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Revista El Archivo Nº 5 - Diciembre 2002

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Farola Monte Hermoso, primer faro terrestre del litoral atlántico argentino. Patrimonio: Casa Barco, Pehuen co. Historia Oral: Manuel Cepedano

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autoridadesJorge Osvaldo IzarraIntendente MunIcIpal

alicia amiotdIRectORa de cultuRaequipo de trabajo

coordinación general prof. luciano Izarra

entrevistasprof. Guillermo Bertinat

investigación y texto

prof. Fernanda Martelarq. Gustavo aranda

dra. teresa Manera de Biancolic. Ricardo caputo

colaboradoresprof. Romina amarfil

lic. Gustavo chalierFederico Merodio

Gaspar totorolic. Sergio SolerJt producciones

diagramación y diseño d.G. Mauricio Rossello

diseño 3Dd.G. ariel arruda

impresión

Multigráfica

sumario

Editorial Nuevamente “El Archivo” está en la calle. Como decíamos en números anteriores, el respaldo de los puntaltenses nos insta a continuar, reafirmando la necesidad de nuestros vecinos de conocer sus raíces. Necesidad que nos obliga, por que ya no es una propuesta del gobierno municipal, sino que se ha instalado como requerimiento de la comunidad, que ha tomado nuestra inquietud y nos la ha devuelto como responsabilidad. En buena hora, ya que siginifica asegurar la continuidad en esta labor de ahondar en nuestro pasado. Es que, reiteramos, quien no conoce su historia no podrá pensar su futuro. En esta edición nos dedicamos a Pehuen Co, sitio singular por donde se lo mire. Por que además de la feliz idea y posterior esfuerzo de don Avelino Gonzalez Martínez y su familia, luego continuada por los muchos amantes de la villa, que ha convertido a “Pehuen” en uno de los más bellos balnearios de la costa atlántica, la zona tiene particularidades mucho más antiguas que ameritan su difusión. Nombremos al ya famoso yacimiento de huellas fósiles de “las pisadas”. Hablemos de “playa del barco” , la historia de “la Soberana” que además coincidentemente jalona otro yacimiento geológico de importancia por el que caminó Florentino Ameghino. La farola del Monte Hermoso es la historia del primer faro terrestre del litoral argentino, y nuevamente coincide con un paraje digno de conocer. Darwin estuvo aquí y su paso fue significativo para su fama mundial. Solo nos resta agradecerle su interés, y recomendarle, luego de la lectura, la difusión de lo que aquí se dice, para multiplicar nuestra tarea.

Municipalidad de Cnel. de Marina Leonardo Rosales

Punta AltaDirección de Cultura

Nota de Tapa | Farola Monte Hermoso Historia del Partido | Pehuen-Co

Historia Oral | Manuel Cepedano

El Arcón | Donde el sol se pone en el mar

Patrimonio Arquitectónico | Casa Barco

Patrimonio Natural | Pehuen-Co

Novedades

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las barrancas de Monte Her-moso «Pusimos proa a una colina que supuse fuese Monte Hermoso, y poco después de entrarse el sol, el día 5 de septiembre de 1832, fon-deamos en lo que después vimos ser la rada próxima a aquel cerrillo, cabeza de la Bahía Blanca (...)»1 . De esa manera el capitán Robert FitzRoy recordaba en sus memo-rias el paso de su expedición por Monte Hermoso, sitio geográfico hoy conocido como «Las Rocas» y que nada tiene que ver con la actual localidad balnearia homónima, si-tuada mucho más al este de aquel. Lo describía de la siguiente manera: «Monte Hermoso sólo tiene unos 140 pies sobre el nivel del mar; sin embargo en una costa baja se desta-ca por ser la única colina puntiaguda junto al agua, y por tener a sus pies, una punta baja barrancosa, la única en los alrededores»2 Es importante aclarar que dicho lugar comenzó a citarse así a consecuencia de las menciones de Charles Darwin, integrante de la referida expedición, en su obra «Viaje de un naturalista alrededor del mundo», pero en rea-lidad el nombre le habia sido dado por el científico Antonio de Pineda y Ramírez, de la expedición de Alejan-dro Malaspina, de 1789-1794. Retomando las memorias del ca-pitán inglés, más adelante escribía: «En los primeros días de octubre de 1832, vuelvo a fondear cerca de Monte Hermoso, mientras algunos

Farola Monte Hermosoel primer faro terrestre dellitoral atlántico argentino.

oficiales y tropa estaban en tierra erigiendo una señal sobre el monte, sobrevino un temporal de viento del SE, y de pronto trajo tan grande marejada en la rada próxima al monte, que la Beagle se vio obligada a recalar maste-leros (...). El personal desembarcado iba sin armas y con comida para un día, entre ellos Mr. Darwin ocupado en buscar fósiles. Como el temporal duró varios días cuando fue posible se echó un bote al agua, con un barril lleno de provisiones (...)» 3

