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C O N T A C T O S Marzo 2.012 Marzo de 2012 8

REVISTA MARZO 2012 pub - Centro de Mayores … MARZO 2012 p… · Antonio Martín Salamanca Luis Manuel Riaño ... Antonio es un amigo de la infancia, ... en casa y mi hermano Luis

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C O N T A C T O S Marzo 2.012 Marzo de 2012

Nº 8

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C O N T A C T O S Marzo 2.012

E ste invierno dio comienzo raca-neando y, según mi punto de vista, ha jugado a confundir, en

cierta medida, nuestros pensamientos respecto a él. Oficialmente tomó la salida el 22 de diciembre, sustituyendo a su hermano el Otoño; pero, por la razón o causa que sea, dejó que este último compar-tiera con él la batuta del mando, prácti-camente casi todo el mes de Enero. El tiempo continuó siendo casi otoñal. Mas de uno habrá pensado o dicho: “el Invierno ya no es lo que era, ha olvida-do los cánones establecidos para él. Ni llueve ni hace el frío que tenía que hacer” -Yo, un tanto suspicaz, me temo que este Invierno personalizado y paterna-lista, una miaja de ambas cosas, se de-be haber dicho: “Puesto que estamos en una crisis singular y las gentes de estos lugares la está pasando canutas por fal-ta de monis, voy a dejar que pasen las “rebajas de enero” para que se compren algunos trapillos de abrigo y después les haré una visita” Y esto más o menos es lo que ha ocu-rrido. ¿Acaso no es verdad que el frío en se-rio, no ha hecho acto de presencia hasta el primero de Febrero? Ese ha sido el día en que empezaron a bajar las temperaturas y a hacer sus pinitos la nieve que después se ha ex-tendido por gran parte del país. Al tiempo lo anunciaban los expertos: “Nos visita una ola de frío que proce-de del frío mas frío de Siberia” ¿Verdad que ha sucedido de este mo-do? Las gentes, tradicionalmente, sobre todo las de hoy, zahieren y critican las estaciones, las del hemisferio norte, que son las nuestras, fijándose en lo que no les gusta de ellas allá donde viven. Veo normal que así sea cuando el tiempo que nos depara y sus conse-cuencias no son de nuestro agrado por sus resultados adversos. Lo que no veo tan normal es que los haya empeñados

en afir-mar que

es culpa del Creador, de Dios. Olvida que ese Creador nos regaló una enorme cantidad de seres vivos y tam-bién inertes: plantas de todo tipo, ani-males sin fin, sol, agua, minerales (gaseosos y sólidos) el aire, etc. Lo que llamamos Naturaleza; todo a nuestro servicio. Pero de nosotros, seres inteli-gentes, depende el que nos sea propicia o no. Todo depende del trato que le demos. Ella, por si sola es sabia; pero se resiente con cualquier proceder in-controlado por nuestra parte. De tal manera la hemos atacado que en muchos casos hemos pisoteado sus le-yes, valiéndonos de nuestra libertad, trocando ésta en libertinaje, prohibido por su Creador. ¿De que nos quejamos pues? ¿Por qué no meditamos, la respetamos, incluso la mimamos (lo que no es difí-cil) y dejamos que, sin trabas, realice su importantísimo papel para nuestra existencia, que es lo que Dios quiere de nosotros? Volviendo al invierno, en estos mo-mentos, (hoy es día 20 de febrero) si-guen los fríos propios de él, aunque para muchos con retraso ya; y no solo eso, sino que la falta de lluvia, está de-jando nuestros campos, los nuestros, que da pena verlos. A la penosa y triste Crisis económica que padecemos, ado-samos el deseo de regeneración de nuestro campo. ¿Hasta dónde podemos llegar? Entre Dios y nuestra Naturaleza, (su regalo) y el tino o acierto de todos, no sería difícil salir triunfantes de todos estos trastornos. Aunque en este mundo, que hemos fa-bricado, en incontables ocasiones con actuaciones equivocadas, dicen “que nunca llueve a gusto de todos” procure-mos enderezar el rumbo escogiendo el mejor camino que nos saque adelante. Dejemos que nuestra Naturaleza con las leyes que en ella plasmó Dios, tra-baje en provecho nuestro; no la dañe-mos más.

Pedro CorcheroPedro CorcheroPedro CorcheroPedro Corchero

CONTACTOSCONTACTOSCONTACTOSCONTACTOS

EDITA Centro de Mayores

TOLEDO I

REDACCIÓN

COORDINA: Alicia Sevillano Sevillano COLABORAN: Pedro Corchero Moisés Carrasco Escribano Fernando Ramos Cestelo Domingo Fernández Dguez. Antonio Martín Salamanca Luis Manuel Riaño Felipe Garrido Briceño Ángeles Díaz de Llorca Benito García Martínez José Galán Portada y contraportada: A. Maldonado Domingo Fdez. Dguez. Dirección: C/ Santa Fe, 2 45001 TOLEDO Tfno. 925 223 916 www.centrodemayorestoledo1.com

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E sta historia que voy a relataros no hace mucho que sucedió, puedo deciros que es auténtica

y real, pues me la confesó la persona que la vivió directamente – digamos que en sus carnes- pero pasaré ya a contárosla: Antonio es un amigo de la infancia, nos criamos en el mismo pueblo. Des-de que murió su padre, va todos los fines de semana al pueblo y última-mente nos vemos mucho. Todos los sábados y domingos jugamos en el Casino del pueblo, bien al dominó o al mus. Pero este sábado pasado Antonio no estaba para juegos, yo no sabía el por qué, me acerqué a él y le pregun-té: — ¿Qué te pasa Antonio?, — No pasa nada -me dijo Yo volví a insistir y le dije que si no quería jugar conmigo de compañero una partida. — No estoy yo para partidas- me con-testó este sábado pasado. — ¿Qué te sucede? ¿Cuéntame lo que te pasa? Su contestación fue: — ¿Tú te has portado bien con tu pa-dre? — La verdad que sí,- le contesté. Pero él mirándome con una tristeza que rompía el alma, dijo: — Pues yo no; el comportamiento que he tenido con mi padre me remuerde la conciencia, no soy digno de ser hijo suyo. ¿Pero, por qué dices eso? Si no llevas prisa escúchame y verás porqué me encuentro en este estado de ánimo. Le contesté, no será para tanto, ¿venga cuéntamelo? — Mira José, aún no había amaneci-do aquel día cuando sonó el teléfono en casa y mi hermano Luis me anun-ció la muerte de mi padre. Yo me lo tomé con relativa tranquilidad. Pues desde que falleció mi madre, la rela-ción entre mi padre y yo no fue muy cordial, ni mucho menos fluida. Como tú sabes yo tengo dos hermanos, pero el que menos ha ido al pueblo he sido

