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Coro Edo. Falcón, Junio de 2013 Volumen 1 Abiertas Pre-Inscripciones al Conservatorio de Música de Coro!!! La Orquesta Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela va a Salzburgo!!! La Historia de un Clarinete

Revista maria zerpa

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FALCÓN MUSICAL Tu Revista Mensual de las Noticias más resaltantes del acontecer musical y todo lo relacionado al Conservatorio de Música Santa Ana de Coro

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Page 1: Revista maria zerpa

Coro Edo. Falcón, Junio de 2013 Volumen 1

Abiertas Pre-Inscripciones al Conservatorio de Música de Coro!!!

La Orquesta Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela va a Salzburgo!!!

La Historia de un Clarinete

Page 2: Revista maria zerpa

CONSERVATORIO DE MUSICA SANTA ANA DE CORO. [email protected]

EDITORIAL: Contenido Musical

Información de los acontecimientos en el reconocido Conservatorio

de Música Santa Ana de Coro, apoyando su valioso trabajo y

enalteciendo su esfuerzo por agradar al público.

Introducción:

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Pre-Inscripciones abiertas para el Conservatorio de Música.

Venezuela sacurdirà Salzburgo con la Orquesta Sinfónica Nacional Infantil, en la cual Falcón contará con 8 representantes

Historia de un clarinete! Gran cuento que posee gran reflexión, trata de un niño que recoge de un basurero un instrumento principal que lega a ser el protagonista de esta historia que culmina con el nacimiento de un amor entre un músico y una pintora.

Page 3: Revista maria zerpa

Las Pre-Inscripciones están abiertas para niños y niñas en edades comprendidas de 6 a 11 años de edad

El Conservatorio de Música Santa Ana de Coro ya inició el ciclo de Pre-Inscripciones desde el 1 de junio para los niños y niñas en edades comprendidas entre seis (6) a once (11) años de edad. Si estás interesado en que tu hijo o hija pertenezca al Gran Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela acércate a las instalaciones del Conservatorio de Música de Coro en el Ateneo de Coro y Pre-Inscribelo, la fecha de cierre de éste proceso será hasta el sábado 29 de junio del año en curso.

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Page 4: Revista maria zerpa

La Sinfónica nacional está conformada por 82

niñas y 126 niños, de entre ocho y trece años,

que han recibido formación musical desde muy

corta edad

Este sábado, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar

cierra su exitoso paso por el afamado Festival de

Salzburgo, en Austria, pero la representación

venezolana continuará su marcha hasta el 11 de

agosto. Tras el paso de la Orquesta Teresa

Carreño, de la Sinfónica Juvenil de Caracas y de

la Coral Nacional Simón Bolívar, le toca el turno a

la Orquesta Nacional Infantil y el Coro de Manos

Blancas.

De este modo, el país llevará a la cuna del genio

Wolfgan Amadeus Mozart a un total de 1.400

venezolanos que han hecho de la música su

forma de vida, como parte del Sistema Nacional

de Orquestas.

Para el célebre director venezolano Gustavo

Dudamel, cuando Salzburgo conozca a los niños

de esta orquesta, que el 10 y 11 de agosto

ofrecerá sus recitales, además de un ensayo

público el 7 del mismo mes, la ciudad “se caerá

completamente”.

“Cuando toquen a Gustav Mahler y la música

latinoamericana, Salzburgo va a caer a los pies

de esos niños. Es el reconocimiento justo a

nuestra niñez, a nuestra juventud, y al trabajo de

ellos, que han estado forjando sus vidas a través

de la música”, expresó este viernes, al concluir un

histórico concierto de la Gran Misa en Do Menor

de Mozart, en la Abadía de San Pedro de esta

ciudad, el mismo templo donde la estrenó el

músico hace 230 años. Es la primera vez que una

orquesta foránea hace esta interpretación,

tradicional cada año en el marco del festival.

Para el fundador de este proyecto de Sistema de

Orquestas de Venezuela, el maestro José Antonio

Abreu, la Sinfónica Infantil “va a cerrar con broche

de oro esta participación de Venezuela. Va a ser

dirigida por director de la Filarmónica de Berlín,

Simon Rattle, y nada menos que con la primera

sinfonía de Mahler”.

“Va a ser un acontecimiento europeo y mundial”,

manifestó confiado, con el orgullo fresco del

segundo concierto de la Simón Bolívar en la

iglesia de San Pedro, que consideró como una

“gran victoria artística, en que la juventud

venezolana muestra su inmenso talento artístico,

su disposición al trabajo, la disciplina ejemplar

que han mostrado y se ve su resultado técnico”.

La Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela

constituye, junto a la Orquesta Sinfónica Simón

Bolívar de Venezuela, la agrupación fundamental

en la pirámide artística del Sistema Nacional de

Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles. Nació

en 1995, con una selección de los mejores

estudiantes de música de todos los núcleos.

Está conformada por 82 niñas y 126 niños, de

entre ocho y trece años, que han recibido

formación musical desde muy corta edad.

Texto/AVN

Salzburgo caerá a los pies de la Sinfónica Infantil de Venezuela

La Sinfónica nacional está conformada por 82 niñas y 126 niños, de entre ocho y trece años, que han recibido formación musical desde muy corta edad

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Page 5: Revista maria zerpa

Nací en un campo del sur de La India hace varios años, allí, se escuchaba el cantar de los pájaros, se sentía la suave caricia del viento que movía las ramas de los árboles, formaba parte de un hermoso y frondoso árbol llamado Ébano, que contiene una madera muy densa, de color negro muy intenso, de alta densidad, se hunde fácilmente en el agua, de una buena textura, con una gran capacidad de pulido, muy sana y valiosa. Un buen día, sentí un fuerte y certero golpe propinado por un hombre y caí a suelo, me recogieron, me llevaron a un depósito, luego a una bodega de un barco, así llegue a otras tierras, allí me depositaron en un lugar donde había ruido todo el día, luego de nuevo la mano de un hombre me depositó en un especie de mesa y de nuevo me partieron en pedazos, esta vez, me dividieron en una forma más rápida y luego uno de mis trozos fue sometido a unos tratamientos con líquidos muy olorosos, me alisaron la estructura original que poseía, abrieron una serie de perforaciones en mi superficie y una perforación también abrieron en todo mi interior; luego pintaron de un negro mas intenso y brillante mi exterior. De allí me llevaron a otro sitio y en este agregaron a mi superficie, en las perforaciones, una serie de piezas de metal, también brillantes. Al terminar este proceso, las manos que me tocaban, eran mas delicadas y dulces que todas las anteriores, las voces que oía y no comprendía, así como los ruidos eran menos fuertes, ya no eran los gritos de antes y en el ambiente se podía percibir un sonido agradable, que luego conocí con el nombre de Música. Mi estructura externa quedó integrada por varias partes llamadas: Boquilla: en la parte superior de mi estructura; Barrilete: Es la parte que antecede a La Boquilla; un Cuerpo Superior: donde según oí, servía para colocar la mano izquierda; Cuerpo inferior: donde afirmaron se colocaría la mano derecha y allí se encontraba la parte del mecanismo que estaba adherido a mi estructura. Esta descripción, la escuché a una voz grave que al tocar cada parte de mi cuerpo explicaba de que estaba contenido y también a esa misma voz, por primera vez, le oí pronunciar mi nombre al decir: Esta es una pequeña trompeta, que llamaremos Clarinete. Luego me llevaron a una boca, esta empezó a soplarme desde la Boquilla, el aire penetró en mi interior, unas manos me acariciaron y apretaban y empezaron a tocar las piezas brillantes y yo, a producir sonidos que calificaría de agradables. Después de este proceso, me introdujeron en una especie de estuche, también de color negro, luego me sacaban, volvían a producir sonidos soplándome, dejaban de hacerlo y de nuevo me guardaban. Cada día me sacaban más y más, los sonidos se oían mejores, una vez, sentí muchas voces, me sacaron del estuche, produjeron largos sonidos, muy hermosos y cuando dejaron de producirlos, oí unos sonidos distintos a la música y era que muchas personas, juntaban las palmas de sus manos y lo hacían con mucha fuerza, luego me enteré que el nombre de ese sonido era aplausos. Más o menos, ese es mi origen. Lo que ha ocurrido después, es normal en la vida de un instrumento, formo parte de una orquesta sinfónica, sirvo para la interpretación de melodías, mi ubicación dentro de ella, está en la Sección Viento- Madera, junto a la Flauta, el Oboe, el Corno Inglés y el Fagot. Dentro de la familia de los instrumentos de viento, formo parte de lo que llaman: El viento soplado de lengüeta simple. Soy un instrumento feliz con mi oficio, he llevado felicidad a mucha gente y he recorrido gran parte del mundo, estoy unido por lazos muy grandes a la persona que me usa para interpretar melodías. De todas las interpretaciones que han realizado conmigo, hay una que podríamos decir, es mi favorita: El Concierto en La mayor para Clarinete de Wolfgang Amadeus Mozart, eso me llena de vida y me hace agradecer a Dios, el haberme convertido en lo que soy. Cuando lo interpretan a través de mí, me elevo en el plano espiritual, me siento en el aire, una nube de felicidad y paz me rodea y siento un deseo de hermandad entre los hombres y los instrumentos musicales. He tenido varios dueños, con todos he sido feliz, una vez, encontrándome dentro de mi estuche negro, sentí un golpe extraño, luego un silencio, pasaron los días y me extrañaba que no me sacaban del estuche, sentí un gran calor, luego de varias horas, sentí frío, al rato de nuevo el calor y así transcurrió un largo período, hasta que un día, alguien levantó mi estuche, lo abrió, era una cara que no conocía, no era ninguno de los dueños que había tenido, entonces, cerro el estuche y sentí que me llevaban. Me depositaron en un lugar. Oí unas voces; una decía, ¿que trajiste?, otra contestaba: Un instrumento musical que estaba tirado en la calle, parece que sirve, aunque es un poco viejo, mañana, lo llevo casa del profesor Borromè a ver qué opina. El Profesor Borromè, era un hombre moreno, alto, de unos setenta años, callado, muy cortés, de voz baja, siempre con una sonrisa en los labios, le gustaba componer y escribir poesías; tenía en la ciudad una pequeña escuela de música, era un músico jubilado, había pertenecido a la Sinfónica más importante del país, fue uno de sus solistas y llegó a ser su Director. Hacía diez años que se había jubilado y retirado de la orquesta, pero no pudo abandonar su pasión por la enseñanza de la música, así, que fundó una pequeña escuela y allí, día a día, impartía clases de música gratuita a las personas que querían aprender a tocar un instrumento. Sixto, era un joven estudiante, tendría unos quince años, estaba lleno de sueños, en las tardes pasaba frente a la escuela del Profesor Borromè y oía los instrumentos musicales que estaba enseñando a tocar el profesor y en silencio, se extasiaba con las interpretaciones de los alumnos y en el fondo, deseaba el poder aprender a tocar uno de ellos. Sixto, también amaba la poesía y escribía versos de amor en una pequeña libreta que le inspiraba una niña morena, de nariz perfilada, de pelo ensortijado, de dulce voz, versos estos que mantenía en secreto y que un día la ansiedad lo invadió y se los leyó a sus amigos: Sagibel y Abel, a quienes exigió no hacer de ello ningún comentario. Abel, era reservado, pero Sagibel, se emocionó tanto con los versos de Sixto, que se los aprendió y los recitaba cuando veía pasar a la niña morena, de nariz perfilada, de pelo ensortijado y dulce voz, sin decir quien era el poeta. Sixto, fue el niño que consiguió el instrumento en un estuche, abandonado en una calle y un día en la mañana, llegó muy temprano a la Escuela de Música del Profesor Borromè. Entró en silencio, temeroso de hablar con el profesor y este al verlo entrar le dijo: ¿A ver, a quien tenemos por aquí tan temprano con ese paquetico algo estropeado? A lo que el niño responde con cierta timidez y voz baja: Mi nombre es Sixto, Profesor, quería enseñarle esto que conseguí ayer en la calle. Vamos a ver, dice el Profesor y toma el estuche en sus manos, lo abre y al ver su