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Revista Ethos Crítico

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Edicion 001 Issn 2248-5775

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CONTENIDO Pág.

Editorial 3Los Orígenes del Pensamiento Crítico 4La Humanidad entre el Miedo y la Esperanza 10Logo de la Fundación I.A.I 18Logo del Grupo de Investigación SETH 19Poemas: Mañana, Persecuciones 20Poemas: Camino de Condena, Sólo Soy 21Miedo a la Libertad 22Los Sentimientos Morales y su Importancia 26Obra de Arte: (Intervención Digital) HomoUrbanus 2006 30Obra de Arte: Técnica Mixta Acrílico - Vinilo - Collage (N¿Dimension) 2006 31Patología de la Normalidad 32Poemas: El Sentido del Hombre, El Fisgón 36Obra de Arte: (Intervención Digital) Inferno 2006 37El Conocimiento, la Ciencia, la Tecnología y la Ética: Una Relación Indisoluble 38Crítica a la Cultura de Consumo 44Anónimo 45Los Medios Masivos de Comunicación y sus Efectos en la Juventud 46

Fundación I.A.I (Ideas y Acciones Inteligentes)

Diseño y diagramación de la revista:Catherine Cardona Montoya

Editorial: Mauricio Zuluaga Duque

Redacción: John Fredy Zuluaga Duque Mauricio Zuluaga Duque

Financia:Banco Mundial

Apoya y Audita:Gobernación de Risaralda

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En la sociedad contemporánea po-demos vislumbrar, por un lado, el inmenso desarrollo en materia de producción de conocimiento, de

ciencia y tecnología que ha alcanzado el hombre en los dos últimos siglos, y, por el otro, el lamentable atraso obtenido en ma-teria de su desarrollo humano y social. Es así como notamos que en lo concerniente a la razón teórica, el hombre ha obtenido logros increíbles, no obstante en lo que corresponde a su razón práctica, ha que-dado y sigue quedando en deuda: Ante el incremento de los poderes de dominación de la humanidad sobre su entorno natural y artificial, se nos manifiesta una naturale-za cada vez más destruida y contaminada; ante la maximización de la productividad y la generación de bienes y servicios que han mejorado ostensiblemente la calidad de vida de las personas, se nos hace vi-sible una sociedad cada vez más consu-mista, superficial, mediocre y heterónoma; ante enormes avances conquistados en el aspecto jurídico, se nos presenta una rea-lidad injusta e impune y una cultura me-nos presta a exigir sus derechos; hay más avances en medicina, pero más drogadic-tos que antes, más “libertades”, sin embar-go, precaria autonomía, más profundas y bellas doctrinas ético-morales, empero, mayor insensibilidad e inconsciencia socia-les, mejores teorías políticas, lamentable-mente, más politiqueros. Es así como este

panorama desalentador exige una Actitud Crítica capaz de desestabilizar su orden y de poner en “tela de juicio” sus supuestos, esto como una manera de liberar al pen-samiento de las realidades que lo anulan. Esta revista ha surgido, entonces, como una alternativa más de la Fundación I.A.I (Ideas y Acciones Inteligentes) y de su Grupo de Investigación SETH (Sabiduría, Ética y Trascendencia Histórica) para for-talecer y posicionar procesos tendientes al establecimiento de una sociedad más crítica y consciente con respecto a los pro-blemas y circunstancias que presenta la realidad contemporánea, a través de la de-mocratización de la filosofía, haciendo es-pecial énfasis en su aspecto ético-moral.Así mismo se articula con el proyecto: “Promoción y estímulo de los valores y el pensamiento crítico de la juventud dos-quebradense”, del cual hace parte como uno de sus resultados; propuesta que ha sido financiada tanto por el Banco Mundial como por la fundación, al igual que ase-sorada y auditada por la Gobernación de Risaralda.

Cabe anotar que los contenidos que aquí se presentan van dirigidos a diferente pú-blico y, muy especialmente, a la población juvenil que ya ha tenido, en sus aulas de clase, un acercamiento con la ética (filoso-fía moral) y la filosofía.

Mauricio Zuluaga Duque

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E n la historia del desarrollo del cono-cimiento humano encontramos dos tipos de actitudes: la dogmática y la crítica, a las que les corresponde,

respectivamente, el pensamiento dogmático y el pensamiento crítico. Según Karl R. Popper, la primera “(…) se halla claramente relaciona-da con la tendencia a verificar nuestras leyes y esquemas tratando de aplicarlos y confir-marlos, hasta tal punto de pasar por alto las refutaciones; mientras que la actitud crítica es una disposición a cambiarlos, a someterlos a prueba, a refutarlos, si es posible.”1 Desde esta perspectiva, la actitud dogmática, que es anterior a la crítica, se preocupa por transmi-tir una teoría, ideología, concepción de mun-do, etc., que, en cuanto se cree verdadera, se asume de antemano como incuestionable, hasta tal punto de obviar, a cualquier costo, los argumentos en contra o las refutaciones a las que se le someta. Diferente a ésta la actitud crítica parte del presupuesto que en cuanto que no podemos acceder a verda-des concluyentes o definitivas, porque nues-tro aparato cognoscitivo es falible, limitado y está en constante construcción, todo nuestro conocimiento es conjetural, y, por ello, debe ser sometido a constantes pruebas y discu-siones severas, las cuales puedan mejorarlo o falsarlo –mostrar su falsedad-; o bien de-mostrando sus falencias, errores o debilida-des para fortalecerlas, o bien prescindiendo de él en tanto erróneo, para proponer nuevos constructos teóricos que lo conformen más audaces o verosímiles, es decir, más creíbles y fuertes; claro está, sin negar la posibilidad de que si, al menos, no es posible llegar a la verdad absoluta, sí es posible acercarse a ella; desde esta actitud, la verdad se convier-te en una idea reguladora del conocimiento, el cual siempre está en su búsqueda, y la ar-gumentación y la observación se convierten en los mecanismos a partir de los cuales ella (la actitud crítica) se edifica. En este orden de ideas, la actitud dogmática es necesaria por-

que sobre ella, como materia prima, trabaja la actitud crítica, esto es, sobre ella parte la segunda para elaborar su análisis crítico; la primera nos lega teorías, la segunda trabaja sobre éstas, nos brinda nuevas construccio-nes teóricas y, además, nos regala una posi-ción crítica para asumir frente a ella misma.

De acuerdo a lo anterior, vamos a desa-rrollar la tesis popperiana de que el pensa-miento crítico surgió en la antigua Grecia con los presocráticos, quienes fueron sus precursores y fundamentadores; menes-ter es, pues, dar inicio a nuestro cometido.En la antigüedad encontramos la consuma-ción de la actitud dogmática en el mito, es decir, en la creencia politeísta de los griegos, que asumía la mitología como verdadera sin asumir un carácter cuestionativo sobre la misma. Sin embargo, con la llegada de Ta-les, el panorama histórico cambió, pues em-prendió un nuevo camino a través de una posición crítica, al iniciar una nueva marcha para el conocimiento desde lo racional y lo empírico. Además de ello, fundó la primera “escuela” que no se encargaba simplemen-te de transmitir un conocimiento incuestio-nable y dogmático, sino que, por el contra-rio, ayudó a desarrollar en ella una actitudcrítica, conforme que, como dice Popper: “Ta-les parece haber sido capaz de tolerar la crí-tica. Y lo que es más, parece haber creado la tradición de que se debe tolerar la crítica… no hay rastros en las fuentes de nada que sugie-ra discordia, querella o cisma –entre Tales y su discípulo y pariente Anaximandro-”2; pen-semos, por ejemplo, en Anaximandro, quien contradijo gran parte de las tesis presentadas por Tales, y quien, a su vez, fue criticado por su discípulo Anaxímenes; esto muestra que la nueva “escuela” no poseía una posición her-mética o cerrada que, en vez de expulsar a 1POPPER, Karl, R. Conjeturas y Refutaciones. Pai-dós, España, 1972, pp. 76. 2Ib., pág. 190.

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quienes no aceptaban sus presupuestos, asimiló la crítica. En palabras de Popper: “Esta tradición es he-lénica: se la puede hacer remontar a Tales, fundador de la primera escuela… que no se preocupó funda-mentalmente por la conservación de un dogma.”3

Además de lo precedentemente mencionado, otro he-cho fundamental marca una nueva pauta en el desa-rrollo del pensamiento crítico, que si bien había inicia-do con Tales de Mileto, encuentra aquí su fundamento y consolidación: los planteamientos de Jenófanes. Él llega a un alto nivel de crítica, dado que arremete duramente contra las convicciones tradicionales del

pueblo griego: primero, al criticar el antropo-morfismo característico de sus dioses, a quie-nes, según él, el hombre les atribuía todo tipo de características humanas, inclusive sus pro-pias aberraciones, tales como: matar, robar, fornicar, engañar, etc., ante lo cual declaró: “Si los bueyes, los caballos y los leones tuvieran manos y pudiesen dibujar y hacer esculturas como los hombres, los caballos dibujarían a sus dioses en forma de caballos, y los bueyes en forma de bueyes y formarían los cuerpos de los dioses a imitación del propio”; y segun-do, al denunciar el politeísmo imperante en las creencias teológicas de los griegos, pues para Jenófanes Dios era uno, inmóvil y perfecto.

3 Ib., pág. 77.

Jacques Louis David

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TALES DE MILETO

Igualmente, mostró el relativis-mo y subjetivismo propio de las creencias del hombre, al igual que la falibilidad del co-nocimiento mismo que el ser humano se forma de las cosas, al aducir que el conocimiento es conjetural, nunca definiti-vo, ni absoluto, conforme que declara: “No ha habido ni ha-brá hombre alguno que posea un conocimiento cierto de los dioses o de todas las cosas de las que hablo. Pues aun-que, por azar, alguien dijera la verdad definitiva, él mismo no lo sabría. Pues todo es una trama de conjeturas.”; ideas que encontraron su punto de

culminación en los sofistas, principalmente en Protágoras, al establecer como principios epistemológicos del conoci-miento: la subjetividad, el rela-tivismo y el convencionalismo, al afirmar que: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Sin embargo, otros tantos pre-socráticos también asumieron esta tesis, citemos, por ejem-plo, a Heráclito cuando argu-ye: “No está en la naturaleza del hombre poseer el verdade-ro conocimiento, pero lo está en la naturaleza divina”; y a Demócrito cuando refiere que: “(…) en realidad, no conoce-mos nada por haberlo visto; pues la verdad se halla oculta en las profundidades.”

