenses. Luego del derrocamiento de Rosas en 1852, continuó el crecimiento —simbolizado en la apertura del ferrocarril en 1857 y expresado en grandes obras públicas facilitadas por el gran aumento de los ingresos estatales, entre ellas la renovación del muelle y de la aduana. Un indicador del progreso de todo el período es el volumen alcanzado por las exportaciones de productos agropecuarios, que desde 1822 a 1857 prácticamente se triplicaron". Esto a su vez se reflejó en la rentabilidad ganadera, que llegaba a dar un retorno anual de hasta el 30 % en la década del cincuenta', rendimiento que indudablemente se transmitía al resto de la economía tanto en compensación a la tierra, como a los otros factores 5.

En cuanto a su tamaño, Buenos Aires había sido una ciudad muy marginal en el Imperio Español. Sin embargo, desde finales del siglo XVIII mostraba un crecimiento sostenido: tenía unos 12.000 habitantes en 1750, cifra que pasó a unos 45.000 en 1810 y a más de 92.000 en 1855. A finales de la época colonial la ciudad había comenzado a recibir una creciente inmigra­ción de españoles atraídos por las oportunidades laborales y los elevados salarios pagados. Esta tendencia se mantuvo, y en 1855 más del 40 % de su población era foránea, destacándose los italianos (11 %), los españoles (6 %) y los franceses (7 %). No puede dudarse que el aluvión inmigratorio se debía a las altas retribuciones locales: en 1854 un ex ministro de Hacienda describía el rápido progreso económico que experimentaban los que llegaban a sus costas, quejándose al mismo tiempo de que la carestía del servicio doméstico hubiera hecho que inclusive alguien tan importante como él mismo tuviera que colaborar en las tareas de limpieza de su bogara Cuando viajeros comparaban a Buenos Aires con otras ciudades hispanoamericanas y europeas mmediata-mente notaban lo elevado de los salarios porteños. Un chileno en 1855 los encontraba equivalentes a los pagados en California y comentaba la alta remuneración a sirvientes, carpinteros y empleados de mataderos y saladeros. Además, se sorprendía de que no hubiera visto ningún mendigo o pobre miserable durante su estadía y que todos los habitantes estuvieran bien

3 vIcut^Maina (1936), pp. 121. 132. Sobre los alos 7 ™ , ' ' ' ^^^"'""^^ actividades periodísticas, teatrales y de librería, véase Hortelano (' ó) Sateto (1989. ppM56 162) estima que el rendimiento anual a las inversiones en ganadería ovina estaba en el orden del 20 al 23%. „ • „n<>m 71

' Roxas y Patrón a Rosas (1/4/1854), en: Raed (1980). p. 71.

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vestidos. Inclusive hallaba muy difundido el uso del apelativo «Don», que en otros lugares era reservado como un signo de preeminencia sociaF.

La escolarización elemental se debía en Buenos Aires a mediados de siglo exclusivamente al sector privado, dado que Rosas había retirado toda finan­ciación pública al sistema escolar desde 1838. La oferta educativa constaba de un grupo relativamente grande y dinámico de escuelas particulares, en su mayor parte regentadas por mujeres. El nivel de ingresos y la demanda de enseñanza de la sociedad porteña permitió que la educación se difundiera de manera relativamente amplia: la tasa de escolarización a mediados de siglo (para niños y niñas entre 7 y 13 años) estaba en el orden del 50 %. A ellos se deberían agregar los que aprendían directamente en sus hogares, con la ayuda de familiares o leccionistas.

Mientras la alfabetización general llegaba en 1855 al 5 5 % , la de los nativos era superior a la de los no nativos, y la de los hombres a la de las mujeres. El 64 % de los varones nacidos en Buenos Aires sabia leer, mientras que la tasa para el mismo grupo femenino era de 55 % ^. El desarrollo del alfabetismo en Buenos Aires se hace visible a través de la demanda de pubUcaciones patente en la ciudad: según Domingo Faustino Sarmiento, la práctica de la lectura estaba muy difundida y se había fomentado durante la dictadura de Rosas porque sus opositores distribuían una profusión de diarios y panfletos antigubernamentales, la mayoría de ellos publicados en Montevi­deo ' . El significativo interés por periódicos hacia 1852 es confirmada por un editor español establecido en Buenos Aires: la suscripción para su diario era lo suficientemente barata como para que hasta los más pobres lo leyeran, de ahí su elevado número de lectores pertenecientes a todas las clases sociales. El mismo año ese editor importaba de España 20.000 ejemplares de novelas de bajo precio, que se vendieron en tres meses, particularmente entre los guardias nacionales'".

FIABILIDAD Y REPRESENTATIVIDAD DE LA MUESTRA

En general puede decirse que el conjunto de entrevistas que componen la muestra utilizada refleja adecuadamente la estructura económica porteña. En

' Vicuña Mackena (1936), p. 83. Sobre los altos salarios porteños pagados durante la década del cincuenta, véase: Sabato (1989), pp. 92-94, y Sáenz Quesada (1982), pp. 208-213.

8 Sobre la educación en Buenos Aires, véase: Newland (1992). ' Sarmiento (1948-1956), iliv, 44-45. 'O Hortelano (1936), pp. 215, 233.

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primer lugar se destaca en ella un buen número de individuos relacionados con la producción y comercialización de cueros, carne salada y lana, en calidad de estancieros, intermediarios, transportistas y barraqueros. Entre los oficios se encuentra a carpinteros, albañiles, zapateros, talabarteros; en la pequeña industria, a fabricantes de jabón, aceite y velas. El sector servicios, cuya importancia es natural a cualquier ciudad, incluye a comerciantes, pulperos, tenderos y escribientes.

Sobre la fiabilidad de los datos deben hacerse algunas consideraciones iniciales. En primer lugar, del conjunto de preguntas que se hicieron a los encuestados existen algunas de las que puede cuestionarse la veracidad de las respuestas. Por ejemplo, la contestación afirmativa a la pregunta de saber andar a caballo podía implicar un rápido envío al frente de batalla en la caballería. Por otro lado, casi nadie aceptaba o declaraba que era borracho, y mucho menos que la borrachera le llevaba a un comportamiento violento. Uno de los pocos que aceptaba que le gustaba tomar —Leandro Díaz—, indicaba en su declaración que «sabe tomar ginebra pero no lo hace con frecuencia, y que cuando lo ha hecho, le ha dado siempre por cantar». Otra pregunta con posible sesgo es sobre el estado de salud, que muchos querrían presentar como muy deteriorado para evitar así la pronta movilización. Aparte de éstas, el resto de las respuestas no parece presentar graves distorsiones, como las que pedían edad, ocupación, alfabetismo, color de piel

y nivel de ingresos. Para evaluar la representatividad de los encuestados se los compara en

primer lugar con la población total. Debido a que la muestra incluyó únicamente a porteños, hispanoamericanos no porteños y a españoles », se ha limitado la contrastación de las proporciones muéstrales y censales (según el

censo de la ciudad de 1855) a estos grupos específicos 12

Según censo de 1855^^ Según muestra

Porteños 58% 66%

No porteños hispanoamericanos .. 2 1 % 11 /o

Españoles / l /o

.. Al resto de los extranjeros -^omo los británicos y franceses- no se los podía enrolar por acuerdo firmados con sTnaciones respectivas y por lo tanto no se ven allí refle,ados. Se tuvo S Z r dlTado a unos 25 encuestados (el total es de 125) al no presentar mformacon cotnpleta. ^ . ^ Excluyendo las otras nacionaüdades inmigrantes, las mu.eres y a los menores de 15 anos.

' " ^ 3 " l r r e s X f t u ^ o l T c r d a d de 1855 fueron publicados en: Registro Estadístico

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En segundo lugar se analiza la composición de la muestra por sector económico de pertenencia, y se compara con las proporciones sobre el censo de 1855 elaboradas por Lattes y Poczter^^.

Según Latíesj Poc:^ter Según muestra

Primario 6% 12% Secundario 2 9 % 2 1 % Terciario 64% 67%

Por último se contrastan las tasas de alfabetización para los diferentes grupos:

Según Censo 1855^^ Según muestra

Porteños 64% 7 7 % No porteños hispanoamericanos .. 52 % 54 % Españoles 64% 69%

Totali* 62% 7 3 %

Las comparaciones realizadas denotan que la muestra no parece ser demasiado distinta al universo que representa, aunque en los porteños presenta un alfabetismo superior al general, que podría indicar un sesgo hacia los grupos de mayores ingresos. Lamentablemente no se han podido compa­rar la cantidad de propietarios y no propietarios, los salarios y rentas medias, al no existir datos generales para toda la ciudad. En cuanto a la edad

del Estado de Buenos Aires 5 y 6 (1855). Se tomo únicamente a los mayores de catorce años del censo, ya que la muestra se refiere a ese grupo. El cálculo de los niños menores de quince años se hizo sobre la base de las proporciones presentadas en Lattes y Poczter (1968), pp. 51-52. Para los españoles y no porteños hispanoamericanos dicho cálculo se realizó sobre la base de las proporciones dadas para la categoría general de «no nativos».

'• Lattes y Poczter (1968), pp. 67-68. '5 El alfabetismo presentado en el censo de 1855 se tuvo que corregir, ya que se eliminaron a

los menores de siete años de las filas de los analfabetos. Ello se realizó sobre la base de las proporciones presentadas en Lattes y Poczter (1968), pp. 51-52. Para los porteños se utilizó la correspondiente a los nativos y para los españoles y no porteños hispanoamericanos la correspon­diente a los no nativos.

" De los grupos enumerados únicamente.

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INGRESOS Y CAPITAL HUMANO: EL CASO DE BUENOS AIRES A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

promedio, que para la muestra es de 35 años, es de 31 para la población masculina total entre 14 y 60 años'''.

LA T E O R Í A D E L C A P I T A L HUMANO Y LAS ECUACIONES DE INGRESOS

Para analizar la relación existente entre la renta de los individuos y su nivel educativo, el punto de partida habitual i» es la estimación de una ecuación de ingresos de la forma:

lnY, = a + hE,+ U„ [1]

donde Y recoge los ingresos, E mide la educación del individuo, normalmen­te en años de escolarización, y U es el término de error que contiene las

variables no observadas. Siguiendo a Minee i', se pueden incluir en la ecuación medidas del capital

humano adquirido por los individuos en el mercado de trabajo (on-the-Job training). Se especifica entonces la siguiente ecuación:

lny, = a + p£, + Y, EXP,+y, EXP'^ + e, [2]

donde £XP, mide la experiencia laboral del individuo, y se añade un termino cuadrático ¿ara capturar la forma cóncava generalmente observada en los perfiles edad-renta. Las estimaciones obtenidas del parámetro P se interpretan como medidas del rendimiento económico de las inversiones educativas, mientras que y, y Yj «cogen la compensación de la experiencia laboral.

Se puede argumentar que las estimaciones del retorno de la educación podrían estar sesgadas por la ausencia de medidas de habilidad de los trabajadores o de pertenencia social. Así. por ejemplo, si los individuos mas inteligentes obtienen ingresos elevados y también adquieren mucha educa­ción, en la ecuación [2], P sobreestimará el rendimiento de las mvcrsiones educativas. Sin embargo, las estimaciones de Griliche^o y de otros autores indican que estos sesgos no parecen ser muy importantes".

•' Calculado a partir de Lattes y Poczter (1968), pp. 51-52. 1" Becker (1964). " Mincer (1974).

^ R ^ M 1 9 % ' í > n c de manifiesto las razones generales por las que E es una variable endógena en las e^adones de ingresos y P puede estar sesgado. La teona del capital humano

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LA MUESTRA Y LA TEORÍA DEL CAPITAL HUMANO

Con el propósito de estimar el rendimiento económico de la alfabetización en Buenos Aires en 1852, se utiliza una ecuación semilogarítmica como [2], con los valores brindados por la muestra. Las variables se definen de la siguiente manera: a) la medida de la educación de los individuos (E|) se refiere únicamente a su capacidad para leer y escribir; h) al no disponer de medidas directas de la experiencia laboral de los individuos, se han incluido su edad y edad al cuadrado en las ecuaciones.

Las retribuciones de los asalariados y cuentapropistas (de aquí en adelante denominados globalmente ACP) se basan en sus propias declaraciones, mientras que ha sido necesario estimar los ingresos anuales de los propieta­rios. Para ello se ha supuesto que todos trabajaban, obteniendo un rendimien­to anual de su capital entre el 15 y 20%, lo cual parece razonable para la época ^.

En el cuadro 1 aparecen las ecuaciones de ingresos de Mincer para la muestra porteña. En las primeras dos columnas se estiman ecuaciones como [1], obteniéndose tasas de rendimiento de la alfabetización entre el 47 y el 52 %, según se estimen las rentas de los propietarios como el 15 o 20 % de su capital. En la tercera y cuarta columna de la tabla se estiman las ecuaciones [2], que incluyen la edad de los individuos como una aproximación de su experiencia en el mercado de trabajo. Los rendimientos de la educación no varían, observándose que las rentas crecen con la edad hasta los 44-50 años. Los valores obtenidos para Y, y Y2 son parecidos a los obtenidos para otros estudios, pero no están determinados con precisión. De acuerdo a estas estimaciones el rendimiento a la alfabetización en Buenos Aires aparece como muy elevado.

supone que los individuos eligen la inversión educativa que maximiza sus ingresos (el valor presente de su corriente futura de ingresos netos). En consecuencia, los individuos se autoselcc-cionan en las diferentes categorías educativas y no se reparten aleatoriamente en ellas. La comparación de los ingresos obtenidos por personas con diferentes inversiones educativas no proporciona una estimación insesgada del rendimiento que cualquier individuo obtendría de esa inversión. Grilichcs (1977) y Willis y Rosen (1979) han estimado sesgos no superiores al 10 % del valor estimado de p.

22 Estos supuestos sobre los rendimientos del capital sólo son relevantes cuando combinamos los ingresos de los ACP y de los propietarios (cuadro A). Al analizar los dos grupos por separado (cuadro B) no necesitamos suponer una tasa de rendimiento al capital.

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INGRESOS Y CAPITAL HUMANO: EL CASO DE BUENOS AIRES A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

CUADRO 1

Ecuaciones de ingresos

r=15% r = 20% r=15% r = 20%

Constante 7.90 7,96 7,12 6.84 (38) (38) (8,8) (8)

Alfabetización 0,47 0,52 0,47 0,53 (1,9) (2,1) (1,9) (2,2)

^ , . 0,03 0,05 Edad

(0,7) (1,1) ^, , , -0,0003 -0,0005 Edad '

( -0 ,5) ( -0 ,8) j ^ 101 101 101 101 P ' 3,7 4,7 1,97 2,9 y^l '^^'^^^'^'^^''^^^^'^^^^^. 0,03 0,04 0.05 0.08

NOTA: Estimaciones por mínimos cuadrados ordinarios; estadísticos / entre paréntesis.

Como la muestra está compuesta por dos grupos de individuos bien dife­renciados (propietarios y no propietarios), parece conveniente investigar si las ecuaciones de ingresos son homogéneas para estos grupos. En el cuadro 2 se presentan las ecuaciones separadas para propietarios y ACP, comprobándose que no son homogéneas. La alfabetización parece ofrecer un rendimiento de cerca del 200 % para los propietarios, mientras que no muestra nmguna relación estadísticamente significativa con los ingresos del otro grupo.

En las últimas columnas del cuadro 2 se estiman ecuaciones de mgresos que incluyen variables ficticias que miden la pertenencia a los sectores primario o secundario y el origen porteño o español de los individuos. La inclusión de estas variables no modifica sustancialmentc los resultados. El rendimiento a la alfabetización sigue siendo muy elevado entre los propieta­rios (178 %) y nulo entre los ACP.

Los coeficientes de la edad y de la edad al cuadrado se estiman con poca precisión para los propietarios. Para los ACP corresponden a un perfil de rentas que alcanza su máximo hacia los 38-40 anos.

En cuanto a las diferencias por sectores económicos, se observa que entre „,!„_ io« rentas medias de los sectores secundario y

los propietarios no vanan las rentas mcuw» . , , - , . „/ c , A1\ terciario mientras que hay una diferencia de ingresos del 174% a favo del sector primario. Ello sin duda es consecuencia de que en la ciudad vivían sobre todo dueños de estancias grandes y no los pequeños propietarios agropecuarios o sus encargados y peones.

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CUADRO 2

Ecuaciones de ingresos (II)

Propiet. Acp. Prapüt. Acp.

Constante 0,06 (0,02)

Alfabetización 1,92 (3,2)

Edad 0,28 (1,7)

Edad' -0 ,003 (-1,4)

Sector uno

Sector dos

Porteño

Español

N 40 F 6,7 R' 0,30

7,33

(13) -0,018

(-0,1) 0,063

(1,8) -0,0008

(-1,7)

62 1,2 0,05

3,06

(1) 1,78

(2,9) 0,13 (0.8)

-0,001

(-0,6) 1,74

(3.1) 0,0006

(0) -0,21

(-0,3) 0,35

(0,5) 40 5.1 0,42

7,94 (13) 0,01

(0,06)

0,06

(1,7) -0,0008

(-1.8) 0,005

(0,01) 0,52

(3,1) -0,71

(-2,3) -0,60

(-1,8) 62 2,7 0,25

NOTA: Estimaciones por mínimos cuadrados ordinarios; estadísticos / entre paréntesis.

Entre los ACP hay un diferencial de rentas del 52 % a favor del sector secundario. Dado que nuestras ecuaciones sólo incluyen una medida de alfabetización de los individuos, es posible que estas variables sectoriales recojan diferencias en habilidades o calificaciones entre los trabajadores de los diferentes sectores económicos. Si se interpretan estos coeficientes como indicativos de diferencias en rendimiento, estarían reflejando una situación transitoria que induciría la movilidad entre sectores. Por el contrario, pueden recoger un problcina más permanente de segmentación del mercado de trabajo, con algún tipo de barreras a la entrada de los sectores con rentas más elevadas. El tamaño de la muestra no permite estimar ecuaciones separadas para diferentes sectores económicos. Sin embargo, la posible evidencia de distintas estructuras de ingresos tampoco apoyaría de manera concluycnte la teoría de la segmentación 23.

" Heckman y Holtz (1986).

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INGRESOS Y CAPITAL HUMANO: EL CASO DE BUENOS AIRES A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

Por último, el origen porteño o español de los propietarios no muestra relación con sus ingresos, mientras que en el caso de los asalariados no porteños está asociado a ingresos un 60 o 70 % inferiores. El color de piel de los individuos (blanco o trigueño) no muestra ninguna relación con la renta, por lo que no se incluye en las ecuaciones estimadas.

En cuanto al ajuste estadístico de las ecuaciones, los F estadísticos contenidos en las tablas indican que aquellas estimadas para los asalariados no tienen una especificación aceptable. Las variables incluidas en las diferentes especificaciones no son significativas conjuntamente. Por el contrario, las ecuaciones de ingresos para los propietarios son significativas al 1 %.

Para analizar en detalle las relaciones entre la renta y la edad de los individuos en la muestra se presentan los cuadros 3 y 4. En el cuadro 3 aparecen los datos para los asalariados. Los salarios crecen hasta los 40 años, pero su dispersión es tan alta, que las diferencias no son significativas. Asimismo, se observa que no hay diferencias claras entre los salarios de los alfabetos y los de los analfabetos. El salario medio se sitúa en torno a los 400

pesos al mes. En el cuadro 4 se presentan los datos para el conjunto de los propietarios.

Los alfabetos tienen un capital medio en torno a los 80.000 pesos, mientras que los escasos propietarios analfabetos presentan una media de 4.000 pesos. Los capitales medios crecen tras los 40 años, para los propietarios que saben

CUADRO 3

Salario medio (y desviación estándar)

EJMUS Alfabetos Analfabetos Todos

Menores de 20 años

De 20 a 29 años . . . .

De 30 a 39 años . . . .

De 40 a 49 años .. . .

50 o más años

Todos

325,3

(187)

537,5

(336)

516,6

(209)

379,1

(296)

368,3

(969)

398,46

(251)

296

(118)

418,1

(114)

450

(0)

530

(407)

325

(117)

400,31

(243)

318,3

(174)

481,8

(264)

500

(184)

447,7

(359)

351

(107)

399,1

(245,5)

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leer y escribir. Este hecho se puede interpretar como evidencia de la productividad de la alfabetización que alcanza su máximo a esa edad. Alterna­tivamente se podría pensar que los individuos heredaban a una edad algo tardía.

CUADRO 4

Capital medio (j desviación estándar)

4.000

(0) 5.333,3 (943)

2.000

(0) 4.000

(1.633)

22.333 (31.023) 35.650

(44.373) 160.900

(172.697) 51.000

(66.436) 69.092,1 (112.869)

Edades Alfabetos Analfabetos Todos

De 20 a 29 años 24.625 (32.197)

De 30 a 39 años 48.643 (47.431)

De 40 a 49 años 160.900 (172.607)

50 o más años 65.000 (62.320)

Todos 81.297 (119.098)

Aunque el tamaño de la muestra utilizada es reducido, el análisis reflejado en los cuadros anteriores contiene algunos resultados, el más llamativo de los cuales es que no se observa ningún rendimiento económico a la alfabetización entre los asalariados 2 . Este hecho admite dos interpretaciones. En primer lugar podría significar que, dado el tipo general de trabajos a desempeñar en Buenos Aires en la época, la alfabetización no influiría sobre la productividad, pudiendo realizar los analfabetos las tareas respectivas sin mayores dificulta­des. A esta misma conclusión llegó Tedesco 5 en su estudio sobre educación y economía en Argentina a finales del siglo XIX: la estructura productiva del país no requería de una gran cantidad de personal educado para su funciona­miento al estar basada en una explotación ganadera extensiva y en un bajo desarrollo de la industria.

La segunda interpretación sería que, aun admitiendo un efecto positivo de la educación sobre la habilidad laboral en algunas actividades, la abundancia

2< Algunos peones con sueldos inferiores o equivalentes a 300 pesos mensuales, suma pequeña para la época, eran alfabetos. Tal era el caso de Juan Márquez, un porteño repartidor de pan de 40 años que ganaba uno de los salarios más bajos de la muestra: 100 pesos; igual ingreso tenía el escribiente Eduardo Larrosa.

« Tedesco (1982).

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INGRESOS Y CAPITAL HUMANO: EL CASO DE BUENOS AIRES A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

de alfabetos en 1852 hacía que su retribución diferencial fuera nula al superar ampliamente la demanda. Esta idea es compatible con la de Sabato^*, quien en su análisis del mercado laboral bonaerense en la segunda mitad del si­glo XIX llegó a una conclusión similar a la de Tedesco: los trabajos que requerían especialización eran muy minoritarios y la economía en general funcionaba con una escasa demanda de capacitación. Habría que concluir entonces que la demanda de alfabetización observada tendría fundamental­mente motivaciones de consumo.

Los resultados obtenidos para los propietarios son difíciles de interpretar en términos de la teoría del capital humano. Si se supone que estos individuos trabajaban, y que se ha estimado correctamente los ingresos que obtenían, se podría concluir que la alfabetización tenía un gran rendimiento para ellos. Por otro lado, es posible que el capital declarado por estos individuos proceda de herencias, y que la relación observada entre educación y riqueza se deba únicamente a la alta probabilidad de que las personas más ricas consuman educación, por razones socioculturales 2''.

COMPARACIÓN INTERNACIONAL Y CONCLUSIONES

La falta de una fuerte diferenciación salarial entre trabajadores alfabetiza­dos y no alfabetizados de Buenos Aires deja de ser sorprendente cuando se la contrasta con evidencia para otras regiones a mediados del siglo XIX. Algunos estudios han sostenido que las economías de la época, aun las mas desarrolladas e industriaüzadas, tenían una relativamente ba,a demanda de alfabetización, al no requerir esa habiüdad una gran parte de los puestos de trabajo. Además, no es imposible pensar que, en los casos en que si era utilizada, no tuviera posibles sustitutos «. Por otra parte, el costo de educarse podía ser considerablemente mayor que los beneficios esperados especial­mente para aquellos de estratos sociales bajos con escasas probabilidades de movilidad social ascendente. En Inglaterra, por e,emplo, a mediados del

^ Sabato (1985). ,• j „. „„,,tran aue la alfabetización no era un requisito 2, Lo3 casos concretos '^^J'^^^^^^ S g u e z ' propietario de carros de tráfico por un

indispensable para poseer "P«¿-^^f""^'^„ "«, ^^Zs dueños de carnicerías. Donde se nota valor de 6.000 pesos, era f " " ' f ' ' ' ^ ' ° ; ' ° ™ X s de capital, como los propietarios de estancias y una gran diferencia es en los ^'^'^'^^J^l^^'l^i^^J^ ^ cambio, los analfabetos que poseían los comerciantes ^'-P^^^^^^^l'^^;^: : mS^carros). carniceros, pulperos y aguateros, es capital eran transportistas (poseedores ac UWJ " decir, contaban con capital mínimo.

2« Mitch (1990).

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siglo XIX el alfabetismo no se mostraba indispensable en las tareas de una gran proporción de los trabajadores; asimismo, la Revolución Industrial, al aumentar las posibilidades de empleo, hizo que el alfabetismo presentado en algunas profesiones inclusive disminuyera al aumentar el costo de oportuni­dad de educarse 2'. Un estudio sobre la industria textil de Lancashire muestra una baja correlación entre educación y salarios; la falta de una diferencia es explicada por la baja contribución de la educación a la productividad laboral en ese sector manufacturero^.

En cuanto a Massachusetts, Nueva Inglaterra, otra región desarrollada, Field 1 ha puesto en duda que la industrialización allí producida requiriera de la capacidad de leer y escribir en cantidades importantes. Sin embargo, y según una muestra, en la industria textil de ese Estado los asalariados alfabetos obtenían salarios superiores en un 17% a los analfabetos ^

La contribución económica de la educación en el siglo XIX, lejos de ser una cuestión cerrada, requiere mayores estudios y mejor información cuanti­tativa. Lo que quizá ya no pueda aceptarse son las afirmaciones simplistas de una correlación clara y permanente entre alfabetización y productividad, como las que hacía hacia 1850 el reformador educativo Sarmiento, quien afirmaba que la educación era el factor responsable del aumento de riqueza de un país y que haría de cada hombre un foco de producción o un taller de elaborar medios de prosperidad^^. Por otra parte, deja de sorprender que cuando el inspector de escuelas Saturnino Seguróla preguntó a un grupo de padres de la localidad bonaerense de Ranchos en 1830 por qué no enviaban a sus niños a la escuela, éstos respondieran que «ellos no habían necesitado leer para tener plata». El informe posterior de Seguróla que se refería al hecho parecía confirmar que aunque la educación era necesaria para cultivar el espíritu, no necesariamente llevaba a obtener mayores ingresos^.

» Schofield (1973); Nicholas (1992). » Sanderson (1974). " Field (1976). '2 Aunque U diferencia es atribuida más bien a discriminación racial y de clase que a una

mayor productividad (Graff, 1987, 346). M Sarmiento (1948-1956), xii, 63. *• AHPBA DGE Registro de Circulares 1826-34, f. 139 (Nota fechada el 12/8/1830).

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LOS GRUPOS DE PRESIÓN ANTE LAS RELACIONES COMERCIALES HISPANO-BRITANICAS Y LA PRENSA INGLESA, 1926-1932

MARÍA TERESA POLO SÁNCHEZ Universidad Complutense

RESUMEN

Este trabajo intenta mostrar cómo, a través de una parte importante de la prensa inglesa, puede verse el papel desempeñado por el sector exportador, tanto el británico como el español, que actuaron como verdaderos grupos de presión en respuesta a una política arancelaria española que ponía en peligro

'""l^^cot^ión del período histórico analizado viene dada por dos hechos que influyeron de manera imporunte en las relaciones comerciales entre lo. dos países: 1926 es el año de la huelga general y de la huelga del carbón mglesa y 1932 es el de la Conferencia de Ottawa y el sistema de preferencias imperiales.

En cuanto al contenido de la información, gira en tomo a tres temas: 1) el problema de las exportaciones británicas de aceros especiales, 2) el del carbón y . • • 3) el de las exporuciones españolas de productos agrícolas.

ABSTRACT

The increase in the Spanish tariffs barriers during the interwar y«rs started 1 ne increase m « « P - j-onardized trade flows between Spam and

an action/retaliation process that jeopardizea °»°^ . _ . ^ . Britain This essay analyzes the role of an imporunt sector of Ae Brisurtí press mitain. i nis essay »i^j aisoute over taríÉf policies between Spanish and British 'or^]-«^^''^^^^ ^ ; , f S . e General Strike of 1926 -specifically withadecis.veimpa«on o r e ^ t « d e ^ ^ ^^ ^^ ^ ^ ^ ^ ^

in the coal sector— ana tne VTitawa ^ . , .^ «,«Ki»tn« of thrM aoecific System of 1932. The analysi. focuses on the ,«de problems of three spectfic sectors: coal, special steels, and agricultural produce.

Cuando se analiza la evolución de la economía británica a lo largo del período de entreguerras, se ve cómo la década de los veinte se -ractenza por un ritmo de crecLiento lento, debido a una sene de problemas a largo plazo

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MARÍA TERESA POLO SÁNCHEZ

de difícil solución —principalmente una alta tasa de desempleo, un desequili­brio industrial y regional y un sector exportador estancado—. Si bien es verdad que a partir de 1923 Gran Bretaña volvía a tener una balanza de pagos favorable (con la excepción del año 1926), sin embargo su superávit era menor de lo que lo había sido en los años anteriores a la guerra. Pero lo que se consideraba más importante todavía era el que los principales sectores exportadores no tuvieran suficiente demanda para poder trabajar a plena capacidad.

Esto último era especialmente grave si se recuerda que una de las características del desempleo de la posguerra en Gran Bretaña fue su concen­tración en determinadas industrias —aproximadamente el 50% del desem­pleo registrado en 1929 se encontraba en las cinco industrias básicas—: minería, ingeniería mecánica, astilleros, hierro y acero y textiles. Aun recono­ciendo la importancia que en el declive de estos sectores tuvieron los factores externos, hay que señalar la existencia de problemas internos, tales como ineficiencia, exceso de mano de obra con baja productividad y altos costes, que afectaron considerablemente a la competitividad en el mercado interna­cional.

Por otro lado, España tenía como uno de sus problemas más acuciantes el retraso económico que le impedía incorporarse al mundo occidental del si­glo XX. La Dictadura se propuso, mediante la intervención constante del Estado, fomentar la industrialización e incrementar el comercio exterior, siguiendo para ello una política defensora del nacionalismo económico.

No es de extrañar, por tanto, que los intereses de ambos países estuvieran con frecuencia en conflicto y que ese conflicto, en cuanto suponía un endurecimiento de las trabas a la exportación de los productos británicos, afectara a las relaciones comerciales entre España y Gran Bretaña.

El comercio hispano-británico, que cubría un alto porcentaje del tráfico exterior de España (en 1924 las importaciones procedentes de Gran Bretaña suponían el 17,16% del total y las exportaciones españolas el 23,68%), ha sido estudiado por J. Hernández Andreu en lo referente a su protagonismo relativo en comparación con el comercio hispano-francés y el hispano-norte-americano, así como las consecuencias de los Acuerdos de Ottawa para la economía española. L. Prados de la Escosura, a su vez, estudió el tema atendiendo a la balanza comercial y a la relación de intercambio entre ambos países'. Sin embargo, hasta ahora no se han estudiado los efectos de las medidas comerciales de un país sobre otro en términos de acción-reacción, ya

• Hernández, Andreu (1980); Prados de la Escosura (1984, 1985).

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LOS GRUPOS DE PRESIÓN ANTE LAS RELACIONES COMERCIALES HISPANO-BRITANICAS

que se trataba de un tráfico bilateral, aunque desde el artículo clásico de Harry Johnson 2, la literatura científica ha sido fecunda en la aportación de análisis que contemplan el supuesto de un país que toma medidas que afectan directamente al contrario, pero su acción repercute sobre sus propios intere­ses. Esto es un ejemplo de lo que se conoce como el «dilema del prisionero». Cada gobierno estaría de acuerdo en adoptar una solución alternativa si existiera la posibihdad de que el otro pudiera dar credibilidad a su promesa de no engañar al primero. Este sería el papel que podría desempeñar un organismo internacional como el GATT^ o la prensa de ambos países.