contenido, una emoción recorre su cuerpo y a su memoria, acuden una serie de recuerdos gratos y dice: Caramba Sixto, esto es una pequeña trompeta, un Clarinete, es un gran instrumento, con el, se pueden interpretar melodías superiores al canto de los ángeles y con ellas alabar al Altísimo, debes sentirte orgulloso de tenerlo, pues si lo conseguiste, te pertenece. Lo observó detenidamente, analizó la boquilla, el barrilete, el cuerpo superior e inferior, lo sopló y al hacerlo salió un dulce sonido que maravilló a Sixto y le dijo: Sixto el Clarinete, está en perfecto estado, lo que requiere, es que lo usen, lo toquen. Sixto no sabía que decir, estaba impresionado y pregunta: ¿Usted cree que pueda tocarlo? Y el Profesor Borromè, emocionado le dice: Claro, hijo, ven cuando quieras y te iré enseñando, eso sí, ¡necesitamos constancia y disciplina! ¿Cuando quieres comenzar las clases?. Sixto contesta, ¿Usted cree que podamos empezar mañana? Te espero mañana, contestó el Profesor y ambos se despidieron. Sixto, buscó a Abel y Sagibel y les comentó su entrevista con el Profesor de Música y su decisión de asistir a clases a partir de mañana. Al día siguiente, Sixto, habla con su maestro Arnaldo y le dice que esa tarde va a comenzar las clases de música al salir de la escuela y su maestro le informa que le parece muy bien, pero eso si, no vayas a descuidar tus estudios, voy a estar pendiente. Al salir de la escuela, al mediodía, vio a la niña de piel morena, de nariz perfilada y cabello rizado y con cierto temor, la saluda y le comenta que esa tarde, va por primera vez a asistir a una clase de música y ella le contesta: Que bien, Yo, asistiré a una clase de pintura y se despidió. Eran las dos de la tarde, cuando Sixto, llegó a la clase con el Profesor Borromè, este lo saludó con gran cariño, lo abrazó, le dio la bienvenida y lo presentó a los que a partir de ese momento, serían sus compañeros en las clases de música. Se sentía en un nuevo mundo, lo primero que le enseñaron ese día, era algo cuyo nombre oía por primera vez: Teoría y Solfeo, le hablaron de las notas musicales: do, re, mi fa, sol… etc., le explicaron que ese era un idioma universal y de la importancia que tenía para la interpretación mediante cualquier instrumento. Después de dos horas de clase, el profesor Borromè, con gran cariño, lo despidió hasta la tarde siguiente. Esa misma tarde, se encontró con la niña de piel morena, nariz perfilada y cabello rizado, al verla sintió un escalofrío, quería comentar su experiencia en la clase de música y las palabras no le salían y fue ella quien tomó la iniciativa y dijo: ¿Cómo te fue en la clase? ¡Muy bien contestó! Y ella agregó: A mí también, me encantó la clase de pintura y sonriendo expresó: Me siento como en otro mundo, el profesor es muy gentil y con una expresión de alegría. Creo que voy a ser muy feliz en esa escuela. Sixto, se le queda mirando, sintió un calorcito al oírla hablar, pensó para sí: Como me gusta esa expresión, ella no tiene idea de mi amor y no me atrevo a confesárselo; sólo dijo: Me alegra. Transcurrió el tiempo, cada uno fue progresando en su aprendizaje y la amistad entre ambos aumentaba y se hacía cada día más sólida, pero nada de hablar de amor. Al llegar el final del año escolar, los alumnos de la escuela de música y los de la escuela de pintura, debían presentar un examen que consistía, para Sixto: interpretar en el templo varias piezas con el Clarinete y para la niña de piel morena, exponer sus pinturas en un salón. Llegó el día y Sixto, algo nervioso, le pidió a la niña de piel morena, que asistiera al concierto y él, interpretó: El concierto para Clarinete de Mozart. El templo estaba lleno de personas, entre ellos, sus padres, el Maestro Arnaldo, sus amigos: Abel y Sagibel, el Profesor Borromè y por supuesto: La niña morena de pelo ensortijado quien vestía un traje de color azul cielo, muy hermoso y con una bella sonrisa dibujada en los labios. Sixto, algo nervioso, subió al escenario, fue recibido con un gran aplauso y comenzó la interpretación, todo el público asistente, guardó absoluto silencio. Sixto a medida que tocaba, sentía una gran emoción, estaba concentrado y tocaba y tocaba, todos estaban encantados por la calidad de interpretación. Había ensayado tanto ese concierto que no necesitaba mirar la partitura y así fue desarrollando la interpretación, estaba concentrado, solo miraba el Clarinete. Sus manos, sus ojos, su mente, integraban una gran unidad, se sentía como en una burbuja, no sentía el público, de pronto, se fue relajando, alzó la vista y vio a sus padres que le dirigían una mirada llena de bendiciones, el Maestro Arnaldo, lo estimulaba con su mirada, el Profesor Borromè, estaba como levitando de la emoción, Abel y Sagibel, se veía que no soportaban las ganas de aplaudir. Terminó la interpretación y todo el público se puso de pie. Sixto, había aprobado el examen, el concierto fue un éxito total, los aplausos no paraban, ya duraban más de tres minutos; de pronto, miró a la niña morena de pelo ensortijado que aplaudía sin parar, sus ojos rebosaban de alegría, su mirada era imponente, sus labios dibujaban una larga y espontánea sonrisa, todo estaba dirigido a él, era su momento de felicidad y triunfo, la miró a ella con gran ternura y esa mirada, enviaba un mensaje que parecía gritar: ¡Te quiero, este concierto era para ti, recíbelo, con el, va todo este amor que me mata! A la semana siguiente, Beatriz, ese era el nombre de niña morena, de nariz perfilada y pelo ensortijado, le tocó exponer sus cuadros en un Salón habilitado para ello. Allí, se encontraban sus padres, el profesor de pintura, sus compañeros de clase, un numeroso público y por supuesto, Sixto, que era su gran invitado. Nadie, había visto los cuadros, salvo el Profesor de pintura. Llegó el momento de inaugurar la exposición y de ver la obra pictórica de Beatriz, todos quedaron bien impresionados con la obra, había paisajes, naturalezas muertas, retratos y un cuadro que representaba una pequeña plaza, con sus bancos, llena de árboles, grama, matas ornamentales de diversos colores, la estatua de cuerpo entero de un héroe, llamaba la atención el dominio que logró Beatriz de los verdes y en un banco, dos personas sentadas, tomadas de la mano, sonrientes. Sixto al ver el cuadro, notó que conocía esas caras, buscó con su mirada a Beatriz en el salón, no la veía, hasta que por fin, en un rincón, la divisó. Ella lo estaba mirando y tenía lágrimas en los ojos, él se acercó a ella, se miraron en silencio y por fin, Sixto algo nervioso, dijo: El día de mi presentación, toda ella fue para ti, tenía miedo de decírtelo, fui muy feliz al verte en el concierto, ya no puedo continuar callando este sentimiento que no me cabe en el cuerpo. Te amo, siempre te he amado, me gustas cuando caminas, cuando hablas, cuando ríes, sino estás me falta el aire, el sólo verte me hace feliz, el saber que existes, me hace feliz. Al oír aquella declaración inesperada, Beatriz, sintió un gran calor en sus mejillas, sus manos temblaban, sus ojos emanaban un brillo que podría iluminar el mundo, no sabía que decir, hasta que después de un largo silencio, expresó: En el concierto me invadió la sensación de que era para mí, sobre todo por la forma en que me mirabas, nunca me han mirado así. Ese día, me sentí la más feliz de las mujeres y al llegar a mi casa, comencé a materializar un sueño en ese cuadro que te llamó la atención, lo pinté en honor a ese amor que tu haces que nazca en mi persona y los dos personajes agarrados de la manos, somos tu y yo. Al decir esto, unieron sus cuerpos en un fuerte y afectuoso abrazo, comenzando así una relación que originada en un Clarinete, un cuadro y también se exteriorizó un noble, sincero y hermoso sentimiento que llegó a ser eterno.-