Ahora bien, del hecho de con-siderarse y asumirse el cono-cimiento como conjetura, tal y como lo vemos en Jenófanes, se puede seguir una posición crítica, por un lado, abierta y tolerante a nuevas posturas, y por el otro, dispuesta siem-pre a debatirlas y someterlas a prueba, en tanto que se parte del hecho de que una teoría o planteamiento filosófico absolu-to, verdadero y concluyente, no es posible, sin que esta pers-pectiva involucre la renuncia a la verdad, que es lo que se busca, sino que, por el contra-rio, coadyuve al acercamiento hacia la misma, a partir de una dialéctica del pensamiento ar-gumentativo.

PARTENON

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tosas de toda la historia del pensamiento humano. Puesto que ella hizo posibles, más tarde, las teorías de Aristarco y Copérnico.”4 Igualmente, pensemos, por citar algunos ejemplos: en Parménides quien sentó las bases de la dialéctica y la metafísica occi-dental, al concebir el principio lógico de no contra-dicción: “el ser es, el no-ser no es”, “el ser no puede no-ser, el no-ser no puede ser”, y al señalar la dife-rencia entre el mundo aparente, el de los sentidos, y el mundo de la verdad al que se accede por medio del ejercicio de la razón; y en Heráclito, quien con Parménides, desarrolló el problema del movimiento, tema imprescindible para el ulterior progreso de la

física; en Leucipo y Demócrito,quienes con su concepción atomista del mundo, arguyeron que todo estaba compuesto de partículas indivisibles: “átomos”, teo-ría filosófica que posteriormente contri-buyó a la edificación de las diferentes

teorías atómicas modernas y contemporáneas. Esta vía del desarrollo del conocimiento, que nos han legado los presocráticos, a través de la refu-tación y confrontación de conjeturas, teorías, visio-nes de mundo, que son abandonadas y suplidas por otras nuevas, que poseen una mayor poder explicativo y capacidad de resistir test severos, es,

4Ib., pág. 177.

No obstante, el pensamiento y el método críticos, no sólo se les debe a los preso-cráticos; también el horizonte cognoscitivo occidental, en orden al cual se erigió tanto la filosofía con las demás disciplinas del co-nocimiento, incluyendo la ciencia; en tanto que en ellos hallamos un hecho imprescin-dible, el ampliamiento del espectro del cono-cimiento humano, a partir de la construcción de nuevas teorías o concepciones del mun-do que en adelante sentaron las bases de los grandes problemas a partir de los cuales emprendería su desarrollo el conocimiento mismo. Verbigracia: Recordemos a Anaxi-mandro, quien, con base en la mera razón, fue capaz de crear una teoría no susceptible de ser testada o com-probada por vía sensible o experimental para aquél entonces; pues, consideró la tierra como libremente suspendida en me-dio del espacio, la cual permanecía inmóvil debido a su equidistancia o equilibrio; idea que, parafraseando a Popper: “es una de las más audaces, revolucionarias y porten-

"el ser es, el no-ser no es" ,el ser no puede no ser, el

no-ser no puede ser"

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5Ib., pág. 192.6Ib., pág. 191.

pues, para Popper, la vía más óptima para ampliar nuestro horizonte cognos-citivo, ya que afirma que: “(…) la tradi-ción racionalista, la tradición de discu-sión crítica, es el único camino viable para ampliar nuestro conocimiento, conocimiento conjetural o hipotético, por supuesto. No hay otro camino.”5 Popper califica, por tanto, el estableci-miento del pensamiento crítico que ini-ció con Tales de Mileto y que condujo a Jenófanes a presentar el conocimiento como conjetural, como una innovación trascendental que marcó el destino de occidente y del mundo; toda vez que significó una ruptura con la tradición dogmática y la reemplazó por una tra-dición que admite la pluralidad de doc-trinas, las cuales propenden por acce-der a la verdad, empero, con base en la discusión crítica. Esta nueva actitud y tipo de pensamiento presocrático “Con-dujo, así, casi por necesidad, a la com-prensión de que nuestros intentos por ver y encontrar la verdad no son defini-tivos, sino que pueden ser mejorados; que nuestro conocimiento y nuestras doctrinas son conjeturales; que cons-tan de suposiciones y de hipótesis y no de verdades definitivas y seguras; y que la crítica y la discusión crítica son los únicos medios de que disponemos para acercarnos a la verdad.

De este modo, dio origen a la tradición de las conjeturas audaces y la crítica libre, la tradición que creó la actitud racional o cien-tífica, y con ella nuestra civilización occi-dental”6.

Como se ha intentado mostrar, y a la luz de la propuesta popperiana, los presocráticos son los inauguradores del pensamiento crí-tico y la actitud crítica, en orden a los cuales se ha desarrollado gran parte de la histo-ria del pensamiento humano, tanto a nivel filosófico como en los demás niveles con-cernientes a las diferentes disciplinas del conocimiento.

MAURICIO ZULUAGA DUQUE

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Problema: ¿Cumplen los sistemas éticos de valoración, la función de guiar a los hombres hacia la consecución de sus propósitos?Conjetura guía: Se sostiene la tesis según la cual los sistemas éticos de valoración (en ade-lante SEV) contribuyen a la adquisición de pro-pósitos del ser humano entendido como espe-cie y como individuo.Conjeturas empíricas: 1. Si los SEV son erró-neos, la humanidad no cumple su propósito fundamental, en tal caso nace el miedo de un posible retroceso o, en el peor de los casos, la desaparición como especie. 2. Si los SEV son correctos, la humanidad alcanza su máximo propósito, esto es, el bienestar y, con ello, nace la esperanza de un mejor mundo posible. Palabras clave: sistema ético de valoración, miedo, esperanza, propósito fundamental, ne-cesidad. Preámbulo: Nuestra primera guerra como hu-manos se liberó en detrimento de la naturaleza hace dos millones de años, con el único propó-sito de sobrevivir ante un ambiente hostil. Allí también nació nuestro primer miedo: morir fren-te al mundo salvaje. Hoy nuestra estrategia de sobrevivencia ya no es la guerra, sino la “paz perpetua”1 tanto con la naturaleza como con el mismo hombre, y aquí nace nuestra esperanza: valorar la vida y valorar nuestra especie. Nues-tro miedo hoy no es sucumbir frente al mundo fe-roz, sino sucumbir ante nuestra propia creación: la civilización. La humanidad actual se haya en-frentada a una disyuntiva: por un lado, reina el miedo de la extinción como especie promovida por nosotros mismos2 , y, por el otro, emerge la esperanza de un mejor mundo posible. Nuestro sistema ético de valoración (en adelante SEV), cumple una función vital en la solución de este dilema. En efecto, si el sistema ético de valora-ción de una sociedad o de los individuos que la conforman es el correcto, entonces, la sociedad elegirá las cosas y las situaciones que contribu-yan a alcanzar el propósito fundamental de los

1Para Kant, esta armonía es un deber de la razón práctica y es también una noble esperanza, que se funda en la creación de un derecho público universal y que con el progreso humano se alcanzará eficazmente. Dice a propósito el filósofo Alemán: “… procurad ante todo acercarnos al ideal de la razón práctica y a su justicia; el fin que os propongáis -la paz perpetua- se os vendrá a las manos”. Ver: KANT, Immanuel. La Paz Perpetua. Porrúa, México, 1996. p. 241-247.

2En palabras de Erich From: “El progreso técnico ha creado peli-gros ecológicos y de guerra nuclear; ambos pueden terminar con la civilización, y quizás con toda la vida”. Ver: FROM, Erich. ¿Te-ner o ser? Fondo de cultura económica, México, 1996, p. 22.

hombres: el bienestar, y, con ello, renacerá la es-peranza; pero si el SEV es erróneo, entonces, la sociedad elegirá las cosas y las situaciones que obstruyen el desarrollo humano y, con ello, se fortalecerá el miedo. Observemos esto en un breve ejemplo:Imaginemos un mundo posible3 de seres deno-minados “Singracia”, los cuales poseen las mis-mas características bioquímicas humanas y res-témosle dos sentidos: el del olfato y el del gusto.

3Un ejemplo de esta misma naturaleza se puede ver en “El país de los ciegos” del autor H. G. Wells, citado por FROM, Erich. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de cultura económica, México, 1997, p. 162-163.

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Ahora concibamos la posibilidad que por cual-quier azar genético, nace un ser denominado Olfagu, dotado de olfato y de gusto; pero no se percatan de ello hasta cuando éste em-pieza a hablar. Olfagu empieza a decir que la sociedad Singracia tiene una alimentación no-civa, porque mezclan productos amargos con dulces, frescos con rancios, entre otras mes-clas que resultan peligrosas para el aparato digestivo. La sociedad Singracia elige a sus mejores siquiatras para que analicen la mente de Olfagu; los expertos, después de muchos análisis, concluyen que Olfagu está enfermo mentalmente y resuelven que la forma más efectiva y ética de curarlo, es hacerle una inci-sión a su aparato olfativo y a su lengua. Luego de realizada la incisión, contrario a los pronós-ticos de los siquiatras, Olfagu entra en una etapa de depresión inexplicable; los jueces de la sociedad Singracia recomiendan internar a Olfagu en un hospital mental. Cuando los pa-dres de Olfagu reclamaron ante los jueces el error que la sociedad Singracia había come-tido con su hijo, pues él tenía una vida plena, aún con su problema mental de oler y degus-tar cosas, y habiendo éste perdido el gusto por

la vida, los jueces arguyeron que ésta había sido la mejor elección, dado que para la so-ciedad Singracia, según su sistema ético de valoración (SEV), pensar cosas diferentes al sentido común era desquiciado y por ello into-lerable. La madre exclamó apasionadamente que su hijo había curado a su familia y ami-gos de daños estomacales haciendo mesclas nuevas de alimentos y que, aunque no sabía cómo explicarlo a la sociedad, ello era efecti-vo a la hora de mejorar la vida de los Singra-cia. Los jueces insistieron a la madre en que no continuara con el caso, bajo la advertencia de abrir un proceso en su contra, por pertur-bar la paz mental de los Singracia, tal como lo había hecho Olfagu.