yo, ellos sin embargo han ido con su familia todos los fines de semana para hacerle compañía, yo solo venía para Navidades, y algunos días de verano, para que mis hijos tomaran contacto con el campo. Nada más. Cuando alguno de mis hermanos o mi propio padre, me llamaban para pro-ponerme un fin de semana juntos en la casa donde yo nací, crecí y viví, yo siempre ponía alguna excusa, les de-cía, “tengo mucho trabajo”, “el niño tiene partido” o “Maribel tiene gri-pe”. Excusas que yo no usaba a la hora de celebrar reuniones de amigos, realizar escapadas a Londres o apun-tarme a carísimas cenas con gente de mi empresa. La verdad, José, que yo era así: rico y premeditadamente despegado y olvi-dadizo. Desde que salí del pueblo pa-ra estudiar y, sobre todo, desde la muerte de mi madre, hacia ocho años, que no quise saber nada del pueblo que me vio crecer. Incluso en determi-nadas reuniones, yo omitía cualquier información de mi vida; por ejemplo, no quería que un buen cliente de mi negocio, supiera que yo era hijo de un agricultor, ni que había ido a una es-cuela de pueblo, o que algunas maña-nas cuando era niño, antes de ir a la escuela, acompañaba a mi padre a llevar las yeguas al campo. Aquel amanecer del pasado enero, cuando mi hermano Luis me llamó para decirme que nuestro padre había muerto, yo no supe reaccionar. Per-manecí en silencio y, cuando supuse que la ciudad empezaba a despertar-se, llamé a la oficina para decir que no iría a trabajar por “un asunto per-sonal”, pero que estaría al día si-guiente. Cuando llegué al pueblo aparqué el coche en la puerta de mi casa, y, chi-co, viví una escena que me revolvió el estómago: se abalanzaron sobre mí para darme el pésame, las vecinas vestidas de negro, llorando. Yo, José, me sentí aturdido. Entré rápidamente a casa y pasé a la habitación donde yacía mi anciano padre. Yo quería

verlo y pedí estar a solas con él y con mis dos hermanos. Por última vez acaricié la cara de mi padre, aquella cara llena de arrugas y ví entre sus manos un pequeño cuadro con la foto donde estábamos mis her-manos y yo cuando éramos niños. Mi hermano Luis me dijo “así lo quiso él, Antonio”, “pidió ser enterrado con nuestra foto”. El entierro fue breve y emocionado; como tu sabes mi padre era un hom-bre muy querido en el pueblo, pues siempre ayudo a todo el mundo sobre a los necesitados. Al regresar del ce-menterio mis hermanos y yo volvimos a casa y charlamos recordando otros tiempos, incluso reímos añorando las trastadas y pifias que hacíamos. Yo, amigo José, miré a mi alrededor en silencio y sentí que todo lo que to-caba, veía y respiraba –la mesa de la cocina, los vasos, la leña de la chime-nea, las viejas fotos en la pared- todo me era tan cercano y familiar que se me saltaron las lagrimas, por el pro-ceder que había tenido con mi padre. Por eso amigo José, lamento tantos años perdidos, tantas ausencias pre-meditadas. ¿Y sabes lo que hice al día siguiente?, saqué mi móvil y llamé a la oficina y les dije: “Soy Antonio, no me esperéis en toda la semana. Mi padre ha muerto y quiero estar unos días en la que siempre fue mi casa.” Ante esta confesión de mi amigo, pu-de decirle muchas cosas, por esa so-berbia y poca humildad y cariño que había tenido con su padre. Pero lo úni-co que pude decirle fue. Antonio ¡arrepentidos quiere el Señor!

MOISÉS CARRASCO ESCRIBANO

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H e aquí un refrán, que, al igual que yo, la mayoría de vosotros conocéis; lo habéis es-cuchado más de una vez, e inclu-so lo habréis dicho en alguna ocasión en que era propicia re-cordarlo y decirlo. Voy a procurar, en este artículo, interpretarlo, según mi propio criterio, que puede coincidir o no con el que otros tengan sobre él y sacar conclusiones distintas a las mías sobre su significado. Pero antes de hacer mi particular comentario, voy a intentar acla-rar lo que opino sobre el Refrán en general. Es una frase, general-mente corta, que conlleva una verdad disfrazada y sentenciosa, mayormente relacionada con el medio rural. Nace de la experiencia que nues-tra gente adquirió al observar, durante mucho tiempo, la repeti-ción, una y otra vez, de situacio-nes que en circunstancias idénti-cas o similares desembocaban en idénticos o parecidos resultados. Su propagación, en principio, fue de padres a hijos y de boca en boca. Después, algún que otro osado, ha sido capaz de recopi-larlos, superando las dificultades que esto suponía, dándolos a co-nocer en algún que otro librito. Se merecen estos coleccionistas y divulgadores, los más expresi-vos elogios. Además de su sentencia profun-da y su carácter, a veces ingenio-so y socarrón e incluso picares-co, de su contexto podemos en-tresacar consejos, conclusiones afirmativas, moralejas, alertas, remedios, etc.… Todo ello ex-presado en lenguaje sencillo y popular, tanto castellano como de otras regiones.

Diré, por último, que en ellos, los refranes, se ve reflejada la mani-festación de los sentimientos y sabiduría de nuestras gentes, dis-puestas a que aprendamos de ellas, secuencias prácticas para ayudar en nuestro comporta-miento. Dicho esto, vayamos ya al análi-sis o estudio del refrán que da título a mi artículo. “A quien ma-druga, Dios le ayuda” Me conduce a pensar que, el ser humano, cuando ya se encuentra en condiciones de darse cuenta de qué es lo esencial, de entre lo que conoce, para optar a labrase un futuro halagüeño, debe, con-tando con la ayuda de sus padres, familiares y lo observado en la conducta de personas ejemplares, debe como he dicho, empezar a configurar su carácter, su perso-nalidad y su talante de acuerdo con la realidad y exigencia de su entorno, aprender a sortear obstá-culos, a caminar con decisión tras lo mejor que le sirva para el logro de sus aspiraciones. Sin dormirse en los laureles, sa-biendo que “el tiempo es oro” ha de aprender cuanto antes, una vez preparado, a “madrugar” acuciando a su voluntad para que sin demora, unidos mente y cora-zón, se lance decidido en busca de la meta deseada, enarbolando como estandarte ese otro refrán del que nadie debe olvidarse: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” Mi refrán tiene una segunda par-te categórica, concluyente: “Dios le ayuda” Esta afirmación es evidente. Dios, nos puso en el mundo va-liéndose de nuestros padres, co-mo a todos los animales que vi-

ven en el. Pero a diferencia de otros, a nosotros, sólo a nosotros, nos regaló unos dones sobrenatu-rales: “memoria, entendimiento y voluntad”, y para que los uses a tu antojo, te dotó de libertad. To-dos estos obsequios te capacitan o nos capacitan para aspirar y obtener lo mejor, lo que El, el Creador de todo, desea de ti. En nuestro interior van grabadas sus divinas leyes, las que te ayu-dan si pones de tu parte el deseo de acatarlas. De este modo siem-pre estará de tu lado, animándo-te, ayudándote, sosteniéndote cuando vacilas o te derrumbas en parte. No importan el momento, las circunstancias o el lugar; siempre que quieras y se lo pidas con fervor, perseverancia y arre-pentido de tus faltas y tus malda-des, lo tendrás allí. ¿Cabe mayor ayuda que esta?

Pedro

Consideraciones so-bre el AMOR

-El Amor, es el único “juego” en el que ambos jugadores pueden ganar. -Para Adán, el paraíso era donde estaba Eva. -El verdadero Amor, no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece. -Cuando se cree que se ama de-masiado, aún no se ama lo sufi-ciente. -Siempre resultará mejor, haber amado y perdido; que nunca haber amado. -Los que padecéis por que amais; amad más todavía, porque morir de amor es VIVIR.

