Revista de Historia Naval Nº31. Año 1990

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    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

    REVISTADEHISTORIA NAVAL

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    REVISTA DE HISTORIA NAVALCONSEJO REcroR:Presidente: Directordel Instituto de Historia y Cultura Naval, D. Federico Fernando Bordej y Morencos, contralmirante.Vicepresidentey Director: D.JosCervera Pery, coronel auditor de la Armada.Vocales: Secretariogeneral del Instituto de Historia y Cultura Naval, D. Anto

    nio Meirs Bahamonde, capitn de navo.Redaccin: MaraVign Tabar, Mara del Pilar San Po Aladrn, Lola HiguerasRodrguez, Hugo ODonnell y Duque de Estrada. Isabel HernndezSanz.Administracin: D.Antonio Garca Pereira, capitn de Intendencia de la Armada,y D. Paloma Moreno de Alborn Calvo.

    DIREccIN Y ADMINISTRACIN:Museo NavalMontalbn, 2.28014 Madrid (Espaa).

    IMPRIME:Servicio de Publicaciones de la Armada.

    Publicacin trimestral: cuarto trimestre 1990.Precio del ejemplar suelto: 650 pta5.Suscripcin anual:

    Espaa y Portugal: 2.400 ptas.Resto del mundo: 30$ USA.Depsito legal: M. 16.854-1983.ISSN-02 12-467X.NIPO: 098-90-003-6.Printed in Spain.CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.

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    COLABORAN EN ESTE NMEROJos Cervera Pery es coronelauditor y periodista. Diplomadoen Tecnologa de la Informacinyen Derecho Internacional. Miembro de la Real Academia de la Historia y autor de una seriede libros de Historia Naval.Conferenciante y articulista, en la actualidad es jefe del Departamento de Cultura del Institutode Historia y Cultura Naval, y jefe del Servicio Histrico del Cuartel General de la Armada.Actual director de la REVISTADE HIsToRIA NAVAL.Julio Albert Ferrero es vicealmirante de la Armada en situacin de reserva. Especialista entemas estratgicos, ha publicado numerosos trabajos en la REVISTA GENERAL DE MARINA,siendo igualmente colaborador de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Es presidente de la Asociacin de Estudios del Mar.Erie Beerman es doctor en Ciencias Polticas por la Universidad de Madrid y licenciado en estudios latinoamericanos por la American University (Washington D. C.). Durante muchos aosha trabajado en archivos espaoles y es miembro de numerosas sociedades espaolas y norteamericanas. Ha participado en congresos y simposios en Espaa, Italia y Estados Unidos. Susnumerosas publicaciones se centran principalmente en las relaciones entre Espaa y EstadosUnidos, durante el siglo XVIII. Acaba de concluir un documentado estudio sobre el proceso yencarcelamiento de idejandro Malaspina.Francisco Snchez Ruano, periodista y profesor de la Sociedad de Estudios Internacionales. Hapronunciado conferencias en Universidades espaolas sobre temas moriscos. Y tambin en centros de Investigacin de Londres y Pars: Acadmie des Sciences dOutremer. Presidente de laAsociacin de Amigos de los Moriscos, ha realizado ponencias y seminarios sobre el papel deEspaa como puente entre la civilizacin musulmana y occidente. Colaborador habitual enOmaya, revista de informacin hispano-rabe, as como en peridicos y revistas de amplia difusin: Diario 16, El Independiente, El Sol, El Mundo, Dinero, etc.

    Jos Blanco Nez es capitn de fragata e investigador naval; cuenta en su haber con numerosostrabajos y conferencias pronunciadas. Ha sido ponente en la Ctedra General Palafox, de Zaragoza, y conferenciante en distintos seminarios de los organizados por el Instituto de Historia yCultura Naval. En la actualidad est destinado en el Estado Mayor de la Defensa, en su gabinetede relaciones pblicas.Ricardo Hernndez Molina es licenciadDde Grado en Nutica, Seccin Mquinas de la EscuelaSuperior de la Marina Civil, siendo el primer alumno que lee y aprueba la tesina de licenciaturacon la calificacin de notable. Actualmente est realizando su tesis doctoral, titulada Antecedentes histricos de la propulsin mecnica en Espaa o el In genio de Blasco de Garay, en elDepartamento de Historia Contempornea de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Cdiz. Su actividad docente se centra en la disciplina de Electricidad de la Escuela deFormacin Martimo-Pesquera de Huelva.

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    NOTA EDITORIALHistricamente en el campo de accin internacional, 1990ha resultado unao sorprendente, pero la actualidad no va a ser historia hasta que las pers

    pectivas se definan en el tiempo. Para nuestra REVISTA, el primer peldao dela escala de los 90 ha sido tambin un peldao ascendente, dentro de una lneadefinida de propsitos y objetivos.Un centenario olvidado, pero no por ello menos digno de recuerdo, el delmarino historiador D. Francisco Javier de Salas, abre el nmero, muy diversificado en cuanto a contenidos y conceptos. De tal modo que puede pasarse delas campaas navales de las Guerras Pnicas magnfico estudio que realizael vicealmirante Albert a las secuelas navales del siglo xviii, en el que JosBlanco Nez define el sentido de la obra de un marino creativo: D. JoaqunMara Pery y Guzmn. Tambin los moriscos de Rabat y Sal en sus accionespirticas durante el siglo xvii centran la atencin en el anlisis del historiadorFrancisco Snchez Ruano, y los ingenios mecnicos para la Armada de Carlos Y, de Ricardo Hernndez Molina, evidencian ya una premonicin de actividades futuras.Eric Beerman, solvente hispanista, nos traza una original semblanza dePizarro; para que el Documento, las Noticias Generales, la Historia Martimadel Mundo y las Recensiones de libros, todas ellas a travs de sus redactoreshabituales, pongan el remate acostumbrado a este nuevo nmero, que sale enla hora de los balances y las revisiones. Porque histricamente, 1990remachamos ha sido un ao sorprendente.

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    FRANCISCO JAVIER DE SALAS:UN CENTENARIO OLVIDADOJos CERVERA PERYDirector de la Revista de Historia Naval

    Marino y jerezano lo que no es frecuente en los escalafones delCuerpo, el capitn de navo Francisco Javier de Salas muri sin poderlucir los entorchados del generalato concedidos a ltima hora encarna juntoa Cesreo Fernndez Duro el prototipo del marino historiador y cientficolegado directo del ilustrado espaol del siglo xviii enmarcado con idnticas virtudes, pero a tono con la poca que viven, en la Espaa del siglo XIX.Sus vidas son en cierto modo paralelas y en sus obras parece alcanzarse unaconjuncin de propsitos. Don Cesreo nace dos aos antes que D. Javier ymuere bastantes aos ms tarde; pero juntos ingresarn en 1845 en aquellaprimera promocin del inaugurado Colegio Naval Militar de San Fernando,en el mismo edificio de la poblacin naval de San Carlos, que desde 1913alberg la moderna Escuela Naval Militar hasta su traslado a Marn, y en laque todava se educan y forman lossuboficiales de la Armada.El propio Fernndez Duro,encargado por la Real Academia dela Historia de pronunciarel discursonecrolgico de Francisco Javier de

    -- Salas, en la sesin de 17 de abril de1990, daba noticia del ingreso deambos en aquella savia nueva quebajo la denominacin de Aspirantesde Marina agrupaba bastantes apellidos vinculados de antiguo con laArmada, como Bustillo, Sopranis,Pardo de Figueroa, Uriarte, Pery,Aguirre, Manterola, Barreda, Alvear, Elizalde, etc... Puedo afirmar como testigo de vista deca D.Cesreo en su citado discurso queuno de los jvenes asistentesal cursoinaugural del Colegio, sent su plazamilitare 26 de marzo del citado ao,respondiendo al nombre de D. Francisco Jivier de Salas, natural deJerez de la Frontera. Cesreo Fer

    El sentidode una vida.

    Francisco Javier. Retrato al leo de Condov.(Museo Naval, Madrid).Ao 1990 7

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    J. CERVERA PERYnndez Duro y Francisco Javier de Salas carecan de antepasados marinos yaunque honraron cumplidamente el botn de anda, ambos dieron a laArmada mayor prestigio en libros y escritos que en hechos de armas, aunquestos no estuvieran ausentes en sus respectivas hojas de servicio. Ambos esperan tambin el alba de la resurreccin desde el Panten de Marinos Ilustres deSan Fernando, cuya Santa Misa como ha escrito Guilln frecuentaban losdomingos de sus aos de aspirantes, y donde yacen tantos varones cantadospor ellos en libros y artculos histricos.Con catorce aos recin cumplidos es difcil definir o afirmar una autntic vocacin naval. Al joven Salas, cuya frgil salud no le permitir como alresto de sus compaeros cimentarla, ya le tiraba la Historia, en la que va anavegar sus ms felices singladuras. Ya desde alumno dl Colegio Navaldira en su discurso de recepcin en la Real Academia de la Historia nedola ciertatnente.no tener noticia sobre esta parte del pasado de la institucin(la Marina) y extrabame el no encontrar un librito apropsito donde adquirirla. (Se est refiriendo a las expediciones martimas de Pedro 1 de Castilla yPedro IV de Aragn, tema central de su discurso).1a hoja de servicios de Francisco Javier de Salas es sin embargo fiel reflejode una excelnte trayctoria naval en los aos de juventud, y los ascensos sesuceden por rigurosa antigedad desde 1848 a 1860 en que, afectados seriamente suspulmones, pide y obtiene su pase a la reserva en el Cuerpo Generalde la Armada. Pero en los pocos aos que permanece en el servicio activo,cumple con exactitu.d y celo, sus obligaciones militares y no ser tampocoescasa su pericia marinera. Uno de sus contados bigrafos, el capitn de fragata Patricio Aguirre de Tejada, recuerda haberlo visto en circunstancias crticas de mar, en las que supo demostrar ampliamente todas las condiciones deun perfecto oficial de Marina, serenidad, energa y conocimientos tcnicos dela profesin (1).

    - Tambin resulta destacada y brillante su participacin en la guerra deAfrica de 1.859.dado que sus servicios fueron recompensados con la cruz laureada de Marina (Vidart), y a pesar de su precario estado de salud aguant eltipo a bordo y no pidi el pase a la reserva hasta finalizada la campaa.Comienza entonces para el teniente de navo Francisco Javier de Salasuna nueva vida desde su destino de primer redactor del Depsito Hidrogrfico, buena plataforma de proyeccin cientfica y cultural y que vena a encajarperfectamente con sus aficiones e inquietudes. Desde all poda bucear incansable en documentos y manuscritos y extender su campo de accin a coleccioiies y archivos de nayores alcances, como el de Simancas. Y en 1864 sale suprimer libro, cuyo largo ttulo, Marina espaola en la Edad Media.Bosquejohistrico de sus principales sucesos, en relacin con la historia de las Coronas(1) En la campaa de Africa de 1859. en medio de un temporal desecho, consigui fondearsu barco, el Buenaventura, al abrigo en Puerto Mayorga. sin averas y sin prdidas humanas,mientras que el vapor Santa Isabel se haca pedazos en la baha de Algeciras. la goleta Rosalanaufragaba en las costas de Marruecos y todos los dems buques de la escuadra se vean obligados a correr un furioso sudeste.

