REVISTA DIEZ, NÚMERO 49

Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la

bendición de Tata Lampo.

Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres

Contacto: [email protected]

Lupita Guillén Utrilla

Premio

César Pineda del Valle

2010

DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.

CONTENIDO: 3.– EDITORIAL Donde están mis

amores.

4.– ZAGUÁN. ARENILLA: El

Paraíso Interior.

10.– PATIO. Exposición de

Rufino Tamayo, en

Comitán.

17.– DE DIEZ: CHUSY.

18.– BALCONES. Lupita Guillén

Utrilla. Premio

César Pineda.

25.– CORREDORES. Exposición

de Fotografía,

de César A. Guillén Cota.

30.– SITIO. Crónicas del

Cenicero.

Autor:

César Larios Núñez.

37.– ACTUALIDADES.

43.– TAPANCO. Quiebracajete, la

del jardín.

44.– MOJOL. Maleducados

45.– DE DIEZ: CHUSY.

Chusy

Comitán, un pueblo de 9 estrellas y gente de 10.



EDITORIAL Donde están mis amores

El nombre oficial es el de Comitán

de Domínguez, pero existe gente que

aún continúa llamándolo Comitán de

las flores. Al nombre histórico se an-

tepone el nombre afectuoso. Y esto es

así porque Comitán está definido por

sus nubes, por sus cielos, por lo en-

trañable de sus actos más sencillos.

Existe un Sitio de Internet que

da un imagen casi exacta del carácter

de este maravilloso pueblo. La pági-

na electrónica está formada con ba-

jareque y tejamanil, pero, sobre to-

do, está hecha con amor a la tierra.

Las fotografías que ilustran esta

página son de gran calidad y dan

cuenta del carácter luminoso de los

comitecos.

No dudamos en recomendar esta

página. La dirección es:

comitandedominguez.blogspot.com.



ZAGUÁN

ARENILLA


ARENILLA


El Paraíso Interior

Artista

de las Artes Visuales


ARENILLA



“Marcela, Marcela”, la voz so-

naba como la de una niña bus-

cando el Paraíso Perdido. So-

naba como si el territorio se

llamara Marcela, como si Mar-

cela fuese el nombre del patio

de la casa; el nombre del par-

que del pueblo, del árbol del

cielo.

“Marcela, Marcela”, y yo

volteaba a ver de dónde salía la

voz, pero no hallaba a alguien.

Y Marcela, la artista, Marcela

Reyes, me hablaba del concep-

to de la instalación que traba-

jaba en el museo y yo no oía

más que ese eco que llegaba de

quién sabe dónde.

“Marcela”, me dijo Juan

Ramón Lemus al presentárme-

la, a mitad de la calle, frente al

Hotel Morales. “Alejandro”, di-

je yo y le extendí la mano y la

saludé de beso (así como acos-

tumbran hoy los jóvenes).

Juan Ramón me había en-

viado un correo avisando que

Marcela, Isabelle y él estarían

en Comitán para presentar una


ARENILLA



exposición en el Museo de

Arte Hermila Domínguez

de Castellanos.

A la hora que los vi

por primera vez, a mitad

de la calle, oí el susurro:

“Marcela, Marcela”. Pensé

que alguna niña jugaba en

el interior del Hotel; pensé

que era la voz de alguna

piedra extraviada del flujo

natural de su río.

Cuando le dije a Juan

Ramón que los alcanzaría

en el Museo para tomarles

unas fotografías, él, de in-

mediato, me dijo: “No, no.

Te esperamos en la noche

para la presentación”, pero

Marcela, como si abogara

por mí, le dijo que estaba

bien, que sí, que yo llegara

y a Juan Ramón no le

quedó más que aceptar.

Por esto, treinta minutos

después entré al Museo.

Juan Ramón salía de la di-

rección y se dirigía a la

parte alta del Museo, espa-


ARENILLA



cio destinado para su instala-

ción.

