32
REVISTA EUROPEA. NÚM. 10 DE MAYO DE 1 8 7 4 . AÑO I. LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES. (Conclusión.) * IV. Sin embargo, mi querido poeta, no puedo re- sistir á la tentación, no de proclamar las leyes de la filosofía de la historia religiosa, sino de trazar el cuadro de las tendencias que siguen y muestran las teologías de las diversas religiones, que al presente influyen en la historia humana, según los estudios y las averiguaciones contemporáneas. Con todas las salvedades y las protestas que exige una mera tentativa, borrón ó bosquejo de tarea tan espinosa, y repitiendo una y mil veces queda sujeto á enmienda y rectificación, segun lo pidan los adelantos y progreso de los estudios modernos, lo acometo aceptando como criterio la verdad innegable del hecho eterno de la religión y lo no menos cierto de que la razón natural ó asis- tida, va diciendo, en el trascurso de la vida é his- toria humana, algo de lo que constituye lo real de todas las realidades conocidas por el hombre. Con indulgente, simpática y respetuosa toleran- cia hacia todo lo que es religioso, y para todos los pueblos y doctrinas que se han afanado por co- nocer á Dios rindiéndole en obras y palabras ado- ración y amor, debe entrar la ciencia moderna en estos juicios y apreciaciones, porque si no lo con- siguieron, y nosotros hemos alcanzado más por haber llegado en mejores dias y á mejor sazón, no es este motivo para injurias y vituperios.— Por otra parte, recuerde V. que S. Pablo decia á los de Tesalónica: «Examinadlo todo y retened lo mejor», y si aquí lo mejor en cuanto al contenido, es sin género alguno de duda la esencia del cris- tianismo, en la sucesión de los dogmas y en las tendencias de las reformas y renovaciones religio- sas, se encuentra lección que á todos aprovecha. Como cuadro lo trazada yo de una manera se- mejante ó análoga á ésta, por lo que á la edad antigua concierne; Raza Aria. Raza Semítica. Brahmanismo. Los Vedas. Mos&ismo. La Biblia. Budhismo. Tripitaka. Zoroastro. Zend-Avcsta. Cristianismo. Nuevo Testamento. Budhismo Chino. Religiones Pelásgicas. Contacto Ario. Mahometismo. Koran. Véase el numero anterior. TOMO I . 21

REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

REVISTA EUROPEA.NÚM. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 . AÑO I.

LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES.

(Conclusión.) *

IV.Sin embargo, mi querido poeta, no puedo re-

sistir á la tentación, no de proclamar las leyes dela filosofía de la historia religiosa, sino de trazarel cuadro de las tendencias que siguen y muestranlas teologías de las diversas religiones, que alpresente influyen en la historia humana, segúnlos estudios y las averiguaciones contemporáneas.Con todas las salvedades y las protestas queexige una mera tentativa, borrón ó bosquejo detarea tan espinosa, y repitiendo una y mil vecesqueda sujeto á enmienda y rectificación, segun lopidan los adelantos y progreso de los estudiosmodernos, lo acometo aceptando como criterio laverdad innegable del hecho eterno de la religión ylo no menos cierto de que la razón natural ó asis-tida, va diciendo, en el trascurso de la vida é his-

toria humana, algo de lo que constituye lo real detodas las realidades conocidas por el hombre.

Con indulgente, simpática y respetuosa toleran-cia hacia todo lo que es religioso, y para todos lospueblos y doctrinas que se han afanado por co-nocer á Dios rindiéndole en obras y palabras ado-ración y amor, debe entrar la ciencia moderna enestos juicios y apreciaciones, porque si no lo con-siguieron, y nosotros hemos alcanzado más porhaber llegado en mejores dias y á mejor sazón,no es este motivo para injurias y vituperios.—Por otra parte, recuerde V. que S. Pablo decia álos de Tesalónica: «Examinadlo todo y retened lomejor», y si aquí lo mejor en cuanto al contenido,es sin género alguno de duda la esencia del cris-tianismo, en la sucesión de los dogmas y en lastendencias de las reformas y renovaciones religio-sas, se encuentra lección que á todos aprovecha.

Como cuadro lo trazada yo de una manera se-mejante ó análoga á ésta, por lo que á la edadantigua concierne;

Raza Aria. Raza Semítica.

Brahmanismo.

Los Vedas.

Mos&ismo.

La Biblia.

Budhismo.

Tripitaka.

Zoroastro.

Zend-Avcsta.Cristianismo.

Nuevo Testamento.

Budhismo Chino. Religiones Pelásgicas. Contacto

Ario.Mahometismo.

Koran.

Véase el numero anterior.

TOMO I . 21

Page 2: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

322 REVISTA EUROPEA.—10 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N.° 11

Al comenzar la nueva Era de los miembros re-presentados, los más activos de las religiones an-tiguas permanecen y se arraigan, el Budhismo yel Cristianismo, desapareciendo sólo el politeísmo,pero surgiendo el Mahometismo, y el problema

queda en estos términos, por el hecho extraordi-nario de haber perdido el Cristianismo el selloSemítico, moviéndose en la amplitud de una con-cepción Católica.

Baza-Aria. (Indo-Europea.) Raza Semítica.Brahmanismo. Cristianismo. Judaismo. Mahometismo.

Budh

BudhismoChino.

sino.

Nihilistas.

B. Japonés.

Iglesia Griegade Oriente.

iglesiaRomana.

Iglesias

Lamaismo.

Iglesia Greco-Rusa.

Sectas Cristiano-Orientales. Ritualistas contendencia católica.

Tendenciaracionalista.

Protestantes. Chutas.

Sufismo.

Babismo.

Confesiones liberales.

Manifiestan hoy de estas religiones gran vita-lidad en el Oriente el Budhismo y el Cristianis-mo en Occidente, desapareciendo con extremarapidez el Parsismo trasformándose el Judaismo,y presentando cuadros de próxima disolución elMahometismo, principalmente en las comarcasen que está en contacto con la Iglesia Greco-Rusa.

Que desaparece á más andar el Parsismo, quees el sucesor y heredero de los dogmas Zoroás-tricos, es punto que los viajeros y diplomáticosde mejor nota dan por seguro.—Gobineau, en sulibro Tres años en Persia, estima que no pasabande 80.000 familias los restos de las antiguas razasque adoraron la revelación del Zend-Avesta, yBerghaus, al fijar en su atlas físico la división

del género humano, según las creencias religiosas,no menciona ya el Parsismo (1).

Dadabhay-Naorojí, profesor de Guzerati en elcolegio de la universidad de Londres, publicóen 1861 dos folletos, en que expone el estado dela cultura y religión entre sus correligionarios, yel cuadro es de tal naturaleza que no permitedudar que toca á término miserabilísimo la glo-riosa religión que llenó de imperios y de grande-

(1) La proporción según Berghaus, es la siguiente:Budhistas 51—2Cristianos 30—7Mahometanos 15—7Brahmánicos 15—4

• Fáganos... 8—7Judíos 0—3

Page 3: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

CANALEJAS.—LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES. 323zas al Asia menor, y amenazó la cultura y lavida europea.

¡También mueren las religiones, y con buena ymala muerte, y la próxima desaparición delParsis-mo, así como la del Politetismo greco-romano, sonfenómenos muy dignos de estudio y meditación!

Besulta, hecha esta eliminación, que hoy que-dan en el mundo religioso Brahma, y principal-mente Budha en el Oriente y Cristo y Mahoma enel Occidente; y estos tipos religiosos son los quemantienen las ortodoxias, y en torno de las cualesgira el espíritu humano, permaneciendo aúnfuera de las religiones razonadas una parte de lahumanidad en lo desconocido de África y de losarchipiélagos oceánicos.

No quiero discutir si las religiones se puedenclasificar en subjetivas y objetivas, y por lotanto si son subjetivas el Brahmanismo y elBudhismo, y objetivas el Cristianismo y elMahometismo, como su fuente el Mosaismo. Nodiscuto este tema, ni las consiguientes teorías áque da margen, porque no creo en las religionessubjetivas, por más que se enojen los teólogos dela escuela de Schleiermacher, y los panegiristasdel Budhismo.—Lo cierto es, prescindiendo de lasdoctrinas y dogmas sobre la revelación y los re-veladores que, entre las cuatro teologías que seenseñorean de la conciencia de la humanidad, hayrasgos concordantes que á más andar buscan bajola presidencia de influencias naturales, más lassemejanzas que las diferencias. La pluralidad deDioses, el dualismo, las creaciones naturalistasy antropomórflcas han desaparecido, y el mono-teísmo que se tenia como singular y exclusivodel Semita en la Edad Antigua, es propio de todoslos dogmas teológicos en la moderna.—El pasoes gigantesco. La historia religiosa toca ya enla unidad de Dios. La multiplicidad y los dualis-mos Zoroástricos han quedado como memoriay no son ya vivideros en el campo teológico.—Laconcepción de la unidad de Dios abre el campo ála teología, que escruta y medita sobre susatributos, y los afanes de la razón versarán yaúnicamente sobre la naturaleza y relaciones delos atributos ontológicos, porque los moralesvienen declarados en la concepción de la unidadde Dios.

Los Brahmanes y su Rig-Veda, ó sea el Vedapor excelencia en el siglo VI antes de Cristo,habia sido analizado, comentado é ilustrado enlas escuelas, contando sus palabras, sus sílabasy sus letras, y por los años 629-645 después deCristo, el peregrino budhista Hiuen-Thsang ci-taba ya todos los vedas, ó sea el copioso caudalde ritos, comentarios y amplificaciones que habiaoriginado el Eig-Veda. No menos de diez siglos

imperó Brahma en las regiones del Ganges y delIndo, y la organización social y pública augu-raba aún glorias y triunfos á los Brahmanes,cuando las predicaciones de Budha despertaronla vida y la meditación en los pueblos arias. Enconstante disensión con el Budhismo (desde elsiglo V antes de Jesucristo), persiguiéndolo ycondenándole unas veces, transigiendo otras ybuscando conciertos las más, no ha podido sus-traerse á la influencia de la nueva religión, y lasenseñanzas brahmánicas se han apartado pormedio de sutiles y profundos comentos del sen-tido naturalista propio de las5 primeras edades.La verdadera historia humana no estriba ni con-siste en la creación ó destrucción de imperios,sino en la sucesión de esas visiones de lo sobre-natural que consiguen las diversas familias de laraza humana, y gracias á las que avanzan en elconocimiento cada vez más cierto y profundo deDios.—Los Vedas no conocen el culto idolátrico.El culto de los ídolos es de formación secundaria,es una corrupción ulterior del culto á deidadesincorpóreas; y si es aventurada la opinión queentiende como monoteísta en su origen la religiónvédica, según Muller, no lo es el calificarla hoyde monoteísta estudiando á sus sacerdotes ymaestros, etc.—Castigos y bienaventuranzas,inmortalidad, limosna y amor á Dios, son ense-ñanzas que á cada paso se encuentran en loslibros védicos, y la moral encuentra base y san-ción en la voluntad divina. — Yo no sé si alpasar por las vicisitudes que recuerda la nu-merosa literatura brahmánica, se descubre elpanteísmo naturalista, el politeísmo, y por úl-timo, un panteísmo espiritualista que, tornandoá la idea de la unidad, abre de nuevo paso á unmonoteísmo sincero y profundo; pero es lo ciertoque los Brahmanes rechazan hoy con indignaciónlas acusaciones de politeísmo, y afirman conenergía la unidad del concepto divino, acercán-dose rápidamente á las definiciones cristianas.

Confieso, mi querido poeta, que el Budhismes una religión que me preocupa hace tiempo porrazón de su metafísica, no así por su moral pu-rísima y ascética, que puede figurar sin desdoroentre las más nobles concepciones humanas.—Desde la publicación del libro de M. Barthelemy-Saint-Hilaire, hasta las del eminente sinólogoJulien sobre los peregrinos budhistas y los jui-cios de Neandery Creuzer, Bochinger, FoucautyGilliot, titubeo y no me doy cuenta del origen, ysobre todo de los progresos de la religión quecuenta ya XXV siglos de existencia, y más adep-tos que todas las confesiones cristianas sumadas.No me sorprende el Brahmanismo, ni la mito-logía en sus múltiples apariciones, ni Mahoma,

Page 4: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

324 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 .

ni la tenacidad judaica; pero el Budhismo es paramí un logogrifo, visto al través de las exposi-ciones novísimas.

¡Una religión sin Dios! Una religión que pre-senta como salud el anihüamiento absoluto, escosa que mi flaca razón, no alcanza; y de aquí quesiguiera confiadamente á los que afirman que el¡ateísmo búdhico y la interpretación de la nirvana"budhista, era un error de los Indianistas.—Peroúltimamente han discutido Barham y Max-Mu-11er, y la autoridad de este último me sume ennuevas perplejidades. Barham se apoya en lasconocidas autoridades de Creuzer, Neander yHuc; pero Muller replica declinando la autoridadde Neander y Creuzer, que no eran orientalistas,y recuerda que en 1835 Hogdson remitió á Lon-dres por vez primera los libros que contenían ladoctrina canónica del Budhismo, y en 1844, co-nociendo estas fuentes, el inmortal Eugenio Bur-noúf, publicó su Introducción al estudio del Bu-dhismo indio, seguido en 1852 de El Lotkus de la,buena Ley, y tras él Foucaut, Barthelemy-Saint-Hilaire, Hardy, Turnour y Wilson, únicas auto-ridades en la materia...

Nirvana, en sánscrito, no es absorción ni fu-sión, ni confusión; significa la extinción como «labujía que consumida se acaba,» según frasesbudhistas, no la difusión de la gota de agua en elOcéano, según la frase brahmánica.

En el primer concilio que siguió á la muertede Budha, se fijó el canon religioso con el nombrede Tripitaka (el triple cestillo), y contenian, elprimer cestillo los Sufras ó la predicación de Bu-dha, redactado por Ananda; el segundo consistíaen el Vinaya ó Código moral, y el tercero en elAbhirdhama, escrito por Kasyapa, y que resumíasu metafísica. En este último libro, el Nirvanano tiene otro sentido que el anihitamento, lo quese confirma con los dicterios de nashcas (gentesde la nada), y singavadins (gentes del vacío uni-versal) con %ne de continuo la saludan los Brah-manes.

Todos los libros que extensamente se citan porBurnouf, comprobados por Muller, corroboran eljuicio de que para Budha no tenían realidad, niel objeto, ni el sujeto de la vida.

Pero cuantos más textos acumula la erudiciónindiana, más crece mi confusión y mi repugnanciaá aceptar el hecho de una religión sin Dios y sinvida futura.—¿Qué representa en la historia uni-versal esa predicación? ¿Qué raíz tiene en la na-turaleza una negación hipocondriaca y pesimis-ta? Una vida sin objeto y sin finalidad que con-duzca á la soberbia heroica del estoico, repitiendoque el bien es la virtud, y la virtud el bien sumo,se me alcanza en filosofía, después del movimien-

to Plato-Aristotélico; pero una religión desespe-radamente pesimista en el seno de la EdadOriental, rodeada de las rientes concepciones delnaturalismo, es verdaderamente una charada.

Yo bien sé que honradamente y sin torpespropósitos se ensalza hoy al budhismo, religiónsin Dios y sin ley de finalidad, según las indianis-tas. Desconfiando del idealismo y de los misticis-mos históricos, quieren muchos precaver al es-píritu de las ilusiones del entendimiento, y ape-tecen que se ahonde y trabaje con ahinco crecien-te en la razón, para encontrar fundamento real yvivo á lo divino, y señalan al budhismo comoejemplo de que no hay necesidad de apresurar elinstante délas conclusiones, porque la vida y lassociedades pueden correr y existir sin Dios y sinsanción moral. Pero aun aceptando la adverten-cia que es prudente, no creo yo que para legiti-marla sea preciso crear un mito impío, como loseria la religión atea de Budha.

Mi primer cuidado para explicarme el caso fuerecoger notas y datos sobre el estado de la cul-tura india en los dias de Cakiamuni; y aun cuan-do las escuelas filosóficas habían florecido; áuíncuando pudiera haber en las enseñanzas de Ka-pila y de las escuelas Sankhyas tendencias noto-rias á un escepticismo idealista que apenas per-mitiera la afirmación de la realidad del sujeto quepiensa; aun cuando la tiranía Brahmánica fueseruda, y orgullosa, y cruel; aun cuando las guer-ras llovieran continuamente sus innumerablesplagas en las penínsulas indias, nada de esto medaba luz sobre la necesidad lógica ó histórica áque obedecía el pesimismo Budhista.

Fui, y me mantengo en otras vias, para expli-carme el hecho. No es racional una religión sinDios y sin vida futura que complete la terrena.—Budha no escribió.—El Tripitaka no se fijó enel primer concilio; es casi seguro que se fijó enel tercero de los Budhistas. El Maestro nuncanegó la divinidad; por testimonio conforme detodos los indianistas y su acción se limitó á laenseñanza de una moral práctica, pura, sencilla,y que rompiendo las preocupaciones de raza ycasta de los brahmanes, prosperó (como palabrade consuelo y de rehabilitación, entre los desven-turados y los parias.) La dignidad humana fuelo acariciado por Budha, y la condición social ypolítica nacida de la teocracia Brahmánica nopudo resistir al empuje de su humana y generosapredicación. El triunfo de Budha es el triunfode un reformador social y político que pudo te-nerse por religioso, dado el estrecho vínculo queen las sociedades asiáticas existe entre lo uno ylo otro. Los Sutras de Budha, ó sea el resumende sus enseñanzas, no contienen noción alguna

Page 5: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 41 CANALEJAS. 'LA HISTORIA I>E LAS RELIGIONES. 325

teológica ni metafísica.^-Es una enseñanza, re-pito, de moral práctica; un conjunto de leyes ypreceptos para la vida individual.

Esta misma tendencia se conservó en la Chinaentre las razas tártaras, en el Japón, y dondequiera que los peregrinos budhistas llevaron laplanta de la misma ley.

La creación teológica no es de Budha, es desus discípulos, y principalmente de los que secongregaron en el tercero de los concilios de lasecta. Filósofos y filósofos de las escuelas Shan-kyas crearon una teologia que correspondía á susdoctrinas metafísicas. No ha sido, no será nuncafácil y llano encontrar la unanimidad que exigela materia dogmática cuando se intenta una cons-trucción de esta índole desde la esfera filosófica.

Desde los primeros momentos surgieron cis-mas según Max-Muller, y cismas con ocasión deesta famosa teoría de la Nirvana.

Los Svabhavitas creen que nada existe comono sea la naturaleza, ó mejor dicho, la sustanciaque existe por sí misma, sin creador ni modera-dor. Pero esta sustancia tiene dos modos, el Pra-vrili que es activo, y el Nervriti que es pasivo. Elhombre podrá llegar al Nervriti; pero los unosdefinen el estado como de reposo, y los otros comoaniquilamiento.—La primera interpretación es lamás generalizada, principalmente entre los Bu-dhistas de la China, del Japón, de la Tartaria, ysólo en el Thibet se encuentran los masticas ó«gentes de la nada», como dicen los Brahmanes.

Resulta de estos datos que nos suministranBurnouf y Hardy, los más decididos en la inter-pretación que intento explicar, que no es generalcomo se supone la doctrina, y que sólo la aceptanparte de las múltiples sectas religiosas que cons-tituyen el Budhismo, á contar desde los tiemposmás antiguos, y que la explicación tampoco pro-cede del Maestro, sino de los sacerdotes, acercade cuya autoridad conviene no olvidar la senten-cia del fundador.—«Buenas son las palabras delos sacerdotes; más son mejores las de los santos(Bahats); pero las del Omnisciente son las mejoresde todas.»

La doctrina, en el sentido pesimista expuesto,nació y ha arraigado en la tierra santa del Bu-dhismo, es decir, en el Thibet y Ceilan, en el coi'a-zon de la antigua cultura sánscrita, lo que meexplica el hecho como un resultado de la civiliza-ción, de la filosofía y de las creencias de dichascomarcas. La filosofía india en todas sus formasy escuelas extra-brahmánicas preocúpase ince-santemente del problema de la trasmigración, y seafana, no por negar esta terrible ley que honda-mente se arraigó en el Oriente desde edades pri-mitivas, sino por sustraerse á ella, por eludirla,

gracias á la virtud, á la ciencia, á la meditación óá las prácticas del culto externo é interno. Unavida eterna recorriendo de continuo existenciasmiserabílisimas ocasionadas al mal y al pecado;pecados que destruían la perfección conseguidapara caer más bajo y volver á comenzarla ascen-sión, sufriendo eomo planta y como animal, ycomo paria ó como pecador, y cayendo más en loprofundo cuanto más alto se habia subido, erauna ley terrible, impía, que los filósofos pugna-ban por dulcificar, enseñando que, la ciencia ad-quirida, eximia al sabio de esa doloroRÍsima nece-sidad.—El sistema Niaya, el Sankhya, el mismoVódanta, todos señalaban como fruto y resultadode la ciencia la libertad, la redención, la exencióndel alma de tan horrible imperio. Nirvana es pa-labra (lo digo con la autoridad de Burnouf) que seencuentra en la literatura Brahmánica comosinónima, de libertamiento, exención, emancipaciónó bien supremo.

No bastaba huir de la vida y salir de ella parallegar al sumo bien; era necesario no volver á laexistencia, libertarse para siempre de los lazosy congojas de todo género, propios de la existen-cia terrena.

¿Obedecieron los doctores Budhistas en el ter-cer concilio á este clamor de la ciencia india? Yocreo que sí, y la palabra nirvana llegó sin otrosignificado al tercero y más recóndito receptáculode la triste caja ó cestilla dogmática.—¿Interpre-táronla los teólogos budhistas después, educadosen el idealismo eseéptico de Kapila, en consonan-cia con las negaciones de pensador tan sutiltCreo que sí, y por ello me explico que entre loshabituados^ la filosofía Sankhya se conservase laenseñanza, en tanto que se perdió al pasar áregiones alejadas ó distantes.,

Todo esto, querido amigo, se me figura sensatoy racional, y queda sólo por explicar el empeño dealguna de las sectas Budhistas que alardean dereligiosas, no confesando la existencia de lo in-mortal.