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    FCO. JAVIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADOde Aragn y Castilla, responde en el sentir de Fernndez Duro a unanotable exposicin de pasadas gradezas, episodios gloriosos, atrevidas exploraciones, grandes descubrimientos y sorprendentes victorias, pero que a diferencia de otros triunfalistas que no dedican una pgina a los desastres, ni unafrase a las derrotas, aborda con objetividad y buen juicio las acciones negativas en las que se ven implicadas aquellas marinas, y que son a su entenderlas lecciones ms provechosas que fa Historia dieta (2).Este primer libro, que en opinin de Fernndez Duro, ms bien que unensayo de principiantes pareci una obra ejercitada de maestro, va a significaren su vida un importante hito, ya que la Real Academia de la Historia lo premia nombrndolo primero acadmico correspondiente (sesin del 26 demayo de 1866)y pocos meses despus (sesin del 15 de diciembre del mismoao), a propuesta de los miembros Serafn Estbanez Caldern, Pedro Sabauy Aureliano Fernndez Guerra, es investido como acadmico de nmero contodas sus cualidades y preeminencias.La Real Academia de la Historia va a ser,por tanto,el puente de mandodesde donde Salas dirija una esforzada pero feliz navegacin historiogrfica,y caso raro por infrecuente , su nombramiento acadmico le hace obtenerpor eleccin rompiendo los rigurosos moldes del escalafn cerrado elascenso a capitn de fragata. Bien es verdad que tambin haba cooperado aello la publicacin de otro nuevo libro, Marina espaola. Discurso histrico.Resea de la vida de mar, refutacin y rplica al llamado Estudios sobre unaley para el libre uso del mar, escrito por un ingeniero del Ministerio de Fomento, de pintoresco nombre Canuto Corroza, en el que e exponan ideasmuy contrarias a los intereses de la Armada con notoria mengua de atribuciones y competencias. El eterno problema que ha venido superponindosehasta los das presentes, pero en aquellas fechas y con aquel libro, Salas prestaba un buen servicio a la Marina y a la nacin, por lo que su ascenso no necesitaba de un mayor justificante (3).En su nuevo empleo, Salas recorri los destinos de oficial primero deSecretara y oficial mayor del tribunal del Almirantazgo y desempe muydiversas comisiones, algunas de gran prestigio cultural y cientfico, hasta sunombramiento como Director del Museo Naval, al que supo imprimir unagran actividad dinmica con el hallazgo de importantes documentos inditos,referentes a la historia de la Marina, que luego publicara en los boletines dela Real Academia de la Historia o en colecciones como la relativa a/descubrimiento, conquista y organizacin de las antiguas posesiones espaolas enUltramar, editadas en la imprenta de los sucesores de Rivadeneyra en los aos1866 y 1867. La aparicin de su documentada Memoria sobre la industria y

    (2) Ellibro fue impreso en la tipografa de Fortanet. en 1864, y constaba de 564 pdginas.En la reedicin de 1925, que fue declarada de texto en la Escuela de Guerra Naval, se imprimiva en dos tomos.(3) Precisamente. en la actualidad se debate en el Congreso de los Diputados el nuevo proyecto de Ley de Ordenacin dela Marina Mercante, en el que se analizan la atribucin de distintas competencias. hoy encomendadas a la Armada.Ao 1990

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    J. CERVERA PERYlegislacin de pesca, con profusin de Reales Ordenes, circulares, cdulas,concesiones y estudio de litigios, le proporcionaron un nuevo nombramientode Comisario encargado de dirimir los conflictos entre pescadores de Espaay Portugal, en cuyas gestiones propone un tratado especial para evitar nuevosenfrentamientos en reas conflictivas. Cuando an ha de transcurrir ms deun siglo para que surjan las cuestiones de delimitacin de zonas econmicasexclusivas, la clara visin de Salas sobre el problema tiene una anticipacinpremonitora (4).Si el trabajo intelectual y de investigacin estimulaba en Salas las clulasde su cerebro, sus rganos respiratorios, seriamente afectados por el clima deMadrid, le marcan un nuevo sentido de vida. Y vuelve a donde empez, a undestino en la Armada cercano al mar; de comandante de Marina de Valencia.Abandona sus colaboraciones y asistencias en la Real Academia de la Historia y vive sus ltimos aos cara al luminoso mar levantino, cuyos arcanos tanbien haba sabido desvelar, en el estudio de las campaas martimas de los dosPedros, el castellano y el aragons.

    Real Colegio de Guardiamarinas d San Fernando. (Biblioteca del Museo Naval. Madrid).Ocurrida su muerte, Fernndez Duro, siempre D. Cesreo de compaero fiel , dir de Salas en su semblanza necrolgica: No escribi mucho,escribi bien, lacnica frase que tanto sentido encierra, y el director de la Realde la Historia, Antonio Cnovas del Castillo, an fue ms conciso: Salas eraun acadmico. No haca falta decir ms, y otro entraable compaero, el capitn de fragata Patricio Aguirre de Tejeda, tom la voz de la Marina. La(4) Publicadatambin en la imprenta de Fortanet en 1876.

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    FCO. JA VIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADOArmada nacional espaolaescriba; la marina militar que en los dos siglosque lleva de existencia como entidad permanente, cuenta con ministros comoEnsenada y Mazarredo, generales como Navarro y Mndez Nez; matemticos como Jorge Juan y Ulloa, y hroes como Churrucay Galiano, tambin.porsu parte ha sabido dar palpables nuestras de que entre las armas y las letras noslo no hay antagonismos, sino antes bien ambas se buscan con amor, viviendojuntas en la ms perfecta y cabal armona. Si Arriaza, Navarrete y VargasPonce no lo hubieran demostrado, Salas dara de ello cumplido testimonio.El Gobierno, en justo homenaje a su meritoria aportacin al mejor conocimiento de la historia naval y a la proyeccin que a travs de ella tuvo laArmada, decret en 1899el traslado de sus restos al Panten de Marinos Ilustres de, San Fernando, donde reposan bajo un sencillo epgrafe: FranciscoJavier de Salas. Capitn de Navo. Individuo de Nmero de la RealAcademiade la Historia. 21-2-1832. 4-4-1890. Su compaero de promocin y afinidades,su amigo leal y autor de su semblanza en la Real Academia de la Historia, eltambin capitn de navo D. Cesreo Fernndez Duro, sera tambin enterrado en dicho Panten cincuenta y nueve aos ms tarde.La glosa de una obra.

    Cronolgicamente el primer libro que sale de la pluma de Francisco Javierde Salas es el Bosquejo histrico de la Marina de la Edad Media, dedicado ala memoria de su inspirador, Martn Fernndez de Navarrete, y que quedaincompleto pues se planta en el siglo XIII; pero aun siendo un trabajo de especial relevancia, es superado en importancia por su segunda obra Marina espaola. Discurso histrico. Resea de la vida de mary Memoria, en contestacina un proyecto sobre el Ramo y que se imprime en Madrid en la imprenta deFortanet, calle de la Libertad, 29, en 1865. El libro comienza con una exposicin al ministro, cumplimentando la Real Orden de 7 de agosto de 1864 quele comisiona para contestar los estudios del ingeniero Canuto Corroza, sobreuna ley para el libre uso del mar para la navegacin y para los puertos. Salascree acercarse al espritu de la disposicin historiando de un modo sintticoel pasado del personal de la Marina espaola en relacin con las ordenanzasdecretadas en diversos perodos para su gobierno y rgimen, exponiendoldice que someramente las razones que dieron origen en nuestra patria a lasmatrculas de mar, las vicisitudes que la institucin ha experimentado y losataques y encomios de que en diversas pocas ha sido objeto.El libro se estructura en tres partes: Una primera que se contrae al Discurso sobre la Organizacin de la Marina espaola en distintas pocas. Reflexiones preliminares; retricas ochocentistas... pero con sustancia de fondo.Consideraciones sobre la Marina de la antigua Corona de Castilla; consideraciones sobre la Marina de la pujante Corona de Aragn; de qu modo llevala Marina espaola el Descubrimiento del Nuevo Mundo. Entra en una materia con el estudio de las concesiones amparantes a la marinera y se detiene enAo 1990

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    J. CERVERA PERYamplios comentarios a la Ordenanza de 1606 de la que surge la matrcula demar, que habr de reafirmarse en una cdula de octubre de 1625.El fomentode la Marina es engaoso en tiempos de Felipe IV y lo justifica en su referen-cia a las Hordenanzas de S. M. para el buen govierno de la Armada del MarOczeano (sic). Penetra en los disturbios de la guerra de Sucesin y estudia elreglamento de Gaztaeta para organizar la recluta de la marinera. Estudiatambin la Ordenanza del Infante Almirante de 1737, con juicios duros ytajantes, pero d paso a/genio en su admiracin por la poltica naval de Ensenada, aunque sus planes de armamentos y sus consecuencias incidan negativamente en el desarrollo de las matrculas de mar. No deja nada al azar. Profusin de grficos sobre la marinera matriculada en 1786 con el extracto delEstado numrico de los Buques de Su Majestad en 1787y 1788aos de fuertes efectivos navales, con una prospeccin sobre los hombres y tripulaciones que se necesitaban. Hay un clido elogio a Domingo Prez de Grandallana, cuyas reflexiones constan de los siguientes ttulos: Introduccin; reflexiones sobre nuestra constitucin militar y marinera; artculos de las legislaciones inglesas y francesas y naturalmnte de la legislacin espaola, con comentarios de todos ellos, de su tctica, seales e instrucciones... Dice Salas que esuno de los manuscritos ms importantes como asunto histrico, ste de Grandallana, que pueda ofrecerse a la consideracin de un hombre de estudios. Ensu plan preside el orden; en su texto, la previsin unida a un exacto juiciosobre la ndole del pas y la aplicacin de las leyes; en sus prescripciones, lafilosofa, y en su letra, la severa y majestuosa concisin del que siempre debeprescribir con el mayor conocimiento de causa (5).No se recata Salas todava en esta primera parte de su estudio ensealar el estado lamentable de la Armada expuesto por los ministros delRamo (Salazar y Vzquez de Figueroa) y hombres superiores de la institucinque deberan inscribirse bajo el denominador comn de Hambre, Miseria.eInjusticiacon el nfasis de las maysculas, fcilmente advertible desde elprimer rengln de la exposicin hecha por Vzquez de Figueroa a la Regenciadel Reino en 20 de octubre de 1812. sobre el estado de la Marina Real. Tremendo el parte del capitn general de Ferrol dando cuenta de la muerte porinanicin de oficiales bajo su mando... Tremendos tambin los oficios de losalmirantes Quevedo, Guruceta, Alejo Gutirrez de Rubalcava, Vigodet,Alonso de la Riva, etc. Implacables notas del abandono de los apostaderos.En la parte ms dura del libro insiste en las reformas de las matrculas en consonancia con la que pidi Vzquez de Figueroa, y sus resultados son examinados cuidadosamente, y al final hace unas reflexiones llenas de patriotismo,aunque no exenta de amargas consideraciones.La parte segunda la dedica al servicio en la Armada, y en su prefacio yaexpone que al ver que una institucin basada en principios ms liberales que