A partir de tales testimonios se puede afirmar con toda seguridad que por aquellos años, cuando la Fortaleza Protectora Argentina, hoy Bahía Blanca, era apenas un villorio fundado cuatro años atrás, ya se habían dado los primeros intentos de señalización de las costas cercanas a la bahía. la Bahía Blanca en el siglo XIX Desde los años de sus respectivas fundaciones hasta bien entrado el siglo XIX tanto el asentamiento de Carmen de Patagones como Bahía Blanca constituían verdaderos enclaves de población en el extremo sur de la frontera. Aquellos remotos destinos se comunicaban y aprovisio-naban con Buenos Aires por vía marítima, cumpliéndose incluso el recambio de las dotaciones militares. Aquel servicio de cabotaje se realizaba en forma irregular por sumacas, patachos, goletas y bergantines, a los que se sumarían, a partir de 1873, los primeros barcos a vapor. Todas estas naves eran piloteadas por veteranos capi-tanes que, con audacia, debían sortear sin señalamiento alguno y aun bajo tempestades, los peligrosos bancos del canal de acceso de la bahía, lo que no impidió que el sitio igualmente fuese célebre por la gran cantidad de naufragios producidos en él. En 1875, siendo Nicolás Avellaneda presidente de la Nación, y con el doble propósito de afirmar la soberanía e incentivar el comercio marítimo, firmó el decreto que señalaba en su primer artículo la creación de una recep-toría en el puerto de Bahía Blanca, destinada al comercio exterior e interior. A partir de allí el embarcadero del

1 «Viajes de los HMS Adventure y Beagle». Traducción CF Teodoro Caillet-Bois. 1933.Biblioteca del Oficial de Marina, volumen XV, pág. 114, en Boletín del Centro Naval, Nº 783, Rimondi, Oscar. «Faro Recalada, 200 años de historia», pág. 532. 2 Ibidem, pág. 533.3 Ibidem, pág. 533.

por Fernanda Martel

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Napostá quedó facultado para operar como puerto de ultramar. Sin embargo ninguna compañía extranjera estuvo dispuesta a fletar sus barcos a dicho destino pues, a pesar de la labor de avezados prácticos como Domingo Laborda, Juan Plunkett, Edmundo Elsegood, Juan Kanout o Luis Siches, la falta de señalamiento adecuado hacía sumamente riesgosa la navegación por los canales de la bahía. Para 1880 varias circunstancias hicieron imperativo el señalamiento de la ría: por un lado la conquista definitiva del desierto consumada el año anterior había multipli-cado la actividad agropecuaria de la región, además la Compañía de Ferrocarriles del Sud proyectaba extender sus líneas desde Azul con salida al Atlántico, lo que demandaba la construcción de un importante muelle comercial y por último las apetencias de Chile sobre territorios patagónicos indicaban la necesidad de ejercer un control efectivo sobre las costas. Así, el entonces presidente de la Nación Julio Argentino Roca junto a su ministro de Guerra y Marina General Benjamín Victorica, crearon una Comisión de Faros y Balizas, bajo cuya responsabilidad estaría realizar los estudios y trabajos hidrográficos tendientes al señala-miento de las costas argentinas, con especial énfasis en la zona de la ría de Bahía Blanca.

comisión de Faros y Balizas La comisión, designada por el decreto del 7 de febrero de 1881, fue presidida por el Sargento Mayor Enrique G. Howard, integrándola además calificados marinos, entre ellos Félix Dufourq. Para dar cumplimiento a la misión se alistó a la caño-nera «Bermejo» que, por su poco calado, facilitaría las tareas programadas. Zarpó de Buenos Aires el 22 de mayo arribando a la bahía la noche del día 26, fondean-do frente al arroyo Napostá a la mañana siguiente. De inmediato se emprendieron los reconocimientos del sitio y, en vista del gran potencial comercial de Bahía Blanca, comprendieron que se hacía necesario el inmediato balizamiento del canal de acceso y la ubicación de un faro flotante. La colocación de este pontón-faro ya había sido suge-rida por el Capitán Clanchy, de la Cañonera «Elk» de S. M. Británica, quien había practicado estudios anteriores y cuya información la Comisión argentina tenía en su poder. Con tal propósito se dispuso de un sólido casco de bergantín, de casi 400 toneladas de porte, llamado «Manuelita». La embarcación había sido comprada al señor Luis Negrotto por acuerdo del 6 de febrero de 1880 con un costo de 7500 pesos fuertes y, habiendo sido

Farola Monte Hermoso 1937, (Servicio de Hidrografía naval)

Reconstrucción en 3d de la Farola, (archivo Histórico Municipal)

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remolcada por la «Bermejo», desde mayo permaneció en Bahía Blanca a la espera de ser destinada a ser el primer faro flotante de la costa sur. Tenía 38 m. de eslora, 10 m. de manga, 6,40 m. de puntal y 3,80 m. de calado medio. Luego de minuciosos estudios de antiguas cartas náuticas y observa-ciones, se la fondeó en la cabecera del «Banco del Norte», a 7 millas de distancia de la costa, y en tierra se instaló un palo trípode con un globo en su perilla que, con el pon-tón, indicaba la enfilación del canal medio, conocido con el nombre de «Gateway» en las antiguas cartas inglesas. Con el casco pintado de rojo, el bergantín había sido amarrado a un muerto sostenido por cuatro anclas, a 11 millas de Monte Hermoso, 8 millas de Punta Sin Nombre y a 7 brazas y media de profundidad en bajamar. Cincuenta toneladas de lastre completaban el equipamiento de la embarcación, la cual había quedado bajo las órdenes del con-tramaestre Constantino Panay y con una tripulación aproximada de cinco hombres. De esta manera, y equipado con su farol de posición (antes perteneciente a la «Bermejo»), el pontón-faro comenzó desde el día 6 de octubre de 1881 a señalar el rumbo a los buques que llegaban o partían de la ría. Con ello el Jefe de la Comisión, Sargento Mayor Enrique Howard, creyó poder afirmar «que fuera de toda duda la entrada de Bahía Blanca dejaría de ser, como es hoy, el terror del navegante, para convertirse en uno de los puertos de más fácil acceso para toda clase de embarcaciones cualquiera fuera su calado...» 4