Nací en un campo del sur de La India hace varios años, allí, se escuchaba el cantar de los pájaros, se sentía la suave caricia del viento que movía las ramas de los árboles, formaba parte de un hermoso y frondoso árbol llamado Ébano, que contiene una madera muy densa, de color negro muy intenso, de alta densidad, se hunde fácilmente en el agua, de una buena textura, con una gran capacidad de pulido, muy sana y valiosa. Un buen día, sentí un fuerte y certero golpe propinado por un hombre y caí a suelo, me recogieron, me llevaron a un depósito, luego a una bodega de un barco, así llegue a otras tierras, allí me depositaron en un lugar donde había ruido todo el día, luego de nuevo la mano de un hombre me depositó en un especie de mesa y de nuevo me partieron en pedazos, esta vez, me dividieron en una forma más rápida y luego uno de mis trozos fue sometido a unos tratamientos con líquidos muy olorosos, me alisaron la estructura original que poseía, abrieron una serie de perforaciones en mi superficie y una perforación también abrieron en todo mi interior; luego pintaron de un negro mas intenso y brillante mi exterior. De allí me llevaron a otro sitio y en este agregaron a mi superficie, en las perforaciones, una serie de piezas de metal, también brillantes. Al terminar este proceso, las manos que me tocaban, eran mas delicadas y dulces que todas las anteriores, las voces que oía y no comprendía, así como los ruidos eran menos fuertes, ya no eran los gritos de antes y en el ambiente se podía percibir un sonido agradable, que luego conocí con el nombre de Música. Mi estructura externa quedó integrada por varias partes llamadas: Boquilla: en la parte superior de mi estructura; Barrilete: Es la parte que antecede a La Boquilla; un Cuerpo Superior: donde según oí, servía para colocar la mano izquierda; Cuerpo inferior: donde afirmaron se colocaría la mano derecha y allí se encontraba la parte del mecanismo que estaba adherido a mi estructura. Esta descripción, la escuché a una voz grave que al tocar cada parte de mi cuerpo explicaba de que estaba contenido y también a esa misma voz, por primera vez, le oí pronunciar mi nombre al decir: Esta es una pequeña trompeta, que llamaremos Clarinete. Luego me llevaron a una boca, esta empezó a soplarme desde la Boquilla, el aire penetró en mi interior, unas manos me acariciaron y apretaban y empezaron a tocar las piezas brillantes y yo, a producir sonidos que calificaría de agradables. Después de este proceso, me introdujeron en una especie de estuche, también de color negro, luego me sacaban, volvían a producir sonidos soplándome, dejaban de hacerlo y de nuevo me guardaban. Cada