Felipe Garrido Briceño

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E n el año 1654, D. Pedro de Rojas (Conde de Mora) Mayordomo de la Reina, y del Consejo de su Majes-tad, escribía la Historia de Las Cuevas de Hércules, la cual se la dedicaba al Rey Felipe IV, junto con la Historia de la Imperial nobilísima, enclita, y esclarecida Ciudad de Toledo. Una de las cosas más memorables que tiene, no solo la Imperial Ciudad de Toledo, sino toda España, y de las más digna de ser celebradas, es la Cueva de Hércules, de quien, ni los autores antiguos, ni los modernos aún no han delineado la mínima parte que se puede decir de tan antigua ya, cuyo silencio no se debe importar tanto a la antigüedad del sujeto, cuanto al des-cuido de los historiadores, que le han tenido muy culpable en las más de las cosas insignes de esta Imperial Ciu-dad. Esto ha despertado nuestro deseo a estudiar en papeles, e historias ma-nuscritas, algunas cosas insignes de esta Cueva. Está la Cueva de Hércules en esta Ciudad, casi en lo más alto de ella, en la Iglesia de San Ginés (hoy desapa-recida) y la puerta dentro de la misma Iglesia y va por debajo de tierra por la Ciudad, hasta salir de ella más de tres leguas: y no es creíble, que en su prin-cipio fuese tan grande. La puerta que tenía en la Iglesia, se cerró por justas causas. Es rara su fábrica por la com-postura de arcos, pilares, y piedras menudas que tiene labradas, de que cesta adornada; y aunque han querido algunos curiosos decir que la labró Hércules, lo cierto es, y dice el doctor Salazar de Mendoza, que Tubal, pri-mero fundador de España y de Toledo que Hércules la reedificó, y aumentó mucho, y de él tomó nombre, y los romanos la engrandaron y perfeccio-naron del todo. En el año 1546, dieron cuenta de ésta Cueva memorable al Arzobispo Car-denal D. Juan Martínez Silicio, don-

de mandó limpiarla, y que se previnie-sen algunas personas de mantenimien-tos, faroles y cordeles; y juntos todos, entraron en la Cueva, y al menos de media legua hallaron unas estatuas de bronce sobre una mesa como de Altar; y mirando una de ellas, como estatua sobre su pedestal, se cayó, y hizo mu-cho pavor, y espanto a los pocos ex-perimentados, y nuevos aventureros adelante, y dieron con un gran golpe de agua, que por el ruido de pararla les aumento el miedo, que aun empe-zando a cobrar y resolvieron no pasar adelante, no reparando con el miedo, y turbación, en que podían buscar por otra parte paso, sin tocar el agua, se volvieron a salir, a tiempo que cerraba la noche, tan despavoridos, y espanta-dos de lo que habían visto, y traspasa-dos de la frialdad de la Cueva, que la tenia muy grande, y el aire, que era muy delgado, y frío, por causa de ser verano cuando entraron, y esta la Cue-va en tal tiempo es muy fría, enferma-ron todos, y algunos de ellos murie-ron. Nos sigue diciendo el Conde de Mora, de las maravillas y patrañas que el Vulgo creyó, y celebró por muchos años, de que esta Cueva existe un gran Tesoro, escondido debajo de tierra, de gran suma de Oro, que de-jaron enterrado los Romanos, y que se ha de pasar a aquel lugar por cier-tas Cuevas y Grutas que un perro que la vela de día y de noche, tiene las llaves de estas Cuevas. Un hombre plebeyo, bien necesitado, que había perdido su hacienda, y no tenia con que sustentarse su persona, mujer e hijos, ni tener oficio, determi-nó, oyendo este cuento, probar ventu-ra y entrar a buscar solo el Tesoro. Púsolo en ejecución, y anduvo mu-chas horas perdidos por la Cueva, y llegando (a su parecer) cerca del Te-soro, acertó a ver muchos huesos de muertos, y juzgando haber sido despe-dazado por semejante atrevimiento, se volvió, perdidas las fuerzas; y al salir de la Cueva vio algunos fantasmas, y visiones, con que perdió de todo pun-

to el ánimo, y llegando como pudo a su casa, estuvo muchas horas sin po-der hablar, y al día siguiente murió. Varias, y curiosas son las opiniones sobre esta Cueva de traer a la memo-ria; donde si dice que sirvió de habita-ción al Rey Hércules, y que en ella leía la Magia a los suyos, la cual no solo se leía en esta Cueva, sino tam-bién en otras diferentes, que duró mu-chos siglos. También se dice, que hizo labrar Hér-cules un Palacio encantado dentro de ésta Cueva, donde puso unos lienzos escritos, y pintados con rostros de Árabes donde quería decir que Espa-ña sería destruida por ésta gente, y que mandó cerrar éste Palacio, di-ciendo que ninguno lo abriese, por-que no viese tanta calamidad en su días. También se decía que en tiempo de los Romanos servía de Cloaca, o Ma-dre, por donde desaguaban las inmun-dicias de la Ciudad para purificar el cuidado donde hicieron mayores gas-tos en las obras de grande admiración de la Ciudad de Roma, y ponían a ésta por las más principales. Desgraciadamente las investigaciones de las Cuevas de Hércules, han queda-do en lo que vemos ahora. En los sub-terráneos debajo de la Ciudad se han ido tapando en varios siglos de aquí para allá, todos los posibles vestigios de las Cuevas, que según la Leyenda salían de la Ciudad en varias leguas al camino de Añover de Tajo, y servía de Cementerio en Cuevas y grutas oscuras, y profundas, donde la cris-tiandad buscaba lugares escondidos a propósito para usarlas a fin de que no los viesen nadie.

ANTONIO MARTIN SALAMANCA

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E l 1 de febrero estuvimos un grupo de 38 personas acompañados por Alicia, a

la visita cultural que organizó el Centro de Mayores Toledo 1 al Hospital Tavera, para visitar el Museo de la Duquesa de Lerma, en esta visita también estaban mis amigas, Maleni y Mari Carmen. Lo primero que vimos en una de las habitaciones laterales del patio, fue la Botica, que es una de las pocas que aún quedan en España y en Europa, con todos sus utensilios: redomas,(1) morteros, balanzas y en especial el botamen,

(2) con numerosos albarelos,(3) de cerámica. Después pasamos al Museo, donde pudimos contemplar la co-lección de tapices y alfombras de la época, cuadros de El Greco, co-mo el Bautismo de Cristo, una versión de Las Lágrimas de San Pedro, la Sagrada Familia, con la aclaración curiosa, que nos hizo de dicho cuadro la guía que nos acompañó durante el recorrido que hicimos (menos en la Iglesia y en la Cripta) que fue muy curioso, pues resulta, que en dicho cuadro, El Greco es San José, la Virgen su mujer, el Niño Jesús es su hijo Jorge Manuel y Santa Ana (que es la madre de la Virgen) es la suegra

de él; también vi-mos la “Mujer Bar-buda” de Ribera, fechada en 1631, el retrato ecuestre de Carlos V de Ticia-no, réplica del que existe en el Museo del Prado y el de Isabel Clara Euge-nia, que era hija de Felipe II e Isabel de