Inmediatamente comunicó al Ministerio de Guerra y Marina el importante hecho, que originó un decreto del Presidente Julio A. Roca

con fecha 11 de octubre en el que manifestaba la com-placencia por haber podido establecerse «el primer faro argentino en la costa atlántica», ordenando a su vez se imprimieran copias del telegrama del Jefe de la Comisión a fin de que esa noticia fuera conocida por los buques de todas las banderas del mundo. Pero el mar, que no entiende de notas, dispuso las cosas de otro modo. El jueves 13 de octubre, a sólo 7 días de instalado el «Manuelita» la zona fue azotada por un furioso temporal que, tras cinco días con sus noches, lo mandó a pique sobre el banco del Norte llamado también Gaucho, a tres brazas de profundidad, acarreando además la muerte de dos marineros de la tripulación del pontón. Sólo la cubierta superior y los palos, intactos, quedaron fuera del agua. Esto ocurría la mañana del 17 de octubre de 1881, once días después de haber sido instalado.

la farola Monte HermosoAl conocer la penosa noticia, el ministro Victorica dispu-so que con los elementos que pudieran rescatarse del siniestro se erigiera un faro en la costa. Ubicado sobre las barrancas de Monte Hermoso, el 22 de noviembre de 1881 fue inaugurado. Entonces apenas una gran baliza y operado por cuatro hombres de la dotación de la «Bermejo», en cuya base una carpa les servía de alo-jamiento, le cupo el orgullo de convertirse en el primer faro terrestre del litoral atlántico argentino. La importancia de aquel hecho la reflejó el propio ministro Victorica, en la Memoria elevada al Congreso de la Nación: «En esta expedición de diez meses se han levantado los planos de la barra y puerto de Bahía Blan-ca. Se ha balizado el puerto dejándolo completamente accesible a buques de 30 pies de calado, en marea baja. Un faro queda establecido sobre la cima de Monte Hermoso, que a pesar de presentar un carácter proviso-rio, indica al navegante su aproximación a la distancia de 12 millas.» 5 Asimismo, las tareas de señalización de la bahía incluyeron la instalación de un total de ocho boyas de 3 metros de alto por 3 de diámetro, cada una afirmada con un muerto en forma de campana, dos anclas y diez grilletes de cadena. La tarea terminó el 16 de marzo de 1882, con la colocación de la última a la entrada de Bahía Blanca, fondeada a cinco brazas y media de profundidad. Así y todo el acceso por el canal siguió constituyendo una maniobra no falta de dificultades, y la necesidad de un pontón-faro en la «llave del puerto» continuó durante algunos años más. En 1885 Bartolomé Cordero, Jefe del Estado Mayor de Marina afirmaba: «Al navegar en

4 Doserres. El primer faro argentino. Boletín del Centro Naval. Tomo 49, Nº 490. Archivo Centro Naval. 5 Guardiola Plubins, José. «Historia de Bahía Blanca». Inédito.

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demanda de la primera boya después de reconocido Monte Hermoso, difícil es avistarla, aun al mejor práctico de aquellos parajes, pues cuando la mar está picada (lo que sucede casi diariamente) es invisible a más de 1000 metros de distancia. La colocación de un pontón-faro en este sitio sería de llenar una necesidad grandísima que sienten todos los buques al dirigir sus proas en busca del canal» 6

La falencia de un verdadero faro luminoso flotante que llamara la atención de los navíos de camino a Bahía Blanca acarreó, a través del tiempo, varios accidentes. El más trágico fue el del «Elisa C», que no pudo avistar la primera boya y siguió adelante, confundido por la niebla, sin ninguna referencia concreta hasta estrellar-se abruptamente entre los bancos de la isla Trinidad, hundiéndose por completo y acarreando la muerte de cinco tripulantes, incluido el capitán. En 1888 el capitán de fragata Martín Rivadavia elevó al ministro de Guerra y Marina un informe en donde acusaba que la farola Monte Hermoso no cumplía con su misión, debido al poco alcance de su señal lumino-sa. Finalmente en 1890 una ampliación de la Ley Nº 1390 del 25 de octubre de 1883, destinada a atender la construcción y colocación de faros en la costa atlántica permitió encarar la compra de los necesarios para Punta Piedras, San Borombón, San Antonio, Punta Médanos, Punta Mogotes y Bahía Blanca. Así la Armada adquirió de la fábrica francesa Forge et Ateliers un casco de 33,4 metros de eslora por 7,3 de manga, que llegó al país en junio de 1893 y fue habilitado como pontón-faro el 1º de enero de 1894. Su instalación fue anunciada a través de un aviso a los navegantes que decía: «Desde el 1º de enero de 1894, será librado al servicio de la navega-ción el pontón-faro Bahía Blanca, fondeado a la entrada del puerto del mismo nombre el cual demora de Monte Hermoso 13 millas al Sur 6º Este. Queda en línea con las boyas número 1 y 2 y dista de la primera una milla y siete décimos. Está fondeado en 51/2 brazas de agua siendo su luz blanca con destello de 45 segundos de duración y 18 segundos de eclipse»7 . el proyecto del ingeniero luiggi Años después, la señalización del litoral atlántico sur tomaría renovado vigor, merced al minucioso trabajo del ingeniero Luis Luiggi, por ese entonces, Director Gene-ral de las Obras del Puerto Militar.»Entre las iniciativas hasta hoy dignas de mención, debo referirme al hecho de habérseme comisionado para preparar un proyecto completo de faros y farolas destinados a la iluminación de las costas, hasta la lejana Isla de los Estados, con el propósito de construir seis de los faros más urgentes»

6 Memoria de Marina. 1885, en Revista «Del Mar» Nº 153 del Instituto Nacional Browniano. Octubre de 2000. 7 Cabral (inédito), en Revista «Del Mar» Nº 153 del Instituto Nacional Browniano. Octubre de 2000.