Pero, me replicará V., ¿y el ateísmo Búdhieo?No creo en esa enseñanza; Budha no era ateo. Nohay texto alguno que confirme la especie. Budha,que venia en son de guerra contra el Brahmanis-mo, no habla de Brahma, nideVichnú, ni de Siwa,lo que era propio de su empresa; pero no niega laexistencia de Dios. Budha era partidario de ladoctrina de Kapila; Budha no creia en el Dios óen los Dioses de los Brahmanes.—Era un escép-tico teológico, como si dijéramos, en el sentido deHuet, por ejemplo, en los tiempos modernos, afir-mando que la razón no podia discutir sobre el seró el no ser, y q%e la verdad era asunto de la religión,no de la filosofía.—Por eso condena las especula-

Page 6: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

326 HEYISTA EUROPEA. \ 0 DE MAYO DE 4 8 7 4 . N.°Hciones metafísicas de los Brahmanes y se afanapor señalar el aspecto práctico de la religión, lamoral y el orden y régimen de la vida, colocandola oración y las obras piadosas muy por encimade todo argumentar metafísico. No definiendo áDios, dejando sólo entrever su existencia por losprincipios de moral que afirma, coloreaba su opo-sición al Brahmanismo, y quizá fundaba de unamanera estable, dadas las condiciones y cualida-des de las razas asiáticas, su culto.

El Budhismo no tuvo originariamente dogmateológico; y después ha tenido como dogma teoló-gico todas las construcciones dogmáticas que lascorrientes de los tiempos han inspirado á sussacerdotes y adeptos.

Lo único permanente y fijo ha sido su moral.Por eso ha vivido, porque se ha renovado con elespíritu de la filosofía oriental; por eso creció enla China, y se extendió en el Japón, y corrió porlas estepas de la Tartaria asiática; porque lasteologías nacionales fácilmente venían á comple-tar la construcción religiosa, llenando el vacíodel dogma en el Budhismo, con la propia teología.Fue para los indios, para los mongoles, para lostártaros y japoneses la libertad moral predicadapor Budha, el fin del dolor, del sufrimiento, de laesclavitud; y se conseguía haciéndose dueño ydueño dictatorial y enérgico de las pasionesDespués la pintura de la Nirvana quedaba á car-go de la fantasía y de la tradición de cada raza.—Pero á nosotros no han llegado más que las di-sertaciones teológicas escópticas de las sectas deCeylan, y pretendemos juzgaral Budhismo por loque pensaron algunos de sus sacerdotes de unode los períodos de la historia, de una sectaBudhista.

Yo así me explico la historia de esta religióntenida por un portento entre los modernos; por-que las demás hipótesis ni me Satisfacen ni mevencen. Cierto que hay un filósofo alemán quegoza de singular aplauso entre los mismos queanatematizan á Schelling, Hegel y Krause, queha escrito páginas que podían pasar por comen-tos de sectario de la Nirvana; pero yo no sé aúnsi la filosofía de Schopenhahuer, tan aplaudidaen estos dias, es una teoría pensada y concien-zuda, ó si, como sostiene Zeller, es una humoradafilosófica de un escritor ingeniosísimo y atrabilia-rio. Cierto es que doctrinas delaNirvana Búdhica,entendida á la manera de los sectarios del Ceylan,reaparecen en las páginas del cantor de la volun-tad, y el más negro pesimismo inspira á toda suescuela; pero no es lo mismo filosofar que fundarreligiones; y si en el terreno filosófico la teoríadel placer, del dolor y del bien del filósofo deFrancfort no tiene quien la sostenga y ampare, en

la esfera religiosa es absurda la enseñanza y seriaestéril toda predicación.

No insisto: la historia de las sectas Budhistases inacabable, y desde los siglos más remotos susteólogos han renovado todas las concepciones ydogmas de los demás cultos, llenando así el va-cío teológico que dejó su fundador.

Sobre el Budhismo, sus naturalezas, la ley, larevelación, sus modos y formas, las encarnacio-nes, el verbo, etc., etc., corren en los más de loslibros que se dan á la estampa multitud de expo-siciones, que tienen en su apoyo la autoridad deeste ó aquel libro de la innumerable serie de losteológicos de las diversas sectas Budhistas.—Másaún: no faltan falsificaciones, y sacerdotes Budhis-tas han explotado últimamente la credulidad dealgunos fanáticos, procurándoles textos en queaparecía en redondo la doctrina cristiana, dicién-doles procedían de los primeros tiempos delBudhismo. Excuso decir que estos libros se hanpublicado después con gran aparato, como de-mostración elocuente de que el Cristianismo eraun plagio. Absuelvo al engañador, porque el en-gañado lo estaba ya ó quería engañar.

No dudo acerca del porvenir en la India; elBudhismo no resistirá el contacto con el Cristia-nismo. Las conversiones Budhistas que se haniniciado son promesas que se cumplirán; perocreo más próxima una composición del dogmacristiano con la moral de Budha, para lo cual hayelementos y facilidades en la religión de Cakia-muni.—Los viajeros convienen en advertir que laexposición de los Evangelios no sorprende alBudhista, que creen son libros originados de sucreencia y los dogmas; en medio de las vicisitudesde su teología, tampoco disuenan á los fieles deuna Iglesia que no tiene más autoridad que la va-riable de los sacerdotes. No acusaré ni á la Com-pañía de las Indias, ni á los gobernantes inglesesde haber dado pasos en este sentido; pero cono-cida la naturaleza del Budhismo, el hecho se cum-plirá por la influencia general de una civilizaciónen otra, y cumplido este fenómeno, la trasforma-cion purificadora del Budhismo será rapidísima.

V.

No quedan, amigo mió, en esta exposición otroselementos religiosos que el Mahometismo y elCristianismo. El Mahometismo tiene ya tambiéntrazado su horóscopo. La gradación cada vez másacentuada de sus sectas y el contacto con la Igle-sia Greco-Rusa, bastarán para borrarlo del mundo,y seguirá paso á paso la suerte y miserable histo-ria del Parsismo. No me doy aires de profeta: sonsencillas'inducciones que la historia indica éinspira.

Page 7: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

CANALEJAS.—LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES.

He creído siempre en el eslavismo, pero no en eleslavismo como un peligro para la Europa ger-mana ó latina, sino en el eslavo como civilizadordel Oriente y conquistador del Asia.

Nadie lo ve ó nadie lo mira, pero da pasos gi-gantescos en estas vias. Tiene por soldado alImperio Moscovita, y por guia á la Iglesia Greco-Rusa, que ya se ufana con el pomposo título de«Iglesiacatólica ortodoxa de Oriente.»

¿Ha comprendido la Iglesia Greco-Rusa dóndeestá su porvenir, y cuáles son los caminos de sufutura grandeza? Sí; y trabaja con afán y muy dis-cretamente. El Mahometismo asiático Turco-Per-sa caerá, y caerá en la confesión Greco-Rusa; co-mo la Turquía, será su presa en el orden político.

Grandes cualidades y condiciones muy adecua-das para este fin reúne la Iglesia Greco-Rusa,sin que estas excelencias se originen de cálculospolíticos, como muchos creen, sino que nacen delas tradiciones y caracteres de sus dogmas y desus enseñanzas, á contar desde los siglos XIIy XV.—Gustan los pueblos orientales de los estu-dios, de la metafísica y de los problemas de la teo-logía como sus hermanos de la India; y si el Ma^hometismo ha podido destruir las enseñanzas deZoroastro, en cambio ha perdido su carácter se-mítico, recogiendo las nubes de nociones vagasincoherentes, místicas y teosóíicas que la imagi-nación oriental se complace en recoger y diluir.

El cultivo de una filosofía teológica es perpe-tuo en Persia; constantemente los profesores en-señan en escuelas públicas y con libertad lo quealcanzan en su razón, y es frecuente ver al Schahseguido de magnates tomar asiento en estas es-cuelas, agasajando con respeto al profesor y pre-miando á los discípulos. El sufismo que domina,ae divide en escuelas, que se conservan y cuentan,como las antiguas griegas, su duración por lasgeneraciones que han aleccionado los maestros ójefes de la escuela.—A cada paso surgen cismascomo el Babista, y Mr. Gobineau refiere que, al te-ner noticia de la filosofía europea, las exposicio-nes de Spinosa y Hegel impresionaron profunda-mente á los filósofos persas, que estimaban comoasiático el genio de los afamados alemanes.

No es tan viva y general la cultura filosófica enTurquía, porque recibe las encontradas influen-cias Europea y Pérsica, estimando la segunda co-mo propia y nacional.

La Iglesia Rusa acaricia esta tendencia meta-física y mística de los orientales, avivando gérme-nes iguales en su pueblo.—Si es intolerante ycruel para con los católicos polacos, cuando vuel-ve la cara al Oriente, protege y paga el culto ma-hometano, y el budhista en la Siberia oriental.—Asiste y subvenciona á los lamas de las tribus

mongólicas, y en Aslrakan, al lado de cincuentaiglesias griegas, sostiene dos armenias, diez ynueve mezquitas y dos templos budhistas. Su to-lerancia, que sorprendía é irritaba á De Maistrerespecto á los orientales, no reconoce límites, ymira complacida al sinnúmero de sectas y heregíasque pululan en su seño, creciendo y deseminándosecon una fecundidad que no tiene semejante ni enlas regiones del Norte de los Estados-Unidos.

No reconociendo la Iglesia Rusa sino la autori-dad de los siete primeros concilios cristianos;limitándose su régimen y dirección á sínodos na-cionales, que por lo común sólo resuelven puntosde moral y disciplina, la vaguedad de las defini-ciones dogmáticas y la amplitud en las interpre-taciones son incentivos para el espíritu idealistade los eslavos y de las razas orientales asentadasen las fronteras asiáticas del impelió.—La Igle-sia oficial no combate y apenas contradice estasnovedades , consagrando los obispos rusos á lossacerdotes de las sectas heréticas. — El cuadroque ofrece el conjunto de estas sectas en la RusiaEuropea y Asiática es tan extenso y variado, que,colocándose en la dogmática Greco-Rusa porvariedades heréticas y sectas disidentes, va elespíritu hasta los últimos y enérgicos procedi-mientos de los presbiterianos y hermanos inde-pendientes por una parte, y á las exageracionesnestorianas y amanas por otra, confundiéndosealgunas con las novísimas explicaciones de losbudhistas y con las herejías alejandrinas del Ba-bismo.

Este movimiento va en aumento: los Douckd-borzi creen, como Orígenes, que la caida es ante-rior á la creación: como los arríanos, que Jesús noes hijo de Dios sino en el sentido en que puede serlotodo cristiano; que el espíritu universal de la hu-manidad es hijo de Dios, y que, llegando á ser tem-poralmente hombre, tiende á ennoblecer á todoslos hombres haciendo á cada uno de ellos hijo deDios; que el Cristo es eterno y eternamente sereconcilia Dios con el hombre en cada hombre,llegando por estas afirmaciones á un panteísmoespiritualista que conduce á la doctrina de los hi-jos ó amigos de la luz, que afirman la existenciade Cristo en nosotros y la reproducción eternade la pasión y redención en cada hombre. LosMalakani en sus reuniones esperan la revelaciónsúbita en algunos de los asistentes, que, poseídopor el espíritu, gesticula, cae en violentas con-vulsiones y profetiza y habla el Verbo Divino; ylos Roscolnies niegan la resurrección de la carne,admitiéndola sólo para los malos (doctrina brah-mánica), en tanto que los fieles se trasforman enalgo divino.

De estas enseñanzas á las de las sectas budhis-

Page 8: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

328 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N.° 11

tas de la Tartaria Asiática y á la del Babismo isla-mismo hay pocos pasos, y el hecho explica laacogida y las simpatías de la dominación rusa enla Siberia y en la parte central del Asia.

¿Cuál será el resultado de esta política de laIglesia Greco-Rusa? ¿El oleaje de las herejías ladisolverá, dando origen á multitud de Iglesiasparticulares, que buscando afinidades con las sec-tas del Budhismo ó del Islamismo penetren enel corazón del Asia, cumpliéndose un trabajo deconciliación de toda esa teología arriana y nesto-riana que se ha infiltrado en los cultos orientales?Así opinan Hantaussen y Hanseé, por más que elcarácter nacional de la Iglasia Rusa y su extremafacilidad y tolerancia para acoger explicacionesé interpretaciones me haga creer muy remotoel caso.

En tanto, aprovechando el ardor y la actividadde los neófitos de las nuevas sectas, adelanta enla descomposición del Islamismo y del Budhis-mo , avanzando en la predicación de enseñanzascristianas en el centro del Asia.

VI.

En resumen, mi querido poeta: si yo no me en-gaño, las indicaciones que preceden acreditan latesis de que el núcleo y la vida de la teología reli-giosa en nuestra edad se encuentra en las Igle-sias cristianas. La Iglesia Católica y las reforma-das y reformadoras son las que mantienen viva yfecunda la idea religiosa, y directa ó indirecta-mente, parcial ó totalmente, el mundo es ya cris-tiano, apagándose por momentos el recuerdo deantiguas teologías. Las religiones orientales ofre-cen ya un interés meramente histórico: su estadoactual se separa tanto de los Vedas del Zend-Avesta, del Tripitaka de la Biblia ó del Koran,como su civilización actual de la primitiva en queflorecieron aquellos dogmas, como se distingue elPalí y los dialectos indostánicos de la lengua vé-dica, y el árabe moderno de la lengua del Zend-Avesta ó del Koran.— Las influencias cristianaspreponderan y dominan.

Confirma y continúa este bosquejo el plan de lahistoria universal trazado por Bossuet, sin másdiferencia que el de sustituir un movimiento or-gánico universafy constante, que se cumple entodos los períodos, al trazado único y en línearecta que imaginó el célebre escritor.—No en re-laciones históricas y en sucesión cronológica deedades va la Historia á la esencia del Cristianis-mo , sino que domina esta esencia y prevalece,gracias á la riqueza religiosa de su contenido y ásu progresiva y magnífica construcción en laesencia y en la vida de todas las edades y de to-dos y cada uno de los períodos. — Así se acredita

la verdad religiosa que constituye la esencia delCristianismo, en parangón con las revelacionesparciales de períodos encerrados en la vida par-ticular propia de una raza ó de una edad, y aunasí muéstrase la historia real y objetiva de la re-ligión en su Verdadero sujeto y sustancia que esDios, y Dios providente.

Pero no se agota la materia; el Cristianismo,gracias á diez y nueve siglos de portentosa acti-vidad, se encuentra hoy en el goce de un imperioreligioso que nadie le disputa; en Oriente y enOccidente sus verdades ahuyentan ó subyuganlas creaciones teológicas de edades pasadas ; perofrente á frente del espíritu del siglo, ¿ cuál es suestado y su situación? ¿Qué resulta de esa inter-minable controversia, que iniciada en el siglo XVI,renovada en el XVIII continúa calenturienta yairada en el presente 1 Lichtenberger da á luz enestos! dias una historia de las «Ideas religiosasen Alemania,» que, arrancando de Federico II,termina en la antigua y la nueva fé de Strauss,y á lo enumerado en el libro del piadoso alsa-ciano hay que añadir las alteraciones provoca-das por la escuela liberal protestante ginebrinaó inglesa, y las turbulencias que ocasionan loscatólicos viejos y los nuevos disidentes. ¿Quées de la religión frente á frente de la filosofía, delas ciencias experimentales y de las conviccionespolíticas de los pueblos ó de las naciones é impe-rios? La dialéctica histórica no engaña. Vencidaslas ideas religiosas de las edades pasadas que seperpetuaron hasta nuestro siglo, la variedad seproduce dentro de la ley cristiana.—Si antes lostérminos de oposición tenían el lazo que naciade la común afirmación de la verdad monoteísta,como acontece entre brahmanes, judíos, musul-manes y cristianos, hoy el vínculo es ya más es-trecho; porque la oposición se engendra y formuladentro de la idea cristiana, y existe esa manco-munidad entre griegos católicos, protestantes,presbiterianos, anglicanos y las innumerablesconfesiones y disidencias que la actividad de lostiempos engendra.

El progreso es visible y el triunfo del Cristia-nismo notorio con relación á la historia.

¿Pero cómo se resolverán estas contradicciones?¿Qué idea de las acariciadas por los polemistasde hoy triunfará, consiguiendo esa victoria reli-giosa que convierte al centurión en Pablo? Hayaquí dos problemas: el uno permanente, eterno,que es el de la contradicción de Dios por el hom-bre; el otro histórico, que es la lucha del catolicis-mo con las iglesias protestantes.

Yo he seguido con atención la historia de lateología alemana, principalmente desde la apari-ción de la Vida de Jesús de Strauss en 1835, hasta

Page 9: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 11 CANALEJAS. LA HISTORIA T>E LAS RELIGIONES. 319

la aparición en 1872 de su famoso libro La anti-gua y la nueva fe.—En este agitadísimo período,la erudición ha realizado maravillas: no hay ver-sículo en los evangelistas que no haya sido cote-jado, rehecho en griego, en latín y comparado contodos los demás versículos de los Evangelios ver-daderos y apócrifos.—No ha escapado á las es-cuelas exegóticas texto alguno sagrado ó pro-fano de los primeros siglos del Cristianismo, queno haya sido medido y pesado como autoridad:ni los antecedentes históricos más nimios delHelenismo y de todas las creencias y leyendasMesiánicas de las razas semíticas, han quedadoolvidados ó desatendidos. El ingenio se ha ago-tado en la explicación de las teorías del mitoreflexivo, irreflexivo, natural, artificial, erudito óespontáneo, y en las enseñanzas del símbolo y delsimbolismo histórico y poético y metafísico, can-sándose los filósofos en apurar si el lenguaje, porsu sintaxis, ó en su prosodia, permitía anteponerel Evangelio de San Marcos al de San Lúeas ó SanMateo, y si era muy posterior el de San Juan.—Nada más erudito, más sutil, más docto ni másacabado bajo el punto de vista de la. erudición.

Pero si la crítica llega á la conclusión de queJesús no hizo milagros, y de que los milagros, laresurrección y las apariciones son mitos creadospor la fantasía popular y revestidos por la tradi-ción de esplendores sobrenaturales, confieso queno siento herida mi convicción, ni se arruina niturba mi fe racional en la Religión, que se llamacristiana desde Cristo.

¿Quita ni pone á la verdad de la religión el que.sean reales ó meramente creidos los milagros deJesús? ¿Quita ni pone á la esencia del Cristianis-mo el que Jesús no ejecutara lo que la letra delos Evangelios narra ó refiere? ¿Qué influenciaejerce aquí la crítica histórica para el problemateológico?

Lo sobrenatural no se combate, no se refutanegando los milagros de Jesús, se combate ne-gando la realidad de la religión como ley sustan-tiva y eterna de la vida finita y temporal, comolo divino en lo humano. «No hay instante sin mi-lagro,» decia Calderón, con mayor profundidadque los que discuten las bodas de Canaan ó laresurrección de Lázaro; y por eso, estimandocomo meros ejercicios literarios los afanes de lasescuelas exegóticas del protestantismo alemán,creo que Strauss ha planteado la verdadera cues-tión, no en la primera ni en la segunda Vida deJesús, sino La antigua ó la nueva fe, que es sutestamento, y que tanto impresionó á la doctaAlemania en 1872.

¿Se niega el milagro para concluir por la nega-ción de lo sobrenatural? Pues es el procedimiento

en absurdo, porque se puede aceptar y adorar losobrenatural sin aceptar la doctrina del milagroque es el blanco de las iras de la escuela queinauguró Strauss, y sin creer en las cristologíasde las diversas universidades alemanas, se escristiano.

La llamada extrema izquierda Hegeliana, abor-dó ya antes el problema en su raiz y en todasu extensión con los libros deFeuenbach, StirmerRuge y el convertido Daumer, que escarnecen áporfía las meticulosidades de los sectarios deStrauss.—En su primera época, la religión, es-cribe el primero, es una ilusión ó un fantasmaque engendra el fuego de la fantasía humana yque aprovecha á los tiranos; Dios, dice el segun-do, es un engendro del Yo humano reflejándose enlas sombras de lo pasado; la naturaleza, la santanaturaleza, es lo único divino que existe, mani-festándose en la cadena de los seres, dice el otro;y en pos de estos, Buchner, Moleschott, "Wirehow,Haeckel y los innumerables apóstoles del Darvi-nismo, última profanación de la escuela de Hegel.

Es este un movimiento natural porque tienefundamento y causa en las facultades del hom-bre, y que la religión debe prever y medir sinzozobra. Es la negación de Dios, que el hombretiene la terrible facultad de formular, negaciónque va creciendo como testimonio de la libertadhumana, al compás que la religión obra y actúay engrandece al espíritu de los hombres.

¡Singular fenómeno muy propio de la esenciaespiritual! La religión, obrando con mayor energíaen todo el ser y en toda existencia, moviendo elespíritu á Dios, saca del fondo del mismo espírituy convierte en acto energías que acrecienta susfuerzas, aumentando todas sus facultades, y ex-tendiendo el campo y el alcance del libre albedrío;y la libertad moral, torcida ó mal llevada por larazón, convierte en armas contra Dios las exce-lencias y grandezas que se originan de su con-tacto é intimidad con lo divino.

La noción religiosa no ha conseguido mejoresdias que los que corren, ni tampoco por lo mismoha tenido el hombre el brio con que hoy alardea,negando y blasfemando de la única causa de sucrecimiento y progreso. El ateismo aparecerásiempre con mayor intensidad en los períodosmás religiosos, expresando la relación lógica queenlaza la afirmación con las negaciones.

El ateismo, que dudo mucho consiguiera enlas primeras edades religiosas fórmula explícita ycientífica, se formulará en las edades monoteístascada dia con más aparato y estruendo, y si es ex-quisita la cultura del pensador que lo enseñe»será violenta su palabra, expresándose en esaviolencia al vivísimo sentimiento de la libertad

Page 10: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

330 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N." 11

espiritual y de la independencia del alma, queson frutos naturales de los períodos religiosos.

No me acongoja la lucha; antes la estimo comoel aguijón que impide el descanso y previene eldescuido, que no debe haber descansos ni desfa-llecimientos en el perpetuo ascendimiento de larazón humana.—No me deslumhra el hecho, nipor su causa me asaltan dudas ni recelos; por-que se trata sólo de una oposición entre la reali-dad y el pensar subjetivo, individual, volunta-rioso, hijo del accidente ó de conflictos histó-ricos pasajeros, y sobre todo esto, y muy por en-cima de ello, va la realidad religiosa que tiene enDios asiento eterno y en el hombre clara señaly constante testimonio.