    (5) DonDomingo Prez de Grandallana public unos valiosos informes referentes a la Getica espaiola, francesa e inglesa, con anlisis comparativos y deduccin de consecuencias queson recogidos por Salas en su Historia de la Matrcula de Mar (pginas 223 a 225).12 31

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    FCO. JA VIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADOcualquier Otro sistema que se funde en el servicio obligatorio del Estadoencuentra detractores, y es sobre todo combatida por algn representante delpas en el seno del Parlamento, preciso ser reconocer que algo le afecta quedesdice de sus principios y la hace objeto de censuras. En sus captulos hablade la vida de mar, que supone peligros y privaciones y pasa revista a lo quehace un marinero en un buque de guerra, estableciendo las diferencias yparangones entre marineros y soldados. Analiza las hiptesis del sorteo paradotar a los buques de la Armada y el ingrato papel que cabe a los oficialesreclutadores... La voluntad de los mozos se exploraba invitndolos primeramente para el ejrcito de Ultramar y luego para nutrir los cuadros de la Armada, y mientras que en el da anteriorarguyehaban salido pocos en aquelconcepto y ninguno en ste, en el segundo, a fin de precaver la posibilidad deverse forzosamente elegidos para la Marina, salan por docenas del cuadropara servir en el ejrcito de Ultramar. Algo muy grave falla en el sistema.Estblece Salas la diferencia entre la matrcula de mar y la quinta, y comola sustitucin de aqulla por sta agrava ms los problemas y hay que volvera la primera solucin, poniendo punto final a esta parte con amplias consideraciones sobre la forma de matrcula. Pero es ya en la tercera parte del estudiodonde Salas entra a fondo en la refutacin de las teoras de D. Canuto, quearrima al ascua a su sardina en Fomento, intentando sustraer competencias deMarina con graves acusaciones. Segn los Estudios, la matrcula de mar es lacausa evidente de cuantos males afligen alpas pues ahoga el comercio, niatala industria, merma la poblacin marinera, condena a una clase a la servidumbre, esclavitud y miseria, que influye directamente en la pobreza de lanacin. Salas refuta todo esto y tambin el sistema que ste propona parasustituir a las matrculas. La poblacin marinera no ha disminuido por su aplicacin, pero ofrece sus ideas para el reclutamiento naval sobre la base del servicio voluntario (un aluvin de datos al respecto) y comenta los sistemasseguidos por otras naciones para tripular los buques del Estado (Gran Bretaa, Holanda, Francia. Turqua, etc.). Igualmente se pregunta Salas si lamatrcula constituye una clase privilegiada y expone sus lneas maestras sobrela regulacin de la misma y los dictmenes de varias autoridades, entre ellaslas del capitn de fragata Garca de Tudela, del que hace encendidos elogios.Para Salas la matrcula, lejos de contrarrestar, influye favorablemente en eldesarrollo del comercio y considera injustos los cargos que se le hacen.

    l echazo de una posible segregacin del Ministerio de Marina delmando y rgimen de los puertos mrtimos para hacerlos depender enteramente del de Fomento es terminante en Salas. Refuta las causas expuestas yse pronuncia claramente sobre la inconveniencia de establecer una escisinentre las marinas de Estado y comercialy se pregunta si es conveniente aplicarla jurisdiccin puramente civil a los delitos cometidos abordo de los buquesmercantes. No quedan marginadas en su anlisis las cuestiones del practicajey su regulacin y en la recta final expresa una coincidencia de areceres conel libro criticado.., que no va ms all de unas compartidas ansias de libertad.Ao 1990

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    Edificios de la puhlacin de San CarlosOficinas del DepartairDistribuido el libro de Salas en los Cuerpos Colegisladores y redaccionesde prensa, su influencia fue patente en los medios oficiales y la edicin fueagotada en poco tiempo. La experiencia demostr su utilidad y as Salas cincoaos ms tarde pudo hacer una segunda edicin, corregida, actualizada yampliada. Su ttulo en esta ocasin fue ms explcito. descargado ya de cualquier motivacin de controversia: Historia de la matrcula de mary examen devarios sistemas de reclutamiento martimo (6).La Marina espaola en la Edad Media, cuya primera edicin fue publicadapor Fortanet en 1864 es, ante todo, un libro de historia; pero historia elaborada con profunda rigurosidad y mimo en el detalle. El libro nace de una autorizacin a su autor, por Real Orden, para que pueda consultar toda la ampliadocumentacin que Martn Fernndez de Navarrete dej en el DepsitoHidrogrfico, y que tome de ella los datos necesarios para la obra de historia

    martima que escribe. La fecha es de 15 de julio de 1860 y la firma Jos Ruizde Apodaca, por lo que posiblemente y dada la densidad y aporte documentalde la obra, Salas se habra anticipado a la autorizacin demandada y estuvieraya trabajando en ella, aun sin saber si tendra ocasin de publicarla. Entre lavoluminosa coleccin de documentos inditos consultados figuran los procedentes del archivo de la Corona de Aragn, as como de los de Simancas,Sevilla y Cdiz, que fueron reunidos en 1798 por el teniente de navo Sans deBaruteli por encargo de Carlos IV. Salas bebe prcticamente en los papeles,se justifica con modestia, pero escribe una historia de un perodo prcticamente desconocido, muy completa y legible, hasta el punto que tambinalcanz los honores de una reedicin oficial bastantes aos ms tarde. Merecela pena transcribir la disposicin oficial (fechada en 1925) y en la que el ministro Honorio Cornejo hace la siguiente exposicin de motivos:

    (6) Editadaen 1870, cmo no , en la imprenta de Fortanet.14 31

    J. CERVERA PERY

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    FCO. JA VIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADO

    de Marinos IlustresOficinas de la AcademiaCentral....) Uno de los asuntos que han de merecer especial atencin en la Escuelade Guerra Naval (que acaba de crearse) es el estudio de nuestra propia historiamartima con extensin algo mayor que la que ofrecen los compendios escritospara la enseanza elemental, y enorgullecindose nuestra Marina con la magnfica labor histrica del que fue capitn de navo de la Armada, Excmo Sr.

    Don Francisco Javier de Salas, cristalizada en su obra Historia de la Marinaen la Edad Media, que aunque abarca un perodo bastante limitado, debe serconocida y estudiada por nuestros oficiales, 5. M. el Rey Q. D. G.) de conformidad con lo informado por la Seccin de informacin del Estado Mayor Central y por la intendencia Central y Seccin de Intervencin y lo consultado porla Junta Superior de la Armada, se ha dignado disponer ...), y a continuacinse exponen las razones de la impresin y se consigna la gratitud a la familia porla cesin de derechos.Como ha escrito Fernndez Duro, la Historia de la Marina de la EdadMedia abarc los principales sucesos del siglo xiii, trayendo a su narracin,mucho de la elegancia, la sobriedad y de la altura de Plutarco; no poco de lasentencia de Mariana de no asentar partida sin quitanza; bastante de la crticailustrada de Navarrete, modelo en cuestiones martimas, sin perjuicio de juzgarcon librrimo criterio sucesos en que aparecen barajadas soberbia y poquedad,pericia, ignorancia, crueldad, grandeza, generosidad y abnegacin. Retricaaparte, el anlisis de D. Cesreo es como siempre acertado y preciso. El escenario mediterrneo de la marina catalana de los Jaimes; la puesta en escenade las naos de Cantabria, que rompen el puente de Triana para que Fernando III el Santo incorpore Sevilla a su Corona; las luchas martimas entre losdos Pedros, reyes, primos y rivales por la supremaca en la mar... Lo que-hubiera podido ser continuacin de una gran obra con la impronta naval delsiglo xiv, qued solamente en propsito, porque el anda de la muerte garresobre el autor. Falt as el eslabn que engranara con el arranque de la monuAo 1990 -

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    J. CERVERA PERYmental obra de Fernndez Duro, Armada espaola desde la unin de los reinos de Castillay Aragn.Queda el discurso de recepcin acadmica de Francisco Javier de Salas,tambin impreso en Fortanet. Es un discurso muy largo, muy barroco y muydocumentado, con fuentes de inspiracin acusadas y directas de su libro LaMarina de la Edad Media. El tema tiene un perfecto encaje en:Expediciones martimas de Don Pedro 1 de Castilla y Don Pedro IV de Aragn, conun interesante plano operativo de las derrotas de Castilla y Aragn en 1359,y la cita de numerosas cartas inditas. La preceptiva contestacin al discursode Salas estuvo a cargo de Aureliano Fernndez y Orbe, acadmico de nmero. Se refiere primero a la vacante dejada por el general Zarco del Valle (quees la que ha ocupado Salas), y habla de su obra. El estudio de Salas realza elcompromiso de Pedro 1 de Castilla de eniprender una guerra martimacuando la nacin no contaba con recursos para ella, pero en lo que denota unaclara visin naval. Sigue profundizando en las luchas de D. Pedro y sus perdones a sus hermanos bastardos. No quiere desnaturalizar la Historia, pero se leve dompedrista en todo. Y la miel queda en los labios, tras el importantendice cronolgico de algunos documentos y obras que contienen importantesjuicios de valor sobre el reinado.Final con reflexin.

    Vivimos en la era de los centenarios y las conmemoraciones. Los calendarios estan enmarcados de fechas y anotaciones a recordar. La gran cita del 92acorta cada vez ms su trayectoria, y la pluma, el micrfono o la cmara televisiva se encargan da a da de testimoniarlo. Hay sin embargo un centenariosobre el que se ha pasado casi de puntillas, tal vez porque la obra de quien locausa no haya llegado a todos, no sea demasiado conocida o no se le valore,en la esquina del siglo XXI, como supieron hacerla quienes abrieron el siglo xx.La figura, memorable en todo, del capitn de navo Francisco Javier deSalas, cuya vigencia histrica an puede palparse, es merecedora de algo msque la simple noticia rutinaria de que se han cumplido cien aos de su muerte.Y sobre el olvido y la desidia de hoy, es oportuno el recuerdo de aquellas frases de Luis Vidart, que en las noticias biogrficas del marino historiador se- quejaba de que slo la placa del Mrito Naval y la encomienda de nmero dela Orden de Carlos III fueran las mayores recompensas que en su da concediera el Gobierno a quien tanto hizo en servicio de su patria, mientras que laslistas de los caballeros grandes cruces de Carlos III e Isabel la Catlica esta

    ban llenas de ilustres desconocidos y jams se honraron con el nombre deFrancisco Javier de Salas, acaso porque su categora de coronel no le permitafigurar al lado de los que careciendo de profesin conocida puedan cubrir elpecho con tal clase de banda y encubrir su apellido con cualquier ttulo mso menos nobiliario.16 31

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    FCO. JA VIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADONo dejaba de tener razn aquella amarga queja en la que se peda, queestimndose en su vala, en los trabajos oficiales y extraoficiales y sus escritoshistricos y cientficos, se hubiese roto una ridcula limitacin y concedido a

    Salas una banda espaola que acompaase a la roja cinta de la Orden de Cristo, que los portugueses, con mayor sentido de la ecuanimidad, le haban otorgado. Tal vez, los rboles, como siempre, no dejaran ver al bosque; porquepara conocer de una severa crtica de los errores cometidos en la organizacinde la Armada, bastaba y sobraba con la lectura de sus libros...Pero a cien aos de su desaparicin, sigue siendo de estricta justicia elrecuerdo de su vida y de su obra.