Valois. Nos llamó mucho la atención, a mis amigas y a mi, una imagen pequeña de Cristo Resucitado “con sus atributos”, obra de El Greco. Pasamos luego a la Biblioteca, y en uno de los libros que llevaban los gastos del Hospital, se podía leer muy bien y hay un párrafo en el que se lee lo siguiente: los en-fermos comían tal día media pe-chuga de ave y como curiosidad también decía: hay cinco que ese día no comen, y la conclusión que sacamos todos, es porque ese día habían fallecido o estaban a punto de fallecer. Nos dejaron en la Iglesia y bajamos a la Cripta, a mí me daba un poco de claustrofobia, y me subí enseguida pues quería ver detenidamente la Iglesia y el se-pulcro del Cardenal Tavera, pues la verdad que impresiona, ese ulti-mo trabajo que hizo Berruguete y mirando la escultura del Cardenal, la dije ¿me hubiese gustado en-trevistarte? Y no sé, si mi sub-consciente, jugó con mi deseo, pero me pareció oír: ¡Cuando quieras puedes comenzar! Yo, sin más dilación, le hice mi primera pregunta:

— Eminencia, ¿Cómo se le ocu-rrió hacer un hospital a las afueras de Toledo? — La verdad amigo, mi idea fue siempre edificar un hospital a ex-tramuros de Toledo, y yo había visto varios sitios. Pero en 1538 el Corregidor don Pedro de Navarra tuvo la feliz idea de allanar los cerros o altísimos montones de escombros, que había en lo que hoy llamáis Paseo de Merchán y que popularmente llamáis la Vega. El gran pensamiento mío era el de erigir un gran hospital general, para la curación de toda clase de enfermedades y también dedicarle para asilo de pobres y necesitados, y para reunir todos los hospitales de Toledo en uno solo. Un día del mes de mayo salí a pasear con mi secretario, cruza-mos Bisagra y al ver yo la extensa explanada que había quedado, dije a mi acompañante, que buen sitio para que mi idea de hacer el hospi-tal pueda realizarse. Al día si-guiente, fui hablar con el Corregi-dor al Ayuntamiento, le expliqué mi idea, la cual le pareció fabulo-sa. — Desde luego Eminencia el edi-ficio es magnifico. — Ten en cuenta amigo, que es el primer edificio del Renacimiento que se hizo en Castilla. ¿Enseguida comenzarían las obras? — No corras tanto amigo, te diré, que primero el Ayuntamiento tuvo que concederme la licencia y la cesión del terreno para el edificio; lo segundo, el Papa Paulo III me concedía permiso para la erección, prerrogativas y exenciones con una bula, y lo tercero, hubo que

El Cardenal Tavera y ...

mi subconsciente

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presentarla el proyecto al Empe-rador Carlos V, y él me concedió el permiso para comenzar la edi-ficación, con una carta fechada en Spira el 5 de febrero de 1541. — Eminencia, ¿Recuerda que le decía en la carta? — Han pasado ya muchos años, pero más o menos decía así: “Don Diego de Guzmán, me dijo lo del hospital que queréis edificar cer-ca de la Puerta de Bisagra y dotarle. Una vez visto vuestro proyecto, he holgado mucho de que queráis hacer tan buena cosa y en que tanto se podrá Nuestro Señor servir. El sitio me parece bueno, y así con su bendición podéis hacer empezar la obra”. — ¿Quién hizo los planos de la obra? — La mayoría creen que fue Co-varrubias, pero no es así. Fue un familiar mío llamado Bartolomé Bustamante que era arquitecto, aunque él no ejercía la profesión. Pero este familiar, fue el que contrató a Covarrubias y le dio las condiciones para las obras y las trazó, pero en realidad fue Covarrubias el que comenzó la obra, y estuvo al frente de ella hasta el año 1550 que falleció. — ¿Quién le sustituyó? — Primeramente por Hernán González y Andrés Vandelvira y más tarde por Juan Bautista Mo-negro. — Puede recordar, ¿cuándo co-menzó la obra? — Fue el 9 de septiembre de 1541 y yo fui el que colocó la primera piedra. Sin embargo, amigo, a los cuatro años de co-

menzar la obra, pasé a mejor vi-da, cuando apenas se habían construido las bóvedas, pero al fallecer yo se paralizaron las obras. Menos mal que mis here-deros las continuaron. — Eminencia, le veo un poco triste, ¿Qué le pasa? — Más que triste estoy enfada-do. ¿Y eso por qué? — Pues mira, hijo, todos los que vienen al Hospital, los llevan a visitar el Museo y sin embargo no los explican nada del edificio, ni de mi Iglesia y de mi sepulcro, solamente que fue realizado por Berruguete. ¡Como no voy a es-tar enfadado! — Bueno, bueno... — Eminencia, no se enfade y explíquemelo para los lectores de la revista “CONTACTOS” que hacemos en el Hogar núme-ro 1. — Comience usted por donde quiera. — Empezaré por el frente de la fachada: como habrás visto cons-ta de tres cuerpos, si bien de la verdadera obra del edificio sólo deben contarse dos: — ¿Cómo es eso señor Carde-nal? — Pues mira, amigo, porque el tercer cuerpo fue añadido des-pués y no corresponde ni en la materia ni en sus proporciones a los otros dos. En la fachada prin-cipal se encuentra la estatua de San Juan Bautista, mas abajo hay un letrero que tiene grabada una inscripción latina con los nom-bres de algunos pariente mios y patronos del Hospital que fueron los que terminaron la obra. — ¿La puerta de que año es? — Esta puerta principal parece ser que la pusieron en 1761. Cuando la crucéis, veréis un

atrio o vestíbulo con tres grandes bóvedas y la del centro tiene pin-tado mi escudo con mis armas. Luego pasáis al patio y vais a ver que está dividido en dos, con arcos de piedra sostenidos por columnas y un pórtico que te lle-va a mi Iglesia. — ¿Eminencia, cuantos arcos y columnas hay? — Arcos son noventa y seis y ciento doce columnas, todo de piedra, también en el patio hay tres aljibes y dos grandes pozos. (Este artículo continuará en el p r ó x i m o N u m e r o d e “Contactos”) MOISES CARRASCO ESCRIBANO Fuentes. Historia de Toledo. De la Prehistoria al Presente. Toledo en la mano de Sixto Ramón Parro. Toledo su arte y su Historia de Rufino Miranda.

(1) Redomas: Recipientes de labora-torio ancho de base y estrecho de cuello. .

(2) Botamer: Conjunto de botes de una farmacia.

(3) Albarelos: Tarros de cerámica que hay o había en las farmacias.

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A tendiendo a un pequeño dic-cionario que poseo, el ruido

es un sonido más o menos irregu-lar, confuso y nada armonioso. Pero nadie ignora además, que es un inseparable “compañero” que nos acompaña, valga la redundan-cia, a lo largo de nuestra vida, in-tentemos o no darle esquinazo. De niño y varios años más, viví en un pequeño pueblo cuyas gentes, también los míos y yo mismo, se dedicaba casi al cien por cien, a la agricultura y la ganadería. En un lugar de tales característi-cas, los ruidos más comunes eran: El rutinario trajín y jaleo que cada mañana nos regalaban los vecinos que bien temprano marchaban a sus trabajos; el ladrido de los pe-rros, los gruñidos del cerdo, relin-chos, rebuznos, mugidos, chirriar de llantas de hierros de los carros, gritos de chavales, etc. y los pro-pios de carpinteros, herreros, za-pateros,… etc. y también los ven-dedores ambulantes. Según el lugar y la hora eran más o menos molestos; pero de todos modos eran llevaderos, sobre todo si se mezclaban con el canto del gallo, del grillo, de cigarras, pája-ros, machaqueo de cigüeñas o so-nido de campanas. Más tarde aparecieron motos, co-ches y tractores, con sus desagra-dables acelerones, y en las fiestas se tomó cariño a los cohetes y pe-tardo. Y se aceleró mas con los morteros que se usaban para mez-clar materiales en la construcción. En medio de este panorama, y por conveniencia en aquellos momen-tos, abandoné el pueblo y me vine a Toledo. Aquí, de la mano del progreso, co-ches y motos hasta en la sopa. Los pesados autobuses que no paran; la bullanga festiva, no falta, con el cante a deshora de los re-zagados que procedentes de clu-bes o salas de fiesta, nos dan en las narices con sus gritos desafo-