día me sacaban más y más, los sonidos se oían mejores, una vez, sentí muchas voces, me sacaron del estuche, produjeron largos sonidos, muy hermosos y cuando dejaron de producirlos, oí unos sonidos distintos a la música y era que muchas personas, juntaban las palmas de sus manos y lo hacían con mucha fuerza, luego me enteré que el nombre de ese sonido era aplausos. Más o menos, ese es mi origen. Lo que ha ocurrido después, es normal en la vida de un instrumento, formo parte de una orquesta sinfónica, sirvo para la interpretación de melodías, mi ubicación dentro de ella, está en la Sección Viento- Madera, junto a la Flauta, el Oboe, el Corno Inglés y el Fagot. Dentro de la familia de los instrumentos de viento, formo parte de lo que llaman: El viento soplado de lengüeta simple. Soy un instrumento feliz con mi oficio, he llevado felicidad a mucha gente y he recorrido gran parte del mundo, estoy unido por lazos muy grandes a la persona que me usa para interpretar melodías. De todas las interpretaciones que han realizado conmigo, hay una que podríamos decir, es mi favorita: El Concierto en La mayor para Clarinete de Wolfgang Amadeus Mozart, eso me llena de vida y me hace agradecer a Dios, el haberme convertido en lo que soy. Cuando lo interpretan a través de mí, me elevo en el plano espiritual, me siento en el aire, una nube de felicidad y paz me rodea y siento un deseo de hermandad entre los hombres y los instrumentos musicales. He tenido varios dueños, con todos he sido feliz, una vez, encontrándome dentro de mi estuche negro, sentí un golpe extraño, luego un silencio, pasaron los días y me extrañaba que no me sacaban del estuche, sentí un gran calor, luego de varias horas, sentí frío, al rato de nuevo el calor y así transcurrió un largo período, hasta que un día, alguien levantó mi estuche, lo abrió, era una cara que no conocía, no era ninguno de los dueños que había tenido, entonces, cerro el estuche y sentí que me llevaban. Me depositaron en un lugar. Oí unas voces; una decía, ¿que trajiste?, otra contestaba: Un instrumento musical que estaba tirado en la calle, parece que sirve, aunque es un poco viejo, mañana, lo llevo casa del profesor Borromè a ver qué opina. El Profesor Borromè, era un hombre moreno, alto, de unos setenta años, callado, muy cortés, de voz baja, siempre con una sonrisa en los labios, le gustaba componer y escribir poesías; tenía en la ciudad una pequeña escuela de música, era un músico jubilado, había pertenecido a la Sinfónica más importante del país, fue uno de sus solistas y llegó a ser su Director. Hacía diez años que se había jubilado y retirado de la orquesta, pero no pudo