Ahí estaba la artista.

Volví a oír el canto del cen-

zontle buscando el patio lla-

mado Marcela. Supe entonces

que esa voz provenía de ella,

de su lado izquierdo; era el

agua de sus manos, la casca-

da que caía de su mirada.

“Marcela, Marcela”.

Marcela de todos los aires, de

todos los patios. Le pedí a

Juan Ramón que los tres ar-

tistas se colocaran al lado del

cartel donde estaban sus

nombres. Él llamó a Isabelle,

quien trabajaba en las salas

que le asignaron. Cuando los

tres estuvieron frente a mí

aprecié el nombre de sus tra-

bajos. Juan Ramón Lemus

presentaría “Quieta luz”; Isa-

belle Clermont, “El trazo de

la medusa”; y Marcela Reyes,

“El Paraíso dentro de mí”.

Una vez que tomé las fo-

tos, le dije a Marcela que me

permitiera entrar a las sa-


ARENILLA



las donde estaba expuesta la huella de su Pa-

raíso Interior. Antes de que entráramos a la

primera sala, Juan Ramón gritó: “Vas a ver a

mi vieja encuerada”. Juan Ramón tuvo

razón, en cuanto Marcela y yo entramos ¡la

vi!. Como si fuesen hojas en otoño, fragmen-

tos de un mural pendían del techo con la si-

lueta de Marcela llena de hojas. En lugar de

venas y músculos, los caminos interiores de

Marcela estaban llenos de hojas, de hojas del

patio de su casa. En el suelo ardían sin arder

tres hogueras llenas de esas hojas que Marce-

la pepenó en el patio de su casa. “Tengo la

impresión de haberte conocido antes”, le dije

a Marcela y ella me dijo algo de afinidades

originadas en vidas anteriores. Pero yo no me

refería a Marcela de carne y hueso, ¡no!, yo

me refería a la Marcela cuyo inte-

rior está lleno de hojas de todos los

patios; me refería no a su sonrisa

iluminada sino a la iluminación titu-

beante de ese patio interior. Me re-

fería a esa certeza de que todo el

mundo exterior, la calle, la plaza, la

iglesia, la mujer que pide limosna, la

mesa con la comida, la cerveza, la

caricia, el encuentro, no es más que

un simple patio donde botamos las

hojas secas de nuestro árbol. A ella

la vi como un árbol, como el viejo

árbol del patio de su casa, como el

renuevo que apenas brotará en la

próxima primavera; así también vi

a Juan Ramón y a Isabelle: árboles

cuya savia es el enredo que se agol-

pa en su interior.

¿De veras pensás que dentro de

vos está el Paraíso?, le pregunté a

Marcela después que salimos de la

última sala y ella me dijo que sí, me

lo dijo convencida, pero luego, cuan-

do ella confesó que le gustaría vivir

en Comitán y no en Tuxtla, supe que

aún le falta camino para llegar a

donde quiere. Por esto, muy adentro

hay un rezo infantil que la llama,

que la nombra: “Marcela, Marcela,

Marcela...”



PATIO

Exposición de Rufino

Tamayo, en Comitán.


PINTURA DE LA QUINCENA


¿Le estás ladrando a la luna,

compadre?

¡No compa, yo le estoy

pidiendo un hueso al Pepe

Toño Aguilar Meza, ya mirás

pue‟ que será presidente

municipal a partir de enero!




“Vida todo me debes, vida no

estamos en paz”.

¡Pues cómo no, acá estoy

íngrimo y de pilón con

esta méndiga sombra negra!




Pues mirá, comadre,

nosotras somos las

clásicas de “Tutís de

tentación y cara de

arrepentimiento”.




Pues ahora sólo toco la

guitarra, pero yo comencé

con la marimba, pero los

comitecos siempre me

gritaban: “Cotz con el

marimbero” y, pues, uno

tiene su dignidad.




¡Qué borrachera la de anoche!