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    LAS CAMPAAS NAVALESDELAPRIMERA GUERRA PNICA

    Julio ALBERT FERREROVicealmiranteIntroduccin.

    La lucha por la posesin de la isla de Sicilia dio lugar al conflicto entreRoma y Cartago, conocido como Primera Guerra Pnica, que se desarrollen tres etapas perfectamente diferenciadas. Durante la primera, entre losaos 264 y 257 a. de C., Roma ocup Sicilia con operaciones terrestres y tuvoque luchar en la mar.Durante la segunda etapa, entre los aos 257 y 254 a. de C., Roma traslad la lucha a Africa, amenaz directamente a Cartago y termin en desastresu expedicin, lo que produjo un afianzamiento de las posiciones cartaginesasen Sicilia.La tercera etapa, entre los aos 254 y 241 a. de C., fue una guerra de posiciones en Sicilia, larga y agotadora, en la que Roma luch en la mar para cortar los suministros a las posiciones cartaginesas, es decir, para conseguir eldominio del mar. La derrota sufrida por la flota cartaginesa en las islas Egadasdio fin a esta primera guerra pnica. Firmando la paz en el ao 241 a. de C.,por la cual Cartago renunciaba a Sicilia y pagaba una indemnizacin de guerra. Este artculo se inicia con los antecedentes de la colonizacin y comercioen el Mediterrneo que vienen a determinar la disputa entre romanos y cartagineses por su dominio, origen remoto pero fundamental de las guerras pnicas.Cronologa delcomercio mediterrneo.

    Las incursiones martimas en el Mediterrneo occidental fueron iniciadaspor los fenicios en el siglo xn a. de C., poca en la que tradicionalmente sesupona que tuvo lugar la guerra de Troya (1100), no obstante, segn investigaciones arqueolgicas relativamente recientes, los enlaces martimos entreambos extremos del Mediterrneo datan de los aos 3000 a de C.La pequeez del territorio fenicio, que se corresponde prcticamente conla del actual Lbano, las condiciones geogrficas y el excedente demogrficopredisponan al comercio martimo.Entre los siglos IXy VIII a. de C. los fenicios establecieron dos tipos de centros de colonizacin: las ciudades y las factoras.Ao 1990

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    LAS CAMPAAS NAVALES DE LA PR MERAGUERRA PNICAEn el ao 535 a. de C. tuvo lugar la batalla naval deAlalia (Crcega), queseal el fin del dominio martimo de los focenses, reforzando al mismotiempo la posicin de los cartagineses.Cartago fue creando un vasto imperio, cuyo centro era el mar, con territorios y ciudades no sujetas con firmeza.Desde finales del siglo iv a. de C., al hacerse ms normales y pacficas lasrelaciones con las ciudades griegas, Cartago se haba convertido en la puertapor la que los productos occidentales entraban en el mund helnico, no obstante, no consigui crear una industria, sus productos no podan competir conlos griegos por loque se vio obligada a un proteccionismo a ultranza, imponiendo a la larga un sistema de monopolio. Sus flotas impedan a cualquiercompetidor que participase en los mercados de Occidente.A mediados del siglo ni a. de C., Cartago, en posesin de un gran ejrcitode mercenarios y de una slida flota, haba llegado a ser el mercado msimportante de Occidente. Decada Tiro, Cartago fue su heredera, tom ladireccin constituyendo el Imperio Cartagins cuyos buques de guerra se propusieron, desde entonces, impedir por la fuerza el aceso de navegantes aEspaa.Una red de colonias griegas rivales de los cartagineses emprendieronlaexplotacin de los minerales ibricos. En Italia, entre los siglos vii y vi a. deC., los etruscos avanzaron en todas las direccions. En la segunda mitad delsiglo vi emprendieron la colonizacin agrcola del Valle del Po y llegaron a

    Campania. En el ao 509 a. de C. tuvo lugarla rebelin del Lacio, expulsandolos romanos a los etruscos y constituyndose en estado independiente (Rexpblica). La pennsula italiana no conoci antes del siglo y a. de C. ningnesfuerzo de unidad. En el ao 395 a. de C. se inicia la expansin de los italianos hacia el sur de Italia. Al unificar Italia, Roma se plantea el dominio delMediterrneo occidental que Cartago consideraba conseguido a su favor en laprimera mitad del siglo iii a. de C. Durante su larga rivalidad con los griegos,los cartagineses procuraron afirmar su dominacin en el norte de Africa.Antecedentes de la primera guerra pinica.Las denominadas guerras pnicas entre romanos y cartagineses comenzaron con la lucha por la hegemona en el Mediterrneo central y occidental yacabaron con la destruccin de Cartago y el dominio de Roma en Occidente.Desde muy antiguo, Cartago mbicionaba la posesin de Sicilia apoyndose en las viejas colonias fenidas, controlando el extremo oeste de la isla yluchando durante ms de un siglo contra las ciudades griegas de la isla capitaneadas por Siracusa. Estas sangrientas luchas resultaron estriles, puesto queni la coalicin de las ciudades griegas consigui expulsar a los cartagineses, nistos consiguieron aumentar sus territorios.Al conquistar Roma el sur de Italia se origin una nueva rivalidad.Los romanos se apoyabn generalmente en las ciudades griegas y desde elsiglo iv a. de C. existieron varios tratados comerciales entre Roma y Cartago.Ao 1990

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    J. ALBERT FERREROEn el tratado del ao 306 a. de C. se estableci, al parecer, como lmite deinfluencia, el estrecho de Mesina. Roma consideraba que Cartago estaba enposicin geobloqueante, puesto que dominaba Sicilia, Crcega y Cerdea.Cartago era posiblemente mayor que Roma y ms rica. Su fortaleza radicaba en su monopolio comercial apoyndose en sus puertos que jalonaban alo largo el Mediterrneo occidental y controlaban las transacciones de los productos procedentes de los pases correspondientes. Estos puestos avanzadosdel comercio internacional estaban controlados por poderosas guarniciones,Cartago fue la ciudad industrial y comercial ms prspera del mundo. A lolargo de la costa de Africa su monopolio descansaba en el control de los puertos desde Trpoli hasta Tnger, lo que supona comerciar con tres millones depoblacin mora. Adems mantena varios puertos en Espaa, que le proporcionaban el acceso a las ricas minas del interior. Tena cinco colonias en Cerdea y recoga diezmos de la parte occidental de Sicilia, cuyas cosechas eranmuy ricas y cuya poblacin se estimaba en un milln. Cartago era, por lo tanto, el centro comercial de una poblacin que oscilaba entre cuatro y cincomillones, y sus comerciante nobles eran prsperos debido a que sus flotaseran lo suficientemente fuertes como para transportar los fletes de otros pueblos fuera del Meditrrneo occidental y restringir en gran medida la pirateraendmica en este mar. El Ejrcito y la Armada estaban compuestos por inscritos de los pueblos sometidos y mercenarios procedentes de tribus guerrerasdisponibles, conducidos y dirigidos por la aristocracia mercantil cartaginesa.Los gastos producidos se cubran en gran parte con los tributos de las ciudades sometidas, cuyas gentes se aprovechaban de los beneficios de la industria, merced a la proteccin del Ejrcito y la Armada cartaginesa.Roma fundamentaba su economa y su podero militar en bases diferentes. Era un pas eminentemente agrcola que dependa en gran parte delcomercio y de los productos manufacturados de otros pases. Su hegemonaen Italia no se haba establecido originalmente sobre el beneficio de los tributos forzados de los pueblos sometidos como hizo Cartago. Se vio obligada aensanchar sus fronteras para preservarlas de la paz, sufriendo las presiones einvasiones de las tribus y pueblos limtrofes. Conforme aumentaba el territorio bajo su dominio estableca alianzas que le apoyaban en las guerras, peroles permita una autonoma local, no humillndoles con forzados tributos. Adiferencia de Cartago los beneficios de la soberana fueron ms polticos queeconmicos.Los tratados con Cartago a comienzos del siglo lila. C. prohiban a los barcos romanos navegar por las zonas reservadas cartaginesas y recprocamentelos cartagineses acordaron no saquear en las costas de Roma. La invasin deItalia por el Rey Pirro de Epiro en el ao 281 a. de C. y su ltimo ataque a Sicilia causaron un gran cambio en la situacin poltica de Roma y en su actitudfrente al comercio exterior. Despus de vencer a Pirro y expulsarle a Epiro,Roma negoci con las ciudades del sur de Italia que le haban apoyado en elao 269 a. de C., llegando a controlar el territorio y en consecuencia ser responsable de la prosperidad local. Los greco-italianos eran comerciantes y22 31

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    LAS CAMPANAS NAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PNCAnavegantes por vocacin, como sus vecinos los cartagineses de Sicilia, y antela situacin de rivalidad comercial y la pobreza de su suelo, la indiferencia deRoma por el comercio desapareci prcticamente. La poblacin de Italia alsur del Valle del Po era del orden de los tres millones de habitantes.Situacin de Sicilia.

    Durante varios siglos, los griegos y cartagineses lucharon por la posesinde las ricas tierras de Sicilia, ocupando los griegos la parte oriental y los cartagineses el resto de la isla que, adems de su produccin, era importante paraellos por su situacin a medio camino entre Cartago y Cerdea. Desde haca cerca de un siglo los griegos haban conseguido aguantar el empuje de los cartagineses y un incidente vino a incorporar a los romanos a la disputa.Hieron, Rey de Siracusa, trat de extender su poder mediante la conquista de Mesina, cuya situacin geogrfica en el Estrecho era el punto natural de comunicaciones entre Sicilia y la pennsula italiana.En aquel tiempo Mesina estaba dominada por mercenarios, que habantomado el nombre de hijos de Marte (mamertinos), y que procedan del ejrcito de Siracusa. Estos mamertinos asesinaron a los varones y tomaron a susviudas y propiedades. Entablaron relaciones amistosas con la guarnicinromana de la ciudad de Regio, all establecidos a peticin de sus ciudadanosdesde los tiempos de la invasin de Pirro. Las tropas romanas siguieron elejemplo de los mamertinos y ocuparon la ciudad que protegan.Pero, como Roma, que haba evacuado el sur de Italia, despus de laexpulsin de Pirro, no devolvi Regio a sus ciudadanos, ni castig a la infielguarnicin en el Foro; anim a Hieron a atacar a los mercenarios en Mesinaen el ao 265a. de C. Ensu angustia los mamertinos solicitaron ayuda a loscartagineses contra Siracusa, entregndoles la ciudad y pidiendo al mismotiempo ayuda a Roma para que presionase a Siracusa.Los romanos deliberaron durante largo tiempo acerca de esta peticin. Enprincipio no deseaban ayudar a los mamertinos que haban cometido los mismos atropellos que su guarnicin de Regio, pero, por otra parte, no deseabanver a los cartagineses establecidos firmemente en la parte oriental de Sicilia,controlando el Estrecho y amenazando el comercio de sus aliados en el sur deItalia con un monopolio comercial hostil. Alfin y previo referndum del pueblo en el ao 264 a. de C. decidieron intervenir.Ocupacin romana deSicilia.