abandonar su pasión por la enseñanza de la música, así, que fundó una pequeña escuela y allí, día a día, impartía clases de música gratuita a las personas que querían aprender a tocar un instrumento. Sixto, era un joven estudiante, tendría unos quince años, estaba lleno de sueños, en las tardes pasaba frente a la escuela del Profesor Borromè y oía los instrumentos musicales que estaba enseñando a tocar el profesor y en silencio, se extasiaba con las interpretaciones de los alumnos y en el fondo, deseaba el poder aprender a tocar uno de ellos. Sixto, también amaba la poesía y escribía versos de amor en una pequeña libreta que le inspiraba una niña morena, de nariz perfilada, de pelo ensortijado, de dulce voz, versos estos que mantenía en secreto y que un día la ansiedad lo invadió y se los leyó a sus amigos: Sagibel y Abel, a quienes exigió no hacer de ello ningún comentario. Abel, era reservado, pero Sagibel, se emocionó tanto con los versos de Sixto, que se los aprendió y los recitaba cuando veía pasar a la niña morena, de nariz perfilada, de pelo ensortijado y dulce voz, sin decir quien era el poeta. Sixto, fue el niño que consiguió el instrumento en un estuche, abandonado en una calle y un día en la mañana, llegó muy temprano a la Escuela de Música del Profesor Borromè. Entró en silencio, temeroso de hablar con el profesor y este al verlo entrar le dijo: ¿A ver, a quien tenemos por aquí tan temprano con ese paquetico algo estropeado? A lo que el niño responde con cierta timidez y voz baja: Mi nombre es Sixto, Profesor, quería enseñarle esto que conseguí ayer en la calle. Vamos a ver, dice el Profesor y toma el estuche en sus manos, lo abre y al ver su contenido, una emoción recorre su cuerpo y a su memoria, acuden una serie de recuerdos gratos y dice: Caramba Sixto, esto es una pequeña trompeta, un Clarinete, es un gran instrumento, con el, se pueden interpretar melodías superiores al canto de los ángeles y con ellas alabar al Altísimo, debes sentirte orgulloso de tenerlo, pues si lo conseguiste, te pertenece. Lo observó detenidamente, analizó la boquilla, el barrilete, el cuerpo superior e inferior, lo sopló y al hacerlo salió un dulce sonido que maravilló a Sixto y le dijo: Sixto el Clarinete, está en perfecto estado, lo que requiere, es que lo usen, lo toquen. Sixto no sabía que decir, estaba impresionado y pregunta: ¿Usted cree que pueda tocarlo?