Bien dice mi tío Andrés que ya puro

trago adulterado bebemos en las

cantinas de Comitán. „Ora ya hasta

el Sol lo miro con rombos. ¡Pucha!

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Mariano N. Ruiz

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Trabajo Social.

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Chusy


Acá todo lo

hacemos posible.

¡Somos de DIEZ!



BALCONES



Lupita Guillén Utrilla

Premio César Pineda del Valle

2010.



Dos artistas chiapanecas: Sonia Conde Durán y Lupita Guillén Utrilla.

La Asociación de Escritores y Poetas

Chiapanecos, A. C. creó el Premio

César Pineda del Valle, como un home-

naje permanente para honrar la memo-

ria de uno de sus miembros más desta-

cados. Dicho Premio lo entrega la Aso-

ciación a gente destacada de Chiapas.

El pasado sábado 13 de noviembre hon-

raron a Lupita Guillén Utrilla, destaca-

da Soprano.

La Delegación de Comitán, en -

coordinación con la Universidad Ma-

riano N. Ruiz, preparó un acto en la

Casa Museo Doctor Belisario Domín-

guez, a las doce del día.

Para ser testigos y presidir el acto

acudieron las autoridades de dicha Aso-

ciación así como diversas Delegaciones.

En la mesa de honor estuvieron la

Lic. Blanca Margarita López Alegría

(Presidente de la Asociación); escritora

Maggy Bátiz (Vicepresidente); escritora

María Antonieta Alvarado de Utrilla

(Presidente de la Delegación Comitán);

Profr. Jorge Melgar Durán (Secretario

de la Delegación Comitán); y la artista -


En la foto: María Antonieta Alvarado de Utrilla, Lupita Guillén Utrilla,

Blanca Margarita López Alegría y Jorge Melgar Durán.

homenajeada. Asimismo se contó con

la presencia del Profr. José Hugo Cam-

pos Guillén, Director de la Universidad

Mariano N. Ruiz.

Después de recibir el Premio, de

manos de las autoridades de la Asocia-

ción de Escritores y Poetas de Chiapas,

A.C., Lupita manifestó sentirse honra-

da con el reconocimiento y expresó que

como ella es cantante la mejor manera

de expresar su agradecimiento era can-

tando. Sonia Conde la acompañó, con

magistrales interpretaciones de acor-

deón.

Fue una tarde llena de emotividad.

Al final del acto, los asistentes disfruta-

ron del vino de honor acompañado con

bocadillos comitecos.




En la foto: María Antonieta Alvarado de Utrilla, Maggy Bátiz, Lupita

Guillén Utrilla y José Hugo Campos Guillén (Director de la Universidad

Mariano N. Ruiz).



En la foto: María Antonieta Alvarado de Utrilla, Lupita Guillén Utrilla,

Blanca Margarita López Alegría y Jorge Melgar Durán.

Lupita Guillén Utrilla nació en la ciudad

de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Pertenece

a una destacada familia de hondas raíces

comitecas.

Estudió canto en la Facultad de

Música, de la Universidad Veracruzana.

Realizó estudios de Maestría en Can-

to Lírico, en la ciudad de Udine, Italia.

Becaria del PECDA - 2010.



CORREDORES


Exposición Fotográfica de César Alfredo Guillén Cota.





César Alfredo Guillén Cota

presentó la Exposición

Fotográfica

“Patrimonio Cultural

Intangible”, en la Sala de

Exposiciones Temporales,

del Museo Arqueológico de

Comitán.

La inauguración se efectuó

el viernes 12 de noviembre,

a las seis de la tarde.

El corte del listón estuvo a

cargo del escritor Oscar

Bonifaz y de la Lic. Karina

Alejandra Trujillo, regidora

del Ayuntamiento de

Comitán.