Base de la Farola, donde se aprecia la casilla que servía de vivienda y sala de acumuladores, 1937, (SHn)

Reconstrucción en 3d de la base de la Farola, (aHM)

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junio

8 . Los referidos faros se situarían en Monte Hermoso y Banco Lobos, señalizando la entrada de Bahía Blanca; Río Negro; Río Chubut; Isla Pingüin y Año Nuevo. En abril de 1899 se aprobó por decreto del Poder Ejecuti-vo dicho proyecto y se contrató a la casa especialista francesa «Barbier et Bénard» para la provisión de todos los materiales. Para 1901 los trabajos estaban bastante avanzados.Es importante hacer notar que finalmente la localización exacta del faro Monte Hermoso no fue en el sitio denominado de igual manera, sino que fue emplazado, en 1906, en la llamada Punta Catanga, ubicada entre aquel y Punta Asunción, en unos terrenos donados por el ingeniero Silvano Dufaur. Se lo llamó Faro Recalada a Bahía Blanca. el faro del olvido Con respecto al primitivo faro Monte Hermoso, aquel que fuera realizado casi improvisadamente en 1881, de los despojos del «Manuelita», muchos años después se lo reemplazó por una estructura más firme y segura. Los trabajos fueron realizados por el personal de la Sección Faros del Servicio de Hidrografía Naval, siendo inicia-dos en mayo y concluidos apenas un mes después, librándose al servicio público el 27 de octubre de 1927. La torre, de 22,8 metros de altura, era un armazón de hierro ángulo en forma de una pirámide cuadrangular, totalmente pintado de negro, con plataforma superior y barandilla, constituyéndose así una baliza con luz blan-ca. Además se había instalado una casilla de madera con techo de chapas con dos compartimentos destinados, uno para alojamiento del personal y otro para la instala-ción de los acumuladores. Por muchos años cumplió su misión marcando el rumbo a los navegantes de nuestras costas, requiriendo naturalmente periódicos trabajos de mantenimiento, como los realizados en 1933 ante la invasión de vizcachas y peludos, que habían puesto en cierto peligro la estabilidad de la torre. Finalmente, en octubre de 1970, le fueron retirados la instalación lumínica y los acumuladores y el Servicio de Hidrografía Naval modificó su denominación de faro por el de baliza ciega. De allí en más el tiempo hizo lo suyo. Un informe realizado luego de una inspección a la baliza Monte Hermoso, a fines de 1998, afirmaba: «Estructura, parantes y tramos totalmente corroídos y debilitados por el óxido; escalera en la totalidad de sus tramos y trave-saños corroídos por óxido, no admitiendo reparación; plataforma destruida, barandillas sueltas; las cuatro bases de apoyo de la estructura presentan acentuadas grietas y roturas del hormigón; no tiene característica diurna; estado general de la señal, mala (...)»9 .

8 Ingeniero Luis Luiggi.»Los nuevos faros de la República Argentina» Imprenta de la Revista Técnica. Buenos Aires. 1901.

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En tales condiciones, esta vieja farola (olvidada por los hombres y por la historia al dejar de tener utilidad por la presencia de otras señales náuticas como el Faro Recalada a Bahía Blanca y la baliza Punta Tejada), corroida por los años y la indiferencia, no pudo perma-necer mucho tiempo más en pie. una fuerte sudestada la derribó la noche del 29 de enero del 2002. En su lugar y a instancias del Servicio de Hidrografía Naval, la División de Balizamiento de la BNPB constru-yó un monolito y colocó una placa señalizando el sitio original de emplazamiento del faro, como se dijo, en terreno perteneciente a la Armada Argentina, junto con un vallado de protección a los restos de la vieja torre en reconocimiento a su historia y su valor patrimonial.

9 Capitán de fragata Roberto Orlandi. Capitanía de Puerto. Informe sobre inspección de Baliza Monte Hermoso. Noviembre

Fuentes:

- Boletín del Centro Naval, Nº 783, Rimondi, Oscar. “Faro recala-da, 200 años de historia”.- Revista “Del Mar” Nº 153 del Instituto Nacional Browniano. Octubre de 2000.- Ing. Luis Luiggi. “Los nuevos faros de la República Argentina”. Imprenta de la Revista Técnica. Buenos Aires. 1901.- Guardiola Plubins, José. “Historia de Bahía Blanca”. Inédi-to. - Doserres. “El primer faro argentino”. Boletín del Centro Naval. Tomo 49, Nº 490. Archivo Centro Naval.- Armada Argentina. Servicio de Hidrografía Naval. “Faros y señales marítimas”. Parte II. Costa del Atlántico desde Cabo San Antonio hasta Cabo Vírgenes. Buenos Aires. 1969.

“el Archivo” agradece especialmente la colaboración y la información aportada por los señores Marcelo Patricio Álvarez Capdevila y Vicente Di Martino.

Imagen superior, estado actual de la farola 2002, (SHN-BNPB).

Imagen inf. izquierda, monolito con placa recordatoria, construído por la División de Balizamiento SHN-BNPB.