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Y el Profesor Borromè, emocionado le dice: Claro, hijo, ven cuando quieras y te iré enseñando, eso sí, ¡necesitamos constancia y disciplina! ¿Cuando quieres comenzar las clases?. Sixto contesta, ¿Usted cree que podamos empezar mañana? Te espero mañana, contestó el Profesor y ambos se despidieron. Sixto, buscó a Abel y Sagibel y les comentó su entrevista con el Profesor de Música y su decisión de asistir a clases a partir de mañana. Al día siguiente, Sixto, habla con su maestro Arnaldo y le dice que esa tarde va a comenzar las clases de música al salir de la escuela y su maestro le informa que le parece muy bien, pero eso si, no vayas a descuidar tus estudios, voy a estar pendiente. Al salir de la escuela, al mediodía, vio a la niña de piel morena, de nariz perfilada y cabello rizado y con cierto temor, la saluda y le comenta que esa tarde, va por primera vez a asistir a una clase de música y ella le contesta: Que bien, Yo, asistiré a una clase de pintura y se despidió. Eran las dos de la tarde, cuando Sixto, llegó a la clase con el Profesor Borromè, este lo saludó con gran cariño, lo abrazó, le dio la bienvenida y lo presentó a los que a partir de ese momento, serían sus compañeros en las clases de música. Se sentía en un nuevo mundo, lo primero que le enseñaron ese día, era algo cuyo nombre oía por primera vez: Teoría y Solfeo, le hablaron de las notas musicales: do, re, mi fa, sol… etc., le explicaron que ese era un idioma universal y de la importancia que tenía para la interpretación mediante cualquier instrumento. Después de dos horas de clase, el profesor Borromè, con gran cariño, lo despidió hasta la tarde siguiente. Esa misma tarde, se encontró con la niña de piel morena, nariz perfilada y cabello rizado, al verla sintió un escalofrío, quería comentar su experiencia en la clase de música y las palabras no le salían y fue ella quien tomó la iniciativa y dijo: ¿Cómo te fue en la clase? ¡Muy bien contestó! Y ella agregó: A mí también, me encantó la clase de pintura y sonriendo expresó: Me siento como en otro mundo, el profesor es muy gentil y con una expresión de alegría. Creo que voy a ser muy feliz en esa escuela. Sixto, se le queda mirando, sintió un calorcito al oírla hablar, pensó para sí: Como me gusta esa expresión, ella no tiene idea de mi amor y no me atrevo a confesárselo; sólo dijo: Me