SITIO




Crónicas del Cenicero (Creación literaria)

César Larios Núñez



Advertencia Importante:

El texto a continuación relata, como es de esperarse, uno de los sueños de César

Larios. En él se habla de cortinas y de fantasmas- aunque estos últimos sólo en pla-

no secundario. A cualquier persona con aberración natural a las cortinas o a las

sábanas que bien suelen acompañar a los espectros en su forma más estereotipada,

le suplicamos no leer el siguiente relato. En adición, también le recordamos las re-

petidas y cacofónicas alusiones que se hacen al verbo soñar; si usted amabilísimo

lector siente molestia por el hecho anteriormente mencionado, le reiteramos que,

por lo que más quiera, se abstenga de leer el siguiente montón de palabras.

Además absténgase de leer este relato si usted disgusta de tener insectos en su co-

bija. Como nosotros lo consideramos algo muy feo, por eso ni siquiera leímos el

relato real, sólo bajamos el resumen de Internet, así tuvimos el mínimo contacto

posible por lo antes mencionado, ya que tener bichitos en la cama es algo muy de-

sagradable. Bajo su responsabilidad, amado lector entonces.

Sus amigos del grupo -mencionamos

de paso que César es músico todo el

tiempo que no se lo pasa soñando- lo

habían estado molestando con suge-

rencias sobre el mejor método para

exorcizar los fantasmas que ronda-

ban, sobre todo en los horarios de en-

sayo, su cuarto. César ignoraba a qué

le tenía mayor cantidad de miedo, si a

los espectros per se, o las multitudina-

rias y abrumadoras sugerencias para

ahuyentar a estos otros. Le hablaron

de agua bendita, amuletos, veladoras

y otros artilugios místicos para librar-

se de la etérea plaga, misma que ha-

bía presentado ciertos desplantes vio-

lentos en un pasado reciente. Aun así,

y como las paredes no habían sangra-

do aún, ni su cuello se había tornado

en trompo giratorio, César -como mu-

chos- había caído víctima de la sutil,

pero poderosísima fuerza natural lla-



mada procrastinación.

Un buen día, nótese un sábado

por la mañana, César viró su ca-

beza hacia su ventana y como

siempre no la vio -hablamos de la

ventana, nuestra cabeza es imposi-

ble de ser vista sin ayuda de espe-

jos, potentísimas cámaras satelita-

les o un celular moderno sobre la

mollera. Así es, Amado Lector, es-

tamos hablando de uno de esos ca-

sos en que por alguna razón, uno

decide sellar su ventana poniéndo-

le un colchón y rematar el tapón

social con una colchoneta clavada

en la pared sobre ese mismo

colchón. Ya sea que César, en sue-

ños claro está, tuviese un profunda

aberración por el follaje de los ar-

bolitos que amablemente nos re-

galó el gobierno municipal de (…)

y que, según Wikipedia reciben el

nombre de Ficus benghalensis; o

que simplemente la improvisada

barrera fuese un soñado intento

por apaciguar las quejas de los ve-

cinos a causa de los ensayos. Aún

así era una pesada y taponuda rea-

lidad en los sueños de César La-

rios y había que quitarla de una

vez por todas en el sueño que nos

sitúa dentro de aquel sábado por

la mañana. Usted se estará imagi-

nando qué tan desesperado estaba

nuestro protagonista y único per-

sonaje por dejar de oír las suge-

rencias de sus amigos, que los fan-

tasmas junto a la “folículo-

ficofobia” habían pasado a segun-

do término y César esperara -en

sueños, dónde más si no- que el re-

tirar el sello de la ventana ayuda-

ría a los antes mencionados seres

no-terrenales a encontrar un hue-

co más ancho que la puerta para

salir de su cuarto y de su casa, de



una vez y para siempre.

