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REVISTA del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRIQUEÑA ANTROPOLOG1A HISTORIA LITERATURA ARTES PLÁSTICAS J TEATRO MOSICA ARQurrEC1VRA ABRIL-JUNIO, 1978 San Juan de Puerto Rico

Revista del Instituto de Cultura

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Primera serie número 79, abril-junio de 1978.

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REVISTAdel INSTITUTO de

CULTURA PUERTORRIQUEÑAANTROPOLOG1A

HISTORIA

LITERATURA

ARTES PLÁSTICASJ

TEATRO

MOSICA

ARQurrEC1VRA

ABRIL-JUNIO, 1978

San Juan de Puerto Rico

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R E v 1 s T ADEL INSTITUTO

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

JUNTA DE DIRECTORES

Enrique Laguerre. Presidente

Milton Rúa Carlos CondeCarlos Sanz Samuel R: QuiñonesAmelia G. de Paniagua Jesús María Sanromá

Director Ejecutivo: Luis M. Rodríguez MoralesDirector de la Revista: Ricardo E. Alegria

Apartado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

AÑO XXI 1978ABRIL-JUNIO

SUMARIO

Núm. 79

Breve historia del Convento Porta Coeli o Ermi·ta de Porta Coelipor LuisJ. Torres O/iver 1

Presentación del libro de Ricardo E. Alegría LasPrimeras Representaciones Gráficas del IndioAmericano (1493-1523)

por María Teresa Babín 9

Nemesio R. Canales (1878-1978)por C. Orama Padilla 15

Décima libarapor Guillermo Núñez 18

Comentario critico sobre Auge y decadencia dela trata negrera en Puerto Rico (1820-1860),nueva obra del Dr. Arturo Morales Camónpor Eugenio Fernández Méndez 20

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Luperón y Hostospor Emilio Rodríguez Demorizi 26

Destellos históricos de la arquitectura de SanJuan de Puerto Rico

por Osiris Delgado 39

Descripción general de los Indios Caribes en laobra de César de Rochefort

porAfanuelCárdenas 44

PUBLICACION DELINSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUE~A

Director: Ricardo E. Alegría

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trimestralmente

Suscripción anual S 6.00Precio del ejemplar S 2.00

[Application for second class mail privilege pending atSan Juan, P'. R.L

DEPÓSITO LEGAL: B. 3343 -1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA

BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA

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COLABORADORES

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DR. LUIS TORRES OLIVER. Natural de SanGermán. Hizo su Bachillerato en Cienciasen la U. P. R. en 1941 y su grado de Doc­tor en Medicina en Hahneman MedicalCollege, Philadelfia en 1944. Es miembrodel Colegio Internacional de Cirujanos dela Academia de la Historia de Puerto RicoCatedrático Emeritus de la Universidaddel Este de Santo Domingo Ex-miembrodel Consejo de Educación Superior dePuerto Rico y Director Médico del Hospi­tal del Corazón desde 1948. Miembro de laJunta de Síndicos del Centro de EstudiosAvanzados de Puerto Rico y el Caribe. Esautor del libro "Cuatricentenario de SanGermán".

MARíA TERESA BABÍN. Natural de Ponce.Graduada de Maestra en Artes de la Uni­versidad de Puerto Rico y Doctora enFilosofía y Letras de la Universidad deColombia. Ha ejercido la licencia en Puer­to Rico y Estados Unidos. Se ha destaca­do como crítica literaria. Es autora delas obras: El Mundo poético de FedericoGarcía Larca (1954), García Larca: Viday obra (1955), Fantasía Boricua (1956), Pa­norama de la Cultura Puertorriqueña(1958), La hora colmada (1960), Las Vocesde tu Voz (1967),Jornadas literarias (1967),Siluetas literarias (1967) y La Cultura dePuerto Rico (1973). Actualmente enseñaliteratura puertorriqueña en el Centro deEstudios Avanzados de Puerto Rico y elCaribe.

CARLOS ORAMA PADILLA. Nació en Jayuya,P. R., el 15 de octubre de 1905. Ha traba­jado de empleado de correo en Bayamón.Se ha distinguido en El Día, Alma Latina,El Mundo, El Imparcial, la Prensa, etcé­tera. Ha publicado las siguientes obras:Virgilio Dávila, su vida y su obra (1945),Los que no regresaron (biografía, 1946),La ruta del sembrador (1955), Surcos yestrellas (1959), Postal de tierra adentro(1963). Recibió el premio del Institutode Literatura Puertorriqueña en 1963 porsu ensayo Itinerario de Lola Rodríguezde Tió.

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GUILLERMO NÚÑEZ. Natural de Utuado.Es autodidacta, poeta y mecánico de auto·móviles. Se ha destacado también comoescultor habiendo obtenido en 1971 el pri·mer premio de escultura del Ateneo Puer­torriqueño. En 1964 su libro "Esta vozprimera" obtuvo el primer premio de poe­sía del Instituto de Literatura Puertorri­queña y en años subsiguientes obtuvo tresmenciones honoríficas en poesía en el cer­tamen anual del Ateneo, y una menciónhonorífica en cuento. Entre sus libros seencuentran: "Esta voz" (1964); "esta voz­amor" (1968); "Esta otra voz" (1968) e"Islote" (1970).

EUGENIO FERNÁNDEZ MÉ DEZ. Nació en Ca­yey. Realizó estudios superiores en la Uni­versidad de Puerto Rico y en la de Colum­bia. Durante varios años fue Presidentede la Junta de Directores del Instituto deCultura Puertorriqueña. Es autor de lassiguientes obras: Salvador Brau y su tiem·po (1950), Filiación y sentido de una isla:Rico (1957), Tras Siglo (1958), La identidady la cultura: críticas y valoraciones en tor­no a Puerto Rico (1959), Ensayos de antro­pología popular (1961), Conceptos funda­mentales de antropología física (1964), His­toria de la cultura en Puerto Rico (1964),Las encomiendas y la esclavitud de losindios de Puerto Rico (1966), Antología dela poesía puertorriqueña (1968) e Historiacultural de Puerto Rico (1943-1968-1970),Antología del pensamiento puertorriqueño(1900-1970) publicado en 1975.

MANUEL CÁRDENAS RUIZ. Profesor del Depar­tamento de Ciencias Políticas de la Facul­tad de Ciencias Sociales de la Universidadde Puerto Rico. Junto con Eugenio Fer­nández Méndez ha publicado diversos ar­tículos de Crítica de arte en revistas yperiódicos del país.

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OSIRIS DELGADO MERCADO. Dirigió el Depar­tamento de Bellas Artes y el Museo de laUniversidad de Puerto Rico, donde tam­bién ofreció cátedra en bellas artes. En1954 recibió de la Universidad de Madridel título de doctor en Filosofía especiali­zado en Historia del Arte. Ha publicadolos siguientes trabajos: Luis Paret y Alcá­zar, pintor español; Picasso ante su obra,Proyecto para la conservación de San JuanAntiguo y colaboró con el volumen oQeHistoria del Arte de la Gran EnciclopediaPuertorriqueña. Es Presidente del AteneoPuertorriqueño.

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T OS PADRES PREDICADORES O DOMINICOS VINIERON

La Puerto Rico a iniciativa del Obispo AlonsoManso por allá por el año de 1519, bajo la direccióndel célebre Fray Antonio <le Montesinos, defensorde los indios; y empezaron a construir el famosoConvento de los Dominicos para 1523, sede actualdel Instituto de Cultura Puertorriqueña y .piedraangular de la educación secundaria en el PuertoRico Colonial.

Para esa misma época. los dominicos fabricaronun Convento en el viejo San Germán en la desem·bocadura del Río Guaorabo o Añasco. Esto se con­firma en una probanza del 1584 que reza comosigue:

"La Villa de San Germán en la Ysla Española deSan Juan de Puerto Rico sobre que se le agamerced de ciertos ornamentos para la Iglesiade aquella Villa".

El testigo Juan Pérez de Gerena presentado porel dicho Alonso Ortiz Cambrano e abiendo juradosegún forma de derecho y 'Siéndole preguntado porel temas de las dichas preguntas dixo y declaro losiguiente:

1) A la primera pregunta dixo que conoce aldicho Alonso Ortiz Cambrano de diez y doze añosa esta parte poco mas o menos y que sabe este tes­tigo que el 'dicho Alonso Ortiz Cambrano es procu­rador general desta dicha villa porque le ue usarel oficio de procurador general desta villa y por tales tenido y abido por los vesinos dellas.

Generales: Preguntando por las preguntas de la leyque es de hedad de sinquenta y siete años poco masu menos y que en cuanto a las generales no leha mas dczir berdad y lo que pasa.

2) A la quinta pregunta dijo que este testigosabe y vida por sus ojos que en los tiempos anti-

Breve historiadel Convento Porta Coeli o

Ermita de Porta Coeli

Por LUIS J. TORRES OLlVER

guas en San Germán el biejo que fué la primera po­blación desta villa ordinariamente conocio dos sa­cerdotes curas ybicario abíles y suficientes con susacristan y ansi mismo conocía y bido este testigoun monasterio de fraylesdominicos *y que por lasguerras pasadas que con francia tubo españa nopudiendo sustentar con los franceses que ordinaria­mente benia se despoblo y pasaron los vecinos ladicha villa en la riuera de Guadianilla a donde las'preguntas antes desta dize y ansi mismo sabe ybido que hasta el ynsendio de los yndios caribesy robo de los franceses siempre ubo 'los sacerdotesde cura y Vicario y sacristan en esta villa y quesabe y be este testigo que agora al presente no ayen esta villa mas de un cura que dize una misarrezada todos los domingos y fiestas y los demásdías y que aunque los vesinos desta villa lo pidenal obispo desta isla· dize que no tiene sacerdotesahíles y suficientes que este en esta villa y que losque aya en la cibdad ,de Puerto Rico los a menesterla catedral de la dicha cibdad y que sabe que estetestigo y los demás vezinos desta villa acuden ypagan los diesmos desta villa al obispo desta yslaa la catedral de la dicha cibdad. (Arohivo Generalde Indias. Sevilla. Legajo. Santo Domingo, 169).

Allí fue atacado San Germán en 1528 y destruidovaria5 veces por no tener fortaleza, por CorsariosFranceses e Indios Caribes. Se ordenó por el ReyFernando el Católico mudar a San Germán al sitiode San Francisco de la \"-guada pero algunos vecinosse mudaron y otros no,\.1 otros se esparcieron portodo el suroeste de Puerto Rico ubicando sus ha·ciendas y hatos en todo éste vasto y fértil litoral.En 1556 se decide mudar a San Germán cerca delPuerto de Guayanilla, y se le da el nombre de SantaMaría de Guadianilla. Los frailes dominicos no semudan a la nueva población pues desde 1543 habían

* Subrayado del autor.

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, fabricado una casa de campo o de retiro en lasLomas de Santa Marta en el sitio que todavía seconoce como Santomas o Santo Tomás. CorsariosFranceses, Ingleses e Indios Caribes destruyen va·rias veces al poblado de Santa María de Guadianillaentre 1565 y 1572. En 1570 los vecinos gestionany consiguen una Real Provisión de la Audiencia deSanto Domingo para mudar el poblado tierra aden­tro. En 1573 siendo Gobernador -Don Francisco deSalís por otra Real Provisión se ordena a todos losvecinos mudarse al sitio de las Lomas de SantaMarta, so pena de multa·; ya que algunos, dirigidospor Juan Muñoz rehusaban udarse. Se le da elnombre. de la Nueva Salamanca, pero los vecinosinsisten en llamarlo San Germán el Nuevo al pobla­do recién construido, y se selecciona el sitio de lasLomas de Santa Marta debido a la influencia ejer­cida por los padres dominicos que ya conocían ellugar por tener aHí casa de retiro. Pero no fue hastael 1606 que los padres dominicos deciden fundarun Convento en el Nuevo San Germán.

"El 12 de noviembre de 1606 en que se presentóen el Cabildo de la villa el prior del Convento delos Dominicos de San Juan, Fray Antonio Mexíacon la pretensión de fundar convento y a saber los'ánimos de los vecinos para ello, y estos respondie­ron que 10 tenían en mucho deseo y dieron paraello 210 reses y 1,1150 reales, no dando 'la mayorparte de ellos porque estaban fuera de la villa ensus hatos y estancias y se acordó que una vez quellegasen se les pediría su limosna para fundar elConvento de Porta CoeU":

Se obtuvo licencia del Obispo Fray Martín Vaz­quez, quien a la vez era dominico. Asimismo eragobernador el Capitán Ochoa de Castro.

.. El fraile que tomó posesión del lugar escogido,(que fue detrás del hospital), en el asiento viejode la casa de Juan López de Aliseda, fue Fray Diegode Rueda, el cual el cabildo llevó en persona paraque tomase posesión de dicho sitio". (A. L. I. Sto.Domingo 1 Leg. N.O 161).

Este convento se le dio el nombre de Porta CoeH,fue servido por tres frailes dominicos quienes ayu­daban al vicario en el ministerio religioso, ademásservía de hospicio y de escuela primaria. Los veci·nos se encargaron y se comprometieron a suplirla carne para el sustento de 'los frailes, y éstos se·comprometieron a operar una escuela primaria paralos hijos de los vecinos.

Osuna en su libro "History of Education inPuerto Rico", cita en un documento de la BibliotecaNacional de Madrid un informe del Obispo FrayDamián López de Haro del 16 de septiembre de1644 donde menciona que solamente hay tres escue­las en Puerto Rico; una en el Convento de SantoDomingo en San Juan, con 30 estudiantes, otra enel Convento de los Dominicos en San Germán con2 estudiantes y otra en el Convento de San Francis·co de San Juan con 6 estudiantes.

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En la descripción de la' isla de Puerto Rico porel canónigo Torres Vargas el 23 de abril de 1647,refiriéndose a San Germán, dice: .. en dicha villa deSan Germán hay tres cosas de grande 'estimaciónque son el río Guanajibo de agua muy saludable,una excelente campana, y una Imagen de la Con­cepción en lienzo de admirable mano y 'hermosura,que está en el hospital de la dicha villa donde haytambién un convento del orden de Santo Domingo".

Don Alejandro O'Reylly en sus Memorias sobrela Isla de Puerto Rico en 1765 dice "en toda la islano hay más que 2 escuelas de niños, que fuera dePuerto Rico y la villa de San Germán pocos sabenleern

...

Sin embargo el Mariscal O'Reylly en las mismasmemorias habla de los religiosos y religiosas delpaís y cita los siguientes datos:

SacerdotesEn la Iglesia Catedral 31Curas y Presbíteros en los puCo

I blos de la isla 26Convento de Santo Domingo que

está en .Ia Ciudad de P R. 22Convento de San Francisco 23Monjas de la Orden del Carmen

que está en la Ciudad de P. R. 19

Total. 121

En estas estadísticas no menciona al Convento dePorta· Coeli. Sin embargo Fray Iñigo Abbad y Lasie~

ITa en su Historia Geográfica, Civil y Natural dela Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico publi­cados en 1782 dice sobre el Porta Coeli:

"El Capitán Miguel del Toro la estableció con'los vecinos que le pertenecían en el sitio que hoyocupa. Tiene una grande plaza cuadrada y dos ca·lles. que se extienden hasta el Convento de SantoDomingo, que está en el extremo de la loma; laiglesia parroquial es muy pequeña y en nada corres­ponde al lustre y antigüedad de la villa. Frente dela parroquia hay una buena capilla dedicada a Nues­tra Señora de la Concepción; en la calle que va aSanto Domingo, hay un hospitalillo muy reducidoy tan pobre, que rara vez mantiene algún enfermo.

El Convento de Santo Domingo, situado sobreun precipicio, es poco más que una casa particular.Nada tiene de recomendable su fábrica; en él ha­bitan tres religiosos que ayuden a la administracióndel pasto espiritual al párroco de ésta villa, quees vicario eclesiástico con jurisdicción en todo sudistrito, hasta los ríos Jacagua y Camuy, igualmenteque la del Cabildo secular, que es el segundo deesta Isla n

Para 1820-23 el Museo de Historia Natural deParís envió a las Antillas como explorador.natura­lista al joven francés Augusto Pleé. Pleé para 1821estaba en Puerto ·Rico y dibujó 58 estampas deescenas de San Juan y de varios pueblos de PuertoRico entre ellas una de San Germán.

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Dibujo del Ing. Gabriel Fuentu.

El Dr. Ricardo Alegría describe el dibujo de Pleéde San Germán de la siguiente manera: "De lavilla· de San Germán, Pleé dibujó el centro de la po­blación. A -la izquierda se observa la iglesia parro­quial con dos bóvedas. Frente a la misma hay unaplaza rodeada de ·hileras de casas; aparentementede madera, y de tejados de dos y cuatro aguas. Elotro extremo de la plaza y en primer plano estála ermita de Porta CoeH, con su techo de dos aguas,y su sacristía en la parte posterior. Sobre 'la ermitasobresale una pequeña cruz, que puede ser partedel convento de dominicos que allí existía. A lolejos en lo alto, figura una interesante construcciónque puede representar otra ermita o el Hospitalde la Concepción, que existió en dicho pueblo".

Yo puedo añadir que este dibujo de Pleé confir­ma la observación de Fray Iñigo Abbad cuandodescribe la iglesia parroquial de esta manera: "esmuy pequeña y en nada corresponde al lustre anotigüedad de la Villa". Se puede observar bien enel dibujo que la ermita de 'Porta Coeli se ve másgrande que la iglesia parroquial y ocupa a simple­vista el Centro de la villa. También se nota en eldibujo de Pleé el techo del altar más bajo que el dela nave central de la ermita. Esta fue seguramenteuna de ·]as remodelaciones que se hicieron en 1878y que hoy día el techo del altar está sobre el techode dos aguas de la nave central. Se nota tambiénen el dibujo la ausencia del actual campanario, y

como notó el Dr. Alegría una cruz que posiblementeestaba a la entrada del Convento de los Dominicos.

Según el Dr. Alegría 'los edificios que se notanen la parte alta y posterior según las crónicas yretratos antiguos son el Hospital de la Concepción,la Carnicería, el Cuartel del Ejército Español yla Ermita de San Sebastián según se ven de izoquierda a derecha. El Hospital de la Concepcióntodavía existe y está en esa área ya que fue mudadode su sitio original frente a la iglesia parroquiala su actual localización en 1800 por el Obispo Ze·gotista y Bengoa; y la Carnicería desapareció aprincipios de siglo, el Cuartel del Ejército y la Er­mita de San Sebastián donde más tarde se cons·truyó un edificio adyacente para Colegio Seminariopor el Obispo Puig y Monserrat en 1878, el cualnunca se logró abrir, y que a,hora es el Colegio SanJosé.

Otros cronistas de nuestra historia del SigloXVI, XVII Y XVIII, como Juan de Laet 1625, Don Fer­nando Miyares González (1775), y Andreé PierreLedTÚ (1797) no mencionan en sus escritos al Con·vento de Porta Coeli, aunque casi todos hacen bre­ves descripciones del San Germán de entonces.

l Sobre la arquitectura y estructura del Conven­to de Porta Coeli parece que fue usado un planosimilar para varios conventos en toda la AméricaLatina durante la colonización por España. Grandefue mi sorpresa hace algunos años cuando visité

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a Costa Rica y en el pueblo cafetalero de Orosiencontré una iglesia y convento casi idéntico a la deSan Germán, excepto que aquella está al nivel de ]aplaza principal y e] Porta Coeli nuestro está sobreuna loma, haciéndole más visible, y más majestuoso.Lástima que ese día no llevé la cámara fotográficaconmigo.

También cuando estudié sobre las reduccionesde los Jesuitas en Paraguay, hay varias fotogra­fías de iglesias y conventos similares en su arqui­tectura al Porta Coeli de San Germán, aunque creoque el nuestro es el más antiguo de todos.

Para 1818, cuando Don Ramón ·Power y Giralfue nombrado Representante a las Cortes de Cádiz,una de las famosas instrucciones dadas por e]Cabildo de San Germán fue: "que se establecierauna Universidad en el Real Convento de Porta Coeli,porque los vecinos son muy pobres y no pueden en­viar sus hijos a educarse a Santo Domingo, a Cara­cas o a España, y se está perdiendo el talento paralas vocaciones religiosas y seglares". Por supuestolas Cortes de Cádiz no aprobaron esta sabia petición,ni tampoco la de otorgársele el título de "CiudadMuy Noble y Muy Leal" para San Germán; debidoa ]a primera petición donde se pedía, "que si D. Fer­nando VII no volvía a ocupar el trono de España,usurpado por Napoleón, ni ninguno de sus descen­dientes, se ]e dejara escoger al pueblo su libreSoberanía". Esto era muy adelantado para la épo-

ca, y más bien parecía un grito de Independencia.que una petición a 'la Corona.

Para 1837 se volvió a implantar la Constituciónde 1812 en España, se abolieron las órdenes religio­sas y se confiscaron sus propiedades. Los frailesdominicos habían abandonado e] Convento de PortaCoeli desde 1812. El municipio usó ]a parte de]Convento para escuela pública.

En las actas del Cabildo de San Germán del 4 deseptiembre de 1821, hablando un consejal sobreuna escuela pública a crearse, se lee del acta comosigue: "Es necesario haya lugar en que pueda cómo­damente hacerlo y no veo otro para el caso que laseIda del extinguido Convento de Porta Coeli o lacasa del Seminario de San Sebastián que se hayaso]a", etc. Más tarde en 1842 se trató de usar elPorta Coeli para cárcel de distrito, pero el puebloprotestó "enérgicamente de que se profanasen lasceldas que usaban los frailes para cárcel", y el Ayun­tamiento desistió de ]a idea y usó el nuevo edificiodel Hospital de la Concepción para cárcel.

En 1874 el Ayuntamiento expropió a ]a Iglesialos terrenos del Convento para ensanchar ]a pob]a­ción que resultaron ser unos 79,000 metros cuadra­dos y solamente quedó el solar donde estaban en·clavados los edificios.

Ya la parte del Convento amenazaba ruinas y fuedemolido por e] Municipio y sus ladrillos y vigasfueron vendidos en pública subasta. Hizo los planos

El antiguo Convento de Sto. Domingo en una tarjeta postal de la época.

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IglesÜldePorta

Coe1i,San Germlm.

de estos terrenos y la mensura del mismo el geó­metra don Carlos B. Hernández, el mismo que en­contró el famoso madero con la inscripción de 1543de la antigua casa de los dominicos en el promon­torio del Bo. San Tomás. Lo único que quedó enpie fue la Capilla, que es la parte del edificio quecxiste hoy día y se formó un arrabal a su alrededor;que fue erradicado por la Corporación de Renova­ción Urbana y Vivienda hace solamente unos años.Esa capilla se restauró en 1878 y se abrió al cultodonde se celebraban misas los domingos y para lasfiestas de Santa Rosa y de Santo Domingo. Estapráctica duró hasta 1949. También se usó comoiglesia parroquial durante los años 1840·1852, mien­tras se construía la existente de San Germán deAuxerre.

En 1903 los Padres Agustinos volvieron a hacersecargo de la vicaría por segunda vez. Estos siemprese ocuparon de reparar la Capilla del Convento. Secelebraban misas los domingos a las 9: 00 AM. ElPadre Jesús Fernández O. S. A. (q.e.pd.) para losaños de 1927 al 1949 le hizo varias reparacionesmayores como el muro de concreto armado y elpaseo en el lado sur para proteger los cimientosque ya estaban al descubierto debido a la erosióndel terreno en esa área; gracias a que el pueblosangermeño siempre generoso ha cooperado cuandose le ,ha llamado a mantener sus edificios religiososcomo ha sido en el pasado y es en el presente conla Iglesia Católica de San Germán de Auxerre, conla construcción de la Iglesia de Santa Rosa de Lima,el Colegio San José (Ermita de San SebastiAn, cons-

truida en 1677) y el Hospital de la Concepción; ynumerosas capillas en -los campos. El Padre JesúsFernández mudó el altar de madera del país, dise­ñado y construido por Tiburcio Espada de la Ermi­ta de San Sebastián al Porta Coeli en 1935.

Originalmente estuvo en la parroquia hasta quefue en 1869 por el magnífico altar de mármol queexiste hoy día.

En 1948 hubo una tormenta eléctrica y copiosaslluvias en San Germán que hizo mucho daño altecho de tejas que se desplomó parcialmente, comotambién se derrumbó la sacristía y el muro de con·tención que da a la calle Comercio, cedió y se de­rrumbó; y se agrietó la parte izquierda de la facha­da. ¡Entoces sí que casi quedó en ruinas el edificio!

Era Obispo de la Diócesis de Ponce, MonseñorJaime E. Mac Manus. El Padre Jesús Fernándezhabía reparado las naves laterales de la iglesia pa·rroquial, y había invertido una gran cantidad dedinero; parte recogido en colecta pública y parteque levantó vendiendo algunas alhajas que poseíala parroquia. Mons. Mac Manus estaba levantandofondos para la Universidad Católica que era sugran ideal.

Ante esta situación el Senador Santiago R. Paloroer, el Representante Dr. Ubaldino Ramírez deArellano y otras personalidades de la Ciudad inte­resaron al gobierno en la adquisición del Conventode Porta CoeH. El gobierno no tenía dinero paracomprarlo pero sí ofrecía repararlo. Ante esta si·tuación y para que no se perdiese esta joya históricay única de genuina arquitectura colonial del Siglo

s

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Custodia de Plata que perteneció al ConventoPorta Coeli.