    La guerra comenz sin una declaracin explcita, Roma tom como pretexto de intervencin la aludida peticin de los mamertinos. Los romanosenviaron un ejrcito consular que cruz con xito el Estrecho, aunque sin unaflota para proteger el paso, nicamente con embarcaciones menors y algunas trirremes prestadas. Los mamertinos obligaron a salir de Mesina a los carAo 1990

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    J. ALBERT FERRERO

    MAR TIRRENO

    Islas Lipari MESINA.TRAPAN 1 ERYX PALERMO MonteEtnaMILA

    SAL ACATANI:HERACLEAslas EQadas Paseoro

    ENTO SIRACUSAe Ecnoma

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    J. ALBERT FERREROPrimeros contactos entre las flotas.

    A principios del ao 260 a. de C., una vez terminada la construccin de losbuques, de haberse adiestrado los remeros y de varios ejercicios en la mar, laflota romana se dirigi a Sicilia bajo el mando del cnsul Cornelio Scipin,que destac 17 buques como fuerza avanzada a Mesina, para que preparasenla llegada de su flota, especialmente el apoyo logstico. Una vez en Mesina,se dirigi a la ciudad de Lipari, en las islas del mismo nombre, tomndola.Este archipilago, situado al norte de Sicilia, tena gran importancia estratgica para los cartagineses, como base avanzada desde la que se podan amenazar las costas y las comunicaciones romanas con Sicilia.La flota cartaginesa, formada en su totalidad por 130 buques, estaba concentrada en Palermo bajo el mando de Anbal, quien envi 20 buques bajo elmando del cartagins Boodes para sorprender a los confiados romanos. Llegaron de noche a la entrada de la baha, cerrndola hasta que amaneci. Lossoldados romanos al verla abandonaron los buques y huyeron atierra. Cornelio se rindi y Boodes regres triunfante a Palermo con las presas y con Cornelio.Esto anim a Anbal a cruzar el Estrecho y dirigirse en Italia hacia el norte, en una accin de reconocimiento sobre los movimientos de la flota romanahacia el sur, a lo largo de la costa.

    Con 50 buques cay sobre la flota romana que conoca sus movimientos yestaba lista para el combate. Como resultado de este encuentro, Anbal perdi varios buques y consigui escapar. La flota romana continu hacia el sur;al conocer la derrota de Cornelio, Duilio, el otro cnsul que mandaba lasfuerzas de tierra, tom el mando de la flota en Mesina, enterndose al mismotiempo que la flota cartaginesa se encontraba en el norte de Sicilia.El corvus.

    Los capitanes romanos no estaban satisfechos de la actuacin de susbuques. Los cartagineses contaban con unidades ms ligeras que podan elegir la distancia ptima de ataque para sus expertos tiradores o que podan retirarse rpidamente despus de un ataque con espolones o bien despus de ungolpe lateral sobre los remos; es decir, la flota romana tena el problema deun enfrentamiento con un enemigo que empleaba una tctica naval evolucionada de buques contra buques, tctica que Roma tena que sustituir por la dehombres, enfrentando a los mercenarios cartagineses con los disciplinadoslegionarios romanos.Para poder aplicar esta tctica, Roma invent el denominado corvus(cuervo), que consista en una plancha de unos cinco metros con un pesadopico de hierro en su extremo exterior que se abata sobre el buque enemigo,trincndole, y por la que podan pasar los legionarios manteniendo una luchacuerpo a cuerpo, similar a la de la batalla terrestre, en la que las tropas roma26 31

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    J. ALBERT FERREROla maniobra de la flota, pero se debe a Duilio el mrito de haber encontradoel modo de proporcionar a sus hombres la oportunidad del nuevo invento.La victoria regocij a Roma, Duilio fue recibido con todos los honores. LaArmada italiana lo recuerda orgullosamente, a lo largo de su historia, incluyendo con su nombre unidades de combate importantes. Actualmente,cuenta con el crucero lanzamisiles de escolta CayoDuilio, de la clase AndreaDoria, de 6.500 toneladas.Anbal volvi a Cartago, retornando probablemente el siguiente ao aCerdea para reforzar las guarniciones.La flota romana sigui capturando sus buques en la baha, escapando porla costa la mayor parte de sus dotaciones.Inactividad de las flotas.

    A pesar de los xitos navales romanos, el ao 260 a. de C. y los siguientesno proporcionaron operaciones decisivas del ejrcito en Sicilia. La razn consista en que Cartago dominaba sus ciudades y costas occidentales, en consecuencia, los romanos no podan interceptar las comunicaciones enemigas porno disponer de bases navales prximas a la zona de operaciones que losbuques de aquella poca exigan. Por lo tanto, ambos contendientes podanapoyar logsticamente a sus ejrcitos, sin embargo, ninguno de ellos era losuficientemente fuerte como para forzar una decisin. Durante estos aos deinactividad, ambos bandos construyeron buques. En el mar los cartaginesessguan siendo fuertes y la guerra se estabiliz.La flota romanarenueva actividades.

    En el ao 257 a. de C. comienza la segunda fase de la primera guerra pnica. La flota romana inici su actividad con una incursin sobre Malta. Despus de regresar a Sicilia, fondeados en Tyudaris, en la costa norte prximoa Mesina, vieron pasar la flota cartaginesa con cierto desorden. Atilio Rgulo, el cnsul, se dirigi a la caza con 10buques, ordenando al resto de la fuerzaque le siguiera en cuanto estuviera lista. Los cartagineses arrumbaron endemanda del enemigo, hundiendo todos sus barcos, excepto el buque insigniade Rgulo que pudo escapar. El resto de los romanos llegaron en orden cerrado, atacando con xito, hundieron ocho buques y apresaron 10 con sus dotaciones, llevando al resto a las islas Lipari.Esta accin fue la causa del incremento de las fuerzas navales por parte deambos contendientes.Batalla navalde Ecnoma 256 a. de C.).

    En el ao 256 a. de C. ambos bandos disponan de grandes flotas. Romahaba decidido pasar a Africa para desorganizar el Imperio cartagins. En el28 31

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    LAS CAMPAAS NAVALES DELA PRIMERA GUERRA PNICAverano de ese ao, los romanos concentraron su nueva flota en Mesina bajoel mando de los cnsules Rgulo y Vulso, arrumbando desde all haca el sural cabo Passaro y posteriormente a lo largo de la costa hasta la altura delmonte Ecnoma, donde permaneca el ejrcito, con el objeto de embarcar ungrupo escogido de tropas y llevarlos a Africa. Los cartagineses estaban bieninformados de los preparativos del enemigo, eran conscientes de la debilidadde sus costas y de la dificultad de vencer a los romanos una vez desembarcadosen Africa. En consecuencia el Consejo cartagins envi su flota, bajo elmando de Amlcar, a Sicilia para impedir la invasin antes de cruzar el mar.Despus de tocar en Lilybaeum (Marsala), arrumb a Heraclea en la costaSur, que estaba a unas 35 millas al oeste de la base y del campo romano.La flota romana se compona de 330 buques, de los que probablemente250 eran de guerra y los 80 restantes de transporte con menos soldados ymenos remeros. La flota cartaginesa se compona de 350 buques, incluyendoprobablemente tambin transportes y mercantes, empleadospara escoltar ala flota en su navegacin a Sicilia.El total de hombres involucrados en ambos bandos se cifraba en 290.000,segn Polibio, sin embargo, suponiendo la misma entidad de dotaciones quelas de las campaas del ao 260 a. de C., el nmero total de hombres de laexpedicin romana podra llegar a ser del orden de 60.000 en los 330 buquesy de 43.000 en los 200 buques cartagineses sin incluir los de los b ques transporte.Las dos flotas se encontraban ahora frente a sus bases y cada una con suslneas de comunicaciones martimas y terrestres aseguradas y cercanas enambos casos a un ro que les suministraba agua para los buques.Para lograr el objetivo estratgico de Roma en frica con gran probabilidad de xito, el apoyo logstico militar era tan importante como las propiastropas. Ambos contendientes eran conscientes de esto y por elld, la flota cartaginesa, bajo el mando de Amlcar, permaneca en Heraclea con el propsito expreso de deshacer la expedicin romana antes de que pudiera dejarSicilia.

    Las flotas en aquella poca evitaban en lo posible el mar abierto, por lotanto Amlcar poda a,percibirse del paso de la flota romana hacia el oesteantes de aproar hacia Africa. El poda esperar, por lo tanto, a que apareciesela flota romana.El plan tctico de los romanos tena que proporcionar cobertura a lostransportes para que alcanzasen la costa africana con seguridad. Como estodifcilmente se podra conseguir sin llegar a la batalla, el punto esencial tctico consista en proteger a los transportes durante sta. Para Amlcar tambin la clave del problema radicaba en los transportes. Necesitaba una oportunidad para maniobrar libremente con sus buques para espolonear. Resultabaevidente para l que sin los suministros, los cnsules ni iran a Africa, y queun ataque con xito a los transportes con ms o menos ayuda parara la expedicin. En cualquier caso obligara a maniobrar con desventaja a los pesadosAo 1990

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    J. ALBERT FERRERObuques de combate romanos y dara una ocasin a los cartagineses de aprovecharse de las ventajas del mayor adiestramiento de sus comandantes.Ambas flotas tenan un buen conocimiento de la situacin del bando contrario. Los cartagineses tenan observadores en lo alto de las montaas quecircundaban al campamento romano, as como contaban con la informacinde los pescadores sobre los preparativos del enemigo.Se supone que la noche anterior al contacto, los romanos aproximaron susbuques a tierra, empleando toda la noche en los preparativos y hacindose ala mar en las primeras luces del alba, de tal modo que la flota entrase en formacin a la salida del sol. El rumbo era de componente noroeste barajandola costa.Los movimientos del campo romano, conocidos por Amlcar por jinetes,seales de fuego en tierra y en la mar, le proporcionaron la posibilidad de quesu flota con toda la fuerza expedicionaria estuviese en la mar solamente unao dos horas ms tarde que los romanos.Aunque los romanos asuman una estrategia ofensiva, la existencia de sustransportes les obligaba a mantener una tctica defensiva que tena que proporcionar la iniciativa al enemigo. En consecuencia, la flota romana adoptuna formacin que cubra los transportes, apta para la navegacin, y desde lacual los buques de combate podan destacarse oportunamente para la batallasegn lo requiriesen los movimientos del enemigo. Se dividi la flota en cuatro escuadrones. A los tres primeros se les asign el nombre de 1a 2alegin y al cuarto se le denomin triarii.Esto no presupone que en cada escuadrn estuviese embarcada una legin.Los dos ejrcitos consulares en Sicilia contaban con 40.000 hombres y lamitad de ellos se dejaron en la isla como guarnicin de su parte oriental. Estoestaba justificado ante la dificultad de Cartago para conseguir en poco tiempoun gran ejrcito en Africa.Cada uno de los dos primeros escuadrones estaba bajo el mando de uncnsul cuyo buque insignia, un hexera, se situaba ene centro de la formacinen lnea de demora. Por la popa de los dos primeros escuadrones estaba el tercer escaln en lnea de frente formando la base de un tringulo cuyos otrosdos lados eran los dos primeros escuadrones. Este tercer escuadrn llevabapor su popa los buques transporte. El dispositivo permita no slo apoyar a lostransporte durante la navegacin, sino tambin ayudarles en caso de quedarrezagados. Por la popa de toda la formacin iba el escuadrn triarii en lneade frente con una intervalo mayor entre buques, de tal modo que los extremossobrepasasen los vrtices posteriores del tringulo. La formacin completaocupara un frente de dos millas con una profundidad de algo ms de una eira, sin duda, precedida de buques en misin de descubierta varias millas porla proa.Se supone que la flota cartaginesa sali una hora ms tarde y que la velocidad de ambas no excedera de los 2,5 nudos, para no cansar a los remerosy reservar energas para la accin, estando inicialmente a una distancia de30 millas, por lo que podran entrar en contacto seis horas ms tarde, puesto32 31