Estas páginas intentan mostrar cómo, a través de una parte importante de dicha prensa, puede verse el papel desempeñado por el sector exportador, tanto el británico como el español, que actuaron como verdaderos grupos de presión en respuesta a una política arancelaria española que ponía en peligro

sus intereses. La acotación del período histórico analizado viene dada por dos hechos

que influyeron de manera importante en las relaciones comerciales entre los dos países: 1926 es el año de la huelga general y de la huelga del carbón inglesas y 1932 es el de la Conferencia de Ottawa y el sistema de preferencias imperiales.

La información analizada procede fundamentalmente de Th Times, perió­dico que si siempre se ha caracterizado por su seriedad y el rigor de sus trabajos, quizá lo era aún más en esos años, hasta el punto de habérsele comparado con las más altas instituciones del país: «Durante la crisis financie­ra y política de 1931, la influencia de The Times sólo era igualada por el Rey, los líderes de los tres partidos políricos y el Banco de Inglaterra»*.

En cuanto al contenido de la información, gira en torno a tres temas:

1) el problema de las exportaciones británicas de aceros especiales,

2) el del carbón y 3) el de las exportaciones españolas de productos agrícolas.

2 Johnson, Harry G. (1954). 3 Baldwin, Roben E., y Richardson, J. David (1986). • Woods, O., and Bishop, J. (1983), p. 262.

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LOS ARANCELES ESPAÑOLES Y LA INDUSTRIA DEL ACERO BRITÁNICA

El Decreto de 14 de julio de 1926, que suponía un endurecimiento de la política proteccionista española en un momento difícil para los exportadores británicos, dio lugar a una campaña de protestas de los fabricantes británicos, por un lado, a través de la prensa, y, por otro, de las Cámaras de Comercio.

Tales protestas, aun cuando tengan como causa última una problemática mucho más profunda, como hemos apuntado más arriba, muestran el males­tar de unos empresarios desesperados ante las trabas proteccionistas, que intentan presionar a su gobierno para que tome medidas de represalia contra España.

Desde el primer momento se quiere hacer ver a la opinión pública que la política llevada a cabo por el gobierno español es poco inteligente, ya que no sólo afecta a los intereses británicos, sino también a los españoles, pues el país necesita exportar sus productos, como hierro y naranjas'.

Al mismo tiempo se insiste en la necesidad de intensificar los lazos comerciales con el Imperio, puesto que, dada la estructura del comercio británico, necesitado de productos alimenticios y materias primas para su industria y exportador de manufacturados, se beneficiarían ambas partes, ya que su intercambio sería complementario, no competitivo.

El efecto que estos comentarios de la prensa producen en el gobierno español se ve reflejado en la entrevista que hacía el Noticiero del Lunes a Primo de Rivera, recogida por The Times. El dictador comprendía las críticas a su política proteccionista, que creía absolutamente legítima y que no impediría el que Gran Bretaña siguiera vendiendo en el mercado español. Recordaba que la producción hullera española era insuficiente y la industria necesitaba el carbón británico, aunque tal comercio estuviera interrumpido en ese momen­to de manera temporal debido a la huelga*.

Así aparece patente la preocupación de Primo de Rivera por mantener buenas relaciones con Gran Bretaña y que en parte puede deberse a ese sentimiento anglofilo existente en España en esos años y que se ha llegado a llamar «britanización de la vida española» . Pero es evidente que también le

5 The Times Trade and Eitgineering Supptement, 7 de agosto de 1926 (en adelante The Times T. & E. S.).

<• The Times, 17 de agosto de 1926 y The Times T. 8c E. S., 21 de agosto de 1926. ' Pereira, J. C. (1986), p. 357, y su tesis doctoral L¿u reUiciones entre España j Gran Bretaña

durante el reinado de Alfonso XIII (1919-1931), Universidad Complutense de Madrid, 1986.

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LOS GRUPOS DE PRESIÓN ANTE LAS RELACIONES COMERCIALES HISPANO-BRITANICAS

preocupaba el peligro que para la agricultura española de exportación podía representar la competencia de los productos procedentes del Imperio.

En cuanto al sector del acero británico, sabida es la difícil situación por la que pasaba en esos momentos. Como las restantes industrias tradicionales, la falta de modernización, la existencia de demasiadas empresas, muchas de ellas por debajo de la escala mínima en términos de eficiencia, con una localización inadecuada, se reflejaban en unos costes altos y bajos beneficios. Todo ello dio lugar a la competencia de aceros semifacturados, a precios más bajos, procedentes del continente 8. Y esto era así en un sector que, como recuerda P. Fraile, era símbolo de independencia, poder político y prestigio».

A juzgar por el contenido de la información aparecida en la prensa, sería la región de Sheffield la que resultaba más perjudicada; por lo menos es esta región, como centro de la industria de aceros especiales, la que encabeza las protestas. Aprovechando la reunión de las Cámaras de Comercio Británicas, la Cámara de Comercio de Sheffield propuso pedir al gobierno que expresara sus quejas ante el gobierno español por su trato injusto a comerciantes e industriales de un país que constituía uno de los mejores mercados para sus vinos, fruta y otros productos'«.

Que el problema no lo ocasionaba simplemente una intensificación del proteccionismo español nos lo muestra el suplemento comercial de The Times en su primera página". Los fabricantes de Sheffield veían con preocupación cómo se les cerraba no sólo el mercado español, sino el continental, ante un gobierno débil, por una parte, y la falta de solidaridad de otros sectores de la producción, por otra, que no sabían comprender que ellos también tendrían en un futuro no muy lejano los mismos problemas.

A partir de ese momento la Cámara de Comercio de Sheffield decidió hacer la guerra por su cuenta, boicoteando los productos españoles, según se desprende de las declaraciones de su presidente, que afirmaba no atender las solicitudes de cosecheros españoles sobre posibles vendedores de vino en la zona, al mismo tiempo que proponía iniciar una campaña en la prensa contra la compra de productos españoles (vino, almendras, naranjas...) »2.

En la citada reunión de las Cámaras de Comercio Británicas, J. H. Chapman, presidente de la de Sheffield, comentaba que la medida incluida en el Decreto de 14 de julio según la cual sólo podrían importar acero aquellas

8 Pollard, S. (1983), p. 69. » Fraile, P. (1985), p. 72. '» Tht Times T. & E. S., 21 de agosto de 1926. 11 The Times T. & E. S., 4 de septiembre de 1926. 12 The Times T. & E. S., 4 de septiembre de 1926.

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empresas que los necesitaran para su producción había sido protestada también por los empresarios españoles a través de la Cámara de Comercio de Madrid, ya que la consideraban atentatoria a la libertad de comercio y significaba para muchos hombres de negocios españoles una verdadera expropiación sin compensación económica alguna.

No se le escapa, por otra parte, el alcance político que el Decreto tiene, cuando comenta que Primo de Rivera busca con ello el respaldo del pequeño grupo de productores de acero español '^. Sin embargo, le sorprende que tales restricciones fueran tomadas por un país que vendía a Gran Bretaña produc­tos cuyas cifras se acercaban al doble de lo que suponían las ventas británicas, productos que podían conseguirse dentro del Imperio.

Estas afirmaciones reflejan una actitud que se iba generalizando en Gran Bretaña y que era la respuesta a unas medidas restrictivas no privativas de España, lo que dio lugar a una campaña de defensa de la producción británica bajo el lema «Buy Brítish produce!».

Las presiones para conseguir la desaparición de las trabas al acero británico continuarían en ambos frentes, tanto por parte de las respectivas Cámaras de Comercio como de las empresas importadoras británicas y españolas y la embajada británica en Madrid, cuyo embajador se entrevistó con el gobierno español. Tales presiones dieron como resultado el posponer la aplicación inmediata del Decreto.

Al mismo tiempo, el gobierno británico respondía a las repetidas acusa­ciones de debilidad ante la actuación de un país con una balanza comercial favorable en sus relaciones con Gran Bretaña, a través del presidente del Board of Trade, contestando a una interpelación en la Cámara de los Comunes. Su intervención puede considerarse como un intento de tranquili­zar a los empresarios británicos, a los que aseguraba que las subidas arancela­rias no podían afectar a las exportaciones británicas, según lo estipulado en el tratado comercial entre ambos países.

Esta declaración no convencía al editorialista de la revista comercial de The Times, quien ve con peocupación la falta de sensibilidad ante el problema de los sectores de la economía británica no afectados todavía. A su juicio, era el momento adecuado para que el gobierno tomara la iniciativa, dado que el Tratado comercial hispano-británico de 1922 podía ser denunciado, dentro de un período de seis meses anterior a su expiración, por cualquiera de las

partes 14

'5 The Times T. Se E. S., 25 de septiembre de 1926. i< The Times T. & E. S., 2 de octubre de 1926.

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LOS GRUPOS DE PRESIÓN ANTE LAS RELACIONES COMERCIALES HISPANO-BRITANICAS

La conveniencia de revisar el Tratado era considerada también por las Cámaras de Comercio. La de Londres, apoyando a la Cámara de Sheffield, se dirigía al gobierno en este sentido, a la vez que presionaba a los exportadores españoles mediante un telegrama enviado al presidente del Congreso Nacio­nal de Productores de Naranjas. En él le advertía de un posible boicoteo a la fruta española, recordándole que Gran Bretaña era el primer cliente de España 15 Mientras tanto la Cámara de Comercio Británica en Madrid se movía en la misma dirección. Su representante, W. A. Me. Crory, pedía de manera oficial al gobierno británico la revisión del tratado comercial a través del embajador en Madrid. La razón expuesta para justificar tal petición era el temor de que el Decreto de 14 de julio, aunque importante en sí mismo, no fiíera más que la punta del iceberg, y que otro sector pudiera verse afectado en lo sucesivo por el mismo procedimiento y sin aviso previo. Ello produciría en los empresarios un sentimiento de inseguridad mucho mayor que cualquier medida proteccionista tomada por el gobierno español por los cauces ordina­rios i*. Es decir, lo que más preocupaba a los empresarios no era tanto la revisión arancelaria como el hecho de que se llevara a cabo mediante un decreto, y que tal procedimiento se volviera a utilizar en el futuro, lo que los dejaría completamente indefensos.

Al mismo tiempo interesa hacer ver a la opinión pública que no eran sólo los intereses británicos los que estaban en juego, sino que existía el mismo malestar ante la política comercial de la Dictadura en círculos españoles. Para ello se cita a la prensa española que, preocupada por las posibles represalias británicas, cree que la Asociación de Exportadores de Vino y Frutas debería pedir al gobierno que negociara con el británico " .

Como es sabido, el 5 de abril de 1927 se firmó un convenio complementa­rio del Tratado de Comercio y Navegación del 31 de octubre de 1922. En él se ratificaba el trato de nación más favorecida para los productos de ambos países con la excepción del carbón. En lo referente al acero, se suprimían las restricciones al almacenaje impuestas por el Decreto de 14 de )ulio, así como algunas de las subidas de los derechos arancelarios permitidas por el mismo

Decreto. ,- ,. j i A pesar de ello, The Times no se mostraba muy saosfecho de lo consegui­

do. Aun reconociendo que el nuevo convenio suponía una vuelta a la situación en que se encontraban las relaciones comerciales en 1922, situación

•' The Times T. &. E. S., 20 de octubre de 1926.

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que el mismo periódico había considerado ventajosa para Gran Bretaña ^^, le preocupaba la revisión del artículo 7 del anterior convenio, contenida en el canje de notas adicional. Al permitirse a cualquiera de las partes establecer prohibiciones o restricciones sobre las importaciones procedentes de la otra parte, siempre que se advirtiera con tres semanas de antelación, todo depen­dería de cuál fuera la política comercial de los respectivos países en cada momento. Si en la década de los veinte Gran Bretaña defendía el librecambis-mo, no sucedió lo mismo a partir de 1931. Entonces sería España la que se encontrara en una posición más débil a la hora de enfrentarse a las restriccio­nes comerciales.

A ñnales del año 1927, The Economist publicaba un extenso artículo con el título «Economic tendencies in Spain» •', en el que se hacía una crítica de la política económica de la Dictadura, analizando sus principales aspectos: corporativismo, proteccionismo y nacionalismo económico. Naturalmente, el artículo terminaba exponiendo la repercusión que todo ello tenía sobre las exportaciones británicas, en lo que coincidía con la valoración que hacía la revista comercial de The Times de la balanza comercial española, al publicarse las cifras oficiales para los seis primeros meses del año 1927^0. Al comparar esas cifras con las de los dos años anteriores, se advertía el notable incremento experimentado por las importaciones de productos manufacturados, frente a un descenso de las importaciones de materias primas. Esto era, a juicio del corresponsal de la revista en Madrid, una prueba evidente del fracaso de la política proteccionista española que no había conseguido su objetivo de frenar las importaciones, sacrificando en cambio los intereses de los agriculto­res y convirtiendo a España en uno de los países más caros de Europa.

Sorprendía al periodista que tales resultados no preocuparan al gobierno, que estaba dispuesto a acentuar las medidas proteccionistas. Ante esto se vuelven a emplear los mismos argumentos utilizados en la polémica sobre el Decreto de 14 de julio: era necesario concienciar tanto al gobierno británico como a los empresarios de la conveniencia de cambiar su estrategia. Evidente­mente, los exportadores británicos se habían quedado retrasados frente al avance de Francia, Estados Unidos y Alemania, en la lucha competitiva. Y ello era debido más a sus métodos obsoletos que a los precios de sus productos. En igualdad de condiciones, pensaba el periodista, los españoles estarían dispuestos a comprar productos británicos, incluso a un precio más elevado, dado que reconocían la alta calidad de su industria.

18 The Times T. & E. S., 26 de junio de 1927. •' The Economist, 26 de noviembre de 1926. 20 The Times T. & E. S., 24 de marzo de 1928.

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LOS GRUPOS DE PRESIÓN ANTE LAS RELACIONES COMERCIALES HISPANO-BRITANICAS

Es decir, cada vez que se acercaba una posible revisión arancelaria, la prensa inglesa llamaba la atención de la opinión pública sobre el peligro que ello podía suponer para las exportaciones británicas y sobre la necesidad de mejorar sus métodos empresariales. Si los productos americanos y alemanes hacían la competencia a los británicos, la culpa era del propio empresario que, acostumbrado a un mercado internacional en el que nadie discutía la calidad de sus productos, no había sabido evolucionar en sus prácticas comerciales. Sin embargo, estas acusaciones no son exclusivas de este momento y, como dice Aldcrof 2>, es difícil saber cuál era su incidencia real. Aun así, quizá, dada la dura competencia de la década de los veinte, pudo tener más importancia

que en el pasado. En relación con esta información quiero hacer aquí una referencia a los

informes económicos de la embajada británica en Madrid por coincidir su valoración de la problemática de las exportaciones británicas en España con lo apuntado en el último artículo que he comentado.

Estos documentos eran encargados a los agregados comerciales de las embajadas británicas por el Department ofOverseas Trade y publicados por His Majesty's Stationery Office, de forma que pudieran ser leídos por exportadores ingleses interesados en conocer la situación del mercado local.

El Department of Overseas Trade había creado y controlaba una sene de servicios tanto dentro como fuera del Imperio, cuyo objetivo era promover el comercio exterior británico. En España, su representante tenía la categoría de agregado comercial. Su relación con empresarios británicos era muy estrecha como se deduce de las recomendaciones hechas por el propio Departamento, y que aparecen en todos los informes 22. Estos informes, aunque de una periodicidad frecuente, no eran anuales. Durante la decada de 1920 y en cuanto a España se refiere, aparecieron en 1920, 1921, 1923, 1924, 1925! 1926 y 1928. Dentro del período de este estudio hay que citar ademas los de los años 1930 y 1933.

Conocido de todos los historiadores es el interés que tienen los mformes de las embajadas británicas por su enorme riqueza informativa acerca de los países desde donde se enviaban. Lo mismo se puede decir de los informes económicos que constituyen un estudio minucioso de la situación económica y del mercado local. El mismo The Times anunciaba su pubhcación, acón-

aparece en todos los informes que he consultado.

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sejando su lectura a todos los empresarios interesados en las relaciones comerciales con el exterior 2 .

Preocupaba a la embajada británica la competencia exterior en el mercado español, fundamentalmente la de Estados Unidos. Es por ello que en el informe del año 1928 su autor, A. Adams, insiste en la necesidad de que los comerciantes británicos imitaran los métodos de los americanos, mucho más eficaces y adecuados a las necesidades del país importador. Se necesitaba una organización financiera, que atendiera todo lo concerniente a la exportación en Gran Bretaña, y otra que cubriera la financiación y publicidad en el país importador. Adams recordaba a los empresarios que la venta era también un aspecto de la actividad empresarial que comenzaba en el proceso productivo y que había dejado de ser algo que podía realizarse con el esfuerzo de individuos aislados, como se hacía en el pasado 2*.

La forma de plantear el problema de la competencia extranjera y la necesidad de que los exportadores británicos adecuaran sus métodos empresa­riales a las nuevas circunstancias coincide con lo expuesto por S. Pollard en su estudio sobre los problemas de la economía británica en el período de entreguerras ^5.

Es decir, aun reconociendo las trabas que suponían para las exportaciones británicas las medidas proteccionistas españolas, puesto que el convenio comercial hispano-británico estaba regido por el principio de nación más favorecida, los exportadores británicos no podían sentirse discriminados frente a sus competidores más próximos, americanos, franceses y alemanes. Por ello, los informes llaman la atención sobre algo de lo que no se ocupa tanto la prensa, el factor humano: la industria de exportación británica debía modernizar sus métodos empresariales y enfrentarse de manera más agresiva con la competencia de otros países, sobre todo Estados Unidos.

Volviendo a la información aparecida en la prensa, de nuevo The Times se preocupa por reflejar también el punto de vista español, desde el gobierno o los medios oficiales hasta los empresarios y la misma prensa 2*. Es decir, la prensa inglesa reproduce la polémica desatada en España entre los distintos sectores de la producción ante el problema del proteccionismo, polémica que tuvo su punto culminante en los debates de la Asamblea Nacional, donde

" Tbe Times T. & E. S., 26 de junio de 1926 y 24 de julio de 1926. " Adams, A.: R^port on EcoHomic Conáitions in Spain, junio de 1928. pp. 16-17. 25 Pollard, S. (1983), p. 113. 2« Tbe Times T. & E. S., 25 de agosto de 1928; Tbe Times, 13 de marzo de 1928; Tbe Times T.

& E. S., 25 de agosto de 1928.

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LOS GRUPOS DE PRESIÓN ANTE LAS RELACIONES COMERaALES HISPANO-BRITANICAS

Flores de Lemus expuso de forma magistral el impacto del proteccionismo en la economía española y sus consecuencias sobre la política económica.

El enfoque dado por The Times coincide con el testimonio de un empresario de Sheffield, R. A. Bedford, cuya empresa había mantenido relaciones comerciales con España desde el siglo XVIII. En un viaje a España observaba en sus contactos con empresarios de Madrid, Barcelona y Valencia que la política proteccionista era impopular entre los agricultores 27.

Esta era, pues, la reacción ante el anuncio por parte del gobierno español de realizar una revisión de los aranceles que entraría en vigor el 1 de enero de 1929. Como es sabido, tal revisión no llegaría a realizarse ante las presiones de todas las partes interesadas en el tema. Sin embargo, seguía preocupando el hecho de que se pudieran llevar a cabo determinadas modificaciones de los derechos arancelarios que, sin que llegaran a constituir una verdadera revi­sión, podrían afectar a las exportaciones británicas. Como en otras ocasiones, de nuevo los aceros especiales eran el centro del conflicto. Sin embargo, el Decreto de 12 de febrero de 1929 significó una rectificación del gobierno español, que podemos considerar un paso importante en el largo contencioso que habían mantenido los fabricantes de Sheffield durante varios años. Es decir al proceder a la revisión de las partidas 258 y 259, así como suprimir los gravámenes de los aceros especiales que fijaba el Decreto de 9 de julio de 1926 se atendían las reiteradas reclamaciones de los empresarios britámcos. Así lo reconoce el informe anual del año 1928 de la Cámara de Comercio de Sheffield ^ que comenta el viaje realizado a Madrid por uno de sus miembros, H M Fisher de la empresa Arthur Balfour & Co. Ltd., quien colaboró con el gobierno británico en el proceso negociador que tuvo como fruto el mencionado Decreto.

LA P O L Í T I C A H U L L E R A ESPAÑOLA Y LOS INTERESES

DE LOS EXPORTADORES BRITÁNICOS

El conflicto de intereses en este sector durante el período que nos ocupa gira en torno al Decreto de 28 de febrero de 1926. The Times recogía la noücia de su publicación dos días después de su aparición en La Gaceta 2«. lo que es indicativo de la preocupación que despertaban las medidas protecciomstas del

27 Tk. Tim,., T & E S 10 de noviembre de 1928.

» Tin Times, 2 de marzo de 1926.

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gobierno español. Sin embargo, al mismo tiempo se reconocía que en los últimos años se había producido un considerable aumento de las importacio­nes, fundamentalmente británicas, mientras que, por otro lado se incrementa­ban los stocks en las minas asturianas. El Decreto respondía, a juicio del articulista, a las presiones ejercidas sobre el gobierno por el sector hullero, alarmado ante el avance de las importaciones.

Al igual que sucedió en el caso del acero, la prensa estaba interesada en exponer a la opinión pública británica el hecho de que las medidas del gobierno, encaminadas a proteger a un sector de la economía española, eran acogidas con malestar por aquellas personas o sectores que se sentían perjudicados por las mismas. En este caso, se citaban, por ejemplo, las protestas de los empresarios dedicados al comercio del carbón, o las del sector pesquero, que se quejaba de verse obligado a utilizar carbón español en unos barcos construidos para funcionar con carbón británico^".

Pero también The Times hacía referencia a la situación en que se encontra­ba el sector hullero asturiano. Ese es el caso de los conflictos laborales ocurridos en Asturias que terminarían con la aceptación por los mineros a prolongar la jornada laboral media hora, pasando a ser de 8 horas para los trabajos de interior y 9 para los de exterior. Esa conflictividad, se reconoce, tenía su origen en la fuerte competencia del carbón británico, con unos precios más bajos, lo que obligaba a una reducción de beneficios y costes'*.

En el año 1928, de nuevo se vuelve a hablar de la grave situación de la industria hullera asturiana, en la que el número de mineros parados era en ese momento de 4.000, con un excedente de carbón en las minas de 3 millones de toneladas, a pesar de haberse reducido la jornada de trabajo a 4 días a la semana 32. Esta información coincide con la que da Hernández Andreu, con una cifra de obreros empleados en el sector en 1928 de 43.401, frente a 46.155 en el año 1927^3.

LAS EXPORTACIONES AGRÍCOLAS ESPAÑOLAS A GRAN BRETAÑA

Al estudiar la infomación que sobre este tema hemos encontrado en la prensa inglesa vemos que la mayoría de las veces las exportaciones españolas

30 The Times T. 6c E. S., 20 de marzo de 1926. 31 The Times, 19 de octubre de 1927. 32 The Times, 31 de mayo de 1928. 33 Hernández Andreu, J. (1980), p. 164.

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son consideradas como la baza que puede jugar el gobierno británico para presionar al español en el contencioso arancelario. Es decir, frente a las barreras arancelarias por parte española la única solución es el boicot a la fruta por parte británica. Sin embargo, Gran Bretaña es gravemente deficita­ria en producción agrícola y necesita, en consecuencia, comprar en el exterior. Aunque un cambio en su tradicional política librecambista sería en ese momento inviable, sin embargo comenzaba a defenderse, como reflejan las páginas de The Times, una política alternativa que podía permitir al país el prescindir de gran parte de sus compras a España. Esa política consistía en intensificar las relaciones comerciales con el Imperio, cuya oferta en ese campo coincidía, en una gran medida, con la española.

Naturalmente que ese estrechamiento de relaciones entre Gran Bretaña y el Imperio fue la consecuencia de una serie de factores, uno de los cuales era el de las dificultades que iba encontrando Gran Bretaña para vender sus productos en el mercado internacional, debido a una política proteccionista que no era exclusiva de España.

Los artículos aparecidos en The Times son representativos del espíritu que movía las relaciones entre los distintos países del Imperio, una mezcla de patriotismo e intereses económicos que tenía como meta la creación de un gran mercado agrícola común ^.

En esta línea debemos recordar lo dicho al hablar de la polémica surgida en relación con el Decreto de 14 de julio. Hemos comentado cómo se consideraba que la diplomacia británica debía poner el énfasis en la importan­cia que el mercado británico tenía para el hierro y los productos agrícolas españoles y cómo, en el caso de estos últimos, había que insistir en que Gran Bretaña siempre podría abastecerse de la oferta del Imperio. Tal actitud, naturalmente, preocupaba en círculos españoles, sobre todo en el sector naranjero, preocupación que era mostrada como prueba inequívoca de que ése era el camino a seguir si se quería obtener concesiones arancelarias para las exportaciones británicas.

Un ejemplo de ello lo tenemos en la referencia aparecida en la revista comercial de The Times a la reunión que por primera vez tuvo lugar en Madrid de productores y exportadores de naranjas, ba,o la presidencia de Sebastián Castedo, presidente del Consejo de Economía Nacional, orgamsmo al que se cahfica de «the stronghold of protectiomsm in Spam»35. ge llama la

M Ti. T- o-K A. marro de 1928 17 de febrero de 1925, 1 de julio de 1925, 11 de agosto de 1925 ; ^ ' d ' : ? ó S tT9T5VlVdfdicie.bre de 1925. T>. Ti.. T. ^ E. S., 27 de .arzo de

35 The Times T. & H. S., 23 de octubre de 1926.

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atención sobre el hecho de que fuera precisamente en ese monnento cuando surgia la conciencia de la necesidad de una mejor organización si se quería mantener la supremacía de la naranja española en Europa.

A partir de 1928, prácticamente toda la información aparecida en The Times muestra los esfuerzos que, por parte española, se realizaban para intentar conservar el mercado británico, cada vez más competitivo. Una prueba del interés que existía por que la opinión pública inglesa conociera la nueva política de defensa de la calidad de las exportaciones es la declaración de la embajada española en Londres, a través del agregado de Agricultura, asegurando que se inspeccionaría la fruta enviada a Inglaterra, expidiéndose certificados de calidad y buen estado de la misma, según las condiciones exigidas en el mercado internacional. Estas declaraciones fueron hechas dos días después de que la prensa hablara de las reuniones de importadores de naranjas británicos para estudiar las posibilidades de la oferta procedente del Imperio ^.

A partir del año 1931, los cambios realizados en la política británica —el abandono del patrón oro y la aprobación de la Import Duties Act, así como la concesión de preferencias al Imperio—, con la consecuente repercusión en las exportaciones españolas, creaban un clima de pesimismo entre los sectores afectados, que se refleja en la prensa inglesa. Una vez más se muestra cierta extrañeza porque, a pesar de reconocer las diñcultades por las que atravesa­ban las exportaciones españolas, ello no se tradujera en medidas que pudieran mejorar la situación. Como prueba de estos problemas se recogen las declara­ciones de Perpiñá Grau en las que añrmaba que el número de trabajadores afectados del sector de producción y exportación de fruta alcanzaba U cifra de 200.000 hombres. Se destacaba la importancia que para España tenía el cambio en la tradicional política británica en un momento en que, aunque el comercio con otros países hubiera disminuido, todavía existía un saldo favorable a España en su balanza comercial con Gran Bretaña de 9 millones de libras. Sin embargo —se reconocía— tal superávit se veía reducido considerablemente al descontar los ingresos obtenidos por Gran Bretaña en cuanto a transporte, seguros y salarios'''.

De nuevo The Times se ocupaba de este tema con motivo de una reunión celebrada en Valencia para estudiar la situación del sector, en la que produc­tores y exportadores se quejaban tanto de los aranceles «ad valorem» británi­cos como del sistema de contingentes francés ^8. Por último, se recogía el

*> Thi Times T. & E. S., 10 de noviembre de 1928. " Tbe Times, 29 de septiembre de 1931. M Tbe Times, 27 de julio de 1932.

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temor existente en círculos exportadores a que la situación se deteriorara aún más al hablarse de posibles restricciones al carbón británico que podían dar lugar a represalias sobre la fruta española. Ese es el sentido de una interpela­ción al gobierno en las Cortes'9, así como un comentario aparecido en The Ecommist dentro de la misma línea de resaltar los intereses encontrados de los dos sectores de la economía españolado.

Quisiéramos recordar aquí cómo el enfrentamiento entre los exportadores agrarios levantinos —partidarios de ampliar las compras españolas de carbón británico para forzar la contrapartida de las ventas a Gran Bretaña de productos hortofrutícolas— y los productores hulleros —interesados en eliminar o reducir la secular competencia de la hulla británica— aún continua­ba tres años después. En ese momento, en que se negociaba un nuevo Tratado comercial con Gran Bretaña, Román Perpiñá escribía un estudio sobre el tema publicado por las entidades económicas valencianas bajo los auspicios del Patronato del Centro de Estudios Económicos Valencianos. Entre esas entidades destacaban la Cámara Oficial Agrícola, Comisión Na­ranjera de Levante, Confederación de Exportadores de Frutas y Hortalizas, Sindicatos Agrícolas de Alcira, Gandía, Játiva. CuUcra, CastelUón... En él se criticaba la política de protección de la industria hullera, que ponía en peligro las exportaciones agrícolas españolas sin reportar grandes beneficios para el

propio sector hullero •>. Creo que la información comentada justifica lo que afirmaba anteriormen­

te: la prensa llamaba la atención sobre el hecho de que las exportaciones españolas de productos agrícolas eran, por su importancia para la balanza comercial española, un arma a utilizar para presionar al gobierno español a suavizar las medidas proteccionistas. Y ello fue así no solo en el caso de la política hullera, sino en el de las exportaciones británicas de aceros especiales.

Sin embargo, la amenaza a un boicot británico a los productos hortofrutí­colas españoles nunca se llevó a cabo. Lo que sí puso en peligro al sector fue el sistema de preferencias imperiales aprobado en la Conferencia de Ottawa. Aunque su importancia no fuera tan grande en la practica como se había pensado - ^ 1 gran sueño imperialista del que hablábamos al principien si afectó considerablemente a las exportaciones españolas«.

5' Tbt Times, 15 de octubre de 1932. « TAí Ecommist, 19 de noviembre de 1932. « Tht Ecommist. 19 de noviembre de 1932.

I H e S S T J J \ S ) señala la importancia que tales acuerdos tuvieron, sobre todo

para las exportaciones de arroz y patatas (p. 122).

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CONCLUSIÓN

Durante el período de entreguerras las relaciones comerciales hispano-británicas tuvieron que superar una serie de conflictos que provenían tanto de la problemática general por la que atravesaba la economía británica como de la surgida de la política proteccionista española.

Hemos ido viendo a través de la prensa inglesa cómo cada vez que se anunciaba una medida que supusiera un endurecimiento de la política arance­laria había una movilización del empresariado británico para presionar al gobierno a que tomara medidas represaliadoras contra las exportaciones españolas. Este fue el caso del Decreto de 14 de julio de 1926, o la proyectada revisión arancelaria posterior que nunca llegaría a realizarse, que originó la serie de protestas de los empresarios del sector de aceros especiales, o del Decreto de 28 de febrero de 1926 y el sector hullero.

La baza que jugaba entonces el empresariado británico era intentar que se pusiera trabas a la entrada de productos agrícolas españoles.

A su vez, los exportadores españoles de productos hortofrutícolas, que sabían la importancia que estas exportaciones tenían para la balanza comercial española, presionaban al gobierno español para que suavizara su política proteccionista.