rados o cantos afinados con los que demuestran su “cariño” a los “sufridores” que buscan el mereci-do descanso. Y pobres de aque-llos, con un concurrido bar debajo de su ventana. Peor aún, los que sufren el jolgorio de las verbenas y tienen que “capear” el buen hacer de los mú-sicos de rock o de la elogiada or-questa, que se atragantan y sigues oyendo su eco durante días. Toda una “delicia” para oídos o hígado. Para que os voy a contar algo que todos sabéis. Y encima te ponen carteles anunciándote viajes eco-nómicos para que te solaces en estos o aquellos Carnavales. Dejando la calle, te metes en casa y te encuentras, (todo progreso) con las simpáticas lavadora y bati-dora, los cantarines friega-platos y chupa-mierdas, la radio, la tuya y la del vecino a todo trapo y el arrastre de sillas de “bonachón” y los suyos que viven encima. ¿Cómo no van, muchos de nues-tros congéneres, a perder capaci-dad auditiva con este desajuste? Tuve yo hace un par de años un bonito despertador; una taladrado-ra, que cuando descansando le cedía el mando a ese artefacto que traslada los retos hasta ese boquete que los recibe. Una “delicia” que me hizo acordarme “delicadamente” de sus inventores y de quien los empleaba. La verdad, es que el ruido nos tiene atrapados. Y la sordera, más o menos aguda y más o me-nos larga, (o para siempre) cada vez es más común; dependiendo del tiempo de exposición, de la intensidad y de la resistencia de cada cual a los decibelios (medida sonora) que nuestros pobres oídos reciben o soportan cada día. Y no es solamente la sordera, ma-yormente temporal, lo que causan los ruidos altos, sino que puede provocan trastornos aumentando la presión sanguínea y hasta la ansiedad y el estrés.

¿Qué podemos hacer ante las consecuencias que puede aca-rrearnos el ruido? Difícil lo tenemos. ¿Irse al desier-to? Ni eso. Los rallys van por ellos, de cuando en cuando. Recuerdo, (y va en serio) que le-yendo algo sobre Vitaminas, la A y la C estaban relacionadas con el tema. Ambas podían prevenir la perdida de la audición o al menos aliviar el efecto de los ruidos altos. Afirma-ban que allá a mediados del pasa-do siglo un tratamiento con ellas resultó favorable para el cansancio auditivo y el zumbido. La A puede hacer esto, prevenir, pero en gran-des dosis, lo cual pueda resultar tóxico para otros órganos. La C posee resultados más pro-metedores. La probaron en fábri-cas rusas, si mal no recuerdo, y el resultado fue un tanto favorable más patentes en los no fumado-res. ¡El dichoso tabaco, siempre dificul-tando con su pariente el alcohol! Bueno, compañeros y compañe-ras. Muchas más cosas había que decir sobre los ruidos pero… Por supuesto que alguno que no me aparecía mucho, estará dicien-do: este, Pedro, se olvida de algo importante. Mi abuelo, algo pijote-ro, también me diría: “muchacho, te dejas, algo importante; no eres tan espabilao como siempre creí”. Ninguno tenéis razón. Sé a lo que os referís. Y como es tan notorio y tan simpático, lo he dejado para el final. ¿De qué se trata? “Casi ná” como diría un castizo. Nada menos que del Ronquido. ¡Que ruido, tan “agradable”, qué deleite, que ameno, que “eso”, que…! ¿Verdad que si? Es el gran señor de la noche en cama, de la sabrosa siesta. ¿Quién puede vivir sin él? Yo pensaba que en mis siestas no roncaba, hasta que me di cuenta que al despertar, muchos papeles

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La Clepsidra de Azarquiel

Sabrás que las clepsidras eran relojes de agua que medían el tiempo tanto de día como de noche y calculaban también las frases de luna, haciendo pasar el agua de un sitio a otro por estanques con una cadencia determinada. Al pa-recer la que aquí se ubicaba diseñada por el famoso astró-nomo toledano Azarquiel en el siglo XI era una m,as de las

grandes jamás construida. Estuvo en funcionamiento unos 50 años hasta el 1133 año en el que, el rey Alfonso mandó desarmarla para ver su funcionamiento y no se pudo volver a recomponer. José Galán

ACTO DE CONTRICIÓN ACTO DE CONTRICIÓN ACTO DE CONTRICIÓN ACTO DE CONTRICIÓN

INTIMO Y PERSONAL DEL INTIMO Y PERSONAL DEL INTIMO Y PERSONAL DEL INTIMO Y PERSONAL DEL

ALMA CRISTIANAALMA CRISTIANAALMA CRISTIANAALMA CRISTIANA.

Perdona mis pecados, Jesús mío, Por tu preciosa sangre derramada De tu divina carne desamada, No, del vaso del sol, como el rocío. En el perdón, que diste, yo confío: Criado fui, el de la bofetada, Y de aquella palabra mal hablada Con iras tantas y con tanto brío. Yo no fui el cirineo, ni fui Juan, Ni alma de madre para Ti, Jesús, Desmigados mis ojos como pan. Fui el buen ladrón que defenderte quiso, Que espero aún me bajes de la cruz Y me lleves contigo al Paraíso.

Benito García Martínez

A LAS DULCES LLAGAS DE JESUS.

I ¡Oh, Jesús, dulce y bueno! Ten mi beso en tus llagas Porque te duelan menos. Pues que es suavidad, Cual pétalo de rosa… ¡Ojos míos, llorad! II Caminito del alma, Empedrado de amores, Como fuiste a la palma. Anda, ve hoy a su cruz. Si a ella fuiste con gloria, Ve hoy con gratitud. III En las llagas del Santo, Vergel mis labios se hagan, Y arpa se haga mi llanto, Que en mi triste tonada, Como el ave en su nido, Está mi alma asomada.

IV ¿Dónde no tiene una Llaga, como pajuelas

Tuvo, niño, en la cuna? ¡Si es un pan desmigado Y sagrario sin puerta, Dónde ¿Quién no ha robado?! V Tabor, ¿por qué te alejas De la gloriosa lámpara, Y tan sola la dejas? ¡Allí, todo alumbrar!, Y aquí ¡tanta tiniebla Que hasta al sol va a apagar!

VI Con macetitas cojo Los pétalos que llevan Tus arroyuelos rojos De tu Sangre colmados, Que hace, al ser concha de oro, Perlas ya mis pecados.

Benito García Martínez

La fuente de Cabrahígos Según leyendas en 1721 se empezaron las obras de la fuente de Cabrahígos dentro del plan de urbanización del Paseo, siendo habilitada para los vecinos en 1775, tal como data la inscripción que existe en la propia fuente. El agua de dicha fuente era la mas apreciada pro su calidad. Existía un guarda que cobraba dos re-ales diarios y debía vigilar el buen uso de la misma.