Cuan equivocado estaba César en su lógica

al soñar lo anterior. El retirar el sello de la ven-

tana, representaba no sólo la apertura al con-

tacto con el exterior que tanto parecía evitar

desde la adolescencia. No bastaba el no tener

amigos fuera de su círculo musical, el no asistir

a centros nocturnos y no hablar con nadie que

no tuviese un símbolo de arroba (léase @) en

su nombre “oficial”. No bastó. Todo aquel es-

fuerzo se difuminó con la simple idea de abrir

de nuevo una entrada, no sólo de aire no conta-

minado por el humo de cigarrillo, sino, de un

destello de realidad -aunque fuese en sueños-

bañado por la luz solar.

Si bien lo anterior ya es motivo de espanto

para las actuales generaciones, no hemos men-

cionado lo que a César en verdad le aterra,

más aún despierto que en sueños, y esto es, que

los insectos del Ficus benghalensis vuelvan su

cuarto una sucursal de su verde hábitat. La

idea de tener hormigas, arañas, chinches, ala-

cranes, pulgas, pinacates, gusanos, avispas,

moscas, escarabajos, luciérnagas y todo bicho

inenarrable retozando entre sus cobijas, sába-

nas y paredes de su, hasta ese entonces, precia-

do santuario que lo protegía del exterior, era -

como desde el inicio se mencionó con todas sus

letras- algo muy feo.

César soñó que miró por última vez el

acolchado sello de la ventana y bajó corriendo

por la escaleras que en este caso servían para

bajar, que era lo que le interesaba. Se metió ca-

si de manera furtiva al cuarto de su madre y

escaneó con la mirada la parte superior del ro-


pero de la misma dueña. Estaban ahí,

relucientes, cilíndricos y al alcance de su

mano -de puntitas los pies claro, pues el

ropero era de esos más altos que César-

dos contenedores de mata bichos en pre-

sentación de espray, uno para insectos

rastreros y otro para los que tienen pe-

queñas alas y además vuelan, como los

mosquitos. Raudo, los tomó sin pedir

permiso a su mamá, ya que él es mayor

de edad, además de ser instructor certi-

ficado sobre el manejo adecuado de ma-

teriales peligros. Si se hubiese tratado de

un niño pequeño o un adulto poco docto

en la materia, un proceso de seguridad

más exhaustivo hubiera sido obligatorio

por parte de cualquier adulto responsa-

ble -léase la mamá.

Subió rápidamente, en este caso re-

sulta obvio recalcar que las escaleras las

usó para subir y no a la inversa - con los

dos contenedores, uno en cada mano y

los puso un momento encima de uno de

los amplificadores de guitarra pues no

hizo absolutamente nada con ellos en ese

momento del sueño. Después de descla-

var la colchoneta, quitar los clavos y

darse cuenta de que él solo no era capaz

de enrollar de manera decente la antes

mencionada colcha. Bajó por las escale-

ras -por dónde más si no- y miró gustoso

a uno de sus cuñados como su próxima

víctima a coadyuvar en su enrollado

proyecto, el cual hasta ese entonces esta-

ba sentado junto a la mesa del comedor

disfrutando de un refrescante vaso de

cerveza bien helada cuya marca nos re-

servamos de mencionar porque no sabe-


mos si podamos conseguir ser patrocinados por

la misma, y sobre todo porque las menciones

alusivas al alcohol están estrictamente prohibi-

das en los medios de comunicación ¿masiva?,

como se anuncio en el periódico El Universal, el

14 de febrero del año 2008 a las trece horas con

diez minutos hora del centro -o así cuando me-

nos fue que lo soñó César.

Con ayuda de su cuñado, que amable como

siempre no protestó en lo absoluto por la inte-

rrupción en su sacrosanto proceso de refresca-

miento, César y él lograron formar un rollo

aceptable con la colcha, la cual dejó suspendida

de la parte superior de la pared con los clavos

que nunca quitó de ahí. Después procedió a

agradecer a su cuñado, despedirlo y retirar el

colchón, con mucho cuidado de que no hubiese

un insecto o peor aún, algún arácnido venenoso,

no de esos que te pican y mágicamente te vuel-

ven superhéroe, sino de los que te hacen salir a

la media noche en calzoncillos a pedir a tu veci-

na -que tanto te gusta- aventón al centro de sa-

lud más cercano. Completado lo anterior puso

el colchón en el pasillo, donde todavía sueña que

se encuentra y que además casi no estorba,

tomó los contenedores de espray contra insectos

y roció abundantemente sobre el marco interno

de la ventana y todos sus íntimos -y ahora des-

tapados- recovecos.