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    LAS CAMPAAS NAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PNICAque la velocidad relativa de aproximacin no excedera los cinco nudos. Laformacin cartaginesa era en cuatro columnas con intervalos de una milla ylas guas en lnea de frente. Por razones de facilidad de maniobra cadacolumna era doble y as los 200 buques cubran un rea de tres millas de anchopor una de largo. Probablemente, las columnas de los flancos estaran reforzadas a expensas de las centrales, para poderllevar a cabo el plan del almirante cartagins de envolver al enemigo para conseguir sus transportes.Alrededor de las nueve de la maana, ambos almirantes empezaban arecibir informacin del enemigo proporcionada por sus unidades de descubierta no solamente por medio de seales, sino mediante el envo de botes conenlaces que surcaban por la lnea de combate pasando verbalmente las informaciones.

    A las once, las dos flotas estaban a cinco millas y Amlcar inici el plan dedespliegue para el combate; la columna de babor meti hacia tierra, mientrasque la de estribor, compuesta por los buques ms rpidos, meti hacia la marcon el propsito de envolver al enemigo y llegar hasta sus transportes. Las doscolumnas centrales, mandadas por el propio Amlcar, metieron simultneamente 90 a babor por contramarcha y luego 90 a estribor por giro simultneo, quedando en una sola lnea de frente de demanda de la fuerza enemiga.Los romanos aminoraron la marcha para poder disponer de tiempo para contrarrestar los movimientos de los cartagineses y en seguida se apercibieron desus intenciones, por lo que tenan que frustrar el cerco, y para ello los dos primeros escuadrones pasaron a formar una lnea quebrada convexa. El tercerescuadrn meti 90 a estribor por giro simultneo hacia la costa enemiga. Elescuadrn de triarii meti 90 a babor por giros simultneos, es decir, hacia lamar, hasta quedar por la aleta de babor del segundo escuadrn, en cuyomomento pas, por giros simultneos, a una lnea de frente con el propsitode apoyar los escuadrones de los cnsules en el caso de que la columna deHanno les atacase por la popa, y al mismo tiempo se interpona entre Hannoy los transportes, que en formacin de columnas arrumbaron hacia la base departida. La posicin ventajosa del escuadrn triarii exiga el enfrentamientodirecto con Hanno antes de que ste pudiera atacar a los transportes.El despliegue romano evit el cerco presentando un oponente a cada destacamento cartagins. Media hora despus los dos escuadrones laterales cartagineses, bajo el manco de Amlcar, sobrepasaron los escuadrones romanoscentrales, que se haban aproximado a los de los cnsules, invirtieron elrumbo y se rtiraron alejando a los cnsules de sus transportes sobre los queesperaban emprender la accin decisiva. Casi simultneamen.te la cabeza deltercer escuadrn romano haba llegado a la costa, metiendo 90 a babor porgiro simultneo, quedando en lnea de frente hacia la columna enemiga y cortndole su camino hacia los transportes. Esta meti por contramarcha haciaamar (para evitar que le cortase la clsica T, en este caso T invertida) y disponer de suficiente espacio para formar la lnea de combate y luego enfrentarsecon los romanos.Mio 1990

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    J. ALBERT FERREROAunque el tercer escuadrn romano haba podido interponerse entre elenemigo y los transportes, en la accin que sigui estuvo presionado fuertemente, retrasando con destreza gradualmente su ala de fuera hacia la costa,

    en uya posicin los cartagineses no podan alcanzar la popa de los buques,protegindole loscorvus de un ataque frontal decisivo.Una maniobra algo similar se estaba llevando a cabo en la zona exterior enla que el escuadrn triarii, en contacto con el escuadrn rpido de Hanno, nopoda evitar el ataque por sus popas en el mar abierto. Al mismo tiempo elescuadrn central cartagins haba llevado a los cnsules a unas dos millas delresto de la fuerza, Amlcar de nuevo y previa seal invirti el rumbo y ataccon una gran furia. A las 13,30la lucha estaba generalizada, llevndose a cabotres acciones en diferentes sitios. En el centro, los romanos eran ms fuertes,pero los buques ligeros cartagineses eran ms manejables y operaban congran destreza, avanzando para espolonear y retrocediendo de nuevo; no obstante, lo romanos contaban con el coraje de sus tropas, la presencia de loscnsules y la ventaja de los corvus que permita a sus legionarios abordar conxito los buques enemigos. Al fin, Amlcar escap con sus dos escuadrones,abandonando sus buques desarbolados. El cnsul Manlius se qued en lazona de combate para llevarse las presas.Rgulo con un escuadrn se dirigi a ayudar al escuadrn triarii, que seencontraba en dificultades. Se aproxim al enemigo por la zona en que nocombata, es decir, al lado opuesto del escuadrn triarii y por lo tanto,cogindole entre dos fuegos el escuadrn de Hanno, que se retir hacia la marterminando as la segunda batalla. Mientras Rgulo sostena la segunda batalla, Manlio, terminada su misin, se dirigi hacia tierra, donde el tercer escuadrn sostena un combate con el,scuadrn cartagins de babor. Los cartagineses no pudieron alcanzar las popas de los romanos y se acercaron tanto quefueron vctimas de los corvus. La aproximacin de Manlio proporcion lamayor parte de las presas, ya que consigui rodear al enemigo, incorporndose tambin Rgulo, capturando 50 embarcaciones con sus dotaciones solode aquel escuadrn, del que consiguieron escapar algunos buques por la costa. As, de este modo, termin el tercer combate con la victoria, tambin,romana. Los cartagineses sufrieron la prdida de 30 buques hundidos y 64apresados con sus dotaciones, a su vez, las prdidas romanas fueron 24buques hundidos, ninguno apresado y todos los transportes indemnes.Esta batalla resulta notable en la historia de la tctica naval por variasrazones. En primer lugar, el intento cartagins de llegar a los transportes produjo la separacin de los escuadrones romanos en vez de haberlos concentrado, formando una agrupacin masiva para presentar una batalla defensiva.Esto es lo que en la actual tctica antisubmarina se conoce como situacin A,en la que las fuerzas de cobertura se integran con el convoy, formando lo queen argot de nuestra Escuela de Guerra se le conoce como la tctica del tortugn.En segundo lugar, los buques lentos romanos fueron capaces de mantenerel contacto y trincar a cada uno de los escuadrones enemigos.34 31

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    LAS CAMPAAS NAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PNCAEn tercer lugar, cada cnsul llev a su escuadrn a un segundo combatedespus de haber vencido en el primero.Resalta aqu la actuacin de los cnsules, que consus buques lentos lograron una clara victoria, resultado de sus condiciones de mando, pericia tctica,as como de la disciplina romana tanto en tierra como en la mar.

    Expedicin a frica.Despus de la gran victoria de Ecnoma, los romanos regresaron a puertocon sus presas, repararon las averas, abastecieron sus buques, completarondotaciones y se dirigieron a Africa, fondeando los primeros buques en el caboBon en espera del resto de lafuerza..Agrupados de nuevo, costearon hasta 10y 15 millas al sur de Kelibia, donde efectuaron el desembarco, vararon en tierra los buques y construyeron trincheras a su alrededor, decidiendo cercarCartago, que estaba a unas 70 millas al oeste, pidiendo previamente su rendicin:Los cartagineses, al enterarse de que la ciudad de Kelibia estaba cercada,decidieron fortificar Cartago con sus alrededores y reclutar fuerzas. ProntoKelibia se rindi. Los romanos pidieron instrucciones a Roma, consiguiendoentretanto capturar ganado y 20.000 esclavos. La respuesta fue dejar aRgulo con 15.000 hombres, 500 caballos y 40 buques en Africa. El resto, osea, 5.000 hombres con los prisioneros, deberan volver a Roma bajo el

    mando del cnsul Manlius. El retorno de stos se realiz sin novedad.Los cartagineses, viendo que los romanos intentaban quedarse en su pas,desplazaron desde Sicilia a 5.000 hombres y 500 caballos bajo el mando deAsdrbal y Bostar. Amlcar vena de Sicilia, lleg posteriormente y no tenasuficientes poderes.La estrategia romana consisti en conseguir una decidida victoria enTnez, a 12 millas de Cartago, e invernar all, mientras las tribus nmidas sesublevaban contra Cartago. Rgulo impuso condiciones de rendicin muyseveras que Cartago no acept y se prepar para resistir a toda costa. El ejrcito cartagins reorganizado por un lacedemonio, Jantipo, jefe del contingente de legionarios espartanos, convirti la expedicin romana en catstrofe, venciendo a Rgulo y capturndole, escapando 2.000 hombres que se refu

    - giaron en Kelibia, donde fueron sitiados.Los nuevos cnsules trataron de construir una gran flota para impulsar elataque en Africa, pero a la vista de la derrota romana del ejrcito de Africa,la flota se envi para transportar a las fuerzas de Kelibia.Los cartagineses haban reparado sus viejos buques , construido algunosnuevos, salieron hacia cabo Bon esperando la flota enemiga que les vencifcilmente, apresando 114buques con sus dotaciones. Los romanos embarcaron la guarnicin de Kelibia y volvieron con sus presas. En su viaje de regresqy frente a Camarina, en la costa meridional de Sicilia, sufrieron una tempestad con gran prdida de vidas humanas, salvando nicamente 80 buques. EsteAo 199Q

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    LAS CAMPAAS NAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PNICAdescalabro fue atribuido a la obstinacin de los cnsules que ignoraron losavisos de sus pilotos.Reanudacin de la guerra en Sicilia.