En este juego de intereses se une un nuevo elemento: puesto que Gran Bretaña era deficitaria en productos alimenticios, la única forma posible de poder prescindir de las exportaciones españolas era buscar una vía alternativa en la política comercial, es decir, la intensificación de las relaciones comercia­les con los países del Imperio, cuya oferta en este campo coincidía en gran manera con la española. Como es sabido, la promulgación del Import Dudes Act y la concesión de preferencias imperiales aprobada en la Conferencia de Ottawa, si bien no puso en práctica el gran sueño imperialista defendido desde muchos años atrás, debido fundamentalmente a la falta de entusiasmo de los restantes países a exponer sus jóvenes industrias a la competencia británica, sí que afectaría negativamente a las exportaciones españolas.

Por último, es importante señalar todo el proceso analizado como un ejemplo del comportamiento estratégico de grupos de presión que ayudó a incrementar el proteccionismo y a agravar la ya de por sí difícil situación de las economías española y británica.

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LOS GRUPOS DE PRESIÓN ANTE LAS RELACIONES COMERCIALES HISPANO-BRITANICAS

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NOTAS

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MODELOS DE CRECIMIENTO ECONÓMICO ENDÓGENO E HISTORIA ECONÓMICA: .UNA NUEVA PERSPECTIVA ANTE EL DEBATE PROTECCIÓN-LIBRECAMBIO?

DANIEL A. TIRADO FABREGAT Universidad de Valencia

INTRODUCCIÓN

La evidencia cuantitativa aportada en los últimos años en diferentes investigaciones» ha permitido una interpretación sobre la trayectoria econó­mica española para el período 1874-1936, en la cual se combina la constata­ción de tasas apreciables de crecimiento con el mantenimiento de un grado elevado de atraso 2. Y como señaló Lluch (1988), si el ámbito temporal se amplía hasta la actualidad, cualquier interpretación debería incluir la tardía recuperación de este último como un hecho clave a considerar.

No resulta, por tanto, sorprendente que las razones de la persistencia durante un largo período histórico de esta distancia entre los logros de la economía española y los conseguidos por los denominados países pautadores se haya erigido en uno de los temas centrales de debate de la Historia Económica en España. Entre los mútiples factores sugeridos para exphcarla3, el reducido grado de apertura y la política comercial practicada ha merecido una atención especial por los historiadores económicos.

Y de esta forma, la ya tradicional polémica entre partidarios del hbrccam-bio como estrategia de desarrollo y aquellos que defienden la protección, reiniciada tras la publicación del libro de Prados (1988), amenaza con volver a centrar gran parte de la discusión histórico-económica hoy. Porque las mas recientes aportaciones sobre la historia económica de la España de la primera

cobran una especial relevancia.

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NOTAS

mitad del siglo XX basan sus argumentos, bien de una forma explícita, Fraile (1991), o implícita, Palafox (1991), en los efectos que, a largo plazo, se derivaron de una política comercial inaugurada con el Arancel de 1891.

En buena medida, la controversia persiste debido a la ambivalencia de la experiencia histórica de otros países. Esta muestra cómo durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros decenios del XX, Alemania o los Estados Unidos de Norteamérica acortaron distancias en términos de niveles de renta haciendo uso de políticas comerciales proteccionistas. El contraejemplo váli­do descansa, para los defensores del librecambio, en la trayectoria de países que han practicado con éxito políticas librecambistas y con un alto grado de apertura exterior, tanto en el pasado (los casos de Suiza o Dinamarca en el siglo XIX) como en la actualidad (los distintos países del Sudeste Asiático).

La contribución del análisis teórico tampoco ha servido para cerrar el debate. Sin duda por cuanto el estudio de las relaciones entre estructura del comercio exterior, política comercial y crecimiento económico se ha visto limitado por la adaptación de los modelos neoclásicos^ de crecimiento al estudio del comercio exterior propio de economías pequeñas.

En ellos su estructura y la política comercial que lo define son ajenas a la determinación de las tasas de crecimiento a largo plazo. Como es conocido, el librecambio, la total apertura al comercio internacional, subyace como reco­mendación propia de este marco analítico. Al permitir el completo aprovecha­miento de las ganancias estáticas, propias de la más eficiente asignación internacional de los recursos, conduce a la economía que participa del comercio a un óptimo paretiano en el consumo ^, independientemente de su senda de crecimiento.

Al considerar otras investigaciones la existencia de ganancias dinámicas * directamente vinculadas con el proceso de crecimiento y no enmarcarlas analíticamente en un modelo teórico, la discrepancia de enfoque ha contribui­do a mantener en el seno de la historia económica la discusión protección-

* Soiow (1956), y posteriores desattoUos. ' La desigual apropiación de las ganancias estáticas entre las diferentes economías depende de

los términos de intercambio. Este hecho provocó la generalización de una corriente critica a los postulados librecambistas como proposiciones nomutivas en el caso de economías que muestren una evolución negativa de la relación real de intercambio. Sobre el particular, ver Prebisch (1959). Prados (1988) comprueba cómo este efecto no se da para la economía española del Xix.

' Aspectos tales como la relación entre: economías de escala debidas al tamaño de mercado, procesos de difusión internacional de la tecnología, estimulo a comportamientos dinámicos y competitivos de los agentes, que están vinculados al comercio exterior y a la vez explican el crecimiento económico, son los que la Uteratura sugiere como generadores de estas ventajas.

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NOTAS

librecambio. Una controversia que, ai formularse sobre distintos planos de definición, corre el riesgo de transformarse en eterna.

Una vía útil de tratar de superar este estancamiento puede ser partir de los avances recientes de la propia teoría del crecimiento. En la cual los interro­gantes centrales que han conducido a los economistas ^ a una mayor profundi-zación en el análisis coinciden en gran medida con los que subyacen en la investigación histórica. Son cuestiones tales como: ¿por qué algunos países crecen más rápidamente que otros?, ¿por qué aquellos con niveles mas altos de renta gozan de una mayor estabilidad en el crecimiento? o ¿por qué existen trampas de pobreza y situaciones de crecimiento cero?

Fruto de estos avances son los modelos de crecimiento económico endógeno El objetivo de esta nota es llamar la atención, de forma mtuitiva, sobre los fundamentos de estos modelos; esbozar el modo en el que se recoge en los mismos la incidencia del comercio exterior y de la política comercial en el largo plazo; presentar algunas de sus conclusiones, y. por ultimo, plantear su posible utilidad para avanzar en el estudio de los efectos de un régimen comercial como el español de la primera mitad del siglo XX.

UNA S Í N T E S I S I N T U I T I V A SOBRE LOS MODELOS DE CRECIMIENTO ENDÓGENO

Desde la perspectiva del progreso en la identificación de las «^usas que originan la existencia de conclusiones aparentemente irreconciliables en b interpretación de la trayectoria económica española en los siglos XIX y XX,

™ , / nartida exolicitar que los modelos neoclásicos qu zá sería un buen punto de partiaa exputu H requieren, para adecuar sus principales conclusiones a la ^^^'^^^J^^^l den e x p l i i considerar un progreso técnico exogeno que complemente 1 a c u m u L ó n de factores en la explicación ' ^ ^ ^ " ' " T " ITs^d^^^^^^^^^ diversidad de niveles de renta per cápita observables entre los diferentes pdses sugiere la existencia de múltiples equilibrios en la trayectoria histórica T c r e c i m ^ L o de las sociedades, los cuales ^ / f ^ ^ ^ L w miento de externalidades en determinadas actividades producuvas .

" , j . nr^auntM sirve como punto de partida a Lucas (1988) en

modelo bisectorial-dinámico, como la » " « " ^ " ^ „ „ ^ f ^ ^ o ^ ,» comprensión del proceso la coexistencia de diversos equilibrios para una econom« y

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NOTAS

En este contexto, las recientes aportaciones de Romer (1986, 1990) y Lucas (1988, 1990) no han hecho más que integrar el análisis de economías con actividades generadoras de externalidades en un modelo de crecimiento. Lo cual hace posible una explicación endógena del mismo por cuanto si la acumulación de capital tiene lugar en actividades que presentan economías de escala crecientes, la productividad marginal del capital no tiene por qué decrecer. Al persistir de forma indefinida un incentivo a la acumulación de capital, el crecimiento de la renta per cápita puede mantenerse a largo plazo' sin necesidad de considerar el progreso técnico como exógeno.

La fuente permanente de generación de externalidades es la acumulación e incorporación a la esfera productiva de conocimiento técnico'", entendido de manera amplia. Esto es, incluyendo la introducción de innovaciones tecnoló­gicas' '; las mejoras productivas y organizativas alcanzadas a través de procesos de aprendizaje y el uso de un mayor «stock» de capital humano.

Esta incorporación permite la aparición de economías de escala tanto en las industrias de producción de bienes intermedios como de bienes finales. Las primeras pueden ofrecer una mayor variedad de los mismos sólo si incrementa el grado de desarrollo tecnológico. Las segundas también reciben externalidades de la introducción de mayor conocimiento, reduciendo costes de producción y de distribución, ampliando la gama de productos o mejoran­do su calidad. Y en ambos casos estas economías de escala son dinámicas y externas. Dinámicas, ya que para un nivel tecnológico determinado se produce con rendimientos constantes a escala. Y externas a las industrias que las experimentan, ya que dependen del nivel de conocimiento que se alcance. Por tanto a nivel agregado, y al igual que en los modelos neoclásicos tradicionales, se puede mantener un esquema de funcionamiento de compe­tencia perfecta.

Pero en estos modelos la trayectoria de crecimiento dependerá de la cantidad de recursos que se destinen a la adquisición de un mayor nivel

industrializador como un proceso autosostenido de cambio estructural que lleva a la economía de un estado estacionario a otro.

' En el modelo sugerido por Solow, la solución de equilibrio exige una relación capital/tra­bajo constante, solución que es estable, ya que la tasa de acumulación de capital converge hacia la tasa de crecimiento de la mano de obra. Jones (1975), pp. 91-102.

'" También en nuestra disciplina el conocimiento técnico y la difusión del mismo ha sido considerado como un factor crucial en la explicación del crecimiento económico. Ver, por ejemplo, Prados (1992), p. 45.

" La generación de innovaciones tiene un carácter endógeno a partir de la realización de inversiones en I&D. Ejemplos de su vinculación con el crecimiento los encontramos en Grossman y Helpman (1989, 1990b), Romer (1990), Fung e Ishikawa (1992).

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NOTAS

tecnológico, así como de la capacidad de incorporarlo en mayor o menor medida a la producción, la cual responde a la asignación inicial de recursos a aquellas actividades que reciben las externalidades, la posibilidad de realizar una rápida reasignación de los mismos 12 (nivel educativo de la mano de obra '3, grado de desarrollo del sector financiero •*, como factores que afectan a la velocidad en la que se realiza la reasignación cobran protagonismo en la determinación de las tasas de crecimiento de largo plazo) y del estímulo que reciban los agentes privados para realizarla (tamaño de mercado y distribu­ción de la rentáis, existencia de políticas económicas reasignativasi*, se revelan como factores claves en la comprensión del crecimiento).

Por lo tanto la consideración de actividades que generan externalidades sobre algunos sectores permite una explicación endógena del crecimiento. Y también permite, y quizá sea lo más relevante desde la perspectiva de esta nota aun manteniendo un marco agregado de competencia perfecta, explu:ar el que las condiciones iniciales de una economía, o distorsiones pasadas, muestren una alta persistencia en el tiempo y expliquen el comportamiento económico de largo plazo.

¿SECTOR EXTERIOR Y POLÍTICA COMERCIAL EN LOS MODELOS DE CRECIMIENTO ENDÓGENO?

Desde la perspectiva apuntada, la economía internacional y por lo tanto el comercio exterior y la política comercial que se practique ' ^d ' ! "»" - J -mayor relevancia, ya que el marco de la economía global sera e adecuado para comprender las tendencias económicas de largo plazo". La ven a,a comparativa determinará las pautas de especializacion que sigue cada país, y

planteados en Lucas (1988). crecimiento endógeno, de las relaciones

„,: S " n ' r ; i " « * s í ; . e^^»»...™»»«-»—<• -Jovanovic (1990). „ «Judiado por Murphy. Shleifer y Vishny (1991); desde diferente

.3 En un - " - J ' X e n un modelo de crecLImo endógeno por Grossman y Helpman perspectiva es mtroducido en un moaciu u

(1990a) „rtorial oracticada, vía subsidios, estructura arancelaria, etc., - La política de P^™*^ °" ^ " ° ^ ^ K ^ r v e y » sobre su estudio en este tipo de modelos

tiene unos claros efectos en el largo P'»^"-^" *'"' ^ se puede ver en Sala-i-Martin y Roubm» (1991).

n Este hecho es destacado por Grossman y Helpman (1990a).

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NOTAS

con ello su actividad tanto en procesos creadores de conocimiento como en la producción de bienes que hacen un uso intensivo de las nuevas tecnologías donde aquél se incorpora.

La difusión internacional de la tecnología, ligada implícitamente al comer­cio internacional, permitirá, si fluye de una forma rápida y con costes reducidos, que los distintos países aprovechen las externalidades que se generan en la actividad investigadora de sus socios comerciales.

El gran tamaño del mercado mundial facilitará mayores oportunidades de explotación de los beneficios que genera la inversión en I&D, pudiendo así incentivar un mayor volumen de la misma por parte de las empresas privadas. Y a su vez, la participación de una economía en los mercados financieros internacionales incrementará sus posibilidades de financiar inversiones en todo tipo de capital, incluido el conocimiento técnico. Con lo cual se amplían sus posibilidades de desarrollo.

Es obvio, pues, que la política comercial aplicada no es neutral en la senda de crecimiento de largo plazo. Básicamente debido a tres efectos ^^. Primero, porque reducir las restricciones comerciales evitará redundancias entre países en el uso de recursos en la actividad generadora de conocimiento técnico. Al mostrar ésta economías crecientes a escala ello implicará una mejora generali­zada de las tasas de crecimiento (efecto redundancia). Segundo, la integración del mercado que la apertura implica conducirá a un mayor aprovechamiento de las economías de escala que se dan en la producción de aquellos bienes que reciben las externalidades provenientes de la actividad generadora de conoci­miento técnico al incorporar el mismo en sus procesos productivos (efecto integración).

Y el tercer efecto que puede ser destacado es el reasigantivo. La apertura exterior supone una reasignación de recursos hacia las actividades para las cuales el país goza de ventaja comparativa, que puede suponer un incremento o una reducción en las tasas de crecimiento propias del país que la experimen­te, en función de qué sectores vean mejorada su participación. Este efecto tendrá una mayor magnitud en función de las diferencias dotacionales y tecnológicas de partida.

De lo anterior, no parece exagerado afirmar que la teoría del crecimiento económico endógeno, y en particular aquellos desarrollos que resaltan los procesos de generación, difusión e incorporación del conocimiento técnico como precursores del desarrollo económico, pueden ser un instrumento

" La descomposición de los efectos de la política comercial sobre las tasas de crecimiento pertenece a Rivera-Batiz y Romer (1990).

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NOTAS

analitico idóneo para enriquecer el estudio y comprensión del hasta ahora intuitivo '9 vínculo entre comercio exterior y crecimiento económico al hacer explícitas las distintas conexiones teóricas existentes entre estas variables y permitir un tratamiento conjunto de las mismas.

Lo cual no quiere decir que el análisis se simplifique. Por contra, obliga a considerar un número muy superior de matices. En su breve, pero contun­dente reflexión, sobre el papel desempeñado por la política comercial en el estímulo del crecimiento económico en el ámbito de estos modelos, Sala-i-Martin y Roubini (1991) concluyen su exhausuvo «survey», en el que constatan la existencia de todo tipo de resultados 2° afirmando:

La principal conclusión que se deriva de los estudios anaUzados es que la relación entre régimen comercial y crecimiento económico es teóricamente muy ámb'gua Dependiendo de la estructura del modelo, del origen del crecimiento V de las condiciones iniciales de las diferentes economías, las restricciones comerciales pueden o no reducir el crecimiento económico.

IMPLICACIONES PARA LA HISTORIA ECONÓMICA

Esta línea de la teoría del crecimiento supone, pues, una vía de análisis de la relación entre comercio exterior, política comercial y crecimiento económi­co mucho más matizada que la derivada de los modelos c l a s i c o . No parece por tanto arriesgado afirmar que su aplicación en nuestro campo puede í rmit i rnos m e j o L la comprensión de cuáles fiaeron los efectos de^a política comercial practicada en España y del reducido tamaño de su sector exterior sobre su trayectoria macrocconomica.

Pero a partir de ío señalado, parece posible comenur que los in^rrc^g^^ tes a olrtir de los cuales se plantean las invesügaciones tal vez deban tes a partir ae ios c •„„if,.^tiv3i modificación. Teniendo en cuenu experimentar una hgera pero significativa moairica „ n ^ , o , clave la^por tancia concedida al conocimiento técnico, uno de «^ - P ^ ^ l ^ que se deriva para la investigación histórica de estas » P ° " - - « - ; : ^ " ^ ^ ^ ^ , A^ A^ ci <•! ronocimiento técnico se genera en el profundizar en la constatación f j ^ ^ ' ^ ^ ^ ^ „^^és de la importación de interior de nuestra economía o si es incorporado a travc f

. j A,W imoosibilidad de estudiarlos con rigor analítico en el .' El sentido intuitivo denva '^'"'^^^^ j , , crecimiento apUcadas a la teoría del

marco de las "^^^°^::^'J^^^^X^^^"^°' «™"'^ "í '"^^ ^''^^• comercio exterior. Sobre el P»"»™^? ^ ^1989) ofrecen una reUción positiva entre 20 Los trabajos de Stockey (1990) ° ^ o w ^ ^ ^ ^ ^ , ^ ^ ^ ^^^^.^

imposición de aranceles y mayores tasas de crecimiento,

de Lucas (1988).

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NOTAS

bienes de equipo, patentes o trabajo de técnicos extranjeros. Y en qué medida la situación inicial sufre modificaciones.

Lo mismo podría señalarse acerca de la determinación de las pautas de ventaja comparativa nacionales 2', que obligará a realizar un profundo análisis de la estructura económica española, de la de los principales socios comercia­les, así como de la estructura del comercio exterior. Así, y si de forma simultánea se avanzase en el conocimiento de los principales canales de obtención e incorporación del conocimiento a la esfera de la producción, podría llegarse a determinar cuál es el efecto del tamaño del sector exterior en las posibilidades de crecimiento.

Como es fácil de deducir, la relevancia de llegar a conocer los niveles de protección con rigor no es menor. Su relevancia se deriva no sólo de su papel determinante en el grado de apertura, sino también, y quizá sobre todo, de su función como instrumento de ampliación o de reducción de los efectos reasignativos del comercio exterior. Lo cual, a su vez, sugeriría la urgencia de realizar estudios pormenorizados que permitieran determinar cuál era la estructura de la protección, cuál la protección relativa de los distintos sectores^, así como el grado de concentración^^ que presenta.

La trascendencia de las importaciones en el crecimiento no debiera conducir a infravalorar el papel de las exportaciones. El estudio de la actividad exportadora, asi como de su política de promoción, se revela crucial cuando es la forma básica de financiar la compra en el exterior de aquellas tecnologías desarrolladas en los países líderes. Y lo mismo podría sugerirse acerca de la importancia de la comparación internacional, realizada siguiendo los parámetros sugeridos. Sólo a través de ella será posible detectar por qué políticas aparentemente similares manifiestan matices distintos que provocan unos efectos contrapuestos.

En resumen, la incorporación de los modelos de crecimiento económico endógeno a la investigación de la historia de la economía española podría permitir avanzar en un mayor rigor a la hora de señalar qué aspectos son relevantes en el análisis de los efectos del comercio exterior y del régimen comercial en el crecimiento de largo plazo. Y al mismo tiempo, nos dotaría de

2> Este aspecto ya ha sido ttatado de manera parcial en Prados (1988). 22 En estos modelos se muestra la relevancia de la dirección, entendida como qué sectores

son los implicados, que tome la protección. Una forma de acercarse a la misma es el análisis de la protección relativa entre sectores a distintos niveles de agregación.

" Una estructura arancelaria que concentre la protección en un grupo de sectores desincenti­va la investigación e incorporación de nuevos desarrollos técnicos ligados a aquellos sectores discriminados en la misma. Este hecho se deriva del modelo planteado por Fung e Ishika-wa (1992).

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NOTAS

un instrumento analítico apropiado para considerarlos conjuntamente. No parece arriesgado apuntar que, por todo ello, pueden servirnos para esclare­cer con mayor precisión de la que se deriva de las restrictivos supuestos de la teoría neoclásica del comercio internacional. la contribución de un factor como el comercio exterior, que ha sido considerado clave en la trayectoria de atraso relativo y posterior convergencia de la economía española. Y tal vez, también, podría ser útil para precisar las divergencias reales que existen en su interpretación y superar un debate que, en los términos en que está planteado, corre el riesgo de ser eterno.

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DEBILIDADES EN LA EDICIÓN DE J. SEGURA DE LOS «ELEMENTOS» DE WALRAS

CARLOS R O D R Í G U E Z B R A U N y LUIS JULIÁN ALVAREZ GONZÁLEZ

Universidad Complutense

Walras fue uno de los más grandes economistas de todos los tiempos En consecuencia, la única actitud que cabe ante la traducción de sus ^^'-J"^osf economa politica pura es el alborozo, aunque haya mediado mas de un siglo entre la primera edición del Ubro y la versión espanoh.

La traducción puede parecer tardía, pero no lo es. Habrá ^ ^ - - n ^ a r " lenta historia de los Elmentos, comenzando por el propio original, pubhcado icnw niMuiKi ut cuanto a traducciones, no originalmente en dos entregas, en 1874 y I»/ / - nn c las hubo hasta mediados de este siglo, y es destacable que la P " - " » ^"^ ^ japonesa de 1953. Después vinieron otras al - g ^ ' ^ J / ^ ^ . ^ ^ / J ^ ^ ^ ^ español, todas basadas en la llamada edición defmiuva de 1926. Aun no existe

" ' ^ T f c ^ a s t T l a flamante versión española de los £ W . . e^ste un m o t l o de egocijo adicional: el ingreso de Julio Segura en el campo de^a motivo ae rcguv. j „A^irn siguiendo una viera tradición de los historia del pensamiento «económico, siguend ) ^^^^^ ^^ ^^ buenos economistas que, aquí y en el extranjero, gu

° T : : f o l s ' m S t los buzos y las profundidades prístinas s o , en Fero somos muc ¿^ extrañar, por lo tanto, que

ocasiones oscuras y "^/^^ '^J^^^ '^^ l„,emos el mismo sitio y salgamos choquemos unos con otros. «" ; i " ^ J J " ^ ^^^^ de lo que creemos después a la superficie con relatos muy diversos acere M

haber visto. ^ j ^ ^ XOÓ^AÁO al. en cualquier Esto es lo que ha hecho Juüo ^^^^ ^^„^„do ^o^o un

caso enconiiable. ^f^-l^^J^^Zj^ZZ^r^o^^r.. para abordar verdadero historiador de la ciencia, emp ^^^^^^

el pasado y extraer ^^ ^ ^ ^ ^ ' ^ Z ^ ^ ^ t ^ ^ K.ista ^ Historia Rodríguez Braun entablo con el una poicu

Económica^.

Econimictt, Año 6, n." 3, otoño 1988.

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NOTAS

No nos ocuparemos aquí, sin embargo, de cuestiones analíticas, sino principalmente de la labor de Julio Segura como traductor y de Alianza como casa editorial.

El que las traducciones económicas al español de la obras de los grandes economistas son insuficientes y manifiestamente mejorables no constituye secreto alguno ^. Uno de los autores de la presente nota ha realizado un par de trabajos que demuestran empíricamente la validez de esa opinión negativa, vastamente extendida^.

¿Cómo es la traducción de los Elementos de Walras? En una palabra, aceptable. No obstante, como el panorama general de las traducciones es desolador, ello representa en realidad un elogio. La edición de Julio Segura, efectivamente, se halla por encima de la calidad media en España.

A continuación presentamos una lista de la debilidades de la traducción española. Igual que en su día hizo Carlos Rodríguez Braun con los Principios de Ricardo y la Teoría General de Keynes, no es una fe de erratas. En el terreno de las erratas y errores de escasa significación, los Elementos dejan muchísimo que desear. Hemos elaborado una extensa lista con unas 350 debilidades en un sentido muy lato, que remitimos en comunicación privada a Julio Segura para su utilización en una eventual segunda edición del libro y que está a disposición de los investigadores que la soliciten*.

El trabajo que presentamos aquí derivó del cotejo de tres ediciones de los Elementos de economía política pura (la francesa, la inglesa y la española)', y sólo aspira a evitar que el lector se pierda en otros laberintos que los estrictamente walrasianos.

2 C. Rodríguez Braun, «Fuentes, traducciones y bibliografía en historia del pensamiento económico», Documento de Trabajo 9005, Facultad de CC EE y Empresariales, Universidad Complutense, Madrid, 1990.

^ C. Rodríguez Braun, «Debilidades en la edición del Fondo de Cultura de los Priiuipioj de Ricardo» y «Debilidades en la edición del Fondo de Cultura de la Teoría General de Keynes», ambos publicados en Imestigaciones Económicas, agosto 1982 y mayo 1986.

* Los interesados pueden dirigirse a la atención de Carlos Rodríguez Braun, Hermanos García Noblejas, 41, 28037 Madrid.

^ Los ejemplares confrontados fueron:

— L. Walras, Elementos de economía pura, edición y traducción de Julio Segura, Madrid, Alianza Editorial, 1987.

— L. Walras, Elements of puré economics, edición y traducción de William Jaffé, Filadelfia, Orion Edirions, 1984 (reimpresión de la edición de Alien & Unwin, 1954).

— L. Walras, Elements iéconomie pelitiqne puré, edición de Fierre Dockés y otros, París, Económica, 1988 (corresponde al Volumen VIII de las Oeuvres Économiques Completes de Auguste y Léon Walras).

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el Paper de Jevons

y la Puré Theory de Marshall

en 1889 el Kapital und Kapital-Zins

la Theorie eUs Preisses de Aus-pitz y Lieben

Thornton

(6) 10 de diciembre

Humblot (1877)

UntersucbkHgen de 1880

economistas de la fijación de precios del monopolio

aranceles según sus posibilidades

excepto en las circunstancias y triángulos abstractas

cuando era

P' tal y como las propias pala­bras austríaca y alemana indi­can corrección no

(A) m(m-1) las condiciones de satisfac­ción máxima de

el «Brief account of a general mathematical theory of political economy» de Jevons y la impresión privada, a cargo de Sidgwick, de los dos estudios sobre Puré Theory de Marshall

en 1884 el primer tomo del Kapi-tal und Kapitals^ins (en 1889 y 1921 los tomos segundo y terce-ro) los Untersucbungett de Auspitz y Lieben

(5) 16 de diciembre

Humblot (1887)

Untersuchungen de 1889

fisiócratas de la fijación de precios, del mo­nopolio precios intervenidos según lo que corresponde excepto en las circimfcrencias y triángulos abstractos cuando [como consecuencia del precio menor] era

P' tal y como la emplean los austría­cos y la propia palabra alemana indica

corrección, acaso por un olvido, no

(C) m-l las dos condiciones de satisfac­ción máxima y la de

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470

471

472

476

484

487

495

502

538

Lm.

16

39

6

28

26

14

F.2a

26

32

18

29

43

47

10

11

3

21

22

28

13

29

23

4

5

20

21

6

15

Se lee

la utilidad de (B) del que re­sulta

(10)

Nv.

Supongamos ahora

y luego creciente

por desgracia

KS

#116

capitalista

al igual que

Pp derivadas parciales son nulas

pág-

F. F,

4>J<d,)-'p,4>Xd.) F. F,

las cantidades de

D,

F.

tiempo

; • "

servicios de consumo

cantidades empleadas

consideremos ahora tan sólo para

rentas netas

(d.

Debe leerse

la utilidad de (B), es decir, un desplazamiento de la curva de necesidades, del que resulta

(9) Nr»

Hemos supuesto hasta aquí

y luego decreciente

por fortuna

KST

#115

terrateniente

en vez de que lo hagan

"p

derivadas parciales cruzadas son nulas

pág. 751

F.

F. <t>Ád,)=p,(f>.{d.)

F.

F.

las cantidades, que suponemos todavía constantes, de

DV F.

tipo

;"'

servicios de los bienes de capital nuevos

cantidades fabricadas

podemos

rentas brutas

(d.)

500

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NOTAS

Pág. Lm. Se lee Debe leerse

553

559

620

629

658

672

705

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737

737

737

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798

29

8

14

4

25

25

11

21

Gráfico inferior derecho

Gráfico lado izquierdo

Gráfico superior derecho

19

38

24

elevación o reducción

El precio de (B)

siendo una de las principales operaciones crediticias

progresión geométrica

por tanto

no podemos discutir los efec­tos de este fenómeno y su­pondremos

8'.

p., A- A' A

A

ordenada

beneficio

reducción o elevación

El precio de (O)

siendo una de las principales las operaciones crediticias

progresión aritmética

sin embargo

Oq = qt

podemos no discutir los efectos de este fenómeno y suponer

8',

p.. P», P<' P

P.

abscisa

dj>. servicio del capital

COMENTARIOS ADICIONALES

Cuidar las formas

La .r.ducc¡6n de Julio Segu» merece alguno, reproehe, adidonales, e„

p,tae. luga, po. .» WU ^ ^ ; ^ ^ f;:":,adueeione. eapaíol.,. y No hay vnualmente " * " ' ' ° " " ^ La, citas y referencias «lolecen

n,uch.s de las obras , u e m e n a ^ . ^ ^ « ^ ^ I ; y ^ ^ ^^^^ ^ en algunas oportunidades de una aepiü« nota 6 de la página 50 tiene un error cada dos lineas.

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NOTAS

En cuanto a las citas textuales, es de lamentar el criterio de no respetar el original de las citas de Jaffé de autores ingleses, y si las escritas en francés o alemán. Habría sido aconsejable traducir todo, o bien respetar el original en todas las citas.

En algunas citas de autores antiguos se debería haber tenido más cuidado y adaptar el texto a un español comprensible hoy. Tal es el caso, por ejemplo, de la cita de Say en las páginas 675-676, en las que existen muchas referencias a una «industria» que es, en realidad, «trabajo».

En la nota 21 de la página 52, sobrfe la acogida de las diversas ediciones dé los Elementos, echamos de menos alguna mención a autores que publicaron comentarios sobre la obra, y que son figuras de interés, como G. F. Knapp, C. Gide y F. Simiand y A. Oncken. Asimismo, nos resulta extraña la mención que hace Segura, con respcao a la segunda edición de los Elementos de una «referencia anónima en el Journal of the Koyal Statistical Society», que no recoge el completo listado del anexo I de la edición francesa. Podría tratarse, sin embargo, de una confusión con la lista de obras de economía matemática, que Jevons preparó para el Journal of the Statistical Society, pero antes, en 1878, y que envió a Walras. Jevons no firmó la lista pero su autoría es indisputable.

El «liberalismo» clásico

En cuanto a las interpretaciones de Julio Segura eludiremos, como hemos indicado más arriba, la cuestión más importante, que es su interpretación del caso del propio Walras, objeto ya de la referida polémica con Carlos Rodríguez Braun y en la que no deseamos entrar por el momento.

Existe, no obstante, una cuestión adyacente que no podemos dejar de señalar.

Dice Walras en la Lección 42, #389:

Es cierto que una economía no podría funcionar sin la intervención de una autoridad encargada de mantener el orden y la seguridad, de administrar justicia, de garantizar la defensa nacional y de hacer muchas otras cosas más.

En este punto, y para destacar el carácter intervencionista de Walras, Julio Segura (pág. 805) subraya que Walras no se haya limitado a «la lista típica de los clásicos de policía-justicia-defensa», sino que ampliase el horizonte estatal hacia «muchas cosas más», entre las que Segura explícita los campos de la moneda, las condiciones de trabajo y otras.

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NOTAS

Aquí hay una gruesa equivocación, sólo justificable en la medida en que Julio Segura es un historiador todavía bisoño. Simplemente, no hay tal cosa como «la lista típica de los clásicos de policía-justicia-defensa». No existe tal lista. En el siglo clásico, de 1770 a 1870, desde el propio Adam Smith en adelante, los economistas admitieron e incluso exigieron un ampho abamco de posibilidades para la intervención de los poderes públicos en la vida

económica. Las obras públicas primero, por supuesto. Pero ademas toda clase de

interferencias en el mercado monetario, las condiciones de trabajo, la navega­ción, las colonias, la tecnología, la educación, etc. Liberales sí, anarquistas no. Y además, de un liberalismo matizado.