Fuera de esta contienda (que es la de la reli-gión con los errores humanos) queda la que re-emplaza en el orden histórico á la sostenida porel Cristianismo con el Budhismo y con los dog-mas Brahmánieos y Mahometanos, es decir, apa-rece la que hoy sostienen contra la Iglesia Ca-tólica Romana las diversas definiciones de laverdad cristiana, expresada en diferentes Iglesiasy confesiones.

¿Qué desaparecerá y qué quedará vivo al ter-minar esta polémica, que hoy por desventura re-viste los caracteres de lucha enconada?

Lo pasado permite entrever lo porvenir.—Losque consigan penetrar y exponer el conjunto deverdades religiosas más universales, más profun-das, que mejor lleven á la conciencia del hom-bre el resplandor que ilumina lo que de divinohay en la conciencia humana, esos serán los ven-cedores, y los vencidos aplaudirán la victoria.

¿Quién va por mejor via. ¿El ultramontanismohoy dominante en Roma? ¿La teología que sepredica bajo los auspicios de Bismarck? ¿El pro-testantismo liberal? ¿Lo» católicos viejos queacaudilla Doellinger?

¡Ah! la pluma no quiere escribir la triste y do-loéosisima confesión de que son errados los cami-nos por los que todos se empeñan, y que otrosmuy distintos abre la idea del Dios único y dela verdad real de la religión. Llevar la razón áDios debe ser la empresa común y la que el si-glo exige.

Por eso las tesis de las escuelas críticas y losresultados de cuarenta años de exegesis en Ale-mania y Francia inspiran escaso interés.—Paralos que afirman como yo la existencia de la re-ligión como ley sobrenatural, no es motivo deapasionamiento el pasaje de ,San Mateo, San Mar-cos ó San Lúeas respecto á este ó á aquel mila-gro; porque no es en los milagros donde está elfundamento real de la religión, y para los queen redondo y doctoralmente niegan lo sobrenatu-

ral, es nimiedad enojosa el examen de textos ydatos históricos.

Por eso las teorías sobre la iglesia que apasio-nan á Bismarck y al clero católico ó luterano, noconmueven la conciencia general, deslumbradapor incendios mayores.

¿Pero cómo y por qué el espíritu del siglo hallegado á esa congoja, y cómo y por qué en la Igle-sia universal y en el sacerdocio universal se per-siguen pormenores y se apasionan los Doctorespor accidentes históricos, cuando es visible lanecesidad y la aspiración de las generaciones quehoy viven y esperan?

Strauss ha recorrido toda la serie que marcalas distintas trasformaciones del problema desdela Vida de Jesús, publicada en 1835, hasta La an-tigua y la nueva fe, dada á la estampa en 1872;y como ese es el derrotero de la moderna teolo-gía, y expone y hasta formula con precisión lostérminos en que está hoy planteado el problema,la ley de estos estudios aconseja recoger los re-sultados de la vida intelectual de uno de los hom-bres que más han influido en este siglo, y que seanlos que fueren sus errores, la Providencia y el es-tudio le habían adornado y enriquecido con sobe-ranas facultades y conocimientos portentosos.

Pero peca ya la carta por extensa y remito elcaso á mejor ocasión, repitiéndome en esta sumuy amigo y constante admirador Q. S. M. B.

FRANCISCO DE P. CANALEJAS.

Catedrático de la facultad de Filosofía y letras de laUniversidad de Madrid.

LA REINA DOÑA JUANA.

Sólo le sirvieron su elevado rango,

su egregia estirpe y su inmenso pode-

río para hacer más públicas y notorias

sus desgracias y debilidades (1).

Historia y novela, costumbres y política, psi-cología y fisiología, de todo tiene el asunto quenos ocupa. Si sólo se tratara de una señora rica yamante de su familia, reducida por la ambiciónde ésta á perpetua y forzosa prisión, so color delocura, no dejaría de interesar la narración de susdesventuras, porque siempre la desgracia tieneatractivo irresistible para las almas nobles; perotratándose de una Reina, y de una Reina española,de la hija y heredera de los Reyes Católicos y dela madre del Emperador Carlos V, el interés subede todo punto, la pasión política invade la fria y

(1) Bosquejo biográfico de la reina Doña Juana, formado con los

más notables'documentos históricos relativos á ella, por Antonio Rodrí-

guez Villa. Madrid, imprenta de Aribau, 1874.

Page 11: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 11 V. R. LA REINA DOÑA JUANA. 331

marmórea mansión de la historia, y á trueque deconservar incólumes y deslumbrantes sus viejosídolos, no vacila en desfigurar la fisonomía deotros personajes sacrificados á sus perfidias.

No parece sino que Mme. Staél escribió deintento para la Reina Doña Juana aquel famoso yconocido dicho de que «el amor es la historia dela vida de las mujeres, y sólo un episodio de lade los hombres.» Tanta es la propiedad con quepuede aplicársele. En prueba de ello vamos átrazar á grandes rasgos los principales períodosde la vida de esta infortunada princesa, víctimasucesivamente de la ambición de su marido, de supadre y de su hijo, ateniéndonos escrupulosa-mente á los documentos históricos publicadospor el Sr. Rodríguez Villa, existentes en el ar-chivo de Simancas, biblioteca de la Academia dela Historia, archivo del duque de Alburquerque,Biblioteca Nacional, y en otras partes.

I.

Casada muy joven Doña Juana en 1496 con elArchiduque de Austria D. Felipe, hombre frivolo,indolente y orgulloso, muy pronto comenzaronlos Reyes Católicos á recoger los amargos frutosde tan mal concertado matrimonio, cuyas conse-cuencias habian de ser, durante dos siglos, funes-tas y sangrientas para los españoles. Afligida laReina Doña Isabel al saber la opresión en que vi-via su hija y la indiferencia con que la tratabasu marido, de quien estaba ciegamente enamora-da, y no recibiendo directamente de ella cartani mensaje alguno, envió en 1498 á Bruselas conpretexto de visitarla, pero con designio de que seenterase del estado y manera de vivir de DoñaJuana, á Fr. Tomás de Matienzo, prior de SantaCruz. Extrañó éste que en su primera conferenciacon ella se turbase oyendo hablar de sus padresy de su patria, y que no le preguntase por perso-na alguna de España. Encontróla tibia en lasprácticas religiosas y coartada en todas sus ac-ciones; mas, por estar muy próxima á dar á luz ála princesa Doña Leonor, no se atrevió á interro-garla la causa de su temor. Libre ya de su cui-dado, tuvo con ella Fr. Tomás una larga entre-vista, de la que dio cuenta á la Reina Isabel enestos términos: «Le dixe todo lo que V. A. memandó... lo mas benignamente que pude y concuanto amor V. A. se lo manda decir, no en for-ma de reprensión. Recibióla muy bien, besandolas Reales manos de V. A. por la avisar cómoguiase su vida, y á mí que me lo agradecía mu-cho, y que habría placer de cualquier cosa quemenos buena me pareciese si se la dijese. No séqué tanto durará. Díxele, entre otras cosas, quetenia un corazón duro y crudo, sin ninguna pie-

dad, como es verdad. Díxome que antes le teniatan flaco y tan abatido, que nunca vez se le acor-daba cuan léxos estaba de V. A. que no hartasede llorar en verse tan apartada de V. A. parasiempre.»

Preguntándola este padre por qué no interve-nia en el gobierno de su casa y consentia que nofuese pagada su servidumbre, y aconsejándoladiese parte de ello á su marido, contestó que ésteen seguida se lo decia á los de su Consejo, dedonde la resultaba á ella mucho daño, y que nola daban parte alguna en el manejo de su casa.Lo cierto es, escribía Fr. Tomás á la Reina, queMadama Aloyn, los del Consejo del Archiduque yel contador Muxica, «tienen esta señora tan ate-morizada, que no puede alzar cabeza.» Doña Anade Beamonte es la que mejor sirve á S. A., «sa-lida ella de aquí, queda del todo sola esta seño-ra... En esta tierra, mas honra hacen por bienbeber que por bien vivir.»

Entre tanto, los flamencos se repartían á másy mejor las rentas de Doña Juana, unas veces sinsu conocimiento y contra su voluntad, otras man-dándola luego firmar las órdenes. La desdichadaheredera de Castilla y de Aragón, acobardada porel miedo, firmaba y callaba, y sólo cuando se mar-chaban se atrevía á decir: «Ogaño pasé, mas paraotro año no quiero que hagan mercedes sin mí.»

Dirigidas toda la atención de su espíritu y lasfuerzas todas de su corazón al amor de su esposo,miraba con indiferencia y aun con aversión cuantoá la política se referia; lamentable abandono quesucesivamente explotaron su marido, su padre ysu hijo, y que fue, á la vez que la principal causade sus desventuras, una de las que más contribu-yeron á mantener el desorden y la turbación en elreino castellano. La que no era dueña del go-bierno de su casa, ni aun siquiera de su persona,se veia á un tiempo solicitada por su padre ypor su marido para que otorgara á este ó á aquella gobernación de Castilla, después de muerta sumadre. En tan apurado trance, nacida más paraamar que para reinar, hacia depender los másgraves y trascenJentales negocios de Estado delmayor ó menor grado de cariñosa corresponden-cia que hallaba en D. Felipe. La paz y el ordendel poderoso reino castellano estaban pendientesde una mirada expresiva y dulce, aunque afecta-da, del Archiduque, de una frase galante ó des-deñosa, de un movimiento brusco ó voluptuoso.Si su marido la acababa de causar enojo fomen-tando sus celos, escuchaba los insidiosos conse-jos de D. Juan deFonseca, Obispo de Córdoba, ydel secretario Lope Conchillos, emisarios secretosdel Rey Católico para obtener de ella que firmase,como firmó, el poder que autorizaba á éste para

Page 12: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

332 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N.° 11

gobernar Castilla, mientras su hija viviese. Si,por el contrario, D. Felipe, fingiendo un amorque no sentia, ó accediendo momentáneamente áalguna de sus súplicas, la pedia escribiese á losgrandes de Castilla, diciéndoles que su voluntadera que gobernase el reino su marido, firmaba lanotable carta dirigida á Mr. de Veré, su embajadoren España, carta en que trata, así de la preten-dida locura con que las gentes la suponen, comode la codiciada gobernación de sus Estados. To-cante al primero de estos puntos, no manifiestaestrañeza de que la levanten falsos testimonios,pues á Nuestro Señor se los levantaron, y «si enalgo, dice, yo usé de pasión y dejé de tener elestado que convenia á mi dignidad, notorio esque no fue otra la causa sino celos, y no sólo sehalla en mí esta pasión, mas la Reina, mi seño-ra, que fue tan excelente y escogida persona enel mundo, fue asimismo celosa; mas el tiemposaneó á S. A., como placerá á Dios que hará ámí.» Respecto al segundo punto declara que nofalta quien diga que ásu padre le place sea ver-dad su locura «á causa de gobernar nuestros rei-nos» ; pero si así fuese «no habia yo de quitar 8,1Rey, mi señor, mi marido, la gobernación deesos reinos y de todos los del mundo que fuesenmíos, ni le dejaría de dar todos los poderes queyo pudiese.»

D. Fernando de Aragón, que por los emisa-rios antedichos sabia perfectamente el estado deopresión y de abatimiento en que vivía su hija,escribía al Gran Capitán: «Alo que decis que ha-béis sentido que no estáis bien con el Rey Archi-duque mi fijo, bien veo que, en tanto que gobier-nen á él é á su casa los franceses, no querrán biená ningún buen español, é que los franceses traba-jarán cuanto pudieren en enemistarlo conmigo ócon todos los que han fecho daño é contrariedad áfranceses, é han sido é son fieles españoles. Nome maravillo que los franceses acaben esto conél, pues han acabado que no se han contentadocon publicar por loca á la Reina, mi fija, su mu-jer, y enviar acá sobre ello escrituras firmadas desu mano; mtis he sabido que la tienen en Flandescomo presa é fuera de toda su libertad, é que no con-sienten que la sirva, ni vea, ni fable ninguno desus naturales, é que lo que come es por mano deflamencos; é así su vida no está sin mucho peli-gro. Guárdela Dios.»

Para completar el triste cuadro del estado de laReina Doña Juana en vida de su marido, debetenerse presente el horrible tormento que sufri-ría al ver á su esposo, prenda la más querida de sucorazón, entregado á continuos galanteos y cri-minales amoríos. A este propósito refiere un es-critor contemporáneo, que una vez que sorprendió

la Reina á su marido con una dama flamenca,lloró tanto, que desde entonces quedaron comosecos los manantiales de sus ojos, y ni aun en lamuerte del Archiduque vertió una sola lágrima.No por esto fue en este trance menos profunda supena; antes bien, olvidándose por completo de lasinfidelidades y desafecto de su amado Felipe, exal-tóse con su muerte hasta el delirio su amorosapasión, y emprendió aquella extravagante y fan-tástica procesión con el cuerpo del Rey, su mari-do, vagando por las noches de pueblo en pueblo yde venta en venta, seguida de prelados y de mag-nates, animada por la insensata esperanza de quepronto recobraría la vida aquel cadáver, según unfraile la habia anunciado. aEstá todo el mundo,—escribe el secretario Conchillos á su tio Pérez deAlmazan, secretario del Consejo de SS. AA.,—es-candalizado de esta partida... Con este disparateque ha hecho la Reina, no hay chico ni grandeque no diga que está perdida y sin ningún seso,sino Joan López que dice que está más cuerda quesu madre, y anda prestándole dineros para facerestas cosas... Paréceme que S. A. anda á buscarcinco pies al gato.»

II.

A los pocos meses de la muerte del Rey Archi-duque, y cuando todavía su inconsolable viudano se habia separado de su cadáver, entablaronEnrique VII de Inglaterra y Fernando V deAragón activas negociaciones para el casamientodel primero con la Reina Doña Juana. Movido eluno por su insaciable codicia y el otro por suambición de mando, sin respetar el legítimo ynatural estado de dolor y de tristeza de la Reinaviuda, trataron de obligarla á contraer nuevasnupcias, «agora estuviese sana ó enferma.» Hastasu misma hermana Doña Catalina, princesa deGales, que tenia sobrados motivos para conocerel carácter avaro y soberbio del Rey de Inglater-ra, la escribió, de acuerdo con el Rey, su padre,aconsejándola el proyectado enlace.

Por fortuna, la que hacian pasar por loca te-nia más dignidad y más cordura que personajesencomiados por su discreción y prudencia, y queen realidad estaban tan locos de ambición y depoderío que se olvidaban hasta de los más natu-rales sentimientos de piedad paternal y de conyu-gal amor. La Reina Doña Juana rechazó indig-nada las insensatas proposiciones de su padre yde su hermana, y prefirió, con tal de que no apar-taran de su vista el féretro de su esposo, dejarseaprisionar por todo el resto de su vida en la ló-brega, tristísima y miserable fortaleza de Torde-sillas, redeada de espías, carceleros y tiranos desu voluntad y de su cuerpo ,¡que no otro papel des-

Page 13: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 41 V. R. LA REINA DOÑA JUANA. 333

empeñaron aquellos á quienes el Rey Fernandoencomendó la guarda y custodia de su hija. ¿Nohabia en los vastos dominios castellanos lugarmás frondoso y más apacible, campiña más ri-sueña, palacio más espléndido que aquella tene-brosa mansión de Tordesillas, para encerrar enella á la Reina de Castilla y Archiduquesa deAustria, á la heredera de Aragón y de Ñapóles, ála Señora de dos mundos? Aun siendo cierta sulocura ¿no debió haberse procurado instalarla enun sitio ameno y saludable, rodearla de servido-res afables y tolerantes, y atender con la mayorsolicitud y esmero á su consolación y restableci-miento? |E1 interés politico pudo, sin embargo,más en Fernando de Aragón que el amor paternal!

¿Cumplió el Gran Carlos V sus deberes filialesmejor que aquel los suyos de padre?

III.

Uno de los primeros actos del joven monarcafue nombrar gobernador de la casa de la Reinasu madre al marqués de Denia, hombre duro éimpasible, severo y hasta cruel, como veránnuestros lectores. Debió no obstante desempeñarsu cargo tan á gusto y satisfacción de Carlos I,que, á pesar de las reiteradas y sentidas quejasque contra su excesivo rigorismo le expusieronalgunas personas, entre ellas su misma hermanaDoña Catalina, no sólo no le separó de su puesto,sino que le hizo muchas mercedes, aprobó siem-pre su parecer, y cuando falleció en 1536 nombróá su hijo para sucederle en la gobernación. Laspocas veces que estuvo en Tordesillas á visitarlafue á prisa y como de paso sin introducir mejoraalguna en el servicio de la Reina su madre.

Instaba ésta al marqués de Denia para que lasacara de aquella prisión, empleando unas vecesrazones y ruegos; y exasperada otras al ver queno eran atendidos sus justos deseos, se entre-gaba á actos de cólera y desesperación. El de De-nia escribía á Carlos I á este propósito: «Dícemeá mí tantas buenas palabras para atraerme á estoque me espanta cómo las dice quien está co-mo S. A.» (1) El marqués escribía minuciosa-mente á Carlos I todas estas escenas, y éste con-testaba con el mayor laconismo, sin proveer nideterminar nada. Su único cuidado era siempreencargar al de Denia que cuando S. A. le hablasesobre este punto, procurase no hubiese nadie ab-solutamente sino él en su presencia, mandándoleademás que á nadie comunicase el estado y alte-raciones de su madre, y ni aun usara amanuensepara escribirle.

( i ) Etl otra caria escribía él mismo; «Crea V. M. que dice palabras

para levantar las piedras.»—En otra: «Díjome tantas lástimas que me

hizo piedad, y por otra parte embraveciese.»

Pero i qué más? ¿No tuvo el marqués de De-nia que recordar una y otra vez á su señor queenviase de tiempo en tiempo alguna persona ávisitar á Doña Juana en su nombre y regalarla«alguna cosa de oro ó otra joya con que huelgue,que el Rey Católico lo solía hacer así y hol-gaba S. A. dello.»? No consta á pesar de esta ad-vertencia que la hiciese presente alguno.

Para apartar de Carlos I la odiosidad ó las re-criminaciones que semejante conducta podía sus-citar en el ánimo de su madre, el falaz goberna-dor de Tordesillas ocultó á Doña Juana el falleci-miento del Rey Católico su padre, cargando sobreéste toda la culpa de los tiránicos é inhumanosactos que con ella ejecutaba. Habiendo muerto elRey D. Fernando á principios del año 1516, to-davía á fines del de 1519 escribia á Carlos I elmarqués de Denia el siguiente párrafo <ie carta,como vanagloriándose de su proceder: «Yo hedicho á la Reina, nuestra señora, que el Reymi señor, su padre, es vivo, porque todo lo quese hace que no es en tanto contentamientode S. A., digo que lo manda y ordena así el Rey,porque con el acatamiento que le tiene, pásalomejor que lo pasaría si supiese que es muerto, yaun esto aprovecha para otras muchas cosas que tocan

á vuestro servicio S. A. me ha hablado dosveces y me ha dicho que yo escriba al Rey su se-ñor que no puede sufrir la vida que tiene, que hátanto tiempo que la tiene aquí encerrada y comopresa; que, aunque como hija le haya de acatar,que mire que es razón que sea mejor tratada.»Palabras que, aun á través délos siglos, desgarranel corazón y despiertan la caridad y la simpatíaen el alma menos sensible, pero que no causa-ron á su Hijo la menor emoción, ni dio disposi-ción alguna para sacarla de aquel tomento, aunsabiendo como sabia que Tordesillas y los pue-blos comarcanos estaban infestados por la peste,que en todos ellos causaba numerosas víctimas.

El Cardenal Adriano, que luego fue Papa, sextode este nombre, siendo gobernador de los reinosde España en ausencia de Carlos I, escribia á ésteen el año 1520: «Casi todos los criados y servi-dores de la Reina dicen que S. A. ha sido agra-viada y detenida por fuerza catorce años en aquelcastillo (el de Tordesillas) como que no estuvieraen sí, habiendo estado siempre en buen seso ytan prudente como lo fue en el principio de sumatrimonio (1).»

Si estaba ó no estaba loca, si era ó no apta para

(1) El mismo Cardenal escribia a Lope Hurtado de Mendoza, para

que de palabra lo comunicase al Rey, que «los criados y servidores de la

Reina dicen publicamente que el padre y el hijo la han detenido tiránica-

mente* y que es tan apta para gobernar como lo era en edad de quince

anos y como lo fue la Reina Doña Isabel.»

Page 14: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

334 REVISTA EUROPEA. 10 DE MAYO DE 1 8 7 4 .

gobernar, júzguenlo nuestros lectores por la si-guiente contestación que dio á la junta de lasComunidades de Castilla el dia 24 de Setiembrede 1520 (1): «Yo, después que Dios quiso llevarpara sí á la Reina Católica, mi señora, siempreobedecí é acaté al Rey, mi señor é padre, por sermi padre é marido de la Reina, mi señora ;óyoestaba muy descuidada con él, porque no hobieraninguno que se atreviera á hacer cosas mal he-chas. B después que he sabido como Dios le quisollevar para sí, lo he sentido mucho y no lo qui-siera haber sabido, y quisiera que fuera vivo yque allá donde está viviese, porque su vida eramás necesaria que la mia; y pues ya lo habia desaber, quisiera haberlo sabido antes, por reme-diar todo lo que en mí fuese. E yo tengo muchoamor á todas las gentes é pésame mucho de cual-quier mal ó daño que hayan rescibido; é porquesiempre he tenido malas compañías, é me lian dichofalsedades é mentiras, é me han traído en dobladu-ras, é yo quisiera estar en parte donde pudiera en-tender en las cosas que en mí fuesen; pero como elRey, mi señor, me puso aquí, no sé si á causa deaquella que entró en lugar de la Reina, mi señor a, ópor otras consideraciones que S. A • sabría, no he po-dido más; y cuando yo supe que los extranjerosque entraron ya estaban en casa, pesóme muchodello y pensé que venian á entender en algunascosas que cumplían á mis hijos, ó no fue así. Emaravillóme mucho de vosotros no haber tomadovenganza de los que habian fecho mal , pues quequien quiera lo pudiera hacer, porque de todo lobueno me place y de lo malo me pesa. Si yo nome puse en ello fue porque allá ni acá no hiciesenmal á mis hijos, é no puedo creer que son idos, ymirad si hay alguno de ellos, aunque creo queninguno se atreverá á hacer mal , seyendo yosegunda ó tercera propietaria é señora, é aunpor esto no habia de ser tratada así, pues bas-tara de ser hija de Rey é de Reina. E huelgomucho con vosotros porque entendáis en reme-diar las cosiis mal hechas, y si no lo hiciéredes,cargue sobre vuestras conciencias, y ansí os lasencargo sobre ello; y en lo que en mí fuere yoentenderé en ello, así aquí como en otros lugaresdonde fuere. E si aquí no pudiere tanto entenderen ello, será porque tengo que hacer algún diaen sosegar mi corazón y esforzarme de la muerte delRey, mi señor.»