En la base de ~a custodia tiene inscrito ~o si·guiente:

IOANNE5-I-RA PASQVIER·Fecit-Tnos­BILLARINOS (Esta custodia ,la mandó hacerel MY RDO. PE F. !PEDRO DE LA ESCALERADE 1764 ~O).

Según el Dr. Arturo Dávila, Director del Museode la Universidad de Puerto Rico, cree que la cus­todia tiene un gran valor histórico y artístico y ladescribe como sigue:

"La custodia, que obedece a un modelo de orfe­brería francesa ultramarina, con un nudo bul­boso en el astil, está firmada por un platero deapellido igualmente francés y perfectamente fe­chada en 1764. El dominico Padre de la Escaleraaparece como conventral hacia estos años en elhospicio de Porta CoeH. El escudo de la orden dePredicadores está cincelado, en .pie, con los lisesde uno en otro de Santo Domingo de Guzmán.Todo, incluso el ángel que sostiene el sol de lacustodia, nos inclina a creer que es la del Con­vento de Porta CoeH, llevada a la Vicaria cuandola exclaustración grande (1836). Es la única cus­todia puertorriqueña del siglo dieciocho que co­nozcamos que tiene un ángel por astil".

XVII, Monseñor Mac Manusla donó al pueblo dePuerto Rico por la suma de un dólar por escriturapública ante el Licenciado Miglen Marcos Morales,firmada en San Germán el 19 de septiembre de1949. Firmaron éste documento el Obispo JaimeEduardo Mac Manus por la Iglesia Católica, Apos­tólica y Romana, Diócesis de Ponce, y el IngenieroJ. J. Jiménez por el pueblo de Puerto Rico comoComisionado de lo Interior.

Fueron testigos el Senador Santiago R. Palmer,el Representante Dr. Ubaldino Ramírez de Arellano,el Alcalde Lisandro Lugo, y don Andrés Grillasca(Alcalde de Ponce). Esa ceremonia se celebro enlas escalinatas del Convento en presencia de nu­meroso público y autoridades eclesiásticas y guber­namentales.

Fue un acto noble de la Iglesia Católica. Veamoscomo rezan 'las escrituras:

EL EXCELENTISIMO E ILUSTRISIMO MON·SElilOR JAMES EDWARD MAC MANUS, Obispo

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de Ponce, en representación de la IGLESIACATOLICA, APOSTOLICA ROMANA, Diócesis dePonce, accediendo a los deseos de EL PUEBLODE PUERTO RICO Y para el cumplimiento delos ·fines expresados en la Ley Número (75) setenota y cinco, de abril veinticinco del año de Nues­tro Señor Jesucristo, de mil novecientos cua'rentay nueve, cede, renuncia y traspasa a favor deEL PUEBLO DE PUERTO RICO, la propiedadantes descrita, en cOl1sideración a que dichaErmita UPorta Coeli" ha de ser restaurada yconservada por EL PUEBLO DE PUERTO RICO.Y en consideración, además, de conformidad conlo dispuesto en la Sección de dicha ley, a lacantidad nominal de UN DOLAR ($ 1.00), comoúnico pago para la Iglesia Católica, Apostólica,por el referido traspaso, y cantidad que confiesarecibida con anterioridad a este acto, y ~or laque otorga la más solemne carta de pago.LEY NO. 75. Para autorizar al Comisionado delo Interior de Puerto Rico a recibir de la IglesiaCatólica. Apostólica, Romana, Diócesis de Ponce,a nombre de El Pueblo de Puerto Rico la escri~

tura de traspaso del solar y Ermita "Porta CoeU"de la ciudad de San Germán, Puerto Rico, por

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la cantidad nominal de un dólar para dicho tras­lpaso, asignar de fondos Ubres (n el Tesoro In­sular la cantidad de un dólar, y disponer lainmediata ejecución de las obras necesarias paraimpedir la ruina de dicha ermita; para autori­zar e :Ia Junta Conservadora de Valores Histó­ricos a dictar reglas para la protección y usode la misma; y para otros fines.Exposición de Motivos. La Junta Conservadorade Valores Históricos de Puerto Rico creada por.la Ley Núm. 27 del 23 de abril de 1930, incluyóen la lista de los edificios, estructuras y monu­mentos históricos la ermita que formó parte deltellrasecular Convento de "Porta Caeli".Debido a las asignaciones de fondos que perió­dicamente ha hecho la Asamblea Legislativa dePuerto Rico, hay en poder del Comisionado de loInterior una suma de cincuenta mil dólares, com­prometida en principio para la restauración dela ya citada ermita, nuestro primer monumentohistórico.. - No obstante ·la recomendación de,la Junta y la disposición del Comisionado de loInterior, no se ha podido detener la amenaza de·ruina que se cierne sobre la histórica estructurade "Porta Coeli" debido a la imposibilidad le­gal de invertir fondos públicos en la conservacióny mejoramiento de propiedades particulares. ­Con fecha 6 de marzo de 1949 su Ilustrísima elObispo de Ponee, Monseñor Jaime Mac Manusaccedió a traspasar los derechos de la IglesiaCatólica sobre la propiedad de "Porta Coeli" aEl Pueblo de Puerto Rico, obligándose éste a res­taurarla y conservarla, obligación que impone

a la Junta la ley que la creó al decir en su Sec­ción 6 lo siguiente: Sección 6:Los edificiO,S, estructuras, incluyendo castillos yfortificaciones y monumentos insulares que seandeclarados de valor histórico por ésta Junta nopodrán ser alterados en forma que afecte suapariencia original, sin previa consulta y apro­bación de ·la Juan Conservadora de Valores His­tóricos. La atracción que ejercen estos viejosmuros con su pátina de cuatro centurias, es irre­sistible. Los turistas, a pesar de la distancia quesepara a la Capitm de Puerto Rico de la antiguaSan Germán, van en caravana a tomar fotografíasde ese viejo monumento que está en inmediatopeligro de convertirse en un montón de ruinas.De ahí ]a necesidad de esta ley".

Así pasó el Convento de Porta Coeli a manosdel Gobierno del Estado ¡Libre de Puerto Rico. ,Mástarde cuando se creó el Instituto de Cultura Puer­torriqueña en 1955, el Dr. Ricardo Alegría llevóa cabo la reparación original del templo y su con­versión a Museo de Arte Religioso con gran devo­ción que quedó abierto al público en 1962. Recuerdobien que él y su esposa Mela trabajaron variassemanas día y noche para abrir el Nuevo Museo deArte Religioso el cual ha servido bien a Puerto Ricoy ha ayudado a nuestra juventud a estudiar el artereligioso en nuestras escuelas; y a los adultos aapreciar una Obra Colonial que aún persiste y esorgullo de nuestra cultura.

BIBLlOGRAFIA

Historia de la Instrucción en Puerto Rico.Boletín Histórico de Puerto Rico. TÍ'p. CanteroFdez. & Co., 1925.

Historia, Geográfica, Civil y Natural de la Islade San Juan de Puerto Rico. Ed. U.P.R., 1966.

Villa de San Germán.

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ACTAS DEL ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN GERMANALEGRIA, Ricardo. . . . . . . . . . . . . •ARCHIVO PARROQUIAL DE SAN GERMANARCHIVO DEL HOSPITAL DE LA CONCEPCIONSAN GERMAN

V. ABBAD y LASIERRA, Fray Iñigo . . . . . . .

I.II.

III.IV.

VI. CARO, Aida ..

VII. COLL y TOSTE

VIII. ORUZ, MONCLOVA ..... ... .. .. . . . . . ... .. . Historia de Puerto Rico del Siglo XIX. U.P.R.Tomo l.

XIX. CUESTA MENDOZA, Antonio . ... .. .. ... .. • • .. j •• Historia de la Educación en el Puerto Rico Co­lonial. Vol. 1, México, 1946.Historia Eclesiástica del Puerto Rico Colonia!.Vol. l. Imprenta"Arte y Cine", República Do­minicana, 1948.

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XI. OSUNA, Juan José ...

XII. SELLES SOLA, Geru,rdo .

XIII. 5AHELISES, Paulina O. S. A..

A H¡story of Education in P. R. Ed. U.P.R., 1949.

Lecturas Históricas de la Educación en PuertoRico. Primera Parle. U.P.R., 1943.

Monografía de la Historia de la Iglesia de SanGermán. No publicado, 1972.

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Page 16: Revista del Instituto de Cultura

XIV. TIO, Aurelio ...•.•..

XV. TAPIA Y RIVERA, Alejandro •

XVI. TORRES OLIVER, Luis. José •

XVII. UBEDA, Delgado, Manuel . .

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Fundación de San GeI:lIlán, México, 1956.

Biblioteca Histórica de Puerto Rico, 2nda. edi·ción. Instituto de Literatura de P. R., 1945.

El Cuatricentenario de San Germán. Imp. Vda.Daniel Cochs, Barcelona, 1971.

Estudio Histórico, Geográfico y Estadístico deP. R., 1878. Tip. del Boletín.

Page 17: Revista del Instituto de Cultura

Presentación del libro deRicardo E. Alegria Las Primeras

Representaciones Grdficas delIndio Americano (1493-1523)

Por MARIA TERESA BABfN

CENTIlO DE ESTlIDIOS AVANUDOSDE PUERTO RICO Y EL CARIBE

IN!>í11UTO DE CULTURA PUERTORRIQ ESA191.

LAS PRIMERASREPRESENTACIONES GRÁFIC

DEL INDIO AMERICANO1493- t523

te de- San Jerónimo, paralelamente con un récordmuy emotivo que puede apreciarse en su bello librosobre La Fiesta de. Santiago en Loiza Aldea y enCuentos FoZklóricos de Puerto Rico, en la antologíasobre el café en la Hteratura puertorriqueña, y enLos Renegados cuyo tema ha inspirado un ballet,constituyen una rica bibliografía. El enfoque delautor en la importancia del arte oJo ha incitado aestudiar los dibujos hechos en Puerto Rico por elnaturalista francés Augusto Pleé incluyendo "elprimer dibujo de un objeto arqueológico de PuertoRico", el cerní o "ídolo de tres puntas" caracterís-

ALEGRiARICARDOR ICARDO ALBGRIA HA MANTENIDO TBNAZMENTE UNA

fe profunda en los valores de la cultura dePuerto Rico y a ello ha dedicado muchos añosde esfuerzo. Los estudios doctorales y los gra­dos honoríficos que se le han otorgado dan unaidea de la labor académica que ha realizado,pero el amor y el entusiasmo que siente por todolo nuestro sobrepasa los límites de esos datos es­pecíficos. Su dedicación como antropólogo está in­timamente relacionada con su afán erudito y huma­nista por descubrir los secretos etnográficos yartísticos vinculados a Puerto Rico, el Caribe y elmundo americano. Testimonio de ello son las exca­vaciones arqueológicas que desde el 1947 se hicieron-bajo su dirección, siendo el descubridor del im­portantísimo dato relacionado con los indios arcai·cos, primeros aborígenes en poblar la isla de Borin·quen, y de la existencia en Hacienda Grande dela fase Igneri. Los monumentos restaurados duran·te los últimos veinte años en San Juan son otramuestra de su sensibilidad para desenterrar y sacardel olvido los magníficos edificios en ruinas, lasiglesias, -las casas, los castillos y los conventos denuestro patrimonio. Hace muy poco se nos Henaronlos ojos de asombro ante el San Telmo que, graciasa su tutela, se pudo sacar a la luz intacto en unmuro de la Iglesia de San José... La creación denumerosos museos organizados por Alegría, conla colaboración de su esposa, Mela Pons, gran maes­tra como él, dedicada amorosamente a la labor derescate, investigación y divulgación de la culturanacional, señala la consigna de que hay que albergarel arte, cuidarlo y darlo a conocer, con la inteligen.cia y -la veneración sabia por esas joyas que AndréMalrau ha llamado "las voces del silencio".

Los artículos de Ricardo Alegría sobre arqueo­logia, historia, folklore y arte, los libros que hapublicado hasta la fecha basados en una cuidadosainvestigación sobre la historia de los indios, el des­cubrimiento, 'la conquista y la colonización, el Fuer·

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tico de los indios taínos. Estos trabajos, publicadosen 1975 en los números 66 y 68 de la Revista delInstituto de Cultura Puertorriqueña pueden consi·derarse antecedentes inmediatos de su última abra,Las Primeras Representaciones Grdficas del IndioAmericano (1493-1523).

Si durante la Edad Media los códices eran comoplicada obra de calígrafo y miniaturista que porllevarse la vida entera de un hombre, irrepetible,constituían joyas escasas fuera del alcance de lagente, también hubo entonces el contrapeso de unasbiblias de los pobres mediante sencillas tallas enmadera, que se entintaban y se traspasaban al pa­pel, recién descubierto, poniendo así ante los creoyentes esquemáticas visiones del infierno y del pur­gatorio. En el siglo XV el invento de la prensa detipos móviles hizo que, poco a poco, se introdujeraen pliegos, folletos y Ubros la i'lustración xilográ­fica, consecuencia de los floreados grabados en ma­dera de las letras capitulares. Generalmente la trazade los dibujantes obedecía a las exigencias de laveta de la madera y a las escuelas de las cualesprocedían los artistas. El tallista copiaba con basotante tosquedad las finas creaciones del dibujante.Puesto que el descubrimiento de América sigue apocos años de distancia a la expansión de la im-

. prenta, todo 10 referente a Indias se habría de transoformar en imágenes, fuesen éstas reales o fuesenobras de la imaginación, poblándose de sueños ymitos los lhuecos de la escasa información. RicardoAlegría ha estudiado en el libro que hoy presenta­mos "las primeras representaciones gráficas del in·dio americano" en el período comprendido entre1493 y 1523. Veamos la interpretación hecha por elautor de ese caudal artístico.

Adornan el texto 27 láminas en orden cronoló­gico, desde la primera Insula Hyspana, que sirve deilustración a la edición de la Carta de Colón, Basi­lea, 1493, hasta la última, página titular de Cartasde Hernán Cortés, Amberes, 1523. Alegría aportaobservaciones sutiles sobre la realidad y la fantasíaen juego inspiradQr de los artistas al darle cuerpovisible a la historia alborear del Nuevo Mundo. Elcentro es el hombre, el habitante de aquellas tierrasdescubiertas por europeos de curtida experiencia,asombrados por el hallazgo. Cristóbal Colón, al es­cribir la famosa carta perdida, aunque salvada porPedro Posa en su taller tipográfico de Barcelonadejó constancia en cuatro páginas excepcionales dela "importancia que para los efectos tenía la noticiaimpresa", pero hay que recordar su sentido prác­tico al llevar consigo siete aborígenes en carne yhueso como prueba irrefutable de la existencia delhombre desnudo de América. El documento escritoy el documento visual dan el modelo humano deambos sexosrevelado en los grabados, agrupadoscon el mismo sabor a Medievo en ·las portadas delas catedrales. Hasta el 1497 la Carta de Colón novolvió a publicarse en español, y en término de

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cuatro años aparecieron -la traducción al ~atín deCosco, tres ediciones en Roma, tres en París, unaen Amberes, dos en Basilea, una traducción al ita­liano, en verso, con cinco ediciones, y otra en ale­mán en Estrasburgo. Ricardo Alegría describe elprimer grabado minuciosamente, comparando va.rios diseños de Alberto Durero con el dibujo queilustra la edición de Basilea de la Carta de Colón.1493, haciendo hincapié en fos elementos decora.tivos: hileras de árboles en la lejanía, montañas depiedra o peñascos en forma vertical, textos góticosy estructuras arquitectónicas, llegando a la conclu­sión de que Durero pudo haber sido el diseñadordel famoso grabado de Basilea. Sustenta su -tesis,además, en el hecho de que la edición de 1494 dela Carta de Colón fue heoha por el impresor rohannBergman de Olpe, responsable del grabado Narrens­chiff atribuido a Durero.

Un gran interés literario ofrece la versificaciónde la carta del poeta florentino Giuliano Dati "paradar a conocer los sucesos y acontecimientos célebresen las ferias y actividades públicas". La historiay la poesía se compenetran, de igual manera queel grabado en madera embellece los acontecimientosde la gesta descubridora. Con singular sencillez yclaridad Ricardo Alegría maneja fuentes y hacepausas sobre los decorados y los rasgos renacentis­tas, indicando ia procedencia de las sucesivas edi-

Grabado de "ÚI Lettero" de Americo Vupucio. Estrrubur­80 ,1509.

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"Gente de CaJicut". Grabado de Hans Burgkmair, c. 1517-1518.

ciones de la Carta. Como lo había hecho al fijarseen la edición de Basilea cuyo dibujo le atribuyea Durero, se detiene en la primera edición italianade la Carta, observando el passe-partout que enmar­ca el grabado, la figura del Rey, las nubes "comomontañas flotando en el aire", el cinturón de hojade las indias, la vegetación y las naves, para afirmarque puede atribuirse al artista desconocido que Be·renson denomina "Alunno di Domenico Ghirland".Pansando con una ,lupa por los grabados que Hus­tran la Carta en distintas ediciones, además de des­tacar su valor artístico, abre un camino hacia elestudio de fuentes desconocidas sobre el indio ame­ricano en el arte, -la poesía y las humanidades.

El segundo punto esencial del libro es el análi­sis de la carta de América Vespucio, Mondus Novus,publicada en París probablemente entre 1500 y 1504,Y en La Lettera, publicada entre 1505 y 1506 en Flo­rencia. El resumen documental sobre América Ves·pucia es muy ameno, ya que el famoso italiano esun escritor prolijo y muy culto en comparacióncon la sobriedad de Cristóbal Colón. Las láminasnumeradas del 7 al16 sobrepasan las 6 primeras dela Carta de Colón, lo cual indica elocuentemente lamayor divulgación de la obra de Vespucio, améndel hecho de que con ella se añade una dimensióncasi diabólica a la fantasmagoría de las versionesgráficas, y se intensifica la leyenda sobre armas,cuerpos femeninos, adornos con incrustaciones depiedra, plumas en el cuello, canibalismo, y otrosdetalles exóticos sobre el continente que llevaríael nombre de América Vespucio y no el de CristóbalCe ;Sn. No obstante su rigos objetivo, Ricardo Ale·gría demuestra una fidelidad conmovedora al grannavegante que descubrió nuestra isla en su segundo

viaje, centrando la atención en el grabado de Basileade la Carta perdida, con el cual adorna la portada,cortesía de la biblioteca Pública de Nueva York.

La tercera parte del estudio se a-leja de los tex­tos de Colón y Vespucio para referirse a otros docu­mentos. El óleo de Los Tres Reyes Magos atribuidoa Vasco Fernández y a Jorge Alfonso, conservadoen la Catedral de Viseu, Portugal, en el cual sedestaca el negro rey Baltasar, (por cierto, en PuertoRico se ennegreció), con los rasgos y la indumen­taria del indio americano. llevando una f-lecha em­plumada en la mayo derecha, como si el artistahubiera. querido complementar así a los descendien­tes de los tres hijos de Noé; el famoso mapa turcode Piri Reiss descubierto el año 1929 en la biblio­teca del Serrallo de Estambul por dos alemanes,que según la ~eyenda es copia de otro pertenecientea Colón, el cual pasó al turco Gazi Kemal al haceresclavo a un compañero del descubridor. Llama laatención el "hombre acéfalo del Nuevo Mundo",monstruoso, magnífica muestra de la imaginaciónpictórica del siglo XVI, llena todavía de los reflejosde una Edad Media obsesionada por el pecado, ante·cedente de un surrealismo que iba a renacer en lassupersticiones mitológicas del realismo mágico per­petuado en los hombres con cola y un solo ojo. comosi las visiones del Basca, los monos y otros rasgosdecorativos, trazara el hilo hacia el meollo y el gé·nesis de las creaciones novelescas como Cien Añosde Soledad... Al referirse al Libro de las Maravillasdel Mundo de Mandeville, afirma Alegría lo ya co­nocido sobre el hecho de que "el propio Colónposeía un ejemplar, anotado por él, que se creellevaba en el viaje del descubrimiento", conservadoen la Biblioteca Colom~ina en Sevilla. Un grabado

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de la serie de miniaturas destinadas a representaruna imaginaria marcha triunfal del emperador Ma­ximiliano de Austria, en el que hay unos indios,algunos con faldas cortas y adornos con plumas,otros desnudos, llevando pájaros, monos y mazor­cas de maíz, constituye para el investigador unhallazgo, ya que u es la primera representación delmaíz que se hace", afirmación interesantísima para-los lectores de Hombres de Maíz de Miguel AngelAsturias. ·Los personaje!: indios del grabado, titu·-Iado "La Gente de Calicut", l1evan mazas o garrotescomo los tupinambas del Brasil. Los 137 grabadosde esta serie fueron impresos en 1526, y son obra deBurgkmair, conservados en la Biblioteca Estatalde Stutgat Alemania. Entre los mapas y cartas ma­rítimas del Atlas Miller, se detiene en los dos de lacosta norte de la América del Sur. En el primero,l1arnado con letras grandes ANTEYLLAS, del cartó­grafo Pedro Reinel, aparecen cuatro figuras en po­siciones distintas, en un paisaje de altos árboles.La intensidad del color negro para teñir los cuerposes de interés etnográfico y artístico. Otro mapa enacuarela sobre pergamino atribuido a Reinel, pre·senta siete indios recogiendo palo del Brasil, mien­tras otros cargan madera, vestidos con capas deplumas, que pueden representar a los tupinambas,mientras la figura de un indio trazado en escalamayor con adorno de plumas en la cabeza, podríarepresentar a los gigantes de Patagonia descritospor los acompañantes de Magallanes. El autor dellibro que nos ocupa cierra la tercera parte del estu­dio con unos apuntes sobre la portada del textodedicado a celebrar la ascensión al trono del Em·perador Carlos V, 1519, en que se ve una pareja deindios de ambos sexos, y la nueva edición de laGeografía de Ptolomeo en que se incluye un mapade la "terra nova" con una escena de caníbales. Lafusión de los rasgos físicos y las armas de los euro­peos con la desnudez de los aborígenes y el uso decinturones de hojas o plumas en pleno siglo XVI

-le llama la atención al investigador en estas repre­sentaciones gráficas.

Conclusiones

El lector de hoy se convierte en espectador antelas descripciones de los grabados, los mapas y losóleos que desfilan por este mini·museo que RicardoAlegría ha reunido en la obra. Los que somos ame­ricanos y estamos instalados en una realidad culotural en que el indio, .la fauna y la flora, las cos­tumbres y el folklore descritos por Colón, Vespucioy los cronistas de Indias, forman parte indisolubledel ser que somos, identificamos los elementos pri­marios con asentimiento o rechazo, dándonos cuentaintuitivamente de las alteraciones hechas por el arotista gráfico. Lo que va de lo vivo a ~o pintado es-la materia del examen juicioso, la investigación y

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:Lcttera di anlerigo "erpucddelle ¡fole nuouammte-

tronare ín quattro(uoí víass-i.

Portada de "Lo Lettera" de Americo Vupucio. Florencia, .c. 1505·1506.

el análisis erudito. La lectqra y la observación delas representaciones gráficas reunida por RicardoAlegría recuerda el encanto que produjo en la sensi­bilidad de Alfonso Reyes el libro de GiovanniBattista Ramusio, Delle Navigalioni el Viaggi, delaño 1550, una de cuyas estampas le inspira su céle·bre ensayo Visión de Andhuac, en el cual dice elgran mexicano unas palabras muy apropiadas paraseñalar la significación del libro de Ricardo Alegría:"la emoción histórica es parte de ,la vida actual, ysin su fulgor, nuestros valles y nuestras montañasserían como un teatro sin luz". _

Al hablar del descubrimiento en la imaginaciónde Europa el erudito humanista dominicano PedroHenríquez Ureña alaba la Carta y el Diario de Colón,y le atribuye dos ideas: "América como tierra dela abundancia y el indio como noble salvaje". Encuanto a Vespucio, afirma que después de él "Euro­pa no dejó ya de mirar hacia Occidente". Segúnreflejan los ejemplos gráficos estudiados por Ale­gría, a partir del 1493 los artistas europeos fueronmuy receptivos a la significación artística del Des­cubrimiento. Dibujaron lo que habían leido o lo quehabían oído contar a los navegantes, trazando for·mas que el grabador llevaba a la madera en estiloscambiantes.•Las proporciones, las medidas, los ador-

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nos, el paisaje y los rasgos del blanco y del indiose alteran y se confunden, mientras el mar y losbarcos, el cielo y la tierra, adquieren una gama dematices plásticos en que superviven los elementoseuropeos conocidos de antaño con los nuevos moti­vos de la experiencia americana. El protagonistainalterado en su presencia humana es el indio des­nudo, a veces recubierto con plumas, y su antago­nista, el ¡hombre vestido de la vieja Europa, conquis.tador conquistado. A su vera se colocan los animalesexóticos, las plantas, la mujer con el niño, la fuerzade un amanecer de nuevas fuentes de vida. LasNotas de la obra de Ricardo Alegría aportan datosútiles y valiosos a su estudio.

La desnudez, el color de la piel, la forma de vivir,identifican uniformemente a los antípodas con algoinsospechado y maravilloso. Se puede atisbar lapercepción de estos artistas para distinguir entre laestatura normal y la estatura de mayor talla, al igualque se aprecia la visión edénica del paraíso en al­gunos dibujos, mientras en otros se acentúa elcanibalismo, tempranos indicios de una perspectivaabarcadora, humana y artística. Los gigantes emeplumados que guardan el escudo de armas sobre elamplio portal en algunos edificios españoles de aque-

llos siglos dorados, son parientes cercanos de losindios inmortalizados en las representaciones grá­ficas. Ricardo Alegria pasa con finura de la arqueo­logía física y del folklore a la bibliología y la críticade arte, comparando detalles de trazado, simbolis­mo, flora, espacios y distancias, buscando coinci­dencias de estilo y técnica en los dibujos, algunosde los cuales saben a gótico final mientras en otrosse puede señalar el gusto renacentista plenamente.