Esto ha sido moneda corriente entre los historiadores del pensamiento económico durante muchos años y los grandes especialistas de este siglo lo han destacado una y otra vez, desde los trabajos ya clasicos de Viner y Robbins hasta los más modernos de O'Brien -recomendamos a este respecto el capítulo 10 de Us economistas clásicos de D. P. O'Brien (Madrid, Ahanza,

1989). . , , En prueba cabal de lo que estamos diciendo, hacemos notar que los

historiadores más liberales no titubean en censurar a los economistas clasicos precisamente por haber úáo poco liberales (véase, p.e, E. F. Pau , «El la,sse^ /aire en la Gran Bretaña del siglo XIX; ¿mito o reahdad?», Uberías, V. 8. Buenos Aires, mayo 1988).

S03

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

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ALGUNAS INDICACIONES BIBLIOGRÁFICAS SOBRE LA EUROPA DEL SUR EN LOS SIGLOS XIX Y XX: GRECIA Y TURQUÍA i

ELOY FERNANDEZ CLEMENTE Universidad de Zaragoza

INTRODUCCIÓN

La aparición de algunas informaciones bibliográficas ^ y de diversas noticias sobre estudios relativos a la Europa del Sur me animan a ofrecer una primera aproximación a algunos repertorios bibliográficos sobre los casos de Grecia y Turquía y su evolución económica entre, aproximadamente, media­dos del XIX (la independencia griega anterior, el largo devemr del imperio otomano) y mediados del XX (el final de la dictadura de Metaxas, la muerte de Ataturk, en definitiva, los aledaños de la II Guerra Mundial). En cuanto a Portugal, remitiré al lector interesado a un reciente trabajo mío .

^ - B ¡ ¡ ; ; ¡ ; a d e c e r a,ui .as .ucHas ayudas - f - ^ f ^ ^ t . : a t S g Í ^ . K de mi Universidad de f ^ ^ a ; T e r i r t u u t r E t Í o de Florencia; en cuyas bibliotecas he Fundación Gennad.us de A enas y el In« « t » j c ^^^ ^^^^^^^^ m.^.mcos. Ayudas encontrado siempre todo tipo de ««^' ' '^^ / . , , Caia de la Inmaculada. Y igualmente del Conseio Asesor ^^J^^^^^.^^^^";!::^,. debe'n figurar, al menos, los asesoramiento de personas cuya cita ^ « » ' " ' = ™ ' ; ;^^^ ^ ^ ^ „ Grecia, y gaglar Keyder. profesores G. Dertilis N. D.amandouros. K^Kosus y otr ^ ^ ^ ^ ^^^ y ^^ ^ ^ _ ^

en Estambul y B-gharnton^ El t„ba)o -p^^^^ P ^^^ ^^ ^, .^.,„ ^ . , Hmitaciones.

Económica de estos pa ses me »>»'7";°J . , i^„^ ^ ,hí que. aprovechando algunas buscas

Í , t : . n t : r : t S ^ 3 d ^ ^ ^ r u n gran p J c o l e L r especializado en temas

económicos y políticos estas "°«^ '''J;^"»^ J*E„ i, N^ñez y Antonio Tena (1985) «Proble-2 Especialmente me refiero ^^'^^l^^^J-^l^ E„,op, ¿¡l Sur. Italia. España y Portugal,

mas históricos del desarrollo y atraso ==0"°™=° «=" '» v 293-302.

r - f ^ r l : ^ S J ^ : 7 Z : r . : ^ ^ ' r . c . de «rtug.. Siglos x.x y x x . R . . . *

Histori,, Económica, VI, 3. 1988, pp. 481-520.

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

A) GRECIA, DESDE LA INDEPENDENCIA HASTA LA II GUERRA MUNDIAL

1. Estudios generales

Entre las no muy abundantes pero suficientes historias generales, asequi­bles en idiomas inglés o francés, destacaríamos la reedición de la escrita hace medio siglo por Edward S. Forster A Short History of Modern Greece, 1821-1956, Londres, 1958; la muy clásica de Nicolás Svoronos, Histoire de la Gréce moderne, París, 1953; la ya prestigiosa de Richard Clogg A short History of Modern Greece, Cambridge University Press, 1966; la también inglesa y prestigiada de J. Campbell y Ph. Sherrard Modern Greece. Londres, 1968; su coetánea de C. M. Woodhouse Modern Greece. A short History, Londres (4.» ed. en 1986, la 1." de 1968), y la excelente obra colectiva editada por Marión Sarafis y Eve Martin, Background to contemporary Greece, Londres, 1990, en dos volúmenes, en que destacaríamos el documentado trabajo de John Kofas «The Greek economy» (pp. 53-93 del vol. I). En cuanto a los interesados en una síntesis en español, por fin disponemos de una discreta, la de T. Boatswain y C. Nicolson Vna viaje por la Historia de Grecia, Celeste ediciones, Madrid, 1991, inspirada en el gran interés de los turistas españoles por el vecino país mediterráneo, y que dedica un centenar de páginas a los siglos XIX y XX.

2. El largo plazo en la economía

Una serie de interesantes congresos o trabajos colectivos han repasado recientemente cuestiones económicas a largo plazo. Así, en el II Coloquio Internacional celebrado en Atenas, se estudiaron las Economies Méditerranéen-nes: Equilibres et Intercommunications, XlIe-XIXe siecles (Atenas, 1985). Destacan trabajos como los de Dertilis, «Hiérarchies sociales, capitaux et retard écono-mique en Gréce (XVIIIc-XXe siécle)»; V. Protzas, «Produit agricole et cadre technologique en Thessalic au debut du XXe. siécle»; M. Riginos, Michalis, «Prix, salaires journaliers et pouvoir dachat en Gréce (1909- 1936)»; C. Agriantoni, Christine, «L'industrie Grecque au XlXe siécle. Périodisation. Problémes d'intégration».

Por su parte, la francesa Fundación de Treilles celebró un seminario, dirigido por G. B. Dertilis, sobre Banquiers, usuriers et pajsans. (Re'seaux de crédit et stratégies du capital en Gréce (1780-1930).) (Fondation des Treilles/ Ed.

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

La Découverte. París, 1988). Allí se publican trabajos como el del propio Dertilis, «From tithe to income tax, Greece 1830-1985».

Un trabajo de especial interés por su ámbito general balcámco y el largo período de estudio es el de J. R. Lampe y M. R. Jackson, halkan Economic History, 1550-1950. From Imperial Borderlands to Dmlopmg Nattons. Bloommg-ton. Indiana University Press, 1982.

Nicos P Mouzelis es un autor muy estimado en el mundo anglosajón por trabajos como Modern Greece. Facets of Vnderdevehpment (Londres, 1979), su artículo «Capitalism and the Development of the Greek State», publicado en R Scase (ed ): The State in Western Europe, Londres, 1980, pp. 241-249, y un nuevo libro: Folitics in the Semi-Periphety. Early Parliamentartsm and late industrialisation in the Balkans and Utin-America. Hong-Kong. MacMillan,

En torno a 1971 aparece el breve pero enjundioso estudio de M. Negreponti-Delivanis Greece in transition 1821-1971. Economic Aspects.

3. Algunas monografías

En cuanto a estudios sobre aspectos específicos, una visión panorámica sobre la demografía, en Vasillos G. ^alaoras, «A reconstruction of the demographic History of Modern Greece», en The M,lbank Memortal Fund Quarterlj, 1960, XXXVIII, 2, pp. 115-139.

La agricultura, desde el punto de vista de los cambios en la propiedad de la tierra es estudiada por William W. McGrew, l^nd and Kevolutton ,n Modern G ^ " ¡ ^ 8 1 , Kent State University Press, 1985. Y sobre los cambios en los cultivos hay que destacar a Evangélos Prontzas, I ^ monetansat.onet la %^enciation deleitares en Thessalie (1881-1912) (tesis d - - " P ' - ^ ^ ^ ^ -1986 en la Universidad de París-I: Panthéon-Sorbonne, medita). Ya para el siglo XX, en un período de especial importancia. Kostas Kostis es ^ t o r ^ c una importante «sis doctoral, aún inédita, que sepamos, sobre Econom,e ZiclZ Ban,ue agraire. Aspects de Peconomie de la Gréce entre les deu. guerres í'/í'/í'- /P^í i. París, 1985, EHESS. , T „ ^ Los orígenes de la industrialización, en Va.hs P^mayotopoulos «La revolution industrielle et la Gréce. 1832-1871», en Etudes Balkan,,ues, 3.1977,

' ' u n « a b Í f V c contempla en largo plazo el sistema bancario es el de A n d t s KyrliUtsis «The Greek banking system: A histórica review», Ke.ue Internationel d'Histoire de la Banque, 1, pp. 126 ss. Ginebra, 1968.

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

4. Las etapas

En cuanto a los principales períodos de la economía griega del siglo XX, podemos citar, sobre el gran tema de los enormes cambios demográficos del período entreguerras, el estudio de Dimitri Pentzopoulos The Balkan exchange of minorities and its impact upon Greece. París, 1962. Una tesis doctoral de Mark Mazower en Oxford, 1987, estudia las consecuencias en Grecia de la gran crisis de los años treinta: Towards autarchy. The recovery from crisis in Greece, 1929-1936, Mazower, Mark. Al menos, disponemos de un resumen en italiano: «L'economia greca durante la "grande depressione" dei primi anni'30» (en Rivista di Storia Económica, 2, n.° 3, pp. 371-392). Gail E. Maniken, «The Greek Hyperinflation and Stabilization of 1943-1946», en The Journal of Economic History, 1986, XLVI, 3, que también provocaría polémica ese mismo año. Th. P. Líanos, «Political Stability and Economic Develop-ment: the Case of Greece, 1948-1966». En Journal of European Economic History, XV, 3, pp. 617-619. Roma, 1986. Para época más reciente, Xenophon Zolotas, Monetary equilihrium and economic development. With special reference to the experience of Greece 1950-1963. Prínceton University Press, 1965.

Sobre el siglo XX, un reciente estudio de síntesis de A. F. Freris, The Greek economy. In the Twentieth Century, Londres, 1986, es considerado hoy como el mejor estado de la cuestión, al que contribuyen igualmente estudios como los de E. A. Ee développement industriel de la Gréce. Lausanne, 1970. Centre de Recherches Européennes; A. J. Kondonasis, A. G. Malliaris y N. 5. Robinson (1983) «Political Instability and Economic Development: an Economic History Case Study of Greece, 1948-1966», publicado en Journal of European Economic History, 1983, XII, 2, 351-362. Roma. Este artículo supuso una cierta polémica en dicha publicación en los años siguientes (ver la respuesta de estos autores a las críticas recibidas en el tomo XVII de 1988). Y toda una serie de estudios sobre el desarrollo económico, su consecución y medida, y sus consecuencias: A. A. Pepelasis, «The Legal System and Economic Development of Greece», en The Journal of Economic History, 1959, XIX, 2, 173-198. Nicos Vernardakis, Econometric models for the developing economies: a case study of Greece. Londres, 1978. M. Negreponti Delivanis, Influence du développement économique sur la répartition du revenu national. París. SEDES, 1960. Adamantios Pepelasis, "Greece" en el libro que encabeza, Economic Development. Analysis and case Studies, Tokio, 1961. Hosard S. EUis (dr.). Industrial capital in greek development. Atenas. Centcr of Economic Research, 1964.

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

5. El estudio regional y las relaciones exteriores

No abundan las monografías sobre regiones, pero puede verse la intere­sante de M. Negreponti Delivanis, referida a la conflictiva zona norte. U développement de la Gréce du nord depuis 1912. Salónica, 1962.

Sobre el papel del Estado, Andreas I. Psomas, The Nation. the State and the

International System. The Case of modern Greece. Atenas, 1978. En la perspectiva de la situación de Grecia en el contexto internacional ha

trabajado Kostis Papadantonakis en su tesis doctoral en Cornell, \99,\, Greece: The Structure of Dependence, y el trabajo «The state as instrument «f induc«on to the periphery: the case of Greece», en R. Rubinson (ed): Dy^mcs of World DeveloTment, en el núm. 4 de los Political Economj of the World-System Annuals, que dirige I. Wallerstein, pp. 47-66. Beverly HiUs, 1981.

Citemos al menos un estudio comparativo con una zona próxima y de

ciertas similitudes: Nicholas V. Gianaris, Greece and Yugoslavia an economtc

comparison. New York, 1984.

B) DE LA TURQUÍA OTOMANA A LA REPÚBLICA TURCA KEMALISTA

1. Visiones generales

Mencionamos apenas algunas obras de síntesis y di^vulgación, siempre Mencionamos p B ^^^ ^^ ^^^^^^^ ^^^^^^^

: l ' , r . j : Zo Z^ZZM^«I 0952,«.«.. .^ ^ M. Philips Pnce ( l » l ^ J J «Comment ik soot Lo„d,.,; Bulm. Nuri E « » (''S'X ^ ^ J . ^ ( ^ ^ ^ ^ ^ ^ „

t,n cuanto a CMU / protagonismo político y . „ .1 ÚI,ii.o cu.no d. ; * ° - • - ^ t l c h » y e„ general muy buenos económico de la zona— se han proaig* nrofundidad se estudios sobre Oriente Medio que, con mayor o - ^ ^ e ^^S^^^^^^^^^

A. Tnrnuía Así uno de los primeros de esta ola, el de Sydney ocupan d ^ T ^ ^ ; .g^!^;^ ^ ^ ^ , £ , / ^ Uistory, The Ohio State Universi-Nettleton Fisher (190»; íoe LWUUK ^ .• j „ j „ „i j - vx/illiam Yale ty, New York (la 1.» ed. en 1959). De parecida entidad es el de WilUam Yale

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

(1968) The Near East. A Modern History. New York, Univ. of Michigan Press. (2.» ed.).

Menor importancia, hasta el momento, han tenido los estudios sobre el área balcánica estricta, que el imperio otomano ocupó en buena parte y en la que Turquía conserva aún el importante enclave de Estambul. Una obra sóUda, la de Barbara Jelavich (1983) History of the Balkans. New York. (Cambridge U. Press, 2.» reimpr.)

Un cuarto y principal grupo es de aquellas obras que se han ocupado del fenómeno turco a partir de Mustafá Kemal Ataturk. De la bastante amplia serie —muy desigual, la mayoría ubicados en la hagiografía propia o extranje­ra—, destacamos los trabajos del célebre pionero Bernard Lewis (1968) The emergence of Modern Turkey, Londres 2.» ed. Oxford U. Press; de Kemal H. Karpat (1970), «Modern Turkey» (en el vol. I B de The Cambridge History of Islam, pp. 527-565, Cambridge University Press) y (1974) The Ottoman State and its place in World History. Leiden; de Kamuran Bekir Harputlu (1974), La Tttrquie dans Fimpasse. Une analyse marxiste de ÍEmpire Ottoman ánosjours. París; de Weiker, Walter F. (1981), The Moderni^ation of Turkej. From Atatürk to the Present Doy, New York.

2. Los estudios económicos

La visión económica es hoy una de las principales perspectivas, máxime cuando se estudian países o zonas en profunda transformación. De ello se ha beneficiado, en líneas generales, ésta a que nos referimos. Tanto los estudios de conjunto, como los específicos sobre Turquía, abundan y son, en general, rigurosos e interesantes.

Entre los primeros, destaquemos un celebrado estudio comparado de Charles Issawi (1981), «Egypt, Irán and Turkey, 1800-1970: Patterns of Growth and Development», Londres, en la ya citada obra de P. Bairoch y M. Lévy-Leboyer, pp. 65-77, y la excelente obra del mismo autor (1982) An Economic History of the Middle East and North África, Londres.

Entre los segundos citemos a William M. Hale (1981), The Political and Economic Development of Modern Turkey, Londres, y, sobre todo, tres excelentes trabajos de Qaglar Keyder: (1981) The definition of a peripherial economy: Turkey 1923-1929, Cambridge U. Press; (1983) «Small Peasants Ownership in Tur­key: Historical formation and present structure», en Review, VII, 1, pp. 53-107, y (1987) State & Class in Turkey. A study in capitalist development, Londres.

Una visión desde la perspectiva de los movimientos sociales es la de

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NOTA BIBUOGRAFICA

Gülten Kazgan (1973) «Peasant movements in Turkish society since the end of the XVIIIth. century up to our times» (en Cahiers Intermtionaux SHistoire Economique et Sociale. n.° 7, pp. 328 ss., Ginebra).

3. Las grandes etapas

a) El Imperio otomano

En los últimos quince años han proliferado los estudios sobre ese gran imperio - j u n t o con el ruso, los últimos del Antiguo Régimen que llegan hasta comienzos del siglo X X - . A los primeros, y muy celebrados de Stanford I y Ezel Kuval Shaw (1977) History of the Ottoman Emp.re and Z I Z T U , Cambridge U. Press. 2 vols., y a la reflexión de Journ^ioft^ F. Braudel Center (1978) «Impact of the Annales School on « " o m - S^udi-and New Findings». t. I. pp. 69-96. 8 - 8 ^ 7 ? ^ ; ^ ^ " ; " " " ^ ^ ^ ^ ^ ^ análisis bien sectoriales, como el de Cárter V. Fmdley (1980) horeaucrattc análisis, Dicn scv. , „ ,,. p . /7íí>-/í>22. Princeton Univer-

llrk,, 1800-194, Univcrsity of Chicago Press; el articulo de Bernard Lewis lur/uy, law lyit,^ ; Affprmath» en Uurnal of Contemporary 0980) «The Ottoman Emp.^^^^^^^^ P - J" ^

B W - G r l m m o n y P Dumont (eds.) (CNRS, Estrasburgo, 1980) Economie TZutfZTTZpl Ottoman (ss. XVin-XX). París 1983, con ponencias et soaeteaans , nmp problcmc de i'industrialisation dans como las de Sadun Aren (19»J P ^ ^ ^ ^^ ^^^ l'FmDire Ottoman au XIXe. siecie» (.pp- •f^--'-' >•> J 1 tmpire ^«oma Economie Historiography of the Look at the recent Foliticai. oociai « IQQ7 „A n<.w look at Tanzimat» (pp. 33-45). Este mismo -«>'P^^'^ '^^^^^" ^f ' ' ± ^ ^ ^ ^ ^ the Problem of Economie Growth m ^^^ 0 " ° ' " ' ^ , ^ 7 ; " j , ' ^ ^ - ' " ' " ^ " ^ " lo^/ofEuropean Economie History, XVI, hpp-7-^9>^om^-joumal oj europea contemplar las relaciones internacionales dará

Unaonentacioncrec^nt a o n e P^^^^^^^^^^ obras como las de María. Ken tedO( l^ _ IsUmoglu-Inan, Huri. Ottoman Emp,re, Londres AUen & ^ ^ ¿ ^ ^ l , ^ . ^ University (1987) r ^ 0*Jo«^^.fXT^M^uZinthe WorUEconomy, 1800-1914, Press; Roger Owen (1987). I be ^ " ^ ^^^^^ p , „ „ k (1987), Londres, Mcthuen anterior ed. ^^ Cambridge i ^ o ; .

República Turca.

513

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

Un excelente grupo de trabajos, coordinados por el ya citado (^aglar Keyder, aparecerán en 1988 en un número monográfico sobre «The Ottoman Empire, XIX century transformations». Suny-Binghamton, N. Y., en n.° 2, vol. XI, primavera de Keview of Fernand Braude/ Center. [Ver tb. el vol. VIII, 3, de 1985.]

b) Los jóvenes turcos j la transición hacia el kemalismo

La época cuenta con una cuidada colección de fuentes, proporcionadas por Justin McCarthy (1982) The Arah World, Turkey and the Balkans (1878-1914). A Handhook of Historical Statistics. Boston.

Un testigo del momento, que publica un libro muy sugestivo, es Eliot Grinnell (ed.) (1924), Modern Turkey. A politico-economic interpretation, 1908-1923. New York.

Un breve pero eficaz articulo de Feroz Ahmad (1968), «The Young Turk Revolution», en Journal of Contemporary History, vol. 3, n.° 3, pp. 19-36. (n.° monográfico sobre The Middle East.) y la coetánea tesis doctoral de Victor Reuben Swenson (1968)T/6Í Young Turk Revolution. A Study of the first phase of the second turkish constitutional regime... (Johns Hopkins University) abordan esos importantes años del primer cuarto del siglo XX.

c) Ltf economía en la Turquía de M. Kemal Ata turk

La figura de M. Kemal Ataturk ha despertado una veneración que desborda lo biográfico y aun lo estrictamente político para alcanzar aspectos psicosociales y culturales. Posiblemente no haya, ni siquera en la URSS con Marx, Lenin o Stalin, en China con Mao, etc., un tratamiento semejante de su figura, a todos lo niveles. En 1963, al cumplirse un cuarto de siglo de su desaparición, se publicaron numerosos textos, entre los que destacamos el editado por la UNESCO: Atatürk (1881-1938). Hommage de la Commisión Nationale turque por PUNESCO atoccasion du 25eme anniversaire de sa mort. Ankara. (También ese año la UNESCO editó en varios idiomas occidentales Atatürk. Ankara, traducción del 10.° fascículo de TEncyclopedie del'Islam, 1946.)

El segundo gran momento es 1981, al cumplirse el centenario de su nacimiento, época en la que aparecen textos como el de Feroz Ahmad (1981) «The political economy of Kemalism», Londres, en A. Kazancigil y E.

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

Ozbudun (eds.): Atatürk. Founder of a Modern State, (pp.145-163); A. Bodurgil (1981) Kemal Atatürk. A Centennial Bihliography (1881-1981), Washington; del mismo autor (1978), Turkey, poUtics andgovernment: a bihliography, Washigton, Library of Congress. Y en esa línea pueden verse el articulo de Mustafá A. Aysan (1982) «Atatürk's Economic Views», en T. Feyzioglu (ed.): Ataturkás way..., pp. 77-116, Estambul.

No hay muchos estudios sectoriales, pero podemos contar para el prima­rio con la obra de Oddvar Aresvik (1975) The Agricultural Development of Turkey, Nueva York, Praeger. Sobre la población, F. C. Shorter y B Gúven?, (eds.) (1969) Turkish demography. Proceedings of a Conference (Actas del Encuen­tro de Izmir, febrero de 1968), Ankara, Hacettepe University. La mayoría de los estudios sobre historia económica, como es obvio, se orientaran hacia el proceso de industrialización. .

Varios autores se han preguntado por el modelo de desarrollo; selecciona­mos a Alee P. Alexander (1961), «Turkey», Tokio, en A Jepelas . s y otros: Ecor,on,ic Develop.ent. Analysis and Case Studies, pp. 468-499, Harper Tokio; Lee J. Seidler (1967), The Function of Accounting in economu developmnt Turkey asacase study,\i.cv. York; Z. Y. Hershlag (1968), Turkey The challenge of grcth. Leiden; Osman Okyar (1979), «Development Bac^ground o f the Turkish Economy, 1923-1973» (en i"^'rnationalJourru,lofM,d4leEa^^^^^ pp. 325-344, Cambridge University Press); Bertil Walstedt (1980), State Manufactunn¡ Enterprise in a Mi.ed Economy. The Turk,sh Case, Balnmore lohns Hopkins University; Gladys Nott (1981), «Indebtedness in Turkey: a p o Í ^ a l economic perspective», en A. Gunder Frank (intr.): Inte^o^l Monetary fund policies in the Third World. (Occas'onal paper, n.o 8 febrero^ East Ang^ia University; Berch Berberoglu, Berch (1982), Turk^ .n cr,s,sJrom State capLis. to neo-colonialism, London and Westpo«; Sevket P - u k ^-^^^^^ (1982) «World Economic crises and the periphery: The case «f Jurkey» en E. F r L m a n (ed.): Accent and Decline in the ^ ^ f ^ -^f -^f -¿^7^^ '^^^^^^^ Political Economy... Annuals (ed. L Wallerstein), Beverly Hills; Robert Bianchi, R o t n ( ! ; 8 4 ) Í W Groups and Political Development in T^r^^^^^^Z Univ. Press; el número 11, monográfico de la revista Khams>n d^^^) «Modern Turkey de;elopment & crisis (Londres) (con importantes artículos de T. lurkey. deve p ^ ^^^^^^, j ^ ^^^^ ^„j^^, ,^,

'Z' H ñor I M L¡ndL ed.): Atatürk and the modernisation of Turkey, Z : ^ : ^ Z i : ^ ^ ^ - Ramazanoglu (ed.) ( ^ ^ ^ ^ ^ f .orld capitaLst system. A Study of industr.aUsat.on po.er and '^'^^^^^^^^l'-

Muy sugestivo es el punto de vista comparado que ofrecen Ward R_ E y Rustíw, D A. (eds.) (1964), Political Modernisation .n Japan and Turkey,

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

Princeton U. Press; Trimberger, EUen Kay (1978), Kevolution from above, Military Bureaucrats and Development in Japan, Turkey, Egypt and Perú. New Brunswick (Rutgers University, N. Jersey.); Geneve Takeshi Hayashi (1981), «The modernisation of Japan and Turkey: some comparisons», Londres, en A. Kazancigil y E. Ozbudun: Atatürk. Founder of a Modern State, pp. 221-234.

Para la consideración del papel del estado, Martin Heper (1985), The State tradition in Turkey, HuU University.

Sobre el papel del empresariado. Alee P. Alexander (1960), «Industrial entrepreneurship in Turkey: Origins.

A la hora de destacar algunas de las principales mejoras sociales, hay dos libros importantes sobre el cambio en el papel de la mujer en la sociedad turca: los de Nermin Abadan-Unat (ed.) (1981), Women in Turlúsh Society, Leiden, y Janet Browning (1985), Atatürk's legacy to the Women of Turkey, Durham University. Occasional papers, n.° 27. Sobre los cambios educativos es útil leer a M. Andreas Kazamias (1966), Education and the quest for modernity in Turkej/, Londres, y a Ilhan Basgóz y Howard E. Wilson(1968), Educational prohlems in Turkey, 1920-1940, Bloomington. Indiana University.

Sobre las relaciones —políticas y, sobre todo económicas— con las grandes potencias han escrito Roger R. Trask (1964), «The United States and Turkish Nationalism: Investments and Technical Aid during the Atatürk Era», en Busines History Kevue, vol. 38, n.° 1, pp. 58-66, Boston. Y también, del mismo autor (1971), The U.S. Response to Turkish Nationalism and reform, 1914-1939. The University of Minnesota Press; Antoine Fleury (1977), La

pénétration allemand au Mqyen-Orient, 1919-1939. Le cas de la Turquie, de Piran el de rAfghanistan; Stephen F. Evans (1982), The Slow rapprochement: Britain and Turkey in the age of Kemal Atatürk, 1919-38, The Eoten Press. Univ. of HuU; Ismail Soysal (1986), «Les relations politiques turco-frangais (1921-1985)». Estambul, en la citada obra dirigida por H. Batu y J. L. Bacqué Grammont: L'Empire Otoman..., pp. 587-698; Uriel Dann (ed.) (1988), The Great Powers in the Middle East, 1919-1939, Tel Aviv University, Nueva York; Turgut Taylan (s.a.), «Capital and the state in contemporary Turkey», Londres, en n.° 11 de Khamsin, pp. 5-46.

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Franco AMATORI y Bruno BEZZA (1990): Montecatini \^'«-^'^ ^"P''"^' '^ storia di una grande impresa. Fondazione Assi. Bolonia. 50.000 LI.

Desde que se creó, en 1986, la Fundación Assi (Associatione di sto­ria e studi sull'impresa) ha impulsado notablemente la historia empresarial italiana. Y lo ha hecho actuando en dos frentes: el de las propias empre­sas, tradicionalmente recelosas a la hora de dar a conocer sus archivos; y el de los historiadores, poco recepti­vos a las corrientes de la business histo-ry y apenas interesados, por tanto, en reconstruir el pasado de las empresas. En pocos años, sin embargo, el mila­gro parece haber empezado a produ­cirse. Algunas de las empresas más importantes están abriendo las puer­tas de sus archivos, los proyectos de investigación histórica sobre empre­sas proliferan y la historia empresa­rial está dando en Italia frutos que los historiadores de la Península Ibé­rica no pueden menos que envidiar. La mayor parte de estos estudios es­tán siendo publicados como mono­grafías por la Fundación Assi o, en forma de artículos, en los Annali di

storia delf impresa, que la misma insti­tución auspicia.

El libro de Franco Amatori (direc­tor de Annali) y Bruno Bezza es una de las monografías «estrella» del pa­sado año. Es una historia, académica y colectiva, de una de las empresas míticas de la Italia industrial, la Mon­tecatini, desde su fundación, en 1888, hasta su fusión, en 1966, con la mul­tinacional americana Edison. Los editores han anunciado un próximo libro sobre la historia de la empresa resultante de la fusión, Montedison.

La reconstrucción de la historia de la Montecatini ha sido posible gracias a la apertura de los archivos de la empresa. Los autores —indiscutible­mente influidos por la obra de Chan-dler (1977 y 1991)— ponen énfasis en las relaciones que se establecieron en­tre la estructura y la estrategia del consorcio y en la acción de los direc­tivos en el contexto de la industria química italiana. El libro consta de siete artículos, una bibliografía co-

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mentada y un amplio apéndice. La pregunta de por qué triunfó, prime­ro, la empresa, y por qué, después, no pudo mantenerse, recorre toda la obra.

El primer capítulo, de Franco Atmtori, es una historia de la empre­sa desde la fundación, en 1888 y como empresa minera de reducidas dimensiones, los primeros pasos, la gran expansión bajo la dirección del legendario Donegani, las reestructu­raciones sucesivas y, finalmente, la decadencia que le haria caer en ma­nos de su competidora más reciente, Edison. El hilo conductor de este capitulo es la figura de Donegani, al que se trata como a un auténtico empresario schumpeteriam. A los te­mas políticos y comerciales también se les presta una atención especial. Amatori considera que una de las causas principales del declive de la Montccatini fue su inadecuada direc­ción, demasiado patrimonialista para los nuevos tiempos.

Sigue un artículo de Vera Zamag-ni acerca del desarrollo de la indus­tria química italiana hasta los años cincuenta. La autora analiza la lenta modernización de este sector estraté­gico a la luz de la política comercial y aduanera italiana y en el marco de aquellas coyunturas que más impul­saron el crecimiento del sector: la Primera Guerra Mundial y la autar­quía mussoliniana. Por el contrario, la estrechez del mercado interno su­puso el principal obstáculo para el

crecimiento de la empresa, mientras que el desplazamiento del carbón por el petróleo como base de la química orgánica resultó ser un desafio al que la empresa no supo o no pudo res­ponder. El análisis de Zamagni sobre ia producción y eJ consumo de Jos principales productos revela que la Montecatini era, en realidad, «la» in­dustria química italiana por antono­masia.

El artículo siguiente, de Mario Pezzati, es un estudio económico tra­dicional sobre la producción y el mercado de los fertilizantes en Italia. El artículo tiene un interés especial, ya que fue éste el verdadero campo de acción de Montecatini como em­presa química, y fue su relación con los agricultores (y con los grupos que representaban a éstos, antes y después del fascismo) lo que le valió algunos de sus éxitos y fracasos más importantes.

Bruno Bezza es el autor de un artículo sobre los dirigentes y la or­ganización interna de la Montecatini en el período álgido de la empresa, entre los años veinte y cuarenta. Bez­za, que ha podido estudiar los expe­dientes personales de los directivos, llega a la conclusión de que la estruc­tura y la filosofía de la dirección fueron, desde luego, obra de Done­gani, lo que apoya la tesis «patrimo­nialista» de Amatori.

El siguiente artículo, de Roberto Petrini, con el sugerente titulo «La empresa juzgada: la Montecatini en-

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tre el mito, la imagen y el valor simbólico», es una incursión en la política de relaciones públicas de la empresa durante la etapa fascista. La Montecatini llegó a ser un mito, se­gún el autor, por su peculiar política social (centrada en una fórmula origi­nal de «accionariado popular»), agra­ria y autárquica, que hizo que la mayor parte de los italianos acabara identificando los intereses de la em­presa con los intereses del país.