Derrotados los Comuneros, el marqués de De-nia, que habia sido por ellos privado de su cargo,volvió á ejercerlo con tal violencia y tal espíritu

(1) Consta esta respuesta en el testimonio de la entrevista de la

Reina Doña Juana con los miembros de la junta de las Comunidades,

autorizado por escribanos, y que se conserva en el archivo ile Simancas.

de venganza, que Lope Hurtado de Mendoza,gran confidente del Rey y la Infanta Doña Cata-lina, hija menor de Doña Juana, que vivia conella, escribieron á Carlos I rogándole mandaseal marqués moderar su enojo. La carta autógrafade la joven y bella Infanta, testigo de los sufri-mientos de su madre, y víctima también de la al-tanería y crueldad del de Denia, conmueve pro-fundamente, y nada hay que pinte con tanta fide-lidad ni con tan vivos colores la penosa vida dela infortunada Reina de España como los siguien-tes párrafos de ella:

«Yo he escrito á V. M. algunas cartas, y todasaquellas han sido como el marqués y la marquesahan querido, porque no me han dado ni dan lu-gar á otra cosa. Esta es para que V. M. sepa lavida de la Reina mi señora é mia en qué se gas-ta, sin que V. M. se sirva... Por amor de Diossuplico á V. M... lo mande proveer con la breve-dad que ser pueda, acordándose que la Reina miseñora y yo no tenemos otro bien ni remedio sinoá V. M Yo hasta aquí no he querido dar eno-jo á V. M. con mis cartas cerca de lo que aquípasó con el marqués y marquesa, porque traentanta guarda sobre mí para que no escriba másque lo que quisieren... Y porque la condesa deMódica, mujer del Almirante, me escribe y yo leescribo por las muchas piedades y buen ejemploque aquí me hizo y dio, me quiere la marquesa sa-car los ojos, y hace pesquisas sobre mí quién melleva ó trae las cartas de la condesa ó sus herma-nas, y me hacen poner guardas para que no mehable ni escriba, y otras cosas muy fuera de lo quedebria hacer conmigo Yo no querría otro con-fesor y maestro, salvo al Guardian, pues que elReyCatólico mi señor y abuelo y V. M. me lo dieron, yes lo que me conviene por su honestidad y bondad;y porque ellos le querrían desarraigar de aquí yme importunan que tome otros frailes, á V. M. su-plico me envié á mandar que para maestro y con-fesor no use de otro.—ítem, que V. M. envié á ro-gar y mandar al Cardenal, porque tiene muchocuidado de mí, que con acuerdo del Guardian,mande á una dueña de las de la Reina mi señoraque tenga mis vestidos y ropa ó lo que tuviere,porque la que V. M. me dio para guarda-ropa ysu marido, son criados de la Marquesa y se lo to-man todo y lo gastan y funden, y yo no tengocosa propia ni me dura...—ítem, que V. M. mandeal Guardian que por ninguna causa deje de ver yconsolar á la Reina mi señora cuando le llamare óá él le paresciere, y que mande que no se lo estor-ben, porque no tiene otro con quien descanse y esbuen servidor de Y. M.—ítem, V. M. provea poramor de Dios, que si la Reina mi señora quisierepasear se'al corredor del riu ó de las esterase salir á

Page 15: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 11 LIVINGSTONE. LOS HABITANTES DEL ÁFRICA CENTRAL. 335

su sala á recrear, que no se le estorben;... porquepor andar la Marquesa y sus hijas, sin que la Reinalas vea, mandan á las mujeres que no le dexen salirá la sala y corredores, y la encierran en » cámara,que no tiene luz ninguna sino con velas, y no tienemás á donde se retraiga de la cámara y no se saldráaunque la saquen por fuerza, y cuando otra, cosaproíase están ahí las mujeres.*

Increíble parece, pero ni los ruegos y conse-jos de sus más leales servidores, ni las súpli-cas y lamentos de su hermana, que llegó áenfermar de sama en aquella mísera habitación,movieron á Carlos I á mejorar el estado de pri-sión, de tinieblas y de martirio á que se hallabareducida su madre. ¡Estos son los príncipes quela cristiandad aclama católicos y la historia Ro-ñosos/ La osadía del Marqués de Denia crecióhasta el punto de querer imponerse también á lasconciencias de la Reina y de su hija, tratando deobligar á la primera al cumplimiento de ciertasprácticas religiosas, y á la segunda privarla desu antiguo confesor, sometiéndola á otro más desu agrado.

Al fin, después de cuarenta y seis años de for-zosa reclusión en aquella tenebrosa cárcel, des-pués de padecer, por espacio de más de medio si-glo, los más crueles desengaños, las más horren-das amarguras y los dolores más acerbos, suce-sivamente causados por su marido, por su padrey por su hijo, falleció la Reina Doña Juana á lossetenta y cinco años de edad, recobrando con lamuerte su perdida libertad. La noticia de sufallecimiento causó general admiración y sorpre-sa, porque sus ilustres carceleros habian cumpli-do tan á maravilla las prescripciones de susamos, que ni los ancianos se acordaban ya deaquella Reina Doña Juana que habian jurado enlas Cortes de Toro, ni los jóvenes tenían apenasnoticia de su existencia.

¡Porque era vehemente y apasionada en la ex-presión de sus sentimientos, porque quiso deltodo consagrarse al amor de su esposo, porqueante esta idea menospreció la vanidad y la am-bición humana, los unos, por interés propio, fin-gieron que estaba loca, los otros, por credulidad ópor cálculo, lo creyeron y afirmaron! Mas unos yotros ¿no tuvieron también por locos á Colon, áJuan de Padilla, á Lutero, y por traidores á Gon-zalo de Córdoba, á Hernán Cortés y á Pescara?Los que prendieron á Colon, degollaron á Padillay se mofaron y persiguieron á Lutero, los queestablecieron la inquisición, expulsaron los ju-díos, quemaron en la plaza pública tesoros deciencia, de historia y de literatura, faltaron á locapitulado en Granada y provocaron las germa-nías, ¿tendrán derecho á ser creidos al apellidar

loca á Doña Juana y disculpar la perpetua prisióná que la redujeron?

V. R.

LOS HABITANTES DEL ÁFRICA CENTRAL.

LA ESCLAVITUD.—EL HARÉN.—LA VIDA DOMESTICA.—

LA AGRICULTURA. — LAS MISIONES CRISTIANAS (1).

Ounyanyembe, Sudeste de África, 9 de Abril de 1873.

Mi querido señor:Al tratar de daros una idea del comercio de escla-

vos en estas tierras y de los males que ocasiona, im-porta no decir toda la verdad para que no se me culpede exagerar las cosas. Seria, sin embargo, difícil pintarnada tan triste como la realidad, y creo imposibleexagerar las enormidades que se cometen. Las obser-vaciones que ha hecho Sir S. Baker acerca de la atrozconducta de los tratantes de esclavos en el Nilo Blan-co, están exactamente de acuerdo con las mias res-pecto á los tratantes de esclavos árabes y á los mesti-zos portugueses más hacia el Sur.

Los espectáculos á que he asistido, aunque seanincidentes ordinarios de este pretendido comercio,son lan terribles que procuro perder la memoria deellos. Ordinariamente logro, ayudando el tiempo, ol-vidar las cosas desagradables; pero no sucede así conestas escenas de esclavitud, constantemente en miimaginación, á despecho de los esfuerzos de mi volun-tad, y á veces me despierto á media noche horrorizadoviéndolas desfilar ante mis ojos con toda su horriblerealidad.

Posible es que algunas personas vean en esto unindicio de "espíritu débil, poco filosófico, puesto quesostienen que toda la familia humana ha pasado porla esclavitud, progreso necesario para salir del estadobestial, canibalismo, edades de piedra, de bronce yde hierro.

La idolatría y la esclavitud, dicen, son parte inte-grante del progreso de la humanidad. Los defensoresde estas teorías citan muchos interesantes hechos ensu favor. Es admirable la aplicación, la fuerza de vo-luntad del mayor número de esos intrépidos investi-gadores de la verdad científica. Obsérvese que estossabios no tienen ideas preconcebidas, y siguen la ver-dad adonde les conduzca.

¿Hay nada más bello, por ejemplo, que la calma yla serenidad con que Darwin ha sostenido su famosateoría sobre el origen de las especies? Sus sucesores

(1) Entre les papeles del doctor Livingstone que Be han recibido enel Ministerio de Negocies extranjeros de Inglaterra, se encuentra estacarta dirigida por el célebre viajero á Mr. James Gordon Bennelt, pro-pietario del New York Heraldo y que se ha publicado ha pocos días enInglaterra.

Page 16: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

336 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N'.'H

inmediatos, sus compañeros de trabajo, participanigualmente de su calma y de su filosofía. Cualesquieraque sean sus congeturas sobre el pasado de la raza hu-mana, estos verdaderos sabios tienen sentimientos be-névolos para las razas más degradadas de los hom-bres, considerando la esclavitud como una inmensadesgracia para los esclavos, y como otra desgracia, sicabe mayor, para los dueños. Casi todos desean viva-mente que la educación sea accesible á todos losmiembros de la humanidad, y el mayor número tra-bajan con ardor por medio de sus conferencias y desus obras, por cuantos recursos tienen en su poderpara esparcir la instrucción en las masas.

El progreso humano nada debe temer de los hom-bres de esta clase; pero hay otros que convierten laciencia en locura, gentecilla, prodigios de ciencia enembrión, que signe los rastros de los verdaderossabios. Reiria á carcajadas hasta un caballo, perdo-nadme la expresión, al verles llenos de orgullo subir-se al trípode y sacar de los hechos más sencillos lasdeducciones más extrañas,aumentando su regocijo enproporción de Ia3 extravagancias délas consecuencias.

Recuerdo haber oido en Londres á cierto señor unaMemoria sosteniendo que la raza humana existia hacecien mil años, y probablemente hace doscientos mil,sin tener en cuenta que esto supondría en dicha razamuchos siglos de una ignorancia absoluta.

Si fuera cierto que necesitaba pasar por la horribleescuela de la esclavitud y del comercio de esclavos,habría que desesperar de nuestra raza y casi desearque desapareciese lo más pronto posible.

Con frecuencia, durante mi estancia en Inglaterra,me han preguntado: ¿Querrían trabajar los africanos?Sí; pagándoles. Mi respuesta producía un efecto in-variable; veia alargársele la cara á mi interlocutor,tanto y tan bien, que imaginaba, acaso por falta decaridad de mi parte, si querría hacerles trabajar gra-tis; es decir, ser dueño de esclavos. Sospecho queuna parte, al menos, de las simpatías que en Inglater-ra encontraban lo que los ingenuos llamaban la causadel Sur, durante la guerra civil en los Estados-Unidos,provenia de 'in secreto deseo de poseer esclavos.

Un inglés, por lo menos, ha intentado poner enpráctica la be'.la teoría de aprovechar, sin que nada lecueste, el fruto del trabajo de una raza inferior. Teniaun hermano representante de una de las grandes ciu-dades de Inglaterra en el Parlamento, y su madre, almorir, le hatea dejado diez mil duros, que dedicó ácomprar en el Cabo de Buena Esperanza una carreta,bueyes, y una pacotilla, compuesta principalmente detabaqueras de papel prensado, cada una de las cualestenia un espejito en el interior de la cubierta. Las re-feridas cajas eran en su concepto el nervio de la guer-ra. Se puso en camino y llegó adonde yo me encon-traba, á 1.600 kilómetros en el interior de las tierras.Entonces advirtió que ni siquiera podia proporcionar-

se alimentos en cambio de tabaqueras. Pregúntelepor qué había empleado su dinero en objetos tan in-útiles, y me respondió que habia leido en una relaciónde viajes que á los indígenas gustaba mucho mirarseen un espejo, y que adoraban el tabaco, por lo cualhabia creído adquirir mucho marfil en cambio de suspreciosas tabaqueras. Hablando con él advertí quehabia alimentado la esperanza de que lo eligieran jefede alguna tribu; díjome que conocía á un joven quetenia esta pretensión, y confieso que le atribuí el pen-samiento. A excepción de sus famosas tabaqueras, noposeía absolutamente nads, y vivió con nosotros cercade dos meses. Nuestras provisiones se agotaban rápi-damente; yo era recien casado, y á mi joven esposarepugnaba la idea de faltar á la hospitalidad con uncompatriota; pero una voz interior, que me mandabair á visitar otra tribu, resolvió la dificultad.—¡Oh! dijonuestro huésped, yo os acompañaré.—Más vale queno, le respondí, sin darle ninguna otra explicación.Al abandonarnos nos dejó algunas docenas de taba-queras, que para nada me sirvieron. Con frecuencia,decia:—Se supone á estos negros ignorantes y estúpi-dos; pero, ¡qué diablo! son capaces de dar lecciones áun inglés.

Por fortuna hay pocos individuos tan absurdoscomo el citado, y sin embargo, ¿por qué tantas perso^ñas parece que sienten la emancipación de los escla-vos en Jamaica y en los Estados-Unidos del Sur? Haygentes que no hablan de emancipación sin condenarlacomo falta enorme, y lo cierto es que el difunto y re-verendo doctor Channing, que había estudiado esteasunto durante toda su vida, y que lo conocía mejorque ningún otro en el mundo, declaró que losplantadores del Sur, al restablecer la esclavitud, ha-bían cometido insigne locura. Los acontecimientoshan demostrado que tenia razón, y si los Estados delSur restablecen algún dia la esclavitud, ésta ocasio-nará la ruina del país. Acaso no sea respetuoso com-parar las razones de los llamados filósofos, que to-mando ejemplo de la antigüedad pretenden que laesclavitud es cosa natural y necesaria al hombre, conel razonamiento de ciertos indígenas de la tribu de losManyuema, en Bambarre; pero ved cómo tienen al-guna analogía. Los Manyuema habian muerto un monpgorilla, que en su país llaman soko. Este animal te-nia las orejas taladradas con agujeritos para ponerseanillos. Grande emoción produjo el descubrimiento, yhubo largo debate, llegando á convenir en que eraevidente que el gorilla habia muerto siendo hombre yresucitado soko. En pro de esta teoría, por lóme-nos habia un hecho, el de los agujeritos en tas orejas.Este punto era para mí indiscutible.

I.

Voy á daros idea de la felicidad perfecta en wtadela cual estos pretendidos árabes cometen toda clase

Page 17: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

<M L1V1NGSTONE, LOS HABITANTES DEL ÁFRICA CENTRAL. 337

de atrocidades en el África central. Conversando undin con un príncipe árabe de raza mestiza, me asegu-raba, siguiendo la opinión general del país, que lasmujeres son malas, absolutamente malas; convenia,por mi parte, en que hay algunas que no valen grancosa, pero que muchas son buenas y fieles. Respon-dióme que los ingleses dejaban tanta libertad á susmujeres, porque no las conocían bien como los árabeslas conocen.—No, no, insistía; no hay mujer buena;ni árabe, ni inglesa: ninguna puede ser buena: todasson malas.—Y después elogió mucho la sabiduría y laprudencia de sus compatriotas que impiden á sus mu-jeres ver á otro hombre que al esposo. Respondíleriendo y comparando á sus compatriotas con los car-celeros, ó con los animales, como, por ejemplo, eltoro, que tan despóticamente reina entre las vacas dela ganadería. Nuestra conversación tuvo por términoque me invitara á visitar su harén, para probarme quepodía ser tan liberal como un inglés. El capitán S...de la corbeta X, aceptó también la invitación de ir áofrecer sus respetos á las mujeres prisioneras delpríncipe y á partir el pan con ellas.

La madre del príncipe, gruesa señora de cuarentay cinco años, presentóse la primera en la sala dondenos encontrábamos con su hijo. Debia haber sido muybella, y aún se notaban los restos de su hermosura.Nos dio un apretón de manos, se informó de nuestrasalud, y por complacernos se sentó en una silla; perofácilmente se notaba que hubiera preferido hacerlosobre un tapiz. Preguntó al capitán si conocía al al-mirante Wyvil, que había mandado la estación navaldel Cabo. Años atrás un barco inglés naufragó en lascostas de una isla donde ella habitaba, y esta excelen-te dama acogió en su casa á todas las mujeres queiban en el buque, tratándolas con mucha cortesía. Elalmirante le envió las gracias por escrito, y aun fue ádárselas de viva voz. Queria escribirle para manifes-tarle sus recuerdos, y el capitán le prometió que lle-garía la carta á sus manos. Esto, al menos, no demos-traba la mala opinión que su hijo tenia de todas lasmujeres.

Al poco tiempo levantaron una cortina roja que cer-raba una puerta por delante de donde estábamos sen-tados, y apareció la primera mujer, admirablementevestida. Adelantóse con menudos pasos y encantadorasonrisa, y nos presentó un pastelillo. Cada cual deNosotros tomó un pedazo, que la etiqueta nos obligaba¿comer inmediatamente. Sus modales eran muy gra-<:ioeos, su apostura y su conversación como las de lasioglesas, que reciben amigos de sus maridos y deseanque estén con confianza en sus casas. Sus admirablesOjos, grandes y «egffQB como el- azabache, atraíantanto la atención <pe pasó algún tiempo antes de quepudiéramos examinar su traje, en el que evidente-mente habia puesto particular cuidado. Llevaba á laostoeaa ur>. gorrito rojo, parecido á los de los rabinos

TOMO i.

ó de algunos sacerdotes católicos: estrechaba su cuer-po, bajando hasta la cintura, una chaquetilla roja cu-bierta de bordados de oro, y entre la chaquetilla y lafalda de muselina blanca de la India, sembrada depuntos bordados con seda roja, quedaba al descubier-to la carne en el espacio de un dedo de ancho. El pan-talón bajaba hasta los tobillos, adornados con gruesosanillos de plata: calzaba sus pies con babuchas amari-llo-verdosas, con las puntas levantadas y bastanteanchas para suponer que no tenia callos ni ojos degallo: rodeaban su cuello muchas cadenas de oro yplata, y llevaba anillos, no sólo en la parte inferior delas orejas, sino colgando de agujerillos hechos alre-dedor de las mismas. Brazaletes de oro y plata de fa-bricación india cubrían sus brazos, y en cada uno desus dedos, incluso el pulgar, resplandecían sortijascon piedras preciosas. Sólo una mujer podría descri-bir traje tan rico y gracioso, y por mi parte renuncioá ello. Lo único que podia censurársele, era llevar loscabellos cortados; han adoptado esta moda para quese sequen pronto después del baño; pero da á la murjer un aspecto algo masculino, al menos para nosolroslos europeos.

Mientras hablábamos con la principal esposa delharón, entró la segunda, y repetimos la ceremoniadel pastelillo: vestia con tanto lujo como la primera;tenia unos diez y ocho años; las formas eran admira-bles, y un poco más alta que su compañera. Sus cortoscabellos estaban humedecidos con aceite, y cuidado-samente peinados. Un bucle á cada lado de la cara y ála altura de las orejas le daba gracioso aspecto feme-nino. Hablaba poco: pero sus ojos, realmente admi-rables, parecían hablar; eran pardos y brillantes, y lomismo que «los ojos de Jeanie Deans llenos de lágri-mas, centelleaban como ámbar.» No os admiréisporque os^able tanto de ojos; los he observado cui-dadosamente desde que asistí á las conferencias deMr. Hancok en el hospital de Charing Cross.

Entró después otra mujer y partió con nosotrosotro pastelillo. No tan bella como laidos anterioreshuríes; era hija del jefe principal de la región. Las trestenían el cutis moreno. El principe nos dijo que sólotenia tres esposas, aunque su rango le permitía doce.

«¡Oh! Si pudiéramos vernos tales y como nos ven,de cuántos errores y de cuántas ideas falsas nos des-prenderíamos.»

Asi dice el poeta escocés; pero hay diferencia en lamanera de ver las gentes, ios ministros de la religiónlas ven del mejor modo. Guando se espera su visita,colócase una Biblia ó un libro piadoso sobre la mesa,y todo reviste un aspecto sereno. Los abogados laaven déla peor manera, costándoles á veces gran tra-bajo impedir que sus clientes, irritados, se lancen ir-reflexivamente en multitud de pleitos. Los médicos,al contrario, ven las personas tal y conforme son: nose trata de disimular con ellos. Pues bien, algunos mi-

22

Page 18: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

338 REVISTA EUROPEA.—10 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N,°H

ñutos antes de la frase del príncipe relativamente á lasdoce mujeres, su madre acababa de suplicar á un mó-dico probase á su hijo que el amor á tres mujeres learruinaba.

Lo que precede es un paréntesis, y vuelvo á miasunto. Pasado un momento entró una esclava negra,vestida como sus amas, pero menos ricamente, y lle-vando una bandeja llena de copas con sorbetes. Laprimera esposa nos ofrecía flores y la nuez de betel,envuelta en hojas, que, por galantería, tuvimosque aceptar. La nuez de betel tiene gusto ligera-mente amargo y astringente, y acaso se ha contraídoel hábito de mascarla, como la nuez de kola en elÁfrica occidental, á guisa de tónico y de preservativocontra la fiebre. La primera esposa preparó algunaspara sí y para sus compañeras, añadiéndoles cal; estamezcla hace salivar mucho, y como la saliva es decolor de ladrillo, teñía sus lindos dientes y sus labios,lo que por cierto no aumentaba su belleza; pero así es!a moda, que allí exige escupir artísticamente salivaroja manchando todo el pavimento. La madre delpríncipe no había mezclado cal á la nuez de betel yconservaba sus dientes blancos: pregúntele la razónde esta anomalía, y me contestó que había hecho unaperegrinación á la Meca, y que por tanto era Hadjí.