Imágen inf. derecha, reconstrucción en 3D de la Farola, (AHM)

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Especial - Pehuen-Co

El 18 de diciembre de 1948 el Poder Ejecutivo de la Provincia de Buenos Aires promulgó el decreto

de fundación del balneario de Pe-huen Co. Nacía formalmente la hermosa villa veraniega, pensada, moldeada y forestada sobre los médanos por don Avelino González Martínez. Aquellas tierras, antiguamente habitadas por los te-huelches araucanizados, fueron fiscales hasta el año 1882, cuando en remate público las adquirió José María Bustos, para luego vendérselas a los hermanos Avelino y Modesto González Martínez. Esta familia, desde la estancia «El Palomar», asentada cerca del río Sauce Grande y separada por unos ocho km de Pehuen Co, partía todos los veranos hacia aquel, llamado por entonces simplemente «la costa» o «la pla-ya». El viaje, lento y fatigoso, pero lleno de expectativas y alegría, lo hacían en un carruaje de cuatro ruedas tirado por tres caballos. Primos, tíos, abuelos y amigos eran los infaltables compañeros de la aventura. Años después llevaron una casilla rodante, de las que utilizaban las trilladoras de principios de siglo para alojar a la peonada, y también construyeron en la playa una «enramada» de madera y techo de paja. Ambas volvían a la estancia pasado el verano. Finalmente hacia 1929 don Avelino adquirió un camión Chevrolet adap-tado para el transporte de pasajeros. Sentados frente a frente, sobre tablones de madera, cabrían entre 12 y 14 personas. Permitió, sin lugar a dudas, que los viajes

HIStORIa de peHuen-cOsean más cortos y más frecuentes. Por aquellos años se sumarían los primeros veraneantes: las familias de Luis Morado Veres y su esposa «Piro» Portillo y Juan Viera y su Sra. «Clota» Medús que, junto a amigos y familiares, instalaron carpas de lona año tras año hasta levantar finalmen-te unas casillas de madera y zinc con un local central con techo de paja vizcachera. «El campamento» fue el nombre con que se conocieron dichas instalaciones mientras se usaron. A fines de los años 30, al quedar don Avelino como único propietario de las tierras, se afianzó la idea de crear una villa balnearia, inspirándo-se en un paraje de la costa atlántica francesa llamado «Las Landas», un inmenso arenal forestado con pinos, que de alguna manera le habían hecho recordar las dunas locales. A partir de allí la fijación de los mé-danos se encaró sistemáticamente. Los primeros trabajos consistieron en cubrirlos con lienzos de lana, su-jetándolos con estacas de tamarisco, sistema que luego fue reemplazado

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HIStORIa de peHuen-cOpor el «empajado», que consistía en cubrir las arenas con paja de yuyos de las cercanías. A la fijación sucedió la forestación con pinos y eucaliptus, plantados a la vera de las nuevas avenidas San Martín y Rosales, trazadas sobre la arena en forma perpendicular al mar, a las que años después se le sumaría la avenida Ameghino. Un carro aguatero llenado a balde desde pozos artesianos distribuidos en el lugar era el encargado de regar los plantines. Hacia la década del 40 las tareas fundacionales del balneario tomaron renovado vigor al solicitar don Aveli-no, para la urbanización de la villa, anteproyectos a tres conocidos paisajistas: los arquitectos Martínez y Villemi-not y el ingeniero Benito Carrasco, resultando elegido el trabajo de éste último. Se realizó un relevamiento previo del arbolado existente y un estudio alquimétrico para luego poder comenzar la tarea definitiva del plano de urbanización. Con todos los adelantos logrados, llegó el momento de darle un nombre a la villa. Se decidió utilizar el idioma araucano en reconocimiento a los antiguos habitantes del lugar y a través de una votación familiar se eligió «Pehuen», que significa araucaria y «Co», agua. Con los planos presentados y el nombre propuesto en 1948 la provincia aprobó su creación. Inmediatamente ingenieros y agrimensores comenzaron a delimitar los primeros lotes y en febrero del año siguiente se firmaba el primer boleto de compra-venta, a nombre del Dr. Ni-colás Murzio, al que le seguirían los de Baioco, Calvo, Ballesteros, Antinori, De Toro, Durand, entre otros. A todos ellos se les ofrecieron ciertos privilegios, como

Fuentes:-González Martínez, Horacio. «El bosque junto al mar. Memorias de Pehuen-Co». Harris y Cía. S.R.L. Bahía Blanca. 1996. -»La Nueva Provincia». 7/3/1981.

premios en dinero efectivo o materia-les de construcción, con el objetivo de impulsar una rápida edificación de viviendas. Con los años, y con la inaugura-ción del camino pavimentado, el crecimiento y el progreso de la villa se hicieron cada vez más notables, pero sin dejar de lado las premisas fundamentales: naturaleza, esparci-miento y tranquilidad.

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La historia oral en la actualidad puede ser tomada como una nueva disci-plina, como otra manera de ver y de hacer historia, y no meramente como un simple método al servicio de la disciplina tradicio-nal que valoriza la solidez y validez del documento escrito.En el Archivo His-tórico Municipal, la existencia de un archivo de testimo-nios orales permite no sólo compren-der, completar y contextualizar los hechos políticos y sociales de nuestra ciudad, sino tam-bién conocer a los protagonistas (y no tanto) del pa-sado inmediato de nuestra ciudad con sus apreciaciones, juicios y posturas acerca de su vida misma y de su participación en la sociedad, gente que desde el anonimato muchas veces ha ido conformando la idiosincrasia y el sentir de un pueblo.

Manuel cepedano

La entrevista fue realizada por Guillermo Bertinat y se puede consultar en su formato completo (116´ aproximadamente) en el Archivo Histórico Municipal.