Después de los treinta años recorridos por Ale­gría en su investigación hay una fascinante eclosiónartística en que los elementos derivados de la his­toria natural del Nuevo Mundo hacen su apariciónen los maestros de la gran época de los genios.Henríquez Ureña ha dicho con una admirable pin­celada abarcadora, que:

"·La pintura europea adoptó nuestras plantas ynuestros pájaros desde los primeros tiempos, comopuede verse en los dibujos para tapices de Rafael.El cactus después de su trasplante al Viejo Mundo,no tardó en hacer su aparición en los cuadros sobrela vida de Cristo, dentro del árido paisaje de TierraSanta. También en la arquitectura se introducenfiguras ornamentales de salvajes -por ejemplo, losgigantes armados de mazos en el Colegio de San

Hoja suelta mostrando escena en un rio suramericano. Nuremberg c. 1505-1506.

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Gregario de Valladolid... Cuando Rubens copió elcuadro del Ticiano que representa a Adán y. Eva enel Jardin del Edén, puso entre -los árboles unaguacamaya, un papagayo de color de fuego"...

La página titular de la edición de Amberes de lasCartas de ·Cortés al Emperador Carlos V es el bro­che de oro con el cual cierra Ricardo Alegría su her­moso libro, notando que en el grabado en maderaaparece una isla, una pareja de indios con un niño,un gran árbol, un guacamayo, una canoa, una cara­bela... Las conclusiones del autor coinciden con laopinión de otros estudiosos sobre la "asociaciónentre la imagen clásica de la vida durante la llama-

da Edad de Oro y la vida ae los indios desnudos, encontacto con la naturaleza". Desde el punto de vistaetnográfico Alegría cree que "estas representacionesno tienen mucha importancia" y promete un librosobre "un mal dibujante, pero buen observador, elcronista Gon7.alo Fernández de Oviedo, cuyos dibu­jos se basan en la experiencia directa de -los indiosantillanos".

Felicitamos al autor de Las Primeras Represen­taciones Grdficas del Indio Americano y nos queda­mos a .la expectativa de -la obra que ya tiene en ma­nuscrito sobre los dibujos del cronista Femándezde Oviedo.

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Perfil de un gran humorista

A.L CUMPLIR MI PUEBLO DE JAYUYA SU CINCUENTENARIO

ade haberse convertido en Municipio a través deuna Resolución de la Cámara de Delegados apro­bada el 9 de marzo de 1911, quise contribuir a lacelebración de acto tan trascendental recordandoa su hijo más ilustre, el fino humorista NemesioR. Canales, escritor, poeta. político, legislador yabogado. Recordé que a raíz de su muerte en rutahacia Washington como asesor de una comisiónlegislativa ante el Congreso de los Estados Unidos,le sorprendió la muerte el 13 de septiembre de1923.* Formaba parte de la comisión Don SantiagoIglesias Pantín. su compañero de camarote. Dijoentonces el ilustre líder obrero que Canales muriócon ·la mano extendida tratando de alcanzar la pe­rilla para encender la bombilla del camarote. Pudo,quizás, pronunciar las últimas palabras del granpoeta colombiano Porfirio Barba Jacob, cuando almorir en México una noche bajo un crudo invierno,exclamó:

"Dejádme abierta la llave de la luz".

Quise en aquella ocasión evocar a Canales en elpaisaje de aire y sol transparente los motivos quedieron fuerza a su humorismo agridulce que noshizo reír y a veces poner un rictus de tristeza ennuestras almas. E.s ahí, en su estilo zumbón, agre·sivo, festivo y amargo, el verdadero humorista quese revelaba no sólo en la crónica literaria y susversos sino en la charla íntima y en la arenga polí­tica. Y decía yo que Canales había nacido en unhogar próspero en donde su padre, Don Rosario

* En su libro, -Hombres Ilustres de Puerto Rico_ Fe­deria,> Ribes T~va~ afirma que Canales fue internado en elHosplt~1 Presbiteriano con un padecimiento cardiaco e hi.dropesla. Días después, ya dado de alta. se sintió mal denuev~ y marchó a los Estados Unidos para ingresar en unHospital allá. Es una nueva versión de su viaje.

Nemesio R. Canales(1878-1978)

Por C. ORAMA PADILLA

Canales, no era sólo el gran proveedor de familiasino el buen consejero, el padre amable y previsordispuesto siempre a dar a todos sus hijos la mejorpreparación académica. Su primera esposa, allá enel barrio de Coabey donde operaba su negocio enla falda de los Tres Picachos, se llamó Doña Fran­cisca Rivera, en la que procreó los siguientes hijos:Nemesio, Paulita, Tate, Modesta y Lola.

Luego, al enviudar. Don Rosario Canales contrajomatrimonio con Doña Consuelo Torresola y de esematrimonio nacieron Mario, América, René, Blancay Guarina. Para los primeros y los segundos, DoñaConsuelo fue una sola madre: cariñosa, compren·siva' y sobre todo, la protectora para todos ellossi la rigidez paternal podía, como es común a veces,dejarse sentir en nombre de la disciplina. Quierodecir que los conocí a casi todos ellos y Blanca fuemi condiscípula desde el primero hasta el octavogrado. Conocí a Canales, el escritor, cuando tenía yode siete a ocho años de edad y su recuerdo es vagoen la bruma del tiempo que para mí fue siempre deescasez y privaciones. Sólo brilla en mi recuerdoaquella chispa luminosa del genio, aquel gesto tanelocuente del gran charlista puertorriqueño.

Ya a esa edad padecía yo, con la estrechez delpan, la fiebre del verso, la prosa y el amor por lascosas bellas que Dios reparte entre aquellos queama. Iba él a Jayuya y' por lo regular se formabauna tertulia político-literaria, en la botica de DonRamón Marrero, a la que asistían Don AntonioR. Barceló, Don Félix y Don Ulpiano Córdoba Dávila,poetas los dos, y otros cuyos nombres no reG:uerdo.Yo era sencillamente. el muchacho averiguao queoía silenciosamente desde un rincón presto a salirde estampida a buscar cigarrillos o licor para lostertuliantes. Salía rápido y a los cinco minutosestaba de regreso para no perderme ni la más míni·ma parte de aquel intercambio de ideas, el relám­pago del gesto y el trueno de la palabra cuando eltema era de carácter político.

1S

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NemuioR.CantÚU

Recuerdo que los Córdoba Dávila eran pausadosy el tema permeado de un humorismo sutil. DonAntonio R. Barceló era estallante. Parecía un Césarromano al que sólo -le faltaba la túnica parlamen·taria de los salones del gran imperio. Pero el queconducía el cónclave en la botica de la aldea nativaera Nemesio R. Canales. Era como un virtuoso dela palabra. Unas veces emotivo, sentimental, caden­cioso y musical si el tema era el del amor o algunade Jas frases del arte como la música, la pintura,la creación de los grandes maestros. Lo evoco comoun genio imponiendo desde el podium el poder desus manos subrayando la belleza, el encanto, la suti­leza de 10 que describía su palabra .nena de la graciade Dios. Salpicaba de la sana alegría que era latónica de su vida.

Dejaba el tema desbordante de 1a belleza yen­traba en escena el humorista del estilete. Entre larisa de sus contertulios lo evoco como torero espadaen mano en una faena dura en la que iban cayendo

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políticos, escritores, poetas ramplones, no sólo deaquí sino de América y España. Aquí era el mo­mento de la risa, el aplauso. Canales era implacableporque era exigente en la materia. Y en esa manerade ser no le importaba a quien se llevara por de­lante. Dicen que una vez Canales entró a la redac­ción de "·La Democracia" y Don Luis Muñoz Rivera,buen amigo de su padre y quien 10 recomendó parair a estudiar en el Baltimore School of 'Law enMaryland -le preguntó:

-Oye, Nemesio, dime ¿Cómo va Jayuya?-Mal, don Luis, mal'. Aquello no progresará has-

ta que no quiten las tres piedras del fogón.-¿y cuáles son esas piedras?----Pues, quienes van aser: Don Vicente León, Don

Antonio Mattei y Rosario Canales.

Muñoz rió a carcajadas al notar que no se leescapaba ni el padre.

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En otra ocasión caminaba calle arriba en el Viejo_San Juan en ruta hacia el único tribunal de Justiciaque quedaba cerca de Forta]eza. Por ]a acera opues­ta y rumbo al mismo sitio, caminaba el Ledo. JoséDe Jesús Tizol, a quien Canales llamó para que loacompañara. Siguieron juntos y al llegar al tribunaly antes de que cada cual se dirigiera a la sala C<r

rrespondiente Canales le dijo:

-Oye, Tizolito, yo lo que deseo es que en el díade hoy no me encuentre con un hombre másfeo que tú.

y ·los dos rompieron a reír estrepitosamente por­que Tizolito sabia que nadie podia en justicia dis­tinguir cual era más feo entre los dos letrados.

Quiero cerrar esta breve evocación de NemesioR. Canales, en el Centenario de su nacimiento, conel recuerdo de otra animada tertulia en la que par­ticiparon el Ledo. Car-los .López Tord de Ponce, DonLuis Lloréns Torres, el Ledo. Agustin Font, Don LuisMuñoz Marin y Nemesio R. Canales. El sitio dereunión fUe una bella residencia que tenia LópezTord en el barrio La Pico en jurisdicción de Jayuya.El cónclave entre los ilustres compañeros duró todala noche entre humo y licor. Re]ata las incidenciasde] mismo el fenecido peñolista Don Agustín Fontcuando escribía en El Mundo bajo el seudónimode Siño Gelecho.

Al cierre de su crónica nostálgica y plena debelleza literaria dice así, poco más o menos, el ilus­tre pepiniano: "De estos viejos compañeros ya pa­saron a mejor vida Nemesio R. Canales y CarlosLópez Tord. Lloréns sigue escribiendo sus hermosasestrofas y peleando con los curas, Luis Muñoz Marin

empeñado en arreglar el mundo y yo esperando queuna estrella cuaje en la punta de mi pluma". Alláa lo lejos y desde el barandal de ]a casona se a]­zaba ]a testa coronada de Los Tres Picachos cua­jada del neblina] mañanero. Mientras tanto, la es­trella final moría en e] horizonte lejano. El índicede Canales señalaba a ]0 lejos el sitio de su naci·miento y por los que cabalgó de niño en su Clavi­leño de Majagua evocando las aventuras de unniño prodigioso llamado a dejar una huella imbo­rrable en la historia de su país.

En la herencia física esa huella las dejó en doshijos: Petronio Canales que heredó la chispa de suilustre padre y que gastó en la conversación íntimaprimero allá en Jayuya en donde trabajó comoColector de Rentas Internas y luego en Río Piedrasen donde falleció luego de haber trabajado por mu­cho tiempo como perito en Bienes Raíces. De habervaciado su talento en .]as páginas del libro o laprensa hubiera, como su padre, dejado también hue­llas imborrables. Canales casó luego con GuarianaDíaz, nieta de Don Román Baldorioty de Castro enquien tuvo un hijo al que llamó Ariel, título de unlibro de Enrique Rodó y que era en esa época elbest-seller de la América Hispana, libro de profun­didad filosófica y forjador de varias generacionesde nuestro continente. No hemos podido conseguir~a trayectoria ni e] bagage cultural y animico deeste segundo heredero del genial jayuyano. A últi­ma hora me informa una de sus tías que Ariel Ca­na]es se dedica a la decoración y compra-venta decasas. Al igual que el hijo de José Antonio Dávilavive desvinculado de su tierra natal y nada sabe delos valores de su ilustre padre.

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Décima Jibara

Por GUILLERMO NÚÑEZ

La lengua con que te cantoes mi lengua castellana,es una hermosa campanaen mi gozo y en mi llanto.COIl ella yo me levantoa la luz de un nuevo día,en ella la vida míapreciosa va discurriendo,y en ella sigo escribiendomi más hermosa poesia.

Cuando el sol pinta de orolos pechos de la montañaes esa luz que me bañacual un preciado tesoro.En esta tierra que adoro,caminé por vez primera,entonces la tierra era,como Ult templo de raícesdonde espigaban maícesahítos de primavera.

Yo me metí en la mañanaa desgranar el rocio,allí donde el lameríase besa con la sabana.Sentí de la tierra hermanatodo su amor y ternura,cuando con mi azada dura,su pigmento acariciaba,y el sudor se derramabaen los surcos de la altura.

Yo vi levantar el grano,sobre las tie.rras bermejas,alli donde las abejas,son un panal borincano.Yo vi el racimo temprano,mecerse en la tarde ínquieta,

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y al viento con la veleta,de la nube campesinapasar sobre la colinade mi mundo de poeta.

Yo vi levantar el ríoy desgarrar las orillascuando las aguas sencillasazotaban mi bohío.Yo que crecí en el plantíosé, como la tierra llama,es la tierra que se amala tierra donde has nacidoporque la tierra es un nidoque su ternura derrama.

Por eso te canto ahora,esta décima que siento,porque la traigo del vientoen la campiña que llora.Allí todavía la aurora,sale llena de esplendor,allí todavía la floradorna los pedregales,

que parecen madrigalesalabando al Creador.

Yo bendigo al Dios del cielopor la tierra que me ha dadoporque en ella yo he soñadocon profundísimo anhelo.En ella emprendí mi vuelohacia toda versación,en ella nueva emocióniba mi vida colmando,por eso le sigo dandoa mi tierra el corazón.

Por eso hermano y hennanami décima es un lamento,es como un grito en el vientoque desgarra la mañana.Esta tierra borincanaes un regalo precioso,en este sueld gloriosoquiero a mi lengua cantarporque mi lengua es un marde un oleaje luminoso.

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Comentario critico sobre A.ugey decadencia de la trata negrera

en Puerto Rico (1820-1860), nuevaobra del Dr. Arturo Morales Carri60

Por EUGENIO FERNÁNDEZ M~NDEZ

SEÑORAS y SEÑORES: Es PARA Mf A LA VEZ UN PLACER

Y un privilegio el poder comentar brevementepara ustedes ·Ia nueva obra del doctor Arturo Mora­les Carrión: Auge y decadencia de la trata negreraen Puerto Rico (de 1820 a 1860). No es ésta la pri­mera importante contribución del Dr. Morales Ca­rrión a -la historiografía puertorriqueña. Bien cono­cidas de todos son sus obras Puerto Rico and theNon-hispanic Caribbean (estudio sobre la decadenciadel exclusivismo-mercantil-español en el siglo XVIII)publicada por .la Editorial de la Universidad dePuerto Rico en 1952. De igual modo son conocidasy valiosas sus obras Historia del Pueblo de PuertoRico (Desde sus orígenes hasta el siglo XVIII) queinspirada en un cursillo sustentado por televisiónpor el autor, editara más tarde el Departamento deInstrucción Pública de Puerto Rico en 1968. Utilpara el conocimiento de la historia del proceso his­tórico-político de Puerto Rico y para el esclareci­miento de los siglos XIX y xx, es su libro de ensayosOjeada al proceso histórico de Puerto Rico, dondepuntualiza el programa de servicio al país que seimpusieron los ·hombres visibles de la generaciónde fines del siglo XIX, Román Baldorioty de Castro,Muñoz Rivera y otros, y la continuidad histórica ypolítica de los procesos que hasta hoy se debatenfrente al destino o rumbo histórico del pueblo puer·torriqueño.

Valioso también -bien pensado y tramado­aunque breve, es su ensayo sobre Los albores histó­ricos del capitalismo en Puerto Rico, donde nosdescribe el proceso formador de nuestra sociedad yeconomía en el siglo XVI, cuando el espíritu de lalibre empresa vino a suplantar las normas socialesde inspiración cristiana de la economía feudal quele habían precedido.

En toda su obra como historiador el Dr. ArturoMorales Camón ·ha tenido por norma de su investi­gación el situar dentro de un contexto internacional(y no insularista) su labor aquilatadora, y apoyado

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Auge y decadencia de la trata negreraen Puerto Rico (1820-1860)

siempre en rigurosa compulsación de fuentes docu­mentales, nos ofrece su obra nuevos y sugerentescaminos para el estudio de nuestra historia, para sumás cabal y profunda comprensión. Su formacióncomo historiador y diplomático es una afortunadaconjunción de base y preparación, que dan rigor ysolidez a sus juicios objetivos y bien fundados.

Así nos lo demuestra una vez más ésta obra queacaba de publicar el distinguido educador sobre latrata negrera. Su extensa bibliografía comentada esuna excelente guia de los arohivos para el investiga­dor de nuestra historia.

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La historia del Caribe toda, está signada por lapresencia del elemento racial negroide, pero enten­der la dinámica del proceso de la trata negrera encada país. exige un detallado conocimiento de lasfuentes documentales. Esto lo demuestra palmaria·mente la obra del Dr. Morales Carrión Auge y deca·dencia de la trata negrera en Puerto Rico, que se nu­tre documentalmente de la riqueza de los archivosbritánicos y españoles, los cuales con diligencia y ad·mirable laboriosidad, ha visitado el Dr. Morales Ca­món -no para atesorarlos de manera personal­sino para ponerlos generosamente al alcance de losinvestigadores y estudiosos de nuestra historia. Así,ha visto recientemente la luz la colección de 140documentos que publicara el Instituto de CulturaPuertorriqueña en el primer volumen sobre el Pro·ceso abolicionista de Puerto Rico: Documentos parasu estudio. Como nos informa el autor en el libroque ahora comentaremos, el segundo volumen deesa valiosa colección documental está en prensa ypronto estará al alcance de ·los interesados en lahistoria de la esclavitud -sus crisis, y sus canse·cuencias- para la historia de nuestro país.

El Dr. Morales Carrión, es da justicia declararlopúblicamente, ha sido un tenaz promotor de todaobra de engrandecimiento cultural en Puerto Rico.Lo demuestra el hecho de que actualmente dirigela Fundación Puertorriqueña de las Humanidades.y lo demuestra también su fecunda labor como Di·rector del Centro de Investigaciones Históricas dela Universidad de Puerto Rico, asistido allí por figu­ras tan valiosas como la Dra. Aida Caro y CatalinaPalerm.

y no por último, de menor trascendencia, menocionemos su gestión en favor de la creación delInstituto de Cultura Puertorriqueña, en el año de1955; que tan fecunda obra en rescate de nuestraherencia y patrimonio histórico ha realizado bajo·la sabia dirección de Don Ricardo Alegría, y ahora,de Don 'Luis Rodríguez Morales.

Pero dejemos ya, estas necesarias y justicieraspalabras prologales y pasemos a hablar de su últimolibro: Atlge y decadencia de la trata negrera en Puer­to Rico (de 1820 a 1860) que acaba de publicar elCentro de Altos Estudios de Puerto Rico yel Caribe,con el concurso del Instituto de Cultura Puertorri·queña.

Nos dice D. Arturo en sus observaciones inicia·les: "En mis viajes e indagaciones (por archivos)maduró en mí la idea de realizar una investigaciónpersonal y propia sobre un tema, obviamente vin­culado a mi preocupación historiográfica dominan­te: el influjo de los -factores externos en el procesoabolicionista de Puerto Rico. Los estudios sobre laesclavitud y la trata negrera constituyen 'hoy en día,uno de los temas favoritos de la investigaciónacerca de -la historia socia'l de AméricaJI.

"Salí a la aventura -nos dice- con unas pre­guntas: ¿Tuvo o no la trata importancia en el si·

glo XIX en Puerto Rico? ¿Constituyó o no la trataun factor de significación en el estudio de la posi.ción geo-política de la isla y de su evolución? ¿Quérelaciones existen entre los altibajos de ,la trata es­clavista y el proceso abolicionista?" Y para aclararaún más su posición americanista de amplias miras,nos dice: "Tuve que penetrar en la complicadísimatrama internacional que rodeó no sólo ·la trata ne­grera sino el avance del sentimiento anti-esclavista".El Dr. Morales Carrión -y ésta es una de sus másfecundas enseñanzas-, ve así el proceso del aboli·cionismo en América, en el siglo XIX, como uno delos grandes movimientos ideológico-políticos del si­glo. En esto su visión es inspiradora, acertada yfecunda.

Comienza su libro el .or. Morales Carrión seña·landa la importancia del secular mestizaje de razasen Puerto Rico, en los siglos XVI, XVII Y XVIII, comofactor previo condicionante del marco histórico enque se dará la trata negrera en el siglo XIX. Con títu­lo digno de D. Fernando Ortiz o Germán Arciniegas,llama a esa herencia: "Una isla de rostros atezados",y cita en apoyo de su argumento al viajero francésPierre Ledrú, a D. Alejandro O'ReilIy y al fraileFray Iñigo Abbad y Lasierra autor de nuestra pri­mera historia forma-l y un avezado observador denuestra realidad dieiciochesca. Asimismo señala elDr. Morales Carrión, aportando en esto una observa­ción novedosa, el papel moderador y democratizanteque en nuestra intra-historia tuvo la práctica del

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corso -es decir, la legalizada persecucJOn de losenemigos internacionales del comercio legal de Es­paña- en el que participaron muchos criollos puer­torriqueños de ascendencia negra, distinguiéndosealgunos hasta alcanzar dimensiones 'heroíco-nove­lescas. Tal fue el caso del renombrado mulato-zapa­tero de San Juan, Miguel Henríquez, capitán deMar y Tierra y Armador de los corsos de PuertoRico por nombramiento de Felipe V, quien fueraconvertido en "Caballero de la Real Efigie" en re­compensa por sus servicios a la Corona de España.

En tercer lugar, puntualiza el Dr. Morales Ca­rrión el papel de 'la Revolución Haitiana, en condi­cionar ·la política esclavista de España en sus colo­nias caribeñas a lo .}argo del siglo, pues el temorde la rebelión negra frenó muchas veces en PuertoRico y en Cuba, el deseo de muchos codiciosos ne­greros y hacendados de aumentar el nÚ,mero de es­clavos y con ello la producción azucarera y el espí­ritu de plantación esclavista de ambas islas. Porúltimo -y todo ello con gran significación histó­rica- destaca el papel de Inglaterra, de sus hom­bres de Estado, como George Canning, HenryPalmerston y los cónsules John 'Lindegren, LennonHunt y otros -en su 1ucha por la hegemonía en elCaribe, como factor que acelero entonces la supre­sión del tráfico vil. Como nos dice Morales Camón:"Una figura que ha de surgir en estos años que re­presenta más que ninguna otra la tenaz ·lucha deInglaterra contra la trata negrera: es el VizcondeEnrique Juan Temple Palmerston, Secretario deAsuntos Exteriores. Personalidad compleja y enér­gica, encama la nueva diplomacia de la ascendenteburguesía británica, interesada en los mercados ex­teriores, el libre-cambismo, el avance del liberalis­mo constitucional y muy en especial en mantenerla preponderancia que cobra Inglaterra en los asun­tos mundiales tras la caída de'Napoleón".

Con todo, y a pesar de la tenaz oposición inglesa,desde 1820 a 1840, habrá en Puerto Rico poca dis­posición entre las autoridades de la isla, para obe-

decer al pie de 1a letra lo· ~ctado entre Madrid yLondres.

Abundan los testimonios de 'la persistencia poresos años de la trata negrera. Impedidos de traeresclavos de Africa, se las ingenian negreros y hacen­dados, para establecer un activo comercio entre lascolonias francesas, danesas, holandesas e inglesasdel Caribe con Puerto Rico. Veamos lo que nos diceCharles Walker en sus cartas escritas en esa oca­sión, de 1835 a 1837. Era Walker un culto y distin­guido abogado, oriundo de Nueva Inglaterra y gra­duado de Harvaro. Su hennana se había casado enPuerto Rico con Samuel F. B. Morse, el inventordel telégrafo. Afectado por la tuberculosis, Walker,como tantos otros hombres de su tiempo, buscó enclimas soleados como el de Puerto Rico el ansiadoremedio a la enfermedad. Hacia 1840 regresará aPuerto Rico, donde adquiere para tal fin la hacienda"La Concordia" a poca distancia de Guayama. Pre­cisamente es en esa hacienda que ·la sobrina deWalker conocerá a Charles Lind dueño de la hacien­da "La Enriqueta" y se casará con él. Más tardeMorse construirá para el uso privado de su hija laprimera ·línea de telégrafo de Arroyo a "La Enri·queta".

El 16 de abril de 1837, Walker nos ofrece datosmuy precisos sobre el tráfico esclavista en PuertoRico y la pugna con Inglaterra. "Los últimos negre­ros -nos dice- han· navegado bajo la bandera por­tuguesa -{razón, tal vez, por ·la cual hay tanto negroangolo en Puerto Rico}- cuando la trata es legal,pero ante la insistencia inglesa la Reina (de España)ha abolido la trata. Ninguna otra nación lo permite.El próximo paso será que todas las naciones, comoEstados Unidos e Inglaterra la declaren piratería.Los reyes africanos en la costa (de Guinea) paraobtener las comodidades y lujos de la vida, fomen­tan la trata de esclavos. Un barco lleva armas, pól­vora, tabaco, ron, pipas, ropa etc., por un valor deveinticinco dólares por cada esclavo y algunos ricosregalos para los reyes. Los que están en la Costa

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se ponen de acuerdo para traer el número tde cau­tivos) estipulado a las playas. Una vez realizadoesto, se encadenan ·los hombres y mujeres, y conlos niños en libertad, se cargan a bordo y la em­barcación zarpa. Los esclavos son tan valiosos ahoraque hay poco o ningún sufrimiento y pocas o nin­gunas muertes. Cuando llegan aquí se ,les desem­barca en una plantación y se les divide en gruposconfonne a los participantes, y entonces se les ponea ·la venta como animales. Sólo unos mil esclavoshan llegado a la isla este año (1837). Esto es con·trario a ·10 expresado en los tratados y la ley: sinembargo, el gobernadorlo pennite y recibe dieciséisdólares por cabe73 y todos los demás funcionariosreciben en proporción."