alegra. Transcurrió el tiempo, cada uno fue progresando en su aprendizaje y la amistad entre ambos aumentaba y se hacía cada día más sólida, pero nada de hablar de amor. Al llegar el final del año escolar, los alumnos de la escuela de música y los de la escuela de pintura, debían presentar un examen que consistía, para Sixto: interpretar en el templo varias piezas con el Clarinete y para la niña de piel morena, exponer sus pinturas en un salón. Llegó el día y Sixto, algo nervioso, le pidió a la niña de piel morena, que asistiera al concierto y él, interpretó: El concierto para Clarinete de Mozart. El templo estaba lleno de personas, entre ellos, sus padres, el Maestro Arnaldo, sus amigos: Abel y Sagibel, el Profesor Borromè y por supuesto: La niña morena de pelo ensortijado quien vestía un traje de color azul cielo, muy hermoso y con una bella sonrisa dibujada en los labios. Sixto, algo nervioso, subió al escenario, fue recibido con un gran aplauso y comenzó la interpretación, todo el público asistente, guardó absoluto silencio. Sixto a medida que tocaba, sentía una gran emoción, estaba concentrado y tocaba y tocaba, todos estaban encantados por la calidad de interpretación. Había ensayado tanto ese concierto que no necesitaba mirar la partitura y así fue desarrollando la interpretación, estaba concentrado, solo miraba el Clarinete. Sus manos, sus ojos, su mente, integraban una gran unidad, se sentía como en una burbuja, no sentía el público, de pronto, se fue relajando, alzó la vista y vio a sus padres que le dirigían una mirada llena de bendiciones, el Maestro Arnaldo, lo estimulaba con su mirada, el Profesor Borromè, estaba como levitando de la emoción, Abel y Sagibel, se veía que no soportaban las ganas de aplaudir. Terminó la interpretación y todo el público se puso de pie. Sixto, había aprobado el examen, el concierto fue un éxito total, los aplausos no paraban, ya duraban más de tres minutos; de pronto, miró a la niña morena de pelo ensortijado que aplaudía sin parar, sus ojos rebosaban de alegría, su mirada era imponente, sus labios dibujaban una larga y espontánea sonrisa, todo estaba dirigido a él, era su momento de felicidad y triunfo, la miró a ella con gran ternura y esa mirada, enviaba un mensaje que parecía gritar: ¡Te quiero, este concierto era para ti, recíbelo, con el, va todo este amor que me mata! A la semana siguiente, Beatriz, ese era el

nombre de niña morena, de nariz perfilada y pelo ensortijado, le tocó exponer sus cuadros en un Salón habilitado para ello. Allí, se encontraban sus padres, el profesor de pintura, sus compañeros de clase, un numeroso público y por supuesto, Sixto, que era su gran invitado. Nadie, había visto los cuadros, salvo el Profesor de pintura. Llegó el momento de inaugurar la exposición y de ver la obra pictórica de Beatriz, todos quedaron bien impresionados con la obra, había paisajes, naturalezas muertas, retratos y un cuadro que representaba una pequeña plaza, con sus bancos, llena de árboles, grama, matas ornamentales de diversos colores, la estatua de cuerpo entero de un héroe, llamaba la atención el dominio que logró Beatriz de los verdes y en un banco, dos personas sentadas, tomadas de la mano, sonrientes. Sixto al ver el cuadro, notó que conocía esas caras, buscó con su mirada a Beatriz en el salón, no la veía, hasta que por fin, en un rincón, la divisó. Ella lo estaba mirando y tenía lágrimas en los ojos, él se acercó a ella, se miraron en silencio y por fin, Sixto algo nervioso, dijo: El día de mi presentación, toda ella fue para ti, tenía miedo de decírtelo, fui muy feliz al verte en el concierto, ya no puedo continuar callando este sentimiento que no me cabe en el cuerpo. Te amo, siempre te he amado, me gustas cuando caminas, cuando hablas, cuando ríes, sino estás me falta el aire, el sólo verte me hace feliz, el saber que existes, me hace feliz. Al oír aquella declaración inesperada, Beatriz, sintió un gran calor en sus mejillas, sus manos temblaban, sus ojos emanaban un brillo que podría iluminar el mundo, no sabía que decir, hasta que después de un largo silencio, expresó: En el concierto me invadió la sensación de que era para mí, sobre todo por la forma en que me mirabas, nunca me han mirado así. Ese día, me sentí la más feliz de las mujeres y al llegar a mi casa, comencé a materializar un sueño en ese cuadro que te llamó la atención, lo pinté en honor a ese amor que tu haces que nazca en mi persona y los dos personajes agarrados de la manos, somos tu y yo. Al decir esto, unieron sus cuerpos en un fuerte y afectuoso abrazo, comenzando así una relación que originada en un Clarinete, un cuadro y también se exteriorizó un noble, sincero y hermoso sentimiento que llegó a ser eterno.-

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BIBLIOGRAFÍA

Dirección Ejecutiva del Conservatorio de Música Santa Ana de Coro www.fesnojiv.gov.ve López Linares W. (2013) El Clarinete.