Sin embargo no todo el mundo podía pagar agua de buena calidad. José Galán

de mi mesa, la que tengo delante, donde escri-bo estas cosas, estaban en el suelo. ¡Qué po-tencia, ¿verdad?! Llevo tiempo pensando en un aparato, parecido al chupete, que, puesto en la boca, sirva de si-lenciador de este “hermoso” ruido convirtiéndo-lo en una musiquilla agradable, pegajosa y adormecedora. ¿Lo conseguiré algún día? Mejor será que no, porque ¿Qué haríamos que fastidiara mas a quien nos acompaña en la cama? ¡Que viva el ronquido!

PEDRO

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M i primo Paco es de Año-ver de Tajo, de donde es

toda mi familia, menos yo, que na-cí en la ciudad Imperial. Corría el año 1950, cuando Paco se vino con sus padres a vivir a Toledo, a la plaza del Seco. Somos primos se-gundos, él tiene dos años más que yo. Siempre nos hemos llevado muy bien, pues yo de niño en vaca-ciones iba al pueblo a su casa y la verdad que lo pasaba de maravilla con él, nos queremos como si fué-semos hermanos.

Todos los años el día de Navi-dad vienen a casa su mujer y él a felicitarnos las pascuas, pues ellos viven en Getafe. Ese día después de comer, durante la sobremesa comenzamos a hablar de cuando el vino a Toledo, y ahí es donde sur-gió, la historia de La Lunares.

Él me dijo: — Recordarás, primo, que viví

en la plaza del Seco y frente a mi casa había un burdel en el número 17, lo que llamaban entonces “casa de …”; a mí me gustaba sa-lir al balcón a leer tebeos y para ver pasar a la gente y lo que me llamaba mucho la atención es que a esa casa, yo no sabía que se de-dicaran a … eso, sobre todo los sábados y domingos, veía pasar a la casa del 17, hombres vestidos de paisano de cualquier edad, y un d e s f i l e i n t e r m i n a b l e d e “chorches”, pues así los chavales de entonces llamábamos a los mili-tares sin graduación, pues pasaban al burdel con aquellos uniformes caquis, los cuales parecían muy tiesos y recién estrenados, y cuan-do tallaban a los mozos para ir a la “mili” o era el día del sorteo, para ver si les tocaba quedarse en España o salir para África. Ese día, primo, era un ir y venir todo el

tiempo a cualquier hora, y te digo más, alguno de los “quintos” vení-an acompañados de sus padres, a esta casa del 17.

Yo a mis catorce años y recién llegado del pueblo, no sabía por-que pasaba tanta gente a esa casa, y estuve por preguntárselo a mi padre. Por fin, estando jugando en la plazuela con otros chiquillos se acercó un señor y nos preguntó lo siguiente:

— ¡Eh chavales! ¿Cuál es la casa de “las niñas”?

Antonio que era el más mayor de todos, le contestó:

— Mire usted, señor, es esa casa del número 17.

Entonces le pregunté a Anto-nio:

— ¿Oye, esa casa es un cole-gio?

Todos se echaron a reír, yo me puse muy colorado, y me dijeron lo que significaba lo de “niñas” y lo que se hacía en esa casa del 17.

La verdad, primo, que yo me quedé mosqueado. Y al día siguien-te desde mi balcón, ví la espalda desnuda a una joven, se lo dije a Antonio, y él me preguntó:

— ¿Es en ese balcón donde la has visto?

Le contesté que si, y se echó a reír diciéndome:

— Que suerte tienes, chico, a esa que has visto de espaldas es La Lunares, pues esa es su habitación, ella es la mas popular y guapa de entre todas las “pilinguis” del bur-del.

Mira, primo, ese verano, algu-nas veces la pude ver en combina-ción de seda negra, brillante, cuando por el calor, ella dejaba entreabierto el postigo de su bal-cón, y recuerdo muy bien lo que sucedió aquella tarde; de pronto salió la patrona, la cual me había visto en el balcón dirigiendo mi mirada a su balcón entreabierto de la habitación de La Lunares .

— ¡Mujer, no ves que hay “ropa tendida”! — la advirtió la patrona.

Yo, primo, me encendí como una amapola, bajé la mirada y el rubor me abrasaba las mejillas por haber sido sorprendido en aquella

involuntario visión; sin embargo, La Lunares me sonreía maternal-mente, como pidiéndome disculpas por su descuido. Vi que ella cerra-ba el balcón y corría las cortinas, y oí que decía a la patrona, lo siento, es que no me he dado cuenta del chico, pero ella antes de desapare-cer me dedicó una sonrisa.

— ¿Paco, era tan guapa? Ten en cuenta primo, que yo venía de un pueblo y no había visto en mi vida a una mujer de esas caracte-rísticas y la verdad que soñé mu-chas noches con ella.

¿Por qué, la llamaban La Lu-nares?, pues debía de ser por dos lunares que tenia en la almejilla, ¡perdón, perdón! Quiero decir en la mejilla, digo yo primo que sería por eso.

— ¿Llegaste alguna vez a hablar con ella?

Nunca, primo. Pero si me en-teré de que todos los lunes tenían que ir las cinco “señoritas” que había en el burdel, a pasar revi-sión al médico en el Dispensario que hubo en la calle de Alfonso XII, casi al lado del colegio de los Hermanos Maristas, y esa mañana hice novillos y no fui a clase al Ins-tituto. Y allí estaba yo como un cla-vo en la plaza del P.Juan Mariana para hacerme el encontradizo y verla de cerca cuando saliese del Dispensario. La verdad, primo, que era ¡guapísima!

— ¿Entre La Lunares y tú hubo algo?

— Por desgracia no, primo, pues yo era menor de edad y no me iban a dejar pasar al burdel.

Pero eso sí te digo, lo que yo siempre pensé es que entre los dos hubo una relación misteriosa o erótica.

¡Pero que me dices Paco! Lo que te quiero decir es que hubo un puente de mutua simpatía de bal-cón a balcón, pues ella cuando me veía en él, agitaba su mano como una niña traviesa para saludarme, o me sacaba la lengua por la ren-dija del postigo entreabierto o me dedicaba una bonita sonrisa, que a mí, me ponía a cien.

Ella tenía la sonrisa más boni-ta que yo haya visto en mi vida, pues se le hacían dos hoyuelos muy

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EL “DÍA” DE SAN VALENTÍN: EL “DÍA” DE SAN VALENTÍN: EL “DÍA” DE SAN VALENTÍN: EL “DÍA” DE SAN VALENTÍN:

14 DE FEBRERO.14 DE FEBRERO.14 DE FEBRERO.14 DE FEBRERO.----

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Existen teorías sobre la historia del Día de San Valentín; pero prácticamente todas coinciden en que este fue un joven cura romano, que vivió en Roma durante el reinado del Emperador Claudio lll. (250 D.C.).-

Por aquel entonces, este Emperador decidió que todos los jóvenes debían de ser soldados y por ello prohibió que estos jóvenes se casaran, alegan-do que estando solteros, estos lucharían con mas ahínco y coraje, al no dejar atrás unos lazos fami-liares que coartaran su disposición a combatir.- Ante esto, nuestro joven cura San Valentín, considerando esta disposición una gran injusticia y desoyendo esta orden del Emperador y en el mayor de los secretos, casaba a los soldados que se lo pe-dían antes de ir a la guerra; y así fue practicando el rito del matrimonio entre las parejas, durante algu-nos años; hasta que fue descubierto y mandado en-carcelar para posteriormente condenarle a muerte, por desafiar la Orden del Emperador.- Durante el tiempo que estuvo en prisión, se enamoró de la joven hija de uno de sus carceleros, y antes de que le sacaran de la prisión para ejecu-tarle, dejó una carta de amor y de despedida a su enamorada (la hija del carcelero), esta misiva se convirtió en la primera carta de “Amor de San Va-lentín”, cuya firma final decía: “de su Valentín”.- Esta firma se convertiría después en muy po-pular para las parejas que envían y se intercambian cartas y tarjetas de Amor con las frases: “de San Valentín”.- El Papa Gelasio decidió, que el día 14 de Fe-brero sería en el que se honraría a San Valentín; convirtiéndose esta fecha poco a poco con el inter-cambio de cartas y mensajes de amor: en el Día de San Valentín y así pasó este a ser considerado has-ta nuestros días como: el Patrón de los Enamora-dos.