Con ojos pues -aclara Morales Carrión- de unpuritano de Nueva Inglaterra, ve Walker aspectosde ·la trata conforme se desarrolla en el litoral puer­torriqueño en los tiempos que van del gobernadorD. Miguel de ,la Torre a López Baños. Varios de loshacendados encuentran maneras de confabularsecon los negreros y la burocracia dominante paramantener (al margen de la ley) la jugosa actividadclandestina; a espaldas, pues, de 'los compromisosinternacionales. Desde los tiempos de López Bañosse acusa de vago al jorna'lero para forzal'1o al tra­bajo. Así, pues, lado a lado de la esclavitud, se in­tentará fundar un régimen de t~bajo forzoso quea largo plazo permitirá ·la transición viable al tra­bajo asalariado. Ya hacia 1850 -nos dice MoralesCarrión- comienza a decaer la trata negrera yen·tra en ascensión el régimen del trabajo obligatorio

al que darán su apoyo diversos gobernantes; enCuba, aún cuando se abogará por la "colonizaciónblanca", la trata sufrirá alti.bajos, pero no podráser del todo detenida."

En los primeros años del siglo, pues, el meca·'niSIDO de la trata negrera se ajustará a la v,igilanciabritánica y buscará múltiples subterfugios para ha·cer llegar a la isla los cargamentos de africanos.El centro de gran parte de los turbios manejos esSanto Thomás, tradicional punto de recalada decorsarios, contrabandistas y negreros.

Escudado en la Cédula de Gracias D. Miguel dela Torre había mantenido tempranamente vigenteel régimen de licencias que autorizaba la introduc­ción de esclavos bozales de las "islas amigas". Estosesclavos procedían de los focos activos de la trataen el Caribe; ilegal, como era ya, la trata directacon Africa. ·Los focos de distribución para PuertoRico, pues -aclara el Dr. Morales Carrión-, seránSan Bartolomé, San Thomas y las Antillas Menoresfrancesas al este. De esas islas se proveerán de es·clavos preferentemente para las haciendas de laparte oriental y sur de Puerto Rico. Los esclavospara las plantaciones de la región occidental -Ma­yagüez, San Gennán, Cabo Rojo, etc.- vendrán nosólo de Santo Thomas, sino también en buena me­dida, de Curazao. Los introducen negreros puerto­rriqueños, ingleses, irlandeses, franceses y muchosotros, que infatigablemente van y vienen con suséncargos de negros esclavos para Mayagüez, Poncey otros puntos donde son subastados los negros. Elantiguo patrón contrabandista del "tráfico de baolandras", de viejo arraigo en los siglos XVII y XVID,

sostendrá así ahora la trata negrera.En el segundo capítulo de su densa obra, sabro­

samente titulado la lucha contra "El vientre del in·fiemo", nos aclara el Dr. Morales Carrión el virajepolitico que dio Inglaterra a,l comenzar el siglo XIX,

contra la trata negrera en que antes había incurridode manera tan espectacular. Nos habla de los inte­reses favorables y desfavorables al tráfico de ébanohumano, y de los argumentos -lógicos y prácticosde Adam Smith el gran economista precursor de laRevolución Industrial, en favor de una política libe­ral. Y con la Revoluci6n Industrial -puntualizaMorales Carri6n- "La riqueza del comercio britá­nico tenía ahora el ancho mundo por mercado" yia trata negrera resultaba anacr6nica a los ojos in·gleses. Nos habla asimismo M01"ales Carri6n -en suobra, de las misiones de los cristianos protestantes,cuáqueros y metodistas de Jamaica, Inglaterra yotras partes, que por sentimientos religiosos y hu­manitarios repudian la trata negrera, y nos hablatambién de hombres -grandes humanistas- comoWilliam Wilberforce, en el Parlamento inglés, pre­sionando allí con encendido verbo en favor de laabolición.

España, ante esta situación interna y externa, sevio por esos años de 1820 a 1860, cogida entre dos

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fuegos. Su necesidad de desarrollar económicamentea Cuba y Puerto Rico, ante la pérdida de su impe­rio en América del Sur, Y ,los intereses de negrerosy hacendados de Puerto Rico y Cuba que abogabanpor una política favorable a la industria azucarera,de una parte; y de otra, la presión y la justicia queabonaban la causa anti-esclavista de los ingleses,ya económicamente embarcados en .la nueva etapade la Revolución Industrial. De esta trama inter.nacional y de sus plurales pormenores y entrecru·zamientos esta hecho el libro del Dr. Morales Ca·rrión, ·brillante en su enfoque y rico en sus atisbosde la .trama histórica. Por 5US páginas desfilannombres y personajes significativos de la historiapuertorriqueña como D. Jaime O'Daly, D. MiguelConway, y David Ouinlan, astutos hombres de ne­gocios de ascendencia irlandesa que tuvieron prós­peros ingenios esclavistas del azúcar en Puerto Ri·ca; D. Miguel de ·la Torre, gobernador de PuertoRico, que otorgaba compUcemente licencias paraintroducir esclavos de las "islas amigas"; de ,loscónsules ingleses, celosos vigi-lantes del tráfico ile­gal; del Conde Mirasol y Méndez Vigo gobernado·res vigilantes de toda sedición "blanca o negra"; deJoho 'Lindegren, el dedicado y práotico cónsul bri­tánico, en ·la época de auge, que tanto hizo por en·torpecer el tráfico infame; de D. Juan Prim, autordel Bando Negro con -sus arrestos de Virreyauto­ritario; de D. Juan de la Pezuela, prudente, prácticoy diplomático, en su trato con la conflictiva situa­ción; de ·D. Jorge Látimer, el cónsul norteamericano,famoso en nuestros anales arqueológicos por sucolección de piezas pre.colombinas de Puerto Rico,

'y del Coronel Jorge Flinter, autor de un ya clásicoensayo sobre Los esclavos de la isla de Puerto Rico,publicado en Nueva York en 1932. Y muchos, muochos otros personajes del cuadro histórico -local ydel ancho panorama internacional que nos seríaimposible nombrar aquí sin entrar en un detalla·dísimo análisis de tan rica obra.

En 1843 el Cónsul Inglés Lindegren caracteri­zando la situación a grandes rasgos nos ofrece lossiguientes datos generales de la situación socio­demográfica de Puerto Rico: AÚD cuando las cifrasno son de censos recientes, estima Lindegren, quehay no menos de 500,000 habitantes en la isla, delos cuales no más de 40,000 a 50,000 son esclavos."El trabajo en las, haciendas de Puerto Rico -nosdice- lo desempeñan por regla general hombreslibres y esclavos. Los libres plantan y cortan lacaña y cavan ·las zanjas; pero es difícil que trabajenen los depósitos de pailas (o casa de calderas)donde se emplea principalmente a los negros; enunas pocas haciendas, sin embargo, donde se lestrata bien y reciben paga regular, se emplean entodas las faenas. El cuadro que describe Lindegrena mediados del siglo provee, pues, el trasfondo so­bre el que se desenvuelve -la realidad social de laisla. Aumenta en Puerto Rico la clase jornalera, a

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medida que crece también el régimen de haciendas.Describe el ,Dr. Morales Carrión, asimismo, la

resistencia de los esclavos introducidos, al régimende la trata; que no fue siempre pasiva, corno nosaclara, pues hubo insurrecciones importantes enVega Baja, Guayanilla, Ponce, Toa Baja, etc. Enalgunas de estas rebeliones, actualmente estudiadasen detaUe por el Dr. Morales Carrión, la cosa akan­zó proporciones dramáticas y el grito del peligro delGuarico (o Haití) volvió a escucharse como un ritor­nello en Puerto Rico.

Así, pues, el auge y la final decadencia de latrata negrera, hacia el año 1860, iniciará la laboriosalucha por la abolición. En ella participarán hom­bres como José Julián Acosta, Alejandro Tapia, Ju­~io Vizcarrondo. Román Baldorioty de Castro. RuízBelvis, Betances, Hostos y otros nobles patriciosde Puerto Rico. Pero de esto, que constituye unasegunda parte, nos hablará tan brillantemente co­mo en ésta, su primera obra, el Dr. Morales Carrión.en la segunda obra que ahora prepara sobre elabolicionismo en Puerto Rico.

Al acercarse los años 60, la trata negrera se en·contraba ya moribunda en Puerto Rico. Una de suspostreras manifestaciones -la extracción de escla­vos de Puerto ltico para Cuba- había provocadoaguda resistencia en la isla. La Guerra Civil de los

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Estados Unidos había tenido también profundosefectos en las Antillas. Cuando la trata cesa, pues,se inicia el movimiento abolicionista que hará fac­tible la final liquidación del sistema en nuestrahistoria. .

El Auge de la trata negrera -como nos revela,pues, la obra del Dr. Morales Carrión, con extraor­dinaria riqueza docwnental- tuvo por base la ne­cesidad del trabajo cautivo en Puerto Rico, paradesarrollar la economía monocultora del azúcar; sudecadencia fue producto de un entrecruzamientode factores o causas, entre las cuales destacan, laresistencia democrática del pueblo puertorriqueñoopuesto por vocación histórica al racismo; el pode­río naval británico tenazmente a caza del ilegal trá­fico negrero; la presión política de estadistas ycónsules británicos; la oposición humanitaria deJas sectas protestantes inglesas; la abolición tempra­na de la esclavitud en las colonias inglesas, quesentó un precedente; ·la Revolución Industrial, yla Guerra Civil de los Estados Unidos; los estragosde ·la epidemia de cólera -y por último-, pero degran importancia a lo largo del siglo el temor a laagresividad libertaria de los negros esclavos, queya tempranamente en Haití, de 1791 a 1804, habíademostrado que ·la raza negra no estaba hecha para

otra vocación que no fuera la vocación misma de lalibertad.

La obra Auge y decadencia de la trata negreraen Puerto Rico (1820-1860) del Dr. Morales Carrión,que hoy se presenta formalmente al público ~ector

de Puerto Rico, en esta sencilla ceremonia, podemosdecirlo con ,toda justicia, es un modelo de escru­pulosidad científica, de valor documental y visiónaguda en el conocimiento histórico.

Debemos sentirnos ,los puertorriqueños a un mis­mo tiempo honrados y orgullosos de contar conun historiador escrupuloso, sagaz y avezado -tanfino y erudito- como el Dr. Morales Carrión. Yopor mi parte, deseo extenderle desde aquí al Dr. Mo­rales Carrión el testimonio de mis más profundoaprecio y admiración por su excelente obra. Nocreo que pueda hacer justicia aquí a la insustituiblelectura detallada del libro, omitiendo ·10 sabrosode su rica y densa trama. Por lo que hago ahoraun llamado a todos los presentes para conocer deprimera mano esta excelente obra, que es desdeya, una nueva y valiosa contribución al conocimien·to profundo de nuestra historia. Mis parabienes,pues, al buen colega y amigo, Dr. Morales Carrión;y a ustedes, señoras y señores, muchas gracias porsu amable atención.

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EN LAS VIDAS PREDESTINADAS A IDÉNTICA MISIÓN SUELE

haber señales misteriosas, denunciadoras de unavoluntad extraterrena, que va enlazándolas hastasujetarlas al mismo imperio, en' la vida y en lamuerte, como ríos lejanos que al fin se arrastransobre las piedras del mismo cauce.

Bajo este signo vinieron al mundo, en 1839, eluno en la isla de Puerto Rico y el otro en la de San·to Domingo, los ilustres próceres antillanos Euge!lioMaría de Hostos y Gregorio Luperán. El puertorri·queño nació en los albores del año, el 11 de enero,y el dominicano en sus postrimerías, el 8 de sep­tiembre.

Ambos llegaron a la vida en tierra esclava, peroninguno recibió de la fatal herencia el más leve se­dimento. Fueron esencialmente libres y a la libertadconsagraron sus vidas ejemplares.

El hijo de Borinquen fue a la escuela desde tem­prano, obediente a su destino de civilizador; el hijode Quisqueya, pasado apenas por las aulas se fue aJos rudos cortes de madera, en los feraces camposde Puerto Plata, fiel a su predestinación de soldado.Mientras Hostos se adiestraba en las lides del penosamiento, Luperón blandía el hacha, que es tambiénuna espada.

En 1857 cuando Hostos principia en la Universi­dad de Madrid sus estudios de Derecho, Luperón seinicia en la política, en la Jefatura del Puesto Can­tonal de Yásica, donde, sin conocer rudimentos eleaquella ciencia, y sin necesitarlo, a veces impartejusticia por su propio brazo y se habitúa a hacerdel derecho una deidad sagrada e inviolable.

En 1861, Luperón se niega a firmar el acta deanexión de la República a España, y por ello se veobligado a emigrar a Cabo Haitiano, New York, Mé·xico, Jamaica. Esa peregrinación no la emprendeHostos sino más tarde, en parecidas circunstancias,después de haber roto con España.

De 1863 a 1865, Luperón es de los primeros pala­dines de la guerra restauradora, contra la Madre

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Luperón y Hostos

Por EMILIO RODRíGUEZ DEMORIZI

Grrgorio LupeTÓn

Patria. En esos mismos años, Hostos, en Madrid, sehace activo propagandista de la libertad. Cada unolucha con sus armas. Hostos escribe, en España,contra España. Luperón guerrea en Santo Domingocontra la misma España. Ambos pudieron decir en·tonces como dijera Rostos, refiriéndose a los suce·sos estudiantiles de la noche de San Daniel, en laVilla y Corte de Madrid: u cuando comencé mi ca.rrera política, la comencé por un acto de valorcívico".

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El 23 de septiembre de 1868 se dio el grito deLares, la primera manifestación armada del separa­tismo en Puerto Rico, cuyos organizadores, particu­larmente el Dr. Ramón Emeterio Betances, estabanen connivencia con Luperon, con quien contaban pa­ra darle cima a la heroica y malograda empresa. Po­co después, el 20 de diciembre. Hostos pronunciabaen el Ateneo de Madrid su memorable discurso con­tra el régimen colonial de España en América. Toma­ba cuerpo, entonces. el ideal de Confederación de lasAntillas, propugnado por Hostos y Luper6n. sin quehubiese todavía ninguna relación directa eQtre ellos.Pero el destino iba acercándolos cada día más, poresa milagrosa fuerza de cohesión del ideal, hastaponerlos el uno junto al otro, como dos espíritusque hubiesen estado ausentes de su centro. Falta. aveces, en muchas vidas, para crecer y para magnifi­carse, el contacto con otras vidas. Betances sin Lu­perón habría sido el errante agitador de siempre.perdido tras una fuerza centrípeta que organizarasus acciones. sin un sólo momento de reposo. SinLuperón, en la vida de Hostos habría faltado algoesencial: la contemplación directa del hombre queél buscaba para darle forma a sus ansias de civili­zación y libertad en las Antillas. Igualmente, Lupe­ron necesitó de ambos, de Betances y de Hostos,para hacer más perfectattransmutación de sol­dado en estadista, de hom' e de armas en hombrede pensamiento. Eran hon1 res diferentes, como di­jera Hostos de Duarte y de, ánchez, pero eran hom­bres que se completaban.

El año de 1870 es el de las primeras luchas deHostos por la libertad dominicana; y es también elaño de más angustiosa actividad de Luperón.

Cuando el Presidente Báez quiere pasar de la tor­peza de la anexión a España al criminal error de lasumisión a los Estados Unidos de Norte América,Hostos está en New York y allí mismo combate elnefando proyecto. Escribe largamente contra el pro­pósito de Báez, en la prensa americana, y su vozalienta a los patriotas que luchan denodadamentepor salvar la República. El liberal Senador Summer,insigne amigo de los dominicanos, y el GeneralGrant, que conocen la oposición de Luperón a laanexión de Santo Domingo, también oyen la dramá­tica voz de Hostos. Mientras tanto, Luperón, armaal brazo, en el destierro o en los ensangrentadoscampos de la patria, lucha contra Báez y se oponetenazmente a la realización de sus designios. Así,por igual, Hostos y Luperón se convierten en pró­ceres de la misma patriótica cruzada.

A fines de 1870 Hostos inicia su peregrinaciónpor Sur América. La rev.olución de Puerto Rico,nuevamente fraguada, había sufrido un grave co­lapso con la fatal odisea de Luperón en el vaporEL TELEGRAFO, a la que Hostos alude en unode los primeros escritos en que habla de su futuroamigo:

...Se habían comprado cinco mil fusiles. seiscañones y parte de EL TELEGRAFO. El directorde la revolución, Betances. no ha querido nuncallevarla por sí mismo a 'Puerto Rico, y contandot:on el auxilio de los dominicanos, se decidió fá­cilmente a socorrer a Cabral y a Luperón, aban­donándoles los cinco mil fusiles, que cayeron enpoder de Báez. y su parte en EL TELEGRAFO,Que cayó en poder de las autoridades danesas deSaint Thomas.

Cuando Hostos regresa a New York. en 1874, laguerra de Cuba está en sus más álgidos momentos.En Santo Domingo el Presidente Báez ha sido de­rrocado, y los dominicanos tienen ya plena concien­cia de su nacionalidad. Mientras Hostos toma parteen la frustrada expedición del General Aguilera.hacia los ardidos campos de la isla hermana, Lupe­rón, en Puerto Plata, se erige en decidido protectorde los soldados de la emigración, cubanos y puer­torriqueños que habían formado allí animada co­lonia de trabajadores y patriotas.

A principios de 1875, tras la tentativa de expe­dición a Cuba. Hostos no sabe hacia donde dirigir­se. Entonces recuerda, en su artículo El Itorizontede Santo Domingo, sus luchas por la República, co­mo si quisiera ganarse todavía más ·la buena volun­tad del país hacia el cual, por fin, decide encami­narse:

Cuando Báez y los anexionistas de la actualadministración de los Estados Unidos conspira­ban contra ella en Santo Domingo (la autonomíade nuest·ra 'Taza en el archipiélago), ·la misma plu­ma que hoy funda en la autonomía, es decir, enla independencia absoluta de nuestras islas. elporvenir común de todas ellas, defendía en 1870la de Santo Domingo...

¿Qué veía Hostos en aquella sociedad, poco me­nos que hundida en la barbarie, pero que a pesarde ello luchaba ·heroicamente por salvar su banderade manos de anexionistas y tiranos? Su previsorespíritu, sus cIaras ojos veían en ella, indudable­mente, el único punto de apoyo en que podía afir­marse su pensamiento político: la libertad de Cubay Puerto Rico, la anhelada Confederación de lasAntillas.

Algo más ~e atrae. Le llaman los cubanos y puer­torriqueños de Puerto Plata, y los dominicanos queles protegen. Entre esas voces no faltará, segura­mente. la de Gregario Luperón.

El infatigable peregrino toma su bordón haciaSanto Domingo. Va a luchar, va a ganarse aHf "al­gunos de los mejores amigos de su vida"; va a vivirsus más tremendos días de periodista; a contem­plar de cerca una revoludón y a mezclarse en ella,pero también a iniciarse en la profesión del magis­terio; va a presenciar un espectáculo grandioso: laascensión de Espaillat a la Presidencia de la Repú-

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blica, por virtud del derecho triunfante, sin el es­truendo ni el horror de las armas; y va, finalmente,a conocer a Luperón.

El 30 de mayo de 1875, el vapor americanoTYBEE echó sus anclas al mar de Puerto Plata. Porprimera vez Eugenio María de Hostos pisaba tierradominicana. Una y otra vez la dejaría, antes dereposar en ella eternamente.

II

Desde antes de la caída del Presidente Báez, en1873, Puerto P·lata ofrecía la impresión de un vas­to campamento de patriotas y trabajadores. Cuba­nos y puertorriqueños, emigrados de su país pornobles pecados de patriotismo, 'habían plantado allísus tiendas, a! amor de los dominicanos. Luperón,apartado de la política, estaba al frente de su casade comercio.

Allá se encontraron Hostos y Betances.1 Trasel abrazo a su ilustre compatriota, la visita a Lupe­rón, que Rostos recordará años después:

Confieso que no dejó de .parecerme ex.traordi·nario el encontTarme detrás del mostrador de unamercería al hombre que en la guerra nacional yen la civil había deslumbrado tantas fantesías.Pero allí, y así, lo conocí en 1875, puesto en con­tacto con él por su maestro, guía y amigo, el no­ble y primer ciudadano de Puerto Rico, el siem·'Pre desterrado Doctor Betalllces.

Desde entonces, hasta su salida de Puerto Plata,Hostos está en comunicación constante con Lupe.rón. Se auxilian mutuamente; el pensador le sirvede secretario al guerrero; y fraternizan de ta~ mo­do, que éste le llama"amigo de corazón y hermano".Hostos, en cambio, y muchos de sus compatriotas,ven en el insigne soldado al esperado Máximo Gó·mez de Puerto Rico.

La llegada de Rostos fue un acontecimiento enaquella sociedad en que se debatían, por medio dela prensa y la tribuna, con desusado ardor, los inte­reses más opuestos: los luperonistas contra los bae­oistas; y cubanos, puertorriqueños y dominicanos,contra el régimen colonial de España en las Antillas.

El recién llegado disfrutó de pocos días de des­canso. Asumió muy pronto la Redacción de LASDOS ANTIlJLAS, periódico semanal "exclusivamen­te dedicado a la defensa y propaganda de los inte­reses políticos de Cuba y Puerto Rico", que acababade ser creado, el 3 de abril de 1875, bajo la direc-

1. También estaba en Puerto Plata en esos días. el exi·mio dominicano Don Federico Henríquez y Carvajal, quienconoció entonces a Hostos y a Betances. En compañía deambos estuvo en casa de Luperón. De ello ha dejado memo­ria en sus bellas e interesantes páginas Evocando y recor­dando, insertas en el opúsculo Apoteosis del General Gre·gorio Luperdn, Santo Domingo, 1926, pág. 74.

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ción del puertorriqueño Enrique Coronado. En élcolaboraba, a veces, Gregario Luperón.

,La campafia periodística reanudada por Rostossufrió graves inconvenientes y tropiezos. Sus artícu.los, así como las actividades políticas de los emi·grados, eran constante motivo de protesta de losrepresentantes de España y de ·los periódicos minis­teriales de Cuba y Puerto Rico, a su vez combatidossin embozo por los periódicos dominicanos simpa­tizadores, en su generalidad, de la causa antillana.

Para cohonestar esa actividad hostil a España,a la que estaba ligada la República por el Tratadode 1874, cuyas negociaciones habían sido afectadaspor las campañas políticas que tenían lugar en elpaís en pro de Cuba, LAS DOS ANTILLAS aparecía,ya por el mes de julio, fechado en Islas Turcas,aunque, como siempre, era editado en la imprentapuertoplateña de Don Manuel Castellanos. Esa pru·dente medida había sido adoptada a ruegos del mis­mo Presidente de la República, General IgnacioMaría González. Pero ese ardid no tuvo el resultadoapetecido. Las continuas acusaciones del BOLETINMERCANTIL, el periódico gubernamental que PérezMoris redactaba en San Juan de Puerto Rico, y lascrecientes amenazas eje las autoridades españolasdirigidas al Gobierno dominicano, impulsaron alPresidente González a dictar el decreto del 28 dejulio de 1875, por el cual se ordenaba la supresiónde LAS DOS ANTILLAS, de lo que protestó Lupe­rón con su habitual entereza.

Del altivo heraldo de Hostos sólo desapareció elnombre. Surgió en el acto con el título de LASTRES ANTILLAS. Una isla más se había incorpo­rado al periódico, como si el formidable comba·tiente quisiese con ello ser más fiel al ideal deconfederación de las Islas mayores del Caribe. Unnuevo úkase vino a suprimirlo, y el 12 de agostoun nuevo periódico sustituyó al desaparecido. Yano eran las islas, ahora eran sus hombres, LOSANTILLANOS, cuya vida fue tan efímera y comba·tida como la de los primeros.

A medidas más extremosas aún compelían lasautoridades españolas a las dominicanas, en contrade los emigrados. Hostos se constituyó entonces enel más activo de sus resueltos defensores. En esalucha, que fue creando en aquel ambiente una si­tuación polítka adversa al Presidente González, Lu­perón aparecía del lado de Rostos.

En esos días el Gobierno resolvió la expulsiónde los cubanos y puertorriqueños residentes enPuerto Plata. Luperón se opuso tenazmente a esamedida, e hizo, como dice él mismo,

un llamamiento a todas las sociedades queexistían en Puerto Plata. y éstas le dieron sufirme apoyo pan impedir aquel horrible crimende un Gobierno infame.

Esa actitud de Luperón contribuyó a que fueseconsiderado como enemigo del Gobierno, que ya

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EIlBenio M" de Bostos.

veía alzarse ante sí la vigorosa oposición, esta vezannada de doctrinas, que logró abatirlo. Pero antesde ello tendrían lugar sucesos extraordinarios vivi·dos igualmente por Bostas y Luperón.