    La victoria en frica y la destruccin de la flota romana por una tempestad anim a los cartagineses a considerar una nueva oportunidad. Enviaron aAsdrbal a Siciliacon las fuerzas que haban vencido a Rgulo, entre ellos 140elefantes que haban aterrorizado al enemigo en Cartago. Disponan tambinde una flota de 200 buques. Los romanos; con gran voluntad, construyeron140 buques con lo que pudieron contar con 220 unidades. Los nuevos cnsulesdirigieron la flota por la costa norte de Sicilia hasta Palermo, sitindolo y capturndolo sin gran esfuerzo convirtiendo en esclavos a 13.000 ciudadanos yconsiguiendo rescate por los restantes. Acto seguido dejaron una guarniciny regresaron a Roma con el ejrcito restante. Asdrbal, no obstante, consigui restablecer las posiciones cartaginesas en Sicilia.En el ao 253 a. de C. los cnsules navegaron con toda la flota hasta Siciliay desde all a Africa donde llevaron a cabo algunas incursiones poco importantes, de regreso a Roma la flota fue sorprendida nuevamente por una tempestad perdiendo 27 buques.En el ao 252 a. de C. los romanos limitaron sus esfuerzos a Siciliacon slo60 buques para convoyar los suministros al ejrcito. Por otro lado-,el hecho deque los romanos no disputaban el dominio del mar, anim a los cartaginesesa pensar que podan ser superiores en tierra, dado el terror demostrado porlos romanos ante los elefantes. Durante dos aos, la campaa de Sicilia fueuna guerra de desgaste, pero entonces el Senado empez a considerar denuevo el poder naval como fuente de xitos. En el ao 251 construyeron 50buques y comenzaron a reclutar dtaciones. En el ao 250 a. de C. Asdrbalinici la ofensiva y avanz desde Marsala hacia Palermo, confiando en sus elefantes para derrotar al enemigo, sin embargo, en este tiempo los romanoshaban aprendido a defenderse de ellos y el hbil cnsul Cecilio Metelo nosolamente derrot a Asdrbal, sino que captur varios elefantes devolviendola confianza al ejrcito.Sitio de Marsalla.

    El Senado, estimulado por este gran xito, decidi hacer un gran esfuerzo,tanto por tierra como por mar. Despus de realizar los correspondientes preparativos, salieron los cnsules para Sicilia con 240 buques, cuatro legionesadems de las tropas aliadas con la intencin de sitiar Marsala, creyendo quecon su posesin contaran con una buena base para la invasin de Africa. Loscartagineses consideraban tambin su importancia y decidieron defenderMarsala como la mejor proteccin contra la invasin de su territorio. De estemodo comenz el bloqueo de Marsala, que dur hasta el final de la guerra enel ao 241 a. de C.Ao 1990

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    J. ALBERT FERREROLa ciudad estaba protegida por un foso y una muralla de grandes proporciones y por lagos rellenos con agua del mar. Su guarnicin era de 10.000mer

    cenarios adems de los habitantes. Se inici el sitio con fuertes ataques y contrataques. La defensa fue desesperada. Durante largo tiempo no se recibininguna noticia en Cartago, que persuadida de la necesidad de apoyar ala ciudad envi una fuerza compuesta por 50 buques con 10.000 hombres al mandode Anbal, hijo de Amlcar. Anbal fonde en la isla de Aegusa, a seis millasde Marsala, en espera de viento favorable para forzar el bloqueo, en cuyomomento ley anclas y se dirigi a la entrada de la baha. La flota romana,ante la repentina aparicin del enemigo. temi oponerse ya que ste estaba abarlovento, ante la dificultad de avantear hacia la mar con los buques grandespropulsados por los remos, puesto que con las velas derivaran a sotavento.En cualquier caso la colisin con el enemigo terminara abatiendo en el interior de la baha mientras combatan. A consecuencia de estas objeciones parala accin, los romanos esperaron la evolucin sin resistirse. La audacia deAnbal le llev al xito y le dio tal confianza que realiz un salida con 20.000hombres para incendiar el campamento romano, pero tras fuertes combatesvolvieron sin conseguir su propsito. Anbal entonces sali durante la nochehacia Trapani donde estaba la flota principal cartaginesa bajo el mando delAdherbal. Los romanos sufrieron prdidas en la mar, por lo que se limitarona continuar el bloqueo solamente por tierra hasta el final de la guerra.Batalla de Trapani.

    En el ao 249 a. de C. la flota romana haba sufrido grandes prdidas enhombres durante los sitios despus de haber desembarcado. El Senado, a lavista de estos acontecimientos, envi 10.000 hombres procedentes de leva, ybajo el mando del cnsul Claudio Pulcro decidi atacar a la flota hostil en Trapani, que se encontraba a 12 millas. A pesar de que los presagios de los gallossagrados fueron pesimistas, Claudio, temiendo un pronto refuerzo de la flotaenemiga, inici las operaciones adoptando una formacin de cuatro columnascon intervalo de 80 metros y con una profundidad de 1,5 millas. La velocidadsera lenta, entre 2 y 2,5 nudos. Sobre las cinco fue avistada la flota desde Trapani y Adherbal qued alertado, reaccionando con prontitud y buen juicio.Despus de la exhortacin usual antes del combate expres su orden de batalla muy sencillo de entender; los buques en columna deban seguirle comogua. A las siete sali por el lado norte de la baha mientras el enemigo seaproximaba por el lado sur, dando tiempo, de este modo, para regularizar lacolumna y proporcionar seguridad a los hombres.En el bando contrario todo fue confusin. El cnsul se situ a retaguardiapara empujar a los rezagados, en vez de ponerse al frente para guiar y dirigirla batalla. En consecuencia l no saba que Adherbal estaba all hasta querecibi la informacin desde su retaguardia. Claudio orden inversin derumbo, percatndose sus dotaciones del error cometido se retiraron interfiriendo entre ellos, rompiendo remos en la obscuridad. Se dirigi hacia el sur,

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    LAS CAMPAAS NAVALES DE LA PRiMERA GUERRA PNICAmientras la nueva retaguardia entraba en formacin. Despus, tras un girosimultneo a estribor, qued en lnea de frente esperando al enemigo.Entretanto Adherbal, despus de pasar las isletas del lado oeste de labaha, arrumb hacia el sur paralelamente a la costa y a la lnea enemiga.Despus de avantear lo suficiente para sobrepasar la lnea romana en cincobuques, efectu un giro simultneo a babor de 900, quedando en lnea defrente aproado a la lnea enemiga, y cuando la lnea qued formada avanzsobre el enemigo, previa seal. Esta posicin haba ayudado al tercer escuadrn en la batalla de Ecnoma en la que los corvus trincaron a los buques cartagineses, mientras la costa protega las popas, aqu, sin embargo, no surtiefecto. Al principio, el combate estaba igualado, pero poco a poco los cartagineses iban mejorando susituacin, debido a la ayudade varias condiciones favorable. Sus buques eran ligeros, sus remeros bien adiestrados y estaban en ventajapor estar del lado de la mar.Cuando alguno de susbuques era fuertemente presionado dispona de velocidad y espaio de retirada. Siel enemigo avanzaba en persecucin demasiado lejos, serevolvan rpidamente, atacndole por el costado y, aveces, por la popa consiguiendo hundir muchosbuques romanos que eranms lentos y sus remeros noestaban bien adiestrados. Sialguno de sus buques estabaen apuros, otros venanrpidamente en su auxilio,ya que el mar abierto se lopermita. Sin embargo, paralos romanos las condicionesfueron muy distintas. Nodisponan de espacio pararetirarse so pena de embarrancar, ni quedaban libresde atravesar la lnea enemiga .y volver de, nuevo ytampoco podan apoyarcualquier punto dbil en su

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    J. ALBERT FERREROlnea, puesto que no disponan de espacio para pasar por la popa de losbuques que combatan. Muchos quedaron varados en los bajos o embarrancados en la costa. Al final el cnsul escap con 30 barcos y el resto, 93 en total,fueron apresados con sus dotaciones, algunos buques pudieron escapar por la.costa.As termin la batalla, la nica derrota naval seria de los romanos. La faltade Claudio era muy propia de los lderes ineptos aun hoy en da, consecuenciade una dedicacin a tareas administrativas en las que se senta competente enlugar de la tctica en la que estaba menos preparado. El lugar que deba haberocupado era la vanguardia, donde hubiera recibido los informes de las unidades en descubierta, y por lo tanto poda modifiar los planes de acuerdo conlo que las circunstancias lo hicieran necesario despus de entrar en la batalla.Si hubiese estado a la cabeza de su columna hubiese podido tomar la iniciativa, aproando hacia la mar y luego cayendo sobre la retaguardia enemiga. Loesencial de su plan fue la sorpresa, que no pudo explotar ante la falta de rdenes a su vanguardia, que proporcion al enemigo tiempo para recuperarse dela sorpresa y conducir la batalla de acuerdo con su propio plan.Operaciones navales menores.

    La guerra de posiciones se hizo larga y agotadora. Roma consigui unavictoria diplomtica en el ao 248 a. de C., firmando un nuevo tratado deamistad con Hieron II de Siracusa, consolidndose as el fuerte enlace entreRoma y las ciudades griegas de Sicilia. Se llevaron a cabo pequeas accionesnavales en los aprovisionamientos al ejrcito que bloqueaba Marsala, pese alas distintas incursiones romanas en Sicilia, y los sitios a sus dos posiciones deMrsala y Trapani, los cartagineses las mantuvieron. Como consecuencia deestas acciones navales, los cartagineses mantenan su dominio del mar, sinembargo, los romanos eran ms fuertes entierra. En el ao 247 a. de C. Amlcar Barca, que ostentaba el mando de las fuerzas cartaginesas en Sicilia,comienza a efectuar incursiones en la costa italiana, Roma reaccion desplegando guarniciones en las ciudades y estableciendo algunas colonias nuevassin intentar efectuar acciones navales.En el ao 246 a. de C. Amlcar desembarc al oeste de Palermo y estableci una nueva base fortificndola, desde la cual realizaba de nuevo incursiones sobre la costa italiana, proporcionndole tambin la penetracin en Sicilia. En el ao 244 a. de C. Amlcar intent aislar a los sitiadores de Trapanisin coseguir un xito completo.Batalla de las islas Egadas (242 a. de C.).El Senado romano, que se haba mostrado escptico respecto a la flota,debido a sus fracasos navales mand organizar una flota, como nico modo depoder terminar con los bloqueos de Marsala y Trapani. Resultaba evidenteque, mientras Cartago pudiese enviarles suministros, ambas ciudades resisti40 31

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    LAS CAMPAAS NAVALES DE LA PRiMERA GUERRA PNCAran el asedio. Se consigui la flota mediante prstamos de ciudadanos ricosromanos, prstamos que seran devueltos en caso de xito. Se reunieron 200buques bajo el mando del cnsul Ctulo, dirigindose a Trapani. A su llegada, la flota cartaginesa estaba descansando en sus bases. El cnsul reforz elbloqueo y tom el control de las entradas de Marsala y Trapani. Saba quetena que esperar y se dedic a adiestrar a la fuerza preparndola para uncombate en la mar. Los cartagineses supieron que los romanos estaban en lamar y que haban preparado su flota sin soldados utilizando los buques comotransportes.La flota cartaginesa sali a la mar bajo el mando de Hanno, fondeando enHiera en la parte exterior de las islas Egadas, a unas 20 millas de Marsala y aunas cinco millas de Eryx, tratando de forzar el bloqueo, descargar los suministros y completar sus dotaciones.Pero Ctulo, al conocer la llegada del enemigo, se coloc en Aegusa, mscercana a Sicilia que Hiera, a slo 8 10 millas de ambos puertos. En lamaana del da siguiente soplaba brisa fuerte de poniente y haba algo demar. El da resultaba favorable al enemigo, que poda entrar a vela en el puerto; l no poda luchar por falta de soldados, ni poda avanzar hacia la mar.Ctulo pens que era peligroso dejar que el enemigo. llegara a la costa ydesembarcase los suministros, con lo que sus buques quedaran ms libres yligeros y se podran reforzar con soldados, por lo que se decidi a presentarbatalla. Sus remeros, bien entrenados, no tuvieron dificultad en formar, lalnea de combate. Los buques romanos estaban ligeros de carga y listos parala accin, los cartagineses, como ya se ha indicado, estaban pesados con suscargas, los remeros no estaban bien entrenados y haban reclutados pocos soldados. Arriaron las velas y propulsados a remo se dirigieron hacia los romanos. La batalla fue corta, los romanos hundieron 50 buques y capturaron 70.No obstante, el viento soplaba a favor de los cartagineses y Hanno termin lalucha volviendo con el resto de su flota hacia Hiera, mientras el cnsulluchaba para conseguir las presas y llevarlas seguras a puerto en contra delviento, hizo 10.000 prisioneros. Esta victoria fue decisiva para la terminacinde la guerra y Hanno a su regreso fue crucificado.Trminos de paz.