Toledo 14-2-2012 Felipe Garrido Briceño.- Dibujo de Antonio Maldonado

graciosos y sugerentes en sus sonrosadas mejillas

En realidad, nunca conseguí ver completa su figura a través de mi balcón. Su anatomía fue un rompecabezas en mi vida.

¿Y eso porqué? Pues mira: porque siempre aparecía a reta-zos, por la rendija entreabierta del postigo: lo mismo veía un tro-zo de su brazo, o era un muslo nervioso que enrollaba una me-dia, o medio rostro, un ojo. Pero lo único completo que recuerdo de ella era su voz, dulce y acari-

ciante, cantando tras el balcón: “Mi jaca, galopa y corta el vien-to, cuando pasa por el Puerto, caminiiito de Jerez…”

Luego me fui a estudiar a la Complutense, y en las vacaciones de ese año, pregunté por ella y me dijeron que un señor con mu-cho dinero, la sacó del burdel para casarse con ella. Y ya no volví a saber nada más de La Lu-nares.

Siempre que vengo a Toledo me gusta venir a esta plaza del Seco, pues vienen a mi mente mu-

chos y bonitos recuerdos, la ver-dad, primo, que esta plazuela donde yo viví, podía haber sido el paraíso de mis sueños, si no hubiera sido, porque bien entra-da la noche, mi plazuela cobraba una nueva vida de pasos ansiosos que doblaba la esquina con fogo-sidad, caminando con urgencia hacia el burdel que había frente a mi casa, en busca de la precio-sidad de La Lunares.

Moisés Carrasco Escribano

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¿Quién en nuestras tierras toledanas no conoce el olivo? Mora, Los Yébenes, etc. Los hay por toda la provincia. Árbol de larga vida, ya era conocido hace miles de años en el Asia Occiden-tal, aunque su origen es el Mediterráneo Oriental. A España se cree lo trajeron los fenicios y es nuestra patria, al día de hoy, el nú-mero uno en olivares entre la treintena de países que lo cultivan: más de 160 mi-llones de árboles. Suele florecer en mayo, incluso antes. Su fruto es la conocida aceituna (varias clases) redonda o alargada, de sabor amargo, con hueso duro dentro. Son aperitivos y tónicas. Cu-

radas, el poder nutritivo de las negras es superior al de las verdes. El aceite que se extrae de ellas combate también los có-licos hepáticos y nefríticos y

cura el estreñimiento si se tor-na en ayunas. Con él se fabri-can linimentos que se aplican en quemaduras, heridas y lla-gas. Y todos sabéis su valor como aderezo de ensaladas y

sobre todo para guisar. Siempre en el pasado, gozó de numerosas indicaciones terapéuticas, tanto en uso ex-terno como interno. Entre los romanos la unción con aceite equivalía a un verdadero baño de juventud. Las hojas poseen virtudes fe-brífugas (contra la fiebre) y vulnerarias (contra llagas y heridas). Se emplean, asimis-mo para rebajar la tensión sanguínea y para provocar la orina. Algunos de los componentes que contiene, entre otros, son: dextrosa, taninos, hidrocarbu-ros, grasas sólidas, enzimas y vitaminas A, B1, B2 Y PP.

PEDRO Recopilado de un Libro de Plantas me-dicinales.

Amor: ¿Qué aporta, el Amor?, que todo el mundo lo acepta; para el que lo siente es fiesta, con él se encuentra mejor. ¡Las virtudes!, mucho aumenta, de aquel que un amor produce; el juicio y razón reduce, al que le ama, o lo intenta. ¿Y qué nos dará el Amor?, que siempre nos deja huella; nos guía como una estrella, a ser feliz, o al dolor.

Si llega un cruel desengaño, para quien bien ha querido; de aquel Amor que ha perdido, sólo quedan lodo y daño. ¿Qué fuerza tiene el Amor, que siempre altera la vida? Quien ama, el reír olvida, se hizo de él dueño y señor. ¿Qué estado aporta el Amor, que aunque mucho o nada sobre; hace ver a un rico, en “pobre”, y al pobre lo ve en “señor”?.

¡Y altera tanto el Amor, que al ser que un Amor siente, de frío rechina el diente, aunque haga un gran calor! Pero:... ¡bendito el Amor! que siempre produce sueños; hace humilde a un corazón, y hace mejor... a su dueño.

Felipe Garrido Briceño

¿Qué tendrá, el Amor?

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A mbientador casero. Si os habéis quedado sin ambientador y queréis que la casa huela a lim-pio, cortar una esponja del baño en varios trozos y empaparlos con suavizante para la ropa y repartirlos por toda la casa.

Manchas de café. Si se os cae una mancha de café en vuestra alfombra, pasar un trapo por ella y, después, un paño humedecido en una mezcla de alcohol y vinagre de sidra a partes iguales. Después aclararlo con agua.

El arroz no se pega. Para que el arroz blanco no se agarre a la cazuela, frotar la superficie con un diente de ajo. ¡No se pegará nada! Pegotes de azúcar. Si al abrir el azucarero com-pruebas que el azúcar esta apelmazado y lleno de grumos, introducir en el recipiente un trocito de cás-cara de naranja. Seguro que volverá a quedar suelto y con un aspecto presentable. Aceite siempre limpio. Para evitar que al freír ali-mentos el aceite se ennegrezca y se queme, colocar dentro de la sartén un corcho de botella. Conservar-lo ahí hasta que terminéis de freír y el aceite os que-dará impecable. Adiós espinillas. Mezclar un poco de yogur natural

con limón y avena y extenderla sobre el rostro. De-jarlo una hora y aclarar con agua tibia. Vuestras es-pinillas desaparecerán. Por una espalda tersa. Aplicar leche con mucha sal a modo de mascarilla y dejar secar. Al cabo de me-dia hora, ducharse y las imperfecciones de la espal-da se os esfumarán. Esmalte Expres. Si queréis que el esmalte con el que os habéis pintado las uñas, se os seque lo mas rápido posible, meter las manos bajo el chorro de agua fría. Estarán listas en un minuto. Recupera tu expresión. Si os levantáis con los ojos hinchados y con bolsas, aplicarse durante 15 minu-tos compresas de agua fría y caliente, acabando con una lo más fría posible. Manicura duradera. Limpiar vuestras uñas, apli-carlas crema hidratante e introducir las manos en una taza de agua caliente con vinagre. Después, po-ner el esmalte y veréis que dura mucho mas.