El 23 de enero de 1876 es un día memorable enla historia de Puerto Plata. Un grupo de soldados,portador de siniestras órdenes, se acerca al hogarde Luperón. Va a hacer preso a quien jamás conoció"la pesadumbre de las prisiones". Luperón rechaza]a orden arbitraria y convierte su casa en un reductoinexpugnable. Desde el balcón, a tiro de fusil, dis­persa la soldadesca. El pueblo, el Municipio, elCuerpo Consular, los emigrados, acuden en auxiliode ,Luperón. Entre ellos está Bastos, que luego secomplacerá en recordar el singular suceso:

Desde su casa y acompañado por un corto nú­mero de amigos se defendía tan denodadamente,que no sólo rechazó con buen éxito .la fuerza ar­mada que intentó penetTar en su hogar, sino quearmó a sus parciales de la ciudad y del contorno,que se presentaban organizados en cuel'pos a de­renderlo y después se organizaron en cantón enlas inmediaciones de Puerto Plata. La chispa queallá y en Santiago inflamó el ánimo de los pocosque deseaban fundar gobiemos de derecho y deJos muchos que buscaban ·10 que nunca los des­contentos o los ambiciosos en las revueltas civi­-les, concluyó por producir una revolución victo­riosa.

El insólito atentado y la audacia de Luperóntuvieron eco resonante por toda la República. En

Santiago, Ulises Francisco Espaillat, Máximo y Ma·ximiliano Grullón y otros prestantes ciudadanos,protestaron del hedho en una altiva exposición diri­gida, el 25 de enero de 1876, al Gobernador de Puer­to Plata, General Ortea. Dos días después se inicióen Santiago la llamada Evolución de Enero, segúnRostos "único movimiento de doctrinas, única luchade ideas que se ha sostenido en el país". En tangraves momentos, Rostos está de tal manera ligadoa Luperón, que es él quien redacta, el 28 de enero,el escrito en que éste agradece la protesta de San­tiago. Es la voz de Rostos y de Luperón al mismotiempo, que se extiende por toda la República, enuno de los más altos documentos de nuestra histo­ria política. Escrito por Bastos, no había de silen­ciar su idea fija, el ideal antillanista. No hace faltaen él la firma de Rostos, como no haría falta en elManifiesto de Monte Cristi la firma de Martf. Enuno de sus más salientes párrafos deda:

Para pactar con España, si efectivamente esnecesario, empecemos por anula1" el Tratado conEspaña, y por afirmar SIIlte Dios, ante América,y ante nuestra propia conciencia, que nunca co­meteremos la insensatez, que hoyes infamia, deser dominicanos y no ser antillanos, de conocernuest'ro porvenir y divorciarlo del eparvenior de lasAntillas, de ser hijos de la nueva idea y de aban­donarla en Cuba y Puerto Rico.

Mientras se desenvolvía el incruento proceso dela Evolución de Enero, el 5 de marzo abría sus puer·tas la Sooiedad-escuela La Educadora, fundada porRostos con el entusiasta y liberal concurso de Lu·perón, en una casa de éste, en la que funcionabala benemérita Sociedad Liga de la Paz, rama de lacreada en Santiago por el educacionista y prócer do­míniccrcubano Manuel de Jesús de Peña y Reynoso.

En La Educadora, primera escuela dominicanade carácter esencialmente doctrinario, el soldadorestaurador y el peregrino de Borinquen se inicia­ron en las nobles actividades del magisterio, en lasaltas enseñanzas de las doctrinas democráticas, delconocimiento de las constituciones americanas y par·ticulannente de la dominicana, y en la difusión del"pensamiento moral o soéial dirigido a annonizarlos intereses generales de las tres Antillas her­manas".

Bostas, Luperón, Fernández de Arcila, García Co­pley, eran los profesores. Junto a Luperón, Hostosse convirtió en maestro, no en soldado; y el solda­do se hizo aún más civilista. El feliz contagio losbeneficiaba a ambos, pero Luperón quizás se apro­vechara más de ello. Bastos no dejó de ser un pen­sador, cada día más fiel a ese destino. Luperón f.uemás dúctil a la necesaria evolución que debía resul­tar de esa al,ianza. Puede decirse que dejó de sersoldado desde entonces, y fue un pensador político,un propagandista de doctrinas republicanas, uncampeón civil de la libertad y del derecho. Productode esas tendencias de su espíritu fue su obra NOTAS

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AUTOBIOGRAFICAS y APUNTES HISTORICOS.Más que la relación de sus hechos ·heroicos, de

su legendaria vida de soldado, esa obra contienela doctrina de Luperón, la exposición de sus ideaspolíticas y de su acendrado nacionalismo. no exentode encendidas pasiones. En ese nacionalismo deprimer orden no podrán señalarse mayores influen­cias de Hostos, porque esta era una virtud ingénitaen Luperón, pero sí en su antillanismo, pues encontacto con el Apóstol ningún elevado espíritu pu­do sustraerse a las irradiaciones del ideal que leobsedía con tan vivo ardimiento.

En La Educadora, las relaciones entre Hostos yLuperón se hacen cada vez más íntimas.1 En laescuela, en el hogar, en las actividades públicas,siempre aparecen juntos, no obstante la situaciónpolítica de Luperón, considerado como Jefe de laoposición al Gobierno· de González, ya en sus pos­·trimerfas.

Los ataques de los adeptos de González, dirigidosa 'Luperón, también se extienden a Hostos. Nadamenos que el periódico oficial, la GACETA DESANTO 'DOMINGO, del 17 de febrero, acusa al Maes­tro de hacer 11 uso exagerado de la prensa", de .. to­mar las armas" con el cubano Pedro Recio, y de.

encabezar como Jefes de los cuerpos annados,de cubanos, que han fundado últimamente enPuerto Plata, sin legítima autorización, y, porúltimo, de haber cooperado a encender ·Ia tea denuesl!I'aS discordias, asumiendo una inmensa res­'ponsabilidad ofendiendo el sagrario de n'llestTasleyes y obrando contra nuestros propios intereses.

Hostos consideró calumniosas esas imputacionesy las rechazó valientemente en su artículo Confe­siones de un culpable, publicado el S de marzo enEL PORVENIR, de Puerto Plata. En su vigorosadefensa de la aotitud de la emigración cubana enaquellos momentos, hay también una velada defen­sa de la actitud de Luperón y una arrogante decla­ración de su adhesión al soldado. En ese escritodeclaraba:

Si alguno, si muchos, si todos los proscritosde Cuba y Puerto Rico han deseado ardientemen­te que nuestro amigo el Genera'l LupeTÓn salieraileso de los ataques de que fuera víctima, y sehan atrevido a desear para Santo Domingo el bienque para Cuba y Puerto Rico deseamos, no espagar con infracciones de una ley escrita el has­,pedaje que debemos y agradecemos; es, al con-

2. Dice Juan Vicente Flores que Hostos declaró, .hablan·do en una de las reuniones populares verificadas en febrerode 1876, a raíz de los sucesos del mes anterior, cuan pro­funda e indecible satisfacción le producía el hallar en Lupe­rón al tipo que buscaba en sus largas e incesantes ~e~ita'ciones de pensador sobre las cosas de nues~ras Repubh.cashispano-americanas.. Juan Vicente Flores, LIlE, el sangum~·

rio machetero dominicano, titulado Pacificador de la. Repu­btica en '\le:; de Sacrificador y Verdugo de sus conCIudada­nos, Curazao, 1901, pág. 29.

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trano, acatar una leY natural que nos compelea hacer ante nuestros hermanos y con ellos loque quisimos ser en nuesti"o propio suelo.

y más adelante agrega que se complace en con·siderar como

bueno entre los buenos a todo aquel que te­niendo por patria la libertad, en cualquier parteejercita ese augusto patriotismo... Que haya ha­bido un puertorriqueño decidido a ser útH enestos momentos, como en cualquier momento, aeste país, y que ese puertorriqueño sea yo, no -lohe ocultado, no 10 oculto, no lo ocultaré.

La verdad es que Hostos no había sido ni seguíasiendo un mero espectador en los sucesos iniciadosen enero de 1876, en Puerto Plata, que produjeronla caída de González. A pesar de las acusacionesde la GACETA DE SANTO DOMINGO, Y de susConfesiones, continuaba mezclado en los asuntospolíticos del país.

Evidencia de esto es que, al renovarse la directivade la rama puertoplateña de la Liga de la Paz, el9 de marzo, Luperon fue elegido Presidente de ellay Hostos vocal. Y esa sociedad personificaba, preci­samente, la oposición al Gobierno. Además, Hostosprestaba su personal concurso, en compañía de Lu­perón, en la Convención Electoral de Puerto Plata,en favor de la candidatura del insigne Ulises Fran­cisco Espaillat para la Presidencia de la República,cuya plataforma fue redactada por Hostos, contoda probabilidad, lo que se deduce de una cartade Espaillat, del 27 de marzo, dirigida a Luperon,a Hostos, a Rodolfo Ovidio Limardo y a otros miem­bros de la citada Convención, en uno de cuyosdocumentos, indudablemente escrito por Hostos,hay una advertencia al pueblo dominicano que com­pendia todo un programa de vida republicana, y queEspaillat se complace en repetir:

Que la urna electral es el único sucesor legí­timo y pacífico de las balas.J

Gracias, principalmente, a Luperón, a Espaillaty a 'Peña y Reynoso, esta vez los comicios sucedierona las balas: cediendo a la fuerza del derecho triun­fante, sin las trágicas coacciones habituales en nues­tras contiendas civiles, González descendió del po­der; y Espaillat, elegido por el pueblo para susti·tuirle, fue proclamado ·Presidente de la República,el día 15 de abril del mencionado año de 1876.

Parecerá extraño que Host~s no esperase el triun­fo inminente de la causa en que había puesto tannobles y cálidos empeños. Algunos días antes dela proclamación de Espailla't, en la tarde del 5 deabril, salió en el TYBBE hacia New York.

Nada le detuvo. Ni las incitaciones del buenéxito de sus amigos, particularmente de Luperón,

3. Escritos de Espaillat, Santo Domingo, 1909, pág• .iZ3.

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árbitro de la nueva situación política, bajo cuyofraternal amparo habría podido dar mayor impulsoa sus patrióticas faenas en pro de Cuba y PuertoRico, ni los solicitas reclamos de la emigración,fueron parte a disuadirle de su resolución. Su lema,acababa de decirlo, era "compartir todas las pesa·dumbres de la libertad, y ninguna de las deliciasdel poder". Además, tal vez vislumbró, antes quenadie, que el brillante ensanyo de doctrinas repu­blicanas de Espaillat, angustiosamente efímero, sólosería una breve luz que haría mucho más desoladory más patente el caos en que se debatía la informesociedad dominicana. La fuerza de su destino deApóstol le arrojaba de allí. como sol, que debíailuminar en todas partes.

¡Qué honda emoción, qué pacto de almas, habríaen el abrazo de despedida de Hostos y Luperón!En la ausencia, precisamente, era donde había decontemplarse mejor cómo y qué profunda era laamistad que los unía. Tres largos años dura la au­sencia de Hostos. Durante ella nada ha de temerel peregrino; ni desazones ni miserias. La mano pro­tectora de Luperón se extiende hasta él, a travésde mares y de montañas.

Hostos llegó a New York a mediados de abrilde 1876,-;y ya en noviembre estaba en Venezuela.Viaja con sólo la riqueza de su corazón y de suinteligencia, pero eso no basta a salvarle de mise­rias. Cuando Luperón recibe noticias de la angustio­sa situación económica de su ilustre amigo, se apre­sura a socorrerle. Hostos 10 recuerda algunos añosdespués, en 1895, al enviarle a Luperón ciertasacreencias contra el Estado dominicano, en pago,--decía- de la suma que en tiempo de calamitosaexpatriación le había remitido en 1876, a Venezuela.

El fundador de La Educadora, iniciado en Puer­to Plata en los afanes del magisterio, servía el cargode Rector del Colegio Nacional de Puerto Cabello,en 1878, cuando recibió las desalentadoras noticiasde la paz del Zanjón, término de la guerra de losdiez. aiios. Resistiéndose a creer la infausta nuevaque ponía en riesgo la independencia de Cuba, sedirigió a Luperón, entonces desterrado en SaintT-homas, inquiriendo la verdad del caso. El ilustredominicano, a quien acude Hostos en todas sustribulaciones, parece que también se resistía a darlecrédito a tan grave noticia, y contestó negando elhecho y alentando a su insigne amigo. El 17 deabril, Hostos anota en su Diario:

Son reconfortables las cartas de Blanco y Lu­perón... El segundo me devuelve, en pMabrascariñosísimas y en expresiones de profunda esti·mación, 'la confianza en los hombres que aquí mehan hecho perder la estimación de mí mismo queaquí habían puesto a la muerte.

Tal eficacia tienen las palabras de Luperón en elánimo de Hostos. Pero, al fin, anonadado por ladolorosa realidad del Pacto del Zanjón, su alma 5e

conturba, quiere salir de Puerto Cabello y no sabehacia dónde. Los dulces recuerdos de Puerto Platavuelven a su mente, y escribe:

Santo Domingo 110 lI"eÚIle todo para mí...

De Venezuela, al cabo, se trasladó a Saint Tho­mas y luego a Mayagüez. Uevaba roto el corazón.El sol de su vida, la Confederación de las Antillashabía sufrido inesperado eclipse; y así, entre desa~lientos y esperanzas, de nuevo encaminó sus pasoshacia Santo Domingo.

111

Rostos llegó a la antigua capital de la Españolaen marzo de 1879. El General Cesáreo Guillermoocupaba la Presidencia de la República. Luperón,"el brazo fuerte amparador del Señor Rostos", co­mo lo llama el fervoroso hostosiano Don Félix Eva­risto Mejía, había regresado del destierro a su pue­blo natal.

El momento era propicio para realizar el pro­pósito de crear las Escuelas Normales, el pensa­miento de Rostos tan cálidamente prohijado porLuperón en las fecundas veladas de Puerto Plata,en los inolvidados años de 1875 y 1876.

El 26 de mayo, dos meses después de la llegadade Hostos, su proyecto ya estaba convertido enLey de Normales. Pero la Escuela Normal de SantoDomingo no pudo ser instalada'con la premura conque fue votada la Ley que la creara. A ello se opu­sieron dificultades de diversa índole, vencidas alfin por un feHz suceso: la revolución contra Gui­llermo y la ascensión del General Luperón a laPresidencia de la República.

El Maestro tuvo entonces, más pronta y eficaz,la ayuda de su grande y generoso amigo. A las po­cas semanas de ocupar Luperón la silla del Ejecu­tivo, en cumplimiento de sus órdenes se hacía laluz: la Escuela Normal de Santo Domingo abría suspuertas; se encendía "un faro repentino en la larganoche de nuestra profunda ignorancia". Gloria deHostos, glor.ia de Luperón, fue esa. En los tremen­dos días de Puerto Plata, en los angustiosos díasdel destierro, luego en la reconstrucción de la Pa­tria, y siempre en íntima alianza, justo era que aho­ra ostentaran sus frentes el mismo gajo de laurel.

A mediados de 1880, un suceso inesperado vinoa hacer más prof..lnda la admiración de Hostos porLuperón: la .llegada del General Antonio Maceo,tenazmente perseguido por las autoridades españo­las de .las islas vecinas, de cuya saña fue salvadopor Luperón. Rostos presenció aquella lucha enque el ilustre dominicano dio tan brillantes mues­tras de su respeto a los derechos individuales, desu devoción por los héroes y de su amor a Cuba.

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Luperón era, en realidad, como decía Maceo, "amigosincero y animoso de la causa de Cuba". Hostosconoció al próéer cubano en esos días. Años des­pués, a la caida del Titán. decía que éste era:

Como otros dos grandes hombres de color debronce; como Petión, de los fundadores de Haití.de los libertadores de su patria el mejor auxiliarque BoHvar tuvo; como Luperón en la RepúblicaDominicana, de los ,libertadores de su patria. elmejor amigo que han tenido los revolucionariosde Cuba y Puerto Rico.

Al hablar de Maceo, en el pensamiento de Hostosflotaba, como una sombra amiga, el recuerdo deLuperón. iCómo cada uno de esos acontecimientos,casi desconocidos y olvidados, pero trascendenta­les para la historia de las Antillas, los juntaba depronto! Así, en la vida de cada uno de ellos, de Hos­10s, de Luperón, va proyectándose la luz del otroy convirtiéndose, a veces, en la misma lumbre, co­mo en las noches estrelladas parece venir de un sóloastro la luz de las constelaciones.

Desde los primeros tiempos de la Normal, elsistema educativo de Hostos, radicalmente opuestoa los métodos rutinarios en boga, tuvo apasionadosopositores. El Padre Billini. el Diputado Don IsaíasFranco y otros, eran la voz adversa a Hostos; vozpronto vencida por las excelencias de la nueva es­cuela, cuyos triunfos tenían vigorosa resonanciaen toda la República. Luperón, por su carácter comobativo y por su adhesión a los métodos de la Nor­mal y a su Director, no podía ver impasible el oleajede insensateces desatado cantora Hostos. En la cartaque le dirige al Maestro, el 14 de junio de 1881, leexpresa su indignación por la guerra que le hacenlos "enemigos del verdadero progreso", y le invitaa trasladarse a Puerto Plata donde había, según él,lo que faltaba aquí, "buena intención y amor a laverdad". Dice así la bella y cariñosa esquela:

Distinguido amigo mío:

Oportunamente recibí su estimada de fecha 21de Mayo último, y la leí con entera satisfacción.

Ojalá que usted, cansado de ~a guerra que ahí~e hacen los enemigos del verdadero progreso,o~reros del oscurantismo y del retroceso, se vi·mese paTa acá, donde hay tanta buena voluntadpara con usted y donde de veras se le estima ydistingue.

Usted, naturalista social, estará ya fastidiadode tantos 'I"eptiles; pues bien, no dudo de que!pronto tendremos .]a satisfacción de veJlle entrenosotros y usted Ja de verse fuera de tanta po­dredumbre.

Aquí se reproduce su artículo, muy luminosoen verdad, sobre la Reforma, la que considerocomo más adaptada a las condiciones socia:les, notan sólo de esta Repúbli~a, sino de las del conti·nente Jatin~americano.

Si ahí, en la capitaI. no 10 comprenden así,cúlpense ellos por incapaces de conocer la ver­dad, por temerariamente capa~es de vestíor el

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error con los atributos de la razón.Puede ser que aquí haya errores, pero s[ le

aseguro que no hay temeridad.Aquí hay lo que falta alH: buena intención y

amor a la verdad.Mi familia y yo presentamos a 'la suya, por

conducto de usted, nuestros cariñosos respetos.El.la para usted, es siempre la misma, y yo elmIsmo, Gregario Luperón"

En el mismo año de 1881, Luperón sale paraEuropa investido de la representación diplomáticade la República. Allá cultiva personal amistad conhombres como Gambetta, Garibaldi y Víctor Hugo;se sienta a la mesa de la Reina de Inglaterra; codéa­se con los poderosos en los gabinetes ministeriales,en los palacios y en el fausto de las cortes Euro­peas; y siempre permanece esencialmente demócra­ta, como si en toda aquella grandeza no hubierael más leve incentivo al omnímodo goce del poder,que desdeñara en repetidas ocasiones.

En París, el Dr. Ramón Emeterio Betances, elcélebre revolucionario de Borinquen, acompaña aLuperón en calidad de Secretario de la LegaciónDominicana. Antillana sería mejor llamarla. Allíencontró liberal refugio el famoso guerrero cubanoFlor Crombet, protegido por Luperón y por Betan­ces; desde allí se luchó por la libertad de las colo­nias españolas del Caribe, al par que por el progre­so de Quisqueya.

Cuando en la capital francesa se sugirió formaruna Confederación de naciones hispano-americanas,Luperón pidió, en su calidad de Enviado Extraor­dinario de la República Dominicana, lo que habríanpedido Hostos y Martí:

que se tuviese presente, para el proyectadoCongreso, a las que serían repúblicas hermanasen no lejanos días, Cuba y Puerto Rico.!

En el tráfago de la vida europea, Luperón noolvida a sus amigos de Santo Domingo. Sigue enconstante comunicación con Hostos, celebrando lostriunfos de la Normal y estimulándolo en sus luchasde civilizador. En la carta que le dirige el 15 defebrero de 1882, van, para el Maestro, palabras degratitud, de aliento y de cariño, y previsiones degloria:

Mi muy querido y para siempre estimado amigo:Aquí he leído con verdadero placer los brillan­

tes .resultados de los exámenes de la Escuela Nor­mad, que usted dirige y lo felicito de todo co­razón.

4. Las cartas de Luperón y de Fidelio Despradel, dirigi·das a Hostos. y las de éste dirigidas a Luperon, hasta ahoratodas inéditas, proceden del Archivo de Hostos, en poder deDon Eugenio Carlos y de Don Adolfo de Hostos. hijos delMaestro.

S. Rufino Martínez, prólogo a la obra de Gregorio Lupe­rón. Notas autobiogrdficas y apuntes históricos, Santiago,1939, pág. 20.

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Muy grande se presenta el porvenir de mi .pa­'tiria, prepamdo con las 'luces que usted difundeen la juventud de un pueblo: su misión es másque meritoria, es sagrada.

Su método de enseñanza práctica y positivahará de mi país una nación de ciudadanos .ibres,viriles, inteligentes, sabios, económicos y laborio­sos: en una pa,labra, un .pueblo civilizado y dignode llamarse un pueblo independiente en pleno si·glo 19.

Todos los que sirven a mi patria, me sirvena mí, y yo, agradecido profundamente de susinapreciables esfuerzos', de sus inmensos servi·cios por la juventud de mi ¡patria, en nombre demi familia y mío le envío un abrazo; si mi que­rido amigo, un abrazo con la más sincera cordia·lidad y con ola más profunda gratitud.

Prosiga su tarea adelante y sin inquietarsepor las dificultades que presentál'seles puedantodavía, ya usted 10 sabe, que no hay mérito enhacer lo fácil sino lo dificil. Hasta ahora sola·mente toca usted las espinas, después cosecharálas flores.

Mil expresiones de la familia y mías paTausted y su esposa, un beso paTa los niños y unabrazo para usted y para todos sus discípulos.

Soy muy suyo de corazón, amigo, G. Luperón.

En sus deseos de bien para la Normal y paraHostos, Luperón no se limita a las efusiones de lacorrespondencia privada. En carta pública del 31 demarzo de 1882, dirigida al Director del periódicopuertoplateño EL PROPAGADOR, decía:

Ayuden vigorosamente con 'la prensa a todaslas sociedades que se formen en todo el país, ytodas con propósitos tan la·udables. A ,la EscuelaNormal de la Capital, que prestará grandes ser­vicios a la RepúbHca, pues de ese foco de luzsaldrán maestros prácticos no solamente para los·pueblos, sino también para todos los campos.

Hostos, a su vez, se interesaba por las actividadesdiplomáticas de Luperón. Cuando el soldado cOnver­tido en sagaz diplomático plantea en Francia elproblema dominicano de la inmigración y la colo­nización, Hostos acoge la trascendental iniciativa yescribe largamente acerca del asunto, sin faltar elo­gios para quien,

ya en su gobierno de 1879 a 1880 probó quetiene un sólido espíritu de organización y algu­nas de las facultades positivas y nega1'ivas quese requieren para ser Wl verdadero estadista...Fel,izmente paTa él. a hlperón toca la digna glo­ria de haber promovido en París 'la solución deeste problema.'

De retorno a Puerto Plata, Luperón está en máspróximo contacto con Rostos. Su correspondenciano podía ser más grata al patriota y maestro. A la

6. lnmigracidn y colonizacidn, por E M. de Hostos, enEmilio Rodríguez Demorizi, Hostos en Santo Domingo, Ciu·dad Trujillo, 1939. pág. 85.

vez que le habla de la Nonnal, se refiere a la noticiade nueva revolución en Cuba, como si fuera el mis­mo Hostos que escribiera. Esta carta. del 12 de agos·to de 1883, revela cómo estaban identificados esosaltos espíritus:

Mi querido amigo:Su grata del 2 ,la he leído con el gusto de cos­

'tumbre.No tenía conocimiento del atentado de que fue

objeto en San Cristóbal su seriar suegro, el doctorAyaila. Supongo que la justicia habrá hecho lo quele correspondía.

Si no ahí, lÍan cerca, puedo aseguraT a usted,·mi amigo. que aquí suena mucho el nombre de,la Normal y de su infatigable director. Yo sé casidetalladamente dos esfuerzos cuantiosos v bené­ficos que hasta la celebración de los últimosexámenes ha hecho usted en obsequio de la ..api­tal y en bien de la República; V aún más los quesigue haciendo. esfuerzos inteHgentes. únicos ensu género. q·ue desde luego le captan a usted laadmiTaoión y la gratitud de ailgunos de los cer­canos y de la mayor parte de los dominicanoslejanos.

Los frutos de la Norma!! han vuelto a nalparseen los exámenes últimos Eso me satisface porusted y me enorgullece .por mi país, que es tamobién de usted. Reciba pues, por ello; mis mássinceras y mis más amistosas feLicitaciones, yorea que esa generación que usted está levantan·do no le será ingra·ta y crea que nosotros sabe­mos apreoiar y aplaudir sus incansables desvelos,por preparar a 'la República del porvenir ciuda­danos útiles.

En materia de candidat·ura para la presiden­cia de la Repúbnca yo no he dicho una sola pa­labra. Sólo me he limitado a hacer comprenderque es intempestivo dI tratar ahora esa cuestión,puesto que todavía el presidente actual no tieneun año de gobierno. Eso más parece una conspi.ración que otra cosa.