Aquella escena ofrecía un cuadro á la vez singulary agradable. Las mujeres habian procurado compla-cernos y lo consiguieron por completo.

Salimos satisfechos de aquel estudio de la vida deharén; pero por falta de talento, ó de saber, ó porcualquiera otra causa, prefiero el sistema monógamo.Después de practicarlo durante unos diez y ocho años,no cambiaría el liaren monógamo, poblado de jovialesy bulliciosos niños, por todos los harenes polígamos deÁfrica ó del mundo. He procurado describiros estaescena bajo su punto de vista más brillante, porqueel harén es la suprema felicidad de los árabes mesti-zos, y por procurárselo cometen todas las atrocidadesque acompañan al comercio de esclavos. Añadiré,aunque esto no forme parte de mi visita al harén, quepasado algún tiempo el príncipe se refugió en nuestrobuque á fin de que le protegiéramos contra sus acree-dores: le había engañado un titulado coronel Aboo,que recorre el mundo diciéndose cristiano perseguido,y que tiene el mismo cristianismo que un guarda-cantón.

II.

A unas ochenta millas al Sudoeste de la extremi-dad meridional del lago Tanganyika, se encuentra laaldea fortificada del jefe Chitimbwa. Mientras estabaen la extremidad meridional del lago habia estalladola guerra entre un partido de árabes, que contabaseiscientos fusiles, y el jefe del distrito situado al Oestede Chitimbwa. Al saber los árabes que habia un in-gles en el pais, preguntaron naturalmente dónde

estaba, y los indígenas, temiendo que me sucedieraalguna cosa, negaron positivamente haberme visto, yme aconsejaron con insistencia que me refugiase enuna isla habitada; pero como callaban la razón delconsejo, sospeché que querían tenerme prisionero, loque hubieran podido hacer fácilmente apartando lascanoas, porque la isla se encuentra á más de unamilla de la costa. Contáronme después lo que habianhecho para engañar á los árabes y apartar todo peli-gro de mi persona. El lago termina en una profundacabidad en forma de copa, cuyos lados perpendicula-res se elevan en algunos sitios á 2.000 pies sobre elnivel del agua. En las rocas, de pizarra arcillosa roja,brota por distintos puntos frondosa vegetación, ydesde lo alto del precipicio caen magníficas cascadas.Este paisaje es admirable. Rebaños de elefantes, búfa-los y antílopes animan la escena, y las aldeas fortifi-cadas, ocultas á la orilla del agua entre bosques depalmeras, acaban de realizar el paraíso de Jenofonte.

Preparábame á abandonar la aldea de Mbette óPambete, situada á orillas del lago, y á trepar por elescarpado sendero que nos habia conducido á ella,-cuando la mujer del jefe se adelantó y dijo á su mari-do y á la multitud que nos miraba hacer los prepara-tivos de partida: «¿Por qué dejais marchar á estehombre? Bien sabéis que caerá en manos de los Mazi-¡:tu y calláis.» Me informó entonces, y parecióme cierto;que estos merodeadores robaban en aquel momentolas aldeas situadas en la altura del precipicio, en cuyofondo nos encontrábamos. Esperamos seis dias, du-rante los cuales los aldeanos estuvieron haciendoguardia sobre un nido de hormigas, situado fuera delas fortificaciones de la aldea, aguardando á cada mo-mento ver aparecer al enemigo. Cuando llegamos á lameseta donde reconocimos las huellas de los Mazitu,iban en camino recto al través del país, sin apartarseá derecha ni á izquierda, y sin preocuparse en seguirlos senderos trazados por los indígenas; también pudi-mos ver los rastros de su pillaje; pero no se habiavertido sangre. Reconocimos entonces que las noti-cias de la buena mujer eran completamente ciertas.

Desde allí, rodeando la extremidad del lago, lleguéá la aldea deKarambo, situada en la confluencia deun gran rio, que los jefes no me dejaron atravesar,porque, según decían, los árabes se estaban batiendocon el pueblo que vive al Occidente, habiendo ya dosmuertos, aunque no iban en busca de marfil. «Si vaisal Oeste del lago, anadian, el pueblo puede supone*que sois árabe, y no queremos dejaros correr eseriesgo.» No convenciéndome estos argumentos, hSoé'algunas observaciones; Karambo pasó el dedo por >la!garganta, y añadió: «Os autorizo á cortarme el cuellosi alguna vez sabéis que he mentido.» Aquel mismodia llegaron á la aldea dos esclavos árabes en buscade marfil, y me confirmaron cuanto me habia diebóKarambo.'

Page 19: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N. 'H LIV1NGST0NE.—LOS HABITANTES DEL ÁFRICA CENTRAL. 339Había sufrido mucho de la fiebre, y sufría aún; no

tenia medicamentos, y atribuía á la irritación produ-cida por la enfermedad la absurda desconfianza queme hizo dudar tres veces de las intenciones de aque-llos hombres, quienes, en último caso, sólo deseabanservirme. Esta misma causa es acaso la que impide ágran número de viajeros modernos tener una palabrabenévola para los indígenas; y, siendo cierto que lossalvajes rara vez engañan cuando se apela á su ho-nor, es injusto afectar tanto desden hacia ellos. Losviajeros modernos nos presentamos con aire de infi-nita superioridad, y sin embargo, á cada paso nuestragrande y noble elevación se traduce en innobles en-gaños.

No pudiendo ir hacia el Norte me dirigí al Sur, ca-minando unos 241 kilómetros; después volví al Oeste,y tuve intento de marchar en esta dirección hasta pa-sar la región agitada para tomar en seguida la direc-ción del Norte; pero, después de andar 96 kilómetrosal Oeste, supe que el campamento árabe estaba á 32kilómetros al Sur, y me acerqué á él para saber noti-cias. Recitriérorime admirablemente, porque aquellatropa componíase en gran parte de personas que yahabía conocido en' Zanzivar; hombres muy distintosde los asesinos que debía ver más tarde en Manyue-ma. Los árabes sospechaban que el jefe con quien es-taban en guerra hubiese huido hacia el Sur, y temianque, caminando en esta dirección, cayera en sus ma-nos. Había mejorado algo mi salud, y creí lo que medecían; ellos proyectaban hacer grandes compras demarfil, y por su parte también me creyeron cuandoles dije que no lo conseguirían fácilmente si conti-nuaban las hostilidades. Nadie, en efecto, piensa envender mientras tiene probabilidades de ser recibidoá tiros. Era indispensable ajustar la paz; pero comoen los preliminares, la mezcla de la sangre, el casa-miento con la hija de un jefe, etc., ocupan tres mesesy medio, pasé este targo tiempo en casa de Chi-timbwa.

La empalizada de la aldea de Chitimbwa está si -tuada á orillas de un arroyo, habiendo por uno de loslados, y alrededor de un manantial, espeso bosque deelevados árboles, y del otro una llanura bastante biencultivada. El clima es frió, pues el país se encuentra áunos 4.700 pies de altura (1.410 metros) sobre el niveldel mar; hay muchos bosques, y de vez en cuando seven cadenas de colinas. Los árabes habían establecidosu campamento al Oeste de la empalizada. Una de lasesposas de Chitimbwa me cedió su habitación. Chi-timbwa es un anciano de barba y cabellos grises y debuen carácter. Tenia cinco esposas, y siendo la chozaque yo habitaba una de las que formaban círculoakededor del patio central de su morada, al sen-tarme á la puerta para leer ó escribir, tenia ocasiónde estudiar la vida doméstica en el África central, sinque pareciera que espiaba á la familia de mi huésped.

La esposa principal, madre del heredero da Chi-limbwa, era de alguna edad, aunque no vieja, y man-daba como ama en la casa; las otras cuatro eran jó-venes, de bellas formas y de un aspecto muy agrada-ble, sin que en nada se parecieran al tipo africano dela costa occidental; tres tenían cada una un hijo; demodo que, con el heredero ó hijo mayor, formabancuatro. La primera esposa demostraba el mayor res-peto al marido, porque al verle acercarse se separabapara dejarle el paso libre, arrodillándose mientras pa-saba. Ocupábanse en aquella época del año en sem-brar y escardar, y el trabajo cuotidiano de casi todaslas familias de la aldea se arreglaba del siguientemodo.

Entre las tres y las cuatrode la mañana, cuando losahullidos de las hienas y los rugidos de los leones yde los leopardos indicaban que habian pasado la no-che en ayunas, oíanse los primeros ruidos humanosproducidos por las mujeres que sacudían la extremi-dad de los palos, cubierta de cenizas durante la no-che, y que encendían chispeante fuego, alrededor delcual se agrupaban viejos y jóvenes, por ser la hora demayor frió. Algún fumador de psangé encendía lapipa y atronaba la choza con ruidosa y desagradabletos. A las cuatro de la mañana empiezan á cantar losgallos y á llamarse unas á otras las mujeres para po-nerse encamino. Se van, formando grupos,á sus huer-tas, y cuidando de hablar mucho y en .voz alta con elfin de espantar á los leones y á los búfalos que no ha-yan vuelto á sus guaridas. Lo3 indígenas están per-suadidos de que el sonido de la \ot humana produceinfaliblemente este resultado.

Las huertas ó plantaciones encuéntranse ordinaria-mente á unas dos millas de distancia de la aldea, paraevitar los destrozos que en los plantíos producen lascabras y lo? animales domésticos, y también porquecon frecuencia se encuentran á orillas de los arroyosexcelentes tierras negras que lús indígenas prefierenpara cultivar el maíz y el horcus sorghum, mientrasque para una especie de maíz pequeño, llamado mi-lesa, escogen ordinariamente un pedazo de terrenode bosque, que se abona quemando sobre el suelo lasramas de los árboles. A causa del camino que tienenque andar las mujeres, llegan á las huertas al ama-necer. Llevan fuego, y empiezan por coger ramas deárboles y encender una hoguera, sobre la cual ponenuna marmita conteniendo una especie de habas, le-gumbre que necesita cocer largo tiempo, y toda la fa-milia empieza el trabajo del dia con verdadera satis-facción. El marido, que precede al escuadrón de mu-jeres con la lanza en la mano y un hacha pequeña alhombro, empieza á cortar todos los retoños que cre-cen junto á los árboles, dejados al tiempo de roturarel terreno, y también tiene á su cargo destruir losbo3quecillos de arbustos. Después, corta ramas parahacer vallados alrededor de los plantíos, porque se ha

Page 20: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

340 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 .

observado que muy pocos animales salvajes se atre-ven á saltar por encima de lo que tiene evidenteshuellas de la mano del hombre.

Teniendo particular afición los cerdos á los cacahue-tes (Arachis hypogcea), es preciso rodear estas plan-taciones con numerosos hoyos, ó con un foso profun-do, ó con un muro de tierra. Si algún otro animal vaá alimentarse á costa de la familia, el marido examinacuidadosamente la pista del invasor, hace un pro-fundo agujero y lo cubre con ramas de árboles, yeni'odiariamente á ver si ha caído en la trampa. Las mu-jeres, por su parte, manejan vigorosamente la azada,añadiendo de continuo á sus huertas nuevas parcelasde tierra virgen; los hijos le ayudan arrancando lashierbas, que reúnen en montones para que se sequen,antes de ser quemadas. Los indígenas conocen bienal parecer todas las plantas que se crian en aquelloscampos, y apropiándose cuantas tierras pueden culti-var: cuanto más cultivan, mayores son sus medios desubsistencia y sus ahorros.

En algunos puntos de África el trabajo lo desem-peñan exclusivamente las mujeres, y se dice que loshombres son para ellas feroces. Por regla general, enel centro de África no sucede tal cosa, y puedo añadirque las mujeres tienen la mayor parte de autoridaden la familia. La ley y la costumbre obligan á loshombres á hacer las roturaciones; pero toda la fami-lia toma parte en las demás operaciones agrícolas. Lasjóvenes, mientras sus madres están en el campo, cui-dan de los niños de pecho, y para ello se las colocaen una especie de garitas construidas sobre pos-tes á 12 ó 14 pies de altura; garitas en que habitatoda la familia cuando el maíz comienza á madurar,para espantar los pájaros durante el dia, y los antílo-pes por la noche. A cosa de las once del dia el calores tan fuerte, que no puede continuarse el trabajo.Toda la familia se reúne entonces á la sombra de lagarita ó de uno de los árboles dejados en pió coneste objeto. La madre distribuye entonces el guiso,que ya está cocido, echando una porción de él encada par de manos, porque se considera impolíticorecibirlo con una sola mano. Todos comen con muchoapetito, y con tanto placer, que es costumbre servirsede la mano er. vez de usar la cuchara. La madre tieneal niño de pecho mientras come su ración.

El niño es el favorito de todos. No se le deja versino cuando está trasformado en verdadera bola degrasa; para adornarle todos se privan gustosos de lascuentas de vidrio que adquieren. Cuando las pobresmadres no tienen leche, mezclan un poco de harinay agua en el hueco de la mano y se la dan al pe-queñuelo. Los niños se crian admirablemente en elÁfrica central, acaso por la pureza del aire y por labondad del clima; yo he notado que mis propios hijosgozaban excelente salud. Terminada la comida, lamadre, acompañada casi siempre de su hija, va al

bosque para recoger ramas secas. Entonces lleva alniño á la espalda atado de manera que explica la in-mensa cantidad de narices chatas que se ven enÁfrica. Con el haz de leña sobre la cabeza, y acompa-ñada de sus hijos que llevan la azada, se dirige des-pués á la aldea.

Cada mujer tiene un granero particular, en el cualreúne los productos de su huerta. Estos graneros,como las chozas, tienen forma de colmenas, y su3paredes una altura de 12 ó 15 pies, apoyándose enuna plataforma elevada unos 18 pies sobre el niveldel suelo. Su diámetro es de cinco piós, y el techoestá cubierto con hierbas. La puerta se encuentracerca del techo, y es preciso una escalera para llegará ella. La primera operación que hace la mujer, al lle-gar á la choza, es ir al granero y tomar de él lo quenecesita para la familia; después extiende el grano alsol, y mientras se seca descansa algunos momentos,pues desde por la mañana ha trabajado constante-mente. Algunas peinan á sus maridos ó á sus vecinas,y otras enfilan perlas. Hubiera deseado verlas algomás indolentes, pues la negra tendida debajo de supalmera es tan agradable como la mujer blanca re-costada en su diván; pero les gusta el trabajo. Encambio los hijos gozan de la vida como todos los so-res humanos debieran gozar, y sus padres no agotanla savia vital de los pobres muchachos, como lo ha-cen on Inglaterra los fabricantes de vidrio, de ladri-llo, etc. En las épocas del año que no es tan nece*sario el trabajo del campo por estar recogida la co-secha, viven menos ocupados y se alegran con sucerveza indígena llamada pombe; pero estos puebloslibres, habitantes de un país libre, y bajo el imperio deleyes paternales, en ningún caso se parecen á lo queson los pueblos esclavos. Cuando el grano está secose le tritura en un gran mortero de madera para qui-tarle la capa ó gluma que separan con la mano, ydando al mortero un movimiento á la vez vertical yhorizontal, tan difícil de describir como de ejecutar,se le quita todo el polvo: entonces se muele el granoentre dos piedras, y preparada así la harina, ya en-trada la tarde, las mujeres van á buscar agua, lle-vando un gran cántaro en que caben de 48 á BO li-tros, y que, lleno en el arroyo, lo colocan sobre sucabeza y vuelven á la choza sin necesidad de soste-nerlo con las manos. Los indígenas rara vez comen;carne. Cuecen la harina en forma de sémola ó papi-llas, dándole un sabor especial con las hojas de cier-ítas plantas salvajes ó cultivadas, y á veces les mez-clan con cacahuetes reducidos,á harina. Los negso*.comprenden la necesidad de corregir su alimentación;demasiado farinácea con sustancias aceitosas, comO'las contenidas en los cacahuetes; otros mezclan eoft,el maíz un puñado de granos de palma de Cristo, ytodo junto lo convierten en harina. Durante todos es-tos prepaVativos, los hombres se ocupan en hacer las

Page 21: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 11 L1VINGST0NE. LOS HABITANTES DEL ÁFRICA CENTRAL 341

esteras que les sirven de lecho, en preparar las pie-les para sus vestidos, en reemplazar los mangos delas azadas ó en construir cazuelas de madera. Al os-curecer vuelven al lado do sus familias para asistir ála principal comida del día, antes de acostarse.

Los negros saben bien la agricultura, y escogencon habilidad los terrenos propios para tal ó cualcultivo. Al presenciar el Obispo Mackensie sus opera-ciones agrícolas, me dijo: «Cuando estaba en Ingla-terra ó iba de meeting en meeting hablando de nues-tra misión, aseguraba siempre que tenia el intento deenseñar agricultura á los africanos; pero veo que laconocen mejor que yo.» Uno de los misioneros quele acompañaban, queriendo ser útil á los salvajes queiba á evangelizar, antes de salir de Inglaterra tomóalgunas lecciones de un cestero; pero las admirablesmuestras de esta industria que por todos lados veia,le hicieron comprender que lo mejor que podia hacerera no hablar de su pretendida habilidad en estepunto, muy inferior á la de los indígenas.

Acabo de pintaros en términos tan sencillos comoverdaderos la vida cuotidiana de las poblaciones deÁfrica. Esta narración representa tan exactamentelas costumbres de una aldea africana, como la queprecede la vida on el harén árabe. Los viajeros pre-sentan á los pobladores de otras regiones bajo peoraspecto. Las tribus que viven cerca de la costa orien-tal, y que con frecuencia reciben las visitas de los co-merciantes de esclavos árabes, dícese que están enperpetua guerra: los hombres sólo piensan en robar,y las mujeres no cultivan tierra bastante para procu-rarse el alimento necesario durante el aña. A estoconduce la trata de esclavos. El capitán Speke havisto en Uganda un estado de salvajismo y de bruta-lidad, que yo no he encontrado en ninguna parte. Lastribus que yo he visto no hubieran consentido lashorribles matanzas del jefe Metza ó Metsa. En cual-quier otro país que no fuera Uganda, el asesinato delas hijas de los principales jefes hubiera ocasionadoinmediatamente el asesinato del rey. No tengo motivoalguno para suponer que Speke se haya engañado encuanto al número de mujeres conducidas al suplicio,aunque encontré aquí 200 subditos de Baganza-Metza,y los más inteligentes me han afirmado que no se te-nia el intento de matarles, y que sólo se les habiacondenado á los trabajos del campo. Grant ha vistoademás una de esas mujeres con la azada al hombro,lo cual parece confirmar los informes que he adquiridosobre este asunto. Por lo demás, las explicaciones dete. gente de Metza significan poco ante las explicacio-nes de Speke y Grant, porque estas gentes compren-den hoy que las naciones civilizadas detestan el ase-sinato, y desean naturalmente echar, como sueledecirse, tierra al asunto.

En caso parecido, todas las demás tribus de Áfricacentral tienen un recurso; la deserción; el tirano

queda impotente porque todos los habitantes se vancon la mayor tranquilidad ú ponerse á las órdenes deotros jefes, sin acordarse de volver á sus antiguastierras. Mucho tuvieron que sufrir las tribus someti-das por los makololo, pero no ocurrió nada parecido álas terribles exterminaciones ordenadas por Metza; ysin embargo, la mayor parte de la población emigróhacia el Norte, y muchos enviados á Zette se nega-ron á volver á sus aldeas, haciendo lo mismo 17 in-dividuos que me acompañaron hasta Shire para ad-quirir medicamentos que necesitaba el jefe. Cuandoéste murió, dispersóse la tribu. Paréceme Metza unaespecie de loco que no ha sido bien castigado. Los200 subditos suyos que he encontrado aquí, dondepermanecían durante muchos meses, se han acos-tumbrado muy bien al país, y sin embargo no quie-ren quedarse en él. Mucho me sorprende este apresu-ramiento por ir á ponerse bajo la férula del feroz so-berano.

La experiencia que he adquirido en el África cen-tral me autoriza á decir que los negros que no hanestado en contacto con los comerciantes de esclavosson muy amables y tienen muy buen sentido. Algu-nos cometen actos muy reprensibles, sin atribuirlesgrande importancia, pero en cambio otros ejecutanexcelentes acciones, sin enorgullecerse por ello. Sise contaran sus acciones buenas y malas, podría de-cirse que allí, como en Europa, hay hombres muybuenos y hombres perversos, en vez de emplear lafrase estereotipada de que los africanos presentan cu-riosa mezcla de bondad y de maldad. Tienen una cua-lidad muy notable, la de la honradez; cualidad que seadvierte hasta en los caníbales Manyuema, y recuerdoque en Bambarre un tratante de esclavos y yo tuvi-mos que confiar nuestras cabras y nuestras gallinasá los Mancuerna, porque los esclavos de nuestroscompañeros do residencia las robaban continuamente.

Otro rasgo de su carácter es la confianza. Las tri-bus del África central son bajo este punto de vista locontrario que los indios de la América del Norte. Ennada so parecen á sus compatriotas que se han en-contrado en contacto con los mahometanos, los por-tugueses ó los holandeses. Si estos indígenas recono-cen pronto la superioridad de los extranjeros parahacer daño, en cambio están siempre dispuestos áaceptar y seguir un buen consejo. Después déla cruelmatanza de Nyañgwe que, por desgracia mia, tuveque presenciar, 14 jefes, cuyas aldeas habían sidodestruidas, y de cuyos subditos muchos habian sidomuertos, se pusieron bajo mi protección, pidiéronmeque firmara la paz con los árabes, y que me trasla-dara con ellos á la orilla opuesta del rio Lualaba pararepartirles el territorio, indicarles dónde debian cons-truir las nuevas aldeas, y formar nuevas plantaciones.Pronto se ajustó la paz, pues los árabes no tenían ex-cusa por los asesinatos cometidos, y cada cual echaba

Page 22: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

342 REVISTA EUROPEA. 10 DE MAYO DE 4 8 7 4 .

la responsabilidad á su vecino. Ambos partidos mesuplicaron que asistiera á las ceremonias hechas enhonor del restablecimiento de la paz; y de no cono-cer la natural confianza de los africanos, hubiesecreído que ejercía una influencia personal considera-ble; sin embargo, lo único que me recomendaba erami moderación y mis buenas relaciones con ellosAcaso supieran también que habia hecho lo posiblepor mejorar la suerte de los esclavos en Zanzivar.