Bruno Bottiglieri trata uno de los temas fundamentales de la historia económica italiana: las relaciones del consorcio con los poderes públicos. El capítulo es por tanto una revisión de las tesis tradicionales acerca del atraso italiano, la insuficiencia del mercado y el necesario intervencio­nismo (sic).

El papel de la investigación y de la innovación tecnológica en el desarro­llo de la empresa, uno de los factores que mejor exphcan el éxito de la Montecatini en el período de Entre-guerras, es objeto de un artículo de Pier Paolo Saviotti. Saviotti se sirve de la terminología de Freeman (1982) para determinar que la estrategia de la empresa fue contradictoria, «ofen­siva» (es decir, innovadora) en capí­tulos como el azufre o el pohpropile-no, pero «defensiva» (o sea, mera­mente imitativa) en campos tan im­portantes como el de los colorantes o el de la industria farmacéutica. Los principales logros en el terreno de la investigación, además, estuvieron li­

gados a las figuras de G. Fauser, el investigador que patentó un procedi­miento de fijación del nitrógeno y que se convirtió en el alma del insti­tuto de I + D más importante de la empresa, el Donegani, y en socio de la Montecatini; y del premio Nobel G. Natta, quien, desde la Universi­dad de Milán, colaboró con los in­vestigadores de la empresa y obtuvo el polipropileno, el segundo gran éxi­to industrial y comercial de la Mon­tecatini. La diversificación producti­va que caracterizó a las empresas quí­micas más relevantes en la primera mitad de siglo, sin embargo, supuso una serie de problemas organizativos a la dirección de la empresa, que dio muestras de una escasa flexibilidad, lo cual repercutió de forma negativa en la actividad investigadora del con­sorcio.

El libro concluye con un extenso estudio bibliográfico de Luciano Se-greto sobre la industria minera y quí­mica italiana. El autor insiste en el retraso de la historiografía empresa­rial en su país, aunque destaca algu­nos de los progresos de los últimos años. La bibliografía enumerada y comentada es un magnífico exponen­te de la singularidad de Italia en el marco de la Europa industrial, pues la mayor parte de los estudios —ha-giográficos y no hagiográficos— se centran en la historia de las grandes empresas: SNIA, ENI y la propia Montecatini. De acuerdo con Segre-to, el paisaje historiográfico italiano

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es un gran desierto con algunos oa­sis, el más importante de los cuales sería la empresa pública. En el artícu­lo se destacan, no obstante, la abun­dancia y calidad de las revistas téc­nicas.

En favor de este libro hay que decir que, siendo una obra colectiva, las contribuciones están articuladas y bien integradas, y el resultado no es «desigual». Si los aspectos sobre el funcionamiento y la filosofía de la empresa y de sus capitanes están bien expuestos, la acción de Montecatini en la química mundial, sin embargo, no lo está tanto. Para el lector menos familiarizado con el sector puede re­sultar difícil entender el ascenso de la «gran» Montecatini, que se formó en el mismo período que los otros gi­gantes de la química mundial, I.G. Farben, Du Pont, I.C.I. y Kuhlmann, así como la perdida de liderazgo de la empresa a partir de los años cincuen­ta, que sólo se explica «desde den­tro». Tampoco el tema de la financia­ción —tan fundamental en la historia industrial italiana (Cianci, 1977), y del que la Montecatini sería un ejem­plo excelente— se trata en profundi­dad.

Para el lector español, el caso Montecatini tiene un interés añadido, pues ilustra espléndidamente una de las diferencias más fundamentales que se dan entre las industrias de Italia y España, aparentemente simi­lares. Y es que, si bien es cierto que el atraso y la mediocridad han sido los rasgos que han acompañado al proceso industrializador de estos dos países mediterráneos, en Italia no han faltado los ejemplos de empresas in­novadoras (con auténticos «capitanes de empresa», innovadores técnicos u organizativos) que han llegado a ser líderes mundiales. La Montecatini es uno de ellos, a pesar de su incapaci­dad por mantenerse en ese liderazgo adaptándose a las nuevas condiciones de los años sesenta. Tras la aparición de la obra de Prados y Zamagni (1992) sobre el desarrollo económico de España e Italia, y a la espera del libro de Albert Carreras sobre la in­dustrialización española en el espejo de Italia, este estudio, o esta compila­ción de estudios, proporciona un ma­terial abundante para la reflexión.

Nuria PUIG Universidad Complutense

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Dudley BAINES, Emigration From Europe, 1815-1930, Londres, Macmillan, Studies in Economic and Social History, 1991, Bibliografía e índice de materias.

Tanto para los estudiosos de la emigración como para los profanos interesados en el tema el libro de Dudley Baines resulta de obligada lectura. En 74 páginas de texto el autor realiza una de las reflexiones más inteligentes de los últimos tiem­pos sobre los problemas de la emi­gración europea en el siglo XIX y primer tercio del XX, basándose en una bibliografía de más de 130 títulos que aparece comentada al final del volumen. No se trata tan sólo de un repaso a la historiografía más recien­te sobre la emigración europea, sino del planteamiento de problemas clave a la hora de estudiar el fenómeno de la emigración en la mejor tradición de los «surveys» anglosajones. Por ello, uno de los principales aciertos del libro de Baines es la división de sus capítulos por problemas y no cronológicamente. Evidentemente los problemas de la emigración en la primera mitad del siglo XIX no son los mismos que en las primeras déca­das del siglo XX, pero el contemplar el fenómeno como un todo a lo largo del tiempo, donde las características van cambiando y el carácter de la emigración se va modificando, resul­ta extremadamente enriquecedor. Así, encontramos planteados en los distintos capítulos problemas como la relación entre emigración y cambio

económico, la emigración de retomo, la influencia del crecimiento urbano y la posible relación entre movimien­tos migratorios interiores y exte­riores, la emigración familiar y los problemas de asimilación y un largo etcétera.

El autor parte de la constatación de que aun siendo la emigración un fenómeno que afectó prácticamente a todos los países europeos, una de sus principales características es la diver­sidad. No todos los países europeos, ni todas las regiones, participaron de los movimientos migratorios con la misma intensidad y, aunque se pue­den señalar características comunes a muchos de ellos, las diferencias y las excepciones son la regla. Para el au­tor, precisamente porque es tan difí­cil hacer generalizaciones, la emigra­ción se convierte en un tema apasio­nante que huye de las explicaciones simples y generalistas. Hablar del de­sarrollo de la economía internacional, de la mejora de los transportes o del deseo de los individuos de mejorar su condición económica o su status social son, en palabras de Baines, explicaciones ciertas pero triviales. En relación al famoso modelo de «expulsión-atracción» {push-pull) el mismo Baines había ofrecido ya una matización importante en su anterior trabajo (Migration in a Mature Econo-

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my. Emigration and Infernal Migration in England and WaUs, 1861-1900, Cambridge University Press, 1986). La propensión a emigrar de los dis­tintos países o regiones europeas vendría determinada por los factores de expulsión propios de cada zona, mientras que la cronología de la emi­gración estaría relacionada con las condiciones del país de destino (fac­tor de atracción).

Las reflexiones que el autor propo­ne sobre los distintos problemas de la emigración son múltiples y todas ellas sugestivas, pero quizá merece la pena detenerse brevemente en dos de ellas: la no emigración y la transmi­sión de información. Una de las «ha­bilidades» de Baincs consiste en darle la vuelta a preguntas que parecen muy obvias. Asi, una de sus grandes preocupaciones son los que no emi­gran. Es decir, no se trata tanto de preguntarse por qué un determinado grupo de individuos emigra, sino por qué otro, de características similares, no lo hace. Es más, según el autor, necesitamos una exphcación del esca­so volumen de la emigración europea comparado con el de la población que resultó afectada por los cambios que tradicionalmcntc asociamos a la emigración: cambios institucionales, crecimiento demográfico, mayor co­mercialización de la agricultura, de­cadencia de las industrias tradiciona­les, crisis agrícola, etc. Para intentar responder a esta pregunta Baines propone, por un lado, intensificar los

estudios comparativos tanto entre di­versas regiones europeas como entre grupos emigrantes y no emigrantes dentro de una misma región; y, por otro, introducir el problema del acce­so a la información para los potencia­les emigrantes. La transmisión de la información, es decir, el conocimien­to de que se puede intentar mejorar de posición en otro país y si ésta determina una mayor propensión a emigrar, es otra de las grandes refle­xiones de Baines. La información es un elemento clave porque reduce in-certidumbres (léase costes) a la hora de emigrar, pero ¿cómo se difunde?, ¿por qué grupos de población que tendrían mucho que ganar con la emigración no acceden a esa informa­ción? o ¿por qué grupos que poseen la información de oportunidades en el exterior deciden no emigrar y mar­char a las ciudades? Es evidente que la transmisión más frecuente y más fiable de la información en el proceso migratorio proviene de los propios emigrantes, mediante sus cartas o su regreso, pero aquí Baines tropieza con un argumento circular del que él mismo es consciente y que no acierta a resolver. Si la información se trans­mite mediante la propia emigración y los futuros emigrantes toman su de­cisión tras la experiencia de otros, terminamos explicando la emigración mediante la emigración. Este callejón sin salida no quita un ápice de vaü-dez a la insistencia de Baines en los problemas de transmisión de la in-

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formación y en la asimetría de ésta. El autor concluye con una profe­

sión de fe de su escepticismo, quizá excesivo, a la hora de dar explicacio­nes globales y acabadas sobre el fenó­meno migratorio. Su recomendación es olvidar las cuestiones de motiva­ción y la simple enumeración de fac­

tores que pueden afectar la decisión de emigrar, armarse de una buena teoría interpretativa y al final, si no se encuentran respuestas, confesarlo abiertamente.

Blanca SÁNCHEZ ALONSO UNED

Roderick FLOUD, Kenneth WACHTER y Annabel GREGORY: Height, htaltb and history. Nutritional status in the United Kingdom, 1750-1980 (Cambridge Studies in Population, Economy and Society in Past Time; 9), Cambrid­ge, Cambridge Universjty Press, 1990, xvii + 354 pp. (Bibliografía e índice).

El estado nutricional de las pobla­ciones históricas ha sido uno de los temas menos explorados en la histo­riografía económica. La causa de ello es bien sencilla: la escasez de fuentes y la imposibilidad de medirlo directa­mente. Pero cuestiones tan relevantes como el descenso de la mortalidad y las causas de la morbilidad, y, en general, la asociación que se establece con los niveles de vida de los distin­tos grupos sociales en la era de la industrialización han hecho necesario recurrir, con nuevas fuentes y en­foques, al análisis de las tendencias seculares del estado nutricional. El libro que se reseña constituye un se­rio intento de acometerlo en el ámbi­to territorial de Gran Bretaña y con­tribuye, con nuevos métodos y un impresionante arsenal de datos, a es­clarecer y también a problematizar

cuestiones candentes del «viejo deba­te» sobre el nivel de vida en la Revo­lución industrial inglesa.

La medición de la talla de los reclutas se convierte en el eje princi­pal del análisis del libro. He aquí un indicador, insuficientemente aprove­chado por los historiadores hispanos, y que, a buen seguro, provocará la atención de más de uno. Los resulta­dos de este libro culminan una déca­da de intensas investigaciones sobre la salud y el estado nutricional de las gentes comunes, que, publicadas par­cialmente en revistas especializadas, han hecho de las medidas antropo­métricas y, en concreto, de la estatura física uno de los indicadores más ex­plotados recientemente por los histo­riadores económicos anglosajones. Ha sido Floud uno de los más entu­siastas divulgadores de las posibilida-

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des que ofrece el uso sistemático de los registros históricos de la talla en el marco de la historia cuantitativa comparada.

El libro queda estructurado en sie­te capítulos y unas conclusiones. En el primero se exponen las relaciones que se establecen entre la talla, el estado nutricional y el medio am­biente. Para ello, se clarifica el con­cepto de estado nutricional, haciendo un recorrido desde los primeros estu­dios que abordaron el crecimiento del cuerpo físico y sus causas (facto­res étnicos, geográficos, medioam­bientales); y se pone de manifiesto la validez de los registros históricos de la estatura para verificar el estado de la salud pública de una nación y el estado de nutrición medio de sus ciudadanos. No está de más señalar para los escépticos en el uso de estos parámetros que, desde hace tiempo, biólogos y pediatras han aceptado que el desarrollo físico durante la infancia y la adolescencia es un buen indicador de la calidad del entorno y de los niveles nutricionales en los que crecen los jóvenes. En la actuali­dad, la Organización Mundial de la Salud utiliza los indicadores antropo­métricos de talla y peso para valorar el estado de desnutrición de los pue­blos subdesarroUados. De ahi que los autores del libro señalen la importan­cia que la talla tiene para los econo­mistas e historiadores interesados en los cambios del nivel de vida de las poblaciones humanas. La estatura

media final registraría, empleando la jerga de los economistas, el estado nutricional neto: los nutrientes inge­ridos desde la concepción hasta el comienzo de los veinte años, mo­mento en que se detiene el crecimien­to físico, y el desgaste energético producido básicamente por las enfer­medades, el trabajo y el medioam-biente.

Los autores pasan revista, a con­tinuación, a las recientes estimacio­nes realizadas sobre la talla de los europeos y norteamericanos para los dos últimos siglos, y observan varia­ciones por países que las dividen en tres grandes grupos nacionales. Así, en los Estados Unidos la talla regis­tra la media más alta a la de cual­quier país europeo hasta finales del siglo XIX. Un segundo grupo, for­mado por los países nórdicos y es­candinavos, presenta inicialmente ta­llas más bajas, creciendo de manera rápida desde finales del siglo XIX e ininterrumpidamente tras la Segunda Guerra Mundial, por encima de la talla de los norteamericanos. Por últi­mo, el formado por los países latinos y del sur de Europa, con tallas me­dias aún más bajas, cuyo crecimiento más espectacular se advierte tras la Segunda Guerra Mundial, al igual que en la mayoría de los países, pero distinguiéndose de aquéllos por la permanencia de rangos relativamente más bajos.

Los dos capítulos siguientes se de­dican a los problemas derivados de

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las fuentes y, en particular, de los registros militares. Dadas las limita­ciones de los datos históricos, el tra­bajo se ha centrado en la talla de los reclutas, si bien los autores son cons­cientes de la relevancia que nutricio-nistas, biólogos y bromatólogos dan recientemente al peso de los indivi­duos. Por razones históricas, tam­bién, los autores han focalido su aná­lisis en el crecimiento físico de los varones, ya que la documentación sobre la talla de las mujeres en Gran Bretaña, como en el resto del mundo, es muy escasa, cuando no inexistente hasta fechas muy recientes. En di­chos capítulos se aborda la forma de reclutamiento voluntario, su inciden­cia en el mercado de trabajo de las clases trabajadoras y su papel en las fuerzas armadas británicas desde me­diados del siglo XVIII.

El análisis se basa en una muestra cercana a 170.000 individuos recluta-dos en el ejercito —British Army, Roya/ Marines, Rqyaí Military Academy (Sandhurst)— y la Marine Society de Londres, institución benéfica que re­cogía niños pobres indigentes o de otra condición y los preparaba para la marina mercante o la marina real, entre 1750 y 1916. Los datos de la estatura de 108.171 reclutas entre 1770 y 1880 se refuerzan con infor­mación de otras variables: edad, ocu­pación, lugar de nacimiento y nivel de alfabetización. Datos similares que podemos encontrar también en las fuentes españolas de reclutamiento

militar desde mediados del siglo XIX. Los pormenores de los datos, su vali­dez y representatividad, así como los métodos empleados en la estimación de la tendencia de la talla de los británicos se detallan en el tercer ca­pítulo. Pese a que no eran selecciona­dos al azar, los autores sostienen que los voluntarios del ejército consti­tuían un grupo bastante representati­vo de las clases trabajadoras británi­cas, por lo que es posible escribir la historia antropométrica de los britá­nicos desde 1750.

Aún a las imperfecciones que sub-yacen en los datos y en su manipula­ción —todavía quedan muchos cam­pos por argumentar acerca de los procedimientos estadísticos a em­plear—, la evidencia de las fuentes militares de reclutamiento puede usarse para hacer inferencias razona­bles sobre el estado físico y nutricio-nal de una parte importante de la población, aunque puede ser discuti­ble que los voluntarios anteriores a 1880 fuesen representativos de todos los segmentos de las clases trabajado­ras. No obstante, se requieren más estudios sobre la base de amplias muestras que hagan posible analizar grupos geográficos y ocupacionales específicos dentro del trazado gene­ral. Cuestión a la que son sensibles los autores, pues, como bien dejan sentado, en las dos últimas centurias la sociedad y la economía británica no permitieron que la mayoría de sus ciudadanos crecieran en su plenitud

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ñsica, disfrutaran de buena salud o contribuyeran por entero a la capaci­dad productiva de la nación. En defi­nitiva, pese a los progresos adverti­dos en la talla, persistieron las desi­gualdades, que se reflejan de manera rotunda en los constrates de la esta­tura por lugar de nacimiento, empleo y renta.

Los resultados del trabajo se pre­sentan en el cuarto capitulo. En él se discuten las estimaciones de la talla media de los adultos de las clases trabajadoras británicas en el periodo referido. El perfil general muestra que la media del estado nutricional se incrementa marcadamente en Gran Bretaña desde 1750, pero lo más sig­nificativo es que dicho incremento no ha sido uniforme ni ininterrumpi­do desde entonces. Los autores po­nen de manifiesto, de esta manera, la existencia de ciclos en la estatura de los británicos, algo que también se ha observado en otros muchos trabajos realizados en otros países (ver Reseña del libro de Komlos (1989) en esta Revista, IX, 1991:1, pp. 214-8). Debe descartarse, por tanto, la idea —bas­tante difundida, por cierto— de una tendencia secular ascendente en la talla. Según la evidencia empírica, la altura de los británicos creció en la era de la Revolución Industrial, cayó a mediados del siglo XIX y volvió a subir gradualmente hasta la Primera Guerra Mundial, creciendo despacio en el período de entreguerras y acele­rándose después de la Segunda Gue­

rra Mundial. Las interpretaciones que se extraen de los datos parecen rotundas: las mejoras en los niveles de vida ocurrieron en la etapa de la Revolución Industrial, aunque no de manera significativa, y empeoraron a medida que la industrialización y la urbanización se aceleraron. De acuer­do con las variaciones cíclicas de la talla, el tercer cuarto del siglo XIX no fue del todo positivo para la salud y la nutrición de las clases trabajadoras británicas e irlandesas.

Tras señalar el perfil de la tenden­cia, los autores se adentran en las diferencias regionales, sociales y ocu-pacionales. A ello le dedican el capí­tulo quinto. Concluyen que el creci­miento de la talla estuvo acompaña­do por una reducción de las desigual­dades entre grupos sociales y geográ­ficos en la población del Reino Uni­do y por una reordenación de estas desigualdades. Los autores sugieren que las clases trabajadoras no cualifi­cadas debieron beneficiarse en las primeras etapas de la Revolución In­dustrial, y aunque persistieron las de­sigualdades reflejadas en las diferen­cias de talla, nunca alcanzaron los dramáticos niveles mostrados por la evidencia de la Marine Society y la Koyal Military Academy. Los contras­tes hacia 1800 en la altura de los adolescentes de 14 años de edad en una y otra institución eran de aproxi­madamente veinte centímetros, ten­diendo a reducirse en fechas poste­riores. Los chicos de la Marine Society

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provenían de los barrios pobres de Londres, mientras que los padres de los reclutas de la Academy de Sand-hurst pertenecían a la aristocracia y las profesiones de alto rango. La es­tructura de clases quedaba así gráfi­camente reflejada en la estatura.

Igualmente, persistieron las desi­gualdades regionales y geográficas, pero en una forma muy diferente a como lo hacían en el siglo XVIII. Durante el siglo XIX, Escocia perdió sus ventajas sobre el resto del Reino Unido. Pero lo más dramático fue la caída de la estatura en las áreas urba­nas y, particularmente, en Londres a partir de 1830-40. Por entonces, las zonas rurales de Inglaterra y Gales experimentaban una cierta estabili­dad, incluso un aumento relativo so­bre la media nacional. No así en las de Irlanda y Escocia, cuyas poblacio­nes rurales experimentaron un dete­rioro significativo, temporal para las primeras, y secular y prolongado, en el caso de las segundas. Los efectos de la urbanización y la industrializa­ción se manifestaban, pues, en la en­deblez y el raquitismo de los habitan­tes de las ciudades.

Entre las principales conclusiones del Ubro habría que destacar los efec­tos que la urbanización y, en particu­lar, las enfermedades medioambien­tales tuvieron en la conformación de un modelo irregular de crecimiento de la talla durante los siglos XVlIl y XIX. En ello se detienen los autores en los capítulos finales del libro. Si la

temprana Revolución Industrial in­glesa permitió un incremento abso­luto y relativo del bienestar y del estado nutricional de las clases tra­bajadoras, el impacto del crecimien­to urbano se encargó de erosionar dicho incremento e hizo, en algunos casos, disminuir la talla media de grandes segmentos de las clases po­pulares sujetas a la vida urbana. El fuerte crecimiento de la tasa de urba­nización a partir de 1800 debió em­peorar las condiciones de vida en las grandes ciudades y deteriorar el esta­do de salubridad pública, incluida la mortalidad. Pero lo más sorprenden­te es que ello tuvo lugar a pesar del aumento, bien documentado, en los salarios reales de un amplio sector de los ciudadanos. Esta nueva interpre­tación a partir de los datos de la talla deberá tenerse en cuenta en el debate de los niveles de vida de las clases trabajadoras británicas. El aserto, bien claro, no deja de ser paradójico: la caída de la estatura de los reclutas se produjo en un contexto de mejo­ras de la renta per capita y de los salarios reales. La urbanización que trajo consigo la industrialización conllevó un alto costo medioambien­tal entre las décadas de 1820 y 1850.

El miedo a la degeneración nacio­nal por las secuelas de la urbaniza­ción, prevalcnte a fines del siglo XIX, quedó eliminado, no obstante, por el impacto combinado del crecimiento de los salarios reales y las mejoras graduales de la sanidad pública. Los

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Últimos años del siglo XIX muestran una mejora relativa del estado nutri-cional. Aumentos en cantidad y cali­dad de la dieta en una relación sinér-gica con otros factores mejoraron el estado nutricional y permitieron que los cuerpos físicos aumentaran su re­sistencia contra las enfermedades res­piratorias y digestivas provocadas por el agua y los alimentos, cuyo azote había sido intenso más en la primera mitad del siglo XIX que en sus años ñnales. De esta manera, los datos también contribuyen a otro viejo y largo debate poco esclareci­do: el referente a las causas del decli­ve de la mortalidad en el siglo XIX. Aunque la evidencia es poco clara en relacionar las mejoras de la nu­trición con el descenso de la mortali­dad en la línea abierta hace años por Mckeown, la tendencia creciente de la estatura desde 1870 sugiere que las mejoras del estado nutricional se re­flejaron también, excepto para los niños más pequeños, en el descenso de la mortalidad.

Otra última consideración que plan­tean los autores es la influencia que pudo tener el estado nutricional en la productividad del trabajo. Aunque no es posible medirla directamente, la evidencia presentada sugiere que las mejoras de la salud, la resistencia física y la longevidad que vino aso­ciada a la mejora del estado nutricio­nal deberá tenerse en cuenta por eco­nomistas e historiadores en el análisis de las causas probables de los incre­

mentos de la productividad. Estudios recientes sobre la altura y la produc­tividad laboral de los esclavos ameri­canos han arrojado correlaciones po­sitivas. La altura pudo ser un factor de selección para determinadas ocu­paciones, aunque también se ha com­probado que la mejora de la produc­tividad mediante intensificación del trabajo por individuos con tallas altas en el sector manufacturero ha provo­cado, en más de una ocasión, un desgaste energético con respecto al consumo de nutrientes, produciendo una caída de la estatura entre los trabajadores adolescentes.

Hay numerosos interrogantes plan­teados en el trabajo de Roderick Floud, Kenneth Wachter y Annabel Gregory. Entre los más discutidos, habría que empezar por las fuentes militares británicas que pueden estar distorsionadas ante los cambios os­tensibles en las condiciones del mer­cado de trabajo. Y, sobre todo, la dificultad que entraña relacionar los cambios a corto plazo de la estatura con las diferentes medidas de bienes­tar y del medio ambiente. El énfasis puesto en las tendencias por los auto­res resuelve, en parte, la problemáti­ca de la evidencia. Pero, sin duda, son gratificantes las argumentacio­nes, razonablemente planteadas y bien argüidas, que los autores sugie­ren en cada una de las partes del documentado trabajo. El libro aporta cuestiones relevantes a la controver­sia sobre el «nivel de vida» y en lo

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relativo al bienestar material de las clases trabajadoras británicas durante la industrialización. Pero, sobre todo, abre nuevas perspectivas y enfoques en el trabajo de los historiadores, en el sentido más amplio, y de los eco­nomistas que quieran indagar los costes medioambientales y sociales

del crecimiento económico. Los indi­cadores socioeconómicos convencio­nales cuentan a partir de ahora con un serio rival con el que, al menos, poder confrontar.

José Miguel MARTÍNEZ CARRIÓN

Universidad de Murcia

G. GOERTZ (1990): The World Chemical Industty around 1910: A comparative Analysis by Branch and Country. Center of International Economic History. Ginebra. 133 pp. 20 FCH.

Los grandes proyectos internacio­nales que tratan de medir el creci­miento y el desarrollo económico mundiales a partir de fuentes estadís­ticas se han convertido en una cons­tante en la obra del historiador suizo Paul Bairoch. Uno de los más recien­tes tiene como objeto determinar el estado de la economía mundial en 1910 por medio de investigaciones sectoriales internacionales.

Nos encontramos ante el resultado de una de esas investigaciones. Gary Goertz, que parece haber heredado la ambición de su maestro, es el autor de un estudio sobre la industria quí­mica mundial en 1910, realizado so­bre datos de ocho subsectores de la industria química en treinta países (entre los que se encuentra España). Para determinar el grado de indus­trialización de los mismos, Goertz ha elaborado un método que considera el volumen de producción de cada país adaptado al tamaño del mismo.

El interés inicial del libro es doble. Por una parte, la industria química de comienzos de siglo —suministra­dora de primeras materias y de pro­ductos intermedios y finales— ya puede considerarse como un buen indicador del grado de desarrollo de un país, por las múltiples interrela-ciones que establece con el conjunto de la economía de los países indus­triales. Por otra parte, se trata de un estudio comparado en el que no sólo aparecen, como suele ser habitual, los países que lideraron la industrializa­ción. El libro está organizado de una manera muy simple. Consta de una introducción, en la que expone el método de trabajo y se justifican los indicadores empleados; de ocho capí­tulos dedicados a cada uno de estos sectores, con una explicación técnica previa muy sucinta y un comentario sobre las fuentes de cada país; y de un capitulo de conclusiones.

Los sectores que el autor ha elegi-

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do son el ácido sulfúrico, la sosa, las fibras sintéticas (rayón), los coloran­tes sintéticos, los plásticos, las ceri­llas, el jabón y los fertilizantes artifi­ciales. Como vemos, se trata de pro­ductos bastante homogéneos y de fa­bricación —al menos potencialmen-te— masiva. Están representados la química tradicional (jabón y cerillas), la química de la primera industriali­zación (ácidos, fertilizantes) y la in­dustria química científica (colorantes, fibras y plásticos). Faltan productos tan significativos como los explosi­vos o la industria farmacéutica, y, desde luego, la petroquímica, impor­tante ya en 1910 en Estados Unidos. Además, como en algunos casos la producción estaba internacionalizada (si bien no con la intensidad que alcanzaría en los años veinte y trein­ta), el criterio nacional puede distor­sionar los resultados de la investiga­ción.

Los datos sobre los que ha trabaja­do Goertz presentan múltiples difi­cultades. El rigor de las estadísticas es cuestionable, tanto en cuanto re­gistro de la producción real (en el caso de las industrias tradicionales suele tratarse de estimaciones, cuan­do no de «impresiones», por ejem­plo), como en el tratamiento de las mismas (el grado de concentración de los ácidos, sin ir más lejos, o la calidad de los plásticos, por no ha­blar de la complejidad de los abo­nos). A las dificultades para medir se unen las de comparar internacional-

mente. La simple consideración del volumen de producción favorecería a los más grandes, mientras que la del volumen per capita magnificaría a los más pequeños. Goertz ha hallado una solución original, que consiste en de­terminar el «grado» {rank) de desa­rrollo de cada país combinando am­bos criterios.

De muestra, un botón: el caso de España. Los datos en los que se apoya este análisis proceden casi ex­clusivamente de las conocidas Esta­dísticas Básicas de España, 1900-1970, aunque también se hace referencia a los «datos» de Briones Perrero (1917) y a fuentes internacionales como las estadísticas de Mitchell (1983) y el tan citado informe de 1927 de la Sociedad de Naciones sobre la indus­tria química mundial. Si repasamos los datos que Goertz ofrece por sec­tores comprobamos que dos de ellos no figuran (colorantes y plásticos), sobre otros dos se recurre a estima­ciones (cerillas y jabón), y a los res­tantes cuatro grandes sectores se les atribuyen producciones bastante su­periores a las que registra Carreras (1989), por ejemplo. Así, la produc­ción de ácido sulfúrico es algo infe­rior en Carreras (14.000 frente a 16.600 miles de Tm, que disminuyen todavía más si extraemos la media para el período 1905-1910, de acuer­do con el método de Goertz); los datos sobre producción de fertilizan­tes pueden inducir a confusión, ya que en 1910 prácticamente toda ella

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correspondía a abonos superfosfata-dos (los cuales exigen un proceso de fabricación muy poco complejo), mientras que la cantidad de abonos nitrogenados era muy pequeña (700 Tm), hecho del que no se advierte. Por último, Goertz estima la produc­ción española de rayón en 25 Tm, cuando Carreras da O, y en realidad no había fábrica alguna registrada en la Estadística de la Contribución In­dustrial.

En su capítulo final, a la hora de determinar el «nivel de industrializa­ción» de cada país, a España se le sitúa en un undécimo lugar (con un índice 79,9), próximo al de un grupo de países tan dispares como Rusia, Austria-Hungría, Italia, Suiza, Suecia u Holanda, y por detrás del de los líderes, integrado por Alemania (ín­dice 100), Estados Unidos, Gran Bre­taña, Francia y Bélgica. Este resulta­do no deja de ser sorprendente si se piensa que la industria química mo­derna española (con algunas notorias excepciones, como la producción de

ácidos a gran escala) tuvo que espe­rar a la Primera Guerra Mundial para «arrancar».

En España, un libro como éste puede sugerir temas de investigación en una perspectiva comparada, tan rara todavía en el país, así como suscitar críticas, revisiones y réplicas que casi siempre son estimulantes, especialmente sobre un sector tan poco atendido como el de la indus­tria química del siglo XX. Muchos lectores, sin embargo, echarán en fal­ta una explicación de esos datos (si efectivamente son indicadores del grado de desarrollo industrial de cada país) y de lo que hay detrás de ellos (qué significaba el grado de de­sarrollo de cada sector), y tendrán además la impresión de encontrarse más ante los primeros resultados de una investigación que ante un libro comercializado.

Nuria PUIG Universidad Complutense

José Luis GARCÍA DELGADO, ed.: Las ciudades en la moderni:(ación de España. Los decenios interseculares. VIII Coloquio de Historia Contemporánea de España dirigido por Manuel Tuñón de Lara. Madrid. Siglo XXI. 1992. 474 pp. (incluye bibliografía a pie de página, 5 planos y 2 gráficos. Precio 3.000 ptas.)