La Nación, a su oportunidad, sabrá escoger elcÍJUdadano que más acreedor sea de su confianzapara dirigÍ'l1la con mlllllO segura a'l bien.

No deje de recurrir élII gobierno para que se lelpaguen sus sueldos, pues no es justo, en maneraalguna, que a usted le retengan sus haberes deese modo.

Parece que nuestros hermanos de Cuba cmprenden de nuevo la 'lucha por la 'libertad deaquella Antilla. El despotismo español es siempreimplacable, feroz y odioso.

Mis votos más fervientes van encaminados ala providencia para que ponga el camino de la1ibertad a los pies de aquellos oprimidos y dé elgolpe de gracia élII tilJ'ánico dominio de España enCuba. De ahi vendrá más fácilmente la libertadde p.uerto Rico.

Proseguimos en el asunto de la organizaciónde la instrucción superior en esta ciudad.

Muchas eXipresÍones de la familia y mías parausted y la suya. Reciba un abrazo de su amigo decorazón y hennano, G. Luperón.

Con actos más patentes que esas expresiones'epistolares, Hostos y l1.uperón revelarían siempresu inquebrantable adhesión a la causa de Cuba, asícomo la fraternal solidaridad que les unía.

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.A fines de 1883 llegó a Santo Domingo el General

Máximo Gómez, hospedándose en la Villa de SanCarlos, cerca de la residencia de Hostos. AlejandroWoss y Gil ocupaba la Presidencia de la República.Ulises Heureaux, su principal sostenedor, ya habíasido Presidente y se proponía serlo de nuevo. Lanecesidad que tenía el Gobierno de algunos pertre.chos que habían llegado a Santo Domingo, paraMáximo Gómez, con destino 'a Cuba, y ciertas intri·gas aprovechadas iJar el receloso y expeditivo Heu­reaux, fueron pretextos del arbitrario encarcelamien­to del General Gómez, el 2 de enero de 1886. Porese medio se trataba, además. de echarlo del país,sin parar mientes en su celebridad y en su falta deambición política, a pesar de que entre la deslum·brada juventud capita!eña no faltó quien expresara6US votos de verle al frente de los destinos de laPatria.

Entre los que protestaron de hecho tan insólito.Meriño y Hostos fueron los primeros. Hostos acudióal Presidente de la República y éste hizo por com­placerle, tal como lo expresa en la siguiente misiva,del 8 de enero, dirigida al Maestro:

Estimado Señor y amigo: Al fin hemos con·venido ¡para condlia'1' todos los exttemos que elGenernl Gómez sea puesto en Libertad a la llega.da del vapor americano. Esta reposición me hacefa.Jtar. en cierto modo. a lo prometido, pero mecompensa del desagrado que esto me hace sentir,.la seguridad que tengo de que usted sabrá benc·volamente esperar un poco más lo oue ayer debióIf'eoibir. De Usted S. S. y amigo. A. Woss y Gil.

El Presidente cumplió lo prometido. Máximo Gó­mez salió de la cárcel el día 12 de enero v el díll15 tomó el barco en que debía ausentarse. Al dejarel Ozama, el invicto soldado miraría tristemente aambos lados de sus márgenes; y del fondo de suapesarado espíritu surgirían voces hermanas enidénticas glorias y dolores: en aquella ribera habíasido encarcelado Cristóbal Colón; en esta otra, DUar­te, Sánohez, Mella, él...

De Santo Domingo pasó Máximo Gómez a PuertoPlata. Allí permanecía, preparándose para nuevaodisea, bajo la protección de un noble y decididoamigo, del fraternal amigo de Hostos, de GregarioLuperón.

Hostos, conocedor de la penosa situación del gue­rrero, sigue preocupándose por su suerte y le escri=be a Luperón rogándole que interceda en favor delsoldado en desgracia, porque lo que en la República"no haga Luperón por Máximo 'Gómez, nadie puede

• hacerlo". En este sentido se dirige, el 16 de abril, alilustre puertoplateño:

Mi querido amigo: Recibí su carta, y es verdadcuanto en ella me dice. Y precisamente por serlo,me dolía su silencio.

He visto con .la profunda satisfacción del pa·triotismo y con la alegría de la lógica. el resuelto

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continente y la noble actitud que ha tomado usteden el asunto relacionado con la llegada del Gene·'rol Máx.imo GÓmez. El contraste entre esa y otrasconductas hace todavía ,más digna de aplausos lade usted. Parece increíble que hermanos sean tan;indiferentes, que sean tan fríos calculadores loshombres públkos de ,pueblos recién nacidos y quesea tan sontaria la viacrucis del derecho y la jus·ticia en Cuba y Puerto Rico!

Comprendo íntimamente la situación moral deese nobilísimo antillano. hijo de Santo Domingopor la tierra. hijo de todas las Antillas por laidea, y algo daría por poner en sus manos cuandoél necesita para salir del paso en que lo ha me­tido su venida a la República; pero lo que en el1ano haga Luperón por Máximo Górncz, nadie pue·de hacerlo. Yo estoy seguro de usted y sé que elesfuerzo suyo que no pueda realizarse, inútil sería.intentarlo. Eso no obstante. deje que, en nombredel antiUanismo que nos ha hecho amigos, leruegue que despliegue en favor del digno repre·sentante de la Revolución de Cuba. todo el poderque usted tiene.

Siempre afectísimo amigo de usted. EugenioM. de Hostos.

Finalmente, gracias a Meriño, a Luperón y a Has­tos, Máximo Gómez reinició la aciaga peregrinación,·para volver a su Patria en días menos tormentososy estar en ella entregado a I~s nobles faenas delcampo hasta la llegada de Martí. Sin proponérselo,había hecho aún más fuertes y más hondos losvínculos entre Hostos y Luperón.

¡Cómo le complacería a Hostos ver, junto a Má­ximo Gómez, extendiéndole la mano en horas denaufragio, al compatriota que más se le parecía, aLuperón, Ambos eran productos de la misma tierra,del Norte y del Sur; aguas del mismo río que sipasaron por filtros diferentes, conservaron en cam·bio los mismos caracteres. En los grandes, en .losinmortales, basta un sólo mérito. un sólo rasgoesencial que les sea común. para hermanarlos enla historia. Así Luperón y Máximo GÓmez. Y quizásno tarde en hacerse la luz, el esperado resplandorque revele sus semejanzas; lo humano, lo divinoy 10 genial que había en ambos.

V

En diciembre de 1888 Hostos se ausentó de SantoDomingo hacia Chile, con intenso pesar de la socie·dad dominicana. El receloso Ulises Heureaux, Pre·~idente de la República, le había arrojado sorda·mente al destierro, sin necesidad de ningún actoostensible que pudiera señalarse como causa con­creta de la partida del Maestro. Luperón le siguiómuy pronto. Lilís los había vencido 3 ambos, conlas imponderables fuerzas de su astucia. No conve­nían a su régimen, cimentado en la fuerza, los prin­cipios liberales y el ascendiente de Luperón, ni laluz poderosa que irradiaba el Señor Hostos.

Luperón, en su triste exilio de Saint Thomas,

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inútilmente concita contra Lilís a los hombres dearmas; Hostos, desde Chile, con la misma inutilidadquiere crear entre sus amigos y discípulos un núcleode oposición a los tiránicos actos de Lilís. En unade sus cartas a Fidelio Despradel, de la valerosajuventud adversa a Heureaux, le dice:

Lo que desaUenta es el desaliento de ustedes.Unos desesperan, otros se encierran en sí mismos.Usted no vé ni de lejos el Moisés que haya desalvarnos de ese cautiverio. Pero yo sí lo veo. Sonustedes mismos, oJos jóvenes, los nuevos, los in·contaminados, 'los dewehos a la noción de ladignidad humana por el sistemático pisoteo de ladignidad. Sin duda que mientras esperen ustedesa Moisés, el Faraón seguiTá pisoteando y escla­vizando. Pero póngase todos a ser Moisés. y yaverán qué pronto y cuán buenas noticias me dan.'

Al iniciarse la guerra de Cuba. en 1895. Hostosy Luperón siguen en el destierro. Destierro le lla­ma el ilustre puertorriqueño a su ausencia de SantoDomingo, como si él y Luperón, ciudadanos deAmérica, pudieran llamarse desterrados aún perdi­dos en el más inhóspito peñón del Continente.

Hostos, antillano, siempre está en actitud domi­nicana. Trabaja ·por la independencia de Cuba yPuerto Rico, a la vez que por la libertar de Quisque­ya, que no considera libre bajo el despótico Lilís.EllO de junio de 1895 le escribe al General Casimi­ro Nemecio de Moya, expulso en Saint Thomas:

J.mporta que nos pongamos en comunicacióntodos .losque podamos coadyuvar de algún mo­do a la obra de hacer independientes a dos delas hel'J1lanas y libre a ~a tercera... Yo no sé loque ustedes íJlan hecho o hacen, ya en la empresaaislada de libertar a Santo Domingo, ya en lamayor de ligaT la obra de la libertad en una a

• ]a independencia en '!as ol'ras dos An1'iIlas; perono 'Puedo creer que no hagan algo, ni puedo pe.,­5a'r que no haya oculTido a men1es tan vivas laidea del part.ido que la revolución de Cuba ofrecea los revolucionar:ios de las demás Antillas her­manas... Sobre esto escribiré al GeneTatl Luperón,ampliando.

En efecto, al otro día, 11 de junio, Hostos ledirige a Luperón una carta trascendental; documen­to valiosísimo en que apárecen, cIaras y patentes,las invariables ideas políticas del Maestro, peroesta vez más concretas y orientadoras. ¡Cuántasprevisiones, en parte cumplidas, las de esta carta!Parecería dictada por Martí, desde su sepulcro re­dén abierto, si las ideas de Rostos no fueran ante­riores a las del Mártir de Dos Ríos. Las ideas deMartí, decía Hostos, no eran suyas exclusivamente,sino de la Revolución, y en ella Hostos era de los

7. Las cartas de Hostos a Fidelio Despradel hasta ahorainéditas. utilizadas en este trabajo, han sido copiadas de losoriginales gracias a complacencia del Lic. Roberto Despradel,hijo del destinatario, quien tuvo la gentileza de enviárnoslodesde su actual residencia de Berlln. Queda aquí constanciade nuestro reconocimiento,

primeros. No necesitan de otros comentarios laspalabras del Maestro y conspirador:

Querido general y amigo:

¿Por qué no toma usted en .la dirección delmov,imiento de las Antillas que Cuba ha vueltoa iniciar, la parte que legít·imamentc le corres­ponde como uno de los libertadores -americanos?

De usted, probablemente, dependería la consti­tución de un centro di'reclivo que, de acuerdocon el ComÍ'té Revolucionario de Cuba y PuertolUco en Nueva York o Cayo Hueso, reuniera, or­ganizara y de ahí encaminara las fuerzas y ·recur·sos revoluoionalI"1os de Santo Domingo y PuertoRico, y de la emigración cubana en Puerto Platay en las islas y tierras circunvecinas.

Si no me engaño, ha sonado la hora de un mo­vJmiento general, y es necesario, o secundarlo,o producido. a fin: primero. de Hbertar a SantoDomingo e independizar a Cuba y Puerto Rico;segundo, de combatir la influencia anexionista;tercera, de propagar 1a idea de la Confederaciónde las Antillas.

Es indudable que el paso previo es la libe­~ación de la Repúblit:a Dominicana, que, >una vezlibertada de su aotual ignominia, y sujeta a:l régi­men ¡político, económico y adminis>t>rativo que yahubiera podido asegurar su desarrollo, prosperi.dad e dnfluencia, si se hubiera oído a quienessabían lo que pensaban, sentían y decían, seríael centro natural y fecundo de reunión, concep­ción, acción y ejecución de los planes que losantillanos ganasos de asegurar el porvenir de lasAntillas pudieran formar.

Para mí, que amo tanto a Santo Domi·ngo co­mo a mi propia Bovinquen, y que probablementela eligiré, como patria nativa de la mayor partede mis hijos, para residencia final y sepultura,empezar por Ja libertad de Quisqueya es tan na·lÍural, que no hago, con pensarlo y desearlo, másque un acto de egoísmo paternal; pero, en elfondo de las cosas, es tan esencial la libertad deQuisqueya ¡para la Independencia en Cuba y Puer·to Rico, que si acaso la de Cuba sobreviene sinella, 110 que es Ja de Puerto Riico y da Confedera·ción, no.

Pues bien: si se organiza sobre estas sólidasideas un cent'ro de acción que pueda decir a es·10s pueblos, ,por medio de delegados ad IIOC, -loque ha de ser el resultado de la revolución de lasAntillas, tal vez conseguiríamos de ellos. no sólo1paII"a Cuba, sino para ustedes y nosotr~s, los quis­queyanos y borineanos, la ayuda material y mo­Tal que, de aIro modo, no prestarán.

P·iense en esto, mi qUC'I"ido afIligo, y cuente con'Jos esfuerzos de su. siempre amigo, E. M. Hos/os.

Desde su solitario retiro de Saint Thomas, Lu­perón correspondió al conminador mensaje de Has·tos. Ambos pensaban igual, 'de igual modo estabanidentificados, circunstancia jubilosa para Hostos,como se lo comunica a su fraternal camarada enuna bella carta del 20 de agosto del mismo año:

Querido amigo;

Antenoche fue júbiJlo para mí: llegó su carta.La leí con muchísima alegría, po~que venía de

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un amigo siempre querido y siempre estimadocomo una de das espera·nzas de 'las Antillas; peroal mismo tiempo. ija lef con tristeza. pensandoen que usted es también un desterrado, como yo,y en q.ue, 'también como yo, apurará las amargasheces de ese cáliz.

Cuando escribf a usted, uno de mis propósitos·fue inquLrir de u9ted cómo y con qué ojos con­templa usted la actual revolución de Cuba. Convivo placer veo que tiene usted las mismas espe­nmzas de independencia que a mf me inspi1"a;pero no me dk:e usted si algo se hace ahí porCuba y p·uerto Rico.

Yo estoy tan mquieto con esta forzada lejanfaen que estoy de mis Anrillas, que, si no fuera porla famHia, ya me habría acercado ro centro deJos sucesos. A ese fin he pensado en un consu­lado en cualquiera de las tierras próx.imas, hastaen Santo Domingo, a donde no pensé volver sinocuando pudiera hacerlo sin tener que ·precaverme.

-Devuelvo a uSlted los vales por quinientos pe·sos que me expidió el Gobierno dominicano enIJ"eCODocimiento de sueldos insolutos, y que remitfa usted a mi satida de aquel. país, en 'pago de lasuma que en tiempo de calamitosa expatriaciónusted me había remitido en 1876, a Venezuela.Guárde10s hasta que usted pueda reembodsarse.

De todos modos, mil agradecimientos por es­ta nueva prueba de deHcadeza y cuente siemprecon e1 afecto de su invariable amigo, EugenioM. Bostos.

VI

Desde Chile, Hostos ve prolongarse la tiraníade Heureaux y el silencioso exilio de Luperón. Pa·recería que a Hostos le duele más la expatriaciónque a su esclarecido compañero y que se indignaante la pasividad de Luperón, que no se decide asalvar a Quisqueya del oprobioso régimen de Heu·reaux. ¿Olvidaba Hostos que Lilfs era hechura, pue­de decirse que hijo de Luperón, y que, no obstante,había dado el singular ejemplo de volverse contrael hijo al verle convertido en tirano? Ni esa consi·deraoión le movía a la indulgencia. Pedía la accióny ya era :imposible. Luperón estaba camino del se·pulcro. En el árido peñón sólo le hacían guarda~a pobreza, el abandono y un mortal quebranto. A1­gunos amigos, Cayetano Armando Rodríguez, DimasMoya y otros, 'de vez en vez endulzaban sus trágicashoras de soledad.

Hay, sin embargo, en el intenso drama del héroe,una luz de suprema consolación, un acto inusitadoen nuestra historia. Lilís, el Presidente de la Repú·bLica, cruza el mar, abandona su feudo y viene enbusca de su "padre" y adversario. La reconciliaciónde estos hombres, su primera entrevista en la de·solada 1&la de Saínt Thomas, es una escena pro­fun'damente emocionante.

En tono filial, pero ostentoso de. su gesto, diceLilís:

-Es la primera vez que un Presidente sale desupafs en ~usca de un enemigo...

-¡,Estabas obligado a ello!

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Le responde el arrogante enfermo.Luego, Lilfs y Luperón retornan a la Patria, por

el mes de diciembre de 1896. No es la vuelta delhijo pródigo; es más aún: es el amor a ·la tierranativa sobreponiéndose a todas las pasiones.

Hostos, cada día más hostil a Lilís, pero humanoy sensjble, esta vez aplaudió al déspota. aunquebreve y secamente, como si temiera que su aplausofuera extensivo al pensamiento recón'dito de Lilís,siempre proyectado hacia alguna finalidad más omenos impura.

Desde Chile, en carta del 20 de febrero de 1897,dirigida a Fidelio Despradel, decía:

De dos hechos principalmente me ha noticiadoel Señor GonzáJez, que me han producido hondoefeoto: el uno es la enfennedad de mi amigomuy querido y muy estlianado, el General wperón,a quien ·no sólo quiero como libertador, sino ca­mo hombre. Hagan 'US'tedes. cuantos son mis ami.,gas, por endulzar .Jos amargos días de ese noblerepresentante de los días heroicos de la Patria.

El otro hecho que me ha parecido bueno ydaudabe es la aotitud en que según me dice elSeñor González, se ha colocado el Presidente dela República.

Poco después, el21 de mayo, en su amado pueblode Puerto Plata, se desataba de la carne corroídapor el cáncer el alma de Gregario Luperón.

Del otro lado de los Andes, en el lejano Chile,Hostos recibía constante información de cuanto su­cedía en la patria de sus hijos. Fidelio Despradel,el consecuente amigo, es quien le da la funestanoticia, en carta del 5 de junio:

Cuando ésta le llegue, ya usted habrá sabidode la muerte del .patriota General Luper6n; murióen la madrugada del 21 del mes próXlimo pasado,a las doce y cincuenta miD'lltos. En sus úl,timosdías, que fue cuando tuve la dicha de conocerle,hablábamos con frecuencia de usted: pude pene·tramle, y eso me regocijó, de que él supo siemprecorresponder ai puro afecto con que usted lo dis­tinguía. Ei1 GeneraJ1 Luper6n deja escrita una His­toria de la Restauración con apuntes hasta nues­.tras días, en tres tomos. Yo he podido leerlamerced. a una complacencia suya y tuve una sor­presa grata al tropezarme en uno de esos tomoscon un dooumen10 escrito por usted, y firmadopor el General. allá cuando los asuntos de laLIGA DE LA PAZ en Santiago! Sentf pena ayercuando el Señor González me dijo que traía parael Generam Luperón una carta de usted, porquesi esa caÑa hubiera llegado a tiempo, habría si·do paTa él una gran satisfacci6n de los últimosdías de su vida.

Las aciagas noticias de la muerte de amigos tanestimados como Paíno Pichardo y Eugenio de Mar-

8. Refiérese a la carta de Lupecón, escrita por Hostos,a que se ha aludido anteriormente, dirigida a Máximo Gro·lIón, Espaillat, etc.• el 28 de Enero de 1876, inserta en laobra de Luperon, Notas autobiogrdficas y apuntes histdri·cos... Ponce, 1896, Vol. n, págs. 273-Z18.

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chena, o de mujer tan querida y admirada comoSalomé Ureña de Henríquez, angustiaban el corazónde Hostos y hacían que el llanto acudiese a sus ojos,perdidos tristemente en la enorme lejanía de Quis­queya. Entonces tomaba 'la pluma, como si quisieraliberarse de amarguras y de lágrimas, y escribía.'Escribía, para los periódicos, artículos en que exal­taba fervorosamente las virtudes y los méritos deldesaparecido; y quejumbrosas cartas para los ami·gos o parientes del que acababa de irse de la vida.De esas cartas, la que escribió a Fidelio Despradel,el S de septiembre de 1897, es quizás ~a más tristeal par que la más patética:

...qué no darla yo .por volver a bañarme en lasbrisas deleitosas de Puerto Pdata, que son las enque con más deleite me he bañadol

Cierto que me faltarían algunos amigos, entreellos Luperon. Pobre Luperonl Haber batalladocon tanta fuerza y tanta eficacia por la Indepen­dencia y por la ldbertad de su patria; haber ama­do tanto a nuestra patria antillana; haber sidotan capaz de serwda del modo más efectivo; ymás brillante; y haber terl!ido que pasar añosenteros en el desmet1ro insano, muerte de ilusio­nes, esperanzas y aptitudes que nadie sabe, sinosufriéndola, cuánto y cómo aYlUda a la muerte de~os órganos. Pobre Luperonl Mi pobre amigo!Mi buen compañero de esperanzas 'P3I1'a da patria

-grande que estábamos queriendo farmar.Es necesario que ustedes cultiven en el pueblo

'Y en sí mismos la memoria de 1.AlIperón. Faltas aun lado, que, por oltra parte, sirven paTa medir'la grandeza de los hombres, pues que hombre,en la acepción filosófica, no es más que la dis­tancia a que un alma se 'Pone de los instintosque nos mortifican, Luper6n debe ser queridopor sus vi't'ltlUdes cfvicas, y considerado como unode Gas más atrac,tivos ejemplares del sel' mademan que ofrece esa nuestra Quisqueya, tan fecun·da en esa otase de hombres, pues sólo así habríaandado ·tanto camino en tan poco tiempo.

Feounda tierra de abuelos e hijos míos.. .1 AhlSi como es de feraz, fuera de afortunadal

Hostos no se limitó a enjugarse el llanto, comoen breve pañuelo, en esta carta. Escribió en seguida,con la misma emoción que le poseía en ese instante,uno de sus más bellos y dolientes estudios biográ­ficos. La muerte del soldado arrancaba del almade Hostos sus más conmovedores ayes. Nunca pa·reció el Maestro más íntimamente adolorido. En lamagistral semblanza del héroe muerto hay muchode su propia vida. A veces, al hablar de Martí, deBetances, de Máximo Gómez, de Aguilera, de Plá·cido, de Salomé Ureña, y de otras figuras america·nas, Hostos habla de sí mismo. Pero cuando máshabla de él, es cuando escribe acerca de Luperon.¿Qué prueba más viva y elocuente, qué testimoniomás claro de que ningún espíritu se identificó tantocon el suyo como el espíritu de Luperón?

VII

Para Hostos, el 16 de agosto de 1863,' la Restau­ración de la República, es una fecha de más altasignificación que el 27 de .febrero, la Separación deHaití. En esta última no aparecía el invicto restau·radar, pero sí en aquella, en la que él admirabatanto la trágica muerte de Sánchez, el ejemplo dePuerto P>lata y de Santiago y el

fatigante ,patriotismo de LuperóD que, al compo­ler a planazos a los moradores morosos en ladefensa de la justicia, personifica esculturalmen­te las agonías de SI\.1 puebo que no quiere aceptarla mueIlte injusta.

La preferencia es explicable. La Restauraciónern una guerra contra España, y Hostos, desde sumocedad, estaba guerreando contra España.

En esa guerra, dice Hostos,

no hubo ninguno que 'Personificara con más arodor que el General Luperón, el deseo de recon·quistar la autonomía nacional.

y va más lejos todavía. Le compara con uno delos más preclaros ciudadanos de Francia y de suépoca:

Sí 'hubiera de juzgarlo como hombre -dice-,devanl'arfa con orgullo la cabeza paTa declararque fue uno de los hombres a quienes más altasprendas conocí, por lo cua! fue uno de los hom·bres a quienes más he estimado.

En los días de la Restauración, que fuerondías de proeba para el ca'1"ácter, Luperón se pro­6enta a la historia de su patria como compareceGambetta en la hiístoria de la defensa nacionalde Francia.'

A é9te, por más conocido el escenario, lo vetodo el mundo en el momento del 8fJ'ogeo de supatriotismo... A Luperon nos lo representa nues··tro amor a da Independencia, derecho tan aUo ytan sagrado en Francia, en el momento O1rlminan­:te de SI\.1 herooco patriotismo, ooando, según latradición, perseguía a planazos a los i'1"resolutosy tibios con la pa·tria.

9. Luperón y Gambetta, de quienes Hostos hace breveparalelo: estuvieron unidos por sólida y cordial amistad.Luperon recuerda al prócer civil francés en sus Notas auto­biogrdficas y apuntes históricos: .Los legisladores de enton­ces (1880) rechazaron, tanto la ley de las estampillas comola de conscripción militar; y sin embargo, por estas dos leyesrecibió el Gobierno Provisorio las más honrosas felicitacio­nes de los gobiernos norte-americano, inglés, francés, belgay alemán. Para mayor honra y satisfacción de ese Gobierno,el gran Gambetta se sirvió de esa misma ley de conscripcióndominicana para reformar la Francia militar, que hoy res­

'petan y admiran hasta sus propios enemigos. El mismoImperio Alemán, que tenia su ley de conscripci6n militarobligatoria fijando siete años de servicio para igualar suejército al de Francia, la reformó, fijando tres años de ser·vicio en el ejército. Estas declaraciones las hizo espontá­neamente el mismo Gambetta a Luperón, no sólo en sugabinete como primer Ministro del Gobierno francés, sinotambién en banquetes públicos•. (Gregorio Luperon. Notasautobiogrdficas..., vol. 3, Ponce, 1896, pág. 60).