III.

Los Manyuema comprenden perfectamente que nohay moralidad de ninguna clase en la religión árabe,y puedo asegurar que esta inmoralidad es lo que siem-pre ha impedido que el mahometismo penetre en elÁfrica oriental. Es muy sensible que nuestro excelenteObispo de África central, aunque consagrado en laabadía de Westminster, haya preferido, fiándose de laopinión de un coronel, permanecer en Zanzivar envez de ir á su diócesi, donde de seguro hubiera po-dido aprovechar grandemente la instintiva confianzade las tribus para propagar la fe cristiana. Los mi-sioneros católicos que últimamente fueron de Ingla-terra al Maryland para convertir á los negros, hubie-ran podido también, sin duda alguna, atrincherarsedetras de la opinión de media docena de coroneles, ypermanecer en Nueva-York ó en Londres; pero á na-die pidieron parecer, y en todo caso, como tienensangre irlandesa en las venas, hubiesen respondido:«Mezclaos en vuestros asuntos; haced la guerra si te-neis necesidad de ello, pero dejadnos cumplir nues-tro deber.»

El venerable Obispo de Baltimore dijo á aquellosexcelentes sacerdotes que sufrirían fiebres; pero noañadió que huyeran cuando se sintiesen con calentura.Los misioneros de Zanzivar, al contrario, cuando tie-nen fiebre van á hscer un viajecito de recreo á lasislas Sechelles á bordo de un buque de guerra. Natu-ral es que cuiden de su salud; pero como Zanzivar esel punto menos saludable de la costa continental afri-cana, al poner el gobierno inglés un buque de guerraá disposición de estos buenos misioneros para ayu-darles en sus misiones, sólo consigue que no lasrealicen.

Hace ocho años que los cristianos caritativos dansu dinero para evangelizar el África central, y estadiócesi está ocupada por el diablo. Lo digo con pena,pero me parece que los misioneros que se contentancon observar sus diócesi con telescopio, deberían ha-cer algo más útil.

Hacia 1868 habia doce congregaciones de cristonos indígenas en la capital de Madagascar, productodel trabajo de misioneros independientes durantecincuenta años. Los suplicios más crueles y las másespantosas torturas no quebrantaban la fe de loscristianos malgachos. Los primeros misioneros tuvie-

ron que abandonar la isla, pero los convertidos po-seían Biblias impresas en su idioma, y continuabanreuniéndose en secreto para rogar á Dios, á riesgo demuerte segura si eran descubiertos. Un cambio de;obierno permitió á los misioneros volver á su puesto,

y posteriormente las gestiones de la reina Victoriainsiguieron del sucesor de la vieja reina de Mada-

gascar la libertad del culto cristiano: la sociedad pro-testante para la propagación de la fé, envió inmedia-tamente misioneros á Tamatava, puerto principal dela isla donde hay miles de paganos, y al verles partir,el enérgico Obispo de Bueña-Esperanza los recomen-dó que no se ocuparan de las iglesias ya fundadas;pero apenas desembarcaron aquellos hombres celosospidieron inmediatamente á Londres que se les en-viara á la capital de la isla.

Estoy persuadido, aunque parezca falta de caridadde mi parte, que de haber una docena de iglesias in-dígenas ya establecidas en Ounyauyembe, Oujiji óen las orillas del Tanganyika, hace ocho años que elObispo de África central se hubiera trasladado inme-diatamente á su diócesi, á despecho de la opinión detodos los coroneles del mundo.

No quiere decir esto que los directores de la misiónde que antes he hablado faltaron á la caridad cris-tiana, apropiándose los trabajos de sus antecesores,cuando habia millones de paganos por convertir. Estoproviene de la falta de buena inteligencia. Hace algu-nos años ocurrió un hecho parecido en Honolulú. Élvenerable apóstol de los malgachos, Mr. Ellis, trabajabaallí desde principios del siglo; llegaron misionerospresbiterianos de norte América buscando teatropara sus conversiones, y Mr. Ellis les abandonó inme-diatamente su casa, su escuela, su iglesia, la imprentaque habia fundado, y se trasladó á otro país. Los ame-ricanos han trabajado con celo y éxito en Owyhee,como le llamaba el capitán Cook, y gracias á ellos, laeducación de la fe cristiana se ha extendido en todo elgrupo de las islas Sandwich. Pero so advirtió última-mente que los indígenas necesitaban un Obispo de lasecta episcopal: enviósele uno muy poco político,que sin preocuparse de los misioneros americanos,cuyo éxito habia demostrado el verdadero espírituapostólico, recorrió Honolulú con un gran sombrerodé papel en la cabeza, declarando que el recien venidoera el único Obispo: convendría que los misioneros, ysobre todo ios Obispos misioneros, estuvieran mejoreducados.

Acaso no debiera decirlo; pero es lo cierto quemientras estaba en Ounyanyembe forzosamente inac-tivo esperándolos hombres que Mr. Stanley dsbiá en-viar desde la costa, es decir, durante dos largosmeses, porque hay una distancia de 800 millas (800kilómetros) pensaba que tenia todo el África centralá mi espalda, y preguntábame la causa de que noapareciera ningún misionero en el horizonte, cuando

Page 23: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 11 L1V1N0ST0NE. LOS HABITANTES DEL ÁFRICA CENTRAL. 343

la iglesia de Inglaterra y las universidades inglesashabían provisto á la evangelizacion de aquel territorio.Los excelentes Obispos de la Iglesia anglicana, quetanto interés demuestran por las misiones del Áfricacentral, sentirán seguramente que el resultado de to-dos sus esfuerzos haya sido tan sólo la creación deuna plaza de capellán para el consulado de Zanzíbar,y se alegrarán cuando sepan que los misioneros setrasladan al África central, único teatro digno de sustrabajos.

Si tuviese autoridad bastante para dirigirme á losque titubean en venir, les diria. «Acudid, hermanos; osadmirará encontraros tan bravos el dia en que ven-gáis. I ios verdaderos paganos que 03 esperan tienenmuchos defectos, pero también muchas cualidades queestimareis.»

Ni los árabes ni yo hemos visto á las madres ven-der á sus hijos, aunque un viajero pretenda que estacostumbre es general, para referir una novela quehabía imaginado. El viajero vio vender un hijo porsuperstición, es decir, un niño que tuvo la desgraciade que le salieran los dientes de la mandíbula supe-rior antes que los de la inferior; se cree que si losniños á quienes esto sucede permanecen en el senode la familia, ocurrirán á ésta grandes desgracias.Juzgará un pueblo por un hecho aislado equivale álo que hacia el francés, que habiendo visto á un in-glés ahorcarse en Noviembre se apresuró á publicarque el suicidio era general en Inglaterra en el mesde Noviembre, durante el cual los árboles á orillasde los caminos estaban llenos de ahorcados. Tambiénhay niños expósitos en Inglaterra, y no puede decirsepor ello que las inglesas sean madres desnatura-lizadas.

Comprendo las grandes dificultades para establecermisiones en países desconocidos. La cintura de bos-ques que rodea la isla de Madagascar ha causado lamuerte de numerosos trabajadores por la fe, antes deque pudieran llegar á las altas tierras del interior, porno saber que hay estaciones en que se pueden atrave-sar estos bosques sin peligro. La sociedad de misio-neros de Londres ha vencido, á fuerza de energía,este obstáculo obteniendo grande éxito.

En África pudiera empezarse por las tribus que vi-ven cerca de la costa sin temor alguno, á lo menosrespecto á vituallas, por estar en comunicación cons-tante con Europa; pero todas las tribus que han estadoen contacto con los árabes y los portugueses, y quehan sufrido la esclavitud y el resultado de las quere-llas religiosas de estas gentes que se llaman civilizadasno miran bien á los extranjeros, y la vida de un hom-bre no bastaría para desarraigar todos los vicios y to-das las preocupaciones engendradas por esta preten-dida civilización.

Para civilizar el continente africano es preciso em-pezar por el interior, y los misioneros que acometen

esta empresa deben tener en cierto grado el ánimo yel valor de Robinson Crusoé. He visto hombres quoantes de abandonar su patria estaban dispuestos ásacrificarlo todo, hasta su vida, al servicio del Evan-gelio, y que después se creen sumidos en la miseriamás atroz porque les falta azúcar para el té. Los chi-cuelos que al leer las novelas de niños abandonadosdel capitán Mayne Reid quisieran verse en el casode éstos, son los quo tienen verdadero espíritu demisioneros.

Speke habla con verdadero entusiasmo de la orga-nización de las misiones cristianas en el país que él haatravesado, como Karagwé, gobernado por Ruman-yika (á quien llama Rumanika), jefe bondadoso ó in-teligente, y Buganda, que los árabes llaman Ouganda,país de población compacta y amable que se encuen-tra á las órdenes de Metza, hombre vano y cruel, yque sin embargo fue muy atento para Speke. Metza hasido el primer jefe á quien los árabes han intentadoconvertir á su religión en el África Oriental. Gha-mees-bin-Abdullah, excelente hombre, que ha sidomuerto aquí hace poco, habia enseñado á Metza áleer el Suáhelí en caracteres árabes. Su discípulo ledio en recompensa unos SOO jóvenes esclavos y unacantidad considerable de marfil. Ghamees era unárabe de Mascata, y como casi todos los hombresde su clase, bravo, honrado y verdaderamente be-névolo.

Las madres de los árabes nacidos en el continenteson ordinariamente esclavas; por ello estos árabes notienen, por regla general, ni honor, ni probidad, nicelo. Infatigables merodeadores, como los Boers ho-landeses del África meridional, son muy bravos, ácondición de que los indígenas no posean armas defuego. La conversión al mahometismo se reduce á losiguiente: ̂ nseñan á los esclavos algunas oracionesdel Koran en lengua árabe para que puedan matar losanimales, á fin de que sus amos puedan comer lacarne sin temor de mancharse. Después se les poneuna larga túnica de indiana y un gorro de algodón;este es el método para obtener un buen musulmáncon poco trabajo; pero conviene decir que los conver-sos, parecidos á mujeres gruesas en camisa, llegan áser tan embusteros y cobardes como sus amos. Cuandono hay peligro, es difícil saber quién huirá más pron-to, el amo ó el esclavo, y cuidan de llevar siempre latúnica levantada para poder correr más rápidamente.El pobre Ghamees-bin-Abdullah lo supo á costa suya,pues aunque llevaba 80 hombres armados, ningúnesclavo pensó en defender á su amo.

IV.

Antes de daros algunos detalles acerca de la altallanura interior, permitidme añadir que los árabeshabían aconsejado á Speke adoptar el traje femeninode que he hecho mención; pero como valiente que

Page 24: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

344 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 4 8 7 4 .

era se negó á vestirlo. El doctor Roscher, por el con-trario, lo adoptó, y esto contribuyó indirectamente áque perdiera la vida. Vestido de árabe y afeitada lacabeza cual ellos la llevan, ningún indígena le reco-nocía como europeo. Su guia árabe le presentó áMataka, jefe de los Waiyau, como un pobre árabe. Yohabia ido al mismo tiempo que una caravana de nego-ciantes árabes á la extremidad inferior del lagoNyassa, y cuando llegaron á la aldea de Mataka dije-ron al doctor Roscher qne habían encontrado un es-clavo blanco.

Esto ocurría dos meses antes de que el doctorRoscher llegara á las orillas del lago que yo habiadescubierto. Si los árabes que le acompañaban sabíanque era europeo no lo dijeron sino largo tiempodespués á Mataka. Más tarde recorrí el camino quehabia andado Roscher. La multitud corría por todaspartes á mi encuentro para conocerme, y todos decla-raban no haber visto jamás un hombre blanco. Matakamismo lo afirmaba. El árabe que servia de guia áRoscher volvió á Zanzíbar después de la muerte desu amo, y el sultán le envió inmediatamente al inte-rior para exigir justicia contra los asesinos, y cuandoasí lo manifestó á Mataka, contestóle éste: «¿A quéconduce matar á un hombre por el asesinato de un po-bre diablo de árabe?» El guia opinaba lo mismo. Losasesinos creyeron que podían apoderarse tranquila-mente de los vestidos de Roseher y que nadie secuidaría de él. De viajar el pobre doctor Roschercomo europeo, el nombre inglés le hubiera protegidoen todo el país, y acaso viviría aún.

Con frecuencia me preocupaba su suerte y pregun-taba á los indígenas, que siempre recuerdan donde hanvisto un hombre blanco; pero no tenia esperanza dedescubrir el punto por donde habia llegado al lago.Nusseewa, sitio mencionado en el despacho del coro-nel Rigby, fiándose de las declaraciones de los ser-vidores del doctor Roscher, era completamente des-conocido; pero al tin descubrí esta palabra en elnombre del rio Losefa, que vierte sus aguas en el lago,casi enfrente de Kotakota ó Nkotakota, cuya posiciónestá determinada en la ribera occidental. Los indíge-nas de Mataka no pueden pronunciar la letra f. En suboca Losefa se convierte en Losewa. Los árabes ha-cen dura la pronunciación de todos ios nombres, yLosefa viene á ser entre ellos Nussewa ó Rusewa: losgoaneses habian así llegado á pronunciar Nusseewa.El jefe de aquel paraje era muy benévolo para suhuésped Roscher, y cuando murió éste ó̂ ió asilo ásus sirvientes y ayudó después al guia árabe á apode-rarse de los asesinos y conducirlos á Zanzíbar. No fui áLosefa, aunque el sendero desde Mataka conducía áaquel sitio, porque las gentes de Mataka habian hechorecientemente una razia, sin decirlo á su jefe. Este,cuando lo supo, envió á su casa á los prisioneros conlos ganados. Le alabé el acto de justicia, y volvién-

dose triunfalmente hacia sus gentes furiosas por ha-ber perdido el fruto de sus rapiñas: «Veis, les dijo;hasta este hombre blanco aprueba mi determina-ción.»

Toda la planicie situada á 3.500 ó 4.000 pies sobreel nivel del mar es comparativamente fria. La tem-peratura mínima durante la estación seca correspon-diente á nuestro invierno, varia entre 12°,2 centígra-dos y 16°,6 y la máxima es de 23°,3 centígrados. Estatemperatura tan poco elevada no es, §in embargo, unainmunidad completa contra la fiebre. Dicha enfermedadreemplaza aquí á nuestros rehumas y nuestras tisis;pero no es de resultados tan fatales para quien ni esperezoso, ni está obligado á tener vida sedentaria. 'La superficie es ondulada asemejando inmensas olassolidificadas; las crestas de las olas son colinas pocoelevadas cubiertas de árboles y arbustos. Por distintospuntos aparecen redondeadas masas de granito grisclaro, que es en general la roca del país. En las partesbajas se encuentran numerosos manantiales; la hierbaes corta y excelente para los animales, que abundanmucho. Las hierbas que en las tierras bajas y calientesllegan á una altura de cinco ó seis pies, tienen aquíuno ó dos pies. Se cultiva con facilidad el trigo y elarroz, y bastan tres meses para que maduren comple-tamente.

Atendiendo á lo que dicen los indígenas respecto álas estaciones favorables para la agricultura, los mi-sioneros, al poco tiempo de vivir en estas tierras, nonecesitarían recursos de Europa. El cafó crece en es-lado salvaje en Karagew: los Manyuema lo cultivan.La caña de azúcar se cultiva por todas partes. Cuandotuve que detenerme entre aquellos pueblos canívales,no pudiendo caminar á causa de las úlceras que teniaen los pies, machacaba caña de azúcar en el morterode madera de que se sirven los negros, y después ex-traía el jugo apretando los pedazos con las manos.Este jugo, cocido hasta tomar el espesor de la almí-bar, reemplazaba bastante bien el azúcar; pero, á faltade cal para corregir la acidez latente, se conservabapoco tiempo. Me procuraba cebollas y rábanos enabundancia. Los árabes cultivan el naranjo, el limo-nero, el granado, las cebollas, las sandías, el guaya-bo, el manga, el papayer, la curga, y empiezan ya ácultivar la viña. Creo que todas las legumbres deEuropa se darían aquí admirablemente si 3e aprove-chara con cuidado la estación para las semillas y lasllevaran en cajas de hoja de lata para que no estuvie-ran en contacto con el aire.

Los viajeros deben rechazar todos los aparatos in-ventados para su comodidad por pesados, engorrososé innecesarios para quien sabe servirse de sus ojos yde sus oídos. Los únicos objetos necesarios para unmisionero, son algunos útiles ligeros, algunos libros,vestidos, jabón y zapatos. Cuatro vestidos de paño grisme han bastado durante cinco años, y los hubiera po-

Page 25: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 11 LIVINGSTONE.-—LOS HABITANTES DEL ÁFBICA CENTRAL. 345dido llevar mucho más tiempo, porque he visto á losárabes que los habian comprado á mis criados usarlosmucho después de desechados por mí. Un hombreenérgico, amante del trabajo, podría rodearse enseguida de todas las comodidades á poca costa, ypronto comprendería que si abandonaba su patriaera para realizar una noble empresa. Bajo cierto puntode vista, los niales que desoían el África son insupe-rables. Cuando visitó á los makololo y otros pueblosdel interior, creí que se podría regenerar el África, yhacer entre los makololo más que San Patricio ha he-cho en Irlanda; pero ignoraba entonces que me rodea-ban por todas partes los portugueses, y el comerciode esclavos que mantienen, y que parece ser verda-dera maldición del cielo, oponiendo infranqueablebarrera á todos los progresos. Hoy no tengo tanta es-peranza; ignoro cómo se trocará el mal en bien; peroestoy seguro de que así sucederá en último caso porla confianza que me ¡aspira la infinita sabiduría delSoberano de todas las cosas.

Un paquete de números del New Yorck Herald queacabo de recibir me hace ver las cosas con coloresmenos sombríos. El desarrollo del comercio une connuevos lazos á los pueblos que geográficamente estánmás alejados, y el paganismo sólo crece con el aisla-miento. Entre los Manyuema el paganismo aleja álos habitantes unos de otros, y sólo se encuentrancomo nuestros antepasados para batirse. El jefe deuna aldea, compuesta de media docena de chozas, sepasea alrededor de sus plantaciones con un palo en lamano, que tiene en ambas extremidades dos amuletos,y regocijándose al oir que le llaman Mologhwe, jefeó ciudadano libre y soberano, su único deseo consisteen el exterminio de los demás jefes vecinos suyos.Los guias que tomamos para atravesar los impenetra-bles bosques que separan los distritos, contentos yalegres al tiempo de partir, se alarmaban al acercar-nos á las habitaciones humanas, y por nada en elmundo nos querían acompañar á las nuevas aldeas,temiendo, según decian, que los mataran y se los co-miesen. Invitándonos á parar en sus chozas cuandovolviésemos, se apresuraban á regresar á ellas.

¿No quedan acaso algunos restos de este paganismoen nuestros sistemas de pasaportes y de aduanas, yen las diferencias entre las sectas religiosas? Algunoscristianos de ideas mezquinas no quieren, según pa-rece, comprender que los adoradores de Jesús, cual-quiera que sea la secta á que pertenezcan, son supe-riores á los musulmanes , á los budhistas, a losbrahmanes y a los demás paganos. Muchas personasafirman, dejándose guiar de una imparcialidad exage-rada, que la moral del Koran es casi igual á la delEvangelio. Dios nos ordena la humildad, y sin dudaalguna tenemos gran necesidad de ella; pero lo ciertoes que el canal de Suez, el camino de hierro inter-oceánico, los ferro-carriles de la India y del Asia occi-

dental, el túnel del Mont-Cenis, el ferro-carril pro-yectado por el valle del Eufrates, el proyecto deapertura de istmo de Panamá, las líneas telegráficasy los buques de vapor que recorren todos los mares,son obras de los cristianos que combinan sus esfuerzospara hacer del mundo una sola nacionalidad.

La influencia de una nación sobre otra produce casisiempre grandes bienes. La abolición de la esclavituden los Estados-Unidos producirá la libertad de tresmillones de esclavos que hay todavía en el Brasil, yresultará entonces un gran beneficio á esta pobreÁfrica tan castigada, que dejará de ser el desiertodel mundo. A los hombres de Estado filantrópicos y ála prensa corresponde trabajar para que cese el co-mercio de esclavos en la costa oriental de África. Loshombres de Estado deben ser los principales misio-neros.

Confieso que durante largo tiempo les he miradocomo á hombres que tenian por único propósito ejer-cer el poder y procurarse honores, sin que les pre-ocuparan gran cosa los medios de conseguirlo. Noquiero hablar de los vivos; pero las circunstancias mehan obligado á tratar á algunos con intimidad, y entreellos al excelente lord Palmerston, debiendo entoncesreformar mi opinión errónea. Durante catorce añosha trabajado sin descansar para la supresión de latrata de negros en la costa occidental de África, trataque se hacia en grande escala. Mi larga permanenciaen este país perdido, me ha quitado de tal suerte laafición á la política de partido, que sin temor declaroque los grandes hombres de Estado ingleses en mitiempo han dirigido su política á hacer el bien engrandes proporciones. Su constante trabajo y sincerodeseo por hacer el bien y sólo el bien, me inspirahacia ellos profundo respeto, y mientras viva elogia-ré á lordv1>almerston, á lord Clarendon y al presidenteLincoln. Que nuestra raza continúe estas obras ver-daderamente cristianas y acabe para siempre la habi-lidad de los antiguos diplomáticos reducida al deseo deengañarse mutuamente.

La trata en la costa occidental del África ha des-aparecido ya por fortuna, y es preciso que los puebloscivilizados se unan para que cesen los crímenes contrala humanidad que todavía manchan la costa oriental.Si el Virey de Egipto, de acuerdo con su lugarte-niente Baker, logra suprimir el comercio de esclavosen el Nilo, merecerá el título de bienhechor de lahumanidad. Cuanto puedo hacer en mi aislamiento esinvocar la bendición del cielo para cualquiera, seaamericano, inglés ó turco, que ayude á cicatrizar lavergonzosa llaga que todavía corroe una costa delmundo.

DAVID LIVINGSTONE.

Page 26: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

346 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N.° 11

LA INCINERACIÓN DE LOS CADÍVERES.