El ingeniero agrónomo Manuel Cepedano tiene 76 años y vive actualmente en su casa de Coronel Dorrego. Durante más de dos décadas estuvo a cargo del ex vivero provincial

Soy de origen tresarroyense. Toda mi familia vivió y sigue viviendo en Tres Arroyos. [...] Después que vuelvo del servicio militar, ingreso a la Dirección Forestal. Y al segundo año de estar trabajando, el jefe de departamento, un venezolano, me dice: «Oye Manuel, tu tienes que acompañarme porque quiero hacer una gira por el interior y quiero que me acompañes. Vamos a conocer viveros y más te digo y te anticipo que hay dos o tres que tenemos, que van a quedar acéfalos y si a ti te gusta podríamos concretar y ver.» «Bueno, sería cuestión de ver.» Me prendí para hacer ese viaje. [...] Salimos a recorrer, toda la provincia recorrimos y finalmente los viveros que habían quedado acéfalos. Entre ellos estaba Pehuen-Có. [...] Y cuando a este destino, ya le había dicho a mi señora dónde iba y que fuéramos pensando en el futuro en un traslado, de irnos. [...] La primera impresión, el aspecto como el litoral marítimo a mí me encantaba [...] pero llegar al vivero propiamente dicho era toda una aventura, porque no había ni siquiera un camino de acceso. Y otro sobre la costa, que está muy oculto, está sobre arena nada más y que venía de Punta Alta pasando por Baterías. [...] Cuando regreso le digo a mi señora la

situación en la que estaba eso, cómo era. Había una ca-sita, un hermoso chalet, que que-daría en arreglo hasta tanto lo fué-ramos a ocupar nosotros. [...] (Eso sería en el año) 56.

El día que me decido a venir con ella, ya estaban los muebles acá. Dije: «Ojalá me toque ingresar con mi señora de día y que me toque un día lindo.» Íbamos con el Jeep, por ese camino, se nos hizo de noche y estaba feísimo, frío y feo. [...] Al otro día yo vine a hacer ges-tiones a Dorrego, [...] porque ese vivero ya estaba en funcionamiento. Y todo el personal que había ahí era de Dorrego. El camión que había, ese tipo Guerrero, mocho, de ese entonces traía la gente el fin de semana y lo llevaba de vuelta a Dorrego. [...]Entonces cuando empeza-mos a armar las cosas para comenzar a trabajar con la gente, ya había un capataz, ya ellos estaban más o menos organizados para su trabajo específico. Pero había que encarar firmemente lo que era aquello de dedicarse primero a la fijación dunícola para luego realizar la forestación. Lo que ya estaba instalado, eran los comedores y las piezas para el personal, el molino, los tanques de agua, pero no el que está actualmente, ese lo hice estando yo. [...]Como había bastante personal, (15 personas aproximadamente) nos mo-víamos holgadamente para hacer tra-bajos, entonces una pequeña cantidad de hombres continuaba haciendo la forestación, en la que yo veía donde podía hacerse porque ya se había fijado. [...] Yo no quería dedicar el personal a producir, tenía lo viveros cerca de toda la provincia. Tenía para traer de Sierra de la Ventana, para traer de aquí y de lugares específicos con la planta ambientada como era Claromecó, Miramar y Ne-cochea [...] (Más que a la producción nos dedicábamos más a ) la fijación de dunas y a la forestación.

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Donde el sol se pone en el mar

por Federico Merodio

Donde el sol se pone en el mar Cuando Pehuen-Có estaba al ras del suelo, don Avelino González Mar-tínez, contemplaba constantemente volar la arena de la costa. La zona, medanosa por excelencia, más los vientos traen a la playa las arenas y penetran entre las dunas, modifican constantemente el am-biente. Ello no desalentó los trabajos del fundador quien encontró en el suelo olivillos, tupe y una hierba parecida a la retama. Su constancia y afán lo llevó a pro-yectar, después de arduas tareas de fijación de médanos con tamariscos plumosos, la plantación forestal de pinos y eucaliptus, que se regaban con un carro aguatero, controlada dicha tarea atentamente por don Avelino. Estas tierras fueron fiscales hasta 1882, sus distintos propietarios las dedicaron para la cría de ganado hasta que, en 1923, la Sociedad A. González Martínez y Cía. las adquie-re y comienza la transformación. Después de denodados esfuerzos, se cristaliza la idea de crear un área de esparcimiento; una vez organiza-das las plantaciones, con la llegada de esforzados obreros que debían luchar contra las inclemencias del tiempo, caminos polvorientos, falta de recursos técnicos, etc., se va concretando. Así, en 1945 el fundador ofreció a

quienes gustaran de la naturaleza del mar y del sol y con el proyecto del paisajista Benito Carrasco, ese hermoso predio que se llamaría Pehuen-Có (en idioma mapuche: pino-agua) de nuestro vasto litoral marítimo. En 1949 se venden los primeros lotes. Los propietarios fundadores del balneario hacían ingentes esfuerzos para llegar los fines de semana por los intransitables caminos. Ello con inquebrantable entusiasmo y alegría vencían toda clase de dificultades para estar en contacto con la naturaleza y disfrutar de las bondades de las extensas playas. Antes de llegar a la localidad balnearia, a unos 8 km, existía un puesto que estaba a cargo del señor Juan Carrera, quien junto a su familia se ocupaba de abrir la tranquera para poder seguir hasta la costa. Caminos... caminos... cuántos se habrán probado con los pobres autos. (muy pocos eran los privilegiados que los tenían) Exigidos al máximo más la avezada pericia de los conductores. ¡Qué hermosos tiempos en que el compañerismo y la solidaridad hacían la felicidad de las familias! Así empezaron las primeras construcciones, algunas precarias, otras construidas por profesionales, pero todas se iban concretando con el mismo entusiasmo y amor por la vida natural y la recreación sana. Pasados ya más de cincuenta años, el progreso llegó también a la villa balnearia, pero el espíritu fundacional ojalá que siga siempre presente para honrar la memoria de su fundador y de los pioneros, y que Pehuen-Có se convierta en un centro turístico de importancia nacional y mundial dado los recursos naturales que posee.