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Estatua por estatua, si seductora de buenos esla acllitud de GambeHa, más seductora de fielesal bien y a ~a justicia es ea de Luperon: el francésse erigía su estatua con actos que el mundo con·templaba, que la espectativa del mundo estimu­~aba, que la admiración del mundo hacía fácilesy placenteros: el quisqueyano no sabía siquieraque se le estaba estatuando en la historia de su'Patria, cuando, desentendiéndose del mundo, sinmás test!igos de su 'heroismo que los testigos deél, realizaba en el fondo oscuro de las selvas, endesconocidos lugarejos de un 'Pafs desconooido,'los prodigios de actividad, moviHdad, entusiasmoy convicción que dieron a luz la segunda Repú­blica Dormnicana.

En Gambetta, la gloria era un estímulo detodos los días, de cada hora, de cada despachotelegráfico, de cada sailutación, de cada aclama·ción, de cada ovación que recibía.

Al pobre sostenedor del derecho en Quisqueya,¿qué ovación lo recibía, qué aclamación, siquiera,lo estimulaba; qué salutación, a!l menos, lo enar­decía? El apodo que da ea fuerza escandalizadaal derecho que la escandaliza: bandolero.

Bandolero, banilido, saoltedaor de caminos, co­mo siempre lo fueron los libeIltadores para losusunpadores de vida en las co1onias; como lo fue­ron Miranda, como lo fue Hidalgo, como Bolívar,Morazán, Mariño, Gamarra, Santa Cruz, O'Higgins,San MarHn, Ar.tigas, como lo fue Na'I'Ciso López,como:lo fue Céspedes, como 10 está siendo Máxi­mo Gómez, no tuvo 'Luperón más incentivo quela ,resuel,ta resolución de no consentir amos en sutierra,'"

Al tenninar su emocionante página, Hostos ha­bla del llanto de la Patria y de los amigos de Lu­peron, por no hablar sólo de sus propias lágrimas.Más que la muerte del patricio y hennano, llorabala pérdida que sufría la causa del antillanismo, "lahennosa quimera de libertad" que con "el ánimoy el brazo de Luperón" se habría realizado. "

Años después, muerto LUís, Hostos volvió a San­to Domingo. El Presidente de la República y elpueblo dominicano le reclamaban. Y no tardó envisitar a Puerto Plata. ¡Cuántos recuerdos se agol­parían en su mente, en la ciudad de Lúperón, enaquel pueblo tan íntimamente ligado a su existen­cia, junto al mar ya la montaña que fueran deleitede sus ojos en la ya lejana primavera de 18751

10. Luperón, por E. M. de Hostos, en Emilio RodríguezDemorizi, Hostos en Santo Domingo, Ciudad Trujillo, 1939,págs. 309·316.

Entonces, como si concentrara todas las fuerzasemocionales de su espíritu en un puñado de pala­bras, trazó el más alto elogio que haya merecidoPuerto Plata. En ese elogio, veladamente, hacía unaexaltada síntesis de la vida política de Luperón yde su propia vida, ya que ambos habían sido la másperfecta encarnación de las luchas e ideales quenacieran, años atrás, como ante el pórtico de untemplo, al pie de Isabel de Torres:

Aquí, bañándose en el baño de vida que es labrisa de ese mar, dominicanos, cubanos y puerto­·rriqueños fabricamos 1m día el ideaR. Por aquípasó Betances; por aquí pasó Martí; por aquí'Pasó Luperon. De aquí, unas tras otras, salieronvoces de estímulo para Boriquen; voces de entu­siasmo para Cuba; voces de libertad para Quis­queya. Aquí se forjó la redención de Puerto Rico;aquí -se fulminó la sentencia de muerte del colo­niaje español en las Antillas; aquí se decretó la<regeneración de Ouisqueya por la Libertad, por1a verdad, por la juslJicia. Desde aquí se pre­dicó la doctrina del bien pan los hombres denuestra familia histórica; desde aquí se 'Preceptuóel principio de toleranda para todos los parece­res contrarios a la reforma de la vida en estos!pueblos; desde aquí se promulgó el dogma de laConfederación de las Antillas como objetivo fina1de nuestra historia. Campos, aguas, lomas, gen­tes, cuanto queda respetado por la muerte, todoconserva aquí la sombra del .ideal que aquí nació.

Hostos no sobrevivió a Luperón por mucho Hem­po. Seis años después que el héroe, rindióse a lamuerte el espíritu del formidable pensador.

El que nació primero fue último en la muerte.y bien que fuera así: que muriera el guerrero an­tes que el Apóstol, para que sobre la tumba delsoldado floreciera eternamente, consagratoriamente,el glorificador responso del Maestro.

No tuvo Luperón la enonne fatalidad de MáximoGómez, victorioso al frente del Ejército Liberta­dor, en Cuba Libre, sin que Martí pudiera contem­plarlo y la maravilla de su palabra hiciera de él unsemi-dios.

Luperon antes que Hostos. Antes que la luz ex­tinta, el eclipse de la espada. ¡Uno tras otro se fue­ron al sepulcro, para alzarse hermanados en laHistoria!

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• A PRIMERA OBRA ARQUITECTÓNICA DE GRAN EMPEÑO

Ldentro del área que ocupa el San Juan metropo­litano de hoy ocurre en la alborada del siglo dieciséis,precisamente en el primer asentamiento de nuestraCiudad Capital. Tal, la casona que ,hacia 1509 cons­truye Juan Ponce de León en Caparra, de la cualapenas nos queda vestigio. La misma sigue el mo­delo de la tradicional casa·fuerte española, de frenteamplio y de poco fondo, a lo largo de cuyo topefiguraba un pretil almenado. En las habitaciones dela familia del Adelantado se utilizó como elementodecorativo azulejería sevillana, y la entrada princi­pal a las mismas, orientadas hacia el Oeste, estuvocoronada con arco de :herradura. Así, por vez pri·mera, la tierra y la piedra puertorriqueña es apiso­nada y cortada en un solar sanjuanero si bien paraconformarse a patrones estructurales europeos.

Pero en la misma centuria; sólo unos pocos añosmás tarde, el empeño constructor señala hacia dosedificaciones de magnitud superior a la luz de laslimitaciones que impone el medio local: ya en laisleta, la Catedral y la Iglesia del monasterio domi­nico. La primera no resultará en ola emulación deaquella de Sevilla que se pretende al principio, peroposibilitará que de las canteras calizas de San Juanse corten sillares y labren molduras que habrán deconformar los magníficos ejemplos de arquitecturagótica que aún se conservan. Tales, en la Catedral,las dos salas grandes y las dos menores con bóvedagótica de crucería, la magnifica escalera de caracol,y el ábside seisabado actualmente escondido tras unmuro curvilíneo de época posterior. Y en ,la Iglesiaconventual de los dominicos, actual San José, lacasi totalidad del edificio.

Este último templo, en cuya arquitectura apare­cen tendencias estructurales del tiempo de Isabella Católica no empece que comenzado a construirhacia 1532, tiene el mérito, aparte del que le corres­ponde por ser uno de los mejores ejemplos de su

DesteUos históricos dela arquitectura en San Juan

de Puerto Rico

Por OSIRIS DELGADO

clase en América, de damos el primer rasgo en estaIsla que corresponde a una solución arquitectónicaindependiente de las acostumbradas fórmulas es­pañolas. Esto, no empece que resuelta a base deelementos góticos y renacentistas, o que el autorhaya podido ser un Rodrigo Gil Rosillo, de Santan·der, o los alarifes Antón y Alonso Gutiérrez Nava­rrete, de Carmona. El rasgo consiste en que en unespacio relativamente reducido como lo es el cru·cero, se logra una gran sensación de amplitud abase de contrarrestar ambos lados de la bóvedaprincipal con cuartos de esfera cuya clave es comúna la clave del arco formero. En la misma iglesiatambién es interesante observar la estilísticamentemuy rezagada capilla de la Virgen de Belén, añadidaa finales del siglo dieciséis, cuya bóveda esquifadaes un elemento morisco muy familiar a la arqui.tectura isabelina.

Si entre las distintas manifestaciones artístico­arquitectónicas involucramos las estructuras defen­sivas de la Ciudad, bien podemos afirmar que enarte nuestra circunstancia sólo habrá de rendirsea la voluntad de 10 español en la medida que talarte esté en función de lo militar. Los éxitos delimperio en Tierra Firme y la posición estratégicade la. Isla, que hará que ésta se conciba como el"frente y vanguardia" de Indias, impondrá en elcurso del quehacer oficial un derrotero en el quehabrán de surgir preferentemente la arquitecturade plaza fuerte que aún hoy testifacan, desde elsiglo dieciséis, las fortalezas de Santa Catalina yEl Morro. Y éstas, en su punto de partida, sontrasplantes de fórmulas de ingeniería castrense me­dieval y renacentista.

Ya casi en el siglo diecisiete, y como preparandoel camino para el enconchamiento espiritual de laCiudad, algo así como adiestrando una actitud de­fensiva frente al torbellino barroco europeo, el queapenas llega pero que tampoco se hubiese resistido

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por razón de la sencillez formal que reclama la cir­cunstancia puertorriqueña, nos atacan una y otravez fuerzas extranjeras y debe proveerse oficial­mente para su defensa. En 1595; ataca Drake; en1598, Cumberland; ya en 1625, Balduino Enrico. LaCiudad se amuralla y la historia isleña se vuelve"silenciosa, soterrada". Nuestro vigor se reduce alatente crisálida, pues no será hasta la próximacenturia cuando se concretice sensiblemente la per­sonalidad artística puertorriqueña. Mientras tanto,en el siglo diecisiete aflorarán en la ciudad Capitalalgunas obras timoratas de barroquismo principal­mente por obra y gracia de una voluntad digna deun monumento conmemorativo: el gobernador Iñigode la Mota y Sarmiento. Su entusiasmo es respon·sable por la reconstrucción y ampliación del con­vento dominico, así como por la reparación de latorre y presbiterio de su iglesia, hoy de San José;se ocupa de proseguir la construcción de la murallaque comenzara Enríquez de Sotomayor; hace laspuertas de Santos Justo y Pastor, y la de Santiago,a las que pone capilla con pintura o escultura delsanto correspondiente, letreros en latín COn senten­cias sugestivas, armas reales labradas en piedra, y'su propio escudo de armas -lo que repite en lapreviamente construida puerta de San Juan. Recons·truye la ermita de Santa Catalina en las murallasjunto a la Fortaleza. Rehace también el crucero quese había construido en la Catedral en 1615, y le·vanta en torno a ésta una cerca de mampostería.En apenas seis años, I~igo de la Mota y Sarmientoda un ejemplo de dedicación digno del mundo dela Contrarreforma.

Sin embargo, en este breve relato vemos 10 quesólo permite la circunstancia sanjuanera: recons­trucciones y reparaciones. Aparentemente, nuestravida en el siglo diecisiete se circunscribe a -la ideade la mera subsistencia. La sencilla arquitecturacivil, esa manifestación del arte plástico pueblerinoque en sus peculiares constantes dará en el próximosiglo una de las primeras claves de una personalidadurbana ya lograda, aún no aparece. Tampoco lamodesta arquitectura eclesiástica con sus solucio­nes típicamente puertorriqueñas.

Corresponde a nuestro siglo dieciocho todo eseprivilegio. Es honda la verdad entre las formas ar­quitectónicas populares que afloran en esta centu·ria y el medio ambiente y los factores que las cons­tituyen. Es herencia nuestra de valor insospechadocuyo poder telúrico convierte en artificial toda aroquitectura extraña que se levante a su lado que norespete su espíritu y que no emplee los modestosrecursos decorativos que la caracterizan. Nos refe­rimos a las típicas casas de familia, de las que tan­tas quedan aún en el casco del viejo San Juan yque muchos, equivocadamente, creen mero trasplan.te de formas arquitectónicas pueblerinas de Españao simplemente meras edificaciones sin valor.

De España ha de heredar los clásicos ~lementos

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Aspecto del Claustro del Convento de Santo Domingo al elViejo San Juan.

de construcción: muros encalados, tapiería, ladrilloo piedra, viguería y techos de teja y azotea. Pero esarquitectura renacida en suelo puertorriqueño y,ante ella, nos es cosa tan natural, tan consabida,que a los más se nos escapa su valor como sutilelemento de juicio que puede ayudar en el ansiadoconocimiento de aspectos esenciales de nuestropueblo.

Se caracteriza la fachada de estas casonas porser de dos plantas, con balcón voladizo y corridoque descansa sobre las cabezas de vigas de ausuboque se proyectan desde el entrepiso. Tiene balaus­tres delgados de madera, y columnillas, también demadera, rematadas en capiteles sencillos que sostie·nen una cubierta o tejadillo. En la parte alta, porencima de la cubierta, una cornisa de gran vueloremata la fachada. Una amplia entrada con puertasde caoba o ausubo, claveteadas de hierro, da pasoa un zaguán que lleva al patio interior y a la esca­lera. Esta, muy esbelta en proporción al edificio,suele ser de tramos rectos y con dos amplios des­cansos, y las contrahuellas de los escalones puedenestar decorados con azulejos que en algunos casos,como los que decoran la escalera de la llamada casaBerrocal (hoy residencia de la familia Alegría) sonmagníficas muestras de ejemplares de Delft de ha-

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da 1700. En cuanto al patio interior, suele tener una~.lería bordeada de arcos y una cisterna o aljibeque en algún momento tuvo su brocal.

De las características mencionadas, el balcón vo­lado y corrido con ligero tejado, por su reiteradouso como elemento de fachada, por sus repetidaspeculiaridades de estilo, y por su sugestividad, lo

,consideramos el elemento principal de nuestras vie·jas casonas sanjuaneras. En ningún otro lugar comoen nuestra Ciudad Capital se juntan tan expresiva­mente los ·balcones voladizos corridos. En algunoscasos, como en la llamada casa Campeche, el tra·bajo de la madera, especialmente los capiteles, acu­san una originalidad fascinante. El sentido del bal­cón sanjuanero, a diferencia del fragmentado balcóndel resto de hispanoamérica, no consiste en ser lu·gar de intimidad con perspectiva amplia desde disi·mulada punto de vista, sino un lugar para estar enla propia casa a la vez que en la del vecino: un sitioapropiado para inspirar la rotura de ·fronteras y quemuy bien puede simbolizar el espíritu unificado deun pueblo.

No podemos pasar por alto las igualmente típi­cas casas de ladrillo y hormigón español que al que·dar limitadas a un solo piso robustecen la importan-'

cía de sus magníficas comisas. Vistas en conjuntoresultan una agradable experiencia visual por razóndel distinto nivel de cada estructura y por la varie­dad de color de una a otra fachada con que se comoplace el sanjuanero en su afán de individualizar elárea de su permanencia.

En arquitectura eclesiástica popular, obra de mo­destos alarifes, nos podemos preciar de haber crea·do en el siglo dieciocho y con proyecciones haciael diecinueve espontáneas normas de construccióncuya razón causa necesariamente radica en circuns·tancias locales no empece de qué orden. De todosmodos, la Isla parece que trae ya una estigma crea·dora, recordemos el aro de piedra que es puracreación del indio borinqueño. Así vemos iglesiasen que la cúpula, ese espacio abovedado que sim­boliza la fuerza espiritual, en vez de estar colocadosobre el crucero como se estila desde la Edad Mediaen la construcción de los templos cristianos, aparececonstruido sobre el presbiterio. Con esta caracterís·tica tenemos en el sector de Santurce un bellísimoejemplar en la Iglesia de San Mateo de Cangrejos.

Seguidamente debemos referirnos a la Capilladel Cristo, que con su dieciochesco pórtico ocupaun lugar privilegiado en el extremo sur de la san·

Antigua Iglesia de Santo Tomá.r, hoy de San J08~.

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Casa delos Contrafuertesen laca/le deSan Sebastián.

Interiorde casa

en laCa/le

delCristo

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juanera calle del mismo nombre. La misma es casisímbolo de la historia de la Ciudad y alberga im­portantes obras del patrimonio cultural puertorri­queño.

En el siglo diecinueve, la casa de vivienda diecio­chesca evoluciona sensiblemente sin perder -las ca­racterísticas fundamentales. Prácticamente todo seresume en el hecho de agrandarse los espacios, ha­cerse más elegantes las líneas, y adquirir mayorimportancia el patio. Patios estos que evoca en prosapoética Paniagua Serracante: "Patios de mi SanJuan arcaico que se abren al alma como microcos­mos de la quimera. Patios de macetas olientes aclaveles y rosas, a campanillas azules..."

Ya a mediados de siglo incorpórase a la arqui­tectura sanjuanera la ornamentación al hierro cola·do. Producto de origen europeo, nos llega a travésde Norteamérica pero queda tan maravillosamenteacoplado, con tal sentido de fidelidad a las formasde la' arquitectura doméstica local, que ésta no des­merece en nobleza. Ejemplo de ello son las casasde balcones con balaustres de hierro colado de finodiseño al que a veces se suman, cuando hay ligeracubierta o tejadillo, columnas decorativas del mis­mo metal.

En la arquitectura oficial de la Ciudad Capital,refléjase en la centuria decimonónica el enormecrecimiento social y material como consecuenciade soluciones prácticas inspiradas en los postula­dos del liberalismo politico y económico. A su vez,es el resultado de calurosas instancias de portavocespuertorriqueños, y producto de la concesión de unaEspaña interesada en descontaminar a Puerto Ricode la corriente revolucionaria. Sólo en los últimostres reductos del Imperio: Cuba y Puerto Rico,fructifican los magníficos edificios cuya sola fina­lidad .particular habla del nuevo orden socio-eco-

nómico. Tales los de la Intendencia (según su últimatransformación), la Diputación Provincial, el Has·pital de la Concepción (según reedificado por elgobernador La Torre), la Casa de Beneficencia,el Cuartel de Batajá, el Teatro Tapia, y otros.

Para una ojeada final al mundo sanjuanero delsiglo pasado, pero con un sesgo profundamente ro­mántica tenemos a la vetusta Fortaleza convertidaen una de las viviendas más atractivas de ·la Isla:el cementerio del viejo San Juan, y los tristementedesaparecidos kioskos templetes que daban una no­ta de nostalgia por exotismo oriental.

La transición hacia la arquitectura contemporá­nea de nuestra Ciudad se manifiesta principalmentea través de un discípulo de ,Louis Sullivan, de ori­gen checoeslovaco, Antolín Nechodoma (1877·1928):quien desde el año de 1908 hasta su muerte diseñamás de cien edificios para la comunidad puertorri­queñ·a. Entre otros la notable casa Georgetti (1925)hoy destruida, y las casas Korber y McCormick. Esarquitectura en la que se combinan felizmente lascircunstancias ambientales, estética funcionalista ylas posibilidades del concreto armado. Pero sobretodo, es admirable por una sencillez formal que seintegra armónicamente a los panoramas sub-urba­nos de la Ciudad Capital y responden fielmente anuestra naturaleza.

Al presente muchos arquitectos de Puerto Ricototalmente integrados a la corriente internacionalde la estética arquitectónica y magníficamente in­formados de las más recientes aportaciones al cono­cimiento de las nuevas técnicas de construcción,materiales y filosofía urbanísticas, se atienen y seorientan profesionalmente hacia el desarrollo de unSan Juan que, al igual que lo es respecto al pasado,sea en el futuro digno ejemplo orgullo de la arqui­tectura de nuestro tiempo.

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Descripción general de losIndios Caribes en l~ obra de

César de Rochefort

Por MANUEL CÁRDENAS

P RESENTAMOS A CONTINUACIÓN LA TRADUCCI6N AL ES­pañol de los capítulos IX, X, XI, XII YXIII del

Segundo Libro de -la Histaire Naturelle et Moraledes [les Antilles de l'Amerique de César de Rache·fort. ,Los titulos de dichos capítulos son: Du Carpsdes Caraibes et de Leurs Ornaments, Remarques surla langue des Caraibes, Du Naturel des Caraibeset de leurs Moeurs, De la simplicité naturelle desCaraibes y De ce qu'on peut nommer Religion par­my les Caraibes, respectivamente.

Aún cuando haya algo de verdad en las acusacio­nes de plagio que el Padre Dutertre hizo a Roche­fort, y aceptando incluso que la obra de este no estotalmente original, sin embargo 'las ·fuentes y losinformadores que utilizó en su redacción, en par­ticular el segundo libro, hacen de la Histoire Na·turelle et Morale una obra importante sobre elmundo de los Caribes.

Aunque -la preocupación de Rochefort por el es·tHo y el lenguaje llega a ser algo enfadosa, y loses más todavía su afán de demostrar constante­mente una vasta erudición, hay que reconocerle uncuidado y una precisión notables a la ·hora de plan­tearnos el tema de los Indios Caribes..Ese cuidadose manifiesta en las seis razones con que inicia elcapítulo noveno, en particular cuando nos dice ex·presamente que va hablar sobre los indígenas de'la San Vkente, -los cuales pueden tener costumbresy manera distintas a los Caribes de las otras islas,sin que por ello dejen todos de constituir un pueblo.

Pasemos al texto de Rochefort.César de Rochefort-Histoire Naturelle et Morale

des Hes Antilles de L'Amerique-Rotterdam, 1665­Capítulos IX, X, XI, XII Y XIII.Páginas 435 a 477.

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Capítulo Noveno

DE LOS CUERPOS DE LOS CARIBES Y DE SUSORNAMENTOS

Ahora es necesario volver a reemprender el grancamino del que nos habíamos apartado y volverde la Florida a las Antillas para allí considerar, tanexactamente como nos sea posible a todo -lo largode esta Historia, el Cuerpo y el Espíritu, ·las ma·neras, la Religión, las costumbres, y 'las otras par·ticularidades de los Salvajes Caribes o Caníbalesde los cuales hemos deducido ampliamente suorigen.

y puesto que aquellos de este pueblo que vivenen las mismas Islas donde ·los Franceses y las otrasNaciones Europeas tienen colonias, con quienestratan frecuentemente, se han habituado en variascosas a sus maneras de hacer, y siéndoles éstasmás gratas han abandonado muchas de sus viejascostumbres, los que quieran saber de ·las antiguascostmnbres de los Caribes no las deben buscar enaquellos que viven en la Martinica o en aquellosque más frecuentan a nuestros Europeos, sino enestos de la San Vicente que son entre todos losque hasta el presente han estado en menor comu­nicación con los Extranjeros. Es de ellos que par·ticularmente hemos sabido todo lo que diremosaquí después sobre los Caribes; pero antes de en­trar en esta materia haremos algunas observacionesgenerales para prevenir el asombro que el ·lectorpudiera tener de ·la diferencia entre varias de nues­tras Relaciones con otras orales o escritas.

l. Es casi imposible que las Relaciones acerca detierras y costumbres tan alejadas de nosotros esténde acuerdo en todas las cosas a la luz de que inclu·

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so las que nosotros vemos de paises vecinos nocoinciden perfectamente entre si.

II. Desde que los Caribes han tenido relación conlas Naciones extranjeras han relajado mucho susantiguas prácticas y han abandonado varias mane­ras de hacer que antes les eran inviolables. De suer­te, que se encuentra hoy día en ellos un cambionotable con respecto a 10 que fueron en otros tiem­pos. 1..0 que ha ocurrido en parte a que nuestrosEuropeos los han avispado, y en parte también,-pues hay que confesarlo para nuestra vergüen­za-, a que los han corrompido. Sobre este particu­lar el señor du Mantel nos informa en sus Mema.rias lo que dos buenos viejos Caribes, con los cualesél ha conversado familiarmente, le decían frecuente·mente en su conversación.

"Nuestras gentes han llegado a ser casi comovosotros, y tenemos la pena de no reconocemos anosotros mismos; tan diferentes somos de ·10 queéramos en otros tiempos. También nuestra Naciónconsidera que a causa de este cambio los Huraca­nes son ahora más frecuente que antes, y los Ma­boya (es decir, el espíritu maligno) nos han puestobajo el poder de los Franceses, Ingleses y Españolesquienes nos han quitado 'la mayor parte de nuestrasmejores tierras".

I11. Ellos pueden tener diferentes manera de hacersegún la diversidad de las Islas, aún cuando seanun mismo Pueblo, como nosotros vemos Ja diver­sidad de costumbres en un mismo Reino según lasregiones y las Provincias. De suerte que, por ejem­plo, los que hayan tenido mayor relación con losde la .Dominica informaran opiniones, costumbresy ceremonias de los Caribes que las personas quelos hayan tratado en otros lugares indicaran deotra manera. Y, sin embargo, ·los unos y los otrosestarán haciendo una relación fiel.

IV. Así como en el Continente de la América, losCaribes que viven bien tierra adentro y quienes venraramente a los extranjeros, conservan mucho mássus antiguas costumbres y su antigua manera devivir que estos que habitan cerca de las ColoniasHolandesas de Cayena y Berbice quienes tienen untrato regular con Jos Cristianos, también entre nues­tros Caribes Insulares, los que tienen menos comu­nicación con los Europeos, tales como los de SanVicente, son más exactos observadores de sus antiaguas costumbres que ·10 que lo son, por ejemplo,los de la Martinica, o estos de la Dominica, quienesnos visitan más.

V. Es por esto que si aquellos que no los han vistomás que en estos últimos lugares, o han tenidonoticia de ellos por personas que no los han tratadomás que en estos lugares encuentran a lo .largo denuestra Historia diversas cosas que no concuerdanbien con las que ellos conocen, no se asombren, porfavor, a la luz de que la mayor parte de nuestras

memorias han sido escritas sobre los Caribes de laSan Vicente.

VI. Por último, los lectores están avisados de quenosotros vamos a describir, en su mayor parte, lasantiguas maneras y costumbres de estos Caribes, afin de que nadie encuentre extraño si de aquellasque practican hoy día hay algo que no se informe.Dadas estas advertencias nada nos impide comen­zar lo que -hemos emprendido para cumplir con eltítulo de este Capítulo.