El destino que debe darse al cuerpo humano des-pués de la muerte, es, á todas luces, una cuestiónsanitaria de la mayor importancia; y fuera lamentableque una falsa delicadeza ó una sentimental debilidadimpidiesen su plena y libre discusión. Sin dada algu-na, los restos de los muertos merecen el mayor res-peto; pero la salud de los vivos debe también tenerseen cuenta. Hace ya unos veinticinco años que el hor-rible descubrimiento de las condiciones miasmáticasde los cementerios de Londres hizo fijar la atenciónsobre este punto. Probóse hasta la evidencia, por lasinvestigaciones que entonces se practicaron, que laacumulación de cadáveres en medio de una ciudadera altamente nociva para la salud de sus habitantes;y se aprobó un acta del Parlamento que prohibía losenterramientos intra-muros. Cerráronse los antiguoscementerios, pútridas masas de cuerpos hacinados,y los enterramientos fueron relegados á cementeriosexteriores situados á varias millas del centro de laciudad. Este fue un remedio eficaz, en cuanto á laparte central de la población. Los habitantes quevivían cerca de los cementerios se vieron libres delas fatales influencias á que antes estaban expuestos, ymientras los cementerios estuvieron aislados y á algu-na distancia de la población, su estado sanitario no ofre-cía cuidado alguno. Hoy, sin embargo, estos cemen-terios van siendo absorbidos por el siempre crecienteradio de la gran ciudad. Algunos de ellos son ya cen-tros de grandes distritos con habitaciones construi-das cerca de sus muros, y otros empiezan á ser ame-nazados también con la misma clausura. Es, pues,innegable que dentro de pocos años los cementeriosexteriores se verán rodeados de una población tandensa como los antiguos intra-muros, ó interesa,por lo tanto, saber si el modo de sepultar los cadáve-res en éstos los hace menos peligrosos que los anti-guos cementerios de la ciudad. Sobre este punto, eldictamen de los comisionados de 1849 no es nada con-solador. Su condenación parece extenderse á todos losfocos de putrefacción. «Podemos, dice, apreciar laparte sanitaria por el simple hecho de que el colocarun cadáver en una fosa y cubrirle con unos cuantospies de tierra, no impide que los gases desprendidospor la descomposición, así como las materias pútridas,atravesando el suelo, se extiendan por el aire ó por elagua subterránea.» Asegura el doctor Playfair quehabia examinado varios cementerios con objeto decerciorarse de si la capa de tierra que cubre loscuerpos era suficiente para absorber los gases pútridosque se desprendían, y halló no ser suficiente. Lasemanaciones fétidas de un cementerio podian apre-ciarse en desagües á 30 pies de distancia, El Dr. Play-fair calculaba que de 52.000 inhumaciones de la me-

trópoli en 1849 (hoy ascienden á 80.000) se despren-dían nada menos que 2.872.B80 pies cúbicos de gas,«todos los cuales pasan, ó al agua subterránea, ó á laatmósfera.» En una palabra, está probado que la cor-rupción envenena el agua y el aire, y que la salud delos habitantes inmediatos á esos lugares se resiente, si-guiéndose consecuencias fatales. La proximidad de uncementerio ocasiona «dolores de cabeza, diarreas, di-sentería, afecciones de garganta y calenturas.» En loscementerios extra-muros, los cadáveres no están tanhacinados como en los intra-muros, y hay tambiénmayor cantidad de vegetación para absorber las ema-naciones. La descomposición, sin embargo, es la mis-ma, y los cementerios van atestándose y viéndose cadavez más cercados por la población creciente, siendoimposible retirarlos más hacia el campo, pues los terrrenos destinados á tal objeto van haciéndose más es-casos, pudiendo suceder que antes de trascurrir muchotiempo nos hallemos con otra crisis tan peligrosacomo la de 1849.

Esta cuestión es indudablemente muy seria tratán-dose de una comarca de área limitada y con grande ycreciente población. Claro está que si un cementerioes bajo todos aspectos necesariamente malsano, y si laúnica razón por la que los cementerios exteriores sonmonos mortíferos proviene de que habite menosgente á su alrededor, el peligro para el público es sólocuestión de tiempo, y fuera locura no estar preveni-dos para ello. Tal vez pueda buscarse otra manera depurificar y desinfectar los ceméntanos; pero lo ciertoes que todavía no ha sido hallada, y bien vale la penade considerar si, después de todo, hay razones paracreer que este sistema de dar sepultura es el únicoque puede emplearse. La cuestión indudablementeafecta más á los vivos que á los muertos, y puede ase-gurarse que si á éstos se apelara, no desearían serconmemorados por la peste sobre la tierra. El puntoesencial que debe tenerse en cuenta es que la diso-lución del cuerpo tenga lugar en condiciones tales,que ni subleve los sentimientos, ni altere la salud delos supervivientes. La momia pertenece á un estadoprimitivo de la sociedad. En Italia y en Francia, elembalsamador practica su profesión, que va cayendoen desuso. El experimento rara vez da completo re-sultado, ni tiene carácter de permanencia, y en todocaso es repugnante y aterrador. El que desee ver todocuanto artificialmente es posible hacer para impedirla descomposición, puede satisfacer su curiosidad enel Musco del Real Colegio de Cirujanos. Allí podrácomparar las antiguas momias de Egipto con los es-fuerzos que la ciencia hace hoy en el mismo sentido.En un estante podrá contemplar á la mujer de Martinvan Butchell, quien como, según decia el testamento,debia poseer una gran propiedad mientras su esposaestuviese sobre la tierra, creyó que lo mejor que po-dia hacer e'ra disecarla para tenerla de adorno dentro

Page 27: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° LA INCINERACIÓN DE LOS CADÁVERES. 347

de su estante. La operación fue practicada en 1778por el Dr. W. Hunter y M. Carpenter, quienes toma-ron grandes precauciones para conservar la forma yfacciones de la difunta, y, sin embargo, nada más re-pugnante y repulsivo que aquellos restos; formasajadas y podridas, con cara de caoba, en la cual bri-llan los dientes, como burlándose de la descomposi-ción que los rodea. Una momia de Australia, seca alealor del sol, representa otro medio de preservación.El cadáver de Jeremías Bentham ha sido tambiénconservado, y su aspecto no es menos horrible. Entodos los países civilizados, los esfuerzos que la cien-cia ha hecho para contener la progresiva descompo-sición, van siendo abandonados, y este método deconservación debe rechazarse. La cuestión, pues, sereduce á saber: ¿cómo si el cuerpo debe volver á suelemento debe esto verificarse? Desde las edades másremotas han venido usándose sólo dos medios. El unosepultando el cadáver en nichos ó en la tierra, y elotro entregando los restos al fuego. Difícil seria de-mostrar cuál de los dos medios es el más respetuosopara el difunto. Nada hay más horrible que el cursonatural de la descomposición. La destrucción por elfuego podrá alarmar á algunas personas timoratas;pero, después de todo, se reduce á quemar los despo-jos del difunto. El objeto en ambos casos es el mis-mo; deshacerse de algo que, por razones físicas y mo-rales, debe desaparecer. En caso de enterramiento losrestos se ocultan á la mirada, pero la descomposi-ción se verifica. En el caso de quemarlos, lo únicoque después queda es un puñado de puras y finascenizas. Dice SirHenry Thompson que la incineración,cuidadosamente conducida, evitaría los peligros sani-tarios de los enterramientos, aunque tuviera peligrospropios; y la verdad es que no puede demostrarse elpor qué ese medio ha de ser más doloroso para losallegados del difunto; y hay razones evidentes, si sereflexiona en más que en el momentáneo tratamientodel cadáver, para acogerlo con entusiasmo como elmejor medio de conservación de los restos humanos.Pregúntese el lector á sí mismo, si no preferiría con-templar los restos de una persona querida en cenizasá verlos en su atahud á los quince dias de fallecida.El sentimiento que esto produce no es otro que eldeseo de deshacerse del cuerpo, sin cometer, digámos-lo así, ninguna violencia con él. Esto, sin embargo,no es sino retardar algunos momentos la gran crisis,pues si el cuerpo no se destruye de un modo se des-truye de otro.

Considerada bajo su verdadero punto do vista lacuestión, tiene más de sanitaria que de sentimental. Nohay razón alguna para que al hombre pensador lo seamás doloroso acompañar una masa inanimada de barroá la puerta de un horno donde pueda ser consumidopor el fuego, que á una fosa en la que se consuma deotra manera; y claro estaque los oficios religiosos po-

drían adaptarse perfectamente á la incineración. ¿Pue-de ésta ejecutarse de una manera decorosa y eficaz, ysin peligro alguno para la salud pública? Hé aqui loque debe dilucidarse, y no es poner en duda las teo-rías de Sir H. Thompson y de los defensores de estesistema, el hacer observar que debe someterse á mu-chas pruebas antes de acogerlo sin vacilar. Sir Henry,que ha practicado el sistema sobre cadáveres de ani-males, dice que un poderoso horno de reverbero con-sume en menos de una hora un cuerpo de peso y ta-maño ordinarios, dejando sólo unas pocas y blancascenizas, purísimas á la vista y al olfato. Confiesa SirHenry que, durante los primeros tres ó cuatro minu-tos de combustión, los gases desprendidos son noci-vos, pero que después de ese corto tiempo dejan deserlo, y que no se percibe olor alguno. Sin embargo,esos gases nocivos no se escapan al aire libre, sinoque se consumen enteramente en un segundo horno.La inhumación semanal en Londres asciende á la ci-fra de 1.600 cadáveres, y la cuestión se reduce á sa-ber si la incineración podría llevarse á efecto en tangran escala, sin producir resultados nocivos ó peli-grosos para la salud pública. Claro está que, por lomenos, serian necesarios aparatos perfeccionados hastael último extremo, y por lo tanto muy caros, y de-pendientes muy diestros ó inteligentes para ejecutar-la. Una incineración mal acabada seria intolerablebajo todos puntos de vista. Hé ahí el punto capital dela cuestión que conviene dilucidar. Hay también otraconsideración digna de tenerse en cuenta, y es elmedio de averiguar después de la inhumación, si lamuerte ha sido producto de un crimen. Un cadáverpuede extraerse de una fosa, pero un cuerpo calci-nado sólo puede representarse por sus cenizas. Paraobviar esta dificultad, Sir II. Thompson propone con-servar duWinte varios años en un Instituto de Medicinael estómago y parte de una de las visceras de todo el»que muere. Esta seria una empresa formidable. Unsistema de inspección especial después de la muerte,podría quizás reprimir el envenenamiento ó la violen-cia; pero la mera mención de estos puntos demues-tra cuan poco maduro se encuentra el proyecto en suestado actual. Una sociedad de incineración mutua(Mutual Cremation Society) se ha formado en Nueva-York, y en varias partes de Alemania este sistema vatambién adquiriendo gran número de adeptos. Peroes evidente que, antes de que llegue á estar en uso,deben resolverse muchos de los problemas que sepresentan al practicarlo. Un escritor francés, con elesprit propio de los de su nación, ha indicado que las«urnas cinerarias llegarían pronto á reemplazar en lasconsolas y chimeneas á los relojes de bronce y jarro-nes de china que hoy las adornan;» y Sir H. Thomp-son ha creido necesario tratar de persuadir al puebloinglés de que las cenizas de los muertos pueden lle-gar á ser un artículo provechoso para explotarlo. «El

Page 28: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

348 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 1 8 7 4 . N.° 11trstar á nuestros muertos, dice, por este medio, pue-de dar á nuestra madre tierra millones de capital,que ella se encargará de devolvernos con los intere-ses compuestos por el depósito.» Muchas personas, sinembargo, estamos seguros, preferirían adornar suschimeneas y hacer producir á sus tierras, sin explo-tar los restos de sus parientes ó amigos con ese ob-jeto. Sólo bajo el punto de vista de reforma sanitaria•es como puede considerarse y discutirse la incine-ración.

(Saturday Review.)

BOLETÍN DE LAS ASOCIACIONES CIENTÍFICAS.

Academia de Ciencias de Paris.20 DE ABRIL.

M. Planchón presenta una Memoria históricasobre la introducción de cepas americanas paraatenuar los estragos del phyllocera. Propone quese aclimaten las cepas americanas en los depar-tamentos invadidos por el phyllocera. La. expe-riencia ha demostrado que las cepas de los Esta-dos Unidos atacadas por el phyllocera no muerenpor la influencia de ese parásito; pero ¿conserva-rían su inmunidad relativa algunos años despuésde ser trasplantadas al suelo de Europa? Paraeste estudio retrospectivo M. Plauchon ha inves-tigado si habia en Francia cepas americanas quetuviesen ya algunos años, y con efecto, ha sabidoque en 1862 y 1863 se plantaron 150 cepas ameri-canas ea una propiedad al lado de Roquemaure,por un negociante que trataba en aquella épocade combatir la invasión del oidium. Pues bien:esas cepas, aunque invadidas por el phyllocera,son vigorosas y producen racimos en cantidad or-dinaria ; su conjunto constituye un verdaderooasis en medio de un país cuyas viñas han sidodestruidas por completo. Este hecho puede darlugar á un triste descubrimiento. Precisamenteen la comarca en que existen esas 150 cepas ame-ricanas fue donde, por primera vez, apareció el phi-llocera, y esto sucedió en 1863, época que coincideexactamente con la introducción de las plantasamericanas. Dos años después, en 1865 , la pro-pagación del phyllocera fue tan grande, que laatención pública empezó á preocuparse por los es-tragos del parásito. Parece, pues, que la impor-tación de las sepas de los Estados-Unidos es 1$que ha introducido en Francia el phyllocera vas-tratrix.

Un agricultor propone reunir en una mismaplanta las cualidades opuestas de las cepas ame-ricanas y las francesas; no estando atacadas lasraíces de las primeras por el phyllocera subter-ráneo, ni las hojas de las segundas por el phyllo-cera exterior, debe procurarse dotar á las cepasamericanas del follaje y de las cualidades de lascepas francesas. Pero este procedimiento ¿es prac-ticable fácilmente?

M. Thenard opina que ese procedimiento sóloes aplicable en el Mediodía, donde no hay másque de dos á cuatro mil cepas por hectárea, y es

imposible en Champaña y en Borgona, donde hayhasta 40.000 cepas por hectárea.

—M. Jamin presenta una pila termo-eléctrica,debida á M. Calmon. Consiste en una lámina dehierro soldado á una placa de una aleación de an-timonio y zinc, y replegada sobre sí misma enforma de corona; basta calentar el centro de lacorona con ayuda de un mechero de gas pavaobtener una gran fuerza electro-motriz , cuyasaplicaciones industriales pueden ser numerosas.Así es que la pila de M. Calmon, de la cual unsolo elemento puede depositar veinte gramos decobre por hora, sirve en el Banco de Francia y enel taller de Gtoupil para la reproducción galvano-plástica de las planchas grabadas. Para mante-ner una corriente constante basta que el mecherode gas tenga una llama igual asegurada por unregulador, del cual M. Jamin presenta un modelo,debido á M. Girón, notable por su sencillez; lapresión del gas es constante porque está reguladaen ese aparato por el peso invariable de una pe-queña campana, por la cual pasa el gas antes dellegar al mechero.

Sociedad de Geografía de Paris.10 DE ABRIL.

El Ministro de Marina hace saber que la mi-sión confiada en Oriente á M. Delaporte , á cuyoéxito ha contribuido ampliamente la Sociedad deGeografía, no ha conseguido su objeto más que enla primera mitad. La expedición na ejecutado enAngcor trabajos importantes; pero M. Delaporte,enfermo del hígado, ha tenido que regresar á Fran-cia. Sus colaboradores MM. Bouillet, Rat y Ju-llien han quedado en Saigon. La expedición está,pues, momentáneamente interrumpida, pero con-tinuará, y el Ministro pide á la Sociedad que sigateniendo los fondos que habia dedicado á esteviaje á disposición de M. Delaporte.

—M. Ami-Boué reílere el progreso científico delimperio austro-húngaro, y da detalles muy inte-resantes sobre la construcción de un nuevo Ob-servatorio en Viena, y sobre el desarrollo de lacartografía austríaca, manifestando también al-gunos temores sobre la suerte de la expediciónde MM. Weyprecht y Payer á Nueva-Zembla. Notienen alimentos y carbón más que hasta Octu-bre, y se teme que para entonces no hayan podidotodavía separarse de sus estudios y "regresar áEuropa.

—M. Duveyrier lee una carta que le ha escritoM. Schweinfurth sobre los monumentos cuyaexistencia le habia indicado en el Norte de África.En las regiones del alto Nilo que ya iia visitadono ha encontrado huellas de razas antiguas. Losnegros siempre han hecho la vida que hoy hacen,sin construir murallas ni resguardos. No se en-cuentra ninguna inscripción ni dibujo alguno.Los únicos monumentos de piedra son muelas ópiedras de molino á brazo, cuyo uso está muy ex-tendido. M. Schweinfurth está hace doce mesesen el gran oasis, donde recoge fósiles. La varie-dad de las formaciones geológicas es sorprendenteen dicho oasis, donde ha recogido, sobre todo,plantas fósiles en gran cantidad.

—M. Devienne comunica las últimas fioticiasllegadas de Zanzíbar sobre la expedición de M. Ca-meron en "busca del cuerpo de Livingstone. Mun-

Page 29: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

N.° 11 SIM0N1N. LA LUCHA POR LA EXISTENCIA. 349

sieur Dillon se habia suicidado en un asceso defiebre, y M. Murphy habia entrado en Zanzíbaren muy mal estado. M. Cameron tenia el pro-yecto de penetrar en el interior, y volver á bajarpor el Congo.

—M. Tissot, ministro de Francia en Marruecos,escribe á la sociedad que, aprovechando la me-jora de la situación política de aquel país, haemprendido un viaje de exploración de Tánger áFez. En su primera carta revela una parte de suitinerario, y habla especialmente de las vias ro-manas y de la antigua estación del lago Cephi-eias, todo lo cual examinará la sociedad.

Sociedad de biología de Paris.25 ABRIL.

M. Prevost expone el resultado de sus investi-gaciones acerca de un nuevo veneno estudiadorecientemente en Alemania por Schmibderg conel nombre de muscarina, y extraído de la falsaOronga (Agaricus muscarius ó Ammanita musca-ria). Este nuevo compuesto tóxico no parece per-tenecer á la clase de los alcaloides; más bien debeser clasificado entre los glycósidos, cuerpos ca-racterizados, como es sabido, por la propiedadde simplificarse, por medio del agua, en diversosproductos, entre los cuales se encuentra la gly-cosa ó materia azucarada. La muscarina en dosispoco elevada (un miligramo en loa perros y enlos conejos) paraliza el corazón por la excitaciónde los nervios y no por acción alguna sobre lasfibras musculares que forman las paredes de esteórgano. Los corazones linfáticos no sufren nadapor la introducción de la muscarina y continúansus latidos. Además de esta influencia sobre elórgano central de la circulación, la muscarinaexagera singularmente ciertas secreciones. Aconsecuencia de la absorción de algunos miligra-mos de muscarina sobreviene un lagrimeo y unasalivación considerables.

Sociedad de geografía de Paris.LA LUCHA POR LA EXISTENCIA.

M. Simonin, volviendo á poner sobre el tapetela cuestión del decrecimiento enorme que senota en las tribus indias de los Estados-Unidos,expone que algunos espíritus evangélicos hanpuesto en duda los resultados que habia publi-cado, fundándose en que los indios pueden rege-nerarse y mezclarse útilmente con los blancos.M. Simonin mantiene sus conclusiones, que des-cansan en cifras numerosas y concienzudamenteestudiadas, y en la inspección de cartas espe-ciales, entre las cuales cita particularmente lacarta de las reservaciones (1), en la que, aparte de25.000 indios medio civilizados, están registradospor territorios todos los pieles-rojas de la Union.Esta carta se publicó en 1868 por el generalSherman, comandante en jefe de todas las fuerzasdel Oeste, y puede ser consultada por la Sociedad.

M. Simonin expone que el decrecimiento es talentre los indios, que dentro de un siglo ó dospertenecerán á la historia, y no quedará ningunoen todo el territorio de los Estados-Unidos, por-

(l) Comarcas reservadasá los indios.

que no solamente no pueden mezclarse con losblancos, sino que tampoco quieren. Aun en estosmomentos, nueve ó diez mil Sioux mandados porNublado-rojo, y siete ú ocho mil Quemados á lasórdenes de Cola-pintarrajeada, se resisten á en-trar en las reservaciones. Una guerra sangrientase prepara, pues, para hacer entrar en orden áesos indios, y esa guerra será necesariamentefatal para aquellos y contribuirá á su aniquila-miento, además del fenómeno fisiológico sobre elcual llama la atención M. Simonin.

El decrecimiente de los pieles-rojas es continuoy progresivo. Volney, á principios de este siglo,calculaba su número en los Estados-Unidos en60.000. En 1870, el noveno censo, hecho con esaamplitud de información y con esa seguridad deestadística que ninguna otra nación ha sabidoigualar, da el resultado de 313.1(12, de los cuales.25.731 eran medio civilizados, 59.367 confinadosen territorios indios, y 228.614 encerrados en co-marcas determinadas ó todavía nómadas. Debeañadirse el territorio del Alaska, recientementeanexionado, en el cual hay más de 50.000 indios.

Los civilizados que viven libremente entre losblancos han disminuido un 42 por 100 en diezaños. En 1860 eran 44.201; en 1865 39.898; en1870 no habia más que 25.731. Ninguna situación,aunque sea tan favorable como la del hermosoclima de California, los pone á cubierto del decre-cimiento. En este Estado su disminución se elevaá 50 por 100 en los diez años. De 32.266 quehabia en 1852, disminuyeron á 17.798 en 1860; yen 1870 ya no quedaban más que 7.241. Si la pro-gresión sigue en el mismo sentido, en el año 1900no quedarán más que 900 indios.

En las comarcas reservadas, y en particular enla de Indian Territory, al Oeste de Arkanzas, en-tre los Creeks, los Cherokees, etc., que tienenimprentas, periódicos, escuelas, tribunales, unaconstitución y una capital, si la disminución pa-rece menor es porque continuamente el gobiernode los Estados-Unidos está enviando nuevas tri-bus. De 1858 á 1866, los 58.000 habitantes hanquedado reducidos á 53.500. El número total seseñala e#esta última época por 59.367, pero hayque deducir los Arrapahoes, etc., recientementeimportados, como en los 62.000 del año 1871 hayque deducir numerosas cuadrillas que la políticadel general Grant arroja sucesivamente al Oestedel Missouri.