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por Gustavo Aranda

primer propietario: Luis Novellipropietario actual: año proyecto: 1951Finalización del proyecto: 1954

construcción: Francisco y antonio Walich

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Una de las atracciones de Pehuen-Co es la llamada Casa Barco. Su propietario original, Luis Novelli, ideó y encomendó su construcción a Francisco y Antonio Walich (padre e hijo) en 1951.Luis Novelli fue un inmigrante italiano que abandonó su tierra natal de muy joven a bordo del «Roma», enbarcación que se convertiría en el último lazo con su patria.La idea original tuvo como fin el hacer perenne el momento del viaje, que cambió su vida para siempre.La casa se inauguró el 27 de noviembre de 1954 y se realizó de acuerdo a la tradición de los astilleros al botar un buque: la señora Libertad R. Martella, en calidad de madrina de la nave, estrelló sobre el filo de su proa la clásica botella de champagne.Para acceder a la casa, se asciende por una escalera de hierro a la cubierta, que cuenta con un corredor perimetral semi-cubierto. La distribución interior incluye un hall, , comedor, cocina, baño y tres dormitorios. En la planta alta se ubica la terraza y el fogón con su correspondien-te rueda de mando de timón. La obra en su totalidad está construida con materiales tradicionales. Toda ella está realizada en ladrillo hueco salvo la proa, diseñada con una estructura de perfiles, malla de alambre tejido y luego revocada para darle la forma.Los remaches se realizaron con molde uno por uno y luego se colocaron.Los elementos que configuran el aspecto

externo del barco cumplen un objetivo funcional: la chimenea mayor es el tan-que de agua y las menores correspon-den a la cocina y el hogar.Los cuartos interiores son bajos. Las paredes simulan planchones de hierro con grandes remaches, las arañas tienen forma de timón.Las puertas son de hierro y la principal se halla elevada para evitar que entre el agua de la cubierta.Las ventanillas de los camarotes son de 40cm x 60cm, lo que motiva la exigencia de luz artificial. Los pisos de la cubierta originalmente eran de cemento y sobre el mismo se dibujaba el maderamen de la enbarcación, hoy está recubierto con cerámica.En el jardín, Novelli ideó un sistema auto-mático de riego. Asimismo el suministro eléctrico se hacía a través de molinos aerocargadores.

«casa Barco»Patrimonio arquitectónico

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Pensar en Pehuen Có, es evocar imágenes de mar, arena, árboles, pájaros y tranquilidad. Caminar por sus playas de arena, rocas y pilas de conchillas con tubos calcáreos entremezclados, nos mueve a la curiosidad y a la búsqueda. Solos, sumergidos en la paz, nos suele invadir ese sentimiento que nos señala que estamos viviendo un momento perfecto e inmutable como ese mar que sube y baja, y que intuimos que siempre estuvo allí y permanece igual desde hace millones de años.Sin embargo...Sin embargo , la realidad es otra. Si sabemos mirar a nuestro alrededor, veremos signos que indican que hubo cambios en el paisaje, en el clima y en las formas de vida. Dispersos en la playa, nos sorprende la presen-cia de fragmentos de hueso transformado en piedra que el mar en su incesante vaivén arrancó de las rocas que los cobijaban. Asomadas entre la arena, a lo largo de la costa entre Pe-huen Có y Mon-te Hermoso hay capas de rocas arcillosas que nos gritan en silencio su se-creto. Indiferen-tes podremos pasar sobre ellas, o tal vez, como vándalos anónimos nos inclinaremos a grabar nuestro nombre en ellas. Si en cambio, nos detenemos a observarlas con curiosidad y respeto ellas

laS ROcaS Y lOS FOSIleSpor teresa Manera de Bianco

nos contarán sus historia. Surgirán ante nuestros ojos innumerables huellas , pequeñas y grandes, su-perficiales o profundas, que nos permitirán reconocer que en otros tiempos allí existía un paisaje dife-rente al actual, donde el mar estaba ausente y en su lugar se extendía una llanura cubierta por pastizales e inundada con agua dulce donde se movían grandes mamíferos hoy extinguidos, junto con guanacos, ciervos, pumas e innumerable va-riedad de aves acuáticas. Los fragmentos de huesos de mamíferos que están incluidos en las areniscas que bordean la orilla del mar, pertenecen a los mismos animales que dejaron sus huellas

Figura 1: Ubicación de los yaci-mientos paleontológicos cerca-nos a Pehuen Có

Pehuen-Co: Su Patrimonio Natural

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convirtió en roca. A partir de lo expuesto tal vez resulte simple comprender la historia natural de la región, pero debemos tener en cuenta que esta aparente sencillez surgió luego de largos y minuciosos estudios realizados por investigadores de diferentes disciplinas , tales como la paleontología, la geología y la biología. Y por sobre todas las cosas, debemos tener en cuenta que esos estudios fueron posibles porque se pudieron observar las huellas y los huesos fósiles en las rocas que los contenían. ¡Quién sabe cuantas cosas más nos contarán estas rocas! Por eso, cada pequeño acto de vandalismo o descuido cometido contra ellas, más allá de atentar contra nosotros mismos, es un paso dado hacia la pérdida de información y por ende hacia la ignorancia.