Aunque nuestro ejemplo parece inofensivo, han ocurrido, en muchos casos, muertes rea-les a causa de falsas creencias en los siste-mas éticos de valoración; recuerden el caso de Giordano Bruno que fue condenado a la hoguera por afirmar que la tierra giraba al-rededor del sol; y según el SEV de la edad media, si un hombre contradecía la doctrina, era preferible negar la existencia de éste, por considerarlo hereje, al desconocer la verdad de los dogmas. Un sistema ético de valora-ción donde se aprecien más las ideas que la vida de los humanos es erróneo y genera miedo, porque sus consecuencias son ne-fastas para la humanidad; hoy por for-tuna en los SEV de la mayoría de las sociedades, la vida humana está por encima de las ideas, aunque lamentablemente no faltan estados donde la pena de muerte, aun-que no es ética, es le-gal.

FOTÓGRAFO: Walker Evans

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El criterio que nos permite

determinar si un sistema ético

de valoración es correcto o

incorrecto, es la consecución

del propósito fundamental de

la raza humana: el bienestar4;

de este modo, si valoramos

las cosas o las situaciones

que obstruyen el cumplimien-

to de este fin, afirmaremos

que el SEV es erróneo; pero

si las cosas que valoramos

nos ayudan a alcanzar el

propósito, entonces, categóri-

camente diremos que el SEV

es correcto. A continuación se

mencionará, escuetamente,

una de las formas como atri-

buimos a las cosas un valor.

Los seres humanos les da-

mos valores a las cosas por-

que éstas poseen una utilidad

para nosotros, en cuanto

que nos ayudan a solucionar

problemas; así, si nuestro

problema es: A) sobrevivir,

entonces, valoraremos cosas

como la comida, la vivienda,

la reproducción, el sueño.

Si nuestro problema es B)

construir cultura5, esto es, dar

forma al pensamiento y a la

imaginación humana a través

del lenguaje, el arte, la histo-

ria, la ciencia, la religión, etc.,

entonces, valoraremos la

música, la literatura, la pintu-

ra, el cine, el teatro, el dibujo,

la arquitectura, la tradición

humana con toda su rique-

za, las ciencias formales, las

ciencias de la naturaleza, las

ciencias sociales, el cristianis-

mo, el budismo, el hinduismo,

el islamismo, el judaísmo. Si

nuestro problema es C) dig-

nificar la existencia, entonces

valoraremos todo aquello que

genere libertad, autonomía,

autenticidad, es decir, apre-

ciaremos todas las cosas que

posibiliten la autorrealización

de cada ser humano.

4Denominemos bienestar al pleno

estado de felicidad donde cada

hombre logra dignificar su existen-

cia, a partir del pleno desarrollo de

sus potencialidades físicas, menta-

les y espirituales, en un ambiente

sano y en equilibrio con la natura-

leza.

5Ver: CASSIRER, Ernest. Antro-

pología filosófica. Fondo de cultura

económica, México, 2001.

Page 14: Revista Ethos Crítico

Cuando los seres humanos les damos valores a las cosas que no contribuyen al cumplimiento del propósito fundamental, se afirma que el SEV es erróneo o que simplemente existe una crisis de valores. Cometiendo el pecado de generalización, es posible afirmar que el hombre actual no posee un propósito claro de su vida o lo posee falso, de allí que la pregunta ¿qué valoramos hoy los seres humanos? tiene una respuesta oscura o negativa. Recreemos este pensamiento con una reflexión de Tolstoi: “Máquinas, ¿para producir qué? Te-légrafos, ¿para comunicar qué? Libros, perió-dicos, ¿para divulgar qué clase de noticias? Ferrocarriles ¿para ir a qué lugar o a dónde? Millones de personas reunidas en manadas y sometidas a un poder supremo, ¿para hacer qué? Hospitales, médicos, dispensarios para prolongar la vida ¿para qué? Con extraordina-ria facilidad, los individuos lo mismo que las naciones, toman su civilización por la verdade-ra civilización: acabar sus estudios, tener las uñas limpias, usar los servicios del sastre y del barbero, viajar por el extranjero, y está comple-to el hombre más civilizado. Y respecto de las naciones: todos los ferrocarriles posibles, aca-demias, fábricas, barcos de guerra, fortificacio-nes, periódicos, libros, partidos, parlamentos. Y así está completa la nación más civilizada. Son bastantes los individuos y las naciones que pueden interesarse por la civilización, pero no por la verdadera ilustración. La primera es fácil y tiene la aprobación general, la última exige esfuerzos rigurosos y, por consiguiente, encuentra siempre el desprecio y el odio de la inmensa mayoría, porque revela la mentira de la civilización”6.6Citado por Erich From, ver: FROM, Erich. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de cultura económica. México, 1997, p. 179.

Estas palabras del siglo pasado recobran su vi-gencia en la actualidad; sirvieron para denunciar la crisis de valores que se avecinaba, y sirve hoy para reconocer que el vaticinio se cumplió. Hoy va-loramos nuestro automóvil ¿Por qué? Por su fun-ción de transportar o porque nos da prestigio, po-der, reconocimiento. Valoramos el consumo en sí mismo ¿Consumimos para qué? ¿Comemos para

qué? Para satisfacer una necesidad físico-química o para controlar la ansiedad ¿Com-pramos ropa para qué? Para suplir una nece-sidad biológica o para exhibir nuestro estatus y estar adaptado a los hábitos de consumo de moda ¿Trabajamos para qué? Para encauzar nuestro potencial creativo o simplemente para ganar dinero, y ¿para qué ganar dinero? Para tener placer de gastar ¿Estudiamos para qué? Para aprehender y así satisfacer una necesi-dad psíquica o para ascender y tener más po-der para oprimir a otros. Y qué necesidad se suple con la manía de gastar ¿Es una necesi-dad psicológica o cultural? ¿Pertenecemos a grupos sociales, clubs, tribus urbanas, logias, cofradías, para qué? Para buscar nuestra rea-lización personal o para evitar sentir la angus-tia de estar solos. Si no existe un propósito claro y sano ¿Cómo sería posible valorar co-rrectamente las cosas?

¿Qué valoran las naciones? La guerra, y ¿para qué? Para satisfacer una necesidad de sobrevivencia o para generar poder de domi-nio y aumentar la capacidad de destrucción. Valoran la naturaleza ¿para qué? Para prote-ger y conservar la biogeografía que nos da la vida o para explotar sus recursos y saciar la sed cuasi-ilimitada de sostener la producción y el consumo. ¿Valoran las naciones a los in-dividuos? ¿Para qué? Para que cada perso-na alcance su dignidad y su autorrealización o para enajenar y estandarizar su personali-dad hasta convertirlo, no en un hombre libre, sino en un “hombre cosa”. ¿Valoran las nacio-nes una sociedad sana mentalmente? ¿Para qué? Para evitar gastar dinero en la ejecución de políticas públicas en pro del desarrollo hu-mano o porque realmente valoran a los indi-viduos como “fines en sí mismos” que deben potencializar su ser y, por ello, deben prevenir enfermedades mentales como las neurosis, las patologías, la angustia, el tedio, la depre-sión...

En fin, si no poseemos un SEV correcto, ten-diente a valorar las cosas o situaciones que nos posibiliten la adquisición de propósitos definidos en función del bienestar de la hu-manidad, la especie humana actuará en detri-mento de su propia supervivencia y desarro-llo, y emergerá el miedo nuevamente.

Page 15: Revista Ethos Crítico

FOTOGRAFÍA: Catherine Cardona Montoya

De otro modo, si poseemos un SEV co-rrecto, tendiente a valorar acertadamente las cosas que son fuente de bienestar para la humanidad y para los individuos, enton-ces, estimaremos la vida como un valor vi-tal, estimaremos la verdad como un valor lógico, estimaremos el bien como un valor ético, estimaremos la belleza como un va-lor estético, estimaremos lo sagrado como un valor sacro, estimaremos la solidaridad como un valor útil. Y si valoramos ello por-que sabemos juzgar ciertas cosas, estados o situaciones como funcionales para alcan-zar el propósito humano del bienestar, en-tonces, lograremos recuperar la esperan-za.

El problema surge del hecho que los con-tenidos empíricos de estos valores, los define cada sociedad según su tradición, en este sentido, lo que sea la vida, la ver-

dad, el bien, la belleza, lo santo, lo útil, termina definiéndose según cada cultura; no obstante, dadas las características de cada cultura, un sis-tema ético de valoración correcto debe responder a unos principios comunes a toda la humanidad, por ejemplo: todos los seres humanos debemos valorar las cosas o situaciones que contribuyen a suplir las necesidades vitales que garantizan la vida en el planeta de los hombres y de los de-más seres vivos. “Las únicas necesidades que pueden inequívocamente reclamar satisfacción son las vitales: alimento, vestido, habitación en el nivel de cultura que esté al alcance. La satisfac-ción de estas necesidades son el requisito para la realización de todas las necesidades, tanto de las sublimadas como de las no sublimadas”7.

7MARCUSE, Herbert. El hombre unidimensional. Plane-ta, Colombia, 1981. p. 35.

Page 16: Revista Ethos Crítico

Como seres racionales debemos valorar el co-nocimiento como posibilidad de construir con-jeturas con alto contenido de verdad, que nos permitan explicar, comprender y transformar el mundo. “Dentro de esta tradición racionalista, se valora la ciencia, sin duda alguna, por sus reali-zaciones prácticas, pero, aún más, por su con-tenido informativo y por su capacidad para libe-rar nuestras mentes de viejas creencias, viejos prejuicios y viejas costumbres, para ofrecernos, en su lugar, nuevas conjeturas y audaces hipóte-sis. Se valora la ciencia por su influencia libera-dora, como una de las más grandes fuerzas que respaldan la libertad humana”8.

8POPPER, Karl. R. Conjeturas y refutaciones. Paidos, Buenos Aires, 1992, p. 135.