La mayor parte de los pueblos que nosotros lla­mamos Salvajes o Bárbaros tienen alguna cosa dehorrible y de deforme, o de defectuoso, sea en suscaras, sea en el resto de sus cuerpos, tal como losHistoriadores nos -10 han informado de los Maldi­vios, de los Habitantes del Estrecho de Magallanesy de varios otros lugares que no hay necesidad demencionar

Sin embargo, los Caribes son gentes bien hechasy proporcionadas en sus cuerpos; bastante agrada­bles, la cara risuaña, de mediana tall<t, anchos deespaldas y de caderas, y casi todos de bastantebuen aspecto y más robustos que los Franceses. Tie­nen la cara redonda y ancha, y ·la mayor parte tie­nen las mejillas marcadas con dos pequeños hoyue­los en medio. Su boca es mediana, y sus dientesson perfectamente blancos y bien dispuestos. Esverdad que ellos tienen la tintura naturalmente oli­vacea y que este calor se extiende incluso en elblanco de los ojos, los cuales son negros, un pocopequeños, así como los Chinos y Jos Tártaros, peromás penetrantes. Tienen también la frente y la narizaplastadas pero por artificio y no naturalmente.Pues sus madres se las presionan a su nacimientoy lo hacen continuamente durante el tiempo que lesdan de mamar, imaginándose que hay en ello belle­za y perfección, pues sin eso tendrfan la nariz bienformada y la frente elevada como la nuestra. Tienenlos pies anchos y aplastados ya que van desnudosde pies, pero por ·10 demás, tan endurecidos queestán a toda prueba en los árboles y sobre lasrocas.

Entre los del país no se ven ni tuertos, ni ciegos,ni jorobados, ni calvos, ni quienes tengan de natu­raleza alguna deformidad, como se indica tambiénde los Brasileños, los Floridianos, y de la mayorparte de los pueblos de América. A diferencia de10 que ·informan los que -han visitado el gran Cairo,que dicen que en las calles se ven muchos tuertos,muchos ciegos, siendo estas enfermedades tan fre­cuentes y tan comunes en este país que de diezhombres hay siempre cinco o seis que están ataca­dos de eUas. Sin embargo, si hay alguno de entre I

los Caribes que sea deforme, o carezca de algúnmiembro, eso le ha sobrevenido en los combates yen las -luchas que han tenido con sus enemigos, y es­tas deformidades o estas marcas, siendo prueba desu valor, son estimadas entre ellos como gallardas

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y gloriosas; bien lejos de que ellas los pongan enpeligro de ser apaleados, o arrojados a un barranco,por sus compatriotas como a estos pobres hijosdel pueblo de Guyana y los Lacedemonios del tiem·po de Licurgo que nacían del vientre de sus madresimperfectos y deformes. Incluso se ven bellas muochachas y bellas mujeres entre los Caribes, pruebade ello Mademoiselle de Rosselan,mujer del SeñorGobernador de Santa Alosia.

Todos los Caribes tienen -los cabellos negros co­mo los Chinos, los cuales son conocidos a vecescomo el Pueblo de los Cabellos Negros. Estos ca·bellos de los Caribes no son crespudos como los delos Moros, sino todos lacios y muy largos, como losde los Maldivios. Y sus mujeres consideran este ca­'101' el primero en cuanto a belleza para la cabelle­ra. Se dice también que los Jndios del Perú tienentanta pasión por los cabellos negros que para darleseste color cuando no 10 tienen se dan unos trabajosy unos tormentos increíbles. Por el contrario, enEspaña, algunas Damas, para teñirse los cabellosde color de oro, los rocían de azufre, 'Ios mojan enagua fuerte y los exponen al sol en pleno mediodíadurante los más violentos calores de la Canícula.y en Italia este color de cabello es también muyestimado, prueba de ello 10 que dice un Poeta conrespecto a las Cortesanas Romanas

Oh que Manitas peinadasCon su pelo descolorido por artimañas, etc.

Los Caribes son muy cuidadosos en cuanto alpeinado y consideran ello cosa muy digna. Aceitansus cabellos y tienen un invento para hacerlos cre­cer. Hombres y -mujeres trenzan sus cabellos pordetrás y 'los hacen rematar en un pequeño cuernoque se ajustan en lo alto de la cabeza. A los doslados los dejan en forma de mostachos, libremente.Las mujeres dividen sus cabellos de manera que·les caen a los dos lados de la cabeza, y los hombresseparan los suyos en el otro sentido, es decir, quelos tiran hacia adelante y hacia atrás de la cabeza.Lo que les obliga a cortarlos por encima de la frenteya que de otra manera les caerían sobre los ojos;eso, en otros tiempos, antes de que tuviesen usode nuestras tijeras, o hadan con unas hierbas cor­tantes. Además tienen por costumbre cortarse elcabello cuando están de duelo. A diferencia de Ma·dagascar en donde los hombres no se cortan loscabellos, pero las mujeres se rapan totalmente. Loque es completamente contrario a la costumbre delos Pueblos entre los que vivió el Apóstol San Pablo.

No se les nota barba a los Caribes, y si les crece,se la arrancan como hacen los Brasileños, los Cuma·nenses y ciertos pueblos sometidos al imperio delos Tártaros, los cuales llevan siempre un hierroen la mano con el cual se arrancan todos los pelosde la barca que les crecen de nuevo. Por 10 demás,no se ve apenas a Jos Caribes en esta tarea, y se

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cree que ,tienen un secreto para impedir que el pe.10 les crezca cuando una vez se 10 han arrancado.Invención que hubiese sido muy cómoda a los anti·guos Romanos. Pues se afirma que no se les diopermiso para dejarse crecer .)a barba más que des­pués del tiempo de Adriano, quién fue el primeroen dejársela crecer. Hasta entonces era tan honora­ble entre ellos el no llevar barba, que .)os esclavosno hubiesen osado afeitarse la suya; e incluso leestaba prohibido el afeitarse a toda persona acu­sada de crimen, como para poner sobre ella unaseñal de infamia, hasta que no hubiese sido absuel­ta, tal como lo informa Aulo Gelio. Totalmente con­trario a lo que se practica bajo la dominación delGran Señor, que hace afeitar la barba como igno­minia. Lo que le ocurrió en el año de 1652 al CónsulFrancés de Alejandría, acusado de haber malversadoen su cargo, y cuya barba era naturalmente tan ri­zada y de un color rubio tan bello que algunos Tur­cos le quisieron dar una suma de dinero muy consi.derable para guardarla como rareza. Pero él, quisomejor traerla a Francia.

Los Caribes se asombran de ver a nuestros Fran·ceses cuidar su barba y encuentran que es una grandeformidad el tenerla, como es para ellos una bellaperfección el no tenerla. Pero no son únicamente ,losSalvajes quienes son fantásticos en materia de deco­ro y belleza. Todas las Naciones Bárbaras. e inclusoalgunas civilizadas, tienen sobre esto gustos y sen­tires particulares. Por ejemplo, se considera bellezaentre los Maldivios el tener todo el cuerpo velludo,lo que sería entre nosotros la belleza de un Oso yno la de un hombre. Entre los Mexicanos, el tenerla frente pequeña y llena de pelo. Entre los Japo­neses el no tener apenas cabellos, lo que les obligaa arrancárselos cuidadosamente y no dejar más queun copete en ·la cima de la cabeza. Entre las mujerestár-taras el ser muy chatas. Sin embargo para real·zar los rasgos de su nariz, le frotan un ungüentomuy negro. Entre los Guineanos el tener largas uñas ­y la nam chata. Es por ello que se la aplastan y sela aprietan a los niños con el pulgar cuando nacen,tal como hacen también los Brasileños. Entre estosde la Provincia del Cuzco en el Perú y algunosIndios Orientales, como entre los Calcutianos y JosMalabares, el·tener las orejas extremadamente gran­des y colgantes hasta los hombros. Así, algunos deentre ellos ·las hacen bajar hasta ahí por artificio.Entre los Etíopes el tener gruesos labios y la pielnegra y pulida como el azabache. Entre ·los Negrosde Mozambique, tener los dientes extremadamentepuntiagudos y utilizan ~a lima para ponerlos de talforma. Entre los Maldivios, el tenerlos rojos y paraeste efecto comen Petel continuamente. Entre losJaponeses y -los Cumanenses, tenerlos negros y asílos ennegrecen expresamente. Entre estos últimostambién el ·tener la cara alargada, los carrillos ma·gros y las piernas gruesas en exceso, y es por elloque presionan la cabeza de sus hijos entre dos coji-

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nes al nacer, al -igual que los habitantes del RioEssequebe que tiene las piernas atadas fuertementepor la parte de arriba y en el tobillo con el fin dehacerlas hinchar. Entre algunos Peruanos, el tenerla cara con cicatrices y rajas como de golpes delanceta, y el tener -la cabeza plana y contraecha,ancha en la frente y muy estrecha desde ~a frentehasta la cerviz. Y para ponerla de esta Oella fonnaes que tienen a los niños con la cabeza prensadaentre dos pequeñas tablas desde el momento de sunacimiento hasta le edad de cuatro a cinco años.Por último, entre los Orientales y algunos Africanos,es una gran perfección en las mujeres el tener iospechos que les den la vuelta por detrás de -la espal­da. Y entre las Chinas, la principal belleza es tenerel pie excesivamente pequeño y menudo. Es paraeste efecto que desde su nacimiento se 10 encierrantan estrechamente que los tienen todo estropeadosy apenas se pueden sostener en ellos. Sería bastantedificil describir una belleza de acuerdo a las opi­niones diferentes de todos estos pueblos. Volvamosa los Caribes.

Van enteramente desnudos, hombres y mujeres,como varias otras naciones. Y si alguno de ellos qui­siera ocultar sus partes naturales, sería objeto deburlas por los demás. Aún cuando hayan tenido tra·

to con los Cristianos, les ha sido imposible hasta elpresente persuadirles de que se cubran. Si algunasveces para venir a ver a los Cristianos, o -para co­merciar con ellos, se cubren para com'placedos,poniéndose una camisa, unos calzones, un sombreroy los trajes que ellos les han dado, inmediatamenteque están de vuelta en sus casas, se despojan deellos y ponen todos las ropas en exhibición en susannarios. A cambio de esta complacencia de losCaribes, algunos de nuestros Franceses, cuando seencuentran en medio de ellos, no tienen dificultaden desnudarse enteramente, imitándolos. Esta des­nudez reina a lo largo y a lo ancho de la zona Tórri·da, como todo el mundo sabe.

Cuando se reprocha a los Brasileños su desnu.dez, dicen que nosotros venimos al mundo de~nudos

y que es locura el ocultar los cuerpo& que la natu­raleza nos ha dado. A estos del Reino de Benin enAfrica, les está pennitido el cubrirse al menos cuan·do se casan, o incluso antes, si el Rey lo pennite.Las mujeres de las Islas Lucayas deben participartambién de esta alabanza pues ellos acostumbran avestirse cuando están en edad de casarse y solemni­zan esta acción con mucha alegría. Pero hoy díaesta costumbre no se da, pues esta pobre Nación hasido enteramente destruida por los Españoles, o He-

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Gobernador", empleando esta palabra "Compadre"~neralmente con todos estos que son sus amigoso sus aliados. Así, dirían con total franqueza si sepresentase la ocasión, "Compadre Rey". Es tambiénuno de sus cumplidos el decirnos a nosotros losFranceses, con una cara risueña, "Ah, si Tu buenopara Caribe, yo bueno para Francia"; y cuando quie.ren alabar a nuestras gentes y manifestar que estánmuy satisfechos con ellos dicen "Muche buenoFrancia para Caribe". Así dicen también, "Maboyamuche enfado contra Caribe" cuando truena o haceun huracán. Y "Yo muche Lunas" para indicar queson de mucha edad. Tienen también frecu~ntemen·

te en -la boca estas palabras: "Compadre, tu burlarCaribe" cuando se dan cuenta de que nuestras gen·tes quieren abusar de su simplicidad. Y se les oye

·decir con frecuencia cuando están de buen humor:"Yo buen Caribe".

6. Por lo demás, aún cuando los Caribes detodas las Islas se entienden universalmente entreellos, esto no quiere decir, sin embargo, que no seencuentre en alguna un dialecto diferente al deotra.

7. La P no tiene apenas uso en su Lengua. Perofuera de eso no se nota ninguna falta de las letras,a diferencia del Lenguaje del Japón, del Brasil ydel Canadá en los que se encuentra la falta de laF la L y la R. O en la del Perú, que falta la B, la D,la e, la 1 y la Jota, y la X, según informan los His­toriadores.

8. Su lengua es extraordinariamente dulce y sepronuncia casi toda con los labios, un poco con losdientes, y casi nada con la garganta. Pues aunquelas palabras que nosotros daremos después parecenrudas en el papel. sin embargo, cuando ellos laspronuncian, hacen elisiones de ciertas letras y lesdan un cierto aire que convierten su discurso enmuy agradable. Lo que llevó al Señor du Mantel ahacerles este reconocimiento: "yo tenía", dice él,"gran placer en escucharlos cuando estaba entreellos, y no podía admirar bastante la gracia, la flui·dez, y la dulzura de su pronunciación, que ellosacompañan comúnmente con un pequeño suspiroque tiene mucho encanto".

9. Tiene la pronunciación más dulce que losCaribes del Continente. Pero por otro lado no difie­ren más que en el dialecto.

10. Una sola palabra, según que sea pronuncia.da diversamente, significa varias cosas diferentes.Por ejemplo, la ·palabra d'An significa: 1. Si, 2. Yono sé, 3. Toma o ten, según la pronunciación que:se le dé.

11. A menos que se la haya aprendido desde ]amás tierna infancia, no se puede pronunciar estaLengua con ·toda la gracia y ·la dulzura que le esnatural.

so

12. Ellos se escuchan pacientemente los unosa los otros y no se interrumpen en sus discursos.Sin embargo, tienen por costumbre ,hacer una pe­queña inflexión de voz en tres o cuatro ocasionesdurante el tiempo en que uno habla para manifestarla satisfacción que tienen en oírle.

13. Cualquiera que sea la ventaja que nosotrostengamos sobre ellos, o por facultades naturales delespíritu o por la dulzura de la pronunciación, nosdebería facilitar pronunciar su lengua; sin embargo,ellos aprenden más fácilmente 'la nuestra que no­sotros la suya, como se sabe por e~periencia.

14. Nuestros Franceses -han notado que ellos tie·nen tan gran aversión por la Lengua Inglesa quellega hasta no poder tolerar que se la hable delantede ellos, y es porque son sus enemigos. Y si seobservan en su lengua corrupta varias palabrassacadas del Español. quién es también su enemigo,ello es así porque las tomaron en los tiempos enque tenían relación con esta Nación y todavía no loshabían maltratado.

15. Son muy cuidadosos de no comunicar su-lengua por temor a que los secretos de sus guerrassean descubiertos. Incluso estos que se han hechoCristianos, no quieren revelar las profundidades deesta Lengua en ·la creencia de que eso podría perojudicar a su Nación.

16. He aquí algunas de las propiedades más par·ticulares de su Lengua. En primer lugar, los hom·bres tienen muchas expresiones que le son propias,las cuales entienden las mujeres pero que- ellas nopronuncian jamás. Y las mujeres tienen tambiénpalabras y frases que los hombres no usan, a menosque quieran bromear. De ello procede que en unabuena parte de su conversación, se diría que las mu­jeres tienen otra lengua distinta a la de los hombres.como se podrá notar en nuestro Vocabulario porlos diferentes modos de expresarse que hombres ymujeres utilizan para indicar una misma cosa. LosSalvajes de la Dominica dicen que eso se debe a quecuando los Caribes vinieron a habitar las Is]as, estasse encontraban ocupadas por una Nación de Arua­ges a la que ellos destruyeron totalmente, salvo alas mujeres, a las que desposaron para poblar e]país. De suerte que estas mujeres, habiendo conser·vado su lengua, ]a enseñaron a sus hijas y las acos­tumbraron a hablar como ellas. Lo que se ha prac­ticado hasta el presente por las madres con respectoa sus hijas, y así esta Lengua ha permanecido dife­rente a la de los hombres en varias cosas. Sin em·bargo, los muchachos, aún cuando entienden la-lengua de sus Madres y de sus hermanas, siguen asus Padres y a sus hermanos y se acostumbran a su-Lengua desde la edad de cinco o seis años. Para con­firmar lo que nosotros hemos dicho sobre el origende esta diferencia de Lengua se alega que hay algunaconformidad entre la de los Aruagues de la Tierra

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Firme y esta de las mujeres Caribes. Pero hay queseñalar que los Caribes del Continente. hombres ymujeres, hablan una misma lengua, no habiendo co­rrompido su lenguaje natural por matrimonio conmujeres extranjeras.

17. Los viejos tienen varios términos que les sonpropios, y varias maneras de hablar particulares.que no tienen uso en la boca de los jóvenes.

18. Los Caribes tienen también un cierto len­guaje del que se sirven únicamente entre ellos cuan·do toman resoluciones de guerra. Es una jerigonzamuy difícil. Las mujeres y las hijas no tienen ningúnconocimiento de esta lengua misteriosa, ni inclusolos hombres jóvenes hasta tanto no hayan dadoprueba de su valentía y de celo en la luoha comúnde su Nación contra sus enemigos. Esto es así conel fin de que sus planes no sean descubiertos antesde tiempo.

19. Para formar los casos. personas, modos ygéneros, no tienen partículas separadas como no­sotros, sino que alargan sus palabras con algunassílabas o algunas letras al comienzo o al final, ytambién cambian algunas de estas. Así, dicen en elimperativo Bayubaka, camina; pero en el indicativoNayubakayem, yo camino. Y al igual, Babinaka.baila; NabiI1akayem, yo bailo. Lo que se parece a lamanera en que se forman los verbos Hebreos.

20. Los nombres indefinidos y absolutos son depoco uso entre ellos; sobre todo los nombres de laspartes del cuerpo; están restringuidos casi siemprea una primera,' segunda o tercera persona.

21. La primera persona se indica ordinariamen­te por una N. al comienzo de la palabra; Nichic, micabeza. La segunda por una B. Bichic, tu cabeza.y la tercera por una L. Lichic, su cabeza.

22. El género neutro y absoluto está expresadopor T. Tichic, la cabeza; pero tiene poco uso.

23. Tienen nombres diferentes para hablar a laspersonas y para hablar de ellas. Así, dicen Baba, miPadre, hablándole a él, y Yumaan, hablando de él.Bibi, mi madre, hablándole a ella, e Ichanum, al ha·blar de ella. Lo que con la diferencia del lenguajeentre 'Ios hombres y las mujeres, los jóvenes y Josviejos, la conversación ordinaria y los consejos deguerra, debe, sin duda, multiplicar mucho las pala­bras de su lengua.

24. Sus nombres propios significan, y son toma­dos de diversas situaciones como lo veremos másparticularmente en el Capítulo sobre el Nacimientoy la educación de sus hijos.

25. Ellos no nombran jamás a una persona ensu presencia, o por respeto no indican su nombremás que hasta la mitad.

26. Jamás dicen el nombre entero ni de un hom­bre ni de una mujer, únicamente el de los niños.Así dirán el Padre o la Madre de un tal; o bien diránla mitad del nombre, como por ejemplo, Mala. enlugar de decir Malakaali. e Hiba por Hibalomon.

27. Los Tíos y las Tías, tantos como haya en lalínea colateral, son llamados Padres y Madres porsus sobrinos. Así, el tío es llamado Baba, es decirPadre. Pero cuando quieren indicar expreamente elPadre verdadero y propio añaden a veces otra pa­labra, diciendo Baba tinnaca.

28. En forma semejante -todos los Primos se lla­man también Hermanos, y todas las Primas, Her­manas.

29. Pero de Primo a Prima, aquel llama a estaYuerilleri, es decir, propiamente mi hembra, o miprometida, ya que naturalmente sus Primas le sonreservadas para esposas.

30. Llaman a los meses Lunas y a los añosPusinieres,l

31. A continuación tenemos algunas muestrasde su ingenuidad y de la elegancia de su lenguaje.No haremos en la mayor parte más que indicar loque sus palabras significan, sin expresar las pala­bras mismas para no ponerlas dos veces sin necesi­dad, ya que nosotros las daremos más adelante ennuestro Vocabulario.

32. Para indicar que una cosa está perdida. orota, dicen ordinariamente que está muerta.

33. Uaman a un Capuchino, Padre Aiupa; lapalabra Aiupa significa en su lengua Techumbre oCobertizo. De manera que es como si dijesen, queeste es un hombre que tiene algo para ponerse a cu­bierto, debido a su gran capuchón. Ellos le llamantambién en broma, Macaco, o Barbudo, a causa desu larga barba.

34. A un Cristiano le llaman un hombre de mar,ya que los Cristianos llegaron hasta ellos con susnavíos a través del mar.

35. Un Teniente es el rastro de un Capitán, o 10que deja tras él.

36. Mi yerno, el que me hace nietos.

37. Mi mujer, mi corazón.

38. Mi hijo menor, mi mitad.

39. Un muchacho, un machito.

40. -Una muchacha, una hembrita.

41. ·Los Españoles y los Ingleses, enemigos des­figurados, Etutunuby, ya que van vestidos, a dife-

1. Constelación de las pléyades.

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rencía de sus enemigos que van desnudos y a losque llaman simplemente Etutu, es decir, enemigos.

42. Un loco, quien no ve una pizca, o quien notiene luz.

43. El párpado, la cubierta del ojo.

44. Las pestañas, el pelo del ojo.

45. La niña de los ojos, el nudo del ojo.

46. El labio, el borde de la boca.

47. El mentón, el sostén de los dientes.

48. El cuello, el sostén de la cabeza.

49. El brazo y un ala se indican con la mismapalabra.

50. El pulso, el alma de la mano. Los Alemaneshacen una composición casi parecida cuando llamana un Guante, el zapato de la mano.

51. Los dedos, los pequeños o los hijos de lamano.

52. El pulgar, el Padre de los dedos, o el queles está opuesto. Es justamente el llV.LXELp de losGriegos.

53. Las Coyunturas, cosa añadida; llaman asítambién a un remiendo en un traje.

54. La vejiga, la vasija de la orina.

55. La corva, lo que tira de la pierna.

56. La planta del pie, la parte de dentro del pie.

57. Los dedos del pie, los pequeños o los hijosdel pie.

58. Diez, todos los dedos de la mano.

59. Veinte, todos los dedos de las manos y delos pies.

60. Una pistola, un pequeño arcabuz.

61. Un candelero, lo que sostiene alguna cosa.

62. Las espinas, el pelo del árbol.

63. El Arco Iris, la pluma o el penacho de Dios.

64. El ruido del trueno, yrtrguetenni.

65. Esta lengua tiene también en su abundanciae ingenuidad algunos defectos que le son particula·res, de los cuales, sin embargo, hay algunos quedeben ser menos objetos de censura que de aproobación.

66. Los Caribes tieen en su lengua natural pocosnombres de injuria y de burla. Lo que dicen por lo

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común de más ofensivo en sus bromas es: Tú noeres bueno. o Tú eres hábil como una Tortuga.

67. No conocen tampoco los npmbres de diver­sos vicios. Sin embargo los Cristianos se los enseñanen demasía. Así, es de admirar en el lenguaje delCanadá el que no haya palabra que responda a lade pecado; hay que decir tambi~n que no hay nin­guna que expresa la virtud.

68. No tienen nombres para expresar el invier­no, la helada, el granizo y la nieve, pues no sabenque es eso.

69. No pueden expresar lo que cae fuera de sussentidos, salvo algunos espíritus buenos y malos.Pero fuera de eso no tienen palabra para indicarlas otras cosas espirituales como el entendimiento,la memoria y la voluntad. En cuanto al alma la ex·presan con la palabra corazón.

70. Tampoco tienen nombres para las Virt'Jdes,las Ciencias, las Artes y los Oficios, ni de varias denuestras armas y utensilios si no es que los hanaprendido después de su trato con los Cristianos.

71. No saben nombrar más que cuatro colorescon los cuales comparan todos los demás: el blan­ca,' el negro, el amarillo y el rojo.

72. No pueden expresar un número mayor queveinte, y con todo lo expresan ridículamente al ver­se obligados, como lo hemos dicho, a mostrar todoslos dedos de las manos y de los pies.

73. Cuando quieren indicar un gran número alcual su contar no alcanza, o bien muestran sus ca­bellos, o arena del mar, o bien repiten la palabramuche que significa mucho. Como cuando dicen ensu jerigonza. "Yo muche, muche Lunas" para ex·presar que tienen muchos años.

74. Por lo demás, no tienen comparativos ni su­perlativos. Pero a falta de ellos, cuando quierencomparar las cosas entre sí, y quieren poner unapor encima de la otra, expresan su sentir con unademostración bastante ingenua y agradable. Así,cuando tienen deseo de mostrar lo que ellos pien­san de las Naciones Europeas de las que tienenconocimiento, dicen del Español y del Inglés queno son buenos en nada; del Holandés, que es buenocomo la mano o el codo; y del Francés, que es comolos dos brazos, que ellos extienden al mismo tiempo-para mostrar su grandeza. Es esta tambi~n la Na-ción Cristiana que ellos aman sobre todas las otras.Particularmente a estos Franceses que han estadoen la guerra con ellos, pues les hacen partícipes detodo su bolín, y todas las veces que vuelven de laguerra, aún cuando ·aquellas gentes no hayan sidode la partida, no dejan de enviarles de su botín.

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