Como viene siendo habitual todos los años, se han publicado en forma de libro las aportaciones presentadas en 1991 al Coloquio de Historia Con­

temporánea dirigido por Manuel Tuñón de Lara en la UIMP (sede de Cuenca), actuando como su editor José Luis García Delgado. Un pri-

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mer aspecto se desprende de su lectu­ra, la heterogeneidad y clara voca­ción interdisciplinar que siempre han inspirado los Coloquios organizados por Tuñón de Lara, que, a su vez, retoman la mejor tradición de lo que él mismo inició en los Coloquios de Pau. El libro recoge la colaboración de 24 autores que, salvo escasas ex­cepciones, son especialistas en la his­toria de la ciudad objeto de su tra­bajo, si bien como es natural desde perspectivas metodológicas diferen­tes. Así pues, podemos diferenciar claramente dos aspectos: las aporta­ciones que estudian la ciudad desde el punto de vista económico, y las que la estudian como un espacio donde actúan unos agentes cultura­les, sociales y políticos. La perspecti­va económica predomina claramente en los trabajos de Tafunell (Barcelo­na); García Merino (Bilbao); Alvar-gonzález, Fernández García y Tomé (Oviedo, Gijón, Langreo, Mieres); Sorribes (Valencia), Bernal y Arenas (Sevilla); Morilla (Málaga); Baha-monde y García Delgado (Madrid); Fernández Clemente y Forcadell (Za­ragoza). La visión sociopolítica y cultural predomina en los trabajos de Riquer y Gabriel (Barcelona), Rivera (Vitoria); Reig y Comes (Valencia); Macarro (Sevilla); Sánchez Jiménez (Málaga) y Julia (Madrid). Única­mente en dos aportaciones —la de Carnero (Valencia) y la firmada conjuntamente por Pérez García y Noreña (Las Palmas de Gran Cana­

ria)— se analizan en conjunto tanto los aspectos económicos como los sociales y políticos.

Con este libro se contribuye a cu­brir una laguna de la historia con­temporánea de España y se da un paso significativo en el conocimiento de los comienzos de la urbanización a finales del XIX y principios del XX. Todo ello resulta de gran interés para la historia económica de España, porque entramos de lleno en los pro­cesos que desencadenaron la indus­trialización y terciarización de la eco­nomía española. Pese a las importan­tes divergencias tanto en el ritmo como en las pautas de la industriali­zación y urbanización, las principales ciudades españolas dejaron de estar ruralizadas y experimentaron un rela­tivo crecimiento, semejante al que se estaba generando en Europa, Norte­américa y Sudamérica. No podemos olvidar que en 1830 existía sólo una ciudad en EE.UU. con más de 100.000 habitantes, aunque en 1880 ya eran 20. Por tanto, si bien hubo una cierta coincidencia en el punto de arranque, a la altura de 1900 las ciudades españolas habían perdido posiciones y se situaban muy lejos de las principales ciudades de EE.UU. y Europa. En realidad, fue entre 1830 y 1880 cuando se produjo un proceso de urbanización acelerada tanto en Europa como en EE.UU., y fue ahí; cuando España quedó rezagada (Ro-semberg, N.: «Las consecuencias eco-i nómicas del cambio tecnológico.

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1830-1880», y Werner, S. B., Jr.: «Movimientos de población y urba­nización», ambos en Kranzberg, M. y Pursell, C. W., Jr. (Eds.): Historia de la tecnología. Barcelona. 1981).

Todos los trabajos publicados ha­cen, inevitablemente, historia local, aunque en términos generales se ha evitado el peligro de «hacer una his­toria en la que quepan indiscrimina­damente desde los alcaldes hasta las alcantarillas —sin salir de la primera letra del alfabeto—» (Fernández Cle­mente y Forcadell, p. 433). No obs­tante, lo que no se ha podido sos­layar es que algunos de los aspectos estudiados se traten de forma muy desigual, en función de las preferen­cias y especialidad de cada autor. Es lo que ocurre, por ejemplo, con cues­tiones como el sector de la construc­ción; los planes de ensanche; las casas baratas; la aparición de los primeros teatros y cines; el abastecimiento de agua, gas, electricidad; las empresas de transportes colectivos, sobre todo los tranvías eléctricos; la importancia del éxodo rural y la consiguiente in­migración a las ciudades. Por último, faltan estudios comparativos con otras ciudades españolas o extranje­ras, para evitar que se exagere la originalidad del proceso de urbaniza­ción, o de los cambios económicos, sociales y culturales experimentados por cada ciudad.

La evolución urbana de España estaba trazada en sus líneas maestras, aunque los estudios locales concretos

contenidos en el libro vienen a mati­zar y completar dicha visión (Gómez Mendoza, A., y Luna Rodrigo, G. (1986): «El desarrollo urbano en Es­paña 1860-1930». Valero Lobo, A. (1989): «El sistema urbano español en la segunda mitad del siglo XIX», respectivamente en Boletín de la Aso­ciación de Demografía Histórica. Ma­drid. 1986, vol. IV, n.° 2, y 1989, vol. VII, n." 1. González Pérez, V. (Coord.): Las procesos de itrbanii(ación: siglos XIX j XX. Actas del II Congreso de la Asociación de Demografía Históri­ca. Alicante. 1991. Vol. IV).

Las características generales de la urbanización de las principales ciuda­des españolas podemos resumirlas a continuación. El desarrollo urbano se debe a una confluencia de factores. Uno de los más importantes fue el aumento demográfico a causa del éxodo rural e inmigración a las ciu­dades. Otros factores a tener en cuenta fueron la expansión del trans­porte público, la abundante oferta de suelo tras la desamortización del si­glo XIX y, allí donde se daba la cir­cunstancia, a la existencia de un puer­to de mar o a la cercanía de las minas (Barcelona, Oviedo, Gijón, Langreo, Mieres, Valencia, Sevilla, Málaga, Madrid, Zaragoza, Las Palmas). La expansión de las ciudades se produce tanto hacia el exterior con los planes de ensanche como hacia el interior (Barcelona, Vitoria, Gijón, Langreo, Mieres, Zaragoza, Las Palmas). La principal consecuencia fue conseguir

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«extcrnalidades y economía de escala de todo tipo» (Tafunell, p. 6). Inclu­so allí donde no aparece un verdade­ro plan de ensanche, o al menos se retrasa hasta el siglo XX, existen en realidad unas pautas perfectamente racionales. Se van a diferenciar espa-cialmente con nitidez los distintos grupos sociales. Los trabajadores y sectores populares en la periferia, cerca de las fábricas, mientras que la nueva y creciente burguesía define con claridad su propio espacio urba­no (Gijón, Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza). En contraste con lo suce­dido en otras ciudades europeas, so­bre todo británicas y francesas, en las españolas no aparecen importantes empresas constructoras, si exceptua­mos en el caso de Madrid alguna empresa inmobiliaria como «La Pe­ninsular», dirigida por Pascual Ma-doz, que conoció varios años de grandes beneficios hasta la crisis de 1866 en que se pusieron de manifies­to las limitaciones y carencias estruc­turales del mercado inmobiliario ma­drileño (compárese con el caso fran­cés, Lescure, M.: Les Sociétés immobi-liéres en France au X/X* siecle. Contribu-tion a Phistoire de la mise en valeur du sol urbain en iconomie capitaliste. París. 1980. Serie Étude n.° 15). La mayoría de las promociones inmobiliarias eran iniciativa de promotores ocasio­nales o rentistas. Predominaba la fi­gura del casero que, o bien buscaba rentas seguras, o una inversión refu­gio para sus beneficios procedentes

de actividades mercantiles de todo tipo. Evidentemente, el objetivo de los particulares en las grandes ciuda­des era conseguir un «activo genera­dor de rentas: la casa de vecinos, bloque de viviendas cedidas en alqui­ler» (Tafunell, p. 7). En esa búsqueda de valores seguros y garantizados, como ocurre entre otras en Barcelo­na, Vitoria, Sevilla o en Madrid, du­rante la segunda mitad del siglo XIX la edificación dependía de la rentabi­lidad de la Deuda pública, que a su vez dependía de la actividad econó­mica general y de la inversión global. En cambio, en el primer tercio del siglo XX, el sector de la construcción dependerá de variables políticas e institucionales, y tanto del lado de la demanda de inversión como de la oferta, las variables cuantitativas —matrimonios, inmigración neta, depósitos, rentabilidad media de la Deuda pública interior, alquileres, costes de construcción. Gasto Nacio­nal Bruto y formación bruta de capi­tal fijo— no reflejarán la actividad del sector, como sí sucedía entre 1860 y 1895 (Barcelona, Vitoria, Ma­drid). En el caso de Sevilla, y en un claro proceso especulativo que se prolonga a lo largo del período estu­diado, el negocio tenía por objeto la propia ciudad, que recibe fuertes in­versiones de la burguesía y clases medias en el mercado inmobiliario, sin que aparezcan sociedades cons­tructoras. En Zaragoza, la inversión inmobiliaria y la construcción fueron

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el primer sector por actividad econó­mica entre 1926 y 1930, con plusva­lías medias del 24 %, que superaban el 100 % en el ensanche. La moderni­zación unida a la urbanización expe­rimentada por las principales ciuda­des españolas fue más un proceso económico que de modernización so­cial y política. Quizá donde aparece mejor explicitado sea en el estudio sobre Zaragoza, donde hay «indus­trialización {moderniíiación), pero tam­bién invertebración, atraso y dualis­mo interno» (Fernández Clemente y Forcadell, p. 448). En otras ciudades los indicadores de la modernización, como se puede comprobar en los casos de Valencia o de Barcelona, se detectan por la democratización del sufragio, por la consolidación de la nueva política de masas con un incre­mento del asociacionismo y por las características del primer reformismo municipal. Aunque hay otros ejem­plos muy claros de relativa moderni­zación, si bien es verdad que atrasada e incompleta, como el de Sevilla. Allí, en contra de lo ocurrido en Barcelona o Valencia, el control de los partidos del turno y del caciquis­mo fue absoluto hasta 1922. Algo semejante sucedió en Las Palmas de Gran Canaria, donde se detecta una relativa modernización económica pero no política. Por otra parte, los intereses económicos se entrelazaban con los puramente culturales o políti­cos. En este sentido, es muy signifi­cativo que de las cinco asociaciones

barcelonesas que iniciaron una cam­paña a favor del regeneracionismo político, reformas administrativas y fiscales —concierto económico—, que serían la base de la Lliga Regio-nahsta, sólo el Ateneo Barcelonés te­nía un carácter cultural y catalanista, mientras que las otras cuatro —Fo­mento del Trabajo Nacional, Liga de Defensa Industrial y Comercial, Ins­tituto Agrícola Catalán de San Isidro, Sociedad Económica de Amigos del País— representaban grupos de pre­sión económicos. La modernización se refleja, igualmente, en la aparición de una cultura interclasista, urbana y popular (Barcelona, Bilbao, Valen­cia), en la que también participaron en el último caso los católicos. Las ciudades que experimentaron un cambio económico más importante, lógicamente, fueron las industriales. En ellas surgen claramente los espa­cios industriales y barrios proletarios (Barcelona, Bilbao, Oviedo, Gijón, Langreo, Mieres, Sevilla, Madrid, Zaragoza), donde se imbricarán las organizaciones socialistas, anarquis­tas o comunistas. Asimismo, aparece el fenómeno de las Casas Baratas, aunque en la mayoría de los casos frustrado o de repercusiones reales muy ümitadas (Bilbao, Vitoria, Ovie­do, Valencia, Sevilla, Zaragoza). El predominio del sector servicios sólo apareció a partir de las décadas de 1920 y 1930 (Oviedo, Valencia, Ma­drid). En cualquier caso, la transfor­mación urbana supuso una fuerte in-

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versión en capital de coste, que fue asumido por la inversión pública res­pecto a la infraestructura y equipa­mientos. Algunas ciudades pasaron de un relativo esplendor a una clara decadencia económica e incluso de­mográfica (Sevilla, Málaga). En este último caso, el «ajuste a la "baja" es lo que se produjo en la economía de Málaga entre 1873 y 1920» (Morilla, p. 323). A partir de 1920 se produce una relativa recuperación. En el caso de Málaga, por las necesidades de abastecimiento urbano, que benefi­ciaron a la agricultura de las tierras cercanas. En el de Sevilla, por la especulación con la Exposición de 1929 al fondo.

Para terminar merece la pena seña­lar las lagunas aún existentes o los defectos puntuales detectados en al­gunas de las interpretaciones, que no desmerecen en lo más mínimo el va­lor del conjunto de la obra. Falta un análisis del sector de la construcción en casi todos los trabajos. A diferen­cia de lo que ocurría hasta hace poco, y signo de los tiempos que corren, en la mayoría de las aportaciones se ha­bla de movilizaciones, conflictos so­ciales o políticos típicamente urba­nos, pero son una excepción los que introducen el análisis de clases, esté o no completado con un planteamiento de la lucha de clases donde predomi­ne la metodología marxista como componente esencial de su explica­ción. Son también pocos los que uti­lizan los periódicos como fuente de

información, a pesar de ser un pro­ducto típicamente urbano. Otras fuentes utilizadas, como pueden ser las actas capitulares, los planes urba­nísticos de ensanches o de otro tipo aprobados por los ayuntamientos presentan algunos defectos difíciles de resolver. El más destacable es que, a veces, no reflejan los problemas reales de la ciudad, y casi nunca se ejecutaron en su totalidad. Se atri­buye a la desamortización una gran importancia como causante de la re­modelación urbana del siglo XIX, pero apenas se aporta evidencia em­pírica de esa afirmación. En ninguno de los trabajos sobre ciudades por­tuarias se hace la más mínima alusión a la actividad pesquera, ni a las carac­terísticas de los barrios de pescado­res, que serían una parte importante del espacio urbano y una ocupación económica fundamental de sus habi­tantes. En algunos trabajos sería ne­cesario aclarar mejor los conceptos utilizados. Por ejemplo, en vez de hablar de una oligarquía o élite local, habría que referirse a una burguesía urbana nacional e internacional con fuerte presencia en España. Ello se refleja en su comportamiento y ges­tión empresarial, en la cual estaba la base de su poder económico y de sus buenos negocios. Esta clase social urbana no eran sólo de ámbito local, sino que en una clara diversificación de riesgos, tenían intereses e incluso controlaban empresas mineras, de fe­rrocarriles, etc., en el resto de Es-

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paña, y estaba vinculada incluso con lazos familiares con empresarios y miembros de la burguesía madrileña, catalana o de otras provincias, y con la burguesía europea, sobre todo in­glesa y francesa.

En definitiva, como no podía ser de otra manera, los trabajos son de diferente calidad, aunque el panora­

ma de conjunto resulta ciertamente enriqueccdor para nuestro conoci­miento de las ciudades españolas en los decenios interscculares.

Luis GARRIDO GONZÁLEZ

Universidad de Granada Campus de Jaén

Charles P. KlNDLEBERGER: Mamas, Panics and Crashes. A History of Financial Crisis. 2.» edición. Londres. MacMiUan. 1989, 302 páginas.

El trabajo del profesor Kindleber-ger es ya un clásico sobre el análisis económico de las crisis financieras'. Como otros libros publicados sobre el tema, como, por ejemplo, el re­ciente de Galbraith (1991), pretende dar tanto una visión histórica de las diversas crisis financieras registradas en el pasado, desde la Burbuja de los Mares del Sur en el Londres del siglo XVIII hasta el reciente hundimiento de las bolsas mundiales en octubre de 1987, como una explicación (o racio­nalización) de las mismas en términos de la Teoría Económica (el lector interesado en los aspectos históricos de crisis anteriores al siglo XVIII pue­de consultar el trabajo de Garber (1990)).

Aunque el título sugiere una mayor generalidad, en realidad sólo

' Recientemente se ha ediudo en español con el título de Pánicos, Manías y Crisis. Histo­ria dt las Crisis Financieras. Editorial Ariel. Barcelona, 1992.

se analizan con detalle crisis en países como Holanda, Gran Bretaña, Ale­mania, Francia y EE.UU. Las razo­nes de esta selección están probable­mente influidas tanto por la ausencia de materiales de investigación rele­vantes en otros países como por la importancia relativa de los países mencionados en el sistema financiero internacional.

El libro esta dividido en once capí­tulos, con los siguientes contenidos. En el primero se expone el plan ge­neral de la obra y se propone un enfoque esencialmente cualitativo so­bre el tema. Pero esto no debe en­gañar al lector, ya que hay cantidades apreciables de Teoría Económica so­portando los argumentos del profesor Kindleberger, que aunque no se ex­presen en forma de ecuaciones o grá­ficos complicados, contienen un no pequeño nivel de rigor analítico. El capitulo 2 presenta la tesis básica del libro en la forma de un esquema

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general de desarrollo de las crisis financieras, que comienzan con una especulación excesiva, seguidas de una expansión de crédito, lo cual ocasiona tensiones financieras cre­cientes, que producen una crisis y finalizan en pánico y derrumbe del mercado. Esencialmente, subyace la idea de que el sistema financiero es frágil e inestable.

El capitulo 3 analiza en detalle y con abundantes ejemplos históricos, la fase de especulación y su efecto sobre la estabilidad del mercado, así como factores que puedan desencadenar ésta y el tipo de bienes que suelen ser objetos de especulación. Los desen­cadenantes de la crisis se estudian en los capítulos 4 y 5. El capitulo 4 trata de los elementos monetarios de las crisis, sus consecuencias y de la difi­cultad de diseñar un mecanismo de control monetario eficiente en todas las ocasiones. Realiza una detallada critica a los postulados de la Escuela Monetarista, al mantener que no es posible conseguir un nivel óptimo de oferta monetaria de modo consisten­te debido a los continuos procesos de innovación (financiera) de las econo­mías capitalistas. El capitulo 5, escri­to con singular buen humor, describe desfalcos y estafas como otros posi­bles detonadores de las crisis.

El capitulo 6 describe la explosión de la crisis, centrándose en sus etapas iniciales y los intentos (habitualmente fallidos) de las autoridades para evi­tarla. De especial interés en las actua­

les circunstancias son las ideas pre­sentadas en el capitulo 7 sobre la propagación internacional de los pá­nicos y su relación con el grado de integración de los mercados financie­ros. La actitud ante las crisis de las autoridades se analiza en el capitulo 8, en el que se narran desde los casos en los que se optó por no hacer nada hasta otros de activa intervención («operaciones salvavidas») de variado signo. El capitulo 9 se ocupa del papel de los bancos centrales nacio­nales y otras instituciones estatales como prestamistas de ultima instan­cia y la polémica sobre su actuación en casos de crisis financiera. Este análisis se extiende al ámbito interna­cional en el capitulo 10, donde se señalan las consecuencias de la no existencia en el plano internacional de ningún organismo que provea el bien público de la estabilidad mone­taria.

El último capitulo presenta las conclusiones del trabajo que pueden resumirse en dos. La primera es que la oferta monetaria debería ser fija a largo plazo, pero debe ser flexible a corto plazo, si hay turbulencias fi­nancieras. La segunda es que el pres­tamista de última instancia debería existir, pero no debe haber una ga­rantía absoluta de que actúe en cual­quier crisis financiera. Esta decidida apuesta por la discrecionalidad es po­sible que haya ganado algunos admi­radores al profesor Kindleberger en esferas oficiales.

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Lo distintivo de este libro, aparte' de su amena prosa y excelente redac­ción, es la clara toma de posición frente a una de las hipótesis económi­cas más populares en los últimos años. Se trata de la hipótesis de Ex-pectativas Racionales, que, originada en el trabajo de Muth (1961), ha sido desarrollada por economistas tan co­nocidos como Robcrt Lucas, Tho-mas Sargent y Robert Barro, entre otros. El libro presenta una crítica muy dura de la plausibilidad de esta hipótesis y, se esté de acuerdo o no con sus argumentos, es difícil no considerar la pertinencia de varios de ellos. En efecto, si los mercados son «racionales», ¿cómo admitir la pre­sencia de «manías» que son irraciona­les por definición?

El argumento de Kindlcbcrger va más allá y sostiene que los mercados, aunque en general funcionen bien, pueden «estropearse», haciéndose ne­cesaria la intervención del Gobierno que garantice el bien público de la estabilidad. La réplica podría ser que la existencia de «salvadores» de mer­cados ineficientes incentiva su exis­

tencia y creciente ineficiencia. Para solucionar este dilema Kindleberger propone que los gobiernos encuen­tren formas de «engañar» sistemática­mente a los agentes del mercado so­bre sus intenciones. ¿Es este un argu­mento defendible? La evidencia his­tórica esta ahí para quien desee inter­pretarla.

En resumen, este es un libro muy divertido, polémico, con abundantes argumentos económicos y aconseja­ble tanto para las personas interesa­das en el funcionamiento real de los mercados financieros como para los historiadores económicos en general.

J. Ignacio PEÑA Universidad Girlos III

Referencias

Galbraith, J. (1991), Breve Historia de la Euforia Financiera. Ariel.

Garbcr, P. (1990), Famous First Bubbles. Journal of Eeonomic Perspectives, 4, 35-54.

Muth, J. (1961), Rational Expcctations and thc Theory of Pnce Movements. Eeonometrica, 29, 315-335.

Carlos Alberto MAYO, Us Betkmitas en Buenos Aires: Convento, Economía j Sociedad (1748-1822), Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de SeviUa, Sevilla, 1991, 275 págs.

El uso de documentación pcrtene- fuentes más valiosas para investigar cierne a las órdenes religiosas de la historia económica colonial. Esto

se debe no sólo a su importancia,

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América Latina constituye una de las

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sino a que estas instituciones han dejado registradas y contabilizadas sus actividades económicas.

Aunque la producción de las órde­nes corresponde esencialmente al sec­tor terciario, tanto en servicios reli­giosos como educativos, sanitarios y de ayuda social, el hecho de que no percibieran aranceles ni recibieran limosnas que cubrieran todos los costos hizo necesario que buscaran otros medios de financiamiento. En­tre ellos, la participación en los mer­cados ñnancieros, el alquiler de pro­piedades inmobiliarias y la adminis­tración de haciendas, ingenios, estan­cias o viñas. En este sentido, la in­vestigación sobre los jesuítas ha reci­bido una atención preferente, y en ella se destacan autores como Cush-ncr, Konrad, Riley y Morner. La imagen que perdura de la Compañía es de una organización emprendedo­ra, perfectamente integrada al comer­cio interno e internacional a través de una impresionante variedad de activi­dades económicas que van desde la producción de azúcar, cacao, vino y licores, hasta la fabricación de relojes de pie o tejas.

El claro, entretenido y analítico libro de Carlos Alberto Mayo enri­quece nuestro conocimiento del pasa­do al agregar un grupo de religiosos no investigados hasta el momento: los Betlemitas de Buenos Aires. La orden tiene la particularidad de ser una fundación americana formada por frailes-médícos-enfermeros que

instalaron hospitales a lo largo de todo el continente. Cuando llegaron a Buenos Aires a mediados del si­glo XVIII, la ciudad era un centro urbano en pleno crecimiento, tenden­cia que se incrementaría con el tiem­po, tanto por transformarse en capi­tal del virreinato del Río de la Plata en 1776 como por el progreso econó­mico de la región. Los Betlemitas establecieron en la ciudad el Conven­to-Hospital Santa Catalina, que fun­cionó entre 1748 y 1822. A dicho establecimiento se sumaría más ade­lante un pequeño segundo hospital y una escuela primaria. Entre los gas­tos que ocasionaban estos servicios destaca la atención de los enfermos (entre 1762 y 1768 atendieron un promedio anual de unos 600 pacien­tes), los medicamentos y el sostén del noviciado local. Tal como fue la in­tención teórica de muchas órdenes, los Betlemitas inícíalmente pensaron sostener sus actividades medíante li­mosnas y no adquirir propiedades con cuyas rentas mantenerse. Pero pronto la dimensión que tomaron sus servicios y la atención de pacientes indigentes atentaron contra este obje­tivo. Ello ocurrió porque las transfe­rencias caritativas no eran suficientes ni su monto constante, lo que impe­día una planificación presupuestaria. Entre 1787 y 1792 sólo alrededor del 8 % de los ingresos de la institución provenían de limosnas; dicha propor­ción tomando valores anuales que iban desde 1% al 16%.

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El tipo de inversiones elegidas por los Betlemitas para obtener fondos, como bien se indica en el texto, evi­dencia una búsqueda de minimizar riesgo ante una economía de ciclos muy pronunciados. Por ello se eligió una serie de rubros que incluyeron la explotación de dos estancias, una chacra, tres quintas, un obraje de ladrillos, propiedades urbanas en al­quiler y fondos colocados en présta­mo. Las estancias parecen haber teni­do una baja rentabilidad para la or­den, por lo cual paulatinamente fue reorientando sus capitales hacia acti­vidades urbanas. Esto parece lógico, pues una inversión inmobiliaria para alquiler (o el préstamo de dinero) exigía mucho menor tiempo dedica­do a su control cotidiano, tarea que no formaba parte de los quehaceres propios de la orden.

Mayo señala algunos factores que explican el éxito de la organización clerical de servicios hospitalarios ver-sus su provisión laica. En primer lugar los frailes hacían voto de po­breza, lo que limitaba notablemente el gasto en consumo, pues cada fraile no recibía salarios o ingresos, sino lo suficiente para subsistir con decoro. En segundo lugar, la orden tenía la ventaja de operar como una sociedad no personalizada y por lo tanto su continuidad de funcionamiento no dependía de un individuo determina­do. Ello implica que el riesgo de pres­tarle fuera bajo, y, por ende, menor la tasa de interés que debía abonar.

Un aporte interesante del libro es la descripción de las actividades agropecuarias de las dos estancias be­tlemitas, que sirve para ilustrar el funcionamiento del sector rural rio-platense. La estancia de Arrecifes, por ejemplo, se muestra muy integra­da al mercado a través de una gama de productos: para el consumo por­teño producía carne, para el Alto Perú muías y para Europa cueros. Del análisis de la mano de obra utili­zada —esclavos y peones— resalta la peculiaridad del mercado laboral, con su característica escasez de trabajado­res libres y la alta movilidad de éstos, al no tener que depender de emplea­dor alguno, pues podían obtener tie­rra y ganados con relativa facilidad. Nada más alejado, indica el autor, de un sistema feudal, como a veces se ha insinuado que existía en la zona.

La expulsión de los. jesuítas en 1767 es mencionada por Mayo como un posible factor generador de cam­bio en la política de inversión del resto de las órdenes, las que podían temer acciones similares contra ellas. Este es un tema interesantísimo, pues al afectar la percepción de los dere­chos de propiedad, el gobierno es­pañol pudo asimismo haber alterado la tasa de inversión americana, y en última instancia afectado negativa­mente el crecimiento de la región.

Como advierte el autor, lamenta­blemente no ha podido acceder a documentación sobre las actividades hospitalarias de los Betlemitas, razón

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por la que se concentró sólo en los aspectos ñnancieros. Sin un análisis del tipo de personas atendidas, el trato dado a los más pobres y la eficiencia de los servicios sanitarios, la imagen queda algo incompleta. Además, hubiera sido importante co­nocer lo que ocurrió con la atención hospitalaria luego de que la orden

fuera disuelta en 1822 y sus bienes expropiados. ¿Pudieron las institu­ciones y el personal laico que la reemplazaron mantener el nivel de atención sanitaria dado con anteriori­dad?

Carlos L. NEWLAND

Universidad Carlos III

Hilda SABATO: Agrarian Capitalism and tht World Market: Buenos Aires in the Pastoral Age, 1840-1890. Alburquerque: University of New México Press, 1990. 316 pp.

El libro de Sabato es un esfuerzo notable (y laborioso) de análisis de fuentes con las cuales se describe la historia del sector lanero que se desa­rrolló en la provincia de Buenos Ai­res entre 1840 y 1880. En este trabajo se estudian con especial detalle las unidades de producción de lana como empresas rurales con una orga­nización propia, desde las unidades familiares en régimen de aparcería hasta las que son estancias.

Los primeros capítulos incluyen una descripción bastante detallada de la historia y los ciclos económicos de la lana, así como los procesos que generaron los particulares regímenes de tenencia y distribución de la tie­rra. Se muestra cómo, por ejemplo, el crecimiento del sector pastoral la­nero generó un doble proceso de polarización y subdivisión de las grandes extensiones de tierra que existieron a principios del siglo XIX.

En el caso de los mercados de tra­bajo, nos enseña cómo la escasez de mano de obra no sólo favoreció la inmigración europea, de irlandeses, escoceses y vascos, sino también la existencia de salarios comparativa­mente altos. Esta situación ocasionó que en ciertos casos se establecieran pagos adelantados de salarios para comprometer a la mano de obra y evitar que se trasladase a otros secto­res. Las formas de relación laboral no sólo fueron a través de salarios, ya que el mercado de trabajo asalariado se extendió en el período estudiado, sino con distintas formas de aparce­ría, donde la unidad de trabajo era la familia.

La contribución más significativa del libro, sin embargo, está en la investigación del rol y funcionamien­to de las estancias y las hasta ahora no muy estudiadas chacras (farms). La descripción de las estancias (y

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chacras) desde el punto de vista orga­nizativo, de manejo empresarial, y en general de la economía de estas uni­dades productivas, así como los cam­bios en los que incurrieron para en­frentar al cambiante mercado exter­no, ha sido realizado con una metó­dica y fructífera labor historiográfica. El trabajo de fuentes primarias in­cluye la historia de casos de chacare­ros y estancieros (y sus familias) en calidad de inmigrantes a la Argenti­na. En el caso de las chacras y las estancias describe tanto el tipo de inversión requerida, cambiante en monto durante los años de creci­miento lanero, como el manejo de la unidad productiva y las condiciones para su expansión. Finalmente, el li­bro aborda las interrelaciones con el comercio internacional, así como los vínculos con el sector financiero para la obtención de créditos.

Una señal de la ruptura epistemo­lógica con la teoría de la dependencia se hace transparente en este trabajo, cuando la organización de la produc­ción así como las relaciones deriva­das del mercado de trabajo son la parte fundamental del libro, dejando para más tarde la descripción del cir­cuito comercial y financiero. Este distanciamiento no es completo, sm embargo, ya que se puede notar la transición entre una fundamenución dependentista y una visión bastante más institucional.

Uno de los problemas que se en­cuentra en el texto es que, si bien

plantea como la pregunta relevante el proceso de acumulación de capital en el sector lanero (que aunque es repe­tida constantemente no es definida), ésta no es respondida a cabalidad. En realidad, esta es una historia de la industria de la lana en Argentina, centrada en el análisis de la evolución institucional de las empresas laneras, y su adecuación a un cambiante en­torno, tanto en la economía argenti­na, como en los mercados mundiales.

Desde el punto de vista histórico el libro de Sabato llena un vacío en la historia económica argentina, al des­cribir en detalle el desarrollo del sec­tor lanero como uno de los sectores que favoreció el crecimiento de la economía argentina a través del sec­tor extemo. Un esfuerzo de recopila­ción de datos de esta magnitud, sin embargo, deja de lado el análisis de muchos' de los datos incluidos. El proceso de concentración de la tierra, por ejemplo, es visto en términos de la influencia en el poder político, o la particular presencia de distintos es­tancieros, pero no se explícita que se debe a las características mismas de la explotación lanera, que requiere de grandes extensiones de tierra. Aun­que Sabato, por lo menos en una oportunidad, reconoce que existieron economías de escala, este hecho no es ligado al proceso de concentración de tierras, como una razón para el crecimiento de las estancias. Y, supo­niendo que esto fuese cierto, no que­da claro por qué el crecimiento de las

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explotaciones tipo chacra fue tan exitoso, además de servir para expli­car el proceso de acumulación de capital.

Si además de las economias de es­cala en la explotación pastoral, se incluyen los costos de la intermedia­ción en el mercado de exportación, en el que los granjeros sólo podían vender a acopiadores y no a exporta­dores, o directamente al mercado ex­terior como muchos estancieros, el crecimiento de las chacras queda aún sin explicar, salvo que, como señala al ñnal, el valor de la renta de la tierra fuese muy significativo, aun para los granjeros.

En relación al tema financiero, la autora señala que si bien el creci­miento del crédito de corto plazo (habilitación) en la provincia de Bue­nos Aires benefició tanto a los granjeros como a los estancieros, el crédito de largo plazo favoreció a los grandes propietarios. La presenta­ción de un aparente favoritismo a los estancieros en los créditos de largo plazo (y consiguiente polarización), sin embargo, se debió a que estos créditos eran de tipo hipotecario (aplicables sobre el monto de capi­tal), y dado que sólo las grandes explotaciones poseían bienes de capi­tal significativos, la concentración de créditos fue una consecuencia lógica del mercado. Aun así, como ella mis­ma demuestra, las chacras se exten­dieron significativamente durante el período de estudio.