Los seres humanos deben valorar a sus congé-neres como se valoran a sí mismos, indepen-diente de sus vínculos de sangre y de sus vín-culos culturales. “Las personas que no se han librado de los vínculos de la sangre, aún no han

nacido del todo como ser humano, su capaci-dad de amor y de razón está tullido; no se sien-te a sí mismo ni a sus prójimos en su realidad humana”9. Los seres humanos deben valorar la grandeza del universo, de la naturaleza y de la humani-dad representada por el genio artístico y perpe-tuado por su autenticidad. “Esta fijación de los momentos más altos de los fenómenos, no es una imitación de cosas físicas ni tampoco un rezumar de sentimientos poderosos, sino una interpretación de la realidad, pero no a través de conceptos sino de intuiciones, no a través del medio del pensamiento sino de las formas sensibles”10.

9FROM, Erich. Psicoanálisis de la sociedad contemporá-nea. Fondo de cultura económica. México. 1997. p. 55.10Èsta es la interpretación que hace Cassirer de la forma en que Goethe entiende el arte, ver: CASSIRER, Ernest. Antropología filosófica. Fondo de cultura económica, México, 2001, p. 219.

FOTOGRAFÍA: Catherine Cardona Montoya

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FOTOGRAFÍA: Catherine Cardona Montoya

Los seres humanos debemos valorar aquellas cosas que traen consigo paz interior y que pueden vivificar la esperanza a partir de la fe en un futuro mejor. Debemos valorar las cosas que promueven la autorrealización personal y la dignificación de los demás, en este sentido, cabría muy bien la enseñanza de Jesús: “Amarás a tú prójimo como a ti mismo”11.

Así, un sistema ético de valoración correcto, hace que el hombre ame la vida en lugar de la muerte; ame la paz en lugar de la guerra12; ame la libertad en lugar de la enajenación; ame las cosas que consume porque con ellas alcanza un sano propósito: sobrevivir y vivir dignamente. Si un SEV logra juzgar las cosas que debemos valorar adecuada-mente, entonces, la esperanza en un mundo mejor no será más una quimera.

El SEV debe ejercitar la función de la razón proclamada por Whitehead: “La función de la razón es promover el arte de la vida… que se deriva de la triple urgencia de: 1. Vivir 2. Vivir bien y 3. Vivir mejor”13.

11Nuevo testamento. Mateo, Capítulo 22., versículo 39.12“La guerra es mala porque hace más hombres malos de los que mata”. Frase citada por Kant, en memoria de los griegos. Ver: KANT, Immanuel. La Paz Perpetua. Porrúa, México, 1996. p. 232.13 Citado por: MARCUSE, Herbert. El hombre unidimensional. Planeta, Colombia, 1981, p. 256.

JOHN FREDY ZULUAGA DUQUE

FOTOGRAFÍA: Catherine Cardona Montoya

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Porque Mañana he de morirpensad en mí toda la noche,

cuando el amanecer inunde los pastosde frívola neblina,

y mi corazón se llene de lánguido quebranto,tú pasarás por mis más agradables recuerdos,

y me besarás como la última noche,aunque mis sentidos hayan volado hacia lo

desconocido;tu sola presencia me llenara a mí, de Encanto,

por eso te pido desde mis más sinceros adentros

bésame hoy como si fuera mañana,y así hoy sentir yo tus carnosos labios,que mañana quizás pasarán a cenizas.

El reino del castilloha encerrado al mejor de sus

pensamientos: la libertad,

la expresión,la verdad.

Corriendo entre montañas y obeliscos, huyendo de un destino

que aún no estaba escrito, un triste ruiseñor les cantaba

las chispas de una luna que iba caducando mientras andaba:

“Qué triste noche qué triste día”.

Melodía natural.Pero los pensamientos seguían sin

poder escapar,aunque en el final,

en el agonizar de un fuerte maderal,se escuchó susurrar:

“Deténganse pensamientos de vida, les habla un general”.

MAÑANA

PERSECUCIONES

(Walter Hernández Villamizar)

(Santiago Lujan Rueda)

2020

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Mirándote de improvisto, satisfaciendo un sueño profundo que mis ojos guardan cuan-

do se cierran a la realidad de verte cami-nar; navegar desde tu boca y recorrer los

espacios más escondidos e imposibles que esconden tu piel; encontrar la curva perdida que da la vuelta a tu cintura incitándome a

perseguir ese beso que me arrebató la tran-quilidad una tarde cuando desnudaste tu co-razón a través del sentimiento; subir con mis caricias desde las palmas de tus pies hasta donde me lo permitan los caminos mas an-

gostos que se relevan desde tus pechos; mi-rando fijamente el mundo perfecto y desco-nocido que tu sonrisa sólo me da a conocer cuando la noche llega y el silencio consume mis ganas que me enloquecen horas atrás; cuando tu mirada inspeccionó el más atrevi-do de mis pensamientos que ahora perdura en el placer exorbitante de tener tu cuerpo

en el mío, como la arena en el mar, como el dolor en la tertulia, como la tristeza en una

tarde de invierno, como el helio impregnado en el sol y mi amor conjugado en tu amor.

(Isaías García López)

Nunca he sido poetapero siempre he sido un iluso.

Aquel positivoque al blanco sonríeaunque sea negro.

Me he perdido en el sonido,ya he volteado el olvido

y del recuerdo todo lo vivido.

He ganado fuera del mundo con el vino,ya cano estoy de esperar lo oscuro

en mi aposento amigo.

Dilucidar y dilucidar,morir pocas horas, vivir otras pocas más,

dilucidar y dilucidar.

Siempre atento con ellos,con sus versos, cantos y juegos

que glosan mi pensar.

Hasta tarde he de acabarcreyendo ser poeta

cuando sólo iluso soy.

No soy poeta porque iluso soy,eso, en las noches

con mis letras sólo soy.

No soy poetasoy ilusosólo soy.

(Diego Alejandro Gallego)

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Si bien el concepto de libertad ha sido ampliamente trabajado por muchos pensadores, al igual que muchas veces también ha sido cuestionado, convirtiéndose en un

concepto difícil de tratar o de definir, al menos sí podemos hacer una aproximación acerca de él, refiriendo que, en términos generales, se habla de libertad cuando se puede decidir entre varias opciones posibles de una manera cons-ciente y voluntaria. En este sentido, la libertad hace alusión a la facultad que tiene todo ser humano de poder elegir por sí mismo, tanto los fines como los medios para alcanzar su propio desarrollo. Vale la pena resaltar que la profun-dización de este concepto se la debemos, en gran medida, a la filosofía cristiana de la época medieval, donde pensadores tan importantes como San Agustín lo trabajaron, abriéndole a la humanidad presente y fu-tura un nuevo mecanismo conceptual sumamente im-portante para entender lo que significa “ser persona”.

De esta manera, entender qué significa eso de “la liber-tad”, implica comprendernos mejor como seres humanos, ya que “ser persona” signifi-ca igualmente ser un sujeto dotado de la capacidad de elegir, de decidir de acuerdo a nuestros intereses e intenciones. De ahí su gran importancia, porque sólo en la medida en que seamos entendidos como sujetos libres, podemos ser considerados como fines en sí mismos y no como objetos ni cosas. Esto es, seres que pueden dirigir sus vidas de una ma-nera personal, íntima, que como bien lo pre-fieran, pueden proponerse metas y dirigir su marcha hacia ellas. Al respecto plantea Kant que la libertad es una condición de posibilidad de la moralidad, porque si no hubiese libertad, no se podría hablar de responsabilidad, no se podrían reprochar las acciones a un individuo, tampoco una persona podría guiar su conduc-ta de acuerdo a valores y principios éticos que

hubiera decidido seguir.

Eso se ejemplifica en los siguientes casos: no se le puede juzgar a un perro que obró mal o bien, porque un perro no es consciente de lo que hace, simplemente sigue su instinto y su proceder co-rresponde a procesos físicos, biológicos y quími-cos, por ejemplo, ante una situación de peligro: o se vuelve agresivo o se atemoriza y huye. Tam-poco podemos considerar que los animales ten-gan moralidad, porque no poseen libertad: no se dice que el león que se comió al venado es malo o perverso, simplemente porque él únicamente sigue su instinto, puesto que no puede cuestio-nar su conducta, ni pensar de una manera elabo-rada en lo que hace, porque no es consciente, ni tiene voluntad.

En otras palabras más ilustrativas, una tortuga nace tortuga y mue-re tortuga, una ga-cela nace gacela y muere gacela, un ser humano puede ser lo que preten-da, ser trapecista y tener una agilidad como los micos, ser atleta y tener una ve-locidad asombrosa, ser nadador y tener un elevado nivel de desenvolvimiento en el agua, puede crear

aviones y ser más rápido que un águila, puede ser un santo, un héroe, un sabio, o peor que un animal o una bestia; y todo porque posee la facultad de ser libre, de auto-desplegarse, de auto-realizarse como persona.

A modo de síntesis, de acuerdo a lo que compe-te a la libertad, hay que hacer énfasis en que así como la vida es el valor por excelencia, ya que sin vida no pueden haber valores, ni cultura, ni nada que corresponda al despliegue del espíri-tu y las construcciones humanas, la libertad es, después de la vida, el valor por excelencia, por-que si no hubiese libertad, no podría considerar-

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se a los hombres como perso-nas, no podría haber moral, ni ética, ni cultura, solamente se-ríamos animales sujetos a un orden natural inflexible, prees-tablecido. De ahí la defensa de la libertad en las revoluciones, de ahí la defensa de la libertad en genios de la talla de Jhon Locke, Rousseau, de Kant, de Hegel, entre otros.

Ahora bien, luego de haberse hecho un acercamiento some-ro al concepto de libertad, es necesario explicar qué se en-tiende por eso de “miedo a la libertad”. Y para ello es conve-niente remitirnos a Erich Fromm, ya que él escribió un texto que tiene por nombre: “Miedo a la Libertad”, del cual hemos extraído algunas ideas correspondientes a esta temática tratada. En este libro Fromm expone, entre otras cosas, que el desarrollo del capitalismo contribuyó al fortalecimiento de la individualidad del hombre en general, ganando terreno para su libertad, puesto que sus condiciones materiales, sus posibilida-des de elección y decisión aumentaron drásticamente, al haber más bienes y servicios a los que cada per-sona puede acceder, al abrirse más posibilidades de intercambios culturales entre diferentes países y cul-turas, al reducirse las fronteras entre las naciones, al poderse acceder a la información y al conocimiento en todas sus formas, al masificarse en suma medida la adquisición de productos que mejoran la calidad de vida de los seres humanos, al implantarse diferentes legislaciones que abogan por el respeto a la libertad y dignidad humanas de los ciudadanos, entre otros fe-nómenos que parecen indicar que en este momento es donde más terreno ha ganado el hombre para su libertad.