YacIMIentO

peRIOdO

aÑOS deSde el pReSente

tIpO de FOSIleS

tIpO de anIMal

paISaJe,clIMa

Farola Monte Hermoso

Terciario (Plioceno)

3 a 5 millones

Huesos

Peces de agua dulce, sapos, lagartos, tortugas,aves, mamíferos

Río sinuoso, de llanura; bosque tipo chaqueño

Playa del Barco

Cuaternario(Pleistoceno)

16.000

Huesos

Mamíferos

Río aluvional; clima semiárido

Paleoicnológico de Pehuen Có

Cuaternario(Pleistoceno)

12.000

Huellas

Mamíferos y aves

Llanura cubierta de pastos; clima frío y semiárido; lluvias torrenciales;extensiones cubiertas por agua dulce

Figura 2: Características de los principales yacimientos paleontológicos.

Pehuen-Co: Su Patrimonio Natural

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Pehuen-Co: Su Patrimonio Natural

Entre las muestras de vege-talles recogidas por Charles Darwin en nuestra zona en 1832, había una cuya etiqueta decía “Monte Hermoso”. ¿Cómo es posible, si el balneario que todos conocemos se fundó bien entrado el siglo XX ?. La explicación es que, en aquella épo-ca, especialmente para los navegan-tes que observaban el continente a la distancia, Monte Hermoso era un sector alto de la costa, con acanti-lados que se destacan dentro de la vastedad de suaves pendientes de arena; ese lugar es conocido hoy como “Las Rocas” o “Farola Monte Hermoso”, y aquel curioso e ignoto vegetal, fue bautizado Neosparton darwinii , es decir, “la nueva retama de Darwin”. En 1894 volvió a llamar la aten-ción, esta vez de Carlos Ameghino; y recién en 1957 Troncoso des-cribió su morfología y anatomía. Finalmente, en los 90, investiga-dores de la Universidad Nacional del Sur retomaron su estudio de manera mucho más completa. Así sabemos que se trata de un vegetal endémico, es decir, que habita un sector muy limitado, estimado en 1900 hectáreas, de las cuales unas 450 han sido transformadas por el hombre. Para comprenderlo mejor, digamos que existe desde Farola Monte Hermoso hasta unos 4,7 km al este del Balneario Pehuen Có y, tierra adentro, no supera una franja de 2 kilómetros; de modo que crece exclusivamente en los médanos, fijos o “vivos”, desafiando fuertes

por Ricardo caputo

¿lOGRaReMOS SalVaR a neos-parton darwinii?

vientos, soles abrasadores, escasas lluvias y, especial-mente, los embates humanos. ¡Y no existe en ningún otro lugar del mundo!. No obstante, se ha descubierto un enemigo más. Se trata de un insecto que parasita sus semillas impi-diendo la germinación y que, por lo tanto, también es endémico de nuestra zona. Es fácil comprender que la situación de Neos-parton no es cómoda, especialmente si pensamos en lo negativo y rápido de nuestro accionar cuando eliminamos ejemplares para cultivar o forestar; para construir viviendas, calles y costaneras; cuando facili-tamos los incendios o, simplemente, circulamos por los médanos con todo tipo de vehículos. Desde el punto de vista legal, la reacción ha sido muy rápida: Neosparton es una especie protegida desde hace varios años por ordenanza municipal pero, como siempre ocurre en estos casos, ninguna medida de control o penalidad para impedir su destrucción podrá superar a la toma de conciencia de cada uno de nosotros. Es de desear que esa conciencia tarde menos tiempo en llegar que el que necesitan nuestro querido Neosparton darwinii y su insecto parásito para desaparecer definitivamente de la faz de la Tierra.

Fuentes:

-Sergio M. Zalba; Ana J. Nebbia; Carolina J. Belenguer; Cecilia L.

Compagnoni y Mónica I. Sonaglioni. “De cómo conservar, al mismo

tiempo, una planta amenazada y sus enemigos naturales”. I Jornadas

Interdisciplinarias del Sudoeste Bonaerense. Universidad Nacional del

Sur, Bahía Blanca, 2000.

-Ordenanza Municipal N° 2099/89.

Municipalidad de Cnel.

de Marina Leonardo

Rosales.

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Novedades

pehuen-co

Publicaciones

Museo Municipal de ciencias naturalescarlos darwingUrquiza 123(02932)432063Punta Alta

Sala Florentino ameghino Av. San Martín y calle 4(02921) 497080Pehuen-Co

Museo naval(02932)487526BNPB

Museo Baterías(02932)-488325BIM

La Soberana, Historia del Barco Hundido en Pehenc-Co, es la culminación de una recopilación histórica que lleva inquietando a toda una familia desde hace muchos años.A través de un libro, Cecilia Manera, relata la historia, hasta hace poco desconocida, de la goleta encallada en las costas de Pehuen-Co.Este trabajo deja al descubierto un interesante relato histórico, que no sólo hace alusión a «La Soberana», sino que también trata aspectos que resconstruyen la historia local.La presentación del libro tendrá lugar en la Sala de Fo-mento «Amigos de Pehuen-Co» el día 11 de enero de 2003, a las 20:30 hs., con entrada libre.

Despertar con los pájaros, caminar bajo añosos árboles y disfrutar del mar con todo el espacio, tranquilidad y seguridad que su familia desea. Si así piensa sus vacaciones piense en Pehuen Co.

Con calles irregulares densamente forestadas y una playa sin accidentes ni corrientes peligrosas, con las aguas más cálidas de la costa, Pehuen Co es un “jardín frente al mar”.

La pesca, los deportes de mar, los juegos de playa,,las visitas a los atrac-tivos naturales y culturales,algunos únicos en el mundo, son otras alter-nativas por las que nos eligen cada vez más.

todo el verde junto al mar