Contra la caspa. Si queréis eliminarla, al final de duchar-se aclararse el pelo con una mezcla de agua y vinagre. Eli-minaréis los copos y recupera-réis el brillo.

Hasta la próxima amigas.

-El gran drama de la Vejez, no consiste en ser viejo; sino en haber sido joven.- Oscar Wilde. -Por cultivar su Ingenio; nadie jamás, se hizo rico.- Petronio. -Se dice ciertamente, que la Inte-ligencia es victima del Corazón; pero algunas veces se toma el desquite.- Delaforest.

-Es mejor, ser tú la victima de una injusticia; que cometerla tu con otro.- Cicerón. -Los Padres, son padres para cien hijos; pero cien hijos, no lo son para con los padres.-

Refrán anónimo.

-Cuando el Fanatismo ha gangre-nado al cerebro; esta enferme-dad casi incurable.- Voltaire.

-Jamás se descubre mejor, un hombre que sabe poco, que cuando habla mucho.- Odín. -Dos tragedias hay en la vida: una, no lograr aquello que ansia el corazón; la otra es: lograrlo. - Shaw.

Felipe Garrido B.

REFLEXIONEMOS CON:... CITAS CELEBRES

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PASATIEMPOS por ….. PEDRO

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Horizontales: 1) Seguido de parte del N ver-tical. Garaje en Toledo, lugar. (4 palabras). 2) Equilibrista. Sin pelo. 3) Nota musical. Tiempo que dura algo. Símbolo químico. 4) Igualar con el rasero. País asiático. Instituto español. 5) Letras sin orden de Bien. Parte de una flor. Consonante. 6) Rabos. Vocal. (Al rev.) Ganso. Pronombre per-sonal. 7) hidrogeno. Contracción. Numero. Nom-bre de mujer. 8) Siervo. (Al rev) Numero. Articulo. 9) (Al rev) Desgarradas. Colina de Jerusalén. Alu-minio. 10) Toledo. Cuatro en romanos. Termina-ción verbal. Pez marino. 11) Letra griega. (Al re-vés) Pelea. Consonantes sin orden de Benarés. Disyuntiva. 12) Sacerdote de Alejandría que negó la divinidad de Cristo. Radicase o avecindase. 13) Detención deun vehículo (plural). Vocal. _ moso, _ mafrodita; sílaba que falta. 14) Carta de la bara-

ja. Anfibio saltador. Resonar.

Verticales: A) Pueblo de Toledo. Sumo pontí-

fice. B) Mar. Sarcasmos. C) Consonante doble. Seleccionado. La misma consonante doble. D) Pez marino, de hasta 80 cm. (Al rev) Desmenuza-ba con los dientes. E) Interj.: ¡Hasta mañana! Azufre. Estado del SO de EEUU. F) Hogar. Fósfo-ro. Una vocal y una consonante de tuvo. Seis. Preposición. G) D una nación europea (plural). Cansada. H) Barnices. Disyuntiva. Dos vocales. Consonante. Letra que pluraliza. I) Cincuenta. Letra griega. Bebía aspirando. J) Contrariedad. Señor Nuestro. Consonante. K) Entreguen. Titulo inglés. Amplio. L) Artículo. (Al rev) Escuché. Este. Seducen. M) (Al rev) Barcos. Letras sin orden de túnel. Señora (apocope) N) Parte del 1 horizontal. Personaje bíblico. Consonante.

REFRANES. Pon las vocales. 1º) N_ p _ r m _ ch _ m _ dr _ g _ r _ m _ n _ c _ m _ s t _ mpr _ n _ . 2º) _ n _ s c _ m _ n p _ r _ v _ v _ r, _ tr _ s v _ v _ n p _ r _ c _ m _ r. 3º Poniendo una letra o sílaba en cada raya, sala un refrán. Lin _ tico fer _ _ cierto cali _ di _ cio pe _ ta _ liza mi _ ja.

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SOLUCIONES al anterior Nº 7

Crucigrama Horizontales: 1) Portal de Belén. 2) Ajo. Seise. E. 3) Lesio-nar. RN. 4) ER. EL. N. Ca. 5) Sagrada Familia. 6) T. A. Ro-sal. L. 7) irbA. N. CMII. 8) Nerón. Fiaba. 9) Ambos. L. E. 10) Ae. Susu. Ira. 11) ASLE. Turrón. Verticales: A) Palestina. A. B) Ojera. Remas. C) Ros. Gabriel.

D) T. IER. AOT. E) Asolar. Nos. F) Len. Don. SUT. G) Di-anas. F. Su. H) ESR. Fácil. R. I) Be. Calma. Ir. J) E. Ram. Ibero. K) An.

REFRANES 1º) El que es negro de nación, no le enloquece el jabón. 2º) Boca sin muelas, molino sin piedras. Especial. Encima de la leche, nada eches.

Está un borracho sentado en la barra de un bar. Aparece su mujer, se sienta al lado y le dice con cierto tono de regañina: -Cariño, te advierto que el alcohol es un ve-neno que te va matando lentamente. -¡No te preocupes, querida, si yo no tengo prisa! Un hombre llega a casa, y sale a recibirle su mu-jer gritando: -¡Cariño, que a mi madre le ha picado un ala-crán en la cocina! -¿Cómo que un alacrán? ¡Si puse cuatro en la cajita! Un niño a su padre: -Papá, papá, ¿los hombres van al infierno? -Depende. -¿De qué? -De si están casados o no. Los solteros sí pueden ir, los casados pagamos nuestras culpas por adelantado. Llega un señor a casa y, a la hora de meterse en la cama con su mujer, se queda extrañado y dice: -¿Por qué ha seis pies en esta cama, mi amor? -Estás muy equivocado, Manuel; bájate de la cama y vuelve a contar. Se baja, y mira y dice: -Pues tienes razón, mi vida, hay cuatro. Un hombre esta en el bar charlando con un amigo: -¿Sabes? Yo con mi mujer siempre paseo cogido de su mano. -¡Qué bonito! -¿Bonito? Dices, es que si la suelto se va de compras…

Un conejito en la tienda: -¿Tienen zanahorias? -No, no hay. Al día siguiente, el conejito: -¿Tienen zanahorias? -No, no hay. Al día siguiente, el conejito: -¿Tienen zanahorias? -No, no hay, me tienes harto y te vas a enterar. Y le parte los dientes a puñetazos. El conejito regresa al día siguiente: -Oiga, ¿tienen zumo de zanahorias? Va un señor a 200 kilómetros por hora por la autopista con su deportivo. De repente se le acerca un motorista a toda velocidad y le pregunta: -¿Tienes un cigarrillo? El conductor del coche, con la ventanilla ba-jada y muy asustado, le dice: -¿Pero que haces? ¿Te quieres matar? El motorista contesta despreocupado: -No, no, tú tranquilo, ¡Si yo fumo poco!

CHISTEANDO por MOCAES

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Consejería de Sanidad y Asuntos So-ciales

Servicios Periféricos de Toledo

CENTRO DE DÍA DE MAYORES “TOLEDO I”CENTRO DE DÍA DE MAYORES “TOLEDO I”CENTRO DE DÍA DE MAYORES “TOLEDO I”CENTRO DE DÍA DE MAYORES “TOLEDO I” Dirección: C/ Santa Fe, 2 – 45001 TOLEDO Teléfono: 925 223 916 Fax: 925 210 212 E-mail: [email protected]