Sin embargo, Fromm dice que la libertad puede ser vista en dos sentidos: en uno negativo y en otro positi-vo. El sentido negativo de la libertad se expresa cuan-do el ser humano, por temor a quedarse solo, aislado,

por miedo a tomar las riendas de su des-tino por parecerle incierto, inseguro, de-cide renunciar a su libertad, evadiéndola y cediéndosela a otro u otros, bien sea a una figura autoritaria física o psicológi-ca que decida por él y le otorgue la com-pañía o seguridad buscada. Para este caso el individuo se constituye como un ser sumiso, obediente, el cual renuncia a gran parte de sus posibilidades de auto-realización personal. Aquí es, entonces, donde se manifiesta propiamente el mie-do a la libertad, cuando hay tantas posi-bilidades de elegir, de optar por cosas tan diferentes ante un mundo abierto, pero también complicado y competitivo, que la persona decide renunciar a ser libre, para encontrar paz en la sumisión hacia otros. Esos otros pueden ser un colectivo, un grupo político, una religión, una comuni-dad de amigos, los cuales le dicen qué debe hacer y cómo debe actuar, o puede ser una sumisión hacia un particular, por ejemplo hacia un jefe, un gerente, un lí-der, un presidente, un profesor, un padre o una madre, etc. La libertad en sentido positivo se manifiesta en el ser humano cuando éste logra la auto-realización de su ser individual, de su actitud crítica, al poderse desarrollar integralmente como

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persona, al volverse autónomo y responsable, con-fiado de sí mismo y de lo que puede hacer, direc-tor de su propio destino. En otras palabras, cuando alcanza la expresión de sus potencialidades o ca-pacidades intelectuales, emocionales y sensitivas. A los ejemplos anteriores sobre las autoridades a las que se cede la libertad, se les puede agregar las de tipo impersonal, es decir, cuando se le de-roga la propia libertad a agentes invisibles que no son físicos ni materiales, como cuando obramos de acuerdo a la moda, a lo normal, al sentido común, a la publicidad, a la cultura de consumo en gene-ral, porque indirectamente ello implica un dejar de ser libres, es decir, una renuncia a expresar la in-conformidad, a cuestionar, a criticar, a reflexionar, a ir en contra de lo comúnmente aceptado, pero de una manera racional y bien sustentada.

También es necesario aclarar que la huida a la li-bertad que manifiestan hoy día las personas se debe, en gran medida, a que ante una sociedad permisiva como la de hoy, donde se han elimina-do tantos tabús, pero a la vez también tantos prin-cipios importantes y necesarios, todo cabe, todo vale, llegándose a un exceso de “libertad”, sin que, paralelo a ello, se haya buscado un tipo de educa-ción que contribuya a que cada persona se ejercite sanamente en su libertad para que aprenda a ad-ministrarla.

Vemos, entonces, cómo a raíz de esto pasa algo contradictorio, que ante un derroche de libertad y de unos individuos que la ceden a otros por no haber sido educados moralmente para controlarla y regularla positivamente, se hacen menos libres porque son presa fácil de la manipulación mediáti-ca, porque son blancos vulnerables de influencias de la moda, del consumo, de ideas y deseos estan-darizados, homogéneos que se les vende a los se-res humanos, lo cual atenta contra su autenticidad y autonomía. En resumen, ese exceso de posibili-dades de libertad que tiene el individuo, se vuelca hacia su aspecto negativo el cual atenta contra su verdadera libertad en sentido positivo y legítimo, hecho que lo convierte, por el contrario, en un ser sin sentido crítico, alienado, manipulable y sumiso.

Muy a propósito vemos jóvenes, adultos, perso-nas en general, que le tienen físico miedo a ser verdaderamente libres, porque eso implica res-ponsabilidad, confrontar y afrontar lo incierto, lo inseguro, lo que no se puede esperar con total certeza. Esto lo podemos dibujar con un típico ejemplo: son muchos los que prefieren tener un sueldo seguro aunque, a veces, mal retribuido de un empleador que los explota, que arriesgar-se a generar empresa; igualmente, muchísimos son los que esperan que les digan qué es lo que hay qué hacer, que tener iniciativa e inventiva y proponerles a otros que lo hagan, y más aun son los que le tienen pavor y temor al cambio, a mejorar, porque tienen miedo a pagar el precio, porque no se sienten seguros ni capaces de po-der afrontar lo desconocido, o ser capaces de generar el cambio anhelado. Como último ejem-plo al respecto, puedo decir sin temor a equivo-carme que la mayoría de personas esperan que algún día Colombia sea un mejor país, pero su esperanza se queda esperanzada en un tal pre-sidente que sea el generador del cambio, otor-gándole a otros la libertad de hacer por nuestro país lo mejor que se pueda y sea posible hacer, porque desconfían de sus capacidades, del pa-pel vital que les corresponde como gestores de transformación social.

Para finalizar el tema, vale la pena recordar las palabras de Gino Germani cuando dice: “Tal evasión –la evasión de la libertad- se manifiesta, por un lado, por la creciente estandarización de los individuos, la paula-tina sustitución del yo auténtico por el conjun-to de funciones sociales adscritas al individuo; por el otro, se expre-sa con la propensión a la entrega y al someti-miento voluntario de la propia individualidad a autoridades omnipoten-tes que la anulan”.

Mauricio Zuluaga Duque

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Cuando hablamos de sentimien-tos morales hacemos referencia a aquellos sentimientos negativos y positivos que sienten los seres

humanos como producto o consecuencia de una conciencia ética y/o moral. En otras pa-labras, son aquellos que sentimos todas las personas cuando son vulnerados nuestros derechos, nuestros valores fundamentales, nuestros principios. Como ejemplo de éstos encontramos la simpatía, el amor, la vengan-za, la indignación, el rencor, entre otros.

Estos sentimientos, afectos o pasiones, nos hacen seres humanos. De esta manera, cuando decimos que la sensibilidad moral nos humaniza, esto implica pensar al hom-bre desde otra perspectiva, no como una máquina o una naturaleza que responde a leyes rígidas, ni tampoco como un ser frío y meramente racional, sino también como un

ser emocional. Vemos, pues, cómo la definición Aristotélica del hombre (que plantea que éste es un “animal racional”) ya no nos satisface porque establece una división del hombre en dos partes: una que lo hace diferen-te de los demás animales en cuanto poseedor de la capacidad de razonar, la otra que lo inscribe dentro de la na-turaleza y que relega los afectos, las pasiones humanas al plano de lo irra-cional, de lo animalesco. Desde esta consideración, los sentimientos pasan a ser subvalorados, lo cual es suma-mente problemático conforme que la sensibilidad, lo emocional, hace par-te de lo que llamamos la humanidad del hombre, además los sentimientos morales ayudan a que nos constitu-yamos como sujetos morales; senti-

mientos como la indignación, la misericordia, la simpatía, son imprescindibles para la constitución del fenómeno ético y del humanismo, por citar un ejemplo.

Vemos, entonces, cómo esta definición aristotélica no suple realmente lo que debe en-tenderse por lo humano, ya que las personas no son sólo razón, sino también emocio-nes, sentimientos. En síntesis, el ser humano debe ser tomado no como naturaleza, sino como un ser que lo constituyen cosas, un ser sujeto a condiciones; por eso es mejor hablar de la condición humana. En este orden de ideas, los sentimientos y más aún los morales, pueden corregir al hombre, moverlo a dejar tal o cual actitud, a reflexionar y

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sensibilizarse sobre lo que ocurre en la sociedad humana, a asumir una nueva posición sobre su existencia; he ahí la importancia de los mismos como posibilitadores y gestores del cambio inte-rior de cada persona, o del cambio social. Porque si alguien no siente dolor, arrepentimiento cuan-do comete un error o se equivoca, difícilmente modificará su conducta; igualmente, cuando no nos duele el sufrimiento ajeno es complicado que busquemos ayudar al que nos necesite, o plantear una reforma en la sociedad que contra-rreste el padecimiento de tantos seres humanos desvalidos y desprotegidos. De esta manera, los sentimientos morales nos ayudan a distinguir los actos reprochables de los que no lo son, así, por ejemplo, cuando vemos a alguien que está siendo atacado sin justificación alguna, sentimos indignación e intentamos, en muchos casos, gra-cias a nuestra conciencia moral, ayudarlo así no sea conocido o allegado a nosotros.

Así entonces, nuestra conciencia moral nos ayu-da a interpretar una acción, sea ésta realizada o no por nosotros mismos, como correcta o in-correcta, y los sentimientos morales nos ayudan a tener en cuenta esa acción para ser asumida desde una perspectiva ética porque nos duele, porque nos afecta emocionalmente, al igual que estos sentimientos también contribuyen a ratifi-car lo que racional y conscientemente conside-ramos como bueno o malo, desde la parte sen-timental. Por ejemplo, podemos ser conscientes que hemos mentido a una persona allegada y considerarlo malo, pero si no sentimos pena por

ello, si no nos duele haber cometido ese hecho reprochable, es probable que no nos interese pedirle perdón a quien hemos herido, y mucho menos que busquemos enmendar la falla co-metida.

Es de vital importancia, por tanto y de acuerdo a lo que se ha venido planteando, hacer hin-capié en esa capacidad que tienen los seres humanos, no sólo de ser conscientes de los actos que éstos mismos desarrollan, sino de sentir dolor, pena o culpa por haberlos come-tido. Así, conciencia, razón y sentimientos son igualmente necesarios a la hora de obrar. Por ejemplo: Una vez que no soy indiferente al do-lor ajeno y pienso que “hay que ayudar a esta persona, ya que se encuentra en situación vul-nerable (cualquiera que sea)” y me siento in-volucrado afectivamente con ella, puedo pasar de inmediato a la acción, o puedo reflexionar antes de actuar y plantearme preguntas tales como: ¿Cómo puedo contribuir a contrarres-tar su problemática? ¿Cuál es la forma más apropiada de ayudarle? Al hacer este tipo de interrogaciones entro en un proceso de diálo-go con otros o conmigo mismo, el cual puede acarrear consecuencias positivas sobre los demás.