En la tercera categoría de indios nómadas,que comprendía 307.842 individuos en 1865, elnuevo censo hecho en 1870 no señalaba más que287.981, revelando por consiguiente una dismi-nución de 20.000 próximamente en cinco años, ósea el 6 \\i por 100.

¿Cuál es la causa de esta extinción progresivade los pieles-rojas? Se ha invocado: 1." las enemis-tades de razas; y es bien cierto que los blancosno han tratado siempre á los indios como herma-nos; 2." las guerras; pero la verdad es que lascostumbres se han dulcificado bastante, y lasguerras entre tribus son cada vez más raras; 3.*ciertas enfermedades, y entre ellas la viruela; estafiebre eruptiva, en efecto, ha ocasionado terriblesestragos en ciertos puntos: los Mandans, porejemplo, han desaparecido casi por completo poresa causa; pero esas epidemias no han sido ge-nerales; 4.° el abuso de los licores fuertes: el co-mercio de estas bebidas está hoy prohibido.

Page 30: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

350 REVISTA EUROPEA. 10 DE MAYO DE 1 8 7 4 .

Según M. Siinonin, hay un fenómeno zoológicomás general por encima de todas esas causas lo-cales, que obra en el mismo sentido. Es unaaplicación de la lucha, por la existencia tal comoDarwin la ha formulado. Por todas partes pordonde el hombre civilizado avanza, el salvajedesaparece. El pueblo cazador que para 300.000hombres necesita un espacio igual á la Europaentera, y 9.000 individuos ocupan un área de 200ó 300 departamentos, debe necesariamente cederlugar al hombre sedentario colocado en condi-ciones morales y materiales muy diferentes. Elpiel-roja desaparece como desaparece el bisonte,y éste se va como se fue el uro (toro montaraz),su congénere de Europa.

M. Simonin expone en seguida la distribucióngeográfica de los pieles-rojas, según la últimaMemoria del comisario de asuntos indios, y da áconocer los procedimientos administrativos em-pleados por los Estados-Unidos con los indios. Laadministración en estos asuntos está desempeña-da por 898 empleados, repartidos en 77 agenciany 24 superintendencias. Estos empleados son cer-rajeros, carpinteros, maestros de escuela, etc.,que enseñan á los indios los oficios manuales.Según M. Simonin, el gobierno de los Estados-Unidos va demasiado lejos en el camino pacíficoque ha emprendido, y ha cometido una gran faltaponiendo en manos de los misioneros las plazasde agentes, superintendentes, etc., no solamenteporque el uniforme de los empleados del gobiernoimpone más que el redingote de los reverendos,sino porque estos últimos, procedentes del clerode doce ó quince religiones distintas, nunca estánde acuerdo, y sus querellas les quita todo el pres-tigio entre los pieles-rojas.

La Memoria de M. Simonin termina dando áconocer los grandes gastos que las tribus impo-nen al- gobierno de la Union. Puede calcularseque este gasto sale anualmente á430 francos porcabeza; pero los yankees opinan que les cuestamenos proteger á los pieles-rojas que extermi-narlos.

Después de la lectura de esta Memoria, M. Se-mallé se esfuerza en demostrar que las tribus in-dias están destinadas á aumentar considerable-mente. Los iroqueses, por ejemplo, eran 3.800en 1870, y llegaron á 5.070 en 1872. Acusa de gro-seros errores á las estadísticas de las oficinasnorte-americanas, y dice, que aunque es ciertoque hoy los pieles-rojas han llegado á su míni-mum, todo hace creer que aumentarán en cuantose acostumbren á la vida agrícola.

M. Semalló hace justicia á la administraciónpaternal del gobierno de la Union, y la cree ins-pirada, no solamente por el progreso de las ideasevangélicas de que habla M. Simonin, sino tam-bién por cierto amor propio en presencia de lasnaciones civilizadas, y sobre todo por considera-ciones económicas. La guerra de los Seminó-las de la Florida costó á los Estados-Unidos45.000 hombres, ó sea, 20 blancos por cada piel-roja, y 7.000 millones de'dollars.

M. Simonin defiende las conclusiones de suMemoria, y dice que no hace más que establecerpara los Estados-Unidos un resultado evidente yprobado en todo el mundo; la lucha por la exis-tencia, en la cual las razas inferiores sucumbenal solo contacto de las razas civilizadas.

BOLETÍN DE CIENCIAS Y ARTES.

El Glascow-Herald da cuenta de los diferentesexperimentos que se han hecho con la dinamitapara los desmontes y roturaciones de terrenos.De todos los ensayos, resulta que la explosión delos cartuchos de dinamita producen gran que-brantamiento de la capa superficial del terreno,y un fraccionamiento suficiente de las piedras, demodo que los trabajos ulteriores se hacen con po-cos esfuerzos. La economía que resulta de estemétodo, comparada con los gastos de fuerza ydinero que exigen los medios u uales, es muyconsiderable, tanto por la poca mano de obra ne-cesaria, como por la rapidez de la operación.

*La exposición bótico-extremeña que se está ce-

lebrando en los magníficos salones del' Alcázarde Sevilla, es notable por muchos conceptos. En-tre los productos agrícolas llaman la atención lospresentados por el marqués de la Gomera, deOsuna, D. Antonio Fernandez Negrete y D. JoséSaenz de Juano. En el ramo de perfumería hapresentado un grande y variado surtido la fá-brica de los señores Tena, hermanos. Entre losproductos cerámicos figuran en primera línea losde Pickman y compañía; y también han presen-tado estatuas, jarrones y otros objetos de méritolos señores Pelli, Perouse y Montalvan, de Tria-na. En objetos -de corcho hay una gran riqueza,llamando mucho la atención un aderezo de seño-ra, que es un trabajo curiosísimo. El cuerpo deArtillería ha expuesto varios productos de susfábricas. En cromo-litografías, trabajos oleográ-ficos y fotografías, hay láminas de gran méritode D. Fausto Muñoz, de Málaga, y artistas sevi-llanos. Los pianos presentados por el señor Ca-vayé son de bastante mérito. D. Miguel Trillo,premiado en la exposición de Viena, ha presen-tado unos preciosos arabescos, que llaman muchola atención. Los artefactos de hierro, acero yotros metales de las fábricas sevillanas de SanClemente, San Antonio y Portilla, son de primerorden.

Un fatal accidente en el camino de hierro deLyon ha producido la muerte de M. de Billy, in-geniero jefe de minas, y uno de los miembrosmás activos de la Sociedad geológica de Francia.

También ha fallecido M. Engelhart, que se ha-bia hecho célebre en Francia por sus trabajosgeológicos en Alsacia.

* *M. F. Galton acaba de publicar en Inglaterra

una estadística de los hombres de ciencia de laGran Bretaña, de la cual resulta que hay actual-mente un sabio por cada 10.000 habitantes, pro-porción enormemente favorable al progreso de laciencia en Inglaterra.

Al publicar su estadística M. Galton hace al-gunas consideraciones sobre la educación, lascualidades y el régimen de los hombres de cien-cia, y entre ellas encontramos la muy curiosa deque la eijergía está en proporción inversa de ladimensión de la cabeza. La circunferencia media

Page 31: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

BOLETINES.—NOTICIAS.—BIBLIOGRAFÍA. 351

de una cabeza inglesa es de veintidós pulgadas ycuarto á veintidós y media, de cuya dimensión nopasan más que ocho sabios de los comprendidosen la estadística de M. Galton. Trece tienen me-nos de veintidós pulgadas y media, y los demás seencuentran al nivel de sus conciudadanos. La po-sición que ocupan los de cabezas pequeñas y losque las tienen grandes, en el mundo de la cienciaes igualmente buena según la estadística; pero laenergía, en el carácter y en el estudio, es muy pro-nunciada en los trece de cabeza pequeña, mien-tras que de los ocho cuya circunferencia excedede veintidós pulgadas, sólo hay uno que tengaalguna energía.

M. Galton ha hecho su estadística, que com-prende también la capacidad, la inteligencia, laeducación, las aficiones innatas, las costum-bres, etc., etc., por medio de un extenso interro-gatorio, al cual han ido contestando los sabiospor medio de cartas. Para que no se eche á bromael trabajo de M. Galton, debemos decir que suestadística y sus consideraciones forman parte deuna conferencia que ha dado en el Instituto Bealde la Gran Bretaña en el mes de Abril último.

Continúan los preparativos para la apertura,que ya no puede tardar muchos dias, de la expo-sición de productos de la región Este de España.Artes, industrias, agricultura, son los tres ramosprincipales que contribuyen á la exposición, sinperjuicio de otros. Hasta ahora se han recibido619 bultos, remitido por 150 expositores de Bar-celona. La fabricación de pianos, que tan adelan-tada se halla en Cataluña, estará representadadigna y abundantemente.

El 17 de este mes se celebrará la exposición deflores dispuesta como preliminar de la general. Eljurado que ha de otorgar los premios se compon-drá de señoras.

El naturalista colombiano doctor Quinaguina,en la última excursión que ha hecho á la cordi-llera de los Andes, ha encontrado casualmenteen una mina, explotada tal vez en tiempo de laconquista, una vicuña petrificada, cuyas dimen-siones exceden extraordinariamente á las másgrandes que se han visto en aquellos lugaresfrios; dos cabras con cuernos pintados, con laparticularidad de que del centro de la columnavertebral les salia un cuerno dentado de un piéde longitud, y un cóndor, cuyo cráneo es másgrande que el de un hombre, teniendo en el fron-tal dibujado el sol y la luna.

Todas las propuestas de pensionados de méritoy ordinarios para la Escuela de Bellas Artes enRoma, hechas por la Academia de Bellas Artes,han sido aprobadas por el Ministro de Estado,exceptuando únicamente la del pintor D. Ri-cardo Navarrete, que continúa sin resolverse, ápesar de dos informes favorables de la referidaAcademia.

BOLETÍN BIBLIOGRÁFICO.

NUBES Y FLORES. Versos de D. Fernando MartínezPedrosa. Un tomo en 8.° de 200 páginas, ediciónde lujo, con el retrato del autor. Madrid, 1874.

«Bl Sr. Martínez Pedrosa parece un poetaclásico por la forma de todos sus versos, y ro-mántico por la tendencia de algunas de sus com-posiciones. Este eclecticismo literario le da uncarácter de poeta de transición, que, como el es-tilo de Verdi en la música, flota indeciso entre laescuela melódica tradicional y las tempestades dearmonía del arte moderno.»

Así se expresa el Sr. Campoamor en el prólogode la expresada obra, después de decir que nosabe á qué escuela literaria pertenece como poetael Sr. Martínez Pedrosa. Pero no tarda el insigneautor de las Doloras en emitir opinión más concre-ta, y afirma, á renglón seguido, que en materia deforma literaria, Pedrosa tiene una perfecta subor-dinación clasico-literaria y un estilo doblementeatractivo, porque escribe con una naturalidad yun buen gusto que encantan.

La escuela del Sr. Martínez Pedrosa, que pro-cura descartarse de la hojarasca de lo que sellama el lenguaje poético, es un progreso hacia labuena poesía, según afirma el Sr. Campoamorponiéndose en frente de la opinión de D. AlbertoLista, ó increpando algo duramente al autor delas Lecciones de literatura española, por sus cen-suras á Iriarte y á Sainaniego. Marte creia, y conrazón,—añade Campoamor,—que la buena poesíadebe ser de tal manera, que un período poético nose puede escribir en prosa con menos palabras nide un más natural; y á esta meta de perfección esá la que tiende la índole poética del Sr. MartínezPedrosa.

El Sr. Campoamor nos habrá de dispensar queal dar cuenta de la aparición de este libro lo ha-gamos únicamente con sus frases y palabras;¡.quién mejor que él puede haber formado juicio,habiendo tenido que leer y examinar detenida-mente tofías sus páginas para escribir el belloprólogo que sirve de introducción?

Lleva también el libro unos apuntes biográficosdel autor, escritos por D. Manuel Juan Diana, yun magnífico retrato del Sr. Pedrosa, copia engrabado de un dibujo del malogrado Rosales.

LUCAS GÓMEZ, por José Puig Pérez. Un tontito de160 páginas, con una lámina. Biblioteca de nove-las humorísticas. El picaro mundo. Madrid, 1874.

Escrita sin pretensiones la obrita de que nosocupamos, revela, sin embargo, la corrección deestilo que distingue al Sr. Puig, y pone de mani-fiesto, una vez más, el estudio que ha hecho delos tipos y costumbres de nuestro país, y la es-pontaneidad de concepción y. de expresión de queha dado muestras en otras novelitas, y entreellas en la titulada Coche y palco, que perteneceá la misma biblioteca. Las demás obras publica-das hasta ahora en esta colección están firmadaspor los señores Sepúlveda, Moja y Bolívar, Gil,Monreal, Labaila y García del Real.

Page 32: REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid · mo, así como la del Politetismo greco-romano, son fenómenos muy dignos de estudio y meditación! Besulta, hecha esta eliminación, que hoy

352 REVISTA EUROPEA. 1 0 DE MAYO DE 4 8 7 4 . N.° 11

ANDRÉS EL SABOYAHO, por Oh. Paul de Koc%. Dostomos de la BIBLIOTECA FESTIVA. Madrid, 1874.

Medina y Navarro, editores.

Una de las novelas más interesantes y con-movedoras del popular Paul de Kock es, sin dudaalguna, Andrés el saloyano, que, sin dejar de llevarel sello particular de su autor, pertenece másbien al género de la novela de sentimiento. Su in-terés es tal, que conmueve y hace sentir frecuen-temente, y á pesar de ser bastante larga, tantoque comprende dos tomos de bastante lectura dela Biblioteca festiva, no decae ni un sólo momento,y suplan, sus resortes, sus elementos de interés,llegan hasta el desenlace, agradando siempre yteniendo suspenso al lector hasta las últimas pá-ginas.

# *

A LA MEMORIA DEL INVICTO GENERAL MÉNDEZ N U Ñ E Z .

Marcha fúnebre para piano, por N. Toledo, 4 pá-ginas en folio y portada. Madrid, Toledo, editor.

¡A ROMEA! Recitado al piano, música de N. Toledo,letra de Felipe Borras, i pág. en folio. Madrid,Toledo, editor.

VILLANCICOS, á dos voces y coros con acompañamien-to de piano, por Nicolás Toledo. 6 pág. en folioMadrid, Toledo, editor.

ANALES DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NA-

TURAL.—Se publican por cuadernos; los de cadaaño forman un tomo en 8.° de unas 500 páginascon fac-símiles, mapas y láminas grabadas ó ilu-minadas. Se han publicado los tomos I y II cor-respondientes á 1872 y 1873, y está en prensael III.

Contiene el I: Circular de lo» socios fundadores.—Reglamento d¿ laSociedad.— Poey. Plantilla descriptiva ictiológica.—Colmara. Fumaria-ceas de EspaBa y Portugal.—Jiménez de la Espada. El volcan de An-sango.—Solano y Eulate. Noticia sobre una piedra meteórica de Mur-cia.— Jiménez de la Espada. Nuevos batracios americanos.—PérezArcas. Especies nuevas ó críticas de la fauna española. Primera y se-gunda parte (con tres láminas en acero).—Jiménez de la Espada. Sobrela reproducción del «Rhinodema Darwini.»—Solano y Enlate. Cirtasinéditas del barón Alejandro de Humboldt.— Jiménez de la Espada. Unautógrafo del aba.e Spallanzani.—Solano y Enlate. Noticia sobre unhierro meteórico de la isla de Cuba.— Vilanova y Piera. Lo prehistóricoen España.—Gimdlach. Catálogo de los mamíferos cubanos.—Sharp.Descripciones de t-lgunas especies nuevas de coleópteros.—Vhagon. Adi-ciones al trabajo anterior del Sr. Sharp.—Colmeiro. Un trabajo inéditode D. Francisco José de Caldas.—Colmena. Genisteas y Antiiídeas deEspaña y Portugal.—Actas de la Sociedad Espalóla de Historia natural.—Lista de los señores socios.

El tomo II contiene: Naranjo y Garza. Paleontología é historia deltrabajo subterráneo (minas de Santander). Colmeiro. Dos cartas deBon-pland y una de Humboldt.—Costa. Ampliación al catálogo de planta»de Cataluña, publicado en 1864. Primera parle.—Colmeiro. Prolificacionobservada en dos pifias del pino doncel (Pinus pineaL.)—Putzeis. «Ce-lia nitidiuscula.» —MarUntz y Saez. Datos sobre algunos coleópterosde los alrededores de Cuenca.—Poey. «Evoxymetopon taeniatus.»—Gundlach. Catálogo de las aves cubanas.—Fernandez de Catiro. «Aeto-batis Poeyii.»—Bolívar. Ortópteros de España nuevos ó poco conocidos.

—Martínez y Saez. Nota sobre mamíferos americanos.—Quiroga y Ro-dríguez. La teruelita.—Líanos. Nueva descripción del pa sac (Mimusopserythroxylon Boj.)—Colmeiro. Rosáceas de España y Portugal.—Lande-

rer. Explicación del cuadra sinóptico de los tiempos primitivos.—Areitio

y Larrinaga. Materiales para la flora fósil española.—Areiho y Larrl-

naga. Descripción de la dusodiia de Hellin.—Areitio y Larrinaga.

Nueva variedad bacillar de exantalosa.—Areitio y Larrinaga. Ciempo-zuelita, nuevo sulfato de cal y sosa.—Quiroga y Rodríguez. Hausmanni-ta de Asturias.—Solano y Enlate. Noticia acerca de un aragonito r.o-

ralóideo.—Poey. «Grammicolepis brachiusculus,» tipo de una nueva fa-milia en la clase de Sos peces.—Martínez y Saez. Descripciones de co-leópteros de España.—Actas de la Sociedad Española de Historia natu-ral.—Lista de los señores socios.

PROPIEDAD LITERARIA. Lista de las obras presen-tadas en el Ministerio de Fomento en el mes deFebrero de 1874.

Díaz Benito.—Tratado completo de cirujía menor, 4 t. 8.°Díaz Pérez.—Opúsculo de la historia de Talavera la Real, 1 t. 8.°—Memoria de ia fábrica de calzado de Soldevilla, 1 t. 4 . a

— Anteproyecto de ia Exposición de Madrid para 1874. 1 1. 4."Rato Ilevia.—Historia de España, compendiada, 1 t. 4.°Velazquez.—El diluvio, cuadro cómico, 4 a.Navarro.—Lazo de amor, comedia, \ a.Rodríguez Rubí.—Fiarse del porvenir, comedia, 4 a.Torróme.—Luchas civiles, drama, \ a.Rinchan.—La Colegiala, zarzuela, 1 a.Blasco.—Le mujer de Ulises, juguete cómico, 1 a.Bardan.—Los estanqueros aéreos, zarzuela bufa, 1 a.Zumel.--He matado al mandarín, juguete cómico, 4 a.Eguilaz.—El molinero de Subiza, zarzuela, 3 a.Zamora.—Morirse á tres días fecha, juguete cómico, 2 a.Pina.—Lo sé todo, juguei-e cómico, 2 a.Liern.—Pedro el veterano, zarzuela, 1 a.—El retrato de Macaría, juguete, 4 a.Alvarez Marina.—Gramática elemental española, i t. 4.°Fors Casamayor.—Edita de Belcourt, melodrama, 4 a.Fetis.—La música al alcance de todos, 1 t. 8.°

Llorens.—El Criador del universo, 1 t. 8.°, Barcelona.Florn.—Arquitectura alemana, 1 t. f.°, id.Bergues.—El progreso, 4 t. 8.°, id.Flammarion.—Lumen, historia de un cometa, 3cuad., id.Moreno Cebada.—Historia de la Iglesia, 4 cuad., id.Montané.—La construcción al alcance de todos, 4 t. 4.", id.Peratoner.—Los peligros del amor, 4 t. 8.°, id.Facerías.—Consultor de la maquinaria, 2 t. 4.°, id.García Vivanco.—Brahma, baile, id.Alvarez.—El previsor, 4 t. 8.°, Burgos.Ramírez Areilano.—Paseos por Córdoba, 1 1 . 4.°, Córdoba.López Romero.—Programa de derecho romano, 4 t. 4 .° , Coruña.David.—Nuevo silabario-caton, 1 t, 8.°, id.— Cartilla ordinaria y métrica, 11 . 8.°, ¡d.Valle.—Mysteria Sanctíssimi Rosarii, 1 t. 4.°, León.—Geografía descriptiva, 1 1 . 8.°, id.Ruiz Gómez.—Legislación del notario en Cuba, 4 t. 4 .° , Málaga.Tapia.—Manual de policía judicial, 1 1 . 8.°, Tarragona.Reynal.—Nociones de correspondencia mercantil, 1 t. 4 .° , id.Montells.—Elementos de fisiología é higiene. I t. 4.°, Sevilla,Zarzuela.—Guia de Sevilla, 4 t. 4 .° , id.Soüs.—Dibujo lineal con aplicación á las a r t e s , l t . 4 .° , Valencia.—ídem con aplicación al corte de ropa, 1 t. 4.°, id.—Nociones de geometría y dibujo, 1 t. 8.°, id.Millas.—Sota, caballo y rey, 1 t. 4 .° , id.Capilla.—Un adres del Baratillo, 1 t. 4.°, id.Mateu.—Formulario médico de las familias, 1 t. 4 .° , id.Campa.—Calendario de la preñez, 1 t. 8.°, id.

Magasln d'education et recreation, 4 ntím.Merímóe.-—Lettres á une inconnue, 2 t. 8.°Barbier.—Jéanne d'Arc, drame, 5 a. 1 t. 48.°Gordinet.—Le Chef de división, comedie 3 a. i t. 18.°Achard.—Madame de Villerxel, 11 . 18.°Rounat.---La chambre bleue, comedie, 1 a. 4 t. 18."Acbard.—La vipere, 1 t. 48.°Jorge Sand.—Le Chateau de Pictordu» I t. 48.°Malol . - Clotilde Martory, I t. 18.°Millaud.— La Quenouille de verre, opera bouffe, 3 a. 1 t. 18.°Merimée.—Dernieres nouvelles, 1 1.18.°Moliere.—Manuel du Tiicot, 1 1 . 8.°

I Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo. Rubio, 25.