    Trapani y Marsala durante varios aos haban quedado aisladas de Siciliay ahora con esta derrota quedaban cortadas sus comunicaciones con Cartago.Cartago pidi la paz, en consecuencia tuvo que abandonar sus posesionesde Sicilia, incluidas las islas Lipari, respetar a Hieron de Siracusa y pagar unafuerte indemnizacin de guerra.Conclusiones:

    1. Esta guerra dur veintitrs aos. Durante gran parte de ella las flotasno.operaron en gran escala.Ao 1990

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    J. ALBERT FERRERO 12. Lacaracterstica estratgica de esta guerra fue la entera dependenciapor ambos bandos del dominio del mar para el control de Sicilia. Al principiode la guerra cada contendiente dispona de la mitad de la isla y ninguno podaser capaz de expulsar al otro a menos que su flota pudiese cortarlas comunicaciones del ejrcito contrario.3. En el ltimo perodo de la guerra, cuando Roma estaba en posesinde toda la isla con excepcin de las dos bases en el oeste y la regin ocupadapor el ejrcito de Amlcar, no los pudo dominar hasta disponer de una flotaque cortlos suministros por mar.4. En el aspecto tctico destaca el empleo por parte de los romanos delos corvus, que permiti a los soldados romanos conseguir la victoria; trocando su valor y destreza en las armas, en lugar de la habilidad marinera delos cartagineses, en maniobra y empleo del espoln.5. Laprimera guerra pnica marc un cambio en la poltica de expanSin de Roma. Hasta entonces sus aliados no contribuan econmicamente enlas conquistas. Ahora, con la conquista de Sicilia, la isla quedaba sujeta aRoma y pagaba tributo. En lo sucesivo, con la pennsula italiana como base,Roma extender su autoridad sobre los aliados que pagaban tributos, y deuna comunidad fundamentalmente agrcola llegar a ser una potencia comercial y financiera, empleando su flota para extender su poder por el Mediterrneo.

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    PIZARROEric BEERMAN

    EXTRACTOS DE PROVIDENCIAS PARA EL DESCUBRIMIENTO DEL MAR DEL SUR Y CALIFORNIAS DESDE LACONQUISTA DE INDIAS, Y PARA LA EXCLUSINIMPUESTA A TODAS LAS NACIONES EXTRANJERAS DENAVEGAR AQUELLOS MARES.FORMADOS DE ORDEN DE 5. M.

    POR:LOS SRES. D. JOSEPH GARCA DE LEN Y PIZARRO YD. FERNANDO JOSEPH MANGINO DEL CONSEJO REAL YSUPREMO DE LAS INDIAS.Introduccin.

    Jos. Garca de Len y Pizarro naci en la ciudad andaluza de Motril el25 de octubre de 1730 y fue bautizado el siguiente 10de noviembre. Su padreera Jos Garca de Len, nacido en Arvalo (Segovia), coronel en el Ejrcitoy gobernador de la plaza de Orn, y su madre Francisca Pizarro (1). Jos Garca de Len se cas joven con D a Mara Teresa de Ortiz, de la ciudad de Granada, quien muri pronto, contrayendo matrimonio ms tarde con la rondeaMara Fras y Pizarro en su pueblo natal el 16 de enero de 1759 (2). Estematrimonio tuvo tres hijos: Josefa Pizarro y Fras, quien se cas en Quito en1784, al tiempo que su padre era presidente de la Audiencia, con Juan JosVillalengua y Marfil, quien ms tarde sucedi a su suegro en dicho cargo;Mara Dolores cas con Manuel de Valenzuela, director general de Rentas deSanta Fe de Bogot y del Consejo Real de Hacienda, y Jos, nacido en lamadrilea calle de la Espada en 1770,antes de trasladarse sus padres a Quito.Jos, con el tiempo, ocupara el cargo de ministro de Estado, cuyas valerosasmemorias en siete tomos se conservan en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid (3).

    (1) Copia de la partida de bautismo,Archivo Histrico Nacional, Madrid (aqu en adelante AHN). Real Orden de Carlos III (Estado),expediente137(JosGarcade Len y Pizarro), f. 1; citando la iglesiaparroquial de Motril. Libro de bautismos(ao 1730).(2) Copiade la partida de matrimonio, ibdem, exp. 530(JosPizarroy Fras). ff. 183v-184; citandola iglesiaparroquialde SantaMara de laEncarnacin,Ronda,Libro VII dematrimonios, f. 203y.(3) AHN. Estado(aqu en adelanteE), legajo 3027/1,nmero 148;FedericoGonzlezSurez, Historia General de la Repblica del Ecuador, 6 tomos,Quito. tomo V, p. 309.y Jos

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    E. BEERMANJos Garca de Len y Pizarro sirvi desde el ao 1760 en el Ministerio deHacienda con destino en las plazas de Alij ama, Ubeda y Jerez de la Frontera;fue ministro fiscal en la Cancillera Real de Sevilla y socio benemrito de laSociedad Econmica de Baeza (4). En 1778 lleg a Quito con su familia,reemplazando a Jos Diguja y Quiones. Durante los seis aos que permaneci en Quito, Garca de Len y Pizarro tuvo que enfrentarse a los problemasrelacionados con la guerra contra Inglaterra, los levantamientos de los comuneros en 1781del Socorro en el Virreinato de Santa Fe, la rebelin de TupacAmaru en el Per, y con las primeras sublevaciones organizadas por el precursor de la independencia de Ecuador, Eugenio Espejo. Durante su estanciaen Quito fue nombrado caballero supernumerario de la Real Orden de Carlos III (5), y en marzo de 1783 se le despach el ttulo de consejero togado de

    la Cmara y Consejo de Indias (6). El 4 de mayo de 1784, Garca de Len yPizarro fue reemplazado como presidente de Quito por su yerno Juan JosVillalengua (7). Embarc con su familia en el malogrado navo San Pedro deAlcntara, salvndose milagrosamente del naufragio en las costas de Peniche,en Portugal (8).Mientras ocupaba un puesto en el Consejo de Indias en Espaa, Garca deLen y Pizarro trat obtener el cargo de Ministro de Gracia y Justicia, peroEugenio Llaguno y Amirola fue escogido en 1794 (9). La esposa de Garca deLen y Pizarro La Pizarro (Mara de Fras y Pizarro) jug un importante papel en 1795durante la fracasada conspiracin de Alejandro de Malaspina para reemplazar a Manuel Godoy por el Duque de Alba (10). Jos Garca de Len y Pizarro muri en su casa en Madrid, en calle Toledo, enfrentede la iglesia de San Isidro, el 30 de marzo de 1798 (11).

    Fernando Jos Mangino y Fernndez de Lima naci el 7 de octubre de1731, siendo bautizado, el da 12, en la catedral. Sus padres eran AntonioMangino y Urceso, de Gnova (Italia), y Juana Fernndez de Lima, de Lisboa (12). El matrimonio tuvo otros dos hijos: Mara Ignacia y Rafael (13).Garca de Len y Pizarro, Memorias de la vida del Excmo. Seor Don Jos Pizarro (1770-1835)..., escritas por el mismo. Madrid, 15 de junio de 1833,Archivo del Ministerio de AsuntosExteriores. Mss. 27-34, 7 tomos.(4) Gazeta de Madrid, nm. 28, 6abril 1798, p. 311.(5) Ibdem, y AHN, Carlos III, exp. 137.(6) ArchivoGeneral de Simancas (aqu en adelante AGS), Ttulos de Indias (aqu en adelante TI). 14marzo 1783 (187-303).(7) Archivo Nacional de Historia (Quito), documento 6831; citando Boletn del ArchivoNacional de Historia, Quito, 1956, nm. 6, p. 6.(8) AHN, E, libro II, 12junio 1788.(9) Ibdem, libro VII, 24enero 1794.(10) Paraesta historia de la Pizarro en la conspiracin de Malaspina, vase mi manuscritoEl proceso y encarcelamiento de Alejandro Malaspina (1794-1803).(.11) GazetadeMadrid, nm. 28, 6abril 1798, p. 311.(12) Partida de bautismo, AHN, Carlos III, exp. 500, f. 245; citando catedral de Sevilla,Libro de bautismos (1731), f. 32v.(13) AHN, Carlos III. exp. 573. Su hermano Rafael Mangino naci en Madrid yen 1791era administrador de Alcabalas en la Puebla de los Angeles, en Mjico.44 31

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    E. BEERMANFernando Jos Mangino abandon pronto su tierra natal de Andaluca, y en1762 consigui el cargo de corregidor en la ciudad mejicana de Zacatzan de lasManzanas (14), Algunos aos ms tarde, en 1775, se traslad a la capital deMjico como contador de la Contadura de Tributos y Azogues (15). El aosiguiente Mangino fue nombrado superintendente de la Casa de Moneda deMjico (16),,y ministro honorario del Consejo de Indias (17).Mangino fue estrecho consejero del Virrey Bernardo de Glvez en Mjicdurante los aos 1784-86. Al morir all Glvez en 1786, Mangino regres aEspaa con la viuda de aqul, Felicitas de St. Maxent, sus cuatro hijos y susuegra. En Madrid Mangino frecuentaba la tertulia de la viuda de Glvez, enla Corredera Baja de San Pablo, n. 22, donde se reunan, entre otros, elConde de Aranda, Conde de Cabarrs, Francisco Sabatini, Lorenzo Fernndez de Moratn, el director de la Real Compaa de Filipinas, D. GasparLeal, y el intendente de Luisiana, D. Martn Navarr. En 1790, cuando Mangino y Jos Garca de Len y Pizarro redactaban esta relacin, Felicitas de St.Maxent, Cabarrs, Sabatini, Leal y Navarro fueron desterrados por RealOrden (18). En 1788 Mangino fue nombrado consejero iogado de las Indias(19). Durante el tiempo que Mangino perteneca al Consejo y Cmara d