Entre estos sentimientos morales encontramos la simpatía, la cual nos permite sentir afectos por los otros, simpatizar con lo que están sin-tiendo o experimentando, y nos ayuda a po-nernos en el lugar de nuestro congénere, para comprender su situación particular y compartir

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su alegría o su tristeza. Su importancia radi-ca, entonces, en ser un sentimiento moral que nos vincula con el sentir de los demás. Otro sentimiento moral es la indignación, la cual ex-presa la desaprobación moral de una acción que se está cometiendo sobre otra persona la cual causa injusta e inmerecidamente un daño sobre ella. Por ejemplo, cuando vemos que se comete alguna injusticia, o se le acusa a al-guien de nuestra confianza de algún delito que no cometió y que por dicha razón tiene que cumplir con una sanción, esto muchas veces nos hace sentir indignación, y es ese tipo de sensación la que se cataloga como sentimien-to moral, porque es una emoción que surge de una conciencia moral.

Como se ha venido tratando de mostrar, la par-te de las emociones y de la sensibilidad es impor-tante para el crecimiento y desarrollo ético-moral de las personas, y de la sociedad en general, pues no sólo se necesita de una razón y concien-cia moral, sino también de sentimientos morales. Hoy vemos con tristeza que desafortunadamente gran cantidad de perso-nas son conscientes del mal que infringen en la realidad, y como ca-recen de grados de culpabilidad, siguen oca-sionando daño y dolor. Igualmente podemos apreciar que uno de los grandes problemas hoy día es que no nos duele el otro, el congé-nere, que no simpatizamos con su causa, que no nos compadecemos con los demás, que no nos indignamos contra la impunidad; realmen-te, esta insensibilidad e indiferencia nos está matando.

Dada la relevancia de los sentimientos morales tanto a nivel personal como social, es necesario aprender a cultivar nuestras emociones, nues-tros sentimientos, pero de una manera positiva, porque si nos quedamos con sentimientos mo-rales negativos, esto también puede ocasionar grandes daños sobre los demás y sobre la so-ciedad. Por ejemplo, si nos dejamos guiar por la venganza, por el rencor, podemos llegar a cometer acciones nefastas, perversas. De ahí la importancia que la sensibilidad moral también esté guiada por la razón, para que deje fluir emo-ciones morales buenas, positivas, y no aquellas que invaden a los seres humanos llevándolos a cometer errores insubsanables.

Mauricio Zuluaga Duque

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(Intervención Digital) HomoUrbanus

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Técnica Mixta Acrílico - Vinilo - collage (N¿Dinmension)

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El término “patología de la normalidad” se encuentra expresado en el libro “Psicoanálisis de la Sociedad Con-temporánea”, del Psicoanalista ale-mán: Erich Fromm. Éste pensador

utiliza esta terminología para referirse a un hecho muy habitual que se presenta a diario en nuestra realidad: el que las personas comúnmente asu-men algo como norma o como bueno, por el sim-ple hecho de que es normal. De esta manera, el sentido que refiere el tema tratado, hace alusión a esa conducta generalizada donde se asumen comportamientos, hábitos, actitudes e ideologías erradas, negativas o enfermas, por ser normales o comunes dentro de una comunidad o sociedad que en realidad no las repele.

Este fenómeno donde se acepta lo normal como norma, solamente porque todo mundo lo hace a cada momento, se ve manifestado en nuestra so-ciedad de una manera preocupante, y mucho más aún en la población juvenil. Esto en fenómenos sociales tales como: el grado de aceptación que tiene ahora el consumo de alcohol entre los jóve-nes, incluso, en menores de edad, al igual que del

consumo de cigarrillo, sustancias psicoactivas y drogas en general, por ejemplo en las fiestas o rumbas a que acceden las personas. También la patología de la normalidad se encuentra dada en el abuso del sexo desmedido e irresponsable, donde se dan relaciones fugaces, inseguras, en-tre personas que no se conocen muy bien, por-que es normal, generalizado, según ellos, tener este tipo de conductas inadecuadas; y digo in-adecuadas, si en lo que se está pensando real-mente es en un comportamiento sano, responsa-ble y maduro.

De esta manera se puede vislumbrar con preocu-pación que este problema es más frecuente de lo que podría pensarse. Ya que cuando uno mira de cerca la circunstancia actual, se da cuenta que los jóvenes tienen actitudes que corresponden, en gran medida, a esta patología de la normali-dad, porque si se le pregunta a alguien por qué hace lo que hace, es muy reiterado escuchar que porque todo el mundo lo hace, o su grupo de amigos o su círculo social; vemos, entonces, también cómo lo que está de moda o a la moda, ayuda a generar esta conducta patológica como

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la llamaría Erich Fromm. Así

mismo, se puede apreciar una

notoria carencia de sentido crí-

tico y de capacidad de juicio,

sobre todo, de un juicio re-

flexivo, analítico, responsable

y maduro, en la población en

general, que asumen conduc-

tas por el único hecho de ser

comunes, tales como vender el

voto, robar si se da la ocasión,

entre otras.

Con este tema, a nivel teóri-

co, lo que se pone en juego,

si se mira con mayor profundi-

dad, es la discusión tradicional

acerca de si puede hablarse o

no de una sociedad enferma.

Porque antes, en algunas es-

cuelas de psicología tradicio-

nales, se creía que el problema

era el individuo, es decir, éste

era quien podía enfermarse o

considerarse enfermo mental-

mente si no estaba adecuado a

los cánones o hábitos comunes

de la sociedad; de esta manera,

la salud mental era juzgada o

evaluada de acuerdo al grado de

adaptación que tenía el individuo

con respecto a un orden social

establecido. Lo cual es erróneo

si se mira a la luz de la propues-

ta de Fromm, donde se plantea

la posibilidad de una sociedad

enferma, degenerada, en crisis

ética y moral; fenómeno ante

el cual hay qué aclarar, y poner

como eje de cuestionamiento,

que no puede asumirse que toda

sociedad está bien en tanto que

funciona, y que sólo se enferma

el individuo por no acoplarse a

ella. Pues vemos cómo lo social

también puede ser patológico,

cómo el que algo sea o se haga

común, normal dentro una socie-

dad, puede estar viciado desde

el principio.

La patología de la normali-

dad se da, entonces, cuando

se asume un defecto en una

comunidad específica como

algo bueno, en tanto que se

hace común y reiterado den-

tro de ella misma. Este defec-

to o defecto socialmente mo-

delado, como lo llama Erich

Fromm, es producto, pues,

de una asimilación social ge-

neralizada de un defecto que

se implanta, por su uso, como

norma de conducta asumible

por los individuos sin ningún

problema.

Es importante señalar, ade-

más, que así como por medio

de comportamientos, hábitos,

actitudes o creencias que se

asumen como normales y se

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establecen como normas generalizadas, se conforman sociedades enfermas o patológicas, también es posible generarse procesos de cam-bio desde nuestro hogar, desde nuestro núcleo de amigos, desde nuestra comunidad, no para generar defectos sociales, sino para transmitir conductas sanas, para impregnar a los demás de actitudes adecuadas y, mejor aún, de pensa-mientos críticos que reevalúen constantemente sus supuestos y lo que se considera normal y común, para que se problematice si del hecho de que sean generalizados se sigue que sean buenos, correctos o sanos. A modo de reflexión es muy pertinente traer a colación que muchas veces solemos guiarnos en nuestra vida por ideas o comportamientos copiados de grupos específicos, sin que ha-gamos de eso un examen previo o un análisis responsable y maduro. Y lo único que espe-ramos es que nos modelen nuestra conducta, mientras vemos pasivamente cómo nos con-vertimos en personas irreflexivas, acríticas, in-sensibles, en individuos mediocres, en títeres de nuestro círculo social, en marionetas que no se auto-realizan autónomamente como perso-nas. Cuando realmente podemos ser también gestores de cambio, ser agentes activos y pro-activos que, por el contrario, contagien a otros de cosas positivas y buenas, que contribuyan a generar conciencia para que los seres huma-nos puedan salir de esas lógicas defectuosas que, en muchos casos, nos impone inconscien-temente la sociedad o los grupos sociales.

En consecuencia, debemos darle menos cré-dito a lo normal, a lo generalmente aceptado, porque cabe la posibilidad enorme y latente de que una sociedad entera (la nuestra) pueda estar errada. De ahí la necesidad de que cada persona se preocupe más por apropiarse de una mira más crítica y profunda de lo que pasa a su alrededor, ya que no podemos dejar nues-tra suerte a merced de cualquier tipo de presión social o grupal que atente contra nuestra digni-dad y autonomía. Al respecto vale la pena po-

ner como parte final de este tema, la hermosa frase socrática que nos enseña que: “Una vida sin examen no vale la pena ser vivida”.

Mauricio Zuluaga Duque

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“Todo aquél que tiene un por qué para vivir,

puede soportar cualquier cómo”

(Friedrich Nietzsche)

La existencia del hombre se resume

en nacer y morir,

el sentido de la existencia

se consigue a través de éstas dos.

El hombre busca sentido por medio de las pasiones,

las pasiones son vanales en cuanto carecen

de un sentimiento absoluto.

El sentimiento absoluto no se halla en un diario,

si no se disfruta, simplemente es costumbre.

El hombre debe morir feliz,

de la misma manera que disfruta el mundo,

lastimosamente éste es quien lo destruye,

para hacer de él un objeto más.

Luchar ¿Por qué? Vivir ¿Por qué?

¿Acaso nos hace felices?

Es simplemente ponernos lentes y ver mejor

o no ver.

(Diego Alejandro Gallego)

Te veo desnuda,

en las mañanas cuando al despertar

sostienes con tu aliento

la mirada del fisgón de tus sueños.

Te veo a través de mi ventana,

desde un lugar desconocido,

te observo detalladamente,

como el niño que sin razón

ha sido castigado.

Observa los andenes

de una calle desolada

y sueña con llegar a conquistarla.

Te veo desnuda frente a mi cama

y no sé por dónde comenzar a tocarte,

creo que he perdido la confianza

en mis dedos, en mis manos

y en mis sueños.

Creo que he perdido

la noción de tu aliento,

en el frío de la noche mientras duermes,

cuando el viento golpea tu ventana.

Y si en la luz de la mañana,

donde yacen mis sentidos,

¡Busco tu mirada!

y el silencio de tu cuarto

me contesta que te has ido.