Salvando cierta falta de análisis para algunos de los datos presenta­dos en el libro, como bien señala la autora en el epílogo, esta nueva his­toriografía ha añadido nuevas pre­guntas a las antiguas preguntas que provenían de la escuela dependentista y nuevos caminos para responder a las antiguas y nuevas preguntas. Este trabajo es, definitivamente, parte de uno de esos caminos. En todo caso, como cualquier buen, y detallado, trabajo de historia económica, a pe­sar de responder a las preguntas planteadas en su introducción, pro­duce también muchas preguntas que podrían ser respondidas por enfo­ques más analíticos desde un enfoque económico.

El trabajo de recolección de fuen­tes es excelente desde el punto de vista de la investigación histórica, lo que permite una descripción bastante detallada de la industria lanera no sólo desde una visión panorámica, sino desde la descripción de las uni­dades básicas de explotación pastoral, así como permite ver los casos de algunos individuos e instituciones en el proceso de crecimiento y dechve de la economía lanar.

El libro, que está basado en la tesis doctoral de la autora, además de pre­sentar una voluminosa cantidad de fuentes, presenta muchos cuadros es­tadísticos de elaboración original, además de tabla de contenidos, índi­ces de figuras, mapas y cuadros, in­cluye un apéndice de las principales

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leyes de tierras de la provincia de Buenos Aires, un glosario, bibliogra­fía de fuentes primarias y secundarias y un índice temático. Las notas, que

son cuantiosas, están presentadas al final de cada capítulo.

Julio E. REVILLA

Universidad Carlos III

Gabriel TORTELLA, Ed.: Educación j Desarrollo Económico desde la Revoh^

ción Industrial, Valencia, Publicacions de la Generahtat Valenciana, 1990.

353 páginas.

El presente libro recoge un con­junto de artículos que fueron discuti­dos en el Encuentro Internacional celebrado en España (Valencia) en 1989, y que fue preparatorio de la Sesión A-5 del décimo Congreso In­ternacional de Historia Económica. En dicha sesión, coordinada por Ga­briel Tortella Casares, el tema central de discusión fue «Educación y Creci­miento Económico desde la Revolu­ción Industrial». La obra ofrece una gama de estudios que incluyen casos de países de Europa del Este, Asia, América y Europa Occidental.

El eje principal de discusión, al que se dedican los tres primeros apartados, es la relación entre educa­ción y crecimiento económico, desde el punto de vista de la Historia Eco­nómica. También se analizan aspec­tos más específicos como la impor­tancia de la educación técnica (apar­tado IV) o los respectivos papeles del Estado y la iniciativa privada en la provisión de educación (apartado V). Gabriel Tortella y Lars G. Sandberg realizan un excelente sumario, cen­

trándose el primer autor en los tra­bajos referentes a los países en desa­rrollo, y el segundo, a los países desarrollados. La lectura de estos dos artículos permite identificar los as­pectos más relevantes de la relación entre educación y crecimiento econó­mico.

Pese a que es difícil establecer una clasificación exhaustiva de las postu­ras mantenidas por los distintos auto­res, pueden identificarse dos posicio­nes: la primera (representada funda­mentalmente por Mironov, Núñez, Vaughan, Kimura y Hanley) conside­ra que la educación es un factor fun­damental de crecimiento económico; la segunda (en la que destacan Mitch, Newland, Nilsson y Pettersson) rela-tiviza la importancia de la educación como factor de crecimiento, afirman­do que el papel desempeñado por ésta puede llevarse a cabo por otras instituciones o por medio de sustitu­tos. La idea de insustituibilidad de la educación, de acuerdo con el primer grupo de autores, está relacionada con las múltiples funciones que de-

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sempcña. Tradicionalmentc se ha considerado cjue la contribución de la educación al crecimiento económico se deriva principalmente del aumento de la productividad de aquellos que se educan. Sin embargo, la educación no sólo afecta a los aspectos laborales de un país, sino también a su organi­zación social, influyendo en aspectos tales como la movilidad geográfica de los ciudadanos o los costes de información. Por esta razón, la no­ción de que pueden encontrarse sus­titutos para la educación es conside­rada como «reduccionista» (en pala­bras de Gabriel TortcUa).

Los trabajos empíricos (Mironov, Vaughan, Núñcz) no permiten zanjar la discusión, ya que medir el efecto que la educación tiene sobre el creci­miento económico presenta dificulta­des casi insalvables. En primer lugar, es difícil disponer de una medida adecuada del nivel educativo alcanza­do por un país. En segundo lugar, en los estudios realizados con datos de corte transversal (como el realizado por Clara Eugenia Núñez para Es­paña) sólo es posible contrastar la existencia de una relación entre varia­bles educativas y variables de creci­miento económico, no pudiéndose

determinar la dirección causal. No debe olvidarse que la educación, ade­más de un bien de inversión, es un bien de consumo, de forma que es fácilmente explicable que los mayores niveles educativos correspondan a los países más ricos. Por último, en los estudios con datos de series tem­porales la correlación espuria es casi inevitable, y aun cuando (como en el caso de Mironov) se intenta resolver por procedimientos estadísticos, se debe ser prudente a la hora de extraer conclusiones.

Los dos últimos apartados del li­bro son de especial interés si se quie­re utilizar este tipo de estudios como fundamento de política educativa, pues plantean cuestiones referentes a la capacidad de las sociedades para adquirir un nivel de educación que estimule el crecimiento económico.

En definitiva, el libro ofrece una ampUa e interesante variedad de estu­dios, que proporcionan una panorá­mica de los diferentes puntos de vista con que la Historia Económica abor­da el problema de la Educación y el Crecimiento Económico.

Cecilia ALBERT

Universidad Carlos III

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AÑO X (1992)

PANORAMAS DE HISTORIA ECONÓMICA

FEDERICO, Giovanni: La historiografía sobre el desarrollo económico italiano en los últimos treinta años

MARTÍN ACEÑA, Pablo: Uis precios en Europa durante los siglos XVIy XVII: Estudio comparativo

11-36

359-395

PREMIO RAMÓN CARANDE 1991

PiNiLLA NAVARRO, Vicente: La producción agraria en Aragón (1850-1935). 399-

ARTICULOS

BORODKIN, L.; SVISCHOV, M.: El sector privado de la economía soviética en los ^^^^^^ años veinte: modelado de los procesos sociales . . . . . . . .

DÍEZ, Fernando: La crisis p-emial y los problemas de la sedería valemtam ^^^^

(ss. XVIII-XX)

GARCÍA RUIZ, José Luis: Tests de causalidad, dinero y renta en España, 1904- ^^^^^

HABER, SK^htrx: Concentración industrial, desarrollo del mercado de '"P'^^^y redes financieras basadas en el parentesco: un estudio comparado de Orastl, México y los Estados Unidos, 1840-1930(1.' parte) • • • • • ••••••• ^ -

HABER, Stcphen: Concentración industrial, desarrollo del mercado de capitales y redes financieras basadas en el parentesco: un estudio comparado de Brastl, Méxicoy Estados Unidos, 1840-1930 (2.' parte) •••••••••

HERRERO, M.. Angeles: La decadencia de la ganadería trashumante en la Sterra ^^^^^

de Cameros (1780-1821) ñ " ' - " - " " ¿ " j LÓPEZ MARTÍNEZ, Antonio Luis: Los juros de eclesiásticos. Partmpación de

los conventos andaluces en la Deuda Pública Castellana

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MoRELLA, Enric: El producto industrial de posguerra: una revisión (índices sectoriales, 1940-1958) 125-143

NEWLAND, Carlos, y SAN SEGUNDO, M.» Jesús; Ingresos j capital humano: El caso de Buenos Aires a mediados del siglo XIX 451-466

POLO SÁNCHEZ, María Teresa: Eos grupos de presión ante las relaciones comerciales hispano-británicas j la prensa inglesa, 1926-1932 467-484

QuiROZ, Alfonso: Desarrollo financiero j economía agraria de exportación en el Perú 1884-1950 263-294

VALDALISO, Jesús M.': Ea transición de la vela al vapor en la flota mercante española: cambio técnico y estrategia empresarial 63-98

NOTAS

AGUADO DE LOS REYES, Jesús: Eos inventarios, Hamiltonj el Premio de la Plata 317-319

RODRÍGUEZ BRAUN, Carlos, y ALVAREZ GONZÁLEZ, Luis Julián: Debili­dades en la edición de J. Segtra de los «Elementos» de Walras 497-503

RODRÍGUEZ ROMERO, Luis: El Instituto Nacional de Industria: una historia económica 311-316

TIRADO FABREGAT, Daniel A.: Modelos de crecimiento económico endógeno e historia económica: ¿ Una nueva perspectiva ante el debate protección-librecam­bio? 487-496

NOTA BIBLIOGRÁFICA

FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy: Algunas indicaciones bibliográficas sobre la Europa del Sur en los siglos XIX j XX: Grecia y Turquía 507-516

RECENSIONES

AMATORI, Franco, y 'ñ^TLK, Bruno: Montecatini 1888-1966. Capitoli di storia di una grande impresa. Por Nuria Puig 519-522

BAINES, Dubley: Emigration from Europe, 1815-1930. Por Blanca Sánchez Alonso 523-525

BENAVENTE, Jaime; GiRALT I RAVENTÓS, Emili, y NlCOLAU, Roser i Nos.: Poblado i agricultura (vol. 2 de la Historia Económica de la Catalunya Contemporánia). Por Gabriel Tortella 338-341

CAREKJSO, José Luis: O pensamiento económico em Portugal nos fináis do século XVIII, 1780-1808. Por Luis Perdices Blas 163-165

CARMONA BADÍA, Joam: El atraso industrial de Galicia. Auge y liquidación de las manufacturas textiles (1750-1900). Por Concepción de Castro Mon-salve 154-157

CASANOVA, Julián: La Historia socialy los historiadores. Por Eloy Fernández Clemente 178-182

552

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COMÍN COMÍN, Francisco: Hacienda j Economía en la España Contemporánea (1800-1936). Por Juan Hernández Andreu 157-159

CROSBY, Alfred W.: Imperialismo ecológico. La expansión biológica de Europa, 900-1900. Por José Domingo Sánchez Martínez 173-178

FERRÁN GARCIA-OLIVER: Terra de Feudah. El País Valencia en la tardar de r Edat Mitjana. Por Hilario Casado Alonso 323-325

FiSHER, J. R.: Relaciones económicas entre España j América hasta la indepen­dencia. Por Rosa M.» Lara Fernández 335-337

FLOUD, Roderick; WACHTER, Kenneth, y GREGORY, Annabel: Height,

Health and History. Nutritional Status in the United Kingdom, 1750-1980. Por José Miguel Martínez Carrión • D¿.D-DM

GARCÍA DELGADO, José Luis, ed.: Las ciudades en la modernización de España. Los decenios interseculares. VIII Coloquio de Historia Contem­poránea de España dirigido por Manuel Tuñón de Lara. Por Luis Garrido González V

GOERTZ, G.: The World Chemical Industry around 1910: a Comparatwe Analysis by Branch and Country. Por Nuria Puig 531-533

GRUPO DE ESTUDIOS DE HISTORIA RURAL: Estadísticas históricas de la agricultura, pesca j alimentación. Por James Simpson • •• • 345-347

HAGGARD, Stcphan: Pathmays from the Periphery. The Politics of Growth m the Newly Industriali^ing Countries. Por Pablo Bustelo 150-154

JASAY, Anthony de: Social Contract, Free Ride. Por Carlos Rodríguez •' n ' 160-163

Braun ; KINDLEBERGER, Charles P.: Manías, Pañíes and Crashes. A History of

Financial Crisis. Por Ignacio Peña .••'••".' KlTSON, Michacl, y SOLOMOU, Solomos: Protectionism and Economic Revt-

val: the British Interwar Economj. Por Concha Beltrán Pérez .._... 187-18.» LANZA GARCIA, Ramón: Poblaciónj familia campesina en el Antiguo Régimen,

Liébana, siglos XVI-XIX. Por Carmen Sarasúa •••••• LUCENA SALMORAL, Manuel: Características del comercio extenor de la

provincia de Caracas durante el sexenio revolucionario (1807-1812). Por Emiliano Gil Blanco ' '

LLORCA BAUS, Carlos: La Compañía Trasatlántica en las Campañas de Ultramar. Por Eugenio Torres Villanueva

MARTÍNEZ CARRIÓN, José Miguel: La ganadería en la economía murciana contemporánea, 1860-1936. Por Feo. Javier Vidal Olivares 34<¿-345

MAYO, Carlos Alberto: Us Betlemitas en Buenos Aires: Convento, Economíaj Sociedad (1748-1822). Por Carlos Ncwland •• • >*l-544

MUGARTEGUI EGUÍA, Isabel: Hacienda j fiscalidad en Guipúi(Coa durante el Antiguo Régimen, 1700-1814. Por Eugene N. White ;••. ,•••

PLUMPE, Gottfricd: Die I. G. Farbenindustrie AG. Wirtschaft, Techmk und Politik, 1904-1945. Por Nuria Puig ••;••.•

SABATO, Hilda: Affarian Capitalism and the World Mark^t: Buenos Aires in the Pastoral Age, 1840-1890. Por Julio Revilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . 544-54

SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Ramón: Economía j sociedad en el Antiguo Régimen. La comarca de la Sagra en el siglo XVIll. Por Hilario Rodríguez de ^^^^^^ Gracia

553

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SÁNCHEZ HORMIGO, Alfonso: Valentín Andrés Alvares;^ (Un economista del 27). Por Juan Vclarde Fuertes 168-173

TORTELLA, Gabriel, ed.: Educaciónjf Desarrollo Económico desde la Revolución Industrial. Por Cecilia Albert 547-548

5S4

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REVISTA DEL CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

SUMARIO DEL NUM. 13 (septiembre-diciembre 1992)

1. SEMINARIOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

JAVIER JIMÉNEZ CAMPO: Analogía sectmdum constitutiomm. LUIS MARTÍN REBOLLO: La Administración dt garantías: vigencia y limitaciones. LORENZO MEYER: Las presidencias fuertes. El caso de la mexicana. LEOH\^DO Ho^utio: Consolidación j democracia constitucional. PABLO PÉREZ TREMPS: El concepto de integración supranacional en la Constitución. GlACOMO SANI: Comportamientos de masas j modelos de ciudadano. FERNANDO VALLESPÍN: El pensamiento en la historia: aspectos metodológicos.

2. DOCUMENTACIÓN

CARLOS FLORES JUBERÍAS: Las transformaciones de ¡os regímenes políticos de la V. R. S.S.jla Europa del Este. Una aproximación bibliográfica (11).

Boletín de sumarios. Bibliografía. Leyes y Disposiciones con fuerza de ley estatales.

3. ACTIVIDADES DEL CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN ANUAL

c - .... 4.500 ptas. España ^^ ^ Extranjero , ,,^ . . . ' , _ - 1.600 ptas. Numero suelto: España •' Número suelto: Extranjero

Pedidos y suscripciones: CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

Fuencarral, 45 - 28004 Madrid

CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES Plaza de la Marina Española, 9 28071 MADRID (ESPAÑA)

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REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS (NUEVA ÉPOCA)

PRESIDENTE DEL CONSEJO ASESOR: Carlos OLLERO GÓMEZ

DIRECTOR: Pedro DE VEGA GARCÍA

SECRETARIO: Juan J. SOLOZÁBAL ECHEVARRÍA

SUMARIO DEL NUM. 78 (octubre-diciembre 1992)

ESTUDIOS

Fulco LANCHESTER: La imovación imtitmieaal for^aJa: el rtftréndum abrogativo entre el «estimulo» y la «ruptura».

H. C. F. MANSILLA: E / disciplinamiento social como factor del desarrollo histórico. José M. CUENCA TORIBIO y Soledad M I R A N D A GARCIA: Sociología ministerial de la restauración

(1875-1902). Juan J. SOLOZABAL ECHEVARRÍA: Sobre el Estado Autonómico español. Josep M. CoLOMER y Albett P A D R O - S O L A N E T : Espacio político-ideológico j lemas de campaña. Francisco J. LLERA RAMO: E T A : Ejército secreto y movimiento social.

NOTAS

Carmen G O N Z Á L E Z ENRIQUEZ: IMS transiciones a la democracia en Europa del Este. Un análisis comparado.

Edward TARNAWSKI: Revolucionarios e intérpretes: Las revoluciones anticomunistas en la perspectiva comparada.

Viktoria SEMSEY: Transición política en Hungría (1989-1990). Honorio M. VELASCO: Identidad cultural j poítica. Ricardo H A R O : Elecciones primarias abiertas. (Aportes para una mayor democratización del sistema

político). Manuel ZAFRA VICTOR: La difícil constitucionaliv;ación de los derechos históricos. Los pagarés forales. José Luis LÓPEZ G O N Z Á L E Z : La primera república española: Desuución e inestabilidad políticas en el

debate parlamentario.

CRÓNICAS Y DOCUMENTACIÓN

Nicolás PÉREZ SOLA; Breve análisis de las experiencias de referéndum en la V república francesa.

RECENSIONES. NOTICIAS DE LIBROS

PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN ANUAL

España 4.800 ptas. Extranjero 61 $ Número suelto: España 1.400 ptas. Número suelto: Extranjero 22 j

Suscripciones: EDISA

López de Hoyos, 141 - 28002 MADRID

Números sueltos: CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

Fuencarral, 45, 6.' - 28004 MADRID

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REVISTA DE ADMINISTRACIÓN PUBLICA

Director: Eduardo GARCÍA DE ENTERRÍA

Secretario: FERNANDO SAINZ MORENO

SUMARIO DEL NUM. 129 (septiembre-diciembre 1992)

ESTUDIOS

Ramón MARTÍN MATEO: LOS consorcios locales. Una institución en au^. Francisco LÓPEZ MENUDO: LOS principios generales del procedimiento admmtsh-atwo. Francisco FERNÁNDEZ SEGADO: El nuevo diseño del servicio militar: la Uy Orgánica líjivyi, ae

20 de diciembre. , , • i j „_»„ Juan PEMAN GAVIN: Sobre la regulación de las carreteras en el Derecho español: una visión it conjunto. Víctor MENDOZA OLIVAN: LOS derechos públicos de preferencia adquisitiva en materia forestal. Eduardo GARCÍA DE ENTERRÍA: El concepto de personalidad jurídica en el Derecho publico.

JURISPRUDENCIA

I. Comentarios monográficos: Blanca LOZANO CUTANDA: La responsabilidad de la persona jurídica en el ámbito sancionaJor

administrativo (a propósito de la STC 24611991, de 19 de diciembre). , ^ • j Silvia de SANZ: La crisis de autotutek en los actos administrativos j su auge en los actos privados. Bartolomé COLOM l PASTOR: De nuevo, sobre la publicidad de las normas urbanísticas de los planes.

II. Notas:

A) En general (T. FONT I LLOVET y J. TORNOS MAS)

B) Personal (R. ENTRENA CUESTA)

CRÓNICA ADMINISTRATIVA

BIBLIOGRAFÍA

PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN ANUAL

España ,. E Extranjero - -^ Número suelto: España 22 J Número suelto: Extranjero

Suscripciones: EDISA

López de Hoyos, 141 - 28002 MADRID

Números sueltos: „ ^ ^ , . , „_ CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

Fuencarral, 45 - 28004 MADRID

CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES Plaza de la Marina Española, 9 28071 MADRID (ESPAÑA)

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REVISTA ESPAÑOLA DE DERECHO CONSTITUCIONAL

Presidente: Luis SÁNCHEZ AGESTA

Director: Francisco RUBIO LLÓRENTE

Secretario: Javier JIMÉNEZ CAMPO

SUMARIO D E L A Ñ O 12, N U M . 36 (septiembre-diciembre 1992)

ESTUDIOS

Alvaro RODRÍGUEZ BEREIJO: El sistema tributario en la Constitución. Joaquín VÁRELA SUANZES: Algmas reflexiones sobre la soberanía popular en la CE. Ra&el de Asís RoiG: Notas sobre poder j ordenamiento. Francisco CAAMAÑO: Mandato parlamentario J derechos fundamentales. Gerardo Ruiz Rico: El proyecto de reforma constitucional en Italia: la nueva concepción del

bicameralismo j regionalismo. Alejandro SAIZ ARNAIZ: El referéndum derogatorio en el ordenamiento italiano.

NOTA

Francisco RUBIO LLÓRENTE: ha Constitución j el Tratado de Maastricht.

JURISPRUDENCIA

Francisco DELGADO PIQUERAS: Derecho a la intimidad personal de los famosos. Enrique GARCÍA LLOVET: Control del acto político j garantía dt los derechos fundamentales. STC

45190. Santiago GONZALEZ VARAS: ha financiación de los partidos políticos en Alemania tras la Sent. del

TC de 9-IV-1992. Alberto SORIA JIMÉNEZ: ha problemática ejecución de las sentencias del TEDH. Crónica, por el DEPARTAMENTO DE DERECHO CONSTITUOONAL DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III

DE MADRID. Crónica parlamentaria, por NICOLÁS PÉREZ-SERRANO JAUREGUI.

CRITICA DE LIBROS

Javier JIMÉNEZ CAMPO: Obras completas, de M. García Pelayo. Juan MESTRE DELGADO: ha responsabilidad civil concurrente de las AA.PP. (S.M.M.)

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA. Noticias de Libros. Revista de Revistas.

PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN ANUAL

España 4.500 ptas. Extranjero 59 $ Número suelto: España 1.600 ptas. Número suelto: Extranjero 20 $

Suscripciones: EDISA

López de Hoyos, 141 - 28002 MADRID

Números sueltos: CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

Fuencarral, 45, 6.' - 28004 MADRID

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REVISTA DE INSTITUCIONES EUROPEAS

Directores: Manuel DÍEZ DE VELASCO, Gil Carlos RODRÍGUEZ IGLESIAS y Araceli MANGAS MARTÍN

Directora Ejecutiva: Araceli MANGAS MARTÍN Secretaria: Nila TORRES UGENA

SUMARIO DEL VOL. 19 NUM. 3 (septiembre-diciembre 1992)

ESTUDIOS

Floy RuiLOBA SANTANA: La aíimttría de la integración económica en ¡a Comunidad Europea. Diego LISIAN NOGUERAS: La Política exterior y de seguridad común de la Unión Europea. María MuÑiz D E URQUIZA y Alfonso NAJERA IBAÑEZ: El diálogo con el Grupo de Kt'oj tas nuevas

orientaciones en el ámbito de la cooperación PVD-ALA: ¿un nuevo rumbo en las relaciones de la Comunidad con América Latina?

NOTAS

Alegría BORRAS RODRÍGUEZ: La participación de los nacionales de los Estados miembros en los concursos de profesorado. . _ , . _

Alejandro V A L L E G A L V E Z : Comentarios a los Dictámenes sobre el «Espacio Económico Europeo» 1191 j 1192. . , ^ • :

Miguel G A R D E Ñ E S SANTIAGO: Las «Comunicaciones interpretativas» de la Comisión: concepto j valor normativo. , ,

José Javier L A S O PÉREZ: Efectos jurídicos de la decisión de iniciar el procedimiento previsto en el apartado 2 del art. 93 CEE (Comentario a la sentencia del TJCE de }0 de junio de 1992, España c. Comisión, as. C-Í12J90).

JURISPRUDENCIA TJCE

B I L I O G R A F I A

D O C U M E N T A C I Ó N

PRECIOS D E SUSCRIPCIÓN A N U A L

España '^•500 ptas-Extranjero ^ * Número suelto: España l.&UU ptas. Número suelto: Extranjero 2U S

Suscripciones: EDISA

López de Hoyos, 141 - 28002 M A D R I D

Números sueltos: C E N T R O D E E S T U D I O S CONSTITUCIONALES

Fuencarral, 45 - 28004 M A D R I D

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EL TRIMESTRE E C O N Ó M I C O COMITÉ DICTAMINAOOR: Caitos Bazdresch P., Jorg* Cambiase, Carios Mirquaz, José Romaro, Lucia Sagovla, Rodolfo da la Torra, Martin Warnar. CONSEJO EDITORIAL Edmar L Bacha, José Blanco, Qarardo Buano, Enriqua Cárdenas, Arturo Farnándaz, Ricardo Ffranch-Davis, Enriqua Florascano, Robarte Frankal, Ricardo Hausmann, AlbartO. Hlrschman, David Ibarra, Francisco Ijopas, Quüiarmo Maldonado, José A. Ocampo, Luis Ángel Rojo Duque, Gert Rosenthal, Femando Roeeiizweig (f), Francisco Sagasti. Jaime José Serra, Jesús Silva Herzog Flores, Osvaldo Sunkel, Cartos TeOo. Ernesto ZediUo.

Director Carlos Bazdresch P. Subdirector Rodolfo de la Torre Secretario da Redacción: QuiUermo Escalante A.

Vol.UX(2) México, Abril-Junio de 1992 Núm.234

ARTÍCULOS

Domenlco Mario Nuti

Leater R. Brown, Sandra Postal y Cliristophar Flavln

Femando Dall'Acqua

Lula Rene Cacares y Óscar A. NúAez-Sandoval

Samuel Alfaro Deaentls

Jorge Mc|la Montoya, ¡Ménica Gradea Agullar y Nalli Meunler González

Socialismo do moteado: El modolo gue pudo aor poro nofuo

Dol crocimionto al dosamllo aostonlblo

Ajusto ostructural y polltka agrícola en a/ Brasil: Expo-rioncias do los ochonta yporspoctívaa para los rtmorta

Influonclas Intomas y oxtomas en la doto/mlnadón dol tipo do cambio en a/ morcado nogro do Quatomala

Etoctos roalos dol ondoudamlonto público kitorr»: EvIdotKla omplrha para México

La oficloncla dol morcado accionario en Mixteo

NOTAS Y COMENTARIOS:

El convonlo trilatoral do libro comorclo ontro México, los Estados Unidos y W Canadá. Víctor L UrquidL L i oconomía y la política oconómica: Algunas tondondas rociontos, Eric Roü

DOCUMENTOS:

Informo acarea doldosarrollo mundial 1M1: Evaluación critica, José María Fanelli, Roberto Frenkel yLanceTaylor

Personal Universidades, bibliotecas e instituciones

Precio de suscripción por un aAo, 1991 La susaipdón en México cuesta $75,000.00

España, Centro y Sudamérica

(dólares) $25.00

$35.00

Resto del mundo (dólares) $35.00

$100.00

Fondo de Cultura Económica - Av. de la Universidad 975 Apartado Postal 44975, México, D. F.

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ANNO L X X X I I - SERIE III GiUGNO 1992 FASCICOLO VI

Rivista di Política Económica Dirtttore responsahile: MARIO BALDASSARRI

Direttore: INNOCENZO CIPOLLETTA

SOMMARIO

PROBLEMI FISCALI NELL'EUROPA DEL MERCATO ÚNICO

I. QUADRO DI RIFERIMENTO

Michacl DALY: LW>«om^K''V<>«' ^"' '"t"'" '^""' '""' ^'""^'*' '"<«"•'"', "¡"P"-M. Gabriella BRIOTTI: La riforma deWimposición, dirríta nei princpah paes, ' » ^ ~ . Paolo ROBERTI: Gli indicatori dipressione fiscale rivisitati: dagli iná,c, s.nUt,c, agí, ,nd,c, decompom-

bili.

II. TASSAZIONE E UTILIZAZIONE DEI FATTORI

Giuseppe PISAURO: Effttti dti contrihuti sociali e teoría dtl salario di ificUnyi. Diego PTACENTINO: vLenvont delPeffetto sena e tassa^ione delFenerpa e delle em,ss,om d, carbon,o:

a proposito di una recente proposta comunitaria.

III. TASSAZIONE SUI REDDITI D'IMPRESA, DI CAPITALE E SUI CONSUMÍ

Julián ALWORTH - Laura CASTELLUCC: La tassa^one del reddito da capitaü in Italia (1980-

1990). Mario LECCISOTTI: Un'imposta complícala: rimposta sul valore m'i"'»-Paolo ROBERTI - Mauro VISAGGIO: // riequilibrio della finan^a pMUca tra el polmche d.

armoni^aovoo'fiscale e i criteri di convergencia del Trattato d. Maastrubt.

Virevone, Reda^ione, Ammimstra^one: Viale Pastcur. 6 - 00144 Roma

Abhonamento annuo: Italia: L. 170.000 - Estero: L. 220.000 - Un numero: L. 20.000

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ANNO L X X X I I - SERIE III LUGLIO 1992 FASCICOLO VII

Rívísta di Política Económica Direttore responsabik: MARIO BALDASSARRI

Direttore: INNOCENZO CIPOLLETTA

S O M M A R I O

SAGGI

Robin MARRIS: Ktynes e Kahn: un mistero mita storia della macroecommia. Stefano Micossi - Giuscppc TULLIO: Squilibri di hilando, distorsioni economiche e «performance» di

tungo periodo delteconomia italiana. Francesco P. MoNGELl.l: Uifficacia dtlle poUticht di steri¡i:^a:(ione: esperiem^e e ricerche correnti.

TEMA DEL MESE

Giannino PARRAVICINI: Debito puhblico e suo rientro.

RASSEGNA BIUOGRAFICA

Ana/isi d¡ opere. Lihri ricevMti.

Dire:^ione, Reda^ione, Ai>iministra:;ione: Viale Pasteur, 6 - 00144 Roma

Abbonamento annuo: Italia: L. 170.000 - Estero: L. 220.000 - Un numero: L. 20.000

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Una revista trimestral, de ciencias sociales sobre la agricultura, la pesca y la alimentación

ENERO MARZO

1992

ESTUDIOS

CECILE BERNARD Y ODILE HOFFMAN La seguridad alimenticia en zona de plantación de café, inter­vención estatal y estrategias campesinas (Veraciuz, México).

JOSÉ MARÍA G A R C Í A A L V A R E Z - C O Q U E Factores determinantes del gasto público agrícola de las Comu­nidades Autónomas.

JESÚS MARÍA CARAYO Defoiestación del territorio: el hayedo de los montes de la Par-zonerfa General de Encfa (siglos XVin-XX).

PECERTO SAAVEDRA La economía vitfcola en la Galicia del Antiguo Régimen.

M* DOLORES G A R C Í A RAMÓN Desarrollo y tendencias actuales de la geografía ruial (1980-1990). Una penpectiva internacional y una ageixla pata el fu­turo.

NOTAS

PABLO CAMPOS PALACIN Reunión internacional sobre sistemas agroforestales de dehesas y montados.

LUIS ENRIQUE ALONSO Un viaje hacia la cara obscura de la modernización. Notas a pro­pósito de dos estudios modélicos sobre desarrollo regional.

BIBLIOGRAHA

I. Critica de libro*: ADELA GARCL^ MUt^OZ: «Labor, markets and agrícultural production». CARLOS ROMERO: «Multicriterium opcimizaiion and its utilization in agiiculture». TOMAS G A R C Í A AZCARATE: «The worid beef maricet. Go­vernment intervention and multilaiefal policy reforní». A. M. BERNAL: «Cafladai. cordeles y veredas». JUAN A. ORTEGA Y MEDINA: «México prehispánico, evolución ecológica del Valle de México».

IL RescAa de librat. m . y ctmvocaloriai.

RcvisU de ReviitM. InfémiackiiMi

Director. Cristóbal Gómez Benito.

Edita: Secretaría General TécnitM Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

ABRIL ' ^ ^ ^¡Sltm JUNIO 1992

PaísMcMEsta Coordina Teresa Virgili

ESTUDIOS

STEPHAN DABBERT La truisfotmación de la agricultura de Alemania oriental: pro­blemas y perspectivas. IVANCHIROKIKH La agricultuia soviética en crisis. PRZEMYSLAW H. DABROWSKI Evolución agraria y rural en Polonia: una aproximación histó­rica. ALAIN POULIQUEN A|ricultura checoslovaca: crisis de excedentes: ajuste recesivo; privatización problemática. ANTONIO SÁNCHEZ El sector agiarío en Bulgaria y Rumania a la luz de las reformas actuales. TIBOR FERENCZI BACHO La cuestión agraria en la transición de Hungrte. LAURENCE BLOTNICKI Perspectivas sobre los intercambios de productos agroalimenta-rios de los países del este.