Después de eso, César ya no recuerda haber

soñado más, pues inhalar polvo con insecticida,

el miedo a los insectos y el contacto con el mun-

do exterior lo cansan mucho y aún en sueños, él

ya está demasiado viejo para pasarse toda la

noche en vela, así nomás soñando por amor al

arte.


A

C

T

U

A

L

I

D

A

D

E

S

Exposición

Colectiva en el Museo de Arte

Hermila Domínguez de

Castellanos.

Noviembre - Diciembre

Conferencia Magistral La Maestra Socorro Román Sobrino impartió una

Conferencia Magistral, en el Salón de Actos, del

Hotel Morales.

El acto fue organizado por el Grupo de Mujeres Católicas.




Conferencia Magistral

El Grupo de Mujeres Católicas invitó a la Maestra Socorro Román Sobrino a

compartir sus conocimientos acerca del tema:

Los símbolos de la Imagen Guadalupana.

El viernes 12 de noviembre, a las diez horas, en el Salón de Actos del Hotel Morales,

un nutrido grupo de asistentes se dio cita para escuchar la plática.

En la foto: Nelly Torres, Paulina Solís, Socorro Román, Lety Ogando y

Carmelita Bonifaz.

ACTUALIDADES



ACTUALIDADES


Marcela Reyes, Isabelle

Clermont y Juan Ramón Lemus

presentaron una exposición

colectiva en el Museo de Arte

Hermila Domínguez de

Castellanos, de la ciudad de

Comitán, Chiapas.

La obra plástica estará expuesta

hasta el 10 de diciembre de 2010.

En la foto: Néctar Verdugo (Director del Museo), Isabelle, Juan Ramón y Marcela.


ACTUALIDADES


El viernes 12 de noviembre, se

presentó el espectáculo “La

Campana”, performance de la

compañía inglesa Periplum.

El acto se presentó en el parque

del Centro Histórico de

Comitán, frente al Palacio

Municipal, a partir de las ocho

de la noche.

Acá presentamos dos fotos de los

ensayos.


ACTUALIDADES

Crónicas de Adobe - Todos los martes, de 3 a 4 de la tarde. www.imer.gob.mx

Programa radiofónico “Crónicas de Adobe”.

Martes 16 de noviembre.

Participaron: Tony Carboney (Integrante del Consejo de la Crónica -

Comitán) y Francisco Tovar Avendaño (Presidente Fundación Colosio -

Filial Comitán).

Tony continuó con la Serie de Personajes Famosos. En esta ocasión habló de

Eduardo Bonifaz Villar y Abraham Gutman.

Por su parte, Francisco invitó a la conferencia El anticlericalismo en el

Chiapas de la Revolución Mexicana, a cargo del

investigador Miguel Lisbona Guillén; y la proyección de un documento

cinematográfico de gran valor: Visita de Lázaro Cárdenas a Comitán, en el

año 1934.

En la foto: Francisco, Tony y Enrique Guzmán Monzón (conductor de

Radio IMER - Comitán).


ACTUALIDADES


Fotografía y texto de: Ángel Gabriel Penagos Gordillo.

¡Me estás oyendo,

inútil…!

TAPANCO Quiebracajete, la del jardín



MOJOL Maleducados


Nuestro Director General fue amarrado en lugar prohibido.


Chusy


¡Siempre damos

en el blanco! (Sin Cuauhtémoc, por

supuesto).

¡Nos vemos en el

50!

Documents

REVISTA DIEZ, NÚMERO 49