(Jorge Hugo Pulgarín)

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(Intervención Digital) Inferno 2006

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“La ciencia representa el último paso en el desarrollo espiritual del hombre y puede ser considerada coma el logro máximo y

característica de la cultura1”

Al conocimiento, a la ciencia y a la tec-nología le atribuimos múltiples funcio-nes, entre las cuales las más relevan-tes son las de explicar y predecir los

fenómenos; ya sea esto motivado por el simple deseo de saber o por el afán desmesurado de incrementar el dominio sobre “la realidad”. Es-tos saberes y productos, que aumentan el po-der sobre “lo dado” a la experiencia, no son ni benévolos ni nefastos en sí mismos; sino que se tornan favorables o desfavorables, cuan-do les asignamos una función. Verbigracia: el conocimiento de la pólvora no es ni bueno ni malo, sino hasta tanto se utilice para abrir tú-neles que comuniquen ciudades o se use para cargar armas de fuego. Los usos que le atri-buimos al conocimiento, a la ciencia y la tec-nología, deben, por tanto, ser regulados por la ética para garantizar que su aplicación pro-mueva el desarrollo humano. En este contexto se mueve este discurso, con el cual se preten-de problematizar y generar debate, en torno al cuestionamiento: ¿Qué relación existe entre la ética y la producción de conocimiento? Para tal efecto, se piensa justificar la pertinencia de la ciencia en el desarrollo de la humanidad (Ob1), mostrar la relevancia de la ética en una socie-dad gestada en orden al conocimiento (Ob2), y, finalmente, insinuar la relación indisoluble entre el conocimiento y la ética (Ob3). Estos objetivos se desarrollarán a partir de una con-jetura-guía y tres conjeturas de base.

Conjetura-Guía

P1:Es posible que el hombre sobreviva si, y sólo si: mitiga las necesidades naturales

y culturales, haciendo un uso racio-nal de las fuentes que le provee

el universo; y se proteje de las contingencias del mismo. P2:

El conocimiento, la ciencia,

la tecnología y la ética, son condiciones de po-sibilidad para la utilización y protección eficiente de los recursos de que disponemos: a partir de la ciencia explicamos y comprendemos el univer-so y el género humano, lo que nos muestra, en teoría, la forma adecuada de crear, proteger o transformar los recursos, e incrementar las posi-bilidades de adaptación al medio; por otra parte, la ética funciona como un canon regulador de las acciones humanas porque, en teoría, muestra la forma adecuada de actuar conforme a un bien perseguido, de los cuales el más apetecido es vi-vir dignamente o, en el peor de los casos, sobre-vivir. C1: Luego, es necesaria la ciencia y la ética para existir y vivir dignamente.

1CASSIRER, Ernest. Antropología filosófica. Fondo de Cul-tura Económica, México, 2001, pp. 304.

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Conjetura 1

La ciencia es condición de posibilidad de la sobre-vivencia humana; sin ella, el hombre no podría adaptarse a su entorno ni transformarlo eficien-temente

Imaginemos un mundo posible que contenga dos pueblos: burdolandia y sabiolandia, cuya única pro-piedad que los diferencia es que, el primero, no de-sarrolló conocimiento alguno, mientras que, en el segundo, la ciencia y la tecnología son avanzadas. Supongamos que una lluvia de meteoritos ame-naza con destruir las dos regiones, ¿cuál de ellas tendría mayor probabilidad de sobrevivir? En bur-dolandia ignoran todo lo referente a esta lluvia. No obstante, en sabiolandia, gracias a su desarrollo en astrofísica y matemática, conocen, de manera aproximada, el recorrido de los meteoritos; dado su progreso en química, saben de su composi-ción molecular; posibilitados por sus saberes en física, pueden calcular, con relativa precisión, el movimiento y la energía de los meteoritos; del mismo modo, facultados por su desarrollo en me-dicina y en biología, pueden calcular -si llegase a impactar algún meteorito al pueblo- los posibles daños ocasionados en el cuerpo humano y en los ecosistemas, con su desintegración; también sabrían cómo afrontar, relativamente, la conduc-ta sicológica y social generadas tras una posible catástrofe, esto gracias a los avances en antropo-logía, sociología, psicología, economía y demás ciencias sociales; o mejor aún, podrían, incluso, en sabioladia, posibilitados por el desarrollo de la inteligencia artificial: robótica2, cibernética, mecáni-ca, micro y macro-electrónica, biotecnología, inge-niería genética, resistencia de materiales, tecnología química, entre otras tecnologías, destruir la lluvia de meteoritos antes de que ésta impactara en sabiolan-dia, o crear un escudo protector para su defensa. Pero ¿cómo afrontarían esta situación los burdolandios?; sin conocimiento, ciencia o tecnología, morían seguramente,

sin saber por qué.

2Un robot con inteligencia artificial podría, en teoría, tripular la nave con la cual se impactara la lluvia de meteoritos, en función de la protección humana y so pena de su sacrificio.

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Conjetura 2

La ética es condición de posibilidad para man-tener una vida natural y una vivencia cultural ordenadaEn nuestro mundo posible, los sabiolandios, aunque muy inteligentes, no tienen un códi-go ético que sirva de principio regulador para su conducta. Ellos, gracias a sus avances en biotecnología, biología molecular e ingeniería genética, han emprendido un proceso de eu-genesia y clonación de seres humanos. Con relación al primer caso: han empezado a seleccionar la raza, alterando la informa-ción genética de los fetos, extrayendo los genes que obstaculizan el desarrollo de un cuerpo sano y fuerte, y los genes que degeneran el ce-rebro; además, han inserta-do cadenas de aminoácidos para mejorar los órganos y tejidos que conforman los sistemas del cuerpo huma-no; al igual que han reem-plazado algunos órganos, gracias a la biotecnología, por sistemas inorgánicos ci-bernéticos. Respecto al segundo caso: han reproducido humanos para reemplazar los órganos en etapa de degeneración, con el fin de postergar la muerte de los usuarios -han creado así, un banco de órganos humanos-. Los sabiolandios, en general y sin escrúpu-lo alguno, han experimentado directamente con personas, para garantizar la efectividad de sus métodos; en consecuencia, miles de ellos han padecido sufrimiento y muerte3 . La

sociedad de sabiolandia, a raíz de ello, ha quedado dividida socialmente en dos

estirpes biológicas: los “súper-hombres artificiales” y los “hom-bres-naturales débiles”; por

supuesto, estos últimos son gobernados por aqué-llos; igualmente, han creado un sistema económico, político, social, cultural y ecológico: aristócrata, en el sentido de que los hombres mejor dotados son los que gobiernan y reciben los mejores recursos.

3Miles de sabiolandios han sido abortados o sustraídos de las cámaras in-vitro por no cumplir con los estándares exigidos para un cuerpo y/o cerebro sano. Cientos de ellos han sido utilizados en experimentos neurológicos, con el fin de conocer cómo se desarrolla el cerebro. En un programa televisivo, se mostró cómo funcionaba la parte del lenguaje en el hombre, extirpando los lóbulos frontales de una persona viva, mientras la hacían hablar.

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Conjetura 3

El conocimiento, la ciencia, la tecnología, humanizadas por la ética, son condición de posibilidad para la evolución del género hu-manoEl conocimiento y la diada ciencia-tecnología están en función de la promoción del ser hu-mano y no viceversa; esto significa que el hombre no debe mitificar los saberes, sino estimarlos como instrumentos fundamenta-les para la sobrevivencia y su desarrollo. La ética debe estar en función de la desmitifica-ción del conocimiento y de su humanización; en este sentido, la ética debe, como principio regulador, prohibir todo conjunto de teorías y prácticas de cuyas consecuencias no se siga el bienestar humano; así mismo, debe deslegitimar toda teoría o praxis de cuya

consecuencia no se siga la dignificación de la especie humana. Según el presupuesto anterior, una reflexión ética, consistente con el ideal de humanizar la ciencia, deberá responder preguntas de la siguiente natura-leza: ¿cuáles son las implicaciones y consecuencias positivas y negativas de las teorías, de las prácticas y productos científico-tecnológicos, en la especie huma-na?, ¿cuáles son las posibilidades y los límites éticos y morales de la producción científica?, ¿se justifica, desde una perspectiva humanista, la generación y/o implementación de determinada teoría, práctica o pro-ducto científico-tecnológico?, y, en general, ¿promue-ve una teoría, práctica o producto científico, el bien-estar y la dignidad humana? En este orden de ideas, ningún científico está exento de resolver estas pregun-tas; las respuestas a estas incógnitas cruciales hacen parte de su responsabilidad social y de su responsabi-lidad como ser humano. Es cierto que no es frecuente

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John Fredy Zuluaga Duque

que los científicos realicen este ejercicio ético funda-mentador, empero, mientras no se efectué, la ciencia misma dejará de ser un instrumento potencializador del hombre y se convertirá en un instrumento para su aniquilación. Los hombres podemos confiar en la diada ciencia-tecnología si su desarrollo y progreso está mediado por una ética que las humanice. Un mismo producto científico, como las armas de des-trucción masiva, puede destinarse a erradicar la vida del hombre, si no se poseen prejuicios éticos; o puede salvar una civilización de su desaparición -como en nuestro mundo posible-, si se ha humani-zado. En síntesis, es pertinente mantener una visión optimista de la ciencia, pese a todos los malestares causados por ésta. “El tremendo incremento del po-der destructivo de las armas ha hecho que el riesgo de una guerra nuclear amenace la existencia misma de la civilización. La habitabilidad de nuestro planeta está cada vez más amenazada por la contaminación industrial, química y automotriz. Sin embargo, pese a estos aspectos infortunados de la ciencia y sus apli-caciones, han beneficiado la humanidad4”.

4COPY, Irving; COHEN, Carl. Introducción a la lógi-ca. Limusa, México, 2005. pp. 522.

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En un mundo donde la productividad en masa se ha convertido en un mecanis-mo de regulación social, convirtiendo a los seres humanos en máquinas de tra-

bajo, en capitales u objetos robotizados.En una cultura global que le ha ido arranco a la na-turaleza sus más vivos colores y le ha ido robando su más sublime hermosura, que la ha destruido tras el escudo de un progreso injustificado que ha privado al hombre de su más precioso legado.En una realidad donde consumir, comprar, tener poder adquisitivo, ha valido la pena más que ser y aprender a amar.