NOTAS

LAURENCE BLOTNICKI La privatización de las tierras agiicolas en los pi ises dd este. Aná­lisis por patea de las nuevas leyes sobre propiedad de la tierra. ALBERT PUIC GÓMEZ Inveniones directas y presencia de empresas agroalimenlarias espalMas en h» pates del este de eutopa. CARMEN DE LA CÁMARA Operaciones de comercio triangular. BENJAMÍN BASTIDA Un debite oponuno.

BIBUOGRAnA

L Crítica de llbroa: CARLOS CURIEL: «Europa del Este ame el cambio Económico». ISABEL PLA JUUAN: «Commu-nist Agriculture. Famiing in the Soviet Union and Easiem Eu-lope». JOSEP LLADOS IMASLLORENS: «Privale agriculture in die Soviet Union». JUAN LUIS HOMEDES: «Soviet Agri­culture». IL Moaograftai sobre la agricultura « i loa Paian del Eatt.

S U S C R I P a O N ANUAL PARA 1992

— Espafla S.OOOptas. — Estudianies 3 JOO peas. — Extranjero 6 JOO ptas. — Número suelto 1.S00 ptas. SoUdtndcs: A través de librerías especializadas o di­rigiéndose al Centro de Publicaciones del Ministerio de Agricultura. Pesca y Alimentación. Paseo de la In-fanu Isabel, n» 1.28071 MADRID (ESPAÑA).

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CUADERNOS DE ECONOMÍA

Publicación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en colaboración con el Departa­mento de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona

Director: Joan HORTALA I ARAU Consejo de Redacción: Cristina CARRASCO BENGOA, Juan FERNÁNDEZ DE CASTRO RIVERA, Jesús FRESNO LOZANO (Secretario), Juan TUGORES QUES

Secretaría: Gonzalo BERNARDOS DOMÍNGUEZ, Agustí COLOM CABAU

SUMARIO (Vol. 20, n.° 57/58)

III JORNADAS DE ECONOMÍA CRITICA Presentación

Tema de debate: EL MERCADO: ¿MITO, ENTELEQUIA O REALIDAD?

David ANISI: Vino nuevo in odres viejos. Federico AGUILERA: Algunas reflexiones sobre la imposibilidad de separar la jerarquía, el mercado y

los valores. Mikel G Ó M E Z U R A N G A - Miguel SANCHEZ P A D R Ó N : Comentarios a la ponencia de David Anisi. Félix O V E J E R O LUCAS: La economía como ciencia, el mercado como moral.

SELECCIÓN DE PONENCIAS PRESENTADAS EN LAS JORNADAS

Jesús ALBARRACIN - Pedro M O N T E S : El estado de la crisis económica j los interrogantes de la salida. Cristina CARRASCO: El trabajo de las mn/eres: producción y reproducción (algunas notas para su

reconceptualización). Carlos CASTILLA GUTIÉRREZ: ¿Puede la valoración del medio ambiente resolver el problema de su

gestión efica!(it Osear de J U A N : El desempleo como resultado normal del funcionamiento noral de mercados normales. Ramón FERNANDEZ D U R A N : Implicaciones espaciales del quinquenio de la euforia (1986-90). Miguel Ángel GARCÍA CALA VÍA: Flexibilidad y mercado laboral en el sector del comercio. El caso de

Compredona. José IGLESIAS: Kenta mínima de inserción: un caso de beneficencia pública. Pere MlR: has bases ingenieriles de la función de producción. Xoxe Luis O U T E S RUSO: Ondas largas e innovación. Un comentario a recientes aportaciones. Albert RECIO: El desempleo eficiente (un paseo poco respetuoso por algunas explicaciones teóricas del

paro).

LISTA DE PONENCIAS PRESENTADAS A LAS JORNADAS.

RELACIÓN DE PERSONAS INSCRITAS A LAS JORNADAS.

SUSCRIPCIONES:

Se dirigirán a la Secretaría de la Revista (Av. Diagonal, 690 - 08034 Barcelona. Tel. (93) 4021937, rigiendo las siguientes condiciones de venta para la suscripción anual: España, 2.500 ptas.

Extranjero, 50 dólares.

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f ' ' • ' . ,

HISTORIA INDUSTRIAL n

19 9 2

O. C H A S T A G N A R E T .

Marsella y el plomo.

siglos XVII - XIX J. M

BKNAI L. Los orígenes de la empresa

moilerna J. NAUAI . Las turbinas

planas y la industrializmián en España.

A. ESCUDERO, Capital y trabajo en

la minería vizcaína.

E. F E R N Á N D E Z DE

P I N E D O . Salarios y

beneficios Je Altos Hornos de Vizcaya.

1900 • 1929 A. GÓMEZ MENDOZA

Y S. LÓPEZ. Los comienzos de la

industria aeronáutica en España.

NOTAS DE INVESTIGACIÓN • CRÍTICA Y DEBATES • RECENSIONES

EDITA: Departament d'Históría i Institucions Económiques

(Universitat de Barcelona).

DIRECTOR: Jordi Nadal i OUer.

CONSEJO DE REDACCIÓN: Joan Carmona Badía, Alberr Cañeras i Odríozola, Emiliano Fernández de Pinedo, Antonio Gómez Mendoza, Jordi Maluquer de Motes, Antonio Parejo Barranco, Pere Pascual i Ooméncch, Caries Sudriá i Triay, Jaume Torras i Elias.

SECRETARIO: Alejandro Sánchez Suárez.

SECRETARÍA DE LA REVISTA Y RECEPCIÓN DE ARTÍCULOS:

Departament d'Históría i Institucions Económiques. Facultat de Ciéncies Econó­miques i Empresaríals. Universitat de Barcelona. Avda. Diagonal, 690 - 08034 Barcelona. Tel. 93 - 280 51 61 - Fax. 280 23 78.

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ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE HISTORIA ECONÓMICA

XI CONGRESO INTERNACIONAL

Universidad Bocconi - Milán - 12-17 septiembre 1994

PROGRAMA PROVISIONAL (Sesiones A y B)

SESIONES A

Al. La empresa global: Las grandes firmas j ¡a riqueza Je las naciones en la última centuria, 1890-1990. Coordinadores: A. D. CHANDLER, jr. (USA)

P. FRIDENSON (Francia) F. AMATORI (Italia)

A2. Los problemas de la transición a la economía de mercado. Coordinador: I. BEREND (USA-Hungria)

A3. Las relaciones cambiantes entre tas regiones europeas. División y cooperación. Siglos XIV-XVW. Coordinador: A. MACZAK (Polonia)

SESIONES B

El. Los poderes públicos j la producción económica en la antigüedad clásica. Coordinadores: J. ANDREAU (Francia)

P. ORSTED (Dinamarca)

B2. El desarrollo de la energía eléctrica. Comparaciones internacionales (1S80-1980). Coordinadores: A. BELTRAN (Francia)

P. HERTNER (Italia) H. MoRSEL (Francia)

B3. Las redes de comunicaciones europeas (siglos Xixj XX). Nuevos enfoques para el estudio de un sistema transnacional de transporte j comunicación. Coordinadores: A. CARRERAS (España)

A. GlUNTlNI (lulia) M. MERCER (Francia)

B4. El control de las aguas en Europa (siglos XII-XVI). Coordinadores: E. CROUZET-PAVAN (Francia)

J. C. ViGUlER (Italia) C. PONÍ (Italia)

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B5. Consecuencias socioeconómicas de los coeficientes sexuales («sex ratios») en perspectiva histórica. Coordinadores: A. FAUVE-CHAMOUX (Francia)

S. SOGNER (Noruega) A. EIRAS ROEL (España)

B6. La integración del mercado internacional de trabajo y el impacto de tas migraciones sobre los mercados nacionales de trabajo desde 1870. Coordinadores: T. J. HATTON (RU)

J. WlLUAMSON (USA)

B7. La evolución estructural del sistema económico del Extremo Oriente desde 1700. Coordinadores: H. KAWAKATSU (Japón)

A. J. H. LATHÁN (RU)

B8. Trabajo y ocio en perspectiva histórica. Coordinadores: I. BLANCHARD (RU)

B. N. MiRÓNOV (URSS)

B9. Crecimiento económico y cambio estructural. Enfogues comparativos a largo plazco basados en series de renta nacional. Coordinadores: A. MADDISON (Holanda)

H. VAN DER WEE (Bélgica)

BIO. Inversión extranjera en América Latina: sus efectos sobre el desarrollo económico, 1850-1930. Coordinador: C. MARICHAL (México)

Bl l . La economía política del proteccionismo y el comercio, siglos XVW-XX. Coordinadores: J. V. C. NYE (USA)

P. LINDERT (USA)

B12. La evolución de las instituciones financieras modernas. Coordinadores: U. OLSSON (Suecia)

G. D. FELDMAN (USA)

B13. La nación, Europa y el mercado en el pensamiento económico. Coordinadores: P. RoGGI (Italia)

L. BAECK (Bélgica) G. GlOLI (Italia)

B14. Los salarios reales en los siglos XIX y XX. Coordinadores: V. ZAMAGNI (Italia)

P. SCHOLLIERS (Bélgica))

B15. La cultura material: consumo, estilo de vida, nivel de vida (1500-1900). Coordinadores: A. J. ScHUURMAN (Holanda)

L. S. WALSH (USA)

B16. Gestión, finanzas y relaciones industriales en la industria marítima. Coordinadores: S. P. VILLE (Nueva Zelanda)

D. M. WILLIAMS (RU)

Aunque el orden, título y coordinadores de las sesiones son provisionales, los interesados pueden dirigirse a los coordinadores, a la Secretaría de la Asociación Internacional (Prof. Josep GoY, Sécrétaire General, Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales, Centre de Recherches Historiques, 54 Blvd. Raspail, 75270 Paris CEDEX 06, Francia), o a la Secretaría de la Asociación Española (Prof. Pablo MARTIN ACEÑA, Facultad de Ciencias Económicas y Empresa­riales, Universidad de Alcalá, Plaza Victoria, 3, Alcalá de Henares, Madrid).

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CALL FOR PAPERS

EUROPEAN HISTORICAL ECONOMICS SOCIETY

EC SPES Long-run Economic Growth Network

The European Historical Economics Society (EHES)-SPES Network cncourages the re-unification of European economics and economic history by systematic comparative analysis over the long run. Scholars ínterested in Europe are urged to join.

The ongoing debate on convergence and catching-up is an adequate scenario for debating the case of peripheral countries in Europe. Convergence implies that long run growth rates should correlate inversely with initial levéis of productivity and per capita income and that income differentials should narrow over time. This process has not been successfuUy achieved in the European periphery. Explaining what accounts for convergence and catching-up and the missing elements in European latecomers is a major challenge for economic historians.

The Workahop on Long-run Economic Growth in the European Periphery aims to discuss explanatory hypothesis for determinants of growth, retardation and catching-up in European latecomers from a comparatm ptrsptctivt.

The Wotkthop will consider issues that compensated or reinforced the continental income and productivity inequalities: the European diffusion and productivity of new technologies, the role of natural resource endowments, factor mobility between advanced and backward arcas, tariff policy, comparative advantage, the contribution of education and human capital, and more generally institutional chause in backward áreas.

Ten to fífteen papers will be discussed and up to twenty-five participants will be accepted.

The conference will be held in Madrid in the second week of February 1993. Transportation and lodging will be paid for participants who are members of EHES. A book may eventually result from the meeting.

Those Ínterested in contributing to the workshop should send an abstraer of their papers by October 1, to

Leandro Prados de la Escosura Departamento de Economía Universidad Carlos III de Madrid 28903 Getafe (Madrid) FAX n.» 34 1 624-9875 Tel. 34 1 624-9623.

Potential participants should get in touch with the Conference organizer no later than October 1. First come, first serve basis will be applied.

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XI CONGRESO INTERNACIONAL DE HISTORIA ECONÓMICA

Milán, Septiembre 1994

TEMAS C (Seminarios)

Espacio urbano y organización económica en la Europa medieval {Albtrto Grobman, Italia).

The role of crafts and craftsmen in ancient near eastem economies (Johaimes Renger, Universidad de Berlín).

Tenuria! relations and markets in late medieval and early modem Europe {Epstein, Trinity Collcge, Cambridge, UK).

The Florentine economy and east-central Europe in the 14th and 15th (xntatK%{SiisMiu Teke, Hungarian Academy of Sciences, Budapest).

Organisation commerciale et économie régionale dans l'éspace alpin, xv-xviir siéclcs {Christian Pfister, Universidad de Zurich).

Plague and trade in Europe and North África during the early modern period (15th-18th centuries) {Gonfal Lópe^ Ntulat, Universiut de las Illas Balears, Mallorca).

La base pré-statistique pour les recherches socio-démographiques en Europea xvi-XVlll siécles {Andr^ei Wyc^aHski, Academia Polaca de Ciencias, Varsovia).

Information technology and transaction costs in the development of firms, markets, and economies (James Foreman-Peck, St. Antony-s CoUege, Oxford).

Le financement de l'entreprise au fil de l'industrialisation (milieu xvilP-milieu XX" siécles) {Alaiti Plessis, París).

Competition and cooperation of enterprises on national and International markets (19th-20th centuries) {Hans Pobl, Universidad de Bonn).

International cartels revisited {KMIO, Asahigaoka 1.615.3, Kiyoshe-shi, Tokyo 204).

L'entreprise ptivée en période de crise économique: stratégies de survie cu stratégies de renouvellement? (LanMer, Université de Quebec a Trois Riviéres, Trois Riviéres, Canadá).

The firm and the businessman in capitalist economies {KobertsoH, The University of New South Walcs, Canberra).

The free-standing company within the intemational economy, 1870-1970 {Harm Scbrotter, Freie Universitaet Berlín).

Capital flows and entrepreneurial stratégies in Southern Europe and the Balkans (19th and 20th centuries) (Geerge Dertilis, Universimid de Atenas).

Agricultural labour: génesis, forms of employment, changing role in agricultural production (Grigory Kotovskj, Academy of Sciences, Moscú).

Agrarian technology in North-west Europe in the Middle Ages. Developments and comparisons ((LaitgJoH, History, University of Alberta, Canadá).

Nécessités économiques et pratiques juridiques; problémes de la transmission des exploitations agricoles, xviir-xx' siécles (Jostpb Goy, EHESS-CRH, 54 Bd Raspail, 75270 París).

An intemational view of commercialization in agriculture {Marvin Melimis, Queens University, Canadá).

Technological change and the labour process in the sugar industry, 1815-1914 (B/// Albert, University of East Anglia, UK).

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Industry and design since the Industrial revolution {Lqy Church, University of East Anglia, UK).

Film: an industry on the crossroads of cconomics, politics, and art (K/imes, Cesky Filmovsky Ustav, Praga).

Skill formation for industry: Europc, USA, and Japan {Keiito Okayama, Meiji University, Tokyo 101).

The social organization of iron production in Europe, 1600-1900 {Coran Kjden, Universidad de Uppsala, Suecia).

Forced labour and labour markets, histórica! approaches (Hermán Diederiks, Universidad de Leydcn).

The emergence of a transatlantic labor market in the nineteenth century: confronting the North and the South expcriences {Femando Devoto, Centro de Estudios Migratorios Latinoamerica­nos, Independencia 20, Buenos Aires).

Production and consumption of beer sonce 1500 {Erik Aerts, Vlaamse Ekonomische Hoges-chool, Koningsstraat 336, 1210 Bruselas).

Comparative history of European stock exchanges (KanaU Micbie).

International banking in the northem Pacific área, 1859-1959 (Tamaki, Keio University, Tokyo 108).

Trade and pre-colonial commercial structurcs of the Indian sub-continent (Joseph, Mysore University, Mysore 570006, India).

Saharian business and merchant capital in Nineteenth-century International commerce (McDouga-II, University of Alberta, Canadá).

Commercial networks in Asia, 1850-1959 {Suguyama, Keio University, Tokyo 108).

Oceanic trade, colonial wares and industrial development, 1600-1800 (Maxine Berg, UK).

Micro-et macroéconomie de la protection sociale (de l'Antiquité a nos jours) [Gueslin, Université Blaise Pascal, 63037 Clermont-Ferrand, Francia).

The political economy of late-nineteenth century government regulation ((Gary Lihecap, Univer­sity of Arizona, USA).

Food policy during the World wars in the Twentieth century (OdJy, The Polytechnic of central London, UK).

The system of centrally planned economies in central-east and south-east Europe after World War II and the causes of its decay {Vac/av Prnca, Prague School of Economies, Checoslova­quia).

Creating local-government infrastructure in the industrialization process: a financial and budge-tary [jerspective (Richard Tilty, Universitaet Muenster, Alemania).

Economic associations and political change in late Nineteenth-century Europe (Pao/a Suhacchi, Universitá Bocconi, Milán).

Croos-country comparisons of industrialization in small countries, 1870-1940: attitudes, organi-zational patterns, technology, productivity (Olle Krants^, Umea University, S90187 Umea, Suecia).

Transport et crissance del economies africaines aux XIX' et XX' siécles (TsumfOUla, B. P. 4749, Lubumbashi, Zaire).

Strategies for developing and exploiting new technologies: USA and Japan (André Miltard, University of Alabama at Birmingham, USA).

Diffusion of technology and European integration, 1840-1914 (Kristine Bruiand, Universidad de Oslo).

Colonialism and technology cholees (Dwijandra Tripathi, Indian Institute of Management, Ahmadabad 380056, India).

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Trajectoires individuetles (aspects démographiques et sociaux) dans une périodc de mutations économiqucs {Bourdelais, EHESS-CRH, 54 Bd Raspail, 75270 París).

Nineteenth and Twentieth-century Business Cycles: the interplay of historical data, reconstruc-tion, and analysis (Trevor Dick, University of Lethbridge, Canadá).

Histoire des télecommunications {Griset, IHMC, 45 re d'Ulm, 75005 París).

Economic history and the arts {Michael North, Universitaet Kiel, Alemania).

Japan's wat economy {Eric Pamr, Philipps Universitaet Marburg, Alemania).

Cities at war, 1914-1918 (Jay Murray ¡linter, Pembroke CoUege, Cambridge CB2 IRF, UK).

Production nctworks: market roles and social norms (Car/o Poní, Universitá di Bologna).

Coastal communities in a cross-cultural and historical perspective: the interaction of economic activity and societal change (John Kogers, Uppsala University, Uppsala, Suecia).

Recent developments in cliometrics {Sam V^ilUamson, Miami University, Oxford, Ohio 45056, USA).

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INTERNATIONAL ECONOMIC HISTORY ASSOCIATION

Eleventh International Economic History Congress

SESSIONS D

COMPETITION FOR RECENTLY COMPLETED DOCTORAL THESES

Young schotars are invited to present summarics of their doctoral research at the Milán Congress of the International Economic History Association in Scptember 1994. Summarics of these theses will be published in a volume of the congress proceedings, and four diploma and four prizes of 1.000 doUars will be awardcd.

To be eligiblc for these sessions candidates must have been awarded their doctórate or equivalent aftcr 1 September 1988 and not later than 31 December 1992.

Scholars interested in participating in these sessions should write details without delay to:

Professor Joseph GoY General Secretary International Economic History Association Centre de Recherches Historiques 54 Bd Raspail 75270 Paris Cedex 06 - France

They should specify the thesis's title, supervisor and assessors, and the institution which awarded the degree. Pleast do not setid thesis.

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Announcement Workshop on

MARKET INTEGRATION IN EUROPE FROM THE RENAISSANCE TO THE PRESENT

Cinque terre, Liguria, Italy, March 30 - Aprii 2, 1993

The Europcan Historical Economics Socicty • will organizc a workshop on markct integration ncxt spring. The initiative is supported financially by thc European Commission under its Stimulatíon plan for economic science, SPES.

Topics that will be discussed are:

a) price convergence and price stabilization, and the welfare effects of markct integration,

b) evolution of transport and information technologies in the proccss of market integration,

c) the institutional innovations associatcd with market integration.

Participation is restricted to about 25 persons, and those interested are asked to make an apphcation accompanied by a two pages synopsis of work-in-progress as soon as possible, but not later than July 31, 1992 to

Karl Gunnar Persson. Institute of Economics. Studiestracde 6. DK 1455 Copenhagen, Denmark. Fax + 4533120001.

The workshop will takc place betwccn March 30 and April 2, 1993 in thc Cinque terre área in Liguria, Italy, situated betwccn Gcnua and Pisa airports and cásily accessiblc by train or car. Full board will be provided by the organizcrs but participants are supposed to covcr thcir own transport costs. Participation will be by invitation only, based on a review of synopsis and previous research in the field.

' For information on the activities of the Society, write to James Foreman-Peck, St Antonys CoUege, Oxford OX2 6JF.

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Curso de Economía de lo Empresa

Andrés S. Suárez Suárez

5^ edición revisada

Cartoné, Í8X24 cm, 488 páginas. Impreso a dos tatas.

Contiene un estudio bastante detallado sobe la naturaleza y el funcionanniento de lo unidad económica de producción o empresa, tanto desde el lodo productivo y d/stnbutivo como desde los puntos de wsta organizativo y finanaero. Para la realización de la función de producción y distribución que le es propio, la empresa necesita disponer de recursos y actividades o funciones de la empreso no pueden ser coordinados (dirigidos) sin una estructuro orgonizatNO por lo que se dispongo: ¿qué hocer'', ¿cómo hocerfo?, ¿quién debe hacerb? y ¿cuándo ha de hacerse?, en los diferentes oreas o niveles de orgonización.

Lo organizoción da \ñdo a la empresa, pero no es por ello misma un recurso, sino couso y efecto de los servic/os rendidos por los recursos matendles / humanos de que aquéllo dispone. Es el resultodo de lo /unción raoonal del empresario en su deliberado intento de adoptor medios paro conseguir fines, o función de planifkoción, que es consustancial a todo quehacer económico-empresarial.

Marketing. Conceptos y Estrategias Miguel Santesmases Mestre

2'^ edición actualizada.

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DE

Jacob A. Frenkel Assaf Razio

LA POLÍTICA FISCAL Y LA

ECONOMÍA MUNDIAL

AHan^a Universidad 719

Vicent Llombart CAMPOMANES,

ECONOMISTA Y POLÍTICO

DE CARLOS III

Alianza Universidad 722

Burton G. Malkiel UN PASEO ALEATORIO POR

WALL STREET

Libros Singulares 110

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JudithM.Tanur L A ESTADÍSTICA

UNA GUIA DE LO

DESCONOCIDO

Libros Singulares 117

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Rondo Cameron HISTORIA ECONÓMICA MUNDIAL

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La segunda edición de esta obra, completamente revisada, parte de la prosperidad occidental para llegar a la industrialización y urbanización

que transformaron a Europa y América en los siglos XIX y XX.

Incluye un nuevo capítulo dedicado a la economía mundial de fínales del siglo XX, analizada a la luz de los

acontecimientos de los últimos años.

José Mñals (ed.) L A ECONOMÍA ESPAÑOLA ANTE EL MERCADO ÚNICO

EUROPEO. LAS CLAVES DEL PROCESO DE INTEGRACIÓN

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Este libro analiza la experiencia española en la Comunidad y explora los riesgos y las qwrtunidades que

supone la creación del Mercado Único. Constituye uno de los intentos más serios y ambiciosos realizados hasta

la fecha para responder a los numerosos interrogantes que

actualmente planean sobre el futuro de la economía española.

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CENTRO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES

ULTIMAS PUBLICACIONES

MANUEL GARCIA PELAYO: Obras computas (3 tomos). 18.500 ptas. CmstitMción Española, 197S-198S. Obra dirigida por Luis Aguiar de Luque y Ricardo Blanco

Canales (3 vols.). 35.000 ptas. PALOMA BIGLINO CAMPOS: Les vicies en el procedimiente ¡egislative. 1.400 ptas. C. MCILWAIN: Constitucionalismo antiguo j moderno. Traducción de Juan J. Solozábal. 2.200 ptas. ANTONIO FANLO LORAS: Fundamentos constitncionaies de la Autonomía Local. 3.700 ptas. PABLO SALVADOR CODERCH y otros: El mercado de las ideas. 3.400 ptas. JAVIER PARDO FALCÓN: El Consejo Constitucional Francés. 3.500 ptas. ANDRÉS BETANCOR: El Acto Ejecutivo. 2.700 ptas. ÁNGEL GÓMEZ MONTORO: Conflictos de atribuciones entre árganos del Estado. 3.000 ptas. JESÚS PRIETO DE PEDRO: Cultura, culturas y Constitución. 2.700 ptas. MANUEL MEDINA GUERRERO: La incidencia del sistema de financiación en el ejercicio de las competencias

de las CC.AA. 3.300 ptas. KoNRAD HESSE: Estudios de Derecho Constitucional (2.* ed.). 1.100 ptas. FUL VIO ATTINA: Introducción al sistema politice de la Comunidad Europea. 1.700 ptas. CENTRO DE ESTUDIOS INSTITUCIONALES DE BUENOS AIRES: El presidencialismo puesto a prueba.

2.400 ptas. ELIDE KEDOURIE: Nacionalismo'. Prólogo de Francisco Murillo Ferrol. Traducción de Juan J.

Solozábal Echevarría. 900 ptas. RAMÓN GARCIA COTARELO: Del Estado del bienestar al Estado del malestar. 1.800 ptas. ALFONSO RUIZ MIGUEL: La justicia de la géerray de la pa^. 2.000 ptas. GREGORIO PECES-BARBA: La elaboración de la Constitución de 1978. 2.000 ptas. PILAR CHAVARRI SIDERA: Las elecciones de diputados a Cortes Generales j Extraordinarias (1810-

1813). 2.200 ptas. ALF ROSS: ¿Por gué Democraciaf 1.500 ptas. ÁNGEL RODRÍGUEZ DÍAZ: Transición política J consolidación constitucional de los partidos políticos. 1.600

ptas. MANUEL RAMÍREZ: Sistema de partidos políticos en España (1931-1990). 1.700 pus. JAVIER CORCUERA ATIENZA: PolíticaJ Derecho. La construcción de la Autonomía vasca. 2.300 ptas. JOSÉ MARÍA GARCÍA MARÍN: Monarquía católica en Italia. 2.800 ptas. ANTONIO SERRANO GONZÁLEZ: Como lobo entre ovejas. Soberanos j marinados en Bedín, Shaktspeare,

Vives. 2.500 pus. JESÚS VALLEJO: De equidad ruda a ley consumada. Concepción de la potestad normativa 1250-1350. 2.800

ptas. JOSÉ MARÍA PORTILLO VALDÉS: Monarquía y gobierno provincial. Poder y Constitución en las provincias

vascas (1760-1808). 3.600 ptas. BARTOLOMÉ CLAVERO SALVADOR: Raj^ín de Estado, ranzón de individuo, ra^ón de historia. 1.800 ptas. CARMEN MUÍ^OZ DE BUSTILLO ROMERO: Bayona en Andalucía: El estado bonapartista en la prefectura

de Xerez. 2.800 ptas. JERÓNIMO BETEGÓN: La justificación de castigs. 2.700 ptas. JOSÉ MARTÍNEZ DE PISÓN: Justicia y ordtn político en Hume. 2.600 ptas. MARTÍN D . FARRELL: La filosofía del liberalismo. 2.300 ptas. CARLOS THIEBAUT: LOS límites de la Comunidad. 1.800 ptas. EMILIO LLEDÓ: El silencio de la escritura. 800 ptas. AULIS AARNIO: LO racional como rai^onable. 2.200 ptas. RAFAEL DE ASÍS ROIG: Deberes y obligaciones en la Constitución. 2.800 ptas.

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M." TERESA RODRÍGUEZ DE LECEA: Antropología y filosofía de la biitoria en Jnlián San^ del Río. 1.700 ptas.

MARINA GASCÓN ABELLAN: Obediencia al derecho j objeción de conciencia. 2.600 ptas. JEAN LOUIS DE LOLME: Constitución de Inglaterra. 2.500 ptas. JOAQUÍN COSTA: Historia crítica de la Revolución Española. 2.600 ptas. GASPAR DE AÑASTRO ISUZA: LOS seis libros de U República de Bodino traducidos del francés y

católicamente enmendados. Ed. preparada por José Luis Bermejo. 6.000 ptas. FRANCISCO MURILLO FERROL: Saavedra Fajardo y la política del Barroco. 2." edición. 1.800 ptas. JUAN ROMERO ALPUENTE: Historia de la Revolución española y otros escritos. Edición preparada e

introducida por Alberto Gil Novales. Dos volúmenes. 5.000 ptas. JOSÉ MARCHENA: Obra española en prosa. 1.700 ptas. JUAN MALDONADO: El levantamiento de España. Edición bilingüe. Traducción e introducción de

M." Angeles Duran. 3.600 ptas. HoBBES: Bebemoth. Traducción c introducción de Antonio Hermosa Andújar. 2.500 ptas. GUILLERMO OCCAM: Obra Política. Traducción de Primitivo Marino. 3.700 ptas. ARISTÓTELES: Política. Edición bilingüe. Reimpresión. 1.800 ptas. ARISTÓTELES: Etica a Nicómaco. Edición bilingüe. Reimpresión. 1.200 ptas. ARISTÓTELES: Retórica. Edición bilingüe. Reimpresión. 1.800 ptas. SENAC DE MEILHAN y A. BARNAVE: DOS interpretaciones de la Revolución Francesa. 1.600 ptas. TÓMAS DE CAMPANELA: ha Monarquía del Mesías y las Monarquías de tas Naciones. Traducción e

introducción de Primitivo Marino Gómez. 1.800 ptas. JUAN ALTUSIO: La política. 4.800 ptas. J. BENTHAM: Falacias políticas. 2.200 ptas. E. SIEYÉS: Escritos y discursos de la revolución. 2.200 ptas. G. JELLINEK: Reformas y mutación de la Constitución. 1.800 ptas. CONDORCET, CASTILLÓN y BECKER: ¿ES conveniente engañar al pueblo? Traducción e introducción de

Javier de Lucas. 2.300 ptas. PLUTARCO: Consejos políticos. Edición bilingüe. 2.000 ptas. Constituciones Iberoamericanas. Edición preparada por Luis López Guerra y Luis Aguiar de Luque.

4.600 pus. Jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas. Edición preparada por Manuel

Diez de Velasco y Gil Oírlos Rodríguez Iglesias. 4.000 ptas. GONZALO MENÉNDEZ PIDAL: ha España del si¿o xix vista por sus contemporáneos. Dos volúmenes.

6.000 ptas. cada uno. MARIO G. LOSANO, ANTONIO E . PÉREZ LUÑO y M.« FERNANDA GERRERO MATEUS: hihertad

informática y leyes de protección de datos personales. 1.300 ptas. VICENTE ESCUIN PALOP: Régimen Jurídico de la entrada y permanencia de extranjeros en España. 950

ptas. MANUEL C. PALOMEQUE: hos derechos laborales en la Constitución española. 1.000 ptas. CENTRO DE ESTUDIOS INSTITUCIONALES DE BUENOS AIRES: Fundamentos y alcances del control Judicial

de constitucionalidad. 1.500 ptas. LUCIANO PAREJO ALFONSO: Crisis y renovación en el derecho público. 1.100 ptas. VICTORIA CAMPS y SALVADOR GINER: El interés común. 800 ptas. RICHARD GUNTHER: Política y cultura en España. 1.000 ptas. JOSÉ MARIA CONTRERAS MAZARIO: La enseñanza de la religión en el sistema educativo. 1.300 ptas. CENTRO DE ESTUDIOS INSTITUCIONALES DE BUENOS AIRES: ha Autonomía personal. 1.400 ptas. JOAN SUBIRATS HUMET: Un problema dt estilo, ha formación de políticas públicas en España. 1.300

ptas. DANIEL MENDOZA: Introducción al análisis normativo. 1.100 ptas. LUIS PRIETO SANCHIS: Principios y normas. Problemas del ras^pnamiento Jurídico. 1.300 ptas.

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