En una sociedad donde la publicidad y la propaganda le han impuesto mode-

los ideales de belleza a la perso-na común, alienando sus ne-

cesidades e incrementando sus deseos de consumo

para que accedan a ser aquello que las lógi-cas de ese mercado han querido vender.En una realidad cultural donde los valores que exal-tan la vida han cedido a los que impulsan a la compra y al dine-ro.En un universo donde el amor sincero se ha puesto el velo de una desespe-ranzada utopía, al

quedar reducido a las reglas de un mercado consumista donde se trafican sentimientos de alegría, de dolor y de tristeza, justificados por el poder de la ley de la oferta y la demanda.En una circunstancia como la de hoy donde el placer momentáneo ha revestido todas sus formas y ha sido puesto al servicio del consu-mo irracional a toda costa.Ese mundo de mentira que nos han vendido los medios, la sociedad de consumo, los cua-les nos ponen una idea errónea de la realidad excluida de todos sus elementos negativos, peligrosos e inquietantes. Bellos jóvenes atlé-ticos y felices pueblan este universo de papel y de “luz”, donde nadie sufre tragedias que un producto adecuado no pueda resolver, donde nadie envejece jamás si usa la crema conve-niente, donde nadie engorda si toma la bebida que debe, donde nadie está solo si compra los perfumes, cigarrillos o autos que se le re-comiendan, donde nadie muere si consume bien.En un panorama así, ¿cabría preguntarnos, entonces, dónde ha quedado lo verdadera-mente humano, lo que nos hace personas tanto a ti como a mí?¡La felicidad a veces es tan simple, lástima que la sociedad de consu-mo la haya hecho insaciable!

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Mientras poderosos hombres construyen grandes imperios a partir de la producción de artefactos bélicos de destrucción masiva;

Mientras tantos lamentan, denuncian, critican, una realidad deses-peranzada, hostil y doliente;

Mientras muchos pelean en la abundancia, por incrementar su poder, sus ganancias;

Mientras la insensatez humana reviste cada vez más sus despreciadas ac-ciones, generando guerra, conflicto, violencia, propiciando dolor, llanto, tris-

teza, injusticia;Mientras la vida se niega a sí misma con el comportamiento del hombre;

Unos OTROS lamentan su suerte en la completa desdicha, necesidad y po-breza; unos OTROS ven cómo sus vidas se consumen en una ausencia de oportunidades posibles; unos OTROS, unos CUALQUIERA que han pasado

desapercibidos ante un universo humano que ha parecido olvidarlos.Para esos OTROS, la sola esperanza no debe ser más su consuelo, su se-dante, su fármaco… Antes bien, debe ser el impulso que aliente su posibili-

dad de cambio.El mundo ya ha mostrado su hastío… ¿Ahora, qué puedes hacer tú para

hacer de él un mejor mundo posible?

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INTRODUCCIÓN

Los medios masivos de comunicación han alcan-zado, en los últimos tiempos, un desarrollo acele-rado; esto como consecuencia del avance de las nuevas tecnologías, al igual que de la masifica-ción de estos mismos medios, a los que la gran mayoría de personas pueden acceder, indepen-dientemente de su posición económica o estatus social. Tal ha sido el impacto de los medios de comunicación y su posicionamiento en la socie-dad como una necesidad indispensable para la vida cotidiana de cualquier ser humano, que han transformado grandes estructuras de la cultura, por ejemplo la economía, la política, etc., y se han servido de ellos para poder operar y tener mayor efectividad: los empresarios generando cualquier cantidad de publicidad para vender sus produc-tos y obtener mayor rentabilidad, y los políticos ganándose la simpatía del pueblo por medio de estos mismos instrumentos publicitarios.

Los medios masivos de comunicación se han ma-nifestado, pues, como un gran acontecimiento de los últimos tiempos, ya que su poder de conven-cimiento, de manipulación, de información o des-información, es decir, su influencia en el modo de pensar de la sociedad, los han convertido en un elemento indispensable para el “desarrollo” de la cultura humana. Dicho suceso no puede, en-tonces, pasar por desapercibido y necesita ser analizado desde una posición crítica, reflexiva y comprensiva que busque establecer sus efectos negativos y positivos en la sociedad. Este texto tiene como meta, a la luz de lo que se ha venido exponiendo, plantear cómo afectan los medios masivos de comunicación, específi-camente la televisión, a la juventud. Para ello se

abordarán conceptos tales como la manipula-ción, el consumismo, la publicidad, la identidad juvenil, la crisis de los valores, entre otros, para concluir, finalmente, con la tesis de que éstos medios afectan de una manera negativa a la “cultura juvenil”.

LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA JUVENTUD

Los medios masivos de comunicación han afec-tado las condiciones más cotidianas de la exis-tencia humana: desde los hábitos comunes de muchas madres de familia que se sientan a de-terminadas horas frente al televisor para ver sus programas o novelas favoritas, hasta la mane-ra como cada persona se hace una idea sobre cómo va el país, al ver o escuchar las noticias correspondientes al noticiero de cada día; igual-mente, estos medios se han convertido en ele-mentos de distracción que han llegado a ocupar gran parte del tiempo de muchas personas, so-bre todo de niños y adolescentes. El problema empieza a aflorar cuando pensa-mos en qué tan provechosos han sido y son para la sociedad, y qué tanto han aportado y aportan para el desarrollo integral de cualquier persona; ante lo cual muchos responden que han sido muy beneficiosos, planteando la idea que los medios masivos de comunicación, para este caso la televisión, han propiciado grandes y buenos efectos en la sociedad por el hecho de que han abierto canales de información para todos los seres humanos sin distinción de clase ni estatus social, porque le han brindado formas de entretenimiento al ser humano que lo hacen superar las constantes rutinas a las que se ve sometido en el trabajo, o, simplemente, argumentando que sus con-secuencias favorables radi-

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ner, tales como: comprar un computador de última tecnología, un carro último modelo, el celular de mayores accesorios y funciones, etc. Al respecto Luis López Forero afirma: “La publicidad… tiene como misión básica la creación consciente de incesante necesi-dad de consumo: comprando y consumien-do el mundo está en nuestras manos. Así alcanzamos el “éxito”, la identificación como personas…”2

En el caso de la identidad juvenil, los jóve-nes están empezando a crear su identidad personal no autónomamente, sino heteró-nomamente porque, y es muy común en las jovencitas, están copiando el look del artista que está de moda, escuchando la música que está en boga y apropiándose de com-portamientos, modos de hablar, corres-pondientes a los que poseen las personas famosas; a esto podemos decir complemen-tariamente que “… la publicidad reproduce los estereotipos de hombre, de mujer, de familia, de trabajo, únicos e indispensables para la permanencia de la organización so-cial vigente.”3 Como vemos, pues, la tele-visión no está asumiendo ninguna posición crítica con respecto a lo que transmite, lo podemos apreciar en muchos aspectos, por citar algunos, tratan de inducir constante-mente a las personas al consumo de ciga-rrillo o alcohol, queriendo mostrar que las personas que consumen estas sustancias, se hacen un ambiente propicio rodeado de placer y bellas mujeres.

1LÓPEZ FORERO, Luis. Introducción a los medios de comunicación. Ediciones usta. Santafé de Bogo-tá, 1994, p. 122.2Ib., pág. 163.3Ib., pág. 163.

can en la manera como les han brindado un servi-cio, muchos a la vez (poder ver partidos de fútbol sin necesidad de ir a un estadio, ver películas sin necesidad de pagar en un cine, sentir placer sin sa-lir de casa compartiendo con la familia, etc.), a muy bajo costo.

Sin embargo lo que parece, a simple vista, tan bo-nito: sus efectos, desde una mirada un poco más profunda, no se nos muestra tal. La televisión no sólo se nos presenta como un me-dio de diversión y entretenimiento, sino que, pare-jo a ello, lleva un proceso de manipulación, de in-fluencia ideológica que se ejerce desde los mismos programas que nos muestra hasta el tan acostum-brado bombardeo publicitario que la caracteriza. Así es como no puede considerarse como un medio de comunicación, sino de información, porque “Esta información lleva implícito el principio de dirección: se informa de determinada manera para reforzar e influir en la conciencia y conducta de quienes son informados.”1 Por ejemplo, este medio constante-mente está vendiendo modelos de vida relaciona-dos con el dinero, sembrando la necesidad a los jóvenes, de manera inconsciente, de tener buen po-der adquisitivo para poder comparar carros lujosos, tener mujeres bonitas, casas fantásticas, etc.; en este sentido, la televisión está manipulando el pen-samiento juvenil de cara a hacerlo más consumista, ya que ella responde a las exigencias de los empre-sarios quienes son los dueños de los medios o los financian con el pago a la publicidad que hacen de sus productos, para llegar a generar mejores utili-dades. De esto se puede concluir que puesto que la televisión está ayudando a reforzar, a través de la publicidad y programas irresponsables que mues-tra, una actitud consumista en la juventud, la está afectando negativamente, toda vez que, igualmen-te, les está creando necesidades, nuevas necesida-des no naturales sino superficiales, según nos ha enseñado H. Marcuse, que ellos no han elegido te-

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Con respecto al tema de los valores, a la ética, desafortunadamente la televisión está reproduciendo los mismos antivalores, la inmoralidad

de una sociedad enferma como la actual, ya que presentan realidades, pero no des-de una postura crítica o reflexiva; por ello es muy común ver muchos programas de ca-pos, de narcotraficantes rodeados de lujo, de placer y poder, tal vez más alentando los deseos del común por acceder al dinero fá-cil, que denunciando una problemática real, o de novelas donde la mentira, la infidelidad, la envidia y la venganza son los principios en que se desarrollan sus tramas, sin que se cuestionen esos supuestos “principios”.

En últimas, si bien es cierto que la televisión está afectando negativamente a la juventud, el problema no radica en la televisión mis-ma como medio masivo de comunicación que es, sino en el uso que algunos le es-tán dando; así pues, si se comprendiera la relevancia y el impacto positivo que puede generarse a partir de la difusión de una tele-visión inteligente, crítica y educativa, y si tal vez ésta no estuviera tanto al servicio de la economía y la política, sino al del bien de la sociedad, entonces podría convertirse en un medio de mejora y de cambio social.

Mauricio Zuluaga Duque

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